Antes de la tormenta. [Privado] [Terminado]

La armadura y el hacha de Amethin no le habían supuesto mayor esfuerzo. Un mero trabajo de tiempo. Pudo notar como el lobo se quedaba cerca cuando trabajaba en la fragua, aunque la preocupación del minotauro seguía presente en la menta del túnica naranja. Seguía investigando aquel fenómeno. A penas pudo dormir bien durante la noche, entre lectura y más pergaminos fallidos. Al final decidió levantarse temprano para volver a  afilar su espada y salir de caza. Había dejado esos hábitos de lado desde la muerte de su padre, pero iba con la escusa de tener trabajo en terreno.

Pudo notar un rastro de sangre por las cercanías. Lo siguió hasta un claro donde la escena le revolvió un poco el estómago. Ahí vio a los tres hombres bestias que el minotauro había atacado antes de encontrarse con Amethin. -Después de todo si lo habían seguido, pero no solo a él-. Dijo al notar las pisadas del minotauro y los hombres bestias. Algo seguía de caza ahí afuera.

El camino por el que habían venido iba hacía el alcantilado de la muerte. Aún no iba a ese lugar, pero suponía que era perfecto para que varios grupos de bandidos se escondiera o quizás cosas peores.

(…)

Volvió a la Forja Tensaí, arrastrando un ciervo muerto y ayudándose con varias tiras de cuero. Preparó la fogata y comenzó a cocinar al animal. Estaba seguro de que el olor a comida atraería a su nuevo compañero.

Mientras mantenía el fuego con su magia, sentado en el suelo sostenía un libro. Frente a él un viejo mapa. Pudo notar que su madre también había dejado algo en el acantilado. ¿Podrían tener alguna relación? Espero a que Amethin apareciera antes de decidir emprender el viaje. Seguró que habrían varios peligros conforme se acercarán al destino final, pero eso poco le importaba. Sentía la necesidad de averiguar que andaba enviando esas criaturas a atacar hombres bestias. Supuso que en parte también estaba en deuda con Ruru por haberle ayudado en su primera aventura.

Sentí un olor inconfundible a carne de ciervo, mientras más me acercaba al olor más me acercaba a la choza del brujo.-Ah está cocinando ciervo-.. Pensé detenidamente mientras más me acercaba al olor, vi al brujo sentado frente a la fogata, sosteniendo un libro, no le hice muchas preguntas la verdad... tenía hambre. -Eh brujo, que tienes ahí?-. -Aparte del exquisito ciervo-. pensaba mientra le preguntaba al brujo.

El gran lobo negro con sus garras arrancó un pedazo de carne del ciervo, mientras se sentaba al lado de la fogata degustaba  la carne del ciervo, le preguntó al brujo. -vamos a investigar lo del minotauro?-. Le veía con una cara de intriga, un poco preocupado.

Amethin sentía que el brujo estaba demasiado preocupado sobre el tema, era más que un simple minotauro descarriado o perdido por la isla, mientras comía, miraba al brujo murmurando mientras se fijaba en su libro y el mapa que tenía delante. -Eh brujo, tranquilo, donde vayas te seguiré mientras haya pelea y comida-. El lobo sabía que era más que eso, encontró un compañero, un amigo, era un brujo pero qué más da, era un buen muchacho.

Lo había ayudado y demostrado su valía como guerrero, el chico tenía agallas, no lo dejó peleando solo, como algunos guerreros que se enfrentaban a la muerte y solo corrían al pensar en perder su vida. -Bueno brujo, si sigues prendiendo fuego a la fogata vas a quemar la carne, si tienes alguna pista o algún lugar donde ir deberíamos empezar a movernos-.

Escuchó a  Amethin en segundo plano. Sus pensamientos se volvieron su foco de atención, trataba de entender en que se relacionaba el problema de los hombres bestias con su madre aunque sin mucho resultado. Estaba claro que necesitaría salir a investigar. Suspiró tratando de calmar la mente y uso su espada para cortar un trozo de carne y ponerse a comer. Ahora que entraba en cuenta solo Amethin se había presentado, pero ciertamente le agradaba más Havok. No solo por tener forma humana, pero también le daba más tiempo para concentrarse.

-Puedes dejar de llamarme brujo, soy Kendovlah-. Dijo para tomar un poco de agua de su cantimplora y miro al lobo algo serio. -Investigué algo por mi cuenta. Encontré a tres hombres bestias muertos y pisadas de minotauro-. Se levantó y cargó su mochila al hombro guardando el mapa y su libro para tomar algo de carne y comer en el camino.

-Las huellas parecían venir del acantilado de la muerte. Tenemos un largo viaje por delante-. Comenzó a caminar en dirección a donde encontró la escena del crimen.

Una vez ahí señaló el lugar donde encontró los cadáveres. Para sorpresa del brujo estos ya no estaban. La sangre aún seguía en el lugar. Era del día anterior pero se notaba que habían tenido una dura pelea y que los cuerpos habían sido arrastrados en la dirección que Kendovlah había mencionado. -No deben haber ido lejos-. Mencionó en voz baja para continuar su avance, empuñando su espalda.

De súbito, sintió un golpe de aíre en el estómago, acto seguido de entre medio de los árboles sale otro mago de vestimentas similares pero de color negro. Un elementalista de viento más adepto a solo usar la magia. Como resultado del golpe, el mago se golpeó la espalda para variar contra un árbol. No fue tan duro como el golpe del minotauro así que lo resistió bastante bien.

-¡Si estas del lado de las bestias tendré que matarte a ti también!-. Amenazó el enemigo. Parecía estar solo, pero viendo la contextura de Amethin aquello sería un suicidio.

Kendovlah desenvainó su espada. -Otro tensaí de viento que quiere morir, ¡bien!-. Se reincorporó en guardia mientras una bola de fuego se formaba en su mano al tiempo que su enemigo formaba otra de viento. -Amethin, no anda solo. Nos quiere ver la cara-. Dijo al lobo como advertencia. Podía batirse contra él, pero necesitaba enfocarse y alguien que le cuidara la retaguardia.

Adopte una postura bruta de combate, listo para cargar pero escuche al brujo esta vez.-Veo unas especies de sombras muy oscuras entre los árboles, huelo miedo-. Estaba listo para luchar contra lo que fuera, pero demasiado brujos suponían una gran amenaza.-deberías tratar de hablar con el brujo, parece asustado-. Kendovlah podría tratar de calmar los aires.

El gran lobo sentía un viento correr por su cuerpo, al parecer era de la magia proveniente de los acompañantes de aquel brujo con ropaje negro, nunca se había enfrentado contra muchos brujos, así que prefirió esperar a ver qué pasaba.-Eh brujos, para que sepan puedo oler su miedo-. dije para ver si alguien salía a la luz de la batalla, las sombras se comenzaron a mover y vi diferentes brujos con diferentes túnicas de color, no sabia que magia ejercen según sus ropajes pero podía contar unos 6 contando el que enfrentaba Kendovlah.

Mientras mi camarada se enfrentaba contra el brujo de ropa negra, yo estaba esperando a que los demás cargaran contra mí, no tenía intención de que pensara que era su enemigo.

Escuche unos balidos que venían del bosque, eran un par de faunos, no parecían tener conciencia alguna, eran animales con forma humana, simples bestias.-Ahi vienen las bestias!-. Gritaron los brujos, se comenzó a disputar una pelea entre los brujos y aquellos faunos, la magia de los brujos era increíble, pero los faunos eran lo suficientemente fuertes para aguantar las diferentes magias elementales que les lanzaban los brujos. Cuando uno de los brujos cayó al suelo, los faunos se abalanzaron sobre el brujo, sus mordidas eran letales, se podía escuchar el sonido de los huesos siendo aplastados por las mandíbulas de los faunos. *Crack* *CRACK* *CrAck*

-Suficiente!-. Dijo el gran lobo tronando los nudillos.-No se quien sea el enemigo-. Pero tengo claro quienes son las bestias, lleno de rabia y odio el lobo cargó contra los faunos, agarrando a cada fauno con una mano y levantando a aquellas bestias del suelo, los faunos se retorcía de dolor al sentir la fuerza del lobo en sus cráneos, los levanto un poco más para poder darse el impulso y estrellar sus cabezas contra la tierra.

Los brujos se quedaron pasmados mirando al gran lobo.-Ya tienen claro quien es el enemigo?-.

El choque de bolas de fuego y viento eran inminentes. Kendo sabía cual sería el resultado por lo que no se detuvo, pero el otro elemental si, desapareciendo su magia y esquivando la bola de fuego. El túnica negra decidió optar por el combate a  distancia, disparando rafagas de viento, algo fáciles de esquivar para el túnica naranja quien sacaba un carbón y un pergamino de su mochila, dejándola caer. Se escondió tras un árbol mientras dibujaba la runa y enrollaba el pergamino. Sintió la ráfaga golpear el árbol pero no era muy fuerte.

Volvió al combate corriendo donde estaba su enemigo y lo sorprendió abriendo el pergamino explosivo menor frente a la cara del túnica negra. Este retrocedió por el dolor de la explosión, pero Kendovlah aprovechó el momento y utilizó su espada para cortarle la cabeza de un tajo. Al estar recién afilada no tuvo que usar mucha fuerza y el combate estaba terminado. La mirada asesina se volvió a ver en su rostro. Sentía que los deseos de batalla crecían en él cada vez que mataba...

A penas notó la pelea de Amethin. Solo vio a los faunos muertos y los magos que emprendían la retirada al ver a su compañero también muerto. Kendovlah cortó la túnica del cadáver y limpió el filo de su arma. Registró el cadáver y pudo ver una nota que decía lo siguiente:


Frunció el ceño y le tendió la carta a su acompañante para volver por su mochila. Después examinó las huellas de los faunos. Venían del mismo lugar, al parecer el experimento del tal L.P. Sea quien sea había resultado mal. -Ha saber que están tramando, al parecer estos se escaparon de donde mismo vino el minotauro-. Dijo en tono reflexivo.

Ya había tenido que desenmascarar traficantes anteriormente, pero esto era algo más grande y tenían todo un lugar para tender sorpresas. No solo eso, sino que habían perdido el factor sorpresa al dejar escapar a los magos. -Tendremos que ir con más cuidado-.

-¿Cómo llegaste a Beltrexus? Supongo que en barco, pero... ¿Habían más de los tuyos? ¿Tuvieron que pagar?-. Preguntó curioso mientras seguía avanzando. Se podían ver huellas de todo tipo de animales que Kendovlah jamás había visto en ese bosque. Magia y ciencia... No podía salir nada bueno de eso.

El lobo miro la nota atentamente. -tendremos que ir hacia los acantilados supongo-. Claro había más de los míos, me subí en un barco lleno de hombres bestia, no sabía si pagaron o no, solo me dedique a limpiar la cubierta en forma de pago al capitán, una vez termine me fui a descansar.

-No sabria que decirte bruj... Kendovlah-. No recordaba mucho sobre mi viaje en barco, ya que había sido monótono y aburrido.-ahora que lo pienso, en realidad el que me pareció más raro de todos los hombres bestia del barco era el capitán, no paraba de sonreír-. El lobo no sabía si era por los comentarios que le había echo o si porque se había sumado a su tripulación, pensaba en aquel raro desembarco en el muelle de la ciudad, -bajaron barriles muy pesados, de los cuales escurría una sustancia muy fuerte de olor y de color rojo carmesí, parecido al color de la sangre pero mucho más espesa, como si estuviera coagulada, se parecía al color de ojos del minotauro que derrotamos, había comido de la carne de ese animal, pero no noto nada raro en mi-. le comentaba al brujo mientras pensaba si le causaria algun efecto mas adelante.

Ese dia que el lobo desembarco, había escuchado al capitán decirle a los hombre que tenía un trabajo que ofrecerles y que la paga era bastante buena, el capitán mencionó unas cuevas en el acantilado de la muerte, nadie supuso que seria facil con ese nombre, muchos se retiraron, solo los más fuertes se sumaron al trabajo.

Le conté al brujo con lujo de detalle las partes más raras de mi viaje en barco y todo lo que había mencionado el capitán y el actuar de la tripulación para ver si encontraba alguna respuestas a sus incógnitas.

Se detuvo en medio del camino mientras sacaba de su mochila una pluma, tintero y un pergamino escribiendo los detalles mencionados por Amethin, la preocupación de Kendovlah no paraba de crecer. ¿Por qué experimentar con bestias? Era una incógnita demasiado sombría que por importante de descubrir le daba escalofríos pensar las posibilidades.


Saco otro pergamino y comenzó a escribir dos carta. Si la cosa venía desde alta mar, habían dos personajes que sabrían estarían interesados en el tema. En ellas mencionaba lo sucedido de que conoció a Amethin y lo que habían descubierto. Capitán cicatrices y la mujer mariposa debían enterarse de lo que estaba ocurriendo. Sonrió levemente y guardó las cartas en el bolsillo. -Investiguemos los alrededores un poco más-. Siguió avanzando viendo los rastros de sangre. De vez en cuanto podían escuchar pisadas corriendo a toda prisa. Seguro eran más bestias que habían logrado escapar.

-No partiremos de inmediato. Llamaré refuerzos primero y debemos encargarnos de esos brujos-. Dijo serio. Quizás llamar a un tercero no estaría mal, aunque no sabía a quien de momento.

Más adelante pudieron ver una choza, el camino a ella estaba aún más ensangrentado. Podían ver cabezas de animales de todo tipo tiradas por los alrededores. El camino al acantilado no solía ser muy visitado, así que se prestaba bien para ese tipo de brujerías. -Seguro están adentro-. Dijo por lo bajo cuando pudieron escuchar los aullidos de otro lobo, se podía notar el dolor en el tono. Sacó un pergamino y dibujo una runa. Lo enrolló y tiró abriéndose causando una explosión por la parte trasera de la choza.

Si se mantenían escondidos detrás de los arbustos podrían acecharles y tener una victoria fácil. No podían dejarlos con vida, si los del acantilado se enteraban que iban, la expedición pensada por el brujo sería un total fracaso. -Amethin, deben morir aquí, ¿entiendes?-.

Era una escena bastante grotesca, no había honor en lo que quisiera que estaban haciendo, el lobo miró al brujo y le dijo.-No hay problema Kendovlah, todos moriran-. La rabia dentro de aquel lobo crecía mas y mas al escuchar los aullidos agonizantes del otro lobo.

Al escuchar la explosión algunos de lo brujos salieron de la choza, creí que era la oportunidad perfecta para mi, me escabullí entre los árboles y arbustos que había alrededor de la choza, esperando a que los brujos miraran en la dirección contraria.

Los mire con atención, no eran iguales a los brujos que nos habíamos enfrentado antes, estos eran un poco más viejos y vestían todos un tipo de túnica negra con un gran símbolo en la espalda, avanze un poco más para tenerlos mas cerca asi lograria una mordida o un golpe fatal.

Cuando los tuve a una distancia prudente corrí y lanze mi hacha a uno de ellos golpeándolo en la espalda y matándolo al instante, los otros dos a medida que se daban cuenta de que estaban siendo atacados, miraron a sus espaldas para darse cuenta de que ya estaba encima de ellos, abrí mi boca y al más viejo le aplaste el cráneo con mi mandíbula mientras mi garras perforaba el cuello del otro brujo.

Deje caer los cuerpos de aquellos brujos, tome mi hacha del cuerpo de aquel pobre bastardo y me mantuve detrás de la choza para ver si salía alguien más a mirar si había pasado algo, de todas formas Kendovlah estaba conmigo,-quizás el brujo me esté cubriendo la espalda o quizás sigue mirando la entrada-. Pensé mientras buscaba al brujo con la mirada.

Pudo ver que Amethin se devolvía bien en combate contra los otros brujos, así que decidió enfrentar al último que quedaba en la choza. Seguramente este haría lo mismo al escuchar los ruidos de batalla y los gritos agónicos de sus compañeros y así lo hizo en el momento que Kendovlah se paraba frente a la puerta.

Blandió su espada para mirar al brujo que quedaba. -Lo que sea que están tramando acaba ahora-. Amenazó decidido el túnica naranja, pero en vez de recibir respuesta el hombre simplemente quedo parado portando la cabeza de un hombre bestia, parecido a Amethin. La mostró y sonrió dejándola caer al suelo.

-Adelante. Aunque me maten un simple mago y una bestia no llegarán a nuestra base-. Respondió confiado, mostraba el semblante de alguien que se había dado por vencido. La confianza del hombre molesto al mago quien clavó su espada en el hombro del rival, pero este solo gritó un poco por el dolor y escupió sangre al hacerlo. -¿Crees que esto es depravado y enfermizo? Aún no has visto nada, solo te espera la misma suerte que a mi...-. Quitó la espada del hombre y decidió dejar que Amethin lo acabará. No tenía deseos de pelear contra un cobarde como ese.

Entró en la choza y pudo ver algo que le revolvió aún más el estómago. Ni los niños se salvaban de aquellos experimentos. Habían destruido y quemado todo al interior pero aún quedaban varias jaulas repartidas por el lugar. Sus ocupantes por su puesto yacían muertos. Algunos bestias y otros por lo que pudo deducir también eran magos. En el centro se encontraban los magos que habían escapado.

Lo último fue lo que más le preocupó. Preferían dejar esta imagen con tal de no recibir castigo en el acantilado. Algo malo estaba ocurriendo ahí. Tenía que volver a Beltrexus y esperar los refuerzos, si era posible también detener a las bestias que habían escapado.

Salió del lugar y trato de respirar aíre puro, pues adentro apestaba a descomposición y muerte. Se sentó frente a la choza confiando en que Amethin vengará a su congenie de raza. Mientras tanto necesitaba digerir lo que había visto y pensar en el siguiente actuar. Tenía que hacer llegar las cartas que había escrito

El gran lobo escucho un alarido bastante corto que venia de la choza, fue a ver de que se trataba, vio saliendo al brujo con la espada ensangrentada.-Mh parece que el brujo estuvo un poco ocupado-. pensó el lobo.

Cuando entre en la choza de los brujos que había matado, vi a uno de los que sobrara.-De que te ríes bastardo-. Le dije con rabia mientras fruncía el ceño enseñando los dientes, Me deje llevar por la rabia y el odio que sentí en aquel momento, no me interesaba la información que podía darme, me acerque mientras me miraba con con una sonrisa en su rostro.-Te voy a quitar esta maldita sonrisa-. lo ate a un potro de tortura que estaban usando ellos mismos, con mi hacha le machaque los huesos de las manos.-Te quejas mucho, creo que tender que arrancarte la lengua-. Le dije mientras el brujo lloraba y gimoteaba de dolor, le arranque la lengua con tal fuerza que el brujo se desmayo del dolor.-Vaya si te quedas dormido a mitad del juego no es divertido-.

Lo mire por unos momentos, me daba igual si estaba bien lo que estaba haciendo o no, el brujo merecía sufrir pero su cuerpo era muy débil para aguantar la tortura, decidí machacarle la cara con la parte posterior de mi hacha.¡Crack!. Lo hice con tal fuerza que no necesite otro golpe, me detuve a ver todo lo que estaban haciendo, vi una cabeza de un hombre bestia cánido igual a mi.-Es un aldeano de mi pueblo-. Pensaba detenidamente, en el momento creía que mi pueblo pudo haber sido atacada por estos brujos, pero era realmente difícil capturar o matar a alguien del pueblo conociendo la forma en la que pelea el clan.

Busque a Kendovlah afuera de la choza, como siempre el brujo estaba anotando y leyendo.-Vamos, es hora de buscar a los demás brujos-.

Se limitó a centrarse en sus pensamientos mientras Amethin terminaba de masacrar literalmente al brujo que lo había sacado de sus casillas anteriormente. Aún no sabía bien que pensar sobre la situación, simplemente tenía entendido como atacar pero su mente pensativa como ninguna necesitaba entender a fondo la motivación que tenían estos sujetos para llevar a cabo tales atrocidades.

La voz de su compañero entonces lo sacó de sus pensamientos cuando miro al descuartizado brujo como un libro se le salía del bolsillo de su túnica. -No será necesario, los tomaron como desertores ahí adentro-. Se levantó y tomo el libro del cadáver. Comenzó a leer con el ceño fruncido. Las notas del brujo hablaban sobre los métodos de tortura usados en las victimas pero justo cuando pensó que se le iban a revolver las tripas logró leer algo que captó su atención: -Es posible la activación desde otros seres. El éter fluye en todos los seres vivos, en unos a menor medida. Si logramos extraer el éter de estas bestias...-. Se detuvo cerrando el libro de golpe y miró a  Amethin con el ceño fruncido.

-Quieren usar el éter para activar algo, he leído de esto antes-. Se guardó el libro en un bolsillo y comenzó el camino de vuelta a acasa. -El éter es la forma más primitiva de magia que existe, según las leyendas la magia actual es solo un proceso evolutivo que provocamos al intentar canalizarlo y darle forma-. Se tomo unos segundos para respirar mientras pensaba.

-Si quieren activar algo que funciona a base de magia, hacerlo con el éter lo hará mucho más peligroso de lo que ya es-. Dijo tratando de sonar lo más serio posible. -No es solo una cuestión de maltratar hombres-bestias. Es solo un medio que descubrieron para llevar a cabo algo más destructivo-. Parecía un sabelotodo de la magia, pero cualquier erudito que la practicaba sin ambiciones macabras podría entenderlo. Se avecinaba algo.

-Las piedras, los mapas... El éter...-. Trato de recordar sus anteriores aventuras, de algún modo se conectaban y hacían que la mente del mago volará muy rápido. A penas se detenía a escuchar las palabras de su compañero. Estaba seguro de que necesitaría ayuda capaz de enfrentar la posible amenaza.

(…)

Una vez en la forja tensaí, Kendovlah pasó a sentarse en el mostrador mientras cambiaba la carta que había escrito a Rurur por una aún más detallada. Pensaba en quien más invitar, incluso se le cruzó por la cabeza dar aviso a Hekshold aunque aún no fuera estudiante seguro que tenían a alguien lo suficientemente capaz para emprender la aventura. -No... Ya tenemos dos bestias y un brujo... quizás si hablamos de ciencia...-. Miró a Amethin algo curioso. -¿Qué dices a todo esto? Seguro no será nada fácil llegar al fondo de esto-. Preguntó aunque no sabía bien que esperar de alguien como él. Aunque a veces la fuerza bruta lograba sorprenderlo. Quizás alguna de sus ideas podría ayudar al mago a resolver la encrucijada en la que se encontraba.

El brujo parecía no escucharme, estaba muy centrado en sus pensamientos. Me limité a seguir al brujo no pregunte mucho porque quizás ya tenía las respuestas a todo esto. Se había caído un libro de la túnica del bastardo que mate, mi camarada lo tomó y se puso a hojear aquel libro, observe cómo su cara de asco se daba a relucir al comenzar el libro pero su cara cambio repentinamente, el brujo había encontrado mas respuestas a nuestras preguntas.

-¿El éter dices?-. El brujo emprendió su caminata no sabía dónde.-¡Eh brujo a donde vas!-. Lo escuche con atención, el brujo trataba de hallarle una respuesta a todo.-¿Algo más destructivo?, algo más incontrolable diría yo-.

Cuando llegamos a la forja de Kendovlah, el brujo se sentó y se puso a escribir otra carta.-Que escribes tanto brujo-. Kendovlah estaba muy intranquilo, no dejaba de mirar esa carta.-¿Dos hombres bestia?, ¿de qué hablas?-. El brujo me miró frunciendo el ceño.-Bueno, tu tienes todas las respuestas supongo, ¿no tienes algun otro mapa? quizas podriamos usar eso o si lees un poco más el libro, debe haber algo... ¿una pista quizas?-. No sabía que hacer, las respuestas que nos dieron eran muy pocas.

Quería ayudar al brujo, al final de todo esto podríamos vernos perjudicados los dos.-¿No sabes algun hechizo de rastreo?-. Quizas podria usar mi olfato para guiarnos por la isla, había un hedor bastante raro en la choza donde torturaban a los hombres bestia.-Podríamos volver y usar mi olfato para encontrar más pistas-. Deberian haber mas lugares de tortura o alguien debería saber algo respecto a todo esto, no teníamos prisioneros ni nada que pudiera darnos más pistas.-¿Hay alguien aparte de ti que viva en este bosque?-. No podíamos ser los únicos que vimos algo, alguien más debió haber visto lo que nosotros presenciamos en este bosque.

Kendovlah se quedó pensativo al escuchar las palabras de Amethin. Ya tenían todo lo que necesitaban para emprender la aventura, o al menos eso aseguraba. Si lograban conseguir más detalles sobre los torturadores podrían tener más ventaja además del factor sorpresa. Era una posibilidad, el bosque era bastante espeso y había muchos habitantes, muchos hostiles.

-Solo controlo la escuela tensaí y la telequinesia-. Admitió aunque no se sintió inútil por eso. -Sin embargo podemos cubrir más terreno por separado-. Sacó las notas de su madre y comenzó a organizarlas, encontrando una que curiosamente marcaba el acantilado de la muerte. -Hum… Muchos habitantes del bosque son hostiles y no todos civilizados. Puede que encuentres algo más en chozas similares-.

Miró la nota y el mapa que había encontrado en una de sus anteriores aventuras y se lo extendió a Amethin. -Necesito que averigües si la que vimos está marcada en el mapa, nos encontraremos en este punto-. Dijo marcándolo con una pluma. -Yo  iré a entregar unas cartas, luego nos pondremos al día y planearemos el ataque-.

Su mirada cambió de súbito y se mostró bastante sombría. -Si puedes usa todo el sigilo que te sea posible. No podemos  perder el factor sorpresa estando solos-. Terminó de escribir las cartas correspondientes y tomando su mochila partió en dirección a Beltrexus esperando que el correo sea eficiente.

Escuchaba con atención al brujo, no entendía mucho el mapa ya que no conocía mucho el terreno pero con encontrando ciertas locaciones marcadas en el mapa podía lograr entenderlo por completo.-No hay problema, investigare el bosque entero-. Sabía que no sería una tarea fácil, los peligros acechan en cada rincón sobre todo con una secta de brujos loc

El lobo miró al brujo y le dijo-Claro brujo ve y entra tus cartas, investigare por la zona, quizás me dirija a Sacrestic ville, tal vez pueda encontrar algo ahí después de todo el barco de hombres bestia zarpó de esa ciudad-.

-¡Eh Kendovlah me quedaré un par de días en tu choza antes de partir!-. Le gritó el lobo a medida que el brujo se alejaba. Creo que es momento de moverme un poco por el bosque, tal vez podría encontrar algo de comida.

Tras despedirse de Amethin decidió volver al punto de inicio. Consultó sus fuentes más cercanas en los muelles y en la ciudad. No pudo conseguir nada que el hombre bestia no haya mencionado anteriormente y es que pasaban tantas cosas en Beltrxus que algo de hace dos días si no hacía escándalo a gran escala era algo difícil de olvidar, sobre todo los detalles importantes.

Volvio a la taberna y una vez ahí tras tomarse una cerveza agregó a las cartas el punto de encuentro fijado para encontrarse con su nuevo compañero. Era la primera vez que le tocaba iniciar una aventura reclutando miembros. Generalmente estas venían a él y en los casos más curiosos se sumaba a estas. No sabía que pensar y si los miembros elegidos habían sido los correctos. De momento solo contaba con Amethin y Ruru. Necesitaba algo más que sumara al equipo. Ya contaban con habilidades únicas y fuerza bruta.

Se acercó a la oficina de correos esperando que a la mujer mariposa le llegase la invitación y pudiese llegar al punto de encuentro sin mayores problemas. El último participante lo dejo al azar.

No sabía cómo camuflar la aventura para que sea llamativa, pero contaba con que alguien más se uniría. Paso tanto por Hekshold como por los muelles y entregando cierta información en las posadas.

Pasado el medio día volvió a la forja Tensaí. Aquel día fue normal, no tenía nada más que hacer. Dibujo unos cuantos pergaminos, afiló su espada y cazó unos ciervos para comer en la noche. Esperaba que Amethin volviese de vez en cuanto pero aprovechaba su productividad solo para investigar más acerca de las notas de su madr y esperaba la llegada del día de partida.

El lobo estaba solo una vez más, no sabía qué hacer con su tiempo más que cazar y buscar en los bosques pero esto ya se había vuelto monótono. Sin lograr encontrar pistas y solo amenazas en el bosque del Beltrexus decidí volver a Sacrestic ville por si encontraba algunas pistas en aquella ciudad, después de todo el grupo se tenía que reunir volvería pero no antes sin volver a investigar algunas cosas.

Cuando llegue a Beltrexus fui a comprar unas provisiones para el viaje en barco ya que era bastante tedioso para mi viajar por mar, me dirigí al muelle de la ciudad donde no se si por casualidad me había encontrado de nuevo a aquel capitán hombre bestia y su tripulación, para mi sorpresa estaban todos bien. El capitán me dio la bienvenida con esa sonrisa que parecía no desaparecer de su rostro, quizás sabía que me enfrentaria a lo que me enfrente el Beltrexus.