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Mensaje  Fehu Vie Jun 19 2020, 19:29



La flor del helecho

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Te digo que el guisante estaba en la del centro, no les he quitado la vista de encima en ningún momento.

Pues ya ve, señor, que estaba en la de la derecha —respondió el joven trilero al fornido pastor levantando una de las cáscaras de nuez para mostrar que, en efecto, allí se encontraba el guisante.

¿Y cómo sé que no lo has cambiado con magia? —dijo el hombre con profunda desconfianza.

¿Con magia? ¿Me toma usted por brujo? —El joven trilero se apartó de la cara un mechón de su dorada melena con gesto ofendido—. Le digo que tiene que fijarse mejor. ¿O no me ha visto bien las orejas? ¿Cómo voy a mover el guisante con magia? ¡Como mucho, podría hacerlo germinar!

¿Puedes hacerlo germinar? —preguntó con los ojos muy abiertos una muchacha que llevaba ya un rato observando embobada el juego.

Para una muchacha tan linda como tú —dijo el elfo cambiando el gesto ofendido por un guiño y una sonrisa resplandeciente—, puedo hacerlo florecer.

Dicho y hecho. El elfo tomó el guisante en su mano y, para cuando la acercó a la de la joven, éste se había convertido en un verde brote con una florecilla blanca en su extremo. La muchacha, extasiada y con las mejillas enrojecidas, alargó la mano para tomar la ofrenda del atractivo elfo, pero fue interrumpida por la aparición de otras dos mujeres que reclamaban su atención.

¡Maika! ¿Dónde te metes, hija? —dijo con tono de urgencia la más joven de las recién llegadas— . ¿Llevas tu hoz? Ya tendríamos que estar en marcha.

¿De verdad tenemos que irnos tan pronto, madre? —preguntó la joven Maika, cuyo rostro se había transformado de repente en la viva imagen de la desilusión.

¡¿Pronto?! —se asombró su madre. Agarró a su hija del brazo y echó a andar, alejándola de la celebración—. El sol ya se ha puesto, es la noche más corta del año y sabes de sobra que tenemos mucho que cosechar antes de que vuelva a salir.

Vamos, Maikiña —dijo con ternura la otra mujer, una anciana de grises cabellos pero que aún se movía con increíble vigor—. Quién sabe, quizá encontremos la flor del helecho.

Los helechos no tienen flor, abuela —contestó la muchacha, con un deje de duda en la voz.

Oh, sí que la tienen —dijo la anciana y, al hacerlo, dedicó un guiño cómplice a dos peregrinos que llegaban en ese momento a la Campa de Vanhadraig, donde se celebraba aquel año el Festival del Solsticio—, pero sólo la muestran a aquellos puros de corazón en la noche más corta del año.

Los forasteros sonrieron a la anciana desde debajo de sus capuchas y se miraron animados el uno al otro. Tras un viaje tan largo, resultaba agradable saber que algunas leyendas eran universales y que, incluso allí, en el frío norte, se hablaba de la mítica flor capaz de conceder grandes riquezas a quien tuviera la suerte de encontrársela en la noche de Lithe.

Los hombres caminaban despacio, pero con grandes zancadas. Bajo sus amplias capas de viaje, se adivinaban dos cuerpos jóvenes y enérgicos y el movimiento de sus capuchas mostraba la curiosidad con que observaban los festejos a medida que se adentraban en la campa.

La música, las conversaciones alegres y las risas pronto invadieron sus oídos y, a medida que se acercaban al área central, el calor de la gran hoguera templaba sus huesos, poco acostumbrados a la fría brisa que para los norteños anunciaba la llegada del verano. Pasaron junto a un grupo de mozos que dedicaba tonadillas subidas de tono a un grupo de mozas que reían y murmuraban entre ellas mientras trenzaban coronas de flores y helechos, que luego entregaban a quienes danzaban en torno al fuego.

Y, finalmente, llegaron a una gran mesa donde un grupo de lugareños ofrecían queso y cerveza a cualquiera que se acercara. Uno de los peregrinos le dio un toque al otro con el codo y señaló con la cabeza a una mujer con una espesa y rizada mata de cabello rojizo. El otro asintió y ambos se dirigieron a su encuentro.

Disculpa, ¿eres Diana? —preguntó uno de los extranjeros mostrando a un hombre joven de pelo y barba castaños al retirarse la capucha—. En el pueblo nos dijeron que preguntáramos por…

La del pelo flameante —terminó risueña la aludida—. ¿Habéis venido a ver el Nido?

¿El nido?

El lugar donde cayó la estrella —explicó un hombre de mediana edad detrás de Diana.

Este es Orestes —dijo la mujer sin perder la sonrisa—, mi marido.

Yo soy Esben —se presentó el extranjero— y mi amigo se llama Lars —añadió señalando a su compañero, que se retiraba la capucha en aquel momento.

Escribimos hace un tiempo —dijo el joven fingiendo que no había notado el gesto de sorpresa del matrimonio al ver su rostro—. ¿Puede que el mensaje se perdiera?

¡Oh!, de aquel pueblo de los Reinos del Este, ¿cierto? —La mujer, repuesta del choque inicial, se volvió a su marido y le dio un suave manotazo en un brazo, en parte para llamar su atención, en parte para que dejara de mirar fijamente al extranjero—. ¿Cómo se llamaba? Donde cayó otro fragmento.

Jólmundröm —respondió Orestes recuperando la compostura de pronto.

¡Eso es! —dijo ella y se volvió de nuevo hacia los jóvenes—. Pero no nos quedemos aquí. Venid conmigo, os enseñaré el lugar. ¡Tenéis que contármelo todo! Ori, cariño, trae algo para que puedan comer y beber allí.

La mujer echó a andar a pasos cortos, pero rápidos, hacia un área ligeramente apartada del resto de las celebraciones. Lars caminaba a su lado con pasos largos y pausados mientras Esben se quedaba un poco atrás, ayudando a Orestes con la bebida y la comida.

Después de un tiempo, deja de parecerte extraño —le dijo—. Te acostumbras a verlo y ya ni lo notas.

Es como si le hubieran absorbido el color —comentó Orestes pasándole al joven un morral donde había guardado algo de queso y un pellejo lleno de cerveza—. ¿Siempre ha sido así?

Al menos, desde que yo lo conozco.

¿Y su familia también…?

No lo sabemos. Los hombres del pueblo lo encontraron de niño en el bosque. No recuerda nada anterior a aquel día.

Entiendo —fue todo lo que dijo Orestes antes de guiar al joven hasta el Nido.

El lugar hacía honor a su nombre. Habían llenado el cráter, algo más pequeño que el que los viajeros habían dejado en su hogar, con hierba seca y ramas entrelazadas de tal manera que parecía un enorme nido, dentro del cual habían ido depositando todo tipo de coloridas ofrendas. Lars estaba agachado con la mano apoyada en la tierra del borde cuando los hombres llegaron.

¿Y no había nada en su interior? —preguntó.

Nada —respondió Diana—, pero se sentía un olor y una energía especial en el ambiente, ¿verdad Ori? —Ori asintió—. Mi marido y yo fuimos los primeros en llegar aquella noche.

Allá en casa —explicó Esben—, cayó un pedrusco enorme. Pero unos meses después, se fragmentó. De su núcleo surgieron unas lascas extrañas.

¿Qué hicisteis con ellas? —preguntó Orestes.

Nuestra seidhr las engarzó en un anillo y se lo dio a…

En aquel momento, Lars se levantó y se quitó el guante de su mano derecha. Se sacó el anillo que llevaba en su dedo anular, lo colocó sobre su palma y lo ofreció al matrimonio para que lo observaran. Pero antes de que Diana llegara a tomar el anillo en su mano, una pequeña figura alada pasó volando a toda velocidad, llevándose la joya consigo. Aquella misma mañana, varios niños del pueblo le habían dicho a Orestes que habían visto pixys en el manantial. Hasta ese momento, no los creyó.

Explicación y objetivos
Bienvenidos a un nuevo evento social, en esta ocasión, con motivo del solsticio de junio (dentro de nuestra ambientación, la noche más corta del año). Para aquellos que recién llegáis al foro, estos eventos, que suelen celebrarse cada pocos meses, son una manera de conocer on rol a otros personajes y, en ocasiones, un buen punto de partida para comenzar alguna trama con otros personajes con los que no se ha roleado antes. Sed bienvenidos a participar.

El objetivo del evento es muy sencillo: se trata de disfrutar de la temática festiva del evento, ya sea bailando, bebiendo, jugando o lo que se os ocurra. Como si vuestro personaje es de los que prefieren refunfuñar en un rincón porque prefiere el vino antes que la cerveza.

También tenemos algunos objetivos opcionales para aquellos que se sientan con ánimo de algo más:

  • La caza del piskie: Como habéis leído en la historia, un travieso piskie (también llamados pixys entre los norteños -[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]-) ha robado un objeto importante a uno de nuestros personajes. Seguro que a más de uno se le ocurre alguna idea genial para darle caza. Sólo hay un problema: no está solo y a estos diablillos les encanta jugar a despistar. Quien quiera probar suerte en esta empresa, deberá lanzar la voluntad de los dioses. La primera persona, o equipo de personas si decidís trabajar juntos, que saque dos runas Muy Buenas en posts no consecutivos habrá dado con el verdadero ladrón. Si nadie saca la runa o la persona que lo haga decide quedarse el anillo en lugar de devolverlo a su dueño, el final de la historia se verá afectado. No será necesario atrapar al ladrón para obtener recompensa, pero cuidado con cómo tratáis a estos pequeños, o podríais llevaros una sorpresa desagradable.
  • Coplillas y coronas: Para aquellos que prefieran un entretenimiento más tranquilo, tenemos versos y trabajos manuales. ¿Por qué no poner a tu personaje a trenzar coronas de flores? Y de paso, adornamos este hilo con bonitas imágenes. ¿Te van más las palabras que las imágenes? Algunos jóvenes en la fiesta se dedican a improvisar cancioncillas ligeras. Sé bienvenido (o bienvenida, por qué no) a unirte a ellos y regalarnos unos versos. Pueden ser tan jocosos o picantes como quieras, pero no explícitos. Recuerda que este no es un tema +18. Imagina que tienes que pasar la Censura a golpe de dobles sentidos.
  • La flor del helecho: Este objetivo es más bien un experimento off rol con posibles consecuencias on rol. Como muchos sabréis, los helechos no se reproducen mediante flores y semillas, la flor del helecho no existe, es un mito. Sin embargo, gracias a la magia de PS (o el dibujo, para quien se le de bien), podemos crear hermosos helechos floridos. Y en eso consiste este objetivo: adjuntar en uno de tus post una imagen de un helecho en flor. En función de cuánta gente se anime, puede que Maika aparezca de nuevo al final de este hilo.



Requisitos y recompensas
¿Qué necesitas para poder participar en este evento? Tener la ficha de personaje aprobada. Así de simple. Si tienes color, puedes participar. ¿Puedes participar con varias cuentas? Puedes, siempre que tus personajes no roleen juntos. El campo es lo bastante grande para que no se encuentren. ¿Hay que respetar turnos de posteo? No es necesario, siempre que se postee con lógica y respetando lo que otros usuarios han escrito. Especialmente, cuando se esté haciendo uso de los PNJs del evento. Sí, podéis usar a los personajes que aparecen el texto (Lars y Esben participaron en el evento de Yule -[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]- y Diana y Orestes hicieron una breve aparición al final del evento de la Alianza, el octubre pasado -[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]-).

Este hilo permanecerá abierto hasta el día 5 de julio (incluido). Como de costumbre, si alguien que quiera participar necesita unos días más, puede avisarme por MP. Las recompensas que podéis obtener son las siguientes:

  • Todos los personajes que participen recibirán 5 px y 25 aeros al final del evento.
  • Aquellos que creen una pequeña trama de varios posts con otros usuarios, recibirán 25 aeros adicionales.
  • Quienes cumplan con alguno de los objetivos opcionales recibirán un objeto especial relacionado con la temática del evento.



Especial maldiciones
Últimamente, ha crecido el número de personajes malditos en el foro y a un buen puñado de ellos se les prometió un evento para deshacerse de la suya. Sin embargo, por ser una fecha especial (sólo tenemos dos solsticios al año, después de todo), me ha parecido más justo extender esta oportunidad a otros jugadores.

Según la tradición, las plantas que se cosechan durante la noche más corta poseen un poder curativo mucho mayor que en cualquier otra época del año. Y eso es lo que debéis hacer en este evento: vuestros personajes saldrán a recoger plantas curativas en mitad de la noche. No cualquier planta, eso sí. Debe ser una planta del herbolario [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Haced esto y, al final del evento, recibiréis un objeto consumible que podrá ser utilizado para poner fin a una de vuestras maldiciones.

Pero, Fehu, es que la planta que a mí me gustaría recoger no crece en las Estepas del norte. No pasa nada, puedes ubicar tu post en otra zona de Aerandir donde crezca esa planta. Pero ten en cuenta que, si haces eso, no tendrás acceso a los PNJs del evento ni a algunos de los objetivos opcionales.
¿Y si no encuentro ninguna planta que me convenza? Puedes hacer tu propio aporte [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] creando una planta nueva o ampliando una entrada antigua, de esas con poquito texto, respetando en lo posible la idea original. Además, todas los aportes al herbolario que se reciban durante la duración de este evento recibirán una recompensa adicional de 1 px y 10 aeros cada uno en el momento de ser aceptados (no es necesario esperar a que se acepte para escribir tu post).
Mi maldición dice que debo hacer dos temas por mi cuenta y después un tema máster. Te oigo, Sandorai: considera éste tu tema máster, pero no podrás utilizar tu recompensa hasta que te hayas ocupado de los dos temas anteriores.
¿Qué pasa si quiero seguir con mi maldición un tiempo más? No hay problema, puedes guardar tu recompensa en tu inventario todo el tiempo que quieras y hacer uso de ella cuando estés listo para deshacerte de tu maldición.
Y si mi personaje no está maldito (aún), ¿puedo cumplir este objetivo? Puedes, obtendrás un objeto consumible, igual que los demás, y podrás guardarlo para cuando te venga bien.
Si recojo varias plantas, ¿obtendré el premio repetido? No, sólo obtendrás una unidad.
Mi acompañante sufre la misma maldición que yo. ¿Debo elegir quién de los dos se beneficia de la recompensa? Si tu acompañante participa contigo en la recolección, recibirás dos unidades, pero una de ellas estará vinculada al inventario personal de tu acompañante y sólo él (o ella) podrá consumirla.
¡Oh, Fehu, Fehu! Yo también tengo acompañante, pero no está maldito. Si viene conmigo, ¿también obtendré dos recompensas? Tampoco nos pasemos. Mi divina generosidad tiene un límite y es éste. Si tu acompañante está sano, no necesita plantas medicinales.

ACLARACIÓN ACERCA DE QUÉ OBJETIVOS SE PUEDEN CUMPLIR O NO PARA QUIENES UBIQUEN SUS INTERVENCIONES EN UN LUGAR DISTINTO DEL PROPUESTO:


Fehu
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La flor del helecho [Evento Social, Midsummarblót] Empty Re: La flor del helecho [Evento Social, Midsummarblót]

Mensaje  Frosk Sáb Jun 20 2020, 13:58

Erika tarareaba una plácida cancioncilla al mismo tiempo que trenzaba una corona de flores aún a medio hacer. Bluto se encontraba, como ella, sentado en un banco de piedra, observando silente el trabajo de manufacturación por parte de la joven. El bio-cibernético había tenido el privilegio de recibir la primera corona de flores que la dragona rubia y de ojos castaños había hecho aquel día, y que ostentaba para orgullo y satisfacción de esta.

Erika le explicaba no tan solo el significado objetivo y tangente de todo aquello que rodeaba al solsticio de verano, sino la importancia a nivel cultural y social que este tenía. Era toda una fiesta que celebrar, y una de sus favoritas, pues el verano sin duda era su estación predilecta, cuando más se le permitía salir de su casa. Además de que el clima acompañaba a que se generara un estado de ánimo positivo.

La segunda corona se la daría a Frosk, el cual había perdido de vista. Cuando se percató de ello, la joven dragona alzó la mirada hacia el gigantón de metal.

-¿Dónde está Frosk?-Dijo reposando la corona sobre sus rodillas, descansando un poco de su tarea.

El bio-cibernético tardó unos segundos en responder, procesando la pregunta y la consecuente respuesta.

-Me temo que lo perdí de vista, señorita Erika.

-Te he dicho cientos de veces que solo "Erika"-Lo miró un poco molesta frunciendo levemente el ceño.

-Lo siento, pero mi protocolo no me permite faltar el respeto a ningún orgánico.

-No faltas el respeto-Se encogió de hombros, dándolo por obvio-Somos compañeros de viaje, además de amigos, ¿No?

-¿"Amigos"?

-Sí.-Asintió. Conforme iba pasando días con el ser de metal, comprendía que su modo de pensar o actuar era bastante diferente de lo que estaba acostumbrada.-Frosk siempre dice que sois amigos, ¿Verdad? Pues lo mismo conmigo-Sonrió de forma jovial, enseñando todos sus dientes.

-Entiendo.-Emitió cortos sonidos agudos. Acto seguido, asintió, dándolo por hecho.-Ahora tengo dos amigos.

A la espalda de ambos se encontraba una especie de cobertizo de madera. Frosk se hallaba en el tejado, por el otro extremo, agazapado y al acecho de una enorme polilla que había localizado minutos atrás y que sigilosamente había seguido hasta allí.

Poco a poco se iba acercando, arrastrándose por dicho tejado siempre con cuidado de no alertar a su presa.

Cuando vio su oportunidad para abalanzarse contra ella, estiró su pegajosa lengua, pero el insecto tuvo la suerte o la astucia de decidir volar en el momento adecuado para librarse de ser cazado.

Rápidamente, Frosk recogió su lengua. La polilla echó a volar para irse de allí. Al hombre rana tan solo le quedaba ir a la desesperada; se puso en pie y echó a correr por el tejado hasta su borde que, sin detenerse, pegó un salto, estiró de nuevo su lengua y pudo dar finalmente caza a su presa.

Volvió a enrollar su lengua y tragó para asegurarse la victoria, pero pronto se dio cuenta que estaba en un apuro; iba a estrellarse estrepitosamente de bruces contra el suelo. Concretamente, encima de Erika.

La dragona, cuando vio una sombra taparle la luz del sol, echó su mirada hacia arriba. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio que la figura del anfibio caía sobre ella. No le dio tiempo a reaccionar, y finalmente Frosk aterrizó sobre ella.

-Croac...-Hinchó su saco vocal, dolorido.

Entonces miró hacia abajo y notó quién estaba allí, y no tenía cara de buenos amigos.

-¡MALDITA Y ESTÚPIDA RANA APESTOSA!-Se lo quitó de encima de un empujón.

-¡Croac!-Aterrizó en el suelo con gracia y estilo.

Erika estaba que echaba humo por las orejas. Su rostro estaba rojo como un tomate debido a toda la furia que contenía. Ahí Frosk sintió el verdadero terror. Acto seguido, la dragona le dio un golpe en la cabeza con el puño cerrado y con todas sus ganas a la rana, que quedó sentado en el suelo ipso facto, con sus pupilas dando vueltas por sus grandes ojos ambarinos.

Tras eso, la joven agarró de nuevo la corona de flores a medio hacer y se marchó del lugar dando fuertes pisadas haciéndose notar enojada.

-¡L-lo siento!-Intentó detener a la chica, pero fue inútil. Acto seguido se volteó hacia Bluto, el cual se había mantenido en todo momento observante y en silencio. Se percató de la corona de flores que coronaba su cabeza e hinchó su saco vocal.-Croac...


_________________________________________________________________

Off: Sobra decir que todo aquel que quiera rolear con esta rana, es más que bienvenido ^^
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Jun 20 2020, 19:58



El campamento de los elfos estaba abierto a compartir la hoguera con comerciantes y visitantes de Vulwulfar. Siempre habían sido relativamente amigables con los humanos, después de todo. Pero no eran muchos. Pese a los visitantes, estaba más vacío de lo que recordaba. Quizás algunos hubiesen muerto en la guerra de Sandorai.

Aquello podía servirme.

Sin importar lo abiertos que estuviesen, no iba a presentarme así sin más. Tenía un objetivo en mente. Por ello, usé las runas de mi capa, [1] volviéndome invisible e infiltrandome sin dificultad alguna en la tienda del anciano. El hombre estaba de espaldas, por lo que no vio como la entrada se abría.

Bajé la capucha, deshaciendo el hechizo de la capa y revelándome frente al anciano. El mismo hombre que me había enseñado a curar y tratar heridas, venenos y algunas de las runas más avanzadas que conocía. Se dio la vuelta y dio un respingo, sobresaltado por la interrupción.

-¿Quien...?- preguntó. Frunció el ceño, mirándome a la cara. -¿Que te ocurre? ¿Has venido a por sanación? No sé cuanto podré hacer...- se lamentó, estudiando mi rostro. No me recordaba, como era de esperar.

-He venido a hablar.- respondí. No aparté los ojos de su mirada. -Los héroes de Sandorai me hicieron esto.-

-¿Los héroes...? Nos salvaron a todos de los Jinetes. No pueden haber hecho algo así.- Mostré los colmillos, contemplando el romperle el cuello en ese momento. -Es posible que tuviesen que hacer sacrificios... pero era por el bien mayor.- dijo finalmente. Sonaba triste. Como si se compadeciese de mi.

-Si sacrificaron a otros en lugar de a si mismos, ¿que clase de héroes son?- respondí, atravesándolo con la mirada. -Los tuyos también han muerto.-

-Solo Isil puede juzgarnos.-

-En ese caso...- Avancé hacia el elfo, aseverando mi expresión. Nova se materializó en mi mano. El anciano retrocedió, aún sin dejar de mirarme. -Ya sabes a quien rezarle.- Mi espada se hundió en el pecho del hombre sin dificultad, atravesándolo por completo y saliendo por su espalda. Tras unos segundos, lo empujé, tirándolo al suelo mientras desencajaba a Nova de su cuerpo. La sangre escapaba a borbotones, formando un charco a su alrededor.

-No...- El elfo aún boqueaba en el suelo, tratando de decir algo con su último aliento. -No habrá... salvación... para ti...- masculló.

-¡No la habrá para NADIE!- Volví a alzar a Nova. Esta vez, la espada le decapitó de un solo tajo. La cabeza cayó al suelo, parcialmente destrozada.

Contemplé lo que había hecho. Algo aún ardía en mi pecho. Pero aquello lo había satisfecho, tan solo un poco. Escuché los pasos de los elfos acercándose a la tienda. Dos de ellos.

Bien. Aún quería más. Me giré lentamente, sin molestarme en apartarme de la sangre. Y entonces, llegaron, con armas desenfundadas. Uno de ellos empezó a vociferar algo en élfico, alertando a sus compañeros. El otro me apuntó con algún tipo de lanza. Los miré con frialdad. Y entonces, sonreí

Una explosión de fuego azul surgió de mi mano [2], derribándolos a ambos mientras las llamas les calcinaban. Los gritos comenzaron a sonar por todo el campamento. La tienda ardía con intensidad, por lo que salí a paso relajado. Un vórtice de magia empezó a atraer el fuego hacia Nova, cubriéndola de las mismas llamas azules. Momentos después, se extendieron por mi cuerpo.

Empezaba a ser divertido. Miré alrededor. Otro elfo estaba apuntándome con un arco corto, mientras varios inocentes huían buscando refugio. Y entonces, disparó. La flecha voló directa a mi pecho... y rebotó, rompiéndose como si hubiese impactado en un muro de acero. Dejé escapar una carcajada. Una risa cruel y escalofriante.

Me lancé hacia él, impulsado por las runas de mis piernas [3]  y apareciendo a su lado en sólo un instante. Un puñetazo en el pecho hizo que se doblase, habiendo perdido todo el aire de sus pulmones. Le tomé de la garganta, alzándolo con mi mano aún prendida en llamas. El hombre comenzó a gritar.

-RECORDAD ESTO.- gruñí. Apreté, hundiendo mis garras en su cuello. El sonido que emitió fue casi cómico. Y entonces, dejó de moverse. Olisqueé el aire. Había más, lo sabía. Me acerqué a una de las tiendas, aún arrastrando el cuerpo ardiente del elfo. Como sospechaba, había algunos escondiéndose allí. Un niño y una niña, esta algo mayor, abrazados entre si. Lancé el cadaver al suelo, y el chico empezó a llorar.

Me di la vuelta. Necesitaba testigos, después de todo. Aquellos me recordarían toda su vida. Pero los demás... aún no habían huido. No todos, al menos. Los pocos hombres y mujeres que no eran elfos habían sido los primeros en desaparecer. Una lástima. Iban a perderse lo mejor.

El cielo cambió. [4] La noche estrellada de otro mundo se hizo presente en este. Y entonces, las estrellas empezaron a caer, azotando toda la zona con una lluvia de meteoritos. El fuego se expandió rápidamente. Apenas notaba el ardor que escalaba por mis brazos, fruto del éter del Oblivion. Con cada impacto, el suelo temblaba. Observé como las tiendas eran destrozadas una a una, a excepción de la que acababa de abandonar.

Una de ellas tenia algo más que tela y madera. Carne quemada. Reí ligeramente. Nunca aprendían.


________________________________

[1] Objeto: Capa de Invisibilidad
[1] Habilidad: Estallido (y Absorber)
[1] Habilidad: Impulso
[1] Nova: Constelación

Eventos sociales, ¿verdad? Risas enlatadas. Al menos esta vez lo he hecho apartado, pero si alguien quiere participar en... esto, es bienvenido. Está relativamente cerca de Vulwulfar, por si no ha quedado claro.

Asher nunca toma la opción fácil, por lo que le da pasado trágico a un par de niños elfos. Nada de flores para él. Ya postearé lo que hace Syl en unos días, que él si se merece una cura.

NPCs mencionados originalmente en este post: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Asher Daregan
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La flor del helecho [Evento Social, Midsummarblót] Empty Re: La flor del helecho [Evento Social, Midsummarblót]

Mensaje  Reivy Abadder Dom Jun 21 2020, 14:47

-¿Estas segura? -Lavey hablaba en voz baja, caminando despacio y con la capucha puesta. -Si vamos a esa fiesta no nos dejaran en paz.

-Lo sé. -Respondí acomodándome la capucha. -Pero necesito ver ese nido. Después podemos salir volando, las montañas no quedan lejos.

-Pero mama... -La rubia se pegó más a mi cuando entramos al festival. -No sabemos si la estrella los salvara, y en ese nido no quedara nada. Hace mucho que cayó Minne.

-No importa. -Apreté el paso en dirección al cráter. -Donde hubo fuego siempre habrán cenizas.

Lavey no volvió a decir nada y yo tampoco insistí, tenía mejores cosas en las que pensar.


El astro caído era el causante de todo, tenía que serlo, debía serlo. Perdí mi primera cría después del festival de la alianza, el segundo encuentro me generó una horrenda visión donde veía a mi prole morir antes de nacer... Algo sucedía con Minne y mis huevos e iba a descubrir que era.

Vey me contó hace poco lo sucedido en el templo de jade, pero aquella historia no podía ser cierta, tenía que haber otra explicación. Lavey apenas era una adolescente ¿Que sabía ella de la vida?
Me negaba a creer la historia mi hija, no podía crearla, si lo hiciera estaría condenando a todos mis hijos e hijas.


-Buenas noches. -Salude a una mujer cerca del cráter. -¿Es este el nido donde cayó Minne?

La mujer se giró con una sonrisa, asintió y, rápidamente, comenzó a contar la historia de cómo lo encontraron.
Las noticias eran asoladoras, el nido estaba vacío. Lavey tenía razón, pero eso no podía ser verdad, tenía que quedar algo...

-Debo entrar al nido, necesito comprobar que Minne no está ahí.

-Lamento oír eso. -El semblante de Diana cambio levemente. -Pero no puede entrar, es un lugar sagrado.

-Por favor, -añadí, quitándome la capucha y mirando, por primera vez, a los ojos de la mujer- necesito entrar.

-Le acabo de decir que... -Diana dejó la frase a medias y se quedó ensimismada con el brillo de mis ojos. -No puede ser. Eres una de las heroínas del árbol madre. Ori... ¡Ori cariño, ven corre! -La mujer me tomó de las manos y tiró de mí hacia el interior del cráter. -Si una de las salvadoras de Sandorai no pudiera entrar al nido, no se quien si podría. Por favor quédese el tiempo que quiera, su mera presencia nos bendice.

Tras decir aquello Diana salió del cráter y se arrodillo en el borde, yo la imite solo que hinqué las rodillas en el centro del nido, pero no recé como ella, sino que comencé a levantar la tierra con las manos.
No era posible que semejante agujero se hubiera hecho solo, algo debía haberlo causado, y si la mujer decía la verdad ese algo tenía que seguir ahí.

Los minutos pasaban, mis uñas estaban repletas de tierra y el agujero bajo mis manos era cada vez más grande. La voz no tardó en correr de oreja a oreja y la gente ya comenzaba a amontonarse al rededor del nido y de Lavey. La adolescente ya no se cubría con la capucha, era inútil hacerlo, había sido descubierta por el marido de Diana.

La búsqueda concluyó, cuando una punzada de dolor se clavó en mi dedo, algo extremamente duro acababa de doblarlo. Mi pulgar se había bloqueado de lleno al intentar mover la mano para apartar la tierra. Una piedra pequeña, del tamaño de uva, negra y con unas vetas verdosas.

-Lo sabía. -Mis ojos se abrieron como platos al sacar la piedra de la tierra.- No podía ser que no quedara nada. -Admiré la roca unos instantes, antes de guardarla en el morral y levantarme de la tierra. -Vey, nos vamos. Ya tengo respuestas.

Salí del cráter antes de transformarme. Jamás fue mi intención el destruir el nido, suficiente daño había hecho ya al caminar y cavar en él.
Al salir del nido, y en cuanto llegué hasta mi hija, nos vimos rodeadas por infinidad de manos y brazos que buscaban el contacto con las heroínas del árbol madre. "Están benditas, si conseguimos un cabello suyo nos traerá buena suerte". Decían algunas voces al tiempo que sentía una mano sobre mi pelo.

Antes de que otro loco me tirara de nuevo del pelos, rodee a Vey con los brazo e invoqué al viento.1 Una ráfaga de aire se formó rápidamente a mi alrededor hasta convertirse en un torbellino que derribó al gentío y me impulso a los cielos, donde me transformé y eché a volar tan rápido como pude.


-¿Crees que vendrán hasta aquí?

Preguntaba Lavey, encendido la hoguera del improvisado campamento en el risco de una montaña.

-Diría que no. Los dragones que nos seguían se cansaron hace rato. -Solté un quejido al apoyar la mano en el suelo e inmediatamente la levanté para inspeccionarla. -No pensé que fuera grave, pero se me esta hinchando bastante el dedo.

-Entonces será mejor que busquemos algo para curarte. -Vey dejó de atender la hoguera y se puso en pie. -La tía Oro me contó que su primo un día la llevó a la montaña y le enseñó a buscar unos arbustos que tienen cualidades curativas. -La lagartija sacó el pecho con orgullo, en un intento por olvidar la razón por la que su madre estaba herida. -Estas de suerte Centella, porque ella me enseñó a mí y sé que hay que buscar.

Me puse de pie, apoyándome en la mano sana, saqué una lamparita de aceite del morral y me puse a buscar con Lavey.
Estuvimos un rato dando vueltas por el risco, hasta que dimos con un matojito de flores escondido en la grieta de la pared de la montaña.

-¿Cómo decías que se llama esta planta?

-No lo he dicho, pero se llama Acruire Agria.



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1 - Habilidad, viento afín.
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Mensaje  Marceline Lun Jun 22 2020, 12:11

Estolas, por cuestiones de trabajo, volvía a estar en el norte. En una de las pedanías de Dundarak se reunía un grupo de dragones con oscuras intenciones, aunque no hacia Estolas, las intenciones para con ella estaba muy claras.
La loba había sido enviada en un carromato junto con otras muestras y regalos, un pequeño obsequio de ciudad Lagarto para los nuevos... inversores.
El grupo de dragones tenían formas de conseguir mercancías de dudosa moralidad, pero muy demandadas, y querían asegurarse de la calidad de la mercancía ofrecida, antes de pactar un tratado de comercio con ciudad Lagarto.


Estolas salió primera de la casa abandonada, donde llevaba varios días reunida con los inversores. La luna estaba ya en el cielo y la loba se encontraba bien, pese haber estado trabajando sin descanso.
Había tenido que satisfacer a más de cuatro hombres, pero ninguno poseía filias extrañas, por lo que el viaje de negocios fue más tranquilo que un día común trabajando en ciudad Lagarto. La pecosa no tenía heridas de ninguna clase y los dragones la daban de comer y la dejaban dormir lo suficiente, sin duda a Matthew le gustaría saber que sus futuros clientes trataban con respeto al genero.

La pelirroja se alejó de la casa con paso tranquilo, la caravana que  viajaba a Verisar no se marcharía hasta la mañana siguiente, tenía tiempo para dar un paseo y disfrutar del bosque, pero no pasearía con sus pies humanos.
En cuanto estos se adentró en el bosque Estolas se sacó la ropa, la guardo en el hueco de un tronco y cambio las pecas por grueso y mullido pelaje.


Estolas llevaba ya varias horas en el bosque cuando le llegó una alegre tonada acompañada por las cuerdas de una guitarra, curiosa, se acercó hasta la linde de árboles, se tumbó bajo unos matorrales y observó.

Se trataba de una celebración, habían niños saltando y bailando alrededor de los músicos, mujeres y hombres cantaban coplillas y un trio de hombres bestias enredaban los tallos de las flores para formar guirnaldas.
La loba, sintiéndose atraída por el último grupo, salió del bosque y se acercó a ellos con la cola baja y las orejas erguidas.

Mira, Yoriko —dijo uno de los animales, con forma de felino moteado—. Tus encantamientos te han traído una amiga.

Estolas giró la cabeza hacia una mujer con rasgos de liebre.

Ja, ja —la liebre torció el gesto al reírse, en una clara señal de que no le hacia ninguna gracia el comentario de su compañera—. Los carnívoros no me interesan, y lo sabes.

El tercero de las bestias, un hombre con rasgos de golondrina, puso una rodilla en el suelo y acercó la mano al hocico de Estolas. La loba se tomó un segundo para olerlo y seguidamente agachó la cabeza, dejando que el hombre le acariciara.

Pues a mí me gustan los carnívoros. Los inteligentes —añadió, mientras piaba.

La loba ladeó la cabeza intentando comprender aquel sonido, ¿se estaría riendo?

Pues para no interesarte los carnívoros bien que te me arrimas —la jaguar levantó las cejas varias veces y la liebre le giró la cara y prosiguió con su guirnalda—. En unos minutos se le pasara —susurró, guiñándole un ojo a Estolas—. ¿Quieres una?

La felina alzó la corona, recién acabada, y la licantropa movió la cola con alegría. Un segundo después Estolas tenía una preciosa corona adornando su cuello.




________
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Mensaje  Amy Lun Jun 22 2020, 12:15

Cualquier excusa era buena para zambullirse de lleno en las costumbres locales -y no tan locales- de Aerandir pero, sin duda alguna, la mejor de ellas era que regalasen bebida y comida gratis a los caminantes sin camino y viajeros errantes que se encontraban de paso. En este caso particular, por la estepa norteña aerandiana. Amy pecaba de pertenecer a aquella categoría de turista, de los que no se quedaban mucho tiempo a disfrutar del paisaje y encima tampoco tenían rumbo fijo al que ir… Por lo menos no estaba sola. Además de alguno de sus compañeros habituales (que sólo Dios sabía dónde paraban en aquel momento), la zona rebosaba con el bullicio propio de las verbenas de cualquier localidad que se precie. Casi se confundían los gritos de jolgorio con los de elfos agonizando en la otra punta de Aerandir.

Sorteando hombres y mujeres de todo tipo, envueltos en una vorágine de risas, música apacible y diversas actividades, la bio-cibernética flipaba en todos los colores del espectro visible. Andaba muy despacio, como si le pesaran los pies, y se abrazaba a ella misma, frotándose inútilmente sus brazos de metal para entrar en calor. Lo que le pesaba era frío boreal que, incluso estando a punto de entrar en pleno verano, seguía siendo demasiado para la pobre muchacha, la cual no estaba acostumbrada al clima de por allí, y menos ahora que caía la noche sobre ellos con su yugo de hierro. La más corta de todo el año, decían… Eso habría que verlo.

Cerca de la enorme fogata alrededor de la cual se iba extendiendo el festival, como si esta fuera el epicentro, las mesas estaban plagadas de banquetes austeros, típicos agrestes, pero con una pinta que no dejaba a nadie indiferente. Algunos de los quesos más curados despedían un tufo que bien podría despertar y hacer bailar a un muerto. Por otro lado, el bebercio se multiplicaba igual que una plaga de conejos en celo.

Aparte de las innumerables jarras de cerveza que se llenaban y vaciaban en un ciclo sin fin, otro tipo de recipiente había captado la atención del ojo avizor de Amy: unos cuencos de cerámica repletos de un líquido color bermellón bastante apetecible. A medida que se acercaba, atraída por aquel néctar sangriento de libación, el olor afrutado del mejunje invadía más y más sus fosas nasales, embelesándola cual canto de sirena alcohólica. Tras sus andanzas por los bosques del Oeste, el interés de la chica medio-robot por las bebidas que no eran agua había crecido enormemente. La que tenía delante en concreto parecía ser una especie de ponche nativo de Vanhadraig, aunque eso ella no lo sabía. Amy tuvo que esperar un poco más para catarlo, ya que dos figuras se le adelantaron; una era la de un niño y la otra un hombre adulto sin pelo en la cabeza, pero con un matojo de barba envidiable.

- ¡Papá, papá! ¿Puedo probar un poco? El crío uso la vieja técnica de ponerle ojitos a su padre, a quien la experiencia lo había curtido para soportar las tretas y triquiñuelas de su retoño. El hombre barbudo rio sonoramente, mientras Amy se impacientaba aguardando su turno.

- Hijo mío, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo? Cuando tengas pelos en los huevos podrás beber. El padre le soltó tal manotazo afectuoso a la espalda del hijo que lo hizo temblar cual flan. ¿O no recuerdas el año pasado a tu tío? Doscientos kilos que pesa el malnacido y menuda se pilló con el puñetero ponche. Volvió a reír a carcajadas, cerrando los ojos hasta convertirlos en finas líneas adornadas por un sinfín de patas de gallo. Con la decepción grabada en el rostro del más joven, ambos mozos reanudaron la marcha para no perderse la cosecha que estaba a punto de comenzar.

Amy palideció en un instante. Aquel muchacho no parecía mucho más joven que ella. Entonces, ¿no tenía permitido beber de aquella fuente carmesí? La idea se le había metido en la cabeza, así que ni mucho menos se dio por vencida. Permaneció de pie sin inmutarse, igual que si se hubiese convertido en una estatua de mármol y metal. En el momento justo en que nadie miraba en dirección suya, actuó con la presteza y habilidad propias de un ladrón de guante blanco. Cogió la ponchera y se metió rápidamente debajo de la mesa, escondida gracias al mantel que caía casi hasta el suelo.

Premio gordo. O eso pensó, con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que unas burbujitas salieron a relucir del brebaje para reventar una tras otra. Blub, blub. Siguiendo a las burbujas, el cuerpo de lo que parecía ser un niño en miniatura, con la piel blanca como el pelaje de copito de nieve y una especie de cristales de hielo en la espalda, emergió del ponche y se quedó flotando bocabajo en la superficie de la bebida. Amy tardó varios segundos en reaccionar, sin embargo, se llevó tal susto que no puedo evitar levantarse de golpe, dándose tremendo coscorrón contra la mesa. Como si no hubiese notado el trastazo, echó a acorrer ponchera en mano, sabiendo que la culparían a ella si pillaban con las manos en la masa. Doble delito: consumo de alcohol siendo menor y homicidio involuntario en primer grado.

Corrió y corrió, sorteando con dribles y derrapes a todo el que se le cruzaba por medio, hasta que no pudo esquivar a una chica rubia, más o menos de su misma complexión. La bio-cibernética chocó directamente contra ella, comiéndose su lomo y tropezando con tan mala suerte que la ponchera salió volando, derramándose sobre la muchacha, quien probablemente sólo quería trenzar coronas de flores en paz. Hostia monumental habían recibido las dos chicas. Amy se agarraba la cabeza, dolorida. El batacazo la había dejado tan aturdida que sufría alucinaciones… hasta cría ver dragones volando por el cielo. Se recompuso como pudo, sentándose en el suelo para contemplar la desoladora escena: la ponchera tirada en tierra, vacía por completo; el ponche regando el suelo de la campa, desperdiciado hasta la última gota; la chica rubia viendo las estrellas igual que ella… Ahora que se fijaba, ¿qué demonios hacía una rana con un chichón y una lata de conservas gigante allí? Definitivamente el trompazo la estaba haciendo alucinar.

- El ponche… Se lamentaba Amy, quien ni siquiera reparaba ya en la diminuta criatura alada que se revolvía en el suelo, todavía perjudicada -probablemente- por la desmesurada ingesta de alcohol, involuntaria o no. El pequeño ser aleteaba sin éxito, como queriendo escapar a toda prisa de allí… pero lo único que escapaban de su boca eran burbujas de borrachera y un hipo intermitente.

-
Off: lo siento señor rana Frosk, ha sido un accidente.


Última edición por Amy el Lun Jun 22 2020, 13:13, editado 1 vez
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Mensaje  Valyria Lun Jun 22 2020, 12:58

Valyria atravesaba el bosque a buen paso, aunque esta vez no estaba cazando a ningún pobre animal que sería su cena, ya había traído provisiones de sobras. No, esa noche era la más corta del año, y aparentemente, las plantas cosechadas en esa noche tenían sus poderes potenciados. ¿Se lo creía? No del todo, pero realmente no perdía nada por probarlo, y por eso había evitado el coro de risas y festividades para ir a buscar plantas primero, no fuese a ser que se le pasara la noche y perdiera la oportunidad durante un año entero.

Pero estaba el pequeño problema de que no sabía demasiado de plantas. Es decir, sabía si una baya era comestible, pero de allí a identificar plantas medicinales había un gran pasó. Si, seguramente reconocería alguna del mercado si se la miraba detenidamente, pero en general, todas las plantas lucían iguales salvo que tuvieran flor, o frutos, y de momento no estaba teniendo suerte.

Al menos al principio, casi media hora más tarde, paró en seco. Estaba en un pequeño claro, donde se filtraba la luz de la luna, iluminando un trozo de vegetación, cuya única diferencia con el resto del bosque eran unas pequeñas flores azuladas. Y esas flores le sonaban, aunque no estaba muy segura de que hacían, un haz de luz descendiendo sobre una planta en concreto era una señal demasiado obvia como para ignorarla.

Tampoco significaba que fuera la correcta, que algún dios le hubiera señalado la solución a todos sus problemas. Podía ser perfectamente una planta, así que se ajustó la máscara y observo, detenidamente. El suelo parecía… normal, ningún agujero, ni cuerda, ninguna trampa obvia que fuera a activarse al pisarla. Las copas de losa árboles… un búho que la miraba con curiosidad, pero nada siniestro e intimidante. ¿Algo invisible? Estaba exagerando un poco, pero no costaba nada comprobarlo. Agarro un puñado de hierba y la sopló, dejando que se la llevara el viento, que no pareció chocar ni moverse de una manera rara. Solo quedaban los árboles y lucían normales…Ah.

Ese árbol medio derruido, tenía ojos, cerrados, pero podían verse, y con un poco de imaginación, uno podía deducir una forma humanoide medio encogida. No pasaba nada, ella era un elfo, nunca había tenido problemas con Dríopes. Solo se presentaría educadamente y pediría un poco de la planta. En elfico, por si eso ayudaba. –Buenas noches guardián del bosque- empezó, notando la atención de la bestia moverse hacia ella en cuando entro en el claro, moviéndose un poco –solicito humildemente tu permiso para cosechar la cura para mis…- y prácticamente tuvo que tirarse de espaldas para no perder la cabeza cuando la bestia la atacó.

Chasqueo la lengua molesta mientras rodaba por su vida, levantándose un poco más allá y esquivando esa vez con algo más de gracia el siguiente ataque. ¿Había hecho algo malo? No, no creía. Lo que significaba que la maldición era más potente que cualquier afecto que pudiera tener esa cosa por los elfos… por lo que tendría que matarlo por la posibilidad de curarse. Y eso le dejaba cierto sabor amargo en la boca.


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Mensaje  Axel Svensson Lun Jun 22 2020, 14:58

Por lo general no le gustaban esta clase de sitios, aunque si era partidario de los festejos, pero no de sus excesos. Sobretodo los que tenían que ver con la muerte de animales a diestro y siniestro con la intención de llenar a reventar multitud de bandejas, pero esto no llamaba su atención en este momento, estaba absorto con la historia que una dulce ancianita estaba contando.

- ¿Has oído eso Amy? Dijo mientras le daba un par de codazos al aire. Se giró para comprobar donde se encontraba su compañera, pero había desaparecido. - ¿Ava...? Con desconfianza lanzó un par de codazos al lado contrario, donde debía estar su otra acompañante, pero ni rastro. Le habían abandonado a su suerte en la Vanhadraig-fiesta. Un tanto desolado, siguió fantaseando con la historia que acababa de escuchar de manos de la anciana. No solo fantaseaba sino que juraría que en su niñez había visto el helecho en flor, tal cual lo habían descrito.

Habría que ponerse manos a la obra, a explorar la campa se ha dicho. Mientras buscaba a sus compañeros no podía evitar ver como nativos y turistas daban buena cuenta del banquete. No podía evitar poner una cara entre pena y asco al ver como devoraban los cadáveres sin pudor alguno. Juraría que hasta conocía alguno de los animales que ahora estaban descuartizados en un plato, de cuando había deambulado por la zona. Morderse el nudillo de su dedo indice para evitar la llorera repentina parecía no ser suficiente. Durante el paseo, pudo observar en la lejanía una especie de cerco improvisado que le llamaba poderosamente la atención debido al tamaño de su inquilino, así que se dirigió hacia allí.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca no pudo creer lo que veían sus ojos. Un jabalí enorme, de mirada desafiante, estaba maniatado y con una herida bastante fea en la cabeza. Al parecer habían dejado KO al bicho, se preguntaba quien sería semejante bestia para conseguirlo. Al estar tan cerca empezó a fijarse en los detalles, esas cicatrices le sonaban de algo. - ¿Lord Oink? El animal inmovilizado en el suelo, no pudo más que dirigir la mirada triste y húmeda hacia el licántropo. Por suerte también estaba amordazado sino le habrían descubierto, a juzgar por como movía su cola cual can, se alegraba de verlo.

- Menudo festín nos espera. No sé como te las has arreglado para capturar a semejante bestia. Las voces provenían de una carpa casi pegada, las cuales estaban acompañadas de un extraño sonido metálico que no le daban demasiada buena espina a Axel. Con una agilidad envidiable, saltó la vaya y comenzó a desatar a su puerco amigo. Luego se posó sobre él para desde atrás quitarle las cuerdas que mantenían su morro cerrado, pero en ese momento la cortina que hacía de puerta de aquella carpa se abrió, saliendo de ella dos hombres de un tamaño considerable y uno de ellos, el matarife, portando dos enormes cuchillos en sus manos. - ¡Oye tu! Los gritos alertaron al animal, que nada más desprenderse de sus últimas ataduras salió corriendo, reventando aquella ridícula estructura de madera.

Lamentablemente para Axel, no había podido soltarse a tiempo, así que ahora cual jinete de jabalíes, recorría la feria a lomos de la implacable bestia. - ¡Disculpe! ¡Perdone! ¡Lo siento! ¡Abran pasooooo! Eran las palabras que en repetidas ocasiones salían de su boca, intentando evitar que la increíble huida, terminara en tragedia. Pero su ajetreado viaje no duraría mucho más. Intentando no perder la cabeza contra un cobertizo cercano, el licántropo ladeó todo su cuerpo hacia el lado contrario, quedando colgado al otro costado del animal, llevándose así un increíble golpe en la cabeza contra un banco de piedra, dejando al pobre hombre planchado en el suelo panza arriba. El enorme animal se perdería entre la maleza lejana sin dejar de gritar en ningún momento.

Le llevó tan solo unos segundos recuperarse y se levantó de un salto cual experto en artes marciales. Allí se encontraban una rana, una chica rubia, un extraño ser de metal y... - ¡Amy! Hola. El viejo saludó a todos los presentes con la mano, mientras les regalaba una enorme sonrisa. Lo cual hacía de la situación un tanto incomoda, no por la amabilidad del hombre, sino porque un reguero de sangre corría desde su frente cubriéndole media cara, pero aún así actuaba como si nada.

El viejo examinó detenidamente el lugar, hasta observar un cuenco en el suelo y al lado un pequeño ser postrado. - ¡Recorcholis! ¡Un piskie! Comentó asombrado mientras se arrodillaba en el suelo al lado del duendecillo blanco como la nieve, que intentaba mover los dos cristales de hielo que en otra ocasión actuarían como alas. - Parece que está malito... Dijo preocupado mientras lo recogía del suelo con delicadeza para después posarlo en el banco.

No tenía ni idea del grado de alcohol en sangre del pobre, así que se pasaría un buen rato observándolo mientras buscaba soluciones. Era raro que no saliera pitando y más aún con toda la gente que allí se encontraba. Había perdido la cuenta de las veces que estos pequeños malhechores se la habían jugado, pero aún así le fascinaban. Que se supiera tan poco de ellos y que la información fuera tan contradictoria, solo hacía más que suscitar la curiosidad de Axel por estas criaturas. Tendría que ayudarlo de alguna forma, para empezar con un poco de agua y algún fruto de su morral.

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Off: Me uno a la ranita y sus acompañantes, espero no molestar D:
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Mensaje  Shinoroa Ryuu Lun Jun 22 2020, 17:06

Ya librado de sus aventuras en el norte y sin ninguna pista aún sobre la pelirroja que buscaba, Ryuu decidió emprender el regreso hasta tierras conocidas. Su pequeña tienda en las afueras de Sandorai se había convertido en algo bastante parecido a un hogar para él. Aún no contaba con una clientela tan grande como hubiera deseado... Mejor dicho, aún no contaba con ninguna clientela, pero el arquero no perdía aún las esperanzas.

Si bien ansiaba dejar ya el frío norte, los recientes sucesos habían dejado su huella en él. Estaba muy agotado como para iniciar el viaje ahora, así que descansaría esa noche y partiría al día siguiente. Mientras buscaba un lugar adecuado para dormir (algo no muy difícil ya que se contentaba con un árbol medianamente alto, y estaba rodeado de ellos) unos sonidos llamaron su atención. Parecían voces y música. En un principio le pareció algo muy extraño, pero luego recordó que se trataba de una fecha bastante especial: el Midsummarblót.


Guiándose por los sonidos, llegó a un claro donde se había formado una especie de feria o algo similar. Distaba mucho de la grandiosidad de la feria de los brujos, pero transmitía un sentimiento de calidez y familiaridad que le hizo extrañar un poco a su aldea.
-Seguramente allí están haciendo algo por el estilo. Mamá sin duda ganará otra vez la competencia de trenzado... Debe sentirse muy sola...-
Justo cuando la tristeza y la nostalgia amenazaban con atraparlo, notó que ya había gente cantando o recitando algunos versos, mientras otros se entretenían con coronas de flores o vaciando el contenido de numerosas botellas.

Distraído momentáneamente de los recuerdos de su aldea por la alegría que se respiraba en el ambiente, el pájaro decidió acercarse y beber algunas jarras de hidromiel. Desde su primer encuentro con Zelas, Iori y Ailyzz en la taberna, había adquirido cierto gusto por aquella bebida, aunque aún no estaba muy acostumbrado al alcohol. Su límite rondaba las tres jarras, que para él era bastante. Se quedó sentado cerca un grupo que entonaba gran variedad de canciones. Algunas hablaban del amor y de la familia; otras, de valientes héroes y épicas batallas; y luego estaban los que sólo decían cosas picantes.
-Al menos se acuerdan de rimar...- pensaba Ryuu, divertido, mientras daba un nuevo trago a su bebida.
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Mensaje  Alisha Lessard Mar Jun 23 2020, 14:36

Elaine estaba enfurruñada, sentada en un tronco mientras la gente bailaba y reía a su alrededor. Sospechaba que cuando le había dicho que la llevaría a una fiesta, había esperado alguna otra cosa, algo más de alta sociedad seguramente. Le dio palmaditas en la cabeza mientras le ofrecía una copa de…algo, no lo había probado, la verdad. Su caballero la acepto sin decir nada y tomó un sorbo.

-¿Sabes? Cuando me dijiste que había una fiesta con baile esperaba algo más…- agarrado, quería decir, pero se lo calló.

-Sé que no es a lo que estas acostumbrada, pero es bonito y agradable, mira a esos haciendo coronas de flores, ¿quieres una? Voy a conseguirte una.- y salió disparada, para volver unos segundos más tarde con dos coronas de flores, una para ella, una para Elaine. Y cuando saco el laúd, su acompañante la miró incrédula.

-¿Vas a cantar?-

-¡Por supuesto! Todo el mundo está colaborando con algo.-

-Pero…las canciones… no son…. De tu estilo.-

-¡Yo también se hacer rimas picantes! ¡Soy un bardo de muchos talentos!- protestó ofendida.

-Seguro…- esa mirada, medio incrédula medio suspicaz. Ya vería.

Tocó unos pocos acordes, para encontrar el tono que quería. –Quisiera ser pirata, no por el oro ni la plata, sino por el tesoro que tienes entre las patas.- y la miró, orgullosa, pero Elaine tenía una mueca en la cara, como diciendo “meh, no está mal pero…” Lo que era objetivamente peor. Su honor como bardo, en juego. Se levantó de su asiento, indignada, y se puso seria, tocando una canción más compleja mientras intentaba recordar alguna otra rima.

A punto estoy de alcanzar
el Elíseo prometido,
a punto del gran placer
que a esta vida da sentido,

mis piernas siento temblar,
me llevas hasta el olvido,
a punto estoy de llegar,
¡y el que llega es tu marido!

Esa despertó unas cuantas carcajadas entre la gente a su alrededor, y podía ver en El un pequeño atisbo de una sonrisa, pero se había quedado sin rimas de ese tipo, y eso era un problema para su reputación como bardo seguía en juego, la había defendido un poco, pero con eso no bastaba, necesitaba una victoria aplastante, sin igual, así que pasaría a rimas amorosas y esperaría que nadie se diera cuenta. Un plan infalible sin duda. Unos pocos acordes más, y otra canción empezó, vertiendo toda su alma en ella, mirando a Elaine, retándola a dudar de su habilidad después de eso.

Yo te veo tan bonita,
tan perfecta y tan preciosa
que cualquier cosa que tengas,
a mi me resulta hermosa.

Y si a lo que ya te has puesto,
le acompaña una sonrisa,
eres el ser mas perfecto
que esta linda tierra pisa.

Y es que tu para mis ojos
eres tan maravillosa,
que lo mas bello a tu lado,
es para mi poca cosa.

-JA, ¿Qué te parece? Buena ¿huh?- decretó, con la cabeza bien alta y llena de orgullo, pero Elaine no respondió, por lo que tuvo que bajarla. Seguía allí, pero parecía embobada, mirando al infinito con una cara roja como un tomate. A lo mejor debería haber preguntado de que era la jarra, puede que le hubiera dado algo muy fuerte y ahora estuviera borracha perdida tras medio vaso. -¿El? ¿Estás bien El?- preguntó, sacudiéndola un poco, pero seguía embobada, aunque al menos sus ojos parecían centrados en ella. Lo único que obtuvo como respuesta era un confuso balbuceo, pero al menos parecía estar recuperándose. Por si acaso cogió su jarra y la vertió a un lado.
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Mensaje  Lixis Mar Jun 23 2020, 23:39

Lixis no era muy de fiestas. Su educación había tenido muchas cosas,  pero para ella una fiesta era escurrirse a una habitación con un par de amigas después de haber saqueado la despensa de la Orden de galletas, todo ese…bailar y cantar era demasiado para ella. Demasiada gente, y tampoco sabía bailar ni siquiera de manera pasable. Así que después de comer un poco, y preguntarse si debería colaborar en algo, solo en lo de las coronas de flores, puesto que cantar no era lo suyo,  prácticamente había saltado ante la oportunidad de ayudar a una mujer a encontrar un helecho el flor. Aparentemente solo florecía esa noche en el agua, así que era importante encontrar alguno.

Y según recordaba, las otras plantas también estaban potenciadas, así que encontrara lo que encontrara, seguro que valía la pena. Solo había un pequeño problema.

Un pequeño, pequeñísimo problema.

Sus clases de botánica eran siempre a primera hora, así que puede que hubiera echado una cabezadita en más de una. No es que no supiera que aspecto tenía un helecho, claro que no, era …verde…y con hojas. Y sin flor, aunque eso ultimo no ayudaba hoy.

Seguro que lo reconocería en cuando lo viera… en serio… pero mientras tanto…bueno.

Una cuadrilla de piskies paso por encima suyo, removiendo las hojas con su carrera a toda velocidad, entre risotadas. Se quedó unos minutos mirando hacia arriba, sin fiarse demasiado de las hadas, pero parecían haber pasado de largo sin tirarle nada a la cabeza. Aunque puede que mirara hacia arriba más tiempo del necesario para no admitir que eso había sido un error. –No, tu puedes Lixis, aun medio dormida, seguro que te acuerdas de un montón de cosas. Ahora bajaras la cabeza y encontraras ese estúpido helecho.- Y eso hizo, su mirada bajo, leeentamente, hasta ver el suelo. Trágicamente, no era un helecho, sino una hoja de rey. –Espera, eso sirve también ¿no?- esas hojas tenían propiedades curativas, aunque no recordaba exactamente lo que hacían. Mejoraban otras plantas, eso seguro, así que sería bueno tener unas pocas hojas mejoradas, seguro.

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Mensaje  Nahir Miér Jun 24 2020, 20:57

Aquella noche se celebraba el solsticio de verano, la excusa perfecta para salir un rato, pasarlo bien y conocer gente nueva. Estaba nerviosa, no recordaba cuándo fue la última vez que asistía a una fiesta, así que debía hacer mucho.
Se encontraban en los reinos del norte, y a pesar de lo poco amiga que era Nahir del frío, no se puso la parte de arriba de la ropa, quedándose solo con el vestido corto de color azul oscuro. Terminó de colocarse bien el cinturón y salió corriendo, recorriendo todo el barco hasta llegar a la parte delantera, quería ver cómo atracaba el barco.
Avanzaban lentamente por el río Tymer, accesible ahora que se había derretido el hielo, pero aun así, a lo lejos, las montañas aún se podían ver nevadas. Era la primera vez que Nahir veía el territorio del norte, y le parecía precioso.

El barco se detuvo y Nahir se fue en busca de su acompañante, estaba ansiosa por llegar cuanto antes, aunque escuchó a Roger decir que deberían andar un poco hasta llegar al lugar donde se estaba haciendo el festejo.

!Oh venga!― se había colocado al lado del hombre bestia, enroscando sus brazos en torno al del él. ―No seas aburrido, me prometiste que haríamos algo que yo quisiera...― sacó un poco el labio inferior, haciendo un pucherito, sabía que aquello no fallaba con el capitán. ― Además, tampoco te viene nada mal relacionarte un poco más, Alfred. ― delante de los demás solía llamarle capitán, pero disfrutada cada vez que podía usar su nombre de pila.

Justo cuando pisaron tierra, la morena se giró buscando la mirada de Werner.

Ah, y nada de pasarse con el ron, Alfred...― y ya estaba a punto de seguir caminando cuando añadió ―Y con ron quiero decir cerveza, vino y todo lo que requiera tener que traerte en brazos de vuelta― y sin poder evitarlo, dejó escapar una sonrisa. Como aquel hombre quisiera beber, ni los dioses serían capaces de esconder el alcohol.


Nahir estaba emocionada y, sin darse cuenta, cada vez apretaba más el paso, andando más y más deprisa.
No tardaron demasiado en llegar, pero a la bruja el camino había sido eterno. Miraba a todo el que se le cruzaba con una enorme sonrisa a modo de saludo, dando vueltas sobre sí misma para verlo todo, las luces, las flores, la gente… podía sentir como la música se colaba dentro de ella, recorriendo todo su cuerpo, desde la punta de los pies hasta la nuca. Cerró los ojos, alzando la cabeza hacia el cielo, y se dejó llevar por unos instantes, moviendo su cuerpo al ritmo que marcaban los instrumentos.

¿Nos vemos dentro de un rato?― le preguntó al capitán y, sin esperar respuesta, se fue brincando de su lado, esperando poder interactuar con alguien que no fuese del barco, para variar un poco.

Sus pasos la guiaron hasta una enorme mesa. Alrededor de esta, la gente hablaba y cantaba mientras hacían coronas de flores. A Nahir le parecieron preciosas, así que buscó un hueco, cogió algunas rosas de color blanco, y empezó a trenzar. Cuando hubo rodeado toda la rama, que es lo que le daba la forma, le pareció que quedaba muy pobre, así que añadió algunas flores más para darle volumen a la corona.
Tardó un buen rato, pero quedó muy satisfecha con el resultado. Se deshizo la trenza con la que llevaba el pelo recogido y se acomodó la corona en la cabeza, seguro que a Sasha le encantaría.

corona de flores:

Estiró los brazos hacia arriba, rompiendo la tensión de los hombros, ya era hora de ir a por algo de beber, después volvería a hacerle una corona a Alfred, no estaba segura de que se la pusiese… al menos de primeras.

Se acercó a la zona de la hoguera y se hizo con una jarra. Se la acercó a la nariz para oler. Era cerveza. Dio un largo trago y empezó a bailar, sintiéndose recogida por el calor del fuego y las risas de la gente.
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Mensaje  Anders Miér Jun 24 2020, 22:10

Di un paso. Comenzaban a sentirse normales.

Había optado por enrollar la capa que me regaló alrededor del cuello y sobre la cabeza como una capucha rara, sostenida al frente con una tira de piel que arranqué de un animal muerto. Eso hacía que fuese mucho más peso sobre los hombros de lo que ya sentía, y los primeros días…

Bueno, no me sentía ni siquiera en capacidad de saltar. ¿Ahora? Estaba normal. No es que no sintiese el peso, pero no me sentía lento, tampoco. Igual no sería lo mismo a no llevarla, la sensación de remover la capa… era divertida. Varias noches me había encontrado quitándomela de encima para proceder a dar saltos y moverme de un lado a otro, sintiéndome súper rápido y eso.

Lo tomaba como un pequeño consuelo, hacer cosas cuestionables para mi edad cuando estaba solo para quitarme un poco de estrés del día. Por regla, me gustaban más las noches. Silencio, frío, una excusa para tomar bebidas calientes. Pero dejaron de ser eso.

Desde entonces, casi empezaba a aborrecerlas; hacían el brillo más notable, la gente había pasado de personas a manadas de lobos a enjambres en mi cabeza. Me arruinaron un poco la sensación de… contacto físico. Pensé que solo con eso, más gente; pero en mis consideraciones de más cuidado hace unas semanas decidí probar una armadura de placas, tanto para comparar las limitaciones de movimiento respecto a lo que ya llevaba como ver si me sentía “listo” para el peso.

Todo lo que encontré es que me producía ansiedad. La sensación de sentir demasiado tocándome al mismo tiempo, de moverme menos. De estar… rodeado. En ese momento tuve que quitármela a los pocos segundos para tomar aire y tranquilizarme un poco. No era- no era tantísimo más que como iba ahora, pero supongo que jugaban más factores.

Me forcé entonces a no sacarme el yelmo más, ni siquiera subir la celada. Envolverme el cuello y cabeza con la capa. Endurecer levemente la arcilla sobre mi cuerpo. Cubrirme y ponerme tanto peso encima como fuese posible.

Me acostumbraría a la fuerza, quisiera o no.

La gran estepa ayudaba con la tarea… en cierta forma. El lugar me parecía agradable, en tanto tiempo, o tal vez en tan poco, había dado demasiadas vueltas por Aerandir, y la estepa siempre relucía sobre el resto. Tranquila. Relativamente tranquila, lo que se pudiese tener de tranquilidad en este mundo. Llena de vida. Sí, seguro, el invierno mataba muchas cosas, pero sus campos no eran los más cargados de granjas por casualidad, y lo de siempre: tenían el río y algunos canales menores de su agua cerca.

Tanto como yo. El verano empezaba a caer, así que Tymer iba a desbordarse durante los próximos días. Solo lo aprecie una vez, algo que ocurría en esta época. O puede que no, no lo tenía claro, no me lo habían explicado bien, pero entendía a efectos prácticos. Ilforst, una planta que crecía sobre el agua. Agua dulce, me aclararon. El problema con ellas era su tiempo de vida y que solo podías verlas cuando el sol salía y se ponía, por un noséqué óptico.

Tenía varios usos; pero estaba tras ella por solo el medicinal: algunos sabían volverlas suero, o... cera. Lo que fuese, trataba quemaduras a la piel. Hice una mueca, por supuesto que era difícil no pensar en ellos, a juzgar por los que había visto, es… no...

No podía llamarles quemaduras realmente, ¿pero parecían? Eran el punto de referencia más cercano que tenía a lo que fuese que fuesen esas heridas. Ya me encontraba caminando… “cerca”, no tanto, mi última parada relevante fue en la arboleda. Andar un poco al norte, cruzar el río, andar más… tampoco era tanto, y de una forma u otra, planeaba adentrarme aún más al norte. Eso y la fecha hacían esta una oportunidad para perseguir una. Ya tenía preparada una caja de madera, según, debías evitar que llevasen luz o calor, para que... no sé para qué, pero no iba a cuestionar a los profesionales, la teoría atrás no interesaba mucho si la triunfaba la práctica.

Aunque la teoría decía que solo tenía un día y una noche para usarla, pero como dije, era buena fecha. Se celebraría en muchos lugares esta noche, la más corta del año. ¿O la más larga?

Como sea. Sonaba como el mejor día del mundo para hacerlo, así que definitivamente conseguiría una.


No conseguí nada.

Y ya se había hecho de noche, lo que significaba que aunque diese con una si de casualidad había un caudal cercano o algo, no podría identificarla ni mucho menos.

Estaba tirado en un taburete, frente a lo que parecía la mesa principal de comida y bebida, que siempre resultaba mi lugar favorito en cualquier celebración. Coloqué una mueca entre molestia y burla, burla hacía mi mismo: con queso en mano y cerveza en la otra… y no podía beber ni comer. Ya casi me había pillado la persona que me tendió ambos, notando el brillo incluso a través de la rejilla, pero me dio tiempo de desviar la mirada y jalar la capa un poco más adelante.

Podía simplemente apartarme y comer lejos; solo, pero no había zonas abandonadas inmediatas, y estaba muerto del cansancio. Tuve que llamar unos upeleros [1] y luego pasar casi dos horas intentando ganarme a uno, al que también me tocó perseguir. Cuando por fin me dejo montarlo no me duro tanto. A las horas de andar lo que pareció un… ¿temblor? Lo espantó y se hizo incontrolable, lanzándome.

Es cierto que vi humo a la distancia, pero este lugar estaba mucho más cerca, y a pie, no iba a llegar para nada significativo al otro lugar. Me llevo horas de caminata alcanzar éste, después de todo.

Solo esperaba que el pobre upelero estuviese bien. Estos campos no eran necesariamente su terreno, pertenecía más a Verisar, pero la estepa tenía granjas. Los criaban.

…Er-

«Um». Me lleve una mano a la cara. ¿Había provocado... qué a algún granjero se le perdiesen upeleros por acudir al llamado?

. . .

Ellos sabían volver a sus granjas… ¿verdad?


__________________________________

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Mensaje  Ull Whitestorm Miér Jun 24 2020, 22:36

Llegaba la noche cuando el joven lobo seguía caminando por las profundidades del bosque, hacía una noche espectacular, ni una nube en el cielo, podrías diferenciar todas y cada una de las constelaciones que  vestían el cielo. Su padre siempre le había hablado de ellas, decía que nuestros antepasados las habitaban, que desde ellas nos guiaban hacia nuestros objetivos.
El sol desaparecía poco a poco, el lobo ya se había dado por seguro que iba a dormir otra noche mas por los alrededores de aquel sendero empedrado, aunque no fuera muy cómodo, era lo que tenía en ese momento.
Unas horas mas tarde, se dio cuenta de que estaba llegando a un claro bastante grande, cuando la luna llena alumbró aquella hierba, color verde y bastante alta, lo suficiente como para que el joven tuviera que ir apartándola a brazadas para poder pasar. Su sorpresa había sido cuando al final del claro, a unos doscientos metros, algo se estaba celebrando, se podía apreciar una enorme fogata al fondo, sobresalía por encima de una especie de puestos de tela, conectados con unas cuerdas adornadas con unos banderines triangulares, Una bonita estampa, desde aquella perspectiva se veía precioso al menos.
El joven decidió acercarse, no iba a negar que pasar la noche junto a un fuego era mejor que la soledad del bosque por muy acostumbrado que estuviera.
 Gente en corrillo, parecían celebrar algo, no sabía el que, corrían alrededor de la hoguera, cantando y bailando, mientras pegaban saltos de alegría. Era inevitable no sacar una sonrisa al ver toda aquella felicidad unida, conocidos y desconocidos, distintas familias e incluso viajeros se unían en un solo cántico. El joven se acercó con timidez a uno de los puestos que había allí, parecía tener ganas de unirse a la fiesta, aunque su carácter necesitaba de unas cuantas jarras de cerveza para permitirle desinhibirse por completo.
-¡Una jarra de cerveza por favor! veremos a ver si me puedo unir a este corrillo.-Gritó al camarero entre la multitud, levantando la mano.
-Tres Aeros, caballero-.Le pagó las monedas y se marchó a un lugar un poco apartado, lo suficiente para recibir el calor de la hoguera y a su vez disfrutar de aquellas canciones que cantaban los lugareños.
Este festejo, inevitablemente le recordaba a su familia, ya difunta, cuando él era pequeño le encantaba celebrar todo, fuera lo que fuese, siempre que había una fiesta él era el primero en apuntarse, recuerdo aquella vez que bebió su primera jarra de cerveza, menuda borrachera.
Miraba para las mujeres que correteaban por allí sin parar, sonreían y gritaban, con aquellos vestidos de seda y sus coronas de flores en la cabeza, muy hermosas, por cierto. Sin dejar a un lado los ancianos que disfrutaban de la juventud, sentados en corrillo mientras tejían más coronas y mantos con flores para decorar el campo de la fiesta.
Una señora se acercó despacio para preocuparse por él.
-Hola chico, únete a la fiesta, pareces aburrido, hace una noche hermosa para celebrar tal día como hoy, aprovéchala, no te quedes ahí recostado, hasta nosotros los ancianos estamos felices hoy.- La señora parecía muy feliz y entusiasmada.
-No se preocupe, señora, en verdad ya estoy disfrutando la fiesta desde aquí, hágame caso, además vengo algo cansado del viaje y me encontré esto por casualidad. Me terminaré la cerveza y seguiré disfrutando de la fiesta, muchas gracias por su preocupación-Le había gustado mucho que aquella señora se hubiera acercado a preocuparse por él.
Por fin podría disfrutar el calor del hogar, una fiesta, no le importaba cual era su motivo, solamente disfrutar su soledad bajo aquel tronco, abrió sus oídos para percibir aquella melodía, cerró sus ojos, y dio gracias a su familia por brindarle aquella noche. Deseaba que nunca amaneciese.
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Mensaje  Rauko Jue Jun 25 2020, 00:22

     –Este pollo gigante va demasiado lento –se quejó Hyro.

    –Upelero –corregí–, y su nombre es Holz.

    –Holz es horrible.

    –Horrible tus nalgas.

    –Y yo sugerí el nombre –informó Xana, su voz aún ronca, y forzó una encantadoramente amenazante sonrisa.

    –Holz es un nombre hermoso, sí –sentenció Hyro–. Como sea, el nombre no lo hace más rápido. O tal vez debiste escoger un nombre relacionado con ser rápido, muy rápido, y no con ser madera.

    –Es veloz –repliqué–, pero no está hecho para llevarnos a los tres encima más un saco de superbiusas, ¿sabes? – Mi estómago gruñó ante la mención de las sagradas frutas de los dioses, a pesar de que lo llené con alimentos mundanos momentos atrás.

    Además, resistir la tentación de comer las superbiusas y probar si eran las mejores por haberlas recolectado en esa noche era difícil, y saber que las utilizaríamos no para satisfacer nuestros estómagos, sino para hacer suficiente jugo para que Xana y yo nos bañáramos en él para deshacernos de nuestra condición, me deprimía.

    –Pues vaya asco de pollo gigante…

    –Upelero –le corregí de nuevo.

    –Pollo gigante, dije. –Suspiró–. Como decía, a este paso amanecerá sin… –Entornó los ojos, forzando su visión–. ¿Es mi imaginación o… hay un dríope peleando contra la nada misma?

    Xana y yo seguimos la dirección de su mirada. Gracias a que nuestra vista era más aguda que la suya, pude ver que… Bueno, en realidad solo vi un dríope loco.

    –Sí, ahí hay alguien –indicó Xana.

    –Oh, sí… Tienes razón –dije, aunque seguía sin ver a nadie–. Creo que le echaré una mano para lidiar con Señor Ramitas. –Me bajé del upelero y realicé algunos movimientos para calentar las piernas–. Traten bien a mi pajarito –pedí, mientras me potenciaba con magia.

    Hyro fijó su mirada en mí, una ceja arqueada.

    –Pensaría que eso lo dijiste con… cierta intención –comentó–, pero eres Rauko, así que ni te habrás dado cuenta.

    –¿Cuenta de qué?

    –Olvídalo –exhaló negando con la cabeza–. Solo vete a ser el héroe de la noche.

    Y así, luego de tanta palabrería innecesaria, aparecí en escena, desplazándome velozmente hacia mi objetivo, sin fijarme en que fui pisando alguna que otra flor violeta que estaba estorbando en mi camino. Alcé ambas cejas al percatarme de que, como dijo Xana, sí había alguien además de Señor Ramitas.

    –Oh, ¡hola! –saludé, sin detenerme, ondeando una mano y con una enorme sonrisa.

    Por desgracia, antes de poder darle sus buenos espadazos al dríope, aparecieron cerca otros de su especie: Señora Lianas, Señorita Maderita y Ramírez el gruñón. Pero no importaba; podría contra todos fácilmente.

    Aceleré mi paso y me abalancé hacia… uno de los dríopes, fuera quien fuera. Y este fue lo suficientemente rápido para extender su brazo y azotar uno de mis costados. No fue doloroso, pero activó el efecto de mi armadura: me teletransporté un poco hacia un lado. Eso me dejó tan desconcertado que tropecé y, como resultado, mi rostro se encontró de forma aparatosa con el suelo, causándome una muerte instantánea.

Spoiler:

    Bueno, no morí. ¿Cómo podría contar esto si hubiera muerto?... No, ya morí antes, así que no sería extraño morir de nuevo, ¿no? Como sea, esta vez sobreviví, aunque no podría decir lo mismo de mi dignidad.

    Me levanté con un grácil salto y adopté una postura de combate, como si no hubiera sucedido nada. Y esta vez estaría listo para dar una buena pelea.

     –Nah, mucho trabajo –dije, alzando mi espada. Un dragón de hielo se materializó y golpeó a la familia dríope con un fuerte coletazo.[1]


(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)

[1] Habi de la espada Retniw.
Interactúo con Valy, para ser su heroico héroe =D  Y, aunque tener una Fin Kulaas es tentador, las biusas me pueden.
PD: Andersito, gracias por recordarme que tengo un upelero kawaii del cual presumir =)

Extra:
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Mensaje  Ava Brekker Vie Jun 26 2020, 13:39

Si había algo con lo que Ava disfrutaba, además del agua, eran las fiestas. Le encantaba el ambiente alegre y distendido que había en ella. La gente parecía disfrutar de un momento feliz independientemente de lo dura y terrible que fuese la vida diaria. Además, fiesta siempre era sinónimo de un gran banquete, y de brebajes que lo dejaban a uno sin sentido, aunque a ella esto último no le interesaba, ya que la joven pez solo le era fiel a un líquido, y ese era el agua.

Había llegado al festín junto a Axel, que se había quedado ensimismado escuchando las batallitas de una viejecita (siempre tan mujeriego él) y Amy que… ¿dónde estaba Amy? Bueno, seguro que está bien, es una muchacha fuerte e independiente, con cuchillas en los brazos, no le pasará nada, pensó Ava mientras se dirigía sin rumbo a explorar todo lo que aquella celebración le podía ofrecer.

Pasó de largo de algunas hogueras en las que estaban asando peces. No es que le pareciese mal que la gente comiese pescado, pero por razones obvias, a ella ese alimento no le llamaba la atención, al contrario que el suculento cerdo que vio dando vueltas sobre un fuego, perfectamente tostado, que desprendía un olor que invitaba a comérselo entero sin compartirlo con nadie. Se encaminó muy decidida hacia aquella hoguera, a ver si aquellas buenas gentes le ofrecían un bocadito de aquel manjar.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, su boca no hacía más que salivar. Tenía mucha más hambre de la que pensaba, y aquella carne olía tan bien… Una muchacha regordeta se le acercó sin que ella se diese cuenta, tan ensimismada como estaba con aquel cerdo chorreante.

- ¡Hola pesesito! .- dijo con un fuerte acento que Ava no supo identificar de donde era .- Tu tienes carita de hambre ¿verdad? ¡Y mira que flacucha! Venga asércate y come un poco con nosotros, ¡llega el verano y tenemos que selebrarlo! ¿Quieres también un poco de pan? Tenem…

- ¿PAN? Sí. Sí por favor. Yo. Sí. Quiero pan. Muchas gracias.

La muchacha regordeta se rió por el entusiasmo de Ava con el pan, así que le dio una buena hogaza y luego le ofreció un trocito de carne. Hacía mucho tiempo que Ava no se comía algo tan delicioso. No es que no apreciase los frutos que Axel les solía proporcionar, pero aquello era un mundo distinto.

Cuando terminó de comer le agradeció incontables veces a la muchacha el haberle dado aquel pan que tan delicioso estaba y se despidió de ella, deseandole todo lo bueno del mundo.

Siguió paseando por allí, disfrutando del ambiente, y disfrutando de la sensación de tener la tripa llena. Se acercó a un grupito de jóvenes que se encontraban adornándose el pelo con flores unos a los otros. ¿Flores en el pelo? ¿Es que acaso habían organizado aquella fiesta pensando en todas las cosas que le gustaban a ella?

La más pequeña del grupo reparó en ella. O más bien se fijo en lo largo que tenía el pelo Ava, lo que significaba que podía poner muchísimas flores en el.

- ¡Haaaaala! ¡Que pelo tan largo tiene usted señorita! ¿Querría que yo se lo adornase? Puede fiarse de mí, aunque sea la más joven de aquí se hacer muy bien mi trabajo.- dijo la niña muy entusiasmada.

Ava no lo dudó ni un segundo, y se sentó de espaldas a ella para que la niña pudiese trabajar. Entre la tripa caliente y llena, y que aquella niña tocaba su pelo tan delicadamente Ava se quedó medio dormida allí sentada, por lo que cuando la niña gritó en su oreja que ya había terminado la chica pez se dió un buen susto.

- Bueno, ¿que le parece señorita?

Ava se miró el pelo y pensó que probablemente nunca lo había tenido tan bonito. La niña se lo había trenzado y había llenado toda la trenza de flores de todos los colores, lo cual era todo un contraste teniendo en cuenta que últimamente se pasaba el día llena de barro o con la cabeza llena de hojas de vagar tanto por los bosques.

AVA Melena:

- ¡Es precioso! ¡De verdad! Creo que es usted la niñita más mañosa de todo Aerandir.- le dijo Ava a la jovencita, que se mostró claramente orgullosa.

La chica le dió un abrazo a niñita y se levantó, pensando que ya era hora de reunirse con sus compañeros.

Empezó a deambular buscándolos, pero se lo tomó con calma, aún era pronto, y de todas formas seguro que no andaban lejos. De repente notó un tirón en el pelo. Pensó que había sido su imaginación y la falta de costumbre de tener un pelo tan arreglado, pero al poco volvió a notarlo. Giró la cabeza para mirarse la trenza y fue entonces cuando vio un pequeño ser, con cristales de hielo a la espalda que intentaba arrancarle una de las flores que adornaban su  trenzada melena.

- ¡Oye pero bueno! ¡Que haces! .- le gritó a la criatura, que ni se inmutó y siguió empeñado en coger la flor

Ava le dió un manotazo al pobre piskie, que se cayó al suelo, y se quedó completamente quieto debido al golpe de Ava y al golpe contra el suelo. Ay dios mio, lo he matado, empezó a pensar Ava muy nerviosa, que recogió al pequeñín con sumo cuidado. ¿¡Y ahora qué hago!? Empezó a correr sin rumbo y con muy poca habilidad, tan poca que realmente no estaba corriendo, y de los nervios tampoco miraba dónde iba, por lo que se terminó chocando con alguien.

Se había chocado con un hombre sapo, lo que la tranquilizó, puesto que le trajo recuerdos de su hogar. pero aún así, aún llevaba en las manos la prueba de que era una asesina, así que se levantó rápidamente para pedirle disculpas a aquel hombre y seguir buscando a sus amigos, pero la buena suerte (al menos para ella) quiso que Axel apareciese montado en un jabalí, del cual descabalgó no muy elegantemente. Parecía que estaba bien. Al igual que Amy, que también estaba allí. ¿De dónde había salido? Espero que ellos sepan que hacer...



***
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Mensaje  Marceline Vie Jun 26 2020, 16:35

Efectivamente, a los pocos minutos la liebre volvía a hablar con sus compañeros como si nada, y no solo eso, también le había dedicado algunas palabras a Estolas y, al igual que la golondrina, acercó su mano para acariciar a la loba.

Ni una palabra —Yoriko miraba a la jaguar y esta puso los ojos en blanco mientras reprimía una risa—. ¿No sería más fácil si estuvieras en tu forma humana?

Estolas negó con la cabeza. Yoriko no entendía de licántropos pero supuso que la loba que tenía delante debía ser una de ellos, ya que los animales salvajes no se acercan a las poblaciones y menos aún un carnívoro solitario.

¿Te has parado a pensar la pregunta? —La jaguar se acababa de poner en pie— Licántropos y dragones se quedan desnudos al volver a su forma humana.

La mullida cola de la liebre se movió rápidamente y las puntas de sus orejas se agacharon levemente.

Pero tienen amuletos para que no pase eso. Mauro dile algo —la golondrina pio divertida.

Yoriko... si tuviera uno de esos amuletos ya estaría en forma humana.

La liebre, impotente y ofuscada, golpeó el brazo de la felina y volvió a enfrascarse en su corona de flores. Cuando se quisieron dar cuenta Estolas ya no estaba con ellos.


Estolas caminaba por la fiesta moviendo ligeramente la punta de la cola, sus orejas rotaban al escuchar jugar a los niños o ante alguna melodía inusual, y su olfato se inundaba con el aroma de las flores de la guirnalda que llevaba al cuello.

La loba dejó de caminar al percibir que algo pequeño y brillante volaba hacia ella, el objeto se fue haciendo más grande a medida que avanzaba. Estolas ladeo la cabeza con curiosidad, parecía una mariposa muy grande y con forma humana. Se trataba de una piskie (aunque la loba desconocía aquel dato) y entre sus manos llevaba un anillo.

La fae levantó el vuelo unos centímetro y camino unos pasos sobre el hocico de la loba, lo que provocó que esta estornudara un par de veces. Estolas giró sobre si misma dando un pequeño salto, la piskie se quedó mirando a la lican y le sacó la lengua al tiempo que le hacía aspavientos provocativos. La licantropa ladró y, sin pensárselo demasiado, comenzó a seguir a la piskie hasta llegar al bosque.






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Mensaje  Tyr Vie Jun 26 2020, 16:35

El miembro 'Marceline' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Tarek Inglorien Vie Jun 26 2020, 23:47

Aquel había sido el trato, viajar al norte para probar sus capacidades, su habilidad para pasar inadvertido y mezclarse con... otros. Esa era la prueba definitiva que debía pasar para poder partir y comenzar su búsqueda. Era lo justo. Su argumento principal había sido la sutil aunque evidente diferencia en el color de sus ojos, una circunstancia que lo haría pasar desapercibido fuera de los campamentos, que impediría que lo relacionasen con el resto del clan y el lugar del que realmente procedía. Si su teoría era cierta, adquiriría un nuevo estatus dentro del grupo, que le permitiría moverse libremente por las tierras más allá del bosque. No podía desperdiciar aquella oportunidad.

Sus pasos, a través del frondoso bosque, lo acercaron cada vez más a la música y alboroto que marcaba el lugar del festejo, así como al dorado resplandor de una hoguera que parecía alzarse en el centro de un gran claro. A esa distancia pudo divisar diversas figuras, de rasgos aún indefinidos, reunidas en por todo el lugar. Algunas de ellas en movimiento, quizás bailando, y otras sentadas o recostadas, congregadas en grupos más o menos numerosos. Notó su cuerpo tensarse ante la anticipación. Había evitado a toda costa cruzarse, en su camino hasta allí, con grupos humanos extensos, a fin de eludir confrontaciones. Pero sabía que aquel era el momento de la verdad, a cada paso que daba y cada respiración que exhalaba debía recordarse que aquella noche su odio debía permanecer templado. No podía ejecutar a ningún humano, aunque su instinto lo instase a hacerlo. Su clan odiaba a aquellos ruines seres y cualquiera que se acercase a sus tierras sufría una violenta muerte. Pero para poder moverse por el exterior debía aprender a controlar ese impulso y reservar su hoja a aquellos momentos en los que nadie pudiese señalar en su dirección para indicar que era culpable.

Finalmente alcanzó el límite del cerco de luz que iluminaba el claro. Al igual que él, otros muchos estaban llegando hasta allí para unirse a la celebración. Escuchó el murmullo generado por las numerosas conversaciones que surgían de los distintos grupos, aunque sin prestar especial atención a ninguna de ellas. Pudo distinguir, en el lado opuesto del claro, a un hombre entonando alguna clase de verso o cantinela; y ver a diversas mujeres trenzar coronas de flores. Eso le recordó el tema principal de la festividad: el solsticio de verano, la noche más corta del año. Una fecha señalada que se celebraba a lo largo y ancho de Aerandir, aunque por alguna razón habían decidido enviarlo allí, al norte, específicamente a aquel festejo.

Sin entrar del todo en el cerco de luz, acabó por apoyarse en un árbol cercano. Antes de interactuar o incluso exponerse, debía estudiar la situación. Era lo más sensato, si quería superar aquella noche. Inesperadamente, una joven de rojos cabellos atravesó el lugar que poco antes él mismo había ocupado, en dirección a la fogata. No lo miró, siquiera fue consciente de su presencia, pero Tarek no pudo evitar apretar la mandíbula con odio. Una humana. Todavía rumiaba su desprecio cuando un rápido destello llamo su atención y observó a varias piskies volar hacia el bosque, cuchicheando sobre algo con sus agudas vocecillas.
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Mensaje  Shinoroa Ryuu Sáb Jun 27 2020, 05:44

Ryuu escuchaba entretenido a aquellos que cantaban. Entonces recordó una historia que le había contado su padre. Casi sin percatarse de lo que estaba haciendo, empezó a recitar ese relato en forma de unos versos improvisados.

Partió de Lunargenta
al lejano occidente
parte de la Guardia
con una cosa en mente

Acabar con los vampiros,
señores de la noche,
que en la guerra mostraron
ser rivales feroces.

Marchaban los soldados
por el odio guiados,
calmarían su ira
cuando ardan en la pira.

Pero no conseguirían
alcanzar esa meta,
ya que muchos caerían
con una sucia treta.

Cuando el sol se ocultó
una voz se escuchó,
"mátalo" ordenó,
y la pesadilla comenzó.

Amigos y aliados
ahora enfrentados,
cayeron poco a poco,
aún con vida uno solo.

Tanta sangre derramada
cayendo de sus manos,
no podía perdonarse
por matar a sus hermanos.

El Señor de la Voz
con malicia sonreía
al ver a ese arquero
sufriendo su agonía.


Sólo al terminar se dio cuenta del silencio que lo rodeaba, apenas interrumpido por el ocasional crepitar del fuego. Algunos empezaron a aplaudir al forastero (seguramente , mientras otros lo observaban algo confundidos o sorprendidos. Sin duda era una historia bastante oscura para una festividad como esa, pero el relato  original era más largo y con un final menos macabro. Pero el águila no continuó, en parte porque sería demasiado extenso y en parte porque no se le ocurrían más rimas. Ya había agotado su repertorio con lo anterior, y ni siquiera estaba muy conforme con el resultado.
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Mensaje  Valyria Sáb Jun 27 2020, 14:17

Estaba apañándoselas. No haciendo progresos, pero si aguantando. Y entonces vino ayuda… más o menos, el hombre saludo e inmediatamente atrajo a aun más driopes. Bueno, no pasaba nada, puede que fuera capaz de encargarse de ellas mientras… y se había caído. Ni siquiera entendía como, ¿Quién usaba un teletransporte sin saber usarlo bien? Daba igual, tendría que apañar algo para encargarse de todas ellas. –Banbaro, ¿una ayudita?- murmuró, y la tierra a su alrededor empezó a agitarse, alzándose dramáticamente hasta formar un gran jabalí de tierra y lianas, que se estampo de inmediato contra la driope a la que se había estado enfrentando, encastándola contra un árbol, inmovilizándola.

Matar a una driope con un látigo o un arco era…difícil, la verdad, pero con la pobre criatura sin poder moverse poco podía hacer para evitar sus flechas, que al menos entraban un par de dedos en la madera gracias a las puntas metalicas. Solo era cuestión de meterle una en cada ojo y otra a través de la boca por si acaso, y el bicho dejó de moverse, aunque la verdad, tardó más de lo que esperaba en hacerlo, entre el monstruo de madera agitándose sin parar y el mal sabor de boca que le daba dispararle a algo indefenso, pero Banbaro estaba esforzándose, y recibiendo arañazos por sus esfuerzos, que aunque lo dañaran más bien poco, sin duda le dol…la verdad era que no sabía si sentía dolor, pero sería mejor asumir que si, por si acaso. Cuando finalmente hubo acabado con su enemigo, le dio unas palmaditas en la cabeza al jabalí por un trabajo bien hecho, mientras este estaba sentado en el suelo, en lo que parecía una postura de orgullo.

Entonces se giró hacia el intento de héroe, esperando que no hubiera muerto aun y dispuesto a darle la bronca por arriesgar su vida, un escalofrió recorriéndole el cuerpo debido al súbito frío que hacia esa noche.. Y se encontró con un dragón de hielo. Conocía a ese dragón. -¿Rauko?- preguntó, viendo las driopes volar por los aires. –Ayúdale, Ban.- eso se estaba descontrolando, y ella solo quería unas malditas flores. El jabalí se puso sobre dos piernas, como encabritándose, y cargó contra el grupo de driopes que el dragón acababa de catapultar. Ella mientras tanto… recolectaría las plantas, no hacía falta masacrar a medio bosque para conseguir cuatro flores, hasta se sentía mal por ello.

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Mensaje  Vincent Calhoun Sáb Jun 27 2020, 17:02

Para el brujo, la última temporada en Lunargenta había sido de lo más… movida, por decirlo de alguna manera. El último regalo de la Tyr de Oblivion, antes de morir, había sido un auténtico dolor de cabeza para un hombre como él, más dado al anonimato a que a esas historias de héroes.

Vinc sólo deseaba volver a ser el mismo de siempre. Un mercenario, con una vida tranquila. Todo lo tranquila que podía ser la vida de un soldado de fortuna, pero, queridos lectores, con esto ya se pueden imaginar por dónde va la idea del rubio y su personalidad.

Las celebraciones no estaban mal. Eso le gustaba a todo el mundo. Más aquello de los títulos no tanto. Si hubiera querido una vida así se habría enrolado en alguna guardia, con ambiciones de ascender dentro de ella, o se habría armado caballero, como hacían esos humanos, tan locos y apegados a sus costumbres o no tan desconocidas para un brujo que vivía en la capital de su reino.

El destino era claro. Ir a Beltrexus para encontrar una solución.

O al menos lo era.

Vinc conocía a un hombre que podía ayudarlos. Un brujo, alquimista para más señas. Un hombre de avanzada que logró que le dieran ganas de voltearse y quedar de por vida con luciérnagas dentro de la cabeza.

James Truando era de los mejores en su campo. Y todo un personaje. El adjetivo excéntrico se le quedaba corto.

En cualquier caso, Vincent al menos no había errado del todo la ir a verle, con su nueva y luminosa mirada, pues el anciano sabía que había que hacer para curar su problema. Al fin y al cabo, no mentía cuando decía que era de los mejores alquimistas que podía uno visitar. El problema, lo que necesitaban no se encontraba en las islas, debían ir al continente y recoger lo necesario en una noche mágica. En el Midsummarblót.

- Juro por los dioses, que como vuelva a decir algo, lo lanzaré por la borda-, fue una de las simpáticas respuestas que el brujo le dedicó a su acompañante, durante la tavesía en barco hacia una cala cercana al lugar al que debían ir.

James le había dado al mercenario la información que necesitaba. Más, sin duda por desgracia, el alquimista tuvo que ir con él al lugar donde recogerían los ingredientes para el antídoto. En primer, porque prepararía el remedio allí mismo, pero, sobre todo, porque tenía amistad con uno de los clanes que habitaban la zona. Ello les ahorraría problemas a unos intrusos como ellos, y además, les ayudarían a recolectar y llegar hasta el lugar donde creían los árboles que buscaban.

Por esa razón, el grupo tuvo que aguantar sus estrafalarias chorradas más tiempo del que nadie de ellos hubiera deseado. Ya que, el viaje en barco, fue la primera, y ma´s corta, parte del viaje, el resto consistiría en ir a pie hasta Felonia. Una aldea de simpáticos y atléticos hombres y mujeres gato, que se encontraba bastante al oeste, casi en tierra de vampiros.

- No gracias, no tengo hambre. Solo venimos por una cura para nuestro problema-, le dijo a un hombre gato que le había dejado un cuenco de cerámica con un gran trozo de carne en su interior. Demasiado grande y poco hecho para su gusto.

Estaba guisado, sí, pero al brujo le gustaban cosas mucho más hechas y que parecieran muertas en el plato.

- Debes comer, ojos brillantes. El camino no será largo, pero es mejor si vas con el estómago lleno.

- Tienes que comértelo-, le susurró James al oído. - Es parte de su cultura y rechazarlo se consideraría un insulto.

Vincent entendió el mensaje, miró hacia el cuenco, tragó saliva y luego levantó la mirada para encontrar el rostro del hombre que le había dejado la comida.

- Está bien. Me lo comeré-, dijo esta vez, dibujando una sonrisa en los labios. - Qué vengamos por otros intereses no significa que no podamos hacer amigos y conocer nuevas culturas en nuestro periplo, ¿no es así? - comentó seguido, sin perder la sonrisa.

El gato asintió con satisfacción y se sentó cerca de donde se encontraban.

Para el mercenario, comerse aquello fue menos duro de lo que podría haber imaginado en un primer lugar, más no por ello fue fácil. Tuvo que armarse de todo su control mental, para no poner gestos “raros” mientras se comía la pieza de venado. En cambio, lo que sí podía asegurar, era que la salsa que acompañaba la carne estaba especialmente rica. Aquello ayudó bastante a su labor de comerse todo el contenido del cuenco.

- Muy rico-, mintió solo en parte, ya que al menos la salsa era de las más sabrosas que había probado en toda su vida. - Hey, vampiro. Dale al pico tú también. No vaya a ser que los brujos seamos los únicos buenos invitados en este atardecer.

El vampiro por ahora estaba seguro, bajo la tela de la carpa del poblado, alejado de rayos solares que lo hicieran papilla.

En todo caso, el mismo gato que le diera de comer al brujo, sonrió de manera que se le mostraron sus afilados colmillos al hacerlo, y luego dio unas palmadas para llamar a más de sus compatriotas que se unieron al festín.

Un festín con música y bailes de la cultura del clan, que no duró demasiado. El recibimiento había sido muy bueno, en parte, gracias al alquimista que una vez deseara botar del navío, más había ido por algo en particular, y en aquella fecha de noche corta, no debían relajarse en demasía.

El grupo de exploradores, que constaba de los miembros que habían ido desde el barco hasta el poblado, y algunos hombres y mujeres gatos del clan, no tardaron en encontrar el cercano bosque que buscaban.

- Ullúme Fírima-, dijo James, nada más observar los oscuros árboles, que pese a la noche, se apreciaban más negros que nada que hubiera a su alrededor. - Más conocido como Traga Soles o Siempre Muertos-, terminó por decir.

- ¿Así los llaman ustedes? Curioso, no lo recordaba-, respondió la sanadora de los gatos que iba con ellos, alguien al que titulaban Gran chamán del clan.

- Así es. Y con ellos, con algo de su corteza y sus frutos, en esta noche tan singular, podré crear un potingue que podré usar para curar los ojos brillantes. Aquella que tus padres me enseñaron hace tantos años, Gran Lulú-, terminó por decirle a la gata de negro pelaje.

- A qué te refieres con potingue. A una poción, supongo.

- No. No. Es una especie de pasta ligera y fácilmente manejable.

- Cómo demonios va a ser una pasta. ¿Piensas curarme la luminosidad de mis ojos dejándome ciego? ¿Poniéndome un potingue sobre ellos? - preguntó confundido, pensando que quizás no fuese una buena idea haber ido hasta allí.

Además, por si eso fuera poco para el brujo, desde hacía un rato se encontraba mal. Le ardía la cabeza y había comenzado a sudar más de la cuenta.

- Tranquilo muchacho. No va en los ojos, solo en la cara. Cuando tu cuerpo lo absorba al día siguiente estarás bien.

Ahora que cierto mercenario lo pensaba mejor… ¿Eso de los ojos era tan común como para que ese loco supiera qué hacer? Cada vez parecía un mayor error.

- Pero, ¿tengo pinta de noble brujo preocupado por mi belleza? ¿Me estás tomando el pelo?

- No se preocupe, joven Vincent-, dijo el ex profesor de alquimia, con una sonrisa de par en par sobre el rostro, agitando su bastón mientras caminaba hacia el bosque. - Te pondrás bien, hace bastante tiempo curé una afección de este tipo junto a los padres de la chamán Lulú. Tanto tiempo que tú no habías ni nacido-, comentó, sin dejar de caminar. - Y además, tú has tenido mucha más suerte. El otro tipo tuvo que esperar más de medio año que llegara el Midsummarblót para poder probar si funcionaba-, dijo finalmente, antes de soltar una risotada.

Ello exasperó a Vincent, más no podía hacer otra cosa que confiar en James y la chamán. Ellos sabían de alquimia mucho más que él, siendo unos expertos además.

- Supongo que debemos confiar-, le comentó a su compañero vampiro, antes de avanzar hacia la arboleda junto al resto, donde empezó a recoger frutos y parte de la corteza de algunos troncos.

Extraños árboles. Casi se deshacían en sus manos, por lo que debía ir con mucho cuidado, usando las herramientas prestadas por los gatos para la ocasión.

- ¿Con esto será suficiente? - preguntó al alquimista.

Que no tardó en confirmarle que así sería, con un gesto de su testa.

Sin embargo, pronto el brujo dejó los frutos y demás ingredientes en el suelo, con sumo cuidado, antes de abalanzarse hacia adelante, espada en ristre, hacia algo que se encontraba a la espalda de James.

- ¡Cuidado! - gritó de repente. Si no lo viera no lo creería. Había una mantícora ahí, pero… más allá de lo raro que pudiera ser que hubiera llegado una bestia como aquella sin hacer ruido, era de color... - Una mantícora rosa nos ataca-, afirmó, sintiéndose estúpido al decirlo, sin embargo, era lo que veía ante sí.

El brujo se colocó entre el alquimista y la bestia, dispuesto a defender al grupo de… Absolutamente nada. Ya que esa mantícora de dudoso color solo estaba en el interior de  su cabeza.

Sin duda, la salsa de los gatos era tan sumamente exquisita, como especial.



Offrol
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Dejen el LSD, niños

Es todo para mí :3

En resumen, voy a buscar partes de una planta del herbolario, un árbol en este caso, para encontrar una cura para mi maldición. Acompañado por un loco brujo alquimista y una gran persona que aparecerá en el próximo capítulo (no se lo pierdan (?), así como con los super cat. También participo en el apartado de los helechos en flor. Todo antes de irme a dar hostias a la nada =D

Como se vería Vincent, si se mirase en un espejo mientras está bien "drohado" (?:
Lulú :3:
Un Helecho para el concurso ^^:
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Mensaje  Ashar Lothian Sáb Jun 27 2020, 17:26

La fiesta de solticio había llegado y las preparaciones estaban en su apogeo, Ashar que en ese momento se encontraba en el Norte en viaje de comercio, había decidido con sus compañeros, en realidad ellos la habían obligado, a quedarse y disfrutar de la festividades.
El lugar resonaba a alegría, música, coplas, bailes, charlas, coronas de flores que ella había recibido agradecida de pequeños niños, a medida que pasaba el tiempo el alcohol iba haciendo sus efectos en las personas algunas se ponian un poquitoagresiva pero eran pequeñas grescas de borrachos nada preocupantes, otros tímidos sacaban a relucir una faceta más divertida, uno de los acompañantes de Ashar comenzó a entonar una pequeña copla.

"El hogar queda atrás y el mundo adelante,
y hay muchos caminos por pisar
a través de la sombra hasta el filo de la noche,
hasta que todas las estrellas ardan.

Neblina y sombra,
nube y tinieblas,
todas se desvanecerán,
todas se desvanecerán."

La canción pareció invadir a todos los presentes especialmente para nosotros los destinados a viajar y defender, luego de unos minutos nuestro amigo volvio a la mesa donde estalló una marea de saludos y felicitaciones.

-Más vino- dio uno y mientras la deliciosa bebida llegaba a nuestra mesa la diversión parecía aumentar y ha decir verdad agradecí a mis amigos por su idea y entre varios algunos más borrachos que otros comenzaron a cantar de manera no muy entonada pero en ese momento eso era lo de menos.
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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb Jun 27 2020, 18:18

Con cuidado Níniel se aferró a aquel saliente rocoso con su mano derecha al mismo tiempo que tanteaba con su pie izquierdo en busca de un nuevo punto de apoyo para seguir descendiendo aquella empinada ladera. Tan pronto como encontró uno, y supo que este aguantaría su peso, soltó su agarre y repitió el mismo proceso, lenta pero segura. No quería arriesgarse, un paso en falso y tendría suerte si acababa solo magullada, pues aquel pronunciado desnivel aún se extendía varios metros más, de hecho sus orbes de luz apenas si llegaban a iluminar el final de la pendiente.

¿Qué pensaría la gente de la gran heroína de Sandorai si volviese malherida de una simple excursión para recolectar hierbas en la montaña en plena noche del solsticio? Bueno, seguramente lo mismo de siempre, ya que parecía que mientras sus ojos aún brillaran con luz propia, denotando la presencia de una extraña magia, todo el mundo estaba más que dispuesto a considerar incluso sus errores como grandes aciertos. Hasta derramar la bebida accidentalmente sobre un orejas redondas de aspecto turbio, algo que en circunstancias normales hubiese empezado una pelea en cualquier taberna desde Dundarak hasta Lunargenta, le parecía a la gente un honor aquellos días si era la bebida de una de las grandes leyendas vivas de Aerandir.

Catherine la ayudó a descender el último tramo, mirándola con esa expresión suya que denotaba que comenzaba a aburrirse de esperarla. Tan rápida y ágil como siempre, la pelirroja había llegado abajo mucho antes que ella, descendiendo aquel desnivel como si no fuese más que otra calle cualquiera de una gran ciudad, si acaso una un poco inclinada o con los adoquines en mal estado. Además su capacidad para ver en la oscuridad sin necesitar siquiera los orbes de su hermana era otra ventaja añadida.

-¿Crees que este es un buen sitio?- Preguntó señalando hacia la vegetación del lugar. Ya le había echado un vistazo pero no había sido capaz de reconocer la planta que estaban buscando. Para ella la mayoría de las de aquel área eran parecidas. Y no solo para ella, además la oscuridad no ayudaba, en aquello sí que necesitaría los orbes de la sacerdotisa, los cuales pronto iluminaron la zona.

-Sí. Estamos en el sitio correcto, tal y como dijeron en el pueblo. ¿Ves? Estas son Acruire daurax...fíjate en el color más claro aquí...Es muy común, y muy parecida a la que estamos buscando.- instruyó la peliblanca a su hermana, cuyo interés se esfumó al comprender que aquella planta tan abundante no debía de valer nada.

-Es como si la naturaleza ocultara sus tesoros a mala leche...Y todo eso de tener que recolectarlas en plena noche...- Se quejó.

-¿Acaso no lo harías tú viviendo en el mundo en el que vivimos? No te preocupes, no necesitamos mucha. La madre es sabia, de muchas formas.- Asintió Níniel mientras seguía revisando el lugar; una pequeña planicie entre terreno abrupto donde el frío del norte aún helaba la humedad del ambiente a pesar de que el verano había llegado ya a Aerandir. -Mira...aquí.- Advirtió entonces, logrando que la gata se acercara.

-¿En serio...si no me dices que es diferente a todas las demás...Ya veo, sí, las puntas de las hojas son un poco más..y el color es más oscuro...-

-Todo un éxito.- Asintió la sacerdotisa tras encontrar una segunda y excelente muestra de Acruire Agria cerca de la primera. Recolectó ambas con cuidado, tomando solo lo justo para permitir que volvieran a crecer en los meses venideros, guardando las muestras de semillas, savia, raíces y hojas a buen recaudo. -Excelente. Esta planta tiene además otros muchos usos. Podré prepararte un ungüento que te ayude a entrenar duro, también sirve contra enfermedades leves como los resfriados de verano...Sus hojas tienen un poderoso componente adormecedor, incluso así, sin tratar. He visto puestos en los mercados donde por unas pocas pedían una buena bolsa de monedas.- Ante aquello la felina enarcó una ceja.

-Entonces busquemos alguna más. Hojas un poco raras y color oscuro...Venid con mamá, necesito unas botas nuevas. -Níniel la miró extrañada, sus botas estaban nuevas, y tenía muchos pares más en casa. La pelirroja se encogió de hombros. -Es un decir, además nunca se tienen suficientes...Además, solo hay dos solsticios al año ¿no?-

OFF: Níniel aprovecha este evento para cumplir con lo solicitado en el apartado de "Especial maldiciones" Recogiendo algo de Acruire Agria en una zona montañosa en el norte. Su infusión es muy buena para enfermedades oculares.
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Mensaje  Iori Li Dom Jun 28 2020, 00:54

En las últimas semanas, el mundo se había movido más rápido de lo que la humana había sido capaz de manejar. De una forma que la había desestabilizado. La había hecho cambiar de una forma, que llegó a pensar que podía perderse a si misma. Cuando comprendió que las experiencias vividas solamente sumaban en su camino, de alguna forma encontró el camino de regreso a quien era ella. ¿Y quién era? Pues, en aquel momento, una estúpida chica decidida a dejar todos los problemas a un lado mientras disfrutaba de una de las mejores noches del año.

En su aldea, al igual que en todas, el solsticio era una de las celebraciones grandes del año. Época de las primeras cosechas, clima benigno y muchas ganas de festejar antes de que los días condujesen poco a poco de vuelta al invierno. En las estepas del norte, en la Campa de Vanhadraig, Iori encontró uno de los lugares más animados y concurridos, por personas de todas índoles. Los ecos de la guerra en Sandorai parecían no haber afectado las ganas de disfrutar de la gente allí reunida. Comida, bebida, ambiente. Podía sentir como algo en ella se encendía, subiendo su ánimo de la misma forma que el humo de la gran hoguera.

Parpadeó y se detuvo un instante, sin soltar la corona de flores que estaba preparando en sus manos. Ryuu estaba sentado, de forma inconfundible con una jarra a un lado. Acababa de recitar una poesía que dejó un regustillo melancólico en el ambiente. La calidad de las rimas era innegable, y capaces de traer a su mente los memorias recientes más duras. Recordó el último encuentro en el que se habían juntado y agradeció internamente a los Dioses que tras todo aquello él estuviese bien, o eso parecía. - ¡Ryuu! - La humana se precipitó hacia él y lo abrazó por los hombros con fuerza aprovechando su posición sentada. - ¿Cómo has estado? ¡Parecen mentira nuestros encuentros! ¿Sabes que ni planeándolo nos hubieran salido así? - Miró a su alrededor y se sentó en el suelo, delante de él sonriendo. - Te veo bien. Mucho mejor desde luego que en la última ocasión... - Nada, absolutamente nada malo se iba a deslizar en la mente de la humana esa noche.

Continuó trabajando en los últimos toques que le faltaban para la corona de flores y miró a su alrededor un instante, buscando alguna niña a la que regalársela dispuesta a continuar la conversación con Ryuu. Dos cosas llamaron su atención. Primero, la actitud tímida de un hombre con expresión adusta en la cara, que chocaban como si fuesen dos cosas opuestas. La segunda, la suave voz de una mujer que, alzándola a la luz del fuego recitó una coplilla picante que la humana encontró muy divertida. La escuchó con una sonrisa danzando en su cara, y aplaudió con pasión tras escuchar las dos composiciones. Silbó de forma estruendosa hacia ella, en señal de aprobación y se volvió hacia su compañero de nuevo. - La segunda ha sido más romántica, pero me ha gustado más la primera. - reconoció con una chispa de diversión en los ojos.

Se alzó de nuevo y avanzó unos pasos, para quedar a medio camino entre Ryuu y el otro hombre de apariencia dura pero actitud tímida. Lo había escuchado hablar con la anciana y le pareció una persona que precisaba una mano para integrarse más en la fiesta. - ¿Y tú qué opinas? Por cierto, me llamo Iori - sonrió de forma más amplia mientras sus manos terminaban de sellar el último nudo de vegetación en el cierre. De esa forma la corona de flores tardaría en deshacerse. - ¿Sabéis qué me apetece? Comer algo. ¿Os animáis a compartir? ¡Escojo yo primero algo! - como un torbellino desapareció apenas un minuto para ir a buscar.

Se deslizó entre los puestos observando con curiosidad, qué de todo lo que había le podía resultar más apetecible. En su minucioso proceso de no dejar un solo lugar sin observar, se fijó en una figura que permanecía de pie, con los brazos cruzados apoyada contra un árbol. No supo distinguir la raza, y sin saber por qué, dirigió hacia ella sus pasos. Se percató de que era un hombre de buena altura, y completó el análisis con la palabra elfo según acortaba distancia. - ¿Un día largo? - preguntó como saludo disimulando la pequeña broma en la risa de su voz. - Pareces algo solitario aquí. Está bien si es lo que quieres. Imagino que no eres de los que se animan a participar luego en el baile - abrió mucho los ojos, cuando pudo distinguir el iris del elfo delante de ella con sorpresa. Había algo salvaje en la belleza fría que tenía en su mirada. - De todas las personas que he visto, creo que eres al que mejor le quedaría. Hace juego con tus ojos - alzó las manos aprovechando el gesto pétreo de su interlocutor, y antes de intercambiar otra palabra, la corona de flores que había realizado quedó colocada sobre el cabello plateado del elfo.

Observó el resultado de lo que había imaginado en su mente. Le quedaba genial. Como ya era costumbre, estaba convencida de que mientras se tratase de un elfo, aunque se pusieran un cuerno en la cabeza, les quedaría igualmente bien. - Perfecto - asintió la humana antes de agrandar la sonrisa. - ¡Nos vemos! - se giró y se alejó, para continuar buscando algo apetecible para cenar. Apareció de nuevo con un plato sencillo entre las manos junto con Ryuu y el chico de barba, al cual apenas había dado tiempo para hablar. Estaba sobreexcitada, relacionándose con todo el mundo a diestro y siniestro. - ¡No esperaba encontrar esto aquí! De donde yo venga es una receta muy popular - Colocó a medio camino de ambos su hallazgo. Oreja de cerdo con un poco de picante. La humana sonrió a ambos y con un gesto de la mano los invitó a probar. - Veamos cual de los tres es más sensible al picante. - los retó con una sonrisa extraña en el rostro.

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Corona de flores:


Offrol: Habla con Ryuu.
Menciona a Alisha.
Se presenta a Ull.
Entrega la corona a Tarek.
Iori Li
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