El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
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El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
A veces los trabajos en Lunargenta abundaban como los granos de arena en una enorme playa cristalina. Podías encontrar trabajos relacionados con la guardia y las funciones dentro de un castillo, escoltar a algún mercante que desea trasladar sus bienes, o incluso trabajos que tenían que ver con los sucesos de los bosques de Sandorai.
Habían otros días, sin embargo, en donde el trabajo escaseaba de tal forma en que incluso rescatar un gatito atrapado en lo alto de un árbol podía ser considerado como tal.
Y este era uno de esos días.
Todo comenzó al finalizar un trabajo en donde nuestra inteligente y hermosa Alexandra debió, como contaba anteriormente, rescatar un gatito con solo 6 meses de un árbol. Su dueña, una anciana cuya edad era tan grande como el aumento de sus anteojos, intentó bajarlo con cada instrumento que tenía en casa. La joven aceptó el trabajo pensando en que, aunque fueran pocos, serían Aeros fáciles.
Y como pueden esperar de esta historia, se equivocó rotundamente.
Solo digamos, para hacer la historia corta, que el gato se emocionó al ver un ratón tan grande yendo hacia él, por lo que su instinto lo llevó a la yugular de la mujer bestia. Sus dientes no lograron hacer nada más que un par de gotas de sangre, pero el enojo de la mujer había sido tal que estuvo a punto de hacer llover sangre en el lugar. Se ganó algunos pocos aeros, los suficientes para comprar una venda y ponersela en el cuello, y el innecesario sermoneo de la señora.
No pudo evitar pensar que hubiera sido mejor impalar a la criatura con su lanza y bajarlo en esa condición. Ni que le hubiera quedado algo de dinero gracias a los colmillos de la criatura.
Volvió al tablón de anuncios de una taberna que era famosa por tener constantes trabajos por parte de la gente del sector. Así como los anuncios no abundaban, los viajeros buscando algo que hacer tampoco acompañaban la taberna. Las tropas se movían a los bosques, al parecer, por lo que muchos aventureros aprovecharon la oportunidad para marcharse. Pero eso no se traducía en abundancia de trabajos.
- Hmm… - Se quedó viendo uno de los papeles. Se enojó al descubrir que estaba todo escrito en un idioma que no entendía y, por lo que intuía, estaba escrito en el idioma dragón – ¿Ze, a quién ze le ocurrre ezcrribirr en ze otrro idioma?
Buscó otro papel, uno pedía un grupo de personas, preferentemente 4 como máximo, para cuidar una caravana que salía desde la ciudad a Baslodia. El trabajo no especificaba lo que debían escoltar, pero podía imaginarse que, si iban hacia allá, no debía ser algo realmente importante. Incluso quizás solo quería 4 personas para espantar a cualquier ladrón que quisiera pasarse de listo en el camino.
Otro papel, cuya curiosidad era que también pedía 4 personas, requería ayudantes para un taller de armas y armaduras. Al parecer algunos comenzaban sus negocios desde cero después de la guerra que azotó el lugar, por lo que se imaginaba que necesitaban gente que ayudar a probar las armas y servir de modelos. Eso explicaría el por qué solicitaban mujeres dentro de las especificaciones.
Por último, un papel solicitaba… ¿ayudantes para una fiesta de gala? “Las personas se encargarán de las labores de de ayudantes para atender una fiesta que se conmemora por el cumpleaños número 14 de la hija del Duque Von Serverian. Se necesitan mujeres y hombres por igual. Se provee de trajes”.
- … laz ocurrrenziaz de la ze gente.
Así que solo eso había que pudiera hacer. No pudo evitar sentarse analizaba las posibilidades. Mirando de reojo la situación alrededor, habían pocas personas, algunas en solitario, otros en grupos. Y los pocos grupos formados parecían mirar el tablón de la misma forma. Y por alguna razón del destino, esos grupos estaban conformados por 4 personas cada uno.
- …
No pudo evitar preguntarse si era una broma del destino o no.
---
Offtopic: Pensaba en qué tipo de trabajo podría serles cómodo y divertido para el tema, pero en vez de pensar en una opción pensé en varias que podrían ser de sus gustos. Es por eso que puse varias alternativas y ustedes me dicen cuál de las tres prefieren =)
Habían otros días, sin embargo, en donde el trabajo escaseaba de tal forma en que incluso rescatar un gatito atrapado en lo alto de un árbol podía ser considerado como tal.
Y este era uno de esos días.
Todo comenzó al finalizar un trabajo en donde nuestra inteligente y hermosa Alexandra debió, como contaba anteriormente, rescatar un gatito con solo 6 meses de un árbol. Su dueña, una anciana cuya edad era tan grande como el aumento de sus anteojos, intentó bajarlo con cada instrumento que tenía en casa. La joven aceptó el trabajo pensando en que, aunque fueran pocos, serían Aeros fáciles.
Y como pueden esperar de esta historia, se equivocó rotundamente.
Solo digamos, para hacer la historia corta, que el gato se emocionó al ver un ratón tan grande yendo hacia él, por lo que su instinto lo llevó a la yugular de la mujer bestia. Sus dientes no lograron hacer nada más que un par de gotas de sangre, pero el enojo de la mujer había sido tal que estuvo a punto de hacer llover sangre en el lugar. Se ganó algunos pocos aeros, los suficientes para comprar una venda y ponersela en el cuello, y el innecesario sermoneo de la señora.
No pudo evitar pensar que hubiera sido mejor impalar a la criatura con su lanza y bajarlo en esa condición. Ni que le hubiera quedado algo de dinero gracias a los colmillos de la criatura.
Volvió al tablón de anuncios de una taberna que era famosa por tener constantes trabajos por parte de la gente del sector. Así como los anuncios no abundaban, los viajeros buscando algo que hacer tampoco acompañaban la taberna. Las tropas se movían a los bosques, al parecer, por lo que muchos aventureros aprovecharon la oportunidad para marcharse. Pero eso no se traducía en abundancia de trabajos.
- Hmm… - Se quedó viendo uno de los papeles. Se enojó al descubrir que estaba todo escrito en un idioma que no entendía y, por lo que intuía, estaba escrito en el idioma dragón – ¿Ze, a quién ze le ocurrre ezcrribirr en ze otrro idioma?
Buscó otro papel, uno pedía un grupo de personas, preferentemente 4 como máximo, para cuidar una caravana que salía desde la ciudad a Baslodia. El trabajo no especificaba lo que debían escoltar, pero podía imaginarse que, si iban hacia allá, no debía ser algo realmente importante. Incluso quizás solo quería 4 personas para espantar a cualquier ladrón que quisiera pasarse de listo en el camino.
Otro papel, cuya curiosidad era que también pedía 4 personas, requería ayudantes para un taller de armas y armaduras. Al parecer algunos comenzaban sus negocios desde cero después de la guerra que azotó el lugar, por lo que se imaginaba que necesitaban gente que ayudar a probar las armas y servir de modelos. Eso explicaría el por qué solicitaban mujeres dentro de las especificaciones.
Por último, un papel solicitaba… ¿ayudantes para una fiesta de gala? “Las personas se encargarán de las labores de de ayudantes para atender una fiesta que se conmemora por el cumpleaños número 14 de la hija del Duque Von Serverian. Se necesitan mujeres y hombres por igual. Se provee de trajes”.
- … laz ocurrrenziaz de la ze gente.
Así que solo eso había que pudiera hacer. No pudo evitar sentarse analizaba las posibilidades. Mirando de reojo la situación alrededor, habían pocas personas, algunas en solitario, otros en grupos. Y los pocos grupos formados parecían mirar el tablón de la misma forma. Y por alguna razón del destino, esos grupos estaban conformados por 4 personas cada uno.
- …
No pudo evitar preguntarse si era una broma del destino o no.
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Offtopic: Pensaba en qué tipo de trabajo podría serles cómodo y divertido para el tema, pero en vez de pensar en una opción pensé en varias que podrían ser de sus gustos. Es por eso que puse varias alternativas y ustedes me dicen cuál de las tres prefieren =)
Última edición por Alexandra Whiskers el Vie Jun 07 2019, 05:12, editado 1 vez
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
-¿Eh? Esto no es comida?- Pregunto la pelirroja al anciano que le había dado unas monedas.
Shophie había ayudado a un hombre mayor a llevar ciertas bolsas con ingredientes hacia su casa cuando esta iba paseandose por la ciudad de Lunargenta -No no lo son, eso es dinero, ¿Acaso no sabe lo que es el dinero señorita?- Le preguntó esta vez el anciano a la dragona -No, de donde vengo no usamos esta cosa llamada dinero, ¿para que sirve?- Volvió a preguntarle la chica al anciano. El hombre le explicó a la pelirroja que esas monedas se llamaban Aeros y que servían para intercambiarlos por cosas como ropa o comida, el anciano trato de explicarle ala chica lo mejor que pudo mientras la dragona todavía intentaba morder y comerse aquellos Aeros hasta que el hombre le terminó de explicar lo que era la moneda.
El anciano se acariciaba la gran barba blanca mientras la dragona observaba aquellas monedas que al final termino guardando en un pequeño saco que estaba sujeto en su cinturón y amarrado tan fuerte que para poder robarlo deberias de desnudar a la dragona, algo que sin duda la pelirroja no estaba por la labor. Shophie miró al anciano y lo abrazo solo para despedirse de el y seguir caminando por la ciudad en busca de personas que necesitaran ayuda pues en su naturaleza estaba bien enraizado el deber de ayudar a los que necesitaran ayuda, fue así que fijo su rojiza mirada en un hombre con mucha armadura al que días antes oyo a algún niño decirle señor guardia, por lo que la joven pensó que aquel hombre se llamaba así, después de todo Shophie era y es muy ingenua y en ocasiones parece ser que es hasta tonta. La dragona camino con paso firme hacia el hombre llamado Guardia y cuando esta estuvo frente a el le pregunto -Disculpe señor llamado Guardia, ¿podria decirme donde puedo encontrar a alguien que necesite ayuda?- Shophie le dedico una cálida sonrisa a aquel guarida y espero su respuesta sin prestar especial atención a la cara de aquel hombre en la cual se podía notar el *¿Pero que demonios?, ¿señor llamado guardia?* El guardia tras recomponerse de las palabras de la dragona le contestó -Primero señorita, mi nombre es Edwar y no Guardia, y lo segundo si buscas un trabajo ve a mirar el tablón de la taberna de allí enfrente- La joven agradeció las palabras del tipo llamado “guardia” y entro en aquel lugar.
Nada mas entro sus ojos se fijaron en el ambiente que se movía allí, pues había grupos con pintas que te hacian preguntarte el si podías fiarte de ellos, pero se dio cuenta de una peculiaridad, todos estaban formados en grupos de cuatro, espera ¿cuatro? No todos, en una mesa apartada había una ¿rata? ¿Mujer rata? Quizas una mujer bestia, eso llamo la atención de la curiosa dragona pero ahora no era el momento de perseguir su instinto curioso pues según el hombre que portaba mucha chatarra encima aquí había unos papeles con información de trabajo. Shophie se acerco al tablon y cogio el primero que encontro, este decía:
“Las personas se encargarán de las labores de de ayudantes para atender una fiesta que se conmemora por el cumpleaños número 14 de la hija del Duque Von Servirían. Se necesitan mujeres y hombres por igual. Se provee de trajes”.
Claramente, Shophie rechazó ese papel, pero al dejarlo otra vez en el tablón se fijo en otro que le resulto curioso, cuando miro este mas de cerca pudo reconocer que las letras estaban escritas en el idioma de los dragones, algo que a ella le resultaba fácil de leer pues ella misma era una mujer dragón. -Veamos que dice:
Somos Ezekiel y Helania, pertenecemos a la raza de los dragones y hemos puesto este comunicado para pedir ayuda, nuestros hijos Trex y Elune han desaparecido, hemos estado buscándolos por toda la ciudad pero no los hemos encontrados por ello hemos puesto esta nota, pagaremos una buena recompensa si nos ayudan a encontrar a nuestros hijos, se lo pedimos por favor, estamos desesperados atentamente Ezekiel y Helania Erswat.
Shophie cambio la expresión de su rostro, mientras leía en voz alta el comunicado que ahora sostenía entre sus manos, miro a los presentes y ninguno parecía tener la intención de ir a buscar a los hijos de una familia de dragones pero ella estaba decidida a encontrar a esos pequeños, no solo por ayudar a esos padres si no por el hecho de que a la pelirroja le encantaban los niños, fue por eso que comenzó a preguntar por toda la taberna a los aventureros, muchos la rechazaron amablemente pero hubo uno que llego a cabrearla y ahora su cabeza se encontraba atorada en el techo actuando su cuerpo como una lámpara pues Shophie le había dado un puñetazo con su mano transformada en una garra de dragón que golpeo el mentón de aquel tipo que rompió el techo con su cabeza.
La mirada de la joven miro por toda la sala y volvió a ver a esa mujer-bestia, se acercó a ella y se sentó frente a ella en una silla, extendiendo el papel delante y preguntandole -¿Me ayudarías a buscar a estos pequeños?, no te preocupes por la recompensa, puedes quedarte también con mi parte, ah, pero necesitamos a mas personas...- Le comento esperando a que la chica-bestia le contestara.
Shophie había ayudado a un hombre mayor a llevar ciertas bolsas con ingredientes hacia su casa cuando esta iba paseandose por la ciudad de Lunargenta -No no lo son, eso es dinero, ¿Acaso no sabe lo que es el dinero señorita?- Le preguntó esta vez el anciano a la dragona -No, de donde vengo no usamos esta cosa llamada dinero, ¿para que sirve?- Volvió a preguntarle la chica al anciano. El hombre le explicó a la pelirroja que esas monedas se llamaban Aeros y que servían para intercambiarlos por cosas como ropa o comida, el anciano trato de explicarle ala chica lo mejor que pudo mientras la dragona todavía intentaba morder y comerse aquellos Aeros hasta que el hombre le terminó de explicar lo que era la moneda.
El anciano se acariciaba la gran barba blanca mientras la dragona observaba aquellas monedas que al final termino guardando en un pequeño saco que estaba sujeto en su cinturón y amarrado tan fuerte que para poder robarlo deberias de desnudar a la dragona, algo que sin duda la pelirroja no estaba por la labor. Shophie miró al anciano y lo abrazo solo para despedirse de el y seguir caminando por la ciudad en busca de personas que necesitaran ayuda pues en su naturaleza estaba bien enraizado el deber de ayudar a los que necesitaran ayuda, fue así que fijo su rojiza mirada en un hombre con mucha armadura al que días antes oyo a algún niño decirle señor guardia, por lo que la joven pensó que aquel hombre se llamaba así, después de todo Shophie era y es muy ingenua y en ocasiones parece ser que es hasta tonta. La dragona camino con paso firme hacia el hombre llamado Guardia y cuando esta estuvo frente a el le pregunto -Disculpe señor llamado Guardia, ¿podria decirme donde puedo encontrar a alguien que necesite ayuda?- Shophie le dedico una cálida sonrisa a aquel guarida y espero su respuesta sin prestar especial atención a la cara de aquel hombre en la cual se podía notar el *¿Pero que demonios?, ¿señor llamado guardia?* El guardia tras recomponerse de las palabras de la dragona le contestó -Primero señorita, mi nombre es Edwar y no Guardia, y lo segundo si buscas un trabajo ve a mirar el tablón de la taberna de allí enfrente- La joven agradeció las palabras del tipo llamado “guardia” y entro en aquel lugar.
Nada mas entro sus ojos se fijaron en el ambiente que se movía allí, pues había grupos con pintas que te hacian preguntarte el si podías fiarte de ellos, pero se dio cuenta de una peculiaridad, todos estaban formados en grupos de cuatro, espera ¿cuatro? No todos, en una mesa apartada había una ¿rata? ¿Mujer rata? Quizas una mujer bestia, eso llamo la atención de la curiosa dragona pero ahora no era el momento de perseguir su instinto curioso pues según el hombre que portaba mucha chatarra encima aquí había unos papeles con información de trabajo. Shophie se acerco al tablon y cogio el primero que encontro, este decía:
“Las personas se encargarán de las labores de de ayudantes para atender una fiesta que se conmemora por el cumpleaños número 14 de la hija del Duque Von Servirían. Se necesitan mujeres y hombres por igual. Se provee de trajes”.
Claramente, Shophie rechazó ese papel, pero al dejarlo otra vez en el tablón se fijo en otro que le resulto curioso, cuando miro este mas de cerca pudo reconocer que las letras estaban escritas en el idioma de los dragones, algo que a ella le resultaba fácil de leer pues ella misma era una mujer dragón. -Veamos que dice:
Por favor ayudadnos
Somos Ezekiel y Helania, pertenecemos a la raza de los dragones y hemos puesto este comunicado para pedir ayuda, nuestros hijos Trex y Elune han desaparecido, hemos estado buscándolos por toda la ciudad pero no los hemos encontrados por ello hemos puesto esta nota, pagaremos una buena recompensa si nos ayudan a encontrar a nuestros hijos, se lo pedimos por favor, estamos desesperados atentamente Ezekiel y Helania Erswat.
Shophie cambio la expresión de su rostro, mientras leía en voz alta el comunicado que ahora sostenía entre sus manos, miro a los presentes y ninguno parecía tener la intención de ir a buscar a los hijos de una familia de dragones pero ella estaba decidida a encontrar a esos pequeños, no solo por ayudar a esos padres si no por el hecho de que a la pelirroja le encantaban los niños, fue por eso que comenzó a preguntar por toda la taberna a los aventureros, muchos la rechazaron amablemente pero hubo uno que llego a cabrearla y ahora su cabeza se encontraba atorada en el techo actuando su cuerpo como una lámpara pues Shophie le había dado un puñetazo con su mano transformada en una garra de dragón que golpeo el mentón de aquel tipo que rompió el techo con su cabeza.
La mirada de la joven miro por toda la sala y volvió a ver a esa mujer-bestia, se acercó a ella y se sentó frente a ella en una silla, extendiendo el papel delante y preguntandole -¿Me ayudarías a buscar a estos pequeños?, no te preocupes por la recompensa, puedes quedarte también con mi parte, ah, pero necesitamos a mas personas...- Le comento esperando a que la chica-bestia le contestara.
Shophie D.Nova
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Reposando en un tejado, tumbada tomando el sol. Ahí estaba yo después de un día bastante aburrido. Creo que lo más divertido fue ver aquellos niños empujar un guardia por el acantilado. Hahahaha, rebotó un par de veces antes de caer al agua.
Tras recordar eso, me levanté y saltando por los tejados, bajé a la calle. Era una calle con mucha movilidad, y tuve que abrirme camino entre los transeúntes para llegar a la puerta de la muralla, pues quería salir un rato de la ciudad de Lunargenta. Me dirigí donde aquellos niños habían empujado al guardia para ver si aún seguía allí abajo. Pero en su lugar, me encontré con un viejo pescador. Bajé por las rocas haciendo algún que otro mortal hasta encontrarme con el viejo.
- Hola viejo pescador ¿ por casualidad no sabrá que se ha hecho del guardia que había por aquí ?
- ¿ Guardia ? Cuando he llegado aquí no había ni un alma. - Respondió.
- Ooh, bueno pues que le vamos a hacer. ¿ Qué estas haciendo ?
- Pues estoy pescando para poderlo vender en mi pequeña paradita. ¿ Te importaría ayudarme ? Te recompensaré .
Como me prometí a mi misma ayudar siempre a la gente, accedí, me senté con él y me dio una caña. Me explico como se usaba y que necesitabas paciencia. Estuve un rato siguiendo su método, pero sabía que no aguantaría. Y efectivamente me cansé, a lo que me quité la chaqueta, de un brinco salté al agua y salí con un par de peces en cada mano.
- Creo que de esta manera es mas rápido. - dije mirando al viejo.
A este se le dibujo una sonrisa en la cara y empezó a reír. Estuve un buen rato nadando y sacando peces para el viejo, hasta que llenamos las dos cestas que traía. Una vez hecha la tarea, volvimos a la ciudad juntos. El viejo no se podía creer lo rápido que había logrado sacarse las dos cestas diarias, así que una vez llegamos a su casa, me invitó a comer. Hacía tiempo que no comía algo tan delicioso. Una vez terminamos de comer y llegó la hora de despedirse, el viejo me volvió a agradecer lo que había hecho por él y me dio una bolsa con 4 pescados dentro.
Tras salir de su casa, y ver que las calles seguían llenas de mercaderes y ciudadanos, me volví a subir por los tejados. No se porque, pero los tejados tenían una sensación que me recordaba a los arboles, y eso me agradaba. Seguramente era por la sensación de altura, la diferencia era que no veía solo verde o colores otoñales, si no que se veía una gran vista.
Mientras paseaba por los tejados, de repente apareció una cabeza en frente de mi. Sorprendida por ver una cabeza ahí,en mitad del tejado, le pregunté:
- Hola cabeza, ¿que ha pasado para que haya aparecido tan repentinamente en el tejado?
- Una chica pelirroja me acaba de ... Cuando consiga bajar se va a enterar
- Oooh, Pues muchas gracias - dije mientras me acercaba al borde para bajar a la calle y entrar en esa misma casa
- Oyeeee .. Pero no me dejes aquí ...
Cuando bajé a la calle, vi que eso era una taberna. Dentro estaba esa pelirroja de la cual la cabeza había hablado. Ella se dirigía a otra mujer-bestia con un papel. Supuse que al estar en una taberna, ese papel sería de alguna misión. Finalmente, cuando se sentó frente a la mujer-bestia, me acerqué a ellas:
- ¿Esa es una misión? ¿Necesitáis que os eche una mano? - dije mientras encogía los hombros - Por cierto, ¿tenéis hambre? tengo un poco de pescado.
Nami
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
Aegon se encontraba caminando en medio del gentío buscando algún motivo, por más pequeño que fuera, para crear jaleo. En realidad quería practicar sus movimientos en combate, y siempre buscar camorra le parecía la mejor forma de conseguir con rapidez que su impulso sea cumplido. Venía de una docena de días con sus noches viajando a paso de hombre sin un real destino. Cualquier lugar le daba igual, desde que había abandonado su poblado y su gente.
El hacha de doble filo estaba colgada en su espalda de forma vertical, siempre a la espera de ser usado a la menor provocación. Para su pesar, nunca ocurría lo suficientemente seguido como para satisfacer su deseo. A las personas le parecía mucho mejor dejarlo tranquilo y evitar todo tipo de contacto con él. Más cuando el alcohol estaba fluyendo por su sistema nervioso. Su juicio solía nublarse en esos casos y llevarlo a tener problemas. Muchas veces graves.
Sus botas de piel de ardilla se ataban con sogas hasta media pierna, sobre el pantalón de lana color marrón. No cubría su pecho con nada, dejándolo al descubierto para parecer una víctima fácil casi sin protección. El pelo rubio lo llevaba atado en una cola de forma descuidada apenas dejando algunos mechones sueltos en su frente. Que no le impedían la visión ni tampoco provocaba molestia.
Una aglomeración de personas llamó la atención del hombre, dando pie a que se acercara a ver cuál era la noticia. Nunca solía enterarse de nada por estar viajando en los bosques, casi sin cruzarse por los poblados, a menos que sea de vital importancia. Aquel día, pensaba que valía la pena hacerlo, ya que buscaba pelea. Pero no encontró más que chismeríos típicos de ciudadanos que llevaban años conviviendo juntos.
Dejando atrás aquellas personas, entró a una taberna para ahogarse en alcohol. El odre que llevaba colgado del cinturón, ya estaba vacío, y debía reponer su contenido. Lo primero que sintió al entrar al lugar, era el olor fuerte a licor, humo de cigarrillos y personas hablando al mismo tiempo en diferentes lugares del establecimiento.
Se estaba acercando a la barra cuando escuchó la pregunta de una chica con orejas de zorro y decidió secundarla, sin siquiera saber de qué se trataba la cosa. Pero entendiendo que ahí mismo había alguna clase de oportunidad.
-También puedo ayudarlas en su misión –Se ofreció.
El hacha de doble filo estaba colgada en su espalda de forma vertical, siempre a la espera de ser usado a la menor provocación. Para su pesar, nunca ocurría lo suficientemente seguido como para satisfacer su deseo. A las personas le parecía mucho mejor dejarlo tranquilo y evitar todo tipo de contacto con él. Más cuando el alcohol estaba fluyendo por su sistema nervioso. Su juicio solía nublarse en esos casos y llevarlo a tener problemas. Muchas veces graves.
Sus botas de piel de ardilla se ataban con sogas hasta media pierna, sobre el pantalón de lana color marrón. No cubría su pecho con nada, dejándolo al descubierto para parecer una víctima fácil casi sin protección. El pelo rubio lo llevaba atado en una cola de forma descuidada apenas dejando algunos mechones sueltos en su frente. Que no le impedían la visión ni tampoco provocaba molestia.
Una aglomeración de personas llamó la atención del hombre, dando pie a que se acercara a ver cuál era la noticia. Nunca solía enterarse de nada por estar viajando en los bosques, casi sin cruzarse por los poblados, a menos que sea de vital importancia. Aquel día, pensaba que valía la pena hacerlo, ya que buscaba pelea. Pero no encontró más que chismeríos típicos de ciudadanos que llevaban años conviviendo juntos.
Dejando atrás aquellas personas, entró a una taberna para ahogarse en alcohol. El odre que llevaba colgado del cinturón, ya estaba vacío, y debía reponer su contenido. Lo primero que sintió al entrar al lugar, era el olor fuerte a licor, humo de cigarrillos y personas hablando al mismo tiempo en diferentes lugares del establecimiento.
Se estaba acercando a la barra cuando escuchó la pregunta de una chica con orejas de zorro y decidió secundarla, sin siquiera saber de qué se trataba la cosa. Pero entendiendo que ahí mismo había alguna clase de oportunidad.
-También puedo ayudarlas en su misión –Se ofreció.
Aegon
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
El día transcurría lento y aburrido. Más que sentarse relajadamente a disfrutar de un trago, sentía que más estaba ahí como perro guardián, esperando pacientemente a que alguna persona dejara algún recado, trabajo o solicitud para robársela de una mordida para llevarse a su amo. Solo que no tenía amo, no era un perro ni iba a morder papel alguno.
Es por eso que miró con atención lo que haría una joven de extravagante apariencia, de cabellos rojizos, mirando el tablón. Había golpeado un sujeto e incrustado su cabeza en el techo, más no se veía muy impactada. Le llamaba más la atención sus cabellos, ya que el color escarlata era su color favorito. Tenía la esperanza de que dejaría algún trabajo, pero dejó sus esperanzas cuando vi que agarró uno de los papeles. Perdió ligeramente el interés mientras deseaba que el gato no la hubiera mordido, ya que ese dinero hubiera sido ideal para gastarsela en una cerveza en vez de vendas. Pero pronto sus pensamientos dejarían de centrarse en su misería.
O más bien, se centrarían aún más en ella.
- … ?
Se fijó en el papel que le dio, mirándola extrañada por su petición. Dedujo, al ver que sabía de lo que se trataba el papel, de que era una dragona. O una traductora muy buena. Se sentía extrañada por su petición debido a que, en su rubro, jamás había encontrado a alguien que estuviera dispuesta a renunciar a su recompensa por ayudar a otros.
“¿Una novata?” alcanzó a pensar antes que existiera una segunda interrupción. Pudo sentir su olor, era la misma raza de ella, aunque su tribu era distinta. Intentaba pensar si era parte de los zorros, aunque recordaba que la heterocromía era mucho más común en las tribus felinas. Y ya tenía suficiente experiencia con gatos durante el día de hoy.
Pero antes siquiera de poder decir una palabra, una tercera y última interrupción consiguió su atención: el olor también delató a un nuevo miembro de su raza. Aunque el sujeto parecía humano, aquellos rasgos sutiles que delataban su raza eran fácilmente palpables por la mujer-bestia. Lo peor de todo es que este si parecía ser de la familia felina, a diferencia de la ambigüedad del sujeto anterior.
No sabe en qué momento ocurrió, pero de un segundo a otro se vio rodeada de sujetos buscando trabajo al igual que ella. Y por alguna razón sentía que el grupo giraba en torno a su latente liderazgo. Cosa que la tenía extrañada, porque ni en su casa mandaba.
- Ze… A verr, antez que nada, quierro dezirr que ezto ez un— casi casualmente miró hacia el tablón y vio cómo varios grupos de aventureros pasaron de la inacción a pelearse los trabajos como buitres carroñeros. Al ver que tenían el papel en su poder, se dio cuenta que tenía trabajo seguro, por lo que, instantáneamente en su cerebro pasó al plan B—a oporrtunidad de trrabajo que ojalá noz tomemoz en ze zerrio.
Suspiró mientras se levantaba y quedaba como la más alta del grupo. Esto no era novedad, aunque se preguntó cómo se tomarían sus interlocutores el que constantamente tuvieran que estirar su cabeza hacia atrás para hablarle.
- Antez que nada, crreo que es nezezarrio una ze intrroduczión y lo que zabemoz ze hazerr – la joven aclaró su garganta un poco antes de continuar -. Dezpuéz de todo, zi hay gente ze dezaparezida, zerrá bueno zaberr si alguno de nozotrroz zabe como ze rrastrear.
Colocó su lanza en una posición neutral, como los caballeros cuando hacían guardia, e hizo una pequeña inclinación a modo de saludo muy formal.
- Mi nombrre ez Alexandra. Tengo ze experrienzia en el combate arrmado y puedo cazarr en la ze ozcurridad.
Dio pie a que otros se introdujeran al improvisado conjunto. Le dio la impresión de que al menos uno de ellos sabía pescar, por lo que, si tenían que viajar por mucho tiempo, no pasarían hambre si encontraban un río.
Es por eso que miró con atención lo que haría una joven de extravagante apariencia, de cabellos rojizos, mirando el tablón. Había golpeado un sujeto e incrustado su cabeza en el techo, más no se veía muy impactada. Le llamaba más la atención sus cabellos, ya que el color escarlata era su color favorito. Tenía la esperanza de que dejaría algún trabajo, pero dejó sus esperanzas cuando vi que agarró uno de los papeles. Perdió ligeramente el interés mientras deseaba que el gato no la hubiera mordido, ya que ese dinero hubiera sido ideal para gastarsela en una cerveza en vez de vendas. Pero pronto sus pensamientos dejarían de centrarse en su misería.
O más bien, se centrarían aún más en ella.
- … ?
Se fijó en el papel que le dio, mirándola extrañada por su petición. Dedujo, al ver que sabía de lo que se trataba el papel, de que era una dragona. O una traductora muy buena. Se sentía extrañada por su petición debido a que, en su rubro, jamás había encontrado a alguien que estuviera dispuesta a renunciar a su recompensa por ayudar a otros.
“¿Una novata?” alcanzó a pensar antes que existiera una segunda interrupción. Pudo sentir su olor, era la misma raza de ella, aunque su tribu era distinta. Intentaba pensar si era parte de los zorros, aunque recordaba que la heterocromía era mucho más común en las tribus felinas. Y ya tenía suficiente experiencia con gatos durante el día de hoy.
Pero antes siquiera de poder decir una palabra, una tercera y última interrupción consiguió su atención: el olor también delató a un nuevo miembro de su raza. Aunque el sujeto parecía humano, aquellos rasgos sutiles que delataban su raza eran fácilmente palpables por la mujer-bestia. Lo peor de todo es que este si parecía ser de la familia felina, a diferencia de la ambigüedad del sujeto anterior.
No sabe en qué momento ocurrió, pero de un segundo a otro se vio rodeada de sujetos buscando trabajo al igual que ella. Y por alguna razón sentía que el grupo giraba en torno a su latente liderazgo. Cosa que la tenía extrañada, porque ni en su casa mandaba.
- Ze… A verr, antez que nada, quierro dezirr que ezto ez un— casi casualmente miró hacia el tablón y vio cómo varios grupos de aventureros pasaron de la inacción a pelearse los trabajos como buitres carroñeros. Al ver que tenían el papel en su poder, se dio cuenta que tenía trabajo seguro, por lo que, instantáneamente en su cerebro pasó al plan B—a oporrtunidad de trrabajo que ojalá noz tomemoz en ze zerrio.
Suspiró mientras se levantaba y quedaba como la más alta del grupo. Esto no era novedad, aunque se preguntó cómo se tomarían sus interlocutores el que constantamente tuvieran que estirar su cabeza hacia atrás para hablarle.
- Antez que nada, crreo que es nezezarrio una ze intrroduczión y lo que zabemoz ze hazerr – la joven aclaró su garganta un poco antes de continuar -. Dezpuéz de todo, zi hay gente ze dezaparezida, zerrá bueno zaberr si alguno de nozotrroz zabe como ze rrastrear.
Colocó su lanza en una posición neutral, como los caballeros cuando hacían guardia, e hizo una pequeña inclinación a modo de saludo muy formal.
- Mi nombrre ez Alexandra. Tengo ze experrienzia en el combate arrmado y puedo cazarr en la ze ozcurridad.
Dio pie a que otros se introdujeran al improvisado conjunto. Le dio la impresión de que al menos uno de ellos sabía pescar, por lo que, si tenían que viajar por mucho tiempo, no pasarían hambre si encontraban un río.
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
Finalmente, se nos unió un ultimo miembro al grupo. Era otro hombre-bestia. Una vez completo el grupo, la otra mujer-bestia se levantó y se presentó:
- Antez que nada, crreo que es nezezarrio una ze intrroduczión y lo que zabemoz ze hazerr. Dezpuéz de todo, zi hay gente ze dezaparezida, zerrá bueno zaberr si alguno de nozotrroz zabe como ze rrastrear.
Mi nombrre ez Alexandra. Tengo ze experrienzia en el combate arrmado y puedo cazarr en la ze ozcurridad.
Cuando terminó su presentación, dio turno a los demás para que nos presentásemos. Así que me adelanté a mis compañeros y me introduje primera.
- Yo me llamo Nami.- Desenvainé mi katana para mostrarla a mis compañeros - Supongo que se usar este recuerdo familiar y soy bastante ágil. Aah y soy buena rastreadora.
Dicho esto, dejé el turno para que se presentara otro, pero algo inesperado nos cortó las presentaciones. Un hombre con pintas de mensajero, entro en la taberna pegando gritos.
- Shophie D.Nova ¿hay alguna Shophie por aqui? - dijo mientras sostenía un papel en la mano.
- Soy yo - repondió Shophie.
El mensajero se acercó a la mesa y le entregó la carta y se retiró hacia el tablón de misiones. Shophie abrió la carta y empezó a leerla. Mientras la leía, se le dibujaba una sonrisa en el rostro, hasta que se levató y nos dijo
- Lo siento chicos, pero me tengo que ir.
Shophie ya estaba casi en la puerta, yo me levante y la cogí del brazo para detenerla unos segundos y preguntarle que sucedía.
- Está a punte de nacer mi hermanito, no quiero perdérmelo.
Tras eso, vi como Shophie se marchaba y desaparecía entre las calles de Lunargenta. Cerré la puerta y al girarme, me topé con el mensajero.
- Uy, lo siento. Oh vaya, tienes cara de aventurera. Puedes ir a mirar el tablón, he puesto nuevas misiones.
Hice caso al mensajero y me acerqué al talón. Leyendo un poco por encima todo, encontré una que me interesó bastante. Puesto que ya había combatido contra bandidos, no se porque pero esa palabra , "bandidos", me traía buenos recuerdos, así que cogí el papel y caminé hacia la mesa. Una vez llegué, puse el papel sobre la mesa.
- Puesto que nos hemos quedado sin traductora, podemos ir a por los chavales o podemos hacer esto - dije mientras señalaba el papel que acababa de traer.
Se solicita ayuda:
Hemos descubierto una organización de bandidos que se dedican a robar la mercancía marítima por las noches. Sabemos que se esconden en el subsuelo de Lunargenta. Por favor, necesitamos una pequeña ayuda. Se recompensará.
Att: Asociación de pescadores de Lunargenta.
Hemos descubierto una organización de bandidos que se dedican a robar la mercancía marítima por las noches. Sabemos que se esconden en el subsuelo de Lunargenta. Por favor, necesitamos una pequeña ayuda. Se recompensará.
Att: Asociación de pescadores de Lunargenta.
- Bueno chicos, vosotros decidís, yo os seguiré, da igual cual sea vuestra elección.
Nami
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
No era alguien muy afectiva a las tabernas. No solo sentía que iba a recaer en el vicio de la bebida, atraía a un montón de gente extraña. Como el tipo que amaba demasiado el techo como para bajar. Pero aquel día fue especialmente extraño, ya que primeramente apareció una dragona con un papel de trabajo para, casi como si fuera una pésima novela de detectives, desentenderse del trabajo y retirarse del lugar. Y todo por un hermano que estaba a punto de nacer.
Y no solo eso, cuando se giró para ver al último integrante, se fijó que también se marchaba del lugar. Nada más y nada menos que siguiendo a la dragona por detrás. Ahora, Alexandra podrá tener problemas para socializar y las actitudes de la gente podían no ser su fuerte, pero reconocía cuando alguien accionaba bajo sus más bajos instintos.
En cierto sentido, eso la ofendió.
- … ez porrque ella anda con zuz pechoz y ombligo al ze airre, ¿no?
Quizás en alguna otra vida, en donde fuera un hombre que le encanta la “carne exótica” estaría detrás de dragonas de poca ropa para cortejarlas. Pero en esta, debía conformarse con tener que perder compañeros de trabajo debido a que muchos no podían controlar sus instintos.
Al menos podía contar con la última integrante que quedaba con ella. Trajo un papel y quedó observándolo y comparándolo con el otro que la mujer había traído.
- Puez… zi loz ze drrazonez zon tan dizperrzoz como la tipa anterriorr, no me zorrprrenderría que no eztuviezen perrdidoz zino máz zalierron por ahí – y no tenía muy buenas habilidades de caza como para salir a buscarlos – Prrefierro que noz quedemoz con algo que zepamos ze hazer.
Volvió a colocar el papel de los dragones en el tablón por si alguien más se interesaba (dicho y hecho, una chica aun más rara, un poco más baja que ella y vestida de forma muy tribal tomó el panfleto y se lo llevó sola) y miró a su única acompañante. Debido a tantas visitas repentinas no la había visto bien. Era mucho más pequeña que ella, probablemente apenas le llegaba abajo del cuello, con dos orejas de zorro que acusaban su raza. Lo segundo más curioso que encontró de ella fueron esos ojos que carecían de un color único.
Lo más curioso que encontró de ella, sin embargo, no era nada parecido a ello.
- … ¿porr qué tiene un ze pez en la mano?
Aunque intentaba buscar explicaciones en su mente por algo tan… raro como eso, de pronto encontró una idea en su mente que podría ayudarlas.
- … no imporrta ezo. Uzted parreze lo sufiziente… ze dizcrreta parra camuflarrze en el puerrto.
De pronto pensó que, al no haber más información de que se encontraban en el subsuelo de Lunargenta y considerando la magnitud del puerto, podrían acabar con las posibilidades poco a poco.
Aunque le costó encontrar las palabras adecuadas, explicó su plan lo mejor que pudo: debido a que no sabían donde podían estar los ladrones, ni si esta noche atacarían, quizás podrían encontrar incentivo de querer salir. Como se dice vulgarmente, “sacar a la rata de su alcantarilla” (nota: esta frase es ofensiva para Alexandra, favor usar a discreción y bajo su propio riesgo). Ambas pescarían, fingirían que son pescadoras novatas que consiguen algunos pescados en el puerto y Nami podría fingir ser un alma pobre y abandonada de la suerte, lista para ser asaltada por los pescadores. Alexandra podría estar desde lejos observando, cuidando que no se excedieran claro está y, en el mejor de los casos, ellos podrían llevarlos a donde exactamente estaba su escondite.
Al menos esa opción les daba más dignidad que el estar olfateando cada rincón del subsuelo del puerto como si fueran animales (lo eran, pero ese no es el punto).
- Puede zer eze plan – aunque pensó por un momento que quizás la chica podría tener otra idea – aunque… zi crrre que otrro ze plan noz funzionarría mejorr, también podemoz verr otrraz ze opzionez.
Y no solo eso, cuando se giró para ver al último integrante, se fijó que también se marchaba del lugar. Nada más y nada menos que siguiendo a la dragona por detrás. Ahora, Alexandra podrá tener problemas para socializar y las actitudes de la gente podían no ser su fuerte, pero reconocía cuando alguien accionaba bajo sus más bajos instintos.
En cierto sentido, eso la ofendió.
- … ez porrque ella anda con zuz pechoz y ombligo al ze airre, ¿no?
Quizás en alguna otra vida, en donde fuera un hombre que le encanta la “carne exótica” estaría detrás de dragonas de poca ropa para cortejarlas. Pero en esta, debía conformarse con tener que perder compañeros de trabajo debido a que muchos no podían controlar sus instintos.
Al menos podía contar con la última integrante que quedaba con ella. Trajo un papel y quedó observándolo y comparándolo con el otro que la mujer había traído.
- Puez… zi loz ze drrazonez zon tan dizperrzoz como la tipa anterriorr, no me zorrprrenderría que no eztuviezen perrdidoz zino máz zalierron por ahí – y no tenía muy buenas habilidades de caza como para salir a buscarlos – Prrefierro que noz quedemoz con algo que zepamos ze hazer.
Volvió a colocar el papel de los dragones en el tablón por si alguien más se interesaba (dicho y hecho, una chica aun más rara, un poco más baja que ella y vestida de forma muy tribal tomó el panfleto y se lo llevó sola) y miró a su única acompañante. Debido a tantas visitas repentinas no la había visto bien. Era mucho más pequeña que ella, probablemente apenas le llegaba abajo del cuello, con dos orejas de zorro que acusaban su raza. Lo segundo más curioso que encontró de ella fueron esos ojos que carecían de un color único.
Lo más curioso que encontró de ella, sin embargo, no era nada parecido a ello.
- … ¿porr qué tiene un ze pez en la mano?
Aunque intentaba buscar explicaciones en su mente por algo tan… raro como eso, de pronto encontró una idea en su mente que podría ayudarlas.
- … no imporrta ezo. Uzted parreze lo sufiziente… ze dizcrreta parra camuflarrze en el puerrto.
De pronto pensó que, al no haber más información de que se encontraban en el subsuelo de Lunargenta y considerando la magnitud del puerto, podrían acabar con las posibilidades poco a poco.
Aunque le costó encontrar las palabras adecuadas, explicó su plan lo mejor que pudo: debido a que no sabían donde podían estar los ladrones, ni si esta noche atacarían, quizás podrían encontrar incentivo de querer salir. Como se dice vulgarmente, “sacar a la rata de su alcantarilla” (nota: esta frase es ofensiva para Alexandra, favor usar a discreción y bajo su propio riesgo). Ambas pescarían, fingirían que son pescadoras novatas que consiguen algunos pescados en el puerto y Nami podría fingir ser un alma pobre y abandonada de la suerte, lista para ser asaltada por los pescadores. Alexandra podría estar desde lejos observando, cuidando que no se excedieran claro está y, en el mejor de los casos, ellos podrían llevarlos a donde exactamente estaba su escondite.
Al menos esa opción les daba más dignidad que el estar olfateando cada rincón del subsuelo del puerto como si fueran animales (lo eran, pero ese no es el punto).
- Puede zer eze plan – aunque pensó por un momento que quizás la chica podría tener otra idea – aunque… zi crrre que otrro ze plan noz funzionarría mejorr, también podemoz verr otrraz ze opzionez.
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
Muy a nuestro pesar, el otro integrante del grupo, también se marchó. Así que sólo quedábamos dos integrantes en el grupo. Alexandra parecía un poco decepcionada con esta pérdida, pero no tardó mucho en levantarse y dejar la nota de rescate en el tablón, que por cierto, otra chica la cogió en un instante.
Cuando regresó, empezamos a planear todo para solucionar el problema de los bandidos.
- … ¿porr qué tiene un ze pez en la mano? … no imporrta ezo. Uzted parreze lo sufiziente… ze dizcrreta parra camuflarrze en el puerrto.
Antes de que pudiera responder, ella siguó hablando, así que encogí los hombros y continue escuchando. Al parecer, empezó a contarme el plan que tenía para poder encontrar a esos malhechores, que por cierto, no era un mal plan.
- Puede zer eze plan, aunque… zi crrre que otrro ze plan noz funzionarría mejorr, también podemoz verr otrraz ze opzionez.
- Andaaa, si lo has pensado y todo. - dije sorprendida - Me parece un buen plan, de echo, esta mañana he aprendido a pescar de una manera muy eficaz. Y rápida.
Dicho este, nos dirigimos a una zona costera para poner en practica el plan de Alexandra. Una vez llegamos a un buen lugar para empezar a pescar, me di cuenta de que nos faltaba algo.
- ¿Dónde vamos a dejar los peces que haya pescado? - dije haciendo un movimiento con los brazos refiriéndome a una cesta. - Si te parece, puedo ir pescando mientras tu buscas una.
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OFF ROL
Perdón por tardar y escribirte un post corto. La verdad es que voy un poco justa de tiempo esta semana por un trabajo, pero a partir de mañana ya estaré más libre.
Simplemente he escrito esto para ponernos un poco en situación de tu plan, y así me dejo aquí pescando un rato.
Mis más sinceras disculpas.
Nami
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
Nuestra hermosa Alexandra, aunque no lo demostraba abiertamente, se sentía cómoda con alguien que no la dejaba atrás así como así por motivos superficiales, por lo que, cuando ella comentó su aprobación y su idea de conseguir donde llevar las cargas, no tuvo reparo y asintió.
- De acuerrdo. Aunque…
Cuando lo pensaba, aunque hubieran cientos de personas transitando el puerto a estas horas, si el papel era indicativo de algo, debían tener gente que tenía sus ojos rondando durante el día, viendo quienes podían ser presa fácil, a quienes evitar, cuidarse de los guardias o de los metiches que colocaban sus narices donde no debían. Y siendo justos, la nariz de Alexandra no era exactamente una que era fácil de perder de vista.
- Prrimerro, debemoz quedarr como gente del ze puerrto. No llamarr la atenzión – mientras decía eso, sacaba su lanza y, después de verla un momento y girarla en su eje, se la entregó a su acompañante – Dividirremoz laz ze tarreaz: irré al merrcado y buzcarré capuchaz parra que podamoz pazarr sin llamarr la atenzión. Crreo que con zolo capuchaz zerrá ze zufiziente, y también trraerré zeztaz. Uzted puede porr mientrraz ocultarr nueztraz arrmaz en una parrte donde podamoz recogerrlaz en cazo de tenerr que pelearr.
Prefería que fuera Nami quien viera eso debido a que ella detestaba lidiar con armas que no fueran suyas. A veces mucha gente tenía un apego emocional a ellas, mucha gente en el oficio comenzaba con lo que heredaba de sus casas y, entre menos ella tuviera que ver, mejor.
… bueno, es mentira. En realidad es mala escondiendo cosas y detestaba hacerlo.
- Noz verremoz en el puente antez de llegarr al ze puerrto.
Con ello, se despidió momentáneamente de la mujer bestia y marchó hacia el mercado. Su paso no era muy animado y su rostro ya podía notarse un sentimiento de querer evitar ese lugar. Y es que, al ser una persona reservada y muy callada, el contraste del bullicioso mercado era como el agua y el aceite: gente ofreciendo tónicos, ungüentos, seda, comida, arreglos florales y cuánta cosa inútil podías encontrar. Y no solo ofrecían cosas que no necesitaba, los mercaderes, por alguna extraña razón, se esmeraban en ofrecerle sus cosas, por más fría que fuera y por mucho que intentara ignorarlos. Era como un imán para la gente que detestaba. Y ella era de las que solo necesitaba cuatro cosas: alimentos, armas, armaduras y galletas. Preferentemente con pequeños rellenos de chocolate.
Y como totalmente sospechaba…
- ¡Por favor, vea estas telas traídas de los reinos del norte!
- No.
- ¡Le tengo este esmalte para sus uñas!
- Que no.
- ¡Sé que le gustará esta oferta, es un libro de predicciones para el próximo año!
- ¡Déjenme en paz!
Una de las cosas que más detestaba era eso de la astrología. ¿Que sentido tenía que la suerte estuviera dictada por la posición de las estrellas? Hasta donde sabía, nunca se movían. Incluso si tuvieran algo de cierto, su inmovilidad le decía que tendría la misma suerte todos los años, así que no tenía sentido preocuparse por ello.
Finalmente encontró una tienda que se especializaba en cestas y en muchos artículos de mimbre. En el lugar habían sillas, mesas, canastos de diferentes tamaños y formas, e incluso un mini canasto para colocar el pan, cosa que la enamoró de inmediato. Tenía recuerdos específicos del canasto del pan de su hogar y siempre deseó tener uno, aunque, por su trabajo, estar estática era imposible.
- Ejem…
La señora que atendía el local era una anciana de quizás 60 años, de pelo blanco hasta su cadera y bajita, de unos 1,50 metros. Se encontraba en su mundo tejiendo los muebles con las manos y cuidando que los materiales no estuvieran muy duros como para que se quebraran al doblarse ni demasiado blandos como para desarmar todo el artilugio.
- Dizculpe…
- ... ¿eh? ¿Qué quieres?
El tono era lo suficientemente pesado como para contestarle con ironía, algo como “pues, ¿comprar una de sus mercaderías?”, pero la mujer bestia era bastante inmune a ese tipo de cosas.
- Quiero estos dos canastos de acá.
- Son 20 aeros.
La transacción fue un éxito y la joven estuvo a punto de marcharse, pero algo la detuvo. No fue un artículo que le gustó ni nada parecido: fue la voz de la mujer.
- ¿Qué quieres llevar en los canastos?
- … pezez.
- Me niego.
- ¿… ah?
- Te devuelvo el dinero, no quiero que mis obras de arte se ensucien con esos sucios seres del agua.
No pudo evitar pensar “¿Obrraz de arrte? Perro zi zon zolo ze canastoz de mimbrre“. Y es que si, cualquiera hubiera pensado lo mismo. Bueno, cualquiera excepto la señora.
Así que, para destrabar el problema, Alexandra hizo lo que cualquier persona sensible, madura y responsable hubiera hecho.
Salió corriendo de ahí.
- ¡Oye tú! ¡Te prohibo ocupar mis canastos para los peces! - le gritó la señora desde su local, completamente furiosa y con ganas de salir corriendo para patearle el trasero a la mujer bestia.
- ¡Obligueme! - le gritó de vuelta mientras corría, como la mujer madura, responsable y sensible que era.
- De acuerrdo. Aunque…
Cuando lo pensaba, aunque hubieran cientos de personas transitando el puerto a estas horas, si el papel era indicativo de algo, debían tener gente que tenía sus ojos rondando durante el día, viendo quienes podían ser presa fácil, a quienes evitar, cuidarse de los guardias o de los metiches que colocaban sus narices donde no debían. Y siendo justos, la nariz de Alexandra no era exactamente una que era fácil de perder de vista.
- Prrimerro, debemoz quedarr como gente del ze puerrto. No llamarr la atenzión – mientras decía eso, sacaba su lanza y, después de verla un momento y girarla en su eje, se la entregó a su acompañante – Dividirremoz laz ze tarreaz: irré al merrcado y buzcarré capuchaz parra que podamoz pazarr sin llamarr la atenzión. Crreo que con zolo capuchaz zerrá ze zufiziente, y también trraerré zeztaz. Uzted puede porr mientrraz ocultarr nueztraz arrmaz en una parrte donde podamoz recogerrlaz en cazo de tenerr que pelearr.
Prefería que fuera Nami quien viera eso debido a que ella detestaba lidiar con armas que no fueran suyas. A veces mucha gente tenía un apego emocional a ellas, mucha gente en el oficio comenzaba con lo que heredaba de sus casas y, entre menos ella tuviera que ver, mejor.
… bueno, es mentira. En realidad es mala escondiendo cosas y detestaba hacerlo.
- Noz verremoz en el puente antez de llegarr al ze puerrto.
Con ello, se despidió momentáneamente de la mujer bestia y marchó hacia el mercado. Su paso no era muy animado y su rostro ya podía notarse un sentimiento de querer evitar ese lugar. Y es que, al ser una persona reservada y muy callada, el contraste del bullicioso mercado era como el agua y el aceite: gente ofreciendo tónicos, ungüentos, seda, comida, arreglos florales y cuánta cosa inútil podías encontrar. Y no solo ofrecían cosas que no necesitaba, los mercaderes, por alguna extraña razón, se esmeraban en ofrecerle sus cosas, por más fría que fuera y por mucho que intentara ignorarlos. Era como un imán para la gente que detestaba. Y ella era de las que solo necesitaba cuatro cosas: alimentos, armas, armaduras y galletas. Preferentemente con pequeños rellenos de chocolate.
Y como totalmente sospechaba…
- ¡Por favor, vea estas telas traídas de los reinos del norte!
- No.
- ¡Le tengo este esmalte para sus uñas!
- Que no.
- ¡Sé que le gustará esta oferta, es un libro de predicciones para el próximo año!
- ¡Déjenme en paz!
Una de las cosas que más detestaba era eso de la astrología. ¿Que sentido tenía que la suerte estuviera dictada por la posición de las estrellas? Hasta donde sabía, nunca se movían. Incluso si tuvieran algo de cierto, su inmovilidad le decía que tendría la misma suerte todos los años, así que no tenía sentido preocuparse por ello.
Finalmente encontró una tienda que se especializaba en cestas y en muchos artículos de mimbre. En el lugar habían sillas, mesas, canastos de diferentes tamaños y formas, e incluso un mini canasto para colocar el pan, cosa que la enamoró de inmediato. Tenía recuerdos específicos del canasto del pan de su hogar y siempre deseó tener uno, aunque, por su trabajo, estar estática era imposible.
- Ejem…
La señora que atendía el local era una anciana de quizás 60 años, de pelo blanco hasta su cadera y bajita, de unos 1,50 metros. Se encontraba en su mundo tejiendo los muebles con las manos y cuidando que los materiales no estuvieran muy duros como para que se quebraran al doblarse ni demasiado blandos como para desarmar todo el artilugio.
- Dizculpe…
- ... ¿eh? ¿Qué quieres?
El tono era lo suficientemente pesado como para contestarle con ironía, algo como “pues, ¿comprar una de sus mercaderías?”, pero la mujer bestia era bastante inmune a ese tipo de cosas.
- Quiero estos dos canastos de acá.
- Son 20 aeros.
La transacción fue un éxito y la joven estuvo a punto de marcharse, pero algo la detuvo. No fue un artículo que le gustó ni nada parecido: fue la voz de la mujer.
- ¿Qué quieres llevar en los canastos?
- … pezez.
- Me niego.
- ¿… ah?
- Te devuelvo el dinero, no quiero que mis obras de arte se ensucien con esos sucios seres del agua.
No pudo evitar pensar “¿Obrraz de arrte? Perro zi zon zolo ze canastoz de mimbrre“. Y es que si, cualquiera hubiera pensado lo mismo. Bueno, cualquiera excepto la señora.
Así que, para destrabar el problema, Alexandra hizo lo que cualquier persona sensible, madura y responsable hubiera hecho.
Salió corriendo de ahí.
- ¡Oye tú! ¡Te prohibo ocupar mis canastos para los peces! - le gritó la señora desde su local, completamente furiosa y con ganas de salir corriendo para patearle el trasero a la mujer bestia.
- ¡Obligueme! - le gritó de vuelta mientras corría, como la mujer madura, responsable y sensible que era.
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
- Prrimerro, debemoz quedarr como gente del ze puerrto. No llamarr la atenzión. Dividirremoz laz ze tarreaz: irré al merrcado y buzcarré capuchaz parra que podamoz pazarr sin llamarr la atenzión. Crreo que con zolo capuchaz zerrá ze zufiziente, y también trraerré zeztaz. Uzted puede porr mientrraz ocultarr nueztraz arrmaz en una parrte donde podamoz recogerrlaz en cazo de tenerr que pelearr.
Alexandra siempre tenía un plan. Al parecer era una chica muy responsable que le gustaba que todo saliera bien a la primera. A diferencia de mí, que yo solo actuaba y si salía bien, pues enhorabuena. Y si salía mal, pues habrá que arreglarlo usando la fuerza.
- Noz verremoz en el puente antez de llegarr al ze puerrto.
Sea lo que fuese, Alexandra me dió su lanza y tratando de no llamar la atención, como dijo ella, la escondí entre las rocas cerca de donde estábamos.
Y finalmente, se fue y me quedé sola.
Estuve un rato sentada en la roca donde tenía escondidas las armas, vigilandolas y mirando al mar.
- Espero que no tarde demasiado, no soy de las que está mucho rato sentada esperando.
Creo que no pasaron ni 10 minutos desde que estaba allí, que empecé a escuchar el ruido que hacían los peces al chapotear por el agua. Levanté la cabeza y, efectivamente, había muchos de ellos.
Bajé a la orilla rápidamente para coger unos cuantos.
“Mierda, que me dejo las armas”
Al instante, me giré dirección a las armas, y pude ver un chiquillo que las estaba cogiendo.
- Ehhh chaval, no toques eso!!
- Yo hago lo que me da la gana - respondió el chico mientras se iba con ese par de armas
Escalé rápido por la piedras y empecé a seguirle. Por la pintas que tenía, era pobre y supuse que tenía la intención de venderlas para poder comer algo.
Una vez llegamos al pueblo, se mezcló entre la multitud. “Creo que Alexandra estará por aquí, mejor que no me encuentre y descubra por qué estoy aquí”
Muy tonta de mí, me quedé quieta cuando pensé esto, por lo que perdí al chaval. Caminé por toda la calle llena de tiendecitas. Iba mirando por todas partes con la esperanza de de encontrarlo. Pero muy a mi pesar, primero encontré a Alexandra. Estaba en una tienda con una ancianita, y por lo que tenía en las manos, ya estaba terminando su pedido y pronto pondría rumbo al puente.
“¿Dónde demonios estará ese niño? Pero, ¿porque sigo buscando cuando puedo olerlo?”
Me puse a olfatear y en nada conseguí encontrar el olor que desprendía el pequeño vagabundo. A medida que me acercaba a él, de camino, tomé prestados un par de manzanas y 50 aeros de una paradita de la cual el vendedor tenía pinta de ser bastante adinerado. Por lo que no me sentía mal haberlo hecho.
Finalmente logré encontrarlo. Estaba a punto de venderlas, pero de un grito conseguí detener la venta. Todos me estaban mirando, pero no me importaba, porque ESTABA A PUNTO DE VENDER MI KATANA, y la lanza de Alexandra, claro.
- POR FIN TE ENCUENTRO!!!
Cuando puso toda su atención hacia mi, a parte de los ciudadanos, corrí y cogí al niño, salté y trepando, subimos al tejado. Una vez allí le arrebaté las armas y le dije.
- No vuelva a tocarlas, nunca más.
- Solo quería conseguir un poco de dinero para comer. - dijo el chico mientras lloraba y se secaba las lágrimas con las manos.
- Ya lo se. Se lo que es vivir sola y tener que robar. Por eso te doy esto - dije mientra le daba un saco. - Pero deja ya de robar, si no quieres acabar como yo.
El chico abrió el saco y allí encontró los 50 aeros y las 2 manzanas.
- Muchas gracias señorita. Nunca olvidaré lo que ha hecho por mi.
- No me llames señorita, solo tengo 20 años. Bueno, me tengo que ir que me están esperando.
Me di la vuelta y bajé de aquel tejado.
- Ayudame a bajar!! - grito el chico desdel tejado
Pero yo no logré escucharlo. Estaba más pendiente de no llegar tarde que de otra cosa. Ya con la Katana y la lanza en mano, conseguí llegar al puente, y por suerte, Alexandra no estaba aún. En ese momento me daba igual si la gente me veía con dos armas o si llamaba la atención, pero recordé esas palabras: “… sin llamarr la atenzión…“ Así que al final me escondí, esperando su llegada.
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Rastreador: Implacable guerrero que se especializa en detectar y perseguir enemigos, aprovechando la superioridad de sus sentidos. Suele buscar modos de aprovechar trampas o ventajas en el terreno antes de atacar a su presa.
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
La mujer suspiró. Algunos ojos curiosos la miraban después del incidente, haciéndose notar un poco más de lo que le gustaba. No ayudaba a que fuera alta, que sus ropas fueran de un color muy llamativo y el que su malhumor comenzara a notarse. Y como era esperar del destino, cuando necesitaba que las cosas salieran bien, se encontraba tropezando con más y más gente en el mercado. No faltaban las señoras que se enojaban con ella, un poco por su raza, pero por más que deseaba decirles...
- ¡Y la que te parrió!
… simplemente guardó silencio y comenzó su intento por perderse en la multitud con sus cestas.
Entre los pequeños forcejeos que se daban con la gente, pudo entrar a un puesto que distribuía diversas ropas. Podías encontrar desde los cinturones más baratos hasta pecheras en las que podías confiar en la protección que entregaban. La hermosa y altísima Alexandra no se había percatado de donde estaba realmente y por el momento solo había decidido quedarse un momento adentro mientras podía volver a salir sin problemas.
Fue entonces cuando notó dos cosas: la primera era que los mercaderes molestos podían aparecer en los momentos más inoportunos.
- ¡Pero miren qué tenemos acá! Una dama muy refinada, muy hermosa, vistiendo estos… harapos.
El nombre del sujeto era David. Si alguna vez alguien podía describirlo con una palabra, siempre encontraban la adecuada: extravagante. A diferencia de muchos mercaderes, se vestía muy bien y tenía modales muy refinados, incluso algo… afeminados para el estándar masculino de la época.
- No sé como puedes vestir… esto sin que te irrita tu hermoso pelaje – tomó una parte de las prenda que llevaba con las uñas de sus dedos, como si pensara que se iba a contagiar de alguna enfermedad si lo tocaba demasiado – Pero has llegado al lugar indicado, cariño. Vamos a dejarte como… - apenas tocó su mano, parecía derretirse como mantequilla - … ayy, que suave pelaje que tienes, mínimo eres una princesa escondiéndote en secreto.
La mujer solo pudo arquear una ceja al ver como hablaba y actuaba el sujeto. Un poco por su actitud tan lejos de lo varonil que acostumbraba a ver en su rubro, otro poco por la confusión que en su mente se daba, pero por sobre todo, porque aquella mano que tocaba era la que usaba como pilar dentro de sus ataques, por lo que tenía callos y heridas escondidas que hubieran alejado al sujeto si se enteraba de ellas.
Pero antes que pudiera responder algo, o que el problema siguiera ahondándose, notó la segunda cosa en la lista de cosas que notó: había una capa que era exacta de su medida y de un color sobrio que era perfecto para pasar desapercibida entre la multitud.
Y sin vergüenza, decidió seguir la corriente.
- Eztoy ze ezcapando de laz impozizionez de mi ze padrre – le susurró al oído, agachándose para quedar a su altura y apuntando con una de sus manos la capa que tenía - ¿Cuánto por la capa?
Pudo notar el brillo en los ojos del sujeto, quien rápidamente sacó la capa y envolvió el cuerpo de la joven en ella, ajustándola y quedando lista para su uso mientras le sacaba el sombrero y cubría su cabeza con el nuevo atuendo.
- No te preocupes, mi cielo. Solo te pido que vuelvas a mi cuando quieras que te vista como la magnífica dama que eres.
Quizás si Alexandra fuera una persona mucho más loable y noble, podría haber sentido culpa al escapar del lugar y perderse en la multitud, pero la verdad es que se había ofendido por llamar a sus ropas (que le gustaban además) harapos y el tocarla sin su consentimiento, así que, en su mente, quedaron iguales.
Y afortunadamente funcionó. La gente apenas la tocaba entre el movimiento y ya nadie parecía llamarle la atención. Al fin pudo suspirar y relajarse, llevando las canastas consigo. Pero al salir del mercado y cuando se dirigía hacia el puente, dos personas interrumpieron su tranquilidad.
No la bloquearon ni nada. Simplemente la siguieron de forma notoria, sin esconderse, por lo que, cuando Alexandra notó que la seguían, se dio vuelta para encararlos. Eran dos sujetos, de rasgos comunes y llevaban capas al igual que ella. Pasaban desapercibidos en cualquier multitud y, ahora que la mujer recordaba, quizás la habían seguido desde mucho antes de lo que creía.
- Hemos visto lo que has hecho. El como robaste esas cestas.
“… yo no rrobé eztaz zeztaz“, pensó para si.
- El como le robabas a la gente con la que te topabas en el mercado.
“… tampoco hize ezo”, pensó, algo extrañada.
- Y el como te robaste esa capa.
“… bueno, eso zi”, admitió mentalmente, “perro él me tocó”, excusándose además.
- Ven al puerto, esta noche.
- Queremos probar tu potencial.
Y casi tan misteriosamente como llegaron, se fueron al entrar en uno de los pasillos de la calle. La mujer bestia, por un momento, pensó en seguirlos, puesto que si hablaban del puerto, quizás tenían algo que ver con los ladrones. Pero no tenía su arma, por lo que no tenía cómo hacerles frente.
Fue entonces cuando se le ocurrió modificar ligeramente el plan.
Decidió dirigirse de inmediato al puente para conversar con su compañera de trabajo. Pero al no percatar su presencia, pensó en que quizás había tomado más tiempo del que pensaba. Para ella esconder cosas era un martirio, así que no pudo evitar pensar en que también a Nami le costaba, por lo que se sentó en el puente a esperarla.
- ¡Y la que te parrió!
… simplemente guardó silencio y comenzó su intento por perderse en la multitud con sus cestas.
Entre los pequeños forcejeos que se daban con la gente, pudo entrar a un puesto que distribuía diversas ropas. Podías encontrar desde los cinturones más baratos hasta pecheras en las que podías confiar en la protección que entregaban. La hermosa y altísima Alexandra no se había percatado de donde estaba realmente y por el momento solo había decidido quedarse un momento adentro mientras podía volver a salir sin problemas.
Fue entonces cuando notó dos cosas: la primera era que los mercaderes molestos podían aparecer en los momentos más inoportunos.
- ¡Pero miren qué tenemos acá! Una dama muy refinada, muy hermosa, vistiendo estos… harapos.
El nombre del sujeto era David. Si alguna vez alguien podía describirlo con una palabra, siempre encontraban la adecuada: extravagante. A diferencia de muchos mercaderes, se vestía muy bien y tenía modales muy refinados, incluso algo… afeminados para el estándar masculino de la época.
- No sé como puedes vestir… esto sin que te irrita tu hermoso pelaje – tomó una parte de las prenda que llevaba con las uñas de sus dedos, como si pensara que se iba a contagiar de alguna enfermedad si lo tocaba demasiado – Pero has llegado al lugar indicado, cariño. Vamos a dejarte como… - apenas tocó su mano, parecía derretirse como mantequilla - … ayy, que suave pelaje que tienes, mínimo eres una princesa escondiéndote en secreto.
La mujer solo pudo arquear una ceja al ver como hablaba y actuaba el sujeto. Un poco por su actitud tan lejos de lo varonil que acostumbraba a ver en su rubro, otro poco por la confusión que en su mente se daba, pero por sobre todo, porque aquella mano que tocaba era la que usaba como pilar dentro de sus ataques, por lo que tenía callos y heridas escondidas que hubieran alejado al sujeto si se enteraba de ellas.
Pero antes que pudiera responder algo, o que el problema siguiera ahondándose, notó la segunda cosa en la lista de cosas que notó: había una capa que era exacta de su medida y de un color sobrio que era perfecto para pasar desapercibida entre la multitud.
Y sin vergüenza, decidió seguir la corriente.
- Eztoy ze ezcapando de laz impozizionez de mi ze padrre – le susurró al oído, agachándose para quedar a su altura y apuntando con una de sus manos la capa que tenía - ¿Cuánto por la capa?
Pudo notar el brillo en los ojos del sujeto, quien rápidamente sacó la capa y envolvió el cuerpo de la joven en ella, ajustándola y quedando lista para su uso mientras le sacaba el sombrero y cubría su cabeza con el nuevo atuendo.
- No te preocupes, mi cielo. Solo te pido que vuelvas a mi cuando quieras que te vista como la magnífica dama que eres.
Quizás si Alexandra fuera una persona mucho más loable y noble, podría haber sentido culpa al escapar del lugar y perderse en la multitud, pero la verdad es que se había ofendido por llamar a sus ropas (que le gustaban además) harapos y el tocarla sin su consentimiento, así que, en su mente, quedaron iguales.
Y afortunadamente funcionó. La gente apenas la tocaba entre el movimiento y ya nadie parecía llamarle la atención. Al fin pudo suspirar y relajarse, llevando las canastas consigo. Pero al salir del mercado y cuando se dirigía hacia el puente, dos personas interrumpieron su tranquilidad.
No la bloquearon ni nada. Simplemente la siguieron de forma notoria, sin esconderse, por lo que, cuando Alexandra notó que la seguían, se dio vuelta para encararlos. Eran dos sujetos, de rasgos comunes y llevaban capas al igual que ella. Pasaban desapercibidos en cualquier multitud y, ahora que la mujer recordaba, quizás la habían seguido desde mucho antes de lo que creía.
- Hemos visto lo que has hecho. El como robaste esas cestas.
“… yo no rrobé eztaz zeztaz“, pensó para si.
- El como le robabas a la gente con la que te topabas en el mercado.
“… tampoco hize ezo”, pensó, algo extrañada.
- Y el como te robaste esa capa.
“… bueno, eso zi”, admitió mentalmente, “perro él me tocó”, excusándose además.
- Ven al puerto, esta noche.
- Queremos probar tu potencial.
Y casi tan misteriosamente como llegaron, se fueron al entrar en uno de los pasillos de la calle. La mujer bestia, por un momento, pensó en seguirlos, puesto que si hablaban del puerto, quizás tenían algo que ver con los ladrones. Pero no tenía su arma, por lo que no tenía cómo hacerles frente.
Fue entonces cuando se le ocurrió modificar ligeramente el plan.
Decidió dirigirse de inmediato al puente para conversar con su compañera de trabajo. Pero al no percatar su presencia, pensó en que quizás había tomado más tiempo del que pensaba. Para ella esconder cosas era un martirio, así que no pudo evitar pensar en que también a Nami le costaba, por lo que se sentó en el puente a esperarla.
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
Una vez escondida en un árbol, sólo quedaba esperar a que Alexandra acabase sus tareas. Desde el álbol se veía mucho movimiento. La gente iba de un lado a otro, algunos con mucha prisa, otros con calma. Pero no llamaban mucho la atención. Eran simples pescadores, o en algún caso, mercaderes. Salvo de dos sujetos que si que desprendían un aura de maldad. Un par de hombres con capas que trataban de no llamar la atención. Puede que otros no se dieran cuenta, pero a mi no me engañaron. Esos formaban parte de algo.
Al perder de vista a ese par, apareció Alexandra en el lugar que quedamos. Al parecer ya había comprado las cestas y la capa para pasar desapercibida. Miró alrededor, y al no verme, se sentó. En ese momento, salí del árbol. De rama en rama, iba bajando, pero en una de ellas me resbalé, con tanta suerte que caí sentada a su lado.
- Aquí estoy Alexandra, espero no haberte asustado - dije con disimulo para que no pareciera que me había caído
Justo después de mi, cayó mi katana encima de mi regazo, y su lanza, que esta se clavó al suelo delante de ella. Una vez más, traté de disimular que no había sido un accidente.
- Espero que te haya gustado la bienvenida, estaba todo preparado - dije con una sonrisa.
Una vez terminado el espectáculo accidental, cogí el par de cestas que había comprado y me levanté para ir a pescar unos cuantos peces.
- Bueno Alexandra, cuando estés lista nos vamos a la orilla a pescar. - Al levantar la vista, me di cuenta de que solo tenía una capa para ella - ¿Sólo ha podido comprar una capa? Que más da, si quieres puedo ir en sigilo y yo te cubro - dije encogiendo los hombros.
Nami
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
A veces para mezclarte entre la gente requieres bajar la guardia y dejarte vulnerable, en un estado natural en donde el lenguaje corporal traiciona. Por ejemplo, puedes sorprenderte honestamente cuando alguien te toma del brazo para saludarte. Es por eso que cuando la joven Nami cayó del cielo, sentándose a su lado de un segundo para otro. No se dio cuenta, pero su mano derecha fue a parar a su espalda, como si hubiera buscado su arma en ese segundo que demoró en reconocer a su compañera de oficio. No solo su arma cayó en el regazo de ella, sino su arma cayó delante de ella, justo entremedio de sus piernas, clavandose en el suelo.
- …
A la mujer le sonaba algo de mentira todo esto de que había caído por coincidencia, pero considerando que tenía la guardia baja para no levantar sospechas, bien ella podría haber desplegado sus habilidades innatas de sigilo.
- Estuvo… bien.
Cuando la joven le hizo el comentario de la capa decidió, mientras caminaban, contarle la historia sobre como había conseguido la capa. Era algo confusa, pero era de aquellas que podías encontrar en muchos libros para niños. Ya saben, ahora la juventud soñaba con ser rebelde y buscar aventuras. Ya atrás quedaban los relatos de princesas y héroes que derrotaban dragones para casarse con ellas.
- Ze puez, zentirría algo de culpa, perro… no zoy yo la que eztá ze confundiendo y malinterrprretando laz zituazionez.
Aquel tema al menos rompió un poco el ambiente de seriedad que había por el trabajo, aunque ello no duró mucho.
- Perro porr ezta ze capa unoz tipoz me hablarron. Me comentarron zobrre que querrían conozer mi ze potenzial y que nezezitaba irr al ze puerrto ezta noche.
Cuando se acercaron al punto donde iban a pescar, la mujer se detuvo, pensativa, como si su mente estuviera trabajando en el mejor plan que podían elaborar.
- Hmm… penzaba en que quizáz podamoz hazerr un falzo zecueztrro. Fingirr que la zecueztrro parra hacerrla entrrarr y dezde ahí verr cómo podemoz neutrralizarr a loz ze bandidoz – pero el problema que tenía con ese plan es que podía dejar involuntariamente a Nami vulnerable – Quizáz podamoz hacerr que la capa oculte zu ze arrama y, eztando dentrro, tenga accezo a ella – eso le daría mayor seguridad a la joven – Aunque podemoz tomarr el plan orriginal y hazer que uzted noz ze ziga y atacarr cuando noz dejen entrrar. Podemoz penzarr en el plan mientrraz pezcamoz.
La mujer al menos tenía la tranquilidad de que podían pensar en qué plan les convenía mientras se hacía de noche. Y nada mejor para calmar las aguas en la tempestad que pescar. Es por eso que tomó su lanza, ató un pequeño hilo a la punta de esta y en el otro extremo ató un pequeño gusano que había encontrado mientras, aburridamente, esperaba a Nami que volviera. Una caña de pescar improvisada, y a diferencia de otras, era mucho más letal.
- …
A la mujer le sonaba algo de mentira todo esto de que había caído por coincidencia, pero considerando que tenía la guardia baja para no levantar sospechas, bien ella podría haber desplegado sus habilidades innatas de sigilo.
- Estuvo… bien.
Cuando la joven le hizo el comentario de la capa decidió, mientras caminaban, contarle la historia sobre como había conseguido la capa. Era algo confusa, pero era de aquellas que podías encontrar en muchos libros para niños. Ya saben, ahora la juventud soñaba con ser rebelde y buscar aventuras. Ya atrás quedaban los relatos de princesas y héroes que derrotaban dragones para casarse con ellas.
- Ze puez, zentirría algo de culpa, perro… no zoy yo la que eztá ze confundiendo y malinterrprretando laz zituazionez.
Aquel tema al menos rompió un poco el ambiente de seriedad que había por el trabajo, aunque ello no duró mucho.
- Perro porr ezta ze capa unoz tipoz me hablarron. Me comentarron zobrre que querrían conozer mi ze potenzial y que nezezitaba irr al ze puerrto ezta noche.
Cuando se acercaron al punto donde iban a pescar, la mujer se detuvo, pensativa, como si su mente estuviera trabajando en el mejor plan que podían elaborar.
- Hmm… penzaba en que quizáz podamoz hazerr un falzo zecueztrro. Fingirr que la zecueztrro parra hacerrla entrrarr y dezde ahí verr cómo podemoz neutrralizarr a loz ze bandidoz – pero el problema que tenía con ese plan es que podía dejar involuntariamente a Nami vulnerable – Quizáz podamoz hacerr que la capa oculte zu ze arrama y, eztando dentrro, tenga accezo a ella – eso le daría mayor seguridad a la joven – Aunque podemoz tomarr el plan orriginal y hazer que uzted noz ze ziga y atacarr cuando noz dejen entrrar. Podemoz penzarr en el plan mientrraz pezcamoz.
La mujer al menos tenía la tranquilidad de que podían pensar en qué plan les convenía mientras se hacía de noche. Y nada mejor para calmar las aguas en la tempestad que pescar. Es por eso que tomó su lanza, ató un pequeño hilo a la punta de esta y en el otro extremo ató un pequeño gusano que había encontrado mientras, aburridamente, esperaba a Nami que volviera. Una caña de pescar improvisada, y a diferencia de otras, era mucho más letal.
Alexandra Whiskers
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Re: El destino los reune, ¿pero qué los mantiene unidos? [Interpretativo] [Libre] [2/4] [CERRADO]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Reivy Abadder
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