Peculiaridades del camino [libre][cerrado]

Nuria sabía que el truco de la clarividencia no serviría con la ama de los trucos. Pero la sangre se le había subido a la cabeza y parecía estar razonando menos de lo habitual. La chica parecía otra persona - Lánzame tu mejor golpe, zorra- le gritó, gasticulando con la mano buena hacia sí misma. Era una de las pocas veces en las que agradecía al entrenamiento de su madre. Poco había aprendido bajo su ala, pero al menos sabía cómo esquivar un ataque directo a distancia como lo era esa hoz con cadena. Hubiera preferido poner a los malos contra ellos mismos, pero la chica Zukura parecía adepta al combate y ya se había enzarzado en su propia lucha. Estaba sola. Arriesgó una ojeada al líder puercoespín, se le había borrado la sonrisa del rostro cuando el pequeño niño que le había lastimado a ella también cargaba contra él.

La mujer zorro le lanzó su primer ataque que la mucama esquivó por los pelos, dando una pirueta hacia un costado. Hizo un paro de manos y tomó del suelo una rama larga que podría usar como bastón. Un nuevo ataque, esta vez más cercano y veloz. Nuria no tuvo tiempo de esquivarlo, por lo que tuvo que interponer su vara entre ambas. La madera cedió con un crujido fuerte y la criada cayó sentada por el golpe. La zorra tomó la hoz con su mano y la levantó en el aire, tomando carrera hacia la humana. La criada se puso en pie de un salto y corrió hacia el costado del camino, donde extrañamente parecía haber otra pelea. La mujer zorro sonrió al ver que esta vez podría cortarle la cabeza a la chica, pero nada más lejos de la realidad.

En el momento decisivo, Nuria tropezó con una piedra del camino y cayó con toda su frente sobre la dureza del mismo. La zorra que estaba en medio del salto final, siguió su trayectoria y aterrizó su ataque sobre uno de sus compañeros. - ¡Retirada! ¡retirada! ¡Andiamo! Andiamo- gritó el líder cuando se dio cuenta que su timo habitual no estaba funcionando con los viajeros. Con la mirada no dejaba de buscar a sus luchadores que tendrían que haber atacado a las mujeres. Murmuró algo por debajo de su hocico y fue el primero en desaparecer. Nuria se levantó confundida y con un fuerte dolor a un lado de la cabeza. Ya no escuchaba la lucha al lado del camino y se preguntó si habría sido su imaginación. Puso a buen resguardo su mano mala y se tocó la cabeza con la buena, encontrando bastante sangre en el proceso.

-Esto va a tardar en sanar…- se dijo a sí misma, encaminando hacia el último lugar donde había visto a su compañera y guía Zukura. -¡Zukura! ¿Dónde estás? ¿Estás bien?- llamó casi a voz de grito. Tal vez la chica lobo mitológica que se había ido, volviera si se enteraba que había pasado el peligro. La mucama lo dudaba, pero no perdía nada con pegar tres gritos más -¡Se han ido!-

El mundo se detuvo durante unos segundos mientras mantenía los ojos cerrados. Un gemido de mi oponente me dio la respuesta a la pregunta de si continuaba vivo. Al abrirlo, pude ver como la daga se había clavado en el costado del gato y que esté me miraba incrédulo sin saber muy bien como había podido darle. Hizo una mueca de odio y aprovechando la cercanía intentó rebanarme la cabeza, pero la herida lo había ralentizado lo suficiente como para esquivar el golpe fácilmente dando un paso hacia atrás.

Mi enemigo era consciente de que no tenía a donde huir, pues Toro había acabado con su par y ahora él se estaba desangrando. No podría huir de nosotros.

-Has feto un bono combiate...- dijo con una lastimosa sonrisa. - Io nunca mimagine que puguera caure derrotado por un bambiolo...

"¿Son ilusiones mías o me está halagando?" por si acaso yo seguía manteniendo la daga en alto.

-Has tenido suerte, jefe. Mi par era muy aburrida.- Toro soltó una fuerte carcajada.

-Oh... Gertrude... Ela era massa confiata amb la secua habilitat... Lastima...- el gato volvió a colocarse en posición sabiendo muy bien que su situación no era para nada esperanzadora. - Bonno, finilicemos esto. Aunque, mem gustaria proponorte algo.

- ¿Qué?

-El ganadior del siquiente embite decidira la victoria. Si tue ganas, io muero. Si io gano, men largo; sin nata que lamentaré, sin reconres y con molto honores ¡Un duetoI - alzó el puño a los cielos con gran parte de las fuerzas que le quedaban.

Yo deje que pasaran los segundos sin comprender muy bien que significaba aquello, pero al parecer Toro, que era más cercano a ese mundo, si que sabía a qué se refería.

-Él está moribundo y somos más, por tu honor debes de aceptar jefe. Es un duelo justo entre guerreros. A los dioses les gustan estás cosas. - se encogió de hombros quitándole importancia a esto ultimo, pero al parecer el mercenario si que tenía en muy alta estima eso de los duelos. Y yo como su jefe no podía decepcionarle...

"Malditas costumbres tan raras..." resoplé fastidioso, no me apetecía nada hacer esas tonterías; hacia mucho que le había perdido la pista al grupo de Nuria, ¿cómo estarían? -Muy bien, acabemos cuanto antes con esto. Pero si ganas nos dejarás en paz para siempre.

-Tratio fetio. - dijo esbozando su amplia sonrisa felina.

Ambos nos colocamos lo mejor posible en nuestras posiciones de ataque. Yo penalizado por no saber muy bien como se peleaba con aquel tipo de armas cortas, y el más penalizado por la profunda herida en el costado. Si aquel duelo iba a satisfacer a los dioses, estos tenían unos gustos muy extraños.

El envite no tardó en llegar por parte del gato, que puso todas sus esperanzas y su vida en su ultimo ataque. No podía despistarme, pues precisamente así se había producido mi único golpe certero. Por ello me agaché con la esperanza de ver el estoque pasar por encima de mi cabeza, con la intención de levantarme y agujerearle el otro lado, pero... ¿cual de los dos movimientos sería más rápido?

Nuria miró con admiración a Zukura, no le había visto la piel de lobo pero había demostrado ser fuerte y valiente, cualidades que ella misma no tenía. Asintió una vez, tenía más de una o dos cosas en la mente, todo había sido extraño ¿habían intentado robarlos? Los caminos eran muy peculiares, había escuchado historias de cosas extrañas aconteciendo en ellos, pero lo que acababa de vivir no tenía igual. - Gracias… Zukura. Por quedarte y por tus consejos, eres muy amable - su voz era temblorosa, finalmente todo lo acontecido le estaba pasando factura. Se sentó sobre una piedra y comenzó a examinar su mano.

-¿Extraño? ¿Algo más?- empalideció y abrió los ojos grandes. Se paró y se sentó dos veces en el mismo sitio, estaba tan nerviosa que lo hacía sin darse cuenta. Finalmente se sentó para quedarse, suspiró y comenzó a enjuagarse la herida con algo de agua que llevaba para el camino. - Si quieres investigar, adelante. Yo estaré aquí, viendo qué puedo hacer con esta herida. Aunque no deberías de alejarte mucho… no quiero que nos separen- la última parte de la frase sonó como una petición. Su repentina tranquilidad y decisión se debía a que fuera lo que fuera que le depearar el destino, ella ya no podría hacer mucho más; mejor ocuparse que pre-ocuparse. Le dedicó una sonrisa alentadora a Zukura. -Voy a estar bien. Supongo... lo intentaré-



Zukura había resultado una buena compañera de viaje. Nuria veía en ella a alguien en quién podía confiar y esperaba verla a menudo en el hogar de los licántropos. Aunque no lo dijera, la humana se sentía nerviosa por su nuevo trabajo con un joven de casi su misma edad, además estaba angustiada por el reencuentro con Ircan. Se preguntaba cómo estaría su salud, si la enfermedad le habría dejado alguna secuela, si la estaría necesitando mucho… tampoco podía evitar recordarlo a él todo. Se sonrojó y se dirigió a Zukura para cambiar deliberadamente el trayecto de sus propios pensamientos.

- ¿Cómo es Ulmer? ¿Crees que aceptarán a una foránea como yo? preguntó con nerviosismo. Por lo que ella sabía, era un nuevo pueblo de licántropos, tal vez la vieran como un incordio. - Yo voy ahí para encontrarme con Ircan Seiron ¿lo conoces? Se supone que trabajaré para él…- agachó la cabeza, estaba preocupada por las cosas que le pudiera decir su compañera. Después de lo que habían vivido juntas, le parecía que podía confiar en sus palabras.



Off: Último turno gracias a ambos por este hilo ~<3 y como dijo Ircan, creo que lo importante es lo que haces en el post, no su extensión
Si quieren hacer sociales entre lobos y olfatear sus rabos de lobo, no veo por qué no podrían hacerlo muajajaja.
Eso es todo nwn y gracias de nuevo

El acero del gato había pasado por encima de mi cabeza más rápido de lo que hubiese esperando sufriendo aquella herida, pero para mi suerte, mi jugada también había resultado exitosa. Me había agachado en el momento justo en el que él me lanzaba su ataque, logrando esquivarlo y dejarme a mi mismo en una posición muy ventajosa para armar la contra. Pero, mis cálculos nunca hubiesen previsto que pese a estar herido se movería de aquella forma tan rápida, lo suficiente como para que el metal de mi daga no encontrara su objetivo.

-Valla, el resultato a feto i a empate... Intersanti... - me miró agrandando su sonrisa felina. -El destino no e busca que ha ninguno de los dues perezca...- se rascó los bigotes. -No obstante... ¿qué he faras al hora?

Dí un largo suspiro recordando el numero de ocasiones en las que podría haber muerto en aquel combate. Miré a mi contrincante e inflé los pulmones.

-Vete... Un trato es un trato, has sobrevivido al embite, por lo tanto he fallado, tu ganas. - me guardo el puñal y voy en busca de mi espada.

-¡No he vensuto! Hemos quetato in empati. - extendió los brazos con un entusiasmo que enseguida fue apagado por el dolor de su herida. -Aggg... Otro día ens veremos... y es posible que finiquitemos esto. Arrivederci...

Mientras yo recuperaba a Marlowe y la metía en su funda, el gato desapareció entre la espesura del bosque dejando un pequeño rastro de sangre, al cual no le dí ningún tipo de importancia, mis prioridades eran otras.

-Lo que has hecho te honra jefe. - reconoció Toro con una sonrisa y con una palmada en la espalda que me impulso hasta el árbol más cercano.

-¿Tú crees...? - me llevé la mano a la espalda para recuperarme del dolor y comencé a examinarme las pequeñas pero numerosas heridas que me había dejado el enfrentamiento. -No creo que hubiese aguantado su ritmo mucho tiempo más y hubiese sido peor..

-Ohh... entonces eres alguien inteligente. Bueno es mejor ser inteligente que honrado. - soltó una poderosa carcjada.

-¿¡Pero qué haces!? - le dije en un susurro mientras le cogía de la cabeza para obligarle a agacharse. -Recuerda que seguimos persiguiendo a Nuria, y que no puede saber que estamos aquí.

-Es verdad.... Después de todo lo que ha pasado se me había olvidado. - se encogió de hombros a lo que respondí con un incrédulo suspiro.

Agazapado entre los arbustos pude ver como el grupo se había dividido tras el ataque, la chica pelirroja ya no estaba, sólo quedaban Nuria, que descansaba sentada, y Zukura que examinaba los alrededores con la mirada como si se hubiera percatado de nuestra existencia.

"Maldito Toro y sus carcajadas..."

Sin embargo parecía que estaban bien, que podrían solucionar todo aquello que se les impusiera en lo poco que les quedaba del camino, en comparación al que ya habían recorrido.

-Creo que se las arreglaran bien... - dije con una sonrisa mirando a Nuria. - Además debo de cambiarme de ropa para no levantar sospechas, si me ven con tantos agujeros puede que les de por buscar una explicación.

Toro asintió, por lo que no tardamos ningún segundo en volver a Ulmer lo más rápido que pudimos; y es que no se hace fácil correr cuando un maldito gato te ha dejado tantos recuerdos con su espada.




Al llegar al pueblo, me cambié lo más rápido que pude y me dirigí a la puerta más cercana a la dirección por la que ellas venían; debía de asegurarme en dar una buena y misteriosa impresión.

A la media hora de espera, pude distinguir a lo lejos del camino a las dos mujeres.

-Buenas tardes. - dije con una sonrisa cuando éstas llegaron a mi altura. -Bienvenidas a Ulmer, sobretodo a ti Nuria, es una sorpresa que accediera el contrato. -tras eso me giré a la loba. -!Anda Zukura! ¡Cuanto tiempo...!. Desde aquel festival en las islas... algo de un tal Oscar...-miré de nuevo a Nuria. - Así que te han acompañado, ya veo... - entoné una risita. - Me alegro de verlas, aunque percibo que habéis sufrido dificultades en el camino. - señalé sus ropas y heridas. -¡Vamos! En casa de Tom podréis recuperaros del viaje.