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Mensaje  Tyr Jue Mar 08 2018, 23:39

El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Dom Mar 18 2018, 18:23

Harambe tuvo la peor sensación de Déjà vu en toda su vida. Hombres matándose entre ellos, separados en parejas como él mismo hubo hecho en la mansión de los 10 pobrecitos y trampas colocadas por doquier para asegurarse de que nadie saliese ni nadie robase nada. Antes de convertirse en El Anfitrión de la mansión, Harambe trabajaba como joyero, cosa que le permitió aprender útiles sobre herramientas, minerales y arcanos. En marco de la puerta de la tienda colgaba una runa de trueno, a la vista de todos los presentes. Si alguien se marchaba con una joya sin haberla pagado antes, se escucharía el mismo chasquido que se escuchó cuando Syl pasó por la puerta hacia el camino del Salón de la Gloria con el cadáver en brazos. A la última ladrona de la joyería, una elfa con cara de niña, Harambe le quemó las manos y le marcó con un sello que jamás se borraría. A Syl, el trueno le quemó el brazo izquierdo dejando una marca negra que se extendía por todo el miembro como las raíces de un árbol.

El hombre gorila se irguió, con gran dificultad por culpa de las graves heridas en su lomo, y se golpeó el pecho como un animal enrabiado. Estaba en el marco de la puerta, llegar a pasar por él y sin permitir el paso a los demás animales del grupo.

-¡Syl!- gritó - ¡Estúpido gato desobediente!- el tono de sus insultos revelaban su enfado y preocupación.

Oshu hacia danzar sus espadas impidiendo el avance de los hombre peces. Del grupo, el hombre perro era el único que tenía capacidades para luchar en el combate a corta distancia. Nar había cogido la lanza de la mujer caballo, la usaba para mantener alejados a los hombres peces. Su trabajo era excelente, sabía manejarse con cualquier arma. Sin embargo, por mucho que se esforzase, los peces seguían hacia delante. La lanza era buena a distancias medias, a la corta, se convertía en un trasto inservible.

Wanda cuidaba de Abena, la llevaba de un lado a otro, lejos de los peces; pero no del barco. Las lanzaderas sonaron y tres arpones se dirigieron hacia la entrada. El primero impactó en el estómago de la mujer rinoceronte, el segundo se perdió en el mar y el tercero en la pierna de Nar.

Oshu se dio la vuelta, miro a su compañera sin mediar palabra. Harambe pensaba que el hombre perro estaría pensando en las últimas palabras que le dijo a la mujer caballo. ¿Sería capaz de repetírselas a su compañera? La pregunta, con una dosis sarcástica digna de la payasa Shappire o la cierva Wanda; hizo aparecer una sonrisa en el rostro de Harambe. Oshu se lo tenía merecido, por no obedecer las advertencias del animal con más experiencia a la hora de hablar de trampas, combates y anfitriones.

En un ataque de violencia, mientras Wanda suplicaba por los últimos segundos de vida de su amiga, Nar se esforzaba por mantenerse en pie y Oshu luchaba sin descanso; Harambe arrancó el marco de la puerta y lo lanzó contra los hombres peces. La electricidad con el agua hacia una bella combinación.

-Vamos, pasad. ¡Ahora!-

No fue necesario repetirlo una segunda vez. Harambe corrió. Cogió a Syl en brazos y lo cargó a su espalda como si fuera un fardo de heno. El esfuerzo le destrozaba el lomo, pero debía hacerlo.

Abena lloraba y golpeaba a ciegas a quienes se acercaban a ella, incluida a Wanda para que no se retrasase y fuera lo antes posible con el equipo.

Oshu arrancó el arpón de la pierna de Nar y le ayudó a seguir hacia delante. Nadie podía quedarse parado.

Wanda fue la última al pasar por la puerta. Se quedó viendo dos escenas igual de tortuosas: hombres peces quemados como mosquitos en una hoguera de verano y una mujer rinoceronte sin cuerno caminando a ciegas hacia los hombres que la matarían.

_____________________

Estaban atrapados por dos paredes de metal, una puerta destruida y tapiada por rocas (causadas producido por Harambe) y un espeso bosque en su frente.

Wanda sostenía las manos de Harambe, le preocupaba más que el brazo de Syl. El hombre gorila había cometido la insensatez de sostener una runa activada con sus manos desnudas.

-¿Notas algo?- Wanda le apretó los tendones de las manos.

-Nada-.

-¿Puedes moverlas?-

-Los dedos pulgares, solo un poco-.

-Has perdido la sensibilidad en las manos. Te has quemado la piel, los músculos, los nervios y la sangre. Sin tratamiento, es posible que dentro de unas horas no puedas ni siquiera moverlas – terminó con la mejor palabra que se le ocurrió decir- gracias- y le beso en los labios. Si Harambe no hubiera sido un idiota, si no hubiera cogido la runa activa, todos estarían muertos, como Abena. – ¿Cómo estás?- le preguntó a Nar. Oshu le estaba fabricando una venda provisional entorno al agujero en la pierna.

-Mejoraré. El proyectil no ha tocado ningún hueso. Me duele, pero puedo mover la pierna-.

– Aunque no te duela, es mejor que mantengas la pierna rígida- a Oshu– Recuerda ponerle un hasta en la venda. Que la doble lo menos posible-.

-Lo recordaré-.

-Syl, ¿tú cómo te encuentras? He conocido a unos cuantos heridos por rayos. Te pondrás bien-.

Tras el merecido descanso dijo lo que todos sabían:

-Abena ha muerto. Le han matado los peces. Su última voluntad fue lanzarse a luchar para darnos unos segundos ventajas. Tiempo que malgastamos descansando y curando nuestras heridas. Debemos seguir hacia delante. Los peces van a salir del agua y los piratas pisaran la tierra. Esas rocas de allí no les detendrán- señaló la puerta derrumbada- cuando la traspasen, cosa que harán, nosotros tenemos que estar lejos. Adelante-.

_____________________

Croó y rio por partes iguales. Hombre Perro número 8 tenía la capacidad de hacer gracia cuando hablaba en voz seria. Atributo que Halliman denominaba como graf. El hombre sapo dio un golpe seco con el bastón a una de las tablas de madera que formaban el suelo de la cabaña. Se abrió una trampilla por la que cayeron dos cadáveres colgantes; parecían una pareja de suicidas.

-Hombre Serpiente número 3 y Mujer Mofeta número 4. Él era un encantador de mujeres y de serpientes. Las conquistaba con su escamosa sonrisa para luego besarlas con veneno de víbora. Ella una traficante del mercado negro, experta en la fabricación de pociones prohibidas. Número 4 amaba a número 3. Número 3 lo sabía y usaba la baza a su favor. Descubrieron donde estaba y fueron a atacarme. Les ofrecí una oportunidad. Ellos se burlaron de mi número: Hombre Sapo número 32. Pensaron que me vencerían. ¿También piensas que podrás vencerme?-

Toriel y Ohm se pusieron de pie al mismo tiempo. Se miraron las caras y hablaron con la mirada, como solo los enamorados sabían hacer. Finalmente, fue Toriel quien habló:

-El Rey del Sur también está participando. Cruzarse de brazos y dejarnos libres es su forma de sabotear la Caza desde dentro-.

-Asher, entiendo que estés asustado por tu amigo, pero la vida no es tan fácil como en las historias de las canciones. Hay veces en las que la única solución es no hacer nada. Tú escuchaste las palabras de la runa. El Salón se abrirá al cazador que consiga matar al resto. Si vas allí, encontrarás las puertas cerradas-.

De fondo se escucharon la risa anfibia de Nate Halliman.

-Quédate con nosotros Asher. Vamos a buscar a la mujer cierva y le pedimos que cure a tu amigo. Pero no, por favor te lo pedimos, no pienses que podemos hacer frente a la Caza ni a los Reyes. Pensar así es lo que lleva a esas personas a la muerte- Toriel señaló al hombre serpiente y la mujer mofeta.

 -¡Olvidaste tu pregunta!- interrumpió Halliman. – Crees conocer todas las respuestas, pero eres un ignorante. Tu graf tiene el número 1. Tú y tú también tenéis grafes altos, 4 y 5. El salón está abierto. ¡Siempre lo ha estado! Y podéis hacer frente a los Reyes con facilidad. Número 8 y 9 siguen siendo mis favoritos- saltó al suelo, enfrente del hombre perro (era muy alto y Halliman muy bajo) - Pregunta – le golpeó la pierna derecha con el bastón - Vamos, pregunta. Soy un sapo amable, no me gustan que rechacen mi regalo. Te perseguiré hasta que no me preguntes-.

_____________________

* Asher:
Parte Syl Ha sido un tremendo desastre. Cierto, la pista para resolver si había una trampa estaba en un tema de hace bastante tiempo, un poco rebuscado. De ahí que hubiera puesto suerte en juego. Como siempre, 50/50. Esta vez, 0 y 0 en ambas condiciones. Tu grupo queda muy herido, a excepción de Oshu y Wanda. Una bonita cicatriz pasa por el brazo izquierdo de Syl. En un momento difícil, ha sido Wanda quien ha tomado las riendas del equipo. El siguiente tema, para Syl, será de descanso. Toma un respiro y reúne a tu equipo. Vendrán turnos peores.
Herida de Syl:
Harambe: Indiferente con Syl y Abena y confía en Wanda
Abena: Muerta
Wanda Indiferente
Oshu Confía en Syl y Nar. Indiferente al resto.
Nar Indiferente
Parte Asher La jugada de no haber preguntado nada ha sido perfecta. Halliman es un bocazas, desvela más información cuando no le preguntan. Aun así, insiste que le aceptes su regalo. Irá con Asher, formará parte del grupo, hasta que le digas una pregunta. En el siguiente turno deberás decidir qué hacer con la información. ¿Ir al Salón? ¿Buscar a la mujer cierva? ¿Explorar los alrededores? Tienes un millar de posibilidades donde ir, siendo la más sensata, ir al salón por el muro donde te separaste de Hibou y Bo Cheng.
Hont Confía en Asher
Toriel Confía.
Ohm Confía.
Nate Halliman Indiferente
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Mensaje  Asher Daregan Dom Mar 25 2018, 00:02

El relámpago tiró al hombre gato al suelo. Ardía. Más de lo que podría haber imaginado. Su cuerpo cedió al instante, agarrotado. Estaba consciente... dolorosamente consciente de lo que había pasado. Era una trampa. Pensaba que el lanzar el cadáver del pez la activaría y desarmaría. Como una trampa para osos. Pero aquello era muy distinto.

Lo había visto tantas veces antes. Las runas de Asher. ¿Por qué había sido tan estúpido? Su brazo, en el suelo junto a él, temblaba. Apenas lo sentía. Un breve instante de pánico le hizo preguntarse si aún seguía unido a su cuerpo. El olor a pelo quemado tapó el hedor de la habitación. Syl contempló, incapaz de hacer nada, como la runa que le había atacado volvía a iluminarse.

¿Sería letal aquella vez? No... tenía que aguantar. Tenía que permanecer consciente. Por él mismo. Por Asher. Aun había...

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la intervención de Harambe. Un horrible estruendo de madera y roca. El rugido del enorme gorila. Y antes de que pudiese darse cuenta, el suelo había sido reemplazado por pelaje y músculo. El agarre fue doloroso, aunque no tanto como el rayo. Syl alzó la cabeza. El grupo estaba corriendo detrás. Todos... menos Abena.

Los siguientes momentos fueron demasiado confusos. Estaba demasiado desorientado como para comprenderlo. Sentía nauseas. Dolor. Miedo. No sabía que había pasado. Que iba a pasar. Necesitaba seguridad.

Aquello se repitió en su cabeza. Quería esconderse. Ir a un lugar alto, donde nada pudiese alcanzarlo. Donde entendiese todo lo que pasaba a su alrededor, y pudiese sentirse a salvo. Una y otra vez. Hasta que la sensación de aturdimiento se desvaneció. Syl se levantó, notando un intenso mareo cuando lo hizo. Respiró hondo. Tenía que mantener la calma.

En silencio, contempló al resto del grupo. Nar estaba herida de la pierna, pero podía haber sido peor. Si podía moverse... no estaba perdida. Como Abena. La mujer rinoceronte se había quedado atrás. Al otro lado de la pared. Oshu y Wanda parecían no haber sufrido heridas. Pero Harambe...

Syl bajó las orejas al escuchar la conversación. Sus manos. El pecho de Syl tembló. Se sentía inutil. Quería llorar... pero no podía, no en ese lugar. Tenía que sobrevivir primero. Lentamente, el gato se sentó junto a su salvador.

-Sé que no sirve de nada. Pero lo siento mucho.- comenzó. Tenía un nudo en la garganta, pero se obligó a continuar. -He intentado tomar decisiones. Pero no puedo con ello. No soy... tan listo como tú, o como Asher. Solo sé trabajar sólo, y aun así... debería haber escuchado.- Apretó el puño. La frustración que sentía le quemaba por dentro. -Me has salvado la vida. Y has salido herido por mi culpa. No volveré a desobedecerte.- aseguró. Quería hacer algo más. Ayudar de alguna forma. Sabía que el hombre gorila era demasiado testarudo como para aceptar su ayuda, pero tenía que probar.

-Escucha... no tengo tanta fuerza como tú, pero... sé dibujar. Manejarme bien con las manos. Y reconozco algunos símbolos arcanos.- Se mordió el labio inferior.- No saldrá tan bien, pero... si necesitas que inscriba alguna runa, si nos vemos en una situación extrema... es mejor probarlo que morir. Si es necesario, seré tus manos.-

No fue hasta entonces que Wanda le preguntó por su brazo. El felino lo movió. Aún ardía. Ni siquiera se había preocupado por aquello hasta el momento.

-Quema. Pero... puedo moverlo. No será un estorbo.- aseguró, contemplando las nuevas marcas de su brazo. Lineas obtusas. Algunas gruesas, otras no. Por algún motivo, esperaba algo completamente distinto. Creía que sería como un dibujo. Pero no importaba. Aquello le recordaría lo que debía recordar. -Gracias.-

Oshu parecía preocupado por la herida de su compañera. El hombre perro estaba completamente enfrascado en su tarea, fabricando un soporte para la pierna de Nar. Lo había visto antes. Tanto Rakfyr como Dann habían hecho arreglos similares cuando no había elfos o similares disponibles.

-Siento lo de la herida.- dijo, mirando al suelo.

-No eres tú quien le ha disparado.- replicó el hombre perro. No era un tono hostil, pero parecía... seco.

-Quiere decir es que no es culpa tuya.- dijo Nar. Esbozó una mueca de dolor cuando su compañero ató la venda. -Y tiene razón. Pero prefiero no quedarme a buscar culpables, de todos modos.- La determinación de la mujer antílope era evidente. Aquello no le iba a detener.

-Si. Es cierto... No me gusta huir, pero no hay otra forma.- dijo. Oshu miró al bosque. -Tal vez haya más cosas dentro. Habrá que abrirse paso.-

El discurso de Wanda le recordó a Asher. En un momento como ese... era lo que haría él. Recoger los trozos rotos y continuar. Sobrevivir. Antes de reemprender la marcha, Syl se acercó a la mujer ciervo.

-He intentado liderar esto. Y he fallado. Tu... no. Honraremos a Abena. Pero es mejor si eres tú quien da las órdenes. No estoy hecho para dirigir un grupo.- El gato respiró hondo. Estaba algo hundido, pero sabía que era cierto. -Lo siento.-

Se dio la vuelta. No había otro lugar al que ir. Solo hacia adelante. Sujetó su ballesta. Podía mantenerla rígida y disparar, pero tendría que apuntar con el brazo derecho. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario.

Tenía que sobrevivir.
_________________________________________


Al parecer, Nate Halliman tenía mucho que decir. Hasta él había participado en la caza, incluso si fue en defensa propia. Pensé en los números. Implicaba que los números más bajos tenían más probabilidades de ganar. Pero tanto aquellos dos... El sapo debía ser más ágil de lo que aparentaba. No importaba. Me había decidido: no tenía intención de atacarlo. No me volvería atrás.

-No voy a quedarme sin hacer nada.- repliqué. Tanto Toriel y Ohm me miraban con preocupación. La mirada de alguien que sabe que otra persona va a hacer algo arriesgado. -Es algo que he hecho durante demasiado tiempo. Ignorar el sufrimiento del resto. Seguir las normas. He sido un mercenario durante doce años, trayendo la misma muerte que me rodeaba. Aquí es lo mismo. Cazadores que matan y presas que se esconden. Todo por las normas de... alguien que no merece mandar.- dije. Era suficiente. Nadie iba a obligarme a matar. A mirar hacia otro lado a cambio de aeros. Nunca más. Nada volvería a romper mi voluntad, fuese Rey o no.

El hombre sapo interrumpió la discusión. Y sus palabras fueron música para mis oídos. El salón estaba abierto. Si era cierto... hacía que todo fuese mucho más simple. Esbocé una enorme sonrisa. Incluso cuando el sapo me golpeó con el bastón. Pensé claramente en mis palabras.

-Te daré mi pregunta cuando termine con esto. Ni un segundo antes.- dije. Le había dado dos opciones: quedarse ahí o ayudarme. Y al parecer, había elegido lo segundo. Tal vez fuese su conciencia, o tal vez de verdad fuese un capricho por una pregunta. Daba igual. Era una señal. -Toriel. Ohm. Teneis todas las oportunidades que queráis para echaros atrás. Y no seréis peores si lo hacéis. Pero yo no lo haré. Alguien tiene que hacer algo respecto la Caza. Alguien tiene que rebelarse.-

-Es apropiado que sea yo.-

Lideré el camino. Hacia el Salón.

____________________________________________
Siento que la parte de Syl sea mucho más larga que la de Asher, pero me ha encantado. Este tema me viene muy bien para desarrollarlo bien.

Syl :
Casi todos los NPCs se han ganado su confianza mediante acciones, sobre todo Harambe y Wanda. Confía en todos. Ligeramente menos en Nar.

Asher
Confía en Toriel y en Ohm. Le recuerdan a sus padres, en cierta forma. Indiferente respecto a Nate.
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Mensaje  Sigel Mar Abr 03 2018, 13:29

Amón, hombre perro número 1, y Anubis, hombre perro número 2, despertaron a las puertas del túmulo del oeste. Tenían tres opciones a elegir: pasar entre medio de dos murallas de metal que habían quedado deshechas por el paso del tiempo, tomar el camino hacia el sur que les hubiera llevado a enfrentarse contra los otros participantes de la caza o entrar en túmulo. Fue idea de Amón escoger la tercera opción; pensó que encontrarían algo interesante allí dentro. No se equivocó. El túmulo era un cementerio de hombres bestias, algunos sanos y otros deformes. Amón estudió las pinturas de las paredes mientras Anubis descubría tesoros en las habitaciones. La mayoría de los muertos habían sido enterrados con sus joyas, armas y armaduras: golosinas para los cazadores de la Gran Caza. El secreto lo encontró Anubis; por lo visto él esperaba ser descubierto por los cazadores.

Amón se vistió con una armadura hecha de los restos de los cadáveres de los hombres bestias: huesos, espinas y cuernos; parecía un antiguo chamán vestido con una túnica funeraria. Como arma escogió un par de cuchillos. Anubis, menos místico y más simple, se vistió con una coraza de cuerpo entero y como arma escogió un báculo que tenía en el extremo inferior un pincho y en el superior un símbolo que no llegaba a identificar.  Amón, atento a todos los detalles, confeccionó un casco a su compañero hecho a partir de una calavera de un hombre perro y unos cuernos de hombre toro.

Después de un largo tiempo de investigación en el túmulo, los canes recibieron visita: Ran, hombre caimán número 30, y Gaia, mujer gata número 31. Ambos se quedaron boquiabiertos al ver a los perros que les esperaban en el interior del cementerio. Se arrodillaron. Gaia besó los pies de Amón y Ran los de Anubis. Ninguna pieza del grupo debía de estar desarmada. Gaia y Ran se vistieron y se armaron de los restos de los fallecidos como antes lo hicieron Amón y Anubis.

Una vez tuvieron ventaja, los cinco, los cuatro cazadores y el secreto, salieron del túmulo y tomaron el camino hacia el Gran Salón. Los primeros en llegar recibirían una recompensa mayor de la que se encontraba en el túmulo; aquello prometió el secreto.

Amón y Anubis:

Gaia y Ran:

_____________________

Desde las cordilleras, Gron, hombre orangután número 6, y Zafar, hombre tigre número 7, subieron por la pared del metal. Al sur quedaba el puerto y al norte el camino que les llevaría al Gran salón. Tomaron el camino del norte sin prestar atención a los dos ojos que les vigilaban por la espalda: se hacían llamar Negro y Rojo, eran, respectivamente, hombre tejón número 39 y hombre salmón número 40. Ambos estaban armados, el primero llevaba una maza y el segundo un espadón. Sin embargo, no podían compararse con la espada y los artefactos mágicos de Gron y la cimitarra de Zafar.

Gron y Zafar:

Negro y Rojo:

_____________________

Los números 15 y 16 hacían los líderes de la partida del noreste del escenario. Una persona cuyo nombre y número desconocían, les aconsejo que no matasen a sus víctimas. Bena, la mujer tigresa y número 15, obedeció sin dudar. Bajó su arco y dejó de amenazar a los débiles cazadores. Dano, el hombre oso, le costó unos segundos más obedecer. Derribó al hombre pantera número 36 y le arañó la espalda causándole severas heridas. El nombre de la pantera era Vin y se enamoró de Bena en cuanto comprendió que, de no ser por ella, el hombre oso le habría matado. El número 35 era una mujer pez de hermoso cuerpo llamada Coral. Su canto tenía el poder de hechizar a los hombres bestias (a excepción de su compañero). Vin llevaba a Coral en una carretilla llena de agua.

Los cinco fueron al Gran Salón por el camino del este. Eran los que más cerca estaban de la compañía liderada por Asher.

Bena y Dano:

Vin y Coral:

_____________________

Bo Cheng e Hibou fueron los primeros que entraron al Salón. Hibou se sorprendió al descubrir que el Salón no era como lo hubo imaginado. Los cazadores se alimentaron de los secretos y los obsequios que los Reyes dejaron para los ganadores.

Al igual como ocurrió con Amón y Anubis. La visitas que Bochen e Hibou recibieron se rindieron a sus pies. Los primeros en llegar fueron hombre toro número 37 y mujer cabra número 38; sus nombres fueron olvidados tan pronto como Hibou dio fin a sus vidas. Esta pareja era muy parecida a Toriel y Ohm; con la diferencia que estaban armados y que no se habían enamorado.

_____________________

Los mellizos se llamaban Hernan y Fernan y eran los hombres tigres números 25 y 24. Ellos se quedaron en el umbral del Salón sin llegar a entrar. Dejaron sus armas en la puerta del norte y huyeron. Había que estar loco para entrar allí.

Dentro de poco, se encontrarían con el grupo de Syl.  

Hernan y Fernan:

_____________________

Deseaba dar marcha atrás, coger el cadáver de Abena y enterrarla como era debido. Si hubiera estado sola, es lo que hubiera hecho. Sin embargo, ahora en sus decisiones quedaban las vidas de Harambe, Oshu, Nar y Syl. Debía cuidar de ellos como no pudo cuidar de Abena.

-Se acabó el descanso, en marcha- Wanda fue la primera en ponerse en pie y empezar a caminar hacia el Salón. Por sus compañeros, resistió las ganas de echarse a llorar.

El camino era el de una selva tropical encerrada por dos enormes paredes de metal. Daba a pensar que alguien había creado el escenario justo entre esas paredes. ¿Por qué alguien se iba a tomar las molestias de traer árboles y plantas de otros reinos? La pregunta era más difícil de lo que pensaba. Tras unos minutos caminando, Wanda se dio cuenta que el clima había cambiado desde que entraron a la selva: era más cálido y húmedo. Quien fuera el creador del bosque, también se había  tomado las molestias de cambiar el clima utilizan la magia arcana. De nuevo la misma pregunta: ¿por qué?

La respuesta la descubrió Oshu. Se puso el dedo índice en los labios marcando que debían permanecer el silencio y, con la otra mano, señaló a un animal que se escondía bajo la hendidura de una de las paredes. El animal era un híbrido: un perro con cola de escorpión. Arrastraba con el morro un cadáver que Wanda reconoció al acto: Babel.

Este nuevo hábitat fue construido para encerrar a las nuevas criaturas.

Nar, apoyada en Oshu, tensó su arco y disparó al híbrido. La flecha se clavó en la cabeza. Wanda corrió desesperadamente hacia él. Dio una patada a la cabeza del hombre rata y revisó sus bolsillos. Debía de estar en algún sitio…. ¿Los bolsillos de los pantalones? No. ¿Los del chaleco? Tampoco. Con una mueca de desagrado, Wanda metió la mano por dentro de los pantalones y calzones de Babel, al lado del flácido miembro de rata lo encontró: el cuerno de Abena.

-Púdrete- gruñó y escupió a la cara del hombre rata. Se dirigió al grupo- Ese malnacido cortó el cuerno de mi amiga- no hizo falta decir más, aquella explicación fue suficiente para que los demás comprendiesen por qué había perdido los estribos con el cadáver de Babel.

Wanda no se había levantado del suelo cuando un animal inclasificable, un híbrido, fue a morderle el brazo; lo esquivó gracias a un golpe de suerte. Tenía la mitad del cuerpo escondido en la tierra. La otra mitad, la que formaba su cabeza y su cola al mismo tiempo, estaba camuflada de tal manera que parecía una rama. El animal era un escorpión cuya, en lugar de acabar en un púa, terminaba con la cabeza de una cobra.

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Wanda se atrasó hacia atrás para huir del animal. Otros aparecieron a su alrededor. Nar se dejó caer de espaldas contra un árbol para que su pierna herida no le molestase a la hora de apuntar y matar a los híbridos. Oshu saltó al lado de la mujer cierva con sus dos espadas desenvainadas.

Fue entonces cuando aparecieron Hernan y Fernan, pero de la manera que a la compañía les hubiera gustado. Estos habían sido despedazados por una manada de híbridos entre caballo y licántropos. Uno de ellos sujetaba el brazo de desgarrado de Hernan, otro la pierna de Fernan y todos tenían las fauces manchadas con la sangre de los hombres tigres.

Como sucedió con Babel, Wanda hizo trampas. Debió mantener a su compañera con vida.

Caballos-licántropo:

_____________________

Los hombres rana se arrodillaron al ver a Nate Halliman pasar por el pantano. Les ofrecieron sus respetos y el cofre que guardaban en el agua. Después de consultarlo con la cara de su bastón, el rey del sur rechazó ambas ofrendas. Si las ranas les acompañaban, morirían.

-Cada Rey tiene a un ejército que le obedece, unos hombres bestias que no participan en el juego pero que mueren y sufren como vosotros- explicó Nate mirando hacia Hont.

Más adelante se toparon con la pared de metal por la que Bo Cheng e Hibou escalaron. Nate dio un golpe con el bastón un círculo oxidado. Toda la pared se derrumbó a sus pies.

-Servía para guardar a los híbridos, pero ellos han escapado y las paredes se han vuelto inútiles. ¿Tú las necesitabas?- le dijo a la cara sonriente del bastón - Claro que no. Nadie necesita una muralla que no puede proteger lo dentro de lo fuera y lo de fuera de lo de dentro-.

Hont se había dormido. Tosía y estornudaba en sueños. La ferma era más intensa, escalaba niveles con la misma velocidad con la que los monos-araña les perseguían. Hasta el momento, ningún híbrido les había atacado, pero estaban atentos, esperaban a que Hont muriera.

El rey del este quedaba cerca, casi podía lamer su desagradable olor a felino. Nate saltó a la cabeza de Ohm y vigiló la espalda. Híbridos por encima de la cabeza y el rey del este a la espalda. Mal asunto. Mostró su descontento dibujando un número vijo en el aire.

-¿Ocurre algo?-

-Ocurren muchas cosas- Nate notó los olores de otros cazadores - Ocurre que estamos atrapados-.

Cuatro ataques ocurrieron simultáneamente: una sombra invisible disparaba flechas por encima de la pared de la derecha, una pantera lanzaba piedras desde la pared de la izquierda, un oso corría hacia ellos por la espalda con las garras afiladas y la canción de una sirena enamoró a Ohm (ocurren muchas cosas).

El hombre elefante, hechizado por la sirena, cogió al rey del sur con sus grandes manos y fue aplastándole lenta y dolorosamente. Nate Halliman no soltó su bastón sonriente.

En algún lugar, escondido para que nadie le viera, debía de estar el rey del este, hombre ragueto número 17. Aquel que respondía al nombre de Scar.

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_____________________

* Asher:
Parte Syl Wanda no recordó las palabras de La Voz hasta que un híbrido no le atacó: mantén a tu compañero con vida. Babel ya fue castigado por abandonar a Abasi. Ahora es Wanda la que va a ser castigada. Deberás elegir si protegerla o abandonarla a su suerte. Lanzarás la Voluntad de los Dioses (primera runa).
Harambe: Indiferente con Syl y confía en Wanda
Wanda Indiferente
Oshu Confía en Syl y Nar. Indiferente al resto.
Nar Indiferente
Parte Asher Syl ya ha padecido el ataque de la reina del norte, es ahora de que tú padezcas el del rey del este. Scar se hizo con una pequeña compañía de cazadores que lidera y arma. Al contrario de Nate quien no ataca a no ser que le ataquen, el ragueto desea la muerte de aquellos que no estén a su lado y, por supuesto, el bastón sonriente. Te enfrentarás al grupo de cuatro cazadores: tigresa, oso, pantera y sirena. Tienes la opción de combatir a muerte, inmovilizar o dialogar. Tus rivales, por ahora, atacarán a matar. Como sea, deberás lanzar la Voluntad de los Dioses (segunda runa). Esta suerte, no solo pone en juego el resultado del combate sino lo escurridizo que pueda ser Scar. Es decir, si lo encuentras o no el próximo turno.
Hont Confía en Asher
Toriel Confía.
Ohm Confía.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Abr 07 2018, 17:37

Continuamos. Una vez más, el ambiente fue cambiando poco a poco. Los árboles eran distintos. La humedad aumentaba. Aquello le resultaba algo incómodo: no era a lo que estaba acostumbrado. Nada olía como debía oler. Tenía ganas de jadear. Aunque no había tenido problemas con el calor del arenal, ese bosque era casi asfixiante.

No tardaron en encontrarse con algo de la fauna local. Una abominación. Nar no tardó en poner fin a su existencia, pero había algo con él. Algo que a Wanda parecía importarle. El cuerno de su amiga... aquel hombre rata debía ser el compañero del cocodrilo. Syl esbozó una mueca. ¿Habría muerto primero, o lo habrían cazado esos bichos? Si era el caso... tal vez fuese mejor-

-¡Wanda!- exclamó el gato, alarmado. Otro de los monstruos fue a por ella en un ataque por sorpresa. La mujer consiguió evitarlo... por el momento. Syl alzó su ballesta. Había más. Tenían que hacer algo. Luchar o huir. Estaban en territorio desconocido, y algunos de los monstruos parecían estar diseñados para correr. Caballos... el pardo disparó su ballesta, apuntando a las piernas de los seres. Igual que con la mujer centauro. Si no podían moverse, no serían una amenaza.

Una amarga verdad se formó en la cabeza de Syl. Los monstruos iban sólo a por Wanda. Si la dejaba atrás, estaría a salvo. Sin embargo, Wanda les había salvado al actuar cuando nadie más lo hizo. Era la líder. Si la situación fuese más extrema, tal vez la habría dejado a su suerte. Pero en ese caso... no la abandonaría.

Sin embargo, algo encajó en su cabeza. La misma frase. Los monstruos iban sólo a por Wanda. Lo cual significaba qué...

Syl echó a correr hacia uno de los caballos malformados. El pardo saltó sobre su espalda y se impulsó hacia arriba, ascendiendo hasta la rama de un árbol retorcido y grueso. La criatura perdió el equilibrio y arañó el aire, sin conseguir nada. Esto le dio a Wanda una oportunidad para moverse.

-¡Solo atacan a Wanda! ¡Manteneos a la defensa, y corred! ¡Yo os cubro!- exclamó desde el árbol. Ese era su lugar. Desde ahí tenía una mejor visión de las cosas. El gato volvió a apuntar y disparar, intentando inutilizarlos de alguna manera. No tenía intención de matarlos a todos, o de quedarse atrás. El grupo continuó corriendo, y Syl les siguió desde las alturas, saltando de rama en rama.

Era inevitable que llamase la atención de algunos monstruos. Pero desde el suelo, no podían alcanzarlo. Al menos, no facilmente. Tenía que mantenerse alerta. En cuanto vio que los caballos ganaban terreno con el resto, se detuvo y volvió a apuntar su ballesta. Repetiría el patrón las veces que fuese necesario. Apuntar, disparar, saltar. Apuntar, disparar, saltar.

Saldrían de aquello.


_______________________________________________________________


Casi sentía vergüenza al ver como los hombres rana se arrodillaban ante Nate. Después de todo, les había dado una paliza minutos antes. Analicé las palabras del sapo con cautela. Un ejercito para luchar por él. Típico de un rey. Al menos este no les ordenaba que fuesen a morir.

Arqueé una ceja al ver como derribaba la pared de metal. Debía tener algún tipo de control sobre las instalaciones. Después de todo, las runas las había inscrito él. Tenian su voz. ¿Era aquello por lo que sería fácil llegar al Salón? No. No dijo que sería él quien abriese las puertas. Dijo que estaban abiertas. Halliman notó algo. El olor también me advirtió de los posibles enemigos. Pero ni siquiera eso me preparó para lo que ocurrió en ese instante.

Un ataque sincronizado. Flechas, piedras, un oso, y... ¿una canción? La mirada de Ohm cambió al instante. Algo iba mal. Había oido historias sobre sirenas que hechizaban con su voz. Como los vampiros. Pero no había agua cerca. Aun así, tenía que actuar, o el hombre rana acabaría aplastado. Empecé a correr.

Estaba fuera de la vista, pero la voz delataba su localización. No fue dificil encontrar a la mujer, colocada encima de una carretilla con agua. No tenía a donde ir. No por su cuenta, al menos. Me lancé hacia ella, agarrando su cuello con mi mano izquierda. La garra metalica rodeó su garganta, pero no le provocaría nada serio. Al menos, si cooperaba. Levanté a la mujer, dejándola bien a la vista. Tenía que presionar al resto. Aquella era la única forma de salir de aquello sin muertes.

-¡RETROCEDED AHORA MISMO, O LA CHICA MUERE!- grité. Un farol, al menos en parte. No quería matar a nadie. Pero tampoco dejaría que mi grupo muriese. -¡Nadie tiene por qué morir! ¡Voy a poner fin a este ridículo juego, así que apartaos! ¡Si queréis volver a casa... esta es vuestra mejor forma!- declaré. La mujer pez se estremeció, intentando liberarse. No tenían mucho tiempo para elegir. Si atacaban, la soltaría en el suelo. Si no... la devolvería al agua.


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Mensaje  Tyr Sáb Abr 07 2018, 17:37

El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Sáb Abr 14 2018, 17:37

Seamos sinceros, querido usuario. Tú no quieres leer las escenas que se van a narrar a continuación y yo no quiero escribirlas. La guerra no es agradable. En nuestros corazones, sentimos lo mismo que está sintiendo Syl en estos momentos: angustia, vacilación y terror. La diferencia entre nosotros y el hombre gato es que él está viendo a el presagio de muerte en el rostro de Wanda mientras que nosotros tenemos que imaginarlo. Y la diferencia entre tú y yo, usuario y Diosa, es que yo sé que va ocurrir, cosa que no me hace sentir mejor. Asher entiende que sus rivales han sido obligados a luchar y ganar (cazar); ellos son víctimas inocentes y, a pesar de ello, matan y son matados. Cada muerte, ya sea del grupo que has logrado reunir o de algunos de tus adversarios, es una derrota que se debe aceptar. Asher sabe que la intención de Coral es sobrevivir, pero por ello no teme amenazarla. Si acaba matándola, habrá matado a una persona inocente; si no lo hace, cabe la opción que ella sea quien lo mate. Ambas posibilidades suponen una derrota por la cual merece la pena sentirse tristes. Nate Halliman dice que las opciones no las dirigen los Dioses, no cree en ningún ente que sea superior a sus números; él asegura que el destino está en manos del KA, un nuevo número incapaz de ser escrito que domina a todos los demás. El KA obra a favor de un propósito desconocido y, para conseguirlo, hace que tomamos las decisiones crudas que desearíamos olvidar. “Los caminos del señor son inescrutables”. Permíteme si, a partir de este momento, dejo mis palabras en manos del KA. Nada de palabras bonitas, solo acciones y reacciones; tan solo KA. Mi escritura será rápida y precisa, no nos andaremos por rodeos. Así, tal vez, el dolor nos sea más levadora y, esta noche, no tendremos pesadillas por estar atormentándonos tras lo que va a ocurrir en la Gran Caza.

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Los peces, ejército de la Reina del Norte, consiguieron apartar las piedras que sepultaban la puerta. Los piratas habían desmontado una de las ballestas del barco y la empujaban por el camino, libre de piedras, que los hombres peces les habían dejado. La Reina del Norte, en último lugar, iba recitando, como si estuviera leyendo un poema, los nombres y los números de los cazadores con los que se cruzaría. El Capitán Fosh le amenazó que, si volvía a tomar posesión de un herido para intentar huir, la mataría.

La silenciosa mujer antílope llamada Nar tenía la espalda apoyada contra un árbol y disparaba a los híbridos. Igual como pasó con Abena, su voz cambió y pasó a ser la de la Reina del Norte.

-Preveníos-.

Harambe fue el primero en obedecer. Cogió el hueso de pájaro con la boca y escribió una runa de posición, la misma que le había quemado las manos y electrocutado a Syl, en el tronco de un árbol. Se sentó boca arriba y empujó con los pies el árbol hasta arrancarlo de la tierra. Río como un descerebrado. Hizo rodar el tronco hacia la dirección por donde venía el ejército de peces. El ataque fue como jugar a los bolos, juego en el que Harambe era especialmente bueno. La mayor parte de los peces fueron derribados y, los que no, se quemaron por el fuego de la runa arcana. El hombre gorila se encontraba descubierto cuando la enrome balista sonó. Saltó por inercia y se tapó la cabeza con las manos. El proyectil no apuntaba hacia él, sino hacia Nar. No pudo escapar, tenía una pierna herida. Su cuerpo quedó anclado al árbol. Los piratas recargaban la balista y la Reina del Sur les indicaba la posición del Hombre Gato Número 14.

Los híbridos serpiente-escorpión y caballo-licántropo se reorganizaron. La mitad se dirigía a Wanda, quien era protegida por los proyectiles de Syl y las espadas de Oshu, la otra mitad combatía contra Oshu sin que éste se diera cuenta. El hombre perro no se daba cuenta de lo que había sucedido siete metros atrás; ignoraba que su compañera había sido asesinada (cazada) y que ahora él era considerado un tramposo.

-¡Corred!- gritó Harambe – Hacia delante. ¡Vamos! - colaboraba las instrucciones de Syl.

Wanda cogió una liana y la bañó en un líquido, mezcla de ingredientes del bosque salvaje. La liana se tornó tan resistente como un pedazo de metal sin perder su flexibilidad. La utilizó como látigo para combatir a los caballos-licántropos. Al primero le rompió las costillas de un golpe, al segundo, que se encontraba casi encima de ella, le hizo rodar la cabeza en un ángulo de 180º.

Los cinco hombres bestias que corrían por el camino del Oeste escuchaban los sonidos de guerra que del camino del Norte. Pensaron en unirse. Syl y los demás deberían dar gracias a que estos cinco hombres bestias tuvieran asuntos más importantes que atender.

_____________________

De pie, en el umbral de la puerta del Este, Hibou observaba la guerra que Asher estaba teniendo. A su lado se encontraba Bo Cheng con un muslo de un animal sin clasificar en la boca. Ambos estaban vestidos con ropas de guerra. Hibou llevaba su uniforme de la Guardia de Lunargenta y Bo Cheng la arcaica armadura del séquito del Rey Mono. En una habitación del laboratorio, encontraron las armar y armaduras de todos los participantes. Ninguno de los dos se resistió a vestir con los colores que les definían: Hibou como alto mando y Bo Cheng como sumiso guardaespaldas. Las armas que portaban no les pertenecían. El hombre búho lleva a Brillo, la conocida espada de Asher, y el hombre mono la enorme maza de hierro que una vez hubo pertenecido a Ohm. Bo Cheng daba uso a su nueva arma aplastando la cabeza de una criatura, tan pequeña como una rata, y escurridiza como una lagartija

-Al Ídolo de la Luz y la Vida no le gusta ese lugar. Manda purificarlo, acabar con las abominaciones creadas por los hombres-.

-Llegamos con un siglo de retraso, - corrigió Hibou - pero estoy de acuerdo. Este lugar es repulsivo. Me avergüenza saber que mis descendientes nacieron por medio de estos bidones y probetas – con la mano izquierda, acarició su nueva mano derecha, en forma de tigre - Sin embargo, esto es lo que somos, no podemos negar nuestro pasado. Al contrario, mi buen amigo mono, debemos abrazarlo y aprovechar nuestros traumas en beneficio de la guerra-.

_____________________

Los grandes felinos preferían perseguir a sus víctimas en una mortal e innecesaria carrera. Los raguetos de Scar, el rey del Este, preferían esperar al acecho la oportunidad perfecta para abalanzarse en contra de su futura comida. Scar, que dominaba la estrategia tan bien como Hibou, puso una trampa en el escenario: Coral. La carretilla, que hacía a la vez la función de bañera, estaba situada en un lugar a la vista de todos. Si la mujer moría o vivía era irrelevante; su número era muy bajo como para prestarle interés. Asher, Hombre Perro número 9, mordió el anzuelo y el sedal. Un primer hombre ragueto, un capullo sin cerebro como los hombres rana, saltó a la espalda del hombre perro y le mordió en el hombro. Otros tres le siguieron. Se distinguía a los participantes de la caza con el ejército de Scar siendo los segundos ligeramente más pequeños que los primeros.

Scar salió de su escondite detrás de sus hombres. Se reía. Fue hacia Asher y pasó una uña por su pecho como si le estuviera afeitando. Le hacía ver lo fácil que le resultaba matar y que, a pesar de ello, no lo estaba haciendo.

-Hay dos objetos que me interesan. El primer se utilizó para maldecir este lugar y con el segundo el sapo lo intenta proteger. Los dos han de ser míos. Si me los traes, te perdonaré la vida-.

Tanto Bena y Dano como Vin y Coral aceptaron el trato del Hombre Ragueto, número 17.

La canción tuvo una pausa de dos segundos, en los que Coral creyó que el hombre perro le había matado. En ese momento, Ohm recuperó la consciencia. Soltó a Nate Haliman y agarró al hombre oso de los puños. Cuando la canción regresó y el elefante fue hipnotizado de nuevo, Dano fue derribado y Toriel se adueñó de su hacha.  

Desde las sombras, la arquera seguía disparando sin tener un objetivo fijado. Vin dejó de lanzar piedras y se escondió.

-¿Te preocupan tus amigos?- Scar señaló a Toriel. La mujer vaca esquivaba los puños del elefante sin dejar de abrazar la empuñadura del hacha robada. (Las preguntas que se hacía no son agradables de describir). – La canción matará a la vaca y los híbridos al elefante. De la zarigüeya no debería preocuparme. Piénsalo bien. Cuando esto termine, estarás solo- el pequeño ragueto a la espalda de Asher aflojó la mordedura- Basta que digas una palabra para que esta batalla absurda termine. Con un simple “sí”, salvarás la vida de tus amigos. Es muy fácil-.

Vin lanzó una piedra al ragueto que atrapaba Asher por la espalda. Scar se giró y buscó el lugar de dónde venía el proyectil. No logró verlo. Vin estaba escondido como Bena le había enseñado.

-No seremos tus cazadores- Bena se descubrió de su escondite de un salto y disparó a sus verdaderos objetivos – Perro, no dejes que te manipule. ¡Estamos contigo!-

El Rey del Este corrió a cuatro patas hacia la desagradecida arquera.

Coral seguía cantando por miedo.

Hont se levantó del suelo. Nate Haliman le llevaba de la mano. Zarigüeya y sapo caminaban hacia la puerta del Este. Hont era un héroe y Nate lo necesitaba para sanar la maldición de las bestias.

_____________________

* Asher:
Parte Syl Nar ha muerto, con una pierna rota no ha podido seguir el ritmo de los otros miembros del grupo. Corre hacia el Gran Salón, hacia el laboratorio.  Una vez llegues al umbral, deberás dejarme a mí la descripción del interior de éste. Habrás notado que hay unas piedras en el mapa antes de llegar a la puerta; es una muralla de metal caída. Si los caballos-licántropos han pasado, tal vez los tuyos también puedan. Voluntad de los Dioses decide el futuro de los npcs  y tus acciones el tuyo. (Runa 1)
Harambe: Indiferente con Syl y confía en Wanda
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Oshu Confía en Syl. Indiferente al resto.
Parte Asher Tus personajes no saben los planes de Scar, pero no dudo que tú ya lo has deducido. Bena y los demás han decidido traicionarlo. Es la primera vez que se descubre ante ellos. El Rey del Este le gusta estar escondido. Deberás decidir el bando: Rey del Este o traidores al Rey del Este. Voluntad de los Dioses decide el futuro de los npcs  y tus acciones el tuyo. (Runa 2)
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Mensaje  Asher Daregan Miér Abr 18 2018, 22:06

Una vez más, algo había cambiado. Los ojos de Nar fueron los mismos que los de Abena. Su voz también. Todo pasó demasiado deprisa. La misma persona que les advertio fue la siguiente en caer. La balista le atravesó el estómago. El gato apretó la mandíbula, horrorizado. Tenía que seguir. La adrenalina y el instinto de supervivencia se reforzaron. Los híbridos no eran el único enemigo.

-¡VAN A POR TODOS! ¡CUIDADO CON LOS HÍBRIDOS!- gritó Syl. No podía decir más. No en ese momento. La balista seguía siendo una amenaza demasiado grande. Pero era una amenaza que conocía.

"Es como una ballesta... pero grande. Y lenta. Y mucho más letal." Le habían dicho. Las murallas de Dalmasca habían usado esas armas para defenderse. No eran tan útiles, por supuesto: salvo que esperes enfrentarte a otras estructuras, era más fácil disparar arcos. Pero eran muy intimidantes. Lo importante, sin embargo, era que seguían el mismo principio. Si aciertas, ganas. Si aciertas.

Syl acertaba a menudo. Sabía como disparar. Sabía que había ciertos objetivos que eran difíciles de acertar. Con entrenamiento, uno podía predecir donde iban a disparar. Era algo básico del tiro con arco. Dispara donde vayan a estar, no donde estén. También sabía que era frustrante lidiar con animales que uno no conoce. Eran impredecibles, después de todo. Sabías que iban a huir, pero no sabías como.

Y lo más importante, Syl sabía como moverse para ser impredecible.

Dejó de disparar. Tenía que centrarse en salvar la vida. Saltó de las ramas al suelo, donde tenía más control. Y empezó a esprintar con todo lo que podía. Si corría en linea recta, moriría. Si no había nada entre la balista y su cuerpo, moriría. Y por ello, rodeó los árboles. Podía adivinar de donde venían los disparos. Cuantos más troncos hubiese entre ellos, mejor. Pero incluso eso no era suficiente. Aquello no había salvado a Nar. Zigzagueó alrededor. Su carrera parecía la de un lunático, pero podía salvarle la vida. Saltó obstaculos invisibles, se deslizó y ladeó cosas que sólo existian en su cabeza. A veces, daba un paso hacia atrás. Pero nunca se quedaba quieto.

Daba igual si no podía esconderse. El ocultarse solo era la mitad del trabajo.

Había algo en el camino. Algo a lo que se acercaban, cada vez más. Una muralla caída. Superarla no sería complicado, pero tampoco detendría a los híbridos. Sin embargo, tal vez podía servirse de ella. Syl saltó y trepó entre los escombros, tomando una posición aparentemente inútil... solo para dejarse caer al otro lado de la muralla.

El que operase esa balista tenía que sentirse muy frustrado. A Syl le habría gustado verle la cara. Y abrirle un agujero en la frente.

__________________________________________________


Una sorpresa inesperada hizo que soltase a la mujer sirena, que cayó a su carretilla llena de agua. Algo se había hundido en mi hombro, a juzgar por la punzada de dolor. No era simplemente una flecha. Aquella cosa estaba viva. Llevé mi mano hacia él, buscando arrancarmelo y lanzarlo al suelo, pero no estaba sólo. Otro animal le siguió. Y otro. Y otro. ¿Híbridos?

No podía estar seguro. Estaban enganchados en zonas concretas, inmovilizandome. No podía doblar los brazos. El gruñido de aquellos seres se hizo más fuerte. Pensé en mi siguiente movimiento. Lo más fácil sería dejarme caer de espaldas y aplastarlos. Incluso sin armadura, mi peso debía ser suficiente para incapacitarlos. Pero antes de que lo hiciese, un hombre ragueto apareció de entre los árboles.

-Uno de esos... "Reyes."- gruñí. A juzgar por lo que había dicho Nate Halliman, cada uno tenía un pequeño ejercito. No me sorprendía que se hubiesen dado ese tipo de ventaja. Los tres felinos a mi espalda debían ser parte del suyo.

Reí amargamente. ¿Un trato? ¿Aquel tipo esperaba que... le ayudase? ¿Trabajase para él? ¿Por la vida de mis compañeros? Era cierto que quería que Toriel y Ohm saliesen vivos de aquello. No merecían morir. Hont tampoco. Pero lo que pedía el felino... no. Debían ser objetos malditos. Los objetos de Hedgecomb. Como la fuente de la juventud. Maldije mentalmente al hombre. ¿Hasta aquello era culpa suya?

No tenía muchas opciones. Dudaba de que el ragueto tuviese buenas intenciones con esos objetos. Salvar a mis compañeros y condenar al resto. O dejar que muriesen y mantener mis principios. La sonrisa arrogante de ese Rey me dejaba claro que esas eran las únicas opciones. Al menos, debían serlo en su cabeza.

-Y yo que creía que Eltrant era idiota.- sonreí. Una piedra alcanzó la cabeza de uno de los felinos de mi espalda, derribándolo. Golpeé al de mi hombro en la cabeza, haciéndole abrir la boca, y lo atrapé en el aire para lanzarlo contra el primero.

La arquera de antes se reveló. Estaban conmigo. Aquella situación había cambiado por completo. Pero Ohm debía seguir hipnotizado.

-¡Haced que vuestra amiga se calle!- ordené, deshaciéndome de los otros dos gatos. Empecé a correr. El hombre ragueto estaba corriendo hacia la tigresa. De ninguna manera iba a permitirlo. -¡EH, REY GATO!- grité. Los símbolos rúnicos de mis piernas empezaron a brillar. Era el momento de demostrar lo que podía hacer. Durante ese instante, me sentí muy ligero. Como si todo se hubiese detenido. Me deslicé entre los árboles, atravesando ramas y arbustos sin alterarlos en absoluto. La distancia entre él y yo desapareció por completo. Y antes de que pudiese haber pestañeado, estaba delante de él.

-¡PERDÓNAME LA VIDA, CAPULLO!- exclamé, lanzando una patada dirigida a su cara.

___________________________________________________

Asher intercepta a Scar usando Impulso. Y aprovecho que está a cuatro patas para golpearle en la cara.

Syl usa Preparación. No tiene virotes incendiarios, pero... al menos sirve para esquivar un ataque de proyectil. O eso espero.

Padre Tyr que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Perdona a los NPCs usados con tu tirada de runas. Protegelos y sálvalos y bla bla bla. Y haz que Sigel deje de intentar matarlos.


Última edición por Asher el Vie Abr 20 2018, 15:30, editado 1 vez
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Mensaje  Tyr Miér Abr 18 2018, 22:06

El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Vie Abr 20 2018, 18:03

Su nombre era Agatha, Mujer Pez número 10, y era la Reina del Norte. Su título de nobleza era totalmente inmerecido. Nadie le había nombrado Reina, aun así, tenía que decirlo para hacerse notar superior al resto de los participantes de La Gran Caza. Quizás a los otros tres Reyes les habrá funcionado; a ella no. Cuando Fosh y Cinurón encontraron a Agatha en la bodega del barco, vieron en ella un tesoro y un arma. No se arrodillaron ni rindieron pleitesía como habría podido esperar. Cinurón inmovilizó a la chica y Fosh se proclamó capitán del barco. Luego vinieron las preguntas y Agatha le contó lo que sabía y lo que no se lo inventó de manera que sonase convincente.

-Soy alumna del Hekshold. La maestra Lise Meitner me ha enviado para que investigase sobre el paradero de dos armas- aquello era verdad- Estas tierras han sido corrompidas por éstas armas- eso era una suposición- Mi deber es salvarlas- y lo último se lo había inventado.

Contó a sus captores cómo conoció a los otros Reyes, quiénes eran y quiénes poseían armas malditas. Les dijo que se había infiltrado con ellos, fingido ser su amiga, para luego matarles por la espalda y tomar las armas. Una cuarta parte de la Gran Caza la había preparado ella.

-Me encargué de localizar a los participantes y hacerles dormir. Puedo ayudaros, si no me matáis prometo os diré dónde se encuentran vuestros enemigos. Les podéis matar antes de que ellos sepan que habéis llegado. La maestra Meitner me ha educado con las dotes de predicción y clarividencia-.

Y así fue cómo el capitán Fosh supo a qué dirección apuntar la balista para poder alcanzar a uno de sus enemigos.

El ejército de hombres peces fue un obsequio adicional de la Reina del Norte que, cuando la ocasión sea propicia, dirigiría en contra de los captores. Ocasión que no parecía llegar nunca. Fosh y Cinurón eran conscientes de su inferioridad numérica y de la baja puntuación que habían recibido como cazadores. Se movían con cautela. No ejecutaban ningún ataque no sin antes asegurarse de que Agatha les estuviera contando la verdad.

-Quedan cuatro personas con vida: Oshu, Wanda, Harambe y Syl. En la proximidad de la puerta norte. Los dos primeros están siendo acosados por los híbridos. Los otros dos heridos. Gira la balista 30º a la derecha y 10º en vertical. El proyectil atravesará el pecho de Syl-.

- ¿Lo ves claro? - la pregunta del capitán estaba cargada de ironía, Agatha tenía los ojos vendados para ser consciente de aquello que no podía ver.

-Como el mar- era un chiste de peces.

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_____________________

Era la segunda vez que entraba al laboratorio. La primera fue para maldecirlo, esta segunda esperaba que fuera para conquistarlo. No fue así. La mayoría de tanques de producción habían sido destruidos (lo que se traducía a nuevos híbridos libres), la tecnología de los primeros hombres se había usado recientemente y alguien, que no era un Rey ni un miembro de su grupo, había bebido del líquido fetal.  Todo esto quería decir que una pareja llegó al laboratorio antes que ellos. Jason Bosne, Rey del Oeste, río con una sonora carcajada. El feto de la probeta que le servía como colgante pasó de parecer un delfín a un búho.

Mientras el Rey reía, los cuatro participantes rebuscaban entre los cofres abiertos y inspeccionaban vacilantes las habitaciones. Gaia reconoció que le asustaba la diversidad de formas y tamaños de los híbridos, todavía en formación, del interior de los bidones de reproducción. Anubis, en cambio, sintió tristeza y odio.

Ran encontró una sala repleta de cofres abiertos. Las armas y armaduras de su interior era la que pertenecían a los participantes de La Gran Caza antes de ser capturados.

-Te recuerdo que nos prometiste riquezas y poder. Nosotros te acompañábamos al centro y te entregábamos nuestra sangre a cambio de que tú nos dejases beber de tu frasco- le dijo Amón a Jason Bosne.

El hombre mezcla de varios animales, el Rey del Oeste, se llevó una mano a la barba. Su risa estridente pasó a ser una sonrisa que esgrimía toda su dentadura. Fue donde Amón y le hizo una señal con la garra para indicarle que se arrodillase. Se descolgó el frasco del cuello y le dio de beber del infinito líquido fetal al Hombre Perro número 1. El feto volvió a cambiar de forma: ahora era un perro.

-Ahora posees mi don, que es el de todas las bestias-.

Por orden, Gaia, Anubis y Ran también bebieron del frasco de Bosne. El feto cobró la apariencia de una gata, un galgo y un cocodrilo.

-La caza no ha finalizado. Ayudadme a recolectar la sangre de las bestias y encontrad la segunda arma-.

-A sus órdenes majestad-.

-Vosotros no habéis sido los primeros en beber el don. Estos bidones, los que quedan en pie y los destruidos, los maldije con la sangre del feto. El líquido fetal que alimentaba a los híbridos se corrompió mi objeto. Aquellos que han llegado antes que nosotros ha bebido de este líquido y, seguramente, en mayor proporción-.

-Les mataremos a ellos también- se adelantó Gaia.

-No. Ellos ya sirven nuestros propósitos, aunque no lo sepan-.

La puerta del norte cayó en picado. Un arpón del tamaño de metro y medio se clavó en su madera y la terminó derribando.

-Gaia y Ran, encargaos de ellos. Divulgar mi palabra y si no la aceptan, matarles. Amon y Anubis, venid conmigo. En el piso superior quedan bidones por abrir e híbridos que conocer-.

Un hombre gorila, un hombre perro, una mujer cierva y un hombre gato entraron por encima de la puerta.

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Su estrategia para ganar la Gran Caza era la de matar a los poseedores de las armas antes de que ellos le matasen a él. Para ello, reunió a un grupo de cazadores lo suficientemente grande y bien armado para que tendiese por sorpresa a Halliman y Bosne. Prometió a los cazadores lo mismo que el Rey de Oeste prometió a su grupo: riquezas y poder. El error fue que no tenía nada con que demostrar su palabra. Las promesas se las llevó el mismo viento que empujaba las flechas certeras de la mujer tigre. Los hombres raguetos murieron con una flecha clavada en la cabeza. Scar fue derribado por el perro. La humillación que sintió por haber sido traicionado y derrotado al mismo tiempo fue, literalmente, letal. Antes de que el Hombre Perro Número 8 le hiciera hablar; Scar dio un fuerte cabezazo contra el tronco del árbol de su costado. El dolor de la muerte fue más leve que la humillación.

_____________________

-¿Voy a morir?- preguntó Hont a media voz.

-No mientras sigas caminando y hablando-.

-Me cuesta-

-Lo sé. Tienes ferma de número vijo-.

-Hablas muy raro- Hont intentó sonreír -¿Dónde vamos?-

-Escapamos de los hombres malos y buscamos a la cierva doctora. Mi amigo dice que tiene ingredientes para curar tu ferma. Ya lo hizo una vez-.

-Mientes – tosió- Mi hermana, Hanna, mentía como tú. Decía que íbamos a un sitio para hacer algo bueno cuando en realidad hacía algo muy malo. Tú también quieres hacer cosas malas-.

Halliman respondiendo croando.

-Los héroes de verdad somos difíciles de engañar-.

_____________________

Halliman y Hont eran personas pequeñas. Pudieron pasar agazapados por delante de Hibou y Bo Cheng sin que se dieran cuenta. Una vez en el laboratorio, vieron Gaia y Ran enfrente de Syl y Harambe en el centro del Salón. Por la puerta norte entraban el capitán Fosh y Cinurón arrastrando Agatha. EL hombre tiburón había roto la mandíbula de la Reina del Norte de un puñetazo. A quienes no vieron fue a Amón, Anubis y Jason Bosne.

-Vamos al tejado-.

Hont dio un paso y se cayó de rodillas. Tuvo la necesidad de cerrar los ojos y quedarse dormido para siempre.

-No me ayudes. Todavía… puedo-.

-Esa mujer cierva será quien te cure cuando hayamos terminado de…-

-Hacer la cosa mala-.

Nate escaló la pared del laboratorio hasta llegar al tejado. Llevó a Hont y a su amigo, el bastón con la cara sonriente, cargados a la espalda. Una vez arriba, dibujó una runa arcana en el aire y le dijo a Hont que contase lo que él le había dicho antes.

Todas las runas de voz de La Gran Caza sonaron al unísono con la voz de Hont.

-Hola. Soy Hont, un hombre zarigüeya, no un número. Desperté con mi amigo Asher. Nos dijeron que teníamos que matar a los otros hombres bestias. La última pareja en pie tenía premio. Mentira. Cuatro hombres bestias que se hacen llamar Reyes se lo inventaron. Ellos son cobardes e inteligentes. Se odian, quieren las armas que el otro tiene. En lugar de pelearse entre ellos inventaron una pelea absurda. Quieren que nosotros hagamos el trabajo sucio. Eso no es todo. Dos de los falsos reyes tienen dos armas malditas. La primera se alimenta de la sangre de nosotros, los animales. La segunda de nuestras sonrisas. El falso rey con el arma de las sonrisas no ha utilizado su magia; pero lo hará si le atacamos. El falso rey que tiene el arma de las bestias la utilizado contra nosotros. Y una cosa más….-

Las runas de voz se callaron. Hont cayó de boca contra el suelo. Se quedó dormido. Lo último que se escuchó fue un sapo croar.

_____________________

* Asher: Ya conoces todos los secretos de La Gran Caza; al menos lo más importantes.
Parte Syl Delante de ti tienes a Gaia y Ran. Están malditos por el objeto de Jason Bosne. Ellos intentarán reclutar para su “nueva religión”, la cual se centra en el don de las bestias y tiene como “Dios” el objeto maldito de Jason Bosne. Si te niegas te intentarán matar. A tu espalda tienes a Fosh y Cinurón. Ellos son dos necios. Aunque han escuchado la historia de Hont, insisten en matar. Agatha les ha traicionado en el último momento y lo ha pagado con puñetazo en la boca. No olvides a los híbridos, quienes seguirán atacando a Oshu y Wanda. En el siguiente turno deberás resolver estos tres problemas. Voluntad de los Dioses (Runa 1)
Harambe: Indiferente con Syl y confía en Wanda
Wanda Indiferente
Oshu Confía en Syl. Indiferente al resto.
Parte Asher Tu grupo se hace más fuerte. Con Scar muerto y la historia de Hont, los animales que iban con él no dudaran en unirte a tu grupo. Deberás dirigirlos hacia el laboratorio central Allí encuentras con Hibou esperándote en la puerta. El hombre búho ha enloquecido. Ha bebido del líquido amniótico que mantenía con vida a los híbridos en sus respectivos bidones. Querrá matarte y quedarse con uno de tus miembros como hizo con Hernan y Fernan. Por otra parte, puedes llegar a ver a Syl y los demás en el interior del laboratorio. Hibou no dejará que te unas con él. Aunque Bo Cheng e Hibou están en inferioridad numérica, están mucho mejor armados que tú.  (Runa 2)
Hont Confía en Asher
Toriel Confía.
Ohm Confía.
Nate Halliman Indiferente
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Abr 28 2018, 20:34

La puerta se alzaba, justo delante de ellos. De alguna forma, habian sobrevivido aquel paso. Pero no estaban fuera de peligro. Tanto Oshu como Wanda seguían en combate con aquellas bestias. El hombre perro era ágil, y podía prácticamente bailar alrededor de aquel caballo mientras esquivaba sus zarpazos y hundia sus espadas en su piel. Se movía con un patrón casi hipnótico. Esquivar, esquivar, hundir espada. Esquivar, sacar espada. A cada zarpazo, los gruñidos del monstruo se hacían más fuertes, pero sus movimientos se ralentizaban. Y, finalmente, dejó de moverse.

El arma improvisada de Wanda parecía ser más temible de lo que había imaginado. Si en algún momento pensaba que no sabía defenderse, estaba muy equivocado. El alcance y la fuerza de esa liana eran temibles, y consiguieron acabar con la vida de más de un híbrido. Y aun así, Syl no podía descansar.

-Está cerrada.- dijo el gato. Sabía que una simple puerta de madera no les iba a detener. Su compañero gorila podría derribarla sin pensarlo demasiado. Pero Syl alzó una mano, deteniendole. Se quedó quieto. Muy quieto. Durante unos instantes, notó como si el corazón se le subiese a la garganta. Era más que evidente que habían ido a por él. Los múltiples proyectiles que habían estado cerca de atravesarlo eran suficiente prueba. Y por eso, estaba esperando. El intervalo entre disparos era de entre doce y quince segundos, dependiendo de lo mucho que se moviese.

Solo le quedaban cuatro. Tres. Dos. Uno.

El chasquido llegó dos segundos tarde. En cuanto lo escuchó, Syl se lanzó hacia un lado de un salto. El proyectil se hundió en la puerta, echándola abajo. Doce segundos.

-¡Vamos!- gritó Oshu. De nuevo, estaban entre la espada y la pared. Incluso si era una trampa, no había tiempo. Entraron uno tras otro. La estructura del interior... no era lo que esperaban.

-¿Esto es el salón de la Gloria? ¿Que parte de esto es glorioso?- gruñó Harambe. Syl se cubrió detrás de una pared metálica. Tal vez la puerta fuese debil, pero los muros podrían detener la balista sin problemas. Un estruendo metálico al otro lado lo confirmó.

-Hay más.- advirtió el canino, aún en posición defensiva. Syl miró hacia donde estaba enfocado. Dos figuras. Una... ¿humana? No. Casi, pero tenía cola. Su compañero era un cocodrilo. Y aunque no habían atacado aún... parecían dispuestos a ello.

Pero algo hizo que todos se detuviesen. Incluso los disparos de artilleria. Una voz que no reconocía sonó por todas las instalaciones. Una voz que afirmaba haber despertado junto a Asher. A pesar de la situación, Syl se sintió aliviado. Si estaba allí... podía hacer algo. Podía solucionar aquello. O al menos, eso esperaba. Pero la voz continuaba. Todos la escucharon atentamente.

Una guerra de cuatro falsos reyes. Por eso estaban allí. Era curioso, pero en aquel momento, esa información no cambiaba nada. Los enormes proyectiles de asedio volvieron a impactar contra el metal. Las figuras se acercaron. Y la semihumana habló.

-Habéis hecho bien en llegar hasta aquí.- comenzó. -Yo diría que os merecéis una recompensa.- La humana dejó escapar una pequeña risa y extendió sus uñas. De alguna forma, estaba... cambiando. Una capa de pelaje negro empezaba a cubrir su piel, poco a poco. -Es muy sencillo... solo tenéis que aceptar el don...-

-No os pasará nada... mientras aceptéis el regalo de la sangre.-

-¿Estais mal de la cabeza?- preguntó el gorila.

-¡Nos están atacando!- intervino Syl. El metal estaba crujiendo más y más. Los chirridos revelaban algo claro. No iba a tardar en ceder por completo. -¡Ayudadnos con los híbridos y los de la balista! ¡Luego os escucharemos!- dijo.

Por supuesto, aquello era mentira. No era ningún idiota. Acababa de oir muy claramente como uno de los reyes tenia un arma que se alimentaba de sangre. Pero en esos momentos, no tenía muchas opciones, y ganarse más enemigos no iba a ayudar.

Las primeras criaturas empezaron a aparecer por la puerta. Al otro lado del laboratorio, casi una decena de siluetas atravesó la sala.

-¡SYL!- No... ¿Podía ser...?

-¡ASHER!-

________________________________________________________________


Mi pie impactó contra la cabeza del felino de una forma increiblemente satisfactoria. Aquello fue suficiente para derribarlo. El "rey" cayó al suelo, rodando dolorosamente por la propia velocidad a la que iba hasta impactar contra un árbol. A juzgar por el crujido, era probable que se hubiese roto algún hueso. Sonreí. No lo había visto venir. Me acerqué con paso confiado. El riesgo había pasado. Los raguetos dejaron de atacar.

El hombre me miró, desafiante. Y antes de que ninguno de los dos dijese nada, dio un fuerte cabezazo contra el árbol con el que había impactado. Y cayó al suelo.

Su sangre empezó a resbalar por su frente. Le miré atentamente, sorprendido. Había dejado de respirar. Se acababa de suicidar. Aquello era gracioso y macabro por partes iguales. Registré el cadaver, pero el hombre no parecía tener nada de valor o utilidad. Esbocé una mueca. Menudo rey...

Poco a poco, la situación empezó a tranquilizarse. El más joven del grupo, el que había estado tirando piedras, se acercó a la sirena y empezó a tranquilizarla. La mujer del arco tocó el cuello del rey ragueto, antes de levantarse y acercarse a mi.

-Buena caza, perro. Soy Bena.- Luego, señaló a una figura sobre la hierba. Un hombre oso se estaba levantando y estirando, algo magullado. -Él es Dano. El chico pantera es Vin, y la sirena, Coral.- dijo. Tomé nota mental rápidamente, mientras me acercaba al resto. Ohm parecía desconcertado, y Toriel seguía abrazando un hacha que no era suya, pero nadie parecía tener heridas graves.

Sin embargo, faltaba alguien.

-¿Donde está Halliman...?- No. Espera. -¿DONDE ESTÁ HONT?- pregunté, alarmado. El hombre zarigüeya no estaba ahí. ¿Cuando se había despertado? Llevaba inconsciente durante un largo rato. No podía haberse levantado e ido por su cuenta. Maldije al sapo entre dientes. -El salón. Sólo podemos ir al salón.- dije, sacudiendo la cabeza. Lo miré fijamente. La entrada estaba a sólo unos metros. -¡VAMOS!- ordené.

Hubo ciertas quejas por lo bajo, pero emprendimos la marcha de nuevo. Vin llevaba a la sirena en una carretilla. Toriel le devolvió el hacha a Dano, pero no sin una fuerte reprimenda. Pareció costarle al principio, pero el oso acabó disculpándose. Nuestro grupo empezó a crecer. Los raguetos que habían seguido al rey nos estaban siguiendo. Y no con intención de luchar. La voz de Hont empezó a sonar por las runas del bosque. Y lo explicó todo. El motivo de la caza. Las armas malditas. Un arma de sangre. Un arma de sonrisas. Mi paso se aceleró cada vez más. El rugido de los animales incrementó. Iba a acabar con todo aquello.

Entramos al Salón. Gruñí. Era similar a la base de los bio-cibernéticos. Y al templo del arenal. Metal y más metal. Pero la respuesta debía de estar allí.

Había más gente dentro. Había un olor inconfundible. Una figura, al otro lado del edificio, en la otra puerta. Una que deseaba ver, pero no en ese sitio.

-¡SYL!

-¡ASHER!-

Un movimiento interrumpió mi carrera. La figura del hombre buho saltó por encima y lanzó un tajo vertical que esquivé de un salto. Hibou. Mostré los dientes con un gruñido feroz. No tenía tiempo para esto.

-No tan deprisa.-

-Tú. ¿Te has vuelto loco?- pregunté. Examiné al búho, poniendo cierta distancia entre ambos. Esa espada... Brillo. Espíritus, que ganas tenía de matarlo. No era lo único que llamaba la atención. El brazo de Hibou... ahora era el de un tigre. Le miré a los ojos. Aquello respondía mi pregunta.

Bo Cheng se deslizó entre las sombras para acabar junto a su compañero, armado y protegido por partes iguales. Maldije entre dientes. La diferencia de número era abrumadora, pero... no ganariamos sin bajas. No salvo que hiciese algo.

-Has perdido la cabeza. Has traicionado todo lo que eras... ¿para qué? ¿Tener partes de otros animales? Imbécil.- dije, negando con la cabeza. No entendía que clase de magia era aquella. Recordaba a un nigromante que había hecho criaturas grotescas y similares. Miré a Bo Cheng. -¿Y tú? ¿Que ha pasado con el Ídolo de la Luz y de la Vida?- pregunté, recordando la religión del mono. -¿Acaso es esto lo que querría? ¿Convertirse en una... abominación, creada por los humanos? ¿A ti te parece que esto se acerca a convertirse en Dios?- inquirí, furioso.

-¡Mira a tu compañero, maldita sea! ¿Por donde crees que te está llevando? ¡Mira su mano! ¡Te ha estado manipulando! ¡Tenemos que acabar con este sitio!-

-Se te ha acabado el tiempo.- dijo el buho. La hoja de Brillo empezó a hacer honor a su nombre. El hombre buho lanzó un tajo horizontal al aire, enviando una onda plateada en mi dirección. Debía de ser muy idiota si creía que me iba a pillar desprevenido. Estaba usando arma. Me deslicé hacia un lado, evitando el proyectil, y cargué hacia él con la garra metálica en alto.



____________________________________

Syl intenta convencer a la pareja de que les ayude. Asher intenta convencer a Bo Cheng de lo mismo. Tyr, ayúdame tu a mi o te rompo.
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Mensaje  Tyr Sáb Abr 28 2018, 20:34

El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Sáb Mayo 05 2018, 18:31

Todo cuanto sabía se lo debía a los dragones, convivió con ellos tres cuartas partes de su vida. La primera vez que vio a uno era un inocente mono. Creyó que se trataba de un Dios que había descendido del cielo para provocar el Ragnarok. El recuerdo le vino a la mente cuando escuchó la voz de Hont a través de las runas. Gron estaba guisando un caldo de raíces cuando Hont habló. La olla se le resbaló de las manos y desparramó el caldo caliente sobre sus pies. Dio un salto poniéndose en posición de alerta y gritó a viva voz.

-¡Esto lo conozco! Son los dragones que han venido para devolverme a las montañas-.

-No,- contestó Zafar mirando desafiante las nubes- no es un dragón quién habla. Se llama Hont. Una pequeña zarigüeya con complejo de caballero- se relamió los labios- El desgraciado me descubrió robando en la casa de un conde. Veinte guardias humanos, grandes montañas, fallecieron a mis pies. Tuvo que derrotarme un renacuajo con suerte. El mismo que ahora nos está salvando. ¿No te parece irónico?-

-Mucho- orangután y tigre rieron la broma -¿Dónde vas con esos cuchillos? Pensé que el plan era mantenerse al margen hasta que todos se maten entre ellos-.

-Lo era hasta que el pequeño habló. Vamos a ayudarle-.

-¡Esperad, nosotros no somos tan rápidos!- dijo una voz exhausta.

-¡Esperadnos!- continúo una segunda – Nosotros teníamos el mismo plan que vosotros, pero lo queremos cambiar-.

-Soy Rojo-.

-Y yo Negro-.

-Somos…-

-Los números menores-.

-Y si estamos vivos es gracias a los Dioses-.

_____________________

Dano y Ohm fueron al pantano de las ranas del Rey del Sur para llenar los cubos de agua para carretilla de Coral.  Durante la batalla, la carretilla se giró volcando el agua (con la sirena) y rompiendo sus tres ruedas. Los hombres se propusieron voluntarios de ir al pantano y volver con cubos repletos de agua. Correrían más rápido que nunca.

El elefante le habló de cómo había conocido a Toriel y los peligros que se habían enfrentado en el bosque del sur. Le confesó que estaba enamorado de la mujer vaca y que daría su vida para salvar la de ella. Dano admiraba a Ohm.

-Mi mujer y mis hijos perecieron por la enfermedad de los dragones. Me afilié a un grupo de licántropos, rebeldes, que demandaban libertad en contra de las leyes impuestas por el centinela Melena Blanca. En un año, vi tanto dolor y sufrimiento que olvidé el significado natural de la palabra amor. Gracias por recordármelo, amigo-.

Ya en el lago escucharon lo que Hont contó por las runas. La voz sonaba entre los árboles y desde el interior del agua.

Las ranas danzaban de alegría como si fueran miembros de una tribu.

Oso y elefante se miraron las caras. Sonrieron. Ya no tendrían que cazar.

_____________________

Vin vaciaba la poca agua que le quedaba en la cantimplora encima de Coral. La mujer pez escampaba el agua por su cuerpo: su cintura, su cola, sus pechos… El chico se quedaba embobado mirándola.

-¡Es muy poca! ¿No tienes más?-Vin tragó saliva- Sí, sí que tienes. Acércate y deja que…-

Bena se interpuso en el momento justo. Cogió el brazo derecho de Vin y lo apartó de un empujón de Coral. La intención de la sirena era secar, literalmente, con un beso a Vin.

-¡GATA CABRONA! ¡MORIRÉ SIN AGUA!-

-Agradece que Vin te haya regalado el agua de su cantimplora. Dano y Ohm no van a tardar mucho más. Tendrás que resistir unos minutos o rendirte y morir. Si fuera por mí, te habría matado hace horas-.

-Lo siento, Vin tenía las manos unidas en un mismo puño y miraba hacia el suelo- es mi culpa. Yo…-

Bena soltó el brazo de Vin ara cogerle por la nuca. Le empujó sobre su peso y le besó en la boca.

-Recuerda el sabor de mis labios la próxima vez que Coral intenté hechizarte-

-Miau- suspiro Vin un maullido.

-¡Quieres que me muera!-

-Silencio, he oído una voz-.

Los tres escucharon la historia de Hont.

_____________________

-¿Y los tesoros?- el capitán Fosh gruñía en la cara de la Reina del Norte- Prometiste tesoros y poder. Si la historia de La Voz es cierta aquí no encontraremos de nada eso. ¡Nos mentiste! Cinurón, hazle saber qué le hacemos a los mentirosos-.

El capitán se apartó para dejar pasó a su compañero. Cinurón le quitó la venda de los ojos a Agatha. Con ambas manos, hizo fuerza en la mandíbula de la mujer abriéndola hasta límites imposibles. Sonó un fuerte crujido. La quijada de la chica se desprendió del resto de la boca. La sangre chorreaba como una cascada. Agatha se resistía a llorar. Cinurón, no contento con el dolor causado, pasó su sádico trofeo por los ojos de la chica y le golpeó en la cara con él.

-Sin mentiras. Vamos a terminar con lo que hemos empezado. Señala la dirección correcta. No dónde está, sino dónde va a estar el hombre gato-.

Agatha negó con la cabeza. Las piernas le temblaban. El esfuerzo que realizaba por mantenerse en pie era majestuoso, digno de una Reina.

-Cinurón-.

Golpeó de nuevo la cara de Agatha con su propia quijada. Esta segunda vez, con tanta fuerza que partió el hueso en dos mitades. La mejilla de la mujer también se quebró en dos mitades por el corte. Terminó cayéndose al suelo y señalando el lugar correcto. Sin mentiras.

_____________________

-Demostrad vuestra valía y, quizás, después os demostraremos la nuestra-.

-Suena a algo que hubiera dicho yo- comentó Harambe entre dientes.

Wanda se ocupaba de mantener a los hombres peces a un lado. El improvisado látigo le daba la ventaja de poder quedarse en una distancia prudencial en el combate. Oshu se encargaba de los híbridos. Aprendió a llamar la atención de todos ellos. Wanda no se tenía que molestar por ellos. El perro era rápido con las katannas y soberbio esquivando ataques. Harambe tenía la misión más complicada: mantener su boca cerrada. Con las manos incapacitadas, no podía hacer más que escuchar y callar. Las ideas improvisadas se le habían terminado. Dentro del laboratorio no había árboles que incendiar.

-El don solo acepta a los más fuertes-

-Y eso suena a algo que diría la nigromante Shappire-.

El proyectil vino desde la ventana superior. Atravesó el cristal e impactó contra Syl.

-Definitivamente, la nigromante y yo hubiéramos hecho lo mismo- tendió una mano al gato a levantarse del suelo- Alguien ha perdido a una amiga. Era atractiva-.

El proyectil no era un arpón como los anteriores, sino una mujer pez sin mandíbula. Estaba desnuda. Sus escamas, antes azules, estaban manchadas con la sangre que le caía de la boca. El cadáver cayó encima de Syl. El daño que le hizo fue emocional y mágico.

Gaia apartó a Harambe con un simple chasquido. Pasó sus uñas de hierro de la mano derecha por el cuello del Syl, burlándose de él. Con la mano izquierda apretaba el pecho del cadáver de la Reina del Sur para impedir que el gato se levantase.

-Es una lástima que seas tan débil. Me parecías guapo. Te contaré un secreto: el don no lo recibe los números más altos, sino los que saben cuándo arrodillarse. – mirando hacia Wanda y Oshu- Me pregunto si ellos dos…  No. Perdieron a sus parejas, no se puede confiar en ellos. Ran, haz el favor. Mátalos-.

Hacha en mano, Ran corrió hacia el perro y la cierva. Oshu fue ágil, interpuso sus espadas, haciendo una cruz, para evitar el ataque. El impacto rompió las katannas. El hacha quedaba intacta. Ran sonreía con todos sus dientes.

-Deja de sonreír- dijo Hont desde la misma ventana por la que había pasado el cadáver de Agatha. Saltó encima de la cabeza del hombre cocodrilo. Le tapó los ojos y le apartó, con tirones de oreja, de Wanda y Oshu.

Rojo, Negro, Gron y Zafar entraron por la puerta del sur.

-Tienen la fuerza de ochenta animales. Id con cuidado- dijo la voz de Nate Halliman a través de la runa dibujada en la espalda de Hont.

_____________________

-El Ídolo de la Luz y la Vida ha caído. ¡Es el día que el Rey Mono predijo! Todos moriremos. Lo he visto. No me importa hacerlo hoy o mañana. Por tu mano o por la del Ídolo caído-.

-Obediente y servicial. La educación es un atributo en vía de extinción en nuestra sociedad. ¿Quieres saber cómo he logrado educar al mono? Abre la boca-.

Bo Cheng afirmó con la cabeza y, acto seguido, abrió la boca. En el paladar tenía acopladas varias plumas blancas de Hibou.

Asher cayó encima de Hibou. El búho evitó que las cuchillas de la garra se le clavasen el estómago. La pelea hubiera sido interesante si Bo Cheng no hubiera intervenido; golpeó con su vara la espalda de Asher apartándolo de su amo. Hibou se levantó del suelo. Dibujo una cruz en el aire con Brillo desencadenado todo un convenio de hechizos y runas que Asher desconocía. Desde el dibujo, se proyectó una cruz de luz, con ella el búho mataría al perro.

-¿Últimas palabras?-

[i]-Tangado haid-.[i/]

Tauriel apuntó su báculo a Asher. Del extremo superior emergió una luz revitalizadora. Magia élfica.

-Un regalo del Rey Halliman. Me dijo que protegiese a su preferido-.

_____________________

* Asher:
Parte Syl Fosh y Cinurón tienen las horas contadas. Su ejército se ha quedado en nada y ya no cuentan con la ayuda de Agatha. Los híbridos insisten en querer matar a Wanda y Oshu. A esto se le suma los enemigos Ran y Gaia. Después de beber el don, se consideran Dioses. Se han ofendidos a que les trates como humanos. El combate sigue en pie. Llegan refuerzos por el sur. Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses.
Maldición:
Harambe: Indiferente con Syl y confía en Wanda
Wanda Indiferente
Oshu Confía en Syl. Indiferente al resto.
Parte Asher He querido plantear la personalidad de algunos de los miembros de tu grupo que no hemos visto oportunidad de brillar. Todos confían en ti. Todos darían la vida por ti. En el Salón solo estáis tú y Toriel, el resto cuida de la mal herida Coral. Descubres el poder del báculo de Toriel. Ella te protegerá de Hibou y Bo Cheng. Te ha sanado las heridas y lo seguirá haciendo. Recupera tu espada. Decide si matar o perdonar la vida de esta pareja.
Hont Confía en Asher
Toriel Confía.
Ohm Confía.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Mayo 12 2018, 18:35


-Tangado haid.-

Una brillante luz envolvió mi cuerpo. Miré hacia al buho. Su sonrisa se había desvanecido. La cruz se desvaneció en el aire. No me había alcanzado. Pero me sentía... extraño. No, no solo extraño. Me sentía mejor que nunca. Toda la energía que había perdido... el cansancio se desvaneció por completo.

Miré al buho, con mis ojos envueltos en un blanco absoluto, reemplazando el dorado de mi iris. A pesar de todo, lo veía de forma muy clara. Tendría que agradecerselo a Toriel.

-¡Mata a la vaca, mono estúpido!- gritó Hibou. Bo Cheng reaccionó al instante, corriendo a tres patas hacia la mujer vaca. Con la cuarta, sujetaba el mismo martillo que había usado para golpearme. Mi intervención no fue necesaria. Con un ágil movimiento, la bovina esquivó el golpe y se lo devolvió, usando el otro extremo del bastón para derribarle con un impacto en su cara. La linea de luz entre el bastón y yo no se había roto.

No debí haber desviado mi atención. Un ataque del búho salpicó el suelo con mi sangre. Durante unos instantes, el pelaje de mi pecho se volvió rojo con la enorme herida que trazaba mi torso. Pero solo unos instantes. Rápidamente, la cicatriz carmesí desapareció como si nunca hubiese existido.

-¡No!- vociferó, lanzando una estocada. La esquivé, ignorando el eco del dolor que acababa de sentir, y lancé un zarpazo hacia su cuello con mi mano derecha. De nuevo, rasgué su uniforme. Hibou retrocedió de un salto, buscando distancia entre los dos. No iba a permitirle usar a Brillo de nuevo. Le perseguí, lanzándome contra el y agarrando el filo de mi espada con la garra metálica.

El ave forcejeó, intentando liberarse de mi. No sería tan fácil. Lentamente, la hoja rúnica se acercaba más y más al suelo. La mano asimétrica del animal, la garra de tigre, se lanzó hacia mi cara, arañando mi rostro. Apreté los dientes, aguantando el dolor, pero mi fuerza no decayó. Solo necesitaba unos momentos más...

-¡Asher!-

Demasiado tarde. Un enorme martillo impactó contra mi espalda, rompiendo huesos y haciéndome caer al suelo al instante.  Escupí sangre. Quería entrar en Frenesí. Quería destripar a esa pareja. Pero era más fuerte que ellos. Era Asher Daregan. "O Eltrant Tale, por lo que estoy haciendo..." pensé amargamente. Intenté levantarme, solo para recibir una patada en el costillar.

-Creo que me quedaré con tu brazo entero.- dijo el búho, casi relamiéndose. Vi las piernas de Bo Cheng moverse por delante de mi. -Tu amiga no va a tener nada más que curar. Despídete.-

-Aún no.- mascullé, agarrando el tobillo del mono y clavando mis uñas en él mientras me levantaba de un salto. El simio cayó arrastrado. Me lancé hacia Hibou con un rugido... y noté como Brillo me atravesaba por completo, dejándome empalado en la espada.

El dolor era insufrible. El blanco volvió a esbozar una sonrisa arrogante. Llevé mi mano hasta la empuñadura de Brillo. Hasta el anillo que adornaba el mango. Cerré mi mano en torno a él.

-Adiós, bastardo.- dije. Un grito desgarrador salió de la nada. Las afiladas garras de un ser de vacío abrieron el agujero... y atravesaron el pecho del hombre ave. Retrocedió, soltando la empuñadura de Brillo. En un acopio de fuerzas, retiré la espada de mi vientre, volviéndome casi loco por el dolor. Pero una vez salió, el alivio fue tremendo. Caí al suelo, jadeando y triunfal. Hibou hizo lo mismo, derrotado. Grito se había desvanecido, dejando solo el agujero sangrante en la espalda del ave como prueba de su existencia.

Un sonoro golpe seco proveniente de mi espalda me hizo girarme. Toriel se alzaba sobre el cuerpo inconsciente de Hibou. La vaca me miró con expresión preocupada. Pero me levanté. Miré a mi rival.

-Esto nunca fue por la Caza.- dije. -Ganaste en cuanto habías llegado aquí. Me traicionaste por la Caza, si, pero eso no me importa.- dije, recuperando el aliento gracias al bastón de sonrisas. -Lo que has hecho después... lo que has perdido, y lo que has intentado hacer... no tienen nada que ver con lo que haga ningún "Rey."

-Te... mataré...- dijo con un hilo de voz. -Yo... nunca he... perdido...-

-Perdiste tu humanidad cuando te convertiste en esto.- gruñí. -He llegado hasta aquí para proteger a los hombres bestia. Pero tu has dejado de serlo.- la hoja ensangrentada de Brillo cayó sobre la muñeca del búho. La garra de tigre se separó de su cuerpo, inerte. Era lo que tenía que hacer. Si hubiese visto un atisbo de humanidad en él... habría sido distinto. Pero no quedaba más que la corrupción y ambición estúpida de un nigromante.

Miré a Bo Cheng con tristeza. Su mente estaba rota. No se merecía aquello. Pero aun así, era un riesgo. Era una lástima. Dejé los dos cadáveres atrás, cada uno con una firme estocada en el corazón. No había acabado. Podría descansar luego.

_______________________________________________


El impacto dejó a Syl sin aliento. ¿Había sido un arpón? No... no notaba la humedad de su sangre. Ni el dolor agonizante. El felino miró el proyectil, aún algo aturdido. Era... un cadaver. Alguien que no conocía, y de alguna forma, había conectado con él. Alguien que le había ayudado a llegar hasta ahí... y ahora, había muerto. Syl la miró, sin saber como reaccionar. De sus ojos empezaron a brotar lágrimas.

El dolor que sentía no era físico. Era como si un amigo cercano hubiese muerto. La culpa y la tristeza fueron sobrecogedoras. El gato no pudo evitar empezar a llorar. Su voluntad para luchar se desvaneció por completo. Habían matado a Agatha, y pronto, él moriría también. Había sido culpa suya. Apenas podía escuchar lo que decían los demás. Lo que ocurría alrededor... no importaba. Nada importaba. Había sido débil.

-Lo siento... lo siento...- murmuró, hablándole al cuerpo de la mujer pez. A los que había acompañado. A los que había intentado ayudar. Simplemente, no tenía la fuerza necesaria.

Un contundente impacto por encima de él le distrajo por un instante. La presión del cadaver sobre su pecho se redujo.

_________________________________________________

Harambe cayó al suelo. No podía usar sus manos, pero eso no le dejaba indefenso. No iba a dejar que una gata chiflada les fuese a detener tan cerca de la victoria. La patada aerea había hecho que la mujer rodase por el suelo unos metros. No tardó en levantarse, pero al menos la había sacado de encima de Syl.

-Deja de llorar, maldita sea. No hay tiempo para eso.- gruñó el gorila, ayudando al felino a levantarse. Syl se enjugó las lágrimas y obedeció. Era demasiado blando. Menos mal que le tenía a él.

Un estridente chillido hizo que ambos desviasen su mirada hacia el otro extremo de su habitación. Un hombre perro y un buho habían estado peleando. Pero aquello parecía haber terminado. El perro tenía una espada en el estómago. ¿No era el que había...?

Los ojos del felino cambiaron al instante. Todo su cuerpo se erizó. Como si algo se hubiese roto en su interior. Y tras apenas un segundo, el gato se dio la vuelta, echando a correr en dirección contraria.

-Eh, eh, ¿A donde...?- Harambe no pudo terminar la frase antes de que la mujer se lanzase a por él, derribándolo y colocándose encima de él, dispuesta a hundir sus garras de hierro en su cuello. No lo consiguió. Usando sus piernas, volvió a sacarse de encima a la lunática. Estaba furiosa. Tendría que ir con cuidado.

_______________________________________________

Oshu esbozó una mueca al oir el sonido del metal rompiéndose. Estaba en desventaja. La situación se estaba descontrolando, y rápido. Ese sitio empezaba a llenarse por todas partes, y aunque no estaba herido, el hombre cocodrilo era un oponente muy poderoso.

O eso pensaba, hasta que un pequeño hombre zarigüeya le separó de él. Tenía que aprovechar ese momento.

-Nar, apunta a...- el hombre perro miró alrededor. ¿Donde estaba Nar?

La respuesta llegó segundos después. Los híbridos empezaron a atravesar la puerta. Algunos, con la boca llena de sangre. No... no podía haber...

La herida de la pierna. No podía haberlos dejado atrás.

-Bastardos...- el hombre perro gruñó, mostrando todos sus dientes y empuñando las espadas rotas. Aún podía usarlas. Debía usarlas. Matarlos a todos. El can se lanzó contra el primero de ellos, hundiendo la punta afilada en el cuello del "caballo". Más se acercaban. Que viniesen. Vengaría a Nar.

____________________________________________

Gron arrojó un frasco contra la espalda del hombre cocodrilo, momento que Hont aprovechó para saltar de la cabeza del caimán. El sonido del ácido corroyendo sus escamas le trajo al simio una sonrisa de satisfacción. Tal vez fuese fuerte, pero ahora tenía un punto débil. Zafar se interpuso entre su compañero y el lagarto, desafiándole con su cimitarra. El hacha era peligrosa... pero era lenta. Ran rugió, furioso. ¿Esos debiluchos se atrevían a provocarle?

El hombre tigre realizó una finta. El reptil respondió con un fuerte hachazo, pero Zafar se alejó de un salto antes de que pudiese impactar. Una y otra vez, el tigre hizo ademán de atacar solo para esquivar, retroceder o desviar. ¿Pensaba que podía cansarle de esa forma?

No. Ran se dio cuenta de su plan un segundo demasiado tarde. Un espadón se clavó en su espalda. Apenas había visto al hombre pez, a pesar de lo llamativo que era su color. Se dio la vuelta a apartarlo de un manotazo. Y, cuando lo hizo, notó como algo saltaba sobre su cola. El compañero de Rojo le golpeó la espalda con su maza. Justo en la zona que ardía, debilitada por el ácido.

Uno contra uno no tenian ninguna posibilidad. Su mejor opción era distraerle desde cuatro flancos.


____________________________________________


Wanda golpeó a uno de los híbridos en la espalda con su látigo, derribándolo. El siguiente creyó que podría matarla mientras estaba distraído. Se equivocaba. Con un giro rápido, la liana impactó contra su cabeza con una fuerza tremenda, rompiendo los huesos de su cráneo. El alcance de ese arma era una enorme ventaja frente a esos seres.

Un proyectil en forma de media luna impactó en el torso del siguiente. La mujer ciervo giró la cabeza. Un hombre perro, distinto a Oshu, se estaba acercando a toda velocidad. Su espada brillaba con intensidad. ¿Refuerzos?

-¡Hont, ayuda a la cierva!- ordenó. El hombre zarigüeya se colocó delante de ella, sin dudarlo un instante. La voz que había oído antes... había sido la misma de las runas. Pero por el aspecto que tenía... -Dicen que tu tienes la cura.- dijo el perro. -Haz lo que puedas.-

¿Quien demonios era ese? No había dudado un instante en ir a ayudar. Tan rápido como llegó, el canino se lanzó hacia la mujer gata que luchaba contra Harambe, dispuesto a destrozarla con aquella espada. Una mujer vaca le seguía de cerca, portando un curioso bastón.

__________________________________________


Fosh y Cinurón llegaron finalmente a la puerta. Sin Agatha, la balista se había vuelto mucho menos útil. Pero esa zorra se lo tenía merecido. Nadie desafiaba al Capitán Fosh. Si era necesario, mataría a todos los que quedasen él mismo. Pero se ganaría su maldito tesoro.

O eso pensaba. En el interior, parecía haber una maldita guerra. Híbridos, hombres bestia matándose entre sí... era la clase de carnicería que se había esperado. Daba igual. Ellos tenían la artillería pesada. Cinurón dejó la balista sobre los escombros de la puerta, plantándola con firmeza y empezando a recargarla.

Un ruido de ramas crujió a su espalda. Más híbridos, seguramente. No importaba, no les iban a atacar a ellos. Estaban haciéndole el trabajo sucio.

O eso pensaba, hasta que sintió las afiladas cuchillas de metal cercenar los tendones de sus piernas. El dolor le hizo soltar un aullido mientras caía de espaldas. El jodido gato.

Syl se lanzó hacia el tiburón, con las cuchillas aún extendidas. Un torpe manotazo no fue suficiente para detenerle. Con un gancho, las largas hojas de su guantelete se hundieron en el mentón del tiburón, atravesando su mandíbula y saliendo por su ojo. En cuanto las retiró, el pesado cuerpo de Cinurón cayó al suelo.

El felino miró a Fosh con un odio casi animal. Giró la balista, apuntando hacia él. El hombre pez intentó levantarse, solo para caer al suelo de nuevo. No podía caminar. Se arrastró, intentando evitarlo. Con suerte, el gato pensaría que los híbridos le mataría. Miró atrás. Justo a tiempo para ver como un último arpón se dirigía directamente a su cabeza.

______________________________________________
Asher ha usado: Sortija encantada por la luna - Súbdito de Vacío (Estaba en Brillo) y Corte de Energía.

Como es un post largo... voy a aclarar lo que está haciendo cada uno al final, para que no haya confusión.

Asher > Atacando a Gaia. Matado a Hibou y Bo Cheng.
Toriel > Ayudando a Asher. (He dramatizado un poco el poder del bastón... pero valió la pena)
Syl > Atacando (matando) a Fosh. En frenesí.
Harambe > Peleando con Gaia.
Oshu > Peleando contra híbridos.
Wanda > Peleando contra híbridos. (¿Curando a Hont?)
Hont > Protegiendo a Wanda.
Gron, Zafar, Negro, Rojo > Peleando contra Ran


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Mensaje  Tyr Sáb Mayo 12 2018, 18:35

El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Sigel Sáb Jun 02 2018, 12:39

Una placa colgada del techo del llamado mal llamado Salón de la Gloria anunciaba la bienvenida: “Laboratorio 8B”. Si este era el número 8, significaba que había otros 7 anteriores. Usando como referencia el valor que el Rey del Sur, Nate Halliman, dio a los números; el laboratorio 1B debió ser, como mínimo, del tamaño de Baslodia.

¡Qué valor! Jason Bosne se imaginaba las fantasías de los antiguos hombres. Debieron sentirse como Dioses. Para ellos, el laboratorio 8B era el Valhalla, el inicio de la creación y su ascenso como entidades celestiales. Para los hombres bestias, sin embargo, llegar a su lugar de partida y ver las capsulas donde sus ancestros fueron creados era descubrir que sus vidas carecían de importancia. Los hombres bestias nacieron por los sueños ambiciosos de unos hombres que deseaban fabricar armas de guerra.

Pasó por delante de una fila de capsulas. Tres de ellas estaban vacías, dos tenían huesos y polvo, los restos de experimentos fallidos y las otras catorce contenían hombres bestias olvidados por el tiempo, mantenidos gracias al líquido fetal.

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-El cementerio donde Anubis y yo despertamos era donde dejaban los cuerpos. ¿No es así?-

-Efectivamente. Todas las construcciones de los alrededores fueron creadas en función del Laboratorio 8B: pequeños pueblos, cementerios, templos, herrerías, aserraderos, puertos, granjas… Los trabajadores del laboratorio también eran residentes-.

-¿Existen más laboratorios?- Anubis no sabía leer, era lógico que lo preguntase.

-Me temo que sí. ¿Dónde están? No sabría decirte. Encontré este lugar por casualidad, de la misma forma que me encontré con Nate Halliman o Agatha. De haberlo, deben de estar escondidos en lugares remotos, lejos de la mano de los hombres. Hay secretos que no han de ser desvelados-.

Pasaron por delante de una capsula con un pequeño orificio por el cual goteaba líquido fetal. Plumas blancas a los pies de la capsula desvelaba que alguien se había arrodillado a beber. Agatha hubiera identificado al cazador y Nate Halliman anunciado con alegría su número; Jason Bosne siguió caminando indiferente. El cazador que había bebido del líquido habría enloquecido, lo más seguro es que acabase muerto víctima de su propia ambición. Corrección: víctima de la ambición de los primeros hombres. El laboratorio 8B, El Salón del Gloria, contenía un virus igual de contagioso que la enfermedad de los dragones y diez veces más violento. Bosne lo había bautizado como: “Inacabado”. Los primeros hombres bestias fueron creados a partir de un humano y un animal. Para los siguientes se atrevieron a mezclar dos animales. ¡Más! No estaban satisfechos con los resultados, igual como el cazador no debió de estar satisfecho con sus brazos y sus piernas. Se sentiría inacabado, imperfecto. El Rey del Este también se contagió con el mismo virus. No hizo falta que bebiese del líquido fetal para que se diera cuenta que era inferior a Bosne por el hecho de que él no tenía cuernos carnero.

Había una forma de combatir con el “Inacabado”, consistía en seguir tres simples pasos: aceptar que eran armas surgidas por el deseo de los humanos, reconocer el dolor de los primeros hombres bestias y, por último, beber de la cura. Jason Bosne fue bendecido con la cura. La encontró en el suelo del laboratorio 8B por casualidad (de la misma forma que encontró el laboratorio y conoció a los otros tres reyes). Cuando la vio, supo que debía cogerla y protegerla a toda cosa. La cura era un pequeño frasco con un nonato siempre cambiante. Alguien o algo hablaban en su interior. Jason obedeció las órdenes de la cura.

-Es el momento de actuar. Amon, tira de la palanca. Anubis, a mi señal, gira aquella rueda. El Rey del Sur ha dado su discurso. Yo también quiero ofrecer el mío-.

Una vez se colocó en el centro de la plataforma hizo una señal con la mano a Anubis. Éste cumplió la orden y giró de la rueda. La plataforma fue bajando lentamente hasta situarse a dos metros de la batalla que estaba teniendo lugar en la primera planta. Los híbridos en la puerta se arrodillaron al ver a Jason Bosne, ellos eran su ejército y él su Rey. Los hombres bestias, cazadores, se quedaron inmóviles ante la sorpresa. Jason habló:

-La Gran Caza, una mentira que buscaba a las bestias más poderosas entre nosotros. Es aquello por los que nos crearon. ¡Bienvenidos al origen de vuestros ancestros! Nacimos por y para la guerra. Es lo que nos hicieron creer y nosotros obedecimos. Luchamos y morimos por las rivalidades entre dos facciones que nada tenían que ver con nosotros. Cuando finalizó la guerra, nos pusieron grilletes en el cuello y los tobillos. Fuimos sus esclavos. Ignorar los libros de historia, los perdedores de la guerra fuimos nosotros. Hoy os demuestro lo que han hecho con nosotros. Os he traído en este lugar con el fin de que os dieses cuenta de dónde venís y qué hacéis. Muchos de vosotros, cazadores, habéis matado a vuestros hermanos por la única razón de que una voz os lo ha dicho. Igual ocurrió hace siglos cuando nuestros antepasados mataron porque sus creados así lo ordenaron. Reconoced mi voz; no fui yo. Yo me negué. Mi propósito, en este día, es despertaros del sueño, haceros conscientes de vuestra historia y del dolor que hemos sufrido. Hay quien se niega. El Rey del Sur quiso matarme; al ver que no pudo, cuatro Reyes propusieron un juego, una caza. La Reina del Norte eligió a los participantes, el Rey del Este ofreció armas y provisiones, el Rey del Sur instaló runas por todo el lugar y yo, el Rey del Oeste, elegí la zona. Ahora comprendéis por qué estáis aquí. Mi intención es resurgir este lugar. ¡Habéis oído bien! Quiero que el Laboratorio 8B vuelva a estar en funcionamiento, pero, esta vez, dirigido por nosotros, por los hombres bestias-.

Desde el tejado, a lo lejos, se escuchó el eco de un sapo croar. Era una risa amarga, la de alguien cuyas mentiras han sido descubiertas. Nate Halliman se marchó, sus runas dejaron de tener efecto. Hont, sin la ayuda de Halliman, cayó de rodillas. Suspiró.

-¿Eres alquimista?- dijo Jason señalando a Wanda- Podrás sanarle. Sé de buena mano que el Rey del Este te ofreció los ingredientes para que lo hicieras y que la Reina del Norte te trajo aquí por este mismo propósito-.

Wanda dedicó una mirada iracunda al Rey del Este. Él no era de su agrado, pero, aun así, no podía ignorar aquello que había dicho. Tenía razón en absolutamente en todo lo que había dicho. Se arrodilló al lado de Hont. Gaia, la mujer gata que por poco mató a Harambe, le trajo viales y morteros para que hiciera la mezcla. Desde que el Rey del Este terminó su discurso, nadie peleaba ni hablaba. ¿No era mejor así?

“Definitivamente, eso es algo que hubiera dicho yo” pensó Harambe. Los humanos estaban en segunda posición en su lista de personas a quien odiar, justo por debajo de Simphony Shappire. Ellos ignoraron los llantos de su hijo cuando cayó al pozo, le dejaron morir. Pensar que el Laboratorio 8B era un lugar para hacer y deshacer a los hombres bestias al antojo de los humanos le ponía los pelos de punta.

Oshu había adoptado la apariencia fría y distante que le perteneció a Nar. El Rey del Sur les había manipulado para que se matasen entre ellos. Recordó al hombre hiena y la mujer caballo; ellos no preguntaron, simplemente atacaron. Oshu también atacó, él los mató. Están muertos, al igual que Nar y Abena. Se culpó de todas las muertes que había presenciado. Era la viva imagen de una bestia que mata porque alguien le ordenaba matar. Si el Rey del Este estaba en lo cierto, podrían hacer de este lugar un sitio mejor. Podrían reconstruir el pueblo abandonado, crear escuelas y asentamientos. Los humanos tenían a su Lunargenta y a su Rey; los hombres bestias tendrían el Laboratorio 8B y al Rey del Este. La pregunta que se hacía era: ¿Mereció la pena? ¿Abena y Nar estarían orgullosas? Oshu se descubrió moviendo la cabeza de lado a lado. No.

Toriel se preguntó qué hacía que el discurso del Rey del Este fuera más verídico que el que dio Hont con la voz de Nate Halliman. Se esforzó por seguir creyendo al Rey del Sur aunque las evidencias apuntaban en su contra. Él le ofreció el bastón y le enseñó las palabras élficas para que sanase a Asher cuando fuera necesario. ¡Así lo dijo! Él era su animal favorito. Lo utilizó para que matase al Rey del Oeste. Había utilizado a todos los animales. Dejó caer el báculo a sus pies y puso una mano en el hombro de Asher. Los ojos brillantes de la vaca decían sin hablar “no me creo nada”. La última prueba que desvelaba las mentiras de Nate Halliman vino tiempo después. Las capsulas que contenían hombres bestias no-natos se abrieron, era como verles nacer. Chillaban y se acurrucaban en posición fetal. ¡Eran seres vivos! A Nate Halliman jamás le importó. Él quería que matasen a Jason Bosne.

Bena, Coral, Dano, Ohm y Vin llegaron a El Gran Salón a tiempo para escuchar el discurso de Jason Bosne. Dano conducía el carro de agua de Coral. Ohm fue al encuentro Toriel, la mujer vaca que esperaba que se convirtiese en su esposa cuando todo esto termine. Bena pensó en largarse del lugar, ahora que las runas arcanas habían dejado de tener efecto, y llevarse a Vin con ella; pensó  que sería divertido enseñarle al chico los encantos del sexo. No quería saber nada que tuviera que ver sobre la identidad de los hombres bestias; ella vivía para divertirse. Nada más. Coral y Dano tuvieron la reacción más sorprende: se pusieron a llorar. Coral vio, entre los nuevos hombres bestias salidos de la capsulas, a dos sirenas como ella. Dano se imaginó viviendo con su difunta mujer e hijo en uno de los poblados aledaños al Laboratorio 8b. Hubieran sido muy felices.

_____________________

* Asher: Llegamos al último turno del tema. La presencia de Jason Bosne hace parar la lucha que tenía lugar en el Laboratorio 8B. Escuchas su discurso. Descubres que la mente maestra detrás de La Gran Caza fue Nate Halliman (o quizás la cara dibujada en su bastón). Ya es demasiado tarde. Halliman se ha ido. Jason Bosne propone quedarse en el laboratorio y reconstruirlo, será la ciudad de los hombres bestias. ¿A favor o en contra? Para este último turno deberás preguntarle a los npcs que más allá tenido relación a lo largo del tema qué opinan sobre lo que han escuchado (he dado una guía sobre qué piensa cada uno, puedes ampliarlo). Una vez recolectes opiniones suficientes, deberás tomar una decisión final. No puedes convencer a otros personajes de una idea, quiero decir. Si ellos opinan que X es mala persona,  la opinión no cambiará por mucho que hables con ellos. El ejemplo más sencillo: Harambe seguirá odiando a los humanos aunque le digas que uno de tus mejores amigos es humano. Queda libre la opción de luchar contra Jason y los suyos, si lo haces, deberás atenerte a las consecuencias puesto que muchos de tus amigos en la misión pueden posicionarse de su bando.
No se me olvida: Wanda está sanando a Hont.
No podrás utilizar a Nate Halliman en el siguiente turno. Se ha marchado.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Jun 02 2018, 14:28

Un gran ruido metálico irrumpió en la sala. Lentamente, una plataforma bajó del techo. En ella, un hombre león con cuernos de carnero. Gruñí. Otro monstruo, igual que Hibou. Pero, a diferencia del buho, este no parecía haber enloquecido.

Su discurso fue suficiente como para que el combate se detuviese, al menos por el momento. Hablaba con autoridad. El rey del Oeste. Hablaba del pasado con odio y amargura. De los motivos de la caza, de Nate Halliman, y de sus intenciones. Sus palabras fueron suficientes como para sembrar la duda en el resto. La mirada de Toriel lo dejó claro.

De repente, pelear ya no merecía la pena. No era por supervivencia ni por algo mayor. Ya no había motivos, o eso parecía. No me fiaba de él. Aseguraba que a Halliman no le importábamos. Eso no significaba que a él sí. Dejó morir a mucha gente. Si tanto hubiese estado en contra de la Caza, podría haber actuado. Si realmente quería considerarse un rey, tenía que proteger a su gente.

Un hombre gorila había ido hasta la puerta, y ahora estaba volviendo con alguien a sus hombros. Syl. Corrí hacia ambos. El gato tenía la vista clavada en el suelo. En cuanto el gorila lo soltó, cayó de rodillas. Estaba manchado de sangre, pero no era la suya. Me agachá junto al gato y lo abracé. Su respiración era agitada. Estaba sin fuerzas. Tras unos segundos, las lágrimas de Syl empezaron a caer contra mi pelaje. Le abracé con más fuerza.

-Todo está bien, Syl. Estoy aquí.- aseguré. Syl continuó sollozando en silencio. Rompí el abrazo, y lo dejé apoyado contra la pared. Tenía que descansar, y yo tenía que lidiar con aquella situación. -Gracias.- le dije al gorila. Este asintió con un gruñido, y luego miró hacia arriba.

-Los humanos han hecho esto.- declaró. -El motivo por el que tantos han muerto. Son ellos. Siempre lo han sido.- En parte, tenía razón. Aquello no habría pasado si hubiesen actuado de forma distinta. Pero lo mismo se podía decir de los cuatro Reyes.

-Los que nos han traído aquí han sido los que se hacen llamar reyes. Por mucho que culpen a otros, ellos podrían haberlo detenido. Nos han estado usando. ¿Que les hace mejores?- pregunté. -¿Y que nos queda a nosotros?-

-Podemos mejorar las cosas.- interrumpió una voz. El otro hombre perro. -Saileva ipdas. Busca el buen futuro. Podemos construir una ciudad aquí.- dijo. Me sorprendió escuchar el idioma de Áruent, tan lejos. No le reconocía. Pero compartíamos origen.

-Este sitio es demasiado macabro. Demasiados riesgos. Hay gente que ha perdido la cabeza por esas cosas.- dije, señalando con la cabeza a las capsulas. -No es el correcto. Está construido por otros. Hay otras formas de mejorar.- aseguré. -Lo he estado intentando.-

Miré alrededor. La gente seguía murmurando. No todos estaban convencidos. Habían escuchado dos discursos muy diferentes. Apreté los dientes. Tenía que actuar. Dar una alternativa distinta. Una que no estuviese vociferada por un "rey". Las runas de mis piernas se iluminaron una vez más. Salté a la plataforma, atrayendo la mirada de todos los presentes, incluido el recién llegado. Mi espada estaba enfundada, pero no iba a ser menos firme.

-Hemos acabado aquí por los caprichos de un par de personas. Han estado jugando con nosotros. Los humanos tienen un juego. El "ajedrez". Consiste en usar cada ficha para acabar con el rey enemigo. Sacrificar las que sean necesarias. Solo para ganar. Pero algo curioso ocurre cuando solo quedan dos reyes, sin más esclavos que dirigir.- dije, mirando de reojo a Oeste. -Ninguno de los dos gana.-

-No sé vosotros, pero yo estoy harto de ser un peón. Y eso no va a cambiar, por mucho que el rey negro o el rey blanco me digan que son los buenos.- dije. -Mi nombre es Asher Daregan. Nate Halliman me consideró su favorito porque me negué a arrodillarme. Sabía que no iba a hacerlo frente a otro rey. Era el mejor candidato para ganarle la partida.- Esbocé una mueca, amarga. -Pero tampoco soy su pieza. Tengo mis formas de mejorar las cosas. Y no incluyen conorarme a mi mismo en una fortaleza de metal, ni enviar a otros a que mueran por mi.-

-Si queréis libertad sin mentiras, podéis venir conmigo. Yo os ofrezco igualdad en un lugar al que pertenecer. Lejos de prisiones y líquidos enfermizos. Lejos de figuras a las que adorar. Libertad y familia.- declaré. A continuación, miré a Oeste. -No confío en ti. Pero no creo que seamos enemigos. Si de verdad consigues hacer que la gente aquí prospere... podrás ganarte mi apoyo. Si intentas retenernos o te conviertes en algo peor que los humanos... tal vez tenga que volver.- dije, esta vez en voz más baja. -No me obligues a hacerle un favor a Halliman. No es lo que quiero.-

En cierta forma, podía respetarlo. Quería hacer una comunidad, igual que lo había hecho yo. Si realmente decía la verdad... si demostraba ser de fiar... no tendría problemas en ayudarlo. Pero por el momento, su palabra era dudosa, como mucho. Salté de la plataforma y caminé hacia Hont y la mujer ciervo.

-Gracias por ayudarlo. Espero que todo salga bien.- dije, con un gesto de la cabeza.

Noté algo vibrar en mi bolsillo. Tanteé dentro, extrañado. Creía que no tenía nada dentro. Cuando saqué mi mano, contemplé sorprendido como aquella extraña moneda que había encontrado dos años atrás brillaba, verde. La hice girar en el aire con el pulgar y la cogí al vuelo. No sabía muy bien que significaba. Pero si recordaba algo. Me senté junto al pequeño héroe y le tendí la moneda.

-Has estado genial, Hont. Has salvado muchas vidas.- sonreí. -Esta moneda... creo que era del Capitán Gareth. Creo que deberías quedartela. Tal vez hacerte un colgante de ella. Es una prueba del héroe que eres.- sonreí.

A continuación, volví con Syl. La gente era libre para seguirme, o para quedarse. Era decisión de cada uno. Solo esperaba no cometer un error. Si aquello se volvía una atrocidad... si la gente se volvía loca, como lo había hecho el búho... tendría que detenerlo.

Por el momento, solo quedaba salir de ese sitio. Y volver a casa.


___________________________________

Usado objeto: Moneda de latón. Ya que es el último uso, se la entrego a Hont.
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Mensaje  Sigel Dom Jun 03 2018, 19:31

Volver a casa. Era más fácil decirlo que hacerlo. Hont se llevó una manita a la cabeza y se preguntó, para sí mismo, dónde estaba su casa. El Orfanato de Hanna había sido destruido y ella había sido asesinada por una sombra, las posadas estaban muy lejos y las casas abandonadas de los alrededores estaban siendo ocupadas y reconstruidas por algunos de los sobrevivientes de la Gran Caza. Un año atrás, Hont pensaba que no necesitaba su casa. El suelo era su colchón y su espada de madera le daba la misma seguridad que ofrecían cuatro paredes. Hoy, el hombre zarigüeya se sentía cansado. Su espada había sido reemplazada por el hacha de su padre pirata y el descanso en una cama se había convertido en un valioso tesoro de paz.

-Asher, ¿puedo ir contigo? No tengo otro lugar a dónde ir. Por primera vez, me siento perdido y asustado. ¿Dejarás que vaya contigo?-

Otros hombres bestias pensaban como Hont sin que llegasen a decirlo en voz alta. Detrás de Asher, Syl y Hont, se reunía un pequeño grupo de bestias que buscaba una casa donde volver. La zarigüeya giró la cabeza y les sonrió. No sabía hablar tan bien como Asher o Jason Bosne. Sonreír era mejor opción que intentar decir las palabras que no conocía.

-Hemos recuperado nuestros nombres  y nuestras cosas, liberado de las runas de posición y sobrevivido a la Gran Casa. Deberíamos estar contentos. ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué tengo un sabor amargo en la boca, como si hubiera estado comiendo ceniza? ¿Por qué pienso que hemos perdido? ¿Por qué tengo miedo?-


_____________________

* Asher: Has salvado a Hont de la maldición que le hacía pensar como un niño pequeño, impedido que Shaira Mara se haga con un objeto de los 19 malditos, matado a la mayoría de los malos y rescatado a la mayoría de los buenos. ¡Has estado muy bien!
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +7 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +8 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 20 ptos totales de experiencia
(Para que no hayan discusiones, me gusta explicar brevemente el criterio de puntuación que utilizo: Los mastereados se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad. En los mastereados largos como éste (más de quince turnos) doy hasta 7 en función de la calidad y 8 en función de la originalidad, siendo el tope de puntos a recibir 20. Los puntos totales de un mastereado, siempre han de ser inferiores a los de una misión ya que éstas últimas suelen ser más generales; no están personalizadas a tu historia y tus conveniencias.)
Obsequios:
Receta de los proyectiles arcanos + 5 hojas de refia + 10 hojas de úrtica + pequeño frasco de sangre de Liliopsidea (el frasco contiene 20 gotas)
Garra de metal
armas:
Armadura de Hibou
armadura:
Encantamiento de los hombres bestias
Encantamientos:
Cuando terminas tu discurso, muchos de los hombres bestia de la caza empiezan a seguirte. Otros, se quedan con Bosne. Entre todos aquellos que comparten tu punto de vista, puedes seleccionar a dos para quedártelos como npc para tu clan. Me lo tendrás que decir por mp y editaré este tema. Los hombres bestias que te siguen son:
-Wanda
-Ohm
-Toriel
-Bena
-Vin
-Rojo
-Negro
-Gron
-Oshu
-Cinuron
Hont Este será un caso especial. Como es un npc muy querido en mi saga, lo podemos compartir. Es decir, si decides tenerlo, me deberás especificar en qué tema lo vas a utilizar. Hay muchos usuarios que me piden temas con Hont y me da pena cederlo al completo. Lo podemos compartir.

Has elegido: Oshu y Hont (compartido)

Maldición: Syl preservará la cicatriz en forma de rayo negro en el antebrazo. Las instrucciones ya se dieron cuando ocurrió dicha escena.

Hasta última parte del post me gusta reservarla para hacer una pequeña crítica sobre el tema, hago un resumen de las escenas que más me han gustado y aquellas que me han parecido tediosas. Es aquí donde brota mi sentido más autocrítico del tema. Lo que más destaca en este tema es la elaboración que tiene. ¡Madre mía! Ya lo has visto, en cada tema he querido hacer diferentes opciones a elegir. Las bifurcaciones que se generaban a medida que íbamos avanzados hacían que mis apuntes pareciesen las raíces de un árbol. Reconozco que ha habido mucha improvisación porque me ha sido imposible prever todos tus movimientos y que más de una vez he borrado TODOS los apuntes para limpiar lo que se había generado. Ha sido muy divertido, pero también muy confuso. Al menos, para mí. No sé cómo te habrás podido sentir tú que has vivido desde dentro mis planes. Muchas veces he tenido la sensación que se estaba liando todo demasiado y no se podría explicar la esencia de La Gran Caza. Si en un futuro me atrevo a hacer algo tan grande como esto, espero resultar más clara.
Ahora, hablemos de expectativas vs realidad. Hice este tema para sacar a relucir lo que creo que es tu mejor cualidad en el rol: los diálogos y el manejo de varios npcs. Fue una sorpresa que no te atrevieses a hablar demasiado con Harambe o con Wanda. Me esperaba más de ti, en ese aspecto. No me mal interpretes, no lo has hecho mal. Me ha encantado traumatizar a Syl y ver como Asher sacaba su olfato de detective para hacer las mejores preguntas. Es solo que, me ha sorprendido que no te relacionases demasiado con los npcs.
Y, por último, hablemos de las decisiones que has tomado. Lo confieso, estoy enganchada a los vídeos del juego “Detroit; become human”. Un fallo de ese juego es que no siempre resulta clara la decisión que vas a tomar. Te pone varios botones con los títulos: “Firme. Decidido. Osado. Cruel” ¿Y en qué se diferencia esas opciones? Me ponía muy nerviosa. Comento esto porque en esta misión he pecado de poner varias decisiones de este estilo. No siempre ha quedado, completamente claro, el camino que desarrollaba una opción. Supongo, que es parte del encanto de ambos juegos (Detroit y Aerandir).
Te toca a ti: quisiera saber tu opinión acerca de la misión. Qué es lo que más te ha gustado y qué cambiarías.  
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