[Trama de guerra] El principio del fin II [Libre] [3/3] [Cerrado]

Se incorporó en la cama lo suficiente hasta quedarse sentado y enarcó una ceja al oír cómo la peliblanca conversaba con el hombre que les había acogido. No podía decir que le sorprendía: las protestas del hombre eran en vano, cualquiera podía ver que aun herida Elen no estaba dispuesta a descansar siquiera un par de horas antes de marcharse de allí.

Y le llamaban a él idiota.

Suspiró profundamente y, tras apoyar los pies en el suelo, justo después de ver como la vampiresa abandonaba la habitación, abrió y cerró la mano de la extremidad que había tenido rota hasta hacía apenas unos instantes.

Dolía, pero era soportable.

Sin decir nada alargó dicha extremidad hasta uno de los panes que el curandero de la aldea traía en una bandeja para Kosir y le dio un buen mordisco, después otro más y, con un tercero, se lo acabó completamente.

- Yo también me voy. – Aseveró, levantándose entre gruñidos, enrollando las piezas de su armadura en la camisa ensangrentada que se había quitado para después atar aquel petate improvisado al pomo de Olvido. – Dale al chico toda la comida que te pida. – dijo Eltrant al hombre depositando los Aeros que llevaba encima sobre la cama.

El doctor puso los ojos en blanco y se encogió de hombros, viéndose derrotado por aquellos pacientes que tenían más interés en volver a acabar maltrechos que en curarse.

Pero no podía hacer otra cosa. ¿Elen se marchaba después de encarar a un jinete como si tal cosa y él se quedaba allí a descansar? Su orgullo no se lo permitía.

- Kosir… - Sonrió al joven, le revolvió el pelo. – No te metas en muchos líos. ¿Vale? – Se cruzó de brazos y miró al chaval durante unos instantes, después suspiró. - ¿Espera al menos hasta mañana para meterte en uno? – Preguntó adoptando la misma expresión de derrota que tenía el curandero, después dejó escapar una pequeña risotada que acabó en un quejido de dolor.

El dueño del sanatorio, al ver esto último, soltó un gruñido seguido de un “te lo mereces”, Eltrant evitó hacer algún comentario al respecto y simplemente sonrió al hombre: no le faltaba razón.

- Cuando nos veamos la próxima vez… - Volvió a revolver el pelo del joven – Me tienes que decir cómo se prepara eso que me has dado. – Comentó antes de marcharse por la puerta.

La combatividad del muchacho era… difícil de racionalizar, en cierto modo no la entendía, no comprendía que quería decir cuando hablaba de los “caminos” y el por qué este se había mostrado evasivo cuando Eltrant se había interesado por saber cuál recorría el joven.

Pero les había ayudado y, por raro que sonase, Eltrant estaba bastante seguro de que le volvería a verle en algún momento; Kosir tenía aspecto de atraer tantos problemas como él mismo.

Recorrió de vuelta el largo pasillo que conducía hasta el exterior del edificio. Lyn esperaba al final del mismo jugueteando con su flequillo, mirando fijamente la puerta entreabierta por la que, muy probablemente, acababan de salir Elen y Alister.

- Tú lo de dormir lo ves como algo opcional… - La vampiresa se cruzó de brazos al notar la presencia de su amigo - ¿No? – Eltrant sonrió a su acompañante y se ajustó Olvido a la espalda, después hizo lo mismo con Recuerdo a la cintura. – No, no me vengas con sonrisas arrebatadoras. ¿Qué le has hecho a Elen? ¿Le has dado un abrazo o algo y se le ha pegado tu amor por no curarte en condiciones? – Eltrant atravesando a la ojiazul sin contestar y salió al exterior del edificio. - ¡Que… que no me hagas eso! – Balbuceó Lyn siguiendo los pasos del castaño.

Localizó a Elen no muy lejos de la entrada principal al ambulatorio, suspirando profundamente se acercó a la pareja antes de que emprendiesen su viaje en busca de los centinelas.

- Si vas a buscar a los demás… puedo decirte que Asher está en Dundarak. A Anasta… a Huracán hace meses que no la veo. – dijo sonriendo escuetamente, depositó una mano en el hombro de la peliblanca y la miro fijamente a los ojos.

– Elen… -

¿Qué podía decirle para animar a la muchacha? ¿Esto no ha sido una derrota? ¿La siguiente vez ganaremos? Saliese lo que saliese de sus labios, no sería nada que no hubiese dicho ya Alister.

Y era evidente que las palabras del dragón tenían más efecto en ella que las suyas.

- Cuídate. – dijo al final, zarandeándola un poco.

- ¡Nos vemos! – Las sombras de Lyn bailaron con suavidad alrededor de la peliblanca, Eltrant supuso que, de algún modo, aquello debía de contar como algo parecido a un abrazo para Lyn.

Hecho esto y, tras un ultima despedida con las manos según se alejaban de la pareja, reemprendieron el camino de vuelta hasta dónde habían dejado atado a Mohr.

- ¿Y ahora qué? – Inquirió la vampiresa bostezando. - Tú serás un recio pueblerino que no necesita descansar y todo eso... - Alzó la vista para ver como suaves tonos anaranjados podían verse ya en la lejanía. - Pero yo, como tu líder indiscutible, futura noble y escritora de renombre, necesito descansar un poco. - El castaño sonrió y asintió, aun tenían un par de horas de margen antes de que saliese el sol, podrían encontrar un buen sitio en el que pasar el día, sin doctores molestos. - Principalmente por... ya sabes. - Señaló al cielo. - Fuego abrasador. -

- Bueno... - Se atusó la barba. - Volvemos al norte. – dijo Eltrant, Lyn asintió. – Asher tiene que saber esto. -

La petición de comida por parte de Kosir es tomada de buena manera, incluso fomentada. Al final el sanador termina retirándose para buscar alimentos… más le vale traer una buena canasta o tendrá que hacer varios viajes.

Con sus heridas en mejor estado, Elen es la primera en retirarse. Sigue manteniendo un semblante que denota debilidad pero su decisión es finita, luego de despedirse sale del recinto pese a las réplicas del hombre medicinal.

Es claro que su trama está lejos de terminar, el chico bárbaro le desea un buen desenlace mentalmente. Ha demostrado su valía y se ha ganado la confianza del personaje tribal por derecho de conquista.

Eltrant también anuncia su partida aunque no sin antes probar algo de alimento recién traído, se puede decir con propiedad que mantiene un mejor humor que la mujer sin alma en el cabello pese a sus numerosos daños.

Nesner, no prometo nada “sonríe”.

Suelta por la rara petición del guerrero mayor, los exteriores sin duda adoran bromear. Kosir mira extrañado al personaje mientras se gana una despeinada gratuita, no había recibido tal gesto desde que se volvió adulto pero sorprendentemente no le molesta esta vez.

Son años de práctica, pero podemos tratar.

Preparar la hidromiel ritual brumosa requiere haber nacido en el poblado, ningún exterior ha logrado jamás replicar la formula… tampoco es que muchos visitantes consigan completar la travesía en sí.

Con la partida del luchador y su acompañante, Kosir queda por su cuenta. Por suerte una ingente cantidad de comida suplanta el lugar de sus aliados, pronto el anfitrión descubre que es mala idea dar carta blanca a un salvaje cuando se trata de alimento.

Dos horas después el chico se encuentra medianamente satisfecho, pasa entonces a descansar en una habitación. A diferencia del resto, no tiene problema en reponer energías en una cama ajena amistosa.

Antes de quedarse dormido, medita sobre toda la experiencia superada. Sin duda el combate tendría buena recepción en el salón de hidromiel de la aldea brumosa... si las cosas fueran diferentes.

Algo está bastante claro para el muchacho, debe seguir fortaleciéndose para estar a la par de tan valerosos guerreros y monstruosos enemigos. El enorme mundo es un lugar lleno de retos que requieren mejores capacidades.

A medida que sus ojos se cierran, un sentimiento de felicidad lo envuelve. Pese a no haber vencido esta refriega pudo ver el rostro de la muerte, luchar contra él y sobrevivir para contarlo. Una gloriosa vivencia que espera repetir en mejores términos.