[Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
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[Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Offtopic: Debido a que hay mucha gente nueva en el foro, o gente que no conoce qué temas son importantes de leer antes de caer en estas tramas, decidí hacer un resumen de los eventos importantes que conciernen a este tema. Estos son reportes solicitados por mi personaje. Están más abajo en spoilers, mientras que el enlace a los temas se encuentra en el título de los reportes. De esta forma, es una ayuda a conectarse en los eventos anteriores antes de seguir en este. Adicionalmente, sirve a explicar por qué mi personaje sabe cosas de otros temas, y así evitamos el problema del metarol.
Onrol:
La habitación se encontraba resplandeciente, nueva, como si hubiera sido remodelada recientemente. En mitad, por las órdenes del rey Rigobert. En otra mitad, por las mismas indicaciones de la joven dragón. Así como la indicación de Su Majestad eran algo especiales para la dama con la que llegó de las manos a la ciudad, también había algo especial en las indicaciones de la dragona de viento: un escritorio viejo, rústico y muy hogareño, en donde se encontraban tres gruesos libros.
También eran especiales en otro sentido: los tres eran reportes que la dragona solicitó a los encargados de los temas de logística e inteligencia en el palacio. Solo encontró un “pero” antes que el rey se dejar, “absolutamente claro”, que la información que solicitaba debía ser entregada como fue solicitada.
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Necesitaba cerrar los ojos por un rato después de todo lo que había leído. Sentí que me irritaban como si hubiera permanecido despierta por 24 horas seguidas, lo suficiente como para ver al sol entrarse por la noche y luego verlo salir por el amanecer. No sentía que el cerebro me cupiera nada más dentro, sentía que había absorbido la información de toda una vida en muy poco tiempo, y solo hace poco de aprender a leer.
Le estaba eternamente agradecida a Wood por ello. Imaginen la vergüenza de estar en un Castillo, en audiencias con las más altas esferas del poder, los nobles, el mismísimo Rey, y ahí yo… como una analfabeta. Igual no es que fuera tan grave, puesto que si Su Majestad había sido el que me escogió como parte de sus asesores más cercanos, no era algo que tuviera que darme vergüenza en si. Él me había escogido por mis capacidades, por mi forma de ser orgullosa, no por pena. Eso no quitaba que todo había cambiado en mi mundo. Ya no me encontraba en las estepas dandome cabezazos con los Yak y los Bisontes, sino ahora estaba con gente de alta alcurnia. Ya no viajaba y cantaba para ganarme la vida, ahora estaba en el castillo, estudiando sobre política y los acontecimientos de la guerra que me eran ajenos.
Conocer tantas personas, tantas situaciones, tantos sacrificios… me hacía pensar en todas las personas que habían conseguido que Lunargenta volviera a ser el lugar para los humanos al mando de su Rey legítimo. Como que me daban ganas de salir al mundo, conocerlas, tomarme un té con ellas y agradecerles por los nobles sacrificios que hacían por todo el mundo.
- …
Tenía muchas cosas en la cabeza. Ahora me encontraba en esta situación en este Castillo… “Valida del Rey Rigobert III” decían, “serás una consejera importante para Su Majestad”, decían. Habían cientos de preocupaciones que pasan por mi cabeza, pero por el momento, solo había una que me dejaba intranquila.
El tomarme las manos.
¿Será que la verdadera razón de por qué soy su consejera es porque, después de lo que pasó en el bosque, comenzó a sentir cosas hacia mi? Pues, se había arrodillado y pidió un caballo para mi, con el cual viajamos gran parte hacia Lunargenta. Eso no podía ser algo pequeño. ¿Pero como podría lidiar con ello?
Y eso no quita a los eventos de esta mañana…
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Ese mismo día, en la mañana
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Su Majestad se encontraba irritable en la mesa, reunido con muchas personas que podía pensar que eran consejeros, estrategas y gente de confianza del reino. Al menos, de su fallecida Majestad, puesto que el ascenso de Rigobert fue tan repentino y sin su pizca de caos que no todas las alianzas antiguas se habían reforjado para adecuarse al nuevo monarca.
Pedía explicaciones, nadie podía contestarle con certeza. Todo, por la Corona del Dominador.
-- Quiero saber en este momento por qué esta Corona no se encuentra en mis manos – su voz era intimidante y llena de enojo, como si diera a entender que, quien no le diera una respuesta satisfactoria, separaría algunas cabezas de sus respectivos torsos. Su Majestad no tenía precisamente la fama de ser… paciente.
- Su Majestad… - habló uno de los presentes, alguien de edad y se notaba sabio en su tono de voz, pero a la vez temeroso - … La Logia nos ha hecho llegar la información de que La Corona del Dominador era un artefacto que perteneció a su líder, el Inquisidor, y que le fue arrebatada en los eventos que se dieron en la caída de Amaterasu.
- ¡No estoy preguntando eso! - levantó su voz, golpeando la mesa y levantándose furiosamente de su silla -- ¡Estoy preguntando por qué ahora mismo no está en mis manos! ¡No me importa si los dueños era el Inquisidor o Pedro el de la zapatería, ¿por qué algo como eso está por ahí así como así?!
La capacidad de controlar a las personas, pasando por encima de su voluntad. Era de verdad una herramienta increíblemente poderosa. Podía usarse en el campo de batalla, para tomar el control de un fuerte oponente, como se intentó con Amaterasu, para así comandar legiones enteras de soldados. No solo eso, también podía ser utilizado para sacarle ventaja política a un país, a un continente. Incluso forzar a alguien a suicidarse si lo ordenabas. No podía imaginarme el potencial completo de lo que un artefacto así podía ocasionar a este mundo.
Estaba sumida en mis pensamientos, por lo que no escuché todo el griterío que había en la sala. Ya sabía por qué no estaba en sus manos, o al menos me podía hacer una idea. Por un lado, la Logia tenía un poder enorme en Dundarak, y en muchas partes de Aerandir. No solo eso, eran cercanos a la corona, y fueron muy fieles a su antigua Majestad. Probablemente tomaron muchas decisiones importantes incluso antes que naciera. Por otro lado, Su Majestad era una persona que tenía un enorme poder bélico, con una forma de tomar las decisiones bastante fuerte, pero usualmente efectiva. Y no solo eso, tenía a disposición el cariño del pueblo, que veía en él un fuerte sucesor.
Si ambos bandos se enfrentaban por el control de esa corona, dudo que quedara algo de Dundarak qué gobernar. Quería creer que todos los presentes en esa mesa estaban de acuerdo en ello. Pensaba en ello, debido a que la corona no se encontraba en un lugar conflictivo para ambas partes: se decidió que, mientras las partes atendían sus asuntos internos, como el nombramiento de la Alta Encantadora, la Corona estaría en terreno neutral, custodiada por 10 monjes que no pertenecían a ningún bando ni juraban lealtad a ninguno de estos. Pero, inevitablemente, 10 caballeros dragones de nuestro lado y otros 10 Altos Hechiceros de la Logia se habían sumado a esta custodia.
Aquello era como un ajedrez que no tenía movimientos fáciles. ¿Como podías mover una pieza sin ocasionar una guerra entre los dos bandos, o peor aún, una guerra civil?
La respuesta era… política.
- ¡Siria! - el llamado de Su Majestad me despertó de mis pensamientos. Su tono seguía siendo enojado, pero era algo distinto cuando me hablaba – Dime, ¿cómo ves esta situación? ¿Qué pasos recomiendas?
Ser una consejera bélica no era algo que me imaginaba en mi vida, sobre todo porque jamás estuve en un conflicto. Pero a veces, el evitar una guerra, ganarla antes que suceda, puede llegar a ser la mejor estrategia.
- Actualmente tenemos apostados 10 de nuestros hombres custodiando la Corona – me levanté de mi silla, mientras mentalmente repasaba todo lo que había sucedido hasta ahora – Así también, la Logia ha dispuesto de 10 hombres de sus filas. Arriesgarnos a un conflicto sin provocación solo ocasionaría un problema político y social que dividiría las lealtades de nuestro pueblo, que se encuentra débil debido a la Plaga. No solo eso, los 10 monjes que se encuentran neutrales significarían un problema si son atacados por nosotros y deciden aliarse con la Logia para reducir nuestras tropas. Significaría perder la Corona ante ellos. Pero aquella es la misma razón de por qué ellos tampoco atacan. Un conflicto comenzado por ellos no solo diezmaría la opinión pública, sino cortaría lazos con la Corona, las otras Órdenes de las otras ciudades y perderían mucha fuerza política, algo que se han ganado con siglos de trabajo.
- … un ajedrez político, ¿eh?
Delante de él se encontraba un ajedrez que, por alguna razón, trajeron para ilustrar la idea hace algunos momentos antes. Las piezas se encontraban impolutas, del mejor material que existía para aquel juego, y todas encontraron la dureza del piso cuando Su Majestad lanzó las piezas por el aire.
- Odio estas mierdas - murmuró impacientado, se notaba que, si dependiera de él, hubiera ido personalmente a quedarse con la Corona. Pero eso significaría enfrentarse con El Inquisidor, contra los magos de La Logia y quizás la mitad de su pueblo encima. La mitad que era más fiel a La Logia que a La Corona Real, al menos.
- Si me permite una palabra – comenté humildemente – Si es como los presentes mencionan sobre el “ajedrez político”, creo que lo mejor que podemos hacer es hacer que la opinión esté a favor nuestra.
Pude sentir cómo todas las miradas se fijaban en mi, algunos curiosos, otros escépticos. Incluso en ese lugar habían sido convocados Lady Katrina y la Princesa Henrietta que, aunque no dijeron mucho mientras estaba la reunión convocada, si estaban atentas de lo que Su Majestad tenía que decir. Incluso ellas dirigieron sus miradas hacia mi.
- Lo que me refiero, es que nuestras fuerzas se encuentran igualadas. Pero si logramos convencer a los monjes que se encuentran custodiando que la Corona se encontrará en mejores manos si está con nosotros. Y si va dirigida una comitiva pacífica que vaya al dialogo, podemos incluso convencer a la gente de La Logia, o al menos su comitiva – eso quizás en el mejor de los casos, pero si algo así iba a ocurrir, es posible que incluso su comitiva intentaría hacer lo mismo con nosotros.
- Estás con la certeza de que ellos no harán eso, ¿no?
- Entonces, solo necesitamos convencer a los monjes. Si logramos poner la opinión de los monjes de nuestro lado, cualquier conflicto será justificado.
Por primera vez en la mañana, Su Majestad quedó en silencio, pensando detenidamente lo que le dije. Se sentían como horas, cada uno podía notar el sudor del que tenía en frente, incluso los latidos propios. Creo que incluso se podía notar los ruegos de la cabeza con tanto silencio. Hasta al menos, que Su Majestad decidió hablar.
- Te encargarás de la comitiva entonces – me miró fijamente, visiblemente molesto por la situación, pero dispuesto a ceder – Lleva a una persona de tu confianza como tu guardespaldas. Henrietta también te acompañará – la cara de la Princesa fue de sorpresa, quizás por muchos motivos que no entendía, considerando lo mal que se llevaban – Estas cosas de política innecesaria son juegos de engaños, ustedes que son mujeres saben mejor de eso.
… bueno, ese comentario fue innecesario. Simplemente hubiera dicho que no le interesaba.
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En el presente
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Hace unos días que le había enviado una carta a Wood para que viniera al Palacio Real para que me visitara. Me había enterado hace poco que sus hijos se encontraban bien, aunque la carta que me había enviado no mencionaba muchos detalles. Así que la había invitado a contarme más detalles, de como planeaba reunirse con ellos, e incluso podía ir con ella, solicitar tropas, lo que fuera, para ayudarla. Pero justo ahora sucedía algo de extrema importancia, algo que podía poner en peligro las tierras del norte, y lo que más necesitaba era su consejo.
- Debo reconocer… jamás había visto a alguien que no fuera nuestra madre callar de esa forma a Rigobert.
Una voz detrás mío me habló, lo que hizo que saltara levemente debido al susto. De verdad no me esperaba que alguien se colara a mi habitación y se pusiera detrás mío, pero cuando me di cuenta, la puerta se encontraba abierta. ¿No la había cerrado con llave desde ?
- P-princesa – no pude evitar tartamudear mientras me levantaba y le hacía una reverencia – E-e… es un honor--
- Tranquila, tranquila – me dijo mientras ponía una mano sobre mi hombro – Solo venía a revisar como estaba mi compañera de política, porque, ya sabes… la política es de mujeres – se escuchaba algo hastiada, y la verdad es que no me sorprendía. Ese comentario machista...
- Y que lo digas… - miré hacia otro lado, intentando contener mi hastío también
- Y bien – su tono de voz cambió para dar a entender que quería dejar ese tema atrás – te he visto estudiando esos reportes, y la forma en que hablaste en aquella junta. Debo decir que me sorprende que alguien así apareciera de la nada en la vida de Rigoberto. Normalmente se llenaría de patanes o de gente matona.
- Eh… no sé si deba comentar algo al respecto – y es que me dejaba una sensación bastante comprometedora. Y no solo eso, hablaba tanto mal de él como de mi. ¿Acaso yo caía en uno de los dos espectros?
- Es broma, no te preocupes – río, bajándole la gravedad al asunto – También pregunté por ti, y supe de tu hazaña en los bosques de los Elfos. Lo que hiciste no fue menor.
- Pues… no es algo tan espectacular como suena – dije algo tímidamente, ya sabía que algunos guardias del palacio contaban la historia sin cesar, y cada vez salía más magnánima de lo que me gustaba.
- Disculpe, señorita Siria – hablando de guardias que comentaban mi historia, se asomó uno de ellos por la puerta, interrumpiendo la conversación que teníamos - Se reporta una tal Feith en la entrada. Es de pelo blanco.
- Oh, si, por favor, hacedla pasar - … ¿hacedla? ¿Desde cuando me ponía tan burgués para hablar? ¿Será que este vestido me aprieta en el sentido común? No puede ser, si no llega hasta la cabeza.
Onrol:
La habitación se encontraba resplandeciente, nueva, como si hubiera sido remodelada recientemente. En mitad, por las órdenes del rey Rigobert. En otra mitad, por las mismas indicaciones de la joven dragón. Así como la indicación de Su Majestad eran algo especiales para la dama con la que llegó de las manos a la ciudad, también había algo especial en las indicaciones de la dragona de viento: un escritorio viejo, rústico y muy hogareño, en donde se encontraban tres gruesos libros.
También eran especiales en otro sentido: los tres eran reportes que la dragona solicitó a los encargados de los temas de logística e inteligencia en el palacio. Solo encontró un “pero” antes que el rey se dejar, “absolutamente claro”, que la información que solicitaba debía ser entregada como fue solicitada.
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- Spoiler:
- Resumen de los acontecimientos. Para un reporte completo, favor avanzar al índice Nº1, página 10. Para información específica, revisar los índices marcados en los reportes.
Debido a la llegada de la plaga al norte, el Rey de Jarls, Godofrey Dahl-Gunderssen, enfermó gravemente durante dos meses. Se intentó salvar la vida de Su Majestad escogiendo a los curanderos y sanadores más hábiles y confiables dentro de Aerandir, más la condición de su majestad no logró mejorar. Como última instancia, se invocó a la Alta Encantadora Lucy Fireheart junto con la Sacerdotisa Suprema Niniel Thenidiel para intentar sanar la vida de su majestad. Sin embargo, el rey falleció aquel día en que ambas personas de la Logia intentaron ayudar.
Debido a las sospechas fundamentadas de dudar si su muerte fue debido a La Plaga, se realizó una investigación. Lady Katrina, junto con las personas de más alta confianza, no sufrieron las consecuencias de la enfermedad aun cuando estuvieron cerca de ellos, lo que llevó a las personas de la Logia a barajar la posibilidad de que se usara La Plaga como excusa para cometer un envenenamiento en secreto, realizado por alguien cercano a ellos. Bajo esa posibilidad, se solicitó un informe de las personas que estuvieron cerca de Su Majestad mientras se mantuvo en estado agraviado [Índice 18, página 32].
Mientras, Lucy Fireheart y Niniel Thenidiel dieron con el paradero de Lady Henrietta Dahl-Gunderssen, la Princesa del reino [Información de las condiciones en que encontró a la Princesa se encuentra reservada por ordenes de la Logia], la cual fue informada de la situación. En su condición, volvió junto con un compañero de raza elfa llamado Virgo. El grupo se dirigió a contarle la noticia a Sir Rigobert Dahl-Gunderssen, noticia que originó un conflicto entre hermanos, siendo Lady Katrina la encargada de apaciguar las aguas.
Trabajando en el reporte de visitas, se dio el descarte temporal de las personas que intentaron ayudar a Su Majestad, siendo el nombre Lachance que levantó más sospechas entre la familia real y la Logia. Lachance es considerado como un cambia formas, siendo capaz de tomar la forma de cualquier persona que quisiera, más no sus habilidades ni la magia [Índice 21, página 38].
Con la decisión de encontrar al cambia formas, los presentes se encargaron de dividirse en dos grupos, los cuales comenzaron a investigar si Lachance seguía en el palacio. Las sospechas se basaban en que, si Su Majestad había fallecido hace poco gracias a sus acciones, estaría en el lugar para asegurarse de su labor. Mientras un grupo se aseguraba que los más cercanos al rey fueran de fiar, el otro grupo se aseguraba de dejar los instrumentos de vigilancia e inteligencia que Virgo proporcionó.
Sir Rigobert Dahl-Gunderssen se separó de uno de los grupos, siendo perseguido por Lucy Fireheart, lo que originó que, debido a la desconfianza que originó la presencia del cambia formas, se originara un conflicto entre las dos partes. Mientras tanto, Virgo dio con un frasco con restos de veneno, los cuales están siendo investigados con el departamento de medicina para revisar si es coincidente con el veneno en el cuerpo de Su Majestado. Este fue proporcionado hacia las partes interesadas, más un accidente permitió que Lady Henrietta Dahl-Gunderssen cayera enferma debido al veneno.
Debido a esto, ante el grupo de investigación dio con Sir Rigobert Dahl-Gunderssen, el cual se trató del impostor Lachance. Se dispuso su arresto inmediato, y se abrió una investigación sobre el caso, siendo acusado de Regicidio [Índice 35, página 122].
Debido a la proximidad de la guerra, y el llamado de El Rey Siegfried I de Lunargenta para acudir a esta, se coronó a Sir Rigobert Dahl-Gunderssen como el Rey de Dundarak.
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- Spoiler:
- Resumen de los acontecimientos. Para un reporte completo, favor avanzar al índice Nº1, página 10. Para información específica, revisar los índices marcados en los reportes.
El sucesor de El Rey Siegfried I de Lunargenta [Índice 2, página 20], El Rey Dag Thorlak [Índice 3, página 21], se encontró invadido por las fuerzas del Señor Vampiro Vladimir [Índice 4, página 22], el Inmortal, y su consorte Géminis [Índice 5, página 23]. Una férrea defensa por parte de las fieles fuerzas consiguió que la batalla durara más del tiempo esperable para la improvisada batalla. Más la lealtad de las fuerzas no fue suficiente para defender el trono, siendo la victoria de Vladimir, el Inmortal el resultado esperable del conflicto. Este se hizo de la corona correspondiente al trono de Lunargenta, dando muerte a una de las defensoras más importantes del castillo: Nadnigris Oschersleiben, conocida y referida como Nady en el resto del reporte.
Al marcharse de Lunargenta con la Corona, Vladimir, el Inmortal, marchó a través de un portal hacia las tierras del norte, cercanas a La Isla Volcánica, cayendo en el pueblo de Alvheim [Índice 5, página 20].
Paralelamente, en el lugar se encontraban Melena Blanca [Índice 6, página 24], Elen Calhoun [Índice 7, página 25] y Alister [Índice 8, página 26]. Su llegada al norte se condice con la llegada de la Encantadora Abbey Frost. Ambos grupos llegaron de forma separada para conversar con el Jarl Fuldrug [Índice 5, página 20, anexo 3] en búsqueda de permiso para viajar a La Isla Volcánica, para encontrarse con Amaterasu, la Revividora [Índices del 43 al 50, páginas 102 a 120].
Debido a la presencia de los tres grupos, el Jarl no tuvo más alternativa que dejarles el paso. Usando el barco encargado por la Logia, tomaron el rumbo hacia la isla, siendo atacados por una Hidra de tres cabeza la cual confirió severos daños al barco, así como Alister, el acompañante viajero de Elen Calhoun.
Debido a la confianza adquirida en el combate, El Inquisidor [Índice 9, página 27] hizo entrega a Elen Calhoun de La Corona Del Dominador [Índice 10, páginas 28 a 31]. A modo de resumen, se añade en este informe que La Corona del Dominador tiene un poder mágico que le permite a su portador el controlar la mente de otro ser, logrando que obedezcan sus órdenes y realizarlas sin desobediencia. No se ha encontrado voluntad que tenga resistencia ante esto.
El plan inicial era conseguir la ayuda de Amaterasu contra los Jinetes Oscuros [Información no añadida a este reporte. Solicitar esta información en un reporte adicional]. Debido a los enfrentamientos en el pasado de los grupos, llegar a un acuerdo que dejara contentos a todas las partes fue imposible. Esto se desenvolvió en un conflicto entre las partes mencionadas, siendo la Logia la guardia contra cualquier imprevisto.
La batalla en el interior se desenvolvió de la siguiente manera: Elen Calhoun tomó la corona e intentó dominar a Amaterasu, la Revividora, mientras que Melena Blanca y Vladimir, el Inmortal, blandieron batalla. Géminis y Dag Thorlak forcejearon, y en un momento en donde se separaron, logrando Géminis hacerse de La Corona del Dominador, Dag Thorlak atacó a La Revividora, dandole un golpe certero que separó su cabeza del resto de su cuerpo.
La batalla se resumió entre Frendel [Información no añadida a este reporte. Solicitar esta información en un reporte adicional] y Dag Thorlak, mientras que el Inquisidor luchó contra la montura de Frendel, Querostraza [Información no añadida a este reporte. Solicitar esta información en un reporte adicional].
Después de aquellos acontecimientos, la Corona Astada [Índice 11, página 32] quedó en manos de Melena Blanca, mientras que la Corona del Dominador quedó en manos de la Vampira Consorte, Géminis.
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- Spoiler:
- Resumen de los acontecimientos. Para un reporte completo, favor avanzar al índice Nº1, página 10. Para información específica, revisar los índices marcados en los reportes.
Para información relacionada con los acontecimientos de la guerra, solicitar un reporte adicional.
Durante el asedio al Palacio de Lunargenta, los vampiros que mantenían el control del trono hicieron férrea defensa ante lo que no les pertenecía por derecho. Vladimir el Inmortal y La Vampira Consorte Géminis ordebana aguantar a sus fuerzas mientras ideaban un plan para mantener el control sobre la ciudad de los humanos. Vladimir el Inmortal decide entregarle La Corona del Dominador a su consorte Géminis, con el plan de utilizar la Corona en un punto de la invasión para tomar control de alguien de importancia relevante para esta.
Las tropas que llegaron en barco rápidamente se hicieron con el control de los puntos relevantes de los ciudadanos, logrando asegurar que existían vidas civiles cercanas al Castillo. Dirigiendose raudamente hacia el trono, después de entablar contacto con los civiles humanos, las fuerzas se enfrascaron en una batalla contra las fuerzas de los vampiros. Entre las muertes calculadas, se encuentra que Elen Calhoun, junto con su acompañante Ircan [Índice 4, página 20] y su acompañante Toro [Índice 4, página 20], consiguieron aproximadamente 13 muertes, lo que logró que las fuerzas y la moral disminuyeran en las filas enemigas.
Al ingresar al Castillo, el grupo antes mencionado marchó hacia los aposentos de Géminis. La información indicada por Elen Calhoun indica que luchó contra Géminis, y no fue hasta avanzada en esta, consumida por su odio hacia la vampira, que notó que su contrincante no era ella, sino alguien que la Consorte había controlado con la corona. Las razones de su confusión se investigan, puesto que se sospecha que la Corona tiene la capacidad de cambiar levemente las facciones de las personas a medida que las circunstancias lo necesiten.
La verdadera Géminis había escapado después de que Elen Calhoun comenzó a enfrentarse contra la duplicación. En el proceso de escape, logra controlar a Ircan. Se investiga si esto se debió a los efectos Corona del Dominador o por un hechizo lanzado hacia este. Gracias al control que tuvo en él, y el tiempo ganado gracias al combate de Elen contra la persona controlada, logró escabullirse hasta los salones cercanos a los grandes ventanales del castillo. Aun manteniendo control sobre el licántropo Ircan, logró salir del castillo, aunque sin poder escapar gracias al control que consiguió de vuelta el hombre lobo y la labor de el Dragón Alister.
La Consorte fue capturada por las fuerzas combinadas del grupo antes mencionado. Debido a la superioridad numérica del grupo, Géminis no tuvo alternativas de pelea, y fue reducida para luego morir a manos de Elen Calhoun.
Los reportes no indican los detalles de la pelea ni de lo sucedido más adelante, pero el reporte médico en el cuerpo indican que existió una violencia inusitada contra la Consorte, más allá de cualquier pelea que pudiera haberse dado a lugar. Se investiga si la intención fue tortura, o si legítimamente fue el proceso de investigación por información que se negó a proporcionar. Más esta investigación se encuentra detenida y en baja prioridad, debido a la naturaleza de la guerra.
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Necesitaba cerrar los ojos por un rato después de todo lo que había leído. Sentí que me irritaban como si hubiera permanecido despierta por 24 horas seguidas, lo suficiente como para ver al sol entrarse por la noche y luego verlo salir por el amanecer. No sentía que el cerebro me cupiera nada más dentro, sentía que había absorbido la información de toda una vida en muy poco tiempo, y solo hace poco de aprender a leer.
Le estaba eternamente agradecida a Wood por ello. Imaginen la vergüenza de estar en un Castillo, en audiencias con las más altas esferas del poder, los nobles, el mismísimo Rey, y ahí yo… como una analfabeta. Igual no es que fuera tan grave, puesto que si Su Majestad había sido el que me escogió como parte de sus asesores más cercanos, no era algo que tuviera que darme vergüenza en si. Él me había escogido por mis capacidades, por mi forma de ser orgullosa, no por pena. Eso no quitaba que todo había cambiado en mi mundo. Ya no me encontraba en las estepas dandome cabezazos con los Yak y los Bisontes, sino ahora estaba con gente de alta alcurnia. Ya no viajaba y cantaba para ganarme la vida, ahora estaba en el castillo, estudiando sobre política y los acontecimientos de la guerra que me eran ajenos.
Conocer tantas personas, tantas situaciones, tantos sacrificios… me hacía pensar en todas las personas que habían conseguido que Lunargenta volviera a ser el lugar para los humanos al mando de su Rey legítimo. Como que me daban ganas de salir al mundo, conocerlas, tomarme un té con ellas y agradecerles por los nobles sacrificios que hacían por todo el mundo.
- …
Tenía muchas cosas en la cabeza. Ahora me encontraba en esta situación en este Castillo… “Valida del Rey Rigobert III” decían, “serás una consejera importante para Su Majestad”, decían. Habían cientos de preocupaciones que pasan por mi cabeza, pero por el momento, solo había una que me dejaba intranquila.
El tomarme las manos.
¿Será que la verdadera razón de por qué soy su consejera es porque, después de lo que pasó en el bosque, comenzó a sentir cosas hacia mi? Pues, se había arrodillado y pidió un caballo para mi, con el cual viajamos gran parte hacia Lunargenta. Eso no podía ser algo pequeño. ¿Pero como podría lidiar con ello?
Y eso no quita a los eventos de esta mañana…
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Ese mismo día, en la mañana
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Su Majestad se encontraba irritable en la mesa, reunido con muchas personas que podía pensar que eran consejeros, estrategas y gente de confianza del reino. Al menos, de su fallecida Majestad, puesto que el ascenso de Rigobert fue tan repentino y sin su pizca de caos que no todas las alianzas antiguas se habían reforjado para adecuarse al nuevo monarca.
Pedía explicaciones, nadie podía contestarle con certeza. Todo, por la Corona del Dominador.
-- Quiero saber en este momento por qué esta Corona no se encuentra en mis manos – su voz era intimidante y llena de enojo, como si diera a entender que, quien no le diera una respuesta satisfactoria, separaría algunas cabezas de sus respectivos torsos. Su Majestad no tenía precisamente la fama de ser… paciente.
- Su Majestad… - habló uno de los presentes, alguien de edad y se notaba sabio en su tono de voz, pero a la vez temeroso - … La Logia nos ha hecho llegar la información de que La Corona del Dominador era un artefacto que perteneció a su líder, el Inquisidor, y que le fue arrebatada en los eventos que se dieron en la caída de Amaterasu.
- ¡No estoy preguntando eso! - levantó su voz, golpeando la mesa y levantándose furiosamente de su silla -- ¡Estoy preguntando por qué ahora mismo no está en mis manos! ¡No me importa si los dueños era el Inquisidor o Pedro el de la zapatería, ¿por qué algo como eso está por ahí así como así?!
La capacidad de controlar a las personas, pasando por encima de su voluntad. Era de verdad una herramienta increíblemente poderosa. Podía usarse en el campo de batalla, para tomar el control de un fuerte oponente, como se intentó con Amaterasu, para así comandar legiones enteras de soldados. No solo eso, también podía ser utilizado para sacarle ventaja política a un país, a un continente. Incluso forzar a alguien a suicidarse si lo ordenabas. No podía imaginarme el potencial completo de lo que un artefacto así podía ocasionar a este mundo.
Estaba sumida en mis pensamientos, por lo que no escuché todo el griterío que había en la sala. Ya sabía por qué no estaba en sus manos, o al menos me podía hacer una idea. Por un lado, la Logia tenía un poder enorme en Dundarak, y en muchas partes de Aerandir. No solo eso, eran cercanos a la corona, y fueron muy fieles a su antigua Majestad. Probablemente tomaron muchas decisiones importantes incluso antes que naciera. Por otro lado, Su Majestad era una persona que tenía un enorme poder bélico, con una forma de tomar las decisiones bastante fuerte, pero usualmente efectiva. Y no solo eso, tenía a disposición el cariño del pueblo, que veía en él un fuerte sucesor.
Si ambos bandos se enfrentaban por el control de esa corona, dudo que quedara algo de Dundarak qué gobernar. Quería creer que todos los presentes en esa mesa estaban de acuerdo en ello. Pensaba en ello, debido a que la corona no se encontraba en un lugar conflictivo para ambas partes: se decidió que, mientras las partes atendían sus asuntos internos, como el nombramiento de la Alta Encantadora, la Corona estaría en terreno neutral, custodiada por 10 monjes que no pertenecían a ningún bando ni juraban lealtad a ninguno de estos. Pero, inevitablemente, 10 caballeros dragones de nuestro lado y otros 10 Altos Hechiceros de la Logia se habían sumado a esta custodia.
Aquello era como un ajedrez que no tenía movimientos fáciles. ¿Como podías mover una pieza sin ocasionar una guerra entre los dos bandos, o peor aún, una guerra civil?
La respuesta era… política.
- ¡Siria! - el llamado de Su Majestad me despertó de mis pensamientos. Su tono seguía siendo enojado, pero era algo distinto cuando me hablaba – Dime, ¿cómo ves esta situación? ¿Qué pasos recomiendas?
Ser una consejera bélica no era algo que me imaginaba en mi vida, sobre todo porque jamás estuve en un conflicto. Pero a veces, el evitar una guerra, ganarla antes que suceda, puede llegar a ser la mejor estrategia.
- Actualmente tenemos apostados 10 de nuestros hombres custodiando la Corona – me levanté de mi silla, mientras mentalmente repasaba todo lo que había sucedido hasta ahora – Así también, la Logia ha dispuesto de 10 hombres de sus filas. Arriesgarnos a un conflicto sin provocación solo ocasionaría un problema político y social que dividiría las lealtades de nuestro pueblo, que se encuentra débil debido a la Plaga. No solo eso, los 10 monjes que se encuentran neutrales significarían un problema si son atacados por nosotros y deciden aliarse con la Logia para reducir nuestras tropas. Significaría perder la Corona ante ellos. Pero aquella es la misma razón de por qué ellos tampoco atacan. Un conflicto comenzado por ellos no solo diezmaría la opinión pública, sino cortaría lazos con la Corona, las otras Órdenes de las otras ciudades y perderían mucha fuerza política, algo que se han ganado con siglos de trabajo.
- … un ajedrez político, ¿eh?
Delante de él se encontraba un ajedrez que, por alguna razón, trajeron para ilustrar la idea hace algunos momentos antes. Las piezas se encontraban impolutas, del mejor material que existía para aquel juego, y todas encontraron la dureza del piso cuando Su Majestad lanzó las piezas por el aire.
- Odio estas mierdas - murmuró impacientado, se notaba que, si dependiera de él, hubiera ido personalmente a quedarse con la Corona. Pero eso significaría enfrentarse con El Inquisidor, contra los magos de La Logia y quizás la mitad de su pueblo encima. La mitad que era más fiel a La Logia que a La Corona Real, al menos.
- Si me permite una palabra – comenté humildemente – Si es como los presentes mencionan sobre el “ajedrez político”, creo que lo mejor que podemos hacer es hacer que la opinión esté a favor nuestra.
Pude sentir cómo todas las miradas se fijaban en mi, algunos curiosos, otros escépticos. Incluso en ese lugar habían sido convocados Lady Katrina y la Princesa Henrietta que, aunque no dijeron mucho mientras estaba la reunión convocada, si estaban atentas de lo que Su Majestad tenía que decir. Incluso ellas dirigieron sus miradas hacia mi.
- Lo que me refiero, es que nuestras fuerzas se encuentran igualadas. Pero si logramos convencer a los monjes que se encuentran custodiando que la Corona se encontrará en mejores manos si está con nosotros. Y si va dirigida una comitiva pacífica que vaya al dialogo, podemos incluso convencer a la gente de La Logia, o al menos su comitiva – eso quizás en el mejor de los casos, pero si algo así iba a ocurrir, es posible que incluso su comitiva intentaría hacer lo mismo con nosotros.
- Estás con la certeza de que ellos no harán eso, ¿no?
- Entonces, solo necesitamos convencer a los monjes. Si logramos poner la opinión de los monjes de nuestro lado, cualquier conflicto será justificado.
Por primera vez en la mañana, Su Majestad quedó en silencio, pensando detenidamente lo que le dije. Se sentían como horas, cada uno podía notar el sudor del que tenía en frente, incluso los latidos propios. Creo que incluso se podía notar los ruegos de la cabeza con tanto silencio. Hasta al menos, que Su Majestad decidió hablar.
- Te encargarás de la comitiva entonces – me miró fijamente, visiblemente molesto por la situación, pero dispuesto a ceder – Lleva a una persona de tu confianza como tu guardespaldas. Henrietta también te acompañará – la cara de la Princesa fue de sorpresa, quizás por muchos motivos que no entendía, considerando lo mal que se llevaban – Estas cosas de política innecesaria son juegos de engaños, ustedes que son mujeres saben mejor de eso.
… bueno, ese comentario fue innecesario. Simplemente hubiera dicho que no le interesaba.
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En el presente
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Hace unos días que le había enviado una carta a Wood para que viniera al Palacio Real para que me visitara. Me había enterado hace poco que sus hijos se encontraban bien, aunque la carta que me había enviado no mencionaba muchos detalles. Así que la había invitado a contarme más detalles, de como planeaba reunirse con ellos, e incluso podía ir con ella, solicitar tropas, lo que fuera, para ayudarla. Pero justo ahora sucedía algo de extrema importancia, algo que podía poner en peligro las tierras del norte, y lo que más necesitaba era su consejo.
- Debo reconocer… jamás había visto a alguien que no fuera nuestra madre callar de esa forma a Rigobert.
Una voz detrás mío me habló, lo que hizo que saltara levemente debido al susto. De verdad no me esperaba que alguien se colara a mi habitación y se pusiera detrás mío, pero cuando me di cuenta, la puerta se encontraba abierta. ¿No la había cerrado con llave desde ?
- P-princesa – no pude evitar tartamudear mientras me levantaba y le hacía una reverencia – E-e… es un honor--
- Tranquila, tranquila – me dijo mientras ponía una mano sobre mi hombro – Solo venía a revisar como estaba mi compañera de política, porque, ya sabes… la política es de mujeres – se escuchaba algo hastiada, y la verdad es que no me sorprendía. Ese comentario machista...
- Y que lo digas… - miré hacia otro lado, intentando contener mi hastío también
- Y bien – su tono de voz cambió para dar a entender que quería dejar ese tema atrás – te he visto estudiando esos reportes, y la forma en que hablaste en aquella junta. Debo decir que me sorprende que alguien así apareciera de la nada en la vida de Rigoberto. Normalmente se llenaría de patanes o de gente matona.
- Eh… no sé si deba comentar algo al respecto – y es que me dejaba una sensación bastante comprometedora. Y no solo eso, hablaba tanto mal de él como de mi. ¿Acaso yo caía en uno de los dos espectros?
- Es broma, no te preocupes – río, bajándole la gravedad al asunto – También pregunté por ti, y supe de tu hazaña en los bosques de los Elfos. Lo que hiciste no fue menor.
- Pues… no es algo tan espectacular como suena – dije algo tímidamente, ya sabía que algunos guardias del palacio contaban la historia sin cesar, y cada vez salía más magnánima de lo que me gustaba.
- Disculpe, señorita Siria – hablando de guardias que comentaban mi historia, se asomó uno de ellos por la puerta, interrumpiendo la conversación que teníamos - Se reporta una tal Feith en la entrada. Es de pelo blanco.
- Oh, si, por favor, hacedla pasar - … ¿hacedla? ¿Desde cuando me ponía tan burgués para hablar? ¿Será que este vestido me aprieta en el sentido común? No puede ser, si no llega hasta la cabeza.
- Spoiler:
- Atuendo de mi personaje: [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Siria
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
-Menudo marrón.- se limitó a decir Geralt al mensajero, que se removió en su sitio, incomodo.
Uno no podía ni tomarse unos días de vacaciones. Te tomabas unos días para curarte de la horrible plaga que habías ayudado a curar, más o menos, y lo siguiente que sabias era que los vampiros se la habían colado doblada a todo el mundo y ahora eran malos malísimos. Oh, y esa pelea geopolítica por el artefacto de control de mentes también, por supuesto. Solo esperaba que Cat se hubiera mantenido apartada de todo ese follón.
Su par de brujas favoritas se las habían apañado sin el por lo que parecía, pero aparentemente ya se habían hartado y habían enviado a ese pobre desgraciado para que le mandara la misiva. Sin duda, solo el, un experto y carismático aventurero, un brujo que había visto mundo, podría convencer a esos monjes estirados de lo horrible que era la idea de darle la corona a cualquiera que no fuera la Logia. O Lucy había escogido al que creía que haría explotar la corona en mil pedazos si los Reales acababan recibiéndola.
Pensándolo mejor, seguramente era eso último.
Obviamente le echarían la bronca si rompía la corona favorita de su Inquisidor, su enorme y terrorífico Inquisidor, PERO el lema de la Logia era “La magia debe ser controlada”, y nunca se aplicaba más que con una corona que, supuestamente, controlaba absolutamente cualquier mente que quisiera. Con límites, por supuesto, tenía que haberlos, pero Lucy no había considerado oportuno informar al tipo que tenía que recuperar la corona de lo horriblemente poderosa que era, una precaución sensible, aunque le doliera un poco.
Se miró a sí mismo, ya curado. Incluso había salido unos días atrás, a comprar equipo, sin duda el motivo por el que ese mensajero lo había encontrado sin medios mágicos. Su vestimenta era suficiente para esta pequeña pero importante aventura, pero le faltaba cierto… caché, un pequeño empujoncito más allá de sus lobos -Voy a necesitar un caballo.- Le dijo al mensajero, que parecía dudoso sobre donde iba a sacar el, un simple mandado, un caballo, hasta darse cuenta de que había llegado en uno, con un bonito tabardo con los símbolos de la Logia. Esa realización no le hizo mucha gracia precisamente, pero el brujo ya estaba pensando en sus cosas, calculando, haciendo hipótesis sobre en cuantos trozos podía partirse un artefacto mágico antes de que el encantamiento que lo hacía especial dejara de debilitarse para simplemente desaparecer.
Hipotéticamente, claro.
Uno no podía ni tomarse unos días de vacaciones. Te tomabas unos días para curarte de la horrible plaga que habías ayudado a curar, más o menos, y lo siguiente que sabias era que los vampiros se la habían colado doblada a todo el mundo y ahora eran malos malísimos. Oh, y esa pelea geopolítica por el artefacto de control de mentes también, por supuesto. Solo esperaba que Cat se hubiera mantenido apartada de todo ese follón.
Su par de brujas favoritas se las habían apañado sin el por lo que parecía, pero aparentemente ya se habían hartado y habían enviado a ese pobre desgraciado para que le mandara la misiva. Sin duda, solo el, un experto y carismático aventurero, un brujo que había visto mundo, podría convencer a esos monjes estirados de lo horrible que era la idea de darle la corona a cualquiera que no fuera la Logia. O Lucy había escogido al que creía que haría explotar la corona en mil pedazos si los Reales acababan recibiéndola.
Pensándolo mejor, seguramente era eso último.
Obviamente le echarían la bronca si rompía la corona favorita de su Inquisidor, su enorme y terrorífico Inquisidor, PERO el lema de la Logia era “La magia debe ser controlada”, y nunca se aplicaba más que con una corona que, supuestamente, controlaba absolutamente cualquier mente que quisiera. Con límites, por supuesto, tenía que haberlos, pero Lucy no había considerado oportuno informar al tipo que tenía que recuperar la corona de lo horriblemente poderosa que era, una precaución sensible, aunque le doliera un poco.
Se miró a sí mismo, ya curado. Incluso había salido unos días atrás, a comprar equipo, sin duda el motivo por el que ese mensajero lo había encontrado sin medios mágicos. Su vestimenta era suficiente para esta pequeña pero importante aventura, pero le faltaba cierto… caché, un pequeño empujoncito más allá de sus lobos -Voy a necesitar un caballo.- Le dijo al mensajero, que parecía dudoso sobre donde iba a sacar el, un simple mandado, un caballo, hasta darse cuenta de que había llegado en uno, con un bonito tabardo con los símbolos de la Logia. Esa realización no le hizo mucha gracia precisamente, pero el brujo ya estaba pensando en sus cosas, calculando, haciendo hipótesis sobre en cuantos trozos podía partirse un artefacto mágico antes de que el encantamiento que lo hacía especial dejara de debilitarse para simplemente desaparecer.
Hipotéticamente, claro.
Geralt
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Mi amiga Siria me había enviado una carta, todo aquello era muy loco. Tenía entre mis manos el papel ya arrugado por leer y releer aquellas líneas, escritas con su muy caligráfica y pronunciada letra. Ni siquiera me había molestado en intentar responderle, esa misma tarde había tomado a Furia y partido rauda hacia las tierras del Norte, dejando todo atrás. La buena Siria, la responsable Siria… ¡Mi Amiga! No solamente había salido con bien de la guerra, sino que además, ahora era LA consejera del Rey de los dragones. Ese tema del vasallaje y los regentes fuera de Lunargenta, no lo tenía exactamente claro… pero estaba segura que me pondría al día en nada con ella y su información de primera mano. La sociedad de los dragones siempre me había parecido cuanto menos intrigante y muy aislada, protegida de los extraños… o de mí. Daba igual, a mi solo me importaban mis amigos, no los tejemaneje de los mandatarios. El poder, así como la fortuna, va y viene, no así los amigos del corazón. No podía esperar a llegar y sentarme con ella a tener una buena conversación, tal vez echarnos frente a una estufa mientras bebemos un delicioso té y no podrían faltar los mimos y sus canciones con ese vozarrón que ella tenía. Los minutos que nos separaban, acentuaban el sentimiento de nostalgia.
Me sobé las manos frente a la entrada del palacio, para quitarme el frío. Furia estaba nerviosa, pese a que habíamos estado aparte la una de la otra por mucho tiempo, ese temperamento tan difícil no había cambiado en nada. Es más, se podría decir que ahora era más desconfiada que nunca, eso me hacía cuestionarme una o dos cosas del tiempo de mi ausencia... Que he venido con una invitación, no he venido con mi ejército de mí misma a invadir sus heladas tierras. Me estoy congelado aquí… intentaba hacerle la pelota a la guardia, no iba a lograr nada, estaba segura de ello. Al menos la espera se hacía más corta cuando molestaba a los buenos dragones con caras estiradas. Apenas podía esconder mi sonrisa mientras recordaba las pasadas conversaciones con la dragona, sobre las personas de Dundarak y lo difíciles de tratar que nos habían parecido. Las cosas habían cambiado bastante desde aquellas noches en la estepa o en las Islas. Me preguntaba cómo habría afectado todo eso de la guerra a la buena Siria y su interminable sensibilidad, no podía -ni quería- especular. Faltaba nada… esa ansiedad… Tranquila bonita, ya nos dejarán pasar y te llevarán a la mejor caballeriza a modo de disculpa por lo tardado del servicio le dije a mi buena compañera negra, realmente quería hacerle la cabeza a esa guarda.
La inteligente yegua golpeó el suelo con una de sus manos y cabeceó. Sonreí, era genial reunirme con ella, era más genial estar en ese lugar, pero por sobre todo, era perfecto estar tan cerca de mis crías. Uno de los guardias se acercó con el rostro visiblemente apenado por la situación, y sonrojado -¿tal vez por el esfuerzo? ¿por la diferencia de temperaturas?- tampoco me iba a poner a investigar la vida del único guarda dragón que mostraba alguna emoción y se dignaba a mover su sensual trasero armado. Uno que no es estirado le susurré a Furia, disimulado mis palabras con una caricia cerca de sus orejas. - Ha sido admitida a los aposentos de la honorable…- Claro claro dije desestimado todos los títulos, mi tono era una mezcla entre permisivo, apresurado y aburrido mi montura necesita una caballeriza tibia, heno fresco y una buena pinta de agua. Ha sido un viaje largo le informé, haciéndole ver que ni ella ni yo, nos moveríamos hasta que vieran por nuestras necesidades. Era la primera vez que llegaba de invitada a un lugar tan fino, Furia tendría que aprovechar para el resto de su vida. Es temperamental, tenga usted cuidado advertí al joven del establo, en lo que quitaba del lomo del animal un bolso pequeño con mis petates para seguir diligentemente al guardia de las expresiones en su rostro. Me despedí de la yegua con una palmada suave lo has hecho bien. No hagas desastres
Una vez dentro del resguardo del palacio, comencé a comportarme con la altura apropiada de una invitada, tampoco era como que quería dejar mal a Siria. Caminaba erguida y con pasos seguros por los largos pasillos. Me ceñí a los protocolos que tenía en mi mediano acervo de “costumbres comunes y de buen gusto, ajenas a los lobos” suponía que en Dundarak tendrían que rozar las costumbres de Siegfried y asociados. “Cantar y coser”, probablemente … como no conocía a nadie, los usé con todo aquél que se veía como alguien importante, no fuera a ser que me topase con el rey dragón y luego me arrepintiera por decirle alguna barrabasada típica. Una vez que Siria y yo nos quedamos solas… ¡Ay mi amiga! le abracé y la tomé de las manos, apartándome un poco para verla bien. Se la veía cansada pero hermosa Este vestido te queda a la medida, como se nota que hemos estado subiendo en importancia eh. No puedo creer que estés aquí y así dije, volviendo a abrazarle. Era el momento de los comentarios de todo tipo, tamaño y color. La “previa” de las palabras que realmente nos queríamos decir, conformada por las nimiedades amenas; pensaba disfrutarla y sacarle provecho posible antes de tener que ponernos serias.
Cuando llegó el momento impostergable, miré el espacioso lugar y respiré profundamente; con cierta gravedad en mi tono, me dirigí a ella Mi amiga, siempre te tengo presente en mi corazón, pero algo me dice que esta no es una visita totalmente social. Ambas sabemos que los palacios no son para mí. ¿Cuál es el verdadero motivo por el que estoy aquí? pregunté, buscando un lugar donde ponerme más cómoda Pero antes que nada, te voy a aceptar un buen té, porque todo suena mejor con la tranquilidad del delicioso té de Siria en el estómago le dije, sonriendo de oreja a oreja. Cuéntamelo todo, no te dejes nada. Si tenemos que hacer una revolución o si necesitas ayuda para capturar al dragón fugitivo que se robó tu corazón… bromee Suéltalo todo, porque sabes que siempre puedes contar conmigo y mi peludo apoyo para sea lo que sea. ella lo sabía, pero era bueno repetir en algunas ocasiones, este tipo de información. Me preocupaba el contexto del palacio y que hubiera alguna situación difícil que la estuviera orillando a algo que ella no quisiera hacer. Siria era testaruda, tenía carácter, pero era demasiado buena y sensible.
Off: Algunas aclaraciones: 1- No conozco a Henrietta, ni encontré su ficha. Probablemente estaba en esos temas que nos dejaste Siri, pero mi estar cansadita y no tener ganitas, así que lo resolví así xD. 2- Tienes permiso de usar a Wood y poner diálogos en su nombre, con el fin de no perder turnos en conversaciones. A estas alturas conoces bien a Wood, confío en tu criterio.
Me sobé las manos frente a la entrada del palacio, para quitarme el frío. Furia estaba nerviosa, pese a que habíamos estado aparte la una de la otra por mucho tiempo, ese temperamento tan difícil no había cambiado en nada. Es más, se podría decir que ahora era más desconfiada que nunca, eso me hacía cuestionarme una o dos cosas del tiempo de mi ausencia... Que he venido con una invitación, no he venido con mi ejército de mí misma a invadir sus heladas tierras. Me estoy congelado aquí… intentaba hacerle la pelota a la guardia, no iba a lograr nada, estaba segura de ello. Al menos la espera se hacía más corta cuando molestaba a los buenos dragones con caras estiradas. Apenas podía esconder mi sonrisa mientras recordaba las pasadas conversaciones con la dragona, sobre las personas de Dundarak y lo difíciles de tratar que nos habían parecido. Las cosas habían cambiado bastante desde aquellas noches en la estepa o en las Islas. Me preguntaba cómo habría afectado todo eso de la guerra a la buena Siria y su interminable sensibilidad, no podía -ni quería- especular. Faltaba nada… esa ansiedad… Tranquila bonita, ya nos dejarán pasar y te llevarán a la mejor caballeriza a modo de disculpa por lo tardado del servicio le dije a mi buena compañera negra, realmente quería hacerle la cabeza a esa guarda.
La inteligente yegua golpeó el suelo con una de sus manos y cabeceó. Sonreí, era genial reunirme con ella, era más genial estar en ese lugar, pero por sobre todo, era perfecto estar tan cerca de mis crías. Uno de los guardias se acercó con el rostro visiblemente apenado por la situación, y sonrojado -¿tal vez por el esfuerzo? ¿por la diferencia de temperaturas?- tampoco me iba a poner a investigar la vida del único guarda dragón que mostraba alguna emoción y se dignaba a mover su sensual trasero armado. Uno que no es estirado le susurré a Furia, disimulado mis palabras con una caricia cerca de sus orejas. - Ha sido admitida a los aposentos de la honorable…- Claro claro dije desestimado todos los títulos, mi tono era una mezcla entre permisivo, apresurado y aburrido mi montura necesita una caballeriza tibia, heno fresco y una buena pinta de agua. Ha sido un viaje largo le informé, haciéndole ver que ni ella ni yo, nos moveríamos hasta que vieran por nuestras necesidades. Era la primera vez que llegaba de invitada a un lugar tan fino, Furia tendría que aprovechar para el resto de su vida. Es temperamental, tenga usted cuidado advertí al joven del establo, en lo que quitaba del lomo del animal un bolso pequeño con mis petates para seguir diligentemente al guardia de las expresiones en su rostro. Me despedí de la yegua con una palmada suave lo has hecho bien. No hagas desastres
Una vez dentro del resguardo del palacio, comencé a comportarme con la altura apropiada de una invitada, tampoco era como que quería dejar mal a Siria. Caminaba erguida y con pasos seguros por los largos pasillos. Me ceñí a los protocolos que tenía en mi mediano acervo de “costumbres comunes y de buen gusto, ajenas a los lobos” suponía que en Dundarak tendrían que rozar las costumbres de Siegfried y asociados. “Cantar y coser”, probablemente … como no conocía a nadie, los usé con todo aquél que se veía como alguien importante, no fuera a ser que me topase con el rey dragón y luego me arrepintiera por decirle alguna barrabasada típica. Una vez que Siria y yo nos quedamos solas… ¡Ay mi amiga! le abracé y la tomé de las manos, apartándome un poco para verla bien. Se la veía cansada pero hermosa Este vestido te queda a la medida, como se nota que hemos estado subiendo en importancia eh. No puedo creer que estés aquí y así dije, volviendo a abrazarle. Era el momento de los comentarios de todo tipo, tamaño y color. La “previa” de las palabras que realmente nos queríamos decir, conformada por las nimiedades amenas; pensaba disfrutarla y sacarle provecho posible antes de tener que ponernos serias.
Cuando llegó el momento impostergable, miré el espacioso lugar y respiré profundamente; con cierta gravedad en mi tono, me dirigí a ella Mi amiga, siempre te tengo presente en mi corazón, pero algo me dice que esta no es una visita totalmente social. Ambas sabemos que los palacios no son para mí. ¿Cuál es el verdadero motivo por el que estoy aquí? pregunté, buscando un lugar donde ponerme más cómoda Pero antes que nada, te voy a aceptar un buen té, porque todo suena mejor con la tranquilidad del delicioso té de Siria en el estómago le dije, sonriendo de oreja a oreja. Cuéntamelo todo, no te dejes nada. Si tenemos que hacer una revolución o si necesitas ayuda para capturar al dragón fugitivo que se robó tu corazón… bromee Suéltalo todo, porque sabes que siempre puedes contar conmigo y mi peludo apoyo para sea lo que sea. ella lo sabía, pero era bueno repetir en algunas ocasiones, este tipo de información. Me preocupaba el contexto del palacio y que hubiera alguna situación difícil que la estuviera orillando a algo que ella no quisiera hacer. Siria era testaruda, tenía carácter, pero era demasiado buena y sensible.
Off: Algunas aclaraciones: 1- No conozco a Henrietta, ni encontré su ficha. Probablemente estaba en esos temas que nos dejaste Siri, pero mi estar cansadita y no tener ganitas, así que lo resolví así xD. 2- Tienes permiso de usar a Wood y poner diálogos en su nombre, con el fin de no perder turnos en conversaciones. A estas alturas conoces bien a Wood, confío en tu criterio.
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Ya no podía moverme sin mi capa cubriendo mi rostro, tampoco podía estarme demasiado tiempo sin bañar a placer, nada de pies descalzos, nada de pedir ayuda y obra monedas, aquella vida de ladronzuela en anonimato había terminado tras los acontecimientos de Lunargenta. Verisar ya no era un lugar seguro para mí.
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flash back
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Montada en el lomo de Rei sujeta como podía al nacimiento de sus alas, nos desplazamos lejos de la ciudad a una velocidad indescriptible. Si, de por sí, moverme libremente era un desafío para todos mis sentidos, ahora que ya no tenía el suelo firme como un referente de lo horizontal, mi eje estaba totalmente desvariado, no había arriba ni abajo, no había obstáculos ni precisiones, no podía escuchar nada por el mismo viento deslizándose a gran velocidad alrededor mío con cada aletazo de mi compañera. Una sensación nefasta y odiosa. "Recordare jamás volver a volar...” pensé mientras usaba hasta las uñas para aferrarme a la escamosa.
Descendimos entre árboles en un hondo bosque y al tocar con los dedos los cantos de las hojas finas del follaje sobre el suelo me desplome con desesperación en busca de un abrazo cálido la madre tierra quien me recibía con toda su yacencia y longitudinalidad.
- Gracias a los cielos por volvernos a unir! - festeje mientras me revolcaba en la gran bienvenida. - No vuelvo a volar contigo nunca!
Mi amiga, cambio de forma y me dio algunas indicaciones que claramente deje "no haber solicitado de su parte" pero honestamente me serían muy útiles. A menos de una mañana estaba Baslodia, me dijo como llegar y de que debía cuidarme, no entendía muy bien por qué pero note cierto rechazo en su voz al hablar.
- Creí que podría contarte que ocurrió en las catacumbas... - expresé pero ella paso del comentario e hizo hincapié en que debía mantener un muy bajo perfil, su timbre vibraba más de lo normal por un cierto temblor en su garganta que toscamente impedía la fluidez de su lengua. Insistió, insistió e insistió, tanto que ya hasta aburría y por un esporádico segundo imagine una situación similar a la de una madre y una hija, algo que me repugno por completo. No me dejo objetar ni agregar nada, me dejo comida envuelta en telas, se transformó una vez más y rápidamente voló volviendo a Lunargenta, o eso había entendido.
- Bien.. supongo que debo volverme invisible(? - susurre las palabras que me quedaron en el tintero, no estaba feliz para nada y ni tarde mucho en sentir su ausencia. La extrañaba.
Camine escuchando el ruido del agua "llego a la arena y camino en sentido contrario al viento hasta la primer ciudad donde esconderme." era un plan bastante básico pero lento, muy lento.
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pausa flash back
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Llegue a la ciudad de Dundarak antes de que el sol alumbrara desde lo más alto, los hombres en el camino me habían guiado bien por lo que fue una buena apuesta no haberlos matado. Pronto tendría que almorzar por allí pero no quería distraerme demasiado de mis objetivos en este sitio, si los rumores eran ciertos, aquel objeto en debate estaría protegido por aquí y si lo buscaba o buscaba alguna referencia no tardaría en coincidir con personas de la supuesta logia. Mucho no entendía sobre esa organización, su función o sobre esa dichosa corona, pero la voz en mi interior era clara y firme, y tenía varios puntos válidos para marcarme el camino.
- Viste a los monjes?
- Shhh.. no se supone que hablemos de eso Emily~
- Agggj, como que nos fuera a pasar algo, ni que tuviesen aves entrenadas en cada esquina de la ciudad escuchando todo lo que mugrosos como nosotros tenemos para decir...
Unas voces cerca de un tendal que llamaron mi atención. Me acerque con cautela, mi aspecto ya no era tan miserable como de costumbre, me había bañado hace tres noches atrás, llevaba unos zapatos de tela fina para no perder contacto con el palpitar del suelo y mis vendas limpias, de un color beige casi inmaculado rodeaban prolijamente mi rostro pálido y lavado, ocultando la cicatriz. Hasta había tenido el tupé de recoger mi cabello, aquella maraña de lana rojiza que descansaba en una pequeña madeja trenzada. No era más que una pueblerina que deseaba husmear, quizás comprar o solo "mirar"--
- Mugrosa tú, niña! - aquel grito de una voz entrante al puesto por la parte de atrás me asustó tanto como a la joven que hablaba, la pequeña salió despavorida y poco después la siguió el muchacho. - Mugrosa tu tienda Mabelma!!! - grito ella entre carcajadas mientras extendía sus brazos al son de unos saltos que la alejaban de allí. Sus pasos suaves y ligeros sobre el solado de canto rodado se mezclaban entre en canturreo y caminar de la gente con facilidad por lo que me apresure a seguirlo para no perderles y debía lograr captar su atención para que no tuviesen que huir de mí y, es que esta ciudad era tan ruidosa como lo fue Lunargenta cuando anduve por allí.
- Chicos! Por favor!! Esperen! - grite levantando la mano tratando de no tropezar con nadie. Leía el ambiente con mi magia tanto como podía, pero correr y concentrar energía no era tan fácil para mí por lo que chocaba con dos de cada tres personas que lograba distinguir. - Necesito pedirles ayuda! Por favor!
Una tercera persona se cruzó en mi camino, esta iba sobre un gran animal que no logre prever y termine desplomada en el piso por un fuerte y contundente golpe en la cabeza. Mi cráneo reboto contra el animal logrando que viera estrellas muy brillantes como esas que recordaba de niña. Como era posible ver sin ojos, o solo estaba alucinando aquellos brillos color azules y rojos.
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flash back
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Montada en el lomo de Rei sujeta como podía al nacimiento de sus alas, nos desplazamos lejos de la ciudad a una velocidad indescriptible. Si, de por sí, moverme libremente era un desafío para todos mis sentidos, ahora que ya no tenía el suelo firme como un referente de lo horizontal, mi eje estaba totalmente desvariado, no había arriba ni abajo, no había obstáculos ni precisiones, no podía escuchar nada por el mismo viento deslizándose a gran velocidad alrededor mío con cada aletazo de mi compañera. Una sensación nefasta y odiosa. "Recordare jamás volver a volar...” pensé mientras usaba hasta las uñas para aferrarme a la escamosa.
Descendimos entre árboles en un hondo bosque y al tocar con los dedos los cantos de las hojas finas del follaje sobre el suelo me desplome con desesperación en busca de un abrazo cálido la madre tierra quien me recibía con toda su yacencia y longitudinalidad.
- Gracias a los cielos por volvernos a unir! - festeje mientras me revolcaba en la gran bienvenida. - No vuelvo a volar contigo nunca!
Mi amiga, cambio de forma y me dio algunas indicaciones que claramente deje "no haber solicitado de su parte" pero honestamente me serían muy útiles. A menos de una mañana estaba Baslodia, me dijo como llegar y de que debía cuidarme, no entendía muy bien por qué pero note cierto rechazo en su voz al hablar.
- Creí que podría contarte que ocurrió en las catacumbas... - expresé pero ella paso del comentario e hizo hincapié en que debía mantener un muy bajo perfil, su timbre vibraba más de lo normal por un cierto temblor en su garganta que toscamente impedía la fluidez de su lengua. Insistió, insistió e insistió, tanto que ya hasta aburría y por un esporádico segundo imagine una situación similar a la de una madre y una hija, algo que me repugno por completo. No me dejo objetar ni agregar nada, me dejo comida envuelta en telas, se transformó una vez más y rápidamente voló volviendo a Lunargenta, o eso había entendido.
- Bien.. supongo que debo volverme invisible(? - susurre las palabras que me quedaron en el tintero, no estaba feliz para nada y ni tarde mucho en sentir su ausencia. La extrañaba.
Camine escuchando el ruido del agua "llego a la arena y camino en sentido contrario al viento hasta la primer ciudad donde esconderme." era un plan bastante básico pero lento, muy lento.
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Llegue a la ciudad de Dundarak antes de que el sol alumbrara desde lo más alto, los hombres en el camino me habían guiado bien por lo que fue una buena apuesta no haberlos matado. Pronto tendría que almorzar por allí pero no quería distraerme demasiado de mis objetivos en este sitio, si los rumores eran ciertos, aquel objeto en debate estaría protegido por aquí y si lo buscaba o buscaba alguna referencia no tardaría en coincidir con personas de la supuesta logia. Mucho no entendía sobre esa organización, su función o sobre esa dichosa corona, pero la voz en mi interior era clara y firme, y tenía varios puntos válidos para marcarme el camino.
- Viste a los monjes?
- Shhh.. no se supone que hablemos de eso Emily~
- Agggj, como que nos fuera a pasar algo, ni que tuviesen aves entrenadas en cada esquina de la ciudad escuchando todo lo que mugrosos como nosotros tenemos para decir...
Unas voces cerca de un tendal que llamaron mi atención. Me acerque con cautela, mi aspecto ya no era tan miserable como de costumbre, me había bañado hace tres noches atrás, llevaba unos zapatos de tela fina para no perder contacto con el palpitar del suelo y mis vendas limpias, de un color beige casi inmaculado rodeaban prolijamente mi rostro pálido y lavado, ocultando la cicatriz. Hasta había tenido el tupé de recoger mi cabello, aquella maraña de lana rojiza que descansaba en una pequeña madeja trenzada. No era más que una pueblerina que deseaba husmear, quizás comprar o solo "mirar"--
- Mugrosa tú, niña! - aquel grito de una voz entrante al puesto por la parte de atrás me asustó tanto como a la joven que hablaba, la pequeña salió despavorida y poco después la siguió el muchacho. - Mugrosa tu tienda Mabelma!!! - grito ella entre carcajadas mientras extendía sus brazos al son de unos saltos que la alejaban de allí. Sus pasos suaves y ligeros sobre el solado de canto rodado se mezclaban entre en canturreo y caminar de la gente con facilidad por lo que me apresure a seguirlo para no perderles y debía lograr captar su atención para que no tuviesen que huir de mí y, es que esta ciudad era tan ruidosa como lo fue Lunargenta cuando anduve por allí.
- Chicos! Por favor!! Esperen! - grite levantando la mano tratando de no tropezar con nadie. Leía el ambiente con mi magia tanto como podía, pero correr y concentrar energía no era tan fácil para mí por lo que chocaba con dos de cada tres personas que lograba distinguir. - Necesito pedirles ayuda! Por favor!
Una tercera persona se cruzó en mi camino, esta iba sobre un gran animal que no logre prever y termine desplomada en el piso por un fuerte y contundente golpe en la cabeza. Mi cráneo reboto contra el animal logrando que viera estrellas muy brillantes como esas que recordaba de niña. Como era posible ver sin ojos, o solo estaba alucinando aquellos brillos color azules y rojos.
Off Rol >> Buenas! Perdón la tardanza, pero volví al forito de las vacaciones el 22, y aun así quería informarme bien sobre esto de la corona ya que mi personaje lejos esta de entender sobre todos estos líos políticos, no solo debía informarme sino que tomar una postura y decidir que objetivos buscaría lograr en esta partida mi niña. Los flashback los iré dejando en cada post mio, allí revelare mis intenciones de a poquitito. Solo me tome esta semana para definir eso, ya no tardare...
Merida DunBroch
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Un par de golpes suaves a la puerta hicieron que mi corazón, que ya se encontraba acelerado y ansioso, se volviera más rápido y emocionado. ¿Cuántas lunas habían pasado desde la última vez que nos vimos? Desde que nos topamos en el lago, me encontré con Rumpel, a quién rescaté de que se congelara en la estepa, también estuvo aquella época en donde se estaba recrutando abiertamente en las calles de Dundarak, todo el incidente con los elfos y el ejército, y los días de guerra.
Cuando lo pensaba, mi corazón se encogía un poco, como si fuera una pequeña semilla que se secara bajo el sol mientras el tiempo se aceleraba descontroladamente alrededor de ella. Pero aquella sensación se despejó cuando ella apareció frente a mi, y con un abrazo hizo olvidar, por un momento, el camino recorrido hasta este momento y este lugar.
- Fue complicado encontrar algo así – le devolví el abrazo con gran efusividad, y le respondí apenas me hizo la observación luego de que me complementara la vestimenta – Aunque no lo creas, es poco común encontrar este tipo de vestimenta en Dundarak, mientras que en las estepas es mucho más común.
Era curioso cuando lo pensabas. Alguien pensaría que, con una cultura tan uniforme y conservadora como la de los dragones, algo como la vestimenta sería algo que podrías encontrar equitativamente en todos lados, y sin embargo, no era así. Supongo que, por muchas cosas que heredamos y cambiamos cuando nuestros ancestros llegaron a estas tierras, algunas cosas permanecían tan humanas como siempre.
- Pues, algo en mitad es cierto de eso – no tenía idea cómo explicarselo en términos que no la invadieran con la culpa, y aunque eso fuera imposible, al menos estaba el intento – La verdad es que si te llamé por una visita social, ya que recibí buenas nuevas sobre tus hijos. Quise llamarte por si necesitabas ayuda con algo, pero… - desvié la mirada, algo cansada - … esta mañana el rey y las personas más cercanas a la corona tuvimos una reunión. Y, pues...
Tanto la princesa como el guardia que hacía guardia se habían marchado a petición mía cuando Wood entró, por lo que tuvimos un tiempo para solas en verdad. En ese momento, pudimos conversar un poco más extensamente de los sucesos mientras tomabamos de lo más delicioso en el departamento de tés. Mientras ella me contaba de lo que había pasado después de que nos separamos en el lago, preguntando en exceso de mi parte cuando llegó a la parte de los mellizos, le conversé de los eventos con Rumpel, lo del recrutamiento en Dundarak, los días de la guerra y dejé finalmente la parte del bosque con los elfos.
Lo hice porque pensaba que el logro no había sido tan grande como muchos lo pintaban.
- No deberías bajar el logro de esa forma – una voz se asomó por la puerta, una voz de alguien bastante “de la realeza” - Lo que hiciste fue, literalmente, plantarte frente a uno de los ejércitos más fuertes de Aerandir para salvar a un pueblo indefenso. Si alguna vez alguien llevó las creencias de nuestros ancestros al límite más puro, eso lo lograste tu.
La princesa Henrietta. Aunque tenía sus diferencias, probablemente irreconciliables, con su hermano, la verdad es que era una persona lo suficientemente sensible como para tenerla dentro de un circulo de preocupación. O quizás se llevaba lo suficientemente mal con su hermano con su hermano como para tenerle afecto a cualquiera que le llevara la contraria a Su Majestad y salirse impunemente con la suya. Y los chismes que rondaban sordos al Rey me hacían pensar que lo segundo era la opción real.
Hubiera dicho algo, pero aparte del sonrojo y vergüenza de sus palabras, se sumó la sorpresa de encontrar a alguien nuevo en el lugar: un elfo. No sabría describirlo físicamente más allá de estas simples palabras: “era la encarnación de lo que pensabas de cómo era un elfo”, tanto por su complexión física como sus características en el rostro.
- Vaya… le plantaste cara al rey. Y saliste ilesa de eso… - lo decía tan maravillado que me hacía pensar en que plantarle cara a Su Majestad era una proeza mayor que volver de una guerra - … vaya, cuando le lancé esa piedra a su caballo casi quería descuartizarme. Si no fuera porque Henrietta estaba ahí para evitar eso…
- Y deberías evitarlo desde ahora en adelante, ahora que es Rey y tiene mayor poder que yo – respondió con una cierta aprehensión en su voz que no alcancé a entender del todo.
- ¿Pero usted me defenderá, hermosa dama de cabellos oscuros...? - sus ojos brillaban de cierta forma… no sabría decirlo, pero era como si me tuviera una gran estima y cariño, aunque jamás nos habíamos visto antes de este encuentro - ¿… o será mi paladina de cabellos blancos? - miró esta vez a Wood directamente a los ojos. No pude evitar mirar hacia otro lado, al reconocer donde iba la actitud de este casanova, y creo que si no fuera porque estabamos en un castillo real, probablemente Wood lo hubiera pateado y barrido el piso con él.
- Vamos, chico enamoradizo, no hay tiempo para romance – le dijo mientras lo agarró de sus ropas y lo arrastró lejos de nosotras, probablemente siendo el mejor movimiento que se pudo hacer sin lastimarlo. Físicamente al menos – Lo siento por tener que despertarlas a la realidad, pero nuestros caballos se encuentran listos para salir. Necesitamos salir pronto antes que “el jefe” se enoje.
Con eso se refería a su hermano, el Rey. Había un tono de burla detrás que me dejaba claro que ambos tenían una historia no muy cercana.
Le había contado los motivos de la reunión que tuvimos con Su Majestad, sobre todo la importancia de lo que estaba en juego. Sentía algo de pena, porque de verdad la había llamado para saber de ella y lo que haría ahora que sus hijos estaban bien, pero también estaba el otro lado de la moneda: cuando la situación se encontraba tan complicada como estaba, la seguridad del futuro se encontraba en juego. Tocaba ahora forjar el futuro con el que la próxima generación pudiera brillar y crecer.
Comenzamos a caminar por los pasillos, mientras que los ocasionales guardias del palacio nos hacian reverencias. Llegamos a los establos, en donde un caballo en particular destacaba. No recuerdo haberlo visto antes, pero al ver el trato entre Wood y el animal, supuse de inmediato que se trataba de su compañera de viaje. Wood me había nombrado a su compañera una vez en las estepas, ¿Enojo se llamaba? No, no… era un sinónimo. ¿Malestar?
Bueh…
- Ahora que lo pienso, es… curioso – mencioné, ya que, cuando trajeron a mi caballo, era alguien completamente distinto del de Wood. Era tan blanco como la nieve, y creo que Wood pensaría que me sentaba bien - ¿Qué nombre crees que debería colocarle?
Aquel fue el último punto de tranquilidad que tuvimos, un oasis dentro de lo que pronto sucedería.
Cuando lo pensaba, mi corazón se encogía un poco, como si fuera una pequeña semilla que se secara bajo el sol mientras el tiempo se aceleraba descontroladamente alrededor de ella. Pero aquella sensación se despejó cuando ella apareció frente a mi, y con un abrazo hizo olvidar, por un momento, el camino recorrido hasta este momento y este lugar.
- Fue complicado encontrar algo así – le devolví el abrazo con gran efusividad, y le respondí apenas me hizo la observación luego de que me complementara la vestimenta – Aunque no lo creas, es poco común encontrar este tipo de vestimenta en Dundarak, mientras que en las estepas es mucho más común.
Era curioso cuando lo pensabas. Alguien pensaría que, con una cultura tan uniforme y conservadora como la de los dragones, algo como la vestimenta sería algo que podrías encontrar equitativamente en todos lados, y sin embargo, no era así. Supongo que, por muchas cosas que heredamos y cambiamos cuando nuestros ancestros llegaron a estas tierras, algunas cosas permanecían tan humanas como siempre.
- Pues, algo en mitad es cierto de eso – no tenía idea cómo explicarselo en términos que no la invadieran con la culpa, y aunque eso fuera imposible, al menos estaba el intento – La verdad es que si te llamé por una visita social, ya que recibí buenas nuevas sobre tus hijos. Quise llamarte por si necesitabas ayuda con algo, pero… - desvié la mirada, algo cansada - … esta mañana el rey y las personas más cercanas a la corona tuvimos una reunión. Y, pues...
Tanto la princesa como el guardia que hacía guardia se habían marchado a petición mía cuando Wood entró, por lo que tuvimos un tiempo para solas en verdad. En ese momento, pudimos conversar un poco más extensamente de los sucesos mientras tomabamos de lo más delicioso en el departamento de tés. Mientras ella me contaba de lo que había pasado después de que nos separamos en el lago, preguntando en exceso de mi parte cuando llegó a la parte de los mellizos, le conversé de los eventos con Rumpel, lo del recrutamiento en Dundarak, los días de la guerra y dejé finalmente la parte del bosque con los elfos.
Lo hice porque pensaba que el logro no había sido tan grande como muchos lo pintaban.
- No deberías bajar el logro de esa forma – una voz se asomó por la puerta, una voz de alguien bastante “de la realeza” - Lo que hiciste fue, literalmente, plantarte frente a uno de los ejércitos más fuertes de Aerandir para salvar a un pueblo indefenso. Si alguna vez alguien llevó las creencias de nuestros ancestros al límite más puro, eso lo lograste tu.
La princesa Henrietta. Aunque tenía sus diferencias, probablemente irreconciliables, con su hermano, la verdad es que era una persona lo suficientemente sensible como para tenerla dentro de un circulo de preocupación. O quizás se llevaba lo suficientemente mal con su hermano con su hermano como para tenerle afecto a cualquiera que le llevara la contraria a Su Majestad y salirse impunemente con la suya. Y los chismes que rondaban sordos al Rey me hacían pensar que lo segundo era la opción real.
Hubiera dicho algo, pero aparte del sonrojo y vergüenza de sus palabras, se sumó la sorpresa de encontrar a alguien nuevo en el lugar: un elfo. No sabría describirlo físicamente más allá de estas simples palabras: “era la encarnación de lo que pensabas de cómo era un elfo”, tanto por su complexión física como sus características en el rostro.
- Vaya… le plantaste cara al rey. Y saliste ilesa de eso… - lo decía tan maravillado que me hacía pensar en que plantarle cara a Su Majestad era una proeza mayor que volver de una guerra - … vaya, cuando le lancé esa piedra a su caballo casi quería descuartizarme. Si no fuera porque Henrietta estaba ahí para evitar eso…
- Y deberías evitarlo desde ahora en adelante, ahora que es Rey y tiene mayor poder que yo – respondió con una cierta aprehensión en su voz que no alcancé a entender del todo.
- ¿Pero usted me defenderá, hermosa dama de cabellos oscuros...? - sus ojos brillaban de cierta forma… no sabría decirlo, pero era como si me tuviera una gran estima y cariño, aunque jamás nos habíamos visto antes de este encuentro - ¿… o será mi paladina de cabellos blancos? - miró esta vez a Wood directamente a los ojos. No pude evitar mirar hacia otro lado, al reconocer donde iba la actitud de este casanova, y creo que si no fuera porque estabamos en un castillo real, probablemente Wood lo hubiera pateado y barrido el piso con él.
- Vamos, chico enamoradizo, no hay tiempo para romance – le dijo mientras lo agarró de sus ropas y lo arrastró lejos de nosotras, probablemente siendo el mejor movimiento que se pudo hacer sin lastimarlo. Físicamente al menos – Lo siento por tener que despertarlas a la realidad, pero nuestros caballos se encuentran listos para salir. Necesitamos salir pronto antes que “el jefe” se enoje.
Con eso se refería a su hermano, el Rey. Había un tono de burla detrás que me dejaba claro que ambos tenían una historia no muy cercana.
Le había contado los motivos de la reunión que tuvimos con Su Majestad, sobre todo la importancia de lo que estaba en juego. Sentía algo de pena, porque de verdad la había llamado para saber de ella y lo que haría ahora que sus hijos estaban bien, pero también estaba el otro lado de la moneda: cuando la situación se encontraba tan complicada como estaba, la seguridad del futuro se encontraba en juego. Tocaba ahora forjar el futuro con el que la próxima generación pudiera brillar y crecer.
Comenzamos a caminar por los pasillos, mientras que los ocasionales guardias del palacio nos hacian reverencias. Llegamos a los establos, en donde un caballo en particular destacaba. No recuerdo haberlo visto antes, pero al ver el trato entre Wood y el animal, supuse de inmediato que se trataba de su compañera de viaje. Wood me había nombrado a su compañera una vez en las estepas, ¿Enojo se llamaba? No, no… era un sinónimo. ¿Malestar?
Bueh…
- Ahora que lo pienso, es… curioso – mencioné, ya que, cuando trajeron a mi caballo, era alguien completamente distinto del de Wood. Era tan blanco como la nieve, y creo que Wood pensaría que me sentaba bien - ¿Qué nombre crees que debería colocarle?
Aquel fue el último punto de tranquilidad que tuvimos, un oasis dentro de lo que pronto sucedería.
Siria
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Dundarak… hacia mucho que no se pasaba por allí, y el brujo inspiro profundamente nada más llegar. Gran error, puesto que como toda ciudad, la draconiana olía un poco a cloaca. Un poco menos que su equivalente humano, ventajas de tener dragones algo competentes con magia, pero mucho más intenso de lo que habría esperado, después de meses en medio de la nada, inundado de olor a pino.
Aun así lo disimuló con una educada tosecilla, para no molestar a los locales. Lo suficiente cabreados iban a estar cuando saliera de allí con la corona que, seguramente, pensaban que pertenecía a su rey. A uno diferente al anterior, al parecer, pero no considero oportuno preguntar. Básicamente porque tenía cosas más importantes que preguntar, si se daba la ocasión.
Absolutamente no estaba perdido, por supuesto.
Al menos podía avanzar sorprendentemente rápido. Resultaba que cuando la gente veía a un tipo con armadura, montado en un caballo Y escoltado por dos lobos, se apartaban. Sensible, él también lo haría si estuviera en su lugar.
Motivo por el que se sorprendió cuando alguien se estampo contra su caballo. No de frente, así que no era su culpa, sino contra uno de sus lados. Ni se habría enterado si no fuera por una ligera desviación del curso y el gruñido de sus lobos, sobresaltados. Los calmo con un gesto y bajo, para asegurarse de que no hubiera matado a nadie a las horas de llegar a la ciudad, desde luego una lacra en las futuras negociaciones.
-¿Estas bien?- preguntó, mientras observaba a su víctima. Una figura encapuchada, con vendas en la cara. Su mente inmediatamente paso a la plaga, y extendió la mano para ayudarla a levantarse. No era como si fuera a enfermarse otra vez. Aunque parecía ser bastante grave, si tenía hasta los ojos vendados. El brujo tardaría unos cuantos segundos más en hacer la conexión de que si tenía los ojos vendados, no vería la mano que tenía extendida ante ella…posiblemente.
Aun así lo disimuló con una educada tosecilla, para no molestar a los locales. Lo suficiente cabreados iban a estar cuando saliera de allí con la corona que, seguramente, pensaban que pertenecía a su rey. A uno diferente al anterior, al parecer, pero no considero oportuno preguntar. Básicamente porque tenía cosas más importantes que preguntar, si se daba la ocasión.
Absolutamente no estaba perdido, por supuesto.
Al menos podía avanzar sorprendentemente rápido. Resultaba que cuando la gente veía a un tipo con armadura, montado en un caballo Y escoltado por dos lobos, se apartaban. Sensible, él también lo haría si estuviera en su lugar.
Motivo por el que se sorprendió cuando alguien se estampo contra su caballo. No de frente, así que no era su culpa, sino contra uno de sus lados. Ni se habría enterado si no fuera por una ligera desviación del curso y el gruñido de sus lobos, sobresaltados. Los calmo con un gesto y bajo, para asegurarse de que no hubiera matado a nadie a las horas de llegar a la ciudad, desde luego una lacra en las futuras negociaciones.
-¿Estas bien?- preguntó, mientras observaba a su víctima. Una figura encapuchada, con vendas en la cara. Su mente inmediatamente paso a la plaga, y extendió la mano para ayudarla a levantarse. No era como si fuera a enfermarse otra vez. Aunque parecía ser bastante grave, si tenía hasta los ojos vendados. El brujo tardaría unos cuantos segundos más en hacer la conexión de que si tenía los ojos vendados, no vería la mano que tenía extendida ante ella…posiblemente.
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Re: [Trama: Devenir de la Corona del Dominador] Por el control de la voluntad
Fruncí el entrecejo. La dragona me daba más crédito del que en realidad merecía… Woodpecker en una visita social en medio de un palacio después de la guerra. De no ser porque se trataba de Siria hubiese comenzado a desconfiar. Me mordisquee las uñas mientras observaba como cambiaba su expresión al hablar. Probablemente yo era la cosa que atraía a los malditos problemas. “Todo estaba bien hasta esta mañana” ¿dónde estaba yo esta mañana? En los límites de Dundarak. Probablemente mi suerte era la de una poderosa arma de destrucción. Por un momento pensé en salir corriendo de allí, tirarme por la ventana e intentar poner tanta distancia de las gélidas nieves del Norte como me fuese posible, pero después pensé en lo sospechoso que eso se vería y descarté el plan.
Siria iba por la parte en la que aparentemente un accidente por parte de ella prácticamente había salvado el día, o la historia, dependiendo del enfoque que planteásemos y de las acciones que tomáramos en consideración. Mi taza yacía en su plato ornamentado, estaba planteándome entre hacer un comentario mordaz sobre los riesgos que había tomado o silenciar y hacerla ver de alguna forma la importancia de su papel cuando esta noble volvió del cementerio de mis pensamientos, ese donde enterraba a las personas que poco me interesaban. Abrí la boca y la cerré un par de veces. Probablemente le había restado autoridad cuando la crucé la primera vez, pero ahora era imposible devolverla a la sección de cachivaches viejos para ser analizados más adelante.
La dragona venía secundada por un comehojas. Enarqué una ceja. Está bien, me había perdido muchas cosas en la vida de Siria y entendía que las cosas debían ser distintas a aquello de lo que tanto nos habíamos burlado en los buenos tiempos, pero… ¿un elfo en esas circunstancias? ¿en serio? No pude evitar torcer la cabeza y poner cara de nada. Bueno… tal vez los elfos eran mejor compañía que los brujos. Me encogí de hombros poniendo mis pensamientos de lado mientras prestaba atención a los intercambios que se daban, quería entender rápidamente lo que pasaba allí y tenía el presentimiento que esos dos eran un par importante. Pestañee un par de veces atónita antes de cerciorarme que había hecho la conexión correcta y se refería a mí como “su paladina” -en otra vida tal vez-. Yo allí estaba solo por Siri y para Siri, al resto que le den. Ni siquiera tuve tiempo de procesar todo lo que pasaba cuando mi amiga ya tenía la orden de partir.
Por un momento me sentí como un lobo abandonado, tan solo fue un instante fulminante. Después me pegué a la dragona como resina seca y no me separé de ella hasta que el traseros bonitos me devolvió a Bravía. Hubiese preferido dejarla descansar más tiempo, pero la muy furiosa probablemente se enfadaría conmigo por volver a dejarla y de todas formas… no quedaba muy refinado galopar en forma de lobo, aullando y gruñendo cada vez que tuviera que comunicarme. La voz de Siria me trajo a la realidad justo a tiempo de secarme un poco de baba que estaba a punto de congelarse. Probablemente el dragón se había dado cuenta de mis intenciones pues de alguna forma se las había arreglado para posicionarse de una forma políticamente correcta aunque desinteresada.
¿Nieve? No lo se, en verdad soy muy mala para esto de los nombres… tal vez puedas encontrar algo más acorde en el lenguaje de los dragones. Tu montura destaca por su belleza, pero puede que tenga algún que otro tesoro oculto que te pueda ayudar? nuevamente comenzaba a responder afirmaciones que terminaban como preguntas. Furia rápidamente se entendió con el caballo de Siria, por lo que sentía que tenía todo resuelto hasta la parte en la que me di cuenta que éramos unos cuantos en la partida. Dejé escapar un chiflido mientras observaba nuestra partida desde un costado, además de la pomposidad característica, parecían preparados para algo más que solamente la mediación de Siria.
Me acerqué a ella y le hablé de modo que solamente ella pudiera escucharme Espero que tus palabras funcionen como la magia sanadora de los elfos, porque hay cada carita… me aparté un poco y agregué haciéndome la distraída Y esta tal corona… ¿supongo que no puede ser robada verdad? Porque eso complicaría bastante las cosas por estos lares.
Siria iba por la parte en la que aparentemente un accidente por parte de ella prácticamente había salvado el día, o la historia, dependiendo del enfoque que planteásemos y de las acciones que tomáramos en consideración. Mi taza yacía en su plato ornamentado, estaba planteándome entre hacer un comentario mordaz sobre los riesgos que había tomado o silenciar y hacerla ver de alguna forma la importancia de su papel cuando esta noble volvió del cementerio de mis pensamientos, ese donde enterraba a las personas que poco me interesaban. Abrí la boca y la cerré un par de veces. Probablemente le había restado autoridad cuando la crucé la primera vez, pero ahora era imposible devolverla a la sección de cachivaches viejos para ser analizados más adelante.
La dragona venía secundada por un comehojas. Enarqué una ceja. Está bien, me había perdido muchas cosas en la vida de Siria y entendía que las cosas debían ser distintas a aquello de lo que tanto nos habíamos burlado en los buenos tiempos, pero… ¿un elfo en esas circunstancias? ¿en serio? No pude evitar torcer la cabeza y poner cara de nada. Bueno… tal vez los elfos eran mejor compañía que los brujos. Me encogí de hombros poniendo mis pensamientos de lado mientras prestaba atención a los intercambios que se daban, quería entender rápidamente lo que pasaba allí y tenía el presentimiento que esos dos eran un par importante. Pestañee un par de veces atónita antes de cerciorarme que había hecho la conexión correcta y se refería a mí como “su paladina” -en otra vida tal vez-. Yo allí estaba solo por Siri y para Siri, al resto que le den. Ni siquiera tuve tiempo de procesar todo lo que pasaba cuando mi amiga ya tenía la orden de partir.
Por un momento me sentí como un lobo abandonado, tan solo fue un instante fulminante. Después me pegué a la dragona como resina seca y no me separé de ella hasta que el traseros bonitos me devolvió a Bravía. Hubiese preferido dejarla descansar más tiempo, pero la muy furiosa probablemente se enfadaría conmigo por volver a dejarla y de todas formas… no quedaba muy refinado galopar en forma de lobo, aullando y gruñendo cada vez que tuviera que comunicarme. La voz de Siria me trajo a la realidad justo a tiempo de secarme un poco de baba que estaba a punto de congelarse. Probablemente el dragón se había dado cuenta de mis intenciones pues de alguna forma se las había arreglado para posicionarse de una forma políticamente correcta aunque desinteresada.
¿Nieve? No lo se, en verdad soy muy mala para esto de los nombres… tal vez puedas encontrar algo más acorde en el lenguaje de los dragones. Tu montura destaca por su belleza, pero puede que tenga algún que otro tesoro oculto que te pueda ayudar? nuevamente comenzaba a responder afirmaciones que terminaban como preguntas. Furia rápidamente se entendió con el caballo de Siria, por lo que sentía que tenía todo resuelto hasta la parte en la que me di cuenta que éramos unos cuantos en la partida. Dejé escapar un chiflido mientras observaba nuestra partida desde un costado, además de la pomposidad característica, parecían preparados para algo más que solamente la mediación de Siria.
Me acerqué a ella y le hablé de modo que solamente ella pudiera escucharme Espero que tus palabras funcionen como la magia sanadora de los elfos, porque hay cada carita… me aparté un poco y agregué haciéndome la distraída Y esta tal corona… ¿supongo que no puede ser robada verdad? Porque eso complicaría bastante las cosas por estos lares.
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