Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
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Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Freysblót
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Bienvenidos seáis, mortales, a la caída del velo que separa el mundo de los vivos del de los muertos. Bienvenidos a Samhain.
Aunque en los territorios humanos también es conocido como Freysblót.
Tomad asiento en esta gran mesa que corona el festival, a las afueras de Vulwulfar. ¡Pero cuidado! Dejad asientos libres para los espíritus, pues esta noche vendrán a sentarse con vosotros y comerán de vuestros platos, traed de sobra. Esta noche los dos mundos se juntan y ocurrirá el reencuentro. ¿Y por qué en Vulwulfar y no en la capital? Razones evidentes, queridos mortales: los vampiros que dominan Lunargenta podrían hacer que hoy vosotros también visitéis el mundo de los que ya no viven.
Hoy empieza la estación oscura y fría, se acerca el invierno y la temporada de lluvias. ¿Os honrarán los dioses con el agua para vuestras cosechas? Dependerá de vosotros y de cómo os dirijáis al Dios Frey, quien estará velando por vosotros esta noche. Los palos de lluvia serán su reclamo y tanto como suenen él tomará su decisión.
Bailad para el Dios en torno a la hoguera y arrojad objetos como ofrenda a vuestros espíritus, haced que el fuego no sucumba, que ilumine y los guíe durante toda la noche, pues ellos también han venido a celebrar.
No debéis mostrar el rostro, hoy será el de un animal, y no permitáis que los muertos entren en vuestros hogares. Los nabos y calabazas los pueden ahuyentar, siempre y cuando haya luz en su interior.
¿Qué más podéis hacer para rendir el respeto necesario a un Dios?
Antes prefería los sacrificios, pero olvidadlo. Están prohibidos. Simplemente divertíos, disfrutad de la compañía de quien dejó este mundo. Pero cuidado, no todos tienen buenas intenciones.
Comed, bebed, bailad… ¡Es la noche en la que ambos mundos se juntan!
_____________________
Información:
¡Bienvenidos/as a Freysblót! Esta fiesta en honor al Dios Frey anuncia la llegada de la temporada de lluvias y de la época fría. Toca festejar el encuentro con los difuntos y honrar al Dios Frey para que traiga la lluvia y haga fértiles las tierras.
¿Y qué tenéis que hacer para contentar al Dios y a los espíritus?
¡Disfrutar de la fiesta! Eso hay que hacer. Comed los manjares de la mesa, bailad alrededor de las hogueras, elegid vuestro mejor disfraz y honrar a quienes no están.
Para conseguir la bendición de los dioses y los espíritus tendréis dos objetivos:
1. Hay dos hogueras de considerable tamaño y todos los ciudadanos bailan alrededor de ambas. Pero el ritual es diferente:
- en una bailan agitando los palos de lluvia, pidiendo bendiciones al Dios Frey
- en la otra recrean una persecución en torno al fuego y lanzan objetos personales a las llamas, recordando a sus difuntos y pidiendo por su descanso.
Tendréis que elegir una de las hogueras y describir uno de los rituales que haréis.
2. Para ahuyentar a los malos espíritus debéis llevar a la fiesta un nabo o calabaza vacío y con luz en su interior. El más original tendrá bonificación extra.
Por supuesto, no os olvidéis vuestra máscara de cabeza de animal. Los espíritus malignos podrían identificaros... Y la máscara más original también tendrá un pequeño premio.
Freysblót tendrá una duración de una semana, desde el jueves 9 al jueves 16 de noviembre, sin ninguna intervención por mi parte hasta el último día, para otorgar las recompensas y dar por finalizada la fiesta.
Requisitos:
• Solo pueden participar aquellos que ya han hecho un mínimo de 10 posts on rol.
• No hay orden para postear pero, al igual que mis compañeras, pido lógica en los turnos.
• Reconocer que Wynehu is real
• Cualquier raza puede participar.
• Se puede participar con todas las cuentas.
Recompensas:
• +3 puntos de experiencia
• 50 aeros
• Quien haya hecho el nabo o la calabaza más original recibirá +2 puntos y 50 aeros.
• El disfraz más original también tendrá +2 puntos y 50 aeros de bonificación.
• Todos recibirán un pequeño objeto recordatorio del evento.
• Cada ritual en torno al fuego tiene un premio, podrás optar a uno u otro dependiendo del baile que hagas.
• Quienes hagan una pequeña trama recibirán, también, una pequeña recompensa.
Fehu
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Me acomodé en la litera que me habían otorgado cuando contrate aquel viaje en barco hasta Vulwulfar. Una vez me encontré más cómodo, volví a sacar la carta que Nuria me había enviado para releerla. Me había separado de ella tras la festividad de la Feria de los Horrores, por motivos ajenos a mi propia persona. Ella había vuelto a Ulmer y yo me dirigí a Beltraux, dejándome llevar por mi curiosidad sobre como una misma fecha era celebrada de diferentes formas dependiendo del lugar y la raza dónde esta se llevará a cabo. Y parece que mi aventura cultural no había terminado, pues precisamente en aquella carta Nuria me invitaba a otra variante de aquella festividad, esta vez en tierras humanas, aunque el Freysbolt no me era desconocido, a fin de cuentas me había criado en una aldea humana. Aún así seguía sintiendo curiosidad, nunca había visto cómo se celebraba el Freysbolt en una villa grande como Vulfulfar. Pero la cosa no acababa aquí, la carta de Nuria llevaba un aliciente extra. No íbamos a acudir juntos, íbamos a realizar un pequeño juego aprovechando que debíamos de ir enmascarados, debíamos de encontrarnos durante la fiesta. Algo que se me antojaba bastante complicado debido al tamaño de Vulwulfar y de la cantidad de gente que seguramente acudiría a la fiesta. Guardé de nuevo la carta. Me acomodé de nuevo y me dormí hasta que el barco llegará a su destino.
* * *
Salí del barco seguido por Gus1, con sus característicos saltitos. En el momento en que puse un pie en tierra firma pude admirar como la ciudad se había engalanado para la festividad. Las calabazas y los nabos, con velas dentro, inundaban y alumbraban la ciudad, al igual que los puestos de los avispados mercaderes que querían obtener beneficios de ultima hora. La gente caminaba cubierta con túnicas negras y con el rostro oculto tras máscaras de animales.
Toda aquel escenario me recordó a mi niñez, que en aquel momento parecía más lejana de lo que en verdad era. En especial recordé el Freysbolt que celebré cuando tenía seis años, y lo orgulloso que me sentía mostrando mi mascara de lobo y mi túnica negra. Mi mirada se desvió para fijarse en las tiendas, sin duda debía de hacerme con un atuendo igual. Rebusqué con la mirada entre los estantes de las tiendas hasta que encontré lo que buscaba. Cogí ambas cosas con las manos y pagué al tendedero el precio de ambas. Me aparté de la tienda y me coloqué la mascará de lobo y la túnica negra2.
-¿¡Que tal estoy Gus!? - me giré bruscamente hacía el conejo. Este salió disparado a esconderse tras unas cajas. -¡Bien! Me lo tomare como un "Estupendo". ¡Vamos! Aún me falta una cosa.
Busqué un puesto de verduras, tenía que hacerme con una calabaza. No tardé mucho, pues sin duda para todo agricultor aquel día era el mejor para dar salida a una sobre producción de aquella hortaliza. Tomé una de las más grandes y luego busqué una tienda en la que pudieran darme algo de pintura negra. Aquello me costó más, pero nada que un par de horas de paseo por la ciudad no pudieran resolver.
Una vez lo tuve todo me senté en los peldaños de unas de las tantas escaleras de la ciudad, saqué el cuchillo y comencé a vaciar la calabaza. Dejé toda la carne de la hortaliza en un trozo de tela para comérmelo después y comencé a realizar los detalles de los ojos y la sonrisa con el cuchillo. Una vez terminé, saqué la pintura y cubrí todo el exterior de la hortaliza con la pintura negra, aquello haría que se distinguiera mejor con la oscuridad de la noche, y que pareciera que unos ojos y una sonrisa luminosa aparecían de la nada. Mientras esperaba a que se secará la pintura, coloqué una vela que me había sobrado de cuando hice el altar de los difuntos en Beltrexus y admiré mi trabajo3. Sin duda cuando llegará la noche aquella calabaza espantaría a cualquier espíritu maligno que osara acercarse a mi.
Me acomodé en el escalón y me comí la carne de la hortaliza que acababa de vaciar, esperando a que anocheciera para comenzar a buscar a Nuria y comenzar con el banquete y el ritual del Freysbolt.
_________________________________________________________________________________________________________
1: Animal acompañante otorgado por Master Sigel en el evento: Feria de los Horrores. Uso de este objeto máster.
- Gus:
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2: Disfraz.
- Disfraz Ircan:
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3: Calabaza
- Calabaza de Ircan:
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Ircan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Nunca fue adepto a festejar las tradiciones de los humanos. Años atrás, recordaba el Capitán, las fiestas consistían en arrinconar un hombre bestia, a más grande y peligroso mejor, y abatirle a bastonazos hasta la muerte con el pretexto de que era divertido. Los preferidos, por parte de los humanos, eran los hombres toros y los hombres bueyes. Era demencial, una auténtica locura. ¿Acaso los humanos pretendían hacer creer que eran tan ignorantes como para no saber que los hombres bestias sentían como cualquier otro hombre? En aquel entonces, se seguía pensando que los animales carecían de sentimientos y emociones (hoy en día sigue existiendo gente que apalea a sus caballos hasta que estos caen sobre sus piernas de puro agotamiento). Con esa premisa, se pensaba que los hombres bestias, a ser más bestias que hombres, tampoco sentían. Las nefastas tradiciones eran peores en los barrios bajos, en aquellos que vivía la familia Werner. Alfred tenía impreso en su memoria la imagen de su madre haciendo correr las cortinas para que no pudiera ver qué eran esos golpes que sonaban en la calle. “Mama, ¿qué es están haciendo? Parece que se están divirtiendo”.
El tiempo hizo mella; el rencor por parte del Capitán era casi inexistente. Priorizaba más el orgullo que el odio los crímenes pasados de los humanos.
Con un pipa en sus labios y plenamente consciente de sus sentimientos, el Capitán sonrió a la calle que se veía a través de la ventana. Estaba sentado en el improvisado escritorio que el hostalero hizo el favor de llevarle. La habitación del hostal carecía de ningún mueble a excepción de una incómoda cama de matrimonio y un maltrecho mueble para dejar la ropa. Alfred pagó un extra para disponer de un escritorio en el cual poder dedicar largas horas a sus estudios. El hostalero, muy amable, le llevó la mesa de trabajo que disponía en la cocina y una silla de esparzo; para el Capitán fue más que suficiente. Nada más sentarse, la imaginación y el orgullo hizo su trabajo.
Sin darse cuenta, empezó a escribir un poema que hablaba tanta sobre la festividad de los muertos, de los hombres bestias y de la sangre que corrió en los tiempos pasados. Era una canción amarga, de los que trovadores cantan con voz amarga, como si se estuvieran esforzando a entonar unas palabras que, realmente, no querían decir. El público, sonreiría con la misma amargura; estaban escuchando las palabras que no querían oír.
Se sentía especialmente inspirado. Rellenó el vaso de cristal hasta siete veces de tinta. Al poco tiempo, apenas había empezado a anochecer, todas las hojas que había traído en la mochila estaban completamente escritas por ambas caras. Incluso en la mesa, que el hostalero le perdone había tenido que escribir un par de rápidas anotaciones en sucio para no desperdiciar el papel.
Terminada el poema, se puso de pie ante un público invisible, horas después le daría las notas a un auténtico bardo, y cantó los párrafos buenos que había escrito:
-Con crueldad torturado, y sin premura,
es perseguida tu muerte en la faena.
Observarte humillado, cuánta pena:
Vergüenza humana, tan vil tortura.
Sólo para mí, el campo no es alegre promesa.
Sólo para mí, sus flores no son radiante verbena,
pues los truncados arpones en mi carne harán presa,
y los hierros irán desgarrando mi piel de seda.
Animal maltratado
que cae en el olvido.
Apelo a la paz y a la justicia
para acabar con tan triste escena.
Elevaré mi voz para pedir que se acabe,
que a las cinco se paren los relojes y pueda así
renacer el brillo negro de su mancillada casta-.
Sería caro, le costaría la mayor parte de aeros que tenía. Un bardo, con más miedo que principios, no se atrevería a cantar la canción del Freybólt si no habría una bolsa de aeros por delante. Al Capitán Werner no le importa. Había pagado otras muchas veces para que los bardos cantasen sus canciones. No componía a menudo, pero, las veces que lo hacía, se aseguraba que sus obras llegasen al mayor público posible.
La ocasión lo merecía, la burla a los humanos del pasado no se quedaría tan solo en un maliciosa canción; la sátira solo había empezado.
Escupió por octava vez un flema de tinta en el vaso. Ésta era más espesa y clara que la que había utilizado para escribir. Con ayuda de la punta de los tentáculos de su mano izquierda, se pintó la cara y los tentáculos de la barba con la tinta gris. El efecto, cuando hacía correr los tentáculos por su tez, era terrorífico. El Capitán se vio por el reflejo del cristal de la ventana. Tenía un aspecto horrible, un disfraz estupendo para la ocasión: parecía un humano.
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Lo siguiente fue preparar la típica calabaza. Pese a tener una tenaza en vez de brazo y tres enormes tentáculos en vez de dedos en la otra mano; al Capitán Werner se le daban muy bien las manualidades. Pensaba que, tal vez, su impedimento físico podría ser el causante de su vena artística. Sin él, no se preocuparía en dar un mayor esfuerzo del que daría una persona con cinco dedos en cada mano.
Con la ayuda del cuchillo que cogió de la cocina cuando el hostalero no miraba, dio forma a la calabaza. Dibujó un retrato suyo, no cómo era realmente, sino cómo se imaginaba ser. En el culo de la fruta, lo que sería la barba de tentáculos en el dibujo, inscribió una simple runa de fuego que daría luz a la fruta sin llegar a quemarla; el efecto, era que el dibujo del Capitán parecía estar envuelto en llamas.
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Utilizó un trozo de gruesa cuerda que había encontrado detrás del armario, seguramente eran restos de una red de pesca, para atar la calabaza a una larga rama de refia que serviría de bastón. La calabaza no era muy grande, del tamaño de una pera; a cada paso que daba con el bastón, la calabaza daba círculos balanceándose en la cuerda. Perfecto, no saldría desapercibido para nadie.
Fuera, en plena fiesta, el Capitán Werner hizo lo que dictaban las costumbres humanas: comió y bebió de los tenderetes que repartían comida, bailó con una encantadora humana de cabellos dorados que tenía la piel de un lobo sobre su cabeza, vio los espectáculos callejeros que los bardos interpretaban (dos de aquellos estaban repletos de canciones que el mismo Capitán compuso tiempo atrás) y se divirtió como pensaba que nunca se divertiría rodeado de humanos.
Un bardo le llamó la atención, no porque cantase mejor sino porque no dejaba de hablar sobre sus canciones. Podría ser una fuente perfecta para compartir su nueva obra. Le hizo una señal con la tenaza del brazo derecho. El bardo, que estaba disfrazado con sintéticas orejas y nariz de cerdo, fue a su encuentro dando cabriolas en el aire, parecía estar un agudo estado de embriaguez. Le saludó con las dos manos agitando enérgicamente la tenaza, como si estuviera saludando a su mayor ídolo. ¿Lo conocía? Pronto, el Capitán descubrió que era un efecto secundario del alcohol. El vino era capaz de hacer que cualquier persona fuera un ídolo de masas.
-¿Pretende que canté esto delante de tantísima gente? Si lo hago, los guardias me mataran. Oh sí, sí que lo harán. No me mire con esos ojitos de pulpito degollado. Tenía un amigo, un elfo, que cantó en Baslodia un poema para concienciar a los humanos que dejasen de comer cerdos. ¿Sabes que le pasó? – hizo un gesto el dedo índice sobre su cuello que lo explicó todo- Se quedó sin cuello. Los humanos creemos que los Dioses hicieron a los cerdos para que nosotros los comamos y a los hombres bestias para que sean nuestro entretenimiento-.
Aunque el bardo estuvo reacio a cantar, el Capitán le dio unos aeros por las molestias. No esperaba menos de él. Pensó, y así fue, que había invertido bien el dinero. Minutos después, el bardo estaba hablando a un corrillo de personas sobre la canción del Capitán Werner. Él no la cantaría, pero haría posible que la cantasen otros.
Una enorme hoguera relució en el centro de la fiesta. Los humanos lanzaban sus pertenencias a dentro, juntaban las manos y pedían favores a sus difuntos. Conocía la costumbre, y le parecía muy absurda. Inmediatamente, el Capitán pensó el Goldie. No le hacía falta quemar ninguna de sus pertenencias para creer poder verla y tenerla entre sus brazos, besar su boca y saborear sus labios como si fueran un par de adolescentes. Ella, en un sentido figurado, estaba con él; siempre lo hubo estado, en los malos y en los nefastos momentos. Su calor le alentó para seguir viviendo. Darle las gracias con una hoguera era tan absurdo como hacer una montaña de arena de Roilkat para agradecer al hostalero que le hubiera dejado la mesa de trabajo de la cocina. ¿Qué ganaba con ello? ¿Qué le importaba a Goldie que quemase objetos o al hostalero que hiciera montones de arena?
Pensó en una nueva forma de darle las gracias a Goldie por cuidar de él desde el otro lado. Con su idea, mataría a varios pájaros de un mismo tiro.
Inscribió otra runa de luz en el culo de la calabaza, ésta hizo que las llamas del dibujo fueran de un vivo color amarillo rojizo. Dejó caer la calabaza a la hoguera como tantos otras personas quemaban trozos de tela y colgantes de plumas. Las llamas tomaron el color del oro, de los cabellos de Goldie. El Capitán sonrió a la nada y se alejó del lugar para que no le reconociesen como el causante de los colores. A su espalda, al otro lado de la fogata, una mujer, Alfred quiso imaginarse que era la misma con la que había bailado, empezó a cantar:
El tiempo hizo mella; el rencor por parte del Capitán era casi inexistente. Priorizaba más el orgullo que el odio los crímenes pasados de los humanos.
Con un pipa en sus labios y plenamente consciente de sus sentimientos, el Capitán sonrió a la calle que se veía a través de la ventana. Estaba sentado en el improvisado escritorio que el hostalero hizo el favor de llevarle. La habitación del hostal carecía de ningún mueble a excepción de una incómoda cama de matrimonio y un maltrecho mueble para dejar la ropa. Alfred pagó un extra para disponer de un escritorio en el cual poder dedicar largas horas a sus estudios. El hostalero, muy amable, le llevó la mesa de trabajo que disponía en la cocina y una silla de esparzo; para el Capitán fue más que suficiente. Nada más sentarse, la imaginación y el orgullo hizo su trabajo.
Sin darse cuenta, empezó a escribir un poema que hablaba tanta sobre la festividad de los muertos, de los hombres bestias y de la sangre que corrió en los tiempos pasados. Era una canción amarga, de los que trovadores cantan con voz amarga, como si se estuvieran esforzando a entonar unas palabras que, realmente, no querían decir. El público, sonreiría con la misma amargura; estaban escuchando las palabras que no querían oír.
Se sentía especialmente inspirado. Rellenó el vaso de cristal hasta siete veces de tinta. Al poco tiempo, apenas había empezado a anochecer, todas las hojas que había traído en la mochila estaban completamente escritas por ambas caras. Incluso en la mesa, que el hostalero le perdone había tenido que escribir un par de rápidas anotaciones en sucio para no desperdiciar el papel.
Terminada el poema, se puso de pie ante un público invisible, horas después le daría las notas a un auténtico bardo, y cantó los párrafos buenos que había escrito:
-Con crueldad torturado, y sin premura,
es perseguida tu muerte en la faena.
Observarte humillado, cuánta pena:
Vergüenza humana, tan vil tortura.
Sólo para mí, el campo no es alegre promesa.
Sólo para mí, sus flores no son radiante verbena,
pues los truncados arpones en mi carne harán presa,
y los hierros irán desgarrando mi piel de seda.
Animal maltratado
que cae en el olvido.
Apelo a la paz y a la justicia
para acabar con tan triste escena.
Elevaré mi voz para pedir que se acabe,
que a las cinco se paren los relojes y pueda así
renacer el brillo negro de su mancillada casta-.
Sería caro, le costaría la mayor parte de aeros que tenía. Un bardo, con más miedo que principios, no se atrevería a cantar la canción del Freybólt si no habría una bolsa de aeros por delante. Al Capitán Werner no le importa. Había pagado otras muchas veces para que los bardos cantasen sus canciones. No componía a menudo, pero, las veces que lo hacía, se aseguraba que sus obras llegasen al mayor público posible.
La ocasión lo merecía, la burla a los humanos del pasado no se quedaría tan solo en un maliciosa canción; la sátira solo había empezado.
Escupió por octava vez un flema de tinta en el vaso. Ésta era más espesa y clara que la que había utilizado para escribir. Con ayuda de la punta de los tentáculos de su mano izquierda, se pintó la cara y los tentáculos de la barba con la tinta gris. El efecto, cuando hacía correr los tentáculos por su tez, era terrorífico. El Capitán se vio por el reflejo del cristal de la ventana. Tenía un aspecto horrible, un disfraz estupendo para la ocasión: parecía un humano.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Lo siguiente fue preparar la típica calabaza. Pese a tener una tenaza en vez de brazo y tres enormes tentáculos en vez de dedos en la otra mano; al Capitán Werner se le daban muy bien las manualidades. Pensaba que, tal vez, su impedimento físico podría ser el causante de su vena artística. Sin él, no se preocuparía en dar un mayor esfuerzo del que daría una persona con cinco dedos en cada mano.
Con la ayuda del cuchillo que cogió de la cocina cuando el hostalero no miraba, dio forma a la calabaza. Dibujó un retrato suyo, no cómo era realmente, sino cómo se imaginaba ser. En el culo de la fruta, lo que sería la barba de tentáculos en el dibujo, inscribió una simple runa de fuego que daría luz a la fruta sin llegar a quemarla; el efecto, era que el dibujo del Capitán parecía estar envuelto en llamas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Utilizó un trozo de gruesa cuerda que había encontrado detrás del armario, seguramente eran restos de una red de pesca, para atar la calabaza a una larga rama de refia que serviría de bastón. La calabaza no era muy grande, del tamaño de una pera; a cada paso que daba con el bastón, la calabaza daba círculos balanceándose en la cuerda. Perfecto, no saldría desapercibido para nadie.
Fuera, en plena fiesta, el Capitán Werner hizo lo que dictaban las costumbres humanas: comió y bebió de los tenderetes que repartían comida, bailó con una encantadora humana de cabellos dorados que tenía la piel de un lobo sobre su cabeza, vio los espectáculos callejeros que los bardos interpretaban (dos de aquellos estaban repletos de canciones que el mismo Capitán compuso tiempo atrás) y se divirtió como pensaba que nunca se divertiría rodeado de humanos.
Un bardo le llamó la atención, no porque cantase mejor sino porque no dejaba de hablar sobre sus canciones. Podría ser una fuente perfecta para compartir su nueva obra. Le hizo una señal con la tenaza del brazo derecho. El bardo, que estaba disfrazado con sintéticas orejas y nariz de cerdo, fue a su encuentro dando cabriolas en el aire, parecía estar un agudo estado de embriaguez. Le saludó con las dos manos agitando enérgicamente la tenaza, como si estuviera saludando a su mayor ídolo. ¿Lo conocía? Pronto, el Capitán descubrió que era un efecto secundario del alcohol. El vino era capaz de hacer que cualquier persona fuera un ídolo de masas.
-¿Pretende que canté esto delante de tantísima gente? Si lo hago, los guardias me mataran. Oh sí, sí que lo harán. No me mire con esos ojitos de pulpito degollado. Tenía un amigo, un elfo, que cantó en Baslodia un poema para concienciar a los humanos que dejasen de comer cerdos. ¿Sabes que le pasó? – hizo un gesto el dedo índice sobre su cuello que lo explicó todo- Se quedó sin cuello. Los humanos creemos que los Dioses hicieron a los cerdos para que nosotros los comamos y a los hombres bestias para que sean nuestro entretenimiento-.
Aunque el bardo estuvo reacio a cantar, el Capitán le dio unos aeros por las molestias. No esperaba menos de él. Pensó, y así fue, que había invertido bien el dinero. Minutos después, el bardo estaba hablando a un corrillo de personas sobre la canción del Capitán Werner. Él no la cantaría, pero haría posible que la cantasen otros.
Una enorme hoguera relució en el centro de la fiesta. Los humanos lanzaban sus pertenencias a dentro, juntaban las manos y pedían favores a sus difuntos. Conocía la costumbre, y le parecía muy absurda. Inmediatamente, el Capitán pensó el Goldie. No le hacía falta quemar ninguna de sus pertenencias para creer poder verla y tenerla entre sus brazos, besar su boca y saborear sus labios como si fueran un par de adolescentes. Ella, en un sentido figurado, estaba con él; siempre lo hubo estado, en los malos y en los nefastos momentos. Su calor le alentó para seguir viviendo. Darle las gracias con una hoguera era tan absurdo como hacer una montaña de arena de Roilkat para agradecer al hostalero que le hubiera dejado la mesa de trabajo de la cocina. ¿Qué ganaba con ello? ¿Qué le importaba a Goldie que quemase objetos o al hostalero que hiciera montones de arena?
Pensó en una nueva forma de darle las gracias a Goldie por cuidar de él desde el otro lado. Con su idea, mataría a varios pájaros de un mismo tiro.
Inscribió otra runa de luz en el culo de la calabaza, ésta hizo que las llamas del dibujo fueran de un vivo color amarillo rojizo. Dejó caer la calabaza a la hoguera como tantos otras personas quemaban trozos de tela y colgantes de plumas. Las llamas tomaron el color del oro, de los cabellos de Goldie. El Capitán sonrió a la nada y se alejó del lugar para que no le reconociesen como el causante de los colores. A su espalda, al otro lado de la fogata, una mujer, Alfred quiso imaginarse que era la misma con la que había bailado, empezó a cantar:
-Con crueldad torturado, y sin premura,
es perseguida tu muerte en la faena…-
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El Capitán Werner
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
-¿Freysblót? ¿Que demonios es Fresyblót?-
-¿No llevas como una década o dos viviendo en Lunargenta?- preguntó Dann, extrañado. -¿Como has podido no verlo nunca?
-Trece años.- dije, chasqueando la lengua. -Y no suelo estar muy atento a las fiestas por estas fechas. Prefiero buscar un lugar decente para pasar el invierno.- añadí.
-Bueno, como sea. Es algo así como un festival... bueno, más bien una tradición. Según dicen, los espíritus y los humanos conviven durante esta noche. Generalmente, la gente rinde culto a los muertos cercanos...- musitó. No parecía demasiado distinto a los ritos funerarios que conocía. -Pero hay espíritus malignos, y hay que llevar máscaras de animal y calabazas iluminadas para ahuyentarlos.- Vale, no. Era una tontería. Los humanos eran idiotas.
El brujo continuó con una detallada y aburrida explicación de las costumbres durante la festividad. Sin embargo, mi mente estaba centrada en otra cosa. Se me había ocurrido una idea. Iba a ser divertido.
-¿Cómo te imaginas tú a un espíritu? ¿Que aspecto tendría, si existiesen?- interrumpí.
-¿...un espíritu? Eh... No sé. ¿Transparente? Etéreo, eso seguro, y tal vez... ¿Blanco? O ligeramente azulado. Como si les diese una luz muy intensa.-
Honestamente, no sabía que esperar, pero aquella respuesta superaba todo lo que pudiese haber imaginado. ¿Transparente y azulado? ¿Estaban hechos de agua o algo? Absurdo. Pero podía servir. Solo necesitaba unos pocos materiales...
Tras un rápido viaje al mercado, volví a la habitación de Dann, dejando un pequeño frasco de crema azul sobre la mesa. El brujo me miró, confuso.
-Nymphaea, polvo de turquesa e inhibis cocida. Quiero encantar algo, y necesito tu ayuda.- expliqué. Aquello pareció llamar la atención del brujo, que examinó el frasco con más detenimiento. Después, sacó una pequeña carpeta de notas. -Es algo simple. Luz y Voz. Con el dedo.- dije. Primero, señalé a mi garganta. -Pon la de voz aquí. Y dibújala una vez más, dentro del mismo símbolo.-
El brujo arqueó una ceja, pero pasó un dedo por la crema azulada y se aproximó a mi cuello. Tragué saliva. Poner runas en mi cuerpo era algo peligroso. Había muchas formas de las que podía salir mal. Pero confiaba en Dannos, sabía que lo haría bien. Sin embargo, no dije nada. No hasta que sentí como acababa y la "pintura" azul se endurecía.
-...vale, y ¿para que era eso?- preguntó.
-No me cuestiones, mortal.- dije. Mi voz era distinta. Era como el eco de mi propia voz: retumbaba por las paredes y en mis propios oídos. Sonaba completamente ajeno a lo que estaba acostumbrado, lo cual no dejaba de ser una experiencia bastante extraña. -¿Qué? ¿Queda bien o qué?- dije, lanzando una pequeña carcajada espectral. -Ahora, la luz.-
Inhalé y expuse la parte entre mi cuello y pecho. Aquel era el punto central para que aquello funcionase, pero por si acaso, me aseguré de que dibujase también un símbolo más pequeño en mi frente. Cuando abrí los ojos, todo era azul.
-¡Vaya! Esto es muy azul. - sonreí. Todo lo que veía estaba ligeramente iluminado del mismo color. Miré el dorso de mis manos. Las partes más alejadas de mi pecho tenían menos intensidad, volviéndose mucho más oscuras en comparación. -Hmm... ¿qué tal si probamos con algunos símbolos de oscuridad? En mis manos y piernas.-
Aquello era perfecto. Cuando llegó la noche, salí de mi habitación por la ventana, bajando hasta el callejón. La plaza central no estaba demasiado lejos. Era hora de actuar como un espíritu. No había decidido si sería maligno o no, pero por el momento, me mantendría alejado de las horribles linternas. Por supuesto, no iba a llevar una. No tendría sentido alguno. Era mejor evitar cualquier luz intensa en general: cuanto más oscuro estuviese, más convincente sería.
Había comidas en distintas mesas, pero aquellas tenían demasiada luz. Examiné a la gente cuidadosamente. Mercaderes de todo tipo. Algunos incluso vendían linternas. Pero había gente que no tenía. Eran pocos, por supuesto, pero algunos solo habían ido para divertirse. No era de extrañar. Me centré en un tipo con máscara de ardilla y un sombrero ridículo. Había estado comiendo y bebiendo más que suficiente. Era un buen objetivo.
Estaba lejos de las hogueras. Era el momento. Empecé a correr hacia él, provocando que distintas personas se volviesen y lanzasen una exclamación de sorpresa. "¡Un espíritu! ¡No es posible! ¿Está flotando? ¡Que alguien lo ahuyente! ¡Traed lámparas! ¡No, ofrecedle comida! ¡Viene a festejar!" El hombre se dio la vuelta, extrañado por el jaleo, y lanzó un grito de terror al verme a tan solo un par de metros de él.
-¡Mortal! ¡Tú! ¡Tu corrupción y codicia no quedará sin castigo!- exclamé, aún con aquella voz espectral. El tipo se tropezó al intentar retroceder y cayó al suelo, aturdido. Llevé mi mano a su cara... y le arranqué la máscara. -¡Sé lo que has hecho! ¡Que todos los espíritus sepan quien eres!- declaré. Después, eché a correr, perdiéndome entre callejones antes de que nadie reaccionase.
Giré en la esquina y me eché a reir. Casi me sentía mal por ese tipo. No tenía ni idea de quien era, pero estaba seguro de que iba a Se había quedado helado. Oh, aquello me daba una idea. Había algunos faroles apagados cerca. Me acerqué a uno, cogiendolo con ambas manos. El metal estaba frío, pero aguanté unos minutos, hasta que empecé a sentir como mis garras estaban helándose.
Lo siguiente era llamar la atención de alguien. Me asomé desde mi callejón de nuevo. Un tipo mayor intentando impresionar a una joven... dos elfos bebiendo... Ah. Una niña humana. Lancé una pequeña piedra junto a sus pies, y la pequeña se volvió. Al instante, se llevó la mano a la boca, sorprendida, sin duda, por el ligero brillo fantasmagórico.
-Ven... aquí...- ordené. La niña miró alrededor, algo confusa, pero finalmente, se colocó firmemente su máscara de gato y se acercó. Sorprendente. Esperaba que se hubiese echado a llorar, pero no lo hizo. ¿Acaso no tenía miedo?
-¿Eres un fantasma?- preguntó.-¿Conoces a mi abuela? He venido aquí por ella. Murió el año pasado, y la echo de menos.- dijo, mirando al suelo. Maldita sea, ¿qué le decía ahora? Tenía pensado simplemente asustarle con unas manos gélidas y algunas amenazas sin sentido, pero ahora me estaba contando su vida.
-Estoy furioso, gata. No me tientes con tus burlas.- dije, recordando que no debía poder reconocerla. -Tu gente intenta ahuyentarme con sus máscaras y sus lámparas, a pesar de ofrecer un festín a los espíritus. Esa arrogancia no...-
-¡Oh! ¡Vale, espera!- dijo, echando a trotar hacia una de las mesas. Allí, le dijo algo al oído a un hombre adulto, y este le dio un pequeño cuenco, lleno de algo humeante. Después, volvió al callejón, se quitó la máscara, y dejó el cuenco sobre un barril cercano. -Espero que te guste. A la gente les da miedo el ver un espíritu enfadado, pero mi abuela siempre decía que hay que ser buenos con ellos.-
Estúpida ternura infantil.
-...gracias, pequeña.- dije, algo inseguro. -La verdad es que sí, la conozco. Tenía razón, eres una buena chica. Ella no puede venir, pero quiere que te diga que te quiere mucho, y que tengas una vida feliz.- mentí. La cara de la niña se iluminó, sonriente, y tras un feliz "¡Gracias!" volvió a la fiesta. Cogí el cuenco de comida. Estaba aún caliente, y el aroma era increíble. No tardé más de dos minutos en terminarlo.
Sin embargo, el encuentro me dejó pensativo. Había asumido que la gente simplemente hacía esas cosas sin pensar. Sin significado. Tal vez era cierto para algunos, pero otros, como aquella niña, realmente querían reunirse con sus seres queridos. Había ido con intención de burlarme, pero aún podía hacer algo más. Aquellos no eran mis rituales, ni los de ningún hombre bestia. Eran de los humanos.
Y sólo había un humano cuya muerte había sido cercana.
Lentamente, me acerqué a la hoguera, esta vez serio. Ignoré las exclamaciones de sorpresa de la gente. Tenía un motivo para estar ahí. Llevé la mano al colgante de mi cuello, en el que había una pequeña llave. Aquella caja de música... la de Milva. No fue mi último trabajo como mercenario, pero si uno de los que mejor recordaba. Había tenido sangre y muerte, como cualquier otro, pero había aprendido algo de todo aquello.
Pensé en Cain. El hombre que me enseñó a ser quien era. Fue un bastardo. Cruel y egoista, manipulador, sinvergüenza y avaricioso. Pero era fuerte. Tal vez no habría sobrevivido sin él. Sí, había estado plagado de pecados y maldad, pero si me había hecho quien era en ese momento, ¿había algo de lo que arrepentirme?
"No vas a cambiar nada poniendo una cara triste, cachorro. Lo hecho, hecho está."
Lancé el colgante a las llamas. Podía aceptar el pasado. Pero nunca lo repetiría. Era una persona distinta, después de todo.
-¿No llevas como una década o dos viviendo en Lunargenta?- preguntó Dann, extrañado. -¿Como has podido no verlo nunca?
-Trece años.- dije, chasqueando la lengua. -Y no suelo estar muy atento a las fiestas por estas fechas. Prefiero buscar un lugar decente para pasar el invierno.- añadí.
-Bueno, como sea. Es algo así como un festival... bueno, más bien una tradición. Según dicen, los espíritus y los humanos conviven durante esta noche. Generalmente, la gente rinde culto a los muertos cercanos...- musitó. No parecía demasiado distinto a los ritos funerarios que conocía. -Pero hay espíritus malignos, y hay que llevar máscaras de animal y calabazas iluminadas para ahuyentarlos.- Vale, no. Era una tontería. Los humanos eran idiotas.
El brujo continuó con una detallada y aburrida explicación de las costumbres durante la festividad. Sin embargo, mi mente estaba centrada en otra cosa. Se me había ocurrido una idea. Iba a ser divertido.
-¿Cómo te imaginas tú a un espíritu? ¿Que aspecto tendría, si existiesen?- interrumpí.
-¿...un espíritu? Eh... No sé. ¿Transparente? Etéreo, eso seguro, y tal vez... ¿Blanco? O ligeramente azulado. Como si les diese una luz muy intensa.-
Honestamente, no sabía que esperar, pero aquella respuesta superaba todo lo que pudiese haber imaginado. ¿Transparente y azulado? ¿Estaban hechos de agua o algo? Absurdo. Pero podía servir. Solo necesitaba unos pocos materiales...
Tras un rápido viaje al mercado, volví a la habitación de Dann, dejando un pequeño frasco de crema azul sobre la mesa. El brujo me miró, confuso.
-Nymphaea, polvo de turquesa e inhibis cocida. Quiero encantar algo, y necesito tu ayuda.- expliqué. Aquello pareció llamar la atención del brujo, que examinó el frasco con más detenimiento. Después, sacó una pequeña carpeta de notas. -Es algo simple. Luz y Voz. Con el dedo.- dije. Primero, señalé a mi garganta. -Pon la de voz aquí. Y dibújala una vez más, dentro del mismo símbolo.-
El brujo arqueó una ceja, pero pasó un dedo por la crema azulada y se aproximó a mi cuello. Tragué saliva. Poner runas en mi cuerpo era algo peligroso. Había muchas formas de las que podía salir mal. Pero confiaba en Dannos, sabía que lo haría bien. Sin embargo, no dije nada. No hasta que sentí como acababa y la "pintura" azul se endurecía.
-...vale, y ¿para que era eso?- preguntó.
-No me cuestiones, mortal.- dije. Mi voz era distinta. Era como el eco de mi propia voz: retumbaba por las paredes y en mis propios oídos. Sonaba completamente ajeno a lo que estaba acostumbrado, lo cual no dejaba de ser una experiencia bastante extraña. -¿Qué? ¿Queda bien o qué?- dije, lanzando una pequeña carcajada espectral. -Ahora, la luz.-
Inhalé y expuse la parte entre mi cuello y pecho. Aquel era el punto central para que aquello funcionase, pero por si acaso, me aseguré de que dibujase también un símbolo más pequeño en mi frente. Cuando abrí los ojos, todo era azul.
-¡Vaya! Esto es muy azul. - sonreí. Todo lo que veía estaba ligeramente iluminado del mismo color. Miré el dorso de mis manos. Las partes más alejadas de mi pecho tenían menos intensidad, volviéndose mucho más oscuras en comparación. -Hmm... ¿qué tal si probamos con algunos símbolos de oscuridad? En mis manos y piernas.-
[. . .]
Aquello era perfecto. Cuando llegó la noche, salí de mi habitación por la ventana, bajando hasta el callejón. La plaza central no estaba demasiado lejos. Era hora de actuar como un espíritu. No había decidido si sería maligno o no, pero por el momento, me mantendría alejado de las horribles linternas. Por supuesto, no iba a llevar una. No tendría sentido alguno. Era mejor evitar cualquier luz intensa en general: cuanto más oscuro estuviese, más convincente sería.
Había comidas en distintas mesas, pero aquellas tenían demasiada luz. Examiné a la gente cuidadosamente. Mercaderes de todo tipo. Algunos incluso vendían linternas. Pero había gente que no tenía. Eran pocos, por supuesto, pero algunos solo habían ido para divertirse. No era de extrañar. Me centré en un tipo con máscara de ardilla y un sombrero ridículo. Había estado comiendo y bebiendo más que suficiente. Era un buen objetivo.
Estaba lejos de las hogueras. Era el momento. Empecé a correr hacia él, provocando que distintas personas se volviesen y lanzasen una exclamación de sorpresa. "¡Un espíritu! ¡No es posible! ¿Está flotando? ¡Que alguien lo ahuyente! ¡Traed lámparas! ¡No, ofrecedle comida! ¡Viene a festejar!" El hombre se dio la vuelta, extrañado por el jaleo, y lanzó un grito de terror al verme a tan solo un par de metros de él.
-¡Mortal! ¡Tú! ¡Tu corrupción y codicia no quedará sin castigo!- exclamé, aún con aquella voz espectral. El tipo se tropezó al intentar retroceder y cayó al suelo, aturdido. Llevé mi mano a su cara... y le arranqué la máscara. -¡Sé lo que has hecho! ¡Que todos los espíritus sepan quien eres!- declaré. Después, eché a correr, perdiéndome entre callejones antes de que nadie reaccionase.
Giré en la esquina y me eché a reir. Casi me sentía mal por ese tipo. No tenía ni idea de quien era, pero estaba seguro de que iba a Se había quedado helado. Oh, aquello me daba una idea. Había algunos faroles apagados cerca. Me acerqué a uno, cogiendolo con ambas manos. El metal estaba frío, pero aguanté unos minutos, hasta que empecé a sentir como mis garras estaban helándose.
Lo siguiente era llamar la atención de alguien. Me asomé desde mi callejón de nuevo. Un tipo mayor intentando impresionar a una joven... dos elfos bebiendo... Ah. Una niña humana. Lancé una pequeña piedra junto a sus pies, y la pequeña se volvió. Al instante, se llevó la mano a la boca, sorprendida, sin duda, por el ligero brillo fantasmagórico.
-Ven... aquí...- ordené. La niña miró alrededor, algo confusa, pero finalmente, se colocó firmemente su máscara de gato y se acercó. Sorprendente. Esperaba que se hubiese echado a llorar, pero no lo hizo. ¿Acaso no tenía miedo?
-¿Eres un fantasma?- preguntó.-¿Conoces a mi abuela? He venido aquí por ella. Murió el año pasado, y la echo de menos.- dijo, mirando al suelo. Maldita sea, ¿qué le decía ahora? Tenía pensado simplemente asustarle con unas manos gélidas y algunas amenazas sin sentido, pero ahora me estaba contando su vida.
-Estoy furioso, gata. No me tientes con tus burlas.- dije, recordando que no debía poder reconocerla. -Tu gente intenta ahuyentarme con sus máscaras y sus lámparas, a pesar de ofrecer un festín a los espíritus. Esa arrogancia no...-
-¡Oh! ¡Vale, espera!- dijo, echando a trotar hacia una de las mesas. Allí, le dijo algo al oído a un hombre adulto, y este le dio un pequeño cuenco, lleno de algo humeante. Después, volvió al callejón, se quitó la máscara, y dejó el cuenco sobre un barril cercano. -Espero que te guste. A la gente les da miedo el ver un espíritu enfadado, pero mi abuela siempre decía que hay que ser buenos con ellos.-
Estúpida ternura infantil.
-...gracias, pequeña.- dije, algo inseguro. -La verdad es que sí, la conozco. Tenía razón, eres una buena chica. Ella no puede venir, pero quiere que te diga que te quiere mucho, y que tengas una vida feliz.- mentí. La cara de la niña se iluminó, sonriente, y tras un feliz "¡Gracias!" volvió a la fiesta. Cogí el cuenco de comida. Estaba aún caliente, y el aroma era increíble. No tardé más de dos minutos en terminarlo.
Sin embargo, el encuentro me dejó pensativo. Había asumido que la gente simplemente hacía esas cosas sin pensar. Sin significado. Tal vez era cierto para algunos, pero otros, como aquella niña, realmente querían reunirse con sus seres queridos. Había ido con intención de burlarme, pero aún podía hacer algo más. Aquellos no eran mis rituales, ni los de ningún hombre bestia. Eran de los humanos.
Y sólo había un humano cuya muerte había sido cercana.
Lentamente, me acerqué a la hoguera, esta vez serio. Ignoré las exclamaciones de sorpresa de la gente. Tenía un motivo para estar ahí. Llevé la mano al colgante de mi cuello, en el que había una pequeña llave. Aquella caja de música... la de Milva. No fue mi último trabajo como mercenario, pero si uno de los que mejor recordaba. Había tenido sangre y muerte, como cualquier otro, pero había aprendido algo de todo aquello.
Pensé en Cain. El hombre que me enseñó a ser quien era. Fue un bastardo. Cruel y egoista, manipulador, sinvergüenza y avaricioso. Pero era fuerte. Tal vez no habría sobrevivido sin él. Sí, había estado plagado de pecados y maldad, pero si me había hecho quien era en ese momento, ¿había algo de lo que arrepentirme?
"No vas a cambiar nada poniendo una cara triste, cachorro. Lo hecho, hecho está."
Lancé el colgante a las llamas. Podía aceptar el pasado. Pero nunca lo repetiría. Era una persona distinta, después de todo.
Asher Daregan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
La música golpeaba el pecho de Nuria desde su interior, haciendo que se contagiase con el ambiente. Se sentía como una pequeña niña totalmente fuera de control, atrás había quedado ya, aquella terrible noche del Samhain en Sacrestic… mucha agua había corrido bajo el puente. Aunque con poco tiempo entre una y otra, la criada se sentía como una nueva persona. Alegre, vivaz, cada uno de sus pasos estaban llenos de esta nueva energía que la cubría como un manto protector. - La la la la laaa… Freysblót, dulce Freysblót- repetía la melodía que había escuchado momentos atrás, como si se la hubieran gravado a fuego en el alma de su garganta.
No había dudas, era siempre preferible vivir entre los suyos en una celebración conocida. Ella tenía que admitirlo, había celebrado esa fiesta pocas veces en su vida. La criada prefería mantener una vida sencilla y bastante gris a mezclarse entre la gente, especialmente con su desproporcionado mal sentido de la orientación. Sin embargo esta vez no sería así: tenía un invitado sorpresa, Ircan. La joven quería confiar, o tal vez sería mejor decir que ya confiaba, aunque no quisiera aceptarlo, en él. Sonrió por debajo de la máscara, dando un saltito al costado y moviéndose al son de las cuerdas del bardo cantarín. Los nabos que colgaban de su naginata amenazaban con volcar la cera de las velas que portaban dentro, pero eso no importaba. Ese día, por sólo ese día, Nuria tenía una noche libre. Era otra persona, era la señora búho.
Cuando el bardo cambió la tonada, la humana también lo hizo en proporción. No quería escuchar una melodía tan triste, palabras tan ciertas que ellas mismas tenían un filo mortal. Agitó los nabos al aire, derramando cera en un círculo a su alrededor. - Shu shu shu malos espíritus shú shú- elevó el tono y rió con toda la fuerza de su estómago para sacudirse los amargos pensamientos que el bardo le había plantado en la cabeza. Danzó hasta las hogueras, pero prefirió no participar de los rituales para pedir favores al dios Frey. Eso es lo que haría la Nuria que sigue las reglas, la trabajadora. Ella estaba para reírse de las normas, para ver a los otros actuar como las normas dictaban. Se sacó las botas y con la siniestra levantó la falda de su vestido negro, mostrando sus piernas casi en todo su largo, con la diestra agitaba su naginata, que, en cada extremo tenía un nabo.
-Shú shú- repetía al son de la música, riendo, dando vueltas y girando entre la gente. Estaba alegre de haber asegurado con alfileres su gruesa bufanda de lana. Nuria estaba segura de que nadie la reconocería, ya que, además de las piernas que mostraba en ese momento, sólo sus manos estaban al descubierto. El resto de su cuerpo estaba a buen resguardo bajo el abrigo de las pesadas telas que había adquirido en preparación para esa noche. Extendió sus codos y levantó la cabeza al cielo, ignorando la gente a su alrededor. La máscara le dificultaba la visión, pero definitivamente ella estaba segura de que era el cielo nocturno más hermoso que había visto en toda su vida.
No había dudas, era siempre preferible vivir entre los suyos en una celebración conocida. Ella tenía que admitirlo, había celebrado esa fiesta pocas veces en su vida. La criada prefería mantener una vida sencilla y bastante gris a mezclarse entre la gente, especialmente con su desproporcionado mal sentido de la orientación. Sin embargo esta vez no sería así: tenía un invitado sorpresa, Ircan. La joven quería confiar, o tal vez sería mejor decir que ya confiaba, aunque no quisiera aceptarlo, en él. Sonrió por debajo de la máscara, dando un saltito al costado y moviéndose al son de las cuerdas del bardo cantarín. Los nabos que colgaban de su naginata amenazaban con volcar la cera de las velas que portaban dentro, pero eso no importaba. Ese día, por sólo ese día, Nuria tenía una noche libre. Era otra persona, era la señora búho.
Cuando el bardo cambió la tonada, la humana también lo hizo en proporción. No quería escuchar una melodía tan triste, palabras tan ciertas que ellas mismas tenían un filo mortal. Agitó los nabos al aire, derramando cera en un círculo a su alrededor. - Shu shu shu malos espíritus shú shú- elevó el tono y rió con toda la fuerza de su estómago para sacudirse los amargos pensamientos que el bardo le había plantado en la cabeza. Danzó hasta las hogueras, pero prefirió no participar de los rituales para pedir favores al dios Frey. Eso es lo que haría la Nuria que sigue las reglas, la trabajadora. Ella estaba para reírse de las normas, para ver a los otros actuar como las normas dictaban. Se sacó las botas y con la siniestra levantó la falda de su vestido negro, mostrando sus piernas casi en todo su largo, con la diestra agitaba su naginata, que, en cada extremo tenía un nabo.
-Shú shú- repetía al son de la música, riendo, dando vueltas y girando entre la gente. Estaba alegre de haber asegurado con alfileres su gruesa bufanda de lana. Nuria estaba segura de que nadie la reconocería, ya que, además de las piernas que mostraba en ese momento, sólo sus manos estaban al descubierto. El resto de su cuerpo estaba a buen resguardo bajo el abrigo de las pesadas telas que había adquirido en preparación para esa noche. Extendió sus codos y levantó la cabeza al cielo, ignorando la gente a su alrededor. La máscara le dificultaba la visión, pero definitivamente ella estaba segura de que era el cielo nocturno más hermoso que había visto en toda su vida.
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Nuria
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Me acerqué a una de las tantas mesas que habían sido dispuestas para el banquete y dejé la comida que había traído conmigo, cogí un trozo de pastel de calabaza y una granada para terminar con el intercambio, por lo menos de momento, la noche aún era joven, luego volvería al banquete, y esperaba hacerlo acompañado de la joven que le había hecho ir a aquel lugar.
Cuando decidí acercarme a las hogueras me asaltó la indecisión. En una se celebraba un tranquilo baile dónde predominaba el sonido de los palos de lluvia, seguramente ahí se estaba pidiendo el favor de Frey para la época de lluvias, pero yo no era granjero así que la lluvia no era algo que me afectara mucho. En la otra se llevaba a cabo un baile más enérgico en el cual las gentes tiraban objetos al fuego, seguramente pidiendo por sus difuntos. Yo no tenía objetos personales de mis difuntos, ni siquiera tenía objetos personales míos que pudiera ofrecer. Miré a Gus. No, no me servia. Lo único que tenia era el trozo de pastel que me quedaba y media granada, así que rece para que Frey lo considerara como una ofrenda valida.
Me acerqué a la hoguera y me uní a la persecución alrededor del fuego. Lancé mis objetos tomé de los brazos a las dos personas de mis lados, mientras girábamos lateralmente entorno a la hoguera. Los tambores retumbaban. La música de los laudes inundaban la estancia y mi mente. Aquella noche no había lugar para el lobo, sólo para el hombre imbuido por el frenesí de la música. Salté y corrí alrededor del fuego al son de la música, siendo acompañado por el resto y por Gus que saltaba a mi lado. Giraba, giraba y giraba sin marearme mientras entonaba la misma canción que el resto. El ritmo y la dirección cambiaba. Era tanto perseguidor como perseguido en aquella danza infinita y mágica. Aguanté hasta que la extenuación me hizo tropezar y retirarme rodando de la hoguera.
Reí largamente mientras intentaba con poco éxito recuperar el aire. Miré a la hoguera con una sonrisa que hacia años que no esbozaba. Por primera vez en mucho tiempo era feliz, no había nada que me preocupara en aquella noche. No había enfermedades, enemigos, lobos interiores rabiosos,.... Nada, sólo yo, el fuego, la música y un bello cielo nocturno. Me quedé un rato sentada disfrutando de aquel momento de felicidad plena. No todos se unían a las hogueras, pero la gran mayoría si que estaba bailando. De repente, me pareció reconocer a Nuria, así que sonreí y me acerque a ella por detrás.
-¡Te encontré...! - salí de repente para abalanzarme sobre ella. Pero me llevé un guantazo y la mirada de reproche de una mujer a la que no conocía de nada. -¡Ah! - me frote la mejilla y noté como se me subían los colores por la verguenza. - P-perdone... Me he confundido. - agaché la cabeza y huí de aquel lugar.
Aquel momento embarazoso no me iba a fastidiar la noche, ni mucho menos mis intentos de encontrar a mi amiga. Seguí estudiando el escenario un busca de alguna pista.
-Esas piernas....- me fije en unas blancas y largas piernas, aunque pertenecieran a un cuerpo menudo. Sin duda me eran familiares.
Cuando decidí acercarme a las hogueras me asaltó la indecisión. En una se celebraba un tranquilo baile dónde predominaba el sonido de los palos de lluvia, seguramente ahí se estaba pidiendo el favor de Frey para la época de lluvias, pero yo no era granjero así que la lluvia no era algo que me afectara mucho. En la otra se llevaba a cabo un baile más enérgico en el cual las gentes tiraban objetos al fuego, seguramente pidiendo por sus difuntos. Yo no tenía objetos personales de mis difuntos, ni siquiera tenía objetos personales míos que pudiera ofrecer. Miré a Gus. No, no me servia. Lo único que tenia era el trozo de pastel que me quedaba y media granada, así que rece para que Frey lo considerara como una ofrenda valida.
Me acerqué a la hoguera y me uní a la persecución alrededor del fuego. Lancé mis objetos tomé de los brazos a las dos personas de mis lados, mientras girábamos lateralmente entorno a la hoguera. Los tambores retumbaban. La música de los laudes inundaban la estancia y mi mente. Aquella noche no había lugar para el lobo, sólo para el hombre imbuido por el frenesí de la música. Salté y corrí alrededor del fuego al son de la música, siendo acompañado por el resto y por Gus que saltaba a mi lado. Giraba, giraba y giraba sin marearme mientras entonaba la misma canción que el resto. El ritmo y la dirección cambiaba. Era tanto perseguidor como perseguido en aquella danza infinita y mágica. Aguanté hasta que la extenuación me hizo tropezar y retirarme rodando de la hoguera.
Reí largamente mientras intentaba con poco éxito recuperar el aire. Miré a la hoguera con una sonrisa que hacia años que no esbozaba. Por primera vez en mucho tiempo era feliz, no había nada que me preocupara en aquella noche. No había enfermedades, enemigos, lobos interiores rabiosos,.... Nada, sólo yo, el fuego, la música y un bello cielo nocturno. Me quedé un rato sentada disfrutando de aquel momento de felicidad plena. No todos se unían a las hogueras, pero la gran mayoría si que estaba bailando. De repente, me pareció reconocer a Nuria, así que sonreí y me acerque a ella por detrás.
-¡Te encontré...! - salí de repente para abalanzarme sobre ella. Pero me llevé un guantazo y la mirada de reproche de una mujer a la que no conocía de nada. -¡Ah! - me frote la mejilla y noté como se me subían los colores por la verguenza. - P-perdone... Me he confundido. - agaché la cabeza y huí de aquel lugar.
Aquel momento embarazoso no me iba a fastidiar la noche, ni mucho menos mis intentos de encontrar a mi amiga. Seguí estudiando el escenario un busca de alguna pista.
-Esas piernas....- me fije en unas blancas y largas piernas, aunque pertenecieran a un cuerpo menudo. Sin duda me eran familiares.
Ircan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Ella danzaba alrededor de las personas que rodeaban las hogueras, sonreía divertida a las horrendas expresiones que algunos le hacían tachandola de loca y jugaba con quienes tenían reacciones positivas con sus atrevidos movimientos. Se paraba de vez en cuando a clavar los pies en la tierra blanda y removida. Entonces buscaba a algún inocente y le rodeaba con todo su ser, espantando todo lo que podía a su paso.
El pequeño búho que constituía la criada se rodeaba de curiosos, tímidos y extrovertidos, todos tenían una respuesta por parte de la humana. En su interior, Nuria pensaba en Ircan y se preguntaba cómo y dónde estáis en esos momentos. Se propuso buscarle más exhaustivamente en la siguiente canción. Ella había mandado la invitación, pero la respuesta nunca llegó. La duda estaba en sus huesos; no obstante, no estaba dispuesta a demostrarlo. Nuevamente extendió sus codos, la bufanda de lana se estiró emulando grandes alas negras.
Por el rabillo del ojo notó una pequeña presencia observándola, se volvió y observó en total quietud un conejo. No…un animal que parecía estar en descomposición y no percatarse de ello… un ser no vivo, pero tampoco muerto. -Shu Shi Shi shu- comenzó a querer espantar al pequeño animal con sus nabos, más no obtuvo mayor respuesta que un intento de que sus armas contra los malos espíritus fueran abatidas. - Definitivamente tendré que hablar con el granjero, me vendió unos nabos defectuosos…- aseveró, asintiendo con la cabeza.
La criada se disponía a desenfundar la naginata para acabar con el sufrimiento del espíritu cuando vio que seguía a una figura encapuchada, a alguien que reconocería a cualquier distancia y con el atuendo que fuera… tenía su silueta estampada en su memoria como si fueran las líneas de sus propias manos. -¡Ircan! Esa cosa te persigue- llamó haciendo acopio de todas le fuerzas de sus pulmones. Se acercó a la mesa del banquete, tomó una bola de algo comestible y lo tiró hacia el conejo por puro reflejo. Luego recordó que estaba entre una multitud y que había hecho algo tonto…
El pequeño búho que constituía la criada se rodeaba de curiosos, tímidos y extrovertidos, todos tenían una respuesta por parte de la humana. En su interior, Nuria pensaba en Ircan y se preguntaba cómo y dónde estáis en esos momentos. Se propuso buscarle más exhaustivamente en la siguiente canción. Ella había mandado la invitación, pero la respuesta nunca llegó. La duda estaba en sus huesos; no obstante, no estaba dispuesta a demostrarlo. Nuevamente extendió sus codos, la bufanda de lana se estiró emulando grandes alas negras.
Por el rabillo del ojo notó una pequeña presencia observándola, se volvió y observó en total quietud un conejo. No…un animal que parecía estar en descomposición y no percatarse de ello… un ser no vivo, pero tampoco muerto. -Shu Shi Shi shu- comenzó a querer espantar al pequeño animal con sus nabos, más no obtuvo mayor respuesta que un intento de que sus armas contra los malos espíritus fueran abatidas. - Definitivamente tendré que hablar con el granjero, me vendió unos nabos defectuosos…- aseveró, asintiendo con la cabeza.
La criada se disponía a desenfundar la naginata para acabar con el sufrimiento del espíritu cuando vio que seguía a una figura encapuchada, a alguien que reconocería a cualquier distancia y con el atuendo que fuera… tenía su silueta estampada en su memoria como si fueran las líneas de sus propias manos. -¡Ircan! Esa cosa te persigue- llamó haciendo acopio de todas le fuerzas de sus pulmones. Se acercó a la mesa del banquete, tomó una bola de algo comestible y lo tiró hacia el conejo por puro reflejo. Luego recordó que estaba entre una multitud y que había hecho algo tonto…
Nuria
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Gus se me adelantó en inspeccionar más de cerca a la sospechosa. Gracias a eso no me quedó ninguna duda de que aquella chica misteriosa era Nuria, sólo ella tenía aquellas reacciones que mostró para ahuyentar al conejo no muerto. Sonreí divertido cuando la chica le azuzó sus nabos brillantes y Gus reaccionó con un ladeo de cabeza y unas orejas totalmente erectas, ¿estaría pensando en comerse los nabos de la chica?
Fue entonces cuando Nuria se fijó en mi reconociéndome al instante, sin duda había acertado cuando la convertí en mi compañera, para mi era muy importante que se fijara en todos los detalles y ella lo hacia de maravilla, o por lo menos en lo que se refería a mi. Me dispuse a saludarla antes de que la chica me interrumpiera con una de sus imprevisibles acciones. Debió pensar que Gus era algún tipo de enemigo, pues se apresuró en coger una granada para lanzarsela al animal. Este la esquivó con un salto y la granada se abrió al chocar contra el suelo. Gus se acercó y comenzó a alimentarte de los granos que la fruta había dejado al descubierto.
- ¡jajaja! - reí al ver aquella situación. -Tranquila Nuria. - me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo. -Es un amigo, o algo así. - le dije cuando me separé de ella mirándole a aquella elaborada mascara de búho o de lechuza, no se me daba muy bien distinguir aves. -Me lo dieron cuando conseguí salir de la Feria de los Horrores, no se si fue un premio o que querían librarse de él. Pero ahora me acompaña y la verdad es que es bastante divertido, así ya no hablo solo. - y volví a reír.
Tomándome todas las libertades del mundo, enrollé mi brazo con el suyo y me la llevé hasta la mesa más cercana.
- ¡Vamos! ¡Cenemos juntos! - la miré con una sonrisa mientras tiraba delicadamente de ella. - Tu, yo y los difuntos. - Gus saltaba a mi lado siguiendo nuestro paso. - Bueno va, y Gus también. Pero él en el suelo.
Fue entonces cuando Nuria se fijó en mi reconociéndome al instante, sin duda había acertado cuando la convertí en mi compañera, para mi era muy importante que se fijara en todos los detalles y ella lo hacia de maravilla, o por lo menos en lo que se refería a mi. Me dispuse a saludarla antes de que la chica me interrumpiera con una de sus imprevisibles acciones. Debió pensar que Gus era algún tipo de enemigo, pues se apresuró en coger una granada para lanzarsela al animal. Este la esquivó con un salto y la granada se abrió al chocar contra el suelo. Gus se acercó y comenzó a alimentarte de los granos que la fruta había dejado al descubierto.
- ¡jajaja! - reí al ver aquella situación. -Tranquila Nuria. - me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo. -Es un amigo, o algo así. - le dije cuando me separé de ella mirándole a aquella elaborada mascara de búho o de lechuza, no se me daba muy bien distinguir aves. -Me lo dieron cuando conseguí salir de la Feria de los Horrores, no se si fue un premio o que querían librarse de él. Pero ahora me acompaña y la verdad es que es bastante divertido, así ya no hablo solo. - y volví a reír.
Tomándome todas las libertades del mundo, enrollé mi brazo con el suyo y me la llevé hasta la mesa más cercana.
- ¡Vamos! ¡Cenemos juntos! - la miré con una sonrisa mientras tiraba delicadamente de ella. - Tu, yo y los difuntos. - Gus saltaba a mi lado siguiendo nuestro paso. - Bueno va, y Gus también. Pero él en el suelo.
Ircan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Su corazón latía rápidamente mientras observaba el trayecto del proyectil improvisado. Nuria respiró aliviada cuando no mató ni manchó a nadie en su fútil intento por salvar el alma del animal y la espalda de su compañero. La risa de Ircan hizo que sus pensamientos cambiaran de senda hacia algo menos oscuro - Entonces… ¡oh rayos!- respondió haciendo chasquear los dedos mientras movía su brazo en forma de arco. - Tu conejo está medio muerto- informó, volviendo parcialmente a ser la de siempre.
Al sentir los brazos del hombre lobo, el cuerpo de la joven se tensó, pero pronto se relajó pensando que esa noche todo era posible. Para Nuria, el Freysblót era como la noche de magia en la que se le pedía deseos a los espíritus. Aunque creía en su único dios, no ignoraba las viejas tradiciones y pensaba en Frey y toda esa parafernalia como parte del panteón del ser supremo que iluminaba los pasos que daba en el camino de su vida. Le devolvió el abrazo al hombre, sin embargo sintió que sus pequeños brazos no eran suficiente para rodear tanto Ircan. Por primera vez podía mesurar el cuerpo de él y de la misma forma, finalmente se dio cuenta que su empleador y amigo, era un hombre.
Agradecida de que los colores de su rostro no la delataban bajo la máscara le devolvió un simple -Um hmm…- al comentario de la feria de los horrores, volviendo al monosílabo para variar un poco. A la criada no le gustaban sus memorias de aquella estrafalaria feria, pero no era algo que aún estuviese dispuesta a compartir con él. -Hablar solo no es malo. Siempre hay alguien que escucha…- intentó sonar tétrica, pero lo único que logró fue quedarse ella misma muda mientras era llevada a la mesa de los alimentos. Nuria se tocó la máscara de cuero y pensó que en esa noche las únicas reglas que se aplicaban eran las que habían entre un búho y un lobo.
-¡Cenemos!- casi gritó para que su voz sobresaliera al gentío. Sonrió y apoyó su cabeza contra el brazo de su acompañante. - En el suelo o en la mesa… ¡él no entrará a mi cocina cuando volvamos a casa!- dijo señalando al conejo Gus con uno de los nabos. Se levantó la máscara solo para mostrarle su sonrisa al joven, entonces tomó una manzana recubierta de miel y se la llevó a la boca. - Deberías de probarla- sugirió relamiéndose en un intento de parecer seductora. “¡Dulce Freysblót!”
Al sentir los brazos del hombre lobo, el cuerpo de la joven se tensó, pero pronto se relajó pensando que esa noche todo era posible. Para Nuria, el Freysblót era como la noche de magia en la que se le pedía deseos a los espíritus. Aunque creía en su único dios, no ignoraba las viejas tradiciones y pensaba en Frey y toda esa parafernalia como parte del panteón del ser supremo que iluminaba los pasos que daba en el camino de su vida. Le devolvió el abrazo al hombre, sin embargo sintió que sus pequeños brazos no eran suficiente para rodear tanto Ircan. Por primera vez podía mesurar el cuerpo de él y de la misma forma, finalmente se dio cuenta que su empleador y amigo, era un hombre.
Agradecida de que los colores de su rostro no la delataban bajo la máscara le devolvió un simple -Um hmm…- al comentario de la feria de los horrores, volviendo al monosílabo para variar un poco. A la criada no le gustaban sus memorias de aquella estrafalaria feria, pero no era algo que aún estuviese dispuesta a compartir con él. -Hablar solo no es malo. Siempre hay alguien que escucha…- intentó sonar tétrica, pero lo único que logró fue quedarse ella misma muda mientras era llevada a la mesa de los alimentos. Nuria se tocó la máscara de cuero y pensó que en esa noche las únicas reglas que se aplicaban eran las que habían entre un búho y un lobo.
-¡Cenemos!- casi gritó para que su voz sobresaliera al gentío. Sonrió y apoyó su cabeza contra el brazo de su acompañante. - En el suelo o en la mesa… ¡él no entrará a mi cocina cuando volvamos a casa!- dijo señalando al conejo Gus con uno de los nabos. Se levantó la máscara solo para mostrarle su sonrisa al joven, entonces tomó una manzana recubierta de miel y se la llevó a la boca. - Deberías de probarla- sugirió relamiéndose en un intento de parecer seductora. “¡Dulce Freysblót!”
Nuria
Experto
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Sonreí cuando noté como Nuria apoyaba su cabeza en el brazo. No me esperaba aquel gesto, me pilló desprevino. Fruto de ello las mejillas comenzaron arderme, menos mal que llevaba la mascara.
-S-sí, sí. No habrá problema. - intenté disimular mi rubor. - Aunque no se por cuanto tiempo me acompañara...- me giré para mirar al impasible conejo que andaba en su propio mundo.
Cuando me volví para mirar a Nuria, casi me atraganto con mi saliva. Mi compañera me miraba con una sonrisa picaresca que pronto se abrió para masticar lentamente una manzana embadurnada en miel. Dejó que se escuchará el crujido de la manzana al ser partida por sus dientes y que la miel mojara sus labios dándoles un brillo cautivador. Alargó el brazo hacía mi ofreciéndome la tentativa fruta.
-Deberías probarla. - dijo.
"Deberías probarla." resonó en mi mente con la voz de mi amiga. "Debería..." mis ojos se fijaron en los restos húmedos de miel de sus labios.
Me relamí los labios y zarandee lentamente la cabeza, negándome las ganas de hacer algo arriesgado. Tomé la mano que ella me ofrecía con la fruta, y acerqué la manzana hacía mi usando su mano. Mordí lentamente la manzana imitándola mientras la miraba fijamente a los ojos. Aquella noche los tenía hermosos.
-Mmm...- me relamí los labios para limpiarme los restos de la miel lo mejor que pude. -Es muy dulce... Me encanta. - le dediqué una sonrisa a mi compañera y alargué mi mano para limpiarle un poco de miel que se le había quedado en la comisura de los labios. -Deberíamos probar más cosas. - miré a mi alrededor para evaluar las posibilidades. El sonido del gentío ya casi tapaba mi voz, la gente comenzaba a congregarse para cenar. - Quizá podríamos coger algunos manjares y irnos a un lugar con mejores vista y más relajado, ¿qué opinas? - pregunté totalmente incauto sin saber muy bien qué guiaba mis pasos y palabras en aquella noche.
-S-sí, sí. No habrá problema. - intenté disimular mi rubor. - Aunque no se por cuanto tiempo me acompañara...- me giré para mirar al impasible conejo que andaba en su propio mundo.
Cuando me volví para mirar a Nuria, casi me atraganto con mi saliva. Mi compañera me miraba con una sonrisa picaresca que pronto se abrió para masticar lentamente una manzana embadurnada en miel. Dejó que se escuchará el crujido de la manzana al ser partida por sus dientes y que la miel mojara sus labios dándoles un brillo cautivador. Alargó el brazo hacía mi ofreciéndome la tentativa fruta.
-Deberías probarla. - dijo.
"Deberías probarla." resonó en mi mente con la voz de mi amiga. "Debería..." mis ojos se fijaron en los restos húmedos de miel de sus labios.
Me relamí los labios y zarandee lentamente la cabeza, negándome las ganas de hacer algo arriesgado. Tomé la mano que ella me ofrecía con la fruta, y acerqué la manzana hacía mi usando su mano. Mordí lentamente la manzana imitándola mientras la miraba fijamente a los ojos. Aquella noche los tenía hermosos.
-Mmm...- me relamí los labios para limpiarme los restos de la miel lo mejor que pude. -Es muy dulce... Me encanta. - le dediqué una sonrisa a mi compañera y alargué mi mano para limpiarle un poco de miel que se le había quedado en la comisura de los labios. -Deberíamos probar más cosas. - miré a mi alrededor para evaluar las posibilidades. El sonido del gentío ya casi tapaba mi voz, la gente comenzaba a congregarse para cenar. - Quizá podríamos coger algunos manjares y irnos a un lugar con mejores vista y más relajado, ¿qué opinas? - pregunté totalmente incauto sin saber muy bien qué guiaba mis pasos y palabras en aquella noche.
Ircan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Observó la negativa del hombre con su cabeza y pensó en dejarlo por allí, tal vez a Ircan no le gustaban las manzanas con miel, o no le atraía la idea de comer algo ya mordido. La sorpresa de la joven solo pudo ser percibida a través de sus ojos que brillaban con la luz de la juventud. La mano de Ircan parecía estar hecha de fuego; Nuria no sabía si prestar atención a la intensidad de sus ojos, la delgada línea de los labios labios o esa mano que la apresaba y contribuía a cautivarla como si ella fuese la misma manzana esperando a ser mordida. Sus labios se separaron sutilmente a medida que los de él se acercaban, el sonido de la mordida la obligó a cerrarlos y mirar para otro lado. “¿Qué haces Nu?” se preguntó parpadeando repetidas veces.
Sentir el pulgar de él sobre su piel no hizo más que contribuir al fuego de la hoguera que se quemaba en su cuerpo. El corazón de la criada estaba en llamas y pronto saldría disparado como un caballo desbocado. La música ya no llegaba a sus oídos, sólo lo hacía la voz de Ircan. Nada permeó su pequeño mundo por unos momentos. -Erm… - se aclaró la garganta -Probar más cosas… sí- se apresuró a decir, asintiendo con la cabeza. Por primera vez su hambre eterna había sido parcialmente relegada. Aunque ella era fanática de la comida, habían muchos platos que nunca había visto antes.Y teniendo en consideración que su cabeza estaba por las nubes y las estrellas, decidió ir a lo que parecía más seguro. Se volvió rápidamente hacia la mesa e intentó actuar de forma normal, aunque no recordara cómo era antes de ese momento.
-Opino que un poco de aire fresco y tranquilidad no le hacen mal a nadie- sus pequeños brazos comenzaban a llenarse desvergonzadamente de distintos manjares de diferentes tamaños. Le dedicó una mirada fulminante al conejo y comenzó a caminar hacia un claro más alejado, al que llegaría después de pasar por entre las dos hogueras que aún ardían con vigor. A medio camino se volvió hacia Ircan, recordando sus botas -¿Podrías hacerte cargo?- preguntó poniendo la cabeza de lado. Era la primera vez que le pedía algo y probablemente la última. Se metió un panecillo con sabor a calabaza a la boca y reemprendió su camino hacia la tranquilidad y el sereno. Tenía que enfriar su cabeza, en pocas horas sería otro día y el Freysblót pasaría a ser una agradable memoria.
Sentir el pulgar de él sobre su piel no hizo más que contribuir al fuego de la hoguera que se quemaba en su cuerpo. El corazón de la criada estaba en llamas y pronto saldría disparado como un caballo desbocado. La música ya no llegaba a sus oídos, sólo lo hacía la voz de Ircan. Nada permeó su pequeño mundo por unos momentos. -Erm… - se aclaró la garganta -Probar más cosas… sí- se apresuró a decir, asintiendo con la cabeza. Por primera vez su hambre eterna había sido parcialmente relegada. Aunque ella era fanática de la comida, habían muchos platos que nunca había visto antes.Y teniendo en consideración que su cabeza estaba por las nubes y las estrellas, decidió ir a lo que parecía más seguro. Se volvió rápidamente hacia la mesa e intentó actuar de forma normal, aunque no recordara cómo era antes de ese momento.
-Opino que un poco de aire fresco y tranquilidad no le hacen mal a nadie- sus pequeños brazos comenzaban a llenarse desvergonzadamente de distintos manjares de diferentes tamaños. Le dedicó una mirada fulminante al conejo y comenzó a caminar hacia un claro más alejado, al que llegaría después de pasar por entre las dos hogueras que aún ardían con vigor. A medio camino se volvió hacia Ircan, recordando sus botas -¿Podrías hacerte cargo?- preguntó poniendo la cabeza de lado. Era la primera vez que le pedía algo y probablemente la última. Se metió un panecillo con sabor a calabaza a la boca y reemprendió su camino hacia la tranquilidad y el sereno. Tenía que enfriar su cabeza, en pocas horas sería otro día y el Freysblót pasaría a ser una agradable memoria.
Nuria
Experto
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Me alegró saber la positiva de Nuria. La chica no tardo en llenarse las manos de cosas y de dirigir la marcha hacia un claro apartado desde el cual se veía el puerto. Parece que tenía algo de prisa o verguenza.
"¿Me habré atrevido demasiado?" caminé detrás de la joven. "Creo que he metido la pata..."
Sumido en mis pensamiento me sorprendí cuando la chica se paraba y se giraba para mirarme y hablarme en tono de suplica. Puso la cabeza de lado, que me recordó más a una perrito que al búho que llevaba como mascara. Sentí como un revoloteo en mis entrañas que me subieron hasta la garganta y me hicieron asentir bobalicón, no podía resistirme a aquel gesto y aquella mirada, no sabia muy bien por qué y tampoco sabía si en verdad quería resistirme. Obedeciendo a la petición de mi amiga cogí sus botas y la seguí definitivamente hasta el claro.
En seguida pude admirar la belleza de las vista que aquel lugar nos ofrecía, sin duda había sido una buena idea ir allí. La luna sobrevolaba el mar provocando un extraño efecto de luz verdosa en el horizonte, como si este fuera la puerta hacía el mundo de los difuntos que venían aquella noche a pasar unas horas con los vivos.
-Esta noche la Luna esta hermosa. - me dejé caer en el suelo y seguí admirando el horizonte. Solté una pequeña carcajada -Tiene gracia. Ambos llevamos mascaras de animales nocturnos, y aquí estamos disfrutando del máximo esplendor de la noche. - giré mi cabeza para mirar a Nuria esbozando una sonrisa. - ¿No tienes la sensación de que parece que este escenario haya sido creado explícitamente para nosotros? ¿Sería posible algo así? - volví a mirar al horizonte y disfrute de la caricia que me daba la brisa marina en el rostro. - Ven, sientate. - di unas palmadas al suelo. - Disfrutemos juntos de esta extraña visión.
"¿Me habré atrevido demasiado?" caminé detrás de la joven. "Creo que he metido la pata..."
Sumido en mis pensamiento me sorprendí cuando la chica se paraba y se giraba para mirarme y hablarme en tono de suplica. Puso la cabeza de lado, que me recordó más a una perrito que al búho que llevaba como mascara. Sentí como un revoloteo en mis entrañas que me subieron hasta la garganta y me hicieron asentir bobalicón, no podía resistirme a aquel gesto y aquella mirada, no sabia muy bien por qué y tampoco sabía si en verdad quería resistirme. Obedeciendo a la petición de mi amiga cogí sus botas y la seguí definitivamente hasta el claro.
En seguida pude admirar la belleza de las vista que aquel lugar nos ofrecía, sin duda había sido una buena idea ir allí. La luna sobrevolaba el mar provocando un extraño efecto de luz verdosa en el horizonte, como si este fuera la puerta hacía el mundo de los difuntos que venían aquella noche a pasar unas horas con los vivos.
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-Esta noche la Luna esta hermosa. - me dejé caer en el suelo y seguí admirando el horizonte. Solté una pequeña carcajada -Tiene gracia. Ambos llevamos mascaras de animales nocturnos, y aquí estamos disfrutando del máximo esplendor de la noche. - giré mi cabeza para mirar a Nuria esbozando una sonrisa. - ¿No tienes la sensación de que parece que este escenario haya sido creado explícitamente para nosotros? ¿Sería posible algo así? - volví a mirar al horizonte y disfrute de la caricia que me daba la brisa marina en el rostro. - Ven, sientate. - di unas palmadas al suelo. - Disfrutemos juntos de esta extraña visión.
Ircan
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
La criada respiraba profundamente el aire fresco del pequeño claro. La fiesta continuaba animada a sus espaldas, ella solo pensaba en contener el sonido de su corazón y el ajetreo de sus pulmones. El sabor de los vistosos aperitivos pasaba desapercibido a sus papilas gustativas. -…- silenciosamente se quitó la máscara y miró la luna. El astro era atrayente, como si a medida que lo observaba se acercara a ella. - A veces dices cosas locas- respondió disimulando su juvenil entusiasmo. La misma idea de imaginar cierto lo que él decía le daba miedo. Cualquier chica al escuchar esas palabras hubiese pensado que tenían un significado tras ellas; un significado oculto y puntual. Afortunadamente la joven sabía que Ircan prefería usar sus músculos que cantarle poemas a una fémina. De no ser así, ella misma no sería su criada, pues la presencia de una mujer cerca de un hombre era fácilmente malinterpretada.
Nuria se sentó al lado de Ircan, en un principio pensó en poner una distancia prudencial entre ambos, pero su mala coordinación acabó por ponerlos tan cerca que sus brazos se tocaban. -Sí, disfrutemos- aceptó, atacando una galleta con forma de nabo aplastado. La criada entonces recordó sus adornos con veladora y le pasó uno al joven para que sirviera de sutil iluminación. Para ella era imposible en ese preciso momento poder concentrarse en la belleza de lo natural por dos motivos. El primero, la compañía, el segundo, jamás había sido particularmente adepta a la observación de todo aquello que estaba fuera de cuatro paredes.
- Tal vez…- comenzó a decir, volviendo su rostro para mirar a los ojos a Ircan, pero se sorprendió al verlo tan cercano. Levantó lentamente una mano para tocar su máscara de lobo -Es irónica tu elección- susurró tomándose la libertad de descubrir las facciones de él, deshaciéndose del molesto adorno. Acarició el puente de la nariz de él, extasiada con las sombras que la luna le dibujaba. Poco a poco se acercaba más a él, la fiesta se había trasladado al corazón de Nuria, la música que la rodeaba eran sus dos respiraciones. -Tal vez debas comenzar a entrenar a Gus. El conejo apesta- rezongó, poniendo en los labios de Ircan una magdalena mientras ella misma se llevaba a la boca una fruta que no estaba en sus recuerdos. -El viaje a casa será largo- finalizó con un suspiro.
Nuria se sentó al lado de Ircan, en un principio pensó en poner una distancia prudencial entre ambos, pero su mala coordinación acabó por ponerlos tan cerca que sus brazos se tocaban. -Sí, disfrutemos- aceptó, atacando una galleta con forma de nabo aplastado. La criada entonces recordó sus adornos con veladora y le pasó uno al joven para que sirviera de sutil iluminación. Para ella era imposible en ese preciso momento poder concentrarse en la belleza de lo natural por dos motivos. El primero, la compañía, el segundo, jamás había sido particularmente adepta a la observación de todo aquello que estaba fuera de cuatro paredes.
- Tal vez…- comenzó a decir, volviendo su rostro para mirar a los ojos a Ircan, pero se sorprendió al verlo tan cercano. Levantó lentamente una mano para tocar su máscara de lobo -Es irónica tu elección- susurró tomándose la libertad de descubrir las facciones de él, deshaciéndose del molesto adorno. Acarició el puente de la nariz de él, extasiada con las sombras que la luna le dibujaba. Poco a poco se acercaba más a él, la fiesta se había trasladado al corazón de Nuria, la música que la rodeaba eran sus dos respiraciones. -Tal vez debas comenzar a entrenar a Gus. El conejo apesta- rezongó, poniendo en los labios de Ircan una magdalena mientras ella misma se llevaba a la boca una fruta que no estaba en sus recuerdos. -El viaje a casa será largo- finalizó con un suspiro.
Nuria
Experto
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Re: Freysblót [Evento global][Eventos HalloWyn]
Freysblót
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He estado muy pendiente del salseo, por eso he extendido el evento un par de días más, aparte, quería dejaros algo más de ventaja, ya que se empezó tarde.
Muy buenas historias, aunque el Dios Frey estará enfadado pues nadie le ha rendido culto. ¿Preferís a los espíritus antes que a un Dios? Mortales teníais que ser…
Recompensas:
Por haber participado, todos obtenéis
• 3 puntos de experiencia
• 50 aeros
Todo ello ha sido sumado automáticamente a vuestros perfiles.
Además, también habéis ganado:
• Sangre de Deirdre
- Spoiler:
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Este pequeño botecito contiene sangre de uno de los sacrificios ocurridos durante Freysblót. ¿No estaban prohibidos? Sí, pero… Ya hablaremos de eso en otra ocasión. Por ahora, si vertéis el contenido del pequeño bote en una copa de vino, la persona que lo tome tendrá una visión muy real sobre un ser querido a quien le estarán sucediendo cosas horribles.
El bote tiene un uso, y la duración de la visión es de dos turnos.
El premio al mejor disfraz se lo lleva:
El Capitán Werner: Recibes 2 pts extra y 50 aeros.
La mejor vela es para quien ha usado la hortaliza más típica de Freysblót:
Nuria: Recibes 2 pts extra y 50 aeros.
Ircan y Nuria, ambos habéis hecho trama y con salseo, de las que me gustan a mí. ¡Cómo me conocéis! Sólo por ese salseo recibís: Vela de los espíritus.
- Spoiler:
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Al encender esta vela, es espíritu bueno aparecerá para ayudaros. Os puede guiar si os perdéis, buscar algo… Pero tened en cuenta que es incorpóreo: no podrá luchar por vosotros, ni cargar cosas, ni ser vuestro escudo. Tampoco será visto por nadie más que no haya encendido la vela.
La vela es de 3 usos y el espíritu estará presente solo durante un turno en cada uso.
Como decía antes, el Dios Frey estará enfadado con vosotros por no haberle rendido los respetos necesarios. Pero no los espíritus, quienes os recompensarán a través de los druidas que organizaron el evento a los que habéis lanzado objetos personales a la hoguera. Estos druidas os darán: Buena fortuna.
- Spoiler:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ante la siguiente tirada de Voluntad de los Dioses que lancéis, independientemente de la runa que saquéis, si decidís usar este objeto, vuestra suerte será Muy buena.
Tiene un solo uso, después perderá el efecto.
Fehu
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