Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
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Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
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En el bosque no había leyes que obedecer, pero sí consecuencias. Si un hombre bestia hacía algo que dañaba, en mayor o menor medida, tenía que pagar las consecuencia del mal que hubiera hecho. Si alguien robaba el alimento, el que había sido robado tenía el derecho de cortarle las manos del ladrón para que no volviese a robar. El castigo no siempre no implantaba la misma víctima, aunque era lo habitual; donde las dan las tornan. En ocasiones, los verdugos tenían que ser los familiares del malhechor. Las consecuencias, en este caso, no solo la pagaba el criminal sino toda su familia. Estos castigos se reservaban para los peores criminales. Un robo de comida no bastaba; debía de haber hecho algo muy gordo para que lo tuviera que ejecutar su propio hermano.
Oggo y Onno se miraron las caras sin decir nada. Ellos dos, hombres ciervo, fueron los encargos de llevar al criminal junto con su familia. Sobraban las palabras. Tanto Oggo como Onno se preguntaban las mismas cuestiones sin respuesta: ¿Qué había hecho Nuddih? ¿Habría alguien capaz, en la familia del criminal, de matarle? ¿Su visión eran víctimas del hechizo de un brujo?
-Cerrad esas bocazas, mis amigos. Es de mala educación delante del público- dijo Nuddih con una sonrisa, parecía reír de la situación en la que estaba.
Oggo y Onno no podían reírse, estaban demasiado sorprendidos como para poder reír. El criminal no era más ni menos que un hombre bestia cuyo animal era un calypse, una criatura que solo conocían por los cuentos. ¿Existían otros como Nuddih? Su tribu debía de ser la más hermosa de todas las tribus de los hombres bestias. Los ciervos se la imaginaban: árboles de plata fina y hojas blancas como la nieve, hermosos lagos de agua cristalina, un prado verde por el que poder corretear, comer y fornicar como animales. Oggo y Onno eran machos heterosexuales; sin embargo, amaban la belleza de Nuddih. Era alto, esbelto y realmente hermoso. Se lo imaginaron corrieron por el prado verde. Las crines blancas del calypse azotaban al viento por cada trote que daba. Los dos guardias tragaron saliva. ¿Era posible que se estuvieran enamorando de Nuddih?
-¿Podéis dejar de mirarme tan fijamente? Me siento extraño-.
Los ciervos, rojos de la vergüenza, apartaron las cabezas en el acto. Oggo dio un par de golpes con el pie a la tierra que pisaba como si fuera una colegiala después de recibir su primer beso y Onno maldecía en sus adentros por no saber qué decir. Nuddih les intimidaba, llegaron a pesar que podía leerles la mente, pero aquello sería imposible. Quizás solamente se esté burlando de ellos. Los ciervos no eran, precisamente, los mejores a la hora de disimular. Todo lo contrario, hasta el animal más ignorante podría deducir, sin demasiada dificultad, lo que pensaban.
¿Y en qué estaba pensando? Ni ellos mismos lo sabían. Las preguntas iban y venían de su cabeza tan deprisa como lo hacían las imágenes de una tribu llena de hombres y mujeres calypse. Suspiraron al unísono; se sentían tan tontos como palomas al no saber algo tan simple como en qué estaban pensando.
-Por mí, podéis sentaros. No me iré a ninguna parte. Con todo el hierro que llevo encima dudo mucho que pueda correr- Nuddih río en un relincho.
Los ciervos lo agradecieron, llevaban horas esperando de pie en la entrada de la tribu de los cervacios a que apareciese el familiar del hombre calypse y que “pusiera fin a su vida”. No se atrevían a decir, ni siquiera en sus pensamientos, el verbo “matar” al lado de Nuddih. También evitaban los nombres como culpable, delito o castigo. Se pusieron de rodillas, cada uno sostenía una de las cadenas que ataban al hombre caplypse para que no pudiera escapar, tampoco pareciera que pudiera ir a ninguna parte.
-Es raro que se retrase en llegar, mi hermano suele ser muy puntual. ¿Sabéis?- los ciervos afirmaron con la cabeza a pesar de que no sabían nada- El día de su boda, con una hermosa yegua calypse, llegó tres días antes porque decía que tenía miedo de llegar tarde. ¡Tarde a su propia boda! Es muy gracioso. Reíd conmigo, mis amigos. – Oggo y Onno rieron sin conocer la razón.
Después de las risas fue Onno quien se atrevió a preguntar en voz alta la primera cuestión que los ciervos se habían hecho:
-¿Qué has hecho para…?-
-Queremos saberlo- intervino Oggo cortando la frase de su hermano.
-Absolutamente nada,- Nuddih si encogió de hombros - ¿Creéis que alguien como yo podría ganarse la peor de las consecuencias? Miradme bien, no he hecho nada- la risa del Nuddih era tan agradable que se lo creyeron. -¿Y vosotros? Habéis tenido que hacer mucho mal si os han mandado a cuidar de un futuro muerto-.
-Supongo…- empezó hablando Oggo - oriné en los terrenos de mi hermano-.
-Yo…- siguió Onno - me acuesto con la mujer de mi hermano-.
-Arranco las plantas más altas del huerto de mi hermano y echo sal para que no vuelva a crecer-.
-Nos llevamos viendo desde hace siete años-.
-El incendio de hace tres años en el huerto de Onno, lo provoqué yo-.
-El segundo hijo de Oggo en realidad es hijo mío-.
La batalla, por ver quién había hecho el mal más grande, pasó a ser una batalla de puñetazos. Los hermanos Oggo y Onno soltaron las cadenas que sujetaban a Nuddih y se entablaron en un combate de zarpazos, mordiscos y coces. Mientras, el hombre calypse se mantenía de pie, riendo, relinchando y observando a los dos ciervos como si les estuviera leyendo sus pensamientos.
_____________________
* Bienhallado/a a las tribus de los hombres bestias: Estás en el bosque del Oeste, no me importa cómo has llegado hasta aquí, no seré estricta con tu cronología. Lo más importante es que ves a dos hermanos ciervos peleándose y diciendo una mayor barbaridad cada vez. Un hombre calypse, el prisionero, se ríe y relincha al ver la escena. Deberás hacer que los hermanos dejen de pegarse y se concentren en el prisionero.
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Última edición por Sigel el Jue Oct 05 2017, 10:01, editado 3 veces
Sigel
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Re: Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
Los bosques del Oeste eran amplios, bellos, serenos... y aburridos. Pero al menos no estaban infestados por hordas de moribundos enfermos de la peste. Claro que, a falta de grandes aglomeraciones de gente, el zorro también carecía de su usual ocupación: ir por las ciudades saqueando o buscando víctimas cuyo cuello tuviera un buen precio. Ahora no le quedaba nada más que hacer que caminar, cazar y dormir; comenzaba a sentirse como un simple animal salvaje y lamentaba no haberse llevado al menos un maldito libro para matar el tiempo.
Se encontraba dando una larga caminata cuando oyó gritos al otro lado de un espeso matorral. ¡Al fin algo de barullo entre tanto silencio! Se calzó mejor la capucha, echó mano a una de sus dagas y se escabulló entre las plantas para averiguar lo que acontecía al otro lado.
El zorro se cruzó de brazos y observó la escena con las cejas en alto, apoyándose en el tronco de un árbol que quedaba a espaldas de los ciervos y su prisionero. No pudo evitar soltar un silbido de sorpresa y sonreír al ver cómo los hermanos se desarmaban a guantazos. “¡Derechazo, pégale un derechazo! Uuuh, no, muy lento. ¡Cuidado! Aaauch.” Pensaba el zorro, disfrutando del entretenimiento. Sin embargo, más allá de la pelea, su atención terminó viéndose atraída por el sujeto cubierto de cadenas. No supo reconocer la especie animal que corría por su sangre, para Zatch parecía un centáuride más, pero sin duda era muy distinto a los dos siervos y el cuerno en la frente era algo nuevo para él. ¿Valdría mucho dinero? Oh, sí, dinero. Casi todo embrollo tenía una considerable suma de aeros detrás. Zatch se frotó las manos, sonrió y procedió a acercarse hasta la retaguardia del prisionero.
-¡Oye, tú, cornudo! -Llamó a Oggo, interrumpiendo la pelea sin remordimiento alguno- Oh, me refiero al cornudo figurativamente hablando, ya sé que los dos lo son... -desenvainó la daga y, antes de proseguir, se hurgó los dientes con la punta por un segundo- Eso de desquitarte con la huerta de tu hermano por compartir tu mujer me parece un castigo un poco... desproporcionado, ¿no crees? Deberías... Cortarle la cabeza, arrancarle el corazón, ¿o castrarlo, quizás? Sólo digo, eh, sólo digo. -observó al calypse como buscando su aprobación y luego volvió la mirada a los ciervos- Más importante aún, ¿no deberían estar haciendo su trabajo? Las cadenas de este tipo de aquí, no sé, no se ven muy firmes. -Puso los brazos en jarra y pateó una de las cadenas antes de, como si se le acabase de ocurrir la idea, alzar un dedo y exclamar: -¡Ya sé! Juguemos al mejor y más rápido postor. Tú, caballo, ¿cuánto me pagas si te ayudo a escapar? -antes de dejarlo hablar, se dirigió a los otros- ¡O ustedes, cornudos! ¿Cuánto me pagan por evitar que escape?
Les dedicó a todos una sonrisa cordial. Tenía el pie puesto sobre una de las cadenas; estaba a un movimiento de soltarlas, o, en todo caso, sujetar mejor al prisionero.
Zatch
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Re: Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
Los ciervos levantaron absortos la cabeza en dirección al zorro. No se hicieron preguntas del tipo quién era o qué hacía allí. Conocían las respuestas, las escuchaban en el interior de sus cabezas como si alguien las hubiera metido allí dentro: era un intruso y estaba interrumpiendo la escena que Nuddih, el calypse amado por los dos ciervos, disfrutaba a carcajadas.
Onno dejó de morder la pierna de su hermano para dedicarle una amenaza con la boca abierta al recién llegado. ¿Cómo se atrevía a decir que Oggo tenía razón? Por culpa del incendio que hubo en su huerta, pasó cuatro semanas sin comer más que el pasto del bosque, cosa que era realmente vergonzoso, una deshonra para los otros miembros de la tribu. Oggo, por su parte, sin soltar los cuernos de su hermano, clavó la vista en el hierro de las dagas del zorro. Tenía razón. Onno había deshonrado a su mujer. Una vez, dos quizás, le hubiera perdonado. Después de todo, eran hermanos. Sin embargo, se sentía ridículo. Onno había tenido repetidos encuentros fortuitos con Molga. Tantos que, el hijo que siempre creyó que era suyo, en realidad era de su hermano. Puso la mano en la empuñadura de su vieja espada. Onno se fijó el arma de su hermano e hizo lo suyo. Ambos ciervos quedaron uno en frente del otro listos para atacarse. Nuddih reía.
El zorro siguió hablando y dijo algo que los ciervos hubieron olvidado. ¿Su trabajo? ¿Qué trabajo? ¡El prisionero calypse!
-No os preocupéis por mí. Ya os dije que no me iba a mover de aquí-.
-Siento haberme acostado con Molga. Fue durante el año que te fuiste a Lunargenta a trabajar. Ella estaba sola y yo quería ser como tú: tener a alguien que me amase, una familia- las palabras salieron solas, el hechizo de Nuddih había dejado de tener efecto sobre los ciervos.
-Y yo siento haber arruinado tu huerto. Supongo que te tenía envidia. Tus mazorcas eran más altas que las mías, tus berenjenas más grandes y tus tomates más rojos-.
-Debería darte vergüenza acabar así con mi fiesta. Eres muy maleducado, pero te perdono -El cuerno del calypse brillaba con un ligero tono naranja, lo apuntó en dirección al zorro. - Dime, ¿en qué te gastarías los aeros si es que estos dos imbéciles te llegasen a pagar? ¿En carboncillos para escribir en las sabanas, en doncellas que te arrompen en la noche o en botellas de vino de uva dorada? Te conozco: Zatch. Igual que conozco de muy buena mano nuestros amigos ciervos. –levantó los brazos y golpeó, con los puños unidos por las cadenas, el cuerno de su frente - Esto me permite conocer a las personas; es la razón por la que estoy encadenado. ¿Te parece justo? Sé que me entiendes, a ti también te condenaron injustamente por el único motivo de haber nacido-.
Las espadas de los ciervos apuntaron rápidamente hacia Nuddih una vez hubo acabado su discurso. Todas las preguntas que se hubieron hecho al recoger al hombre calypse fueron respondidas. Su mal, su delito como decían los humanos, fue manipular la mente de los hombres bestias de la tribu.
-Oggo, lo siento. ¿Podrás perdonarme?-
-Ya lo he hecho-.
Nuddih casqueó las cadenas de sus muñecas, sonaba como el tintineo de unas campanillas. Su cuerno brilló con más intensidad que nunca. Las sonrisas y el perdón de los ciervos desaparecieron en el acto. Las espadas se redirigieron hacia ellos, pronto se volvían a estar peleando por los secretos que Nuddih les obligaba a desvelar.
-Ahora tú, libérame y deja a estos simples de corazón que se maten. ¿Verdad que no te importa lo que les pase? A ti no te importa nadie que no seas tú. ¡Libérame!-
* Zatch: Misterio resuelto: El pecado de Nuddih fue el de usar su poder para manipular a los miembros de la tribu de los hombres bestia. Hemos visto las historias de Oggo y Onno; dos personas de una tribu de casi cien hombres bestias. ¿Cuánto daño pudiera haber hecho Nuddih? ¿Cuánto daño podrá seguir haciendo en futuros temas si lo dejas en libertad? Tuya es la decisión. Liberarle y ganar su favor o ayudar a los hombres ciervos a ejecutar a Nuddih. Obviamente, lo que decidas no solo influirá en el futuro de tu personaje sino en el de toda Aerandir.
Recuerda que, de necesitarlo, tienes total libertad para manejar a los npcs.
Onno dejó de morder la pierna de su hermano para dedicarle una amenaza con la boca abierta al recién llegado. ¿Cómo se atrevía a decir que Oggo tenía razón? Por culpa del incendio que hubo en su huerta, pasó cuatro semanas sin comer más que el pasto del bosque, cosa que era realmente vergonzoso, una deshonra para los otros miembros de la tribu. Oggo, por su parte, sin soltar los cuernos de su hermano, clavó la vista en el hierro de las dagas del zorro. Tenía razón. Onno había deshonrado a su mujer. Una vez, dos quizás, le hubiera perdonado. Después de todo, eran hermanos. Sin embargo, se sentía ridículo. Onno había tenido repetidos encuentros fortuitos con Molga. Tantos que, el hijo que siempre creyó que era suyo, en realidad era de su hermano. Puso la mano en la empuñadura de su vieja espada. Onno se fijó el arma de su hermano e hizo lo suyo. Ambos ciervos quedaron uno en frente del otro listos para atacarse. Nuddih reía.
El zorro siguió hablando y dijo algo que los ciervos hubieron olvidado. ¿Su trabajo? ¿Qué trabajo? ¡El prisionero calypse!
-No os preocupéis por mí. Ya os dije que no me iba a mover de aquí-.
-Siento haberme acostado con Molga. Fue durante el año que te fuiste a Lunargenta a trabajar. Ella estaba sola y yo quería ser como tú: tener a alguien que me amase, una familia- las palabras salieron solas, el hechizo de Nuddih había dejado de tener efecto sobre los ciervos.
-Y yo siento haber arruinado tu huerto. Supongo que te tenía envidia. Tus mazorcas eran más altas que las mías, tus berenjenas más grandes y tus tomates más rojos-.
-Debería darte vergüenza acabar así con mi fiesta. Eres muy maleducado, pero te perdono -El cuerno del calypse brillaba con un ligero tono naranja, lo apuntó en dirección al zorro. - Dime, ¿en qué te gastarías los aeros si es que estos dos imbéciles te llegasen a pagar? ¿En carboncillos para escribir en las sabanas, en doncellas que te arrompen en la noche o en botellas de vino de uva dorada? Te conozco: Zatch. Igual que conozco de muy buena mano nuestros amigos ciervos. –levantó los brazos y golpeó, con los puños unidos por las cadenas, el cuerno de su frente - Esto me permite conocer a las personas; es la razón por la que estoy encadenado. ¿Te parece justo? Sé que me entiendes, a ti también te condenaron injustamente por el único motivo de haber nacido-.
Las espadas de los ciervos apuntaron rápidamente hacia Nuddih una vez hubo acabado su discurso. Todas las preguntas que se hubieron hecho al recoger al hombre calypse fueron respondidas. Su mal, su delito como decían los humanos, fue manipular la mente de los hombres bestias de la tribu.
-Oggo, lo siento. ¿Podrás perdonarme?-
-Ya lo he hecho-.
Nuddih casqueó las cadenas de sus muñecas, sonaba como el tintineo de unas campanillas. Su cuerno brilló con más intensidad que nunca. Las sonrisas y el perdón de los ciervos desaparecieron en el acto. Las espadas se redirigieron hacia ellos, pronto se volvían a estar peleando por los secretos que Nuddih les obligaba a desvelar.
-Ahora tú, libérame y deja a estos simples de corazón que se maten. ¿Verdad que no te importa lo que les pase? A ti no te importa nadie que no seas tú. ¡Libérame!-
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* Zatch: Misterio resuelto: El pecado de Nuddih fue el de usar su poder para manipular a los miembros de la tribu de los hombres bestia. Hemos visto las historias de Oggo y Onno; dos personas de una tribu de casi cien hombres bestias. ¿Cuánto daño pudiera haber hecho Nuddih? ¿Cuánto daño podrá seguir haciendo en futuros temas si lo dejas en libertad? Tuya es la decisión. Liberarle y ganar su favor o ayudar a los hombres ciervos a ejecutar a Nuddih. Obviamente, lo que decidas no solo influirá en el futuro de tu personaje sino en el de toda Aerandir.
Recuerda que, de necesitarlo, tienes total libertad para manejar a los npcs.
Sigel
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Re: Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
Zatch observó con fijeza al calypse; el entrecejo se le frunció y un muy leve temblor sacudió su párpado inferior izquierdo al oír las palabras de éste. Palabras que conocía bien y que lo remontaban a una escena que ya había vivido con anterioridad. Recordó la noche en la hoguera, donde aquel demacrado hombre rubio había contado su historia, una historia que no le agradaba oír, ¿para qué mentir? Pero, sin duda, no era la estrategia correcta para tocar la fibra más sensible del zorro. Sus preocupaciones estaban lejos de esas memorias que ya había desterrado de su mente mucho tiempo atrás. Ahora, en vez de estar triste, se sentía irritado por el atrevimiento del hombre-unicornio.
-Respuesta incorrecta, compañero. Debiste haber mencionado más números y menos palabrería.
No dio tiempo a los ciervos para que se rebanasen los cuellos mutuamente. Con un ágil movimiento se encorvó hasta poder tomar la cadena que estaba pisando y, una vez la tuvo bien agarrada, saltó con brusquedad hacia un costado, atrayendo al prisionero con él. El calypse cayó de rodillas al suelo, perdiendo toda su majestuosidad. Sin embargo, cuando vio al cánido alzar la daga hacia él, no perdió la oportunidad de volver a hablar:
-¡Piénsalo bien, zorro! ¿Por qué lo harías? Imagina todo lo que puedo hacer para devolverte el favor si me liberas. -Gritó, imponiéndose con su voz grave y su profunda mirada. Zatch titubeó, detuvo la mano en el aire, y sin saber por qué, enfundó la daga. No, sí que sabía la razón: ese maldito estaba intentando controlarlo de la misma forma en que había controlado a los ciervos.- Puedo conocer los secretos de cualquiera. Ayudarte a embaucar a los nobles más ricos con sólo unas pocas palabras. ¡Decirte qué hacer para complacer a la dragona! Ingela, ¿verdad? -El calypse sonrió; aún arrodillado en el piso seguía resultando seductor. Zatch, al contrario, apretó los dientes y emitió un gruñido gutural. Se sentía ultrajado al saber que aquel ser estaba inmiscuyéndose en sus más íntimos pensamientos. Ya no quería deshacerse de él por dinero; la situación se había tornado en algo personal.
-¿Por qué lo haría?
Se desplazó hasta Oggo, agarrando aún la cadena, y le arrebató la espada con la mano libre. Giró el arma con un rápido movimiento, la hoja silbó cortando el aire hasta que se detuvo en un rotundo “crack”. Un chorro carmesí le salpicó el pelaje de los brazos y de las piernas, pero los ojos ambarinos del zorro se concentraron en seguir al cuerno luminoso que rodó hasta sus pies, cercenado desde la base de la frente del calypse.
El prisionero emitió un grito largo, lastimero y, por fin, carente de cualquier ápice de seducción. Se llevó las manos a la cabeza y se encorvó hasta apoyarla en el suelo, estremeciéndose en espasmos de dolor, quebrando la paz del bosque con bramidos insoportables.
-Porque puedo y quiero, amigo.
Zatch se volteó hacia Oggo y le lanzó la espada con gesto parco y apático. Se rascó la barbilla, carraspeó y se agachó para recoger el cuerno. Ya no brillaba. Tras encogerse de hombros, lo guardó en su morral. Quizás esa cosa valiese algo en el mercado negro.
-Me imagino que van a pagarme por esto, ¿no? Quiero decir, evidentemente he salvado la situación.
Y les mostró la larga hilera de dientes en una sonrisa cortés, extendiendo una mano con la palma abierta hacia arriba en espera de la merecida paga.
Zatch
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Re: Las consecuencias de Nuddih [Desafío]
Como si hasta el momento hubieran estado durmiendo, los hermanos ciervos se limpiaron los ojos con los nudillos. Todo lo que había sucedido era tan confuso como un sueño. Lo recordaban y creían que había sido real, pero era tan fantasioso y tan confuso, que definitivamente debía de ser un sueño. Oggo se llevó la mano a la cabeza y se rascó entre en medio de los cuervos. Onno, por su parte, seguía teniendo las manos en los ojos limpiándose unas lagañas que nunca existieron.
Pasó unos minutos hasta que fueron conscientes de lo sucedido. Había una leyenda que decía que los calypses podían leer la mente de las personas, un rumor como muchos otros de los existentes en Aerandir. No tenía que ser cierto y, realmente, no lo era. Nuddih, de no ser por el cuerno, no era nadie. Los ciervos tardaron mucho en darse cuenta, se lamentaron que un zorro, un depredador carnívoro, hubiera sido más espabilado y hubiera estado más despiertos que ellos. Como fuera, ambos suspiraron de alivio al ver al prisionero muerto en el suelo.
-No tenía ningún hermano, ¿verdad?-
-A mí no me mires, Onno. Me hizo pensar lo mismo que a ti- Oggo se encogió de brazos y continuó hablando en nombre de los dos. – Muchas gracias zorro. Diría que estamos en deuda contigo, pero veo que quieres ya tu pago-.
-Las prisas de los carnívoros- susurró con desdén Onno.
-Creo que tengo unas pocas monedas en los bolsillos. ¿Tú tienes algo, Onno?-
-Muy poco, escasos 55 aeros-.
-Yo solo tengo 25. ¿Te valen 80 aeros? No es mucho pero…-
-Quédate eso también- señaló el cuerno de Nuddih- no quiero volver a verlo nunca más. Me da escalofríos-.
Onno tenía la cabeza baja por no mirar el cuerno del calypse y Oggo, en cambio, no apartaba la vista del cuerno. Pensaba que, por haber escoltado a Nuddih hasta el linde de la tribu, se había ganado el derecho a quedarse con su cuerno. Era hermoso, puro, era… ¿Su tesoro?
-Vete antes que alguien nos pregunté qué ha pasado- apresuró Onno.
Oggo, con varios movimientos negativos de cabeza deshizo las ideas relacionadas sobre el cuerno de Nuddih.
-Sí, sí. Vete antes que cambiemos de opinión-.
* Zatch: Y bien, ¿esperabas que cuerno de Nuddih fuera un objeto del 19? Ya conoces el poder y la maldición que se relacionan con estos objetos, lo has visto en el Circo de los Horrores y en los temas relacionados con Shappy y Boomer. He aquí otro de esos objetos: Un cuerno que te permite conocer y utilizar los secretos de la gente. De no haber sido por ti, la tribu de los ciervos hubiera parecido Sodoma y Gomorra.
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Maldición y recompensa del 19:Cuerno de Nuddih
Pasó unos minutos hasta que fueron conscientes de lo sucedido. Había una leyenda que decía que los calypses podían leer la mente de las personas, un rumor como muchos otros de los existentes en Aerandir. No tenía que ser cierto y, realmente, no lo era. Nuddih, de no ser por el cuerno, no era nadie. Los ciervos tardaron mucho en darse cuenta, se lamentaron que un zorro, un depredador carnívoro, hubiera sido más espabilado y hubiera estado más despiertos que ellos. Como fuera, ambos suspiraron de alivio al ver al prisionero muerto en el suelo.
-No tenía ningún hermano, ¿verdad?-
-A mí no me mires, Onno. Me hizo pensar lo mismo que a ti- Oggo se encogió de brazos y continuó hablando en nombre de los dos. – Muchas gracias zorro. Diría que estamos en deuda contigo, pero veo que quieres ya tu pago-.
-Las prisas de los carnívoros- susurró con desdén Onno.
-Creo que tengo unas pocas monedas en los bolsillos. ¿Tú tienes algo, Onno?-
-Muy poco, escasos 55 aeros-.
-Yo solo tengo 25. ¿Te valen 80 aeros? No es mucho pero…-
-Quédate eso también- señaló el cuerno de Nuddih- no quiero volver a verlo nunca más. Me da escalofríos-.
Onno tenía la cabeza baja por no mirar el cuerno del calypse y Oggo, en cambio, no apartaba la vista del cuerno. Pensaba que, por haber escoltado a Nuddih hasta el linde de la tribu, se había ganado el derecho a quedarse con su cuerno. Era hermoso, puro, era… ¿Su tesoro?
-Vete antes que alguien nos pregunté qué ha pasado- apresuró Onno.
Oggo, con varios movimientos negativos de cabeza deshizo las ideas relacionadas sobre el cuerno de Nuddih.
-Sí, sí. Vete antes que cambiemos de opinión-.
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* Zatch: Y bien, ¿esperabas que cuerno de Nuddih fuera un objeto del 19? Ya conoces el poder y la maldición que se relacionan con estos objetos, lo has visto en el Circo de los Horrores y en los temas relacionados con Shappy y Boomer. He aquí otro de esos objetos: Un cuerno que te permite conocer y utilizar los secretos de la gente. De no haber sido por ti, la tribu de los ciervos hubiera parecido Sodoma y Gomorra.
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Maldición y recompensa del 19:Cuerno de Nuddih
- Cuerno de Nuddih:
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Los objetos del 19 están inspirados en el anillo de poder del Señor de los Anillos. Tienen un gran beneficio mágico, pero son capaces de obsesionar a quien lo lleva hasta el punto de volverle loco. Lo has visto con la lámina de metal de la cabeza Adie o el libro de Shimphony Shappire. Este cuerno ahora te pertenece. Su poder mágico es leer los secretos de las personas (podrás leer un secreto de un personaje en cada tema). Tu obsesión y tu locura será Ingela. El cuerno te dominará para que uses su poder especialmente con la dragona y utilices sus secretos en beneficio propio.
No podrás librarte del cuerno. Parafraseando a Smeagol: “Es tu tesoooooooro”.
Otro punto a tener en cuenta es que, al tener un objeto perteneciente al 19, tendrás la necesidad de hacerte con el resto de ellos. Ejemplo, si te encuentras con Shappy, querrás robarle el libro.
Los secuaces del Hombre Muerto podrán aparecer en tus temas (en intervenciones mías que haga sin avisar) e intentar arrebatarte el cuerno de Nuddih.
El todavía desconocido Ian Egdecomb, “El Hado Novato”, el hombre que escribió la carta lamentándose de haber creado los objetos del 19, también ira en tu búsqueda.
¡FELICIDADES! Tú has sido el primero en tener un objeto de los 19. Pronto, todo el foro (al menos 19 personas), tendrán uno de estos objetos en sus manos con maldiciones similares a la tuya.
Sigel
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