Tú secreto, mi secreto [Trabajo] [Uriel]
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Tú secreto, mi secreto [Trabajo] [Uriel]
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"...mientras nos quede aliento, la rueda del destino girará,
uniendo nuestros caminos, atando nuestros vacíos,
y cuando la rueda se detenga... tú morirás."
— ???
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"...mientras nos quede aliento, la rueda del destino girará,
uniendo nuestros caminos, atando nuestros vacíos,
y cuando la rueda se detenga... tú morirás."
— ???
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Podía escuchar el murmullo de los bosques, dándose a oír en medio de la penumbra de la oscura noche. Raudos, inquietos, cautelosos. Creaban un ambiente lleno de calma y silencio, pero inmerso en un aura del más tenebroso de los suspensos. Como aquel lobo que acechaba disfrazado de cordero: Traicionero.
Aquella noche no podía ver ninguna estrella. Solo podía registrar su ausencia, cubierta por un manto de negros y profundos nubarrones. El brillo lunar se filtraba cada tanto, abriéndose paso entre las breves rejillas abiertas por el constante avanzar de las brisas nocturnas.
No me gustaba operar al caer la noche.
El señor Ront me lo advirtió en una ocasión. La maldad acechaba con mayor presteza al ocultarse el sol. Teoría que había comprobado con hechos y experiencias personales.
Consultando parámetros de misión...
Sin embargo, no tenía otra opción. El encargo expresaba que el encuentro debería darse tras el fin del ocaso. Fue por aquella razón que opté por excluir a Arthur de aquella operación. Minimizar su riesgo de mortandad era mi prioridad.
La pérdida de su vida me resultaba... No convencional. Era mejor evitarla a toda costa.
Guiando mi camino con la tenue de luz de una linterna, avanzaba por el bosque, intentando mantenerme oculto entre las brumas. Debía evitar ser detectado.
Me acercaba lentamente al lugar marcado en mis mapas internos, el punto de encuentro, y me detuve un par de segundos tras llegar allí.
Realizando análisis del perímetro...
Una cabaña, oculta entre la inmensidad de los robles, camuflada con sus tablones hechos de ocre, iluminada levemente por un par de velones.
Sin lugar a dudas, el lugar concordaba con las indicaciones del encargo.
Me acerqué, subiendo los escalones, tocando la puerta con una determinada frecuencia de golpes. No tardé en escuchar los pasos acercándose a la puerta.
— Luke. 15, 11, 32. —susurré tras unos segundos.
Era la clave. No tardaron en ser desbloqueados todos los seguros de la puerta. Le dediqué una sonrisa al hombre que me recibió; bajo, de rizos castaños, piel clara e iris café. Mostraba indicios de no haber descansado bien, las marcas de sus ojos le delataban.
— Buenas noches. —le deseé antes de proceder en cualquier acción.
— B-Buenas noches... —contestó él con voz quebrada— Estoy tan feliz de que hayas venido. Pasa, por favor, he preparado la cena. —indicó.
Asentí, y procedí a acceder al interior de la cabaña con cautela. El sujeto comprobó las afueras, en busca de algo, aunque no podía descifrar qué, y cerró cuidadosamente la puerta tras no encontrar lo que buscaba.
La noche... No hacía más que comenzar...
Aquella noche no podía ver ninguna estrella. Solo podía registrar su ausencia, cubierta por un manto de negros y profundos nubarrones. El brillo lunar se filtraba cada tanto, abriéndose paso entre las breves rejillas abiertas por el constante avanzar de las brisas nocturnas.
No me gustaba operar al caer la noche.
El señor Ront me lo advirtió en una ocasión. La maldad acechaba con mayor presteza al ocultarse el sol. Teoría que había comprobado con hechos y experiencias personales.
Consultando parámetros de misión...
Sin embargo, no tenía otra opción. El encargo expresaba que el encuentro debería darse tras el fin del ocaso. Fue por aquella razón que opté por excluir a Arthur de aquella operación. Minimizar su riesgo de mortandad era mi prioridad.
La pérdida de su vida me resultaba... No convencional. Era mejor evitarla a toda costa.
Guiando mi camino con la tenue de luz de una linterna, avanzaba por el bosque, intentando mantenerme oculto entre las brumas. Debía evitar ser detectado.
Me acercaba lentamente al lugar marcado en mis mapas internos, el punto de encuentro, y me detuve un par de segundos tras llegar allí.
Realizando análisis del perímetro...
Una cabaña, oculta entre la inmensidad de los robles, camuflada con sus tablones hechos de ocre, iluminada levemente por un par de velones.
Sin lugar a dudas, el lugar concordaba con las indicaciones del encargo.
Me acerqué, subiendo los escalones, tocando la puerta con una determinada frecuencia de golpes. No tardé en escuchar los pasos acercándose a la puerta.
— Luke. 15, 11, 32. —susurré tras unos segundos.
Era la clave. No tardaron en ser desbloqueados todos los seguros de la puerta. Le dediqué una sonrisa al hombre que me recibió; bajo, de rizos castaños, piel clara e iris café. Mostraba indicios de no haber descansado bien, las marcas de sus ojos le delataban.
— Buenas noches. —le deseé antes de proceder en cualquier acción.
— B-Buenas noches... —contestó él con voz quebrada— Estoy tan feliz de que hayas venido. Pasa, por favor, he preparado la cena. —indicó.
Asentí, y procedí a acceder al interior de la cabaña con cautela. El sujeto comprobó las afueras, en busca de algo, aunque no podía descifrar qué, y cerró cuidadosamente la puerta tras no encontrar lo que buscaba.
La noche... No hacía más que comenzar...
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Re: Tú secreto, mi secreto [Trabajo] [Uriel]
La chimenea encendida provocaba un leve crepitar en el salón principal de la casa, estaba todo iluminado levemente por las velas y la fogata de tal forma que hacía recalcar las partes mas oscuras de la estancia ¡Uriel no podía decir que le gustase demasiado el fuego! Como vampiro, su naturaleza le hacía rechazar aquello que asesinó a tantos de los suyos a los largo de los siglos ¡Pero no le desagradaba la sensación de calidez del lugar! Era confortable y cómodo, hasta su mascota, Nazaret, una cría de conejo cornudo, se había puesto tan a gusto que se quedó dormido en el regazo del infante.
El infarte yacía sentado en un sofá de una sola plaza, escuchando la historia del propietario de la masía mientras removía el caldo de carne y verdura cocinándose en la chimenea ¡La charla se alargó por un buen rato! El hombre al principio se encontraba reacio a hablar de su familia con un niño pequeño desconocido pero enseguida acabó contando todo sin reservas, tal vez anhelando alguien con quien desahogarse en secreto, encontrando idóneo a su pequeño invitado. A Uriel no le molestaba que lo usaran como desahogo, prefería escuchar a un humano de aspecto deprimido y cansado a estar pasando frío en el bosque en pleno Invierno.
“¡Oh~! ¡Entonces es así~! Menuda situación más curiosa en la que te encuentras, señor~”
“Si, bueno….No es que se pueda hacer mucho, para empezar”
Uriel se acomodó en el sillón forrado en pieles cálidas y suaves, acariciando al pequeño conejo que dormía en su regazo mientras recordaba como acabó hospedándose en la morada del deprimido humano ¡Como da vueltas el mundo! Todo comenzó porque escuchó en la montaña el ruido de algo cayendo desde arriba ¡Resultó ser que el hombre humano tropezó y cayó desde un pequeño barranco! Como la vista y orientación nocturna del niño eran especialmente buenas por su naturaleza vampirica, no tardo en encontrar al aturdido hombre, tirado en el suelo de tierra y lleno de heridas no graves. Nisiquiera tenía las intenciones de ayudar al tipo, se acercó canónicamente por curiosidad. De echo le hubiera cundido mas esconderse y esperar a que muriese, para luego alimentarse de la sangre aún tibia del recién fallecido ¡Ese era el plan original! ¡Pero el curioso Nazaret, por intentar ver mejor al hombre, hizo que se tropezara y se descubriera a sí mismo! Obligando al vampirito a ayudarlo para no descubrirse a si mismo como vampiro.
“Perdón por hacerte escuchar todo, pequeño....Si quieres puedes pasar la noche aquí....No hay mucho que pueda ofrecerte pero al menos hay un plato de comida caliente y una cama relativamente cómoda.....”
“¡Gracias por el ofrecimiento, señor! Soy Uriel Noval, del clan de los Nova~ ¡Más o menos~! Normalmente viajo de día pero como había un pueblo cerca decidí avanzar ¡Además! No la parece pero soy bastante fuerte~~ No le tengo miedo a la noche~”
El hombre sonrío levemente como respuesta a las palabras arrogante y orgullosas del niño, pensando que el niño solo estaba pretendiendo ser valiente y fuerte. Dejando el cucharón de madera sobre la chimenea, el hombre se levanto y se dirigió al otro sillón de una sola plaza vacío ¡Uriel encontraba bastante curiosa su forma cansada y rígida de moverse! A pesar de que no parecía pasar de los 30 años se movía como si tuviera 60 años, el infante siguió con sus grandes ojos marrón-miel cada movimiento del hombre con curiosidad y escudriño.
“Entonces ¿Tu padre fue asesinado y tu hermano se suicidó? Y encima aparecieron los cadáveres de los empleados por todo el lugar...”
“Si….Han pasado un par de meses pero sigue sin haber respuestas ¡Nisiquiera La Guardia sabe que diablos pasó! Es verdad que nunca fui un buen hijo, pero incluso yo quería a mi familia.....Quisiera saber quien fue el bastardo que le hizo esto a mi padre y hermano”
“Hmmm Un gran misterio ¿Verdad? ¿...? ¡Oh! ¡Señor, tiene usted un invitado~!”
El primero en reaccionar a los golpecitos en la puerta fue Uriel, quien anunció la llegada con una animada voz. La voz proveniente de la puerta era masculina y madura ¿Un hombre adulto? El maltratado hombre volvió a levantarse para dirigirse al pesado portón de madera. El infante, con cuidado de no despertar a Nazaret, se inclinó a un costado del sillón de piel para ojear el intercambio entre los dos hombres ¡Parecía ser que el humano estaba esperando al recién conocido! ¿Quizá cayó del barranco por intentar llegara tiempo a la llegada del nuevo invitado? ¡De todas formas! El humano permitió pasar al desconocido, permitiendo que Uriel pudiera ver su rostro de mejor forma.
¡Es enorme~! ¿Será un hombre-bestia? ¡Ellos normalmente son enormes~! ¿...? Hmmm No, no parece que lo sea ¡Que raro! Parece un humano pero hay algo diferente a él ¿Quizá...? Hmmm...Me recuerda un poro a la señorita Zöe y a Zero~~
Saludó al recién llegado con su manita al verlo entrar a la masía, regalándose una dulce sonrisa infantil ¡Quería acercarse para verlo mejor! ¿Que clase de persona llegaría tan tarde para visitar al cansado humano? ¡Y encima diciendo un código secreto! El infante hervía en curiosidad infantil~~ Pero el pequeño conejo en su regazo parecía profundamente dormido y Carol le dio que no debía despertar a un bebé conejo porque podría afectar a su crecimiento ¡Uriel no quería herir al pequeño Nazaret! Haciendo un ligera mueca de desilusión, decidió permanecer en el sofá sentado por el momento ¡Ya abría tiempo para bombardear al recién llegado con preguntas!
“Como puedes ver, tengo otro huésped en casa; Su nombre es Uriel Nova, me ayudó hace un par de hora cuando tropecé en el bosque ¿Te importa que se quede por esta noche? Es un niño bastante educado, no dará problemas.”
El infante asintió, confirmando las palabras del tipo ¡Definitivamente sería un buen niño! ¡No se arriesgaría a hacer enfadar a alguien tan enorme! ¿Y si resultaba ser un potencial abusador infantil? ¡Los adultos enormes pegan realmente fuerte! Uriel no quería acabar con algún hueso roto ni con contusiones en su cabeza ¡Aprovecharía cuando todos durmieran para salir de la masía antes del amanecer! Nisiquiera notarán que se fue hasta que lo hiciera~ Después de todo, el dueño encontraría raro que Uriel no partiese al amanecer, sino al anochecer ¡Le convenía salir corriendo apenas pudiera!
“¡Encantado de conocerle, señor~! Soy Uriel, pero puede llamarme Uri si lo desea~”
Uri
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Re: Tú secreto, mi secreto [Trabajo] [Uriel]
Temperatura corporal estabilizada...
Realizando análisis del perímetro...
Las tablas rechinaban, cediendo ante el peso de los componentes de mi maquinaria, mientras me adentraba en el interior de aquella cabaña; sumergiéndome en la penumbra oscura que poco disipaban los velones situados en la pared. Perseguía la luz que se expandía desde el, presumible, salón principal de la construcción, alcanzando al corredor con sus últimos vestigios.
El hombre que atendió a mi llamado, mi empleador, se adelantó con prisa hasta el final del pasillo. No tardé en hallarme junto a él en el salón, donde el fuego de la chimenea extendía la luz crepitante de su interior. Podía observar el caldero que el hombre removía con prisa. Podía observar la densa piel que adornaba el suelo, y el suave mueble donde reposaba una figura infantil.
Realizando análisis del sujeto...
El individuo tenía una piel blancuzca y una contextura delgada. Su mirada inocente me contemplaba curiosa tras aquel iris café, mientras descansaba en su regazo una muestra infantil de un conejo cornudo de cola larga.
Mi conclusión inmediata: Se trataba de algún descendiente o pariente de mi empleador. Sin embargo, mi inferencia fue revocada rápidamente por el mismo. Se trataba de otro invitado. Sus acciones relatadas mostraban susceptible el confiar en el infante, quizás podía brindarnos soporte en la operación.
— Buenas noches. —deseé nuevamente, para el menor en esta ocasión; apenas se estableció contacto visual entre nosotros. Acompañé posteriormente con una sonrisa optimista— No hay ningún inconveniente, señor Lowell. —aclaré mientras me acercaba al niño y me sentaba junto a él en el sillón de dos plazas.
— S-Sólo Anthony estará bien, Adam. —indicó él, mostrándose incómodo ante la formalidad de mi trato— Ya te lo había indicado en mis cartas, ¿recuerdas? —comentó, mientras rascaba su sien con la mirada pérdida en una esquina del salón.
— Afirmativo, señor Anthony. —confirmé con entusiasmo. Protocolos eran protocolos.
Con un fuerte suspiro, el señor Anthony procedió a remover una vez más el contenido del caldero, antes de distribuirle igualitariamente en tres tazones de porcelana, quienes se hallaban posados sobre un mesón de madera frente a los sillones. Extendí mis brazos para alcanzar dos de ellos, correspondientes a Uriel y mi persona.
— El gusto es mio, Uri. —contesté con una sonrisa, ofreciéndole el tazón que había cogido para él— Yo soy Adam. Adam Ront. —me presenté alegre. Para Uriel, aplicaría una teoría social diferente, enfocada en facilitar al máximo las relaciones con infantes— Y este amiguito, es tuyo, ¿correcto? —pregunté con curiosidad, inclinándome para observar mejor al animal— Es un espécimen muy raro. ¡Debes ser muy afortunado! —comenté, mirando ahora al chico— ¿Sabías que, para los elfos, son considerados los "Hijos de las estrellas"? —añadí con entusiasmo.
Niveles de energía reabastecidos...
Ingerí la última cantidad de aquel caldo de carne y verduras, agradeciendo con un gesto, dejando reposar el tazón y la cuchara sobre la mesa.
— Gracias por los alimentos, señor Anthony. Es usted un buen cocinero. —comenté, volviendo a dedicarle una sonrisa entusiasta.
— N-No tienes que mentir, Adam. —solicitó él con una actitud pesimista, perdido en la imagen de sus finas botas— Hice lo mejor que pude. —aclaró posteriormente, tragando saliva.
— Podemos entonces dar inicio a la operación, ¿correcto? —consulté, poniéndome en pié. Colocando mis brazos a la altura de mi pecho, con los codos flexionados, giré constantemente mi torso en ambas direcciones a un determinado ritmo, buscando liberar la rigidez de mi estructura liberada de la exoarmadura.
— ¡C-Claro! Cuanto antes, mejor... Con este frío que hace afuera... —contestó él, poniéndose en pié igualmente, dirigiéndose a la salida del salón. Se giró en último momento, recordando algo— Uri, no tardaremos. Prométeme que permanecerás dentro de la casa, ¿de acuerdo? —solicitó entonces. Detectaba... Tensión en su voz.
— ¿Por qué no llevarle con nosotros, señor Anthony? No creo que su presencia signifique una interferencia para el desarrollo apropiado de la operación. —acoté mientras realizaba movimientos circulares con los hombros— Podríamos necesitarle si tropezamos en el bosque. —bromeé, deteniendo mis manos en mi cintura, liberando una pequeña risa para minimizar la seriedad del asunto— Parece un chico totalmente capaz de defenderse solo. ¿Correcto, Uri?—pregunté alegre, girándome hacia el chico— Y de no ser el caso, yo estaré ahí para protegerle. —razoné, dedicando una sonrisa entusiasta para el señor Anthony.
— P-P-Pues... Si lo pones así... —murmuró tras tragar saliva— Y si él quiere venir...
— ¿Qué dices, Uri? —pregunté, poniéndome en cuclillas frente al niño para igualar nuestras alturas— ¿Quieres venir con nosotros? —sonreí con entusiasmo, tendiéndole mi mano, invitándole a subir a mis hombros.
Realizando análisis del perímetro...
Las tablas rechinaban, cediendo ante el peso de los componentes de mi maquinaria, mientras me adentraba en el interior de aquella cabaña; sumergiéndome en la penumbra oscura que poco disipaban los velones situados en la pared. Perseguía la luz que se expandía desde el, presumible, salón principal de la construcción, alcanzando al corredor con sus últimos vestigios.
El hombre que atendió a mi llamado, mi empleador, se adelantó con prisa hasta el final del pasillo. No tardé en hallarme junto a él en el salón, donde el fuego de la chimenea extendía la luz crepitante de su interior. Podía observar el caldero que el hombre removía con prisa. Podía observar la densa piel que adornaba el suelo, y el suave mueble donde reposaba una figura infantil.
Realizando análisis del sujeto...
El individuo tenía una piel blancuzca y una contextura delgada. Su mirada inocente me contemplaba curiosa tras aquel iris café, mientras descansaba en su regazo una muestra infantil de un conejo cornudo de cola larga.
Mi conclusión inmediata: Se trataba de algún descendiente o pariente de mi empleador. Sin embargo, mi inferencia fue revocada rápidamente por el mismo. Se trataba de otro invitado. Sus acciones relatadas mostraban susceptible el confiar en el infante, quizás podía brindarnos soporte en la operación.
— Buenas noches. —deseé nuevamente, para el menor en esta ocasión; apenas se estableció contacto visual entre nosotros. Acompañé posteriormente con una sonrisa optimista— No hay ningún inconveniente, señor Lowell. —aclaré mientras me acercaba al niño y me sentaba junto a él en el sillón de dos plazas.
— S-Sólo Anthony estará bien, Adam. —indicó él, mostrándose incómodo ante la formalidad de mi trato— Ya te lo había indicado en mis cartas, ¿recuerdas? —comentó, mientras rascaba su sien con la mirada pérdida en una esquina del salón.
— Afirmativo, señor Anthony. —confirmé con entusiasmo. Protocolos eran protocolos.
Con un fuerte suspiro, el señor Anthony procedió a remover una vez más el contenido del caldero, antes de distribuirle igualitariamente en tres tazones de porcelana, quienes se hallaban posados sobre un mesón de madera frente a los sillones. Extendí mis brazos para alcanzar dos de ellos, correspondientes a Uriel y mi persona.
— El gusto es mio, Uri. —contesté con una sonrisa, ofreciéndole el tazón que había cogido para él— Yo soy Adam. Adam Ront. —me presenté alegre. Para Uriel, aplicaría una teoría social diferente, enfocada en facilitar al máximo las relaciones con infantes— Y este amiguito, es tuyo, ¿correcto? —pregunté con curiosidad, inclinándome para observar mejor al animal— Es un espécimen muy raro. ¡Debes ser muy afortunado! —comenté, mirando ahora al chico— ¿Sabías que, para los elfos, son considerados los "Hijos de las estrellas"? —añadí con entusiasmo.
[…]
Niveles de energía reabastecidos...
Ingerí la última cantidad de aquel caldo de carne y verduras, agradeciendo con un gesto, dejando reposar el tazón y la cuchara sobre la mesa.
— Gracias por los alimentos, señor Anthony. Es usted un buen cocinero. —comenté, volviendo a dedicarle una sonrisa entusiasta.
— N-No tienes que mentir, Adam. —solicitó él con una actitud pesimista, perdido en la imagen de sus finas botas— Hice lo mejor que pude. —aclaró posteriormente, tragando saliva.
— Podemos entonces dar inicio a la operación, ¿correcto? —consulté, poniéndome en pié. Colocando mis brazos a la altura de mi pecho, con los codos flexionados, giré constantemente mi torso en ambas direcciones a un determinado ritmo, buscando liberar la rigidez de mi estructura liberada de la exoarmadura.
— ¡C-Claro! Cuanto antes, mejor... Con este frío que hace afuera... —contestó él, poniéndose en pié igualmente, dirigiéndose a la salida del salón. Se giró en último momento, recordando algo— Uri, no tardaremos. Prométeme que permanecerás dentro de la casa, ¿de acuerdo? —solicitó entonces. Detectaba... Tensión en su voz.
— ¿Por qué no llevarle con nosotros, señor Anthony? No creo que su presencia signifique una interferencia para el desarrollo apropiado de la operación. —acoté mientras realizaba movimientos circulares con los hombros— Podríamos necesitarle si tropezamos en el bosque. —bromeé, deteniendo mis manos en mi cintura, liberando una pequeña risa para minimizar la seriedad del asunto— Parece un chico totalmente capaz de defenderse solo. ¿Correcto, Uri?—pregunté alegre, girándome hacia el chico— Y de no ser el caso, yo estaré ahí para protegerle. —razoné, dedicando una sonrisa entusiasta para el señor Anthony.
— P-P-Pues... Si lo pones así... —murmuró tras tragar saliva— Y si él quiere venir...
— ¿Qué dices, Uri? —pregunté, poniéndome en cuclillas frente al niño para igualar nuestras alturas— ¿Quieres venir con nosotros? —sonreí con entusiasmo, tendiéndole mi mano, invitándole a subir a mis hombros.
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Re: Tú secreto, mi secreto [Trabajo] [Uriel]
“¿Eh~? ¿En serio? ¿Has oído, Nazaret? ¡Eres muy querido por los elfos~!”
Escuchando las palabras del amable hombre, Uriel acarició gentilmente el lomo del pequeño conejo dormido, quien movió ligeramente sus largas orejas negruzcas y estiraba sus patitas de color nata perezosamente ¡Era tan adorable! Uriel ensanchó su sonrisa, cada vez más feliz de haberlo traído con él. Habían pasado apenas 2 semanas desde que lo rescató, pero el animalito ya lo seguía fielmente a cualquier lugar. El infante desconocía realmente como era el cuidado “real” de una mascota ¡Pero sabía bastante bien como tratar con ellas! Su maestro siempre fue un vampiro que despreciaba a las demás personas pero que, curiosamente, sentía un profundo cariño por los animales y tenía muchas mascotas, debido a eso, Uriel estaba familiarizado con el trato hacía pequeñas criaturas como Nazaret.
Tras mimar cuidadosamente al conejito, quien prácticamente acabó mostrando su peluda barriga blanca para que Uriel la acariciarse, el vampiro se dignó a darle un verdadero vistazo al recién llegado ¡Era enorme! ¡ Muuuuuuy enorme! De entre los más “humanos”, el más grande probablemente ¡Sólo superado por hombres-bestia! Eso intimidaba un poco a Uriel, pero viendo su amable sonrisa y su mirada desprovista de hostilidad, comprendió que de momento no era una amenaza ¡Pasó de sentirse cohibido a curioso!
Las partes metálicas eran poco visibles, pero el infante pudo apreciarlas perfectamente debido a su impecable visión nocturna ¡Le recordó mucho a Zöe! Ella también tenía algunas partes ligeramente mecanizadas. Los biociberneticos le agradaban bastante a Uriel, nunca antes tuvo un percance con ninguno ¡De hecho su preciado amigo era un bio! Sabía que raramente hacen daño a las personas y que eran fáciles de tratar, así que Uriel inevitablemente sentía ya algo de favoritismo hacía el hombre cuyo nombre era Adams.
Con una amplia sonrisa, el infante aceptó el pequeño bol de madera lleno de sopa que se le tendió, mirándolo por unos segundos con curiosidad ¡Parece que el granjero usó pollo! ¡Eso si que es raro~! Por lo general, no se solía matar un pollo para darle la bienvenida a forasteros e invitados. Podía oler el característico aroma en el caldo de verduras de temporada ¡De verdad le puso ganas al caldo! Si no fuera porque era un vampiro, le habría abierto mucho el apetito. Aprovechando que los adultos estaban centrados discutiendo algo de una misión, el infante se deshizo de la sopa, dejándola un tanto escondida en la mesilla cercana a él.
Huele bien,probablemente sabe bien…...Aunque no puedo comerlo….Ahora que lo pienso, no cené esta noche…..Eso es problemático….
Escuchando silenciosamente la conversación de los dos adultos, acarició un poco más a Nazaret. El animal finalmente despertó y lamía suavemente los dedos de su infantil maestro, aún algo somnoliento ¡Probablemente en un rato querría jugar! El niño solo se detuvo de acariciar su pequeña mascota cuando escuchó su nombre en la conversación, detuvo su dedo en la barriga del conejo y alzó su cabeza para decir con una sonrisita;
“¡Esta bien~! Sé defenderme bastante bien, aunque no lo parezca ¡Definitivamente no seré un estorbo~~!”
Nazaret ya se había despertado del todo, mordisqueaba los dedos de Uriel juguetonamente mientras balanceaba su larga cola peluda para mostrar sus ganas de jugar ¡Aunque sus suplicas no duró demasiado! En cuanto Uriel hizo el amago de levantarse del sofá, el animal se levantó de un bote y escaló rápidamente el cuerpo del niño con sus cuatro patitas para posarse en el hombro del vampiro. Por su lado, como si imitara a su mascota, en cuanto se levantó, Uri gustosamente aceptó la silenciosa oferta del adulto y rodeó con sus bracitos el cuello del bio para permitir que lo alzara del suelo ¡No le diría no a un transporte gratis! Con una amplia sonrisa juguetona, el niño se acomodó en los hombros del adulto.
Dado que Prometeo era alto, el infante sintió algo de vértigo al principio ¡190 cm no eran ninguna broma! Pero a los pocos minutos de viaje ya se había acostumbrado ¡Incluso comenzó a disfrutar del viaje! El tacto frío del metal no le molestaba en lo absoluto y la sensación fría de la piel sintética era agradable ¡Le recordaba incluso más a Zöe! Como si amo y mascota fueran uno, Nazaret también se acostumbró rápidamente y voluntariamente se posó sobre la cabeza del biocibernetico. El viaje fue especialmente agradable para el par de "niños".
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El viaje fue relativamente corto y sin problemas, apenas tardaron unos 15 minutos en llegar al rancho principal ¡Y eso que fueron a un paso algo lento! Uriel ya se había adaptado totalmente a los hombros de Adams y, aprovechando su gran vista. escudriñó los campos de pastoreo, vacíos y descuidados. Ignorando la desolada vista, Anthony los llevó hasta el granero, antes el hogar de bastantes cabezas de ganado ¡Pero actualmente vacío y abandonado!
“Esta es la escena del crimen….Es la granja principal de la finca….Deja que encienda otra lámpara para que puedas ver mejor”
Incluso sin la lámpara el niño vio perfectamente el escenario detrás del manto de oscuridad ¡No era nada agradable! Las paredes estaban manchadas de una forma un tanto grotesca y había un persistente olor a sangre, no le molestaba la presencia de sangre pero si el olor ¡Le abría incluso más el apetito! Recordando donde estaba, el niño abrazó levemente la cabeza del bio para contenerse y recordarse a si mismo que no estaba solo. Ajeno a los instintos de Uriel, Anthony tomó la lampara polvorienta ubicada en una de las paredes del granero para encenderla y mejorar así la iluminación del lugar.
“La mayoría de los cuerpos fueron encontrados aquí, la Guardia pidió que no lo limpiara para evitar perder pruebas….Menos por los cuerpos, todo sigue intacto a como lo encontré….”
El cansado humano, quien caminaba ayudándose de un bastón, les ofreció una cansada y forzada sonrisa para invitarles a entrar y así pudieran investigar por su cuenta. Anthony le tendió a Adams la lámpara de aceite polvorienta.
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