Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
Siguió a Ircan y copió al resto de las personas, estaba visiblemente agitada, aquello le daba más vergüenza de lo que quería aceptar, pero estaba decidida a entretener a su compañero. Además, una parte de ella, seguía temiendo a las multitudes y a los hombres que parecían grandes y fuertes. Prefería estar en contacto directo con el licántropo, no quería repetir los errores que había cometido en las últimas semanas, uno tras otro. El Señor su Dios, no tenía nada por lo cual castigarla. Suponía. Su rostro estaba sonrosado y sus ojos brillaban con la alegría de la juventud. Una sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios. No recordaba cuándo había sido la última vez que había escuchado música, ni que se había sentido tan desembarazada de las tareas cotidianas. Su compañero le estaba revelando una nueva faceta, su lado danzarín, y ella le estaba sacando provecho.
El baile era para Nuria una especie de ceremonia, una divertida, pero que no dejaba de tener ciertas reglas. Estaba feliz de que Ircan no parecía prestarle demasiada atención a su total falta de sincronización o el hecho de que a cada rato se tropezara con sus propios pies. Temía golpear a alguien en alguna de las volteretas o hacerlo espantosamente mal, pero más fuerte que eso, era el desenfado y la sensación de libertad que sentía a medida que avanzaban hacia el final de la melodía. Hubieron momentos en los que alguien la rozaba y ella se apresuraba a los brazos del licántropo, pero poco a poco ese sentimiento de persecución estaba borrándose de su corazón, como si fuese parte de un sueño de otra vida.
La humana le devolvió la sonrisa - Creo que eres más elegante que unos cuantos- le respondió con honestidad y luego sonrió, a la siguiente vez que les tocó acercarse, de ella nació la siguiente interacción - Me sorprende que no te avergüence seguir bailando con la de los dos pies izquierdos- lo dijo a la ligera, pero era verdad. No se sentía particularmente avergonzada, pero su torpeza innata era más que evidente. - Deberías verte a ti mismo en este momento y comprenderías lo que digo- reafirmó perdiéndose un momento en el azul profundo de sus ojos y dejando que su vista recorriera despreocupadamente las líneas de su pelo, la forma en la que la miraba hacía que se sintiera ligera, protegida. Le debía mucho al licántropo y algún día se aseguraría de devolverle con creces todo lo que le había enseñado del mundo hasta ese momento.
Cuando terminó la canción, se tomó la libertad de tomar del brazo a Ircan e ir por unos tragos. - ¿Sabías que aquí sería la celebración del equinoccio?- preguntó animada, acercándose a él para no tener que levantar la voz - ¿Y Toro? ¿por qué no nos…?- se detuvo a medio camino de la pregunta y su rostro se puso un tono más sonrosado - Si es por lo de la charca…- comenzó a decir y se encogió de hombros - Casi que lo he olvidado ya- miró a los alrededores y se dio cuenta de la hora que era - Me he divertido mucho, pero ya es tarde ¿no crees?- comentó con cierta tristeza en la voz. No quería dejar que el momento mágico se apagase tan rápidamente, aunque le había sacado buen provecho y estaba contenta por ello. Esa velada la atesoraría como se merecía y la recordaría por partes cada día, para sacarle lustre y que no se echara a perder entre el acervo oxidado de memorias.
El baile era para Nuria una especie de ceremonia, una divertida, pero que no dejaba de tener ciertas reglas. Estaba feliz de que Ircan no parecía prestarle demasiada atención a su total falta de sincronización o el hecho de que a cada rato se tropezara con sus propios pies. Temía golpear a alguien en alguna de las volteretas o hacerlo espantosamente mal, pero más fuerte que eso, era el desenfado y la sensación de libertad que sentía a medida que avanzaban hacia el final de la melodía. Hubieron momentos en los que alguien la rozaba y ella se apresuraba a los brazos del licántropo, pero poco a poco ese sentimiento de persecución estaba borrándose de su corazón, como si fuese parte de un sueño de otra vida.
La humana le devolvió la sonrisa - Creo que eres más elegante que unos cuantos- le respondió con honestidad y luego sonrió, a la siguiente vez que les tocó acercarse, de ella nació la siguiente interacción - Me sorprende que no te avergüence seguir bailando con la de los dos pies izquierdos- lo dijo a la ligera, pero era verdad. No se sentía particularmente avergonzada, pero su torpeza innata era más que evidente. - Deberías verte a ti mismo en este momento y comprenderías lo que digo- reafirmó perdiéndose un momento en el azul profundo de sus ojos y dejando que su vista recorriera despreocupadamente las líneas de su pelo, la forma en la que la miraba hacía que se sintiera ligera, protegida. Le debía mucho al licántropo y algún día se aseguraría de devolverle con creces todo lo que le había enseñado del mundo hasta ese momento.
Cuando terminó la canción, se tomó la libertad de tomar del brazo a Ircan e ir por unos tragos. - ¿Sabías que aquí sería la celebración del equinoccio?- preguntó animada, acercándose a él para no tener que levantar la voz - ¿Y Toro? ¿por qué no nos…?- se detuvo a medio camino de la pregunta y su rostro se puso un tono más sonrosado - Si es por lo de la charca…- comenzó a decir y se encogió de hombros - Casi que lo he olvidado ya- miró a los alrededores y se dio cuenta de la hora que era - Me he divertido mucho, pero ya es tarde ¿no crees?- comentó con cierta tristeza en la voz. No quería dejar que el momento mágico se apagase tan rápidamente, aunque le había sacado buen provecho y estaba contenta por ello. Esa velada la atesoraría como se merecía y la recordaría por partes cada día, para sacarle lustre y que no se echara a perder entre el acervo oxidado de memorias.
Nuria
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
La guerra. Una palabra con la habilidad de estremecer a todo individuo capaz de sentir una mínima pizca de empatía por la vida ajena. Aunque muchos, como fue mi caso, no vivimos directamente los hechos que estremecieron a todo Aerandir durante este fatal grupo de acontecimientos, todos éramos victimas de ellos y sufríamos el daño colateral que dejaron estos.
La celebración del Høstblót no era más que otro ejemplo de la falta de vida en los reinos del continente. Nos encontrábamos demasiado fracturados para hallar el ánimo de celebrar y rogar a nuestros dioses por un mañana más fructífero. La guerra había acabado, casi en su totalidad, de forma satisfactoria. Sin embargo, esto no parecía ser suficiente para sanar todas las heridas y las pérdidas sufridas para llegar a este final; por supuesto que no lo era ni lo sería jamás...
¿O... quizás no? Fue lo que pensé al abrirme paso en la ciudad de Vulwulfar, sorprendido al encontrarme con grandes masas de personas que aún parecían tener la suficiente fuerza para continuar. Si bien, podían observarse personas que lloraban de rodillas por sus seres queridos, estos no tardaban en pronto recibir ayuda de uno que otro ciudadano dispuesto a compartir su felicidad. Aún con todo el peso de tantas almas perdidas, con el peso de tantas lágrimas y heridas sufridas, aún tenían esperanza de hallar su alegría en un nuevo amanecer.
Básicamente, en eso consistía el Høstblót, ¿no? En pedir por un mañana mejor, y para ello se necesitaba esperanza. Quizás... quizás Aerandir nunca perdió su esperanza. Quizás era el yo que había perdido la esperanza de ver un nuevo mundo resurgir de las cenizas.
La celebración del Høstblót no era más que otro ejemplo de la falta de vida en los reinos del continente. Nos encontrábamos demasiado fracturados para hallar el ánimo de celebrar y rogar a nuestros dioses por un mañana más fructífero. La guerra había acabado, casi en su totalidad, de forma satisfactoria. Sin embargo, esto no parecía ser suficiente para sanar todas las heridas y las pérdidas sufridas para llegar a este final; por supuesto que no lo era ni lo sería jamás...
¿O... quizás no? Fue lo que pensé al abrirme paso en la ciudad de Vulwulfar, sorprendido al encontrarme con grandes masas de personas que aún parecían tener la suficiente fuerza para continuar. Si bien, podían observarse personas que lloraban de rodillas por sus seres queridos, estos no tardaban en pronto recibir ayuda de uno que otro ciudadano dispuesto a compartir su felicidad. Aún con todo el peso de tantas almas perdidas, con el peso de tantas lágrimas y heridas sufridas, aún tenían esperanza de hallar su alegría en un nuevo amanecer.
Básicamente, en eso consistía el Høstblót, ¿no? En pedir por un mañana mejor, y para ello se necesitaba esperanza. Quizás... quizás Aerandir nunca perdió su esperanza. Quizás era el yo que había perdido la esperanza de ver un nuevo mundo resurgir de las cenizas.
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— Al final, has ganado tú... otra vez. —susurré frente a aquel poste de madera, donde se hallaban apilados todos los tributos a los Dioses Aesir, encargados de hacer realidad el Equinoccio de Otoño. — ¿Con esta cuantas van? Perdí la cuenta desde la quincuagésima tercera vez. Aquella en la que quería ser un licantropo, ¿recuerdas? Rompí tu urna favorita "yendo a cazar".
Acababa de colocar mi tributo junto al resto, y había decidido hablar con un viejo amigo que había partido de este plano hace mucho tiempo. No se encontraba físicamente, pero podía percibir su espíritu acompañándome en ese preciso instante.
— Debí haberte obedecido, ¿no es cierto? Nos hubiéramos ahorrado muchas desgracias. —añadí, antes de soltar un profundo suspiro. — Tal vez seguirías aquí, y no habrías muerto por mi culpa.
¿Qué se hallaba a mis pies, funcionando como tributo a los dioses? Mi antiguo instrumento, aquel que me había ayudado a cumplir un sueño pasajero de cantar para aliviar las penas de los enfermos. ¿Qué me tomó por sorpresa? Entender que, a veces, una melodía no era suficiente para sanar las heridas de un corazón que ha sufrido una gran pérdida. No necesitaba un ejemplo, no había forma de convencerme de que aquello no era un hecho. Pues, en ese momento, ninguna canción podía sanar el dolor de haber perdido al hombre que fue mi padre y mi maestro.
— Lo siento mucho. Siempre fui un discípulo muy testarudo y terco. —continué. — Pero no más. He aprendido la lección, maestro. —afirmé, recobrando un poco la compostura. — Me he tomado mi tiempo, pero lo he aprendido. Hay cosas que no pueden alterarse, ¿no es cierto? —sonreí para él. — El destino es certero, no casual. Este es mi destino, y lo acepto, maestro.
Me vi tentado, pero no lo permití, sequé rápidamente con el reverso de mi mano aquella lágrima que amenazó con derramar todo el cúmulo de sentimientos que experimentaba al dejar ahí aquel instrumento. Sin embargo, sabía que él no hubiera querido que llorara en un momento como este, el monje maestro del templo debía mantenerse firme como las montañas que lo sostenían.
Ahora era mi deber y mi responsabilidad. Frente a aquel poste, junte mi puño y mi palma a la altura de mi pecho, inclinándome como lo haría en señal de reverencia hacía mi maestro. Yo cuidaría el templo de Fabul, yo mantendría su legado.
Acababa de colocar mi tributo junto al resto, y había decidido hablar con un viejo amigo que había partido de este plano hace mucho tiempo. No se encontraba físicamente, pero podía percibir su espíritu acompañándome en ese preciso instante.
— Debí haberte obedecido, ¿no es cierto? Nos hubiéramos ahorrado muchas desgracias. —añadí, antes de soltar un profundo suspiro. — Tal vez seguirías aquí, y no habrías muerto por mi culpa.
¿Qué se hallaba a mis pies, funcionando como tributo a los dioses? Mi antiguo instrumento, aquel que me había ayudado a cumplir un sueño pasajero de cantar para aliviar las penas de los enfermos. ¿Qué me tomó por sorpresa? Entender que, a veces, una melodía no era suficiente para sanar las heridas de un corazón que ha sufrido una gran pérdida. No necesitaba un ejemplo, no había forma de convencerme de que aquello no era un hecho. Pues, en ese momento, ninguna canción podía sanar el dolor de haber perdido al hombre que fue mi padre y mi maestro.
— Lo siento mucho. Siempre fui un discípulo muy testarudo y terco. —continué. — Pero no más. He aprendido la lección, maestro. —afirmé, recobrando un poco la compostura. — Me he tomado mi tiempo, pero lo he aprendido. Hay cosas que no pueden alterarse, ¿no es cierto? —sonreí para él. — El destino es certero, no casual. Este es mi destino, y lo acepto, maestro.
Me vi tentado, pero no lo permití, sequé rápidamente con el reverso de mi mano aquella lágrima que amenazó con derramar todo el cúmulo de sentimientos que experimentaba al dejar ahí aquel instrumento. Sin embargo, sabía que él no hubiera querido que llorara en un momento como este, el monje maestro del templo debía mantenerse firme como las montañas que lo sostenían.
Ahora era mi deber y mi responsabilidad. Frente a aquel poste, junte mi puño y mi palma a la altura de mi pecho, inclinándome como lo haría en señal de reverencia hacía mi maestro. Yo cuidaría el templo de Fabul, yo mantendría su legado.
Tenzin Fang Leiden
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
La multitud era perfecta para despistar al perseguidor, escuchaba como cada vez estaba más lejos de los pasos pero aún así el grito de alerta continuaba "Vuélvete uno con la fauna Fred." Eso era justo lo que solía hacer cuando estaba en la maleza, suponía que podía hacerlo también entre las personas. Jalé a Delilah de brazo y la acerqué a la mesa más proxima, tomando toda la comida posible y metiéndomela en la boca.
- Finge que comes... bueno no, come. Debemos perdernos. - Dije mientras masticaba.
- No creo que sea buena idea.
- Es lo único que podemos hacer.
- ¡Frederick su piel!
- ¿Qué? ¿De qué hablas? - Pregunté enarcando una ceja y viendo a la chica ¿Qué tenía que ver aquello con el peligro?
- ¡Es de colores!
- Realmente no entiendo Delilah. - Bajé la vista hasta mis manos para quedarme helado al ver como habían múltiples manchas de color en ellas "Oh no, enfermé... voy a morir." Si no tuviese diferentes colores en cada centímetro de mi piel supuse que me hubiese visto pálido, me di palmadas en el rostro tratando de asimilar lo que pasaba. - Delilah... creo que me envenenaron ¡La comida estaba envenenada! - Ante aquella acusación la joven escupió un trozo de fruta que tenía en la boca.
- ¿Estará bien?
- No... digo, sí, bueno no sé. - Mis manos temblaban cada vez más ¿Por qué rayos debía pasarme aquello?
- ¡Allí está, el verde de colores! - Aquella era la voz de los problemas, no hubo necesidad de girarme para saber que mi camuflaje había fallado "Claramente fallaría, un sujeto verde con colores en la piel no pasará como si nada."
Volví a resoplar y tomé a la pelirroja del brazo, alejándonos cada vez más, esperaba poder librarme pronto de aquel sujeto o solo habría una opción para terminar con aquello "Hacerme el muerto y esperar que se largase." Había estado tan preocupado que al escuchar mi nombre me vi aterrado, frenando y llevando los brazos a mi cara para protegerme.
- ¡Juro que fue un accidente! - Exclamé antes de entender de quien era aquella voz. Bajé las manos y me alegró ver a aquel elfo en ese sitio. - Wilfred, mi amigo. - Era un alivio tener a alguien conocido allí "Alguien que me puede ayudar a salir de todo este embrollo." - Estos colores significan que posiblemente muera ¿Me puedes dar una mano?
- Frederick ¿Quién es él y como conoce a Genevive?
- Él es un elfo muy amable que me ayudo con los vam...digo, los banquetes de...de algo muy importante. - Asentí con la cabeza orgulloso de mi mentira, no podía permitir que la chica supiese que uno de sus secuestradores seguía vivo. - Se llama William. William ella es mi gran amiga Delilah. - Seguí presentando a la chica con Winston.
- Es un placer. - Dijo la joven tendiéndole una mano.
- Genevive se quedó descansando, no fue de su agrado pero nada que algunos sedantes no arreglaran. - Me encogí de hombros y miré al elfo.
- ¡Orejas puntiagudas, detenlo! - Grito nuevamente el ebrio persistente, aunque ahora había conseguido aliados y lo seguía más de un sujeto.
- Wil... dime que me puedes ayudar, ya sabes, por la amistad. - Reí nerviosamente dándole palmaditas en el hombro mientras empezaba a alejarme. - O que tienes amigos cerca que nos den una mano.
- Finge que comes... bueno no, come. Debemos perdernos. - Dije mientras masticaba.
- No creo que sea buena idea.
- Es lo único que podemos hacer.
- ¡Frederick su piel!
- ¿Qué? ¿De qué hablas? - Pregunté enarcando una ceja y viendo a la chica ¿Qué tenía que ver aquello con el peligro?
- ¡Es de colores!
- Realmente no entiendo Delilah. - Bajé la vista hasta mis manos para quedarme helado al ver como habían múltiples manchas de color en ellas "Oh no, enfermé... voy a morir." Si no tuviese diferentes colores en cada centímetro de mi piel supuse que me hubiese visto pálido, me di palmadas en el rostro tratando de asimilar lo que pasaba. - Delilah... creo que me envenenaron ¡La comida estaba envenenada! - Ante aquella acusación la joven escupió un trozo de fruta que tenía en la boca.
- ¿Estará bien?
- No... digo, sí, bueno no sé. - Mis manos temblaban cada vez más ¿Por qué rayos debía pasarme aquello?
- ¡Allí está, el verde de colores! - Aquella era la voz de los problemas, no hubo necesidad de girarme para saber que mi camuflaje había fallado "Claramente fallaría, un sujeto verde con colores en la piel no pasará como si nada."
Volví a resoplar y tomé a la pelirroja del brazo, alejándonos cada vez más, esperaba poder librarme pronto de aquel sujeto o solo habría una opción para terminar con aquello "Hacerme el muerto y esperar que se largase." Había estado tan preocupado que al escuchar mi nombre me vi aterrado, frenando y llevando los brazos a mi cara para protegerme.
- ¡Juro que fue un accidente! - Exclamé antes de entender de quien era aquella voz. Bajé las manos y me alegró ver a aquel elfo en ese sitio. - Wilfred, mi amigo. - Era un alivio tener a alguien conocido allí "Alguien que me puede ayudar a salir de todo este embrollo." - Estos colores significan que posiblemente muera ¿Me puedes dar una mano?
- Frederick ¿Quién es él y como conoce a Genevive?
- Él es un elfo muy amable que me ayudo con los vam...digo, los banquetes de...de algo muy importante. - Asentí con la cabeza orgulloso de mi mentira, no podía permitir que la chica supiese que uno de sus secuestradores seguía vivo. - Se llama William. William ella es mi gran amiga Delilah. - Seguí presentando a la chica con Winston.
- Es un placer. - Dijo la joven tendiéndole una mano.
- Genevive se quedó descansando, no fue de su agrado pero nada que algunos sedantes no arreglaran. - Me encogí de hombros y miré al elfo.
- ¡Orejas puntiagudas, detenlo! - Grito nuevamente el ebrio persistente, aunque ahora había conseguido aliados y lo seguía más de un sujeto.
- Wil... dime que me puedes ayudar, ya sabes, por la amistad. - Reí nerviosamente dándole palmaditas en el hombro mientras empezaba a alejarme. - O que tienes amigos cerca que nos den una mano.
Fredericksen
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
Wood es un elemento extraño, casi siempre parece estar conteniendo ganas de demostrar afecto físico por el pequeño robot. Zero lo ve de forma curiosa aunque debe admitir que ha sentido lo propio algunas veces… puede ser lo que se considera “ser tierno”.
Es un bonito concepto, muy admirable “sonríe”.
Ayudar a los afectados por la guerra sin duda debería ser prioridad para los más afortunados, es bueno ver que existen personas que comparten tales pensamientos altruistas e incluso actúan en consecuencia aunque sea solo de manera simbólica.
Sé que puedo confiar en usted señorita Wood, somos amigos.
Zero tiene contados amigos en el mundo, su naturaleza laboral actual y las propias características sintéticas que posee suelen filtrar a mucha gente. Se siente bien endosar ese calificativo a una persona… es agradable pese a no tener sentido lógico.
Un personaje extraño pasa a entrar en la conversación, toma su lugar con un chiste curioso. Z9-42 le mira de medio lado ostentando cierto rostro interrogante, es suficiente con decir que no entiende mucho la broma dispensada.
Se alejan del sujeto por insistencia de la mujer licántropa y pasan a conversar en forma más privada, pero no sin antes ser soltada una advertencia por parte del mismo elemento femenino acerca de un nuevo individuo.
¿Esa persona necesita ayuda?
El niño robot sabe bien que los dioses son una parte intrínseca en la vida del ser inteligente en Aerandir, lo que su acompañante trata de resaltar debe ser una “mala racha de horrible suerte” en palabras nativas… otro concepto sin mucha lógica.
Es una celebración interesante, siempre me sorprende… “baja la mirada tratando de buscar palabras claras” la gente, como luchan contra la corriente.
Mira con cierto rostro de paz a su amiga, es cierto. Básicamente por tal motivo decidió luchar contra Exos aunque sus intereses inicialmente no chocaran, ver como el ser vivo pelea hace sentir al pequeño sintético una necesidad casi paternal por protegerles.
El sujeto de colores… ¿Deberíamos intervenir?
Pregunta en primer lugar para no ofender alguna costumbre, realmente no sabe si el personaje pintado es parte de la celebración o un acto teatral. Aunque su actitud de necesidad parezca sincera los seres vivos suelen actuar muy bien.
Es un bonito concepto, muy admirable “sonríe”.
Ayudar a los afectados por la guerra sin duda debería ser prioridad para los más afortunados, es bueno ver que existen personas que comparten tales pensamientos altruistas e incluso actúan en consecuencia aunque sea solo de manera simbólica.
Sé que puedo confiar en usted señorita Wood, somos amigos.
Zero tiene contados amigos en el mundo, su naturaleza laboral actual y las propias características sintéticas que posee suelen filtrar a mucha gente. Se siente bien endosar ese calificativo a una persona… es agradable pese a no tener sentido lógico.
Un personaje extraño pasa a entrar en la conversación, toma su lugar con un chiste curioso. Z9-42 le mira de medio lado ostentando cierto rostro interrogante, es suficiente con decir que no entiende mucho la broma dispensada.
Se alejan del sujeto por insistencia de la mujer licántropa y pasan a conversar en forma más privada, pero no sin antes ser soltada una advertencia por parte del mismo elemento femenino acerca de un nuevo individuo.
¿Esa persona necesita ayuda?
El niño robot sabe bien que los dioses son una parte intrínseca en la vida del ser inteligente en Aerandir, lo que su acompañante trata de resaltar debe ser una “mala racha de horrible suerte” en palabras nativas… otro concepto sin mucha lógica.
Es una celebración interesante, siempre me sorprende… “baja la mirada tratando de buscar palabras claras” la gente, como luchan contra la corriente.
Mira con cierto rostro de paz a su amiga, es cierto. Básicamente por tal motivo decidió luchar contra Exos aunque sus intereses inicialmente no chocaran, ver como el ser vivo pelea hace sentir al pequeño sintético una necesidad casi paternal por protegerles.
El sujeto de colores… ¿Deberíamos intervenir?
Pregunta en primer lugar para no ofender alguna costumbre, realmente no sabe si el personaje pintado es parte de la celebración o un acto teatral. Aunque su actitud de necesidad parezca sincera los seres vivos suelen actuar muy bien.
- Off:
- Zero interactúa con Wood y hace referencia a Fred
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
Ay… ese era uno de esos momentos incómodos en los que no puedes hacerte más la desentendida. El ermitaño no era exactamente malo, sino que sólo parecía que hubiese quemado el bosque de Midgar con sus propias manos en la vida pasada, o algo por el estilo, además… era tan desencajado en general, que una se lo pensaba dos veces antes de tener una interacción por largo tiempo con él. A veces lo veías como un amigo, otras como a un brambo (de esas alimañas que están en todos lados y parecen reproducirse por contacto) y bueno… quedaban las ocasiones contadas en las que le veías como un amigo y te daban ganas de ayudarlo. Esta, claramente era la del medio. Suspiré. Ese es el mejor ejemplo de luchar contra la corriente. Sí, supongo que deberíamos ayudarlo… pero nada de fuerza desmedida y violencia extrema eh lo ojee con cautela. Zero podía ponerse inestable en algunos momentos puntuales.
Willow por su parte me lanzaba miradas de auxilio, me aclaré la garganta y escondí mi rostro, sentía que me había sonrojado. Me gustaba sentirme conectada con ellos y que las habilidades que había cosechado con tanto esfuerzo, pudieran convertirse en una fuente de ayuda. Aunque fuera para loquillos como la lechuga mal hablada andante. Le hice una seña al elfo, y él desapareció por unos momentos. Muy bien, vamos a fingir y vamos a fingir muy bien Zero. Compórtate como un niño travieso e intenta hacer que alguno de ellos se caiga para despistarlos. Estoy segura que mi acompañante elfo hará algo. Eh… te darás cuenta porque parece ser un engendro del mal. Le di una palmadita en el hombro y pasé al lado de Icksen con mi vaso y otro mas que tomé a la pasada.
Me dirigí al primer perseguidor y “sin querer” le propiné un codazo que probablemente le partió la nariz, ya que sangraba profusamente Uy, lo siento mucho ¿se encuentra usted bien? fingí hacer malabares para que no se me cayeran las bebidas mientras me agachaba al nivel del hombre, pobre, se había echado hacia adelante en un extraño ángulo –tal vez no se quería ensuciar con su propia sagre- el segundo de los perseguidores, se golpeó contra mí, rodó y siguió de largo del porrazo que se llevó. Me preguntaba si había sido producto de su propia torpeza o si mi compañero Zero había puesto sus ideas allí. ¡Ay! Pero como estoy de torpe esta noche. De verdad que lo siento mucho, permítame ayudarle continué, fingiendo ser la personificación de la bondad y la torpeza, dividida entre uno y el otro. Tendrían que darme algún premio por esa actuación… ese Icksen.
El hombre que estaba armando todo el lío era grande y estaba muy borracho. -Sólo déjame en paz. Tengo suficiente ¡vete!- me respondió después de tanta insistencia. Yo había pasado el punto de la pesadez, pero para hacerla, hacerla bien. De verdad que lo lamento… en otra ocasión le hubiese hecho tragarse el vaso con todo su contenido garganta abajo mientras le rompía un par de huesos. Me estaba poniendo vieja y sentimental. Icksen también recibiría tablas. Busqué con la vista al perseguidor dos, pero no le veía por ningún lado. Enfilé hacia el instigador, me estaba costando de más mantener esa cara de amor y paz, me acerqué a él moviendo las caderas con cierta insinuación, tal vez se callara si le hacía el cuento de salir a bailar.
Por suerte para mí, apareció una de esas ya conocidas figuras… ¿cómo le llamaba Will? ¿Familiares? ¿golem? Meh, no importaba. La criatura era como una especie de árbol, era realmente pequeño pero lo más chistoso era que parecía un niño. Pasó por entre mi objetivo y yo agitando sus brazos, luego volvió, me miró, giró su cabeza y cuando encontró al hombre corrió hacia él sólo para darle un puñetazo en las…en la entrepierna. Luego un puntapié en la rodilla. Me quedé parada con la boca semi abierta. Willow tomó los dos vasos que yo tenía en las manos -apareció de la nada- se bajó el contenido de uno y le echó el contenido del otro a la cara cuando de un golpe, lo hizo caer redondo - No.te.me.tas.con.mis.o.re.jas- la cereza del pastel. Y yo allí parada.
Perturbador mascullé mientras él se giraba a mí con una sonrisa de oreja a oreja, como si no hubiera pasado nada. Tienes que trabajar en el control de la ira ¿sabías?
Willow por su parte me lanzaba miradas de auxilio, me aclaré la garganta y escondí mi rostro, sentía que me había sonrojado. Me gustaba sentirme conectada con ellos y que las habilidades que había cosechado con tanto esfuerzo, pudieran convertirse en una fuente de ayuda. Aunque fuera para loquillos como la lechuga mal hablada andante. Le hice una seña al elfo, y él desapareció por unos momentos. Muy bien, vamos a fingir y vamos a fingir muy bien Zero. Compórtate como un niño travieso e intenta hacer que alguno de ellos se caiga para despistarlos. Estoy segura que mi acompañante elfo hará algo. Eh… te darás cuenta porque parece ser un engendro del mal. Le di una palmadita en el hombro y pasé al lado de Icksen con mi vaso y otro mas que tomé a la pasada.
Me dirigí al primer perseguidor y “sin querer” le propiné un codazo que probablemente le partió la nariz, ya que sangraba profusamente Uy, lo siento mucho ¿se encuentra usted bien? fingí hacer malabares para que no se me cayeran las bebidas mientras me agachaba al nivel del hombre, pobre, se había echado hacia adelante en un extraño ángulo –tal vez no se quería ensuciar con su propia sagre- el segundo de los perseguidores, se golpeó contra mí, rodó y siguió de largo del porrazo que se llevó. Me preguntaba si había sido producto de su propia torpeza o si mi compañero Zero había puesto sus ideas allí. ¡Ay! Pero como estoy de torpe esta noche. De verdad que lo siento mucho, permítame ayudarle continué, fingiendo ser la personificación de la bondad y la torpeza, dividida entre uno y el otro. Tendrían que darme algún premio por esa actuación… ese Icksen.
El hombre que estaba armando todo el lío era grande y estaba muy borracho. -Sólo déjame en paz. Tengo suficiente ¡vete!- me respondió después de tanta insistencia. Yo había pasado el punto de la pesadez, pero para hacerla, hacerla bien. De verdad que lo lamento… en otra ocasión le hubiese hecho tragarse el vaso con todo su contenido garganta abajo mientras le rompía un par de huesos. Me estaba poniendo vieja y sentimental. Icksen también recibiría tablas. Busqué con la vista al perseguidor dos, pero no le veía por ningún lado. Enfilé hacia el instigador, me estaba costando de más mantener esa cara de amor y paz, me acerqué a él moviendo las caderas con cierta insinuación, tal vez se callara si le hacía el cuento de salir a bailar.
Por suerte para mí, apareció una de esas ya conocidas figuras… ¿cómo le llamaba Will? ¿Familiares? ¿golem? Meh, no importaba. La criatura era como una especie de árbol, era realmente pequeño pero lo más chistoso era que parecía un niño. Pasó por entre mi objetivo y yo agitando sus brazos, luego volvió, me miró, giró su cabeza y cuando encontró al hombre corrió hacia él sólo para darle un puñetazo en las…en la entrepierna. Luego un puntapié en la rodilla. Me quedé parada con la boca semi abierta. Willow tomó los dos vasos que yo tenía en las manos -apareció de la nada- se bajó el contenido de uno y le echó el contenido del otro a la cara cuando de un golpe, lo hizo caer redondo - No.te.me.tas.con.mis.o.re.jas- la cereza del pastel. Y yo allí parada.
Perturbador mascullé mientras él se giraba a mí con una sonrisa de oreja a oreja, como si no hubiera pasado nada. Tienes que trabajar en el control de la ira ¿sabías?
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Re: Høstblót, El Equinoccio de Otoño [Evento Global]
Høstblót, El Equinoccio de Otoño
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Quise dejar una semana más el evento abierto por dos motivos: el primero porque veía que os estaba encantado y el segundo porque mi situación laboral me dejaba con muy poco tiempo para escribir. Ha sido una muy buena decisión. ¿Alguno de vosotros ha contando el número de personajes que ha participado? Yo sí, 25. 13 de ellos han hecho una pequeña trama, de las que a mí me gustan leer. Estoy muy contenta del resultado que ha tenido este evento. Lo que os digo siempre. Ya que veo que estos temas tienen un buen recibimiento, los haremos más veces.Obsequios:
Todos recibís.
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Reliquia Suprema.
- Reliquia suprema:
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Tributo confeccionado hecha a partir de la magia élfica. Al abandonar el evento, encontráis el trofeo en vuestros bolsillos (o en la hierba, en caso que seáis hombres bestias que no utilizan ropajes como en el caso de Akanke); ha aparecido por arte de magia. Los Aesir os agradecen vuestra participación en su fiesta.
La Reliquia Suprema posee la habilidad de hacer variar la suerte, pero no la vuestra, sino la de otro personaje (de otro usuario), al presentarla en una de las zonas de culto en el foro. Pongamos un ejemplo: Rumpel va a hacer un mastereado para el Dios Ansur. Éste le pide que lance la Voluntad de los Dioses en X zona de culto antes de empezar el mastereado. Obtiene mala suerte. Huracán, como es amiga de Rumpel, decide ir después que su amigo a esa zona de culto y presentar como tributo “La Reliquia Suprema”. Cambia la suerte de Rumpel a buena. Puede ocurrir el caso inverso. Huracán puede cambiar la suerte de Rumpel de ser buena en un inicio a mala. Para que el efecto tena cabida, se ha de presentar “La Reliquia Suprema” en la misma zona culto que inicialmente el primer usuario lanzó La Voluntad de los Dioses en un plazo máximo de tres días. Si Huracán presenta la reliquia cuatro días después que Rumpel haya lanzado su suerte, no tendrá efecto. Si lo hace en una zona de culto diferente a la de Rumpel, tampoco tendrá efecto.
¡Solo aquellos usuarios que han confeccionado una trama en el evento tendrán acceso a cambiar la suerte a “MUY BUENA” o “MUY MALA”! Los demás, solo tendréis acceso a “Buena, Media o Mala”.
NO ME VALE UN POST CUTRE EN LA ZONA DE CULTO DE UN PAR DE LÍNEAS ANUNCIADO QUE SE HA UTILIZADO LA RELIQUIA SUPREMA, DEBE DE SER UN POST ON-ROL TRABAJADO COMO TODOS LOS DEMÁS
Los usuarios que han hecho trama en el evento son: Zöe, Fredericksen, Z9-42, Jeannie Fawkes, Ircan, Woodpecker, Eltrant Tale, Nuria, Alward Sevna, Reivy Abadder, Ingela, Rakan’Drag, Mina Harker y Ulareena Werner
El número de usos del objeto varía según la cantidad de post que habéis tenido en el evento. 1 y 2 post 1 carga, 3 y 4 posts, 2 cargas, 5 y 6, posts 3 cargas…. Sois muchas personas, no voy a ir una por una señalando cuántas cargas tenéis cada uno. Espero que sepáis arreglaros bien sin mi ayuda.
Sigel
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