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Mensaje  Rumpel Vie Jul 20 2018, 21:46

La guerra es un negocio, el idiota que diga lo contrario está destinado a criar malvas o a alimentar cunetas; y aquella guerra de Lunargenta no iba a ser una excepción. Bien es cierto que los esfuerzos bélicos se estaban concentrando en la propia capital, pero no era esta la única que había sufrido la presencia de los vampiros. Las villas de las afueras también habían sido testigos de su intrusión, pero estas eran invisibles a los ojos de los respectivos jefes militares, pues no aportaban para nada honor y gloria; después de todo, una vez restablecido el orden ya se encargaría la Guardia de ellas. Sin embargo, sus dueños no eran tan... pacientes, por no decir que buscaban tener un lugar seguro antes de que numerosos ejércitos y otros males asaltaran la ciudad, y en momentos como ese la seguridad del campo era demasiado tentadora; y algo de lo que sacar partido.

Aquellos barones que no habían podido huir junto al rey, por su estupidez o por su escasa relevancia en la corte, ahora asaltaban las tabernas de los más bajos fondos con sus agentes en busca de aventureros que fueran capaces de devolverles sus propiedades; pagando prácticamente todo el dinero que no se habían fundido en su lujoso estilo de vida al que no renunciaban ni muertos. Pero para su sorpresa, la mayoría de los mercenarios habían partido ya hacía los respectivos ejércitos de los contendientes, en los que la posibilidad de saqueo, gloria o recompensa de algún noble les cambiase la vida; por lo que sólo quedaban matones de poca monta, algún que otro ladrón, timadores y nos.

-Ser Bellens, requerirá de ti... - un hombre gallardo, que se parecía a un pavo real al que le acaban de arrancar las plumas intenta enunciar su requerimiento; pero antes de eso hay que dejar algunas cosas claras.

-De "Usted". - le corrijo de inmediato mientras acarició el borde de la jarra a forma de juego. -Por favor, mi considerado señor, somos gente culta, de altas capacidades.- mi sonrisa se amplia y me repeino. - No está frente a un miembro de la turba. Creo que su tutor estaría muy decepcionado al ver como no sigue las normas básicas del protocolo y la etiqueta.

-Con todos mis respetos, - la irá comienza a inflar su fofo cuello. -Dudo que usted tenga la condición de noble para tener que aplicar dichos principios. - sus uñas recinchan contra la madera de la mesa.

Con total tranquilidad, tomo la jarra y bebo un largo trago de cerveza, me limpio la manga y me quedo mirándole fijamente durante unos segundos, lo que es suficiente como para incomodarle y hacerle mover la cabeza incomodo con un casi hipnótico movimiento de su acentuada papada.

-Como comprenderá no llevo mi titulo colgado del cuello, y menos en un lugar como este. - apunto con la palma de mi mano hacía el techo reseñando el lugar en el que nos encontramos. - La condición actual de nos, no es la mejor ni la esperada. - me encojo de hombros sin darle importancia al hecho de mi apariencia. - Pero, si no deseáis dar crédito a mi ascendencia y no podemos firmar un autentico acuerdo entre caballeros, podéis probar a acudir al hombre de la barra,- le indico con el dedo al objetivo. - es un timador de primera, antes de que soltéis el dinero ya habréis perdido tanto el dinero como la casa; y si no podeis acudir a la mujer de la esquina, - cambio la dirección hacia la que señalo con una sonrisa cada vez más amplia. - seguro que por la cantidad que lleváis encima hará que vuestro señor se olvide de sus posesiones durante una noche; pero ya sabéis, el placer es efímero- le guiño un ojo. - y cuando se le pase su ira recaerá sobre su principal y más cercano consejero...

El hombre se muerde el labio, seguro que estoy colmando su paciencia, ya de por si baja al considerarme de una clase inferior.

-¿Y en qué se diferencia el timador de "usted"? - dice con cierta burla entrando en el juego.

-Me ofendéis señor por vuestra poca estima. - me llevo la mano al corazón abriendo la boca descaradamente fingiendo dolor. -Nos es un caballero, y el honor me impide romper un acuerdo. Los acuerdos, así como nuestro honor, son un bien inviolable, vos deberíais saberlo. - me recuesto sobre la silla haciendo un gesto de autosuficiencia con la mano. -Bueno y porque tengo a mi disposición a la gente idónea para hacerlo.

Expresiones:

Se crea un pequeño momento de silencio en el que me centro a saborear mi cerveza con una sonrisa esperando a que el premio cayera por si propio peso.

-Muy bien, vos ganáis. - el gayo suelta un bufido. -Espero por tu bien que tengas exito, sino lo pagarás con tu vida. - suelta con una amenaza velada, ante la que mi respuesta es un simple encogimiento de hombros.

-Nos lo considera justo, pues nos nunca falla. - sonrío disfrutando la victoria. -Pero como comprenderéis requeriré del pago cuanto antes; si he de trabajar gratis las esperanzas de que cumpla vuestros requerimientos serán nulas; y más colocando la vida como prenda.

-Y si "nos" fuese imbécil os pagaría todo, pero no lo soy. Así que sólo obtendréis la mitad ahora y la otra mitad cuando hayáis realizado el encargo. - una bolsa bastante amplia cae sobre la mesa con el dulce tintinear del dinero, produciéndome una sincera sonrisa.

-Trato hecho.

_________________________________________________________________________________________________________


No tardo en moverme, pues la noche no espera y mi futura socia tampoco dispone de mucho más tiempo.

Leo el cartel de la posada que reza "El Cuervo de plata" y espero por mi propio bien que aún siga ahí. Había tenido las suficientes experiencias con aquella mujer para poder ser consciente de lo bien que se le daba el arte del asesinato, la lucha y el conocimiento sobre los vampiros. A la par, había resultado ser una mujer meticulosa, que gustaba en la mayoría de las ocasiones de acciones que no llamasen mucho la atención, o por lo menos no en el momento de acercarse al objetivo; y aquel trabajo iba a requerir de mucha paciencia, una incursión tan sigilosa como astuta, altas capacidades de engaño y un cuerpo de escándalo. Obviamente por mi parte contaba con todas las aptitudes, pero en este caso dudaba mucho que el objetivo se fijara precisamente en mi físico, algo muy diferente si llevaba a una mujer hermosa hasta su puerta, y a la postre de su raza.

Al internarme en el antro, mucho más elegante de los que yo solía transitar, me llevo una alegría al poder identificar, con relativa sencillez, a mi objetivo, gracias sin duda a su llamativo acompañante. Tras esquivar camareros y personas que se levantan sin ton ni son, consigo acercarme a la pareja con una sonrisa. Hablan de algo que encuentra su fin en cuanto Alister se percata de mi presencia.

-A las buenas noches señor, señorita. - les sonrío a ambos y me tomo la libertad de tomar una de las sillas de la mesa de al lado y unirme a ellos. -A nos le alegra haberos podido encontrar en tan ajetreados tiempos y también gustaría de compartir información banal pero importante de vuestro día a día. - cruzo los brazos encima de la mesa y suelto un suspiro. - Pero los negocios mandan y nos mentiría si dijera que no es eso lo que le ha motivado a forzar este encuentro. -

Miro a ambos alternando de uno al otro siendo plenamente consciente de la brusquedad de mi intromisión, pero no es que nos sobre mucho el tiempo cuando una guerra amenazaba con destruir cualquier ganancia y ponerme en una tesitura no deseada; a parte del hecho de que sospechaba de la facilidad de la mujer para viajar.

-Nos no ha olvidado lo bien que se os dan los de... - la miro a los ojos. - su raza, y el gran amor que les profesáis. Por eso tendría un encargo para vos, de interesaros, obtendríais una buena cantidad de aeros y la posibilidad de dar... un sofocante abrazo a los vuestros. - tamborileo los dedos en la mesa sin saber como se iba a tomar la joven aquella proposición. -Si os interesa nos os dará la información y el plan que se me ha ocurrido para realizar dicho encargo, pero... una duda previa, - me acerco un poco a ella para susurrarle. -¿Cómo lleváis la luz del día? ¿Esta oscura nube que cubre la ciudad os facilita moveros?
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Mensaje  Elen Calhoun Sáb Jul 21 2018, 11:35

En silencio, la vampira volvió a negar con la cabeza. - No puedes encerrarte aquí, tarde o temprano la sed volverá y si te empeñas en no salir a alimentarte las cosas se pondrán feas. - soltó el cazador, que llevaba ya rato intentando convencerla de que se cambiase de ropa. Ataviada únicamente con la larga y amplia camisa que solía utilizar para dormir, y sentada en una de las esquinas de la cama, la joven se mostraba reacia a abandonar la estancia, después de lo ocurrido en Roilkat no podía fiarse de sí misma. - No quiero poner en peligro a nadie más, si volviese a transformarme yo… no podría controlarlo. - musitó, clavando la vista en el suelo de madera. - Lo sé, pero para eso estoy yo. - replicó Alister casi en un susurro, al tiempo que se sentaba a su lado y tomaba una de sus manos. - El fuego funciona, puedo contener a la sombra, solo tienes que confiar en mí. - prosiguió, entrelazando sus dedos con los de la benjamina de los Calhoun y alzándole el rostro con la mano que le quedaba libre para que lo mirase a los ojos.

- Podremos con esto. - dijo con seguridad, para acto seguido acariciarle la mejilla y darle un suave beso en los labios. La de cabellos cenicientos no tardó en corresponderle, regalándose unos instantes en los que nada importaba aparte de ellos dos, pero luego tuvo que volver a la cruda realidad. La maldición que el Hombre Muerto le había impuesto había conseguido que se sintiese insegura de sí misma, algo que no le agradaba en absoluto pero con lo que, por desgracia, tendría que aprender a vivir. Afortunadamente no tenía que enfrentarse a ello sola, al dragón la apoyaba a pesar de haber visto de primera mano cómo sus actos la llevaban por el mal camino, guiándola directamente hacia la oscuridad, de la cual se había autoimpuesto la tarea de salvarla.

En ocasiones pensaba que no se lo merecía, que él podría haber tenido una vida mucho más sencilla y tranquila junto a otra persona, pero se alegraba de que no hubiese sido así, el caprichoso destino había decidido unir sus caminos para darle algo de luz a su sombría existencia. - Vístete y acompáñame a la taberna, yo también necesito comer. - musitó el alado, ofreciéndole una cálida sonrisa para terminar de convencerla. Consciente de que no se detendría hasta que consiguiese sacarla de entre aquellas cuatro paredes, la centinela dejó escapar un quedo suspiro de resignación y se levantó para acercarse a la cómoda en que guardaba sus mudas de ropa.

No tenían ningún plan para la noche, con lo que después de que la vampira se alimentase probablemente regresarían directamente al local, evitando de ese modo dar ocasión a las sombras del Nigromante a reaparecer en público. Alister siguió con la mirada a su compañera hasta que ésta se encerró en el baño, momento que aprovechó para acercarse a la ventana y correr ligeramente la cortina para echar un vistazo al exterior. El ambiente en la ciudad era tenso, las calles se habían teñido de sangre y las facciones solo esperaban a que llegase el siguiente enfrentamiento, que seguramente no tardaría mucho en estallar. La situación en sí estaba llegando a un punto insostenible, los saqueos y asesinatos se habían convertido en el pan de cada día para la mayoría de la población y los pocos que trataban de mantener el orden se veían desbordados.

Muchos intentaban enriquecerse a costa de la guerra con el contrabando de armas y suministros, mientras otros se encerraban en sus casas con la esperanza de que todo aquello acabase pronto y la desgracia no se cebase con ellos. El panorama resultaba simplemente desolador, pero huir no era una opción, no para ellos, que tenían tanto que hacer antes de que los jinetes cruzasen a Aerandir desde el Oblivion. Absorto como estaba en sus pensamientos, el cazador no escuchó los pasos de la benjamina de los Calhoun a su espalda, aunque ciertamente no podía asegurar que de haber estado atento hubiese podido percatarse de su aproximación, Elen se había vuelto muy sigilosa desde su transformación, una de las pocas ventajas que su nueva condición le había brindado.

- Ya estoy lista. - susurró, colocándose a su lado. El dragón apartó la mirada del cristal para admirarla durante unos segundos, se había decantado por la armadura ligera de cuero, la que potenciaba su agilidad a la hora de moverse y de paso… le sentaba tan bien. Sin poder evitarlo, deslizó una de las manos para rodearla por la cintura, al tiempo que sus ojos seguían la línea de la falda hasta toparse con una de las aberturas de la misma, por la cual asomaba el vendaje que aún llevaba a la altura del muslo. - ¿Cómo va la quemadura? - preguntó, dejando en un segundo plano el deleitarse con la silueta de la vampira. - Bien, ya casi está curada, con suerte mañana no tendré que cubrirla. - respondió la señora de sombras, y dicho esto ambos abandonaron la habitación para bajar a la taberna.

Nadie habría dicho que Lunargenta estaba en guerra viendo el ambiente que reinaba en la sala, al menos una docena de clientes se habían acercado hasta allí para comer, beber y olvidar las penas del día, por lo que el bullicio era considerable. - Buscaré una mesa. - anunció la de cabellos cenicientos, dejando al alado junto a la barra. Nada de lo que el propietario tuviese podría calmar su sed así que era absurdo gastar dinero solo para aparentar delante de los presentes, esperaría a que Alister terminase su cena y entonces buscaría alguna presa por los alrededores, como solía hacer.

Un par de minutos más tarde el dragón se reunió con ella, pero no traía su comida consigo sino una jarra alargada de plata y un único vaso, también del mismo material. - Puede que hoy nos ahorremos el paseo. - dijo en voz baja, al tiempo que situaba ambas cosas frente a la joven. Elen miró con curiosidad el recipiente, su aroma era inconfundible pero ¿cómo era posible? - El tabernero comenzaba a sospechar, y tras ver los métodos que utilizan en Roilkat se me ocurrió que quizá pudiese ayudarnos… así que le conté lo que pasaba. - reveló al ver la confusión reflejada en su rostro, provocando que la de ojos verdes tomase la jarra y comprobase su contenido.

- Espero que sea de su agrado señorita. - los interrumpió el hombre, que traía la cena encargada por el cazador. - Sí, gracias… - contestó, algo incómoda. - ¿Puedo saber de dónde la ha sacado? - se atrevió a formular, sin saber si realmente quería conocer la respuesta. - De un mercader Nórgedo, tengo más en el almacén por si la necesita. - indicó, sin mostrar miedo alguno. La benjamina de los Calhoun llevaba años hospedándose allí, pagaba puntualmente y no solía dar problemas, era una buena clienta y en tiempos tan difíciles, el negocio dependía de conservar a personas como ella.

- Gracias. - repitió, algo más aliviada. Sus congéneres Nórgedos obtenían sangre de gente que la entregaba voluntariamente así que decidió no preocuparse más y servirse un trago del rojizo líquido. - Ha pensado en todo, incluso en los recipientes. - comentó, en cuanto volvieron a estar solos. El hecho de que fuesen de plata los hacía opacos, con lo que nadie sabría qué estaba bebiendo, detalle que agradeció enormemente. Mientras su compañero comenzaba a dar buena cuenta del plato que tenía delante, la señora de sombras se acercó el vaso a los labios y dejó que la sangre se deslizase por su garganta, estaba bien conservada y su sabor al proceder de humanos era mucho mejor que el de los animales de los que se alimentaba normalmente.

- Tengo que aprender a detener el proceso de coagulación por mi cuenta. - soltó tras terminar el primer vaso, asegurándose de no dejar rastro de su particular bebida en sus labios. - Podríamos buscar al mercader y pagarle por la receta, los conocimientos alquímicos los tienes y con mi sangre no nos haría falta nada más. - replicó, ofreciéndose a ser su fuente de sustento. Aquello hizo que la centinela se acordase de Eltrant y Lyn, los dos habían llegado a un acuerdo similar y les funcionaba, ¿debía hacer ella lo mismo? No sabía qué pensar al respecto, aunque tampoco tuvo ocasión de decir nada más sobre el tema.

Repentinamente un tercero se unió a ellos en la mesa, pero no era un desconocido, se trataba de Henry, el hechicero con que habían colaborado no hacía mucho. - Buenas noches Henry, ¿negocios? ¿de qué hablas? - saludó, en voz baja para que nadie más pudiese escuchar el nombre por el que se dirigía a él. Alister también se detuvo para saludarlo y prestar atención a lo que tenía que decir, cosa que hizo de la forma más disimulada posible. Había vampiros implicados y también algo de dinero, ambas razones más que suficientes para seguir escuchando al mago, sobre todo ahora que Elen se mostraba tan reacia a salir a las calles.

- Sí, las nubes me permiten salir sin acabar calcinada, pero no creo que sea una buena idea que vaya contigo…  han pasado algunas cosas desde la última vez que nos vimos. - respondió la joven, sirviéndose otro vaso del rojizo líquido que tanto necesitaba para subsistir. - Con él no habrá problema Elen, maneja el fuego igual que yo, estará a salvo. - intervino Alister, dejando un poco de lado su comida. - Nos vendrá bien salir un rato de aquí, ¿de qué se trata Henry? - inquirió a continuación, prácticamente decidiendo por los dos.
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Mensaje  Rumpel Sáb Jul 21 2018, 20:28

La pareja habla soltando datos de los cuales no tengo ningún tipo de conocimiento y que pueden ser vitales para el resultado del encargo.

-Mmm... - me rasco el mentón. - ¡Mesonero! ¡Una jarra de cerveza! - exalto de pronto levantándome de la silla y alzando la mano para pedir la comanda. -Disculpen, hacer los negocios con la garganta seca dicen que lleva a la ruina. Nos no es un hombre supersticioso, pero no me parece un gran sacrificio cumplir dicha tradición.- me echo hacía delante apoyándome con los codos en la mesa. -¿Cuales son esas... complicaciones? No quiero innovador vuestra intimidad pero... Si puede resultar un peligro a nos le produce... bastante curiosidad. - miro a los ojos verdes de la joven.

El bullicio del lugar esconde nuestras palabras de oídos indiscretos pero no creo que de ser algo importante me lo digan, puede que en otro momento o puede que tuviera que confiar en mi suerte y en el palpito que había tenido con aquella chica.

- Sea como fuere... -suspiro. - El objetivo es un vampiro bastante... acaudalado que se ha instalado en la mansión de recreo de un varón a las afueras. - la cerveza llega a la mesa y deposito una moneda indicándole con los dedos a la camarera que me sirve que no tarde en traer otra. - Al parecer, están habiendo desapariciones en la zona, seguramente sea el responsable. - pego un trago ante la dificultad de lo que voy a decir. -A nos no le importan mucho las victimas, si fueran sólo hombres me darían igual, pero al parecer las victimas favoritas del desalmado son mujeres jóvenes y niños, según como ha dicho el hombre del barón le gusta la.... "sangre fresca". Y eso supone a nos un inconveniente que no va a dejar pasar.

Dejo la jarra sobre la mesa y me limpio los labios con la manga. Mi estomago se revuelve ante la maldad de hacer daño a criaturas inocentes, algo que acentúa mi odio hacía este mundo impuro. ¿Qué clase de mente enferma haría daño a un niño? A un alma pura e inocente ¿Qué clase de ser haría daño a mujeres al menos supuestamente inocentes? ¿Dónde estaban en aquel momento todos los supuestos héroes de brillante armadura para encargarse de esos crímenes?

La respuesta es que todos estaban ocupados peleándose entre ellos en un juego de espadas en el que discutían sobre quién de todos la tenía más grande. Eran un fraude, una mentira para sacarle el dinero a la gente, jugaban con la realidad y la mente de sus empleadores arrebatándoles la libertad con falsas esperanzas. Al final eran las gentes despreciables como yo, los criminales, los que traían el equilibrio al mundo, ayudando a los más desfavorecidos para luego ser catalogados de malvados, raros o enfermos a los que se marginaba de la sociedad y que eran escupidos, calumniados y apedreados por aquellos a los que estábamos salvando desde las sombras.

Nada más lejos de la realidad, la gloría de aquel encargo se la llevaría el barón que se estaba poniendo ciego a vino y putas, mientras que a mi me darían un poco de oro y a la próxima vez que pasara por la aldea cercana a la mansión, las madres esconderían a sus hijos de mi, me escupirían, me tirarían estiércol y si necesitaba ayuda los hombres me robarían y me rematarían.

Así era el mundo, al menos me llevaba el buen peso de una bolsa de monedas generosa y bien regateada, pero los actos bonitos y heroicos estaban monopolizados por otros más... agraciados. ¿Llegaría todo aquello algún día a su fin? Si, lo haría. Era uno de mis muchos objetivos, el llevarse tanto la bolsa como la gloria. Pero aún no era el momento.

-El objetivo es infiltrarse sin levantar sospechas, matar al mosquito cabrón y liberar a su ganado. Para eso, nuestra carta de presentación no puede ser mejor que una hermosa, joven y... dispuesta... vampiresa. - miro fijamente a Elen esperando la rotunda, y puede que violenta, respuesta del dragón.

Me muerdo le labio con cierto nerviosismo, la verdad es que no tengo otra opción mas allá de esta muchacha para llevar a cabo el plan. De no contar con ella debere reformular todo el plan y las probabilidades de éxito pasaran a ser muy bajas, algo que de normal no me importaría pues me gustan los retos. Pero no en esta situación necesito el dinero más de lo que me gustaría admitir. La guerra seguramente me obligará a huir con Niel a otro lugar, y eso necesita de una moderada inversión con medios con los que no cuento. Debo de conseguir matar al bicho.

-Y no podemos matarlos de inmediato, no sin saber como sacar a esa gente. Otros rumores que han llegado a nos, me han indicado que la mansión desde la llegada de la sanguijuela no es la misma, que cuenta con ciertos elementos paranormales. Es posible que la muerte del vampiro produzca ciertos efectos inesperados ante los que no nos podemos arriesgar. - vuelvo a pegar otro trago con cierta tranquilidad. -El plan no incluye necesariamente que te le ofrezcas, sólo producirle el deseo suficiente como para que no piense en... otras cosas... Como que no note un ligero cambio de sabor en lo que come o bebe, para ir envenenándolo lentamente, debilitando, mientras descubrimos como sacar a los rehenes.- acaricio el borde de la jarra. -No se si el señor Alister gustara de unirse a la empresa, pero esta requiere de un nivel de sigilo, de paciencia y de capacidad de engaño muy alto. Seguramente deberéis soportar cosas que no os agraden en absoluto. Deberéis pensar que será por un bien mayor.

A mi no me resultará difícil actuar, lo llevaba haciendo toda mi vida prácticamente aunque en algunas ocasiones ni lo hacia. La gran cantidad de cosas que incomodaban a la gente a mi me producen risa, otra gran parte me dan igual, a otro tanto ni le presto atención, y en un solo y restringido numero de ocasiones me incomodaban, pero no sería difícil de ocultar. ¿Podría decir lo mismo de mis locutores?
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Mensaje  Elen Calhoun Dom Jul 22 2018, 13:34

Como era de esperar, las palabras de la pareja consiguieron despertar la curiosidad del hechicero, que sin dudarlo ni por un instante se levantó para llamar la atención del propietario y pedir algo de cerveza con la que acompañar la conversación. El problema era que no se encontraban en el lugar más indicado para hablar de ello, con tantos oídos alrededor era un peligro mencionar el problema al que la joven se estaba enfrentando, sobre todo por el hecho de que no sabía hasta qué punto estaba a salvo del Hombre Muerto, si se había colado en su habitación de la posada ¿quién podría asegurarle que no había dejado a alguno de sus seguidores por la zona para vigilarla?

Lo más sensato habría sido abandonar el local de inmediato y buscar otro sitio en que hospedarse, pero la señora de sombras se negó en rotundo ante aquella idea, no quería dar el gusto al Nigromante de verla asustada, no, todo lo contrario, se mantendría allí y no dudaría en buscar aliados para acabar con él, aunque a su debido tiempo. Géminis, Vladimir y los jinetes era objetivos más importantes en aquel momento, pero no olvidaría la visita que Flagg le había hecho, tarde o temprano volverían a verse las caras.  

- Digamos que me he vuelto algo inestable, no temas, te lo explicaré todo a su debido tiempo. - musitó, antes de acercar nuevamente el vaso a sus labios para beber. Henry procedió a revelarles los detalles generales del supuesto trabajo que quería proponerles, y a ninguno de los dos les extrañó que hubiese un vampiro de por medio, era lo que habían estado cazando durante las últimas semanas. La de ojos verdes supuso al momento que tendrían que encargarse de él y por eso había venido a buscarlos para tener algo de apoyo, no se equivocaba, el supuesto objetivo había ocupado la propiedad de un barón y éste probablemente querría que le devolviesen lo que era suyo, algo totalmente comprensible.

No parecía nada complicado, entrar, quitar de en medio a los chupasangres y devolver la mansión a su legítimo dueño, pero todo empezó a volverse más problemático en cuanto el mago siguió hablando. La llegada del nuevo señor había traído consigo una oleada de sospechosas desapariciones, algo típico cuando los de su raza estaban implicados, lo que a él parecía molestarle más era el tipo de víctimas que estaba eligiendo para alimentarse. Mujeres jóvenes y niños, estos últimos, a los que el brujo consideraba almas puras e inocentes, eran seguramente la verdadera razón de que quisiese ocuparse del asunto.

La centinela, que ya había vuelto a terminar su bebida, trajo a su memoria el rostro de Niel, el enérgico hijo de Henry al que habían conocido en la playa durante el Midsummarblót. Al ser padre comprendía que pudiese ponerse en la piel de las familias que estaban perdiendo a sus niños, quizá incluso se imaginase en la misma situación, no podían permitir que aquello continuase. - Está claro que no podemos ignorar la situación. - dijo, vaciando lo que quedaba de la jarra en el vaso, ya que iban a salir debía encontrarse en las mejores condiciones posibles, lo que incluía beberse hasta la última gota de sangre que el tabernero había tenido el detalle de conseguir para ella.

Alister también trató de terminar su plato, al menos hasta que el moreno les dijo el plan que tenía en mente para entrar en la vivienda, ese en que su compañera se convertía en el cebo para captar la atención del enemigo. - ¿Qué has dicho? Debo haber escuchado mal, ¿quieres que Elen lo seduzca? - increpó con el ceño fruncido, y un tono de voz más serio que de costumbre. La benjamina de los Calhoun no tuvo que decir nada, el cazador parecía dispuesto a quejarse por los dos. - Ni hablar. - sentenció, antes que verla tontear con otro prefería entrar por su cuenta y prender fuego a la mansión, ya encontrarían a los rehenes cuando el impostor y sus seguidores no fuesen más que cadáveres calcinados.

Aquella molesta sensación que había tenido una vez volvía a apoderarse de él, ¿celos? Sí, solo de imaginarse la situación se ponía enfermo. Estaba empezando a arrepentirse de haber querido participar, sobre todo porque ahora que conocían el problema y su envergadura, la de cabellos cenicientos seguramente se sintiese obligada a hacer algo para remediarlo. - A mí tampoco me hace gracia… pero al parecer no hay otro modo. - intervino con lentitud la señora de sombras, alargando una mano para tomar la de su pareja. Según lo que decía Henry debían preocuparse también por el factor paranormal, es decir, que si mataban al objetivo nada más llegar podrían provocar un desastre, quizá sus adláteres tuviesen orden de eliminar a todos los prisioneros o algo todavía peor. Las villas privadas solían contar con diferentes defensas, entre las cuales no solo había muros y guardias, las trampas también estaban a la orden del día.

- Pero Elen… - no alcanzó a decir nada más antes de que lo interrumpiese. - Recuerdas la vez que engañamos a Derrick en el puerto, no tuve que hacer mucho para distraerlo, el alcohol lo hizo casi todo… podría drogar a ese tipo con alguna de mis pociones. No soy experta en venenos pero una dosis elevada de algunos de mis brebajes podrían matarlo, solo tendría que ganarme su confianza como para que tengamos acceso a su copa durante la cena. - propuso en voz baja. - ¿Y si intenta propasarse contigo? No pretenderás que me quede de brazos cruzados mirando. - se quejó Alister, estrechando la mano que ella le había tendido. - No claro que no, tú te ocuparás de registrar cada rincón de ese lugar y dar con los rehenes, en cuanto los encuentres acabaremos con la farsa. - pidió, sabiendo que si lo mantenía cerca de sí se les notaría que estaban juntos, lo que podría echar por tierra el plan.

- Yo me quedaré con Henry, el podrá controlarme si me transformo… y si ese vampiro se atreve a ponerme una mano encima la perderá en el acto… así que necesito que te des prisa y cumplas con tu parte. - replicó, pero el alado seguía sin mostrarse convencido. - Existe el riesgo de que nos reconozcan, no soy muy querida entre los míos ya sabes… - añadió, cruzando una mirada con el brujo. Tras esto bebió de un trago la sangre que le quedaba y se puso en pie para acercar los recipientes de plata al tabernero, evitando que algún cliente cotilla descubriese lo que era. - Pongámonos en marcha, debemos aprovechar la noche. - instó, antes de dirigirse hacia la barra y cruzar unas palabras con el amable propietario.

Alister la siguió de cerca aún molesto, le costaría relajarse. - Necesitaremos una buena excusa para que nos dejen entrar a los tres, siendo una mansión grande quizá necesiten empleados. - comentó, al tiempo que tiraba del lazo que sujetaba su cenicienta melena para dejarla suelta, ya que se suponía que tenía que llamar la atención del enemigo haría lo posible por causarle una primera impresión que les ayudase en su cometido. Por suerte su armadura de cuero ya tenía falda y podía confundirse con un vestido normal y corriente, así que no tendría que perder tiempo cambiándose. Lo único que fallaba de su imagen era el vendaje del muslo, que se entreveía a través de una de las rajas de la prenda, pero ya inventaría algo si le preguntaban por ello.

- No me mires así, no va a pasar nada. - susurró al notar los ojos del dragón clavados sobre ella. - Esto no me gusta. - contestó el cazador, no solo refiriéndose al plan sino también a que ella estuviese echando mano de sus armas de mujer para llamar la atención de un extraño. Una vez en la calle, la joven dejaría que Henry se situase entre ambos mientras caminaban hacia la parte más externa de la ciudad, quería aparecer en un segundo plano, puede que de ese modo atrajese al que sería víctima de su engaño. - Ahora que nadie nos escucha, debes saber que he recibido una desagradable visita recientemente y a causa de ello ahora cargo con otra maldición… una sombra se apodera de mi cuerpo y ataca a cuantos tengo a mi alrededor, no puedo controlarlo cuando pasa así que mantente alerta, si llegara a ocurrir tendrías que usar tu elemento para mantenerme a raya, el fuego asusta a la criatura y le impide avanzar. - confesó al mago, para que estuviese al tanto de todo.


Off: La sombra de Odio hará su aparición en el próximo turno a menos que Elen mate a alguien.
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Mensaje  Rumpel Lun Jul 23 2018, 22:13

-Así que... inestable. - frunzo los labios y miro pensativo el fondo de mi jarra.

Aquello complicaba bastante las cosas, una mujer como aquella en modo inestable era sinónimo a un holocausto; ya había tenido ocasión de ver de primera mano su poder. La evalúo con los ojos mientras traen la otra jarra de cerveza sin que me invite por mirar los voluminosos pechos de la moza que me la sirve. Mi cabeza comienza a desarrollar variantes en plan suponiendo aquella incógnita, siempre y cuando pudiéramos reducirlo o aislarlo... Pero las quejas, obviamente justificadas, de Alister me interrumpen.

-No tiene porque seducirle, puede darle pena, hacerse su amiga, que la quiera como una hija, lo que sea que haga que el tipo beba lo que nos tiene planeado darle, o lo que pueda crear la señorita, con tal de debilitarlo o matarlo poco a poco sin levantar sin ninguna sospecha ni activar ningún protocolo de alarma. - empiezo a beber de la nueva y fresca cerveza forzando una pausa. -Ese es el plan, - dejo caer con un duro golpe el vaso contra la mesa con un "plop"- algo sencillo y limpio, con los mínimos destrozos posibles y el menor numero de victimas; ese es el encargo, pues seguramente la mayor parte del servicio este bajo el control mental de nuestro amigo.

La mujer se encarga de convencer al mercenario que sigue resistiéndose a la idea; obviamente cualquier macho que se precie no dejaría que alguien posara sus sucias manos en una mujer como aquella. Así que me limito a beber mientras la pareja discute y yo siento como el alcohol comienza a asentarse en mi cabeza.

Control Rumpel, control.... miro al mercenario una vez le mujer termina de hablar y nos apremia a irnos. -Nos no dejará que le pase nada malo a la señorita, nos no olvida su deuda con ustedes.

Termino mi jarra y sigo a la pareja que sale fuera; donde espero que en un ambiente más privado me den más información sobre el "inconveniente", al mismo tiempo que medito sobre el asunto de que Elen sea reconocida; después de los últimos acontecimientos para no serlo.

-¿Eh? - vuelvo al mundo al escuchar la voz de la joven. -Si, si, necesitamos una buena escusa que nos permita entrar, que nos ahorre el control mental y que nos de cierta libertad.- me dos golpecitos en los labios con el dedo indice. -La clave es usted, señorita Elen. Aprovechando lo comentado, deberá aparecer como si se acabará de alimentar, escoja el método que quiera, pero deberá parecer que ha sido un asalto y tendrá que compartirlo con nosotros: - señalo al dragón y a mi de forma alterna. - con el señor Alister como su escolta y conmigo como su criado. Cuanto más realismo mejor, y cuanto más... fresca esté la sangre más creíble será. Puede escoger la victima que desee, pero no se entretenga, nos veremos en la puerta Norte en aproximadamente media hora, pues nos debe de ir por algunas cosas también. -miro mejor a la joven. -Y si encuentra algún método que le permita cambiar el color de su pelo, podría servir al fin de ocultar aún más su identidad y reforzar el hecho de que vos nunca acudirías a pedir ayuda de un vampiro con la boca ensangrentada; aunque nadie dijo que el donante de dicha sangre no pudiera ser un vampiro. - me encojo de hombros. -Una vez lleguemos, usted deberá pedir asilo a cambio de ofreceros a servir al señor y poner a su servicio a vuestros sirvientes para subsanar el gasto de nuestra manutención. Mis fuentes me dicen que no conocen de otros vampiros, seguro que aprecia la compañía de alguien allegado o incluso necesitado. Incluso podrías prometerle una futura res de humanos para obtener sangre, lo que se te ocurra. - sonrío ante la perspectiva del plan. -Bueno, no perdamos más el tiempo. Es hora de moverse.

Tras su respuesta y sin mucho más que decir, soy el primero en romper el improvisado trío y dirigirme hasta mi taller. Las calles pasan por mis ojos sin que me inmute mientras hago una lista mental de las cosas que me voy a llevar. Necesito un veneno suave y sutil que mate poco a poco, casi imperceptible, combinado con algún tipo de droga que cree adicción y un tranquilizante para enmascarar los efectos.

Abro la puerta del taller activando la runa y me dirijo a la despensa buscando las plantas y hongos que requiero.

Mmm.... Si, inhibis vendrá bien. Introduzco varios pétalos en mi jubón. Belladona... Hongos de Gascard... y... Miro con una sonrisa a mi mejor adquisición hasta el momento. .... néctar de Thomyr.

Tomo con cuidado un pequeño frasco con un liquido rojo en su interior. Un trago de aquella sustancia era letal, pero... apenas una gota bien diluida junto al resto de elementos iría creando un debilitamiento general en el objetivo. Aunque dado el caso podría ser la carta del triunfo para matarlo de golpe con un sólo sorbo de su vino favorito. No envidiaba a la pobre alma que iba a sufrir mis inventos. Sonrío ante la diversión que me va a producir tal acto y guardo todo en el jubón a buen recaudo; tomando también algo de tinta mágica y una pluma, por si acaso. Una vez acabados los preparativos, coloco mis brazos en jarra, suelto un suspiro y me giro para salir de ahí; no es bueno hacer esperar a un barón.

Sin nada más que hacer en la urbe, me dirijo a buen paso hasta el punto de encuentro. No se si ya habrán llegado, pero espero que no tarden mucho; cuanto menos tardemos mejor.
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Mensaje  Elen Calhoun Mar Jul 24 2018, 18:07

Al hechicero no le faltaban ideas para justificar su visita a la mansión, pero todas requerían que la señora de sombras supiese actuar y fuese lo suficientemente convincente a la hora de ganarse el favor del anfitrión de la casa, ya fuese seduciéndolo o apelando a su humanidad, cosa de la cual no debía andar sobrado teniendo en cuenta el tipo de víctimas que formaban parte de su dieta. Algo pensativa, la benjamina de los Calhoun siguió escuchando lo que su aliado proponía hasta que éste se despidió de ellos, alegando que necesitaba algunas cosas antes de comenzar el trabajo, después de lo cual aún se permitió sugerirle que buscase el modo de ocultar uno de sus rasgos más distintivos, el color de sus cabellos.

Melena cenicienta, ojos verdes y una cicatriz en el rostro, probablemente la mayoría de sus enemigos hubiesen recibido aquella descripción para estar alerta y que no pudiese sorprenderlos, así que debía hallar el modo de camuflar su imagen. - Allí nos veremos. - soltó, antes de ver como el brujo se pedía entre las oscuras calles de la ciudad. Una vez solos, la joven comenzó a devanarse los sesos para dar con algo que pudiese ayudarla, y no tardó mucho en conseguirlo. - ¡Ya lo tengo! ¡Vamos! No hay tiempo que perder. - instó, tomando de la mano al cazador para guiarlo hacia la zona comercial. - ¿A dónde…? - intentó preguntar él, pero fue interrumpido antes de terminar de formular la cuestión. - Al local de Félix, no le hará gracia que nos presentemos tan tarde pero se relajará cuando sepa el motivo de nuestra visita. - contestó, sin bajar el acelerado ritmo que llevaba. La de ojos verdes había trabajado para aquel alquimista tiempo atrás, si el anciano no tenía lo que necesitaba nadie lo tendría.

Como imaginaba, su llegada tomó de improvisto al hombre, que ya se preparaba para dormir después de un duro día en la tienda, pero a juzgar por la tranquilidad con que los recibió, sin siquiera molestarse por lo intempestivo de la hora, pudieron imaginar que las cosas no le iban demasiado bien. Félix no intentó engañarlos, sus productos no se vendían mal pero su clientela había cambiado a peor en muy poco tiempo, solo un par de días antes había sufrido un robo, y estaba seguro de que no sería el último. - Esta guerra es un desastre, no os digo esto solo por el dinero… las vidas ajenas ya no valen nada, suerte tuve de que solo se llevasen un puñado de aeros y algunos elixires. - se desahogó, dejándose caer en uno de los sillones de su modesto salón. - Lo siento Félix, todo se ha complicado tanto… - musitó Elen, algo cabizbaja. - Y que lo digas, pero bueno ¿qué necesitáis? Dudo mucho que hayáis venido a oír las quejas de un viejo. - inquirió, juntando las manos sobre el pecho y mirándolos con curiosidad.

La vampira le explicó brevemente lo que pasaba, y afortunadamente el alquimista tenía una pócima similar a la que ella había utilizado durante su viaje al pasado, cuando tomo la apariencia de una elfa para que los Tarmúnil no la reconociesen. - Esto te cambiará el color del pelo, solo tengo que añadirle unas gotas del colorante elegido ¿cuál prefieres? - preguntó, mostrándole una amplia variedad de pequeños frascos. Ante sí la centinela tenía una amplia gama de tonos que iban desde el blanco hasta el negro, pasando por colores de lo más llamativos. Tras dudar durante unos instantes, alargó la mano y se decantó por uno de los recipientes, entregándoselo al anciano de inmediato para que pudiese acabar la fórmula.

Sin saber cuánto tiempo pasarían en la mansión, ya que el plan no se parecía a los que solían llevar a cabo, la otrora bruja pidió al hombre que le diese una cantidad significativa de aquella poción, prometiéndole a cambio que en cuanto hubiesen cumplido su misión se encargaría de reabastecer su negocio y que estarían más atentos a la zona para evitar nuevos robos. - Debería ser suficiente para varios días, recuerda, para mantener su efecto debes tomar un trago cada doce horas. - comentó, tendiéndole el brebaje. - Te debo una. - replicó la joven, antes de despedirse del viejo y abandonar el local.

En cuanto volvieron a estar en la calle, Elen destapó el recipiente y probó la pócima, con lo que su melena del color de la ceniza más clara se tornó de un vivo tono cobrizo. - ¿Y bien? - preguntó, girándose hacia el alado. - No te queda mal… pero prefiero tu pelo real. - respondió Alister, encogiéndose de hombros. - Elen yo… sigo sin estar de acuerdo con esta idea. - expuso, mientras se ponían en marcha hacia el lugar que el hechicero les había señalado como punto de reunión. - Lo sé, pero ya oíste a Henry, solo tengo que ganarme su confianza, me mostraré altiva, actuaré como una de ellos para que me vea como a una igual y baje la guardia, entonces lo mataremos. - dijo la señora de sombras, con total seguridad. - Tú solo encuentra a los rehenes y sácalos de ahí, nosotros nos encargaremos del resto. - añadió, instantes antes de que una pareja de extraños les brindasen la escena perfecta para llevar a cabo lo que su aliado les había propuesto.

Un vampiro había salido de caza y no le había ido mal, el cadáver de una joven yacía entre sus brazos mientras él absorbía hasta la última gota de sangre de su cuerpo. Con expresión seria, la ahora pelirroja se acercó hasta el individuo cuidando mucho que sus pasos no la delatasen, y en cuanto estuvo a apenas tres metros de la espalda de su objetivo, permitió que las sombras le recubriesen uno de los brazos, otorgándole las garras que tanto le gustaba usar. Sin dudarlo se lanzó en dirección al chupasangres, clavando en su torso las afiladas zarpas hasta que éstas alcanzaron las costillas, momento en que dejó que su elemento hiciese el resto, expandiéndose dentro del asesino hasta rodear su corazón y aplastarlo.

Aquel pobre desgraciado no tuvo tiempo ni siquiera de gritar, todo ocurrió tan rápido que apenas pudo alzar los ojos para ver a la persona que tenía tras de sí, y la maligna sonrisa que ésta le ofrecía mientras las piernas le fallaban y se desplomaba junto a la chica a la que había engañado. Los verdes ojos de la centinela se pasearon por los rostros de ambos antes de centrarse en lo que verdaderamente importaba, el rojizo líquido que goteaba de sus dedos. Después de haberse bebido una jarra entera en la taberna no pensaba quitarse el buen sabor de boca con la sangre de uno de sus congéneres, por experiencia sabía que su sabor era mucho peor que el de los humanos, así que se limitó a mancharse los labios y la barbilla, eso debería bastar para que la creyesen.

Listos para comenzar la farsa, se dirigieron a paso ligero a la puerta Norte, donde no tendrían que esperar mucho para reunirse con el tensai de fuego. ¿Aprobaría Henry su cambio de apariencia? Seguía siendo la misma mujer, pero aquel color hacía mayor contraste con su palidez y sus ojos. - Ahí viene. - susurró el cazador, en cuanto atisbó la silueta del moreno acercándose. Alzando una mano, Alister hizo señas al brujo para que los viese.

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Mensaje  Rumpel Jue Jul 26 2018, 02:25

De no ser por la inconfundible figura de Alister ni me hubiese acercado a ellos.

-Pe-pe-pelirroja... - agacho la cabeza y intento reprimir el ardor que comienza a crecer en mi interior.

Aquella presencia tan, tan... fetiche para mi puede que complicará mi concentración. La señorita Elen ya era hermosa de por si pero... ahora... La miro mejor y desvío rápidamente la mirada.

¡Concéntrate joder! -Ha-ha-has hecho u-u-un bue-e-en tra-tra-trabajo... - toso intento reprimir la vergüenza y giro rápidamente la mirada. -A ver la victima.

Me dirijo hacía Alister, que sin duda estará molesto con mi reacción y con razón, ¿pero qué le vamos a hacer?

-Bien.

Saco un cuchillo y comienzo a realizarme cortes superficiales a la altura de los brazos, la pierna y en el vientre mientras aprieto los dientes en una desagradable mueca, sobretodo cuando corto mi frente.

-Venga, se supone que nos han atacado.

Me acerco a la victima y comienza a descuartizarla para manchar mis manos de sangre y mis ropas, así como darle más realismo a mis heridas.

Cuando estamos todos preparados encabezo la marcha, pues soy el único que conoce la ubicación del objetivo.

-Veamos, señorita Elen, deberá de tomar otro nombre, elija cual le guste. Lo mismo usted señor Alister. -miro al dragón. -En cuanto a mi persona, comenzad a llamarme Augus. Nos no desea mezclar sus... personalidades. - el camino nos lleva a través de una pequeña arboleda que pronto se abriría a un prado coronado por la mansión. -Recordad que debemos de ser convincentes, si no sabéis que decir o no tenéis la seguridad de hacerlo no forcéis las cosas, dejádmelo a mi. Y señorita Elen, deberá de pensar en nosotros como lo hacen los de su raza. Para usted tenemos que ser basura y debe de tratarnos como tal; sino la estratagema no funcionará. - le dirijo una mirada sería, sin posibilidad de replica, como la que les dirijo a Niel cuando hace algo mal. -Si las cosas no salen bien podríamos perder la vida, y nos no tiene el deseo de morir aún. - retiro mi mirada de ella antes de que su apariencia vuelva a crear efectos extraños en mi y pierda toda concentración.

La mansión ya se ve a lo lejos, sobre unos campos prácticamente abandonados y devastados; es normal que los vampiros no necesiten grano o animales para comer, su base alimenticia es muy diferente y no se cultiva, a lo mucho si que se cría en otro tipo de corrales.

-Espero que estéis preparados. - comienzo a correr hacía la casa para dar la sensación de premura y cansancio después de un ataque mientras pensaba si yo mismo lo estaba.

Al llegar a la gran puerta comienzo a aporrearla con todas mis fuerzas sufiendo con ello el daño en mis manos.

-¡SOCORRO! ¡AYUDA! ¡MI AMA ESTÁ HERIDA! - desgarro mis cuerdas vocales para hacerme oír con unas notas supercargadas de dramatismo como si fuera una situación real. - ¡ABRID! ¡SALVAD A MI AMA!

Ahora sólo faltaba que tanto la señorita Elen y el señor Alister me hubiesen seguido en la carrera o al menos fingieran venir cojeando o algo. De no ser así tendría que pasar directamente al plan F, de fuego a todo.

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Mensaje  Elen Calhoun Jue Jul 26 2018, 10:01

Su nuevo aspecto puso ligeramente nervioso al brujo, que no pudo evitar tartamudear un poco al hablarle y se obligó a apartar la mirada de ella, detalle que Alister no pasó por alto y que no le hizo mucha gracia. El cazador lanzó una severa mirada a su aliado, ¿se sentía atraído por la joven? ¿tendría que preocuparse también por él además del señor de la casa? Eso no iba a ayudarles, todo lo contrario, ahora la idea de ir por su cuenta y dejarlos solos no le convencía en absoluto. Con los brazos cruzados sobre el pecho, y sin relajarse ni un ápice, siguió con la mirada a Henry hasta que éste se le acercó para ver a la víctima que habían conseguido, procediendo a sacar un cuchillo y realizarse varios cortes en el cuerpo con el objetivo de dar realismo a la situación que se suponía que iban a fingir.

Elen no se quedó atrás, extrajo su daga y se hizo algunos arañazos leves en las manos para simular unas heridas defensivas, luego manchó con un poco del rojizo líquido el vendaje que llevaba a la vista en el muslo y destrozó una de las mangas de su armadura cuero para deslizar el filo por la parte posterior de su antebrazo. - Toma. - dijo, tendiendo el arma a su compañero. - Golpéame con la empuñadura en la sien, no muy fuerte, lo justo para que salga un hilillo de sangre. - le indicó, consiguiendo que la mirase como si estuviese loca. - ¿Qué? No voy a hacerlo. - se negó en rotundo el alado, pensando que aquello empezaba a írseles de las manos. - Debemos ser convincentes o el plan fracasará. - intentó persuadirlo, pero no logró que cambiase de idea.

Antes de pedírselo a Henry, que estaba bastante ocupado descuartizando el cadáver del vampiro, la pelirroja puso los ojos en blanco y se apartó de ellos para buscar el modo de auto infligirse el golpe que tenía en mente, optando por detenerse ante la fachada de una vivienda cercana. Tomó impulso y se estampó contra una de las esquinas del edificio, demasiado fuerte quizá, ya que estuvo a punto de caer al suelo solo por los mareos que el impacto le ocasionó. - Mierda. - maldijo por lo bajo, llevándose una mano a la cabeza y comprobando que efectivamente, sangraba. Pronto la parte izquierda de su frente se hincharía y su piel hasta ahora pálida se tornaría morada por culpa del hematoma.

- ¡Elen para! - exclamó el dragón, corriendo hacia ella. La benjamina de los Calhoun intentó tranquilizarlo con un gesto pero seguía tambaleándose, tardaría un par de minutos en recuperarse del golpe. Por suerte su compañero la sostuvo y la acompañó de vuelta al punto en que estaba el hechicero, donde de mala gana, rasgó las mangas de su camisa y también se hizo un par de cortes, se suponía que su papel sería el de escolta así que no podía aparecer intacto. Una vez hecho esto la pareja siguió el camino que su aliado marcaba, atravesando una pequeña arboleda antes de poder atisbar la mansión.

- Un nuevo nombre… uhmm. - musitó, la punzada de dolor que le recorría la sien hacía que pensar le resultase más difícil. - ¿Cuál utilicé la otra vez? … Ah sí, Dahlia, usaré ese. - continuó, recordando vagamente el día en que tuvo que convertirse en un cebo humano para engañar a Derrick, un delincuente de poca monta que había raptado a la hija de un comerciante y la ocultaba en su barco. - A mí llamadme Einar. - intervino el cazador, instantes antes de ver su destino a lo lejos. Un fugaz vistazo bastaba para saber que el inquilino de la villa no se preocupaba por cuidar los campos que rodeaban la propiedad, aquellas tierras debían llevar meses sin que nadie las labrase o sembrase, tanto que las malas hierbas habían comenzado a adueñarse de todo.

- Llévame en brazos. - pidió la vampira, para parecer más herida de lo que en realidad estaba, y también en parte porque los mareos no habían desaparecido del todo. Alister la levantó del suelo y trató de seguir al tensai de fuego, que había sido el primero en salir corriendo hacia la imponente puerta de la mansión. Los gritos del mago rompieron la calma nocturna, y en cuanto el alado alcanzó a su acompañante su voz se unió a la de éste. - ¡Rápido! ¡Abrid la puerta! - soltó, sin manos libres para aporrearla y hacer que el escándalo despertase a todo el mundo. La señora de sombras cerró los ojos y fingió perder la consciencia, confiando en que el mal estado de los tres lograse despertar algo de lástima en el dueño.

- Ya voy… ¡He dicho que ya voy! - escucharon al otro lado, segundos más tarde una silueta femenina finalmente les abrió y los midió con la mirada, visiblemente molesta por el jaleo que estaban causando. La mujer era mayor, tenía los cabellos canos a causa de la edad y su atuendo era de sirvienta, pero no de una cualquiera, probablemente estuviesen ante el ama de llaves. - ¿Qué ocurre? ¿por qué tanta prisa? - inquirió, bajando la vista a la pelirroja, que seguía aparentemente inconsciente en los brazos del cazador. - Nos han asaltado, intentamos defendernos pero han herido a nuestra señora, ¡alguien tiene que atenderla! - respondió, tratando de sonar convincente y poniendo una expresión de preocupación para dar veracidad a sus palabras.

- Os habéis equivocado de sitio, esto no es un hospital, llevadla a otra parte. - replicó la mujer, consciente de que la presencia de aquellos intrusos podía molestar a su amo. - No abusaremos de su hospitalidad, le… ¡le pagaremos con nuestro trabajo! - volvió a intentarlo, cuando el ama de llaves a punto estaba de darse la vuelta para cerrarles la puerta en las narices. La dama se detuvo y volvió a mirarlos con detenimiento, primero al hechicero y luego al dragón, dejó escapar un suspiro de resignación y se hizo a un lado para permitirles pasar. - Tenéis suerte de que el señor necesite más personal de servicio estos días, seguidme… y no hagáis ruido. - ordenó, para acto seguido guiarlos a través de un lujoso pasillo que llevaba hasta el salón principal.

- Por aquí, os mostraré las habitaciones de los criados y enviaré a una de las chicas para que la revise. - comentó poco después, cuando entraba en otra sala diferente en la que el elemento que destacaba sobre todo lo demás eran una grandes y ornamentadas escaleras de caoba. - Parece que tenemos visita. - habló una voz, desde lo alto de las mismas. - Disculpe amo, estos viajeros han sufrido un asalto y pedían ayuda, pagarán su estancia y los cuidados de la joven trabajando para usted. - explicó, bastante nerviosa. El misterioso anfitrión, que los observaba desde las alturas, posó su mirada sobre la pelirroja durante más tiempo del que al alado le hubiese gustado, a pesar de la distancia podía captar su aroma y reconocer el tipo de aura que la rodeaba.

- Una vampira, es la primera que recibimos… - reveló al poco, provocando que su sirvienta se fijase más en Elen. - Está bien, que ocupen los puestos vacantes… y avísame en cuanto nuestra invitada despierte. - dijo, antes de desvanecerse en la oscuridad. El ama de llaves respiró aliviada y se dio prisa en llevarlos hasta los cuartos del servicio, donde se detuvo para abrir la puerta de uno en el que ya se encontraba una muchacha, adecentando sus pertenencias. - Dejadla aquí. - instó al cazador. - Meredith, vas a tener compañera de habitación por unos días, cura sus heridas y ven a buscarme en cuanto recupere la consciencia. - fue lo único que agregó, mientras Alister depositaba a la benjamina de los Calhoun sobre uno de los camastros.

- Moveos, vosotros podréis compartir esta. - continuó, llevándolos a otro cuarto cercano, que por suerte tendrían para ellos solos. - Esperad aquí, os traeré agua y algunas vendas. - indicó, antes de marcharse, aunque no tardaría mucho en volver con lo necesario para que ellos mismos se limpiasen sus cortes.

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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Vie Jul 27 2018, 04:38

La trata funciona pero en vez de sonreír me obligo a realizar una tos y a tambalearme fingiendo debilidad. Con ello, entro al recinto siguiendo a Alister mientras no pierdo ningún detalle de la casa memorizándolos en mi mente: cuadros a los lados, una tupida alfombra de color granate que va desde la entrada al recibidor que se parte en dos escaleras que llevan al piso superior, mientras en medio de ella se abre un pasillo a modo de túnel.

Como si acabara de aparecer, la grave voz de un hombre llega a nosotros desde lo alto de la escalera. Porta un vestido elegante que es mucho de mi gusto salvo por el sombrero; no estaría mal robarse algunas prendas, debía de renovar mi vestuario. Dicho hombre, resulta ser el objetivo, por lo que lo evalúo con la mirada intentado conocer su poder o sus puntos débiles; su posición tan confiada puede ser una ventaja pero a priori no me da buenas sensaciones.

Permanezco callado como buen siervo; con que uno de nosotros hable es suficiente, a parte de mostrar nuestra fingida profesionalidad.

Nos llevan por una de las puertas laterales del lugar hacía las dependencias del servicio mientras en mi mente voy creando el mapa de la mansión, o por lo menos de lo que vamos recorriendo. El pasillo que ahora transitamos sigue cargado de una buena decoración y de ricos materiales, aunque ni de lejos es la misma que la de la entrada; el ostentar ante los criados no merecía grandes inversiones.

Llegamos a nuestro destino, Alister es obligado a dejar a la señorita en una habitación junto a otra criada, segura que no estaba de acuerdo y pese a ser comprensible, ¿no resultaría eso una complicación inesperada? No imaginaba que las mujeres estuvieran ejerciendo como servicio sino más bien como ganado, aunque... puede que el apetito de aquel vampiro incluyera otras funciones básicas más... bajas... Por suerte nos colocan en una habitación contigua en la que no nos vemos obligados a compartir con nadie.

-Gracias por su amabilidad mi señora. - hago una lastimosa reverencia con gesto de dolor por "mis heridas". -Pagaremos la deuda, se lo prometo, con lo que sea que podamos hacer por esta casa; habéis salvado a nuestra ama.

La mujer ríe por alguna extraña razón y cierra la puerta.

Me doy prisa y rebusco en mi zurrón en busca de pergamino, pluma y tinta mágica. Me apoyo en una mesita al lado del camastro y comienzo a dibujar todo el trayecto realizado, acoplando la escala adecuada y aproximada de la casa en si vista desde fuera. La tinta mágica impregna el papel y comienza a mostrar el transcurso ejecutado; repitiendo el proceso en otros dos trozos de pergamino. Tras ello, me pincho con la pluma e indico mi posición en todos los mapas.1 Me giro hacia Alister.

-Estos mapas mostraran nuestra posición en la mansión. Gracias a ellos podemos encontrarnos con facilidad si las cosas se complican. - me acerco al dragón y con la velocidad de un gato le pincho uno de sus dedos obteniendo su sangre, haciendo oídos sordos a su posible violenta respuesta, y coloco la muestra. -Bien, sólo falta la señorita.

Con toda la libertad del mundo salgo del cuarto ante las replicas de Alister, y me interno en el de Elen.

-¡PERO QUE HACES AQUÍ! - me grita la supuesta mujer llamada Meredith.

-¡Por los dioses! ¡Dígame que se va a poner bien! - me lanzo a sus pies sollozando y abrazando sus piernas; que por cierto no están nada mal.

-¡Si! ¡Si! ¡Pero quita! Lo más grave que tiene es un golpe en la cabeza, pero mejorara ¡No hay motivos para ponerse así e irrumpir en el cuarto de unas mujeres! ¡Pervertido!

Antes de que pueda golpearme cambio de objetivo y me dirijo hacia Elen abrazandola por el cuello.

-¡Oh gracias a los dioses! ¡Gracias! ¡Mi ama se encuentra bien! - paso la pluma por la sangre de la brecha en su frente de forma disimulada. -Luego tendré algo para ti. -le digo en un susurro camuflado entre sollozos.

-¡Vale ya! ¡Largo de aquí o llamaré a la ama de llaves! - la mujer corta el aire con su dedo indice.

-Vale vale, - me alejo de Elen lo más rápido que puedo en una eterna inclinación a modo de disculpa. -Discúlpeme señorita, sólo estaba preocupado por mi ama; pero confío en sus sabias manos para salvarla. -finalizo la inclinación y salgo de nuevo volviendo a mi cuarto.

No se como se va a tomar Alister mi actuación, pero agrego la sangre de Elen a todos los mapas, poso las manos sobre ellos y murmuro unas palabras para finalizar el hechizo.

-Bien, ya está. Estos mapas sólo los podremos ver nosotros, pues están vinculados a nuestra sangre. No serán un peligro para nuestra misión. - le acerco uno a Alister. -Espero que... espero que con este estés más tranquilo con la situación de la señorita.

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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Lun Jul 30 2018, 12:13

El dragón obedeció de mala gana, no le gustaba la idea de dejar a su compañera sola con una completa extraña pero debían seguir con la farsa, así que dejó pasar al ama de llaves y entró en la habitación que ésta les asignó a ambos, agradeciendo que al menos aquella estancia solo fuese para ellos, lo que les permitiría planear concienzudamente cada paso sin que nadie los molestase. Henry, que sin duda era mejor actor que él, dio las gracias a la mujer y volvió a asegurarle que pagarían su deuda, hecho que la hizo soltar una maliciosa risa antes de abandonar la estancia cerrando la puerta tras de sí.

Mientras el brujo rebuscaba entre sus pertenencias, Alister avanzó hacia la puerta y se pegó a ella para asegurarse de que la mujer se alejaba de la zona antes de hablar del motivo que los había llevado hasta allí, no podían arriesgarse a que descubriese sus verdaderas intenciones. - Se ha ido, ¿y ahora qué? - preguntó, girándose hacia el moreno, que parecía muy concentrado en dibujar algo. Enarcando una ceja, el cazador comenzó a andar hacia su aliado, alcanzando a ver algo semejante a un mapa justo antes de que Henry le diese una breve explicación al respecto y se lanzase hacia él para pincharlo con la punta de la pluma. - ¡Eh! Al menos podrías haberme avisado. - se quejó, pero el tensai hizo caso omiso a su comentario, volvió la vista al pergamino e instantes después salió del cuarto para irrumpir en el de al lado.

Desde donde estaba pudo escuchar los gritos de la criada, a la cual no le gustó nada que un hombre se atreviese a entrar en su dormitorio sin siquiera tocar la puerta. Por suerte al mago se le daba muy bien fingir, y tras pedir disculpas regresó a la habitación en que aguardaba el alado sin mayor problema, con la sangre de la benjamina de los Calhoun en su pluma. En cuanto volvieron a estar los dos en la estancia Alister cerró la entrada para dejar trabajar a su acompañante fuera de la vista del personal de servicio que se movía por el pasillo, y en cuanto el hechicero le entregó uno de los mapas, no pudo hacer otra cosa que examinarlo con visible sorpresa. - Esto es simplemente brillante, si añadiésemos la de ese vampiro podríamos vigilarlo de cerca, él mismo nos llevaría hasta los prisioneros. - susurró, pero claro, hacer eso conllevaría cierto riesgo.

De momento solo ellos tres podían ver más allá del trozo de pergamino, pero si añadían la sangre del señor de la casa y éste conseguía uno de los improvisados mapas los descubriría y sin duda, estarían en problemas. - Supongo que no es la mejor idea. - añadió, al tiempo que enrollaba el papel y lo guardaba dentro de su camisa. - Gracias. - soltó, por lo que aquel gesto implicaba para él. Saber la posición exacta de la de cabellos cenicientos lo tranquilizaba, aunque ciertamente necesitaría conocer la del anfitrión para relajarse del todo.

Un par de minutos más tarde, el ama de llaves regresó y tocó con los nudillos en la puerta antes de entrar, cargada con algunas vendas, un cuenco con agua fría, algunos brebajes curativos y un par de mudas de ropa limpias. - Ocupaos de vuestras heridas y poneos esto, no podéis servir al amo con esas pintas. Cuando estéis listos seguid el pasillo hasta el fondo y girad a la derecha, hacia las cocinas, allí os esperaré para daros trabajo. - dijo, marchándose tan rápido como había venido. Sin otra opción, el alado tomó un par de retazos de tela y se limpió los cortes con el agua, luego aplicó el líquido cicatrizante y esperó un poco antes de cambiarse de camisa, volviendo a colocar su pergamino dentro de la nueva.


¿Cómo estaría Elen? ¿La estarían atendiendo debidamente?

***

En el cuarto contiguo la señora de sombras seguía tendida en el modesto camastro en que la habían dejado, pudo escuchar perfectamente lo que Henry le había dicho pero no podía reaccionar, al menos no tan pronto, motivo por el cual se mantuvo inmóvil y con los ojos cerrados, ya tendría tiempo de reunirse con ambos más tarde. Después de la irrupción del moreno, Meredith optó por echar el pestillo a su puerta para evitar más visitas indeseadas, luego se acercó a un pequeño armario y comenzó a rebuscar en el mismo hasta dar con lo necesario para tratar a la herida joven.

Elen la escuchó aproximarse y notó como el borde de la cama se hundía bajo el peso de la muchacha, lo siguiente que sintió fue la cálida mano de la criada apartándole los rojizos cabellos de la frente para poder curar el golpe que se había dado antes de que se le hinchase más. Podía percibir su aroma y también lo agitado de su respiración, estaba nerviosa por algo, hecho que se confirmó cuando empezó a limpiarle la zona afectada y los dedos le temblaron ligeramente. - ¿De qué tiene miedo? - se preguntó interiormente, concentrándose para aguantar el escozor que vino a continuación, en cuanto le aplicó un ungüento con algo de rosa sangrante.

Los cortes de las manos y el antebrazo fueron los siguientes en recibir tratamiento, y en cuanto dio por acabada su labor, Meredith recogió todo y se levantó para colocar lo que le había sobrado en el armario y tirar las vendas manchadas, pero no llegó a hacerlo, su mirada bajó hasta el muslo de la pelirroja y se dio cuenta de que debía revisar también aquella parte. Depositó las cosas en la mesilla de noche y alargó una mano hacia el manchado vendaje para retirarlo y ver qué había debajo, pero justo entonces los verdes ojos de la vampira se abrieron de par en par, clavándose en ella y sobresaltándola hasta el punto de hacerla dar un salto hacia atrás.

- Me teme a mí. - se respondió mentalmente la centinela, sin olvidar el papel que le tocaba interpretar. - ¿Qué ha pasado? ¿dónde estoy? - inquirió con voz débil, mientras se incorporaba lentamente y se llevaba la zurda a la frente, poniendo una mueca de dolor. - N…no lo sé, cre…creo que la golpearon, sus sirvientes la trajeron a la mansión. - respondió, tartamudeando un poco. - ¿Y mis criados? ¿dónde están? - continuó, ahora levantándose hasta quedar de pie, hecho que empujó a Meredith a tomar distancia y pegar la espalda a la pared, como si en vez de una persona tuviese ante sí a un monstruo. - En la habitación de al lado. - soltó nerviosa, y fue entonces cuando la benjamina de los Calhoun se dio cuenta de lo que le pasaba.

La muchacha llevaba un vestido de cuello alto pero la tela no era capaz de enmascarar el olor de su sangre coagulada, el señor de la casa de alimentaba de ella, quizá solo de forma ocasional ya que seguía viva y no había perdido su humanidad. Queriendo comprobar sus sospechas, la criatura de la noche cruzó rápidamente la estancia y se situó frente a la chica, tirando del cuello de su traje para dejar a la vista los orificios recientes que habían dejado los colmillos de su amo. - Por favor no lo haga, ¡se lo ruego! - pidió Meredith, aterrada y a punto de echarse a llorar, demostrando que sabía lo que era. - Veo que ya tienes dueño. - fue lo único que dijo ella, soltándola y dándole algo de espacio, aunque no mucho. - Iré a por el ama de llaves, me ordenó que la avisara en cuanto despertase. - indicó, antes de lanzarse hacia la puerta a toda prisa y desaparecer por uno de los pasillos.

Elen supo de inmediato que debía aprovechar el momento para reunirse con los demás y planear su primer paso, abandonó la estancia y sin miramientos entró en la contigua, donde se encontraban sus compañeros. - ¿Estais bien? - les preguntó nada más verlos. - No tenemos mucho tiempo, la sirvienta ha ido a por el ama de llaves, tenemos que organizarnos ya. - instó, trayendo a su mente lo poco que sabía del enemigo, no lo había visto pero sí pudo escuchar su voz cargada de magia, estaban ante un peligroso oponente capaz de manipular las mentes ajenas, motivo por el que debían extremar las precauciones.



Off: Mi idea es poner al vampiro como un señor de la voz que tiene a todo el mundo bajo su control mental.
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Mensaje  Rumpel Jue Ago 16 2018, 00:17

El peligro es tan palpable como la excitación.

¿Quién me iba a decir que un trabajo como este fuera a producirme tanto placer? Derrotar a todo un señor de la voz resulta bastante gratificante.

No hace falta ser un lince para percibir el poder de nuestro anfitrión y sus efectos en los pocos sirvientes que nos habíamos encontrado.

-Mi querido Alister, si pudiéramos sacarle sangre, sería más prudente matarlo en dicho momento. - me muerdo el pulgar mientras teorizo en mi mente nuestros próximos movimientos. -Definitivamente no, es muy arriesgado obtener su sangre sin ser descubiertos... Debemos aprovechar nuestros momentos de cercanía de una manera más lenta pero más efectiva.- me golpeo la frente con dos dedos y sonrio divertido. -Mi señor Alister, vamos a jugar con todo un señor vampiro a una partida de cartas mortal, en el que nuestro rival puede ver en cualquier momento nuestras cartas.

Saco el resto de objetos de mi zurrón y los observo detenidamente pensando en la mejor forma de emplearlos, al mismo tiempo que tomo las pociones traídas por la mujer.

-Puede que esto nos sea útil.... Ah perdón, la mente de nos va más rápido que nuestras explicaciones. - me giro a mi compañero de habitación. -Los vampiros se alimentan de sangre, lo sabemos de primera mano por nuestra bella amiga. -señalo con el dedo la pared que nos separa de la habitación contigua. -El plan es sencillo, hay que envenenar esa sangre, tanto la del vampiro como la de nuestra amiga, sin que ninguno de los dos sospeche nada de eso. Pues la persona que se la va a servir va a ser la señorita. Ya os habréis fijado en como la mirado, seguro que no tarda en convertirla en su metre personal.

Soy consciente de las rápidas replicas del dragón pero intento detenerlos extendiendo ambas palmas hacía el con tal de calmarlo y que me permita terminar de explicarme.

-Tranquilo, no será un veneno mortal de necesidad, sino más bien un lento y sutil debilitamiento continuo que irá haciendo mella en la salud de nuestro objetivo hasta que sea lo suficientemente vulnerable como para acabar con él. -golpeo la palma de mi mano con mi puño. - Ya advertí que no usaríamos métodos convencionales, y por supuesto que la señorita no tiene nada de que preocuparse, pues tu eres su fiel amante, el fiel amante que le administrará cada noche el antídoto sin que ella lo sepa. - le señalo como si fuera el protagonista de una importantisima obra de teatro. -Ella debe pensar que no haremos nada hasta que no encontremos a los rehenes y que sólo debe fingir estar a gusto y hacer que su copa nunca esté vacía. Es simple, pero no debemos de olvidar a quien nos enfrentamos....

No puedo agregar nada más, la señorita Elen irrumpe en la sala, preguntando por nuestro bienestar y por nuestros próximos pasos.

-Si, estamos bien. Discutía con el señor Alister que la prioridad antes de hacer ningún movimiento contra el anfitrión es encontrar a los rehenes. Mientras tanto seremos los mejores sirvientes y usted la mejor compañía posible, asegurándose de que su copa nunca esté vacia. Cuanto más embriagado de sangre esté menos peligro correremos. ¿No creen?

Miro cómplice a mi mejor amigo aunque él no lo sepa. Necesito que de fuerza a la mentira que estoy creando.
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Mensaje  Elen Calhoun Jue Ago 16 2018, 23:07

Alister siguió con atención los movimientos del brujo mientras éste rebuscaba entre sus pertenencias, sacando diversos objetos y examinándolos con detenimiento, como si fuese trazando el plan a seguir conforme los miraba. Pronto Henry se dio cuenta de que debía explicar un poco lo que tenía en mente para eliminar al señor de la mansión, con lo que no contaba el dragón era con que también pretendiese envenenar a la benjamina de los Calhoun. -¡¿Has perdido la cabeza?! - soltó, frunciendo el ceño y llevándose las manos a las sienes. ¿Qué clase de estupidez  era aquella? ¿de verdad quería poner en peligro a su compañera solo para que no sospechasen de ella? Elen podía fingir perfectamente, lo había demostrado a su llegada a la villa, ¿por qué arriesgar su vida entonces?

La “brillante” idea del hechicero era que ambos, tanto el vampiro como la señora de sombras, tomasen la misma sangre y por tanto, el brebaje debilitador, de forma que el anfitrión no pudiese dudar de ella a pesar de haber servido la bebida, pero esto suponía un riesgo que el cazador no estaba dispuesto a correr, ni siquiera teniendo en cuenta que su papel sería suministrar a la de ojos verdes el antídoto cada noche, por supuesto, sin que se diese cuenta de ello. - No dejaré que lo hagas. - espetó, obligándose a andar por la habitación para tratar de calmarse. No quería ni imaginar la cara que Elen pondría al saber que había permitido que la envenenasen lentamente, no, ni hablar, tendrían que buscar otro modo de hacerlo.

Antes de que pudiese decir nada más, la pelirroja irrumpió en la habitación, cerrando tras de sí antes de preguntarles cómo estaban e instarlos a poner en marcha el plan. - Los rehenes, sí, eso es cosa tuya Alister, intenta ganarte la confianza del ama de llaves, con eso podrás moverte con libertad por la mansión y buscarlos. - indicó, cruzando una mirada con el alado, que se la devolvió, pero con expresión preocupada. - Sabed que ese ser se alimenta de parte del servicio… la criada que curó mis heridas tenía marcas recientes en su cuello, probablemente estemos ante un experto en manipular las mentes… tened cuidado. - advirtió, antes de que sus verdes ojos se clavasen en el mago. - ¿Qué tenías para mí? - inquirió, recordando lo que le había susurrado mientras actuaba como su fiel sirviente.

- Elen espera, tengo que… - el dragón no llegó a acabar su frase, quería avisarla de lo que tramaba el moreno, pero algo más importante y urgente captó toda su atención de repente. Las manos de la joven empezaron a cambiar, sus dedos se alargaron y su piel se tornó blanquecina en las puntas, oscureciéndose conforme subía por sus brazos. - Las sombras del Nigromante… otra vez no. - musitó ella, bajando la vista con expresión triste. - Henry, ¡bloquea la puerta, ahora! - ordenó, sujetando a la centinela y llevándola hacia la esquina más apartada del cuarto, que por suerte no contaba con mucho mobiliario.

Una vez allí se apresuró a cambiar de forma para utilizar la proyección de su ígneo elemento y rodear completamente a la benjamina de los Calhoun, justo antes de que terminase el proceso de metamorfosis y los atacase. La criatura, movida por el más puro odio, se revolvió y trató de escapar del fuego para abalanzarse sobre ellos, pero no halló el modo de salvar la barrera de llamas que la separaba de sus posibles víctimas, con lo que solo logró cansarse, mientras su cárcel se reducía, obligándola a arrodillarse sobre el suelo y encogerse para huir de la luz.

- ¿Recuerdas cuando te dijo que se había vuelto inestable? Se refería a esto. - explicó Alister, sin apartar las alargadas pupilas de reptil de la oscura silueta que tenía ante sí. - No puede controlarlo ni tampoco predecir cuándo ocurrirá, si te quedas a su lado debes saber lidiar con la situación… - continuó, aunque después de escuchar el plan que tenía ya no confiaba demasiado en el tensai. - El fuego funciona pero ten cuidado, no debe llegar a tocarla, solo aislarla. - indicó, al tiempo que la sombra empezaba a abandonar el cuerpo de su amada. - No dejaré que le hagas daño, de ninguna manera. - soltó con seriedad, girándose para dedicar al mago una intimidante mirada.

- Maldita sea. - escuchó mascullar a la pelirroja, en cuanto volvió a tomar el control de su propio cuerpo. Alister se le acercó tanto como pudo y regresó a su forma humana, agachándose a su lado para ayudarla a levantarse. - Ya pasó. - susurró, instantes antes de que pudiesen escuchar dos pares de pasos aproximándose por el pasillo y una voz que ya les resultaba conocida. - ¿Dónde está esa dichosa mujer? - inquirió el ama de llaves, tras abrir la puerta del dormitorio en que se suponía que debía estar su invitada. - No lo sé, se lo juro, la dejé aquí. - respondió Meredith al momento, con voz temblorosa.

- No nos queda tiempo. - musitó la benjamina de los Calhoun, enderezándose y lanzando una mirada a ambos antes de encaminarse hacia la entrada. Si Henry tenía algo que darle debía hacerlo en aquel instante, ya que no sabrían cuándo volverían a estar a solas. - Hora de actuar. - dijo, junto al brujo, cambiando la expresión de su rostro por una mucho más despreocupada. Sin dudarlo hizo girar el pomo y salió al encuentro de ambas, sorprendiéndolas por la espalda. - ¿Me buscaban? - preguntó, provocando que se girasen hacia ella. - Aquí está, tendría que haber esperado en el cuarto, al amo no le gusta que los extraños deambulen por la casa a sus aires. - criticó la dama de canos cabellos. - La criada me dijo que mis sirvientes estaban en esta habitación, solo quería comprobar si era cierto. - mintió la vampira, señalando a Meredith con el índice.

La muchacha se encogió ligeramente, casi como si esperase una reprimenda, pero su acompañante estaba demasiado ocupada como para encargarse de ella. - Espero que la hayan puesto al corriente de su situación, ahora está en deuda con el señor, y tendrán que pagar la hospitalidad que les ha brindado con su trabajo. - explicó el ama de llaves, midiendo con la mirada a la centinela. - Ahora que está despierta… el amo quiere conocerla, Meredith, guía a la señorita hasta el salón mientras yo me encargo de dar trabajo a sus sirvientes. - ordenó, consiguiendo que la chica se pusiese visiblemente nerviosa. A pesar de ello, asintió con la cabeza e hizo un gesto a la señora de sombras para que la siguiese, tras lo cual emprendió el camino hacia la zona principal de la lujosa vivienda.

Respirando lentamente, Elen se obligó a no mirar atrás en busca de sus compañeros, en vez de eso se centró en admirar la ostentosa decoración que cubría las paredes, los cuadros, las inmensas alfombras, todo parecía hecho a medida para encajar en aquella mansión, ¿habría sido así siempre o había dado el nuevo dueño su toque personal a la casa?

- Bienvenida a mi humilde hogar. - escuchó desde el otro lado del amplio salón, en cuanto puso un pie en el mismo. Su anfitrión la observaba desde la cabecera de la mesa, acariciando el borde de una copa que hasta hacía solo unos instantes había estado llena. - Debo daros las gracias, mis criados me han contado lo amable que ha sido al abrirnos sus puertas. - contestó la joven, intentando sonar lo más creíble posible. - Supongo que sí, aunque ya sabréis que mi generosidad no es gratis… el hecho es que necesitaba… reemplazar a algunos miembros del servicio, y ustedes llegaron en el momento preciso para ello. - explicó, con una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos. - Pero dejemos ese tema para luego, sin prestar atención a los motivos que la han traído hasta aquí… es la primera visita de una congénere que recibo desde que me apoderé de este lugar, lo cual despierta mi curiosidad. - continuó, ladeando ligeramente la cabeza.

- Meredith querida, acércate. - ordenó, y la muchacha, como si perdiese su voluntad, comenzó a andar hacia el chupasangres, en silencio. - Usted también, por favor. - pidió a continuación, dejando que un poco de magia impregnase su voz. La complaciente sirvienta avanzó hasta situarse junto a su amo, y a su orden extendió uno de los brazos de modo que quedase sobre la copa vacía y con la muñeca orientada hacia él. Elen se detuvo a unos metros de ambos, y desde allí observó como el hombre hundía sus colmillos en la piel de la chica para luego dejar que su sangre brotase hasta rellenarle el cáliz. - Cúbrete la herida, a no ser que nuestra invitada también quiera un poco. - instó, llevándose la bebida a los labios sin quitar ojo de encima a la pelirroja.

- No será necesario, ya me he alimentado de uno de mis sirvientes. -
replicó sonriendo levemente, consciente de que de querer comprobarlo, las marcas que Alister tenía en el cuello y el hombro bastarían para convencerlo. - Estupendo, ¿por qué nombre debo llamaros querida? - inquirió, tras dar un largo sorbo al rojizo líquido. - Dahlia. - respondió ella, usando el nombre falso que había acordado con sus compañeros. - Dorian, encantado de conocerla. - musitó, aspirando el dulce aroma de la sangre.



Off: Alister no aprueba el plan de Henry e intentará evitar que envenene a Elen, en base a eso puedes moverlo y hacer que el ama de llaves le imponga el trabajo que quieras dentro de la mansión.

Alister usa proyección elemental para retener a la sombra del nigromante

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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Sáb Ago 18 2018, 16:16

Bien acabo de perder a un importante aliado en el plan por culpa del sentimentalismo... Miro a Alister con cierto enfado. ¡Pero si le he dicho que le suministraría un antídoto! ¡Cabezota! Me estaban entrando unas ganas inefrenables de quemar cosas.

Pero antes de que las llamas se salgan de las brasas la señorita Elen aparece con un gesto de preocupación mezclado con la necesidad de entrar en acción; aunque el plan se estaba derrumbando poco a poco antes de empezar, pues uno de los miembros de seguro iba a sabotearlo. Pero no sólo eso...

Vaya... pensé que sería algo más señorial y tendría reservas de sangre en barrica o algo así...

Si el vampiro se alimenta directamente del servicio va a ser muy complicado envenenarle sin envenenar antes a todo el servicio durante días, lo que se antoja muy complicado y llamativo... Hay que reformular la ecuación...

Mientras pienso en todo esto la tensión en el aire aumenta y comienzo a oler el aroma de la mismísima muerte. Un grito de ayuda me despierta y me hace moverme por impulso para atrancar la puerta. Mientras observo como la señorita Elen cambia su hermosa piel por una materia oscura no identificada, me pregunto porque me siguen llamando por el nombre falso en vez de por el verdadero por el nuevo inventado; cosas de tener un cerebro muy activo.

Veo como el señor Alister se transforma y acorrala a la señorita Elen transformada en un circulo de fuego que retiene al monstruo en el que se ha convertido y que inspira el miedo y la desesperación en su oscura mirada ciega. Pero el fuego la retiene, como era de esperar, si de algo no debes de dudar es del fuego.

-Comprendo... - me rasco la barbilla mirando a la debilitada mujer. - ¿Os habéis molestado en calcular cada cuantas horas le dan estos ataques?- hago por acércame pero Alister me lo impide.

-No se puede medir con exactitud... ¿De unas ocho a doce horas?

-Es un amplio margen pero es algo....- miro a Alister a los ojos. -Y nos cree que ya ha dejado claro en consecutivas ocasiones que no haría ningún mal a la señorita Elen. Pero hicimos un trato, y todos debemos de sacrificar cosas para cumplirlo.

Alister se cruza de brazos y me mira con el ceño fruncido.

-¿Y que sacrificas tú?

-¿Nos? Nada más y nada menos que mi vida. Pues se que si algo sale mal y la señorita Elen sale perjudicada te encargarás de matarnos, y nos os dejará hacerlo sin resistencia. - le dirijo una sonrisa lunática de aquel al que no le importa morir.

Elen despierta casi al mismo momento en el que escuchamos las voces en la habitación contigua. Me apresuro y voy hacía mi mesita y tomo el mapa faltante. Consigo meterlo entre los pliegues de la ropa de la señorita antes de que el ama de llaves irrumpa en la habitación. Una vez conseguido el objetivo, me meto en mi papel y me retiro con la cabeza gacha a la espera de recibir ordenes, pero lo que en verdad hago es realizar un nuevo plan introduciendo la variante monstruosa de la de ojos verdes.

El ama de llaves indica que la joven se vaya con su amo, lo que hace que nos quedemos solos ante ella. Su mirada es de completa satisfacción, pero intuyo que detrás de todo eso hay algo más poderoso que su propia personalidad.

-A ver tu el grandote. - señala a Alister con un gesto desganado. -Nos hemos quedado sin leña. Ves al bosque y tala unos cuantos arboles para esta noche. Déjalos al lado del establo, otra persona los trasladará a las chimeneas. Cuando termines hazmelo saber.- se gira hacia mi. -Tu limpiaras la entrada, el señor espera una visita muy importante y todo debe de estar impoluto. Lo estaría de no haber traído vuestros asquerosos traseros a esta mansión. Así que hazte responsable.

-Como ordene señora. - accedí con una respetuosa reverencia, forzando prácticamente a Alister a imitarme. -Nos pondremos a ello de inmediato. -sonreí y me dispuse a recoger mis cosas; los planes habían cambiado.
Cumpliendo las ordenes, no sin un gran fastidio pero autoconvenciendome por la necesidad para la misión, sigo estudiando el terreno, acto que se transmite al mapa que llevo encima. Veo en él como el recorrido de Alister hasta los bosques se refleja como una posible ruta de escape. Por otro lado en el mapa se refleja también el salón donde se encuentra la señorita; nuestro conocimiento del lugar estaba ampliándose de una forma sorprendente a escondidas de nuestros enemigos.

En ese momento llaman a la puerta, y sin saber si entre mis labores también está la de portero me quedo quieto. Pero vuelve a sonar con más furia.

-¡Se que estás ahí! Como no habrás la puerta, maldito saco de mierda, te mataré. - dijo una voz femenina desde detrás de la madera.

Eso, y el hecho de ser una voz femenina, es suficiente como para que obedezca y abra la puerta.

-Buenas... - no me da tiempo a terminar la frase pues me veo asaltado por un enorme abrigo de piel que me cae encima.

-No es que me importe mucho el tiempo, por razones obvias, pero odio que un ser inferior como tu me haga esperar. ¿Dónde está el señor?- su forma de hablar es desinteresada, sabiendo muy bien de su posición por encima de la mía, actuando como si el mero hecho de dirigirme la palabra fuera una molestia para ella.

Al parecer era menos importante que un insecto para ella, salvo por el hecho de tener cierta información.

-Está reunido en el salón, mi señora.

-¿Reunido? - un momento de pausa que no augura nada bueno. -¿Ha empezado la fiesta sin mi? Que desconsiderado. Cuida bien de mi abrigo maldito sirviente.

Escucho como sus pasos se alejan mientras formulo un "Descuide".

Esto puede complicar un poco las cosas...

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Última edición por Rumpel el Lun Ago 20 2018, 10:54, editado 1 vez
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Dom Ago 19 2018, 12:20

- Puedes retirarte Meredith. - soltó Dorian, mirando de soslayo a la muchacha mientras hablaba. - Enseguida señor. - respondió ella casi al momento, haciendo una leve reverencia antes de alejarse de la mesa para volver sobre sus pasos. - Ah, y dile al ama de llaves que no cuente con Dahlia para las tareas de la casa… me servirá exclusivamente a mí, cierra la puerta al salir. - ordenó, alzando de nuevo la copa hasta sus labios para terminar su bebida y dar tiempo a que la criada los dejase a solas. - ¿Dónde han quedado mis modales? - preguntó a la nada en cuanto la chica desapareció de la vista, levantándose de su cómodo asiento para ofrecer a la recién llegada la silla que tenía a su lado. - Acércate querida, no te voy a morder. - comentó, sonriendo al pronunciar las últimas palabras. - Al menos no todavía. - pensó para sí, mientras la joven, bajo el influjo de su magia, acortaba la distancia que los separaba y aceptaba su gesto.

- Me han dicho que sufriste un ataque, ¿cómo fue? - inquirió en cuanto Elen estuvo sentada, apartándose de ella para regresar a la cabecera de la mesa. - No recuerdo mucho, solo que un grupo de cazadores nos asaltó en el camino, venían a matarme pero nos defendimos… - explicó, tomándose una dramática pausa antes de continuar. - Me golpearon durante la pelea y a partir de ahí todo está borroso. - dijo, llevándose una mano a la herida de la frente. Su intención era buscar una conexión con aquel individuo para que bajase la guardia con ella, por eso había optado por culpar del incidente al gremio de Huracán, esperando que en algún momento de su vida hubiese tenido algún problema con ellos y se sintiese identificado.

- Esa escoria, no saben hacer otra cosa que estorbar. - concedió, hincando el codo sobre la madera y apoyando el mentón sobre su cerrado puño. - No quisiera causaros más molestias de las necesarias, en cuanto hayamos pagado nuestra deuda con vos nos marcharemos. - soltó la pelirroja, provocando que la mirada que el señor de la voz mantenía sobre ella se volviese más intensa. - ¿Por qué tanta prisa? - preguntó, al tiempo que manipulaba su esencia para resultar más atractivo a sus ojos. Elen sabía que aquello podían hacerlo todos los de su raza, ella misma lo había utilizado alguna vez, pero para que sus enemigos la viesen mucho más temible de lo que era en realidad. - Podrían seguirnos hasta aquí. - se excusó, apartando la vista hacia uno de los ornamentados candelabros que decoraban la mesa.

Dorian sonrió ampliamente al ver su reacción, dejando entrever los brillantes colmillos. Hasta el momento no había conocido a ninguna mujer capaz de resistirse a sus encantos, y aunque Dahlia parecía intentarlo, eso solo la hacía más interesante. De un momento a otro se había convertido en su nuevo objeto de diversión, una conquista más que sumar a su ya de por sí larga lista de amantes, de todo tipo y condición. - No te preocupes por eso, pondré guardias en los alrededores. - replicó, sin cambiar de postura. - Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. - añadió, consiguiendo que la vampira girase el rostro hacia él nuevamente. - Gracias, es muy amable por su parte. - contestó la benjamina de los Calhoun, obligándose a mantener el contacto visual y no perder la calma, solo así lograría captar todo su interés, convirtiéndose en algo difícil de alcanzar.

- No tanto, tus criados estarán bajo las órdenes de mi ama de llaves, y tú bajo las mías. - indicó, ladeando ligeramente la cabeza mientras la observaba. - Por supuesto, cumplirán con lo que se les mande… solo espero que no los agotéis demasiado, a fin de cuentas son mi fuente de sustento. - tomó la palabra, con tranquilidad. - Entonces sueles alimentarte de ellos con frecuencia ¿acaso los tienes bajo control mental? - musitó Dorian, intrigado. - Alguna utilidad tenían que tener aparte de protegerme, pero no, me entregan su sangre voluntariamente. - reveló Elen, ofreciéndole una sonrisa cargada de malicia. Al moreno no le costó imaginar el motivo que les llevaba a hacerlo, la joven era hermosa, sin duda la creía capaz de engatusarlos y obtener de ellos lo que quisiese, esa idea se instaló en su mente e hizo que comenzase a verla como una igual, ya que él hacía lo mismo con algunas de las chicas del servicio, las más agraciadas por supuesto.

- ¿Debo entender entonces que también te diviertes con ellos de otras formas? - preguntó sin miramientos, poniendo a la de ojos verdes en una incómoda situación. - A veces… los caminos pueden ser muy aburridos. - respondió, siguiendo con la farsa y el papel que le tocaba representar. Tenía que mostrarse como una verdadera criatura de la noche, y si algo conocía de ellas es que solían tener debilidad por la sangre y la promiscuidad. Dorian dejó escapar una leve risa, empezaba a sentirse a gusto con aquella extraña que parecía compartir su modo de vida, así que sin decir nada más, se levantó y avanzó hasta situarse tras la silla que ocupaba su invitada. - Si sigues mis indicaciones estoy seguro de que tu estancia en la mansión podría resultar muy agradable para los dos… - susurró junto a su oído, al tiempo que posaba una de sus manos sobre el hombro derecho de la pelirroja y apoyaba la otra en la mesa.

El señor de la casa se quedó inmóvil, demasiado cerca de la centinela como para que ésta pudiese sentirse cómoda, pero hizo cuanto pudo para que no se le notase, aliviando la tensión que quería apoderarse de todo su cuerpo, instándola a alejarse de él. Pudo notar como aspiraba el aroma de sus cabellos y su piel, cerrando los ojos para disfrutar de la sangre que se entremezclaba con su olor. - Me pregunto a qué sabrás. - soltó poco después, sin moverse. - Te decepcionaría, la sangre de los nuestros no tiene buen sabor. - replicó ella, con toda la calma que pudo. - Entonces ya has bebido de otros vampiros. - musitó, sin poder evitar que la explicación de ello que tomaba forma en su cabeza se relacionase con el sexo. No era extraño que los de su raza, llevados por la pasión, mordiesen a sus amantes, él mismo lo había hecho infinidad de veces. - Sí, ¿quieres probar? - preguntó Dahlia, mirándolo fijamente a los ojos y ofreciéndole su muñeca. Claro que quería, pero no de ese modo.

La benjamina de los Calhoun había despertado todo su interés, ahora no podía dejarla ir sin más, tenía que convencerla para que se quedase en la casa y hacerla suya, para lo cual no dudaría en utilizar su poder de control mental si era necesario.

- ¡No puede pasar, el amo está reunido y no quiere que lo molesten! - se escuchó fuera del salón, Meredith trataba de detener a alguien. - ¡Aparta de mi camino estúpida! - increpó otra voz, que debía ser familiar para Dorian a juzgar por el cambio en su expresión, que se tornó seria. Una mujer bien vestida irrumpió en la sala bruscamente, torciendo el gesto al encontrar a su amante con otra y en una actitud tan cercana. - ¡¿Qué significa esto Dorian?! - inquirió a viva voz. - Por mucho que me agrade el olor a sangre que te envuelve creo que deberías darte un baño, di a Meredith que te lleve a la habitación de invitados y te lo prepare… seguiremos hablando luego. - le susurró, para acto seguido enderezarse y centrarse en la recién llegada.

- Violet querida, no te esperaba tan pronto. - saludó, ofreciendo su mejor sonrisa para calmar los ánimos de su conquista. - He recibido una inesperada visita, ven, salgamos al jardín. - propuso, tomando la mano de la mujer para darle un beso en el dorso de la misma antes de guiarla al exterior. Con aquello se confirmaba que el moreno cumplía con la imagen de un caballero, pero no dejaba de ser un mujeriego. Sin olvidar su enfado, Violet le lanzó una mirada asesina antes de marcharse del salón, algo que Elen trató de ignorar. Cumpliendo con lo que el amo de la villa había dicho, salió de la estancia por otra puerta y buscó a la criada para que la ayudase a encontrar el cuarto de invitados y preparar el baño.

Ambas caminaron en silencio por el pasillo hasta llegar a su destino, donde tras calentar el agua y verter en ella varias fragancias, la pelirroja pudo relajarse durante un rato. - ¿Quiere que le busque un vestido? - preguntó la muchacha, algo temerosa. - No, prefiero volver a ponerme mi ropa, ¿puedes hacer algo con las manchas de sangre? - formuló, sin apartar la vista de la chica. Meredith asintió y sin demora empezó a limpiar la armadura de cuero con un trapo húmedo, sin atreverse a mirar el pergamino que parecía estar escondido entre los pliegues del traje. Bajo la atenta vigilancia de la benjamina de los Calhoun, se afanó por acabar su trabajo lo antes posible, pero no podía abandonar la sala así que una vez cumplido su cometido se quedó sentada, a la espera de que la joven saliese de la bañera.

Cuando finalmente la señora de sombras salió para secarse y volver a vestirse, la sirvienta bajó la mirada al suelo y le dio algo de espacio, aunque no pudo evitar mirar su cuerpo cuando ya tenía puesta la falda y el corpiño. Las blanquecinas cicatrices de sus brazos y la que tenía sobre el pecho la sorprendieron, ¿qué tipo de vida llevaba aquella extraña para acabar así? Incluso tenía una extraña marca con forma de árbol en el interior de la muñeca, algo poco usual. Sin atreverse a preguntar, ya que podrían castigarla por ello, Meredith aguardó hasta que la de ojos verdes se puso el resto de la armadura, cubriendo sus brazos y espalda.

- Supongo que el señor estará ocupado durante un rato… volveré a las dependencias del servicio, puedes irte. - instó, convenciendo a la chica de que se marchase primero para ella poder examinar con tranquilidad lo que Henry le había dado. El pergamino era un mapa imbuido con runas arcanas para mostrar en todo momento la posición de los tres, algo muy útil y tranquilizador. Siguiendo lo que decía el papel, Elen abandonó el cuarto y avanzó por el pasillo hasta dar con una ventana desde la que podría ver al dragón, en aquel momento deseaba escapar de la mansión e ir a su lado, pero no podía. A lo lejos distinguió su silueta gracias a una débil lámpara de aceite que llevaba consigo, estaba talando algunos árboles del lindero del bosque.

Alister no solo estaba cumpliendo con su tarea lo más rápido que podía, de paso también estaba descargando parte de su frustración contra aquellos pobres troncos. Las sombras del Nigromante, la presencia del vampiro, la descabellada idea del hechicero, todo empezaba a abrumarlo, y lo único que quería era acabar cuanto antes para largarse de allí junto con su compañera.



Off: Subrayados los inicios de las complicaciones que Rumpel menciona en su post.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Lun Ago 20 2018, 12:31

La presencia de un nuevo sujeto de la misma raza y con cierto "parentesco" con el objetivo dificulta aún más las cosas.

¿Qué puedo hacer? Ando de un lado a otro haciendo mis tareas sin dejar de pensar en ello.

Vuelvo a mis aposentos y saco mis cosas.

¿Qué tipo de veneno debería utilizar? voy ojeando los ingredientes mientras intento que una idea tome forma en mi mente. Teniendo en cuenta los nuevos datos... Tal vez sea más efectivo envenenar a todo el servicio antes que a los vampiros... Aunque si quiero usar ese poder de la señorita Elen debería hacer algo con esa vampira... ¿Seducirla? O por las llamas, estoy hablando en serio Rumpel... Voy sacando diferentes ingredientes y pongo rumbo a las cocinas, necesito fuego y un caldero. Me detengo en seco, eso no será buena idea. En la cocina habrá más sirvientes... Creo que debería reducirlos a todos con una poción del sueño, eso nos ganará el tiempo suficiente.

Tomo un frasco de cristal vació e introduzco pétalos de Inhibis en la cantidad justa en el que una infusión de dicha sustancia produzca un profundo sueño y no la muerte; las cantidades son fundamentales. Una vez los pétalos dentro hago hervir el agua mediante mi propio fuego a través del cristal hasta que toma el tono deseado. Sabiendo que eso no será suficiente si se diluye en una gran cantidad de liquido como la de un caldero o para mucha gente, realizo dos frascos más. 1

Las horas pasaban y sabía bien que el posible ataque de Elen estaría por llegar pronto. Pero para eso debía de situarla en el momento y lugar adecuado; en la alcoba del vampiro. El plan debía de seguir funcionando como un reloj de arena, aunque por ahora estaba siendo improvisado a cada segundo que pasaba mientras me dirijo a la cocina.

-¡Tráeme la sangre del señor para esta noche!- los gritos se escuchan antes de que irrumpa en la estancia, pero demasiado tarde como para evitarlo, así que intento ocultar los frascos lo mejor que puedo; aunque no soy el principal motivo de interés en ese momento.

-Pe-pe-pero ama Violet....

-¡Nada de peros! ¡La quiero aquí ya!

-Lo-lo-los sirvientes están todos ocupados, tal vez si espera un poco...

-¡No voy a esperar maldita humana! ¿Con quién te crees que hablas? ¿Y están todos ocupados? A ese lo veo muy "desocupado" - me señala directamente ante la sorpresa que me produce que sepa de mi presencia.

-Pe-pe-pero él es uno de los sirvientes de nuestra inesperada invitada, no es de confianza...

-¡Que me da igual! Arregla ese asunto luego. ¡Que traiga la sangre ahora!

Al final el ama de llaves accede y me mira con odio, culpándome de mi mera existencia en este mundo.

-Ya as oído a la señora. Ves al sótano. - me hace entrega de una llave. -Y trae uno de los barriles que hay en el estante del fondo del pasillo.- al intentar coger la llave, esta la sujeta con fuerza y me fulmina con la mirada. -Quiero la llave de vuelta e intacta, sabre si me das el cambiazo. - me dice en un casi imperceptible susurro.

Sin articular ninguna replica. como por ejemplo la de "juro que quemaré hasta tus huesos maldita vieja pelleja", sigo a la perfección mi papel de sirviente obediente y con las pocas indicaciones que se me dan me dirijo a la entrada al sótano; lo que hace que el mapa interactivo siga completándose.

En el trayecto me las arreglo para analizar la llave; será complicado realizar una copia, pero hay un elemento más efectivo. Al llegar a la puerta no pierdo en tiempo en abrirla, pero si me tomo el tiempo de inscribir en ella una runa de apertura y cierre creando el surco con fuego de mis dedos y el frasquito de tinta mágica que todo bien arcanista tiene que llevar consigo; ya no me hará falta la llave para entrar ahí2, hecho que me hace esbozar una sonrisa.

Estúpidos humanos... Llaves a nos... ¡JA!

Me interno en el sótano, pero me sorprende el sonido de los lamentos y los gritos de ayuda que me abordan una vez pongo el pie en el ultimo escalón. Miro a mi alrededor y veo multitud de mujeres, de todas las edades, y niños apresados entre barrotes; algunos de ellos presentan síntomas de desnutrición y deshidratación. Había encontrado el redil del ganado de aquel oscuro señor.3

Sin pensármelo ni un momento los ignoro por completo, se muy bien que nuestro objetivo y mi deseo es liberar a esas almas puras, pero aún no es el momento oportuno y si han sobrevivo hasta ahora así pueden soportar unas horas más. Por lo tanto, como buen sirviente obediente me dirijo al estante del fondo y cojo un tonel de barrica bastante pesado.

De vuelta a la cocina, me encuentro de nuevo con las dos mujeres. Dejo el barril encima de una de las mesas y devuelvo al ama de llaves lo que le corresponde, no sin una gran satisfacción interior.

-Bien. ¡Ahora largo de aquí!

Hago una reverencia y me retiro cerrando la puerta pero acechando con la oreja pegada a la misma.

-¿Para que quiere la sangre ama Violet? - la voz es casi imperceptible, pero lo suficiente como para suponer lo que dicen.

-Porque nuestra querida invitada va a sufrir una... indisposición. - lo que mejor se escucha es su malévola risa. -Prepara tres copas, el señor quiere un brindis antes de dar inicio a la cena y quiero supervisar las copas antes.4

Se produce un silencio.

-Bien, no lo sirvas tu querida sierva; no dejaría que dañaran a la única pulga con inteligencia de esta mansión. Utiliza un chivo espiratorio, ya sabes que al señor le enfurece la incompetencia. Pero asegúrate que ella tome está copa.

-Como ordene ama. Iré a buscar al metre, nunca me cayó bien.

Escucho como abandonan las cocinas y no tardo en entrar e intentar identificar las copas. Todas parecen iguales salvo que una tiene... un pequeño rasguño en la base... Sonrío para mi mismo e intercambio las copas de lugar. Una vez hecho eso me dirijo al puchero dónde habita la cena del servicio. La verdad es que huele bastante bien así que primero me entretengo en tomarme una cucharada y luego la aliño con mi ingrediente secreto, la remuevo bien y listo.

Una vez realizado el sabotaje y siendo prudente para que no me descubran salgo de ahí lo más rápido que puedo y me dirijo de nuevo hacía nuestras dependencias; debía de advertir a la señorita Elen de lo que iba a ocurrir.

Por suerte cuando llego la encuentro en sus aposentos, pero tampoco puedo entretenerme mucho.

-Señorita, deberá beber la sangre que le ofrezcan en la copa que le ofrezcan y en ninguna otra; no debe de ser desconsiderada, por el bien de todos. - le guiño un ojo. No podía arriesgarme a decirle lo que planeaba Violet y lo que había hecho para impedirlo, aquellos vampiros podían leer la mente de Elen y descubrir la trampa. -Y recuerde que si el señor tiene cualquier indisposición deberá atenderle personalmente. - hago una reverencia y me marcho; aún hay muchas cosas por hacer.

De nuevo en mi habitación vuelvo a buscar los ingredientes para hacer un antídoto para la poción del sueño para Alister y para mi. Lo que no me lleva mucho tiempo, pues sólo debo de crear un depurativo que elimine la sustancia mediante un energizante. 5. Pero crear un antídoto para la de cabellos pelirrojos sin saber cual era el veneno era prácticamente imposible; había que dejarlo en manos de la suerte el hecho de que no intercambiara la copa.

En ese momento llega Alister y le ofrezco el frasco con el antídoto.

-El plan está en marcha, prepárate.

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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Mar Ago 21 2018, 18:54

Después de unos instantes, en los que no pudo apartar la vista del cristal, Elen empezó a caminar de vuelta a las imponentes escaleras de caoba con lentitud, sin el dragón en la casa nada la instaba a darse prisa por regresar al área del servicio. Así pues descendió con tranquilidad hasta el piso inferior, desviándose hacia la zona en que se encontraban los dormitorios de los criados y metiéndose en el modesto cuarto que compartía con Meredith. Por suerte la muchacha no estaba allí, lo que le permitió relajarse y buscar un sitio adecuado entre su ropa para ocultar el mapa del hechicero sin que su anfitrión pudiese dar con él, por mucho que se le acercase.

Un leve vistazo a su muslo bastó para que se mostrase complacida con el resultado de su tratamiento a base de hojas de Kortinque, la quemadura había desaparecido prácticamente por completo, motivo por el cual ya no necesitaría volver a vendarse la zona ni tendría que tener cuidado a la hora de moverse. Sin embargo, su calma fue efímera, en cuanto el recuerdo de las sombras del Hombre Muerto asaltó sus pensamientos su ánimo desapareció, ¿cómo iban a llevar a cabo el plan si ella podía echarlo a perder en cualquier momento? Dejando escapar un suspiro, la joven echó mano al pergamino y lo examinó con detenimiento, comprobando que Alister seguía en el exterior cortando leña, tal como seguramente le habría ordenado el ama de llaves… La posición de Henry resultó mucho más interesante, pues el punto que lo representaba comenzó a moverse, abandonando las cocinas para bajar a alguna especie de sótano.

Sin quitar ojo al papel, la benjamina de los Calhoun observó como su aliado se detenía brevemente antes de avanzar por una especie de pasillo, regresando sobre sus pasos poco después. ¿Qué estaría haciendo allí? Esa era una buena pregunta, pero viendo que sin perder tiempo, el moreno volvía hacia la cocina, supuso que lo habían mandado a algún tipo de despensa. - Espera… ¿podrían estar ahí los prisioneros? - musitó esperanzada, al caer en la cuenta del tipo de reservas que Dorian podía tener allí abajo. Cuanto antes diesen con ellos y hallasen un modo de liberarlos, antes podrían terminar con aquella farsa.

Tenía que hablar con el mago y preguntarle sobre lo que había en el sótano, así que decidida a abandonar la habitación y buscarlo, dobló el mapa y lo escondió nuevamente entre sus ropajes, revisándose frente a un espejo de que no se notase dónde lo tenía. Escondido entre el corsé y su vientre, el trozo de pergamino debería estar a salvo, solo debía asegurarse de que el vampiro, que parecía encajar con el tipo de hombre de manos ligeras que no se cortaba a la hora de conquistar a una mujer, le diese su espacio. Quizá la repentina llegada de Violet la ayudase a ello, aunque a juzgar por como la había mirado casi podía asegurar que la había puesto en su lista negra al instante.

Ignorando la mala reacción de la chupasangres a su presencia en la mansión, Elen dejó de mirar su reflejo para girarse hacia la puerta, pero antes de que pudiese acercarse al pomo de la misma, Henry irrumpió en la estancia, dándole instrucciones claras acerca de lo que debía hacer cuando le ofreciesen una copa de sangre. Según el moreno tenía que aceptar la bebida y no beber de ningún otro recipiente más, hecho que significaba el comienzo del plan con que habían venido, envenenar al señor lentamente para debilitarlo antes de acabar con él. - Está bien, lo haré. - indicó, justo antes de que su aliado se diese la vuelta para dirigirse hacia su propio dormitorio.

Siguiendo sus pasos, la criatura de la noche llegó hasta el marco de la puerta y se quedó allí durante unos momentos, tenía preguntas que hacer al tensai de fuego, pero una silueta que se acercaba desde el final del pasillo la detuvo. El cazador había terminado su tarea, ahora la mansión contaba con leña para al menos un par de días, y tras cumplir el encargo del ama de llaves, volvía a su cuarto para reencontrarse con ambos. En cuanto sus miradas se cruzaron aceleró el paso, llegando hasta ella y rodeándola por la cintura para que entrase de nuevo a la habitación, cerrando suavemente tras de sí, seguro de que nadie lo habría visto.

- ¿Estás bien? - preguntó con rapidez, apoyando la espalda contra la puerta para que nadie pudiese interrumpirlos, aún sin soltarla. - Por supuesto, no tienes que preocuparte por mí. - replicó la pelirroja, acomodándose contra su pecho. - ¿Qué ha pasado? - inquirió el dragón, sin rodeos. - Creo que he despertado su interés… quiere que le sirva exclusivamente a él. - reveló, notando la tensión que se apoderaba del cuerpo de su compañero y cómo la aferraba con más fuerza contra él. La expresión del alado pasó de ser preocupada a seria, casi podría decirse que estaba enfadado, pero no con ella sino con la situación. - Esto está mal, no lo soportaré. - soltó, clavando sus ojos en los de la centinela con intensidad. - Shhh. - musitó ella, alzando una mano para acariciarle la mejilla. - Henry ya ha puesto en marcha el plan, solo tenemos que aguantar un poco. - susurró con un hilo de voz, para que solo él pudiese oírla.

Antes de que pudiese decir nada, la señora de sombras buscó sus labios para darle un cálido beso, pero a diferencia de otras veces, en las que su amado se relajaba al corresponderla, en aquella ocasión se mantuvo rígido. Extrañada por su reacción, se apartó ligeramente de él y lo miró confundida, la preocupación se apoderaba de su rostro nuevamente. - No puedes fiarte de él Elen, pretende envenenaros a los dos para que no puedan culparte de ello, su brillante plan es que yo te dé el antídoto cada noche para curarte. - confesó, tomándola por sorpresa. La benjamina de los Calhoun no supo qué decir, durante unos segundos guardó silencio y trató de asimilar la noticia, aunque no era del todo descabellada.

Teniendo en cuenta la forma en que habían aparecido, si Dorian comenzaba a sentirse indispuesto y se descubría que era por culpa de una toxina en la sangre que había bebido los culparían de inmediato, el que ella sufriese lo mismo solo la convertía en un seguro para que los tres quedasen fuera de sospecha, aunque ciertamente, no le agradaba la idea. - Entiendo. - fue lo único que alcanzó a pronunciar, bajando la vista a los botones de la camisa del cazador. - Ya le he dicho que no estoy dispuesto a arriesgar tu vida por esto…- susurró Alister. Elen se abrazó a él durante unos instantes, aspirando su aroma y tratando de dejar la mente en blanco, consciente de que para tener éxito deberían seguir el plan del hechicero, con todas sus posibles consecuencias.

- Tranquilo, todo saldrá bien… ve con él. - instó, liberándose de su agarre. Desganado, el alado la soltó y abandonó la estancia para volver a la habitación que compartía con el moreno, quien lo esperaba para entregarle un frasco de antídoto. Todo aquello seguía sin gustarle, pero al menos ahora tenía la tranquilidad de que su compañera sabía a qué atenerse.

La de ojos verdes se tomó unos minutos antes de salir de la estancia, lo justo para que un miembro del servicio que venía a buscarla llegase a su puerta y le indicase que la reclamaban en el salón. Sin perder tiempo acompañó al chico hasta allí, deteniéndose en la entrada al ver a Violet. - ¿Me necesitan para algo? - preguntó, captando la atención de la mujer y también la del anfitrión, que se masajeaba la sien. Su amante no había dejado de quejarse y lanzar acusaciones desde que llegó a la casa, por supuesto era comprensible que actuase así, pero su actitud comenzaba a causarle un fuerte dolor de cabeza, poniendo a prueba su paciencia. - Sí querida, pasa. - replicó, ignorando el molesto gesto de su invitada.

- Mi amiga te debe una disculpa, nos conocemos desde hace mucho tiempo pero todavía no sabe controlarse. - soltó, aunque estaba claro que Violet no pensaba pedir perdón por nada. La vampira conocía bien a Dorian, compartían lecho de forma esporádica desde hacía casi una década, pero con el paso del tiempo su interés por ella había disminuido considerablemente, empujando al conquistador a buscar otras compañeras de cama con las que divertirse. Al principio optó por pagarle con la misma moneda, pero tras unos años se dio cuenta de que encamarse con otros hombres no le servía de nada, lo quería a él, y no soportaba la idea de compartirlo.

Después de casi un año sin verse, aquella noche el ahora señor de la mansión la había invitado a pasar una agradable velada, que sin duda acabaría en el dormitorio, pero la aparición de la pelirroja lo había estropeado todo, dejándola en un segundo plano. - No se preocupe. - intervino Elen, con tono servicial. - ¿Por qué no te unes a nosotros Dahlia? Vamos a cenar. - propuso, y para sorpresa de la joven, no hubo quejas por parte de Violet. - Quizá no sea buena idea, no quisiera molestar. - trató de excusarse, pero el señor de la voz negó con la cabeza en respuesta. - En absoluto, acércate. - pidió, utilizando su magia para influir en su voluntad.

La centinela respiró lentamente y caminó hacia su anfitrión, que seguía sin quitarle la vista de encima. Ni siquiera la presencia de su amante lo detendría, al contrario, ahora tenía en mente algo incluso más interesante, convencer a su apreciada compañera de cama de que aceptase a la recién llegada para tenerlas a las dos calentando su lecho durante el día. - Por fin, empezaba a tener sed. - comentó, desviando fugazmente la mirada hacia el metre, que traía una bandeja con tres copas llenas de sangre. El muchacho, siguiendo las instrucciones que previamente le había dado su supervisora, ofreció primero el rojizo líquido a Violet, luego a Dorian y por último a la benjamina de los Calhoun, que sin poder elegir, tomó el recipiente que le tocó. - Por las nuevas amistades. - brindó el moreno, para disgusto de su invitada.

Creyendo que el contenido de su cáliz estaría envenenado, tal como le había advertido Alister, Elen se tomó unos segundos antes de probar la sangre, pero no notó nada extraño en su sabor, tampoco después de terminarla. ¿Qué habría usado el brujo? Nada, así de simple, en su bebida no había nada. Sin embargo, el cambio en la expresión del señor puso de manifiesto que la suya sí llevaba algún tipo de toxina. Con el ceño fruncido y la visión comenzando a nublársele, dejó caer la copa y alzó una mano para apoyarse en el hombro de la señora de sombras, que instintivamente lo sostuvo nada más ver cómo se tambaleaba. Fuera lo que fuese, el veneno había surtido efecto muy rápido en su víctima, tanto como para que no fuese capaz de mantenerse en pie por sus propios medios.

- ¿Qué me has dado imbécil? - increpó al metre, que palideció al instante, lo mismo que Violet. El dolor de cabeza volvía con más fuerza que antes. - Tiene que recostarse o se caerá. - intervino, sin dejar de sujetarlo con firmeza. - Sácame de aquí Dahlia, ayúdame a llegar hasta mis aposentos. - ordenó el vampiro, decisión que haría estallar a su amante, cuyo plan no podía haber salido peor.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Miér Ago 22 2018, 11:25

Alister me mira con desconfianza y no quiere tomar el frasco, pero no me puedo permitir perdidas de tiempo.

-Nos sabe que no confías en Rumpel, es un sentimiento muy común en la gente con la que trato; no es especial por eso señor Alister, pero... - me acerqué al enorme dragón y le introduje el frasco en uno de los bolsillos. -Rumpel si confía en usted. El antídoto no es para la señorita es par usted en el caso de que cene algo y le entre sueño. Hay muchas cosas que hacer está noche y le necesito despierto.

-¡Espera! ¿Cómo que no es para Elen? Ella me ha dicho que has puesto el plan en marcha eso significa que...

-Eso significa que ahora tomaran un rico trago de sangre y que tu y yo deberemos movernos para realizar...

No tengo tiempo de terminar la frase, salgo despedido hacía atrás de un puñetazo directo en el ojo que de seguro en unos minutos me impediría la visión del mismo por el hinchazón.

-¡Como le pase algo malo te mataré! - dijo antes de desaparecer por la puerta.

Me acaricié quejoso la zona golpeada mientras me mordía el labio.

-Malditos musculitos.... mucho musculo, poco cerebro y demasiado violentos. Es un fastidio tratar con ellos... Sin duda me siento decepcionado con el señor Alister... Ha comenzado a perder puntos como amigo... -miro furioso a la puerta reprimiendo las ganas de incinerar a toda la mansión y me levanto con dificultad. Debo de impedir que lo eche todo a perder; a lo mejor no hubiese sido mala idea darle un cuenco con un poco de cocido del sueño...

Corro por los pasillos siguiéndole por el mapa, viendo como se aproxima peligrosamente a la señorita. Eso puede ser un problema; tanto como el hecho de que ya no veo por el ojo izquierdo.

-He dicho que... - otro sonido de golpe y un cuerpo cayendo plomo al suelo.

Alister se había encargado del criado que guardaba la puerta.

- ¿Va a golpear a todo el mundo, señor Alister? - consigo decirle cuando le alcanzo antes de que traspase la puerta. - ¿O se va a parar a escuchar racionalmente como el ser inteligente que es?

- No tengo nada más que escuchar de ti. - coge el pomo de la puerta y amenaza con abrirla.

- ¿Ni siquiera cuando la vida de Elen puede estar en peligro? - se detiene pero me mira furioso. - Es cierto que hay una copa envenenada, pero no es obra mia, sino de la amante del señor. Una copa destinada a Elen.

Los ojos de Alister se abren como los de un buho y su impulso por abrir la puerta se incrementa pero siendo previsor le lanzo una bola de fuego antes de que lo haga para detenerlo.

-¿¡Qué crees que estás haciendo!?

-Nos os está diciendo que escucheis; y tampoco os quejeis tanto, eso para vos no ha sido ni un rasguño mientras que nos ahora parece que está tuerto. - le señalo el hinchazón del ojo. -Como iba diciendo, era una copa destinada a la señorita, ERA. ¿Entendéis? Cambié las copas y la Elen sólo correrá peligro si usted entra ahí como un energúmeno advirtiendo del veneno, porque entonces ¿de quien creeréis que sospecharan primero? ¿A quien creéis que echara la culpa la verdadera responsable con tal de librarse? - Alister por fin comprendió y se relajó. - Bien veo que comprendéis. Por ello vuestra función es otra. De un momento para otro sucederá y de forma paralela el servicio será invadido por un profundo sueño. Cuando eso ocurre, acompaña a la señorita a la habitación del señor; si la otra mujer está dentro también mejor, pues está a punto de hacer ocho horas desde el último ataque de la señorita y ya sabéis lo que eso puede significar...- hago un pequeño silencio. -Cuando la señorita Elen cumpla con su parte vos la volveréis a su estado natural y deberéis buscar a nos mediante el mapa. Nos mientras tanto se encargará de liberar a los rehenes que están en el sótano.

Surgen gritos y se escucha un caótico movimiento dentro de la sala.

-¿Ois? Ha llegado vuestro momento. Informad del resto del plan a Elen cuando vuelva a ser consciente.

Y sin añadir nada más echo los dados confiando en mis socios en aquella empresa y me dirijo al sótano para cumplir con mi parte.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Vie Ago 24 2018, 11:34

Había perdido los papeles, sí, pero ¿qué esperaba que hiciera ante la idea de que su compañera fuese envenenada? El puñetazo quizá no hubiese sido la mejor opción, sobre todo porque más tarde tendría que dar explicaciones a la joven, pero en aquel instante no podía pensar con claridad, lo único que le importaba era llegar junto a ella y detenerla antes de que bebiese la sangre contaminada. Así pues, abandonó la habitación que compartía con el hechicero, no sin antes lanzarle una amenaza, y se apresuró a salir de la zona del servicio para dirigirse al salón principal, donde el mapa marcaba la posición de la de ojos verdes.

Uno de los criados trató de detenerlo antes de que abriese la puerta, ganándose un contundente golpe en la sien que le hizo perder el conocimiento y desplomarse sobre la alfombra. En aquel momento Alister no atendía a razones, y cualquiera que se interpusiese en su camino correría la misma suerte que aquel hombre. Antes de que pudiese irrumpir en la sala, Henry lo alcanzó y trató de convencerlo para que no siguiese adelante, pero ante la determinación del cazador solo le quedó una opción, utilizar su elemento contra él para pararlo. El ígneo proyectil salvó la distancia que los separaba y le acertó en el brazo, empezando a quemar la tela de su camisa y obligándolo a retroceder para extinguir las llamas con la otra manga.

Fue entonces cuando el brujo, que a juzgar por el estado de su ojo y la hinchazón del mismo debía haber perdido parte de su capacidad de visión, le explicó rápidamente que su aparición en la estancia solo metería en problemas a Elen, cuya copa, envenenada por la amante del anfitrión y no por él, había cambiado para mantenerla a salvo. El dragón dudó durante unos segundos, ¿de verdad podía fiarse de aquellas palabras o simplemente le estaría mintiendo para que no estorbase? No sabía qué creer, o al menos no lo supo hasta que la voz de la vampira le llegó desde el interior, al parecer se encontraba bien, pero el señor de la casa no.

Tras darle las instrucciones a seguir a partir de ahí, revelando de paso que había encontrado a los rehenes en el sótano, Henry salió a toda prisa hacia la zona en cuestión, su misión era aprovechar la indisposición que iba a sufrir el servicio para sacarlos de la mansión. La del alado en cambio era bien diferente, debía reunirse con la pelirroja y acompañarla hasta el dormitorio del amo de la casa, donde si las cuentas les salían como esperaban, Elen volvería a transformarse en la sombra de odio y atacaría tanto al vampiro como a su amante, matándolos a ambos antes de que él utilizase su elemento para controlarla y hacerla volver en sí. Una vez hecho esto deberían abandonar la villa a toda prisa, algo que de verdad deseaba.

Sin tiempo para decir nada al respecto, Alister bajó la vista al desdichado que yacía en el suelo y tomándolo por debajo de los brazos, lo arrastró hasta un pequeño cuarto de escobas que había al final del pasillo, ocultándolo en el interior y rezando porque no se despertase en un par de horas.

- ¡Quítale las manos de encima! - exclamó furiosa la chupasangres, en cuanto asimiló lo que su deseo de venganza y la incompetencia del metre habían ocasionado. En vez de acabar en la copa de la que consideraba su rival, el veneno había llegado a la de su amado Dorian, que parecía debilitarse por momentos. ¿Qué debía hacer ahora? No tenía ningún antídoto para revertir el proceso, y según lo que le había comentado el mercader que le vendió el artículo, los componentes del brebaje podían causar incluso la muerte en según qué dosis. Por suerte el moreno solo había dado un pequeño sorbo a la bebida, pero viendo la rapidez con que actuaba solo podía preguntarse una cosa, ¿qué le provocaría? - ¿Por qué se lo pides a ella? ¡Yo debería encargarme de ti! - soltó con brusquedad, situándose a su lado y lanzando una mirada asesina a la de ojos verdes.

- ¡Silencio Violet! Conseguirás que me estalle la cabeza. - le reprochó el vampiro, colocando uno de los brazos por encima de los hombros de Dahlia para apoyarse en ella. - Ahora mismo estoy muy mareado, necesito descansar y eso no será posible si sigues comportándote como una niña caprichosa. - espetó, esforzándose para abrir los ojos y mirar a su amante durante unos instantes. Sus numeritos no eran nada nuevo, esa había sido una de las razones que los habían distanciado porque la mujer no entendía que él no podía pertenecerle exclusivamente a ella, la fidelidad no formaba parte de su naturaleza.

- Mejor busca al ama de llaves, que traiga todas las pociones que tenga… y quita de mi vista a este estúpido antes de que ordene que lo maten. - instó, para acto seguido girar el rostro hacia la centinela. - Llévame arriba. - dijo, sintiendo cómo la joven lo sujetaba con fuerza por el costado antes de empezar a andar hacia la puerta. De no haber sido una criatura de la noche, la cara de Violet se habría tornado roja de ira, tenía que quitar de en medio a la nueva amiguita del señor de la voz o sería ella la que terminase desplazada. - ¿A qué esperas? ¡largo de aquí! - gritó al metre, que salió de la sala como alma que lleva el diablo. La ofendida dama esperó a que Dorian y su acompañante dejasen el salón, siguiéndolos de cerca con la mirada mientras se encaminaban hacia las escaleras, todo iba mal, terriblemente mal, y alguien pagaría por ello. - Esa maldita vieja me ha fallado, lo lamentará - pensó para sí, culpando al ama de llaves por no haber seguido sus indicaciones como debía.

Con cuidado, Elen se fue acercando a las escaleras sin dejar de vigilar el estado de su anfitrión, que había cerrado los ojos y se limitaba a dejarse llevar hacia sus aposentos. Alister la alcanzó justo antes de que comenzasen a ascender los peldaños, y tras torcer el gesto por la cercanía que había entre ambos, trató de disimular, al menos ella estaba a salvo, debía tener eso presente. - Einar, ¿dónde está Augus? - preguntó la benjamina de los Calhoun, reparando en la quemadura de su camisa. - ¿Qué ha pasado? - inquirió de inmediato. - Solo ha sido un pequeño accidente en la cocina, Augus está en el ala del servicio. - mintió, colocándose rápidamente al otro lado del vampiro para quitárselo de encima a su compañera. - Deje que le ayude mi señora. - musitó, sujetando al hombre y apartándolo de ella, cosa que de no ser porque el dragón le brindaba más apoyo, habría molestado a Dorian.

- Tenemos que llevarlo a su dormitorio, algo no le ha sentado bien. - informó, para continuar con la farsa y de paso, hacer ver al cazador que finalmente, Henry había desechado la idea de envenenarla a ella también. Violet se quedó vigilándolos desde el pasillo hasta perderlos de vista, momento en que iría a arreglar cuentas con el ama de llaves.



Off: Elen volverá a transformarse al inicio de su siguiente post.
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Mensaje  Rumpel Vie Ago 24 2018, 20:49

Las cosas comenzaban a funcionar de forma milimétrica. Todos los peones se movían a sus posiciones ordenadamente a lo esperado; también los del enemigo, el juego había comenzado y ahora tocaba terminarlo antes de que se percataran de nada.

Me molesta el hinchazón del ojo, pero no necesito su visión para ver por el otro como los sirvientes comienzan a amontonarse en los pasillos con profundos ronquidos. Sonrío para mi y me doy el gusto de pisar a algún que otro hombre.

Gracias a mi inteligencia, no me demoro mucho en llegar a las cocinas, en las que no estoy sólo. El ama de llaves aún sigue consciente intentando sujetarse a la mesa de madera sin mucho exito.

-¡Tú...! Seguro que has sido... - antes de que pueda seguir hablando cae en un profundo sueño.

-Buenas noches señora arpía... - me acerco a ella y comienzo a rebuscar en sus bolsillos metiendo le más mano de lo deseado ya que no es mi tipo ni de lejos. Una vez me levanto le propio una patada en el estomago. -Dudo mucho que su maldad sea fruto del vampiro. Usted debería morir, aunque no puedo matar a una mujer indefensa por principios, aunque esta sea un monstruo.

Antes de que de un paso veo a otra mujer tirada en el suelo con desagradables marcas en el cuello y las muñecas. La recuerdo, era la mujer que acompañaba a la señorita Elen en la habitación. La había tratado bien y por lo que parecía no estaba teniendo una agradable experiencia en aquel lugar.

Si es que soy demasiado bueno... Me acerco a la mujer y me agacho sacando el frasco con el antídoto. Al menos será de utilidad y contraerá conmigo una deuda costosa de pagar... Sigue siendo un buen negocio. Sonrío para mi mientras la obligo a beber el contenido.

La poción tarda unos minutos en hacer efecto pero gracias a la gran efectividad del plan puedo permitirme ese tiempo. Cuando Meredith comienza a pestañear comienzo a darle palmaditas para que espabile más rápido.

-Nos será directo y espero respuestas rápidas por el bien de tu existencia. - enuncio mientras veo como se despierta. -Primera pregunta, ¿le tratan bien aquí y está por decisión propia?

-N n no... no me tratán bien y f f fuí raptada.... hace unas semanas. - se lleva la mano a la cabeza intentando aún centrarse y poder enfocar su vista.

-¿Darías tu vida si eso te sirviera para salir de aquí? - le pregunto directamente sin abusar del privilegio de perder el tiempo.

-Lo haría... Los dioses son testigos de ello cada día.. -. el dolor mental que le producen sus recuerdos hace que se le quiebre la voz.

-Bien. Nos te salvará muchacha, pero eso tiene precisamente ese precio, ¿lo aceptas o prefieres seguir viviendo en esta casa?

Se produce un largo silencio de indecisión en el que la mujer, que aún no puede hacer un buen uso de su visión se muestra dudosa.

-No tengo todo...

-Acepto, señor.

Sonrío ampliamente, la muchacha no deja de ser hermosa.

-Pues levanta y disponte a servir a tu nuevo amo. - le ofrezco mi mano y la levanto pegándola a mi.

-¿Tú? - se muestra claramente decepcionada.

-¿No querrás romper el trato verdad? - la miro amenazante. - Romper tratos con tu salvador no es algo inteligente. Aunque aún podrías quedarte...

-¡No! ¡No! Cumpliré con mi deber, amo.

-Me gusta como suena. - sonrío divertido. -Pero no perdamos más tiempo. ¡Hay vidas que salvar! Vamos.- me paro en seco. -Un momento. -me acerco de nuevo al cuerpo del ama de llaves y cojo todas las que lleva encima. -Por si acaso...

Una vez finalizados los preámbulos, me dirijo de nuevo al sótano seguido de mi nueva y leal sirviente, que me relata a petición mía todo lo que sabe de los apresados. Por lo que dice puedo descartar la desnutrición y la deshidratación severa, pues les daban comida tres veces al día, salvo la cena de hoy, por suerte. Por tanto me espero encontrar almas no acostumbradas a la luz y con cierto nivel de paralización muscular, por el pequeño espacio que tienen para moverse, que les impedirá moverse con facilidad.

Al llegar a la puerta no hago uso de la llave si no de la runa; hay que lucirse delante del servicio. Cosa que logro pues puedo oír a la perfección el suspiro de sorpresa que emite mi criada. Sonrío orgulloso y me interno en el sótano.

Los quejidos, lamentos y gritos de ayuda vuelven a asaltarme y esta vez puedo escucharlos. Tras varios intentos consigo dar con la llave adecuada para las celdas liberando así al grupo de presos conformados por mujeres jovenes y niños; aquel vampiro no podía ser un ser más despreciable. Aprieto mi puño hasta que hago que mi palma sangre reprimiendo mis deseos de quemar todo ese maldito lugar. Pero no Rumpel, no es momento de perder los nervios. Tienes que cumplir el objetivo y luego... ya veremos.

-Mis queridas damas y niños, por favor sigannos ordenadamente y nos les promete que saldrán sanos y salvos de este espantoso lugar. - me doy la vuelta para liderar la marcha. -Meredith, ayuda a los más pequeños que no puedan andar bien.

-Enseguida, amo.

A partir de ese momento entro en un territorio inexplorado. La salida no es lo complicado, Alister me ha marcado perfectamente la ruta de salida; cercana y más segura.

El problema es que parece tan fácil... que no me gusta.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Lun Ago 27 2018, 01:04

- ¿Hacia dónde? - preguntó la pelirroja, en cuanto los tres estuvieron en el piso superior de la mansión. - Por allí, la última puerta del pasillo. - indicó Dorian, abriendo los ojos durante el tiempo justo para orientarse y señalar la entrada de su dormitorio. Lentamente avanzaron en la dirección que les había marcado, y aprovechando que no tenía que cargar con el vampiro, la de ojos verdes se adelantó para abrirles y dejarles pasar al interior de la opulenta estancia. Toda la sala estaba ricamente adornada con detalles en color burdeos y oro, y una enorme cama con dosel dominaba el espacio, convirtiéndose en el centro de atención para cualquiera que accediese a la habitación. La tenue luz de unas lámparas de aceite iluminaba el cuarto, lo que permitió al cazador moverse por el mismo sin miedo a tropezarse con algún mueble.

- Acércate Dahlia, cuidarás de mí hasta que me reponga. - dijo, en cuanto estuvo recostado sobre las sábanas. La benjamina de los Calhoun se había quedado junto al quicio de la puerta, sintiendo como la inquietud embargaba a las moradoras de su medallón, anunciando el regreso de la creación del Hombre Muerto. Dudó durante unos instantes, consciente de que si perdía el control podía estropear el plan que tenían, pero finalmente optó por dar unos pasos hacia su anfitrión, quizá por la capacidad de éste para influir en su mente. - Ven, siéntate a mi lado. - pidió, impregnando sus palabras con magia de voz. La joven obedeció y tomó asiento al borde de la cama, pero empezaba a estar visiblemente nerviosa, no le gustaba la situación, ni la forma en que Alister los miraba por el rabillo del ojo, como si esperase algo malo.

- Debería ir a buscar al ama de llaves, está tardando demasiado en traer las medicinas. - comentó, cerrando los puños para ocultar que sus manos comenzaban a cubrirse de sombras, tal como temía, el proceso de transformación se había iniciado. La criatura de la noche hizo un amago de levantarse, pero Dorian la detuvo tomándola por la muñeca, detalle que no agradó en absoluto al alado, pero que no le quedó más remedio que soportar. - No se preocupe, quédese con el señor de la casa, yo iré a por ella. - dijo con voz fría, dándoles la espalda mientras avanzaba hacia la puerta, aunque en realidad no tenía intención de traspasarla sino de cerrarla por dentro.

Elen comprendió la intención de su compañero en cuanto escuchó como giraba el pomo para cerrar, quedando dentro del dormitorio y apoyando la espalda contra la ornamentada madera de la entrada. Quería que aquel malvado ser saliese a satisfacer sus ansias de muerte, y era plenamente consciente de que el único que estaba en peligro en aquel lugar era Dorian, con lo que no tenía de qué preocuparse, solo debía adoptar su forma bestial antes de que la sombra de odio se fijase en él. - Entonces… se acabó la farsa. - musitó, alzando la vista hacia él. - Sí. - respondió el dragón, consiguiendo que una expresión confundida se apoderase del rostro del envenenado.

En la planta inferior, una furiosa Violet avanzaba a toda prisa hacia el área del servicio, encontrando algo inesperado al llegar a las cocinas, todos los criados dormían tirados por el suelo, incluida la mujer a la que venía buscando. - ¿A qué viene todo esto? ¡Arriba haraganes! - gritó, pero ninguno reaccionó a su aguda orden. No podía entender lo que estaba pasando, pero si tenía una cosa segura, las casualidades no existían. - Esa fulana, ¡es obra suya! - exclamó, volviendo rápidamente sobre sus pasos para subir a los aposentos de su amante.

La escena que encontró al entrar hizo que se detuviese en seco, abriendo los ojos como platos al ver a la extraña silueta sombría sobre el cuerpo sin vida del vampiro. - ¡¿Qué le has hecho?! ¡No! ¡Mi amado Dorian no! - soltó, corriendo hacia la cama sin pararse a pensar en lo que podía pasarle. El alado, que se encontraba en un rincón ya transformado, cerró la puerta de un coletazo, atrapando a la chupasangres con la criatura que sería su verdugo, y en cuanto Violet alcanzó el lecho y con ello uno de los brazos de moreno, la creación del Nigromante se abalanzó sobre ella, destrozándola y provocando que sus gritos resonasen por toda la estancia durante unos breves segundos.

Una vez muerta la recién llegada Alister se convirtió en su objetivo, pero el reptil estaba listo para aquello, proyectó su elemento y atrapó a la sombra como ya había hecho antes, obligándola a hacerse un ovillo sobre el suelo hasta que la pelirroja pudo recuperar el control de su cuerpo. - Vamos, tenemos que buscar a Henry y sacar a los rehenes. - instó, en cuanto Elen pudo incorporarse. La centinela no pudo evitar echar un vistazo a sus víctimas, las cuales presentaban un aspecto terrible tras su ataque, pero por desgracia estaba acostumbrada a aquel tipo de imágenes, ya no le afectaban en absoluto. Se limpió las manos en uno de los bordes de la sábana y sacó el mapa que el hechicero le había entregado, dando con el punto que lo representaba al instante. - Está en el sótano. - dijo sin apenas elevar la voz, plegando de nuevo el pergamino antes de iniciar la marcha en silencio.

Se suponía que debía ver el lado positivo de su metamorfosis, al menos ésta vez les había servido de algo, pero el hecho de que la utilizasen de aquella manera, o más bien a la creación del Hombre Muerto, no le gustaba. Ambos enfilaron el pasillo a paso ligero, pero pronto una extraña sensación hizo que la joven se detuviese, un escalofrío le recorrió la columna y la hizo mirar a los lados instintivamente, sin saber qué esperaba encontrar. - La energía de la mansión ha cambiado, no sé cómo explicarlo… - susurró, con los músculos totalmente tensos. - Mantente en tu forma bestial, por si acaso. - sugirió, antes de proseguir a través del corredor hacia las escaleras.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Lun Ago 27 2018, 16:50

Apenas supero la puerta del sótano cuando de repente siento como una explosión mágica, imperceptible para aquellos no relacionados con la misma, que estremece la casa y provoca...

-¡Amo cuidado! - el grito de Meredith llega a tiempo y me permite esquivar el envite de una lampara desde el techo.

-Ufff... gracias hermosa... - luego debería de recompensarla como era debido por su lealtad.

El pasillo, y con él toda la casa entera, comenzó a transformarse de una forma radical. Mientras esto sucedía pude identificar las rojas marcas de las runas inscritas a lo largo de las estructuras.1

"Así que nuestro amigo era un maestro arcanista..."

Observo como los objetos más domésticos comienzan a convertirse en objetos mortales como la lampara, tomando aspectos bastante afilados o contundentes, al mismo tiempo que el propio suelo se abría en ciertas zonas creando fosos, y puede que salsos suelos. Definitivamente la mansión se había convertido en una trampa mortal.

-¿Qué vamos a hacer? - la preocupación era notable en su voz, la mujer veía como su infierno aún se mantenía.

-Es obvio, ¿no? - me giré para sonreír a todo el grupo. -Vamos a atravesarlas.

No puedo esperar a que la señorita y el dragón se reúnan conmigo, nada me asegura que los elementos avancen hasta alcanzarnos o que el propio sótano no se sume también a esa práctica. Aunque mi camino debe de ser lento pero seguro. Es posible que yo sea capaz de superar cada una de las trampas la comitiva, totalmente debilitada, no tendrá ninguna opción. Me rasco el mentón y me paro a pensar unos segundos.

Debo de avanzar hasta las marcas rúnicas y deshacer el conjuro... Es complicado pero también es nuestra única opción. La lampara es mi primer obstáculo.

Con mucho cuidado, rodeo lo que he calculado como su ratio de acción y llego hasta la runa de la pared. El trabajo es laborioso, un gran uso del léxico antiguo. Cualquier persona desconocedora del idioma sería incapaz de anularla, pero... para alguien conocedor la única complicación es saber la contra palabra exacta y impregnar su magia en la runa para anularla. Hago un primer intento y impregno mi magia en la runa.

-A ver si ha... - pongo el brazo en el ratio de acción mirando a la lampara que no tarda en caer son sus afiladas patas. Aparto rapidamente el brazo por el gran cariño que le tengo. -¡No! Esa palabra no es...

Al segundo intento si que tengo éxito, lo que me hace constatar la personalidad del ex-vampiro.

Veo que era todo un erudito... un erudito rebuscado... Sonrío ante el reto y el placer que me va a otorgar desmantelar todas las defensas por él preparadas. Seguramente la runa central esté en la puerta de entrada.. Soy consciente de que si termino el trabajo dejando la casa así podrían manchar mi reputación y peor aún, no darme el que ya era mi oro.

-Vamos, en este punto ya no hay peligro. - la comitiva avanza y yo me preparo para la siguiente trampa. Y aquí me hallo, haciendo el estúpido trabajo de un puto héroe... maldita falta de dinero...

Me muerdo el labio disgustado por tener que arriesgar mi cuello, aunque mirándolo por otro lado estaba defendiendo a las almas inocentes de este mundo, al menos eso hacia que en algo bajara mi enfado.

Veo como a unos metros hay un foso y camino hacia mi próximo objetivo sin saber muy bien como voy a superar dicha trampa... Pero antes de llegar para poder examinarlo el suelo se abre dejándome caer sobre un suelo de estacas, al mismo tiempo que la zona del foso se cierra para mostrar el suelo. Pero mientras caigo mi cerebro actúa por su cuenta atrayendo con telekinesis el extremo de una de las cortinas del pasillo, pudiendo cogerme a ella justo en el momento en que una punta de madera amenaza mi hombría.

-Uff.... - suspiro aliviado y me acaricio la zona en amenaza. -Gracias a las llamas que peso poco.

Me balanceo con la cortina hasta llegar al otro lado sano y salvo y comienzo a manipular la runa. Esta vez tardo unos minutos en encontrar la palabra correcta. Por suerte la comprobación da éxito a la primera.

-Me temo que esto va a ir más lento que lo que esperaba. - No por nada sólo habíamos avanzado unos metros hasta la salida.

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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Elen Calhoun Miér Ago 29 2018, 12:07

Lentamente, la de ojos verdes fue avanzando a través del pasillo, escrutando cuanto la rodeaba sin saber qué esperar, ¿podía estarse imaginando cosas a causa de lo que Henry les había dicho en la taberna antes de ir hasta allí? El hechicero había mencionado algo paranormal, pero no parecía que se tratase de eso, al menos no de momento. Con el cuerpo totalmente tenso, siguió avanzando junto al alado, que también se mantenía alerta ante lo que pudiese pasar, pero no tanto por sí mismo sino por su compañera, él tenía una dura coraza de escamas y podía salir volando de ser necesario, pero la benjamina de los Calhoun necesitaría algo de tiempo para transformarse, y él debía asegurarse de que lo tuviese.

Ni siquiera habían llegado a la mitad del corredor cuando el característico sonido de un resorte los sobresaltó, provocando que mirasen hacia una de las paredes justo para ver cómo unos pequeños agujeros quedaban al descubierto y las puntas de varias flechas asomaban por ellos. La primera salva de proyectiles salió disparada a toda velocidad, con lo que Alister tuvo que actuar rápidamente, envolviendo a la vampira con una de sus alas y tirando de ella para que se tumbase en el suelo, al cual también pegó su voluminoso cuerpo cubierto de escamas, dando la espalda a la trampa. - ¡No te muevas! - instó, estrechándola contra su vientre y cerrando los ojos. La mayor parte de las saetas les pasaron por encima, clavándose en los cuadros que decoraban la pared opuesta, pero otras fueron a dar contra la dura piel del dragón, rebotando en su armadura natural a excepción de una, que consiguió hundirse en el inicio del ala con que cubría a la pelirroja.

Un gutural gruñido escapó de las fauces del reptil, pero no se movió de donde estaba, no podía exponer a su amada, así que mantuvo la posición hasta que la tercera salva de flechas terminó, poniendo fin al ataque. - ¡Estás herido! - exclamó Elen, percibiendo el dulce aroma de su sangre en el aire de inmediato. - Espera. - pidió él, reteniéndola contra sí durante unos segundos más, ya que no se fiaba de que la trampa pudiese volver a disparar. Girando la cabeza en dirección a los agujeros, el cazador pudo comprobar que ya no quedaba munición en ninguno de ellos, solo entonces pudo relajarse, liberando a la joven de su agarre para incorporarse.

La centinela se levantó a toda prisa para examinar el estado de su compañero, que no tenía una sino dos saetas clavadas en lo que en su forma humana podría considerarse la zona del hombro. - ¿Puedes sacarlas? - preguntó, sin apartar sus alargadas pupilas del rostro de la señora de sombras, que lo miraba con una mezcla de preocupación y culpabilidad. - No puedes seguir haciendo esto Alister, ¿cuánto más piensas arriesgarte por mí? - preguntó en un susurro, al tiempo que sujetaba el primer proyectil para partirlo por la parte de madera y extraerlo de forma menos dolorosa. - Cuanto sea necesario. - respondió, con determinación. Aquello se parecía ligeramente a lo sucedido en el poblado de la reina araña, donde para mantenerla a salvo de las criaturas la cubrió con sus alas, apartándola del peligro pero cayendo él en la trampa, lo que le costó una dolorosa puñalada que gracias a los dioses, se pudo curar a tiempo. Siempre que ella estaba en peligro se exponía para salvarla, sin pensar en lo que podía pasarle a él.

- Sé que eres más fuerte que yo pero no podrás cuidar de mí todo el tiempo… - musitó la de ojos verdes, dejando caer la primera flecha para ir a por la segunda. - Debes confiar en mis habilidades. - añadió, haciendo crujir la madera hasta romperla. Una vez retirados ambos proyectiles pudo echar un vistazo a las heridas que habían dejado, aliviada al comprobar que no habían tocado nada importante, aunque tendría que tratarlas durante unos días para que cerrasen. - Estate quieto. - indicó, llevando una mano a su bolsa de cuero y sacando un pequeño frasco de ella, para verter su contenido en la zona afectada antes de que pudiese infectarse. La pócima aliviaría el dolor del dragón, detendría el sangrado e iniciaría el proceso de curación, pero debían darse prisa y abandonar aquella maldita casa antes de llevarse otra desagradable sorpresa.

Con el recipiente de vuelta en su bolsa, la vampira cruzó una mirada con el reptil, alargando una mano hacia su hocico para acariciarlo levemente. - Deja que sea yo la que cuide de ti. - susurró, ofreciéndole una tímida sonrisa. Alister no dijo nada, cerró los ojos y ladeó la cabeza para centrarse solo en el suave tacto de la piel de su amada, hasta que ésta se apartó de él para ver el estado en que había quedado el pasillo. Varios cuadros habían quedado destrozados, otros directamente yacían en el suelo tras los impactos recibidos, pero ¿cómo se había activado la trampa? No parecía que hubiese ningún disparador en el suelo, ya que de ser así lo habrían pisado en el trayecto de ida con Dorian, entonces ¿a qué había reaccionado el resorte?

Incapaz de determinar la causa a simple vista optó por acercarse a los orificios de la pared, percatándose de que había unas marcas justo por encima de estos. - Runas… parecen pintadas con sangre. - comentó, sin entender lo que significaban, el arcano de la familia era su hermano, no ella. - Salgamos de aquí tan rápido como podamos. - propuso el cazador, desviando la vista hacia las ventanas. Ambos podían volar, cada uno a su manera, así que atravesarla y largarse del lugar era algo sencillo, pero de hacerlo dejarían a su aliado solo con los rehenes, lo cual teniendo en cuenta la situación era poner sobre sus hombros una responsabilidad demasiado grande. - Ve tú, rodea la mansión y encárgate de abrirnos la puerta principal para que podamos sacar a los prisioneros. - replicó Elen, consciente de que la idea no iba a gustarle.

- Ya te han herido, no permitiré que vuelva a pasar así que no es negociable… confía en mí. - agregó antes de que su acompañante pudiese decir nada, extendiendo unos lazos de sombra hacia el cristal y rompiéndolo para dejarle vía libre. Por suerte el ventanal era amplio, cosa normal en las casas de los nobles y familias adineradas, así que el voluminoso cuerpo del reptil no sería un problema, como mucho destrozaría un poco del marco, algo que teniendo en cuenta lo que acababa de suceder, no importaría demasiado. - Vamos, te veré fuera. - dijo, antes de empujarlo levemente en dirección al exterior.

- Ten cuidado… y date prisa, te estaré esperando. - contestó sin apenas alzar la voz, para acto seguido atravesar el hueco y extender las alas, agradeciendo que el brebaje de la alquimista funcionase tan rápido para adormecer el dolor.

Una vez sola, la criatura de la noche respiró profundamente y se preparó para correr hacia las escaleras tan rápido como le permitiesen las piernas, confiando en que su agilidad la mantuviese fuera del alcance de las posibles trampas. Envuelta en un negro halo de oscuridad, la pelirroja inició su carrera por uno de los laterales del pasillo, pero repentinamente el suelo empezó a ceder bajo sus botas, desestabilizándola y obligándola a acelerar para no caer en los agujeros que iban apareciendo tras ella. Maldijo entre dientes, sabiendo que no tenía tiempo de dividirse y transformarse en el amasijo de murciélagos que podría sacarla de allí, pero eso no era lo peor, su cuerpo no estaba preparado para correr largas distancias, si no salía pronto del corredor tendría problemas.

Casi como si alguien hubiese escuchado sus pensamientos, la madera se abrió justo bajo sus pies, haciéndola perder el equilibrio y quedar literalmente colgada del borde del hueco, con ambas manos agarradas a una pequeña grieta. No quiso mirar hacia abajo, en vez de eso se concentró para que su elemento le envolviese los brazos, otorgándole las afiladas garras que solía utilizar para luchar, y que ahora le servirían para sujetarse mejor y salir de allí. - Debería dejar que Alister quemase la puñetera casa. - soltó molesta, pero era un trabajo, y aunque acabase destrozada, la devolverían a su legítimo dueño.

Gracias a las sombras pudo regresar al pasillo, todavía desconfiando a la hora de apoyarse, pero todo apuntaba a que aquella trampa ya no la molestaría más. Dejando escapar un suspiro de alivio continuó su camino, pero en cuanto llegó a las escaleras se detuvo, como si presintiese que allí también la esperaba alguna sorpresita.

Mientras tanto, el alado llegó a la posición que le correspondía, pero su primero intento de abrir la puerta principal fue un completo fracaso, una embestida suya habría reducido cualquier otra a tablones y astillas, pero aquella estaba protegida con algo mágico, y tras la muerte de Dorian se había cerrado a cal y canto. Gruñó por lo bajo, permitiendo que el fuego tornase su vientre de un vivo tono anaranjado, si no se rompía, la calcinaría hasta que no quedasen más que cenizas.
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Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche] Empty Re: Los cazadores son malos siervos [Trabajo Rumpel y Elen] [Noche]

Mensaje  Rumpel Miér Ago 29 2018, 23:09

El proceso de desactivación no tarda en hacerse monótono y aburrido, elementos mortales cuando debes de mantener toda tu concentración tanto en encontrar la palabra como al evitar las trampas. Había pasado una hora y ya estábamos a pocos metros de la puerta principal. La mayor parte del tiempo la hemos perdido en abrir la puerta que daba al jardín, cerrada mágicamente por una runa que no estaba alrededor; lo que nos hacía jugárnosla al supuesto panel central de la entrada. Y hacía allí nos dirigíamos.

-Amo, ¿está bien? - la preocupación de la criada es encomiable, al igual del hecho de que se haya percatado de mi cansancio, mi cojera y mi baño en sudor.

-Si... Nos no esperaba que esto consumiera tantas energías... - me apoyo en la pared, pero un extraño sonido me hace apartar la mano antes de que una afilada cuchilla salida de la nada la cercenara. - Aquí vamos otra vez... - sonrío y me seco el sudor de la boca. Me hace gracia que después de todo este cumpliendo un papel de héroe, ¿de verdad esa faceta era parte mía? Sabes que no Rumpel, todo es por el oro... por el oro y la fama que te va a otorgar... -Si... es exactamente eso...

-¿Qué dice, señor? - Meredith me mira extrañada sin saber muy bien con quien hablo, con grandes motivos por supuesto.

-Mmmm... nada... teorías sobre como neutralizar la siguiente trampa. - la escusa sale de forma natural de mi boca aunque miro por el rabillo del ojo a la mujer. Es algo avispada. Me gusta. Vuelvo a sonreír y vuelvo a centrarme en el frente.

Miro las marcas de la trampa en la pared y lanzó un mueble al hueco, que es rápidamente perforado por las cuchillas. Momento que aprovecho para pasar sano y salvo antes de que se arme de nuevo.

-¿Ves? - hago una pequeña reverencia y me pongo con la runa. Tras unos minutos de debate dialéctico consigo desactivarla.

Alzo la cabeza y puedo identificar el marco que indica el final del pasillo que da al vestíbulo. Ante mi se presenta un verdadero paraíso, más real que el de todas las religiones del mundo. Ese lugar representa el final de mi cansancio, el trabajo y la obtención del dinero prometido, a parte de llevarme a una hermosa criada conmigo, ¿se puede pedir algo más para un sólo día de existencia? Sólo unos metros más... ¿que son eso? ¿Una, dos trampas? Ya casi puedo tocar el cielo con los dedos...

-¡Pasad! Ya queda poca. - el entusiasmo es evidente en mis palabras. Tal vez si consigo pasarlas pueda desactivarlas a la vez desde la runa central... Eso nos ahorrará tiempo... miro hacia atrás con la total convicción de que debo intentarlo. -Esperad aquí y descansad, ahora vuelvo.

- ¿A dónde va, amo? - ¿podía percibir un tono de preocupación en su voz? ¿en serio?

-A sacarnos de aquí...

Reconozco la runa de la siguiente trampa, la he desactivado ya varias veces, se corresponde al suelo falso. Contra eso lo que había que tener era agilidad y los pies rápidos. Cojo carrerilla y cuando siendo que el suelo está apunto de desaparecer salto lanzando mi cuerpo hacia delante intentando deslizarme, pero mi cuerpo también cae en una superficie que no tarda en desaparecer, pero... por suerte... mis manos si que llegan a agarrarse del trozo de suelo firme. Suspiro con una sonrisa y comienzo a levantar mi cuerpo mientras siento como eso va a pasar factura mañana. Aquella aventura estaba exigiendo más musculo del que yo podía aportar... Pero al menos ya sólo queda una...

La siguiente muestra la marca de las cuchillas de nuevo, pero en este caso es casi imposible prever como están dispuestas. Descuelgo uno de los cuadros y lo lanzo al tramo que me falta. En milésimas de segundos unos discos afilados salen desde las paredes y el suelo fileteando el cuadro. Trago saliva lentamente.

Esta va a estar más complicado.... pero debo de jugarmela.

Tomo impulso para pasar lo más rápido posible, pero en el momento en el que escucho al mecanismo activase siento como tropiezo con mi propio pie cayendo al suelo, evitando el primer disco. Luego el impulso me hace rodar por el suelo haciéndome evitar el segundo. Antes de llegar al tercero mi cuerpo se detiene y lo evita, mientras que al estar tumbado evito un cuarto con un corte en horizontal a la altura de la cintura. Sin recrearme en mi suerte vuelvo a rodar hasta quedar a salvo, llegando por fin al vestíbulo.

-¡Toma!- alzo las mapas enérgico y orgulloso. A ver si consigue esto un musculitos... Sonrío para mi alimentando mi ego y me pongo a visualizar la sala en busca de cualquier otro elemento mortal.

Pero en ello veo a la señorita Elen en las escaleras.

-¡Oh, señorita! ¡Me alegra verla! - le sonrío realizando una pequeña reverencia. -Lo mismo que me contenta ver como su.... esto... sombra, se ha mantenido alejada de cualquier tentativa o posibilidad de dañar a un alma inocente. Nos se lo agradece y ellos también aunque no lo sepan. - amplío mi sonrisa. - ¿Dónde está el señor Alister? Me centraré en sacarnos de aquí, debe de haber una runa que mantiene todo el sistema funcionado... ¿Dónde estará?

Pero ese pequeño pensamiento que había estado ignorando y que me gritaba que el final no puede ser tan fácil comienza a ser más molesto. Aunque debo de darle la razón cuando el techo cruje sobre mi cabeza, Miro de forma inmediata y veo como la gigantesca lampara de araña, junto a las vigas, las cuerdas de acero y otros elementos del decorado comienzan a unirse formando una gigantesca forma humanoide armada con un gran mazo hecho con el adorno de una gárgola y un látigo apuntado por los cristales de la lampara.

La extraña criatura no duda en abalanzarse sobre mi, forzándome a rodar de nuevo para mantenerme alejado de su zona de impacto, aunque por mucho que lo evite el temblor del suelo me golpea igual, alejándome hasta chocar con una pared.

-¿¡Pero que forúnculos hace un golem aquí!? - las llamas prenden mis manos y miro fijamente a la criatura1. -¡Nos ya se está cansando! - lanzó una bola de fuego a mi enemigo 1 que se defiende con el mazo, haciéndolo arder y otorgándole de forma involuntaria de un arma aún más mortífera.

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Mensaje  Elen Calhoun Jue Ago 30 2018, 21:51

Antes de que la benjamina de los Calhoun pudiese decidirse a dar un paso adelante, Henry irrumpió en el vestíbulo, bastante emocionado a juzgar por su actitud, a pesar de que la situación a la que se enfrentaban no era la mejor. Llegó solo, detalle que le llamó la atención, pero pronto el agudo olfato de la vampira captó los aromas de los rehenes, que debían haberse quedado algo más atrás para evitar riesgos. - Yo también me alegro, ¿se puede saber qué te ha pasado en el ojo? - preguntó, frunciendo levemente el ceño al verlo hinchado. ¿Se habría hecho daño el mago con alguna de las trampas? Era bastante posible. - Dorian y Violet están muertos, Alister debería estar ya tras la puerta principal, se suponía que tenía que abrirla para nosotros. - respondió, clavando la mirada en la entrada, que seguía cerrada.

Un golpe seco sacudió la madera, causando un gran estruendo, pero el portón no cedió como debía, algo iba mal. - ¡Elen! ¡Algo protege la puerta, no puedo romperla! - informó el dragón desde el otro lado, tras escuchar sus voces gracias a su buen oído. - ¡Intentaré quemarla! - avisó, para que ninguno de los dos se acercase. - ¿La mansión quiere atraparnos? - musitó, aunque no estaba muy preocupada por ello. Desde la planta baja no debería resultarles difícil encontrar una ventana por la que los prisioneros pudiesen dejarse caer hasta el exterior, es más, sabía perfectamente dónde encontrarlas, en el salón.

Pero como siempre, eso iba a ser más fácil de decir que de hacer. En cuanto puso un pie en el primer escalón, para reunirse con su aliado en el vestíbulo lo antes posible, los peldaños de madera se inclinaron hacia abajo, creando una pendiente por la que resbaló sin poder evitarlo. La pelirroja rodó sobre sí misma mientras caía, y de nuevo haciendo uso de sus garras de sombra, se aferró al suelo tan rápido como pudo, quedando a escasos metros del final de las escaleras, donde ahora una especie de guardián tomaba forma para interponerse entre ellos y su vía de escape. - Tiene que ser una broma. - pensó, poniendo los ojos en blanco al ver al golem que acaba de surgir del techo.

Mientras Henry trataba de encargarse de aquel ser con su elemento, hecho del que se arrepentiría pronto, la centinela se deslizó hasta la barandilla y se subió a la misma, apartándose de la trampa para poder concentrar sus poderes e invocar refuerzos que les ayudasen a terminar con aquel trabajo de una vez por todas. - Salid y ocupaos de esa cosa. - ordenó, comunicándose con las almas del medallón solar, que al momento, obedecieron. Tres estelas negras como la noche brotaron de la sombría aura de la joven, tomando distintas formas en cuanto tocaron la alfombra que cubría el suelo.

La primera de ellas, y también la más corpulenta, rugió guturalmente, animando a las otras dos para que se lanzasen todas a la vez sobre el guardián, abordándolo desde diferentes ángulos para que le resultase más complicado defenderse. No era el tipo de víctima que les gustaba, seguramente no sangrase ni tuviese tripas u órganos que desperdigar por la estancia, pero tenían un trato con la de ojos verdes, y no iban a incumplirlo ahora. La sombra que lideraba el pequeño grupo atacó de frente, alzando las alargadas y afiladas garras contra su oponente para tratar de arrebatarle el mazo que sostenía, mientras las otras lo rodeaban para ir a por los costados, con la intención de despedazarlo. Estaba hecho a partir del mobiliario de la casa ¿no? Entonces podrían romperlo.

- ¿Puedes hacer algo con eso? Desactivarlo o lo que sea. - inquirió Elen, buscando al hechicero. Nunca se había topado con algo semejante pero si funcionaba como el resto de trampas, habría una runa en alguna parte, y quizá Henry pudiese anularla o modificarla. - Estos no son mi tipo. - añadió, saltando grácilmente hasta la parte inferior de la sala pero manteniendo las distancias con el golem. - Los fortachones se le dan mejor a Alister. - musitó, consciente de que el alado tendría mucha más posibilidades que ella gracias a su armadura natural. Para colmo de males el arma del enemigo estaba en llamas, algo que para ella, dada su condición, se volvía aún más peligroso, no podía acercarse demasiado así que tendría que idear algo mientras las almas de su reliquia trataban de darles ventaja.

Queriendo darles algo de apoyo, la pelirroja hizo brotar varios lazos de su oscuro elemento, que salieron de su espalda para ir a por las extremidades del protector de la mansión, en especial a por la mano con que sostenía el ardiente mazo. En el mejor de los casos sus creaciones podrían desarmarlo y empezar a arrancarle algunas partes del cuerpo, pero no podían confiarse, no hasta que aquella cosa dejase de empeñarse en darles problemas.

- ¿Qué está pasando? - preguntó el cazador desde fuera de la vivienda, apresurándose para lanzar su fuego contra la puerta y sacar de allí a su compañera antes de que pudiese pasarle algo. La llamarada escapó de sus fauces y de inmediato impactó en la madera, pero ésta no se consumió como debería haberlo hecho, la maldita magia otra vez, Dorian se había tomado su tiempo para hacer de la casa una verdadera trampa mortal. Frustrado, aumentó la intensidad de su elemento, pero no sirvió de nada, motivo por el cual volvió al plan inicial, tomando carrerilla para embestir la entrada, acción que repitió tres veces antes de darse por vencido.

Si no podía abrirla buscaría otra manera de regresar al interior, las ventanas volvían a ser su mejor opción.


Off: Elen utiliza su habilidad de llamada a las armas. Tiro dos runas, la primera por las criaturas y la segunda por Elen, no creo que sea buena idea poner una opción de que el golem se cure, con mi mala suerte podríamos pegarnos la vida aquí >.<

Edición tras ver la tirada: - 4 puntos de vida al golem en el próximo turno, 3 por las sombras y 1 por Elen.


Última edición por Elen Calhoun el Jue Ago 30 2018, 21:54, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Mensaje  Tyr Jue Ago 30 2018, 21:51

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