Midsommar [Evento Social]
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Re: Midsommar [Evento Social]
Matthew miraba el cielo, intentando calcula cuánto tiempo faltaba para que pudieran irse sin quedar como unos maleducados. Lo cierto era que Eyre no parecía tener apuro alguno, y aunque Owens le había lanzado varias indirectas la Hechicera las esquivaba con asombrosa agilidad, el estafador no podía competir con sus sonrisas ni con sus fingidas súplicas “Hablaremos de esto cuando lleguemos a casa” pensó el Virrey mientras terminaba su copa de vino.
Una voz conocida lo sacó de sus aburridas cavilaciones. Resultó ser la amiga de Oromë “¿Como se llamaba? Era algo con R...” el nombre se le escapaba, así que simplemente utilizó el mismo recurso que usaba siempre en ese tipo de situaciones.
-El mismo - Hizo una reverencia y no agregó nada más, su presencia era tan reconocida que no era necesaria introducción alguna - Jajaja, claro que no, Cielo, esta vez estoy solo como invitado, te aseguro que no tengo intención alguna de arruinarles tan merecido festejo - Levantó una mano e hizo un gesto de despedida - Ah, por cierto ¿Ya te curaste de esa horrible cosa que tenías en... Ya sabes? - Bajó la mirada para señalar las partes intimas de Reivy - Tardé meses en poder quitarme la comezón - Sonaba bastante convincente, y hasta sinceramente preocupado.
En todo caso, la dragona no era su objetivo, no tenía nada contra ella, ni contra nadie más en ese lugar, simplemente estaba de mal humor y no conocía otro modo de descargarse que no fuera molestando a quienes lo rodeaban.
-Y aquí llega el protagonista - Dijo al ver que Alward terminaba con las formalidades y se acercaba al grupo - Me alegro tanto por ti, sin duda mereces el título - Su sonrisa era encantadora, pero su mirada era fría - No estoy seguro de una cosa ¿Cuántos pueblos tienes que quemar para que te hagan miembro de la Guardia? ¿O es por número de personas asesinadas? Es algo que de verdad me intriga muchísimo, quizás yo mismo he cumplido ya el cupo y puedo postularme también para ser caballero - Hablaba obviamente de lo que había ocurrido en Ciudad Lagarto, cuando la Guardia se presentó amenazando de quemar todo si no le entregaban un objeto que tenía Oromë. Se dio un toque en la frente, como si se acabara de acordar de algo - Oh, no cierto, lo había olvidado, hay asesinatos buenos y asesinatos malos. Lo que no estoy muy seguro es quien decide cual es cual ¿Tu sí? - Levantó la copa vacía - En cualquier caso, brindo por tu nombramiento, Alward Sevna, estoy seguro que serás un maravilloso Guardia, lo llevas en la sangre -
Una voz conocida lo sacó de sus aburridas cavilaciones. Resultó ser la amiga de Oromë “¿Como se llamaba? Era algo con R...” el nombre se le escapaba, así que simplemente utilizó el mismo recurso que usaba siempre en ese tipo de situaciones.
-El mismo - Hizo una reverencia y no agregó nada más, su presencia era tan reconocida que no era necesaria introducción alguna - Jajaja, claro que no, Cielo, esta vez estoy solo como invitado, te aseguro que no tengo intención alguna de arruinarles tan merecido festejo - Levantó una mano e hizo un gesto de despedida - Ah, por cierto ¿Ya te curaste de esa horrible cosa que tenías en... Ya sabes? - Bajó la mirada para señalar las partes intimas de Reivy - Tardé meses en poder quitarme la comezón - Sonaba bastante convincente, y hasta sinceramente preocupado.
En todo caso, la dragona no era su objetivo, no tenía nada contra ella, ni contra nadie más en ese lugar, simplemente estaba de mal humor y no conocía otro modo de descargarse que no fuera molestando a quienes lo rodeaban.
-Y aquí llega el protagonista - Dijo al ver que Alward terminaba con las formalidades y se acercaba al grupo - Me alegro tanto por ti, sin duda mereces el título - Su sonrisa era encantadora, pero su mirada era fría - No estoy seguro de una cosa ¿Cuántos pueblos tienes que quemar para que te hagan miembro de la Guardia? ¿O es por número de personas asesinadas? Es algo que de verdad me intriga muchísimo, quizás yo mismo he cumplido ya el cupo y puedo postularme también para ser caballero - Hablaba obviamente de lo que había ocurrido en Ciudad Lagarto, cuando la Guardia se presentó amenazando de quemar todo si no le entregaban un objeto que tenía Oromë. Se dio un toque en la frente, como si se acabara de acordar de algo - Oh, no cierto, lo había olvidado, hay asesinatos buenos y asesinatos malos. Lo que no estoy muy seguro es quien decide cual es cual ¿Tu sí? - Levantó la copa vacía - En cualquier caso, brindo por tu nombramiento, Alward Sevna, estoy seguro que serás un maravilloso Guardia, lo llevas en la sangre -
Matthew Owens
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Re: Midsommar [Evento Social]
Solo una persona llegó a ser lo suficientemente testaruda como para seguir atacando. El mismo dragón de antes se había transformado, y no parecía ir con intención de huir como el resto.
No tenía nada que ganar con eso. No quedaba nadie que salvar. Los que habían huido ya estaban a salvo. Los que no... parecían estar cerca de Niniel. No eran cultistas ni celebrantes. Esencialmente, no tenía que hacerles nada.
¿Pero a alguien que defendía con tanta vehemencia los sacrificios? No había motivos para tener piedad.
Y sin embargo, algo se interpuso entre el dragón que cargaba y yo. Una criatura de luz, diminuta. La contemplé con curiosidad. ¿Realmente podía hacer algo? Cualquier duda desapareció cuando interceptó la carga del lagarto que debía ser cientos de veces más pesado que ella. Reí ligeramente. Por supuesto que tendría sus trucos.
Fuera como fuese, era mi turno. Tomé carrerilla y salté de la cabeza de la serpiente, acabando por encima del dragón. Eclipse desapareció de mis manos. No necesitaba el arma. En su lugar, mis manos se iluminaron de un rojo carmesí. Era demasiado tarde para volver atrás. Enfoqué mi mano al dragón, y una gigantesca explosión lo envolvió todo con una llamarada, impulsandome de vuelta a la serpiente por la fuerza de esta. [1]
Me deslicé por sus escamas, arañandolas con mi garra de acero para frenar mi descenso hasta llegar al suelo. No había mucho más que hacer allí. El espectáculo había acabado, y esa fiesta había sido arruinada. Esperaría oir los rumores en poco tiempo. Sin duda, sería algo noticioso.
Levanté mi mano y, con un chasquido de dedos, la magia que oscurecía el cielo se detuvo. El éter se despejó, dejando que el sol brillase de nuevo.
-Si queréis héroes, demostrad que los merecéis. De lo contrario, solo quedarán demonios.- dije, como si hubiese alguien para escuchar. Y entonces, mi espíritu se desvaneció.
Me levanté, sacudiendo la cabeza. Había vuelto a mi cuerpo. La barrera había desaparecido, pero nadie parecía haber llegado a molestarnos.
-Van a recordarlo.- dijo Syl. El gato había seguido a mi lado, todo ese tiempo.
-Eso espero. Si no, tendré que hacerlo otra vez.- repliqué. Puse mi mano en su hombro, y le acaricié la cara con la otra. -Gracias por cuidar de mi.-
-No es nada. Creo que lo otro llamaba más la atención.- dijo. -¿Te apetece comer algo?
-Claro.- sonreí, sacando la corona de mi cabeza y poniéndola en sus manos. Aquel sería un buen día, para los que se lo merecían. -Aunque... dame un minuto.- dije.
Salté del pilar de roca con cuidado, y me dirigí hacia donde había visto la burbuja. Niniel estaba allí, junto a un grupo pequeño. Hice una teatral reverencia para luego saludarlos con un gesto.
-Gracias por tu ayuda, Niniel. Catherine.- dije, saludando a la gata con un gesto de cabeza amistoso. -Debo admitir que ha sido divertido.- Luego, miré al elfo que no conocía. -Soy Asher Daregan. Pero agradecería si nadie más lo supiese. Mejor si creen que ha sido un terrible demonio, o Fenrir, o algo por el estilo.- dije, esbozando una sonrisa sarcástica. Cuanto más sobrenatural, mejor.
Tras aquello, volvería con Syl. Aún quedaba mucho por hacer ese día.
[1] Habilidad: Estallido para atacar a Daven
No tenía nada que ganar con eso. No quedaba nadie que salvar. Los que habían huido ya estaban a salvo. Los que no... parecían estar cerca de Niniel. No eran cultistas ni celebrantes. Esencialmente, no tenía que hacerles nada.
¿Pero a alguien que defendía con tanta vehemencia los sacrificios? No había motivos para tener piedad.
Y sin embargo, algo se interpuso entre el dragón que cargaba y yo. Una criatura de luz, diminuta. La contemplé con curiosidad. ¿Realmente podía hacer algo? Cualquier duda desapareció cuando interceptó la carga del lagarto que debía ser cientos de veces más pesado que ella. Reí ligeramente. Por supuesto que tendría sus trucos.
Fuera como fuese, era mi turno. Tomé carrerilla y salté de la cabeza de la serpiente, acabando por encima del dragón. Eclipse desapareció de mis manos. No necesitaba el arma. En su lugar, mis manos se iluminaron de un rojo carmesí. Era demasiado tarde para volver atrás. Enfoqué mi mano al dragón, y una gigantesca explosión lo envolvió todo con una llamarada, impulsandome de vuelta a la serpiente por la fuerza de esta. [1]
Me deslicé por sus escamas, arañandolas con mi garra de acero para frenar mi descenso hasta llegar al suelo. No había mucho más que hacer allí. El espectáculo había acabado, y esa fiesta había sido arruinada. Esperaría oir los rumores en poco tiempo. Sin duda, sería algo noticioso.
Levanté mi mano y, con un chasquido de dedos, la magia que oscurecía el cielo se detuvo. El éter se despejó, dejando que el sol brillase de nuevo.
-Si queréis héroes, demostrad que los merecéis. De lo contrario, solo quedarán demonios.- dije, como si hubiese alguien para escuchar. Y entonces, mi espíritu se desvaneció.
[. . .]
Me levanté, sacudiendo la cabeza. Había vuelto a mi cuerpo. La barrera había desaparecido, pero nadie parecía haber llegado a molestarnos.
-Van a recordarlo.- dijo Syl. El gato había seguido a mi lado, todo ese tiempo.
-Eso espero. Si no, tendré que hacerlo otra vez.- repliqué. Puse mi mano en su hombro, y le acaricié la cara con la otra. -Gracias por cuidar de mi.-
-No es nada. Creo que lo otro llamaba más la atención.- dijo. -¿Te apetece comer algo?
-Claro.- sonreí, sacando la corona de mi cabeza y poniéndola en sus manos. Aquel sería un buen día, para los que se lo merecían. -Aunque... dame un minuto.- dije.
Salté del pilar de roca con cuidado, y me dirigí hacia donde había visto la burbuja. Niniel estaba allí, junto a un grupo pequeño. Hice una teatral reverencia para luego saludarlos con un gesto.
-Gracias por tu ayuda, Niniel. Catherine.- dije, saludando a la gata con un gesto de cabeza amistoso. -Debo admitir que ha sido divertido.- Luego, miré al elfo que no conocía. -Soy Asher Daregan. Pero agradecería si nadie más lo supiese. Mejor si creen que ha sido un terrible demonio, o Fenrir, o algo por el estilo.- dije, esbozando una sonrisa sarcástica. Cuanto más sobrenatural, mejor.
Tras aquello, volvería con Syl. Aún quedaba mucho por hacer ese día.
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[1] Habilidad: Estallido para atacar a Daven
Asher Daregan
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Re: Midsommar [Evento Social]
Se le debe dar crédito al dagenle, mantener una mentira tanto tiempo es casi admirable. Es tan cabezota como cualquier brumoso… simbólicamente hablando claro, esa figura delgaducha y orejona jamás hubiera sobrevivo en bosque negro hasta la adultez.
¿Pero qué…?
Dice al pillar con la mano un hacha voladora, por desgracia viene con sorpresa. La dama pálida sigue arrojando cosas filosas, la mayoría llega de forma equivocada hasta su objetivo pero de igual forma el pequeño bárbaro debe refugiarse.
Por algunos instantes Kosir guarece su integridad tras cierta mesa, debe ser el ataque más curioso que jamás ha recibido. Una vez el enemigo con pechos se queda sin armas pasa a retirarse de manera fugaz.
Mi clase de chica.
Claro que la refriega aún sigue vigente, después de todo el dagenle continua parado y dispuesto a recibir una monumental paliza. Logra escapar de la mesa voladora por los pelos aunque es cuestión de tiempo nada más.
Qué asco “forma cierta mueca de aversión”.
Esto se debe a la extraña habilidad que maneja su contrario, esa capacidad para hacer crecer secciones extendidas de su cuerpo. Si bien el material que utiliza no parece carne… es una realidad bizarra a más no poder.
Ese escudo enorme es difícil de pelar y el muchacho lo comprueba al no poder penetrar la coraza con sus primeros tajos, por desgracia antes de que logre reformular su estrategia ocurre algo bastante desconcertante.
Luego de alabar a sus dioses, el dagenle arroja cierta piedrita al fuego. Su contrincante simplemente le mira con una mueca de extrañeza aunque la explosión siguiente cambia por completo su expresión.
Es arrojado por la onda expansiva al aire, afortunadamente cae justo detrás de un cuerpo animal que en su momento estaba destinado a convertirse en parte del banquete. Es suficiente con decir que ya no podrá servir para dicho propósito.
La pequeña maquina guerrera resulta sin quemaduras, aunque el golpe lo deja atontado. Se levanta como puede y entre tumbos lanza algunos ataques de su enorme mandoble… por desgracia atina todo menos al objetivo en sí.
¡¡Deja de moverte demonios!!
Lo que al principio se perfilaba como un evento violento, no tarda en tomar cierta gracia. El chico tratando de atinar una aguja en un pajar mientras algunas secciones de la cocina se consumen, solo se puede sacar en claro que ya no habrá más comida para las masas.
¿Pero qué…?
Dice al pillar con la mano un hacha voladora, por desgracia viene con sorpresa. La dama pálida sigue arrojando cosas filosas, la mayoría llega de forma equivocada hasta su objetivo pero de igual forma el pequeño bárbaro debe refugiarse.
Por algunos instantes Kosir guarece su integridad tras cierta mesa, debe ser el ataque más curioso que jamás ha recibido. Una vez el enemigo con pechos se queda sin armas pasa a retirarse de manera fugaz.
Mi clase de chica.
Claro que la refriega aún sigue vigente, después de todo el dagenle continua parado y dispuesto a recibir una monumental paliza. Logra escapar de la mesa voladora por los pelos aunque es cuestión de tiempo nada más.
Qué asco “forma cierta mueca de aversión”.
Esto se debe a la extraña habilidad que maneja su contrario, esa capacidad para hacer crecer secciones extendidas de su cuerpo. Si bien el material que utiliza no parece carne… es una realidad bizarra a más no poder.
Ese escudo enorme es difícil de pelar y el muchacho lo comprueba al no poder penetrar la coraza con sus primeros tajos, por desgracia antes de que logre reformular su estrategia ocurre algo bastante desconcertante.
Luego de alabar a sus dioses, el dagenle arroja cierta piedrita al fuego. Su contrincante simplemente le mira con una mueca de extrañeza aunque la explosión siguiente cambia por completo su expresión.
Es arrojado por la onda expansiva al aire, afortunadamente cae justo detrás de un cuerpo animal que en su momento estaba destinado a convertirse en parte del banquete. Es suficiente con decir que ya no podrá servir para dicho propósito.
La pequeña maquina guerrera resulta sin quemaduras, aunque el golpe lo deja atontado. Se levanta como puede y entre tumbos lanza algunos ataques de su enorme mandoble… por desgracia atina todo menos al objetivo en sí.
¡¡Deja de moverte demonios!!
Lo que al principio se perfilaba como un evento violento, no tarda en tomar cierta gracia. El chico tratando de atinar una aguja en un pajar mientras algunas secciones de la cocina se consumen, solo se puede sacar en claro que ya no habrá más comida para las masas.
- Off:
- Y así termina la trama evento de Kosir, gracias por participar chicos jeje.
Kosir
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Re: Midsommar [Evento Social]
Como toda buena historia, esta comienza en el primer día de trabajo de Alexandra (en realidad, todas las buenas historias deberían comenzar en el refugio de adopción de cachorros, pero tendremos que conformarnos con esto). Unos días atrás, unos carteles de trabajo solicitando ayudantes para el evento del Midsommar aparecieron en las tabernas y lugares donde se juntaban mercenarios. No había nada extraño en ellos, solo se solicitaban guardias para mantener la seguridad y el orden que exigía el evento, puesto que era fácil que la gente se volviera más “animada” para celebrar. Y con “animada”, me refiero a que usualmente la gente reventaba las botellas en las cabezas de otros. No ayudaba a que el alcohol hacía que la gente quisiera entablar amistades entre los nobles cristales y sus frentes.
Solo había una condición: no podían absolutamente beber ninguna gota de la hidromiel u otros licores que servían.
- Ze abzolutamente zin prroblemaz.
Nuestra hermosa, valerosa y nada borrasha Alexandra aceptó los términos de trabajo mucho más rápido y decidida que sus compañeros. No era porque en algún punto les explicaran los efectos que iba a ocasionar en ellos, sino porque su régimen de abstinencia estaba en el mejor momento y aquella ocasión era el momento ideal para demostrar que su alcoholismo no tenía efecto en ella.
Poco sabía que las viejas costumbres difícilmente se van. Simplemente están ahí, esperando, como la bestia que observa desde el abismo, lista para consumir las almas débiles que ingenuamente se detenían a mirar aquel agujero de oscuridad.
- …
Ahora que lo pienso, podría haber usado una mejor alegoría con lo de consumir almas con lo de consumir alcohol, pero a estas alturas de la vida estoy muy viejo para que mi ingenio me acompañe.
Nos quedamos con la hermosa mujer bestia 5 minutos antes de su turno. El síndrome de abstinencia la hacía sentir cansada, sudada y con unas enormes ganas de golpear a la gente. Si usualmente el humor de Alexandra era ligero, ahora se encontraba más liviana que una pluma. Pero sabía que necesitaba mantener la compostura, por lo que solo bebía agua para mantener la calma. Y en cierto sentido, lo conseguía.
- ¿Pero como solo vas a beber agua? ¿Y en una celebración como esta? Mira que tu cuerpo sabe lo que necesitas, ¡una buena jarra de hidromiel!
- … ‘toy de turrno…
Debía rechazar cada ofrecimiento, y es que no podía permitirse ceder antela presión. Afortundamante para ella, un aviso de su supervisor le indicó que su turno daba inicio. Pudo sentir como su alma volvía a su cuerpo, podía distraerse cuidando y viendo a la gente como hacía sus cosas en la celebración. Con suerte, solo necesitaría mirar a alguien para que se le pasara las ganas de ser “divertido”.
Pero como era usual, la suerte no era de acompañarla.
No pudo siquiera enfocar su mirada cuando se encontró con tantas situaciones que no podía pensar claramente: por un lado, un niño había botado los adornos y hablaba a la multitud mientras una mujer se dedicaba a repartir golpes a diestra y siniestra y, sin siquiera terminar de pestañear, pudo ver como un animal de carga se volvía loco corriendo por ahí. Y no podía siquiera terminar de describir los dilemas que se encontraban en otros puntos de la celebración.
Es por eso que nuestra hermosa y justiciera Alexandra decidió dar un paso adelante y tomar la decisión más madura, justa y consciente que pudo tomar en ese momento.
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La mano terminó agarrando una de las botellas que contenían hidromiel y, dejando atrás la celebración, se perdió en el camino, alejandose de la ciudad. Algunos testigos la vieron bailando incansablemente mientras viajaba, aunque se desconocía si era producto de los efectos de la bebida en si o su felicidad al destrozar su abstinencia de tantos meses.
Solo había una condición: no podían absolutamente beber ninguna gota de la hidromiel u otros licores que servían.
- Ze abzolutamente zin prroblemaz.
Nuestra hermosa, valerosa y nada borrasha Alexandra aceptó los términos de trabajo mucho más rápido y decidida que sus compañeros. No era porque en algún punto les explicaran los efectos que iba a ocasionar en ellos, sino porque su régimen de abstinencia estaba en el mejor momento y aquella ocasión era el momento ideal para demostrar que su alcoholismo no tenía efecto en ella.
Poco sabía que las viejas costumbres difícilmente se van. Simplemente están ahí, esperando, como la bestia que observa desde el abismo, lista para consumir las almas débiles que ingenuamente se detenían a mirar aquel agujero de oscuridad.
- …
Ahora que lo pienso, podría haber usado una mejor alegoría con lo de consumir almas con lo de consumir alcohol, pero a estas alturas de la vida estoy muy viejo para que mi ingenio me acompañe.
Nos quedamos con la hermosa mujer bestia 5 minutos antes de su turno. El síndrome de abstinencia la hacía sentir cansada, sudada y con unas enormes ganas de golpear a la gente. Si usualmente el humor de Alexandra era ligero, ahora se encontraba más liviana que una pluma. Pero sabía que necesitaba mantener la compostura, por lo que solo bebía agua para mantener la calma. Y en cierto sentido, lo conseguía.
- ¿Pero como solo vas a beber agua? ¿Y en una celebración como esta? Mira que tu cuerpo sabe lo que necesitas, ¡una buena jarra de hidromiel!
- … ‘toy de turrno…
Debía rechazar cada ofrecimiento, y es que no podía permitirse ceder antela presión. Afortundamante para ella, un aviso de su supervisor le indicó que su turno daba inicio. Pudo sentir como su alma volvía a su cuerpo, podía distraerse cuidando y viendo a la gente como hacía sus cosas en la celebración. Con suerte, solo necesitaría mirar a alguien para que se le pasara las ganas de ser “divertido”.
Pero como era usual, la suerte no era de acompañarla.
No pudo siquiera enfocar su mirada cuando se encontró con tantas situaciones que no podía pensar claramente: por un lado, un niño había botado los adornos y hablaba a la multitud mientras una mujer se dedicaba a repartir golpes a diestra y siniestra y, sin siquiera terminar de pestañear, pudo ver como un animal de carga se volvía loco corriendo por ahí. Y no podía siquiera terminar de describir los dilemas que se encontraban en otros puntos de la celebración.
Es por eso que nuestra hermosa y justiciera Alexandra decidió dar un paso adelante y tomar la decisión más madura, justa y consciente que pudo tomar en ese momento.
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La mano terminó agarrando una de las botellas que contenían hidromiel y, dejando atrás la celebración, se perdió en el camino, alejandose de la ciudad. Algunos testigos la vieron bailando incansablemente mientras viajaba, aunque se desconocía si era producto de los efectos de la bebida en si o su felicidad al destrozar su abstinencia de tantos meses.
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Re: Midsommar [Evento Social]
Me di la vuelta lentamente, como si no acabase de creer lo que la chica había hecho. Una parte de mí estaba furiosa, ella me había quitado algo que era mío, que me pertenecía. La otra, la que dominaba mi sonrisa, se alegraba consciente de los acontecimientos que estaban por ocurrir. La chica había tomado la peor decisión de su vida. O la mejor, según fueran sus gustos personales.
Caminaba hacia ella sin dejar de sonreía, parecía que un puñado de gusanos blancos, como los que aparecen en los cadáveres al cabo de los días, estuvieran estirando mis labios. Era el rostro de una persona que tenía malsanas intenciones y que las maldisimulaba con una sonrisa simpática que ocultaba una idea grotesca.
La chica se entretenía trenzando los alambres que constituían el cabello de Talisa. Hablaba con la cabeza como una niña hablaría con una muñeca de trapo. No tenía nada de lo que incriminarla. Yo hablaba a Talisa como si fuera una amante perdida entre las sábanas del tiempo, una muesca más en la culata de Suuri. Cada loco con su tema.
A un palmo de distancia de la bruja loca, fingí tropezar con una piedra. Tuve que sostenerme en ella para no caerme al suelo. Mis manos quedaron en sus hombros, mis labios pegados a su oreja derecha y mi nariz, envuelta en el perfume de su cabello. La tenía en mis manos. Sonreí con tanta fuerza que parecía que se me iba a desencajar la mandíbula. Los hombres de la Guardia de Lunargenta no sospecharían nada. Invoqué una corriente eléctrica en mis manos para retener a la chica en su sitio. Con tal de asegurarme que entendiera su posición, empujé sus hombros hacia abajo. Quieta y sin moverse, vamos a hablar.
— Tus papis deberían haberte enseñado que no puedes coger las cosas de los demás sin permiso — dije en voz baja —, ni mucho menos las chicas — la última frase la dije con una sorna especial, dando a entender que la bruja se había enamorado de Talisa —. Tú suerte es que soy generoso. Dejaré que pases una noche en el castillo de la princesa Talisa, os habéis hecho muy buenas amigas. ¿Qué? ¿Qué no conoces nada acerca del castillo de Talisa? Es el castillo más grande a este lado del río Tymer. Deberías verlo — mientras hablaba, abrí con telequinesis el bolsillo de mi camisa —, te gustará. Puedo llevarte hasta allí, si quieres. Solo una cosa, el castillo está encantando con conjuros de ilusionismo que los esconden a los ojos desconocidos. ¡Hay que ver los enemigos que tienen las princesas guapas de Aerandir! Deberás tomarte esta poción para que los hechizos no te afectan — la poción de Freya voló del bolsillo a mi mano derecha —. Mírame a los ojos mientras la bebas. He de asegurarme que no sufres una reacción alérgica.
Solté los hombros de la chica. Bebe. Acerqué la poción a los labios de la chica para ayudarla a beber.
—¿Qué por qué sé todo esto? Soy el custodio de la princesa — hablaba para no dejar hablar a la chica —. Me encargo de protegerla de los peligros de Aerandir. Sus padres son sobreprotectores, no les gusta que la princesa hable con nadie. Haría una excepción contigo. Adelante, bebe. Los ojos abiertos, mírame bien. No todo el mundo acepta de igual manera la poción. Lleva romero, albahaca y no recuerdo qué más. Hay más gente alérgica al romero de la que te imaginas. Bebe, querida.
Cogí su mano izquierda como si fuera una princesa. Después de que bebiese y se enamorase de mí, la llevaría a un lugar alejado donde los guardias no podrían ver qué hacía. Entonces me comportaría como gustaba de comportarme. Si terminaba por desangrarse en la calle, en el castillo que ella se estaría imaginando, no era asunto mío.
—Confía en mí — mi sonrisa era la de un talentoso vendedor ambulante —, confía en la princesa Talisa.
Caminaba hacia ella sin dejar de sonreía, parecía que un puñado de gusanos blancos, como los que aparecen en los cadáveres al cabo de los días, estuvieran estirando mis labios. Era el rostro de una persona que tenía malsanas intenciones y que las maldisimulaba con una sonrisa simpática que ocultaba una idea grotesca.
La chica se entretenía trenzando los alambres que constituían el cabello de Talisa. Hablaba con la cabeza como una niña hablaría con una muñeca de trapo. No tenía nada de lo que incriminarla. Yo hablaba a Talisa como si fuera una amante perdida entre las sábanas del tiempo, una muesca más en la culata de Suuri. Cada loco con su tema.
A un palmo de distancia de la bruja loca, fingí tropezar con una piedra. Tuve que sostenerme en ella para no caerme al suelo. Mis manos quedaron en sus hombros, mis labios pegados a su oreja derecha y mi nariz, envuelta en el perfume de su cabello. La tenía en mis manos. Sonreí con tanta fuerza que parecía que se me iba a desencajar la mandíbula. Los hombres de la Guardia de Lunargenta no sospecharían nada. Invoqué una corriente eléctrica en mis manos para retener a la chica en su sitio. Con tal de asegurarme que entendiera su posición, empujé sus hombros hacia abajo. Quieta y sin moverse, vamos a hablar.
— Tus papis deberían haberte enseñado que no puedes coger las cosas de los demás sin permiso — dije en voz baja —, ni mucho menos las chicas — la última frase la dije con una sorna especial, dando a entender que la bruja se había enamorado de Talisa —. Tú suerte es que soy generoso. Dejaré que pases una noche en el castillo de la princesa Talisa, os habéis hecho muy buenas amigas. ¿Qué? ¿Qué no conoces nada acerca del castillo de Talisa? Es el castillo más grande a este lado del río Tymer. Deberías verlo — mientras hablaba, abrí con telequinesis el bolsillo de mi camisa —, te gustará. Puedo llevarte hasta allí, si quieres. Solo una cosa, el castillo está encantando con conjuros de ilusionismo que los esconden a los ojos desconocidos. ¡Hay que ver los enemigos que tienen las princesas guapas de Aerandir! Deberás tomarte esta poción para que los hechizos no te afectan — la poción de Freya voló del bolsillo a mi mano derecha —. Mírame a los ojos mientras la bebas. He de asegurarme que no sufres una reacción alérgica.
Solté los hombros de la chica. Bebe. Acerqué la poción a los labios de la chica para ayudarla a beber.
—¿Qué por qué sé todo esto? Soy el custodio de la princesa — hablaba para no dejar hablar a la chica —. Me encargo de protegerla de los peligros de Aerandir. Sus padres son sobreprotectores, no les gusta que la princesa hable con nadie. Haría una excepción contigo. Adelante, bebe. Los ojos abiertos, mírame bien. No todo el mundo acepta de igual manera la poción. Lleva romero, albahaca y no recuerdo qué más. Hay más gente alérgica al romero de la que te imaginas. Bebe, querida.
Cogí su mano izquierda como si fuera una princesa. Después de que bebiese y se enamorase de mí, la llevaría a un lugar alejado donde los guardias no podrían ver qué hacía. Entonces me comportaría como gustaba de comportarme. Si terminaba por desangrarse en la calle, en el castillo que ella se estaría imaginando, no era asunto mío.
—Confía en mí — mi sonrisa era la de un talentoso vendedor ambulante —, confía en la princesa Talisa.
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Re: Midsommar [Evento Social]
¿No os han advertido que no tenéis que acercaros a los postes?
Rin miraba a Indis bailar como si no entendiera que alguien pudiese ser tan tonta. Néstor también la observaba, pero su expresión dejaba ver una cierta tristeza. Abrió la boca como si quisiera decir algo, pero el tono del capitán era tan autoritario que no se atrevía a interrumpirle. Valeria podía imaginar la discusión interna que debía estar teniendo el chico consigo mismo.
—El capitán tiene razón —dijo con voz calma y sin apartar la mirada del muchacho—, lo mejor será que la dejemos donde está. Terminaremos el trabajo nosotros. —Miró alrededor, no quedaba mucho por hacer— Vigilad por si alguno de los muchachos volviera a salirse del círculo —dijo a la humana y el licántropo—. Néstor, ayúdame con el encantamiento, será más rápido entre dos. —El chico la miró con gesto angustiado durante un momento, como si le pesase dejar abandonada a su amiga— Después puedes ir a vigilar la sección en la que baila Indis.
Aunque Val dijo esto último con tono amable, sus intenciones distaban de ser generosas. Simplemente, razonó, mientras el chico estuviese ocupado en cuidar de su amiga, no estaría obsesionándose con los sacrificios. Todos ganaban y ella disponía de algo más de tiempo para preparar el interrogatorio de la elfa. Estaba segura de que había sido ella la que había saboteado la corona. Hasta era muy posible que hubiese estado intentando sabotear la siguiente cuando quedó atrapada dentro de su radio de acción, un error de cálculo por su parte. ¿Había atacado al lobo antes o después de que eso sucediera?
La risa del capitán la sacó de sus pensamientos. Volvió el rostro hacia él mientras escuchaba sus explicaciones y sonrió con cordialidad. No le gustaba la idea de haber quedado tan expuesta ante un extraño; menos aún, uno tan perspicaz. Precisamente por ello, y considerando que una actitud altanera la pondría (aún más) en evidencia, se había decidido por una más amigable.
—Sin duda —dijo con una mueca divertida—, es evidente que tiene mucha más experiencia que yo en esto.
Aquello era absolutamente cierto, no había necesidad de negarlo. Valeria estaba acostumbrada a trabajar por su cuenta. Sí, había estado al cargo de las operaciones mercantiles del Esmeralda durante cuatro años, pero sólo de las operaciones mercantiles. El barco contaba con su propio capitán y, tan pronto como levaban anclas, ella era poco más que una pasajera. Su mayor acto de liderazgo había sido organizar a los otros tres supervivientes para convertir en pira funeraria aquel cementerio flotante. También le habían encargado algunas clases desde su regreso a la Academia, generalmente con los chicos más jóvenes, pero la bruja sospechaba que si los muchachos la obedecían sin rechistar era porque les resultaba demasiado intimidante para negarse. No podía decir que le molestara.
Con una inclinación de cabeza al capitán, la bruja se concentró de nuevo en la corona y el hechizo que restauraría sus efectos. Como había supuesto, entre los dos brujos acabaron el trabajo en un momento. Los muchachos del interior del círculo, pararon del estupor a la alegría en un instante. Todos al tiempo, como si lo hubiesen estado ensayando. Algunos se agarraron de las cintas que pendían de lo alto del poste, otros tomaron de las manos a sus vecinos, todos comenzaron de nuevo a bailar. El joven Néstor empezó a alejarse, pero Valeria le sujetó del brazo, obligándolo a esperar un momento.
—¿Se te ocurre por qué Indis desoiría la recomendación de mantenerse alejada de los postes? —preguntó la bruja. Dudaba de que la muchacha hubiese entrado a propósito en el área de acción, pero valía la pena preguntar.
—No lo sé —dijo el chico encogiéndose de hombres—, me contó que había bailado en festivales así otras veces. Quizá lo echaba de menos.
Valeria asintió y le dejó marchar. «Así que ya habías estado entre los danzantes», pensaba mientras volvía la vista a la chica. «¿Sabías también lo que ocurría mientras tú bailabas?». La bruja dudaba de que así fuera.
—Entonces —se oyó la voz de Iyán Tolmo unos pasos por detrás de Val— ¿ya está solucionado? ¿Cuál era el problema? —Rin Cyril observaba también a la bruja con gesto inquisitivo.
—La corona se había movido desajustando el hechizo —dijo Valeria con total naturalidad—. Alguien debió de tirar muy fuerte de una de las cintas.
Mientras los dos jóvenes volvían a sus puestos de vigilancia (—En serio, Iyán, ¿no pensaste en traer ropa de cambio?) y el pequeño Libnik regresaba, un tanto decepcionado, al área donde se servía la comida, la bruja se dirigió de nuevo al Capitán.
—Parece que todo vuelve a estar en orden —le dijo—. No se ha extendido el caos y sus muchachos no tendrán que ver lo que no necesitan ver. Muchas gracias por su ayuda —añadió ofreciendo de nuevo su mano para estrechar la del hombre, la de los tentáculos—. Siento que debería invitarle a algo, por las molestias, pero temo que este no sea el lugar y el momento más adecuados. —Al decir esto último, señaló con la cabeza las mesas donde servían la comida envenenada. La sonrisa de su rostro era pícara, pero sincera.
Rin miraba a Indis bailar como si no entendiera que alguien pudiese ser tan tonta. Néstor también la observaba, pero su expresión dejaba ver una cierta tristeza. Abrió la boca como si quisiera decir algo, pero el tono del capitán era tan autoritario que no se atrevía a interrumpirle. Valeria podía imaginar la discusión interna que debía estar teniendo el chico consigo mismo.
—El capitán tiene razón —dijo con voz calma y sin apartar la mirada del muchacho—, lo mejor será que la dejemos donde está. Terminaremos el trabajo nosotros. —Miró alrededor, no quedaba mucho por hacer— Vigilad por si alguno de los muchachos volviera a salirse del círculo —dijo a la humana y el licántropo—. Néstor, ayúdame con el encantamiento, será más rápido entre dos. —El chico la miró con gesto angustiado durante un momento, como si le pesase dejar abandonada a su amiga— Después puedes ir a vigilar la sección en la que baila Indis.
Aunque Val dijo esto último con tono amable, sus intenciones distaban de ser generosas. Simplemente, razonó, mientras el chico estuviese ocupado en cuidar de su amiga, no estaría obsesionándose con los sacrificios. Todos ganaban y ella disponía de algo más de tiempo para preparar el interrogatorio de la elfa. Estaba segura de que había sido ella la que había saboteado la corona. Hasta era muy posible que hubiese estado intentando sabotear la siguiente cuando quedó atrapada dentro de su radio de acción, un error de cálculo por su parte. ¿Había atacado al lobo antes o después de que eso sucediera?
La risa del capitán la sacó de sus pensamientos. Volvió el rostro hacia él mientras escuchaba sus explicaciones y sonrió con cordialidad. No le gustaba la idea de haber quedado tan expuesta ante un extraño; menos aún, uno tan perspicaz. Precisamente por ello, y considerando que una actitud altanera la pondría (aún más) en evidencia, se había decidido por una más amigable.
—Sin duda —dijo con una mueca divertida—, es evidente que tiene mucha más experiencia que yo en esto.
Aquello era absolutamente cierto, no había necesidad de negarlo. Valeria estaba acostumbrada a trabajar por su cuenta. Sí, había estado al cargo de las operaciones mercantiles del Esmeralda durante cuatro años, pero sólo de las operaciones mercantiles. El barco contaba con su propio capitán y, tan pronto como levaban anclas, ella era poco más que una pasajera. Su mayor acto de liderazgo había sido organizar a los otros tres supervivientes para convertir en pira funeraria aquel cementerio flotante. También le habían encargado algunas clases desde su regreso a la Academia, generalmente con los chicos más jóvenes, pero la bruja sospechaba que si los muchachos la obedecían sin rechistar era porque les resultaba demasiado intimidante para negarse. No podía decir que le molestara.
Con una inclinación de cabeza al capitán, la bruja se concentró de nuevo en la corona y el hechizo que restauraría sus efectos. Como había supuesto, entre los dos brujos acabaron el trabajo en un momento. Los muchachos del interior del círculo, pararon del estupor a la alegría en un instante. Todos al tiempo, como si lo hubiesen estado ensayando. Algunos se agarraron de las cintas que pendían de lo alto del poste, otros tomaron de las manos a sus vecinos, todos comenzaron de nuevo a bailar. El joven Néstor empezó a alejarse, pero Valeria le sujetó del brazo, obligándolo a esperar un momento.
—¿Se te ocurre por qué Indis desoiría la recomendación de mantenerse alejada de los postes? —preguntó la bruja. Dudaba de que la muchacha hubiese entrado a propósito en el área de acción, pero valía la pena preguntar.
—No lo sé —dijo el chico encogiéndose de hombres—, me contó que había bailado en festivales así otras veces. Quizá lo echaba de menos.
Valeria asintió y le dejó marchar. «Así que ya habías estado entre los danzantes», pensaba mientras volvía la vista a la chica. «¿Sabías también lo que ocurría mientras tú bailabas?». La bruja dudaba de que así fuera.
—Entonces —se oyó la voz de Iyán Tolmo unos pasos por detrás de Val— ¿ya está solucionado? ¿Cuál era el problema? —Rin Cyril observaba también a la bruja con gesto inquisitivo.
—La corona se había movido desajustando el hechizo —dijo Valeria con total naturalidad—. Alguien debió de tirar muy fuerte de una de las cintas.
Mientras los dos jóvenes volvían a sus puestos de vigilancia (—En serio, Iyán, ¿no pensaste en traer ropa de cambio?) y el pequeño Libnik regresaba, un tanto decepcionado, al área donde se servía la comida, la bruja se dirigió de nuevo al Capitán.
—Parece que todo vuelve a estar en orden —le dijo—. No se ha extendido el caos y sus muchachos no tendrán que ver lo que no necesitan ver. Muchas gracias por su ayuda —añadió ofreciendo de nuevo su mano para estrechar la del hombre, la de los tentáculos—. Siento que debería invitarle a algo, por las molestias, pero temo que este no sea el lugar y el momento más adecuados. —Al decir esto último, señaló con la cabeza las mesas donde servían la comida envenenada. La sonrisa de su rostro era pícara, pero sincera.
Reike
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Re: Midsommar [Evento Social]
Fue algo sorpresiva la solicitud que me hizo cuando me envió la misiva. En aquel entonces me encontraba de vuelta, navegando hacia la ciudad de Lunargenta después de un trabajo que tuve en altamar. Uno bastante… movido, por decirlo de alguna forma. Había involucrado a una banda de piratas submarinos comandados por un hombre bestia que parecía tiburón, y hasta Dalía, la sirena que me perseguía, había tomado partido en el conflicto, aunque afortunadamente de mi lado. Pero la verdad es que, después de todo ese incidente, prefería mantenerme en tierra por muchos meses más, sobre todo después de que me ataran al ancla e intentaran dejarme en el fondo del mar.
- Los alcoholes de estas fiestas son siempre tan malos. Como que los dejan 5 minutos en el barril para que fermenten y los sacan.
- No creo que la borrashera sea el objetivo de este evento.
- Pero al menos lo haría más soportable.
No se si muchos la conocen, pero nunca está de más presentarla. La persona que me acompaña es mi amiga Leverunia Dahl, o como terminamos llamandola entre todas, Leveru. Una chica que usualmente pasa desapercibida a donde va, por alguna razón que todavía no nos explicamos. Nos conocíamos desde que ambas teníamos 12 años, por lo que nuestra amistad tenía 30 años, algo que no muchos podían jactarse, si me permiten agregar. Es por eso que sus comentarios ácidos o cínicos usualmente no me molestaban.
- ¿No vas a probar el licor de la festividad?
- Nah, traje el mío conmigo – y tal como decía, una pequeña botella con un líquido transparente, lo que delataba que era de alto grado –. Una pena que esto no pueda emborracharme, a veces lo necesito.
Olvidé comentarlo, pero desde que tenemos memoria que jamás he visto a Leveru afectada por el alcohol. Muchos han caído borrashos antes que ella siquiera pareciera tambalearse.
- ¿Y tu no vas a querer algo?
- Pues… - de solo recordar lo que había pasado con Taliesin hace unos días atrás me hacía querer evitar completamente el alcohol - … nah, soy muy mala aguantando el trago.
- Será pues – el primer salud del día se lo llevó con una forma no muy femenina de beber – Aunque no entiendo la razón de estos rituales. Osea, los entiendo en realidad, solo que no entiendo por qué necesitan acuchillar a la gente y hacer sacrificios.
Compartíamos muchas costumbres con otros pueblos, aunque también gozábamos de las nuestras que ningún otro pueblo replicaba. Y usualmente no considerábamos el sacrificio de nuestra propia gente en nuestras celebraciones. Supongo que eso ocurría porque nuestra cultura y nuestras creencias nos hacían valorar aún más el regalo de la sangre que nos entregaron los Dioses Dragones en el pasado. Y no solo la sangre, sino la vida en si misma. A veces, para poder entender el desperdicio que hacían otras razas, simplemente nos hacíamos a la idea de que la creencia en falsos dioses los llevaban a hacer actos que ellos pensaban que eran exigencias de estos dioses.
- Los humanos estaban llenos de costumbres que nunca entenderemos.
- Hmm…
Más allá de estos eventos, me preocupaba más bien el como Leveru estaba en sus ánimos. Usualmente era alguien ácida y cínica, con el comentario preciso o chistoso y, aunque era reservada, de alguna forma se hacía destacar en las conversaciones. Pero aquello cambió poco a poco después de que la guerra que sucedió en Lunargenta terminó.
Leveru no fue parte de las filas de combate, pero si perteneció a un cuerpo tan importante como los que lucharon: fue parte de uno de los grupos de doctores que ayudaron a incontables soldados a sobrevivir sus heridas, fueran leves o graves. En mi poco tiempo, pude ver a muchos heridos de diversa consideración: desde heridas leves que solo requerían una venda hasta jovenes que debieron ser amputados de sus extremidades para salvarles la vida.
A veces esos recuerdos volvían a mi mente, aunque fueran efímeros y lejanos. No podía imaginarme como fue para ella estando en el frente.
- Dime… ¿te has sentido bien?
- Todo lo bien que se puede estar, supongo.
- Disculpame, no hemos tenido tiempo de hablar después de que volvimos a Dundarak.
Simplemente negó con la cabeza, dando otro sorbo a su trago. No hubo tiempo para una reunión después de que volvimos de la guerra, ya que ser la válida del Rey me trajo responsabilidades que jamás pensé que encontraría, además de todo el tema que hubo por la Corona del Dominador. Es por eso que no sentía algo de resentimiento en sus palabras o acciones, más no quitaba la sensación de que no estuve ahí cuando probablemente lo necesitaba más.
- ¿Planeas quedarte un tiempo más después de este evento?
- … no lo sé. No tengo mucho que hacer, pero la oferta del combo turístico era de tres días y tres noches, y no me emociona pagar de más para volver antes de tiempo.
- … ¿combo turístico?
- Es algo que les encanta hacer en temporada baja. Toman desprevenidos a los incautos recién casados y los fuerzan a visitar Lunargenta por tres días.
- …
Por alguna razón sonaba bastante tortuoso. No es que tuviera algo contra esa ciudad, pero…
- … como sea, estaré algunos días antes de partir. ¿Quieres…? Ya sabes.
- ¿Tener sexo homoerótico? Pues, si ya te cansaste de perseguir hombres…
- … hablaba de pasar un tiempo de calidad como amigas.
- Las amigas también pueden pasar un tiempo de calidad teniendo sexo homoerótico.
- … - al menos bromeaba con eso, aunque no sabía si entender eso como una buena señal de que todavía la amiga que conocía desde hace años estaba bien, o si solo lo hacía para no tenerme preocupada frente a su situación.
- Los alcoholes de estas fiestas son siempre tan malos. Como que los dejan 5 minutos en el barril para que fermenten y los sacan.
- No creo que la borrashera sea el objetivo de este evento.
- Pero al menos lo haría más soportable.
No se si muchos la conocen, pero nunca está de más presentarla. La persona que me acompaña es mi amiga Leverunia Dahl, o como terminamos llamandola entre todas, Leveru. Una chica que usualmente pasa desapercibida a donde va, por alguna razón que todavía no nos explicamos. Nos conocíamos desde que ambas teníamos 12 años, por lo que nuestra amistad tenía 30 años, algo que no muchos podían jactarse, si me permiten agregar. Es por eso que sus comentarios ácidos o cínicos usualmente no me molestaban.
- ¿No vas a probar el licor de la festividad?
- Nah, traje el mío conmigo – y tal como decía, una pequeña botella con un líquido transparente, lo que delataba que era de alto grado –. Una pena que esto no pueda emborracharme, a veces lo necesito.
Olvidé comentarlo, pero desde que tenemos memoria que jamás he visto a Leveru afectada por el alcohol. Muchos han caído borrashos antes que ella siquiera pareciera tambalearse.
- ¿Y tu no vas a querer algo?
- Pues… - de solo recordar lo que había pasado con Taliesin hace unos días atrás me hacía querer evitar completamente el alcohol - … nah, soy muy mala aguantando el trago.
- Será pues – el primer salud del día se lo llevó con una forma no muy femenina de beber – Aunque no entiendo la razón de estos rituales. Osea, los entiendo en realidad, solo que no entiendo por qué necesitan acuchillar a la gente y hacer sacrificios.
Compartíamos muchas costumbres con otros pueblos, aunque también gozábamos de las nuestras que ningún otro pueblo replicaba. Y usualmente no considerábamos el sacrificio de nuestra propia gente en nuestras celebraciones. Supongo que eso ocurría porque nuestra cultura y nuestras creencias nos hacían valorar aún más el regalo de la sangre que nos entregaron los Dioses Dragones en el pasado. Y no solo la sangre, sino la vida en si misma. A veces, para poder entender el desperdicio que hacían otras razas, simplemente nos hacíamos a la idea de que la creencia en falsos dioses los llevaban a hacer actos que ellos pensaban que eran exigencias de estos dioses.
- Los humanos estaban llenos de costumbres que nunca entenderemos.
- Hmm…
Más allá de estos eventos, me preocupaba más bien el como Leveru estaba en sus ánimos. Usualmente era alguien ácida y cínica, con el comentario preciso o chistoso y, aunque era reservada, de alguna forma se hacía destacar en las conversaciones. Pero aquello cambió poco a poco después de que la guerra que sucedió en Lunargenta terminó.
Leveru no fue parte de las filas de combate, pero si perteneció a un cuerpo tan importante como los que lucharon: fue parte de uno de los grupos de doctores que ayudaron a incontables soldados a sobrevivir sus heridas, fueran leves o graves. En mi poco tiempo, pude ver a muchos heridos de diversa consideración: desde heridas leves que solo requerían una venda hasta jovenes que debieron ser amputados de sus extremidades para salvarles la vida.
A veces esos recuerdos volvían a mi mente, aunque fueran efímeros y lejanos. No podía imaginarme como fue para ella estando en el frente.
- Dime… ¿te has sentido bien?
- Todo lo bien que se puede estar, supongo.
- Disculpame, no hemos tenido tiempo de hablar después de que volvimos a Dundarak.
Simplemente negó con la cabeza, dando otro sorbo a su trago. No hubo tiempo para una reunión después de que volvimos de la guerra, ya que ser la válida del Rey me trajo responsabilidades que jamás pensé que encontraría, además de todo el tema que hubo por la Corona del Dominador. Es por eso que no sentía algo de resentimiento en sus palabras o acciones, más no quitaba la sensación de que no estuve ahí cuando probablemente lo necesitaba más.
- ¿Planeas quedarte un tiempo más después de este evento?
- … no lo sé. No tengo mucho que hacer, pero la oferta del combo turístico era de tres días y tres noches, y no me emociona pagar de más para volver antes de tiempo.
- … ¿combo turístico?
- Es algo que les encanta hacer en temporada baja. Toman desprevenidos a los incautos recién casados y los fuerzan a visitar Lunargenta por tres días.
- …
Por alguna razón sonaba bastante tortuoso. No es que tuviera algo contra esa ciudad, pero…
- … como sea, estaré algunos días antes de partir. ¿Quieres…? Ya sabes.
- ¿Tener sexo homoerótico? Pues, si ya te cansaste de perseguir hombres…
- … hablaba de pasar un tiempo de calidad como amigas.
- Las amigas también pueden pasar un tiempo de calidad teniendo sexo homoerótico.
- … - al menos bromeaba con eso, aunque no sabía si entender eso como una buena señal de que todavía la amiga que conocía desde hace años estaba bien, o si solo lo hacía para no tenerme preocupada frente a su situación.
Siria
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Re: Midsommar [Evento Social]
Midsommar
_____________________
No voy a dar cierre al tema por dos motivos: son días de mucho trabajo en mi vida personal y estoy tan maravillada con el resultado del tema que no sé qué decir. Hoy me lo he vuelto a leer entero. Habéis hecho un gran trabajo entre todos. ¿Alguno de vosotros ha contado el número de personajes que ha participado aquí? Yo os lo digo: 25. 25 personajes en un mismo evento y la mayoría habéis hecho historias muy divertidas. Os tengo que felicitar a todos por ellos. Este es el objetivo que aspiro con este tipo de eventos sociales. Yo introduzco un juego y vosotros lo ampliáis. Estoy muy contenta.
Si me gustaría pediros vuestra opinión, como siempre hago cuando introduzco una nueva mecánica. En este evento, en lugar de dejaros libre albedrio para crear vuestras tramas, he iniciado algunas complicaciones para algunos usuarios en concreto. Estos han sido, nada más ni nada menos, que la gente que participó en la saga de desafíos que abrí en este mes (a excepción de Alward que ya había hablado con él por privado sobre el tema). Es así porque son los usuarios que veo más activo y estaba segura que participarían a ti. ¿Os ha gustado esta mecánica? ¿Hubierais preferido que dejara las complicaciones en blanco y cada cual escogiera su favorita? Había pensado que sería más eficaz dar nombres porque es como decir: sé que tu personaje existe y le tengo aprecio. Además, podría personalizar un poco las complicaciones y no hacer algo genérico. Pero bueno, toda opinión es bien recibida.
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* Objeto del evento.
* Todos recibís: 2 pociones de baile
La poción sirve como una granada de mano. Se ha de lanzar a los pies del enemigo, rompiendo el cristal y liberando la nube amarilla. El enemigo quedará expuesto al hechizo: estará obligado a bailar por el resto del turno. Solamente afecta a personajes de nivel 4 e inferiores y criaturas de dificultad Media o inferior.
Duración: 1 turno
Se dan 2 pociones de baile. Podréis utilizar cada una de ellas en dos temas diferentes.
- Poción de Baile:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Confeccionado con los clavos usados para retener a los sacrificios. Al agitar el colgante, se crea una ilusión sobre el dueño en la cual parece estar herido y enfermo. Solamente afecta a personajes de nivel 4 e inferiores y criaturas de dificultad Media o inferior.
Duración: 1 turno
La habilidad del colgante solo se podrá utilizar una vez. Después de esto, perderá su eficacia.
- Collar de clavos:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Asher Daregan, Castigo:
Terminas el día con importantes heridas en todo tu cuerpo debido a tus acciones en el Ragna... Midsommar. Deberás tomar una poción curativa de calidad común o superior en el siguiente tema cronológicamente posterior a éste que participes. Si no posees dicha poción, deberás comprarla en un taller.
Sigel
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