[Cerrado ]Por estos senderos [Libre]

AJÁ ENTONCES EL GRAPHORN ERA...
¿Espera qué?
No, era un acídito real. Pero cómo, mis instintos me habían fallado... No tenía sentido.

Volví a mi forma humana, mientras veía la situación, el del ave con el hacha intentó hacerle algo al Graphorn, pero fue abatido por este, el duo del chico y el grandote estaba ideando un plan para derrotarlo, aunque no les iba muy bien-
'' -¡Jhin! ¡Ayúdale! ¡Tenéis que abrirme huecos en su defensa!''-Se escuchó por ahí.
Tranquilo, chico. Esta situación está más que controlada.-Le respondí fanfarroneando.
El elfo fue ha asistir al otro y el vampiro planeaba unirse.
Esperen, esperen. No pienso hacerle daño a un acídito, ¿no ven los hermosos qué son? Vamos, jamás atentaría contra esta obra maestra de los dioses. Además, nunca le ganarás a un Graphorn atacándolo, son seres territoriales, están acostumbrados a defenderse, en todo caso, tendrías que esperar a que ataquen. Estas situaciones sólo requieren un poco de amabilidad y sintonía con la naturaleza, como las que tengo yo. Todo esto lo decía mientras me le acercaba ''sigilosamente'' al Graphorn.

Una vez cerca de él...
Bueno, ahora sólo tienen que apreciar mi destreza. Decía esto mientras ponía mis manos en el Graphorn. Pero empezó a moverse y repartir ácido, ácido el cual un poco me cayó en la mano.
¿¡Serás tonto!?-Grité, y me empecé a convertir otra vez.

Miau-ujum aclarando la garganta... ¡¡GRRROAARR!!

El Graphorn sí se asustó esta vez. Así que lo agarré y lo partí por la mitad- No, no, eso sería demasiado. Jhin, cálmate.
Aún notaba ése olor a sangre, ahora sin dudas venía del Graphorn. Lo derribé mientras seguía asustado, y lo inmovilicé un poco, me di cuenta de que tenía una patita herida, y sangraba. Con razón se movía raro.

Hice señas al grandote y al chico para que me ayudaran a sostenerlo.
Oye tú, ¿como era que se llamaba?
El loco, no, no muy cliché. El destripador, quizás, pero con esa pinta no creo. ¿Neo? No, pero se parece. Ajá, Mefisto, ese mismo. Ven a tu prueba de valor, acércate al Graphorn y cúralo para que sea libre, por favor.

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Off rol: Se me había olvidado, tuve que editar xd. Pero recuerden que soy un lobo bípedo, así que, sí soy más grande que el Graphorn, al menos un poco más.

Un pitido, sólo escuchaba un pitido mientras se arrastraba por el suelo. De repente se detuvo y el pitido dio paso de manera gradual a voces, gritos y rugidos bestiales. Boca abajo, como estaba, sólo sentía, en aquellos momentos, una leve presión en su espalda y emanaba calor de esa presión. Notaba como la fuerza volvía a sus brazos y a sus piernas, casi insensibles hacía tan sólo unos instantes y entonces fue consciente del dolor que sentía. Al recuperar el sentido y el sobre su cuerpo fue consciente del golpazo tan brutal que recibió hacía tan solo unos instantes. Convulsionó y empezó a toser, pero no le dejaban moverse. Tosió y tosió y la boca se le llenó de una mezcla de sangre, saliva y tierra y aún sentía cómo había purgado su cuerpo. Miró hacia un lado y escupió. Trató de ponerse de pie pero lo volvieron a llevar al suelo. La fuerza volvía a él, lo podía sentir, y el dolor se desvanecía, lentamente. Volvió a intentar levantarse y alzó la cabeza el tiempo justo para ver una transformación en directo y también vio el hacha justo antes de besar el suelo.

-Sultame unormal- Dijo intentando no tragar tierra. Pero no parecía que le hicieran caso. Se escucharon voces y pasos apresurados una vez más. Sango esperó unos instantes más antes de intentar levantarse de nuevo y saltar hacia el hacha. Se arrastró un poco más hacia delante, parecía que le dejaban y finalmente se levantó sobre sus rodillas y saltó hacia donde estaba el hacha que agarró entre sus manos y abrazó contra el pecho antes de que las fuerzas le abandonaran una vez más y el dolor aumentara en intensidad.

-Eres idiota, un maldito idiota, ¿a quién se le ocurre luchar solo contra un graphorn?.- Escuchó decir mientras alguien se ponía a su lado y le arrastraba hacia el fuego.

Mientras lo arrastraban, Sango fue testigo de cómo la bestia transformada se abalanzaba sobre el graphorn y parecían enzarzarse en una pelea. La bestia parecía entretenida con su pelea y mientras tanto Ben sentía el calor de unas manos que hicieron remitir, de nuevo, el dolor provocado por el coletazo del Graphorn. Esto es mejor que encontrar agua en el desierto, por compararlo con algo, digo yo. Sonrió y no se movió de allí en un buen rato, dejando que las manos sanadora hiciera efecto, además era testigo en primera línea de una pelea brutal.

Al cabo de un rato, la bestia transformada parecía dirigirse hacia el que le estaba aliviando el dolor, no había prestado atención a su nombre, no obstante este  parecía no hacerle mucho caso. Justo después de terminar de hablar el graphorn se revolvió y sacudió a la bestia contra un árbol. El graphorn estudió a todos sus rivales. A Ben se le heló la sangre al sentir cómo le miraba a los ojos y cómo era consciente de que era el eslabón débil de aquella cadena que formaban aquellas 6 personas. El silencio se apoderó del claro. El graphorn estaba enfurecido y algo en él parecía empezar a coger un tono rojo fuego. El que estaba con él se puso de pie y Ben se levantó como pudo, aun dolorido.

El color rojo se iba haciendo más intenso y parecía salir humo...

-Joder... ¿qué cojones le pa- Un grito interrumpió una pregunta que formulaba en voz alta pero que en realidad era para sí mismo.

-A CUBIERTO, ¡LAVA!- No pasaron dos latidos cuando la bestia empezó a agitarse levemente y sus cabellos a ponerse al rojo cuando Sango se dio la vuelta y saltó detrás de un árbol caído cercano al fuego, antes de esconderse tuvo el tiempo suficiente como para tirar de alguien que estaba aun quieto. Ambos cayeron al suelo y se arrastraron cerca del árbol, todavía le dolía el torso y aquella caída y posterior arrastre no ayudaba pero era mucho mejor sufrir aquel dolor que morir quemado.

Un latido después, la lava empezó a caer por todas partes.

Ayudar a los demás: esa era su nueva tarea. Pero Taliesin no tenía claro quiénes eran esos "demás", ni cuántos, ni por qué tenía que ayudarlos. Y aunque supiera todo esto, lo que sí tenía claro es que el no era más que un humanoide corriente, y no tenía ni idea de cómo enfrentarse a un Graphorn. ¡Él lo que habría hecho es esconderse!

Ahora mismo la bestia parecía bajo control - literalmente. Estaba apresada bajo un lobo bípedo que al vampiro le pareció tan amenazador como el mismo graphorn. Parecía que la intención del licántropo era apacigüarlo y conciliarse con el animal, y en cuanto Taliesin se dio cuenta de aquello lo identificó como una locura. "Territoriales, agresivos, fáciles de enfurecer" recordó haber leído. "Si se invade su territorio la mejor opción es huir del mismo sin provocar mayor conflicto". Por supuesto era demasiado tarde como para aplicar una recomendación como aquella: lo habían herido, lo estaban inmovilizando, y era imposible que el graphorn fuera a olvidar aquello, pedir perdón e irse por donde había venido. Al contrario, lo único que podía suceder en aquel momento, era...

Sí, lava. En cuanto vio cómo la melena de la bestia comenzaba a enrojecerse, Taliesin barrió la zona con la mirada: al otro lado del claro había una pequeña formación rocosa que serviría de mejor escondite que cualquier árbol caído. Estaba lo suficientemente cerca y comenzó a correr hacia allí.

- ¡Rocas! - gritó, sin darse mucha cuenta de que el mensaje era poco claro. Inmediatamente otra persona fue más específica que él, y sonó la alarma al gritar "a cubierto, ¡lava!".

Llegó a tiempo para esconderse, y a los dos segundos se escuchó el extraño sonido de la lava al volar en todas direcciones, estrellándose contra el suelo y los árboles. Taliesin esperó unos segundos más antes de asomar la cabeza desde detrás de su escondite: pequeños fuegos habían comenzado a arder en diversos lugares del claro y el graphorn, que no parecía haber quedado satisfecho con eso, había iniciado una carga. Parecía ir directo hacia el árbol caído tras el que se había refugiado el maestro de Taliesin.

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Off rol:
1: Jhin no puso nada de eso pero Sango si, y como es su tema y supongo que está llevando el ritmo, sigo su post.

Lanzo las runas para determinar mi acción final.

Runa muy mala: Me clavo una de sus agujas y me caigo del animal.
Runa mala: Me estampo contra el lomo del animal y quedo noqueado durante un turno.
Runa normal: consigo hacerle un rasguño pero no me quedo encima del animal.
Runa buena: Le hago un daño considerable y quedo encima del animal.
Runa muy buena: Mis espadas se hunden en el cuerpo del animal hasta la empuñadura; la victoria es sólo cuestión de tiempo.

El miembro 'Ircan' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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'Runas' :
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Resultados :
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¡Este desgraciado forcejea demasiado!

- Sólo... cálmate un poco y... sí, eso, quietecito. Todo está bien. Shh. Buen chico. -Dije a Dormilón, que por fin había aceptado mi ayuda.

Bueno, eso debería bastar para que pudiese moverse con un mínimo de comodidad. Le quité las manos de encima, y sacudí la tierra que me había dejado en estas el que parecía disfrutar de su comodidad recién encontrada. Qué ternura. Si no estuviésemos en una situación de vida o muerte contra un bicho salido de los rincones más oscuros de la imaginación de alguien muy enfermo, hasta me daría pena levantarlo. Peeero, la situación no era otra.

Me giré hacia Ircan otra vez. El plan para calmar a este par respecto al Ave de mil y un alas funcionó parcialmente, pero prefiero dejar  la administración para alguien más experimentado. (Saben, por eso de no morir) Si Toro, pedazo cacho de bicho guerrero, le dice ''Jefe'' a Ircan, yo les seguiré la corriente. Por algo ha de ser.

- ¡Hecho! ¿Ahora qué ha-

La vista de Jhin sujetando al Graphorn contra el suelo me había impactado un poco. ¡Bien! Todos viviremos un día má-

''Ven a tu prueba de valor, acércate al Graphorn y cúralo para que sea libre, por favor.''

- ¡Claro! ¡Ahora lo hag-

La idea de Jhin pidiéndome que cure al Graphorn me había impactado un poco. ¡$*%#@! Di un grito ahogado.

-   ¡Si quieres también nos hecho sal y demás especias, ya me lanzo a las brasas yo mism- ¡¿Eres tonto?!

Pareciera que el Graphorn pensaba lo mismo que yo, porque se sacudió al lobo como si fuese una pulga y se colocó de pie otra vez. Y empezó a enrojecere... ¡Tampoco era para tanto! Sólo estaba jugando contigo, estoy seguro de que no querí-

- ¡CUIDADO! ¡LAVA! -Gritó Toro. ¿Pueden dejar de interrumpirm-

Un tirón desde mi espalda me interrumpió (Joder) otra vez. Caí bruscamente, y en medi de la confusión la vista de Dormilón, que se refugiaba detrás de un tronco, me ayudó a hacerme una idea de lo ocurrido. Le eché un vistazo rápido al Graphorn, que pareciera estar a punto de explotar, y con la rapidez de una rata me escondí junto a Dormilón.

Joder

Joder

Joder

El chispeo de las hojas friéndose junto con la tierra, la madera, y lo que sea que se encontrara en el camino de aquellas andanadas de lava me dejó frío (JA),

La ausencia de un grito de agonía me dijo que los demás habrían podido salvarse del ataque. Eso era un alivio. Mientras más personas, menos posibilidades de que me persiga a mí.

''-¡Toro! ¡Vas a tener que lanzarme!'' Dijo Ircan.

''-¿¡Qué!?'' Preguntó Toro.

- ¿CÓMO? - Pregunté yo, asomando la cabeza por encima de mi escondite, a tiempo de ver una acrobacia magnifica, una muestra de coordinación de ambos luchadores que demuestra el tiempo que deben haber pasado juntos, y las múltiples peleas que han librado al lado del otro. Ircan voló por los aires, preparado para asestar un golpe decisivo en el animal, tras ser propulsado por Toro.

¡Qué valentía!

¡Qué sincronización!

Entonces, junto con mis esperanzas, Ircan cayó al suelo después de enterrarse una aguja del Graphorn en la pierna.

Volví a agachar la cabeza en mi escondite.

... ¡Qué mierda!

Mientras el sol resplandecía, y las calles estaban llenas de gente, aclamando al unísono un nombre ''Jhin''.
Salvador de los males, vencedor del ave de 574 alas, protector de la naturaleza, madre de dragones, hijo de Arathorn, Dios del trueno, maestro de los cuatro elementos, décima sinfonía, amo de las sombras, cazador implacable, el alma de las fiestas, el ''por dios cuántos títulos innecesarios tiene este tipo'', el poderoso, el objeto imparable e inamovible, la creación, la destrucción, ser de los seres, el doctor, el gallardo, el faro en la oscuridad, el macho, el espectacular hombre-lobo, tipazo.

Oh, Jhin, estoy tan agradecida de que estés aquí.-Decía una hermosa chica, mientras él caminando mostrando qué bueno es. Junto con un montón de gente siguiéndolo, y a su lado, un Graphorn, que caminaba justo detrás de él por respeto pero con una sonrisa de cariño y aprecio mientras sacaba su lengua en forma de felicidad.
Así mismo el bardo del pueblo cantaba la historia de como Jhin el magnífico apaciguó y domó a la bestia que amenazaba en su contra, sin alterar el orden natural, salvó a todos. Opacando el sonido del bardo, llegaron las Vilkyrias cantando, (música ambiente:https://www.youtube.com/watch?v=kJQP7kiw5Fk) anunciando la llegada del alcalde para darle la llave de la cuidad. Cuando el héroe la recibe, da la mítica señal, y el Graphorn alegre se empieza a agitar su cabeza, haciendo llover confeti. Pero espera, eso no era confeti...

Cuando abrió los ojos y se enteró de la situación, olvidó todo lo que soñó, ahora sólo veía se reojo un Graphorn furioso y moviéndose mientras sacudía la lava. Al ver un pedazo de la misma cayendo cerca de él. Cerró los ojos. Mi momento ha llegado.-Se dijo a sí mismo mientras intentaba sacar una lágrima, pero por su inexistente experiencia en el arte de la actuación fue incapaz. Sintió calor y un corto alivio, pero no por una experiencia cercana a la muerte, si no, porque la lava cayó cerca de él.

Oh, el azar, los dioses y el escritor me han dado otra oportunidad.
Mientras tanto, Toro e Ircan se combinaban en una coreografía perfecta para asestar un golpe al Graphorn. El asombro fue increíble, una ejecución perfecta, era la técnica secreta de la levitación y la caída de la muerte ígnea del nimbo tronador. Mientras Ircan estaba suspendido en el aire pensaba sobre el destino del pobre Graphorn, pero era imposible negarse al ver tan esplendida técnica en ejecución, valía la pena que hasta los dioses vieran esta oda a la majestuosidad del combate, tanta gracia, sutileza y agilidad, ya entiendo porqué Ircan es el jefe sólo él po-

...

¿SE ACABA DE CAER? Santos eclipses lunares, esto es imposible, qué clase de fuerza mística podría cambiar el destino de esto, ah claro, un dado.

Bueno, ahora está Ircan en el suelo, con una espina del Graphorn en su pierna creo, muy cerca de él, esta estrategia no está funcionando, debemos hacer algo.
Me moví hacia Ircan, rezando porque el Graphorn no nos atacará mientras lo llevaba hacia Mefisto. Logré eludir al acídito, y lo llevé.
Tenemos que cambiar nuestra estrategia.-Decía mientras me volvía humano otra vez, y recordaba el dolor de la quemadura en mi brazo.

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Off rol: Quizás se me fue un poco con lo de poner Despacito como música ambiente xD, pero tenía ganas de un poco de comedia espero lo entiendan. Y supongo que no hay nada de malo con chocar contra la cuarta pared.

Poco después de que la lava salpicara todo su alrededor, Sango notó que el tronco estaba demasiado caliente como para ser un tronco normal. Rodó alejándose de él y fue, otra vez, consciente de que había alguien con él.

- Por los Dioses del puto inframundo, tenemos que matar a ese puto pájaro.- Se levantó de un salto y entonces vio como el de los cuernos tiraba al compañero contra el pájaro sopla-lava, el resto fue consecuencia evidente de aquella táctica, o al menos para Sango. A escasos pasos a su derecha, había lava solidificándose, corrían, en aquellos instantes, un verdadero peligro: un paso en falso y perderían un pie y si prestaban demasiad atención al suelo, el monstruo se les podía echar encima. Por suerte, era una noche fría y pronto  se podría pisar sin problemas. Del tronco salía humo, con suerte no ardería, pero, ¿quién sabe?

El graphorn se quedó quieto después del embate del compañero del toro. Sango decidió ponerse al mando de la situación, se sentía mejor, pero aún mareado y con ganas de tirarse en el suelo para no levantarse durante un buen rato, pero algo en él se había prendido.

- Poneos todos en pie, hay que matar al maldito bicho. Todos, coged vuestras armas y lanzaros a por esa maldita bestia.- Sango empuñó con fuerza el arma y se centró en el enemigo, no sabía si los demás le seguirían, pero debían hacer algo para matar a la bestia o al menos para ahuyentarla. Para Ben en ese preciso instante sólo estaban él y la bestia, su corazón latía con intensidad y sentía como todo a su alrededor se quedaba quieto*. Se lanzó a por la bestia con velocidad y esta también se movió aceptando el desafío. Sango lanzó un hachazo de derecha a izquierda para tantear al rival, esta casi no se inmutó salvo por el saltito que dio hacia atrás. La bestia se enfureció y saltó hacia ella y tal como los instructores le decían, Ben esperó hasta el último momento para esquivar y después de hacerlo soltó el hacha en dirección a la bestia pero esta se había movido aún más esquivando a otro contrincante. Sango rio de forma macabra y esperó a que la bestia atacara de nuevo, cosa que hizo cuando dejó de reírse, pero esta vez le costó más. Había más adversarios contra los que luchar y la bestia lo sabía, aun así no se rendía.

Las fuerzas, poco a poco abandonaban a Sango y sus ojos, antes inyectados en sangre, recuperaban su tono normal. Esquivó con coletazo que le pilló casi por sorpresa y rodó por el suelo con tan mala suerte de golpearse la cabeza contra la rodilla del compañero del de los cuernos. Se sintió desvanecer otra vez, "oh, allá vamos otra vez". Pero no se fue, aquella vez se quedó allí, en el mundo, en el mundo real, donde no había pájaros de mil alas, que supiera, y donde existía el color, no sólo el gris polvo. Se arrastró poco a poco. Su hacha se había perdido en la caída y mientras la buscaba y se arrastraba hacia la Bestia, la batalla continuaba.

Cuando despertó de nuevo, tenía el hacha en la mano y estaba a dos pasos de la bestia, estaba a su espalda y frente a la bestia había dos hombres tratando de defenderse como podían. En un arrebato de ira, Sango sacó fuerzas flaqueza y profiriendo un grito gutural y escandaloso cogió el hacha y estiró el brazo con fuerza hacia el trasero de la Bestia, metiéndole el mango del hacha por donde la espalda pierde el nombre. Un latido después se hizo el silencio y al siguiente la bestia se removió con violencia y coceó a Sango que salió disparado contra un árbol, cerca de una fogata. Se golpeó con la espalda y la cabeza, la coz le había golpeado en el torso, algo tenía roto pues la boca le sabía a sangre. Sango se moría. Miró a izquierda, "al menos este sitio me es familiar, ahí cociné algo antes". Miró a su derecha y un hombre tumbado le miraba, Sango sonrió y la sangre que se le amontonaba en la boca salió. Después de sonreírle, le dijo entre esputos de sangre, tos y risa:

- Me muero... ja, ja, ja, aagh, ja, aja... me muero... gagh, Dioses... me mueh.- Sango se seguía riendo mientras poco a poco perdía el control de su cuerpo. De alguna manera, el hacha seguía en en su mano derecha. Se la puso sobre el regazo. Al instante siguiente cayó de lado aún mirando a los ojos del hombre que estaba tumbado a su lado. Ben veía pero cada vez sentía menos dolor.

La muerte se sentó a su lado y esperó a que Sango estuviera listo.

Uso de habilidad:

Taliesin se sentía aún confuso y asustado. No sabía cómo se había metido en aquello, y parte de él quería simplemente salir corriendo y dejar que aquel grupo de aventureros, visiblemente mucho más preparados para la lucha que el vampiro, se ocupara del Graphorn. Pero se daba cuenta de lo cobarde que sería aquella opción. Además - pensó al ver cómo uno de ellos, impulsado por el hombre bestia, se alzaba por los aires hacia la espalda del enorme animal - parecía que aquellos guerreros sabían lo que hacían y tenían la situación bajo control...

... O no. El intento del guerrero, a pesar de lo atrevido e impresionante, terminó en el suelo. Y la situación volvió a parecer desesperada. Por si fuera poco, la lava tardaría en solidificarse, y había iniciado algunos fuegos aislados que sobrevivían impulsados por la hojariza. Pero el desconocido con el que todo había empezado, aquel del que Taliesin había bebido la sangre y que realmente estaba drogado, no se amedrentaba y llamaba a un ataque común contra el animal. No pudo más que admirar el valor de todos aquellos hombres, y quizás inspirado por esto, quizás debido a un efecto aún perceptible de las drogas, el vampiro salió de su escondite y corrió hacia la batalla.

No tenía arma más que una daga, que parecía increíblemente inútil en aquellas circunstancias. Mientras el aventurero drogado iniciaba sus ataques, Taliesin encontró una rama caída, lo suficientemente gruesa como para resistir algún golpe y lo suficientemente corta para poder maniobrarla con facilidad, y usó unos restos de lava para comenzar a prender uno de sus lados.

No era más que un arma improvisada y frágil, pero se sintió mucho más capaz con aquello en sus manos; la asió con fuerza, listo para encararse con el animal. Y cuando el Graphorn se movió para esquivar uno de los ataques de los otros guerreros, Taliesin aprovechó que aún no estaba en el radar de la bestia para propinar un golpe con toda la fuerza que pudo reunir, dirigido a su cabeza. Quizás el golpe en sí no habría hecho más que desconcertar un poco al animal, pero sí ayudó el hecho de que el otro lado de la rama estuviera en ascuas. El Graphorn dejó escapar un gruñido y por un momento dirigió su mirada enfurecida hacia el vampiro, quien la devolvió con la mayor fiereza.

Por suerte para él, otro ataque realizado con un arma más efectiva volvió a captar la atención del Graphorn. Taliesin, un poco ofendido porque su ataque no fuera digno de la total atención de su contrincante, se lanzó hacia delante, aplicando el extremo en llamas directamente en la piel del animal. Esta vez sí: el Graphorn se giró, alzó una zarpa, y esta cayó con fuerza sobre la rama cuando Taliesin intentó interponerla. El arma improvisada se rompió en pedazos que cayeron al suelo, y el vampiro se tambaleó al sentir un dolor lacerante extendiéndose por su pecho. Sintió un tronco contra su espalda; estaba acorralado...

Entonces escuchó un potente grito. El Graphorn se inmovilizó por un instante y después levantó sus patas traseras en una potente coz que lanzó al guerrero drogado contra un árbol. En el silencio momentáneo que siguió a esto, a Taliesin le pareció escuchar un gemido como de un animal herido. Con la cabeza baja, a la defensiva, el Graphorn comenzó a retroceder y finalmente escapó del claro.

- Hah - dejó escapar Taliesin, y cayó al suelo. Se dio cuenta de que estaba temblando, pero al sentirse a salvo se comenzó a reír con alivio e incredulidad, aunque al hacerlo sentía dolor en el pecho-. Menuda aventura.

Comenzó a escucharse otra risa, interrumpida por toses y extrañas gárgaras: el aventurero que había recibido la coz estaba muy malherido. Taliesin dejó de reír al darse cuenta de que el desconocido se encontraba cerca de la muerte, pero no podía hacer nada por aquel hombre.

Ok, Ircan estaba en peligro mortal, pero aún quedamos más personas. Podemos con esto. Si no coordinamos bien con Toro y Jhin, podemos dar un golpe decisivo.

Entonces, Dormilón se levantó bruscamente con un salto, llamando a todos al ataque. Ese no es el tipo de coordinación en la que pensaba, pero es lo mejor que tenía en el momento. Y ahí fue a la carga. Bueno, aún quedamos más personas...

Sentí entonces cómo aumentaba la temperatura de mi cobertura, por lo que me levanté algo nervioso. Ojeé la zona; el ataque de ese bicho afectó bastante la apariencia del lugar... Agradecí que lo calcinado y deforme eran algunos troncos y secciones del suelo, y no mi cara. Mi mente se fue entonces por ese camino, y terminé pensando en partes de mi cuerpo quemadas. Procedí a revisarme. Nada me dolía, ardía, picaba o molestaba. Mi ropa no estaba encendida, y mi sombrero seguía sobre mi cabeza. Sólo falta... ¡Mi bastón! Lo dejé cerca de la fogata cuando el Graphorn empezó a lanzar lava por ahí. Una serie de movimientos bruscos desviaron mi atención de mi bastón: Eran Dormilón y el Graphorn combatiendo. Ah, y más allá estaba Ircan retorciéndose, y Jhin tirado por otro lado.

Sangrucho siguió a Dormilón a las armas, sujetando un palo posteriormente encendido con lava, como si fuera una antorcha. Después de un combate que se me antojo cortísimo, el bicho se retiró a lo profundo del bosque (no sin haber dejado moribundo a Dormilón, y lacerado a Sangrucho). Los residuos de lava del suelo seguían calientes, pero ya era más seguro caminar. Me moví a paso presto hacia los sobrevivientes.

- Supongo que fue buena idea curarte por allí. -Dije a Dormilón, señalando el lugar donde estaba mi bastón. Ahora que lo pienso, es un milagro que siga intacto.

Eché un vistazo a los heridos. Ácido en la pierna, corte en el pecho y algún tipo de daño interno severo. El último debía ser prioridad. Me arrodillé cerca de él, y ₁concentré mi mente en mis palmas. Cerrar los ojos me ayudaba a concentrarme, y así lo hice. Entonces coloqué ambas manos en su torso, y por ellas empecé a sentir un cosquilleo y una cómoda calidez.

- Creo que esta vez sí se te rompió algo interno. Estaremos aquí un buen rato.

Y así fue. El cosquilleo se hizo cansino con el paso del tiempo, y me empezaban a doler las piernas por mantenerme tanto en la misma posición. A la vez, sentía cómo se me hacían más pesados los ojos, ambos por no haber dormido y por el cansancio causa de mi servicio médico. Alcé el rostro para estirar el cuello y echar un vistazo al cielo, buscando comodidad en los astros.

Para mi sorpresa, el amanecer no parecía muy lejano. Giré a ver a los demás. Hombres heridos y agotados es lo que había. Pero vivos. Eso estaba bien. Me dirigí a Dormilón otra vez.

- ¿Cómo te sientes, Dormilón? -Eh, en voz alta suena mucho peor. - Soy Mefisto. Entre el embrollo del ave de mil alas y el ataque de aquél demonio, creo que no nos hemos presentado.

Alcé la voz, dirigiéndome a los demás.

- Ya casi termino aquí. ¿Quién sigue?

Entre tanto disparate, el vampiro y del hacha hicieron un ataque contra el Graphorn, para mi sorpresa fueron lo suficientemente morales para no matarlo, o los suficientemente malos en el acto. No sé bien qué pasó, pero el ácidito se fue, con un grito, ya sabrán los dioses que habrá hecho tipo aquel, pero me alegra que no este muerto por lo menos.

Me di cuenta de algo, y era por lo que estaba algo preocupado desde el principio, Ircan no parecía estar muy bien, parecía algo mareado a veces, pero ahora se puso de otra forma, sonaba molesto, pero no como un humano. Vigilé un poco sus movimientos y su voz, pero después de que el Graphorn se fue, se calmó. No podía moverse bien por el veneno, así que lo lleve hasta Mefisto.

No soy un experto médico o algo así, ¿pero no deberías estar curando al que no tiene medio pecho?.-Le dije a Mefisto mientras me quedaba al lado de ellos. Después unos segundos, se me ocurrió traer al vampiro también, a ver si no se desbarata, me dije.

Ay, carajo, ¡que la mitad del bosque se está quemando!- Exclamé mientras me ponía algo histérico. Hay que hacer algo. Toro, ¿Me ayudas?-Refiriéndome al gran hombre con un ademán de respeto.

Después recordé el dolor en mi mano derecha, la tenía un poco quemada. Ahí fue cuando me di cuenta de que el día estaba lejos de terminar.

No sé porqué, pero tengo esta sensación de que hay algo que se nos olvida hacer.-Le dije a todos mientas me movía a intentar apagar los fuegos.

El vasto yermo gris se había convertido en un lugar familiar pese a no saber cómo funcionaba aquel sitio. Sin embargo había algo extremadamente llamativo no muy lejos: pasto. Ben caminó, como siempre hacía por aquel mundo, "¿mundo? Sí... supongo que es eso, un mundo... mi mundo". Había un hombre sentado en la hierba, justo en la frontera entre el polvo gris y el verde prado. Pero lo más llamativo no era eso sino que había un animal. Una bestia de color negro con una cola esbelta y patas fuertes. Su cabeza estaba, bueno, sin carne, era una calavera pero que funcionaba como cualquier cabeza pero con astas.

- Que bestia tan magnífica- Murmuró mientras observaba a la bestia.

- Oh, sin duda alguna. Pero he olvidado su nombre... Quizá tú podrías traérmelo la próxima vez que vengas. Yo estaré por aquí. - Hizo una pausa y estudió a Ben, que le miraba con curiosidad. - Sí, vendrás otra vez y no sólo una sino muchas veces. Eres un Nelad y los Nelad son bienvenidos en este mundo.- Respiró hondamente y miró al cielo. - Es la hora. Acuérdate, el nombre de esta criatura y podrá empezar a obtener respuestas y... no te separes de ese hacha, ¿quieres?.- Con una sonrisa el hombre se desvaneció de mirada así como el prado, la bestia y el yermo gris.

Parpadeó un par de veces y gimió levemente. Regresó, por enésima vez al mundo real y al tratar de moverse una punzada de dolor le recorrió todo el cuerpo. Se quedó sin aire durante unos instantes y poco después recuperó la calma. Había gente a su alrededor, mucha. Los reconocía a todos pero no conocía a ninguno. Hubo una pregunta dirigida a él pero no la escuchó bien. Se arrastró hacia el árbol y quedó sentado contra él. Respiró profundamente dos veces, acto seguido sus tripas rugieron.

- Soy Mefisto. Entre el embrollo del ave de mil alas y el ataque de aquél demonio, creo que no nos hemos presentado.- Sango miró hacia el hombre que tenía enfrente y le sonrió levemente.

- No tengo el gusto... Soy, eh, soy Sango.- El hombre asintió y se fue a atender a otro hombre que también estaba tumbado. Sango miró a los presentes y tras un rato dijo: - Nunca comáis setas de este bosque.- Empezó a reir pero paró pronto porque un ataque de tos se apoderó de él y el dolor en el torso persistía, eran como mil agujas clavándose a la vez. Cuando se calmó analizó la situación. Él había llegado solo a aquel lugar y había montado ese campamento y por arte de magia había cinco personas con él que le habían ayudado a derrotar a una bestia.

- La pregunta es obvia, ¿qué demonios estáis haciendo todos aquí? Es decir, yo iba solo de camino a Ulmer, me detuve aquí, comí algo que no debería haber comido y de repente estamos luchando contra un bicho, un... Por todos los Dioses, ¿qué era eso?- Por alguna extraña razón quería saber qué era. Después pasó un rato sin hablar, escuchando.

- Pese a lo heroico de nuestra hazaña, hoy recordaremos este día como el día en el que espantamos a una bestia metiendole en un palo por el culo. Sí, lo sé. No es nada bonito ni poético, pero, estamos vivos, ¿no? Al final es lo que cuenta. Bueno, al menos para mi.- Ben se puso de pie y se apoyó en el árbol. Se miró el cuerpo, de entre todas las heridas la que se había curado con mayor rapidez era la mordida que aún se intuía. Había que poner las cosas claras en aquellos instantes.

- Mefisto, ¿verdad? Gracias por salvarme la vida. En realidad a todos. Gracias. Y antes de que cada uno decida qué hacer a continuación me gustaría deciros algo.- Hizo una pausa y los miró a todos.- Hoy hemos luchado y vencido en combate. Hemos sangrado. Nos hemos ayudado. Si eso para vosotros no significa algo es que no tenéis alma.- Se detuvo un momento mientras tragaba saliva y prosiguió.- Lo que nos une a partir de hoy es el vínculo de la sangre en la batalla.- Terminó de hablar. Respiró profundamente y colgó el hacha de su cintura.

- Basta de palabras. Ulmer queda cerca de aquí, si caminamos hoy, llegaremos a media mañana para no salir en una semana de cualquier taberna en la que sirvan algo decente que beber. ¿Quién viene? A las dos primeras invito yo.

Ben esperó la respuesta de sus compañeros, lo que no había notado es que uno de ellos parecía haberse desvanecido.

Nota:

Intentó no pensar en la herida del pecho, pero le resultó imposible. A medida que la adrenalina y la sensación de alivio se retiraban, el dolor se hacía más notable. Con más calma de la que habría esperado de sí mismo, apartó un poco la ropa destrozada por las garras y empapada en sangre y echó un vistazo. Sí, perdía sangre, era doloroso y dejaría marca, pero ciertamente aquello no pondría en peligro su vida, a no ser por una infección.

El hombre que se transformaba en lobo se le acercó y muy amablemente se ofreció a a llevarlo hasta el curandero , Mefisto. Al fin comenzaba a saber los nombres de algunos de los presentes y comprendía, del todo, lo que había pasado.

- Yo también comí algo que no debería haber comido - respondió en tono jocoso tras el comentario de Sango.

Lo cierto es que tenía gracia que por parar a beber un poco de sangre, hubiera terminado perdiendo aún más... Pero se quedaba con una buena historia, un extraño recuerdo, y unas interesantes marcas en el pecho.

Cuando Mefisto preguntó por el siguiente que debía ser atendido, Taliesin miró a su alrededor y finalmente levantó una mano. Se encontraba sentado en el suelo, cerca del curandero, donde lo había dejado el licántropo.

- Agradecería infinitamente si puedes ayudarme con esto… - Cuando el elfo se acercó **, el vampiro le dedicó una muy sincera sonrisa, feliz ante el pronóstico de que la herida dejaría de doler pronto -. Que los dioses te lo paguen. Me llamo Taliesin, y sin duda te debo un favor. Cuando volvamos a encontrarnos…

Los dioses no creaban coincidencias como aquella, reuniendo a siete desconocidos en un claro, sin un buen motivo. Taliesin estaba bastante convencido de que volvería a ver al elfo y podría de algún modo devolverle el favor que le hacía al curarle. Escuchó el resto del discurso de Sango, que le pareció muy inspirado, y tuvo que admitir que tenía razón: se sentía más cercano a aquellos desconocidos de lo que era razonable, dado que no los conocía en absoluto. De nuevo pensó que debía tratarse de la voluntad de los dioses.

Levantó la mirada hacia el cielo y vio cómo el negro de la noche comenzaba a desteñirse con colores más vivos. Aquel habría sido un amanecer maravilloso de contemplar, y le apenó tener que perdérselo. Para él, la salida del sol significaba que tenía que encontrar un refugio donde pasar el día, en alguna cueva o en el bosque cerrado. Aunque quería permanecer con aquel extraño grupo e ir a tomar unas rondas tal como proponía Sango, sus circunstancias lo hacían imposible.

- Quizás en otra ocasión…

Comenzaba a sentirse algo nervioso por la inminente llegada del sol, la cual ahora era su principal preocupación, más que el estado de la herida. La curación sólo había sido parcial, pero al menos ya no dolía tanto y le permitiría moverse y esconderse con mayor tranquilidad. Le agradeció otra vez la ayuda a Mefisto y se puso en pie con cuidado.

- Bueno… ehm… Gracias a todos por la ayuda… No sé qué habría sido de nosotros si nos hubiéramos encontrado con el Graphorn por separado - no tenía muy claro qué otra cosa podía decir en una situación tan extraña como aquella, lo cual provocó un incómodo segundo de silencio -… No quiero resultar desagradecido, pero realmente tengo que irme. ¡Hasta la próxima!

¿Sabrán que soy un vampiro? se preguntó. Pero no tenía tiempo para considerarlo. En unos pocos pasos estaba fuera del claro y adentrándose en la espesura del bosque, donde estaría protegido por las sombras.

**Nota: Puedo editar esto si Mefisto da prioridad a otra herida y no atiende a Taliesin.

El sanitario había acabado de curar al hombre del hacha y no tardó en ir a por el siguiente en la lista, el de la sangre en la boca. Gracias al discurso del primero por fin pude averiguar su nombre, Sango. Sus palabras fueron ciertamente inspiradoras, pero con aquella herida venenosa lo primero que se me pasaba por la cabeza no era precisamente ir a una taberna, y por lo visto Mefisto iba a tardar.

-Amigo mio... ahora mismo sólo quiero pillar el lecho y dormir hasta el anochecer... Puede que otro día te acepte la invitación pero hoy... ahhh... - el dolor seguía allí presente, con molestas y agudas punzadas que parecían grandes agujas atravesándome la pierna. -Si alguno alguna vez necesitáis algo... podréis encontrarme en la Herrería del pequeño Tom.

Mefisto acabó con el de la sangre, que al parecer también se había llevado un golpe en el pecho. Supuse que ya me tocaba el turno, aunque se veía al elfo terriblemente agotado ante el uso de tanta magia. También averigüé el ultimo nombre que me faltaba por saber, Taliesin, que bien tenía prisa o temía los rayos del alba, algo que tras verle con la boca manchada de sangre al lado de Sango me hizo atar cabos. Lo miré con cierta desconfianza, pero no actué; como bien había dicho el del hacha, habíamos luchado juntos y el supuesto vampiro había sido vital para espantar a la bestia que a ese paso podría haber matado a alguien. Se merecía una amnistía al menos.

-Ve con cuidado Taliesin. - le dije manteniendo la mirada seria.

Cuando el vampiro se marchó di por concluida aquella reunión tan inesperada y terminadas las primeras curas.

-Bueno... es hora de partir... Toro, amigo mio. Creo que me vas a tener que ayudar, a parte de llevar a los animales... - le dediqué una sonrisa de disculpa por mi incapacidad transitoria.

-No hay problema Jefe, me vendrá bien para entrenar.

El hombre bestia prácticamente ni se inmutó al levantarme y cuando retomó las piezas dejadas ahí durante la noche.

-Si alguien comparte el camino a Ulmer, no tendremos problema en que nos acompañe. Sino, seguro que volvemos a vernos en otra ocasión.- hice una pequeña inclinación con la mano y salude con la mano. -Rayos... esto sigue doliendo.

-¡Cuando lleguemos a casa ya improvisaremos algo Jefe! Yo se de supervivencia.

-Miedo me das.

Entonces, Sango. Supongo que te queda bien; Sangaste mucho esta noche.

Solté una pequeña risa al pensar tontísima ocurrencia.

En cuanto al siguiente... Sangrucho.

Sí, levantase o no la mano, sería el siguiente por cuestión de prioridades.

- Lo siento, Ircan, pero tendrás que aguantar un poco más. -Le dije al herido. Supongo que es obra de divina providencia, un castigo por hacer tal tontería en aquella situación. Me pregunto qué hubiese ocurrido si su maniobra de ataque no hubiese fallado de forma tan espectacular.

Intenté levantarme para acercarme más a Sangrucho, y quizás por el cansancio, las piernas dormidas, la falta de sueño o una combinación de todos estos factores, terminé volviendo al suelo de mala manera. Me llevé las manos a la cara, regulé mi respiración, y una vez en mejor estado, decidí simplemente arrastrarme. Igual no estaba tan lejos.

No me apures, ya te ayudo, ya voy.

Una vez ahí, escuché el comentario de Sango, al que respondí con una sonora carcajada. ¿De verdad todo el problema del ave de mil alas fue por un par de setas?

Respiré hondo. Coloqué mis manos en su herida y ₁Concentré mi mente en mis palmas, en el daño y cómo se formaba un vínculo, y con él un cálido cosquilleo. Estoy completamente seguro de que cuando termine con su herida, si termino, me desmayaré o algo.

- Que así sea, Taliesin. Y que lo paguen con una almohada. - Le respondí.

Entonces, Sango empezó a toser, lo que me hizo dirigir una mirada de preocupación en su dirección.

¿No había sido suficiente? ¡Mierda!

Interrumpí por un momento la sanación de Taliesin con la intención de volver a Sango, pero al momento en que el cosquilleo cesó también lo hizo su tos, y empezó a hablar. A su vez el cosquilleo volvió a mis palmas y cerré los ojos, ya no por concentrarme, sino por el cansancio que me inundaba, y volví a mi labor, aunque escuchando atentamente el discurso de Sango.

- ¿Me creen si les digo que por aburrimiento? -Respondí entre risas a la pregunta de Sango. Bueno, por aburrimiento y por una promesa.- ¡Y mira qué noche tan divertida me ha tocado!

¡¿Un palo EN DONDE?! ¡La virgen, con razón salió corriendo el pobre! No lamento haberme perdido ese específico momento. Si es que seguro huyó al final no porque lo superáramos en número, sino porque se le ha quitado el hambre después de eso. Pero, tiene razón, es mejor dañar el orgullo de un Graphorn que morir.

Ben se levantó. Ten cuidado y no te muevas mucho, apenas estás estable.

- De nada, hombre. -Respondí a su agradecimiento, intentando en vano disimular mi cansancio.

-  Lamentablemente tendré que pasar; Caminar en estos momentos me suena más difícil que la batalla contra esa bestia. Creo que buscaré algún lugar cómodo en las cercanías y moriré un ratito. -La calidez de mis manos se detuvo junto con el cosquilleo. Ya estaba hecho, Taliesin.- Pero no los olvidaré. ¡Ahora somos la compañía de las mil y un alas!

Taliesin se despidió apresuradamente, y partió con el mismo apuro. La mirada que le dedicó Ircan fue lo último que necesitaba para verificar mis sospechas. Recordé el momento en que llegó el Graphorn, e imaginé qué hubiese ocurrido si no lo hubiese interrumpido. Pero después de todo lo que ocurrió, ya no le doy tanta importancia.

- Lamento no haberte podido ayudar. -Dije a Ircan, que ahora era cargado por Toro.

Me lancé al suelo despreocupadamente cuando empezaron a alejarse ellos también. Coloqué el sombrero en mi pecho y usé mis manos de almohada.

- ¿Y tú qué harás? -Le pregunté a Jhin, sin abrir los ojos.

Mefisto tuvo que hacer un gran trabajo curando a todos los demás, yo aún tenía una pequeña quemadura en el brazo, pero parecía muy cansado para pedirle eso ahora. Mientras Sango, ése era su nombre, ¿Lo he oído antes? Bueno, poco importará, mencionó dirigirse a Ulmer por unos tragos, aunque era tentador el acohol, estaba demasiado cansado. Su discurso sobre ser hermanos de batalla y todo eso, estuvo bastante bien, pero pobre Graphorn, por suerte no murió. Taliesin, dijo llamarse, era obvio que tenía que irse de los rayos del sol, vamos, al menos para mí, tenía una piel demasiado cuidada como para recibir sol. Ircan y Toro parece que se dirigirían a Ulmer también.

Buena suerte en su viaje amigos, que los Dioses les sonrían en su camino, y que la fuerza los acompañe-Les dije a todos los que se irían del bosque. Yo estaba muy cansado, incluso para moverme, hice tantos cambios que ni sé si ahora soy hombre o bestia. Era obvio que ni podía ir a ningún sitio así. Así que me tiré al suelo y bostecé. Escuché la pregunta de Mefisto.

Me quedaré aquí, no podría caminar, creo que me torcí el tobillo-Le respondí mientras casi quedaba inconsciente.