Un día completamente normal [Libre 4/4]
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Un día completamente normal [Libre 4/4]
Guardé las provisiones en la enorme mochila y salí de la tienda. La comida de pueblo solía ser barata, y aquello no había sido una excepción.
Hacía un buen día. Estaba soleado. Daban ganas de simplemente tumbarse en una colina y echarse una siesta, a decir verdad. Le hice un gesto a Syl con la cabeza, y nos pusimos en marcha. Estaba a un día del campamento de los leónicos, por lo que teníamos algo de tiempo para descansar.
Un último día de descanso antes de ponernos en peligro mortal una vez más. Mejor aprovecharlo. Comprar comida para el viaje era básicamente lo único que teníamos que hacer, por lo que realmente, podíamos hacer lo que quisiéramos. El felino me tomó de la mano, apretándola con cariño, pero se detuvo al ver lo que era, esencialmente, un grupo de gente gritando.
-Algunos tienen armas.- advirtió el felino. -...Pero no tienen porte. ¿Una milicia?- sugirió.
-Me parece más bien una turba enfurecida.- bromeé. No estaba seguro de que estaban gritando. Tenian un acento algo cerrado, enterarse a la primera era dificil. El que iba a la cabeza nos miró directamente. Y empezó a acercarse. -Ah, maldita sea.- Dijo algo en voz alta. Algo que definitivamente no entendí. -¿Qué?-
-¿Sois mercenarios?- preguntó una mujer. -Hay vampiros refugiandose en una cueva cerca. Vamos a matarlos mientras es de día, para que no puedan huir.- Un coro de exclamaciones siguió su frase. -¿Vais a ayudar?-
-No lo soy.- afirmé, cruzándome de brazos. -...Tampoco tendríais dinero suficiente, si lo fuese.-
-Matar vampiros es un servicio al reino.- replicó la mujer. El primer hombre me señaló y dijo algo demasiado deprisa que, de nuevo, no entendí. -¿Es cierto? ¿Eres uno de esos... Centinelas?- preguntó la mujer. Me encogí de hombros, a lo que respondió como una mueca para nada agradable.
-¡Traidor! ¡Traidor al reino!- gritó uno de los pueblerinos. El resto empezó a hablar de forma agitada. Arqueé una ceja.
-¡Bah! No necesitamos cobardes. ¿Y tu, gato? Tienes el aspecto de un cazador de vampiros.
-Espíritus, espero que no.- replicó este, exagerando una expresión de angustia. Solté una carcajada ante esto. Los campesinos no se lo tomaron con tanta gracia.
-Animales...- gruñó, con muy poca gracia. -No necesitamos ayuda de todos modos.-
-Si son vampiros, os van a matar.- repuso Syl, mirando por encima al grupo. Tenía razón. Por muchos que fuesen... no parecían tener la sed de sangre (¡ja!) suficiente como para acabar con algo de verdad. -¿Estáis seguros de que son vampiros?-
-Me he encontrado a mis cabras desangradas. Está claro que es un vampiro.- repuso la mujer. -A mi hermano también se los llevaron. Monstruos. No dejaremos ninguno vivo.-
-Ajá... buena suerte con eso.- dije, con un gesto de la mano. La turba empezó a alejarse, pero parando en cada tienda y edificio que encontrasen, llamando a golpes y tratando de reunir a más gente. -...Los humanos de pueblo son idiotas.- suspiré, pasando la mano por la corona de mi cabeza.
Sentíos libres de controlar a la mujer, a la turba o a quien sea del pueblo, e incluso ponedles nombres si os apetece. Trataran de reclutar gente por ahora. Podéis uniros, tratar de convencerlos de que paren, investigar más, ignorarlos o hacer lo que queráis. Os animo a tirar runas, si os apetece, para ver el resultado de las acciones.
Hacía un buen día. Estaba soleado. Daban ganas de simplemente tumbarse en una colina y echarse una siesta, a decir verdad. Le hice un gesto a Syl con la cabeza, y nos pusimos en marcha. Estaba a un día del campamento de los leónicos, por lo que teníamos algo de tiempo para descansar.
Un último día de descanso antes de ponernos en peligro mortal una vez más. Mejor aprovecharlo. Comprar comida para el viaje era básicamente lo único que teníamos que hacer, por lo que realmente, podíamos hacer lo que quisiéramos. El felino me tomó de la mano, apretándola con cariño, pero se detuvo al ver lo que era, esencialmente, un grupo de gente gritando.
-Algunos tienen armas.- advirtió el felino. -...Pero no tienen porte. ¿Una milicia?- sugirió.
-Me parece más bien una turba enfurecida.- bromeé. No estaba seguro de que estaban gritando. Tenian un acento algo cerrado, enterarse a la primera era dificil. El que iba a la cabeza nos miró directamente. Y empezó a acercarse. -Ah, maldita sea.- Dijo algo en voz alta. Algo que definitivamente no entendí. -¿Qué?-
-¿Sois mercenarios?- preguntó una mujer. -Hay vampiros refugiandose en una cueva cerca. Vamos a matarlos mientras es de día, para que no puedan huir.- Un coro de exclamaciones siguió su frase. -¿Vais a ayudar?-
-No lo soy.- afirmé, cruzándome de brazos. -...Tampoco tendríais dinero suficiente, si lo fuese.-
-Matar vampiros es un servicio al reino.- replicó la mujer. El primer hombre me señaló y dijo algo demasiado deprisa que, de nuevo, no entendí. -¿Es cierto? ¿Eres uno de esos... Centinelas?- preguntó la mujer. Me encogí de hombros, a lo que respondió como una mueca para nada agradable.
-¡Traidor! ¡Traidor al reino!- gritó uno de los pueblerinos. El resto empezó a hablar de forma agitada. Arqueé una ceja.
-¡Bah! No necesitamos cobardes. ¿Y tu, gato? Tienes el aspecto de un cazador de vampiros.
-Espíritus, espero que no.- replicó este, exagerando una expresión de angustia. Solté una carcajada ante esto. Los campesinos no se lo tomaron con tanta gracia.
-Animales...- gruñó, con muy poca gracia. -No necesitamos ayuda de todos modos.-
-Si son vampiros, os van a matar.- repuso Syl, mirando por encima al grupo. Tenía razón. Por muchos que fuesen... no parecían tener la sed de sangre (¡ja!) suficiente como para acabar con algo de verdad. -¿Estáis seguros de que son vampiros?-
-Me he encontrado a mis cabras desangradas. Está claro que es un vampiro.- repuso la mujer. -A mi hermano también se los llevaron. Monstruos. No dejaremos ninguno vivo.-
-Ajá... buena suerte con eso.- dije, con un gesto de la mano. La turba empezó a alejarse, pero parando en cada tienda y edificio que encontrasen, llamando a golpes y tratando de reunir a más gente. -...Los humanos de pueblo son idiotas.- suspiré, pasando la mano por la corona de mi cabeza.
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Sentíos libres de controlar a la mujer, a la turba o a quien sea del pueblo, e incluso ponedles nombres si os apetece. Trataran de reclutar gente por ahora. Podéis uniros, tratar de convencerlos de que paren, investigar más, ignorarlos o hacer lo que queráis. Os animo a tirar runas, si os apetece, para ver el resultado de las acciones.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Hoy hay más actividad de lo normal…..
Eso es lo que pensaba Ruru Lepidoptera, la joven mujer mariposa mientras cargaba silenciosamente las cajas de madera y las apilaba en un lugar cómodo y eficiente en la tienda. Sus viajes en busca de su gente perdida la trajo a Verisar, en donde se halló en un punto muerto una vez más….
“Lazuli, ayúdame con esto, anda ¡Estos viejos huesos ya no pueden ni con su alma!”
La voz femenina provocó que la mariposa se girara y mirara de frente a una mujer humana de unos 70 a 75 años, de físico pequeño y curvado que caminaba apoyándose sobre un bastón de mala calidad. Su rostro era arrugado y serio pero sus ojos castaños brillaban con una audacia y sobriedad poderosas. Su cabello blanco grisáceo, largo y fino, atado en un moño simple, de vez en cuando se podían ver calvicies. Portaba un vestido marrón simple ya parchado y desaliñado por el paso de los años.
El nombre de esa señora es Emma, un vieja anciana curtidera que poseía una pequeña tienda en el poblado. Cuando Ruru llegó a un punto muerto en su búsqueda, conoció por mera casualidad a la anciana en las montañas mientras la vieja mujer buscaba ciertas hierbas, la joven mariposa la ayudó cuando Emma se dañó la cadera así que cuando la anciana se enteró que la mujer-bestia andaba falta de dinero le ofreció trabajo y una cama caliente durante una temporada, hasta que pudiera seguir viajando.
La mariposa se sentía a gusto con Emma, tal vez la señora era gruñona y algo….peculiar, pero sin duda era una buena persona que le abrió las puertas de su casa y tienda aún cuando era una completa desconocida. Llevaba trabajando para la anciana una semana y, aunque dentro de poco debía partir, lo cierto es que era divertido convivir con la humana. Asintiendo a las palabras de la señora y en silencio, la mujer-mariposa atendió a la petición de Emma, ese era parte de los trabajos de Ruru; Apilar cajas, ayudar en las tareas más duras, proteger la tienda y en general echarle una mano en todo lo que el anciano cuerpo envejecido de Emma no pudiera hacer.
“¡Diablos! ¿Qué pasa con todo este ruido? ¡Van a asustar a los clientes y viajeros como sigan así!”
Desde el interior de la tienda, en donde Ruru acomodaba ágilmente y cuidadosamente los productos y la anciana se encargaba del mostrador, se podía oír un enorme griterío y movimiento intensos e incluso agresivos, las antenas de Ruru no dejaban de moverse. Dado que la aldea era una de paso hacia ciudades importantes, está recibía la visita de muchos forasteros y viajeros que se encaminaban a estas ¡Pero con esa actividad definitivamente saldrían todos corriendo antes de que gastasen un solo aereo en la villa! La anciana estaba en lo correcto mosqueándose por ello.
“¡Abuela! Hoy finalmente es el día….”
La puerta de madera de la tienda se abrió violentamente, dejando entrar a un hombre de apenas unos 22 o 23 años, alto, un tanto fornido y con rasgos que recordaban ligeramente a la anciana Emma. En su espalda cargaba un mandoble de acero que casi rozaba el suelo, estaba envainada y preparada para ser usada cuando se necesitara. A pesar de sus rasgos jóvenes se podía ver que estaba entrenado desde que cargaba con un arma bastante pesada mientras usaba una armadura ligera. Su entrada provocó que las estanterías llenas de pieles, herramientas y telas se tambalearan, si no fuera por la rapidez y destreza de Ruru todos los productos hubieran acabado en el suelo. La anciana frunció el ceño molesta cuanto vio el estropicio, molesta se dirigió hasta el joven y gritando le echó la bronca.
“¡Edgar, tú niñato malcriado! ¿¡Cuantos golpes con el bastón tengo que darte hasta que te entre esa cabeza hueca tuya que te comportes como una persona en mi tienda!?”
“Hugg…..L-Lo siento, abuela Emma…..”
Visiblemente de mal humor pero dejando de gritar, la abuela siguió gruñendo y murmurando maldiciones mientras la silenciosa Ruru se apresuró a ordenar de vuelta todo en su sitio. El chico pareció un poco cohibido durante unos instantes pero luego recuperó su energía y compostura en cuanto notó que la abuela se habría tranquilizado, animadamente le dijo a la abuela:
“¡De todas formas! Abuela, hoy finalmente iremos a la guarida de esos malditos vampiros ¡Vengaremos al tío Gryff y a mamá! Papá está afuera reclutando a jóvenes y adultos interesados.”
“Conque por eso había tanto ruido….¡Menuda gilipollez! Tu padre debe estar mal de la cabeza si piensa en mandar a su hijo cabeza hueca a un lugar tan peligroso ¡Ya dije lo que opinaba, Edgar! ¡No pienso aceptar que mi único nieto se dirija su propia muerte! ¡Me importa una mierda que te entrenes! Ya perdí una hija, no acepto perder a mi único nieto también ¡Diablos!…..Desde que mi hija, Cornelia, ya no está tu padre no se dedica a hacer nada más que el imbécil….”
“Abuela…..¡Es precisamente por mamá que papá y yo hacemos esto! ¡Debemos hacerlo para venga-....!”
“¡Suficiente! Si es todo lo que viniste a decir ¡Largo de mi tienda! ¡Ahora!”
Dando un fuerte golpe con su bastón en el suelo, la anciana pareció haber perdido la paciencia para seguir escuchando al joven, quien guardó silencio con una expresión problemática. Para este entonces Ruru ya había acabado su trabajo, así que se disponía a irse a la trastienda, prediciendo que la señora querría estar unos minutos sola una vez su nieto se fuera. Pero la voz del chico detuvo sus pasos.
“¡Espera! ¡Escuché de la abuela que eres una espadachina! ¿No vendrías con nosotros? ¡Si la abuela halaga a alguien es porque esta persona es diestra! Seguro que-....”
“¡Deja de meter en vuestras locuras a forasteros! ¡Largo de la tienda!”
“P-Pero...”
“¡De “peros” nada! ¡Largo! Y más le vale a tu padre que no me entere que estaba acosando a forasteros para este suicidio ¡O voy asegurarme de que jamás me olvide!”
Alzando su bastón de forma violenta, la anciana comenzó a intentar golpear al muchacho, quien aunque no era dañado demasiado por la escasa fuerza de una mujer mayor si salió despavorido del local con un rostro medianamente asustado. Solo entonces Emma se tranquilizó y se sentó de nuevo en su taburete, detrás del mostrador, aunque sus rostro lucia cansado y un poco triste. Ruru acarició su hombro de forma cariñosa para intentar animarla, Emma le miró con una sonrisa forzada.
¿Debería ir y asegurarme que regrese a salvo?
“Ruru…..No, no hace falta…..Sigues siendo una forastera y mi trabajadora….No podría meterte en estos asuntos familiares complicados….Es solo que......No quiero volver a perder a nadie de mi familia nunca más, y desde que mi hija murió a manos de vampiros el año pasado mi yerno a sido muy inestable mentalmente....El que su hermano desapareciera solo terminó por hacerle explotar... ”
La anciana Emma era una de las pocas en la aldea que podía leer y escribir correctamente, por eso logró conectar con Ruru, quien no podía hablar la lengua de Aerandir debido a la morfología de su garganta. La mariposa escribió mediante una tiza esa frase en el mostrador, pero la anciana lo rechazó con una amable pero cansada voz. La verdad es que Ruru tenía otro trabajo, y ese era escuchar a la anciana quejarse y preocuparse de su familia, así que entendía la procedencia de la tristeza de la vieja mujer.
“Ayúdame ¿Quieres? Yo….Necesito descansar un poco...¿Podrías cuidar del mostrador un par de horas?”
Asintiendo, la preocupada mariposa ayudó a una muy cansada y desanimada Emma a recostarse para que durmiera un poco, luego se sentó en el mostrador. Si fuera pro la mujer-mariposa, iría y se aseguraría de que ese par de descerebrados no murieran o se metieran en líos, pero tampoco ignoraría el deseo de la anciana Emma, quien probablemente no quería que la mujer-bestia saliera perjudicada de algo que en el fondo no le incumbía.
Ruru Lepidoptera
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Helena salió de la posada en la que había entrado a comer para saciar su hambre y sed (obviamente esto último con bebida alcohólica). Respiró hondo y estiró sus brazos hacia arriba, quizás diese un paseo por la zona y se quedara a dormir. Si tenía suerte y veía un sitio recóndito y tranquilo, quizás se echaría allí para relajarse durante el resto del día. La falta de obligaciones de la bruja le permitía poder tomarse unos días libres, al menos hasta que Matthew Owens volviera de las Islas Illidenses.
Cuando acabó de estirar sus brazos, se los colocó en la cadera, echando una vista al frente. Parecía un sitio bastante tranquilo, en medio de ningún sitio en particular... "Parecía", sí, hasta que vio extraños movimientos de grupos de lugareños ir de un sitio a otro. Tres de ellos se acercaron hasta donde estaba la bruja y se le quedaron mirando de mala gana, a lo que la Rhodes respondió de la misma forma, lanzando una mirada tan penetrante e intimidatoria que le hizo ganar el duelo, haciendo que esos tres hombres entraran a la posada.
Tras eso, caminó un poco por la zona, alejándose un poco del pueblo, pero sin salir de sus caminos limítrofes. Fue entonces cuando vio a otro grupo de pueblerinos junto a dos destacados hombres-bestia. Desde una distancia prudente, pero no escondida, se quedó a escuchar la conversación. Hablaban sobre unos vampiros y unos ganados sacrificados... No eran argumentos sólidos ni mucho menos para sostener la presencia de señores de la noche, pero no sería ella quien les hiciera entrar en razón.
-Los humanos viven por y para los conflictos. Su "paz" es tan solo el tiempo que tienen que esperar hasta que estalle otro motivo para derramar sangre-Intervino, acercándose al hombre perro, el cual se llevaba una de sus manos a una corona bien destacada que reposaba sobre su cabeza. La bruja se cruzó de brazos y no disimuló en mirar aquel objeto-Bonita corona-Dijo-En cualquier caso-Volvió al tema original-Sois dos tipos muy raros-Inclinó un poco su tronco y analizó a ambos a conciencia, sin cortarse-¿Qué os trae por aquí?
Cuando acabó de estirar sus brazos, se los colocó en la cadera, echando una vista al frente. Parecía un sitio bastante tranquilo, en medio de ningún sitio en particular... "Parecía", sí, hasta que vio extraños movimientos de grupos de lugareños ir de un sitio a otro. Tres de ellos se acercaron hasta donde estaba la bruja y se le quedaron mirando de mala gana, a lo que la Rhodes respondió de la misma forma, lanzando una mirada tan penetrante e intimidatoria que le hizo ganar el duelo, haciendo que esos tres hombres entraran a la posada.
Tras eso, caminó un poco por la zona, alejándose un poco del pueblo, pero sin salir de sus caminos limítrofes. Fue entonces cuando vio a otro grupo de pueblerinos junto a dos destacados hombres-bestia. Desde una distancia prudente, pero no escondida, se quedó a escuchar la conversación. Hablaban sobre unos vampiros y unos ganados sacrificados... No eran argumentos sólidos ni mucho menos para sostener la presencia de señores de la noche, pero no sería ella quien les hiciera entrar en razón.
-Los humanos viven por y para los conflictos. Su "paz" es tan solo el tiempo que tienen que esperar hasta que estalle otro motivo para derramar sangre-Intervino, acercándose al hombre perro, el cual se llevaba una de sus manos a una corona bien destacada que reposaba sobre su cabeza. La bruja se cruzó de brazos y no disimuló en mirar aquel objeto-Bonita corona-Dijo-En cualquier caso-Volvió al tema original-Sois dos tipos muy raros-Inclinó un poco su tronco y analizó a ambos a conciencia, sin cortarse-¿Qué os trae por aquí?
Helena Rhodes
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Valyria se encontraba en el bosque, revisando sus trampas puesto que la caza no había ido como esperaba. Esperaba encontrar al menos un conejo, o una liebre, algo, pero todas las trampas estaban vacías, salvo la última. Desde esta, una adorable ardillita la miraba, confusa, mordisqueando las frutas que había dejado como cebo como una glotona. –Voy a llamarte Mordisquitos.- Declaró Valyria, recibiendo una mirada de su hermana. -¿Qué? No puedo hacer nada con una ardilla, puede que si le pongo un nombre bonito, alguien en el pueblo la compre.- la mirada se transformó en duda, pero allí se acabó la discusión.
De manera que Valyria volvió al pueblo, ardilla en mano, aun en su trampa por supuesto, dispuesta a endosarle el roedor a cualquiera con pinta de buen padre. Incluso había reunido una bolsa de frutos secos para que el trato valiera más la pena, como buena emprendedora. Y hasta pareció funcionar, a juzgar por como al poco de entrar, unas cuantas personas se le acercaron. Cierto que iban armadas, pero eso era lo normal por esos lares ¿no? Todo el mundo llevaba una daga al menos, aunque no estaba segura de porque, puede que hubiera manticoras o algo.
-Oye tú, ¿vas a ayudarnos?- empezó uno, que llevaba uno de esos ridículos tridentes para remover la paja, una horca.
-Uh… ¿creo que me confundís con otra?- dijo ella, dudosa.
-No sabe de lo que le estás hablando, Mark, acaba de volver del bosque.-
-Los vampiros atacaron la aldea, y se han escondido en una cueva cercana, así que vamos a matarlos mientras es de día.- Valyria se puso de puntillas, mirando por encima de los hombros al resto de la aldea.
-Luce…bastante entera para haber sido atacada.-
-No, no así, desangraron a mis cabras, y ahora mi hermano no está, se lo han llevado.-
-Woah, ¿todo eso a ti? Puede que te tengan manía. Pero…. Las cabras…-
-Sisi, sin una gota de sangre, secas.-
-Pero…un vampiro….no hace eso, es decir, ¿podrías TÚ chupar toda la sangre de una cabra con la boca?-
-Claro que no podría, no soy un vampiro, que sugieres que ha sido tú, ¿niña?- Valyria contuvo tan bien como pudo el tic nervioso al ser llamada niña por alguien a quien doblaba la edad.
-Yo que sé, un mosquito gigante, un Mosco, algo lo suficientemente grande como para poder chupar sangre como dices.-
-No digas tonterías, ha sido un vampiro, ¡o varios! Si no quieres ayudar, solo dilo. Pesara sobre tu consciencia cuando ataquen e incendien la aldea.-
Calor abrasador, el olor a humo, el sabor de ceniza en la boca, los gritos de… Un toque de Galatea la saco de su estupor, justo a tiempo de ver cómo le dedicaba una mirada homicida al campesino, mientras la abrazaba. Este ni pareció verla, esperando su respuesta.
-Poco… poco voy a poder hacer en una cueva con un arco, puedo esperar a fuera, por si va mal, curar a los heridos si no son muy graves…- dijo con un hilillo de voz.
De manera que Valyria volvió al pueblo, ardilla en mano, aun en su trampa por supuesto, dispuesta a endosarle el roedor a cualquiera con pinta de buen padre. Incluso había reunido una bolsa de frutos secos para que el trato valiera más la pena, como buena emprendedora. Y hasta pareció funcionar, a juzgar por como al poco de entrar, unas cuantas personas se le acercaron. Cierto que iban armadas, pero eso era lo normal por esos lares ¿no? Todo el mundo llevaba una daga al menos, aunque no estaba segura de porque, puede que hubiera manticoras o algo.
-Oye tú, ¿vas a ayudarnos?- empezó uno, que llevaba uno de esos ridículos tridentes para remover la paja, una horca.
-Uh… ¿creo que me confundís con otra?- dijo ella, dudosa.
-No sabe de lo que le estás hablando, Mark, acaba de volver del bosque.-
-Los vampiros atacaron la aldea, y se han escondido en una cueva cercana, así que vamos a matarlos mientras es de día.- Valyria se puso de puntillas, mirando por encima de los hombros al resto de la aldea.
-Luce…bastante entera para haber sido atacada.-
-No, no así, desangraron a mis cabras, y ahora mi hermano no está, se lo han llevado.-
-Woah, ¿todo eso a ti? Puede que te tengan manía. Pero…. Las cabras…-
-Sisi, sin una gota de sangre, secas.-
-Pero…un vampiro….no hace eso, es decir, ¿podrías TÚ chupar toda la sangre de una cabra con la boca?-
-Claro que no podría, no soy un vampiro, que sugieres que ha sido tú, ¿niña?- Valyria contuvo tan bien como pudo el tic nervioso al ser llamada niña por alguien a quien doblaba la edad.
-Yo que sé, un mosquito gigante, un Mosco, algo lo suficientemente grande como para poder chupar sangre como dices.-
-No digas tonterías, ha sido un vampiro, ¡o varios! Si no quieres ayudar, solo dilo. Pesara sobre tu consciencia cuando ataquen e incendien la aldea.-
Calor abrasador, el olor a humo, el sabor de ceniza en la boca, los gritos de… Un toque de Galatea la saco de su estupor, justo a tiempo de ver cómo le dedicaba una mirada homicida al campesino, mientras la abrazaba. Este ni pareció verla, esperando su respuesta.
-Poco… poco voy a poder hacer en una cueva con un arco, puedo esperar a fuera, por si va mal, curar a los heridos si no son muy graves…- dijo con un hilillo de voz.
Valyria
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Miré a la mujer, algo incómodo. No me gustaba la forma en la que me miraba, incluso si no había iniciado ninguna hostilidad. Solo se había metido en una conversación ajena y me observaba como si tuviese algo que quisiese. Recuperé la compostura y le devolví una mirada, cambiando momentáneamente a mis "otros" ojos. [1] Había éter a su alrededor. Nada excesivo, pero de un tipo reconocible. ¿Agua? ¿Hielo? Probablemente ambas. Una bruja.
-Nada importante. Solo estamos de camino. Vamos a ayudar en Sandorai. En concreto...- dije, encogiéndome de hombros.
-Asher.- me recriminó Syl. -...Supongo que lo sabría. Da igual, sigue.- suspiró. Asentí, agradecido.
-Voy a matar a los Jinetes Oscuros.- concluí, esbozando una sonrisa confiada. Continué observando, esperando cualquier tipo de reacción. Tanto el felino como yo habíamos pensado lo mismo, por la forma en la que se había acercado. Podía ser agente del Aquelarre, una asesina o algo por el estilo. No estaba siendo precisamente sutil al parar por pueblos, después de todo.
Algo interrumpió la conversación. Un estrépito de madera rompiéndose en una de las tiendas cercanas... seguido de una enorme llamarada. En apenas un instante, el edificio estaba cubierto de fuego. Las ventanas se rompieron, y un hombre salió a tumbos de la puerta.
-¡AYUDA! ¡FUEGO!- gritó, remarcando lo evidente. Suspiré. Era la tienda del alquimista local. La gente empezó a salir de sus casas, gritando y moviéndose, buscando agua para apagar el fuego. Ladeé la cabeza, observando la escena. Un hombre de mediana edad cogió al que había salido de la tienda de la camisa, gritándole.
-¿Que demonios has hecho? ¡Te dije que no los tocases!- vociferó. -¡Dejad de tirar agua! ¡No va a servir de nada!- dijo, esta vez a la multitud. No le escucharon. Pero efectivamente, con cada cubo de agua que tiraban sobre las llamas, estas parecían aumentar. -¡Hay polvo gélido en el sótano!-
-Suena a que alguien ha roto pociones de fuego.- observé. -¿Para los vampiros?-
Nadie contestó. Suspiré, y comencé a alejarme. Había una colina cercana desde donde podía observarse todo el pueblo. Syl me siguió.
-...Eltrant habría corrido a salvarlos, seguramente.- observó. -Esto es menos estresante.- El gato se sentó bajo un árbol, y me invitó a hacer lo mismo. Me dejé caer a su lado, mirando el fuego y el humo. Sería más bonito de noche, a decir verdad.
-Oye. ¿Ese tipo está llevándose cabras?- pregunté, señalando al otro lado del pueblo. Nadie le estaba prestando mucha atención, con el fuego y el caos, pero no daba la sensación de que fuesen suyas. La idea de que alguien elaborase algún tipo de plan absurdo sobre vampiros y demás sólo para robar rebaños me hizo reir. No podía ser eso, ¿verdad?
El gato negó con la cabeza lentamente, y volvió a enfocarse en la tienda del alquimista.
-Sería malo si se expandiese mucho.- murmuró. Sacó la ballesta de su espalda, se arrodilló en la hierba, y apuntó mientras pasaba una mano sobre las runas de su arma. Un proyectil de color azul pálido empezó a cristalizarse en el arma, similar a lo que sería una estaca de hielo. Contemplé con cierta curiosidad como miraba hacia la parte trasera de la tienda. Y entonces, disparó.
El cristal de hielo aumentó de tamaño mientras volaba, convirtiéndose más bien en una lanza helada. [2] Atravesó la ventana rota limpiamente, clavándose en el suelo de la tienda. El frío súbito hizo que las llamas más cercanas bajasen en intensidad, aunque probablemente se derritiese en cuestión de segundos.
-Eres demasiado blando.- dije, pasándole la mano por la espalda.
[1] Habilidad: Llamada del Éter
[2] Objeto: Quimera + Habilidad: Impacto Crítico
El fuego no se apagará con agua normal, pero el frío extremo funciona. Como el tipo dijo, hay polvo gélido en el sótano, por si queréis ayudar sin tener formas normales. Y también está lo del ladrón de cabras. Haced lo que os apetezca con lo mencionado, o añadid cosas si queréis ~
-Nada importante. Solo estamos de camino. Vamos a ayudar en Sandorai. En concreto...- dije, encogiéndome de hombros.
-Asher.- me recriminó Syl. -...Supongo que lo sabría. Da igual, sigue.- suspiró. Asentí, agradecido.
-Voy a matar a los Jinetes Oscuros.- concluí, esbozando una sonrisa confiada. Continué observando, esperando cualquier tipo de reacción. Tanto el felino como yo habíamos pensado lo mismo, por la forma en la que se había acercado. Podía ser agente del Aquelarre, una asesina o algo por el estilo. No estaba siendo precisamente sutil al parar por pueblos, después de todo.
Algo interrumpió la conversación. Un estrépito de madera rompiéndose en una de las tiendas cercanas... seguido de una enorme llamarada. En apenas un instante, el edificio estaba cubierto de fuego. Las ventanas se rompieron, y un hombre salió a tumbos de la puerta.
-¡AYUDA! ¡FUEGO!- gritó, remarcando lo evidente. Suspiré. Era la tienda del alquimista local. La gente empezó a salir de sus casas, gritando y moviéndose, buscando agua para apagar el fuego. Ladeé la cabeza, observando la escena. Un hombre de mediana edad cogió al que había salido de la tienda de la camisa, gritándole.
-¿Que demonios has hecho? ¡Te dije que no los tocases!- vociferó. -¡Dejad de tirar agua! ¡No va a servir de nada!- dijo, esta vez a la multitud. No le escucharon. Pero efectivamente, con cada cubo de agua que tiraban sobre las llamas, estas parecían aumentar. -¡Hay polvo gélido en el sótano!-
-Suena a que alguien ha roto pociones de fuego.- observé. -¿Para los vampiros?-
Nadie contestó. Suspiré, y comencé a alejarme. Había una colina cercana desde donde podía observarse todo el pueblo. Syl me siguió.
-...Eltrant habría corrido a salvarlos, seguramente.- observó. -Esto es menos estresante.- El gato se sentó bajo un árbol, y me invitó a hacer lo mismo. Me dejé caer a su lado, mirando el fuego y el humo. Sería más bonito de noche, a decir verdad.
-Oye. ¿Ese tipo está llevándose cabras?- pregunté, señalando al otro lado del pueblo. Nadie le estaba prestando mucha atención, con el fuego y el caos, pero no daba la sensación de que fuesen suyas. La idea de que alguien elaborase algún tipo de plan absurdo sobre vampiros y demás sólo para robar rebaños me hizo reir. No podía ser eso, ¿verdad?
El gato negó con la cabeza lentamente, y volvió a enfocarse en la tienda del alquimista.
-Sería malo si se expandiese mucho.- murmuró. Sacó la ballesta de su espalda, se arrodilló en la hierba, y apuntó mientras pasaba una mano sobre las runas de su arma. Un proyectil de color azul pálido empezó a cristalizarse en el arma, similar a lo que sería una estaca de hielo. Contemplé con cierta curiosidad como miraba hacia la parte trasera de la tienda. Y entonces, disparó.
El cristal de hielo aumentó de tamaño mientras volaba, convirtiéndose más bien en una lanza helada. [2] Atravesó la ventana rota limpiamente, clavándose en el suelo de la tienda. El frío súbito hizo que las llamas más cercanas bajasen en intensidad, aunque probablemente se derritiese en cuestión de segundos.
-Eres demasiado blando.- dije, pasándole la mano por la espalda.
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[1] Habilidad: Llamada del Éter
[2] Objeto: Quimera + Habilidad: Impacto Crítico
El fuego no se apagará con agua normal, pero el frío extremo funciona. Como el tipo dijo, hay polvo gélido en el sótano, por si queréis ayudar sin tener formas normales. Y también está lo del ladrón de cabras. Haced lo que os apetezca con lo mencionado, o añadid cosas si queréis ~
Asher Daregan
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Ruru permaneció, tal y como Emma le había encomendado, sentada en el mostrador en total silencio, solo moviendo sus antenas al compás del ruido exterior. En el transcurso del tiempo, había recibido a un puñado de viajeros de paso que venían a buscar lo necesario para continuar su travesía, y también algunos lugareños que venían de visita y/o por encargos. Se le hizo sencillo diferenciarlos; Los forasteros parecían recelosos de su apariencia , y los lugareños, acostumbrados a lo variopinto de los visitantes, tardaron poco en adaptarse a la apariencia de insecto humanoide ¡E incluso le hablaron y preguntaron animadamente por sus viajes!
“Gracias, mujer insecto ¡Saluda a la abuela Emma de mi parte!”
Asintiendo con la cabeza, la mujer-mariposa despidió a su último cliente; Un ganadero que necesitaba nuevas riendas para sus mulas de carga. La abuela Emma dejó el pedido preparado, así que Ruru solo tuvo que cobrar y dárselas sin mucha complicaciones. En lo que llevaba de día atendió a bastantes personas, en su mayoría gente de paso.
Para que tantos aldeanos vengan y pregunten por ella....Seguro debe de ser una persona popular
Pensando en esas palabras, la mujer-bestia guardó el pago de la riendas en el saco de las cuentas mecánicamente. La mujer-bestia no lo había pensado, pero de hecho, no era la costumbre lo que hacía que los habitantes de la aldea se sintieran cómodos a pesar de su apariencia y le hablaran amigablemente; Era más bien una persona a la que se le encargó el cobro, en especial en la tienda de la abuela Emma, no podía ser una persona de mal ¡Esa desconfiada señora no le daría los ingresos de su tienda a cualquiera!
Hay incluso más ruido ahora…
Dirigiendo una mirada entre curiosa y preocupada a la puerta de entrada de la tienda, Ruru se sintió tentada a salir para ver qué diablos provocaba tanto alboroto esta vez ¡Hace un rato que los “cazadores” habían salido! Y el ruido era algo distinto al de antes, así que no parecían ser ellos. Justo cuando se estaba levantando de la silla para echar un vistazo desde la entrada, una persona entró violentamente -Aunque no lo suficientemente fuerte para hacer que las estanterías se balancearan como la última vez.- y con una alarmada voz dijo;
“¡Señora Emma! ¡E-Estamos en p-problemas! La tienda del alquimi-.....! ¡A-Ah! Eres la mujer bestia que la señora Emma empleó...”
La persona que entró era un aldeano de unos 30 años, un granjero tal vez. El hombre buscó con la mirada a la abuela mientras permanecía en la entrada. A la mujer mariposa le llamó la atención lo que el hombre dijo; “Estamos en problemas” ¿Sucedió algo? ¿Tal vez el grupo que fue a por los vampiros tuvieron un accidente?
Mediante signos sencillos, Ruru le hizo entender al señor que la abuela Emma estaba durmiendo en su cuarto y que era mejor no molestarla, el humano se mostró preocupado pero asintió mientras decía;
“Ya veo….Ocurrió un incendio en la tienda del alquimista. No sé los detalles pero parece que unos suministros se comenzaron a quemar y el agua parece no poder apagarlo...”
El humano le explicó brevemente la situación a la mujer bestia quien, guardando la calma, escuchó pacientemente ¡Eso explicaba todo el griterío de afuera! Las casas estaban hechas, gracia al flujo de dinero de los visitantes, de madera, paja y otros materiales que podrían arder si el fuego se extendiera incorrectamente ¡No era un asunto para tomárselo a broma! Ruru quería salir y ayudarles pero no podía dejar sola la tienda.
“Conque por eso había tanto ruido ¿Huh?”
“¡Abuela Emma! ¿No que estaba durmiendo?”
“Lo estaba ¡Pero con tanto griterío y desastre ahí afuera nadie podría dormir como se debe! Llévame al lugar, anda ¡Estos viejos huesos aún pueden echar una mano o dos!”
Saliendo desde el nexo de la tienda al hogar de la abuela, la humana esbozó un rostro malhumorado mientras se apoyaba al marco del arco. Ruru escribió con su tiza “¿Se encuentra bien? Puedo salir y ver la situación por mi cuenta”, estaba preocupada por la señora desde que el disgusto de antes y demasiado estímulo podrían dañar la frágil salud de una anciana. Sonriendo irónicamente, la abuelo le respondió
“No te preocupes, Ruru ¡Se necesita mucho más para tumbarme! Cierra la tienda, luego, si quieres, ven y echa una mano ahí afuera ¡Nos vendrá bien la fuerza de los hombre-bestia! ¡Vamos, niño! Veamos qué tontería hicieron para provocar un incendio esta vez….”
Asintiendo, la mujer-mariposa lo comenzó a trabajar rápidamente pero sin olvidar ningún detalle ¡Tenía que darse prisa! La verdad es que le preocupaba que el fuego se extendiera o hiriera algún pobre desgraciado ¡Pero lo que más le preocupaba era la abuela! Esa señora era capaz de ser imprudente, olvidando que tiene lo años que tiene.
Ruru Lepidoptera
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Helena arqueó una ceja mientras que los hombres bestia explicaban la razón de su presencia por aquellos lares. No pudo evitar dejar escapar una risotada en cuanto el cánido mencionó que iba a derrotar a los Jinetes Oscuros.
-¡Ya, claro!-Soltó, incrédula-¡Y yo seré la próxima catedrática de la Casa Hartem!-Siguió con un tono sarcástico. De esa misma casa la echaron cuando cursaba en Hekshold.
De pronto, algo interrumpió la conversación. Una estruendosa explosión se hizo notar en los alrededores. Una de las casas se había convertido en una llamarada gigante que amenazaba con devorar, no solo lo que en su interior había, sino aquellas construcciones que estuvieran adyacentes.
La Rhodes prestó atención al barullo de gente que se había formado entorno a la casa en llamas y frunció el ceño. Los humanos eran idiotas, y una vez más, no dudaban en mostrarlo. El arte de la alquimia y la magia deberían de estar prohibidas para unos seres con tan limitado conocimiento sobre el mundo y la realidad. La mente humana estaba muy por debajo de todo aquello.
Quiso devolver su atención a los hombres bestias que, hasta hace unos segundos, estaban junto a ella, pero que en un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado.
La bruja entonces optó por moverse de aquel lugar. Se encontró con un tipo que tiraba de unas tres cabras a la fuerza. Parecía apresurado, y su paciencia parecía que se estaba perdiendo. Pateó a uno de los animales. En ese momento, la rubia se cruzó en su camino, llevándose firmemente los brazos a las caderas.
-¡Eh! ¿Algún problema?
-¡No es de tu incumbencia, mujer!-Tiró de nuevo de las cuerdas que se ajustaban a los cuellos de las tres cabras
-Cualquier granjero sabría que esa no es forma para que te hagan caso. Las cabras son tozudas, y si las fuerzas, es peor
Un tirón más, el resultado fue igual de frustrante para aquel tipo. Su paciencia se acabó.
-¡¿Pero a ti quién te ha dado vela en este entierro?!-Gritó¡Apártate antes de que lo lamentes!
Helena suspiró, molesta.
-...Ni se te ocurra intentarlo-Le advirtió
En uno de los tirones, las cabras tiraron más fuerte que el tipo, lo que ocasionó que este perdiera toda su fuerza y cediera ante los animales, soltando la cuerda y cayéndose al suelo, estampando su trasero en la hierba. Las cabras huyeron, y el hombre entró en cólera.
-¡Mira lo que has hecho!-Se levantó echo una furia y gritando a los cuatro vientos
-...¿Yo?-Se llevó una mano al pecho, señalándose, con cierto sarcasmo en una sonrisa que dibujó-Disculpa, pero no soy tan inútil como para no saber manejar unas cabras-Dijo, mofándose del hombre
Sin mediar una sola palabra más, aquel tipo se dirigió a Helena con firmes pasos. La bruja entonces pasó a dibujar una sonrisa socarrona en su rostro. En cierto modo, disfrutaba haciendo enojar a ese tipo, aunque se imaginaba qué era lo que venía a continuación; el hombre alzó el puño y lo dirigió directamente contra la Rhodes, la cual, muy hábil, detuvo con facilidad aquel "ataque" con tan solo una mano. Helena apretó para que el puño ajeno no escapara, y de paso lo retorció. Entonces, cuando tuvo a su disposición y merced al tipo, soltó una patada deliberada contra las partes nobles del humano, que no pudo evitar retorcerse y gritar del dolor. Pero la bruja aún no estaba satisfecha, así que para dejarlo fuera de combate, le propinó un fuerte puñetazo en toda la nariz que acabó por tumbarlo.
Tras eso, la rubia dejó escapar una sonrisilla y se frotó las manos satisfecha. Estaba siendo un buen y tranquilo día.
-¡Ya, claro!-Soltó, incrédula-¡Y yo seré la próxima catedrática de la Casa Hartem!-Siguió con un tono sarcástico. De esa misma casa la echaron cuando cursaba en Hekshold.
De pronto, algo interrumpió la conversación. Una estruendosa explosión se hizo notar en los alrededores. Una de las casas se había convertido en una llamarada gigante que amenazaba con devorar, no solo lo que en su interior había, sino aquellas construcciones que estuvieran adyacentes.
La Rhodes prestó atención al barullo de gente que se había formado entorno a la casa en llamas y frunció el ceño. Los humanos eran idiotas, y una vez más, no dudaban en mostrarlo. El arte de la alquimia y la magia deberían de estar prohibidas para unos seres con tan limitado conocimiento sobre el mundo y la realidad. La mente humana estaba muy por debajo de todo aquello.
Quiso devolver su atención a los hombres bestias que, hasta hace unos segundos, estaban junto a ella, pero que en un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado.
La bruja entonces optó por moverse de aquel lugar. Se encontró con un tipo que tiraba de unas tres cabras a la fuerza. Parecía apresurado, y su paciencia parecía que se estaba perdiendo. Pateó a uno de los animales. En ese momento, la rubia se cruzó en su camino, llevándose firmemente los brazos a las caderas.
-¡Eh! ¿Algún problema?
-¡No es de tu incumbencia, mujer!-Tiró de nuevo de las cuerdas que se ajustaban a los cuellos de las tres cabras
-Cualquier granjero sabría que esa no es forma para que te hagan caso. Las cabras son tozudas, y si las fuerzas, es peor
Un tirón más, el resultado fue igual de frustrante para aquel tipo. Su paciencia se acabó.
-¡¿Pero a ti quién te ha dado vela en este entierro?!-Gritó¡Apártate antes de que lo lamentes!
Helena suspiró, molesta.
-...Ni se te ocurra intentarlo-Le advirtió
En uno de los tirones, las cabras tiraron más fuerte que el tipo, lo que ocasionó que este perdiera toda su fuerza y cediera ante los animales, soltando la cuerda y cayéndose al suelo, estampando su trasero en la hierba. Las cabras huyeron, y el hombre entró en cólera.
-¡Mira lo que has hecho!-Se levantó echo una furia y gritando a los cuatro vientos
-...¿Yo?-Se llevó una mano al pecho, señalándose, con cierto sarcasmo en una sonrisa que dibujó-Disculpa, pero no soy tan inútil como para no saber manejar unas cabras-Dijo, mofándose del hombre
Sin mediar una sola palabra más, aquel tipo se dirigió a Helena con firmes pasos. La bruja entonces pasó a dibujar una sonrisa socarrona en su rostro. En cierto modo, disfrutaba haciendo enojar a ese tipo, aunque se imaginaba qué era lo que venía a continuación; el hombre alzó el puño y lo dirigió directamente contra la Rhodes, la cual, muy hábil, detuvo con facilidad aquel "ataque" con tan solo una mano. Helena apretó para que el puño ajeno no escapara, y de paso lo retorció. Entonces, cuando tuvo a su disposición y merced al tipo, soltó una patada deliberada contra las partes nobles del humano, que no pudo evitar retorcerse y gritar del dolor. Pero la bruja aún no estaba satisfecha, así que para dejarlo fuera de combate, le propinó un fuerte puñetazo en toda la nariz que acabó por tumbarlo.
Tras eso, la rubia dejó escapar una sonrisilla y se frotó las manos satisfecha. Estaba siendo un buen y tranquilo día.
Helena Rhodes
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
Los aldeanos parecían fijados en su pequeña misión a rebosar de sed de venganza contra algo que podía o podía no ser un vampiro. Es decir, aun no había escuchado argumentos en contra del mosquito gigante. Pero si esos tipos iban a luchar contra lo que fuera que había en esa cueva y sobrevivían, iba a parchearlos un poco con su Luz. Solo esperaba que no fuese a ser algo demasiado peligroso que los dejara malheridos, no podría hacer nada con eso.
Y como si algún cruel dios le hubiera leído los pensamientos, empezó a oír los sonidos de la conmoción. Estaba lejos, así que no podía ver aun las llamas, pero desde luego ella y esos pueblerinos podían oler el fuego. Ella simplemente pensó que alguien estaría cocinando, pero rápidamente quedo claro que no, viendo cómo se agitaban sus acompañantes. Luego pudo oír el “fuego fuego” y ya quedo claro que nadie estaba ahumando salmón.
Así que la elfa siguió a los hombres un poco por detrás, debido a que no conocía demasiado bien el pueblo, eso, y porque tuvo que pararse cuando una cabra se cruzó en su camino, obligándola a parar en seco. El animal la miro, mordisqueando algo, soltó un “beeeeh” y siguió su camino tranquilamente, sin nadie en la vista que pareciera estar buscando o controlando al pobre animal. La elfa se preguntó brevemente como sabían que cabras se había comido el Mosco si las condenadas vagaban por donde les daba la gana.
Después del esperpéntico incidente con el animal, finalmente llego a la casa en llamas, que resultó ser una tienda, no una casa. De alquimia, a juzgar por como el tipo que supuso era el propietario gritaba que no tiraran agua y esta, efectivamente, parecía estar avivando las llamas cada vez que se echaba sobre el fuego. ¿Qué hacían entonces? ¿Tirar arena? ¿Tenían siquiera suficiente arena cerca?
Algo de polvo gélido fue mencionado. Ni idea de que era exactamente, pero estaba bastante segura de que era polvo, y estaba frio, así que muy posiblemente ayudaría…. El problema era que estaba en el sótano, ESE sótano, el del edificio en llamas. Valyria miró el fuego, planteándose cubrirse de agua y aventurarse al sótano para ayudar. Ese momento en concreto pareció decidir el fuego para crepitar fuertemente y soltar una deflagración que abrió una de las ventanas… Si, algo le decía que era una mala idea.
-Si no usamos agua…¿deberíamos acelerarlo? ¿Abrirlo todo para que arda más rápido? Eventualmente llegara al sótano, al polvo, y se extinguirá solo ¿no?-
Y como si algún cruel dios le hubiera leído los pensamientos, empezó a oír los sonidos de la conmoción. Estaba lejos, así que no podía ver aun las llamas, pero desde luego ella y esos pueblerinos podían oler el fuego. Ella simplemente pensó que alguien estaría cocinando, pero rápidamente quedo claro que no, viendo cómo se agitaban sus acompañantes. Luego pudo oír el “fuego fuego” y ya quedo claro que nadie estaba ahumando salmón.
Así que la elfa siguió a los hombres un poco por detrás, debido a que no conocía demasiado bien el pueblo, eso, y porque tuvo que pararse cuando una cabra se cruzó en su camino, obligándola a parar en seco. El animal la miro, mordisqueando algo, soltó un “beeeeh” y siguió su camino tranquilamente, sin nadie en la vista que pareciera estar buscando o controlando al pobre animal. La elfa se preguntó brevemente como sabían que cabras se había comido el Mosco si las condenadas vagaban por donde les daba la gana.
Después del esperpéntico incidente con el animal, finalmente llego a la casa en llamas, que resultó ser una tienda, no una casa. De alquimia, a juzgar por como el tipo que supuso era el propietario gritaba que no tiraran agua y esta, efectivamente, parecía estar avivando las llamas cada vez que se echaba sobre el fuego. ¿Qué hacían entonces? ¿Tirar arena? ¿Tenían siquiera suficiente arena cerca?
Algo de polvo gélido fue mencionado. Ni idea de que era exactamente, pero estaba bastante segura de que era polvo, y estaba frio, así que muy posiblemente ayudaría…. El problema era que estaba en el sótano, ESE sótano, el del edificio en llamas. Valyria miró el fuego, planteándose cubrirse de agua y aventurarse al sótano para ayudar. Ese momento en concreto pareció decidir el fuego para crepitar fuertemente y soltar una deflagración que abrió una de las ventanas… Si, algo le decía que era una mala idea.
-Si no usamos agua…¿deberíamos acelerarlo? ¿Abrirlo todo para que arda más rápido? Eventualmente llegara al sótano, al polvo, y se extinguirá solo ¿no?-
Valyria
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Re: Un día completamente normal [Libre 4/4]
El fuego parecía no hacerse demasiado fuerte... pero tampoco parecía estar apagándose. Suspiré. La verdad es que ver a campesinos quemarse vivos por ser como eran no entraba en mi definición de "mañana relajada".
Bueno, al menos ese día. En el pasado lo habría encontrado algo cómico. O habría causado el fuego yo mismo. Probablemente ambas... En cualquier caso, ese pueblo parecía tener las manos llenas, y aquello no era mi responsabilidad en absoluto.
-Quizás deberíamos seguir.- dije, mirando al felino. -Quizás haya algún otro pueblo entre aquí y Sandorai. Uno más normal.-
-Supongo. No pinta como algo en lo que debamos intervenir.- admitió el felino, levantándose. Dio un suspiro, y emprendimos el trayecto hacia adelante.
El mundo estaba en caos. Eso era algo que, hiciesemos lo que hiciesemos, no iba a cambiar. Sabía que gente como Eltrant había sufrido por intentar cambiarlo, pero en algunas situaciones, era inevitable. En alguna parte del mundo, alguien cometería algo absurdo sin pensarlo, y se pondría en peligro de muerte. Salvarse era su problema, y de nadie más. Si por algún motivo tenía la suerte de que alguien le ayudase... podía considerarse afortunado, pero acabaría volviendo a pasar.
Quizás fuese una forma de quitarme responsabilidad de encima, pero no iba a ganar nada esforzándome y cansándome antes de algo verdaderamente importante. Lo que iba a hacer era, después de todo, vital para el mundo como lo conocíamos. La clase de problema que sí necesitaba que alguien hiciese algo, ya que era problema de todos.
No me di la vuelta mientras todo aquello pasaba. Tenía que tener los ojos puestos en el camino.
¡Huyo del tema con una bomba de humo! Lo siento, pero estoy demasiado lleno como para contestar esto de forma decentey tampoco tenia material para ocho posts así. Continuad como queráis, y avisadme cuando querais que ponga [Cerrado] en el título ~
Bueno, al menos ese día. En el pasado lo habría encontrado algo cómico. O habría causado el fuego yo mismo. Probablemente ambas... En cualquier caso, ese pueblo parecía tener las manos llenas, y aquello no era mi responsabilidad en absoluto.
-Quizás deberíamos seguir.- dije, mirando al felino. -Quizás haya algún otro pueblo entre aquí y Sandorai. Uno más normal.-
-Supongo. No pinta como algo en lo que debamos intervenir.- admitió el felino, levantándose. Dio un suspiro, y emprendimos el trayecto hacia adelante.
El mundo estaba en caos. Eso era algo que, hiciesemos lo que hiciesemos, no iba a cambiar. Sabía que gente como Eltrant había sufrido por intentar cambiarlo, pero en algunas situaciones, era inevitable. En alguna parte del mundo, alguien cometería algo absurdo sin pensarlo, y se pondría en peligro de muerte. Salvarse era su problema, y de nadie más. Si por algún motivo tenía la suerte de que alguien le ayudase... podía considerarse afortunado, pero acabaría volviendo a pasar.
Quizás fuese una forma de quitarme responsabilidad de encima, pero no iba a ganar nada esforzándome y cansándome antes de algo verdaderamente importante. Lo que iba a hacer era, después de todo, vital para el mundo como lo conocíamos. La clase de problema que sí necesitaba que alguien hiciese algo, ya que era problema de todos.
No me di la vuelta mientras todo aquello pasaba. Tenía que tener los ojos puestos en el camino.
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Asher Daregan
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