Hacia donde el destino me lleve... Excepto al norte [Libre] [Cerrado]

Saliendo del área del bosque que habitaba su tribu, Ryuu inició por fin su travesía. No tenía idea de qué le deparaba el futuro, pero ya estaba cansado de esperarlo siempre en el mismo lugar, sin tomar la iniciativa para nada.

Su vida giraba en torno a su deber como cazador de la tribu. Hacía lo que se esperaba de él, lo que beneficiara a todos. Pero nunca hacía lo que él quería; ¿viajar al este y conocer Lunargenta? Eso sólo haría que la tribu perdiera a uno de sus mejores cazadores y vigías, ¿para qué querría hacerlo? Por más que intentará autoconvencerse de no hacerlo... Él sí quería hacerlo...

Quería viajar al este, a las tierras de los elfos, y encontrar al amigo de su padre, al creador de Zar'roc. Quería agradecerle por obsequiar le el arco que defendió la vida de su padre, y por extensión la de su tribu, hasta sus últimos días. Quería contarle lo que le había ocurrido a su padre y pedir su consentimiento para quedarse con el arco, y que su historia no termine allí.
Quería seguir viajando más hacia el Este y llegar hasta Lunargenta. Conocer las tierras de su padre, buscar si aún tenía familia o amigos allí y darles las malas noticias. No quería que su padre fuera olvidado en medio de los bosques, que nadie en su ciudad lo recordara.
Quería conocer gente, otras razas, aprender de ellos, de sus culturas tan diferentes... Excepto los dragones, claro. Cuanto más lejos los tenga, menos probable sería que se cumpliera la profecía.
Quería conocer el amor si era posible. Alguien con quien compartir sus andanzas, los buenos y malos momentos, los días y las noches. Sentir que sería capaz de darlo todo por esa persona y que ella haría lo mismo por él. Que cuando todo parezca perdido, la sola presencia de esa persona ya iluminaría hasta la noche más oscura. Y cuando llegara el momento del adiós, la razón sólo sea la inevitable muerte, lo único que sería capaz de separarlos sólo por un tiempo. Porque él esperaría lo que hiciera falta para volver a verla. Esa clase de amor era el que esperaba, el que quería conocer.
Y si en medio de toda esa travesía llegara su final... Bueno, al menos sabría que lo conocería mientras busca su destino, mientras sigue sus sueños, esperanzas, metas, objetivos o como quisieras llamarlos.
Quería. Todo eso era lo que quería, y nunca hizo nada por ello. Porque ponía al resto antes que a él, de una manera extrema. Porque hacía lo que debía hacer y no lo que quería hacer.

Así fue como decidió finalmente hacerlo. Partió de su aldea natal, hacia el Este, hacia la tierra de los elfos, sin siquiera saber el nombre del elfo que buscaba o cuánto tiempo le llevaría el viaje. Lo hizo esperando que sus compañeros de tribu lo miraran de reojo, de forma acusatoria, reprobando su actitud, o incluso algún golpe o empujón de alguien. Pero se encontró con las lágrimas de su madre... No eran de tristeza, o tal vez un poco de eso había, pero eran más bien lágrimas de emoción, de alegría, de orgullo por ver a su pichón dejando finalmente el nido. Y los aplausos y gritos de despedida del resto de la tribu.
Ryuu se quedó petrificado en el lugar, los ojos como platos y sin poder cerrar el pico. No se esperaba una despedida así. Se dio la vuelta y se fue, sin mirar atrás, lágrimas en sus ojos, puño en alto... Y la mirada fija en el horizonte, donde le esperaban mil aventuras, alegrías, heridas, amigos, rivales, enemigos y quien sabe qué más...

Dos sombras blancas corrían por el bosque a toda velocidad.

Para un observador distraído, serían sólo eso, un par de manchas blancas que pasaban sin apenas dejar rastro, chillando de vez en vez sí se tropezaban con algo. Pero para alguien que estuviera más atento notaría que se trataba de algo muy distinto, una imagen que pocas veces se veía por fuera de su territorio: Dos Mausu juntos. En realidad, era un Mausu persiguiendo a otro, y los chillidos eran palabras, aunque casi nadie conocía el idioma.

-¡¡Detente ahora mismo jovencita!! - Gritaba Amit.

Una rama pasó peligrosamente cerca de su cabeza, se agachó en el último segundo y como consecuencia trastabilló, dio un par de giros y volvió a quedar parado. Se sacudió y siguió corriendo, ahora con el pelo manchado con tierra.

-Hazle caso a tu padre Mi´Mit´Tek - Al Ratón le hervía la sangre ¿Como podía ser que tuviera una hija tan rebelde?

Había pasado un tiempo desde la última vez que había visto a Mi´Mit, no recordaba cuanto, sólo sabía que había regresado a casa luego de un largo viaje y su Esposa lo había recibido con la preocupante noticia de que una de sus hijas había decidido irse de aventura. Amit no cabía en sí de la sorpresa, dejó las cosas que había traído de su reciente aventura, lleno la mochila con todo lo necesario para viajar, y salió de inmediato.

“No te preocupes, Tchik, la encontraré y la traeré de nuevo” Fue lo único que pudo prometerle a su preocupada esposa antes de irse.

Recorriendo la parte Oeste del mapa habían llegado a sus oídos el rumor sobre una ratoncita pequeña y alegre que viajaba sola. La ventaja de que los Mausu fueran poco conocidos era que llamaban bastante la atención, así que era más sencillo dar con alguna pista. Amit no necesitó muchos más datos, no podía ser otra más que Mi´Mit, ninguna otra hembra había salido de la tribu.

La tenía casi al alcance de las manos, pero como corrían sobre las cuatro patas era difícil el poder alcanzarla. Dio un último salto y la agarró, por el impulso ambos rodaron varios metros, pero Amit tuvo el suficiente equilibrio para evitar que su hija sufriera daño alguno, utilizando su esponjoso cuerpo como escudo.

-Tienes que entrar en razón, Mi´Mit. Está no es vida para una Mausu - Dijo Amit en idioma Mausu, sosteniendo a su hija - Tienes que volver y empezar un hogar, y.... ¿Eso es un aro? - El Ratón abrió grande los ojos y rápidamente miró la otra oreja - ¿¿Dos aros?? ¡¡Tchik!! ¿Cuando pasó eso? - La soltó para empezar a tirarse de los bigotes.

Solo entonces notaron que no estaban solos, justo a su lado había un... Parecía un pájaro, pero mucho más grande, su rostro, manos y patas eran de ave, aunque se erguía sobre sus patas traseras como los humanos. Sin duda se trataba de un Hombre-Bestia, Amit se paró derecho, recuperando algo de su dignidad, se quitó el polvo del cuerpo y miró al pajarraco directo a los ojos.

-Disculpe, estos son asuntos familiares - Levantó las manos e hizo un gesto como para decirle que se aleje - ¿Puedes darnos un poco de privacidad? -

¿Por qué le pasaban esas cosas? La pequeña bola de pelos blanca había pasado de tener una buena mañana Tras haber encontrado moras (y acabarse el arbusto) a correr por medio bosque con su padre riñéndola y la verdad es que ya ni se acordaba porque había echado a correr si no le temía. A bueno si, no podría seguir su viaje.

-¡NO! Lo haré pero no aun-Respondió la pequeña mauso entre saltos brincos y chillidos en ese momento donde la adrenalina le corría por las venas realmente no pensaba en que quería, pero si sabía que esa sensación era interesante pero la frase de su padre le pego en el corazoncito que estaba más que acelerado y bajo un poco el ritmo de la carrera.

Ella era una mausu buena, obediente, pero con esa curiosidad que la hacía ir más allá siempre que cumplía sus tareas, solo quería conocer y como su padre traer historias y cosas interesantes para aliviar el peso de los mausus. Llevar tecnología como lo llamaban otros. Pero las ideas se le fueron al piso así como ella que rodando abrazada por su amado padre terminaba la carrera y se levantó como un resorte ya no para correr si no para ver a su padre mientras se sacudía las orejas y bigotes

-Papá, si lo voy a hacer, le deje nota a mamá,- y luego sostenida por él sonrió de forma inocente sujetando con la diestra el correspondiente arillo.-Este, esto, subí a un barco y, se veían tan bonitos... Pero dolieron.

Miro a donde su padre y con un chillido se quedó bien quieta. Quería ponerse en guardia y mostrar ser muy valiente pero su padre le bajo el ánimo de aquello y lo vio cuando las patitas frente al pecho.

-Papá eso es ser grosero.-Dijo con algunos chillidos y aunque llegaba a mitad de la estatura de su padre saludo agitando la patita.-Hola, soy Fu, Mi´Mit. ¿Estás perdido?

Miró al hombre ave, esperando que no lo estuviera pero como ella misma había notado a veces en el bosque se daba una vuelta al roble equivocado y terminabas en un barco, y ella se sentía orgullosa de poder ayudar a algunos que no sabían a donde iban y aunque ella tampoco sabía, podía decir orgullosa que hasta ahora con su poca experiencia, no se había perdido más y conocía ya varias ciudades y algunos bosques.

Ya habían pasado algunas horas desde que había abandonado su tribu. El hambre comenzó a mostrar señales de su presencia unos treinta o cuarenta minutos antes, haciendo que Ryuu se reprochar a a sí mismo el no haber comido nada antes de su partida. Las emociones que se mezclaron en su mente y pecho, como ansiedad, tristeza, nostalgia y alegría, hicieron que olvidara completamente a su pobre estómago.
Llegado el punto en que ya casi no aguantaba más, vio repentinamente dos sombras blancas correteando por el bosque, una persiguiendo a la otra. Por la forma de sus siluetas y sus movimientos, dedujo que eran algún tipo de roedor. Lo que lo sorprendió fue el tamaño de los animales, ya que medían más de un metro estando de pie. Su estómago parecía guiar su razonamiento más que su cerebro, ya que pensaba que con esas dos presas lograría deshacerse de su hambre... Sin detenerse a pensar que llevaban armadura, armas, caminaban tanto en dos como cuatro patas y parecían estar discutiendo algo en otro idioma. Señales claras de que no se trataba de simples roedores sino de hombres bestia como el propio Ryuu.
Cuando las "presas" quedaron a su alcance y ya se disponía a darse un panzaso con ellas, sorpresivamente la que parecía de mayor edad le pidió algo de privacidad, alegando que se trataba de una discusión familiar. Ryuu se quedó uno o dos segundos paralizado en el lugar, sorprendido, antes de apartarse un poco, cabizbajo y con las alas caídas, mostrando claramente su frustración.
Esperando que no se hayan dado cuenta de lo que planeaba hacer en un principio, o que al menos entendieran su situación y no se enojaran con él, se alejó murmurando unas disculpas. - Sí, disculpen.- Dichas palabras tal vez no llegaran a oídos de los roedores no sólo porque se dijeron en voz apenas audible, sino porque además fueron superadas por el volumen del sonido del estómago del ave.
Un tanto ruborizado y avergonzado por la situación, respondió al saludo de la más joven del dúo. Mucho gusto, me llamo Dadu... Ryuu. No quiero entrometerme en su discusión, sería de mala educación, pero ¿necesitan ayuda con algo?. Sino, solo seguiré mi camino, si no es molestia.- No había terminado de hablar y ya había sido interrumpido nuevamente por su estómago.

Amit se revolvía el pelo con frustración, no podía creer que su hija hubiese tomado una decisión tan osada ¡Sus preciosas orejas quedarían marcadas para siempre! El Mausu ya estaba pensando cómo les explicaría algo semejante al concejo y al chamán, además que eso reducía el número de pretendientes que querrían casarse con ella.

-Tu fama ya de por sí no es buena, Mi´Mit ¿Qué Mausu va a querer casarse con una Ratona tan impredecible? Cada mes que pasas fuera de la tribu tus posibilidades de formar una familia se reducen, Hija Mía, debes entrar en razón -

En una situación normal probablemente Amit se habría sentido más preocupado por la presencia del enorme pajarraco de pico y garras filosas, enemigo natural de cualquier roedor. Pero en ese mismo momento toda su atención estaba concentrada en la rebelde ratona que se plantaba frente a él, exigiendo libertades que ningún Mausu tendría por qué reclamar.

-No estoy siendo grosero, está es una discusión entre Padre e Hija, no está bien que un extraño se ande metiendo - Se cruzó de brazos - Ya sé lo que intentas hacer, quieres desviar la conversación para que se me olvide y poder seguir haciendo de las tuyas - Achicó los ojitos hasta que se volvieron dos rendijas - No vas a lograrlo, Señorita, no nos moveremos de aquí a menos que sea para regresar a la tribu -

Los sensibles oídos del roedor captaron perfectamente el sonido del estómago del Hombre-Pájaro, se giró hacía él y apoyó una mano en la empuñadura de su martillo. Era bastante más alto que Amit, pero al ratón no le importaba en lo más mínimo, ya estaba acostumbrado a tener que enfrentarse a seres mucho más grandes que él.

-Pues si no quieres entrometerte sigue tu camino, Tchik, estos son asuntos familiares - Miró con desaprobación a su Hija, quien ofrecía ayuda - ¿Que no te das cuenta que sus intenciones no son buenas? Nos mira como si fuéramos dos pequeños bocaditos - Entonces sí sacó su arma y apuntó a Ryuu justo en el centro de su pico - Si estás esperando a que bajemos la guardia para devorarnos ya puedes ir olvidándote de ese plan, los Mausu no somos tan ingenuos -

Se mantenía firmemente parado entre medio del Hombre-Pájaro y Mi´Mit, de ninguna manera permitiría que se acercara a su querida hija.

La ratoncita se quedó de patitas cruzadas oyéndole asintiendo a cada tanto. Aunque lo de su fama le crispo la colita. Y puso el mismo gesto que su padre, unas perlitas negras en rendijas tamborileando la patita...-Pues otro mausu como yo de aventurero. Seguro hay muchos y ninguno sale por temor al chaman, mira que Salí y no se me cayó el cielo encima.

Y agradeció realmente la aparición del hombre pájaro inmenso que le gruñía el estómago y aunque le alzo una ceja a tal situación, negó a su padre con unos tchik tchik, aunque claro semejante ave seguramente comía roedores como ellos, o posiblemente otras presas… ¿por qué si era un hombre ave, para que comería diminutos ratones?-¡¡¡PAPÁ!!!-Chilló la ratoncita ante tal gesto de desconfianza y se quedó con el dedo índice alzado a la altura de sus ojitos negros.- ¡Fufu jamás usa triquiñuelas, soy buena mausu, pero quiero conocer el mundo como tú! –

Soltó un suspiro y puso la mano en la de su padre. - Bueno pero no nos comió y seguro ahora ve que no somos comestibles.-O eso esperaba la ratona de la mitad de tamaño que su padre pero tomando la precaución de tomar la vara mágica de Reyvi y y recordó, saco su cuaderno y se puso a dibujar al hombre pájaro como bolitas palitos y unas alas grandes y garabateo Ryu.- ¿Cómo se deletérea su nombre?

Dijo tratando de hablar casi sin chillidos pero seseando entre las R. Y rebusco entre su mochila y saco una manzana que le paso a Ryuu pasando al lado de su padre, mientras guardaba el cuaderno, la tinta y la pluma.-Ofrenda de paz.

-Perdón, no pretendía atacarlos. No negaré que pensé en hacerlo en un principio, pero viendo que llevan armas y armadura, y son capaces de hablar, es evidente que no son simples roedores. Supongo que, al igual que yo, son hombres bestia. Me disculpo nuevamente, señor. Puede tener por seguro que no les haré daño. Soy capaz de escuchar a mi cabeza antes que a mi estómago...- comentó Ryuu al ver la agitada reacción del ratón.

Le recordó un poco a su padre, y como lo defendía cuando él era aún un pichón. Unas cuantas lágrimas amenazaron con escaparse de sus ojos. Viendo a la pequeña ratona (aunque desde su perspectiva, ambos eran pequeños) intentando anotar su nombre y luego ofreciéndole una manzana como ofrenda de paz, una sonrisa se dibujó en el pico del ave.
Se sentó en el lugar y tomó una plaquita de madera y sus herramientas de carpintería, tallando en la placa la forma en que se escriben sus nombres: Daudinn y Ryuu. Se las entregó a la joven llamada Mi'mit a cambio de la manzana.
-Mi nombre real es Daudinn, el que está escrito primero. Pero me hago llamar Ryuu porque es más fácil de pronunciar fuera de mi tribu.- explicó.

Comenzó a comer la fruta de la forma más calmada posible. Le parecía que tal vez el ratón padre podría encontrar preocupante cualquier movimiento rápido que pudiera hacer. No le gustaría terminar con el pico torcido por un buen martillazo producto de un simple malentendido.

A ojos de Amit eso de “Y no se me cayó el cielo encima” era muy relativo, si bien era cierto que estaba viva y se la veía saludable, ya se notaba que había comenzado a caer en la perdición con esos aros y esa actitud rebelde ¡Y en tan poco tiempo! Sin duda el carácter de las Mausu no era el adecuado para estar sueltas por el mundo, se dejaban influenciar por los seres de otras razas y terminaban cometiendo errores terribles.

-No somos Hombres-Bestia, somos Mausu ¡Tchik! - Amit puso los brazos en posición de jarra, verdaderamente se consideraban a sí mismos una especie diferente, el que tuvieran poco contacto con otros como ellos no ayudaba a que esta idea se disipara - Jum, ya veo, pues entonces bien, hazle caso a esa cabeza tuya, o sino vas a perderla - Movió el martillo en el aire para demostrar que sí quería podía pegar muy fuerte, pero luego lo guardó.

Al final Mi´Mit se había salido con la suya, el extraño había sido la excusa perfecta para desviar la charla y no seguir discutiendo sobre el porqué era necesario que regresara a la tribu lo antes posible. Pero sí creía que el Ratón era tan fácil de distraer era porque no conocía bien a su padre, de ninguna manera se olvidaría de los motivos por los que estaban discutiendo hasta hace unos segundos....

-¿Y qué haces fuera de tu Tribu? ¿Acaso eres un aventurero? - Preguntó Amit aun receloso, pero ya un poco más calmado - Pareces joven ¿Que edad tienes? -

Aunque hablaba tranquilo no se alejaba ni un paso de Mi´Mit, sí la Mausu intentaba huir Amit no tardaría ni un segundo en agarrarla de nuevo. Ahora que por fin la había encontrado no permitiría que se le escapara tan fácilmente. Vio como le daba la manzana y refunfuño un poco, pero era mejor que se comiera esa fruta antes que decidiera cambiar de parecer y comerlos a ellos.

-En todo caso, no es buena idea que te andes paseando solo por el bosque, es peligroso, podrías encontrarte con todo tipo de criaturas horribles - Miró de reojo a su hija - Seres con dientes filosos, garras enormes, fuerza descomunal, que sólo esperan a que andes distraída para luego ¡Tchiiik! Agarrarte y comerte - En algún momento del relato se había distraído de su objetivo principal y había vuelto a poner su atención en la Mausu descarriada - Por eso es muy importante que vengas conmigo -

Acto seguido, agarró la mano de Mi´Mit y empezó a tirar de ella.

-Así es MAUSU.-Dijo la ratoncita de forma muy lenta para no sesear. Por eso se hacia ella llamar FUFU, siempre se equivocaban con el Mi´mit, lo decía de corrido, mal puesto el espacio, a veces se comían la t. Entonces saco otra manzana un cuchillo y la corto casi a la mitad dándole el más grande a su padre. Había corrido bastante y a ella también se le comenzaba a abrir el apetito. Su padre hablo de los peligros del bosque, de los malvados seres con colmillos, ella asentía de forma distraída. –La primera vesh que Sali, un gran perros me pershigio, malos malos, Pero dos dragonas me salvaron.

Dijo cruzándose de brazos muy orgullosa, el hombre pájaro entonces decidió ayudarle con el lio de su nombre en el cuaderno y tomando la pieza y guardándola primorosamente en su morral tras limpiarse los dedos en el borde de la ropa.

-Mi´mit también trabaja madera, aunque aún no tengo herramientas de mi tamaño. Si papá iré.-Dijo la mausu mirándole con resignación, extrañaba todo de su aldea y quería ver a su madre. Tal vez si regresaba ahora con su padre podría como ella ser nombrada exploradora. Y un mausu tal vez le gustaría viajar con ella en el futuro. Aferro la mano de su padre.- ¿Por qué no lo llevamos? Tchik Ya has llegado antes con otras personas, así puede iniciar su viaje conociendo un lugar que no lo va a atacar.

La frase salió entre chillidos emocionados y una mirada suplicante. Sería algo curioso, así los mismos mausu podrían poco a poco aclimatarse a ver a otras criaturas, y comprender más el mundo fuera de la aldea.

-No somos Hombres-Bestia, somos Mausu ¡Tchik!- comentó enojado el padre. Al parecer se consideraban una raza aparte de la de los hombres-bestia o algo así. Ryuu tomó nota mental de cómo debía llamarlos para evitar problemas después.
-¿Y qué haces fuera de tu Tribu? ¿Acaso eres un aventurero? Pareces joven ¿Que edad tienes?- interrogó el mausu. -En todo caso, no es buena idea que te andes paseando solo por el bosque, es peligroso, podrías encontrarte con todo tipo de criaturas horribles.-
-Algo así. Viajo para conocer la tierra donde nació mi padre y para aprender sobre el mundo que está fuera de mi tribu. En cuanto a los peligros del bosque, no hay muchos que sean capaces de dañarme, ya que no soy un pájaro común y corriente sino uno del tamaño de un humano. Además, puedo volar si es necesario huir- respondió Ryuu, encogiéndose de hombros como restando importancia al asunto.

Resulta que la ratonci... mausu, también trabajaba la madera, como él. -Si papá iré. ¿Por qué no lo llevamos? Tchik Ya has llegado antes con otras personas, así puede iniciar su viaje conociendo un lugar que no lo va a atacar.- cedió finalmente a las insistentes palabras de su padre.
-No hace falta. No voy a negar que me llama la atención conocer su aldea, pero no quiero ser una molestia.- Realmente tenía curiosidad, pero al parecer el padre era o desconfiado o sobreprotector con su hija. Siguió comiendo su manzana, esperando que su estómago por fin guardara silencio, aunque sea un momento.

Amit agarró el trozo de manzana que le correspondía, aunque casi se atraganta cuando escuchó que a su querida hija la había perseguido un perro al poco de salir de la tribu. Tosió y se dio unos golpecitos en el pecho, el Ratón simplemente no podía creer que su niña se estuviera convirtiendo en una criatura tan desvergonzada. Se terminó de comer la fruta entera, incluso las semillas y el cabo, y hasta se lamió entre los dedos para asegurarse que no se desperdiciaba una sola gota.

-Entonces eres algo así como un explorador, aunque en tu caso parece que tu familia estuvo de acuerdo - Miró de reojo a la ratona - No como en el caso de “otros” - Se cruzó de brazos - De todos modos no debes descuidarte nunca, siempre puede haber un depredador más grande o más fuerte - El comentario de Mi´Mit le hizo acordar cuando había peleado con aquellos dragones en el aire - ¡Y los dragones! Ellos son bastante grandes, y pueden volar muy alto y muy rápido. Yo estuve arriba de uno una vez, pero no me dio miedo -

Notó el agarre de su hija y se sintió satisfecho, en realidad eso era lo único que quería, a Amit no le gustaba tener que perseguir y prácticamente arrastrar a su querida niña de nuevo a casa ¡Pero es que no le dejaba opción! Así que al ver que era ella misma la que proponía el regresar se sentía un poco más aliviado, suspiró e hizo un gesto de alegría no demasiado claro por sus rasgos de roedor.

-Tchik, pues... - Miró de nuevo al Hombre-Pájaro de arriba a abajo - Si prometes no intentar comernos, puedes venir - Hizo una serie de ruidos que en su idioma significaban algo así como “que remedio” - Parece que Mi´Mit se ha encariñado contigo, así que está bien sí vamos en la misma dirección-

Y dicho eso, comenzó a desandar el camino que hacía un instante habían hecho corriendo a toda velocidad, no estaban para nada cerca de su tribu, por lo que un solo día no sería suficiente para poder llegar. Seguramente a la Mausu no le molestaría porque se lo tomaría como una aventura, pero Amit estaba más cansado porque no había tenido tiempo de descansar de su última misión.

-¿Como es tu tribu, Ryuu? ¿Tienen exploradores? Nosotros los Mausu necesitamos exploradores para poder encontrar cosas nuevas y mercadería, son muy pocos los viajeros y comerciantes que pasan por nuestro pueblo - Por algún motivo a la mayoría de las personas no les parecía atrayente el hospedarse en una ciudad llena de Mausus - Por eso el trabajo que hago como explorador es tan importante -

El regordete ratón caminaba a paso enérgico, aunque claro, cada paso de Ryuu eran como tres del Amit, por lo tanto, lo que era caminar a ritmo normal para el Hombre-Pájaro, resultaba en un paso acelerado para el Mausu. Aún así en ningún momento se quejó ni nada parecido, el roedor estaba dispuesto a demostrar que era quien más imponía en ese grupo improvisado de aventureros que se acababa de formar.

Las referencias no se hacían esperar con su padre pero la mausu decidió solo sonreír a su padre con cierto descaro, y cuando este se cruzó de brazos soltándola ella se aferró a su cinturón para que notara que no iba a correr. La próxima vez saldría de la aldea con permiso entonces oyó lo de los dragones y sonrió aleteando la mano mientras buscaba en su cuaderno y buscaba, buscaba hojeo y –Si si dragones, Revy y Llavely te mandan saludos y y y mira.- Dijo entusiasta la mausu sacando su vara que era de la misma estatura de ella y la trataba con mimo.-Ella me la dio, Lavely me salvo del perro.

Releyó y desvió la mirada apenada.-Reivy y Lavey.-Dijo lento leyendo y tras la equivocación y aferro el cinto de su padre tras guardar el cuaderno, canturreando mientras su padre daba una descripción bastante escueta de la situación de la aldea, aunque si, ella pensaba muy seriamente que debían hacer algo para ser reconocidos.-No te sorprendas si en los pueblos te señalan o te ven raro, - y apretó el paso para andar al ritmo de ambos y al no lograrlo opto por lo más sensato en un mausu la mitad de pequeño que la mayoría de los adultos y fue a cuatro garritas hasta adelantarse un poco y luego volver a ponerse a dos y andar lo más posible. Miraba a Ryuu y pensaba en lo alto que era.-Algún día seré como mi padre, aunque me gusta más ser carpintera, ah y y las cosas de metal, esas que brillas y se mueven solas. Por eso necesitamos más exploradores-

Durante un momento la mausu estaba más que alegre y luego se puso al lado de su padre volviéndose a aferrar al cinto de este, le gustaba la sensación que conllevaba el estar a su lado y que ese justo momento era lo que había estado buscando en su aventura. – ¿Mamá está muy molesta? –Susurro entre chillidos la bolita de pelos blanca arrastrando la colita ante el temor de lo que le podía esperar al llegar a casa.

Ante la mención de los dragones, un escalofrío recorrió el cuerpo de Ryuu. Al parecer, los mausus habían tenido algunos encuentros con ellos, pero no todos habían terminado mal. ¿Por qué les mandarían saludos si no hubieran entablado una amistad? El padre finalmente accedió a llevarlo a su aldea, bajo la condición de que no debía comer a nadie, lo cual parecía una petición sumamente lógica. El ave prometió que cumpliría dicha solicitud y continuó la marcha conversando con sus nuevos compañeros.

-¿Como es tu tribu, Ryuu? ¿Tienen exploradores? Nosotros los Mausu necesitamos exploradores para poder encontrar cosas nuevas y mercadería, son muy pocos los viajeros y comerciantes que pasan por nuestro pueblo. Por eso el trabajo que hago como explorador es tan importante-comentó el mausu adulto.
-Pues... Mi tribu está compuesta en su mayoría por hombres bestia voladores, de los cuales muchos somos águilas o halcones. Generalmente somos nosotros los que nos encargamos de la cacería, usando arcos y nuestra aguda vista. Las guardias están repartidas: las nocturnas las llevan adelante los búhos y lechuzas, y las diurnas quedan a cargo de las águilas también. Aquellas aves que no pueden volar, o que quedaron incapacitadas por algún accidente, se dedican al cultivo. También había un humano... Mi padre... Pero él...-Hizo una pausa unos pocos segundos más larga de lo normal. Se podía notar que aún le costaba hablar del tema.
-Mi padre era un humano. Vivía en Lunargenta, como uno de los soldados del ejército. Era un arquero muy talentoso, y tenía bastante renombre para ser alguien que no ocupaba un cargo muy alto. Durante una batalla fue dado por muerto, y mi abuelo lo encontró en el bosque. Al despertar, se sintió tan agradecido con mi abuelo que decidió quedarse un tiempo ayudando en la aldea. Al final, nunca más dejó el lugar y formó su familia allí.- Terminó su relato, mientras sostenía en sus manos a Zar'roc con mucho cuidado.

Vio cómo Mi'mit luchaba por seguirle el paso y sonrió. Se detuvo y se puso en cuclillas, ofreciéndole a sus compañeros de viaje que subieran a sus hombros. De esa forma no tendrían que correr todo el camino. Mientras lo hacía, respondió la última pregunta que le hizo el mausu. -Tenemos algunos exploradores, pero no suelen alejarse mucho de la aldea. Como podemos sobrevivir con lo que nos otorga el bosque, no tenemos necesidad de salir. Aún así, no nos mantenemos demasiado alejados del resto del continente. A propósito, aún no me dijiste tu nombre...-

Cuando escuchó el nombre de Reivy, Amit se sorprendió y sonrió.

-¿Te encontraste con la Señorita Reivy? ¿Y con la Jovencita Lavey también? Tchik, que bueno, sí, sí, sí, ellas son buenas personas, siempre se portaron muy bien conmigo. Seguro te trataron bien también - Agarró el bastón que le habían hecho a Mi´Mit - Es muy bueno, tal como se esperaba de ellas -

Por pura terquedad el Mausu seguía caminando en dos patas, claramente sería más sencillo ir en cuatro como hacía su hija, pero quería hablar con el Hombre-Pájaro como si fuera de igual a igual. La ventaja que tenía es que por la altura Ryuu se veía obligado a esquivar un montón de ramas que al Ratón siquiera le pasaban cerca, eso compensaba en cierto modo los problemas que tenía Amit.

-Tu deberías aspirar a ser como tu madre, eso es en lo que debería pensar toda buena Mausu ¡Tchik! Incluso deberías aspirar a tener su altura - Replicó el Mausu, ligeramente burlón ya que lo pequeña que era Mi´Mit siempre era un motivo de chanza dentro de la familia.

Escuchó con atención la descripción que hacía Ryuu de su tribu, parecían tener algunas cosas en común con la aldea Mausu, aunque en otras eran muy diferentes. Para empezar, si bien todos eran Hombres-Pájaro, pertenecían a distintos tipos de aves, no como ellos que eran todos ratones. Pero lo que más llamó la atención de Amit fue...

-¿Tu padre era humano? Es decir, que los de tu aldea se mezclan con otras razas - El roedor lo miraba asombrado, y siguió con el mismo gesto de sorpresa mirando al frente mientras seguían caminando - Eso sí es extraño ¡Tchik! Es decir, a un Mausu jamás se le ocurriría buscar pareja entre hembras de otras especies, sería algo muy... Raro - Hizo un gesto como de desconcierto, como si no pudiera imaginarse una situación semejante - Y una Mausu simplemente no podría -

Se quedó pensando en eso hasta que sintió la mano de su hija agarrándose al cinturón, era un gesto tan familiar que ya lo tenía incorporado. Le apoyó una mano en la espalda y negó con la cabeza.

-No está enojada, está dolida, preocupada, angustiada por no saber dónde estás ni si estás bien Tchik, pero no podría estar molesta. Ya sabes cómo es tu madre, cuando te vea va a reprocharte y a gritarte pero mientras te da un abrazo y te dice que entres rápido, que te des un baño mientras prepara la comida - Y seguramente la descripción traía con ella toda una serie de imágenes, olores y sabores- Ya sabes como es tu madre - Repitió - Es una Mausu maravillosa - Y lo decía con un tono muy cariñoso.

La soltó por sí quería subirse al hombro del Hombre-Pájaro, pero Amit se negó.

-Soy un hombre adulto, no puedo permitir que me lleven como si fuera un bebé - Su orgullo podía más que el cansancio o la incomodidad.

-Tsí y su hija, son lindas, me salvaron del perro malo. Vedad que es bonita, y Mi´mit hace magia con ella.- y volvió a guardar su amada varita de mono queria llegar a su hogar y mostrar sus virtudes a sus hermanitos. Reanudaron la faena y Fufu renegó de no ser más alta y tener patitas más largas, al menos ahí podría seguir el paso de su padre.

“Concentrancia concentrancia” se decía la pequeña mausu mientras apretaba el paso y seguir aferrando el cinturón de su padre. Debía haber una forma de seguir el paso y no la martirizara, era tal su concentración de mantener el paso que se perdía mucho de la historia de Ryuu, y eso era lamentable. Aunque sí que oyó lo de que su padre era humano… Su padre expreso lo que la mausu pensaba. Si el arco era hermoso, muchísimo, pero, no podía imaginar a un mausu con un humano.

-Mamá es la mejor, después de papá.- Dijo tras la aclaración de cómo sería su bienvenida, se tocó las orejas, debía pensar en algo pero no se le ocurría nada, tal vez guardarlos y no usarlos mientras estuviera ahí, seguro no se notaría mucho eran unas perforaciones muy chiquitas. Entonces un gesto de Ryuu se le hizo muy familiar y no pudo evitar aceptar la invitación.-Papa papa mira tengo torre de asalto. Soy la vigía.-Dijo emocionada haciendo visera con la patita se retrepo en el hombro de Ryuu.

-Yai.- Sonrió y miro a su padre con los ojitos entrecerrados y seguramente se veían algo rosas sus blancas mejillas.-Fufu es como debe ser, tchick, -luego le susurró al oído a Ryuu. –Pero si quiero ser como mamá- recordó sus mimos, su paciencia y como se esmeraba por enseñarle cosas útiles a Mi´mit, ella entendía que el mundo te enseñaba muchas cosas pero papá y mamá te enseñaban lo más importante. Y asi es como divagaba un mausu, podía haber un tema central pero si algo se les cruzaba por la mente era mejor decirlo, el tiempo apremiaba para los mausus.–Yo no soy bebé, pero soy más lenta, además aquí no escapo –Sonrió haciendo guiño a su padre sobre su forma de haberse ido a buscarlo.

La sensación de vértigo al estar sobre una torreta de asalto móvil era la misma una y otra vez, pero ahora sentía que sería algo invasivo bajar la capucha de su anfitrión para hacerse su cubil y tal vez dormir mientras andaban. Además quería seguir oyendo las historias.

-¿Tu padre era humano? Es decir, que los de tu aldea se mezclan con otras razas- comentó sorprendido el mausu.
-Si y no... Como dije, no nos mantenemos aislados del resto de razas, así que comerciamos con ellos de vez en cuando. Pero sí es cierto que nunca antes se habían dado ese tipo de lazos con humanos en mi tribu, al menos hasta donde sé. Supongo que nadie se interpuso en esa unión ya que mi padre era muy respetado en la aldea. Siempre ayudaba en lo que podía, cazando, vigilando y defendiendo el lugar, aún cuando nada lo obligaba a hacerlo.- Ryuu guardó silencio, en parte para no interrumpir la conversación entre padre e hija, y en parte porque estaba recordando a su propio progenitor.

En cuanto Mi´mit subió a hombros de Ryuu y el padre se negó a la oferta, continuaron la marcha.
–Yo no soy bebé, pero soy más lenta, además aquí no escapo– se justificó la pequeña del grupo. El joven pájaro se rió ante la alegría de la mausu y su rápida e inteligente respuesta para respaldar su decisión de viajar en la "torre de asalto". Al parecer, los mausu tenían una buena dosis de orgullo en ellos, o al menos así era con sus dos acompañantes.
Sólo habían pasado unas horas desde que abandonó su aldea natal. Con curiosidad, el ave preguntó:
-¿Su aldea está cerca de aquí? Si es así, me sorprende que no los hayamos visto nunca. Debe estar muy bien escondida... ¿Cómo será?- Las últimas palabras parecían más una pregunta para sí mismo, ya que fueron casi murmuradas. Se quitó la capucha, donde habían quedado (otra vez) algunas plumas caídas. Odiaba la época del cambio de plumaje, y jamás dejaría de quejarse de ella. Es cierto que las nuevas plumas parecían mas blancas y brillantes que las anteriores, pero el proceso era en ocasiones doloroso y no le gustaba andar por la vida con partes completamente carentes de plumas. Todavía no había llegado a ese punto este año, y por eso no le molestaba quitarse la capucha para disfrutar un poco de los rayos de sol que se filtraban entre la vegetación.

Quizás los Mausu eran una tribu demasiado cerrada, o tal vez era eso sumado a sus características físicas las que se congeniaban para impedir que una cosa semejante fuera posible. Amit se quedó mirando a Ryuu, como evaluando la situación, finalmente decidió para sí mismo que seguía siendo una cosa muy rara, y que estaba contento que los de su tribu no intentaran hacer semejante cosa.

-Solo ten cuidado, no vayas a caerte de la torre - Le hablaba como si aún fuera una niña, y es que a los ojos del Mausu lo era - Amit´Tek - Dijo de pronto - Preguntaste por mi nombre, es Amit´Tek, y mi hija es Mi´Mit aunque imprudentemente ella ya se presentó - Y el ratón esperaba que la joven no fuera por la vida presentándose ante extraños como si nada.

Aunque seguía pareciendo serio, al menos ya no estaba malhumorado, lo cual hacía mucho más fácil la interacción con él. Ahora que la jovencita había asegurado que lo seguiría sin oponer resistencia podía preocuparse por cómo harían el camino de regreso.

-Nuestra aldea está mucho más lejos, tenemos que bajar y luego ir un poco más al oeste. Tardaremos muchos días en llegar ¡Tchik! - Mi´Mit lo había dicho como si la cuestión fuera muy sencilla, pero lo cierto era que tenían un largo camino por delante - Nuestra tribu es... - Amit se quedó pensando unos segundos - Pacífica - Asintió un par de veces - Sí, es un lugar donde solo viven los Mausu, estamos allí desde innumerables generaciones - Hay que tener en cuenta que la memoria de esta raza es muy poco confiable y su longevidad es mucho menor a la del resto. Por lo que “muchas generaciones” podría ser tranquilamente sólo dos o tres generaciones atrás - No construimos enormes casas como hacen otros, sino sitios pequeños y acogedores. Además, tenemos muchos campos con plantas de todo tipo, y aunque son pocos los animales de granja que podemos cuidar, tenemos también algunas gallinas y ovejas -

Las vacas y los caballos eran demasiado altos como para que pudieran cuidarlos adecuadamente, así que se conformaban con todo lo que midiera un metro de altura o menos.

-Creo que es algo como eso - Miró a Mi´Mit por si quería agregar algo más- Muy pocos Mausu salen de la aldea, el mundo exterior es demasiado peligroso e impredecible. Así que casi todos ellos se quedan en casa encargándose de sus asuntos -

-Fufu es muy buena con las torres papa.- Chillo la mausu siempre avispada a la aventura, en ese momento sentía que su pequeña estatura era una gran ventaja. Oh si los dioses sonreían a la pequeña criatura, se alejó un poco del tema de su padre y de Ryuu cuando este se bajó la capucha, casi se froto las manos y tanteo, pero antes de ser más osada tomo una pluma de las que se habían quedado en la capucha y recordó cuando pelechaba y como era de molesto dejar pelo en todo lados, aunque resultaba muy útil para hacer las camas más mullidas. Entrecerró las perlas oscuras que eran sus ojos. –Con permiso.-

Y no lo dijo como una pregunta, de forma cuidadosa y sin dejarse caer de golpe para no terminar tumbando a Ryuu con ella por el peso, se metió en la capucha y comenzó a juntar las plumas. Una dos, las iba contando mientras su padre mostraba su orgullo ante la aldea que amaban. Ciertamente la extrañaba y mucho, nada en su viaje le había hecho sentir tan tranquila como su hogar, hasta la esfera de los Gorriones era algo que si no lo conocías bien asustaba y temías perderte.

-Sip nuestros asuntos, salimos solo para comerciar y traer gandres inventos, papa ha llevado lenticas, y y muchas cosas bonitas. Mi´mit no puede cargar aun, pero aprendí cosas, y quiero que la señorita Reyvi me enseñe a hacer varas de Mono, para trepar mucho más fácil a árboles. –Hablo lento, tratando de hablar lo más claro posible, pero realmente hablaba así de lento porque estaba concentrada en negociar esas plumas de la capucha, seguro darían estabilidad a las flechas que Lavey le había enseñado a hacer, o decorar algo para mamá. –¿Aceptash escarabadajos por plumas?

Se apoyó en el hombro de Ryuu mostrando el puñado de plumas que había acomodado de forma primorosa por tamaño y densidad mostrándolas como si fueran un trofeo mucho muy valioso. Pensó en el trayecto de regreso y ciertamente ella pensaba que estaba mas cerca, en general las distancias se acortaban por almas curiosas que solian darle algún tipo de empujón como subirse a una carreta, a una capucha o simplemente andando entre ciudadelillas. Podía presumir de haber subido a un par de barcos. -Podemos buscar un pueblo comprar pan y queso y miel para el viaje. eso lo hace mas corto. -Y por si no lo habían notado la pequeña mausu se decantaba pos los dulces placeres.

-Nuestra aldea está mucho más lejos, tenemos que bajar y luego ir un poco más al oeste. Tardaremos muchos días en llegar ¡Tchik! Nuestra tribu es... Pacífica- respondió el mausu mayor tras una breve pausa. Parecía estar buscando las palabras adecuadas para describir su hogar. Luego continuó su relato, que despertó la curiosidad de Ryuu. Le intrigaba mucho aquella aldea... ¿Todos los mausu son similares en su altura, o habrá algunos más "humanizados"? ¿Todos son blancos, como sus compañeros de viaje, o hay variaciones en el color de su pelaje?

Mientras continuaban la marcha, conversando con Amit, Mi'mit parecía haber encontrado otra forma de entretenerse en el viaje. Hurgando en la capucha del ave, había juntado todas las plumas que él había perdido, ordenándolas con gran cuidado.
-¿Aceptash escarabadajos por plumas?- La pregunta había tomado por sorpresa a Ryuu, quien todavía se encontraba asimilando la información nueva sobre la aldea mausu.
-¿Escarabadajos? Ah, no te preocupes, puedes quedártelas. Después de todo, tengo muchas más y luego volverán a crecer. Permitirme conocer su aldea es pago más que suficiente.- respondió el arquero, luego de un momento de desconcierto ante las extrañas palabras de la pequeña.

-Podemos buscar un pueblo comprar pan y queso y miel para el viaje. eso lo hace mas corto.-  La propuesta de Mi'mit le recordó a su estómago que no tuvo mucho trabajo ese día, y pronto comenzó a gritar sus protestas.
-Como podrán escuchar, mi estómago está de acuerdo...- dijo el ave, un tanto avergonzado.

No diría que dudaba de las capacidades de Mi´Mit con las torres.... Pero dudaba de la capacidad de Mi´Mit con las torres. De cualquier manera, había que dejar que los hijos aprendieran solos algunas lecciones de la vida, en este caso, que ser tan confiada podía traer consecuencias.

-¿Escarabajos por plumas? ¿Que tipo de transacción infantil es esa, Hija mía? - No lo decía en mal tono, sino más bien para señalar algo que le llamaba la atención - Sí se le cayeron ya no son suyas ¿O no? - Aunque no se imaginaba para qué podía querer algo como eso, y cambiarlos aparte por deliciosos escarabajos.

No le molestaba hacer paradas intermedias, y lo cierto era que su tarea estaba cumplida, había salido para buscar a su hija y allí estaba, así que lo que se tardarán en regresar no importaba demasiado.

-Bien, nos detendremos en el siguiente lugar que encontremos entonces, y compraremos algunas cosas así el enorme pajarote no nos empieza a ver como posibles almuerzos ¡Tchik! -Ahora iba medio en broma.

Siguieron caminando a buen ritmo, luego de casi una hora vieron por fin los inicios de un camino y a lo lejos los techos de unas casas humanas.

-Bien, allí tendrá que ser - Dijo el Ratón que en el camino había agarrado una rama para usar de bastón y así no cansarse tanto al tener que seguir el ritmo de caminata de Ryuu - Se ve pequeño, pero seguro tienen cosas básicas como pan y miel - Cualquier pueblo tenía cosas así.

-¿Puedo quedármelas entonces?- Mi´mit no cabía en su alegría y las guardo en la otra bolsa, ahí donde estaba su cuaderno, y sus cosas, y se alegró de conservar su merienda. Por educación no probó bocado, ella iba bastante cómoda en la torre, había hasta logrado tomar algunas hojas que guardo con sus escarabajos y que los que se movían siguieran poniéndose gordos.

-Recorda Ryuu, Mausus amigos no comida.-Dijo la pequeña bola de pelos blanca que cuando parecía que se acercaban a un poblado, le hizo estirar las orejas. El día parecía tranquilo y conforme se acercaron el ruido del ir y venir de los que ahí vivian invadían los alrededores, en un momento que Rryuu se mantuvo quieto la mausu saco su vara.-Crece crece- Dijo dos veces y la apoyo en el hombro del hombre ave y se deslizo suavemente hasta el suelo.-Pequeña pequeña- Dijo y se hizo a un poco menos de su tamaño con lo que podía volver a ponerla en la correa de su mochila.-Esto debería de tener una funda.- Dijo entre chillidos a su padre apresurándose a tomar su cinturón. Había estado en varios lugares atestados, pero siempre se sentía demasiado pequeña y acorralada, y ahora de la mano de su padre se sentía más envalentonada, y se puso lo más derecha posible, aunque lo que sí hizo fue enrollar su colita en la vara de mono.

-Papá, ¿hoy no llevaras nada a casa?, si juntamos cosas podemos rentar un carro, Ryuu puede ayudar a elvarlo. ¿Verdad?- Hablaba inocente, sonriendo, ella no llevaba casi nada, solo muchas hojas con historias y dibujos de personas, pero podía comprar algo para la aldea, y así hasta podría ser un viaje mas cómodo para su aventurero padre.

Al escuchar el argumento que el padre le daba a la hija, Ryuu sonrió. Ciertamente no le faltaba razón en este caso, pero otras situaciones no debería ser así de fácil. Se alegró de haber encontrado una aldea tan cerca, y su rostro traicionó los intentos de ocultar esa alegría. No quería quedar como una criatura que sólo se guiaba por lo que su estómago pedía, pero en verdad tenía hambre.

La pequeña parecía encantada de poder quedarse tanto con las plumas como con los escarabajos en su poder. Ryuu suponía que sería el equivalente a los pequeños roedores que él guardaba celosamente cuando era un niño... aunque no lo mencionó por obvias razones. Casi como si estuvieran leyendo sus pensamientos, ambos mausus hicieron comentarios sobre el tema, recordándole al ave que éstos eran amigos y no comida.

-Tranquilos, no lo olvidé. Vaya, esa vara es muy curiosa... ¿Dónde la conseguiste? Me intriga saber cómo fue creada...- Ryuu sentía mucha curiosidad por el artefacto que portaba Fufu. Escuchando que ella mencionaba la falta de una funda para la herramienta, el arquero se quedó un momento en silencio mientras entraban a la aldea, tratando de pensar un diseño cómodo y eficiente para alguien de baja estatura como los mausus.

Asintió ante la primer pregunta de su hija, podía quedárselos, no haría ningún mal, simplemente creía que podía hacer un trato mejor si se lo proponía, y ya que insistía en dedicarse al mismo negocio que su padre...

Vio con algo de sorpresa la vara que tenía Mi´Mit.

-¿En qué momento compraste eso? - Y rápidamente pensó - ¿Y con qué dinero? - No estaba seguro de querer enterarse, pero necesitaba saber.

Mientras tanto estaban llegando a las cercanías del pueblo, primero estaban los campos cultivados, con casas muy alejadas las unas de las otras. Luego empezaban los corrales, con todos los animales de granja en ellos, algunos siendo alimentados por granjeros humanos que miraban con curiosidad al extraño grupo de Hombres-Bestia y Niña-Bestia.

-No llevaré nada porque está vez no salí a hacer mi trabajo de explorador, salí a buscarte antes de que a tu madre le diera un ataque - O después, en realidad, porque Mi´Mit se había escapado muchas veces y no había ni vez en la que la Esposa de Amit no se hubiese quedado consternada esperando en casa - ¿Mmm? No necesitamos rentar un carro, yo tengo uno -

Lo había dejado en el pueblo porque era demasiado pesado y muy grande como para poder ir en busca de la pequeña Mausu con la suficiente velocidad. El carro estaba muy bien, era cómodo cuando tenía que regresar con muchas cosas, pero para ir por el medio del bosque no resultaba para nada útil.

-Sí el Pajarote quiere llevarlo bien, sino podemos alquilar una montura para que lo arrastre - Comentó Amit mientras estaban llegando ya a la entrada del pueblo - Vengan, lo deje por aquí - Solo había una taberna en el pequeño poblado, y era allí donde el Mausu había aparcado su vehículo - Aquí está. Esperen mientras le aviso a la dueña que me lo llevo, y ya luego podemos emprender el viaje -


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-Y aquí termino con Amit ^^

¿Y decían que los mausu tenían mala memoria? Mi´mit miro a ambos, y suspiro. Tal vez no lo había mencionado y mientras se sujetaba fuerte al cinturón de su padre hizo memoria. Por eso recordó por que quería las plumas, y tenía que presumirlo a su padre. Entusiasmada se detuvo y llamo la atención de ambos.

-Reivy me la hizo, Lavey me enseño a hacer flechas, por eso las plumas son valiosas y fue dinero que gane en una aventura con un brujo papaíto. Subí a un barco grande grande, y encontré adrillas de fuego, que son cosas muy raras, y luego regrese acá, y nos encontramos papá.-Creía que no necesitaba decir más, especialmente por que debería de revisar sus apuntes para recordar todo, y más detalles, pero quería guardarlo para cuando llegaran a la aldea Mausu y poder ser como su padre aceptada como exploradora.

Entonces resuelto el asunto, fue que sonrió y aplaudió a que su padre ya tenía un carro y entendía que lo dejara en el pueblo pues no sería nada práctico de llevar en el bosque y menos tras la persecución en la que ella entro en pánico, y ahora no sabía por qué se había espantado tanto. Por fin se pondrían en camino y la mausu se subió al carro, ahí los esperaría mientras dibujaba tranquilamente.