Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
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Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Conscientes de que la situación había cambiado drásticamente tras los acontecimientos de isla volcánica, y que ya no sería seguro para Nimthîriel ni Melena Blanca viajar con ellos, mucho menos para Gabrielle y lo que quedaba de su tripulación, Alister decidió llevarse a la vampira lejos del puerto en cuanto tuvo ocasión, despidiéndose del resto y asegurándoles que volverían a verse en el sur. Aquello no agradó a la pequeña elfa, que aún sin terminar de comprender el cambio de la de ojos verdes trató de convencer al hombre bestia para que la dejase allí con la pareja, cosa que para su desdicha, el leónico no permitió.
- Debemos tomar el próximo barco que parta hacia Lunargenta Nim, ¿no quieres volver con tus abuelos? - preguntó el centinela, acuclillándose frente a la niña para quedar a su altura. La pequeña respondió curvando los labios en un mohín, pero sin otra opción a la vista terminó rindiéndose, alzó una de sus manitas y la agitó enérgicamente en el aire para que tanto Elen como el cazador pudiesen verla. - ¡Adiós! ¡Señor dragón cuide de ella! - exclamó, para luego seguir las indicaciones del hombre bestia.
Los contactos de la logia hicieron el resto, en poco menos de dos horas encontraron barco con el que zarpar hacia Verisar, haciéndolo de inmediato para dejar atrás cuanto antes el frío del norte y los malos recuerdos de su visita a la guarida de Amaterasu. - ¿Crees que hemos hecho bien? A caballo tardarán mucho más en llegar a la ciudad y la guerra podría estallar en cualquier momento… - comentó Gabrielle, aprovechando uno de los escasos momentos en que el imponente león se encontraba solo en cubierta. - Eso le dará tiempo para aprender a controlar la sed… y de todos modos fue su decisión, no quería ponernos en peligro. - respondió él, apoyando ambas zarpas sobre la barandilla de madera. ¿Qué iban a hacer ahora? Vladimir había escapado, y aunque la nigromante había sido vencida no habían ganado una reliquia, solo habían intercambiado la sábana albina por la corona astada, que siendo sinceros, no le agradaba.
Las cosas empezaban a complicarse pero no podían echarse atrás, tendrían que luchar con lo que pudiesen… y rezar a los dioses para que fuese suficiente.
- Debemos tomar el próximo barco que parta hacia Lunargenta Nim, ¿no quieres volver con tus abuelos? - preguntó el centinela, acuclillándose frente a la niña para quedar a su altura. La pequeña respondió curvando los labios en un mohín, pero sin otra opción a la vista terminó rindiéndose, alzó una de sus manitas y la agitó enérgicamente en el aire para que tanto Elen como el cazador pudiesen verla. - ¡Adiós! ¡Señor dragón cuide de ella! - exclamó, para luego seguir las indicaciones del hombre bestia.
Los contactos de la logia hicieron el resto, en poco menos de dos horas encontraron barco con el que zarpar hacia Verisar, haciéndolo de inmediato para dejar atrás cuanto antes el frío del norte y los malos recuerdos de su visita a la guarida de Amaterasu. - ¿Crees que hemos hecho bien? A caballo tardarán mucho más en llegar a la ciudad y la guerra podría estallar en cualquier momento… - comentó Gabrielle, aprovechando uno de los escasos momentos en que el imponente león se encontraba solo en cubierta. - Eso le dará tiempo para aprender a controlar la sed… y de todos modos fue su decisión, no quería ponernos en peligro. - respondió él, apoyando ambas zarpas sobre la barandilla de madera. ¿Qué iban a hacer ahora? Vladimir había escapado, y aunque la nigromante había sido vencida no habían ganado una reliquia, solo habían intercambiado la sábana albina por la corona astada, que siendo sinceros, no le agradaba.
Las cosas empezaban a complicarse pero no podían echarse atrás, tendrían que luchar con lo que pudiesen… y rezar a los dioses para que fuese suficiente.
***
Desde una zona oscura y apartada del puerto, la pareja observó como el navío se alejaba del muelle lentamente para perderse en la inmensidad del océano, ahora solos, tendrían que afrontar la nueva maldición de la benjamina de los Calhoun. Lo primero que hicieron fue comprobar que tal como pensaba la joven, la sangre de animal también servía para calmar el ardor de su garganta, aunque su sabor en comparación con la del alado dejaba mucho que desear y le aportaba menos energía. - ¿Y ahora qué haremos? - preguntó en cuanto terminó de limpiarse la boca. - Pronto amanecerá, creo que nuestra mejor opción es quedarnos hasta mañana, así podremos descansar y reponer fuerzas. - respondió Alister, que aún no se había curado del todo tras su encontronazo con la hidra.
Haber entregado parte de su rojizo líquido vital a la criatura de la noche tampoco lo había ayudado a recuperarse, se encontraba débil y necesitaba un lugar seguro en que pasar lo que quedaba de noche y las primeras horas del día siguiente, así que sin perder tiempo guió a su compañera hacia el único sitio que le vino a la mente. - Es ahí. - indicó, señalando una modesta cabaña situada a las afueras de Dundarak, lo suficientemente apartada de la ciudad de los dragones como para que se respirase una inusual tranquilidad. La vivienda parecía abandonada desde hacía bastante, y no era de extrañar, su último propietario llevaba diez años sin pisarla.
El tejado estaba cubierto por una gruesa capa de nieve pero por suerte no había cedido bajo el peso de la misma, si algo sabían hacer bien los constructores de la zona era levantar casas resistentes al duro clima del norte. Viendo que tras tanto tiempo había quedado parcialmente bloqueada por la acumulación de varias nevadas invernales, el cazador optó por transformarse y utilizar su elemento para derretir la mayor parte del blanco manto que rodeaba la cabaña y también la que cubría el tejado, despejando así la entrada principal y varias de las ventanas. Una vez hecho esto regresó a su forma humana para no romper la puerta al pasar, aunque se quedó momentáneamente inmóvil nada más tocar el pomo de la misma. - ¿Pasa algo? - inquirió Elen en un susurro, mientras tiraba de su abrigo para protegerse el rostro de la gélida brisa. - Nunca pensé que volvería a este lugar. - musitó su compañero, respirando profundamente antes de abrir.
Las viejas bisagras chirriaron de forma desagradable, pero ninguno de los dos hizo demasiado caso al ruido, tenían un sitio en que resguardarse y lo demás importaba más bien poco. Nada más entrar se encontraron con una estancia que cumplía las funciones de salón y comedor, los muebles estaban cubiertos de polvo y el ambiente allí dentro era casi tan frío como en el exterior, pero eso no duró mucho ya que de inmediato, el cazador reunió lo necesario para encender la chimenea y distribuir varias velas por la sala, demostrando que sabía perfectamente donde estaba cada cosa. - Quédate junto al fuego mientras me encargo del resto de habitaciones. - pidió, desapareciendo al instante por el pasillo que conducía a los dormitorios y un poco más adelante, hacia la cocina y el aseo.
De forma metódica fue revisando los cuartos y prendiendo las lámparas de aceite que encontró a su paso para que el calor empezase a hacer acto de presencia, pero cuando llegó a la última de las alcobas, cuya puerta seguía cerrada tal como la había dejado diez años antes, pasó de largo, incapaz de traspasar el umbral por los malos recuerdos que aguardaban al otro lado. Cuando finalmente regresó al salón traía consigo varias mantas y pieles, que sin dudarlo depositó junto a la chimenea para que la de cabellos cenicientos pudiese abrigarse, tomando una de ellas para echársela sobre los hombros. - Gracias. - susurró la vampira, al tiempo que tiraba de la tela para envolverse el cuerpo.
Lo siguiente que hizo el norteño fue prepararse algo de comer, ya que su acompañante solo había tomado la sangre del animal al que había cazado un rato antes, él pudo cocinar parte de la carne y saciar su hambre, esperando de paso que con el estómago lleno sus fuerzas regresasen antes. Elen aprovechó aquellos instantes para ir al baño y mirarse en el espejo, comprobando la terrible palidez de su rostro, que le daba un aspecto mucho más duro y salvaje. - Maldita Géminis. - masculló, cerrando los puños con fuerza. Aquella mujer se había encargado de destrozarle la vida, la había convertido en un monstruo… tenía que pagar por ello. Ante su enfado, la oscura aura que la rodeaba se intensificó durante unos segundos, pero no podía hacer nada de momento salvo aprender a lidiar con la sed, tarea que se le presentaba complicada.
Tras salir del aseo, los verdes ojos de la centinela se interesaron por la habitación que seguía cerrada, y sabiendo que Alister no la vería desde el salón, alargó una mano hacia el picaporte y lo hizo girar lentamente. El olor de la sangre seca le llegó de golpe, para un humano no habría sido tan intenso pero con sus nuevos y desarrollados sentidos, la benjamina de los Calhoun pudo percibirlo claramente. Con cuidado de no hacer ruido se internó en la estancia, descubriendo que el origen del aroma se encontraba en la cama, en cuyas sábanas aún podían verse algunas manchas oscuras. Fue entonces cuando atando cabos, se dio cuenta de dónde estaban. La señora de sombras se aproximó a una de las estanterías y examinó un retrato que descansaba entre varios libros de medicina, retiró la capa de polvo que lo cubría con la manga de su camisa y su expresión se volvió triste al confirmar que las tres personas se correspondían con los miembros de la familia Cronwell.
En la imagen, el caballero dragón posaba orgulloso junto a sus dos hijos ya adultos, probablemente lo hubiesen pintado poco antes de que el destino de Emily quedase sellado por la maldición de los jinetes.
Sintiendo que no debía permanecer allí, la joven devolvió el retrato a su lugar y salió del cuarto cerrando tras de sí, para acto seguido enfilar el pasillo hacia el comedor, donde el alado terminaba su cena. - No creo que las lámparas hagan mucho, deberíamos dormir aquí junto a la lumbre. - propuso en cuanto la vio llegar, señalando la zona en que yacían las mantas que había traído del armario de su dormitorio. - Sí, será lo mejor… - replicó ella, acomodándose junto a la chimenea y extendiendo un par de pieles para cubrir el suelo. El cazador se sentó a su lado en cuanto acabó de comer, y tras ayudarla a preparar la superficie sobre la que descansarían rodó algunos de los muebles para tener espacio suficiente y transformarse, hecho que la vampira agradeció enormemente.
Con su dura coraza de escamas estaba a salvo de ella y de su sed, así que se recostó sobre uno de los costados y permitió que su amado la envolviese con una de las alas para darle parte de su calor corporal. Ambos, cansados tras todo lo ocurrido en isla volcánica, no tardaron en caer rendidos, sumiéndose en un plácido y muy necesario sueño.
Off: En el siguiente turno ambos saldrán de la cabaña en cuanto anochezca de nuevo.
Haber entregado parte de su rojizo líquido vital a la criatura de la noche tampoco lo había ayudado a recuperarse, se encontraba débil y necesitaba un lugar seguro en que pasar lo que quedaba de noche y las primeras horas del día siguiente, así que sin perder tiempo guió a su compañera hacia el único sitio que le vino a la mente. - Es ahí. - indicó, señalando una modesta cabaña situada a las afueras de Dundarak, lo suficientemente apartada de la ciudad de los dragones como para que se respirase una inusual tranquilidad. La vivienda parecía abandonada desde hacía bastante, y no era de extrañar, su último propietario llevaba diez años sin pisarla.
El tejado estaba cubierto por una gruesa capa de nieve pero por suerte no había cedido bajo el peso de la misma, si algo sabían hacer bien los constructores de la zona era levantar casas resistentes al duro clima del norte. Viendo que tras tanto tiempo había quedado parcialmente bloqueada por la acumulación de varias nevadas invernales, el cazador optó por transformarse y utilizar su elemento para derretir la mayor parte del blanco manto que rodeaba la cabaña y también la que cubría el tejado, despejando así la entrada principal y varias de las ventanas. Una vez hecho esto regresó a su forma humana para no romper la puerta al pasar, aunque se quedó momentáneamente inmóvil nada más tocar el pomo de la misma. - ¿Pasa algo? - inquirió Elen en un susurro, mientras tiraba de su abrigo para protegerse el rostro de la gélida brisa. - Nunca pensé que volvería a este lugar. - musitó su compañero, respirando profundamente antes de abrir.
Las viejas bisagras chirriaron de forma desagradable, pero ninguno de los dos hizo demasiado caso al ruido, tenían un sitio en que resguardarse y lo demás importaba más bien poco. Nada más entrar se encontraron con una estancia que cumplía las funciones de salón y comedor, los muebles estaban cubiertos de polvo y el ambiente allí dentro era casi tan frío como en el exterior, pero eso no duró mucho ya que de inmediato, el cazador reunió lo necesario para encender la chimenea y distribuir varias velas por la sala, demostrando que sabía perfectamente donde estaba cada cosa. - Quédate junto al fuego mientras me encargo del resto de habitaciones. - pidió, desapareciendo al instante por el pasillo que conducía a los dormitorios y un poco más adelante, hacia la cocina y el aseo.
De forma metódica fue revisando los cuartos y prendiendo las lámparas de aceite que encontró a su paso para que el calor empezase a hacer acto de presencia, pero cuando llegó a la última de las alcobas, cuya puerta seguía cerrada tal como la había dejado diez años antes, pasó de largo, incapaz de traspasar el umbral por los malos recuerdos que aguardaban al otro lado. Cuando finalmente regresó al salón traía consigo varias mantas y pieles, que sin dudarlo depositó junto a la chimenea para que la de cabellos cenicientos pudiese abrigarse, tomando una de ellas para echársela sobre los hombros. - Gracias. - susurró la vampira, al tiempo que tiraba de la tela para envolverse el cuerpo.
Lo siguiente que hizo el norteño fue prepararse algo de comer, ya que su acompañante solo había tomado la sangre del animal al que había cazado un rato antes, él pudo cocinar parte de la carne y saciar su hambre, esperando de paso que con el estómago lleno sus fuerzas regresasen antes. Elen aprovechó aquellos instantes para ir al baño y mirarse en el espejo, comprobando la terrible palidez de su rostro, que le daba un aspecto mucho más duro y salvaje. - Maldita Géminis. - masculló, cerrando los puños con fuerza. Aquella mujer se había encargado de destrozarle la vida, la había convertido en un monstruo… tenía que pagar por ello. Ante su enfado, la oscura aura que la rodeaba se intensificó durante unos segundos, pero no podía hacer nada de momento salvo aprender a lidiar con la sed, tarea que se le presentaba complicada.
Tras salir del aseo, los verdes ojos de la centinela se interesaron por la habitación que seguía cerrada, y sabiendo que Alister no la vería desde el salón, alargó una mano hacia el picaporte y lo hizo girar lentamente. El olor de la sangre seca le llegó de golpe, para un humano no habría sido tan intenso pero con sus nuevos y desarrollados sentidos, la benjamina de los Calhoun pudo percibirlo claramente. Con cuidado de no hacer ruido se internó en la estancia, descubriendo que el origen del aroma se encontraba en la cama, en cuyas sábanas aún podían verse algunas manchas oscuras. Fue entonces cuando atando cabos, se dio cuenta de dónde estaban. La señora de sombras se aproximó a una de las estanterías y examinó un retrato que descansaba entre varios libros de medicina, retiró la capa de polvo que lo cubría con la manga de su camisa y su expresión se volvió triste al confirmar que las tres personas se correspondían con los miembros de la familia Cronwell.
En la imagen, el caballero dragón posaba orgulloso junto a sus dos hijos ya adultos, probablemente lo hubiesen pintado poco antes de que el destino de Emily quedase sellado por la maldición de los jinetes.
Sintiendo que no debía permanecer allí, la joven devolvió el retrato a su lugar y salió del cuarto cerrando tras de sí, para acto seguido enfilar el pasillo hacia el comedor, donde el alado terminaba su cena. - No creo que las lámparas hagan mucho, deberíamos dormir aquí junto a la lumbre. - propuso en cuanto la vio llegar, señalando la zona en que yacían las mantas que había traído del armario de su dormitorio. - Sí, será lo mejor… - replicó ella, acomodándose junto a la chimenea y extendiendo un par de pieles para cubrir el suelo. El cazador se sentó a su lado en cuanto acabó de comer, y tras ayudarla a preparar la superficie sobre la que descansarían rodó algunos de los muebles para tener espacio suficiente y transformarse, hecho que la vampira agradeció enormemente.
Con su dura coraza de escamas estaba a salvo de ella y de su sed, así que se recostó sobre uno de los costados y permitió que su amado la envolviese con una de las alas para darle parte de su calor corporal. Ambos, cansados tras todo lo ocurrido en isla volcánica, no tardaron en caer rendidos, sumiéndose en un plácido y muy necesario sueño.
Off: En el siguiente turno ambos saldrán de la cabaña en cuanto anochezca de nuevo.
Última edición por Elen Calhoun el Mar Sep 18 2018, 10:03, editado 1 vez
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Ury lo sabía, ni siquiera el capitán Martillo era capaz de resistir una cara puchupunosa de ojos más tristes que ver un aero en el suelo y no poder levantarlo. Así como se echa en falta un trozo de comida que cae al suelo, estaba segura de que si hacía lo necesario, esos piratas no me echarían por la borda de encontrarme a medio camino en medio del mar. - Y así fue como Ury, la gran calamarezca, logró esconderse de la revista del pirata tuerto iar iariar- reí malosamente en el idioma piratil. Los tres piratas que estaban conmigo soltaron sus propias risotadas, volcando el contenido de sus vasos. Estaba feliz, Ury no quería volver a tierra firme aún, tenía la esperanza de encontrarme con papa calamaroso en los vastos mares, como si fuese un encuentro escrito en nuestras estrellas. Sabía que le encontraría, que nos reconoceríamos a primera vista y nos daríamos un gran abrazo mientras los reos de mis hermanos intentaban comerme mis calamavillosos tentáculos. - ¡Atrás! Sopas de puerto- practiqué mi forma defensiva, mientras corría en busca de Tak Tak.
Mis mejores amigos del Vengador estaban enojados conmigo y no me hablaban. El único que me dirigía su taketeo –cuando tenía ganas- era B. Tristemente, estábamos por llegar a un puerto y tenía poco tiempo para agraviarle como se merecía. Después de recorrer todo el barco, bajé a las galerías y escuché las voces del capitán, Bud y Bueno Hydo. Empujé la puerta, pero no cedió, así que reboté como una bola de lana flácida. Ury cayó de colita, me sequé una lagrimita y me sobé. Entonces me di cuenta que estaban en una reunión piratilmente secreta. Apoyé mi cabeza contra la pared y me puse a escuchar, como lo haría cualquier pirata bribón que pudiera conocer.
- No podemos llevarla
- Tampoco podemos dejarla en estas tierras
- Es muy peligroso. Tampoco creo que quiera aceptar
- ¿A quién le importa lo que piensa una mocosa? ¡Sólo tiene que cumplir una orden!
Alguien se acercó a la puerta y Ury salió corriendo a toda la velocidad que daban sus piernitas. Las lágrimas traidoras tenían sus propias ideas sobre lo que querían hacer. Subí a cubierta y me abrí paso a empujones hasta el carajo, acompañando al cuervo Krim –que no era cuervo, solo le decían el cuervo, pero era como un bicho. Nunca pregunté- El cuervo Krim y yo nunca fuimos muy amigos. El cuervo Krim siempre me miró con esos ojos de odio negros y Ury siempre le devolvía la mirada con los tentáculos marrones oscuros, como una señal de odio devuelto. Pero esta vez el cuervo Krim me dejó llorar en paz. Para la noche, mi no presencia había alertado a la mitad de la tripulación.
-¿Pero qué pasa aquí? ¡Holgazanes!
-Capitán. Es la niña
-Y ahora ¿qué hizo?
- No ha hecho nada en toda la tarde señor
- Por las barbas de la gran medusa. ¡Niña! Baja aquí ahora mismo
Ury los ignoró como si sus palabras fuesen hojas al viento. Se cruzó de brazos -¡JUM!- le dijo al cuervo Krim. El cuervo Krim, se asomó del carajo y gritó - Ha dicho ¡jum!-. Sentí un cuchicheo y arrugué mis cejas. Estaba que me tiraba desde lo alto del carajo para pelearme con el capitán Martillo ¡un duelo de personas bestia de mar! - Se agarra el pecho- reportó el cuervo Krim.
- Le duele la barriga--No, ha dicho que le duele la muela--Le han venido sus días- Ulareena ya pasará, son cosas de muj…-
El arpón de Ury rebotó en el hombro del capitán Martillo, por un momento me enojó que no hubiese sido su cabeza. Entonces me sorprendí de mi comportamiento y bajé del palo mayor, tirándome al mar helado en cuanto tuve la oportunidad. Ury pensaba nadar hasta tierra firme y no volver más. Pero despertó en una habitación desconocida, tapada como con milochomil capas de ropa que apenas me dejaban respirar y Bud a su lado, Ury sabía que no era posible, pero juraría que el hombrorca tenía cara de preocupación. ¡Después de no querer a Ury en el barco no podía tener esa expresión!
Esperé y esperé… hasta que se hizo de noche. En el primer momento que Bud salió, me puse todo lo que encontré y salí corriendo de la habitación, luego de la casa y finalmente de la ciudad. Podía sentir el frío en la punta de mis tentáculos, me resbalaba con el piso congelado, pero no fue difícil adaptarme. La ropa de invierno que llevaba puesta era lo que necesitaba para no morir, pero Ury se asustó ante la inmensidad de nada. Ante la nieve que quería tragarla, Ury quiso volver de donde había salido, pero no pudo. Todo era negro y gris. Me abracé asustada e intenté continuar, siempre había algo o alguien en algún lugar. Incluso en el interminable mar, siempre…
-¡Ahí!- grité, agitando mis manitas. Vi una luz que titilaba en la distancia, pero después de como chorrosientosmil pasos nieviles, no llegaba. Me caí, una de mis piernas no se movía. Ury apretó los dientes y chupó el agua de su nariz. Ury era una niña fuerte ¡no iba a llorar! No podía sentir mis tentáculos y me dolían los dedos. Ury no lo resistió… el berrido de mi garganta fue tan fuerte que yo misma me asusté, pero destapó todo lo que tenía dentro y no pude detenerme.
Mis mejores amigos del Vengador estaban enojados conmigo y no me hablaban. El único que me dirigía su taketeo –cuando tenía ganas- era B. Tristemente, estábamos por llegar a un puerto y tenía poco tiempo para agraviarle como se merecía. Después de recorrer todo el barco, bajé a las galerías y escuché las voces del capitán, Bud y Bueno Hydo. Empujé la puerta, pero no cedió, así que reboté como una bola de lana flácida. Ury cayó de colita, me sequé una lagrimita y me sobé. Entonces me di cuenta que estaban en una reunión piratilmente secreta. Apoyé mi cabeza contra la pared y me puse a escuchar, como lo haría cualquier pirata bribón que pudiera conocer.
- No podemos llevarla
- Tampoco podemos dejarla en estas tierras
- Es muy peligroso. Tampoco creo que quiera aceptar
- ¿A quién le importa lo que piensa una mocosa? ¡Sólo tiene que cumplir una orden!
Alguien se acercó a la puerta y Ury salió corriendo a toda la velocidad que daban sus piernitas. Las lágrimas traidoras tenían sus propias ideas sobre lo que querían hacer. Subí a cubierta y me abrí paso a empujones hasta el carajo, acompañando al cuervo Krim –que no era cuervo, solo le decían el cuervo, pero era como un bicho. Nunca pregunté- El cuervo Krim y yo nunca fuimos muy amigos. El cuervo Krim siempre me miró con esos ojos de odio negros y Ury siempre le devolvía la mirada con los tentáculos marrones oscuros, como una señal de odio devuelto. Pero esta vez el cuervo Krim me dejó llorar en paz. Para la noche, mi no presencia había alertado a la mitad de la tripulación.
-¿Pero qué pasa aquí? ¡Holgazanes!
-Capitán. Es la niña
-Y ahora ¿qué hizo?
- No ha hecho nada en toda la tarde señor
- Por las barbas de la gran medusa. ¡Niña! Baja aquí ahora mismo
Ury los ignoró como si sus palabras fuesen hojas al viento. Se cruzó de brazos -¡JUM!- le dijo al cuervo Krim. El cuervo Krim, se asomó del carajo y gritó - Ha dicho ¡jum!-. Sentí un cuchicheo y arrugué mis cejas. Estaba que me tiraba desde lo alto del carajo para pelearme con el capitán Martillo ¡un duelo de personas bestia de mar! - Se agarra el pecho- reportó el cuervo Krim.
- Le duele la barriga--No, ha dicho que le duele la muela--Le han venido sus días- Ulareena ya pasará, son cosas de muj…-
El arpón de Ury rebotó en el hombro del capitán Martillo, por un momento me enojó que no hubiese sido su cabeza. Entonces me sorprendí de mi comportamiento y bajé del palo mayor, tirándome al mar helado en cuanto tuve la oportunidad. Ury pensaba nadar hasta tierra firme y no volver más. Pero despertó en una habitación desconocida, tapada como con milochomil capas de ropa que apenas me dejaban respirar y Bud a su lado, Ury sabía que no era posible, pero juraría que el hombrorca tenía cara de preocupación. ¡Después de no querer a Ury en el barco no podía tener esa expresión!
Esperé y esperé… hasta que se hizo de noche. En el primer momento que Bud salió, me puse todo lo que encontré y salí corriendo de la habitación, luego de la casa y finalmente de la ciudad. Podía sentir el frío en la punta de mis tentáculos, me resbalaba con el piso congelado, pero no fue difícil adaptarme. La ropa de invierno que llevaba puesta era lo que necesitaba para no morir, pero Ury se asustó ante la inmensidad de nada. Ante la nieve que quería tragarla, Ury quiso volver de donde había salido, pero no pudo. Todo era negro y gris. Me abracé asustada e intenté continuar, siempre había algo o alguien en algún lugar. Incluso en el interminable mar, siempre…
-¡Ahí!- grité, agitando mis manitas. Vi una luz que titilaba en la distancia, pero después de como chorrosientosmil pasos nieviles, no llegaba. Me caí, una de mis piernas no se movía. Ury apretó los dientes y chupó el agua de su nariz. Ury era una niña fuerte ¡no iba a llorar! No podía sentir mis tentáculos y me dolían los dedos. Ury no lo resistió… el berrido de mi garganta fue tan fuerte que yo misma me asusté, pero destapó todo lo que tenía dentro y no pude detenerme.
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Cuando despertó al día siguiente, la benjamina de los Calhoun aún no había asimilado su cambio, abrió lentamente los ojos y comenzó a moverse como hacía siempre, estirando las piernas y los brazos para desperezarse, pero entonces la realidad volvió a golpearla, la sed había regresado y el ardor que se apoderaba de su garganta eran tan intenso que la obligó a llevarse una mano al cuello mientras contraía el rostro con una mueca de dolor y tristeza. Quería gritar, maldecir a viva voz a la mujer que le había hecho aquello, pero se limitó a dejar que las lágrimas anegasen sus ojos y se deslizasen por las mejillas hasta el suelo.
Alister, que yacía a su lado y aún la mantenía rodeada con una de las alas, escuchó sus débiles sollozos y notó el leve temblor de su cuerpo, reaccionando casi al instante. - ¿Elen? ¿estás bien? - preguntó en un susurro, apartando la membranosa extremidad superior para poder verla. La vampira ocultó la cara bajo la manta y utilizó la manga de su camisa para secarse, pero no respondió, en verdad no se creía capaz de hacerlo dado su estado, y tampoco quería empeorar la situación intentando hablar. Tragó saliva, pero eso no iba a calmar el escozor que el hambre le estaba provocando, necesitaba sangre.
Por desgracia el sol ya había salido, aún no alcanzaba su punto más alto pero la escasez de nubes le permitía iluminar toda la zona circundante y también Dundarak, con lo que no podría abandonar la cabaña para buscar alimento, estaba atrapada entre aquellas cuatro paredes.
Con cuidado, el dragón tiró de la manta que la cubría y la apartó hacia un lado, dejando a la otrora hechicera a la vista a pesar de sus esfuerzos para ocultar lo que le pasaba. El negro carboncillo con que solía maquillar sus ojos se había corrido, dejando varios surcos en las pálidas mejillas, pero lo peor era su mirada, en la cual se podía ver el miedo y la tristeza que la embargaban. - Tranquila, lo arreglaré. - dijo sin apenas elevar la voz, apartándose un poco de ella para cambiar de forma y cederle parte de su sangre, tal como había hecho en el barco de la logia. Adivinando sus intenciones, la de cabellos cenicientos se incorporó hasta quedar sentada y se retrocedió hasta que su espalda tocó una de las paredes, no podía permitir que el cazador se expusiese al peligro, no ahora que estaban solos.
- ¡No te transformes! - exclamó, con la respiración ligeramente agitada. Alister se detuvo al escucharla, manteniendo su apariencia bestial para que su compañera pudiese tranquilizarse. - Está bien, no lo haré… pero tienes que calmarte… te buscaré algo de alimento. - indicó, encaminándose hacia la puerta, por la cual evidentemente, no cabía. - ¿Puedes meterte en una de las habitaciones? Solo será un momento. - pidió, girando la reptiliana cabeza cubierta de espinas hacia ella. Elen asintió, poniéndose en pie para avanzar a través del pasillo y encerrarse en uno de los cuartos, dejando de respirar hasta que escuchó chirriar las bisagras de la puerta al abrirse.
Cuando volvió al salón estaba sola, así que trató de despejar la mente para no pensar todo el tiempo en la sed, ocupándose de mantener vivo el fuego de la chimenea sin acercarse demasiado a las llamas, ya había experimentado lo que el sol hacía a los de su raza, no le interesaba comprobar el daño que aquello podía hacerle. En vez de eso se examinó la quemadura de la mano, aprovechando para retirarse el vendaje y limpiarse la zona antes de volver a envolverla.
Una hora más tarde, el norteño regresó con su captura revolviéndose dentro de un saco, había atrapado a un ternero joven en mitad de la llanura, y a pesar del trayecto, el animal seguía resistiéndose con todas sus fuerzas. Matarlo le habría ahorrado algunos problemas durante el camino, pero teniendo en cuenta las necesidades de la vampira no podía hacerlo, así que soportó los berridos y las coces del asustado becerro hasta que finalmente llegó a la cabaña. - He vuelto. - anunció, empujando la puerta con el hombro y depositando el saco con cuidado sobre el suelo.
La de cabellos cenicientos se levantó al instante, pero antes de abalanzarse sobre su presa, buscó los ojos del cazador. - ¿Podrías esperar fuera? No quiero que me veas así. - preguntó en un susurro, con cierta vergüenza. - Claro. - contestó Alister, abandonando la propiedad y tirando de su abrigo para protegerse de la fría brisa. Elen intentó hacerlo de la manera más rápida posible, inmovilizó al ternero valiéndose de su nueva fuerza y hundió los colmillos directamente en la yugular, permitiendo que la cálida sangre descendiese por su garganta e hiciese desaparecer el ardor. Consumió hasta la última gota, y solo entonces, avisó a su compañero para que volviese al interior y pudiese aprovechar lo que quedaba del desdichado animal.
- Esto nos dará unas horas, pero tendré que tomar algo más antes de partir. - soltó, desde una de las sillas del comedor. - No te preocupes, he visto un par de rebaños salvajes por la zona. - informó él, mientras se encargaba de preparar un par de trozos de carne para cocinarlos y saciar su hambre. Haber vivido durante años a base de lo que podía procurarse con sus propias manos lo había convertido en una persona bastante autosuficiente, con lo que no le costó despiezar al ternero y apartar las partes comestibles, que con algo de suerte ahumaría para tenerlas de reserva durante el largo viaje hasta Verisar.
Con sus respectivos estómagos llenos, ambos dedicaron el resto de la mañana y parte de la tarde a descansar junto al fuego, planeando cuáles serían sus próximos movimientos y qué rutas debían seguir para llegar a Lunargenta lo antes posible. - Cuando vuelva a salir iré a por nuestras monturas, eso nos ayudará a avanzar más rápido. - comentó el norteño, al tiempo que añadía algo más de leña a la lumbre. - Espero que Sombra no reaccione mal a mi cambio. - musitó la joven en respuesta, con la vista clavada en las hipnotizantes llamas.
Las horas pasaron lentamente, y ante la inquietud de la criatura de la noche, que iba en aumento conforme la sed regresaba, Alister volvió a dejar la cabaña poco antes del atardecer, transformándose en el exterior para ir a recuperar los caballos y de paso, cazar algo con que mantenerla bien alimentada.
A la benjamina de los Calhoun no le quedó más remedio que esperar, caminando de un lado al otro del salón hasta que finalmente el sol se ocultó tras las montañas. Ahora podía salir pero sabía que no debía hacerlo hasta que alado regresase, sin embargo, consciente de que al ir por sus corceles tardaría bastante más, no tenía muy claro que pudiese aguantar tanto tiempo dentro de aquellas paredes. Elen trató de distraerse con otras cosas pero fue en vano, sin la presencia de su amado y la influencia que éste tenía sobre ella solo había una cosa en sus pensamientos, sangre.
La noche cayó sobre la llanura, y con ello su ansiedad llegó a un punto crítico, necesitaba beber algo y no parecía que pudiese aguantar hasta que el dragón volviese. Así pues se puso su abrigo y abrió la puerta, sintiendo como el frío intentaba calarla hasta los huesos. Inspiró profundamente y la brisa le trajo un extraño aroma, no estaba sola en la llanura, había alguien más…
El corazón empezó a latirle rápidamente, su instinto la empujaba a perseguir aquel olor, y sin poder evitarlo, se dejó llevar por la sed, escrutando los alrededores con su aguda mirada para encontrar el origen.
Alister, que yacía a su lado y aún la mantenía rodeada con una de las alas, escuchó sus débiles sollozos y notó el leve temblor de su cuerpo, reaccionando casi al instante. - ¿Elen? ¿estás bien? - preguntó en un susurro, apartando la membranosa extremidad superior para poder verla. La vampira ocultó la cara bajo la manta y utilizó la manga de su camisa para secarse, pero no respondió, en verdad no se creía capaz de hacerlo dado su estado, y tampoco quería empeorar la situación intentando hablar. Tragó saliva, pero eso no iba a calmar el escozor que el hambre le estaba provocando, necesitaba sangre.
Por desgracia el sol ya había salido, aún no alcanzaba su punto más alto pero la escasez de nubes le permitía iluminar toda la zona circundante y también Dundarak, con lo que no podría abandonar la cabaña para buscar alimento, estaba atrapada entre aquellas cuatro paredes.
Con cuidado, el dragón tiró de la manta que la cubría y la apartó hacia un lado, dejando a la otrora hechicera a la vista a pesar de sus esfuerzos para ocultar lo que le pasaba. El negro carboncillo con que solía maquillar sus ojos se había corrido, dejando varios surcos en las pálidas mejillas, pero lo peor era su mirada, en la cual se podía ver el miedo y la tristeza que la embargaban. - Tranquila, lo arreglaré. - dijo sin apenas elevar la voz, apartándose un poco de ella para cambiar de forma y cederle parte de su sangre, tal como había hecho en el barco de la logia. Adivinando sus intenciones, la de cabellos cenicientos se incorporó hasta quedar sentada y se retrocedió hasta que su espalda tocó una de las paredes, no podía permitir que el cazador se expusiese al peligro, no ahora que estaban solos.
- ¡No te transformes! - exclamó, con la respiración ligeramente agitada. Alister se detuvo al escucharla, manteniendo su apariencia bestial para que su compañera pudiese tranquilizarse. - Está bien, no lo haré… pero tienes que calmarte… te buscaré algo de alimento. - indicó, encaminándose hacia la puerta, por la cual evidentemente, no cabía. - ¿Puedes meterte en una de las habitaciones? Solo será un momento. - pidió, girando la reptiliana cabeza cubierta de espinas hacia ella. Elen asintió, poniéndose en pie para avanzar a través del pasillo y encerrarse en uno de los cuartos, dejando de respirar hasta que escuchó chirriar las bisagras de la puerta al abrirse.
Cuando volvió al salón estaba sola, así que trató de despejar la mente para no pensar todo el tiempo en la sed, ocupándose de mantener vivo el fuego de la chimenea sin acercarse demasiado a las llamas, ya había experimentado lo que el sol hacía a los de su raza, no le interesaba comprobar el daño que aquello podía hacerle. En vez de eso se examinó la quemadura de la mano, aprovechando para retirarse el vendaje y limpiarse la zona antes de volver a envolverla.
Una hora más tarde, el norteño regresó con su captura revolviéndose dentro de un saco, había atrapado a un ternero joven en mitad de la llanura, y a pesar del trayecto, el animal seguía resistiéndose con todas sus fuerzas. Matarlo le habría ahorrado algunos problemas durante el camino, pero teniendo en cuenta las necesidades de la vampira no podía hacerlo, así que soportó los berridos y las coces del asustado becerro hasta que finalmente llegó a la cabaña. - He vuelto. - anunció, empujando la puerta con el hombro y depositando el saco con cuidado sobre el suelo.
La de cabellos cenicientos se levantó al instante, pero antes de abalanzarse sobre su presa, buscó los ojos del cazador. - ¿Podrías esperar fuera? No quiero que me veas así. - preguntó en un susurro, con cierta vergüenza. - Claro. - contestó Alister, abandonando la propiedad y tirando de su abrigo para protegerse de la fría brisa. Elen intentó hacerlo de la manera más rápida posible, inmovilizó al ternero valiéndose de su nueva fuerza y hundió los colmillos directamente en la yugular, permitiendo que la cálida sangre descendiese por su garganta e hiciese desaparecer el ardor. Consumió hasta la última gota, y solo entonces, avisó a su compañero para que volviese al interior y pudiese aprovechar lo que quedaba del desdichado animal.
- Esto nos dará unas horas, pero tendré que tomar algo más antes de partir. - soltó, desde una de las sillas del comedor. - No te preocupes, he visto un par de rebaños salvajes por la zona. - informó él, mientras se encargaba de preparar un par de trozos de carne para cocinarlos y saciar su hambre. Haber vivido durante años a base de lo que podía procurarse con sus propias manos lo había convertido en una persona bastante autosuficiente, con lo que no le costó despiezar al ternero y apartar las partes comestibles, que con algo de suerte ahumaría para tenerlas de reserva durante el largo viaje hasta Verisar.
Con sus respectivos estómagos llenos, ambos dedicaron el resto de la mañana y parte de la tarde a descansar junto al fuego, planeando cuáles serían sus próximos movimientos y qué rutas debían seguir para llegar a Lunargenta lo antes posible. - Cuando vuelva a salir iré a por nuestras monturas, eso nos ayudará a avanzar más rápido. - comentó el norteño, al tiempo que añadía algo más de leña a la lumbre. - Espero que Sombra no reaccione mal a mi cambio. - musitó la joven en respuesta, con la vista clavada en las hipnotizantes llamas.
Las horas pasaron lentamente, y ante la inquietud de la criatura de la noche, que iba en aumento conforme la sed regresaba, Alister volvió a dejar la cabaña poco antes del atardecer, transformándose en el exterior para ir a recuperar los caballos y de paso, cazar algo con que mantenerla bien alimentada.
A la benjamina de los Calhoun no le quedó más remedio que esperar, caminando de un lado al otro del salón hasta que finalmente el sol se ocultó tras las montañas. Ahora podía salir pero sabía que no debía hacerlo hasta que alado regresase, sin embargo, consciente de que al ir por sus corceles tardaría bastante más, no tenía muy claro que pudiese aguantar tanto tiempo dentro de aquellas paredes. Elen trató de distraerse con otras cosas pero fue en vano, sin la presencia de su amado y la influencia que éste tenía sobre ella solo había una cosa en sus pensamientos, sangre.
La noche cayó sobre la llanura, y con ello su ansiedad llegó a un punto crítico, necesitaba beber algo y no parecía que pudiese aguantar hasta que el dragón volviese. Así pues se puso su abrigo y abrió la puerta, sintiendo como el frío intentaba calarla hasta los huesos. Inspiró profundamente y la brisa le trajo un extraño aroma, no estaba sola en la llanura, había alguien más…
El corazón empezó a latirle rápidamente, su instinto la empujaba a perseguir aquel olor, y sin poder evitarlo, se dejó llevar por la sed, escrutando los alrededores con su aguda mirada para encontrar el origen.
Elen Calhoun
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Los berreos de Ury no eran precisamente silenciosos. Tenía la certeza de que moriría sin conocer a mi papono. Ni siquiera quedaría el recuerdo de la Ulareena calamarezca, casi podía ver a Goldie tendiéndome su mano desde las frías estrellas del Norte. Me chupé los mocos, pero estaban congelados, hice puchero y seguí llorando a todo pulmón. De todas formas no habían testigos ¡por eso lloraba! Porque no había nadie. Sólo la nieve idiota. Era la primera vez que veía a la nieve, pero no me parecía buena. Era horrible. Era una asesina de Ulareenas, mi calamavillosidad era sepultada en el frío esas tierras desconocidas. ¡Que tonta era! Pero no hubiese preferido volver donde no me querían, moriría sola y con la dignidad de la niña que era.
Entonces, de ningún lugar, un par de ojos brillante apareció frente a mí. Era una bestia, me miraba como si estuviera pensando. -Hola tú- saludé, las palabras sonaban sacudidas, como mi esqueleto. El animal se movió y lo siguiente que Ury vió fueron sus fauces abiertas viniendo por mí. Me caí de espaldas, cubriendo mi cabeza con mis brazos y usando los tentáculos para apartar a… un lobo. Uno de mis tentáculos se había cerrado alrededor del hocico. Otro detrás de su cabeza. Era como si mi cuerpo supiera que hacer. Me sequé una lagrimita, mama Mariann me iluminaba con sus brazos de luz, manejando mis extremidades y calentándolas con amor.
Levanté los ojitos de donde salía la baba del lobo que ahora se estaba quietito. No hacía por moverse, sólo estaba quietecito allí, mirándome. Estaba caliente, su cuerpo estaba muy caliente, Ury había recobrado el sentido en los tentáculos que se había congelado. -Lobito- dije, abrazándolo y atrayéndolo hacia mí. No sabía por qué abrazaba a algo que quería comerme, pero era como un almohadón de pelos tibio. Además sus ojos no eran exactamente malos. El animal se quejó e intentó apartarse, pero era muy tarde, le tenía sujeto de manos y patas, porque Ury ya había experimentado con animales y sabía lo peligrosas que pueden ser las garritas sin cortar.
Eventualmente, solté al lobito. Creo que se había quedado quieto por aburrición. Pero en un momento levantó la cabeza y gruñó, como si hubiese una amenaza cercana. Entonces me paré y él aprovechó para huir - Perro malito ¿vuelve? Pofavocito- la voz de Ury era suplicante, buscaba en la oscuridad con los ojos llenos de expectativa, pero no podía ver más allá del alcance de mis tentáculos. Me abracé con frío y retomé mi camino, buscando un abrigo del inclemente clima.
Entonces, de ningún lugar, un par de ojos brillante apareció frente a mí. Era una bestia, me miraba como si estuviera pensando. -Hola tú- saludé, las palabras sonaban sacudidas, como mi esqueleto. El animal se movió y lo siguiente que Ury vió fueron sus fauces abiertas viniendo por mí. Me caí de espaldas, cubriendo mi cabeza con mis brazos y usando los tentáculos para apartar a… un lobo. Uno de mis tentáculos se había cerrado alrededor del hocico. Otro detrás de su cabeza. Era como si mi cuerpo supiera que hacer. Me sequé una lagrimita, mama Mariann me iluminaba con sus brazos de luz, manejando mis extremidades y calentándolas con amor.
Levanté los ojitos de donde salía la baba del lobo que ahora se estaba quietito. No hacía por moverse, sólo estaba quietecito allí, mirándome. Estaba caliente, su cuerpo estaba muy caliente, Ury había recobrado el sentido en los tentáculos que se había congelado. -Lobito- dije, abrazándolo y atrayéndolo hacia mí. No sabía por qué abrazaba a algo que quería comerme, pero era como un almohadón de pelos tibio. Además sus ojos no eran exactamente malos. El animal se quejó e intentó apartarse, pero era muy tarde, le tenía sujeto de manos y patas, porque Ury ya había experimentado con animales y sabía lo peligrosas que pueden ser las garritas sin cortar.
Eventualmente, solté al lobito. Creo que se había quedado quieto por aburrición. Pero en un momento levantó la cabeza y gruñó, como si hubiese una amenaza cercana. Entonces me paré y él aprovechó para huir - Perro malito ¿vuelve? Pofavocito- la voz de Ury era suplicante, buscaba en la oscuridad con los ojos llenos de expectativa, pero no podía ver más allá del alcance de mis tentáculos. Me abracé con frío y retomé mi camino, buscando un abrigo del inclemente clima.
Off:
- lobito:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ury no lo sabe, pero se va a tratar de un licántropo. ¿No lo mates por favor? =)
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Sin Alister para controlarla y convencerla de que se quedase en la cabaña, la de ojos verdes abandonó la propiedad y se internó en la inmensidad de la llanura que rodeaba Dundarak, maldiciendo por lo bajo al ver que sus botas se hundían en la nieve hasta la mitad de la caña con cada paso, lo que sin duda la retrasaría y consumiría buena parte de su energía. El frío tampoco daba tregua, pero no ayudaba a aliviar el ardor que se extendía por su garganta, solo una cosa podría hacerlo, y con suerte no tardaría en obtenerla.
Así pues continuó avanzando tan rápido como le fue posible, manteniéndose totalmente envuelta en su abrigo para paliar las inclementes temperaturas del norte y respirando profundamente para no perder el aroma que había captado su atención. Éste se fue volviendo más intenso conforme se acercaba al origen, y pudo percibir en él una extraña mezcla, podía distinguir el olor del mar, pero también otra cosa diferente… más parecida al almizcle de una bestia que a la esencia de una persona. ¿Qué estaba persiguiendo exactamente? No lo tendría claro hasta que pudiese atisbar su silueta en la lejanía.
Terriblemente molesta por la sed, Elen se llevó una mano al cuello, quería librarse de aquella sensación y que no volviese, pero sabía que eso no era posible, había aceptado la maldición y ahora le tocaría lidiar con ella el resto de su vida. El rostro de Géminis apareció en sus pensamientos, junto con su irritable voz y las palabras que le dedicó antes de dejarla tirada en el suelo, desangrándose. ¿Qué se suponía que tenía que haber hecho? ¿negarse a aceptar su sangre y morir allí? Después de todo lo que había luchado para llegar hasta isla volcánica no era una opción, simplemente no podía tirar por la borda todo su trabajo y las esperanzas de Tarivius.
Cuán diferente habría sido el reencuentro de los centinelas si Amaterasu no le hubiese exigido la corona del dominador, de todo lo que podía haberle pedido tuvo que elegir justamente la reliquia que de ningún modo, podía entregarle.
Una nueva brisa la sacó de su ensimismamiento y consiguió que se detuviese durante unos segundos, ahora los aromas se habían separado, con lo que solo podía significar una cosa, que había dos seres vivos en las proximidades. La vampira se tomó unos segundos para volver a escrutar la zona con la mirada, identificando una pequeña figura a unos cientos de metros de donde se encontraba, pero no fue capaz de encontrar a la otra, hecho que la hizo sentir algo incómoda. Aún no podía identificar con claridad de qué se trataba, pero tenía suerte, fuera lo que fuese, su olor era el que recordaba al mar, el cual por alguna razón le resultaba mucho más agradable y tentador que el almizcle de la otra criatura.
- Date prisa, cada minuto que pasas sin alimentarte te debilitas… ¿no quieres ser débil no? - le habló una de las almas del medallón, metiéndose en su cabeza. - Claro que no. - soltó ella con brusquedad, apretando los puños. - Entonces ¿qué haces ahí parada todavía? - replicó la voz, instándola a seguir adelante. - Si de verdad quieres vengarte de esa mujer y de Vladimir tienes que aceptar tu nueva naturaleza… no te pongas límites… la sangre te dará poder… - continuó, consiguiendo que la de cabellos cenicientos volviese a moverse, echando a correr hacia la silueta que había detectado instantes atrás.
Cada paso costaba, sus botas todavía se hundían en el blanco manto hasta por encima de los tobillos, pero no dejó de avanzar, necesitaba calmar la sed que invadía todo su cuerpo, necesitaba hacerse más fuerte. Varios minutos pasaron antes de que pudiese ver con claridad a la que había tomado como su presa, descubriendo con sorpresa que no se trataba de un animal, al menos no completamente. La benjamina de los Calhoun se detuvo en seco a unos veinte metros de su objetivo, percatándose de los tentáculos que coronaban la cabeza de una niña, de ahí que su olor recordase al mar… era una pequeña chica bestia pulpo.
- ¿A qué esperas? - inquirieron las oscuras almas del colgante. La señora de sombras no les respondió, ni siquiera con el pensamiento, estaba debatiéndose entre la ardiente sed y sus principios, unos que poco a poco parecían desvanecerse. - Terminará muerta por congelación… no aprovechar su sangre sería un desperdicio. - trataron de convencerla, pero la de ojos verdes ya no les hacía caso, se movía por instinto.
A aquella distancia ya podía escuchar el latido de su corazón e imaginar el flujo del rojizo líquido que recorría su ser, casi podía saborearlo… y de verdad sentía que lo necesitaba. Empezó a andar hacia la niña mientras su negra aura se intensificaba, había decidido alimentarse de ella, idea que habría horrorizado a la antigua Elen pero no a su nueva y sombría versión.
Off: A la distancia que está ahora, Ulareena podrá verla sin problemas. Tu lobo estará a salvo tranquila ^^
Así pues continuó avanzando tan rápido como le fue posible, manteniéndose totalmente envuelta en su abrigo para paliar las inclementes temperaturas del norte y respirando profundamente para no perder el aroma que había captado su atención. Éste se fue volviendo más intenso conforme se acercaba al origen, y pudo percibir en él una extraña mezcla, podía distinguir el olor del mar, pero también otra cosa diferente… más parecida al almizcle de una bestia que a la esencia de una persona. ¿Qué estaba persiguiendo exactamente? No lo tendría claro hasta que pudiese atisbar su silueta en la lejanía.
Terriblemente molesta por la sed, Elen se llevó una mano al cuello, quería librarse de aquella sensación y que no volviese, pero sabía que eso no era posible, había aceptado la maldición y ahora le tocaría lidiar con ella el resto de su vida. El rostro de Géminis apareció en sus pensamientos, junto con su irritable voz y las palabras que le dedicó antes de dejarla tirada en el suelo, desangrándose. ¿Qué se suponía que tenía que haber hecho? ¿negarse a aceptar su sangre y morir allí? Después de todo lo que había luchado para llegar hasta isla volcánica no era una opción, simplemente no podía tirar por la borda todo su trabajo y las esperanzas de Tarivius.
Cuán diferente habría sido el reencuentro de los centinelas si Amaterasu no le hubiese exigido la corona del dominador, de todo lo que podía haberle pedido tuvo que elegir justamente la reliquia que de ningún modo, podía entregarle.
Una nueva brisa la sacó de su ensimismamiento y consiguió que se detuviese durante unos segundos, ahora los aromas se habían separado, con lo que solo podía significar una cosa, que había dos seres vivos en las proximidades. La vampira se tomó unos segundos para volver a escrutar la zona con la mirada, identificando una pequeña figura a unos cientos de metros de donde se encontraba, pero no fue capaz de encontrar a la otra, hecho que la hizo sentir algo incómoda. Aún no podía identificar con claridad de qué se trataba, pero tenía suerte, fuera lo que fuese, su olor era el que recordaba al mar, el cual por alguna razón le resultaba mucho más agradable y tentador que el almizcle de la otra criatura.
- Date prisa, cada minuto que pasas sin alimentarte te debilitas… ¿no quieres ser débil no? - le habló una de las almas del medallón, metiéndose en su cabeza. - Claro que no. - soltó ella con brusquedad, apretando los puños. - Entonces ¿qué haces ahí parada todavía? - replicó la voz, instándola a seguir adelante. - Si de verdad quieres vengarte de esa mujer y de Vladimir tienes que aceptar tu nueva naturaleza… no te pongas límites… la sangre te dará poder… - continuó, consiguiendo que la de cabellos cenicientos volviese a moverse, echando a correr hacia la silueta que había detectado instantes atrás.
Cada paso costaba, sus botas todavía se hundían en el blanco manto hasta por encima de los tobillos, pero no dejó de avanzar, necesitaba calmar la sed que invadía todo su cuerpo, necesitaba hacerse más fuerte. Varios minutos pasaron antes de que pudiese ver con claridad a la que había tomado como su presa, descubriendo con sorpresa que no se trataba de un animal, al menos no completamente. La benjamina de los Calhoun se detuvo en seco a unos veinte metros de su objetivo, percatándose de los tentáculos que coronaban la cabeza de una niña, de ahí que su olor recordase al mar… era una pequeña chica bestia pulpo.
- ¿A qué esperas? - inquirieron las oscuras almas del colgante. La señora de sombras no les respondió, ni siquiera con el pensamiento, estaba debatiéndose entre la ardiente sed y sus principios, unos que poco a poco parecían desvanecerse. - Terminará muerta por congelación… no aprovechar su sangre sería un desperdicio. - trataron de convencerla, pero la de ojos verdes ya no les hacía caso, se movía por instinto.
A aquella distancia ya podía escuchar el latido de su corazón e imaginar el flujo del rojizo líquido que recorría su ser, casi podía saborearlo… y de verdad sentía que lo necesitaba. Empezó a andar hacia la niña mientras su negra aura se intensificaba, había decidido alimentarse de ella, idea que habría horrorizado a la antigua Elen pero no a su nueva y sombría versión.
Off: A la distancia que está ahora, Ulareena podrá verla sin problemas. Tu lobo estará a salvo tranquila ^^
Elen Calhoun
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Instintivamente sabía que tenía que moverme o moriría de frío como los malos de los cuentos de abuelita Laureen. Ury golpeaba sus manitas sobre su cabeza y movía los tentáculos para ayudarse a darle movimiento a mis patitas que no parecían avanzar en la nieve. No era tiempo de llorar, si el señor lobo la había alcanzado y estaba tan calientito, entonces tendría que haber aunque sea un lugar donde pudiera meter mis tentáculos para mantenerme caliente durante la larga noche. Ya no quería llorar, Ury se había concentrado mucho en pensar en cómo salir de allí y hacerle la vida imposible a toda la tripulación del Vengador.
- Y si muero aquí, entonces seré un fanfasma espiritoso que les chupará los sueños por las noches, para que tengan pesadillas con tentáculos y orcas enojonas- Ury no podía imaginarse nada más tenebroso que una orca, era algo que iba más allá de su voluntad y de su ser, enemigos naturales. Un escalofrío se apoderó de Ury y avancé más rápido, si no llegaba a la luz que había visto desde la distancia, al menos podría buscar el lugar de donde había llegado el señor lobo.
El recorrido se hacía difícil, parecía estar escalando alguna especie de montaña pequeña - Tras cada montaña hay un tesoro-la voz de imitación del capitán gato era teliiiible, pero Ury igual siguió con sus cositas, porque había mucho silencio y el ruidito de la nieve bajo mis botas no era divertido, daba miedo y frío y soledad y… -no no, no hay tesoros, pero se puede ver más lejos y encontrar… Me quedé calladita y quietecita, me froté mis ojitos porque no estaba segura de lo que estaba viendo. - Aiii aiii- moví mis tentáculos tratando de llamar la atención de esa persona que no estaba muy lejos, pero parecía no querer venir donde yo estaba.
Tal vez mis tentáculos no fueran algo de mucha confianza. Aunque a Ury le doliera, lo sabía muy bien. Aplasté mis tentáculos y usé mis manos - ¡¿Holaaaaa?! ¿Ury está perdida y…- era difícil gritar cuando estás tan fría. Intenté acercarme, pero colina arriba parecía no avanzar más, sería mejor si la persona se acercara. Pero después me arrepentí muchisisisísimo. Porque esa persona comenzó a correr a una velocidad para nada humana hacia Ury y me dio miedo, mucho mucho miedo. Me di la vuelta y empecé a gritar mientras iba colina abajo, agitando mis brazos y tentáculos. Ury era muy lenta corriendo, nunca lo lograría, ni siquiera con la ventaja del terreno.
- Aiiii aaaaaiiiiii iiiaaaaiiii- grité, al escuchar algo a mi lado, pero no era esa silueta oscura, sino el señor lobo con una corteza de madera que tiró frente mío. Todo fue uno entonces, porque Ury cayó de pancita sobre la madera y la nieve y la colina hicieron el resto. - Uiiiiiiiiiiiiiiii- si iba a morir, al menos tenía que disfrutar de esa ¡velocidad calamavillosa!
- Y si muero aquí, entonces seré un fanfasma espiritoso que les chupará los sueños por las noches, para que tengan pesadillas con tentáculos y orcas enojonas- Ury no podía imaginarse nada más tenebroso que una orca, era algo que iba más allá de su voluntad y de su ser, enemigos naturales. Un escalofrío se apoderó de Ury y avancé más rápido, si no llegaba a la luz que había visto desde la distancia, al menos podría buscar el lugar de donde había llegado el señor lobo.
El recorrido se hacía difícil, parecía estar escalando alguna especie de montaña pequeña - Tras cada montaña hay un tesoro-la voz de imitación del capitán gato era teliiiible, pero Ury igual siguió con sus cositas, porque había mucho silencio y el ruidito de la nieve bajo mis botas no era divertido, daba miedo y frío y soledad y… -no no, no hay tesoros, pero se puede ver más lejos y encontrar… Me quedé calladita y quietecita, me froté mis ojitos porque no estaba segura de lo que estaba viendo. - Aiii aiii- moví mis tentáculos tratando de llamar la atención de esa persona que no estaba muy lejos, pero parecía no querer venir donde yo estaba.
Tal vez mis tentáculos no fueran algo de mucha confianza. Aunque a Ury le doliera, lo sabía muy bien. Aplasté mis tentáculos y usé mis manos - ¡¿Holaaaaa?! ¿Ury está perdida y…- era difícil gritar cuando estás tan fría. Intenté acercarme, pero colina arriba parecía no avanzar más, sería mejor si la persona se acercara. Pero después me arrepentí muchisisisísimo. Porque esa persona comenzó a correr a una velocidad para nada humana hacia Ury y me dio miedo, mucho mucho miedo. Me di la vuelta y empecé a gritar mientras iba colina abajo, agitando mis brazos y tentáculos. Ury era muy lenta corriendo, nunca lo lograría, ni siquiera con la ventaja del terreno.
- Aiiii aaaaaiiiiii iiiaaaaiiii- grité, al escuchar algo a mi lado, pero no era esa silueta oscura, sino el señor lobo con una corteza de madera que tiró frente mío. Todo fue uno entonces, porque Ury cayó de pancita sobre la madera y la nieve y la colina hicieron el resto. - Uiiiiiiiiiiiiiiii- si iba a morir, al menos tenía que disfrutar de esa ¡velocidad calamavillosa!
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
- Si no te das prisa su sangre estará fría. - le dijeron las almas del medallón, incitándola a no vacilar a pesar de que la niña ya la hubiese visto. Los brillantes ojos de la vampira recorrieron a la chica bestia mientras ésta trataba de llamar su atención, alegando que se había perdido, error del que se arrepentiría por estar en el lugar y momento equivocados. Con la garganta ardiéndole a causa de la sed y todo su cuerpo reaccionando por puro instinto, Elen aceleró el paso hasta echar a correr en dirección a su víctima, alcanzando una velocidad muy superior a la de un humano común y consiguiendo con esto que sus pies se hundiesen menos en el grueso manto de nieve.
- Eso es… atrápala. - la animaron las voces, en cuanto la pequeña se dio cuenta de que estaba en peligro e inició la huida. Para ellas aquel juego del gato y el ratón resultaba más entretenido que ver simplemente como la portadora de la reliquia se alimentaba, les gustaba ver el miedo en los ojos ajenos y como al final, todo brillo de esperanza se desvanecía para dar paso a la oscuridad. Pero no conformes con esto, y quizá para asegurarse de que la antigua bruja no les decepcionaba, empezaron a hacer presión sobre su mente, manipulándola para eliminar los buenos pensamientos que pudiesen quedarle y que solo prestase atención a su voraz apetito.
Así pues, la de cabellos cenicientos comenzó a subir hacia la colina en que había visto la silueta de la muchacha, maldiciendo internamente por la resistencia que la nieve le ponía al avanzar, pero pronto se detuvo, quedando a medio camino. - Otra vez ese olor a almizcle. - susurró para sí, justo antes de escuchar la sorprendida voz de la niña como si algo ajeno a ella la hubiese sobresaltado. - Date prisa o escapará. - soltó una de las moradoras del colgante, logrando que volviese a ponerse en marcha.
Siguió subiendo rápidamente por la pendiente, pero cuando llegó a la cima su víctima ya le sacaba algo de ventaja, no gracias a su cuerpo, ya que tenía las piernas demasiado cortas para ganar aquella carrera, sino por la corteza de madera que estaba utilizando para deslizarse colina abajo. Aquello le brindaría unos segundos más, a lo sumo un minuto, pero en cuanto llegase a terreno llano perdería la aceleración que había obtenido, con lo que le tocaría volver a correr por su vida, y justo ahí, la señora de sombras se le echaría encima valiéndose de sus mejoradas capacidades físicas.
- Un lobo. - masculló al descubrir que la chica bestia no iba sola, pero la presencia del animal no cambiaba nada, al contrario, consciente de que ella no sería suficiente para saciar su sed, tomaría también la sangre de su acompañante. Sin perder más tiempo, la joven inició el descenso, teniendo cuidado de no tropezar y terminar rodando pendiente abajo.
Podía sentir la gélida brisa en la piel que tenía al descubierto, pero ya no le afectaba tanto como antes, quizá porque ella misma se había vuelto más fría desde su transformación, Alister se lo había dicho a bordo del barco de la logia. - Alister… - alcanzó a musitar, trayendo a su mente la imagen del cazador. ¿Qué diría él si descubriese que había matado a una persona en su ausencia? Y no a alguien capaz de enfrentarse a ella sino a una criatura indefensa… definitivamente no le iba a gustar, se iba a enfadar… y con razón.
Bruscamente, la benjamina de los Calhoun se detuvo, echando la vista hacia atrás, hacia las tenues luces de la cabaña que titilaban en la distancia. Ojalá hubiese tenido la voluntad suficiente como para olvidar aquella persecución y regresar al calor de la chimenea, pero no fue el caso, las moradoras del medallón volvieron a nublar su juicio, provocando que una vez más, echase a correr tras la chica bestia y su peludo compañero.
- Eso es… atrápala. - la animaron las voces, en cuanto la pequeña se dio cuenta de que estaba en peligro e inició la huida. Para ellas aquel juego del gato y el ratón resultaba más entretenido que ver simplemente como la portadora de la reliquia se alimentaba, les gustaba ver el miedo en los ojos ajenos y como al final, todo brillo de esperanza se desvanecía para dar paso a la oscuridad. Pero no conformes con esto, y quizá para asegurarse de que la antigua bruja no les decepcionaba, empezaron a hacer presión sobre su mente, manipulándola para eliminar los buenos pensamientos que pudiesen quedarle y que solo prestase atención a su voraz apetito.
Así pues, la de cabellos cenicientos comenzó a subir hacia la colina en que había visto la silueta de la muchacha, maldiciendo internamente por la resistencia que la nieve le ponía al avanzar, pero pronto se detuvo, quedando a medio camino. - Otra vez ese olor a almizcle. - susurró para sí, justo antes de escuchar la sorprendida voz de la niña como si algo ajeno a ella la hubiese sobresaltado. - Date prisa o escapará. - soltó una de las moradoras del colgante, logrando que volviese a ponerse en marcha.
Siguió subiendo rápidamente por la pendiente, pero cuando llegó a la cima su víctima ya le sacaba algo de ventaja, no gracias a su cuerpo, ya que tenía las piernas demasiado cortas para ganar aquella carrera, sino por la corteza de madera que estaba utilizando para deslizarse colina abajo. Aquello le brindaría unos segundos más, a lo sumo un minuto, pero en cuanto llegase a terreno llano perdería la aceleración que había obtenido, con lo que le tocaría volver a correr por su vida, y justo ahí, la señora de sombras se le echaría encima valiéndose de sus mejoradas capacidades físicas.
- Un lobo. - masculló al descubrir que la chica bestia no iba sola, pero la presencia del animal no cambiaba nada, al contrario, consciente de que ella no sería suficiente para saciar su sed, tomaría también la sangre de su acompañante. Sin perder más tiempo, la joven inició el descenso, teniendo cuidado de no tropezar y terminar rodando pendiente abajo.
Podía sentir la gélida brisa en la piel que tenía al descubierto, pero ya no le afectaba tanto como antes, quizá porque ella misma se había vuelto más fría desde su transformación, Alister se lo había dicho a bordo del barco de la logia. - Alister… - alcanzó a musitar, trayendo a su mente la imagen del cazador. ¿Qué diría él si descubriese que había matado a una persona en su ausencia? Y no a alguien capaz de enfrentarse a ella sino a una criatura indefensa… definitivamente no le iba a gustar, se iba a enfadar… y con razón.
Bruscamente, la benjamina de los Calhoun se detuvo, echando la vista hacia atrás, hacia las tenues luces de la cabaña que titilaban en la distancia. Ojalá hubiese tenido la voluntad suficiente como para olvidar aquella persecución y regresar al calor de la chimenea, pero no fue el caso, las moradoras del medallón volvieron a nublar su juicio, provocando que una vez más, echase a correr tras la chica bestia y su peludo compañero.
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
- Más rápido, más rápido- gritaba, sintiendo la nieve en mi cara y que mis jojitos lloraban por el aire frío. Ury podía sentir que su piel se endurecía y agrietaba, pero no había nada que pudiera hacer. El amigo lobo volvió conmigo cuando estaba perdiendo velocidad, traía una rama en su boca. La tomé con mis calamavillosas ventosas y volvimos a la carrera, muy muy cerca de allí, había un pequeño bosque con árboles de pocas hojas - Arre arre señor lobo- gritaba Ury a viva voz, sintiendo que aquella cosa oscura se acercaba. No tenía el coraje para mirar hacia atrás y ver si todavía nos seguía.
Señor lobo se detuvo bien entrados a los árboles y aproveché para subirme a un árbol con la ayuda de mis tentáculos y mi querido arpón. El animal tiró la rama lejos, como si estuviera jugando solo a las atrapadas de palitos, después no vi que se hizo porque estaba escondiéndome y concentrándome en mi camusión* Ury no podía quitarse la ropa para mejorar el efecto, pero se escondería lo mejor posible. Devolví mi arpón a la seguridad de mi cuerpo y me preparé con mi saquito de tinta listo, en caso de que esa cosa llegara hasta allí arriba. Ury le haría piuf piuuu con la tinta en sus jojos o en su boca y atacaría con el arpón malosamente.
Por suerte, el color de la ropa que había elegido Bud, era como la corteza de los árboles, no ayudó a Ury en la nieve, pero en lo alto del árbol sería otra historia. Temblaba sobre mi ramita. Ury agradecía a cualquier deidad que no había nevado en los últimos días y que no había nieve en las ramas. Nunca antes había sido perseguida por una cosa como esa, tenía historia con los esbirros del abuelo Leónidas, pero él no tenía monstruos negros como ese. Ury estaba casi segura que se trataba del famoso demonio sombrío de las leyendas de la abuela Laureen.
No podía verlo, pero podía presentir que estaba allí, buscándome. El señor lobo también había desaparecido, Ury estaba agradecida con él por haberle salvado la vida y me preguntaba si los lobos del desierto nevado eran inmunes a esas criaturas malosas o si tenía un entrenador cerca… desde donde estaba no podía verlo, pero estaba convencida que las huellas del señor lobo tendrían que delatarle. Pensé en bajarme del árbol y salir en su búsqueda, le tenía tanto miedo a esa cosa como a morir congelada y solita en la cima de un árbol. Ury era una niña calamarezca pirata, si moría, tenía que ser en el mar o en una batalla épica, que fuera recordada por muchas personas, pero en medio de la noche y sin testigos, no valía de nada.
Señor lobo se detuvo bien entrados a los árboles y aproveché para subirme a un árbol con la ayuda de mis tentáculos y mi querido arpón. El animal tiró la rama lejos, como si estuviera jugando solo a las atrapadas de palitos, después no vi que se hizo porque estaba escondiéndome y concentrándome en mi camusión* Ury no podía quitarse la ropa para mejorar el efecto, pero se escondería lo mejor posible. Devolví mi arpón a la seguridad de mi cuerpo y me preparé con mi saquito de tinta listo, en caso de que esa cosa llegara hasta allí arriba. Ury le haría piuf piuuu con la tinta en sus jojos o en su boca y atacaría con el arpón malosamente.
Por suerte, el color de la ropa que había elegido Bud, era como la corteza de los árboles, no ayudó a Ury en la nieve, pero en lo alto del árbol sería otra historia. Temblaba sobre mi ramita. Ury agradecía a cualquier deidad que no había nevado en los últimos días y que no había nieve en las ramas. Nunca antes había sido perseguida por una cosa como esa, tenía historia con los esbirros del abuelo Leónidas, pero él no tenía monstruos negros como ese. Ury estaba casi segura que se trataba del famoso demonio sombrío de las leyendas de la abuela Laureen.
No podía verlo, pero podía presentir que estaba allí, buscándome. El señor lobo también había desaparecido, Ury estaba agradecida con él por haberle salvado la vida y me preguntaba si los lobos del desierto nevado eran inmunes a esas criaturas malosas o si tenía un entrenador cerca… desde donde estaba no podía verlo, pero estaba convencida que las huellas del señor lobo tendrían que delatarle. Pensé en bajarme del árbol y salir en su búsqueda, le tenía tanto miedo a esa cosa como a morir congelada y solita en la cima de un árbol. Ury era una niña calamarezca pirata, si moría, tenía que ser en el mar o en una batalla épica, que fuera recordada por muchas personas, pero en medio de la noche y sin testigos, no valía de nada.
Off: Libero el arsenal de todas las habilidades de Ury (?) a ver si sobrevive (?) ewe
Subrayado el uso de la Camusión que permite el camuflaje a lo camaleón de la piel de Ulareena, pero no aplica si sigues un rastro olfativo. Y pues, si vas de frente, te llenaras los ojos de tinta (?) tinta con amorsh ~<3
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Haciendo gala de su nueva agilidad, la criatura de la noche comenzó a recortar la distancia que la separaba de sus potenciales víctimas, valiéndose de la pendiente para acelerar el paso, pero pronto se dio cuenta de lo que pretendían el lobo y la niña, iban directamente hacia los árboles, buscaban esconderse en un lugar menos abierto. - Eso no les servirá de nada. - pensó, respirando profundamente para no perder el olor que estaban dejando a su paso. Tenía una vista muy aguda pero no era su sentido más desarrollado, el olfato era el que más había mejorado con la transformación, motivo por el cual no tenía de qué preocuparse, aunque los perdiese momentáneamente, podría rastrearlos sin problema.
- Además, si de verdad pretenden despistarme tendrán que quedarse quietos... - se dijo interiormente, justo antes de cruzar la primera línea de árboles y reducir su velocidad. Aquella nueva versión de sí misma tenía más resistencia, podía correr durante más tiempo y más rápido, pero llevaba sin probar una gota de sangre desde hacía horas, no podría seguir gastando las energías que le quedaban a la ligera, necesitaba atrapar a su presa… y pronto. Mientras recuperaba el aliento tras la carrera, Elen empezó a internarse en aquella pequeña arboleda, cuidando de que sus pasos fuesen lo suficientemente suaves como para no hacer ruido.
No le costó seguir las pisadas en la nieve hasta que éstas revelaron que uno de los rastros desaparecía de forma repentina, ¿era esa otra treta para distraerla o estaban tramando algo? - ¿Se habrá subido al lobo? - preguntó en voz baja, clavando la mirada en las huellas del animal, que eran las únicas que seguían avanzando. - No, si lo hubiese hecho las siguientes habrían sido más profundas a causa del peso añadido. - razonó, tras observar detenidamente durante unos instantes el camino que marcaban las patas del peludo ser. Estaba claro incluso para ella, que no era una cazadora, la chica bestia andaba cerca, y pronto una brisa le indicó de forma exacta dónde encontrarla.
Sin intención de alertarla antes de tiempo, la benjamina de los Calhoun contuvo el impulso de alzar la cabeza hacia el lugar del que le llegaba aquel aroma a mar, y en vez de eso probó a ocultarse entre las sombras, mimetizándose con el ambiente hasta ser prácticamente invisible. Una vez hecho esto, y sabiendo que sus víctimas ya no podían ver lo que hacía, buscó con la mirada a la niña, pero apenas logró atisbar su silueta ya que se estaba camuflando contra la corteza de uno de los árboles. - Tendré que escalar hasta ahí. - pensó, dirigiéndose hacia el tronco del espécimen más próximo al que ocupaba su objetivo.
La idea era simple, trepar hasta la copa y utilizar una de las ramas más estables para saltar sobre la muchacha, tomándola por sorpresa y evitando de ese modo que pudiese reaccionar. Solo tenía que llevarla a cabo, y de camino, pondría a prueba sus nuevas habilidades.
Tomando algo de carrerilla, la de cabellos cenicientos fue hacia el árbol en cuestión y saltó, colocando la pierna en el primer punto de apoyo que encontró para acto seguido iniciar el ascenso hasta la parte más alta del mismo, manipulando su oscuro elemento para ayudarse a escalar más rápido. Los sombríos lazos la ayudaron a subir ágilmente a través de las ramas, con lo que en apenas unos instantes alcanzó la posición que deseaba, sobre una de ellas, lo bastante gruesa como para soportar su peso sin problemas. Aquella extensión casi tocaba al espécimen sobre el cual estaba la niña, con lo que solo tuvo que recorrerla a toda prisa y abalanzarse sobre la silueta de la pequeña.
Sin embargo, la chica pulpo la estaba esperando, había escuchado perfectamente cómo se le acercaba y sin miramientos, la recibió disparándole un desagradable líquido negro que le acertó en el rostro. - Arghhh. - se quejó la vampira, que había cerrado los ojos apenas unos segundos antes de recibir el impacto de la tinta. Parte de la pegajosa sustancia le había entrado en la boca, lo que la obligó a escupir para tratar de quitarse el mal sabor, pero no solo eso, incapaz de ver nada hasta que se limpiase la cara, ya que no entraba en sus planes arriesgarse a que se le irritase la vista, había quedado totalmente expuesta ante su presa, a la cual, había subestimado.
Off: Elen utiliza su habilidad de Mimetización.
Ahora mismo está en desventaja, así que puedes tirarla del árbol con un golpe de arpón si quieres, Alister aparecerá en el próximo post para intervenir.
- Además, si de verdad pretenden despistarme tendrán que quedarse quietos... - se dijo interiormente, justo antes de cruzar la primera línea de árboles y reducir su velocidad. Aquella nueva versión de sí misma tenía más resistencia, podía correr durante más tiempo y más rápido, pero llevaba sin probar una gota de sangre desde hacía horas, no podría seguir gastando las energías que le quedaban a la ligera, necesitaba atrapar a su presa… y pronto. Mientras recuperaba el aliento tras la carrera, Elen empezó a internarse en aquella pequeña arboleda, cuidando de que sus pasos fuesen lo suficientemente suaves como para no hacer ruido.
No le costó seguir las pisadas en la nieve hasta que éstas revelaron que uno de los rastros desaparecía de forma repentina, ¿era esa otra treta para distraerla o estaban tramando algo? - ¿Se habrá subido al lobo? - preguntó en voz baja, clavando la mirada en las huellas del animal, que eran las únicas que seguían avanzando. - No, si lo hubiese hecho las siguientes habrían sido más profundas a causa del peso añadido. - razonó, tras observar detenidamente durante unos instantes el camino que marcaban las patas del peludo ser. Estaba claro incluso para ella, que no era una cazadora, la chica bestia andaba cerca, y pronto una brisa le indicó de forma exacta dónde encontrarla.
Sin intención de alertarla antes de tiempo, la benjamina de los Calhoun contuvo el impulso de alzar la cabeza hacia el lugar del que le llegaba aquel aroma a mar, y en vez de eso probó a ocultarse entre las sombras, mimetizándose con el ambiente hasta ser prácticamente invisible. Una vez hecho esto, y sabiendo que sus víctimas ya no podían ver lo que hacía, buscó con la mirada a la niña, pero apenas logró atisbar su silueta ya que se estaba camuflando contra la corteza de uno de los árboles. - Tendré que escalar hasta ahí. - pensó, dirigiéndose hacia el tronco del espécimen más próximo al que ocupaba su objetivo.
La idea era simple, trepar hasta la copa y utilizar una de las ramas más estables para saltar sobre la muchacha, tomándola por sorpresa y evitando de ese modo que pudiese reaccionar. Solo tenía que llevarla a cabo, y de camino, pondría a prueba sus nuevas habilidades.
Tomando algo de carrerilla, la de cabellos cenicientos fue hacia el árbol en cuestión y saltó, colocando la pierna en el primer punto de apoyo que encontró para acto seguido iniciar el ascenso hasta la parte más alta del mismo, manipulando su oscuro elemento para ayudarse a escalar más rápido. Los sombríos lazos la ayudaron a subir ágilmente a través de las ramas, con lo que en apenas unos instantes alcanzó la posición que deseaba, sobre una de ellas, lo bastante gruesa como para soportar su peso sin problemas. Aquella extensión casi tocaba al espécimen sobre el cual estaba la niña, con lo que solo tuvo que recorrerla a toda prisa y abalanzarse sobre la silueta de la pequeña.
Sin embargo, la chica pulpo la estaba esperando, había escuchado perfectamente cómo se le acercaba y sin miramientos, la recibió disparándole un desagradable líquido negro que le acertó en el rostro. - Arghhh. - se quejó la vampira, que había cerrado los ojos apenas unos segundos antes de recibir el impacto de la tinta. Parte de la pegajosa sustancia le había entrado en la boca, lo que la obligó a escupir para tratar de quitarse el mal sabor, pero no solo eso, incapaz de ver nada hasta que se limpiase la cara, ya que no entraba en sus planes arriesgarse a que se le irritase la vista, había quedado totalmente expuesta ante su presa, a la cual, había subestimado.
Off: Elen utiliza su habilidad de Mimetización.
Ahora mismo está en desventaja, así que puedes tirarla del árbol con un golpe de arpón si quieres, Alister aparecerá en el próximo post para intervenir.
Elen Calhoun
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Estaba tan silenciosa… que podía sentir los latidos de mi corazón. Papono me había dicho que habían celfamolodos que tenían tres corazones. Ury estaba feliz de solo tener uno, porque me estaba costando mucho mantenerlo dentro de mi pecho. Estaba tan nerviosa y asustada que se me había cerrado la garganta. Había visto pasar a la cosa oscura, se trataba de una mujer, una mujer con cara de mala, con cara de no haberse comido niños fritos en mucho tiempo. No quería ser su cena, yo sospechaba que no era verdad, pero al parecer las historias de los piratas malosos eran verdad: si sales por las noches y te portas mal, la bruja come niños llegará para chupetearte los tentáculos. Esa bruja de pelo blanco quería chupetearse a Ury, no lo permitiría, nones nuuu.
La perdí de vista, no quería moverme porque tenía miedo que la rama hiciera ruiditos y tampoco quería que me notase. Me miré las manos, estaban bien calamafladas, dejé salir un pequeño suspiro, si sobrevivía a, tenía que empezar a portarme un poquito mejor. Sería una niña pirata totalmente niña…no. Totalmente pirata. Ury dejaría de ser niña. ¡Se volvería calamar total! El silencio se quebró como una varita seca. Quise pensar que era algo más, pero sabía muy bien que se trataba de la bruja usando sus teliiibles poderes para llegar a mí. Sostuve mi brazo de la tinta con el otro, para mantener el pulso, mientras esperaba que apareciese. Tenía todos mis sentidos preparados para apuntar y liberar toda mi tinta. Ury sintió calma, mucha calma. Me preguntaba si el calamavilloso Werner también sentía eso cuando era el momento apropiado, el rey de los momentos, ese momento.
- ¡Muere burja led mla! - Ury se había concentrado tanto en la puntería que las palabras salieron todas entreveradas. ¡Se había aparecido demasiado rápido! - ¡No me vas a chupar los pies!- Usando el arpón como un bate, quise golpearle una pierna, pero la cosa me salió redonda cuando perdió el equilibrio y cayó. Aseguré mi arma para usarla en caso de necesitar bajar de emergencia, aunque por el momento Ury se sentía más segura con la distancia y ella abajo y Ury arriba. Puse mis manitas en jarra y cuando me pudo ver le hice una morisqueta, apoyando mi pulgar en la punta de mi nariz y moviendo los cuatro deditos como si fuese una bandera flameando. - laaa-la-la -laaaaa- la a que no me atrapas- le eché la lengua e hice ruiditos soplando por mis labios. - nanana Ulareena clamareena no será vencida fácilmente puh puh puh-
A cierta distancia, Ury pudo escuchar el aullido de un lobo, si no fuese una idea demasiado loca (incluso para una calamara calamavillosa como yo) hubiese pensado que era una risa burlona del señor lobo, por suerte Ury sabía mejor y no hizo caso a su buena imaginación, no esa vez. Los festejos del lobo se interrumpieron abruptamente, algo no andaba bien. Ury se preparó para tirarse al suelo y salir corriendo, no sabía lo que era, pero el buen perrito había probado ser bueno y ese silencio repentino le daba mu mala espina a mi tentaculosa cabeza. - Tus esbirros sufrirán mi ira- gritó Ury, para ver si negaba tener compañía o aceptaba la culpa de ser una burja malosa que había invocado a su secuaz de bajo nivel porque ella no podía con mi tentaculosidad calamavillosa.
La perdí de vista, no quería moverme porque tenía miedo que la rama hiciera ruiditos y tampoco quería que me notase. Me miré las manos, estaban bien calamafladas, dejé salir un pequeño suspiro, si sobrevivía a, tenía que empezar a portarme un poquito mejor. Sería una niña pirata totalmente niña…no. Totalmente pirata. Ury dejaría de ser niña. ¡Se volvería calamar total! El silencio se quebró como una varita seca. Quise pensar que era algo más, pero sabía muy bien que se trataba de la bruja usando sus teliiibles poderes para llegar a mí. Sostuve mi brazo de la tinta con el otro, para mantener el pulso, mientras esperaba que apareciese. Tenía todos mis sentidos preparados para apuntar y liberar toda mi tinta. Ury sintió calma, mucha calma. Me preguntaba si el calamavilloso Werner también sentía eso cuando era el momento apropiado, el rey de los momentos, ese momento.
- ¡Muere burja led mla! - Ury se había concentrado tanto en la puntería que las palabras salieron todas entreveradas. ¡Se había aparecido demasiado rápido! - ¡No me vas a chupar los pies!- Usando el arpón como un bate, quise golpearle una pierna, pero la cosa me salió redonda cuando perdió el equilibrio y cayó. Aseguré mi arma para usarla en caso de necesitar bajar de emergencia, aunque por el momento Ury se sentía más segura con la distancia y ella abajo y Ury arriba. Puse mis manitas en jarra y cuando me pudo ver le hice una morisqueta, apoyando mi pulgar en la punta de mi nariz y moviendo los cuatro deditos como si fuese una bandera flameando. - laaa-la-la -laaaaa- la a que no me atrapas- le eché la lengua e hice ruiditos soplando por mis labios. - nanana Ulareena clamareena no será vencida fácilmente puh puh puh-
A cierta distancia, Ury pudo escuchar el aullido de un lobo, si no fuese una idea demasiado loca (incluso para una calamara calamavillosa como yo) hubiese pensado que era una risa burlona del señor lobo, por suerte Ury sabía mejor y no hizo caso a su buena imaginación, no esa vez. Los festejos del lobo se interrumpieron abruptamente, algo no andaba bien. Ury se preparó para tirarse al suelo y salir corriendo, no sabía lo que era, pero el buen perrito había probado ser bueno y ese silencio repentino le daba mu mala espina a mi tentaculosa cabeza. - Tus esbirros sufrirán mi ira- gritó Ury, para ver si negaba tener compañía o aceptaba la culpa de ser una burja malosa que había invocado a su secuaz de bajo nivel porque ella no podía con mi tentaculosidad calamavillosa.
Off: Lo siento, no solamente te hago esperar, sino que no aporté mucho y.y
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
- Tengo que darme prisa. - masculló el cazador, maldiciendo interiormente mientras alzaba la vista hacia el estrellado cielo nocturno. Llegar hasta el lugar en que habían dejado los caballos había sido fácil, solo le había tomado media hora, pero incapaz de traerlos consigo volando, el regreso hasta la cabaña estaba siendo mucho más lento.
De un momento a otro la noche se le había echado encima, y con ello aumentó su preocupación por la joven, que llevaba sin alimentarse desde el mediodía y a aquellas alturas, ya debía estar luchando de nuevo con la sed. - Vamos, vamos. - musitó, espoleando a su montura para que acelerase el paso mientras Sombra, que ya se había acostumbrado a su presencia y la toleraba sin problemas, lo seguía de cerca, con las riendas atadas a su silla de montar, de la cual también colgaba un saco no muy grande. Su contenido sería la cena de la vampira, un espécimen joven de uno de los rebaños de la zona, pero debía apresurarse y llegar a ella, antes de que su nueva naturaleza la impulsase a salir de caza por su cuenta.
Con esa idea en mente, el norteño mantuvo a los caballos al trote durante todo el trayecto, consciente de que galopar por la nieve los agotaría demasiado y terminaría siendo contraproducente.
La llanura que rodeaba Dundarak lo recibió con su gélida brisa, algo a lo que estaba acostumbrado desde su niñez y que le hacía valorar más las cálidas tierras del sur, donde no necesitaba un enorme abrigo de pieles para ir a cualquier parte. - Ya falta poco. - se dijo mentalmente, ignorando el viento y su intento por complicarle el camino, iba al que una vez fue su hogar, podía hacerlo con los ojos cerrados. Y así, lentamente, rodeó parte de la ciudad y se apartó de los muros que la protegían para dirigirse a la cabaña, cuya titilante luz no tardó en atisbar a lo lejos.
- Que raro… ¿se habrá dormido? - susurró, al percatarse de la débil iluminación. Elen no podía acercarse mucho al fuego eso lo tenía presente, quizá fuese el motivo por el que apenas se veía claridad a través de la ventana. Sin aflojar el paso, Alister guió a los caballos hasta la parte exterior de la vivienda, donde se las apañó para atarlos a un poste y cubrirlos con unas pieles, esperando que así pudiesen pasar la noche sin demasiados problemas. Una vez hecho esto desató el saco de la silla y se lo echó al hombro, ignorando los bruscos movimientos de su ocupante, que volvía a resistirse tras un rato de inmovilidad.
- Ya he vuelto. - anunció nada más cruzar el umbral de la puerta, cerrando tras de sí y depositando su carga en el suelo para poder sacudirse la nieve del abrigo. - ¿Elen? - preguntó, avanzando hasta la chimenea y comprobando que no la había avivado. Pensando que estaría en alguna de las habitaciones o quizá en el aseo, el dragón se encargó de echar algo más de leña al fuego antes de seguir buscándola por la casa, pero pronto se dio cuenta de que sus peores temores se estaban haciendo realidad, la benjamina de los Calhoun no estaba por ninguna parte… se había ido.
Volvió a maldecir entre dientes, había tardado demasiado y ahora no tenía idea de dónde podía estar su compañera, debía encontrarla.
A toda prisa, el cazador cruzó la cabaña y salió nuevamente al exterior, iniciando el proceso de cambio de forma para valerse de sus desarrollados sentidos de reptil y rastrear a la centinela. La brisa le trajo su aroma a hierbas, mezclado con algo de sangre que sin duda sería de sus ropas, así que sin perder tiempo alzó el vuelo, y manteniéndose a unos cuantos metros por encima del níveo manto de nieve, siguió la pista que tenía. - Mierda. - soltó con voz seria, al percatarse de que había otros olores en la zona, dos concretamente y que todos iban en la misma dirección.
Ese detalle confirmaba sus sospechas, Elen había salido de caza y había encontrado dos objetivos, uno de ellos con un fuerte aroma a perro, mientras que el otro era algo diferente. Con la tensión apoderándose de su cuerpo, el alado siguió avanzando hasta llegar al bosque, donde se vio obligado a volver a tierra y continuar caminando por entre los árboles, arañando algunos de ellos con las espinas de la cola mientras se internaba en la arboleda. Algunos de los troncos crujieron a su paso, tenía un cuerpo demasiado voluminoso para la zona, pero sabiendo que la de cabellos cenicientos podía estar en problemas, mantuvo su apariencia bestial y se limitó a acelerar.
Un aullido cercano hizo que se moviese aún más rápido, destrozando a su paso ramas y algún que otro árbol joven, pero fue la voz de una niña lo que terminó de darle la posición de su compañera, a la cual encontró levantándose del suelo y tratando de limpiarse la cara con la manga de su camisa mientras emitía un gruñido gutural, más propio de un animal que de una persona. - ¡Elen! - exclamó, pero la vampira no le hizo caso, en vez de eso echó a correr hacia uno de los árboles, en cuya copa se encontraba la pequeña a la que había oído instantes atrás.
- ¡Elen para! ¡Solo es una cría! - soltó, salvando la distancia que los separaba y atrapándola con una de las alas antes de que pudiese empezar a trepar por la corteza. La criatura de la noche se revolvió, trató de escapar y a punto estuvo de atacarlo a él, motivo por el cual, el norteño la tumbó sobre la nieve y echó parte de su cuerpo sobre ella, inmovilizándola. - ¡Cálmate! ¿No me reconoces? - inquirió, acercando su alargado hocico al rostro de la vampira y mirándola fijamente a los ojos con las alargadas pupilas de reptil. - Soy yo, he vuelto. - añadió en voz más baja, mientras la joven empezaba a tranquilizarse.
Su cara estaba manchada de tinta pero a pesar de eso pudo ver como se le relajaba ligeramente la expresión, había llegado a tiempo de evitar que cometiese un terrible error. - Ya puedes bajar, no te hará nada. - indicó a la chica, pero sin apartar su mirada de la otrora bruja.
De un momento a otro la noche se le había echado encima, y con ello aumentó su preocupación por la joven, que llevaba sin alimentarse desde el mediodía y a aquellas alturas, ya debía estar luchando de nuevo con la sed. - Vamos, vamos. - musitó, espoleando a su montura para que acelerase el paso mientras Sombra, que ya se había acostumbrado a su presencia y la toleraba sin problemas, lo seguía de cerca, con las riendas atadas a su silla de montar, de la cual también colgaba un saco no muy grande. Su contenido sería la cena de la vampira, un espécimen joven de uno de los rebaños de la zona, pero debía apresurarse y llegar a ella, antes de que su nueva naturaleza la impulsase a salir de caza por su cuenta.
Con esa idea en mente, el norteño mantuvo a los caballos al trote durante todo el trayecto, consciente de que galopar por la nieve los agotaría demasiado y terminaría siendo contraproducente.
La llanura que rodeaba Dundarak lo recibió con su gélida brisa, algo a lo que estaba acostumbrado desde su niñez y que le hacía valorar más las cálidas tierras del sur, donde no necesitaba un enorme abrigo de pieles para ir a cualquier parte. - Ya falta poco. - se dijo mentalmente, ignorando el viento y su intento por complicarle el camino, iba al que una vez fue su hogar, podía hacerlo con los ojos cerrados. Y así, lentamente, rodeó parte de la ciudad y se apartó de los muros que la protegían para dirigirse a la cabaña, cuya titilante luz no tardó en atisbar a lo lejos.
- Que raro… ¿se habrá dormido? - susurró, al percatarse de la débil iluminación. Elen no podía acercarse mucho al fuego eso lo tenía presente, quizá fuese el motivo por el que apenas se veía claridad a través de la ventana. Sin aflojar el paso, Alister guió a los caballos hasta la parte exterior de la vivienda, donde se las apañó para atarlos a un poste y cubrirlos con unas pieles, esperando que así pudiesen pasar la noche sin demasiados problemas. Una vez hecho esto desató el saco de la silla y se lo echó al hombro, ignorando los bruscos movimientos de su ocupante, que volvía a resistirse tras un rato de inmovilidad.
- Ya he vuelto. - anunció nada más cruzar el umbral de la puerta, cerrando tras de sí y depositando su carga en el suelo para poder sacudirse la nieve del abrigo. - ¿Elen? - preguntó, avanzando hasta la chimenea y comprobando que no la había avivado. Pensando que estaría en alguna de las habitaciones o quizá en el aseo, el dragón se encargó de echar algo más de leña al fuego antes de seguir buscándola por la casa, pero pronto se dio cuenta de que sus peores temores se estaban haciendo realidad, la benjamina de los Calhoun no estaba por ninguna parte… se había ido.
Volvió a maldecir entre dientes, había tardado demasiado y ahora no tenía idea de dónde podía estar su compañera, debía encontrarla.
A toda prisa, el cazador cruzó la cabaña y salió nuevamente al exterior, iniciando el proceso de cambio de forma para valerse de sus desarrollados sentidos de reptil y rastrear a la centinela. La brisa le trajo su aroma a hierbas, mezclado con algo de sangre que sin duda sería de sus ropas, así que sin perder tiempo alzó el vuelo, y manteniéndose a unos cuantos metros por encima del níveo manto de nieve, siguió la pista que tenía. - Mierda. - soltó con voz seria, al percatarse de que había otros olores en la zona, dos concretamente y que todos iban en la misma dirección.
Ese detalle confirmaba sus sospechas, Elen había salido de caza y había encontrado dos objetivos, uno de ellos con un fuerte aroma a perro, mientras que el otro era algo diferente. Con la tensión apoderándose de su cuerpo, el alado siguió avanzando hasta llegar al bosque, donde se vio obligado a volver a tierra y continuar caminando por entre los árboles, arañando algunos de ellos con las espinas de la cola mientras se internaba en la arboleda. Algunos de los troncos crujieron a su paso, tenía un cuerpo demasiado voluminoso para la zona, pero sabiendo que la de cabellos cenicientos podía estar en problemas, mantuvo su apariencia bestial y se limitó a acelerar.
Un aullido cercano hizo que se moviese aún más rápido, destrozando a su paso ramas y algún que otro árbol joven, pero fue la voz de una niña lo que terminó de darle la posición de su compañera, a la cual encontró levantándose del suelo y tratando de limpiarse la cara con la manga de su camisa mientras emitía un gruñido gutural, más propio de un animal que de una persona. - ¡Elen! - exclamó, pero la vampira no le hizo caso, en vez de eso echó a correr hacia uno de los árboles, en cuya copa se encontraba la pequeña a la que había oído instantes atrás.
- ¡Elen para! ¡Solo es una cría! - soltó, salvando la distancia que los separaba y atrapándola con una de las alas antes de que pudiese empezar a trepar por la corteza. La criatura de la noche se revolvió, trató de escapar y a punto estuvo de atacarlo a él, motivo por el cual, el norteño la tumbó sobre la nieve y echó parte de su cuerpo sobre ella, inmovilizándola. - ¡Cálmate! ¿No me reconoces? - inquirió, acercando su alargado hocico al rostro de la vampira y mirándola fijamente a los ojos con las alargadas pupilas de reptil. - Soy yo, he vuelto. - añadió en voz más baja, mientras la joven empezaba a tranquilizarse.
Su cara estaba manchada de tinta pero a pesar de eso pudo ver como se le relajaba ligeramente la expresión, había llegado a tiempo de evitar que cometiese un terrible error. - Ya puedes bajar, no te hará nada. - indicó a la chica, pero sin apartar su mirada de la otrora bruja.
Elen Calhoun
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Ury sentía superioridad, le había dado sus pataditas a esa cosa malosa, aunque las leyendas de las burjas decía que se desvanecían cuando recibían su merecido. Entonces… ¡entonces! Apareció un ¡…un oscuro! Un dragón oscuro. Ury se abrazó del tronco de su árbol y miró como le hablaba a la cosa, y le llamaba por un nombre - Las burjas no tienen nombre- susurró, pero Ury estaba tan abrumada por lo que pasaba que no pudo más que mirar. Le dragón la había tumbado con tanta facilidad que Ury le tuvo miedo. Hice que nones con la cabeza, agitando todos mis tentaculitos - Señor yo, Ury no cree que no le haga nada. Esa burja del mal me quiere chupar los tentáculos. Se le va a escapar… - le dije escondiéndome tras el árbol, asomando apenas un jojito.
-Y… señor dragón, me da miedo- agregué, dando un paso atrás, olvidándome del lugar donde estaba. Me resbalé de la rama y sentí que me chupaba el diablo -Iiiaaaaa- grité, más no me morí. Moví un tentáculo y luego otro… y al final todos. Sentí un “whimp” y salté como quemada, al darme cuenta que Ury había caído sobre el señor lobo. Le palmee la cabeza - Tan fuerte mi señor lobo. Gracias- le abracé y nos pusimos de pie juntos, rodeando a esas dos personas. Ury no quería, pero podía ser que ellos pudieran serme de alguna ayuda antes de morir por congelación. Corrí tras un árbol con señor lobo tras de mis pasos, cuando creí que la tal Elen se le había escapado al señor dragón. No me detuve a mirar si había sido así o no.
Esperé a que todo sonara menos peligroso, para volver a asomar mi cabeza. “Si me vaoy a morir, al menos será con buena razón” pensé justo antes de sacar la mitad de mi cuerpo - Ury necesita volver con sus amigos. Ury tiene fíiio y hambre y… extraño a mis amigos- el hocico frío del señor lobo me picó mi cara y lloriqueaba, acompañándome en mis lamentos. -¡Quiero ir a casa y demando ayuda!- Ury quería hacer sonar su demanda (como la ley sagrada de los piratas) así, como si estuviesen capitulean…catipulean… capitualndo… mmm… así, pues. Pero no lo logré, porque mis mocos congelados y mis lágrimas que no salían pero que se escuchaban, estaban por el medio. - Ahora…- agregué, sintiendo mis jojos pesados.
Me apoyé sobre el árbol, pestañeaba, pero cada vez que volvía a abrir mis jojitos, sentía que habían pasado muchas cosas. El señor lobo estaba inquieto, Ury no entendía por qué. Pestañee otra vez y bostecé, las personas estaban en otra posición. Pestañee, el señor lobo no estaba más a mi lado, su calor me había abandonado. Pestañee, buscaba al señor lobo. Pestañee, se me aflojaron las rodillas. Pestañee pero la luz de la luna se apagó.
Off: Punto de congelación D= Ury es tuya ^^
-Y… señor dragón, me da miedo- agregué, dando un paso atrás, olvidándome del lugar donde estaba. Me resbalé de la rama y sentí que me chupaba el diablo -Iiiaaaaa- grité, más no me morí. Moví un tentáculo y luego otro… y al final todos. Sentí un “whimp” y salté como quemada, al darme cuenta que Ury había caído sobre el señor lobo. Le palmee la cabeza - Tan fuerte mi señor lobo. Gracias- le abracé y nos pusimos de pie juntos, rodeando a esas dos personas. Ury no quería, pero podía ser que ellos pudieran serme de alguna ayuda antes de morir por congelación. Corrí tras un árbol con señor lobo tras de mis pasos, cuando creí que la tal Elen se le había escapado al señor dragón. No me detuve a mirar si había sido así o no.
Esperé a que todo sonara menos peligroso, para volver a asomar mi cabeza. “Si me vaoy a morir, al menos será con buena razón” pensé justo antes de sacar la mitad de mi cuerpo - Ury necesita volver con sus amigos. Ury tiene fíiio y hambre y… extraño a mis amigos- el hocico frío del señor lobo me picó mi cara y lloriqueaba, acompañándome en mis lamentos. -¡Quiero ir a casa y demando ayuda!- Ury quería hacer sonar su demanda (como la ley sagrada de los piratas) así, como si estuviesen capitulean…catipulean… capitualndo… mmm… así, pues. Pero no lo logré, porque mis mocos congelados y mis lágrimas que no salían pero que se escuchaban, estaban por el medio. - Ahora…- agregué, sintiendo mis jojos pesados.
Me apoyé sobre el árbol, pestañeaba, pero cada vez que volvía a abrir mis jojitos, sentía que habían pasado muchas cosas. El señor lobo estaba inquieto, Ury no entendía por qué. Pestañee otra vez y bostecé, las personas estaban en otra posición. Pestañee, el señor lobo no estaba más a mi lado, su calor me había abandonado. Pestañee, buscaba al señor lobo. Pestañee, se me aflojaron las rodillas. Pestañee pero la luz de la luna se apagó.
Off: Punto de congelación D= Ury es tuya ^^
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Como cabía esperar, la chica bestia se mostró desconfiada a pesar de la presencia del dragón, es más, dudaba de que el reptil pudiese retener a su atacante por mucho tiempo, hecho al cual se sumaba el miedo que él mismo con su apariencia, le inspiraba. Alister resopló resignado, pero podía entender perfectamente el comportamiento de la niña, después de haber sido perseguida de aquella forma por la versión más oscura y salvaje de la vampira, ¿por qué iba a fiarse de su palabra? - No se me va a escapar, te lo… - su frase quedó a medias en cuanto escuchó el grito de la pequeña, que sin darse cuenta había dado un paso en falso y sin apoyo bajo sus pies, empezó a caer desde la copa del árbol.
Durante un instante el dragón se planteó la opción de liberar a su compañera para atrapar a la calamar al vuelo, pero afortunadamente no hizo falta, el lobo al que había detectado anteriormente apareció justo para que le cayese encima y de ese modo, no diese con sus tentáculos directamente contra el suelo. Una vez en pie, la chica volvió a ocultarse tras otro tronco cercano, provocando que el alado negase con la cabeza antes de centrarse nuevamente en la de cabellos cenicientos. - ¿Te vas a comportar? - preguntó en voz baja, mirándola directamente a los ojos. Elen torció el gesto, la garganta le ardía, necesitaba alimentarse de inmediato, pero sabía que él no le permitiría hacer daño a la niña y teniendo en cuenta los recientes cambios que había sufrido, Alister tenía las de ganar.
La criatura de la noche ya había experimentado lo doloroso que podía ser el contacto con el sol, no quería averiguar si el fuego era mejor o peor, así que se obligó a asentir con la cabeza en respuesta. - Bien, aguanta un poco, tu cena está en la cabaña. - le reveló el norteño, consiguiendo que desease salir a toda prisa hacia la calidez de la modesta vivienda.
Para cuando Ury, o al menos así era como se había referido a sí misma hacía unos segundos, decidió asomarse desde detrás de su árbol, el cazador ya se estaba apartando de la benjamina de los Calhoun, ayudándola a levantarse con una de las alas. Aún no se fiaba del autocontrol de la joven pero sabía que podría detenerla llegado el caso, aunque por suerte, no fue necesario.
Luchando contra su instinto más básico, la centinela aguardó estoica hasta que la pequeña terminó de hablar, tenía frío y al parecer estaba perdida, pero eso no era suficiente para que dejase de pensar en la sangre que corría por sus venas, llamándola. Su peludo protector se mantenía a su lado, con el pelo erizado y gruñéndole de vez en cuando para demostrar que no le gustaba, algo que sin duda era mutuo, aunque no llegaba a entender el porqué de aquella intensa aversión. - Ve a la cabaña, tu presencia aquí no ayuda. - instó el reptil, clavando en ella sus alargadas pupilas.
Elen dudó durante unos momentos, pero sabiéndose en desventaja terminó aceptando la orden del dragón, y sin decir nada echó a correr hacia el hogar de los Cronwell, aprovechando su sed para sacar el mayor partido a su cuerpo. Movida por su deseo de alimentarse, la señora de sombras alcanzó una velocidad muy superior a la que podría haber imaginado, solo unos minutos la separaban de su presa, a la cual dejaría sin una gota del rojizo líquido en cuanto le pusiese las manos encima.
- Bien, ahora no tienes nada que temer. - dijo el alado, en cuanto perdió de vista a su compañera, pero la situación de la chica calamar había empeorado a causa del inhóspito clima de la zona. - ¡Eh, espera! - exclamó, viendo como las rodillas le temblaban para finalmente fallarle, se estaba congelando. Con apenas cuatro pasos llegó a su lado, preguntándose dónde se había metido el lobo, pero éste volvió a hacer acto de presencia en cuanto intentó extender una de las alas hacia Ury, saltando desde detrás de un árbol para interponerse entre ambos. El animal gruñó, mostró los dientes e hizo amago de morder, gestos valientes teniendo en cuenta la bestia que tenía enfrente y sus escasas posibilidades de ganar en una pelea.
Alister lo miró con severidad, pero pronto atisbó un brillo de inteligencia en los ojos del peludo, razón por la cual dejó a un lado la opción de quitarlo de en medio por la fuerza y optó por intentar comunicarse con él. - Se está congelando ¿no lo ves? - inquirió, sin esperar respuesta alguna. - Tengo que llevármela ahora mismo, si no te fías de mí sígueme. - añadió, y a juzgar por la reacción del animal, que se giró para mirar el cuerpo de la pequeña y terminó apartándose de su camino, no se había equivocado. Sin perder más tiempo, ya que podía costarle la vida a la niña, el reptil desplegó las extremidades superiores y sujetó cuidadosamente a Ury con las garras traseras para trasladarla lo más rápido posible hacia su casa, donde con suerte podría entrar en calor rápidamente y también podrían darle algo de comida para que recuperase las fuerzas.
Off: He manejado un poquito a tu lobo, espero que no haya problema pero cualquier cosa me avisas y edito. Como no quería manejar también a tu pj he dejado la acción abierta, la intención de Alister es llevarte a la cabaña y que te recuperes allí, pero podrías reaccionar antes de que alce el vuelo si quieres, en cualquier caso te doy permiso para manejar al dragón si decides dejar que te traslade hasta su hogar, donde Elen ya estará algo más tranquila después de haberse alimentado.
Durante un instante el dragón se planteó la opción de liberar a su compañera para atrapar a la calamar al vuelo, pero afortunadamente no hizo falta, el lobo al que había detectado anteriormente apareció justo para que le cayese encima y de ese modo, no diese con sus tentáculos directamente contra el suelo. Una vez en pie, la chica volvió a ocultarse tras otro tronco cercano, provocando que el alado negase con la cabeza antes de centrarse nuevamente en la de cabellos cenicientos. - ¿Te vas a comportar? - preguntó en voz baja, mirándola directamente a los ojos. Elen torció el gesto, la garganta le ardía, necesitaba alimentarse de inmediato, pero sabía que él no le permitiría hacer daño a la niña y teniendo en cuenta los recientes cambios que había sufrido, Alister tenía las de ganar.
La criatura de la noche ya había experimentado lo doloroso que podía ser el contacto con el sol, no quería averiguar si el fuego era mejor o peor, así que se obligó a asentir con la cabeza en respuesta. - Bien, aguanta un poco, tu cena está en la cabaña. - le reveló el norteño, consiguiendo que desease salir a toda prisa hacia la calidez de la modesta vivienda.
Para cuando Ury, o al menos así era como se había referido a sí misma hacía unos segundos, decidió asomarse desde detrás de su árbol, el cazador ya se estaba apartando de la benjamina de los Calhoun, ayudándola a levantarse con una de las alas. Aún no se fiaba del autocontrol de la joven pero sabía que podría detenerla llegado el caso, aunque por suerte, no fue necesario.
Luchando contra su instinto más básico, la centinela aguardó estoica hasta que la pequeña terminó de hablar, tenía frío y al parecer estaba perdida, pero eso no era suficiente para que dejase de pensar en la sangre que corría por sus venas, llamándola. Su peludo protector se mantenía a su lado, con el pelo erizado y gruñéndole de vez en cuando para demostrar que no le gustaba, algo que sin duda era mutuo, aunque no llegaba a entender el porqué de aquella intensa aversión. - Ve a la cabaña, tu presencia aquí no ayuda. - instó el reptil, clavando en ella sus alargadas pupilas.
Elen dudó durante unos momentos, pero sabiéndose en desventaja terminó aceptando la orden del dragón, y sin decir nada echó a correr hacia el hogar de los Cronwell, aprovechando su sed para sacar el mayor partido a su cuerpo. Movida por su deseo de alimentarse, la señora de sombras alcanzó una velocidad muy superior a la que podría haber imaginado, solo unos minutos la separaban de su presa, a la cual dejaría sin una gota del rojizo líquido en cuanto le pusiese las manos encima.
- Bien, ahora no tienes nada que temer. - dijo el alado, en cuanto perdió de vista a su compañera, pero la situación de la chica calamar había empeorado a causa del inhóspito clima de la zona. - ¡Eh, espera! - exclamó, viendo como las rodillas le temblaban para finalmente fallarle, se estaba congelando. Con apenas cuatro pasos llegó a su lado, preguntándose dónde se había metido el lobo, pero éste volvió a hacer acto de presencia en cuanto intentó extender una de las alas hacia Ury, saltando desde detrás de un árbol para interponerse entre ambos. El animal gruñó, mostró los dientes e hizo amago de morder, gestos valientes teniendo en cuenta la bestia que tenía enfrente y sus escasas posibilidades de ganar en una pelea.
Alister lo miró con severidad, pero pronto atisbó un brillo de inteligencia en los ojos del peludo, razón por la cual dejó a un lado la opción de quitarlo de en medio por la fuerza y optó por intentar comunicarse con él. - Se está congelando ¿no lo ves? - inquirió, sin esperar respuesta alguna. - Tengo que llevármela ahora mismo, si no te fías de mí sígueme. - añadió, y a juzgar por la reacción del animal, que se giró para mirar el cuerpo de la pequeña y terminó apartándose de su camino, no se había equivocado. Sin perder más tiempo, ya que podía costarle la vida a la niña, el reptil desplegó las extremidades superiores y sujetó cuidadosamente a Ury con las garras traseras para trasladarla lo más rápido posible hacia su casa, donde con suerte podría entrar en calor rápidamente y también podrían darle algo de comida para que recuperase las fuerzas.
Off: He manejado un poquito a tu lobo, espero que no haya problema pero cualquier cosa me avisas y edito. Como no quería manejar también a tu pj he dejado la acción abierta, la intención de Alister es llevarte a la cabaña y que te recuperes allí, pero podrías reaccionar antes de que alce el vuelo si quieres, en cualquier caso te doy permiso para manejar al dragón si decides dejar que te traslade hasta su hogar, donde Elen ya estará algo más tranquila después de haberse alimentado.
Elen Calhoun
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
- Tomatitos con adobo… camarones al ajillo… ugh…- Ury escuchó su propia voz semi dormida y abrió los jojos de par en par. - Puh puh puh Ulareena calamareena lo ha hecho de nuevo. Muerte mortal ¡te he vencido!- festejé, poniéndome en pie con una mano sobre mi cadera y la otra señalando el techo de una… - ¿cabaña?- miré a los lados, girando sobre mis propias piernas incómoda, estaba en el interior de una casa, frente a un hogar encendido. - Oh si… oh si…- y comencé así mi pequeño baile de la victoria, que implicaba mover todos mis tentáculos al ritmo de mis caderas, opuesto al movimiento de mis brazos. - Puh PUH PUH- terminé el paso del festejo con el castañear entre los dedos pulgar y medio de mis dos manos. Me había quedado con un brazo estirado hacia una puerta de la que venía una tenue luz, mi otra manita flexionada a la altura de mi pecho hacia la misma dirección. Levanté los tentáculos mientras achicaba mi mirada de calamara espiona.
Bajé silenciosamente mis extremidades, me cercioré que no hubiera nadie más, mirando hacia todos lados y finalmente me pegué a la pared, caminando en puntitas de pie. Apreté mis labios, mi sonrisa de vitoria no se había terminado junto con el calamavilloso baile. Probablemente estaba en la casa del dueño del señor lobo, esperaba verlos sentados en ese lugar, pero el final del pasillo tenía escondida otra sorpresa para mi tentaculoso ser. - Cangrejos fritos. ¡¿Pero qué es esto?!- me pregunté, rascándome la cabeza. A decir verdad, Ury había entrado en calor, por lo que se quitó el abrigo, arrastré una silla y me paré sobre ella para dar crédito a estos ojitos calamavillosos que mis padres me habían dado. - Por los grandes calamares ancestrales, es bueno estar viva- golpee mis manitas entre ellas una vez y empecé a comer como si no hubiese un mañana.
Pan duro, carne seca, queso, galleta, cosas sin nombre pero que se veían comestibles, mis tentáculos y mis manos tomaban algo de cada cosa y no le sentí el gusto hasta después de la segunda ronda y habiendo echado entre pecho y espalda toda la jarra de agua tibia que me esperaba sobre la mesa. Cuando empecé a llenarme, me senté en la silla, incapaz de tocar el suelo. Pero los jojos de Ury seguían con hambre, por lo que tomé una naranja y… - ¡Ay ay ay!- casi la tiro al suelo al ver que era ¡roja! ¡Roooja! Me llevé una manita al pecho y respiré profundamente, recordando a la abuela Laureen e imaginándomela allí, negando con su cabeza. Piqué la naranja con uno de mis tentáculos, usando las ventosas para cerciorarme de que todo estaba en orden. - Ay mi capitán Gato… mis jojos deben de haberse puesto malos- tomé el peluche de mi espalda y lo abracé. Recién entonces me percaté de la presencia de un viejo mirándome.
- ¡Ay ay! ¡En guardia!- grité, sacando mi arpón y blandiéndolo como si fuese una espada. Después, me di cuenta que yo no era la dueña de casa y tiré arma y peluche al suelo para ir a abrazarle una pierna al hombre - Ay ay ay ¡gracias gracias gracias lo siento lo siento gracias!- tomé aire y miré al señor - Mi nombre es Ulareena Werner y quiero que seas mi amigo- sonreí - ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces aquí? ¿Vives solo? Cocinas muy bien- y como para reasegurar mis palabras, se me escapó un pequeño eructo. Agaché mi cabeza, esperando que no lo hubiese percibido y volví a sonreír.
Off: Te dejo a Ulareena. Ya sabes lo energética que es, dudo que ahora quiera despegarse de Alister xD
Bajé silenciosamente mis extremidades, me cercioré que no hubiera nadie más, mirando hacia todos lados y finalmente me pegué a la pared, caminando en puntitas de pie. Apreté mis labios, mi sonrisa de vitoria no se había terminado junto con el calamavilloso baile. Probablemente estaba en la casa del dueño del señor lobo, esperaba verlos sentados en ese lugar, pero el final del pasillo tenía escondida otra sorpresa para mi tentaculoso ser. - Cangrejos fritos. ¡¿Pero qué es esto?!- me pregunté, rascándome la cabeza. A decir verdad, Ury había entrado en calor, por lo que se quitó el abrigo, arrastré una silla y me paré sobre ella para dar crédito a estos ojitos calamavillosos que mis padres me habían dado. - Por los grandes calamares ancestrales, es bueno estar viva- golpee mis manitas entre ellas una vez y empecé a comer como si no hubiese un mañana.
Pan duro, carne seca, queso, galleta, cosas sin nombre pero que se veían comestibles, mis tentáculos y mis manos tomaban algo de cada cosa y no le sentí el gusto hasta después de la segunda ronda y habiendo echado entre pecho y espalda toda la jarra de agua tibia que me esperaba sobre la mesa. Cuando empecé a llenarme, me senté en la silla, incapaz de tocar el suelo. Pero los jojos de Ury seguían con hambre, por lo que tomé una naranja y… - ¡Ay ay ay!- casi la tiro al suelo al ver que era ¡roja! ¡Roooja! Me llevé una manita al pecho y respiré profundamente, recordando a la abuela Laureen e imaginándomela allí, negando con su cabeza. Piqué la naranja con uno de mis tentáculos, usando las ventosas para cerciorarme de que todo estaba en orden. - Ay mi capitán Gato… mis jojos deben de haberse puesto malos- tomé el peluche de mi espalda y lo abracé. Recién entonces me percaté de la presencia de un viejo mirándome.
- ¡Ay ay! ¡En guardia!- grité, sacando mi arpón y blandiéndolo como si fuese una espada. Después, me di cuenta que yo no era la dueña de casa y tiré arma y peluche al suelo para ir a abrazarle una pierna al hombre - Ay ay ay ¡gracias gracias gracias lo siento lo siento gracias!- tomé aire y miré al señor - Mi nombre es Ulareena Werner y quiero que seas mi amigo- sonreí - ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces aquí? ¿Vives solo? Cocinas muy bien- y como para reasegurar mis palabras, se me escapó un pequeño eructo. Agaché mi cabeza, esperando que no lo hubiese percibido y volví a sonreír.
Off: Te dejo a Ulareena. Ya sabes lo energética que es, dudo que ahora quiera despegarse de Alister xD
Ulareena Werner
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Re: Oscura transición [Libre] [2/3] [Noche]
Para cuando Alister llegó al exterior de la cabaña la luz que se colaba a través de la ventana era más intensa que la que había encontrado anteriormente, detalle que tomó por una buena señal ya que significaba que Elen se había calmado lo suficiente como para atender el fuego. Nada más aterrizar depositó con cuidado a la chica bestia en la entrada y se apartó de ella para volver a su forma humana a toda prisa, tras lo cual tomó en brazos a la pequeña y la llevó al interior de la vivienda, ignorando el ceño fruncido con que su compañera lo recibió.
- ¿Por qué la has traído? - preguntó la vampira, torciendo el gesto y poniéndose en pie. - Se desmayó a causa del frío, no podía dejarla ahí fuera para que se congelase. - explicó el norteño, cruzando la cocina y avanzando hacia la chimenea para recostar a la niña lo más cerca posible del calor. La benjamina de los Calhoun se alejó de inmediato, colocándose en la otra punta de la estancia y pegando la espalda a la pared, para acto seguido cruzar los brazos sobre el pecho mientras el dragón se encargaba de abrigar a aquella extraña. - No me mires así, sé que pensábamos irnos esta noche pero tendremos que aplazarlo, en cuanto amanezca la llevaré a Dundarak y podremos seguir con nuestros planes. - musitó, en un intento por contentarla.
La de cabellos cenicientos no dijo nada, se limitó a abandonar la sala y buscar otra en que estar tranquila, pero pronto el cazador fue a buscarla para asegurarse de hacer desaparecer su momentáneo enfado. - Todavía tienes tinta en la cara. - comentó, tomándola de la mano para guiarla hacia el lavabo. Una vez allí no le costó dar con un paño limpio, el cual humedeció en agua fría y deslizó por la pálida tez de la señora de sombras, retirando los restos de la negruzca sustancia. Su comienzo como pareja no podría haber sido más complicado, y la transformación sin duda los pondría a prueba durante los meses siguientes, hasta que finalmente, la criatura de la noche consiguiese controlar su sed.
- Iré a prepararme algo de cenar, si no quieres estar cerca de ella nos quedaremos en el comedor… buscaré algunas velas. - sugirió, acariciándole la mejilla delicadamente antes de marcharse a por el animal que había traído y algunos enseres de cocina. Elen dejó escapar un quedo suspiro, salió del modesto baño y se metió en la salita que Alister le había indicado, dejándose caer en una de las sillas. La presencia de Ury no le agradaba, no solo porque la hubiese tirado de un árbol sino porque no tenía ningún tipo de lazo con ella, es decir, que no tendría reparos en atacarla si el hambre regresaba e irremediablemente, eso le ocasionaría problemas con el alado.
Pronto el norteño despiezó al novillo que había capturado, alegrándose de que no le quedase una gota de sangre en el cuerpo ya que así no tenía que preocuparse por manchar nada, y porque de paso, eso mantendría a la joven tranquila durante unas horas. Puso algunos trozos al fuego y extendió sobre la larga mesa de madera los alimentos que había conseguido aquella tarde, algunos para combinarlos con la carne y otros para prepararlos para las jornadas siguientes a modo de provisiones.
Lo que no esperaban ninguno de los dos era que la calamar despertase tan pronto, y que ni corta ni perezosa, empezase a deambular por la cabaña a sus anchas hasta entrar en el comedor. Al principio no reparó en ellos, lo cual en el caso de la vampira tenía sentido ya que se encontraba en un rincón, parcialmente camuflada en la oscuridad, pero a diferencia de ella, el cazador se hallaba más cerca de la mesa y por lo tanto de la comida, esa que la chica bestia no dudó en empezar a zamparse como si no se hubiese alimentado en varios días.
Alister la observó en silencio hasta que Ury se percató de su presencia, momento en que de forma instintiva, la pequeña echó mano a su arpón, el mismo con que había golpeado a la benjamina de los Calhoun solo un rato antes. Por suerte aquella actitud defensiva pronto desapareció por completo, dando paso a una agradecida niña que tras soltar lo que llevaba consigo, corrió a abrazarse a la pierna de su anfitrión y lo bombardeó a preguntas. - Para el carro. - contestó él, tomándola por los hombros para apartarla ligeramente de sí. - Supongo que sin las escamas no me reconoces, soy el dragón. - explicó, desviando la vista hacia la de ojos verdes con cierto nerviosismo. - Me llamo Alister y ella es Elen, no, no te preocupes, ya no intentará hacerte nada. - prosiguió, adelantándose a la posible reacción de su invitada. - ¿Verdad que no? - inquirió, clavando su mirada en el rostro de su acompañante. - No, ya no me interesa tu sangre. - soltó Elen, con toda la naturalidad del mundo.
- Me alegra que te guste la comida, toma la que quieras. - instó, señalando lo que quedaba sobre la mesa. - ¿Qué hacías en la llanura a estas horas? ¿viajabas con el lobo a alguna parte? - preguntó, centrándose nuevamente en Ury. Cruzar el inhóspito territorio que rodeaba Dundarak era todo un reto incluso de día, de noche podía convertirse en un error fatal.
- ¿Por qué la has traído? - preguntó la vampira, torciendo el gesto y poniéndose en pie. - Se desmayó a causa del frío, no podía dejarla ahí fuera para que se congelase. - explicó el norteño, cruzando la cocina y avanzando hacia la chimenea para recostar a la niña lo más cerca posible del calor. La benjamina de los Calhoun se alejó de inmediato, colocándose en la otra punta de la estancia y pegando la espalda a la pared, para acto seguido cruzar los brazos sobre el pecho mientras el dragón se encargaba de abrigar a aquella extraña. - No me mires así, sé que pensábamos irnos esta noche pero tendremos que aplazarlo, en cuanto amanezca la llevaré a Dundarak y podremos seguir con nuestros planes. - musitó, en un intento por contentarla.
La de cabellos cenicientos no dijo nada, se limitó a abandonar la sala y buscar otra en que estar tranquila, pero pronto el cazador fue a buscarla para asegurarse de hacer desaparecer su momentáneo enfado. - Todavía tienes tinta en la cara. - comentó, tomándola de la mano para guiarla hacia el lavabo. Una vez allí no le costó dar con un paño limpio, el cual humedeció en agua fría y deslizó por la pálida tez de la señora de sombras, retirando los restos de la negruzca sustancia. Su comienzo como pareja no podría haber sido más complicado, y la transformación sin duda los pondría a prueba durante los meses siguientes, hasta que finalmente, la criatura de la noche consiguiese controlar su sed.
- Iré a prepararme algo de cenar, si no quieres estar cerca de ella nos quedaremos en el comedor… buscaré algunas velas. - sugirió, acariciándole la mejilla delicadamente antes de marcharse a por el animal que había traído y algunos enseres de cocina. Elen dejó escapar un quedo suspiro, salió del modesto baño y se metió en la salita que Alister le había indicado, dejándose caer en una de las sillas. La presencia de Ury no le agradaba, no solo porque la hubiese tirado de un árbol sino porque no tenía ningún tipo de lazo con ella, es decir, que no tendría reparos en atacarla si el hambre regresaba e irremediablemente, eso le ocasionaría problemas con el alado.
Pronto el norteño despiezó al novillo que había capturado, alegrándose de que no le quedase una gota de sangre en el cuerpo ya que así no tenía que preocuparse por manchar nada, y porque de paso, eso mantendría a la joven tranquila durante unas horas. Puso algunos trozos al fuego y extendió sobre la larga mesa de madera los alimentos que había conseguido aquella tarde, algunos para combinarlos con la carne y otros para prepararlos para las jornadas siguientes a modo de provisiones.
Lo que no esperaban ninguno de los dos era que la calamar despertase tan pronto, y que ni corta ni perezosa, empezase a deambular por la cabaña a sus anchas hasta entrar en el comedor. Al principio no reparó en ellos, lo cual en el caso de la vampira tenía sentido ya que se encontraba en un rincón, parcialmente camuflada en la oscuridad, pero a diferencia de ella, el cazador se hallaba más cerca de la mesa y por lo tanto de la comida, esa que la chica bestia no dudó en empezar a zamparse como si no se hubiese alimentado en varios días.
Alister la observó en silencio hasta que Ury se percató de su presencia, momento en que de forma instintiva, la pequeña echó mano a su arpón, el mismo con que había golpeado a la benjamina de los Calhoun solo un rato antes. Por suerte aquella actitud defensiva pronto desapareció por completo, dando paso a una agradecida niña que tras soltar lo que llevaba consigo, corrió a abrazarse a la pierna de su anfitrión y lo bombardeó a preguntas. - Para el carro. - contestó él, tomándola por los hombros para apartarla ligeramente de sí. - Supongo que sin las escamas no me reconoces, soy el dragón. - explicó, desviando la vista hacia la de ojos verdes con cierto nerviosismo. - Me llamo Alister y ella es Elen, no, no te preocupes, ya no intentará hacerte nada. - prosiguió, adelantándose a la posible reacción de su invitada. - ¿Verdad que no? - inquirió, clavando su mirada en el rostro de su acompañante. - No, ya no me interesa tu sangre. - soltó Elen, con toda la naturalidad del mundo.
- Me alegra que te guste la comida, toma la que quieras. - instó, señalando lo que quedaba sobre la mesa. - ¿Qué hacías en la llanura a estas horas? ¿viajabas con el lobo a alguna parte? - preguntó, centrándose nuevamente en Ury. Cruzar el inhóspito territorio que rodeaba Dundarak era todo un reto incluso de día, de noche podía convertirse en un error fatal.
Elen Calhoun
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De mutuo acuerdo hasta que podamos retomarlo.
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Elen Calhoun
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