El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
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El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Hont caminaba a dos pasos por delante de Hanna. Él estaba más animado y emocionado por la aventura. ¡Ya era hora! Después de haber viajado por toda Aerandir, había llegado el momento de tener una aventura con su hermana Hanna. Ella no estaba tan emocionada como su hermano menor. Caminaba con la cabeza agachada y las manos unidas. Si se chocaba con una persona por error, antes siquiera que el susodicho se hubiese dado cuenta que una chica zarigüeya había chocado contra él, se adelantaba a soltar todo tipo de disculpas que conocía. También se disculpaba por los problemas que podría causar su hermano. Hont caminaba muy deprisa, haciendo parar a cualquiera que se encontrase a su camino.
-Oh, discúlpelo por favor. No lo hace queriendo. Estoy segura que lo siente muchísimo. No ha sido su intención molestarle, le doy mi palabra-.
-¡Date prisa, los malos vendrán en seguida!- decía Hont para dar prisas a su hermana- Tenemos que encontrar a un héroe que nos ayude-.
-Disculpe las molestias- terminaba Hanna con una pequeña reverencia.
Hont conocía a muchos héroes. Siempre hablaba de Alanna Delteria, Eltrant Tale, Asher, Woodpecker y tantos otros más que Hanna no recordaba. Hont no había desaprovechado todos estos años que había pasado fuera del orfanato. En los meses que volvía, relataba miles de historias a los niños. Dijo que se había enfrentado a enemigos tan grandes como ciudades y que había hecho muchos amigos, héroes de verdad. A los niños les encantaban las visitas de Hont. Sin embargo, la que más disfrutaba era Hanna. Su hermano mayor representaba sus mayores deseos y sus peores miedos. Cada vez que lo veía, le daba un abrazo y se disculpaba por no tener ingredientes mejores para el guiso; seguro que probó comida riquísima en sus aventuras. Entonces, Hont le contaba dónde había estado y todo lo que había hecho; acompañado siempre de una pequeña actuación con la espada. Hanna se quedaba atontada escuchándolo.
Hanna nunca había abandonado el orfanato. Cuando fue lo suficientemente mayor para saber que nadie se haría cargo de ella; Hanna se hizo cargo del orfanato. Primero como una ayudante más. No pasaron muchos años hasta que los niños más pequeños la empezaron a llamar Manna, una mezcla entre mamá y Hanna.
-¿Habéis visto a los héroes? Siempre hay héroes en Lunargenta y yo los conozco a todos. No puede ser que nadie haya visto a ninguno- decía Hont a la multitud.
-Lo siento, disculpad. No queremos molestarles- repetía Hanna.
-¡Allí hay una heroína!- Hont señaló a una muchacha con la espada de madera- ¡Es Ingela la dragona! Consiguió que el Hada y el Mago se enamorasen y los devolvió a su canción. ¡Ingela la dragona! – solo a su hermana- ¿Crees que todavía conserva el pañuelo que le dio la Hada? ¡Vamos, corre!-
A cuatro patas, sujetando la espada de madera con la boca, Hont corrió y saltó entre la gente hasta encontrarse con Ingela la dragona. Dio un brinco hasta su cuello y le revolvió el pelo con alegría.
-¡Ingela la dragona! Menos mal que te hemos encontrado. Necesitamos un héroe muy fuerte y valiente para dar una patada en el culo de unos malos muy malos. ¿Qué dices, te unes al equipo?-
-Lo siento mucho, mi hermano no sabe lo importante que es el pelo para una chica. Si te agachas, te lo puedo hacer de nuevo-.
-No tienes ni idea Hanna, a los héroes no les importa estar guapos-.
Hont bajo al suelo y tiró de la mano de Ingela como si estuviera arrastrándola.
-¡Date prisa, los malos van a venir!-
-¡Déjala!- Hanna hizo que Hont soltase a la chica; se estaba comportando de forma muy maleducada. – Lo que mi hermano quiere decir es que necesitamos ayuda. Mi nombre es Hanna y soy la directora del orfanato- reverencia- Hont ha escuchado rumores de gente que dice que unos bandidos muy malos están preparando para entrar en el orfanato y robarnos-.
-¡Es verdad! Lo escuché en la taberna el Potro Loco. Quieren robar el cofre de Hanna y no les importa matar a los niños. ¡Pobres niños!- Hanna estaba a punto de echarse a llorar, esos niños eran como sus propios hijos – Pero no lo harán, claro que no. En cuanto vengan, les daremos una patada en el culo. Ingela les echará fuego y yo les pegaré con la espada-.
-¿Nos ayudarás? Por favor….-no se atrevió a mirar a los ojos a la dragona- por favor….-
* Ingela: Este es el mastereado que te prometí hace unos meses. En él, descubriremos algunos de los secretos más personales de Hont. El primero lo estás viendo: su hermana. Hasta ahora, solo ha aparecido en la ficha del personaje, es la primera vez que aparece en un tema. ¿No es adorable? En este turno, simplemente, deberás describir cómo es el encuentro con eso dos, ofrecer tu ayuda y dirigirte al orfanato.
-Oh, discúlpelo por favor. No lo hace queriendo. Estoy segura que lo siente muchísimo. No ha sido su intención molestarle, le doy mi palabra-.
-¡Date prisa, los malos vendrán en seguida!- decía Hont para dar prisas a su hermana- Tenemos que encontrar a un héroe que nos ayude-.
-Disculpe las molestias- terminaba Hanna con una pequeña reverencia.
Hont conocía a muchos héroes. Siempre hablaba de Alanna Delteria, Eltrant Tale, Asher, Woodpecker y tantos otros más que Hanna no recordaba. Hont no había desaprovechado todos estos años que había pasado fuera del orfanato. En los meses que volvía, relataba miles de historias a los niños. Dijo que se había enfrentado a enemigos tan grandes como ciudades y que había hecho muchos amigos, héroes de verdad. A los niños les encantaban las visitas de Hont. Sin embargo, la que más disfrutaba era Hanna. Su hermano mayor representaba sus mayores deseos y sus peores miedos. Cada vez que lo veía, le daba un abrazo y se disculpaba por no tener ingredientes mejores para el guiso; seguro que probó comida riquísima en sus aventuras. Entonces, Hont le contaba dónde había estado y todo lo que había hecho; acompañado siempre de una pequeña actuación con la espada. Hanna se quedaba atontada escuchándolo.
Hanna nunca había abandonado el orfanato. Cuando fue lo suficientemente mayor para saber que nadie se haría cargo de ella; Hanna se hizo cargo del orfanato. Primero como una ayudante más. No pasaron muchos años hasta que los niños más pequeños la empezaron a llamar Manna, una mezcla entre mamá y Hanna.
-¿Habéis visto a los héroes? Siempre hay héroes en Lunargenta y yo los conozco a todos. No puede ser que nadie haya visto a ninguno- decía Hont a la multitud.
-Lo siento, disculpad. No queremos molestarles- repetía Hanna.
-¡Allí hay una heroína!- Hont señaló a una muchacha con la espada de madera- ¡Es Ingela la dragona! Consiguió que el Hada y el Mago se enamorasen y los devolvió a su canción. ¡Ingela la dragona! – solo a su hermana- ¿Crees que todavía conserva el pañuelo que le dio la Hada? ¡Vamos, corre!-
A cuatro patas, sujetando la espada de madera con la boca, Hont corrió y saltó entre la gente hasta encontrarse con Ingela la dragona. Dio un brinco hasta su cuello y le revolvió el pelo con alegría.
-¡Ingela la dragona! Menos mal que te hemos encontrado. Necesitamos un héroe muy fuerte y valiente para dar una patada en el culo de unos malos muy malos. ¿Qué dices, te unes al equipo?-
-Lo siento mucho, mi hermano no sabe lo importante que es el pelo para una chica. Si te agachas, te lo puedo hacer de nuevo-.
-No tienes ni idea Hanna, a los héroes no les importa estar guapos-.
Hont bajo al suelo y tiró de la mano de Ingela como si estuviera arrastrándola.
-¡Date prisa, los malos van a venir!-
-¡Déjala!- Hanna hizo que Hont soltase a la chica; se estaba comportando de forma muy maleducada. – Lo que mi hermano quiere decir es que necesitamos ayuda. Mi nombre es Hanna y soy la directora del orfanato- reverencia- Hont ha escuchado rumores de gente que dice que unos bandidos muy malos están preparando para entrar en el orfanato y robarnos-.
-¡Es verdad! Lo escuché en la taberna el Potro Loco. Quieren robar el cofre de Hanna y no les importa matar a los niños. ¡Pobres niños!- Hanna estaba a punto de echarse a llorar, esos niños eran como sus propios hijos – Pero no lo harán, claro que no. En cuanto vengan, les daremos una patada en el culo. Ingela les echará fuego y yo les pegaré con la espada-.
-¿Nos ayudarás? Por favor….-no se atrevió a mirar a los ojos a la dragona- por favor….-
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* Ingela: Este es el mastereado que te prometí hace unos meses. En él, descubriremos algunos de los secretos más personales de Hont. El primero lo estás viendo: su hermana. Hasta ahora, solo ha aparecido en la ficha del personaje, es la primera vez que aparece en un tema. ¿No es adorable? En este turno, simplemente, deberás describir cómo es el encuentro con eso dos, ofrecer tu ayuda y dirigirte al orfanato.
Sigel
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Bajar al mercado de Lunargenta se había vuelto algo cotidiano para Ingela. Pero ella no bajaba por frutas o verduras, ni por bollos o cualquier cachivache que el mercado tuviera para ofrecer. Ella bajaba buscando rostros. Tres rostros en particular. Y eran rostros fáciles de distinguir en la muchedumbre. Por aquellos días no abundaban los elfos en la capital, así que cualquiera de esa raza resaltaba aunque no lo intentara. Y ni qué decir de un hombre zorro con lustroso pelaje cobrizo y brillantes ojos ambarinos, fuertes mano/patas y un hocico que dan ganas de comer a besos. Era su rutina diaria el bajar al mercado y recorrerlo un buen rato hasta estar segura que no iba a encontrar a sus amigos.
Regresaba a la posada que se había convertido en su segundo hogar, triste y resignada, cuando de la nada saltó sobre ella un niño bestia. Al principio no lo reconoció, pues el sobresalto fue más grande -¡Hont!- exclamó contenta una vez reconoció esa vocecilla aguda y aquel ímpetu. -Hace mucho tiempo no te veía, qué bueno que estés bien- le dijo mientras le daba un fuerte abrazo.
Sosteniéndolo por las axilas, se agachó para dejar al chico en el suelo y estar más a la altura de Hanna al saludarla -Mucho gusto, soy Ingela- dijo. La chica zarigüeya sonrió y se acercó para acomodar el cabello de la dragona -¿Por qué querrían robarle a los niños huérfanos? No entiendo la maldad de la gente, definitivamente... cuenten conmigo- aseguró mirándolos con el ceño fruncido. -Vamos pronto al orfanato, ¡no me digan que lo han dejado desprotegido!- exclamó mirando a Hont.
Se enderezó y siguió al par de hombres bestia que corrían por las calles. Le era difícil seguirles el paso, pues ellos corrían en sus cuatro patas, saltando por entre las personas e incluso por sobre ellas. Al final, tuvo que pedir indicaciones para llegar a la antigua casa donde funcionaba el orfanato.
Regresaba a la posada que se había convertido en su segundo hogar, triste y resignada, cuando de la nada saltó sobre ella un niño bestia. Al principio no lo reconoció, pues el sobresalto fue más grande -¡Hont!- exclamó contenta una vez reconoció esa vocecilla aguda y aquel ímpetu. -Hace mucho tiempo no te veía, qué bueno que estés bien- le dijo mientras le daba un fuerte abrazo.
Sosteniéndolo por las axilas, se agachó para dejar al chico en el suelo y estar más a la altura de Hanna al saludarla -Mucho gusto, soy Ingela- dijo. La chica zarigüeya sonrió y se acercó para acomodar el cabello de la dragona -¿Por qué querrían robarle a los niños huérfanos? No entiendo la maldad de la gente, definitivamente... cuenten conmigo- aseguró mirándolos con el ceño fruncido. -Vamos pronto al orfanato, ¡no me digan que lo han dejado desprotegido!- exclamó mirando a Hont.
Se enderezó y siguió al par de hombres bestia que corrían por las calles. Le era difícil seguirles el paso, pues ellos corrían en sus cuatro patas, saltando por entre las personas e incluso por sobre ellas. Al final, tuvo que pedir indicaciones para llegar a la antigua casa donde funcionaba el orfanato.
Ingela
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Después de haber encontrado al héroe (la heroína), Hanna desearía estar más tranquila. La dragona protegería el orfanato de los bandidos; no iba a pasar nada malo. ¿Verdad que no? Los dragones eran grandes y fuertes. No había nada de qué preocuparse. ¿A qué no? Por mucho que se lo repitiese mentalmente, ella no estaba del todo convencida. En cambio, Hont, hablaba como si Ingela la Dragona ya hubiera chamuscado a los malos.
-¡Ya verás Ingela, te va a encantar! Hanna ha trabajado mucho en el orfanato- decía sin dejar de correr- Te vas a quedar con la boca abierta cuando lo veas. ¿Sabías que estuvo abandonado durante treinta años? Pues es verdad. Perteneció a un lord muy rico, cuando murió, todos decían que había una maldición y que el fantasma de lord Willmore vagaba por las habitaciones. Nadie quiso comprar el lugar. ¿Te lo puedes creer? Cuando era pequeño, me despertaba durante la noche y buscaba al fantasma de lord Willmore. Nunca lo vi. A lo mejor, ahora que estás tú aparece. Está noche saldremos a cazar al fantasma. ¡Vamos a cazarlo!-
Hanna se preguntaba hasta qué punto Ingela la Dragona estaba escuchando todo lo que Hont le estaba diciendo. Ella no era tan rápida ni ágil como las dos zarigüeyas, lo tenía difícil para ponerse al mismo nivel. Hanna giró la cabeza y vio que la dragona estaba más de cinco metros de distancia. Se puso a dos patas, unió las dos manitas y le dedicó una pequeña reverencia como gesto de disculpa. Antes de que la dragona le alcance, la mujer zarigüeya había retomado su carrera a cuatro patas.
-¡Ya hemos llegado, la mansión de lord Willmore! O lo que queda de ella-.
Para Hont, el orfanato era un castillo repleto de secretos y aventuras. Para Hanna, era una acogedora y cálida casa en ruinas. Tenía dos plantas: la primera con un enorme salón-comedor, cocina y pequeñas habitaciones que antaño pertenecieron al servicio de lord Willmore y que ahora eran de los niños mayores; en la segunda planta era donde estaban las habitaciones más grandes, la de Hanna y las otras mamis, un par de habitaciones reservadas para invitados frecuentes como Hont y las habitaciones de los niños más pequeños, los bebes que necesitaban atención incluso en sueños.
Hont no se esperó a que su hermana sacase la llave, dio un brinco y llamó a la puerta del orfanato. La abrieron los gemelos, Tina y Tino. Eran dos hombres bestias muy parecidos a Hanna y Hont, del mismo tamaño y forma, que ayudaban a Hanna en las tareas del orfanato. La diferencia era que los gemelos y Hont, era que éstos no eran zarigüeyas sino comadrejas. Había que fijarse en la cola, la de Hanna y Hont era larga, fina y podían usarla como trampolín como si fuera un muelle; mientras que la de los gemelos era peluda y, relativamente, corta, como la de un perro.
Tina era la chica. Tenía pelaje de color marrón y le gustaba decorarse las orejas y el pelo con todo tipo de adornos. Tino, el chico, era de color gris oscuro y no le gustaba nada acicalarse; su forma de peinarse era enredar su cabello en una corta coleta.
-Habéis venido muy pronto, os esperábamos para el medio día- dijo Tina.
-Medio día seguiría siendo pronto; yo todavía diría más: para media noche- siguió Tino -¿Es ella la heroína que nos salvará de los bandidos?-
Hanna respondió con un movimiento afirmativo con la cabeza y Hont contó, otra vez, la aventura que vivió con Ingela la Dragona, la Hada y el Mago.
-¿Es verdad que puede volar?-
-¿Es verdad que puede luchar?-
-Es muy guapa-.
-Y muy valiente-.
-¡Claro que sí!- Hont con orgullo- Ella derrotará a los bandidos. Les lanzará fuego por la boca y saldrán con el culete en llamas-.
-¿Hont puedes quedarte vigilando la entrada, por favor?- Hanna habló después de un largo rato estando callada - Tengo que hablar con Ingela la Dragona de un tema de mayores- su voz sonó con tono muy tierno, como si estuviera hablando a un niño pequeño y no a un hermano mayor.
-¡Por aquí no pasará ni un solo malo! Les pegaré a todos- agitó la espada de madera-Zas. Zas-.
-Así me gusta- premio a Hont con una caricia en la frente- Ingela la Dragona, ven conmigo por favor-.
Cogió la mano de Ingela y la llevó hasta el salón. Le pidió que se sentase en la mesa y se disculpó por no haber tenido té preparado de antemano, pero que enseguida Tina prepararía uno muy rico.
Mientras Ingela la Dragona y Hanna hablaban, Tino se llevaba entre juegos a un grupo de niños lejos del salón para que no molestasen.
-Venga chicos, Manna tiene que hablar con la chica grande-.
-Nos vas a ayudar, y doy gracias por ello, pero tengo que decirte una cosa- dijo cuando se quedaron solas las dos. Hablaba muy lentamente, como si estuviera al borde de las lágrimas - Hont no es cómo piensas. Él… Le quiero mucho, pero no es él. El Hont de verdad dio su vida por mí cuando éramos pequeños. El de ahora está muerto. Encontró un objeto que es tesoro y arma a la vez; lo usó para defenderme de los niños más grandes que nosotros. Estoy segura que me habrían matado. En el orfanato se pasa mucha hambre, en las épocas de muchos niños hay poca comida- movió sus bracitos como si fueran una balanza - Hont me salvó, pero tuvo que dar al tesoro su capacidad de crecer. No de aquí- pasó sus manos por sus pies y brazos - Hont no crece de aquí- señaló su cabeza - En su cabeza sigue siendo un niño. Lo has visto, todavía cree que las espadas de madera son armas reales. Le quiero mucho, pero… No sé qué hacer. Me pone triste pensar que…- sacó un pañuelo de tela de su faldón y se limpió las lágrimas - He estado protegiendo el arma-tesoro durante este tiempo, no quiero que ninguna otra hermana sufra lo que yo al ver a su hermano maldito. Los bandidos saben que protejo el arma-tesoro y nos matarán a todos para conseguirla. Por favor, no te vayas. Quédate y ayúdanos – no pudo soportarlo más, se echó a llorar.
Tina justo a tiempo para tranquilizar a Hanna. Dejó la bandeja con la tetera y las tazas en la mesa y fue a abrazar a la mujer zarigüeya. Tina no sabía nada acerca del arma-tesoro, Hanna no se lo había contado a nadie hasta ese momento.
-Está muy dolida- explicó Tina- Desde que nos enteramos que vendrían, no deja de pensar en lo que le pueda pasar a los niños- hubo un momento de silencio, luego continuó hablando- mi hermano es bueno construyendo cosas. Habla con él, entre los dos podéis llenar el orfanato de trampas antes de que vengan los malos-.
* Ingela: La acción y las peleas empiezan dentro de poco; antes de éstas, he creído conveniente un post para conocer a los personajes que te van a ayudar y prepararte para las grandes batalles. Para el siguiente turno tienes dos objetivos: deberás tranquilizar a Hanna y poner trampas por todo el orfanato para cuando vengan los malos, Tino te ayudará en el segundo objetivo.
-¡Ya verás Ingela, te va a encantar! Hanna ha trabajado mucho en el orfanato- decía sin dejar de correr- Te vas a quedar con la boca abierta cuando lo veas. ¿Sabías que estuvo abandonado durante treinta años? Pues es verdad. Perteneció a un lord muy rico, cuando murió, todos decían que había una maldición y que el fantasma de lord Willmore vagaba por las habitaciones. Nadie quiso comprar el lugar. ¿Te lo puedes creer? Cuando era pequeño, me despertaba durante la noche y buscaba al fantasma de lord Willmore. Nunca lo vi. A lo mejor, ahora que estás tú aparece. Está noche saldremos a cazar al fantasma. ¡Vamos a cazarlo!-
Hanna se preguntaba hasta qué punto Ingela la Dragona estaba escuchando todo lo que Hont le estaba diciendo. Ella no era tan rápida ni ágil como las dos zarigüeyas, lo tenía difícil para ponerse al mismo nivel. Hanna giró la cabeza y vio que la dragona estaba más de cinco metros de distancia. Se puso a dos patas, unió las dos manitas y le dedicó una pequeña reverencia como gesto de disculpa. Antes de que la dragona le alcance, la mujer zarigüeya había retomado su carrera a cuatro patas.
-¡Ya hemos llegado, la mansión de lord Willmore! O lo que queda de ella-.
Para Hont, el orfanato era un castillo repleto de secretos y aventuras. Para Hanna, era una acogedora y cálida casa en ruinas. Tenía dos plantas: la primera con un enorme salón-comedor, cocina y pequeñas habitaciones que antaño pertenecieron al servicio de lord Willmore y que ahora eran de los niños mayores; en la segunda planta era donde estaban las habitaciones más grandes, la de Hanna y las otras mamis, un par de habitaciones reservadas para invitados frecuentes como Hont y las habitaciones de los niños más pequeños, los bebes que necesitaban atención incluso en sueños.
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Hont no se esperó a que su hermana sacase la llave, dio un brinco y llamó a la puerta del orfanato. La abrieron los gemelos, Tina y Tino. Eran dos hombres bestias muy parecidos a Hanna y Hont, del mismo tamaño y forma, que ayudaban a Hanna en las tareas del orfanato. La diferencia era que los gemelos y Hont, era que éstos no eran zarigüeyas sino comadrejas. Había que fijarse en la cola, la de Hanna y Hont era larga, fina y podían usarla como trampolín como si fuera un muelle; mientras que la de los gemelos era peluda y, relativamente, corta, como la de un perro.
Tina era la chica. Tenía pelaje de color marrón y le gustaba decorarse las orejas y el pelo con todo tipo de adornos. Tino, el chico, era de color gris oscuro y no le gustaba nada acicalarse; su forma de peinarse era enredar su cabello en una corta coleta.
-Habéis venido muy pronto, os esperábamos para el medio día- dijo Tina.
-Medio día seguiría siendo pronto; yo todavía diría más: para media noche- siguió Tino -¿Es ella la heroína que nos salvará de los bandidos?-
Hanna respondió con un movimiento afirmativo con la cabeza y Hont contó, otra vez, la aventura que vivió con Ingela la Dragona, la Hada y el Mago.
-¿Es verdad que puede volar?-
-¿Es verdad que puede luchar?-
-Es muy guapa-.
-Y muy valiente-.
-¡Claro que sí!- Hont con orgullo- Ella derrotará a los bandidos. Les lanzará fuego por la boca y saldrán con el culete en llamas-.
-¿Hont puedes quedarte vigilando la entrada, por favor?- Hanna habló después de un largo rato estando callada - Tengo que hablar con Ingela la Dragona de un tema de mayores- su voz sonó con tono muy tierno, como si estuviera hablando a un niño pequeño y no a un hermano mayor.
-¡Por aquí no pasará ni un solo malo! Les pegaré a todos- agitó la espada de madera-Zas. Zas-.
-Así me gusta- premio a Hont con una caricia en la frente- Ingela la Dragona, ven conmigo por favor-.
Cogió la mano de Ingela y la llevó hasta el salón. Le pidió que se sentase en la mesa y se disculpó por no haber tenido té preparado de antemano, pero que enseguida Tina prepararía uno muy rico.
Mientras Ingela la Dragona y Hanna hablaban, Tino se llevaba entre juegos a un grupo de niños lejos del salón para que no molestasen.
-Venga chicos, Manna tiene que hablar con la chica grande-.
-Nos vas a ayudar, y doy gracias por ello, pero tengo que decirte una cosa- dijo cuando se quedaron solas las dos. Hablaba muy lentamente, como si estuviera al borde de las lágrimas - Hont no es cómo piensas. Él… Le quiero mucho, pero no es él. El Hont de verdad dio su vida por mí cuando éramos pequeños. El de ahora está muerto. Encontró un objeto que es tesoro y arma a la vez; lo usó para defenderme de los niños más grandes que nosotros. Estoy segura que me habrían matado. En el orfanato se pasa mucha hambre, en las épocas de muchos niños hay poca comida- movió sus bracitos como si fueran una balanza - Hont me salvó, pero tuvo que dar al tesoro su capacidad de crecer. No de aquí- pasó sus manos por sus pies y brazos - Hont no crece de aquí- señaló su cabeza - En su cabeza sigue siendo un niño. Lo has visto, todavía cree que las espadas de madera son armas reales. Le quiero mucho, pero… No sé qué hacer. Me pone triste pensar que…- sacó un pañuelo de tela de su faldón y se limpió las lágrimas - He estado protegiendo el arma-tesoro durante este tiempo, no quiero que ninguna otra hermana sufra lo que yo al ver a su hermano maldito. Los bandidos saben que protejo el arma-tesoro y nos matarán a todos para conseguirla. Por favor, no te vayas. Quédate y ayúdanos – no pudo soportarlo más, se echó a llorar.
Tina justo a tiempo para tranquilizar a Hanna. Dejó la bandeja con la tetera y las tazas en la mesa y fue a abrazar a la mujer zarigüeya. Tina no sabía nada acerca del arma-tesoro, Hanna no se lo había contado a nadie hasta ese momento.
-Está muy dolida- explicó Tina- Desde que nos enteramos que vendrían, no deja de pensar en lo que le pueda pasar a los niños- hubo un momento de silencio, luego continuó hablando- mi hermano es bueno construyendo cosas. Habla con él, entre los dos podéis llenar el orfanato de trampas antes de que vengan los malos-.
- Tina y Tino:
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* Ingela: La acción y las peleas empiezan dentro de poco; antes de éstas, he creído conveniente un post para conocer a los personajes que te van a ayudar y prepararte para las grandes batalles. Para el siguiente turno tienes dos objetivos: deberás tranquilizar a Hanna y poner trampas por todo el orfanato para cuando vengan los malos, Tino te ayudará en el segundo objetivo.
Sigel
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Ingela sentía que toda aquella situación era tan irreal que bien podía ser un sueño. Quizás por eso, al principio no le había tomado el peso al asunto. Pero al escuchar acerca del arma-tesoro y de lo que había hecho Hont, entendió que todo era real y muy serio. La joven estaba tan compungida y afectada con toda la situación, teniendo que hacerse cargo ella sola de tantos niños indefensos, podía entender que estuviera al borde del llanto todo el tiempo. -Tranquila- dijo bajito, yendo junto a las chicas y agachándose para acariciarle el cabello a Hanna -Voy a ayudarles todo lo que pueda, esos hombres malos no tendrán oportunidad- le dijo con voz suave para calmarla.
Pero quedó con la enorme curiosidad acerca de lo que era el arma-tesoro y el por qué Hanna decía que el Hont de antes había muerto. En realidad, más que curiosidad se sintió perturbada. ¿Qué clase de objeto mágico tendrían guardado en aquel lugar? Cuánto le gustaría poder escribirle a Abbey Frost en ese momento para poder consultarle, o a su amigo Ernest Rutherford. Pero bueno, el tiempo apremiaba, luego buscaría aquel objeto misterioso para ver la forma de regresarle a Hont su vida.
Miró a Tina y asintió -Bueno, ¡creo que es hora de poner manos a la obra!- exclamó con entusiasmo, tratando de animar a ambas chicas. -Tengo unas ideas para hacer unas trampas que estoy segura les van a en-can-tar- comentó, abriendo la puerta del salón y haciendo un gesto para invitarlas a pasar. Tina salió primero, dando saltitos, contenta, para apresurarse en encontrar a Tino, él también había puesto manos a la obra; había buscado algunas trampas de oso viejas que estaban guardadas en el sótano de la casona y las había engrasado para colocarlas por fuera de las ventanas.
Cuando pasó Hanna, Ingela la detuvo un segundo, posando con delicadeza una mano sobre su hombro -Tienes una enorme responsabilidad al cuidar de tus hermanitos y lo haces con mucho amor, te admiro mucho... ahora te pido que por favor los reúnas a todos en la habitación más segura pero antes, necesito que me digas qué es lo que los malos vienen a buscar- habló con calma, y sin perder su sonrisa y buen ánimo. Claro que impediría que los hicieran daño, pero también quería cuidar que no les robaran, entonces, tenía que saber ese detalle. ¿Qué estaba protegiendo además de los niños?
Al encontrarse con Tino, le pidió que le mostrara todas las trampas que había puesto. Una a una, escribió en un pedazo de pergamino la palabra en antiguo dracónico para atrapar, así sería más difícil que quienes cayeran en ellas se zafaran. Ingela pensó que con los arcanos sería más que suficiente, pero al parecer a Hont no lo creía así.
Había armado un montón de trampas extrañas y complejas con palitos y sogas dentro de la casa, a los pies de las ventanas, en los dinteles de las puertas. Explicaba orgulloso que esas sogas atraparían a los malos, pero la dragona no veía cómo esas estructuras enclenques lograrían sostenerse en pie. Con un suspiro, escribió en trozos de percamino la palabra para explotar y los escondió entre los mecanismos. Si no funcionaban las trampas de Hont, por lo menos harían mella en los ladrones.
-Creo que después de pasar por las trampas, no querrán pelear con nosotros- bromeó la dragona despeinando a Hont. Posó su mano derecha sobre el mango de su mandoble, no lo mostraba pero estaba nerviosa.
Pero quedó con la enorme curiosidad acerca de lo que era el arma-tesoro y el por qué Hanna decía que el Hont de antes había muerto. En realidad, más que curiosidad se sintió perturbada. ¿Qué clase de objeto mágico tendrían guardado en aquel lugar? Cuánto le gustaría poder escribirle a Abbey Frost en ese momento para poder consultarle, o a su amigo Ernest Rutherford. Pero bueno, el tiempo apremiaba, luego buscaría aquel objeto misterioso para ver la forma de regresarle a Hont su vida.
Miró a Tina y asintió -Bueno, ¡creo que es hora de poner manos a la obra!- exclamó con entusiasmo, tratando de animar a ambas chicas. -Tengo unas ideas para hacer unas trampas que estoy segura les van a en-can-tar- comentó, abriendo la puerta del salón y haciendo un gesto para invitarlas a pasar. Tina salió primero, dando saltitos, contenta, para apresurarse en encontrar a Tino, él también había puesto manos a la obra; había buscado algunas trampas de oso viejas que estaban guardadas en el sótano de la casona y las había engrasado para colocarlas por fuera de las ventanas.
Cuando pasó Hanna, Ingela la detuvo un segundo, posando con delicadeza una mano sobre su hombro -Tienes una enorme responsabilidad al cuidar de tus hermanitos y lo haces con mucho amor, te admiro mucho... ahora te pido que por favor los reúnas a todos en la habitación más segura pero antes, necesito que me digas qué es lo que los malos vienen a buscar- habló con calma, y sin perder su sonrisa y buen ánimo. Claro que impediría que los hicieran daño, pero también quería cuidar que no les robaran, entonces, tenía que saber ese detalle. ¿Qué estaba protegiendo además de los niños?
Al encontrarse con Tino, le pidió que le mostrara todas las trampas que había puesto. Una a una, escribió en un pedazo de pergamino la palabra en antiguo dracónico para atrapar, así sería más difícil que quienes cayeran en ellas se zafaran. Ingela pensó que con los arcanos sería más que suficiente, pero al parecer a Hont no lo creía así.
Había armado un montón de trampas extrañas y complejas con palitos y sogas dentro de la casa, a los pies de las ventanas, en los dinteles de las puertas. Explicaba orgulloso que esas sogas atraparían a los malos, pero la dragona no veía cómo esas estructuras enclenques lograrían sostenerse en pie. Con un suspiro, escribió en trozos de percamino la palabra para explotar y los escondió entre los mecanismos. Si no funcionaban las trampas de Hont, por lo menos harían mella en los ladrones.
-Creo que después de pasar por las trampas, no querrán pelear con nosotros- bromeó la dragona despeinando a Hont. Posó su mano derecha sobre el mango de su mandoble, no lo mostraba pero estaba nerviosa.
Ingela
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Erase un hombre zarigüeya montado en un lagarto de dos patas y de metro de alto. El nombre del lagarto era Vhala y del capitán de los bandidos era Hono.
Habían muchas historias acerca de Hono: unos decían que se había vuelto loco por culpa de beber demasiada agua de mar, que había nacido con malo uva y que ahora, en su vejez, tenía un racimo entero, que había perdido la cabeza por haberse enamorado de una prostituta…. Mentiras, mentiras y más mentiras. La más ridícula era la última, ¿cómo diablos se apañaban los pueblerinos para meter rumores del corazón en todas las historias? Hono no estaba enamorado de una prostituta, sino de ciento veintisiete. Tampoco era cierto que bebía agua de mar a todas horas; solo cuando no había nada más que beber. Y, a lo que el racismo de uvas se refería, no podía negarlo; siempre llevaba un racimo en su mochila, pero era porque a Vhala le encantaban, su segunda comida favorita después de la sangre de humanos.
Los lunargentes hablaban mucho y sabían poco. Todos presumían que conocían a cada miembro de la banda de Hono, incluso los guardias de la ciudad. Si tan bien les conocían, ¿cómo es que habían acabado siendo el almuerzo de Vhala? Tres guardias firmes como percheros y con un porte digno de un príncipe, desenvainaron sus espadas delante de Hono.
-Hono, por orden de su majestad, queda usted detenido por los muchos delitos que se le acusan- dijo uno de los guardias.
-¿Eso es un chiste de ciudad? No tiene gracia-.
-Entre los cuales se encuentra: asesinato, robo con violencia, asalto de caminos, desorden público….- un segundo guardia siguió el juego del primero.
-Dejadme que ahora sea yo quien cuente un chiste:- interrumpió Hono- ¡MI HACHA EN TU BOCA!-
Dicho y hecho. Con la velocidad Vhala y la presteza de Hono con la larga hacha, pronto los guardias quedaron reducidos a trozos de comida para lagartos. Sano y nutritivo alimento para lagartos.
Toda la banda de Hono se reunió en la entrada de lo que antes fue la mansión Willmore y ahora es el lugar donde Hono dejó a su prole; lo que los lunargentes gustan llamar: orfanato.
Ahí estaban todos los bandidos: Ytrio, El perro con máscara roja, Fausto, el hombre liebre de costumbres tribales, Glorth, un hombre con cabeza de mejillón cuyo cuerpo estaba adornado con pequeñas almejas (Hono le llamaba Mejillón Tonto), Dena una mujer sabuesa venida de las arenas de Roilkat, Pietro, un hombre hiena armado con una gran ballesta, Rondi un hombre gato que parecía el diablo de los cristianos y, la última adquisición, Yolo, un joven hombre nutria, prácticamente un niño, con delirios de pirata.
Dena y Pietro lanzaron los ganchos a las tejas del orfanato. Hono se dio la vuelta y revisó su espalda. Estaba siendo muy fácil. Randall Flagg le había asegurado que la mansión Willmore tenía una de las mejores defensas de toda Lunargenta. Hono se apostaba el cuello de Vhala, el suyo propio era demasiado valioso, a que no se refería a los tres guardias.
-Esas paredes pertenecían a un prestigioso señor, todos los humanos le querían y respetaban. Ahora, no pertenece a nadie. Es una casa de niños y mujeres jugando a ser mamás ¡Destruidla! Echad las paredes a bajo, que no quede nada. Es la única manera de encontrar los objetos más valiosos. Si alguien os pregunta. ¡Matadlo!- Vhala gruñó como un perro los hambriento- Es cierto, es cierto. No se me olvida. Cortad los dedos de los muertos; a Vhala está hambrienta-.
-Se-se-señor no creo que esté bi-bi-bien- habló el tonto de Yolo.
-Mira y aprende de los mayores-.
Rondi y Fausto treparon hacia el tejado, Ytrio y Pietro al segundo piso y el primero fue para Dena y el Mejillóni. Ventanas rotas, ganchos por todas las paredes, sonido de paredes derribándose… Era el pan de cada día para Hono.
Una vez empezaron a ser más intensos los ruidos, Hono llamó a la puerta con el mango de su larga hacha. Yolo, a la espalda de Hono como un cobarde, tartamudeaba unos rezos incomprensibles.
-Toc, toc. Soy Hono, el capitán de los bandidos de Hono… de yo. Me han contratado para que robe todos vuestros tesoros. ¿Me dejáis entrar? Mis amigos ya han entrado y quiero unirme a la fiesta-.
Un hombrecito, igual que Hono pero veinte años más joven, salió de algún de la ventana y aterrizó a pocos metros de distancia. El hombrecito estaba armado con una espada de madera.
-Voy a darte la zurra de tu vida-.
Una desgracia, una maldita desgracia. Alguien, con unos intereses malintencionados, puso un puñado de estacas por bajo y por encima de la ventana por la que entró el Mejillón tonto. Hono se hubiera hartado de reír al ver que el miembro más risible de su banda comenzaba el atraco con una pierna clavada en una estaca de madera.
* Ingela: Me estaba quedando un post demasiado largo (me emociono rápido cuando se trata de Hont) y me acabo de dar cuenta que Hanna no respondió a tu pregunta. Por ahora, para dar más emoción a la historia, no puedes saber qué es el arma-tesoro. Para ser acordes a lo que escribiste en tu post, Tino interrumpió la escena antes de que Hanna pudiera responderte.
He lanzado la Voluntad de los Dioses en este [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Como puedes ver, los Dioses determinaron que Gorth saliese muy mal herido por tus trampas. No podrá caminar por el resto del tema.
Los bandidos son muchos y tú solo eres una dragona. Ellos se han dividido en cuatro zonas. Deberás ir a una de esas zonas y combatir con los villanos que allí estén. Te recuerdo las zonas y los villanos:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Pierto y Ytrio
3.- Primer piso: Dena y Gorth
4.- Entrada principal: Hono y Yolo.
Si eliges la entrada principal, Hont te ayudará en el combate.
Las zonas que no eliges quedarán libres para los bandidos.
Cada elección que tomes en este mastereado lleva a un final diferente (buenas y malas). Hay muchas elecciones, sé sensata.
No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses (la suerte también lleva a finales diferentes).
Habían muchas historias acerca de Hono: unos decían que se había vuelto loco por culpa de beber demasiada agua de mar, que había nacido con malo uva y que ahora, en su vejez, tenía un racimo entero, que había perdido la cabeza por haberse enamorado de una prostituta…. Mentiras, mentiras y más mentiras. La más ridícula era la última, ¿cómo diablos se apañaban los pueblerinos para meter rumores del corazón en todas las historias? Hono no estaba enamorado de una prostituta, sino de ciento veintisiete. Tampoco era cierto que bebía agua de mar a todas horas; solo cuando no había nada más que beber. Y, a lo que el racismo de uvas se refería, no podía negarlo; siempre llevaba un racimo en su mochila, pero era porque a Vhala le encantaban, su segunda comida favorita después de la sangre de humanos.
Los lunargentes hablaban mucho y sabían poco. Todos presumían que conocían a cada miembro de la banda de Hono, incluso los guardias de la ciudad. Si tan bien les conocían, ¿cómo es que habían acabado siendo el almuerzo de Vhala? Tres guardias firmes como percheros y con un porte digno de un príncipe, desenvainaron sus espadas delante de Hono.
-Hono, por orden de su majestad, queda usted detenido por los muchos delitos que se le acusan- dijo uno de los guardias.
-¿Eso es un chiste de ciudad? No tiene gracia-.
-Entre los cuales se encuentra: asesinato, robo con violencia, asalto de caminos, desorden público….- un segundo guardia siguió el juego del primero.
-Dejadme que ahora sea yo quien cuente un chiste:- interrumpió Hono- ¡MI HACHA EN TU BOCA!-
Dicho y hecho. Con la velocidad Vhala y la presteza de Hono con la larga hacha, pronto los guardias quedaron reducidos a trozos de comida para lagartos. Sano y nutritivo alimento para lagartos.
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Toda la banda de Hono se reunió en la entrada de lo que antes fue la mansión Willmore y ahora es el lugar donde Hono dejó a su prole; lo que los lunargentes gustan llamar: orfanato.
Ahí estaban todos los bandidos: Ytrio, El perro con máscara roja, Fausto, el hombre liebre de costumbres tribales, Glorth, un hombre con cabeza de mejillón cuyo cuerpo estaba adornado con pequeñas almejas (Hono le llamaba Mejillón Tonto), Dena una mujer sabuesa venida de las arenas de Roilkat, Pietro, un hombre hiena armado con una gran ballesta, Rondi un hombre gato que parecía el diablo de los cristianos y, la última adquisición, Yolo, un joven hombre nutria, prácticamente un niño, con delirios de pirata.
Dena y Pietro lanzaron los ganchos a las tejas del orfanato. Hono se dio la vuelta y revisó su espalda. Estaba siendo muy fácil. Randall Flagg le había asegurado que la mansión Willmore tenía una de las mejores defensas de toda Lunargenta. Hono se apostaba el cuello de Vhala, el suyo propio era demasiado valioso, a que no se refería a los tres guardias.
-Esas paredes pertenecían a un prestigioso señor, todos los humanos le querían y respetaban. Ahora, no pertenece a nadie. Es una casa de niños y mujeres jugando a ser mamás ¡Destruidla! Echad las paredes a bajo, que no quede nada. Es la única manera de encontrar los objetos más valiosos. Si alguien os pregunta. ¡Matadlo!- Vhala gruñó como un perro los hambriento- Es cierto, es cierto. No se me olvida. Cortad los dedos de los muertos; a Vhala está hambrienta-.
-Se-se-señor no creo que esté bi-bi-bien- habló el tonto de Yolo.
-Mira y aprende de los mayores-.
Rondi y Fausto treparon hacia el tejado, Ytrio y Pietro al segundo piso y el primero fue para Dena y el Mejillóni. Ventanas rotas, ganchos por todas las paredes, sonido de paredes derribándose… Era el pan de cada día para Hono.
Una vez empezaron a ser más intensos los ruidos, Hono llamó a la puerta con el mango de su larga hacha. Yolo, a la espalda de Hono como un cobarde, tartamudeaba unos rezos incomprensibles.
-Toc, toc. Soy Hono, el capitán de los bandidos de Hono… de yo. Me han contratado para que robe todos vuestros tesoros. ¿Me dejáis entrar? Mis amigos ya han entrado y quiero unirme a la fiesta-.
Un hombrecito, igual que Hono pero veinte años más joven, salió de algún de la ventana y aterrizó a pocos metros de distancia. El hombrecito estaba armado con una espada de madera.
-Voy a darte la zurra de tu vida-.
- Hono y Vhala:
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- Dena:
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- Fausto:
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- Ytrio:
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- Pietro:
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- Gorth:
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- Rondi:
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- Yolo:
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Una desgracia, una maldita desgracia. Alguien, con unos intereses malintencionados, puso un puñado de estacas por bajo y por encima de la ventana por la que entró el Mejillón tonto. Hono se hubiera hartado de reír al ver que el miembro más risible de su banda comenzaba el atraco con una pierna clavada en una estaca de madera.
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* Ingela: Me estaba quedando un post demasiado largo (me emociono rápido cuando se trata de Hont) y me acabo de dar cuenta que Hanna no respondió a tu pregunta. Por ahora, para dar más emoción a la historia, no puedes saber qué es el arma-tesoro. Para ser acordes a lo que escribiste en tu post, Tino interrumpió la escena antes de que Hanna pudiera responderte.
He lanzado la Voluntad de los Dioses en este [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Como puedes ver, los Dioses determinaron que Gorth saliese muy mal herido por tus trampas. No podrá caminar por el resto del tema.
Los bandidos son muchos y tú solo eres una dragona. Ellos se han dividido en cuatro zonas. Deberás ir a una de esas zonas y combatir con los villanos que allí estén. Te recuerdo las zonas y los villanos:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Pierto y Ytrio
3.- Primer piso: Dena y Gorth
4.- Entrada principal: Hono y Yolo.
Si eliges la entrada principal, Hont te ayudará en el combate.
Las zonas que no eliges quedarán libres para los bandidos.
Cada elección que tomes en este mastereado lleva a un final diferente (buenas y malas). Hay muchas elecciones, sé sensata.
No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses (la suerte también lleva a finales diferentes).
Sigel
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Antes de que Hanna pudiese responder a la pregunta de Ingela, Tino entró corriendo a la habitación -¡YA VIENEN!- exclamó con el rostro desencajado de miedo. La dragona miró a Hanna -¡Rápido! Llévalos a todos a la habitación más segura. ¡Apresúrate!- apremió la dragona. Hanna asintió y salió corriendo, seguida de Tina y Tino. -¡Yo me quedaré a luchar contra los malos!- dijo Hont, desenvainando su espada de madera.
Ingela iba a insistir en que el pequeño roedor subiera a resguardarse, cuando el estruendo que hicieron los ladrones al hacer su dramática y espectacular entrada, retumbó en toda la casa. Ingela quedó estática al ver los seres que irrumpían de esa manera en la casa, a punta de destrucción. Todos bestiales, cuál más extraño que el anterior -Vaya diversidad- pensó en voz alta. -Sí, en mi empresa creemos en la inclusión, no en la discriminación- respondió aquel que se hacía llamar Hono, líder de... su pandilla.
Hont no esperó para enfrentarse a él con su espada de madera. La dragona, al sentirse sobrepasada, hizo lo que mejor sabía hacer; cerró los ojos e invocó su forma de dragón. La transformación maravilló a Hono y a sus secuaces, lo que vino después, no tanto. En su forma de dragón, Ingela era impresionante, su rugido hizo dar un paso atrás a Hono y a los hombres que tenía consigo -¡Esto solo hará las cosas más entretenidas!- dijo sonriendo con malicia.
Ingela se sintió desesperada, quiso subir al segundo piso a proteger a Hanna y a los huérfanos, pero pensó que si eliminaba pronto al líder, los demás huirían, así que se plantó sobre sus cuatro patas y, luego de lanzar un rugido espeluznante, exhaló una llamarada hacia Hont*. Al ver que Ingela lo atacaba, se cubrió el rostro con el antebrazo y se quedó quieto esperando la dolorosa llama, preguntándose por qué su amiga lo había traicionado. Otro rugido de la dragona lo hizo reaccionar. Lentamente, bajó el brazo y se encontró con que estaba cubierto por llamas, pero que estas no le hacían daño, al contrario, con ellas encima se sentía invencible -¡JHÁ! ¡No te saldrás con la tuya! ¡Malvado!- exclamó Hont con la confianza hacia su amiga recuperada.
Dio un salto, y atacó directamente a Hono. Ingela saltó y, desde el aire, escupió una bola de fuego hacia los secuaces de la vieja zarigüeya.
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*Uso de habilidad nivel 0: Proyección elemental. El dragón emite su elemento y este lo recubre a sí mismo o a un aliado, sin dañarlo. Si un tercero recibe el elemento no lo puede usar ya que este solo sirve de escudo. Aumenta en 40% la defensa. Esta protección dura 2 turnos.
Ingela iba a insistir en que el pequeño roedor subiera a resguardarse, cuando el estruendo que hicieron los ladrones al hacer su dramática y espectacular entrada, retumbó en toda la casa. Ingela quedó estática al ver los seres que irrumpían de esa manera en la casa, a punta de destrucción. Todos bestiales, cuál más extraño que el anterior -Vaya diversidad- pensó en voz alta. -Sí, en mi empresa creemos en la inclusión, no en la discriminación- respondió aquel que se hacía llamar Hono, líder de... su pandilla.
Hont no esperó para enfrentarse a él con su espada de madera. La dragona, al sentirse sobrepasada, hizo lo que mejor sabía hacer; cerró los ojos e invocó su forma de dragón. La transformación maravilló a Hono y a sus secuaces, lo que vino después, no tanto. En su forma de dragón, Ingela era impresionante, su rugido hizo dar un paso atrás a Hono y a los hombres que tenía consigo -¡Esto solo hará las cosas más entretenidas!- dijo sonriendo con malicia.
Ingela se sintió desesperada, quiso subir al segundo piso a proteger a Hanna y a los huérfanos, pero pensó que si eliminaba pronto al líder, los demás huirían, así que se plantó sobre sus cuatro patas y, luego de lanzar un rugido espeluznante, exhaló una llamarada hacia Hont*. Al ver que Ingela lo atacaba, se cubrió el rostro con el antebrazo y se quedó quieto esperando la dolorosa llama, preguntándose por qué su amiga lo había traicionado. Otro rugido de la dragona lo hizo reaccionar. Lentamente, bajó el brazo y se encontró con que estaba cubierto por llamas, pero que estas no le hacían daño, al contrario, con ellas encima se sentía invencible -¡JHÁ! ¡No te saldrás con la tuya! ¡Malvado!- exclamó Hont con la confianza hacia su amiga recuperada.
Dio un salto, y atacó directamente a Hono. Ingela saltó y, desde el aire, escupió una bola de fuego hacia los secuaces de la vieja zarigüeya.
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*Uso de habilidad nivel 0: Proyección elemental. El dragón emite su elemento y este lo recubre a sí mismo o a un aliado, sin dañarlo. Si un tercero recibe el elemento no lo puede usar ya que este solo sirve de escudo. Aumenta en 40% la defensa. Esta protección dura 2 turnos.
Última edición por Ingela el Lun 8 Ene - 13:14, editado 1 vez
Ingela
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
El miembro 'Ingela' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
-¿Dónde mi Manna?- preguntó un niño.
-¿Y Manna?- le siguió otro.
-Tengo mucho miedo-.
-¡Manna!-
-Tranquilos, Ingela es una dragón muy fuerte. Matará a todos los malos-.
A Tino le costaba hablar. Quería parecer valiente y calmar a los niños. En el fondo de su interior, sabía que no lo conseguía.
Tina tenía dos bebes en brazos que no dejaban de llorar. Les hacía hablaba en susurros, Tino no alcanzaba a escuchar qué les decía, y les balanceaba para que callasen. Nora, una niña humana de seis años, la más mayor del orfanato, acercó a Tina dos biberones la poción del sueño que Hanna preparaba. Eso les haría callar. Tino se permitió el capricho de soltar un largo resoplido. Si los bandidos descubrían dónde se habían escondido… A saber las cosas horribles que pudieran hacerles.
-Ahora, tenéis que estar todos muy callados- dijo con la mayor suavidad que pudo a los niños – Ingela es una heroína dragona. Nos salvará, pero tenéis que estar calladitos. ¿De acuerdo? Hanna volverá muy pronto-.
Tina se acercó al oído de su hermano y le dijo susurrando.
-Faltan Berta y Zack- ellos eran una niña de cuatro años y un niño de quince meses respectivamente- Espero que estén con Hanna-.
-Recemos a los Dioses para que así sea-.
Ninguno de los dos quiso pensar en la posibilidad de que un bandido hubiera encontrado y matado a los niños.
Antes de pertenecer a la banda de Hono, Rondi había trabajado como pirata y como asaltador de caminos. El mismo se definía como experto en abordajes y robos. Era, entre todos los bandidos, quién más rápido encontraba los tesoros.
-Si fuera un tesoro buscado por un nigromante, ¿dónde me escondería? Tiene que ser un lugar secreto, que nadie excepto yo conociese. ¿Bajo qué teja podría estar, la que tiene un avispero bajo o la está rota por la mitad? Es muy difícil-.
Mientras Rondi se dedicaba a rebuscar entre las tejas, Fausto colocaba los ganchos por encima de las ventanas. Si la banda de Hono tenía tanto éxito en Lunargenta era porque sabía guardar todas las vías de escape posibles. Con las cuerdas en las ventanas, los hombres de dentro podrían salir enseguida. También funcionaba al revés, si la dragona dejaba de interesarse por Hono y el novato y volaba hacia ellos, podían dejarse caer por la cuerda y balancearse hacia el interior del orfanato.
-Esto es muy aburrido. El jefe debería haberme cambiado por Dena. Soy mucho mejor que ella encontrando tesoros-.
-¿Has oído eso?- dijo Pietro a Ytrio - Me ha aparecido escuchar alguien detrás del mueble-.
El hombre perro hiena se quedó unos segundos palpando los extremos de la estantería buscando algún inicio de que hubiera alguna doble puerta y esperando a escuchar otro llanto que colaborase su teoría de que no estaban solos.
-Tengo brebajes de brujos en mi mochila. Si no estás conforme, quema la estantería-.
Una de cal y una de arena. Una zarigüeya defendida por un aura de fuego y una nutria frita. La mala noticia era que, de no ser por la dragona, Hono hubiera cortado por la mitad a la joven zarigüeya. Y la buena noticia es que había muerto Yolo. Nunca antes se había alegrado tanto porque un miembro de su banda muriese. La nutria era realmente insoportable. Era un lameculos, todo lo que Hono hacía le parecía correctísimo. Incluso le parecía bien que cuatro veces a la semana Vhala se comiese su comida. “Si us-us-usted así lo quiere”. También quiero que te hagas un hombre y sigues siendo una nutria. Si lo mantenía en el equipo era porque, al igual como Mejillón Tonto, servían como recurso cómico. En aquellos días que no encontraban ninguna casa que robar ni ninguna caravana que asaltar, era agradable divertirse poniéndole la zancadilla a Yolo o metiendo trozos de pescado pasado en sus botas.
-¡Mejillón, vuelves a ser el más novato! Cinco días a la semana, tú comida le pertenece a Vhala. ¡¿Me escuchas?! Y me da igual que digas que con Yolo eran cuatro. ¡¿Me oyes?!- Hono gritaba a la ventana por la que había entrado Mejillón Tonto y Dena - ¡Ni se te ocurra ignorarme, quedas advertido!-
Fue hasta irónico. Vhala se comía la comida de Yolo y ahora se estaba comiendo al mismo Yolo. Nutria frita, alimento para Vhala. Hono soltó una risotada. Le encantaba la escena. Un dragón escupe fuego sobre su cabeza, su hijo perdido atacándole con una espada de madera y, mientras, él dándole el almuerzo a Vhala. Era muy gracioso.
-Antes, cuando me he presentado, creo que no me habéis oído bien. Lo vuelvo a repetir: Soy Hono, capitán de los bandidos de Hono. Estoy buscando el tesoro que guardáis aquí. Si no me lo dais por las buenas, mis amigos lo cogerán por las malas. Allá dentro empieza a oler a chamuscado. ¿No lo notáis? Otra opción es que os mate y os robe el tesoro por las malas. Cosa que no quisiera, me habéis hecho mucha gracia- Vhala eructó- Ella también os ha cogido cariño-.
-Eres muy malo-.
-Dime algo que no sepa-.
-Te voy a castigar-.
-Eso está mejor; no sabía que me podías pegar-.
El joven zarigüeya saltó hacia Hono. Éste hizo girar su hacha y golpeó la cara del joven con el mango del arma. En el suelo, dejó caer el filo de su espada en el brazo izquierdo del joven.
-Tenemos prohibido ir al sótano- dijo Berta.
-Hoy es un día especial- contestó Hanna.
-Manna. Especial- Zack estaba en la fase de aprender nuevas palabras a base de la repetición. –Manna. Sótano-.
-¿Dónde están los demás?-
–Están escondidos de los malos, igual que nosotros-.
-Nosotros. Manna-.
-Tengo miedo, Manna. ¿Me abrazas?-
–Oh cariño, claro que sí-.
Bajo las escaleras del sótano, frente al tesoro, Hanna se quedó unos segundos abrazando a los niños. Luego, abrió el baúl.
* [b">Ingela: Ya ves. En este mastereado ocurren muchas cosas al mismo tiempo. Según tus decisiones, puede haber un final u otro. Al decidir quedarte en la entrada, con Hont, los otros bandidos tienen rienda libre para destrozar el interior del orfanato. En el segundo piso, pietro quema una estantería porque dice oír voces al otro lado. ¿Estarán ahí Tino, Tina y los niños? No tienes forma de saberlo A parte, Hanna se ha separado de los demás, cosa que tampoco lo puedes saber todavía. Todo esto influye para el futuro de la quest.
Has matado a Yolo. Tu mala suerte ha hecho que Hono derrotase a Hont. Está a punto de matarlo. Deberás decidir si quedarte y salvar a Hont acabando con Hono o volar hacia otro lugar del edificio. Te recuerdo las posiciones de los bandidos:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Pierto y Ytrio
3.- Primer piso: Dena y Gorth
4.- Entrada principal: Hono y Yolo.
No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Hanna, Tino, Tina, los niños y los bandidos que no estén en la zona que elijas. [font]
-¿Y Manna?- le siguió otro.
-Tengo mucho miedo-.
-¡Manna!-
-Tranquilos, Ingela es una dragón muy fuerte. Matará a todos los malos-.
A Tino le costaba hablar. Quería parecer valiente y calmar a los niños. En el fondo de su interior, sabía que no lo conseguía.
Tina tenía dos bebes en brazos que no dejaban de llorar. Les hacía hablaba en susurros, Tino no alcanzaba a escuchar qué les decía, y les balanceaba para que callasen. Nora, una niña humana de seis años, la más mayor del orfanato, acercó a Tina dos biberones la poción del sueño que Hanna preparaba. Eso les haría callar. Tino se permitió el capricho de soltar un largo resoplido. Si los bandidos descubrían dónde se habían escondido… A saber las cosas horribles que pudieran hacerles.
-Ahora, tenéis que estar todos muy callados- dijo con la mayor suavidad que pudo a los niños – Ingela es una heroína dragona. Nos salvará, pero tenéis que estar calladitos. ¿De acuerdo? Hanna volverá muy pronto-.
Tina se acercó al oído de su hermano y le dijo susurrando.
-Faltan Berta y Zack- ellos eran una niña de cuatro años y un niño de quince meses respectivamente- Espero que estén con Hanna-.
-Recemos a los Dioses para que así sea-.
Ninguno de los dos quiso pensar en la posibilidad de que un bandido hubiera encontrado y matado a los niños.
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Antes de pertenecer a la banda de Hono, Rondi había trabajado como pirata y como asaltador de caminos. El mismo se definía como experto en abordajes y robos. Era, entre todos los bandidos, quién más rápido encontraba los tesoros.
-Si fuera un tesoro buscado por un nigromante, ¿dónde me escondería? Tiene que ser un lugar secreto, que nadie excepto yo conociese. ¿Bajo qué teja podría estar, la que tiene un avispero bajo o la está rota por la mitad? Es muy difícil-.
Mientras Rondi se dedicaba a rebuscar entre las tejas, Fausto colocaba los ganchos por encima de las ventanas. Si la banda de Hono tenía tanto éxito en Lunargenta era porque sabía guardar todas las vías de escape posibles. Con las cuerdas en las ventanas, los hombres de dentro podrían salir enseguida. También funcionaba al revés, si la dragona dejaba de interesarse por Hono y el novato y volaba hacia ellos, podían dejarse caer por la cuerda y balancearse hacia el interior del orfanato.
-Esto es muy aburrido. El jefe debería haberme cambiado por Dena. Soy mucho mejor que ella encontrando tesoros-.
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-¿Has oído eso?- dijo Pietro a Ytrio - Me ha aparecido escuchar alguien detrás del mueble-.
El hombre perro hiena se quedó unos segundos palpando los extremos de la estantería buscando algún inicio de que hubiera alguna doble puerta y esperando a escuchar otro llanto que colaborase su teoría de que no estaban solos.
-Tengo brebajes de brujos en mi mochila. Si no estás conforme, quema la estantería-.
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Una de cal y una de arena. Una zarigüeya defendida por un aura de fuego y una nutria frita. La mala noticia era que, de no ser por la dragona, Hono hubiera cortado por la mitad a la joven zarigüeya. Y la buena noticia es que había muerto Yolo. Nunca antes se había alegrado tanto porque un miembro de su banda muriese. La nutria era realmente insoportable. Era un lameculos, todo lo que Hono hacía le parecía correctísimo. Incluso le parecía bien que cuatro veces a la semana Vhala se comiese su comida. “Si us-us-usted así lo quiere”. También quiero que te hagas un hombre y sigues siendo una nutria. Si lo mantenía en el equipo era porque, al igual como Mejillón Tonto, servían como recurso cómico. En aquellos días que no encontraban ninguna casa que robar ni ninguna caravana que asaltar, era agradable divertirse poniéndole la zancadilla a Yolo o metiendo trozos de pescado pasado en sus botas.
-¡Mejillón, vuelves a ser el más novato! Cinco días a la semana, tú comida le pertenece a Vhala. ¡¿Me escuchas?! Y me da igual que digas que con Yolo eran cuatro. ¡¿Me oyes?!- Hono gritaba a la ventana por la que había entrado Mejillón Tonto y Dena - ¡Ni se te ocurra ignorarme, quedas advertido!-
Fue hasta irónico. Vhala se comía la comida de Yolo y ahora se estaba comiendo al mismo Yolo. Nutria frita, alimento para Vhala. Hono soltó una risotada. Le encantaba la escena. Un dragón escupe fuego sobre su cabeza, su hijo perdido atacándole con una espada de madera y, mientras, él dándole el almuerzo a Vhala. Era muy gracioso.
-Antes, cuando me he presentado, creo que no me habéis oído bien. Lo vuelvo a repetir: Soy Hono, capitán de los bandidos de Hono. Estoy buscando el tesoro que guardáis aquí. Si no me lo dais por las buenas, mis amigos lo cogerán por las malas. Allá dentro empieza a oler a chamuscado. ¿No lo notáis? Otra opción es que os mate y os robe el tesoro por las malas. Cosa que no quisiera, me habéis hecho mucha gracia- Vhala eructó- Ella también os ha cogido cariño-.
-Eres muy malo-.
-Dime algo que no sepa-.
-Te voy a castigar-.
-Eso está mejor; no sabía que me podías pegar-.
El joven zarigüeya saltó hacia Hono. Éste hizo girar su hacha y golpeó la cara del joven con el mango del arma. En el suelo, dejó caer el filo de su espada en el brazo izquierdo del joven.
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-Tenemos prohibido ir al sótano- dijo Berta.
-Hoy es un día especial- contestó Hanna.
-Manna. Especial- Zack estaba en la fase de aprender nuevas palabras a base de la repetición. –Manna. Sótano-.
-¿Dónde están los demás?-
–Están escondidos de los malos, igual que nosotros-.
-Nosotros. Manna-.
-Tengo miedo, Manna. ¿Me abrazas?-
–Oh cariño, claro que sí-.
Bajo las escaleras del sótano, frente al tesoro, Hanna se quedó unos segundos abrazando a los niños. Luego, abrió el baúl.
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* [b">Ingela: Ya ves. En este mastereado ocurren muchas cosas al mismo tiempo. Según tus decisiones, puede haber un final u otro. Al decidir quedarte en la entrada, con Hont, los otros bandidos tienen rienda libre para destrozar el interior del orfanato. En el segundo piso, pietro quema una estantería porque dice oír voces al otro lado. ¿Estarán ahí Tino, Tina y los niños? No tienes forma de saberlo A parte, Hanna se ha separado de los demás, cosa que tampoco lo puedes saber todavía. Todo esto influye para el futuro de la quest.
Has matado a Yolo. Tu mala suerte ha hecho que Hono derrotase a Hont. Está a punto de matarlo. Deberás decidir si quedarte y salvar a Hont acabando con Hono o volar hacia otro lugar del edificio. Te recuerdo las posiciones de los bandidos:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Pierto y Ytrio
3.- Primer piso: Dena y Gorth
4.- Entrada principal: Hono y Yolo.
No olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Hanna, Tino, Tina, los niños y los bandidos que no estén en la zona que elijas. [font]
Sigel
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
-¡¡HOOOOONT!!- gritó Ingela, mentalmente, por supuesto. Pero el rugido de la dragona hizo retumbar todo el orfanato, desde sus profundos cimientos hasta la última de las tejas del techo. Aquel maldito de Hono alzaba su hacha sobre el cuerpo de su amigo, dispuesto a partir en dos al pequeño. En un acto de desesperación, la dragona saltó sobre Hono, agarrándolo entre sus patas. La furia que sintió fue tal, y el calor de sus entrañas tan grande, que en lugar de fuego, lo que salió de su hocico fue una gigantesca bola de lava* que cubrió por completo a aquel maldito desgraciado, dándole muerte.1
Ingela respiraba con dificultad, sus ojos desorbitados, estupefacta por aquello que acababa de acontecer; era la primera vez que hacía algo así. Se sintió mareada, pero no era momento de darle importancia a esas cosas, aún habían muchos malos que derrotar. Dejó la masa de lava que se solidificaba en la entrada y corrió a ver a Hont, estaba herido y deliraba. Ingela se sentía desesperar, sentía que la situación la sobrepasaba. ¡Ella no era lo suficientemente fuerte! Soltaba gemidos ahogados y sus ojos dejaban caer lágrimas sobre el cuerpo de la pequeña zarigüeya.
-Ingelita... los... los niños... tienes que derrotar a los malos... tú... t..tú eres la dragona más fuerte de todo el mundo...- murmuraba Hont alzando el bracito que tenía sano hacia la cara de Ingela. Estaba todo cubierto de sangre, todo él, su pelito, sus pequeños pantalones, su espada de madera tirada, teñida con su sangre. Maldito... ¡MALDITOS! Rugió furiosa, iracunda, como una bestia de inframundo, el mismísimo demonio, el dragón de las sombras encarnado. Si antes no habían sentido miedo, ahora, por los siete, que ahora tenían que temer.
Sobre sus cuatro patas corrió, escaleras arriba. Sabía que estaban en todos lados, se encargaría de matarlos uno a uno; ya se había cargado a su líder, seguían los del primer piso.
*Uso de habilidad nivel 1, Dragón Volcánico.
1 Uso "Runas de la Suerte Inventada: [Premio por participación en el Evento de los 8 Años]": Todos tendréis una piedrecita como las de la imagen. Tal vez no os acordéis de que la lleváis, pero aparecerá cuando estéis en apuros, cuando lancéis las runas. La primera tirada que hagáis de la voluntad de los dioses se convertirá en runa muy buena. Indistintamente de la runa que salga. Sólo tiene un uso, luego pasará a ser un juguete más, una piedra. Usadla bien.
Ingela respiraba con dificultad, sus ojos desorbitados, estupefacta por aquello que acababa de acontecer; era la primera vez que hacía algo así. Se sintió mareada, pero no era momento de darle importancia a esas cosas, aún habían muchos malos que derrotar. Dejó la masa de lava que se solidificaba en la entrada y corrió a ver a Hont, estaba herido y deliraba. Ingela se sentía desesperar, sentía que la situación la sobrepasaba. ¡Ella no era lo suficientemente fuerte! Soltaba gemidos ahogados y sus ojos dejaban caer lágrimas sobre el cuerpo de la pequeña zarigüeya.
-Ingelita... los... los niños... tienes que derrotar a los malos... tú... t..tú eres la dragona más fuerte de todo el mundo...- murmuraba Hont alzando el bracito que tenía sano hacia la cara de Ingela. Estaba todo cubierto de sangre, todo él, su pelito, sus pequeños pantalones, su espada de madera tirada, teñida con su sangre. Maldito... ¡MALDITOS! Rugió furiosa, iracunda, como una bestia de inframundo, el mismísimo demonio, el dragón de las sombras encarnado. Si antes no habían sentido miedo, ahora, por los siete, que ahora tenían que temer.
Sobre sus cuatro patas corrió, escaleras arriba. Sabía que estaban en todos lados, se encargaría de matarlos uno a uno; ya se había cargado a su líder, seguían los del primer piso.
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*Uso de habilidad nivel 1, Dragón Volcánico.
1 Uso "Runas de la Suerte Inventada: [Premio por participación en el Evento de los 8 Años]": Todos tendréis una piedrecita como las de la imagen. Tal vez no os acordéis de que la lleváis, pero aparecerá cuando estéis en apuros, cuando lancéis las runas. La primera tirada que hagáis de la voluntad de los dioses se convertirá en runa muy buena. Indistintamente de la runa que salga. Sólo tiene un uso, luego pasará a ser un juguete más, una piedra. Usadla bien.
Ingela
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
El miembro 'Ingela' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
]Pietro no lo dudo. Se puso de cuclillas delante de la estantería y jugó con los brebajes que Ytrio le cedió. La explosión vino a los pocos segundos. De la botella rosa salió una erupción de vapor caliente, como si fuera un volcán a punto de estallar. Al tocar la madera, el humo se convirtió en fuego.
-Eso hará salir a las ratas- se burló Pietro a la vez que se alejaba de la estantería.
Ytrio, en sepulcral silencio, se acomodó al lado del hombre hiena. Dejó caer su cuerpo en el hombro derecho del amigo, la mano se deslizó por su cintura. Parecía que le estuviera cortejando. En el barrio bajo, las chicas acariciaban a sus clientes de la misma manera que Ytrio acariciaba a Pietro.
-¿Qué coño…?-
Entonces vino el beso. El hombre perro se quitó la máscara, dejó de aparentar lo que no era. Una mujer, tan atractiva como un demonio, tomó su lugar. Confundido, Pietro se dejó llevar. Hacía años que ninguna mujer se acercaba a él sin tener que abrir la cartera. Que tu compañero de robos se convierta en la bruja más bella que jamás había visto era algo que solo ocurría una vez en la vida. Sin disimulo, llevó las manos al trasero de la mujer. La empujó contra su pecho. Quería sentir su calor. ¿Tendría los pezones duros? No lo pudo saber con exactitud. Culpa de la armadura, era demasiado aparatosa. Apartó sus labios, por un instante que maldijo, de la chica para quitarse la pesada armadura. Tenía que aprovechar la oportunidad. Ocurría solo una vez en la vida.
Si Pietro no estuviera tan excitado, si pudiera pensar en algo más que no fuera en su polla, recordaría el consejo que, de niño, le hubo dado su padre: “No confíes en los brujos”.
La bruja tenía las manos en el torso desnudo del hombre hiena. Lo acariciaba, sus uñas dejaban una delgada línea roja y un escalofrío haya donde pasaban. Sin previo aviso, con el mismo silencio con el que se había quitado la máscara, empujó al hombre hiena a las llamas. Se despidió de él con la mano, como las doncellas se despiden de sus amantes caballeros.
Tina y Tino se quitaron las camisetas y fabricaron trapos con ellas. A los niños les estaba molestando el humo. Los dos más pequeños tenían pocos meses (no sabían determinar cuántos con exactitud), sus pulmones no se habían formado del todo; se intoxicarían con todo ese humo. Tina tenía el primero en brazos, le tapaba la naricita con uno de los trapos que hizo de su blusa. Tino sujetaba el otro. Él, más astuto, ató una cuerda sobre la cabeza del infante para que no se le cayera el trapo de la nariz.
-Mirad como lo hago- mientras con una mano sujetaba al bebé, con la otra enseñaba a los demás niños a taparse la nariz con el trapo-. Me pongo el trapo en la nariz y así no huelo la peste. ¡Qué peste! ¡Qué peste!- La risa de Tino tranquilizó a los niños.
Ellos obedecieron, eran muy listos. Hanna les había enseñado bien.
-Por ahora estaremos bien, hermanita- dijo Tino abrazando a su hermana, ella lloraba-. El fuego viene del piso de arriba. No nos encontrarán-.
Tina se dejó caer en el brazo de su hermano. Ojala tuviera razón.
¡Lo sabía! En cuanto vio a Ingela en la calle supo que ella podría salvar el orfanato de Hanna. ¡Claro que sí! Daría una patada al culo a los malos y el baúl de los deseos le regalaría aquello que más quería. Como hizo con Hont hace unos años. Ingela era la mejor. A ella le tenía que dar el mejor regalo posible. ¿Qué le podría dar a un dragón? Hont lo pensaba a la vez que se levantaba del suelo. ¿Una armadura que le recubra todo su cuerpo? ¿O un bozal que incremente la intensidad de sus llamaradas? ¡NO! Nada de eso. Lo que a Ingela más le gustaría sería un compañero. Asher tenía un compañero gato y era muy feliz con él. Luchaban juntos, se preocupaban el uno del otro y se daban besitos bajo el árbol. Ingela sería igual feliz con un compañero dragón. ¡Qué buena idea! En lugar de darse besitos bajo el árbol, lo harían bajo las nubes. ¡Qué bonito es el amor dragónico!
¿Y qué era del hombre malo? Hont se acercó a él. ¿Estaba muerto? El lagarto gigante que usaba como montura seguro que lo estaba. Tenía los ojos abiertos, la piel negra, quemada, y la lengua fuera de su boca. Desde sus entrañas se escuchaba un gemino de podredumbre; como si el cuerpo quisiera seguir funcionando pese a que el animal estuviera muerto. A Hont le entraron nauseas. Quiso apartarte para vomitar, pero se resistió a hacerlo. ¡Era un héroe! Los héroes no vomitan.
Unos pasos más adelante estaba el malo. Parpadeaba. ¿Eso significaba que estaba vivo? Era difícil saberlo. Quizás sí. Quizás solo fueran espasmos musculares. A veces ocurría. Hont se acercó a él. Por primera vez se dio cuenta del parecido que tenía con el malo. A parte de Hanna, nunca antes había visto un hombre zarigüeya. Se inclinó, quiso verle más de cerca: los rasgos fáciles, el color de sus ojos y la forma regordeta de su nariz. Le quitó el parche del ojo izquierdo. La cuenca estaba vacía. Hont encerró en su boca la sombra de eructo, el preámbulo del vómito. El malo tenía un aspecto horrible. Sintió pena por él.
-¡Tú!-
La mano del bandido atrapó el brazo de Hont. Ya no parpadeaba.
-¡Tú y tu amiga!- escupió las palabras- ¡Malditos seáis por mil docenas de veces!-
-Eres un hombre malo.- con la mano libre, Hont cogió la larga hacha que el bandido usaba como lanza-. Debes de ser castigado- lo último lo dijo mirando a Ingela- Debes ser… ¡No puedo hacerlo!-
-¡Gran descubrimiento: mi hijo es una nena!- tosió sangre- ¿No me digas que no te habías…?- cerró los ojos, parecía que no iba a abrirlos más- Aquí es donde dejaba los niños de las pu…- las palabras se confundían con las regurgitaciones de su estómago- los que nacían vivos-.
Hont por fin entendió por qué, cuando vio al nigromante, pensó que se reía como un muerto. El bandido, su papá, era un muerto que se estaba riendo.
-Nunca te he pedido ningún deseo. Me das miedo. Mi hermano está maldito por tu culpa. Le robaste su capacidad de crecer. Es más alto, pero piensa como un niño. Le diste lo que más necesitaba, la valentía para ser el héroe que me salve de los malos, a cambio de lo que más apreciaba, querer ser mayor-.
Hanna estaba arrodillada frente al baúl de los deseos. Los niños le imitaban a su espalda.
-Fue por mi culpa. Si yo supiera defenderme sola, Hont no te hubiera pedido ningún deseo. ¡Yo tengo la culpa! ¡Lo siento! – lloraba-. Pero puedo solucionar. Te traigo lo que más aprecio: dos niños del orfanato. A cambio, “oh gran baúl de los deseos”, te pido que des protección al orfanato. Que tus criaturas maten a todos. Que solo estemos los niños, Hont y yo-.
Se levantó del suelo, se espolsó la falda, y se alejó del baúl. Una larga lengua salió de éste. Los niños quisieron huir, pero Hanna los retuvo.
-Lo siento mucho-.
* Ingela: ¡WOW! En este turno se te dificultarán las cosas. Por un lado, tienes a Shaira Mara suelta por el orfanato. Engañó a Pietro haciéndole creer que los niños estaban escondidos detrás de una estantería. Él quemó la estantería. Shaira empujó a Pietro a las llamas. A saber qué nueva forma tomará para engañarte. Por otro lado, el segundo piso está ardiendo. Si el fuego sigue, se propagará a los inferiores. Quedan algunos bandidos con vida. Y… el mayor de los secretos. ¡Hanna era el villano central de este tema! ¿Cómo es posible? Su amor por los niños y por su hermano le ciega. Digamos que ha hecho un trato con el diablo. Os ha condenado a todos. Lo verás mejor en los siguientes turnos.
Hagamos un recuento de la posición de cada personaje:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Ardiendo.
3.- Primer piso: Dena, Gorth, niños, Tino y Tina
4.- Entrada principal: Tú y Hont
5.- Sótano: Hanna
6.- Se desconoce el paradero de Shaira Mara
En el siguiente turno deberás decidir si acabar con el sufrimiento de Hono matándolo o dejar que muerta solo. También tienes opción (dada a tu buena suerte anterior) a curar las heridas de Hono; pero dudo que te lamentes de haberlo matado. ¿Verdad? A parte, deberás decidir si ir al segundo piso a apagar el fuego, al tejado a luchar con los bandidos de allá arriba o al primer piso a rescatar a Tina, Tino y los niños. Todavía no podrás ir al sótano, ya que no sabes que el baúl y Hanna se encuentra ahí. Hont te seguirá allá donde vayas. Si te vas a enfrentar contra los malos, no olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Hanna, Shaira Mara y bandidos que no estén en la zona que elijas.
-Eso hará salir a las ratas- se burló Pietro a la vez que se alejaba de la estantería.
Ytrio, en sepulcral silencio, se acomodó al lado del hombre hiena. Dejó caer su cuerpo en el hombro derecho del amigo, la mano se deslizó por su cintura. Parecía que le estuviera cortejando. En el barrio bajo, las chicas acariciaban a sus clientes de la misma manera que Ytrio acariciaba a Pietro.
-¿Qué coño…?-
Entonces vino el beso. El hombre perro se quitó la máscara, dejó de aparentar lo que no era. Una mujer, tan atractiva como un demonio, tomó su lugar. Confundido, Pietro se dejó llevar. Hacía años que ninguna mujer se acercaba a él sin tener que abrir la cartera. Que tu compañero de robos se convierta en la bruja más bella que jamás había visto era algo que solo ocurría una vez en la vida. Sin disimulo, llevó las manos al trasero de la mujer. La empujó contra su pecho. Quería sentir su calor. ¿Tendría los pezones duros? No lo pudo saber con exactitud. Culpa de la armadura, era demasiado aparatosa. Apartó sus labios, por un instante que maldijo, de la chica para quitarse la pesada armadura. Tenía que aprovechar la oportunidad. Ocurría solo una vez en la vida.
Si Pietro no estuviera tan excitado, si pudiera pensar en algo más que no fuera en su polla, recordaría el consejo que, de niño, le hubo dado su padre: “No confíes en los brujos”.
La bruja tenía las manos en el torso desnudo del hombre hiena. Lo acariciaba, sus uñas dejaban una delgada línea roja y un escalofrío haya donde pasaban. Sin previo aviso, con el mismo silencio con el que se había quitado la máscara, empujó al hombre hiena a las llamas. Se despidió de él con la mano, como las doncellas se despiden de sus amantes caballeros.
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Tina y Tino se quitaron las camisetas y fabricaron trapos con ellas. A los niños les estaba molestando el humo. Los dos más pequeños tenían pocos meses (no sabían determinar cuántos con exactitud), sus pulmones no se habían formado del todo; se intoxicarían con todo ese humo. Tina tenía el primero en brazos, le tapaba la naricita con uno de los trapos que hizo de su blusa. Tino sujetaba el otro. Él, más astuto, ató una cuerda sobre la cabeza del infante para que no se le cayera el trapo de la nariz.
-Mirad como lo hago- mientras con una mano sujetaba al bebé, con la otra enseñaba a los demás niños a taparse la nariz con el trapo-. Me pongo el trapo en la nariz y así no huelo la peste. ¡Qué peste! ¡Qué peste!- La risa de Tino tranquilizó a los niños.
Ellos obedecieron, eran muy listos. Hanna les había enseñado bien.
-Por ahora estaremos bien, hermanita- dijo Tino abrazando a su hermana, ella lloraba-. El fuego viene del piso de arriba. No nos encontrarán-.
Tina se dejó caer en el brazo de su hermano. Ojala tuviera razón.
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¡Lo sabía! En cuanto vio a Ingela en la calle supo que ella podría salvar el orfanato de Hanna. ¡Claro que sí! Daría una patada al culo a los malos y el baúl de los deseos le regalaría aquello que más quería. Como hizo con Hont hace unos años. Ingela era la mejor. A ella le tenía que dar el mejor regalo posible. ¿Qué le podría dar a un dragón? Hont lo pensaba a la vez que se levantaba del suelo. ¿Una armadura que le recubra todo su cuerpo? ¿O un bozal que incremente la intensidad de sus llamaradas? ¡NO! Nada de eso. Lo que a Ingela más le gustaría sería un compañero. Asher tenía un compañero gato y era muy feliz con él. Luchaban juntos, se preocupaban el uno del otro y se daban besitos bajo el árbol. Ingela sería igual feliz con un compañero dragón. ¡Qué buena idea! En lugar de darse besitos bajo el árbol, lo harían bajo las nubes. ¡Qué bonito es el amor dragónico!
¿Y qué era del hombre malo? Hont se acercó a él. ¿Estaba muerto? El lagarto gigante que usaba como montura seguro que lo estaba. Tenía los ojos abiertos, la piel negra, quemada, y la lengua fuera de su boca. Desde sus entrañas se escuchaba un gemino de podredumbre; como si el cuerpo quisiera seguir funcionando pese a que el animal estuviera muerto. A Hont le entraron nauseas. Quiso apartarte para vomitar, pero se resistió a hacerlo. ¡Era un héroe! Los héroes no vomitan.
Unos pasos más adelante estaba el malo. Parpadeaba. ¿Eso significaba que estaba vivo? Era difícil saberlo. Quizás sí. Quizás solo fueran espasmos musculares. A veces ocurría. Hont se acercó a él. Por primera vez se dio cuenta del parecido que tenía con el malo. A parte de Hanna, nunca antes había visto un hombre zarigüeya. Se inclinó, quiso verle más de cerca: los rasgos fáciles, el color de sus ojos y la forma regordeta de su nariz. Le quitó el parche del ojo izquierdo. La cuenca estaba vacía. Hont encerró en su boca la sombra de eructo, el preámbulo del vómito. El malo tenía un aspecto horrible. Sintió pena por él.
-¡Tú!-
La mano del bandido atrapó el brazo de Hont. Ya no parpadeaba.
-¡Tú y tu amiga!- escupió las palabras- ¡Malditos seáis por mil docenas de veces!-
-Eres un hombre malo.- con la mano libre, Hont cogió la larga hacha que el bandido usaba como lanza-. Debes de ser castigado- lo último lo dijo mirando a Ingela- Debes ser… ¡No puedo hacerlo!-
-¡Gran descubrimiento: mi hijo es una nena!- tosió sangre- ¿No me digas que no te habías…?- cerró los ojos, parecía que no iba a abrirlos más- Aquí es donde dejaba los niños de las pu…- las palabras se confundían con las regurgitaciones de su estómago- los que nacían vivos-.
Hont por fin entendió por qué, cuando vio al nigromante, pensó que se reía como un muerto. El bandido, su papá, era un muerto que se estaba riendo.
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-Nunca te he pedido ningún deseo. Me das miedo. Mi hermano está maldito por tu culpa. Le robaste su capacidad de crecer. Es más alto, pero piensa como un niño. Le diste lo que más necesitaba, la valentía para ser el héroe que me salve de los malos, a cambio de lo que más apreciaba, querer ser mayor-.
Hanna estaba arrodillada frente al baúl de los deseos. Los niños le imitaban a su espalda.
-Fue por mi culpa. Si yo supiera defenderme sola, Hont no te hubiera pedido ningún deseo. ¡Yo tengo la culpa! ¡Lo siento! – lloraba-. Pero puedo solucionar. Te traigo lo que más aprecio: dos niños del orfanato. A cambio, “oh gran baúl de los deseos”, te pido que des protección al orfanato. Que tus criaturas maten a todos. Que solo estemos los niños, Hont y yo-.
Se levantó del suelo, se espolsó la falda, y se alejó del baúl. Una larga lengua salió de éste. Los niños quisieron huir, pero Hanna los retuvo.
-Lo siento mucho-.
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* Ingela: ¡WOW! En este turno se te dificultarán las cosas. Por un lado, tienes a Shaira Mara suelta por el orfanato. Engañó a Pietro haciéndole creer que los niños estaban escondidos detrás de una estantería. Él quemó la estantería. Shaira empujó a Pietro a las llamas. A saber qué nueva forma tomará para engañarte. Por otro lado, el segundo piso está ardiendo. Si el fuego sigue, se propagará a los inferiores. Quedan algunos bandidos con vida. Y… el mayor de los secretos. ¡Hanna era el villano central de este tema! ¿Cómo es posible? Su amor por los niños y por su hermano le ciega. Digamos que ha hecho un trato con el diablo. Os ha condenado a todos. Lo verás mejor en los siguientes turnos.
Hagamos un recuento de la posición de cada personaje:
1.- Tejado: Fausto y Rondi
2.- Segundo piso: Ardiendo.
3.- Primer piso: Dena, Gorth, niños, Tino y Tina
4.- Entrada principal: Tú y Hont
5.- Sótano: Hanna
6.- Se desconoce el paradero de Shaira Mara
En el siguiente turno deberás decidir si acabar con el sufrimiento de Hono matándolo o dejar que muerta solo. También tienes opción (dada a tu buena suerte anterior) a curar las heridas de Hono; pero dudo que te lamentes de haberlo matado. ¿Verdad? A parte, deberás decidir si ir al segundo piso a apagar el fuego, al tejado a luchar con los bandidos de allá arriba o al primer piso a rescatar a Tina, Tino y los niños. Todavía no podrás ir al sótano, ya que no sabes que el baúl y Hanna se encuentra ahí. Hont te seguirá allá donde vayas. Si te vas a enfrentar contra los malos, no olvides lanzar la Voluntad de los Dioses.
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Una extraña fiebre se había apoderado de Ingela. Era unas ansias de destrozar y matar de las maneras más terribles que conocía a aquellos que ahora intentaban destrozar la casa. Ella era un dragón, una bestia salvaje sedienta de sangre, nada quedaba de la dulce muchacha de tierna sonrisa y ojos brillantes. Por eso, antes de continuar con su frenesí, terminó con la miserable vida de Hono. Se acercó a él y agarró su cabeza con una de sus patas, las garras se clavaron en su piel. El viejo zarigüeya reía como desquiciado. Y entonces apretó. Las risas se transformaron en un chillido ensordecedor. La cabeza de Hono explotó entre las garras de la dragona como una uva, desparramando sus sesos en el suelo. La dragona mostró sus colmillos en lo que era parecía una retorcida sonrisa.
Lanzó una última mirada de asco y desprecio a los dos cadáveres que estaban en la entrada y se lanzó escaleras arriba. Hont se quedó pasmado mirando el masacote de sesos que ahora era la cabeza de Hono, lentamente un gesto de alegría se formó en su rostro -¡Lo sabía! ¡Ingela es la dragona más fuerte de todas!- exclamó y corrió tras ella -¡Los acabaremos a todos! ¡Cuidado malos, vamos a por ustedes!- gritaba entusiasmado y con energías renovadas tras su primer éxito. No sentía ni un poco de remordimiento ni lástima por los dos muertos, al fin y al cabo, ¡se lo merecían!
Llegaron al primer piso y tenían que encontrar a los ladrones que estaban allí destrozándolo todo. Pero se encontraron con que una de sus trampas había cumplido su cometido y en un grupo de estacas estaba clavado un hombre con cabeza de almeja. Cortos espasmos crispaban sus dedos mientras se desangraba lentamente. Unas huellas de sangre marcaban el camino que había seguido el otro ladrón. Ingela olfateó el aire y percibió el aroma a perro mojado que acompañaba las huellas y siguió el rastro. Encontró a Dena rompiendo una puerta a mazasos. Afortunadamente, era la segunda puerta a la izquierda, Tina, Tino y los niños estaban en la última a la derecha. No permitiría que la perra pulgosa llegara a ellos. Su primer instinto fue el de lanzarle una llamarada que la calcinara de inmediato, pero si lo hacía, perjudicaría a los niños. Además, olía a humo, seguramente otro grupo de ladrones había iniciado fuego en otro sector de la casa. Tenía que apresurarse en sacar de allí a los pequeños y ponerlos a salvo
Miró a Hont y, como si le leyera la mente, el pequeño asintió y corrió con todas sus fuerzas hacia el fondo, esquivando un golpe que lanzó Dena para intentar interceptarlo. Ingela rugió y saltó sobre la perra, usando garras y colmillos para destrozarla, así podría limpiar el camino para que los niños salieran de la casona.
Lanzó una última mirada de asco y desprecio a los dos cadáveres que estaban en la entrada y se lanzó escaleras arriba. Hont se quedó pasmado mirando el masacote de sesos que ahora era la cabeza de Hono, lentamente un gesto de alegría se formó en su rostro -¡Lo sabía! ¡Ingela es la dragona más fuerte de todas!- exclamó y corrió tras ella -¡Los acabaremos a todos! ¡Cuidado malos, vamos a por ustedes!- gritaba entusiasmado y con energías renovadas tras su primer éxito. No sentía ni un poco de remordimiento ni lástima por los dos muertos, al fin y al cabo, ¡se lo merecían!
Llegaron al primer piso y tenían que encontrar a los ladrones que estaban allí destrozándolo todo. Pero se encontraron con que una de sus trampas había cumplido su cometido y en un grupo de estacas estaba clavado un hombre con cabeza de almeja. Cortos espasmos crispaban sus dedos mientras se desangraba lentamente. Unas huellas de sangre marcaban el camino que había seguido el otro ladrón. Ingela olfateó el aire y percibió el aroma a perro mojado que acompañaba las huellas y siguió el rastro. Encontró a Dena rompiendo una puerta a mazasos. Afortunadamente, era la segunda puerta a la izquierda, Tina, Tino y los niños estaban en la última a la derecha. No permitiría que la perra pulgosa llegara a ellos. Su primer instinto fue el de lanzarle una llamarada que la calcinara de inmediato, pero si lo hacía, perjudicaría a los niños. Además, olía a humo, seguramente otro grupo de ladrones había iniciado fuego en otro sector de la casa. Tenía que apresurarse en sacar de allí a los pequeños y ponerlos a salvo
Miró a Hont y, como si le leyera la mente, el pequeño asintió y corrió con todas sus fuerzas hacia el fondo, esquivando un golpe que lanzó Dena para intentar interceptarlo. Ingela rugió y saltó sobre la perra, usando garras y colmillos para destrozarla, así podría limpiar el camino para que los niños salieran de la casona.
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
-¡Menuda se ha liado allí bajo!- dijo Rondi asomado desde el tejado. – El jefe ha muerto. Está todo lleno de sangre- Fausto, callado, seguía trabajando- ¿Sabes? Hace un momento me pareció ver una larga cola entrando al orfanato. ¿Crees que será un dragón?- sin dejar tiempo a que el hombre conejo contestase - Pues yo creo que sí. Eso explicaría todo ese humo y el olor a quemado que viene del piso de abajo. Ha venido un dragón y ha matado al jefe. Si nos quedamos, nos matará a nosotros también. ¿Ya terminas?-
Fausto colocó la última carga explosiva y fue al extremo donde estaba Rondi. Ambos animales, se sujetaron de las cuerdas, puestas anteriormente (hace dos turnos) y descendieron balanceándose. Como era de costumbre, Rondi siguió hablando.
-Ya sabes lo que dicen: si no puedes contra un dragón, aplástalo. ¡Oh! Puedo hacer la cuenta atrás-.
Faustó afirmó con la cabeza.
-Tres….-
Tino se tapó las orejas con las manos mirando directamente a los niños. Ellos, obedientes, le imitaron. ¿Qué otra cosa podría hacer? Estaban muy asustados. Los más pequeños parecían a punto de echarse a llorar. Tenían motivos para hacerlo. Bandidos, incendio y, ahora, un dragón en el pasillo. ¡Los rugidos eran los de un dragón! Los niños tenían la extraña capacidad de reconocer, mejor que los adultos, a un dragón. Tina pensaba que era por los cuentos y los juegos infantiles. Los niños habían imaginado e intentado imitar tantas el rugido de un dragón que lo podían reconocer en el momento.
-Es Ingela, la amiga de Hont. Todo va ir bien. Os lo prometo- insistía Tino en voz muy baja.
Sonó un golpe, como si una estantería grande (o una mujer perra con armadura pesada) cayera al suelo. Los niños hicieron apretaron sus orejas con más fuerza. Los ruidos que vinieron después de éste fueron todavía peores. Rugidos, mordisco y llantos. Los niños más pequeños se echaron a llorar en silencio.
-Ni se te ocurra salir- Tino tenía una mano en el pomo de la puerta cuando Tina le habló – Te lo advierto, no vayas a dejarme sola-.
-Solo voy a asomarme para ver qué pasa. No voy a ir a ningún sitio-.
Tina protestó en un murmullo. Conocía muy bien las intenciones de su hermano. Si Ingela, la heroína dragona, estaba en peligro, correría por tal de socorrerla. ¿Es que no pensaba en los niños? Los bandidos se darían cuenta dónde estaban escondidos. ¡Los mataría! Primero acabarían con la dragona y con Tino, y luego irían a por ellos. Entonces, Tina estaría sola. No podría ayudar a los niños. Les fallaría como cuidadora y como madre.
-¡Tino!- la voz que Tina escuchó en el pasillo era la de Hont- Ingela ha matado a todos los malos. Te lo has perdido. Ha sido muy divertido. ¡Nadie puede contra nosotros!- [/color]
Tina suspiró tranquila. Todos los bandidos muertos. El peligro había pasado.
-…dos….-
Y el cofre concedió el deseo de Hanna. El polvo del sótano se levantó del suelo. Eran las criaturas, los guardias, que la mujer zarigüeya pidió. Había más de dos docenas de aquellas bestias. Eran tan grandes como lobos, con alas de murciélago y garras de dragones. Sus cuerpos estaban hechos de polvo; se deshacían y regeneraban a medida que las bestias se movían.
Hanna tenía las manos unidas como si estuviera rezando. Hizo una reverencia al Baúl de los Deseos. Le dio las gracias y pidió perdón.
-Proteged el Orfanato y a mis niños- ordenó a las bestias de polvo- Podéis matar a todos los demás: bandidos, comadrejas y dragones. Ellos no me importan. Solo quiero que los niños y mi hermano estén bien-.
Se echó a llorar. Estaba confusa, no sabía si estaba hablando por ella o era el Baúl de los Deseos quien utilizaba su voz.
-Lo siento-.
Junto a la última disculpa de Hanna, las bestias del polvo salieron volando del sótano.
-Uno….-
La explosión vino del tejado. ¡El Orfanato se estaba cayendo! Por todas partes había cascotes de suelo y llamas de fuego. Era un caos. Tina y Tino sacaban a los niños, uno por uno y cogidos de la mano, del armario donde estaban escondidos. Hont hacía rápidos e inciertos tajos en el aire con la espada de madera para indicar a las comadrejas dónde estaba la salida. Mejor dicho, dónde había estado. Ahora, en ese lugar, había un pedrusco gigante tapando la puerta.
-¡Ingela, haz algo!- dijo Hont acariciando el cuello de la dragona.
No muy lejos de dónde estaban; una habitación del segundo piso se derrumbó. La mitad oeste del Orfanato estaba había caído. La otra mitad, no aguantaría mucho más en pie.
Las comadrejas y Hont podrían salir saltando entre las piedras. Pero eso significaría abandonar a los niños y ninguno de ellos quería tomar esa decisión.
-¿Sabéis dónde está Hanna?-
-Pensé que estaba con vosotros-.
Y del sótano salieron las bestias de polvo.
* Ingela: ¡Vamos allá! Me gusta este tema porque es una batalla a varias bandas con muchas decisiones, como te estarás dando cuenta. Ahora mismo tenemos: Dos bandidos que huyen, el orfanato se está derrumbando y monstruos de polvo saliendo del sótano. Deberás elegir qué hacer en el próximo turno:
* Sacar a los niños del edificio. Llevarlos a un lugar seguro.
* ignorar a los niños y el peligro e ir directa a matar a los dos bandidos que huyen.
* Arrancar la mala hierba de raíz: ir al sótano donde está Hanna.
Elijas lo que elijas, deberás hacer frente a las llamas, al derrumbamiento y a las bestias de polvo que atacan a todos menos a Hanna, Hont y a los niños.
Hagamos un recuento de la posición de cada personaje:
1.- Fausto y Rondi huyen.
2.- Niños, Tina, Tino, Hont y tú.
3.- Hanna en el sótano invocando cada vez más bestias.
4.- Se desconoce el paradero de Shaira Mara
Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses. Esta vez la suerte no influirá en absoluto en el combate; sino en el futuro de los personajes. ¿Conseguirás rescatar a todos los niños sin que nadie muera? ¿Saldrás herida por el fuego? ¿Estás segura que no caerá encima de ti todo un piso? ¿Dónde está Shaira Mara? ¿Qué más cosas saldrán del Baúl de los Deseos? La Suerte influye en todas estás preguntas.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Hanna, Shaira Mara.
Fausto colocó la última carga explosiva y fue al extremo donde estaba Rondi. Ambos animales, se sujetaron de las cuerdas, puestas anteriormente (hace dos turnos) y descendieron balanceándose. Como era de costumbre, Rondi siguió hablando.
-Ya sabes lo que dicen: si no puedes contra un dragón, aplástalo. ¡Oh! Puedo hacer la cuenta atrás-.
Faustó afirmó con la cabeza.
-Tres….-
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Tino se tapó las orejas con las manos mirando directamente a los niños. Ellos, obedientes, le imitaron. ¿Qué otra cosa podría hacer? Estaban muy asustados. Los más pequeños parecían a punto de echarse a llorar. Tenían motivos para hacerlo. Bandidos, incendio y, ahora, un dragón en el pasillo. ¡Los rugidos eran los de un dragón! Los niños tenían la extraña capacidad de reconocer, mejor que los adultos, a un dragón. Tina pensaba que era por los cuentos y los juegos infantiles. Los niños habían imaginado e intentado imitar tantas el rugido de un dragón que lo podían reconocer en el momento.
-Es Ingela, la amiga de Hont. Todo va ir bien. Os lo prometo- insistía Tino en voz muy baja.
Sonó un golpe, como si una estantería grande (o una mujer perra con armadura pesada) cayera al suelo. Los niños hicieron apretaron sus orejas con más fuerza. Los ruidos que vinieron después de éste fueron todavía peores. Rugidos, mordisco y llantos. Los niños más pequeños se echaron a llorar en silencio.
-Ni se te ocurra salir- Tino tenía una mano en el pomo de la puerta cuando Tina le habló – Te lo advierto, no vayas a dejarme sola-.
-Solo voy a asomarme para ver qué pasa. No voy a ir a ningún sitio-.
Tina protestó en un murmullo. Conocía muy bien las intenciones de su hermano. Si Ingela, la heroína dragona, estaba en peligro, correría por tal de socorrerla. ¿Es que no pensaba en los niños? Los bandidos se darían cuenta dónde estaban escondidos. ¡Los mataría! Primero acabarían con la dragona y con Tino, y luego irían a por ellos. Entonces, Tina estaría sola. No podría ayudar a los niños. Les fallaría como cuidadora y como madre.
-¡Tino!- la voz que Tina escuchó en el pasillo era la de Hont- Ingela ha matado a todos los malos. Te lo has perdido. Ha sido muy divertido. ¡Nadie puede contra nosotros!- [/color]
Tina suspiró tranquila. Todos los bandidos muertos. El peligro había pasado.
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-…dos….-
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Y el cofre concedió el deseo de Hanna. El polvo del sótano se levantó del suelo. Eran las criaturas, los guardias, que la mujer zarigüeya pidió. Había más de dos docenas de aquellas bestias. Eran tan grandes como lobos, con alas de murciélago y garras de dragones. Sus cuerpos estaban hechos de polvo; se deshacían y regeneraban a medida que las bestias se movían.
Hanna tenía las manos unidas como si estuviera rezando. Hizo una reverencia al Baúl de los Deseos. Le dio las gracias y pidió perdón.
-Proteged el Orfanato y a mis niños- ordenó a las bestias de polvo- Podéis matar a todos los demás: bandidos, comadrejas y dragones. Ellos no me importan. Solo quiero que los niños y mi hermano estén bien-.
Se echó a llorar. Estaba confusa, no sabía si estaba hablando por ella o era el Baúl de los Deseos quien utilizaba su voz.
-Lo siento-.
Junto a la última disculpa de Hanna, las bestias del polvo salieron volando del sótano.
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-Uno….-
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La explosión vino del tejado. ¡El Orfanato se estaba cayendo! Por todas partes había cascotes de suelo y llamas de fuego. Era un caos. Tina y Tino sacaban a los niños, uno por uno y cogidos de la mano, del armario donde estaban escondidos. Hont hacía rápidos e inciertos tajos en el aire con la espada de madera para indicar a las comadrejas dónde estaba la salida. Mejor dicho, dónde había estado. Ahora, en ese lugar, había un pedrusco gigante tapando la puerta.
-¡Ingela, haz algo!- dijo Hont acariciando el cuello de la dragona.
No muy lejos de dónde estaban; una habitación del segundo piso se derrumbó. La mitad oeste del Orfanato estaba había caído. La otra mitad, no aguantaría mucho más en pie.
Las comadrejas y Hont podrían salir saltando entre las piedras. Pero eso significaría abandonar a los niños y ninguno de ellos quería tomar esa decisión.
-¿Sabéis dónde está Hanna?-
-Pensé que estaba con vosotros-.
Y del sótano salieron las bestias de polvo.
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* Ingela: ¡Vamos allá! Me gusta este tema porque es una batalla a varias bandas con muchas decisiones, como te estarás dando cuenta. Ahora mismo tenemos: Dos bandidos que huyen, el orfanato se está derrumbando y monstruos de polvo saliendo del sótano. Deberás elegir qué hacer en el próximo turno:
* Sacar a los niños del edificio. Llevarlos a un lugar seguro.
* ignorar a los niños y el peligro e ir directa a matar a los dos bandidos que huyen.
* Arrancar la mala hierba de raíz: ir al sótano donde está Hanna.
Elijas lo que elijas, deberás hacer frente a las llamas, al derrumbamiento y a las bestias de polvo que atacan a todos menos a Hanna, Hont y a los niños.
Hagamos un recuento de la posición de cada personaje:
1.- Fausto y Rondi huyen.
2.- Niños, Tina, Tino, Hont y tú.
3.- Hanna en el sótano invocando cada vez más bestias.
4.- Se desconoce el paradero de Shaira Mara
Deberás lanzar la Voluntad de los Dioses. Esta vez la suerte no influirá en absoluto en el combate; sino en el futuro de los personajes. ¿Conseguirás rescatar a todos los niños sin que nadie muera? ¿Saldrás herida por el fuego? ¿Estás segura que no caerá encima de ti todo un piso? ¿Dónde está Shaira Mara? ¿Qué más cosas saldrán del Baúl de los Deseos? La Suerte influye en todas estás preguntas.
Personajes prohibidos para el siguiente turno: Hanna, Shaira Mara.
Sigel
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Pedazos de la perra yacían esparcidos por todos lados. La cabeza y garras de la dragona estaban cubiertos de sangre tras el frenesí salvaje que acababa de sufrir. Por un momento, Ingela olvidó que era Ingela y se sintió completamente dragón.
Un bicho diminuto se le acercó y le habló, ella no le entendió palabra alguna. Pensó que sería un buen bocadillo, sentía hambre, había hecho mucho esfuerzo. El animalito le acarició el cuello y su vocecita sonaba conocida. Se quedó quieta, mirándolo de reojo, esperando el instante adecuado en que se apartara para, de un movimiento, atraparlo en su hocico. ¡Era tan pequeño que seguro de un bocado se lo tragaba! Y lo mejor era que de una habitación estaban saliendo más pequeños bocados. La dragona no pudo evitar salivar y relamerse del hambre que sintió. Dio un paso lento, pero no alcanzó a dar el segundo, pues un terrible estruendo sacudió la casa.
Todos los niños gritaron de miedo, haciendo despabilar a la dragona quien, afortunadamente, recordó quién era y por qué estaba allí. Sacudió la cabeza para despertar de su abotagamiento. ¿Qué había sido ese temblor? ¿Una explosión? La casona se caía, eso era cierto. El piso y las paredes se estremecían como en un terremoto. ¡Los niños! ¡Había que sacarlos de allí! Pero, ¿por dónde? Ingela miró para todos lados y se dio cuenta que una habitación del ala oeste se había derrumbado, por ahí podían sacar a los niños. Se concentró y se transformó en su forma humana -¡Hont! ¡Por allí!- gritó señalando el lado caído del segundo piso -¡Lleven a los niños al ala oeste!- indicó y, acto seguido, volvió a su forma de dragón. Extendió sus alas y con ellas cubrió a los pequeños para que los escombros que caían del techo no los lastimara. Todo parecía por fin resolverse, saldrían de allí con los niños a salvo, aunque faltaba Hanna, pero luego de poner a los pequeños a salvo, volvería por ella.
Los escombros por el ala oeste se habían amontonado por el derrumbe de tal manera que, con poco esfuerzo, se podían bajar como escaleras hasta el suelo, fuera del orfanato. Ingela se sintió feliz, su trabajo estaba por terminar. A pesar del desastre del hogar, lo importante era que los niños estaban bien y a salvo. Uno a uno, y con ayuda de la dragona, Tino, Tina y Hont, los niños comenzaron a salir. Un par ya estaban a salvo en la grama, cuando el tercero llegaba, una extraña bestia apareció de la nada y atrapó a los dos pequeños, llevándolos de vuelta dentro de la casa. Detrás de ese, más aparecieron, raptando uno a uno a los pequeños, arrancándolos de las manos de Tina, incluso a Hont lo agarraron y arrastraron dentro, a pesar de que él peleaba y se rehusaba a dejarse llevar.
Como si fuera poco, las extrañas criaturas se lanzaron sobre Tina y Tino, así como sobre Ingela, atacándolos. Eran demasiados, demasiados. Ingela luchaba contra ellos, angustiada por ayudar a los hermanos comadreja que se veían en desventaja, lanzaba llamaradas que no servían para nada, pues así como se desvanecían, volvían a armarse, parecían hechos de humo aquellas malditas abominaciones. Como pudo, logró llegar hasta los hermanos y cubrirlos con su cuerpo, recibiendo todo el daño. No sabía qué hacer, no tenía idea. Necesitaba ayuda.
Un bicho diminuto se le acercó y le habló, ella no le entendió palabra alguna. Pensó que sería un buen bocadillo, sentía hambre, había hecho mucho esfuerzo. El animalito le acarició el cuello y su vocecita sonaba conocida. Se quedó quieta, mirándolo de reojo, esperando el instante adecuado en que se apartara para, de un movimiento, atraparlo en su hocico. ¡Era tan pequeño que seguro de un bocado se lo tragaba! Y lo mejor era que de una habitación estaban saliendo más pequeños bocados. La dragona no pudo evitar salivar y relamerse del hambre que sintió. Dio un paso lento, pero no alcanzó a dar el segundo, pues un terrible estruendo sacudió la casa.
Todos los niños gritaron de miedo, haciendo despabilar a la dragona quien, afortunadamente, recordó quién era y por qué estaba allí. Sacudió la cabeza para despertar de su abotagamiento. ¿Qué había sido ese temblor? ¿Una explosión? La casona se caía, eso era cierto. El piso y las paredes se estremecían como en un terremoto. ¡Los niños! ¡Había que sacarlos de allí! Pero, ¿por dónde? Ingela miró para todos lados y se dio cuenta que una habitación del ala oeste se había derrumbado, por ahí podían sacar a los niños. Se concentró y se transformó en su forma humana -¡Hont! ¡Por allí!- gritó señalando el lado caído del segundo piso -¡Lleven a los niños al ala oeste!- indicó y, acto seguido, volvió a su forma de dragón. Extendió sus alas y con ellas cubrió a los pequeños para que los escombros que caían del techo no los lastimara. Todo parecía por fin resolverse, saldrían de allí con los niños a salvo, aunque faltaba Hanna, pero luego de poner a los pequeños a salvo, volvería por ella.
Los escombros por el ala oeste se habían amontonado por el derrumbe de tal manera que, con poco esfuerzo, se podían bajar como escaleras hasta el suelo, fuera del orfanato. Ingela se sintió feliz, su trabajo estaba por terminar. A pesar del desastre del hogar, lo importante era que los niños estaban bien y a salvo. Uno a uno, y con ayuda de la dragona, Tino, Tina y Hont, los niños comenzaron a salir. Un par ya estaban a salvo en la grama, cuando el tercero llegaba, una extraña bestia apareció de la nada y atrapó a los dos pequeños, llevándolos de vuelta dentro de la casa. Detrás de ese, más aparecieron, raptando uno a uno a los pequeños, arrancándolos de las manos de Tina, incluso a Hont lo agarraron y arrastraron dentro, a pesar de que él peleaba y se rehusaba a dejarse llevar.
Como si fuera poco, las extrañas criaturas se lanzaron sobre Tina y Tino, así como sobre Ingela, atacándolos. Eran demasiados, demasiados. Ingela luchaba contra ellos, angustiada por ayudar a los hermanos comadreja que se veían en desventaja, lanzaba llamaradas que no servían para nada, pues así como se desvanecían, volvían a armarse, parecían hechos de humo aquellas malditas abominaciones. Como pudo, logró llegar hasta los hermanos y cubrirlos con su cuerpo, recibiendo todo el daño. No sabía qué hacer, no tenía idea. Necesitaba ayuda.
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
El miembro 'Ingela' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Tina upaba a los niños para que pudieran salir por la ventana mientras Tino, Hont e Ingela la dragona luchaban contra las criaturas de polvo. ¿De dónde habían salido? Eran horribles, se parecían a los monstruos de pelusa de las historietas que Tino contaba a los niños para asustarles y que así ayudasen en las tareas del hogar.
-¿Veis todo ese polvo?- decía Tino al pasar un dedo por una mesita sucia –Es la comida de los monstruos de pelusa. ¿Que no sabéis qué son los monstruos de pelusa? Yo os lo diré. Viven en lugares oscuros y siempre sucios: bajo la cama, el sótano, detrás de la cortina…. Cuando se hacen lo suficientemente grande, vuelan por el techo buscando los niños más sabrosos- en ese momento, tomaba a un niño de los sobacos y le hacía cosquillas- Las mamas-se refería a Tina, Hanna y las otras mujeres que habían trabajado en el orfanato- luchan contra los monstruos de pelusa. No con espadas ni arcos; ellas atacan con trapos y cepillos. Limpian todo el polvo para que los monstruos no tengan comida y se muera de hambre. ¿Vosotros también queréis luchar contra los monstruos de pelusa? Pues adelante, ¡coged vuestros trapos!-
Tino tenía un don especial para hacer que los niños le ayudasen. Tina jamás lo consiguió. Cuando Tino terminaba de contar la historia de los monstruos de pelusa, no había chiquillo, por mayor o pequeño que fuera, que no cogiese un trozo de tela y se pusiera a limpiar. Llegaba la hora de la cena y todo el orfanato quedaba reluciente. Los niños, mientras comían, discutían entre ellos por ver quién había limpiado más (quién había dejado a los monstruos de pelusa sin comida). Tino era muy inteligente, terminaba la discusión diciendo que las expertas guerreras eran Tina y Hanna; ellas siempre ganarían.
Al recordar las adorables mentiras de su hermano, Tina no pudo resistir las ganas de llorar. Ella no era una guerrera, era una cuidadora. Contra los monstruos de pelusa, los de verdad y no los del cuento de Tino, ella no podía hacer nada.
-¿Ti-mamá?- preguntó un niño de quince meses que estaba recostado a los pies de la chica comadreja.
Tina se había quedado paralizada por el miedo. Tenía una mano en el costado, donde un monstruo de pelusa le había arañado y la otra en la frente haciendo visera como si estuviera tapando algo que no quería ver.
-Lo siento, estaba… No importa-
Había tantas cosas que no quería ver del orfanato que era imposible ocultarlas: el fuego, las paredes caídas, los monstruos de pelusa y la dragona que derrumbaba los pocos pilares en pie con sus alas.
Tina levantó al bebé en brazos y lo puso sobre la ventana, desde el otro lado, un niño de los más mayores lo cogió y se lo llevó lejos, donde los demás niños.
-¡Era el último! ¡Todos los niños están a salvo!-
Se escuchó otro horrible estruendo. Otra habitación había caído. Si no se daban prisa, ellos quedarían sepultados.
-¡Tenemos que irnos!-
Hont estaba ocupado cortando monstruos de pelusa con la pequeña hacha que le cogió a su padre, Tino lanzaba piedras con una total falta de puntería y la dragona escupía fuego con la puntería que a Tino carecía.
-Yo me quedo. No iré a ninguna parte sin Hanna- dijo Hont.
-No sabemos dónde está, tal vez…-
-¡Tino!- interrumpió Tina como si su hermano acabase de decir una palabrota.
-Es la verdad. ¡Debemos irnos!-
-¡No!-
El segundo piso terminó por derrumbarse. Los pilares del primer piso todavía resistían, al menos los del ala oeste que es donde estaba el grupo.
-No hay tiempo-
Tino estaba cada vez más cerca de la ventana por la que habían salido los niños. Tina gritaba a salvo desde el jardín.
-¡Hanna!-
-¿Hont? Eres tú. Oh Hont, lo siento mucho. Deja que te abrace. Esto lo he hecho por ti-.
La persona a quien abrazó Hanna no era su hermano, sino una bruja que le estaba engañando. Hanna sintió el frío acero de un cuchillo clavarse entre sus omoplatos. Creyó que se lo tenía merecido por haber sacrificado a dos niños e invocar la maldición del baúl de los deseos.
-Lo siento-.
* Ingela: Tu suerte ha sido Buena y tu trabajo en el rol ha sido todavía mejor, has podido rescatar a los niños, Tino, Tina y Hont. Sinceramente, no pensé que Hont pudiera sobrevivir a este tema, bien hecho. Quien no ha tenido tan buena suerte he sido yo. He jugado la vida de Hanna a la suerte y he perdido. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Hanna ha sido asesinada y Shaira Mara ha escapado. Por supuesto, tú no tienes manera de saberlo.
El baúl sigue escupiendo criaturas de polvo (monstruos de pelusa como los llama Tina). Es por este motivo que Shaira Mara no pudo cogerle y prefirió escapar del orfanato. Ahora debes pensar qué es lo que haría tu personaje.
Es hora de la última y más difícil decisión del tema:
1.- Ir al sótano para que Hont vea a Hanna y cerrar el baúl de los deseos. (Alguien deberá proteger el baúl… objeto de los 19…Una bonita dragona tal vez…)
2.- Huir del orfanato y dejar que sea la casa sepultado quien encierre el baúl por siempre.
El siguiente será el último turno del tema.
-¿Veis todo ese polvo?- decía Tino al pasar un dedo por una mesita sucia –Es la comida de los monstruos de pelusa. ¿Que no sabéis qué son los monstruos de pelusa? Yo os lo diré. Viven en lugares oscuros y siempre sucios: bajo la cama, el sótano, detrás de la cortina…. Cuando se hacen lo suficientemente grande, vuelan por el techo buscando los niños más sabrosos- en ese momento, tomaba a un niño de los sobacos y le hacía cosquillas- Las mamas-se refería a Tina, Hanna y las otras mujeres que habían trabajado en el orfanato- luchan contra los monstruos de pelusa. No con espadas ni arcos; ellas atacan con trapos y cepillos. Limpian todo el polvo para que los monstruos no tengan comida y se muera de hambre. ¿Vosotros también queréis luchar contra los monstruos de pelusa? Pues adelante, ¡coged vuestros trapos!-
Tino tenía un don especial para hacer que los niños le ayudasen. Tina jamás lo consiguió. Cuando Tino terminaba de contar la historia de los monstruos de pelusa, no había chiquillo, por mayor o pequeño que fuera, que no cogiese un trozo de tela y se pusiera a limpiar. Llegaba la hora de la cena y todo el orfanato quedaba reluciente. Los niños, mientras comían, discutían entre ellos por ver quién había limpiado más (quién había dejado a los monstruos de pelusa sin comida). Tino era muy inteligente, terminaba la discusión diciendo que las expertas guerreras eran Tina y Hanna; ellas siempre ganarían.
Al recordar las adorables mentiras de su hermano, Tina no pudo resistir las ganas de llorar. Ella no era una guerrera, era una cuidadora. Contra los monstruos de pelusa, los de verdad y no los del cuento de Tino, ella no podía hacer nada.
-¿Ti-mamá?- preguntó un niño de quince meses que estaba recostado a los pies de la chica comadreja.
Tina se había quedado paralizada por el miedo. Tenía una mano en el costado, donde un monstruo de pelusa le había arañado y la otra en la frente haciendo visera como si estuviera tapando algo que no quería ver.
-Lo siento, estaba… No importa-
Había tantas cosas que no quería ver del orfanato que era imposible ocultarlas: el fuego, las paredes caídas, los monstruos de pelusa y la dragona que derrumbaba los pocos pilares en pie con sus alas.
Tina levantó al bebé en brazos y lo puso sobre la ventana, desde el otro lado, un niño de los más mayores lo cogió y se lo llevó lejos, donde los demás niños.
-¡Era el último! ¡Todos los niños están a salvo!-
Se escuchó otro horrible estruendo. Otra habitación había caído. Si no se daban prisa, ellos quedarían sepultados.
-¡Tenemos que irnos!-
Hont estaba ocupado cortando monstruos de pelusa con la pequeña hacha que le cogió a su padre, Tino lanzaba piedras con una total falta de puntería y la dragona escupía fuego con la puntería que a Tino carecía.
-Yo me quedo. No iré a ninguna parte sin Hanna- dijo Hont.
-No sabemos dónde está, tal vez…-
-¡Tino!- interrumpió Tina como si su hermano acabase de decir una palabrota.
-Es la verdad. ¡Debemos irnos!-
-¡No!-
El segundo piso terminó por derrumbarse. Los pilares del primer piso todavía resistían, al menos los del ala oeste que es donde estaba el grupo.
-No hay tiempo-
Tino estaba cada vez más cerca de la ventana por la que habían salido los niños. Tina gritaba a salvo desde el jardín.
-¡Hanna!-
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-¿Hont? Eres tú. Oh Hont, lo siento mucho. Deja que te abrace. Esto lo he hecho por ti-.
La persona a quien abrazó Hanna no era su hermano, sino una bruja que le estaba engañando. Hanna sintió el frío acero de un cuchillo clavarse entre sus omoplatos. Creyó que se lo tenía merecido por haber sacrificado a dos niños e invocar la maldición del baúl de los deseos.
-Lo siento-.
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* Ingela: Tu suerte ha sido Buena y tu trabajo en el rol ha sido todavía mejor, has podido rescatar a los niños, Tino, Tina y Hont. Sinceramente, no pensé que Hont pudiera sobrevivir a este tema, bien hecho. Quien no ha tenido tan buena suerte he sido yo. He jugado la vida de Hanna a la suerte y he perdido. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Hanna ha sido asesinada y Shaira Mara ha escapado. Por supuesto, tú no tienes manera de saberlo.
El baúl sigue escupiendo criaturas de polvo (monstruos de pelusa como los llama Tina). Es por este motivo que Shaira Mara no pudo cogerle y prefirió escapar del orfanato. Ahora debes pensar qué es lo que haría tu personaje.
Es hora de la última y más difícil decisión del tema:
1.- Ir al sótano para que Hont vea a Hanna y cerrar el baúl de los deseos. (Alguien deberá proteger el baúl… objeto de los 19…Una bonita dragona tal vez…)
2.- Huir del orfanato y dejar que sea la casa sepultado quien encierre el baúl por siempre.
El siguiente será el último turno del tema.
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Los niños estaban a salvo. Tina los había sentado en el jardín, muy ordenados, y contaba cabezas. -Faltan dos...- dijo en voz baja, justo cuando Tino llegó junto a ella. -¡Faltan dos!- gritó al girar. Le gritaba a Ingela y a Hont, quienes seguían dentro del edificio, peleando contra aquellos monstruos espantosos. -Y Hanna, no olvides que falta Hanna- dijo Tino. -Por favor... por favor tráiganlos...- alcanzó a decir antes de quebrarse y llorar. Se había mantenido fuerte, no quería que los niños la vieran mal, pues si ella se veía con miedo, los niños temerían aún más. Pero ahora, de espalda a ellos, no pudo contenerse más. Pero fue solo un momento, Tino le puso las manos en los hombros y la apretó contra él, en una suerte de abrazo, para contenerla. Ella se secó las lágrimas y se enderezó. Giró de vuelta hacia los niños y fue con ellos para cantar rondas, mientras esperaban a Ingela y a Hont.
Dentro del edificio, Hont corría hacia abajo -¡Hay que encontrar a Hanna!- gritaba, partiendo uno de los monstruos en dos. Ingela lo seguía, más por proteger a su pequeño amigo que por otra cosa. En su corazón, la dragona sentía que Hanna no saldría viva de ese lugar. -Pero primero, ¡hay que acabar con estos monstruos!- exclamó él, con valentía. Ella lo seguía, cubriéndole la retaguardia. Al parecer, los monstruos salían del sótano de la casa, y aunque era muy peligroso ir allí, Hont no dudó ni un instante en bajar. Vamos, ni siquiera midió el peligro que ir allí significaba.
No tenían idea de lo que se encontrarían en aquel lugar. En la mitad del sótano, rodeado por antiguos objetos de la casa, había un cofre que era de donde salían los monstruos y frente a este, Hanna, en medio de un charco de sangre. Tenía los ojos abiertos de par en par y la mano extendida hacia el cofre. -¡Hanna!- gritó Hont y corrió, blandiendo su pequeña hacha, haciéndose camino, para cerrar aquel objeto maldito del que salían esos seres infernales. Ingela fue también, y juntos lo cerraron. No fue fácil, las bestias luchaban por salir, pero cuando la tapa tocó la caja, el pestillo se cerró. Se sacudió un poco hasta que se quedó completamente quieto. Los monstruos de polvo desaparecieron y todo quedó en calma. Delicadamente, Ingela tomó a Hanna con su hocico y junto a Hont salieron de la casona, que se venía abajo entre fuego y explosiones.
Al llegar junto a Tina, Tino y los niños, Ingela dejó el cuerpo de Hanna en el suelo y volvió a su forma humana. Estaba agotada y el cuerpo le dolía muchísimo. Todos rodearon el cadáver de la chica -Parece dormida- dijo uno de los niños más grandes -Sí, ella duerme, duerme para siempre- dijo otro. Todos estaban muy tristes, Tina y Tino se tomaron de la mano, sabiendo que ahora estarían a cargo. Tendrían que buscar un lugar donde reinstalar el orfanato, aunque mientras tanto, usarían la casita del patio, la que solía ser para la servidumbre del antiguo dueño de la casona.
La joven dragona dio un paso atrás y se giró, se disponía a marcharse, pero se encontró a Hont mirando hacia la casa en llamas, con el cofre junto a él. -Lo has traído- comentó al acercarse a él. -Sí- le respondió -Es el cofre de los deseos, no podía dejar que se perdiera en el fuego- continuó. Ingela se agachó y tomó el cofre entre sus manos. -No te preocupes, yo cuidaré bien de él. Ahora anda con tus hermanos, te necesitan- le dijo. Hont abrazó a su amiga y le dio las gracias -Hoy fuiste muy valiente Ingela dragona, yo sabía que tú nos ibas a ayudar- le dijo el pequeño roedor antes de regresar junto a los suyos.
Dentro del edificio, Hont corría hacia abajo -¡Hay que encontrar a Hanna!- gritaba, partiendo uno de los monstruos en dos. Ingela lo seguía, más por proteger a su pequeño amigo que por otra cosa. En su corazón, la dragona sentía que Hanna no saldría viva de ese lugar. -Pero primero, ¡hay que acabar con estos monstruos!- exclamó él, con valentía. Ella lo seguía, cubriéndole la retaguardia. Al parecer, los monstruos salían del sótano de la casa, y aunque era muy peligroso ir allí, Hont no dudó ni un instante en bajar. Vamos, ni siquiera midió el peligro que ir allí significaba.
No tenían idea de lo que se encontrarían en aquel lugar. En la mitad del sótano, rodeado por antiguos objetos de la casa, había un cofre que era de donde salían los monstruos y frente a este, Hanna, en medio de un charco de sangre. Tenía los ojos abiertos de par en par y la mano extendida hacia el cofre. -¡Hanna!- gritó Hont y corrió, blandiendo su pequeña hacha, haciéndose camino, para cerrar aquel objeto maldito del que salían esos seres infernales. Ingela fue también, y juntos lo cerraron. No fue fácil, las bestias luchaban por salir, pero cuando la tapa tocó la caja, el pestillo se cerró. Se sacudió un poco hasta que se quedó completamente quieto. Los monstruos de polvo desaparecieron y todo quedó en calma. Delicadamente, Ingela tomó a Hanna con su hocico y junto a Hont salieron de la casona, que se venía abajo entre fuego y explosiones.
Al llegar junto a Tina, Tino y los niños, Ingela dejó el cuerpo de Hanna en el suelo y volvió a su forma humana. Estaba agotada y el cuerpo le dolía muchísimo. Todos rodearon el cadáver de la chica -Parece dormida- dijo uno de los niños más grandes -Sí, ella duerme, duerme para siempre- dijo otro. Todos estaban muy tristes, Tina y Tino se tomaron de la mano, sabiendo que ahora estarían a cargo. Tendrían que buscar un lugar donde reinstalar el orfanato, aunque mientras tanto, usarían la casita del patio, la que solía ser para la servidumbre del antiguo dueño de la casona.
La joven dragona dio un paso atrás y se giró, se disponía a marcharse, pero se encontró a Hont mirando hacia la casa en llamas, con el cofre junto a él. -Lo has traído- comentó al acercarse a él. -Sí- le respondió -Es el cofre de los deseos, no podía dejar que se perdiera en el fuego- continuó. Ingela se agachó y tomó el cofre entre sus manos. -No te preocupes, yo cuidaré bien de él. Ahora anda con tus hermanos, te necesitan- le dijo. Hont abrazó a su amiga y le dio las gracias -Hoy fuiste muy valiente Ingela dragona, yo sabía que tú nos ibas a ayudar- le dijo el pequeño roedor antes de regresar junto a los suyos.
Ingela
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Re: El Orfanato de Hanna [Mastereado, Ingela]
Se arrodilló frente al Maestro Nigromante. Él fue quien ayudó a la bruja a descubrir los secretos de la magia. Como muestra de respeto, en su presencia, Shaira deshizo el hechizo que le hacía ver como una sombra escurridiza (la forma que utilizó para no ser vista por la dragona y los pequeños hombres bestias) y le mostró su verdadero rostro. Era una joven y hermosa bruja: labios finos que esgrimían una continua sonrisa socarrona, melena castaña y sedosa que perfumada con todo tipo de esencias, piel de mármol que impulsaba a ser acariciada y un cuerpo hecho para el pecado.
El Nigromante tenía las manos tendidas hacia ella, esperaba que le cediera el objeto que le había ordenado robar.
-Discúlpame maestro porque le he fallado. Encontré el cofre abierto, una mujer zarigüeya lo utilizaba para invocar gárgolas hechas de polvo. Soy una ladrona, no una luchadora- dijo Shaira mirando hacia el suelo.
Tragó salivaba, cerró los ojos y esperó a recibir el castigo. Pensó en utilizar su magia para desaparecer, podía hacerlo y era muy fácil. En lugar de utilizar las ilusiones para cambiar de cuerpo, las usaría para hacer creer al Nigromante que allí no había ningún cuerpo. Así desaparecería y no recibiría ningún daño. No se atrevió a efectuar el hechizo. Si lo hiciera, el castigo a recibir sería mucho peor del que estaba por venir.
Sintió una garra fría esquelética en su espalda. Sabía que era imposible, pero en aquel momento juraría que la mano del Nigromante no tenía piel. La garra fue descendiendo por la espalda de la bruja dejando a su paso cinco líneas de sangre. Shaira sintió algo parecido al primer día que cedió su flor: dolor mezclado con una gota de placer. ¿Le gustaba lo que le estaba haciendo o lo odiaba? Fue la misma pregunta que se hizo el día que se acostó con un chico. ¿Cómo podía gustarle? ¿Estaba loca? Le estaban haciendo daño. Le clavaban las uñas a su espalda. Y toda esa sangre que chorreaba… Era horrible, demencial.
Cuando la garra fría dejó de tocarle la piel, las líneas de sangre desaparecieron. A simple vista, era como si nunca le hubieran herido. Sin embargo, ella sentía el dolor. Shaira se quedó acostada en el suelo en posición fetal. Como en su primer día como mujer, lloraba.
Después unos minutos, tras meditar sobre lo que había sucedido, volvió se preguntó de nuevo; esta vez susurrando:
-¿Me gusta o lo odio?-
Descubrió que le gustaba, que pese el placer compensaba al dolor. Creyó estar enamorada de su maestro. Prometió obedecer todas sus órdenes. ¿Quién sabe? Tal vez, en un futuro, le vaya a compensar con más dolor y más placer. Deslizó sus manos a su sexo. Las analogías con el día que perdió la virginidad continuaron incluso después de que el Nigromante (el amante) desapareciese.
Tino, Tina, Hont e Ingela enterraron a Hanna en el jardín del orfanato. Los niños dejaron una flor a la tumba; muchos no entendían lo que había sucedido, pero todos lloraban por igual. Tina y Tino prometieron que se encargarían de reformar el orfanato y que cuidarían de cada niño abandonado tan bien como Hanna lo hizo en vida. Hont dejó su espada y su deseo en la tumba de su hermana. La maldición del cofre de los deseos se desvaneció: Hont se convirtió en un adulto; dejó atrás el niño que jugaba a ser un héroe con una espada de madera.
-Quiero decir unas palabras- dijo Hont poniéndose en pie- me las enseñó un viejo un humano que vestía con una sotana oscura.- ninguno de los presentes detuvo al hombre zarigüeya. Antes de hablar, cogió la mano de la dragona y el hacha de su padre- El señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace repostar- era mentira, en Aerandir no había verdes praderas; solo muertes y lágrimas- Me guía por el sendero justo y repara mis fuerzas.- otra mentira a sumar. Hont se sentía muy cansado y sin fuerzas- Aunque pase por el valle de las sombras y la muerte, no temeré a mal alguno porque estarás conmigo- el deseo de no tener miedo despareció y los adultos (como ahora lo es Hont) tienen miedo. –Preparas la mesa delante de mis enemigos, has ungido mi cabeza en aceite y mi copa rebosa- de sangre y lágrimas, no de dulce vino- El bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu gloria- por favor que así sea. Hanna no se merecía ningún mal – Y en la casa del Señor moriré por largos días- aquella última frase era la única cierta.
-Parece que estés invocando al Dios de la muerte. Tantos Dioses que tienen los humanos, has elegido al peor- dijo Tino riendo, intentaba menguar la tristeza de la situación.
-El humano que me enseñó el rezo creía en único Dios; puede que sí sea el de la muerte-.
Hont se despidió de Tina y Tino con un riguroso apretón de manos. A Ingela, sin embargo, le dio un beso en la mejilla.
-Gracias por todo. Tengo la sensación que si no hubieras venido, todos hubiéramos muerto. Eres la heroína que necesita Aerandir. Cuídate, ¿vale? Patea el culete de los malos- decir su antigua frase de niño con la voz de un adulto fue una sensación extraña- Van a pasar cosas malas, peores de lo que hemos visto hoy. Prométeme que serás una buena dragona. Yo te prometo que seré una buena zarigüeya-.
* Ingela Has salvado a Hont de la maldición que le hacía pensar como un niño pequeño, impedido que Shaira Mara se haga con un objeto de los 19 malditos, matado a la mayoría de los malos y rescatado a la mayoría de los buenos. ¡Has estado muy bien!
Breve mención al Padre Callahan.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +4 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 15 ptos totales de experiencia
(Para que no hayan malosentendidos me gusta explicar muy brevemente el criterio de puntuación que he utilizado: Al ser un mastereado relativamente corto se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad.)
Obsequios:
Hacha y escudo
El Nigromante tenía las manos tendidas hacia ella, esperaba que le cediera el objeto que le había ordenado robar.
-Discúlpame maestro porque le he fallado. Encontré el cofre abierto, una mujer zarigüeya lo utilizaba para invocar gárgolas hechas de polvo. Soy una ladrona, no una luchadora- dijo Shaira mirando hacia el suelo.
Tragó salivaba, cerró los ojos y esperó a recibir el castigo. Pensó en utilizar su magia para desaparecer, podía hacerlo y era muy fácil. En lugar de utilizar las ilusiones para cambiar de cuerpo, las usaría para hacer creer al Nigromante que allí no había ningún cuerpo. Así desaparecería y no recibiría ningún daño. No se atrevió a efectuar el hechizo. Si lo hiciera, el castigo a recibir sería mucho peor del que estaba por venir.
Sintió una garra fría esquelética en su espalda. Sabía que era imposible, pero en aquel momento juraría que la mano del Nigromante no tenía piel. La garra fue descendiendo por la espalda de la bruja dejando a su paso cinco líneas de sangre. Shaira sintió algo parecido al primer día que cedió su flor: dolor mezclado con una gota de placer. ¿Le gustaba lo que le estaba haciendo o lo odiaba? Fue la misma pregunta que se hizo el día que se acostó con un chico. ¿Cómo podía gustarle? ¿Estaba loca? Le estaban haciendo daño. Le clavaban las uñas a su espalda. Y toda esa sangre que chorreaba… Era horrible, demencial.
Cuando la garra fría dejó de tocarle la piel, las líneas de sangre desaparecieron. A simple vista, era como si nunca le hubieran herido. Sin embargo, ella sentía el dolor. Shaira se quedó acostada en el suelo en posición fetal. Como en su primer día como mujer, lloraba.
Después unos minutos, tras meditar sobre lo que había sucedido, volvió se preguntó de nuevo; esta vez susurrando:
-¿Me gusta o lo odio?-
Descubrió que le gustaba, que pese el placer compensaba al dolor. Creyó estar enamorada de su maestro. Prometió obedecer todas sus órdenes. ¿Quién sabe? Tal vez, en un futuro, le vaya a compensar con más dolor y más placer. Deslizó sus manos a su sexo. Las analogías con el día que perdió la virginidad continuaron incluso después de que el Nigromante (el amante) desapareciese.
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Tino, Tina, Hont e Ingela enterraron a Hanna en el jardín del orfanato. Los niños dejaron una flor a la tumba; muchos no entendían lo que había sucedido, pero todos lloraban por igual. Tina y Tino prometieron que se encargarían de reformar el orfanato y que cuidarían de cada niño abandonado tan bien como Hanna lo hizo en vida. Hont dejó su espada y su deseo en la tumba de su hermana. La maldición del cofre de los deseos se desvaneció: Hont se convirtió en un adulto; dejó atrás el niño que jugaba a ser un héroe con una espada de madera.
-Quiero decir unas palabras- dijo Hont poniéndose en pie- me las enseñó un viejo un humano que vestía con una sotana oscura.- ninguno de los presentes detuvo al hombre zarigüeya. Antes de hablar, cogió la mano de la dragona y el hacha de su padre- El señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace repostar- era mentira, en Aerandir no había verdes praderas; solo muertes y lágrimas- Me guía por el sendero justo y repara mis fuerzas.- otra mentira a sumar. Hont se sentía muy cansado y sin fuerzas- Aunque pase por el valle de las sombras y la muerte, no temeré a mal alguno porque estarás conmigo- el deseo de no tener miedo despareció y los adultos (como ahora lo es Hont) tienen miedo. –Preparas la mesa delante de mis enemigos, has ungido mi cabeza en aceite y mi copa rebosa- de sangre y lágrimas, no de dulce vino- El bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu gloria- por favor que así sea. Hanna no se merecía ningún mal – Y en la casa del Señor moriré por largos días- aquella última frase era la única cierta.
-Parece que estés invocando al Dios de la muerte. Tantos Dioses que tienen los humanos, has elegido al peor- dijo Tino riendo, intentaba menguar la tristeza de la situación.
-El humano que me enseñó el rezo creía en único Dios; puede que sí sea el de la muerte-.
Hont se despidió de Tina y Tino con un riguroso apretón de manos. A Ingela, sin embargo, le dio un beso en la mejilla.
-Gracias por todo. Tengo la sensación que si no hubieras venido, todos hubiéramos muerto. Eres la heroína que necesita Aerandir. Cuídate, ¿vale? Patea el culete de los malos- decir su antigua frase de niño con la voz de un adulto fue una sensación extraña- Van a pasar cosas malas, peores de lo que hemos visto hoy. Prométeme que serás una buena dragona. Yo te prometo que seré una buena zarigüeya-.
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* Ingela Has salvado a Hont de la maldición que le hacía pensar como un niño pequeño, impedido que Shaira Mara se haga con un objeto de los 19 malditos, matado a la mayoría de los malos y rescatado a la mayoría de los buenos. ¡Has estado muy bien!
Breve mención al Padre Callahan.
Recompensas:
* +5 ptos de base
* +4 ptos de experiencia en función a la calidad del texto
* +6 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 15 ptos totales de experiencia
(Para que no hayan malosentendidos me gusta explicar muy brevemente el criterio de puntuación que he utilizado: Al ser un mastereado relativamente corto se puntúa sobre 15 puntos. Doy 5 de base, hasta 4 en función de la calidad y hasta 6 en función de la originalidad.)
Obsequios:
Hacha y escudo
- armas:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
De los objetos que han dejado los cadáveres de los bandidos decides quedarte con un hacha y un escudo que te llaman la atención. Ambos objetos carecen de encantamientos.
El hacha te resulta más ligera de lo que imaginabas. La puedes utilizar tanto a una mano como a dos. La calidad del arma es superior.
El escudo combina a la perfección con el hacha. La calidad de este es común.
- objeto 19:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Los objetos del 19 están inspirados en el anillo de poder del Señor de los Anillos. Tienen un gran beneficio mágico, pero son capaces de obsesionar a quien lo lleva hasta el punto de volverle loco. Lo has visto con la lámina de metal de la cabeza Adie o el libro de Simphony Shappire.
El cofre puede volverse más grande o pequeño a elección. Carece de fondo, puedes guardar cualquier tipo de objetos en su interior.
Su don y su maldición lo hemos visto a lo largo del mastereado. Te concede un deseo y cambio te pide algo que le tengas especial cariño. Hont pidió ser un héroe para su hermana y pagó con la capacidad de crecer psicológicamente. Hanna deseó tener un ejército que protegiese el orfanato, a cambio alimentó al cofre con dos niños. En tu caso, podrás desear cualquier cosa y el cofre te lo concederá a cambio de que le des algo que ames. El valor de los objetos que recibas por el cofre y el precio a pagar se incrementará conforme más deseos pidas. Es decir, si en un tema pides un arma al cofre, esta será de calidad pobre. Después de tres temas pidiendo deseos, el arma será de calidad común, luego de diez será superior…. Lo mismo si quisieras convocar criaturas como las de Hanna o efectuar algún hechizo. Los números de post que te he dado lo he hecho como ejemplo; por supuesto, no tienes que seguirlos al pie de la letra. El precio que estés dispuesta a pagar debe de ser proporcional al deseo.
Solo puedes pedir un deseo por tema en el que participes. Solo en misiones y mastereados de más de diez turnos tendrás opción de pedir dos deseos.
En caso de que no sepas qué precio pagar por el deseo pedido o no sepas, exactamente, que pedir, puedes consultarme por mp. Te daré ideas.
Los 19 objetos malditos causan una terrible obsesión a quienes lo posean. En tu caso, estarás obsesionada con pedir más y más deseos y con el valor de las cosas. Me explico: después de pedir un mil aeros, cien aeros te parecerá una miseria. Después de pedir un arma de calidad superior, las de calidad común y pobre te parecerán repugnantes.
Insisto una vez más: la intensidad de la maldición y la bendición incremento con el tiempo. En el primer tema será muy pequeña y, al cabo de cien, será insoportable. Eres tú quien dirige tu trama, hazla como más te guste.
Otro punto a tener en cuenta es que, al tener un objeto perteneciente al 19, tendrás la necesidad de hacerte con el resto de ellos. Ejemplo, si te encuentras con Thiel, querrás robarle el libro. Si te encuentras con Zatch, querrás robarle el cuerno de Nuddih o si es con Zöe, querrás El Muñeco Neil. Si por el contrario, pierdes el objeto, quedarás maldita como “Golum”. El deseo de conseguir estos objetos también aumenta con el tiempo. Es decir, el primer tema que te encuentres con Zatch quizás solo sientas una voz que te impulsa a robarle el cuerno. Después de tres temas, tus manos se deslizan involuntariamente hacia el cuerno y al cabo de siete llegas a pelearte con él. Lo mismo que te he dicho antes. Esto es un ejemplo, no tienes que seguirlo al pie de la letra. Tú diriges tu trama.
¡Aviso! Los discípulos del Hombre Muerto podrán aparecer en tus temas (en intervenciones mías que haga sin avisar).
Ian Egdecomb, “El Hado Novato”, también podrá aparecer en tus temas.
Sigel
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