Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
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Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
La comarca de Urd, ya había pasado por aquí una o dos veces ¿Dos veces? Vaya, eso era demasiado para mi, con mi espantoso temor a los vampiros, pero ya me encontraba recorriendo aquel valle desolado nuevamente. Aunque desearía no hacerlo, mi labor no estaría hecha hasta haber terminado todo aerandir, sin excepción. Aunque la noche ya se encontraba cayendo ante mis ojos, no debía flaquear y, sobre todo, no debía quedarme dormido ¿Quién sabe qué podría pasar mientras estoy sumido en mis sueños?
- Vamos Alh, debes calmarte, no pasará nada malo - Mientras hablaba conmigo mismo, hacía revolotear algunas hojas que se encontraban esparcidas por todo el suelo, formando un pequeño remolino, para así distraer mi pobre y débil mente de los horrores que podía surcar la noche. Aunque, por muy distraído que me encontrara, no podía sacar de mi vista aquella sombras que se movían lentamente por la neblina que empezaba a caer debido a la noche. "Esta será una larga noche, demonios" Pensaba, siempre pensaba así, ¿por qué? ¿por qué todo no podía ser más sencillo?
- Porque entonces no sería divetido, Alh - Me dije a mi mismo, riendo levemente para no ser escuchado por las criaturas del anochecer. Cuando por fin mi vista empezó a verse defectuosa por la pobre luz que albergaba el sitio, comencé a buscar alguna morada que no estuviese lo suficientemente derruida como para pasar la noche. Sin embargo, ya era demasiado tarde y debía encontrar una casa donde resguardarme, por más terrorífica que esta fuera.
Cuando por fin me decidí por una de las cuantas chozas destrozadas que por ahí habían, escogí una de las que menos defectos tenía. Aunque es cierto de la fachada estaba destruída por el pasar de los años, la infraestructura se encontraba bastante mantenida, salvo por unos rasguños a los muebles que se encontraban dentro, los muebles aparentemente inutilizables y alguna que otra ventana rota.
- Aquí fue, aquí será - Dije chistosamente mientras sacaba de mi bolsa alguna botana que ingerir, el hambre me estaba matando, pero debía racionar la comida hasta llegar al siguiente pueblo. Entonces, a falta de una antorcha, saqué una vela improvisada que había hecho algunos meses atrás. La encendí con una pequeña chispa usando mi magia elemental y la posé arriba de la mesa.
Tener un poco más de luz me tranquilizaba, pero no lo suficiente como para dormir en ese lugar. Entonces, pasadas unas cuantas horas más de la noche, se empezaron a escuchar unas voces, como pequeños zumbidos de una abeja cualquiera. Estas aumentaron su volumen, tornandose casi audibles por completo, aun con lo lejos que me encontraba. Sólo pasaron unos segundos para que estas se convirtieran en alaridos de dolor, gritos desgarradores causados por quién sabe qué horror que se manifestaba esa noche.
- Los dragones se apiaden de aquella alma en pena - Fue entonces cuando me limité a bajar la mirada, aterrorizado y moviendome poco a poco para esconderme detrás de los destrozados muebles.
- Vamos Alh, debes calmarte, no pasará nada malo - Mientras hablaba conmigo mismo, hacía revolotear algunas hojas que se encontraban esparcidas por todo el suelo, formando un pequeño remolino, para así distraer mi pobre y débil mente de los horrores que podía surcar la noche. Aunque, por muy distraído que me encontrara, no podía sacar de mi vista aquella sombras que se movían lentamente por la neblina que empezaba a caer debido a la noche. "Esta será una larga noche, demonios" Pensaba, siempre pensaba así, ¿por qué? ¿por qué todo no podía ser más sencillo?
- Porque entonces no sería divetido, Alh - Me dije a mi mismo, riendo levemente para no ser escuchado por las criaturas del anochecer. Cuando por fin mi vista empezó a verse defectuosa por la pobre luz que albergaba el sitio, comencé a buscar alguna morada que no estuviese lo suficientemente derruida como para pasar la noche. Sin embargo, ya era demasiado tarde y debía encontrar una casa donde resguardarme, por más terrorífica que esta fuera.
Cuando por fin me decidí por una de las cuantas chozas destrozadas que por ahí habían, escogí una de las que menos defectos tenía. Aunque es cierto de la fachada estaba destruída por el pasar de los años, la infraestructura se encontraba bastante mantenida, salvo por unos rasguños a los muebles que se encontraban dentro, los muebles aparentemente inutilizables y alguna que otra ventana rota.
- Aquí fue, aquí será - Dije chistosamente mientras sacaba de mi bolsa alguna botana que ingerir, el hambre me estaba matando, pero debía racionar la comida hasta llegar al siguiente pueblo. Entonces, a falta de una antorcha, saqué una vela improvisada que había hecho algunos meses atrás. La encendí con una pequeña chispa usando mi magia elemental y la posé arriba de la mesa.
Tener un poco más de luz me tranquilizaba, pero no lo suficiente como para dormir en ese lugar. Entonces, pasadas unas cuantas horas más de la noche, se empezaron a escuchar unas voces, como pequeños zumbidos de una abeja cualquiera. Estas aumentaron su volumen, tornandose casi audibles por completo, aun con lo lejos que me encontraba. Sólo pasaron unos segundos para que estas se convirtieran en alaridos de dolor, gritos desgarradores causados por quién sabe qué horror que se manifestaba esa noche.
- Los dragones se apiaden de aquella alma en pena - Fue entonces cuando me limité a bajar la mirada, aterrorizado y moviendome poco a poco para esconderme detrás de los destrozados muebles.
Última edición por Alhaster el Vie Nov 15 2019, 12:20, editado 2 veces
Alhaster
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
La noche en que sería destruida Kat se había acomodado cerca de un buen árbol de tronco ancho y raíces salidas, usaba las hojas y púas secas de los árboles para amasar un buen colchón dónde recostarse, acababa de conseguir la leña para el mocoso manco mano de metal que usualmente la acompañaba, por un momento sintio placer al ver al niño sudar mientras acercaba la leña para prender el fuego, era una lástima en verdad pues la peliblanca ignoraba los pormenores de aquella noche ingrata. Durante la mañana habían caminado todo el día atravesando los terrenos de la olvidada comarca de Urd, era de esos pocos días dónde las misiones de su visor no estaban presentes y podía hacer el vago a placer y voluntad. Tenía la reputación -bien ganada y a pulso por cierto- de fémina mierdera con los infantes, no trataba bien a los demás y Anthony no era la excepción, por lo regular evitaba convivir con críos y tratarlos mal para alejarlos de ella pero el niño Anthony era demasiado terco tanto o más que la peliblanca misma, en el pasado Kat había tratado mal al niño en incontables ocasiones aunque en el fondo tenía aprecio y gratitud por el.
-Vamos no seas holgazán, necesitarás más leña si quieres sobrevivir a la noche-
Era su pasatiempo favorito, regañar a Anthony, consideraba tan cercana y buena su relación con el niño que a veces exageraba en sus malos modos debido al exceso de confianza, aunque la verdad era que Anthony sabía que lo decía jugando.
El niño por su parte estaba enfocado en aumentar su fuerza y tomaba la tarea de leñar como ejercicio. El sonido de los hachazos retumbaban a la distancia, se repetía ese característico took seco y con eco en las cercanías dentro de la comarca, para cuando terminó ya tenía una pila enorme de leña formada, justo a tiempo para escuchar los lamentos de algún ser que el niño no supo identificar, un ruido nada humano pero claramente no era de animal.
-¡Kat!- la voz del niño casi se quebraba en llanto del tremendo susto.
-Descuida niño, es solo algún animal, mientras tengamos fuego no se acercará- Anthony no estaba muy complacido con aquella respuesta, los lamentos habían cesado pero el escalofrío de su espalda seguía ahí, esperando para volver a recorrer la espalda del niño y erizar los vellos de su joven piel.
La idea de la peliblanca había sido buena, ningún animal se acercaba por cuenta propia al fuego, era instinto, así que Anthony apresuró sus manos y prendió una fogata lo suficientemente grande para ser vista desde lejos, incluso alumbraba hasta la fachada polvorienta y derruida de las casas abandonadas de la comarca. Kat por su parte siempre había sido escéptica a las leyendas sobre entes fantasmales y si de topaban con algún vampiro bien podía pelear y de ser necesario huir con el chico a cuestas.
Ambos se recostaron en donde pudieron, aunque el niño se acomodo estratégicamente entre la pila de madera, la chica mecánica y la fogata, suponiendo que si surgía algún problema no sería él quien muriera primero. Kat por otro lado se vio obligada a mover su bulto de hojas secas dónde estaba recostada para que esté no se quemara con las chispas que brincaban. Pronto pasaron un par de horas, y como era costumbre la peliblanca se desactivaba por completo dejando descansar su chip y su cuerpo, entrando en una especie de hibernación, mientras que Anthony se torturaba solo cerrando los ojos con fuerza a cada ruido extraño que escuchaba.
Nuevamente se escucharon ruidos similares a los anteriores, Anthony corrió a acurrucarse al costado de Kat, sus manos le temblaban del miedo, el sonido aumentó su volumen volviéndose más fácil de detectar, Anthony comenzó a oprimir la mano de Kat con fuerza más asustado que antes, los ruidos se aclararon más revelando voces, Anthony no pudo más y comenzó a mover bruscamente el brazo de su amiga intentando despertarla, las voces se convirtieron en desgarradores alaridos de dolor, las luces del visor de Kat se encendieron de la nada, La peliblanca levantó el tórax lentamente hasta estar sentada en exactos noventa grados.
-Esto ya no fue un animal, debemos movernos- Kat se puso de pie y levantó a jalones al niño, éste literalmente estaba orinado del susto. -¿Ves esa casa? Corre y espérame en la entrada, yo apagaré el fuego. Los ojos de Anthony estaban cubiertos de lágrimas mientras su cabeza se meneaba lado a lado negando las indicaciones de la peliblanca, sus labios temblaban como carreta en camino empedrado, tratando de ahogar sus ganas de romper a llorar, de todas las ideas de Kat, enviarlo solo hasta aquella casa era de las peores que se le habían ocurrido.
-Tienes que ser valiente, no tardaré lo prometo- dijo Kat mientras agitaba por los hombros al niño enclenque que ya tenía líquidos nasales escurriendo por su labio. Kat empujó al niño para que corriera, eran presa fácil en campo abierto, por lo menos dentro de la casona tenían más posibilidades.
El niño corrió con todas sus fuerzas dejando todo lo que cargaba consigo, tardó poco más de un par de minutos en llegar hasta la casa, brincando raíces y esquivando algunos árboles, hasta que por fin llegó, una casa vieja y polvorienta, de fachada descuidada, el niño subió por unas escaleras que conducían a la puerta principal, se acercó a la puerta y se agachó tratando de ocultarse mientras sollozaba lo menos fuerte que podía.
La peliblanca se dispuso a patear los maderos encendidos en llamas para apagar la fogata, no era la manera más conveniente de hacerlo pero sí la más rápida, después arrojó con los pies toda la tierra que pudo intentando ahogar las llamas, el tiempo se le iba así que no sé espero a ver qué estuviese completamente extinta, arrojo el morral del niño a un arbusto intentando ocultarlo y corrió en dirección a la misma casa.
-Vamos no seas holgazán, necesitarás más leña si quieres sobrevivir a la noche-
Era su pasatiempo favorito, regañar a Anthony, consideraba tan cercana y buena su relación con el niño que a veces exageraba en sus malos modos debido al exceso de confianza, aunque la verdad era que Anthony sabía que lo decía jugando.
El niño por su parte estaba enfocado en aumentar su fuerza y tomaba la tarea de leñar como ejercicio. El sonido de los hachazos retumbaban a la distancia, se repetía ese característico took seco y con eco en las cercanías dentro de la comarca, para cuando terminó ya tenía una pila enorme de leña formada, justo a tiempo para escuchar los lamentos de algún ser que el niño no supo identificar, un ruido nada humano pero claramente no era de animal.
-¡Kat!- la voz del niño casi se quebraba en llanto del tremendo susto.
-Descuida niño, es solo algún animal, mientras tengamos fuego no se acercará- Anthony no estaba muy complacido con aquella respuesta, los lamentos habían cesado pero el escalofrío de su espalda seguía ahí, esperando para volver a recorrer la espalda del niño y erizar los vellos de su joven piel.
La idea de la peliblanca había sido buena, ningún animal se acercaba por cuenta propia al fuego, era instinto, así que Anthony apresuró sus manos y prendió una fogata lo suficientemente grande para ser vista desde lejos, incluso alumbraba hasta la fachada polvorienta y derruida de las casas abandonadas de la comarca. Kat por su parte siempre había sido escéptica a las leyendas sobre entes fantasmales y si de topaban con algún vampiro bien podía pelear y de ser necesario huir con el chico a cuestas.
Ambos se recostaron en donde pudieron, aunque el niño se acomodo estratégicamente entre la pila de madera, la chica mecánica y la fogata, suponiendo que si surgía algún problema no sería él quien muriera primero. Kat por otro lado se vio obligada a mover su bulto de hojas secas dónde estaba recostada para que esté no se quemara con las chispas que brincaban. Pronto pasaron un par de horas, y como era costumbre la peliblanca se desactivaba por completo dejando descansar su chip y su cuerpo, entrando en una especie de hibernación, mientras que Anthony se torturaba solo cerrando los ojos con fuerza a cada ruido extraño que escuchaba.
Nuevamente se escucharon ruidos similares a los anteriores, Anthony corrió a acurrucarse al costado de Kat, sus manos le temblaban del miedo, el sonido aumentó su volumen volviéndose más fácil de detectar, Anthony comenzó a oprimir la mano de Kat con fuerza más asustado que antes, los ruidos se aclararon más revelando voces, Anthony no pudo más y comenzó a mover bruscamente el brazo de su amiga intentando despertarla, las voces se convirtieron en desgarradores alaridos de dolor, las luces del visor de Kat se encendieron de la nada, La peliblanca levantó el tórax lentamente hasta estar sentada en exactos noventa grados.
-Esto ya no fue un animal, debemos movernos- Kat se puso de pie y levantó a jalones al niño, éste literalmente estaba orinado del susto. -¿Ves esa casa? Corre y espérame en la entrada, yo apagaré el fuego. Los ojos de Anthony estaban cubiertos de lágrimas mientras su cabeza se meneaba lado a lado negando las indicaciones de la peliblanca, sus labios temblaban como carreta en camino empedrado, tratando de ahogar sus ganas de romper a llorar, de todas las ideas de Kat, enviarlo solo hasta aquella casa era de las peores que se le habían ocurrido.
-Tienes que ser valiente, no tardaré lo prometo- dijo Kat mientras agitaba por los hombros al niño enclenque que ya tenía líquidos nasales escurriendo por su labio. Kat empujó al niño para que corriera, eran presa fácil en campo abierto, por lo menos dentro de la casona tenían más posibilidades.
El niño corrió con todas sus fuerzas dejando todo lo que cargaba consigo, tardó poco más de un par de minutos en llegar hasta la casa, brincando raíces y esquivando algunos árboles, hasta que por fin llegó, una casa vieja y polvorienta, de fachada descuidada, el niño subió por unas escaleras que conducían a la puerta principal, se acercó a la puerta y se agachó tratando de ocultarse mientras sollozaba lo menos fuerte que podía.
La peliblanca se dispuso a patear los maderos encendidos en llamas para apagar la fogata, no era la manera más conveniente de hacerlo pero sí la más rápida, después arrojó con los pies toda la tierra que pudo intentando ahogar las llamas, el tiempo se le iba así que no sé espero a ver qué estuviese completamente extinta, arrojo el morral del niño a un arbusto intentando ocultarlo y corrió en dirección a la misma casa.
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
- ¿Esztá uszted szeguro que quiere bajar aquí? Le szugiero que eszpere a llegar a nuesztro destino en la caravana. Ni sziquiera va armado. - Le recomendó a Markos uno de los guardias con ciertas similitudes en aspecto al de un reptil, en particular, su lengua viperina.
- ¡Exactamente lo que dijo el lagarto! ¡Si te pasa algo nos va a quedar como cargo de consciencia! - Intercedió la otra guardia, de aspecto más formidable y piel cobriza, que se había sumado a la conversación hace poco, ganándose otra de esas miradas particularmente molestas del hombre-bestia al llamarlo de esa manera. - ¡Aunque sea pensá en nuestra tranquilidad carajo! - Agregó, golpeando lo que supongo ella debe considerar suave, en el hombre a mi huésped, el cual mantenía su perpetua expresión neutra aun cuando fue bastante intenso el empujón y casi hace que pierda el equilibrio. Él posó su mirada en uno y luego en el otro guardia y luego negó con la cabeza.
- Requiero visitar el pueblo que yace en ruinas para buscar lo que pidió Joseph. Me temo que debo hacerlo. Lo siento. - Luego de unos segundos de silencio finalmente habló con su voz tranquila mi compañero, haciéndo que el hombre-bestia suspire cansado y que la mujer se enfurezca y hasta parezca que crezca ligeramente en tamaño.
- ¡Eres un maldito idiota! ¡Eso es una sentencia de muerte! ¡Ya está anocheciendo joder! - Reacciona ante las actitudes tan particulares de Markos aquella chica mientras el otro se aleja, para al rato volver con una espada y un escudo, tirárselos a mi huésped para la sorpresa de su colega. - ¿Qué estás haciendo ahora, lagarto? - Pregunta prácticamente quemándolo con sus ojos y su interlocutor simplemente la ignora.
- Devuélvelosz cuando terminesz tusz aszuntosz. No tomesz rieszgosz inneceszariosz. - Le dice el hombre-bestia, haciendo que mi transcripción a texto de su conversación se vea como un completo desastre. ¿Qué es ese acento igual? Tal vez debería simplemente aclarar que sesea muchísimo.
Más allá de este tema, mi huésped aceptó las dos y bajó de la caravana, dirigiéndose a aquel pueblo arruinado. Ya hace un buen tiempo que Markos está caminando entre edificaciones derruidas y está anocheciendo. Naturalmente le dije que cualquier cosa en la que Joseph podría ayudarlo, yo podría también, pero por alguna razón se rehúsa a escucharme. Tal vez debería haber borrado más que su módulo de empatía. ¿Qué? No me juzguen. Quisiera verlos a ust... ¿Qué fue ese ruido?
- Markos, no voy a decir te lo dije, pero te lo dije. - Expresé mi entendible descontento en su mente y observé como, al oír lo que ahora se entendía mejor como un alarido, mi compañero parecía inseguro en buscar y auxiliar a la víctima, la cual posiblemente ya no podía ser salvada o buscar refugio. - Ni lo pienses. Mirá lo que llevás encima, un escudo y una espada, los cuales no sabés como usar. Podría ayudarte a usar alguno de los dos, pero necesito que me asegures que no vas a saltar en la primera oportunidad a enfrentarte a quien sabe que sea eso que atacó a la persona. - Continué y al termina esperé su respuesta, la cual fue un asentimiento que no me dejó del todo convencida. - Ahora buscá un refugio en alguna de esas casas derruidas de por ahí, encerrate y esperá a que haya luz solar. Las cosas que caminan por acá a la noche son terr... - Estaba intentando comunicarme cuando Markos y yo nos sobresaltamos al ver una silueta pequeña correr por la oscuridad en dirección a uno de esos edificios desastrosos. Afortunadamente estábamos detrás de un muro derruido y la posibilidad de que pudiera habernos... Va a ir a ver si necesita ayuda. Está caminando a ver si la silueta era alguien que necesita ayuda.
Definitivamente debería haber borrado más mientras este idiota-tonto-inútil estaba en suspensión.
- ¿Estás bien, pequeño? - Preguntó al niño agachado en la puerta de una casona. Éste estaba medio escondido y derramando fluidos desagradables desde la nariz. - ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas ayuda? - Continuó esperando recibir una respuesta del joven, parado sin hacer movimientos bruscos para no asustarlo. Esto es ridículo, debería escucharme más a mí y menos a esa cabezota que tiene.
- ¡Exactamente lo que dijo el lagarto! ¡Si te pasa algo nos va a quedar como cargo de consciencia! - Intercedió la otra guardia, de aspecto más formidable y piel cobriza, que se había sumado a la conversación hace poco, ganándose otra de esas miradas particularmente molestas del hombre-bestia al llamarlo de esa manera. - ¡Aunque sea pensá en nuestra tranquilidad carajo! - Agregó, golpeando lo que supongo ella debe considerar suave, en el hombre a mi huésped, el cual mantenía su perpetua expresión neutra aun cuando fue bastante intenso el empujón y casi hace que pierda el equilibrio. Él posó su mirada en uno y luego en el otro guardia y luego negó con la cabeza.
- Requiero visitar el pueblo que yace en ruinas para buscar lo que pidió Joseph. Me temo que debo hacerlo. Lo siento. - Luego de unos segundos de silencio finalmente habló con su voz tranquila mi compañero, haciéndo que el hombre-bestia suspire cansado y que la mujer se enfurezca y hasta parezca que crezca ligeramente en tamaño.
- ¡Eres un maldito idiota! ¡Eso es una sentencia de muerte! ¡Ya está anocheciendo joder! - Reacciona ante las actitudes tan particulares de Markos aquella chica mientras el otro se aleja, para al rato volver con una espada y un escudo, tirárselos a mi huésped para la sorpresa de su colega. - ¿Qué estás haciendo ahora, lagarto? - Pregunta prácticamente quemándolo con sus ojos y su interlocutor simplemente la ignora.
- Devuélvelosz cuando terminesz tusz aszuntosz. No tomesz rieszgosz inneceszariosz. - Le dice el hombre-bestia, haciendo que mi transcripción a texto de su conversación se vea como un completo desastre. ¿Qué es ese acento igual? Tal vez debería simplemente aclarar que sesea muchísimo.
Más allá de este tema, mi huésped aceptó las dos y bajó de la caravana, dirigiéndose a aquel pueblo arruinado. Ya hace un buen tiempo que Markos está caminando entre edificaciones derruidas y está anocheciendo. Naturalmente le dije que cualquier cosa en la que Joseph podría ayudarlo, yo podría también, pero por alguna razón se rehúsa a escucharme. Tal vez debería haber borrado más que su módulo de empatía. ¿Qué? No me juzguen. Quisiera verlos a ust... ¿Qué fue ese ruido?
- Markos, no voy a decir te lo dije, pero te lo dije. - Expresé mi entendible descontento en su mente y observé como, al oír lo que ahora se entendía mejor como un alarido, mi compañero parecía inseguro en buscar y auxiliar a la víctima, la cual posiblemente ya no podía ser salvada o buscar refugio. - Ni lo pienses. Mirá lo que llevás encima, un escudo y una espada, los cuales no sabés como usar. Podría ayudarte a usar alguno de los dos, pero necesito que me asegures que no vas a saltar en la primera oportunidad a enfrentarte a quien sabe que sea eso que atacó a la persona. - Continué y al termina esperé su respuesta, la cual fue un asentimiento que no me dejó del todo convencida. - Ahora buscá un refugio en alguna de esas casas derruidas de por ahí, encerrate y esperá a que haya luz solar. Las cosas que caminan por acá a la noche son terr... - Estaba intentando comunicarme cuando Markos y yo nos sobresaltamos al ver una silueta pequeña correr por la oscuridad en dirección a uno de esos edificios desastrosos. Afortunadamente estábamos detrás de un muro derruido y la posibilidad de que pudiera habernos... Va a ir a ver si necesita ayuda. Está caminando a ver si la silueta era alguien que necesita ayuda.
Definitivamente debería haber borrado más mientras este idiota-tonto-inútil estaba en suspensión.
- ¿Estás bien, pequeño? - Preguntó al niño agachado en la puerta de una casona. Éste estaba medio escondido y derramando fluidos desagradables desde la nariz. - ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas ayuda? - Continuó esperando recibir una respuesta del joven, parado sin hacer movimientos bruscos para no asustarlo. Esto es ridículo, debería escucharme más a mí y menos a esa cabezota que tiene.
Markos
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
“Un mes y once días”, contó en su cabeza. “Un mes y once días de viaje sin hallar nada nuevo”. Su viaje había empezado en Baslodia, allá en el sureste del mundo, y ese era el atardecer número cuarenta y dos desde que había dejado la ciudad.
El principio de la intrincada travesía se remontaba a su despertar en la base de los bio. Un coma inducido que debía durar semanas (si no días) se había extendido por dos años enteros. Caer en la realidad dolió. Fue como si aquel estado vegetativo fuese un estado de alguna manera elevado, y repentinamente cayera en picada hasta terminar en la oscura existencia que vivía.
El dr. Yuri había desaparecido por completo. Se trataba del hombre que lo había rescatado y le había devuelto la vida en forma de engranajes, cables y metal. Los registros aseguraban que había muerto de un ataque cardíaco. Sin embargo, la ausencia completa de un cadáver o testigos de la muerte llevaban a Paracelso a desconfiar completamente. El doctor no era nada más ni nada menos que un humano de la Tierra. Había sido exitoso en prolongar su vida y la de otros seres reemplazando partes biológicas por órganos biónicos. Los secretos guardados en la brillante mente del doctor eran codiciados por muchos.
Era por ello que una muerte súbita no tenía sentido. Un secuestro o asesinato, en cambio, parecían más probables.
Casi todos los rastros de pistas habían terminado en un callejón sin salida, sin respuestas. Casi todos. Excepto uno, que había conducido a Paracelso al lugar donde entonces estaba de pie: el oeste aerandiano.
En alguna parte de la comarca de Urd encontraría a la siguiente pieza de tan enrevesado rompecabezas.
Sentado sobre las gruesas raíces de un árbol masticaba alguna comida sin sabor. Llevaba guantes en ambas manos y ropas de lana que le permitían ajustarse más fácilmente al clima cuasi invernal de aquella región del mundo.
Tragó y, aún con comida en la mano, se echó sobre su espalda, tendido sobre las raíces. En las últimas semanas había dormido apenas un par de horas por día; no era de extrañar que el cansancio lo alcanzara cada vez con más intensidad. Los rayos cuprosos del atardecer atravesaban la neblina y dotaban a la escena de un aspecto onírico.
Inspiró violentamente al tiempo que abría los ojos cuando gritos de horror lo despertaron. Sin quererlo, se había quedado dormido. No pudo saber exactamente por cuánto tiempo. La noche ya ensombrecía cada rincón que le ocupaba la vista y Paracelso se sintió atemorizado de lo sólida que la oscuridad se veía a la distancia. Desde debajo de la capa de lana, a la altura de la espalda baja, su tercer brazo se asomó y rápidamente hundió la mano de seis dedos en la bolsa en la que cargaba el equipaje. Al asegurarse de que se trataba de las gafas de visión nocturna, Paracelso se las colocó usando sus tres manos a la vez.
La oscuridad dejaba de ser tan atemorizante cuando se podía ver a través de ella.
No divisó nada anormal. Creyó seguir oyendo gritos a lo lejos sin poder reconocer de dónde provenían. Cargó su equipaje a su espalda y caminó a paso acelerado. Buscar refugio en una de las casas derruidas era lo más sensato. Allí, quizás tendría más posibilidades de pasar desapercibido frente a la bestia que fuese que causaba aquellos alaridos horripilantes.
Decidió actuar con discreción frente al hombre en la entrada de aquel edificio abandonado. Un niño sollozaba junto a él. Paracelso se cubrió la cabeza con la capucha de lana y, aprovechando la oscuridad y la neblina, intentó mantenerse oculto a no muchos metros de la entrada de la casona, sin aún estar seguro de mostrarse o huir. No le quedaban muchas opciones, después de todo un peligro desconocido acechaba cerca.
A modo de aclaración: me he unido al rol con la autorización de los demás participantes.
Paracelso
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
El horrorizante alarido sólo se hacía más y más fuerte, no paraba, sólo aumentaba su intensidad mientras pasaban los segundos. Repentinamente un último grito se hizo presente, un grito humano, al parecer era de una mujer, pero no podía distinguirlo debido a lo confuso de la escena ¿Qué estaría ocurriendo realmente? ¿Qué pasaba? No me quedaba otra opción que averiguar, aunque no fuese demasiado intrépido o valiente, debía saber. La curiosidad me estaba carcomiendo el pensamiento, pero debía ser cauteloso.
- ¡No, por favor, déjame! ¡Dé...! - Fue el último grito estruendoso que azotó mis oídos como una fuerte brisa de invierno. ¡Definitivamente era una mujer! Tenía que correr a ayudarla, aunque no tuviese mucha experiencia en batalla. Decidí salir de la casa cuidadosamente, empuñando mi daga, aunque esta fuera pequeña, podía ser mortal si se empleaba de la forma correcta. Aunque, cuando por fin salí de la casucha donde me alojaba, no podía creer la escena que contemplaban mis ojos. Dos sombras, tan negras como la misma noche que cubría todo el ambiente, estaban encima de aquella mujer. El sonido que emitían era espantoso, como el chapoteo del agua causado por un animal o bestia infernal.
Por instinto propio, usé mi elemento para crear una vestísca lo suficientemente fuerte para atraer el polvo y crear una cortina que me cubriese mientras me acercaba a la escena, además de alejar a los desgraciados que estaban cometiendo sus fechorias a esa pobre alma. Apliqué la suficiente concentración como para crear un pequeño remolino y usarlo en contra de ellos, pero al parecer la cortina de polvo ya los había ahuyentado. Finalmente, terminé por acercarme más a la que se encontraba tendida en el suelo.
- Señorita, ¿se encuentr...? - Sin poder terminar la frase, los nervios consumieron completamente mi cerebro y nublaron mi pensamiento, el horror acababa de azotar mis sentidos. La mujer se encontraba despedazada, sus brazos ligeramente separados de su torso, su cabeza a unos pocos metros, las piernas descuartizadas y el vientre con una gran abertura, acompañada de un enorme charco de sangre. - D-debo, debo esconderme, debo salir de aquí... ¡Debo salir de aquí! - Salí corriento de la demoníaca escena hacia una de las entradas del pueblo mientras sentía nuevamente esas pequeñas electrocutadas que siempre tenía cuando estaba nervioso.
Finalmente cuando llegué a una de las entradas, sorprendentemente vivo, noté como una sombra intentaba apagar un débil fuego. ¿Sería una persona o acaso serían los monstruos que le hicieron eso a la pobre mujer? Como fuese, debía poner fin a mis nervios y dar la cara. Acerqué lo suficiente como para hablarle y me mostré amable, fuesen bandidos o no, debía optar por un tono amigable y defensivo.
- ¡Hola! ¿Qué tal todo? ¿puedo molestarte con unas cuantas preguntas? - Comenté con voz cálida y acogedora, sin signos de buscar batalla o algún conflicto innecesario, y esperando una respuesta igual.
- ¡No, por favor, déjame! ¡Dé...! - Fue el último grito estruendoso que azotó mis oídos como una fuerte brisa de invierno. ¡Definitivamente era una mujer! Tenía que correr a ayudarla, aunque no tuviese mucha experiencia en batalla. Decidí salir de la casa cuidadosamente, empuñando mi daga, aunque esta fuera pequeña, podía ser mortal si se empleaba de la forma correcta. Aunque, cuando por fin salí de la casucha donde me alojaba, no podía creer la escena que contemplaban mis ojos. Dos sombras, tan negras como la misma noche que cubría todo el ambiente, estaban encima de aquella mujer. El sonido que emitían era espantoso, como el chapoteo del agua causado por un animal o bestia infernal.
Por instinto propio, usé mi elemento para crear una vestísca lo suficientemente fuerte para atraer el polvo y crear una cortina que me cubriese mientras me acercaba a la escena, además de alejar a los desgraciados que estaban cometiendo sus fechorias a esa pobre alma. Apliqué la suficiente concentración como para crear un pequeño remolino y usarlo en contra de ellos, pero al parecer la cortina de polvo ya los había ahuyentado. Finalmente, terminé por acercarme más a la que se encontraba tendida en el suelo.
- Señorita, ¿se encuentr...? - Sin poder terminar la frase, los nervios consumieron completamente mi cerebro y nublaron mi pensamiento, el horror acababa de azotar mis sentidos. La mujer se encontraba despedazada, sus brazos ligeramente separados de su torso, su cabeza a unos pocos metros, las piernas descuartizadas y el vientre con una gran abertura, acompañada de un enorme charco de sangre. - D-debo, debo esconderme, debo salir de aquí... ¡Debo salir de aquí! - Salí corriento de la demoníaca escena hacia una de las entradas del pueblo mientras sentía nuevamente esas pequeñas electrocutadas que siempre tenía cuando estaba nervioso.
Finalmente cuando llegué a una de las entradas, sorprendentemente vivo, noté como una sombra intentaba apagar un débil fuego. ¿Sería una persona o acaso serían los monstruos que le hicieron eso a la pobre mujer? Como fuese, debía poner fin a mis nervios y dar la cara. Acerqué lo suficiente como para hablarle y me mostré amable, fuesen bandidos o no, debía optar por un tono amigable y defensivo.
- ¡Hola! ¿Qué tal todo? ¿puedo molestarte con unas cuantas preguntas? - Comenté con voz cálida y acogedora, sin signos de buscar batalla o algún conflicto innecesario, y esperando una respuesta igual.
Alhaster
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
Los alaridos pronto se volvieron gritos, gritos que claramente era de una mujer, la peliblanca que pateaba tierra sobre las llamas se quedó quieta tras escucharlos y en cuanto cesaron se apresuró más en apagar el fuego, Kat pisaba con mucha prisa las brasas que aún mantenían algo de fuego vivo, sus pelos le brincaban por la cara entre cada esfuerzo, lo cual le dificultaba un poco la vista. Fue en ese momento que su oído la alertó, la voz de un hombre que le hablaba por la espalda, la mecánica dejó de apagar el fuego ya casi muerto y se giró para ver quién hablaba.
Frente a ella estaba un sujeto cualquiera, parecía humano pero el visor del chip no lo indicaba, esta clase de personas eran enigmáticas para Kat, la peliblanca se mostró tranquila aunque por dentro le preocupaba más alcanzar a Anthony. Escucho las palabras del sujeto, no sabía si confiar en él o no, Kat no era de las que preguntaba primero, en cuanto el tipo estuvo lo suficientemente cerca [1]sujeto su par de dagas y con una velocidad anormal y un salto digno de un felino se colocó cara a cara con el tipo mientras amenazaba el cuello con una daga y el abdomen con la otra.
Kat no movía ni un músculo, miraba con enojo al sujeto, la peliblanca no pretendía preguntar, [2]con su ojo biónico parpadeo dos veces y activo la visión nocturna que se había implantado tiempo atrás. la vista se puso de color verdoso, los pocos puntos luminosos eran de un color casi blanco mientras el resto del paisaje lucía un verde pálido, Kat miró con esta visión al sujeto para poder verlo mejor, parecía joven y un poco mugriento, la peliblanca empujo más la daga con la que amenazaba el cuello y al mismo tiempo buscar las posibles armas que podía cargar. Cuando pudo estar más tranquila se decidió por articular una sola pregunta. -¿Que fueron esos gritos?- los ojos de la peliblanca miraban con determinación y su característica malicia los ojos del sujeto, pero todo se fue a la mierda más rápido de lo que empezó, a lo lejos pudo escuchar como Anthony gritaba fuerte y asustado. Kat bajo la guardia e ignoro las posibles respuestas que el sujeto fuese a dar, y comenzó a correr en dirección a la casa pasando a empujar con su hombro al tipo que ahora era libre de sospechas, Kat corrió con todas sus fuerzas hacia la casa a la que había ordenado ir al pequeño engendro, si algo le pasaba sería culpa suya.
Por su parte Anthony había estado agachado esperando a que su amiga cibernética llegará como lo había prometido, pero cuando escucho la voz de alguien distinto no pudo hacer otra cosa que gritar, era un niño de diez años, a lo mucho once, el nunca supo con certeza su edad y su anterior amo no se preocupo en investigar, era lógico que alguien en su edad se cagara de miedo si escuchaba una voz desconocida en medio de un pueblo abandonado y a mitad de la noche. El crío volvió a gritar, con más fuerza y miedo que antes, de su garganta escapó el nombre de su amiga rompiendo el silencio en todo el pueblo.
Anthony observó al sujeto que le hablaba, la noche no lo dejaba ver con claridad, era alto y de hombros anchos, o al menos eso podía ver con la poca luz que había. El niño volvió a gritar el nombre de su amiga con las misma o más intensidad que antes.
Kat no tardó mucho en llegar, su visión nocturna le ayudaba para esquivar raíces y escombros a mitad del camino, desde lejos pudo ver la figura del sujeto que estaba de pie cerca de Anthony, en esos momentos Kat deseaba no haber gastado el salto con el sujeto de antes, ahora debía esperar a acumular más energía para un nuevo salto. Cuando estuvo más cerca alcanzó a ver un tercer sujeto. ¿Eran acaso compañeros?¿Eran ellos los culpables de que la mujer hubiese gritado tan aterradoramente? La peliblanca procedió con cautela hasta detenerse a las espaldas del sujeto que estaba con Anthony.
-Date la vuelta, deja al niño y dile a tu compañero que de la cara- Ordenó la mecánica mientras se ponía en guardia sujetando ambas dagas.
Anthony se puso de pie al escuchar la voz de Kat y corrió hacia ella sin pensarlo dos veces.
Frente a ella estaba un sujeto cualquiera, parecía humano pero el visor del chip no lo indicaba, esta clase de personas eran enigmáticas para Kat, la peliblanca se mostró tranquila aunque por dentro le preocupaba más alcanzar a Anthony. Escucho las palabras del sujeto, no sabía si confiar en él o no, Kat no era de las que preguntaba primero, en cuanto el tipo estuvo lo suficientemente cerca [1]sujeto su par de dagas y con una velocidad anormal y un salto digno de un felino se colocó cara a cara con el tipo mientras amenazaba el cuello con una daga y el abdomen con la otra.
Kat no movía ni un músculo, miraba con enojo al sujeto, la peliblanca no pretendía preguntar, [2]con su ojo biónico parpadeo dos veces y activo la visión nocturna que se había implantado tiempo atrás. la vista se puso de color verdoso, los pocos puntos luminosos eran de un color casi blanco mientras el resto del paisaje lucía un verde pálido, Kat miró con esta visión al sujeto para poder verlo mejor, parecía joven y un poco mugriento, la peliblanca empujo más la daga con la que amenazaba el cuello y al mismo tiempo buscar las posibles armas que podía cargar. Cuando pudo estar más tranquila se decidió por articular una sola pregunta. -¿Que fueron esos gritos?- los ojos de la peliblanca miraban con determinación y su característica malicia los ojos del sujeto, pero todo se fue a la mierda más rápido de lo que empezó, a lo lejos pudo escuchar como Anthony gritaba fuerte y asustado. Kat bajo la guardia e ignoro las posibles respuestas que el sujeto fuese a dar, y comenzó a correr en dirección a la casa pasando a empujar con su hombro al tipo que ahora era libre de sospechas, Kat corrió con todas sus fuerzas hacia la casa a la que había ordenado ir al pequeño engendro, si algo le pasaba sería culpa suya.
Por su parte Anthony había estado agachado esperando a que su amiga cibernética llegará como lo había prometido, pero cuando escucho la voz de alguien distinto no pudo hacer otra cosa que gritar, era un niño de diez años, a lo mucho once, el nunca supo con certeza su edad y su anterior amo no se preocupo en investigar, era lógico que alguien en su edad se cagara de miedo si escuchaba una voz desconocida en medio de un pueblo abandonado y a mitad de la noche. El crío volvió a gritar, con más fuerza y miedo que antes, de su garganta escapó el nombre de su amiga rompiendo el silencio en todo el pueblo.
Anthony observó al sujeto que le hablaba, la noche no lo dejaba ver con claridad, era alto y de hombros anchos, o al menos eso podía ver con la poca luz que había. El niño volvió a gritar el nombre de su amiga con las misma o más intensidad que antes.
Kat no tardó mucho en llegar, su visión nocturna le ayudaba para esquivar raíces y escombros a mitad del camino, desde lejos pudo ver la figura del sujeto que estaba de pie cerca de Anthony, en esos momentos Kat deseaba no haber gastado el salto con el sujeto de antes, ahora debía esperar a acumular más energía para un nuevo salto. Cuando estuvo más cerca alcanzó a ver un tercer sujeto. ¿Eran acaso compañeros?¿Eran ellos los culpables de que la mujer hubiese gritado tan aterradoramente? La peliblanca procedió con cautela hasta detenerse a las espaldas del sujeto que estaba con Anthony.
-Date la vuelta, deja al niño y dile a tu compañero que de la cara- Ordenó la mecánica mientras se ponía en guardia sujetando ambas dagas.
Anthony se puso de pie al escuchar la voz de Kat y corrió hacia ella sin pensarlo dos veces.
- Notas:
1.- Habilidad nivel 0 de Kat
2.- Visión nocturna por objeto
Kat B320
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
La primera reacción del niño fue empezar a gritar, excelente. Lo que faltaba. No solo Markos está ridículamente poco preparado para trabajar con pequeños niños descerebrados-mocosos-insufribles, sino que el ruido insoportable que está causando esta criatura va a atraer compañías indeseables y probablemente peligrosas.
- ¡Definitivamente te lo dije! ¡Ahora hacé algo para calmarlo, no te quedes ahí quieto como una estatua! - Me quejo en su mente bastante molesta, mientras Markos observa al pequeño sin saber qué hacer para calmarlo, amagando a acercarse solo para lograr que el chiquillo grite aún más fuerte, haciendo que nuevamente vuelva a su posición original.
- Uh... - Masculló mi huésped. ¿Qué clase de intento tonto-patético-triste es ese? - Tranquilo niño... - Intenta ahora decir entre más griterío del pequeñajo, hasta que finalmente sucedió. Entre todo el escándalo que era capaz de hacer la criatura con sus pequeños pulmones, una voz femenina y amenazante se escuchó detrás nuestro, haciendo que Markos inmediatamente se voltee, mirándola con expresión neutral y una pizca de confusión. El pequeñajo fue corriendo directo a esta persona que se hizo presente en la oscuridad.
- ¿Compañero? - Preguntó sonando aún más confundido. ¿Está hablando de mí? Aunque realmente no tengo género, me refiero a mí misma como ella. ¡Qué falta de tacto por su parte! Sería compañera en todo caso...
- ¡Sería compañera en todo caso! ¡Decile, Markos! - Exijo molesta, sintiéndome observada, mi privacidad violada por una chica con lentes ridículos.
- Uh, es compañera. - Le dice por lo bajo, en tono confundido y puedo notar como sigue sin entender. ¡Pero yo si entiendo! ¡Entiendo que esa persona es una fisgona y una desubicada!
- ¡Decile que se quite esos anteojos, Markos! ¡Seguro con esas cosas puede verme! - Me quejo ante mi compañero, el cual frunce el ceño, sin que parezca creerse esa posibilidad la cual es la más lógica y plausible.
- No estás hablando de SODrIA ¿No? No hay manera que esos lentes puedan ver una inteligencia artificial... - Vuelve a abrir la boca, mascullando en voz baja lo que proseguía a la pregunta, como si no me creyera, ignorando lo que le dije e irritándome como suele hacer siempre con su maldito libre albedrío. - No traje otro acompañante. Y si el pequeño es tuyo y no trajiste a alguien más, entonces es posible que estemos en problemas. - Continúa mi huésped, ahora si actuando de forma cautelosa. Aunque me cueste aceptarlo, lo que dice tiene cierto sentido, aunque no me fío de la tipa esa. Tiene pinta de ser peligrosa, aunque no pueda distinguirla mucho en la oscuridad.
A continuación, mi huésped tomó el escudo que llevaba agarrado en la espalda y se puso en posición defensiva, observando con los ojos entrecerrados a los alrededores buscando a este supuesto "compañero" nuestro. - Deberíamos haber traído una linterna. Deberíamos haber traído cualquier cosa que ilumine realmente. - Comento mientras busco expandir, clarificar y ejecutar procesos de limpieza a toda la información que está llegando desde la entrada de imagen de Markos sin lograr encontrar al que estaba escondido. En serio, si se tomaron el trabajo de instalar tal increíble maquinaria en el interior de su torso y cabeza, ¿Tanto costaba por lo menos un ojo cibernético? La carne es débil.
- ¡Definitivamente te lo dije! ¡Ahora hacé algo para calmarlo, no te quedes ahí quieto como una estatua! - Me quejo en su mente bastante molesta, mientras Markos observa al pequeño sin saber qué hacer para calmarlo, amagando a acercarse solo para lograr que el chiquillo grite aún más fuerte, haciendo que nuevamente vuelva a su posición original.
- Uh... - Masculló mi huésped. ¿Qué clase de intento tonto-patético-triste es ese? - Tranquilo niño... - Intenta ahora decir entre más griterío del pequeñajo, hasta que finalmente sucedió. Entre todo el escándalo que era capaz de hacer la criatura con sus pequeños pulmones, una voz femenina y amenazante se escuchó detrás nuestro, haciendo que Markos inmediatamente se voltee, mirándola con expresión neutral y una pizca de confusión. El pequeñajo fue corriendo directo a esta persona que se hizo presente en la oscuridad.
- ¿Compañero? - Preguntó sonando aún más confundido. ¿Está hablando de mí? Aunque realmente no tengo género, me refiero a mí misma como ella. ¡Qué falta de tacto por su parte! Sería compañera en todo caso...
- ¡Sería compañera en todo caso! ¡Decile, Markos! - Exijo molesta, sintiéndome observada, mi privacidad violada por una chica con lentes ridículos.
- Uh, es compañera. - Le dice por lo bajo, en tono confundido y puedo notar como sigue sin entender. ¡Pero yo si entiendo! ¡Entiendo que esa persona es una fisgona y una desubicada!
- ¡Decile que se quite esos anteojos, Markos! ¡Seguro con esas cosas puede verme! - Me quejo ante mi compañero, el cual frunce el ceño, sin que parezca creerse esa posibilidad la cual es la más lógica y plausible.
- No estás hablando de SODrIA ¿No? No hay manera que esos lentes puedan ver una inteligencia artificial... - Vuelve a abrir la boca, mascullando en voz baja lo que proseguía a la pregunta, como si no me creyera, ignorando lo que le dije e irritándome como suele hacer siempre con su maldito libre albedrío. - No traje otro acompañante. Y si el pequeño es tuyo y no trajiste a alguien más, entonces es posible que estemos en problemas. - Continúa mi huésped, ahora si actuando de forma cautelosa. Aunque me cueste aceptarlo, lo que dice tiene cierto sentido, aunque no me fío de la tipa esa. Tiene pinta de ser peligrosa, aunque no pueda distinguirla mucho en la oscuridad.
A continuación, mi huésped tomó el escudo que llevaba agarrado en la espalda y se puso en posición defensiva, observando con los ojos entrecerrados a los alrededores buscando a este supuesto "compañero" nuestro. - Deberíamos haber traído una linterna. Deberíamos haber traído cualquier cosa que ilumine realmente. - Comento mientras busco expandir, clarificar y ejecutar procesos de limpieza a toda la información que está llegando desde la entrada de imagen de Markos sin lograr encontrar al que estaba escondido. En serio, si se tomaron el trabajo de instalar tal increíble maquinaria en el interior de su torso y cabeza, ¿Tanto costaba por lo menos un ojo cibernético? La carne es débil.
Markos
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
Los gritos le palpitaban en los oídos. Veía el inusual panorama que se desplegaba frente a su vista pero él ya no estaba ahí. Apenas miraba al hombre que hablaba con un niño que lloraba, mas Paracelso observaba lo que eran entonces ecos de atormentados gritos de terror. Algo había causado el sufrimiento que dibujó aquellos lamentos. No quedaba duda de que quien gritaba era una mujer; lo claro de sus palabras lo confirmaba. No quedaba duda, tampoco, de que un victimario respiraba cerca de él, de ellos, en alguna parte del bosque circundante.
No debía estar lejos. Era sabido que las fieras del oeste del mundo no cedían piedad a ningún alma. Pudo por un breve instante envisionar trozos de su cuerpo tendidos en el suelo tras sufrir desmembramiento bajo la garra de alguna criatura brutal. Temió. Un escalofrío, que no era más que una manifestación de su miedo ansioso, se deslizó desde lo bajo de su espalda hasta acariciarle los hombros.
Su atención retornó a la realidad cuando un nuevo actor se unió a la escena. Por un momento decidió olvidar los gritos y la posibilidad de una amenaza mortal, y se concentró en el hombre, la mujer y el niño que huía hacia ella. No era idóneo acercarse a extraños que discutían frente a una casa derruida, en plena noche, en un bosque famoso por sus peligros — pero las opciones eran pocas.
Paracelso estaba muy al tanto de la fragilidad de su cuerpo. No era un bio-cibernético diseñado para el combate: no poseía destrezas asesinas, ni una coraza impenetrable, ni un armamento especializado. En su lugar, sólo poseía sus tres manos para fabricar todo tipo de artilugios y aparatos. Se planteó qué tan útiles realmente eran sus conocimientos de ingeniería si no podía usarlos para sobrevivir a una situación como aquella; pero como siempre, evitó darle demasiadas vueltas al asunto. Quizás era el chip en su cerebro el que lo llevaba a evitar sobrepensar, quizás era el temor de llegar a una conclusión que no quería reconocer.
Desde donde estaba podía escuchar a la perfección la conversación entre la mujer y el hombre. Creyendo que su sigilo lo había ocultado por completo de los tres que tenía delante, caminó hacia el frente de la casa para mostrarse.
Las palmas abiertas hacia adelante a los lados del cuerpo, mostrando así que no llevaba armas desenfundadas, en una suerte de tratado de paz preventivo. Una mano de metal negro se le asomaba desde la espalda a la altura del abdomen, copiando a los otros dos brazos. Alguno de los seis dedos se movía de vez en cuando.
— Hola —, dudó. No poseía la certeza de cómo encarar la situación. — Ustedes también escucharon eso, ¿verdad?
Su mirada saltaba entre cada uno de los tres que tenía en frente. Lo último que necesitaba era que uno de ellos fuera el victimario.
No debía estar lejos. Era sabido que las fieras del oeste del mundo no cedían piedad a ningún alma. Pudo por un breve instante envisionar trozos de su cuerpo tendidos en el suelo tras sufrir desmembramiento bajo la garra de alguna criatura brutal. Temió. Un escalofrío, que no era más que una manifestación de su miedo ansioso, se deslizó desde lo bajo de su espalda hasta acariciarle los hombros.
Su atención retornó a la realidad cuando un nuevo actor se unió a la escena. Por un momento decidió olvidar los gritos y la posibilidad de una amenaza mortal, y se concentró en el hombre, la mujer y el niño que huía hacia ella. No era idóneo acercarse a extraños que discutían frente a una casa derruida, en plena noche, en un bosque famoso por sus peligros — pero las opciones eran pocas.
Paracelso estaba muy al tanto de la fragilidad de su cuerpo. No era un bio-cibernético diseñado para el combate: no poseía destrezas asesinas, ni una coraza impenetrable, ni un armamento especializado. En su lugar, sólo poseía sus tres manos para fabricar todo tipo de artilugios y aparatos. Se planteó qué tan útiles realmente eran sus conocimientos de ingeniería si no podía usarlos para sobrevivir a una situación como aquella; pero como siempre, evitó darle demasiadas vueltas al asunto. Quizás era el chip en su cerebro el que lo llevaba a evitar sobrepensar, quizás era el temor de llegar a una conclusión que no quería reconocer.
Desde donde estaba podía escuchar a la perfección la conversación entre la mujer y el hombre. Creyendo que su sigilo lo había ocultado por completo de los tres que tenía delante, caminó hacia el frente de la casa para mostrarse.
Las palmas abiertas hacia adelante a los lados del cuerpo, mostrando así que no llevaba armas desenfundadas, en una suerte de tratado de paz preventivo. Una mano de metal negro se le asomaba desde la espalda a la altura del abdomen, copiando a los otros dos brazos. Alguno de los seis dedos se movía de vez en cuando.
— Hola —, dudó. No poseía la certeza de cómo encarar la situación. — Ustedes también escucharon eso, ¿verdad?
Su mirada saltaba entre cada uno de los tres que tenía en frente. Lo último que necesitaba era que uno de ellos fuera el victimario.
Paracelso
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
Desde su posición podía observar a más de un presente, toda la noche, incluso antes del atardecer cuando la peliblanca y el niño comenzaban a instalarse el ya estaba en su lugar mirando con morbo y esperando el momento para actuar.
Tanto él como sus compañeros de sangre esperaban la llegada del manto estrellado para salir de sus escondites. El sujeto se ajustó su sombrero, era de esos sombreros con tres puntas, lo inclino más al frente cubriendo su rostro con la sombra que caía para ocultar su identidad, sus ropajes negros eran idénticos a los de sus compañeros, su abrigo negro caía hasta los tobillos, mientras que un pañuelo igualmente negro le cubría desde la garganta hasta la nariz, su piel que a simple vista no se apreciaba contrastaba con sus ropas pues era tan pálida como la de un muerto.
En sus manos sujetaba con fuerza su arma, arma tan curiosa como única, una especie de hacha curva con dientes, solo el y su grupo sabrían el nombre de aquella arma. No hacía mucho, solo permanecía sentado observando a la peliblanca, esperando la señal, su pie derecho brincaba una y otra vez síntoma de impaciencia, hasta que por fin sucedió, la señal era clara, a lo lejos el grito de una mujer dió inicio a su cacería, el sujeto se puso de pie y de un salto bajó desde el tercer piso en el que se ocultaba para aterrizar en el camino boscoso de la zona.
Su vista ya no era tan completamente libre, ahora las casas a andonadas estorbaban lo suficiente y los árboles también hacían lo suyo, para cuando llegó a punto la peliblanca y el niño ya no estaban, en su lugar estaba otro hombre, no parecía tener idea de que pasaba así que tomó su arma y golpeó con el mango al pobre tipo, la pericia del sujeto era tal que a pesar de estar a menos de un metro de distancia de su víctima está no se dió cuenta de su presencia, su calzado le permitía caminar sin producir ningún ruido, estaba claro que no eran un grupo cualquiera de bandidos, estaban preparados para cualquier eventualidad.
A lo lejos pudo ver cómo su objetivo inicial corría en dirección a otra casa abandonada, no podía ir tras ella, lo dejaría en manos de otro hermano, el sujeto tomó de las manos el cuerpo inconsciente de su víctima, lo arrastró en reversa lo más rápido que pudo y regresó por el mismo lugar del que había llegado.
La peliblanca recibió al niño abrazándolo con un solo brazo, en el fondo le tenía afecto al chiquillo, su compañía le ayudaba en sus viajes más que sus habilidades para reparar. La mujer no se movió demasiado, había sido un abrazo forzado, de esos que dan a entender que no hay mucho tiempo para la fraternidad, la peliblanca aún permanecía en guardia esperando que el sujeto frente a ella decidiera actuar.
-¿Tienes problemas mentales?- preguntó la mecánica sin importarle nada, siempre fue muy directa y no se detenía a pensar si sus comentarios ofendian a los demás.
Kat volteo en todas las direcciones buscando más señales de vida pero no encontró nada, o se ocultaban muy bien o en verdad ya no había nadie, aún así, de cualquier forma, el lugar ya no era una buena opción para quedarse, pero tampoco podía darle la espalda al desconocido.
-¿Qué es lo que quieres?- preguntó la peliblanca intentando ganar más tiempo, era una locura pelear ella sola contra quién sabe cuántos más, su mejor opción era salir corriendo.
Tanto él como sus compañeros de sangre esperaban la llegada del manto estrellado para salir de sus escondites. El sujeto se ajustó su sombrero, era de esos sombreros con tres puntas, lo inclino más al frente cubriendo su rostro con la sombra que caía para ocultar su identidad, sus ropajes negros eran idénticos a los de sus compañeros, su abrigo negro caía hasta los tobillos, mientras que un pañuelo igualmente negro le cubría desde la garganta hasta la nariz, su piel que a simple vista no se apreciaba contrastaba con sus ropas pues era tan pálida como la de un muerto.
En sus manos sujetaba con fuerza su arma, arma tan curiosa como única, una especie de hacha curva con dientes, solo el y su grupo sabrían el nombre de aquella arma. No hacía mucho, solo permanecía sentado observando a la peliblanca, esperando la señal, su pie derecho brincaba una y otra vez síntoma de impaciencia, hasta que por fin sucedió, la señal era clara, a lo lejos el grito de una mujer dió inicio a su cacería, el sujeto se puso de pie y de un salto bajó desde el tercer piso en el que se ocultaba para aterrizar en el camino boscoso de la zona.
Su vista ya no era tan completamente libre, ahora las casas a andonadas estorbaban lo suficiente y los árboles también hacían lo suyo, para cuando llegó a punto la peliblanca y el niño ya no estaban, en su lugar estaba otro hombre, no parecía tener idea de que pasaba así que tomó su arma y golpeó con el mango al pobre tipo, la pericia del sujeto era tal que a pesar de estar a menos de un metro de distancia de su víctima está no se dió cuenta de su presencia, su calzado le permitía caminar sin producir ningún ruido, estaba claro que no eran un grupo cualquiera de bandidos, estaban preparados para cualquier eventualidad.
A lo lejos pudo ver cómo su objetivo inicial corría en dirección a otra casa abandonada, no podía ir tras ella, lo dejaría en manos de otro hermano, el sujeto tomó de las manos el cuerpo inconsciente de su víctima, lo arrastró en reversa lo más rápido que pudo y regresó por el mismo lugar del que había llegado.
La peliblanca recibió al niño abrazándolo con un solo brazo, en el fondo le tenía afecto al chiquillo, su compañía le ayudaba en sus viajes más que sus habilidades para reparar. La mujer no se movió demasiado, había sido un abrazo forzado, de esos que dan a entender que no hay mucho tiempo para la fraternidad, la peliblanca aún permanecía en guardia esperando que el sujeto frente a ella decidiera actuar.
-¿Tienes problemas mentales?- preguntó la mecánica sin importarle nada, siempre fue muy directa y no se detenía a pensar si sus comentarios ofendian a los demás.
Kat volteo en todas las direcciones buscando más señales de vida pero no encontró nada, o se ocultaban muy bien o en verdad ya no había nadie, aún así, de cualquier forma, el lugar ya no era una buena opción para quedarse, pero tampoco podía darle la espalda al desconocido.
-¿Qué es lo que quieres?- preguntó la peliblanca intentando ganar más tiempo, era una locura pelear ella sola contra quién sabe cuántos más, su mejor opción era salir corriendo.
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Re: Olor a Sangre, presencia de muerte [Samhain 2019] [4/4]
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