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Mensaje  Elen Calhoun Vie 26 Oct - 10:54

Un par de días después de su encontronazo con la maestra cazadora y compañía, del cual no había salido nada positivo a pesar de la insistencia de Alister y sus constantes reproches, la pareja seguía aún en los bosques del este, siguiendo las pistas que el elfo del ritual les había dado. Su clan estaba realizando los preparativos para abrir el portal al Oblivion y dejar que el enemigo entrase en Aerandir, razón de peso para averiguar por dónde se movían y el lugar exacto en que esperaban completar el proceso. - ¿Y si son demasiados? ¿Y si cruzan los doce a la vez? Deberíamos volver a por Huracán y trazar un plan de acción. - comentó el norteño, rompiendo el silencio. La vampira no respondió, dejó escapar un sonoro suspiro de resignación y siguió cabalgando por entre los árboles, manteniendo una conversación mucho más agradable con las almas de su medallón, las únicas que apoyaban su decisión de avanzar en solitario contra quienes la habían maldecido.

- No le hagas caso… somos fuertes, podremos con ello. - dijo una de ellas, la que lideraba al resto dentro de la reliquia. - Tú solo asegúrate de estar bien alimentada para que puedas invocar a tantos de nosotros como sea posible… seremos tu ejército. - prosiguió, comunicándose con ella mentalmente. - No te preocupes por eso, tengo sangre de sobra. - le respondió del mismo modo la joven, mirando por el rabillo del ojo a su acompañante, que también era en gran medida su fuente de sustento.

De su cinturón colgaban nueve frascos, y si seguía racionándolos como hasta el momento, a uno por día más algo de donación por parte del cazador, no tendría problemas para prepararse de cara a la batalla. Frente a su deseo de venganza, la sed había pasado a un olvidado segundo plano, ni siquiera el ardor de la garganta la hacía olvidar su objetivo, no ahora que lo tenía tan cerca. - Recordad el plan, si vuestros ataques no funcionan os encargareis de retenerlos e inmovilizarlos para que yo los mate… no podemos permitirnos ningún error. - pensó, consiguiendo que sus aliadas le contestasen afirmativamente al unísono.

- ¿Elen? ¿me estás escuchando? - inquirió el dragón, que no cesaba en su empeño de hacerla entrar en razón. - Sí, sí… debería buscar a mis hermanos y trabajar con ellos por el bien de todos… - soltó, con tono poco serio. - No voy a hacerlo Alister, que se peleen con Frendel si quieren pero yo no voy a perder mi tiempo ayudándolos, los jinetes llegarán de un momento a otro y seré yo quien los reciba para mandarlos de vuelta al otro plano. - sentenció, dando por cerrado el tema.

El silencio volvió a adueñarse del ambiente que los rodeaba, y el alado, sin saber qué más hacer para convencerla, empezó a plantearse actuar a espaldas de la benjamina de los Calhoun, dejando un rastro para el resto de centinelas o avisándolos de la ruta que tomaban para que pudiesen alcanzarlos. Durante el par de horas siguientes dio muchas vueltas a esa idea, tratando de hallar la forma más eficaz y disimulada de hacerlo, pero la voz de la señora de sombras lo sacó repentinamente de sus pensamientos. - ¿Hueles eso? Es humo… algo se está quemando. - indicó Elen, espoleando a su montura en la dirección de la que venía el viento.

La espesa vegetación no dejaba ver más allá de unos veinte metros, con lo que la negruzca columna quedó fuera de su vista hasta que alcanzaron un saliente, desde el cual pudieron contemplar claramente la horrible estampa de un pueblo arrasado, algo que la de cabellos cenicientos ya había visto antes… en sus pesadillas. Las casas, mayormente hechas de madera y paja ardían con intensidad, mientras los cuerpos de sus propietarios yacían por todas partes. - ¡Rápido! - instó, buscando un modo de bajar para llegar hasta la modesta aldea. - Toma las riendas de mi caballo, intentaré desviar el fuego. - replicó el alado, desmontando a toda prisa para transformarse y manipular el ardiente elemento, absorbiéndolo para cubrir su coraza de escamas y apagándolo instantes después, operación que tendría que repetir varias veces.

Elen esperó hasta que el reptil pudo abrirle un camino seguro, y entonces, mientras Alister continuaba trabajando para extinguir el incendio que amenazaba con propagarse por el bosque, el medallón solar comenzó a vibrar con fuerza dentro de su camisa. Instintivamente se llevó una mano al pecho mientras bajaba de la silla, no podía tratarse de otro de sus hermanos, no… aquella reacción solo podía ser obra de su enemigo. La escena que tenía ante sí lo confirmaba, era demasiado semejante a las matanzas de las que había sido testigo en sueños. Cuerpos calcinados, otros mutilados brutalmente, el fuerte olor de la sangre que impregnaba cada rincón… sin duda los jinetes habían pasado por allí.

Mientras caminaba pudo distinguir a mujeres, hombres y niños asesinados sin el más mínimo remordimiento, algunos habían tenido la suerte de recibir un final rápido pero a otros les habían cercenado los miembros y dejado tirados para que agonizasen hasta perder el conocimiento. - ¡¿Queda alguien con vida?! - exclamó, en busca de supervivientes que pudiesen contarle lo ocurrido. Durante unos segundos solo se escuchó el crepitar de las llamas, pero luego un débil quejido atrajo la atención de la joven, que rápidamente buscó el origen hasta dar con un campesino de complexión fuerte, detalle que probablemente fuese lo que lo había mantenido con vida hasta entonces.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó la vampira, percatándose de que estaba malherido y además, le habían sacado los ojos de las cuencas. - E…el demonio… el demonio ha venido a acabar con nosotros. - consiguió articular, mientras se presionaba el torso para detener la hemorragia que su agresor le había causado al atravesarlo con una espada. - ¿Qué demonio? ¿cómo era? - volvió a intervenir la criatura de la noche, apresurándose a echar mano de su bolsa de cuero para intentar alargar la vida de aquel individuo lo suficiente como para que pudiese responderle, ya que sin duda alguna su ayuda había llegado tarde, no sería capaz de salvarlo.

El hombre tosió repetidamente, escupió sangre y contrajo el rostro en una mueca de dolor, que poco a poco se fue suavizando en cuanto la pócima de Inhibis que la alquimista le había obligado a beber, empezó a hacer efecto. - El demonio… un elfo de cabellos blancos y negra armadura…cubierta de calaveras… - describió, esforzándose por hacer memoria. - Era pálido y tenía una cicatriz en el rostro… sus ojos eran grises y no albergaba en ellos más que maldad. - continuó, con un deje de tristeza en la voz. - Escuche como se reía al marcharse, y los gritos de nuestro jefe… se lo llevó con él, es todo lo que puedo decirte. - terminó, agradeciendo enormemente que las hierbas estuviesen manteniendo a raya su sufrimiento.

- ¿Es uno de ellos verdad? -
formuló el dragón, que se había situado justo detrás de la vampira. - Sí, el medallón también ha reaccionado, podemos dar caza a ese malnacido. - respondió, visiblemente animada, por fin iba a medirse contra uno de los integrantes de aquel clan. - Bébase esto y el dolor se acabará. - indicó, colocando el frasco entero de infusión de Inhibis en la mano del extraño. En cantidades importantes aquel remedio podía causar el coma e incluso la muerte, pero teniendo en cuenta las opciones, quedarse dormido y no volver a despertar era mejor que seguir padeciendo por culpa de las heridas. - Gracias. - fue lo único que pronunció el campesino, que se tomaría unos minutos para poner en orden su conciencia y rezar a los dioses.

Sin más supervivientes a la vista, la de cabellos cenicientos revisó el resto del pueblo para buscar alguna pista de su objetivo, cosa que no tardó en hallar pues, tal como le había contado el aldeano, su atacante se había llevado al líder de aquella pequeña comunidad, a rastras para ser más concretos. - ¿Crees que lo habrá atado al caballo? - preguntó en voz baja, esperando la opinión de su compañero, el experto en seguir rastros. - Tiene toda la pinta, mira los arbustos, están destrozados… me atrevería a decir que lo ha arrastrado a gran velocidad. - indicó, corroborando sus sospechas.

- No puede andar muy lejos, tenemos que alcanzarlo. - soltó la centinela, aligerando el paso para llegar hasta su montura y emprender el camino, siguiendo las huellas de su odiado enemigo.


Off: Elessar Tarmúnil según lo puesto por master Ger en el tema "La maldición de los elfos" [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Alister utiliza una modificación de escamas ígneas.


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Última edición por Elen Calhoun el Dom 13 Ene - 11:07, editado 1 vez
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Mensaje  Eltrant Tale Sáb 27 Oct - 15:22

Se bajó de la montura.

Durante el resto de la noche caminaría junto a la vampiresa.

- Sabes que no tienes que hacer esto… ¿No? – Comentó Lyn acercándose al castaño, alargando su mano derecha durante unos instantes para tocar el brazo del hombre, pero, al final, dejándolo caer a un lado. – Puedes ir perfectamente sobre Mohr. -  Eltrant sacudió la cabeza y sonrió.

El bosque estaba extrañamente en calma, era hasta preocupante. No había ningún tipo de sonido; ni el ulular de los búhos, no el canto de los pocos grillos que habían sobrevivido a las temperaturas más frías.

Nada.

- No sería justo. – Lyn frunció el ceño. – …para él, claro. – Aclaró Eltrant inmediatamente, al ver la expresión de la vampiresa señalando el caballo. – Aguantar a un tipo cubierto de metal durante tanto tiempo… - Eltrant volvió a negar con la cabeza. – No quiero que mi caballo me odie, más de lo que ya lo hace, claro. – Lyn, por fin, relajó su expresión y se colocó junto a su compañero, Mohr’akdu se limitó a ladear su cabeza como si estuviese comprendiendo todo lo que la pareja estaba comentando acerca de él.

Lyn, modestamente, trató de sostener la mano de su acompañante desde donde estaba. Consiguiendo el resultado que esperaba: la traspasó completamente.

Cada vez que llegaba la noche se volvía completamente intangible, había experimentado un poco con aquella condición en las ultimas noches. En sí, había llegado a la conclusión de que era algo bueno para muchas cosas y algo horrible para muchas otras.

Suspiró profundamente, se aseguró que Eltrant la escuchaba hacerlo.

- Mortal… - Eltrant, quien no se había dado cuenta de esto último, se giró a mirar a Lyn. - ¿Crees que...? – Sacudió la cabeza. - ¿Cómo te sentías tú cuando podías… hablar con… ya sabes? – Eltrant enarcó una ceja y, todavía guiando a Mohr sujetándolo firmemente por las bridas, perdió la mirada en el vacío oscuro que se extendía frente a ellos.

- No muy bien. – Admitió. – Era… - Se detuvo a mirar a la señora de las sombras. – ¿Raro? – Preguntó como conclusión, aquello devolvió, momentáneamente, una sonrisa a los labios de la vampiresa. – Al menos no parece que estén hablándote ellos a ti constantemente, eso sí era... horrible. – Se estremeció solo de pensar en el terrible dolor de cabeza que se había apoderado de él tiempo atrás, cuando había decidido ignorar las voces de los muertos.

- Puedo hablar con… - Lyn agachó la cabeza. - … con quien quiera. – Indicó. – Solo tengo que pedírselo y… - Se mordió el labio inferior. – Puedo volver a hablar con quien quiera. ¿Sabes? – Repitió una vez más, en voz más baja.

No era la primera vez que tenían aquella discusión y, definitivamente, no iba a ser la última.

Lyn nunca le había dicho realmente las posibilidades de aquel extraño poder, no obstante, sabía muy bien las limitaciones. El ejemplo más sencillo era que si ahora trataba de darle la mano no podría hacerlo, debería de esperar hasta el amanecer para ello.

- Que puedas hacerlo… - dijo deteniéndose a un lado del camino, girándose hacía la ojiazul. – No significa que tengas que hacerlo. – La miró durante varios largos segundos, la vampiresa no parecía realmente convencida con aquella respuesta. Eltrant, después, suspiró. – Lyn, siento lo que… -

La mano de la muchacha traspasó la cara del castaño, sintió una sensación similar a hundir su cabeza en un cubo de agua helada. Si hubiese sido de día, aquella bofetada habría dolido bastante.

- ¡¿Cuántas veces te he dicho que no pienses en eso!? – Preguntó Lyn, cruzándose de brazos. – Está todo bien. ¿Vale? – dijo bajando la voz, sonriendo a su acompañante.

Atusándose la barba, una expresión similar a la que la vampiresa había tenido segundos atrás se apoderó de su rostro. No estaba convencido con las palabras de Lyn… pero parecía que la vampiresa se estaba tomando muy enserio el no hacer sentir mal a

Eltrant, aquello era algo que la vampiresa no iba a conseguir, pero… se podía permitir fingir en mayor o menor medida que no se sentía culpable.

- Espera. – Lyn se detuvo otra vez más, apenas instantes después de que el dúo hubiese reemprendido la marcha. - ¿Hueles eso? – Eltrant arqueó ambas cejas e inspiró con fuerza.

No lo había notado.

- ¿Humo? – Lyn asintió.

[…]

Los granjeros no quemaban rastrojos en mitad de la noche.

Cuando un olor a humo tan intenso recorría el bosque a aquellas horas de la madrugada solo podía indicar que algo que no debería estar en llamas, lo estaba.

Y aun esperando esto, el paraje con el que se encontró la pareja fue desolador.

Cadáveres, casas calcinadas, inmensas columnas de humo que se alzaban hasta un oscuro firmamento que no parecía tener luna.

¿Qué había pasado allí?

Sin decir nada a Lyn, Eltrant depositó su mano útil sobre el pomo de Recuerdo en su cintura y avanzó lentamente, sorteando cuerpos mutilados, tratando de encontrar a alguien con vida en aquel mar de muerte.

Pequeñas partículas de ceniza se deslizaban por el aire, se acumulaban sobre sus hombros y sobre su capa, casi parecía una versión perversa y corrupta de la nieve de Dundarak. Un chiste de mal gustó.

- ¿Qué crees que ha pasado…? – La pregunta de Lyn era algo a lo que no tenía respuesta, no completamente.

- Unos bandidos normales no hacen esto. – Fue lo único que articuló el exmercenario, agachándose a examinar el cuerpo de una joven a la que, por lo que podía ver, habían cortado ambas piernas y la habían dejado allí para que muriese desangrada.

- No tiene pinta de que haya sido hace demasiado… - Lyn tenía razón, los cadáveres estaban todavía calientes, y no precisamente por el fuego. – Quizás podamos encontrar a los que han arrasado este sitio. - Las viviendas también ardían con menos intensidad, la madera que las había compuesto eran prácticamente ascuas.

Lyn cerró los ojos y se agachó junto al cadáver de la mujer, colocó la mano sobre la frente de la ya fallecida. [1]

- ¿Quién te ha hecho esto? – Preguntó solemnemente. Eltrant, todavía arrodillado junto al cuerpo, miró con interés lo que hacía su compañera. – Entiendo… - Comentó esta segundos después abriendo los ojos, no parecía estar siendo fácil para ella. – Eso… eso bastará. Puedes parar. Gracias. – La señora de la noche se apartó del cadáver y, tras palparse la mano que había colocado sobre la frente de la mujer muerta con insistencia, se giró hacía Eltrant. – Un único hombre. – Comentó, Eltrant enarcó una ceja, sorprendido ante la revelación. – Armadura negra… pelo blanco… risa… risa desquiciada… no vio nada más… - El castaño asintió y se atusó la barba, pensando que hacer.

¿Una sola persona había hecho aquello? Aquella información no podía ser del todo cierta… por supuesto, no podía pedirle a Lyn que fuese interrogando uno a uno los cadáveres de la aldea, parecía agitada con solo aquello.

Y entonces la vio, y lo comprendió.

La Centinela de cabellos níveos caminaba a través de la aldea, prácticamente en trance, con una expresión que solo podía ser descrita como “Determinación”.

¿Era el hombre de la armadura negra un jinete?

- ¡Elen! – La llamó tratando de captar su atención al mismo tiempo que se acercaba rápidamente a la Centinela. Supuso que, si la peliblanca estaba allí Alister no debía de estar tampoco demasiado lejos. - ¿ Esto lo ha hecho un jinete? – Preguntó de inmediato, Lyn se acercó tras Eltrant y saludó a su amiga con una sonrisa de oreja a oreja.

Probablemente la atravesaría si intentaba darle un abrazo en aquel momento.


________________________________________________________


[1] Segunda parte de la Maldición de Lyn. La Condición Médium: Le permitirá durante las noches comunicarse con los muertos (cualquier personaje que haya fallecido o que Eltrant haya matado. Útil en interrogatorios.




Última edición por Eltrant Tale el Sáb 27 Oct - 19:20, editado 1 vez
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Mensaje  Kosir Sáb 27 Oct - 18:08

Para bien o para mal Kosir permanece en el desconocido bosque más tiempo del necesario luego de su extraño encuentro con las mujeres, en parte porque aprecia más la vida salvaje que la civilización.

Pasa todo el día practicando su lectura hasta que el sol deja de cooperar, como es fácil deducir no es muy bueno para tareas de esa índole. Valora más las técnicas combativas que cualquier pasaje poético.

No es totalmente analfabeta pero muchas cosas se le escapan, a veces solo entiende el significado general de las cosas sin poder parar en cada palabra. Oraciones complejas siguen estando fuera de su alcance.

El mundo exterior posee un modo de escritura mucho más complicado del que se puede apreciar en bosque negro, es como si dieran muchas vueltas para llegar a un punto sencillo sin requerir realmente tanta información.


Un hombre lucha por los huesos de sus padres y los altares de sus dioses…

Dice recordando un fragmento que entendió completo, uno de los pocos vale destacar. Se llevó el curioso libro de la aldea y es en cierto modo una de las cosas más tangibles que conserva de su hogar.

Los brumosos no son conocidos por sus obras escritas aunque el chamán de turno suele llevar un diario meticuloso toda su vida, cuando muere pasa a guardarse como testimonio verídico del pasado. El manuscrito que carga Kosir es el registro del líder espiritual Kanos, muerto hace muchas décadas.

Llevarse tales cosas de la aldea es un ofensa muy grande en su cultura pero cuando lo exiliaron le tenía en la mochila, un último desafío que vino de manera involuntaria y sin duda metió en problemas al chaman actual.

Mientras camina por la oscuridad cierto olor saca al muchacho de sus pensamientos, es el claro producto que se obtiene luego de arrasar algo. Humo negro, tufo fuerte y el distintivo aroma de la carne quemada.

Con velocidad el chico salvaje cubre terreno hasta llegar a un escenario fuerte, cierta villa arrasada hasta los cimientos. Es la segunda vez que detalla algo así lejos de casa… no acaba de gustarle el estilo que utilizan afuera.

Avanza para distinguir bien todo siempre con una guardia elevada en caso de emboscadas, literalmente mataron hasta los animales domésticos por lo que viene bien ser precavido. El joven se detiene frente a los cadáveres de dos niños y pone cierta mueca indignada.


Esto está mal… matar no combatientes ofende a los dioses.

En bosque negro practican la guerra como deporte pero nunca se llega al completo extermino de una aldea rival, existen ciertos códigos de honor  entre los habitantes. Eso sin mencionar que dejar al pueblo funcionando garantiza una gloriosa venganza generaciones después.

Nota cierto salvajismo a medida que sigue avanzando, el autor de la carnicería disfrutaba mutilando a las víctimas a modo de aumentar su sufrimiento. Incluso para un joven belicoso como Kosir toda la escena circundante esta terriblemente mal.


Tanem zor, que el otro mundo los reciba en buena estima.

Suelta a modo de plegaria, incluso una víctima desarmada suele ser bien recibida en el plano espiritual si muere bajo el acero. Esas son las creencias de los brumosos y todos los nativos de su entorno.

Boler, extraño momento para encontrarnos otra vez.

Al final termina por toparse con elementos más vivos, específicamente la mujer sin alma en el cabello y su montura cambiaformas. También hay dos personajes más pero resultan desconocidos para el chico de pelo rojo.

Para ser una “cultura civilizada” los exteriores adoran estas carnicerías…
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Mensaje  Elen Calhoun Mar 30 Oct - 23:53

Ya casi estaba poniendo el pie en el estribo cuando una presencia conocida la hizo detenerse y darse la vuelta, solo para comprobar que ciertamente, aquel par de aromas que la brisa le había traído eran los de Eltrant y Lyn. ¿Qué hacían ellos allí? Quizá pudiese preguntárselo más adelante, ya que el guerrero tomó las riendas de la conversación, preguntando directamente si aquella matanza era obra de uno de los jinetes. - Así es, parece que ya han abandonado el Oblivion para convertir Aerandir en su patio de juegos. - respondió la señora de sombras, ladeando levemente la cabeza para mirar a su congénere, que a pesar de sonreírle ampliamente parecía algo diferente con respecto a la última vez que se vieron… su energía era distinta.

- ¿Va todo bien? - se atrevió a preguntar, mientras Alister regresaba a su forma humana y se acercaba a ellos, alzando una mano a modo de saludo. - Vaya coincidencia. - comentó a continuación, preguntándose si la vampiresa podría hacer entrar en razón a Elen y hacer que se replantease la situación, a fin de cuentas habían compartido algo de tiempo y podían entenderse mejor entre ellas gracias al poder que compartían. Pero ¿cómo iba a explicarles lo que estaba pasando sin que la benjamina de los Calhoun se diese cuenta? ¿debía apartar a Lyn y tratar el tema con ella o sería mejor que contase con el apoyo del mercenario también? Ya no sabía qué hacer ni a quién acudir.

Sin embargo, antes de que pudiese decidirse a actuar, alguien más apareció en la aldea, otro rostro conocido para sorpresa del cazador, aunque en ésta ocasión el recién llegado no iba a mejorar las cosas, probablemente hiciese todo lo contrario. - Kosir… que oportuno. - soltó la de cabellos cenicientos, con una sonrisa de suficiencia. Al final el destino los había reunido de nuevo, y si el muchacho estaba dispuesto a involucrarse en lo relacionado con el culpable de lo que había ocurrido en aquel lugar ella no lo detendría. - ¿Quieres ver al responsable de esto? Voy a darle caza y no me vendría mal ese carácter belicoso que tienes. - añadió sin pensárselo dos veces, para disgusto del norteño, cuyo semblante se endureció al instante.

- ¿Qué pretendes? ¿qué lo maten? - replicó Alister, dedicando a la criatura de la noche una severa mirada. - Sabes que sus ataques no servirán de nada contra el jinete, ni los míos ni los de nadie… solo seríamos una distracción, blancos fáciles. - prosiguió, cruzando los brazos sobre el pecho con cierta frustración por tener que reconocer su propia inutilidad. Odiaba verse fuera de combate pero esa era la realidad, por mucho que se preparase no podría tomar parte en la batalla, al menos no de la forma que le gustaría. Su misión de cara a un hipotético encuentro con uno de los miembros del clan Tarmúnil era simplemente acotar el terreno para que la vampira tuviese ventaja y protegerla en caso de que fuese necesario, algo para lo que sí estaba preparado, aunque le fuese la vida en ello.

- Claro que no, solo valoro mis opciones. - contestó la joven, sin ignorar el comentario del pelirrojo. Carnicería, así había definido el escenario en que se encontraban, pero lo que no sabía era que ella misma había causado más de una en Lunargenta, ensañándose con vampiros y hechiceros del aquelarre sin que sus gritos de dolor o suplicas le ablandasen el corazón. Géminis había sido la última en probar hasta dónde podía llegar para hacer sufrir a sus enemigos, pero con Vladimir muerto ahora su objetivo era mucho mayor, atrapar a aquel elfo y conseguir que  desease la muerte, algo que no le otorgaría fácilmente.

Después de años de pesadillas, y gracias en parte a la influencia de las almas del medallón, ahora tenía muchas ideas en mente para aquellos que la habían atormentado durante años… los haría sufrir tanto como fuese posible, porque solo de ese modo podría quedar satisfecha su sed de venganza. Una maligna risa resonó dentro de su cabeza, las moradoras de su reliquia podían leer sus pensamientos y estaban a favor de que diese rienda suelta a sus más bajos instintos, ofreciéndole incluso algunas alternativas más, todas ellas endiabladamente retorcidas.

- Usa al chico de cebo, deja que lo atrape y entonces iremos a por él. - le sugirieron, conscientes de que tratándose de Kosir tendrían más posibilidades de convencerla. Una imagen tomó forma en su mente, podía verse a sí misma y a tres de sus sombras abalanzándose sobre el peliblanco para destrozarlo hasta reducirlo a la nada, pero claramente no iba a ser tan sencillo, aunque tenía un seguro por si las cosas se ponían feas. Instintivamente llevó la diestra a la ornamentada empuñadura de la daga que Imargo le había entregado, y tras unos instantes de silencio, tomó nuevamente la palabra.

- Que conste que te he advertido, el tipo al que persigo es mortalmente peligroso, y eso estando solo, si llegasen a aparecer sus hermanos la situación empeoraría terriblemente, queda en tus manos la decisión de acompañarnos o seguir tu senda. - dijo, observando al pelirrojo. - Estuviste presente durante mi breve discusión con Huracán así que la palabra centinela te sonará, solo nosotros podemos desterrar a esos seres y matarlos, normalmente en su plano aunque yo soy la excepción, por eso voy a aprovechar su visita a estas tierras para acabar con él. - agregó, para de inmediato apartar la mirada hacia Eltrant y Lyn, ambos aliados sobradamente capaces, aunque sus ataques tampoco podrían matar a aquel desgraciado.

- Vuestro apoyo tampoco me vendría mal, pero tened en cuenta lo dicho… Alister tiene razón, solo seríais una distracción para darme ventaja. - confesó, ya que no podía mentir a quienes consideraba amigos. El dragón resopló con resignación, había asumido los riesgos que entrañaba la lucha de su amada, pero no quería que otros corriesen peligro de forma absurda. - Como puedes ser tan cabezota… Huracán y Asher son los que deberían estar a tu lado en estos momentos. - intervino, ganándose una fría mirada por parte de la criatura de la noche.

- Ellos están demasiado ocupados y no los necesito, tengo la matajinetes… un corte y ese elfo será historia. - aseguró, relajando el gesto mientras acariciaba la empuñadura.
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Mensaje  Eltrant Tale Miér 31 Oct - 1:27

- … salvo por lo de la aldea… - Perdió la sonrisa durante unos segundos al repasar el panorama, después la recuperó al mirar a Elen. - Todo perfectamente. – Contestó la vampiresa. – Aunque por las noches… - Atravesó con su brazo el cuerpo del castaño como ejemplo de lo que le pasaba. – …atravieso gente y esas cosas. Lo típico vaya. – Explicó a la peliblanca. – Pero no paredes… eso sí que es raro. - Eltrant desvió levemente la mirada al verse incapaz de añadir nada al respecto

Le sorprendía que Lyn fuese tan directa con Elen, incluso parecía algo… divertida al relatarlo.

No había sido así con él mismo, Eltrant prácticamente le había tenido que sonsacar a la fuerza que la maldición que se apoderó de ella en la mansión de Bàthory había vuelto. En sí, solo lo había conseguido después de lanzarle una taza y ver como esta se rompía en mil pedazos tras traspasar las manos de la vampiresa.

- Es… una historia muy larga. – dijo Eltrant como toda explicación. – Cuando sale el sol puede volver a tocar cosas... – Añadió, algo a lo que Lyn asintió y comenzó a juguetear con sus sombras.

- También puedo seguir usando las sombras de noche... no es como si hubiesen desaparecido o algo. – dijo moviendo las que les rodeaban como ejemplo para Elen. – Bueno… las que yo creo atraviesan las cosas como yo, pero las demás… - Suspiró, hizo que de la oscuridad que les rodease brotase una liana y levantase un trozo de madera aleatorio. - Como siempre. – Informó, quizás esperando alguna palabra de consuelo por parte de la peliblanca.

Eso es algo que habría hecho la Elen que conocía. A ojos de Eltrant, no obstante, la mujer que había sido tiempo atrás una bruja de un poder considerable había… desaparecido en parte, se había difuminado tras el estoico rostro que tenía delante de él.

¿Qué le había pasado desde Roilkat? No había pasado tanto tiempo.

El castaño sonrió con educación a Alister cuando este se acercó, momento en el que no tardó en comprender, por la expresión del recién llegado, que sus sospechas no eran infundadas. Elen estaba peor, y Eltrant solo había necesitado un par de segundos para averiguarlo.

No obstante, antes de que pudiese llevarse a un lado a Alister para hablar del tema un chico de pelos rojizos se acercó al grupo ¿Un superviviente de la aldea? No, la frase que dijo al final no parecía de un lugareño.

Para su sorpresa, Elen también conocía al muchacho. No solo eso, sino que le ofreció el seguirla hasta el jinete que había destrozado aquella aldea hasta reducirla a aquel estado.

Alister se adelantó a sus pensamientos, el joven que respondía al nombre de Kosir no parecía capaz de seguir a un ser capaz de viajar entre mundos y prácticamente inmortal. Dudaba mucho que él estuviese hecho para eso.

Frunció el ceño y asintió de brazos cruzados al oír la réplica de Alister.

-  Alister tiene razón. – Cortó. – Si uno solo es capaz de hacer esto y…– Extendió los brazos a su alrededor. – Y además no podemos hacerle daño todos… tenemos que pensar con cabeza… - Era irónico que él, de entre todas las personas, le dijese eso a alguien. Lyn le miró con interés – Por una vez, Elen. – Concluyó. – Sabes que te seguiría sin dudarlo, pero… - Buscó algo de ayuda en el rostro del dragón, le pareció verse, en parte, a él mismo.

- ¿Somos… eso? – Lyn rompió el silencio, estaba serena, pero Eltrant llevaba el tiempo suficiente viajando a su lado como para tratar adivinar el tono de sus palabras. Parecía… dolida. - ¿Somos opciones para ti? – Le preguntó directamente.

Entrecerró los ojos al escuchar las palabras dijo la peliblanca a los presentes, la advertencia que hizo. Eltrant sacudió la cabeza y bajó ambas manos hasta su cinturón, palpó la empuñadura de Recuerdo durante unos instantes, planteándose que hacer.

No podía irse a buscar a Asher en aquel mismo instante y solo los dioses sabían por dónde andaba Huracán. Por otro lado, decirle algo a Elen iba a ser, básicamente, repetir lo que había dicho Alister.

Y por muy ciertas que fuesen las palabras del dragón, la vampiresa no hacía sino oídos sordos a estas.

- No voy a dejar que te suicides. – Concluyó Eltrant prácticamente en un gruñido, ajustándose la correa de Olvido al pecho de un fuerte tirón. – Vamos. – No iría sobre Mohr, Lyn no podía montar a caballo por las noches. – No puede andar muy lejos, podemos alcanzarlo. – Aseguró dando por finalizada la conversación caminando tras el rastro que, aun húmedo, se perdía entre la espesura.

Lyn, todavía al lado de Elen, dejó escapar un suspiro.

- ¿Estás segura de esto? – Preguntó, volviendo a adoptar momentáneamente la personalidad de una vampiresa de cien años. – Quiero decir… no es como si yo tuviese muchos problemas con seguirte. – Trató de sujetar la mano de la peliblanca, consiguiendo solo atravesarla. - ¿Qué va a hacerme a mí ese jinete? ¿Apuñalarme? – Una risita brotó de entre sus labios, se calló durante unos instantes. – Pero contigo… Elen... sí que puede pasar. – dijo al final, en voz algo más baja. - Y no solo tú... Eltrant, ese muchacho... - La miró directamente a la cara, esperando algún tipo de reacción. - Alister - Desvió despues su ojos la aldea, hasta lo que quedaba de ella, y esperó.

Eltrant, entretanto, se había agachado junto al pelirrojo.

- Me llamo Eltrant. – Le dijo al adolescente – Y ella es Lyn. – Señaló con el pulgar tras de sí, al lugar en el que la vampiresa hablaba con Elen. – Justo en aquella dirección… - Continuó señalando el mismo lugar. – Hay una aldea… no muy grande, pero entera. – Le dijo – Solo tienes que seguir recto… pero si quieres acompañarnos… - No le gustaba aquella idea. ¿Pero que iba a hacer? ¿Obligarle a que se quedase allí? – No te alejes mucho de nosotros - Había tratado con muchos muchachos con una mirada similar a la de Kosir, algo le decía que incluso después de ser noqueado o atado a un árbol, el joven acabaría encontrando una forma de seguirles si de verdad quería hacerlo.  




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Mensaje  Kosir Jue 1 Nov - 2:13

Una curiosa reunión en un sitio arrasado, por un momento Kosir se siente en bosque negro. Si en lugar de mujeres y niños muertos hubiera guerreros llenos de pieles con armas enormes atravesadas en sus vientres… seria casa.

Sonríe con cierta satisfacción al ver que la peliblanca le recuerda, no parece dudar de su habilidad como tantos otros a lo largo del ancho mundo. En cierto modo le tiene admiración y no solo por el demonio que suele tomar su cuerpo.

La montura sigue siendo igual de obstinada, claramente todas esas escamas que le salen cuando cambia de forma son molestas para él. Una persona que puede volar debería tener una visión más optimista de la vida.

Kosir tiene mirar dos veces cuando nota a la mujer desconocida atravesando cosas con su cuerpo, es como si estuviera conformada de aire. Los espectros deben tener la misma habilidad si se piensa con detenimiento.

Mientras los personajes hablan entre ellos el chico salvaje muerde un trozo de carne que cocino la noche anterior, sigue estando bastante bueno y como no entiende mucho los argumentos del grupo mejor le viene comer.


Entonces… ¿No importa cuanto lo golpee, no se morirá? “sonríe” ¿Cuando empiezo?

Atacar a un enemigo que no se muere es un bonito concepto, como si se tratara de un cadáver animal usado para prácticas. Aunque le entristece no poder dar el golpe final la fatiga resultante merece el tiempo.

Pega otro mordisco de su carne a medida que escucha el desenlace de las conversaciones, los otros dos vendrán aunque no están muy convencidos del objetivo… es extraño el estilo que tienen los guerreros afuera.


Kosir “asiente a modo de respeto”.

El nuevo personaje luchador se presenta y a su acompañante también, algo en su voz refleja mucha experiencia. Como todo joven Kosir no le gusta respetar a nadie pero este individuo en particular evoca obediencia.

Vuelve a asentir por su sugerencia pero el muchacho ya tomo una decisión, les seguirá en esta refriega. Las batallas complicadas hacen que los ancestros se regocijen y los dioses suelten sus regalos al plano material.

Toma un ligero trago de hidromiel para pasar la carne, a diferencia de la porquería que venden en el exterior esta tiene buen sabor porque la fabrico el mismo. Los habitantes del gran mundo no suelen apreciar una bebida tan fuerte.

Con todos haciendo sus preparativos el chico tribal no puede evitar cumplir un pequeño capricho, pinchar a la mujer incorpórea con la punta de su mandoble cuando nadie le está mirando… siente una extraña satisfacción al ver cómo le atraviesa sin resistencia.

Es extraño pero justo allí pone una mueca juguetona, como si no fuera un adulto. Al darse cuenta niega con la cabeza pues no está bien visto tomar papeles superados en la cultura brumosa, una pinchada más y vuelve a su carácter habitual.


¿Y… cuantos hermanos sádicos viven en ese plano?

Pregunta con sincera curiosidad, la senda vengativa recorrida por Elen parece tener un mundo de anécdotas. Es de lógica pensar que no aparecen enemigos tan fuertes sin un trasfondo igual de severo.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 4 Nov - 11:10

A Lyn le había pasado algo desde la última vez que se vieron, por alguna razón era capaz de atravesar a las personas, cosa que demostró al traspasar el cuerpo del mercenario con uno de sus brazos. Elen la observó con una mezcla de curiosidad y sorpresa, pensando que aquella habilidad aunque solo durase durante las noches, podía ser bastante práctica y a la vez un inconveniente, según la situación. Una vez cerrado ese tema Eltrant no dudó en ponerse de parte del dragón para apelar a su razón, consiguiendo que la joven tuviese que esforzarse para no poner una mueca de desagrado, ya había tenido bastante con la charla que mantuvo con Huracán e Imargo días atrás, justamente por lo mismo, a lo que debía sumar las constantes quejas y reproches de su compañero.

“No estás pensando con claridad”… “el medallón te está manipulando otra vez”… “tienes que buscar al resto de centinelas”… “no podrás hacerlo sola”… “es un suicidio”… “esto acabará mal para los dos”… había escuchado esas frases hasta al cansancio durante las últimas jornadas, pero su plan no había cambiado ni un ápice. Solo tenía que rastrear a los Tarmúnil conforme llegasen a Aerandir y eliminarlos uno por uno, reduciendo de ese modo sus fuerzas antes de viajar al Oblivion para terminar el trabajo.

La reacción de Lyn a sus palabras fue distinta, quizá no estuviese viendo que al ser tan clara con ambos quería darles la oportunidad de decidir por ellos mismos siendo conscientes de todos los riesgos, en vez de eso la vampira parecía triste, dolida con lo que había dicho. Eso era algo que tendría que solucionar, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa al escuchar la réplica de Kosir, nada espantaba a aquel muchacho.

En cuanto al guerrero se sumó a la misión, aunque de mala gana, todos se pusieron en marcha, pero no lo hicieron a caballo como le habría gustado a la criatura de la noche, teniendo en cuenta el estado de su congénere no les quedaba más remedio que avanzar a pie. Mientras los dos espadachines intercambiaban unas palabras por delante de ellas, la morena trató de hacerle ver la realidad de la situación y cómo a excepción de ella, gracias a su extraño cambio, los demás podían salir mal parados de aquel enfrentamiento.

La de cabellos cenicientos clavó su mirada en el suelo cuando la escuchó pronunciar el nombre del cazador, pues era él quien más la preocupaba, por eso no iba a permitirle que la siguiese al plano de los jinetes. - Tengo que hacerlo Lyn, es mi deber y mi venganza por todos estos años… por el tormento que me han hecho padecer. - susurró, alegrándose de que Alister estuviese a unos metros por detrás de ambas, cerrando el grupo con los caballos. - No tenéis que venir si no queréis, lucharé sola si es preciso, pero no voy a cambiar de opinión. - añadió, guardando un breve silencio antes de intentar “arreglar” lo que había dicho antes.

- No creas que os veo como opciones o cebos, después de las veces que hemos colaborado os considero mis amigos. - comenzó a decir, llevándose una mano al pecho para sujetar el medallón, que seguía vibrando. - Sé que puedo morir en el intento, lo asumí hace mucho tiempo… si eso llegase a ocurrir mi reliquia pasaría a manos de Alister… y en el peor de los casos, si a él… - no pudo terminar la frase, pues la idea de que el alado muriese le dolía más que pensar en su propio fin. - Entonces me gustaría que su próximo portador fueseis tú o a Eltrant, si estuvieseis dispuestos a aceptar la pesada carga que conlleva claro. - musitó, cruzando una mirada con la señora de sombras.

Lyn ya tenía una relación con el oscuro elemento pero su problemilla nocturno podía descartarla como centinela, con lo que el castaño se convertía en el sucesor más viable entre los dos, aunque no esperaba tener que llegar hasta ese punto. Dicho esto aguardó a la posible respuesta de la morena, girándose hacia Kosir cuando éste decidió preguntar acerca del número de jinetes. - Antes eran trece pero una de ellas ya está muerta, ahora solo quedan doce… y si tenemos suerte y pillamos al elfo puede que el número se reduzca. - contestó, rememorando el fin de Verzhela a manos de Tyrande y cómo la había destrozado valiéndose de una combinación de sus poderes con los de la capa blanca.

- No sé cuántos han podido llegar hasta nuestras tierras después del ritual de invocación así que estad alerta, puede que nos veamos en la tesitura de enfrentar a más de uno a la vez. - prosiguió, sin olvidar su pequeña visita al Oblivion y cómo había hecho frente a varios de ellos para dar tiempo a la antigua protectora de los reinos del este. En aquella ocasión aún era bruja y su electricidad le sirvió de mucho, pero ahora disponía de una fuerza mayor, su ejército esperaba dentro del colgante, listo para salir y acatar sus órdenes.

- Elen, esa cosa vuelve a tomar el control. - la avisó una de las almas, percibiendo el regreso de la creación del Nigromante. - Alister transfórmate. - pidió, apartándose del resto sin hacer caso a los cambios que su cuerpo empezaba a experimentar. El dragón soltó las riendas de sus monturas e hizo lo propio, adoptando su forma bestial y preparándose para controlar al ser que cada vez con más frecuencia, se adueñaba de la benjamina de los Calhoun.

La brillante prisión de llamas llegó antes incluso de que el monstruo pudiese gruñir a modo de queja, con lo que solo quedaba esperar a que dejase de revolverse dentro de la ígnea proyección y se rindiese, cosa que tardaría unos minutos.

Apenas unos cincuenta metros por delante de su posición, el cadáver del jefe de la aldea arrasada yacía sobre la hierba con los restos de la cuerda que habían utilizado para arrastrarlo por el cuello. Elessar se había aburrido de él en cuanto expiró su último aliento y cesaron los gritos, cortando la soga para dirigirse hacia su próximo objetivo, el asentamiento más cercano.



Off: Disculpad la tardanza, he tenido unas semanas bastante complicadas en el trabajo, intentaré que no vuelva a pasar.

Alister usa proyección elemental.
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Mensaje  Eltrant Tale Dom 4 Nov - 20:51

"Venganza" y "deber" eran dos palabras que solían confundirse muy a menudo. En aquel momento, Lyn no pudo evitar preguntarse si a Elen le estaba pasando algo parecido.

- No vas a luchar sola, no te preocupes por eso. – dijo la vampiresa, sonriendo. – Puede que todavía no te hayas dado cuenta… – Señaló la espalda de Eltrant, que iba todavía en cabeza. – ...pero es tan terco como tú. Va a ayudarte te guste o no. – Aseveró al final. – Vamos a ayudarte. – Agregó casi al momento, sonriendo notar como Kosir usaba la punta de su arma para atravesarla.

Dejó que la peliblanca continuase hablando y le pasó la mano por la cara al adolescente un par de veces para saciar su curiosidad, después se giró hacía su amiga.

- Tú también eres mi amiga, por eso mismo... – Le habría dado un abrazo si no hubiese estado limitada por su propio cuerpo, dejó de hablar antes de terminar aquella frase, Elen no iba a cambiar de opinión por mucho que lo intentase, lo sabía. – No vas a morir – Sentenció, podía esperar hasta el amanecer para abrazarla y, justo después, darle la bofetada que Alister muy probablemente no se atrevía a darle. – Así que deja de hacer planes para dejar ese colgante a los demás. – Le dijo suspirando. – Y sabes que el Mortal lo aceptaría sin dudarlo si se lo pidieses… - Cerró los ojos al pensar en la posibilidad de que Eltrant acabase con el colgante que pendía alrededor del cuello de Elen. – Cosa que, sinceramente, no me gusta nada. – Admitió algo cabizbaja.

Eltrant se detuvo al notar que se estaba alejando algo del grupo, también lo hizo porque a pocos metros de donde estaba el rastro que estaba siguiendo terminaba en lo que parecía ser un cadáver. Se giró sobre sí mismo justo a tiempo para ver como Alister adoptaba su forma dracónica y envolvía en llamas el cuerpo de la peliblanca.

Se pasó la mano por la barba y se acercó a observar lo que, muy a su pesar, parecía haberse vuelto una especie de rutina para la pareja. La centinela apenas se había transformado antes de que la criatura de las sombras hubiese sido aplacada por las llamas de Alister.

Muchos males asolaban Aerandir, a veces le costaba comprenderlo, pero incluso si derrotaban a los jinetes el Hombre Muerto seguía maquinando desde las sombras. Lo que tenía frente a sus ojos era la viva prueba de ellos; Apretó los puños, inconscientemente, manteniendo su mirada fija en las llamas que envolvían a la peliblanca.

Era una suerte que Elen y Alister se tuviesen el uno al otro, se veía incapaz de imaginar otra forma de lidiar así de rápido con la condición de Elen. Él mismo apenas pudo hacer nada contener a la bestia en la que la peliblanca se convirtió en aquel callejón de Roilkat, si no hubiese estado el dragón con ellos en aquel momento estaba seguro de que no hubiesen conseguido devolverla a su forma normal antes de que le hiciese daño a alguien.

Cuando todo terminó se acercó de nuevo a Elen.

- ¿Estás… bien? – Quizás había sido algo brusco con ella antes. ¿Pero que más podía hacer? Era evidente que Elen no estaba pensado con claridad, el propio Alister debía de habérselo recordado muchas veces. - ¿Algún plan? ¿Alguna idea de cómo podemos lidiar con esta…? – El humo del fuego que había consumido la aldea se elevaba sobre los árboles, perfectamente visible aun cuando hacía un rato que habían dejado el lugar en ruinas atrás. - ¿...cosa? – Se rascó la barba, algo nervioso. – Te sigo, Elen. Digas lo que digas. – Sentenció ajustando las correas de Olvido sobre su pecho.

Lo de que eran prácticamente inmortales debía de ser una exageración. Se sujetó el brazo en el que tenía el guantelete mágico; aquella cosa le hizo estallar la pata trasera a una tarasca, dudaba mucho que no consiguiese algo similar con un elfo.

Daba igual que fuese un jinete.

Si tenía que ser un cebo glorificado para Elen, lo sería. Por mucho que lo negase aquello se le daba increíblemente bien.

Se giró entonces hacía el muchacho sin percatarse de que Lyn, entre tanto, se había adelantado y ya estaba agachada con cara de circunstancia junto al cadáver del que, por su aspecto, no podía ser sino el jefe de la aldea que acababa de ser arrasada.

- Al final has decidido venir… - ¿Es que nadie en aquel lugar tenía remedio? – Esa espada… - Kosir llevaba consigo un mandoble, por como el muchacho la portaba no parecía pesar demasiado, probablemente la espada estaba adaptada al tamaño de su usuario.

A simple vista no parecía ser de muy buena calidad, desde luego no parecía que fuese de metal ¿O lo era? No habían sido pocas las cosas que le habían sorprendido simplemente por juzgarlas apresuradamente, Demian sin ir más lejos era aún más joven que Kosir y estaba seguro que podría ayudar en todo aquello perfectamente.

- ¿De qué está hecha? – Preguntó bajando la mano hasta el pomo de Recuerdo en su cintura. Calculó el tamaño de la espada de hielo mentalmente: debía tener el tamaño aproximado de la espada del joven.

No había pasado el inusual número de cortes y cicatrices de las que hacía gala el muchacho, en cierto modo se parecía a él mismo con su edad. ¿Cuántos años tendría Kosir? ¿Diecisiete? ¿Dieciséis? Con esa edad él abandonó su granja y se hizo mercenario.

Si se ponía a hacer memoria solo podía recordar lo idiota había sido entonces.

- ¡Mortal! ¡Elen! – Lyn hizo un leve gesto frente al cadáver y, tras respirar profundamente, se giró hacía las personas que acababa de llamar. – Está a unos diez minutos de distancia. – Afirmó. – En aquella dirección – Señaló entre los arboles más apartados, un angosto camino parecía aparecerse entre ellos. – Va a otra aldea. – dijo frunciendo el ceño.






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Mensaje  Kosir Lun 5 Nov - 18:06

Recibir el contacto directo por parte de la mujer espectro resulta raro… como sufrir un leve calambre. Sin duda su naturaleza incorpórea viene con un juego de efectos secundarios imposibles de entender para el muchacho.

Ambas mujeres tienen mucho de qué hablar y se ponen al corriente durante la marcha, el resto solo se limita a centrarse en sus pensamientos sin descuidar cada parte del follaje para evitar emboscadas.

Una gran cantidad de enemigos poderosos, afuera todo viene en número grande.

Bosque negro es un área enorme pero terriblemente reducida si se compara al mundo exterior, por ende sus amenazas compartidas suelen ser individuos singulares casi siempre. Lo único numeroso que tienen es la cantidad de dioses.

Conocer que se puede matar a esos seres genera una sonrisa en el bárbaro, si alguien más lo logro no es tarea imposible. Al menos tiene bastantes oportunidades de intentarlo con la cantidad de enemigos involucrados.

Los planos que pueblan la mitología brumosa suelen estar llenos de criaturas viscerales, terribles demonios que prueban la fortaleza de cualquier pobre desafortunado que cae en sus maquinaciones. Esta trama en particular parece reforzar tales creencias.

Cuando un habitante del clan muere, puede solicitar a sus dioses ser enviado a los planos para luchar batallas eternas contra las bestias nativas. Siempre al lado de otros valerosos guerreros igual de diestros.

Kosir medita todo esto mientras camina, permanece callado la marcha entera. Pensar en su hogar es una experiencia agridulce pero nadie tiene la capacidad de despegarse completamente de sus orígenes, el pasado siempre reclama un lugar importante.

Para bien o para mal algo rompe la extraña tranquilidad, Elen comienza a experimentar una de sus transformaciones. El chico guerrero suspira ante tal escena pues sabe bien que la mujer tiene una existencia complicada, por suerte su montura reacciona al instante para contener el problema.

Eso sería muy útil de ser controlable…

No hay batallas ni escapes para el demonio posesivo, simplemente queda atrapado en una prisión ardiente. Todos miran el espectáculo con cierto aire de cotidianidad y es que ya conocen esa faceta de Elen.

Cuando la bestia se extingue todo queda en silencio, claramente existen personas menos impresionables que otras. Los personajes a los que ahora acompaña Kosir sin duda pertenecen a una clase veterana.

Eltrant pregunta cual será el plan a seguir, en esta oportunidad su joven aliado presta más atención. Aunque lanzarse en una carga directa suena glorioso es bueno tener otras estrategias en mente a la hora del combate.

Luego el mismo personaje muestra interés en el pelirrojo, no parece muy complacido de que el muchacho les acompañe aunque pronto centra su atención en el mandoble que lleva Kosir consigo a modo de arma principal.


¿Kaiju?... está hecha de monpe “se aclara la garganta” hueso ancestral.

Crear armas y armaduras de hueso es un arte en bosque negro, los brumosos le conocen muy bien. Toda persona que supera el rito de madurez recibe un mandoble de ese material como reconocimiento a su logro… también es un punto de partida para una vida centrada en la batalla.

La gane al alcanzar mi adultez, ¿Afuera tienen una tradición similar?

Pregunta sincera, ha visto gente desarmada así que tiene curiosidad. Quizás en el gran mundo se entrega una daga pequeña cuando las personas superan su infancia, difícil saberlo. Por desgracia algunos gritos de la mujer incorpórea dejan la duda en el aire.

Debemos alcanzarle antes de que pise el poblado, dudo que sea un clan de luchadores “sale corriendo” ¡¡El primero que llegue debe retenerlo y dar tiempo a los demás de llegar!!
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Mensaje  Elen Calhoun Mar 6 Nov - 10:45

Todos observaron a la sombra de odio mientras trataba en vano de liberarse de su prisión, pero su forcejeo no duró mucho, pronto sus fuerzas menguaron y volvió a ceder el control a la legítima dueña de aquel cuerpo, desvaneciéndose con un grave gruñido. Alister absorbió las llamas hacia su coraza de escamas y con cuidado, dio un toque a su compañera en el hombro con la punta del hocico, instándola a levantarse y seguir adelante como hacían siempre, sin perder tiempo en pensar en el Hombre Muerto ni su molesta maldición.

- No te preocupes, ya estoy acostumbrada. - respondió Elen, poniéndose en pie y dejando escapar un suspiro de resignación. Cuando por fin creía ver la luz al final del túnel todo se iba al traste y otro mal entraba en su vida para complicársela, no era algo nuevo, por desgracia. En cuanto el reptil extinguió el fuego que lo recubría, la de cabellos cenicientos se permitió darle una palmadita en la parte superior de la cabeza, la verdad era que no sabía que habría hecho sin él a su lado… sin su protección la creación del Nigromante habría campado a sus anchas, matando a todo aquel que hubiese encontrado a su paso, responsabilidad con la que tendría que haber cargado en su conciencia.

- Nos estamos acercando, y del mismo modo en que yo lo percibo a él gracias al medallón, ese elfo no tardará en percatarse de mi presencia. - reveló, llevando una mano al colgante. - En cuanto eso ocurra pasaré a ser su objetivo, los Tarmúnil ansían poseer las reliquias así que vendrá directamente a por mí, es ahí donde necesito que intervengáis para darme algo de ventaja, ya sea obstaculizándole el paso u obligándolo a distraerse y quitarme la vista de encima… momento que aprovecharé para buscar un hueco en su armadura y apuñalarlo con la matajinetes. - continuó, aunque decirlo sería mucho más fácil que hacerlo.

La idea de torturar a aquel desgraciado había quedado en segundo plano, muy a su pesar, pues lo que contaba era que muriese, y para no correr riesgos innecesarios su mejor opción era utilizar la venenosa daga. El problema estaba claro, hallar un punto débil en la coraza del enemigo no sería una tarea sencilla, probablemente tuviesen que luchar hasta despojarlo del yelmo o de alguna otra parte de la misma, pero para eso esperaba contar con la ferocidad en combate de sus oscuras aliadas.

- Atacadle en cuanto os invoque, tenéis que romper su defensa a como dé lugar. - pensó, comunicándose con las almas del medallón. - Puedes contar con nosotros, solo déjanos salir. - respondió la que lideraba al resto, con la cual había desarrollado una especie de vínculo basado en la confianza y el interés mutuo. - Recuerda tu papel, tienes que limitar el terreno y empujarlo hacia mí, puede que tus ataques no lo maten pero estoy segura de que un golpe con las espinas de la cola podría abrir un agujero en su armadura. - comentó, ésta vez con la vista clavada en las alargadas pupilas del dragón. - Dalo por hecho. - contestó Alister, convencido de sus posibilidades.

- Solo… ten cuidado ¿vale? No quiero que te haga daño, no me lo perdonaría. - musitó la benjamina de los Calhoun, mientras Eltrant y Kosir intercambiaban unas palabras acerca del arma del pelirrojo. - Lo mismo te digo. - replicó el cazador, que limitado por su forma bestial solo pudo frotar fugazmente su hocico contra la mejilla de la centinela.

Una vez dicho esto ambos volvieron a centrar su atención en el grupo, justo a tiempo de escuchar lo que Lyn tenía que decirles. De algún modo la criatura de la noche sabía exactamente en qué dirección se había marchado el jinete, y no solo eso, también la ventaja estimada que les llevaba y a donde se dirigía. Kosir fue el primero en reaccionar a las palabras de la morena, echando a correr a través de la vegetación y apresurando al resto para que no se produjese otra masacre como la que acababan de encontrar.

Los caballos no eran una opción, al menos no para su congénere, ya que su inmaterial estado le impedía subirse a la silla, y suponiendo que el mercenario no la dejaría atrás, Elen optó por atar las riendas de ambas monturas a un árbol cercano antes de avanzar directamente hacia el reptil. - Vamos, llévame hasta allí, en cuanto perciba el medallón dejará en paz la aldea para buscarme. - indicó, al tiempo que se encaramaba como buenamente podía a la espalda del alado, sujetándose con fuerza a las espinas de hueso que le recorrían la columna. - Agárrate bien. - respondió él, desplegando las extremidades superiores y batiéndolas con fuerza para alzar el vuelo.

Segundos después ya estaban en el aire, sobrevolando los árboles y escrutando los alrededores para dar con el asentamiento al que se dirigía el elfo, lugar que no les costó mucho encontrar gracias a la aguda visión de ambos y a las tenues luces de las antorchas. El humo de las chimeneas se alzaba por encima de la frondosa vegetación, marcando la zona en la que suponían que pretendía actuar el miembro del clan Tarmúnil, la pregunta era si llegarían a tiempo de evitarlo o sería demasiado tarde.

La vampira aguzó el oído en busca del inconfundible sonido de los gritos, pero por suerte no escuchó nada semejante, su objetivo no había alcanzado el pequeño pueblo, de momento. - Rápido Alister, no podemos permitir que inicie otra matanza. - dijo sin apenas elevar la voz, sintiendo como su reliquia vibraba cada vez con más intensidad.

Algo más adelante, Elessar Tarmúnil cabalgaba hacia su próximo destino, uno que correría la misma suerte que el anterior o peor, había tenido demasiado tiempo para idear su venganza contra Aerandir desde el Oblivion, y ahora que era libre no iba a ponerse límites.

Cuando apenas cien metros lo separaban de la aldea y sus desdichados habitantes, una extraña energía hizo que detuviese a su caballo en seco, girándose para observar el camino que había dejado atrás. - Fashateni. - murmuró, esbozando una maligna sonrisa al percatarse de que reconocía aquel poder que se le acercaba a toda prisa, uno de los centinelas iba directo a su encuentro, ¿podía salir mejor la noche? Ahora tenía la posibilidad de hacerse con uno de los valiosos artefactos que sus hermanos y él mismo codiciaban, solo debía esperar a que su perseguidor lo alcanzase, aunque con una veintena de víctimas de por medio la idea sonaba mucho mejor.
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Mensaje  Eltrant Tale Miér 7 Nov - 14:01

Kosir fue el primero en perderse entre los arboles a toda prisa, luego fueron Elen y Alister, quienes se elevaron sobre las copas de los árboles y se dirigieron hacía el lugar al que había señalado Lyn.

Respiró profundamente. Una parte de él hubiese agradecido el haber perdido la pista del jinete, pero no podían dejarle destruir más aldeas, detenerle en aquel lugar se había vuelto la responsabilidad del grupo.

- ¿A qué esperamos? – Lyn sonrió a su acompañante, Eltrant pudo ver la evidente preocupación que se escondía detrás de la sonrisa vampiresa.

¿Qué le habría dicho el jefe de la aldea muerto con el que acababa de hablar?

- Estaba haciéndome a la idea de correr diez minutos en armadura completa. – Aseveró segundos antes de tomar a Olvido de su espalda, aun en la vaina, y comenzar a correr hacía el lugar por el que se había perdido Kosir.

Lyn no tardó en seguirle.

[…]

Probablemente no fue una sorpresa para nadie el que llegase el ultimo.

La escaramuza ya había comenzado y, por mucho que le gustase detenerse un instante a recuperar el aliento, no había tiempo que perder.

Kosir, Elen y Alister ya estaban jugándose la vida y aunque no sabía durante cuánto tiempo habían estado haciéndolo, era evidente que la inferioridad numérica no era ningún problema para el jinete.

Tenía que tomar el relevo.

Extrajo a Olvido de la vaina que le había fabricado Asher y la dejó caer a un lado, forzó al aire de la hoja a que rodease su cuerpo. Lo único que debían hacer, en realidad, era alejar a aquel tipo de Elen lo suficiente como para que esta golpease, distraerle y, si podían, romperle la armadura.

Con un poco de suerte aquello no duraría más de diez minutos.

- Lyn – No tuvo que decir nada más. La vampiresa asintió y acumuló sombras en sus manos y, dando varios saltos, se acercó hacía el lugar en el que se estaba produciendo la pelea.

Eltrant hizo lo mismo, acometió contra el hombre de la armadura negra, un sujeto que se movía endiabladamente rápido y portaba dos armas cortas consigo.

Casi como si hubiese estado viendo atentamente los movimientos del errante en todo momento el jinete evitó la hoja de Olvido grácilmente, aun cuando este había atacado desde un punto ciego, y contratacó de vuelta.

Eltrant tensó los músculos, incapaz de hacer nada salvo contemplar como una de las afiladas espadas del jinete entraba limpiamente por las juntas de su armadura. Reprimió un grito de dolor y lanzó un tajo en diagonal al pecho del jinete para alejarlo.

El elfo volvió a evitar el mandoble del castaño apartándose levemente hacía atrás y, rápidamente, cambió de objetivo a otro de los acompañantes de la centinela.

- Ni un minuto… - Masculló Eltrant llevándose la mano hasta el vientre, de dónde ahora manaba sangre. – Ni un maldito minuto. -  Sacudiendo la cabeza dejó escapar un grito de frustración y, ignorando el dolor volvió a tomar la iniciativa.

Se lanzó contra un jinete que acababa de comprender que Lyn era intocable. Por la reacción del jinete y sus siguientes movimientos esto no pareció ni sorprenderle siquiera, simplemente decidió dejar a la vampiresa a un lado y enfocarse en los demás incordios que tenía a su alrededor.

Lyn, al parecer, era simplemente un problema con el que lidiaría al final.

- ¡¿Y tú eres el que se dice inmortal?! – Las sombras del lugar se movieron bajo la voluntad de la ojiazul. - ¡Exageraciones! – Las sombras de Lyn buscaron las extremidades del jinete, el cual era capaz de moverse tan rápidamente como ellas rompiendo de forma inusualmente fácil, además, las lianas de sombra que conseguían apresarle.

- ¡No le dejéis que contrataque! – Bramó Eltrant a los presentes al mismo tiempo que volvía a atacar al único oponente que tenían y veía como, una vez más, la hoja de Olvido no golpeaba nada.

No sabía cómo les estaba yendo a los demás, además de haber llegado tarde estaba demasiado concentrado en no volver a recibir una herida como para notarlo.

Pero no dudaba en que podían hacerlo, podían ganar.

Aquel tipo era objetivamente superior a él en todos los aspectos, pero no estaba solo, sabía que Elen y Alister podían encarar al jinete por su cuenta y riesgo, Kosir, por su parte, había mencionado que había superado una especie de rito de madurez, si lo había hecho era que el lugar del que venía lo consideraban un adulto y, teniendo en cuenta la forma de hablar del muchacho y las cicatrices que cubrían su rostro, venía de un lugar en el que eso significaba que eras capaz de defenderte por ti mismo.

De nuevo la hoja del jinete volvió a hundirse en su carne, este no necesitaba traspasar su armadura, no necesitaba destruirla. Solo tenía que apuntar a las minúsculas juntas entre las piezas de metal: las cuales, por primera vez desde que tenía memoria, a Eltrant se le antojaban enormes.

- ¡Eltrant! – El caballero apretó los dientes soportando el dolor, miró durante una fracción de segundo las hendiduras del yelmo que portaba el elfo de cabellos blanquecinos que los cadáveres de la aldea habían descrito. Estaba seguro que, bajo el yelmo, no estaba siquiera sonriendo, simplemente estaba lidiando con problemas sin importancias, como quien tiene que limpiar una casa.

- ¡Aléjate de él!

Era una de las pocas veces que Eltrant volvía a ver aquello, las sombras que Lyn era capaz de manipular se movieron rápidamente por el lugar, se deslizaron a través de los árboles y las rocas, pero no buscaron el cuerpo del jinete, este incluso había extraído la espada del cuerpo del castaño y se había alejado lo suficiente como para evitarlas.

Las sombras, no obstante, escogieron el cuerpo de Elen Calhoun.

No duro apenas un segundo, la oscuridad rodeó a la peliblanca y, tras hacerlo, dejando escapar un sonido similar al del cristal al romperse, una figura de oscuridad completamente idéntica a la centinela apareció junto a esta. [1]

La silueta sombría miró a la mujer con la que compartía forma durante unos instantes, totalmente inexpresiva, hasta que Lyn levantó la mano y se giró hacía su ama.

- ¡Centinela! – Gritó Lyn, extendió la mano hacía el jinete señalándole. - ¡Acaba con él! – La sombra de Elen, sin dudarlo, se lanzó contra el objetivo que su maestra le había dado. Aquello si fue algo que pareció tomar por sorpresa al elfo, pues este se posicionó inmediatamente en guardia.

Eltrant, gruñendo en voz baja, dejó caer la capa a un lado e introdujo uno de los tantos pañuelos que llevaba consigo en la junta por la que no paraba de manar sangre. Sonrió, no obstante, al ver jinete retroceder varios pasos, casi podía leer lo que estaba pensando simplemente mirando la parte frontal de su yelmo.

“¿Dos centinelas?”

Tragó saliva y miró como la copia de Elen se volvía más grande, más bestial, y encadenaba algunos golpes contra el jinete, el cual no pudo evitar completamente. Aun así, incluso después de recibir varios impactos, este se encargó de cercenar uno de los brazos de la sombra, la cual no pareció realmente sentirlo, simplemente continuó peleando como si tal cosa. [2]

Aquello era una leve ventaja, una que Eltrant pensaba aprovechar.

Cargó contra el jinete, ocultándose siempre tras la sombra, Lyn pareció leerle el pensamiento y se encargó de que el jinete no huyese, no se replegase. Sacrificó para esto a la sombra de Elen, que no tardó en recibir más cortes.

Pero Eltrant solo necesitaba acercarse lo suficiente como para usar el guantelete.

- ¡Lyn! – Tan pronto Eltrant gritó el nombre de su acompañante la vampiresa apartó a la Elen oscura de su camino, cosa que, de todos modos, la vampiresa debía hacer si no quería que la figura acabase totalmente destrozada en apenas unos minutos después de haberla convocado.

El castaño cerró el puño izquierdo y lo alzó, el guantelete comenzó a emitir vapor, mucho, casi la misma cantidad que había expulsado al golpear la Tarasca.

- ¡Sobrevive a…! – No llegó a terminar de hablar.

Un intenso dolor en ambos brazos le indicó que el jinete seguía siendo irremediablemente superior a él, las dos espadas del elfo se habían hundido en su cuerpo, una en cada hombro, había atravesado el metal como si este apenas hubiese estado ahí.

Gruñó dolorido, el jinete giró levemente sus espadas agrandando la herida, el gruñido se volvió un grito de dolor. ¿Cómo? ¿Cómo había pretendido Elen ganar a aquella cosa ella sola? Masculló un par de insultos a los dioses.

No iba a quedarse todo en eso.

Ignoró el dolor, dejó caer a Olvido a un lado y, para sorpresa del jinete, Eltrant sujetó firmemente una de las espadas que estaban clavadas en su cuerpo. [3]

- ¡Intenta escaparte ahora! – Un directo en plena cara con su guantelete mágico lanzó al elfo por los aires. – Eso… te ha tenido que doler – Cayó de rodillas, aún con las dos armas del elfo firmemente hundidas en su cuerpo, una gran cantidad de vapor cubrió el cuerpo del exmercenario mientras su oponente atravesaba un par de árboles en el proceso. [4]

La sensación de victoria duró, no obstante, increíblemente poco. De la espesa niebla polvorienta que Eltrant había levantado en el proceso emergió el jinete, caminando lentamente, totalmente ileso.

Enarcó ambas cejas, lo de que era inmortal no era ninguna exageración, lo único que había conseguido era romperle el yelmo y parte del peto de su armadura.

- Bueno… - Eltrant escupió a un lado la sangre que se acumulaba en su boca, aun de rodillas, y tomó a Olvido que yacía a un lado. – Yo tengo cuatro espadas… – dijo analizando las que estaban firmemente clavadas en sus hombros, no iba a ser muy útil así, tenía que admitirlo.

…Y tú no tienes ninguna. – Mencionó con una sonrisa, ignorando la sangre que descendía por la comisura de sus labios.

______________________________________________________________


[1] Habilidad Lyn Nivel 9: Vástago de la noche.
[2] La sombra usa la habilidad de Elen de nivel 8: Transformación.
[3] Habilidad Eltrant nivel 2: Karma
[4] Habilidad Eltrant nivel 8: Seísmo.



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Mensaje  Kosir Jue 8 Nov - 19:16

A pesar de la iniciativa del muchacho, Elen logra adelantarse gracias a su acompañante dragón. Por suerte no es una carrera, el punto es detener al enemigo antes de que siga matando no combatientes.

Para bien o para mal la presencia del elemento maldito obra como una poderosa fuente de atracción, el jinete desiste de su sádico objetivo menor para centrarse en algo mucho más destacable.

Como abejas a la miel el pesado enemigo avanza, su armadura despierta una envidia inmediata en el rival más joven alrededor. Negra como el pecado y ornamentada con figuras bizarras de perversidad palpable.

Kosir no espera a que sus aliados lleguen, toma una dosis potente de la poción neutra que carga encima antes de avanzar en carga directa. Su enemigo simplemente se limita a darle una patada que lo manda a volar varios metros.

Dioses... “escupe algo de sangre”.

Ha recibido golpes toda su vida… pero este en particular es el más potente por mucho. Un poco más y las costillas involucradas no lo cuentan, incluso sin daños mayores el dolor es bastante grande.

Se reincorpora con lentitud, menuda patada. Es claro que las historias contadas por su aliada peliblanca no estaban desfasadas ni eran meras locuras, este sujeto es duro en todo sentido posible.

Los refuerzos llegan convenientemente a tiempo, Eltrant y su amiga incorpórea. Por desgracia sus primeras intervenciones no transcurren de manera diferente a la del chico, incluso se puede decir que el veterano sale peor parado.

Ambos elementos luchan con valor aunque al final de la primera ronda el combatiente pesado de su equipo termina con múltiples heridas, parece como si hubiera entrado en una moledora de carne.

Viendo una posibilidad el bárbaro se lanza al ataque, complementando los avances del personaje barbudo. Buena iniciativa que termina con un bloqueo eficiente que le obliga a retroceder entre saltos rápidos.

Tienen la superioridad numérica, deben seguir atacando para abrumarle. Por eso cuando Eltrant sujeta las espadas incrustadas en su propio cuerpo el joven actúa, descargando tajos como si no hubiera mañana.

La armadura es dura, soporta muchos ataques pero al final comienza a resentirse. El golpe extraño por parte del otro guerrero involucrado logra el primer avance decente en toda la pelea, con un dagenle volador incluido.

Quiero un guante así…

Ya es bastante claro para el salvaje que fuera de bosque negro los artículos mágicos poderosos son cosas cotidianas, eso sin mencionar las maldiciones y una amplia gama de poderes chamánicos.

Cierta visión tira por tierra los buenos ánimos del grupo, su enemigo sigue vivo. La falta de sangre en su cuerpo es una bofetada desmoralizante aunque el daño en la armadura se puede tomar como victoria menor.


¡¡Muérete de una vez!!

Lleno de ira Kosir cubre la distancia que los separa, por muy ileso que se encuentre el guerrero de negro ahora mismo no tiene armas y esa es una oportunidad dorada. Sin vacilar la amenaza más cercana al jinete inicia un ataque intensivo que lo detiene un par de instantes, enfocándose en las grietas de la armadura hasta que…

“Grito ahogado” mis… miserable “trata de hablar en plena asfixia” insecto…

Al parecer el luchador oscuro que enfrentan no necesita sus armas para ser peligroso, en un particular corte toma al muchacho por el cuello y lo levanta a una altura delicada dispuesto a extinguir su vida de manera bastante personal.

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Mensaje  Elen Calhoun Lun 12 Nov - 23:31

Mientras aguardaba a la llegada de su inesperado oponente, Elessar desmontó del caballo y se acercó a la entrada del pueblo, desenvainando dos afiladas armas cortas con intención de iniciar una nueva matanza para recibir al centinela que se dirigía hacia su posición, pero antes de que pudiese salvar la distancia que lo separaba de su objetivo, un sonoro batir de alas lo obligó a girarse. No era la primera vez que veía a aquella mujer, meses antes se había atrevido a cruzar al Oblivion para encararse con el clan al completo, pero lo que si le llamó la atención, aparte de que llegase montada en un dragón, era el tipo de aura que la rodeaba, había cambiado…

Un oscuro halo la envolvía, consiguiendo que se asemejase más a ellos, quizá hubiesen logrado corromperla después de tantos años, o quizá solo se debiese a las malignas almas que encerraba su reliquia, la cual de momento, no estaba a la vista.

- Déjame en tierra y levanta una barrera, que no se acerque a la aldea. - soltó Elen nada más ver a su odiado enemigo. Por fin había llegado su oportunidad, podía ponerse a prueba tanto a sí misma como a la matajinetes, y sin duda estaba deseando hacerlo. Alister obedeció al instante, volando algo más bajo para que su compañera pudiese saltar sin problemas y aterrizando a espaldas del elfo para convertirse en un muro infranqueable… los habitantes de aquel modesto asentamiento no se convertirían en sus siguientes víctimas, antes tendría que pasar por encima de su cadáver.

- Salid y demostradme de lo que sois capaces. - pensó la joven, intensificando su negra aura para dar paso a cuatro columnas de humo que tomaron forma nada más tocar el suelo. La ventaja numérica estaba de su lado, pero en vez de sorprenderse o ponerse en guardia, Elessar solo emitió una débil risita dentro del yelmo, al tiempo que hacía oscilar sus armas y echaba un fugaz vistazo al reptil que tenía detrás para mantenerlo controlado. Las criaturas de sombra se dividieron para terminar de rodear al peliblanco pero éste continuó mostrándose tranquilo, demasiado tranquilo.

- ¡Ahora! - exclamó la vampira, blandiendo su ornamentada daga con firmeza. Algo le decía que el individuo que tenía delante no era el tipo de contrincante al que podía dar una paliza y matar lentamente, no, aquel tipo era peligroso y por desgracia no podría divertirse a su costa como había hecho con Géminis, tenía que acabar con él lo antes posible. Sus aliadas no dudaron ni un instante, gruñeron guturalmente y se abalanzaron sobre el jinete ferozmente, tratando de destrozar su armadura con garras y dientes, pero el guerrero, demostrando un temple admirable, hizo frente a las cuatro a la vez sin gran problema ya que las superaba en agilidad.

Elen por su parte se fundió con su elemento, volviéndose prácticamente invisible para aprovechar la ocasión y tratar de acercarse a su adversario desde uno de los costados. Con lo que no contaba era con que el elfo percibiese perfectamente tanto su aura como la energía que rodeaba al medallón solar, razón por la cual en cuanto notó que se acercaba dejó de lado a las sombras para bloquear el inminente ataque de su verdadera oponente. - Horta nonwa nalanta tó huo, Fashateni.- dijo el Tarmúnil utilizando su lengua materna, una que la de ojos verdes no entendía ni le interesaba aprender.

El metálico chasquido de las hojas al chocar fue rápidamente seguido por un chirriante impacto, el de las oscuras garras de la criatura de la noche al tratar de rasgar la armadura de su enemigo, en vano. Con un contundente golpe a la altura del vientre, Elessar obligó a la de cabellos cenicientos a darle algo de espacio, provocando que ésta retrocediese y echase mano nuevamente a sus poderes para contraatacar y no darle respiro. - Inmovilizadlo. - ordenó a sus aliadas, las cuales en cuestión de segundos sujetaron los brazos de su objetivo, tirando de ellos para que no pudiese lanzar ningún tajo a su señora.

El problema era que no había hueco alguno en su coraza para hundir la envenenada daga, tenía que hallar un punto débil y romperla, tarea que no resultaría sencilla a menos que Alister interviniese. Una vez más, Elen intentó dañar el material que protegía a su adversario con sus propias garras, pero antes de que pudiese dar con el punto adecuado para castigar, el guerrero se liberó del agarre de las bestias y la empujó lejos de sí, decidido a hacerse cargo primero de las almas de la reliquia para que no interfiriesen más en el combate.

De algún modo, probablemente por su estrecha relación con la oscuridad, el peliblanco consiguió derrotar a dos de las creaciones de la vampira, enviándolas de regreso a la reliquia justo antes de que Kosir entrase en escena, corriendo hacia el extraño solo para recibir una dolorosa patada que lo envió a varios metros de distancia, lo mismo que le había pasado a la benjamina de los Calhoun.

- Cuando te mate me quedaré tu cabeza de recuerdo… se la llevaré a tus hermanos. - soltó la joven con un notable deje de odio en la voz. Quería destrozarlo, era lo único que deseaba en aquel instante, matarlo y ver cómo la luz abandonaba aquellos ojos grises para siempre. Por suerte para ella, Eltrant y Lyn no tardaron en aparecer para unirse a la pelea, pero el alivio desapareció en cuanto el mercenario recibió la primera herida. - ¡Atacad! - indicó Elen mientras se levantaba, instando a los refuerzos que le quedaban a seguir peleando.

Las bestias volvieron a la carga, pero eso no evitó que el castaño sintiese de nuevo el arma enemiga en sus carnes, momento en que la morena intervino, creando una copia de la centinela y enviándola a la batalla. Ignorando el punzante dolor que le recorría el torso, la de ojos verdes concentró su elemento para que dos gruesos lazos de sombra se cerniesen alrededor de las piernas del elfo y le impidiesen moverse, dando oportunidad a Eltrant de realizar un ataque cuerpo a cuerpo.

Finalmente consiguieron un avance, Elessar salió volando gracias a un extraño guantelete del mercenario, pero la benjamina de los Calhoun sabía que aquello no había terminado, podía percibirlo. - No tiene armas y su armadura está dañada, es mi turno. - pensó Elen, sujetando con fuerza la matajinetes y permitiendo que la oscuridad la envolviese, modificando partes de su cuerpo.

Para cuando Kosir se lanzó hacia el peliblanco la centinela ya se había transformado, dejando que su melena y ojos se tornasen negros y todo su ser a excepción del rostro quedase cubierto por las sombras. - ¡Mátalo, mátalo! - gritaban las moradoras de su reliquia, animándola a luchar. - Yo soy tu rival aquí. - dijo con frialdad, arremetiendo por el costado en que se encontraba la parte dañada del yelmo y la pechera para hundir sus afiladas garras en el hombro del Tarmúnil.

Al resultar herido, aunque solo era algo leve, Elessar no tuvo más remedio que soltar al pelirrojo para centrarse en ella, dedicándole una gélida mirada ahora que podían verse cara a cara. - ¡Alister, ahora! - exclamó ella, apartándose para tirar de Kosir y alejarlo antes de que el dragón interviniese. La fuerte cola del reptil impactó contra la espalda del elfo con brusquedad, dañando la parte posterior de la ya maltrecha coraza y enviando al guerrero contra el suelo, por el cual rodó un par de veces antes de volver a ponerse en pie. Quizá aquello no le pudiese matar pero estaban eliminando su defensa, y en cuanto ésta cayese por completo la daga haría el resto.

- ¿Eltrant estás bien? - preguntó, consciente de que se había llevado la peor parte hasta entonces. - Kosir ten cuidado, mantén las distancias con él. - indicó en voz baja al muchacho, para acto seguido colocarse por delante de sus compañeros para seguir enfrentando a su enemigo, el cual tras maldecir en su lengua materna se preparó para volver a la carga.



[*] Tu muerte será dolorosa, centinela.

Off: Otra vez, perdón por la tardanza >.<
Elen utiliza: Llamada las armas, Mimetización y Dominio de la oscuridad.
Alister utiliza: Coraza de espinas.

El daño al jinete ha sido leve, estoy a la espera de respuesta master para ver hasta qué punto podemos herirlo.
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Mensaje  Eltrant Tale Sáb 17 Nov - 16:58

El jinete volvió a recibió un impacto directo por parte del dragón y de nuevo se vio a si mismo surcando los aires y cayendo bruscamente contra el suelo. Cualquier hombre habría sentido como su cuerpo se resentía con aquel impacto, incluso él mismo, que seguía consciente después de estar varios minutos con dos espadas clavadas en los hombros, habría necesitado varios segundos para recomponerse.

Pero el jinete no, salvo por varias piezas de metal más de su armadura que se habían desprendido, el elfo estaba completamente ileso.

- – Apretando los dientes contestó a la pregunta de la peliblanca prácticamente en un gruñido de dolor y se arrancó una de las espadas del Tarmúnil.  

Una cantidad inusual de sangre comenzó a brotar de la herida de inmediato, no obstante, el tatuaje rúnico que tenía en su brazo izquierdo funcionaba en aquel momento a plena potencia; aun cuando la herida seguía abierta la sangre se coaguló rápidamente.

Cerró los ojos un instante y respiró profundamente, concentrándose en la calidez de la magia curativa que recorría su cuerpo.

¿Crees que puedes acertarle si lo sujeto en condiciones? – Preguntó después, extrayendo la segunda espada y dejándola caer un lado sin poder evitar soltar en el proceso otro gruñido de dolor. – Más de un segundo, digo. – Sentenció mirando al elfo al que se enfrentaban, quien mantenía ahora una distancia relativamente prudente respecto al grupo y se enfrentaba por si solo a Alister.

El corte que le había hecho Elen, aunque pequeño, parecía haber tenido el mismo efecto que una herida de gravedad: le había mostrado que seguía siendo mortal; quizás de una forma especial, pero podía morir.

Lyn, mientras tanto, había retrocedido junto a la sombra de Elen y se había reunido junto a los demás, momento en el que se agachó junto al joven Kosir, no había pasado por alto lo ridículamente cerca que había estado el muchacho de morir a manos del jinete.

- Kosir… ¿Verdad? -  La vampiresa se agachó junto al muchacho y lo miró de arriba abajo, jugueteando con su propio flequillo. - ¿Estás bien? – La respuesta a aquella respuesta podía ser increíblemente variada, fuese cual fuese, no había tiempo que perder. – Centinela. – La figura de Elen sin brazo que había estado siguiendo a Lyn en todo momento miró al muchacho sin cambiar un ápice su expresión. – Protégelo, sea cual sea el precio. – Sin decir nada, la figura de oscuridad asintió y se colocó junto a Kosir.

Eltrant se levantó justo a tiempo para ver como Lyn se acercaba a él y a Elen.

- Me vendría bien tu ayuda. – Aseveró volviendo a hacerse con Olvido. – Voy a darte todo el tiempo que necesites Elen, prepárate - La vampiresa miró a su compañero con un deje de preocupación en su mirada, después sonrió y se cruzó de brazos.

- Oh, Mortal… ¿Podrías hacer algo sin mí? – Eltrant respondió a eso con una sonrisa propia y comenzó a avanzar hacía el jinete.

Tocaba volver a hacerle el relevo a Alister. Sabía que herido como estaba no conseguiría gran cosa, incluso con el tatuaje rúnico de Asher sanándole lentamente, necesitaba ser más rápido, más fuerte, necesitaba todo lo que su cuerpo pudiese dar de sí.

Seguido por Lyn esprintó hacía el jinete, mientras lo hacía el viento que rodeaba su hoja envolvió su cuerpo; su armadura se volvió más ligera, también lo hizo su espada, las heridas que tenía repartidas por todo su cuerpo comenzaron a cerrarse rápidamente. [1][2]

El jinete evitó que Olvido le acertase en mitad del cuello volviendo a hacer gala de aquella especie de sexto sentido que poseía, el frío ojo azulado que Eltrant podía ver a través de la fisura en el casco del jinete se clavó en él.

Este dejó respirar a Alister y, tomando la iniciativa en la pelea contra el exmercenario, se deslizó junto a Olvido y usando solo sus manos se encargó que Eltrant acabase mirando el oscuro firmamento que tenía sobre su cabeza.

¿Qué acababa de pasar?

No importaba, parpadeó varias veces y se levantó todo lo rápido que pudo, sintió como el jinete le propinaba un fuerte puñetazo en la cara tan pronto lo hizo, pero esto no le detuvo continuó lanzando estocadas, una tras otra, tratando de buscar el cuerpo de su oponente.

- ¡Respira hondo! – Lyn, que había estado corriendo en círculos alrededor de la pelea, se convirtió literalmente en una nube de oscuridad, una que como el viento de Olvido envolvió el cuerpo de Eltrant totalmente, ocultándolo momentaneamente para todos los presentes. [3]

El Tarmúnil intentó alejarse de la figura del castaño al ver esto, pero no fue lo suficientemente rápido, un Eltrant de ojos azules y cabellos oscuros emergió de la nube de sombras y sujetó al hombre del cuello.

Sin decir nada lo lanzó contra uno de los árboles del lugar y, antes de que el jinete pudiese separarse del árbol, Eltrant se desvaneció en una voluta de oscuridad y se apareció frente a él. [4]

“¡Mándale a Lunargenta de un golpe!”

- ¡Ahora no eres tan rápido!

El jinete seguía siendo, no obstante, lo suficientemente veloz como para agacharse y evitar aquel impacto capaz de cercenar el árbol que tenía tras él en dos [5]. Chasqueando la lengua fue ahora Eltrant el que intentó separarse del jinete, pero este echó mano de Recuerdo, que seguía colgando de su cinto y volvió a armarse con una espada.

“¿¡Es que no tienes correas para evitar estas cosas?!”

El jinete intercambió varios golpes con un Eltrant capaz de igualar su velocidad hasta el momento en el que la espada de hielo se quedó incrustada en la armadura de su dueño; segundo en el que el caballero, usando su antebrazo, partió la hoja de Recuerdo en dos y volvió a dejar al jinete desarmado, que no pudo sino dejar caer la empuñadura de la espada a un lado y retroceder de nuevo saltando.

“¡Ahora!”

- ¡Te tengo!

Se volvía a equivocar, aunque la gigantesca medialuna que brotó de Olvido [6] fue lo suficiente potente como para segar una decena de árboles y para alcanzar al jinete que estaba a mitad de un salto frente a él, este la encajó en mitad del pecho como si no hubiese pasado gran cosa y cayó de espaldas contra el suelo como si nada.

A pesar de todo, Eltrant lanzó a Olvido a un lado y antes de que el elfo se levantase logró asirlo por las partes de su armadura que estaban rotas.

- ¡Elen! ¡Kosir! ¡Alister! -  O herirle o quitarle más piezas de la coraza, daba igual lo que hiciesen, estaba seguro de que no iba a poder sujetarle durante mucho tiempo. - ¡Rápido! -

________________________________

[1] Segunda Habilidad Olvido: Resolución.
[2] Tercera Habilidad Olvido: Regeneración.
[3] Habilidad de Lyn nivel 7: Simbiosis.
[4] Por simbiosis, Eltrant puede usar la habilidad de Lyn de nivel 2: Entre Tinieblas.
[5] Habilidad de Eltrant nivel 3: Hoja Cargada.
[6] Primera habilidad de Olvido: Cortaviento.


Kosir puede usar el clon de Elen durante los dos turnos que le quedan. :'D
Tambien podeis poner que el jinete se escapa del agarre de Elt partiendole un brazo o algo así (?).



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Mensaje  Kosir Lun 19 Nov - 20:48

Elen vuelve a tomar protagonismo y con sus acciones salva al imprudente muchacho de morir estrangulado, este último no tarda en recuperar el aliento mientras se aleja un poco para evitar algún daño residual.

Con su legión sombría neutralizada, la peliblanca hace gala de otra habilidad. Se deja poseer por una capa tupida de sombras aunque sorprendentemente mantiene el control de sus actos con total lucidez.

Luego de salvar una segunda vez al pelirrojo, dicha mujer desencadena todo el poder de su acompañante reptil. Es claro que todos los apéndices que tiene un dragón encima pueden usarse como arma llegado el momento.

Kosir asiente ante la recomendación de su aliada, no es buena idea arriesgarse torpemente con este rival. Puede dejarse llevar por lo explosivo de su personalidad a menudo pero hará todo lo necesario para ganar… incluso ser prudente.

Eltrant por otro lado aprovecha que es ignorado para restablecer su estado, hace gala de poderes chamánicos extraños que su joven aliado solo puede mirar con ignorancia. No se trata solo de un guerrero normal.

Mejor que nunca “sonríe con malicia”.

Dice como respuesta a la pregunta del elemento incorpóreo, este personaje en particular le mira de manera extraña algunos segundos antes de colocar al avatar mutilado como responsable de su protección.

Gracias…

En este punto sabe que está luchando… contra y al lado de dioses, le viene bien tener apoyo extra. Odia verse superado tan abrumadoramente aunque tales experiencias suelen servir con incentivo para mejorar.

Luego de recuperarse con sus habilidades más esotéricas, el experimentado luchador releva a su compañero dragón. Se puede decir con propiedad que ha aprendido un par de cosas sobre el adversario pero sigue sin igualarle.

Consigue inmovilizarle al final, ganándose varias heridas fuertes en el proceso. Es la oportunidad dorada para que todo el grupo descargue sus armas contra la ya magullada armadura del oscuro ser.

Sin vacilar el bárbaro cubre la distancia que les separa y lanza tajos descendentes con su mandoble apenas deteniéndose para respirar, luego de ser liberado no pudo actuar debido a las demás intervenciones por lo que desea recuperar el tiempo perdido.

Golpea una y otra vez, mandando a volar pedazos de armadura por todos lados. Las secciones importantes del blindaje continúan unidas pero el jinete puede irse despidiendo de protecciones secundarias.

Atacar a un contrincante que no se puede defender es mal visto en la cultura brumosa aunque Kosir duda que se logre consumar una victoria con solo la iniciativa actual, este es simplemente un evento que les acercara al desenlace.

Con honor o sin él… arremeter cual ariete de asedio contra el dagenle pone de muy buen humor al muchacho, apenas repara en el cansancio que comienza a presentarse de manera intermitente por su cuerpo.


Dioses y ancestros…

De repente tiene lugar algo bastante grotesco, incluso para estándares barbaros. Es suficiente con decir que la amenaza se libera causando un dantesco crujir de huesos en el brazo izquierdo de Eltrant.

Con el peligro suelto Kosir repliega sus ataques, siempre cuidando de no quedar con la guardia baja. Por desgracia lo primero que mira aquel caballero negro es nada más y nada menos que al pelirrojo.

Ágilmente el joven adulto esquiva un ataque inicial, luego desvía los que vienen hasta que es claramente superado por las habilidades contrarias. Todo se ve negro cuando una estocada poderosa se cuela por la defensa aunque atraviesa un objetivo muy diferente.


Naner “abre bien los ojos” ¡¡Nadie debe morir por mí!!

Espeta al clon mutilado quien pasa a desintegrarse, paro un ataque crítico con su cuerpo. Pese a no ser una criatura realmente viva el sacrificio cuenta al final, para Kosir es un duro golpe a su extraña moral.

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Mensaje  Elen Calhoun Sáb 24 Nov - 11:39

La visión del castaño sacándose las armas enemigas del cuerpo mientras profería un gruñido de dolor no auguraba nada bueno, aquello se estaba complicando más de lo que la joven esperaba, y eso que solo se estaban enfrentando a uno de los Tarmúnil. ¿Qué pasaría cuando decidiese encarar al resto? ¿de verdad sería suficiente con su ejército de sombras o debía darle la razón a Alister y aceptar que no podría cumplir la tarea sola? La idea no le gustaba en absoluto, todo su ser deseaba venganza y ¿qué mejor forma de obtenerla que matándolos a todos con sus propias manos?

Sin embargo, la realidad que tenía ante sí demostraba sobradamente lo peligroso que podía ser su enemigo, ni siquiera la superioridad numérica les estaba dando la ventaja que querían, Elessar era un hueso duro de roer y no se detendría hasta acabar con sus oponentes y hacerse con el medallón solar. - Sí, solo necesito alcanzarlo con la daga, con que lo retengas unos instantes bastará. - respondió a Eltrant, mientras las dos sombras que le quedaban lanzaban un nuevo ataque al jinete, apoyando al dragón y dándoles algo de tiempo para pensar en su siguiente movimiento.

Con Lyn y su oscura creación ocupándose de Kosir, la de ojos verdes vuelve a echar mano de su elemento para tratar de inmovilizar las piernas del elfo y facilitar así las cosas al guerrero, pero su objetivo ve venir sus intenciones y se aparta en el momento preciso, evadiendo también los feroces ataques de las almas de la reliquia, a las cuales ya no les queda mucho tiempo. Frunciendo el ceño a causa de la frustración, la vampira empieza a avanzar hacia su adversario con paso firme, decidida a abalanzarse sobre él y hacer lo que fuese necesario para destruirlo, pero sus aliados se le adelantan, combinando sus habilidades de forma sorprendente, tanto que hasta el mismísimo Elessar trató de retroceder y apartarse del castaño.

Por desgracia su unión no fue suficiente, el peliblanco consiguió arrebatar a su oponente una de las espadas que llevaba al cinturón y los aceros de ambos chocaron hasta que el morador del Oblivion se impuso, clavando la hoja robada en la armadura de su contrincante. Nada estaba saliendo como esperaba, se suponía que aquel enfrentamiento debía ser sencillo pero no, sus amigos estaban exponiéndose y aparte de los daños que habían hecho a la negra armadura cubierta de calaveras, no estaban consiguiendo nada. - No puedo permitir que sigan luchando, esto es cosa mía, siempre lo fue… - pensó Elen, dejándose envolver por completo por las sombras justo antes de que el mercenario lograse un pequeño avance, retener al Tarmúnil momentáneamente.

- Ahora o nunca. - se dijo mentalmente, blandiendo con fuerza la envenenada daga y preparándose para iniciar la carrera, pero fue Kosir quien llegó primero a su enemigo, descargando contra él varios tajos y castigando severamente su defensa. Sin dudarlo ni un instante la centinela corrió hacia su mortal adversario, pero éste no solo consiguió liberarse del agarre del guerrero, haciendo que su brazo crujiese de forma sonora, sino que también arremetió contra el pelirrojo, destruyendo al oscuro clon creado por Lyn en cuanto éste se interpuso en su camino para proteger al muchacho.

- Se acabó, no puedo dejar que esto continúe. - musitó la señora de sombras, lanzándose como una exhalación hacia el peliblanco para embestirlo con su cuerpo y alejarlo del resto, cosa que logró gracias al apoyo de sus sombras, que inmediatamente leyeron su pensamiento e hicieron lo mismo para aunar esfuerzos. La espada que acababa de robar se le escapó de entre los dedos al caer contra el suelo, y al instante, la benjamina de los Calhoun se le echó encima para tratar de apuñalarlo en la zona que ya había herido anteriormente, pero el filo se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo en cuanto levantó ambas manos para detenerla, aferrándola por la muñeca.

- Muérete de una maldita vez. - soltó la vampira, ayudándose de la otra mano para tratar de acercar el filo a su oponente. - Verzhela. - musitó él, clavando los ojos en el arma y percibiendo lo que su hermana había dejado en aquella daga. - Elen, nos debilitamos… tienes que acabar con él. - la instaron sus aliadas, mientras se desvanecían para regresar al medallón. Desafortunadamente no tenía la fuerza suficiente para ganar, al menos no físicamente, con lo que Elessar no tardó en quitársela de encima bruscamente, provocando que perdiese el puñal por el camino, lo que los igualaba al dejarlos desarmados.

Rápidamente, ambos se pusieron en pie para volver a la carga, pero ésta vez la benjamina de los Calhoun decantaría la balanza en su favor. Una negra esfera de humo tomó forma entre sus manos, y de repente explotó, sumiéndolos a los dos en la más profunda oscuridad, una en la cual ella podía moverse con libertad pero él no. Buscar la matajinetes no era una opción, solo le serviría para perder la valiosa ocasión que tenía así que descartó la idea, optando por acercarse sigilosamente hasta su contrincante y hundir nuevamente las afiladas garras de su diestra en el mismo punto que había dañado antes.

Todos podrían escuchar un quejido de dolor, pero aquello no bastaría para vencerlo, pronto lo demostraría. Permitiendo que las sombras se alargasen dentro del cuerpo del jinete, buscando su corazón para aplastarlo, Elen no se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder en su propio ser, la creación del nigromante también quería tomar parte en aquella lucha y lo haría sin importar que la idea le gustase o no. El elfo la sujetó por la muñeca y trató de apartarla de sí, pero eso solo era una distracción, lo que en realidad planeaba era arrebatarle la segunda daga que tenía en el cinturón y apuñalarla con ella.

Justo antes de que la negra y alargada silueta terminase de tomar forma, Elessar se hizo con el arma y no dudó en hundirla en el vientre de la criatura, que chilló agudamente y en respuesta al ataque tomó represalias, dejándose llevar por la rabia y ensañándose con el yelmo hasta terminar de destrozarlo. - ¡Elen no! - bramó el dragón, batiendo las poderosas alas para hacer desaparecer la niebla y ver lo que estaba pasando. La imagen que llegó a sus alargadas pupilas hizo que por un instante se congelase el tiempo, el jinete estaba herido pero también lo estaba la sombra de odio, es decir, su compañera.

Elessar estaba ligeramente encorvado, se sujetaba el hombro y tenía el semblante pálido, contraído por el dolor, mientras su oponente chillaba y hacía caso omiso a la herida recibida, solo se movía por el odio y el ansia de matar, lo que le pasase a su anfitriona poco le importaba. Todavía tenía la daga clavada y ni siquiera trataba de librarse de ella, pero Alister no iba a dejar que las cosas llegasen a más, no sabiendo que la vida de la mujer que amaba estaba en peligro. De inmediato lanzó una proyección de su ígneo elemento para retenerla e impedir que siguiese luchando, tras lo cual embistió al Tarmúnil con toda su fuerza, enviándolo de nuevo contra el piso y avanzando hacia él para asestarle varios golpes consecutivos con la cola.  

Las espinas de hueso terminaron de romper la pechera pero aquel tipo no iba a morir a sus manos, no podía, y viendo la situación, una nueva opción empezó a pasar por su cabeza, quizá no pudiesen derrotarlo pero al menos podrían enviarlo de vuelta al sitio del que había venido. El problema era que para eso necesitaba que la de ojos verdes volviese en sí y cuando lo hiciese estaría débil y herida, no podía permitir que siguiese exponiéndose de aquel modo.



Off: Elen utiliza Mundo de las sombras y vuelve a transformarse en Sombra de Odio.
Alister utiliza Proyección elemental y Coraza de espinas (rasgo)

Después de consultar con máster Ger no podemos hacer gran cosa con Elessar, la idea en mandarlo de vuelta al Oblivion en el siguiente turno por vernos incapaces de matarlo. Así Elen recibirá una dosis de realidad (?)
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Mensaje  Eltrant Tale Dom 25 Nov - 23:29

Apenas había notado verdadera resistencia por parte del elfo. Le tenía firmemente sujeto, inmovilizado, incluso se aseguró de obligarle a caer de rodillas. Eltrant estaba seguro de que este no iba a poder escapar de su agarre, no antes que Elen pudiese apuñalarle con la daga que decía que podía matar a aquel hombre.

Pero aun así…

“Crack”

No fue fuerza bruta, tampoco usó ningún arma.

Incapaz de reprimir el grito de dolor que brotó de entre sus labios, Eltrant contempló impotente como su brazo izquierdo quedaba inerte a un lado, como dejaba de responder a todas sus órdenes.

¿Le acababa de desencajar el hombro?

No, había sido distinto, no solo le había desencajado el brazo. Sentía que todo su brazo estaba hecho trizas por dentro, como si lo hubiesen golpeado repetidamente con un martillo.

¿Cómo lo había hecho?

El dolor se extendió por todo su cuerpo, incluso con el viento curativo de su espada, que aun bailaba a su alrededor no pudo evitar que se le nublase la vista, perder el sentido. El mundo a su alrededor se difuminó al mismo tiempo que el jinete escapaba de su brazo sano y le derribaba con otro de aquellos movimientos extrañamente acrobáticos.

“…trant!”

La voz de Lyn se fundió con el murmullo incoherente que se apoderó de sus oídos. Sabía que estaba bocarriba, sabía que lo que estaba mirando en aquel momento era el oscuro firmamento de los bosques del este, también sabía que Elen y Kosir seguían peleando.

Pero su cuerpo no reaccionaba.

Era como si estuviese al otro lado de una cascada, el sonido de esta lo acallaba todo, el manto de agua difuminaba lo que veía. ¿Demasiadas heridas en una misma noche? Asher le había advertido de que el tatuaje podía agotarle si lo hacía funcionar durante periodos muy largo de tiempo.

“¡Eltrant! ¡Reacciona!”

No, no era por las heridas.

- Naner. ¡Nadie debe morir por mí! -

Le habían apuñalado, había recibido fuego en mitad la cara y se había roto los huesos. Y todo eso reiteradamente.

- Muérete de una maldita vez. -

No iba a permitir que un brazo roto le dijese cuando parar, no cuando hacía pocos minutos había tenido dos espadas clavadas en su cuerpo, no cuando ese mismo brazo había llegado estallar tiempo atrás por culpa del guantelete mágico que vestía.

Ya había sufrido aquello muchas veces, no le decían que era un idiota por rendirse. ¿Ahora que de verdad tenía que mantenerse de pie iba a permitir que le tumbasen? Aquel jinete no sabía a quién se enfrentaba.

Su corazón palpitó en su pecho con fuerza, instó sus músculos a que respondiesen. [1]

No iba a rendirse.

- Quédate conmigo, Lyn. No te vayas... – dijo incorporándose, echando mano a lo que creía que era Olvido a su lado. - Todavía... ¡Todavía no he acabado! - Si quería blandir el espadón plateado con una sola mano necesitaba a la vampiresa, necesitaba su fuerza.

“Yo tampoco, Elt.”

No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado presa del dolor, pero el panorama que se encontró al levantarse no era mucho mejor que lo último que recodaba haber visto.

Corrió hacia dónde estaban el elfo y el dragón. Si bien el jinete parecía estar ahora herido, Elen había vuelto a ser consumida por las sombras que la maldecían. ¿Podría usar la daga encontrándose así? Frunció el ceño, su plan no había cambiado demasiado de todas formas.

- ¡Alister! – Golpeó al jinete con toda la fuerza que pudo obtener en el costado el cual, quizás porque ahora estaba herido, no pudo percatarse de que el castaño le atacaba por la espalda, consiguiendo de ese modo apartarlo del lagarto desproporcionadamente grande que era Alister.  

Depositó a Olvido sobre su hombro, preparando la hoja para el posible contrataque del jinete. Afortunadamente su armadura impedía que su brazo izquierdo, que se había convertido en un peso muerto, le desestabilizase demasiado.

Podría aguantar más tiempo, todo el que fuese necesario.

- ¡Alister! ¡Kosir! ¡Ayudad a Elen a recuperarse! ¡La necesitamos! – Frunció el ceño y se aseguró de que la pareja escuchaba lo que había dicho antes de volver a avanzar hacía el peliblanco.

Masculló un par de insultos a los dioses en voz baja, no le gustaba la idea de no hacer nada por ayudar a Elen en aquel estado, pero realmente tampoco sabía de otra persona que pudiese apaciguarla que no fuese Alister. Fuese como fuese, confiaba en ellos, por encima de todas las dudas que pudiese tener.

Se concentró en su trabajo, este no había cambiado: distraer al jinete lo máximo posible, hasta que Elen volviese a ser plenamente consciente de quien era.

“¿Y cuál es ahora el plan, Elt? ¿Golpearle con el brazo roto hasta que se rinda?”

- Esa idea me gusta. – Sonrió, volvió a sentir de golpe todo el peso de su armadura sobre sus hombros, el dolor de su brazo izquierdo que palpitaba con más fuerza cada segundo que pasaba.

La voz de Lyn denotaba un evidente nerviosismo. La comprendía.

Prepárate – Se estaban enfrentando a un ser que no podían matar, lo máximo que podían hacer era distraerle, encerrarle, esperar a Elen, desear que Huracán o Asher estuviesen también allí.

- ¡Vamos! – Clavó la espada en el suelo, justo cuando vio al jinete volver a moverse, y comenzó a concentrar todo el aire que pudo alrededor de la hoja.

“¡Embístele!”

Saltó.

Si sus brazos apenas tenían fuerza, usaría sus piernas.

Ayudado por su espada, por el viento que le impulso por los aires, atravesó la distancia que le separaba del jinete en lo que dura un parpadeo. Cayó junto a él pesadamente, rodeado de las sombras de Lyn y, tan pronto como acometió contra el elfo, su espada creó una cúpula de aire grisáceo que, como pronto comprendería el jinete, era infranqueable. [2]

- ¡No vas a matar a nadie más! – Olvido pasó a pocos centímetros de la cara del jinete, este esbozó una mueca de desagrado y trató de apartarse aún más de Eltrant.

El peliblanco, sin responder a las palabras del humano, esquivó de nuevo otro ataque de este, pero el mandoble plateado de Eltrant era lo suficiente amplio como para abarcar toda la cúpula que había creado con relativa facilidad, incluso si el jinete se movía en círculos y continuaba mostrándose increíblemente acrobático, Eltrant no tardó en acertarle.

Por muy extraña que fuese su condición, el jinete seguía siendo tan mortal como todos los que estaban allí.  

Y los mortales se cansaban.

Eso era justo lo que le estaba pasando a Tarmúnil, quien, a la vez que apretaba con fuerza la herida que le había abierto Elen, comenzaba a jadear con suavidad, casi como si intentase que no se le notase.

Eltrant sonrió amargamente y clavó a Olvido frente a él. Obvió las suplicas de su cuerpo, que le pedía por todos los medios que tenía que parase.

No pensaba detenerse, no antes que el jinete.

El exmercenario tensó los músculos y se preparó para el próximo movimiento del jinete, hiciese lo que hiciese, no iba a salir de la cúpula de viento hasta que Elen no le gritase al otro lado que la abriese.


_________________________________________


[1] Habilidad de Eltrant de nivel 0: Adrenalina.
[2] Habilidad de Eltrant de nivel 9: Inamovible.



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Mensaje  Kosir Mar 27 Nov - 15:28

Mientras Kosir supera su momento de debilidad, Eltrant sucumbe ante sus heridas. No es para menos pues el sujeto ahora mismo parece carne molida, debe agradecer que continua vivo a pesar de todo.

Cansada de la extendida batalla Elen avanza en carga, se enfrasca en un combate cercano con la amenaza oscura y por algunos instantes logra avance. Desgraciadamente la fortuna tiene otros intereses en mente.

Dicha mujer pierde a sus acompañantes sombrías justo antes de sucumbir ante su propia maldición, una vez se transforma en el perverso avatar intercambia todo tipo de control por un poder peligroso.

Tristemente antes de que la transformación termine por completo el dagenle logra herir seriamente al personaje en cuestión, la preocupación del reptil gigante indica que incluso en esa forma la vida de Elen peligra.

Todo el panorama hace que Tale vuelva en sí, está destrozado pero se niega a abandonar la refriega. Avanza con intenciones claras mientras el dragón intenta disipar la sombra que controla a su amiga.

Luego de soltar algunas instrucciones el desecho guerrero usa una habilidad extraña para quedar recluido con la amenaza más racional, una apuesta alta pero que da tiempo al resto de organizarse… o al menos lidiar con Elen.

Ignorando lo que pasa dentro de la cúpula el muchacho salvaje no pierde tiempo y se interpone entre ambas entidades oscuras, una precaución en caso de que las contenciones del experimentado luchador sean superadas.


Es un buen momento para volver a ser una persona…

Dice con su mandoble en guardia alta, fijado en su posición. Aunque odie decirlo poco más puede hacer ahora, ambos adultos mayores tienen los problemas apartados por lo que es un espectador de primera línea.

Jamás podrá volver a decir que los exteriores son combatientes cobardes, lo apreciado en toda esta refriega es prueba clara de que a pesar de ser sentimentales dichos individuos pueden luchar con ferocidad.

No es para menos con las amenazas que enfrentan, bosque negro puede ser severo pero las cosas que tienen fuera de sus fronteras son demenciales… pensar que existen enemigos peores que los jinetes logra calar cierto miedo en Kosir.

Al menos no podrá aburrirse en su exilio, eso está bastante claro. Con mucha experiencia quizás logre acabar el mismo con un peligro difícil y se asegure un puesto de honor en el gran banquete de sus ancestros.

Los ruidos del combate terminan por sacar al chico de sus pensamientos y es que las pausas en una batalla no duran mucho, el siguiente turno de acciones se aproxima a medida que las piezas del tablero se mueven.
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Mensaje  Elen Calhoun Dom 2 Dic - 10:42

Con Eltrant de nuevo en escena, a pesar del cansancio y las múltiples heridas que había recibido, Alister pudo centrarse en lo que verdaderamente le importaba, la vampira. Su interior era un caos de emociones, estaba preocupado y a la vez furioso, con gusto habría quemado al jinete hasta reducirlo a una mancha negruzca sobre la hierba pero sabía que sus llamas no obtendrían el efecto deseado, necesitaba a la benjamina de los Calhoun para acabar con aquella pelea.

- Elen escúchame, tienes que regresar, no puedes dejar que esa cosa te domine. - dijo con tono firme, acercándose a la brillante proyección e ignorando los chillidos de la criatura que se revolvía dentro de la misma. Con sus actos Elessar se había granjeado la enemistad del dragón, no solo por ser quien era sino también por atentar contra la vida de la persona a la que amaba, ya había perdido a su hermana por culpa de los Tarmúnil, no dejaría que la historia volviese a repetirse con la de ojos verdes. - Vuelve conmigo. - añadió tras unos instantes, clavando sus alargadas pupilas de reptil en el rostro de la sombra y esperando que reaccionase a sus palabras.

Su plan surtió efecto, pronto el ser dejó de gruñir y se quedó observándolo en silencio, mientras la oscuridad se desvanecía lentamente para dejar en su lugar a la joven. - ¡La daga Elen, quítate la daga! - instó en cuanto su compañera volvió en sí, aliviado de que el mercenario estuviese ganando algo de tiempo para ellos y que Kosir se hubiese colocado en medio a modo de barrera por si el elfo llegaba a liberarse de su prisión de viento.

La centinela torció el gesto al sentir la punzada de dolor que le recorría el vientre, bajó la vista y procedió a extraer el arma, mordiéndose la lengua para contener el grito que pugnaba por escapar de su garganta. Había perdido sangre durante su posesión, y para colmo de males empezaba a sentirse débil y mareada, tenía que hacer algo y rápido, o perdería el conocimiento. Con el alado ya a su lado y la proyección eliminada, Elen echó mano a su bolsa del cinturón y rebuscó en ella hasta dar con un frasco en particular, de un vivo tono azul con detalles dorados.

Sin decir nada, la de cabellos cenicientos vertió su contenido sobre la herida y cerró los ojos, aguardando durante unos segundos antes de respirar profundamente y devolver el recipiente a su sitio. La pócima cicatrizante ya estaba actuando, cortando el sangrado para que su estado no empeorase y cerrando la herida a marchas forzadas, aunque probablemente tendría que visitar a un sanador después de aquello. - La matajinetes, ¿dónde…? - alcanzó a pronunciar, sin saber en qué lugar se encontraba su arma ya que se le había caído poco antes de perder el control.

Frenéticamente, la señora de sombras escrutó los alrededores en busca de la valiosa y peligrosa hoja, pero con la cantidad de vegetación que había en la zona le resultó imposible encontrarla, se estaba quedando sin opciones y ahora hasta ponerse en pie por sí sola le costaba. - No puedo matarlo sola. - admitió entre dientes, sin desmerecer la ayuda que le habían brindado, pero ciertamente había subestimado al enemigo que tenía delante.

Alister tenía razón, como siempre…

Huracán y Asher, ellos eran los que debían estar allí para apoyarla, pero su estupidez la había conducido a un duelo que no podía ganar y no solo eso, a exponer las vidas de otros por su ceguera, muy a su pesar, aquello tenía que acabar y no de la forma que le gustaría. - ¿Entonces qué vamos a hacer? - inquirió el reptil, colocándose a su lado para que pudiese agarrarse a él. - Tú solo acércame a él, yo haré el resto. - indicó, llevándose la mano al cuello para tirar de la plateada cadena y sacar el medallón solar del interior de su camisa.

El cazador comprendió al instante lo que pretendía, y aunque no era el final esperado quedaba claro que a aquellas alturas, era lo más sensato. Sin pensárselo dos veces, cambió de forma para poder sostener mejor a la vampira y la ayudó a avanzar en dirección a la cúpula que Eltrant había levantado para retener a su contrincante. - Lo has hecho bien Kosir, pero creo que todavía no soy lo suficientemente fuerte para ganar este combate. - musitó la criatura de la noche al pasar junto al muchacho, avergonzada por su fracaso.

Dicho esto siguió avanzando hasta detenerse a un par de metros de la barrera de viento, situándose justo detrás del peliblanco y concentrándose para que un portal al Oblivion apareciese bajo sus pies y se lo tragase. - ¡Elimina la cúpula Eltrant! ¡No tiene caso seguir peleando, no puedo vencerle en este estado! - exclamó, para que el castaño hiciese desaparecer lo único que protegía ahora al asesino de regresar al agujero del que había salido.

Elen solo se mantenía en pie gracias al apoyo del norteño, la pérdida de sangre estaba afectando seriamente a sus fuerzas, tanto como para que las piernas comenzasen a temblarle ligeramente y su visión se nublase, ya solo podía pedir que el desgraciado no le hubiese alcanzado ningún órgano importante al apuñalarla.




Off: Elen utiliza el objeto: Pócima de citatrización sin marcas
En cuanto caiga la barrera de viento se abrirá un portal al Oblivion y absorberá al jinete.
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Mensaje  Eltrant Tale Miér 5 Dic - 15:54


“Quizás esta no es la mejor idea que he tenido”

“No me digas”

¿Cuántos golpes le había conseguido dar? ¿Cuántas heridas debería haberse ganado el jinete con cada uno de los impactos del castaño? Tratando de no buscar una respuesta a esas preguntas Eltrant volvió a afianzar su mano sana en torno a la empuñadura del espadón.

El jinete seguía moviéndose.

¿Sentiría dolor como una persona normal? La herida de Elen parecía molestarle y le veía fruncir el ceño cada vez que él mismo conseguía golpearle.

Pero nada más.

Melena Blanca no se había confundido al describir aquellos seres como inmortales para todos los que no fuesen centinelas. La tarasca daba menos complicaciones.

- ¿Es que no te cansas nunca? – El elfo no respondió y mantuvo la expresión de calma que parecía caracterizarle, Eltrant frunció el ceño sin apartar sus ojos de su oponente; si bien era evidente que algo estaban consiguiendo entre todos para agotarle, no era suficiente.

El jinete, dando por finalizado el monologo de Eltrant y las posibles preguntas que este pudiese tener, se impulsó con una de las paredes de la cúpula ignorando el viento cortante y el daño que causaría este a una persona normal y se lanzó contra el exmercenario.

Apretando los dientes Eltrant levantó a Olvido y trató de interceptar al jinete en mitad del aire; la distancia que le separaba de su adversario no era demasiada, apenas un par de metros, pero no fue ese el motivo por el que se vio incapaz de detener la acometida de su contrincante.

Presumiendo de un control sobre su propio cuerpo con el que Eltrant solo podía soñar, el jinete evitó que el acero del castaño le alcanzase en mitad de su acometida, casi como si este pudiese flotar mágicamente, se aseguró de que de que su acrobacia terminase sobre Eltrant.

Rodaron varios segundos por el suelo, los suficientes como para recibir un par de puñetazos en la cara y varias patadas que impactaron en su armadura.

“¡Se supone que tienes que esquivar eso!”

“¡Tengo un plan!”

Se había repetido aquello bastantes veces, las suficientes como para que empezase a creer que era verdad. Al final lo único que pudo hacer, tras tirar Olvido a un lado, fue sujetar al jinete por la herida que le había abierto Elen con toda la fuerza que pudo.

- ¡Esto sí que te duele! – Exclamó colocándose encima y golpeando el corte con ambas manos. - ¿¡No es verdad!? - Quizás no pudiese abrirle nuevas heridas, pero sabía mejor que nadie lo doloroso que podía ser el manosear una ya abierta.

La expresión del jinete cambió momentáneamente, tanto la calma como el orgullo desaparecieron durante el instante que este permitió a Eltrant golpearle, después volvió a tomar la iniciativa y Eltrant se encontró de nuevo recibiendo varios impactos en la cara.

Fue ese el momento en el que escuchó la voz de Elen, justo cuando comprendió que lo que el jinete trataba de hacer era arrancarle los ojos.

¿Qué mejor forma había para inutilizar a un soldado que dejándole ciego?

Se sentía en llamas, roto, cada vez que alzaba su brazo para intentar anticiparse a los golpes del jinete acababa recibiendo otro directo en el entrecejo. Las palabras de Elen, no obstante, habían tenido el mismo efecto que un cubo de agua fría, eran justo lo que necesitaba para recomponerse, para hacer acopio de sus fuerzas.

Era la señal que había estado esperando.

Encajó varios golpeas más como buenamente pudo y, usando sus piernas, se quitó al jinete de encima, lo lanzó al otro lado del pequeño campo de batalla que tenían. Farfulló un par de palabras incoherentes que de estar sano podrían haber sido interpretadas como un par de insultos: tenía que darse prisa, no tardaría en volver a tenerlo encima.

- ¡Elen! – Ayudado por las sombras de Lyn se arrastró hasta dónde yacía Olvido y, justo en el momento en que cerró su mano en torno al pomo, la cúpula desapareció.

El aire que la componía se diluyó en todas las direcciones posibles en apenas varios segundos.

Utilizando a Olvido a modo de soporte volvió a levantarse esperando ver al jinete saltando sobre él, pero el Tarmúnil no estaba en condiciones de hacer eso.

Eltrant no sabía describir lo que tenía delante, no era capaz.

Algo remotamente parecido a una abertura se había abierto en el aire, frente a todos los presentes.

Tragó saliva y se tambaleó hacia atrás tímidamente, inseguro de cómo actuar frente a aquello, estaba seguro de que era obra de Elen, pero eso no lo hacía menos intimidante.

Formada por llamas de intensos colores anaranjados, la hendidura mágica crepitaba con suavidad y giraba sobre sí misma emitiendo el mismo sonido que podía producir un leño en llamas.

Retrocedió algo más.

A los pies de esta anomalía mágica, el jinete luchaba con todas sus fuerzas por no ser absorbido por el vacío que Eltrant podía entrever entre las llamas, el elfo se sujetaba como buenamente podía a las pocas briznas de hierba a las que este se había podido aferrar con tan poca antelación.

Y entonces desapareció.

Fue como un parpadeo, en sí, duró prácticamente lo mismo. En cuanto la grieta se tragó al jinete esta desapareció de igual forma que había aparecido y la noche volvió a quedarse en calma, el único sonido remotamente audible era el susurro del viento y el ulular de los pocos búhos que no habían corrido atemorizados ante todo lo que había sucedido.

Casi como si el jinete nunca hubiese estado allí para empezar.

Las piernas le fallaron, Eltrant cayó de rodillas. Las sombras de Lyn que seguían flotando alrededor de su cuerpo comenzaron a consolidarse junto a él, lentamente la figura de la vampiresa se apareció junto a él.

- ¡Eltrant! – Lyn trató, instintivamente, de sujetar a su compañero. Lo único que consiguió fue atravesarle el brazo, por lo que el castaño se terminó de derrumbar como resultado. - ¿Podéis… ayudarle? - Incapaz de tocarle, de hacer nada por él en aquel momento, la ojiazul lanzó una mirada de súplica al resto mientras permanecia arrodillada junto a su amigo.

- Decidme… que está muerto.

Notando como el mundo a su alrededor se difuminaba, Eltrant se centró en la humedad de la hierba sobre la que estaba apoyando su cara, trató de ignorar como todo su cuerpo palpitaba, vengándose por haberle ignorado hasta el momento.
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Mensaje  Kosir Vie 7 Dic - 22:00

Incapaz de actuar en medio de fuerzas tan descomunales, Kosir amaga varios intentos de cobertura nerviosa. El espectáculo que tiene entre pecho y espalda sin duda da muy poca confianza personal.

Eventualmente el dragón consigue hacer regresar a su amiga de aventuras, es fácil deducir por su mirada que dicha mujer se encuentra en las ultimas. Disipar su extraño avatar sombrío debe drenar fortaleza como cualquier poción estimulante al expirar su efecto.

Para bien o para mal Elen se resigna a seguir combatiendo, dirige algunas palabras particulares al muchacho con un tono abatido a medida que avanza hasta la cúpula sobrenatural… por primera vez en mucho tiempo el salvaje se queda si frases violentas que decir.


Tú no tienes toda la culpa
“baja la mirada”.

Sabe bien que no fue rival para el peliblanco en ningún momento, un brumoso no disfraza sus fracasos. Esta deshonra le seguirá de cerca hasta que logre satisfacer a sus dioses y ancestros con otras batallas.

Valiéndose de trucos chamánicos adicionales la mujer sin alma en el cabello abre un portal místico a otra dimensión, es la primera vez que el joven ve algo semejante pero en la mitología de su pueblo existen descripciones bastante graficas sobre tales fenómenos.

Norin…

En medio de acciones conjuntas acertadas, el jinete oscuro queda atrapado en la vorágine. Finalmente encuentra una situación que no puede sortear con facilidad perturbadora aunque es claro quien triunfo en el combate de hoy, esto es solo una pausa.

Sin poder hacer mucho la perversa entidad desaparece llevándose la pintoresca puerta consigo, los guerreros mortales vivirán para ver otro día… aunque a duras penas y con el ego combativo por los suelos.

Kosir clava su mandoble en la tierra, luego pega un largo suspiro. Es irónico que en esta oportunidad resulte ser el menos lastimado de la partida, puesto que comparte con la montura reptil y su aliada incorpórea.

Saca cierta cantimplora de su cinto y da un profundo trago, el hidromiel pronto actúa como buen estimulante mejorando su humor. Solo tiene heridas menores que se curaran con una noche de descanso.

Acto seguido avanza hasta Eltrant para sacarse una duda de encima. Cuando corrobora que dicho personaje en verdad recibió todos los ataques la cara del chico se torna imprecisa, casi condescendiente.


Sigues el camino de un karam thur, un guerrero del sufrimiento… necesitas esto más que yo.

Acerca su cantimplora a la mano buena de Tale y deja que la sujete, es una bebida bastante fuerte de fabricación personal. En bosque negro la mitad de los dolores se sobrellevan con hidromiel ritual.

Al terminar dirige su atención a Elen, su característico color pálido se ha tornado enfermizo. Los brumosos son expertos en la manipulación de fluidos y hasta uno de sus infantes puede reconocer cuando alguien necesita sangre urgente.


Gaste mi poción neutra pero aún tengo bastante sangre en el cuerpo “saca una daga y la acerca hasta su extremidad contraria” puedo darte un poco si lo deseas.

Las transfusiones son comunes en el pueblo de Kosir, aprendieron de manera empírica que si un guerrero bebe sangre puede seguir luchando aunque este en estado crítico. Es como energía liquida.
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Mensaje  Elen Calhoun Lun 10 Dic - 23:55

En cuanto la cúpula formada por el castaño se desvaneció, unas brillantes llamas anaranjadas amenazaron con cegar a los presentes mientras el portal al Oblivion aparecía de la nada, alargándose para tener el tamaño suficiente y absorber a aquel que consideraba parte del otro plano. Aquella visión no era nueva para la de cabellos cenicientos, en el pasado ya había expulsado de Aerandir a Erzsbeth Tarmúnil durante su breve visita a isla lunar, pero las circunstancias no eran las mismas, por entonces apenas acababa de obtener su reliquia, ahora había fracasado a pesar de controlar su poder.

Enfadada consigo misma, la benjamina de los Calhoun se limitó a observar cómo su rival trataba de aferrarse desesperadamente a la hierba en un vano intento por evitar ser devuelto al agujero del que había salido, pero no tardó en desaparecer a través de la grieta, que de inmediato procedió a cerrarse. - Perdí mi oportunidad. - pensó la vampira, reprendiéndose mentalmente por no haber sido lo suficientemente fuerte, Tyrande en su lugar lo habría logrado. - Maldita sea. - masculló entre dientes poco después, escrutando con la mirada la vegetación en busca de su valiosa arma, la cual había salido despedida y yacía a unos metros de distancia.

- Me temo que no, solo lo he mandado al lugar del que procede. - respondió de mala gana, sujetándose el vientre y desviando la vista hacia sus aliados. - Ayúdalo a levantarse. - instó al dragón, tras escuchar la petición de Lyn, que seguía manteniendo su estado incorpóreo. - Pero ¿y tú? No estás bien. - replicó Alister, visiblemente preocupado por la palidez de su rostro y la cantidad de sangre que había perdido. - Puedo apañarme sola, ve con él. - insistió Elen, haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban para separarse del cazador y andar por su cuenta hasta la matajinetes.

Resignado, el norteño hizo caso a su compañera y se acercó a Eltrant para con cuidado, tomar el brazo que aún tenía sano y echárselo por encima de los hombros, de modo que con pasarle el otro por la espalda pudiese tirar de él y ponerlo en pie, convirtiéndose en su apoyo. - Debemos buscar ayuda, quizá haya un médico en esa aldea. - propuso, no solo por las heridas que el guerrero había recibido sino por la incertidumbre de saber hasta qué punto habían dañado a la centinela.

Las pociones eran efectivas pero no lo curaban todo, y aunque la hemorragia estuviese controlada de momento, nada le aseguraba que los órganos de la joven siguiesen intactos. Poniéndose en lo peor, a juzgar por la lentitud con que la señora de sombras avanzaba y la inseguridad de sus pasos, Alister supo que debían darse prisa y trasladarlos a ambos hasta el asentamiento, donde con un poco de suerte encontrarían a alguien que pudiese tratarlos debidamente.

Con lo que no contaban ninguno de los dos era con que el pelirrojo se ofreciese tranquilamente a ceder parte de su sangre a la de ojos verdes para que pudiese recuperar parte de las fuerzas que había utilizado durante el combate, gesto que les tomó por sorpresa ya que apenas se conocían. - Te lo agradezco Kosir pero no será necesario, tengo mis reservas. - explicó Elen, echando mano a su cinturón en cuanto llegó hasta la daga. Beber de alguien con quien no tenía un vínculo podía ser peligroso para ambos, para ella por perder el control y para el muchacho si tomaba más de la cuenta, así que no se lo planteó ni por un instante, en el peor de los casos mordería al cazador, aunque eso tampoco sería necesario de momento.

Sin miramientos, la criatura de la noche se dejó caer de rodillas junto al arma y destapó uno de los frascos que ella misma había aprendido a elaborar con el rojizo líquido vital del dragón y los conocimientos de sus congéneres Nórgedos.

Antes de poder levantarse de nuevo tuvo que vaciar el contenido de dos de los recipientes para aplacar el ardor de su garganta y de paso reponer parte de lo que había perdido a causa del ataque de Elessar, con el cual ajustaría cuentas tarde o temprano, aunque sin duda no volvería a tener una ocasión tan clara como la que se le acababa de escapar entre los dedos.

Con la matajinetes de regreso en su vaina, la benjamina de los Calhoun se incorporó y empezó a andar hacia sus compañeros, avergonzada por el desenlace de la pelea y por haberlos expuesto de aquella manera para finalmente no lograr nada. - Lo siento, no debí meteros en esto. - comenzó a decir, ligeramente cabizbaja. - Creí que podría con él pero no fue así, teníais razón. - admitió, en referencia a los intentos tanto del alado como de Eltrant para que buscase el apoyo de sus nuevos hermanos, Asher y Huracán.

- No digas eso, podemos hacerlo, solo tienes que dejarnos salir a todas a la vez… acabaremos con ellos. - aseguraron las almas del medallón, justo antes de que la centinela las mandase a callar mentalmente. Después de varias semanas de oscuridad estaba teniendo un momento de lucidez, en el cual todo quedaba claro, no podía afrontar la batalla final en solitario… pero el odio que había en su interior seguía extendiéndose y haciéndose más fuerte, amenazando con llevarla de nuevo por el mal camino.

- Vayamos al pueblo, tienen que revisarte y a mí tampoco me vendría mal. - soltó mirando al castaño, apoyando la idea de su acompañante. Eltrant se había llevado la peor parte, tenía varias heridas abiertas y probablemente se hubiese dislocado uno de los brazos, si no se lo había roto. Ambos agradecerían que un médico los examinase y les diese tratamiento, algo que tampoco descartaba para el pelirrojo, el cual parecía encontrarse bien pero también había probado la fuerza del jinete en sus carnes.
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Mensaje  Eltrant Tale Dom 16 Dic - 18:29

Se incorporó todo lo que pudo con su mano sana, hasta volver a quedar de rodillas, y aceptó la cantimplora que le ofrecía Kosir.

- Un guerrero del sufrimiento… - Sonrió, el nombre del camino que el muchacho acababa de pronunciar le era totalmente desconocido, así como las distintas referencias que este había hecho hacía su cultura. – …supongo que tienes razón. - Pero le pareció acertado.

Quizás el muchacho no aparentase ser más que eso, un muchacho. Pero le había visto enfrentarse a un ser inmortal sin dudarlo un instante, no podía decir que era alguien sensato, pero como mínimo era alguien valiente.

- ¿Cuál es el camino que sigues tú? – Le preguntó; no sabía de dónde venía Kosir, pero su forma de hablar y de actuar, no era muy difícil intuir que era un lugar en el que tradiciones antiguas aún perduraban.

No estaba seguro de por qué, pero en su mente, era norteño.

Mientras notaba como las recias manos del dragón le ayudaban a levantarse por completo, Eltrant reprimió un gruñido y, entre tanto, olisqueó el contenido de la cantimplora que le había entregado Kosir. Enarcó una ceja al descubrir que era completamente incoloro y, sin pensárselo demasiado, le dio un largo trago a la bebida.

Un intenso calor recorrió toda su garganta, uno que pronto se extendió hasta cada extremidad de su cuerpo; lo pudo sentir incluso en el brazo que tenía roto.

- Gracias. – Musitó a Kosir, alzando la cantimplora con suavidad.

¿El adolescente era capaz de beber aquello?  Era fuerte, más que la mayoría de las bebidas que había tenido la oportunidad de probar. Si era de confección propia podría venderlo fácilmente por una buena cantidad de Aeros en cualquier taberna del continente.

No le desagradaba.

- ¿Te guardo un poco? – Lyn, a su lado, cruzada de brazos y sin perderse un solo movimiento de lo que hacían los presentes sacudió la cabeza.

- ¿Después de la cara que has puesto? – La ojiazul suspiró y sonrió cansada – Prefiero vino. – dijo a la vez que se giraba hacía Elen. Eltrant, sin añadir nada, se encogió de hombros al oír la respuesta y le dio otro largo trago a la cantimplora. - ¿Cómo te encuentras? – Preguntó Lyn a la peliblanca, acompañándola de cerca con cada paso que esta daba.

El castaño negó con la cabeza al oír la disculpa de Elen. No podía decir que no se alegraba de que la vampiresa hubiese recobrado el sentido común respecto aquello, pero un “te lo dije” no había a servir de gran cosa.

- Hemos defendido esa aldea. ¿No? – dijo el castaño su mirada en las luces que se podían ver entre los árboles que tenían delante. – Me habría metido por mi cuenta, de todas formas. – Aseguró, Lyn torció el gesto a su espalda - …podría haber sido mucho peor. – Cerró los ojos unos instantes, se concentró en la calidez que le proporcionaba la bebida de Kosir.

Volvió a abrir los ojos y sonrió a Elen, se acomodó como buenamente pudo sobre el hombro del dragón para facilitarle, cargar con él no debía de ser precisamente fácil, sobre todo cuando todavía vestía su armadura casi por completo.

- La próxima vez no se escapará. - Miró el pedazo de hierba chamuscado sobre el cual había aparecido la grieta que se había tragado al jinete. – Tú… asegúrate de no tratar de darles caza sola. – Le dijo antes de que el grupo empezase a caminar hacía la aldea que, sin saberlo, había estado peligrosamente cerca de acabar en ruinas. – Tienes a muchos amigos de tu parte. – dijo finalmente, antes de dejarse llevar hasta la aldea.

[…]

Mientras esperaban a que alguien del edificio más grande de la aldea respondiese, Eltrant tendió lo que le quedaba de bebida a Alister.

- Creo que te vendría bien. – Le dijo sonriendo, liberándose por fin de su agarre: ya le había manchado los ropajes de suficiente sangre.

Aún si no quería, Eltrant se encargó de que el dragón aceptase la cantimplora, que sopesase aquella posibilidad.

Kosir había llamado a Eltrant “un guerrero del sufrimiento” y quizás Alister no estuviese sufriendo como él lo estaba haciendo en aquel instante, pero Eltrant también veía el comportamiento de la peliblanca, la veía ser poseída por la oscuridad cada poco tiempo, había oído hablar de lo que hacía el collar que pendía de su cuello.

Sabía que el dragón estaba cargando con mucho más de los que sus palabras dejaban ver.

Finalmente, después de varios golpes más, la puerta principal se abrió dando paso a una mujer bajita, canosa, y completamente somnolienta. La señora repasó de arriba a abajo a cada uno de los presentes y, tras dejar escapar un largo quejido se giró sobre sí misma.

- ¡Joshua! – La mujer gritó con la suficiente fuerza como para que resultase incluso molesto. - ¡¿Dónde has guardado las medicinas!? – Añadió perdiéndose en el oscuro pasillo que tenía tras ella.

Poco después, un hombre canoso y dueño de una barba excéntricamente trenzada se apareció en la entrada del lugar portando lo que parecía ser un maletín similar al que había visto a su propio hermano llevar de aquí a allá.

- Seguidme, por favor. – dijo pasando entre los presentes, encaminándose hasta una vivienda no mucho más pequeña que el edificio del que acababa de salir, dónde, tras abrir la entrada, indicó a todos que fuesen pasando. – Tenéis camas para todos en las habitaciones del fondo. – dijo sin entrar en la casa. – Tú, tú... – Señaló a Eltrant y después a Kosir – ...y tú. – Finalmente hizo lo mismo con Elen. – Seguidme. Vosotros dos esperad en el dormitorio. – dijo antes de internarse en el lugar.

Obedeciendo al hombre de parcas palabras que había decidido acogerles a todos, Eltrant acabó sentado en un taburete en de una habitación mal iluminada, quitándose con su brazo sano las pocas piezas de su armadura que habían sobrevivido intactas al enfrentamiento.

- ¿Mmh? – El hombre se atusó la barba y se arremangó las mangas de su camisa, todo el tiempo moviéndose, sin detenerse ni un solo segundo. - ¿Te metes en muchas peleas? – dijo el doctor examinando el torso de Eltrant, las numerosas cicatrices que este tenía por todas partes. – Bueno, bueno. – Ladeó la cabeza y miró a Elen - ¿Sois vosotros los que no nos habéis dejado dormir en toda la noche? – Preguntó a la peliblanca, mirándola fijamente - ¿Han sido bandidos? – Inquirió a continuación y, aunque aguardó unos segundos a esperar una respuesta, se conformó sin recibir ninguna, pues finalmente apenas dejó tiempo a Elen para contestar, se giró hacía Eltrant y le tendió un frasco repleto de un líquido rojizo - Bébete esto y piensa en un lugar feliz. – dijo el curandero posicionándose junto a su brazo roto, Eltrant entrecerró los ojos y le dio un leve sorbo a la botella.

¿Más alcohol?

Porque te va a doler.

- No, no. ¡Espera!

Otro crujido y otro grito de dolor, la cabeza volvió a nublársele durante unos instantes, pero el anciano se encargó de que Eltrant no se desmayase propinándole varias bofetadas rápidas y concisas.

- No te me duermas aquí, no pienso cargar contigo. A la cama. – dijo, señalando el lecho en el lado opuesto de la habitación. Después se giró hacía Elen. – Vamos a ver tus heridas, las suyas están curándose… solas. - dijo una vez Eltrant se levantó de dónde estaba y se dejó caer sobre la cama.

- Termínate esto. – Le tendió el frasco del que había bebido Eltrant antes. – Y después vierte este sobre tus heridas. – Aseguró tomando un frasco repleto de líquido verde de la estantería. – Es cicatrizante, y va bien para que no pilles ninguna enfermedad rara. – Explicó, encendiéndose una pipa que portaba en uno de sus bolsillos. – No voy a tener que recolocarte ningún hueso, así que no te preocupes por el dolor. – Dejó escapar el humo de entre sus labios. – Aunque sí voy a tener que… coser eso… - dijo señalando la herida de su vientre.





Última edición por Eltrant Tale el Lun 17 Dic - 22:07, editado 1 vez
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Mensaje  Kosir Lun 17 Dic - 18:08

La negativa de Elen hace que Kosir guarde su daga, es una mujer fuerte así que estará bien incluso sin apoyo sanguíneo. Si no fuera imposible la confundiría por una fuerte guerrera brumosa que odia verse débil ante los demás.

¿Qué camino sigo?

Aquella interrogante pilla desprevenido al chico salvaje, se puede ver como baja la mirada. Ya no sigue la senda del brumoso, es un exiliado y no quieren tener nada que ver con el… ni siquiera lo consideran una persona porque es más pequeño de lo normal para su edad .

Mi camino…

Una mueca de malestar toma control de su rostro rápido, la interrogante trae malas sensaciones consigo. Puede decirse que está libre de tradiciones y va por su cuenta, una terrible deshonra en sí mismo.

Sigo mi propio camino.

Traga saliva mientras niega con la cabeza para evitar que sus ojos se humedezcan, es un tema que no le gusta tocar aunque los exteriores suelen sacarlo regularmente a flote porque son muy habladores de por sí.

Al menos la bebida consigue un buen anfitrión en Tale, le agrada bastante. Eso le roba una sonrisa al bárbaro, después de todo es una pequeña cosilla que conserva de su cultura y le gusta que sea reconocida.

No tardan mucho en decidir recurrir a la aldea por ayuda, después de todo tienen dos personajes con heridas severas en su cuerpo. Incluso los más formidables guerreros de bosque negro necesitan alguna que otra costura para no morir luego de una carnicería.

Con paso lento pero seguro llegan a un edificio grande del poblado, es sorprendente que con semejante alboroto nadie haya salido a revisar. Esta gente nunca tendrá conocimiento de lo cerca que estuvieron de abonar la tierra.

Una mujer adormilada abre la puerta y aunque al principio vacila termina por llamar a su compañero de lecho, este último hace pasar al grupo.  No hacen falta palabras para entender que desea ayudar.

Destinan a los personajes ilesos a una habitación y los guerreros más directos entran al cuarto de curación, varias pociones llaman la atención del muchacho quien pasa los siguientes instantes oliendo el contenido de cada frasco.


Admito que saben un par de cosas en el exterior sobre vitalidad liquida.

Tale es el primero en recibir tratamiento, encajan su brazo de nuevo y le dan algunos brebajes para facilitar su restablecimiento. Está destrozado aunque las numerosas cicatrices de su cuerpo dejan entrever que no es la primera vez... sin duda un guerrero del sufrimiento.

Su anfitrión no tarda mucho en dirigirse a Elen, específicamente haciendo referencia a la herida de su vientre. Kosir observa todo desde un lateral con cierta vergüenza por no tener más padecimiento que cierto gruñido estomacal producto de una creciente hambre.


Lo siento… combatir me suele dar ganas de comer.
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Mensaje  Elen Calhoun Mar 25 Dic - 13:56

Elen no sabía cómo contestar a la pregunta de su congénere, ¿qué cómo estaba? Dolorida, herida en su orgullo y completamente desconcertada, no se repondría de aquella derrota fácilmente, ni siquiera con toda el ansia de venganza que había en su interior. ¿Por qué había fallado? Se suponía que estaba lo suficientemente preparada para aquello, que su reliquia y sus nuevos poderes de criatura de la noche la habían vuelto más fuerte de lo que era antes como hechicera… pero a la hora de la verdad, el resultado se había decantado en favor del enemigo.

Enviar al jinete de regreso al Oblivion no era una victoria sino todo lo contrario, con ello había aceptado su inferioridad y que no era capaz de vencerle, aunque eso no era lo peor. La señora de sombras ya estaba lamentando su decisión, no solo por desperdiciar una oportunidad tan buena sino porque ahora su adversario tenía información acerca de ella y sus habilidades, datos que sin duda compartiría con el resto de sus hermanos para que pudiesen prepararse de cara a la batalla final. Prácticamente había cometido el mismo error que Amaterasu cuando marcó a Xana y los Tarmúnil obtuvieron su adn, ahora sabían de lo que era capaz y lo tendrían en cuenta.

Por unos instantes, la benjamina de los Calhoun trajo a sus pensamientos a su difunta compañera, preguntándose si el combate habría sido más sencillo con su ejército de no muertos, pero las circunstancias no habían permitido tal cosa, la habían obligado a tomar una decisión y eso fue exactamente lo que hizo. - Si al menos el inquisidor portase una de las reliquias…- se dijo interiormente, creyendo firmemente que la presencia del imponente dragón en el combate podría decantar la balanza hacia su lado, pero ahora que tanto la corona astada como el rubí de sangre habían elegido a sus nuevos portadores no tenía nada que hacer, la sábana blanca seguiría en manos del leónico y serían ellos cuatro los que tendrían que hacer frente a la amenaza que suponían los jinetes.

La voz de Eltrant la devolvió al presente, pero defender una aldea no era suficiente para olvidar lo ocurrido, aunque de momento era lo único a lo que podía aferrarse para no considerar su aparición como un completo fracaso. - No lo hará, buscaremos a los otros en cuanto os hayan atendido. - aseguró Alister, que aún sostenía al castaño y visto lo visto, no iba a permitir que la vampira siguiese adelante con la idea suicida de enfrentar al clan entero ella sola.

Elen no dijo nada al respecto, le bastaba con ver la mirada del cazador para saber que no podría convencerlo de lo contrario, y ciertamente después de su penosa actuación, hablar con Asher y Huracán parecía lo más sensato. - No te preocupes por mí Lyn, me repondré de esto, como siempre. - consiguió responder finalmente a la morena, para acto seguido ponerse en camino hacia la aldea, donde esperaba encontrar a alguien capacitado como para echarle un ojo a su herida y a las de Eltrant.

Lentamente, la centinela dirigió sus pasos hacia el humilde asentamiento, optando por ir hacia el edificio más grande del mismo y tocar a la puerta con los nudillos. - Tiene que haber alguien despierto, no pueden no haber oído todo el jaleo que hemos provocado. - pensó, armándose de paciencia mientras el guerrero tendía la cantimplora de Kosir al dragón para que probase un poco de aquel brebaje que contenía. - Gracias. - contestó el norteño, aceptando la bebida y dando un pequeño trago. Alister frunció el ceño casi al instante, no esperaba que el licor del pelirrojo fuese tan fuerte, casi más que los que se tomaban en el norte para paliar el frío.

- No nos vendría mal un poco de esto la próxima vez que vayamos a Dundarak. - comentó, tendiendo el recipiente a su dueño para devolvérselo. Con el castaño ya en pie por su cuenta, el alado pudo regresar junto a su compañera, rodeándola por la espalda con un brazo cuidadosamente para que de ser necesario, se apoyase en él. Por suerte no tardaron demasiado en abrirles la puerta, y sin dejar siquiera que se explicasen, la anciana que salió a recibirlos llamó a gritos a su marido para que trajese medicinas, probablemente el estado de sus visitantes le pareciese terrible.

Obedientemente, tanto la de cabellos cenicientos como el cazador siguieron al sanador hasta que éste los condujo al sitio en que los atendería, separando a los heridos de aquellos que seguían ilesos, detalle que no hizo ninguna gracia al dragón. Cuando ya se preparaba para replicar algo en contra, Elen le dedicó una mirada tranquilizadora y apretó con suavidad su mano, consiguiendo que se contuviese y aceptase quedarse en el lugar indicado por el médico, aunque a regañadientes.

- Esto no me gusta. - se quejó en cuanto lo dejaron a solas con Lyn, sentándose en una silla cercana y frotándose las manos con cierto nerviosismo. ¿Hasta qué punto la habría dañado Elessar? La benjamina de los Calhoun no parecía estar mal, la había visto mucho peor en otras ocasiones, pero aun así no podía evitar preocuparse por ella. Lo que más lo atormentaba sin duda era la sensación de inutilidad que lo invadía, sin una de las reliquias no podría acompañarla al Oblivion en igualdad de condiciones, y quedarse de brazos cruzados observando como la mujer que amaba se ponía en peligro era algo que simplemente no podía hacer.

Liberarla de su responsabilidad para hacerse cargo del asunto tampoco era una opción, sabía de sobra lo mal que lo pasaba la joven sin el medallón solar, entonces ¿qué podía hacer aparte de distraer al enemigo?

Mientras el cazador se devanaba los sesos tratando de buscar un modo de ayudarla, la de ojos verdes llegó junto con los demás a una estancia apartada, y tras acomodarse en una silla agradeció que el curandero atendiese primero a Eltrant. Eso le daría tiempo de ponerse cómoda y retirar parte de la tela de su armadura ligera para examinarse el corte ella misma, aunque ya que estaba allí, dejaría a un lado sus remedios para que un verdadero médico la revisase.

- ¿Bandidos? Si hubiese sido solo eso ni os habríais enterado. - contestó al hombre, añadiendo mentalmente que aquella gente nunca sabría la suerte que había tenido, a menos que descubriesen lo ocurrido en el pueblo cercano. Un grito de dolor escapó de la garganta del castaño en cuanto le recolocó el brazo, y ante el riesgo de que se desmayase, el anciano se apresuró a espabilarlo con un par de bofetadas, para de inmediato mandarlo a una de las camas a que descansase.

Entonces le llegó el turno a ella, que ya había despejado la zona de su vientre para facilitarle el trabajo. Sin preguntas, Elen bebió del primer frasco y vertió parte del segundo sobre el corte, reconociendo al momento el inconfundible olor del Inhibis. - Cósala, no es la primera ni será la última. - soltó, dejando a la vista algunas de sus cicatrices, aquellas que le recorrían el costado y que con el tiempo se habían vuelto finas líneas blancas.

El médico esperó unos minutos hasta que calculó que sus pociones habrían hecho efecto, y entonces desinfectó una de las agujas con algo de alcohol, para luego enhebrar el hilo y ponerse manos a la obra, cerrando la herida con puntos limpios, sin duda sabía lo que hacía. Gracias al elemento calmante, la señora de sombras solo torció el gesto al notar el utensilio atravesándole la piel, quizá no sintiese el dolor pero el frío metal resultaba desagradable. - Ya está, procura no meterte en líos durante unos días o se reabrirá.  - indicó el viejo, procediendo a vendarle el vientre para dar por acabada su labor.

- Pides mucho. - replicó sin poder evitarlo, justo antes de que el estómago de Kosir llamase su atención. - ¿Y a quién no? - preguntó, sin esperar una respuesta por parte del muchacho. Ella misma se había alimentado después de la pelea, aunque no solo por sed. - Ya has hecho mucho por nosotros pero, ¿no tendrás nada por ahí para él? - inquirió a continuación, volviendo a posar su mirada sobre el lugareño. - Claro, esperad aquí. - indicó, levantándose y saliendo de la sala para volver a donde su esposa en busca de comida.

- Bueno, es hora de que me marche, gracias de nuevo Kosir, y también a ti Eltrant… cuidaos. - dijo la vampira, poniéndose en pie y observándolos a ambos durante unos segundos antes de irse. No tenía tiempo que perder, ahora necesitaba encontrar a Huracán y Asher, esa era su prioridad, sin importar su estado. Antes de que el doctor pudiese volver y tratase de retenerla, Elen enfiló el pasillo que llevaba hasta la habitación en que se encontraban Alister y Lyn, haciendo un gesto al cazador en cuanto levantó el rostro hacia ella.

- Nos vamos. - musitó, acercándose a la morena. De no ser por su problema le habría dado un abrazo para despedirse de ella pero consciente de que eso no era posible, optó por esbozar una leve sonrisa. - Cuídate Lyn, espero que la próxima vez que nos veamos sea en mejores circunstancias. - añadió, abandonando la vivienda poco después.

- ¡Eh! ¿pero a dónde os creéis que vais? - exclamó el anciano al cruzarse con ellos ya en la calle. - El individuo que nos hizo esto sigue vivo, vamos a arreglar eso. - respondió la centinela con frialdad. Las réplicas del sanador no sirvieron de nada, y cuando finalmente la dio por un caso perdido, prosiguió su camino.

- ¿No pensarás intentarlo de nuevo sola verdad? Sabes que no te dejaré hacerlo. - advirtió el norteño, con un tono más serio de lo habitual. - No, es hora de buscar a mis hermanos. - contestó la criatura de la noche, para alivio de su compañero. ¿Seguirían en los bosques del este o habrían emprendido ya su búsqueda de Frendel para recuperar la sábana blanca? Esa era la cuestión. - Buscaremos el rastro de Huracán e Imargo, con suerte nos llevarán hasta los demás. - agregó, confiando en las habilidades del alado para encontrar pistas en el terreno a pesar de los días que habían pasado desde su encuentro.




Off: Lamento mucho la tardanza que he venido arrastrando durante buena parte del tema, pero decir que he tenido una mala semana en el trabajo es quedarse muy corto, con esta última ronda creo que se puede dar por terminado el tema. Gracias a los dos por participar en el hilo.  
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