Midsommar [Evento Social]
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Re: Midsommar [Evento Social]
Desde lo alto del pilar caído, Uriel tembló levemente de miedo al ver que en verdad planeaban hacerle caer ¿Y si caía al suelo desde esa altura? ¡Dudaba que le atraparan al vuelo! Como mínimo se rompería un brazo y en el peor de los casos se desnucara contra el suelo, tragando saliva Uriel se aferró a la estructura de madera.
“M-Maestro….¿hmmm? ¿Eh? ¿Señorita Zöe?”
Como si suplicase por un milagro, Uriel llamó a su maestro ¡E increíblemente el temblor del pilar se detuvo! Confuso y aún un poco asustado, Uriel miró a los lados para ver que sucedió ¡Alguien detuvo a esos chiflados! ¡Y fue Zöe! Cuando Uriel miró a la bio, unas lagrimitas de felicidad se formaron en el contorno de sus ojitos ¡Su heroína vino a salvarlo! En cuanto vio que la mujer le hizo un gesto para que saltara, sin dudarlo un solo segundo, Uriel le hizo caso y saltó directamente a sus brazos con una amplia sonrisa.
“Gracias por salvarme, señorita Zöe~ Fufu~”
En cuanto aterrizó en los brazos de la mujer, Uriel enterró su cara en la clavícula de la mujer y con dulzura se restregó levemente contra esta. Tal y como se esperaba de una criatura artificial no podía sentir el latir de la arteria carótida que confirmaba que la mujer conocía como Zöe estaba viva ¡Eso asustó un poco al niño! Pero enseguida lo justificó con que “Es una bio” y lo dejó pasar. La piel de la mujer era fría y antinatural, suave pero de alguna forma se sentía como algo irreal pero aún así, a Uriel, se le antojó cálida y tranquilizadora ¿Era así cómo se sentía estar en brazos de una “madre”? Antes de que se diera cuenta ya estaba medio adormecido por la cálida sensación, se hubiera dormido de no ser por la animada voz de la vampiresa.
“La señorita Sophi es muy fuerte también~ ¡Como se era de esperar de un vampiresa experimentada!”
Halagando a la muchacha sinceramente desde los brazos de la bio, Uriel pensó sinceramente lo que estaba diciendo ¡Esa vampiresa era realmente fuerte! Su maestro ya le dijo en muchas ocasiones que cuanto más antiguo sea un vampiro más fuerte será, la muchacha frente a él era la confirmación a esas palabras ¡Le gustaba mucho la gente fuerte! Siempre se sintió atraído hacía estas personas pero, a su vez, normalmente las teme y evita, aunque de vez en cuando aparecen algunos que inevitablemente se ganan su confianza y favor ¡Un ejemplo claro el bárbaro Kosir! Sophi parecía estar encaminada hacia el mismo lugar.
“¡Ah! ¡Mi cuaderno! ¡Al final no pude recuperarlo! E-Era algo realmente importante…”
Viéndose decaído, el vampirito contuvo las lágrimas de decepción ¡Ese cuaderno era su bien más preciado! Si no fuera por él jamás habría conocido la ciencia, y era lo último que quedaba de “ella” aparte de…¡No podía rendirse así! ¡Tenía que buscarlo! Bajando de los brazos de Zóe, Uriel comenzó a corretear de vuelta a la multitud desquiciada entre que unos tirban pilares compulsivamente y otros trataban de evitarlo, Uriel, ignorándolos, se puso a exclamar sin pudor alguno:
“¡¿Alguien vio un cuaderno de cuero viejo?! ¡Busco un cuaderno! ¡Quien sea que lo tenga, por favor, devuélveme! ¡Es muy importante!”
La gente o lo ignoraban o lo miraban como si fuera un animal de feria, aún así, Uriel no se desanimó y siguió gritando y llamando por toda la confusión y desenfreno de locura colectiva que se había formado en esa extraña festividad que, obviamente, Uriel arruinó por desconocimiento y miedo.
-------------------------Off-Rol------------------------------
¿Creo que con esto ya cumplimos con nuestro deber de aguafiestas? Si os apetece continuamos, sino lo dejamos aquí ¡Siempre puedes devolverme el cuaderno en otro tema, Val! *Guiño* *Guiño* *Codo* *Codo* Ahora en serio, si me veis por la cb o me mandáis un mp me comentáis si os apetece seguir o lo dejamos aquí~
Uri
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Re: Midsommar [Evento Social]
Las dos sonreímos al ver la cara de sorpresa del futuro caballero, los pasos veloces de Alward dejaban claro que fue una buena idea acicalar a su montura para la ocasión.
-Es un... -Levanté la ceja y me cruce de brazos. ¿¡Como que SU idea!? Miré al elfo con cara de pocos amigos. -Mira que pronto se ponen algunos los galones. -susurré, acercándome a la oreja de mi hija.
Lavey puso los ojos en blanco y después de matar al elfo con la mirada subió a su montura. Imité a mi niña y cuando la comitiva comenzó la marcha ambas nos colocamos a los costados del castaño.
-Tu siguiente cumpleaños lo va a tener difícil, si quiere superar esto. -Miré a Alward y sonreí quitándole hierro al asunto. -Piensa esto. Podría ser peor, podría ser un baile. -El humano bajó del caballo y tras él bajamos el resto. -Tu solo camina recto. No te hace falta ni hablar.
Seguimos la comitiva dejando que el homenajeado subiera a la tarima. Mientras la ceremonia daba comienzo Vey movió su brazo para tocar el mío.
-¿Cuánto dura esto? -Preguntó en voz baja.
-Pues solo nombraran caballero a Alward. -Respondí en voz baja, tras comparar mentalmente la investidura humana con la de los caballeros dragón. -Así que no creo que tarde mucho. Pero tú te quedas aquí.
-¡¿Que!? -Exclamó la rubia entre susurros. -Esto es súper aburrido. Yo me quiero ir a cazar.
-Tú te quedas aquí y haces caso a tu madre. -Repetí con voz seria y autoritaria. -Este es un momento especial para Alward. -La joven levantó las cejas y me miro desafiante. -Ni se te ocurra moverte señorita, no me obligues a...
-¿A qué? -Preguntó la rubia poniendo los brazos en jarras. -¿Me vas a castigar? ¿Me dejaras una semana sin dulces? -Lavey bufó y comenzó a moverse entra las filas de soldado. -Me largo de aquí.
-Vey, vuelve aquí, Vey. -Estiré el brazo para alcanzar al tiempo que alzaba la voz, pero la lagartija se escurrió entre el personal. -Lavey vuelve aquí, ¡Lavey! la madre que te... ¡Lavey, regresa!-La falta de respeto hizo que alzara la voz y el hombre a mi lado carraspeo. -Aaag, por todos los dioses... -Volví a mirar al frente muerta de vergüenza e ira. -Va a estar trenzado cuerdas, -Murmuraba. -hasta que le sangren los dedos.
-Es un... -Levanté la ceja y me cruce de brazos. ¿¡Como que SU idea!? Miré al elfo con cara de pocos amigos. -Mira que pronto se ponen algunos los galones. -susurré, acercándome a la oreja de mi hija.
Lavey puso los ojos en blanco y después de matar al elfo con la mirada subió a su montura. Imité a mi niña y cuando la comitiva comenzó la marcha ambas nos colocamos a los costados del castaño.
-Tu siguiente cumpleaños lo va a tener difícil, si quiere superar esto. -Miré a Alward y sonreí quitándole hierro al asunto. -Piensa esto. Podría ser peor, podría ser un baile. -El humano bajó del caballo y tras él bajamos el resto. -Tu solo camina recto. No te hace falta ni hablar.
Seguimos la comitiva dejando que el homenajeado subiera a la tarima. Mientras la ceremonia daba comienzo Vey movió su brazo para tocar el mío.
-¿Cuánto dura esto? -Preguntó en voz baja.
-Pues solo nombraran caballero a Alward. -Respondí en voz baja, tras comparar mentalmente la investidura humana con la de los caballeros dragón. -Así que no creo que tarde mucho. Pero tú te quedas aquí.
-¡¿Que!? -Exclamó la rubia entre susurros. -Esto es súper aburrido. Yo me quiero ir a cazar.
-Tú te quedas aquí y haces caso a tu madre. -Repetí con voz seria y autoritaria. -Este es un momento especial para Alward. -La joven levantó las cejas y me miro desafiante. -Ni se te ocurra moverte señorita, no me obligues a...
-¿A qué? -Preguntó la rubia poniendo los brazos en jarras. -¿Me vas a castigar? ¿Me dejaras una semana sin dulces? -Lavey bufó y comenzó a moverse entra las filas de soldado. -Me largo de aquí.
-Vey, vuelve aquí, Vey. -Estiré el brazo para alcanzar al tiempo que alzaba la voz, pero la lagartija se escurrió entre el personal. -Lavey vuelve aquí, ¡Lavey! la madre que te... ¡Lavey, regresa!-La falta de respeto hizo que alzara la voz y el hombre a mi lado carraspeo. -Aaag, por todos los dioses... -Volví a mirar al frente muerta de vergüenza e ira. -Va a estar trenzado cuerdas, -Murmuraba. -hasta que le sangren los dedos.
Reivy Abadder
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Re: Midsommar [Evento Social]
Aquella criatura parecía tener todas las respuestas necesarias para que Eilydh saliese victoriosa de su aventura. Los frascos con aquel veneno eran sin duda una idea mucho más simple que la compleja de Eilydh y todo aquello podía traducirse menos esfuerzo y menos tiempo consumido.
Tiempo era simplemente una de las cosas que Eilydh no poseía. O al menos así se lo demostraron las tres figuras que se habían percatado de que la chica en cuestión acababa de atizar con una botella a uno de sus compañeros.
Un sudor frío recorrió su frente. Hacía bastante que no usaba el arco. De hecho representaba todas las cosas que casi había olvidado de su especie y el mero hecho de agarrarlo entre sus manos le traía recuerdos agridulces, pero justo aquello era a lo que se había visto expuesta al aceptar participar en el midsommar. Tensó la cuerda, poniendo especial cuidado de apuntar a uno de los postes centrales, con un poco de suerte el efecto de aquel "ácido" crearía una reacción en cadena que afectaría a los demás postes. Cerró uno de sus ojos para apuntar con certitud.
Destensó la cuerda del arco y el efecto de aquella botellita no se hizo esperar. El poste donde tocó comenzó a desvanecerse como si se derritiera. La expresión de Eilydh pasó del asombro a la preocupación al ver como el contenido salpicó las túnicas de varios de los presentes, creando agujeros en ellas y provocando los gritos ahogados de muchos. Y la ignorancia de otros sumidos en el hechizo de aquellas flores.
-Creo.. que quizás... se esta haciendo tarde..Un placer haber sido invitada a tan.. horrible fiesta. No os preocupéis por invitarme de nuevo- dijo Eilydh mirándo hacia un lado y al otro a los hombres vestidos de blanco que se acercaban cada vez más a ella con cara de pocos amigos mientras hacía una reverencia exagerada.
Agarró el arco y visualizó a lo lejos la figura de su improvisado nuevo amigo, aquel era justo el camino que debería seguir para huir de aquel lugar. Corrió esquivando a sus captores y saltando sobre mesas mientras tropezaba con algunos invitados.
Por supuesto la mayoría de los presentes estaban demasiado ocupados preocupados por qué o quién los había atacado con ácido y por qué habían estado bailando por horas y horas sin poder parar como para darse cuenta que aquella elfa escapaba y huía no sin antes llevarse por delante varias de las copas de vino y cerveza en su inmaculada túnica blanca.
Cuando llegó al mencionado carromato, Eilydh saltó sobre él, instando a Amit'ek a que atizase a los caballos para que andásen rápido. Podía ver como varios de los elfos organizadores les apuntaban con sus flechas y no estaba segura cómo iban a escapar de la puntería certera de los de su raza.
-Debemos correr hacia ellos- dijo la chica. Sabía que el ratón enorme encontraría aquello totalmente contraproducente pero la elfa asintió como para insuflarle valor.- Acabamos de formar bullicio y liberar a unas cuantas personas de aquel hechizo, qué menos que nos marchemos de manera teatral- Agarró su arco y compartió una manera cómplice con su amigo.- Lo sé, te acabo de conocer, pero después de esto, y si no acabamos muertos, recuérdame que te anote en mi lista de personas con las que se puede contar para salir airosos de una aventura- le guiñó el ojo antes de volver a clavarlos en su objetivo: Una de las cuerdas que ataba tres de los palos conectados agarrando el toldo de la carpa donde se situaban las mesas. Con suerte aquello lo haría caer e impediría que sus enemigos pudiesen destrozarlos a flechazos.
De destrozar el resto del garito ya se ocuparía el carro de aquel Amit'ek.
Tiempo era simplemente una de las cosas que Eilydh no poseía. O al menos así se lo demostraron las tres figuras que se habían percatado de que la chica en cuestión acababa de atizar con una botella a uno de sus compañeros.
Un sudor frío recorrió su frente. Hacía bastante que no usaba el arco. De hecho representaba todas las cosas que casi había olvidado de su especie y el mero hecho de agarrarlo entre sus manos le traía recuerdos agridulces, pero justo aquello era a lo que se había visto expuesta al aceptar participar en el midsommar. Tensó la cuerda, poniendo especial cuidado de apuntar a uno de los postes centrales, con un poco de suerte el efecto de aquel "ácido" crearía una reacción en cadena que afectaría a los demás postes. Cerró uno de sus ojos para apuntar con certitud.
Destensó la cuerda del arco y el efecto de aquella botellita no se hizo esperar. El poste donde tocó comenzó a desvanecerse como si se derritiera. La expresión de Eilydh pasó del asombro a la preocupación al ver como el contenido salpicó las túnicas de varios de los presentes, creando agujeros en ellas y provocando los gritos ahogados de muchos. Y la ignorancia de otros sumidos en el hechizo de aquellas flores.
-Creo.. que quizás... se esta haciendo tarde..Un placer haber sido invitada a tan.. horrible fiesta. No os preocupéis por invitarme de nuevo- dijo Eilydh mirándo hacia un lado y al otro a los hombres vestidos de blanco que se acercaban cada vez más a ella con cara de pocos amigos mientras hacía una reverencia exagerada.
Agarró el arco y visualizó a lo lejos la figura de su improvisado nuevo amigo, aquel era justo el camino que debería seguir para huir de aquel lugar. Corrió esquivando a sus captores y saltando sobre mesas mientras tropezaba con algunos invitados.
Por supuesto la mayoría de los presentes estaban demasiado ocupados preocupados por qué o quién los había atacado con ácido y por qué habían estado bailando por horas y horas sin poder parar como para darse cuenta que aquella elfa escapaba y huía no sin antes llevarse por delante varias de las copas de vino y cerveza en su inmaculada túnica blanca.
Cuando llegó al mencionado carromato, Eilydh saltó sobre él, instando a Amit'ek a que atizase a los caballos para que andásen rápido. Podía ver como varios de los elfos organizadores les apuntaban con sus flechas y no estaba segura cómo iban a escapar de la puntería certera de los de su raza.
-Debemos correr hacia ellos- dijo la chica. Sabía que el ratón enorme encontraría aquello totalmente contraproducente pero la elfa asintió como para insuflarle valor.- Acabamos de formar bullicio y liberar a unas cuantas personas de aquel hechizo, qué menos que nos marchemos de manera teatral- Agarró su arco y compartió una manera cómplice con su amigo.- Lo sé, te acabo de conocer, pero después de esto, y si no acabamos muertos, recuérdame que te anote en mi lista de personas con las que se puede contar para salir airosos de una aventura- le guiñó el ojo antes de volver a clavarlos en su objetivo: Una de las cuerdas que ataba tres de los palos conectados agarrando el toldo de la carpa donde se situaban las mesas. Con suerte aquello lo haría caer e impediría que sus enemigos pudiesen destrozarlos a flechazos.
De destrozar el resto del garito ya se ocuparía el carro de aquel Amit'ek.
Eilydh
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Re: Midsommar [Evento Social]
Gaia no había dormido en hacía exactamente 72 horas. No había motivo aparente, por supuesto y sin embargo la bruja pensó que tampoco había razón que lo impidiese y por lo tanto 72 horas atrás Luna había decidido que el dormir era para todos aquellos que querían evitar las pesadillas del día a día y acolchonarse entre algodones en los sueños.
Gaia por supuesto sabía que el problema en su caso no tenía nada que ver con la vida real. Le daban miedo las pesadillas que normalmente la atosigaban durante la noche y seguramente si le hubiesen preguntado hacía 48 horas hubiese podido dar mil excusa por las que no presentarse al midsommar, entre ellas cierta investidura anunciada todas y cada una de las mañanas en las que Gaia no se había despertado por uno de los corresponsales del mismísimo rey.
Cómo si ese gordo y borrachuzo ricachón supiese siquiera el nombre del pobre chico al que van a investir, Luna oh mi Luna. Además nosotras no queremos negocios con caballeros.. ni con soldados.. ni con nadie que lleve una armadura que pese más que nosotras mismas oh Luna mi dulce dulce Luna..
Pero como he dicho, Gaia llevaba 72 horas sin dormir y lo poco racional de su mente estaba dominado ya por Luna, Y por supuesto por el alcohol barato de la posada donde había pasado la noche. Así que robó un vestido de seda y encaje blanco y algunas flores salvajes que fue encontrando en su camino con las que adornó su enmarañado cabello mientras se disponía a aventurarse al evento del que todos hablaban y en el que habían prometido alguna que otra bebida gratis si bailaban lo suficiente.
No saben lo caras que vamos a salirles, Luna, oh mi Luna.. si todo lo que tenemos que hacer es bailar. Además quién sabe? Lo mismo y podemos aprovechar para hacernos con una fortuna. El alcohol nos agiliza, mi linda Luna pero debilita a posibles... clientes? digamos investores.
Gaia se rió a carcajadas a medida que se aventuraba en la muchedumbre contagiada de la broma que Luna acababa de depositar en su mente provocando un par de miradas curiosas ante la visión de la chica sola y riendose de nada en apariencia. Gaia estaba acostumbrada a aquello, así que hizo lo que siempre: Saludó a las miradas curiosas con la mano y movió su emplazamiento a otro menos concurrido.
La mesa en la que se había sentado no estaba lejos del improvisado emplazamiento para la investidura. La chica podía además ver a las personas que habían decidido unirse al baile en los palos sin necesidad de levantarse del asiento.Además no muy lejos de ellas había varios hombres lo suficientemente borrachos como para no notar que la mitad de sus jarras de cerveza habían sido vaciadas antes de llevarselas a los labios.
El chico en cuestión que iba ser investido era facilmente reconocible y encajaba en todos los ideales de cuentos de hadas con los que Gaia seguía teniendo pesadillas: Alto, sonrisa perfecta, cabello perfectamente moldeado a un lado, fuerza y la chica supuso que inteligencia. Además había varias personas rodeándolo asií que a Gaia no le costó pensar que también tenía el don de gentes...
- Me aburro! - gritó la chica, haciendo que varias parejas no muy lejos de ella se sobresaltaran y decidiesen marcharse después de haberla escuchado varias veces hablando sola.
La chica reconoció a Matthew Owens entre los presentes a la ceremonia y Luna se revolvió en su cabeza, ronroneando como un gato, Gaia evitó cualquier contacto visual con el proxeneta para el que trabajaba. O había trabajado, ahora ya casi no sabía lo que hacía.
Luna, oh Luna.. porqué tan reacia a saludos.. seguro que el caballero en cuestión lleva una buena bolsa de dineros amarrada a su cinturón y tu justo tienes las caderas para que un hombre pierda cualquier bolsa por ellas, el mismo Owens lo dijo ademaás...
- La gente siempre sobrevalora los zapatos - dijo la chica mirándose los pies, mientras bebía descaradamente de la jarra del hombre sentado cerca de ella que no se dio cuenta. Jugueteó con uno de las flores de sus cabellos aún mirando al chico al que iban a investir y en el fondo preguntándose en que momento su vida había sido directamente perpendicular a la de Gaia. No es que le importase demasiado, su experiencia con soldados y caballeros era más que dolorosa, pero... ella estaba allí observándolo con su perfección y un halo de superioridad. Lo odió profundamente sin saber exactamente el por qué. Bebió otro trago.
Y entonces la vio. E ignoró por completo a Luna y cualquiera de las posibles recomendaciones de que o no hacer. Se levantó de la mesa y fue directa hacia dónde se encontraba aquella cabeza envuelta en bronce? cualquier metal parecido.
Era, por supuesto una pena que aquella cabeza estuviese atada a un hombre. No de la manera en la que las cabezas se unen a los cuerpos, pero de manera personal. Gaia pudo ver que aquel hombre en particular la poseía, como se poseen las cosas de valor a las que normalmente infravaloramos.
- No te da vergüenza!!!- dijo Gaia muy enfadada mirando a aquel hombre corpulento y rubio que cargaba la cabeza- Deberías ser encerrado por esto... - dijo la chica plantándole cara casi poniéndose de puntillas- Esta pobre mujer... necesita que le arregles el pelo. Y... está triste... qué le has hecho para que esté triste?- dijo simplemente sin preguntar a su dueño si podía tocarla o no y simplemente acariciando los cabellos de la cabeza sumida en metal.
Luna, oh Luna... Que buen ojo mi dulce Luna..,esto en particular podría comprarnos más de 3 semanas en cualquier posada.Vamos mejorando mi dulce y linda Luna
----
Off: Interactúo con Gerrit en el contexto de la investidura de Alward.
Gaia por supuesto sabía que el problema en su caso no tenía nada que ver con la vida real. Le daban miedo las pesadillas que normalmente la atosigaban durante la noche y seguramente si le hubiesen preguntado hacía 48 horas hubiese podido dar mil excusa por las que no presentarse al midsommar, entre ellas cierta investidura anunciada todas y cada una de las mañanas en las que Gaia no se había despertado por uno de los corresponsales del mismísimo rey.
Cómo si ese gordo y borrachuzo ricachón supiese siquiera el nombre del pobre chico al que van a investir, Luna oh mi Luna. Además nosotras no queremos negocios con caballeros.. ni con soldados.. ni con nadie que lleve una armadura que pese más que nosotras mismas oh Luna mi dulce dulce Luna..
Pero como he dicho, Gaia llevaba 72 horas sin dormir y lo poco racional de su mente estaba dominado ya por Luna, Y por supuesto por el alcohol barato de la posada donde había pasado la noche. Así que robó un vestido de seda y encaje blanco y algunas flores salvajes que fue encontrando en su camino con las que adornó su enmarañado cabello mientras se disponía a aventurarse al evento del que todos hablaban y en el que habían prometido alguna que otra bebida gratis si bailaban lo suficiente.
No saben lo caras que vamos a salirles, Luna, oh mi Luna.. si todo lo que tenemos que hacer es bailar. Además quién sabe? Lo mismo y podemos aprovechar para hacernos con una fortuna. El alcohol nos agiliza, mi linda Luna pero debilita a posibles... clientes? digamos investores.
Gaia se rió a carcajadas a medida que se aventuraba en la muchedumbre contagiada de la broma que Luna acababa de depositar en su mente provocando un par de miradas curiosas ante la visión de la chica sola y riendose de nada en apariencia. Gaia estaba acostumbrada a aquello, así que hizo lo que siempre: Saludó a las miradas curiosas con la mano y movió su emplazamiento a otro menos concurrido.
La mesa en la que se había sentado no estaba lejos del improvisado emplazamiento para la investidura. La chica podía además ver a las personas que habían decidido unirse al baile en los palos sin necesidad de levantarse del asiento.Además no muy lejos de ellas había varios hombres lo suficientemente borrachos como para no notar que la mitad de sus jarras de cerveza habían sido vaciadas antes de llevarselas a los labios.
El chico en cuestión que iba ser investido era facilmente reconocible y encajaba en todos los ideales de cuentos de hadas con los que Gaia seguía teniendo pesadillas: Alto, sonrisa perfecta, cabello perfectamente moldeado a un lado, fuerza y la chica supuso que inteligencia. Además había varias personas rodeándolo asií que a Gaia no le costó pensar que también tenía el don de gentes...
- Me aburro! - gritó la chica, haciendo que varias parejas no muy lejos de ella se sobresaltaran y decidiesen marcharse después de haberla escuchado varias veces hablando sola.
La chica reconoció a Matthew Owens entre los presentes a la ceremonia y Luna se revolvió en su cabeza, ronroneando como un gato, Gaia evitó cualquier contacto visual con el proxeneta para el que trabajaba. O había trabajado, ahora ya casi no sabía lo que hacía.
Luna, oh Luna.. porqué tan reacia a saludos.. seguro que el caballero en cuestión lleva una buena bolsa de dineros amarrada a su cinturón y tu justo tienes las caderas para que un hombre pierda cualquier bolsa por ellas, el mismo Owens lo dijo ademaás...
- La gente siempre sobrevalora los zapatos - dijo la chica mirándose los pies, mientras bebía descaradamente de la jarra del hombre sentado cerca de ella que no se dio cuenta. Jugueteó con uno de las flores de sus cabellos aún mirando al chico al que iban a investir y en el fondo preguntándose en que momento su vida había sido directamente perpendicular a la de Gaia. No es que le importase demasiado, su experiencia con soldados y caballeros era más que dolorosa, pero... ella estaba allí observándolo con su perfección y un halo de superioridad. Lo odió profundamente sin saber exactamente el por qué. Bebió otro trago.
Y entonces la vio. E ignoró por completo a Luna y cualquiera de las posibles recomendaciones de que o no hacer. Se levantó de la mesa y fue directa hacia dónde se encontraba aquella cabeza envuelta en bronce? cualquier metal parecido.
Era, por supuesto una pena que aquella cabeza estuviese atada a un hombre. No de la manera en la que las cabezas se unen a los cuerpos, pero de manera personal. Gaia pudo ver que aquel hombre en particular la poseía, como se poseen las cosas de valor a las que normalmente infravaloramos.
- No te da vergüenza!!!- dijo Gaia muy enfadada mirando a aquel hombre corpulento y rubio que cargaba la cabeza- Deberías ser encerrado por esto... - dijo la chica plantándole cara casi poniéndose de puntillas- Esta pobre mujer... necesita que le arregles el pelo. Y... está triste... qué le has hecho para que esté triste?- dijo simplemente sin preguntar a su dueño si podía tocarla o no y simplemente acariciando los cabellos de la cabeza sumida en metal.
Luna, oh Luna... Que buen ojo mi dulce Luna..,esto en particular podría comprarnos más de 3 semanas en cualquier posada.Vamos mejorando mi dulce y linda Luna
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Off: Interactúo con Gerrit en el contexto de la investidura de Alward.
Gaia
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Re: Midsommar [Evento Social]
Go´el miró de reojo al elfo, sin levantar la cabeza, concentrado en la tarea de pelar a ave semi humana para acceder con facilidad al interior del cadáver... bueno, a lo que quedaba en el interior del cadáver.
Si al galeno le molesto la interrupción, no lo demostró.
Gali estaba deseando que aquella noche terminara y que los cadáveres dejaran de amontonarse, le importaba poco si le servían o no a su compañero porque el resultado sería el mismo, el monje seguiría cargando cadáveres sobre su espalda, solo que en lugar de llevarlos a una fogata gigante los tendría que aguantar hasta regresar a la botica.
Mientras los pensamientos del dragón de tierra divagaban en el conteo de cuerpos consumidos por las llamas, (y los que todavía le quedaban) un elfo de sonrisa risueña se había acercado a observar al moreno. Gali dejó las plegarias mentales, que pedían el milagro de que al sacerdote se le clavara la daga en la cabeza, y se dio la vuelta hacia el desconocido.
-Gracias. Es de guindo. -Respondió el grandullón con su tranquila voz. -¿Que te trae por aquí, elfo? Te has pasado de largo la celebración.
Comentó divertido, acercándose al rubio.
El monje parecía tener alguna clase de atracción hacia las personas de pelo rubio. No sabía la razón, pero por algún motivo Gali estaba siempre rodeado de gente con esta característica.
-Aunque tampoco creo que aun elfo le interesen los rituales de dioses paganos.
El dragón levantó el brazo hacia el arma y la descolgó de su espalda.
-¿Te gusta? -Preguntó ofreciéndole el bastón. -Veo que tú también llevas una vara.
Si al galeno le molesto la interrupción, no lo demostró.
Gali estaba deseando que aquella noche terminara y que los cadáveres dejaran de amontonarse, le importaba poco si le servían o no a su compañero porque el resultado sería el mismo, el monje seguiría cargando cadáveres sobre su espalda, solo que en lugar de llevarlos a una fogata gigante los tendría que aguantar hasta regresar a la botica.
Mientras los pensamientos del dragón de tierra divagaban en el conteo de cuerpos consumidos por las llamas, (y los que todavía le quedaban) un elfo de sonrisa risueña se había acercado a observar al moreno. Gali dejó las plegarias mentales, que pedían el milagro de que al sacerdote se le clavara la daga en la cabeza, y se dio la vuelta hacia el desconocido.
-Gracias. Es de guindo. -Respondió el grandullón con su tranquila voz. -¿Que te trae por aquí, elfo? Te has pasado de largo la celebración.
Comentó divertido, acercándose al rubio.
El monje parecía tener alguna clase de atracción hacia las personas de pelo rubio. No sabía la razón, pero por algún motivo Gali estaba siempre rodeado de gente con esta característica.
-Aunque tampoco creo que aun elfo le interesen los rituales de dioses paganos.
El dragón levantó el brazo hacia el arma y la descolgó de su espalda.
-¿Te gusta? -Preguntó ofreciéndole el bastón. -Veo que tú también llevas una vara.
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Re: Midsommar [Evento Social]
—Si su Werner carece de tentáculos en la cara y una pinza de cangrejo en vez de brazo, dudo que esté relacionado conmigo — contestó con una sonrisa afable.
La bruja se presentó sin hacer hincapié en su rango dentro del Hekshold ni en las razas de sus compañeros. El Capitán pasó la pipa de sus labios de un lado de la boca al otro para ocultar una mueca de disgusto. Se sintió desilusionado por no poder comprobar las teorías que había llegado al observar al grupo de Valeria Reike. Una capitana que no utiliza el título de capitán, ¡habrase visto! La mueca de disgusto se desdibujó para dar paso a una sonrisa burlona. Una bruja que no el nombre de su familia ni los hechizos que conoce al presentarse, ¡habrase visto!
Valeria propuso seguir con la estrategia que habían llevado hasta el momento, como si la incorporación de El Capitán no fuera un aliciente, sino que fuera algo completamente prescindible.
—Si fuera al revés, tendríamos un problema — dijo señalando a la corona con la pinza —. Las cosas hechas de sustancias mágicas, éter como vosotros lo llamáis, no son mi fuerte.
El Capitán contó a las personas que estaban entorno al poste floral: un total de once, contando a Nereida y Roger. No suponían un número elevado, en las demás atracciones superaban la veintena. Entre los dos, la bruja y el pirata, podían mantener a los jóvenes dentro del radio de acción sin ninguna dificultad. Ni siquiera tendría que volver a hacer usó de los proyectiles de agua. Lanzar una piedra o, simplemente, gritar a viva voz tendría el mismo resultado.
Mentalmente, trazó una circunferencia alrededor del poste un poco más pequeña, calculó El Capitán, de lo que sería realmente el radio de acción del hechizo de la corona de flores; esto le daría un cómodo margen de error. Identificó a los jóvenes que más cerca estaban de sobrepasar la circunferencia. El Capitán se posicionó sobre el primero, una muchacha humana. No dijo nada, simplemente, se presentó con una actitud firme y autoritaria. Al verlo, inmediatamente, la chica cambió de rumbo. Sin cambiar de posición, el capitán bramó un grito de advertencia un: eeehh; alargando considerablemente la vocal. Era el mismo grito que utilizaría en El Promesa para advertir el incumplimiento de una orden dada con anterioridad. El segundo chico, un humano con facciones suaves como las de un elfo (mestizo, quizás), se dio la vuelta y continuó su particular baile.
Mientras el camino impedía que ningún muchacho saliese del radio de acción, la bruja recitaba sus hechizos. Parecía que estuviera cantando en voz baja. El Capitán no conseguía escuchar su voz, pero de vez en cuando, se permitía girar la cabeza y observar el movimiento rítmico de los labios de la bruja. Eran labios hechos para besar y ser besados. Pensó El Capitán influenciado por el embrujo del Midsommar. Si tuviera diez años menos, no habría hecho falta ningún conjuro para que El Capitán se fijase en esos labios.
Tolmo apareció por el norte. Sus ropas rasgadas desvelaban su raza, licántropo, la misma que El Capitán había deducido. Decía que había sido atacado por Indis, la elfa del grupo del Hekshold, y que había tenido que transformarse para defenderse. El Capitán giró la cabeza hacia la dirección donde estaba Indis. Tenía una rosa en la mano derecha, de ella podía hacer surgir toda clase de artimañas con espinas y raíces, y con la izquierda, sostenía uno de los lazos que unían con la atracción floral.
—¿No os han advertido que no tenéis que acercaros a los postes? — intervino El Capitán —. Vuestra amiga está perdida hasta que la corona caiga por su propio peso. Si os hacéis por rescatarla, os responderá con violencia. Su actitud es similar a la de esos muchachos — señaló con la pinza una atracción en pleno funcionamiento. La mayoría de los jóvenes estaban cogidos de las manos, si uno alcanzaba a separarse, otro estiraba el brazo para volverlo a unir —. Vuestra magia genera una mentalidad de colmena en esa gente, los hipnotizada y confunde en un tiempo determinado. Si alguno osa salir de la mente colmena, lo devuelve con sutiliza. Si intentáis sacarla, acabaréis tan perdidos como ella — hizo un movimiento con el brazo-tenaza para restarle importancia —. Lo más sensato es dejarla bailarla hasta que termine la celebración. No faltará mucho, los sacerdotes se están quedando sin cuchillos limpios.
Giro la cabeza, de vuelta a la atracción deteriorada. Los once muchachos estaban en un lugar seguro. Comenzó a reír, no se dio cuenta hasta que se le cayó la pipa de la boca. Llegó a tiempo a cogerla con los tentáculos de la barba.
—¿Quiere saber lo que me parece tan gracioso? — le dijo a Valeria Reike —. Pues verá, acabo de hablar a vuestros chicos como si fueran los míos. A veces confundo la tierra con la cubierta de mi barco — que Tolmo se pareciera a Roger facilitaba la confusión —. Costumbres de un viejo capitán.
La bruja se presentó sin hacer hincapié en su rango dentro del Hekshold ni en las razas de sus compañeros. El Capitán pasó la pipa de sus labios de un lado de la boca al otro para ocultar una mueca de disgusto. Se sintió desilusionado por no poder comprobar las teorías que había llegado al observar al grupo de Valeria Reike. Una capitana que no utiliza el título de capitán, ¡habrase visto! La mueca de disgusto se desdibujó para dar paso a una sonrisa burlona. Una bruja que no el nombre de su familia ni los hechizos que conoce al presentarse, ¡habrase visto!
Valeria propuso seguir con la estrategia que habían llevado hasta el momento, como si la incorporación de El Capitán no fuera un aliciente, sino que fuera algo completamente prescindible.
—Si fuera al revés, tendríamos un problema — dijo señalando a la corona con la pinza —. Las cosas hechas de sustancias mágicas, éter como vosotros lo llamáis, no son mi fuerte.
El Capitán contó a las personas que estaban entorno al poste floral: un total de once, contando a Nereida y Roger. No suponían un número elevado, en las demás atracciones superaban la veintena. Entre los dos, la bruja y el pirata, podían mantener a los jóvenes dentro del radio de acción sin ninguna dificultad. Ni siquiera tendría que volver a hacer usó de los proyectiles de agua. Lanzar una piedra o, simplemente, gritar a viva voz tendría el mismo resultado.
Mentalmente, trazó una circunferencia alrededor del poste un poco más pequeña, calculó El Capitán, de lo que sería realmente el radio de acción del hechizo de la corona de flores; esto le daría un cómodo margen de error. Identificó a los jóvenes que más cerca estaban de sobrepasar la circunferencia. El Capitán se posicionó sobre el primero, una muchacha humana. No dijo nada, simplemente, se presentó con una actitud firme y autoritaria. Al verlo, inmediatamente, la chica cambió de rumbo. Sin cambiar de posición, el capitán bramó un grito de advertencia un: eeehh; alargando considerablemente la vocal. Era el mismo grito que utilizaría en El Promesa para advertir el incumplimiento de una orden dada con anterioridad. El segundo chico, un humano con facciones suaves como las de un elfo (mestizo, quizás), se dio la vuelta y continuó su particular baile.
Mientras el camino impedía que ningún muchacho saliese del radio de acción, la bruja recitaba sus hechizos. Parecía que estuviera cantando en voz baja. El Capitán no conseguía escuchar su voz, pero de vez en cuando, se permitía girar la cabeza y observar el movimiento rítmico de los labios de la bruja. Eran labios hechos para besar y ser besados. Pensó El Capitán influenciado por el embrujo del Midsommar. Si tuviera diez años menos, no habría hecho falta ningún conjuro para que El Capitán se fijase en esos labios.
Tolmo apareció por el norte. Sus ropas rasgadas desvelaban su raza, licántropo, la misma que El Capitán había deducido. Decía que había sido atacado por Indis, la elfa del grupo del Hekshold, y que había tenido que transformarse para defenderse. El Capitán giró la cabeza hacia la dirección donde estaba Indis. Tenía una rosa en la mano derecha, de ella podía hacer surgir toda clase de artimañas con espinas y raíces, y con la izquierda, sostenía uno de los lazos que unían con la atracción floral.
—¿No os han advertido que no tenéis que acercaros a los postes? — intervino El Capitán —. Vuestra amiga está perdida hasta que la corona caiga por su propio peso. Si os hacéis por rescatarla, os responderá con violencia. Su actitud es similar a la de esos muchachos — señaló con la pinza una atracción en pleno funcionamiento. La mayoría de los jóvenes estaban cogidos de las manos, si uno alcanzaba a separarse, otro estiraba el brazo para volverlo a unir —. Vuestra magia genera una mentalidad de colmena en esa gente, los hipnotizada y confunde en un tiempo determinado. Si alguno osa salir de la mente colmena, lo devuelve con sutiliza. Si intentáis sacarla, acabaréis tan perdidos como ella — hizo un movimiento con el brazo-tenaza para restarle importancia —. Lo más sensato es dejarla bailarla hasta que termine la celebración. No faltará mucho, los sacerdotes se están quedando sin cuchillos limpios.
Giro la cabeza, de vuelta a la atracción deteriorada. Los once muchachos estaban en un lugar seguro. Comenzó a reír, no se dio cuenta hasta que se le cayó la pipa de la boca. Llegó a tiempo a cogerla con los tentáculos de la barba.
—¿Quiere saber lo que me parece tan gracioso? — le dijo a Valeria Reike —. Pues verá, acabo de hablar a vuestros chicos como si fueran los míos. A veces confundo la tierra con la cubierta de mi barco — que Tolmo se pareciera a Roger facilitaba la confusión —. Costumbres de un viejo capitán.
El Capitán Werner
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Re: Midsommar [Evento Social]
Le salvó que tenía buen cuerpo, de no ser así, le hubiera girado la cara de un revés. Sus ojos brillaban como los de un felino en la noche. Estaba loca y enfadada por motivos que solamente su maltrecha cordura podría entender. Dejé que dijera todos los disparates que quisiera puesto que la chica me ofrecía cosas más interesantes que ver que dos pares de ojos. Su vestido blanco daba rienda suelta a mi imaginación. Tenía un escote encantador sin resultar escandaloso. El calor del verano hacía que la tela del vestido se pegase en las caderas de la chica, dibujando unas caderas que pedían a gritos ser levantadas por las manos de un hombre; por las mías, para ser preciosos.
—Tú también estarías triste si un brujo te arranca la cabeza de tu cuerpo. ¿No crees? — contesté a la chica con sorna. No la miraba a los ojos —. Podemos hacer la prueba. Quédate quieta, ahí dónde estás.
Dejé a Talisa en la tierra y puse ambas manos en la sien de la chica. Convoqué una pequeña e inofensiva corriente eléctrica con la suficiente fuerza como para levantar la melena roja de la chica por los aires.
—Ahora sois dos las que necesitáis un arreglo de pelo — dejé a un lado el sarcasmo y la burlas, lo siguiente lo dije con una seriedad impropia de mí —. Fuera de mi vista, largo. No me hagas repetirlo.
Suuri, mi martillo, tintineó en mi cinturón. Lo hacía mover con magia telequinética. Recogí a Talisa del suelo como si fuera una bola de jugar a los bolos. Su boca escupió líneas de electricidad fruto de la corriente que había sobrado del hechizo con el que había levantado el pelo de la loca.
Di la espalda a la chica. No me hagas repetirlo, pensé en mis adentros, largo. Fui claro y directo, debería entenderlo. Debería echar a correr y huir de mí si es que no quería perder la cabeza físicamente, como Talisa, además de metafóricamente. O, lo que sería peor, si no quería acabar como Keira y Aaliz. Unos días o unas horas buenas de sexo y sonrisas a cambio de tener que soportar mis ataques de ira. No, no vengas chica. No sabes lo que estás haciendo. Ni se te ocurra perseguirme. Apagaré tus ojos y te dejaré cardenales en las caderas y arañazos en la espalda.
Acabaría viniendo, una parte de mí sabía y quería que viniera. Ya fuera por curiosidad o por querer vengarse de lo que le había hecho en el cuello, acabaría siguiendo mi sombra. Entonces me giraría, me aprovecharía de su locura para engañarla y llevarla a algún lugar privado. Una vez estuviéramos lejos de la multitud, no me haría falta hablar y si a ella se le ocurría gritar, le haría callar de la mejor forma que sabía.
Interactúo con Gaia.
—Tú también estarías triste si un brujo te arranca la cabeza de tu cuerpo. ¿No crees? — contesté a la chica con sorna. No la miraba a los ojos —. Podemos hacer la prueba. Quédate quieta, ahí dónde estás.
Dejé a Talisa en la tierra y puse ambas manos en la sien de la chica. Convoqué una pequeña e inofensiva corriente eléctrica con la suficiente fuerza como para levantar la melena roja de la chica por los aires.
—Ahora sois dos las que necesitáis un arreglo de pelo — dejé a un lado el sarcasmo y la burlas, lo siguiente lo dije con una seriedad impropia de mí —. Fuera de mi vista, largo. No me hagas repetirlo.
Suuri, mi martillo, tintineó en mi cinturón. Lo hacía mover con magia telequinética. Recogí a Talisa del suelo como si fuera una bola de jugar a los bolos. Su boca escupió líneas de electricidad fruto de la corriente que había sobrado del hechizo con el que había levantado el pelo de la loca.
Di la espalda a la chica. No me hagas repetirlo, pensé en mis adentros, largo. Fui claro y directo, debería entenderlo. Debería echar a correr y huir de mí si es que no quería perder la cabeza físicamente, como Talisa, además de metafóricamente. O, lo que sería peor, si no quería acabar como Keira y Aaliz. Unos días o unas horas buenas de sexo y sonrisas a cambio de tener que soportar mis ataques de ira. No, no vengas chica. No sabes lo que estás haciendo. Ni se te ocurra perseguirme. Apagaré tus ojos y te dejaré cardenales en las caderas y arañazos en la espalda.
Acabaría viniendo, una parte de mí sabía y quería que viniera. Ya fuera por curiosidad o por querer vengarse de lo que le había hecho en el cuello, acabaría siguiendo mi sombra. Entonces me giraría, me aprovecharía de su locura para engañarla y llevarla a algún lugar privado. Una vez estuviéramos lejos de la multitud, no me haría falta hablar y si a ella se le ocurría gritar, le haría callar de la mejor forma que sabía.
Interactúo con Gaia.
Gerrit Nephgerd
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Re: Midsommar [Evento Social]
Bastaba ya de palabras. Bastaba ya de aplazar lo que aquel ser buscaba. ¿Acaso quería enfrentamiento? ¿Acaso quería derramar más sangre de la que parecía necesaria? Pues estaba claro, que ya a Daven le importaba poco su propia lógica sobre aplazar un combate. Cerró los ojos y apretó con fuerza sus puños. Era la hora de su despertar.
— Hazme el favor y metete algo en la boca. Bien grande para que no puedas pronunciar palabra alguna. Das asco
tu voz es repelente. —Elevó la comisura izquierda de sus labios y abrió los ojos buscando con la mirada al objetivo de sus palabras. Su mirada había cambiado, ya no era triste, ya no estaba apagada. Ahora sin embargo se podía observar el ardor de su llama.
Clavó la rodilla izquierda en el suelo y hundió los nudillos en la tierra. Frescor, dureza, sangre. Si esa tierra hablase y contase el millar de historias que era capaz de grabar un simple grano de arena. Pero ahora mismo al dragón le daba igual el pasado o el futuro. Y casi casi que también le daba igual el presente. Porque quizás en otra ocasión no habría reaccionado así. Pero ya era tarde, ya no podía echar el freno.
Ahogó un rugido nacido de sus propias entrañas y su cuerpo comenzó a cambiar. Su piel se oscurecía hasta ser una con la sombra, hasta ser uno más con la sombre. Sus garras afiladas como cuchillas comenzaron a crecer donde antes estuvieron sus manos y pies. Su transformación se estaba completando, su envergadura era de las más grandes de su especie. Era un dragón grande y tosco. Negro como el azabache. El único brillo que emitía el dragón era el blanco de sus fauces y el amarillo de sus ojos que estaban centrados en Asher.
Quiso hablar pero le era imposible. Iba a rugir pero pensó que era perder un tiempo innecesario en ese momento. Abrió sus alas y saltó hacia arriba. Voló y voló hasta que su silueta apenas fue visible para el ojo humano. No iba a hacerlo tan fácil. Si quería ganar o al menos hacerse valer tenía que pensar, y no solo actuar. Se alejó unos cientos de metros del lugar y en la lejanía comenzó a sacudir sus alas con fiereza. Aumentando su velocidad y cayendo como si de un halcón sobre su presa se tratase. Se proponía usarse el mismo como proyectil e impactar contra Asher.
El viento acariciaba sus escamas y mecía sus alas. El tiempo pasaba despacio mientras se acercaba a su objetivo. Su vida, intensa pero corta empezó a pasar por su mente. Como si de una mala película de serie B se tratara. Malos efectos especiales, malos doblajes e incluso descompensación con el audio y el vídeo de la imagen. El dragón cerró sus ojos y dejó a la suerte de los dioses el resultado de su acción. Pararlo o caer contra un desconocido. Ganar o perder. Vivir o resultar herido. Tantos resultados, tantas opciones que no se había parado a barajar. Tanta furia que le era imposible ser claro ni siquiera consigo mismo.
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Off: Habilidad Racia. Transformación en Dragón.
— Hazme el favor y metete algo en la boca. Bien grande para que no puedas pronunciar palabra alguna. Das asco
tu voz es repelente. —Elevó la comisura izquierda de sus labios y abrió los ojos buscando con la mirada al objetivo de sus palabras. Su mirada había cambiado, ya no era triste, ya no estaba apagada. Ahora sin embargo se podía observar el ardor de su llama.
Clavó la rodilla izquierda en el suelo y hundió los nudillos en la tierra. Frescor, dureza, sangre. Si esa tierra hablase y contase el millar de historias que era capaz de grabar un simple grano de arena. Pero ahora mismo al dragón le daba igual el pasado o el futuro. Y casi casi que también le daba igual el presente. Porque quizás en otra ocasión no habría reaccionado así. Pero ya era tarde, ya no podía echar el freno.
Ahogó un rugido nacido de sus propias entrañas y su cuerpo comenzó a cambiar. Su piel se oscurecía hasta ser una con la sombra, hasta ser uno más con la sombre. Sus garras afiladas como cuchillas comenzaron a crecer donde antes estuvieron sus manos y pies. Su transformación se estaba completando, su envergadura era de las más grandes de su especie. Era un dragón grande y tosco. Negro como el azabache. El único brillo que emitía el dragón era el blanco de sus fauces y el amarillo de sus ojos que estaban centrados en Asher.
Quiso hablar pero le era imposible. Iba a rugir pero pensó que era perder un tiempo innecesario en ese momento. Abrió sus alas y saltó hacia arriba. Voló y voló hasta que su silueta apenas fue visible para el ojo humano. No iba a hacerlo tan fácil. Si quería ganar o al menos hacerse valer tenía que pensar, y no solo actuar. Se alejó unos cientos de metros del lugar y en la lejanía comenzó a sacudir sus alas con fiereza. Aumentando su velocidad y cayendo como si de un halcón sobre su presa se tratase. Se proponía usarse el mismo como proyectil e impactar contra Asher.
El viento acariciaba sus escamas y mecía sus alas. El tiempo pasaba despacio mientras se acercaba a su objetivo. Su vida, intensa pero corta empezó a pasar por su mente. Como si de una mala película de serie B se tratara. Malos efectos especiales, malos doblajes e incluso descompensación con el audio y el vídeo de la imagen. El dragón cerró sus ojos y dejó a la suerte de los dioses el resultado de su acción. Pararlo o caer contra un desconocido. Ganar o perder. Vivir o resultar herido. Tantos resultados, tantas opciones que no se había parado a barajar. Tanta furia que le era imposible ser claro ni siquiera consigo mismo.
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Daven Valerious
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Re: Midsommar [Evento Social]
El miembro 'Daven Valerious' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Midsommar [Evento Social]
Aquel hombre tenía el gesto de alguien que ha vivido mil guerras internas y las ha perdido todas. Hablaba con la confianza que da el saberse dueño de las siguientes acciones y escondía en su sonrisa macabra una vocecita interna que a Gaia causó más pavor que la propia Luna.
Hablaba rápido, como si aquello fuese hacer que lo que dijese tuviese menos importancia y hacía un esfuerzo sobrehumano para aparentar que no estaba roto en mil pedazos por dentro. A Gaia aquello le resultó demasiado familiar, así que decidió pasar por alto el hecho de que sin saberlo, el chico había desvelado todo lo que quería saber de él en un mero hecho.
Él era el trueno. La electricidad misma que recorrió la espalda de Gaia y desalvorotó su pelo, la languidez al decir exactamente lo que pensaba que quería que dijese. La necesidad misma de la bruja de entender como alguien podía manejar sus poderes de aquella manera sin sentir remordimiento por ello.
Y la chispa que hace perder la cordura, Luna... Oh mi dulce, dulce Luna.
Una suerte que la suya misma se hubiese perdido hacía mucho, mucho tiempo, quizás fue eso lo que acabó de molestar a la bruja. el hecho de que en las palabras finales del mago, el hombre había dejado una advertencia que era una invitación, como tejiendo una red invisible en la que Gaia debía, era necesario que cayese.
Una suerte Luna oh mi Luna hermosa que nosotras no seamos de lo más predecibles, no es así, ese hombre tiene la cara única de todos los que te han dañado, Luna oh mi Luna, todos y cada uno de ellos. Y nosotras recordamos todas y cada una de esas caras, Luna mi dulce Luna.
El gesto de Gaia era inexpresivo mientras veía como el hombre que acababa de despeinarla marchaba con aire airoso cargando con la cabeza de metal. La chica tenía poco control de sus poderes, o al menos cuando estaba sobria, pero claro, llevaba más de 8 medias cervezas encimas, 9 si contaba el culo de uno de los vasos del hombre en la mesa contigua, y Luna era valiente en la coraza que le componía el alcohol., así que se concentró lo suficiente como para focalizar sus poderes.
Y pareció funcionar.
La cabeza de Talisa que el hombre había recogido del suelo y llevaba consigo salió disparada hacia Gaia, que emitió una risa casi maquiavélica al sostenerla entres sus manos, sin dejar de mirar al hombre rubio.
Oh Luna, mi dulce Luna, esta es el principio de nuestra decadencia, nos falta cerveza en la sangre y cordura en la cabeza como para que nos importase lo que eso significa, y aún así..
Gaia jugueteaba con los cabellos de Talisa, haciendo trenzas en un intento nulo de adornarlos.Guiñó un ojo a Gerrit, ignorándolo deliberadamente en el proceso. Aquel hombre no era más que el portador de aquello que necesitaba y acababa de conseguir, Por ella podía marcharse.
-Esta podría ser el principio de una hermosa, hermosísima amistad, princesa- le dijo a la cabeza. Se quitó una flor de su cabello y se la puso en el del objeto, cual esperpento ante los ojos atónitos de una de las parejas que decidieron finalmente ir a bailar al circulo antes de seguir contemplando aquello.
Todo gesto de sorpresa, Luna mi dulce Luna. De advertencia. De guárdame lejos de ese loco. de: Sálvese quién pueda... de la perfección se conserva mejor en metal...
-.. De la perfección de un caballero recién investido- dijo Gaia a si misma, mientras buscaba con la mirada al chico a punto de ser nombrado caballero y su gesto se volvía oscuro.
Al fin y al cabo, no había nada que hiciese más infelizmente perfecta a Gaia que reconocer todo lo que ella quería y no podía ser.
Justo como aquella cabeza de metal.
Del hombre martillo ya nos ocuparemos luego. Luna oh mi dulce dulce Luna.
Hablaba rápido, como si aquello fuese hacer que lo que dijese tuviese menos importancia y hacía un esfuerzo sobrehumano para aparentar que no estaba roto en mil pedazos por dentro. A Gaia aquello le resultó demasiado familiar, así que decidió pasar por alto el hecho de que sin saberlo, el chico había desvelado todo lo que quería saber de él en un mero hecho.
Él era el trueno. La electricidad misma que recorrió la espalda de Gaia y desalvorotó su pelo, la languidez al decir exactamente lo que pensaba que quería que dijese. La necesidad misma de la bruja de entender como alguien podía manejar sus poderes de aquella manera sin sentir remordimiento por ello.
Y la chispa que hace perder la cordura, Luna... Oh mi dulce, dulce Luna.
Una suerte que la suya misma se hubiese perdido hacía mucho, mucho tiempo, quizás fue eso lo que acabó de molestar a la bruja. el hecho de que en las palabras finales del mago, el hombre había dejado una advertencia que era una invitación, como tejiendo una red invisible en la que Gaia debía, era necesario que cayese.
Una suerte Luna oh mi Luna hermosa que nosotras no seamos de lo más predecibles, no es así, ese hombre tiene la cara única de todos los que te han dañado, Luna oh mi Luna, todos y cada uno de ellos. Y nosotras recordamos todas y cada una de esas caras, Luna mi dulce Luna.
El gesto de Gaia era inexpresivo mientras veía como el hombre que acababa de despeinarla marchaba con aire airoso cargando con la cabeza de metal. La chica tenía poco control de sus poderes, o al menos cuando estaba sobria, pero claro, llevaba más de 8 medias cervezas encimas, 9 si contaba el culo de uno de los vasos del hombre en la mesa contigua, y Luna era valiente en la coraza que le componía el alcohol., así que se concentró lo suficiente como para focalizar sus poderes.
Y pareció funcionar.
La cabeza de Talisa que el hombre había recogido del suelo y llevaba consigo salió disparada hacia Gaia, que emitió una risa casi maquiavélica al sostenerla entres sus manos, sin dejar de mirar al hombre rubio.
Oh Luna, mi dulce Luna, esta es el principio de nuestra decadencia, nos falta cerveza en la sangre y cordura en la cabeza como para que nos importase lo que eso significa, y aún así..
Gaia jugueteaba con los cabellos de Talisa, haciendo trenzas en un intento nulo de adornarlos.Guiñó un ojo a Gerrit, ignorándolo deliberadamente en el proceso. Aquel hombre no era más que el portador de aquello que necesitaba y acababa de conseguir, Por ella podía marcharse.
-Esta podría ser el principio de una hermosa, hermosísima amistad, princesa- le dijo a la cabeza. Se quitó una flor de su cabello y se la puso en el del objeto, cual esperpento ante los ojos atónitos de una de las parejas que decidieron finalmente ir a bailar al circulo antes de seguir contemplando aquello.
Todo gesto de sorpresa, Luna mi dulce Luna. De advertencia. De guárdame lejos de ese loco. de: Sálvese quién pueda... de la perfección se conserva mejor en metal...
-.. De la perfección de un caballero recién investido- dijo Gaia a si misma, mientras buscaba con la mirada al chico a punto de ser nombrado caballero y su gesto se volvía oscuro.
Al fin y al cabo, no había nada que hiciese más infelizmente perfecta a Gaia que reconocer todo lo que ella quería y no podía ser.
Justo como aquella cabeza de metal.
Del hombre martillo ya nos ocuparemos luego. Luna oh mi dulce dulce Luna.
Gaia
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Re: Midsommar [Evento Social]
Eyre se había dedicado a ignorar los berrinches del humano, demasiado acostumbrada a lidiar con él como para dejar que aquello le afectase. Simplemente continuó dándole charla y tironeándolo de aquí para allá a lo largo del festival hasta que, cuando estaba intentando hacerle probar un tentempié de apariencia muy extraña que había encontrado en la mesa de comidas, el bullicio de la muchedumbre le llamó la atención.
¡Allí estaban, por fin, lo soldados! Al ver a su amigo al frente de la comitiva, la bruja soltó a Matthew para saludar a Alward con ambas manos en alto y con una amplia sonrisa adornándole el rostro. Owens se quedó mirando unos pasos más atrás, para cualquiera las acciones de Eyre serían completamente normales y, por lo mismo, habrían pasado totalmente desapercibidas. Pero para el estafador era una afrenta contra su narcisismo, y tal agravio tenía que ser devuelto en forma de daño indirecto.
-¡Bravooo! -Vitoreaba la Hechicera, dando saltitos en su lugar- ¿No es genial ver que el esfuerzo de alguien que quieres ha dado sus frutos? -Preguntó, inocente, a Matthew.
-Claro que sí, Alward es un gran hombre y sin duda merece que lo recompensen por taaaanto esfuerzo - Ni una palabra sincera salía de los labios del Humano - Es reconfortante ver que por una vez al menos se hace justicia -
Matt no sentía ni el más mínimo cariño por el ahora Caballero Sevna, toda la situación le resultaba repugnante ¡La hipocresía en su versión más pura! Tenía frente a él un claro ejemplo de la farsa que la sociedad pregonaba a viva voz como si fuera un motivo de orgullo. Oscuros pensamientos se iban formando en su mente, y antes de que se diera cuenta había pasado varios segundos en silencio, con la vista fija en Alward mientras Eyre le hablaba.
-...saludarlo, ¿está bien? -La frase de la joven quedó flotando en el aire, y solo entonces se percató de que Matt había estado ignorándola. Al voltearse, la hechicera fijó sus ojos en él y arrugó el entrecejo- Estaba diciendo -Repitió con evidente enfado mientras se ponía enfrente suyo- que deberíamos ir a saludarlo. ¿Qué dices? -Inquirió, pero era evidente, por su tono, que no daba lugar a una respuesta que no fuera afirmativa.
-¿Por que no vas tu? - Dijo con una sonrisa encantadora - Estoy seguro que no es a mi a quien quiere ver - Se inclinó ligeramente y le dio un beso en la mejilla - Y ya sabes lo que dicen “Tres son multitud” - Se dio la vuelta - Yo comeré algunos bocados, tendré un poco de charla intrascendente, y esperaré a que regreses -
Ahora que Eyre no veía su rostro, Matthew cambió a un gesto serio "¿Cual sería la mejor opción? ¿Prender fuego el lugar? ¿Soltar a los caballos? ¿Prender fuego a los caballos y soltarlos?" la idea le resultó graciosa y se empezó a reír solo. Al final decidió que era mejor esperar, cualquier cosa que ocurriera lo relacionarían de modo directo con él, no tenía sentido el intentar arruinar algo si era el único sospechoso.
Así que mientras la hechicera iba a saludar a su "amigo", el Virrey se dedicó a pasar desapercibido.
¡Allí estaban, por fin, lo soldados! Al ver a su amigo al frente de la comitiva, la bruja soltó a Matthew para saludar a Alward con ambas manos en alto y con una amplia sonrisa adornándole el rostro. Owens se quedó mirando unos pasos más atrás, para cualquiera las acciones de Eyre serían completamente normales y, por lo mismo, habrían pasado totalmente desapercibidas. Pero para el estafador era una afrenta contra su narcisismo, y tal agravio tenía que ser devuelto en forma de daño indirecto.
-¡Bravooo! -Vitoreaba la Hechicera, dando saltitos en su lugar- ¿No es genial ver que el esfuerzo de alguien que quieres ha dado sus frutos? -Preguntó, inocente, a Matthew.
-Claro que sí, Alward es un gran hombre y sin duda merece que lo recompensen por taaaanto esfuerzo - Ni una palabra sincera salía de los labios del Humano - Es reconfortante ver que por una vez al menos se hace justicia -
Matt no sentía ni el más mínimo cariño por el ahora Caballero Sevna, toda la situación le resultaba repugnante ¡La hipocresía en su versión más pura! Tenía frente a él un claro ejemplo de la farsa que la sociedad pregonaba a viva voz como si fuera un motivo de orgullo. Oscuros pensamientos se iban formando en su mente, y antes de que se diera cuenta había pasado varios segundos en silencio, con la vista fija en Alward mientras Eyre le hablaba.
-...saludarlo, ¿está bien? -La frase de la joven quedó flotando en el aire, y solo entonces se percató de que Matt había estado ignorándola. Al voltearse, la hechicera fijó sus ojos en él y arrugó el entrecejo- Estaba diciendo -Repitió con evidente enfado mientras se ponía enfrente suyo- que deberíamos ir a saludarlo. ¿Qué dices? -Inquirió, pero era evidente, por su tono, que no daba lugar a una respuesta que no fuera afirmativa.
-¿Por que no vas tu? - Dijo con una sonrisa encantadora - Estoy seguro que no es a mi a quien quiere ver - Se inclinó ligeramente y le dio un beso en la mejilla - Y ya sabes lo que dicen “Tres son multitud” - Se dio la vuelta - Yo comeré algunos bocados, tendré un poco de charla intrascendente, y esperaré a que regreses -
Ahora que Eyre no veía su rostro, Matthew cambió a un gesto serio "¿Cual sería la mejor opción? ¿Prender fuego el lugar? ¿Soltar a los caballos? ¿Prender fuego a los caballos y soltarlos?" la idea le resultó graciosa y se empezó a reír solo. Al final decidió que era mejor esperar, cualquier cosa que ocurriera lo relacionarían de modo directo con él, no tenía sentido el intentar arruinar algo si era el único sospechoso.
Así que mientras la hechicera iba a saludar a su "amigo", el Virrey se dedicó a pasar desapercibido.
Última edición por Matthew Owens el Miér Ago 28 2019, 18:05, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Midsommar [Evento Social]
Al escuchar la voz de la mujer volteé a un lado, me había seguido.
Hubiese pensado algo como “esto es malo, no puedo proteger a dos personas”, pero no me iba a mentir tan feo a mi propio rostro: no podía defenderme ni a mí mismo la mayoría de las veces.
En una situación más tranquila, optaría por detallarla cautelosamente, pero la persona detrás de la comida envenenada había tomado la palabra, lo cual era bueno, sinceramente, viendo que los de toga blanca tomaban armas. A medida que la única persona con un gusto de la moda distinto entre ellos hablaba, fruncía ligeramente más el ceño.
«¿No sufrir durante la fiesta?» le pregunté con la mirada, una furiosa. La gota que colmó el vaso fue que nos mandase a largarnos. En una parte más tranquila de mi consciencia, una que luchaba por hacerme razonar, se entrecruzaron dos pensamientos: «bueno, no es muy distinto de lo que yo le dije a esta mujer», y «creo que no pensé bien esto».
4 vs 1. Bueno, técnicamente 5 vs 2, si contaba al alquimista y a la pelinegra, pero el primero parecía más pendiente de hacer su comida y la última; no le iba a pedir que dañara su laúd clavándole un FA mayor a uno en la cabeza. Retrocedí un par de pasos al verme tan enumerado, empujando suavemente atrás a la mujer con el brazo mientras lo hacía. Quizás haber amenazado de muerte a los presentes no sólo había sido algo poco planificado, había sido directamente grosero, y puede que precipitado, o…
Mis ojos se clavaron sobre la mano del hombre, alzando una jarra de hidromiel y lanzándola. Tan sólo di unos pasos a un lado evitándola, claramente ni se había tomado la molestia de apuntar, era una mera… ¿burla?
En cuanto la jarra estalló, cayendo; quizás impactando de un árbol, desvié la mirada a los hombres en toga y luego a la hoguera. Eso me recordaba que muchas, demasiadas costumbres estúpidas, tanto de los humanos…
…como de los elfos. Había una vida que perdí la oportunidad de conocer por esto: sacrificios.
”Así los viejos no sufrirán durante la fiesta”
Tenía razón en una cosa. No sufrirían.
Ni uno más.
En cuanto los dos primeros hombres en toga se acercaron sosteniendo cuchillos enormes que seguramente usaba para picar los toletes más grandes en trozos más cuidadosos, salté atrás. Esta vez no en huida, sabía que venían a hacer.
Bueno, todos los presentes sabíamos que venían a hacer: matarme. Pero sabía cómo: una puñalada. Cuando el primero de ellos alzó el brazo para dejarlo caer con todas sus fuerzas me moví adelante, cerrando distancia. Atrapé su brazo en la pinza junto atrás del codo, empujándolo a un lado mientras bajaba la cabeza para evitar la puñalada; sobre todo, para controlar su movimiento y jalarlo a lado, atravesándolo por donde venía su compañero con las mismas intenciones.
El cuchillo del segundo atravesó el primero, y con mi mano libre corte en dirección al cuello del segundo, enterrando allí mi hacha. La sangre salpicando revelaba un tiro exitoso, pero por la posición incómoda en la que ambos estábamos, no pude retirar mi arma; el hacha permaneciendo en el cuello del hombre mientras caía muerto, diciendo lo que tenían que decir sus últimas palabras. ¿Gloria a Odin?
—¡Lunargenta, infelices! —exclamé, porque uno podía estar orgulloso de muchas cosas. Incluso de algo como estar acostumbrado a ver venir puñaladas.
Con la ahora libre mano derecha rebusqué en mi bolsillo rápidamente, sacando una pequeña piedra marcada con un símbolo arcano, una runa. Se la tendí a la pelinegra, viéndola de reojo mientras hacía un esfuerzo por mantener el cuerpo del tipo que tenía agarrado de pie.{1} Árboles flanqueaban a los lados, por lo que los laterales no eran algo de lo que preocuparme por el momento.
—¡No preguntes! ¡Sólo lánzalo si se te acercan! —bramé, estirando la mano hacia la cintura de la vampiro, aunque no supiese aún que lo era—. ¡A cambio…!
Tomé el mano de la daga de la mujer cuidadosamente entre el índice y el dedo medio, sacándola de un tirón. Giró torpemente en mis dedos, al punto de que casi se me cae, pero logré sostenerla bien. Mientras tanto deshacía la pinza-golem de mi brazo dejándolo caer mientras atrapaba el cuerpo moribundo de la toga para jalarla arriba; subí la pierna derecha, y a la vez, clave la daga en la ropa mientras pateaba, jalando atrás.
La daga se clavó en la toga tensada, cortando y desgarrando por la fuerza que implicaba el cuerpo pateado adelante. Detuvo a uno de las dos personas en toga más que venían corriendo, pero el otro logró hacerse a un lado, de hecho mostrando agilidad y velocidad suficiente como para saltar, apoyando la mano sobre la espalda de su compañero para sortearlo.
Solté la daga, dejándola caer sobre mi golem y alcé las manos, atrapándolo de las muñecas para evitar que me apuñalase con la suya propia. Forcejeamos pocos segundos, él presionando abajo clavar la daga, yo presionando arriba porque me llevaba gustarle la contraria a la gente, en especial a la gente que me quería clavar cosas.
Duro lo que duro el golem tragándose el arma, antes de subir por mi pierna para tomar la forma de la cola de un escorpión de casi dos metros, con la daga como aguijón. Corrí la cola en un movimiento rápido cual latigazo, cortando la garganta del hombre, entonces escuché el grito berserker de la cuarta, e intenté moverme…
Y vi debajo de reojo cuando no pude hacerlo. El que estaba sosteniendo me pisaba con fuerza, peleando incluso con la garganta abierta.
—¡Ugh! —chillé al sentir el cuchillo alcanzándome el lateral del hombro al no poderme retirar en su totalidad. Empuje al que me pisaba para hacerlo caer, y con la cola enrolle el brazo de la cuarta, dejando la punta para clavarla en su mano y que soltase el cuchillo. Tomé su mano sangrante y la jale, dejando la cola deslizarse más atrás en su brazo como una serpiente y picar su cuello con tanta fuerza como para lanzarla.
Me puse la mano en la que mantenía el trozo desgarrado de tela sobre el hombro, suavizando la punta de la cola para dejar caer la daga sobre las manos de la mujer. A cambio, la moví pegándola sobre mi hacha, endureciendo el golem entonces para jalarla fuera del cuello, mientras veía fijamente al alquimista. Había algo que no me gustaba.
Tenía la vista borrosa a distancia.
«Mierda» gruñí por dentro, estaba fatigado y aunque todo había transcurrido rápido, me había drenado. Por la carrera, la prisa, y en general la situación también me había olvidado de que ya tenía el cansancio del baile encima. Le había notado ciertas cicatrices en los antebrazos, y aunque no había llegado a observar si disponía de un arma, no me atraía la idea de que me tirasen un ácido a la cara.
—…No sufrieron —dije en cierto tono sarcástico hacia el chico, aunque estaba inseguro incluso del volumen con el que hablaba, y por eso mismo de si me estaba escuchando—. ¿¡No!? —continué, pasando la mirada por los muertos—. ¡Estúpidisiendo ancianos para sacrificios qué no pidieron con tu ridícula comida! ¡Bueno! ¡Aquí tienes unos cuantos!
Honestamente, había arrancado el trozo de túnica porque pretendía formar una especie de lanza y enrollarlo en la punta, para encenderla con el fuego de la hoguera y poder pelear a distancia del alquimista, una ventaja de rango y fuego siempre eran aliados que apreciar.
Sonreí, sabiendo en el momento, que no me quedaban energías para hacerlo. Lentamente alcancé por mi bolsillo para sacar una segunda roca con una runa. Una gota de sudor se me deslizó desde la frente, de esas molestas, sólo porque de hecho las notas recorrer todo tu rostro hasta el mentón, en donde resbalan.
Hubiese pensado algo como “esto es malo, no puedo proteger a dos personas”, pero no me iba a mentir tan feo a mi propio rostro: no podía defenderme ni a mí mismo la mayoría de las veces.
En una situación más tranquila, optaría por detallarla cautelosamente, pero la persona detrás de la comida envenenada había tomado la palabra, lo cual era bueno, sinceramente, viendo que los de toga blanca tomaban armas. A medida que la única persona con un gusto de la moda distinto entre ellos hablaba, fruncía ligeramente más el ceño.
«¿No sufrir durante la fiesta?» le pregunté con la mirada, una furiosa. La gota que colmó el vaso fue que nos mandase a largarnos. En una parte más tranquila de mi consciencia, una que luchaba por hacerme razonar, se entrecruzaron dos pensamientos: «bueno, no es muy distinto de lo que yo le dije a esta mujer», y «creo que no pensé bien esto».
4 vs 1. Bueno, técnicamente 5 vs 2, si contaba al alquimista y a la pelinegra, pero el primero parecía más pendiente de hacer su comida y la última; no le iba a pedir que dañara su laúd clavándole un FA mayor a uno en la cabeza. Retrocedí un par de pasos al verme tan enumerado, empujando suavemente atrás a la mujer con el brazo mientras lo hacía. Quizás haber amenazado de muerte a los presentes no sólo había sido algo poco planificado, había sido directamente grosero, y puede que precipitado, o…
Mis ojos se clavaron sobre la mano del hombre, alzando una jarra de hidromiel y lanzándola. Tan sólo di unos pasos a un lado evitándola, claramente ni se había tomado la molestia de apuntar, era una mera… ¿burla?
En cuanto la jarra estalló, cayendo; quizás impactando de un árbol, desvié la mirada a los hombres en toga y luego a la hoguera. Eso me recordaba que muchas, demasiadas costumbres estúpidas, tanto de los humanos…
…como de los elfos. Había una vida que perdí la oportunidad de conocer por esto: sacrificios.
”Así los viejos no sufrirán durante la fiesta”
Tenía razón en una cosa. No sufrirían.
Ni uno más.
En cuanto los dos primeros hombres en toga se acercaron sosteniendo cuchillos enormes que seguramente usaba para picar los toletes más grandes en trozos más cuidadosos, salté atrás. Esta vez no en huida, sabía que venían a hacer.
Bueno, todos los presentes sabíamos que venían a hacer: matarme. Pero sabía cómo: una puñalada. Cuando el primero de ellos alzó el brazo para dejarlo caer con todas sus fuerzas me moví adelante, cerrando distancia. Atrapé su brazo en la pinza junto atrás del codo, empujándolo a un lado mientras bajaba la cabeza para evitar la puñalada; sobre todo, para controlar su movimiento y jalarlo a lado, atravesándolo por donde venía su compañero con las mismas intenciones.
El cuchillo del segundo atravesó el primero, y con mi mano libre corte en dirección al cuello del segundo, enterrando allí mi hacha. La sangre salpicando revelaba un tiro exitoso, pero por la posición incómoda en la que ambos estábamos, no pude retirar mi arma; el hacha permaneciendo en el cuello del hombre mientras caía muerto, diciendo lo que tenían que decir sus últimas palabras. ¿Gloria a Odin?
—¡Lunargenta, infelices! —exclamé, porque uno podía estar orgulloso de muchas cosas. Incluso de algo como estar acostumbrado a ver venir puñaladas.
Con la ahora libre mano derecha rebusqué en mi bolsillo rápidamente, sacando una pequeña piedra marcada con un símbolo arcano, una runa. Se la tendí a la pelinegra, viéndola de reojo mientras hacía un esfuerzo por mantener el cuerpo del tipo que tenía agarrado de pie.{1} Árboles flanqueaban a los lados, por lo que los laterales no eran algo de lo que preocuparme por el momento.
—¡No preguntes! ¡Sólo lánzalo si se te acercan! —bramé, estirando la mano hacia la cintura de la vampiro, aunque no supiese aún que lo era—. ¡A cambio…!
Tomé el mano de la daga de la mujer cuidadosamente entre el índice y el dedo medio, sacándola de un tirón. Giró torpemente en mis dedos, al punto de que casi se me cae, pero logré sostenerla bien. Mientras tanto deshacía la pinza-golem de mi brazo dejándolo caer mientras atrapaba el cuerpo moribundo de la toga para jalarla arriba; subí la pierna derecha, y a la vez, clave la daga en la ropa mientras pateaba, jalando atrás.
La daga se clavó en la toga tensada, cortando y desgarrando por la fuerza que implicaba el cuerpo pateado adelante. Detuvo a uno de las dos personas en toga más que venían corriendo, pero el otro logró hacerse a un lado, de hecho mostrando agilidad y velocidad suficiente como para saltar, apoyando la mano sobre la espalda de su compañero para sortearlo.
Solté la daga, dejándola caer sobre mi golem y alcé las manos, atrapándolo de las muñecas para evitar que me apuñalase con la suya propia. Forcejeamos pocos segundos, él presionando abajo clavar la daga, yo presionando arriba porque me llevaba gustarle la contraria a la gente, en especial a la gente que me quería clavar cosas.
Duro lo que duro el golem tragándose el arma, antes de subir por mi pierna para tomar la forma de la cola de un escorpión de casi dos metros, con la daga como aguijón. Corrí la cola en un movimiento rápido cual latigazo, cortando la garganta del hombre, entonces escuché el grito berserker de la cuarta, e intenté moverme…
Y vi debajo de reojo cuando no pude hacerlo. El que estaba sosteniendo me pisaba con fuerza, peleando incluso con la garganta abierta.
—¡Ugh! —chillé al sentir el cuchillo alcanzándome el lateral del hombro al no poderme retirar en su totalidad. Empuje al que me pisaba para hacerlo caer, y con la cola enrolle el brazo de la cuarta, dejando la punta para clavarla en su mano y que soltase el cuchillo. Tomé su mano sangrante y la jale, dejando la cola deslizarse más atrás en su brazo como una serpiente y picar su cuello con tanta fuerza como para lanzarla.
Me puse la mano en la que mantenía el trozo desgarrado de tela sobre el hombro, suavizando la punta de la cola para dejar caer la daga sobre las manos de la mujer. A cambio, la moví pegándola sobre mi hacha, endureciendo el golem entonces para jalarla fuera del cuello, mientras veía fijamente al alquimista. Había algo que no me gustaba.
Tenía la vista borrosa a distancia.
«Mierda» gruñí por dentro, estaba fatigado y aunque todo había transcurrido rápido, me había drenado. Por la carrera, la prisa, y en general la situación también me había olvidado de que ya tenía el cansancio del baile encima. Le había notado ciertas cicatrices en los antebrazos, y aunque no había llegado a observar si disponía de un arma, no me atraía la idea de que me tirasen un ácido a la cara.
—…No sufrieron —dije en cierto tono sarcástico hacia el chico, aunque estaba inseguro incluso del volumen con el que hablaba, y por eso mismo de si me estaba escuchando—. ¿¡No!? —continué, pasando la mirada por los muertos—. ¡Estúpidisiendo ancianos para sacrificios qué no pidieron con tu ridícula comida! ¡Bueno! ¡Aquí tienes unos cuantos!
Honestamente, había arrancado el trozo de túnica porque pretendía formar una especie de lanza y enrollarlo en la punta, para encenderla con el fuego de la hoguera y poder pelear a distancia del alquimista, una ventaja de rango y fuego siempre eran aliados que apreciar.
Sonreí, sabiendo en el momento, que no me quedaban energías para hacerlo. Lentamente alcancé por mi bolsillo para sacar una segunda roca con una runa. Una gota de sudor se me deslizó desde la frente, de esas molestas, sólo porque de hecho las notas recorrer todo tu rostro hasta el mentón, en donde resbalan.
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Aclaro, el "estúpidisiendo" no es un error, ósea, sí; pero es a propósito. Básicamente se le enreda la lengua por las prisas, y de la rabia se ha inventado una palabra.
{1} Objeto Limitado: Runa de Impulso.
Para un uso, se la entrego a Alisha para que use como quiera durante el tema.
Interactuó con ella y Kosir.
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Re: Midsommar [Evento Social]
Debía admitir, que todo se había ido un poco a la mierda y aun no estaba del todo segura de cómo o porque. Pero poco a poco, las cosas mejoraban. Parcialmente debido a seguir alguien que se abría paso por la gente con la sutileza de un incendio forestal, pero no iba a quejarse cuando estaba resultando. Tampoco iba a darle las gracias por mandar a tantísima gente al suelo, dicho eso, sonaba simplemente horrible.
Ella y Esponjosa finalmente salieron de la turba de gente que ya no estaban precisamente alegres y danzantes, sino más bien una mezcla de confusos y cabreados. No con ella al menos, casi seguro, pero no estaba segura de que eso importara si hacia algo que los provocara. Elfa y felina se tumbaron en el suelo, descansando con respiraciones entrecortadas, reposando tras la exhaustiva… ni siquiera estaba segura de sí había pasado solo un día, la verdad, se sentía como si se hubiera pasado una semana cazando en el bosque.
Y entonces oyó una vocecita entre la muchedumbre, gritando, buscando un cuaderno. Valyria levanto una mano y se palpo el cinturón. Yep, seguía allí. Lo saco. ¿Cuál era la posibilidad? Seguro que había un montón de cuadernos en esa fiesta, no podía ser el mismo…
Pero lucia MUY viejo. Con un gruñido, Valyria se levantó, dispuesta a buscar a quien sea que buscaba eso, volviendo a entrar por entre la muchedumbre a regañadientes. Con cuidado, eso sí, porque lo último que le faltaba era darle un codazo a quien no debía y acabar tumbada en el suelo entre tanta gente confundida y asustada, sonaba a una horriblemente estúpida manera de acabar muerta.
Finalmente, estaba bastante segura de que había encontrado a quien fuese que estaba chillando buscando un cuaderno, y resulto ser simplemente un pequeño crió, que la verdad, dudaba que tuviese la edad para saber escribir sinceramente. -Um... oye... ¿buscabas un cuaderno?- le preguntó, agitando su recién adquirido librito.
Ella y Esponjosa finalmente salieron de la turba de gente que ya no estaban precisamente alegres y danzantes, sino más bien una mezcla de confusos y cabreados. No con ella al menos, casi seguro, pero no estaba segura de que eso importara si hacia algo que los provocara. Elfa y felina se tumbaron en el suelo, descansando con respiraciones entrecortadas, reposando tras la exhaustiva… ni siquiera estaba segura de sí había pasado solo un día, la verdad, se sentía como si se hubiera pasado una semana cazando en el bosque.
Y entonces oyó una vocecita entre la muchedumbre, gritando, buscando un cuaderno. Valyria levanto una mano y se palpo el cinturón. Yep, seguía allí. Lo saco. ¿Cuál era la posibilidad? Seguro que había un montón de cuadernos en esa fiesta, no podía ser el mismo…
Pero lucia MUY viejo. Con un gruñido, Valyria se levantó, dispuesta a buscar a quien sea que buscaba eso, volviendo a entrar por entre la muchedumbre a regañadientes. Con cuidado, eso sí, porque lo último que le faltaba era darle un codazo a quien no debía y acabar tumbada en el suelo entre tanta gente confundida y asustada, sonaba a una horriblemente estúpida manera de acabar muerta.
Finalmente, estaba bastante segura de que había encontrado a quien fuese que estaba chillando buscando un cuaderno, y resulto ser simplemente un pequeño crió, que la verdad, dudaba que tuviese la edad para saber escribir sinceramente. -Um... oye... ¿buscabas un cuaderno?- le preguntó, agitando su recién adquirido librito.
Última edición por Valyria el Sáb Ago 24 2019, 20:34, editado 2 veces
Valyria
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Re: Midsommar [Evento Social]
-No necesitarías drogar a todo el mundo para que los ancianos no sufrieran, solo el vino de ceremonia.- O lo que fuese que usaran. –Si necesitas drogar a todo el mundo, es para que el resto no se entere, nada que ver con los sacrificios.- Es decir, no es que ella tuviera problemas con que alguien quisiera morir de manera dramática, pero todo eso sonaba…excesivo, demasiado rebuscado para que estuvieran diciendo la verdad. Es decir, nadie se habría creído eso, ¡con lo caro que eran las drogas, como para usar diez veces más de las necesarias.
Pero una cosa había llegado la otra y ese actor elfico se estaba pegando con los sacerdotes. Empezaba a pensar que puede, solo puede, no estaba en medio de un evento de entretenimiento sino algo… más raro.
-Que coj...?- dijo la vampira, aunque sus protestas fueron interrumpidas por un pedrusco y los malabares que tuvo que hace para que no se le cayera al suelo. Pero ella no pintaba nada allí, en medio del follón.
¿Por qué siempre tenía tan mala suerte? Nunca pretendía meterse en problemas. Y allí estaba, sacándole una daga a un sacerdote que la miraba un poco mal, cimitarra en mano. Entonces, si lo había entendido bien, sacrificaban a viejos. Pero no necesariamente voluntarios. Puede que ese buffet libre que había olido no fuese buffet al fin y al cabo…
¿Pero era tan grave? Y entonces pensó en John, ese adorable cuentacuentos, una de las primeras personas que había conocido al llegar a la ciudad, lo mucho que disfrutaba viendo las sonrisas extasiadas de los niños mientras oían sus historias. Quería… ¿Qué alguien como John fuera sacrificado? –No.- 1una oleada de furia la recorrió, transformando su imagen brevemente. No estaba segura de que había visto, pero no era nada bueno, a juzgar por cómo no solo paro su avance sino que retrocedió un paso. Y entonces clavo la daga en su pecho. Pero aun habían muchos más, y no se iba a engañar a si misma pensando que podría con ellos. ¿Arrojarla había dicho? Podía hacer eso, pero antes necesitaba una frase épica y lapidaria para marcar esa épica y confusa historia.
-YEET.- serviría, pensó, mientras arrojaba la piedra rúnica a la mayor acumulación de sacerdotes que encontró.
1 Uso Presencia Vampirica momentariamente para causar un flash de terror y aprovechar la apertura.
Pero una cosa había llegado la otra y ese actor elfico se estaba pegando con los sacerdotes. Empezaba a pensar que puede, solo puede, no estaba en medio de un evento de entretenimiento sino algo… más raro.
-Que coj...?- dijo la vampira, aunque sus protestas fueron interrumpidas por un pedrusco y los malabares que tuvo que hace para que no se le cayera al suelo. Pero ella no pintaba nada allí, en medio del follón.
¿Por qué siempre tenía tan mala suerte? Nunca pretendía meterse en problemas. Y allí estaba, sacándole una daga a un sacerdote que la miraba un poco mal, cimitarra en mano. Entonces, si lo había entendido bien, sacrificaban a viejos. Pero no necesariamente voluntarios. Puede que ese buffet libre que había olido no fuese buffet al fin y al cabo…
¿Pero era tan grave? Y entonces pensó en John, ese adorable cuentacuentos, una de las primeras personas que había conocido al llegar a la ciudad, lo mucho que disfrutaba viendo las sonrisas extasiadas de los niños mientras oían sus historias. Quería… ¿Qué alguien como John fuera sacrificado? –No.- 1una oleada de furia la recorrió, transformando su imagen brevemente. No estaba segura de que había visto, pero no era nada bueno, a juzgar por cómo no solo paro su avance sino que retrocedió un paso. Y entonces clavo la daga en su pecho. Pero aun habían muchos más, y no se iba a engañar a si misma pensando que podría con ellos. ¿Arrojarla había dicho? Podía hacer eso, pero antes necesitaba una frase épica y lapidaria para marcar esa épica y confusa historia.
-YEET.- serviría, pensó, mientras arrojaba la piedra rúnica a la mayor acumulación de sacerdotes que encontró.
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Alisha Lessard
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Re: Midsommar [Evento Social]
“Perdone ¿Sabe algo de un cuaderno viejo de cuero?”
“De-deja de molestar, niñato ¡Q-Que diablos e-esta…!”
El niño detuvo a un hombre cerdo para preguntarle por su importante objeto perdido pero este lo miró con molestia y nerviosismo, de forma malhumorada lo empujó y se puso a correr hacía el bosque. Levantándose del suelo, el pequeño siguió buscando y dando voces cada vez más decaído y desesperado, para cuando pasaron 15 minutos dando voces el pequeño ya estaba al borde de las lágrimas.
“M-Mi cuaderno….¿huh..?”
Cuando sus lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas y a sollozar, una voz femenina le habló por el costado. Al girarse halló frente a una joven elfa rubia agitando su cuaderno y preguntando si era suyo ¡Uriel sintió que algo en su interior se aligeraba! Asintiendo con una amplia sonrisa, el vampirito se abalanzó contra la chica y mientras la abrazaba cariñosamente exclamaba.
“¡Gracias, gracias, gracias! E-Este cuaderno es lo más preciado para mi ¡Gracias por haberlo encontrado! ¡Es usted realmente amable, señorita elfo! ¡Muchas gracias!”
Las lágrimas seguían bajando por sus mejillas pero estas parecían palidecer con la gran ilusión y felicidad en la carita de Uriel. En cuanto tuvo el cuaderno de cuero viejo y confirmó que era el suyo, el pequeño lo sostuvo como si fuera oro y lo guardó cuidadosamente para que no volviera a caer. Antes de irse, como recompensa, el vampirito le regaló un puñado de caramelos que le regalaban de vez en cuando adultos especialmente amigables pero que, al ser vampiro, no podía ingerir ¡Jamás olvidaría a esa amable elfa! Si en el futuro la veía e nuevo, definitivamente le agradecerá mas apropiadamente. Con na alegre risilla, Uriel se perdió en la espesura del bosque.
Uri
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Re: Midsommar [Evento Social]
Aunque al principio Kosir desestima totalmente las habilidades del par recién llegado, termina por dedicarle un poco de atención. Tienen un buen inicio pese a ostentar la contextura de una ramita silvestre.
Claro que el muchacho no descuida su labor, una cosa es comenzar bien y otra muy diferente ganar la refriega. Después de todo, los personajes con vestido superan en gran medida al elemento invasor.
Una cosa salta a la vista pronto incluso para el muchacho, el orejas picudas usa poderes chamánicos raros. Parece como si pudiera manipular su forma para potenciarse, todo un escenario visual raro.
A medida que combaten, se hace evidente que los de túnica blanca tienen el potencial combativo de cualquier hormiga negra. Caen como moscas ante las estrategias hibridas del dagenle, simplemente encuentra la forma.
La dama pálida solo interviene cerca del final, desencadenando el poder extraño de una piedra… literalmente. En el exterior hasta las piedras tienen magia, nunca se sabe bien si te estas sentando en una bomba arcana.
Todo termina bastante rápido, como un polvo adolescente. Al final la facción entera que guarecía el recinto yace muerta, con sus femeninas túnicas cubiertas de sangre. La expresión del salvaje ahora mismo es monumental.
Bien, se lo buscaron.
Dice para luego guardar todos los ingredientes en su mochila, tiempo de patear traseros. Nunca es buena idea interrumpir a un brumoso cuando está concentrado, suele desencadenar mucha ira homicida.
Las acusaciones sobre el sacrificio de personas no pasan desapercibidas para el salvaje aunque les desestima casi de inmediato, no tienen pruebas y el grupo de cadáveres que ahora yace bajo sus pies ya lo había convencido.
Solo voy a sacrificar a un idiota por poner en duda mi honor, directo a los nueve infiernos.
Luego posa sus ojos en la mujer pálida, no le gusta combatir féminas pues deja mal sabor de boca cuando mueren. Se propone perdonarle la existencia si acepta quedarse al margen del par en disputa directa.
Hembra, no es tu lucha, una vez termine tendremos sexo violento pero solo si me lo pides amablemente.
Acto seguido empuña su mandoble, el estado del dagenle da pena ajena ahora mismo pero él se buscó su destino. Sin vacilar le tira una mesa encima con cierta patada esperando que pierda el equilibrio.
Nesner… acusarme de sacrificar viejos, ¡Viejos! “resopla” ¿¡Por qué no cachorros también!?
Claro que el muchacho no descuida su labor, una cosa es comenzar bien y otra muy diferente ganar la refriega. Después de todo, los personajes con vestido superan en gran medida al elemento invasor.
Una cosa salta a la vista pronto incluso para el muchacho, el orejas picudas usa poderes chamánicos raros. Parece como si pudiera manipular su forma para potenciarse, todo un escenario visual raro.
A medida que combaten, se hace evidente que los de túnica blanca tienen el potencial combativo de cualquier hormiga negra. Caen como moscas ante las estrategias hibridas del dagenle, simplemente encuentra la forma.
La dama pálida solo interviene cerca del final, desencadenando el poder extraño de una piedra… literalmente. En el exterior hasta las piedras tienen magia, nunca se sabe bien si te estas sentando en una bomba arcana.
Todo termina bastante rápido, como un polvo adolescente. Al final la facción entera que guarecía el recinto yace muerta, con sus femeninas túnicas cubiertas de sangre. La expresión del salvaje ahora mismo es monumental.
Bien, se lo buscaron.
Dice para luego guardar todos los ingredientes en su mochila, tiempo de patear traseros. Nunca es buena idea interrumpir a un brumoso cuando está concentrado, suele desencadenar mucha ira homicida.
Las acusaciones sobre el sacrificio de personas no pasan desapercibidas para el salvaje aunque les desestima casi de inmediato, no tienen pruebas y el grupo de cadáveres que ahora yace bajo sus pies ya lo había convencido.
Solo voy a sacrificar a un idiota por poner en duda mi honor, directo a los nueve infiernos.
Luego posa sus ojos en la mujer pálida, no le gusta combatir féminas pues deja mal sabor de boca cuando mueren. Se propone perdonarle la existencia si acepta quedarse al margen del par en disputa directa.
Hembra, no es tu lucha, una vez termine tendremos sexo violento pero solo si me lo pides amablemente.
Acto seguido empuña su mandoble, el estado del dagenle da pena ajena ahora mismo pero él se buscó su destino. Sin vacilar le tira una mesa encima con cierta patada esperando que pierda el equilibrio.
Nesner… acusarme de sacrificar viejos, ¡Viejos! “resopla” ¿¡Por qué no cachorros también!?
- Off:
- Kosir interactúa con Anders y Alisha.
Kosir
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Re: Midsommar [Evento Social]
Al escuchar la firme negación de la mujer miré de reojo, temiéndome algo malo. Un pequeño escalofrío me recorrió la espalda al instante, y por la forma en la que uno de los tipos se había detenido con una expresión horrorizada en el rostro, no sólo había sido yo. ¿Estaba con una...?
No, lo dudaba. ¿Cuál era el chance? No es como si cada vez que estuviese en problemas tenía que haber vampiros envueltos.
La mujer no fue lenta en tomar su oportunidad y clavar la daga en el pecho del hombre sin pensárselo dos veces. Habían otros cuantos números más, y viendo que ya tenía heridas acumuladas, todo no iba a ir tan bien como hasta ahora.
Gracias a los dragones por su lenguaje antiguo, de verdad. Ver el estallido de la runa empujar varios contra la hoguera no podría haber sido encantador, por mucho que detestase ver a gente arder viva. Ahora sólo quedaba el alquimista, pero nunca había estado en una situación que tornase favorable cuando quedaba uno solo.
De la expresión y el tono de voz del chico se podían decir muchas cosas. Parecía atónito, pero al mismo tiempo en control. A pesar de sus palabras suspiré aliviado al ver que empezaba a guardar sus cosas en su mochila, todo había terminado bien...
Hasta que mencionó el sacrificio de un idiota. No encontré difícil saber que se trataba de mí, no me consideraba particularmente listo, y visto la situación en la que estaba arrastrado, quizás era claro que no lo era. El honor del que salvaje hablaba era cuestionable, sobretodo si estaba basado en el asunto que estábamos tratando; aunque fuese de mala manera.
—Mala suerte. No hay nueve infiernos en ninguna religión élfica —repliqué a tal amenaza, empezando a suavizar la masa para moldearla en otra forma; aunque no podía pensar en una forma que ayudase. Tomé el hacha con la mano no dominante y el hombro herido, dejando la runa en mi derecha.
Al escuchar su siguiente oración yo fui el de la expresión monumental. Me tomó varios segundos aceptar que acababa de escuchar "violento" y "amablemente" en la misma oración. Si le metías la palabra sexo, de paso, no era precisamente algo que esperase escuchar hoy, no si es que la gente en el mundo era un poco bizarra, o si era el festival, o si las dos cosas, o...
Abrí los ojos cortando en seco el tren de pensamiento al ver como el joven empuñaba un mandoble, de todas las armas posibles, tenía que ser una ridículamente pesada y grande. Realmente no tenía preferencias sobre cosas con las que me gustaría que me golpearan o una cosa del estilo, pero viendo el filo del arma, aún si no parecía acero, empezaba a tener preferencias sobre cosas con las que no me gustaría ser golpeado.
Escuchar el resoplido del alquimista removió de mi cabeza que me refiriese a él como tal, entre eso, haber dicho hembra, las ropas, el jodido mandoble, y que definitivamente no estaba en total control, quizás apenas sosteniendo las riendas de una desencadenante furia...
—¡No creo estar acusándote falsamente! ¿¡Por qué no vas a verlo al festival!? ¿¡O sacerdotes enterrándole cuchillos a la gente no es sacrificio!?
Un bárbaro. Sabía que existían, pero no conocía mucho de ellos. Sólo una cosa, que no animaba vista mi situación: tenían muy mala leche; y a decir por la mesa que venía en mi dirección, este no era excepción entre ellos. Retrocedí para adentrarme más entre los árboles, siendo tres lo máximo que me permitió el cuerpo en el momento, la mesa no pasaría por sobre los cadáveres, y de hacerlo, los árboles eran buena defensa. Que rápido se había todo a la mierda, de intentar convencerlos a que se fueran y dejaran de drogar comida a pensar "¿cómo sobrevivo esto?", porque claro que el bárbaro llevaba un arma más grande que él oculta tras la mesa todo este maldito tiempo.
—Ve a derribar las mesas con comida del festival —mascullé hacia la mujer, bajando el hacha para colgarla del cinturón—. Ya guardo sus cosas... y... es posible que no te guste la luz.
Volví a endurecer la masa, esta vez en la forma del más grueso y largo escudo que pude generar y me empecé a mover a un lado lentamente, apretando la piedra en la mano. Salí entre los árboles desde otro ángulo con el escudo al frente, viendo hacia el bárbaro, dejando la hoguera entre nosotros, casi, pero no completamente en el medio. Sólo podía ver con claridad medio cuerpo del joven, la mitad que iluminaban las lenguas naranjas del fuego.
Quería un sacrificio. Y mandarme a los nueve infiernos. Creo que podía caminar al primero de ellos yo solo.
¿Qué es lo que habían estado diciendo estos enfermos?
—...Alabados sean los Dioses —murmuré lanzando la piedra hacia la hoguera, provocando que con la onda expansiva*1 la madera en llamas y el fuego mismo saltaran hacia el bárbaro, y en general, cayera a un lado junto a la vaca clavada para hacer una barrera de llamas entre nosotros. Si se expandía, podría terminar por comerse la pequeña agrupación de árboles alrededor y comerse los cadáveres hasta tornarlos cenizas.
Ese era el sacrificio.
No, lo dudaba. ¿Cuál era el chance? No es como si cada vez que estuviese en problemas tenía que haber vampiros envueltos.
La mujer no fue lenta en tomar su oportunidad y clavar la daga en el pecho del hombre sin pensárselo dos veces. Habían otros cuantos números más, y viendo que ya tenía heridas acumuladas, todo no iba a ir tan bien como hasta ahora.
Gracias a los dragones por su lenguaje antiguo, de verdad. Ver el estallido de la runa empujar varios contra la hoguera no podría haber sido encantador, por mucho que detestase ver a gente arder viva. Ahora sólo quedaba el alquimista, pero nunca había estado en una situación que tornase favorable cuando quedaba uno solo.
De la expresión y el tono de voz del chico se podían decir muchas cosas. Parecía atónito, pero al mismo tiempo en control. A pesar de sus palabras suspiré aliviado al ver que empezaba a guardar sus cosas en su mochila, todo había terminado bien...
Hasta que mencionó el sacrificio de un idiota. No encontré difícil saber que se trataba de mí, no me consideraba particularmente listo, y visto la situación en la que estaba arrastrado, quizás era claro que no lo era. El honor del que salvaje hablaba era cuestionable, sobretodo si estaba basado en el asunto que estábamos tratando; aunque fuese de mala manera.
—Mala suerte. No hay nueve infiernos en ninguna religión élfica —repliqué a tal amenaza, empezando a suavizar la masa para moldearla en otra forma; aunque no podía pensar en una forma que ayudase. Tomé el hacha con la mano no dominante y el hombro herido, dejando la runa en mi derecha.
Al escuchar su siguiente oración yo fui el de la expresión monumental. Me tomó varios segundos aceptar que acababa de escuchar "violento" y "amablemente" en la misma oración. Si le metías la palabra sexo, de paso, no era precisamente algo que esperase escuchar hoy, no si es que la gente en el mundo era un poco bizarra, o si era el festival, o si las dos cosas, o...
Abrí los ojos cortando en seco el tren de pensamiento al ver como el joven empuñaba un mandoble, de todas las armas posibles, tenía que ser una ridículamente pesada y grande. Realmente no tenía preferencias sobre cosas con las que me gustaría que me golpearan o una cosa del estilo, pero viendo el filo del arma, aún si no parecía acero, empezaba a tener preferencias sobre cosas con las que no me gustaría ser golpeado.
Escuchar el resoplido del alquimista removió de mi cabeza que me refiriese a él como tal, entre eso, haber dicho hembra, las ropas, el jodido mandoble, y que definitivamente no estaba en total control, quizás apenas sosteniendo las riendas de una desencadenante furia...
—¡No creo estar acusándote falsamente! ¿¡Por qué no vas a verlo al festival!? ¿¡O sacerdotes enterrándole cuchillos a la gente no es sacrificio!?
Un bárbaro. Sabía que existían, pero no conocía mucho de ellos. Sólo una cosa, que no animaba vista mi situación: tenían muy mala leche; y a decir por la mesa que venía en mi dirección, este no era excepción entre ellos. Retrocedí para adentrarme más entre los árboles, siendo tres lo máximo que me permitió el cuerpo en el momento, la mesa no pasaría por sobre los cadáveres, y de hacerlo, los árboles eran buena defensa. Que rápido se había todo a la mierda, de intentar convencerlos a que se fueran y dejaran de drogar comida a pensar "¿cómo sobrevivo esto?", porque claro que el bárbaro llevaba un arma más grande que él oculta tras la mesa todo este maldito tiempo.
—Ve a derribar las mesas con comida del festival —mascullé hacia la mujer, bajando el hacha para colgarla del cinturón—. Ya guardo sus cosas... y... es posible que no te guste la luz.
Volví a endurecer la masa, esta vez en la forma del más grueso y largo escudo que pude generar y me empecé a mover a un lado lentamente, apretando la piedra en la mano. Salí entre los árboles desde otro ángulo con el escudo al frente, viendo hacia el bárbaro, dejando la hoguera entre nosotros, casi, pero no completamente en el medio. Sólo podía ver con claridad medio cuerpo del joven, la mitad que iluminaban las lenguas naranjas del fuego.
Quería un sacrificio. Y mandarme a los nueve infiernos. Creo que podía caminar al primero de ellos yo solo.
¿Qué es lo que habían estado diciendo estos enfermos?
—...Alabados sean los Dioses —murmuré lanzando la piedra hacia la hoguera, provocando que con la onda expansiva*1 la madera en llamas y el fuego mismo saltaran hacia el bárbaro, y en general, cayera a un lado junto a la vaca clavada para hacer una barrera de llamas entre nosotros. Si se expandía, podría terminar por comerse la pequeña agrupación de árboles alrededor y comerse los cadáveres hasta tornarlos cenizas.
Ese era el sacrificio.
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*1 - Objeto Limitado: Runa de Impulso.
Interactuó con Kosir y Alisha. No tengo idea si esto ya cumple con trama o no, visto que Kosir guardo sus herramientas ahora pero técnicamente había pasado el día envenenando comida, y que por la conexión indirecta con la trama de Uri, ya este festival se ha desarmado, más o menos. Puedes quemarte o no quemarte, como quieras, Chimar.
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Re: Midsommar [Evento Social]
Estaba nervioso. No era para menos. Era el momento con el que prácticamente había soñado toda su vida. Le temblaba un poco el pulso, y su corazón iba a mil por hora, incluso los ojos se le habían humedecido un poco de la emoción. Entonces, fue cuando Reivy soltó aquel comentario que logró calmar un poco al castaño.
Miró hacia la dragona, esbozando una sonrisa.
-En mis cumpleaños no suelen venir tantas personas... Y como encima tenga que bailar creo que huiré despavorido-Contestó de forma sarcástica y con el tono bajo, para que aquella simple broma quedara entre amigos-Recuérdame que después de esto te invite a un par de rondas-Fue lo último que le dijo a Reivy antes de centrar toda su atención al camino que tenía que recorrer y a la tarima donde debía subirse.
Por cada paso que daba, un recuerdo le asaltaba. Cada batalla, cada caída, cada experiencia... Todo le había llevado hasta ese momento, nunca flaqueando en su empeño por defender aquello en lo que creía, siempre recto y cumpliendo con aquello que se había propuesto desde el día en el que empuñó su primera espada: hacer de este, un mundo mejor.
También se le vino a la mente cómo él mismo había cambiado física y mentalmente desde aquel primer combate "real", aquel que le enfrentaba a un guardia a las puertas del propio castillo de dicha entidad, y cómo acabó derrotado sin ninguna posibilidad, truncando así su sueño. Pero esa prueba fallida no le detuvo en su empeño de querer valerse como guerrero, ya que gracias al entrenamiento que recibió por parte de Rischer, pudo convertirse en quien es a día de hoy.
Por el camino, conoció a muchos amigos y enemigos, casi a partes iguales, todos le enseñaron cosas, y cada uno de ellos ha sido vital para su evolución.
Subió la tarima, y allí se encontró con tres personalidades de la Guardia. Sus ostentosas armaduras representaban sus altos cargos, y Alward inclinó la cabeza a modo de respeto. Sus miradas penetrantes y duras se clavaron sobre la figura del Sevna respetuoso.
-Alward Sevna de Alosa-Mencionó el de en medio-Puedes arrodillarte-Estiró su brazo indicando un cojín elegante que se encontraba a los pies del castaño
Alward suspiró y, antes de arrodillarse, el recuerdo de sus padres se le cruzó en la mente. Una vez con ambas rodillas hincadas en aquel esponjoso cojín, una lágrima de felicidad le recorrió su mejilla derecha. ¿Cuán orgulloso estarían de este momento? Él sabía que no cabrían en sí de gozo, y en vez de tristeza, su alma se enfundó en ese entonces de una alegría plena.
-Debido a tus logros en la defensa de Lunargenta en los recientes conflictos, se te ha concedido el honor de Sir, que irá acompañado de los privilegios que este título porta además de deberes con los que deberás comulgar, obedecer y jurar lealtad. Con esto, ingresarás en la Guardia de Lunargenta como miembro de pleno derecho.
-Acepto-Dijo inclinando su cabeza hacia abajo
Y así, el miembro de la Guardia empezó a relatar todas las normas que Alward deberá de cumplir.
-Un miembro de la guardia siempre será leal a su Rey; acatará las ordenes; su vida pertenece al Rey y sus intenciones no irán nunca contra este; su integridad está al servicio de la ciudad y los ciudadanos, su deber es proteger y servir; "lealtad, integridad, sinceridad, valor y hermandad" es el lema y el ideal de cualquier guardia; un Guarda no roba, ni hiere a inocentes, no mata si no es necesario; La Guardia es más que un grupo de elite, es una familia, y por ello, los miembros se protegen entre si, quien hiera a un compañero a traición o lo mate, será castigado duramente.
Tras esto, el hombre calló, y el castaño levantó la vista con un semblante totalmente serio, digno de tal ceremonia.
-Juro sobre mi nombre y mi honor que cumpliré con ese código
Entonces, uno de los otros dos hombres, dio un paso al frente, portando un recipiente dorado con sangre. Alward rezaba en su interior porque esa sangre fuese de animal, y no se cualquier otra raza inteligente de Aerandir.
-Como motivo de la celebración del Midsommar, derramaré este cuenco con sangre para hacer que los dioses sean testigos de tu juramento.
El castaño inclinó de nuevo la cabeza hacia el suelo. El hombre que portaba el recipiente, por su parte, lo alzó hacia arriba como esperando algún tipo de bendición divina y, acto seguido, derramó el líquido encima del Sevna.
El único de los tres hombres que no había hablado hasta ahora portaba una espada ceremonial adornada con joyas en su empuñadura. Le pasó la espada al guardia de en medio y este reposó dicha arma en el hombro del castaño.
-Desde ahora, tendrás el honor de Guardia del Reino-Ahora le pasó la espada por el hombro opuesto-¡Levántate, Sir Sevna!-Dijo elevando el tono de voz, dando por concluido el nombramiento
Tras los vítores, las felicitaciones personales y demás acciones sociales que se desarrollaron en la celebración, el recién nombrado Guardia fue pasando por cada uno de los invitados, dándole las gracias por asistir y dándose a conocer entre aquellos a los que no había tenido el placer antes, los cuales sorprendentemente eran bastantes y variopintos. Sin duda esto era lo más cerca que nunca había estado Alward de codearse con los altos estamentos de la sociedad.
Varios compañeros de Alward charlaban con Reivy y Lavey, los cuales se habían quedado juntos en una zona concreta del lugar mientras que su amigo cumplía con el protocolo que se le exigía.
-Ya voy notando la falta de alcohol en mi cuerpo-Comentó Ivens, fijándose que algunas personas llevaban bandejas repletas de bebidas entre los asistentes
-A ti siempre te falta alcohol en el cuerpo, truhán-Comentó Moses en un tono burlesco, lo que desencadenó una risotada general por parte de los presentes
-Sí, bueno, soy un hombre con necesidades-Dijo acariciándose la garganta como si de verdad necesitara beber a toda costa-He visto barriles llenos de vino detrás de la tarima, ¿Alguien se viene a acaparar todo un barril?-Propuso
-Yo voy-Contestó Emmanuel convencido. Nadie más pareció querer ir, así que el arquero miró a Reivy, intentando convencerla-¿Te vienes, Reivy?
Aceptara la dragona o no, aquellos dos estaban más que dispuestos a escabullirse entre el bullicio y tener intimidad con alguno de aquellos suculentos barriles desprotegidos y llenos de delicioso vino. Los barriles estaban guardados en una especie de tienda improvisada a modo de almacén, y para sorpresa, no estaba tan desprotegido como en un principio se pensaban. Allí había un hombre moreno, con un bigote y perilla peculiar.
-¡Me voy a beber hasta la última maldita gota de de vino!-Se frotó las manos, entrando en la tienda al mismo tiempo que soltaba eso por la boca. Al ver allí al hombre, se quedó paralizado, si por algún motivo era encargado del vino, había metido la pata hasta el fondo.
-...Genial, nuestra suerte es legendaria...-Soltó Emmanuel de forma irónica
Miró hacia la dragona, esbozando una sonrisa.
-En mis cumpleaños no suelen venir tantas personas... Y como encima tenga que bailar creo que huiré despavorido-Contestó de forma sarcástica y con el tono bajo, para que aquella simple broma quedara entre amigos-Recuérdame que después de esto te invite a un par de rondas-Fue lo último que le dijo a Reivy antes de centrar toda su atención al camino que tenía que recorrer y a la tarima donde debía subirse.
Por cada paso que daba, un recuerdo le asaltaba. Cada batalla, cada caída, cada experiencia... Todo le había llevado hasta ese momento, nunca flaqueando en su empeño por defender aquello en lo que creía, siempre recto y cumpliendo con aquello que se había propuesto desde el día en el que empuñó su primera espada: hacer de este, un mundo mejor.
También se le vino a la mente cómo él mismo había cambiado física y mentalmente desde aquel primer combate "real", aquel que le enfrentaba a un guardia a las puertas del propio castillo de dicha entidad, y cómo acabó derrotado sin ninguna posibilidad, truncando así su sueño. Pero esa prueba fallida no le detuvo en su empeño de querer valerse como guerrero, ya que gracias al entrenamiento que recibió por parte de Rischer, pudo convertirse en quien es a día de hoy.
Por el camino, conoció a muchos amigos y enemigos, casi a partes iguales, todos le enseñaron cosas, y cada uno de ellos ha sido vital para su evolución.
Subió la tarima, y allí se encontró con tres personalidades de la Guardia. Sus ostentosas armaduras representaban sus altos cargos, y Alward inclinó la cabeza a modo de respeto. Sus miradas penetrantes y duras se clavaron sobre la figura del Sevna respetuoso.
-Alward Sevna de Alosa-Mencionó el de en medio-Puedes arrodillarte-Estiró su brazo indicando un cojín elegante que se encontraba a los pies del castaño
Alward suspiró y, antes de arrodillarse, el recuerdo de sus padres se le cruzó en la mente. Una vez con ambas rodillas hincadas en aquel esponjoso cojín, una lágrima de felicidad le recorrió su mejilla derecha. ¿Cuán orgulloso estarían de este momento? Él sabía que no cabrían en sí de gozo, y en vez de tristeza, su alma se enfundó en ese entonces de una alegría plena.
-Debido a tus logros en la defensa de Lunargenta en los recientes conflictos, se te ha concedido el honor de Sir, que irá acompañado de los privilegios que este título porta además de deberes con los que deberás comulgar, obedecer y jurar lealtad. Con esto, ingresarás en la Guardia de Lunargenta como miembro de pleno derecho.
-Acepto-Dijo inclinando su cabeza hacia abajo
Y así, el miembro de la Guardia empezó a relatar todas las normas que Alward deberá de cumplir.
-Un miembro de la guardia siempre será leal a su Rey; acatará las ordenes; su vida pertenece al Rey y sus intenciones no irán nunca contra este; su integridad está al servicio de la ciudad y los ciudadanos, su deber es proteger y servir; "lealtad, integridad, sinceridad, valor y hermandad" es el lema y el ideal de cualquier guardia; un Guarda no roba, ni hiere a inocentes, no mata si no es necesario; La Guardia es más que un grupo de elite, es una familia, y por ello, los miembros se protegen entre si, quien hiera a un compañero a traición o lo mate, será castigado duramente.
Tras esto, el hombre calló, y el castaño levantó la vista con un semblante totalmente serio, digno de tal ceremonia.
-Juro sobre mi nombre y mi honor que cumpliré con ese código
Entonces, uno de los otros dos hombres, dio un paso al frente, portando un recipiente dorado con sangre. Alward rezaba en su interior porque esa sangre fuese de animal, y no se cualquier otra raza inteligente de Aerandir.
-Como motivo de la celebración del Midsommar, derramaré este cuenco con sangre para hacer que los dioses sean testigos de tu juramento.
El castaño inclinó de nuevo la cabeza hacia el suelo. El hombre que portaba el recipiente, por su parte, lo alzó hacia arriba como esperando algún tipo de bendición divina y, acto seguido, derramó el líquido encima del Sevna.
El único de los tres hombres que no había hablado hasta ahora portaba una espada ceremonial adornada con joyas en su empuñadura. Le pasó la espada al guardia de en medio y este reposó dicha arma en el hombro del castaño.
-Desde ahora, tendrás el honor de Guardia del Reino-Ahora le pasó la espada por el hombro opuesto-¡Levántate, Sir Sevna!-Dijo elevando el tono de voz, dando por concluido el nombramiento
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Tras los vítores, las felicitaciones personales y demás acciones sociales que se desarrollaron en la celebración, el recién nombrado Guardia fue pasando por cada uno de los invitados, dándole las gracias por asistir y dándose a conocer entre aquellos a los que no había tenido el placer antes, los cuales sorprendentemente eran bastantes y variopintos. Sin duda esto era lo más cerca que nunca había estado Alward de codearse con los altos estamentos de la sociedad.
Varios compañeros de Alward charlaban con Reivy y Lavey, los cuales se habían quedado juntos en una zona concreta del lugar mientras que su amigo cumplía con el protocolo que se le exigía.
-Ya voy notando la falta de alcohol en mi cuerpo-Comentó Ivens, fijándose que algunas personas llevaban bandejas repletas de bebidas entre los asistentes
-A ti siempre te falta alcohol en el cuerpo, truhán-Comentó Moses en un tono burlesco, lo que desencadenó una risotada general por parte de los presentes
-Sí, bueno, soy un hombre con necesidades-Dijo acariciándose la garganta como si de verdad necesitara beber a toda costa-He visto barriles llenos de vino detrás de la tarima, ¿Alguien se viene a acaparar todo un barril?-Propuso
-Yo voy-Contestó Emmanuel convencido. Nadie más pareció querer ir, así que el arquero miró a Reivy, intentando convencerla-¿Te vienes, Reivy?
Aceptara la dragona o no, aquellos dos estaban más que dispuestos a escabullirse entre el bullicio y tener intimidad con alguno de aquellos suculentos barriles desprotegidos y llenos de delicioso vino. Los barriles estaban guardados en una especie de tienda improvisada a modo de almacén, y para sorpresa, no estaba tan desprotegido como en un principio se pensaban. Allí había un hombre moreno, con un bigote y perilla peculiar.
-¡Me voy a beber hasta la última maldita gota de de vino!-Se frotó las manos, entrando en la tienda al mismo tiempo que soltaba eso por la boca. Al ver allí al hombre, se quedó paralizado, si por algún motivo era encargado del vino, había metido la pata hasta el fondo.
-...Genial, nuestra suerte es legendaria...-Soltó Emmanuel de forma irónica
Alward Sevna
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Re: Midsommar [Evento Social]
Midsommar
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Re: Midsommar [Evento Social]
Níniel esperó en vano el resultado de un debate dialéctico que nunca llegó a producirse. Asher se limitó a acabar con algunos sectarios sin esfuerzo como toda respuesta, demostrándole a aquel hombre que se había dirigido a él que, efectivamente, tenía la fuerza como para cumplir con sus teatrales bravatas y ponerle punto final a tan oscuro aquelarre sin esforzarse siquiera. Por otro lado su interpelador pareció quedarse sin argumentos para continuar con su exhortación, si es que alguna vez los había tenido. Algo que Níniel ya dudaba. Al fin y al cabo sus argumentos no podían ser más que las excusas de un asesino o el fruto de una mente confundida por los encantamientos y demás argucias usados por aquellos siniestros matarifes en aquel festival de muerte y depravación.
-Qué decepcionante. Al final no había más que palabras vacías e insultos más vacíos aún...- Comentó la peliblanca en voz baja mientras observaba cómo los sucesos seguían precipitándose. Incluso parecía que el centinela del norte había preparado aún algunas sorpresas más, al irrumpir en aquel lugar una colosal sierpe, cuya aparición multiplicó los efectos de las acciones del hombre bestia. -Así que no estaba solo después de todo...- Añadió a sus pensamientos, al dar por seguro que aquello no podía ser obra directa de Asher.
-¿Entonces esa cosa no va a comernos? ¿No es real?- Inquirió Catherine bastante alterada por todo lo que estaba viendo. Y es que la aparición de una criatura como aquella bastaría para desalentar a casi cualquiera. Y desde luego no era obra de ningún aprendiz.
-Es real, pero creada con éter. Si te golpea te dolerá. Si la golpeas, puedes dañarla. En cierto modo es como una invocación a gran escala. Aunque fíjate, no ataca.- Puntualizó la joven. Y sabía de alguien capaz de algo así, ya había visto esa magia en el pasado. En aquel momento había visto las restricciones de aquella magia. Suponer que el inusitado tamaño de aquello era la razón de que no atacara era por ende un paso lógico en la mente de la sacerdotisa.
En ese momento Al´theas apareció allí, demostrando una vez más que Aerandir era un pañuelo. Por lo visto sus intenciones habían sido las mismas que las de Níniel al acercarse hasta allí, y del mismo modo que la peliblanca, al final había sido innecesaria su presencia.
-Muchos más hubiesen muerto asesinados de no haber sido por Asher.- Señaló con la cabeza al hombre bestia que en esos momentos aullaba sobre la cabeza de la falsa serpiente del mundo. -Las personas atrapadas bajo sus encantamientos huyen, y los sectarios más peligrosos han muerto, o lo harán en breve.- Al decir aquello último sus ojos de elfa se posaron sobre aquel hombre que había insultado a Asher. Parecía ser un dragón y no un humano al final. Y también parecía dispuesto a pasar al ataque tras transformarse.
-Siempre me entristece cuando uno de su raza se corrompe. Los grandes les otorgaron a sus antepasados un gran regalo por su abnegado servicio...Usarlo en favor de asesinos es...deleznable.- Expresó la peliblanca mientras veía como el dragón se elevaba, perdiéndolo de vista solo cuando se adentró en las nubes negras que aún encapotaban el cielo. No hizo nada por evitarlo. Al menos hasta que lo vio volver a aparecer, lanzándose contra Asher.
-Vaya...¿Va a hacer lo que parece?- Comentó Catherine asombrada.
-Debería haber huído cuando tuvo la oportunidad. Asher no suele ser piadoso.- Fue la respuesta de la joven. Señalando con su bastón a aquel dragón. -Ve Kiri.- Ordenó. Y de su bastón una diminuta figura femenina alada de pura luz se manifestó, lanzándose a toda velocidad hacia Asher para acto seguido lanzarse contra el dragón, con su lanza del tamaño de una aguja y su escudo del tamaño de un botón en ristre, directamente en rumbo de colisión con aquel proyectil de carne. La sonrisa de la diminuta hada de luz era de pura diversión conforme aceleraba.
-Qué decepcionante. Al final no había más que palabras vacías e insultos más vacíos aún...- Comentó la peliblanca en voz baja mientras observaba cómo los sucesos seguían precipitándose. Incluso parecía que el centinela del norte había preparado aún algunas sorpresas más, al irrumpir en aquel lugar una colosal sierpe, cuya aparición multiplicó los efectos de las acciones del hombre bestia. -Así que no estaba solo después de todo...- Añadió a sus pensamientos, al dar por seguro que aquello no podía ser obra directa de Asher.
-¿Entonces esa cosa no va a comernos? ¿No es real?- Inquirió Catherine bastante alterada por todo lo que estaba viendo. Y es que la aparición de una criatura como aquella bastaría para desalentar a casi cualquiera. Y desde luego no era obra de ningún aprendiz.
-Es real, pero creada con éter. Si te golpea te dolerá. Si la golpeas, puedes dañarla. En cierto modo es como una invocación a gran escala. Aunque fíjate, no ataca.- Puntualizó la joven. Y sabía de alguien capaz de algo así, ya había visto esa magia en el pasado. En aquel momento había visto las restricciones de aquella magia. Suponer que el inusitado tamaño de aquello era la razón de que no atacara era por ende un paso lógico en la mente de la sacerdotisa.
En ese momento Al´theas apareció allí, demostrando una vez más que Aerandir era un pañuelo. Por lo visto sus intenciones habían sido las mismas que las de Níniel al acercarse hasta allí, y del mismo modo que la peliblanca, al final había sido innecesaria su presencia.
-Muchos más hubiesen muerto asesinados de no haber sido por Asher.- Señaló con la cabeza al hombre bestia que en esos momentos aullaba sobre la cabeza de la falsa serpiente del mundo. -Las personas atrapadas bajo sus encantamientos huyen, y los sectarios más peligrosos han muerto, o lo harán en breve.- Al decir aquello último sus ojos de elfa se posaron sobre aquel hombre que había insultado a Asher. Parecía ser un dragón y no un humano al final. Y también parecía dispuesto a pasar al ataque tras transformarse.
-Siempre me entristece cuando uno de su raza se corrompe. Los grandes les otorgaron a sus antepasados un gran regalo por su abnegado servicio...Usarlo en favor de asesinos es...deleznable.- Expresó la peliblanca mientras veía como el dragón se elevaba, perdiéndolo de vista solo cuando se adentró en las nubes negras que aún encapotaban el cielo. No hizo nada por evitarlo. Al menos hasta que lo vio volver a aparecer, lanzándose contra Asher.
-Vaya...¿Va a hacer lo que parece?- Comentó Catherine asombrada.
-Debería haber huído cuando tuvo la oportunidad. Asher no suele ser piadoso.- Fue la respuesta de la joven. Señalando con su bastón a aquel dragón. -Ve Kiri.- Ordenó. Y de su bastón una diminuta figura femenina alada de pura luz se manifestó, lanzándose a toda velocidad hacia Asher para acto seguido lanzarse contra el dragón, con su lanza del tamaño de una aguja y su escudo del tamaño de un botón en ristre, directamente en rumbo de colisión con aquel proyectil de carne. La sonrisa de la diminuta hada de luz era de pura diversión conforme aceleraba.
OFF: Níniel usa este turno a su guardián de luz. Protegiendo a Asher.
Níniel Thenidiel
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Re: Midsommar [Evento Social]
Y todo se había ido a la mierda. Otra vez. Empezaba a ser lo habitual sinceramente, pero no iba a quejarse, hacía que las historias fueran interesantes. Hasta que no saliera viva, suponía. Pero hoy no era ese día. Seguramente. Al ochenta por ciento.
-Tengo una contraoferta para ti.- Dijo, tanto al niño como al elfo. La perversión de menores era un delito muy feo, y huir era muy, muy cobarde.
Es decir, pensaba huir con la cola entre las piernas igualmente, pero antes tenía algo que demostrar. Y es que todos esos cultistas habían estado armados. Y ahora estaban muertos, o en proceso. Así que…bueno, sería una pena que se desaprovecharan, ¿no? La vampiresa silbo con una sonrisa. –Cógela.- y le lanzó un hacha en toda la cara del crio. Es decir…la esquivaría, seguramente. Igual que la espada, y el cuchillo, y las otras tres armas que había por allí tiradas, incluida, por algún maldito motivo, un palo. Y entonces solo tenía su fiel daga, y empezaba a tener una idea de lo que estaba pensando el elfo, así que tendría que irse por patas. Y eso hizo, antorcha llameante en mano. Esa cocina tenia que ser LA cocina, así que la fuente de la droga parecía finiquitada. Así que solo tenía que acabar con las existencias, ¿cierto? Intento tumbar una mesa de una patada, pero pesaba demasiado. Plan B entonces, cogió una de esas jarras de vino, la olisqueo, y con una cara triste la esparció el vino de fresas por la mesa. Y luego acercó la antorcha e incendio la mesa entera, volviendo el pato extra crujiente. Desde luego eso llamo la atención, pero ya estaba saliendo por patas otra vez, y la gente tenía ciertas reticencias para acercarse a la pirada con una daga y una antorcha que reía de manera, según las malas lenguas, de manera completamente maniaca. Calumnias, desde luego. Era una risa plenamente controlada y natural.
Aunque la verdad, disfruto más de lo que era correcto lanzando esa pierna de pollo volando de la mano de algún pobre desgraciado de un manotazo La siguiente mesa no tenía vino, así que tuvo que recurrir a un clásico y simplemente pasar el brazo por toda la mesa, tirándolo todo al suelo. Más les valía a esos sacerdotes que las manchas del vestido se quitaran o volvería.
-Tengo una contraoferta para ti.- Dijo, tanto al niño como al elfo. La perversión de menores era un delito muy feo, y huir era muy, muy cobarde.
Es decir, pensaba huir con la cola entre las piernas igualmente, pero antes tenía algo que demostrar. Y es que todos esos cultistas habían estado armados. Y ahora estaban muertos, o en proceso. Así que…bueno, sería una pena que se desaprovecharan, ¿no? La vampiresa silbo con una sonrisa. –Cógela.- y le lanzó un hacha en toda la cara del crio. Es decir…la esquivaría, seguramente. Igual que la espada, y el cuchillo, y las otras tres armas que había por allí tiradas, incluida, por algún maldito motivo, un palo. Y entonces solo tenía su fiel daga, y empezaba a tener una idea de lo que estaba pensando el elfo, así que tendría que irse por patas. Y eso hizo, antorcha llameante en mano. Esa cocina tenia que ser LA cocina, así que la fuente de la droga parecía finiquitada. Así que solo tenía que acabar con las existencias, ¿cierto? Intento tumbar una mesa de una patada, pero pesaba demasiado. Plan B entonces, cogió una de esas jarras de vino, la olisqueo, y con una cara triste la esparció el vino de fresas por la mesa. Y luego acercó la antorcha e incendio la mesa entera, volviendo el pato extra crujiente. Desde luego eso llamo la atención, pero ya estaba saliendo por patas otra vez, y la gente tenía ciertas reticencias para acercarse a la pirada con una daga y una antorcha que reía de manera, según las malas lenguas, de manera completamente maniaca. Calumnias, desde luego. Era una risa plenamente controlada y natural.
Aunque la verdad, disfruto más de lo que era correcto lanzando esa pierna de pollo volando de la mano de algún pobre desgraciado de un manotazo La siguiente mesa no tenía vino, así que tuvo que recurrir a un clásico y simplemente pasar el brazo por toda la mesa, tirándolo todo al suelo. Más les valía a esos sacerdotes que las manchas del vestido se quitaran o volvería.
Alisha Lessard
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Re: Midsommar [Evento Social]
–Rauko, ¿qué estás haciendo? –inquirió Xana, finalmente, que se había mantenido callada mientras caminábamos hacia el pequeño pueblo.
No contesté. Solo seguí sosteniendo a Schnee, mi ave de plumaje albino, frente a mí mientras él y yo nos mirábamos a los ojos, sin parpadear.
–En serio, Rauko, esto es demasiado raro. Yo…
Calló cuando presioné mi dedo índice en sus labios, aún sin apartar mis ojos de los de Schnee. Froté el dedo de lado a lado y luego, sin razón aparente, lo subí buscando introducirlo en la nariz de Xana. Ella apartó mi mano con un manotazo antes de lograrlo.
Esta vez presioné el entrecejo del ave con el dedo, el cual usé como un puente por donde transferirle mi éter. Segundos después ese mismo éter fue disparado de los ojos de Schnee a los míos, creando un par de efímeros hilos de aura blanca.
Finalmente, ambos pudimos parpadear. La conexión ya estaba hecha, y eso me arrancó una sonrisa de satisfacción.
–Ya casi llegamos –informó Xana, mirándome de reojo extrañada y curiosa, cuestionándose interiormente sobre mi cordura.
–Vale –asentí. Luego le susurré a Schnee–: Vuela. –Y lo lancé al aire.
Tanto Xana como yo dimos un respingo horrorizados al verlo chocar contra el suelo, tieso.
–¡Dioses! –exclamamos al unísono.
Intenté levantar al ave, pero debido a la espada pesada que llevaba en mi espalda, Xana se me adelantó y se alejó de mí con él en sus brazos, sosteniéndolo contra su pecho como a un bebé indefenso.
–No eres apto para cuidarlo –espetó, dándome la espalda–. Será mejor que yo lo cuide desde ahora.
Gracias a la conexión entre Schnee y yo, podía sentir lo mismo que él sentía.[1] Y lo que él sentía en ese momento era cómo estaba siendo aplastado contra los suaves pechos de Xana. ¡Eso era bastante vergonzoso e incómodo! Aquella embarazosa situación debía llegar a su fin.
–Siento tus senos a través de él –solté involuntariamente, nervioso.
–¡¿Qué?! –Arrojó al ave lejos de ella, ruborizada. El pobre Schnee nuevamente cayó tieso sobre el césped.
–¡Dioses! –volvimos a exclamar al unísono.
No contesté. Solo seguí sosteniendo a Schnee, mi ave de plumaje albino, frente a mí mientras él y yo nos mirábamos a los ojos, sin parpadear.
–En serio, Rauko, esto es demasiado raro. Yo…
Calló cuando presioné mi dedo índice en sus labios, aún sin apartar mis ojos de los de Schnee. Froté el dedo de lado a lado y luego, sin razón aparente, lo subí buscando introducirlo en la nariz de Xana. Ella apartó mi mano con un manotazo antes de lograrlo.
Esta vez presioné el entrecejo del ave con el dedo, el cual usé como un puente por donde transferirle mi éter. Segundos después ese mismo éter fue disparado de los ojos de Schnee a los míos, creando un par de efímeros hilos de aura blanca.
Finalmente, ambos pudimos parpadear. La conexión ya estaba hecha, y eso me arrancó una sonrisa de satisfacción.
–Ya casi llegamos –informó Xana, mirándome de reojo extrañada y curiosa, cuestionándose interiormente sobre mi cordura.
–Vale –asentí. Luego le susurré a Schnee–: Vuela. –Y lo lancé al aire.
Tanto Xana como yo dimos un respingo horrorizados al verlo chocar contra el suelo, tieso.
–¡Dioses! –exclamamos al unísono.
Intenté levantar al ave, pero debido a la espada pesada que llevaba en mi espalda, Xana se me adelantó y se alejó de mí con él en sus brazos, sosteniéndolo contra su pecho como a un bebé indefenso.
–No eres apto para cuidarlo –espetó, dándome la espalda–. Será mejor que yo lo cuide desde ahora.
Gracias a la conexión entre Schnee y yo, podía sentir lo mismo que él sentía.[1] Y lo que él sentía en ese momento era cómo estaba siendo aplastado contra los suaves pechos de Xana. ¡Eso era bastante vergonzoso e incómodo! Aquella embarazosa situación debía llegar a su fin.
–Siento tus senos a través de él –solté involuntariamente, nervioso.
–¡¿Qué?! –Arrojó al ave lejos de ella, ruborizada. El pobre Schnee nuevamente cayó tieso sobre el césped.
–¡Dioses! –volvimos a exclamar al unísono.
◄☼►•◄☼►•◄☼►•◄☼►•◄☼►
Finalmente llegamos al lugar donde se celebraba el macabro Midsommar.
–¿Listo, Xana? –inquirí. Ella respondió asintiendo con la cabeza–. ¿Listo, Schnee? –El ave emprendió vuelo hacia el horizonte, justo lo contrario de lo que dictaba el plan–. Entonces… comencemos –musité, serio.
Me dirigí al lugar donde estaban depositando los cadáveres de los sacrificados. Ahí estaban unos cuatro hombres vestidos con túnicas blancas. Todos voltearon a mi dirección cuando llegué.
–Hola a todos –saludé cortésmente y haciendo una reverencia. Luego me esforcé enderezándome, pues la malditamente pesada arma en mi espalda lo hacía difícil.
–No deberías estar aquí. Deberías estar disfrutando de la fiesta –señaló uno de ellos intentando sonar amable, pero en sus palabras había una clara amenaza de muerte.
–Oh, lo siento. Solo vine a decirles que son unos ilusos al creer que los sacrificios humanos no son una enorme pérdida de tiempo. –Ahora había hostilidad e indignación en sus ojos–. Pero no me crean a mí. –Sonreí con malicia–. Serán los propios humanos sacrificados quienes les mostrarán la verdad, que un paraíso no es lo que encontraron después de la muerte.
Descolgué al arma en mi espalda. Sin desenvainarla, empleé bastante fuerza para alzarla por sobre mi cabeza, lográndolo por unos pocos segundos antes de perder el equilibrio y caer hacia un lado como un árbol talado.
Los sujetos cruzaron miradas, preguntándose si yo estaba mal de la cabeza o me había pasado con la bebida.
Estúpidos. Fueron incapaces de notar lo que sucedía detrás de ellos.
Un aura oscura rodeó a todos los cadáveres en el lugar. Los huesos y sus ropas fue lo único en no desintegrarse. Luego se levantaron y, sin esperar mi orden, se abalanzaron sobre quienes les arrebataron la vida.[2]
–No parece que estén muy contentos por haber sido sacrificados, ¿no? –dije con sorna mientras me levantaba.
Pero fui ignorado. Los sujetos estaban demasiado ocupados gritando de horror y luchando por sus vidas. Y por la cantidad de esqueletos que les rodeaban, tal vez no sobrevivirían.
De pronto el cielo se oscureció. A los pocos segundos se escucharon gritos que provenían de donde bailaban los jóvenes. Caminé rápidamente hacia ese lugar, donde me esperaba Xana. Ella me explicó la situación, apesadumbrada; ella hubiera preferido evitar tantas muertes.
–Así que no somos los únicos que desprecian el Midsommar, ¿eh? –comenté mientras observaba a un demonio hombre-perro hacer lo suyo acompañado con una enorme serpiente. Gracias a ellos, yo ya no tenía nada que hacer, y eso me agradaba porque era flojo–. Volvamos a casa.
Pero antes de partir, tomé una manzana de una de las mesas de comida que permanecían intactas y le di un enorme mordisco.
Para mi sorpresa, distinguí la imagen de Níniel con su «adorable» gata y un elfo desconocido. Estaban demasiado lejos y me daba pereza acercarme a saludarlos, así lo haría de lejos.
–Hola, Níniel. Hola, compañía de Níniel –saludé, alzando y agitando una mano alegremente. Xana se limitó a saludar apenas levantando una mano y mostrando una leve y breve sonrisa; realmente le entristecía la masacre.
Continuamos nuestra caminada sin mirar atrás.
–Creí que la comida estaba envenenada –comentó Xana a los pocos segundos, tras verme devorar en un instante la manzana.
Desafortunadamente tenía razón.
No tardé en perder las fuerzas y caí de bruces al suelo.
–Ay, pero ¡qué imbécil!
La potencia del veneno fue exagerada. Todo mi cuerpo estaba entumecido, y Xana no podría cargame a casa. Chasqueó la lengua y se sentó a mi lado, colocando sus manos sobre mí para intentar sanarme.
Paralelamente, algunos esqueletos, tras acabar con los cuatro de túnicas blancas, caminarían por el lugar para atacar a los organizadores del Midsommar sobrevivientes o, de lo contrario, patear a algunos de los que ya habían sido asesinados por el demonio hombre-perro. Y harían eso durante un par de minutos, hasta que la magia de mi espada desapareciera o hasta que alguien los destruyera.
–¿Listo, Xana? –inquirí. Ella respondió asintiendo con la cabeza–. ¿Listo, Schnee? –El ave emprendió vuelo hacia el horizonte, justo lo contrario de lo que dictaba el plan–. Entonces… comencemos –musité, serio.
Me dirigí al lugar donde estaban depositando los cadáveres de los sacrificados. Ahí estaban unos cuatro hombres vestidos con túnicas blancas. Todos voltearon a mi dirección cuando llegué.
–Hola a todos –saludé cortésmente y haciendo una reverencia. Luego me esforcé enderezándome, pues la malditamente pesada arma en mi espalda lo hacía difícil.
–No deberías estar aquí. Deberías estar disfrutando de la fiesta –señaló uno de ellos intentando sonar amable, pero en sus palabras había una clara amenaza de muerte.
–Oh, lo siento. Solo vine a decirles que son unos ilusos al creer que los sacrificios humanos no son una enorme pérdida de tiempo. –Ahora había hostilidad e indignación en sus ojos–. Pero no me crean a mí. –Sonreí con malicia–. Serán los propios humanos sacrificados quienes les mostrarán la verdad, que un paraíso no es lo que encontraron después de la muerte.
Descolgué al arma en mi espalda. Sin desenvainarla, empleé bastante fuerza para alzarla por sobre mi cabeza, lográndolo por unos pocos segundos antes de perder el equilibrio y caer hacia un lado como un árbol talado.
Los sujetos cruzaron miradas, preguntándose si yo estaba mal de la cabeza o me había pasado con la bebida.
Estúpidos. Fueron incapaces de notar lo que sucedía detrás de ellos.
Un aura oscura rodeó a todos los cadáveres en el lugar. Los huesos y sus ropas fue lo único en no desintegrarse. Luego se levantaron y, sin esperar mi orden, se abalanzaron sobre quienes les arrebataron la vida.[2]
–No parece que estén muy contentos por haber sido sacrificados, ¿no? –dije con sorna mientras me levantaba.
Pero fui ignorado. Los sujetos estaban demasiado ocupados gritando de horror y luchando por sus vidas. Y por la cantidad de esqueletos que les rodeaban, tal vez no sobrevivirían.
De pronto el cielo se oscureció. A los pocos segundos se escucharon gritos que provenían de donde bailaban los jóvenes. Caminé rápidamente hacia ese lugar, donde me esperaba Xana. Ella me explicó la situación, apesadumbrada; ella hubiera preferido evitar tantas muertes.
–Así que no somos los únicos que desprecian el Midsommar, ¿eh? –comenté mientras observaba a un demonio hombre-perro hacer lo suyo acompañado con una enorme serpiente. Gracias a ellos, yo ya no tenía nada que hacer, y eso me agradaba porque era flojo–. Volvamos a casa.
Pero antes de partir, tomé una manzana de una de las mesas de comida que permanecían intactas y le di un enorme mordisco.
Para mi sorpresa, distinguí la imagen de Níniel con su «adorable» gata y un elfo desconocido. Estaban demasiado lejos y me daba pereza acercarme a saludarlos, así lo haría de lejos.
–Hola, Níniel. Hola, compañía de Níniel –saludé, alzando y agitando una mano alegremente. Xana se limitó a saludar apenas levantando una mano y mostrando una leve y breve sonrisa; realmente le entristecía la masacre.
Continuamos nuestra caminada sin mirar atrás.
–Creí que la comida estaba envenenada –comentó Xana a los pocos segundos, tras verme devorar en un instante la manzana.
Desafortunadamente tenía razón.
No tardé en perder las fuerzas y caí de bruces al suelo.
–Ay, pero ¡qué imbécil!
La potencia del veneno fue exagerada. Todo mi cuerpo estaba entumecido, y Xana no podría cargame a casa. Chasqueó la lengua y se sentó a mi lado, colocando sus manos sobre mí para intentar sanarme.
Paralelamente, algunos esqueletos, tras acabar con los cuatro de túnicas blancas, caminarían por el lugar para atacar a los organizadores del Midsommar sobrevivientes o, de lo contrario, patear a algunos de los que ya habían sido asesinados por el demonio hombre-perro. Y harían eso durante un par de minutos, hasta que la magia de mi espada desapareciera o hasta que alguien los destruyera.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Mini interacción con Níniel y compañía.[1] Habi de mi mascota Schnee: Conexión.
[2] Habi de Alfanje de los esqueletos: Nigromancia básica.
Rauko
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Re: Midsommar [Evento Social]
...Y después de hacerle trenzar cuerdas la mandare a barrer el serrín, y luego le pondré en el almacén a darle la vuelta a la madera y después a reparar las tejas y...
-¿Eh? -Al escuchar mi nombre desvié la mirada y me obligue a dejar apartado el castigo ejemplar de Lavey. -Sí, sí, vamos.
A medida que avanzábamos a la carpa prometida, fui dejando a un lado los problemas de una madre con una cría adolescente y fui centrándome en la figura masculina que tenía delante. Un arquero de brazos fuertes, piernas atléticas y... ¿Porque todos se empeñan en taparse el culo? No tiene nada de bonito ver un trozo de tela roja colgando...
Dejé aquel pensamiento a medias y sonreí lobuna apretando el paso para acercarme mas a Emmanuel, levanté la mano, estire el brazo y ¡plas! problema resuelto.
-Tenías un bicho. -Dije divertida apretando la mano contra el culo del arquero. -Uno muy grande. -Estábamos casi delante de la tienda. -¿Porque no dejamos a tu amigo que beba tranquilo y nos buscamos un matorral?
Tenía la mano preparada para sobar de nuevo los glúteos del moreno cuando su amigo abrió la tienda.
-¿Que sucede? -Pregunté asomando la cabeza al interior de la carpa. -¿Se nos adelantaron? -Entonces vi a un humano de perilla recortado y pelo suelto. -Espera... yo a ti te conozco. -Abrí los ojos y lo señalé con la mano al reconocerlo. -Eres el de la carpa de Lagarto, tu... -Entrecerré los ojos mirando con recelo al celestino.
¿Cómo olvidar a un hombre que echó por tierra la posibilidad de pescar a dos mozas el mismo día? Agarré el brazo de Emmanuel de manera posesiva y lo apreté contra mis senos, esta vez no pasaría lo mismo.
-Hoy no me vas aguar la fiesta.
-¿Eh? -Al escuchar mi nombre desvié la mirada y me obligue a dejar apartado el castigo ejemplar de Lavey. -Sí, sí, vamos.
A medida que avanzábamos a la carpa prometida, fui dejando a un lado los problemas de una madre con una cría adolescente y fui centrándome en la figura masculina que tenía delante. Un arquero de brazos fuertes, piernas atléticas y... ¿Porque todos se empeñan en taparse el culo? No tiene nada de bonito ver un trozo de tela roja colgando...
Dejé aquel pensamiento a medias y sonreí lobuna apretando el paso para acercarme mas a Emmanuel, levanté la mano, estire el brazo y ¡plas! problema resuelto.
-Tenías un bicho. -Dije divertida apretando la mano contra el culo del arquero. -Uno muy grande. -Estábamos casi delante de la tienda. -¿Porque no dejamos a tu amigo que beba tranquilo y nos buscamos un matorral?
Tenía la mano preparada para sobar de nuevo los glúteos del moreno cuando su amigo abrió la tienda.
-¿Que sucede? -Pregunté asomando la cabeza al interior de la carpa. -¿Se nos adelantaron? -Entonces vi a un humano de perilla recortado y pelo suelto. -Espera... yo a ti te conozco. -Abrí los ojos y lo señalé con la mano al reconocerlo. -Eres el de la carpa de Lagarto, tu... -Entrecerré los ojos mirando con recelo al celestino.
¿Cómo olvidar a un hombre que echó por tierra la posibilidad de pescar a dos mozas el mismo día? Agarré el brazo de Emmanuel de manera posesiva y lo apreté contra mis senos, esta vez no pasaría lo mismo.
-Hoy no me vas aguar la fiesta.
Reivy Abadder
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Re: Midsommar [Evento Social]
Amit apenas se quedó a mirar sí la elfa lo lograba o no, era mucho más urgente ir hasta su carro y prepararse para la huida. En cuanto puso un pie en la primer tabla dio un salto para agarrar las correas que se encontraban agarradas a un poste, las desató con los dedos algo nerviosos, cuchicheando maldiciones para quien sea que había hecho un nudo tan apretado. En cuando las tuvo levantó la cabeza lo más alto que podía a ver si la elfa venía en camino, y por suerte para el Mausu, la respuesta era afirmativa.
-¡Rápido! ¡Tchik! Rápido-Rápido - Juntaba las palabras por hablar de modo atolondrado. Escuchó el plan de Eil y asintió, con unos rasgos tan poco humanoides, era difícil saber si la idea le parecía bien, muy bien, mal u horrible, pero en todo caso, estaba de acuerdo - ¡Así será entonces! - Miró al frente, levantó los brazos y entonces agitó las riendas con todas sus fuerzas - ¡Jia! -
Y nada pasó.
La montura que había llevado perezosamente a Amit hasta la fiesta se negaba a cambiar de actitud, que hubiese una turba de fanáticos enfurecidos queriendo asesinarlos no parecía perturbar en lo más mínimo al animal. El Mausu chilló desesperado, agitó las riendas reiteradas veces para ver si reaccionaba, pero no había manera alguna de moverlo.
-Pero... ¿Como...? ¡Este animal tozudo! ¿A qué esperas? ¡Muévete! - Amit daba saltitos en el asiento, exasperado, y el equino pasaba de él por completo - ¿Con que así van a ser las cosas? - El roedor se puso serio.
Con agilidad se subió arriba de la montura, se puso al revés, cuestión de que su rostro quedara mirando hacía la elfa. Abrió la boca, dejando ver sus afilados colmillos, y le dio un fuerte mordisco al animal en el trasero.
El efecto fue inmediato, la mula soltó un relincho y se puso a correr como desbocado, Amit se tuvo que agarrar con las cuatro patas para no caerse. El carro comenzó una huida totalmente descontrolada, zigzagueando por el Evento y llevándose por delante a cualquier persona y objeto que se pusiera en su camino.
-Ay, ay, ay, ay - Iba gritando el roedor cada vez que el galope de la montura lo hacía saltar por los aires para luego volver a caer y golpearse contra la espalda del animal - ¡¡Agarra las riendas!! - Le gritó a la elfa, ya se estaban alejando del foco del peligro, pero sí no calmaban a la mula terminarían rompiendo el carro o peor aún, desbarrancando por algún precipicio.
-¡Rápido! ¡Tchik! Rápido-Rápido - Juntaba las palabras por hablar de modo atolondrado. Escuchó el plan de Eil y asintió, con unos rasgos tan poco humanoides, era difícil saber si la idea le parecía bien, muy bien, mal u horrible, pero en todo caso, estaba de acuerdo - ¡Así será entonces! - Miró al frente, levantó los brazos y entonces agitó las riendas con todas sus fuerzas - ¡Jia! -
Y nada pasó.
La montura que había llevado perezosamente a Amit hasta la fiesta se negaba a cambiar de actitud, que hubiese una turba de fanáticos enfurecidos queriendo asesinarlos no parecía perturbar en lo más mínimo al animal. El Mausu chilló desesperado, agitó las riendas reiteradas veces para ver si reaccionaba, pero no había manera alguna de moverlo.
-Pero... ¿Como...? ¡Este animal tozudo! ¿A qué esperas? ¡Muévete! - Amit daba saltitos en el asiento, exasperado, y el equino pasaba de él por completo - ¿Con que así van a ser las cosas? - El roedor se puso serio.
Con agilidad se subió arriba de la montura, se puso al revés, cuestión de que su rostro quedara mirando hacía la elfa. Abrió la boca, dejando ver sus afilados colmillos, y le dio un fuerte mordisco al animal en el trasero.
El efecto fue inmediato, la mula soltó un relincho y se puso a correr como desbocado, Amit se tuvo que agarrar con las cuatro patas para no caerse. El carro comenzó una huida totalmente descontrolada, zigzagueando por el Evento y llevándose por delante a cualquier persona y objeto que se pusiera en su camino.
-Ay, ay, ay, ay - Iba gritando el roedor cada vez que el galope de la montura lo hacía saltar por los aires para luego volver a caer y golpearse contra la espalda del animal - ¡¡Agarra las riendas!! - Le gritó a la elfa, ya se estaban alejando del foco del peligro, pero sí no calmaban a la mula terminarían rompiendo el carro o peor aún, desbarrancando por algún precipicio.
Amit'tek
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Re: Midsommar [Evento Social]
—No —rió Elian—, la verdad es que a mí todo esto me está pareciendo de lo más extraño. Me temo que he llegado demasiado tarde a la fiesta y mi guía se ha marchado demasiado pronto —terminó y alzó las cejas con un gesto de circunstancias.
El elfo tomó con las dos manos el bastón que le tendía el gigante. Lo sopesó y observó la madera, acariciando su superficie para apreciar la calidad del acabado.
—Sí, ya veo. Son maderas muy parecidas. —Como última comprovación, le dio unas cuantas vueltas en el aire para evaluar su nivelación y su firmeza— Tiene un buen equilibrio —sentenció—. El mío es de roble. —Mientras hablaba, sostuvo el bastón prestado con la mano izquierda mientras, con la derecha, sacaba el propio de su espalda para corresponder el gesto del desconocido— No por nada en especial, es fácil de tallar y hay muchos donde crecí —sonrió—. Mi nombre es Elian —añadió y le ofreció el brazo derecho con la palma abierta como saludo.
Aunque el tipo tenía un aspecto bastante intimidante, había resultado ser el único elemento cordial que se había encontrado desde su llegada a aquella supuesta fiesta. Le pareció algo irónico, teniendo en cuenta que andaba tirando cadáveres a una hoguera. Elian había presenciado rituales de incineración con anterioridad, pero ninguno tan poco ceremonioso. Se encogió mentalmente de hombros. Sin duda, siempre había alguna costumbre variopinta con la que toparse en Verisar.
—¿Tienes para mucho con eso? —Al decir “eso”, señaló con la cabeza el área donde ya se veía caer otro cuerpo inerte. No iba a decirlo en voz alta, por si ofendía a alguien, pero en su cara podía leerse claramente: “Vaya putada de trabajo, ¿no?”— Tal vez podamos practicar un rato cuando estés libre.
Off-rol: Interactúo con Go'el (más bien, con Gali)
El elfo tomó con las dos manos el bastón que le tendía el gigante. Lo sopesó y observó la madera, acariciando su superficie para apreciar la calidad del acabado.
—Sí, ya veo. Son maderas muy parecidas. —Como última comprovación, le dio unas cuantas vueltas en el aire para evaluar su nivelación y su firmeza— Tiene un buen equilibrio —sentenció—. El mío es de roble. —Mientras hablaba, sostuvo el bastón prestado con la mano izquierda mientras, con la derecha, sacaba el propio de su espalda para corresponder el gesto del desconocido— No por nada en especial, es fácil de tallar y hay muchos donde crecí —sonrió—. Mi nombre es Elian —añadió y le ofreció el brazo derecho con la palma abierta como saludo.
Aunque el tipo tenía un aspecto bastante intimidante, había resultado ser el único elemento cordial que se había encontrado desde su llegada a aquella supuesta fiesta. Le pareció algo irónico, teniendo en cuenta que andaba tirando cadáveres a una hoguera. Elian había presenciado rituales de incineración con anterioridad, pero ninguno tan poco ceremonioso. Se encogió mentalmente de hombros. Sin duda, siempre había alguna costumbre variopinta con la que toparse en Verisar.
—¿Tienes para mucho con eso? —Al decir “eso”, señaló con la cabeza el área donde ya se veía caer otro cuerpo inerte. No iba a decirlo en voz alta, por si ofendía a alguien, pero en su cara podía leerse claramente: “Vaya putada de trabajo, ¿no?”— Tal vez podamos practicar un rato cuando estés libre.
Off-rol: Interactúo con Go'el (más bien, con Gali)
Elian
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