ANTES DE PARTIR [LIBRE]

 Estaba todo listo, sus principales pertenencias empacadas y el carruaje alquilado para un largo viaje. Elina se había dejado seducir por la melancolía y también se había dejado arrastrar por ella hasta la Academia de Alquimia para darle un ultimo vistazo. Recordó sus solitarios días de adolescencia en estas rocosas paredes viejas, le hubiera gustado pensar en lo feliz que había sido estando aquí, pero la verdad no tenia recuerdos particularmente felices de este lugar, simplemente se trataba de una despedida simbólica de lo que había sido su vida hasta ahora.
 Elina llevaba puesto un grueso vestido negro con joyeria de oro, entre sus pertenecía llevaba mas cosas de ese tipo, creía que serian útiles, en caso de que comenzara a escasear el dinero, encima llevaba un capa de piel de oso, para proteger su piel del frió, y se pregunto que valor tendría lo que llevaba puesto en el mercado ¿Lo suficiente para comer una semana? ¿mas, menos?
 El día era lúgubre, perfecto para aderezar su sensación de vació ¿No debería estar emocionada? Tal vez era la actitud de su madre, Minerva, quien se había enfurecido por esta ridícula decisión ¿Acaso no era mas fácil desposar a un hombre rico y de posición?  Minerva no entendía para que Elina quería salir a conocer y experimentar el mundo, el poder para esa vieja mujer no consistía en el dominio de la magia, sino en el dominio de los seres vivos.

- Nuestras almas fueron otorgadas para disfrutar de la vida no para encarcelarnos a ella. Las jaulas nos alejan de los Celestiales, la presión económica, la preocupación social, el famoso "que dirán de mí", "que dirán de nosotros" sor artilugios del libre albedrío que solo limitan la vida que Ellos nos concedieron! Romped esas barras de metal terrenales, salid de sus jaulas mentales y permítanse volar por los cielos y ser libres para disfrutar de este maravilloso Don, Los Antiguos solo piden una cosa a cambie, la paz, la libertad y la vida en la Fe siendo agradecidos para cada segundo que pisamos la tierra!

Aquella mañana, ofrecía mi servicio oratorio frente a la Academia de Alquimia en la ciudad de Beltrexus, no peregrinaba en estas tierras desde hace muchísimo tiempo, en aquella oportunidad era aún muy inmadura y aun viajaba junto a Leon, mi buen amigo. "Cuanto a pasado el tiempo" me detenía a pensar cada vez que miraba a mi alrededor inundada por los recuerdos del ayer. Hoy ya era otra persona, tenía otra perspectiva mucho más madura de mi Misión peregrina.

- Permítanse mirar al mañana como una posibilidad, como un objetivo y no como un día menos en una infinita cuenta regresiva a la muerte. El mañana aun no llega, el pasado ya no está y el Hoy es un regalo señores, y por eso se llama Presente! Disfrútenlo, Vívanlo, Ámenlo y den gracias a los Celestiales por estar vivos!

Las palabras del día de la fecha buscaban alcanzar a la moral y alimentarla para quienes andaban sujetos en la presión que este hermoso pueblo hacia sobre sus pobladores, Beltrexus era muy intensa, la ciudad que nunca duerme demandaba el estrés y la depresión clásicas que enjaulaban sonrisas y felicidad. La gente caminaba como muertos vivientes por la calle y eso no estaba bien, tenía una misión clara en este paso, y al menos esta semana me abocaría a ella.

- No hagan tantos planes y vivan que somos un instante en la historia de la Creación Divina.

Terminé mi disertación y baje de la tarima instalada el patio abierto, varios feligreses allí reunidos se acercaron a saludarme cordialmente y a darme gracias por mis palabras, llegar a sus corazones era para mí una bendición.

- Sabio... Hablas con tanta elocuencia que me haces creer que me preocupo por banalidades... - me elogiaba Clara, una mujer de mayor edad y larga cabellera oscura junto a su esposo Romer, fieles de mis mañanas.

- Y ese es el objetivo buena mujer, pero por favor deje eso de Sabio... que ya se les está haciendo costumbre... - era incomodo el apodo que solían ponerme en esta ciudad.

- Permítanos invitarlo a cenar esta noche, en nuestro humilde hogar Sab- Monje - el hombre sujeto mis manos y un escalofrió recorrió mi cuerpo pues no soportaba tan fácilmente el contacto con aquellos, al menos el inesperado.
- Yo... jejeje... - sonreí con la más amplia mueca que podía sostener - realmente se los agradezco, pero quizás esta noche me marche.
- Ya se va?!?!
- Si Señora Clara, solo dos semanas por ciudad, debo llegar a muchos corazones abarrotados.
- Es entendible si lo plantea de esa manera.

Detestaba las despedidas, pero no podía quedarme más, aceptar ahora era aceptar mañana y pasado, y no podía ajustarme a las comodidades, me alejaría de mi misión y eso no era discutible.

Caminando por los jardines del colegio Elina pudo ver una pequeña sombra que concentraba varias personas, camino hacia el lugar, mas por curiosidad que por interés. Escucho a un monje dando cátedra, pero no pudo oír mas que el final de sus palabras, lo miro, era de estatura media y rasgos finos, aparentaba ser muy joven, pero nadie de esa edad podía ser un Sabio.
Recargada en un árbol, lo suficientemente cerca para escuchar, pero no tanto para mezclarse con las personas, escucho y reflexiono sobre las palabras del Sabio ¿Se libre y volar por los cielos? eso si que sonaba bien, ojala que fuera tan fácil de lograr como era fácil decirlo, ademas ¿Como podía disfrutar de su presente, si todo lo que añoraba estaba solo en el mañana, y los fantasmas del ayer todavía la perseguían?
Unas personas lo invitaron a descansar y tomar alimentos en su casa, Elina los miro y le parecían un poco andrajosos, el sabio se negó y salio de entre la multitud.
-Que hermosas palabras, Sabio -le dijo mientras se sacudía con suavidad la tierra que se le había pegado al vestido.

Me despedía del grupo interesante de conversación para continuar mis pasos cuando otra persona cautivó mi presencia, una muchacha joven de ojos hipnóticos totalmente negros, un color sumamente intenso que parecían una ventana profunda a su alma, era la primera vez que veía tal oscuridad. Como un maleducado, no respondí de inmediato por aquella fijación quizás incomoda en sus orbes.

- Hee... sí.. gracias - exprese cuando logre rescatarme de mis acciones y no pude evitar ahogar un suspiro y poner ojos en blanco un instante, mi rostro solía ser muy expresivo y transmitía exactamente cuánto pensara - Monje... o Sauron, mi nombre, por favor, el título de Sabio me queda muy grande aún. - dije tratando de esbozar sonrisa llevando las manos a mi cintura como jarrón.

Recobrando la compostura y situándome en el instante que estaba viviendo, aquella señorita era muy diferente a los clásicos feligreses que me escuchaban en estas plazas. Mis palabras por lo general alcanzaban a personas necesitadas y humildes que buscaban desesperadamente unas palabras de consuelo a su vinculante y desbaratada vida, pero ella no parecía pertenecer a este grupo singular. Su ropas tenían un claro valor agregado que podría venderse bien en el mercado, su cabello y su rostro, todo correctamente aseado y arreglado, un snob de la ciudad, una niña seguro mimada y adinerada, la clase de personas que no me agradaba en particular; deje de sonreír y fruncí ligeramente el ceño.

- De Igual manera "my lady", mis palabras nunca buscan ser hermosas - le exprese ahora mirando al grupo de feligreses que se empezaba a dispersar - su objetivo es ser un faro de esperanza en quienes se ahogan en su vida y luchan contra la jaula de sus almas.

Era curioso que se molestase en hablarme, tampoco lucia como un adinerado orador, mi voto de pobreza no me permita más que esta única túnica la cual tenía más aventuras que mi persona. "Si ella sintió la urgencia de comentar sobre mi pregón, quizás está pasando por un fuerte momento de cambios" se me ocurrió pensar y su presencia ante mí, me dio curiosidad.

- Es que acaso necesitas un faro en este momento?

Elina escucho a Sauron, y sopeso las cortas palabras que le estaba dedicando, camino con paso lento hacia él, y lo miro mas de cerca, sus rasgos eran tan finos y su cabello tan rubio, que parecía un muchacho de alta sociedad, esos harapos viejos no iban con su apariencia en lo absoluto.

Comúnmente no hablaba con monjes, su familia jamas había sido devota a ninguna clase de sabiduría espiritual, según ellos lo único a lo que se le debía rendir tributo y devoción era al dinero y al poder. Sin embargo, ella siempre había sentido intriga por ese mundo ¿Como seria poder estar en paz con uno mismo?

-¿Es que acaso necesitas un faro en este momento? -le pregunto él, mirándola directo a los ojos.

Esa pregunta tan simple la tomo por sorpresa, la hizo sentir un poco incomoda, ya que en este momento la respuesta la ponía a ella en una situación de desventaja, jamas podía mostrar inseguridad ni titubeos. Lo miro inexpresiva, y tardo un segundo en responder a sus palabras.

-La hermosura capta fácilmente la atención de las personas, Sauron, tal vez no es lo que busca, pero definitivamente eso le ayuda, creo que hasta el mensaje mas luminoso podría verse negrecido si no se encuentran las palabras adecuadas para comunicarlo -le dedico una mueca de empatia, finalmente si había logrado llamar su atención había sido por el ímpetu y la selección de palabras usadas para comunicar su mensaje, después de eso había comenzado a analizar el trasfondo de ellas -Dígame Sauron ¿A donde va en este momento? Voy fuera de Beltrexus... tal ves pueda llevarlo a su siguiente destino...

¿Que hacia invitando a este hombre a compartir su viaje? Tal ves solo necesitaba hablar con alguien que pudiera darle otro punto de vista.

El tono de su voz era suave pero no dulce, sonaba estricta, confiada y muy serena al hablar. Tenía diplomacia, estaba acostumbrada a establecer relaciones sociales y manejaba ávidamente el vocabulario.

- Le aseguro que todos mis pregones son hermosos y no siempre logro captar a las personas, cada palabra está diseñada aunque no lo parezca pues solo vendo flores especifica para abejas selectas y demandantes - le decía mientras hacía ademanes con las manos. No tenía muchas oportunidades de hablar con personas que manejaran un léxico fluido y es que se notaba inmensamente la diferencia cuando una persona tenía estudios y formación que cuando los recursos no podían permitirles tales derroches insignificantes.

De igual manera, tampoco buscaba personas de esa manera, si no tenía oportunidad de este tipo de intercambio cultural, era por una simple razón. No me interesaba. Mientras más posesiones tenían un ser, más se alejaba de la esencia natural de la vida, la existencia y la paz interior, y en eso radicaba mi voto de pobreza. Su invitación de igual forma me sorprendí, no la esperaba en absoluto. Habrá sido mi teoría muy perspicaz? Quizás. Pero conocía a las personas de poder adquisitivo y que tanto el orgullo solía arruinar sus vidas. Mi misión no discriminaba por clases sociales, yo... tampoco.

- Justo me cruzas de salida buena dama, me dirijo hacia las afueras de la ciudad para un último pregón antes de encarar las aguas abiertas del océano hacia el gran continente. - aun así, dudaba que su compañía fuera desagradable, no parecía interesada en cuestionar mis formas de pensamiento para refregarme como el dinero solucionaba los problemas del mundo, una charla... una simple charla no le haría daño a nadie, podría bajar la guardia por una vez.

- Si nuestros caminos coinciden será grato, pero no debo demorarme que el tiempo es tirano y el sol aun está en el auge hacia su cúspide. - dije ya girándome a mi destino, me costaba mucho confiarle letras a personas así.

Hice una reverencia sutil con la cabeza y empecé mi marcha hacia la calle central, no podía perder el tiempo ni por un rostro bonito.

- Aun no tuve el gusto de escuchar su nombre.

Escucho la respuesta del Monje y bufo suavemente.

-Supongo que tiene razón, Sauron, no todos pueden apreciar las palabras, el problema es que existen bellezas incomprensibles para los incultos... -lo miro analizando su comportamiento- Me imagino que es un poco tedioso para un hombre tan letrado como usted compartir con personas que difícilmente lo comprenden.

Sauron parecía un hombre muy inteligente, pero claro, por algo se les llamaba Sabios.

- Justo me cruzas de salida buena dama, me dirijo hacia las afueras de la ciudad para un último pregón antes de encarar las aguas abiertas del océano hacia el gran continente. Si nuestros caminos coinciden será grato, pero no debo demorarme que el tiempo es tirano y el sol aun está en el auge hacia su cúspide -dijo esto ultimo ya en marcha-. Aun no tuve el gusto de escuchar su nombre.
-Mi nombre es Elina Circe -dijo mientras lo seguía de cerca, solo que su paso era un poco mas lento que el de Sauron.

Entonces entraron a las calles del lugar, Elina jamas había venido a este lugar, miro discretamente a su alrededor, el olor era malo, se percibía suciedad.

-Parece tener prisa -le comento al dar un par de pasos largo para poder alcanzarlo-. No tengo problema en llevarlo hasta el punto que mas le convenga para alcanzar su destino, ¿Gusta acompañarme? Yo tengo que marcharme ya, en un par de horas comenzara a obscurecer, y no es mi intención estar en este lugar cuando la noche caiga...

Las palabra de Elina fueron interrumpidas por el grito agudo de una mujer, brinco de sobresalto y miro en la dirección del grito, estaban robando las bolsas de una mujer mayor, el ladrón le arrebato sus cosas y echo a correr, ella miro sorprendida por la indiferencia de todos, solo había miradas morbosas, ni si quiera los guardias acudieron al grito de auxilio.

-¿No van a hacer nada los guardias? -pregunto sorprendida por la indiferencia.

Un hombre robusto arrojo una dentellante espada, tan rápida y precisa que fue casi como un rayo, se clavo en la pierna del ladrón y este cayo bruscamente al suelo dejando caer las bolsas robadas, grito por el dolor, lo que le erizo a Elina la piel, pero que desagradable escena, jamas había presenciado semejante violencia antes. El hombre fornido se acerco a ellos con mucha confianza y una sonrisa de satisfacción en el rostro, eso incomodo a Elina, pero se mantuvo inexpresiva y con el cuerpo relajado, el hombre saludo al monje con confianza y hablo sobre su "buena obra" ¿Acaso se refería a lo que acababa de hacer o se trataba de otra cosa que solo Sauron podía entender?

Habíamos iniciado una interesante conversación sin darnos cuenta mientras caminábamos, y es que amaba poner en contraste lo que pensaba y creía con otra persona de pensamientos diferentes, hacia más rica la experiencia de aprender sobre los demás.

- Claro, quien no dice que terminemos viajando al mismo sitio, no la imagino en una aventura sola y sin más que lo que lleva puesto, pero no soy quien para juzgar a ventureros, es bueno ver a otros creyentes del voto de pobreza, buscaremos donde cenar y todo... - esbocé una sonrisa ladina mientras entonaba el sarcasmo, ahora entendía claramente porque mis palabras la alcanzaron, era una fugitiva de su propia existencia, una niña inmadura, egoísta y egocéntrica que quería huir de todo lo que la construyó.
Era tal vez un presentimiento, pero no solía errar mis predicciones y de tener razón en mi teoría, no la dejaría sola de inmediato, desconocía si sabría defenderse, si tenía para comer, donde dormir y otras necesidades básicas. Al menos quería ser de ayuda en sus primeros días, era solo una corazonada, no hacerlo sería como un claro abandono de persona, no podía permitírmelo moralmente.

Ella prosiguió y un grito la interrumpió, algo parecía estar ocurriendo y nadie haciendo nada, me alarme un instante pero fui prudente y con un gran peso en el alma decidí no hacer más que preocuparme, en grandes ciudades no podía correr el riesgo de transformarme así porque si, revelando mi naturaleza, a veces solo necesitaba confiar en que la justicia existía y tendría revancha para con la situación. Pero entonces la "justicia" apareció repentinamente, una justicia retributiva muy familiar y extremista, su filosofía de vida.

- Klaus... siempre es un placer verte - exprese en un tono obviamente sarcástico y pesado, pero estaba seguro que quizás él no lo captaría, solía ser alguien muy literal y pragmático - que los Celestiales te bendigan, aun cuando tus buenas intenciones estén llenas de tanta brutalidad y violencia.

Deje escapar un suspiro desde lo profundo mientras se acercaba y lleve la mano a mi rostro presionando las yemas contra mis cejas para bajarlos por los laterales de la cara, este hombre era sulfurante.

- Sabes... esto no es Babilonia y tú no eres Hammurabi... no puedes ir por todo el mundo castigando personas así como así con tales muestras de violencia indiscriminadamente... - darle sermones a él solía ser absurdo pero siempre me gastaba intentándolo, no me vencería.

Mire a Elina y creí correcto presentarlos.
- Señorita Circe... él es Klaus, un... emmm.... conocido de otros lados.

 Elina miro al hombre y escucho como se justificaba por sus acciones, después de sopesar la violenta escena no podía negar que había sido el único que había ayudado a la mujer, seguramente la pobre llevaba comida para ella y sus hijos, y tal vez de haber perdido esas bolsas se habría quedado sin comer y sin dinero para poder comprar mas alimentos... ¿Sera que en el resto del mundo así eran las cosas? ¿Y si alguna vez un hombre como ese que tenia enfrente intentaba robarle, o peor? Elina tenia que ser muy cuidadosa en esta aventura, ya que podía convertirse en desgracia muy fácilmente.

-Es un placer, Klaus. Espero que muy pronto alcances tus objetivos -le dijo de manera condescendiente, después aprecio la suspicacia en su mirada, quien pasaba de ver a Sauron y luego a Elina con sorna -. Perdón, pero estamos solo de paso en este lugar, tenemos planeado salir de aquí antes de que la noche caiga.

Esas palabras tenían como intención despedirse de Klaus, sin embargo él las tomo como una invitación, y comenzó a caminar junto a ellos, eso la ponía un poco tensa, le dedico una mirada rápida a Sauron, ya que en él si confiaba pero en Klaus no, le parecía un hombre demasiado arrebatado y tambien muy intimidarte, pensó en lo fácil que seria para él hacerla daño, sin embargo su andar era pulcro, no parecía un andrajoso sin educación, y a pesar de su actitud confianzuda, sus manera de expresarse denotaban educación, claro que la educación y la decencia no necesariamente venían juntas.

El estomago de la muchacha delato el hambre que sentía, en el carruaje tenia provisiones, lo suficiente para alimentarse un par de días, pero no sabia si serian suficientes para los tres, ella comía muy poco, Sauron era pequeño y menudo, pero Klaus fornido, y seguramente comía bastante para poder tener energía.

-Perdón -dijo avergonzada y por instinto llevo la mano a su estomago.

La gente se le acerco tras el "héroe salvador" algo bastante común en pueblos tan pobres , pero así como él creaba su "justicia" a su manera, tampoco disfrutaba le gustaba el revuelo que su mano gestaba, bastante predecible. A veces me agotaba la directa personalidad que Klaus manifestaba de inmediato al hacer presencia y por mi buena fe en las personas, me esforzaba por aceptar a todos por igual incluyéndolo, pero resultaba muy difícil con este sujeto tener algo de paz y claridad.

- No te daré sermones a ti, pero no me hables de tus dioses paganos, respeta mi habito al menos si pretendes hacerme compañía... - ahogue un suspiro mientras él se presentaba con Elina y me sentí incordiado por su gesto, pues era lógica y transparente su manera de pensar.
No podía negar la enorme belleza de la Señorita Eli que fácilmente deslumbraba almas débiles, pero no por eso actuaria de manera condescendiente y arrastrada con ella, no era propio de mi ver a nadie como un pedazo de carne; algo tan normal en los hombres de esta sociedad, era un alma mas de los Celestiales, y tenia que verla de esa forma.

A ambos obviamente. "Antiguos ancestros brindenme fuerza y paciencia..."
Carraspee interrumpiendo tales cortesías del guerrero y lo miré objetivo y tajante, prefería que creyera que si era "mi presa" a permitir que la corteje sin siquiera conocerla. Al menos no frente de mí, era impropio y muy bajo para mis gustos.
Iba a objetar algo cuando un gruñido suave de oír interrumpió. Mire a la muchacha  que se disculpó de inmediato cubriendo su estómago y no pude evitar sonreír al mundo de permitir que escape una carcajada de mi boca.

- Primero que nada solucionemos un problema a la vez. - dije positivo recuperando la desfachatez característica de mi persona.
Gire el morral que yacía en mi espalda hacia adelante y lo abrí buscando una fruta en su interior. - Come esto por ahora. No es un plato fino de racionamiento... como a los que seguro acostumbras, pero al llegar al muelle cenaremos bien antes de partir - evitaba reírme mientras le hablaba, trataba de molestarla un poco para destensar el ambiente - no sería bueno que nos detengamos ahora. Pronto no habrá luz del sol en el camino - dije viendo el ocaso - preferiría estar en el muelle que camino a él para entonces. Aunque...

Gire a ver a Klaus pensando unas palabras aun en un intento por descontracturar la situación
- No tenemos nada que temer en compañía tuya... verdad? - sarcasmo expresado con una sonrisa ladina, no me agradaba, pero no evitaría que me mofase de su manera de comentar incansablemente cuan macho alfa cabrío se sentía que era.

Me sentí algo asqueado ante la referencia de sacrificios a la antigua. Demasiado barbárico para mí gusto. Claus se estaba quejando ligeramente, pero si el no pedía ayuda, no debía ser tan grabe... o sí? Los Guerreros tienen un orgullo que sostener, y lejos estaba de querer relacionarme más con él como para preguntarle.

La tarde noche caía y las luces del puerto eran nuestra luz al final del túnel, Como un excelente faro nos marcó el punto de partida al cual queríamos llegar. Se veía las pequeñas casas, la taberna del Rey Mono, un nombre bastante particular y más adelante el muelle sin embarcaciones, saldrían a primera hora mañana las que volvieran del gran continente.

- Perfecto... tarde como para irme en una nave! - exclame algo molesto por los retrasos sufridos, pero ni modo, ya no había nada que pudiera hacer. Cenaría algo descente y luego emprendería el viaje nadando.
Giré a ver a mis acompañantes. Ambos parecían hambrientos, sumado al extraño rastro de sangre en los labios del dragón, quizás descansar no era mala idea un instante.

- Entremos a la taberna, no es ... precisamente elegante, pero si nos comportamos saldremos de allí enteros.
Ella se disculpó, pero no estaba interesada en entrar, conocía alguien por allí por lo que se despidió de nosotros y se alejó sin decir mucho más. - Bue... y tú.. Que dices Claus... Yo invito...

Quería sonar amable aun que me era indiferente su aceptación ya que me di vuelta y camine al interior del lugar.
Efectivamente un lugar de mala muerte, clásico de marineros piratas, rufianes pescadores y todo aquel que se relacionaba a contrabandos ilegales, me coloque bien la capucha al dar unos pasos adentro; el fétido olor era sofocante, una enriquecedora mezcla entre un guisado con cada ingrediente que el océano ofrecía y el sudor y transpiración de meses en aquellos hombres que volvieron del mar. "Por qué la gente no acostumbra el baño con agua y jabón" pensaba a mis adentros sintiendo algo de nauseas. No me sorprendía que la muchacha se negara a acompañarnos a un lugar así.
Ignoraba si Claus me siguió o no, aun así, vi una mesa de tres lugares más adelante, vacía. Ideal para nosotros y su "gran espada", pensé en preocuparme por ello, pero un arma en este lugar quizás era el objeto más común de la sala.