El invento del año [Libre] [Cerrado]

No era la plaza más animada ni de las más pobladas en la ciudad, pero al menos era algo más discreta. Se agradecía bastante no tener tantos ojos inquisitoriales alrededor mía, ya que, en aquellos barrios bajos azotados por el abandono de sus líderes poca gente pululaba. Yo como siempre, para no hacer  gala de que era una fugitiva llevaba mi típica capa negra con capucha que tapaba parcialmente mi rostro, no me interesaba que otros brujos pudieran encontrarme en la ciudad, aunque fuera en un barrio marginal. Mientras caminaba un muchacho se tropezó conmigo haciendo que el juguete que tenía en las manos se le cayera al suelo. Se quedó mirándome, y mi rostro era serio, así que creía que el muchacho había captado la indirecta de que se largara, pero parecía que no.

-Disculpe, no la había visto- Dijo el muchacho recogiendo el juguete.

Me agaché para ponerme a su altura, y mientras le cogía el mentón suavemente le dije:

-No te preocupes pequeño, creo que incluso puedes ayudarme. ¿Has visto algo raro por esta zona últimamente? -le pregunté manteniendo mi sonrisa, y controlando mi mano para no aplastarle el cráneo.

-No sé...- dijo el niño dubitativo- Últimamente todo está muy tranquilo señora, por aquí no pasa mucha gente "legal" digamos. Ahora tengo que irme disculpe debo estar en casa antes de la tarde, y ya es mediodía.

Esbocé una leve sonrisa mientras asentía y soltaba su pequeño mentón.

-Por supuesto, no querrás que personas malas puedan hacerte daño ¿no? Vete y gracias por la información pequeño.- dije dándome la vuelta  mientras continuaba caminando.

¿Que buscaba exactamente para haber acabado en aquella zona?. Bueno, realmente buscaba un lugar donde poder ocultarme temporalmente hasta que las cosas en la ciudad se calmaran debido a los últimos acontecimientos, ya que, una fugitiva sería la primera en ser señalada..y con mi historial...más. Caminé y caminé buscando algún lugar que fuera "adecuado" para esconderme y practicar mi magia.

Hacía calor, tanto, tantísimo calor.

Pero lo peor no era eso, Valyria podría haber aguantado el calor sin problemas, o al menos eso se decía a ella misma. El problema era el aburrimiento. Sus intentos de caza esa semana habían fallado estrepitosamente, no tenía clientes ni encargos en el taller… así que no tenía anda que hacer, de manera que un paseo había sonado como una buena idea. Gran error.

Y allí estaba, aburrida, en una sección de la ciudad que lucía aun peor que aquella donde vivía, cosa que sinceramente había considerado imposible hasta el momento, pero sus ojos no la engañaban, era una elfa. ¿Y que vieron sus ojos además de lo que básicamente eran chabolas glorificadas?

Su guía favorito. Y único. O eso creía, la verdad era que… bueno, no quería decir que todos los niños humanos lucían igual, porque eso sería ofensivo… perooooo….

De manera que se acercó, lentamente, sin prisa, asegurándose de que efectivamente el crío se parecía cada vez más al que recordaba. Los críos, técnicamente. ¿Qué posibilidades había de que hubiera dos pares similares juntos? No muchas seguramente. –Buenos di….woah.- ahora que no estaba tan centrada en los críos, se había fijado bien en lo que antes creías que era un poste, que claramente no era, sino más bien era una estaca metálica. Sin nadie empalado, así que seguramente no era algo tan siniestro. Eso solo dejaba… miro al cielo, hacia el sol abrasador. Nah, imposible, serian críos, pero tampoco estaban ciegos. –Entonces…¿para que es todo esto?- Pregunto, mientras decidía cual de esos interesantes cacharros pinchar con el dedo.

Mientras Valyria se acercaba, Chimer siguió trasteando con el trasto, lo que más que confirmo para ella que fuera lo que fuera esas cosa, era suya. O la estaba robando a piezas, pero eso sonaba improbable, porque nadie habría dejado lo que fuera que fuese eso por allí tirado para que cualquiera lo toqueteara. Especialmente cuando, a juzgar por los que tenía delante y otro niño que correteaba por allí, esa era una zona frecuentada por niños. Nadie sería tan inconsciente, ¿verdad?

-Yo también me alegro de verte Chimar.- refunfuño Valyria, apartando el dedo de ese botón rojo de aspecto tan interesante y devolviéndole el saludo a Canel. No hacía falta ser tan gruñón, solo quería echarle un vistazo. Con los dedos. Podía dispararle a alguien a la cabeza a como 50 metros, era la persona que menos iba a romperlo de los presentes!

Bueno, no es como si hubiera PROBADO a reventarle la cabeza a algo de un flechazo, pero estaba bastante convencida de poder. Setenta porciento. Y es que la gente quería tocar esa cosa, no era solo ella, otra mujer también se había interesado por la… estaca (y en su mente, el nombre sonó con musiquita ominosa, dun dun dun incluido.)

-Seguro que funcionaria mejor con unas pocas runas aquí y allá, sea lo que sea.- dijo la elfa, que ya había completado la vuelta al cacharro y no había apreciado ninguna. ¿Quién no encantaba las cosas claramente importantes hoy en día? Era pedir a gritos que explotaran solas, o cuando alguien les daba un toquecito. Seguro que podría darle un montón de toquecitos si dejaban que la encantara un poco.

-Hola, soy Raksha, un placer conocerte. ¿Trabajas con estos dos muchachos también?- dije curiosa- Debo reconocer que la ciencia me atrae mucho, pero yo realmente busco otros saberes similares- dije antes de posar mis ojos nuevamente sobre la máquina.

Seguridad decía, como si no supiera cuidarse sola. Puede que no fuese tan imprudente si supiera que hacia el cacharro, ¡podía pintarle simbolitos de peligro o algo, para que quedara claro que hacia! Puede que un hombre en llama o algo.

-Hey, ¡la inscripción rúnica es un noble y poderosos arte!- respondió indignada, interrumpiendo completamente su línea de pensamiento sobre dibujitos de personas muriendo de horribles maneras. Pero al menos le había explicado que hacía, más o menos, porque interactuar con el clima era horriblemente genérico. Tendría que gruñirle a ese tal Maquiavelo para que hiciera sus patentes menos genéricas. Y entonces sus dudas se aclararon cuando el cielo se oscureció. –Oh… así que atrae tormentas… eso no suena muy seguro….- comentó, así como de pasada, pero el niño ya no la escuchaba, enfrascado tocando todos los botones que ella quería haber tocado, seguro que lo estaba haciendo a posta.

Pero ahora que Chimar no les hacía demasiado caso, la mujer se había interesado en ella, así que obviamente le prestó atención, no como cierto niño, y le estrechó la mano. –Yo soy Valyria, Raksha. Y no, ellos fueron mis… guías supongo. Brevemente. Hasta que le disparamos a alguien.- bueno, ella lo hizo, pero mejor no comentar nada al respecto, es más, mejor hasta cambiar de tema. –Así que te interesan cosas similares… ¿magia?- quien no quisiera coleccionar cacharrillos mágicos… Aunque mientras escuchaba su respuesta, Valyria le dedico una mirada preocupada al cielo, luego una al cacharro con aspecto de pararrayos...y al niño toqueteandolo.

Estaba bastante segura de que esos ruidos no eran normales, pero el niño no parecía preocupado en lo más mínimo con los más que cuestionables ruidos que emitía su juguete, así que lo dejo correr. Aun así, cuando el primer rayo cayó, no pudo evitar retroceder un poco, esperando completamente que el olor a carne quemada llenara su nariz. Pero Chimar estaba bien, no porque el cacharro funcionara, simplemente no había caído cerca en absoluto, así que aun había tiempo para decepciones. Aun estaba a tiempo de dejarlo y buscar un mejor pasatiempo. Como la bebida, o las drogas, cualquier cosa llegados a ese punto.

Y para más inri, la estaca aprecio hacerse más grande, alzándose aún más en el cielo. Y Valyria se alejó un par de pasos. No es que no confiara en la eficacia de una mágica no rúnica para hacer… cosas, que tampoco, era que el inventor hablándole a una tormenta como si fuera una añorada amante no era una imagen muy tranquilizadora al lado de un enorme pararrayos. Y luego dio un paso más hacia atrás, por si acaso, porque nunca se estaba lo suficientemente lejos de un rayo.

-Que quieres que te diga, no parece haberlo probado antes. Ponerte a toquetear algo que realmente no sabes si funciona es… cuestionable en el mejor de los casos.- y suicida en el resto de casos la verdad. Pero puede que funcionara de verdad. Solo puede. Y la verdad, se sentía culpable por estar sentada allí mirando. Bueno, de pie. -¿Cómo de seguro estas que no va a explotar? ¿O electrocutarte?- o destrozar la ciudad ya que estaban, eso parecía ser una posibilidad constante a juzgar por la zona donde estaban.

Puede que se considerara un genio. Puede que incluso lo fuera. Pero era un niño. Porque nadie, absolutamente nadie con experiencia lo habría gafado de esa manera. Prácticamente como la burla de un dios, un rayo cayó sobre el aparato prácticamente al mismo tiempo que decía la frase y, obviamente, la rompió. ¿Cómo? La verdad era que no tenía ni idea, no era su cacharro y tampoco tendía ni idea de cómo funcionaba, porque por supuesto, no usaba runas. Para algo existían los encantamientos de electricidad, incluso podía agregarse un vínculo simpático a uno luminoso, para saber exactamente cuánto jugo mágico quedaba en el cacharro. Pero no con eso.

En cualquier caso, no solo lucia roto, sino que su creador también lo admitió como tal. Bueno, no pasaba nada, se alejarían disimuladamente y lo quitarían después de que acabara la tormenta, esperando que la guardia no se fijara en el enorme manchurrón negro que seguramente no se quitaría con toda el agua del mundo en su bonita calle.  Y entonces cayó otro rayo, y por supuesto que la cosa empeoro.

El siguiente rayo impacto y el cacharro actuó… no como ella se imaginaba que funcionaba un pararrayos la verdad, dispersando arcos de electricidad por el suelo, volviendo acercarse al cacharro extremadamente peligroso. No es que fuera a hacerlo, ni loca, pero estaba feo quitarle la opción. Y el inventor parecía un poco en pánico, no lo culpaba, pero tampoco era para tanto, no era como si fuera a destruir la ci….

-Oye… ¿Cómo de malo puede volverse esto?- es decir, seguro que no TAN mal, pero… ¿unas cuantas casas? ¿Creando un incendio fuera de control? Si, podía verlo yendo TAN mal.

La mujer con la que había hablado y el inventor parecían decididos a destruirlo. Y ella… se quedó allí luciendo bonita, puesto que una flecha iba a hacer más bien poco contra algo tan metálico, y lucia demasiado grande como para tumbarlo. Además, puede que estuviera distraída por la magia de la mujer, lucia muy… exótica, nunca había visto nada igual.

Valyria no dijo nada, medio anonadada, medio furiosa de que Chimar hubiera hecho el foco de sus problemas “más resistente que casi todo en la ciudad”. Y no parecía ser un farol, puesto que la magia de la mujer se había limitado a tumbarla. Cosa que en un principio había pensado que bastaría, pero no, por supuesto que no, porque esa era su vida ahora.

Otro rayo cayó sobre el cacharro tumbado, cosa que la verdad, no era ninguna sorpresa si lo pensaba fríamente. ¿Pero que empezara a sacudirse y saltar aun lanzando chispas? Eso era nuevo. Y peligroso, muy muy peligroso. Ahora si podían haber incendiado la ciudad entera de verdad. El niño sugiere…alzarlo…hacia las nubes. Como si fuera fácil, o posible, cuando la mujer ya estaba teniendo problemas para mantenerlo sujeto en un solo sitio, y aparentemente, no podría hacerlo durante mucho tiempo.

Lo primero que pensó era retirarse un momento y preparar un pergamino explosivo. Pero hablaba de minutos que no tenían, y tampoco tenían tanta potencia como para mandarlo por los aires, aunque si conseguían meter el cacharro en las alcantarillas… bajo tierra no molestaría, no caerían rayos en cuando rodara un poco fuera del agujero. Dos opciones, ninguna especialmente buena la verdad, porque si entendía lo que quería hacer el niño, en cuando la tormenta aflojara aunque fuera un poco, el cacharro bajaría otra vez y tendrían ese problema. En el mejor de los casos, alguien iba a tener un MUY mal día cuando un cacharro de metal chamuscado cayera de los cielos sobre su casa como el puño de un furioso dios.  Y ambos dependían de que pudiera hacer un buen explosivo en literalmente segundos.

…

Pero había alguien que lo tenía ya hecho ¿no?

-Chimar, la cosa esa, ¡de cuando disparamos a los tipos en la taberna!-

Por suerte, el niño no se había olvidado de su pequeña aventura y pareció captar su idea rápidamente. Y esta vez pudo ver bien qué diablos había hecho ese día. Y la verdad era que no lucia muy impresionante, solo arrojar una cosa metálica. Es decir, seguro que había habido mucho esfuerzo dedicado a crearla, pero verlo resultaba un poco… decepcionante.

En cualquier caso, funciono, pero no antes de que la elfa se molestara en retroceder un poco más, por si acaso acababan con quince pedazos atrae tormentas volando por la ciudad, cosa que viendo como había acabado el día, era más probable por momentos. Pero no, finalmente, algo funciono como esperaban, y lo que fuese esa cosa explotó violentamente, levantando piedra y provocando que la espiga se hundiera. Habría sido más impresionante si Valyria supiera exactamente cuanta roca había entre la calle y las alcantarillas, pero eso no había formado parte de la visita turística. Espero unos segundos, desde la distancia, para ver si ocurría algo más o los rayos seguían cayendo o cualquiera de una larga lista de cosas que seguramente podían salir mal.

Nada.

La elfa se sentó en el suelo, con un suspiro, sin importarle que sin duda estaría sucio por una vez en su vida y rebusco hasta sacar una pequeña petaca, dando un trago. Era vino de frutas, mucho más suave de lo que se solía llevar en cosas así, pero desde luego necesitaba un trago tras ese espectáculo. –Entonces Chimar, del uno al diez, ¿Cómo de probable es que la guardia nos culpe por esto? Otra vez.- Porque quería estar preparada por si tenia que echar a correr y evitar preguntas sobre una gran bola de rayos y muerte.

Por supuesto que iban a culparlos de eso, no le hacía falta que el niño respondiera, solo verlo escaquearse del problema tan rápido como sus pequeñas piernas le permitían sin entrar en una salvaje carrera. Valyria dio un sorbo más, dejando que el sabor a frutas invadiera su fruta antes de responder por lo bajo. –Cada maldita vez.- se preguntaba, si de alguna manera se hacía con los registros de incidentes de la guardia, cuantos seria culpa de esos críos. Demasiados, sin duda.

Pero era bueno saberlo, para irse con cuidado. Y hoy todos habían aprendido una valiosa lección. No intentar generar pararrayos sin runas O algún tipo de entidad de tormentas. La elfa se preguntó dónde podía una chica honesta hacerse con una de esas mientras se levantaba del suelo. Miro a lado y lado, buscando a la otra mujer para despedirse, pero no la vio. –Oh, venga ya.- no iba a cargar con las culpas de eso, otra vez. Especialmente teniendo en cuenta que esa vez no había tenido el más mínimo atisbo de culpa.

Ni un poquito, no podrían haberla culpado de eso.

Eso no impidió que corriera como el viento hacia literalmente cualquier otra zona de la ciudad, tan rápido como sus largas piernas elficas le permitían, poniendo su mejor cara de “¿agujero? ¿Qué agujero?”. Ningún día en esa maldita ciudad era normal. Bueno, los días en los que salia al menos, porque ahora tendría que pasarse un tiempo siendo buena niña en el taller, fingiendo que no sabia nada de la enorme tormenta, ese agujero en la calle o una bola de muerte electrizante.