El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
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El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Me’meto Mohri.
En el antiguo lenguaje, es la invitación hacia la reflexión de nuestro propia mortalidad, una tradición que, en cierto sentido, forjó la historia de Aerandir. Cada evento que ha creado el destino de nuestra historia es la respuesta a esa ansiedad espiritual de querer dejar un legado, separar a los mortales de las leyendas, ser partícipe de los designios del destino. Pero también responde un miedo mucho más oculto en los corazones de los mortales, algo que no muchos pueden reconocer y aceptar.
“¿Acaso desapareceré para siempre cuando muera?”
Desde reyes hasta pobres aldeanos, pasando por eruditos, filósofos, brujas y hasta pequeños niños que lanzan piedras a una mula vieja y testaruda en algún pueblo perdido. No solo es una pregunta sobre si existe algo más allá de este mundo mortal, sino también si la historia tendrá un lugar para nosotros. Es por eso que muchas personas se aferran a la bondad para ser recordados por muchos o para encontrar redención, así como otros quieren ser quienes coloquen la primera piedra de un cimiento imperecedero y eterno.
Pero, sin importar sus logros o sus creaciones, nadie es ajeno a la muerte, incluso aquellos quienes viven por siglos. Todos, tarde o temprano, dejarán de existir.
¿Pero y si existiese una forma?
Si fuera posible ser realmente inmortal, ser eterno, engañar a la muerte para siempre...
¿Lo harías?
Esta historia tiene un comienzo normal, con esas pequeñas rarezas que la hacen interesante para contar en una fogata, como cuando quieres contar aquella historia que “le pasó al amigo de un amigo”. Era el atardecer en el pantano misterioso, mientras mi amiga Leveru y yo dirigíamos nuestros pasos hacia el este. En nuestras manos, un pequeño papel que habíamos conseguido en el tablón de anuncios de un pequeño pueblo cercano era nuestro pie en lo que sería la aventura que les cuento el día de hoy.
- “El Conde Luther se encuentra en búsqueda de gente que pueda ayudarlo contra sus malestares. No importa si se trata de medicina, magia o algún artefacto, el Conde pagará muy bien por los servicios que le permitan calmar sus dolores. La paga puede ser en Aeros, algún artefacto que el Conde tenga en su poder o algo de su colección de objetos históricos, lo que la persona decida.”
- Suena a algo que se te da bien, ¿verdad?
- Soy más de recomponer fracturas golpeando las zonas afectadas hasta que los huesos vuelven a su lugar… ¡pero si, es casi lo mismo que recetarle un poco de té para los dolores en las manos!
Claro que mi amiga bromeaba sarcásticamente, no íbamos a romperle todos los huesos hasta que se calmara (… creo), pero aquel trabajo parecía necesitar algo de conocimientos médicos, algo que a Leveru se le daba muy bien. Es por eso que, mientras ella preparaba lo necesario para viajar, decidí preguntarle al tabernero más detalles sobre el trabajo y donde se encontraba este conde.
Debí haberme percatado, cuando me acerqué a preguntarle, de la primera advertencia que el destino me estaba dando.
Su deseo de ayudar fue nulo. Más bien, no es que fuera nulo, sino que evitó por completo hablar del tema y me advirtió que evitara tomar ese trabajo. Le insistí varias veces, pero cada negativa adicional me molestaba más. Decidida a buscar más información, fui a varios lugares públicos en búsqueda de algún dato. Cuando hacía las preguntas, la actitud de la gente cambiaba de ser neutra o amigable a estar a la defensiva, ignorar las preguntas o derechamente echarte con la escoba. Y créanme, las abuelas pueden pegar fuerte cuando realmente quieren sacarte de su vista.
- … por lo que veo, le fue mal en obtener información, señorita.
Cuando me estaba recuperando del último escobazo, apareció una señora anciana, que quizás bordeaba los 80 años, muy lejos había llegado en su vida para llegar a esa edad. Sus cabellos blancos eran largos, hasta la mitad de su espalda, sus ojos azulados mostraban el cansancio de los años y su bastón servía como un ayuda para caminar.
- Usualmente la gente me trata así cuando es hora de pedir limosnas después de cantar, no antes – bromeé, mientras me giraba para verla mejor.
- No es buena idea preguntar sobre el Conde en este pueblo. La gente se vuelve muy… - parecía buscar la palabra precisa, pero al parecer no encontró el término que buscaba - … nerviosa.
- ¿Y eso?
- Mitos e historias locales, mi niña. Lo que usualmente escuchas en las calles: historias de viejas chismosas, niños ociosos, esas cosas – aquella descripción era injusta, puesto que, por profesión, tenía que enterarme de los chismes – En la realidad, nada ha ocurrido en la mansión del Conde en el pasado. Cada persona de este pueblo que ha visitado ese lugar ha vuelto sin incidentes.
- … pero hay un algo – intuí que debía haber un algo para hacer que la gente se comportara de esa forma. Aquello hizo que asintiera sin dudar.
- Este pueblo nació al mismo tiempo que la mansión en donde vive. Solo ha tenido al mismisimo Conde como su habitante… y este pueblo tiene 300 años, mi niña.
- … si que ha vivido bastante – me sorprendí un poco por su dato, aunque no era muy raro – ¿Me imagino que es un vampiro muy peculiar?
Fue entonces cuando negó con su cabeza. Me retracté pensando que podía tratarse de un dragón muy lóngevo en ese caso. Eso hizo que volviera a negar con la cabeza. Cuando pensé en la posibilidad de que era un elfo, nuevamente la negativa fue su respuesta.
- … espere, ¿el Conde es un humano? ¿Un humano viviendo trescientos años? Pero eso es…
- Puedes verificarlo tu misma, mi niña – me extendió un mapa local, con un círculo en donde se suponía que estaba el sujeto – Al Conde Luther puedes encontrarlo en medio del pantano misterioso, 5 kilometros al este, cerca del lago que desemboca del río Tymer.
Siguiendo las indicaciones, salimos del pequeño pueblo hacia donde se encontraba la ubicación. En todo el viaje, no podía preguntarme: ¿eran realmente trescientos años? ¿Realmente era un humano? ¿Eran los rumores muy fantásticos como para ser verdad?
El motor de mi interés en el trabajo cambió con aquel encuentro. Era demasiado interesante aquella historia como para no saber más de ella. Eran muchas preguntas las que se encontraban sin contestar. Y pronto me daría cuenta de que, a veces, es mejor dejar algunas preguntas sin responder.
En el antiguo lenguaje, es la invitación hacia la reflexión de nuestro propia mortalidad, una tradición que, en cierto sentido, forjó la historia de Aerandir. Cada evento que ha creado el destino de nuestra historia es la respuesta a esa ansiedad espiritual de querer dejar un legado, separar a los mortales de las leyendas, ser partícipe de los designios del destino. Pero también responde un miedo mucho más oculto en los corazones de los mortales, algo que no muchos pueden reconocer y aceptar.
“¿Acaso desapareceré para siempre cuando muera?”
Desde reyes hasta pobres aldeanos, pasando por eruditos, filósofos, brujas y hasta pequeños niños que lanzan piedras a una mula vieja y testaruda en algún pueblo perdido. No solo es una pregunta sobre si existe algo más allá de este mundo mortal, sino también si la historia tendrá un lugar para nosotros. Es por eso que muchas personas se aferran a la bondad para ser recordados por muchos o para encontrar redención, así como otros quieren ser quienes coloquen la primera piedra de un cimiento imperecedero y eterno.
Pero, sin importar sus logros o sus creaciones, nadie es ajeno a la muerte, incluso aquellos quienes viven por siglos. Todos, tarde o temprano, dejarán de existir.
¿Pero y si existiese una forma?
Si fuera posible ser realmente inmortal, ser eterno, engañar a la muerte para siempre...
¿Lo harías?
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Esta historia tiene un comienzo normal, con esas pequeñas rarezas que la hacen interesante para contar en una fogata, como cuando quieres contar aquella historia que “le pasó al amigo de un amigo”. Era el atardecer en el pantano misterioso, mientras mi amiga Leveru y yo dirigíamos nuestros pasos hacia el este. En nuestras manos, un pequeño papel que habíamos conseguido en el tablón de anuncios de un pequeño pueblo cercano era nuestro pie en lo que sería la aventura que les cuento el día de hoy.
- “El Conde Luther se encuentra en búsqueda de gente que pueda ayudarlo contra sus malestares. No importa si se trata de medicina, magia o algún artefacto, el Conde pagará muy bien por los servicios que le permitan calmar sus dolores. La paga puede ser en Aeros, algún artefacto que el Conde tenga en su poder o algo de su colección de objetos históricos, lo que la persona decida.”
- Suena a algo que se te da bien, ¿verdad?
- Soy más de recomponer fracturas golpeando las zonas afectadas hasta que los huesos vuelven a su lugar… ¡pero si, es casi lo mismo que recetarle un poco de té para los dolores en las manos!
Claro que mi amiga bromeaba sarcásticamente, no íbamos a romperle todos los huesos hasta que se calmara (… creo), pero aquel trabajo parecía necesitar algo de conocimientos médicos, algo que a Leveru se le daba muy bien. Es por eso que, mientras ella preparaba lo necesario para viajar, decidí preguntarle al tabernero más detalles sobre el trabajo y donde se encontraba este conde.
Debí haberme percatado, cuando me acerqué a preguntarle, de la primera advertencia que el destino me estaba dando.
Su deseo de ayudar fue nulo. Más bien, no es que fuera nulo, sino que evitó por completo hablar del tema y me advirtió que evitara tomar ese trabajo. Le insistí varias veces, pero cada negativa adicional me molestaba más. Decidida a buscar más información, fui a varios lugares públicos en búsqueda de algún dato. Cuando hacía las preguntas, la actitud de la gente cambiaba de ser neutra o amigable a estar a la defensiva, ignorar las preguntas o derechamente echarte con la escoba. Y créanme, las abuelas pueden pegar fuerte cuando realmente quieren sacarte de su vista.
- … por lo que veo, le fue mal en obtener información, señorita.
Cuando me estaba recuperando del último escobazo, apareció una señora anciana, que quizás bordeaba los 80 años, muy lejos había llegado en su vida para llegar a esa edad. Sus cabellos blancos eran largos, hasta la mitad de su espalda, sus ojos azulados mostraban el cansancio de los años y su bastón servía como un ayuda para caminar.
- Usualmente la gente me trata así cuando es hora de pedir limosnas después de cantar, no antes – bromeé, mientras me giraba para verla mejor.
- No es buena idea preguntar sobre el Conde en este pueblo. La gente se vuelve muy… - parecía buscar la palabra precisa, pero al parecer no encontró el término que buscaba - … nerviosa.
- ¿Y eso?
- Mitos e historias locales, mi niña. Lo que usualmente escuchas en las calles: historias de viejas chismosas, niños ociosos, esas cosas – aquella descripción era injusta, puesto que, por profesión, tenía que enterarme de los chismes – En la realidad, nada ha ocurrido en la mansión del Conde en el pasado. Cada persona de este pueblo que ha visitado ese lugar ha vuelto sin incidentes.
- … pero hay un algo – intuí que debía haber un algo para hacer que la gente se comportara de esa forma. Aquello hizo que asintiera sin dudar.
- Este pueblo nació al mismo tiempo que la mansión en donde vive. Solo ha tenido al mismisimo Conde como su habitante… y este pueblo tiene 300 años, mi niña.
- … si que ha vivido bastante – me sorprendí un poco por su dato, aunque no era muy raro – ¿Me imagino que es un vampiro muy peculiar?
Fue entonces cuando negó con su cabeza. Me retracté pensando que podía tratarse de un dragón muy lóngevo en ese caso. Eso hizo que volviera a negar con la cabeza. Cuando pensé en la posibilidad de que era un elfo, nuevamente la negativa fue su respuesta.
- … espere, ¿el Conde es un humano? ¿Un humano viviendo trescientos años? Pero eso es…
- Puedes verificarlo tu misma, mi niña – me extendió un mapa local, con un círculo en donde se suponía que estaba el sujeto – Al Conde Luther puedes encontrarlo en medio del pantano misterioso, 5 kilometros al este, cerca del lago que desemboca del río Tymer.
Siguiendo las indicaciones, salimos del pequeño pueblo hacia donde se encontraba la ubicación. En todo el viaje, no podía preguntarme: ¿eran realmente trescientos años? ¿Realmente era un humano? ¿Eran los rumores muy fantásticos como para ser verdad?
El motor de mi interés en el trabajo cambió con aquel encuentro. Era demasiado interesante aquella historia como para no saber más de ella. Eran muchas preguntas las que se encontraban sin contestar. Y pronto me daría cuenta de que, a veces, es mejor dejar algunas preguntas sin responder.
Siria
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Ahí sentada no sabía exactamente cuál era su papel. A su diestra, Mark se dedicaba a dibujar con gran maestría alguna mujer de su imaginario en una posición bastante artística. De vez en cuando, la mirada del artista se levantaba para afirmar que seguía escuchando a su compañero, un bardo de melena castaña que estaba contándole al grupo una de sus hazañas mientras el resto escuchaba con atención.
— Subí con una vela en mano al segundo piso, y cuando llegue… No había nadie. Solo quedaba el eco de la risa de la niña.
— ¿Y luego?— inquirió un muchacho pelirrojo y pecoso que estaba muy entrado en la anécdota. Tanto, que no vio al su compañero acercarse por atrás.
— Pues me metí a la recámara de los niños, donde dicen que la mujer loca los mató, empujé la puerta… — el bardo hizo la mímica de empujar algo en el aire y luego meter la mitad de su cuerpo; si Mahaut tenía que darle crédito por algo al que contaba la historia, era su capacidad para hacerlo.
El pelirrojo seguía atento a la historia, tanto que en ningún momento vio venir el golpe tenue que le daría su compañero a uno de sus costados al tiempo que el bardo gritaba:
— ¡Y un gato enorme saltó de la cama!
En ese momento, el joven de cabellos de cobre pegó un salto tan brusco que dio con su rodilla en la mesa y volcó su tarro de cerveza, derramando sobre la superficie el líquido amarillo efervescente. El resto de hombres, incluido Mark y Mahaut, rieron del espanto que le habían metido al chaval. Este, apenado, se sobó la rodilla mientras el compañero que le había metido el golpe, le despeinaba la melena en actitud jocosa.
— Pobre Artie, siempre serás el más pecoso y el más miedoso del grupo. — dijo la otra mujer en la mesa, una muchacha rubia que se sentaba en las piernas de un tipo grande y tosco que tenía una actitud tan ligera que contrastaba abismalmente con su fisionomía.
— Ya déjenlo en paz, si apenas lleva unos meses con nosotros. Lo van a espantar y se va a ir, y luego ¿quién nos va a ayudar con los mapas? Porque, eso sí, miedoso mucho ¡Pero el mejor cartógrafo que tenemos!— vociferó el corpulento alzando su tarro, con ello invitando al resto que imitaron el movimiento con sus bebidas, incluida Mahaut que, hasta el momento, se sentía muy cómoda en ese ambiente tan raro para ella.
— Oh… cállense, si nada más soy un escriba glorificado por ustedes, panda de analfabetos. — dijo Artie en tono de broma mientras el bardo tomaba su asiento en el taburete que la posadera le había dado para tocar por la noche.
— Quizá, Artie, quizá. Pero si no fuera por ti, ya nos habríamos perdido un par de veces. Pero bueno, he probado mi punto ¿Qué no? — con una mano se golpeó la palma para enfatizar palabra por palabra — No podemos tomar ese contrato porque Artie le tiene miedo a todo.
— Bien podría esperar afuera ¿No creen? — dijo Mark sin despegar la vista de su dibujo.
— No podría, se quedaría solo y, por lo que hemos preguntado, el lugar está en un pantano. Lleno de niebla, fango, sonidos raros, uno que otro animalejo sospechoso…— comentó la rubia rememorando la información que recabaría.
— Y, después de todo, ninguno de nosotros tiene conocimientos de yerbas o ungüentos y claramente se estipula que requiere ayuda de quien lo “ayude con sus males”. — agregó el corpulento.
— Mahaut es curandera…— dijo Mark, alzando la vista del dibujo. Todos quedaron en silencio, pues de momento nadie había cuestionado la presencia de esa muchacha externa al grupo, que Mark había llevado como acompañante. Y si bien uno que otro ya se podría a hacer conjeturas de lo que podía estar sucediendo entre los dos, nadie inquirió nada. Mahaut, en ese momento, miró a todos por turnos antes de encogerse de hombros.
— Podría hacerlo, no me vendría mal… ¿Cuántos Aros dice el contratista que pagará?
El bardo le puso el papel enfrente y con su delgado dedo delineó las líneas en las que se hablaba de la recompensa.
— “La paga puede ser en Aeros, algún artefacto que el Conde tenga en su poder o algo de su colección de objetos históricos, lo que la persona decida.” — leyó el bardo casi de memoria — Básicamente, el cielo es casi el límite, querida. O al menos el cielo que tenga al alcance el Conde.
Mahaut tomó el papel, pensando en que quizá con una buena remuneración económica, podría acercarse más a su meta de comprar su local en Baslodia. Ya no dormiría en un cuarto rentado en la taberna y no tendría que sacar su puesto al mercado todos los días. Su reputación se fortalecería y todo lo que tenía que hacer era atender a un Conde de alguna dolencia.
— No tan rápido, Vernon, que no le has dicho todo. — dijo la rubia al bardo, parándose del regazo del corpulento para acercarse a Mahaut — Mira, no quiero espantarte, pero… bueno, nosotros somos siete, contando al pobre diablo que fue a vaciar las tripas allá afuera, y podemos manejar prácticamente cualquier contrato fácilmente porque nos apoyamos. Este en especial, tiene una gran desventaja y es que nadie nos ha querido dar información del mencionado Conde. Nadie, Mahaut. Parece ser un tema tabú. Nadie de aquí tiene tus conocimientos, pero incluso así, no lo haríamos. — finalizó la rubia mirando a sus compañeros. Ninguno la contradijo.
— Alguien tiene que hacerlo ¿No? — dijo finalmente Mahaut — Puede que sea solo un hombre cascarrabias y que nadie se lleve bien con él. O que solamente sean habladurías de viejas chismosas. — hizo una pausa en la que ninguno dijo nada — Lo haré. — concluyó decidida.
— Pero… irías sola, Mahaut. Tu sola. — dijo la rubia, consternada.
— No se preocupen por mí, se cuidarme. — pronunció Mahaut tomando el papel y metiéndolo entre sus cosas, solo antes de levantarse del asiento.
— ¡Espera! — saltó Artie y de un portaplanos de cuero, extrajo un trozo de pergamino en el que estaba bien dibujada un área al que el pelirrojo había titulado “Pantano Misterioso”. Lo puso sobre la mesa y rápidamente marcó con tinta roja y una pluma, el poblado más cercano y la supuesta mansión del conde — Toma, llévate esto que te va a ser de utilidad. Nosotros… bueno, no lo vamos a usar.
Mark solamente se paró de su asiento y tomó a Mahaut del brazo.
— ¿Estás segura de esto? De verdad, no tienes que hacerlo solo porque nosotros no lo haremos.
— Necesito los Aeros, Mark. Mucho. Tengo que tomar las oportunidades que me da la vida. Tú los tienes a ellos. Yo no. No te preocupes, no me pasará nada. Espero.
Le picó la punta de la nariz con el dedo antes de dar media vuelta y salir del establecimiento. Afuera buscó rápidamente el coche que podía rentar. Se acercó al conductor, le dijo el nombre del pueblo y este marcó la tarifa del viaje. Que salía bastante cara, pero Mahaut comprendía el por qué. Al final sacó la cantidad de Aeros para dárselos al conductor y se trepó a la parte de atrás del coche para emprender el viaje.
— Subí con una vela en mano al segundo piso, y cuando llegue… No había nadie. Solo quedaba el eco de la risa de la niña.
— ¿Y luego?— inquirió un muchacho pelirrojo y pecoso que estaba muy entrado en la anécdota. Tanto, que no vio al su compañero acercarse por atrás.
— Pues me metí a la recámara de los niños, donde dicen que la mujer loca los mató, empujé la puerta… — el bardo hizo la mímica de empujar algo en el aire y luego meter la mitad de su cuerpo; si Mahaut tenía que darle crédito por algo al que contaba la historia, era su capacidad para hacerlo.
El pelirrojo seguía atento a la historia, tanto que en ningún momento vio venir el golpe tenue que le daría su compañero a uno de sus costados al tiempo que el bardo gritaba:
— ¡Y un gato enorme saltó de la cama!
En ese momento, el joven de cabellos de cobre pegó un salto tan brusco que dio con su rodilla en la mesa y volcó su tarro de cerveza, derramando sobre la superficie el líquido amarillo efervescente. El resto de hombres, incluido Mark y Mahaut, rieron del espanto que le habían metido al chaval. Este, apenado, se sobó la rodilla mientras el compañero que le había metido el golpe, le despeinaba la melena en actitud jocosa.
— Pobre Artie, siempre serás el más pecoso y el más miedoso del grupo. — dijo la otra mujer en la mesa, una muchacha rubia que se sentaba en las piernas de un tipo grande y tosco que tenía una actitud tan ligera que contrastaba abismalmente con su fisionomía.
— Ya déjenlo en paz, si apenas lleva unos meses con nosotros. Lo van a espantar y se va a ir, y luego ¿quién nos va a ayudar con los mapas? Porque, eso sí, miedoso mucho ¡Pero el mejor cartógrafo que tenemos!— vociferó el corpulento alzando su tarro, con ello invitando al resto que imitaron el movimiento con sus bebidas, incluida Mahaut que, hasta el momento, se sentía muy cómoda en ese ambiente tan raro para ella.
— Oh… cállense, si nada más soy un escriba glorificado por ustedes, panda de analfabetos. — dijo Artie en tono de broma mientras el bardo tomaba su asiento en el taburete que la posadera le había dado para tocar por la noche.
— Quizá, Artie, quizá. Pero si no fuera por ti, ya nos habríamos perdido un par de veces. Pero bueno, he probado mi punto ¿Qué no? — con una mano se golpeó la palma para enfatizar palabra por palabra — No podemos tomar ese contrato porque Artie le tiene miedo a todo.
— Bien podría esperar afuera ¿No creen? — dijo Mark sin despegar la vista de su dibujo.
— No podría, se quedaría solo y, por lo que hemos preguntado, el lugar está en un pantano. Lleno de niebla, fango, sonidos raros, uno que otro animalejo sospechoso…— comentó la rubia rememorando la información que recabaría.
— Y, después de todo, ninguno de nosotros tiene conocimientos de yerbas o ungüentos y claramente se estipula que requiere ayuda de quien lo “ayude con sus males”. — agregó el corpulento.
— Mahaut es curandera…— dijo Mark, alzando la vista del dibujo. Todos quedaron en silencio, pues de momento nadie había cuestionado la presencia de esa muchacha externa al grupo, que Mark había llevado como acompañante. Y si bien uno que otro ya se podría a hacer conjeturas de lo que podía estar sucediendo entre los dos, nadie inquirió nada. Mahaut, en ese momento, miró a todos por turnos antes de encogerse de hombros.
— Podría hacerlo, no me vendría mal… ¿Cuántos Aros dice el contratista que pagará?
El bardo le puso el papel enfrente y con su delgado dedo delineó las líneas en las que se hablaba de la recompensa.
— “La paga puede ser en Aeros, algún artefacto que el Conde tenga en su poder o algo de su colección de objetos históricos, lo que la persona decida.” — leyó el bardo casi de memoria — Básicamente, el cielo es casi el límite, querida. O al menos el cielo que tenga al alcance el Conde.
Mahaut tomó el papel, pensando en que quizá con una buena remuneración económica, podría acercarse más a su meta de comprar su local en Baslodia. Ya no dormiría en un cuarto rentado en la taberna y no tendría que sacar su puesto al mercado todos los días. Su reputación se fortalecería y todo lo que tenía que hacer era atender a un Conde de alguna dolencia.
— No tan rápido, Vernon, que no le has dicho todo. — dijo la rubia al bardo, parándose del regazo del corpulento para acercarse a Mahaut — Mira, no quiero espantarte, pero… bueno, nosotros somos siete, contando al pobre diablo que fue a vaciar las tripas allá afuera, y podemos manejar prácticamente cualquier contrato fácilmente porque nos apoyamos. Este en especial, tiene una gran desventaja y es que nadie nos ha querido dar información del mencionado Conde. Nadie, Mahaut. Parece ser un tema tabú. Nadie de aquí tiene tus conocimientos, pero incluso así, no lo haríamos. — finalizó la rubia mirando a sus compañeros. Ninguno la contradijo.
— Alguien tiene que hacerlo ¿No? — dijo finalmente Mahaut — Puede que sea solo un hombre cascarrabias y que nadie se lleve bien con él. O que solamente sean habladurías de viejas chismosas. — hizo una pausa en la que ninguno dijo nada — Lo haré. — concluyó decidida.
— Pero… irías sola, Mahaut. Tu sola. — dijo la rubia, consternada.
— No se preocupen por mí, se cuidarme. — pronunció Mahaut tomando el papel y metiéndolo entre sus cosas, solo antes de levantarse del asiento.
— ¡Espera! — saltó Artie y de un portaplanos de cuero, extrajo un trozo de pergamino en el que estaba bien dibujada un área al que el pelirrojo había titulado “Pantano Misterioso”. Lo puso sobre la mesa y rápidamente marcó con tinta roja y una pluma, el poblado más cercano y la supuesta mansión del conde — Toma, llévate esto que te va a ser de utilidad. Nosotros… bueno, no lo vamos a usar.
Mark solamente se paró de su asiento y tomó a Mahaut del brazo.
— ¿Estás segura de esto? De verdad, no tienes que hacerlo solo porque nosotros no lo haremos.
— Necesito los Aeros, Mark. Mucho. Tengo que tomar las oportunidades que me da la vida. Tú los tienes a ellos. Yo no. No te preocupes, no me pasará nada. Espero.
Le picó la punta de la nariz con el dedo antes de dar media vuelta y salir del establecimiento. Afuera buscó rápidamente el coche que podía rentar. Se acercó al conductor, le dijo el nombre del pueblo y este marcó la tarifa del viaje. Que salía bastante cara, pero Mahaut comprendía el por qué. Al final sacó la cantidad de Aeros para dárselos al conductor y se trepó a la parte de atrás del coche para emprender el viaje.
Mahaut Glevissig
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
El Mausu había escuchado extrañas e inquietantes historias en relación al Pantano Misterioso, como bien lo decía su nombre, estaba lleno de misterios. Sí, no estaba diciendo nada nuevo, pero no podía opinar mucho más, los datos que le habían dado eran muchos y en algunos casos hasta contradictorios. Como buen explorador, Amit sabía que lo que correspondía era que él mismo entrara en la ciénaga y sacara datos precisos de lo que podía encontrar allí.
Con un poco de suerte, encontraría objetos de valor para poder revender o utilizar en su tribu, al fin y al cabo, un suelo viscoso parecía un buen sitio dónde encontrar cosas enterradas ¿Cierto?
-¡Tchik! - Ese fue precisamente su primer problema, tener un metro de altura en un suelo como ese podía ser una contrariedad que rápidamente escalaría de molesto a preocupante - Tonto pantano, Tchik, esto no podrá seguir así por mucho tiempo, no, no, no, en algún lado tiene que haber tierra firme - Se quejaba el ratón, mientras que iba avanzando y para su desconcierto lo único que hacía era hundirse cada vez más.
Varios metros más adelante, ya solo se veía la cabeza del roedor, sus grandes orejas blancas resaltaban en contraste con los tonos negros y marrones del pantano. Iba con los brazos estirados hacia arriba, con el martillo en la mano porque le preocupaba que ese líquido asqueroso pudiera afectar de alguna manera al metal.
Parecía estar cada vez más oscuro, aunque era difícil calcular qué hora del día era, ya que el sol era totalmente tapado por la espesura de los árboles. Para ser un sitio que olía a muertos, albergaba una cantidad impresionante de vida, sobre todo insectos, los mosquitos sobrevolaban alrededor de Amit, quien se veía obligado a sacudir las orejas para evitar que le picaran en la única parte tierna y desprotegida de su cuerpo.
Avanzar en ese espeso menjunje de lodo era agotador, el ratón empezó a jadear y finalmente tuvo que detenerse porque sentía que le ardían los músculos de las piernas. Necesitaba saber en dónde estaba, miró alrededor en busca de algún árbol de ramas bajas al que pudiera trepar. Por suerte había uno relativamente cerca, con esfuerzo se acercó y cuando estuvo al lado guardó su martillo y comenzó a escalar.
-Esto pesa mucho, Tchik, pesa demasiado - No se entendía bien sí hablaba sobre el equipo que llevaba o sobre su propio cuerpo, aunque no quisiera admitirlo estaba bastante regordete - Ya casi - Al llegar casi hasta lo más alto pudo por fin ver el sol, enorme y naranja se escondía por el horizonte y alrededor sólo podía ver más y más árboles.
¿Y una casa? Achicó los ojitos negros, la vista de los Mausu no era muy buena, pero ese manchón negro que se veía a lo lejos tenía que ser algún tipo de construcción.
Lo que sí tenían muy bien desarrollado los roedores era el oído, eso le permitió escuchar claramente cuando la rama que lo sostenía se rompía. No había mucho que pudiera hacer, cayó directo hasta el fangal de nuevo, su chillido espantó a los pájaros de los alrededores, y cuando se levantó más parecía un monstruo del pantano que un ratón.
Con un poco de suerte, encontraría objetos de valor para poder revender o utilizar en su tribu, al fin y al cabo, un suelo viscoso parecía un buen sitio dónde encontrar cosas enterradas ¿Cierto?
-¡Tchik! - Ese fue precisamente su primer problema, tener un metro de altura en un suelo como ese podía ser una contrariedad que rápidamente escalaría de molesto a preocupante - Tonto pantano, Tchik, esto no podrá seguir así por mucho tiempo, no, no, no, en algún lado tiene que haber tierra firme - Se quejaba el ratón, mientras que iba avanzando y para su desconcierto lo único que hacía era hundirse cada vez más.
Varios metros más adelante, ya solo se veía la cabeza del roedor, sus grandes orejas blancas resaltaban en contraste con los tonos negros y marrones del pantano. Iba con los brazos estirados hacia arriba, con el martillo en la mano porque le preocupaba que ese líquido asqueroso pudiera afectar de alguna manera al metal.
Parecía estar cada vez más oscuro, aunque era difícil calcular qué hora del día era, ya que el sol era totalmente tapado por la espesura de los árboles. Para ser un sitio que olía a muertos, albergaba una cantidad impresionante de vida, sobre todo insectos, los mosquitos sobrevolaban alrededor de Amit, quien se veía obligado a sacudir las orejas para evitar que le picaran en la única parte tierna y desprotegida de su cuerpo.
Avanzar en ese espeso menjunje de lodo era agotador, el ratón empezó a jadear y finalmente tuvo que detenerse porque sentía que le ardían los músculos de las piernas. Necesitaba saber en dónde estaba, miró alrededor en busca de algún árbol de ramas bajas al que pudiera trepar. Por suerte había uno relativamente cerca, con esfuerzo se acercó y cuando estuvo al lado guardó su martillo y comenzó a escalar.
-Esto pesa mucho, Tchik, pesa demasiado - No se entendía bien sí hablaba sobre el equipo que llevaba o sobre su propio cuerpo, aunque no quisiera admitirlo estaba bastante regordete - Ya casi - Al llegar casi hasta lo más alto pudo por fin ver el sol, enorme y naranja se escondía por el horizonte y alrededor sólo podía ver más y más árboles.
¿Y una casa? Achicó los ojitos negros, la vista de los Mausu no era muy buena, pero ese manchón negro que se veía a lo lejos tenía que ser algún tipo de construcción.
Lo que sí tenían muy bien desarrollado los roedores era el oído, eso le permitió escuchar claramente cuando la rama que lo sostenía se rompía. No había mucho que pudiera hacer, cayó directo hasta el fangal de nuevo, su chillido espantó a los pájaros de los alrededores, y cuando se levantó más parecía un monstruo del pantano que un ratón.
Amit'tek
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
- Me pregunto por qué nadie ha escrito un libro de amor sobre Vampiros y Bios – la reflexión de mi amiga llegó en un momento en donde en nuestro viaje solo había fango, árboles y olores extraños que esperaba que solo fueran de animales putrefactos – Siempre están elfos con humanos, elfos con dragones, elfos con brujos, elfos con licántropos… - ahora que lo decía, como que las novelas de romance siempre tenían que ver con elfos, o elfas más bien dicho.
- Solo conozco a Zöe y, digamos, no sé si ella podría sentir algo por alguien más allá de la estima que tiene por… prog… porgr…
- Programada.
- … programada – esa era la palabra que Zöe siempre ocupaba –. Y no lo sé… no creo que sea muy entretenido un romance con un Bio – siendo Zöe mi única referencia.
- Alguien debería intentar hacer algo entretenido. Algo como que alguien frio y calculador contrata a una Bio como sirvienta, pasa el tiempo, lentamente abren sus corazones pero él se da cuenta que ella no puede sentir nada por los seres vivos, pero en realidad si, entonces es ella quien lo busca…
La conversación ayudaba a olvidar un poco las dificultades que teníamos para llegar a nuestro destino. Los pantanos en general eran algo que evitabamos usualmente porque, a menos que estuvieras cubierto de un aura mágica anti-manchas, inevitamente tendríamos un mal rato. Los caminos en donde uno podía pasar eran pocos y solo se trataban de rutas comerciales a medio mantener, adicionando a la desgracia el que ninguna de ellas pasara cerca de la mansión.
Eso significó que, al momento de salir de la ruta comercial, el resto del camino tendríamos que encontrarlo nosotras.
Al principio no fue tan problemático, ya que todavía quedaban zonas en donde podías sentir el terreno y evitar las enormes pozas de agua que se formaban naturalmente en el pantano. Pero progresivamente esas zonas desaparecían, se volvían más estrechas… hasta que, escondido entre la vegetación que había, un agujero me llevó a tierra. Mis brazos tuvieron el tiempo de reacción para no terminar con la cara en la tierra, pero no podía decir lo mismo de la cintura hacia abajo. O más bien, la mitad de mi pierna derecha, ya que el agujero calzaba perfectamente hasta la rodilla.
- Bueno, tratamos de evitarlo al máximo… pero creo que es hora de asimilar nuestro destino.
- … estás hablando en plural.
- … estoy hablando en plural.
- … no me gusta cuando hablas en plural.
- … no te va a gustar cuando empape tu ropa para que pueda hablar en plural.
Contra el destino de ser empapada completamente por su mejor amiga, la valiente Leveru no quedó de otra que saltar al abismo pegajoso, húmero y ligeramente asqueroso del pantano.
Afortunadamente para nosotras, la profundidad no era la suficiente como para llegarnos más allá de las rodillas, aunque en alguno que otro sector terminamos con el agua hasta la cintura. Por fortuna, las ropas que llevabamos estaban hechas con los pelajes y cueros de los Yak del norte, materiales muy impermeables para aguantar las lluvias y la nieve, aunque eso no aseguraba que ibamos a quedar impunes ante el clima.
- … me entró agua a las botas.
Y no solo eso. El pantano se encontraba lleno de criaturas pequeñas que nos dificultaban el viaje. No solo los cuervos intentaban romper nuestras mochilas para intentar robarnos las provisiones, sino a cada momento sentíamos los mosquitos que se colocaban en cada parte de nuestro cuerpo que no estaba cubierto por las telas, por lo que más de una vez nos golpeabamos en el cuello y en la cara para matar a esos pequeños desgraciados.
Nuestra referencia fue un punto que concordaba en la dirección de la mansión. A medida que caminabamos, se podía ver mejor el edificio: se trataba de una mansión enorme, quizás más grande que las que podías ver en las ciudades. De dos pisos, tenía incontables ventanales que hacían difícil saber cuántas habitaciones había porque bien una sola podía tener varias. La madera tenía muchos años y en muchas partes parecía desatendida, como si hubiera estado abandonada. Árboles de décadas o siglos de antigüedad la acompañaban, pero sus hojas habían caído por el frío clima. Tenía un aire opresivo, solitario, muy espeluznante y bastante isolado de cualquier sociedad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Esa, amigos míos, debió ser mi segunda alarma.
- Siria… - a Leveru no le impresionó ni llamó su atención la mansión. Más bien, notó un pequeño camino oculto entre la maleza que se extendía por la lejanía, por lo que era fácil asumir que aquel era el camino por el que se llegaba. Quedándonos en silencio, mirando el camino por el que podríamos haber venido, mi amiga pronunció las palabras que sentenciarían la vergüenza interna que nos sentenciarían hasta el final de nuestros días - … ahora que lo pienso, podríamos haber volado hasta acá y evitarnos mojarnos en el pantano.
Creo que pasaron 5 minutos antes que alguna de las dos dijera algo.
- Si, bueno… cosas que pasan.
Decididas a continuar nuestro eterno destino, caminamos hacia la puerta, subiendo una pequeña escalera de pocos escalones que daba a un pequeño porche. La puerta era muy amplia, de dos hojas. Probablemente cabía un Dragón transformado entero, con las alas a medio cerrar. La madera parecía firme, y a diferencia de lo que se podía pensar, había indicios de cuidado y mantenimiento.
Pude darme cuenta de eso de mejor forma cuando Leveru me empujó con fuerza hacia la puerta, haciendo que mi mejilla quedara aplastada contra la puerta. Tuve la fortuna de tener el tiempo de reacción para que no fuera mi nariz.
- Leveru que dem--
Pero no alcancé a terminar mi frase cuando me fijé en su rostro. Estaba pálida, con la boca abierta sin poder articular palabras y temerosa como no la había visto antes. Su brazo estaba extendido, pero como no podía decir nada, chasqueaba los dedos sin cesar para llamar mi atención hacia la dirección donde apuntaba.
Fue entonces cuando lo vimos. Era una criatura de no más de un metro de alto, completamente cubierta de los restos del pantano, moviéndose erráticamente en dirección hacia nosotras. Sus pisadas hacían “esquit”, como si fuera el mismisimo barro el que hiciera presión contra la tierra.
- Si… si… si…
- Le… le… le…
Pero lo más horripilante de todo era su forma: no poseía uniformidad, sus brazos eran cortos como si fueran los de un humano que alguien cortó por la mitad, dejando muñones en la zona del codo. No solo eso, su torso acaparaba el resto hasta abajo, sin piernas que lo ayudaran a caminar como el resto de nosotras. Era como… si le hubieran cortado las piernas un poco más abajo de sus caderas. Un bolto en su espalda daba la forma de una joroba, en donde diferentes objetos cubiertos por el lodo salían. Solo uno de ellos tenía una parte ligeramente sin la viscosidad: un trozo de metal acusaba de que aquella era un arma.
¿Acaso… alguien había intentado asestarle el golpe final, enterrando su arma contra esa criatura para fallar en su misión?
- ¡DEJENOS ENTRAR!
- ¡NOS VA A COMER Y A MATAR, EN ESE ORDEN!
Ambas comenzamos a golpear desesperadamente la puerta, intentando que los inquilinos nos escucharan y nos dejaran entrar. Llamamos y gritamos todo lo que podíamos, pero no hubo caso, no hubo respuesta. Instintivamente volvimos la espalda para quedar frente a la criatura, que se acercaba a la casa. Pegamos nuestras espaldas hacia la puerta, congeladas del miedo y sin poder reaccionar.
Fue entonces cuando dejamos de ver a la criatura. Para nosotras fue lentamente, pudimos notar cada fragmento de segundo que ocurrió, pero en la realidad la puerta se abrió rápidamente, aplastándonos a ambas contra la pared de la casa. Desde ahí, alguien muy elegante y anciano quedó frente a la ahora solitaria criatura.
- … joven, le pediré por favor que no emita ruidos fuertes, puesto que el dueño de esta misma se encuentra muy enfermo y requiere descanso.
- Solo conozco a Zöe y, digamos, no sé si ella podría sentir algo por alguien más allá de la estima que tiene por… prog… porgr…
- Programada.
- … programada – esa era la palabra que Zöe siempre ocupaba –. Y no lo sé… no creo que sea muy entretenido un romance con un Bio – siendo Zöe mi única referencia.
- Alguien debería intentar hacer algo entretenido. Algo como que alguien frio y calculador contrata a una Bio como sirvienta, pasa el tiempo, lentamente abren sus corazones pero él se da cuenta que ella no puede sentir nada por los seres vivos, pero en realidad si, entonces es ella quien lo busca…
La conversación ayudaba a olvidar un poco las dificultades que teníamos para llegar a nuestro destino. Los pantanos en general eran algo que evitabamos usualmente porque, a menos que estuvieras cubierto de un aura mágica anti-manchas, inevitamente tendríamos un mal rato. Los caminos en donde uno podía pasar eran pocos y solo se trataban de rutas comerciales a medio mantener, adicionando a la desgracia el que ninguna de ellas pasara cerca de la mansión.
Eso significó que, al momento de salir de la ruta comercial, el resto del camino tendríamos que encontrarlo nosotras.
Al principio no fue tan problemático, ya que todavía quedaban zonas en donde podías sentir el terreno y evitar las enormes pozas de agua que se formaban naturalmente en el pantano. Pero progresivamente esas zonas desaparecían, se volvían más estrechas… hasta que, escondido entre la vegetación que había, un agujero me llevó a tierra. Mis brazos tuvieron el tiempo de reacción para no terminar con la cara en la tierra, pero no podía decir lo mismo de la cintura hacia abajo. O más bien, la mitad de mi pierna derecha, ya que el agujero calzaba perfectamente hasta la rodilla.
- Bueno, tratamos de evitarlo al máximo… pero creo que es hora de asimilar nuestro destino.
- … estás hablando en plural.
- … estoy hablando en plural.
- … no me gusta cuando hablas en plural.
- … no te va a gustar cuando empape tu ropa para que pueda hablar en plural.
Contra el destino de ser empapada completamente por su mejor amiga, la valiente Leveru no quedó de otra que saltar al abismo pegajoso, húmero y ligeramente asqueroso del pantano.
Afortunadamente para nosotras, la profundidad no era la suficiente como para llegarnos más allá de las rodillas, aunque en alguno que otro sector terminamos con el agua hasta la cintura. Por fortuna, las ropas que llevabamos estaban hechas con los pelajes y cueros de los Yak del norte, materiales muy impermeables para aguantar las lluvias y la nieve, aunque eso no aseguraba que ibamos a quedar impunes ante el clima.
- … me entró agua a las botas.
Y no solo eso. El pantano se encontraba lleno de criaturas pequeñas que nos dificultaban el viaje. No solo los cuervos intentaban romper nuestras mochilas para intentar robarnos las provisiones, sino a cada momento sentíamos los mosquitos que se colocaban en cada parte de nuestro cuerpo que no estaba cubierto por las telas, por lo que más de una vez nos golpeabamos en el cuello y en la cara para matar a esos pequeños desgraciados.
Nuestra referencia fue un punto que concordaba en la dirección de la mansión. A medida que caminabamos, se podía ver mejor el edificio: se trataba de una mansión enorme, quizás más grande que las que podías ver en las ciudades. De dos pisos, tenía incontables ventanales que hacían difícil saber cuántas habitaciones había porque bien una sola podía tener varias. La madera tenía muchos años y en muchas partes parecía desatendida, como si hubiera estado abandonada. Árboles de décadas o siglos de antigüedad la acompañaban, pero sus hojas habían caído por el frío clima. Tenía un aire opresivo, solitario, muy espeluznante y bastante isolado de cualquier sociedad.
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Esa, amigos míos, debió ser mi segunda alarma.
- Siria… - a Leveru no le impresionó ni llamó su atención la mansión. Más bien, notó un pequeño camino oculto entre la maleza que se extendía por la lejanía, por lo que era fácil asumir que aquel era el camino por el que se llegaba. Quedándonos en silencio, mirando el camino por el que podríamos haber venido, mi amiga pronunció las palabras que sentenciarían la vergüenza interna que nos sentenciarían hasta el final de nuestros días - … ahora que lo pienso, podríamos haber volado hasta acá y evitarnos mojarnos en el pantano.
Creo que pasaron 5 minutos antes que alguna de las dos dijera algo.
- Si, bueno… cosas que pasan.
Decididas a continuar nuestro eterno destino, caminamos hacia la puerta, subiendo una pequeña escalera de pocos escalones que daba a un pequeño porche. La puerta era muy amplia, de dos hojas. Probablemente cabía un Dragón transformado entero, con las alas a medio cerrar. La madera parecía firme, y a diferencia de lo que se podía pensar, había indicios de cuidado y mantenimiento.
Pude darme cuenta de eso de mejor forma cuando Leveru me empujó con fuerza hacia la puerta, haciendo que mi mejilla quedara aplastada contra la puerta. Tuve la fortuna de tener el tiempo de reacción para que no fuera mi nariz.
- Leveru que dem--
Pero no alcancé a terminar mi frase cuando me fijé en su rostro. Estaba pálida, con la boca abierta sin poder articular palabras y temerosa como no la había visto antes. Su brazo estaba extendido, pero como no podía decir nada, chasqueaba los dedos sin cesar para llamar mi atención hacia la dirección donde apuntaba.
Fue entonces cuando lo vimos. Era una criatura de no más de un metro de alto, completamente cubierta de los restos del pantano, moviéndose erráticamente en dirección hacia nosotras. Sus pisadas hacían “esquit”, como si fuera el mismisimo barro el que hiciera presión contra la tierra.
- Si… si… si…
- Le… le… le…
Pero lo más horripilante de todo era su forma: no poseía uniformidad, sus brazos eran cortos como si fueran los de un humano que alguien cortó por la mitad, dejando muñones en la zona del codo. No solo eso, su torso acaparaba el resto hasta abajo, sin piernas que lo ayudaran a caminar como el resto de nosotras. Era como… si le hubieran cortado las piernas un poco más abajo de sus caderas. Un bolto en su espalda daba la forma de una joroba, en donde diferentes objetos cubiertos por el lodo salían. Solo uno de ellos tenía una parte ligeramente sin la viscosidad: un trozo de metal acusaba de que aquella era un arma.
¿Acaso… alguien había intentado asestarle el golpe final, enterrando su arma contra esa criatura para fallar en su misión?
- ¡DEJENOS ENTRAR!
- ¡NOS VA A COMER Y A MATAR, EN ESE ORDEN!
Ambas comenzamos a golpear desesperadamente la puerta, intentando que los inquilinos nos escucharan y nos dejaran entrar. Llamamos y gritamos todo lo que podíamos, pero no hubo caso, no hubo respuesta. Instintivamente volvimos la espalda para quedar frente a la criatura, que se acercaba a la casa. Pegamos nuestras espaldas hacia la puerta, congeladas del miedo y sin poder reaccionar.
Fue entonces cuando dejamos de ver a la criatura. Para nosotras fue lentamente, pudimos notar cada fragmento de segundo que ocurrió, pero en la realidad la puerta se abrió rápidamente, aplastándonos a ambas contra la pared de la casa. Desde ahí, alguien muy elegante y anciano quedó frente a la ahora solitaria criatura.
- … joven, le pediré por favor que no emita ruidos fuertes, puesto que el dueño de esta misma se encuentra muy enfermo y requiere descanso.
Siria
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
El lodo del pantano era asquerosamente pegajoso, y aunque había agua alrededor por más que se metiera sólo salía más sucio y más apestoso que antes. Amit bajó las orejas y se quedó de pie, con piernas y brazos separados porque le daba asco hasta tocarse a sí mismo, su hermoso pelaje blanco era irreconocible por debajo de tanto barro. Sacudió las manos, pero siquiera intentó sacárselo de las patas, de todos modos tendría que seguir caminando por esa cosa...
En cualquier caso, ya había visto que yendo hacía el norte había algo así como una casa, así que iría en esa dirección y cuando estuviera por fin en un sitio más seguro se preocuparía por la higiene.
-Tchik, con todo este lodo, y los bichos, Tchik ¡Y el olor! Tchik-Tchik - Iba murmurando el Mausu mientras caminaba sólo por el pantano.
La casa estaba rodeada por una especie de lago poco profundo, se la notaba descuidada y era muy grande. Amit no entendía esa obsesión que tenían las otras razas por hacer viviendas extremadamente altas, frías y poco prácticas ¿Por qué harían algo así cuando podían tener hermosas madrigueras? Eran acogedoras, cálidas, siempre estaba a mano todo lo que necesitabas, no tenías que estar recorriendo pasillos eternos para ir a dormir o a comer.
Dio vuelta alrededor de todo el perímetro hasta que encontró un camino que llevaba a la puerta de la mansión y para su sorpresa ya habían dos personas allí... Dos personas extrañamente familiares.
Cuando se pusieron a gritar Amit también dejó escapar un grito ¡Pero es que lo habían asustado! Se lo quedaron mirando en silencio y de la nada habían comenzado a gritar y a pedir ayuda. El Mausu se apoyó una mano sobre el corazón, se agitaba tan rápido que parecía que se le iba a salir.
-¿Comerlas? ¿Matarlas? ¡Tchik! No no no no no ¿Cómo podría hacer algo así?- Era cierto que en momentos de hambruna los Mausu podían comer prácticamente cualquier cosa, pero este no era el caso, la abultada panza de Amit demostraba que estaba muy bien alimentado- Esa voz me resulta familiar... Algo... Mmm -
Se puso en cuatro patas y se sacudió con fuerza para poder sacarse tanto barro como fuera posible, cuando terminó tenía todo el pelo revuelto y parado, pero al menos ya no chorreaba lodo. Sacó su cuaderno de notas, sabía que era algo en relación a dragones y una “S”, pasó hojas rápido hasta que encontró lo que buscaba, casi en simultáneo que una persona salía de la casa.
-¡Aja! - Dijo en señal de victoria, apuntó hacía donde hasta hacía unos segundos estaban Siria y su amiga - ¡Siria! Te llamas Siria -
-No, usted se confunde, Joven. Ese no es mi nombre -
-¡Tchik! ¡No el de usted! ¡El de ella! - Exclamó Amit, retractándose sobre la marcha - Ella es Siria y su amiga... - Ya era pedir demasiado a la memoria de un Mausu.
-En cualquier caso. Hagan silencio. Buenas noches - Estuvo a punto de cerrar la puerta pero el roedor pudo poner su cuaderno entre el marco y la hoja de la misma para evitar que la cierre.
-Perdone, Tchik, pero necesitaríamos que nos deje entrar, si no es mucha molestia. Tengo lodo metido hasta las orejas - Y era una afirmación que podía tomarse de forma literal.
En cualquier caso, ya había visto que yendo hacía el norte había algo así como una casa, así que iría en esa dirección y cuando estuviera por fin en un sitio más seguro se preocuparía por la higiene.
-Tchik, con todo este lodo, y los bichos, Tchik ¡Y el olor! Tchik-Tchik - Iba murmurando el Mausu mientras caminaba sólo por el pantano.
La casa estaba rodeada por una especie de lago poco profundo, se la notaba descuidada y era muy grande. Amit no entendía esa obsesión que tenían las otras razas por hacer viviendas extremadamente altas, frías y poco prácticas ¿Por qué harían algo así cuando podían tener hermosas madrigueras? Eran acogedoras, cálidas, siempre estaba a mano todo lo que necesitabas, no tenías que estar recorriendo pasillos eternos para ir a dormir o a comer.
Dio vuelta alrededor de todo el perímetro hasta que encontró un camino que llevaba a la puerta de la mansión y para su sorpresa ya habían dos personas allí... Dos personas extrañamente familiares.
Cuando se pusieron a gritar Amit también dejó escapar un grito ¡Pero es que lo habían asustado! Se lo quedaron mirando en silencio y de la nada habían comenzado a gritar y a pedir ayuda. El Mausu se apoyó una mano sobre el corazón, se agitaba tan rápido que parecía que se le iba a salir.
-¿Comerlas? ¿Matarlas? ¡Tchik! No no no no no ¿Cómo podría hacer algo así?- Era cierto que en momentos de hambruna los Mausu podían comer prácticamente cualquier cosa, pero este no era el caso, la abultada panza de Amit demostraba que estaba muy bien alimentado- Esa voz me resulta familiar... Algo... Mmm -
Se puso en cuatro patas y se sacudió con fuerza para poder sacarse tanto barro como fuera posible, cuando terminó tenía todo el pelo revuelto y parado, pero al menos ya no chorreaba lodo. Sacó su cuaderno de notas, sabía que era algo en relación a dragones y una “S”, pasó hojas rápido hasta que encontró lo que buscaba, casi en simultáneo que una persona salía de la casa.
-¡Aja! - Dijo en señal de victoria, apuntó hacía donde hasta hacía unos segundos estaban Siria y su amiga - ¡Siria! Te llamas Siria -
-No, usted se confunde, Joven. Ese no es mi nombre -
-¡Tchik! ¡No el de usted! ¡El de ella! - Exclamó Amit, retractándose sobre la marcha - Ella es Siria y su amiga... - Ya era pedir demasiado a la memoria de un Mausu.
-En cualquier caso. Hagan silencio. Buenas noches - Estuvo a punto de cerrar la puerta pero el roedor pudo poner su cuaderno entre el marco y la hoja de la misma para evitar que la cierre.
-Perdone, Tchik, pero necesitaríamos que nos deje entrar, si no es mucha molestia. Tengo lodo metido hasta las orejas - Y era una afirmación que podía tomarse de forma literal.
Amit'tek
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Lentamente la puerta dejó de ocultar a las maestras de la confusión y de la exageración (osea, nosotras), y solo el accionar de Amit impidió que se cerrara por completo. Solo un segundo antes que el mayordomo hiciera lo suyo, dejamos de golpear cuando escuchamos la voz del Mausu y la reconocimos… o al menos por mi parte, Leveu seguía pegandole a la puerta. Cuando nos dimos cuenta, estabamos siendo un emparedado de madera y madera que lentamente dejaba entrever su relleno adolorido.
- Ese era el sonido de un Mausu… empapado en barro.
Casi al mismo tiempo, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cuando el aire podía volver a pasar por nuestras narices sin problemas, pudimos observar que, en efecto, era Amit con algo de lodo alrededor de su cuerpo. No pude ocultar mi felicidad al verlo de nuevo, aunque estaba también bastante avergonzada por el incidente.
- Disculpe Amit, estaba tan envuelto en lodo que no pude reconocerlo – aun mantenía mi mano en la cara, un poco por el dolor que aún quedaba – Es bueno verlo sano y salvo nuevamente.
- Y estos pantanos ocultan muchas criaturas desconocidas – Leveru agarró la puerta que sostenía Amit, abriendola para que todos pudieramos pasar – aunque… -– Leveru se detuvo un momento para observarlo, agachandose para quedar con la mirada a la misma altura que él – Así que tú eres Amit. Siria ha contado esa aventura que tuvieron en el barco algunas veces en tabernas, pero jamás me había topado con la persona que compartió aquel relato – extendió su mano en forma de saludo – Me llamo Leverunia, aunque usualmente me llaman Leveru, o Levi si te acomoda.
No sé si Amit estaba acostumbrado a aquel trato, aunque siendo un ratón de un metro, me esperaba que al menos algunas mujeres, sobre todo las de alta sociedad (esas que no conocen el limpiar un plato ni por si acaso), sintieran repulsión o miedo al encontrarlo. Ya saben. Pero ella se encontraba ahí, dandole la mano como si nada.
- ¿Habías visto un Mausu antes Leveru?
- En la guerra de Lunargenta me tocó atender un par de Mausus. La mitad de la planta médica no sabían como atenderlos debido a las diferencias con las otras razas, así que me ofrecí a cuidarlos y aprendí bastante mientras los atendía – En realidad no es que no supieran como atenderlos, era como decía antes, se negaban a acercarse a ellos por asco, miedo, etc., y Leveru siempre tuvo un sentido del deber mucho más allá de esas “frivolidades”, como ella les decía – No eran heridas muy graves, por lo que se fueron felices al final del conflicto – Y por un momento se la escuchó aliviada por ello, aunque no podía evitar pensar en el contexto de ello.
Los tres entramos a la mansión, encontrandonos con el mayordomo quien solo hizo una reverencia y prosiguió con el camino, después de que, aparentemente, nos había esperado para continuar. Lo seguimos porque… bueno, asumimos que nos quería indicar al camino hacia donde estaba el dueño de la mansión. Por su parte, Leveru conversaba al lado de Amit sobre variados temas, lo que ambos hacían para ganarse la vida, familias, pero por sobre todo más detalles sobre la aventura en el barco con Amit.
- Quiero escuchar la versión de Amit de lo que sucedió, ya que estoy segura que disminuiste tu aporte en la aventura por tu humildad.
Y es que no sé si había hecho eso, deliveradamente o no al menos, pero Leveru estaba segura que habían detalles que había omitido y que él podía recordar en el mejor de los casos, suponiendo que su memoria no era tan mala como decían.
La mansión por su parte era un lugar lúgubre que se sentía muy abandonado y muy bien cuidado al mismo tiempo. Las paredes parecían firmes y cuidadas del polvo y telarañas, pero muchos candelabros parecían rotos o no tenían velas o aceite para iluminar el pasillo. Algunas puertas parecían no haber sido abiertas desde muchos años, quizás desde que el conde quedó solo. La alfombra por su parte se encontraba limpia y en general bien cuidada, aunque se notaba en ciertas partes que el tiempo había hecho de las suyas. También el piso a veces crujía con los pasos que dabamos. El único detalle en donde se notaba que había un esmero en el cuidado era en los ventanales que daban hacia el exterior: todos se encontraban impolutos, bien cuidados y no había ninguna ventana rota. No pude evitar preguntarme si aquello era para evitar que entraran insectos u otros animales pequeños, para evitar que el frío se colara u otra inclemencia del clima.
Finalmente una gran puerta nos llevó hacia una amplia sala de estar. Habían dos detalles que sobresalían del resto: dos escaleras de forma curva que, paralelamente, llevaban hacia el segundo piso de la mansión. Se parecía mucho a esas que habían en los palacios y casas lujosas, lo que daba la impresión de que, alguna vez, se pudieron celebrar ostentosas fiestas. El segundo detalle era la chimenea que albergaba el calor de la habitación en un costado. Llevaba un buen tiempo encendida, por lo que se intuía que estaban preparados desde hace mucho. Alrededor, diferentes sillones se encontraban alrededor de la fogata.
Y fue cuando notamos que habían otras personas en el lugar.
La primera y la más notoria persona era un licántropo que había en el lugar. Demetrio Singanl. 42 años. Se encontraba en su forma de lobo, en donde su pelaje verde y blanco, junto con unas ramas singulares alrededor de su cuerpo, daban la impresión de que fuera un druida o algo parecido.
El segundo es un elfo llamado Ah’tra Minent. De quizás 120 años, o al menos su rostro cansado lo indicaba así. Sus cabellos largos y blancos llegaban a sus hombros, y podía sentirse la presión de los años de experiencia cuando lo mirabas a los ojos.
El tercero era una mujer llamada simplemente Oth. De 24 años, parecía la más dispar del grupo debido a que parecía más una guerrera que una especialista en las artes de la medicina. Aun en el interior, llevaba su sombrero, como si fuera parte de ella.
Y por último, una vampiro botánica llamada Agatha Kal’thre. De apariencia 26 años, sus pelos rizos y castaños eran su característica más singular, acompañados de una piel pálida y ropajes largos y ajustados, casi como muchos vampiros que conocíamos.
- Se la madre de mis hijos… - murmuraba Leveru cuando vio a la vampiro, mientras la sostenía para que no hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse.
Algunos de ellos se giraron al vernos, pero no prestaron mayor atención. Tampoco conversaban entre si. Más bien, solo se encontraban esperando su turno frente a las llamas. El silencio, interrumpido por los pasos del mayordomo que se retiraba de la habitación, hacía que el ambiente fuera más pesado y nos hacía pensar en cómo y por qué habían llegado a la mansión. ¿Se habían enterado como nosotras en algún pueblo cercano? ¿Habían llegado por accidente como Amit?
- Ese era el sonido de un Mausu… empapado en barro.
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Cuando el aire podía volver a pasar por nuestras narices sin problemas, pudimos observar que, en efecto, era Amit con algo de lodo alrededor de su cuerpo. No pude ocultar mi felicidad al verlo de nuevo, aunque estaba también bastante avergonzada por el incidente.
- Disculpe Amit, estaba tan envuelto en lodo que no pude reconocerlo – aun mantenía mi mano en la cara, un poco por el dolor que aún quedaba – Es bueno verlo sano y salvo nuevamente.
- Y estos pantanos ocultan muchas criaturas desconocidas – Leveru agarró la puerta que sostenía Amit, abriendola para que todos pudieramos pasar – aunque… -– Leveru se detuvo un momento para observarlo, agachandose para quedar con la mirada a la misma altura que él – Así que tú eres Amit. Siria ha contado esa aventura que tuvieron en el barco algunas veces en tabernas, pero jamás me había topado con la persona que compartió aquel relato – extendió su mano en forma de saludo – Me llamo Leverunia, aunque usualmente me llaman Leveru, o Levi si te acomoda.
No sé si Amit estaba acostumbrado a aquel trato, aunque siendo un ratón de un metro, me esperaba que al menos algunas mujeres, sobre todo las de alta sociedad (esas que no conocen el limpiar un plato ni por si acaso), sintieran repulsión o miedo al encontrarlo. Ya saben. Pero ella se encontraba ahí, dandole la mano como si nada.
- ¿Habías visto un Mausu antes Leveru?
- En la guerra de Lunargenta me tocó atender un par de Mausus. La mitad de la planta médica no sabían como atenderlos debido a las diferencias con las otras razas, así que me ofrecí a cuidarlos y aprendí bastante mientras los atendía – En realidad no es que no supieran como atenderlos, era como decía antes, se negaban a acercarse a ellos por asco, miedo, etc., y Leveru siempre tuvo un sentido del deber mucho más allá de esas “frivolidades”, como ella les decía – No eran heridas muy graves, por lo que se fueron felices al final del conflicto – Y por un momento se la escuchó aliviada por ello, aunque no podía evitar pensar en el contexto de ello.
Los tres entramos a la mansión, encontrandonos con el mayordomo quien solo hizo una reverencia y prosiguió con el camino, después de que, aparentemente, nos había esperado para continuar. Lo seguimos porque… bueno, asumimos que nos quería indicar al camino hacia donde estaba el dueño de la mansión. Por su parte, Leveru conversaba al lado de Amit sobre variados temas, lo que ambos hacían para ganarse la vida, familias, pero por sobre todo más detalles sobre la aventura en el barco con Amit.
- Quiero escuchar la versión de Amit de lo que sucedió, ya que estoy segura que disminuiste tu aporte en la aventura por tu humildad.
Y es que no sé si había hecho eso, deliveradamente o no al menos, pero Leveru estaba segura que habían detalles que había omitido y que él podía recordar en el mejor de los casos, suponiendo que su memoria no era tan mala como decían.
La mansión por su parte era un lugar lúgubre que se sentía muy abandonado y muy bien cuidado al mismo tiempo. Las paredes parecían firmes y cuidadas del polvo y telarañas, pero muchos candelabros parecían rotos o no tenían velas o aceite para iluminar el pasillo. Algunas puertas parecían no haber sido abiertas desde muchos años, quizás desde que el conde quedó solo. La alfombra por su parte se encontraba limpia y en general bien cuidada, aunque se notaba en ciertas partes que el tiempo había hecho de las suyas. También el piso a veces crujía con los pasos que dabamos. El único detalle en donde se notaba que había un esmero en el cuidado era en los ventanales que daban hacia el exterior: todos se encontraban impolutos, bien cuidados y no había ninguna ventana rota. No pude evitar preguntarme si aquello era para evitar que entraran insectos u otros animales pequeños, para evitar que el frío se colara u otra inclemencia del clima.
Finalmente una gran puerta nos llevó hacia una amplia sala de estar. Habían dos detalles que sobresalían del resto: dos escaleras de forma curva que, paralelamente, llevaban hacia el segundo piso de la mansión. Se parecía mucho a esas que habían en los palacios y casas lujosas, lo que daba la impresión de que, alguna vez, se pudieron celebrar ostentosas fiestas. El segundo detalle era la chimenea que albergaba el calor de la habitación en un costado. Llevaba un buen tiempo encendida, por lo que se intuía que estaban preparados desde hace mucho. Alrededor, diferentes sillones se encontraban alrededor de la fogata.
Y fue cuando notamos que habían otras personas en el lugar.
La primera y la más notoria persona era un licántropo que había en el lugar. Demetrio Singanl. 42 años. Se encontraba en su forma de lobo, en donde su pelaje verde y blanco, junto con unas ramas singulares alrededor de su cuerpo, daban la impresión de que fuera un druida o algo parecido.
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El segundo es un elfo llamado Ah’tra Minent. De quizás 120 años, o al menos su rostro cansado lo indicaba así. Sus cabellos largos y blancos llegaban a sus hombros, y podía sentirse la presión de los años de experiencia cuando lo mirabas a los ojos.
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El tercero era una mujer llamada simplemente Oth. De 24 años, parecía la más dispar del grupo debido a que parecía más una guerrera que una especialista en las artes de la medicina. Aun en el interior, llevaba su sombrero, como si fuera parte de ella.
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Y por último, una vampiro botánica llamada Agatha Kal’thre. De apariencia 26 años, sus pelos rizos y castaños eran su característica más singular, acompañados de una piel pálida y ropajes largos y ajustados, casi como muchos vampiros que conocíamos.
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- Se la madre de mis hijos… - murmuraba Leveru cuando vio a la vampiro, mientras la sostenía para que no hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse.
Algunos de ellos se giraron al vernos, pero no prestaron mayor atención. Tampoco conversaban entre si. Más bien, solo se encontraban esperando su turno frente a las llamas. El silencio, interrumpido por los pasos del mayordomo que se retiraba de la habitación, hacía que el ambiente fuera más pesado y nos hacía pensar en cómo y por qué habían llegado a la mansión. ¿Se habían enterado como nosotras en algún pueblo cercano? ¿Habían llegado por accidente como Amit?
Siria
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Entre todos los presentes, Agatha Kal’thre era la que más posibilidades tenía de ser contratada por el conde Luther. Era la que más posibilidades tenía. En sus estos años, sus largos años, había servido a cinco nobles de Sacrestic y casado con tres de ellos. Era una excelente cuidadora, cumplía los designios de sus clientes hasta el último día de sus días. Los viejitos no pedían mucho: darles de comer, enseñarles el busto fingiendo un descuido, besarles la frente después de arroparles en la cama, dar largos nocturnos por la ciudad y permitirles presumir de acompañante; la más hermosa entre todas las vampiras, según ellos mismos decían. El sueldo de Kal’thre estaba a nivel de sus servicios. La vampiresa coleccionaba las joyas de a quién sirvió, además de sus títulos nobiliarios. Agatha Kal’thre era baronesa de La Duna Menor en Roilkat, Baronesa de Las Aguas Frías en Vulwulfar y Vizcondesa de La Tierra Cruda en la bella Sacrestic Ville. Los tres títulos fueron ofrecidos, no voluntariamente, por sus difuntos maridos y antiguos clientes. Además de arrebatarles los títulos utilizando sus habilidades de vampira, Agatha Kal’thre se quedó con las joyas de los nobles. A las chicas les gustan las joyas y las vampiresas no eran una excepción. Kal’thre tenía los dedos repletos de anillos de gran valor. Jugaba con ellos sin prestar atención a sus adversarios. Ninguno estaba a su nivel.
Oth (sin apellido), al igual que Agatha Kal’thre, estaba convencida que las demás personas que postularon para la faena del conde Luther no estaban en su mismo nivel. Oth creía que estaba en un nivel muy inferior. Un licántropo que parecía ser hijo del mismo bosque, una vampiresa con largos años de conocimiento a sus espaldas, un par de juglares con canciones más que de sobra para entretener al Señor, un elfo que sabía todo lo que se supone que un elfo debería saber… incluso el hombre ratón parecía estar más seguro de lo que hacía que Oth. Oth era hija de una familia de granjeros. Sabía cazar con el arco, utilizar la espada si el tiempo lo requiere, cocinar, limpiar, montar a caballo… ¿Suficiente? Oth resopló. Ella sabía que no lo era. El Señor querría rodearse de las personas más aptas para el oficio de cuidador. De nada serviría suplicarle una y mil veces (mi madre está enferma, mis hermanos pequeños se mueren de hambre, necesito el dinero…). El Señor manda y los granjeros obedecen. Oth no se quitó el sombrero al entrar al edificio puesto que pensaba que, de un momento a otro, el educado mayordomo le informaría que debería volver a casa.
Ah’tra Minent era elfo porque lo parecía físicamente. En caso de que el conde Luther le preguntase de dónde venía, Minent contestaría: de servir a mis señores. ¿Quiénes fueron tus señores? Preguntaría el conde. Minent fingiría sorpresa encogiéndose de hombros en un gesto tan enseñado que carecería completamente de naturalidad. Sus señores eran quienes más aeros tuvieran a su cargo. Sirvió a Otulhan, un dragón de fuego de Dundarak, y a Verentir, nigromante de Beltrexus. Ah’tra Minent no tenía hogar ni bandera. Nació en Vulwulfar, padre elfo y madre humana. En una edad que los humanos considerarían madura y los elfos temprana, tuvo que abandonar el nido familiar en busca de un oficio. Sirvió a una multitud de señores, algunos de facciones contrarias. El oficio y el deber eran más importante que los principios. Sí mi señor. A las órdenes mi señor. Como usted diga, mi señor. Ah’tra Minent era un elfo porque parecía un elfo. Quien conociera su historia y supiera de su comportamiento, no lo llamaría así.
El lobo paseaba entre los sillones con paso lento. Observaba a los presentes. Pasaba su olfato por su espalda con la intención de captar todos los aromas que poseían. La vampiresa emanaba un dulce olor a sangre enderezado con los perfumes exóticos de Roilkat. Es de la ciudad de arena de dónde venía la vampiresa, supuso el lobo. La pequeña humana apestaba a hierro viejo, el que poseen las herramientas arcaicas de los campesinos de los campos exteriores. El elfo no olía a nada, lo cual era sorprendente teniendo en cuenta que los elfos era la raza que más cuidaba su aspecto físico. Las mujeres juglares poseían los aromas de la música y la calle, la diversión y los bailes. Era una fragancia inconfundible producida por el sudor de quienes se están divirtiendo. El ratón apestaba a presa, a bocado. El conde Luther tan solo lo escogería en caso de que tuviera una plaga de felinos salvajes en el exterior de la finca y necesitase una criatura viva para utilizarla como cebo.
Demetrio Singanl echó un vistazo a los muebles del salón. La madera estaba corroída por el paso de los días, los ornamentos de metal y cristal dejaron de resplandecer cuando el polvo se sumió en ellos. La única utilidad de la costosa vajilla era ocupar los estantes de los armarios. Singanl se preguntó quién sería la última persona a quién había servido y cuánto tiempo hacía de ello.
Las paredes estaban decoradas con papiros de fantasía horrenda. Singanl no sabía leer, por lo que se contentó con observar los dibujos. Los papiros ilustraban hombres y mujeres de aspecto animalesco. Podría tratarse de retratos fisiológicos de un hombre bestia o quizás, visto de otra manera, un hombre en el interior de una bestia.
El mayordomo se posicionó a la derecha del sillón que coronaba la estancia, su posición habitual. Aplaudió sin hacer ruido, llamando la atención de los presentes. Singnal se acercó sinuosamente y se sentó en el suelo como lo haría un perro entrenado. A su derecha, Agatha Kal’thre levantó los de sus joyas para encontrarse con el anciano mayordomo.
—Díganme, buenos hombres y buenas mujeres: — el anciano hablaba con media voz por no molestar a su señor — ¿cómo es que han conocido este oficio y qué os ha impulsado a venir hasta aquí — su sonrisa desvelaba que “aquí” no era un buen lugar.
Personajes relevantes:
Ya que ha sido Siria quién ha dado nombre a los cuatro personajes (y yo he usado sin respeto), creo que sería divertido que también seáis vosotros quiénes les deis una especialización y nivel. El nivel de estos npcs deberá estar entre el 0 y el 4. Entre los 4 npcs protagónicos (Demetrio Singanl, Ah’tra Minent, Oth y Agatha Kal’thre no deben sumar un nivel superior a 9. Poneros de acuerdo por mp sobre los niveles de cada quién.
* Bienvenidos a La Mansión del conde Luther: habéis llegado en el momento más oportuno. El conde Luther está buscando un nuevo cuidador para que le asista en sus últimos años de vida. No sois los únicos postulantes al puesto. Todos los presentes hacéis un grupo muy variopinto con destrezas más que notables en cada uno de ellos. Deberéis presentaros ante el resto del grupo y hacer lo posible para que el señor os escoja como su nuevo empleado.
(Como os habéis dado cuenta, esta historia toma referencia de diversas películas en las que un ser que obviamente es malo busca un nuevo empleado para continuar con su maldad. Algunas películas donde he tomado inspiración para la historia: Drácula, Tusk, La mansión encantada e incluso El ciempiés humano).
Vuestro objetivo general será descubrir qué ocurre en la mansión.
Amit'tek: ha sido la casualidad quien te ha traído a este lugar y, por casualidad, te vas a quedar. Siria y su amiga puede acabar metida en un lío de los grandes. Fingirás interés por tal de asegurarte que ella estará bien. Te presentarás al resto del grupo, dirás (puedes mentir) cómo es que has sabido del empleo y por qué debes ser tú quien tome el empleo. De la misma manera harás con los npcs Demetrio Singanl y Oth.
Debido a tu amor hacia el foro (y a mí), serás el intermediario en esta partida. Nos comunicaremos por medio de mp cada turno y añadirás los nuevos detalles a la trama como según te vaya informando. También dispondrás de algunos secretos que he querido ocultar. Tuya es la opción de desvelarlos ahora o cuando creas conveniente. Es más, el juego resulta más divertido cuando conoces estos secretos y decides que un personaje mienta por ocultar dicho secreto. El primer secreto te lo he desvelado ahora, echa un vistazo a tu bandeja de correo.
Siria: caso similar al de Amit’tek. Te presentarás y dirás por qué debes ser tú quién salga elegida como la empleada del conde Luther. Tendremos en cuenta que Siria y Levi irán juntas. Te encargarás de los npcs Ah’tra Minent y Agatha Kal’thre.
Oth (sin apellido), al igual que Agatha Kal’thre, estaba convencida que las demás personas que postularon para la faena del conde Luther no estaban en su mismo nivel. Oth creía que estaba en un nivel muy inferior. Un licántropo que parecía ser hijo del mismo bosque, una vampiresa con largos años de conocimiento a sus espaldas, un par de juglares con canciones más que de sobra para entretener al Señor, un elfo que sabía todo lo que se supone que un elfo debería saber… incluso el hombre ratón parecía estar más seguro de lo que hacía que Oth. Oth era hija de una familia de granjeros. Sabía cazar con el arco, utilizar la espada si el tiempo lo requiere, cocinar, limpiar, montar a caballo… ¿Suficiente? Oth resopló. Ella sabía que no lo era. El Señor querría rodearse de las personas más aptas para el oficio de cuidador. De nada serviría suplicarle una y mil veces (mi madre está enferma, mis hermanos pequeños se mueren de hambre, necesito el dinero…). El Señor manda y los granjeros obedecen. Oth no se quitó el sombrero al entrar al edificio puesto que pensaba que, de un momento a otro, el educado mayordomo le informaría que debería volver a casa.
Ah’tra Minent era elfo porque lo parecía físicamente. En caso de que el conde Luther le preguntase de dónde venía, Minent contestaría: de servir a mis señores. ¿Quiénes fueron tus señores? Preguntaría el conde. Minent fingiría sorpresa encogiéndose de hombros en un gesto tan enseñado que carecería completamente de naturalidad. Sus señores eran quienes más aeros tuvieran a su cargo. Sirvió a Otulhan, un dragón de fuego de Dundarak, y a Verentir, nigromante de Beltrexus. Ah’tra Minent no tenía hogar ni bandera. Nació en Vulwulfar, padre elfo y madre humana. En una edad que los humanos considerarían madura y los elfos temprana, tuvo que abandonar el nido familiar en busca de un oficio. Sirvió a una multitud de señores, algunos de facciones contrarias. El oficio y el deber eran más importante que los principios. Sí mi señor. A las órdenes mi señor. Como usted diga, mi señor. Ah’tra Minent era un elfo porque parecía un elfo. Quien conociera su historia y supiera de su comportamiento, no lo llamaría así.
El lobo paseaba entre los sillones con paso lento. Observaba a los presentes. Pasaba su olfato por su espalda con la intención de captar todos los aromas que poseían. La vampiresa emanaba un dulce olor a sangre enderezado con los perfumes exóticos de Roilkat. Es de la ciudad de arena de dónde venía la vampiresa, supuso el lobo. La pequeña humana apestaba a hierro viejo, el que poseen las herramientas arcaicas de los campesinos de los campos exteriores. El elfo no olía a nada, lo cual era sorprendente teniendo en cuenta que los elfos era la raza que más cuidaba su aspecto físico. Las mujeres juglares poseían los aromas de la música y la calle, la diversión y los bailes. Era una fragancia inconfundible producida por el sudor de quienes se están divirtiendo. El ratón apestaba a presa, a bocado. El conde Luther tan solo lo escogería en caso de que tuviera una plaga de felinos salvajes en el exterior de la finca y necesitase una criatura viva para utilizarla como cebo.
Demetrio Singanl echó un vistazo a los muebles del salón. La madera estaba corroída por el paso de los días, los ornamentos de metal y cristal dejaron de resplandecer cuando el polvo se sumió en ellos. La única utilidad de la costosa vajilla era ocupar los estantes de los armarios. Singanl se preguntó quién sería la última persona a quién había servido y cuánto tiempo hacía de ello.
Las paredes estaban decoradas con papiros de fantasía horrenda. Singanl no sabía leer, por lo que se contentó con observar los dibujos. Los papiros ilustraban hombres y mujeres de aspecto animalesco. Podría tratarse de retratos fisiológicos de un hombre bestia o quizás, visto de otra manera, un hombre en el interior de una bestia.
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El mayordomo se posicionó a la derecha del sillón que coronaba la estancia, su posición habitual. Aplaudió sin hacer ruido, llamando la atención de los presentes. Singnal se acercó sinuosamente y se sentó en el suelo como lo haría un perro entrenado. A su derecha, Agatha Kal’thre levantó los de sus joyas para encontrarse con el anciano mayordomo.
—Díganme, buenos hombres y buenas mujeres: — el anciano hablaba con media voz por no molestar a su señor — ¿cómo es que han conocido este oficio y qué os ha impulsado a venir hasta aquí — su sonrisa desvelaba que “aquí” no era un buen lugar.
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Personajes relevantes:
Ya que ha sido Siria quién ha dado nombre a los cuatro personajes (y yo he usado sin respeto), creo que sería divertido que también seáis vosotros quiénes les deis una especialización y nivel. El nivel de estos npcs deberá estar entre el 0 y el 4. Entre los 4 npcs protagónicos (Demetrio Singanl, Ah’tra Minent, Oth y Agatha Kal’thre no deben sumar un nivel superior a 9. Poneros de acuerdo por mp sobre los niveles de cada quién.
* Bienvenidos a La Mansión del conde Luther: habéis llegado en el momento más oportuno. El conde Luther está buscando un nuevo cuidador para que le asista en sus últimos años de vida. No sois los únicos postulantes al puesto. Todos los presentes hacéis un grupo muy variopinto con destrezas más que notables en cada uno de ellos. Deberéis presentaros ante el resto del grupo y hacer lo posible para que el señor os escoja como su nuevo empleado.
(Como os habéis dado cuenta, esta historia toma referencia de diversas películas en las que un ser que obviamente es malo busca un nuevo empleado para continuar con su maldad. Algunas películas donde he tomado inspiración para la historia: Drácula, Tusk, La mansión encantada e incluso El ciempiés humano).
Vuestro objetivo general será descubrir qué ocurre en la mansión.
Amit'tek: ha sido la casualidad quien te ha traído a este lugar y, por casualidad, te vas a quedar. Siria y su amiga puede acabar metida en un lío de los grandes. Fingirás interés por tal de asegurarte que ella estará bien. Te presentarás al resto del grupo, dirás (puedes mentir) cómo es que has sabido del empleo y por qué debes ser tú quien tome el empleo. De la misma manera harás con los npcs Demetrio Singanl y Oth.
Debido a tu amor hacia el foro (y a mí), serás el intermediario en esta partida. Nos comunicaremos por medio de mp cada turno y añadirás los nuevos detalles a la trama como según te vaya informando. También dispondrás de algunos secretos que he querido ocultar. Tuya es la opción de desvelarlos ahora o cuando creas conveniente. Es más, el juego resulta más divertido cuando conoces estos secretos y decides que un personaje mienta por ocultar dicho secreto. El primer secreto te lo he desvelado ahora, echa un vistazo a tu bandeja de correo.
Siria: caso similar al de Amit’tek. Te presentarás y dirás por qué debes ser tú quién salga elegida como la empleada del conde Luther. Tendremos en cuenta que Siria y Levi irán juntas. Te encargarás de los npcs Ah’tra Minent y Agatha Kal’thre.
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
El Mausu también estaba muy contento de volver a encontrarse con su amiga Siria, habían vivido una increíble aventura juntos y desde entonces Amit, cuando podía recordarla, le tenía gran estima. Extendió la mano llena de barro para dársela primero a una y luego a la otra, la compañera de Siria parecía ser una mujer muy educada también.
-Tchik, así es, me ayudó a recuperar una enorme cantidad de cosas de ese barco abandonado en medio del bosque. Gracias a eso nuestra tribu pudo pasar una temporada entera sin preocuparse de que les falte nada - Pero como siempre ocurría, las provisiones se agotaban, las cosechas no siempre salían bien, y era necesario volver a salir en busca de nuevos materiales - Así que fuiste tu quien los curó - Exclamó sorprendido el ratón, luego agarró con ambas manos la mano de Leveru y la agitó con fuerza - No sabíamos tu nombre, mis compañeros no podían recordarlo, pero sí sabían que una amable señorita los ayudó cuando todo el resto pasaba de largo sin siquiera mirarlos ¡Pensaban que eran solo ratas gigantes! ¡Tchik! En verdad estaban muy agradecidos - Había sólo una tribu de Mausus en todo Aerandir, y dentro del pueblo sólo un puñado de ellos salían a hacer trabajos de exploración, no era de extrañar que Amit supiera de quienes se trataba.
Entraron en la mansión, con el Mausu dejando huellas de barro en la alfombra, era una casa muy grande y bastante abandonada, pero seguramente en su tiempo había sido en verdad hermosa. Amit se quedó junto a Leveru y en cuanto le pidió detalles sobre la aventura sacó su cuaderno y buscó la hoja donde había anotado todo, fueron el resto del camino mitad leyendo, mitad hablando de cómo había ocurrido la aventura con Siria.
Cuando entraron a la sala la puerta se cerró detrás de ellos, Amit miró con interés a cada uno de los invitados, no tenía la menor idea de qué estaba ocurriendo así que se quedó cerca de Siria y Leveru. No podía creer que tanta gente hubiese llegado a un sitio tan recóndito, en parte su orgullo como explorador estaba herido ¡Al final cualquiera podía llegar a esa mansión!
—Díganme, buenos hombres y buenas mujeres:¿cómo es que han conocido este oficio y qué os ha impulsado a venir hasta aquí? —
Amit miró al resto de los presentes, no comprendía bien qué pasaba, pero entendía que no estaban allí por casualidad ¿Todo eso era por un trabajo? ¿Siria y Leveru también habían ido por eso? El Mausu decidió esperar a que otros hablaran para poder entender un poco mejor la situación antes de abrir la boca.
Quizás porque ambos eran más animales que humanos, Amit pudo notar que el Licantropo hacía un gesto de molestia, luego bajó la cabeza y cerró los ojos. De a poco su cuerpo se estiró, sus patas se volvieron manos, su hocico desapareció para dejar lugar a una boca, sus orejas se achicaron hasta quedar a los lados de la cabeza. Pasaron unos segundos y lo que había ahora frente a ellos era un hombre de mediana edad, con gesto serio y una mirada decidida.
Movió varias veces la mandíbula antes de empezar a hablar, como si hiciera mucho tiempo que no usaba ese tipo de boca.
-Mi nombre es Demetrio Singanl - Su tono de voz era poderoso y profundo, el pelo de la espalda de Amit se erizó de sólo oírlo, le daba ganas de correr y esconderse - Escuché rumores sobre el Conde Luther... - Hizo una pausa, mirando fijamente al mayordomo - Parece ser un hombre muy sabio, deseo que comparta su conocimiento conmigo antes de que sea demasiado tarde - Extendió una mano mientras decía eso último, y luego se cruzó de brazos, señal de que había terminado.
-Mi turno - La muchacha de cabello negro y lacio se quitó el sombrero antes de empezar a hablar - Mi nombre es Oth, vengo de un largo linaje de antepasados que dedicaron su vida a servir - Ya sea arando el campo, o haciendo tareas en las casas del feudo de turno, los padres, hermanos y abuelos de Oth sólo habían conocido un tipo de vida, y en este momento de necesidad esperaban que la hija menor hiciera lo propio - Sé hacer todo lo que sea necesario para asegurar el bienestar del Conde - Puso un gesto entre orgulloso pero avergonzado, miró al resto de los presentes con incomodidad - Soy la más adecuada para este trabajo - Cuando terminó se volvió a poner su sombrero y bajó la cabeza hasta que ya no se pudo ver su rostro.
-Mmm, ya veo Tchik, yo no sabía qué buscaban gente para un cargo - Y tampoco podía quedarse, tenía que regresar con su tribu en cuanto terminara de explorar esa zona, pero no quería irse y dejar a Siria y Leveru en un sitio tan extraño - Pero ese tal Conde parece una persona interesante, me gustaría conocerlo -
---------------------------------------------
Demetrio Licantropo lvl 2
-Especialización: Guerrero Feral
Oth Humana Lvl 1
-Especialización: Maestro de Armas
-Tchik, así es, me ayudó a recuperar una enorme cantidad de cosas de ese barco abandonado en medio del bosque. Gracias a eso nuestra tribu pudo pasar una temporada entera sin preocuparse de que les falte nada - Pero como siempre ocurría, las provisiones se agotaban, las cosechas no siempre salían bien, y era necesario volver a salir en busca de nuevos materiales - Así que fuiste tu quien los curó - Exclamó sorprendido el ratón, luego agarró con ambas manos la mano de Leveru y la agitó con fuerza - No sabíamos tu nombre, mis compañeros no podían recordarlo, pero sí sabían que una amable señorita los ayudó cuando todo el resto pasaba de largo sin siquiera mirarlos ¡Pensaban que eran solo ratas gigantes! ¡Tchik! En verdad estaban muy agradecidos - Había sólo una tribu de Mausus en todo Aerandir, y dentro del pueblo sólo un puñado de ellos salían a hacer trabajos de exploración, no era de extrañar que Amit supiera de quienes se trataba.
Entraron en la mansión, con el Mausu dejando huellas de barro en la alfombra, era una casa muy grande y bastante abandonada, pero seguramente en su tiempo había sido en verdad hermosa. Amit se quedó junto a Leveru y en cuanto le pidió detalles sobre la aventura sacó su cuaderno y buscó la hoja donde había anotado todo, fueron el resto del camino mitad leyendo, mitad hablando de cómo había ocurrido la aventura con Siria.
Cuando entraron a la sala la puerta se cerró detrás de ellos, Amit miró con interés a cada uno de los invitados, no tenía la menor idea de qué estaba ocurriendo así que se quedó cerca de Siria y Leveru. No podía creer que tanta gente hubiese llegado a un sitio tan recóndito, en parte su orgullo como explorador estaba herido ¡Al final cualquiera podía llegar a esa mansión!
—Díganme, buenos hombres y buenas mujeres:¿cómo es que han conocido este oficio y qué os ha impulsado a venir hasta aquí? —
Amit miró al resto de los presentes, no comprendía bien qué pasaba, pero entendía que no estaban allí por casualidad ¿Todo eso era por un trabajo? ¿Siria y Leveru también habían ido por eso? El Mausu decidió esperar a que otros hablaran para poder entender un poco mejor la situación antes de abrir la boca.
Quizás porque ambos eran más animales que humanos, Amit pudo notar que el Licantropo hacía un gesto de molestia, luego bajó la cabeza y cerró los ojos. De a poco su cuerpo se estiró, sus patas se volvieron manos, su hocico desapareció para dejar lugar a una boca, sus orejas se achicaron hasta quedar a los lados de la cabeza. Pasaron unos segundos y lo que había ahora frente a ellos era un hombre de mediana edad, con gesto serio y una mirada decidida.
- Demetrio:
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Movió varias veces la mandíbula antes de empezar a hablar, como si hiciera mucho tiempo que no usaba ese tipo de boca.
-Mi nombre es Demetrio Singanl - Su tono de voz era poderoso y profundo, el pelo de la espalda de Amit se erizó de sólo oírlo, le daba ganas de correr y esconderse - Escuché rumores sobre el Conde Luther... - Hizo una pausa, mirando fijamente al mayordomo - Parece ser un hombre muy sabio, deseo que comparta su conocimiento conmigo antes de que sea demasiado tarde - Extendió una mano mientras decía eso último, y luego se cruzó de brazos, señal de que había terminado.
-Mi turno - La muchacha de cabello negro y lacio se quitó el sombrero antes de empezar a hablar - Mi nombre es Oth, vengo de un largo linaje de antepasados que dedicaron su vida a servir - Ya sea arando el campo, o haciendo tareas en las casas del feudo de turno, los padres, hermanos y abuelos de Oth sólo habían conocido un tipo de vida, y en este momento de necesidad esperaban que la hija menor hiciera lo propio - Sé hacer todo lo que sea necesario para asegurar el bienestar del Conde - Puso un gesto entre orgulloso pero avergonzado, miró al resto de los presentes con incomodidad - Soy la más adecuada para este trabajo - Cuando terminó se volvió a poner su sombrero y bajó la cabeza hasta que ya no se pudo ver su rostro.
-Mmm, ya veo Tchik, yo no sabía qué buscaban gente para un cargo - Y tampoco podía quedarse, tenía que regresar con su tribu en cuanto terminara de explorar esa zona, pero no quería irse y dejar a Siria y Leveru en un sitio tan extraño - Pero ese tal Conde parece una persona interesante, me gustaría conocerlo -
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Cuando Amit terminó de presentarse, algo que fue bastante singular ya que casi todos los que estaban ahí se encontraban por un motivo muy específico, aclaré un poco mi garganta para ser la próxima en presentarme. Y considerando el cómo me había visto el mayordomo, parece que también esperaba a que fuera la próxima. Sin embargo, el elfo que se encontraba sentado en el sofá se levantó y, cerrando el libro que llevaba, llevó la atención del resto hacia él.
- Ah’tra Minent es mi nombre, estimado – sonaba educado y de alta alcurnia, pero si me preguntan, no dejar que las damas se se presenten primero si era una falta de educación notoria – He servido gran parte de mi vida a diferentes señores de las casas más nobles de Vulwulfar y Lunargenta, sea la labor que mis señores necesiten: conocimiento, oportunidades de negocio, sanar a alguien infectado con La Plaga…
Aquello último lo había dicho con cierto tono neutro, lo cierto es que no era un dato menor y que lanzaba como si fuera una casualidad para engrandecer sus propios logros frente a los posibles que el resto puede tener. Y por supuesto, el resto dirigió sus ojos hacia él. Aunque, al menos para mi, vanagloriarse de algo así tenía un doble filo. Muchas personas habían muerto en esa tragedia y la cura no se encontró en una sola fuente. Recuerdo que una mujer bestia que parecía una ciervo clamó, entre muchos, encontrar la cura, mientras que no podía recordar un elfo. ¿Acaso lo que decía era verdad?
- … también he servido a diferentes señores, Otulhan y Verentir, quienes solicitaron mis servicios durante un tiempo. Espero que aquello pueda servir como mis referencias.
Y con un gesto educado, dio término a su pequeña presentación. Más que los anteriores que se presentaron, esta fue una exposición que intentaba mostrarse como el más sólido candidato, y la verdad es que en ese momento me daban ganas de escabullirme a la salida, porque parecía que no eramos las indicadas para estar en este lugar.
- No necesita preocuparse por exponer sus capacidades contra la plaga, estimado – el mayordomo había guardado silencio ante las dos presentaciones anteriores, pero encontró que en esta necesitaba sacarse la piedra del pecho – El Conde Luther no se encuentra convaleciente ni afectado de semejante enfermedad ni un equivalente.
- Los dioses han sido generosos con el Conde – respondió de la forma más educada posible.
- Así es. Aunque la salud del Conde se ha vuelto delicada con los años, una persona sobrecalificada puede convertirse en una carga de estrés para mi señor.
- L-le aseguro que no será así, estimado.
Aquel intercambio fue lo más raro de nuestras presentaciones. Quizás esa interacción se debió a que el mayordomo no era alguien fácilmente impresionable, o quizás nada de ello tenía valor para él o el Conde. Porque, si lo pensabamos bien, este lugar estaba lo suficientemente aislado como para que las noticias sobre la plaga jamás hubiera llegado, así como la enfermedad, y también sobre las personas que mencionó. Quizás era una advertencia para todos nosotros para evitar mentir, si consideraba el riesgo de que todos los presentes podíamos decir cosas que no eran ciertas y sin la posibilidad de que nos pudieran refutar. O quizás detestaba a la gente petulante, lo que se ganaría mis puntos si era por aquello último.
Aquello tranquilizó a muchos, quizás a Oth más que nadie, pero todavía estaba la presión de lo que podíamos compartir y qué no. Eso, sin embargo, no pareció importarle a una de las presentes.
- Saludos, estimado – un movimiento suave y gentil de su brazo abrió el escenario para la vampiro – Agatha Kal’thre es mi nombre. He servido a cinco casas nobles en el pasado, cuidando de sus necesidades y de las enfermedades que los afligieron por años – si mal no recordaba, en Dundarak habían muchas mujeres que hacían eso y se les conocía como Gobernantas, aunque su forma de expresarse, y sobre todo por las joyas que portaba, no le calzaba el título. Era más bien como si ella fuera la jefa de las Gobernantas con las que tocó lidiar – Poseo el título de Baronesa de La Duna Menor en Roilkat, Baronesa de Las Aguas Frías en Vulwulfar y Vizcondesa de La Tierra Cruda en la bella Sacrestic Ville – se sentía ligeramente como con el elfo, vanagloriandose de los títulos pasados, pero esta vez el mayordomo parecía tomarle más peso a sus palabras, quizás porque tenían más que ver con la labor que planeaba el Conde Luther –, pero no deje que mis títulos sean una vanagloración de mis logros - ¿esta tipa me estaba leyendo la mente? -, sino más bien en la solidificación de mi experiencia y labor hacia el cuidado de la nobleza. Es por eso que creo, con seguridad, que puedo hacerme cargo de lo que el Conde necesite.
Y esta vez el mayordomo no le había dicho nada. Desconocía si era por su trayectoria o por su forma de expresarse, la cual, si era cierto que tenía títulos, no le valía ganársela en contra, sobre todo si era escogida. O también podía ser que lo que buscaban era simplemente alguien que lo cuidara.
Fue entonces cuando sentí una palmada en la espalda. Era Leveru, quien estaba a mitad de girarse hacia la puerta por donde habíamos llegado.
- Te deseo toda la suerte del mundo, compañera de viajes. Estoy segura que con tu personalidad tan deslumbrante--
Antes que pudiera arrancarse, alcancé a agarrarla de sus ropas, interrumpiendo su excesivamente aparente plan. Su rostro cambió a uno de derrota mientras bajaba los brazos.
- De acuerdo, de acuerdo… (no sé como le vamos a ganar a la vampiresa)
Me giré y, educadamente, hice una reverencia para presentarme no solo ante el mayordomo sino al resto también.
- Mi nombre es Siria Reinhart. Soy una dragona – quizás no se notaba por las ropas – que viaja por el mundo aliviando las cargas de las personas, ya sea con historias o canciones. Me gusta mucho tranquilizar a las personas con mi canto, y de hecho los dioses me han dado esa capacidad – también la de hacer pelear a otros, peeeeero eso no era relevante –. Puede que no sea mucho, pero si puedo ayudar con ese gesto, con gusto lo intentaré.
Después de las dos presentaciones anteriores, bien nutridas y densas en contenido, el que mi presentación se equiparara a la del licántropo y de la otra chica me hizo sentir algo… ¿como decirlo? Como que estábamos en el club de humildad o algo así. Lo peor es que el mayordomo me miraba en silencio, en un gesto en donde la punta de sus dedos de su mano derecha masajeaban pensativamente su mentón. ¿Acaso… había dicho algo? ¿O había dicho poco?
- … disculpe lo poco – solo pude murmurar.
Aunque siendo justos, no le dijo nada a Amit ni tampoco un gesto ni nada, y eso que él fue el campeón de la humildad en su presentación.
- Leveru Dahl – levantó su mano para que el foco de atención se dirigiera a ella – Me dedico a la medicina.
Pasaron 5 segundos en donde esperamos a que continuara después de eso, más no pareció querer explayarse más. Mi sudor frío no pudo evitar recorrer mi cara.
- No se supone que vayamos de más a menos – le susurré en voz baja.
- Pero eso es lo que hago – me contestó también en susurros.
- Pero al menos explicate más, tus fortalezas, tus debilidades. ¿Acaso nunca fuiste a una entrevista de trabajo?
- Bueno, bueno – tosiendo un poco para poder retomar su presentación – Soy Leveru Dahl. He estudiado sobre medicina desde que era pequeña y he aplicado esos conocimientos en pacientes de diferentes razas para su recuperación. Trabajé principalmente en el área de emergencias en la guerra que sucedió en Lunargenta, recuperando pacientes de emergencias críticas, como pérdidas de extremidades, fracturas, heridas graves y tratamiento posterior a situaciones críticas.
El tono de Leveru había cambiado, escuchándose más profesional de lo que había sido previamente, al grado de que realmente parecía una profesional de la salud. Eso llevo a que el mayordomo volviera a hablar, como lo había hecho previamente con el elfo.
- Espero que esté al tanto de que un servicio como ese es improbable que se necesite en este lugar.
- Estoy al tanto.
- También recuerda sobre la sobrecalificación que mencioné hace un rato.
- También estoy al tanto.
Las respuestas tenían una seguridad que la plantaban fuertemente frente a la ligera inquisición del mayordomo. A su vez, el solo asintió con un gesto neutro, sin realmente añadir algo más. Hizo un pequeño gesto con la mano, un gesto cortés de llevarse la mano hacia su estómago, y decidió hablarle a todos en el ambiente.
- Comentaré el estado de los invitados a esta mansión con mi señor. Por el momento, les pediré que continúen esperando hasta que el conde requiera conversar con ustedes si lo estima necesario.
Y dicho eso, se marchó de la habitación, perdiéndose en una de las puertas. En vez de aligerarse, el ambiente comenzó a ser más denso que antes. Quizás porque todos conocíamos, o intuíamos, las intenciones de los otros y de sus capacidades. Pero no solo eso, aún no nos comentaban nada de lo que era el trabajo en especifico. Quizás no eran cuidados como los que necesitaba un anciano, quizás requeriría a alguien que necesitara para mandar a los pueblos para conseguir cosas. Quizás requería conocimiento por montones, dignos de una biblioteca.
Solo unos pequeños golpes en las ventanas interrumpían el ambiente. Eran de las pequeñas gotas que caían poco a poco en el exterior, dando aviso de que, en unas horas más, una lluvia caería en la enorme casa.
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Ah’tra Minent Elfo nivel 3
Especialización: Camino de la Animación
Agatha Kal’thre:Vampira nivel 2
Especialización: Elocuencia.
- Ah’tra Minent es mi nombre, estimado – sonaba educado y de alta alcurnia, pero si me preguntan, no dejar que las damas se se presenten primero si era una falta de educación notoria – He servido gran parte de mi vida a diferentes señores de las casas más nobles de Vulwulfar y Lunargenta, sea la labor que mis señores necesiten: conocimiento, oportunidades de negocio, sanar a alguien infectado con La Plaga…
Aquello último lo había dicho con cierto tono neutro, lo cierto es que no era un dato menor y que lanzaba como si fuera una casualidad para engrandecer sus propios logros frente a los posibles que el resto puede tener. Y por supuesto, el resto dirigió sus ojos hacia él. Aunque, al menos para mi, vanagloriarse de algo así tenía un doble filo. Muchas personas habían muerto en esa tragedia y la cura no se encontró en una sola fuente. Recuerdo que una mujer bestia que parecía una ciervo clamó, entre muchos, encontrar la cura, mientras que no podía recordar un elfo. ¿Acaso lo que decía era verdad?
- … también he servido a diferentes señores, Otulhan y Verentir, quienes solicitaron mis servicios durante un tiempo. Espero que aquello pueda servir como mis referencias.
Y con un gesto educado, dio término a su pequeña presentación. Más que los anteriores que se presentaron, esta fue una exposición que intentaba mostrarse como el más sólido candidato, y la verdad es que en ese momento me daban ganas de escabullirme a la salida, porque parecía que no eramos las indicadas para estar en este lugar.
- No necesita preocuparse por exponer sus capacidades contra la plaga, estimado – el mayordomo había guardado silencio ante las dos presentaciones anteriores, pero encontró que en esta necesitaba sacarse la piedra del pecho – El Conde Luther no se encuentra convaleciente ni afectado de semejante enfermedad ni un equivalente.
- Los dioses han sido generosos con el Conde – respondió de la forma más educada posible.
- Así es. Aunque la salud del Conde se ha vuelto delicada con los años, una persona sobrecalificada puede convertirse en una carga de estrés para mi señor.
- L-le aseguro que no será así, estimado.
Aquel intercambio fue lo más raro de nuestras presentaciones. Quizás esa interacción se debió a que el mayordomo no era alguien fácilmente impresionable, o quizás nada de ello tenía valor para él o el Conde. Porque, si lo pensabamos bien, este lugar estaba lo suficientemente aislado como para que las noticias sobre la plaga jamás hubiera llegado, así como la enfermedad, y también sobre las personas que mencionó. Quizás era una advertencia para todos nosotros para evitar mentir, si consideraba el riesgo de que todos los presentes podíamos decir cosas que no eran ciertas y sin la posibilidad de que nos pudieran refutar. O quizás detestaba a la gente petulante, lo que se ganaría mis puntos si era por aquello último.
Aquello tranquilizó a muchos, quizás a Oth más que nadie, pero todavía estaba la presión de lo que podíamos compartir y qué no. Eso, sin embargo, no pareció importarle a una de las presentes.
- Saludos, estimado – un movimiento suave y gentil de su brazo abrió el escenario para la vampiro – Agatha Kal’thre es mi nombre. He servido a cinco casas nobles en el pasado, cuidando de sus necesidades y de las enfermedades que los afligieron por años – si mal no recordaba, en Dundarak habían muchas mujeres que hacían eso y se les conocía como Gobernantas, aunque su forma de expresarse, y sobre todo por las joyas que portaba, no le calzaba el título. Era más bien como si ella fuera la jefa de las Gobernantas con las que tocó lidiar – Poseo el título de Baronesa de La Duna Menor en Roilkat, Baronesa de Las Aguas Frías en Vulwulfar y Vizcondesa de La Tierra Cruda en la bella Sacrestic Ville – se sentía ligeramente como con el elfo, vanagloriandose de los títulos pasados, pero esta vez el mayordomo parecía tomarle más peso a sus palabras, quizás porque tenían más que ver con la labor que planeaba el Conde Luther –, pero no deje que mis títulos sean una vanagloración de mis logros - ¿esta tipa me estaba leyendo la mente? -, sino más bien en la solidificación de mi experiencia y labor hacia el cuidado de la nobleza. Es por eso que creo, con seguridad, que puedo hacerme cargo de lo que el Conde necesite.
Y esta vez el mayordomo no le había dicho nada. Desconocía si era por su trayectoria o por su forma de expresarse, la cual, si era cierto que tenía títulos, no le valía ganársela en contra, sobre todo si era escogida. O también podía ser que lo que buscaban era simplemente alguien que lo cuidara.
Fue entonces cuando sentí una palmada en la espalda. Era Leveru, quien estaba a mitad de girarse hacia la puerta por donde habíamos llegado.
- Te deseo toda la suerte del mundo, compañera de viajes. Estoy segura que con tu personalidad tan deslumbrante--
Antes que pudiera arrancarse, alcancé a agarrarla de sus ropas, interrumpiendo su excesivamente aparente plan. Su rostro cambió a uno de derrota mientras bajaba los brazos.
- De acuerdo, de acuerdo… (no sé como le vamos a ganar a la vampiresa)
Me giré y, educadamente, hice una reverencia para presentarme no solo ante el mayordomo sino al resto también.
- Mi nombre es Siria Reinhart. Soy una dragona – quizás no se notaba por las ropas – que viaja por el mundo aliviando las cargas de las personas, ya sea con historias o canciones. Me gusta mucho tranquilizar a las personas con mi canto, y de hecho los dioses me han dado esa capacidad – también la de hacer pelear a otros, peeeeero eso no era relevante –. Puede que no sea mucho, pero si puedo ayudar con ese gesto, con gusto lo intentaré.
Después de las dos presentaciones anteriores, bien nutridas y densas en contenido, el que mi presentación se equiparara a la del licántropo y de la otra chica me hizo sentir algo… ¿como decirlo? Como que estábamos en el club de humildad o algo así. Lo peor es que el mayordomo me miraba en silencio, en un gesto en donde la punta de sus dedos de su mano derecha masajeaban pensativamente su mentón. ¿Acaso… había dicho algo? ¿O había dicho poco?
- … disculpe lo poco – solo pude murmurar.
Aunque siendo justos, no le dijo nada a Amit ni tampoco un gesto ni nada, y eso que él fue el campeón de la humildad en su presentación.
- Leveru Dahl – levantó su mano para que el foco de atención se dirigiera a ella – Me dedico a la medicina.
Pasaron 5 segundos en donde esperamos a que continuara después de eso, más no pareció querer explayarse más. Mi sudor frío no pudo evitar recorrer mi cara.
- No se supone que vayamos de más a menos – le susurré en voz baja.
- Pero eso es lo que hago – me contestó también en susurros.
- Pero al menos explicate más, tus fortalezas, tus debilidades. ¿Acaso nunca fuiste a una entrevista de trabajo?
- Bueno, bueno – tosiendo un poco para poder retomar su presentación – Soy Leveru Dahl. He estudiado sobre medicina desde que era pequeña y he aplicado esos conocimientos en pacientes de diferentes razas para su recuperación. Trabajé principalmente en el área de emergencias en la guerra que sucedió en Lunargenta, recuperando pacientes de emergencias críticas, como pérdidas de extremidades, fracturas, heridas graves y tratamiento posterior a situaciones críticas.
El tono de Leveru había cambiado, escuchándose más profesional de lo que había sido previamente, al grado de que realmente parecía una profesional de la salud. Eso llevo a que el mayordomo volviera a hablar, como lo había hecho previamente con el elfo.
- Espero que esté al tanto de que un servicio como ese es improbable que se necesite en este lugar.
- Estoy al tanto.
- También recuerda sobre la sobrecalificación que mencioné hace un rato.
- También estoy al tanto.
Las respuestas tenían una seguridad que la plantaban fuertemente frente a la ligera inquisición del mayordomo. A su vez, el solo asintió con un gesto neutro, sin realmente añadir algo más. Hizo un pequeño gesto con la mano, un gesto cortés de llevarse la mano hacia su estómago, y decidió hablarle a todos en el ambiente.
- Comentaré el estado de los invitados a esta mansión con mi señor. Por el momento, les pediré que continúen esperando hasta que el conde requiera conversar con ustedes si lo estima necesario.
Y dicho eso, se marchó de la habitación, perdiéndose en una de las puertas. En vez de aligerarse, el ambiente comenzó a ser más denso que antes. Quizás porque todos conocíamos, o intuíamos, las intenciones de los otros y de sus capacidades. Pero no solo eso, aún no nos comentaban nada de lo que era el trabajo en especifico. Quizás no eran cuidados como los que necesitaba un anciano, quizás requeriría a alguien que necesitara para mandar a los pueblos para conseguir cosas. Quizás requería conocimiento por montones, dignos de una biblioteca.
Solo unos pequeños golpes en las ventanas interrumpían el ambiente. Eran de las pequeñas gotas que caían poco a poco en el exterior, dando aviso de que, en unas horas más, una lluvia caería en la enorme casa.
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Siria
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Amit se sorprendió de la gran cantidad de referencias que tenían todos, él en cambio siquiera se había dado cuenta que tendría que haber dicho más cosas ¿Como qué? Pues, como que se dedicaba a la Exploración, Recolección y Restauración de antigüedades... Visto de esa manera, probablemente sus habilidades no hubiesen aportado gran cosa a la presentación.
En cuanto terminó de hablar, Demetrio regresó a su forma de lobo, se acostó y se quedó en una posición que daba a entender que dormía. Aunque Amit se dio cuenta que no era así, entre animales se entendían, y sabía que esas orejas tan altas y esa nariz que se movía de vez en vez no eran las de un cánido que estuviera descansando. El Mausu no iba a molestarlo, sus motivos tendría para andar escuchando conversaciones ajenas en secreto.
-No entiendo porqué estás aquí - Amit dio un saltito, la joven llamada Oth era muy silenciosa, incluso para los sensibles oídos de un ratón - Es decir, no lo dejaste muy en claro en tu presentación - Su gesto era entre preocupado y avergonzado, probablemente era la primera vez que veía a un Mausu, pero la ansiedad que sentía la llevaba a querer saber más sobre sus rivales - ¿Hablabas en serio cuando decías que llegaste sólo por casualidad? -
-Claro que sí, los Mausu casi nunca mentimos - A veces era muy, muy, muy necesario, pero a menos que fuera muy, muy, muy necesario, no había porqué mentir - Soy un explorador profesional - Comentó con orgullo el roedor - Y está era una zona no explorada -
La muchacha no parecía del todo conforme con la explicación, hizo un gesto de extrañeza y luego se encogió de hombros, murmuró un “vale” antes de darse la vuelta e ir a uno de los sillones. Luego de esa breve charla Amit se acercó a Siria y Leveru.
-Tendrías que haber tocado alguna canción ¡Tchik! Eso seguro los habría sorprendido - Hizo el gesto como si tocara un instrumento en el aire - Sí ese Señor está mal de seguro tu música podría animarlo ¿No lo crees? - No entendía muy bien cómo funcionaba la magia de los dragones, pero Amit estaba muy acostumbrado a aceptar las cosas sin comprenderlas, gran parte del mundo que lo rodeaba a diario estaba envuelto en misterio.
Caminó por la sala, mirando todos los objetos, cuadros, figuras y adornos que habían en el lugar, no pudo evitar pensar que le hubiese sido mucho más redituable el viaje sí esa casa estuviera abandonada ¡Miren todas las maravillas que habían alrededor! El Mausu calculaba mentalmente todo el dinero que podría haber sacado sí tan sólo...
-Tchik - Por mirar distraído la decoración, se tropezó con Agatha. Amit retrocedió un par de pasos, musitando algunas disculpas, levantó la vista y un escalofrío le recorrió la espalda. Sus instintos le estaban avisando que no era buena idea estar cerca de esa mujer - Es de las que dan miedo - Dijo en idioma Mausu, lo cual debió escucharse como una serie de chillidos para todos los demás.
Dio una vuelta sobre sí mismo y regresó con Siria, está vez sin volverse a separar.
-Este sitio es extraño, tengo la sensación de que nos vigilan -
En cuanto terminó de hablar, Demetrio regresó a su forma de lobo, se acostó y se quedó en una posición que daba a entender que dormía. Aunque Amit se dio cuenta que no era así, entre animales se entendían, y sabía que esas orejas tan altas y esa nariz que se movía de vez en vez no eran las de un cánido que estuviera descansando. El Mausu no iba a molestarlo, sus motivos tendría para andar escuchando conversaciones ajenas en secreto.
-No entiendo porqué estás aquí - Amit dio un saltito, la joven llamada Oth era muy silenciosa, incluso para los sensibles oídos de un ratón - Es decir, no lo dejaste muy en claro en tu presentación - Su gesto era entre preocupado y avergonzado, probablemente era la primera vez que veía a un Mausu, pero la ansiedad que sentía la llevaba a querer saber más sobre sus rivales - ¿Hablabas en serio cuando decías que llegaste sólo por casualidad? -
-Claro que sí, los Mausu casi nunca mentimos - A veces era muy, muy, muy necesario, pero a menos que fuera muy, muy, muy necesario, no había porqué mentir - Soy un explorador profesional - Comentó con orgullo el roedor - Y está era una zona no explorada -
La muchacha no parecía del todo conforme con la explicación, hizo un gesto de extrañeza y luego se encogió de hombros, murmuró un “vale” antes de darse la vuelta e ir a uno de los sillones. Luego de esa breve charla Amit se acercó a Siria y Leveru.
-Tendrías que haber tocado alguna canción ¡Tchik! Eso seguro los habría sorprendido - Hizo el gesto como si tocara un instrumento en el aire - Sí ese Señor está mal de seguro tu música podría animarlo ¿No lo crees? - No entendía muy bien cómo funcionaba la magia de los dragones, pero Amit estaba muy acostumbrado a aceptar las cosas sin comprenderlas, gran parte del mundo que lo rodeaba a diario estaba envuelto en misterio.
Caminó por la sala, mirando todos los objetos, cuadros, figuras y adornos que habían en el lugar, no pudo evitar pensar que le hubiese sido mucho más redituable el viaje sí esa casa estuviera abandonada ¡Miren todas las maravillas que habían alrededor! El Mausu calculaba mentalmente todo el dinero que podría haber sacado sí tan sólo...
-Tchik - Por mirar distraído la decoración, se tropezó con Agatha. Amit retrocedió un par de pasos, musitando algunas disculpas, levantó la vista y un escalofrío le recorrió la espalda. Sus instintos le estaban avisando que no era buena idea estar cerca de esa mujer - Es de las que dan miedo - Dijo en idioma Mausu, lo cual debió escucharse como una serie de chillidos para todos los demás.
Dio una vuelta sobre sí mismo y regresó con Siria, está vez sin volverse a separar.
-Este sitio es extraño, tengo la sensación de que nos vigilan -
Amit'tek
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
La puerta terminó por cerrándose y el ambiente volvió a ser como el de antes de las presentaciones. No parecía que las introducciones hubieran alivianado los estados de ánimo, sobre todo porque se podía leer como era “la competencia” en el ambiente. Y era un poco de cierto, todos competíamos entre nosotros por el trabajo, pero no es que fuera a pelearme de por vida con Leveru o Amit si ellos conseguían el trabajo. Solo… dormiría bajo un puente esta noche, eso es todo. Un puente maltrecho… viejo… en donde pase el agua y me lleve a kilómetros de la ciudad porque ahora ni para ahogarme servía.
Si, todo bien.
- No se por qué me da la impresión de que quiere contratar a alguien para limpiar este lugar.
- ¿… pero no para eso tiene un mayordomo?
- Si, pero hasta cierto punto uno puede servir. Quizás necesita a alguien que le martille el techo, le saque las arañas del sótano, le haga las compras al pueblo más cercano…
A veces me pasaba que, cuando tenía estas conversaciones con Leveru, deseaba que pudiéramos hacerlas en nuestro lenguaje natal, pero la gente siempre nos pillaba conversando estas cosas en idioma común, lo que no ayudaba a que el ambiente se alivianara. Osea, no es que al resto les importara las teorías de Leveru, pero no es que pensaran que estaba tomándose esto en serio.
Quizás eso era para mejor, a la larga.
- Si, se siente como si… algo nos observara – siquiera podía decir si la sensación que Amit sentía venía de un humano, lo que lo hacía más incómodo – Quizás el dueño del lugar tenga algo que--
- Oye – una voz femenina interrumpió nuestra conversación, una que delataba enojo y, sobre todo, inmodestia – No dejes que tu mascota ande rondando por ahí si no puedes cuidar de que no choque con el resto.
De cerca, podía entender por qué la mujer vampiro era cotizada: tenía la piel tan pálida como la de cualquier vampiro, pero había algo más y es no se necesitaba tocarla para saber que era suave y tersa, algo bien cotizado con este tipo de clientes. Sus labios también daban ganas de interrumpir su enojo a besos y, finalmente, sus cabellos parecían llamar a mis dedos para hacer coletas, trenzas y otro tipo de peinados. Ahora entiendo porque Leveru se le exaltaba la bilirrubina, y es que incluso a mi me golpeaba en mi heterosexualidad.
Pero algo que golpea aún peor era su actitud.
- ¿Mascota? - mi cabeza se giró alrededor porque instintivamente buscaba a Momo, mi niño que crié desde que era un pequeño Yak, pero cuando mis ojos se toparon con Leveru, me hizo una señal para detenerme con su mano, para seguidamente apuntar hacia abajo, encontrándome directamente con Amit – … oiga, Amit no es mi mascota ni la de nadie – le respondí bastante enojada por ese tipo de comentarios – así que no lo trate de esa forma.
- No me interesa si es suya o no, no quiero que me ensucie con el barro que trae de afuera ni con sus pelos.
- Oiga, independiente de lo que haya hecho, no es--
Pero antes que pudiera terminar, simplemente se dio media vuelta y se alejó de nosotros, dejándonos con las palabras en la boca la muy maleducada.
- … vaya mujer.
Y mirando a Leveru, hasta a ella se le había pasado el deseo de hacer algún avance físico hacia ella.
- Ojalá salga rápido el sujeto para terminar con esto – murmuraba Leveru mientras trataba disimuladamente de mirar a Oth y “tasarla” en cuanto a lo que le gustaba – Hmm, creo que esperaré leyendo un rato.
Y dicho eso, se encontró en el sofá, leyendo una de sus novelas favoritas: La sirvienta y su Maestra. Era uno de esos… “libros amorosos” como ella le dice. Todavía recuerdo que le dio uno de esos libros a Wood para enseñarme a leer, la muy chistosita.
Con todo esos eventos, me olvidé momentáneamente de lo que conversábamos con Amit, algo que volvió al tema ahora que todos guardaban silencio nuevamente. Con ello también comenzó a notarse aún más cómo las gotas de lluvia golpeaban ligeramente más que hace algún rato.
- Aunque no creo que sea prudente salir de este cuarto, se han demorado mucho en llamarnos. ¿Cree que sea buena idea si investigamos por qué se han demorado tanto?
La verdad es que el ambiente de acá era el raro, y probablemente a Amit se le pasarían estas sensaciones si nos alejábamos del resto. O quizás con solo salir a tomar aire fresco sería lo suficiente.
Si, todo bien.
- No se por qué me da la impresión de que quiere contratar a alguien para limpiar este lugar.
- ¿… pero no para eso tiene un mayordomo?
- Si, pero hasta cierto punto uno puede servir. Quizás necesita a alguien que le martille el techo, le saque las arañas del sótano, le haga las compras al pueblo más cercano…
A veces me pasaba que, cuando tenía estas conversaciones con Leveru, deseaba que pudiéramos hacerlas en nuestro lenguaje natal, pero la gente siempre nos pillaba conversando estas cosas en idioma común, lo que no ayudaba a que el ambiente se alivianara. Osea, no es que al resto les importara las teorías de Leveru, pero no es que pensaran que estaba tomándose esto en serio.
Quizás eso era para mejor, a la larga.
- Si, se siente como si… algo nos observara – siquiera podía decir si la sensación que Amit sentía venía de un humano, lo que lo hacía más incómodo – Quizás el dueño del lugar tenga algo que--
- Oye – una voz femenina interrumpió nuestra conversación, una que delataba enojo y, sobre todo, inmodestia – No dejes que tu mascota ande rondando por ahí si no puedes cuidar de que no choque con el resto.
De cerca, podía entender por qué la mujer vampiro era cotizada: tenía la piel tan pálida como la de cualquier vampiro, pero había algo más y es no se necesitaba tocarla para saber que era suave y tersa, algo bien cotizado con este tipo de clientes. Sus labios también daban ganas de interrumpir su enojo a besos y, finalmente, sus cabellos parecían llamar a mis dedos para hacer coletas, trenzas y otro tipo de peinados. Ahora entiendo porque Leveru se le exaltaba la bilirrubina, y es que incluso a mi me golpeaba en mi heterosexualidad.
Pero algo que golpea aún peor era su actitud.
- ¿Mascota? - mi cabeza se giró alrededor porque instintivamente buscaba a Momo, mi niño que crié desde que era un pequeño Yak, pero cuando mis ojos se toparon con Leveru, me hizo una señal para detenerme con su mano, para seguidamente apuntar hacia abajo, encontrándome directamente con Amit – … oiga, Amit no es mi mascota ni la de nadie – le respondí bastante enojada por ese tipo de comentarios – así que no lo trate de esa forma.
- No me interesa si es suya o no, no quiero que me ensucie con el barro que trae de afuera ni con sus pelos.
- Oiga, independiente de lo que haya hecho, no es--
Pero antes que pudiera terminar, simplemente se dio media vuelta y se alejó de nosotros, dejándonos con las palabras en la boca la muy maleducada.
- … vaya mujer.
Y mirando a Leveru, hasta a ella se le había pasado el deseo de hacer algún avance físico hacia ella.
- Ojalá salga rápido el sujeto para terminar con esto – murmuraba Leveru mientras trataba disimuladamente de mirar a Oth y “tasarla” en cuanto a lo que le gustaba – Hmm, creo que esperaré leyendo un rato.
Y dicho eso, se encontró en el sofá, leyendo una de sus novelas favoritas: La sirvienta y su Maestra. Era uno de esos… “libros amorosos” como ella le dice. Todavía recuerdo que le dio uno de esos libros a Wood para enseñarme a leer, la muy chistosita.
Con todo esos eventos, me olvidé momentáneamente de lo que conversábamos con Amit, algo que volvió al tema ahora que todos guardaban silencio nuevamente. Con ello también comenzó a notarse aún más cómo las gotas de lluvia golpeaban ligeramente más que hace algún rato.
- Aunque no creo que sea prudente salir de este cuarto, se han demorado mucho en llamarnos. ¿Cree que sea buena idea si investigamos por qué se han demorado tanto?
La verdad es que el ambiente de acá era el raro, y probablemente a Amit se le pasarían estas sensaciones si nos alejábamos del resto. O quizás con solo salir a tomar aire fresco sería lo suficiente.
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Cuando Amit vio que la Señorita se acercaba a ellos supo que acababa de meter a Siria y a Leveru en problemas. Pero el Mausu no era ningún cobarde, simplemente quería causar el menor alboroto posible, así que se quedó en primera línea y miró a la Vampiro a la cara, dispuesto a defenderse...
Pero claro, era difícil discutir cuando eras tratado como una mascota, siquiera le dirigió la palabra al Ratón, sino que fue directamente a hablar con las dragonas. Amit se quedó con la boca abierta unos segundos, sin poder creer lo que oía ¡Siempre le pasaba lo mismo cuando se juntaba con otras razas! ¡Ninguno lo tomaba en serio!
-¡Eso! ¡No soy su mascota ni la de nadie! ¡¡Tchik!! - Se cruzó de brazos y se quejó con su voz chillona. Lo del barro era cierto pero Amit no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer - ¡Más sucia estarás tú! - El Mausu le gritó a la espalda de la Vampiro, que se estaba yendo sin siquiera dirigirle una mirada - Al menos yo no huelo a sangre - Murmuró aún enojado.
Siguió enojado un tiempo más, pero ya que Agatha se había ido no tenía sentido seguir con lo mismo, luego Leveru prefirió ponerse a leer, y el resto de los invitados no parecían demasiado interesados en charlar. Así que Amit se quedó algo aparte junto con Siria, poniéndose al corriente de lo que había pasado desde la última vez que se habían encontrado.
- Aunque no creo que sea prudente salir de este cuarto, se han demorado mucho en llamarnos. ¿Cree que sea buena idea si investigamos por qué se han demorado tanto?-
El tiempo se le había pasado muy rápido al Mausu, pero cuando escuchó la pregunta volvió a mirar por las ventanas y sí era cierto que la luna ya se había movido bastante.
-Sí se van y dejan a los invitados solos creo que no pueden decirnos nada sí damos algunas vueltas - Bajó la voz para que solo Siria lo escuche - Si alguien nos encuentra, diremos que buscábamos el baño - Asintió y levantó el pulgar, en un gesto cómplice con la dragona.
Para cuando levantaron la vista Oth se había ido, Amit se sorprendió porque siquiera había escuchado cuando había abierto alguna de las puertas para salir. Bien, no tenía porqué ser un problema, simplemente fue hacía alguna puerta que no fuera la de entrada y le hizo señas a la dragona para que viniera con él.
Iba a cerrar tras ellos cuando una pata se interpuso en el camino y lo obligó a volver a abrir. Era Demetrio, aún en su forma de lobo, miró fijamente a Amit y se quedó a su lado, luego observó el pasillo al que habían salido y volvió a mirarlos a ellos.
-Supongo que... Quiere venir con nosotros - Interpretó el Mausu - Bueno, como gustes -
Avanzaron por un pasillo largo que tenía varias puertas, a Amit le pareció que sería demasiado el ponerse a abrir una por una, así que siguió caminando y se dedicó a ver las pinturas que adornaban los muros. Todos eran dibujos de hombres, mujeres y niños de aspecto muy importante, incluso de uno de ellos había un busto tallado en mármol, adornando uno de los rincones.
-Si tuviera un cuadro por cada pariente que tengo no alcanzarían las paredes de toda esta mansión para poder colgarlos - Comentó el Ratón como para que el ambiente no estuviera tan silencioso.
Pero claro, era difícil discutir cuando eras tratado como una mascota, siquiera le dirigió la palabra al Ratón, sino que fue directamente a hablar con las dragonas. Amit se quedó con la boca abierta unos segundos, sin poder creer lo que oía ¡Siempre le pasaba lo mismo cuando se juntaba con otras razas! ¡Ninguno lo tomaba en serio!
-¡Eso! ¡No soy su mascota ni la de nadie! ¡¡Tchik!! - Se cruzó de brazos y se quejó con su voz chillona. Lo del barro era cierto pero Amit no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer - ¡Más sucia estarás tú! - El Mausu le gritó a la espalda de la Vampiro, que se estaba yendo sin siquiera dirigirle una mirada - Al menos yo no huelo a sangre - Murmuró aún enojado.
Siguió enojado un tiempo más, pero ya que Agatha se había ido no tenía sentido seguir con lo mismo, luego Leveru prefirió ponerse a leer, y el resto de los invitados no parecían demasiado interesados en charlar. Así que Amit se quedó algo aparte junto con Siria, poniéndose al corriente de lo que había pasado desde la última vez que se habían encontrado.
- Aunque no creo que sea prudente salir de este cuarto, se han demorado mucho en llamarnos. ¿Cree que sea buena idea si investigamos por qué se han demorado tanto?-
El tiempo se le había pasado muy rápido al Mausu, pero cuando escuchó la pregunta volvió a mirar por las ventanas y sí era cierto que la luna ya se había movido bastante.
-Sí se van y dejan a los invitados solos creo que no pueden decirnos nada sí damos algunas vueltas - Bajó la voz para que solo Siria lo escuche - Si alguien nos encuentra, diremos que buscábamos el baño - Asintió y levantó el pulgar, en un gesto cómplice con la dragona.
Para cuando levantaron la vista Oth se había ido, Amit se sorprendió porque siquiera había escuchado cuando había abierto alguna de las puertas para salir. Bien, no tenía porqué ser un problema, simplemente fue hacía alguna puerta que no fuera la de entrada y le hizo señas a la dragona para que viniera con él.
Iba a cerrar tras ellos cuando una pata se interpuso en el camino y lo obligó a volver a abrir. Era Demetrio, aún en su forma de lobo, miró fijamente a Amit y se quedó a su lado, luego observó el pasillo al que habían salido y volvió a mirarlos a ellos.
-Supongo que... Quiere venir con nosotros - Interpretó el Mausu - Bueno, como gustes -
Avanzaron por un pasillo largo que tenía varias puertas, a Amit le pareció que sería demasiado el ponerse a abrir una por una, así que siguió caminando y se dedicó a ver las pinturas que adornaban los muros. Todos eran dibujos de hombres, mujeres y niños de aspecto muy importante, incluso de uno de ellos había un busto tallado en mármol, adornando uno de los rincones.
-Si tuviera un cuadro por cada pariente que tengo no alcanzarían las paredes de toda esta mansión para poder colgarlos - Comentó el Ratón como para que el ambiente no estuviera tan silencioso.
Amit'tek
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
La adición de alguien más a nuestra improvisada aventura por la mansión fue algo… como decirlo, ¿incómoda quizás? Porque, a decir verdad, aun cuando con Amit habíamos tenido una aventura en el barco y un breve intercambio en el mercado, no sabía mucho más de él y, por su parte, él tampoco sabía mucho más de mi. Así que mi plan, que nació cuando accedió a pasear por ahí, era simplemente conocerlo un poco más, que el me conociera, ahondar un poco en esa relación de amistad que nació improvisadamente en el barco. Pero ahora se había unido el licántropo se unía como cuando tenías una cita con alguien te gustaba y justo se colaba el hermanito para incomodar a ambas partes, y probablemente para robarse el pudín después de cenar.
N-no es que tuviera experiencia previa con eso.
- Creo que solo llenaríamos la mitad de la pared con mis parientes. Ninguno de mis papás tuvo hermanos y solo tengo a mi abuelo paterno vivo – y no lo decía de una forma triste ni nada, solo lo decía como era el asunto – Suena extraño, ¿no? Para culturas como las de ustedes sería muy malo que una familia tuviera solo una cría, me imagino – y bien, mis únicas interacciones con licántropos habían sido Wood y Gwynn, por lo que no sabía exactamente como funcionaban como sociedad –. Nuestra raza decidió hace mucho tiempo vivir en los reinos del norte, donde el frío impide que podamos tener prados con comida o condiciones para criar animales como cerdos, gallinas y vacas. Al ser los recursos tan escasos, tenemos que adaptarnos como podemos y solo podemos tener la cantidad de hijos que podamos alimentar. Y muchas veces, esa cantidad es solo uno – y creo que sonaba muy seria en ese momento, por lo que sonreí para distender el ambiente y continué –. Creo que debería tener tres hijos para compensarlo, ¿no? Aunque dudo que me de la paciencia para tener más de tres.
Me reía un poco para mis adentros con ese comentario. Si decidiera tener hijos, ¿como saldrían? ¿Saldrían igual de locos como cuando yo era niña? ¿Acaso me saldrían todos estudiosos y tendría que llevarlos a la Academia para que no desperdiciaran su talento? ¿O me saldría una mezcla de entre esos dos grupos que solo conseguiría que estuvieran agarrados del pelo, peleando constantemente? Oh, ojalá fuera lo último, para tener un poco de variedad digo yo.
Aquel creo fue el último momento en que pude distenderme y conversar relajadamente en la mansión.
Una sensación me detuvo. Una sensación extraña que jamás había sentido antes. Se sentía como si alguien hubiera roto la calma del viento, algo ajeno e invasivo. Como para que se lo imagen, el viento usualmente tenía esa sensación de ser un lago en calma, en donde permanecía viajando en riachuelos que navegaban por el mundo por distintas sensaciones. Y en uno de esos riachuelos, un gran pie hubiera pisado el flujo del agua de manera violenta, mandando pequeñas turbulencias en las cercanías, para volver nuevamente, aunque con dificultad, a su cauce.
Demetrio se colocó a mi lado, con los pelos erizados, como si también hubiera sentido aquella sensación que desapareció. La dirección de donde venía daba a una gran puerta que, al abrir, daba a un pasillo mucho más largo del que estabamos, aunque la iluminación era inexistente. La sensación se había desvanecido, pero no podía sacarme esta sensación intranquila que me quedaba en el corazón.
- Algo pasó… no sé decirlo con certeza, pero se sintió como si… algo hubiera pasado con el viento en la mansión – le comenté a Amit, sin saber si había sentido o escuchado, de alguna forma, lo que había pasado.
Los pasajes oscuros eran difícilmente una novedad tanto para Amit o para mi. Como fue en el barco, la lámpara que conseguí en el mercado alejaba a la oscuridad como si fuera una multitud que nos rodeaba, con deseos de aprisionarnos. Lentamente nos abríamos paso, observando nuestro alrededor. El pasillo no era tanto más distinto que el previo, aunque poseía mucho menos puertas y más cuadros que tenían una particularidad: a diferencia de los previos del pasillo anterior, todos eran de perfil con rostros que se parecían entre si, o al menos eso podíamos distinguir con la luz de la lámpara. El sonido de nuestros pasos tenía un eco distinto, como si aquel pasillo no tuviera ningún destino al que llegar. Fue entre caminar y caminar que noté algo: el pasillo carecía de rastro de polvo o señales de que el tiempo hubiera hecho lo suyo.
Fue entonces cuando nos encontramos con algo que jamás pensamos encontrar: un enorme cuadro de una solitaria mujer.
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Era el cuadro más cuidado de todos, en lo que parecía ser el centro del pasillo, ya que, continuando más allá, los cuadros parecían repetirse en un patrón inverso al que habíamos visto. Era de una belleza… singular. Solo con ver los detalles se podía notar que no era un cuadro normal. Pocos artistas hubieran sido tan milimétricos en los detalles del pelo, el hermoso vestido que llevaba, los gentiles pero tristes ojos que tenía… era como si la persona hubiera trascendido en la idealización del pintor.
- ¿Habrá sido la esposa del Conde? - probablemente una pintura de antaño, tan vieja como la mansión misma.
Fue entonces cuando volví a sentir aquella sensación del viento. Esta vez, no podía determinar de donde venía, había sido como si aquella pisada hubiera sido por encima de toda la casa en vez de solo un pequeño lugar, por lo que podía sentir como el viento salía disparado para todos lados. Casi por instinto, moví la lámpara hacia el centro del pasillo, tratando de buscar alguna pista, pero entonces me di cuenta de otra cosa más.
- … ¿Demetrio?
El licántropo no se encontraba con nosotros. Jamás me di cuenta cuándo nos dejó.
- … Amit, volvamos con Leveru. Siento que algo horrible va a suceder, si ya no sucedió.
Para quienes no son sensibles a los cambios que vienen de la esencia de la vida, la vida simplemente continua en un flujo inexplicable en donde a veces solo encontrando explicaciones como “los dioses quisieron que pasara así” podían encontrar tranquilidad. Algunos sabían que se mentían, ¿pero tenías realmente otra alternativa? ¿Tendrías la entereza mental y espiritual para que la soledad en la agonía no terminara por destrozar tu espiritualidad?
Oth era de las que creían que se necesitaba ser muy valiente para ser un no-creyente. Y a veces, deseaba tener esa fortaleza para mantenerse en sus creencias que se alejaban de la religiosidad. Más volvía a orarle a los dioses cuando su madre enfermaba, en búsqueda de un milagro que la salvara. No pasaba mucho tiempo en esta reunión, ya que su apatía la volvía a alejar de los dioses cuando la salud acompañaba a sus familiares.
Se sentía con tan poco valor cuando pensaba en ello. Y aquello no mejoraba al estar en esta mansión, llena de gente con tantas cualidades diferentes. ¿De qué podría servir? ¿Podría ofrecerse de alguna otra forma? No le importaba si solo trabajaba por migajas, o si el Conde la usaba para sus deseos carnales, solo quería algunos Aeros con los que pudiera darles de comer a su familia.
- El día lentamente se apaga y la lluvia traerá bajas temperaturas. No es lo más sabio quedarse afuera, joven.
¿Cuántos señores había servido en su vida? No podía recordar el número exacto, solo se preocupaba de memorizar los más importantes, por si algún Noble quisiera solicitar sus servicios y necesitaba alguna referencia. Es por eso que los apellidos Otulhan y Verentir salieron de su boca en medio de su presentación, ¿pero acaso se podría decir que sentía algo de cariño por sus antiguos empleadores? Quizás no era necesario, no si tu prioridad era el trabajo bien hecho.
Ah’tra era una de esas personas que no sabías en qué pensaba ni si la impresión que tenía de ti era real. A diferencia de un mentiroso o un embustero, su forma de ser hacía difícil saber si el trato que tenía hacia otros era por pena o por la utilidad que podías tener. Era una de esas conductas que aprendías
- Estoy acostumbrada a las noches heladas en el campo, gracias. - Su voz sonaba indiferente, sin una apreciación del comentario del elfo, siendo probablemente lo mejor que podía hacer.
- Hmm…
Cerca de la puerta que daba al interior, un jardín mejor cuidado que muchos cuartos del interior contenía rosas de diferentes tipos, aunque las rojas eran las que más sobresalían. Ninguno de los dos salió del marco de la puerta, por lo que la lluvia solo era una débil amenaza, más el elfo no tardó en salir brevemente al jardín para sacar una rosa del lugar. El Conde no extrañaría la remoción de una sola, pensó, y en un gesto que la humana no se esperó, la rosa apareció frente a sus ojos.
- El futuro siempre será incierto y confuso a nuestros ojos. Más nunca debes olvidar que lo que nos hace como personas no es lo que el destino nos tiene preparados, sino lo que decidimos hacer frente a él.
Su mirada fue de un ligero desconcierto así como desconfianza, pero sus palabras eran sabias al final del día. Las había escuchado de otra forma por otras bocas, pero no dejaba de ser cierto. Sin importar si el Conde decidía contratarla, lo que la definiría como persona era el cómo se tomaría una victoria o una derrota.
- … gracias.
Aceptó el regalo del elfo, recibiendo la rosa en sus manos sin perderle la visa. Al menos, eso intentó, porque apenas intentó tomarla, una de las espinas que no alcanzó a ver tocó su dedo, causando una herida ínfima e inocente, pero que dejó un hilo de sangre bajara por su dedo.
- Pero… los dioses…
Curiosamente la reacción del elfo parecía ser de decepción, pensando en que quizás alguien que se dedicaba a servir como dijo tendría cuidado al tomar una rosa, algo que usualmente gustaba de los nobles. Supuso que al final la juventud y la inexperiencia eran más fuertes.
- Toma, usalo para limpiarte la sangre – le extendió un pequeño pañuelo, con bordes algo más femeninos de los que usaría un hombre en un pañuelo (en mi opinión al menos) – Cuando esa herida esté bajo control, me lo devuelves.
- … pero estará todo manchado con mi sangre.
- Ya lo lavaré en otro momento.
Haciendo un gesto muy cortés, el hombre decidió dejar a la mujer en soledad, entrando nuevamente a la mansión, perdiéndose entre las habitaciones del pasillo. Oth simplemente lo miró en silencio, sin entender las reales intenciones del elfo, sin saber si aquel gesto había sido con una intención generosa o una demostración de pena por ella.
- ¿Sería algo que los elfos hacen a propósito? - no pudo evitar pensar.
El sudor le bajaba a Leveru como si fuera una cascada, mientras sus mejillas se volvían tan rojas que parecían imitar el color de los tomates. Con cualquier otra persona conocida, esta descripción definitivamente calzaría con alguien que se encuentra enfermo, con su cuerpo luchando contra una enfermedad que impedía su bienestar. Pero estamos hablando de Leveru, por lo que esta situación definitivamente no calzaba en algo de esa gravedad: se daba porque Agatha se encontraba frente a ella, arrinconandola contra la pared, con una de sus manos apoyando a la pared y evitando que pudiera escapar de sus garras. Más bien, “escapar” y “garras”, porque, convengamos, lo que menos parecía querer Leveru en ese momento era escapar.
- ¿Y por qué yo de nuevo?
- Ha pasado mucho tiempo desde que bebí sangre de alguien y, entre todas las personas que están en este lugar, eres la única que podría estar dispuesta a darme un poco de manera voluntaria – quizás el elfo también, aunque supongo que su sangre era demasiado vieja para su gusto.
- No creo que pueda contradecir eso – en ese momento, las manos de Leveru estaban muy nerviosas, y no era precisamente porque la mujer la intimidaba –, pero me parece raro que simpemente no tome más… forzadamente lo que desea.
- Se vería muy mal que hubiera un incidente en la mansión que me involucrara directamente y de una manera tan agresiva – la mujer tenía mucha experiencia en la vida, la suficiente como para saber cuándo alguien del mismo sexo sentía una atracción hacia ella, por lo que no se hacía la tímida ni la inocente. Tomó una de las manos de Leveru y, lentamente, la acercó a su cuerpo, haciendo que fuera atraída a la cintura de la mujer vampiro, lo que le permitió sentir el tacto del corsé – Es mucho mejor si ambas obtenemos algo a cambio por lo que queremos, ¿no?
Lo que no se esperaba la mujer es que Leveru rodeó su cintura de un solo movimiento, haciendo que sus cuerpos se pegaran antes que pudiera hacer algo al respecto. Claro estaba, Leveru todavía jugaba descaradamente a ser renuente solo porque le gustaba, y en un cierto sentido eso la separaba de los hombres promedios que, en una situación así, dejaban de lado las sutilezas.
- Pero es que a mi no me gusta tanto eso tan… instintivamente animal – y diciendo eso, la descarada tenía una mano que rodeaba la cintura de Agatha y otra que lentamente bajaba para colarse bajo el vestido de la susodicha – Me gustaría que me abrazaras y me hicieras mimitos--
Esperen, esperen… voy a detener un momento el relato. Leveru, ¿de verdad usaste la palabra “mimitos”? ¿De verdad fuiste tan infantil y a la vez con tanta desfachatez?
Una mujer tiene sus necesidades, ¿ya?
…
- Me gustaría que me abrazaras y me hicieras mimitos - … - en la cabecita y me hablaras bajito mientras entrelazas tus dedos en mi pelo.
- Tienes gustos muy singulares – no pudo evitar sonreír entre sorprendida y divertida – ¿Pero solo te conformas con eso?
- Soy capaz de traerte un barril para que llenes – JAJAJAJA, ¿de verdad le dijiste eso? Ayy, por los Dioses Dragones.
Cuando la mano de Leveru alcanzó la parte inferior de la rodilla, el avance fue más dominante, como si los papeles se hubieran invertido. Ahora era la vampira la que estaba contra la pared, con las manos de su presa envolviendola firmemente. No pudo evitar estar sorprendida, y a la vez agradecida que su vestido era lo suficientemente largo para no ayudar más a la indecencia del momento. Y hasta ese punto, un encuentro extremadamente adulto y bastante cochino para los estándares de este relato hubiera tomado lugar.
Un chasquido evitó todo.
No era un chasquido propiamente tal, más bien se sentía como si dos huesos secos hubieran chocado entre si, en un movimiento rápido que emulaba a los que usaban las piedras para prender fogatas. Fue por un pequeño fragmento de segundo, pero fue lo suficiente para que Leveru soltara a la mujer, a la sorpresa de esta, y se llevara sus manos a su cabeza, cerca de sus oídos, en un aspecto de molestia que hizo que cerrara sus ojos y se quejara como si alguien le hubiera pegado en la nuca.
- … cielos, ese sonido.
- ¿Hmm? ¿Sonido?
Cuando pudo sostener su humanidad draconiana de vuelta, después de sacudir su cabeza y pegarse en el costado como si estuviera sacandose agua de su oído, se quedó mirando a Agatha, quien la miraba con cara de no entender la situación mientras se cruzaba de brazos. No estaba preocupada, por cierto.
- ¿No sentiste ese sonido?
- ¿… es esta una forma elaborada de rechazarme? Porque he visto hombres que fingen enfermedades para evitar a sus mujeres – Probablemente se podía intuir que no tenía experiencia siendo rechazada.
- Oh, no, no – no tardó en abrazarla de nuevo y colocar descaradamente su rostro en su torso – el trato va, pero creo que necesito tomar un poco de agua. Y quizás algo de aire.
- Hmm… – aquello mostró la cara incrédula de la mujer, pero finalmente aceptó – Tienes 10 minutos.
- Y verás que los aprovecho.
Perdiendose entre los pasillos, lo primero que vio fue un reloj antiguo de péndulo pero funcional, por lo que podía tener algo de seguridad de que la hora que mostraba ahí, las 18:31, era la hora correcta. En parte salió corriendo por el apuro de que tenía que estar lista en 10 minutos, pero también había algo extraño. No estaba segura del todo, pero aquella sensación, si no fue escuchada por la vampiro, significaba que había algo que pasó con el flujo de mana que tenía conexión con su elemento, la Tierra. Pero era demasiado singular, algo que no había sentido antes, por lo que no sabía a qué asociarselo.
Decidida, partió a buscarme para consultarme si había sentido algo extraño… y también porque necesitaba menta para cubrir el aliento que tenía, porque si iba a estar cerca de alguien no podía tener mal aliento. Pero por más que caminaba no podía encontrarme. Por algunos pasillos, en la sala de espera, en la puerta donde habíamos venido. Por mucho que intentábamos, no coincidíamos. Y estoy bastante segura que estabamos en una situación en donde entrabamos por una puerta, ella salía por otra y, cuando entraba a otra, nosotros salíamos de donde estabamos para entrar a otro lado, siendo que Leveru justo salía de otra puerta.
Ya rendida ante la situación, decidió dejarlo y se dirigió hacia donde estaba la vampiro, teniendo el tiempo en contra. Mientras caminaba, meditando sobre su problema de aliento, no pudo evitar ver a Demetrio quien estaba en un pequeño patio cerrado que tenía una fuente en medio de las paredes y la vegetación que había. Aun cuando llovía, no le importaba porque parecía beber agua con bastante ahínco.
- … vaya que está sediento el licántropo.
La curiosidad la mantuvo con los ojos clavados en ella, porque encontraba curioso que los licántropos actuaran como los perros a la hora de beber agua de las fuentes.
Pero hasta los perros sacaban la cabeza para respirar.
No pudo irse de forma definitiva, y se devolvió para ver si el licántropo se encontraba bien. Se detuvo cuando notó el tinte rojo que teñía la fuente. De inmediato su sangre se heló y, en un acto reflejo, movió a Demetrio fuera de la fuente, buscando que pudiera respirar fuera de la fuente, pero cuando movió su cuerpo, este se encontraba como si estuviera congelado: no respiraba, sus ojos estaban abiertos sin parpadear, su hocico estaba abierto y su cuerpo se encontraba ensangrentado.
Un grito de ayuda se escuchó en toda la mansión, buscando con todas sus fuerzas que sus palabras llegaran a Siria y Amit, y ojalá al resto. Sin perder el tiempo, presionó con un paño la zona de la herida, mientras que puso una de sus manos sus manos en el pecho del lobo, haciendo presión de manera específica en la zona del corazón, coordinando a un ritmo especifico y usando la fuerza de su cuerpo para masajear la zona. Intentó que el aire entrara a su cuerpo, haciendo respiración boca a boca.
No hubo reacción.
Cuando llegamos con Amit, encontramos a Leveru dejando de lado el paño ensangrentado, arrodillada al lado del licántropo. El resto no tardó en llegar, quedando paralizados frente a la escena.
Demetrio estaba muerto.
Dos pares de pasos se escucharon detrás de nosotros. Uno de ellos pertenecía al mayordomo, quien iba a un paso lento, visiblemente molesto por los gritos previos, exigiendo respuestas del por qué tanto alboroto.
Unos pasos eran de alguien nuevo que se integraba al grupo. Su traje era oscuro y muy elegante, sus manos mostraban el paso de los años, su encorbada espalda acusaba la condición de salud del sujeto, y lentamente la oscuridad se disipó para mostrar un rostro anciano, un rostro… humano. Un rostro cansado, uno que decía que solo quería estar tranquilo y disfrutar de su vejez en paz.
Era el Conde Luther.
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N-no es que tuviera experiencia previa con eso.
- Creo que solo llenaríamos la mitad de la pared con mis parientes. Ninguno de mis papás tuvo hermanos y solo tengo a mi abuelo paterno vivo – y no lo decía de una forma triste ni nada, solo lo decía como era el asunto – Suena extraño, ¿no? Para culturas como las de ustedes sería muy malo que una familia tuviera solo una cría, me imagino – y bien, mis únicas interacciones con licántropos habían sido Wood y Gwynn, por lo que no sabía exactamente como funcionaban como sociedad –. Nuestra raza decidió hace mucho tiempo vivir en los reinos del norte, donde el frío impide que podamos tener prados con comida o condiciones para criar animales como cerdos, gallinas y vacas. Al ser los recursos tan escasos, tenemos que adaptarnos como podemos y solo podemos tener la cantidad de hijos que podamos alimentar. Y muchas veces, esa cantidad es solo uno – y creo que sonaba muy seria en ese momento, por lo que sonreí para distender el ambiente y continué –. Creo que debería tener tres hijos para compensarlo, ¿no? Aunque dudo que me de la paciencia para tener más de tres.
Me reía un poco para mis adentros con ese comentario. Si decidiera tener hijos, ¿como saldrían? ¿Saldrían igual de locos como cuando yo era niña? ¿Acaso me saldrían todos estudiosos y tendría que llevarlos a la Academia para que no desperdiciaran su talento? ¿O me saldría una mezcla de entre esos dos grupos que solo conseguiría que estuvieran agarrados del pelo, peleando constantemente? Oh, ojalá fuera lo último, para tener un poco de variedad digo yo.
Aquel creo fue el último momento en que pude distenderme y conversar relajadamente en la mansión.
Una sensación me detuvo. Una sensación extraña que jamás había sentido antes. Se sentía como si alguien hubiera roto la calma del viento, algo ajeno e invasivo. Como para que se lo imagen, el viento usualmente tenía esa sensación de ser un lago en calma, en donde permanecía viajando en riachuelos que navegaban por el mundo por distintas sensaciones. Y en uno de esos riachuelos, un gran pie hubiera pisado el flujo del agua de manera violenta, mandando pequeñas turbulencias en las cercanías, para volver nuevamente, aunque con dificultad, a su cauce.
Demetrio se colocó a mi lado, con los pelos erizados, como si también hubiera sentido aquella sensación que desapareció. La dirección de donde venía daba a una gran puerta que, al abrir, daba a un pasillo mucho más largo del que estabamos, aunque la iluminación era inexistente. La sensación se había desvanecido, pero no podía sacarme esta sensación intranquila que me quedaba en el corazón.
- Algo pasó… no sé decirlo con certeza, pero se sintió como si… algo hubiera pasado con el viento en la mansión – le comenté a Amit, sin saber si había sentido o escuchado, de alguna forma, lo que había pasado.
Los pasajes oscuros eran difícilmente una novedad tanto para Amit o para mi. Como fue en el barco, la lámpara que conseguí en el mercado alejaba a la oscuridad como si fuera una multitud que nos rodeaba, con deseos de aprisionarnos. Lentamente nos abríamos paso, observando nuestro alrededor. El pasillo no era tanto más distinto que el previo, aunque poseía mucho menos puertas y más cuadros que tenían una particularidad: a diferencia de los previos del pasillo anterior, todos eran de perfil con rostros que se parecían entre si, o al menos eso podíamos distinguir con la luz de la lámpara. El sonido de nuestros pasos tenía un eco distinto, como si aquel pasillo no tuviera ningún destino al que llegar. Fue entre caminar y caminar que noté algo: el pasillo carecía de rastro de polvo o señales de que el tiempo hubiera hecho lo suyo.
Fue entonces cuando nos encontramos con algo que jamás pensamos encontrar: un enorme cuadro de una solitaria mujer.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Era el cuadro más cuidado de todos, en lo que parecía ser el centro del pasillo, ya que, continuando más allá, los cuadros parecían repetirse en un patrón inverso al que habíamos visto. Era de una belleza… singular. Solo con ver los detalles se podía notar que no era un cuadro normal. Pocos artistas hubieran sido tan milimétricos en los detalles del pelo, el hermoso vestido que llevaba, los gentiles pero tristes ojos que tenía… era como si la persona hubiera trascendido en la idealización del pintor.
- ¿Habrá sido la esposa del Conde? - probablemente una pintura de antaño, tan vieja como la mansión misma.
Fue entonces cuando volví a sentir aquella sensación del viento. Esta vez, no podía determinar de donde venía, había sido como si aquella pisada hubiera sido por encima de toda la casa en vez de solo un pequeño lugar, por lo que podía sentir como el viento salía disparado para todos lados. Casi por instinto, moví la lámpara hacia el centro del pasillo, tratando de buscar alguna pista, pero entonces me di cuenta de otra cosa más.
- … ¿Demetrio?
El licántropo no se encontraba con nosotros. Jamás me di cuenta cuándo nos dejó.
- … Amit, volvamos con Leveru. Siento que algo horrible va a suceder, si ya no sucedió.
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Para quienes no son sensibles a los cambios que vienen de la esencia de la vida, la vida simplemente continua en un flujo inexplicable en donde a veces solo encontrando explicaciones como “los dioses quisieron que pasara así” podían encontrar tranquilidad. Algunos sabían que se mentían, ¿pero tenías realmente otra alternativa? ¿Tendrías la entereza mental y espiritual para que la soledad en la agonía no terminara por destrozar tu espiritualidad?
Oth era de las que creían que se necesitaba ser muy valiente para ser un no-creyente. Y a veces, deseaba tener esa fortaleza para mantenerse en sus creencias que se alejaban de la religiosidad. Más volvía a orarle a los dioses cuando su madre enfermaba, en búsqueda de un milagro que la salvara. No pasaba mucho tiempo en esta reunión, ya que su apatía la volvía a alejar de los dioses cuando la salud acompañaba a sus familiares.
Se sentía con tan poco valor cuando pensaba en ello. Y aquello no mejoraba al estar en esta mansión, llena de gente con tantas cualidades diferentes. ¿De qué podría servir? ¿Podría ofrecerse de alguna otra forma? No le importaba si solo trabajaba por migajas, o si el Conde la usaba para sus deseos carnales, solo quería algunos Aeros con los que pudiera darles de comer a su familia.
- El día lentamente se apaga y la lluvia traerá bajas temperaturas. No es lo más sabio quedarse afuera, joven.
¿Cuántos señores había servido en su vida? No podía recordar el número exacto, solo se preocupaba de memorizar los más importantes, por si algún Noble quisiera solicitar sus servicios y necesitaba alguna referencia. Es por eso que los apellidos Otulhan y Verentir salieron de su boca en medio de su presentación, ¿pero acaso se podría decir que sentía algo de cariño por sus antiguos empleadores? Quizás no era necesario, no si tu prioridad era el trabajo bien hecho.
Ah’tra era una de esas personas que no sabías en qué pensaba ni si la impresión que tenía de ti era real. A diferencia de un mentiroso o un embustero, su forma de ser hacía difícil saber si el trato que tenía hacia otros era por pena o por la utilidad que podías tener. Era una de esas conductas que aprendías
- Estoy acostumbrada a las noches heladas en el campo, gracias. - Su voz sonaba indiferente, sin una apreciación del comentario del elfo, siendo probablemente lo mejor que podía hacer.
- Hmm…
Cerca de la puerta que daba al interior, un jardín mejor cuidado que muchos cuartos del interior contenía rosas de diferentes tipos, aunque las rojas eran las que más sobresalían. Ninguno de los dos salió del marco de la puerta, por lo que la lluvia solo era una débil amenaza, más el elfo no tardó en salir brevemente al jardín para sacar una rosa del lugar. El Conde no extrañaría la remoción de una sola, pensó, y en un gesto que la humana no se esperó, la rosa apareció frente a sus ojos.
- El futuro siempre será incierto y confuso a nuestros ojos. Más nunca debes olvidar que lo que nos hace como personas no es lo que el destino nos tiene preparados, sino lo que decidimos hacer frente a él.
Su mirada fue de un ligero desconcierto así como desconfianza, pero sus palabras eran sabias al final del día. Las había escuchado de otra forma por otras bocas, pero no dejaba de ser cierto. Sin importar si el Conde decidía contratarla, lo que la definiría como persona era el cómo se tomaría una victoria o una derrota.
- … gracias.
Aceptó el regalo del elfo, recibiendo la rosa en sus manos sin perderle la visa. Al menos, eso intentó, porque apenas intentó tomarla, una de las espinas que no alcanzó a ver tocó su dedo, causando una herida ínfima e inocente, pero que dejó un hilo de sangre bajara por su dedo.
- Pero… los dioses…
Curiosamente la reacción del elfo parecía ser de decepción, pensando en que quizás alguien que se dedicaba a servir como dijo tendría cuidado al tomar una rosa, algo que usualmente gustaba de los nobles. Supuso que al final la juventud y la inexperiencia eran más fuertes.
- Toma, usalo para limpiarte la sangre – le extendió un pequeño pañuelo, con bordes algo más femeninos de los que usaría un hombre en un pañuelo (en mi opinión al menos) – Cuando esa herida esté bajo control, me lo devuelves.
- … pero estará todo manchado con mi sangre.
- Ya lo lavaré en otro momento.
Haciendo un gesto muy cortés, el hombre decidió dejar a la mujer en soledad, entrando nuevamente a la mansión, perdiéndose entre las habitaciones del pasillo. Oth simplemente lo miró en silencio, sin entender las reales intenciones del elfo, sin saber si aquel gesto había sido con una intención generosa o una demostración de pena por ella.
- ¿Sería algo que los elfos hacen a propósito? - no pudo evitar pensar.
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El sudor le bajaba a Leveru como si fuera una cascada, mientras sus mejillas se volvían tan rojas que parecían imitar el color de los tomates. Con cualquier otra persona conocida, esta descripción definitivamente calzaría con alguien que se encuentra enfermo, con su cuerpo luchando contra una enfermedad que impedía su bienestar. Pero estamos hablando de Leveru, por lo que esta situación definitivamente no calzaba en algo de esa gravedad: se daba porque Agatha se encontraba frente a ella, arrinconandola contra la pared, con una de sus manos apoyando a la pared y evitando que pudiera escapar de sus garras. Más bien, “escapar” y “garras”, porque, convengamos, lo que menos parecía querer Leveru en ese momento era escapar.
- ¿Y por qué yo de nuevo?
- Ha pasado mucho tiempo desde que bebí sangre de alguien y, entre todas las personas que están en este lugar, eres la única que podría estar dispuesta a darme un poco de manera voluntaria – quizás el elfo también, aunque supongo que su sangre era demasiado vieja para su gusto.
- No creo que pueda contradecir eso – en ese momento, las manos de Leveru estaban muy nerviosas, y no era precisamente porque la mujer la intimidaba –, pero me parece raro que simpemente no tome más… forzadamente lo que desea.
- Se vería muy mal que hubiera un incidente en la mansión que me involucrara directamente y de una manera tan agresiva – la mujer tenía mucha experiencia en la vida, la suficiente como para saber cuándo alguien del mismo sexo sentía una atracción hacia ella, por lo que no se hacía la tímida ni la inocente. Tomó una de las manos de Leveru y, lentamente, la acercó a su cuerpo, haciendo que fuera atraída a la cintura de la mujer vampiro, lo que le permitió sentir el tacto del corsé – Es mucho mejor si ambas obtenemos algo a cambio por lo que queremos, ¿no?
Lo que no se esperaba la mujer es que Leveru rodeó su cintura de un solo movimiento, haciendo que sus cuerpos se pegaran antes que pudiera hacer algo al respecto. Claro estaba, Leveru todavía jugaba descaradamente a ser renuente solo porque le gustaba, y en un cierto sentido eso la separaba de los hombres promedios que, en una situación así, dejaban de lado las sutilezas.
- Pero es que a mi no me gusta tanto eso tan… instintivamente animal – y diciendo eso, la descarada tenía una mano que rodeaba la cintura de Agatha y otra que lentamente bajaba para colarse bajo el vestido de la susodicha – Me gustaría que me abrazaras y me hicieras mimitos--
Esperen, esperen… voy a detener un momento el relato. Leveru, ¿de verdad usaste la palabra “mimitos”? ¿De verdad fuiste tan infantil y a la vez con tanta desfachatez?
Una mujer tiene sus necesidades, ¿ya?
…
- Me gustaría que me abrazaras y me hicieras mimitos - … - en la cabecita y me hablaras bajito mientras entrelazas tus dedos en mi pelo.
- Tienes gustos muy singulares – no pudo evitar sonreír entre sorprendida y divertida – ¿Pero solo te conformas con eso?
- Soy capaz de traerte un barril para que llenes – JAJAJAJA, ¿de verdad le dijiste eso? Ayy, por los Dioses Dragones.
Cuando la mano de Leveru alcanzó la parte inferior de la rodilla, el avance fue más dominante, como si los papeles se hubieran invertido. Ahora era la vampira la que estaba contra la pared, con las manos de su presa envolviendola firmemente. No pudo evitar estar sorprendida, y a la vez agradecida que su vestido era lo suficientemente largo para no ayudar más a la indecencia del momento. Y hasta ese punto, un encuentro extremadamente adulto y bastante cochino para los estándares de este relato hubiera tomado lugar.
Un chasquido evitó todo.
No era un chasquido propiamente tal, más bien se sentía como si dos huesos secos hubieran chocado entre si, en un movimiento rápido que emulaba a los que usaban las piedras para prender fogatas. Fue por un pequeño fragmento de segundo, pero fue lo suficiente para que Leveru soltara a la mujer, a la sorpresa de esta, y se llevara sus manos a su cabeza, cerca de sus oídos, en un aspecto de molestia que hizo que cerrara sus ojos y se quejara como si alguien le hubiera pegado en la nuca.
- … cielos, ese sonido.
- ¿Hmm? ¿Sonido?
Cuando pudo sostener su humanidad draconiana de vuelta, después de sacudir su cabeza y pegarse en el costado como si estuviera sacandose agua de su oído, se quedó mirando a Agatha, quien la miraba con cara de no entender la situación mientras se cruzaba de brazos. No estaba preocupada, por cierto.
- ¿No sentiste ese sonido?
- ¿… es esta una forma elaborada de rechazarme? Porque he visto hombres que fingen enfermedades para evitar a sus mujeres – Probablemente se podía intuir que no tenía experiencia siendo rechazada.
- Oh, no, no – no tardó en abrazarla de nuevo y colocar descaradamente su rostro en su torso – el trato va, pero creo que necesito tomar un poco de agua. Y quizás algo de aire.
- Hmm… – aquello mostró la cara incrédula de la mujer, pero finalmente aceptó – Tienes 10 minutos.
- Y verás que los aprovecho.
Perdiendose entre los pasillos, lo primero que vio fue un reloj antiguo de péndulo pero funcional, por lo que podía tener algo de seguridad de que la hora que mostraba ahí, las 18:31, era la hora correcta. En parte salió corriendo por el apuro de que tenía que estar lista en 10 minutos, pero también había algo extraño. No estaba segura del todo, pero aquella sensación, si no fue escuchada por la vampiro, significaba que había algo que pasó con el flujo de mana que tenía conexión con su elemento, la Tierra. Pero era demasiado singular, algo que no había sentido antes, por lo que no sabía a qué asociarselo.
Decidida, partió a buscarme para consultarme si había sentido algo extraño… y también porque necesitaba menta para cubrir el aliento que tenía, porque si iba a estar cerca de alguien no podía tener mal aliento. Pero por más que caminaba no podía encontrarme. Por algunos pasillos, en la sala de espera, en la puerta donde habíamos venido. Por mucho que intentábamos, no coincidíamos. Y estoy bastante segura que estabamos en una situación en donde entrabamos por una puerta, ella salía por otra y, cuando entraba a otra, nosotros salíamos de donde estabamos para entrar a otro lado, siendo que Leveru justo salía de otra puerta.
Ya rendida ante la situación, decidió dejarlo y se dirigió hacia donde estaba la vampiro, teniendo el tiempo en contra. Mientras caminaba, meditando sobre su problema de aliento, no pudo evitar ver a Demetrio quien estaba en un pequeño patio cerrado que tenía una fuente en medio de las paredes y la vegetación que había. Aun cuando llovía, no le importaba porque parecía beber agua con bastante ahínco.
- … vaya que está sediento el licántropo.
La curiosidad la mantuvo con los ojos clavados en ella, porque encontraba curioso que los licántropos actuaran como los perros a la hora de beber agua de las fuentes.
Pero hasta los perros sacaban la cabeza para respirar.
No pudo irse de forma definitiva, y se devolvió para ver si el licántropo se encontraba bien. Se detuvo cuando notó el tinte rojo que teñía la fuente. De inmediato su sangre se heló y, en un acto reflejo, movió a Demetrio fuera de la fuente, buscando que pudiera respirar fuera de la fuente, pero cuando movió su cuerpo, este se encontraba como si estuviera congelado: no respiraba, sus ojos estaban abiertos sin parpadear, su hocico estaba abierto y su cuerpo se encontraba ensangrentado.
Un grito de ayuda se escuchó en toda la mansión, buscando con todas sus fuerzas que sus palabras llegaran a Siria y Amit, y ojalá al resto. Sin perder el tiempo, presionó con un paño la zona de la herida, mientras que puso una de sus manos sus manos en el pecho del lobo, haciendo presión de manera específica en la zona del corazón, coordinando a un ritmo especifico y usando la fuerza de su cuerpo para masajear la zona. Intentó que el aire entrara a su cuerpo, haciendo respiración boca a boca.
No hubo reacción.
Cuando llegamos con Amit, encontramos a Leveru dejando de lado el paño ensangrentado, arrodillada al lado del licántropo. El resto no tardó en llegar, quedando paralizados frente a la escena.
Demetrio estaba muerto.
Dos pares de pasos se escucharon detrás de nosotros. Uno de ellos pertenecía al mayordomo, quien iba a un paso lento, visiblemente molesto por los gritos previos, exigiendo respuestas del por qué tanto alboroto.
Unos pasos eran de alguien nuevo que se integraba al grupo. Su traje era oscuro y muy elegante, sus manos mostraban el paso de los años, su encorbada espalda acusaba la condición de salud del sujeto, y lentamente la oscuridad se disipó para mostrar un rostro anciano, un rostro… humano. Un rostro cansado, uno que decía que solo quería estar tranquilo y disfrutar de su vejez en paz.
Era el Conde Luther.
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Siria
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Los pasillos de la mansión apestaban a magia. No había rincón que no emanase el nauseabundo olor. Los demás postulantes no podrían percibirlo, carecían del olfato desarrollado del lobo. Demetrio frecuentaba los pasillos con paso lento y con el hocico, muy a su pesar, ligeramente elevado olfateando el rastro maligno. El lobo recordaba la razón por la que había viajado muy lejos de sus historias; era muy parecida a aquella que había enunciado durante la reunión. Realmente, deseaba conocer al conde Luther porque le comparta sus conocimientos y experiencias. Conocimientos perversos que tenían que ver con magia oscura, de la peor calaña. La misma magia que inundaba los pasillos de una peste imperceptible para todo aquel que tuviera nariz en lugar de hocico. Los motivos eran diferentes a los que el resto de postulantes y el mismo mayordomo. Demetrio Singanl inspeccionaba los pasillos laberínticos de la mansión Luther con el fin de hallar, y si el cielo es aciago también contener, la maldad que habitaba en estas tierras y se expandía hasta alcanzar los lindes de Ulmer.
La primera vez que percibió la magia fue en una noche de luna llena, en el Oráculo de Fenrir. Demetrio visitó el lugar sagrado en busca de una bendición de El Viejo Lobo. En su lugar, Fenrir optó por ofrecerle una visión. En un instante, la luna llena cobró el color del hierro caliente y el viento golpeaba las ramas haciéndolas sonar como si fueran panderetas. Demetrio creyó sentir la presencia de El Viejo Lobo, le hablaba directamente. Estaba furioso pues una persona estaba contaminando el bosque de los lobos con su magia. ¿Vampiros? Demetrio recordaba haber preguntado en voz alta. Fenrir no respondió con palabras. El Oráculo se inundó del fétido olor a magia. Demetrio Singanl arrugó el hocico. La peste se intensificó y el viento soplaba con una mayor furia. El lobo aulló a la luna para confirmar la tarea que Fenrir le había concedido.
El rastro maligno condujo a Demetrio a la mansión del conde Luther. Un golpe de suerte: las puertas estaban abiertas. El conde Luther buscaba un nuevo sirviente y, para ello, había decidido entrevistar a una serie de competentes aspirantes. Demetrio Singanl se detuvo frente a la puerta de la mansión y se acicaló lamiéndose las patas delanteras, tal como lo haría un gato doméstico. No le interesaba ganar la competición, sino resolver el misterio. Los bosques del este pertenecían a los lobos y todo cuánto pudiera contaminar su hábitat sería castigo. Así lo quiere Fenrir y así se hará.
Así se hará. Las palabras resonaban con fuerza en la cabeza del lobo. Tenía un claro objetivo, pero vacilaba, no estaba seguro si obraba como correspondía. En los pasillos de la mansión, la peste a magia parecía tener vida propia. Por momentos, cuando parecía que el lobo la había captado, desaparecía. Si no fuera imposible, Demetrio juraría que el olor escapaba por las ventanas o las puertas abiertas para huir de él. También se estaba burlando. A veces notaba una fuerte presencia a su espalda, seguida del agudo olor. Al darse la vuelta, no quedaba nada. Si algo sabían los lobos, cualquiera estaría de acuerdo, es que toda presa deja un rastro; desde el ratón más pequeño hasta el dragón más grande. La malvada magia de la mansión, sin embargo, desaparecía sin dejar nada para luego retornar, dos habitaciones más adelante, con una mayor intensidad. El lobo carraspeaba nervioso. Odiaba que se burlasen de él.
La presencia acabó con el juego. Debió haberse aburrido de jugar al gato y al ratón (al lobo y al ratón). Demetrio la captó en su espalda, como tantas otras veces. Se giró de un salto, mostrando sus afilados colmillos dispuesto a morder al culpable. La presencia fue más rápida. Demetrio nunca tuvo ocasión de atacar. Unas garras afiladas como cuchillas desgarraron el lomo del lobo. Demetrio esquivó el segundo ataque. Vio a su oponente a los ojos, le gruñó como un perro rabioso. El rival se sonreía divertido. Demetrio dio un salto con las garras por delante, tenía la intención de devolver el mismo daño que le había causado. Pero el rival era más fuerte de lo que aparentaba; dio un fuerte manotazo con el que lanzó al lobo por la ventana.
Demetrio cayó encima de una de las fuentes del jardín. El sueño le invadió. Un sueño cálido y placentero que menguaba considerablemente el dolor de la herida. ¿Se trataba de un hechizo con el que acelerar su muerte? Era posible, el pelaje de Demetrio Singanl apestaba a magia oscura.
—Qué los Dioses del Cielo y la Tierra tengan en su gloria a Demetrio el Licántropo — Ah’tra Minent dijo una oración genérica que podría servir para cualquier religión de Aerandir.
Oth se echó a un lado y vomitó todo cuanto había ingerido aquel día. Por cada hora que pasaba en la mansión, más convencida estaba que no servía para el puesto.
Agatha Kal’thre observaba con resignación el cadáver del lobo. Viendo las reacciones de sus compañeros, ninguno de ellos aceptaría que la vampiresa probase la sangre de Demetrio. ¡Pero si está muerto, ya no sirve para nada! Los religiosos jamás lo comprenderían. Desperdiciarían el agua de la fuente tan solo porque estuviera enriquecida con la sangre del lobo. Dulce sangre de lobo.
* Ambos: y justo en este punto, os dejo solos. Tenéis una basa muy firme para la historia que estáis narrando, no quiero entrometerme en ella más de lo debido. En este post, solamente, desvelo las intenciones de Demetrio e introduzco una presencia maligna que habita en la mansión; otro enemigo que se suma a las criaturas del pantano antes mencionadas. Demetrio ha conocido al enemigo. Es una lástima que ahora esté muerto.
La primera vez que percibió la magia fue en una noche de luna llena, en el Oráculo de Fenrir. Demetrio visitó el lugar sagrado en busca de una bendición de El Viejo Lobo. En su lugar, Fenrir optó por ofrecerle una visión. En un instante, la luna llena cobró el color del hierro caliente y el viento golpeaba las ramas haciéndolas sonar como si fueran panderetas. Demetrio creyó sentir la presencia de El Viejo Lobo, le hablaba directamente. Estaba furioso pues una persona estaba contaminando el bosque de los lobos con su magia. ¿Vampiros? Demetrio recordaba haber preguntado en voz alta. Fenrir no respondió con palabras. El Oráculo se inundó del fétido olor a magia. Demetrio Singanl arrugó el hocico. La peste se intensificó y el viento soplaba con una mayor furia. El lobo aulló a la luna para confirmar la tarea que Fenrir le había concedido.
El rastro maligno condujo a Demetrio a la mansión del conde Luther. Un golpe de suerte: las puertas estaban abiertas. El conde Luther buscaba un nuevo sirviente y, para ello, había decidido entrevistar a una serie de competentes aspirantes. Demetrio Singanl se detuvo frente a la puerta de la mansión y se acicaló lamiéndose las patas delanteras, tal como lo haría un gato doméstico. No le interesaba ganar la competición, sino resolver el misterio. Los bosques del este pertenecían a los lobos y todo cuánto pudiera contaminar su hábitat sería castigo. Así lo quiere Fenrir y así se hará.
Así se hará. Las palabras resonaban con fuerza en la cabeza del lobo. Tenía un claro objetivo, pero vacilaba, no estaba seguro si obraba como correspondía. En los pasillos de la mansión, la peste a magia parecía tener vida propia. Por momentos, cuando parecía que el lobo la había captado, desaparecía. Si no fuera imposible, Demetrio juraría que el olor escapaba por las ventanas o las puertas abiertas para huir de él. También se estaba burlando. A veces notaba una fuerte presencia a su espalda, seguida del agudo olor. Al darse la vuelta, no quedaba nada. Si algo sabían los lobos, cualquiera estaría de acuerdo, es que toda presa deja un rastro; desde el ratón más pequeño hasta el dragón más grande. La malvada magia de la mansión, sin embargo, desaparecía sin dejar nada para luego retornar, dos habitaciones más adelante, con una mayor intensidad. El lobo carraspeaba nervioso. Odiaba que se burlasen de él.
La presencia acabó con el juego. Debió haberse aburrido de jugar al gato y al ratón (al lobo y al ratón). Demetrio la captó en su espalda, como tantas otras veces. Se giró de un salto, mostrando sus afilados colmillos dispuesto a morder al culpable. La presencia fue más rápida. Demetrio nunca tuvo ocasión de atacar. Unas garras afiladas como cuchillas desgarraron el lomo del lobo. Demetrio esquivó el segundo ataque. Vio a su oponente a los ojos, le gruñó como un perro rabioso. El rival se sonreía divertido. Demetrio dio un salto con las garras por delante, tenía la intención de devolver el mismo daño que le había causado. Pero el rival era más fuerte de lo que aparentaba; dio un fuerte manotazo con el que lanzó al lobo por la ventana.
Demetrio cayó encima de una de las fuentes del jardín. El sueño le invadió. Un sueño cálido y placentero que menguaba considerablemente el dolor de la herida. ¿Se trataba de un hechizo con el que acelerar su muerte? Era posible, el pelaje de Demetrio Singanl apestaba a magia oscura.
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—Qué los Dioses del Cielo y la Tierra tengan en su gloria a Demetrio el Licántropo — Ah’tra Minent dijo una oración genérica que podría servir para cualquier religión de Aerandir.
Oth se echó a un lado y vomitó todo cuanto había ingerido aquel día. Por cada hora que pasaba en la mansión, más convencida estaba que no servía para el puesto.
Agatha Kal’thre observaba con resignación el cadáver del lobo. Viendo las reacciones de sus compañeros, ninguno de ellos aceptaría que la vampiresa probase la sangre de Demetrio. ¡Pero si está muerto, ya no sirve para nada! Los religiosos jamás lo comprenderían. Desperdiciarían el agua de la fuente tan solo porque estuviera enriquecida con la sangre del lobo. Dulce sangre de lobo.
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* Ambos: y justo en este punto, os dejo solos. Tenéis una basa muy firme para la historia que estáis narrando, no quiero entrometerme en ella más de lo debido. En este post, solamente, desvelo las intenciones de Demetrio e introduzco una presencia maligna que habita en la mansión; otro enemigo que se suma a las criaturas del pantano antes mencionadas. Demetrio ha conocido al enemigo. Es una lástima que ahora esté muerto.
Sigel
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
Mensaje administrativo
Todos lamentamos la despedida de Siria. Quiero mandar, en primer lugar, un mensaje de apoyo ya que no pude en su día. ¡Te deseamos lo mejor, Siria! Mucho ánimo.
Ante esta despedida, este quedó parado. ¿Qué hacemos con él? He estado hablando con Amit'tek sobre este asunto por mp. Vimos que lo justo era esperar un tiempo de luto por Siria. Propuse varias opciones de las cuales, las más acertadas en este caso, serían:
1· Cerrar el tema tal como se encuentra. La recompensa sería la correspondiente a la que se da en temas abandonados + lo que se da por la participación del evento.
2· Como se trata de un evento, podríamos utilizar las normas de los trabajos y permitir que Amit'tek terminase el tema en solitario. Además, estamos en el sexto turno, en el final prácticamente. Por dos turnos restantes, sería una lástima olvidar la trama del tema.
Aquí me lavo las manos. No soy yo quien debe tomar una decisión, sino Amit'tek. Es su tema y su historia. Sabe, mejor que nadie, qué le interesa hacer. Doy libertad para que pueda tomar la decisión que más te convenga. A partir de aquí puedes seguir posteando como hasta la fecha o cerrar el tema y pedir los puntos por él.
Sigel
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Re: El misterio de la mansión maldita [Samhain 2019] [3/3] [CERRADO]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Reivy Abadder
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