Problemas mercantiles [Libre 3/3]
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Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Frosk se encontraba visitando un pequeño pueblo portuario, que recogía mercantes que estaban de paso y llegaban desde Beltrexus o la Península de Verisar, entre otros puertos importantes del continente.
La Cala de la Luna era un sitio remarcado por su abuelo en sus historias, al menos de las que él se acordaba. Le contaba tantas historias que prácticamente era imposible acordarse de todos los emplazamientos, lugares y monumentos que pueblan el mundo. Frosk quería visitarlos todos y cada uno de ellos, llenar sus retinas con las mismas imágenes que su abuelo, y llegar a ser un aventurero y viajero consumado. Eso conllevaba a visitar, no solo los sitios en los que su abuelo había estado, si no todo lo conocido y lo que aún quedaba por descubrir. Era una idea que le fascinaba, un objetivo que, si lograba alcanzarlo, lo llenaría de gozo y plenitud.
Iba caminando por las calles tan bien adoquinadas de aquel lugar, sorprendido de cómo un lugar así podía verse tan lujoso y radiante de vida y belleza. Los adoquines formaban un conjunto de dibujos en espiral, en los cuales el anfibio se paró a mirar e ir saltando de uno a otro, como si de un juego se tratara, con entusiasmo. Bluto, por su parte, lo seguía sin más, deteniéndose cuando era necesario, sin hacer ningún comentario al respecto y observando al hombre rana.
-¡Croac!-Saltó hacia uno de los tantos dibujos en espiral y miró al bio-cibernético-¡Este suelo es genial!
-Las Islas Illidenses presumen del gran estado de sus asentamientos, pueblos y ciudades, que tan bien cuidadas e higiénicas se presentan-Comentó
En uno de los saltos, Frosk se detuvo frente a dos brujas que hablaban entre sí, con un aire de preocupación.
-Anoche, la cosa estuvo más tranquila, pero dijeron que volverían, y si no les dábamos lo que pedían, ¡Saquearían todo el pueblo!
-Lo que me preocupa son los niños... ¿Qué pasará si les da por secuestrarlos? No quiero ni imaginármelo. Estos piratas es lo peor que le ha pasado al pueblo en décadas...
-¡O si nos capturan a nosotras! Puedes incluso hasta viol...--Entonces, se dieron cuenta de que Frosk estaba metido de lleno en la conversación.
La rana hinchó su saco vocal y saludó con una de sus manos. Las brujas lo miraron extrañados e, incómodas, se fueron.
Bluto llegó a la escena, y el anfibio se giró hacia este.
-¿Lo has oído?-Miró de reojo a las mujeres, que seguían su caminar-¡Piratas, croac!-Dijo, algo entusiasmado
-Los piratas reales son mucho más peligrosos que los de las historias que puede haber oído, señor Frosk. Le recomiendo que no se acerque a ellos.
-¡Quiero ver a esos piratas, croac!
Bluto negó con la cabeza
-Eso conllevaría a poner su integridad física en un peligro superior al 80%, no puedo permitirlo. Hemos venido aquí con el propósito de ver las auroras que alguna vez le mencionó su abuelo, ¿Recuerda?
Frosk hinchó su saco vocal y miró con desdén al ser de metal.
-Eres un aguafiestas, croac, ¿Lo sabías?-Le recriminó
La Cala de la Luna era un sitio remarcado por su abuelo en sus historias, al menos de las que él se acordaba. Le contaba tantas historias que prácticamente era imposible acordarse de todos los emplazamientos, lugares y monumentos que pueblan el mundo. Frosk quería visitarlos todos y cada uno de ellos, llenar sus retinas con las mismas imágenes que su abuelo, y llegar a ser un aventurero y viajero consumado. Eso conllevaba a visitar, no solo los sitios en los que su abuelo había estado, si no todo lo conocido y lo que aún quedaba por descubrir. Era una idea que le fascinaba, un objetivo que, si lograba alcanzarlo, lo llenaría de gozo y plenitud.
Iba caminando por las calles tan bien adoquinadas de aquel lugar, sorprendido de cómo un lugar así podía verse tan lujoso y radiante de vida y belleza. Los adoquines formaban un conjunto de dibujos en espiral, en los cuales el anfibio se paró a mirar e ir saltando de uno a otro, como si de un juego se tratara, con entusiasmo. Bluto, por su parte, lo seguía sin más, deteniéndose cuando era necesario, sin hacer ningún comentario al respecto y observando al hombre rana.
-¡Croac!-Saltó hacia uno de los tantos dibujos en espiral y miró al bio-cibernético-¡Este suelo es genial!
-Las Islas Illidenses presumen del gran estado de sus asentamientos, pueblos y ciudades, que tan bien cuidadas e higiénicas se presentan-Comentó
En uno de los saltos, Frosk se detuvo frente a dos brujas que hablaban entre sí, con un aire de preocupación.
-Anoche, la cosa estuvo más tranquila, pero dijeron que volverían, y si no les dábamos lo que pedían, ¡Saquearían todo el pueblo!
-Lo que me preocupa son los niños... ¿Qué pasará si les da por secuestrarlos? No quiero ni imaginármelo. Estos piratas es lo peor que le ha pasado al pueblo en décadas...
-¡O si nos capturan a nosotras! Puedes incluso hasta viol...--Entonces, se dieron cuenta de que Frosk estaba metido de lleno en la conversación.
La rana hinchó su saco vocal y saludó con una de sus manos. Las brujas lo miraron extrañados e, incómodas, se fueron.
Bluto llegó a la escena, y el anfibio se giró hacia este.
-¿Lo has oído?-Miró de reojo a las mujeres, que seguían su caminar-¡Piratas, croac!-Dijo, algo entusiasmado
-Los piratas reales son mucho más peligrosos que los de las historias que puede haber oído, señor Frosk. Le recomiendo que no se acerque a ellos.
-¡Quiero ver a esos piratas, croac!
Bluto negó con la cabeza
-Eso conllevaría a poner su integridad física en un peligro superior al 80%, no puedo permitirlo. Hemos venido aquí con el propósito de ver las auroras que alguna vez le mencionó su abuelo, ¿Recuerda?
Frosk hinchó su saco vocal y miró con desdén al ser de metal.
-Eres un aguafiestas, croac, ¿Lo sabías?-Le recriminó
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Después de lo sucedido en Vigilia, seguimos caminando hacia el sur. En un punto del camino nos despedimos del grupo, y al tocar la costa cambiamos de forma y emprendimos el vuelo hacia el archipiélago.
Hacía tiempo que no viajábamos a las islas y volar sobre el mar, tenía algo muy relajante. Era como estar rodeada por el infinito, bajo tus pies agua, sobre ellos cielo y... una adolescente haciendo cabriolas. Aunque tampoco podía culparla por ellos, todos hemos sido adolescentes, aunque ¿a quién quiero engañar? Las piruetas aéreas se seguían haciendo mucho después de la adolescencia.
-Agg, odio la arena. Da igual lo que haga, siempre se mete en las botas.
Acabábamos de aterrizar sobre la playa, un puñado de mujeres rastrillaban el lugar en busca de moluscos, al fondo se abrirá el pueblo y, aun costado el puerto.
-No te quejes y camina. -La frase salió de mi garganta, con más brusquedad de la esperada. -Si te molesta quítate las botas Vey.
-¿Quejarme? esto no es quejarme. -Respondió la rubia, incrédula. -Estuviste todo el camino refunfuñando sobre torres y princesas. Eso sí es quejarse.
-Lagartija, jamás. Escúchame bien. -Cogí a la chiquilla por los hombros, como si estuviera diciendo algo sumamente grabe. -¡Jamás! vuelvas a subir a una torre. En la primera te encontré a ti, en la segunda casi me secuestran y en la tercera... mejor no hablemos de ella, aún es muy reciente. Las torres con mujeres son horribles ¡horribles! la tuya se cayó a pedazos.
-Ay mama, deja el drama para el teatro. -La adolescente puso los ojos en blanco y sacó mis manos de sus hombros. -Como se nota que tienes lar hormonas revolucionadas. Menos mal que comenzaste a sangrar después de separarnos de Sophi.
-Que hija más cruel que tengo. -Repliqué, llevándome la mano a la cabeza. -Tendría que haberte dejado en aquella torre roñosa.
-Que sí, que sí. Ale, vamos al pueblo. -Lavey se había quitado las botas mientras hablaba, y ahora caminaba con ellas colgadas del hombro. -Eras tú la que quería hacer negocios aquí, para que te trajeran madera mágica a la tienda. No me hagas arrastrarte que pesas.
-¡Pero bueno! -Exclame dramática, tras chasquear molesta la lengua. -Que soy tu madre. Un respeto niña.
Hacía tiempo que no viajábamos a las islas y volar sobre el mar, tenía algo muy relajante. Era como estar rodeada por el infinito, bajo tus pies agua, sobre ellos cielo y... una adolescente haciendo cabriolas. Aunque tampoco podía culparla por ellos, todos hemos sido adolescentes, aunque ¿a quién quiero engañar? Las piruetas aéreas se seguían haciendo mucho después de la adolescencia.
-Agg, odio la arena. Da igual lo que haga, siempre se mete en las botas.
Acabábamos de aterrizar sobre la playa, un puñado de mujeres rastrillaban el lugar en busca de moluscos, al fondo se abrirá el pueblo y, aun costado el puerto.
-No te quejes y camina. -La frase salió de mi garganta, con más brusquedad de la esperada. -Si te molesta quítate las botas Vey.
-¿Quejarme? esto no es quejarme. -Respondió la rubia, incrédula. -Estuviste todo el camino refunfuñando sobre torres y princesas. Eso sí es quejarse.
-Lagartija, jamás. Escúchame bien. -Cogí a la chiquilla por los hombros, como si estuviera diciendo algo sumamente grabe. -¡Jamás! vuelvas a subir a una torre. En la primera te encontré a ti, en la segunda casi me secuestran y en la tercera... mejor no hablemos de ella, aún es muy reciente. Las torres con mujeres son horribles ¡horribles! la tuya se cayó a pedazos.
-Ay mama, deja el drama para el teatro. -La adolescente puso los ojos en blanco y sacó mis manos de sus hombros. -Como se nota que tienes lar hormonas revolucionadas. Menos mal que comenzaste a sangrar después de separarnos de Sophi.
-Que hija más cruel que tengo. -Repliqué, llevándome la mano a la cabeza. -Tendría que haberte dejado en aquella torre roñosa.
-Que sí, que sí. Ale, vamos al pueblo. -Lavey se había quitado las botas mientras hablaba, y ahora caminaba con ellas colgadas del hombro. -Eras tú la que quería hacer negocios aquí, para que te trajeran madera mágica a la tienda. No me hagas arrastrarte que pesas.
-¡Pero bueno! -Exclame dramática, tras chasquear molesta la lengua. -Que soy tu madre. Un respeto niña.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
.. Y es por eso por lo que dos de mis lagrimas son lo suficientemente poderosas como para hacer rebosar el mar entero.- Dijo Gaia como poniendo fin a una conversación agitada que había estado teniendo consigo misma. -Deberían estar todos agradecidos de que no llore nunca.- añadió mientras caminaba alternando momentos en los que corría extasiada con periodos de movimientos lentos- Si lo hiciese todo Aerandir desaparecería.¡ Ja! Imagínate al rey de aerandir sin tierra que gobernar!Los campesinos sin cosechas que comer...los animales muertos sobre los campos inundados!! - emitió una sonora carcajada que se apresuró a enmudecer con sus manos.
Gaia no se había dado cuenta, pero una de las mujeres de la concurrida plaza en aquella pequeña villa costera llevaba observándola más de 10 minutos. El tiempo suficiente para demostrar la animadversion que normalmente venía unida a la chica y que era el segundo paso en el baile conocido para la bruja que solía ser seguido de pasos hacia atrás o huida, por parte de quién la mirase.
Aquello no le preocupaba, no lo más mínimo.
Oh Luna, mi dulce Luna, el mundo es sin duda, afortunado de tenerte. Quizás las sirenas puedan dar testimonio de tu grandiosidad. Hemos oido tanto de los poderes de estos seres que no seria raro pensar que sus escamas contienen la esencia misma del éter.Imagina tu poder en la academia si logramos hacernos con una, mi dulce, dulce Luna.
Gaia había estado ignorando de manera descarada cualquier intento de Luna en poner cordura en su cabeza. Pues para ella la única razon de aquella visita a la cala era la obvia similitud del nombre con ella misma. O con su alter ego. O con lo que sea que vivía dentro de ella. O era ella.
Bueno, dificil de explicar.
Era por ello pues, por lo que pensó que el simple hecho de esperar al anochecer era la mejor excusa para explorar aquel emplazamiento un poco más, y prepararse para la noche .y lo que el misterio de la cala trajese con ella.O en otras palabras... robar todo lo que pudiese en tierras donde aún no se la buscaba por ladrona.
Un paraíso judicial, Luna, mi dulce dulce Luna
- Puedo... ¿ayudarte con algo?- dijo la señora del mercado al ver como Gaia se acercaba a su puesto-No creo que haya nada que te puedas permitir, chica... !Espero que no vengas a robar!! Mi marido formo parte de la guardia de Lunargenta y...-La mujer se había estado enojando por momentos al ver el atuendo excéntrico de Gaia y su manera rara de andar y comunicarse.
La mujer rechinó los dientes al ver como Gaia toqueteaba alguna de sus muestras de tela y abrigos de piel. Se levantó del taburete donde había estado sentada hasta ahora y ella compuso un gesto que a Gaia le recordó al que Matt Owens hacía cuando le preguntaban si había mentido en el reparto de diezmos al rey: lo suficientemente dolido como para parecer ultrajado por aquellas palabras y con la escenificación misma del drama que le daba la exageración de sus palabras.
Había aprendido tanto del estafador...
-Por supuesto que no- no pudo evitar decir Gaia, mientras veía cómo la mujer se acercaba a ella y se llevaba las manos al pecho como dolida, recordando las palabras exactas de al que consideraba su amigo.-¿Es que crees que me hace falta con esta cara?- sonrió de manera exagerada y seductora, justo como Matthew Owens.
Aquello fue la gota que colmó el vaso de la mujer, quien empujó a la bruja fuera de las lineas improvisadas de su tenderete.
-¡Entonces espero que entiendas que con esa cara dura que me gastas no te quiera cerca de mis pieles!- la movió hacia fuera y Gaia aprovechó que la mujer estaba lo suficientemente distraída empujándola como para percatarse que su mano ya había echado mano de dos retales de seda.
Aprovechó el empujón de la mujer para correr fuera de su vista. Para cuando esta se dio cuenta de que le faltaban dos de sus telares más caros, Gaia estaba ya muy lejos, y reía como una desquiciada mientras seguía los colores de los azulejos del suelo de aquella ciudad de manera distraída. Cuando llegó a una calle sin salida lo suficientemente oscura como para ser peligrosa, la bruja sacó su hurto para analizarlo.
-¡Vieja demoníaca y arrugada!- dijo la chica mientras miraba la poca cantidad de tela que quedaba en lo que había robado- Tan sólo pone muestras en su escaparate!- dijo molesta- Ahora tendré que encontrar a alguien digno de estas telas, pero lo suficientemente pequeño como para apañarse con ellas... Me pregunto si un niño o... un enano.Sí... los enanos siempre quieren aparentar más de lo que son...-
Aún podemos sacar algo por ellas, Luna mi Luna... Tan solo.. mantente alerta Y doblalas como si fuesen la muestra completa. Así podemos incrementar al menos dos Aeros en su venta
Gaia le hizo caso a su voz mientras volvía a mezclarse con el alboroto de las calles de aquel pueblo. Observó como el pequeño mercado estaba empezando a cerrar, y tan solo algunos tenderetes de pescado que no se había vendido y sobras de carnes aún quedaban abiertos. No por ello el lugar parecía más vacío, pues la gente del pueblo se había aglomerado en la placita y hablaban sobre piratas y los daños acaecidos a una aldea cercana.
Bolsas sin vigilar, Luna mi dulce,.. dulce Luna
-El caso...- dijo Gaia de nuevo retomando su conversación- Si tan solo supiesen el poder de mis lágrimas, nadie, nunca me haría llorar. - añadiò mientras intentaba decidir entre la multitud a quién robar luego.
Gaia no se había dado cuenta, pero una de las mujeres de la concurrida plaza en aquella pequeña villa costera llevaba observándola más de 10 minutos. El tiempo suficiente para demostrar la animadversion que normalmente venía unida a la chica y que era el segundo paso en el baile conocido para la bruja que solía ser seguido de pasos hacia atrás o huida, por parte de quién la mirase.
Aquello no le preocupaba, no lo más mínimo.
Oh Luna, mi dulce Luna, el mundo es sin duda, afortunado de tenerte. Quizás las sirenas puedan dar testimonio de tu grandiosidad. Hemos oido tanto de los poderes de estos seres que no seria raro pensar que sus escamas contienen la esencia misma del éter.Imagina tu poder en la academia si logramos hacernos con una, mi dulce, dulce Luna.
Gaia había estado ignorando de manera descarada cualquier intento de Luna en poner cordura en su cabeza. Pues para ella la única razon de aquella visita a la cala era la obvia similitud del nombre con ella misma. O con su alter ego. O con lo que sea que vivía dentro de ella. O era ella.
Bueno, dificil de explicar.
Era por ello pues, por lo que pensó que el simple hecho de esperar al anochecer era la mejor excusa para explorar aquel emplazamiento un poco más, y prepararse para la noche .y lo que el misterio de la cala trajese con ella.O en otras palabras... robar todo lo que pudiese en tierras donde aún no se la buscaba por ladrona.
Un paraíso judicial, Luna, mi dulce dulce Luna
- Puedo... ¿ayudarte con algo?- dijo la señora del mercado al ver como Gaia se acercaba a su puesto-No creo que haya nada que te puedas permitir, chica... !Espero que no vengas a robar!! Mi marido formo parte de la guardia de Lunargenta y...-La mujer se había estado enojando por momentos al ver el atuendo excéntrico de Gaia y su manera rara de andar y comunicarse.
La mujer rechinó los dientes al ver como Gaia toqueteaba alguna de sus muestras de tela y abrigos de piel. Se levantó del taburete donde había estado sentada hasta ahora y ella compuso un gesto que a Gaia le recordó al que Matt Owens hacía cuando le preguntaban si había mentido en el reparto de diezmos al rey: lo suficientemente dolido como para parecer ultrajado por aquellas palabras y con la escenificación misma del drama que le daba la exageración de sus palabras.
Había aprendido tanto del estafador...
-Por supuesto que no- no pudo evitar decir Gaia, mientras veía cómo la mujer se acercaba a ella y se llevaba las manos al pecho como dolida, recordando las palabras exactas de al que consideraba su amigo.-¿Es que crees que me hace falta con esta cara?- sonrió de manera exagerada y seductora, justo como Matthew Owens.
Aquello fue la gota que colmó el vaso de la mujer, quien empujó a la bruja fuera de las lineas improvisadas de su tenderete.
-¡Entonces espero que entiendas que con esa cara dura que me gastas no te quiera cerca de mis pieles!- la movió hacia fuera y Gaia aprovechó que la mujer estaba lo suficientemente distraída empujándola como para percatarse que su mano ya había echado mano de dos retales de seda.
Aprovechó el empujón de la mujer para correr fuera de su vista. Para cuando esta se dio cuenta de que le faltaban dos de sus telares más caros, Gaia estaba ya muy lejos, y reía como una desquiciada mientras seguía los colores de los azulejos del suelo de aquella ciudad de manera distraída. Cuando llegó a una calle sin salida lo suficientemente oscura como para ser peligrosa, la bruja sacó su hurto para analizarlo.
-¡Vieja demoníaca y arrugada!- dijo la chica mientras miraba la poca cantidad de tela que quedaba en lo que había robado- Tan sólo pone muestras en su escaparate!- dijo molesta- Ahora tendré que encontrar a alguien digno de estas telas, pero lo suficientemente pequeño como para apañarse con ellas... Me pregunto si un niño o... un enano.Sí... los enanos siempre quieren aparentar más de lo que son...-
Aún podemos sacar algo por ellas, Luna mi Luna... Tan solo.. mantente alerta Y doblalas como si fuesen la muestra completa. Así podemos incrementar al menos dos Aeros en su venta
Gaia le hizo caso a su voz mientras volvía a mezclarse con el alboroto de las calles de aquel pueblo. Observó como el pequeño mercado estaba empezando a cerrar, y tan solo algunos tenderetes de pescado que no se había vendido y sobras de carnes aún quedaban abiertos. No por ello el lugar parecía más vacío, pues la gente del pueblo se había aglomerado en la placita y hablaban sobre piratas y los daños acaecidos a una aldea cercana.
Bolsas sin vigilar, Luna mi dulce,.. dulce Luna
-El caso...- dijo Gaia de nuevo retomando su conversación- Si tan solo supiesen el poder de mis lágrimas, nadie, nunca me haría llorar. - añadiò mientras intentaba decidir entre la multitud a quién robar luego.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Frosk y Bluto ya se habían recorrido todo el pueblo de arriba a abajo, y ni siquiera era la hora de almorzar. Se encontraban en el puerto del modesto pueblo. El hombre rana estaba sentado en uno de los postes para atar los barcos, de tantos que había en aquel lugar. Parecía visiblemente aburrido. En una de sus manos tenía un par de piedras, con las que apuntaba directamente hacia el agua. Tras apuntar debidamente, y asegurarse de la fuerza exacta que tenía que ejercer, la lanzó y esta dio cinco rebotes por la superficie del agua hasta hundirse por completo hasta el fondo. Había logrado una buena distancia.
-¿Por qué tira piedras al agua, señor Frosk?-Dijo Bluto, el cual se encontraba justo al lado del anfibio, de pie y observando cada uno de los movimientos que este hacía
-Para hacerlas rebotar y ver lo lejos que llegan-Contestó-¿Nunca lo hiciste cuando eras un niño? ¿Tus padres no te enseñaron?
-...-Tardó en responder, como si estuviese buscando alguna respuesta lógica-No-Fue todo lo que contestó
Entonces, el anfibio le ofreció la última piedra que le quedaba.
-A mí me enseñó mi abuelo-Comentó. Acto seguido se puso en pie y empezó a articular palabra por palabra su explicación-¡Tienes que tirarla de forma recta con respecto al agua, para que así rebote, y rebote, y rebote...!
El ser de metal agarró la piedra y la miró, la analizó y luego centró su mirada en la calmosa agua. Frosk miraba expectante a su compañero para ver cómo lo hacía.
Sin más, Bluto, con una fuerza descomunal, lanzó la piedra. Esta rebotó hasta casi diez veces. Podría haber seguido más su trayectoria, pero esta se encontró con un barco que obstaculizó su camino. Frosk y Bluto se alertaron y se pusieron nerviosos.
-¡Croac, no tan fuerte!
-¡L-lo siento!
Se pudo ver entonces cómo un hombre se asomaba a la aleta de babor, con un traje de marinero elegante y galardonado, y un sombrero que a todas luces lo proclamaba como el capitán de dicho navío. Parecía ser bastante joven para ser el capitán de un barco, pero aún así caminaba con elegancia y tenía un porte nobiliario.
Cuando el capitán vio a los dos sujetos que habían apedreado su barco, frunció el ceño, más que enfadado, extrañado.
Frosk y Bluto se pusieron de rodillas y daban alabanzas una y otra vez, suplicando por el perdón de dicho capitán.
-¡L-lo sentimos, señor!
-¡Ha sido culpa mía, lo siento!
El hombre, al darse cuenta de la inocencia y la pureza de las palabras de ambos, se relajó y esbozó una fugaz sonrisa. Acto seguido, suspiró.
-...No pasa nada-Alzó un poco la voz para que pudieran escucharlo-¡Pero tened más cuidado, bribones!-Frosk y Bluto seguían disculpándose, muy apurados. El capitán entonces dibujó en su rostro una sonrisilla falsa. Acto seguido, se marchó, y no tardó en bajarse de su nave y acercarse hasta aquel extravagante dúo-No tenéis de qué preocuparos-Volvió a insistir-¿Qué os trae por aquí, bribones?
Al fin, dejaron de disculparse, y Frosk se puso en pie, enérgico, y respondió.
-¡Hemos venido a ver las auroras boreales, croac!-Hinchó su saco vocal
-Pero no sabemos dónde verlas
Entonces, el capitán se llevó una mano al mentón, pensativo.
-Las auroras...-Posó su atención en el dúo y sonrió gentilmente-Me sé un sitio maravilloso donde poder verlas. Es un verdadero espectáculo de luces.-Dijo, poniendo primero sus brazos en jarras y luego con uno de ellos quitándose el sombrero para hacer una pequeña reverencia con él-Por cierto, ¡Soy el Capitán Duchard. Mercader, cazatesoros y marino aventurero por naturaleza!
-¡Genial!-Dijo, entusiasmado-¡Pues llévenos, capitán!
-Solo salen de noche, señor Frosk. Habrá que esperar.-Comentó Bluto
-En efecto...--De pronto, la conversación fue cortada por un murmullo que se extendió hasta el mismo puerto, y parecía provenir de la plaza. El capitán Duchard centró su atención, buscando qué podía ser.
Bluto y Frosk, se voltearon e hicieron lo mismo. De pronto, todo había adquirido un aire algo tenso, hasta que finalmente toda la tensión se liberó con un grito de:
-¡PIRATAAAAAS!
-¿Por qué tira piedras al agua, señor Frosk?-Dijo Bluto, el cual se encontraba justo al lado del anfibio, de pie y observando cada uno de los movimientos que este hacía
-Para hacerlas rebotar y ver lo lejos que llegan-Contestó-¿Nunca lo hiciste cuando eras un niño? ¿Tus padres no te enseñaron?
-...-Tardó en responder, como si estuviese buscando alguna respuesta lógica-No-Fue todo lo que contestó
Entonces, el anfibio le ofreció la última piedra que le quedaba.
-A mí me enseñó mi abuelo-Comentó. Acto seguido se puso en pie y empezó a articular palabra por palabra su explicación-¡Tienes que tirarla de forma recta con respecto al agua, para que así rebote, y rebote, y rebote...!
El ser de metal agarró la piedra y la miró, la analizó y luego centró su mirada en la calmosa agua. Frosk miraba expectante a su compañero para ver cómo lo hacía.
Sin más, Bluto, con una fuerza descomunal, lanzó la piedra. Esta rebotó hasta casi diez veces. Podría haber seguido más su trayectoria, pero esta se encontró con un barco que obstaculizó su camino. Frosk y Bluto se alertaron y se pusieron nerviosos.
-¡Croac, no tan fuerte!
-¡L-lo siento!
Se pudo ver entonces cómo un hombre se asomaba a la aleta de babor, con un traje de marinero elegante y galardonado, y un sombrero que a todas luces lo proclamaba como el capitán de dicho navío. Parecía ser bastante joven para ser el capitán de un barco, pero aún así caminaba con elegancia y tenía un porte nobiliario.
Cuando el capitán vio a los dos sujetos que habían apedreado su barco, frunció el ceño, más que enfadado, extrañado.
Frosk y Bluto se pusieron de rodillas y daban alabanzas una y otra vez, suplicando por el perdón de dicho capitán.
-¡L-lo sentimos, señor!
-¡Ha sido culpa mía, lo siento!
El hombre, al darse cuenta de la inocencia y la pureza de las palabras de ambos, se relajó y esbozó una fugaz sonrisa. Acto seguido, suspiró.
-...No pasa nada-Alzó un poco la voz para que pudieran escucharlo-¡Pero tened más cuidado, bribones!-Frosk y Bluto seguían disculpándose, muy apurados. El capitán entonces dibujó en su rostro una sonrisilla falsa. Acto seguido, se marchó, y no tardó en bajarse de su nave y acercarse hasta aquel extravagante dúo-No tenéis de qué preocuparos-Volvió a insistir-¿Qué os trae por aquí, bribones?
Al fin, dejaron de disculparse, y Frosk se puso en pie, enérgico, y respondió.
-¡Hemos venido a ver las auroras boreales, croac!-Hinchó su saco vocal
-Pero no sabemos dónde verlas
Entonces, el capitán se llevó una mano al mentón, pensativo.
-Las auroras...-Posó su atención en el dúo y sonrió gentilmente-Me sé un sitio maravilloso donde poder verlas. Es un verdadero espectáculo de luces.-Dijo, poniendo primero sus brazos en jarras y luego con uno de ellos quitándose el sombrero para hacer una pequeña reverencia con él-Por cierto, ¡Soy el Capitán Duchard. Mercader, cazatesoros y marino aventurero por naturaleza!
-¡Genial!-Dijo, entusiasmado-¡Pues llévenos, capitán!
-Solo salen de noche, señor Frosk. Habrá que esperar.-Comentó Bluto
-En efecto...--De pronto, la conversación fue cortada por un murmullo que se extendió hasta el mismo puerto, y parecía provenir de la plaza. El capitán Duchard centró su atención, buscando qué podía ser.
Bluto y Frosk, se voltearon e hicieron lo mismo. De pronto, todo había adquirido un aire algo tenso, hasta que finalmente toda la tensión se liberó con un grito de:
-¡PIRATAAAAAS!
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Lavey, que volvía a calzar sus botas, caminaba a mi lado por el astillero del puerto. Hablábamos de forma amena sobre las utilidades que le daríamos a la madera illidense, ella movía las manos explicando su próxima creación, una flecha que perseguía al enemigo, y yo... bueno, yo solo la escuchaba y le daba algunos apuntes mientras me preguntaba si la madera mágica le daría propiedades especificas a una casa. Últimamente la familia había crecido.
-Oye, Rei ¿porque será que los brujos decoran el suelo de la calle?
Dejé de prestarle atención al trabajador del astillero que me enseñaba una muestra de madera.
-O sea, mira el suelo. Esta todo lleno de serrín, virutas, barro seco y... a saber que es esa cosa morada. ¿Porque hacer algo que no se luce?
Con la mano le pedí al hombre que aguardara un segundo.
-Pues seguramente porque en su momento les pareció una buena. Porque a lo mejor hay alguien que limpia las calles y hoy se ha levantado tarde. Quizás son mágicas y cada cierto tiempo se limpian solas. -El trabajador del puerto levantó una ceja y me miró con una mueca divertida. -O quizás las han puesto ahí para que la gente se pregunte "porque".
-Esa última me la apunto, señorita. -Respondí al hombre con una sonrisa y una inclinación de cabeza. -Veras jovencita. Los adoquines de esta ciudad siguen un patrón que lleva a siempre al mismo lugar. Escoge la calle que quieras, sigue la dirección que te apetezca y déjate guiar por los adoquines. Tarde o temprano acabaras en la plaza central del pueblo.
-Es... ingenioso. -Concedió la muchacha mirando al hombre. -Aunque si os atacan jugara en vuestra contra.
-¿Está segura de eso? -La sonrisa del trabajador se volvió orgullosa. -Fíjese. Pese a toda la suciedad usted ha visto los colores. Por la noche estos resplandecen levemente y se hacen más llamativos. El ser humano sigue de forma inconsciente aquello que llama la atención por sobre otras cosas. Si nos atacan su instinto los atraerá a la plaza como el fuego a las polillas, antes de que se den cuenta se encontraran rodeados y las flechas y conjuros lloverán desde las casas.
-Claro, suponiendo que no tengan a nadie que pueda volar y ver el patrón, -Lavey sonreía igual de orgullosa ante sus hipótesis.- o un estratega que marque las calles o algún brujo que pueda crear un conjuro guía.
-Tiene usted una niña muy lista, señorita. -Ahora era yo la que sonreía con orgullo. -¿Porque no siguen los adoquines? Hoy hay mercado en la plaza.
Aceptamos la invitación y caminamos hacia el interior del pueblo pesquero. A Lavey le encantaba comprarse fruslerías siempre que tenía ocasión y a mí me apetecía pasear.
Lo que no me apetecía ver, y vi, era una plaza desordenada y llena de piratas que intentaban robar joyas y baratijas.
-Una ya no puede ni pasear tranquilamente.
Suspiré cruzándome de brazos al tiempo que Vey desenfundaba el arco con ansiedad.
-¿Puedo ir? ¿Puedo ir? Quiero un sombrero pirata ¿Puedo, puedo? Por favor.
-Está bien pero... -La rubia lanzó un gritito y comenzó a correr al tiempo que lanzaba flechas. Cerré los ojos y expulse el aire de mis pulmones. -Niños...
La mayoría de mercaderes que no se veían afectos se habían escondido bajo sus tiendas, o se habían guarecido en alguna casa. Cerca de la entrada por la que acabábamos de acceder a la plaza se encontraba un puesto de frutas.
-Mmm castañas y naranjas. -Cogí una bolsa de castañas y una naranja, le di un vistazo al otro lado del puesto donde debería haber un mercader. -Anda, hola. -Resulta que este era uno los que habían decidido esconderse bajo su tienda. -No se preocupe, enseguida se habrá acabado todo.
Tras decir aquello sonreí a la mujer y me apoye sobre la ventana de una casa cercana. Me quedé mirando la escena que estaba montando mi hija mientras pelaba la fruta y me comía un jugoso gajo.
-Que dulce. Luego tengo que comprar más.
-Oye, Rei ¿porque será que los brujos decoran el suelo de la calle?
Dejé de prestarle atención al trabajador del astillero que me enseñaba una muestra de madera.
-O sea, mira el suelo. Esta todo lleno de serrín, virutas, barro seco y... a saber que es esa cosa morada. ¿Porque hacer algo que no se luce?
Con la mano le pedí al hombre que aguardara un segundo.
-Pues seguramente porque en su momento les pareció una buena. Porque a lo mejor hay alguien que limpia las calles y hoy se ha levantado tarde. Quizás son mágicas y cada cierto tiempo se limpian solas. -El trabajador del puerto levantó una ceja y me miró con una mueca divertida. -O quizás las han puesto ahí para que la gente se pregunte "porque".
-Esa última me la apunto, señorita. -Respondí al hombre con una sonrisa y una inclinación de cabeza. -Veras jovencita. Los adoquines de esta ciudad siguen un patrón que lleva a siempre al mismo lugar. Escoge la calle que quieras, sigue la dirección que te apetezca y déjate guiar por los adoquines. Tarde o temprano acabaras en la plaza central del pueblo.
-Es... ingenioso. -Concedió la muchacha mirando al hombre. -Aunque si os atacan jugara en vuestra contra.
-¿Está segura de eso? -La sonrisa del trabajador se volvió orgullosa. -Fíjese. Pese a toda la suciedad usted ha visto los colores. Por la noche estos resplandecen levemente y se hacen más llamativos. El ser humano sigue de forma inconsciente aquello que llama la atención por sobre otras cosas. Si nos atacan su instinto los atraerá a la plaza como el fuego a las polillas, antes de que se den cuenta se encontraran rodeados y las flechas y conjuros lloverán desde las casas.
-Claro, suponiendo que no tengan a nadie que pueda volar y ver el patrón, -Lavey sonreía igual de orgullosa ante sus hipótesis.- o un estratega que marque las calles o algún brujo que pueda crear un conjuro guía.
-Tiene usted una niña muy lista, señorita. -Ahora era yo la que sonreía con orgullo. -¿Porque no siguen los adoquines? Hoy hay mercado en la plaza.
Aceptamos la invitación y caminamos hacia el interior del pueblo pesquero. A Lavey le encantaba comprarse fruslerías siempre que tenía ocasión y a mí me apetecía pasear.
Lo que no me apetecía ver, y vi, era una plaza desordenada y llena de piratas que intentaban robar joyas y baratijas.
-Una ya no puede ni pasear tranquilamente.
Suspiré cruzándome de brazos al tiempo que Vey desenfundaba el arco con ansiedad.
-¿Puedo ir? ¿Puedo ir? Quiero un sombrero pirata ¿Puedo, puedo? Por favor.
-Está bien pero... -La rubia lanzó un gritito y comenzó a correr al tiempo que lanzaba flechas. Cerré los ojos y expulse el aire de mis pulmones. -Niños...
La mayoría de mercaderes que no se veían afectos se habían escondido bajo sus tiendas, o se habían guarecido en alguna casa. Cerca de la entrada por la que acabábamos de acceder a la plaza se encontraba un puesto de frutas.
-Mmm castañas y naranjas. -Cogí una bolsa de castañas y una naranja, le di un vistazo al otro lado del puesto donde debería haber un mercader. -Anda, hola. -Resulta que este era uno los que habían decidido esconderse bajo su tienda. -No se preocupe, enseguida se habrá acabado todo.
Tras decir aquello sonreí a la mujer y me apoye sobre la ventana de una casa cercana. Me quedé mirando la escena que estaba montando mi hija mientras pelaba la fruta y me comía un jugoso gajo.
-Que dulce. Luego tengo que comprar más.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
La gente corría evitando algo que Gaia no había atinado a ver. La chica esquivó alguna que otra verdura que habían comenzado a ser la munición de una pelea inminente. Justo fue en uno de aquellos movimientos violentos esquivando una lechuga, que Gaia se dio cuenta de los zapatos de las personas que no corrían a su alrededor, asustados sino que se quedaban allí moviéndose de un lado a otro.
Zapatos gastados pero con sumo cuidado encerados. Con broches relucientes de los que se pasan el día siendo mimados de sobremanera por sus dueños. Con remiendos perfectamente ocultos entre la pedrería o los cordones. Zapatos de alguien que se esfuerza por que se confíe en ellos pero... no es de confianza.
Gaia alzó la cabeza, ilusionada, esperando encontrar a alguien interesante que poseyese aquellos zapatos y que mereciese la pena conocer de entre todas las personas que ahora casi tiraban de ella de un lado para otro zarandeándola.
-Veamos... ¿Quién de estos hombres con sombrero lleva zapatos lo suficientemente interesantes como para quitar mi vista de esas bolsas tan desprotegidas...?- dijo la bruja hablando más para ella misma que para nadie pero haciéndolo en un tono lo bastantemente fuerte como para que alguno de los piratas se enterasen.
Dos en realidad, que se dieron un codazo y se rieron, esperando ver que hacía la chica menuda entre tanto gentío y andando a contracorriente. Gaia parecía emerger de tanto en tanto a la superficie y acabó trepando entre una pequeña montaña de cuerpos que se habían caído con la carrera y se acumulaban uno tras otros en el suelo. Aquello era un campo de batalla: Un pirata manoseaba a una chica de no mas de 17 años, otro robaba las bolsas a una familia de bien, después de haber dejado en enaguas al padre, otro había pasado a robar cualquier mercancía que aún quedase sin guardar en el mercado y el que parecía el mandamás observaba la situación desde la escalera que llevaba al ayuntamiento del pueblo.
Piratas... Luna.. oh mi Luna. Es nuestro día de suerte, mi cielo. Nadie sabe mejor como los piratas como hacerse con bolsas ajenas. Ahora, Luna, o mi Luna, tan solo tenemos una oportunidad de impresionarlos. Seguramente no nos dejarán unirnos a ellos si no lo haces bien. Piensa, Lunita... mi dulce e ingenua Luna.
-Pero...¿ merecerá la pena? - preguntó Gaia, rebuscando en el montón sobre el que estaba subida-No se... parecen sucios aunque tienen buenos zapatos. Yo no puedo confiar en alguien sucio... esto es un dilema moral importante- dijo la chica, fingiendo que se secaba el sudor de la frente con una mano mientras con la otra robaba alguna de las posesiones de las personas sobre las que caminaba.
Algunas de esas personas se quejaron, otras intentaron agarrarla del cabello para evitar así que les robase, pero la chica se zafó de todas usando la marabunta que caminaba sobre ellas para escapar y ponerse a salvo en un rincón más o menos tranquilo donde se adecento.
Ahora, Luna mi Luna... enséñales ese botín... así sabrán que buena eres en lo que haces. Aunque ESPERA no todo, mi dulce, dulce Luna... no seamos ingenuas y guardemos algo para nosotras.
Todo pasó muy rápido. Gaia guardó dos bolsas en su maleta y antes de tener la posibilidad de acercarse siquiera a los piratas los dos hombres que la habiían estado observando se le acercaron y la amarraron por detrás, llevándolas en volandas hacia el capitán.
-Caballeros...- dijo la chica, de manera educada-Si llego a saber que existe un medio de transporte como este que no me cansa... os contrato antes-añadió Gaia con una sonrisa en la cara.
-Esta es la dama en cuestión, señor... ha robado 8 bolsas en menos de 10 minutos... se ha zafado de tres hombres fornidos y una mujer obesa. Además habla sola. Puede ser una bruja de los mares, señor. Creo que quizás deberíamos vigilarla de cerca.- dijo uno de los piratas.
-De hecho... yo os debería vigilar- dijo la chica componiendo un gesto serio como si de pronto se hubiese dado cuenta de que no estaba allí por voluntad propia.
Perfecto... Luna, mi dulce, dulce Luna.
Zapatos gastados pero con sumo cuidado encerados. Con broches relucientes de los que se pasan el día siendo mimados de sobremanera por sus dueños. Con remiendos perfectamente ocultos entre la pedrería o los cordones. Zapatos de alguien que se esfuerza por que se confíe en ellos pero... no es de confianza.
Gaia alzó la cabeza, ilusionada, esperando encontrar a alguien interesante que poseyese aquellos zapatos y que mereciese la pena conocer de entre todas las personas que ahora casi tiraban de ella de un lado para otro zarandeándola.
-Veamos... ¿Quién de estos hombres con sombrero lleva zapatos lo suficientemente interesantes como para quitar mi vista de esas bolsas tan desprotegidas...?- dijo la bruja hablando más para ella misma que para nadie pero haciéndolo en un tono lo bastantemente fuerte como para que alguno de los piratas se enterasen.
Dos en realidad, que se dieron un codazo y se rieron, esperando ver que hacía la chica menuda entre tanto gentío y andando a contracorriente. Gaia parecía emerger de tanto en tanto a la superficie y acabó trepando entre una pequeña montaña de cuerpos que se habían caído con la carrera y se acumulaban uno tras otros en el suelo. Aquello era un campo de batalla: Un pirata manoseaba a una chica de no mas de 17 años, otro robaba las bolsas a una familia de bien, después de haber dejado en enaguas al padre, otro había pasado a robar cualquier mercancía que aún quedase sin guardar en el mercado y el que parecía el mandamás observaba la situación desde la escalera que llevaba al ayuntamiento del pueblo.
Piratas... Luna.. oh mi Luna. Es nuestro día de suerte, mi cielo. Nadie sabe mejor como los piratas como hacerse con bolsas ajenas. Ahora, Luna, o mi Luna, tan solo tenemos una oportunidad de impresionarlos. Seguramente no nos dejarán unirnos a ellos si no lo haces bien. Piensa, Lunita... mi dulce e ingenua Luna.
-Pero...¿ merecerá la pena? - preguntó Gaia, rebuscando en el montón sobre el que estaba subida-No se... parecen sucios aunque tienen buenos zapatos. Yo no puedo confiar en alguien sucio... esto es un dilema moral importante- dijo la chica, fingiendo que se secaba el sudor de la frente con una mano mientras con la otra robaba alguna de las posesiones de las personas sobre las que caminaba.
Algunas de esas personas se quejaron, otras intentaron agarrarla del cabello para evitar así que les robase, pero la chica se zafó de todas usando la marabunta que caminaba sobre ellas para escapar y ponerse a salvo en un rincón más o menos tranquilo donde se adecento.
Ahora, Luna mi Luna... enséñales ese botín... así sabrán que buena eres en lo que haces. Aunque ESPERA no todo, mi dulce, dulce Luna... no seamos ingenuas y guardemos algo para nosotras.
Todo pasó muy rápido. Gaia guardó dos bolsas en su maleta y antes de tener la posibilidad de acercarse siquiera a los piratas los dos hombres que la habiían estado observando se le acercaron y la amarraron por detrás, llevándolas en volandas hacia el capitán.
-Caballeros...- dijo la chica, de manera educada-Si llego a saber que existe un medio de transporte como este que no me cansa... os contrato antes-añadió Gaia con una sonrisa en la cara.
-Esta es la dama en cuestión, señor... ha robado 8 bolsas en menos de 10 minutos... se ha zafado de tres hombres fornidos y una mujer obesa. Además habla sola. Puede ser una bruja de los mares, señor. Creo que quizás deberíamos vigilarla de cerca.- dijo uno de los piratas.
-De hecho... yo os debería vigilar- dijo la chica componiendo un gesto serio como si de pronto se hubiese dado cuenta de que no estaba allí por voluntad propia.
Perfecto... Luna, mi dulce, dulce Luna.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Descontrol, un poco de caos, y muchos bienes hurtados de la forma más descarada o sutil posible, no había término medio. Todo lo que pudieran llevarse, fuese como fuese, sería bueno. Eran piratas al fin y al cabo, y aquel pueblo no parecía tener una guardia como tal que les protegiera. Además, eran un sitio próspero en cuanto a comercio.
Solo alguien con alma heróica podía solucionar esto. Alguien tenía que alzar la voz, enfrentarse a aquellos tipejos y arrojar todo el valor del mundo contra ellos. Da igual si lo hacía solo...
-...Da igual si nadie más se atreve, da igual que sean más...-Pegó un salto enorme y se colocó encima de un puestecillo de madera que vendía dulces. Bluto, por su parte, se colocó al lado del puesto, observando todo el jaleo desde su posición-¡Debe hacerse justicia, croac!
Algunos lo miraban extrañados, otros simplemente ni le prestaban atención, huyendo despavoridos de allí.
-¡EH, INEPTOS!-Ningún pirata le prestó atención.
Parecía que habían recaudado una cantidad suficiente de bienes, se disponían a aglomerarse en el centro de la plaza.
-...croac...-Los miró con desdén. Acto seguido, miró a Bluto-¡Vamos!-Señaló hacia los piratas y acto seguido saltó encima del ser de metal, colocándose en los hombros de este.
Bluto se abrió paso con su imponente presencia entre la multitud hasta llegar hasta los piratas. Estos, al ver al dúo, no se atrevieron a hacer o decir nada, más que nada por la espontaneidad de la situación.
Frosk se puso en pie en la cabeza del bio-cibernético, listo para hablar.
-¡Dejad de robar a los pobres habitantes de la aldea, piratas!-Les señaló, acusador.
Acto seguido, se llevó la mano a la vaina de su espada y se dispuso a saltar al suelo. Pero, en mitad de la trayectoria, algo salió mal; la espada no salía y el anfibio no calculó bien su caída. Como resultado, Frosk acabó con la cara estampada en el suelo.
No movía un solo músculo. Se hizo el silencio total entre los presentes. Bluto miraba a su amigo con la misma solemnidad de siempre, sin hacer ningún comentario al respecto.
-¿...Ha... ha muerto?-Saltó uno de los aldeanos
De pronto, movió un anca y soltó un gemido de dolor.
-.........croac.........
Y todos los piratas se echaron a reír.
Avergonzado, el hombre-rana despegó su rostro del suelo y les miró con rabia y desdén.
-¿Está bien, señor Frosk?
-S-sí... croac-Apretaba los labios con rabia-¡A por ellos!
De pronto, Frosk se reincorporó y desenvainó su arma, encarándose con el pirata que más cerca tenía, dándole tajos a diestro y siniestro. Bluto, por su parte, también empezaba a repartir puñetazos y palmadas como si de panes se trataran.
Frosk vio cómo un par de piratas tenían agarrada a una chica pelirroja, seguramente estuviera allí en contra de su voluntad, por lo que pegó un salto, impulsándose sobre la cara de uno de los tantos piratas a los que les había declarado batalla, y en mitad del vuelo, en pleno aire, despegó su lengua y la incrustó en la espalda de uno de los dos mencionados, con fuerza se impulsó hacia este, recogiéndose la lengua y, antes de llegar, la despegó y cayó encima del mencionado pirata haciéndolo caer de bruces contra el suelo inconsciente. El que estaba a su lado empuñaba una daga, y no tenía reparos en atacar a la rana, pero antes de que pudiera ejecutar ningún ataque, el anfibio le estampó su escudo en toda la cara, rompiéndole seguramente la nariz y haciendo que un par de dientes volaran de su boca.
-¿Estás bien, croac?-Preguntó a la chica pelirroja.
Solo alguien con alma heróica podía solucionar esto. Alguien tenía que alzar la voz, enfrentarse a aquellos tipejos y arrojar todo el valor del mundo contra ellos. Da igual si lo hacía solo...
-...Da igual si nadie más se atreve, da igual que sean más...-Pegó un salto enorme y se colocó encima de un puestecillo de madera que vendía dulces. Bluto, por su parte, se colocó al lado del puesto, observando todo el jaleo desde su posición-¡Debe hacerse justicia, croac!
Algunos lo miraban extrañados, otros simplemente ni le prestaban atención, huyendo despavoridos de allí.
-¡EH, INEPTOS!-Ningún pirata le prestó atención.
Parecía que habían recaudado una cantidad suficiente de bienes, se disponían a aglomerarse en el centro de la plaza.
-...croac...-Los miró con desdén. Acto seguido, miró a Bluto-¡Vamos!-Señaló hacia los piratas y acto seguido saltó encima del ser de metal, colocándose en los hombros de este.
Bluto se abrió paso con su imponente presencia entre la multitud hasta llegar hasta los piratas. Estos, al ver al dúo, no se atrevieron a hacer o decir nada, más que nada por la espontaneidad de la situación.
Frosk se puso en pie en la cabeza del bio-cibernético, listo para hablar.
-¡Dejad de robar a los pobres habitantes de la aldea, piratas!-Les señaló, acusador.
Acto seguido, se llevó la mano a la vaina de su espada y se dispuso a saltar al suelo. Pero, en mitad de la trayectoria, algo salió mal; la espada no salía y el anfibio no calculó bien su caída. Como resultado, Frosk acabó con la cara estampada en el suelo.
No movía un solo músculo. Se hizo el silencio total entre los presentes. Bluto miraba a su amigo con la misma solemnidad de siempre, sin hacer ningún comentario al respecto.
-¿...Ha... ha muerto?-Saltó uno de los aldeanos
De pronto, movió un anca y soltó un gemido de dolor.
-.........croac.........
Y todos los piratas se echaron a reír.
Avergonzado, el hombre-rana despegó su rostro del suelo y les miró con rabia y desdén.
-¿Está bien, señor Frosk?
-S-sí... croac-Apretaba los labios con rabia-¡A por ellos!
De pronto, Frosk se reincorporó y desenvainó su arma, encarándose con el pirata que más cerca tenía, dándole tajos a diestro y siniestro. Bluto, por su parte, también empezaba a repartir puñetazos y palmadas como si de panes se trataran.
Frosk vio cómo un par de piratas tenían agarrada a una chica pelirroja, seguramente estuviera allí en contra de su voluntad, por lo que pegó un salto, impulsándose sobre la cara de uno de los tantos piratas a los que les había declarado batalla, y en mitad del vuelo, en pleno aire, despegó su lengua y la incrustó en la espalda de uno de los dos mencionados, con fuerza se impulsó hacia este, recogiéndose la lengua y, antes de llegar, la despegó y cayó encima del mencionado pirata haciéndolo caer de bruces contra el suelo inconsciente. El que estaba a su lado empuñaba una daga, y no tenía reparos en atacar a la rana, pero antes de que pudiera ejecutar ningún ataque, el anfibio le estampó su escudo en toda la cara, rompiéndole seguramente la nariz y haciendo que un par de dientes volaran de su boca.
-¿Estás bien, croac?-Preguntó a la chica pelirroja.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
La cosa se ponía cada vez más curiosa. El pánico había provocado una avalancha, a su vez esta provocó varias caídas que terminaron por forman una montaña de cuerpos. Sobre estos iba dando saltos una pelirroja larguirucha que no tardo demasiado en ser atrapada por los piratas, volaban verduras y hortalizas por la plaza, volaban flechas y volaban ranas...
Me quedé mirando al anfibio que acababa de estampar su cara contra el suelo, mordí otro gajo de naranja y seguí observando.
Entre lechugas y tomates Lavey había abatido ya a dos piratas, la rana y el robot parecían decididos a darles caras nuevas a sus enemigos, suponiendo que alguno sería capaz de sobrevivir. En poco tiempo tan solo quedaron los dos que tenían en volandas a la pelirroja. El peculiar espadachín aún estaba sobre uno de sus impulsores cuando Lavey le asestó un flechazo en la rodilla al pirata, el anfibio voló y otra flecha se clavó en uno de los pulmones del bucanero que gritaba mirándose la rodilla. La rubia puso una nueva flecha sobre la cuerda y el proyectil salió disparado hacia la garganta del pirata que acababa de recibir un tortazo en la cara con el escudo del animal verde.
-¿Ve? Le dije que acabaría pronto. -Me había terminado la naranja y me despegaba la espalda de la pared, mientras miraba a la vendedora. -Deberían quitar los mosaicos del suelo, parece que su treta de emboscar a los maleantes no funciona a menos que haya gente que sepa pelear.
-Escoria de agua salada. -Decía Lavey guardando el arco y pateando uno de los cadáveres. -Eso os pasa por salir de mar. Conoced vuestro lugar pelagatos. -Con pasos acelerados y saltos agiles, la rubia sorteo los cuerpos y se acercó al hombre bestia y la mujer flacucha. -Hacemos buen equipo sapito, deberíamos repetir. -Entonces la adolescente le tendió la mano y dijo su nombre. -Ay, no... -Se lamentó mi hija al verme llegar con una sonrisa. La lagartija nos miró alternativamente a mí y la muchacha desconocida. -Haz como si no existiera. -Le dijo a la pelirroja. -Sera lo mejor.
-Buenas. -Saludé al grupo colocándome junta al hombre de latón. -Buen trabajo limpiando la plaza.
Me quedé mirando al anfibio que acababa de estampar su cara contra el suelo, mordí otro gajo de naranja y seguí observando.
Entre lechugas y tomates Lavey había abatido ya a dos piratas, la rana y el robot parecían decididos a darles caras nuevas a sus enemigos, suponiendo que alguno sería capaz de sobrevivir. En poco tiempo tan solo quedaron los dos que tenían en volandas a la pelirroja. El peculiar espadachín aún estaba sobre uno de sus impulsores cuando Lavey le asestó un flechazo en la rodilla al pirata, el anfibio voló y otra flecha se clavó en uno de los pulmones del bucanero que gritaba mirándose la rodilla. La rubia puso una nueva flecha sobre la cuerda y el proyectil salió disparado hacia la garganta del pirata que acababa de recibir un tortazo en la cara con el escudo del animal verde.
-¿Ve? Le dije que acabaría pronto. -Me había terminado la naranja y me despegaba la espalda de la pared, mientras miraba a la vendedora. -Deberían quitar los mosaicos del suelo, parece que su treta de emboscar a los maleantes no funciona a menos que haya gente que sepa pelear.
-Escoria de agua salada. -Decía Lavey guardando el arco y pateando uno de los cadáveres. -Eso os pasa por salir de mar. Conoced vuestro lugar pelagatos. -Con pasos acelerados y saltos agiles, la rubia sorteo los cuerpos y se acercó al hombre bestia y la mujer flacucha. -Hacemos buen equipo sapito, deberíamos repetir. -Entonces la adolescente le tendió la mano y dijo su nombre. -Ay, no... -Se lamentó mi hija al verme llegar con una sonrisa. La lagartija nos miró alternativamente a mí y la muchacha desconocida. -Haz como si no existiera. -Le dijo a la pelirroja. -Sera lo mejor.
-Buenas. -Saludé al grupo colocándome junta al hombre de latón. -Buen trabajo limpiando la plaza.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Pasaron varios segundos antes siquiera que Gaia notase que algo no iba bien. Por supuesto Luna ya había soltado algún comentario jocoso ante la valía de los piratas de hoy en día y de lasuya propia por haberse dejado embaucar por lo largo y afilado de sus espadas. El asir de los bucaneros que la sostenían se hizo más liviano, y Gaia miró a uno de ellos que de pronto y sin previo aviso la soltó para llevarse la mano a la pierna como si hiciese una reverencia.
Gaia miró hacia donde había venido la flecha y vio una rana con una espada desenvainada y un robot que la acompañaba. Al otro lado dos mujeres parecían haber sido las causantes de aquellos tiros certeros y apenas oyó a la rana preguntarle si se encontraba bien cuando una de las mujeres, la que parecía más joven parecía darles indicaciones de como actuar.
Esto es sin duda la gota que colma el vaso, Luna mi dulce Luna. ¿quién demonios son estos recién llegados? Mantén esos ojos grandes que Dios te ha dado abiertos, mi Luna... al parecer los piratas no son nuestra mayor preocupación, mi dulce Luna.
-¡¿Qué si estoy bien!?- dijo Gaia zafándose del bucanero que aún la mantenía agarrada con un aspavientos muy violento que el hombre no esperaba y del que pareció hacer el amago de protegerse, más bien producto de lo que acababa de ver que de lo que la chica pudiese hacerle-Espero que no me estés preguntando eso en serio....- suspiró como si todo aquello le resultase especialmente molesto- Acabáis de arruinar posiblemente la única oportunidad que tenga de...-
Luna, controla esa lengua. A nuestros nuevos amigos no le interesan nuestros planes.[/color
-De bueno... ¡de ser una pirata! ¿Sabes lo bien que me sientan los parches? Pero no... teníais que venir con vuestros arcos y vuestras.... Oh.... ¡HOLA!- Gaia se acercó corriendo a Frosk como si justo se hubiese percatado de que estaba ahí. Con los ojos muy abiertos y las manos en su boca tapando un gesto de admiración profunda-Su majestad... no sabía que eran sus deseos parar a estos maleantes.. si me llego incluso a oler que está por estos lares le juro que no hubiese intentado robar la bolsa de los aldeanos..-
Hubiésemos ido directamente a por la suya, Luna, mi dulce Luna.
Luna parecía estar algo confundida por quienes eran aquellas personas y qué querían, y por una vez desde hacía mucho, Gaia pareciía tener el control completo de la chica pelirroja, pues parecía saber exactamente lo que pasaba a su alrededor:
-No tema, su majestad... apenas robé nada... unas telas sin importancia. Pensaba... pensaba hacerle un nuevo traje... No sabía exactamente su altura y ahora que le veo debo decir que los retratos no le hacen justicia. Es usted mucho más verde y más bajito que en los cuentos .- Hizo una leve inclinación ante frosk- Y su corcel...- miró a Bluto algo contrariada-Es simplemente divino....- Se acercó a acariciar la cabeza del robot y se adecentó el vestido antes de volver a hablar-Imagino que estas dos damas son vuestros guardias.. ¡Oh.. que inteligente por su parte usar mujeres...! Nadie desconfía de damas refinadas como yo misma- dijo y se volvió a Reivy y a Lavey e hizo una inclinación mientras les tendía una flor que agarró de su desordenado cabello, dejando bien claro que ella distaba mucho de una dama de cualquier corte-
Mientras tanto, y aprovechando la verborrea de Gaia, el capitán de los piratas viendo su reciente minoría, había comenzado a escabullirse detrás de uno de los tenderetes destartalados usando un sombrero alto de plumas como camuflaje mientras hacía señas al único bucanero que quedaba en pie para que lo siguies
Gaia miró hacia donde había venido la flecha y vio una rana con una espada desenvainada y un robot que la acompañaba. Al otro lado dos mujeres parecían haber sido las causantes de aquellos tiros certeros y apenas oyó a la rana preguntarle si se encontraba bien cuando una de las mujeres, la que parecía más joven parecía darles indicaciones de como actuar.
Esto es sin duda la gota que colma el vaso, Luna mi dulce Luna. ¿quién demonios son estos recién llegados? Mantén esos ojos grandes que Dios te ha dado abiertos, mi Luna... al parecer los piratas no son nuestra mayor preocupación, mi dulce Luna.
-¡¿Qué si estoy bien!?- dijo Gaia zafándose del bucanero que aún la mantenía agarrada con un aspavientos muy violento que el hombre no esperaba y del que pareció hacer el amago de protegerse, más bien producto de lo que acababa de ver que de lo que la chica pudiese hacerle-Espero que no me estés preguntando eso en serio....- suspiró como si todo aquello le resultase especialmente molesto- Acabáis de arruinar posiblemente la única oportunidad que tenga de...-
Luna, controla esa lengua. A nuestros nuevos amigos no le interesan nuestros planes.[/color
-De bueno... ¡de ser una pirata! ¿Sabes lo bien que me sientan los parches? Pero no... teníais que venir con vuestros arcos y vuestras.... Oh.... ¡HOLA!- Gaia se acercó corriendo a Frosk como si justo se hubiese percatado de que estaba ahí. Con los ojos muy abiertos y las manos en su boca tapando un gesto de admiración profunda-Su majestad... no sabía que eran sus deseos parar a estos maleantes.. si me llego incluso a oler que está por estos lares le juro que no hubiese intentado robar la bolsa de los aldeanos..-
Hubiésemos ido directamente a por la suya, Luna, mi dulce Luna.
Luna parecía estar algo confundida por quienes eran aquellas personas y qué querían, y por una vez desde hacía mucho, Gaia pareciía tener el control completo de la chica pelirroja, pues parecía saber exactamente lo que pasaba a su alrededor:
-No tema, su majestad... apenas robé nada... unas telas sin importancia. Pensaba... pensaba hacerle un nuevo traje... No sabía exactamente su altura y ahora que le veo debo decir que los retratos no le hacen justicia. Es usted mucho más verde y más bajito que en los cuentos .- Hizo una leve inclinación ante frosk- Y su corcel...- miró a Bluto algo contrariada-Es simplemente divino....- Se acercó a acariciar la cabeza del robot y se adecentó el vestido antes de volver a hablar-Imagino que estas dos damas son vuestros guardias.. ¡Oh.. que inteligente por su parte usar mujeres...! Nadie desconfía de damas refinadas como yo misma- dijo y se volvió a Reivy y a Lavey e hizo una inclinación mientras les tendía una flor que agarró de su desordenado cabello, dejando bien claro que ella distaba mucho de una dama de cualquier corte-
Mientras tanto, y aprovechando la verborrea de Gaia, el capitán de los piratas viendo su reciente minoría, había comenzado a escabullirse detrás de uno de los tenderetes destartalados usando un sombrero alto de plumas como camuflaje mientras hacía señas al único bucanero que quedaba en pie para que lo siguies
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Pasó el peligro, así que envainó su espada. Los espectadores se quedaron atónitos cómo Frosk, Bluto y aquella niña rubia habían vapuleado literalmente a los piratas. Llevaban varios días siendo acosados y al fin aparecían los deseados héroes para enfrentárseles, aunque no se imaginarían nunca que tendrían aquel aspecto.
-¿¡"Sapito"!?-Se ofendió mucho-¡Soy una rana, croac!-Hinchó su saco vocal y miró a la rubia molesto
Entonces se acercó una mujer morena a la escena, felicitándoles por el trabajo hecho. Frosk asintió y sonrió.
-No ha sido nada, dama-Asintió varias veces, como avergonzado mientras hinchaba repetidamente su saco vocal.
De pronto, la pelirroja a la que había salvado lo asaltó con quejas y verborreas que no entendía muy bien, ¿Cuál era el problema? Y, de las quejas pasó en un instantes a las abalanzas.
-Croac...-Se la quedó mirando, con atención y sin ningún gesto en particular.-¿M-majestad?-Miró a las mujeres y luego volvió a depositar su atención en la pelirroja-...¿Yo?-Se señaló, confundido-Croac-Hinchó su saco vocal.
-No tema, su majestad... apenas robé nada... unas telas sin importancia. Pensaba... pensaba hacerle un nuevo traje...
Frosk hinchó su saco vocal de nuevo. Acto seguido, se metió el meñique en uno de sus orificios nasales para hurgarse.
-No sabía exactamente su altura y ahora que le veo debo decir que los retratos no le hacen justicia. Es usted mucho más verde y más bajito que en los cuentos.
El anfibio se sacó un moco y lo tiró con eficiencia de un toque. Miró a la pelirroja con expectación y esos ojos grandes, saltones y amarillentos. Acto seguido, se miró a sí mismo, a su piel y su altura, ¿Qué tenía de malo? Siempre había sido así.
La chica se inclinó ante Frosk. Este entonces se ruborizó y sonrió tontamente.
Entonces, la pelirroja se centró ahora en Bluto, quien en todo momento había permanecido al lado del hombre rana callado y observante. Quería acariciarle la cabeza, se puso de puntillas pero claramente no llegaba, ya que el bio-cibernético medía más de dos metros de altura. Al notar esto, el ser de metal dobló un poco sus rodillas y agachó su postura hasta quedar a una altura óptima para que la chica pudiera acariciarle la testa. Una vez acabado, volvió a reincorporarse.
-Gracias, señorita. Pero no soy un corcel, soy un bio-cibernético creado en...-Se quedó en silencio, aquella respuesta estaba bloqueada.-Esa información está archivada
La chica ahora se centró en las dos damas que habían llegado posteriormente a él. Las confundió con unas guardias al servicio de Frosk. El anfibio no dijo nada, simplemente puso sus brazos en jarras y seguía con interés cada una de las palabras de la pelirroja. No sabía si estaba en broma o hablaba totalmente en serio. Jamás se había encontrado con nadie que lo confundiese con un rey. Brevemente miró a Bluto, este si que no apartaba la vista de la chica.
De pronto, el grito de una mujer pudo escucharse más allá de los espectadores que el improvisado grupo había generado.
Frosk y Bluto se voltearon hacia donde provenía el grito.
-¡ME HAN ROBADO!-Una mujer se dio a la vista-¡LOS PIRATAS ME HAN ROBADO!
Bluto sin previo aviso empezó a caminar hacia la mujer, Frosk al ver la extraña iniciativa del ser de metal lo siguió a pequeños saltos y en silencio.
-¡Se han marchado!-La mujer estaba muy asustada y a punto de llorar
-No se preocupe, señora. Los buscaré.-Miró a la rana-Señor Frosk, debemos de buscarlos
El anfibio asintió, aún sorprendido por la iniciativa del bio-cibernético. Al asegurarse que la respuesta de su compañero era afirmativa, Bluto empezó a caminar hacia la dirección que la mujer había señalado. Curiosamente, aquella dirección señalaba el puerto. Frosk se quedó un poco atrás, pero en unos cuantos saltos pudo alcanzar a su compañero y seguirle a un ritmo normal.
-¿¡"Sapito"!?-Se ofendió mucho-¡Soy una rana, croac!-Hinchó su saco vocal y miró a la rubia molesto
Entonces se acercó una mujer morena a la escena, felicitándoles por el trabajo hecho. Frosk asintió y sonrió.
-No ha sido nada, dama-Asintió varias veces, como avergonzado mientras hinchaba repetidamente su saco vocal.
De pronto, la pelirroja a la que había salvado lo asaltó con quejas y verborreas que no entendía muy bien, ¿Cuál era el problema? Y, de las quejas pasó en un instantes a las abalanzas.
-Croac...-Se la quedó mirando, con atención y sin ningún gesto en particular.-¿M-majestad?-Miró a las mujeres y luego volvió a depositar su atención en la pelirroja-...¿Yo?-Se señaló, confundido-Croac-Hinchó su saco vocal.
-No tema, su majestad... apenas robé nada... unas telas sin importancia. Pensaba... pensaba hacerle un nuevo traje...
Frosk hinchó su saco vocal de nuevo. Acto seguido, se metió el meñique en uno de sus orificios nasales para hurgarse.
-No sabía exactamente su altura y ahora que le veo debo decir que los retratos no le hacen justicia. Es usted mucho más verde y más bajito que en los cuentos.
El anfibio se sacó un moco y lo tiró con eficiencia de un toque. Miró a la pelirroja con expectación y esos ojos grandes, saltones y amarillentos. Acto seguido, se miró a sí mismo, a su piel y su altura, ¿Qué tenía de malo? Siempre había sido así.
La chica se inclinó ante Frosk. Este entonces se ruborizó y sonrió tontamente.
Entonces, la pelirroja se centró ahora en Bluto, quien en todo momento había permanecido al lado del hombre rana callado y observante. Quería acariciarle la cabeza, se puso de puntillas pero claramente no llegaba, ya que el bio-cibernético medía más de dos metros de altura. Al notar esto, el ser de metal dobló un poco sus rodillas y agachó su postura hasta quedar a una altura óptima para que la chica pudiera acariciarle la testa. Una vez acabado, volvió a reincorporarse.
-Gracias, señorita. Pero no soy un corcel, soy un bio-cibernético creado en...-Se quedó en silencio, aquella respuesta estaba bloqueada.-Esa información está archivada
La chica ahora se centró en las dos damas que habían llegado posteriormente a él. Las confundió con unas guardias al servicio de Frosk. El anfibio no dijo nada, simplemente puso sus brazos en jarras y seguía con interés cada una de las palabras de la pelirroja. No sabía si estaba en broma o hablaba totalmente en serio. Jamás se había encontrado con nadie que lo confundiese con un rey. Brevemente miró a Bluto, este si que no apartaba la vista de la chica.
De pronto, el grito de una mujer pudo escucharse más allá de los espectadores que el improvisado grupo había generado.
Frosk y Bluto se voltearon hacia donde provenía el grito.
-¡ME HAN ROBADO!-Una mujer se dio a la vista-¡LOS PIRATAS ME HAN ROBADO!
Bluto sin previo aviso empezó a caminar hacia la mujer, Frosk al ver la extraña iniciativa del ser de metal lo siguió a pequeños saltos y en silencio.
-¡Se han marchado!-La mujer estaba muy asustada y a punto de llorar
-No se preocupe, señora. Los buscaré.-Miró a la rana-Señor Frosk, debemos de buscarlos
El anfibio asintió, aún sorprendido por la iniciativa del bio-cibernético. Al asegurarse que la respuesta de su compañero era afirmativa, Bluto empezó a caminar hacia la dirección que la mujer había señalado. Curiosamente, aquella dirección señalaba el puerto. Frosk se quedó un poco atrás, pero en unos cuantos saltos pudo alcanzar a su compañero y seguirle a un ritmo normal.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
-Perdón. -Lavey se puso una mano en la boca para esconder una sonrisa divertida. -Entonces, ranita.
La rubia y yo nos miramos mutuamente al oír hablar a la pelirroja. Ninguna de las dos éramos médico, pero no nos hacía falta serlo para saber que esa mujer no tenía todos los patitos en fila. De la misma forma, tampoco necesitábamos ser burguesas para saber que la rana era una cerda.
La mujer del puesto de las naranjas comenzó a gritar. "A buenas horas mangas verdes", pensé yo al escucharla.
-Pues claro que le han robado. -Replicó Vey a los presentes. -A ella y a todos los puestos de la plaza, son piratas, es lo que hacen. -La lagartija suspiró de forma sarcástica. -Me parece a mí que a esta mujer le llegó tarde la invitación.
Mi hija me miró con cara de cachorrito al oír al bio. Cerré los ojos con resignación y asentí.
-¡Esperar! -Gritaba la adolescente mientras corría tras la rana. -Yo también voy.
-En fin, de perdidos al rio. -Estiré el cuerpo y miré a la muchacha pelirroja. -Nos vemos, señorita.
Le guiñé el ojo como despedida y con pasos rápidos alcancé a la hojalata amarilla y la bestia verde.
-...ese salto con el escudo estuvo genial. -Decía Vey al lado de la rana. -Y él -señaló al biocibernetico. -de un bofetón creo que le rompió la mandíbula a uno de los piratas.
La dragoncilla siguió hablando con los dos hombres. No sabía sus nombres, de donde venían o a donde iban, pero todo aquello eran detalles menores. Lo único importante es que se iba a cazar piratas.
La rubia y yo nos miramos mutuamente al oír hablar a la pelirroja. Ninguna de las dos éramos médico, pero no nos hacía falta serlo para saber que esa mujer no tenía todos los patitos en fila. De la misma forma, tampoco necesitábamos ser burguesas para saber que la rana era una cerda.
La mujer del puesto de las naranjas comenzó a gritar. "A buenas horas mangas verdes", pensé yo al escucharla.
-Pues claro que le han robado. -Replicó Vey a los presentes. -A ella y a todos los puestos de la plaza, son piratas, es lo que hacen. -La lagartija suspiró de forma sarcástica. -Me parece a mí que a esta mujer le llegó tarde la invitación.
Mi hija me miró con cara de cachorrito al oír al bio. Cerré los ojos con resignación y asentí.
-¡Esperar! -Gritaba la adolescente mientras corría tras la rana. -Yo también voy.
-En fin, de perdidos al rio. -Estiré el cuerpo y miré a la muchacha pelirroja. -Nos vemos, señorita.
Le guiñé el ojo como despedida y con pasos rápidos alcancé a la hojalata amarilla y la bestia verde.
-...ese salto con el escudo estuvo genial. -Decía Vey al lado de la rana. -Y él -señaló al biocibernetico. -de un bofetón creo que le rompió la mandíbula a uno de los piratas.
La dragoncilla siguió hablando con los dos hombres. No sabía sus nombres, de donde venían o a donde iban, pero todo aquello eran detalles menores. Lo único importante es que se iba a cazar piratas.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Gaia observó con detenimiento la reacción de la rana ante sus comentarios sobre su verdadera personalidad. Estaba claro, por supuesto que si aquel hombre develaba quién era delante de todos aquello sería una catástrofe natural, más que las lágrimas de la propia Gaia, es por eso que la chica le guiñó un ojo a la rana de manera cómplice cuando vio como este intentaba explicarle que no era ninguna majestad.
Por su parte el corcel había comenzado a atender a los gritos de una de las mujeres que tenía un tenderete desarmado en la plaza. Ambos, él y la rana parecieron seguir las indicaciones de la mujer sin cuestionar la veracidad de sus palabras, tan solo por el hecho de sus gritos y su cara surcada con las arrugas propias del enfado. Gaia sabía mejor, y a pesar de ver como sus recien conocidos compañeros se alejaban hacia la orilla, se quedó algo más rezagada.
¡Nos ignoran, Luna mi Luna... qué desfachatez! ¿Es que además de perder la oportunidad de ser pirata vamos a dejar escapar las riquezas del rey, Luna.. Oh Mi Luna! Síguelos... síguelos ahora mis...
-Shhh calla, pesada. Tengo un plan- se dijo a si misma en un tono algo más alto de lo que le habría gustado. Uno de los hombres mercaderes había comenzado a recoger las verduras que aún quedaban en el suelo, aprovechando el bullicio. La voz de Gaia hablando a nadie mas que a si misma le llamó la atención, haciendo que la mirase de manera rara mientras agarraba una calabaza y la ponía en su carrito de objetos que vendía. Gaia lo miró sin vergüenza alguna y le habló directamente-Yo no me chivo, si tu tampoco- le dijo al hombre que se sonrojó y siguió tomando las verduras menos rotas para venderlas luego.
Gaia se acercó a la mujer que había estado gritando que parecía haberse calmado una vez que Frosk, el bio y las dos chicas habían seguido al pirata. Amontonando el resto de narajas que le quedaban algo azorada.
-A ver, señora....- la miró por encima y se paró en el incipiente lunar verrugoso de su barbilla- Lenteja. ¿Cómo espera usted que sepamos que las naranjas que han robado son, en definitiva suya ? Por lo que a mi respecta podrían ser de ese pobre vendedor de hortalizas de segunda mano- dijo y señaló al hombre con el que acababa de hablar. Este se percató y tiró una ristra de manzanas que acababa de meter en su carro disimulando que eran suyas y que las recogía del suelo- No no... es imposible ¿verdad? Necesitamos una prueba...un... quizás una muestra para comparar que las naranjas robadas son sin duda tuyas...-
Gaia agarró una de ellas y la examinó con delicadeza. Luego la empezó a pelar mientras la mujer ahogaba una reprimenda. La bruja alzó un dedo en señal de "No me molestes". Retiró la piel con parsimonia y la desgajó oliéndola para después metésela en la boca. La masticó despacio ante la sorpresa de la mujer y después dijo.
-Sin duda un buen material... pero claro no se puede juzgar un árbol por una sola naranja. Podría estar mintiéndonos sin duda...- dijo- Sugiero que... bueno me de una muestra amplia. Un saco quizás. Así mis compañeros detectives reales pueden probar una muestra y compararla... ¿No cree usted que es lo justo?- Gaia no esperó respuesta y mientras hablaba metió en un saco una docenas de naranjas.
-Pero... pero... me han robado también dinero y eso no tiene nada que ver con...- dijo la mujer mientras Gaia se encaminaba a seguir a sus compañeros dirección a la costa. Se giró un momento con gesto serio y se llevó la mano que no cargaba el saco a la cintura, a forma de jarra. Suspiró como si la hubiese empezado a molestar de sobremanera y finalmente dijo:
-¿Quieres recuperar tus pertenencias o no?- La mujer asintió medio lagrimeando-Pues déjanos trabajar.- dijo y siguió su camino.
Cuando estaba lo suficientemente lejos de la mujer y del bullicio Luna empezó a cuestionarla a medida que su paso aminoraba por el peso del saco.
¿Para qué diablos necesitamos eso, Luna mi Luna... ¡Nos esta rezagando! vamos a perder al grupo y la diversión...¡Oh Luna mi dulce e ingenua Luna..! No nos darán ni tres aeros por esa bolsa de naranjas dulces...
-PERO....- Dijo Gaia hablándose a si misma mientras veía por fin la figura de Frosk y el resto delante de ella-¡¡¿Tu sabes lo que duele que te caia en el ojo un poco de jugo de naranja? Ademas... nadie le amarga un dulce y necesitaremos reponer fuerzas después de la batalla!! y... y......no vamos a enfermar en 4 años al menos...- La chica hinchó su pecho de orgullo y acomodó el saco al hombro, acercándose al grupo.
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Al parecer las dos mujeres que la pelirroja confundió con las escuderas y guardianas del supuesto Rey Frosk iban a ejercer con todas las de la ley con dicho título imaginario, ya que se dispusieron a seguirlo tras enterarse de que irían a por los piratas. Aunque, a decir verdad, el hombre-rana no tenía ni idea de cómo lo harían, ya que presentarse directamente en su base con las manos vacías podía ser un suicidio.
Por otro lado, jamás había visto tan decidido a Bluto en algo. Lo miraba de reojo sin decir ningún comentario, respetando su decisión en silencio.
La niña rubia lo felicitó por sus movimientos y también por los de su compañero de metal, el anfibio se llevó una mano tras la cabeza y se sonrojó un poco.
-...No ha sido para tanto, croac
En su trayectoria hacia la base pirata, pasaron por el puerto, y antes de dejar este, una voz los asaltó, llamando su atención.
-¡Eh, anfibio! ¡Hombre de hojalata!-Ambos se detuvieron y miraron en dirección a la voz. Esta venía desde el barco del capitán Duchard, y era este mismo el que los llamaba-¿A dónde creéis que vais?
-¡Vamos a darle su merecido a los piratas y a recuperar las cosas que han robado!-Con una sonrisa ingenua, sacó su bíceps derecho y apretó todo lo que pudo, demostrando alta confianza
-¿Sin un plan?-Preguntó, esperándose ya la respuesta. Claramente era "No"-Yo tengo uno-Posó una mano sobre dos barriles que tenía a sus lados-¡Ron!
-...¿Ron?
-Está manipulado para que de un sorbo caigan dormidos sin remedio. Si le ofrecéis los dos barriles como "tributo" para que no vuelvan a atacar, no se negarán. Son piratas, no pueden resistirse al ron. En ese entonces, podréis entrar en su cueva sin problemas.-Le hizo una indicación-¡Subid y lleváoslo!-Luego, señaló hacia más allá de la playa-Si bordeáis la isla, encontraréis una cueva entre muchas rocas. Allí están apostados.-Comentó el mercader.
Tras aquello, Bluto se encargó de subir y llevar debajo de cada brazo los barriles, los cuales pesaban bastante. No era problema para el bio-cibernético, siempre era una suerte tener a alguien con esas capacidades.
Antes de seguir, la chica pelirroja de la plaza los alcanzó.
-¿Qué haces aquí, croac?-Miró extrañado con sus ojos saltones a la chica. No parecía saber desenvolverse del todo bien en un combate-Lárgate, que te harás daño, croac-Le hizo un gesto con la mano para que tomara el mismo camino que hizo pero de regreso.
Desde luego, su aspecto no tenía nada que ver con las otras dos que le acompañaban.
-Ella es fuerte-Señaló a la rubia-Ella parece dar miedo-Señaló a la morena-Él es indestructible-Señaló a Bluto, el cual los miraba neutral con los dos barriles cargados-Tú no pareces ser nada de eso, croac-Hinchó su saco vocal y la miró de arriba a abajo.
-Deberíamos irnos antes de que vuelvan a atacar
Frosk miró a su compañero y asintió. Acto seguido saltó un par de veces en lugar de caminar para ponerse a la cabeza del grupo y les instó para reanudar la marcha.
Por otro lado, jamás había visto tan decidido a Bluto en algo. Lo miraba de reojo sin decir ningún comentario, respetando su decisión en silencio.
La niña rubia lo felicitó por sus movimientos y también por los de su compañero de metal, el anfibio se llevó una mano tras la cabeza y se sonrojó un poco.
-...No ha sido para tanto, croac
En su trayectoria hacia la base pirata, pasaron por el puerto, y antes de dejar este, una voz los asaltó, llamando su atención.
-¡Eh, anfibio! ¡Hombre de hojalata!-Ambos se detuvieron y miraron en dirección a la voz. Esta venía desde el barco del capitán Duchard, y era este mismo el que los llamaba-¿A dónde creéis que vais?
-¡Vamos a darle su merecido a los piratas y a recuperar las cosas que han robado!-Con una sonrisa ingenua, sacó su bíceps derecho y apretó todo lo que pudo, demostrando alta confianza
-¿Sin un plan?-Preguntó, esperándose ya la respuesta. Claramente era "No"-Yo tengo uno-Posó una mano sobre dos barriles que tenía a sus lados-¡Ron!
-...¿Ron?
-Está manipulado para que de un sorbo caigan dormidos sin remedio. Si le ofrecéis los dos barriles como "tributo" para que no vuelvan a atacar, no se negarán. Son piratas, no pueden resistirse al ron. En ese entonces, podréis entrar en su cueva sin problemas.-Le hizo una indicación-¡Subid y lleváoslo!-Luego, señaló hacia más allá de la playa-Si bordeáis la isla, encontraréis una cueva entre muchas rocas. Allí están apostados.-Comentó el mercader.
Tras aquello, Bluto se encargó de subir y llevar debajo de cada brazo los barriles, los cuales pesaban bastante. No era problema para el bio-cibernético, siempre era una suerte tener a alguien con esas capacidades.
Antes de seguir, la chica pelirroja de la plaza los alcanzó.
-¿Qué haces aquí, croac?-Miró extrañado con sus ojos saltones a la chica. No parecía saber desenvolverse del todo bien en un combate-Lárgate, que te harás daño, croac-Le hizo un gesto con la mano para que tomara el mismo camino que hizo pero de regreso.
Desde luego, su aspecto no tenía nada que ver con las otras dos que le acompañaban.
-Ella es fuerte-Señaló a la rubia-Ella parece dar miedo-Señaló a la morena-Él es indestructible-Señaló a Bluto, el cual los miraba neutral con los dos barriles cargados-Tú no pareces ser nada de eso, croac-Hinchó su saco vocal y la miró de arriba a abajo.
-Deberíamos irnos antes de que vuelvan a atacar
Frosk miró a su compañero y asintió. Acto seguido saltó un par de veces en lugar de caminar para ponerse a la cabeza del grupo y les instó para reanudar la marcha.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
La voz de un hombre captó la atención del grupo. Tenía un plan, el material necesario para el mismo y la ubicación del escondite de los piratas. Todo aquello era demasiado bonito como para ser cierto ¿que ganaba aquel desconocido con todo esto? ¿Nos estaba dirigiendo a una trampa o quizás era una cuestión de venganza? ¿Y cuanta gente tenía en su barco ron adulterado?
Sin darme cuenta había torcido el gesto entre tanta pregunta, estaba dispuesta a obtener las respuestas a dichas cuestiones, pero la armadura parlante cargó con los barriles antes de que pudiera decir nada.
Lavey hinchó su pecho con orgullo ante el reconocimiento del anfibio, yo tan salo levanté una ceja expectante. No había hecho nada y ya tenía la etiqueta ser una mujer temible, ¿sería por mi estatura? Lo dudaba, a la rana le acompañaba alguien mucho más alto. Tampoco tenía cicatrices visibles y mi cara no era precisamente fea... ¿Sera el porte o quizás el pelo? la verdad es que ya lo tengo largo, debería cortármelo.
Comencé a divagar una vez más y una vez más fue la presencia del cibernético el que me sacó de mis pensamientos.
-No deberías juzgar a un libro por su portada. -Comenté mirando a la muchacha. -Las apariencias engañan.
Vey se había colocado a la cabeza del grupo, junto al hombre-bestia, y caminaba con una sonrisa amplia. La rubia estaba deseando conseguir un sombrero pirata, mientras que yo tan solo deseaba acabar el día sin tener que cerrarle las heridas.
Sin darme cuenta había torcido el gesto entre tanta pregunta, estaba dispuesta a obtener las respuestas a dichas cuestiones, pero la armadura parlante cargó con los barriles antes de que pudiera decir nada.
Lavey hinchó su pecho con orgullo ante el reconocimiento del anfibio, yo tan salo levanté una ceja expectante. No había hecho nada y ya tenía la etiqueta ser una mujer temible, ¿sería por mi estatura? Lo dudaba, a la rana le acompañaba alguien mucho más alto. Tampoco tenía cicatrices visibles y mi cara no era precisamente fea... ¿Sera el porte o quizás el pelo? la verdad es que ya lo tengo largo, debería cortármelo.
Comencé a divagar una vez más y una vez más fue la presencia del cibernético el que me sacó de mis pensamientos.
-No deberías juzgar a un libro por su portada. -Comenté mirando a la muchacha. -Las apariencias engañan.
Vey se había colocado a la cabeza del grupo, junto al hombre-bestia, y caminaba con una sonrisa amplia. La rubia estaba deseando conseguir un sombrero pirata, mientras que yo tan solo deseaba acabar el día sin tener que cerrarle las heridas.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Luna parecía inflarse de rabia a medida que escuchaba las palabras del hombre rana. A gaia sin duda tampoco les habían sentado muy bien, pero aquello no era más que otro de los juegos a los que a meudo la sometían las personas con las que se cruzaban.
No debes entrar en casas ajenas por la noche sin ser invitada... no deberías tomar prestada comida de tenderetes sin pagarlas antes. Es importante llevar zapatos en una sociedad no barbara... Pamplinas y sandeces a las que Gaia solía ignorar. Al fin y al cabo nadie estaba dentro de su cabeza ni sabía exactamente porqué las hacía.
El chico daba sus razones sin duda, pero Gaia ya había decidido seguirlos y ninguno de los argumentos que el podría poner sobre la mesa iba a hacerle cambiar de idea, asía que de manera pasova peló una de las frutas a medida que la rana señalaba a una y otra mujer y cuando terminó se acercó a él y sin darle tiempo a recular, le metió la naranja pelada en la boca.
-Yo tengo las naranjas- le guiñó el ojo como si aquello fuese una habilidad importante y lo zanjase todo.- Además me gusta el ron...- dijo mirando la nueva adquisición de sus compañeros- Son demasiadas coincidencias como para ignorarlas.- alzo los hombros de manera obvia y se acercó a una de las mujeres, que parecía haber encontrado otra razón para dar una oportunidad a Gaia.
La agarró de la mano entrelazando sus manos en las de ella y caminó siguiendo al grupo antes de ellos, Se había cansado de cargar el saco de naranjas, así que lo arrastraba por el suelo, dejando una señal sobre la arena que pisaban.
Luna, mi dulce Luna... mas te vale estar atenta a posible escapatoria si los piratas se hacen con el control. Ya sabes que la rana tiene en parte razón. No podrías blandir una espada en tu estado, aunque quizás...
La cabeza de Gaia se llenó de un plan perfectamente curtido por Luna.
La bruja esbozó media sonrisa, enigmática y apretó la mano de su acompañante de manera nerviosa, instándola a andar más rápida.
-Sabes que es el rey no?- le dijo a la chica refiriéndose a Frosk-¿Está bien camuflado verdad? Yo lo se porque llevo la vida buscándolo... pero esta claro que es dificil reconocerlo, no te sientas mal por no hacerlo antes. Estoy segura que después de que lo ayudemos a encontrar a su doncella perdida nos recompensará de manera cuantiosa y no te tendrá en cuenta que no lo hayas reconocido- dijo de manera cándida- sobre todo porque yo soy esa doncella.- sonrió mirando a la nada mientras caminaban, algo enlentecida por las naranjas.
Oh Luna... mi dulce... dulcísima e ingenua Luna.
No debes entrar en casas ajenas por la noche sin ser invitada... no deberías tomar prestada comida de tenderetes sin pagarlas antes. Es importante llevar zapatos en una sociedad no barbara... Pamplinas y sandeces a las que Gaia solía ignorar. Al fin y al cabo nadie estaba dentro de su cabeza ni sabía exactamente porqué las hacía.
El chico daba sus razones sin duda, pero Gaia ya había decidido seguirlos y ninguno de los argumentos que el podría poner sobre la mesa iba a hacerle cambiar de idea, asía que de manera pasova peló una de las frutas a medida que la rana señalaba a una y otra mujer y cuando terminó se acercó a él y sin darle tiempo a recular, le metió la naranja pelada en la boca.
-Yo tengo las naranjas- le guiñó el ojo como si aquello fuese una habilidad importante y lo zanjase todo.- Además me gusta el ron...- dijo mirando la nueva adquisición de sus compañeros- Son demasiadas coincidencias como para ignorarlas.- alzo los hombros de manera obvia y se acercó a una de las mujeres, que parecía haber encontrado otra razón para dar una oportunidad a Gaia.
La agarró de la mano entrelazando sus manos en las de ella y caminó siguiendo al grupo antes de ellos, Se había cansado de cargar el saco de naranjas, así que lo arrastraba por el suelo, dejando una señal sobre la arena que pisaban.
Luna, mi dulce Luna... mas te vale estar atenta a posible escapatoria si los piratas se hacen con el control. Ya sabes que la rana tiene en parte razón. No podrías blandir una espada en tu estado, aunque quizás...
La cabeza de Gaia se llenó de un plan perfectamente curtido por Luna.
La bruja esbozó media sonrisa, enigmática y apretó la mano de su acompañante de manera nerviosa, instándola a andar más rápida.
-Sabes que es el rey no?- le dijo a la chica refiriéndose a Frosk-¿Está bien camuflado verdad? Yo lo se porque llevo la vida buscándolo... pero esta claro que es dificil reconocerlo, no te sientas mal por no hacerlo antes. Estoy segura que después de que lo ayudemos a encontrar a su doncella perdida nos recompensará de manera cuantiosa y no te tendrá en cuenta que no lo hayas reconocido- dijo de manera cándida- sobre todo porque yo soy esa doncella.- sonrió mirando a la nada mientras caminaban, algo enlentecida por las naranjas.
Oh Luna... mi dulce... dulcísima e ingenua Luna.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Bluto pesaba demasiado y dejaba grandes y profundas huellas en la arena, tanto en la orilla como en la parte seca de la playa. Al final habían optado ir por la primera, ya que al menos así no se le metería polvo entre sus circuitos internos, y aunque no se cansara, el ser de metal siempre empezaba a actuar de forma más lenta cuando estaba lleno de polvo, Frosk no lograba a entender por qué.
Cuando vieron el lugar que el Capitán Duchard les describió, el hombre de metal soltó con cuidado ambos barriles.
-Debe ser ahí
Frosk entonces se percató de que la chica pelirroja aún los seguía, pensaba que con sus argumentos y escupiendo de forma automática la naranja que le había dado se iría, pero aún estaba allí. Resignado, se encogió de hombros.
-Está bien, Chica Naranja...-Era un nombre que le venía que ni pintado-Puedes quedarte, pero no te metas en líos, croac.
Que fuese Frosk el que dijera esa frase le hacía darse cuenta que ya lejos quedaban sus años en el Lago de la Luna junto a su abuelo. Se quedó unos segundos, para él eternos, pensando en aquello, le entró una nostalgia sobrecogedora que enseguida disipó hinchando su saco vocal y negando con la cabeza.
Acto seguido, se dio media vuelta y miró hacia la formación rocosa que tenía el aspecto de una caverna en dónde entraba el mar.
-Hmmm...-Sopesaba cosas mientras ponía sus manos en la cintura-¿Qué hacemos ahora, Bluto?-Dirigió su mirada hacia su inseparable compañero.
-Si queremos seguir con el plan del señor Duchard, debemos de entregar estos dos barriles a aquellos dos hombres que parecen custodiar la entrada-Señaló hacia dicho lugar. Quizás no podrían verlos, la vista del bio-cibernético era demasiado aguda comparado con la mayoría de mortales.
-¿Crees que si nos acercamos todos van a sospechar, croac?-Se llevó una mano al mentón, pensativo
-Es muy probable-Dejó de mirar a la caverna y volteó todo su cuerpo hacia el grupo-Quizás si vamos dos no les alerte tanto.
-Hmmm...-Empezó a mirar a todas y cada una de sus acompañantes, aún con la mano en el mentón y un rostro que dilucidaba sopesamiento-La mujer da miedo-Se refería a la morena alta. Acto seguido, pasó su mirada a la pelirroja.-La Chica Naranja me da mala espina.-Ahora, desvió la mirada hacia la chica rubia. Se quedó unos segundos callado, mirándola fijamente. Tras eso, hinchó su saco vocal mostrando luego de desinflarlo una sonrisa que le hizo achinar sus ojos hasta el punto casi de cerrarlos de una forma afable.-¡Tú puedes servir!-Asintió. Ahora señaló a su compañero-¡Bluto, tú irás con ella!
-Me parece correcto-Dijo, afirmativo.
Entonces, el hombre de metal agarró de nuevo los dos barriles. Frosk se dirigió de nuevo a la chica rubia.
-Debes hablar tú, que seguro que Bluto mete la pata. No se le da bien mentir.
-Mi programación no me permite mentir, señor Frosk.
El hombre rana no entendió el significado de esa frase, por lo que le miró confuso.
-...eso mismo, croac.-Dijo hinchando su saco vocal.
Cuando vieron el lugar que el Capitán Duchard les describió, el hombre de metal soltó con cuidado ambos barriles.
-Debe ser ahí
Frosk entonces se percató de que la chica pelirroja aún los seguía, pensaba que con sus argumentos y escupiendo de forma automática la naranja que le había dado se iría, pero aún estaba allí. Resignado, se encogió de hombros.
-Está bien, Chica Naranja...-Era un nombre que le venía que ni pintado-Puedes quedarte, pero no te metas en líos, croac.
Que fuese Frosk el que dijera esa frase le hacía darse cuenta que ya lejos quedaban sus años en el Lago de la Luna junto a su abuelo. Se quedó unos segundos, para él eternos, pensando en aquello, le entró una nostalgia sobrecogedora que enseguida disipó hinchando su saco vocal y negando con la cabeza.
Acto seguido, se dio media vuelta y miró hacia la formación rocosa que tenía el aspecto de una caverna en dónde entraba el mar.
-Hmmm...-Sopesaba cosas mientras ponía sus manos en la cintura-¿Qué hacemos ahora, Bluto?-Dirigió su mirada hacia su inseparable compañero.
-Si queremos seguir con el plan del señor Duchard, debemos de entregar estos dos barriles a aquellos dos hombres que parecen custodiar la entrada-Señaló hacia dicho lugar. Quizás no podrían verlos, la vista del bio-cibernético era demasiado aguda comparado con la mayoría de mortales.
-¿Crees que si nos acercamos todos van a sospechar, croac?-Se llevó una mano al mentón, pensativo
-Es muy probable-Dejó de mirar a la caverna y volteó todo su cuerpo hacia el grupo-Quizás si vamos dos no les alerte tanto.
-Hmmm...-Empezó a mirar a todas y cada una de sus acompañantes, aún con la mano en el mentón y un rostro que dilucidaba sopesamiento-La mujer da miedo-Se refería a la morena alta. Acto seguido, pasó su mirada a la pelirroja.-La Chica Naranja me da mala espina.-Ahora, desvió la mirada hacia la chica rubia. Se quedó unos segundos callado, mirándola fijamente. Tras eso, hinchó su saco vocal mostrando luego de desinflarlo una sonrisa que le hizo achinar sus ojos hasta el punto casi de cerrarlos de una forma afable.-¡Tú puedes servir!-Asintió. Ahora señaló a su compañero-¡Bluto, tú irás con ella!
-Me parece correcto-Dijo, afirmativo.
Entonces, el hombre de metal agarró de nuevo los dos barriles. Frosk se dirigió de nuevo a la chica rubia.
-Debes hablar tú, que seguro que Bluto mete la pata. No se le da bien mentir.
-Mi programación no me permite mentir, señor Frosk.
El hombre rana no entendió el significado de esa frase, por lo que le miró confuso.
-...eso mismo, croac.-Dijo hinchando su saco vocal.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Me sorprendió que la muchacha cogiera mi mano, pero no rechacé el gesto. Era algo inusual de una extraña que, a simple vista, no tenía segundas intenciones. Estaba claro que algo la tenía nerviosa, pudiera ser que los piratas le hubieran robado algo importante... o a lo mejor solo se estaba meando.
-Claro... el rey. -El rey de los patanes, pensé, mientras le seguía el juego a la pelirroja. -Sin duda, serás la doncella. Oye, -Di un vistazo al saco de naranjas que arrastraba. -¿quieres que lo lleve yo?
Lavey por su parte miraba la entrada de la cueva con sonrisa lobuna. Aquello solo podía oler a una cosa, diversión, diversión a motones y un elegante sombrero de capitán pirata. La rubia se tapó la boca con la mano y ahogó una risa al oír que su madre daba miedo.
-Y eso que no la has visto enfadada. -Se limitó a decir la lagartija. -Genial. Vamos Bluto, tenemos una entrega que hacer.
Lavey palmeo la espalda del grandullón metálico y caminó hacia la entrada de la cueva.
-Vamo'a ver, ¿dónde etá el patrón de to este tinglaó?
La lagartija se plantó delante de los dos hombres, que la miraron casi riéndose al ver a la adolescente.
-¿Te has perdido pequeña? -Dijo uno de los guardias.
-¿Se pue saber que mierda sus hace gracia, gilipuertas?
Lavey estaba en su elemento. El mimetismo formaba parte de la caza y a ella le encantaba cazar. Cuando se trataba de cazar bandidos (ya fueran de tierra o de mar) no había nada mejor que un acento pueblerino y deslenguado.
-Toy hata el higo de tener que oír a esta lata chirriante y vohotros dos, merluzos de tres al cuarto me venís con risas. -El enfado de la niña hacia los hombres, por subestimar su edad en base a su altura, era muy real. -El jefe pidió etas barricas de ron y dejo bien clarito, como agua de los ríos elfos, que las quería en su escondite en cuanto llegaran. A mí me importa un meao de yak lo sus pase a vosotros dos, mamelucos. Pero no quisiera yo estar en vuetro pellejo cuando se entere de que no le disteis su ron.
Los guardias se miraron unos segundos, la niña tenía razón, cuando el jefe se enfadaba rodaban cabezas. Además, uno no podía hacerle ascos al ron.
-Trae pa'ca niña, nosotros lo metemos dentro. Tú lárgate con viento fresco a jugar con tu hombre de latón.
Lavey los miró mal, soltó una sarta de improperios muy poco refinados y le dio una señal a Bluto para que volvieran con el grupo.
-No han tenido ninguna oportunidad. -Dijo la dragoncilla al regresar con el resto de compañeros. -Seguro que ahora se están bebiendo todo.
-Claro... el rey. -El rey de los patanes, pensé, mientras le seguía el juego a la pelirroja. -Sin duda, serás la doncella. Oye, -Di un vistazo al saco de naranjas que arrastraba. -¿quieres que lo lleve yo?
Lavey por su parte miraba la entrada de la cueva con sonrisa lobuna. Aquello solo podía oler a una cosa, diversión, diversión a motones y un elegante sombrero de capitán pirata. La rubia se tapó la boca con la mano y ahogó una risa al oír que su madre daba miedo.
-Y eso que no la has visto enfadada. -Se limitó a decir la lagartija. -Genial. Vamos Bluto, tenemos una entrega que hacer.
Lavey palmeo la espalda del grandullón metálico y caminó hacia la entrada de la cueva.
-Vamo'a ver, ¿dónde etá el patrón de to este tinglaó?
La lagartija se plantó delante de los dos hombres, que la miraron casi riéndose al ver a la adolescente.
-¿Te has perdido pequeña? -Dijo uno de los guardias.
-¿Se pue saber que mierda sus hace gracia, gilipuertas?
Lavey estaba en su elemento. El mimetismo formaba parte de la caza y a ella le encantaba cazar. Cuando se trataba de cazar bandidos (ya fueran de tierra o de mar) no había nada mejor que un acento pueblerino y deslenguado.
-Toy hata el higo de tener que oír a esta lata chirriante y vohotros dos, merluzos de tres al cuarto me venís con risas. -El enfado de la niña hacia los hombres, por subestimar su edad en base a su altura, era muy real. -El jefe pidió etas barricas de ron y dejo bien clarito, como agua de los ríos elfos, que las quería en su escondite en cuanto llegaran. A mí me importa un meao de yak lo sus pase a vosotros dos, mamelucos. Pero no quisiera yo estar en vuetro pellejo cuando se entere de que no le disteis su ron.
Los guardias se miraron unos segundos, la niña tenía razón, cuando el jefe se enfadaba rodaban cabezas. Además, uno no podía hacerle ascos al ron.
-Trae pa'ca niña, nosotros lo metemos dentro. Tú lárgate con viento fresco a jugar con tu hombre de latón.
Lavey los miró mal, soltó una sarta de improperios muy poco refinados y le dio una señal a Bluto para que volvieran con el grupo.
-No han tenido ninguna oportunidad. -Dijo la dragoncilla al regresar con el resto de compañeros. -Seguro que ahora se están bebiendo todo.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Gaia caminaba contenta de la mano de Reivy. En la otra, el saco de naranjas había comenzado a ser menos pesado a medida que muchas de ellas se estropeaban con las rocas del camino. El sol estaba en su cima para cuando alcanzaron el lugar exacto custodiado por ambos hombres, pero para entonces, Gaia casi había olvidado que hacían alli.
-Y a veces pienso que cada nube nos cuenta los secretos de lo que fue en el pasado y lo que nos espera en el futuro. Un elefante.. nunca he visto uno pero seguro que tienen un buen motivo para estar en las nubes.Muchas de ellas no tienen forma porque tienen futuro incierto. Otras cambian según quién las vea... a menudo me pregunto si ves lo mismo que yo. y...tienes unos ojos muy bonitos, Señorita. Deberías abrirlos más a menudo- dijo Gaia como si aquello finalizase la conversación.- No estaría mal que me ayudases no... pero... entonces perdería mi función principal en esta encrucijada, y entre eso y que encontré un zapato perdido... ¡sería el peor dia de mi vida! No, gracias.- dijo exasperada, casi molesta.
Chica naranja nos ha llamado esa rana, Luna, mi dulce Luna... Naranja van a ser sus ancas cuando las tostemos antes de comernoslas. Estate atenta mi Luna... Podríamos usar a estos mequetrefes para acceder a los piratas y bueno... nosotras no hemos firmado un contrato de ayuda
Luna estaba de un muy buen humor mientras veía como el plan de la rana y lavey para engañar a los hombres que custodiaban la entrada daban su fruto.
-Yo no doy malas espinas. Ni buenas- dijo Gaia cuando ambas figuras se acercaban para asegurar que el plan había funcionado- Yo doy sombra. Justo como mi color preferido- dijo enfurruñada.
La mente y pensamientos de la bruja parecían ir de aquí a allá más de lo normal, como cada vez que se ponía nerviosa. Luna,sin embargo esperaba impaciente el siguiente movimiento del grupo. Tenía un plan. Tan solo debía esperar al momento exacto para realizarlo.
Gaia comenzó a respirar de manera entrecortada, sus ojos iban de un lugar a otro rápido, como si estuviese librando una batalla interna. Sus palabras cada vez tenían menos sentido.
-Una vez en ciudad lagarto toque una estrella con los dedos. Me quemé y después jamás supe donde habían ido mis sueños- Le sonrió a Reivy, aferrándose más a su mano, como si se estuviese conteniendo de hacer algo.
-Y a veces pienso que cada nube nos cuenta los secretos de lo que fue en el pasado y lo que nos espera en el futuro. Un elefante.. nunca he visto uno pero seguro que tienen un buen motivo para estar en las nubes.Muchas de ellas no tienen forma porque tienen futuro incierto. Otras cambian según quién las vea... a menudo me pregunto si ves lo mismo que yo. y...tienes unos ojos muy bonitos, Señorita. Deberías abrirlos más a menudo- dijo Gaia como si aquello finalizase la conversación.- No estaría mal que me ayudases no... pero... entonces perdería mi función principal en esta encrucijada, y entre eso y que encontré un zapato perdido... ¡sería el peor dia de mi vida! No, gracias.- dijo exasperada, casi molesta.
Chica naranja nos ha llamado esa rana, Luna, mi dulce Luna... Naranja van a ser sus ancas cuando las tostemos antes de comernoslas. Estate atenta mi Luna... Podríamos usar a estos mequetrefes para acceder a los piratas y bueno... nosotras no hemos firmado un contrato de ayuda
Luna estaba de un muy buen humor mientras veía como el plan de la rana y lavey para engañar a los hombres que custodiaban la entrada daban su fruto.
-Yo no doy malas espinas. Ni buenas- dijo Gaia cuando ambas figuras se acercaban para asegurar que el plan había funcionado- Yo doy sombra. Justo como mi color preferido- dijo enfurruñada.
La mente y pensamientos de la bruja parecían ir de aquí a allá más de lo normal, como cada vez que se ponía nerviosa. Luna,sin embargo esperaba impaciente el siguiente movimiento del grupo. Tenía un plan. Tan solo debía esperar al momento exacto para realizarlo.
Gaia comenzó a respirar de manera entrecortada, sus ojos iban de un lugar a otro rápido, como si estuviese librando una batalla interna. Sus palabras cada vez tenían menos sentido.
-Una vez en ciudad lagarto toque una estrella con los dedos. Me quemé y después jamás supe donde habían ido mis sueños- Le sonrió a Reivy, aferrándose más a su mano, como si se estuviese conteniendo de hacer algo.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Bluto cumplió a la perfección su papel como mula de carga y entregó lo que le estaba ordenado sin decir mucho más. No habló en ningún momento y se limitó simplemente a observar el intercambio de palabras de la joven rubia con los dos guardias, aunque no comprendió del todo por qué razón cambió su forma de hablar de forma repentina.
Frosk estaba sentado y de brazos cruzados mientras esperaba a que su amigo volviera junto con la joven rubia. Esperaba que el plan funcionase, si todo salía bien tan solo tendrían que entrar en la cueva, coger todo cuanto allí estuviese y devolverlo a sus respectivos dueños.
Hinchaba su saco vocal de vez en cuando mientras observaba a las dos mujeres que se habían quedado con él. Sin duda, la chica de pelo naranja se comportaba de una forma demasiado extraña.
-¡"Sombra" no es un color, croac!-De pronto, sintió cierta molestia en su estómago; tenía hambre, así que se puso en modo cazador y, todavía sentado, empezó a mirar alrededor por si algún insecto incauto se cruzaba por allí.
Normalmente, en las playas solían abundar las avispas, abejas, escarabajos, moscas... ¡Y los había a montones! Tan solo tenía que estar atento, así que por el bien de su propia supervivencia, se volvió ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor y empezó a buscar posible presas con su mirada mientras mantenía una pose de máxima inamovilidad.
Las dos mujeres iban agrradas de la mano, y una avispa empezó a revolotear alrededor de ellas, en cuanto Frosk la vio, no le quitó la vista; esa iba a ser su presa. El insecto se posó justo en las manos de las mujeres, ese era el momento perfecto para cazarla; abrió su boca y su lengua salió como un resorte. Esta se pegó a las manos, y por ende al insecto, tiró con fuerza para recogerla, y aunque pudo atraer a las dos mujeres hacia sí, era demasiado peso con el que lidiar, así que por inercia su cuerpo también fue llevado hacia adelante, haciendo que se pusiese en pie y, de un salto pudiese recoger la lengua, la avispa y hasta lo brazos, a la altura de los codos, de la mujer morena que daba miedo y la loca pelirroja.
Sin más, el anfibio soltó a las féminas y se tragó su presa, hinchando su saco vocal mientras miraba a ambas con los ojos entrecerrados y una sonrisa satisfecha de lado a lado de su rostro.
-Creo que no nos hemos presentado todavía, croac-Se señaló con el pulgar-¡Podéis llamarme "Frosk"! Y el gigantón de metal que me acompaña se llama "Bluto".-Asintió mientras hinchaba su saco vocal.
En ese momento llegaron Bluto y la niña rubia.
-Encargo completado.-Echó un vistazo al grupo-Calculo que dentro de media hora estarán todos dormidos.
Pasó la cantidad de tiempo marcada para darles margen a los piratas a que se emborracharan y el grupo se puso en marcha, dirección a la cueva.
Nada más llegar se encontraron con que los dos guardias que vigilaban la entrada estaban, efectivamente, dormidos; cada uno con una jarra de la bebida que habían entregado en la mano.
-¡Croac, croac, croac!-Rió mientras hinchaba su saco vocal-¡El plan funciona!-Les dijo a sus compañeras mientras entrecerraba los ojos y mostraba su sonrisa satisfecha.
-Recomendaría que no nos confiáramos.
-¡Adentro!-Señaló al interior, enérgico. Acto seguido se adentró en la cueva pegando saltos con sus ancas.
En el interior, se encontrarían con caminos que recorrían todo el lugar, algunas bifurcaciones y cruces, pero en definitiva todo estaba marcado con claridad y antorchas puestas cada ciertos tramos para tener una visibilidad aceptable. El silencio generalizaba todo, y los esporádicos sonidos hacía eco: los ronquidos de los piratas dormidos con los que se encontraban, el gotear de ciertas formaciones rocosas del techo, el fluir de pequeñas corrientes de agua que recorrían ciertos tramos del lugar, los pasos de Bluto... por suerte, estos últimos no eran tan escandalosos, pero aún así había que tener cautela.
-Las cosas robadas deben de estar en un sitio concreto.-Pensó unos segundos, intentando buscar alguna lógica en su procesar-Hay que buscar ese sitio.
Frosk estaba sentado y de brazos cruzados mientras esperaba a que su amigo volviera junto con la joven rubia. Esperaba que el plan funcionase, si todo salía bien tan solo tendrían que entrar en la cueva, coger todo cuanto allí estuviese y devolverlo a sus respectivos dueños.
Hinchaba su saco vocal de vez en cuando mientras observaba a las dos mujeres que se habían quedado con él. Sin duda, la chica de pelo naranja se comportaba de una forma demasiado extraña.
-¡"Sombra" no es un color, croac!-De pronto, sintió cierta molestia en su estómago; tenía hambre, así que se puso en modo cazador y, todavía sentado, empezó a mirar alrededor por si algún insecto incauto se cruzaba por allí.
Normalmente, en las playas solían abundar las avispas, abejas, escarabajos, moscas... ¡Y los había a montones! Tan solo tenía que estar atento, así que por el bien de su propia supervivencia, se volvió ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor y empezó a buscar posible presas con su mirada mientras mantenía una pose de máxima inamovilidad.
Las dos mujeres iban agrradas de la mano, y una avispa empezó a revolotear alrededor de ellas, en cuanto Frosk la vio, no le quitó la vista; esa iba a ser su presa. El insecto se posó justo en las manos de las mujeres, ese era el momento perfecto para cazarla; abrió su boca y su lengua salió como un resorte. Esta se pegó a las manos, y por ende al insecto, tiró con fuerza para recogerla, y aunque pudo atraer a las dos mujeres hacia sí, era demasiado peso con el que lidiar, así que por inercia su cuerpo también fue llevado hacia adelante, haciendo que se pusiese en pie y, de un salto pudiese recoger la lengua, la avispa y hasta lo brazos, a la altura de los codos, de la mujer morena que daba miedo y la loca pelirroja.
Sin más, el anfibio soltó a las féminas y se tragó su presa, hinchando su saco vocal mientras miraba a ambas con los ojos entrecerrados y una sonrisa satisfecha de lado a lado de su rostro.
-Creo que no nos hemos presentado todavía, croac-Se señaló con el pulgar-¡Podéis llamarme "Frosk"! Y el gigantón de metal que me acompaña se llama "Bluto".-Asintió mientras hinchaba su saco vocal.
En ese momento llegaron Bluto y la niña rubia.
-Encargo completado.-Echó un vistazo al grupo-Calculo que dentro de media hora estarán todos dormidos.
Pasó la cantidad de tiempo marcada para darles margen a los piratas a que se emborracharan y el grupo se puso en marcha, dirección a la cueva.
Nada más llegar se encontraron con que los dos guardias que vigilaban la entrada estaban, efectivamente, dormidos; cada uno con una jarra de la bebida que habían entregado en la mano.
-¡Croac, croac, croac!-Rió mientras hinchaba su saco vocal-¡El plan funciona!-Les dijo a sus compañeras mientras entrecerraba los ojos y mostraba su sonrisa satisfecha.
-Recomendaría que no nos confiáramos.
-¡Adentro!-Señaló al interior, enérgico. Acto seguido se adentró en la cueva pegando saltos con sus ancas.
En el interior, se encontrarían con caminos que recorrían todo el lugar, algunas bifurcaciones y cruces, pero en definitiva todo estaba marcado con claridad y antorchas puestas cada ciertos tramos para tener una visibilidad aceptable. El silencio generalizaba todo, y los esporádicos sonidos hacía eco: los ronquidos de los piratas dormidos con los que se encontraban, el gotear de ciertas formaciones rocosas del techo, el fluir de pequeñas corrientes de agua que recorrían ciertos tramos del lugar, los pasos de Bluto... por suerte, estos últimos no eran tan escandalosos, pero aún así había que tener cautela.
-Las cosas robadas deben de estar en un sitio concreto.-Pensó unos segundos, intentando buscar alguna lógica en su procesar-Hay que buscar ese sitio.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Había una verdad filosófica dentro de las locas palabras de la muchacha. Lo que decía no tenía pies ni cabeza y aun así tenía sentido.
-La percepción del mundo cambia según los ojos de quien observa. -Comenté, mirando al cielo.- Pero sin duda el cielo llueve para todos. Vaya, gracias. Los tuyos también son bellos. -Dejé de observar a las nubes y presté atencion a los ojos de la zagala. -Por los dioses, un zapato perdido. Sin duda su hermano lo estará buscando.
Reí levemente. Reí por la ocurrencia, pero también para liberar tensión. La porteadora de naranjas no había soltado mi mano en todo el camino, al contrario, cada vez la apretaba más y ahora incluso le sudaba. La miré de reojo, estaba respirando cada vez más rápido.
-Muchacha, ¿te encuentras bien? ¿Qué te aflige? -Esperé una respuesta antes de continuar. -¿Quieres que nos quedemos aquí fuera? Si no quieres ir a la cueva puedo quedarme aquí contigo.
¿Sería posible que aquella desconocida supiera algo sobre los piratas? Que fuera incluso su aliada y nos dirigiera a una trampa... o que tuviera algún asunto pendiente con ellos, venganza quizás. ¿Serían los zapatos una metáfora?
-¡La madre que te pario! -Alcé el brazo, sorprendida por tener el brazo dentro de un sapo. -Suéltame, gañan. Dioses... -Sacudí la mano, que ahora estaba llena de babas. -Deberías aprender lo que es el espacio personal, amigo. -No dije nada más hasta que Vey regresó con el bio, trayendo noticias favorables. -Ojala pudiera quedarme y ver la cara que ponen todos al despertar.
Lavey se puso a la cabeza del grupo, junto a Frosk, y yo me quedé atrás con la pelirroja, esperando a ver que hacía.
-Si ves un sombrero pirata lo quiero para mí. -La lagartija miró primero a la rana y luego a la armadura parlante. -Yo me iré por ese lado. -Señaló la parte izquierda de la cueva. -Si encuentro algo os aviso.
-La percepción del mundo cambia según los ojos de quien observa. -Comenté, mirando al cielo.- Pero sin duda el cielo llueve para todos. Vaya, gracias. Los tuyos también son bellos. -Dejé de observar a las nubes y presté atencion a los ojos de la zagala. -Por los dioses, un zapato perdido. Sin duda su hermano lo estará buscando.
Reí levemente. Reí por la ocurrencia, pero también para liberar tensión. La porteadora de naranjas no había soltado mi mano en todo el camino, al contrario, cada vez la apretaba más y ahora incluso le sudaba. La miré de reojo, estaba respirando cada vez más rápido.
-Muchacha, ¿te encuentras bien? ¿Qué te aflige? -Esperé una respuesta antes de continuar. -¿Quieres que nos quedemos aquí fuera? Si no quieres ir a la cueva puedo quedarme aquí contigo.
¿Sería posible que aquella desconocida supiera algo sobre los piratas? Que fuera incluso su aliada y nos dirigiera a una trampa... o que tuviera algún asunto pendiente con ellos, venganza quizás. ¿Serían los zapatos una metáfora?
-¡La madre que te pario! -Alcé el brazo, sorprendida por tener el brazo dentro de un sapo. -Suéltame, gañan. Dioses... -Sacudí la mano, que ahora estaba llena de babas. -Deberías aprender lo que es el espacio personal, amigo. -No dije nada más hasta que Vey regresó con el bio, trayendo noticias favorables. -Ojala pudiera quedarme y ver la cara que ponen todos al despertar.
Lavey se puso a la cabeza del grupo, junto a Frosk, y yo me quedé atrás con la pelirroja, esperando a ver que hacía.
-Si ves un sombrero pirata lo quiero para mí. -La lagartija miró primero a la rana y luego a la armadura parlante. -Yo me iré por ese lado. -Señaló la parte izquierda de la cueva. -Si encuentro algo os aviso.
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
La rana la miraba con ojos de pocos amigos. Gaia estaba poniéndose cada vez más y más nerviosa intentando alejar de ella las ideas que Luna empezaba a mandar a su cabeza. La bruja intentaba dispersarlas, pero sin duda alguna era algo que le resultaba increíblemente difícil de hacer.
- POR SUPUESTO QUE ES UN COLOR- Grito Gaia ante la ocurrencia de Frosk- Es el color que deja el día cuando hay las suficientes nubes como para ocultar el sol. Y el mismo que se crea cuando los primeros rayos del sol entran en una habitación oscura- Lo miró indignada como si todos supiesen de lo que hablaba.
La mujer a la que agarraba la mano la tranquilizaba, parecía alguien en quien confiar y su voz era dulce y comprensiva a pesar de la situación estresante que estaban viviendo.
Esta mujer nos destrozaría, Luna mi dulce Luna... y a ambas se nos ha pasado por la cabeza adornar nuestro cuello con un collar hecho de sus huesos. Desmontarlos uno por uno y...
El lametazo de Frosk la interrumpió y Gaia a diferencia de Reivy agradeció aquella interrupción, y se miró la mano llena de saliva del tal Frosk. Examinó ahí donde su lengua se había posado de manera cercana, curiosa y sonrió ante la exageración de respuesta de Reivy. Se acercó a ella y le dijo mientras elevaba la mano, como si mostrase un tesoro:
- La saliva de sapo, y en especial de rey tiene algunas propiedades curativas. Una lástima que no estemos heridas. Estoy segura que sino te habría sanado totalmente. Este rey nuestro es bastante generoso- le guiñó un ojo Debemos estarle agradecidas.
Y avanzó por los pasadizos guiada por la rana. Por alguna extraña razón Luna se mantenía callada y aquello ponía más y más nerviosa a Gaia que deseó haber sido ella la que se tomó el ron en vez de los piratas, de aquella manera al menos ella no se hubiese tenido que preocupar por saber cuál era el siguiente plan de aquella molesta voz, pues sabía que no iba a ser nada bueno.
- LA LUNA CAYÓ DEL CIELO Y SE ENCONTRÓ CON SU REFLEJO, LA NIÑA INGENUA Y JÓVEN LA RECIBIÓ CON UN BESO.- Comenzó a cantar susurrando mientras se agarraba a Frosk- . ¿Tiene miedo, su majestad?- le preguntó- . No te preocupes.. Yo... me llamo Gaia, y no voy a dejar que te atrapen. No estoy cargando con estas naranjas por nada- y le guiñó un ojo.
El corredor se estrechó y al final pudieron ver una sala rodeada de barrotes en la que los piratas habían dispuesto la mercancía robada y en el centro de ella, como dormitando y de cuando en cuando sollozando, un hombre que parecía llevar sin comer o beber nada días. Casi tan delgado como la propia Gaia.
- POR SUPUESTO QUE ES UN COLOR- Grito Gaia ante la ocurrencia de Frosk- Es el color que deja el día cuando hay las suficientes nubes como para ocultar el sol. Y el mismo que se crea cuando los primeros rayos del sol entran en una habitación oscura- Lo miró indignada como si todos supiesen de lo que hablaba.
La mujer a la que agarraba la mano la tranquilizaba, parecía alguien en quien confiar y su voz era dulce y comprensiva a pesar de la situación estresante que estaban viviendo.
Esta mujer nos destrozaría, Luna mi dulce Luna... y a ambas se nos ha pasado por la cabeza adornar nuestro cuello con un collar hecho de sus huesos. Desmontarlos uno por uno y...
El lametazo de Frosk la interrumpió y Gaia a diferencia de Reivy agradeció aquella interrupción, y se miró la mano llena de saliva del tal Frosk. Examinó ahí donde su lengua se había posado de manera cercana, curiosa y sonrió ante la exageración de respuesta de Reivy. Se acercó a ella y le dijo mientras elevaba la mano, como si mostrase un tesoro:
- La saliva de sapo, y en especial de rey tiene algunas propiedades curativas. Una lástima que no estemos heridas. Estoy segura que sino te habría sanado totalmente. Este rey nuestro es bastante generoso- le guiñó un ojo Debemos estarle agradecidas.
Y avanzó por los pasadizos guiada por la rana. Por alguna extraña razón Luna se mantenía callada y aquello ponía más y más nerviosa a Gaia que deseó haber sido ella la que se tomó el ron en vez de los piratas, de aquella manera al menos ella no se hubiese tenido que preocupar por saber cuál era el siguiente plan de aquella molesta voz, pues sabía que no iba a ser nada bueno.
- LA LUNA CAYÓ DEL CIELO Y SE ENCONTRÓ CON SU REFLEJO, LA NIÑA INGENUA Y JÓVEN LA RECIBIÓ CON UN BESO.- Comenzó a cantar susurrando mientras se agarraba a Frosk- . ¿Tiene miedo, su majestad?- le preguntó- . No te preocupes.. Yo... me llamo Gaia, y no voy a dejar que te atrapen. No estoy cargando con estas naranjas por nada- y le guiñó un ojo.
El corredor se estrechó y al final pudieron ver una sala rodeada de barrotes en la que los piratas habían dispuesto la mercancía robada y en el centro de ella, como dormitando y de cuando en cuando sollozando, un hombre que parecía llevar sin comer o beber nada días. Casi tan delgado como la propia Gaia.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Nadie objetó nada cuando Lavey decidió irse por un lado ella sola. Era una buena opción y la más rápida para realizar la tarea que allí habían ido a hacer. Pero a Bluto le preocupó que la chica pudiese ponerse en apuros, y su "instinto de protección" le obligó a separarse también del grupo para acompañarla.
La chica y el ser de metal recorrieron un sinuoso pasillo natural de roca, muy parecido al recorrido que previamente habían hecho, con la excepción de que no se encontraron ningún pirata apostado a alguno de los lados, dormido por el efecto del ron manipulado que antes ellos dos les habían dado.
-¿Qué nombre tiene la señorita?-Pregunto de forma repentina el bio-cibernético.-Necesito saberlo, ya que he de cumplir con el protocolo.
No tardaron en llegar al final de aquel recorrido. Allí, lo que se encontraron distaba mucho de su objetivo; se habían topado con el lugar de descanso de los piratas. Varios camastros, sacos y pertenencias de los propios saqueadores de costas se encontraban allí, además de un grupo numeroso de estos, todos dormidos con claros signos de haber estado bebiendo; jarras tiradas por el suelo, líquido pegajoso impregnando algunas partes del suelo, posturas muy poco cómodas para quedarse dormido...
-Creo que este no es el lugar que buscábamos.
Frosk, alterado, le tapó la boca a Gaia en cuanto se puso a cantar.
-¡Croac! ¡Cállate, idiota!-Intentó hablar en el tono de voz más bajo que pudo.-...¿Naranjas?-Posó sus grandes ojos ambarinos en los de la chica, luego los desvió a las naranjas-¡Las naranjas no van a impedir que nos maten, croac!-Exclamó aún alterado.
Una sucesión de ronquidos se escuchaba más allá de donde estaban, un extraño hombre muy delgado estaba dormido en una silla que tan solo tenía como soporte dos de sus patas, ya que estaba echada hacia atrás y haciendo un equilibrio perfecto entre una pequeña mesa que tenía delante y la pared de barrotes que guardaban lo que parecía ser los bienes robados.
-¿Quién es ese?
Estaba solo, ¿Sería el encargado de vigilar aquello? Sea como fuere, lo mejor sería no hacer ruido para no averiguarlo de primera mano.
El hombre rana se acercó con cuidado a los barrotes y se asomó a su interior, metiendo su cabeza entre estos. Las ranas eran bastante flexibles y resbaladizas, no era nada complicado hacer aquello.
-Demasiada mercancía, croac. Necesitamos a Bluto.-Se separó de los barrotes y sacó su cabeza, devolviendo la atención hacia sus acompañantes.-Voy a ir a donde se fueron la chica rubia y Bluto. Vosotras quedaos aquí y vigilad que nadie venga...-Miró de reojo al hombre durmiente-Y si ese se despierta, lo volvéis a dormir.-Impactó con cuidado su puño derecho en su palma izquierda, dando a entender con claros gestos a qué se refería.
Una vez todo decidido y aclarado, hinchó su saco vocal y asintió.
La chica y el ser de metal recorrieron un sinuoso pasillo natural de roca, muy parecido al recorrido que previamente habían hecho, con la excepción de que no se encontraron ningún pirata apostado a alguno de los lados, dormido por el efecto del ron manipulado que antes ellos dos les habían dado.
-¿Qué nombre tiene la señorita?-Pregunto de forma repentina el bio-cibernético.-Necesito saberlo, ya que he de cumplir con el protocolo.
No tardaron en llegar al final de aquel recorrido. Allí, lo que se encontraron distaba mucho de su objetivo; se habían topado con el lugar de descanso de los piratas. Varios camastros, sacos y pertenencias de los propios saqueadores de costas se encontraban allí, además de un grupo numeroso de estos, todos dormidos con claros signos de haber estado bebiendo; jarras tiradas por el suelo, líquido pegajoso impregnando algunas partes del suelo, posturas muy poco cómodas para quedarse dormido...
-Creo que este no es el lugar que buscábamos.
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Frosk, alterado, le tapó la boca a Gaia en cuanto se puso a cantar.
-¡Croac! ¡Cállate, idiota!-Intentó hablar en el tono de voz más bajo que pudo.-...¿Naranjas?-Posó sus grandes ojos ambarinos en los de la chica, luego los desvió a las naranjas-¡Las naranjas no van a impedir que nos maten, croac!-Exclamó aún alterado.
Una sucesión de ronquidos se escuchaba más allá de donde estaban, un extraño hombre muy delgado estaba dormido en una silla que tan solo tenía como soporte dos de sus patas, ya que estaba echada hacia atrás y haciendo un equilibrio perfecto entre una pequeña mesa que tenía delante y la pared de barrotes que guardaban lo que parecía ser los bienes robados.
-¿Quién es ese?
Estaba solo, ¿Sería el encargado de vigilar aquello? Sea como fuere, lo mejor sería no hacer ruido para no averiguarlo de primera mano.
El hombre rana se acercó con cuidado a los barrotes y se asomó a su interior, metiendo su cabeza entre estos. Las ranas eran bastante flexibles y resbaladizas, no era nada complicado hacer aquello.
-Demasiada mercancía, croac. Necesitamos a Bluto.-Se separó de los barrotes y sacó su cabeza, devolviendo la atención hacia sus acompañantes.-Voy a ir a donde se fueron la chica rubia y Bluto. Vosotras quedaos aquí y vigilad que nadie venga...-Miró de reojo al hombre durmiente-Y si ese se despierta, lo volvéis a dormir.-Impactó con cuidado su puño derecho en su palma izquierda, dando a entender con claros gestos a qué se refería.
Una vez todo decidido y aclarado, hinchó su saco vocal y asintió.
Frosk
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
-Me llamo Lavey. -La adolescente sonrió enseñando los dientes. -Soy una dragona de fuego y excelente cazadora. -La chica no necesitaba decir todos aquellos datos, pero por su experiencia con Zöe sabía que cuantas más información le dieras más fácil seria para ellos comprenderte. -¿Cuál es tu protocolo?
Lavey se quedó en silencio cuando llegaron a la sala común de los piratas. Ciertamente ahí no estaba el tesoro que el grupo esperaba encontrar, pero si el que la dragoncilla buscaba.
La rubia se llevó la mano a la boca indicando silencio y con otro gesto pidió a Bluto que esperara. Con pies puntillas esquivó brazos, piernas y cuerpos hasta llegar a una mujer con un sobrero pirata que le tapaba la cara. Lo cogió con sumo cuidado, se le puso y regreso con el hombre de hojalata y, haciéndole un nuevo gesto, se pusieron en marcha.
-Oye... Bluto, ¿verdad? -Lavey miraba con curiosidad al cibernético. -¿Eres una armadura mágica? -Con cada paso la pluma en el sombrero se movía siguiendo el vaivén de cada paso o las inclinaciones de la cabeza. -Nunca había visto un bio como tú. -Vey golpeo con los nudillos el armazón, comprobando si este estaba hueco. -¿Ser bio es... divertido? ¿Recuerdas porque te convertiste en uno?
Yo misma le hubiera cerrado la boca a la pelirroja ¿en que estaba pensado? Vale que estuvieran todos drogados, pero eso no significaba que no se despertaran si les cantabas a los gritos en el oído.
-Alguien que duerme. -Comenté con simpleza y una sonrisa divertida ante la obviedad de la respuesta. -Yo podría carg...
Dejé la frase sin completar. Frosk parecía tener su propia mula de carga y la verdad, mejor para mí. Convertirse en dragón en una cueva de pasillos estrechos no era la mejor de las ideas.
-Gaia... -Miré dentro de la jaula intentando encontrar algo interesante. -¿Es ese el zapato que buscas? -Señalé con la mano a través de los barrotes. -A todo esto... ¿son tus zapatos o vas descalza por gusto?
Lavey se quedó en silencio cuando llegaron a la sala común de los piratas. Ciertamente ahí no estaba el tesoro que el grupo esperaba encontrar, pero si el que la dragoncilla buscaba.
La rubia se llevó la mano a la boca indicando silencio y con otro gesto pidió a Bluto que esperara. Con pies puntillas esquivó brazos, piernas y cuerpos hasta llegar a una mujer con un sobrero pirata que le tapaba la cara. Lo cogió con sumo cuidado, se le puso y regreso con el hombre de hojalata y, haciéndole un nuevo gesto, se pusieron en marcha.
-Oye... Bluto, ¿verdad? -Lavey miraba con curiosidad al cibernético. -¿Eres una armadura mágica? -Con cada paso la pluma en el sombrero se movía siguiendo el vaivén de cada paso o las inclinaciones de la cabeza. -Nunca había visto un bio como tú. -Vey golpeo con los nudillos el armazón, comprobando si este estaba hueco. -¿Ser bio es... divertido? ¿Recuerdas porque te convertiste en uno?
Yo misma le hubiera cerrado la boca a la pelirroja ¿en que estaba pensado? Vale que estuvieran todos drogados, pero eso no significaba que no se despertaran si les cantabas a los gritos en el oído.
-Alguien que duerme. -Comenté con simpleza y una sonrisa divertida ante la obviedad de la respuesta. -Yo podría carg...
Dejé la frase sin completar. Frosk parecía tener su propia mula de carga y la verdad, mejor para mí. Convertirse en dragón en una cueva de pasillos estrechos no era la mejor de las ideas.
-Gaia... -Miré dentro de la jaula intentando encontrar algo interesante. -¿Es ese el zapato que buscas? -Señalé con la mano a través de los barrotes. -A todo esto... ¿son tus zapatos o vas descalza por gusto?
Reivy Abadder
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
Gaia compuso un gesto molesto cuando Frosk la mandó callar. Por un momento la chica dejó de darle la mano y lo miró como si acabase de romperle el corazón por el mero hecho de haberla llamado idiota. Se alejó un poco del grupo mientras daba pataditas a una piedra suelta de la sala. El resto parecía haber hecho planes y vio como Bluto y la niña iban hacia otro lado primero y después vio como Frosk se marchaba. Lo vio ir con cara de resentimiento.
¿Entiendes, Luna, mi dulce Luna? ¿Acaso alguna vez he estado equivocada.?¿Acaso no te han llamado idiota antes... ambas sabemos lo que viene después?
Gaia comenzó a inundarse de rabia y pegó una patada a la piedra sin acertar en ella y frustrándose aún más.
Mira que es fácil Luna mi Luna... esto podría ser todo para ti si..
La voz de Reivy la sacó de su ensimismamiento.La bruja miró a través de los barrotes y vio varios zapatos desordenados y apilados. Miró a Reivy de nuevo y de nuevo a los zapatos. Suspiró, como si de pronto estuviese cansada de tener que hacer todo el trabajo. Se concentró por un segundo mientras cerraba los ojos y cuando los abrió, la estancia había cambiado.[1]
Bueno, al menos a los ojos de todos.
Reivy y ella misma se encontraban ahora dentro de la sala donde hasta ese momento el guarda había estado durmiendo. Ambas rodeadas de los tesoros de aquellos piratas. En su lugar, el guarda estaba ahora al final del corredor que los llevaba a la sala donde lo habían visto a él. Gaia se llevó la mano a los labios haciéndole un gesto de silencio a Reivy. Agarró una naranja, se acercó a los barrotes y miró a través de ellos con una sonrisa en los labios. Cerró un ojo para ganar certitud en su visión alzó la mano en la que tenía la naranja y...
la lanzó. La fruta alcanzó al hombre en el culmen mismo de un ronquido, acertando en la cabeza. Gaia susurró un: SÍ, celebrando su tiro y el hombre se despertó confundido.
Miró a su alrededor y se frotó los ojos antes de mirar a su silla y después a las mujeres. Gaia lo saludó con la mano, como atrayendo su atención. El hombre volvió a dirigir su mirada a Gaia y a Reivy y entonces algo en su cabeza pareció tomar sentido. Se levantó de la silla con un salto y se acercó a la reja.
-Pero... Pero... como demonios como... Ustedes estais.., dentro-
-Y tú estás fuera- dijo Gaia jugueteando con la ilusión del zapato sin mucho interés.
-Pero.. pero si ustedes estáis dentro yo...
- Sí, estás fuera...-dijo comenzando a cansarse.
-Y si estáis dentro significa que....yo... que yo...- El hombre comenzó a caminar de un lado al otro de manera precipitada nervioso y mirando tras de si- Yo estoy en problemas... ¡En problemas!- dijo el hombre. Buscó en su bolsillo las llaves y casi sin atinar a la acertada comenzó intentar abrir la puerta- No... DEBÉIS SALIR DE AQUI INMEDIATAMENTE. Si el capitán os encuentra aquí yo... el me va a... os va a... - el hombre casi lloriqueaba, dándose cuenta de que se había quedado dormido cuando se suponía debía custodiar los tesoros.
-Oh... no se preocupe señor- dijo Gaia.- Mi amiga y yo tan solo.. nos perdimos por la gruta y acabamos aquí. La puerta estaba abierta y bueno... ya has visto que ambas necesitabamos zapatos. - comenzó a susurrar- No juzgues mucho a mi compañera por los suyos... la pobre no entiende de moda- dijo al hombre-La puerta se nos cerró pero ahora que estas despierto... nos puedes dejar salir y... bueno, aquí no ha pasado nada.- Gaia sonrió con la sonrisa dulce de alguien sincero e ingenuo.
El hombre se apresuró a abrir la puerta aliviado de que el resto de tesoros estuviese en su lugar. Demasiado ocupado comprobando que el cofre con monedas no hubiese sido tocado, el guardián no vio venir el golpe con la bolsa de narajas que Gaia tenía preparado para él en el momento justo en el que entró (técnicamente salió) de la habitación del tesoro. El hombre cayó noqueado al suelo y Gaia se agachó a agarrar las llaves.
-Y decía la rana que mis naranjas no servían para nada...- le dijo Gaia a Reivy, entrando en la sala del tesoro que aún se veía como el pasillo debido a la ilusión creada por ella. Apartó al hombre y se aseguró de dejarlo fuera de la misma mientras incitaba a Reivy a seguirla. Cerraría la puerta tras ella. -Ahora... a esperar.- Se sentó en una esquina y comenzó a juguetear con los cordones del zapato de la ilusión.
------
[1] Gaia crea una ilusión por la que se percibe que el interior de la sala de tesoros es el exterior y viceversa.
¿Entiendes, Luna, mi dulce Luna? ¿Acaso alguna vez he estado equivocada.?¿Acaso no te han llamado idiota antes... ambas sabemos lo que viene después?
Gaia comenzó a inundarse de rabia y pegó una patada a la piedra sin acertar en ella y frustrándose aún más.
Mira que es fácil Luna mi Luna... esto podría ser todo para ti si..
La voz de Reivy la sacó de su ensimismamiento.La bruja miró a través de los barrotes y vio varios zapatos desordenados y apilados. Miró a Reivy de nuevo y de nuevo a los zapatos. Suspiró, como si de pronto estuviese cansada de tener que hacer todo el trabajo. Se concentró por un segundo mientras cerraba los ojos y cuando los abrió, la estancia había cambiado.[1]
Bueno, al menos a los ojos de todos.
Reivy y ella misma se encontraban ahora dentro de la sala donde hasta ese momento el guarda había estado durmiendo. Ambas rodeadas de los tesoros de aquellos piratas. En su lugar, el guarda estaba ahora al final del corredor que los llevaba a la sala donde lo habían visto a él. Gaia se llevó la mano a los labios haciéndole un gesto de silencio a Reivy. Agarró una naranja, se acercó a los barrotes y miró a través de ellos con una sonrisa en los labios. Cerró un ojo para ganar certitud en su visión alzó la mano en la que tenía la naranja y...
la lanzó. La fruta alcanzó al hombre en el culmen mismo de un ronquido, acertando en la cabeza. Gaia susurró un: SÍ, celebrando su tiro y el hombre se despertó confundido.
Miró a su alrededor y se frotó los ojos antes de mirar a su silla y después a las mujeres. Gaia lo saludó con la mano, como atrayendo su atención. El hombre volvió a dirigir su mirada a Gaia y a Reivy y entonces algo en su cabeza pareció tomar sentido. Se levantó de la silla con un salto y se acercó a la reja.
-Pero... Pero... como demonios como... Ustedes estais.., dentro-
-Y tú estás fuera- dijo Gaia jugueteando con la ilusión del zapato sin mucho interés.
-Pero.. pero si ustedes estáis dentro yo...
- Sí, estás fuera...-dijo comenzando a cansarse.
-Y si estáis dentro significa que....yo... que yo...- El hombre comenzó a caminar de un lado al otro de manera precipitada nervioso y mirando tras de si- Yo estoy en problemas... ¡En problemas!- dijo el hombre. Buscó en su bolsillo las llaves y casi sin atinar a la acertada comenzó intentar abrir la puerta- No... DEBÉIS SALIR DE AQUI INMEDIATAMENTE. Si el capitán os encuentra aquí yo... el me va a... os va a... - el hombre casi lloriqueaba, dándose cuenta de que se había quedado dormido cuando se suponía debía custodiar los tesoros.
-Oh... no se preocupe señor- dijo Gaia.- Mi amiga y yo tan solo.. nos perdimos por la gruta y acabamos aquí. La puerta estaba abierta y bueno... ya has visto que ambas necesitabamos zapatos. - comenzó a susurrar- No juzgues mucho a mi compañera por los suyos... la pobre no entiende de moda- dijo al hombre-La puerta se nos cerró pero ahora que estas despierto... nos puedes dejar salir y... bueno, aquí no ha pasado nada.- Gaia sonrió con la sonrisa dulce de alguien sincero e ingenuo.
El hombre se apresuró a abrir la puerta aliviado de que el resto de tesoros estuviese en su lugar. Demasiado ocupado comprobando que el cofre con monedas no hubiese sido tocado, el guardián no vio venir el golpe con la bolsa de narajas que Gaia tenía preparado para él en el momento justo en el que entró (técnicamente salió) de la habitación del tesoro. El hombre cayó noqueado al suelo y Gaia se agachó a agarrar las llaves.
-Y decía la rana que mis naranjas no servían para nada...- le dijo Gaia a Reivy, entrando en la sala del tesoro que aún se veía como el pasillo debido a la ilusión creada por ella. Apartó al hombre y se aseguró de dejarlo fuera de la misma mientras incitaba a Reivy a seguirla. Cerraría la puerta tras ella. -Ahora... a esperar.- Se sentó en una esquina y comenzó a juguetear con los cordones del zapato de la ilusión.
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[1] Gaia crea una ilusión por la que se percibe que el interior de la sala de tesoros es el exterior y viceversa.
Gaia
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Re: Problemas mercantiles [Libre 3/3]
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