Las corderitas y el lobo [Trabajo]
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Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Valyria se derrumbó sobre la mesa segundos después de haberse sentado, dejando que el agua choreara desde su capa al suelo. –Siento el desastre.-
-No’sh nada.- dijo el panadero, con un gesto de la mano, colocando un bollo ante ella que no dudo ni un segundo en coger. –Mala tormentah.-
-Ya ves. Solo quería llegar a ese estúpido pueblo antes de que oscureciera demasiado, pero me pilló por sorpresa y no veía nada, tuve que retroceder.-
-¿Munduin?- preguntó el panadero, y continuo cuando asintió.-S’sh un suishidio. Solo las cabras pueden pasar sin problemas por el camino, y cuando está seco.- Debería haber preguntado a los locales como ir, pero estaba tan segura de que podría ir sola. Es decir, era un maldito pueblo, se suponía que era localizable, aunque fuera remoto. Alzó la cabeza de golpe.
-Espera, ¿ese camino serpenteante en el que tienes que abrazar la pared?-
-Es’he mismo.- si… no iba a pasar por allí en medio de la tormenta. Ni siquiera tenía claro que quisiera ir mañana, el camino era horrible. Como alguien vivía en un lugar tan recóndito era un misterio para ella. –Esh más accesible desde el otro lado, pero eshtá a una semana de camino. ¿Les ha vuelto a llover salmones?- Valyria necesitó unos segundos para procesar la información, y aun así, lo único que su cerebro pudo sacar fue un sonido de confusión. –Ashe unos años vino una brujah, por un anuncio sobre una shubia de salmones. Pashó por aquí igual que tú. Aunque solo de ida, cogería el camino fácil de vuelta. Muh maja, nos lavó toda la ropa en como cinco minutos con shu magia. Y creo que ashe cinco pasho otra cosa. Eshe lugar esta embrujao, te digo yo.-
Estaba tentada de simplemente dar la vuelta e irse, pero ya había llegado hasta allí. Y no iba a irse con esa tormenta. El viaje de vuelta sería mejor que ese estúpido camino de cabras, pero no por mucho con tanta lluvia. Y ese hombre había tomado su silencio como el fin de la charla y le había traído mantas sin siquiera pedírselo. Y la había metido dentro de su casa sin demasiados problemas, a pesar de que estaba bastante segura de que la había oído simplemente por el volumen en el que había estado renegando bajo la lluvia.
-El horno s’hta apagado, pero debería mantenerte caliente hashta que te seques. No shubas o mi mujeh se quejarah de que lo dejahste todo perdido y te hará fregah.- hablaba con la sabiduría de un hombre que había sido obligado a fregar muchas veces, así que le haría caso y se mantendría quieta en alguna esquina. El hombre se despidió con un saludo y empezó a subir las escaleras, mientras ella se sacaba las botas, vertía el agua en algún lugar donde creía que no molestaría mucho y se acurrucaba contra la pared más caliente envuelta en mantas. Mañana sería otro día.
-No’sh nada.- dijo el panadero, con un gesto de la mano, colocando un bollo ante ella que no dudo ni un segundo en coger. –Mala tormentah.-
-Ya ves. Solo quería llegar a ese estúpido pueblo antes de que oscureciera demasiado, pero me pilló por sorpresa y no veía nada, tuve que retroceder.-
-¿Munduin?- preguntó el panadero, y continuo cuando asintió.-S’sh un suishidio. Solo las cabras pueden pasar sin problemas por el camino, y cuando está seco.- Debería haber preguntado a los locales como ir, pero estaba tan segura de que podría ir sola. Es decir, era un maldito pueblo, se suponía que era localizable, aunque fuera remoto. Alzó la cabeza de golpe.
-Espera, ¿ese camino serpenteante en el que tienes que abrazar la pared?-
-Es’he mismo.- si… no iba a pasar por allí en medio de la tormenta. Ni siquiera tenía claro que quisiera ir mañana, el camino era horrible. Como alguien vivía en un lugar tan recóndito era un misterio para ella. –Esh más accesible desde el otro lado, pero eshtá a una semana de camino. ¿Les ha vuelto a llover salmones?- Valyria necesitó unos segundos para procesar la información, y aun así, lo único que su cerebro pudo sacar fue un sonido de confusión. –Ashe unos años vino una brujah, por un anuncio sobre una shubia de salmones. Pashó por aquí igual que tú. Aunque solo de ida, cogería el camino fácil de vuelta. Muh maja, nos lavó toda la ropa en como cinco minutos con shu magia. Y creo que ashe cinco pasho otra cosa. Eshe lugar esta embrujao, te digo yo.-
Estaba tentada de simplemente dar la vuelta e irse, pero ya había llegado hasta allí. Y no iba a irse con esa tormenta. El viaje de vuelta sería mejor que ese estúpido camino de cabras, pero no por mucho con tanta lluvia. Y ese hombre había tomado su silencio como el fin de la charla y le había traído mantas sin siquiera pedírselo. Y la había metido dentro de su casa sin demasiados problemas, a pesar de que estaba bastante segura de que la había oído simplemente por el volumen en el que había estado renegando bajo la lluvia.
-El horno s’hta apagado, pero debería mantenerte caliente hashta que te seques. No shubas o mi mujeh se quejarah de que lo dejahste todo perdido y te hará fregah.- hablaba con la sabiduría de un hombre que había sido obligado a fregar muchas veces, así que le haría caso y se mantendría quieta en alguna esquina. El hombre se despidió con un saludo y empezó a subir las escaleras, mientras ella se sacaba las botas, vertía el agua en algún lugar donde creía que no molestaría mucho y se acurrucaba contra la pared más caliente envuelta en mantas. Mañana sería otro día.
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Había comenzado a llover de la nada. El cielo se encapotó de nubes acortando el día y pasó a abrirse como si se tratase de una mismísima cascada tomando por sorpresa a los habitantes de aquel pueblo recóndito.
Eilydh sonrió mientras removía con una cuchara de un metal algo tintado el té de hierbas en una taza frente a ella. A salvo entre las paredes de aquella posada, pensó que su suerte no debía ser tan mala ni su decisión de perderse en aquel recóndito lugar tan desacertada si eso significaba que no iba a tener que lidiar con su ropa mojada todo el camino.
Sorbió de la taza, y la visión de un hombre empapado intentando deshacerse del agua de sus botas para quedar seguidamente cubierto por el agua de un charco cercano al paso de un carromato la hizo reir aún más y algo de te salió de su nariz. Se apresuró a limpiarse y miró a su alrededor comprobando si alguien había visto aquel momento de debilidad.
Respiró aliviada mientras se recomponía y entonces fue cuando reparó en el hombre tejón sentado no muy lejos de donde estaba ella. Jugaba a una variante de Tak que la elfa conocía bastante bien. Usaba menos piezas de madera en el tablero enorme buscando que las partidas fuesen menos largas y más simples en apariencia. Lo había visto varias veces en las distintas caravanas de los caminos que colindaban alrededor de Ciudad lagarto, y por lo tanto sabía que pocas veces esa versión de aquel juego era algo justo y a menudo acababa en peleas sobre asunto de dineros, prostitutas o fichas movidas de manera "ilegal". La elfa sabía, pues, que por mucho que no le apeteciese tumbarse en la habitación diminuta de aquella posada a esperar amanecer, no sería una mala idea si lo hacía antes que aquella pelea estallase.
No se apresuró, sin embargo, pues la voz del hombre que acababa de retar a una partida al señor Tejón claramente quería ser escuchada, y ella tenía poco más que hacer aparte de reirse de las miserias ajenas. Así que se acomodó en la silla, fijando su atención de manera disimulada en aquel par.
-... Y te digo que no es normal, Teji.- decía el hombre, adecentando las piezas desordenadas en el tablero, como sopesando cuales usar en su inicio de la partida- Cuando doña Mariana volvió de ese pueblo ya nos advirtió que no iba a volver a subir. Ahora las habladurías sobre ese niño. El año pasado la mujer perdida... Dime tú ¿Cuándo es la última vez que los has visto bajar a por cebada? No creo que las tierras colindantes puedan dar buena cosecha. Apenas las labran una vez cada dos años- El hombre tomó parte de su bebida y se decidió finalmente por un juego de color rojizo algo rasgado y viejo.
-A ti es que siempre te han gustado las historias raras- dijo el señor Tejón- Mariana es una exagerada y busca cualquier excusa para no subir la cuesta que lleva al pueblo. Ahora me dirás que no te has fijado en... - miró a todos lados cerciorándose que nadie lo oía- La retaguardia que se gasta... con un trasero como ese yo tampoco querría tener que ir arriba y abajo esa ladera dos veces al día.- sonrió ante la elección de fichas de su oponente- No todo en esta vida es cebada, Tamper, se que para ti es algo imposible, pro yo creo que a la mayoría de los de ahí arriba les va bastante bien con la lana de sus ovejas.- señaló al jersey que llevaba, orgulloso- Las mujeres se pierden cuando las casan con maridos que no las controlan. O cuando quedan embarazadas de alguien que no es su marido, no es algo nuevo, amigo- dijo sentenciando- No me extrañaría nada que esa mujer estuviese ahora en ciudad lagarto... o las calles bajas de Lunargenta- Rió enseñando una boca a la que le faltaban varios dientes- y los niños son niños... Sin duda alguna si me mienten una vez es culpa del mentiroso, dos, también pero la tercera... déjame decirte, amigo, que si dejo que me mientan tres veces, puedes llevarme a uno de esos conventos de Ímbar. Estoy seguro que mi ingenuidad será apreciada en la vida eclesiástica- El tejón posicionó sus piezas e hizo avanzar una de ellas desde una de las esquinas del tablero hasta la esquina opuesta del mismo, con un toquecito elegante, casi teatral.
-No se... Teji.. Para ti todo es muy fácil.- dijo Tamper- Pero no lo veías tan claro el día que te pidieron ayuda desde arriba para apresar a no se que lobo que habían encontrado. Estabas asustado cuando volviste, ni con whisky de cebolla conseguimos calmarte.-
-Esos desgraciados me robaron el caballo y todos los caminos que llevan a sus tierras están mal iluminados y sin marcar. Aunque parezca un hombre valiente y fuerte... uno tiene un corazón endeble, Tamper. Por eso es que a pesar de saber que eres malísimo al Tak, siempre te doy la oportunidad de redimirte cada vez que me pides una partida- El tejón volvió a mover la ficha esta vez de atrás hacia delante.
Tamper lo miró enarcando las cejas como cuestionando aquel movimiento.
- Corazón endeble, mis cojones- dijo el hombre molesto y apresurándose a mover la dicha que acababa de soltar Teji dos casillas hacia la derecha- Tenías miedo... Como lo vas a tener si no dejes de intentar hacerme trampas.- Tampin le dió un puñetazo juguetón en el brazo a Teji y movió la primera de sus fichas a un lado.
Eilydh se reposicionó en su silla, terminándose la taza de te mientras dejaba una moneda en la mesa, frente a ella. Volvió a observar por la ventana fijándose en el reflejo de la colina cercana donde unos palos y postes indicaban el camino a seguir hasta la cima de aquella montaña y por consiguiente, el pueblo colindante.
Se ve que ya tenía qué hacer mañana. Y esperaba sacar algún que otro beneficio de todo aquel misterio que rodeaba a las habladurías.
Eilydh sonrió mientras removía con una cuchara de un metal algo tintado el té de hierbas en una taza frente a ella. A salvo entre las paredes de aquella posada, pensó que su suerte no debía ser tan mala ni su decisión de perderse en aquel recóndito lugar tan desacertada si eso significaba que no iba a tener que lidiar con su ropa mojada todo el camino.
Sorbió de la taza, y la visión de un hombre empapado intentando deshacerse del agua de sus botas para quedar seguidamente cubierto por el agua de un charco cercano al paso de un carromato la hizo reir aún más y algo de te salió de su nariz. Se apresuró a limpiarse y miró a su alrededor comprobando si alguien había visto aquel momento de debilidad.
Respiró aliviada mientras se recomponía y entonces fue cuando reparó en el hombre tejón sentado no muy lejos de donde estaba ella. Jugaba a una variante de Tak que la elfa conocía bastante bien. Usaba menos piezas de madera en el tablero enorme buscando que las partidas fuesen menos largas y más simples en apariencia. Lo había visto varias veces en las distintas caravanas de los caminos que colindaban alrededor de Ciudad lagarto, y por lo tanto sabía que pocas veces esa versión de aquel juego era algo justo y a menudo acababa en peleas sobre asunto de dineros, prostitutas o fichas movidas de manera "ilegal". La elfa sabía, pues, que por mucho que no le apeteciese tumbarse en la habitación diminuta de aquella posada a esperar amanecer, no sería una mala idea si lo hacía antes que aquella pelea estallase.
No se apresuró, sin embargo, pues la voz del hombre que acababa de retar a una partida al señor Tejón claramente quería ser escuchada, y ella tenía poco más que hacer aparte de reirse de las miserias ajenas. Así que se acomodó en la silla, fijando su atención de manera disimulada en aquel par.
-... Y te digo que no es normal, Teji.- decía el hombre, adecentando las piezas desordenadas en el tablero, como sopesando cuales usar en su inicio de la partida- Cuando doña Mariana volvió de ese pueblo ya nos advirtió que no iba a volver a subir. Ahora las habladurías sobre ese niño. El año pasado la mujer perdida... Dime tú ¿Cuándo es la última vez que los has visto bajar a por cebada? No creo que las tierras colindantes puedan dar buena cosecha. Apenas las labran una vez cada dos años- El hombre tomó parte de su bebida y se decidió finalmente por un juego de color rojizo algo rasgado y viejo.
-A ti es que siempre te han gustado las historias raras- dijo el señor Tejón- Mariana es una exagerada y busca cualquier excusa para no subir la cuesta que lleva al pueblo. Ahora me dirás que no te has fijado en... - miró a todos lados cerciorándose que nadie lo oía- La retaguardia que se gasta... con un trasero como ese yo tampoco querría tener que ir arriba y abajo esa ladera dos veces al día.- sonrió ante la elección de fichas de su oponente- No todo en esta vida es cebada, Tamper, se que para ti es algo imposible, pro yo creo que a la mayoría de los de ahí arriba les va bastante bien con la lana de sus ovejas.- señaló al jersey que llevaba, orgulloso- Las mujeres se pierden cuando las casan con maridos que no las controlan. O cuando quedan embarazadas de alguien que no es su marido, no es algo nuevo, amigo- dijo sentenciando- No me extrañaría nada que esa mujer estuviese ahora en ciudad lagarto... o las calles bajas de Lunargenta- Rió enseñando una boca a la que le faltaban varios dientes- y los niños son niños... Sin duda alguna si me mienten una vez es culpa del mentiroso, dos, también pero la tercera... déjame decirte, amigo, que si dejo que me mientan tres veces, puedes llevarme a uno de esos conventos de Ímbar. Estoy seguro que mi ingenuidad será apreciada en la vida eclesiástica- El tejón posicionó sus piezas e hizo avanzar una de ellas desde una de las esquinas del tablero hasta la esquina opuesta del mismo, con un toquecito elegante, casi teatral.
-No se... Teji.. Para ti todo es muy fácil.- dijo Tamper- Pero no lo veías tan claro el día que te pidieron ayuda desde arriba para apresar a no se que lobo que habían encontrado. Estabas asustado cuando volviste, ni con whisky de cebolla conseguimos calmarte.-
-Esos desgraciados me robaron el caballo y todos los caminos que llevan a sus tierras están mal iluminados y sin marcar. Aunque parezca un hombre valiente y fuerte... uno tiene un corazón endeble, Tamper. Por eso es que a pesar de saber que eres malísimo al Tak, siempre te doy la oportunidad de redimirte cada vez que me pides una partida- El tejón volvió a mover la ficha esta vez de atrás hacia delante.
Tamper lo miró enarcando las cejas como cuestionando aquel movimiento.
- Corazón endeble, mis cojones- dijo el hombre molesto y apresurándose a mover la dicha que acababa de soltar Teji dos casillas hacia la derecha- Tenías miedo... Como lo vas a tener si no dejes de intentar hacerme trampas.- Tampin le dió un puñetazo juguetón en el brazo a Teji y movió la primera de sus fichas a un lado.
Eilydh se reposicionó en su silla, terminándose la taza de te mientras dejaba una moneda en la mesa, frente a ella. Volvió a observar por la ventana fijándose en el reflejo de la colina cercana donde unos palos y postes indicaban el camino a seguir hasta la cima de aquella montaña y por consiguiente, el pueblo colindante.
Se ve que ya tenía qué hacer mañana. Y esperaba sacar algún que otro beneficio de todo aquel misterio que rodeaba a las habladurías.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
La despertó el olor de pan recién hecho. Allí, hecha un ovillo en un montón de mantas, pestañeó durante unos segundos mientras su cerebro procesaba donde estaba y porque le dolía tanto la espalda.
Finalmente recordó lo que había pasado la noche anterior y la elfa se alzó, abandonando el calor de las mantas para desperezarse y hacer un poco de ejercicio para desentumecer los músculos. Luego por supuesto era hora del almuerzo. Estaba mirando su mochila, decidiendo de qué podía prescindir para agradecerle al hombre su amabilidad. El conejo lucia bien, pero estaban en medio de la nada, así que seguro que alguien cazaba por esos lares. Tenía esa carne adobada en miel que hacían en Lunargenta, pero era deliciosa, y había poca. Además, no estaba segura de querer prescindir de ella.
Y entonces el panadero apareció, dejando un montón de pan recién hecho encima de la pesa, partió un pedazo y le ofreció la mitad.
La carne adobada seria.
Puede que se pasara más tiempo del necesario charlando con el hombre, comiendo y arreglando alguna que otra bota o capa, pero hubo un momento en el que finalmente no podía evitar más su destino. Y allí estaba, plantada en lo que una podría llamar camino si entrecerraba un poco los ojos y era generosa además de posiblemente ciega.
Finalmente se armó de valor, no sin antes asegurar una cuerda a un árbol cercano y darle un buen tirón para asegurarse de que era tan firme como parecía y empezó a atravesar el camino, poco a poco, apretada contra la pared. Fue un poco anticlimático llegar al otro lado sin caer hacia su muerte, pero no iba a quejarse. Y entonces se dio cuenta de que esa parte del camino, la más cercana al pueblo, parecía ser la peor, aunque no tenía cuerda para todo el camino. Por suerte, buena parte serpenteaba alrededor de la montaña, por lo que parecía ser posible ahorrar cuerda si escalaba en vez de seguir el camino.
Y finalmente se derrumbó en cuando llego a un verde prado, su cuerpo prácticamente derritiéndose en la suave hierba. Una oveja estaba cerca, mirándola mientras comía hierba, pero no parecía conmovida por su sufrimiento en lo más mínimo. –Espero que el lobo se te coma a ti primero.- le espetó.
-Hey, ¡no le digas eso a la pobre Marta! Es un cielo.- un hombre se había acercado, puede que la hubiera visto derrumbarse, puede que se preguntara qué diablos estaba mirando su oveja. La susodicha Marta pareció indignada y trotó detrás de su amo, como si la fuera a proteger de su justa furia, o el lobo.
-‘Stas por lo del lobo, ¿sí?- continuó cuando asintió. –Sabes que hay un camino por’ltro lado ¿cierto?- se estaba hartando de que todo el mundo le dijera eso. Iba a tomar ese camino de vuelta y como no fuera diez veces más fácil, iba a dispararle una flecha en el culo a ese listillo.
-Perdón por intentar llegar tan rápido como pudiese.- dijo sarcásticamente desde la hierba aún.
-‘Stas perdoná. Venga, te llevo al pueblo.- trágicamente, no se refería a que podía montar a una de sus ovejas, ni a cuatro, que era más bien lo que habría necesitado, sino a que lo siguiera.
Había pocas casas, pero más de las que habría esperado de un pueblo tan remoto. Es decir, algunas no debían tener gente, puesto que esa del centro parecía algún tipo de almacén, pero quince edificios, por más pequeños que fueran, era mucha gente para un pueblo en el que prácticamente te jugabas la vida para llegar.
Y sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un par de manos le tiraron de las mejillas. –Pero que delgadas están las chiquillas hoy en día. ¿Es que no tenéis comida decente en la ciudad?- otro tirón provoco un confuso sonido desde lo profundo de su garganta. –Oh, soy Marta. Ven ven, vamos a darte de comer, os quedareis en mi casa mientras solucionáis el problema.- con sus mejillas liberadas y la mujer guiándola, por fin pudo hacer la pregunta.
-¿Marta como la oveja?-
-¿C..? Más bien… Si, como la oveja.- dijo la mujer, perforando con la mirada al pastor, que miraba hacia cualquier lado menos hacia ellas.
Finalmente recordó lo que había pasado la noche anterior y la elfa se alzó, abandonando el calor de las mantas para desperezarse y hacer un poco de ejercicio para desentumecer los músculos. Luego por supuesto era hora del almuerzo. Estaba mirando su mochila, decidiendo de qué podía prescindir para agradecerle al hombre su amabilidad. El conejo lucia bien, pero estaban en medio de la nada, así que seguro que alguien cazaba por esos lares. Tenía esa carne adobada en miel que hacían en Lunargenta, pero era deliciosa, y había poca. Además, no estaba segura de querer prescindir de ella.
Y entonces el panadero apareció, dejando un montón de pan recién hecho encima de la pesa, partió un pedazo y le ofreció la mitad.
La carne adobada seria.
Puede que se pasara más tiempo del necesario charlando con el hombre, comiendo y arreglando alguna que otra bota o capa, pero hubo un momento en el que finalmente no podía evitar más su destino. Y allí estaba, plantada en lo que una podría llamar camino si entrecerraba un poco los ojos y era generosa además de posiblemente ciega.
Finalmente se armó de valor, no sin antes asegurar una cuerda a un árbol cercano y darle un buen tirón para asegurarse de que era tan firme como parecía y empezó a atravesar el camino, poco a poco, apretada contra la pared. Fue un poco anticlimático llegar al otro lado sin caer hacia su muerte, pero no iba a quejarse. Y entonces se dio cuenta de que esa parte del camino, la más cercana al pueblo, parecía ser la peor, aunque no tenía cuerda para todo el camino. Por suerte, buena parte serpenteaba alrededor de la montaña, por lo que parecía ser posible ahorrar cuerda si escalaba en vez de seguir el camino.
Y finalmente se derrumbó en cuando llego a un verde prado, su cuerpo prácticamente derritiéndose en la suave hierba. Una oveja estaba cerca, mirándola mientras comía hierba, pero no parecía conmovida por su sufrimiento en lo más mínimo. –Espero que el lobo se te coma a ti primero.- le espetó.
-Hey, ¡no le digas eso a la pobre Marta! Es un cielo.- un hombre se había acercado, puede que la hubiera visto derrumbarse, puede que se preguntara qué diablos estaba mirando su oveja. La susodicha Marta pareció indignada y trotó detrás de su amo, como si la fuera a proteger de su justa furia, o el lobo.
-‘Stas por lo del lobo, ¿sí?- continuó cuando asintió. –Sabes que hay un camino por’ltro lado ¿cierto?- se estaba hartando de que todo el mundo le dijera eso. Iba a tomar ese camino de vuelta y como no fuera diez veces más fácil, iba a dispararle una flecha en el culo a ese listillo.
-Perdón por intentar llegar tan rápido como pudiese.- dijo sarcásticamente desde la hierba aún.
-‘Stas perdoná. Venga, te llevo al pueblo.- trágicamente, no se refería a que podía montar a una de sus ovejas, ni a cuatro, que era más bien lo que habría necesitado, sino a que lo siguiera.
Había pocas casas, pero más de las que habría esperado de un pueblo tan remoto. Es decir, algunas no debían tener gente, puesto que esa del centro parecía algún tipo de almacén, pero quince edificios, por más pequeños que fueran, era mucha gente para un pueblo en el que prácticamente te jugabas la vida para llegar.
Y sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un par de manos le tiraron de las mejillas. –Pero que delgadas están las chiquillas hoy en día. ¿Es que no tenéis comida decente en la ciudad?- otro tirón provoco un confuso sonido desde lo profundo de su garganta. –Oh, soy Marta. Ven ven, vamos a darte de comer, os quedareis en mi casa mientras solucionáis el problema.- con sus mejillas liberadas y la mujer guiándola, por fin pudo hacer la pregunta.
-¿Marta como la oveja?-
-¿C..? Más bien… Si, como la oveja.- dijo la mujer, perforando con la mirada al pastor, que miraba hacia cualquier lado menos hacia ellas.
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Había olvidado levantarse con el alba.
La elfa abrió los ojos de manera fugaz como si en el sueño en el que se había sumido hubiese recordado algo para lo que ya era tarde. Salió de la cama sobresaltada y observó el ajetreo del pueblo a través de la ventana de su habitación. Se dio un baño rápido en el barreño sin esperar que le trajesen agua cálida y se vistió molesta consigo misma, mientras buscaba en su bolsa de Aeros el aporte exacto para pagarle al posadero.
Cuando bajó a la recepción el hombre parecía contento de verla y Eilydh le tiró las tres monedas sobre el mostrador, acomodando su bolso de viaje a medida que salía de aquel lugar.
-Esperamos... verte pronto- dijo el posadero- O volverte a ver de nuevo...- dijo casi susurrando mientras la veía salir rumbo al pueblo cercano.
Eilydh no lo escuchó. La elfa estaba demasiado focalizada recordando la conversación con aquel hombre la noche anterior y las casualidades que habían hecho posible que captase su atención acerca de aquel trabajo particular. El posadero no parecía muy convencido que Eilydh pudiese hacer frente a lo que se pedía, y casi había clavado sus ojos con asombro en los de las chica cuando esta le presentó a Karma de manera formal. Podría decirse que para entonces el te de las 5 había quedado en un recuerdo y el licor de canela inundaba el poco razocinio que pudiese dominarla para entonces. Estaba segura que ese mismo licor era el culpable de que se hubiese quedado dormida, además de ciertos otros problemas en el pasado.
No tuvo más remedio que seguir las indicaciones de los pueblerinos acerca de como llegar al lugar indicado para aquel trabajo. Su idea de hacerlo de manera rápida fue suplantada por la necesidad de sobrevivir... y el hecho de que el mercado ya casi cerraba para cuando ella se puso en marcha. Si iba a usar el acantilado necesitaría cuerdas, clavos y... una mente no emborronada por los efectos del alcohol,
El camino hasta PuebloAlto surcaba la ladera de la colina en cuya cima se emplazaba. A medida que avanzaba, Eilydh se daba cuenta de que aquel camino rupestre quizás estuvo excavado de manera artesanal por los propios habitantes de ambos pueblos. Aquí y allá había porciones del mismo donde los habitantes habían dejado el suelo embrutecido de la montaña quizás a falta de piedra pulida que compusiese la cuesta surcada de escalones que llevaba hasta la cima. Cuando llegó a mitad del camino. Eilydh comenzó a entender porque Mariana se negaba a subir y bajar aquel camino dos veces al día y la nueva pregunta de porqué la misma mujer tenía fama de tener un trasero enorme comenzó a acecharla. Estaba segura que ella había perdido la poca grasa que le quedaba entre el hueso y músculo para cuando llegó a la cima.
Se llevó la mano a la cadera y se dobló sobre si misma mientras miraba atrás suya, cansada y orgullosa a la vez de todo lo que había subido. Se quitó la capucha de su capa de viaje y dejó que el viento la enfriase con las mejillas tintadas del rojizo de la carrera. El sol casi se ponía tras ella y podía ver cómo los ganaderos que habrían estado dejando pastar a sus animales en la ladera de la colina seguramente durante todo el día comenzaban a encaminarse hasta el pequeño pueblo en el centro del mismo. Ella los siguió.
Cuando por fin alcanzó la plaza central pudo ver como un corro de mujeres y hombres se arremolinaban frente a una figura gordinflona y con un bigote poblado:
-... Pues no lo entiendo, la verdad... La última vez fui yo mismo quién se prestó a echarle una mano. Pero ese niño es el diablo mismo. Como si no tuviese yo problemas suficiente... esperar a que llegase su lobo hizo que perdiese a tres de mis ovejas.. ¡Tres! Espero que esto no afecte al sustento de mi familia, porque, déjame decirte querido alcalde, que si es así, yo mismo me voy a vestir de lobo y hacer gritar a ese niño con motivos...
El alcalde parecía debatirse entre el entendimiento hacia el enfado de aquel hombre y lo escandaloso de su amenaza y lo tomó del hombro para calmarlo.
-... Se te pagarán tus servicios con creces, Malquiavor, no lo dudes por un minuto... tan solo espero que esto se acabe para que por fin podamos...- El alcalde reparó entonces en la figura de Eilydh que había alcanzado por fin al grupo de la plaza. La miró con recelo y después miró a los hombres y mujeres que la rodeaban.-¿... Nos conocemos?- dijo el hombre rompiendo por fin el silencio incómodo en el que se había sumido el grupo de personas, que la miraban juzgándola de arriba a abajo.
-Esto... No- dijo Eilydh aclarándose la garganta y sonrojándose un poco- Aún no.- añadió con una risa nerviosa- Mi nombre es Eille. Vengo... bueno.. alguien de PuebloBajo me contó vuestro... pequeño problema y vengo a ver si puedo ayudarlos de alguna manera-dijo sonriendo mientras acercaba su mano en forma de saludo.
El hombre la sopesó por un segundo y después miró al resto de sus compañeros que hacían lo mismo. Sonrió a uno de ellos, de manera cómplice y sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo para limpiarse alrededor de la boca y después la frente antes de aceptar su mano y estrecharla.
-Perfecto.... ¡simplemente perfecto! -dijo el hombre estrechándola con más ímpetu y ahora con ambas manos- Quizás deberíamos pues explicarte la historia completa en un lugar más... privado- dijo mirando a una de las mujeres que empezó a azuzar al resto de las personas para que se esparciesen, dando a entender que no había nada más que hablar.- Sígueme- dijo el alcalde gordinflón y Eilydh le obedeció caminando hasta el edificio tras la plaza que se encontraban, la mujer supuso. el ayuntamiento.
La elfa abrió los ojos de manera fugaz como si en el sueño en el que se había sumido hubiese recordado algo para lo que ya era tarde. Salió de la cama sobresaltada y observó el ajetreo del pueblo a través de la ventana de su habitación. Se dio un baño rápido en el barreño sin esperar que le trajesen agua cálida y se vistió molesta consigo misma, mientras buscaba en su bolsa de Aeros el aporte exacto para pagarle al posadero.
Cuando bajó a la recepción el hombre parecía contento de verla y Eilydh le tiró las tres monedas sobre el mostrador, acomodando su bolso de viaje a medida que salía de aquel lugar.
-Esperamos... verte pronto- dijo el posadero- O volverte a ver de nuevo...- dijo casi susurrando mientras la veía salir rumbo al pueblo cercano.
Eilydh no lo escuchó. La elfa estaba demasiado focalizada recordando la conversación con aquel hombre la noche anterior y las casualidades que habían hecho posible que captase su atención acerca de aquel trabajo particular. El posadero no parecía muy convencido que Eilydh pudiese hacer frente a lo que se pedía, y casi había clavado sus ojos con asombro en los de las chica cuando esta le presentó a Karma de manera formal. Podría decirse que para entonces el te de las 5 había quedado en un recuerdo y el licor de canela inundaba el poco razocinio que pudiese dominarla para entonces. Estaba segura que ese mismo licor era el culpable de que se hubiese quedado dormida, además de ciertos otros problemas en el pasado.
No tuvo más remedio que seguir las indicaciones de los pueblerinos acerca de como llegar al lugar indicado para aquel trabajo. Su idea de hacerlo de manera rápida fue suplantada por la necesidad de sobrevivir... y el hecho de que el mercado ya casi cerraba para cuando ella se puso en marcha. Si iba a usar el acantilado necesitaría cuerdas, clavos y... una mente no emborronada por los efectos del alcohol,
El camino hasta PuebloAlto surcaba la ladera de la colina en cuya cima se emplazaba. A medida que avanzaba, Eilydh se daba cuenta de que aquel camino rupestre quizás estuvo excavado de manera artesanal por los propios habitantes de ambos pueblos. Aquí y allá había porciones del mismo donde los habitantes habían dejado el suelo embrutecido de la montaña quizás a falta de piedra pulida que compusiese la cuesta surcada de escalones que llevaba hasta la cima. Cuando llegó a mitad del camino. Eilydh comenzó a entender porque Mariana se negaba a subir y bajar aquel camino dos veces al día y la nueva pregunta de porqué la misma mujer tenía fama de tener un trasero enorme comenzó a acecharla. Estaba segura que ella había perdido la poca grasa que le quedaba entre el hueso y músculo para cuando llegó a la cima.
Se llevó la mano a la cadera y se dobló sobre si misma mientras miraba atrás suya, cansada y orgullosa a la vez de todo lo que había subido. Se quitó la capucha de su capa de viaje y dejó que el viento la enfriase con las mejillas tintadas del rojizo de la carrera. El sol casi se ponía tras ella y podía ver cómo los ganaderos que habrían estado dejando pastar a sus animales en la ladera de la colina seguramente durante todo el día comenzaban a encaminarse hasta el pequeño pueblo en el centro del mismo. Ella los siguió.
Cuando por fin alcanzó la plaza central pudo ver como un corro de mujeres y hombres se arremolinaban frente a una figura gordinflona y con un bigote poblado:
-... Pues no lo entiendo, la verdad... La última vez fui yo mismo quién se prestó a echarle una mano. Pero ese niño es el diablo mismo. Como si no tuviese yo problemas suficiente... esperar a que llegase su lobo hizo que perdiese a tres de mis ovejas.. ¡Tres! Espero que esto no afecte al sustento de mi familia, porque, déjame decirte querido alcalde, que si es así, yo mismo me voy a vestir de lobo y hacer gritar a ese niño con motivos...
El alcalde parecía debatirse entre el entendimiento hacia el enfado de aquel hombre y lo escandaloso de su amenaza y lo tomó del hombro para calmarlo.
-... Se te pagarán tus servicios con creces, Malquiavor, no lo dudes por un minuto... tan solo espero que esto se acabe para que por fin podamos...- El alcalde reparó entonces en la figura de Eilydh que había alcanzado por fin al grupo de la plaza. La miró con recelo y después miró a los hombres y mujeres que la rodeaban.-¿... Nos conocemos?- dijo el hombre rompiendo por fin el silencio incómodo en el que se había sumido el grupo de personas, que la miraban juzgándola de arriba a abajo.
-Esto... No- dijo Eilydh aclarándose la garganta y sonrojándose un poco- Aún no.- añadió con una risa nerviosa- Mi nombre es Eille. Vengo... bueno.. alguien de PuebloBajo me contó vuestro... pequeño problema y vengo a ver si puedo ayudarlos de alguna manera-dijo sonriendo mientras acercaba su mano en forma de saludo.
El hombre la sopesó por un segundo y después miró al resto de sus compañeros que hacían lo mismo. Sonrió a uno de ellos, de manera cómplice y sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo para limpiarse alrededor de la boca y después la frente antes de aceptar su mano y estrecharla.
-Perfecto.... ¡simplemente perfecto! -dijo el hombre estrechándola con más ímpetu y ahora con ambas manos- Quizás deberíamos pues explicarte la historia completa en un lugar más... privado- dijo mirando a una de las mujeres que empezó a azuzar al resto de las personas para que se esparciesen, dando a entender que no había nada más que hablar.- Sígueme- dijo el alcalde gordinflón y Eilydh le obedeció caminando hasta el edificio tras la plaza que se encontraban, la mujer supuso. el ayuntamiento.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Marta (la mujer, no la oveja) la guío por el pueblo, hablando sin parar. Ella hacia lo que podía para seguir la conversación, aunque la verdad era que no le importaba mucho si el primo de su hermana se entendía con la hija de su vecino. Al menos le sirvió para aprenderse un montón de nombres, aunque no tuviera ni idea de que cara correspondía a cada uno.
Y finalmente acabaron ante un gran edificio. Hecho principalmente de madera, como todo el pueblo que había visto, pero más…robusto, elaborado, hasta tenia porticones, lo que indicaba ventanas, algo raro en un lugar tan montañoso, al menos tan grandes. También, su aguda intuición no pudo evitar avisarla, claramente no era la casa de ese tal Pablito.
-Ese es el ayuntamiento.- dijo Marta-humana, expectante. Si, podía verlo, pero no entendía que tenía que ver con su pequeño trabajo. Es decir, el anuncio no estaba firmado, así que ella supuso que lo iban a llevar a ver a Pablito. Viéndola allí parada, la mujer dijo algo por lo bajo y entró primero. Obviamente la siguió, ahora que se fijaba en que nadie había firmado el anuncio, esperar que el alcalde la informara de la situación. Puede. Es decir, ¿realmente era lo suficientemente importante como para hablar con el alcalde?
La mujer llamó a la puerta, y al no recibir respuesta, en algo que seguramente era considerado de mala educación abrió la puerta y metió la cabeza. Y había oído claramente el click del cerrojo, por lo que estaba cerrada. Mientras tanto, ella estaba muy ocupada mirando una planta que había al lado, fingiendo que Marta-humana no acababa de hacer eso, a la vez que intentaba ver de reojo si era una llave o alguien muy hábil con las ganzúas.. –No está, me pregunto que estará haciendo…- aportó la mujer. Menos mal, no iban a meterse en problemas. Y entonces, como siempre había sido una mujer con suerte, escuchó una tos detrás suyo. –Oh, ¡alcalde!- por supuesto. Marta sacó la cabeza de lo que debía ser el despacho del alcalde sin siquiera tener la dignidad de cerrar la puerta y fingir que nada había pasado y plantó las manos en sus hombros, anulando cualquier posibilidad de decir que no la conocía de nada y no tenía ninguna relación con el pequeño asunto de colarse en su despacho. –Traje a esa chiquilla de fuera, dice que viene por lo del lobo.- ¿de fuera? Sonaba a que la había ido a buscar desde Lunargenta o algo. Ojala, se habría ahorrado esa horrible subida. Ella hizo todo lo posible para no mirar al hombre, cosa fácil por la aparición de una mujer a su lado. ¿Su asistente?
Aun así, pudo notar al hombre posar su mirada en ella, examinándola como ella haría a un ciervo al que acababa de asaetar, mientras se estiraba ese bigote, para luego pasar a Marta. –Muchas gracias Marta.- dijo con un tono seco. Puede que se hubiera encontrado con la cotilla del pueblo.
-Pasaros por mí casa chiquillas, estáis muy flacas, ¿es que no os dan de comer en la ciudad? Seguro que solo coméis verduras y nada de carne.- casi le tira un pedazo de cecina de conejo a la cabeza, pero ya estaba demasiado cerca del alcalde como para asegurarse de que le daba a quien tocaba, y aunque la no-oveja se había llevado la mayoría de la culpa por su pequeña entrada ilegal, no quería arriesgarse a perder el trabajo porque le había pegado un pedazo de cecina a la cara al alcalde que aparentemente, seria quien le pagaría.
-Uh… Soy Valyria… ¿buenos días?- intentó, ahora que Marta la había dejado a su suerte. Se aseguraría de visitar su casa y arrasar su despensa como venganza. Puede que fingir que no había pasado nada fuera lo mejor.
Y finalmente acabaron ante un gran edificio. Hecho principalmente de madera, como todo el pueblo que había visto, pero más…robusto, elaborado, hasta tenia porticones, lo que indicaba ventanas, algo raro en un lugar tan montañoso, al menos tan grandes. También, su aguda intuición no pudo evitar avisarla, claramente no era la casa de ese tal Pablito.
-Ese es el ayuntamiento.- dijo Marta-humana, expectante. Si, podía verlo, pero no entendía que tenía que ver con su pequeño trabajo. Es decir, el anuncio no estaba firmado, así que ella supuso que lo iban a llevar a ver a Pablito. Viéndola allí parada, la mujer dijo algo por lo bajo y entró primero. Obviamente la siguió, ahora que se fijaba en que nadie había firmado el anuncio, esperar que el alcalde la informara de la situación. Puede. Es decir, ¿realmente era lo suficientemente importante como para hablar con el alcalde?
La mujer llamó a la puerta, y al no recibir respuesta, en algo que seguramente era considerado de mala educación abrió la puerta y metió la cabeza. Y había oído claramente el click del cerrojo, por lo que estaba cerrada. Mientras tanto, ella estaba muy ocupada mirando una planta que había al lado, fingiendo que Marta-humana no acababa de hacer eso, a la vez que intentaba ver de reojo si era una llave o alguien muy hábil con las ganzúas.. –No está, me pregunto que estará haciendo…- aportó la mujer. Menos mal, no iban a meterse en problemas. Y entonces, como siempre había sido una mujer con suerte, escuchó una tos detrás suyo. –Oh, ¡alcalde!- por supuesto. Marta sacó la cabeza de lo que debía ser el despacho del alcalde sin siquiera tener la dignidad de cerrar la puerta y fingir que nada había pasado y plantó las manos en sus hombros, anulando cualquier posibilidad de decir que no la conocía de nada y no tenía ninguna relación con el pequeño asunto de colarse en su despacho. –Traje a esa chiquilla de fuera, dice que viene por lo del lobo.- ¿de fuera? Sonaba a que la había ido a buscar desde Lunargenta o algo. Ojala, se habría ahorrado esa horrible subida. Ella hizo todo lo posible para no mirar al hombre, cosa fácil por la aparición de una mujer a su lado. ¿Su asistente?
Aun así, pudo notar al hombre posar su mirada en ella, examinándola como ella haría a un ciervo al que acababa de asaetar, mientras se estiraba ese bigote, para luego pasar a Marta. –Muchas gracias Marta.- dijo con un tono seco. Puede que se hubiera encontrado con la cotilla del pueblo.
-Pasaros por mí casa chiquillas, estáis muy flacas, ¿es que no os dan de comer en la ciudad? Seguro que solo coméis verduras y nada de carne.- casi le tira un pedazo de cecina de conejo a la cabeza, pero ya estaba demasiado cerca del alcalde como para asegurarse de que le daba a quien tocaba, y aunque la no-oveja se había llevado la mayoría de la culpa por su pequeña entrada ilegal, no quería arriesgarse a perder el trabajo porque le había pegado un pedazo de cecina a la cara al alcalde que aparentemente, seria quien le pagaría.
-Uh… Soy Valyria… ¿buenos días?- intentó, ahora que Marta la había dejado a su suerte. Se aseguraría de visitar su casa y arrasar su despensa como venganza. Puede que fingir que no había pasado nada fuera lo mejor.
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
La sala principal del ayuntamiento era estrecha y destartalada. Aquí y allá los libros se acumulaban acaparando espacio en la mesa de nogal del centro de la sala, las estanterías y se apilaban en una de las esquinas haciendo que la luz que intentaba entrar por la ventana oculta tras ellos fuese prácticamente nula. Aún así el alcalde las hizo entrar detrás de él mientras él acomodaba su silla no sin antes desocupar la mesa donde se sentó.
-Valyria...- dijo el alcalde anotando el nombre de la recién llegada.- ¿Y el tuyo es...?- dijo el hombre mirando directamente a Eilydh.
-Eille- contestó la elfa dirigiéndose primero al alcalde y después con una leve inclinación de cabeza a su recién conocida compañera.-
-¡Perfecto!- dijo el hombre cerrando el libro donde apuntó sus nombres con un gesto intenso y ciertamente feliz- No es muy a menudo que tengamos elfas en PuebloAlto... ciertamente sois una suculenta... novedad- dijo y ocultó su cara por un momento entre otro libro. -El problema es simple- comenzó a decir- Nuestro pequeño pastor lleva mintiendonos... demasiado. El chico no es el más honesto de todo el pueblo, pero teniendo en cuenta su traumático pasado- hizo una pausa moviendo su mano como si el pasado de aquel chico fuese agua pasada y nada que mencionar- Pues hemos tenido algo más de paciencia con él. El caso es que al principio creímos que era un juego.Ciertamente tan solo es un niño. Mandamos a dos o tres de nuestros vecinos para supervisar sus turnos, hacerle sentir que no estaba solo, ya saben... se vuelve bastante oscuro en la arboleda cercana en invierno. No seria extraño tener miedo de las sombras y... ya sabes monstruos que comen niños- Rió de manera casi nerviosa. - Pero en fin... eso ya lo sabéis por la oferta de trabajo. No hay mucho más que explicar. El "lobo" en cuestión no ha sido visto por nadie. Así que estoy casi seguro que esto va a ser...elfo comido... digo.. Pan comido. O como sea que se diga. No soy muy bueno en refranes.- Sonrió a las elfas.
Eilydh le dedicó una mirada de rareza a Valyria. Jamás había escuchado aquel refrán, pero de nuevo, los hombres tenían extrañas costumbres como por ejemplo una tendencia a morirse en la flor de la vida que ella no esperaba entender. Era así.
El hombre bajito y gordinflón se levantó del asiento y las invitó de nuevo a seguirlo hasta la puerta principal del ayuntamiento.
-Creo que os sería bastante útil intentar... hablar con el chico- dijo el alcalde con cara resignada- Si es que está de humor para hablar. El calabozo es el segundo edificio a la izquierda pasando la fuente principal. No tiene mucha perdida... es el único con barrotes- rió de manera desmesurada- Estoy seguro que el alguacil estará encantado de ayudaros. Mucha suerte, ricuras. Nos veremos, estoy seguro, muy pronto. Espero que cuando el asunto esté más que cocinado.... acabado.- se apresuró a decir mientras las instaba a salir del edificio.
¿Tenían a un pobre muchacho en un calabozo? ¿Tan solo por decir mentiras? Sin duda si no entendia el refranero humano, mucho menos esperaba entender el sistema de justicia de aquel pueblo, pero estaba segura que aquello parecía una medida algo desmesurada. Aunque de nuevo.. humanos.
Caminó a la par que su nueva conocida camino del unico edificio expuesto no muy lejos.Se giró un momento hasta Val. Eilydh no era la persona más amigable con respecto a los de su raza en el universo, pero si debía trabajar con aquella chica, al menos tendría que intentar que no pensase que era una bio con orejas de elfo.
-No se si es el estrés de la situación, pero juraría por Ísil que el alcalde no había desayunado.- dijo en un perfecto élfico dirigiendose a Val- No es como si no tuviese reservas..- rió y casi se dio cuenta de que estaba de nuevo, usando un humor que podía resultar hiriente- Digo... es el... alcalde al fin y al cabo podía...- lo estaba empeorando- Parecía tener hambre. Solo eso- finalizó.
Aquello era un intento sólido. Ahora había pasado de ser la iracunda y asocial Eilydh a simplemente "mal intencionada" Supuso que no estaba mal. Caminó más aprisa. Cuando llegaron los lloros del niño inundaron el silencio incomodo en el que se había sumido.
-Por favor, Por favor... Os juro que no lo diré más.. Os juro que simplemente... simplemente venderé mis ovejas... me mudaré a Pueblobajo... quemaré la pequeña choza donde vivo con mis hermanas... pero sacadme de aquí,... por favor- dijo el chico lloriqueando mientras intentaba salir de entre los barrotes metiendo la cabeza entre ellos.
-Debéis ser las elfas- Dijo el alguacil. Eilydh se dijo a si misma que si todos los de aquel pueblo era tan observador como aquel hombre desentrañar aquello iba a ser coser y cantar.- Este es Pecoso.- añadió- El niño embustero- y dió un fuerte golpe en los barrotes que asustaron al pequeño que intentó sacar la cabeza de entre los barrotes y lloró más fuerte al saberse atascado- Tiene a todo el pueblo en jaque. Al principio no eran más que mentiras... pero cuando empezó a encontrar divertido que todo el pueblo intentase ayudarle- se dirigió entonces al niño y empujó la cabeza del mismo entre los barrotes mientras intentaba zafarlo de estos- Entendió que la mentira era incluso más divertida si ovejas comenzaban a desaparecer... Eso lo hacía más creíble...¿verdad pequeño embustero?- dijo el alguacil. - Lo hemos retenido aquí porque las pérdidas para el pueblo habían comenzado a ser verdaderamente preocupantes. Aún así y cada noche... Este pordiosero saca valor de gritar LOBO, LOBO incluso cuando sabe que yo estoy aquí... la mayoría del tiempo- el alguacil se sumió entonces en un rosado profundo en sus mejillas- Y se que MIENTE- le gritó al niño que con un último empujón desencajó su cabeza de entre los barrotes y volvió a sentarse en la celda, lloriqueando- Si fuese mi decisión.. Muerto el perro se acabó la rabia- añadió y el pequeño lloró más fuerte-Pero tiene suerte que nuestro alcalde sea bastante comprensivo...- dijo sonriendo mientras marchaba hacia la posada cercana- Buena suerte intentando que suerte prenda, por cierto...Se ve que ha empezado a olvidarse de sus propias mentiras y se niega a contar nada de lo que pasa en la colina.- El alguacil puso un manojo de llaves sobre la mano de Valyria y antes de irse dijo- Tengo... unos asuntos que resolver en la taberna. Algo sobre la cena de esta noche... Se que estará bien custodiado con vosotras... ¿verdad?- dijo.Y se fue.
Eilydh miró a Valyria.
Si no se le daba bien interactuar con adultos, muchísimo menos con niños. Creyó que era mejor que iniciase ella la conversación. Su manera de hacerlo hablar envolvía su espada, y por lo que veía en los moretones en la piel del pequeño.. aquello no había sido muy fructífero.
-------------Valyria...- dijo el alcalde anotando el nombre de la recién llegada.- ¿Y el tuyo es...?- dijo el hombre mirando directamente a Eilydh.
-Eille- contestó la elfa dirigiéndose primero al alcalde y después con una leve inclinación de cabeza a su recién conocida compañera.-
-¡Perfecto!- dijo el hombre cerrando el libro donde apuntó sus nombres con un gesto intenso y ciertamente feliz- No es muy a menudo que tengamos elfas en PuebloAlto... ciertamente sois una suculenta... novedad- dijo y ocultó su cara por un momento entre otro libro. -El problema es simple- comenzó a decir- Nuestro pequeño pastor lleva mintiendonos... demasiado. El chico no es el más honesto de todo el pueblo, pero teniendo en cuenta su traumático pasado- hizo una pausa moviendo su mano como si el pasado de aquel chico fuese agua pasada y nada que mencionar- Pues hemos tenido algo más de paciencia con él. El caso es que al principio creímos que era un juego.Ciertamente tan solo es un niño. Mandamos a dos o tres de nuestros vecinos para supervisar sus turnos, hacerle sentir que no estaba solo, ya saben... se vuelve bastante oscuro en la arboleda cercana en invierno. No seria extraño tener miedo de las sombras y... ya sabes monstruos que comen niños- Rió de manera casi nerviosa. - Pero en fin... eso ya lo sabéis por la oferta de trabajo. No hay mucho más que explicar. El "lobo" en cuestión no ha sido visto por nadie. Así que estoy casi seguro que esto va a ser...elfo comido... digo.. Pan comido. O como sea que se diga. No soy muy bueno en refranes.- Sonrió a las elfas.
Eilydh le dedicó una mirada de rareza a Valyria. Jamás había escuchado aquel refrán, pero de nuevo, los hombres tenían extrañas costumbres como por ejemplo una tendencia a morirse en la flor de la vida que ella no esperaba entender. Era así.
El hombre bajito y gordinflón se levantó del asiento y las invitó de nuevo a seguirlo hasta la puerta principal del ayuntamiento.
-Creo que os sería bastante útil intentar... hablar con el chico- dijo el alcalde con cara resignada- Si es que está de humor para hablar. El calabozo es el segundo edificio a la izquierda pasando la fuente principal. No tiene mucha perdida... es el único con barrotes- rió de manera desmesurada- Estoy seguro que el alguacil estará encantado de ayudaros. Mucha suerte, ricuras. Nos veremos, estoy seguro, muy pronto. Espero que cuando el asunto esté más que cocinado.... acabado.- se apresuró a decir mientras las instaba a salir del edificio.
¿Tenían a un pobre muchacho en un calabozo? ¿Tan solo por decir mentiras? Sin duda si no entendia el refranero humano, mucho menos esperaba entender el sistema de justicia de aquel pueblo, pero estaba segura que aquello parecía una medida algo desmesurada. Aunque de nuevo.. humanos.
Caminó a la par que su nueva conocida camino del unico edificio expuesto no muy lejos.Se giró un momento hasta Val. Eilydh no era la persona más amigable con respecto a los de su raza en el universo, pero si debía trabajar con aquella chica, al menos tendría que intentar que no pensase que era una bio con orejas de elfo.
-No se si es el estrés de la situación, pero juraría por Ísil que el alcalde no había desayunado.- dijo en un perfecto élfico dirigiendose a Val- No es como si no tuviese reservas..- rió y casi se dio cuenta de que estaba de nuevo, usando un humor que podía resultar hiriente- Digo... es el... alcalde al fin y al cabo podía...- lo estaba empeorando- Parecía tener hambre. Solo eso- finalizó.
Aquello era un intento sólido. Ahora había pasado de ser la iracunda y asocial Eilydh a simplemente "mal intencionada" Supuso que no estaba mal. Caminó más aprisa. Cuando llegaron los lloros del niño inundaron el silencio incomodo en el que se había sumido.
-Por favor, Por favor... Os juro que no lo diré más.. Os juro que simplemente... simplemente venderé mis ovejas... me mudaré a Pueblobajo... quemaré la pequeña choza donde vivo con mis hermanas... pero sacadme de aquí,... por favor- dijo el chico lloriqueando mientras intentaba salir de entre los barrotes metiendo la cabeza entre ellos.
-Debéis ser las elfas- Dijo el alguacil. Eilydh se dijo a si misma que si todos los de aquel pueblo era tan observador como aquel hombre desentrañar aquello iba a ser coser y cantar.- Este es Pecoso.- añadió- El niño embustero- y dió un fuerte golpe en los barrotes que asustaron al pequeño que intentó sacar la cabeza de entre los barrotes y lloró más fuerte al saberse atascado- Tiene a todo el pueblo en jaque. Al principio no eran más que mentiras... pero cuando empezó a encontrar divertido que todo el pueblo intentase ayudarle- se dirigió entonces al niño y empujó la cabeza del mismo entre los barrotes mientras intentaba zafarlo de estos- Entendió que la mentira era incluso más divertida si ovejas comenzaban a desaparecer... Eso lo hacía más creíble...¿verdad pequeño embustero?- dijo el alguacil. - Lo hemos retenido aquí porque las pérdidas para el pueblo habían comenzado a ser verdaderamente preocupantes. Aún así y cada noche... Este pordiosero saca valor de gritar LOBO, LOBO incluso cuando sabe que yo estoy aquí... la mayoría del tiempo- el alguacil se sumió entonces en un rosado profundo en sus mejillas- Y se que MIENTE- le gritó al niño que con un último empujón desencajó su cabeza de entre los barrotes y volvió a sentarse en la celda, lloriqueando- Si fuese mi decisión.. Muerto el perro se acabó la rabia- añadió y el pequeño lloró más fuerte-Pero tiene suerte que nuestro alcalde sea bastante comprensivo...- dijo sonriendo mientras marchaba hacia la posada cercana- Buena suerte intentando que suerte prenda, por cierto...Se ve que ha empezado a olvidarse de sus propias mentiras y se niega a contar nada de lo que pasa en la colina.- El alguacil puso un manojo de llaves sobre la mano de Valyria y antes de irse dijo- Tengo... unos asuntos que resolver en la taberna. Algo sobre la cena de esta noche... Se que estará bien custodiado con vosotras... ¿verdad?- dijo.Y se fue.
Eilydh miró a Valyria.
Si no se le daba bien interactuar con adultos, muchísimo menos con niños. Creyó que era mejor que iniciase ella la conversación. Su manera de hacerlo hablar envolvía su espada, y por lo que veía en los moretones en la piel del pequeño.. aquello no había sido muy fructífero.
Complicación 1: El pequeño Pecoso no quiere hablar acerca de los avistamientos del lobo en la colina.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Puede que la gente de pueblo fuera más liberal con todo eso de los candados y la propiedad privada. O que ya estuviera acostumbrado a que No-Oveja hiciera de las suyas. En cualquier caso, la mujer no era su asistente, sino aparentemente una nueva cara como ella. Eille. Bien. Se presentaría cuando acabaran esas formalidades.
Aunque la verdad, se olvidó, distraída por el alcalde. Al principio pensaba que era un pervertido e iba a completar este trabajo con un cuchillo menos, pero siguió hablando y hablando y esa posibilidad se fue difuminando a favor de… no estaba muy segura de cual, pero otra definitivamente.
En cualquier caso, el niño cuidaba de las ovejas del pueblo aparentemente, en vez de tener un rebaño propio, y obviamente, empezar a chillar lobo cuando nadie veía ninguno una y otra vez transformó rápidamente su amabilidad y afán de ayudar en…otra cosa. Una muy fea aparentemente, ya que estaba con el alguacil. Aunque puede que solo le hubieran encerrado para darle una lección y que no hubiese pasado nada de verdad.
-Puede que sea una broma entre los del pueblo. No deben ver a mucha gente, y no se dan cuenta de que tienen que explicarlas.- había visto a elfos a los que les pasaba, traduciendo literalmente una broma o rima del elfico sin darse cuenta que perdía el sentido por el camino. No comento nada sobre la broma, simplemente limitándose a sonreír más y más a medida que intentaba justificarse antes de apiadarse de ella y romper el contacto visual.
Pero su buen amor se agrio en cuando entró en el calabozo. Es decir, los calabozos solían hacer eso en la gente, pero en ese caso era por el estado del niño. Inspiró hondo, calmándose, escuchando al carcelero. Al alguacil. Habían desaparecido ovejas, eso era nuevo. Y obviamente, no habían encontrado la sangre o los cadáveres medio mordisqueados, o no estarían allí. Pensar que las estaban robando, o escondiendo, era efectivamente razonable. No la manera en como habían decidido resolverlo, pero era comprensible que el niño no hablara, especialmente si decía la verdad.
Y tenía las llaves de la celda. Cosa muy poco profesional la verdad. Seguro que también era un beodo, puestos a perpetuar los estereotipos. Miró a su acompañante, Eille, que a su vez la estaba mirando a ella. Tendría que encargarse del chaval, genial. Se tomó unos segundos para pensárselo bien, dándole tiempo al chaval de sacar su cabezota de los barrotes, antes de abrir la puerta de la celda… y extender el brazo rápido como una serpiente, agarrando al chaval que había salido disparado hacia la salida en cuando había tenido la oportunidad. Pecoso abrió la boca, podía ver la idea formarse en su mente, no una protesta, no, un mordisco, seguro que habría funcionado con elfos menos disciplinados, apartando la mano de inmediato, pero ella tenía una hermana algo bruta, y cuando sus miradas se cruzaron, este solo vio una ceja alzada en desafío. “Inténtalo, a ver qué tal te sale.” gritaba su cara, de la manera en la que solo una hermana pequeña que había tenido que aprender a pelear sucio podía decir.
Sabiamente, la boca fue cerrada, y cuando le quitó las manos de encima, no huyo. Tampoco hablaba, pero era un progreso. Se sentó en el suelo, para estar más a su altura, y aunque se movió un poco, como si estuviera a punto de saltar, seguía en su sitio. Bien.
Ahora, ¿cómo convencer a un niño que claramente pensaba que iba a darle una paliza si no decía lo que quería, de que no iba a darle una paliza? No tenía una respuesta para eso, así que hizo lo que todo adulto maduro haría y le paso el problema a su compañera.
Pero empezaría por ganarse un poco su confianza, no era tan malvada tampoco. Cerró las manos, atrapando un poco de aire y se las acercó a la boca, soplando un poco. Cuando abrió las manos, una pequeña mariposa de luz salió de estas, aleteando por la sala hasta posarse en la mano del chaval, extendida en fascinación. La mano dudo un poco cuando el bicho se posó, como si temiera que fuera a morderle, aunque eso no iba a pasar… le había quitado todo lo que podía hacer daño, incluso unas alas peligrosamente afiladas.
-Soy Valyria, encantada de conocerte.-
Aunque la verdad, se olvidó, distraída por el alcalde. Al principio pensaba que era un pervertido e iba a completar este trabajo con un cuchillo menos, pero siguió hablando y hablando y esa posibilidad se fue difuminando a favor de… no estaba muy segura de cual, pero otra definitivamente.
En cualquier caso, el niño cuidaba de las ovejas del pueblo aparentemente, en vez de tener un rebaño propio, y obviamente, empezar a chillar lobo cuando nadie veía ninguno una y otra vez transformó rápidamente su amabilidad y afán de ayudar en…otra cosa. Una muy fea aparentemente, ya que estaba con el alguacil. Aunque puede que solo le hubieran encerrado para darle una lección y que no hubiese pasado nada de verdad.
-Puede que sea una broma entre los del pueblo. No deben ver a mucha gente, y no se dan cuenta de que tienen que explicarlas.- había visto a elfos a los que les pasaba, traduciendo literalmente una broma o rima del elfico sin darse cuenta que perdía el sentido por el camino. No comento nada sobre la broma, simplemente limitándose a sonreír más y más a medida que intentaba justificarse antes de apiadarse de ella y romper el contacto visual.
Pero su buen amor se agrio en cuando entró en el calabozo. Es decir, los calabozos solían hacer eso en la gente, pero en ese caso era por el estado del niño. Inspiró hondo, calmándose, escuchando al carcelero. Al alguacil. Habían desaparecido ovejas, eso era nuevo. Y obviamente, no habían encontrado la sangre o los cadáveres medio mordisqueados, o no estarían allí. Pensar que las estaban robando, o escondiendo, era efectivamente razonable. No la manera en como habían decidido resolverlo, pero era comprensible que el niño no hablara, especialmente si decía la verdad.
Y tenía las llaves de la celda. Cosa muy poco profesional la verdad. Seguro que también era un beodo, puestos a perpetuar los estereotipos. Miró a su acompañante, Eille, que a su vez la estaba mirando a ella. Tendría que encargarse del chaval, genial. Se tomó unos segundos para pensárselo bien, dándole tiempo al chaval de sacar su cabezota de los barrotes, antes de abrir la puerta de la celda… y extender el brazo rápido como una serpiente, agarrando al chaval que había salido disparado hacia la salida en cuando había tenido la oportunidad. Pecoso abrió la boca, podía ver la idea formarse en su mente, no una protesta, no, un mordisco, seguro que habría funcionado con elfos menos disciplinados, apartando la mano de inmediato, pero ella tenía una hermana algo bruta, y cuando sus miradas se cruzaron, este solo vio una ceja alzada en desafío. “Inténtalo, a ver qué tal te sale.” gritaba su cara, de la manera en la que solo una hermana pequeña que había tenido que aprender a pelear sucio podía decir.
Sabiamente, la boca fue cerrada, y cuando le quitó las manos de encima, no huyo. Tampoco hablaba, pero era un progreso. Se sentó en el suelo, para estar más a su altura, y aunque se movió un poco, como si estuviera a punto de saltar, seguía en su sitio. Bien.
Ahora, ¿cómo convencer a un niño que claramente pensaba que iba a darle una paliza si no decía lo que quería, de que no iba a darle una paliza? No tenía una respuesta para eso, así que hizo lo que todo adulto maduro haría y le paso el problema a su compañera.
Pero empezaría por ganarse un poco su confianza, no era tan malvada tampoco. Cerró las manos, atrapando un poco de aire y se las acercó a la boca, soplando un poco. Cuando abrió las manos, una pequeña mariposa de luz salió de estas, aleteando por la sala hasta posarse en la mano del chaval, extendida en fascinación. La mano dudo un poco cuando el bicho se posó, como si temiera que fuera a morderle, aunque eso no iba a pasar… le había quitado todo lo que podía hacer daño, incluso unas alas peligrosamente afiladas.
-Soy Valyria, encantada de conocerte.-
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Los ojos de aquel pequeño parecían iluminarse a la par que la mariposa que Valyria había sumido en sus manos. El pequeño Pecoso tenía la expresión de alguien a quién no se le ha permitido ser niño más de dos días. Su ojos miraban a las creación de la elfa como si de un momento a otro estas fuesen a incendiarle el pelo. Primero con el recelo de su careta de adulto manchada del polvo de la celda mezclada con sus lagrimas.
Eilydh intuyó que aquello iba a tomarles un tiempo así que se apresuró a examinar la celda pues vio de lejos una pequeña bolsita con las pertenencias del chico. Pecoso la dejó pasar sumido en la luz de la mariposa, ahora en sus manos.
-Yo... so... soy Pecko Osoldo. Pero en el pueblo todos me conocen como Pecoso... Imagino que por mis facciones- A Eilydh le pareció notar un deje de orgullo en sus palabras, y analizó la postura del chico, claramente atemorizado pero no lo suficiente como para reclinarse sobre si mismo.
Imaginó la vida pordiosera de aquel chico, e intuyó que tener un nombre que le pertenecía y lo identificaba entre el resto de aquel pueblo lo hacía ser alguien. Sentirse alguien. Recordó como a la mayoría de humanos eso de ser alguien entre sus iguales parecía llenarlos de orgullo. Miró a Valyria por un segundo. Y se acercó un poco a la bolsa de pertenencias del chico.
-No se a qué habéis venido, ni quienes sois, pero necesito volver a casa. Damaris tan solo tiene 3 años y no estoy seguro de que Olga sepa bien como alimentar a un bebé. Ella siempre alardea de que es la mayor de ambos por dos minutos, pero lo cierto es que yo siempre he sido más habilidoso con las manos- dijo el chico, pasando su mirada de Valyria a la mariposa. - Y... ella no tiene tanta fuerza como yo. ¿Sabes que cuando te cortas después de que la costra se caiga tu piel es más gruesa? Yo pensé que era malo al principio. Olga se empeñaba en decirme que algún día iba a morir desangrado, señorita, pero mi piel gruesa nos va a proteger de cualquier cosa. Voy a ser como los héroes de las leyendas.- El chico sonrió por primera vez, dejando entrever unos hoyuelos que iluminaron levemente su expresión triste mostrando, también por primera vez. la edad de aquel chico.
Eilydh tragó saliva mientras rebuscaba en aquella bolsita destartalada del chico: Unas cuentas medio rotas, dos monedas de plata, un cuchillo algo oxidado un trozo de pan que Eilydh tuvo que inspeccionar varias veces para adivinar que era pues estaba cubierto de moho y duro cual piedra. Un poco de lana aún sin tratar y un muñeco hecho de ramas y barro que parecía portar una pequeña espada.
-... y el bosque no es un lugar para ir después de encerrar a las ovejas, señorita. Una vez vi un zorro luchando contra un jabalí. Y les tiré una piedra. Y el Jabalí me miró. Y entonces el zorro dio un salto enorme que casi tira uno de los árboles cercanos. Y de la tierra salieron miles de hormigas de luz, asi como tu mariposa. y lucharon contra el jabalí. Y.. y... y después un vampiro vino y se tomó la sangre del jabalí.Yo le tire una piedra y lo mate... si si lo mate. Olga no me cree... Pero eso es porque ella no tiene idea de como.. como defenderse. Pero... ya no me gusta estar por los alrededores del bosque señorita-Dijo Pecoso.
El niño había estado incrementando su nivel de exaltación a medida que contaba la historia y en su última frase, el pequeño se volvió timido y su alegría se sumió en un gesto cansado de nuevo.
-El bosque no es un buen lugar, señorita- le decía a Valyria- pero.. pero... Yo no voy a hablar del bosque. Necesito ir... a casa. No voy a contar nada NADA - dijo y le devolvió la mariposa a Valyria
-Una pena...- intervino Eilydh apresurada- Me sobra una espada. Lo cierto es que estoy segura de que alguien tan valeroso no tendría problemas en aprender como desenvolverse con ella. Digo... todos los héroes saben al menos, como defenderse- dijo Eilydh- y desenfundó un sable pequeño que había conseguido no hacía mucho y lo blandió un par de veces.
-A...Aprender a... pele...pelear- el chico la miró como sopesándola pero sus manos le traicionaron intentando alcanzar el sable.
Eilydh lo movió fuera de su alcance y lo miró con intensidad, muy seria.
-No aquí, Pecoso. Por supuesto necesitamos un lugar que nos permita... movernos y nos inspire a la vez. Pero...- dijo Eilydh- No.. no.. Olvídalo. Ya has dicho que el bosque te da miedo y que no vas a hablar con nosotras- Dijo Eilydh guardando el sable. - Quizás deberíamos irnos, Val.- le dijo a la elfa- Estoy segura que..Olga también sabe algo de aquel bosque y bueno nos podría llevar al lugar exacto... al fin y al cabo es más mayor.
-NO- dijo el chico con el gesto molesto y sus pequeños ojitos verdes surcados de pecas casi a punto de llorar con la rabia de la impotencia- Yo os llevaré. Ella no sabe nada... NADA. Ella tan solo sabe sobre las ranas de la alberca, y el molino de la tapada..y... lo que hacen la mujer que vive en la hacienda y el alguacil los sábados por la tarde- dijo como si de pronto todo el arsenal de chismes que sabía saliesen de su boca- Ella... Ella no sabe sobre... Ahsur Dorgean- dijo el chico hinchando su pecho con orgullo.
-Ahsur Doragean- repitió la elfa, de nuevo mirando a Valyria.- Y si... quisiésemos saber sobre ese tal Ahsur.. tú... estarías dispuesto a contarnos la historias de ese...emmm- Eilydh jugueteó un poco con su trenza, como poco impresionada.
-Lobo.- dijo el chico, en un susurro.- Tan solo si ambas sois lo suficientemente valientes como para estar dispuestas a seguirme hasta el bosque- dijo el chico. encarándola.
Eilydh lo miró a los ojos por primera vez desde que había llegado. Se topó con el dolor de la vida que había llevado aquel niño, las cicatrices en su cara menuda, sus labios cortados por la deshidratación, su pelo alborotado y sus ropajes gastados y sin duda remendados por manos poco expertas. Pero sobre todo, con la valía de aquel chico. Su orgullo, su valentía y la fuerza que le había permitido sobrevivir todo aquello. La misma la estaba retando en aquel momento. Tragó saliva, apesadumbrada y luego sonrió.
-Vamos tras de ti, entonces, Pecoso- le dijo y el chico cruzó sus brazos ocultando una sonrisa de autosuficiencia. Asió su bolsa de pertenencias quitándosela a Eilydh de un tirón y comenzó a caminar, guiándolas. Casi podía ver el orgullo herido de aquel chico caminando casi más pesado que él mismo. Eilydh no pudo evitar ocultar un gesto divertido al ver como avanzaba.
Por eso justo, odiaba a los niños.
Eilydh intuyó que aquello iba a tomarles un tiempo así que se apresuró a examinar la celda pues vio de lejos una pequeña bolsita con las pertenencias del chico. Pecoso la dejó pasar sumido en la luz de la mariposa, ahora en sus manos.
-Yo... so... soy Pecko Osoldo. Pero en el pueblo todos me conocen como Pecoso... Imagino que por mis facciones- A Eilydh le pareció notar un deje de orgullo en sus palabras, y analizó la postura del chico, claramente atemorizado pero no lo suficiente como para reclinarse sobre si mismo.
Imaginó la vida pordiosera de aquel chico, e intuyó que tener un nombre que le pertenecía y lo identificaba entre el resto de aquel pueblo lo hacía ser alguien. Sentirse alguien. Recordó como a la mayoría de humanos eso de ser alguien entre sus iguales parecía llenarlos de orgullo. Miró a Valyria por un segundo. Y se acercó un poco a la bolsa de pertenencias del chico.
-No se a qué habéis venido, ni quienes sois, pero necesito volver a casa. Damaris tan solo tiene 3 años y no estoy seguro de que Olga sepa bien como alimentar a un bebé. Ella siempre alardea de que es la mayor de ambos por dos minutos, pero lo cierto es que yo siempre he sido más habilidoso con las manos- dijo el chico, pasando su mirada de Valyria a la mariposa. - Y... ella no tiene tanta fuerza como yo. ¿Sabes que cuando te cortas después de que la costra se caiga tu piel es más gruesa? Yo pensé que era malo al principio. Olga se empeñaba en decirme que algún día iba a morir desangrado, señorita, pero mi piel gruesa nos va a proteger de cualquier cosa. Voy a ser como los héroes de las leyendas.- El chico sonrió por primera vez, dejando entrever unos hoyuelos que iluminaron levemente su expresión triste mostrando, también por primera vez. la edad de aquel chico.
Eilydh tragó saliva mientras rebuscaba en aquella bolsita destartalada del chico: Unas cuentas medio rotas, dos monedas de plata, un cuchillo algo oxidado un trozo de pan que Eilydh tuvo que inspeccionar varias veces para adivinar que era pues estaba cubierto de moho y duro cual piedra. Un poco de lana aún sin tratar y un muñeco hecho de ramas y barro que parecía portar una pequeña espada.
-... y el bosque no es un lugar para ir después de encerrar a las ovejas, señorita. Una vez vi un zorro luchando contra un jabalí. Y les tiré una piedra. Y el Jabalí me miró. Y entonces el zorro dio un salto enorme que casi tira uno de los árboles cercanos. Y de la tierra salieron miles de hormigas de luz, asi como tu mariposa. y lucharon contra el jabalí. Y.. y... y después un vampiro vino y se tomó la sangre del jabalí.Yo le tire una piedra y lo mate... si si lo mate. Olga no me cree... Pero eso es porque ella no tiene idea de como.. como defenderse. Pero... ya no me gusta estar por los alrededores del bosque señorita-Dijo Pecoso.
El niño había estado incrementando su nivel de exaltación a medida que contaba la historia y en su última frase, el pequeño se volvió timido y su alegría se sumió en un gesto cansado de nuevo.
-El bosque no es un buen lugar, señorita- le decía a Valyria- pero.. pero... Yo no voy a hablar del bosque. Necesito ir... a casa. No voy a contar nada NADA - dijo y le devolvió la mariposa a Valyria
-Una pena...- intervino Eilydh apresurada- Me sobra una espada. Lo cierto es que estoy segura de que alguien tan valeroso no tendría problemas en aprender como desenvolverse con ella. Digo... todos los héroes saben al menos, como defenderse- dijo Eilydh- y desenfundó un sable pequeño que había conseguido no hacía mucho y lo blandió un par de veces.
-A...Aprender a... pele...pelear- el chico la miró como sopesándola pero sus manos le traicionaron intentando alcanzar el sable.
Eilydh lo movió fuera de su alcance y lo miró con intensidad, muy seria.
-No aquí, Pecoso. Por supuesto necesitamos un lugar que nos permita... movernos y nos inspire a la vez. Pero...- dijo Eilydh- No.. no.. Olvídalo. Ya has dicho que el bosque te da miedo y que no vas a hablar con nosotras- Dijo Eilydh guardando el sable. - Quizás deberíamos irnos, Val.- le dijo a la elfa- Estoy segura que..Olga también sabe algo de aquel bosque y bueno nos podría llevar al lugar exacto... al fin y al cabo es más mayor.
-NO- dijo el chico con el gesto molesto y sus pequeños ojitos verdes surcados de pecas casi a punto de llorar con la rabia de la impotencia- Yo os llevaré. Ella no sabe nada... NADA. Ella tan solo sabe sobre las ranas de la alberca, y el molino de la tapada..y... lo que hacen la mujer que vive en la hacienda y el alguacil los sábados por la tarde- dijo como si de pronto todo el arsenal de chismes que sabía saliesen de su boca- Ella... Ella no sabe sobre... Ahsur Dorgean- dijo el chico hinchando su pecho con orgullo.
-Ahsur Doragean- repitió la elfa, de nuevo mirando a Valyria.- Y si... quisiésemos saber sobre ese tal Ahsur.. tú... estarías dispuesto a contarnos la historias de ese...emmm- Eilydh jugueteó un poco con su trenza, como poco impresionada.
-Lobo.- dijo el chico, en un susurro.- Tan solo si ambas sois lo suficientemente valientes como para estar dispuestas a seguirme hasta el bosque- dijo el chico. encarándola.
Eilydh lo miró a los ojos por primera vez desde que había llegado. Se topó con el dolor de la vida que había llevado aquel niño, las cicatrices en su cara menuda, sus labios cortados por la deshidratación, su pelo alborotado y sus ropajes gastados y sin duda remendados por manos poco expertas. Pero sobre todo, con la valía de aquel chico. Su orgullo, su valentía y la fuerza que le había permitido sobrevivir todo aquello. La misma la estaba retando en aquel momento. Tragó saliva, apesadumbrada y luego sonrió.
-Vamos tras de ti, entonces, Pecoso- le dijo y el chico cruzó sus brazos ocultando una sonrisa de autosuficiencia. Asió su bolsa de pertenencias quitándosela a Eilydh de un tirón y comenzó a caminar, guiándolas. Casi podía ver el orgullo herido de aquel chico caminando casi más pesado que él mismo. Eilydh no pudo evitar ocultar un gesto divertido al ver como avanzaba.
Por eso justo, odiaba a los niños.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
A duras penas habían pasado unos segundos, y ya sabía que el truco de las mariposas había funcionado, como siempre. Ahora solo tenía que esperar a que su terquedad se derrumbara por el aleteo de adorables alas luminosas. Y una vez empezó a hablar, fue como un dique rompiéndose, tal era el poder de los espíritus adorables.
Pecko, el niño, tenía dos hermanas, y aparentemente, el era el responsable. O eso decía. Lo que hacía más raro las acusaciones de que se lo estaba inventando para echarse unas risas o un banquete. ¿Estaban hambrientos por lo que robaban ovejas? O puede que necesitara una manera de desfogarse, con tanta responsabilidad. –Tener la piel dura ayuda, pero no te confíes y te olvides de tener una armadura.- intentó añadir Valyria, y no solo porque ella se dedicaba a vender armaduras a aspirantes a héroe, aunque eso ciertamente ayudaba.
Pero lo que siguió le hizo reconsiderar la posibilidad de que el niño se lo inventara. O que alucinara. Seguro que era la falta de aire, o una piedra a la cabeza. Y sin embargo, su… determinación para no ir al bosque se mantenía firme, lo que era un poco raro, la verdad, por lo que estaba inclinada a pensar que había algo de verdad. Puede que una mantícora, pero no tendría tanta suerte.
Por suerte su compañera parecía saber lo que decir para sobornar al niño de que les llevara al misterioso bosque, aunque faltaba un pequeño empujoncito que no falló en captar. –Sí, deberíamos buscar a otra persona a la que entrenar, como Olga.- y ya lo tenían, completamente en el saco.
-Ahsur Dorgean- Repitió ella también. Un lobo con ese nombre. Murmuró el nombre un par de veces más intentando cambiar la entonación. Casualidad. Seguro que era un nombre común, o se lo había puesto el niño en honor a alguien. Ya haría sus averiguaciones cuando volviera a Lunargenta, ahora lo importante era al chaval, que estaba retando a dos mujeres echas y derechas a seguirle al bosque. Se habría reído, si el muchacho no luciera tan serio. Puede que descartar la mantícora tan pronto no fuese buena idea.
Pero no por eso iba a acobardarse, ya era hora de encontrarse una. Ambas mujeres siguieron al chico, que caminaba muy firmemente al principio, pero a medida que se alejaban del pueblo, el chico iba encorvándose, cada vez un poco menos determinado. Pero tenía que darle mérito al chaval, aunque lucia acobardado, no se desdijo de su promesa, y cruzaron los campos de las ovejas hasta los límites del bosque donde se plantó. –Por aquí sale el lobo, cuando se pone el sol.- dijo, señalando hacia el bosque. Ella no podía ver nada en especial, ni un camino, ni una cueva, ni un nido, solo árboles y arbustos. Podía estar inventándoselo perfectamente a cambio de unas lecciones de esgrima, por lo que decidió hacer unas pocas averiguaciones más.
-¿Cómo sale? ¿Tal cual de entre los arbustos, muerde una oveja y la arrastra de vuelta?- si era así, habría un claro camino de ramas y arbustos rotos que no veía, por lo que sabría que mentía.
-No, hace bamf.- ah, niños y sus palabras raras, se sentía mayor.
-¿Bamf?- preguntó, puede que por contexto lo entendiera.
-¡Bamf! ¡Hay un destello azulado, coge una oveja y bamfea de nuevo!- Eso definitivamente no era un verbo, pero daba igual ¿teletransporte? Puede. Tenía sus dudas. Y no solo porque alguien capaz de hacer eso era raro. Alguien…
-Entonces, ¿la agarra? ¿Con sus manos?-
-Sí, claro, con las patas de delante.- Era alguien sin duda, entonces, un licántropo o un hombre bestia. Y el teletransporte complicaba las cosas. Aunque puede que no fuera un teletransporte, solo… que se movía muy rápido o algo. Pero había varias maneras de comprobarlo y neutralizarlo…
-Porque no… le enseñas algunos movimientos a nuestro guía, yo tengo una idea.- Y se fue sin más, su cabeza dando vueltas a un plan. No era un buen plan, pero era un plan, y lo estaba puliendo mientras recorría el campo, solo reduciendo su marcha para sacar una herramienta.
Y unos minutos más tarde, llego ante su objetivo. –Psss psss, Marta.- reconocía a esa oveja, lo haría en cualquier sitio.
-Beeeeee.- respondió. Y entonces sacó la mano de detrás de su espalda, revelando el cuchillo.-¿Beeeee?- pero ella ignoro impasible el tono de pánico, le había dicho que se las pagaría.
La oveja estaba bien, pero pasaría algo de frío a partir de ahora. Lo importante era que con un tocón, algún que otro soporte, mucha lana y algunas tiras de cuero y carne, había apañado algo que se parecía a una oveja desde lejos. Y unos cuantos detalles más sirvieron para asegurarse de que también lo parecía de cerca. Las orejitas, el aroma a carne fresca, la esponjosidad natural de una oveja salvaje, la cabecita inclinada hacia el suelo, como masticando hierba. Estaba bastante orgullosa de MartaDos, por lo que empezó a volver, hacia el claro donde había dejado a ese par.
La idea era simple, poner MartaDos en la parte externa, la más vulnerable, junto a una cuerda. Ese tipo de magia especial solía tener o bien un límite de peso, que su no-oveja seguramente no excedería, pero la cuerda atada a un árbol si, o un límite de… espacio, por así decirlo, que a efectos prácticos sería lo mismo. También existía la posibilidad de que el… bamf (tuvo que contener un tic al pensarlo) cortara la cuerda directamente, pero esperaba que su arco y la confusión de tener a un elaborado muñeco en vez de una oveja le diera el tiempo necesario para atraparlo.
Pecko, el niño, tenía dos hermanas, y aparentemente, el era el responsable. O eso decía. Lo que hacía más raro las acusaciones de que se lo estaba inventando para echarse unas risas o un banquete. ¿Estaban hambrientos por lo que robaban ovejas? O puede que necesitara una manera de desfogarse, con tanta responsabilidad. –Tener la piel dura ayuda, pero no te confíes y te olvides de tener una armadura.- intentó añadir Valyria, y no solo porque ella se dedicaba a vender armaduras a aspirantes a héroe, aunque eso ciertamente ayudaba.
Pero lo que siguió le hizo reconsiderar la posibilidad de que el niño se lo inventara. O que alucinara. Seguro que era la falta de aire, o una piedra a la cabeza. Y sin embargo, su… determinación para no ir al bosque se mantenía firme, lo que era un poco raro, la verdad, por lo que estaba inclinada a pensar que había algo de verdad. Puede que una mantícora, pero no tendría tanta suerte.
Por suerte su compañera parecía saber lo que decir para sobornar al niño de que les llevara al misterioso bosque, aunque faltaba un pequeño empujoncito que no falló en captar. –Sí, deberíamos buscar a otra persona a la que entrenar, como Olga.- y ya lo tenían, completamente en el saco.
-Ahsur Dorgean- Repitió ella también. Un lobo con ese nombre. Murmuró el nombre un par de veces más intentando cambiar la entonación. Casualidad. Seguro que era un nombre común, o se lo había puesto el niño en honor a alguien. Ya haría sus averiguaciones cuando volviera a Lunargenta, ahora lo importante era al chaval, que estaba retando a dos mujeres echas y derechas a seguirle al bosque. Se habría reído, si el muchacho no luciera tan serio. Puede que descartar la mantícora tan pronto no fuese buena idea.
Pero no por eso iba a acobardarse, ya era hora de encontrarse una. Ambas mujeres siguieron al chico, que caminaba muy firmemente al principio, pero a medida que se alejaban del pueblo, el chico iba encorvándose, cada vez un poco menos determinado. Pero tenía que darle mérito al chaval, aunque lucia acobardado, no se desdijo de su promesa, y cruzaron los campos de las ovejas hasta los límites del bosque donde se plantó. –Por aquí sale el lobo, cuando se pone el sol.- dijo, señalando hacia el bosque. Ella no podía ver nada en especial, ni un camino, ni una cueva, ni un nido, solo árboles y arbustos. Podía estar inventándoselo perfectamente a cambio de unas lecciones de esgrima, por lo que decidió hacer unas pocas averiguaciones más.
-¿Cómo sale? ¿Tal cual de entre los arbustos, muerde una oveja y la arrastra de vuelta?- si era así, habría un claro camino de ramas y arbustos rotos que no veía, por lo que sabría que mentía.
-No, hace bamf.- ah, niños y sus palabras raras, se sentía mayor.
-¿Bamf?- preguntó, puede que por contexto lo entendiera.
-¡Bamf! ¡Hay un destello azulado, coge una oveja y bamfea de nuevo!- Eso definitivamente no era un verbo, pero daba igual ¿teletransporte? Puede. Tenía sus dudas. Y no solo porque alguien capaz de hacer eso era raro. Alguien…
-Entonces, ¿la agarra? ¿Con sus manos?-
-Sí, claro, con las patas de delante.- Era alguien sin duda, entonces, un licántropo o un hombre bestia. Y el teletransporte complicaba las cosas. Aunque puede que no fuera un teletransporte, solo… que se movía muy rápido o algo. Pero había varias maneras de comprobarlo y neutralizarlo…
-Porque no… le enseñas algunos movimientos a nuestro guía, yo tengo una idea.- Y se fue sin más, su cabeza dando vueltas a un plan. No era un buen plan, pero era un plan, y lo estaba puliendo mientras recorría el campo, solo reduciendo su marcha para sacar una herramienta.
Y unos minutos más tarde, llego ante su objetivo. –Psss psss, Marta.- reconocía a esa oveja, lo haría en cualquier sitio.
-Beeeeee.- respondió. Y entonces sacó la mano de detrás de su espalda, revelando el cuchillo.-¿Beeeee?- pero ella ignoro impasible el tono de pánico, le había dicho que se las pagaría.
La oveja estaba bien, pero pasaría algo de frío a partir de ahora. Lo importante era que con un tocón, algún que otro soporte, mucha lana y algunas tiras de cuero y carne, había apañado algo que se parecía a una oveja desde lejos. Y unos cuantos detalles más sirvieron para asegurarse de que también lo parecía de cerca. Las orejitas, el aroma a carne fresca, la esponjosidad natural de una oveja salvaje, la cabecita inclinada hacia el suelo, como masticando hierba. Estaba bastante orgullosa de MartaDos, por lo que empezó a volver, hacia el claro donde había dejado a ese par.
La idea era simple, poner MartaDos en la parte externa, la más vulnerable, junto a una cuerda. Ese tipo de magia especial solía tener o bien un límite de peso, que su no-oveja seguramente no excedería, pero la cuerda atada a un árbol si, o un límite de… espacio, por así decirlo, que a efectos prácticos sería lo mismo. También existía la posibilidad de que el… bamf (tuvo que contener un tic al pensarlo) cortara la cuerda directamente, pero esperaba que su arco y la confusión de tener a un elaborado muñeco en vez de una oveja le diera el tiempo necesario para atraparlo.
- Spoiler:
- Uso curtiduria para crear un... ¿espantalobos? en un intento de atrapar a No-Asher
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Eilydh escuchó con interés la descripción de las apariciones del supuesto lobo en el lugar exacto donde Pecko les había mostrado. El niño comenzó a señalar aquí y allá de manera tímida y poco a poco encontró la confianza que necesitaba y detalló exactamente como era que aparecía aquel lobo y la manera exacta de actuar de la criatura.
Val parecía tener un plan y el niño la dejo actuar mientras miraba con los ojos ilusionados a Eilydh.
-Entonces… ¿Cuándo es que puedo empezar a usar la espada?- dijo acercándose a la elfa y llevándose las manos a la cintura en un gesto divertido que lo hacia parecer mayor.
-Mmmmm- dijo Eilydh inspeccionando lo que parecía ser huellas de un carromato a través de la hierba fresca de aquel prado cerca de la arboleda- Supongo que podrás empezar a usarla cuando haya una razón para ello. Regla numero uno: La mayoría de batallas son evitables. – le sonrió con una expresión distraída, como acto reflejo, mientras seguía con la mirada las huellas de lo que parecía ser varios carromatos mas camino al bosque.
El chico frunció el ceño molesto y estaba a punto de decir algo cuando ambos vieron como Val posicionaba su espanta-lobos no muy lejos de donde ambos estaban. Eilydh entendió lo que su compañera estaba intentando hacer y le sonrió al verla acercarse. Tomo de la mano al niño que enfadado intento liberarse de su agarre y se dispuso a esconderse entra unas piedras cercanas a ellos. Eilydh tiro del chico que no opuso resistencia por un segundo y puso los ojos en blanco antes de hablarle
-Ahora, guarda silencio.- dijo Eilydh. El chico dejo de resistirse y la siguió. Eilydh espero que Val hiciese lo mismo y que los tres se ocultasen en las piedras.
-Las huellas de esos carromatos son frescas- dijo Eilydh a Valyria cuando esta estuvo cerca de ella, susurrando- Pensé que los de PuebloAlto se dedicaban a la ganadería y no a la recolección de cebada. No entiendo por lo tanto porque tanta prisa, tan temprano y en dirección a PuebloBajo… o… la arboleda- dijo expresando sus sospechas.
Esperaron buena parte de una hora y el chico comenzó a aburrirse. Comenzó silbando de manera disimulada y para cuando Eilydh decidió que habían esperado lo suficiente, Peckoso llevaba dibujando figuras de animales en la arena con un palo al menos 20 minutos.
-Me pregunto si el lobo nos ha visto construir a Martados y por eso no se ha asomado… - pensó Eilydh en voz alta.- Es eso o este pequeño mocoso no es más que un mentiro…- Eilydh se paró en seco como si cayese en la cuenta que faltaba algo.
Agarro a Peckoso por el brazo quien se asustó y dejo caer el palo con el que dibujaba al suelo de manera acelerada. Desconcertado se dejo llevar por Eilydh fuera de las rocas. Cuando se dio cuenta de lo que la elfa pretendía comenzó a hacer esfuerzo para ir hasta el otro lado. Pataleando e intentando pegar puñetazos a la elfa.
-No…. No .. No… me niego, esto no es lo que hablamos. ¿Te crees que soy imbécil? No voy a…-
-Calla y escúchame, mocoso.- dijo la elfa agarrándolo por ambos brazos- ¿Has visto a esa elfa?- dijo. – ¿Viste lo que ha hecho con las mariposas?- pregunto y el niño comenzó a enmudecer sorbiendo los mocos de llanto que caían por su nariz- Pues puede hacer que cualquier animal del bosque le haga caso. Una pantera, un lobo… TODOS.-mintió- Y yo.. yo soy una cazafortunas que comercializa con la piel de los animales que mata, ¿crees que un lobo va a asustarme?- volvió a mentir,molesta.
El chico sopeso primero a Val y luego a Eilydh y se limpio los ojos antes de dar un respingo. Eilydh lo soltó al notarlo más calmado.
-Ahora, haz lo que sabes, lo que siempre haces para que tu amigo el lobo aparezca- dijo la elfa y caminó decidida de vuelta a las rocas con Valyria. Suspiro y se escondió.
El chico se acerco un poco a la oveja que Valyria había creado y comenzó a hablar de manera tímida, como si le hablase a sus ovejas. Poco a poco su conversación se fue relajando hasta que… se paro. El chico miro a un lado y a otro con la cara desencajada. Alzo los brazos y grito.
-¡¡¡¡QUE VIENE EL LOBO!!!!!- dijo.
Eilydh miró a Valyria con media sonrisa. Se ve que el ladrón de ovejas era un hombre de rutinas.
Val parecía tener un plan y el niño la dejo actuar mientras miraba con los ojos ilusionados a Eilydh.
-Entonces… ¿Cuándo es que puedo empezar a usar la espada?- dijo acercándose a la elfa y llevándose las manos a la cintura en un gesto divertido que lo hacia parecer mayor.
-Mmmmm- dijo Eilydh inspeccionando lo que parecía ser huellas de un carromato a través de la hierba fresca de aquel prado cerca de la arboleda- Supongo que podrás empezar a usarla cuando haya una razón para ello. Regla numero uno: La mayoría de batallas son evitables. – le sonrió con una expresión distraída, como acto reflejo, mientras seguía con la mirada las huellas de lo que parecía ser varios carromatos mas camino al bosque.
El chico frunció el ceño molesto y estaba a punto de decir algo cuando ambos vieron como Val posicionaba su espanta-lobos no muy lejos de donde ambos estaban. Eilydh entendió lo que su compañera estaba intentando hacer y le sonrió al verla acercarse. Tomo de la mano al niño que enfadado intento liberarse de su agarre y se dispuso a esconderse entra unas piedras cercanas a ellos. Eilydh tiro del chico que no opuso resistencia por un segundo y puso los ojos en blanco antes de hablarle
-Ahora, guarda silencio.- dijo Eilydh. El chico dejo de resistirse y la siguió. Eilydh espero que Val hiciese lo mismo y que los tres se ocultasen en las piedras.
-Las huellas de esos carromatos son frescas- dijo Eilydh a Valyria cuando esta estuvo cerca de ella, susurrando- Pensé que los de PuebloAlto se dedicaban a la ganadería y no a la recolección de cebada. No entiendo por lo tanto porque tanta prisa, tan temprano y en dirección a PuebloBajo… o… la arboleda- dijo expresando sus sospechas.
Esperaron buena parte de una hora y el chico comenzó a aburrirse. Comenzó silbando de manera disimulada y para cuando Eilydh decidió que habían esperado lo suficiente, Peckoso llevaba dibujando figuras de animales en la arena con un palo al menos 20 minutos.
-Me pregunto si el lobo nos ha visto construir a Martados y por eso no se ha asomado… - pensó Eilydh en voz alta.- Es eso o este pequeño mocoso no es más que un mentiro…- Eilydh se paró en seco como si cayese en la cuenta que faltaba algo.
Agarro a Peckoso por el brazo quien se asustó y dejo caer el palo con el que dibujaba al suelo de manera acelerada. Desconcertado se dejo llevar por Eilydh fuera de las rocas. Cuando se dio cuenta de lo que la elfa pretendía comenzó a hacer esfuerzo para ir hasta el otro lado. Pataleando e intentando pegar puñetazos a la elfa.
-No…. No .. No… me niego, esto no es lo que hablamos. ¿Te crees que soy imbécil? No voy a…-
-Calla y escúchame, mocoso.- dijo la elfa agarrándolo por ambos brazos- ¿Has visto a esa elfa?- dijo. – ¿Viste lo que ha hecho con las mariposas?- pregunto y el niño comenzó a enmudecer sorbiendo los mocos de llanto que caían por su nariz- Pues puede hacer que cualquier animal del bosque le haga caso. Una pantera, un lobo… TODOS.-mintió- Y yo.. yo soy una cazafortunas que comercializa con la piel de los animales que mata, ¿crees que un lobo va a asustarme?- volvió a mentir,molesta.
El chico sopeso primero a Val y luego a Eilydh y se limpio los ojos antes de dar un respingo. Eilydh lo soltó al notarlo más calmado.
-Ahora, haz lo que sabes, lo que siempre haces para que tu amigo el lobo aparezca- dijo la elfa y caminó decidida de vuelta a las rocas con Valyria. Suspiro y se escondió.
El chico se acerco un poco a la oveja que Valyria había creado y comenzó a hablar de manera tímida, como si le hablase a sus ovejas. Poco a poco su conversación se fue relajando hasta que… se paro. El chico miro a un lado y a otro con la cara desencajada. Alzo los brazos y grito.
-¡¡¡¡QUE VIENE EL LOBO!!!!!- dijo.
Eilydh miró a Valyria con media sonrisa. Se ve que el ladrón de ovejas era un hombre de rutinas.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Todo estaba preparado. MartaDos en su sitio, con un jugoso aroma…probablemente, y su grupito escondido. –Puede que no sea nada, que tengan una mina secreta y no quieren que los del pueblo cercano. O una granja con plantas de cuestionable legalidad… esas cosas suelen ser sobre impuestos…- aunque desde luego era sospechoso, algo a tener en cuenta. Puede que alguien en el pueblo fuera un gran ilusionista y fingiera ser el lobo, vendiendo las ovejas en otro pueblo con el carro.
Seguía pensando que era algo sobre los impuestos, pero ahora misma daba igual, solo podía especular con información tan limitada, y puede que no fuera nada, como un leñador particularmente vago. Así que se quedó esperando al inevitable lobo, en silencio absoluto. Esa era una de las mejores partes de la caza, la creciente expectación que culminaría en la presa cayendo en la trampa.
…
Bueno, usualmente venia más rápido. Miró a su acompañante, que ya estaba arrastrando al pobre Pecoso hacia el claro. Ya veía por donde iba eso. E inmediatamente se dio cuenta que no, no veía por donde iba eso, pero más o menos entendía la finalidad, así que siguió la corriente, y luego lo exagero aún más por supuesto. –Usualmente llevo una mantícora conmigo, pero aquí hace mucho frío para Mordisquitos.- Algún día Val, algún día, era cuestión de tiempo y dinero.
El gritó del chaval resonó en el bosque, y prácticamente podía oír a los aldeanos soltando una maldición seguida de un “no ese maldito crio otra vez”. Lo que claramente podía oír, en cambio, era el murmullo de las hojas agitándose, casi por sorpresa, seguido de una luz azul y un “bamf”. Jodido crío, la cosa hacia bamf de verdad, no había otra manera de describir el sonido. La luz y el sonido reaparecieron al mismo tiempo que ella pisaba la cuerda, que seguía atada al árbol, pero quería asegurarse, por si acaso no bastaba. Y entonces otro flash de luz apareció, de la bestia, oveja en mano, y Valyria pudo notar el mundo ondularse a su alrededor, su estómago revolviéndose como si hubiera hecho diez volteretas seguidas. Pero en vez de un bamf, más bien sonó como un pedo, y ambos seguían allí delante, donde habían estado antes de esa desagradable experiencia. Lo que sea que usara para teletransportarse había fallado. Por su peso, quería creer.
….
Espera no, eso sonaba mal, Anders se lo recordaría toda la vida si lo contaba así. Y los elfos vivían mucho, demasiado, como para que eso fuera una opción. Daba igual, ahora debía centrarse, tenía a la bestia delante, al feroz lobo que había aterro…bueno, más bien había sido una molestia como mucho, pero cuando contara la historia, se tomaría alguna que otra licencia literaria. Miró a los ojos del mismísimo Fenrir, devorador de mundos, y solo pudo decir unas pocas palabras, anonadada por su terrorífica figura.
-Tú no eres un lobo…- dijo, rebosando desprecio. Ni siquiera era un animal, era un hombre bestia, estando a dos patas con Marta en sus manos. Joder, si hasta llevaba espada y pantalones. Si entrecerrabas un poco los ojos y lo veías en una noche sin casi luz, podía parecer un lobo, pero el pelo era demasiado corto y cobrizo, las orejas demasiado grandes, enormes, la verdad, y la cola era demasiado corta y mullidita y el morro era algo más largo…. Y era escuálido, pero eso seguramente era más culpa del individuo que del animal del que sacaba los rasgos. Sus sueños de hacerse unas botas con algún tipo de bestia teletransportadora, hechos trizas, y peor aún, el individuo no parecía haberse dado cuenta de que su vida se acercaba a un abrupto final, puesto que desenvainó la espada al aire y habló.
-HUID, MORTALES, PUES OS ENCONTRÁIS ANTE EL GRAN, EL ÚNICO, ASHER DAREGAN, CENTINELA DEL NORTE Y MEJOR ARCANISTA QUE HA PISADO ESTAS TIERRAS.- la verdad era que la espada brillando con llamas doradas era un muy buen toque, a pesar de que no pudiera notar el calor, por lo que seguramente no eran peligrosas de verdad. Aplaudió con las manos, lentamente para que sonara sarcástico, como había aprendido en su breve carrera como actriz. Iba a contarle a NoAsher porque no colaba, pero primero miró a su acompañante en busca de una reacción, para saber si iba a tener que asaetar al infeliz ella sola.
Seguía pensando que era algo sobre los impuestos, pero ahora misma daba igual, solo podía especular con información tan limitada, y puede que no fuera nada, como un leñador particularmente vago. Así que se quedó esperando al inevitable lobo, en silencio absoluto. Esa era una de las mejores partes de la caza, la creciente expectación que culminaría en la presa cayendo en la trampa.
…
Bueno, usualmente venia más rápido. Miró a su acompañante, que ya estaba arrastrando al pobre Pecoso hacia el claro. Ya veía por donde iba eso. E inmediatamente se dio cuenta que no, no veía por donde iba eso, pero más o menos entendía la finalidad, así que siguió la corriente, y luego lo exagero aún más por supuesto. –Usualmente llevo una mantícora conmigo, pero aquí hace mucho frío para Mordisquitos.- Algún día Val, algún día, era cuestión de tiempo y dinero.
El gritó del chaval resonó en el bosque, y prácticamente podía oír a los aldeanos soltando una maldición seguida de un “no ese maldito crio otra vez”. Lo que claramente podía oír, en cambio, era el murmullo de las hojas agitándose, casi por sorpresa, seguido de una luz azul y un “bamf”. Jodido crío, la cosa hacia bamf de verdad, no había otra manera de describir el sonido. La luz y el sonido reaparecieron al mismo tiempo que ella pisaba la cuerda, que seguía atada al árbol, pero quería asegurarse, por si acaso no bastaba. Y entonces otro flash de luz apareció, de la bestia, oveja en mano, y Valyria pudo notar el mundo ondularse a su alrededor, su estómago revolviéndose como si hubiera hecho diez volteretas seguidas. Pero en vez de un bamf, más bien sonó como un pedo, y ambos seguían allí delante, donde habían estado antes de esa desagradable experiencia. Lo que sea que usara para teletransportarse había fallado. Por su peso, quería creer.
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Espera no, eso sonaba mal, Anders se lo recordaría toda la vida si lo contaba así. Y los elfos vivían mucho, demasiado, como para que eso fuera una opción. Daba igual, ahora debía centrarse, tenía a la bestia delante, al feroz lobo que había aterro…bueno, más bien había sido una molestia como mucho, pero cuando contara la historia, se tomaría alguna que otra licencia literaria. Miró a los ojos del mismísimo Fenrir, devorador de mundos, y solo pudo decir unas pocas palabras, anonadada por su terrorífica figura.
-Tú no eres un lobo…- dijo, rebosando desprecio. Ni siquiera era un animal, era un hombre bestia, estando a dos patas con Marta en sus manos. Joder, si hasta llevaba espada y pantalones. Si entrecerrabas un poco los ojos y lo veías en una noche sin casi luz, podía parecer un lobo, pero el pelo era demasiado corto y cobrizo, las orejas demasiado grandes, enormes, la verdad, y la cola era demasiado corta y mullidita y el morro era algo más largo…. Y era escuálido, pero eso seguramente era más culpa del individuo que del animal del que sacaba los rasgos. Sus sueños de hacerse unas botas con algún tipo de bestia teletransportadora, hechos trizas, y peor aún, el individuo no parecía haberse dado cuenta de que su vida se acercaba a un abrupto final, puesto que desenvainó la espada al aire y habló.
-HUID, MORTALES, PUES OS ENCONTRÁIS ANTE EL GRAN, EL ÚNICO, ASHER DAREGAN, CENTINELA DEL NORTE Y MEJOR ARCANISTA QUE HA PISADO ESTAS TIERRAS.- la verdad era que la espada brillando con llamas doradas era un muy buen toque, a pesar de que no pudiera notar el calor, por lo que seguramente no eran peligrosas de verdad. Aplaudió con las manos, lentamente para que sonara sarcástico, como había aprendido en su breve carrera como actriz. Iba a contarle a NoAsher porque no colaba, pero primero miró a su acompañante en busca de una reacción, para saber si iba a tener que asaetar al infeliz ella sola.
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Eilydh giró primero su cabeza a los gritos ahogados de los habitantes del pueblo que parecían haber tomado las voces de Peckoso como la señal misma de que todo iba a seguir como hasta el momento... para después encontrarse con el gesto cínico de su compañera, que a su vez miraba hasta donde se encontraba el niño y su creación.
La razón a aquel cinísmo tenía nombre y apellidos. Unos bastante rimbonbantes como para que Eilydh no se acordase si lo había oído antes y lo suficientemente largo como para querer olvidarlo en el momento justo en el que lo terminó de escuchar. El caso: El lobo no era un lobo. Era un hombre bestia bastante musculoso y que al parecer había olvidado la necesidad misma de cubrir su piel mas allá de sitios claves y como respuesta a los llantos de Peckoso, había traído una espada incendiada en llamas.
Eilydh sintió que Val esperaba algo de ella, Como si se estuviese perdiendo algo que aquel desconocido había dicho entre las lineas de sus amenazas gratuitas y ella no hubiese entendido.
-... ¿Y cuál es el motivo exacto por el que tenemos que huir? digo... nosotras tan solo venimos a salvar a las ovejas. Lo que seas y tu nombre nos da más bien igual- Eilydh salió de su escondite e inmediatamente, Peckoso corrió hacia ella y se agazapó detrás de su figura -¿No te da vergüenza amenazar a unos pobres campesinos y atemorizar a un niño de apenas 8 años? Pensé que habías dicho que eras centinela...- Eilydh puso los ojo en blanco y se dirigió ahora a Val en un susurro que buscaba que el tal Asher lo escuchase- El declive... - dijo con gesto condescendiente.
-CALLATE ELFA- dijo el hombre molesto mientras blandía su espada de aquí a allá- ¿es que acaso tus orejas son de adorno? Largáos de estas tierras si queréis vivir.Es un aviso- El hombre bestia laqueaba en continuos intentos de mirar aquí y allá como si buscase algo que ninguna de las dos elfas veía.
Eilydh estaba comenzando a molestarse. Sabía que su paciencia no era uno de sus muchos dones y la figura minúscula de Peckoso tras ella agarrando su cintura en un intento de protegerse estaba poniéndola aún más nerviosa.
-Dejémonos de juegos, lobo. El problema aquí es que estás atemorizando a un niño que ni siquiera sabe atarse los zapatos solo... quizás deberías pensar un poco en qué...-
-Ah claaaaro ¿porque esa es mi única meta en la vida verdad?- interrumpió el lobo, pillando de sorpresa a Eilydh.
-No lo se... yo tan solo digo que..-
-¿Porque como soy un hombre bestia tan solo puedo optar a atemorizar a pueblos y quemar aldeas verdad?- la expresión del lobo se había sumido en una mezcla de rabia y tristeza que confundió a la elfa.
-No soy yo la que se aparece en las noches intentando comerse a los pobres pastores y sus ovejas en un pequeño pue-
-¿Por qué tengo fauces ya debo comer a todos no?- dijo el lobo sumido en más tristeza aún- ¿Es que tu crees que yo he nacido para esto? ¿Que me gusta que se me grite tan solo por aparecer de la nada? ¿Que se me trate como una amenza cada vez que paso por el claro del bosque después de mis quehaceres diarios?- dijo finalmente el lobo cambiando su tristeza por ira- Pues no. Yo no tengo culpa de que me Dios me crease de esta manera perfecta para la batalla. De que mis habilidades sean la envidia de cualquier guerrero y que mi espada haya probado la sangre de todos aquellos que osan desafiarme. No la tengo no... A veces tan solo paso por aquí en un intento de saludar a mis vecinos. Ser afable... ¡amigable incluso! Y ¿qué me encuentro? desprecio. - el lobo de nuevo desenfundó su espada- Me preguntas si no tengo nada más que hacer que asustar a mocosos.. pues te diré, elfa desconocida... a veces me gustaría que alguien apreciase todo lo que hago además de eso mismo-
El lobo cruzó los brazos.y Eilydh miró a Val con la boca abierta sin saber muy bien qué responder a aquello.
La razón a aquel cinísmo tenía nombre y apellidos. Unos bastante rimbonbantes como para que Eilydh no se acordase si lo había oído antes y lo suficientemente largo como para querer olvidarlo en el momento justo en el que lo terminó de escuchar. El caso: El lobo no era un lobo. Era un hombre bestia bastante musculoso y que al parecer había olvidado la necesidad misma de cubrir su piel mas allá de sitios claves y como respuesta a los llantos de Peckoso, había traído una espada incendiada en llamas.
Eilydh sintió que Val esperaba algo de ella, Como si se estuviese perdiendo algo que aquel desconocido había dicho entre las lineas de sus amenazas gratuitas y ella no hubiese entendido.
-... ¿Y cuál es el motivo exacto por el que tenemos que huir? digo... nosotras tan solo venimos a salvar a las ovejas. Lo que seas y tu nombre nos da más bien igual- Eilydh salió de su escondite e inmediatamente, Peckoso corrió hacia ella y se agazapó detrás de su figura -¿No te da vergüenza amenazar a unos pobres campesinos y atemorizar a un niño de apenas 8 años? Pensé que habías dicho que eras centinela...- Eilydh puso los ojo en blanco y se dirigió ahora a Val en un susurro que buscaba que el tal Asher lo escuchase- El declive... - dijo con gesto condescendiente.
-CALLATE ELFA- dijo el hombre molesto mientras blandía su espada de aquí a allá- ¿es que acaso tus orejas son de adorno? Largáos de estas tierras si queréis vivir.Es un aviso- El hombre bestia laqueaba en continuos intentos de mirar aquí y allá como si buscase algo que ninguna de las dos elfas veía.
Eilydh estaba comenzando a molestarse. Sabía que su paciencia no era uno de sus muchos dones y la figura minúscula de Peckoso tras ella agarrando su cintura en un intento de protegerse estaba poniéndola aún más nerviosa.
-Dejémonos de juegos, lobo. El problema aquí es que estás atemorizando a un niño que ni siquiera sabe atarse los zapatos solo... quizás deberías pensar un poco en qué...-
-Ah claaaaro ¿porque esa es mi única meta en la vida verdad?- interrumpió el lobo, pillando de sorpresa a Eilydh.
-No lo se... yo tan solo digo que..-
-¿Porque como soy un hombre bestia tan solo puedo optar a atemorizar a pueblos y quemar aldeas verdad?- la expresión del lobo se había sumido en una mezcla de rabia y tristeza que confundió a la elfa.
-No soy yo la que se aparece en las noches intentando comerse a los pobres pastores y sus ovejas en un pequeño pue-
-¿Por qué tengo fauces ya debo comer a todos no?- dijo el lobo sumido en más tristeza aún- ¿Es que tu crees que yo he nacido para esto? ¿Que me gusta que se me grite tan solo por aparecer de la nada? ¿Que se me trate como una amenza cada vez que paso por el claro del bosque después de mis quehaceres diarios?- dijo finalmente el lobo cambiando su tristeza por ira- Pues no. Yo no tengo culpa de que me Dios me crease de esta manera perfecta para la batalla. De que mis habilidades sean la envidia de cualquier guerrero y que mi espada haya probado la sangre de todos aquellos que osan desafiarme. No la tengo no... A veces tan solo paso por aquí en un intento de saludar a mis vecinos. Ser afable... ¡amigable incluso! Y ¿qué me encuentro? desprecio. - el lobo de nuevo desenfundó su espada- Me preguntas si no tengo nada más que hacer que asustar a mocosos.. pues te diré, elfa desconocida... a veces me gustaría que alguien apreciase todo lo que hago además de eso mismo-
El lobo cruzó los brazos.y Eilydh miró a Val con la boca abierta sin saber muy bien qué responder a aquello.
Eilydh
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
Ah, al menos había copiado viene la tirria a los elfos, habría aplaudido si la situación no fuera seria. La verdad, que lee chara la bronca el lobo roba-ovejas estaba muy bajo en su lista de prioridades, de hecho no estaba la última porque había vivido cosas peores que no pensaba repetir, pero lo dejo hablar, para que se desfogara, aunque ni por un momento iba a creer que era una pobre víctima de la sociedad.
-Todo el mundo pregunta siempre “¿porque has quemado el orfanato Asher?” o “esos eran civiles, ¿Por qué los mataste?”, pero nunca “¿cómo estas Asher?”- dijo sabiamente, provocando que el chucho sacudiera la cabeza, asintiendo, hasta el punto que sospechaba que se desnucaría en cualquier momento, a pesar de que originalmente había estado vacilándole. La verdad, eso habría ahorrado unos cuantos problemas, pero ya que su lobo no era inmediatamente hostil, seguramente podía…aprovechar para ayudar al pobre niño que, al final, no estaba mintiendo. Si, podía trabajar con ello...
-La verdad, si esperabas tolerancia de un pueblo tan apartado como este, vas mal, aunque podrías probar con Lunargenta.- ¿Era Asher un nombre común? Puede que fuera común. O que fuera un primo, de allí un nombre y apellido similar.
… No, seguía convencida que era un estafador, pero eso realmente no era importante, no podía esperar a contarle al perro que había conocido a uno de sus enemigos. -Pero, aunque este no sea el lugar adecuado, ¿Qué vas a hacer al respecto huh? ¿Vas a dejar que te pisoteen? ¿Qué no te respeten?- pausó un momento, para mirarlo, además, daba un toque dramatico.
-No, ¡claro que no!-
-¡Por supuesto que no! ¡Ve allí y demuéstrales lo que vales! ¡Plántate ante ellos y haz que te respeten! ¡¿Que vas a decirles?!-
-NO VOY A ATRAER MÁS PRESAS PARA VOSOTROS.-
-¡No te oig…! Espera que. – pero el lobo ya se estaba yendo a grandes zancadas hacia el pueblo. Eso no era… lo que esperaba que dijera. Pero… servía igual, ¿cierto? Mostraría el lobo e intervendría si se ponía violento. Rápido, sencillo y para toda la familia.
Aun así sonaba un poco raro, la verdad.
-Todo el mundo pregunta siempre “¿porque has quemado el orfanato Asher?” o “esos eran civiles, ¿Por qué los mataste?”, pero nunca “¿cómo estas Asher?”- dijo sabiamente, provocando que el chucho sacudiera la cabeza, asintiendo, hasta el punto que sospechaba que se desnucaría en cualquier momento, a pesar de que originalmente había estado vacilándole. La verdad, eso habría ahorrado unos cuantos problemas, pero ya que su lobo no era inmediatamente hostil, seguramente podía…aprovechar para ayudar al pobre niño que, al final, no estaba mintiendo. Si, podía trabajar con ello...
-La verdad, si esperabas tolerancia de un pueblo tan apartado como este, vas mal, aunque podrías probar con Lunargenta.- ¿Era Asher un nombre común? Puede que fuera común. O que fuera un primo, de allí un nombre y apellido similar.
… No, seguía convencida que era un estafador, pero eso realmente no era importante, no podía esperar a contarle al perro que había conocido a uno de sus enemigos. -Pero, aunque este no sea el lugar adecuado, ¿Qué vas a hacer al respecto huh? ¿Vas a dejar que te pisoteen? ¿Qué no te respeten?- pausó un momento, para mirarlo, además, daba un toque dramatico.
-No, ¡claro que no!-
-¡Por supuesto que no! ¡Ve allí y demuéstrales lo que vales! ¡Plántate ante ellos y haz que te respeten! ¡¿Que vas a decirles?!-
-NO VOY A ATRAER MÁS PRESAS PARA VOSOTROS.-
-¡No te oig…! Espera que. – pero el lobo ya se estaba yendo a grandes zancadas hacia el pueblo. Eso no era… lo que esperaba que dijera. Pero… servía igual, ¿cierto? Mostraría el lobo e intervendría si se ponía violento. Rápido, sencillo y para toda la familia.
Aun así sonaba un poco raro, la verdad.
Valyria
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Re: Las corderitas y el lobo [Trabajo]
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