Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
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Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Llovía.
No era una lluvia fuerte, no era nada parecido al diluvio que había estado cayendo sobre sus cabezas durante el todo el trayecto, a la intensa tormenta que les había forzado a esperar unas horas en mitad de la nada. En aquel momento era más bien una lluvia fina, de esas en las que, hasta que no es demasiado tarde, no te percatas de que estas totalmente empapado.
- ¡Y de vuelta en el sur! – Dijo Lyn, a su lado, cubriéndose la cabeza con ambas manos, corriendo a resguardarse bajo un amplio árbol que descansaba a un lado del camino. - ¿Podemos pasarnos por Lunargenta esta vez? Quiero dormir en una cama en condiciones. – dijo la vampiresa. – Porque yo, Mortal, yo aún recuerdo esa sensación. No me gusta dormir siempre en el suelo como a ti, animal. – Eltrant se acomodó junto a ella, apoyándose en el árbol.
- No nos podemos alejar demasiado de… - La vampiresa se cruzó de brazos al oír esto y, sin apartar la mirada del tenue manto de agua que caía frente a ellos cortó al castaño.
- Lo sé, lo sé. Esa posada al oeste, lo de Asher. – dijo tan sonriente como siempre, sacudiendo la cabeza con suavidad – Pero hacerle caso a cualquier rumor con el que nos cruzamos… - Jugueteó durante unos segundos con su flequillo totalmente empapado mientras pensaba, probablemente, el que decir.
- ¿Es una buena idea? – Añadió Eltrant con una sonrisa antes de que su compañera se decidiese a terminar aquella sentencia. Lyn suspiró exasperada y frunció levemente el ceño.
- ¡No! ¡Es una idea horrible, Mortal! – Exclamó agarrando al errante de un brazo y zarandeándole. Eltrant no respondió - ¿¡Cuantas veces tengo que repetírtelo!? – Añadió enseguida. – Algún día vas a acabar… – Eltrant sonrió y la apartó de un suave empujón, lanzándola de nuevo bajo la lluvia. - ¡Muy bien! ¡Encima empújame! – Exclamó mientras, le señalaba con el dedo. - ¡Pero sabes que tengo razón! – Agregó.
- ¿Te preocupas por mí? – Tras pasarse la mano por el pelo, sin perder la sonrisa, Eltrant salió de debajo del árbol y se colocó junto a la vampiresa, que, cruzada de brazos, torció el gesto, molesta.
- Claro que me preocupo, Mortal. – dijo la vampiresa casi en un susurro, bajando sus ojos hasta sus botas. Momento en el que sacudió la cabeza con fuerza. – Soy… ¡Soy tu ama y señora, me preocupo por mis lacayos…! Y… y… ¡Me alimento muy fácil contigo! ¡Sí, eso! ¡Dame tu sangre ahora mismo! – Aseguró de forma entrecortada, hizo algunos aspavientos sin moverse del sitio. – ¡La cosa es que no puedo permitir que te pase nada, ya te lo he dicho muchas veces! – Sentenció, depositando ambas manos en su cintura, en jarra. - ¡Es por comodidad! ¡Que lo sepas! ¡Eres mi fiel sirviente! – Eltrant le dio una leve palmada en a la espalda, Lyn simplemente murmuró algo parecido a “idiota masoquista, acosador de elfas” al notar la mano del exmercenario.
Quizás prefiriese tomarse aquellas palabras con humor, pero conocía lo suficiente a Lyn como para saber que su preocupación era genuina; La vampiresa, de todos modos, tenía razón, estaba siguiendo un camino muy peligroso.
A veces incluso él dudaba si seguir adelante, tenía muchas razones para no llegar a viejo.
Pero, por supuesto, alguien tenía que hacerlo, alguien tenía que comportase de aquel modo. Se pasó la mano por la barba y, con los ojos cerrados, se concentró en el agua que corría por sus mejillas.
- Lo siento, Lyn. – dijo de improviso, dejando escapar un suave suspiro. – Sé que siempre digo lo mismo, pero… - Aquello pareció tomar por sorpresa a la ojiazul que, tras abrir los ojos de par en par durante unos instantes, comenzó a caminar a lo largo del camino, dejando atrás a Eltrant.
- ¡Más te vale sentirlo, Mortal! – dijo Lyn como toda respuesta. - ¡Más te vale! – repitió. - ¡En la siguiente posada, pienso gastarme todo el dinero en vino! – dijo sin siquiera girarse a mirar a su compañero, Eltrant esbozó una sonrisa a la vez que comenzaba a caminar tras ella.
Afortunadamente la lluvia amainó lo suficiente como para que Eltrant pudiese ver hacía dónde avanzaba con la tenue claridad que se filtraba a través de las finas nubes que cubrían, en aquel momento, la luna.
Que encontrasen la caravana solo fue cuestión de minutos.
Respiró profundamente y depositó su mano útil en el pomo de Recuerdo. Según le habían dicho en la posada del minúsculo pueblo en el que se estaba hospedando, el camino que Lyn y él estaban recorriendo en aquel momento se encontraba maldito.
Y lo que estaba viendo en aquel momento parecía indicar que algo de razón tenían.
Frunció el ceño y, tras indicarle a Lyn con un gesto que le siguiese de cerca, se acercó al carromato.
- No hay nadie… - Murmuró rodeando el amplio vehículo, analizando su contenido. – Pero… están los suministros. - Algunos lugareños hablaban de una variante más virulenta de la plaga, una que solo había arraigado en aquel breve tramo de bosque y que, de algún modo, hacía que tu cuerpo se convirtiese en aire, otros hablaban simples bandidos sedientos de sangre, pero, evidentemente, los primeros afirmaban a los segundos que los bandidos robaban cosas.
Se atusó la barba, pensativo. No había rastro de nadie, tampoco estaban los caballos y por lo que podía ver habían dejado atrás una fortuna en comida y medicinas. El anciano alcalde también había afirmado que él no era el primero que se internaba en aquel camino en busca de respuestas y, que todo aquel que lo había hecho, había desaparecido de la misma forma que los integrantes de los carromatos.
¿Eso significaba que, si esperaba el tiempo suficiente, sabría que estaba sucediendo?
Trató de rememorar las palabras del alcalde con exactitud, buscando algo que explicase lo que tenía frente a él: “Solo cuando amanece los más valientes del pueblo se atreven a recuperar los objetos de los mercaderes, y aun así, algunos se desvanecen igual. Demonios te digo muchacho, estamos malditos.” Pero no encontró nada, en la aldea todo eran supersticiones, ningún motivo remotamente real.
- ¡Mortal! – Levantó la mirada al oír la voz de la joven, Lyn se acercó a él y golpeó repetidamente la parte trasera de su armadura, llamando su atención. – He encontrado un par de huellas en el barro, todavía frescas. – Afirmó, Eltrant enarcó una ceja y asintió.
¿Solo un par? ¿Podía ser un superviviente? ¿La razón por la que habían desaparecido todos?
Fuese cual fuese la respuesta sólo había una forma de averiguarlo.
No era una lluvia fuerte, no era nada parecido al diluvio que había estado cayendo sobre sus cabezas durante el todo el trayecto, a la intensa tormenta que les había forzado a esperar unas horas en mitad de la nada. En aquel momento era más bien una lluvia fina, de esas en las que, hasta que no es demasiado tarde, no te percatas de que estas totalmente empapado.
- ¡Y de vuelta en el sur! – Dijo Lyn, a su lado, cubriéndose la cabeza con ambas manos, corriendo a resguardarse bajo un amplio árbol que descansaba a un lado del camino. - ¿Podemos pasarnos por Lunargenta esta vez? Quiero dormir en una cama en condiciones. – dijo la vampiresa. – Porque yo, Mortal, yo aún recuerdo esa sensación. No me gusta dormir siempre en el suelo como a ti, animal. – Eltrant se acomodó junto a ella, apoyándose en el árbol.
- No nos podemos alejar demasiado de… - La vampiresa se cruzó de brazos al oír esto y, sin apartar la mirada del tenue manto de agua que caía frente a ellos cortó al castaño.
- Lo sé, lo sé. Esa posada al oeste, lo de Asher. – dijo tan sonriente como siempre, sacudiendo la cabeza con suavidad – Pero hacerle caso a cualquier rumor con el que nos cruzamos… - Jugueteó durante unos segundos con su flequillo totalmente empapado mientras pensaba, probablemente, el que decir.
- ¿Es una buena idea? – Añadió Eltrant con una sonrisa antes de que su compañera se decidiese a terminar aquella sentencia. Lyn suspiró exasperada y frunció levemente el ceño.
- ¡No! ¡Es una idea horrible, Mortal! – Exclamó agarrando al errante de un brazo y zarandeándole. Eltrant no respondió - ¿¡Cuantas veces tengo que repetírtelo!? – Añadió enseguida. – Algún día vas a acabar… – Eltrant sonrió y la apartó de un suave empujón, lanzándola de nuevo bajo la lluvia. - ¡Muy bien! ¡Encima empújame! – Exclamó mientras, le señalaba con el dedo. - ¡Pero sabes que tengo razón! – Agregó.
- ¿Te preocupas por mí? – Tras pasarse la mano por el pelo, sin perder la sonrisa, Eltrant salió de debajo del árbol y se colocó junto a la vampiresa, que, cruzada de brazos, torció el gesto, molesta.
- Claro que me preocupo, Mortal. – dijo la vampiresa casi en un susurro, bajando sus ojos hasta sus botas. Momento en el que sacudió la cabeza con fuerza. – Soy… ¡Soy tu ama y señora, me preocupo por mis lacayos…! Y… y… ¡Me alimento muy fácil contigo! ¡Sí, eso! ¡Dame tu sangre ahora mismo! – Aseguró de forma entrecortada, hizo algunos aspavientos sin moverse del sitio. – ¡La cosa es que no puedo permitir que te pase nada, ya te lo he dicho muchas veces! – Sentenció, depositando ambas manos en su cintura, en jarra. - ¡Es por comodidad! ¡Que lo sepas! ¡Eres mi fiel sirviente! – Eltrant le dio una leve palmada en a la espalda, Lyn simplemente murmuró algo parecido a “idiota masoquista, acosador de elfas” al notar la mano del exmercenario.
Quizás prefiriese tomarse aquellas palabras con humor, pero conocía lo suficiente a Lyn como para saber que su preocupación era genuina; La vampiresa, de todos modos, tenía razón, estaba siguiendo un camino muy peligroso.
A veces incluso él dudaba si seguir adelante, tenía muchas razones para no llegar a viejo.
Pero, por supuesto, alguien tenía que hacerlo, alguien tenía que comportase de aquel modo. Se pasó la mano por la barba y, con los ojos cerrados, se concentró en el agua que corría por sus mejillas.
- Lo siento, Lyn. – dijo de improviso, dejando escapar un suave suspiro. – Sé que siempre digo lo mismo, pero… - Aquello pareció tomar por sorpresa a la ojiazul que, tras abrir los ojos de par en par durante unos instantes, comenzó a caminar a lo largo del camino, dejando atrás a Eltrant.
- ¡Más te vale sentirlo, Mortal! – dijo Lyn como toda respuesta. - ¡Más te vale! – repitió. - ¡En la siguiente posada, pienso gastarme todo el dinero en vino! – dijo sin siquiera girarse a mirar a su compañero, Eltrant esbozó una sonrisa a la vez que comenzaba a caminar tras ella.
Afortunadamente la lluvia amainó lo suficiente como para que Eltrant pudiese ver hacía dónde avanzaba con la tenue claridad que se filtraba a través de las finas nubes que cubrían, en aquel momento, la luna.
Que encontrasen la caravana solo fue cuestión de minutos.
Respiró profundamente y depositó su mano útil en el pomo de Recuerdo. Según le habían dicho en la posada del minúsculo pueblo en el que se estaba hospedando, el camino que Lyn y él estaban recorriendo en aquel momento se encontraba maldito.
Y lo que estaba viendo en aquel momento parecía indicar que algo de razón tenían.
Frunció el ceño y, tras indicarle a Lyn con un gesto que le siguiese de cerca, se acercó al carromato.
- No hay nadie… - Murmuró rodeando el amplio vehículo, analizando su contenido. – Pero… están los suministros. - Algunos lugareños hablaban de una variante más virulenta de la plaga, una que solo había arraigado en aquel breve tramo de bosque y que, de algún modo, hacía que tu cuerpo se convirtiese en aire, otros hablaban simples bandidos sedientos de sangre, pero, evidentemente, los primeros afirmaban a los segundos que los bandidos robaban cosas.
Se atusó la barba, pensativo. No había rastro de nadie, tampoco estaban los caballos y por lo que podía ver habían dejado atrás una fortuna en comida y medicinas. El anciano alcalde también había afirmado que él no era el primero que se internaba en aquel camino en busca de respuestas y, que todo aquel que lo había hecho, había desaparecido de la misma forma que los integrantes de los carromatos.
¿Eso significaba que, si esperaba el tiempo suficiente, sabría que estaba sucediendo?
Trató de rememorar las palabras del alcalde con exactitud, buscando algo que explicase lo que tenía frente a él: “Solo cuando amanece los más valientes del pueblo se atreven a recuperar los objetos de los mercaderes, y aun así, algunos se desvanecen igual. Demonios te digo muchacho, estamos malditos.” Pero no encontró nada, en la aldea todo eran supersticiones, ningún motivo remotamente real.
- ¡Mortal! – Levantó la mirada al oír la voz de la joven, Lyn se acercó a él y golpeó repetidamente la parte trasera de su armadura, llamando su atención. – He encontrado un par de huellas en el barro, todavía frescas. – Afirmó, Eltrant enarcó una ceja y asintió.
¿Solo un par? ¿Podía ser un superviviente? ¿La razón por la que habían desaparecido todos?
Fuese cual fuese la respuesta sólo había una forma de averiguarlo.
Última edición por Eltrant Tale el Dom Abr 22 2018, 02:15, editado 1 vez
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
La lluvia se había detenido, al fin. No había pasado mucho desde que Aliden había encontrado la caravana, en el supuesto camino "maldito". Bah, paparruchas. El sabía lo que se cocía por aquellos lares, y desde luego, los monstruos y abominaciones dejaban un rastro más visible de devastación. Sabía lo que perseguía, a su eterna presa. Vampiros.
Dirigió sus pasos chapoteando en el barro, mientras seguía alguna pista, algún rastro evidente de el paso de los monstruos que el cazaba. No tardó mucho hasta encontrar un rastro entre el barro, el cual había borrado huellas más no un pesado óvalo de cobre que yacía en el suelo semienterrado. Lo cogió, y después de limpiarlo brevemente con el dedo pulgar, pulsó una presilla, la cual abrió un retrato de una niña. Frunció el ceño, desde luego eso no le iba a guiar hacia los vampiros.
Giró el óvalo entre sus dedos, intentando buscar alguna pista o rastro en la superficie metálico del mismo, más lo que encontró fue simple barro.
-Maldita sea...-gruñó.
Se guardó el reloj en el bolsillo, prometiéndose que se lo devolvería a la niña en cuanto la encontrase. Oteó el horizonte, sin saber exactamente que hacer. La lluvia había borrado las huellas, que ahora eran imposibles de seguir. Siguió andando, pero escuchó unas voces detrás suya. "Los vampiros" pensó, con parte de razón. Aguzó el oído y escuchó a una mujer, y a un hombre, la mujer gritándole al hombre. Problemas de negocios sanguíneos, supuso. Tanteó su cinturón en busca de su estilete, y lo preparó para un inminente enfrentamiento, mientras rodeaba el camino, agazapado y lo bordeaba para ocultarse en la oscuridad, y con su habilidad vampírica permitió a las sombras cubrir su cuerpo y sumirlo en las tinieblas. El enemigo no lo vería venir, y de un golpe acabaría el encuentro, el cual sería poco favorable para ellos.
Dirigió sus pasos chapoteando en el barro, mientras seguía alguna pista, algún rastro evidente de el paso de los monstruos que el cazaba. No tardó mucho hasta encontrar un rastro entre el barro, el cual había borrado huellas más no un pesado óvalo de cobre que yacía en el suelo semienterrado. Lo cogió, y después de limpiarlo brevemente con el dedo pulgar, pulsó una presilla, la cual abrió un retrato de una niña. Frunció el ceño, desde luego eso no le iba a guiar hacia los vampiros.
Giró el óvalo entre sus dedos, intentando buscar alguna pista o rastro en la superficie metálico del mismo, más lo que encontró fue simple barro.
-Maldita sea...-gruñó.
Se guardó el reloj en el bolsillo, prometiéndose que se lo devolvería a la niña en cuanto la encontrase. Oteó el horizonte, sin saber exactamente que hacer. La lluvia había borrado las huellas, que ahora eran imposibles de seguir. Siguió andando, pero escuchó unas voces detrás suya. "Los vampiros" pensó, con parte de razón. Aguzó el oído y escuchó a una mujer, y a un hombre, la mujer gritándole al hombre. Problemas de negocios sanguíneos, supuso. Tanteó su cinturón en busca de su estilete, y lo preparó para un inminente enfrentamiento, mientras rodeaba el camino, agazapado y lo bordeaba para ocultarse en la oscuridad, y con su habilidad vampírica permitió a las sombras cubrir su cuerpo y sumirlo en las tinieblas. El enemigo no lo vería venir, y de un golpe acabaría el encuentro, el cual sería poco favorable para ellos.
- Habilidad usada:
- Presencia vampírica: El vampiro puede alterar la percepción de los demás sobre su apariencia con una ilusión que le hace parecer más temible o más atractivo, a voluntad. Adicionalmente, esto le permite ocultarse con mayor facilidad en lugares oscuros.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
La lluvía había parado, al fin. Aunque en realidad era peor lo que venía después; estar todo mojado, con frío y tener esa sensación de estar andando pisando ranas, era horrible, y el barro que se colaba junto al agua a través de las botas no ayudaba en nada a que la situación mejorase. Así se encontraba Alward, y todo porque había oído rumores en su taberna de que el camino maldito deparaba un gran misterio, y claro, para los amantes de los misterios y las aventuras como es el joven Sevna pues era todo un caramelito dispuesto a ser comido. A parte de que dicen que este camino guarda algún tipo de tesoro y como es obvio, todo mercenario que se preste siempre le llama una buena recompensa.
-Odio la lluvia...-Decía entredientes
Alward alzó la vista al cielo y aún seguía cubierto de nubes, por lo que probablemente, más tarde, empezaría a llover de nuevo.
-Sin carromato, sin yegua... ¿Qué pinto yo aquí? Nunca debí de hacer caso a los rumores en la taberna, y menos aún venir solo ¡Y MENOS DE NOCHE! ¡Y AÚN MENOS ACEPTAR LA MALDITA APUESTA!-Dijo lamentándose una y otra vez durante el camino
Pero, el verdadero motivo para que Alward haya hecho esta locura no es por simple vanidad, búsqueda de gloria u oro (Que también) sino que todo viene influenciado por una apuesta que hizo con sus compañeros de los Stelliazos; ir sin ninguna montura, compañía ni carromato al camino maldito, investigarlo y volver con vida. Así el joven Sevna se ganaría unos aeros extra a costa de sus compañeros y amigos.
Tras andar un rato más, vio una figura a lo lejos, sin hacer mucho ruido y separándose del camino, entre los árboles, corrió para ver quién era. Un hombre, de pelo claro, tez muy blanquecina; un vampiro.
-Oh... Espero que no me vea-Dijo en un tono muy bajo, susurrando
De pronto, notó a lo lejos un carromato y cómo el vampiro examinaba agachado alguna cosa que estaría por el suelo. Alward seguía escondido, al acechó esperando a que se fuese. El vampiro entonces se alzó en pie de nuevo, y fijó su mirada al frente, como desafiante, algo había notado, alguna presa, y esta iba a ser devorada. El joven Sevna se acercó rápidamente y sin llamar mucho la atención, tanto como podía para ver mejor la escena. El vampiro se había quedado mirando a una pareja de individuos, los cuales estaban de espaldas y sin percatarse de la presencia de ninguno. El ser maldito, se escabulló entre los matorrales y Alward lo perdió de vista.
Confuso, el humano volvió a salir hacia el camino y empezó a correr hacia la pareja de individuos que lo recorría, para advertirles de la presencia de un vampiro acechante en la zona, el sonido de sus botas corriendo por barro mojado y charcos empezó a ser notorio y por seguro ya no estaría en el anonimato.
-Odio la lluvia...-Decía entredientes
Alward alzó la vista al cielo y aún seguía cubierto de nubes, por lo que probablemente, más tarde, empezaría a llover de nuevo.
-Sin carromato, sin yegua... ¿Qué pinto yo aquí? Nunca debí de hacer caso a los rumores en la taberna, y menos aún venir solo ¡Y MENOS DE NOCHE! ¡Y AÚN MENOS ACEPTAR LA MALDITA APUESTA!-Dijo lamentándose una y otra vez durante el camino
Pero, el verdadero motivo para que Alward haya hecho esta locura no es por simple vanidad, búsqueda de gloria u oro (Que también) sino que todo viene influenciado por una apuesta que hizo con sus compañeros de los Stelliazos; ir sin ninguna montura, compañía ni carromato al camino maldito, investigarlo y volver con vida. Así el joven Sevna se ganaría unos aeros extra a costa de sus compañeros y amigos.
Tras andar un rato más, vio una figura a lo lejos, sin hacer mucho ruido y separándose del camino, entre los árboles, corrió para ver quién era. Un hombre, de pelo claro, tez muy blanquecina; un vampiro.
-Oh... Espero que no me vea-Dijo en un tono muy bajo, susurrando
De pronto, notó a lo lejos un carromato y cómo el vampiro examinaba agachado alguna cosa que estaría por el suelo. Alward seguía escondido, al acechó esperando a que se fuese. El vampiro entonces se alzó en pie de nuevo, y fijó su mirada al frente, como desafiante, algo había notado, alguna presa, y esta iba a ser devorada. El joven Sevna se acercó rápidamente y sin llamar mucho la atención, tanto como podía para ver mejor la escena. El vampiro se había quedado mirando a una pareja de individuos, los cuales estaban de espaldas y sin percatarse de la presencia de ninguno. El ser maldito, se escabulló entre los matorrales y Alward lo perdió de vista.
Confuso, el humano volvió a salir hacia el camino y empezó a correr hacia la pareja de individuos que lo recorría, para advertirles de la presencia de un vampiro acechante en la zona, el sonido de sus botas corriendo por barro mojado y charcos empezó a ser notorio y por seguro ya no estaría en el anonimato.
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Lyn se detuvo, frente a él, de improviso.
La imitó. Habían llegado hasta una especie de claro, dónde los árboles se abrían a su alrededor, casi parecía que estaba hecho así a propósito. Frunció el ceño y se acercó a la ojiazul.
- ¿Todo bie…? – La muchacha levantó la mano derecha, indicando a Eltrant que se callase. Asintiendo escuetamente, Eltrant sujetó el pomo de Recuerdo, la espada de hielo que, como de costumbre, pendía de su cintura.
- No estamos solos. – Un cúmulo de sombras comenzaron a acumularse en torno a la vampiresa, comenzaron a danzar alrededor de ella. Eltrant desenvainó a Recuerdo por completo, el resplandor azulado que esta no tardó en emitir tan pronto estuvo fuera de la vaina alumbró pobremente los alrededores del castaño. – Un pariente. – dijo la vampiresa, mirando a su alrededor con el ceño fruncido. – Reconozco… esta sensación. – Añadió, Eltrant respiró hondo y alzó la espada un poco más, tratando de vislumbrar algo mínimamente útil entre las sombras.
- ¿Un vampiro? – Concluyó Eltrant al oírla decir “Pariente”, ¿Así que eso era? ¿Vampiros en la zona? Tenía sentido, las desapariciones podían deberse a eso - Dime por dónde. – Sentenció Eltrant, de forma seria, girándose sobre sí mismo. No obstante, el sonido de unas botas sobre el barro húmedo captó la atención del séptimo Tale, que no pudo sino girarse con la espada en alto.
Un hombre de aproximadamente su edad se aproximaba hacía ellos a toda prisa. Preparó su espada. ¿Ese era el vampiro? Parecía más preocupado por alcanzarles que por hacerles algo parecido a daño.
- ¡Ese no es! – Exclamó Lyn, seguía mirando hacía todas partes, casi como si no terminase de situar al señor de la noche que acababa de notar. - ¿…Eres de los buenos o de los malos? – Pudo oír claramente como la muchacha preguntaba aquello en voz baja, a su espalda, parecía más una pregunta para ella misma que para el vampiro que estaba tratando de localizar.
Pero no había tiempo, otro recién llegado se acercaba a toda prisa, no sabía cómo recibirle exactamente. ¿Con la espada? ¿Iba a atacarles aquel desconocido? La expresión de urgencia que tenía dibujada en su rostro parecía indicar que no quería pelear, que tenía otra intención.
¿Era uno de los supervivientes del carromato?
- ¡Acércate!¡Rápido! – Exclamó Eltrant bajando durante unos segundos la espada, quizás estaba en problemas, o los vampiros también le seguían a él.
- ¡Muy bien! – Lyn dio una palmada. - ¡Si no puedo encontrarte! – Las sombras comenzaron a acumularse en torno a ella. - ¡Tú tampoco vas a hacerlo con nosotros! – Extendió los brazos, las sombras de Lyn se sucedieron en el claro, formando una cúpula alrededor del mismo. Sobre el recién llegado, sobre Eltrant, y sobre la misma Lyn. [1]
Solo había oscuridad.
- ¿Sabes que yo tampoco puedo ver así? ¿Verdad? – Preguntó Eltrant, hablando a un punto indeterminado de las sombras que tenía delante de él, no podía ver, siquiera, el brillo de la espada que tenía entre las manos.
Lyn no respondió, al menos no inmediatamente.
- ¡No te preocupes, Mortal! – Respondió Lyn de buen humor, podía notarlo en su tono de voz. - ¡Quédate a mi lado, tú no te muevas mucho! - Se calló otro par de segundos. - ¡Hola recién llegado! – La voz de la vampiresa rebotaba en las sombras, casi parecía que toda aquella cúpula era una extensión de su ser. – Perdona por esto. Hay alguien en el bosque… que me ha inquietado un poco. – dijo como toda explicación al muchacho que se había acercado a ellos corriendo.
– ¿Estas bien? – Preguntó Eltrant avanzando un par de pasos en la dirección en la que había visto aproximarse al hombre. - ¿Eres parte de la caravana de mercaderes? – Inquirió a continuación, había visto que portaba armas, o eso le había parecido, no había conseguido ver bien la figura del hombre entre la oscuridad, podía ser perfectamente uno de los guardias que la escoltaban.
La voz de Lyn volvió a rebotar en los confines de aquella cúpula de sombras.
- ¡Hola Pariente! – dijo a la nada, probablemente esperase que el vampiro que había detectado le escuchase, Eltrant suspiró y se llevó la mano hasta la cara, ya empezaba. – ¡He notado algo parecido a instintos homicidas provenir de ti! – Añadió - ¿Eres tú el que está haciendo desaparecer a los mercaderes? – Preguntó después. - ¿No podemos ser amigos? – Agregó casi enseguida.
- Lyn… ten cuidado. – dijo Eltrant clavando su espada en el su espada en el suelo y colocando ambas manos sobre ella. Olvido, la gigantesca claymore plateada que descansaba a su espalda podía ser de mayor utilidad en aquella situación, pero la espada de hielo alumbraba, se quedaría con ella por lo pronto, además, era más rápida de usar. – Las personas desaparecidas son muchas, es difícil que sea solo una persona la que se los ha llevado. – Argumentó.
– Puede haber más. –
El amplio salón estaba completamente deshabitado, solo había un par de muebles siendo, el que se encontraba en mejor estado, el desmejorado trono de piedra en el que él se encontraba sentado en aquel momento.
- Señor… - El hombre cano levantó la mano derecha impidiendo hablar al hombre de tez pálida y cabellos cobrizos. Lo había notado, en el lugar donde antes había una pequeña fuente junto a varios bancos.
Echaba en falta aquel lugar. Quizás lo reconstruiría más adelante, cuando su plan saliese adelante.
- Dejadles que jueguen. – Fue lo único que dijo. – …No saben quiénes son realmente. – Notaba la presencia de dos de sus congéneres en los alrededores, dos vampiros, como los habitantes de aquella mansión que había reclamado para sí. – Todavía no. – Junto ambas manos y, tras unos segundos pensativo, se cruzó de piernas.
Analizó el amplio salón, cada una de las seis personas que estaba allí en aquel momento eran sus más cercanos confidentes, los señores de la noche en los que más confiaba para la campaña que había comenzado.
¿Entonces como había pasado aquello? ¿Cómo se habían acercado tanto?
- Kordour, mata a Raymond – dijo con simpleza. Uno de los presentes desenvainó la espada y le clavó, antes de que este pudiese hacer nada, la espada en la garganta al hombre que tenía delante, el cual cayó al suelo entre burbujeos, asfixiándose con su propia sangre. – Bien… bien… - Ahora tenía a cinco confidentes. Todavía eran suficientes, quizás incluso alguno de los estamentos más bajos acabase sustituyendo a Raymond. – Espero que esto os muestre a los demás… lo que sucede cuando nos descuidamos y dejamos pistas detrás de nosotros. – Dijo levantándose.
- ¿Qué hacemos con…?
- Que se acerquen. – Sentenció. – Serán más… “desaparecidos”.
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[1]Habilidad Lyn Nivel 6: Campo de Sombras.
La imitó. Habían llegado hasta una especie de claro, dónde los árboles se abrían a su alrededor, casi parecía que estaba hecho así a propósito. Frunció el ceño y se acercó a la ojiazul.
- ¿Todo bie…? – La muchacha levantó la mano derecha, indicando a Eltrant que se callase. Asintiendo escuetamente, Eltrant sujetó el pomo de Recuerdo, la espada de hielo que, como de costumbre, pendía de su cintura.
- No estamos solos. – Un cúmulo de sombras comenzaron a acumularse en torno a la vampiresa, comenzaron a danzar alrededor de ella. Eltrant desenvainó a Recuerdo por completo, el resplandor azulado que esta no tardó en emitir tan pronto estuvo fuera de la vaina alumbró pobremente los alrededores del castaño. – Un pariente. – dijo la vampiresa, mirando a su alrededor con el ceño fruncido. – Reconozco… esta sensación. – Añadió, Eltrant respiró hondo y alzó la espada un poco más, tratando de vislumbrar algo mínimamente útil entre las sombras.
- ¿Un vampiro? – Concluyó Eltrant al oírla decir “Pariente”, ¿Así que eso era? ¿Vampiros en la zona? Tenía sentido, las desapariciones podían deberse a eso - Dime por dónde. – Sentenció Eltrant, de forma seria, girándose sobre sí mismo. No obstante, el sonido de unas botas sobre el barro húmedo captó la atención del séptimo Tale, que no pudo sino girarse con la espada en alto.
Un hombre de aproximadamente su edad se aproximaba hacía ellos a toda prisa. Preparó su espada. ¿Ese era el vampiro? Parecía más preocupado por alcanzarles que por hacerles algo parecido a daño.
- ¡Ese no es! – Exclamó Lyn, seguía mirando hacía todas partes, casi como si no terminase de situar al señor de la noche que acababa de notar. - ¿…Eres de los buenos o de los malos? – Pudo oír claramente como la muchacha preguntaba aquello en voz baja, a su espalda, parecía más una pregunta para ella misma que para el vampiro que estaba tratando de localizar.
Pero no había tiempo, otro recién llegado se acercaba a toda prisa, no sabía cómo recibirle exactamente. ¿Con la espada? ¿Iba a atacarles aquel desconocido? La expresión de urgencia que tenía dibujada en su rostro parecía indicar que no quería pelear, que tenía otra intención.
¿Era uno de los supervivientes del carromato?
- ¡Acércate!¡Rápido! – Exclamó Eltrant bajando durante unos segundos la espada, quizás estaba en problemas, o los vampiros también le seguían a él.
- ¡Muy bien! – Lyn dio una palmada. - ¡Si no puedo encontrarte! – Las sombras comenzaron a acumularse en torno a ella. - ¡Tú tampoco vas a hacerlo con nosotros! – Extendió los brazos, las sombras de Lyn se sucedieron en el claro, formando una cúpula alrededor del mismo. Sobre el recién llegado, sobre Eltrant, y sobre la misma Lyn. [1]
Solo había oscuridad.
- ¿Sabes que yo tampoco puedo ver así? ¿Verdad? – Preguntó Eltrant, hablando a un punto indeterminado de las sombras que tenía delante de él, no podía ver, siquiera, el brillo de la espada que tenía entre las manos.
Lyn no respondió, al menos no inmediatamente.
- ¡No te preocupes, Mortal! – Respondió Lyn de buen humor, podía notarlo en su tono de voz. - ¡Quédate a mi lado, tú no te muevas mucho! - Se calló otro par de segundos. - ¡Hola recién llegado! – La voz de la vampiresa rebotaba en las sombras, casi parecía que toda aquella cúpula era una extensión de su ser. – Perdona por esto. Hay alguien en el bosque… que me ha inquietado un poco. – dijo como toda explicación al muchacho que se había acercado a ellos corriendo.
– ¿Estas bien? – Preguntó Eltrant avanzando un par de pasos en la dirección en la que había visto aproximarse al hombre. - ¿Eres parte de la caravana de mercaderes? – Inquirió a continuación, había visto que portaba armas, o eso le había parecido, no había conseguido ver bien la figura del hombre entre la oscuridad, podía ser perfectamente uno de los guardias que la escoltaban.
La voz de Lyn volvió a rebotar en los confines de aquella cúpula de sombras.
- ¡Hola Pariente! – dijo a la nada, probablemente esperase que el vampiro que había detectado le escuchase, Eltrant suspiró y se llevó la mano hasta la cara, ya empezaba. – ¡He notado algo parecido a instintos homicidas provenir de ti! – Añadió - ¿Eres tú el que está haciendo desaparecer a los mercaderes? – Preguntó después. - ¿No podemos ser amigos? – Agregó casi enseguida.
- Lyn… ten cuidado. – dijo Eltrant clavando su espada en el su espada en el suelo y colocando ambas manos sobre ella. Olvido, la gigantesca claymore plateada que descansaba a su espalda podía ser de mayor utilidad en aquella situación, pero la espada de hielo alumbraba, se quedaría con ella por lo pronto, además, era más rápida de usar. – Las personas desaparecidas son muchas, es difícil que sea solo una persona la que se los ha llevado. – Argumentó.
– Puede haber más. –
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Abrió los ojos.El amplio salón estaba completamente deshabitado, solo había un par de muebles siendo, el que se encontraba en mejor estado, el desmejorado trono de piedra en el que él se encontraba sentado en aquel momento.
- Señor… - El hombre cano levantó la mano derecha impidiendo hablar al hombre de tez pálida y cabellos cobrizos. Lo había notado, en el lugar donde antes había una pequeña fuente junto a varios bancos.
Echaba en falta aquel lugar. Quizás lo reconstruiría más adelante, cuando su plan saliese adelante.
- Dejadles que jueguen. – Fue lo único que dijo. – …No saben quiénes son realmente. – Notaba la presencia de dos de sus congéneres en los alrededores, dos vampiros, como los habitantes de aquella mansión que había reclamado para sí. – Todavía no. – Junto ambas manos y, tras unos segundos pensativo, se cruzó de piernas.
Analizó el amplio salón, cada una de las seis personas que estaba allí en aquel momento eran sus más cercanos confidentes, los señores de la noche en los que más confiaba para la campaña que había comenzado.
¿Entonces como había pasado aquello? ¿Cómo se habían acercado tanto?
- Kordour, mata a Raymond – dijo con simpleza. Uno de los presentes desenvainó la espada y le clavó, antes de que este pudiese hacer nada, la espada en la garganta al hombre que tenía delante, el cual cayó al suelo entre burbujeos, asfixiándose con su propia sangre. – Bien… bien… - Ahora tenía a cinco confidentes. Todavía eran suficientes, quizás incluso alguno de los estamentos más bajos acabase sustituyendo a Raymond. – Espero que esto os muestre a los demás… lo que sucede cuando nos descuidamos y dejamos pistas detrás de nosotros. – Dijo levantándose.
- ¿Qué hacemos con…?
- Que se acerquen. – Sentenció. – Serán más… “desaparecidos”.
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[1]Habilidad Lyn Nivel 6: Campo de Sombras.
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Aliden se había percatado del humano demasiado tarde, cuando este ya se había unido a los vampiros. Sin embargo, se quedó oculto, observando los dos supuestos vampiros, que parecían hablar, y que instaron al humano a unirse a ellos. Mas... Solo había una vampira, parecía ser, la cual conjuró un infame campo de sombras que no le permitía verlos, después de gritarle como una demente. Mhh... Pero le estaba gritando... ¿Qué si era de los buenos o de los malos? ¿Pariente? ¿Que clase de vampiresa malévola era esa? ¿Y por que demonios le acompañaba un humano? ¿Sería su siervo, o algo así?
Meditó sobre ello unos instantes, y decidió que como fuera, no podía cazar a la vampiresa con testigos de por medio, esa era su filosofía, así que volvió al camino, y disipó las sombras que cubrían su cuerpo, haciéndose visible de nuevo, y se posicionó delante de la espesa cúpula de sombras que la vampiresa había creado, sin guardar su estilete, alerta ante lo que pudiese suceder. Miró a la cúpula, sin saber muy bien como reaccionar, así que empezó hablando a un punto medio que determinó como que era el origen de las tinieblas
-Saludos a ti también, "parienta". Siento decepcionarte, pero no me llevo bien con los vampiros, así que nuestra amistad sería complicada de llevar a cabo. Y la única maldad que alberga mi corazón es destruir a los tuyos.-Frunció el ceño-Espero que no estés pensando usar a estos humanos como cena de esta noche. Es de mala educación engañar a la gente.
Se movió, algo incómodo por no poder ver a su interlocutora. Las sombras de verdad eran algo a tener en cuenta si no las usaba él, más de un vampiro había escapado de su campo de visión debido a esto. Chasqueó la lengua, molesto, mientras esperaba una respuesta de los humanos o bien de la vampiresa.
Meditó sobre ello unos instantes, y decidió que como fuera, no podía cazar a la vampiresa con testigos de por medio, esa era su filosofía, así que volvió al camino, y disipó las sombras que cubrían su cuerpo, haciéndose visible de nuevo, y se posicionó delante de la espesa cúpula de sombras que la vampiresa había creado, sin guardar su estilete, alerta ante lo que pudiese suceder. Miró a la cúpula, sin saber muy bien como reaccionar, así que empezó hablando a un punto medio que determinó como que era el origen de las tinieblas
-Saludos a ti también, "parienta". Siento decepcionarte, pero no me llevo bien con los vampiros, así que nuestra amistad sería complicada de llevar a cabo. Y la única maldad que alberga mi corazón es destruir a los tuyos.-Frunció el ceño-Espero que no estés pensando usar a estos humanos como cena de esta noche. Es de mala educación engañar a la gente.
Se movió, algo incómodo por no poder ver a su interlocutora. Las sombras de verdad eran algo a tener en cuenta si no las usaba él, más de un vampiro había escapado de su campo de visión debido a esto. Chasqueó la lengua, molesto, mientras esperaba una respuesta de los humanos o bien de la vampiresa.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Sin saber muy bien cómo, el joven Sevna quedó envuelto en una espesa capa de "niebla" oscura y densa nada más acercarse a los dos sujetos a los que el vampiro quería cazar. Se puso en una postura tensa, con una mano llevada hacia arriba de su hombro, esperando para desenvainar una de sus espadas en cualquier momento. Uno de los dos sujetos, que parecía una mujer, le hablaba directamente a él; la cual decía que ella también se había percatado de la presencia del vampiro.
-¡E-exacto, un vampiro os persigue!
Tras unos segundos de silencio, el otro sujeto, el cual era un hombre, le habló también
-¿Caravana de mercaderes? Yo solo estoy aquí por...-Dudó unos segundos sobre su respuesta, ya que le daba vergüenza admitir que se había metido en una cosa que le venía demasiado grande-Estoy aquí de paso, aunque he oído los rumores
Tras eso no recibió respuesta. Parece ser que ahora la mujer le hablaba directamente a su supuesto cazador, con un tono sorprendentemente amigable aun sabiendo lo que se proponía aquel ser de la noche. Tras otros varios segundos de silencio, se oyó otra voz, proveniente del exterior de lo que parecía la "niebla" oscura; era el vampiro. Algo que extrañó al humano es que entre la mujer y el vampiro se llamaban "parientes", ¿Acaso la mujer también era una de ellos? En ese caso, la cosa podría pintar muy mal, aunque la confusión vino a su mente, pues aquel vampiro decía "Cazar vampiros", y la mujer no parecía ser peligrosa, si es que realmente era un ser de la noche.
Alward tomó una postura más relajada, aunque desenvainó una de sus dos armas con su mano derecha, por si acaso. Estaba todo mojado, ciego, con frío y confuso, la cosa no podría pintar peor para el humano.
-¡E-exacto, un vampiro os persigue!
Tras unos segundos de silencio, el otro sujeto, el cual era un hombre, le habló también
-¿Caravana de mercaderes? Yo solo estoy aquí por...-Dudó unos segundos sobre su respuesta, ya que le daba vergüenza admitir que se había metido en una cosa que le venía demasiado grande-Estoy aquí de paso, aunque he oído los rumores
Tras eso no recibió respuesta. Parece ser que ahora la mujer le hablaba directamente a su supuesto cazador, con un tono sorprendentemente amigable aun sabiendo lo que se proponía aquel ser de la noche. Tras otros varios segundos de silencio, se oyó otra voz, proveniente del exterior de lo que parecía la "niebla" oscura; era el vampiro. Algo que extrañó al humano es que entre la mujer y el vampiro se llamaban "parientes", ¿Acaso la mujer también era una de ellos? En ese caso, la cosa podría pintar muy mal, aunque la confusión vino a su mente, pues aquel vampiro decía "Cazar vampiros", y la mujer no parecía ser peligrosa, si es que realmente era un ser de la noche.
Alward tomó una postura más relajada, aunque desenvainó una de sus dos armas con su mano derecha, por si acaso. Estaba todo mojado, ciego, con frío y confuso, la cosa no podría pintar peor para el humano.
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
“Destruir a los tuyos”
Eltrant frunció el ceño al oír las palabras que el vampiro dedicó a Lyn y, sin soltar su espada, aguardó paciente a escuchar la respuesta que su acompañante tenía que darle a aquel hombre.
- Ya veo… - dijo la vampiresa, después de esperar durante unos minutos, con sencillez. Una vez la ojiazul afirmó esto el campo de sombres en el que estaban todos envueltos comenzó a disiparse lentamente y, al cabo de unos segundos, se encontraron de nuevo en aquel claro en el bosque.
Frente a ellos un hombre de tez pálida y cabellos rubios, casi plateados, les miraba fijamente. En concreto a Lyn. La descripción más acertada que Eltrant tenía para describir la expresión que dominaba el rostro de aquel vampiro era “ira”, pero no una ira explosiva, al menos no de momento, aquel hombre parecía estar conteniéndose, siempre a punto de estallar en cualquier instante.
Era peligroso. Tenía que mantenerse alerta.
- No has respondido a mi pregunta. – dijo Lyn cruzándose de brazos, sonriendo a su compañero de raza. - ¿Eres tú el que ha hecho desaparecer a las personas de la caravana? – Volvió a preguntar la joven. Eltrant notó como la ojiazul se tambaleaba un poco, sabía lo agotador que podía llegar a ser para ella usar las sombras que controlaba, pero, al final, Lyn se quedó de pie, mirando fijamente a su nuevo oponente. Parecía estar tomándose aquello bastante en serio, sobre todo para sus estándares.
El silencio se apoderó, una vez más, del claro. Lyn se quedó analizando al ser de la noche que había estado a punto de atacarles, sin decir nada, Eltrant respiro profundamente y la imitó.
Tras ellos estaba el otro hombre, pero en un principio no parecía peligroso. Por lo que este afirmaba había visto, al parecer, el vampiro que tenían delante en primer lugar y había estado tratando de avisarles de la presencia del mismo. Aunque en un principio había tratado de ayudarles ahora había desenvainado su propia arma y miraba a todos los presentes con desconfianza.
No le extrañaba.
Pasándose la mano libre por el pelo, dejó caer a Recuerdo sobre su hombro. Aquello estaba siendo extraño, parecía más bien una competición de miradas, una de esas que a Lyn le encantaba hacer cuando se aburría.
– …Dices que la única maldad de tu corazón es destruir a los míos… – dijo Lyn al vampiro, finalmente, estirando los brazos por encima de su cabeza. Aguardó un poco más antes de seguir hablando. – ...Odias… odias tu existencia… – Afirmó la vampiresa suspirando, le ofreció a aquel hombre una sonrisa escueta y avanzó un par de pasos en su dirección. La expresión de la ojiazul era extraña, no era exactamente tristeza, aunque había un deje de eso en su mirada. – Debe ser duro… vivir así. Lo siento. – Negó con la cabeza y, tras callarse, volvió a estudiar al vampiro durante unos instantes.
- Lyn… - Eltrant alternó su mirada entre su compañera y el hombre que había estado a punto de atacarles sin saber exactamente cómo reaccionar ante aquello.
- No voy a atacarte. – Afirmó seriamente, adoptando una seriedad totalmente antinatural para ella. Lo cierto es que Lyn imponía cierto respeto cuando se comportaba de aquella forma, incluso a él. – …Bueno, aquí mi compañero. – Señaló a Eltrant, este levantó la mano levemente, como todo saludo. La vampiresa sonrió – Probablemente intente detenerte si resulta que eres tú el que hace desaparecer mercaderes. – Lyn se volvió a cruzar de brazos. – Y pienso ayudarle si es el caso. – Ensanchó la sonrisa. – Pero no eres tú el que ha hecho eso. ¿Verdad? – Los ojos azules de Lyn estaban fijamente clavados en los ocres del hombre que tenían delante.
- ¿…Y si dejamos esto ya? – Preguntó al final Eltrant suspirando sonoramente, cortando a Lyn a la vez que colocaba a Recuerdo de vuelta su cintura. – Es evidente que este tipo no ha acabado con los mercaderes… a no ser que los mercaderes fuesen vampiros… pero lo dudo mucho. – No le tranquilizaba desarmarse delante de un hombre que había afirmado, de forma bastante literal, que quería matar a Lyn.
Pero en el peor de los casos, sabía muy bien cómo reaccionar. Y rebajar un poco la tensión que ahora controlaba aquella extraña situación en la que se habían visto todos involucrados parecía ser la mejor idea.
- ¡¿Cómo te atreves a cortarme a mitad del discurso!? – Ignorando completamente la presencia del hombre rubio y del otro joven, la vampiresa se giró hacía su acompañante. - ¡¡Mortal, estaba a punto de haceros llorar a todos de la emoción!! – Pronunció Lyn a la vez que saltaba sobre la espalda del exguarda, agarrándose a su capa. - ¡Discúlpate ante tu ama y señora lacayo! ¡Encima que me he rebajado y te he llamado compañero! ¡¿Así me lo agradeces!? – dijo agitando uno de los puños, aunque más que agitar parecía estar tratando de golpear a Eltrant sin resultado alguno.
- ¡Bájate de ahí! – Bramó el exmercenario girándose sobre sí mismo, tratando de zafarse del agarre de la vampiresa.
La imagen de la Lyn seria que acababa de ver desapareció de pronto, prácticamente se esfumó de sus pensamientos. En aquel momento estaba seguro que, por unos instantes, había estado poseída. Era impensable que Lyn se comportase como una persona madura.
- ¡Oblígame! – Respondió Lyn encaramándose en las juntas de su armadura y trepando por la misma como si de un roedor se tratase.
Tras dar varias vueltas más se detuvo, rindiéndose ante el anormal equilibrio del que estaba haciendo gala la joven en aquel momento. Después de rascarse la barba durante unos segundos, negó con la cabeza.
- Mi nombre es Eltrant. – dijo a los presentes, también al vampiro. – Y ella es Lyn – Señaló con el pulgar a la ojiazul, que, aun en su espalda, había dejado caer la cabeza sobre su hombro. – Estamos… indagando en los rumores de las desapariciones, supongo os habréis enterado de algo. – Lyn volvió a poner sus pies en la tierra, pero no dijo nada esta vez. – Lyn ha dicho que no va a atacarte… - dijo dirigiéndose directamente al señor de la noche. – Pero si tratas de volver a hacer algo… - Negó con la cabeza, se llevó la mano hasta la cara y suspiró. – Bueno, seguro que supones que puede pasar. Vamos a dejarlo. – dijo quitándole importancia al asunto con un rápido gesto de muñeca. Las amenazas no solían llevarle a ningún lugar, de todos modos.
- Vamos, Lyn – dijo haciendo una seña a su compañera para que no se alejase. Zanjado aquel asunto, solo quedaba buscar más pistas en el carromato. - ¿Vienes con nosotros? – Preguntó al otro joven, al que había tratado de avisarles, según pasaba a su lado. – Por cierto… ¿Qué haces aquí? – Inquirió. - ¿Te ha contratado el pueblo para todo este asunto? ¿Eres un mercenario? – Preguntó deteniéndose junto a él.
Eltrant frunció el ceño al oír las palabras que el vampiro dedicó a Lyn y, sin soltar su espada, aguardó paciente a escuchar la respuesta que su acompañante tenía que darle a aquel hombre.
- Ya veo… - dijo la vampiresa, después de esperar durante unos minutos, con sencillez. Una vez la ojiazul afirmó esto el campo de sombres en el que estaban todos envueltos comenzó a disiparse lentamente y, al cabo de unos segundos, se encontraron de nuevo en aquel claro en el bosque.
Frente a ellos un hombre de tez pálida y cabellos rubios, casi plateados, les miraba fijamente. En concreto a Lyn. La descripción más acertada que Eltrant tenía para describir la expresión que dominaba el rostro de aquel vampiro era “ira”, pero no una ira explosiva, al menos no de momento, aquel hombre parecía estar conteniéndose, siempre a punto de estallar en cualquier instante.
Era peligroso. Tenía que mantenerse alerta.
- No has respondido a mi pregunta. – dijo Lyn cruzándose de brazos, sonriendo a su compañero de raza. - ¿Eres tú el que ha hecho desaparecer a las personas de la caravana? – Volvió a preguntar la joven. Eltrant notó como la ojiazul se tambaleaba un poco, sabía lo agotador que podía llegar a ser para ella usar las sombras que controlaba, pero, al final, Lyn se quedó de pie, mirando fijamente a su nuevo oponente. Parecía estar tomándose aquello bastante en serio, sobre todo para sus estándares.
El silencio se apoderó, una vez más, del claro. Lyn se quedó analizando al ser de la noche que había estado a punto de atacarles, sin decir nada, Eltrant respiro profundamente y la imitó.
Tras ellos estaba el otro hombre, pero en un principio no parecía peligroso. Por lo que este afirmaba había visto, al parecer, el vampiro que tenían delante en primer lugar y había estado tratando de avisarles de la presencia del mismo. Aunque en un principio había tratado de ayudarles ahora había desenvainado su propia arma y miraba a todos los presentes con desconfianza.
No le extrañaba.
Pasándose la mano libre por el pelo, dejó caer a Recuerdo sobre su hombro. Aquello estaba siendo extraño, parecía más bien una competición de miradas, una de esas que a Lyn le encantaba hacer cuando se aburría.
– …Dices que la única maldad de tu corazón es destruir a los míos… – dijo Lyn al vampiro, finalmente, estirando los brazos por encima de su cabeza. Aguardó un poco más antes de seguir hablando. – ...Odias… odias tu existencia… – Afirmó la vampiresa suspirando, le ofreció a aquel hombre una sonrisa escueta y avanzó un par de pasos en su dirección. La expresión de la ojiazul era extraña, no era exactamente tristeza, aunque había un deje de eso en su mirada. – Debe ser duro… vivir así. Lo siento. – Negó con la cabeza y, tras callarse, volvió a estudiar al vampiro durante unos instantes.
- Lyn… - Eltrant alternó su mirada entre su compañera y el hombre que había estado a punto de atacarles sin saber exactamente cómo reaccionar ante aquello.
- No voy a atacarte. – Afirmó seriamente, adoptando una seriedad totalmente antinatural para ella. Lo cierto es que Lyn imponía cierto respeto cuando se comportaba de aquella forma, incluso a él. – …Bueno, aquí mi compañero. – Señaló a Eltrant, este levantó la mano levemente, como todo saludo. La vampiresa sonrió – Probablemente intente detenerte si resulta que eres tú el que hace desaparecer mercaderes. – Lyn se volvió a cruzar de brazos. – Y pienso ayudarle si es el caso. – Ensanchó la sonrisa. – Pero no eres tú el que ha hecho eso. ¿Verdad? – Los ojos azules de Lyn estaban fijamente clavados en los ocres del hombre que tenían delante.
- ¿…Y si dejamos esto ya? – Preguntó al final Eltrant suspirando sonoramente, cortando a Lyn a la vez que colocaba a Recuerdo de vuelta su cintura. – Es evidente que este tipo no ha acabado con los mercaderes… a no ser que los mercaderes fuesen vampiros… pero lo dudo mucho. – No le tranquilizaba desarmarse delante de un hombre que había afirmado, de forma bastante literal, que quería matar a Lyn.
Pero en el peor de los casos, sabía muy bien cómo reaccionar. Y rebajar un poco la tensión que ahora controlaba aquella extraña situación en la que se habían visto todos involucrados parecía ser la mejor idea.
- ¡¿Cómo te atreves a cortarme a mitad del discurso!? – Ignorando completamente la presencia del hombre rubio y del otro joven, la vampiresa se giró hacía su acompañante. - ¡¡Mortal, estaba a punto de haceros llorar a todos de la emoción!! – Pronunció Lyn a la vez que saltaba sobre la espalda del exguarda, agarrándose a su capa. - ¡Discúlpate ante tu ama y señora lacayo! ¡Encima que me he rebajado y te he llamado compañero! ¡¿Así me lo agradeces!? – dijo agitando uno de los puños, aunque más que agitar parecía estar tratando de golpear a Eltrant sin resultado alguno.
- ¡Bájate de ahí! – Bramó el exmercenario girándose sobre sí mismo, tratando de zafarse del agarre de la vampiresa.
La imagen de la Lyn seria que acababa de ver desapareció de pronto, prácticamente se esfumó de sus pensamientos. En aquel momento estaba seguro que, por unos instantes, había estado poseída. Era impensable que Lyn se comportase como una persona madura.
- ¡Oblígame! – Respondió Lyn encaramándose en las juntas de su armadura y trepando por la misma como si de un roedor se tratase.
Tras dar varias vueltas más se detuvo, rindiéndose ante el anormal equilibrio del que estaba haciendo gala la joven en aquel momento. Después de rascarse la barba durante unos segundos, negó con la cabeza.
- Mi nombre es Eltrant. – dijo a los presentes, también al vampiro. – Y ella es Lyn – Señaló con el pulgar a la ojiazul, que, aun en su espalda, había dejado caer la cabeza sobre su hombro. – Estamos… indagando en los rumores de las desapariciones, supongo os habréis enterado de algo. – Lyn volvió a poner sus pies en la tierra, pero no dijo nada esta vez. – Lyn ha dicho que no va a atacarte… - dijo dirigiéndose directamente al señor de la noche. – Pero si tratas de volver a hacer algo… - Negó con la cabeza, se llevó la mano hasta la cara y suspiró. – Bueno, seguro que supones que puede pasar. Vamos a dejarlo. – dijo quitándole importancia al asunto con un rápido gesto de muñeca. Las amenazas no solían llevarle a ningún lugar, de todos modos.
- Vamos, Lyn – dijo haciendo una seña a su compañera para que no se alejase. Zanjado aquel asunto, solo quedaba buscar más pistas en el carromato. - ¿Vienes con nosotros? – Preguntó al otro joven, al que había tratado de avisarles, según pasaba a su lado. – Por cierto… ¿Qué haces aquí? – Inquirió. - ¿Te ha contratado el pueblo para todo este asunto? ¿Eres un mercenario? – Preguntó deteniéndose junto a él.
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Cuando la espesa "niebla" oscura se disipó, finalmente quedaron todos los allí presente visibles cada uno a los ojos del otro. La joven vampiresa había adoptado una postura seria y bastante escalofriante de pronto, radicalmente diferente a como se había mostrado hablando cuando todo estaba "a oscuras". Los presentes formaban un triángulo con sus posiciones, estando el muchacho y la vampiresa juntos en el mismo vértice.
Alward miraba para ambos vértices de dicho "triángulo" con cierta desconfianza, aun con su arma derecha desenfundada y llevándose su otra mano, la cual no portaba arma, hacia su espada izquierda, que estaba todavía enfundada con su mango sobresaliendo de su hombro. Por lo que intuía, el vampiro quería cazar a los de su propia especie, y la joven vampiresa acompañaba al otro humano como compañera. Estos últimos por lo que parecía también estaban buscando algo en aquel camino maldecido por aquellos que han oído hablar de él o pasaron por ahí y tuvieron la suerte de salir con vida.
-Entonces... Todos estamos aquí por los rumores, ¿Cierto?-Hubo un silencio incómodo-¿Siquiera son reales?
De pronto, la joven vampiresa empezó a actuar de una forma infantil y, que estaba en ese momento, fuera de lugar. Le cambió por completo la personalidad y pasó de ser una chica madura y amenazante a una niña inocente y juguetona. Esto rompió totalmente los esquemas del joven Sevna, pues no se esperaba un cambio de actitud ni muchos menos tan basto. Mientras la vampiresa y su acompañante "discutían", el confuso Alward se quedó con un rostro de total incredulidad acompañado de una risilla nerviosa intentándose explicar qué acababa de pasar.
Luego, tras acabar aquella escena cómica que en el fondo le hizo mucha gracia, el humano se acercó al mercenario y también al vampiro. Se presentaron ambos, el humano se llamaba Eltrant y la criatura de la noche Lyn, nombres un tanto extraños que nunca había oído, sobretodo el de la última.
-Yo soy Alward, encantado-Dijo asintiendo con la cabeza y relajando su postura, envainando con ello su arma derecha
Tras confirmar sus intenciones, el humano le volvió a preguntar al joven mercenario las suyas.
- ¿Vienes con nosotros?
-Sí, me gustaría acompañaros.
-Por cierto… ¿Qué haces aquí?-Inquirió
-Estoy de paso, aunque oí los rumores sobre este camino y sus sucesos extraños....
Eltrant calló por unos segundos, y luego siguió insistiendo en sus preguntas
-¿Te ha contratado el pueblo para todo este asunto? ¿Eres un mercenario?-Preguntó deteniéndose junto a él.
-Sí, soy mercenario, pero no me ha contratado nadie... Por desgracia...-Tras eso carraspeó un poco y luego cambió totalmente de tema-Bueno, ¿Y qué pasa con él?-Dijo desviando su mirada y clavándola en el vampiro de pelos claros
Alward miraba para ambos vértices de dicho "triángulo" con cierta desconfianza, aun con su arma derecha desenfundada y llevándose su otra mano, la cual no portaba arma, hacia su espada izquierda, que estaba todavía enfundada con su mango sobresaliendo de su hombro. Por lo que intuía, el vampiro quería cazar a los de su propia especie, y la joven vampiresa acompañaba al otro humano como compañera. Estos últimos por lo que parecía también estaban buscando algo en aquel camino maldecido por aquellos que han oído hablar de él o pasaron por ahí y tuvieron la suerte de salir con vida.
-Entonces... Todos estamos aquí por los rumores, ¿Cierto?-Hubo un silencio incómodo-¿Siquiera son reales?
De pronto, la joven vampiresa empezó a actuar de una forma infantil y, que estaba en ese momento, fuera de lugar. Le cambió por completo la personalidad y pasó de ser una chica madura y amenazante a una niña inocente y juguetona. Esto rompió totalmente los esquemas del joven Sevna, pues no se esperaba un cambio de actitud ni muchos menos tan basto. Mientras la vampiresa y su acompañante "discutían", el confuso Alward se quedó con un rostro de total incredulidad acompañado de una risilla nerviosa intentándose explicar qué acababa de pasar.
Luego, tras acabar aquella escena cómica que en el fondo le hizo mucha gracia, el humano se acercó al mercenario y también al vampiro. Se presentaron ambos, el humano se llamaba Eltrant y la criatura de la noche Lyn, nombres un tanto extraños que nunca había oído, sobretodo el de la última.
-Yo soy Alward, encantado-Dijo asintiendo con la cabeza y relajando su postura, envainando con ello su arma derecha
Tras confirmar sus intenciones, el humano le volvió a preguntar al joven mercenario las suyas.
- ¿Vienes con nosotros?
-Sí, me gustaría acompañaros.
-Por cierto… ¿Qué haces aquí?-Inquirió
-Estoy de paso, aunque oí los rumores sobre este camino y sus sucesos extraños....
Eltrant calló por unos segundos, y luego siguió insistiendo en sus preguntas
-¿Te ha contratado el pueblo para todo este asunto? ¿Eres un mercenario?-Preguntó deteniéndose junto a él.
-Sí, soy mercenario, pero no me ha contratado nadie... Por desgracia...-Tras eso carraspeó un poco y luego cambió totalmente de tema-Bueno, ¿Y qué pasa con él?-Dijo desviando su mirada y clavándola en el vampiro de pelos claros
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Aliden examinó a todos una vez la capa de sombras, y sintió una leve satisfacción al ver a la vampiresa débil, casi tambaleándose. Pero eso reafirmaba su pensamiento de que aquellos no eran sus presas, y sintió algo de desánimo. Había buscado durante un buen rato una pista a seguir, pero ahora la había perdido casi con toda certeza. Dirigió su vista hacia los humanos, mientras la vampiresa le interrogaba levemente acerca de su relación con los desaparecidos de la caravana. Hizo una mueca de disgusto, dejando ver levemente sus colmillos.
-Hazme un favor y no me molestes con tus absurdas comparaciones. No soy una bestia sedienta de sangre como vosotros.-siseó, con tranquilidad, pero su ira e impotencia se transmitían por cada una de las palabras que enunciaba.
Escuchó el resto de la verborrea de la vampiresa. Daba la impresión de que lo compadecía, lo cual le enfureció aún más, y para colmo le volvió a acusar de la desaparición de los caravaneros, además haciendo uso de su compañero como velada amenaza. Habló esta vez con una tangible rabia, mientras guardaba su puñal para no descuartizar allí mismo a aquella desgraciada.
-Hazme caso, chupasangres, que si me lo hubiera propuesto, yacería tu cuerpo en el suelo con la cabeza colgada en una pica a las afueras de Lunargenta. Así que deja tus burdas amenazas, porque ya sabes que yo sólo sigo los rastros de los de la caravana, al igual que ellos.-Dijo señalando a los humanos, apartando a la vampiresa de su causa.-Así que...-Iba a continuar, pero el humano intervino, calmando la situación.
- ¿…Y si dejamos esto ya? – Preguntó al final Eltrant suspirando sonoramente, cortando a Lyn a la vez que colocaba a Recuerdo de vuelta su cintura. – Es evidente que este tipo no ha acabado con los mercaderes… a no ser que los mercaderes fuesen vampiros… pero lo dudo mucho. – No le tranquilizaba desarmarse delante de un hombre que había afirmado, de forma bastante literal, que quería matar a Lyn.
Aliden asintió, sin decir nada. Había algo que le resultaba extremadamente confuso en la pareja de enfrente suya, y iba a averiguar el qué, y si era necesario destruir a la aparentemente adolescente vampiresa. De repente, sin más motivo, la vampiresa, a la cual el humano había llamado "Lyn", empezó a chillar y a gritar con el humano de cabellos revueltos y corta barba, haciendo uso de una actitud infantil que sorprendió a Aliden. No pensaba que los vampiros fuesen en general una raza amable, y mucho menos, así de infantil. Observó el vaivén entre sus discusiones y bufó, claramente sorprendido. Al final, el humano acabó presentándose.
- Mi nombre es Eltrant. – dijo a los presentes, también al vampiro. – Y ella es Lyn – Señaló con el pulgar a la ojiazul, que, aun en su espalda, había dejado caer la cabeza sobre su hombro. – Estamos… indagando en los rumores de las desapariciones, supongo os habréis enterado de algo. – Lyn volvió a poner sus pies en la tierra, pero no dijo nada esta vez. – Lyn ha dicho que no va a atacarte… - dijo dirigiéndose directamente al señor de la noche. – Pero si tratas de volver a hacer algo… - Negó con la cabeza, se llevó la mano hasta la cara y suspiró. – Bueno, seguro que supones que puede pasar. Vamos a dejarlo. – dijo quitándole importancia al asunto con un rápido gesto de muñeca. Las amenazas no solían llevarle a ningún lugar, de todos modos.
Aliden dejó pasar estas palabras, que le resultaron poco más que gala de una banalidad soberana, y esperó a que acabase su leve charla con el otro humano, el cual se llamó a si mismo Alward. Tras la charleta, el humano llamado Alward dirigió su mirada hacia el y preguntó:
-Bueno, ¿Y qué pasa con él?
Aliden entornó los ojos hacia Alward, molesto por que se refiriese a él sin hablarle directamente.
-"El" se llama Aliden. Y desde hace una hora, busca también al resto de desaparecidos de la caravana. ¿Alguna pista, o solo deambuláis aquí sin rumbo?-dijo, algo molesto.
-Hazme un favor y no me molestes con tus absurdas comparaciones. No soy una bestia sedienta de sangre como vosotros.-siseó, con tranquilidad, pero su ira e impotencia se transmitían por cada una de las palabras que enunciaba.
Escuchó el resto de la verborrea de la vampiresa. Daba la impresión de que lo compadecía, lo cual le enfureció aún más, y para colmo le volvió a acusar de la desaparición de los caravaneros, además haciendo uso de su compañero como velada amenaza. Habló esta vez con una tangible rabia, mientras guardaba su puñal para no descuartizar allí mismo a aquella desgraciada.
-Hazme caso, chupasangres, que si me lo hubiera propuesto, yacería tu cuerpo en el suelo con la cabeza colgada en una pica a las afueras de Lunargenta. Así que deja tus burdas amenazas, porque ya sabes que yo sólo sigo los rastros de los de la caravana, al igual que ellos.-Dijo señalando a los humanos, apartando a la vampiresa de su causa.-Así que...-Iba a continuar, pero el humano intervino, calmando la situación.
- ¿…Y si dejamos esto ya? – Preguntó al final Eltrant suspirando sonoramente, cortando a Lyn a la vez que colocaba a Recuerdo de vuelta su cintura. – Es evidente que este tipo no ha acabado con los mercaderes… a no ser que los mercaderes fuesen vampiros… pero lo dudo mucho. – No le tranquilizaba desarmarse delante de un hombre que había afirmado, de forma bastante literal, que quería matar a Lyn.
Aliden asintió, sin decir nada. Había algo que le resultaba extremadamente confuso en la pareja de enfrente suya, y iba a averiguar el qué, y si era necesario destruir a la aparentemente adolescente vampiresa. De repente, sin más motivo, la vampiresa, a la cual el humano había llamado "Lyn", empezó a chillar y a gritar con el humano de cabellos revueltos y corta barba, haciendo uso de una actitud infantil que sorprendió a Aliden. No pensaba que los vampiros fuesen en general una raza amable, y mucho menos, así de infantil. Observó el vaivén entre sus discusiones y bufó, claramente sorprendido. Al final, el humano acabó presentándose.
- Mi nombre es Eltrant. – dijo a los presentes, también al vampiro. – Y ella es Lyn – Señaló con el pulgar a la ojiazul, que, aun en su espalda, había dejado caer la cabeza sobre su hombro. – Estamos… indagando en los rumores de las desapariciones, supongo os habréis enterado de algo. – Lyn volvió a poner sus pies en la tierra, pero no dijo nada esta vez. – Lyn ha dicho que no va a atacarte… - dijo dirigiéndose directamente al señor de la noche. – Pero si tratas de volver a hacer algo… - Negó con la cabeza, se llevó la mano hasta la cara y suspiró. – Bueno, seguro que supones que puede pasar. Vamos a dejarlo. – dijo quitándole importancia al asunto con un rápido gesto de muñeca. Las amenazas no solían llevarle a ningún lugar, de todos modos.
Aliden dejó pasar estas palabras, que le resultaron poco más que gala de una banalidad soberana, y esperó a que acabase su leve charla con el otro humano, el cual se llamó a si mismo Alward. Tras la charleta, el humano llamado Alward dirigió su mirada hacia el y preguntó:
-Bueno, ¿Y qué pasa con él?
Aliden entornó los ojos hacia Alward, molesto por que se refiriese a él sin hablarle directamente.
-"El" se llama Aliden. Y desde hace una hora, busca también al resto de desaparecidos de la caravana. ¿Alguna pista, o solo deambuláis aquí sin rumbo?-dijo, algo molesto.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Lyn había decidido ignorar la bravuconería de aquel hombre, la ojiazul no hizo ningún comentario cuando oyó como este la amenazaba de distintas formas. No obstante, Eltrant no pudo evitar notar como, por unos momentos, el rostro de su amiga se ensombrecía al oír hablar al vampiro, el cual, de mala manera, se había presentado como Aliden.
Decidió respetar los aparentes deseos de su compañera y se limitó a apretar con fuerza el puño en el que llevaba, oculto bajo el guantelete de metal, el guante de cuero mágico. No dijo nada, aun cuando en aquel momento sentía la imperiosa necesidad de darle una lección de humildad al vampiro tipo, se giró hacía Alward y asintió con una sonrisa.
- Bienvenido al grupo. – dijo depositando una mano en el hombro del muchacho y zarandeándolo de forma amistosa, no estaba de más tener ayuda en aquella situación, sobre todo porque aquel muchacho parecía ser agradable, lo cual era una buena contraparte al hecho de que Aidan también estaba allí por los rumores de la caravana y parecía estar dispuesto a acompañarles.
- Hay… una sensación hacía… - Lyn rompió el silencio cuando Aliden preguntó a los presentes si estaban deambulando por que sí o, contra todo pronóstico, tenían alguna pista de los desaparecidos. – Allí. No me había dado cuenta antes con todo lo que ha pasado, pero… – dijo señalando un punto indeterminado del bosque. – Tú también debes notarlo. – dijo al vampiro, hecho esto, volvió a quedarse en silencio, apartándose un poco más del hombre.
- Muy bien. – Llevándose ambas manos hasta el cinturón Eltrant respiró profundamente. – Vamos hacía allí, es nuestra mejor pista. Supongo. – La teoría de que eran vampiros los que estaban tras todo aquello no era tan descabellada después de todo, después de todo que aquel tipo obsesionado con matarlos estuviese allí debía de significar algo, por mínimo que fuese.
Sin añadir nada más a la conversación comenzó a caminar en la dirección hacía la que había señalado Lyn, internándose en el bosque, su compañera no tardó en seguirle de cerca. Se giró para asegurarse de Alward no se quedaba completamente a solas con el vampiro.
- ¿Estas… bien? – Preguntó a la vampiresa una vez hubieron andando un poco, cuando dejaron aquel claro detrás. Conocía la forma de actuar que tenía Lyn cuando alguien no soportaba su condición, su opción inicial, normalmente, era desaparecer.
Y era algo que estaba haciendo en aquel momento, en parte; cuando sucedió lo de Huracán meses atrás n se mostró incluso más esquiva. Casi parecía que se estaba dejando ver, a propósito, por el otro vampiro, aun cuando se estaba posicionando en todo momento lo más lejos posible que podía de este.
“No puedo obligar a nadie a que tolere mi presencia, Mortal”
Había oído aquella frase muchas veces, y siempre la había dicho con una sonrisa en la cara. No eran pocos los momentos en los que se le escapaba, completamente, lo que pasaba por la cabeza de la vampiresa.
- ¡Claro que sí! – dijo Lyn recuperando algo del buen humor que la caracterizaba, al menos por unos instantes. Eltrant miró hacia atrás, esperando ver caminando tras ellos a Aliden. – No es la primera vez que pasa algo así, ya lo sabes. – dijo jugueteando con su flequillo, sonriendo. Enarcó una ceja, no estaba seguro de si era una sonrisa sincera o no. – No… - Perdió su vista en el angosto camino que estaban siguiendo. - …no puedo obligar a nadie a que tolere mi presencia, Elt – dijo clavando su mirada en las botas que tenía.
No contestó a su amiga, Eltrant, simplemente, colocó una de sus manos en el hombro de la misma y la zarandeó un poco. Algo rondaba por la cabeza de Lyn en aquel momento, pero, a pesar de ello, esta no parecía querer hablar de ello, por lo que tampoco iba a presionarla para que lo hiciera.
Sabía lo esquiva que podía llegar a volverse si trataba de obligarla conversar.
- Alward – Dijo Eltrant lo suficientemente alto como para llamar la atención del muchacho. - ¿Trabajas solo o estas con algún grupo? – Preguntó intentando que aquella pequeña travesía fuese más llevadera, Lyn se giró hacía el otro joven, esperando una respuesta a aquella pregunta, el fantasma de una sonrisa se apareció en su rostro. – Durante un tiempo fui mercenario. ¿Sabes? – Se golpeó levemente el pecho con el puño cerrado, su coraza dejó entrever un suave sonido metálico. – La Compañía Luna Invernal. – dijo sin detenerse, se le escapó una corta carcajada al recordar aquel nombre.
Técnicamente hablando, seguía trabajando más o menos de lo mismo, aunque ahora no cobrase nada por sus servicios. No tenía demasiada visión de negocios.
- Sí. Luna Invernal. Una Compañía enormísima, dinero a raudales tienes, Mortal. – Lyn dejó escapar una carcajada evidentemente exagerada, Eltrant sonrió al ver esto y se encogió de hombros. – Integrantes: dos. – dijo Lyn levantando dos dedos de su mano derecha, dejando escapar ahora una carcajada más sincera. – Eras tú… y ese Mapache que sigue viviendo en tu oficina de Lunargenta… ¿O era una herrería? – La ojiazul sacudió la cabeza desechando aquella ultima idea – Da igual. – Se cruzó de brazos y, después de girarse hacía el Alward, esbozó una sonrisa.
- El mapache se llama Sam… y no tengo dinero porque alguien se lo gasta todo en vino. – Dijo Eltrant pasándose la mano por la barba, suspirando.
- Eso es solo un pequeño capricho, Mortal. En sí, estoy siendo benevolente contigo. – respondió Lyn cruzándose de brazos, desviando la mirada de forma señorial, realizando aquella tosca imitación nobiliaria que tanto le gustaba. – Además… he visto fantasmas con más dinero que tú. – Dijo divertida – Me corrijo. – Levantó el dedo índice - He visto a fantasmas de vagabundos con más dinero que tú. – dijo al final, Eltrant enarcó una ceja y miró a Alward, volvió a suspirar.
Casi sin percatarse de lo que habían estado haciendo durante el trayecto frente a ellos, de la nada, se apareció una majestuosa mansión que, a primera vista, había visto tiempos mejores.
- ¿Aquí es? – Preguntó Eltrant, Lyn asintió. – Una casa enorme abandonada en mitad de la nada. – Dijo mirando a través de la amplia verja que les separaba de un jardín totalmente desatendido. – Siempre es una casa enorme abandonada en mitad de la nada. – dijo.
Si la decisión fuese solo suya entraría por la que parecía ser la puerta principal del edificio, como solía hacer, y lidiaría con lo que esperaba a su manera. Pero estaba Alward con él, él también tendría una opinión al respecto. Finalmente, aunque lo que hiciese Aliden le diese un poco igual después de la forma en la que este se había dirigido a Lyn, él también era, de alguna forma, parte de aquel grupo así que, como mínimo, tendría que escuchar lo que tenía que decir.
Off: Los turnos entonces como hemos empezado. Ahora le toca a Aliden, despues a Alward ^^
Decidió respetar los aparentes deseos de su compañera y se limitó a apretar con fuerza el puño en el que llevaba, oculto bajo el guantelete de metal, el guante de cuero mágico. No dijo nada, aun cuando en aquel momento sentía la imperiosa necesidad de darle una lección de humildad al vampiro tipo, se giró hacía Alward y asintió con una sonrisa.
- Bienvenido al grupo. – dijo depositando una mano en el hombro del muchacho y zarandeándolo de forma amistosa, no estaba de más tener ayuda en aquella situación, sobre todo porque aquel muchacho parecía ser agradable, lo cual era una buena contraparte al hecho de que Aidan también estaba allí por los rumores de la caravana y parecía estar dispuesto a acompañarles.
- Hay… una sensación hacía… - Lyn rompió el silencio cuando Aliden preguntó a los presentes si estaban deambulando por que sí o, contra todo pronóstico, tenían alguna pista de los desaparecidos. – Allí. No me había dado cuenta antes con todo lo que ha pasado, pero… – dijo señalando un punto indeterminado del bosque. – Tú también debes notarlo. – dijo al vampiro, hecho esto, volvió a quedarse en silencio, apartándose un poco más del hombre.
- Muy bien. – Llevándose ambas manos hasta el cinturón Eltrant respiró profundamente. – Vamos hacía allí, es nuestra mejor pista. Supongo. – La teoría de que eran vampiros los que estaban tras todo aquello no era tan descabellada después de todo, después de todo que aquel tipo obsesionado con matarlos estuviese allí debía de significar algo, por mínimo que fuese.
Sin añadir nada más a la conversación comenzó a caminar en la dirección hacía la que había señalado Lyn, internándose en el bosque, su compañera no tardó en seguirle de cerca. Se giró para asegurarse de Alward no se quedaba completamente a solas con el vampiro.
- ¿Estas… bien? – Preguntó a la vampiresa una vez hubieron andando un poco, cuando dejaron aquel claro detrás. Conocía la forma de actuar que tenía Lyn cuando alguien no soportaba su condición, su opción inicial, normalmente, era desaparecer.
Y era algo que estaba haciendo en aquel momento, en parte; cuando sucedió lo de Huracán meses atrás n se mostró incluso más esquiva. Casi parecía que se estaba dejando ver, a propósito, por el otro vampiro, aun cuando se estaba posicionando en todo momento lo más lejos posible que podía de este.
“No puedo obligar a nadie a que tolere mi presencia, Mortal”
Había oído aquella frase muchas veces, y siempre la había dicho con una sonrisa en la cara. No eran pocos los momentos en los que se le escapaba, completamente, lo que pasaba por la cabeza de la vampiresa.
- ¡Claro que sí! – dijo Lyn recuperando algo del buen humor que la caracterizaba, al menos por unos instantes. Eltrant miró hacia atrás, esperando ver caminando tras ellos a Aliden. – No es la primera vez que pasa algo así, ya lo sabes. – dijo jugueteando con su flequillo, sonriendo. Enarcó una ceja, no estaba seguro de si era una sonrisa sincera o no. – No… - Perdió su vista en el angosto camino que estaban siguiendo. - …no puedo obligar a nadie a que tolere mi presencia, Elt – dijo clavando su mirada en las botas que tenía.
No contestó a su amiga, Eltrant, simplemente, colocó una de sus manos en el hombro de la misma y la zarandeó un poco. Algo rondaba por la cabeza de Lyn en aquel momento, pero, a pesar de ello, esta no parecía querer hablar de ello, por lo que tampoco iba a presionarla para que lo hiciera.
Sabía lo esquiva que podía llegar a volverse si trataba de obligarla conversar.
- Alward – Dijo Eltrant lo suficientemente alto como para llamar la atención del muchacho. - ¿Trabajas solo o estas con algún grupo? – Preguntó intentando que aquella pequeña travesía fuese más llevadera, Lyn se giró hacía el otro joven, esperando una respuesta a aquella pregunta, el fantasma de una sonrisa se apareció en su rostro. – Durante un tiempo fui mercenario. ¿Sabes? – Se golpeó levemente el pecho con el puño cerrado, su coraza dejó entrever un suave sonido metálico. – La Compañía Luna Invernal. – dijo sin detenerse, se le escapó una corta carcajada al recordar aquel nombre.
Técnicamente hablando, seguía trabajando más o menos de lo mismo, aunque ahora no cobrase nada por sus servicios. No tenía demasiada visión de negocios.
- Sí. Luna Invernal. Una Compañía enormísima, dinero a raudales tienes, Mortal. – Lyn dejó escapar una carcajada evidentemente exagerada, Eltrant sonrió al ver esto y se encogió de hombros. – Integrantes: dos. – dijo Lyn levantando dos dedos de su mano derecha, dejando escapar ahora una carcajada más sincera. – Eras tú… y ese Mapache que sigue viviendo en tu oficina de Lunargenta… ¿O era una herrería? – La ojiazul sacudió la cabeza desechando aquella ultima idea – Da igual. – Se cruzó de brazos y, después de girarse hacía el Alward, esbozó una sonrisa.
- El mapache se llama Sam… y no tengo dinero porque alguien se lo gasta todo en vino. – Dijo Eltrant pasándose la mano por la barba, suspirando.
- Eso es solo un pequeño capricho, Mortal. En sí, estoy siendo benevolente contigo. – respondió Lyn cruzándose de brazos, desviando la mirada de forma señorial, realizando aquella tosca imitación nobiliaria que tanto le gustaba. – Además… he visto fantasmas con más dinero que tú. – Dijo divertida – Me corrijo. – Levantó el dedo índice - He visto a fantasmas de vagabundos con más dinero que tú. – dijo al final, Eltrant enarcó una ceja y miró a Alward, volvió a suspirar.
Casi sin percatarse de lo que habían estado haciendo durante el trayecto frente a ellos, de la nada, se apareció una majestuosa mansión que, a primera vista, había visto tiempos mejores.
- ¿Aquí es? – Preguntó Eltrant, Lyn asintió. – Una casa enorme abandonada en mitad de la nada. – Dijo mirando a través de la amplia verja que les separaba de un jardín totalmente desatendido. – Siempre es una casa enorme abandonada en mitad de la nada. – dijo.
Si la decisión fuese solo suya entraría por la que parecía ser la puerta principal del edificio, como solía hacer, y lidiaría con lo que esperaba a su manera. Pero estaba Alward con él, él también tendría una opinión al respecto. Finalmente, aunque lo que hiciese Aliden le diese un poco igual después de la forma en la que este se había dirigido a Lyn, él también era, de alguna forma, parte de aquel grupo así que, como mínimo, tendría que escuchar lo que tenía que decir.
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Off: Los turnos entonces como hemos empezado. Ahora le toca a Aliden, despues a Alward ^^
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Al llegar a la casa, Aliden miró Lyn, sabiendo el resentimiento que tenían el uno con el otro y lo que eso significaría en caso de darse una pelea con los vampiros, los dos humanos no le importaban mucho, era evidente que contra los vampiros Lyn y él serían los que llevarían la delantera y ventaja. No creía que pudiese confiar en ella, pero al menos podría cambiar algo el conocer su historia pasada. Se inclinó hacia su dirección, hablando con parsimonia y calma, intentando borrar su anterior comportamiento de su mente.
-Quiero hablar contigo, con calma. A pesar de que seas una vampira, puede que no seas tan amenazante como creí en un principio.-dijo con calma. Sabía por donde tal vez podría hacer que accediese a hablar con él.-Además, no pareces una... vampira voluntaria, por así decirlo... Entiendo esa sensación.
Se retiró unos pasos del grupo, esperando a que Lyn le siguiese. Tras unos instantes en los cuales la vampiresa echó un par de miradas a Eltrant, decidió seguirlo con paso algo reticente. Cuando se alejaron unos metros, Aliden cogió el estilete... Y se agazapó en el suelo, clavándolo en el blando barro, acto seguido levantándose.
-Bueno, así mejor. No quiero que mientras hablamos estés todo el rato mirando a ver si te apuñalo, no será el caso. He estado observando como actuabas, y creo que es bastante curioso y a tener en cuenta el hecho de que no pareces buscar ningún tipo de provecho de esos humanos, al menos no del tipo... alimentario.-Aliden dirigió sus ojos amarillos hacia la boca de la joven vampiresa, con cierta severidad.-Además, he notado el hecho de que no pareces enorgullecerte de haberte convertido, o de que fardes de ello, con lo cual llega mi primera pregunta: ¿Por que te convertiste? Más, se bien que no es de buena educación preguntar y no dar ningún dato a cambio, así que responderé a esa misma pregunta.-Miró al cielo estrellado, a la luna, la cuál iluminó brevemente su cara, haciéndola más pálida aún de ser posible.- Bueno, hablaré sin más rodeos. Me convertí para defender mi pueblo, al resto de mi gente que sobrevivió a un terrible asedio por parte de un grupo de vampiros. Y como recompensa obtuve... Esto.
Aliden se señaló todo el cuerpo, con un gesto de asco, y siguió mirando la luna, la cual se reflejó como plata resplandeciente en los ojos de Aliden, brillando estos con un leve fulgor acuoso.
-La pregunta en sí, no es tu pasado o como llegaste hasta aquí, sino como te alimentas. Como sobrevives cada día sabiendo que hay gente como tú que asesina, embauca y seduce a gente solo por su sangre. Como duermes de día sabiendo que cuando llegue la noche, llega la hora de caza y miles de inocentes mueren.-Suspiró profundamente y giró su cabeza en sentido opuesto a Lyn, ocultándola en las sombras.- La pregunta es, si puedo confiar en ti para formar parte de mi misión esta noche.
Miró a Lyn, y en su rostro se percibió la determinación. Volvió a hablar algo más brusco, como antes de la conversación.
-Si no eres capaz de ser alguien de confianza, te apartaré de mi camino, y haré mi cacería de hoy yo solo. Si por lo contrario, me demuestras que puedo confiar en ti, peleare codo con codo contigo y con la fiereza de mil demonios, como si de verdad hubiera una relación de parentesco entre nosotros. No podré confiar al cien por cien en ti, pero si podré llevar a cabo mi cometido con certeza, que creo que es más importante que todo esto.-se percibía un leve tono quebrado en su voz.
-Quiero hablar contigo, con calma. A pesar de que seas una vampira, puede que no seas tan amenazante como creí en un principio.-dijo con calma. Sabía por donde tal vez podría hacer que accediese a hablar con él.-Además, no pareces una... vampira voluntaria, por así decirlo... Entiendo esa sensación.
Se retiró unos pasos del grupo, esperando a que Lyn le siguiese. Tras unos instantes en los cuales la vampiresa echó un par de miradas a Eltrant, decidió seguirlo con paso algo reticente. Cuando se alejaron unos metros, Aliden cogió el estilete... Y se agazapó en el suelo, clavándolo en el blando barro, acto seguido levantándose.
-Bueno, así mejor. No quiero que mientras hablamos estés todo el rato mirando a ver si te apuñalo, no será el caso. He estado observando como actuabas, y creo que es bastante curioso y a tener en cuenta el hecho de que no pareces buscar ningún tipo de provecho de esos humanos, al menos no del tipo... alimentario.-Aliden dirigió sus ojos amarillos hacia la boca de la joven vampiresa, con cierta severidad.-Además, he notado el hecho de que no pareces enorgullecerte de haberte convertido, o de que fardes de ello, con lo cual llega mi primera pregunta: ¿Por que te convertiste? Más, se bien que no es de buena educación preguntar y no dar ningún dato a cambio, así que responderé a esa misma pregunta.-Miró al cielo estrellado, a la luna, la cuál iluminó brevemente su cara, haciéndola más pálida aún de ser posible.- Bueno, hablaré sin más rodeos. Me convertí para defender mi pueblo, al resto de mi gente que sobrevivió a un terrible asedio por parte de un grupo de vampiros. Y como recompensa obtuve... Esto.
Aliden se señaló todo el cuerpo, con un gesto de asco, y siguió mirando la luna, la cual se reflejó como plata resplandeciente en los ojos de Aliden, brillando estos con un leve fulgor acuoso.
-La pregunta en sí, no es tu pasado o como llegaste hasta aquí, sino como te alimentas. Como sobrevives cada día sabiendo que hay gente como tú que asesina, embauca y seduce a gente solo por su sangre. Como duermes de día sabiendo que cuando llegue la noche, llega la hora de caza y miles de inocentes mueren.-Suspiró profundamente y giró su cabeza en sentido opuesto a Lyn, ocultándola en las sombras.- La pregunta es, si puedo confiar en ti para formar parte de mi misión esta noche.
Miró a Lyn, y en su rostro se percibió la determinación. Volvió a hablar algo más brusco, como antes de la conversación.
-Si no eres capaz de ser alguien de confianza, te apartaré de mi camino, y haré mi cacería de hoy yo solo. Si por lo contrario, me demuestras que puedo confiar en ti, peleare codo con codo contigo y con la fiereza de mil demonios, como si de verdad hubiera una relación de parentesco entre nosotros. No podré confiar al cien por cien en ti, pero si podré llevar a cabo mi cometido con certeza, que creo que es más importante que todo esto.-se percibía un leve tono quebrado en su voz.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Tenían un objetivo, o más propiamente y mejor dicho, un indicio de a dónde ir. La noche se tornaba tenebrosa y oscura, la madrugada no era un horario muy recomendable para aventurarse por caminos solitarios, pero ahí estaba. Al menos iba acompañado, algo que agradecía profundamente. Alward iba andando junto a Aliden, justo unos pasos por detrás de Eltrant y Lyn, quienes conversaban entre ellos. El joven mercenario intentó establecer conversación con su nuevo compañero de grupo, para conocerlo al menos un poco mejor.
-Esto...
Pero ni caso. El vampiro seguía enfrascado en su "pariente", la joven que iba junto a Eltrant. Este último se giró un poco para hablar con Alward durante la caminata para que fuese más llevadera.
-Alward-Dijo Eltrant lo suficientemente alto como para llamar la atención del muchacho-¿Trabajas solo o estas con algún grupo?
-Sí, trabajo en un grupo de mercenarios. Los Stelliazos.-Dijo con orgullo, ya que le gustaba fardar de su grupo
Lyn se giró hacía el otro joven, esperando una respuesta a aquella pregunta, el fantasma de una sonrisa se apareció en su rostro-Durante un tiempo fui mercenario. ¿Sabes?-Se golpeó levemente el pecho con el puño cerrado, su coraza dejó entrever un suave sonido metálico-La Compañía Luna Invernal.-dijo sin detenerse, se le escapó una corta carcajada al recordar aquel nombre.
-Entonces, somos como compañeros, ¿Eh?-Dijo esbozando una sonrisa
-Sí. Luna Invernal. Una Compañía enormísima, dinero a raudales tienes, Mortal.-Lyn dejó escapar una carcajada evidentemente exagerada, Eltrant sonrió al ver esto y se encogió de hombros-Integrantes: dos.-dijo Lyn levantando dos dedos de su mano derecha, dejando escapar ahora una carcajada más sincera.- Eras tú… y ese Mapache que sigue viviendo en tu oficina de Lunargenta… ¿O era una herrería?-La ojiazul sacudió la cabeza desechando aquella ultima idea-Da igual. -Se cruzó de brazos y, después de girarse hacía el Alward, esbozó una sonrisa. Alward sonrió también, interesado en la historia
-El mapache se llama Sam… y no tengo dinero porque alguien se lo gasta todo en vino.-Dijo Eltrant pasándose la mano por la barba, suspirando.
- Eso es solo un pequeño capricho, Mortal. En sí, estoy siendo benevolente contigo. – respondió Lyn cruzándose de brazos, desviando la mirada de forma señorial, realizando aquella tosca imitación nobiliaria que tanto le gustaba. – Además… he visto fantasmas con más dinero que tú. – Dijo divertida – Me corrijo. – Levantó el dedo índice - He visto a fantasmas de vagabundos con más dinero que tú. – dijo al final, Eltrant enarcó una ceja y miró a Alward, volvió a suspirar.
-Yo trabajo solo con mis amigos, todos somos o fuimos alguna vez mercenarios. Daría cada gota de mi sangre por ellos, son como de mi familia-Dijo esbozando de nuevo una sonrisa, al rememorarlos-Vivimos todos en una taberna, "El Filósofo Ebrio" se llama, cada uno tenemos una habitación, y los contratos nos lo dejan los propios clientes en la barra, por así decirlo. El dueño de la taberna es el líder del grupo, es muy buena gente, y un amigo de confianza, es un ex-mercenario, por lo que no suele ir a las misiones él mismo.
Tras estar hablando por un rato de diversas cosas del negocio, finalmente llegaron a lo que parecía ser el punto de destino del "misterio". Una casa abandonada en medio de la nada, que no invitaba a nadie a entrar por su aspecto tétrico y terrorífico. Aliden invitó a Lyn a hablar a solas, seguramente quería disculparse por lo ocurrido anteriormente, después de todo los cuatro formaban un grupo, y se podrían presentar peligros que requiriesen confianza el uno en el otro.
Los dos humanos se quedaron solos, observando la casa y meditando el método por el que iban a entrar y, seguramente a acabar con quien quiera que estuviese allí, que según Eltrant eran vampiros. Estas criaturas siempre le despertó a Alward cierta desaprobación, por lo que no se le veía muy entusiasmado por la idea. El joven mercenario se cruzó de brazos, mientras que su nuevo compañero le confesó la idea de querer entrar por la entrada principal y lidiaría con lo que quiera que se presentase.
-Voto por esa idea, después de todo, ellos sabrán que estamos aquí, ¿No?-Ambos callaron unos segundos y luego el joven Sevna habló de nuevo-Si Lyn y Aliden les han podido detectar, me imagino que ellos también lo habrán hecho con nosotros, si es que de verdad son vampiros.
Pasaron unos minutos, Aliden y Lyn seguían conversando, mientras que ambos humanos miraban la casa, con un semblante serio. como si se estuviesen preparando mentalmente para lo que les venía encima. De pronto, Alward rompió esa concentración y le habló a su compañero
-Si te tengo que se sincero...-Dijo rascándose la parte de atrás de la cabeza con su mano derecha-No estoy aquí por simple curiosidad o gusto... Se puede decir que me hicieron una apuesta; aventurarme aquí sin montura, carruajes y escaso de suministros e investigar qué pasaba en este lugar,y volver con alguna prueba de haber estado aquí... Acepté para ganarme unas monedas extra y aquí estoy, la verdad, no sabía nada de los vampiros, creí que eran simples rumores fundados, pero parece que la cosa va en serio...-Calló unos segundos y miró profundamente a los ojos a Eltrant-Lo que quiero decir con esto es, que si adentro de verdad se esconde algún peligro, te confío mi vida y la pongo en tus manos, es algo que siempre hago con mis compañeros, y para poner tu vida en manos de alguien tienes que ser completamente sincero. También te digo que puedes confiar del todo en mí y que te defenderé con mi propia sangre si es necesario, al igual que tú lo harías por mí si aceptas que nos cubramos mutuamente.
Tras acabar, Alward se quitó su guantelete derecho y lo agarró con su mano izquierda. La derecha, la cual había quedado ahora desnuda, se la había ofrecido a Elntrant para que se la estrechara.
-Hagamos el pacto de mi grupo, el pacto de los Stelliazos; con las manos desnudas, mostrando total sinceridad y lealtad.-Dijo mirando con una leve sonrisa a su compañero.
-Esto...
Pero ni caso. El vampiro seguía enfrascado en su "pariente", la joven que iba junto a Eltrant. Este último se giró un poco para hablar con Alward durante la caminata para que fuese más llevadera.
-Alward-Dijo Eltrant lo suficientemente alto como para llamar la atención del muchacho-¿Trabajas solo o estas con algún grupo?
-Sí, trabajo en un grupo de mercenarios. Los Stelliazos.-Dijo con orgullo, ya que le gustaba fardar de su grupo
Lyn se giró hacía el otro joven, esperando una respuesta a aquella pregunta, el fantasma de una sonrisa se apareció en su rostro-Durante un tiempo fui mercenario. ¿Sabes?-Se golpeó levemente el pecho con el puño cerrado, su coraza dejó entrever un suave sonido metálico-La Compañía Luna Invernal.-dijo sin detenerse, se le escapó una corta carcajada al recordar aquel nombre.
-Entonces, somos como compañeros, ¿Eh?-Dijo esbozando una sonrisa
-Sí. Luna Invernal. Una Compañía enormísima, dinero a raudales tienes, Mortal.-Lyn dejó escapar una carcajada evidentemente exagerada, Eltrant sonrió al ver esto y se encogió de hombros-Integrantes: dos.-dijo Lyn levantando dos dedos de su mano derecha, dejando escapar ahora una carcajada más sincera.- Eras tú… y ese Mapache que sigue viviendo en tu oficina de Lunargenta… ¿O era una herrería?-La ojiazul sacudió la cabeza desechando aquella ultima idea-Da igual. -Se cruzó de brazos y, después de girarse hacía el Alward, esbozó una sonrisa. Alward sonrió también, interesado en la historia
-El mapache se llama Sam… y no tengo dinero porque alguien se lo gasta todo en vino.-Dijo Eltrant pasándose la mano por la barba, suspirando.
- Eso es solo un pequeño capricho, Mortal. En sí, estoy siendo benevolente contigo. – respondió Lyn cruzándose de brazos, desviando la mirada de forma señorial, realizando aquella tosca imitación nobiliaria que tanto le gustaba. – Además… he visto fantasmas con más dinero que tú. – Dijo divertida – Me corrijo. – Levantó el dedo índice - He visto a fantasmas de vagabundos con más dinero que tú. – dijo al final, Eltrant enarcó una ceja y miró a Alward, volvió a suspirar.
-Yo trabajo solo con mis amigos, todos somos o fuimos alguna vez mercenarios. Daría cada gota de mi sangre por ellos, son como de mi familia-Dijo esbozando de nuevo una sonrisa, al rememorarlos-Vivimos todos en una taberna, "El Filósofo Ebrio" se llama, cada uno tenemos una habitación, y los contratos nos lo dejan los propios clientes en la barra, por así decirlo. El dueño de la taberna es el líder del grupo, es muy buena gente, y un amigo de confianza, es un ex-mercenario, por lo que no suele ir a las misiones él mismo.
Tras estar hablando por un rato de diversas cosas del negocio, finalmente llegaron a lo que parecía ser el punto de destino del "misterio". Una casa abandonada en medio de la nada, que no invitaba a nadie a entrar por su aspecto tétrico y terrorífico. Aliden invitó a Lyn a hablar a solas, seguramente quería disculparse por lo ocurrido anteriormente, después de todo los cuatro formaban un grupo, y se podrían presentar peligros que requiriesen confianza el uno en el otro.
Los dos humanos se quedaron solos, observando la casa y meditando el método por el que iban a entrar y, seguramente a acabar con quien quiera que estuviese allí, que según Eltrant eran vampiros. Estas criaturas siempre le despertó a Alward cierta desaprobación, por lo que no se le veía muy entusiasmado por la idea. El joven mercenario se cruzó de brazos, mientras que su nuevo compañero le confesó la idea de querer entrar por la entrada principal y lidiaría con lo que quiera que se presentase.
-Voto por esa idea, después de todo, ellos sabrán que estamos aquí, ¿No?-Ambos callaron unos segundos y luego el joven Sevna habló de nuevo-Si Lyn y Aliden les han podido detectar, me imagino que ellos también lo habrán hecho con nosotros, si es que de verdad son vampiros.
Pasaron unos minutos, Aliden y Lyn seguían conversando, mientras que ambos humanos miraban la casa, con un semblante serio. como si se estuviesen preparando mentalmente para lo que les venía encima. De pronto, Alward rompió esa concentración y le habló a su compañero
-Si te tengo que se sincero...-Dijo rascándose la parte de atrás de la cabeza con su mano derecha-No estoy aquí por simple curiosidad o gusto... Se puede decir que me hicieron una apuesta; aventurarme aquí sin montura, carruajes y escaso de suministros e investigar qué pasaba en este lugar,y volver con alguna prueba de haber estado aquí... Acepté para ganarme unas monedas extra y aquí estoy, la verdad, no sabía nada de los vampiros, creí que eran simples rumores fundados, pero parece que la cosa va en serio...-Calló unos segundos y miró profundamente a los ojos a Eltrant-Lo que quiero decir con esto es, que si adentro de verdad se esconde algún peligro, te confío mi vida y la pongo en tus manos, es algo que siempre hago con mis compañeros, y para poner tu vida en manos de alguien tienes que ser completamente sincero. También te digo que puedes confiar del todo en mí y que te defenderé con mi propia sangre si es necesario, al igual que tú lo harías por mí si aceptas que nos cubramos mutuamente.
Tras acabar, Alward se quitó su guantelete derecho y lo agarró con su mano izquierda. La derecha, la cual había quedado ahora desnuda, se la había ofrecido a Elntrant para que se la estrechara.
-Hagamos el pacto de mi grupo, el pacto de los Stelliazos; con las manos desnudas, mostrando total sinceridad y lealtad.-Dijo mirando con una leve sonrisa a su compañero.
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Siguió al vampiro hasta que estuvieron lo suficientemente lejos de los demás como para que no les escuchasen conversar. Sabía que al Mortal no le agradaba la idea, solo tenía que girarse y mirarle la cara para saberlo.
Pero podía cuidarse sola. Incluso si Aliden decidía que aquella era una buena oportunidad para acabar con ella… era perfectamente capaz de defenderse, incluso de derrotarle, si se lo proponía. Respiró de forma pausada, contemplando como el vampiro extraía el puñal oxidado que portaba consigo y lo clavaba en el suelo, frente a él, quedando de este modo completamente desarmado.
O eso parecía a simple vista.
Aguardó paciente a que el hombre terminase de hablar. Sonrió escuetamente al comprobar que su actitud hacía ella había cambiado un poco, aquel discurso fue uno conciliador y no uno de “Voy a clavar tu cabeza en una estaca a las afueras de Lunargenta”.
Arqueó ambas cejas cuando, sin motivo alguno, Aliden le contó la razón por la que había acabado siendo un señor de la noche. Había sido una causa noble, eso no podía negárselo. Al menos ahora conocía por qué el rubio se comportaba de aquella forma hacía su propia raza.
Se interesó por saber cuáles habían sido sus circunstancias. Tras pensárselo un poco, asintió levemente, Aliden necesitaba ayuda, parecía no saber quién era realmente. ¿Cuántos años habría pasado como señor de la noche? Tenía aspecto de estar habituado a su cuerpo y la palidez de su piel indicaba que, al menos, habían pasado más de dos décadas desde que se sacrificó por su aldea.
- Es… cierto que no… elegí ser así. – dijo alzando la mirada, cuando el hombre terminó de hablar, escudriñando las pocas estrellas que, en aquel momento, se podían ver a través del grueso manto de nubes que surcaba el firmamento. – Pero… - Miró al hombre a los ojos y esbozó una sonrisa. – No me avergüenza lo que soy. – Afirmó sin ningún atisbo de duda en su voz. – Mi condición… - Entrelazó ambas manos y se las llevó hasta el pecho, cerró los ojos. – Fue un regalo de la persona más amable que he conocido. – Volvió a abrirlos, amplió la sonrisa, un deje de nostalgia se apoderó de su expresión.
Habían pasado más de setenta años desde que aquellos bandidos arrasaron su pueblo, setenta años sin poder ver la luz del sol. A veces se le olvidaba como era ver el mundo bajo un manto de color, algunos rostros de su vida como humana desaparecían de su memoria, para volver a aparecer después por sí solos.
Le aterraba eso, le aterraba olvidarse de su pasado. Pero nunca, jamás, odiaría su condición. Por muy doloroso que resultase a veces.
Sacudió suavemente la cabeza cuando Aliden le preguntó cómo era para ella el alimentarse. Algunas veces se preguntaba si estaría ella también envuelta en aquella sensación de incertidumbre si nunca hubiese tenido a la Maestra. Le preocupaba pensar que sería uno de estos “típicos” vampiros que van por ahí haciendo, justamente, lo que tanto odia Aliden.
Sin decir nada, tomó con delicadeza la mano derecha del hombre y la llevó hasta su propio pecho, esperando que este escuchase el latido de su propio corazón.
- ¿Lo notas? – dijo al rubio – Exactamente igual que cuando eras… tú – Aquella fue la primera lección de su Maestra, justo cuando le dio el primer ataque de pánico. Sonrió tímidamente al recordarlo. La sangre sabía horrible entonces, se había acostumbrado a ella casi como con la cerveza. – Me alimento de sangre humana. – dijo separándose de nuevo de su compañero de raza, dejando libre su mano. – Ahora mismo tengo un trato raro con… - Jugueteó con su flequillo durante unos instantes, y dejó escapar una risita, sacudió la cabeza. – Pero siempre lo he hecho. Después de todo, es la mejor para nosotros. – Suspiró y bajó la mirada unos segundos – De todas formas. – dijo volviendo a alzarla. – Cuando… he tenido que conseguirla. – Se cruzó de brazos y se señaló con el pulgar. – Lo han pasado ellos casi mejor que yo. – Aseguró asintiendo para sí, orgullosa de las ilusiones que provocaba en las cabezas de la gente a la que seleccionaba para alimentarse. – ¿Y el único inconveniente? – Levantó el dedo índice. – Un leve dolor de cabeza a la mañana siguiente. – Se cruzó de brazos y volvió a asentir. – Casi como el Mortal cuando se emborracha horriblemente. – dijo, sonriendo, señalando a su acompañante, que conversaba en aquel momento con el otro chico, Alward.
Se calló otro par de segundos, inspiró profundamente, para estar frente a un caserón destartalado de aspecto fantasmagórico la atmosfera podía llegar a ser bastante tranquila. Aunque por norma general se encontraba más tranquila en lugares oscuros.
- Aliden… no puedo ser yo quien te diga si puedes confiar en mi o no. – dijo – Quiero decir – Se le escapó una risita – Me gustaría decirte que sí, no me atrae mucho que mi cabeza acabe en una estaca. Pero esa es una decisión que solo tú puedes tomar. – dijo encogiéndose de hombros.
Antes de girarse sobre sus pasos, dispuesta a volver con los dos humanos y dando por finalizada la conversación, lanzó una última mirada a Aliden.
- ¿Cómo sobreviven los humanos, los brujos, los elfos… sabiendo que hay gente como ellos que mata, embauca y seduce solo por… dinero, amor, poder… o por qué sí? – Preguntó, parafraseando lo que había dicho el hombre momentos atrás. – Sobreviven… porque deben hacerlo. – Miró a Eltrant – Porque el peor ejemplo de nuestra raza no es motivo para que no seamos el mejor. – Sonrió al vampiro por última vez. – ...Somos nosotros los que decidimos quien ser. – Afirmó antes de, por fin, acercarse a los humanos.
- ¡¡Más os vale no estar hablando de mi a mis espaldas!! – Chilló a la pareja agitando los brazos de forma dramática.
Frunció el ceño al ver como Lyn se alejaba con aquel tipo.
- No me fio de él… - dijo a Alward cruzándose de brazos, vigilando la conversación que estos parecían tener desde la distancia. Si trataba de hacerle algo aprovechando lo ingenua que podía llegar a ser a veces…
Suspirando levemente se llevó la mano hasta la cara y se giró hacía el mercenario, a quien respondió con una sonrisa cuando este empezó a hablar del grupo con el que trabajaba.
- Debe ser agradable trabajar en un ambiente así. – dijo ajustando las correas de su armadura. Lo más parecido que él tenía eran los distintos trabajos en los que acaba involucrado con Asher y Huracán. Afortunadamente, solo había tenido uno en el que habían coincidido los dos juntos y casi acababa ese con un ataque de nervios.
Se atusó la barba cuando Alward hizo mención a que, si Lyn y Aliden habían detectado a quienes había dentro, los de dentro podían, fácilmente, saber en aquel instante que estaban allí. En ese caso, la puerta principal era una buena idea, daba igual por donde entrasen no iban a pasar desapercibidos.
Enarcó una ceja y sonrió cuando el joven desveló que, en realidad, se encontraba allí por una apuesta. Una que, por lo que parecía, se había ido de mano ya que en un principio Alward no creía que los rumores fuesen más que eso: rumores.
Quitándose el pesado guantelete opuesto al que lo había hecho su nuevo compañero, estrechó su mano con firmeza cuando este se lo pidió. Un pacto de confianza, una costumbre de su grupo, era interesante.
- Quédate detrás de mí. – dijo ampliando la sonrisa, asintiendo de nuevo a las palabras que acababa de decir el mercenario al mismo tiempo que volvía a calzarse el guantelete. – Se me da bien recibir golpes – Dijo dejando escapar una corta carcajada como toda explicación, golpeando levemente el peto de su armadura. – Cúbreme las espaldas. ¿Vale? – Dijo ahora zarandeando a Alward de forma amistosa.
- ¡¡Más os vale no estar hablando de mi a mis espaldas!! – La conversación entre Lyn y Aliden parecía haber terminado y, ahora, se mostraba casi como de costumbre. - ¡Oh! ¡¿Estáis haciendo un pacto de amigos?! – Preguntó acercándose a la pareja. - ¡Dame a mi también la mano de forma solemne! – Dijo tendiéndole su mano derecha a Alward.
- Lyn… vamos a entrar. ¿Detrás de Alward? ¿Qué te parece? – La muchacha bajó los brazos hasta la cintura y sonrió conforme.
- ¡Una buena posición para controlar las fuerzas que dirijo! – Aseveró asintiendo con la cabeza – Tú comandante esta complacida, Mortal – Sonriendo escuetamente Eltrant se encogió de hombros y, por último, se giró hacía Aliden, el vampiro.
- ¿Qué te parece vigilar la retaguardia? – Preguntó, si aceptaba, la formación estaría completa.Desenvainó a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda y la dejó descansar sobre su hombro derecho.
No era la primera vez que trabaja así, que iba en cabeza. Pero no le importaba.
Él era Eltrant Tale. Era el muro de acero.
Pero podía cuidarse sola. Incluso si Aliden decidía que aquella era una buena oportunidad para acabar con ella… era perfectamente capaz de defenderse, incluso de derrotarle, si se lo proponía. Respiró de forma pausada, contemplando como el vampiro extraía el puñal oxidado que portaba consigo y lo clavaba en el suelo, frente a él, quedando de este modo completamente desarmado.
O eso parecía a simple vista.
Aguardó paciente a que el hombre terminase de hablar. Sonrió escuetamente al comprobar que su actitud hacía ella había cambiado un poco, aquel discurso fue uno conciliador y no uno de “Voy a clavar tu cabeza en una estaca a las afueras de Lunargenta”.
Arqueó ambas cejas cuando, sin motivo alguno, Aliden le contó la razón por la que había acabado siendo un señor de la noche. Había sido una causa noble, eso no podía negárselo. Al menos ahora conocía por qué el rubio se comportaba de aquella forma hacía su propia raza.
Se interesó por saber cuáles habían sido sus circunstancias. Tras pensárselo un poco, asintió levemente, Aliden necesitaba ayuda, parecía no saber quién era realmente. ¿Cuántos años habría pasado como señor de la noche? Tenía aspecto de estar habituado a su cuerpo y la palidez de su piel indicaba que, al menos, habían pasado más de dos décadas desde que se sacrificó por su aldea.
- Es… cierto que no… elegí ser así. – dijo alzando la mirada, cuando el hombre terminó de hablar, escudriñando las pocas estrellas que, en aquel momento, se podían ver a través del grueso manto de nubes que surcaba el firmamento. – Pero… - Miró al hombre a los ojos y esbozó una sonrisa. – No me avergüenza lo que soy. – Afirmó sin ningún atisbo de duda en su voz. – Mi condición… - Entrelazó ambas manos y se las llevó hasta el pecho, cerró los ojos. – Fue un regalo de la persona más amable que he conocido. – Volvió a abrirlos, amplió la sonrisa, un deje de nostalgia se apoderó de su expresión.
Habían pasado más de setenta años desde que aquellos bandidos arrasaron su pueblo, setenta años sin poder ver la luz del sol. A veces se le olvidaba como era ver el mundo bajo un manto de color, algunos rostros de su vida como humana desaparecían de su memoria, para volver a aparecer después por sí solos.
Le aterraba eso, le aterraba olvidarse de su pasado. Pero nunca, jamás, odiaría su condición. Por muy doloroso que resultase a veces.
Sacudió suavemente la cabeza cuando Aliden le preguntó cómo era para ella el alimentarse. Algunas veces se preguntaba si estaría ella también envuelta en aquella sensación de incertidumbre si nunca hubiese tenido a la Maestra. Le preocupaba pensar que sería uno de estos “típicos” vampiros que van por ahí haciendo, justamente, lo que tanto odia Aliden.
Sin decir nada, tomó con delicadeza la mano derecha del hombre y la llevó hasta su propio pecho, esperando que este escuchase el latido de su propio corazón.
- ¿Lo notas? – dijo al rubio – Exactamente igual que cuando eras… tú – Aquella fue la primera lección de su Maestra, justo cuando le dio el primer ataque de pánico. Sonrió tímidamente al recordarlo. La sangre sabía horrible entonces, se había acostumbrado a ella casi como con la cerveza. – Me alimento de sangre humana. – dijo separándose de nuevo de su compañero de raza, dejando libre su mano. – Ahora mismo tengo un trato raro con… - Jugueteó con su flequillo durante unos instantes, y dejó escapar una risita, sacudió la cabeza. – Pero siempre lo he hecho. Después de todo, es la mejor para nosotros. – Suspiró y bajó la mirada unos segundos – De todas formas. – dijo volviendo a alzarla. – Cuando… he tenido que conseguirla. – Se cruzó de brazos y se señaló con el pulgar. – Lo han pasado ellos casi mejor que yo. – Aseguró asintiendo para sí, orgullosa de las ilusiones que provocaba en las cabezas de la gente a la que seleccionaba para alimentarse. – ¿Y el único inconveniente? – Levantó el dedo índice. – Un leve dolor de cabeza a la mañana siguiente. – Se cruzó de brazos y volvió a asentir. – Casi como el Mortal cuando se emborracha horriblemente. – dijo, sonriendo, señalando a su acompañante, que conversaba en aquel momento con el otro chico, Alward.
Se calló otro par de segundos, inspiró profundamente, para estar frente a un caserón destartalado de aspecto fantasmagórico la atmosfera podía llegar a ser bastante tranquila. Aunque por norma general se encontraba más tranquila en lugares oscuros.
- Aliden… no puedo ser yo quien te diga si puedes confiar en mi o no. – dijo – Quiero decir – Se le escapó una risita – Me gustaría decirte que sí, no me atrae mucho que mi cabeza acabe en una estaca. Pero esa es una decisión que solo tú puedes tomar. – dijo encogiéndose de hombros.
Antes de girarse sobre sus pasos, dispuesta a volver con los dos humanos y dando por finalizada la conversación, lanzó una última mirada a Aliden.
- ¿Cómo sobreviven los humanos, los brujos, los elfos… sabiendo que hay gente como ellos que mata, embauca y seduce solo por… dinero, amor, poder… o por qué sí? – Preguntó, parafraseando lo que había dicho el hombre momentos atrás. – Sobreviven… porque deben hacerlo. – Miró a Eltrant – Porque el peor ejemplo de nuestra raza no es motivo para que no seamos el mejor. – Sonrió al vampiro por última vez. – ...Somos nosotros los que decidimos quien ser. – Afirmó antes de, por fin, acercarse a los humanos.
- ¡¡Más os vale no estar hablando de mi a mis espaldas!! – Chilló a la pareja agitando los brazos de forma dramática.
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Frunció el ceño al ver como Lyn se alejaba con aquel tipo.
- No me fio de él… - dijo a Alward cruzándose de brazos, vigilando la conversación que estos parecían tener desde la distancia. Si trataba de hacerle algo aprovechando lo ingenua que podía llegar a ser a veces…
Suspirando levemente se llevó la mano hasta la cara y se giró hacía el mercenario, a quien respondió con una sonrisa cuando este empezó a hablar del grupo con el que trabajaba.
- Debe ser agradable trabajar en un ambiente así. – dijo ajustando las correas de su armadura. Lo más parecido que él tenía eran los distintos trabajos en los que acaba involucrado con Asher y Huracán. Afortunadamente, solo había tenido uno en el que habían coincidido los dos juntos y casi acababa ese con un ataque de nervios.
Se atusó la barba cuando Alward hizo mención a que, si Lyn y Aliden habían detectado a quienes había dentro, los de dentro podían, fácilmente, saber en aquel instante que estaban allí. En ese caso, la puerta principal era una buena idea, daba igual por donde entrasen no iban a pasar desapercibidos.
Enarcó una ceja y sonrió cuando el joven desveló que, en realidad, se encontraba allí por una apuesta. Una que, por lo que parecía, se había ido de mano ya que en un principio Alward no creía que los rumores fuesen más que eso: rumores.
Quitándose el pesado guantelete opuesto al que lo había hecho su nuevo compañero, estrechó su mano con firmeza cuando este se lo pidió. Un pacto de confianza, una costumbre de su grupo, era interesante.
- Quédate detrás de mí. – dijo ampliando la sonrisa, asintiendo de nuevo a las palabras que acababa de decir el mercenario al mismo tiempo que volvía a calzarse el guantelete. – Se me da bien recibir golpes – Dijo dejando escapar una corta carcajada como toda explicación, golpeando levemente el peto de su armadura. – Cúbreme las espaldas. ¿Vale? – Dijo ahora zarandeando a Alward de forma amistosa.
- ¡¡Más os vale no estar hablando de mi a mis espaldas!! – La conversación entre Lyn y Aliden parecía haber terminado y, ahora, se mostraba casi como de costumbre. - ¡Oh! ¡¿Estáis haciendo un pacto de amigos?! – Preguntó acercándose a la pareja. - ¡Dame a mi también la mano de forma solemne! – Dijo tendiéndole su mano derecha a Alward.
- Lyn… vamos a entrar. ¿Detrás de Alward? ¿Qué te parece? – La muchacha bajó los brazos hasta la cintura y sonrió conforme.
- ¡Una buena posición para controlar las fuerzas que dirijo! – Aseveró asintiendo con la cabeza – Tú comandante esta complacida, Mortal – Sonriendo escuetamente Eltrant se encogió de hombros y, por último, se giró hacía Aliden, el vampiro.
- ¿Qué te parece vigilar la retaguardia? – Preguntó, si aceptaba, la formación estaría completa.Desenvainó a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda y la dejó descansar sobre su hombro derecho.
No era la primera vez que trabaja así, que iba en cabeza. Pero no le importaba.
Él era Eltrant Tale. Era el muro de acero.
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Aliden escuchó las palabras de la vampiresa con atención, procurando no interrumpirla. A pesar de su aparente edad, hablaba con bastante sensatez, para haber demostrado esa actitud tanto desafiante como infantil anteriormente. Se llevó la mano a su barbilla, acariciándola suavemente mientras escuchaba lo que aquella extraña individua tenía que decirle. Se sobresaltó levemente al saber que se alimentaba de sangre humana, más duró poco su sobresalto cuando entendió que no era si no un leve mordisquito el que tomaba de los humanos, a diferencia de la mayoría de vampiros que había conocido. Asintió ante las sabias palabras de la vampiresa: Alguien tan racional sería incapaz de causar ningún daño a los humanos. Era la primera vez que conocía una de su especie que fuera así, después de tanto tiempo, pero como ella había dicho, no serían los únicos así de su especie, no todos debían ser bestias sedientas de sangre... Sin embargo, la imagen de sabia vampiresa que había logrado formar en el, se desvaneció cuando se giró hacia los humanos y les empezó a chillar. Suspiró. Jamás lograría entenderla. Caminó detrás de ella, y al ver el choque de manos que hacían todos, asintió para si mismo.
-Yo también quiero hacer un juramento honorable o como lo llaméis. Quiero lamentarme además por mi comportamiento anterior. Parece que no será necesario colgar su cabeza en una pica.-Miró a Lyn con cierta complicidad, más no sonrió.- Os juzgué mal, y quiero disculparme por ello. Pelearé codo con codo con vosotros de ser necesario, camaradas.
De repente, el humano llamado Eltrant se giró hacia él, y le preguntó:
- ¿Qué te parece vigilar la retaguardia? – Preguntó, si aceptaba, la formación estaría completa.Desenvainó a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda y la dejó descansar sobre su hombro derecho.
Le sorprendió que se le encomendase la retaguardia. Su especialidad era incapacitar enemigos a corta distancia, en la retaguardia sería prácticamente inútil. Entonces su mente ideó un plan. Lo lógico era que dado que los de dentro posiblemente eran vampiros, era dividir sus fuerzas. Esto confundiría a los de dentro, y a su percepción de ellos. Lo malo de su plan sería el usar a Eltrant como fuerza de carga por la puerta principal, mientras el entraría por la puerta trasera envuelto en tinieblas, casi invisible. Miró al humano, evaluándolo, y llegó a la conclusión de que mientras él cercaba a los vampiros, ellos podrían arreglárselas con la vampiresa aliada.
-Entendido. Sin embargo... prefiero ser parte de la retaguardia enemiga.-dio unos pasos mientras decía.-Mientras vosotros vais de frente, yo les causaré problemas por detrás.
Y se alejó del grupo, mientras rodeaba la mansión, desvaneciéndose en la espesura de la noche.
-Yo también quiero hacer un juramento honorable o como lo llaméis. Quiero lamentarme además por mi comportamiento anterior. Parece que no será necesario colgar su cabeza en una pica.-Miró a Lyn con cierta complicidad, más no sonrió.- Os juzgué mal, y quiero disculparme por ello. Pelearé codo con codo con vosotros de ser necesario, camaradas.
De repente, el humano llamado Eltrant se giró hacia él, y le preguntó:
- ¿Qué te parece vigilar la retaguardia? – Preguntó, si aceptaba, la formación estaría completa.Desenvainó a Olvido, la gigantesca espada plateada que pendía de su espalda y la dejó descansar sobre su hombro derecho.
Le sorprendió que se le encomendase la retaguardia. Su especialidad era incapacitar enemigos a corta distancia, en la retaguardia sería prácticamente inútil. Entonces su mente ideó un plan. Lo lógico era que dado que los de dentro posiblemente eran vampiros, era dividir sus fuerzas. Esto confundiría a los de dentro, y a su percepción de ellos. Lo malo de su plan sería el usar a Eltrant como fuerza de carga por la puerta principal, mientras el entraría por la puerta trasera envuelto en tinieblas, casi invisible. Miró al humano, evaluándolo, y llegó a la conclusión de que mientras él cercaba a los vampiros, ellos podrían arreglárselas con la vampiresa aliada.
-Entendido. Sin embargo... prefiero ser parte de la retaguardia enemiga.-dio unos pasos mientras decía.-Mientras vosotros vais de frente, yo les causaré problemas por detrás.
Y se alejó del grupo, mientras rodeaba la mansión, desvaneciéndose en la espesura de la noche.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
La vampiresa llegó hasta donde los dos humanos se encontraban agitando los brazos y chillando, con su típica actitud infantil y alegre que era, con más diferencia, la actitud que más mostraba. Esa actitud tan vivaz e inocente de la aparente joven vampiresa le despertaba buen humor interior al mercenario, y agradecía que fuese así, ya que ayudaba para relajar el ambiente antes de poder entrar en la tenebrosa casa, la cual miró de reojo y le entró al instante escalofríos.
Lyn se acercó a Alward, queriendo repetir el pacto que había tenido con Eltrant pero que esta vez fuese con ella. Esta predisposición por parte de la chica dibujo en Alward una leve sonrisa, con lo que asintió, por supuesto. Aliden miraba desde la distancia, pero se había acercado más al grupo que antes cuando se fue a hablar con Lyn.
-Bien, Lyn. Como le he dicho a Eltrant, mi grupo de mercenarios la costumbre de que cada vez que iniciamos una misión, los integrantes del grupo que van a formar parte de esta se quitan un guantelete o lo que tengan en su mano y la dejan totalmente desnuda; esto demuestra una total confianza el uno en el otro y sinceridad, pues tenemos que dejar siempre nuestra vida depositada en las manos de otro, ya que solos no seriamos nada.-Hizo una breve pausa, parecía ser un profesor, o un anciano, contando sus batallitas y sus costumbres-El estrecharse la mano simboliza que sellas ese pacto y que depositas tu confianza y vida en la otra persona, al igual que la otra persona lo hace en ti...
Tras la explicación, Alward le estrechó la mano a la vampiresa gustosamente. Para su sorpresa, Aliden también quería cumplir el pacto. Eso le agradó, ya que, puede parecer una tontería, pero para el joven Sevna, el tener a alguien en quien depositar su confianza durante una situación tan peligrosa era muy importante, y no solo podía confiar en uno, si no que los tres se mostraban abiertos a la confianza y la sinceridad.
Eltrant explicó la estrategia a seguir, con la cual el mercenario estaba conforme. Aliden por su parte fue reacio a que estuviese en la retaguardia, pues no se sentía útil ni cómodo allí. El vampiro optó por sorprender al enemigo por detrás, cosa que el joven Sevna tampoco vio con malos ojos, si es que Aliden se sincronizaba con ellos. Sin poco más que decir, el vampiro se puso en marcha, dejando allí a Lyn, Eltrant y el propio Alward.
-Bueno, creo que ya hemos hablado bastante. Ellos estarán ya listos para nuestra llegada, así que no retrasemos más esto.-Dijo mirando con seriedad y un rostro de concentración hacia Eltrant y Lyn.
Lyn se acercó a Alward, queriendo repetir el pacto que había tenido con Eltrant pero que esta vez fuese con ella. Esta predisposición por parte de la chica dibujo en Alward una leve sonrisa, con lo que asintió, por supuesto. Aliden miraba desde la distancia, pero se había acercado más al grupo que antes cuando se fue a hablar con Lyn.
-Bien, Lyn. Como le he dicho a Eltrant, mi grupo de mercenarios la costumbre de que cada vez que iniciamos una misión, los integrantes del grupo que van a formar parte de esta se quitan un guantelete o lo que tengan en su mano y la dejan totalmente desnuda; esto demuestra una total confianza el uno en el otro y sinceridad, pues tenemos que dejar siempre nuestra vida depositada en las manos de otro, ya que solos no seriamos nada.-Hizo una breve pausa, parecía ser un profesor, o un anciano, contando sus batallitas y sus costumbres-El estrecharse la mano simboliza que sellas ese pacto y que depositas tu confianza y vida en la otra persona, al igual que la otra persona lo hace en ti...
Tras la explicación, Alward le estrechó la mano a la vampiresa gustosamente. Para su sorpresa, Aliden también quería cumplir el pacto. Eso le agradó, ya que, puede parecer una tontería, pero para el joven Sevna, el tener a alguien en quien depositar su confianza durante una situación tan peligrosa era muy importante, y no solo podía confiar en uno, si no que los tres se mostraban abiertos a la confianza y la sinceridad.
Eltrant explicó la estrategia a seguir, con la cual el mercenario estaba conforme. Aliden por su parte fue reacio a que estuviese en la retaguardia, pues no se sentía útil ni cómodo allí. El vampiro optó por sorprender al enemigo por detrás, cosa que el joven Sevna tampoco vio con malos ojos, si es que Aliden se sincronizaba con ellos. Sin poco más que decir, el vampiro se puso en marcha, dejando allí a Lyn, Eltrant y el propio Alward.
-Bueno, creo que ya hemos hablado bastante. Ellos estarán ya listos para nuestra llegada, así que no retrasemos más esto.-Dijo mirando con seriedad y un rostro de concentración hacia Eltrant y Lyn.
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
El vampiro se desvaneció entre las sombras tras afirmar que ayudaría al grupo, pero que, a pesar de ello, sus habilidades estarían mejor aprovechadas de otro modo. Eltrant enarcó una ceja cuando desapareció por completo y miró a Lyn.
- Es un buen tipo aunque no lo parezca. – dijo esta simplemente, con una sonrisa, a la vez que se encogía de hombros.
- Bueno, comparte tu sentido del dramatismo. – dijo Eltrant asintiendo a las últimas palabras de Alward y empujando la herrumbrosa verja que les separaba del jardín, la cual dejó escapar un sonoro chirrido metálico antes de quedar completamente abierta.
- Todos los vampiros compartimos eso – dijo Lyn, adentrándose en el jardín tras Alward, riendo. – Los vampiros y Huracán. – Añadió con una sonrisa mordaz, Eltrant respondió a esto con una similar y avanzó, a paso ligero, hasta las imponentes puertas que, majestuosamente, parecía dar la bienvenida a aquellos intrusos a mansión.
Sin mediar palabra con ninguno de los presentes comprobó si el picaporte giraba y, contra todo pronóstico, lo hacía. Internarse en el lugar estaba siendo ridículamente fácil, algo le decía que salir no iba a ser tan sencillo.
La antesala en la que se encontraron instantes después era, como mínimo, ostentosa. O lo había sido, al menos, años atrás: cuadros maltrechos, armaduras cubiertas de polvo y muebles que, en la época en la que estos no se encontraban astillados, probablemente habrían costado más de un centenar de Aeros por sí solos.
- Típico. – dijo Eltrant girándose a los presentes.
Ya estaban dentro, ahora tenían que encontrar a los desaparecidos. Quizás la idea principal de Aliden fuese matar a todo vampiro que estuviese entre aquellos muros, pero a Eltrant no se le había olvidado el papel que él quería tener en aquello.
Primero buscaban a los desaparecidos, después lidiaban con los que los secuestradores. Aunque, si echaba la vista atrás y dejaba que la voz de la experiencia le echase una mano, estaba bastante seguro de que, para encontrar a las personas perdidas, iban a tener que lidiar antes con los secuestradores.
Cruzándose de brazos se giró a los demás. Todo estaba extrañamente tranquilo, si no fuese porque Lyn había afirmado que ahí adentro había algo, Eltrant no habría sospechado nada, solo parecía una mansión abandonada. Una de muchas; Aerandir poseía un numero bastante alto de aquel tipo de edificaciones en los bosques de Verisar, casi tantas como nobles.
- ¿Dónde pensáis que pueden estar las personas desaparecidas? – Preguntó, llevandose la mano hasta el mentón, pensativo.
Tenía varias ideas en la cabeza que podían responder aquella pregunta y la primera de ellas era el sótano. ¿Tendría aquella mansión uno? Todas las que había visitado lo tenían y estas, normalmente, eran básicamente pequeñas fortalezas bajo tierra. Pasillos angostos y cámaras en las que, normalmente, se atesoraba la comida y los objetos más valiosos del noble que estuviese a cargo del lugar. El lugar perfecto para idear una prisión improvisada.
Era un buen lugar por el que empezar, pero, por supuesto, Alward también tenía que dar su opinión al respecto. No obstante, antes de que nadie presente pudiese contestar a Eltrant, la puerta principal se cerró de golpe, con fuerza, por si sola.
Apretó los dientes y asió su espada, no era la primera vez que veía algo así, en sí, que una puerta se cerrase enigmáticamente a su espalda era una especie de costumbre en aquel tipo de trabajos.
- Mortal. – dijo Lyn a toda prisa, acercándose a él. – He perdido el rastro. – dijo – La sensación que nos ha atraído hasta aquí… ha desaparecido. – aseveró frunciendo el ceño.
- Alward. – Llamó a su nuevo compañero. – No te separes. – Ordenó colocando a Olvido frente a su cara, anticipando un ataque desde cualquier parte.
- ¡Bienvenidos, intrusos! – Una voz resonó en la habitación, una que casi parecía proceder de las mismas paredes. Era firme, rígida, una voz marcial. Casi le recordaba a su tiempo en la guardia – Imagino que estáis aquí buscando a los desaparecidos. Y traéis con vosotros a dos hermanos de sangre. ¡Interesante! – dijo, por el tono de voz, fuese quien fuese aquel hombre, parecía estar divirtiéndose – Corréis tras huellas, buscáis desesperadamente una luz en la oscuridad… - Afirmó, siempre con aquel tono de voz paternal.
- Y ni siquiera sabes que vosotros, queridos míos, también estáis perdidos. –
Tensó la mandíbula, el suelo comenzó a temblar. Algo se aproximaba.
- ¡Preparaos! – Exclamó Eltrant echando mano de su bolsa de viaje y, rápidamente, calzándose el yelmo sobre su cabeza. Tenía la sensación de que iba a necesitarlo.
- Es un buen tipo aunque no lo parezca. – dijo esta simplemente, con una sonrisa, a la vez que se encogía de hombros.
- Bueno, comparte tu sentido del dramatismo. – dijo Eltrant asintiendo a las últimas palabras de Alward y empujando la herrumbrosa verja que les separaba del jardín, la cual dejó escapar un sonoro chirrido metálico antes de quedar completamente abierta.
- Todos los vampiros compartimos eso – dijo Lyn, adentrándose en el jardín tras Alward, riendo. – Los vampiros y Huracán. – Añadió con una sonrisa mordaz, Eltrant respondió a esto con una similar y avanzó, a paso ligero, hasta las imponentes puertas que, majestuosamente, parecía dar la bienvenida a aquellos intrusos a mansión.
Sin mediar palabra con ninguno de los presentes comprobó si el picaporte giraba y, contra todo pronóstico, lo hacía. Internarse en el lugar estaba siendo ridículamente fácil, algo le decía que salir no iba a ser tan sencillo.
La antesala en la que se encontraron instantes después era, como mínimo, ostentosa. O lo había sido, al menos, años atrás: cuadros maltrechos, armaduras cubiertas de polvo y muebles que, en la época en la que estos no se encontraban astillados, probablemente habrían costado más de un centenar de Aeros por sí solos.
- Típico. – dijo Eltrant girándose a los presentes.
Ya estaban dentro, ahora tenían que encontrar a los desaparecidos. Quizás la idea principal de Aliden fuese matar a todo vampiro que estuviese entre aquellos muros, pero a Eltrant no se le había olvidado el papel que él quería tener en aquello.
Primero buscaban a los desaparecidos, después lidiaban con los que los secuestradores. Aunque, si echaba la vista atrás y dejaba que la voz de la experiencia le echase una mano, estaba bastante seguro de que, para encontrar a las personas perdidas, iban a tener que lidiar antes con los secuestradores.
Cruzándose de brazos se giró a los demás. Todo estaba extrañamente tranquilo, si no fuese porque Lyn había afirmado que ahí adentro había algo, Eltrant no habría sospechado nada, solo parecía una mansión abandonada. Una de muchas; Aerandir poseía un numero bastante alto de aquel tipo de edificaciones en los bosques de Verisar, casi tantas como nobles.
- ¿Dónde pensáis que pueden estar las personas desaparecidas? – Preguntó, llevandose la mano hasta el mentón, pensativo.
Tenía varias ideas en la cabeza que podían responder aquella pregunta y la primera de ellas era el sótano. ¿Tendría aquella mansión uno? Todas las que había visitado lo tenían y estas, normalmente, eran básicamente pequeñas fortalezas bajo tierra. Pasillos angostos y cámaras en las que, normalmente, se atesoraba la comida y los objetos más valiosos del noble que estuviese a cargo del lugar. El lugar perfecto para idear una prisión improvisada.
Era un buen lugar por el que empezar, pero, por supuesto, Alward también tenía que dar su opinión al respecto. No obstante, antes de que nadie presente pudiese contestar a Eltrant, la puerta principal se cerró de golpe, con fuerza, por si sola.
Apretó los dientes y asió su espada, no era la primera vez que veía algo así, en sí, que una puerta se cerrase enigmáticamente a su espalda era una especie de costumbre en aquel tipo de trabajos.
- Mortal. – dijo Lyn a toda prisa, acercándose a él. – He perdido el rastro. – dijo – La sensación que nos ha atraído hasta aquí… ha desaparecido. – aseveró frunciendo el ceño.
- Alward. – Llamó a su nuevo compañero. – No te separes. – Ordenó colocando a Olvido frente a su cara, anticipando un ataque desde cualquier parte.
- ¡Bienvenidos, intrusos! – Una voz resonó en la habitación, una que casi parecía proceder de las mismas paredes. Era firme, rígida, una voz marcial. Casi le recordaba a su tiempo en la guardia – Imagino que estáis aquí buscando a los desaparecidos. Y traéis con vosotros a dos hermanos de sangre. ¡Interesante! – dijo, por el tono de voz, fuese quien fuese aquel hombre, parecía estar divirtiéndose – Corréis tras huellas, buscáis desesperadamente una luz en la oscuridad… - Afirmó, siempre con aquel tono de voz paternal.
- Y ni siquiera sabes que vosotros, queridos míos, también estáis perdidos. –
Tensó la mandíbula, el suelo comenzó a temblar. Algo se aproximaba.
- ¡Preparaos! – Exclamó Eltrant echando mano de su bolsa de viaje y, rápidamente, calzándose el yelmo sobre su cabeza. Tenía la sensación de que iba a necesitarlo.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Había husmeado por detrás de la casa, pero la única puerta que había estaba bloqueada, así que decidió entrar por un ventanuco, a menos de dos metros del suelo. Encogió su cuerpo y se metió como pudo, atravesando el marco del ventanuco y entrando dando un golpe sordo en el suelo de la casa, a lo cual se quedó totalmente inmóvil, pensando que habría alertado a los del interior de la casa. Más ni un ruido se escuchó, así que decidió seguir avanzando sin demora, sus compañeros ya habrían atravesado la puerta principal. Decidió no usar sus poderes vampíricos para no alertar al resto de vampiros, así que andó con el doble de cautela. Llegó a un pasillo lleno de polvo, con varios cuadros torcidos, y algunos caídos en el suelo. Avanzó con cautela, mirando a ambos lados del pasillo mientras agazapado, buscaba algún indicio de los vampiros. No tardó en notar a uno de ellos, apoyado en una de las paredes y leyendo un pequeño librito. Aliden, sin dejarle tiempo a reaccionar puso el estilete en su garganta mientras le tapaba la boca con la otra mano libre. Susurró, intentando sonsacarle algo al monstruo.
-¿Donde están los demás, monstruo? ¿Cuántos sois? Espero que no tenga que rajarte el cuello para que me lo digas, sería una pérdida de tiempo para ambos.-Apretó mas el estilete contra su garganta.-Venga, desembucha
El vampiro lo miró con pánico y intentó hablar, a lo que Aliden quitó su mano de su boca, pero no el estilete.
-E-están en la parte delantera, con el maestro, como cuatro vampiros más. Os esperaban ahí para emboscaros...
Una vez el vampiro habló, Aliden cortó su garganta de un diestro tajo, haciendo que un chorro de sangre intermitente manase de su cuello, a la vez que un gorgoteo vocal, cogió su cuerpo y lo depositó en el suelo con delicadeza para no alertar a los demás vampiros. Así, se dirigió a la parte delantera para auxiliar a sus compañeros.
-¿Donde están los demás, monstruo? ¿Cuántos sois? Espero que no tenga que rajarte el cuello para que me lo digas, sería una pérdida de tiempo para ambos.-Apretó mas el estilete contra su garganta.-Venga, desembucha
El vampiro lo miró con pánico y intentó hablar, a lo que Aliden quitó su mano de su boca, pero no el estilete.
-E-están en la parte delantera, con el maestro, como cuatro vampiros más. Os esperaban ahí para emboscaros...
Una vez el vampiro habló, Aliden cortó su garganta de un diestro tajo, haciendo que un chorro de sangre intermitente manase de su cuello, a la vez que un gorgoteo vocal, cogió su cuerpo y lo depositó en el suelo con delicadeza para no alertar a los demás vampiros. Así, se dirigió a la parte delantera para auxiliar a sus compañeros.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Una vez dentro de la casa, a Alward le recorrió una sensación de escalofríos y temor, la verdad que era un lugar bastante tétrico y para nada gustoso de estar ahí. Por la decoración y el estado de los muebles del lugar diría que llevaba varios años abandonada, parecía increíble que alguien viviese allí, ¿De verdad les gustaba vivir en un sitio tan escalofriante? Aunque fuesen vampiros, tendrían que tener un mínimo de gusto por la comodidad y el bienestar, ¿No? Son preguntas que rondaban la cabeza del mercenario, pero que se quedaban simplemente en eso; preguntas que no tendrían seguramente un respuesta clara. Eltrant soltó un primer comentario como tratando de rebajar la tensión que generaba estar ya de por sí en semejante sitio. A lo que Alward respondió con un esbozo de sonrisa
-Al menos me esperaba algo de ambiente...-Dijo de forma sarcástica y relajando un poco su postura
Eltrant lanzó otra pregunta a los presentes. Alward tenía una idea clara.
-No creo que tengan a los desaparecidos en las habitaciones de invitados-Soltó con ironía-Seguramente estén en algún tipo de mazmorra improvisada en lo más recóndito de este sitio-Dijo soltando esta vez un tono más serio
De pronto, la puerta principal se cerró de golpe, cosa que alertó a Alward, quién por instinto desenvainó sus dos espadas colocadas tras su espalda a la vez, echando un rápido vistazo al lugar de donde provino el portazo. Allí no había nadie, cosa que extrañó al joven mercenario. Para su sorpresa, Lyn indicó que ya no presentía a ninguna presencia extraña, lo que desconcertó más aún a Alward. Eltrant, por su parte le indicó al mercenario que no se separase, este último asintió con una mirada llena de concentración y con sus sentidos alerta.
Una voz omnipresente salió como del interior de las paredes, muebles y decoración de la zona, venía de todas partes y a la vez de ningún sitio, por lo que el mercenario miró hacia todos lados, intentando ver de dónde provenía realmente. Se puso en una postura tensa y ofensiva, con sus dos armas empuñadas con fuerza. Algo se acercaba, lo notaba, no sabía cómo pero lo sentía. Eltrant gritó que se preparasen, el joven Sevna ya lo estaba. Se preparó para lo que fuese que viniese.
-Al menos me esperaba algo de ambiente...-Dijo de forma sarcástica y relajando un poco su postura
Eltrant lanzó otra pregunta a los presentes. Alward tenía una idea clara.
-No creo que tengan a los desaparecidos en las habitaciones de invitados-Soltó con ironía-Seguramente estén en algún tipo de mazmorra improvisada en lo más recóndito de este sitio-Dijo soltando esta vez un tono más serio
De pronto, la puerta principal se cerró de golpe, cosa que alertó a Alward, quién por instinto desenvainó sus dos espadas colocadas tras su espalda a la vez, echando un rápido vistazo al lugar de donde provino el portazo. Allí no había nadie, cosa que extrañó al joven mercenario. Para su sorpresa, Lyn indicó que ya no presentía a ninguna presencia extraña, lo que desconcertó más aún a Alward. Eltrant, por su parte le indicó al mercenario que no se separase, este último asintió con una mirada llena de concentración y con sus sentidos alerta.
Una voz omnipresente salió como del interior de las paredes, muebles y decoración de la zona, venía de todas partes y a la vez de ningún sitio, por lo que el mercenario miró hacia todos lados, intentando ver de dónde provenía realmente. Se puso en una postura tensa y ofensiva, con sus dos armas empuñadas con fuerza. Algo se acercaba, lo notaba, no sabía cómo pero lo sentía. Eltrant gritó que se preparasen, el joven Sevna ya lo estaba. Se preparó para lo que fuese que viniese.
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Respiró profundamente, el suelo temblaba; No era una sensación realmente impresionante, más bien parecía una ligera vibración, pero era suficiente como para saber que, tras las imponentes puertas dobles que había al otro lado de la impresionante antesala en la que se encontraban, había algo grande.
- ¿No avanzáis? - La voz del que parecía líder de aquellos vampiros resonó, de nuevo, en la cabeza de todos los presentes. – Tranquilos, podemos ir perfectamente hasta vosotros. Es normal que tengáis miedo. – Tan pronto terminó de pronunciar aquella frase, las puertas que tenían delante estallaron en más de un centenar de pedazos.
No se cubrió la cara, con el yelmo no lo necesitaba, Eltrant se limitó a apartarse de la trayectoria de los diferentes trozos de madera y metal que volaban por doquier y asió el espadón que esgrimía con fuerza, mirando hacía el enorme agujero que ahora había donde antes estaba la entrada de, por lo que podía ver, un amplio salón de baile.
- ¡Mi mascota está encantada de recibiros, perdidos! – Eltrant apretó los dientes, no podía apartar los ojos de aquella cosa; medía más de dos metros de altura, colmillos afilados y garras a juego.
Recordaba el nombre que Huracán le había puesto a uno de esos: “Vampiro supremo”.
- ¡¡Eltrant!! – Lyn levantó un muro de sombras tan pronto como la bestia se arrojó contra el exmercenario, este, sin embargo, se quebró bajo la inmensa fuerza de la bestia, reproduciendo el mismo sonido que producía el cristal al romperse.
Aprovechando el sutil momento de confusión que se había apoderado del vampiro cuando se chocó contra el muro de sombras Eltrant le golpeó con Olvido en mitad de la cara, con todas sus fuerzas. El ser rugió al sentir como la espada plateada cortaba su carne y, tras sacudir la cabeza, depositó su mirada en Eltrant; acababa de encontrar el plato principal de aquella noche.
Tenía la piel más rígida de lo que lo recordaba.
Con un simple manotazo Eltrant voló por los aires, casi como si su peso fuese similar al de un saco de heno, el antiguo guarda de Lunargenta acabó estrellándose contra uno de los muebles del lugar.
Tosió copiosamente, intentando que el aire que la bestia le había sacado de los pulmones con el golpe volviese a su interior. Antes de que pudiese siquiera levantarse de entre los restos de la estantería que acababa de destrozar con su cuerpo, cuatro vampiros se adentraron en la habitación por el mismo agujero por el que se había internado el gigantesco ser de la noche.
- ¡Alward! – Sacudió la cabeza, tratando de centrarse en lo que tenía entre manos y dejó caer el yelmo a un lado con un rápido movimiento de brazos, momento en el que, inmediatamente, señaló a los vampiros que se dirigían hacia a ellos, dispuestos a hacer el, supuestamente fácil trabajo de la bestia, aún más sencillo. – Lyn... ayudale, yo me encargo del grande. – Aseguró haciendose con Olvido de nuevo.
Pero tan pronto se hizo con su arma volvió a recibir un golpe de aquella cosa en mitad del pecho y, tras desfilar una vez más por los aires, la pared que tenía justo tras él paró su fugaz recorrido de forma bastante brusca.
- Quédate… quieto un rato… ¿Quieres? – Magulló Eltrant incorporándose, usando su espada a modo de bastón, respirando de forma ligeramente irregular, sin apartar un instante. La armadura aguantaba, pero los golpes concisos, los impactos secos como los que estaba recibiendo en aquel momento le pasaban factura.
Le había acertado una vez, solo tenía que hacerlo varias veces más. Si sangraba podía morir.
Volvió a lanzarse contra vampiro supremo con la espada por delante, obligando a que sus piernas se moviesen, ignorando el peso que tenía la armadura sobre sus hombros. No podía dejarle tiempo a reaccionar, la mayor ventaja que tenía aquella cosa era su absurda fuerza. Era irónico que usasen aquello contra ellos cuando, con las caravanas, apenas había rastros de violencia física.
- ¡Quédate quieto! –
Impactó en el pecho de aquel ser, con el hombro, obligándole a retroceder un par de pasos, el animal lanzó algo parecido a un gruñido gutural y alzó los brazos, Eltrant, en ese momento, clavó firmemente a Olvido en el pecho de aquella cosa.
Pero justo después el ser decidió bajar los brazos.
Las afiladas garras del monstruo se abrieron paso a través de la armadura que protegia la espalda del castaño, que se limitó a apretar los dientes ya hundir más, de ser posible, a Olvido en el pecho de aquella cosa. Finalmente, Eltrant fejó escapar un grito de dolor cuando las garras del vampiro se abrieron paso a través de su carne, cuando sintió como las enormes uñas afiladas de las que hacía gala cortaban su espalda.
Retrocedió, se vio obligado a abandonar a Olvido en el cuerpo de la criatura, jadeando copiosamente desenvainó a Recuerdo, la hoja de hielo iluminó su rostro apenas unos segundos, pues, justo despues, se vio obligado a detener la espada carmesí de uno de los vampiros que, al ver que la bestia estaba herida, había dejado de acosar a Alward y a Lyn y se había decidido a ir a por Eltrant.
Volvió a perder terreno ante los insistentes espadazos del vampiro. Se quedó atrapado con el tipo, en una especie de baile mortal en el que, el primero que se descuidase acabaría recibiendo la espada del otro en mitad de la cara.
Mientras tanto, el vampiro supremo, había decidido que Alward era una buena forma de continuar la noche.
¿Dónde diablos estaba Aliden?
Apretó los dientes y se concentró en atacar, daba igual como, tenía que alejar a la bestia de Lyn y Alward. Sintió, esta vez, como la espada carmesí atravesaba su armadura, a la altura del vientre.
- ¡Ahora no eres tan rápido! ¿¡Verdad!? – Bramó en ese momento, sujetando la espada que le acaban de clavar y, antes de que el vampiro pudiese hacer nada, dirigiendo la suya propia hasta el cuello de aquel tipo. [1]
La cabeza de su rival rodó por el suelo como un melón maduro, sonrió, tratando de ignorar la sangre que resbalaba por la comisura de su labio y trató de mirar cómo les iba a los demás con sus respectivos rivales.
Incapaz de permanecer más tiempo de pie cayó de rodillas, maldijo al vampiro que acababa de matar mentalmente de forma bastante original y respiró hondo, tratando de mantenerse sereno. Por lo que podía ver Lyn había cegado a uno de los rivales de Alward con sus sombras [2], aquel idiota lanzaba espadazos a diestro y siniestro, se peleaba, literalmente, con uno reloj de pared que tenía enfrente, no daría muchos problemas de momento.
La bestia que aquel hombre que hablaba a través de las paredes era lo realmente preocupante en aquel momento, Alward era bastante diestro con la espada, después de todo, quizás estuviese en inferioridad numérica, pero parecía apañárselas bastante bien.
- ¡Eh! – Volvió a levantarse, su voz se alzó sobre los rugidos de la bestia, trató de ignorar las diferentes heridas que, a lo largo de todo su cuerpo, palpitaban suavemente, tratando de hacerse notar, de instarle al exmercenario que dejase de pelear. No iba a funcionar, no lo había hecho nunca y aquel día no iba a ser el primero, su instinto de supervivencia seguía igual de atrofiado que siempre. - ¡¡Tienes algo que es mio!! – dijo señalando con Recuerdo la espada que seguía clavada en el cuerpo de la bestia.
- ¡¿Es sangre lo que quieres!? – Sonrió, trató de erguirse ligeramente, pero no pudo hacerlo por completo - ¡Pues aquí me tienes! – Dijo extrayendo, de un fuerte tirón, la espada carmesí que tenía alojada en el abdomen. Un hilo de sangre comenzó a deslizarse, casi inmediatamente, por la parte frontal de su armadura.
El vampiro supremo cambio de objetivo.
- ¡Así me gusta! – Gritó sujetando a Recuerdo con ambas manos, iba a descargar todo lo que tenía en aquel golpe, toda la fuerza de sus brazos [3]; iba a matar a aquella bestia y, después, tendría una charla agradable con el “secuestrador”.
Por el momento, Alward y Lyn solo tendría que lidiar con tres vampiros.
Off: Aunque tecnicamente no esta en el bestiario, a me he enfrentado un par de veces a uno de esos vampiros bajo el consetimiento de un Master ^^
[1] Habilidad Eltrant Nivel 2: Karma.
[2] Habilidad Lyn Nivel 4: Luces fuera.
[3] Carga: Habilidad Eltrant Nivel 6 (Golpe Colosal)
- ¿No avanzáis? - La voz del que parecía líder de aquellos vampiros resonó, de nuevo, en la cabeza de todos los presentes. – Tranquilos, podemos ir perfectamente hasta vosotros. Es normal que tengáis miedo. – Tan pronto terminó de pronunciar aquella frase, las puertas que tenían delante estallaron en más de un centenar de pedazos.
No se cubrió la cara, con el yelmo no lo necesitaba, Eltrant se limitó a apartarse de la trayectoria de los diferentes trozos de madera y metal que volaban por doquier y asió el espadón que esgrimía con fuerza, mirando hacía el enorme agujero que ahora había donde antes estaba la entrada de, por lo que podía ver, un amplio salón de baile.
- ¡Mi mascota está encantada de recibiros, perdidos! – Eltrant apretó los dientes, no podía apartar los ojos de aquella cosa; medía más de dos metros de altura, colmillos afilados y garras a juego.
Recordaba el nombre que Huracán le había puesto a uno de esos: “Vampiro supremo”.
- Vampiro Supremo.:
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- ¡¡Eltrant!! – Lyn levantó un muro de sombras tan pronto como la bestia se arrojó contra el exmercenario, este, sin embargo, se quebró bajo la inmensa fuerza de la bestia, reproduciendo el mismo sonido que producía el cristal al romperse.
Aprovechando el sutil momento de confusión que se había apoderado del vampiro cuando se chocó contra el muro de sombras Eltrant le golpeó con Olvido en mitad de la cara, con todas sus fuerzas. El ser rugió al sentir como la espada plateada cortaba su carne y, tras sacudir la cabeza, depositó su mirada en Eltrant; acababa de encontrar el plato principal de aquella noche.
Tenía la piel más rígida de lo que lo recordaba.
Con un simple manotazo Eltrant voló por los aires, casi como si su peso fuese similar al de un saco de heno, el antiguo guarda de Lunargenta acabó estrellándose contra uno de los muebles del lugar.
Tosió copiosamente, intentando que el aire que la bestia le había sacado de los pulmones con el golpe volviese a su interior. Antes de que pudiese siquiera levantarse de entre los restos de la estantería que acababa de destrozar con su cuerpo, cuatro vampiros se adentraron en la habitación por el mismo agujero por el que se había internado el gigantesco ser de la noche.
- ¡Alward! – Sacudió la cabeza, tratando de centrarse en lo que tenía entre manos y dejó caer el yelmo a un lado con un rápido movimiento de brazos, momento en el que, inmediatamente, señaló a los vampiros que se dirigían hacia a ellos, dispuestos a hacer el, supuestamente fácil trabajo de la bestia, aún más sencillo. – Lyn... ayudale, yo me encargo del grande. – Aseguró haciendose con Olvido de nuevo.
Pero tan pronto se hizo con su arma volvió a recibir un golpe de aquella cosa en mitad del pecho y, tras desfilar una vez más por los aires, la pared que tenía justo tras él paró su fugaz recorrido de forma bastante brusca.
- Quédate… quieto un rato… ¿Quieres? – Magulló Eltrant incorporándose, usando su espada a modo de bastón, respirando de forma ligeramente irregular, sin apartar un instante. La armadura aguantaba, pero los golpes concisos, los impactos secos como los que estaba recibiendo en aquel momento le pasaban factura.
Le había acertado una vez, solo tenía que hacerlo varias veces más. Si sangraba podía morir.
Volvió a lanzarse contra vampiro supremo con la espada por delante, obligando a que sus piernas se moviesen, ignorando el peso que tenía la armadura sobre sus hombros. No podía dejarle tiempo a reaccionar, la mayor ventaja que tenía aquella cosa era su absurda fuerza. Era irónico que usasen aquello contra ellos cuando, con las caravanas, apenas había rastros de violencia física.
- ¡Quédate quieto! –
Impactó en el pecho de aquel ser, con el hombro, obligándole a retroceder un par de pasos, el animal lanzó algo parecido a un gruñido gutural y alzó los brazos, Eltrant, en ese momento, clavó firmemente a Olvido en el pecho de aquella cosa.
Pero justo después el ser decidió bajar los brazos.
Las afiladas garras del monstruo se abrieron paso a través de la armadura que protegia la espalda del castaño, que se limitó a apretar los dientes ya hundir más, de ser posible, a Olvido en el pecho de aquella cosa. Finalmente, Eltrant fejó escapar un grito de dolor cuando las garras del vampiro se abrieron paso a través de su carne, cuando sintió como las enormes uñas afiladas de las que hacía gala cortaban su espalda.
Retrocedió, se vio obligado a abandonar a Olvido en el cuerpo de la criatura, jadeando copiosamente desenvainó a Recuerdo, la hoja de hielo iluminó su rostro apenas unos segundos, pues, justo despues, se vio obligado a detener la espada carmesí de uno de los vampiros que, al ver que la bestia estaba herida, había dejado de acosar a Alward y a Lyn y se había decidido a ir a por Eltrant.
Volvió a perder terreno ante los insistentes espadazos del vampiro. Se quedó atrapado con el tipo, en una especie de baile mortal en el que, el primero que se descuidase acabaría recibiendo la espada del otro en mitad de la cara.
Mientras tanto, el vampiro supremo, había decidido que Alward era una buena forma de continuar la noche.
¿Dónde diablos estaba Aliden?
Apretó los dientes y se concentró en atacar, daba igual como, tenía que alejar a la bestia de Lyn y Alward. Sintió, esta vez, como la espada carmesí atravesaba su armadura, a la altura del vientre.
- ¡Ahora no eres tan rápido! ¿¡Verdad!? – Bramó en ese momento, sujetando la espada que le acaban de clavar y, antes de que el vampiro pudiese hacer nada, dirigiendo la suya propia hasta el cuello de aquel tipo. [1]
La cabeza de su rival rodó por el suelo como un melón maduro, sonrió, tratando de ignorar la sangre que resbalaba por la comisura de su labio y trató de mirar cómo les iba a los demás con sus respectivos rivales.
Incapaz de permanecer más tiempo de pie cayó de rodillas, maldijo al vampiro que acababa de matar mentalmente de forma bastante original y respiró hondo, tratando de mantenerse sereno. Por lo que podía ver Lyn había cegado a uno de los rivales de Alward con sus sombras [2], aquel idiota lanzaba espadazos a diestro y siniestro, se peleaba, literalmente, con uno reloj de pared que tenía enfrente, no daría muchos problemas de momento.
La bestia que aquel hombre que hablaba a través de las paredes era lo realmente preocupante en aquel momento, Alward era bastante diestro con la espada, después de todo, quizás estuviese en inferioridad numérica, pero parecía apañárselas bastante bien.
- ¡Eh! – Volvió a levantarse, su voz se alzó sobre los rugidos de la bestia, trató de ignorar las diferentes heridas que, a lo largo de todo su cuerpo, palpitaban suavemente, tratando de hacerse notar, de instarle al exmercenario que dejase de pelear. No iba a funcionar, no lo había hecho nunca y aquel día no iba a ser el primero, su instinto de supervivencia seguía igual de atrofiado que siempre. - ¡¡Tienes algo que es mio!! – dijo señalando con Recuerdo la espada que seguía clavada en el cuerpo de la bestia.
- ¡¿Es sangre lo que quieres!? – Sonrió, trató de erguirse ligeramente, pero no pudo hacerlo por completo - ¡Pues aquí me tienes! – Dijo extrayendo, de un fuerte tirón, la espada carmesí que tenía alojada en el abdomen. Un hilo de sangre comenzó a deslizarse, casi inmediatamente, por la parte frontal de su armadura.
El vampiro supremo cambio de objetivo.
- ¡Así me gusta! – Gritó sujetando a Recuerdo con ambas manos, iba a descargar todo lo que tenía en aquel golpe, toda la fuerza de sus brazos [3]; iba a matar a aquella bestia y, después, tendría una charla agradable con el “secuestrador”.
Por el momento, Alward y Lyn solo tendría que lidiar con tres vampiros.
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Off: Aunque tecnicamente no esta en el bestiario, a me he enfrentado un par de veces a uno de esos vampiros bajo el consetimiento de un Master ^^
[1] Habilidad Eltrant Nivel 2: Karma.
[2] Habilidad Lyn Nivel 4: Luces fuera.
[3] Carga: Habilidad Eltrant Nivel 6 (Golpe Colosal)
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Aliden caminó por los laberínticos pasillos de la mansión, buscando algún rastro de la anterior magia vampírica que había sentido anteriormente, más no percibió ninguna muestra de magia en aquella casa. Se exasperó, no encontraba a nadie y tampoco oía ningún sonido que le orientase.
Finalmente, acabó en una especie de salón enorme, en el cual uno de los vampiros vagaba maquinando algo, andando de un lado a otro mientras parecía... ¿hablar? Más no escuchaba ningún sonido que proviniese de su voz, aunque una vibración en la otra habitación parecía indicar que había una pelea en curso. Aliden sonrió. Si estaban peleando en la otra habitación y este vampiro seguía aquí, significaba que probablemente fuera su líder o algo similar. Se encaramó a una de las estanterías que surcaban el salón, esperando a que el vampiro se acercase para saltar sobre él mientras estaba desprevenido. Pero el vampiro de repente se quedó inmóvil, y inclinó la cabeza levemente hacia donde estaba Aliden.
-Tu...- Se giró completamente mirando hacia la estantería, desvelando su identidad a Aliden, mientras miraba sin encontrarle en las estanterías, sumido como estaba Aliden en las sombras.- Pensaba que no nos volveríamos a ver... Ha pasado mucho tiempo, Aliden. Nunca pensé que te aliarías con los humanos y... ¿Otro vampiro? Pensaba que eras un lobo solitario.
Aliden entonces lo reconoció. Bajó de la estantería, golpeando el suelo con un suave sonido mientras miraba a aquella abominación que se autodenominaba vampiro.
-Drak... no esperaba que las babosas como tu siguiesen con vida. Normalmente suelen ser aplastadas.-Sin mediar una palabra más, sacó su estilete y cogiendo una montaña de polvo de las que rodeaban todo el salón, la lanzó hacia el vampiro mientras con el estilete apuntaba a su corazón.
Drak, sin embargo se esfumó en los mismísimos ojos de Aliden, apareciendo en su espalda, y forzando a Aliden a lanzarse al suelo para evitar ser ensartado. Escuchó entonces a Eltrant gritar, y miró al vampiro con furia contenida en una máscara de tranquilidad.
-Suelta a los demás, Drak. Hagamos esto entre tu y yo.
-Lo siento, cazador, pero nunca me han gustado las multitudes, y tu has traído una a mis puertas.-Sonrió.- No te preocupes, les concederé una muerte rápida, no me interesan como alimento. Ya tenemos bastantes reservas de sangre.
Aliden entonces recuperó el compás dada las ganas de charlar del vampiro, y partió una de las delgadas, largas y afiladas uñas que estaba usando como armas de un certero tajo. El vampiro, en respuesta, lanzó un golpe con la misma mano a su abdomen, lo que lanzó a Aliden hacia atrás, haciéndole perder el equilibrio levemente.
-Si bebieses como nosotros bebemos, no serías un endeble flojucho, cazador.
-Prefiero eso a ser una abominación.-Jadeó Aliden.
El vampiro esta vez no contestó, y aprovechando el desequilibrio de Aliden, le propinó una patada que le lanzó hacia atrás, golpeándose contra una de las estanterías.
-No deberías haber intervenido. Aquella vez tampoco debiste hacerlo. ¿O acaso no recuerdas como acabó todo?
-Recuerdo como te dí una jodida paliza y salvé varias vidas inocentes, monstruo.- Escupió.
-Ahh, cierto. ¿Pero a que coste? - Sonrió con maldad.
La cara de Aliden enrojeció, y lanzó su estilete al vampiro, el cual apenas pudo detener el lanzamiento con su mano. El estilete quedó clavado en ella y Aliden se acercó, dispuesto a acabar lo que hacía tanto tiempo empezó.
Finalmente, acabó en una especie de salón enorme, en el cual uno de los vampiros vagaba maquinando algo, andando de un lado a otro mientras parecía... ¿hablar? Más no escuchaba ningún sonido que proviniese de su voz, aunque una vibración en la otra habitación parecía indicar que había una pelea en curso. Aliden sonrió. Si estaban peleando en la otra habitación y este vampiro seguía aquí, significaba que probablemente fuera su líder o algo similar. Se encaramó a una de las estanterías que surcaban el salón, esperando a que el vampiro se acercase para saltar sobre él mientras estaba desprevenido. Pero el vampiro de repente se quedó inmóvil, y inclinó la cabeza levemente hacia donde estaba Aliden.
-Tu...- Se giró completamente mirando hacia la estantería, desvelando su identidad a Aliden, mientras miraba sin encontrarle en las estanterías, sumido como estaba Aliden en las sombras.- Pensaba que no nos volveríamos a ver... Ha pasado mucho tiempo, Aliden. Nunca pensé que te aliarías con los humanos y... ¿Otro vampiro? Pensaba que eras un lobo solitario.
Aliden entonces lo reconoció. Bajó de la estantería, golpeando el suelo con un suave sonido mientras miraba a aquella abominación que se autodenominaba vampiro.
-Drak... no esperaba que las babosas como tu siguiesen con vida. Normalmente suelen ser aplastadas.-Sin mediar una palabra más, sacó su estilete y cogiendo una montaña de polvo de las que rodeaban todo el salón, la lanzó hacia el vampiro mientras con el estilete apuntaba a su corazón.
Drak, sin embargo se esfumó en los mismísimos ojos de Aliden, apareciendo en su espalda, y forzando a Aliden a lanzarse al suelo para evitar ser ensartado. Escuchó entonces a Eltrant gritar, y miró al vampiro con furia contenida en una máscara de tranquilidad.
-Suelta a los demás, Drak. Hagamos esto entre tu y yo.
-Lo siento, cazador, pero nunca me han gustado las multitudes, y tu has traído una a mis puertas.-Sonrió.- No te preocupes, les concederé una muerte rápida, no me interesan como alimento. Ya tenemos bastantes reservas de sangre.
Aliden entonces recuperó el compás dada las ganas de charlar del vampiro, y partió una de las delgadas, largas y afiladas uñas que estaba usando como armas de un certero tajo. El vampiro, en respuesta, lanzó un golpe con la misma mano a su abdomen, lo que lanzó a Aliden hacia atrás, haciéndole perder el equilibrio levemente.
-Si bebieses como nosotros bebemos, no serías un endeble flojucho, cazador.
-Prefiero eso a ser una abominación.-Jadeó Aliden.
El vampiro esta vez no contestó, y aprovechando el desequilibrio de Aliden, le propinó una patada que le lanzó hacia atrás, golpeándose contra una de las estanterías.
-No deberías haber intervenido. Aquella vez tampoco debiste hacerlo. ¿O acaso no recuerdas como acabó todo?
-Recuerdo como te dí una jodida paliza y salvé varias vidas inocentes, monstruo.- Escupió.
-Ahh, cierto. ¿Pero a que coste? - Sonrió con maldad.
La cara de Aliden enrojeció, y lanzó su estilete al vampiro, el cual apenas pudo detener el lanzamiento con su mano. El estilete quedó clavado en ella y Aliden se acercó, dispuesto a acabar lo que hacía tanto tiempo empezó.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Todo ocurrió en fracciones de segundos y, sin prepararse realmente para ello, la puerta de aquella que conectaba con el resto de la mansión se rompió de golpe en pedazos. Dichos pedazos saltaron hacia todas las direcciones, incluido hacia dónde se encontraba el grupo. Por suerte, ningún impacto de importancia tuvo lugar en Alward ni en ninguno de sus compañeros. De aquella puerta salió una bestia que nunca antes había visto el mercenario, un horror andante que inspiraba terror y muerte. La criatura se abalanzó hacia ellos, por suerte, Lyn invocó de nuevo su famosa "niebla" o campo de sombras oscuro y Eltrant consiguió darle un golpe a la bestia, pero que estaba lejos de ser definitivo. La criatura horrenda la tomó con Eltrant y lo lanzó lejos de un golpe para, en el acto, ir a por el humano y destrozarle.
Alward, preocupado miró hacia el ex-mercenario y se dispuso a ir en su ayuda, con ambas armas ya desenvainadas, pegó un par de zancadas pero Eltrant le paró al instante, advirtiéndole de que otro peligro inminente se cernía sobre ellos. Eran más vampiros; cuatro para ser exactos.
El joven Sevna entonces se encaró a los cuatro vampiros, con la ayuda de Lyn. Él iría en primera línea, mientras que Lyn haría lo que pudiese para ayudarle desde la segunda línea. No era una estrategia muy meditada, ni siquiera se conocían en combate, pero no había tiempo para discutirla y mucho menos aún para pensar, por lo que Alward se encaró con los cuatro oponentes con valentía, aunque por dentro estaba nervioso. Los cuatro vampiros se alternaban para atacar al mercenario, lo que no le dejaba tiempo para respirar casi, mientras que ellos si que tenían ese tiempo y demás la superioridad numérica, que siempre es un factor muy importante que tener a favor.
El mercenario repelía como podía los ataques, sus oponentes simplemente llevaban espadas largas y de color carmesí, aunque no llegaban a ser un espadón. El joven aguantaba, aunque la ayuda de Lyn no estaba siendo lo suficientemente efectiva como para que no notase un cansancio y sobresfuerzo. De pronto, uno de los vampiros se alejó del lugar y fue a donde Eltrant, parecía que el humano le estaba ganando la partida a la criatura, por lo que el señor de la noche decidió encararse con este en lugar que con Alward. La criatura, por su parte, fue directo a por el mercenario, mientras que los tres vampiros restantes se encararon con Lyn.
La criatura de un manotazo mandó por los aires un par de metros a Alward, que quedó en mitad de la sala tendido en el suelo bocabajo aún portando sus armas por suerte. El mercenario se puso de rodillas con dificultad y jadeando, aunque no tardó demasiado en ponerse nuevamente en pie. La criatura, enfurecida y con el arma de Eltrant hundida en su pecho, corrió hacia el joven Sevna con intención de desgarrarlo, descuartizarlo y hacerle todo lo que estuviese en su mano para eliminarle.
Cuando su oponente estaba lo suficientemente cerca, Alward le soltó un tajo certero y bien medido que echó un poco hacia atrás a la criatura, provocándole un corte en su abdomen, ese momento de debilidad lo aprovechó para abalanzarse él sobre la criatura y empezar a soltarle tajos muy seguidos, uno tras otro con ambas armas y a una velocidad y coordinación dignas de admiración, hasta que finalmente la criatura cayó derrumbada al suelo de espaldas. En ese momento, el mercenario pegó un salto, dispuesto a clavar sus dos armas sobre su oponente, pero en el momento del impacto, la criatura con sus piernas se deshizo de Alward mandándolo unos metros hacia atrás suya. El mercenario controló la caída y rodó por el suelo hasta colocarse en pie, se dio la vuelta para seguir con su oponente, que de nuevo venía corriendo hacia él. En el momento justo, el joven Sevna hizo una finta hacia la derecha, logrando así esquivar el ataque de su oponente y colocarse detrás de este, luego solo tuvo que repetir el proceso anterior, dar un tajo tras otro, combinando sus dos armas con rapidez y coordinación. La criatura se escapó de Alward pegando un salto hacia adelante e hincó la rodilla, como recuperando el aliento y de los golpes recibidos por el mercenario, lo que le costó muchas heridas por todo el torso y cortes profundos que emanaban una abundante sangre. Pero el joven Sevna no iba a dejarle ni un segundo de ventaja, por lo que fue de nuevo a por otro asalto.
De pronto, Eltrant gritó desafiante hacia la criatura. Esta se percató del desafío y, de un manotazo derribó a Alward, suerte que llevaba armadura, pues se hubiese hecho un corte profundo en el pecho con las garras de aquel demonio.
Una vez que vio que la criatura había cambiado su objetivo, Alward se tomó unos segundos de respiro en el suelo y se reincorporó sentado, un poco aturdido por el golpe anterior, pero por suerte sus armas permanecían aún en su posesión. Sin más, se puso en pie y fue a ayudar a Lyn. Parecía que su compañera había cegado a uno de los vampiros, por lo que solo tendrían que lidiar de momento con dos. Estos y Lyn mantenían la distancia, parecían que se preparaban para una nueva ronda. En ese momento llegó el mercenario y se puso al lado de la vampiresa con un pose ofensiva y un rostro de determinación.
-¡Vamos, Lyn! Enseñémosles quién manda
-Hmpf, te convertirás en nuestra próxima presa-Dijo uno de los vampiros dibujando una sonrisa maliciosa en su rostro dejando revelar sus colmillos y refiriéndose a Alward
-Siento decepcionarte, pero eso no entra en mis planes-Dijo con sarcasmo y provocando a su rival-¡Lyn, yo me ocupo del de la derecha y tú del de la izquierda, antes de que el tercero recupere la visión!-Dijo mirando a la vampiresa con una sonrisa segura en su rostro
Alward, preocupado miró hacia el ex-mercenario y se dispuso a ir en su ayuda, con ambas armas ya desenvainadas, pegó un par de zancadas pero Eltrant le paró al instante, advirtiéndole de que otro peligro inminente se cernía sobre ellos. Eran más vampiros; cuatro para ser exactos.
El joven Sevna entonces se encaró a los cuatro vampiros, con la ayuda de Lyn. Él iría en primera línea, mientras que Lyn haría lo que pudiese para ayudarle desde la segunda línea. No era una estrategia muy meditada, ni siquiera se conocían en combate, pero no había tiempo para discutirla y mucho menos aún para pensar, por lo que Alward se encaró con los cuatro oponentes con valentía, aunque por dentro estaba nervioso. Los cuatro vampiros se alternaban para atacar al mercenario, lo que no le dejaba tiempo para respirar casi, mientras que ellos si que tenían ese tiempo y demás la superioridad numérica, que siempre es un factor muy importante que tener a favor.
El mercenario repelía como podía los ataques, sus oponentes simplemente llevaban espadas largas y de color carmesí, aunque no llegaban a ser un espadón. El joven aguantaba, aunque la ayuda de Lyn no estaba siendo lo suficientemente efectiva como para que no notase un cansancio y sobresfuerzo. De pronto, uno de los vampiros se alejó del lugar y fue a donde Eltrant, parecía que el humano le estaba ganando la partida a la criatura, por lo que el señor de la noche decidió encararse con este en lugar que con Alward. La criatura, por su parte, fue directo a por el mercenario, mientras que los tres vampiros restantes se encararon con Lyn.
La criatura de un manotazo mandó por los aires un par de metros a Alward, que quedó en mitad de la sala tendido en el suelo bocabajo aún portando sus armas por suerte. El mercenario se puso de rodillas con dificultad y jadeando, aunque no tardó demasiado en ponerse nuevamente en pie. La criatura, enfurecida y con el arma de Eltrant hundida en su pecho, corrió hacia el joven Sevna con intención de desgarrarlo, descuartizarlo y hacerle todo lo que estuviese en su mano para eliminarle.
Cuando su oponente estaba lo suficientemente cerca, Alward le soltó un tajo certero y bien medido que echó un poco hacia atrás a la criatura, provocándole un corte en su abdomen, ese momento de debilidad lo aprovechó para abalanzarse él sobre la criatura y empezar a soltarle tajos muy seguidos, uno tras otro con ambas armas y a una velocidad y coordinación dignas de admiración, hasta que finalmente la criatura cayó derrumbada al suelo de espaldas. En ese momento, el mercenario pegó un salto, dispuesto a clavar sus dos armas sobre su oponente, pero en el momento del impacto, la criatura con sus piernas se deshizo de Alward mandándolo unos metros hacia atrás suya. El mercenario controló la caída y rodó por el suelo hasta colocarse en pie, se dio la vuelta para seguir con su oponente, que de nuevo venía corriendo hacia él. En el momento justo, el joven Sevna hizo una finta hacia la derecha, logrando así esquivar el ataque de su oponente y colocarse detrás de este, luego solo tuvo que repetir el proceso anterior, dar un tajo tras otro, combinando sus dos armas con rapidez y coordinación. La criatura se escapó de Alward pegando un salto hacia adelante e hincó la rodilla, como recuperando el aliento y de los golpes recibidos por el mercenario, lo que le costó muchas heridas por todo el torso y cortes profundos que emanaban una abundante sangre. Pero el joven Sevna no iba a dejarle ni un segundo de ventaja, por lo que fue de nuevo a por otro asalto.
De pronto, Eltrant gritó desafiante hacia la criatura. Esta se percató del desafío y, de un manotazo derribó a Alward, suerte que llevaba armadura, pues se hubiese hecho un corte profundo en el pecho con las garras de aquel demonio.
Una vez que vio que la criatura había cambiado su objetivo, Alward se tomó unos segundos de respiro en el suelo y se reincorporó sentado, un poco aturdido por el golpe anterior, pero por suerte sus armas permanecían aún en su posesión. Sin más, se puso en pie y fue a ayudar a Lyn. Parecía que su compañera había cegado a uno de los vampiros, por lo que solo tendrían que lidiar de momento con dos. Estos y Lyn mantenían la distancia, parecían que se preparaban para una nueva ronda. En ese momento llegó el mercenario y se puso al lado de la vampiresa con un pose ofensiva y un rostro de determinación.
-¡Vamos, Lyn! Enseñémosles quién manda
-Hmpf, te convertirás en nuestra próxima presa-Dijo uno de los vampiros dibujando una sonrisa maliciosa en su rostro dejando revelar sus colmillos y refiriéndose a Alward
-Siento decepcionarte, pero eso no entra en mis planes-Dijo con sarcasmo y provocando a su rival-¡Lyn, yo me ocupo del de la derecha y tú del de la izquierda, antes de que el tercero recupere la visión!-Dijo mirando a la vampiresa con una sonrisa segura en su rostro
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Gritando, dejando escapar todo el aire que tenía en sus pulmones recibió el placaje de aquella cosa en mitad del pecho. Pero no le hizo retroceder, se negaba a hacerlo, y por mucha fuerza que tuviese aquel ser de la noche, Eltrant era demasiado testarudo como para ceder.
Apretó los dientes e ignoró las diferentes heridas que había recibido en la fugaz pero intensa escaramuza en la que se habían visto todos envueltos en aquella mansión y centró todo su cuerpo en mantener ambos pies firmes en el suelo.
- Ni… un paso más… - Masculló como buenamente pudo. Parpadeó de forma repetida, tratando que todo lo que veía volviese a tomar sentido, se le estaba nublando, levemente, la visión.
Aun así, no soltó su espada, se tambaleó levemente cuando la bestia se separó de él y se dispuso a lanzarle de nuevo contra la pared, pero se quedó de pie. Solo necesitaba algo más de tiempo, solo necesitaba encontrar una pequeña apertura en la inmensa guardia de la bestia.
Volvió a prepararse, a anticipar la embestida que aquella cosa preparaba de nuevo. ¿Se había dado cuenta, de algún modo, de que los golpes eran más útiles contra él que las garras? Fuese como fuese, el tiempo pareció ralentizarse, por unos instantes, el sonido del metal chocando entre sí se detuvo, así como gritos y las maldiciones de los vampiros, el jadeo agotado de Alward y la voz de Lyn.
Todo pareció detenerse durante ese breve instante en el que el vampiro supremo cargó contra él.
Y entonces lo vio: el punto exacto al que tenía que dirigir la espada. Casi pasaba desapercibido, sobre todo si comparabas aquel pequeño corte con la inmensa claymore que aquella cosa tenía clavada en el pecho. Pero, aquella herida ligeramente profunda, aquel tajo que, en la gruesa piel del monstruo, Alward se había encargado de realizar con sus rápidas y concisas estocadas, era justo lo que necesitaba.
- ¡TE TENGO! – Volvió a gritar, con todas sus fuerzas. Sacó todo lo que había estado preparando en sus brazos y lo lanzó contra el abdomen de aquella cosa, contra la herida que esta tenia abierta en la cintura. La espada impactó contra la carne apenas un instante antes de que las garras del vampiro se cerrasen en torno a su cabeza.
¿Era eso lo que pretendía? ¿Separar la cabeza de su cuerpo cargando contra él?
El vampiro supremo aulló dolorido en el mismo instante en el que el filo de Recuerdo congeló, parcialmente, la herida que había abierto Alward. Pero Eltrant no tenía planeado pararse ahí, estaba muy lejos de haber terminado, no se había quedado parado tanto tiempo para nada.
Obligó a que sus brazos siguiesen moviéndose, sin pensarlo siquiera; solo tenía que cortar, sin parar. No se detuvo notó como las entrañas de aquella cosa oponían cierta resistencia, tampoco lo hizo cuando tuvo que abrirse paso a través de la columna. [1]
Siguió cortando hasta que Recuerdo, bañada de sangre, llegó hasta al otro lado. Cortó en dos a aquella cosa.
Jadeó repetidamente, el sonido seco del cuerpo del monstruo cayendo sobre el suelo fue lo que avisó de que había terminado.
De algún modo, el torso del vampiro seguía con vida, tratando de alcanzar al pequeño humano que se había atrevido a encararle. Pero sabía que no sería por mucho tiempo, no cuando el cuerpo del vampiro supremo, de cintura para abajo, yacía frente a él, totalmente inerte.
Sacudió la cabeza y, casi de inmediato, volvió a caer de rodillas tosiendo de forma repetida. Le pitaban los oídos, le dolían las muñecas y, todas las heridas que tenía en aquel momento abiertas, comenzaban a hacerse notar de forma bastante insistente.
Todo aquello se había convertido en una lamentable costumbre en su vida, lo que a ojos de cualquiera podían ser heridas de gravedad para él eran un puñado de cicatrices más. Pero la calma que reinaba en aquel momento en la habitación, le indicaba que, de momento, todo había acabado.
Los vampiros se habían retirado o Alward y Lyn les habían dado su merecido, estaba demasiado aturdido para tratar de comprobar lo que sucedía a su alrededor en aquel instante.
Además, todavía tenían que buscar a los desaparecidos.
Volvió a levantarse.
El Mortal estaba lidiando con el “Vampiro Supremo”, podía oírles pelear a su espalda. Se mordió el labio inferior mientras evitaba la hoja rubí de aquellos parientes que habían decidido tomarla con ellos.
Podía confiar en que Eltrant acabaría con él, podía despreocuparse de su compañero. Se dijo aquello más un centenar de veces mientras seguía saltando hacía atrás, siempre un paso por delante del vampiro que estaba frente a ella.
Hacía tiempo que no veía una de aquellas cosas. Mucho tiempo. ¿Quién se habría atrevido a dejar atrás su propia consciencia para acabar convertido en aquel ser? No era miedo lo que la presencia del vampiro producía en ella, tampoco ira.
…Era más bien tristeza.
Negó con la cabeza y evitó, una vez más, la espada del vampiro, el cual continuaba siguiéndole a través del lugar con insistencia. Al menos ahora habían “igualado” las cosas: mientras que el Mortal había afeitado de forma muy apurada al cuarto integrante de aquella tropa homicida, ella se había encargado que uno de ellos luchase a muerte contra un reloj.
Volvían a ser uno contra uno.
- ¿Seguro que no podemos ser amigos? – Preguntó, obligándose a sonreír, cuando evitó de nuevo el arma de su oponente. - ¿Eso es un no? – El hombre volvió a acometer contra ella. – Eso es un no. – Aseguró apartándose de la trayectoria de la espada.
- ¡Eres una desgracia para nuestra raza, hermana! – Bramó el hombre, la vampiresa se mordió el labio inferior y se detuvo, mirándolo fijamente, directamente a los ojos. - ¡¿Es que no ves lo poderosos que podríamos ser juntos!? – Aquel monologo lo había oído tantas veces que podía, fácilmente, recitarlo de memoria.
- ¡Los humanos serían…! –
- ¡Los humanos serían…! –
El vampiro bajo su espada y miró confuso, por unos instantes, a Lyn. Sonrió, parecía complacido por lo que estaba viendo.
- ¡¿…Así que entiendes lo que…!? -
- ¡¿…Así que entiendes lo que…!? –
Esta vez frunció el ceño y levantó de nuevo la espada, dispuesto a seguir atacando a su “hermana”, quizás, comprendiendo en parte, lo que estaba sucediendo. Lyn se giró apenas lo que dura un parpadeo a comprobar como estaban peleando Eltrant y Alward.
Ambos parecían estar haciéndolo bien, de momento.
- ¡¿Te estás riendo de mí!? –
- ¡¿Te estás riendo de mí!? –
Cada palabra que salía de la boca del hombre, Lyn la reproducía exactamente con el mismo tono y precisión. Sonrió al ver el rostro de su adversario cuando, finalmente, entendió lo que estaba pasando.
- ¡Tú… pequeña amante de los…! – Lyn levantó su mano derecha, su hermano de raza se calló casi de inmediato, amplió la sonrisa. Aquel tipo de habilidades no era su fuerte, se consideraba más la típica usuaria de las sombras.
Pero no había nada más divertido que meterse en la orgullosa cabeza de un vampiro. [2]
A paso lento, dejando escapar una risita al ver como el vampiro cegado había clavado su espada en el reloj y ahora trataba de desencajarla inútilmente, se acercó hasta el hombre que tenía delante.
- ¿Qué me estabas diciendo antes? – Preguntó cruzándose de brazos frente al vampiro, el cual, incapaz de moverse, se limitó a mirar a Lyn presa de una ira que era tremendamente evidente que, aún en aquella situación, se veía incapaz de disimular. – Suelta la espada, que esas cosas cortan y yo tengo la piel delicada. – Ordenó, la mano del hombre se abrió casi de inmediato. - ¿Vas a atacarnos si te libero? Piensa bien lo que vas a decir. – Libró a su rival de su presencia, al menos de la suficiente como para que pudiese contestar por sí mismo.
- Lord Drak acabará con todos vosotros, escoria. Esclava de los humanos. – Fue lo primero que salió de sus labios. El rostro de Lyn se ensombreció al oír aquellas palabras.
- Entonces… - Lyn alzó la mano, la sombra del vampiro comenzó a trepar por el cuerpo de su propio dueño. – Lo siento mucho. – Fue lo último que dijo antes de que la sombra rodease la cabeza del hombre y adquiriese una textura liquida, similar a la del agua.
Miró el cuerpo sin vida del vampiro a sus pies. No le gustaba matar, no era ninguna guerrera. Pero... también tenía derecho a defenderse, a defender a los que les importaba. Si le obligaban a hacerlo, lo haría. Su Maestra le había enseñado a pelear por algo.
Justo cuando aquella línea de pensamientos cruzaba sus pensamientos, un desgarrador grito de Eltrant apagó todos los ruidos de la habitación. Tras girarse casi de forma inmediata hacía él, comprobó que había cortado al Vampiro supremo en dos y que ahora, este, yacía de rodillas en el suelo.
- ¡Elt! – dijo acercándose hacía su compañero a toda prisa. - ¡¿Cómo…!? – Parpadeó repetidamente, mirando a la criatura moverse, herida de muerte. - ¡No puedo perderte de vista ni un segundo, bestia! – dijo.
- Estoy… bien… - Contestó Eltrant volviendo a levantarse. Evidentemente, no lo estaba, sangraba de bastantes partes. Aunque, si era sincera consigo mismo, sangraba más bien poco para los estándares de su compañero.
- Bueno… - El silencio se había apoderado de la sala, lo único que se podía oír era al hombre forcejear con el reloj, sonrió al verle, no pudo evitarlo, aun cuando la situación era más bien urgente. Aquel tipo seguía sumido en las tinieblas y, en lugar de huir, seguía tratando de hacerse con su espada. - ¿Has acabado ya Ward? – Preguntó, buscando con la mirada al exmercenario - ¿Puedo llamarte Ward? – Añadió sonriente.
Tampoco se podía escuchar al vampiro que dirigía a aquellos hombres, el que hablaba de forma grandilocuente y a través de las paredes. ¿Se habría marchado?
[1] Habilidad Eltrant Nivel 6: Golpe Colosal (Se le suma el efecto de la Habi 3: Hoja Cargada, por no estar esta en enfriamiento)
[2] Habilidad de Lyn Nivel 3: Control Mental Moderado.
Apretó los dientes e ignoró las diferentes heridas que había recibido en la fugaz pero intensa escaramuza en la que se habían visto todos envueltos en aquella mansión y centró todo su cuerpo en mantener ambos pies firmes en el suelo.
- Ni… un paso más… - Masculló como buenamente pudo. Parpadeó de forma repetida, tratando que todo lo que veía volviese a tomar sentido, se le estaba nublando, levemente, la visión.
Aun así, no soltó su espada, se tambaleó levemente cuando la bestia se separó de él y se dispuso a lanzarle de nuevo contra la pared, pero se quedó de pie. Solo necesitaba algo más de tiempo, solo necesitaba encontrar una pequeña apertura en la inmensa guardia de la bestia.
Volvió a prepararse, a anticipar la embestida que aquella cosa preparaba de nuevo. ¿Se había dado cuenta, de algún modo, de que los golpes eran más útiles contra él que las garras? Fuese como fuese, el tiempo pareció ralentizarse, por unos instantes, el sonido del metal chocando entre sí se detuvo, así como gritos y las maldiciones de los vampiros, el jadeo agotado de Alward y la voz de Lyn.
Todo pareció detenerse durante ese breve instante en el que el vampiro supremo cargó contra él.
Y entonces lo vio: el punto exacto al que tenía que dirigir la espada. Casi pasaba desapercibido, sobre todo si comparabas aquel pequeño corte con la inmensa claymore que aquella cosa tenía clavada en el pecho. Pero, aquella herida ligeramente profunda, aquel tajo que, en la gruesa piel del monstruo, Alward se había encargado de realizar con sus rápidas y concisas estocadas, era justo lo que necesitaba.
- ¡TE TENGO! – Volvió a gritar, con todas sus fuerzas. Sacó todo lo que había estado preparando en sus brazos y lo lanzó contra el abdomen de aquella cosa, contra la herida que esta tenia abierta en la cintura. La espada impactó contra la carne apenas un instante antes de que las garras del vampiro se cerrasen en torno a su cabeza.
¿Era eso lo que pretendía? ¿Separar la cabeza de su cuerpo cargando contra él?
El vampiro supremo aulló dolorido en el mismo instante en el que el filo de Recuerdo congeló, parcialmente, la herida que había abierto Alward. Pero Eltrant no tenía planeado pararse ahí, estaba muy lejos de haber terminado, no se había quedado parado tanto tiempo para nada.
Obligó a que sus brazos siguiesen moviéndose, sin pensarlo siquiera; solo tenía que cortar, sin parar. No se detuvo notó como las entrañas de aquella cosa oponían cierta resistencia, tampoco lo hizo cuando tuvo que abrirse paso a través de la columna. [1]
Siguió cortando hasta que Recuerdo, bañada de sangre, llegó hasta al otro lado. Cortó en dos a aquella cosa.
Jadeó repetidamente, el sonido seco del cuerpo del monstruo cayendo sobre el suelo fue lo que avisó de que había terminado.
De algún modo, el torso del vampiro seguía con vida, tratando de alcanzar al pequeño humano que se había atrevido a encararle. Pero sabía que no sería por mucho tiempo, no cuando el cuerpo del vampiro supremo, de cintura para abajo, yacía frente a él, totalmente inerte.
Sacudió la cabeza y, casi de inmediato, volvió a caer de rodillas tosiendo de forma repetida. Le pitaban los oídos, le dolían las muñecas y, todas las heridas que tenía en aquel momento abiertas, comenzaban a hacerse notar de forma bastante insistente.
Todo aquello se había convertido en una lamentable costumbre en su vida, lo que a ojos de cualquiera podían ser heridas de gravedad para él eran un puñado de cicatrices más. Pero la calma que reinaba en aquel momento en la habitación, le indicaba que, de momento, todo había acabado.
Los vampiros se habían retirado o Alward y Lyn les habían dado su merecido, estaba demasiado aturdido para tratar de comprobar lo que sucedía a su alrededor en aquel instante.
Además, todavía tenían que buscar a los desaparecidos.
Volvió a levantarse.
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El Mortal estaba lidiando con el “Vampiro Supremo”, podía oírles pelear a su espalda. Se mordió el labio inferior mientras evitaba la hoja rubí de aquellos parientes que habían decidido tomarla con ellos.
Podía confiar en que Eltrant acabaría con él, podía despreocuparse de su compañero. Se dijo aquello más un centenar de veces mientras seguía saltando hacía atrás, siempre un paso por delante del vampiro que estaba frente a ella.
Hacía tiempo que no veía una de aquellas cosas. Mucho tiempo. ¿Quién se habría atrevido a dejar atrás su propia consciencia para acabar convertido en aquel ser? No era miedo lo que la presencia del vampiro producía en ella, tampoco ira.
…Era más bien tristeza.
Negó con la cabeza y evitó, una vez más, la espada del vampiro, el cual continuaba siguiéndole a través del lugar con insistencia. Al menos ahora habían “igualado” las cosas: mientras que el Mortal había afeitado de forma muy apurada al cuarto integrante de aquella tropa homicida, ella se había encargado que uno de ellos luchase a muerte contra un reloj.
Volvían a ser uno contra uno.
- ¿Seguro que no podemos ser amigos? – Preguntó, obligándose a sonreír, cuando evitó de nuevo el arma de su oponente. - ¿Eso es un no? – El hombre volvió a acometer contra ella. – Eso es un no. – Aseguró apartándose de la trayectoria de la espada.
- ¡Eres una desgracia para nuestra raza, hermana! – Bramó el hombre, la vampiresa se mordió el labio inferior y se detuvo, mirándolo fijamente, directamente a los ojos. - ¡¿Es que no ves lo poderosos que podríamos ser juntos!? – Aquel monologo lo había oído tantas veces que podía, fácilmente, recitarlo de memoria.
- ¡Los humanos serían…! –
- ¡Los humanos serían…! –
El vampiro bajo su espada y miró confuso, por unos instantes, a Lyn. Sonrió, parecía complacido por lo que estaba viendo.
- ¡¿…Así que entiendes lo que…!? -
- ¡¿…Así que entiendes lo que…!? –
Esta vez frunció el ceño y levantó de nuevo la espada, dispuesto a seguir atacando a su “hermana”, quizás, comprendiendo en parte, lo que estaba sucediendo. Lyn se giró apenas lo que dura un parpadeo a comprobar como estaban peleando Eltrant y Alward.
Ambos parecían estar haciéndolo bien, de momento.
- ¡¿Te estás riendo de mí!? –
- ¡¿Te estás riendo de mí!? –
Cada palabra que salía de la boca del hombre, Lyn la reproducía exactamente con el mismo tono y precisión. Sonrió al ver el rostro de su adversario cuando, finalmente, entendió lo que estaba pasando.
- ¡Tú… pequeña amante de los…! – Lyn levantó su mano derecha, su hermano de raza se calló casi de inmediato, amplió la sonrisa. Aquel tipo de habilidades no era su fuerte, se consideraba más la típica usuaria de las sombras.
Pero no había nada más divertido que meterse en la orgullosa cabeza de un vampiro. [2]
A paso lento, dejando escapar una risita al ver como el vampiro cegado había clavado su espada en el reloj y ahora trataba de desencajarla inútilmente, se acercó hasta el hombre que tenía delante.
- ¿Qué me estabas diciendo antes? – Preguntó cruzándose de brazos frente al vampiro, el cual, incapaz de moverse, se limitó a mirar a Lyn presa de una ira que era tremendamente evidente que, aún en aquella situación, se veía incapaz de disimular. – Suelta la espada, que esas cosas cortan y yo tengo la piel delicada. – Ordenó, la mano del hombre se abrió casi de inmediato. - ¿Vas a atacarnos si te libero? Piensa bien lo que vas a decir. – Libró a su rival de su presencia, al menos de la suficiente como para que pudiese contestar por sí mismo.
- Lord Drak acabará con todos vosotros, escoria. Esclava de los humanos. – Fue lo primero que salió de sus labios. El rostro de Lyn se ensombreció al oír aquellas palabras.
- Entonces… - Lyn alzó la mano, la sombra del vampiro comenzó a trepar por el cuerpo de su propio dueño. – Lo siento mucho. – Fue lo último que dijo antes de que la sombra rodease la cabeza del hombre y adquiriese una textura liquida, similar a la del agua.
Miró el cuerpo sin vida del vampiro a sus pies. No le gustaba matar, no era ninguna guerrera. Pero... también tenía derecho a defenderse, a defender a los que les importaba. Si le obligaban a hacerlo, lo haría. Su Maestra le había enseñado a pelear por algo.
Justo cuando aquella línea de pensamientos cruzaba sus pensamientos, un desgarrador grito de Eltrant apagó todos los ruidos de la habitación. Tras girarse casi de forma inmediata hacía él, comprobó que había cortado al Vampiro supremo en dos y que ahora, este, yacía de rodillas en el suelo.
- ¡Elt! – dijo acercándose hacía su compañero a toda prisa. - ¡¿Cómo…!? – Parpadeó repetidamente, mirando a la criatura moverse, herida de muerte. - ¡No puedo perderte de vista ni un segundo, bestia! – dijo.
- Estoy… bien… - Contestó Eltrant volviendo a levantarse. Evidentemente, no lo estaba, sangraba de bastantes partes. Aunque, si era sincera consigo mismo, sangraba más bien poco para los estándares de su compañero.
- Bueno… - El silencio se había apoderado de la sala, lo único que se podía oír era al hombre forcejear con el reloj, sonrió al verle, no pudo evitarlo, aun cuando la situación era más bien urgente. Aquel tipo seguía sumido en las tinieblas y, en lugar de huir, seguía tratando de hacerse con su espada. - ¿Has acabado ya Ward? – Preguntó, buscando con la mirada al exmercenario - ¿Puedo llamarte Ward? – Añadió sonriente.
Tampoco se podía escuchar al vampiro que dirigía a aquellos hombres, el que hablaba de forma grandilocuente y a través de las paredes. ¿Se habría marchado?
_________________________________________________
[1] Habilidad Eltrant Nivel 6: Golpe Colosal (Se le suma el efecto de la Habi 3: Hoja Cargada, por no estar esta en enfriamiento)
[2] Habilidad de Lyn Nivel 3: Control Mental Moderado.
Eltrant Tale
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Drak había quedado brevemente inmovilizado por el súbito lanzamiento de Aliden, el cual había perforado su mano, pero después de unos instantes en los cuales Aliden avanzó hacia él con determinación, se movió rápidamente y sacó el estilete de su mano, empuñándolo con su mano no herida en dirección hacia Aliden.
Aliden, sin embargo había estado observando los movimientos del vampiro. Sabía moverse, y sus habilidades vampíricas reforzaban este hecho, haciendo que se deslizase fácilmente y esquivase sus golpes. Había preferido guardar el estilete antes que lanzárselo, porque tenía una guardia débil fuera de su flexibilidad. Sonrió. Ya lo tenía acorralado.
Avanzó unos pasos mientras que el otro vampiro se puso en guardia, y cuando este se adelantó para atacarle, Aliden avanzó unos rápidos pasos en los que bloqueó con la mano derecha el golpe, agarrando la muñeca izquierda del vampiro, y con la mano izquierda, propinándole un golpe bajo la nuez, haciendo que Drak se retorciese violentamente, y dejándolo sin respiración unos instantes. Instantes que Aliden aprovechó para retorcer su mano derecha y arrancar el estilete de sus manos, el cual cayó al suelo con un golpe sordo.
En la habitación colindante, el sonido de pelea había disminuido, dando a entender que el combate estaba a punto de terminar.
Aliden miró a su presa, la cual jadeaba, intentando respirar el aire que le había sido arrebatado con el golpe debajo de la nuez, y lo cogió del cuello, mirándolo con desprecio.
-La historia se repite. Ahora, dime dónde están los que habéis secuestrado. No intentes convencerme de que los habéis matado, antes has hablado de una "reserva de sangre". Así que dime dónde están.
-Eres una buena pieza, cazador. Pero no, no te diré dónde se esconden. Igualmente me vas a matar. -Tosió fuertemente.- Sabes que esto no hará que la recuperes, ¿Verdad? Toda esta... masacre. Solo causas mas muertes. Las muertes del ganado no tienen importancia. Ni las nuestras. Al final, los vampiros superan siempre a los humanos... y estos mueren como ganado. Y si consiguieras tu meta, ¿Que harías? No tendrías ningún objetivo en la vida.
-¿El cazador no es nada sin su presa? ¿Ese es tu maravilloso argumento para matar humanos como si de ganado se tratasen? - Arrojó a Drak al duelo, pisando luego su brazo derecho, al lado del hombro, y aplastándolo hasta que escuchó un brusco crujido de la articulación, a lo cual Drak gritó de dolor.-Voy a averiguar dónde has escondido a esos humanos. Aunque tenga que cortarte a cachitos para conseguirlo.- Cogió el estilete que reposaba en el suelo y lo clavó en el otro hombro, atravesándolo y haciendo que quedase pegado a la madera del suelo.
Suspiró. Siempre tenía que ser de esta manera, en lugar de simplemente decirlo. Quería ayudar a sus compañeros en la otra habitación, pero aquello era más importante. Numerosas vidas, las de los capturados en el camino dependían de aquel tipo, y si huía mientras ayudaba a los demás, todo el asalto a la mansión habría sido en vano. Crujió los dedos y con el pie aplastó la rodilla del vampiro, la cual crujió, mientras el hueso perforaba la piel y el pantalón del vampiro y asomaba, amarillento y rosado. Iba a ser una ajetreada noche.
Aliden, sin embargo había estado observando los movimientos del vampiro. Sabía moverse, y sus habilidades vampíricas reforzaban este hecho, haciendo que se deslizase fácilmente y esquivase sus golpes. Había preferido guardar el estilete antes que lanzárselo, porque tenía una guardia débil fuera de su flexibilidad. Sonrió. Ya lo tenía acorralado.
Avanzó unos pasos mientras que el otro vampiro se puso en guardia, y cuando este se adelantó para atacarle, Aliden avanzó unos rápidos pasos en los que bloqueó con la mano derecha el golpe, agarrando la muñeca izquierda del vampiro, y con la mano izquierda, propinándole un golpe bajo la nuez, haciendo que Drak se retorciese violentamente, y dejándolo sin respiración unos instantes. Instantes que Aliden aprovechó para retorcer su mano derecha y arrancar el estilete de sus manos, el cual cayó al suelo con un golpe sordo.
En la habitación colindante, el sonido de pelea había disminuido, dando a entender que el combate estaba a punto de terminar.
Aliden miró a su presa, la cual jadeaba, intentando respirar el aire que le había sido arrebatado con el golpe debajo de la nuez, y lo cogió del cuello, mirándolo con desprecio.
-La historia se repite. Ahora, dime dónde están los que habéis secuestrado. No intentes convencerme de que los habéis matado, antes has hablado de una "reserva de sangre". Así que dime dónde están.
-Eres una buena pieza, cazador. Pero no, no te diré dónde se esconden. Igualmente me vas a matar. -Tosió fuertemente.- Sabes que esto no hará que la recuperes, ¿Verdad? Toda esta... masacre. Solo causas mas muertes. Las muertes del ganado no tienen importancia. Ni las nuestras. Al final, los vampiros superan siempre a los humanos... y estos mueren como ganado. Y si consiguieras tu meta, ¿Que harías? No tendrías ningún objetivo en la vida.
-¿El cazador no es nada sin su presa? ¿Ese es tu maravilloso argumento para matar humanos como si de ganado se tratasen? - Arrojó a Drak al duelo, pisando luego su brazo derecho, al lado del hombro, y aplastándolo hasta que escuchó un brusco crujido de la articulación, a lo cual Drak gritó de dolor.-Voy a averiguar dónde has escondido a esos humanos. Aunque tenga que cortarte a cachitos para conseguirlo.- Cogió el estilete que reposaba en el suelo y lo clavó en el otro hombro, atravesándolo y haciendo que quedase pegado a la madera del suelo.
Suspiró. Siempre tenía que ser de esta manera, en lugar de simplemente decirlo. Quería ayudar a sus compañeros en la otra habitación, pero aquello era más importante. Numerosas vidas, las de los capturados en el camino dependían de aquel tipo, y si huía mientras ayudaba a los demás, todo el asalto a la mansión habría sido en vano. Crujió los dedos y con el pie aplastó la rodilla del vampiro, la cual crujió, mientras el hueso perforaba la piel y el pantalón del vampiro y asomaba, amarillento y rosado. Iba a ser una ajetreada noche.
Aliden Tenebrae
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
El choque de espadas se produjo, dos contra una, el forcejeo era intenso. Aunque Alward tuviese dos armas sabía que si dejaba de poner fuerza en alguna de ellas o aprovechaba para atacar al vampiro, este le ganaría la partida en un instante. Finalmente, el choque de fuerzas desembocó en un desestabilizador desenlace que obligó a ambos combatientes a dar par de cortos pasos hacia atrás. Ese era su momento, sin pensarlo, el mercenario arremetió con su diestra con un tajo cortante seguido de otro tajo con su zurda, de un modo coordinado y como si de una especie de danza se tratase. El primer ataque lo repelió el vampiro, pero contra el segundo, que le vino en décimas de segundos después, poco podía hacer. Este último ataque cortó parte del traje del vampiro y un poco de la carne de este en el hombro, a lo que el vampiro reaccionó con un leve siseó de dolor y encogiendo el rostro. El oponente del joven Sevna, muy ágil, le dio una patada en su abdomen para librarse de más ataques parecidos como ese, cosa que logró e hizo retroceder con un salto hacia atrás del mercenario. Por suerte no notó tanto el golpe debido a su armadura, pero si que lo desestabilizó, de ahí que se tuviese que retirar un poco.
Alward volvió a la carga de nuevo con una estocada con su zurda que repelió el vampiro y otra estocada con su otro brazo que, aprendiendo del ataque anterior, también repelió el vampiro con su espada carmesí. Alward entonces hizo una finta, pero el vampiro pegó un tajo de arriba a abajo que impactó en el joven mercenario en su hombro izquierdo que le hizo detenerse, lo que conllevó a que se llevase un fuerte puñetazo en la parte izquierda de su rostro, por suerte en ningún sitio delicado, pero aún así se revolvió de dolor hacia atrás. El tajo anterior había penetrado en su armadura y le hizo un corte en su hombro, no muy profundo pero si doloroso y escandaloso debido a la sangre que empezaba a salpicar el mercenario. El joven Sevna hincó su rodilla izquierda en el suelo y se llevó una mano a su parte herida.
El vampiro esta vez quiso llevar la iniciativa, craso error, pues la agilidad y destreza de Alward eran superiores a la del señor de la noche y, en cuanto estuvo en la posición óptima y alzó su arma para darle el golpe de gracia al mercenario, este tiró de reflejos y velocidad de reacción y, con un movimiento de tijera con sus dos espadas, se puso en pie y dio un impulso hacia adelante a la vez que rebanaba la cabeza de aquel señor de la noche, que cayó sin vida y decapitado delante de sus pies mientras su cabeza rodaba como un melón por las cercanías.
-Maldita escoria...-Dijo con un rostro claro de dolor y llevándose otra vez su mano derecha al hombro izquierdo, que era donde tenía la herida
El mercenario envainó ambas espadas al ver que ya no había signos de pelea. Aunque dolorido, cuando Lyn le llamó giró medio tronco, aún de espaldas a la vampiresa y a Eltrant y desvió su mirada todo lo que puso hacia ellos, aunque no les miraba directamente. El joven Sevna asintió cuando Lyn le preguntó si había acabado ya, y esbozó una pequeña sonrisa cuando le preguntó si le podía llamar de aquella forma tan peculiar, la cual era la primera vez que la oía
-Por supuesto...-De nuevo volvió a mirar hacia adelante, el vampiro cegado estaba intentando sacar su espada de aquel reloj, cosa que le parecía bastante absurda y cómica. De nuevo, se giró hacia Eltrant y Lyn, pero esta vez de cuerpo entero y, con su mano derecha taponando su hombro izquierdo, alzó su otra mano señalando con el pulgar al, ya poco respetable, vampiro ciego-¿Y qué hacemos con ese?
Alward volvió a la carga de nuevo con una estocada con su zurda que repelió el vampiro y otra estocada con su otro brazo que, aprendiendo del ataque anterior, también repelió el vampiro con su espada carmesí. Alward entonces hizo una finta, pero el vampiro pegó un tajo de arriba a abajo que impactó en el joven mercenario en su hombro izquierdo que le hizo detenerse, lo que conllevó a que se llevase un fuerte puñetazo en la parte izquierda de su rostro, por suerte en ningún sitio delicado, pero aún así se revolvió de dolor hacia atrás. El tajo anterior había penetrado en su armadura y le hizo un corte en su hombro, no muy profundo pero si doloroso y escandaloso debido a la sangre que empezaba a salpicar el mercenario. El joven Sevna hincó su rodilla izquierda en el suelo y se llevó una mano a su parte herida.
El vampiro esta vez quiso llevar la iniciativa, craso error, pues la agilidad y destreza de Alward eran superiores a la del señor de la noche y, en cuanto estuvo en la posición óptima y alzó su arma para darle el golpe de gracia al mercenario, este tiró de reflejos y velocidad de reacción y, con un movimiento de tijera con sus dos espadas, se puso en pie y dio un impulso hacia adelante a la vez que rebanaba la cabeza de aquel señor de la noche, que cayó sin vida y decapitado delante de sus pies mientras su cabeza rodaba como un melón por las cercanías.
-Maldita escoria...-Dijo con un rostro claro de dolor y llevándose otra vez su mano derecha al hombro izquierdo, que era donde tenía la herida
El mercenario envainó ambas espadas al ver que ya no había signos de pelea. Aunque dolorido, cuando Lyn le llamó giró medio tronco, aún de espaldas a la vampiresa y a Eltrant y desvió su mirada todo lo que puso hacia ellos, aunque no les miraba directamente. El joven Sevna asintió cuando Lyn le preguntó si había acabado ya, y esbozó una pequeña sonrisa cuando le preguntó si le podía llamar de aquella forma tan peculiar, la cual era la primera vez que la oía
-Por supuesto...-De nuevo volvió a mirar hacia adelante, el vampiro cegado estaba intentando sacar su espada de aquel reloj, cosa que le parecía bastante absurda y cómica. De nuevo, se giró hacia Eltrant y Lyn, pero esta vez de cuerpo entero y, con su mano derecha taponando su hombro izquierdo, alzó su otra mano señalando con el pulgar al, ya poco respetable, vampiro ciego-¿Y qué hacemos con ese?
Alward Sevna
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Re: Las huellas de los Perdidos[Interpretativo][Libre][Noche][3/3][Cerrado]
Tomó aire, todo el que pudo, y tras envainar a Recuerdo, se llevó la mano hasta la apertura de su armadura que, en su vientre, no paraba de manar sangre.
- ¿Seguro que estas bien…? - Lyn se mordió el labio inferior y se acercó al exmercenario. No solo tenía esa herida, la espalda la tenía cubierta de sendos cortes. El vampiro supremo había abierto la armadura como si esta estuviese hecha de tela común y corriente.
Eltrant suspiró y asintió levemente.
- He estado peor. – Aseguró rasgando parte de la tela que cubría su armadura e introduciéndola en el agujero de la armadura, a modo de tapón. – No me mires con esa cara, Lyn. ¿Cómo estas tú? – preguntó riéndose, Lyn suspiró profundamente y susurró algo que Eltrant no llegó a entender, no obstante, lo dejó estar. Se imaginaba lo que iba a decirle, al menos en parte.
Hecho esto, se giró hacía a Alward, que, como el resto de los presentes había lidiado con su oponente, y le ofreció una sonrisa cansada.
- Buen trabajo, Alward. – Pisó el torso de la criatura muerta que tenía delante según hablaba y asió el pomo de Olvido con ambas manos. – Impresionante. – dijo dando un fuerte tirón del arma desencajándola de entre las costillas del monstruo. Una vez la tuvo en su poder no tardó colocar a Olvido, tras sacudir la sangre que la cubría, de nuevo en su respectiva vaina a su espalda. - ¿…Estas bien? – Preguntó a continuación enarcando una ceja, justo cuando se percató del que el mercenario también estaba herido.
Le habían acertado en el hombro, uno que, en aquel mismo instante, se estaba sujetando. Se limpió pobremente el sudor que resbalaba por su frente y suspiró con suavidad; Tenía que haberle ayudado más.
Se giró hacía el último vasallo del vampiro que lideraba a todos los que estaban en aquella mansión. Aquel vampiro seguía luchando a muerte contra el mobiliario del lugar y, como bien había dicho Alward, había que hacer algo con él.
Se llevó la mano hasta la barba y miró a los demás buscando algo parecido a una respuesta.
Lyn no tardó en desviar la mirada al comprender lo que, sin palabras, estaba preguntando el exguarda, Alward le había preguntado a los demás, después de todo, quizás no estaría seguro de que hacer.
Al cabo de unos segundos en silencio, con los sonidos de la solitaria pelea de aquel hombre como toda compañía, Eltrant estiró ambos brazos y se acercó al vampiro.
¿Le iba a tocar a él decidir?
Ahora que la pelea había terminado la adrenalina que recorría su sangre comenzaba a desaparecer, lentamente, como había anticipado, el dolor que recorría su cuerpo se volvió más agudo, más insistente. Pero ya lo había mencionado momentos atrás: había estado peor.
Una vez estuvo cerca del ultimo secuestrador con vida, con un rápido gesto de muñeca, indicó a Lyn que liberase a aquel hombre de sus sombras. La vampiresa, después asentir escuetamente, chasqueó los dedos de su mano derecha y las sombras que cubrían la cabeza del vampiro se desvanecieron de inmediato.
El hombre gritó horrorizado al recuperar la visión, cuando contempló como, en su limitada ausencia, todos sus aliados habían muerto, incluso el vampiro supremo, el cual ahora yacía cortado en dos en mitad de la sala. Pero, por la expresión que tenía, quizás lo más preocupante de todo para él era el hecho de que todos los intrusos que se habían internado en la mansión estaban, aparentemente, ilesos.
No habían conseguido matar a ninguno de ellos.
No hubo necesidad de que Eltrant dijese nada, el vampiro lanzó la espada a un lado y levantó ambas manos, admitiendo así su derrota.
- Supongo que eso responde a tu pregunta, Alward. – dijo apartando la espada del alcance del vampiro con el pie, lo último que necesitaba era caer en una trampa. - ¿Tienes grilletes? – Preguntó bajando ambas manos hasta sus diferentes bolsillos, buscando algo con lo que inmovilizar a aquel hombre. Lo cierto es que realizaba un trabajo en el que un juego de esposas podía llegar a ser muy útil, tenía que hacerse con un par.
- Mortal… - Lyn le ofreció un juego de esposas, pesadas, de metal. Apenas después de depositarlas entre las manos del castaño contestó a la pregunta que este se estaba haciendo.– …El tipo con el que se ha enfrentado Ward tenía esto en el cinturón. – dijo como toda explicación. Parecía pensativa, cómo si algo le preocupase, le preguntaría más adelante; cuando saliesen de aquel lugar.
Si hasta el momento no habían tenido pruebas suficientes, aquella era la definitiva: Los vampiros que habitaban aquella mansión estaban secuestrando a gente.
- A ver esas manos. – Dijo Eltrant cerrando las esposas en torno a las muñecas del vampiro. Este no dijo nada, se quedó mirando el suelo, en silencio. – Los del pueblo se encargarán de ti. – Le dijo empujando al vampiro de forma que este quedase bocabajo en el suelo.
No eran ellos quienes para juzgarle ni tampoco eran verdugos.
Eltrant era consciente de que muchas veces no podías permitirte tomar prisioneros, que en muchos casos el único modo de salir con vida de una situación era usando la espada. Pero, al menos en aquel momento, no era el caso.
Las gentes de aquel pueblo se merecían saber lo que realmente había pasado: no era ninguna plaga nueva, ni el bosque estaba maldito, eran las personas que estaban en aquella mansión abandonada.
- Vamos. – Dijo a los demás, obligando a su cuerpo a que este permaneciese erguido. Ignorando los suaves murmullos que el vampiro, en el suelo, pronunciaba de forma inconexa. – Al sótano – Miró a su alrededor, solo tenían que encontrar a los prisioneros y todo habría terminado.
- ¿Seguro que estas bien…? - Lyn se mordió el labio inferior y se acercó al exmercenario. No solo tenía esa herida, la espalda la tenía cubierta de sendos cortes. El vampiro supremo había abierto la armadura como si esta estuviese hecha de tela común y corriente.
Eltrant suspiró y asintió levemente.
- He estado peor. – Aseguró rasgando parte de la tela que cubría su armadura e introduciéndola en el agujero de la armadura, a modo de tapón. – No me mires con esa cara, Lyn. ¿Cómo estas tú? – preguntó riéndose, Lyn suspiró profundamente y susurró algo que Eltrant no llegó a entender, no obstante, lo dejó estar. Se imaginaba lo que iba a decirle, al menos en parte.
Hecho esto, se giró hacía a Alward, que, como el resto de los presentes había lidiado con su oponente, y le ofreció una sonrisa cansada.
- Buen trabajo, Alward. – Pisó el torso de la criatura muerta que tenía delante según hablaba y asió el pomo de Olvido con ambas manos. – Impresionante. – dijo dando un fuerte tirón del arma desencajándola de entre las costillas del monstruo. Una vez la tuvo en su poder no tardó colocar a Olvido, tras sacudir la sangre que la cubría, de nuevo en su respectiva vaina a su espalda. - ¿…Estas bien? – Preguntó a continuación enarcando una ceja, justo cuando se percató del que el mercenario también estaba herido.
Le habían acertado en el hombro, uno que, en aquel mismo instante, se estaba sujetando. Se limpió pobremente el sudor que resbalaba por su frente y suspiró con suavidad; Tenía que haberle ayudado más.
Se giró hacía el último vasallo del vampiro que lideraba a todos los que estaban en aquella mansión. Aquel vampiro seguía luchando a muerte contra el mobiliario del lugar y, como bien había dicho Alward, había que hacer algo con él.
Se llevó la mano hasta la barba y miró a los demás buscando algo parecido a una respuesta.
Lyn no tardó en desviar la mirada al comprender lo que, sin palabras, estaba preguntando el exguarda, Alward le había preguntado a los demás, después de todo, quizás no estaría seguro de que hacer.
Al cabo de unos segundos en silencio, con los sonidos de la solitaria pelea de aquel hombre como toda compañía, Eltrant estiró ambos brazos y se acercó al vampiro.
¿Le iba a tocar a él decidir?
Ahora que la pelea había terminado la adrenalina que recorría su sangre comenzaba a desaparecer, lentamente, como había anticipado, el dolor que recorría su cuerpo se volvió más agudo, más insistente. Pero ya lo había mencionado momentos atrás: había estado peor.
Una vez estuvo cerca del ultimo secuestrador con vida, con un rápido gesto de muñeca, indicó a Lyn que liberase a aquel hombre de sus sombras. La vampiresa, después asentir escuetamente, chasqueó los dedos de su mano derecha y las sombras que cubrían la cabeza del vampiro se desvanecieron de inmediato.
El hombre gritó horrorizado al recuperar la visión, cuando contempló como, en su limitada ausencia, todos sus aliados habían muerto, incluso el vampiro supremo, el cual ahora yacía cortado en dos en mitad de la sala. Pero, por la expresión que tenía, quizás lo más preocupante de todo para él era el hecho de que todos los intrusos que se habían internado en la mansión estaban, aparentemente, ilesos.
No habían conseguido matar a ninguno de ellos.
No hubo necesidad de que Eltrant dijese nada, el vampiro lanzó la espada a un lado y levantó ambas manos, admitiendo así su derrota.
- Supongo que eso responde a tu pregunta, Alward. – dijo apartando la espada del alcance del vampiro con el pie, lo último que necesitaba era caer en una trampa. - ¿Tienes grilletes? – Preguntó bajando ambas manos hasta sus diferentes bolsillos, buscando algo con lo que inmovilizar a aquel hombre. Lo cierto es que realizaba un trabajo en el que un juego de esposas podía llegar a ser muy útil, tenía que hacerse con un par.
- Mortal… - Lyn le ofreció un juego de esposas, pesadas, de metal. Apenas después de depositarlas entre las manos del castaño contestó a la pregunta que este se estaba haciendo.– …El tipo con el que se ha enfrentado Ward tenía esto en el cinturón. – dijo como toda explicación. Parecía pensativa, cómo si algo le preocupase, le preguntaría más adelante; cuando saliesen de aquel lugar.
Si hasta el momento no habían tenido pruebas suficientes, aquella era la definitiva: Los vampiros que habitaban aquella mansión estaban secuestrando a gente.
- A ver esas manos. – Dijo Eltrant cerrando las esposas en torno a las muñecas del vampiro. Este no dijo nada, se quedó mirando el suelo, en silencio. – Los del pueblo se encargarán de ti. – Le dijo empujando al vampiro de forma que este quedase bocabajo en el suelo.
No eran ellos quienes para juzgarle ni tampoco eran verdugos.
Eltrant era consciente de que muchas veces no podías permitirte tomar prisioneros, que en muchos casos el único modo de salir con vida de una situación era usando la espada. Pero, al menos en aquel momento, no era el caso.
Las gentes de aquel pueblo se merecían saber lo que realmente había pasado: no era ninguna plaga nueva, ni el bosque estaba maldito, eran las personas que estaban en aquella mansión abandonada.
- Vamos. – Dijo a los demás, obligando a su cuerpo a que este permaneciese erguido. Ignorando los suaves murmullos que el vampiro, en el suelo, pronunciaba de forma inconexa. – Al sótano – Miró a su alrededor, solo tenían que encontrar a los prisioneros y todo habría terminado.
Eltrant Tale
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