[Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
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[Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
El curioso trío formado por Bio, Reivy y Vincent avanzaba a paso firme hacia el Lunargentés Errante por órdenes del rey de Dundarak. Rigobert III había tomado a estos por piratas y amenazaba con atacar el barco si estos no daban explicaciones. Y quién mejor para buscar explicaciones que el diplomático Vincent, de la logia.
Claro que, desde el Lunargentés, tampoco sabían quién se aproximaba. En cualquier caso, tres únicos individuos no parecían ser demasiado peligrosos. Ronaldo de Trastámara tomó el catalejo. Su compañero de la logia, Vincent, parecía liderar el camino de la barca, queriendo ser reconocido por los tripulantes del barco. Estaban ya cerca del navío.
-Capitán, ¿quiere que le demos la vuelta a esa canoa? – preguntó Barb, la vigía desde el mástil mayor.
-No pasa nada, Bárbara. Es Vincent Calhoun. Un compañero de la logia. – dijo tranquilo el Capitán Trastámara desde la proa. Momento en el que recogió el catalejo con una palmada y estiró los brazos para recibir a su compañero, abajo junto al mismo. - ¿Cómo estás, amigo mío? – Preguntó Ronaldo desde la proa del barco, con evidente alegría. Tenía ganas de fundirse en un abrazo con el viejo Vincent. – Imagino que el rey te habrá enviado. Perdonadme por no haberos dado explicaciones. Pero resulta que una mujer cuervo nos contó que había una anomalía muy poderosa en algún punto de este lago y tuvimos que volver a este plano. Lo último con lo que contaba era con que estuviera el niño jugando a los reyes por aquí. – inquirió el Capitán, habiendo dado un dato que sin duda le sería de recuerdo a Reivy. Luego miró el bello paisaje que tenía entre manos. – ¡Sí, amigo mío. No hay nada como estar en casa. – suspiró llenando sus pulmones de aire puro de aquellas latitudes. - Por cierto, ¿el rey no se habrá enfadado, verdad? Creía que íbamos a tener que levantar columnas de agua para evitar los balistazos que nos iba a disparar el crío.
Trastámara era un hombre sonriente, dicharachero e incluso gracioso. Pero lejos de ello, era un “pirata” cazatesoros que, en ocasiones, servía a la Logia de Dundarak en su búsqueda de objetos mágicos. Exactamente igual que Abbey Frost o Lucy Fireheart. Sólo que él tenía un navío propio que ponía al servicio del gremio de magos. Digamos que era un tipo independiente.
También había conseguido poderosos objetos mágicos que le permitían hacer cosas tan rocambolescas como sumergir el barco. Y es que para trabajar junto a Ronaldo, había que ser un tensái con amplio control de los elementos, especialmente el agua o el viento. Los objetos más inverosímiles le permitían a hacer cosas como moverse entre diferentes mundos. Si bien como él mismo decía, prefería no hablar de las cosas que encontraba en los diferentes mundos para no romper el ciclo lógico de la evolución. A parte de la necesidad de saber utilizar semejante poder.
Aquel que miraba al brujo sonriente no era un cualquiera.
–Bueno, Vincent. Mejor que hablar a voces, podemos dialogar con una buena taza de té. ¿No está Níniel por ahí? Tenemos alguna gente enferma y nos vendría bien algo de cura. Tenemos tantas bajas que hemos tenido que enviar por raíz de Atrio al contramaestre. - Luego, el capitán ordenó a sus marineros con un gesto que lanzaran una cuerda para remolcar la vieja barcaza en la que iba el brujo y sus compañeros. A continuación miró al soleado día que comenzaba a acabar. – No todo podía ser malo. Al menos, hace un día estupendo. Eso parece que no va a cambiar. - replicó con una sonrisa, perdida en los bosques.
Irónicamente, en ese preciso momento, una ola de hielo salió del interior de los bosques, congelándolo todo a su paso, agua incluida. El aliento de hielo a su paso permitió escuchar el último hálito de una mujer. Pero no fue eso todo lo que hizo. Una ola de frío embriagó a todos los presentes y congeló, literalmente, el agua sobre el que flotaban. Varando tanto la barca como el navío, resultando imposible desplazarse por el agua.
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-¡Por las barbas de Barbanegra, esto es lo que yo llamo una ola de frío! ¿Qué demonios ha sido eso? – preguntó el Capitán por el repentino cambio de clima y de aquella ola que había congelado casi por completo el lago Tymer y toda la parte del bosque. - ¡Si podéis desatrancad el Lunargentés!
-Sí, capitán. – respondió la vigía. Bajando del mástil y poniéndose a conjurar magia sobre el agua para romper el hielo.
-¡Todo muy bonito, Trastámara! ¡Pero ya sabes que los cambios de temperatura no son sencillos de sobrellevar para la madera.– protestó Dutch, el timonel que se encargaba del bienestar del barco. Tuteaba al capitán. - ¡Gaviota, baja aquí y échanos un cable a controlar esos vientos que están haciendo chasquear la madera. Me está entrando el miedo.
-Voy, Dutch. - respondió tan breve como siempre la vigía. Dispuesta a alejar el clima frío con sus habilidades mágicas.
Pero no era lo único que podían ver los del Lunargentés. Un ser muy pequeño venía corriendo hacia donde se encontraban. Gritaba algo.
-¡Están ahí los jinetes oscuros! – se interrumpían las palabras. Vincent y Reivy no serían capaz de escucharlo. Pero Bio, que contaba con unos instintos más finos, sí sería capaz de saber qué decía. – ¡Los jinetes oscuros se han cargado a la encantadora de la Logia! – se escuchaba gritar a la pequeña… ¿Rata? Parecía apresurada en contar algo. Venía hacia ellos corriendo por el lago. Dándolo todo. O mejor dicho, deslizándose, pues acaba más veces en el hielo que de pie. Su barca se había quedado varada por la misma razón que la de los demás. Pero no podía esperar a que vinieran a rescatarlo. Como no pesaba demasiado como para que el hielo se rompiera a su paso, prefirió avanzar a pie.
Ronaldo lo apuntó con el catalejo y lo observó. - ¡Es el contramaestre Canit! – Venía con la raíz de Atrio en la boca. Pero lo hacía como si algo grave le hubiera pasado. - ¡Grita más, pequeño bribón! ¡Que no te escuchamos! – y desistió. Pues Canit seguía hablando pero no lo oía. – Ay, mi pequeño amigo ratón… Tendré que comprarle algo para intensificar ese timbre chillón.
Justo en ese momento una criatura emergió del lago. Casi pillando a Canit. Era un animal que vivía en las profundidades pero que, debido al repentino frío, quería salir de allí ante una más que inminente muerte.
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-¡ME CAGO EN LA PUTA! – bramó, ahora sí para el gusto de todos, volando por los aires cuando casi lo engulle aquel enorme monstruo que, muerto de frío, buscaba pagar sus frustraciones con cualquier criatura. - ¡Ya está bien de querer matarme por hoy, hijos de puta! – dijo, acordándose de todos los presentes. - ¡Echadme un cable, bastardos de mala fé!
Pero lo peor es que iba hacia el Lunargentés rompiendo el hielo a su paso y a una velocidad espantosa. Y éste no podía maniobrar al verse bloqueado en el hielo. Si aquella criatura causaba daños en el barco, si bien no lo hundiría por la magia que tenían los brujos, podrían no poder utilizarlo en lo que restaba de semana.
* * * * * * * * * * * * * *
Principales tripulantes del Lunargentés:
Capitán Ronaldo de Trastámara. - Brujo tensái de nivel 9. Viajero del espacio y, presumiblemente, del tiempo. Capitán del Lunargentés Errante. Antaño era un tensái de agua. Hoy creemos que domina la magia arcana. Es el alma del barco y miembro de la logia desde hace años.
* * * * * * * * * * * * * *Bienvenidos al segundo de los eventos correspondientes a la trama B. Recomiendo que, si no lo habéis hecho, leáis los acontecimientos para entender por qué ocurre esta repentina ola de frío que ha congelado el hielo y parte del bosque.
En este orden de posteo:
Bio: Eres el más veloz. Sólo tú, por tu velocidad y agilidad, puedes salvar a Canit si lo deseas. Pero eso te convertirá en el primer objetivo de la bestia de las profundidades. El hielo puede terminar por romperse según cuántos terminen en el mismo. No hará falta que tires runa por tu alto nivel.
Vincent: Tienes la tarea más “larga”. Hacer de intermediario entre Rigobert y el Capitán Trastámara. Eres el único de la barca en el que confían, por lo que cómo distribuyas las noticias al Capitán será cosa tuya. Pero si hacéis que descubra el fatal destino de Abbey (si Bio transcribe a Canit), terminará abatido y perderá su gracia habitual. Luego, tendrás que buscar la manera de evitar que el monstruo termine dañando irreparablemente el navío.
Reivy: Tu tarea es similar a la de Vincent. Conoces tu objetivo. Koran te lo ha pedido. ¿Es el momento de declarar tus intenciones? ¿Puedes confiar en el Capitán Trastámara? En cualquier caso, por ahora mejor ayudar a Canit. También tendrás que alejar a la bestia del barco o ayudar a liquidarla, si así lo decides.
Tened cuidado con vuestras acciones. Ya que en ello basaré los daños que se generen a vosotros, al barco o a los personajes.
El monstruo es de nivel 7. Y no tiene poderes especiales más allá de ser una criatura considerablemente grande y con dientes afilados. Así que tendréis que enfrentaros a él con inteligencia.
Todos podéis usar a Canit, al Capitán Ronaldo, o a cualquier otro miembro de la tripulación que queráis utilizar. Tienen muy buen rollo entre todos ellos. Este evento será introductorio a la compañía de piratas del Lunargentés. Que si lo sobrelleváis bien será clave en el desarrollo del evento.
Claro que, desde el Lunargentés, tampoco sabían quién se aproximaba. En cualquier caso, tres únicos individuos no parecían ser demasiado peligrosos. Ronaldo de Trastámara tomó el catalejo. Su compañero de la logia, Vincent, parecía liderar el camino de la barca, queriendo ser reconocido por los tripulantes del barco. Estaban ya cerca del navío.
-Capitán, ¿quiere que le demos la vuelta a esa canoa? – preguntó Barb, la vigía desde el mástil mayor.
-No pasa nada, Bárbara. Es Vincent Calhoun. Un compañero de la logia. – dijo tranquilo el Capitán Trastámara desde la proa. Momento en el que recogió el catalejo con una palmada y estiró los brazos para recibir a su compañero, abajo junto al mismo. - ¿Cómo estás, amigo mío? – Preguntó Ronaldo desde la proa del barco, con evidente alegría. Tenía ganas de fundirse en un abrazo con el viejo Vincent. – Imagino que el rey te habrá enviado. Perdonadme por no haberos dado explicaciones. Pero resulta que una mujer cuervo nos contó que había una anomalía muy poderosa en algún punto de este lago y tuvimos que volver a este plano. Lo último con lo que contaba era con que estuviera el niño jugando a los reyes por aquí. – inquirió el Capitán, habiendo dado un dato que sin duda le sería de recuerdo a Reivy. Luego miró el bello paisaje que tenía entre manos. – ¡Sí, amigo mío. No hay nada como estar en casa. – suspiró llenando sus pulmones de aire puro de aquellas latitudes. - Por cierto, ¿el rey no se habrá enfadado, verdad? Creía que íbamos a tener que levantar columnas de agua para evitar los balistazos que nos iba a disparar el crío.
Trastámara era un hombre sonriente, dicharachero e incluso gracioso. Pero lejos de ello, era un “pirata” cazatesoros que, en ocasiones, servía a la Logia de Dundarak en su búsqueda de objetos mágicos. Exactamente igual que Abbey Frost o Lucy Fireheart. Sólo que él tenía un navío propio que ponía al servicio del gremio de magos. Digamos que era un tipo independiente.
También había conseguido poderosos objetos mágicos que le permitían hacer cosas tan rocambolescas como sumergir el barco. Y es que para trabajar junto a Ronaldo, había que ser un tensái con amplio control de los elementos, especialmente el agua o el viento. Los objetos más inverosímiles le permitían a hacer cosas como moverse entre diferentes mundos. Si bien como él mismo decía, prefería no hablar de las cosas que encontraba en los diferentes mundos para no romper el ciclo lógico de la evolución. A parte de la necesidad de saber utilizar semejante poder.
Aquel que miraba al brujo sonriente no era un cualquiera.
–Bueno, Vincent. Mejor que hablar a voces, podemos dialogar con una buena taza de té. ¿No está Níniel por ahí? Tenemos alguna gente enferma y nos vendría bien algo de cura. Tenemos tantas bajas que hemos tenido que enviar por raíz de Atrio al contramaestre. - Luego, el capitán ordenó a sus marineros con un gesto que lanzaran una cuerda para remolcar la vieja barcaza en la que iba el brujo y sus compañeros. A continuación miró al soleado día que comenzaba a acabar. – No todo podía ser malo. Al menos, hace un día estupendo. Eso parece que no va a cambiar. - replicó con una sonrisa, perdida en los bosques.
Irónicamente, en ese preciso momento, una ola de hielo salió del interior de los bosques, congelándolo todo a su paso, agua incluida. El aliento de hielo a su paso permitió escuchar el último hálito de una mujer. Pero no fue eso todo lo que hizo. Una ola de frío embriagó a todos los presentes y congeló, literalmente, el agua sobre el que flotaban. Varando tanto la barca como el navío, resultando imposible desplazarse por el agua.
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Estado del lago tras la implosión de Abbey Frost
-¡Por las barbas de Barbanegra, esto es lo que yo llamo una ola de frío! ¿Qué demonios ha sido eso? – preguntó el Capitán por el repentino cambio de clima y de aquella ola que había congelado casi por completo el lago Tymer y toda la parte del bosque. - ¡Si podéis desatrancad el Lunargentés!
-Sí, capitán. – respondió la vigía. Bajando del mástil y poniéndose a conjurar magia sobre el agua para romper el hielo.
-¡Todo muy bonito, Trastámara! ¡Pero ya sabes que los cambios de temperatura no son sencillos de sobrellevar para la madera.– protestó Dutch, el timonel que se encargaba del bienestar del barco. Tuteaba al capitán. - ¡Gaviota, baja aquí y échanos un cable a controlar esos vientos que están haciendo chasquear la madera. Me está entrando el miedo.
-Voy, Dutch. - respondió tan breve como siempre la vigía. Dispuesta a alejar el clima frío con sus habilidades mágicas.
Pero no era lo único que podían ver los del Lunargentés. Un ser muy pequeño venía corriendo hacia donde se encontraban. Gritaba algo.
-¡Están ahí los jinetes oscuros! – se interrumpían las palabras. Vincent y Reivy no serían capaz de escucharlo. Pero Bio, que contaba con unos instintos más finos, sí sería capaz de saber qué decía. – ¡Los jinetes oscuros se han cargado a la encantadora de la Logia! – se escuchaba gritar a la pequeña… ¿Rata? Parecía apresurada en contar algo. Venía hacia ellos corriendo por el lago. Dándolo todo. O mejor dicho, deslizándose, pues acaba más veces en el hielo que de pie. Su barca se había quedado varada por la misma razón que la de los demás. Pero no podía esperar a que vinieran a rescatarlo. Como no pesaba demasiado como para que el hielo se rompiera a su paso, prefirió avanzar a pie.
Ronaldo lo apuntó con el catalejo y lo observó. - ¡Es el contramaestre Canit! – Venía con la raíz de Atrio en la boca. Pero lo hacía como si algo grave le hubiera pasado. - ¡Grita más, pequeño bribón! ¡Que no te escuchamos! – y desistió. Pues Canit seguía hablando pero no lo oía. – Ay, mi pequeño amigo ratón… Tendré que comprarle algo para intensificar ese timbre chillón.
Justo en ese momento una criatura emergió del lago. Casi pillando a Canit. Era un animal que vivía en las profundidades pero que, debido al repentino frío, quería salir de allí ante una más que inminente muerte.
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Era una cosa aterradora. Y parecía con ganas de comerse al ratoncito.
-¡ME CAGO EN LA PUTA! – bramó, ahora sí para el gusto de todos, volando por los aires cuando casi lo engulle aquel enorme monstruo que, muerto de frío, buscaba pagar sus frustraciones con cualquier criatura. - ¡Ya está bien de querer matarme por hoy, hijos de puta! – dijo, acordándose de todos los presentes. - ¡Echadme un cable, bastardos de mala fé!
Pero lo peor es que iba hacia el Lunargentés rompiendo el hielo a su paso y a una velocidad espantosa. Y éste no podía maniobrar al verse bloqueado en el hielo. Si aquella criatura causaba daños en el barco, si bien no lo hundiría por la magia que tenían los brujos, podrían no poder utilizarlo en lo que restaba de semana.
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Principales tripulantes del Lunargentés:
Capitán Ronaldo de Trastámara. - Brujo tensái de nivel 9. Viajero del espacio y, presumiblemente, del tiempo. Capitán del Lunargentés Errante. Antaño era un tensái de agua. Hoy creemos que domina la magia arcana. Es el alma del barco y miembro de la logia desde hace años.
- Trastámara:
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- Canit:
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- Dutch:
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- Imagen:
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En este orden de posteo:
Bio: Eres el más veloz. Sólo tú, por tu velocidad y agilidad, puedes salvar a Canit si lo deseas. Pero eso te convertirá en el primer objetivo de la bestia de las profundidades. El hielo puede terminar por romperse según cuántos terminen en el mismo. No hará falta que tires runa por tu alto nivel.
Vincent: Tienes la tarea más “larga”. Hacer de intermediario entre Rigobert y el Capitán Trastámara. Eres el único de la barca en el que confían, por lo que cómo distribuyas las noticias al Capitán será cosa tuya. Pero si hacéis que descubra el fatal destino de Abbey (si Bio transcribe a Canit), terminará abatido y perderá su gracia habitual. Luego, tendrás que buscar la manera de evitar que el monstruo termine dañando irreparablemente el navío.
Reivy: Tu tarea es similar a la de Vincent. Conoces tu objetivo. Koran te lo ha pedido. ¿Es el momento de declarar tus intenciones? ¿Puedes confiar en el Capitán Trastámara? En cualquier caso, por ahora mejor ayudar a Canit. También tendrás que alejar a la bestia del barco o ayudar a liquidarla, si así lo decides.
Tened cuidado con vuestras acciones. Ya que en ello basaré los daños que se generen a vosotros, al barco o a los personajes.
El monstruo es de nivel 7. Y no tiene poderes especiales más allá de ser una criatura considerablemente grande y con dientes afilados. Así que tendréis que enfrentaros a él con inteligencia.
Todos podéis usar a Canit, al Capitán Ronaldo, o a cualquier otro miembro de la tripulación que queráis utilizar. Tienen muy buen rollo entre todos ellos. Este evento será introductorio a la compañía de piratas del Lunargentés. Que si lo sobrelleváis bien será clave en el desarrollo del evento.
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
Había una misión por la que aquellos compañeros estaban esperando, sin embargo muy a su pesar, y posteriormente al mío, ellos no podrían asistir, los estrategas del rey lo habían dejado bien claro: acercarse y obtener información. Algo aburridos me tomaron del cuello y trataron de llevarme de vuelta pero entonces alguien me señaló -Hey, te conozco, eres Tomás Turbado- Me detuve sin querer voltear, aquel sujeto al que había robado su ropa parecía ser bastante popular -Esta misión necesita alguien con tus habilidades- Justo cuando pensaba que podría librarme de aquella misión y escapar de ese lugar no me sería posible, con la mirada del rey sobre mí y la de varios otros, no había remedio, ajusté la máscara que me cubría el rostro para asegurarme que no notaran que no era quien todos pensaban y caminé hasta donde se estaba formando el equipo de los valientes que irían al barco.
Definitivamente a pesar de su actitud arrogante, el rey había decidido ser cauteloso y enviar una misión de apenas tres personas, me acompañaba una chica desconocida y un brujo con el que ya había tenido algunas aventuras tiempo antes -Parece que volvemos a encontrarnos- Susurré al brujo acercándome un poco a él y bajando la máscara que cubría mi rostro para que pudiera reconocerme, antes de volverla a subir para cubrirme y seguir interpretando mi papel.
Hice una reverencia a la chica mientras le ofrecía mi mano para subirla a la balsa, aunque con lo ruda que parecía seguro prefería subirse sola, esperé a que mis compañeros subieran a la pequeña balsa y luego la empujé para ponerla a andar siendo el último en subir a la misma, acto seguido comencé a remar en parte para mantenerme ocupado, pero también para evitar ser yo el que interactuara con los piratas al acercarnos, intentaría pasar desapercibido en todo momento pues molestamente el fulano Tomás parecía ser bastante popular.
Remé con fuerza pero también con cautela de modo que pudiéramos detenernos y maniobrar en caso que los piratas no fueran muy receptivos, pero para mi asombro, el brujo barbudo estaba lleno de sorpresas y conocía al capitán del barco -Mira nada más que popular te has vuelto- Murmuré en voz baja sin voltear a ver al capitán pero atento a sus palabras.
Ya había dejado de remar cuando nos lanzaron una soga a fin de arrastrarnos e incluso había bajado la guardia gracias a la aparente confianza entre Vincent y el capitán, sin embargo aquella paz no duró siquiera unos minutos pues un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar lo que parecía ser un grito agonizante y luego se hizo peor -¡Abajo!- Alerté a todos mientras yo mismo me agachaba para que la madera de la balsita me protegiera de aquella helada nube que venía congelando todo a su paso.
Sentía que mi cabello ahora blanco se rompería en cualquier momento, me dolían un poco las rodillas pero conseguí levantarme para ver que algo pequeño se acercaba de prisa pegando gritos casi inentendibles -Jinetes oscuros...- Susurré con una sonrisa nerviosa ¿en serio había dicho eso? Tenía que ser un chiste, aunque venía tan asustado que difícilmente estaría bromeando, sin embargo lo que vino luego fue más demoledor.
Dejé caer los brazos y sudé frío al escuchar sobre la muerte de la encantadora, que si bien había más de una, el grito y la ventisca daban algunos indicios de quién se trataba, aquella odiosa y molesta bruja con la que esperaba volver a encontrarme pronto parecía haber muerto… aquel pequeño animal parecía ser parte de la tripulación por la confianza con que el capitán le hablaba, lo vi acercarse sin moverme pensando aún en la muerte de la chica.
Y justo cuando parecía que lo peor había pasado, conmocionado por la fatal noticia y sin saber con certeza si lo que decía el animalejo era cierto, logré reaccionar -Jinetes, dijo jinetes- Miré a Vincent y aparté a máscara de mi rostro sin preocuparme de que me reconociera quien fuera -¿Dónde está Elen?- Pregunté de inmediato, convencido de que si era cierta la amenaza, era poco lo que podríamos hacer contra uno de ellos.
Por si aquello aún fuera poco y cuando parecía que lo peor había pasado, el hielo dejó salir un aterrador crujido -oh oh- Dije mientras me tambaleaba un par de veces, levé la vista al lago helado por donde venía corriendo el pequeño personaje y entonces un segundo crujido más fuerte fue acompañado esta vez por el abultamiento del hielo recién formado bajo los pies del minipirata de donde luego se mostró una cabeza y un largo cuello -Consigan ayuda- Dije sin mirar atrás mientras sacaba un pie para colocarlo en el hielo y comprobar su dureza -Esto es una muy mala idea, es una pésima idea- Apoyé un pie en la madera de la barquita y la usé para impulsarme de un salto hasta donde el piratito luchaba por no ser la cena de aquella cosa.
Llegar hasta ese punto corriendo habría sido una odisea con una superficie helada y resbalosa, pero deslizarme fue mucho más rápido, el problema sin duda estaría en el regreso ¿Cómo rayos pensaba volver? ¿Por qué no pensé en eso antes? -Que un vampiro débil ante el fuego, muera por culpa del hielo, es casi poético- Dije mientras terminaba de deslizarme, el rató se había salvado de ser devorado un par de veces con una pericia envidiable y por suerte el último de sus saltos lo llevó a mis manos.
Luego me agradeces, pequeña lagartija peluda- Le dije -Vaya manera has encontrado para romper el hielo- Claro, no era el mejor momento para soltar un chiste pero, tal vez fuera mi última oportunidad para decir alguno, me levanté del piso y traté de correr pero solo conseguí trastabillar en el mismo sitio y caer de nuevo, apoyé una mano en el piso para evitar aplastar al roedor que sostenía en la otra.
Rodé por el hielo evitando un par de mordidas de aquella bestia y traté de levantarme aunque al querer correr el resultado fue el mismo, solo lograría terminar estampado contra el piso -Espero que lo que sabes, realmente valga la pena- Dije al pequeñín mirándolo con algo de nostalgia ante el futuro sacrificio -Hoy te convertirás en ave- Sonreí y tomando impulso lo arrojé en dirección al barco aunque con el viento en contra y con el poco equilibrio que había conseguido apenas y lograría llegar hasta la barquita -O te convertirás en sopa- Murmuré después de lanzarlo -¡Atrapen al pequeño!- Les grité desde lejos antes de sentir un aire caliente en mi espalda.
Me giré para ver de frente a la criatura que ya preparaba sus fauces para devorarme -No te emociones, he peleado con cosas más grandes- Retrocedí lentamente y terminé dando un salto cuando la bestia lanzó un mordisco a donde me encontraba, un par de metros en el aire me habían salvado pero ahora estaba completamente expuesto, la criatura levantó la cabeza y abrió su boca esperando que yo cayera en ella -¡Espero que tengas oídos!- [1] Grité imprimiendo también toda la magia que logré reunir en ese momento para causarle daño mental.
Justo a tiempo la criatura se sacudió y cerró la boca y permitiéndome caer sobre su hocico, me agarré de prisa de los agujeros de su nariz para no caerme pero la criatura comenzó a agitar la cabeza de lado a lado, solo sería cuestión de tiempo antes que me resbalara y terminara cayendo al piso y devorado por la criatura -¡Mátenlo!- Grité -¡O mátenme antes que me coma!- Al menos esperaba distraerlo lo suficiente para que los piratas o alguien lograra ahuyentarlo.
Definitivamente a pesar de su actitud arrogante, el rey había decidido ser cauteloso y enviar una misión de apenas tres personas, me acompañaba una chica desconocida y un brujo con el que ya había tenido algunas aventuras tiempo antes -Parece que volvemos a encontrarnos- Susurré al brujo acercándome un poco a él y bajando la máscara que cubría mi rostro para que pudiera reconocerme, antes de volverla a subir para cubrirme y seguir interpretando mi papel.
Hice una reverencia a la chica mientras le ofrecía mi mano para subirla a la balsa, aunque con lo ruda que parecía seguro prefería subirse sola, esperé a que mis compañeros subieran a la pequeña balsa y luego la empujé para ponerla a andar siendo el último en subir a la misma, acto seguido comencé a remar en parte para mantenerme ocupado, pero también para evitar ser yo el que interactuara con los piratas al acercarnos, intentaría pasar desapercibido en todo momento pues molestamente el fulano Tomás parecía ser bastante popular.
Remé con fuerza pero también con cautela de modo que pudiéramos detenernos y maniobrar en caso que los piratas no fueran muy receptivos, pero para mi asombro, el brujo barbudo estaba lleno de sorpresas y conocía al capitán del barco -Mira nada más que popular te has vuelto- Murmuré en voz baja sin voltear a ver al capitán pero atento a sus palabras.
Ya había dejado de remar cuando nos lanzaron una soga a fin de arrastrarnos e incluso había bajado la guardia gracias a la aparente confianza entre Vincent y el capitán, sin embargo aquella paz no duró siquiera unos minutos pues un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar lo que parecía ser un grito agonizante y luego se hizo peor -¡Abajo!- Alerté a todos mientras yo mismo me agachaba para que la madera de la balsita me protegiera de aquella helada nube que venía congelando todo a su paso.
Sentía que mi cabello ahora blanco se rompería en cualquier momento, me dolían un poco las rodillas pero conseguí levantarme para ver que algo pequeño se acercaba de prisa pegando gritos casi inentendibles -Jinetes oscuros...- Susurré con una sonrisa nerviosa ¿en serio había dicho eso? Tenía que ser un chiste, aunque venía tan asustado que difícilmente estaría bromeando, sin embargo lo que vino luego fue más demoledor.
Dejé caer los brazos y sudé frío al escuchar sobre la muerte de la encantadora, que si bien había más de una, el grito y la ventisca daban algunos indicios de quién se trataba, aquella odiosa y molesta bruja con la que esperaba volver a encontrarme pronto parecía haber muerto… aquel pequeño animal parecía ser parte de la tripulación por la confianza con que el capitán le hablaba, lo vi acercarse sin moverme pensando aún en la muerte de la chica.
Y justo cuando parecía que lo peor había pasado, conmocionado por la fatal noticia y sin saber con certeza si lo que decía el animalejo era cierto, logré reaccionar -Jinetes, dijo jinetes- Miré a Vincent y aparté a máscara de mi rostro sin preocuparme de que me reconociera quien fuera -¿Dónde está Elen?- Pregunté de inmediato, convencido de que si era cierta la amenaza, era poco lo que podríamos hacer contra uno de ellos.
Por si aquello aún fuera poco y cuando parecía que lo peor había pasado, el hielo dejó salir un aterrador crujido -oh oh- Dije mientras me tambaleaba un par de veces, levé la vista al lago helado por donde venía corriendo el pequeño personaje y entonces un segundo crujido más fuerte fue acompañado esta vez por el abultamiento del hielo recién formado bajo los pies del minipirata de donde luego se mostró una cabeza y un largo cuello -Consigan ayuda- Dije sin mirar atrás mientras sacaba un pie para colocarlo en el hielo y comprobar su dureza -Esto es una muy mala idea, es una pésima idea- Apoyé un pie en la madera de la barquita y la usé para impulsarme de un salto hasta donde el piratito luchaba por no ser la cena de aquella cosa.
Llegar hasta ese punto corriendo habría sido una odisea con una superficie helada y resbalosa, pero deslizarme fue mucho más rápido, el problema sin duda estaría en el regreso ¿Cómo rayos pensaba volver? ¿Por qué no pensé en eso antes? -Que un vampiro débil ante el fuego, muera por culpa del hielo, es casi poético- Dije mientras terminaba de deslizarme, el rató se había salvado de ser devorado un par de veces con una pericia envidiable y por suerte el último de sus saltos lo llevó a mis manos.
Luego me agradeces, pequeña lagartija peluda- Le dije -Vaya manera has encontrado para romper el hielo- Claro, no era el mejor momento para soltar un chiste pero, tal vez fuera mi última oportunidad para decir alguno, me levanté del piso y traté de correr pero solo conseguí trastabillar en el mismo sitio y caer de nuevo, apoyé una mano en el piso para evitar aplastar al roedor que sostenía en la otra.
Rodé por el hielo evitando un par de mordidas de aquella bestia y traté de levantarme aunque al querer correr el resultado fue el mismo, solo lograría terminar estampado contra el piso -Espero que lo que sabes, realmente valga la pena- Dije al pequeñín mirándolo con algo de nostalgia ante el futuro sacrificio -Hoy te convertirás en ave- Sonreí y tomando impulso lo arrojé en dirección al barco aunque con el viento en contra y con el poco equilibrio que había conseguido apenas y lograría llegar hasta la barquita -O te convertirás en sopa- Murmuré después de lanzarlo -¡Atrapen al pequeño!- Les grité desde lejos antes de sentir un aire caliente en mi espalda.
Me giré para ver de frente a la criatura que ya preparaba sus fauces para devorarme -No te emociones, he peleado con cosas más grandes- Retrocedí lentamente y terminé dando un salto cuando la bestia lanzó un mordisco a donde me encontraba, un par de metros en el aire me habían salvado pero ahora estaba completamente expuesto, la criatura levantó la cabeza y abrió su boca esperando que yo cayera en ella -¡Espero que tengas oídos!- [1] Grité imprimiendo también toda la magia que logré reunir en ese momento para causarle daño mental.
Justo a tiempo la criatura se sacudió y cerró la boca y permitiéndome caer sobre su hocico, me agarré de prisa de los agujeros de su nariz para no caerme pero la criatura comenzó a agitar la cabeza de lado a lado, solo sería cuestión de tiempo antes que me resbalara y terminara cayendo al piso y devorado por la criatura -¡Mátenlo!- Grité -¡O mátenme antes que me coma!- Al menos esperaba distraerlo lo suficiente para que los piratas o alguien lograra ahuyentarlo.
- Les recuerdo el atuendo de Bio en este tema:
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
Quizás el rubio podría haber ayudado a convencer a los elfos de las buenas intenciones de la Logia en aquellas tierras, algo que, por otro lado, no les vendría nada mal teniendo en cuenta la parafernalia y gran escolta militar que acompañaba al joven rey del Norte y ahora acampaba en el linde del bosque sagrado para la raza élfica. Sin embargo, como bien habían expuesto sus compañeras del gremio, que un brujo adulto se metiera en una misión para ganarse la confianza de los clanes élficos conllevaba sus riesgos. Unos demasiados altos.
Era una apuesta alta, así pues, el mercenario de dorados cabellos tendría que encargarse de otro trabajo para la Logia, mientras el resto de miembros se encargaban de ayudar con la corrupción y de encontrar pistas del artefacto por el que verdaderamente estaban allí.
Ese no sería otro que acompañar a los exploradores o emisarios del rey Rigobert III que se aproximarían al barco misterioso que había aparecido en el lago por arte de magia. Misterioso para la mayoría, para los hombres y mujeres de la Logia era más que conocido, y por esa misma razón se disponía a subir a la barca que llevaría al grupo de exploración del rey norteño. Que un miembro del gremio conversara con Ronaldo facilitaría las cosas, o al menos esa era la teoría.
La práctica nunca solía ser tan sencilla, más el susurro del soldado norteño no pudo sorprender más a Vincent. Aunque debería aclarar que las palabras por sí solas no habían sido el motivo de la sorpresa del brujo, sino la muestra del rostro del hombre, por unos instantes, mientras le musitó.
Vinc, de primeras, le contestó negando con la cabeza, pero con una sonrisa dibujada en el rostro en clara señal de lo aleatoria que podía llegar a ser la vida, y de lo divertido que encontraba tal hecho.
- Vaya, vaya. Y luego hay quien aún no cree que el mundo es un pañuelo-, respondió, sin perder la sonrisa. -Supongo que esto será como en los viejos tiempos-, terminó por decirle, sentándose en la parte delantera de la barca. - Aunque esperemos que más tranquilo.
El mercenario no encontró prudente explayarse más. El “soldado norteño” no tardó en volver a tapar su cara con el pañuelo que le cubría desde el cuello, más esa ya era una buena muestra de que no tenía muchas ganas de ser reconocido. Vinc no sabía si su actual compañero de armas había sido tan discreto para mantener su identidad escondida al resto de personas del campamento, a los hombres de Ronaldo y al propio capitán, o simplemente le gustaba mantener ese halo de misterio. Tampoco podía saber si estaba allí enrolado en el ejército del dragón, o si sus motivaciones eran otras totalmente distintas, más de lo que sí podía estar seguro es de que ese hombre era un buen tipo.
Bio le había ayudado, tanto a él cómo a su hermana y a su amiga Leonora, a evitar una posible guerra entre vampiros y brujos, o por lo menos, a evitar una escalada de tensión entre los brujos y el poderoso noble vampiro llamado Elsen. Sólo por eso ya se había granjeado una buena dosis de confianza.
- Hermoso atardecer. Idílico diría. Podremos pasear en barca mientras la noche se nos echa encima y nos abraza con su bella y mística oscuridad-, comentó socarrón, cuasi poético, en su acostumbrado tono desenfado, en cuánto el tercer miembro de la delegación norteña se subió a la barca. - Bienvenida sea, cuántos más mejor-, saludó con simpatía a la joven morena, marcando sobre su rostro su media sonrisa tan característica en él. - ¿Cómo os llamáis?, bella dama. Vincent Calhoun para servirla, herrero, arcanista y en sus ratos libres hasta mercenario-, dijo de forma distendida, rozándose su sien derecha con dos de sus dedos, en un gesto rápido que dejaba aún más claro su actual carácter.
Bio decidió hacerse cargo de los remos del bote, así que Vinc, por su parte, decidió tomarse el paseo con relajación, y se acomodó contra el respaldo de la proa de la pequeña embarcación. Lo cierto es que aunque había sido una broma, la realidad es que esa misión a priori debía ser de lo más tranquila. No creía que Ronaldo tuviera nada en contra del ejercito de Rigobert, los motivos que lo llevaran hasta allí eran distintos y seguramente los mismo que para él. Por esa razón, creía que toda aquella situación se podría resolver con un poco de plática, o eso esperaba.
En cualquier caso, en cuánto el mercenario se percató que la distancia al barco era lo suficientemente corta como para que los tripulantes del barco pudieran verlo, se alzó en la proa del barco para ser más visible. No tardó en recoger los frutos de exponerse a la mirada de los marineros, ya que no tardó en escucharse una voz reconocible para Vinc, desde lo alto del castillo de proa.
- ¡Ha del castillo! - gritó en broma, cómo respuesta al capitán del navío. - Pues bastante bien. En un plácido atardecer no hay mejor guinda que reencontrarse con viejos amigos-, dijo aún en alto, pero más bajo, ya que según se acercaban al barco necesitaba gritar menos para hacerse escuchar. - Una mujer cuervo, a ti no te gusta pasar el tiempo con mujeres corrientes, eh-, siguió con desenfado aquella conversación propia de amigos, antes de reír suavemente.
En esos momentos, uno de los marinos lanzó una soga hacia la barca que Vinc recogió y ató a la madera sobresaliente de la punta de la barca, y al mismo tiempo ayudó a los piratas tirando de la soga por su lado para acercarse al navío lo más rápido que pudieran.
- Hogar, dulce hogar-, estuvo de acuerdo con Ronaldo. - Pues el rey está como de costumbre-, comentó sincero, pues al fin y al cabo no era mentira lo que decía. El rey estaba molesto y preocupado por la aparición de un barco tan cerca de su campamento, más no era raro que el pequeño monarca lo estuviera por cualquier razón que creyera oportuna. - Más nos envía para asegurarse de que no sois una amenaza para ellos-, respondió al capitán. - Y no, cómo podrías imaginar en mí, no le dije a él ni a nadie que ya te conocía-, dijo antes de reír y encogerse de hombros. - Prefería hablar contigo personalmente y saber que te trae por este lugar, antes de comunicar nada al respecto. Ya sabes, me gusta pecar de prudente.
Vincent estaba bastante seguro de lo que habría motivado a Ronaldo aparecer allí, más la única forma de estarlo del todo era de su propia boca y voz.
- Pues, desgraciadamente, mi querida Níniel no viene conmigo ahora mismo, tiene otros asuntos que atender en el campamento-, le explicó. Raíz de atrio… ¿No le había mencionado la propia Nín, en algún momento, que necesitaban de esa raíz en el campamento? Al menos le sonaba y creía recordarlo. - Diría…-, empezó a decir sin tenerlo muy claro. - Diría que esa raíz es bien cotizada-, bromeó, aunque sin terminar de estar seguro de ello.
De todas formas, la paz no duraba demasiado cuando el mercenario estaba enfrascado en una misión. Aquella parecía sencilla, llegar, tomar un té con Ronaldo, y volver para decirle a Rigobert que no tenía nada que temer del navío aparecido de la nada. Más el aviso de Bio, el cual aprovechó para salvarse tirándose cuán largo sobre la cubierta de la barca, la ola de frío que obligó al vampiro a lanzar dicho aviso, y el hálito que resonó con la bocanada de aire gélido, dejó bien claro que Vincent no podía tener una misión sencilla de té y peluches.
- Qué cojones ha sido eso-, exclamó, levantándose del suelo del bote y echando un ojo hacia la dirección de la que había provenido el viento helado. - Hay pocas personas capaces de desplegar tal poder mágico-, comentó, más que fuese algo que cualquiera sabría sin él tener que mencionarlo.
En todo caso, las sorpresas no podían terminar ahí, y desde la zona de la que había llegado la ola de frío se acercaba a la carrera lo que parecía ser un hombre rata o ratón.
- ¡¿Qué?! - le gritó, al tiempo que apoyaba su mano diestra sobre el pomo de su espada. No le gustaba nada de aquello, y ese ratón tenía menos voz que un… ¿ratón hecho persona?
En fin, ya ese hombre bestia tuviera poca voz por canijo o por ratón lo cierto es que Bio si había conseguido captar parte de su mensaje.
- ¿Jinetes? ¿Qué jinetes? ¿De qué ejército? - respondió al moreno, pensando que se trataba de un grupo de caballería. Sin embargo, su apremiante necesidad de su hermana le hizo comprender. - No puede ser. ¿Jinetes oscuros? - comentó, mirando nuevamente en dirección al hombre ratón, deslizando su mano hacia la empuñadura de su espada. - No sé dónde está Elen, yo vine del Norte con la Logia y el ejército dragón, pero si hay un jinete en ese bosque…-, no terminó la frase y pensó en que su misión acababa de dar un giro de lo más inesperado. Inesperado, dramático y sumamente peligroso. - Si uno de ellos está aquí, ella también debe estarlo-, dijo sin dudar.
Por supuesto, cuando los dioses se ponían en su contra podían llegar a ser muy pero que muy perseverantes. Un crujido fue el anuncio de la llegada de un monstruo marino.
- Cómo si no fuera suficiente un jinete-, maldijo.
Más sin previo aviso Bio salió en rescate del buen hombre rata o ratón. Eso era de lo más peligroso, atraería la atención del monstruo, pero lo cierto es que la vez que había conocido al moreno, ya le había parecido un hombre valiente capaz de arriesgar su pellejo por el de los demás.
En todo caso no pudo más que presenciar la escena, y ver como una rata en modo voladora se dirigía hacia él y caía en sus brazos. O ese era el plan, atraparlo al vuelo, pero la realidad fue que el impulso del hombre bestia y el impacto le hizo trastabillarse y caer hacia atrás contra un costado interior del bote, al tiempo que la adorable rata salía despedida de sus brazos.
- ¡Jinetes oscuros! ¡Jinetes Oscuros! - gritaba la rata aún en vuelo, después de salir despedido del encontronazo con el cuerpo del mercenario. - ¡Los jinetes oscuros han acabado con la vida de la encantadora Abbey, capitán! - gritó en dirección al navío.
Esa no era una noticia cualquiera. Era una pésima notica. Unas nuevas que iban mucho más allá en lo negativo que la mera presencia de uno de esos seres malignos y altamente poderosos.
El alma de Vincent se quebró como cristal de Roilkat estrellándose contra el suelo. No hacía nada que bromaba con la gran encantadora, que se lo tomaba a su modo estoico y tranquilo, más no dejaba de ser una buena amiga con la que mantenía una particular relación por sus distintas personalidades. En cierta manera, sus formas de ser se complementaban el uno con el otro.
Los gritos de Bio lo sacaron al rubio de su ensimismamiento, por lo que se levantó con rapidez, gracias a las renovadas energías alimentadas por la furia que sentía en su interior. Un simple vistazo le sirvió para comprobar la precaria situación del bueno del moreno. Salvar al ratón lo había puesto en peligro, cómo ya presuponía.
- Capitán. ¡Ronaldo! - tuvo que gritar hacia el castillo de proa, para captar la atención del marinero, que ahora tenía un rostro lleno de tristeza y pesar.
De todas formas, pese a lo abatido que se encontraba el capitán por la noticia recién llegada a sus oídos, este miró en su dirección.
- ¡Debemos salvar a mi amigo! - gritó, siguiendo con su mirada clavada sobre la figura de Ronaldo, pero señalando con un brazo en dirección a Bio. - Usa a los tensai de agua. Haz que alarguen, espesen y afilen todo lo que puedan el hielo alrededor del cuello de esa bestia. Ensartadlo y clavadlo allí para ayudar a inmovilizarlo y que sea un blanco fácil-, le explicó rápidamente.
Ronaldo siguió con su semblante alicaído por la muerte de su amiga, pero no era de los que se rendía sin luchar. Vinc ya lo había visto enfrentarse a una muerte casi segura sin miedo ni pulso tembloroso. Por esa razón no le extrañó que el capitán, a pesar de no decirle nada, asintiera para mostrar que estaba de acuerdo con el plan, para acto seguido ponerse a darles órdenes a sus marineros.
El mercenario dejó de mirar hacia arriba y volvió centrar la vista sobre el monstruo y el pobre Bio que se agarraba frenéticamente sobre este para salvar el pellejo. Con resolución, agarró la empuñadura de su espada y salió de la barca en dirección a Bio. Se acercó despacio y con cuidado y lo suficiente para que su ataque mágico pudiera ser efectivo con toda su potencia. Nada más ver como el hielo se encontraba contra la piel del bicharraco, aprisionándolo, y varias agujas heladas intentaban abrirse camino sobre el animal, Vinc desenvainó con rapidez y provocó con su momento y conjuro un tajo de aire que se dirigió directamente hacia el cuello de la bestia, allí donde creyó que el hielo haría más mella y lo debilitaría con más fuerza.
En el mejor de los casos, separaría la cabeza de ese animal del resto de su cuerpo, en el segundo mejor de las opciones, quizás los tensai fueran capaces de estrangularlo si su ataque de viento fallaba, en el peor, el monstruo se liberaría y tendrían que pensar un plan alternativo.
En primer lugar, siento el post tan largo. Los que me conocen ya saben que a veces los escritos se me van de las manos D: Reivy, perdóname D: Al menos espero que además de largo, sea ameno de leer para que no les caiga pesado.
Me la juego bajando al hielo y uso mi habilidad de nivel 4:
La Herida del Viento – Imbuye el arma del brujo con aire. Al ser encantada el arma, esta tiene mayor filo por las corrientes de aire que acompañaran el ataque. Pudiendo incluso generar ráfagas de aire cortante, que pueden cortar al enemigo a una distancia de 6 metros, siendo este ataque a distancia, igual en daño a un corte normal con el arma. Esta habilidad solamente funcionará con armas cortantes.
- Mantenida. Dos turnos activa. Cinco turnos para reutilizarla.
La uso en combinación con los tensai de agua. El que sale como importante, entre todos los que habrá en la tripulación, es el señorito Wilhem Dutch. Así que sería él quien me ayuda y por lo que debería decir... ¡Vamos tuerto, no me jodas!
Por lo demás, hacer una mención a que le digo a Ronaldo el funesto destino de Abbey, aunque onrol uso al ratón volador como propio mensajero de las malas noticias cuando sale rebotado de mi personaje en la barca. Y ello me recuerda, Reivy, puedes recoger el rebote y hacer un mate o dejar que se estrelle contra la madera del bote, cómo de cruel prefieras ser (? jajaja XD. Por supuesto, siempre y cuando aún estés cerca de mí cuando pase todo eso ^^ Sino, pues el ratón tendrá que conformarse con la madera del suelo XD
Era una apuesta alta, así pues, el mercenario de dorados cabellos tendría que encargarse de otro trabajo para la Logia, mientras el resto de miembros se encargaban de ayudar con la corrupción y de encontrar pistas del artefacto por el que verdaderamente estaban allí.
Ese no sería otro que acompañar a los exploradores o emisarios del rey Rigobert III que se aproximarían al barco misterioso que había aparecido en el lago por arte de magia. Misterioso para la mayoría, para los hombres y mujeres de la Logia era más que conocido, y por esa misma razón se disponía a subir a la barca que llevaría al grupo de exploración del rey norteño. Que un miembro del gremio conversara con Ronaldo facilitaría las cosas, o al menos esa era la teoría.
La práctica nunca solía ser tan sencilla, más el susurro del soldado norteño no pudo sorprender más a Vincent. Aunque debería aclarar que las palabras por sí solas no habían sido el motivo de la sorpresa del brujo, sino la muestra del rostro del hombre, por unos instantes, mientras le musitó.
Vinc, de primeras, le contestó negando con la cabeza, pero con una sonrisa dibujada en el rostro en clara señal de lo aleatoria que podía llegar a ser la vida, y de lo divertido que encontraba tal hecho.
- Vaya, vaya. Y luego hay quien aún no cree que el mundo es un pañuelo-, respondió, sin perder la sonrisa. -Supongo que esto será como en los viejos tiempos-, terminó por decirle, sentándose en la parte delantera de la barca. - Aunque esperemos que más tranquilo.
El mercenario no encontró prudente explayarse más. El “soldado norteño” no tardó en volver a tapar su cara con el pañuelo que le cubría desde el cuello, más esa ya era una buena muestra de que no tenía muchas ganas de ser reconocido. Vinc no sabía si su actual compañero de armas había sido tan discreto para mantener su identidad escondida al resto de personas del campamento, a los hombres de Ronaldo y al propio capitán, o simplemente le gustaba mantener ese halo de misterio. Tampoco podía saber si estaba allí enrolado en el ejército del dragón, o si sus motivaciones eran otras totalmente distintas, más de lo que sí podía estar seguro es de que ese hombre era un buen tipo.
Bio le había ayudado, tanto a él cómo a su hermana y a su amiga Leonora, a evitar una posible guerra entre vampiros y brujos, o por lo menos, a evitar una escalada de tensión entre los brujos y el poderoso noble vampiro llamado Elsen. Sólo por eso ya se había granjeado una buena dosis de confianza.
- Hermoso atardecer. Idílico diría. Podremos pasear en barca mientras la noche se nos echa encima y nos abraza con su bella y mística oscuridad-, comentó socarrón, cuasi poético, en su acostumbrado tono desenfado, en cuánto el tercer miembro de la delegación norteña se subió a la barca. - Bienvenida sea, cuántos más mejor-, saludó con simpatía a la joven morena, marcando sobre su rostro su media sonrisa tan característica en él. - ¿Cómo os llamáis?, bella dama. Vincent Calhoun para servirla, herrero, arcanista y en sus ratos libres hasta mercenario-, dijo de forma distendida, rozándose su sien derecha con dos de sus dedos, en un gesto rápido que dejaba aún más claro su actual carácter.
Bio decidió hacerse cargo de los remos del bote, así que Vinc, por su parte, decidió tomarse el paseo con relajación, y se acomodó contra el respaldo de la proa de la pequeña embarcación. Lo cierto es que aunque había sido una broma, la realidad es que esa misión a priori debía ser de lo más tranquila. No creía que Ronaldo tuviera nada en contra del ejercito de Rigobert, los motivos que lo llevaran hasta allí eran distintos y seguramente los mismo que para él. Por esa razón, creía que toda aquella situación se podría resolver con un poco de plática, o eso esperaba.
En cualquier caso, en cuánto el mercenario se percató que la distancia al barco era lo suficientemente corta como para que los tripulantes del barco pudieran verlo, se alzó en la proa del barco para ser más visible. No tardó en recoger los frutos de exponerse a la mirada de los marineros, ya que no tardó en escucharse una voz reconocible para Vinc, desde lo alto del castillo de proa.
- ¡Ha del castillo! - gritó en broma, cómo respuesta al capitán del navío. - Pues bastante bien. En un plácido atardecer no hay mejor guinda que reencontrarse con viejos amigos-, dijo aún en alto, pero más bajo, ya que según se acercaban al barco necesitaba gritar menos para hacerse escuchar. - Una mujer cuervo, a ti no te gusta pasar el tiempo con mujeres corrientes, eh-, siguió con desenfado aquella conversación propia de amigos, antes de reír suavemente.
En esos momentos, uno de los marinos lanzó una soga hacia la barca que Vinc recogió y ató a la madera sobresaliente de la punta de la barca, y al mismo tiempo ayudó a los piratas tirando de la soga por su lado para acercarse al navío lo más rápido que pudieran.
- Hogar, dulce hogar-, estuvo de acuerdo con Ronaldo. - Pues el rey está como de costumbre-, comentó sincero, pues al fin y al cabo no era mentira lo que decía. El rey estaba molesto y preocupado por la aparición de un barco tan cerca de su campamento, más no era raro que el pequeño monarca lo estuviera por cualquier razón que creyera oportuna. - Más nos envía para asegurarse de que no sois una amenaza para ellos-, respondió al capitán. - Y no, cómo podrías imaginar en mí, no le dije a él ni a nadie que ya te conocía-, dijo antes de reír y encogerse de hombros. - Prefería hablar contigo personalmente y saber que te trae por este lugar, antes de comunicar nada al respecto. Ya sabes, me gusta pecar de prudente.
Vincent estaba bastante seguro de lo que habría motivado a Ronaldo aparecer allí, más la única forma de estarlo del todo era de su propia boca y voz.
- Pues, desgraciadamente, mi querida Níniel no viene conmigo ahora mismo, tiene otros asuntos que atender en el campamento-, le explicó. Raíz de atrio… ¿No le había mencionado la propia Nín, en algún momento, que necesitaban de esa raíz en el campamento? Al menos le sonaba y creía recordarlo. - Diría…-, empezó a decir sin tenerlo muy claro. - Diría que esa raíz es bien cotizada-, bromeó, aunque sin terminar de estar seguro de ello.
De todas formas, la paz no duraba demasiado cuando el mercenario estaba enfrascado en una misión. Aquella parecía sencilla, llegar, tomar un té con Ronaldo, y volver para decirle a Rigobert que no tenía nada que temer del navío aparecido de la nada. Más el aviso de Bio, el cual aprovechó para salvarse tirándose cuán largo sobre la cubierta de la barca, la ola de frío que obligó al vampiro a lanzar dicho aviso, y el hálito que resonó con la bocanada de aire gélido, dejó bien claro que Vincent no podía tener una misión sencilla de té y peluches.
- Qué cojones ha sido eso-, exclamó, levantándose del suelo del bote y echando un ojo hacia la dirección de la que había provenido el viento helado. - Hay pocas personas capaces de desplegar tal poder mágico-, comentó, más que fuese algo que cualquiera sabría sin él tener que mencionarlo.
En todo caso, las sorpresas no podían terminar ahí, y desde la zona de la que había llegado la ola de frío se acercaba a la carrera lo que parecía ser un hombre rata o ratón.
- ¡¿Qué?! - le gritó, al tiempo que apoyaba su mano diestra sobre el pomo de su espada. No le gustaba nada de aquello, y ese ratón tenía menos voz que un… ¿ratón hecho persona?
En fin, ya ese hombre bestia tuviera poca voz por canijo o por ratón lo cierto es que Bio si había conseguido captar parte de su mensaje.
- ¿Jinetes? ¿Qué jinetes? ¿De qué ejército? - respondió al moreno, pensando que se trataba de un grupo de caballería. Sin embargo, su apremiante necesidad de su hermana le hizo comprender. - No puede ser. ¿Jinetes oscuros? - comentó, mirando nuevamente en dirección al hombre ratón, deslizando su mano hacia la empuñadura de su espada. - No sé dónde está Elen, yo vine del Norte con la Logia y el ejército dragón, pero si hay un jinete en ese bosque…-, no terminó la frase y pensó en que su misión acababa de dar un giro de lo más inesperado. Inesperado, dramático y sumamente peligroso. - Si uno de ellos está aquí, ella también debe estarlo-, dijo sin dudar.
Por supuesto, cuando los dioses se ponían en su contra podían llegar a ser muy pero que muy perseverantes. Un crujido fue el anuncio de la llegada de un monstruo marino.
- Cómo si no fuera suficiente un jinete-, maldijo.
Más sin previo aviso Bio salió en rescate del buen hombre rata o ratón. Eso era de lo más peligroso, atraería la atención del monstruo, pero lo cierto es que la vez que había conocido al moreno, ya le había parecido un hombre valiente capaz de arriesgar su pellejo por el de los demás.
En todo caso no pudo más que presenciar la escena, y ver como una rata en modo voladora se dirigía hacia él y caía en sus brazos. O ese era el plan, atraparlo al vuelo, pero la realidad fue que el impulso del hombre bestia y el impacto le hizo trastabillarse y caer hacia atrás contra un costado interior del bote, al tiempo que la adorable rata salía despedida de sus brazos.
- ¡Jinetes oscuros! ¡Jinetes Oscuros! - gritaba la rata aún en vuelo, después de salir despedido del encontronazo con el cuerpo del mercenario. - ¡Los jinetes oscuros han acabado con la vida de la encantadora Abbey, capitán! - gritó en dirección al navío.
Esa no era una noticia cualquiera. Era una pésima notica. Unas nuevas que iban mucho más allá en lo negativo que la mera presencia de uno de esos seres malignos y altamente poderosos.
El alma de Vincent se quebró como cristal de Roilkat estrellándose contra el suelo. No hacía nada que bromaba con la gran encantadora, que se lo tomaba a su modo estoico y tranquilo, más no dejaba de ser una buena amiga con la que mantenía una particular relación por sus distintas personalidades. En cierta manera, sus formas de ser se complementaban el uno con el otro.
Los gritos de Bio lo sacaron al rubio de su ensimismamiento, por lo que se levantó con rapidez, gracias a las renovadas energías alimentadas por la furia que sentía en su interior. Un simple vistazo le sirvió para comprobar la precaria situación del bueno del moreno. Salvar al ratón lo había puesto en peligro, cómo ya presuponía.
- Capitán. ¡Ronaldo! - tuvo que gritar hacia el castillo de proa, para captar la atención del marinero, que ahora tenía un rostro lleno de tristeza y pesar.
De todas formas, pese a lo abatido que se encontraba el capitán por la noticia recién llegada a sus oídos, este miró en su dirección.
- ¡Debemos salvar a mi amigo! - gritó, siguiendo con su mirada clavada sobre la figura de Ronaldo, pero señalando con un brazo en dirección a Bio. - Usa a los tensai de agua. Haz que alarguen, espesen y afilen todo lo que puedan el hielo alrededor del cuello de esa bestia. Ensartadlo y clavadlo allí para ayudar a inmovilizarlo y que sea un blanco fácil-, le explicó rápidamente.
Ronaldo siguió con su semblante alicaído por la muerte de su amiga, pero no era de los que se rendía sin luchar. Vinc ya lo había visto enfrentarse a una muerte casi segura sin miedo ni pulso tembloroso. Por esa razón no le extrañó que el capitán, a pesar de no decirle nada, asintiera para mostrar que estaba de acuerdo con el plan, para acto seguido ponerse a darles órdenes a sus marineros.
El mercenario dejó de mirar hacia arriba y volvió centrar la vista sobre el monstruo y el pobre Bio que se agarraba frenéticamente sobre este para salvar el pellejo. Con resolución, agarró la empuñadura de su espada y salió de la barca en dirección a Bio. Se acercó despacio y con cuidado y lo suficiente para que su ataque mágico pudiera ser efectivo con toda su potencia. Nada más ver como el hielo se encontraba contra la piel del bicharraco, aprisionándolo, y varias agujas heladas intentaban abrirse camino sobre el animal, Vinc desenvainó con rapidez y provocó con su momento y conjuro un tajo de aire que se dirigió directamente hacia el cuello de la bestia, allí donde creyó que el hielo haría más mella y lo debilitaría con más fuerza.
En el mejor de los casos, separaría la cabeza de ese animal del resto de su cuerpo, en el segundo mejor de las opciones, quizás los tensai fueran capaces de estrangularlo si su ataque de viento fallaba, en el peor, el monstruo se liberaría y tendrían que pensar un plan alternativo.
Offrol
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En primer lugar, siento el post tan largo. Los que me conocen ya saben que a veces los escritos se me van de las manos D: Reivy, perdóname D: Al menos espero que además de largo, sea ameno de leer para que no les caiga pesado.
Me la juego bajando al hielo y uso mi habilidad de nivel 4:
La Herida del Viento – Imbuye el arma del brujo con aire. Al ser encantada el arma, esta tiene mayor filo por las corrientes de aire que acompañaran el ataque. Pudiendo incluso generar ráfagas de aire cortante, que pueden cortar al enemigo a una distancia de 6 metros, siendo este ataque a distancia, igual en daño a un corte normal con el arma. Esta habilidad solamente funcionará con armas cortantes.
- Mantenida. Dos turnos activa. Cinco turnos para reutilizarla.
La uso en combinación con los tensai de agua. El que sale como importante, entre todos los que habrá en la tripulación, es el señorito Wilhem Dutch. Así que sería él quien me ayuda y por lo que debería decir... ¡Vamos tuerto, no me jodas!
Por lo demás, hacer una mención a que le digo a Ronaldo el funesto destino de Abbey, aunque onrol uso al ratón volador como propio mensajero de las malas noticias cuando sale rebotado de mi personaje en la barca. Y ello me recuerda, Reivy, puedes recoger el rebote y hacer un mate o dejar que se estrelle contra la madera del bote, cómo de cruel prefieras ser (? jajaja XD. Por supuesto, siempre y cuando aún estés cerca de mí cuando pase todo eso ^^ Sino, pues el ratón tendrá que conformarse con la madera del suelo XD
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
A la mesa del intendente llegó un soldado presuroso que, en un vano intento por susurrar, comunico que un barco había salido a flote en medio del lago. El intendente dejó de escribir y con un gesto de muñeca mandó que se retirara mientras hacia lo indecible por ocultar su nerviosismo. Aquella información era mucho más tentadora que la de ir a un bosque en busca de exploradores perdidos y el intendente se sintió satisfecho y aliviado al escuchar que me presentaba voluntaria.
En el punto de encuentro los soldados rasos ya preparaban la barcaza que nos llevaría a mí y a otros dos hombres al centro del lago Tymer. El primero en subir fue el rubio de barba poblada, me sorprendió que el segundo (el cual tenía la cara tapa) ofreciera su mano para ayudarme a subir. Ocultando mi sorpresa tras una sonrisa agradecida tome la mano del moreno y subí a la barca sentándome al lado del primero. Dicho hombre parecía manejar con soltura el arte de la lengua común y la adulación de cortesía. Tenía por costumbre ser la que comenzaba las adulaciones, pero tampoco me molestaba dejarme llevar por la corriente
-Reivy es mi nombre noble caballero, Abadder la casa que da colores a mi blasón. -Blasón que no portaba y que hacía años que me prohibieron usar. -Soy carpintera de oficio y soldado cuando se me llama a la batalla.
Aquello último era verdad a medias, pues no me encontraba en el campamento del rey por mandato suyo. La causa de mi presencia en la avanzada era debido a un ser muy superior a ese niño, un ser que parecía ser la causante de que aquel barco estuviera en el lago. ¿Acaso Koran no confiaba en mis habilidades? O es que necesitaría el navío para llegar a mi destino.
Mi cerebro estaba perdido en sus propias cavilaciones mientras los marineros tiraban del cabo hasta dejar la barca contra la madera del barco, Vincent dialogaba con el capitán del navío con una declaración de intenciones con la que esperaba que nos dieran permiso para abordar, pero entonces un grito de mujer salió del interior del bosque.
La voz sonaba con valentía pero desesperada, aguerrida pero temerosa, como si hubiera dado el todo por el todo sin saber si con ello lograría su objetivo. Aquel grito trajo consigo una ola de frió que lo heló todo, las poleas, las maromas y las velas se habían congelado al instante, para mejorar la situación lo que parecía una serpiente gigante acababa de salir del lago y perseguía a un mausu muy muy pequeño.
El enmascarado fue el primero en salir a socorrer al ratón, él cual fue lanzado a la barca como una bala de cañón mientras el moreno saltaba a la cara del monstruo y el rubio pedía a los magos del barco que conjuraran hielo al rededor del animal. A penas tuve tiempo de alzar los brazos y atrapar al ratón que seguía en el aire después de chocar contra Vincent.
-Eres muy pequeño para ser un mausu. -Fue lo primero que se me ocurrió al ver que el hombre-bestia hablaba. -¿Eres una cría o algo así?
-Te voy a dar yo a ti cría, pelandrusca. -Bramo el deslenguado animal. -Una bruja me encogió con un embrujo cuando intente robar en su casa. ¡Súbeme al barco, maldita sea!
El capitán aun no daba el permiso de abordar, pero dadas las circunstancias esperaba que no le diera mayor importancia. Con el mausu trepando por mis brazos salté hacia la baranda del navío y subí al barco.
-Le pido disculpas por subir sin ser invitada, pero le traigo a su tripulante. -Dije a modo de saludo al tiempo que Canit bajaba de un brinco de mi hombro. A mi lado se encontraba una mujer de piel quemada por el sol que se afanaba en lanzar conjuros de viento. -Suelo dejar las exhibiciones mágicas para la tercera cita. -Argumente zalamera hacia la mujer. -Pero contigo haré una excepción. ¿Podrás darme impulso cuando salte del barco?
Ahora la pregunta adquiría un tono serio, lo que hizo que la cara de pocos amigos de la bruja cambiara a una afirmativa, aquella fue señal suficiente para que saltara sin más del barco.
Gaviota movió la manos en dirección a mi cuerpo y lanzó una ráfaga de aire que me alejo del barco al tiempo que me elevaba. Como sucedía siempre en las situaciones extremas el cambio de mi cuerpo fue brusco, rápido y doloroso, pero en menos de dos segundo obtuve forma de dragón.
Vincent corría por el hielo en dirección a la serpiente, lo cual parecía una locura, pero en comparación con el hombre que se sujetaba a la nariz del bicho parecía una acción sensata.
El animal parecía haber dejado de avanzar, pero el barco seguía en peligro y nada señalaba que el bicho quedara inmóvil eternamente.
Con aquel percal lo único que se me ocurrió fue ayudar a los brujos a desencallar el barco. Lance rayos en las inmediaciones del navío, uno detrás de otro, directos al hielo que comenzaba a romperse con cada nuevo impacto. No se cuánto tiempo estuve repitiendo la misma acción, pero en cuanto llegaron a mis oídos los gritos del desconocido moreno alcé la vista y batí las alas en su dirección.
Antes de llegar a la posición de la bestia reconduje los impulsos eléctricos de mi cuerpo para que se condensaran en mi cornamenta.
-¿Te llevo a alguna parte? -Pronuncie con la voz tremola y profunda que el anillo mágico me confería.
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Off: Gracias al objeto master Anillo dragón parlanchín puedo hablar transformada en dragón. Dichos diálogos son resaltados en negrita.
En el punto de encuentro los soldados rasos ya preparaban la barcaza que nos llevaría a mí y a otros dos hombres al centro del lago Tymer. El primero en subir fue el rubio de barba poblada, me sorprendió que el segundo (el cual tenía la cara tapa) ofreciera su mano para ayudarme a subir. Ocultando mi sorpresa tras una sonrisa agradecida tome la mano del moreno y subí a la barca sentándome al lado del primero. Dicho hombre parecía manejar con soltura el arte de la lengua común y la adulación de cortesía. Tenía por costumbre ser la que comenzaba las adulaciones, pero tampoco me molestaba dejarme llevar por la corriente
-Reivy es mi nombre noble caballero, Abadder la casa que da colores a mi blasón. -Blasón que no portaba y que hacía años que me prohibieron usar. -Soy carpintera de oficio y soldado cuando se me llama a la batalla.
Aquello último era verdad a medias, pues no me encontraba en el campamento del rey por mandato suyo. La causa de mi presencia en la avanzada era debido a un ser muy superior a ese niño, un ser que parecía ser la causante de que aquel barco estuviera en el lago. ¿Acaso Koran no confiaba en mis habilidades? O es que necesitaría el navío para llegar a mi destino.
Mi cerebro estaba perdido en sus propias cavilaciones mientras los marineros tiraban del cabo hasta dejar la barca contra la madera del barco, Vincent dialogaba con el capitán del navío con una declaración de intenciones con la que esperaba que nos dieran permiso para abordar, pero entonces un grito de mujer salió del interior del bosque.
La voz sonaba con valentía pero desesperada, aguerrida pero temerosa, como si hubiera dado el todo por el todo sin saber si con ello lograría su objetivo. Aquel grito trajo consigo una ola de frió que lo heló todo, las poleas, las maromas y las velas se habían congelado al instante, para mejorar la situación lo que parecía una serpiente gigante acababa de salir del lago y perseguía a un mausu muy muy pequeño.
El enmascarado fue el primero en salir a socorrer al ratón, él cual fue lanzado a la barca como una bala de cañón mientras el moreno saltaba a la cara del monstruo y el rubio pedía a los magos del barco que conjuraran hielo al rededor del animal. A penas tuve tiempo de alzar los brazos y atrapar al ratón que seguía en el aire después de chocar contra Vincent.
-Eres muy pequeño para ser un mausu. -Fue lo primero que se me ocurrió al ver que el hombre-bestia hablaba. -¿Eres una cría o algo así?
-Te voy a dar yo a ti cría, pelandrusca. -Bramo el deslenguado animal. -Una bruja me encogió con un embrujo cuando intente robar en su casa. ¡Súbeme al barco, maldita sea!
El capitán aun no daba el permiso de abordar, pero dadas las circunstancias esperaba que no le diera mayor importancia. Con el mausu trepando por mis brazos salté hacia la baranda del navío y subí al barco.
-Le pido disculpas por subir sin ser invitada, pero le traigo a su tripulante. -Dije a modo de saludo al tiempo que Canit bajaba de un brinco de mi hombro. A mi lado se encontraba una mujer de piel quemada por el sol que se afanaba en lanzar conjuros de viento. -Suelo dejar las exhibiciones mágicas para la tercera cita. -Argumente zalamera hacia la mujer. -Pero contigo haré una excepción. ¿Podrás darme impulso cuando salte del barco?
Ahora la pregunta adquiría un tono serio, lo que hizo que la cara de pocos amigos de la bruja cambiara a una afirmativa, aquella fue señal suficiente para que saltara sin más del barco.
Gaviota movió la manos en dirección a mi cuerpo y lanzó una ráfaga de aire que me alejo del barco al tiempo que me elevaba. Como sucedía siempre en las situaciones extremas el cambio de mi cuerpo fue brusco, rápido y doloroso, pero en menos de dos segundo obtuve forma de dragón.
Vincent corría por el hielo en dirección a la serpiente, lo cual parecía una locura, pero en comparación con el hombre que se sujetaba a la nariz del bicho parecía una acción sensata.
El animal parecía haber dejado de avanzar, pero el barco seguía en peligro y nada señalaba que el bicho quedara inmóvil eternamente.
Con aquel percal lo único que se me ocurrió fue ayudar a los brujos a desencallar el barco. Lance rayos en las inmediaciones del navío, uno detrás de otro, directos al hielo que comenzaba a romperse con cada nuevo impacto. No se cuánto tiempo estuve repitiendo la misma acción, pero en cuanto llegaron a mis oídos los gritos del desconocido moreno alcé la vista y batí las alas en su dirección.
Antes de llegar a la posición de la bestia reconduje los impulsos eléctricos de mi cuerpo para que se condensaran en mi cornamenta.
-¿Te llevo a alguna parte? -Pronuncie con la voz tremola y profunda que el anillo mágico me confería.
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- VOZ:
- La voz del anillo pero sin eco.
Reivy Abadder
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
Bio fue una veloz gacela capaz de poner a salvo al pequeño Canit, que fue recibido por Reivy. Mientras tanto, Vincent hacía de héroe de la historia y hería al animal. Lo había dejado casi visto para sentencia para que Reivy lo rematara. Pero lejos de ello, la dragona optó por liberar el barco, provocando una serie de descargas que romperían el hielo y haría desencallar el Lunargentés. Cuando se dirigió hacia los chicos, era demasiado tarde.
El monstruo, no habiendo sido rematado, se revolvió y mandó a Bio y a Vincent contra el hielo. Sus cuerpos, al golpear contra éste, lo partieron y acabaron en el agua helada. Mientras tanto, Reivy sobrevolaba el lago. La criatura, asustada y muy herida, huyó del lugar en un ahogado grito que retumbó en todo el lago y no volvió a hacer acto de presencia. El Lunargentés no había quedado dañado, pero la criatura había escapado herida. ¿Volvería?
Ronaldo, condujo las mareas hacia el barco, para ayudar a que los chicos llegasen hasta el navío. Barb y Dutch, respectivamente, les tenderían una cuerda para ayudarles a subir.
-¿Todo bien? – Preguntó Ronaldo, más serio y menos bromista de lo habitual. Conjurando corrientes de agua que trajeran a vampiro y brujo de nuevo al barco. – La criatura ha escapado, no creo que vuelva. No al menos ahora.
-Creo que necesitamos un grito de guerra para estas situaciones, ¿no crees, Gaviota? – comentó Canit, riendo y golpeando a Barb.
-No. No lo necesitamos. – negó ésta mirando al ratón en el suelo, con los brazos en jarra.
-Pues pienso pensar uno, Bárbara la Aguafiestas. – dijo el “capitán rata” de mala gana.
-¡Dejad de hablar de bobadas y traedles algo de ropa, borregos! Se van a helar con el frío que hace. – Pidió Dutch a los marineros mostrando sus malos modales.
-Ah... Ya voy, Dutch... – afirmó Barb, algo hastiada. Llevándoles sendas mantas que a su vez le habían proporcionado varios marineros. Estaban empapados y helados.
-Vayamos todos a mi camarote, a entrar en calor. – inquirió Ronaldo dirigiéndose el primero hacia el interior del navío.
El camarote estaba en la primera planta, en la proa del barco. Contaba con unos amplios ventanales y actuaba también de despacho del capitán. Al final del todo, había un cofre cerrado que emitía brillos con misteriosos objetos en su interior. Sobre la larga mesa que presidía la estancia había multitud de mapas de diferentes lugares que el capitán había visitado en sus viajes. Lugares que ninguno de los allí presentes conocía. El que estaba más encima hacía alusión a un archipiélago llamado Islas Canarias. Pero el capitán rápidamente lo apartó de la vista de todos para que pudieran disponer de espacio y no les dio tiempo ver más. Jamás comentaba nada de sus viajes entre dimensiones. Pero desde luego, explorar aquel pequeño cuarto tenía que ser maravilloso.
Ronaldo apoyó sus botas sobre el escritorio y se recostó sobre la mesa. Dutch y Barb permanecieron atrás, cerrando la puerta. Las tres sillas quedaron para los protagonistas. Ronaldo estaba claramente abatido y falto de humor. Sin mirar a nadie, comenzó a jugar con una moneda de un aero que pasó entre sus dedos. Dutch rompió el incómodo silencio.
-¡Barb, haz el favor y prepárales un té! – bramó
-¿Te gusta mandar, eh, Dutch? Prepáraselo tú. Tienes manos como yo. – replicó la bruja nórgeda ya molesta por las constantes peticiones de su igual.
-¡Claro que me gusta hacer de hombre, mujer! – le dijo el timonel en tono bromista pero, a la vez, subido de tono.
-Te lo preparo si permites que Canit defeque en tu taza.
-Con mucho gusto soltaré mis heces en la taza de ese bastardo. – afirmó el mausu. Subiendo hasta el hombro de la Gaviota. - JA JA JA JA. - rieron al unísono Canit y Barb.
-¡A la mierda los dos! ¡Iros a tomar por culo! – se rindió un gruñón Dutch, pegando un puñetazo con ambos puños en la mesa. Barb y Canit reían.
-Basta. Por favor. - pidió un Ronaldo más serio de lo habitual. Normalmente entendía aquel tipo de bromas y el buen rollo que se traían sus compañeros. Pero tras la muerte de alguien tan importante para él como Abbey Frost, y de la aparición repentina de los jinetes oscuros, no parecía que fuera el momento para ello. – No me parece un momento oportuno para este tipo de bromas.
-Per-Perdón, capitán. – se disculpó Dutch en nombre de los tres. Y Barb decidió preparar el té de buen agrado entendiendo la preocupación de los demás.
Ronaldo examinó uno a uno a los presentes. Los miró pensativo, atusándose la barba. Comenzó a lanzar la moneda al aire y a cogerla. Luego centró sus ojos en Canit. Ronaldo suspiró y apoyó su mano en la sien, echado hacia atrás en el asiento.
-Dices haber visto a un jinete oscuro.
-Así es, capitán. – Afirmó el mausu gesticulando con la cabeza.
-¿Y estaba solo?
-Sí. Haciendo una especie de ritual que no completó. Creo que acabó congelado. Estaría bien llevar a un centinela. A rematarlo. De todos modos, el otro elfo… El que iba con la encantadora. Un gilipollas que intentó chantajearme para que le diera la raíz de Atrio - permaneció pensativo. – Ha ido a avisar al rey. Imagino que su Majestad lo solucionará.
Ronaldo casi escupe el té.
-¡¿Qué el niño ese va a ir a “solucionar” lo del jinete oscuro?! – casi se le salen los ojos de las órbitas.
-Capitán, veo al ejército y a las balistas movilizarse hacia el interior del bosque. – comentó Barb, observando a través de las ventanas.
-Ja… ¡Y yo que creía que iba a ser un día tranquilo! - rió Dutch tomando de un trago el té.
-Tenemos que evitar que toque al jinete. Abbey no puede haberse sacrificado para nada. Si ataca a ese jinete oscuro y termina el ritual que preparan, puede ser la perdición. – dijo con preocupación Ronaldo.
-Eso suponiendo que los elfos le permitan pasar con su nada discreta maquinaria… - opinó Barb, mirando por el catalejo las enormes torres que se movilizaban.
-Cualquier excusa le es buena a ese niñato para liberar sus ansias expansionistas. ¿Para qué máquinas tan grandes? – dijo de mala manera Canit, subiéndose a la mesa.
-Lo mismo porque tiene complejo por tener la polla pequeña.
-A poco que la Gaviota se estire podría pasarnos información de eso. - rió Canit, ahora en sintonía con Dutch.
-¿Por qué no te lo tiras tú? Debéis de ser de la misma edad. ¿Diez años? - exageró Barb ahora de mal humor.
-¡Eh, que no soy tan viejo! - protestó.
-Vale, vale. Ya. – pidió calma Ronaldo, convocándolos en el centro de la mesa, en torno a un mapa del bosque que desplegó. – Hay que pensar rápido y actuar. – Tomó del brazo a Dutch. - ¿Crees que el barco puede ya volar? – preguntó para sorpresa de los tres presentes.
-Podría con una fuente de energía lo suficientemente poderosa. – comentó. – Ya sabe que las tenemos más cerca que nunca, capitán. Habría que ir a las cascadas del lago.
-Vale, bien. Alguien a por la reliquia. – comentó. Vincent sabría que era lo que estaban buscando Lucy y Abbey. Igual que Bio sabía que era lo que Manuela le había pedido, o que Reivy lo de Koran. Demasiada gente interesada en un objeto tan exclusivo. Los cuchillos no tardarían en volar. – Imagino que era lo que buscaban Abbey y Lucy. Yo tomaré su testigo e iré a por ella. Que alguien me acompañe. Otros deberían ir a hablar con el rey. O a persuadirle de que no ataque.
-Eso es como pedirle a Dutch que no te escupa a la cara cuando habla. – dijo Canit.
-¡Maldito cabrón! – gritó lanzándose a por el ratón. Éste lo esquivó, tomándole el pelo, iniciándose una infantil persecución. Ronaldo los ignoró y se centró en Vincent, Bio y Reivy.
– Vosotros habéis estado en el campamento. ¿Cómo creéis que es mejor distribuirse?
Tal y como esperabais, este evento no era demasiado de lucha. Pero la que tuvisteis la solventasteis bien. Habéis dividido bien los recursos que teníais disponibles. Salvasteis la vida a Canit, bloqueasteis al animal y liberasteis el barco. Sin embargo, la criatura no llegó a morir. Así que es posible (aunque no seguro) que aparezca en posibles eventos de la trama que transcurran en el lago.
Sin embargo, Bio y Vincent caísteis al agua y sufrís la enfermedad temporal: Hipotermia. Lo que impide utilizar habilidades u objetos que requieran el uso de calor (fuego) durante el próximo evento, hasta que entréis en calor.
La segunda parte del evento es de distribución de recursos. Algo que será muy importante de cara al futuro. Tenéis dos frentes abiertos:
- Conseguir el objeto mágico supondrá un antes y un después en el evento si termina en las manos adecuadas. Iréis al evento de la Salvación del Mundo, del capítulo 2.
- Ir a resolver el asunto del jinete oscuro congelado junto al rey de Dundarak, en el templo de Anar. Por lo que os uniréis a Mefisto, al rey Rigobert y al recuperado Sir Sammuel en el evento el Despertar de los Jinetes Oscuros, del capítulo 2 (no a Zöe, congelada).
Tendréis además que decidir colocar al Lunargentés (cerca de la costa o cerca de las cataratas). Y distribuir a los tripulantes del mismo: Canit, Barb y Dutch. A excepción del Capitán Ronaldo de Trastámara, que irá al Evento de la Salvación del Mundo.
Os distribuiréis 2 y 1, según vuestros intereses y la estrategia.
El monstruo, no habiendo sido rematado, se revolvió y mandó a Bio y a Vincent contra el hielo. Sus cuerpos, al golpear contra éste, lo partieron y acabaron en el agua helada. Mientras tanto, Reivy sobrevolaba el lago. La criatura, asustada y muy herida, huyó del lugar en un ahogado grito que retumbó en todo el lago y no volvió a hacer acto de presencia. El Lunargentés no había quedado dañado, pero la criatura había escapado herida. ¿Volvería?
Ronaldo, condujo las mareas hacia el barco, para ayudar a que los chicos llegasen hasta el navío. Barb y Dutch, respectivamente, les tenderían una cuerda para ayudarles a subir.
-¿Todo bien? – Preguntó Ronaldo, más serio y menos bromista de lo habitual. Conjurando corrientes de agua que trajeran a vampiro y brujo de nuevo al barco. – La criatura ha escapado, no creo que vuelva. No al menos ahora.
-Creo que necesitamos un grito de guerra para estas situaciones, ¿no crees, Gaviota? – comentó Canit, riendo y golpeando a Barb.
-No. No lo necesitamos. – negó ésta mirando al ratón en el suelo, con los brazos en jarra.
-Pues pienso pensar uno, Bárbara la Aguafiestas. – dijo el “capitán rata” de mala gana.
-¡Dejad de hablar de bobadas y traedles algo de ropa, borregos! Se van a helar con el frío que hace. – Pidió Dutch a los marineros mostrando sus malos modales.
-Ah... Ya voy, Dutch... – afirmó Barb, algo hastiada. Llevándoles sendas mantas que a su vez le habían proporcionado varios marineros. Estaban empapados y helados.
-Vayamos todos a mi camarote, a entrar en calor. – inquirió Ronaldo dirigiéndose el primero hacia el interior del navío.
El camarote estaba en la primera planta, en la proa del barco. Contaba con unos amplios ventanales y actuaba también de despacho del capitán. Al final del todo, había un cofre cerrado que emitía brillos con misteriosos objetos en su interior. Sobre la larga mesa que presidía la estancia había multitud de mapas de diferentes lugares que el capitán había visitado en sus viajes. Lugares que ninguno de los allí presentes conocía. El que estaba más encima hacía alusión a un archipiélago llamado Islas Canarias. Pero el capitán rápidamente lo apartó de la vista de todos para que pudieran disponer de espacio y no les dio tiempo ver más. Jamás comentaba nada de sus viajes entre dimensiones. Pero desde luego, explorar aquel pequeño cuarto tenía que ser maravilloso.
Ronaldo apoyó sus botas sobre el escritorio y se recostó sobre la mesa. Dutch y Barb permanecieron atrás, cerrando la puerta. Las tres sillas quedaron para los protagonistas. Ronaldo estaba claramente abatido y falto de humor. Sin mirar a nadie, comenzó a jugar con una moneda de un aero que pasó entre sus dedos. Dutch rompió el incómodo silencio.
-¡Barb, haz el favor y prepárales un té! – bramó
-¿Te gusta mandar, eh, Dutch? Prepáraselo tú. Tienes manos como yo. – replicó la bruja nórgeda ya molesta por las constantes peticiones de su igual.
-¡Claro que me gusta hacer de hombre, mujer! – le dijo el timonel en tono bromista pero, a la vez, subido de tono.
-Te lo preparo si permites que Canit defeque en tu taza.
-Con mucho gusto soltaré mis heces en la taza de ese bastardo. – afirmó el mausu. Subiendo hasta el hombro de la Gaviota. - JA JA JA JA. - rieron al unísono Canit y Barb.
-¡A la mierda los dos! ¡Iros a tomar por culo! – se rindió un gruñón Dutch, pegando un puñetazo con ambos puños en la mesa. Barb y Canit reían.
-Basta. Por favor. - pidió un Ronaldo más serio de lo habitual. Normalmente entendía aquel tipo de bromas y el buen rollo que se traían sus compañeros. Pero tras la muerte de alguien tan importante para él como Abbey Frost, y de la aparición repentina de los jinetes oscuros, no parecía que fuera el momento para ello. – No me parece un momento oportuno para este tipo de bromas.
-Per-Perdón, capitán. – se disculpó Dutch en nombre de los tres. Y Barb decidió preparar el té de buen agrado entendiendo la preocupación de los demás.
Ronaldo examinó uno a uno a los presentes. Los miró pensativo, atusándose la barba. Comenzó a lanzar la moneda al aire y a cogerla. Luego centró sus ojos en Canit. Ronaldo suspiró y apoyó su mano en la sien, echado hacia atrás en el asiento.
-Dices haber visto a un jinete oscuro.
-Así es, capitán. – Afirmó el mausu gesticulando con la cabeza.
-¿Y estaba solo?
-Sí. Haciendo una especie de ritual que no completó. Creo que acabó congelado. Estaría bien llevar a un centinela. A rematarlo. De todos modos, el otro elfo… El que iba con la encantadora. Un gilipollas que intentó chantajearme para que le diera la raíz de Atrio - permaneció pensativo. – Ha ido a avisar al rey. Imagino que su Majestad lo solucionará.
Ronaldo casi escupe el té.
-¡¿Qué el niño ese va a ir a “solucionar” lo del jinete oscuro?! – casi se le salen los ojos de las órbitas.
-Capitán, veo al ejército y a las balistas movilizarse hacia el interior del bosque. – comentó Barb, observando a través de las ventanas.
-Ja… ¡Y yo que creía que iba a ser un día tranquilo! - rió Dutch tomando de un trago el té.
-Tenemos que evitar que toque al jinete. Abbey no puede haberse sacrificado para nada. Si ataca a ese jinete oscuro y termina el ritual que preparan, puede ser la perdición. – dijo con preocupación Ronaldo.
-Eso suponiendo que los elfos le permitan pasar con su nada discreta maquinaria… - opinó Barb, mirando por el catalejo las enormes torres que se movilizaban.
-Cualquier excusa le es buena a ese niñato para liberar sus ansias expansionistas. ¿Para qué máquinas tan grandes? – dijo de mala manera Canit, subiéndose a la mesa.
-Lo mismo porque tiene complejo por tener la polla pequeña.
-A poco que la Gaviota se estire podría pasarnos información de eso. - rió Canit, ahora en sintonía con Dutch.
-¿Por qué no te lo tiras tú? Debéis de ser de la misma edad. ¿Diez años? - exageró Barb ahora de mal humor.
-¡Eh, que no soy tan viejo! - protestó.
-Vale, vale. Ya. – pidió calma Ronaldo, convocándolos en el centro de la mesa, en torno a un mapa del bosque que desplegó. – Hay que pensar rápido y actuar. – Tomó del brazo a Dutch. - ¿Crees que el barco puede ya volar? – preguntó para sorpresa de los tres presentes.
-Podría con una fuente de energía lo suficientemente poderosa. – comentó. – Ya sabe que las tenemos más cerca que nunca, capitán. Habría que ir a las cascadas del lago.
-Vale, bien. Alguien a por la reliquia. – comentó. Vincent sabría que era lo que estaban buscando Lucy y Abbey. Igual que Bio sabía que era lo que Manuela le había pedido, o que Reivy lo de Koran. Demasiada gente interesada en un objeto tan exclusivo. Los cuchillos no tardarían en volar. – Imagino que era lo que buscaban Abbey y Lucy. Yo tomaré su testigo e iré a por ella. Que alguien me acompañe. Otros deberían ir a hablar con el rey. O a persuadirle de que no ataque.
-Eso es como pedirle a Dutch que no te escupa a la cara cuando habla. – dijo Canit.
-¡Maldito cabrón! – gritó lanzándose a por el ratón. Éste lo esquivó, tomándole el pelo, iniciándose una infantil persecución. Ronaldo los ignoró y se centró en Vincent, Bio y Reivy.
– Vosotros habéis estado en el campamento. ¿Cómo creéis que es mejor distribuirse?
* * * * * * * * * * * *
Tal y como esperabais, este evento no era demasiado de lucha. Pero la que tuvisteis la solventasteis bien. Habéis dividido bien los recursos que teníais disponibles. Salvasteis la vida a Canit, bloqueasteis al animal y liberasteis el barco. Sin embargo, la criatura no llegó a morir. Así que es posible (aunque no seguro) que aparezca en posibles eventos de la trama que transcurran en el lago.
Sin embargo, Bio y Vincent caísteis al agua y sufrís la enfermedad temporal: Hipotermia. Lo que impide utilizar habilidades u objetos que requieran el uso de calor (fuego) durante el próximo evento, hasta que entréis en calor.
La segunda parte del evento es de distribución de recursos. Algo que será muy importante de cara al futuro. Tenéis dos frentes abiertos:
- Conseguir el objeto mágico supondrá un antes y un después en el evento si termina en las manos adecuadas. Iréis al evento de la Salvación del Mundo, del capítulo 2.
- Ir a resolver el asunto del jinete oscuro congelado junto al rey de Dundarak, en el templo de Anar. Por lo que os uniréis a Mefisto, al rey Rigobert y al recuperado Sir Sammuel en el evento el Despertar de los Jinetes Oscuros, del capítulo 2 (no a Zöe, congelada).
Tendréis además que decidir colocar al Lunargentés (cerca de la costa o cerca de las cataratas). Y distribuir a los tripulantes del mismo: Canit, Barb y Dutch. A excepción del Capitán Ronaldo de Trastámara, que irá al Evento de la Salvación del Mundo.
Os distribuiréis 2 y 1, según vuestros intereses y la estrategia.
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
De todas mis malas ideas- Dije mientras luchaba para no caerme del animal -Esta ha sido la peor- Una situación que no parecía mejorar en lo absoluto -Ay no, seguro que estas cosas nunca le pasan a alguien como Niniel o Elen- Protesté al notar como el moco de la criatura comenzaba a descender por mis brazos -Pero aquí estoy, debatiéndome entre ser devorado o cubierto de mocos- Una de mis manos resbaló y quedé colgando solo con la derecha -Tal vez terminen siendo ambas cosas- Me volví a sujetar de la criatura con más fuerza -Extra, peligroso vampiro muere a causa del moco de una bestia gigante- Dije parodiando lo que gritarían los juglares tras mi muerte -Si vas a matarme, por favor trágame, que no quede ni rastro y no me reconozcan- Supliqué a la criatura.
Por fortuna los refuerzos no tardaron en llegar y el brujo de la barba sexy acudió en mi ayuda con un plan que a fin de cuentas no estaba seguro de si quería salvarme o matarme junto a la bestia -Hey, con cuidado- Protesté levantando las piernas y trepando inútilmente en el cuello del animal para evitar que las espinas de hielo me atravesaran junto a aquella enorme cosa.
Los distintos ataques hicieron efecto mermando las fuerzas y la resistencia del animal pero en medio del dolor que le causaban sus heridas se sacudió tan fuerte que ya no pude sostenerme y salí volando como un trapito al aire -Vamos Bio, puedes caer de pie- Agité los brazos para tratar de girar mi cuerpo de modo que pudiera aterrizar con los pies en el piso de manera elegante y sin problemas y tal como esperaba, caí de costado con todo el peso sobre mi hombro izquierdo, esto desde luego me hizo soltar un grito de dolor pero se ponía peor.
El hielo se rompió -Esto va a doler más tard- Alcancé a decir apenas antes de hundirme en las aguas heladas, algo positivo era que las bajas temperaturas aliviarían el dolor de los golpes pero si no salía rápido tal vez no volvería a sentir dolor, ni nada más, nunca más. Agité la cabeza bajo el agua para recomponerme y me recompuse buscando la superficie, al verla intenté nadar de inmediato para salir y fue recibido por un golpe de soga en mi cabeza, grité de dolor hundiéndome de nuevo pero luego volví a salir sujetándome de la soga para dejar que los piratas tiraran de ella hasta ponerme a salvo.
Ya en la cubierta miré al lago y no había rastro del animal, estaba por preguntar cuando nos aclararon que la criatura había escapado, aunque ya era problema de alguien más, me dejé caer al piso sentado para hacerme un rápido chequeo y saber qué partes dolían y cuáles dolían más. A la primera oportunidad tomé una de las mantas que nos ofrecían y me envolví en ella con desespero y tiritando de frío.
Seguimos al capitán hasta su camarote persiguiendo la promesa de calor, una vez allí observé una serie de objetos bastante curiosos, con énfasis en mapas que parecían ser fantásticos, pues no me resultaban conocidos de ningún lado. En un momento llegué a admirar la paciencia que este capitán tenía para con su tripulación que no parecían tomarse en serio la gravedad de la situación, es decir, eran jinetes, no cualquier cosa, sino jinetes.
Tosí y casi me ahogué al escuchar que el minirey se encargaría del asunto -No pueden dejar esto en manos de ese niño- Protesté de inmediato decidido a ir yo mismo a detenerlo de ser necesario, sin embargo recordé el encargo de Manuela, mi misión era más importante que cualquier jinete y además ¿qué podría hacer yo contra uno? Y por otro lado, si el rey moría ¿era tan malo? -Rayos- Negué con la cabeza tal pensamiento, había que evitar que el rey llevara a sus hombres a una muerte segura, pero también había que detener lo que sea que esa cosa estuviera haciendo.
Reí de medio lado al escuchar que si el barco podía volar, pero al ver que todos estaban serios me quedé en suspenso -¿Volar?- Murmuré un poco incrédulo pero luego las nuevas misiones me sacaron del trance, y es que de nuevo podía encarrilarme a mi objetivo principal -Si me permiten, iré por esa reliquia, si los jinetes están tras ella debemos encontrarla primero y alejarla- Dije en tono más serio de lo habitual, por un lado, aquella era mi misión original, pero por otro lado, con el rostro descubierto no podía volver al campamento sin quedar en evidencia, además a este punto seguramente ya había despertado el dueño del atuendo que había tomado, volver era una pésima idea.
Por fortuna los refuerzos no tardaron en llegar y el brujo de la barba sexy acudió en mi ayuda con un plan que a fin de cuentas no estaba seguro de si quería salvarme o matarme junto a la bestia -Hey, con cuidado- Protesté levantando las piernas y trepando inútilmente en el cuello del animal para evitar que las espinas de hielo me atravesaran junto a aquella enorme cosa.
Los distintos ataques hicieron efecto mermando las fuerzas y la resistencia del animal pero en medio del dolor que le causaban sus heridas se sacudió tan fuerte que ya no pude sostenerme y salí volando como un trapito al aire -Vamos Bio, puedes caer de pie- Agité los brazos para tratar de girar mi cuerpo de modo que pudiera aterrizar con los pies en el piso de manera elegante y sin problemas y tal como esperaba, caí de costado con todo el peso sobre mi hombro izquierdo, esto desde luego me hizo soltar un grito de dolor pero se ponía peor.
El hielo se rompió -Esto va a doler más tard- Alcancé a decir apenas antes de hundirme en las aguas heladas, algo positivo era que las bajas temperaturas aliviarían el dolor de los golpes pero si no salía rápido tal vez no volvería a sentir dolor, ni nada más, nunca más. Agité la cabeza bajo el agua para recomponerme y me recompuse buscando la superficie, al verla intenté nadar de inmediato para salir y fue recibido por un golpe de soga en mi cabeza, grité de dolor hundiéndome de nuevo pero luego volví a salir sujetándome de la soga para dejar que los piratas tiraran de ella hasta ponerme a salvo.
Ya en la cubierta miré al lago y no había rastro del animal, estaba por preguntar cuando nos aclararon que la criatura había escapado, aunque ya era problema de alguien más, me dejé caer al piso sentado para hacerme un rápido chequeo y saber qué partes dolían y cuáles dolían más. A la primera oportunidad tomé una de las mantas que nos ofrecían y me envolví en ella con desespero y tiritando de frío.
Seguimos al capitán hasta su camarote persiguiendo la promesa de calor, una vez allí observé una serie de objetos bastante curiosos, con énfasis en mapas que parecían ser fantásticos, pues no me resultaban conocidos de ningún lado. En un momento llegué a admirar la paciencia que este capitán tenía para con su tripulación que no parecían tomarse en serio la gravedad de la situación, es decir, eran jinetes, no cualquier cosa, sino jinetes.
Tosí y casi me ahogué al escuchar que el minirey se encargaría del asunto -No pueden dejar esto en manos de ese niño- Protesté de inmediato decidido a ir yo mismo a detenerlo de ser necesario, sin embargo recordé el encargo de Manuela, mi misión era más importante que cualquier jinete y además ¿qué podría hacer yo contra uno? Y por otro lado, si el rey moría ¿era tan malo? -Rayos- Negué con la cabeza tal pensamiento, había que evitar que el rey llevara a sus hombres a una muerte segura, pero también había que detener lo que sea que esa cosa estuviera haciendo.
Reí de medio lado al escuchar que si el barco podía volar, pero al ver que todos estaban serios me quedé en suspenso -¿Volar?- Murmuré un poco incrédulo pero luego las nuevas misiones me sacaron del trance, y es que de nuevo podía encarrilarme a mi objetivo principal -Si me permiten, iré por esa reliquia, si los jinetes están tras ella debemos encontrarla primero y alejarla- Dije en tono más serio de lo habitual, por un lado, aquella era mi misión original, pero por otro lado, con el rostro descubierto no podía volver al campamento sin quedar en evidencia, además a este punto seguramente ya había despertado el dueño del atuendo que había tomado, volver era una pésima idea.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
La táctica de Bio para mantener distraído a la bestia había funcionado a las mil maravillas. Bueno, siempre y en todo caso que se pudiera considerar táctica o estrategia acabar agarrado a la cabeza del monstruo con tu vida pendiendo de un hilo.
Evidentemente nunca había sido un plan muy elaborado dentro de la cabeza de alguien, ni mucho menos. Sólo era la valentía de un singular y virtuoso hombre de oscuros cabellos, puesta en marcha una vez más para, esta vez, intentar salvar la vida de un hombre ratón en peligro. Sin embargo, pese a que la idea original de Bio seguro que no entrañaba nada de cercanías con monstruosas bocas llenas de afilados colmillos, la realidad es que había atraído la atención del bicho del lago.
Había brindado una oportunidad única al grupo de… ¿rescate? Sí, quizás esa fuera la mejor definición para ellos en esos instantes. En cualquier caso, el moreno captó toda la atención del monstruo del lago, y ello hizo factible la estrategia que habían puesto en marcha los marineros del Lunargentés y el brujo que corrió por encima del hielo.
Quizás avanzar sobre el hielo recién creado no fuera lo más seguro, por no decir que era una locura, pero si de verdad quería salvar al moreno, era lo único que podía hacer en ese momento.
Vincent no podía lanzarle una bola explosiva a la bestia sin hacerle daño en el proceso a Bio. Además, fuego y vampiros no es que se conjugaran demasiado bien, que digamos. Sólo podía atacar al monstruo con la espada o con sus ataques cortantes a distancia, más tal ataque tenía una pega. No podía hacerlo desde la barca, desde tan lejos no serían muy efectivos y además no podía asegurarse de no impactar sobre Bio.
No, no había otro modo. Lo cierto es que no tenía más opción que arriesgarse.
Y dadas las circunstancias, después de que el monstruo quedara atrapado con el hielo gracias a las artes mágicas de Ronaldo y compañía, incluso nuestro rubio brujo pudo permitirse una sensación de éxito. Al menos durante unos instantes pareció que el plan salía bien, que la bestia quedaba atrapada y que su ataque cortante contra el cuello de la bestia hacía mella… Pero fue un espejismo. Sin duda el monstruo sintió el poder de los brujos a los que se enfrentaba, más ello no fue suficiente para matarla o inmovilizarla del todo.
No tardó la bestia en desembarazarse de Bio mediante la fuerza. Y con ese movimiento brusco, además de librarse de su indeseable pasajero, resquebrajó el hielo y pudo escapar del letal abrazo de los tensai de hielo.
Para desgracia de vampiro volador y de brujo mercenario sobre el hielo, Reivy no pudo hacer nada por ellos. El primero acabó rompiendo el hielo con su impacto contra la débil capa y el segundo no pudo evitar su mismo destino.
- Mierda, mierda, mierda-, fue lo único que pudo expresar, mientras envainaba su espada y se echaba a correr de forma desesperada.
No obstante, cómo bien se ha mencionando antes, Vinc no pudo ser lo suficientemente rápido cómo para escapar de la grieta que se fue formando sobre el hielo, y en cuánto esta le dio alcance, el brujo acabó corriendo la misma suerte que Bio. Sumergido sobre las aguas.
Por supuesto, llegados a este punto, una idea cruzó la mente de nuestro rubito, y es que ahora estaba dentro del agua de ese lago. Un lago controlado por una bestia que dominaba a la perfección su medio natural de supervivencia.
Vinc ya se tenía por carnaza de monstruo acuático. Era en lo único que pudo pensar en cuánto consiguió reflotarse a la superficie y recuperar el aliento con una bocanada de aire. En esos instantes, sólo pensar en su mala situación y sabía que no podía hacer nada más allá de mantenerse a flote. Ahora mismo era como el cebo de un caña de pescar.
Era descorazonador, más al menos la corriente del lago empezó a acercarlo hacia el barco de Ronaldo. Por ello no tardó en comprender que debía ser obra de los hombres y mujeres del barco, que son su magia, lo estaban salvando de una muerte segura. El problema era, ¿daría tiempo? ¿Conseguirían sacarlo del agua antes de ser cena de bicho?
Parecía que su suerte no acababa allí, pues la bestia no regresó para comérselo de dos rápidos bocados. Aún los dioses no habían abandonado al bueno de Vinc, pensó el brujo, en cuánto estuvo a unos metros del navío y con una soga al alcance de la mano.
- No sé si soy el tipo con más mala suerte del mundo-, comentó en alto, mientras subía por la cuerda y algunos tripulantes le ayudaban a lo propio tirando de la misma. - O el más afortunado. Caer en esas malditas aguas es una mierda, pero no ser alimento de monstruo siempre es un placer-, comentó socarrón, nada más llegar a la cubierta, sonsacando las risas de algunos de los presentes.
Joder, no todos los días uno se salvaba de una muerte tan… horrible, por decirlo bonito. Era para estar feliz. Al menos en lo personal, pues una vez fuera de peligro no tardó en recordar lo que había comentado el tripulante ratón de Ronaldo antes de tener que luchar contra la bestia.
Abbey había caído en combate. Sólo era frase resumía todo, pues había que ser muy muy pero que muy fuerte para vencer a la encantadora de hielo en una batalla. Y ello daba más razón a las palabras del señor ratón, sin duda un jinete oscuro estaba a sus anchas en el bosque de Sandorai, era de los pocos seres capaces de acabar con la vida de la dama de hielo.
- Me cago en todo. Este día es una puta mierda y la noche no va a ser mejor-, se aventuró a decir, nada más entrar en el camarote de Ronaldo tras los demás. El capitán tenía unos mapas sobre la mesa, pero sólo atinó a leer Islas Canarias antes de ver como desaparecían ante sus ojos, en cuánto el marinero los hizo a un lado y los guardó en lugar seguro. - Islas Canarias, nunca había oído hablar de un lugar como ese-, comentó, con su característica curiosidad activada.
No era para menos, si se hacía una lista de cosas que le gustaban al hechicero de fuego, sin duda, el conocimiento tendría un lugar destacado en ella.
- Es un lugar hermoso y soleado. Ya te hablaré de él, ahora tenemos cosas más prioritarias-, contestó Ronaldo, con una seriedad impropia en él.
Una seriedad impropia, más no por ello menos entendible. La muerte de Abbey no era un asunto menor para ninguno de los dos brujos que ahora conversaban.
- Seguro que me gustaría. Un poco de sol no me vendría nada mal-, respondió, medio en broma, pues por un lado no le faltaba razón, sentía el frío calar en sus huesos, y por otro porque tampoco tenía ánimos para bromear en su habitual estilo. - Y ya sabes que me encantan las buenas historias, pero sí, tienes razón, tenemos asuntos más urgentes-, terminó por decir, colocándose a un lado, apoyado contra la madera del barco y adquiriendo un segundo plano.
Estaba cansado, la cabeza le pesaba más que de lo normal, y el cuerpo se enfriaba a cada instante que pasaba. Por esa razón no tardó en desenganchar la correa de su coraza de cuero, que parecía pesar el doble, y l dejó a un lado. Luego se quitó la camisa y la dejó sobre esta.
La marinera, Bárbara “la Aguafiestas”, cómo se había referido a ella uno de sus compañeros, no tardó en llegar con unas mantas para los desgraciados hombres que se habían remojado en el lago.
- Gracias-, manifestó a la joven, antes de ponerse con la tarea de secarse con ella con unos de sus lados, para finalmente rodearse con el otro seco en cuánto y convertirse en un particular hombre oso. - Toda ayuda es buena para quitarse este frío.
En cualquier caso, mientras se ponía más cómodo, y se calentaba un poco, Vinc no dejó de escuchar lo que tenía que contar el pequeño hombre ratón.
- Un centinela-, comentó. - Imagino que habrá alguno. Dónde suele haber un jinete oscuro no suele faltar tampoco un centinela-, comentó, pensando una vez más en su hermana.
¿Estaría en aquel bosque de verdad? Era probable, y no le gustaba la idea de que luchara sola contra ese formidable enemigo.
- ¿Un elfo has dicho? - preguntó, con renovada curiosidad. - Por casualidad, ese elfo que te pidió la raíz de Atrio, ¿iba acompañado de una mujer?
En cuánto el ratón mencionó la raíz que servía para la medicina de Sammuel, no pudo evitar rememorar a las personas que se habían hecho cargo de él en el campamento. No los conocía, pero lo del elfo encajaba, y pese a no conocerlos no les deseaba mal alguno.
Por esos momentos, Vincent ya tenía una taza de té entre sus manos, y aunque prefería licores de otro tipo, ese calentito té le venía como anillo al dedo. Era justo lo que necesitaba para entrar en calor, eso y recuperar fuerzas. Con su magia no tardaría mucho tiempo en volver a estar en forma, el problema, es que esa noche que se cerraba sobre sus cabezas no auguraba nada bueno. Por tanto, por ahora no tenía ese tiempo.
- Digamos que el joven rey siempre ha sido muy impulsivo-, comentó, después del aviso de Bárbara. - No sabe a lo que se enfrenta-, dijo, taciturno.
Pocos lo sabían, en realidad, por ende, no era algo reprochable al coronado muchacho. Sus ganas de guerra, combatir y dominar ya era otro cantar.
- Si no libera al jinete congelado, por lo menos provocará un guerra con los elfos. Suelen ser pacíficos, pero no tanto como para dejar entrar fuerzas extranjeras en su suelo sagrado-, dijo esta vez. Una cuestión bien sabida por todos, pero que debía comentar de todos modos, pues de otra forma le explotaría la cabeza.
El maldito Rigobert a veces parecía un niñato malcriado, pero el problema es que si un niño malcriado se convertía en el soberano de toda una nación… Tiempos funestos se acercaban.
- No jodas, ¿el barco puede volar? - preguntó, con verdadera sorpresa tenida en las palabras.
Era arcanista, sabía lo poderosa que podía llegar a ser la magia, pero la idea de un barco volador se le antojaba un impresionante hito. No era extraño que Bio se hubiera reído ante tal mención, parecía imposible de creer.
- Bueno, supongo que ya tenemos un candidato para ir a por el artefacto-, comentó, en cuánto escuchó las palabras de Bio. - Yo también debería apoyarte, Ronaldo. Debemos evitar que ese artefacto caiga en malas manos.
- ¿Pero? No pareces decirlo muy convencido.
- Así es. No sé cuántos jinetes oscuros hay en ese bosque, pero al menos sé donde hay uno atrapado-, respondió, apretándose la manta contra su cuello. - Además, ahora mismo soy un completo inútil. Poca ayuda podría aportarte-, matizó.
- Vamos, no exageres. Aunque deberías ir a ver a Rigobert. Tienes don para la palabra, puede que consigas convencerlo de que desista.
- ¿De que desista de qué? Sólo el rey dragón sabe lo que piensa el rey dragón-, respondió, negando con la cabeza. - Me sobreestimas. Soy brujo de aire y fuego, no ilusionista-, bromeó, marcando su primera media sonrisa desde que supiera de la muerte de Abbey. - No creo que pueda hacer lo que sugieres. Más cómo dije, tampoco creo que sea muy útil ayudándote. Al menos intentaré que ese jinete siga inactivo.
Quizás, incluso si accedía ir a convencer al rey Rigobert, por el camino se encontrara con Elen. Algún centinela debía estar tras la pista de ese malnacido que había acabado con Abbey. Con suerte podría ser su hermana.
- Excelente. Que así sea. El moreno, si es de fiar para Vinc, cómo así parece, lo será para mí. Él y yo iremos a por el artefacto, ¿alguien más se apunta? - preguntó Ronaldo, sin embargo antes de escuchar respuesta añadió algo más. - Ah, Bárbara. Ve con Vincent. Necesitará ayuda y apoyo. Convencer a ese niño no será tarea sencilla, mejor no pecar de imprudentes.
- Entendido, pero, ¿por qué yo?
- Porque necesitamos buena moza que encante al rey con sus caderas-, comentó el ratón, que aún escapaba del otro marinero, al cual no tardó en sumarse la muchacha.
- Ese ratón sabe hacer amigos-, dijo socarrón, de mejor humor. Tener planes en la cabeza y una misión para esa misma noche, le hacía no tener que pensar en cosas más tristes. - Pero no le hagas caso, mujer. Ronaldo sólo te manda conmigo porque sabe que ahora mismo soy como un puto lisiado.
- Sigues exagerando. Pienso en lo mejor para que todo salga bien.
- Lo sé. Pero también sé que no estoy para muchos trotes-, le respondió, dejando a un lado la manta que estaba usando de abrigo hasta ese mismo momento y mirando su camisa aún mojada. Todavía no podía ponérsela. - En fin, menudo día. Si tienes alguna forma de hacer que este barco vuele, deberías hacer todo lo necesario para que así sea. Puede darnos una ventaja capital-, sugirió a Ronaldo, sentándose en el pico de su mesa, y dándole otro trago a su calentito té.
¿Convencer al rey? Era más fácil matar al jinete oscuro que convencer a ese mozalbete con corona, más de todos modos debía intentarlo. Abbey no debía morir en vano.
Evidentemente nunca había sido un plan muy elaborado dentro de la cabeza de alguien, ni mucho menos. Sólo era la valentía de un singular y virtuoso hombre de oscuros cabellos, puesta en marcha una vez más para, esta vez, intentar salvar la vida de un hombre ratón en peligro. Sin embargo, pese a que la idea original de Bio seguro que no entrañaba nada de cercanías con monstruosas bocas llenas de afilados colmillos, la realidad es que había atraído la atención del bicho del lago.
Había brindado una oportunidad única al grupo de… ¿rescate? Sí, quizás esa fuera la mejor definición para ellos en esos instantes. En cualquier caso, el moreno captó toda la atención del monstruo del lago, y ello hizo factible la estrategia que habían puesto en marcha los marineros del Lunargentés y el brujo que corrió por encima del hielo.
Quizás avanzar sobre el hielo recién creado no fuera lo más seguro, por no decir que era una locura, pero si de verdad quería salvar al moreno, era lo único que podía hacer en ese momento.
Vincent no podía lanzarle una bola explosiva a la bestia sin hacerle daño en el proceso a Bio. Además, fuego y vampiros no es que se conjugaran demasiado bien, que digamos. Sólo podía atacar al monstruo con la espada o con sus ataques cortantes a distancia, más tal ataque tenía una pega. No podía hacerlo desde la barca, desde tan lejos no serían muy efectivos y además no podía asegurarse de no impactar sobre Bio.
No, no había otro modo. Lo cierto es que no tenía más opción que arriesgarse.
Y dadas las circunstancias, después de que el monstruo quedara atrapado con el hielo gracias a las artes mágicas de Ronaldo y compañía, incluso nuestro rubio brujo pudo permitirse una sensación de éxito. Al menos durante unos instantes pareció que el plan salía bien, que la bestia quedaba atrapada y que su ataque cortante contra el cuello de la bestia hacía mella… Pero fue un espejismo. Sin duda el monstruo sintió el poder de los brujos a los que se enfrentaba, más ello no fue suficiente para matarla o inmovilizarla del todo.
No tardó la bestia en desembarazarse de Bio mediante la fuerza. Y con ese movimiento brusco, además de librarse de su indeseable pasajero, resquebrajó el hielo y pudo escapar del letal abrazo de los tensai de hielo.
Para desgracia de vampiro volador y de brujo mercenario sobre el hielo, Reivy no pudo hacer nada por ellos. El primero acabó rompiendo el hielo con su impacto contra la débil capa y el segundo no pudo evitar su mismo destino.
- Mierda, mierda, mierda-, fue lo único que pudo expresar, mientras envainaba su espada y se echaba a correr de forma desesperada.
No obstante, cómo bien se ha mencionando antes, Vinc no pudo ser lo suficientemente rápido cómo para escapar de la grieta que se fue formando sobre el hielo, y en cuánto esta le dio alcance, el brujo acabó corriendo la misma suerte que Bio. Sumergido sobre las aguas.
Por supuesto, llegados a este punto, una idea cruzó la mente de nuestro rubito, y es que ahora estaba dentro del agua de ese lago. Un lago controlado por una bestia que dominaba a la perfección su medio natural de supervivencia.
Vinc ya se tenía por carnaza de monstruo acuático. Era en lo único que pudo pensar en cuánto consiguió reflotarse a la superficie y recuperar el aliento con una bocanada de aire. En esos instantes, sólo pensar en su mala situación y sabía que no podía hacer nada más allá de mantenerse a flote. Ahora mismo era como el cebo de un caña de pescar.
Era descorazonador, más al menos la corriente del lago empezó a acercarlo hacia el barco de Ronaldo. Por ello no tardó en comprender que debía ser obra de los hombres y mujeres del barco, que son su magia, lo estaban salvando de una muerte segura. El problema era, ¿daría tiempo? ¿Conseguirían sacarlo del agua antes de ser cena de bicho?
Parecía que su suerte no acababa allí, pues la bestia no regresó para comérselo de dos rápidos bocados. Aún los dioses no habían abandonado al bueno de Vinc, pensó el brujo, en cuánto estuvo a unos metros del navío y con una soga al alcance de la mano.
- No sé si soy el tipo con más mala suerte del mundo-, comentó en alto, mientras subía por la cuerda y algunos tripulantes le ayudaban a lo propio tirando de la misma. - O el más afortunado. Caer en esas malditas aguas es una mierda, pero no ser alimento de monstruo siempre es un placer-, comentó socarrón, nada más llegar a la cubierta, sonsacando las risas de algunos de los presentes.
Joder, no todos los días uno se salvaba de una muerte tan… horrible, por decirlo bonito. Era para estar feliz. Al menos en lo personal, pues una vez fuera de peligro no tardó en recordar lo que había comentado el tripulante ratón de Ronaldo antes de tener que luchar contra la bestia.
Abbey había caído en combate. Sólo era frase resumía todo, pues había que ser muy muy pero que muy fuerte para vencer a la encantadora de hielo en una batalla. Y ello daba más razón a las palabras del señor ratón, sin duda un jinete oscuro estaba a sus anchas en el bosque de Sandorai, era de los pocos seres capaces de acabar con la vida de la dama de hielo.
- Me cago en todo. Este día es una puta mierda y la noche no va a ser mejor-, se aventuró a decir, nada más entrar en el camarote de Ronaldo tras los demás. El capitán tenía unos mapas sobre la mesa, pero sólo atinó a leer Islas Canarias antes de ver como desaparecían ante sus ojos, en cuánto el marinero los hizo a un lado y los guardó en lugar seguro. - Islas Canarias, nunca había oído hablar de un lugar como ese-, comentó, con su característica curiosidad activada.
No era para menos, si se hacía una lista de cosas que le gustaban al hechicero de fuego, sin duda, el conocimiento tendría un lugar destacado en ella.
- Es un lugar hermoso y soleado. Ya te hablaré de él, ahora tenemos cosas más prioritarias-, contestó Ronaldo, con una seriedad impropia en él.
Una seriedad impropia, más no por ello menos entendible. La muerte de Abbey no era un asunto menor para ninguno de los dos brujos que ahora conversaban.
- Seguro que me gustaría. Un poco de sol no me vendría nada mal-, respondió, medio en broma, pues por un lado no le faltaba razón, sentía el frío calar en sus huesos, y por otro porque tampoco tenía ánimos para bromear en su habitual estilo. - Y ya sabes que me encantan las buenas historias, pero sí, tienes razón, tenemos asuntos más urgentes-, terminó por decir, colocándose a un lado, apoyado contra la madera del barco y adquiriendo un segundo plano.
Estaba cansado, la cabeza le pesaba más que de lo normal, y el cuerpo se enfriaba a cada instante que pasaba. Por esa razón no tardó en desenganchar la correa de su coraza de cuero, que parecía pesar el doble, y l dejó a un lado. Luego se quitó la camisa y la dejó sobre esta.
La marinera, Bárbara “la Aguafiestas”, cómo se había referido a ella uno de sus compañeros, no tardó en llegar con unas mantas para los desgraciados hombres que se habían remojado en el lago.
- Gracias-, manifestó a la joven, antes de ponerse con la tarea de secarse con ella con unos de sus lados, para finalmente rodearse con el otro seco en cuánto y convertirse en un particular hombre oso. - Toda ayuda es buena para quitarse este frío.
En cualquier caso, mientras se ponía más cómodo, y se calentaba un poco, Vinc no dejó de escuchar lo que tenía que contar el pequeño hombre ratón.
- Un centinela-, comentó. - Imagino que habrá alguno. Dónde suele haber un jinete oscuro no suele faltar tampoco un centinela-, comentó, pensando una vez más en su hermana.
¿Estaría en aquel bosque de verdad? Era probable, y no le gustaba la idea de que luchara sola contra ese formidable enemigo.
- ¿Un elfo has dicho? - preguntó, con renovada curiosidad. - Por casualidad, ese elfo que te pidió la raíz de Atrio, ¿iba acompañado de una mujer?
En cuánto el ratón mencionó la raíz que servía para la medicina de Sammuel, no pudo evitar rememorar a las personas que se habían hecho cargo de él en el campamento. No los conocía, pero lo del elfo encajaba, y pese a no conocerlos no les deseaba mal alguno.
Por esos momentos, Vincent ya tenía una taza de té entre sus manos, y aunque prefería licores de otro tipo, ese calentito té le venía como anillo al dedo. Era justo lo que necesitaba para entrar en calor, eso y recuperar fuerzas. Con su magia no tardaría mucho tiempo en volver a estar en forma, el problema, es que esa noche que se cerraba sobre sus cabezas no auguraba nada bueno. Por tanto, por ahora no tenía ese tiempo.
- Digamos que el joven rey siempre ha sido muy impulsivo-, comentó, después del aviso de Bárbara. - No sabe a lo que se enfrenta-, dijo, taciturno.
Pocos lo sabían, en realidad, por ende, no era algo reprochable al coronado muchacho. Sus ganas de guerra, combatir y dominar ya era otro cantar.
- Si no libera al jinete congelado, por lo menos provocará un guerra con los elfos. Suelen ser pacíficos, pero no tanto como para dejar entrar fuerzas extranjeras en su suelo sagrado-, dijo esta vez. Una cuestión bien sabida por todos, pero que debía comentar de todos modos, pues de otra forma le explotaría la cabeza.
El maldito Rigobert a veces parecía un niñato malcriado, pero el problema es que si un niño malcriado se convertía en el soberano de toda una nación… Tiempos funestos se acercaban.
- No jodas, ¿el barco puede volar? - preguntó, con verdadera sorpresa tenida en las palabras.
Era arcanista, sabía lo poderosa que podía llegar a ser la magia, pero la idea de un barco volador se le antojaba un impresionante hito. No era extraño que Bio se hubiera reído ante tal mención, parecía imposible de creer.
- Bueno, supongo que ya tenemos un candidato para ir a por el artefacto-, comentó, en cuánto escuchó las palabras de Bio. - Yo también debería apoyarte, Ronaldo. Debemos evitar que ese artefacto caiga en malas manos.
- ¿Pero? No pareces decirlo muy convencido.
- Así es. No sé cuántos jinetes oscuros hay en ese bosque, pero al menos sé donde hay uno atrapado-, respondió, apretándose la manta contra su cuello. - Además, ahora mismo soy un completo inútil. Poca ayuda podría aportarte-, matizó.
- Vamos, no exageres. Aunque deberías ir a ver a Rigobert. Tienes don para la palabra, puede que consigas convencerlo de que desista.
- ¿De que desista de qué? Sólo el rey dragón sabe lo que piensa el rey dragón-, respondió, negando con la cabeza. - Me sobreestimas. Soy brujo de aire y fuego, no ilusionista-, bromeó, marcando su primera media sonrisa desde que supiera de la muerte de Abbey. - No creo que pueda hacer lo que sugieres. Más cómo dije, tampoco creo que sea muy útil ayudándote. Al menos intentaré que ese jinete siga inactivo.
Quizás, incluso si accedía ir a convencer al rey Rigobert, por el camino se encontrara con Elen. Algún centinela debía estar tras la pista de ese malnacido que había acabado con Abbey. Con suerte podría ser su hermana.
- Excelente. Que así sea. El moreno, si es de fiar para Vinc, cómo así parece, lo será para mí. Él y yo iremos a por el artefacto, ¿alguien más se apunta? - preguntó Ronaldo, sin embargo antes de escuchar respuesta añadió algo más. - Ah, Bárbara. Ve con Vincent. Necesitará ayuda y apoyo. Convencer a ese niño no será tarea sencilla, mejor no pecar de imprudentes.
- Entendido, pero, ¿por qué yo?
- Porque necesitamos buena moza que encante al rey con sus caderas-, comentó el ratón, que aún escapaba del otro marinero, al cual no tardó en sumarse la muchacha.
- Ese ratón sabe hacer amigos-, dijo socarrón, de mejor humor. Tener planes en la cabeza y una misión para esa misma noche, le hacía no tener que pensar en cosas más tristes. - Pero no le hagas caso, mujer. Ronaldo sólo te manda conmigo porque sabe que ahora mismo soy como un puto lisiado.
- Sigues exagerando. Pienso en lo mejor para que todo salga bien.
- Lo sé. Pero también sé que no estoy para muchos trotes-, le respondió, dejando a un lado la manta que estaba usando de abrigo hasta ese mismo momento y mirando su camisa aún mojada. Todavía no podía ponérsela. - En fin, menudo día. Si tienes alguna forma de hacer que este barco vuele, deberías hacer todo lo necesario para que así sea. Puede darnos una ventaja capital-, sugirió a Ronaldo, sentándose en el pico de su mesa, y dándole otro trago a su calentito té.
¿Convencer al rey? Era más fácil matar al jinete oscuro que convencer a ese mozalbete con corona, más de todos modos debía intentarlo. Abbey no debía morir en vano.
Vincent Calhoun
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
Después del fallido intento de rescate y la huida del lagarto de agua volví a la cubierta del barco cambiando a mi forma humana en el descenso, busque con la mirada a la mujer que me impulsó y le guiñe un ojo agradecida, seguidamente encamine mis pasos hacia la pareja de hombres que abordaban el navío y a los cuales les tendían unas mantas para no perder más calor.
El marinero, la vigía y el mausu nos acompañaron al camarote de Ronaldo, en su interior había mapas de lugar remotos, objetos que gritaban "Soy mágico y estoy maldito" y un cofre del que salían brillos de distintos colores por las rendijas, aquel baúl era una suculenta tentación para cualquier ladrón.
Vincent y el hombre suicida dieron sus motivos para presentarse en el campamento o prestar ayuda al capitán, mientras que este designaba a sus tripulantes.
-Duch, tu iras con Vincent y Barb. En teoría solo tenéis que parlamentar, pero ya sabemos todos lo que pasa con la teoría y una bruja y un hombre a media potencia no serán suficientes para salvar el pellejo si la cosa se pone fea. -El hombre con el parche en el ojo asintió acatando la orden. -Canit comparte con ellos toda la información que tengas y prepárate para venir con nosotros. Esas manos tuyas de ladronzuelo nos irán muy bien.
-Capitán Ronaldo. -Aproveché la pausa del jefe del navío para entrar en la conversación. -Me gustaría presentarme también a la incursión para recuperar el artefacto.
Todavía no estaba segura de darles mi información a panda de desconocidos que poseían un barco lleno de objetos mágicos y luego estaba la logia que tenía la insana obsesión de coleccionar objetos mágicos y guardarlos todos en el mismo sitio.
-Muy bien Chispas, los dragones nunca están de más. -Ronaldo se puso de pie. -Timonel, de la orden para el despegue. Acercaremos el Lunargentes a la cascada y que preparen un bote para que el grupo de Vincent regrese al campamento del niño rey.
-Antes comentó que una mujer cuervo os marco el rumbo hacia la reliquia. -Recalque cuando todos comenzaba a moverse y el capitán había salido de detrás de la mesa. -¿Mencionó alguna manera de entrar o alguna medida de seguridad que tengamos que evadir?
El marinero, la vigía y el mausu nos acompañaron al camarote de Ronaldo, en su interior había mapas de lugar remotos, objetos que gritaban "Soy mágico y estoy maldito" y un cofre del que salían brillos de distintos colores por las rendijas, aquel baúl era una suculenta tentación para cualquier ladrón.
Vincent y el hombre suicida dieron sus motivos para presentarse en el campamento o prestar ayuda al capitán, mientras que este designaba a sus tripulantes.
-Duch, tu iras con Vincent y Barb. En teoría solo tenéis que parlamentar, pero ya sabemos todos lo que pasa con la teoría y una bruja y un hombre a media potencia no serán suficientes para salvar el pellejo si la cosa se pone fea. -El hombre con el parche en el ojo asintió acatando la orden. -Canit comparte con ellos toda la información que tengas y prepárate para venir con nosotros. Esas manos tuyas de ladronzuelo nos irán muy bien.
-Capitán Ronaldo. -Aproveché la pausa del jefe del navío para entrar en la conversación. -Me gustaría presentarme también a la incursión para recuperar el artefacto.
Todavía no estaba segura de darles mi información a panda de desconocidos que poseían un barco lleno de objetos mágicos y luego estaba la logia que tenía la insana obsesión de coleccionar objetos mágicos y guardarlos todos en el mismo sitio.
-Muy bien Chispas, los dragones nunca están de más. -Ronaldo se puso de pie. -Timonel, de la orden para el despegue. Acercaremos el Lunargentes a la cascada y que preparen un bote para que el grupo de Vincent regrese al campamento del niño rey.
-Antes comentó que una mujer cuervo os marco el rumbo hacia la reliquia. -Recalque cuando todos comenzaba a moverse y el capitán había salido de detrás de la mesa. -¿Mencionó alguna manera de entrar o alguna medida de seguridad que tengamos que evadir?
Reivy Abadder
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Re: [Trama Sandorái] [Parte B-2] Helados, sí. Pero en buena compañía
-Entonces está todo dicho. – Concluyó Ronaldo de Trastámara. Dio una fuerte palmada sobre la mesa y mantuvo un semblante serio. Barb, Dutch, tomad un bote y que Canit os diga el lugar en el que despertó el jinete.
-¡Sí, capitán! – contestaron ambos miembros de la tripulación.
-Vale pero… ¡Tened cuidado! Esa cosa se ha cargado a una alta encantadora de la Logia. Apuesto a que vosotros os haría picadillo en dos segundos, a menos que Dutch le tire su aliento. Entonces, igual sí cae. - replicó Canit lo que llevó a que el contramaestre volviera a perseguirlo entre vejaciones.
-¡Pero serás cabrona, rata!
Podía sonar chistoso el mausu pero, a fin de cuentas, era el único que había experimentado con el jinete oscuro y visto de lo que era capaz Celebrimbor.
-Tranquilo, Canit. Siempre que no hagan temeridades, no les pasará nada. – Miró a Vincent, le tomó del hombro fuerte y, por primera vez, trató de sonreír. – Además, vais con Vincent. – luego volvió a la tripulación. – Lo primordial es que evitéis que el niño rey cometa temeridades, rezar para que el jinete no despierte y supongo esperar a que aparezca un centinela. Fácil, ¿verdad?
Los tres se miraron entre ellos, como preguntándose si verdaderamente Ronaldo les estaba vacilando. Barb se acercó a la mesa y tomó la tetera.
-¿Alguien quiere un poco de té antes de salir? – preguntó, por romper un poco el silencio en el que nadie sabía muy bien qué hacer o qué decir.
-Gracias, Gaviota, pero ahora no. – negó Ronaldo, agradecido con un elegante gesto con la mano. – Debo prepararme para recuperar esa reliquia junto a Reivy y el ágil vampiro. Con ellos será pan comido. Y en nada, apareceremos con apoyo aéreo y mataremos a ese jinete… - A continuación, volvería a su semblante serio y reflexivo y musitaría más en una reflexión para sí mismo. - … Vengaremos a Abbey. Amiga mía, tu sacrificio no será en vano. – Por último se atusó la barba. – Hm. Tengo la sensación de que es más poderosa que cualquier otra que hayamos conseguido antes. – Luego miró decidido a los demás y levantó su taza de té. - ¡Bien, caballeros! ¿Qué es lo que teníamos que decir?
-¿Deberíamos decir algo? – preguntó Barb, alzando su taza también por la inercia.
-Eh… ¿A por ellos? – replicó Dutch con ronca voz. También alzando la taza con emoción y tirándosela toda por encima. - ¡Joder!
Canit se llevó la mano a la cara, abochornado.
-Os dije que hacía falta un grito de guerra…
Barb, Dutch y Vincent acuden al Templo de Anar, donde se reunirán con Mefisto y el rey Rigobert.
Bio, Reivy, Trastámara y Canit a la Salvación del Mundo.
El Lunargentés Errante permanecerá cerca de la cascada, por lo que no podrá dar auxilio en caso de que despertéis al jinete oscuro. Pero a cambio os podrá ayudar en vuestra misión, cerca de la cascada.
Esta misión quizás no era la más dura, ¡pero es una de las que tienen premio! El Capitán Ronaldo os hace entrega de algunas de las piezas de equipo que ha ido recopilando a lo largo de sus viajes.
- Bio: Receta de Arcanos (Nivel Avanzado): Red sorpresa. Cuando un enemigo pisa la trampa con el símbolo arcano de la receta, automáticamente es sorprendido por una explosión que lo encierra en una jaula arcana de la que no puede escapar durante un turno.
- Vincent: Receta de Arcanos (Nivel Avanzado): Pez en el Agua. Encantamiento aplicable a armaduras de calidad superior o mejores. Te permite moverte y luchar en el agua y moverte igual que si estuvieras en tierra (o, más bien, en el aire) o nadar como si corrieras, sin pérdidas de movimiento ni restricciones. 40 materiales.
- Reivy: Receta de Carpintería (Nivel Avanzado): Armas de Ébano. Permite crear armas de Calidad Superior en tu taller de cualquier tipo: Espadas, Martillos, Arcos... Siempre de madera negra de Ébano, que aguanta como una espada. Las armas vendrán con el encantamiento de Afilado de Ébano: Que otorga un efecto de daño por astillas que incrementa el sangrado al clavarse astillas de madera en el área de impacto. Coste: 40 materiales.
-¡Sí, capitán! – contestaron ambos miembros de la tripulación.
-Vale pero… ¡Tened cuidado! Esa cosa se ha cargado a una alta encantadora de la Logia. Apuesto a que vosotros os haría picadillo en dos segundos, a menos que Dutch le tire su aliento. Entonces, igual sí cae. - replicó Canit lo que llevó a que el contramaestre volviera a perseguirlo entre vejaciones.
-¡Pero serás cabrona, rata!
Podía sonar chistoso el mausu pero, a fin de cuentas, era el único que había experimentado con el jinete oscuro y visto de lo que era capaz Celebrimbor.
-Tranquilo, Canit. Siempre que no hagan temeridades, no les pasará nada. – Miró a Vincent, le tomó del hombro fuerte y, por primera vez, trató de sonreír. – Además, vais con Vincent. – luego volvió a la tripulación. – Lo primordial es que evitéis que el niño rey cometa temeridades, rezar para que el jinete no despierte y supongo esperar a que aparezca un centinela. Fácil, ¿verdad?
Los tres se miraron entre ellos, como preguntándose si verdaderamente Ronaldo les estaba vacilando. Barb se acercó a la mesa y tomó la tetera.
-¿Alguien quiere un poco de té antes de salir? – preguntó, por romper un poco el silencio en el que nadie sabía muy bien qué hacer o qué decir.
-Gracias, Gaviota, pero ahora no. – negó Ronaldo, agradecido con un elegante gesto con la mano. – Debo prepararme para recuperar esa reliquia junto a Reivy y el ágil vampiro. Con ellos será pan comido. Y en nada, apareceremos con apoyo aéreo y mataremos a ese jinete… - A continuación, volvería a su semblante serio y reflexivo y musitaría más en una reflexión para sí mismo. - … Vengaremos a Abbey. Amiga mía, tu sacrificio no será en vano. – Por último se atusó la barba. – Hm. Tengo la sensación de que es más poderosa que cualquier otra que hayamos conseguido antes. – Luego miró decidido a los demás y levantó su taza de té. - ¡Bien, caballeros! ¿Qué es lo que teníamos que decir?
-¿Deberíamos decir algo? – preguntó Barb, alzando su taza también por la inercia.
-Eh… ¿A por ellos? – replicó Dutch con ronca voz. También alzando la taza con emoción y tirándosela toda por encima. - ¡Joder!
Canit se llevó la mano a la cara, abochornado.
-Os dije que hacía falta un grito de guerra…
* * * * * * * * * *
¡Evento completado! Este era un evento más tranquilo. Recordad la pequeña maldición que tenéis Vincent y Bio para el próximo capítulo del evento. El mayor logro es que habéis conseguido salvar los golpes del barco y también a Canit. Además, habéis decidido realizar la siguiente división:Barb, Dutch y Vincent acuden al Templo de Anar, donde se reunirán con Mefisto y el rey Rigobert.
Bio, Reivy, Trastámara y Canit a la Salvación del Mundo.
El Lunargentés Errante permanecerá cerca de la cascada, por lo que no podrá dar auxilio en caso de que despertéis al jinete oscuro. Pero a cambio os podrá ayudar en vuestra misión, cerca de la cascada.
Esta misión quizás no era la más dura, ¡pero es una de las que tienen premio! El Capitán Ronaldo os hace entrega de algunas de las piezas de equipo que ha ido recopilando a lo largo de sus viajes.
- Bio: Receta de Arcanos (Nivel Avanzado): Red sorpresa. Cuando un enemigo pisa la trampa con el símbolo arcano de la receta, automáticamente es sorprendido por una explosión que lo encierra en una jaula arcana de la que no puede escapar durante un turno.
- Vincent: Receta de Arcanos (Nivel Avanzado): Pez en el Agua. Encantamiento aplicable a armaduras de calidad superior o mejores. Te permite moverte y luchar en el agua y moverte igual que si estuvieras en tierra (o, más bien, en el aire) o nadar como si corrieras, sin pérdidas de movimiento ni restricciones. 40 materiales.
- Reivy: Receta de Carpintería (Nivel Avanzado): Armas de Ébano. Permite crear armas de Calidad Superior en tu taller de cualquier tipo: Espadas, Martillos, Arcos... Siempre de madera negra de Ébano, que aguanta como una espada. Las armas vendrán con el encantamiento de Afilado de Ébano: Que otorga un efecto de daño por astillas que incrementa el sangrado al clavarse astillas de madera en el área de impacto. Coste: 40 materiales.
Ger
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