Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
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Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Høstblót: La búsqueda del equilibrio
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La vida no es más que una espiral de momentos, una cadena de cambios que se suceden en un eterno ciclo, el futuro no es más que un espejismo, el pasado es un recuerdo corto y frágil… El presente ¿acaso existe? ¿Puedes decir que el presente es ahora, sin que tu “ahora” ya sea parte del pasado? La vida es una sátira volátil y el tiempo… eso ni siquiera existe.
Desde unos días antes, se comenzaba a preparar la gran celebración del equinoccio. Muchas desgracias habían acechado últimamente a los habitantes de Aerandir y cualquier pequeña fecha festiva se antojaba como un buen motivo para escapar de las tristezas y celebrar a lo grande.
En esta oportunidad se trataba de la fecha en que el día y la noche tenían la misma duración, símbolo de igualdad y equilibrio, pero al mismo tiempo era un camino a una temporada más oscura, con noches más largas y frías hasta la llegada del invierno. Del mismo modo, en el afán de alcanzar la paz y armonía, esta fecha servía para liberarse de culpas y rogar el perdón de otros, incluso de aquellos que no estaban entre nosotros.
Esto último era logrado a través de un Globo del perdón, los cuales consisten en una estructura de papel cuadrada o redonda en cuya base se coloca un pergamino en el que no solo se escribe el mensaje, sino que además sirve de combustible para hacer que el globo se eleve a grandes alturas antes de consumirse por completo.
Como símbolo de arrepentimiento se utiliza una máscara hasta el momento de lanzar los globos, la cual es una hora después del anochecer. Cuando todas las luces del día se han ido se enciende una fogata y alrededor de esta se dejan elevar los globos. Y desde luego, muchos habían encontrado la oportunidad ideal para hacerse con un poco de dinero extra, entre ellos el particular y llamativo Dextro, el vendedor de máscaras.
Este extraño personaje no solo ofrecía sus máscaras sino que además parecía tener poco interés en ocultar que estaba un poco ido de la cabeza -Del mismo modo que las hojas caen, la naturaleza nos invita a abandonar todo lo innecesario, nos acercamos a la etapa de la muerte para volver a renacer- Hablaba a viva voz incluso cuando nadie le prestaba atención, entregando un mensaje que tal vez, solamente él mismo entendería.
¿De dónde salen tantos gatos?- Decía periódicamente con sorna al notar que había algunos gatos negros rodeándolo, como si le vigilaran insistentemente aunque sin acercarse -Algo traman esos gatos- Decía con los ojos entrecerrados, mirando a los felinos con mucha desconfianza.
En la plaza central de la fiesta se celebraban bailes en alusión a la unión entre pasado y futuro, entre el día y la noche. Justo en el centro de la plaza alguien parecía haber encontrado una manera de hacerse rico, pues el producto que ofrecía, era una especie de barra de color marrón oscuro, con un sabor entre amargo y dulce bastante difícil de definir, pero que sin duda resultaba un exquisito deleite para el paladar, aunque lo normal era prepararla en forma líquida, algunos no soportaban la tentación de llevarla a la boca de inmediato, y es que era un placer digno de los mismos dioses.
Ignorando al resto de personas, una elegante chica paseaba por el lugar. Piel pálida, un lujoso vestido igual de negro que su cabello, además de llamativos ojos rasgados. Sus pasos eran suaves, llenos de una gracia felina que compartía con el numeroso grupo de gatos negros que la acompañaban. Se detuvo, cerró los ojos y aspiró por la nariz. Sea lo que sea que olió le hizo relamerse los labios. Dejó escapar una risa baja y sensual
Pueden ir a cazar, chicos- ronroneó con una media sonrisa. Algunos de sus gatos corrieron hacia la incauta presa, pero tuvieron que cambiar su curso cuando Dextro se interpuso para espantarlos. Ella miró a sus felinos huir y perderse entre la multitud, y luego al vendedor de máscaras -Qué hombre tan poco refinado- murmuró con aburrimiento -Mis pobres mininos, regresen todos a mí- llamó, pero fue ignorada -Oh, vaya, parece que necesitaré un poco de ayuda. Ayudar a esta misteriosa mujer puede otorgar alguna recompensa ¿o no?
Mientras tanto, algunas historias en desarrollo pasaban desapercibidas para los poco observadores, entre ellas:
1. En el lado sur de la celebración se encontraba la pequeña Daireann, una pequeña niña ciega cuyos ojos estaban rodeados de marcas de quemaduras fruto de alguna tragedia pasada, ésta ofrecía realizar un dibujo de aquel que le diera algo de comer. Extrañamente pedía la comida por adelantado y siendo ciega, difícilmente alguien creería que pudiera realmente dibujar algo, por eso nadie le prestaba atención a su oferta. Gánate su confianza para optar por la Máscara de los Inocentes.
2. Hacia el lado este, el guerrero Branwen quien no paraba de hablar acerca de sus fantásticas historias de glorias pasadas. Para todos no era más que un obeso fanfarrón pero el guerrero aseguraba haber sido parte de una terrible guerra ocurrida en un lugar llamado Terpoli. Tal vez alguien que recuerde dicha guerra podría ayudar a esclarecer los hechos y ayudar a dar veracidad a las historias que el guerrero menciona. Confirma que lo que dice es cierto para optar por la Máscara de los Caídos.
3. Por el extremo oeste, un joven tímido e ingenuo de nombre Eriu buscaba nervioso a su mascota perdida. Aunque esta mascota no era precisamente un adorable cachorrito, sino nada menos que un Kag del desierto que, según dicen, fue entrenado por los Nórgedos para combatir en una guerra. Ayúdale a encontrarlo para optar por la Máscara de los Cazadores.
4. En el centro de la plaza junto a algunas otras tiendas, había una mujer bastante particular a la que ya habían bautizado como La Loca de los Dados, una falsa adivina a quien amenazaban con expulsar del lugar porque solo puede predecir las cosas que ya ocurrieron. Y es que en cierto modo, todos pueden decir las cosas que ya ocurrieron, pero ¿y si no? ¿Habrá algo de tu pasado que no recuerdes? ¿O eres tú a quien no recuerdan? Ayuda a protegerla para optar por la Máscara de los Olvidados.
5. Justo en el norte, casi cubierta en su totalidad por vendajes viejos y roídos, la anciana Frea caminaba lentamente en busca de piedad, era una mujer enferma que pedía ayuda para tratar su enfermedad. Algún personaje con habilidades de sanación o conocimientos médicos podría tratar su problema temporalmente aunque al cabo de unos instantes la enfermedad se manifestaba de nuevo. Pero según sus palabras, en algún momento había una extraña medicina capaz de curar hasta la más terrible enfermedad. Ayuda a tratar sus males para optar por la Máscara de la Agonía.
∞ Seas bienvenido, habitante de Aerandir, sea cual sea tu procedencia te encuentras actualmente en territorio humano, a las afueras de su gran ciudad principal, para entrar en este evento debes llevar puesta una máscara, sea porque la traigas o porque la adquieras ayudando al vendedor de máscaras a espantar a los gatos (Colocar imagen de la máscara que traes). Contrario a dicha tarea existe la de reunir los gatos con su dueña. No se puede participar en ambas tareas a la vez.
∞ Si deseas optar por alguna de las 5 máscaras especiales del evento, tendrás que desarrollar o unirte a alguna de las cinco subtramas mencionadas anteriormente, cada quién podrá agregar detalles a cada una como desee, siempre que no contradiga las acciones narradas por otros usuarios anteriores en la misma subtrama. Aunque el orden de posteo es libre, un mismo personaje no debe responder dos veces seguidas.
∞ Solo puedes participar en una de las 5 tramas por usuario, y señalar en un offrol la trama a la que estás optando y con qué personajes interactúas. Cada una de las 5 tramas dará la posibilidad de obtener una de 5 máscaras. Aunque el principal criterio para quedarse con una de ellas es el orden de llegada, también se tomarán en cuenta aspectos narrativos como la creatividad y vinculación de dicha trama con tu personaje.
∞ Pueden entrar al evento todos los personajes que tengan al menos 10 post onrol, se permite el uso de cuentas secundarias, aunque un mismo usuario no podrá ganar dos máscaras ni participar con más de un personaje por una misma máscara, pueden generar tramas personales o profundizar en sus personajes participando en la tradición de los globos del perdón, escribiendo un mensaje para alguien a quién se arrepientan de haber causado daño o incluso para ofrecer el perdón a alguien.
∞ Recompensas:
5 puntos de experiencia
50 Aeros
Recompensas especiales de acuerdo a la participación.
Este evento finaliza el 16 de octubre... Tal vez...
Desde unos días antes, se comenzaba a preparar la gran celebración del equinoccio. Muchas desgracias habían acechado últimamente a los habitantes de Aerandir y cualquier pequeña fecha festiva se antojaba como un buen motivo para escapar de las tristezas y celebrar a lo grande.
En esta oportunidad se trataba de la fecha en que el día y la noche tenían la misma duración, símbolo de igualdad y equilibrio, pero al mismo tiempo era un camino a una temporada más oscura, con noches más largas y frías hasta la llegada del invierno. Del mismo modo, en el afán de alcanzar la paz y armonía, esta fecha servía para liberarse de culpas y rogar el perdón de otros, incluso de aquellos que no estaban entre nosotros.
Esto último era logrado a través de un Globo del perdón, los cuales consisten en una estructura de papel cuadrada o redonda en cuya base se coloca un pergamino en el que no solo se escribe el mensaje, sino que además sirve de combustible para hacer que el globo se eleve a grandes alturas antes de consumirse por completo.
Como símbolo de arrepentimiento se utiliza una máscara hasta el momento de lanzar los globos, la cual es una hora después del anochecer. Cuando todas las luces del día se han ido se enciende una fogata y alrededor de esta se dejan elevar los globos. Y desde luego, muchos habían encontrado la oportunidad ideal para hacerse con un poco de dinero extra, entre ellos el particular y llamativo Dextro, el vendedor de máscaras.
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Este extraño personaje no solo ofrecía sus máscaras sino que además parecía tener poco interés en ocultar que estaba un poco ido de la cabeza -Del mismo modo que las hojas caen, la naturaleza nos invita a abandonar todo lo innecesario, nos acercamos a la etapa de la muerte para volver a renacer- Hablaba a viva voz incluso cuando nadie le prestaba atención, entregando un mensaje que tal vez, solamente él mismo entendería.
¿De dónde salen tantos gatos?- Decía periódicamente con sorna al notar que había algunos gatos negros rodeándolo, como si le vigilaran insistentemente aunque sin acercarse -Algo traman esos gatos- Decía con los ojos entrecerrados, mirando a los felinos con mucha desconfianza.
En la plaza central de la fiesta se celebraban bailes en alusión a la unión entre pasado y futuro, entre el día y la noche. Justo en el centro de la plaza alguien parecía haber encontrado una manera de hacerse rico, pues el producto que ofrecía, era una especie de barra de color marrón oscuro, con un sabor entre amargo y dulce bastante difícil de definir, pero que sin duda resultaba un exquisito deleite para el paladar, aunque lo normal era prepararla en forma líquida, algunos no soportaban la tentación de llevarla a la boca de inmediato, y es que era un placer digno de los mismos dioses.
Ignorando al resto de personas, una elegante chica paseaba por el lugar. Piel pálida, un lujoso vestido igual de negro que su cabello, además de llamativos ojos rasgados. Sus pasos eran suaves, llenos de una gracia felina que compartía con el numeroso grupo de gatos negros que la acompañaban. Se detuvo, cerró los ojos y aspiró por la nariz. Sea lo que sea que olió le hizo relamerse los labios. Dejó escapar una risa baja y sensual
Pueden ir a cazar, chicos- ronroneó con una media sonrisa. Algunos de sus gatos corrieron hacia la incauta presa, pero tuvieron que cambiar su curso cuando Dextro se interpuso para espantarlos. Ella miró a sus felinos huir y perderse entre la multitud, y luego al vendedor de máscaras -Qué hombre tan poco refinado- murmuró con aburrimiento -Mis pobres mininos, regresen todos a mí- llamó, pero fue ignorada -Oh, vaya, parece que necesitaré un poco de ayuda. Ayudar a esta misteriosa mujer puede otorgar alguna recompensa ¿o no?
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Mientras tanto, algunas historias en desarrollo pasaban desapercibidas para los poco observadores, entre ellas:
Las máscaras ocultas
1. En el lado sur de la celebración se encontraba la pequeña Daireann, una pequeña niña ciega cuyos ojos estaban rodeados de marcas de quemaduras fruto de alguna tragedia pasada, ésta ofrecía realizar un dibujo de aquel que le diera algo de comer. Extrañamente pedía la comida por adelantado y siendo ciega, difícilmente alguien creería que pudiera realmente dibujar algo, por eso nadie le prestaba atención a su oferta. Gánate su confianza para optar por la Máscara de los Inocentes.
2. Hacia el lado este, el guerrero Branwen quien no paraba de hablar acerca de sus fantásticas historias de glorias pasadas. Para todos no era más que un obeso fanfarrón pero el guerrero aseguraba haber sido parte de una terrible guerra ocurrida en un lugar llamado Terpoli. Tal vez alguien que recuerde dicha guerra podría ayudar a esclarecer los hechos y ayudar a dar veracidad a las historias que el guerrero menciona. Confirma que lo que dice es cierto para optar por la Máscara de los Caídos.
3. Por el extremo oeste, un joven tímido e ingenuo de nombre Eriu buscaba nervioso a su mascota perdida. Aunque esta mascota no era precisamente un adorable cachorrito, sino nada menos que un Kag del desierto que, según dicen, fue entrenado por los Nórgedos para combatir en una guerra. Ayúdale a encontrarlo para optar por la Máscara de los Cazadores.
4. En el centro de la plaza junto a algunas otras tiendas, había una mujer bastante particular a la que ya habían bautizado como La Loca de los Dados, una falsa adivina a quien amenazaban con expulsar del lugar porque solo puede predecir las cosas que ya ocurrieron. Y es que en cierto modo, todos pueden decir las cosas que ya ocurrieron, pero ¿y si no? ¿Habrá algo de tu pasado que no recuerdes? ¿O eres tú a quien no recuerdan? Ayuda a protegerla para optar por la Máscara de los Olvidados.
5. Justo en el norte, casi cubierta en su totalidad por vendajes viejos y roídos, la anciana Frea caminaba lentamente en busca de piedad, era una mujer enferma que pedía ayuda para tratar su enfermedad. Algún personaje con habilidades de sanación o conocimientos médicos podría tratar su problema temporalmente aunque al cabo de unos instantes la enfermedad se manifestaba de nuevo. Pero según sus palabras, en algún momento había una extraña medicina capaz de curar hasta la más terrible enfermedad. Ayuda a tratar sus males para optar por la Máscara de la Agonía.
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∞ Seas bienvenido, habitante de Aerandir, sea cual sea tu procedencia te encuentras actualmente en territorio humano, a las afueras de su gran ciudad principal, para entrar en este evento debes llevar puesta una máscara, sea porque la traigas o porque la adquieras ayudando al vendedor de máscaras a espantar a los gatos (Colocar imagen de la máscara que traes). Contrario a dicha tarea existe la de reunir los gatos con su dueña. No se puede participar en ambas tareas a la vez.
∞ Si deseas optar por alguna de las 5 máscaras especiales del evento, tendrás que desarrollar o unirte a alguna de las cinco subtramas mencionadas anteriormente, cada quién podrá agregar detalles a cada una como desee, siempre que no contradiga las acciones narradas por otros usuarios anteriores en la misma subtrama. Aunque el orden de posteo es libre, un mismo personaje no debe responder dos veces seguidas.
∞ Solo puedes participar en una de las 5 tramas por usuario, y señalar en un offrol la trama a la que estás optando y con qué personajes interactúas. Cada una de las 5 tramas dará la posibilidad de obtener una de 5 máscaras. Aunque el principal criterio para quedarse con una de ellas es el orden de llegada, también se tomarán en cuenta aspectos narrativos como la creatividad y vinculación de dicha trama con tu personaje.
∞ Pueden entrar al evento todos los personajes que tengan al menos 10 post onrol, se permite el uso de cuentas secundarias, aunque un mismo usuario no podrá ganar dos máscaras ni participar con más de un personaje por una misma máscara, pueden generar tramas personales o profundizar en sus personajes participando en la tradición de los globos del perdón, escribiendo un mensaje para alguien a quién se arrepientan de haber causado daño o incluso para ofrecer el perdón a alguien.
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Recompensas especiales de acuerdo a la participación.
Este evento finaliza el 16 de octubre... Tal vez...
Ansur
Master
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Cantidad de envíos : : 2001
Nivel de PJ : : 0
Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Aquello empezaba a parecer una pérdida de tiempo. No había nada para mi en ese lugar. Nadie me recordaba. No iban a pedir perdón. Incluso si lo hiciesen... ¿por qué iba a dárselo? No. La única forma de hacer que me recordasen era por mis propias acciones.
Algo me sacó de mis pensamientos. Un bufón en la plaza. No, un vendedor de máscaras. Se comportaba como un idiota, pero parecía tener éxito. Todos los que había visto en ese sitio llevaban una. Y una extraña cantidad de gatos parecía estar mirándole de lejos. Por algún motivo, el tipo pareció fijarse en mi en específico.
-¡Tu! ¿Que haces sin una máscara? ¡Eso es un crimen! Ven, ven. Mira las que tiene tu amigo Dextro.- animó el tipo. Resoplé, girándome para ignorarlo. Sin embargo, el tipo se acercó con un andar extraño, casi bailando, hasta quedar frente a mi. Los gatos siguieron acechándole de lejos, mirándolo a cada paso que daba.
-No me interesa. No tengo interés en el perdón.- Ni en perdonar, debía añadir. Sin embargo, el hombre no dejó de sonreír. O eso asumía: era difícil de decir tras aquella máscara.
-¡Oh, alguien poco arrepentido! ¡Oh, alguien vengativo! No puedes ir siempre con todo ese dolor encima. Tengo algo perfecto para ti. Una máscara para hombres bestia, tales como tú.- aseguró. No tenía paciencia para aquello.
-Deja de molestarme.- gruñí, tensando mi mano. ¿Que dinero esperaba sacarle a alguien con mi aspecto?
-¡No es molestia! Tan solo mira. Es una...-
-¡BASTA!- vociferé. Con esa palabra, alcé la mano al cielo, y un estallido de fuego azul salió de la palma de mi mano. [1] Decenas de miradas se volvieron hacia mi, sorprendidas o asustadas. Los gatos, por su parte, salieron despavoridos ante el sonido.
Hubo un instante de silencio. Agité la mano. No había alcanzado a nadie, aunque algunos de los globos se habían prendido fuego. Pero tras unos segundos, el hombre volvió a hablar.
-¡Has espantado a los gatos!- afirmó. -Por eso y por tu temperamento colérico, la máscara es gratis. Mírala, al menos. Creo que te gustará.- Llevó su mano a una de sus bolsas y sacó algo abultado. Era una máscara peculiar. Similar al cráneo de un ciervo, pero algo más ancho. Tenía dos grandes cuernos que salían hacia los lados. Debían añadirle bastante peso. En sí, parecía poco práctica.
-Nadie la ha comprado y está empezando a ser una carga. Es algo pesada para la mayoría, pero alguien grande y fuerte como tu debería llevarla sin problemas, ¿eh? ¿eh?- dijo, sosteniéndola hacia mi con insistencia.
Arqueé una ceja. No sería la primera vez que llevaba astas solo porque era demasiada carga para otros. La ironía me hizo reír amargamente, rompiendo la tensión que había provocado antes. Nada que perder, si era gratis. Acepté el cráneo y me lo llevé a la cabeza. Mi hocico ayudaba a mantenerla sin que resultase demasiado incómoda.
-¡Muy bien! ¡Muy bien! Te da un porte casi real, debo decir. De vagabundo a rey, tan sólo hace falta una máscara. ¿No es maravilloso?- preguntó. -Ahora vete. Ve. A dar perdón, o buscarlo, o lo que sea. Patea un gato si los ves.- El hombre hizo varios gestos con la mano, animándome a que me alejase. No tenía nada más que hacer allí, por lo que no lo desafié.
Tras andar lo suficiente como para despejarme un poco, volví a la plaza. Un grupo de gente estaba rodeando una tienda en particular, pero no por los motivos normales. Parecían... indignados, en cierta forma. Me acerqué, abriéndome paso entre la multitud con intención de entrar allí.
Uno de los hombres que la rodeaban, un humano que llevaba su máscara en la mano, me llamó la atención.
-No te molestes con esa loca de los dados. No es más que una embustera.- aseguró. -Una adivina que solo puede predecir el pasado... Retromonición, lo llama. ¡Ja!- dijo, aún resoplando con desdén. -Memoria, lo llamo yo.-
-Si tu puedes hacer lo mismo, quizás deberías abrir una tienda.- repliqué. Entré sin prestarle más atención. Podía comprobar si aquello era cierto, aunque mis encuentros con adivinas habían resultado decepcionantes en el pasado. No dudaba de que existían. Pero si no podían ser útiles...
La tienda estaba relativamente oscura, tan solo iluminada por unas velas de fuego rojizo. Había una mujer sentada delante de mi, con peculiares adornos de dados en su pelo, muñecas y cuello. Olisqueé el aíre. Tenía magia, definitivamente. Frente a ella, una mesa con un tablero de madera sobre ella. Tenía decenas de dados por todas partes. Empezaba a ver de donde se había sacado su mote.
-Ah, bienvenido. Tira este dado, para iniciativa.- dijo, lanzándome uno de los muchos que había. Lo tomé al aire. Era algo más complejo que los normales... tenía veinte caras. Tras encogerme de hombros, lo tiré sobre la mesa. La mujer sonrió. -Quince. Nada mal. Ve primero, entonces. ¿Que quieres que te diga?- Me senté frente a ella y la miré.
-Dime quien fui.- dije con voz firme. Si estaba en lo cierto, no sería capaz. La mujer tomó varios dados, seleccionándolos específicamente de las varias pilas que tenía. Y entonces, los puso frente a mi para luego hacer un gesto hacia el tablero.
Los tiré todos a la vez. La mayoría no tenían números, sino símbolos completamente distintos. Una espada, un cetro, una brújula, una calavera, una corona de laurel... y un círculo negro. La adivina pareció sorprendida.
-Eres... Eras... el Centinela del Norte.- dijo.
Cerré los ojos. No sabía como responder a ello. Había entrado sin esperanza alguna. ¿Y ahora...? ¿Que clase de broma era aquella? No tuve mucho tiempo antes de procesar la información. El mismo hombre de antes abrió la puerta de la tienda.
-Vale, se acabó. Hay más gente, gente útil que necesita este espacio. Vas a tener que irte, por las buenas o por las malas.- dijo. Me levanté, colocándome frente a él.
-Va a quedarse aquí.- declaré, mirándole a los ojos.
-¿Ah, si? ¿Y quien eres tú para decidir eso?- replicó, señalándome con la mano. Tomé su muñeca con fuerza y apreté mi agarre, lo suficiente para doler.
-Pregúntale a ella.-
[1] Habilidad: Estallido
Participo en la Trama 4 para obtener la Máscara de los Olvidados. Interactuo con Dextro, ayudándole (brevemente) con los gatos, y con la "loca de los dados". Si alguien más quiere unirse a la trama, es bienvenido.
Algo me sacó de mis pensamientos. Un bufón en la plaza. No, un vendedor de máscaras. Se comportaba como un idiota, pero parecía tener éxito. Todos los que había visto en ese sitio llevaban una. Y una extraña cantidad de gatos parecía estar mirándole de lejos. Por algún motivo, el tipo pareció fijarse en mi en específico.
-¡Tu! ¿Que haces sin una máscara? ¡Eso es un crimen! Ven, ven. Mira las que tiene tu amigo Dextro.- animó el tipo. Resoplé, girándome para ignorarlo. Sin embargo, el tipo se acercó con un andar extraño, casi bailando, hasta quedar frente a mi. Los gatos siguieron acechándole de lejos, mirándolo a cada paso que daba.
-No me interesa. No tengo interés en el perdón.- Ni en perdonar, debía añadir. Sin embargo, el hombre no dejó de sonreír. O eso asumía: era difícil de decir tras aquella máscara.
-¡Oh, alguien poco arrepentido! ¡Oh, alguien vengativo! No puedes ir siempre con todo ese dolor encima. Tengo algo perfecto para ti. Una máscara para hombres bestia, tales como tú.- aseguró. No tenía paciencia para aquello.
-Deja de molestarme.- gruñí, tensando mi mano. ¿Que dinero esperaba sacarle a alguien con mi aspecto?
-¡No es molestia! Tan solo mira. Es una...-
-¡BASTA!- vociferé. Con esa palabra, alcé la mano al cielo, y un estallido de fuego azul salió de la palma de mi mano. [1] Decenas de miradas se volvieron hacia mi, sorprendidas o asustadas. Los gatos, por su parte, salieron despavoridos ante el sonido.
Hubo un instante de silencio. Agité la mano. No había alcanzado a nadie, aunque algunos de los globos se habían prendido fuego. Pero tras unos segundos, el hombre volvió a hablar.
-¡Has espantado a los gatos!- afirmó. -Por eso y por tu temperamento colérico, la máscara es gratis. Mírala, al menos. Creo que te gustará.- Llevó su mano a una de sus bolsas y sacó algo abultado. Era una máscara peculiar. Similar al cráneo de un ciervo, pero algo más ancho. Tenía dos grandes cuernos que salían hacia los lados. Debían añadirle bastante peso. En sí, parecía poco práctica.
-Nadie la ha comprado y está empezando a ser una carga. Es algo pesada para la mayoría, pero alguien grande y fuerte como tu debería llevarla sin problemas, ¿eh? ¿eh?- dijo, sosteniéndola hacia mi con insistencia.
Arqueé una ceja. No sería la primera vez que llevaba astas solo porque era demasiada carga para otros. La ironía me hizo reír amargamente, rompiendo la tensión que había provocado antes. Nada que perder, si era gratis. Acepté el cráneo y me lo llevé a la cabeza. Mi hocico ayudaba a mantenerla sin que resultase demasiado incómoda.
-¡Muy bien! ¡Muy bien! Te da un porte casi real, debo decir. De vagabundo a rey, tan sólo hace falta una máscara. ¿No es maravilloso?- preguntó. -Ahora vete. Ve. A dar perdón, o buscarlo, o lo que sea. Patea un gato si los ves.- El hombre hizo varios gestos con la mano, animándome a que me alejase. No tenía nada más que hacer allí, por lo que no lo desafié.
Tras andar lo suficiente como para despejarme un poco, volví a la plaza. Un grupo de gente estaba rodeando una tienda en particular, pero no por los motivos normales. Parecían... indignados, en cierta forma. Me acerqué, abriéndome paso entre la multitud con intención de entrar allí.
Uno de los hombres que la rodeaban, un humano que llevaba su máscara en la mano, me llamó la atención.
-No te molestes con esa loca de los dados. No es más que una embustera.- aseguró. -Una adivina que solo puede predecir el pasado... Retromonición, lo llama. ¡Ja!- dijo, aún resoplando con desdén. -Memoria, lo llamo yo.-
-Si tu puedes hacer lo mismo, quizás deberías abrir una tienda.- repliqué. Entré sin prestarle más atención. Podía comprobar si aquello era cierto, aunque mis encuentros con adivinas habían resultado decepcionantes en el pasado. No dudaba de que existían. Pero si no podían ser útiles...
La tienda estaba relativamente oscura, tan solo iluminada por unas velas de fuego rojizo. Había una mujer sentada delante de mi, con peculiares adornos de dados en su pelo, muñecas y cuello. Olisqueé el aíre. Tenía magia, definitivamente. Frente a ella, una mesa con un tablero de madera sobre ella. Tenía decenas de dados por todas partes. Empezaba a ver de donde se había sacado su mote.
-Ah, bienvenido. Tira este dado, para iniciativa.- dijo, lanzándome uno de los muchos que había. Lo tomé al aire. Era algo más complejo que los normales... tenía veinte caras. Tras encogerme de hombros, lo tiré sobre la mesa. La mujer sonrió. -Quince. Nada mal. Ve primero, entonces. ¿Que quieres que te diga?- Me senté frente a ella y la miré.
-Dime quien fui.- dije con voz firme. Si estaba en lo cierto, no sería capaz. La mujer tomó varios dados, seleccionándolos específicamente de las varias pilas que tenía. Y entonces, los puso frente a mi para luego hacer un gesto hacia el tablero.
Los tiré todos a la vez. La mayoría no tenían números, sino símbolos completamente distintos. Una espada, un cetro, una brújula, una calavera, una corona de laurel... y un círculo negro. La adivina pareció sorprendida.
-Eres... Eras... el Centinela del Norte.- dijo.
Cerré los ojos. No sabía como responder a ello. Había entrado sin esperanza alguna. ¿Y ahora...? ¿Que clase de broma era aquella? No tuve mucho tiempo antes de procesar la información. El mismo hombre de antes abrió la puerta de la tienda.
-Vale, se acabó. Hay más gente, gente útil que necesita este espacio. Vas a tener que irte, por las buenas o por las malas.- dijo. Me levanté, colocándome frente a él.
-Va a quedarse aquí.- declaré, mirándole a los ojos.
-¿Ah, si? ¿Y quien eres tú para decidir eso?- replicó, señalándome con la mano. Tomé su muñeca con fuerza y apreté mi agarre, lo suficiente para doler.
-Pregúntale a ella.-
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- Máscara:
[1] Habilidad: Estallido
Participo en la Trama 4 para obtener la Máscara de los Olvidados. Interactuo con Dextro, ayudándole (brevemente) con los gatos, y con la "loca de los dados". Si alguien más quiere unirse a la trama, es bienvenido.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
El elfo había escuchado sobre un extraño festival, algo de unos globos, búsqueda del perdón, arrepentimiento y mascaras, demasiadas cosas que no le interesaban, tenia un propósito en especifico, se decía que alguien vendía un extraño y singular alimento, era algo completamente desopilante ya que no poseía un nombre el producto como si, sin embargo, todos hablaban de eso en aquel festival.
Un estallido de fuego azul cerca de la plaza llamo su atención, seguido de una "estampida" de gatos corriendo en distintas direcciones, -bueno, eso fue algo raro- comento el elfo para si mismo mientras veía como uno de los gatos se le acercaba asustado, Zelas se agacho un momento y estiro su mano hacia el animal el cual se le quedo mirando quieto y desconfiado, -pspspspspsps- balbuceo el elfo mostrándole al animal que no tenia nada que temer, el gato por su parte, lo siguió mirando desconfiado.
-Oh arrepiéntete pecador!, estar en el festival sin usar una mascara es un pecado!, intentar acariciar a uno de esos extraños gatos, el doble de pecado!(?)- comento un singular individuo repleto de mascaras mientras se acercaba a Zelas, el gato al verlo ignoro cualquier sospecha que tenia sobre el elfo y se acerco a Zelas sin dudarlo, es cual aprovecho de acariciarlo y de paso tomarlo en sus brazos, mientras veía al tipo de las mascaras lamentarse, -supongo que no se puede hacer nada con respecto al gato, por suerte para ti yo, el buen Dextro tengo una mascara ideal para ocultar tu rostro y buscar el perdón, a un precio mas que accesible-.
-Soy Zelas Hazelmere, no tengo nada de que arrepentirme, pero ya que pareces saber de que va todo esto, ¿Dónde puedo encontrar ese alimento exótico del cual todos hablan?- dijo sin dejar de acariciar al gato el cual ahora se encontraba ronroneando plácidamente en sus brazos, Dextro observaba con cierto asco como el gato se sentía a gusto en los brazos del elfo, -oh, te refieres a la placa de color ébano, solo tienes que seguir hacia el centro las veras rápidamente, sin embargo, si no llevas una mascara no te venderán nada- comento sin dejar de mirar al gato.
-Aja- comento Zelas despreocupado sobre eso, Dextro en cambio realizo un ultimo intento por deshacerse del gato y de la mascara, -te regalo la mascara si lanzas a ese gato lejos- dijo mirando a Zelas con la seriedad de alguien que cumpliría lo que acababa de decir, -no se diga mas- acto seguido el elfo agarro al gato del lomo y lo lanzo rápidamente sin darle tiempo de reaccionar al animal, cosa que sorprendió a mas de uno en el lugar, incluido el propio Dextro.
-Eso fue increíble, ni siquiera titubeaste a pesar de que te veías tan encariñado con el, eso amerita que cambie la mascara que te planeaba regalar, esta si es digna de alguien como tu- comento mientras sacaba otra mascara que solo cubría la parte superior de su rostro, Zelas en cambio solo buscaba con la mirada a alguien que vendiera la placa de color ébano de la cual hablaba el vendedor de mascaras, ni bien lo ubico con la vista, tomo la mascara y camino hacia ese lugar mientras se ponía la misma, ignorando el resto de las palabras que Dextro tenia que decirle...
La transacción fue rápida y sencilla, Zelas comía feliz de su placa de color ébano, sin duda seria divertido recrear su sabor cuando comiera biusas, ahora se dirigía a la salida del extremo oeste cuando un joven algo introvertido se le acerco, -Di-disculpe- dijo algo temeroso, el elfo lo miro de reojo -no te voy a dar- comento mientras se terminaba rápidamente su placa de color ébano.
-No, no se trata de eso-
-¿Entonces?-
-Pasa que necesito ayuda para encontrar a mi mascota-
-no era un gato de casualidad-
-no, no, de hecho es algo un poco mas grande que eso-
-ah vale, ¿hay algún pago de por medio?-
-mas o menos-
Zelas sopeso la situación por un momento, con 2 o 3 placas mas de color ébano podría decirse a si mismo que valió la pena el viaje a ese pueblo, en el peor de los casos podía irse de ese lugar quitándose la mascara, por lo que accedió -De acuerdo, ¿por donde lo viste la ultima vez?-
----------------------------------------------------------------------------------------------------
OFF:
Participo en la trama 3 para obtener la mascara de los cazadores, interactuó con Dextro poco después de Asher, me compro unachocolate placa de color ébano, e interactuó con Eriu para buscar a su "mascota"
Un estallido de fuego azul cerca de la plaza llamo su atención, seguido de una "estampida" de gatos corriendo en distintas direcciones, -bueno, eso fue algo raro- comento el elfo para si mismo mientras veía como uno de los gatos se le acercaba asustado, Zelas se agacho un momento y estiro su mano hacia el animal el cual se le quedo mirando quieto y desconfiado, -pspspspspsps- balbuceo el elfo mostrándole al animal que no tenia nada que temer, el gato por su parte, lo siguió mirando desconfiado.
-Oh arrepiéntete pecador!, estar en el festival sin usar una mascara es un pecado!, intentar acariciar a uno de esos extraños gatos, el doble de pecado!(?)- comento un singular individuo repleto de mascaras mientras se acercaba a Zelas, el gato al verlo ignoro cualquier sospecha que tenia sobre el elfo y se acerco a Zelas sin dudarlo, es cual aprovecho de acariciarlo y de paso tomarlo en sus brazos, mientras veía al tipo de las mascaras lamentarse, -supongo que no se puede hacer nada con respecto al gato, por suerte para ti yo, el buen Dextro tengo una mascara ideal para ocultar tu rostro y buscar el perdón, a un precio mas que accesible-.
-Soy Zelas Hazelmere, no tengo nada de que arrepentirme, pero ya que pareces saber de que va todo esto, ¿Dónde puedo encontrar ese alimento exótico del cual todos hablan?- dijo sin dejar de acariciar al gato el cual ahora se encontraba ronroneando plácidamente en sus brazos, Dextro observaba con cierto asco como el gato se sentía a gusto en los brazos del elfo, -oh, te refieres a la placa de color ébano, solo tienes que seguir hacia el centro las veras rápidamente, sin embargo, si no llevas una mascara no te venderán nada- comento sin dejar de mirar al gato.
-Aja- comento Zelas despreocupado sobre eso, Dextro en cambio realizo un ultimo intento por deshacerse del gato y de la mascara, -te regalo la mascara si lanzas a ese gato lejos- dijo mirando a Zelas con la seriedad de alguien que cumpliría lo que acababa de decir, -no se diga mas- acto seguido el elfo agarro al gato del lomo y lo lanzo rápidamente sin darle tiempo de reaccionar al animal, cosa que sorprendió a mas de uno en el lugar, incluido el propio Dextro.
-Eso fue increíble, ni siquiera titubeaste a pesar de que te veías tan encariñado con el, eso amerita que cambie la mascara que te planeaba regalar, esta si es digna de alguien como tu- comento mientras sacaba otra mascara que solo cubría la parte superior de su rostro, Zelas en cambio solo buscaba con la mirada a alguien que vendiera la placa de color ébano de la cual hablaba el vendedor de mascaras, ni bien lo ubico con la vista, tomo la mascara y camino hacia ese lugar mientras se ponía la misma, ignorando el resto de las palabras que Dextro tenia que decirle...
La transacción fue rápida y sencilla, Zelas comía feliz de su placa de color ébano, sin duda seria divertido recrear su sabor cuando comiera biusas, ahora se dirigía a la salida del extremo oeste cuando un joven algo introvertido se le acerco, -Di-disculpe- dijo algo temeroso, el elfo lo miro de reojo -no te voy a dar- comento mientras se terminaba rápidamente su placa de color ébano.
-No, no se trata de eso-
-¿Entonces?-
-Pasa que necesito ayuda para encontrar a mi mascota-
-no era un gato de casualidad-
-no, no, de hecho es algo un poco mas grande que eso-
-ah vale, ¿hay algún pago de por medio?-
-mas o menos-
Zelas sopeso la situación por un momento, con 2 o 3 placas mas de color ébano podría decirse a si mismo que valió la pena el viaje a ese pueblo, en el peor de los casos podía irse de ese lugar quitándose la mascara, por lo que accedió -De acuerdo, ¿por donde lo viste la ultima vez?-
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OFF:
- Mascara:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Participo en la trama 3 para obtener la mascara de los cazadores, interactuó con Dextro poco después de Asher, me compro una
Zelas Hazelmere
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Off: 1. Antes que nada, me disculpo por la extensión. Abreviadamente lo importante viene despues del separador.
2. Participo en el tema 1. De la pequeña Daireann: La máscara de los inocentes
2. Participo en el tema 1. De la pequeña Daireann: La máscara de los inocentes
* * *
-…No [patada en el vientre] puedes [patada en la quijada] quedarte aquí-[combo de patadas en los muslos]
Dejé escapar el aire que había contenido más de la cuenta y moví mis ojos de las hojas que habían caídas en el piso del bosque. Mi respiración era laboriosa, por no decir más. El mocoso se había vuelto fuerte ¿cuánto tenía ya? ¿Cinco? No, en esa época estaba con Nana, ¿ocho? No, por esos tiempos volví a los caminos por… [crack] me concentré en volver a la realidad, botas, unas botas de cuero marrones, ah, las mismas que me habían estado golpeando en los últimos tiempos. Pantalones azules gastados y sucios. Black me aclaré la garganta ¿Qué demonios? Tenía la boca seca y mi garganta se sentía como si la hubiese reventado a gritos.
-Maw… Feith ¿estás ahí?
Lo mire extrañada, claro que estaba allí. Evidentemente estaba allí. Tirada en el suelo, sin ropa, pero estaba allí. Sangrando de las patadas que había recibido de mi hijo adoptivo, pero estaba allí. ¿Mi cuerpo no era lo suficientemente grande como para que no se notara que estaba allí? Fruncí el ceño cuando olí la sal de las lágrimas viniendo de la figura que ahora me daba la espalda, parca.
A…gua
La espalda se tensó, un codo desapareció tras una cabeza y pronto el…¿mocoso? ¡Eh! ¿desde cuándo Black porta una espada larga? Pestañé un par de veces mientras me sentaba con algo de ayuda. Me centré en beber y no atorarme. Parecía que hiciera semanas que no tomaba una gota de agua. ¿Cuántos años tienes? pregunté, casi que por un momento sintiendo pudor frente al joven hombre que me miraba con un creciente brillo en los ojos.
-Tonta
Fruncí mis labios ¿desde cuándo tenía tanta confianza como para apalearme y decirme tonta me menos de diez minutos? Tch.
Tch tch
Tchhh
Lo había perdido de nuevo. Imágenes y memorias comenzaron a arremolinar a mi alrededor. Me llevé una mano a la cabeza. ¡No!
-¡No! Esta vez te quedas conmigo. Aquí. Ahora. Høstblót ¿recuerdas?-
Moví mis ojos y encontré con un par de ojos gigantes a punto de convertirse en los de un lobo. Estaban negros. En ellos había enojo, violencia… angustia. Desvié mi mirada cuanto me fue posible, mis movimientos habían sido limitados, estaba apretada en el suelo contra un árbol, con todo el cuerpo del joven actuando como una boa sobre mí.
-Vinimos a que pidieras perdón y eso harás. Aunque tenga que seguir arrastrando tu lamentable ser
No
-¿Perdonarás?- preguntó entonces, con una ceja levantada. Mi marrón y su negro se encontraron. Jamás. Mis mejillas ardieron entonces, como si mi cuerpo comenzase a revelarse contra mí. Je sonreí. Levanté mi mano temblorosa y la puse sobre su cabeza. No me mires así. De acuerdo. Si supiera…
…Si supiera que ni aunque quemara todo el papiro de Aerandir podría…
Cerré mejor la capa oscura que cubría todo mi cuerpo, supongo que no es muy presentable llegar a un festival con sólo tu control de la metamorfosis para tapar tus partes nobles y piernas, pero no podía hacer nada más. El… joven Black estaba decidido a hacerme llegar, incluso me había conseguido una máscara de la que sin dudas no tenía queja alguna.
Y sin dudas cargaba con mis hachas a la espalda. O sea, ¿en serio? Pero supongo que la situación era tan particular que no pude hacer otra cosa. El chico estaba obsesionado con no dejarme a solas ni a sol ni a sombra. Ahora mismo estaba aferrado a mi capa como si fuese una garrapata. Tch. Ni que me le fuese a escapar. Ahora.
Nada más entrar, pasamos al lado de una vieja que parecía estar maldita. Pedía ayuda y se aferraba a la vida como si aún tuviese alguna misión importante que cumplir. Irónico. Algunos íbamos al frente a perder nuestras vidas y no lo lográbamos, mientras otros simplemente llegaban a viejos llenos de codicia. Miré a Black y le di un empujoncito en su cuello. La forma piadosa en la que miraba a la vieja hacía que quisiera darle un zape. Ve por algo para comer, continuaré hasta… ¿el centro? Estoy segura que de todas formas no me perderás Las palabras que al principio eran inseguras se volvieron arrogantes, sabía que el mocoso tenía un hocico muy fino. Asintió y rápidamente se perdió entre las personas.
Ya que estábamos en el baile, no tenía por qué aguarle la fiesta al muchacho. Al encontrarme sola, mi mundo volvió a volverse oscuro, aburrido, me dediqué a esquivar personas y llegar a mi destino. Pero allí mismo, la mirada a través de la puerta de una tienda, de otra vieja hizo que algo dentro de mí despertara. Cierto instinto aterrador que creía muerto. Aquellos ojos fríos me miraron como si conocieran todos mis secretos. Su sonrisa podrida se reflejó en mi rostro. Di un paso hacia su tienda, la sed de sangre recordándome lo que se sentía estar viva. La punta de mis dedos volvían a sentirse calientes.
Un paso… dos pasos… cinco… diez… esquivaba a las personas cada vez con mayor facilidad, llegué a la mitad del camino que nos separaba, sentía que quería correr. ¡BAM! Algo se me enredó entre las piernas y caí al piso como una palomita. Me sobé la frente sintiendo un pulso en mi sien. Cuando estaba a punto de perderlo, sintiendo mis garras extenderse para destrozar aquello que me hizo perder el momentum, un ¡hiiiiizzzzzzzzzz! Y luego ¡awwwrrrrrrrggg! Y un ¡gato volador a mi cara con sus garras extendidas! La bestia del demonio se ganó un PAF que lo mandó volar en otra dirección y huí de allí como si los espíritus de mis muertos me estuviesen persiguiendo.
Paré a tomar aire frente a un loco que hablaba de TERPOLI y así como esas palabras salieron de sus labios salí corriendo en otra dirección hasta estar a punto de llevarme por delante a una mocosa incapaz de esquivar a un osario andante como lo era yo. ¡Que no ves… mis palabras se apagaron al darme cuenta que la niña estaba ciega. Trágame tierra. Si fuese cualquier otro, pero ¡OH el humor de los DIOSES!
Niña. le dije tomándola por un hombro. Pero cerré mi boca. ¿Qué le iba a decir? Que ese no era un lugar para ella, que debía estar con sus padres… Tch. Si tuviese una lanza que pudiese atravesar los cielos, ya hubiese matado a todos esos estirados que tejían nuestros destinos.
-…un dibujo
¿Ah?
-¿No ha venido por uno de mis dibujos? Su rostro que casi parecía haberse iluminado por un momento cayó.
¿La tristeza se contagia? ¡Demonios! Me aclaré la garganta.
Eh…sí. Quiero uno de tus dibujos. ¿Cuánto? pregunté, sacando mi bolsita de aeros.
-¡Aliméntame!
Insolente y energética la pequeña cosita flaca. Destrabé mi mandíbula y cerré mi boca hasta formar una sonrisa. Puse mi mano sobre su cabeza y frunció el ceño.
-Co…mi…da
Dijo, separando las sílabas como si yo fuese alguna especie de retardada o lisiada mental.
Mocosa irritante… mascullé, arrepintiéndome un poco de haberme quedado en su compañía. Pero seamos realistas, nadie se le arrimaba porque parecía que tuviese la peste. Los ojos ciegos no se contagian, no como las pandemias o como cuando los chupasangre nos habían invadido. Tch.
-¿Cómo me llamaste?
Eh ¿nada? La gente de alrededor, si… la gente… tosí un par de veces y miré a otro lado. Echando de menos a Black.
-¡Feith Greenwood!
…por algún motivo mi nombre sonó como un insulto.
¿Ves a una niña perdida?
¿Eh? ¿no? ¿por qué?[click] … tenía que aceptarlo, la mocosa tenía un muy buen oído.
Demonios Woo… Feith. ¿Por qué no me respondías? Creí que habías huído.
Arrugué la nariz y le saqué uno de los vasos de chocolate y uno de esos panes calientes con no-se-qué bien decorado y se lo di a la mocosa.
¿Feith? Y ¿comida?
Hice sonar mi lengua contra el paladar y miré mal a los dos mocosos mientras me sentaba en el piso Pago por mi dibujo y sí. Yo soy esa Feith. No quiero más preguntas hasta que esa comida desaparezca mascullé cruzándome de brazos y haciéndole gesto a Black para que se esté callado también.
-Ey ¿cómo te llamas? ¿qué le vas a dar a Feith para que te haya pagado por adelantado? Acabas de lograr una hazaña.
Tch ahí iba mi silencio.
-Daireann. Dibujo
Respondió la ratoncita, entre cada bocado. Parecía que el hambre era brutal. Le sonreí de lado a Black. Evidentemente no podría sacarle mucho más por el momento. Touché-
Dejé escapar el aire que había contenido más de la cuenta y moví mis ojos de las hojas que habían caídas en el piso del bosque. Mi respiración era laboriosa, por no decir más. El mocoso se había vuelto fuerte ¿cuánto tenía ya? ¿Cinco? No, en esa época estaba con Nana, ¿ocho? No, por esos tiempos volví a los caminos por… [crack] me concentré en volver a la realidad, botas, unas botas de cuero marrones, ah, las mismas que me habían estado golpeando en los últimos tiempos. Pantalones azules gastados y sucios. Black me aclaré la garganta ¿Qué demonios? Tenía la boca seca y mi garganta se sentía como si la hubiese reventado a gritos.
-Maw… Feith ¿estás ahí?
Lo mire extrañada, claro que estaba allí. Evidentemente estaba allí. Tirada en el suelo, sin ropa, pero estaba allí. Sangrando de las patadas que había recibido de mi hijo adoptivo, pero estaba allí. ¿Mi cuerpo no era lo suficientemente grande como para que no se notara que estaba allí? Fruncí el ceño cuando olí la sal de las lágrimas viniendo de la figura que ahora me daba la espalda, parca.
A…gua
La espalda se tensó, un codo desapareció tras una cabeza y pronto el…¿mocoso? ¡Eh! ¿desde cuándo Black porta una espada larga? Pestañé un par de veces mientras me sentaba con algo de ayuda. Me centré en beber y no atorarme. Parecía que hiciera semanas que no tomaba una gota de agua. ¿Cuántos años tienes? pregunté, casi que por un momento sintiendo pudor frente al joven hombre que me miraba con un creciente brillo en los ojos.
-Tonta
Fruncí mis labios ¿desde cuándo tenía tanta confianza como para apalearme y decirme tonta me menos de diez minutos? Tch.
Tch tch
Tchhh
Lo había perdido de nuevo. Imágenes y memorias comenzaron a arremolinar a mi alrededor. Me llevé una mano a la cabeza. ¡No!
-¡No! Esta vez te quedas conmigo. Aquí. Ahora. Høstblót ¿recuerdas?-
Moví mis ojos y encontré con un par de ojos gigantes a punto de convertirse en los de un lobo. Estaban negros. En ellos había enojo, violencia… angustia. Desvié mi mirada cuanto me fue posible, mis movimientos habían sido limitados, estaba apretada en el suelo contra un árbol, con todo el cuerpo del joven actuando como una boa sobre mí.
-Vinimos a que pidieras perdón y eso harás. Aunque tenga que seguir arrastrando tu lamentable ser
No
-¿Perdonarás?- preguntó entonces, con una ceja levantada. Mi marrón y su negro se encontraron. Jamás. Mis mejillas ardieron entonces, como si mi cuerpo comenzase a revelarse contra mí. Je sonreí. Levanté mi mano temblorosa y la puse sobre su cabeza. No me mires así. De acuerdo. Si supiera…
…Si supiera que ni aunque quemara todo el papiro de Aerandir podría…
* * *
Cerré mejor la capa oscura que cubría todo mi cuerpo, supongo que no es muy presentable llegar a un festival con sólo tu control de la metamorfosis para tapar tus partes nobles y piernas, pero no podía hacer nada más. El… joven Black estaba decidido a hacerme llegar, incluso me había conseguido una máscara de la que sin dudas no tenía queja alguna.
- MASCARA:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Y sin dudas cargaba con mis hachas a la espalda. O sea, ¿en serio? Pero supongo que la situación era tan particular que no pude hacer otra cosa. El chico estaba obsesionado con no dejarme a solas ni a sol ni a sombra. Ahora mismo estaba aferrado a mi capa como si fuese una garrapata. Tch. Ni que me le fuese a escapar. Ahora.
Nada más entrar, pasamos al lado de una vieja que parecía estar maldita. Pedía ayuda y se aferraba a la vida como si aún tuviese alguna misión importante que cumplir. Irónico. Algunos íbamos al frente a perder nuestras vidas y no lo lográbamos, mientras otros simplemente llegaban a viejos llenos de codicia. Miré a Black y le di un empujoncito en su cuello. La forma piadosa en la que miraba a la vieja hacía que quisiera darle un zape. Ve por algo para comer, continuaré hasta… ¿el centro? Estoy segura que de todas formas no me perderás Las palabras que al principio eran inseguras se volvieron arrogantes, sabía que el mocoso tenía un hocico muy fino. Asintió y rápidamente se perdió entre las personas.
Ya que estábamos en el baile, no tenía por qué aguarle la fiesta al muchacho. Al encontrarme sola, mi mundo volvió a volverse oscuro, aburrido, me dediqué a esquivar personas y llegar a mi destino. Pero allí mismo, la mirada a través de la puerta de una tienda, de otra vieja hizo que algo dentro de mí despertara. Cierto instinto aterrador que creía muerto. Aquellos ojos fríos me miraron como si conocieran todos mis secretos. Su sonrisa podrida se reflejó en mi rostro. Di un paso hacia su tienda, la sed de sangre recordándome lo que se sentía estar viva. La punta de mis dedos volvían a sentirse calientes.
Un paso… dos pasos… cinco… diez… esquivaba a las personas cada vez con mayor facilidad, llegué a la mitad del camino que nos separaba, sentía que quería correr. ¡BAM! Algo se me enredó entre las piernas y caí al piso como una palomita. Me sobé la frente sintiendo un pulso en mi sien. Cuando estaba a punto de perderlo, sintiendo mis garras extenderse para destrozar aquello que me hizo perder el momentum, un ¡hiiiiizzzzzzzzzz! Y luego ¡awwwrrrrrrrggg! Y un ¡gato volador a mi cara con sus garras extendidas! La bestia del demonio se ganó un PAF que lo mandó volar en otra dirección y huí de allí como si los espíritus de mis muertos me estuviesen persiguiendo.
Paré a tomar aire frente a un loco que hablaba de TERPOLI y así como esas palabras salieron de sus labios salí corriendo en otra dirección hasta estar a punto de llevarme por delante a una mocosa incapaz de esquivar a un osario andante como lo era yo. ¡Que no ves… mis palabras se apagaron al darme cuenta que la niña estaba ciega. Trágame tierra. Si fuese cualquier otro, pero ¡OH el humor de los DIOSES!
Niña. le dije tomándola por un hombro. Pero cerré mi boca. ¿Qué le iba a decir? Que ese no era un lugar para ella, que debía estar con sus padres… Tch. Si tuviese una lanza que pudiese atravesar los cielos, ya hubiese matado a todos esos estirados que tejían nuestros destinos.
-…un dibujo
¿Ah?
-¿No ha venido por uno de mis dibujos? Su rostro que casi parecía haberse iluminado por un momento cayó.
¿La tristeza se contagia? ¡Demonios! Me aclaré la garganta.
Eh…sí. Quiero uno de tus dibujos. ¿Cuánto? pregunté, sacando mi bolsita de aeros.
-¡Aliméntame!
Insolente y energética la pequeña cosita flaca. Destrabé mi mandíbula y cerré mi boca hasta formar una sonrisa. Puse mi mano sobre su cabeza y frunció el ceño.
-Co…mi…da
Dijo, separando las sílabas como si yo fuese alguna especie de retardada o lisiada mental.
Mocosa irritante… mascullé, arrepintiéndome un poco de haberme quedado en su compañía. Pero seamos realistas, nadie se le arrimaba porque parecía que tuviese la peste. Los ojos ciegos no se contagian, no como las pandemias o como cuando los chupasangre nos habían invadido. Tch.
-¿Cómo me llamaste?
Eh ¿nada? La gente de alrededor, si… la gente… tosí un par de veces y miré a otro lado. Echando de menos a Black.
-¡Feith Greenwood!
…por algún motivo mi nombre sonó como un insulto.
¿Ves a una niña perdida?
¿Eh? ¿no? ¿por qué?[click] … tenía que aceptarlo, la mocosa tenía un muy buen oído.
Demonios Woo… Feith. ¿Por qué no me respondías? Creí que habías huído.
Arrugué la nariz y le saqué uno de los vasos de chocolate y uno de esos panes calientes con no-se-qué bien decorado y se lo di a la mocosa.
¿Feith? Y ¿comida?
Hice sonar mi lengua contra el paladar y miré mal a los dos mocosos mientras me sentaba en el piso Pago por mi dibujo y sí. Yo soy esa Feith. No quiero más preguntas hasta que esa comida desaparezca mascullé cruzándome de brazos y haciéndole gesto a Black para que se esté callado también.
-Ey ¿cómo te llamas? ¿qué le vas a dar a Feith para que te haya pagado por adelantado? Acabas de lograr una hazaña.
Tch ahí iba mi silencio.
-Daireann. Dibujo
Respondió la ratoncita, entre cada bocado. Parecía que el hambre era brutal. Le sonreí de lado a Black. Evidentemente no podría sacarle mucho más por el momento. Touché-
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Quería evitarlo, lo habría evitado a cualquier costo de ser posible, pero los argumentos de Arygos y su chantaje emocional resultaron ser bastante efectivos, por un lado llevaba mucho tiempo sin salir con ella a pasear a ningún lado, pero además había estado por bastante tiempo preparando nuestras máscaras. Por ende, llegados a ese punto no tenía corazón para negarle asistir al aburrido evento, a fin de cuentas ¿qué podría salir mal?
¿No crees que esto es un poco exagerado?- Protesté intentando liberarme de la máscara que había hecho para mí, y es que muchas veces me habían hecho chistes por llamarme Bio sin ser un bio, así que había resultado muy creativo de su parte hacer una máscara de bio para Bio -Además, una máscara debe cubrir el rostro, esta lo deja al descubierto- Protesté de nuevo pero al mirarla, sus ojos aguados me hicieron tragarme el orgullo y lucir valientemente mi máscara de biocibernético, o al menos lo que ella pensaba que era uno.
Me acerqué con cuidado a ella para acomodar su máscara de rana calva, dado que había decidido mantenerse en su forma de dragón y en consecuencia, su máscara parecía más un gorrito mal puesto que un antifaz propiamente -Veamos dónde están los famosos dulces, miramos un rato y nos vamos eh- Le dije a modo de padre protector mientras buscaba mirando hacia todos lados.
Por un lado un sujeto algo extraño vendiendo máscaras parecía ser bastante popular, al otro lado una aglomeración de personas llamó más mi atención -Seguro es ahí- Le dije a la dragona para luego ser interrumpido cuando una masa de carne y pelo cayó del cielo justo en mi cabeza, el impacto me sacudió el cuello y me hizo tambalearme un poco pero eso era apenas el comienzo de una extraña situación.
Giré la cabeza lentamente, a la velocidad que la incómoda máscara cuadrada me lo permitía solamente para ver (aún borrosa por el golpe) la silueta de Arygos levantarse sobre sus patas traseras para agarrar el peludo bocado en el aire y devorarlo de un bocado -¡¿Pero qué rayos?!- Pregunté indignado ante lo que acababa de ocurrir -¿Eso era un gato?- Arygos solo se encogió de hombros y trató de mirar a otro lado -¿Y te lo comiste?- Pregunté inquisitivo y serio.
Arygos negó con la cabeza varias veces con la cola del animal sobresaliendo entre sus colmillos -No me mientas- Me crucé de brazos, ante lo cual, la dragoncita tragó entero su bocado y abrió la boca sacando la lengua para demostrar que no tenía nada dentro -Bueno, olvídalo, pero que no se repita eh, no debemos andar lastimando animalitos- Tras aquellas palabras sentí algo esponjoso y peludo bajo mi pie -oh oh- Intenté detenerme pero la inercia me obligó a continuar y pisar a otro gato que pasaba corriendo justo bajo mi pie -Ah vamos, se metió ahí a propósito, no es mi culpa- Intenté justificarme mientras levantaba el pie y pateaba ligeramente al gato para que huyera.
Creo que mejor buscamos algo que puedas comer y que no esté vivo- Le dije mientras la invitaba a acercarse en dirección a donde se encontraba el misterioso vendedor de dulces cuya revolucionaria idea estaba atrayendo a muchas personas -Comeremos esta cosa y nos vamos- Le dije a la dragona antes de volver a mirarla y sorpresa -¿En serio? ¿Solo te quité los ojos un minuto y ya te comiste otro?- De nuevo Arygos negó con la cabeza, tragó entero y abrió la boca sacando la lengua para demostrar que no había comido nada más, pero que mal se le da mentir.
[1]Pues nada, yo solo vine por el chocolate, recibo con la cabeza un gato volador y ayudo indirectamente al vendedor de máscaras =). ¿No crees que esto es un poco exagerado?- Protesté intentando liberarme de la máscara que había hecho para mí, y es que muchas veces me habían hecho chistes por llamarme Bio sin ser un bio, así que había resultado muy creativo de su parte hacer una máscara de bio para Bio -Además, una máscara debe cubrir el rostro, esta lo deja al descubierto- Protesté de nuevo pero al mirarla, sus ojos aguados me hicieron tragarme el orgullo y lucir valientemente mi máscara de biocibernético, o al menos lo que ella pensaba que era uno.
- Máscara de bio de Bio:
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Me acerqué con cuidado a ella para acomodar su máscara de rana calva, dado que había decidido mantenerse en su forma de dragón y en consecuencia, su máscara parecía más un gorrito mal puesto que un antifaz propiamente -Veamos dónde están los famosos dulces, miramos un rato y nos vamos eh- Le dije a modo de padre protector mientras buscaba mirando hacia todos lados.
- Máscara de rana de Arygos:
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Por un lado un sujeto algo extraño vendiendo máscaras parecía ser bastante popular, al otro lado una aglomeración de personas llamó más mi atención -Seguro es ahí- Le dije a la dragona para luego ser interrumpido cuando una masa de carne y pelo cayó del cielo justo en mi cabeza, el impacto me sacudió el cuello y me hizo tambalearme un poco pero eso era apenas el comienzo de una extraña situación.
Giré la cabeza lentamente, a la velocidad que la incómoda máscara cuadrada me lo permitía solamente para ver (aún borrosa por el golpe) la silueta de Arygos levantarse sobre sus patas traseras para agarrar el peludo bocado en el aire y devorarlo de un bocado -¡¿Pero qué rayos?!- Pregunté indignado ante lo que acababa de ocurrir -¿Eso era un gato?- Arygos solo se encogió de hombros y trató de mirar a otro lado -¿Y te lo comiste?- Pregunté inquisitivo y serio.
Arygos negó con la cabeza varias veces con la cola del animal sobresaliendo entre sus colmillos -No me mientas- Me crucé de brazos, ante lo cual, la dragoncita tragó entero su bocado y abrió la boca sacando la lengua para demostrar que no tenía nada dentro -Bueno, olvídalo, pero que no se repita eh, no debemos andar lastimando animalitos- Tras aquellas palabras sentí algo esponjoso y peludo bajo mi pie -oh oh- Intenté detenerme pero la inercia me obligó a continuar y pisar a otro gato que pasaba corriendo justo bajo mi pie -Ah vamos, se metió ahí a propósito, no es mi culpa- Intenté justificarme mientras levantaba el pie y pateaba ligeramente al gato para que huyera.
Creo que mejor buscamos algo que puedas comer y que no esté vivo- Le dije mientras la invitaba a acercarse en dirección a donde se encontraba el misterioso vendedor de dulces cuya revolucionaria idea estaba atrayendo a muchas personas -Comeremos esta cosa y nos vamos- Le dije a la dragona antes de volver a mirarla y sorpresa -¿En serio? ¿Solo te quité los ojos un minuto y ya te comiste otro?- De nuevo Arygos negó con la cabeza, tragó entero y abrió la boca sacando la lengua para demostrar que no había comido nada más, pero que mal se le da mentir.
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
- A ver, repítemelo otra vez, por favor, ¿por qué me tengo que poner la máscara?- Preguntó por sexta vez.
- Me estoy empezando a cansar...- Respondió con tono cansino.- Mira te lo voy a simplificar porque parece que algo tan simple como esto no es capaz de entrar en tu cabeza.- El tono de Taia se había endurecido, y a Sango le pilló desprevenido.- Es la tradición, ¿te vale?- Se detuvo y miró a Sango.- Y no puedes quitarte la máscara hasta que se prendan los globos.-
- Bien.- Sango inclinó la cabeza avergonzado y se colocó la máscara.
La máscara de Sango [1] consistía en varias capas de tela, superpuestas, que tenían dos propósitos, uno darle cuerpo a la máscara y otro que fuera cómodo para el que lo usara. La forma, también básica, según había podido comprobar Sango, se había logrado introduciendo unas ramas pequeñas o astillas grandes que sobraran de alguna sierra. Tenía dos agujeros para los ojos y otro para la boca y según se miraba, parecía que el conjunto reía. El color blanco predominaba en el lado visible de la máscara mientras que por el no visible había varios colores, seguramente por ser tela que se había aprovechado de otros usos, aquel pensamiento alegró a Sango.
- Que haya gente que sea capaz de aprovechar cualquier cosa para hacer algo completamente nuevo y que cumpla una función es fantástico.- Sango se detuvo y se ató la máscara detrás de la cabeza.
La máscara tenía dos trozos de tela que se utilizaban, según le habían explicado, para atarla detrás de la cabeza, manteniendo ambas tiras por encima de las orejas. Miró a Taia que llevaba una máscara mucho más elaborada y con más adornos.
- Sí... La vida no es fácil y siempre hay que tratar de sacar provecho de cualquier situación.- Taia por fin miró a Sango.- Tal para cual.- Y soltó una pequeña risita al tiempo que echaba a andar. Sango frunció el ceño.
Que estuvieran juntos en aquella celebración era solo una coincidencia, se habían encontrado el día anterior y habían decidido asistir al evento. Sango había conocido a Taia hacía un par de años, en una aldea de los Reinos del Sur, cerca de las Runas. Después de un altercado, Taia había decidido marcharse de la aldea y centrarse en despejar su mente. La última vez que la vio fue en los Llanos de Heim, después de haberla rescatado, cosa que también fue pura coincidencia... O puede que fuera la sabia mano de los Dioses que de alguna manera entrelazan las historias de Taia y Sango.
- ... y así poder llevar algo más en mis viajes, era caro pero... ¿Sango?- Taia detuvo a Sango y ladeó la cabeza.
- Sí, perdona, estaba pensando en otras cosas... Lo siento, ¿qué decías?- Preguntó Sango, ahora sí prestando atención.
Taia le estaba hablando sobre una nueva bolsa que había cambiado por unas pieles de linksa [3], y le pedía consejo sobre si había hecho bien.
- Yo no conozco a esos animales,- Sango se encogió de hombros- algo he oído, en cualquier caso si estás contenta con la bolsa y por haberte deshecho de las pieles, ¿doble victoria, no?- Preguntó Sango mientras movía la cabeza de un lado a otro para mirar el ambiente festivo de la plaza.
- Sí, supongo que tienes razón, ¡eh, cuidado!- Taia levantó la voz.
- Perdonen.- Dijo el chaval visiblemente asustado mientras miraba de un lado a otro.
- Taia, calma... Oye, ¿estás bien? ¿Pasa algo?- Preguntó Sango. El chaval le miró y Sango no supo describir la máscara que llevaba.
- He perdido a mi mascota... Estaba a mi lado y me distraje un segundo y...- El chaval volvió a mirar alrededor.- Hay un tipo que me está ayudando a buscarlo pero...-
- Vale, vale, tranquilo... Soy Sango y esta es Taia, podemos ayudarte, dime, ¿qué animal es?- Preguntó Sango.
- Yo soy Eriu y el animal es un kag.- El chaval fijó su mirada en Sango que había dado un paso atrás. A Ben se le secó la boca de repente.
- ¿Me estás diciendo que hay un kag suelto? Joder... ¿es un cachorro? ¿Macho o hembra?- Sango disparó todas aquellas preguntas de golpe y Eriu tardó en responder.
- Macho, adulto y... ¿me ayudaréis a buscarlo?- Preguntó Eriu.
Sango empezó a asimilar la información, era un kag macho, en edad adulta, y como dueño tenía a un chaval que parecía indeciso, aquello no gustaba a los kags. Él bien lo sabía pues había tenido que liderar una jauría de kags al interior de Lunargenta, cosa que había surgido de la improvisación y la mala preparación del ejército nórgedo y obviamente había salido mal. Por otra parte, sabía cómo se comportaban, a grandes rasgos, los kags, pues él había criado a uno desde pequeño [4]. Y era muy consciente del daño que podía causar.
- Sí, lo haremos. Y cuando lo tengamos...- Sango no terminó la frase.- Llévanos al lugar en el que lo perdiste puede que haya alguna pista.-
Eriu echó a andar a paso rápido y Taia y Sango lo seguían un par de pasos por detrás.
- Un kag... he oído hablar de ellos pero nunca he visto uno, sin embargo tú...-
- Es capaz de arrancarle un brazo a una persona en menos de un latido. Lo he visto. Se lo vi hacer a mi kag una vez. Sí, tuve un kag, una historia que merece la pena oír, creo.- Sango quiso quitarle hierro al asunto con ese último comentario pero su tono no acompañaba a la intención.
Un kag suelto era un peligro y debían encontrarlo cuanto antes.
- Me estoy empezando a cansar...- Respondió con tono cansino.- Mira te lo voy a simplificar porque parece que algo tan simple como esto no es capaz de entrar en tu cabeza.- El tono de Taia se había endurecido, y a Sango le pilló desprevenido.- Es la tradición, ¿te vale?- Se detuvo y miró a Sango.- Y no puedes quitarte la máscara hasta que se prendan los globos.-
- Bien.- Sango inclinó la cabeza avergonzado y se colocó la máscara.
La máscara de Sango [1] consistía en varias capas de tela, superpuestas, que tenían dos propósitos, uno darle cuerpo a la máscara y otro que fuera cómodo para el que lo usara. La forma, también básica, según había podido comprobar Sango, se había logrado introduciendo unas ramas pequeñas o astillas grandes que sobraran de alguna sierra. Tenía dos agujeros para los ojos y otro para la boca y según se miraba, parecía que el conjunto reía. El color blanco predominaba en el lado visible de la máscara mientras que por el no visible había varios colores, seguramente por ser tela que se había aprovechado de otros usos, aquel pensamiento alegró a Sango.
- Que haya gente que sea capaz de aprovechar cualquier cosa para hacer algo completamente nuevo y que cumpla una función es fantástico.- Sango se detuvo y se ató la máscara detrás de la cabeza.
La máscara tenía dos trozos de tela que se utilizaban, según le habían explicado, para atarla detrás de la cabeza, manteniendo ambas tiras por encima de las orejas. Miró a Taia que llevaba una máscara mucho más elaborada y con más adornos.
- Sí... La vida no es fácil y siempre hay que tratar de sacar provecho de cualquier situación.- Taia por fin miró a Sango.- Tal para cual.- Y soltó una pequeña risita al tiempo que echaba a andar. Sango frunció el ceño.
Que estuvieran juntos en aquella celebración era solo una coincidencia, se habían encontrado el día anterior y habían decidido asistir al evento. Sango había conocido a Taia hacía un par de años, en una aldea de los Reinos del Sur, cerca de las Runas. Después de un altercado, Taia había decidido marcharse de la aldea y centrarse en despejar su mente. La última vez que la vio fue en los Llanos de Heim, después de haberla rescatado, cosa que también fue pura coincidencia... O puede que fuera la sabia mano de los Dioses que de alguna manera entrelazan las historias de Taia y Sango.
- ... y así poder llevar algo más en mis viajes, era caro pero... ¿Sango?- Taia detuvo a Sango y ladeó la cabeza.
- Sí, perdona, estaba pensando en otras cosas... Lo siento, ¿qué decías?- Preguntó Sango, ahora sí prestando atención.
Taia le estaba hablando sobre una nueva bolsa que había cambiado por unas pieles de linksa [3], y le pedía consejo sobre si había hecho bien.
- Yo no conozco a esos animales,- Sango se encogió de hombros- algo he oído, en cualquier caso si estás contenta con la bolsa y por haberte deshecho de las pieles, ¿doble victoria, no?- Preguntó Sango mientras movía la cabeza de un lado a otro para mirar el ambiente festivo de la plaza.
- Sí, supongo que tienes razón, ¡eh, cuidado!- Taia levantó la voz.
- Perdonen.- Dijo el chaval visiblemente asustado mientras miraba de un lado a otro.
- Taia, calma... Oye, ¿estás bien? ¿Pasa algo?- Preguntó Sango. El chaval le miró y Sango no supo describir la máscara que llevaba.
- He perdido a mi mascota... Estaba a mi lado y me distraje un segundo y...- El chaval volvió a mirar alrededor.- Hay un tipo que me está ayudando a buscarlo pero...-
- Vale, vale, tranquilo... Soy Sango y esta es Taia, podemos ayudarte, dime, ¿qué animal es?- Preguntó Sango.
- Yo soy Eriu y el animal es un kag.- El chaval fijó su mirada en Sango que había dado un paso atrás. A Ben se le secó la boca de repente.
- ¿Me estás diciendo que hay un kag suelto? Joder... ¿es un cachorro? ¿Macho o hembra?- Sango disparó todas aquellas preguntas de golpe y Eriu tardó en responder.
- Macho, adulto y... ¿me ayudaréis a buscarlo?- Preguntó Eriu.
Sango empezó a asimilar la información, era un kag macho, en edad adulta, y como dueño tenía a un chaval que parecía indeciso, aquello no gustaba a los kags. Él bien lo sabía pues había tenido que liderar una jauría de kags al interior de Lunargenta, cosa que había surgido de la improvisación y la mala preparación del ejército nórgedo y obviamente había salido mal. Por otra parte, sabía cómo se comportaban, a grandes rasgos, los kags, pues él había criado a uno desde pequeño [4]. Y era muy consciente del daño que podía causar.
- Sí, lo haremos. Y cuando lo tengamos...- Sango no terminó la frase.- Llévanos al lugar en el que lo perdiste puede que haya alguna pista.-
Eriu echó a andar a paso rápido y Taia y Sango lo seguían un par de pasos por detrás.
- Un kag... he oído hablar de ellos pero nunca he visto uno, sin embargo tú...-
- Es capaz de arrancarle un brazo a una persona en menos de un latido. Lo he visto. Se lo vi hacer a mi kag una vez. Sí, tuve un kag, una historia que merece la pena oír, creo.- Sango quiso quitarle hierro al asunto con ese último comentario pero su tono no acompañaba a la intención.
Un kag suelto era un peligro y debían encontrarlo cuanto antes.
- Aclaraciones:
[0] Bueno, pues me uno a la búsqueda del Kag del joven Eriu.
[1] Máscara de Sango:- Spoiler:
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[3] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[4] [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Sango
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Off: ¡Me disculpo por la longitud! Básicamente buscaba una escusa para escribir y me he pasado un poco (?) El resumen como siempre al final del post ^^
____________________________________________
Tras asegurarse de haber cerrado la puerta principal del “taller”, el veterano en apariencia bajó del carro de un salto. Sus botas emitieron un sonido seco y suave cuando tocaron el suelo, amortiguado por el pequeño parche de hierba que había a sus pies.
De algún modo Eltrant había acabado en otra de las tantas festividades de Aerandir, esta vez en Roilkat. Se había cruzado con tantas a lo largo de sus viajes que una parte de él estaba empezando a pensar que se las inventaban sobre la marcha.
Pero daba igual.
Le era completamente indiferente todo aquello. Había oído algo de unas máscaras, veía a muchos gatos pululando por la zona y un juglar en el centro del evento andaba diciendo “cosas misteriosas” que no le apetecía realmente escuchar.
Lo importante era que a Lyn le encantaban aquellas cosas.
Quizás…
- Disculpe, amigo. – dio varios golpecitos en la espalda a un tipo grandote, entrado en años, que bebía de una enorme jarra que sujetaba en su manaza derecha.
Se había acercado a él de varias zancadas, era prácticamente la primera persona con la que entablaba algo parecido a una conversación desde que se había internado en la zona.
- ¿Ha visto usted a esta chica? – Preguntó, mostrándole el esbozo que había conseguido hacer que le dibujasen en Lunargenta.
No era… el mejor retrato de Lyn, pero era lo mejor que podía hacer usando solo descripciones.
- No. – dijo el tipo analizando la imagen. – Pero podría andar por aquí. – Le dijo encogiéndose de hombros. – Es un lugar grande. – Afirmó, oteando el lugar con la mirada. - ¿Es su nieta? ¿Se ha perdido? – Eltrant exhaló un suspiró y guardó la hoja de papel en un bolso que colgaba de su cinturón.
- Algo así. – Respondió haciendo una leve inclinación con la cabeza, dándole a entender al hombre que daba por finalizada la conversación. – Gracias igualmente -
Rascandose la barba, Eltrant se separó del hombre y, evitando a los demás asistentes, continuó caminando por la zona en un vano intento por localizar algo que le recordarse, aunque fuese lejanamente, a la vampiresa.
Una máscara, dos mascaras… y más mascaras…
Solo veía figuras enmascaradas allá dónde mirase. Por mucho que lo intentase no iba a encontrar aquella noche Lyn entre aquel mar de desconocidos sin rostro, no si ella no quería ser encontrada, además. Sabía que lo mejor que podía hacer era volverse al carromato y aguardar hasta el día siguiente, entonces podría reemprender la búsqueda.
Estaba, le gustase o no, ante un callejón sin salida.
- ¿Por qué esa cara tan larga? –
- Ahora no. –
Lyn se paseó alrededor de él, o más bien la imagen mental que se le aparecía constantemente para torturarle lo hizo, rodeando todo individuo presente con una sonrisa divertida, casi como si acompasase sus ligeros pasos con la música que predominaba en el lugar.
Obviando a la copia que su mente creaba de su compañera, Eltrant la atravesó como si tal cosa y continuó caminando sin rumbo fijo, sin fijarse hacia dónde se encaminaba; irónicamente, en su esfuerzo por ignorar a la vampiresa, estaba centrándose más en ella.
- Una máscara no te vendría mal ahora mismo. – dijo Lyn centrándose finalmente frente a Eltrant al mismo tiempo que se llevaba ambas manos hasta la nuca y caminaba de espaldas sin apartar sus ojos de los del castaño. – Más por los demás que por ti. Pero seguro que a ti también te alegra la noche. – Agregó, con aquel jovial tono de voz que solía caracterizarla.
Eltrant frunció el ceño y se paró, lo que hizo que Lyn ampliase aún más la sonrisa.
– ¿Puedo ponerte una nuez entre cejas la próxima vez que hagas eso? – Preguntó, ladeando la cabeza. – Es para un experimento, estoy segura de que podrías romper… -
- ¡No necesito ninguna mascara! – Gruñó este de mala manera, entre dientes, alzando lo suficiente la voz como para que los gatos que había más cerca se sobresaltaran y se alejaran a toda prisa del castaño.
Pero no era Lyn quien tenía delante en aquel momento.
Tal como y solía hacer aquella ilusión, esta había aparecido y se había esfumado como si nada, haciéndole quedar esta vez como un loco ante el bufón que había estado segundos atrás protestando acerca de los gatos.
- ¿Así que usted no necesitas ninguna máscara? – dijo este, esbozando una sonrisa y ladeando la cabeza de una forma un tanto singular. - ¡Minucias! ¡Minucias! – dijo irguiéndose de una manera casi militar, colocando los brazos en jarra, y negando con la cabeza - ¡¿Para qué si no estás aquí?! ¡Seguro que desfrunce ese ceño! – El hombre se llevó entonces las manos a la espalda y, como un mago o un trilero estafador, hizo que el objeto en cuestión estuviese entre estas cuando volvió a mostrar sus extremidades al herrero.
- No es nece… espera ¿Qué? -
Era… una máscara completamente de metal.
Casi parecía la parte frontal de un yelmo, no tenía adornos ni mucho menos, pero sí que estaba bien confeccionada. De un profundo color negro mate, no reflejaba la luz de la luna, tampoco de las antorchas más cercanas.
- ¿Y esto es…? – Eltrant la tomo entre sus manos, algo inseguro.
- Su máscara. – Respondió el bufón, cortés.
- Ajá… - dijo Eltrant dándole la vuelta, examinando el interior. - ¿Y debería aceptarla porque…? – Se la llevó cerca de la cara, tanteándola. Le quedaba incomprensiblemente bien.
- Es un regalo. Por alejar a los gatos. – Completó de nuevo el bufón, sonriente. – ¡Y ahora shoo! ¡Shoo! Que tengo más cosas de las que estar pendiente. – Alejó al herrero con varios aspavientos según se acercaba a otras personas.
Confuso por la extraña interacción que acababa de tener, Eltrant se calzó la máscara. Quizás por hacerle caso por una vez a la inexplicablemente emocional Lyn mental, y continuó paseando por la zona.
Hasta que escuchó una palabra que funcionaba en él como una especie de resorte.
- ¡Térpoli! –
La había pronunciado un hombre rechoncho, más ancho que alto, con una espesa barba en aquel momento cubierta por una fina capa de espuma de la bebida que contenía la jarra que zarandeaba de un lado a otro.
Algo le decía que en otro tiempo aquel hombre, por su corpulencia, habría podido asir a Olvido con tanta facilidad como él mismo o con incluso más soltura.
Varios lugareños lo miraban con cierto desprecio, pero igualmente lo miraban como el que mira a un borracho caerse por las escaleras o el desenlace de un desastroso espectáculo de ilusionistas; no les gustaba lo que tenían delante, pero querían ver el final.
- ¡Os digo que había esqueletos armados! – Varias quejas y alguna carcajada que otra resonó en el lugar. - ¡Sí, reíros! ¡Pero esas criaturas se movían sin carne! ¡O con carne podrida en lugar de musculo! – Gritó, zarandeando la jarra, derramando su contenido por encima de la mesa frente a la que estaba sentado. - ¡Todo comenzó cuando cargamos contra la ciudad! Ay, mi querido Octavo de Vanguardia de Lunargenta... - Se llevó la mano hasta el pecho y cerró los ojos. – Yo no pertenecía a ellos, pero se lanzaron contra la muralla… ¡Al mismo tiempo que llamas de fuego verde llovían sobre sus cabezas! – Profirió, golpeando la mesa con la mano de la jarra e imitando el movimiento de una espada invisible con la otra.
Más risas y juramentos, nadie parecía tomarle en serio.
Aunque no les culpaba, Térpoli para muchos no era más que una escaramuza contra bandidos del bosque o una exageración. Se preguntó cuánto pasaría hasta que lo sucedido en Sandorai fuese algo similar.
Se preguntó, de hecho, si Sandorai también se uniría a Térpoli en sus pesadillas.
- ¿Y qué pasó después, Branwen? ¿Apareció un dragón ancestral? – dijo alguien del público, aun entre risas.
El hombre fue a responder, pero Eltrant salió entre la multitud y dejó caer una pequeña medalla en la mesa. [1]
- El Octavo atacó la empalizada de Térpoli de frente, eso pasó. – Aseveró el supuesto veterano girándose a los oyentes. Tensó la mandíbula al recordar los acontecimientos que narraba. – El plan era sencillo. Siempre son sencillos al principio ¿Sabéis? Un grueso de soldados apoyados por una sucesión de alquimistas y especialistas estaban encargados de derribar la muralla. – dijo Eltrant rememorando el asalto. – Fácil y directo. Un plan sin fisuras. -
Algunos se callaron, otros comenzaron a murmurar acerca del hombre tuerto que acababa de irrumpir.
- Pero los oficiales no se preocuparon por el cenagal que nos separaba de la muralla, ni por el el fuego… verde que salía de detrás de las murallas, tampoco con los muertos con vida que nos esperaban en la base de la empalizada. Sí que dieron una arenga que intentaba ser inspiradora... -
- Suspiró -
- Esa noche vi a hombres quedar reducidos a una pila de… agua, a un líquido marrón rojizo que segundos antes había blandido una espada justa a mi lado y a otros alzarse al perder la vida convertidos en animales que solo querían la sangre de sus compañeros. -
– Respiró hondo, de forma algo entrecortada y se pasó la mano por la nuca. -
- ¿Sabéis lo que teníamos que hacer al llegar a las murallas? Clavar escudos en la madera del tamaño de puertas para protegernos, supuestamente, de las piedras, el aceite y demás parafernalia infernal que nos tiraban desde arriba. ¿Sabéis lo que le hace a una persona un escudo que pesa unos diez kilos cuando una piedra de cien le cae encima? ¿O cuando una cascada de aceite hirviendo le cubre de pies a cabeza, armadura incluida?
– Se detuvo y miró a los que aún estaban a su alrededor y no se habían marchado. Se aclaró la garganta notando la incomodidad. –
– Bueno. Tras muchas bajas al final abrimos en la madera el agujero en el que colocamos el mejunje alquímico que explotó, partió la muralla en dos, y mató a más soldados. Después de eso el Octavo de Lunargenta se retiró para que las demás tropas asaltasen la ciudad. – Miró a Brawen. - ¿Verdad? –
El hombre asintió.
___________________________________________________________________________________
[1] Uso Objeto: Medalla al Heroísmo.
- Máscara:
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Resumen:
Interactuo con Dextro, ayudandole con los gatetes (?) y me da una mascara por ello.
Eltrant interviene y apoya Brawen relatando su Vietnam particular (Con flashes incluidos (?)). Participo en la trama 2 para obtener la Máscara de los Caidos.
Eltrant Tale
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
–¿Por qué siento que debería estar haciendo otras cosas en vez de asistir a fiestas? –me pregunté. Vinieron a mí vagos recuerdos del entrenamiento de Kendovlah, la vez que tuvieron que salvarme en Lunargenta y la cacería de la vaca sin cabeza que disparaba leche por las axilas. ¿Y por qué recordé esos momentos exactamente? Tal vez nunca lo sabría.
Sea como fuera, me preocuparía de ello luego, o nunca. No importaba. Lo que sí importaba era mi misión de encontrar esas barras marrones que, según los suculentos rumores, eran deliciosas, exquisitas, ¡divinas! Chocolate, así le llamaron un par de personas. Jamás lo olvidaría. Y una vez conociera su sabor, me bastarían las biusas para degustarlo, y sin subir de peso.
–¿Estás seguro de que… –empezó Xana mientras me seguía, una mano siempre manteniendo su capucha cubriendo gran parte de su rostro– es muy necesario?
–Por supuesto, esto es muy necesario para nuestro desarrollo físico y espiritual –sentencié–. Ya te lo he explicado antes.
Entonces lo vi. El vendedor que buscaba, a varios metros adelante. El éter estalló en mi interior y mis ojos, vueltos como los de un depredador, solo se fijaron en lo que vendía.
–En realidad –contestó Xana–, nunca explicaste nada. Solo me arrastraste hasta aquí…
Una explosión azul le interrumpió. Todos miraron a lo que sea que causó aquello. Cuando el vendedor volvió a lo suyo, se sorprendió al notar en su posesión menos de sus dulces pero muchas más monedas a cambio.
–¿Lo viste…? –dijo Xana, luego frunció el ceño, extrañada, al notarme a su lado con barras marrones en mis bolsillos, manos y uno en mi boca–. Da igual –suspiró para luego acomodar mi capucha–. ¿Nos vamos ya? –murmuró.
Con la importantísima misión completada, partimos de vuelta a casa, comiendo dulces mientras conversábamos sobre cierto gato volador. ¿Lo arrojaron? ¿Por qué una persona haría eso? ¿El animal sobreviviría luego de su segundo vuelo? ¿Sería ese el inicio de la revolución de los gatos negros y el fin de las ocho razas dominantes de Aerandir?
Caminamos hasta que notamos a unos gatos negros seguirnos. El anhelo de gozar del mismo alimento que nosotros era innegable en ellos. Y sus ojos… Tuve el ominoso presentimiento de que, si me negaba a satisfacerlos, todos ellos se me lanzarían en una feroz vorágine de garras, colmillos y pelaje suave. Así que preferí darles un poco, por el bien de mi vida.
Unos minutos después, sin embargo, todavía me encontraba en el mismo sitio. Descubrí que algunos gatos estaban heridos, así que, por desgracia, me vi obligado a sanarlos. Xana, mientras tanto, fue a buscar más dulces; los que teníamos se los entregamos a esos malditos y golosos animales insaciables que nos manipulaban cruelmente con sus tiernos ojitos y sus débiles maullidos… ¡Chantajistas emocionales!, eso eran.
–Ayudarlos fue tu decisión y, a pesar de eso, lo haces a regañadientes. Qué… contradictorio.
Alcé la mirada. Excéntrica, eso pensé al ver a la chica vestida de negro y su compañía de más gatos.
–Podríamos decir… que no tengo otra opción –contesté–. Es lo correcto, así que no debo rehusarme.
Sus ojos recorrieron mi rostro. Entonces sonrió lentamente.
–Mis mininos y yo agradecemos tu ayuda –dijo con calma. Se acercó con un movimiento ligero, elegante–. Pero me gustaría saber. Si no es para nada satisfactorio, ¿por qué lo haces, joven elfo? –inquirió, curiosa–. ¿O esto es acaso un pequeño castigo? –añadió, medio en broma, medio en serio.
–¿Qué? Por supuesto que no –aseguré con una media sonrisa. Pero…
–¿Has participado en eso de los globos del perdón? –preguntó tras unos segundos, casual. Negué con la cabeza–. Entonces, por reunir y ayudar a varios de mis mininos, me tomaré el tiempo de darte tres sugerencias. –Alzó el dedo índice, con delicadeza–. Primero: no le compres máscaras a ese Dextro.
–¿Eh?
–No lo merece; él incita a maltratar gatos –explicó, con los ojos entornados mientras le echaba un breve vistazo a la persona nombrada. Entonces alzó también otro dedo, el medio–. Segundo: intenta lo de los globos. Tal vez te haga bien. Ah, pero hazlo sin ninguna máscara, o ninguna de Dextro. No hace falta. –Y el dedo anular fue el último dedo levantado–. Y tercero: no beneficies a Dextro de ninguna manera. No lo merece; él incita a maltratar gatos.
–Ahm… Pues… vale –respondí con una ceja levantada.
–Eso es todo lo que esta dama puede decirte en este momento. Aún tengo algo que hacer. –Hizo un gesto a sus gatos, quienes se apartaron de mí para seguirla–. Si encuentras más, podrías traerlos a mí; eso sería lo correcto. –ronroneó. Manipuladora como sus sucios mininos–. Hasta luego, joven elfo –se despidió con una sonrisa gatuna.
Sea como fuera, me preocuparía de ello luego, o nunca. No importaba. Lo que sí importaba era mi misión de encontrar esas barras marrones que, según los suculentos rumores, eran deliciosas, exquisitas, ¡divinas! Chocolate, así le llamaron un par de personas. Jamás lo olvidaría. Y una vez conociera su sabor, me bastarían las biusas para degustarlo, y sin subir de peso.
–¿Estás seguro de que… –empezó Xana mientras me seguía, una mano siempre manteniendo su capucha cubriendo gran parte de su rostro– es muy necesario?
–Por supuesto, esto es muy necesario para nuestro desarrollo físico y espiritual –sentencié–. Ya te lo he explicado antes.
Entonces lo vi. El vendedor que buscaba, a varios metros adelante. El éter estalló en mi interior y mis ojos, vueltos como los de un depredador, solo se fijaron en lo que vendía.
–En realidad –contestó Xana–, nunca explicaste nada. Solo me arrastraste hasta aquí…
Una explosión azul le interrumpió. Todos miraron a lo que sea que causó aquello. Cuando el vendedor volvió a lo suyo, se sorprendió al notar en su posesión menos de sus dulces pero muchas más monedas a cambio.
–¿Lo viste…? –dijo Xana, luego frunció el ceño, extrañada, al notarme a su lado con barras marrones en mis bolsillos, manos y uno en mi boca–. Da igual –suspiró para luego acomodar mi capucha–. ¿Nos vamos ya? –murmuró.
Con la importantísima misión completada, partimos de vuelta a casa, comiendo dulces mientras conversábamos sobre cierto gato volador. ¿Lo arrojaron? ¿Por qué una persona haría eso? ¿El animal sobreviviría luego de su segundo vuelo? ¿Sería ese el inicio de la revolución de los gatos negros y el fin de las ocho razas dominantes de Aerandir?
Caminamos hasta que notamos a unos gatos negros seguirnos. El anhelo de gozar del mismo alimento que nosotros era innegable en ellos. Y sus ojos… Tuve el ominoso presentimiento de que, si me negaba a satisfacerlos, todos ellos se me lanzarían en una feroz vorágine de garras, colmillos y pelaje suave. Así que preferí darles un poco, por el bien de mi vida.
Unos minutos después, sin embargo, todavía me encontraba en el mismo sitio. Descubrí que algunos gatos estaban heridos, así que, por desgracia, me vi obligado a sanarlos. Xana, mientras tanto, fue a buscar más dulces; los que teníamos se los entregamos a esos malditos y golosos animales insaciables que nos manipulaban cruelmente con sus tiernos ojitos y sus débiles maullidos… ¡Chantajistas emocionales!, eso eran.
–Ayudarlos fue tu decisión y, a pesar de eso, lo haces a regañadientes. Qué… contradictorio.
Alcé la mirada. Excéntrica, eso pensé al ver a la chica vestida de negro y su compañía de más gatos.
–Podríamos decir… que no tengo otra opción –contesté–. Es lo correcto, así que no debo rehusarme.
Sus ojos recorrieron mi rostro. Entonces sonrió lentamente.
–Mis mininos y yo agradecemos tu ayuda –dijo con calma. Se acercó con un movimiento ligero, elegante–. Pero me gustaría saber. Si no es para nada satisfactorio, ¿por qué lo haces, joven elfo? –inquirió, curiosa–. ¿O esto es acaso un pequeño castigo? –añadió, medio en broma, medio en serio.
–¿Qué? Por supuesto que no –aseguré con una media sonrisa. Pero…
–¿Has participado en eso de los globos del perdón? –preguntó tras unos segundos, casual. Negué con la cabeza–. Entonces, por reunir y ayudar a varios de mis mininos, me tomaré el tiempo de darte tres sugerencias. –Alzó el dedo índice, con delicadeza–. Primero: no le compres máscaras a ese Dextro.
–¿Eh?
–No lo merece; él incita a maltratar gatos –explicó, con los ojos entornados mientras le echaba un breve vistazo a la persona nombrada. Entonces alzó también otro dedo, el medio–. Segundo: intenta lo de los globos. Tal vez te haga bien. Ah, pero hazlo sin ninguna máscara, o ninguna de Dextro. No hace falta. –Y el dedo anular fue el último dedo levantado–. Y tercero: no beneficies a Dextro de ninguna manera. No lo merece; él incita a maltratar gatos.
–Ahm… Pues… vale –respondí con una ceja levantada.
–Eso es todo lo que esta dama puede decirte en este momento. Aún tengo algo que hacer. –Hizo un gesto a sus gatos, quienes se apartaron de mí para seguirla–. Si encuentras más, podrías traerlos a mí; eso sería lo correcto. –ronroneó. Manipuladora como sus sucios mininos–. Hasta luego, joven elfo –se despidió con una sonrisa gatuna.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Resumen: vine principalmente por el chocolate, y aproveché para ser el primero, y con este rumbo también el último, en ayudar a la loca de los gatos.
Rauko
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Høstblót.
No era una gran fan de las fiestas desde que había adquirido su… condición. Y sin embargo, allí estaba, las hebras del destino eran misteriosas, inescrutables.
-¿Le gusta señorita?- le preguntó el hombre, pues aún seguía ante su puesto, mordisqueando la barra marrón distraídamente, sin haber dicho una palabra. –Dame treinta.- Inescrutables sin duda. El hombre parecía dudoso, hasta que una bolsa de aeros cayó ante él, entonces estaba más que dispuesto a servir a su patrocinadora. Habiendo hecho lo importante, ya podía irse.
Pero estaba feo hacerlo, esa era una fiesta, con algún significado. Algo sobre el perdón, aunque se le escapaban las tradiciones y razonamientos más profundos. Un gato negro paso por su lado, en plena carrera, parándose súbitamente para darse un lametón y mirarla. –Hola pequeño.- y siguió corriendo. –Adiós pequeño.- añadió, con algo de pena. Puede que luego pudiera achucharlos.
Siguió paseando, buscando… no estaba muy segura de que. ¿Alguien a quien preguntarle cosas? ¿Más dulces? Puede que a ese adorable gatito. En cualquier caso, sus pasos la llevaron a uno de los extremos de la fiesta, ante una niña con un lienzo, ante un taburete. ¿Una pintora? No, eso parecía carboncillo y lápices de colores.
-¿Estás interesado? Puedo dibujarte un retrato.- Que la tratara como un hombre la distrajo de sus pensamientos. Aun con la máscara, tenía el pelo largo, y la armadura era ajustada, tapando más bien poco. Y entonces se fijó bien en la niña, mirando más allá del pelo pelirrojo, hacia su cara. Ah. –Solo le costara un poco de comida.- la niña había interpretado su silencio como duda. O puede que como ofensa, por eso había cambiado a un tono más respetuoso. Miró a su alrededor. No había cola precisamente, y los lápices… no, lucían viejos, pero había papel suficiente en una de las bolsas cercanas como para asumir que no había dibujado mucho. Y mejor no fijarse demasiado en el aspecto demacrado de la niña…
-Sí, porque no…- dijo finalmente, sentándose en el taburete delante de la artista.
-Oh, fantástico señorita, el pago es por adelantado…- no la había interrumpido, había parado ella sola, como si ese fuera el momento en el que esperaba que la gritara indignada, incluso pareció encogerse un poco cuando no dijo nada. ¿Pensaba que iba a golpearla?
-Sin problemas.- y se descolgó la bolsa, rebuscando. Podía prescindir de una de las treinta barritas, pero una mirada a la niña le dijo que no sería suficiente, así que añadió unas cuantas hogazas de pan, cecina, unas pocas frutas del bosque… no tenía leche, pero no costaría mucho de conseguir, incluso a esa hora... puede que luego, un poco de queso bastaría por ahora. Añadió también unas cuantas galletas… Y ahora hacía bastante bulto, así que lo envolvió todo en un poco de tela, haciendo un pequeño nudo con dos de las esquinas, convirtiéndolo en una pequeña cesta. –Toma.- dijo, levantándose y posando en su regazo el pago. La niña se agitó un poco al contacto, llevando ambas manos hacia su tela, tanteando el bulto. Una de las manos finalmente se atrevió a buscar en el interior, y sacó una galleta, que la niña mordió con cuidado.
-Ah…uh…- ¿sabía mal? Creía que todas sus galletas estaban buenas, pero puede que alguna se hubiera puesto mala, o que no le gustara el sabor.
-¿No es suficiente?- era mejor que preguntar “¿sabe mal?” si había algún problema con la comida. No compraba tan frecuentemente como solía hacer, puede que…
-NO. Ah, digo, si, solo… haré mi mejor trabajo, señorita…-esa determinación en sus…bueno, no en sus ojos, en su postura, en su voz, la hacía sentir mejor, calentaba su cuerpo.
-Valyria.- Puede que con ella la maldición no importara. No la veía por lo que era ahora mismo igualmente.
-Yo…uh… soy Daireann, por si le interesa…-
-Encantada de conocerte, Daireann.- Y la niña empezó a dibujar. Tranquilamente, pero con movimientos firmes, decididos, como si estuviera pensando muy bien que estaba haciendo. Ella personalmente no sabía dibujar demasiado, así que no estaba segura si era normal, o fruto del extra esfuerzo, o simplemente que le costaba porque era ciega.
-Entonces Daireann, ¿Cómo celebráis aquí el Høstblót?- dijo, intentando charlar un poco. Estarse allí quieta era un poco aburrido. Puede que si hubiera conseguido hacerse con ese gato antes…
-Ah… se escribe un mensaje en el globo, y lo haces flotar a medianoche. ¿Y entonces te quitas la máscara? Se supone que es una época para perdonar. O pedir perdón.- no sonaba muy segura, pero al menos sonaba bastante consistente. -¿Viniste a pedir perdón a alguien?-
No. Es decir, seguro que si pensaba lo suficiente, encontraría a alguien a quien dedicarle el globo ese, pero así, de repente, nadie saltaba a su mente, no tenía ningún agravio o culpa hacia otra persona tan presente como para necesitar ese ritual.
Su maldición estaba bastante presente en su mente, cierto, pero… se debatía entre pensar que no quería perdonar a los culpables y que al haber aceptado el trato, técnicamente era una consecuencia de sus propias acciones, y no de los que estuvieran en el árbol. Y una pequeña parte de ella misma susurraba que era su culpa, que se había enfrentado a la adversidad y había fallado. Y por cada horror vivido en su pequeño… peregrinaje, había visto una maravilla, un camino de infinito potencial. No, cuando pensaba en eso no sentía rabia. ¿Impotencia? Seguro, pero también determinación, posibilidades… La próxima vez… sería más interesante.
Pero sus fantasías fueron interrumpidas cuando se dio cuenta de que ese sonido tan particular era la niña agitando un lápiz por el lienzo. Un lápiz rojo. Y eso era muchísimo rojo. –Uh…- no estaba muy segura de que decir, así que se levantó, para ver qué diablos merecía tantísimo rojo.
-¡No he acabado!¡Siéntate!- y se sentó, la niña mucho más entusiasta de lo que había esperado, casi febril. Es decir, no estaba haciendo nada malo ¿cierto? Solo arruinando un poco el dibujo.
No era una gran fan de las fiestas desde que había adquirido su… condición. Y sin embargo, allí estaba, las hebras del destino eran misteriosas, inescrutables.
-¿Le gusta señorita?- le preguntó el hombre, pues aún seguía ante su puesto, mordisqueando la barra marrón distraídamente, sin haber dicho una palabra. –Dame treinta.- Inescrutables sin duda. El hombre parecía dudoso, hasta que una bolsa de aeros cayó ante él, entonces estaba más que dispuesto a servir a su patrocinadora. Habiendo hecho lo importante, ya podía irse.
Pero estaba feo hacerlo, esa era una fiesta, con algún significado. Algo sobre el perdón, aunque se le escapaban las tradiciones y razonamientos más profundos. Un gato negro paso por su lado, en plena carrera, parándose súbitamente para darse un lametón y mirarla. –Hola pequeño.- y siguió corriendo. –Adiós pequeño.- añadió, con algo de pena. Puede que luego pudiera achucharlos.
Siguió paseando, buscando… no estaba muy segura de que. ¿Alguien a quien preguntarle cosas? ¿Más dulces? Puede que a ese adorable gatito. En cualquier caso, sus pasos la llevaron a uno de los extremos de la fiesta, ante una niña con un lienzo, ante un taburete. ¿Una pintora? No, eso parecía carboncillo y lápices de colores.
-¿Estás interesado? Puedo dibujarte un retrato.- Que la tratara como un hombre la distrajo de sus pensamientos. Aun con la máscara, tenía el pelo largo, y la armadura era ajustada, tapando más bien poco. Y entonces se fijó bien en la niña, mirando más allá del pelo pelirrojo, hacia su cara. Ah. –Solo le costara un poco de comida.- la niña había interpretado su silencio como duda. O puede que como ofensa, por eso había cambiado a un tono más respetuoso. Miró a su alrededor. No había cola precisamente, y los lápices… no, lucían viejos, pero había papel suficiente en una de las bolsas cercanas como para asumir que no había dibujado mucho. Y mejor no fijarse demasiado en el aspecto demacrado de la niña…
-Sí, porque no…- dijo finalmente, sentándose en el taburete delante de la artista.
-Oh, fantástico señorita, el pago es por adelantado…- no la había interrumpido, había parado ella sola, como si ese fuera el momento en el que esperaba que la gritara indignada, incluso pareció encogerse un poco cuando no dijo nada. ¿Pensaba que iba a golpearla?
-Sin problemas.- y se descolgó la bolsa, rebuscando. Podía prescindir de una de las treinta barritas, pero una mirada a la niña le dijo que no sería suficiente, así que añadió unas cuantas hogazas de pan, cecina, unas pocas frutas del bosque… no tenía leche, pero no costaría mucho de conseguir, incluso a esa hora... puede que luego, un poco de queso bastaría por ahora. Añadió también unas cuantas galletas… Y ahora hacía bastante bulto, así que lo envolvió todo en un poco de tela, haciendo un pequeño nudo con dos de las esquinas, convirtiéndolo en una pequeña cesta. –Toma.- dijo, levantándose y posando en su regazo el pago. La niña se agitó un poco al contacto, llevando ambas manos hacia su tela, tanteando el bulto. Una de las manos finalmente se atrevió a buscar en el interior, y sacó una galleta, que la niña mordió con cuidado.
-Ah…uh…- ¿sabía mal? Creía que todas sus galletas estaban buenas, pero puede que alguna se hubiera puesto mala, o que no le gustara el sabor.
-¿No es suficiente?- era mejor que preguntar “¿sabe mal?” si había algún problema con la comida. No compraba tan frecuentemente como solía hacer, puede que…
-NO. Ah, digo, si, solo… haré mi mejor trabajo, señorita…-esa determinación en sus…bueno, no en sus ojos, en su postura, en su voz, la hacía sentir mejor, calentaba su cuerpo.
-Valyria.- Puede que con ella la maldición no importara. No la veía por lo que era ahora mismo igualmente.
-Yo…uh… soy Daireann, por si le interesa…-
-Encantada de conocerte, Daireann.- Y la niña empezó a dibujar. Tranquilamente, pero con movimientos firmes, decididos, como si estuviera pensando muy bien que estaba haciendo. Ella personalmente no sabía dibujar demasiado, así que no estaba segura si era normal, o fruto del extra esfuerzo, o simplemente que le costaba porque era ciega.
-Entonces Daireann, ¿Cómo celebráis aquí el Høstblót?- dijo, intentando charlar un poco. Estarse allí quieta era un poco aburrido. Puede que si hubiera conseguido hacerse con ese gato antes…
-Ah… se escribe un mensaje en el globo, y lo haces flotar a medianoche. ¿Y entonces te quitas la máscara? Se supone que es una época para perdonar. O pedir perdón.- no sonaba muy segura, pero al menos sonaba bastante consistente. -¿Viniste a pedir perdón a alguien?-
No. Es decir, seguro que si pensaba lo suficiente, encontraría a alguien a quien dedicarle el globo ese, pero así, de repente, nadie saltaba a su mente, no tenía ningún agravio o culpa hacia otra persona tan presente como para necesitar ese ritual.
Su maldición estaba bastante presente en su mente, cierto, pero… se debatía entre pensar que no quería perdonar a los culpables y que al haber aceptado el trato, técnicamente era una consecuencia de sus propias acciones, y no de los que estuvieran en el árbol. Y una pequeña parte de ella misma susurraba que era su culpa, que se había enfrentado a la adversidad y había fallado. Y por cada horror vivido en su pequeño… peregrinaje, había visto una maravilla, un camino de infinito potencial. No, cuando pensaba en eso no sentía rabia. ¿Impotencia? Seguro, pero también determinación, posibilidades… La próxima vez… sería más interesante.
Pero sus fantasías fueron interrumpidas cuando se dio cuenta de que ese sonido tan particular era la niña agitando un lápiz por el lienzo. Un lápiz rojo. Y eso era muchísimo rojo. –Uh…- no estaba muy segura de que decir, así que se levantó, para ver qué diablos merecía tantísimo rojo.
-¡No he acabado!¡Siéntate!- y se sentó, la niña mucho más entusiasta de lo que había esperado, casi febril. Es decir, no estaba haciendo nada malo ¿cierto? Solo arruinando un poco el dibujo.
- Spoiler:
- Técnicamente ya tengo una máscara en el inventario, pero no es de gato, y tengo una reputación que mantener así que....
- kitty:
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Tambien empiezo a tantear el terreno para la Máscara de los Inocentes
Valyria
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
-Bleeeeegh- Fue el sonido que escapó de la garganta de Catherine mientras se doblaba hacia delante con expresión asqueada. -¿Qué rayos es esta mierda? Es muy amargo...- Se quejó pasando un dedo por su lengua repetidamente como si aquello fuese a ayudarla a eliminar aquel sabor de su boca. -Necesito algo...algo...- Níniel le ofreció un vaso y la pelirroja lo apuró profiriendo un sonido de alivio exagerado. -Mucho mejor...-
-Te lo dije. Deberías haber probado primero este otro. A ver si así empiezas a hacerme más caso.- La riñó Níniel mientras pagaba a la mujer que atendía el puesto por los productos adquiridos, por mucho que su felina hermana no pareciera demasiado satisfecha.
-A todos parecía gustarles como si fuese la cosa más rica del mundo, la culpa es suya.- Respondió la felina recuperando la verticalidad, tomando aire y soltándolo antes de recolocarse de nuevo la máscara que aquel hombre le había regalado por ayudarle con unos gatos que por alguna razón le rondaban. Una tarea sencilla cuando te acompañaba una elfa con maestría en la naturaleza que solo necesitaba alzar un dedo para que los animales de ese tipo captaran el mensaje sin tener que hacerles daño alguno.
-Aprendemos de los errores...- Fue cuanto añadió la peliblanca, sonriendo a pesar de que la curva de sus labios no era visible debido a la máscara que también ella, como la gran mayoría de los asistentes a aquella celebración, portaba cubriendo su rostro. Una costumbre de su agrado y que además la ayudaba a pasar desapercibida sin tener que pararse cada pocos instantes para no ser descortés con alguién que la reconociera como una de las grandes heroínas del mundo. Y es que aquel año, para aquella celebración, parecía que alguien había tenido la idea de poner de moda el diseño de su máscara de Aeda de Níniel la sacerdotisa, por lo que solo tenías que echar un vistazo alrededor para encontrarte con alguien que llevara una copia barata de la misma.
-Vamos a ver qué puestos hay por allí. Oh, y por allí tampoco hemos ido todavía. A lo mejor en alguno venden algunas de esas tallas de madera...- Propuso entonces la gata señalando con el dedo como una niña pequeña.
-También tenemos que preparar nuestro farolillos, ¿o acaso no vas a desear nada este año? Descansemos un momento y decidimos.- Convino Níniel queriendo sentarse un rato, si era posible algo apartada de la mayoría de la gente. Catherine, tan inagotable como siempre, la miró, acusándola de floja sin necesitar decir nada, pero terminó aceptando, dirigiéndose ambas hasta un lugar más tranquilo. Un lugar donde no obstante, mientras la elfa descansaba, la felina dedicaba su tiempo a caminar sobre las palmas de sus manos sobre una rústica mesa de madera. Desde allí había unas bonitas vistas, e incluso podían verse los primeros farolillos alzando el vuelo.
-Esta ciudad tiene sus momentos...-Murmuró la sacerdotisa contemplando el espectáculo, percatándose poco después de la presencia de otra persona acercándose. Catherine ya llevaba un tiempo observándola, viéndola caminar con paso lento y renqueante.
-En mis tiempos yo también hacía gala de tales capacidades.- Habló la figura; una anciana vestida con ropas viejas y que dejaban a la vista múltiples vendajes en tal mal estado que a Níniel casi le da un ataque. No importaba qué heridas taparan, tan sucios y destrozados no hacían ningún bien, todo lo contrario de hecho. -Pero eso fué hace mucho, y antes de enfermar.- Catherine dejó su número circense y clavó sus ojos rojos en la anciana. -No temáis, solo soy una pobre vieja pidiendo unas monedas a las almas caritativas para comprar medicinas. Perdonad si mi presencia os ha molestado.- Su tono de voz denotaba que estaba más que acostumbrada al rechazo, y que no esperaba nada diferente en aquella ocasión. Pero aún así lo intentaba.
-Acércate. ¿Qué mal te aflige? ¿Son heridas eso que ocultan esos sucios vendajes? Pues eso es todo lo que hacen, ocultar. En ese estado no os benefician en lo más mínimo, al contrario infectarán las heridas.- Quiso saber la joven, alzando su mano hacia la anciana y comenzando a aplicar su magia sobre ella, evaluando su estado.
-¿Sois...elfas? Esta sensación es...-
-Si fuese elfa tendría las tetas mucho más grandes...-Se lamentó Catherine, aprovechando que su hermana estaba ocupada para lanzarle una de sus puyas. Aquel comentario dejó a la anciana totalmente desubicada, aunque pronto olvidó aquello para centrarse en lo más importante.
-Ya veo...Ha debido de ser doloroso, una enfermedad así...- Diagnosticó la peliblanca. -Necesito que se quite esas sucias vendas. No se preocupe, he visto cosas peores, soy sanadora.- Instó la joven comenzando a aplicar su magia de sanación sobre la anciana mientras esta obedecía esperanzada y dejaba caer aquellas telas al suelo, dejando ver una serie de feas marcas y llagas abiertas.
-¿Podrá...?- Quiso saber la mujer, recibiendo como respuesta el ver con sus propios ojos como aquellas heridas eran sanadas, dejando su piel como si nunca hubiese estado enferma, comenzando a derramar lágrimas de alegría y cayendo de rodillas al suelo ante la sacerdotisa.
-Es un milagro...un milagro. Debéis ser una enviada de los dioses una...-
Pero Níniel no estaba tan satisfecha. Incluso con todas sus heridas sanadas en poco tiempo continuaba aplicando su magia sobre ella, frunciendo el ceño pues había algo que no iba como debería. Algo que se manifestó tan pronto como dejó de aplicar la sanación sobre la anciana. Y es que poco a poco, muy lentamente, aquellas marcas y heridas volvían a aparecer. Mucho más pequeñas, sí, pero con claras señales de que volverían a dejar a la pobre mujer en su lamentable estado anterior en cuestión de días.
-No os preocupéis mi señora...Habéis hecho cuanto habéis podido. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien. Ninguna medicina ni sanador había logrado antes que la enfermedad remitiese tanto...Pero parece que ni la magia de los hijos del bosque puede hacerla desaparecer. Aún así os lo agradezco mucho. Pocos se hubiesen siquiera parado a ayudarme...-
-Es una enfermedad insidiosa sin duda, pero aún no he dicho la última palabra.- Expresó la joven pidiendo a Catherine que fuera a buscar en su montura su material de alquimia y comenzando a trabajar sobre aquel banco unas vez que se lo trajo, pidiéndole a la anciana que se sentara y tuviera un poco de paciencia. En circunstancias normales lo óptimo habría sido ir a su taller en la ciudad, pero por suerte el preparado que tenía en mente era muy sencillo, incluso un principiante podría hacerlo*. Para una maestra como ella, incluso con apenas unos pocos viales y su kit de alquimia sería más que suficiente.
En poco tiempo tuvo un frasco preparado que ofrecerle a su "paciente".
-Es una poción de recuperación. Su efecto no es inmediato pero la enfermedad debería desaparecer en unas ocho horas, y gracias a la sanación los síntomas ser más leves hasta entonces. Además, lamento si suena mal pero...debería bañarse. La higiene es importantísima, y más cuando hay riesgo de que se infecten heridas.- Recetó la elfa. -¿Tiene un lugar donde hacerlo? Puedo darle unas monedas para una posada en la ciudad...Además tendrá que venir a mi establecimiento mañana a primera hora para que compruebe su estado.- Resultaba tajante como sanadora. De hecho podría decirse que su voz era de mando, y que no aceptaba réplica alguna.
OFF: Níniel participa de la mini trama 5 (Máscara de la agonía). Ayuda levemente al vendedor de máscaras obteniendo una para Catherine de él.
Níniel usa su habilidad Plegaria y su maestría en alquimia para crear in situ una Poción de recuperación.
-Te lo dije. Deberías haber probado primero este otro. A ver si así empiezas a hacerme más caso.- La riñó Níniel mientras pagaba a la mujer que atendía el puesto por los productos adquiridos, por mucho que su felina hermana no pareciera demasiado satisfecha.
-A todos parecía gustarles como si fuese la cosa más rica del mundo, la culpa es suya.- Respondió la felina recuperando la verticalidad, tomando aire y soltándolo antes de recolocarse de nuevo la máscara que aquel hombre le había regalado por ayudarle con unos gatos que por alguna razón le rondaban. Una tarea sencilla cuando te acompañaba una elfa con maestría en la naturaleza que solo necesitaba alzar un dedo para que los animales de ese tipo captaran el mensaje sin tener que hacerles daño alguno.
-Aprendemos de los errores...- Fue cuanto añadió la peliblanca, sonriendo a pesar de que la curva de sus labios no era visible debido a la máscara que también ella, como la gran mayoría de los asistentes a aquella celebración, portaba cubriendo su rostro. Una costumbre de su agrado y que además la ayudaba a pasar desapercibida sin tener que pararse cada pocos instantes para no ser descortés con alguién que la reconociera como una de las grandes heroínas del mundo. Y es que aquel año, para aquella celebración, parecía que alguien había tenido la idea de poner de moda el diseño de su máscara de Aeda de Níniel la sacerdotisa, por lo que solo tenías que echar un vistazo alrededor para encontrarte con alguien que llevara una copia barata de la misma.
-Vamos a ver qué puestos hay por allí. Oh, y por allí tampoco hemos ido todavía. A lo mejor en alguno venden algunas de esas tallas de madera...- Propuso entonces la gata señalando con el dedo como una niña pequeña.
-También tenemos que preparar nuestro farolillos, ¿o acaso no vas a desear nada este año? Descansemos un momento y decidimos.- Convino Níniel queriendo sentarse un rato, si era posible algo apartada de la mayoría de la gente. Catherine, tan inagotable como siempre, la miró, acusándola de floja sin necesitar decir nada, pero terminó aceptando, dirigiéndose ambas hasta un lugar más tranquilo. Un lugar donde no obstante, mientras la elfa descansaba, la felina dedicaba su tiempo a caminar sobre las palmas de sus manos sobre una rústica mesa de madera. Desde allí había unas bonitas vistas, e incluso podían verse los primeros farolillos alzando el vuelo.
-Esta ciudad tiene sus momentos...-Murmuró la sacerdotisa contemplando el espectáculo, percatándose poco después de la presencia de otra persona acercándose. Catherine ya llevaba un tiempo observándola, viéndola caminar con paso lento y renqueante.
-En mis tiempos yo también hacía gala de tales capacidades.- Habló la figura; una anciana vestida con ropas viejas y que dejaban a la vista múltiples vendajes en tal mal estado que a Níniel casi le da un ataque. No importaba qué heridas taparan, tan sucios y destrozados no hacían ningún bien, todo lo contrario de hecho. -Pero eso fué hace mucho, y antes de enfermar.- Catherine dejó su número circense y clavó sus ojos rojos en la anciana. -No temáis, solo soy una pobre vieja pidiendo unas monedas a las almas caritativas para comprar medicinas. Perdonad si mi presencia os ha molestado.- Su tono de voz denotaba que estaba más que acostumbrada al rechazo, y que no esperaba nada diferente en aquella ocasión. Pero aún así lo intentaba.
-Acércate. ¿Qué mal te aflige? ¿Son heridas eso que ocultan esos sucios vendajes? Pues eso es todo lo que hacen, ocultar. En ese estado no os benefician en lo más mínimo, al contrario infectarán las heridas.- Quiso saber la joven, alzando su mano hacia la anciana y comenzando a aplicar su magia sobre ella, evaluando su estado.
-¿Sois...elfas? Esta sensación es...-
-Si fuese elfa tendría las tetas mucho más grandes...-Se lamentó Catherine, aprovechando que su hermana estaba ocupada para lanzarle una de sus puyas. Aquel comentario dejó a la anciana totalmente desubicada, aunque pronto olvidó aquello para centrarse en lo más importante.
-Ya veo...Ha debido de ser doloroso, una enfermedad así...- Diagnosticó la peliblanca. -Necesito que se quite esas sucias vendas. No se preocupe, he visto cosas peores, soy sanadora.- Instó la joven comenzando a aplicar su magia de sanación sobre la anciana mientras esta obedecía esperanzada y dejaba caer aquellas telas al suelo, dejando ver una serie de feas marcas y llagas abiertas.
-¿Podrá...?- Quiso saber la mujer, recibiendo como respuesta el ver con sus propios ojos como aquellas heridas eran sanadas, dejando su piel como si nunca hubiese estado enferma, comenzando a derramar lágrimas de alegría y cayendo de rodillas al suelo ante la sacerdotisa.
-Es un milagro...un milagro. Debéis ser una enviada de los dioses una...-
Pero Níniel no estaba tan satisfecha. Incluso con todas sus heridas sanadas en poco tiempo continuaba aplicando su magia sobre ella, frunciendo el ceño pues había algo que no iba como debería. Algo que se manifestó tan pronto como dejó de aplicar la sanación sobre la anciana. Y es que poco a poco, muy lentamente, aquellas marcas y heridas volvían a aparecer. Mucho más pequeñas, sí, pero con claras señales de que volverían a dejar a la pobre mujer en su lamentable estado anterior en cuestión de días.
-No os preocupéis mi señora...Habéis hecho cuanto habéis podido. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien. Ninguna medicina ni sanador había logrado antes que la enfermedad remitiese tanto...Pero parece que ni la magia de los hijos del bosque puede hacerla desaparecer. Aún así os lo agradezco mucho. Pocos se hubiesen siquiera parado a ayudarme...-
-Es una enfermedad insidiosa sin duda, pero aún no he dicho la última palabra.- Expresó la joven pidiendo a Catherine que fuera a buscar en su montura su material de alquimia y comenzando a trabajar sobre aquel banco unas vez que se lo trajo, pidiéndole a la anciana que se sentara y tuviera un poco de paciencia. En circunstancias normales lo óptimo habría sido ir a su taller en la ciudad, pero por suerte el preparado que tenía en mente era muy sencillo, incluso un principiante podría hacerlo*. Para una maestra como ella, incluso con apenas unos pocos viales y su kit de alquimia sería más que suficiente.
En poco tiempo tuvo un frasco preparado que ofrecerle a su "paciente".
-Es una poción de recuperación. Su efecto no es inmediato pero la enfermedad debería desaparecer en unas ocho horas, y gracias a la sanación los síntomas ser más leves hasta entonces. Además, lamento si suena mal pero...debería bañarse. La higiene es importantísima, y más cuando hay riesgo de que se infecten heridas.- Recetó la elfa. -¿Tiene un lugar donde hacerlo? Puedo darle unas monedas para una posada en la ciudad...Además tendrá que venir a mi establecimiento mañana a primera hora para que compruebe su estado.- Resultaba tajante como sanadora. De hecho podría decirse que su voz era de mando, y que no aceptaba réplica alguna.
OFF: Níniel participa de la mini trama 5 (Máscara de la agonía). Ayuda levemente al vendedor de máscaras obteniendo una para Catherine de él.
- Máscara de Catherine:
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Níniel usa su habilidad Plegaria y su maestría en alquimia para crear in situ una Poción de recuperación.
- Spoiler:
- [Elixir, Consumible] Consumir este objeto inicia un proceso de recuperación que tarda 8 horas, tras los cuales se remueven daños y afecciones de todo tipo. Esto permite sanar daños en que un master solicite un proceso especial de recuperación (ej: consecuencias de roles). Remueve enfermedades, pero no maldiciones.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Llevaba pocos días de haber llegado a la península de verisar, y estaba aún lejos de estar en Lunargenta, sin embargo en el camino escuché sobre un evento importante que se iba a desempeñar en Roilkat. Máscaras, el perdón, tradiciones y mucho más es lo que prometía el evento.
La verdad no estaba con el mejor humor para reuniones sociales, tenía muchas dudas existenciales como para que fuese algo muy divertido, pero justamente animarme al evento podría ayudarme a conseguir el camino y actualizarme de todo lo que estaba pasando. Necesitaba tomar el control otra vez.
Inicié mi rumbo a Roilkat y en el camino aproveché de oir atenta los comentarios de la gente.
A veces la gente subestima es poder del silencio...
Hoy sólo quería obtener información, entender cómo estaba funcionando el sistema y pasar desapercibida, por lo que quería evitar el habla y dedicarme a escuchar.
Al llegar a los alrededores del evento me bajé del lomo de mi aion, lo acaricié y le deposité un besito con mucho cariño en su cuello. -Bebé hermoso, necesito que vigiles desde aquí, no quiero llamar la atención-.
Me coloqué una máscara que cubriera todo mi rostro y me recogí el cabello con un moño alto para sentirme más fresca.
-Uh, buena suerte- le dije a Pelusa al mismo tiempo que un gato negro pasaba frente a mí -Cuidate gordito- dije para alejarme de mi aion y seguir al gato negro que en poco tiempo se perdió entre la multitud.
Pasé frente a un extraño vendedor de máscaras que no paraba de hablar, lo ignoré y me enfoqué en mi objetivo de obtener información.
Algunos ciudadanos tenían una esencia familiar. El pensar que pude haber compartido con varios de los asistentes hizo que mi piel se pusiera de gallina, sin embargo traté de mantenerme bajo perfil.
Perdí un poco el foco cuando escuché a un hombre hablar sobre Terpoli. Sonreí inmediatamente sin que fuera visible gracias a mi máscara y pensaba seguir de largo hasta que un hombre alto empezó a relatar aquella batalla con mucha pasión. Su historia me atrapó y tuve que acercarme para oir mejor aquel relato tan épico.
Observé la medalla que había puesto el señor en la mesa y me tomé el atrevimiento de tomarla y tocarla para asegurarme que era de verdad.
Fué hace mucho tiempo, pero lo recuerdo como si hubiese sido ayer, muchos se unieron a esa lucha... De verdad fue algo muy grande, incluso siento que fue muy grande para mí ¿De dónde había sacado la fuerza y esa convicción para hacer que ese grupo de aldeanos se alzara y luchara por su vida? Jamás había liderado a un grupo tan grande de personas. Suspiré al pensar en lo loca que estaba en ese momento.
Jugué pasando un rato mis dedos por las ranuras de la medalla y extendí mi brazo para entregarle la medalla al dueño (Eltrant).
-¿Mucha adrenalina?- pregunté mirando a lo que deberían ser sus ojos tras su máscara.
Varios de los oyentes se habían convencido luego de oír la historia, pero aún habían idiotas riéndose incrédulos.
-Es mejor que los miedosos no crean en la verdad- dije muy serena.
Uno de los presentes se sintió ofendido tras mi afirmación y nos escupió a Eltrant, a Branwen y a mí su bebida.
¡¡Hijo de tu mamá!! pensé furiosa al sentir el asqueroso olor de la bebida alcohólica sobre mí.
-¿Quienes son los miedosos ahora?- dijo el idiota incitando a un enfrentamiento.
Respiré profundamente.
La verdad no estaba con el mejor humor para reuniones sociales, tenía muchas dudas existenciales como para que fuese algo muy divertido, pero justamente animarme al evento podría ayudarme a conseguir el camino y actualizarme de todo lo que estaba pasando. Necesitaba tomar el control otra vez.
Inicié mi rumbo a Roilkat y en el camino aproveché de oir atenta los comentarios de la gente.
A veces la gente subestima es poder del silencio...
Hoy sólo quería obtener información, entender cómo estaba funcionando el sistema y pasar desapercibida, por lo que quería evitar el habla y dedicarme a escuchar.
Al llegar a los alrededores del evento me bajé del lomo de mi aion, lo acaricié y le deposité un besito con mucho cariño en su cuello. -Bebé hermoso, necesito que vigiles desde aquí, no quiero llamar la atención-.
Me coloqué una máscara que cubriera todo mi rostro y me recogí el cabello con un moño alto para sentirme más fresca.
-Uh, buena suerte- le dije a Pelusa al mismo tiempo que un gato negro pasaba frente a mí -Cuidate gordito- dije para alejarme de mi aion y seguir al gato negro que en poco tiempo se perdió entre la multitud.
Pasé frente a un extraño vendedor de máscaras que no paraba de hablar, lo ignoré y me enfoqué en mi objetivo de obtener información.
Algunos ciudadanos tenían una esencia familiar. El pensar que pude haber compartido con varios de los asistentes hizo que mi piel se pusiera de gallina, sin embargo traté de mantenerme bajo perfil.
Perdí un poco el foco cuando escuché a un hombre hablar sobre Terpoli. Sonreí inmediatamente sin que fuera visible gracias a mi máscara y pensaba seguir de largo hasta que un hombre alto empezó a relatar aquella batalla con mucha pasión. Su historia me atrapó y tuve que acercarme para oir mejor aquel relato tan épico.
Observé la medalla que había puesto el señor en la mesa y me tomé el atrevimiento de tomarla y tocarla para asegurarme que era de verdad.
Fué hace mucho tiempo, pero lo recuerdo como si hubiese sido ayer, muchos se unieron a esa lucha... De verdad fue algo muy grande, incluso siento que fue muy grande para mí ¿De dónde había sacado la fuerza y esa convicción para hacer que ese grupo de aldeanos se alzara y luchara por su vida? Jamás había liderado a un grupo tan grande de personas. Suspiré al pensar en lo loca que estaba en ese momento.
Jugué pasando un rato mis dedos por las ranuras de la medalla y extendí mi brazo para entregarle la medalla al dueño (Eltrant).
-¿Mucha adrenalina?- pregunté mirando a lo que deberían ser sus ojos tras su máscara.
Varios de los oyentes se habían convencido luego de oír la historia, pero aún habían idiotas riéndose incrédulos.
-Es mejor que los miedosos no crean en la verdad- dije muy serena.
Uno de los presentes se sintió ofendido tras mi afirmación y nos escupió a Eltrant, a Branwen y a mí su bebida.
¡¡Hijo de tu mamá!! pensé furiosa al sentir el asqueroso olor de la bebida alcohólica sobre mí.
-¿Quienes son los miedosos ahora?- dijo el idiota incitando a un enfrentamiento.
Respiré profundamente.
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Trama 2
Interactuo escasamente con Dextro.
Interactuo mucho con Eltrant
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Magazubi
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Pasos raudos y silenciosos cruzaban las veredas de aquella concentración con cautela y precisión, como aquella presa que huye de su cazador; a pesar de ser plenamente consciente de lo inevitable de su destino y su inhabilidad de escapar de la cruda realidad que le acechaba. Eventualmente, esta le consumiría, sin poder hacer nada al respecto...
En dicho escenario, yo sería la presa... y las preguntas de mi cabeza serían el cazador.
¿Qué hacía en ese lugar? No lo sabía. Se había vuelto muy común para mí, durante esa temporada, el no saber la respuesta a preguntas tan básicas. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? ¿Cómo me llamaba...? Mi nombre era... [ERROR] «¿¡Quién dijo eso!?», gritaron mis pensamientos, demandando una contestación de parte de aquella voz que se hacía oír de vez en cuando en lo profundo de mi cabeza. ¿Desde cuando había aparecido? Adivinaste, no tenía idea. Una parte de mi creía fervientemente en que era alguna maldición conjurada por aquella maldita bruja pelirroja que había encontrado en medio del bosque tras mi despertar. Sin embargo, había algo que me hacía descartar aquella hipótesis. Era algo más, debía ser algo más. Probablemente, aquella voz siempre había estado ahí, al menos desde que me había convertido en un... [ERROR] ¿En un qué...? ¿Qué era yo...?
Me había acostumbrado a aquellas miradas, esas que me dedicaban aquellos que se acercaban demasiado a mi. Algunas confusas, otras incómodas... otras aterradas. No los culpaba, ¿cómo podría hacerlo? Yo también estaría aterrado de mirar a un hombre de ojos brillantes, gritándose a sí mismo, clavándose un puñal en la espalda para intentar arrancar el trozo de metal que tenía adherido a ella...
Vaya fenómeno estaba hecho, ¿no...?
No obstante, en aquel entorno, me sentía extrañamente... cómodo. Probablemente, se debía al hecho de que, todas las personas que se hallaban a mi alrededor, cubrían sus rostros, junto a la expresión de ellos, bajo máscaras que ocultaban sus verdaderos sentimientos. Aquellas máscaras me hacían sentir... protegido, a salvo de las opiniones y las señales. No podía saber lo que la gente sentía al verme... y eso me aliviaba. Tanto así que, inclusive, sentí la necesidad de adquirir una para mí... sin importar cual fuera su costo.
Fue así como terminé frente a aquel vendedor de máscaras, rodeado de gatos negros.
—¿Qué tenemos aquí? Tú si que pareces tener mucho de que arrepentirte, ¿no? —pronunció aquella voz tan chillona e irritante. Parpadeé, confuso. No había escuchado bien sus palabras; estaba demasiado perdido en lo que planeaba decirle—. ¡No tienes que decir nada, compañero! —intervino él, cuando hice ademán de contestarle—. ¡Tu amigo Dextro sabe exactamente lo que necesitas! —declaró, colocando un brazo sobre mi hombros y acercándome a su colección de máscaras.
En circunstancias normales, mi supuesto nuevo amigo "Dextro", probablemente hubiera recibido la golpiza de su vida por ser un auténtico dolor en el trasero. Aquel sujeto debía tener al día sus plegarias con todos los dioses en que creía, pues ellos le habían dado la suerte de que estuviera demasiado perdido en mi mismo para percibir la molestia de su comportamiento o sentirme irritado.
—Para una cara tan larga, ¡Dextro tiene la perfecta máscara! —canturreó el sujeto, escondiendo algo detrás de él—. Pero, por supuesto, el buen Dextro tiene que comer. Si dinero tú no tener, hay algo por Dextro que podrías hacer... —explicó, extendiendo sus brazos, señalando a los felinos que se hallaban por todo el lugar—. Si a los gatos me ayudas a espantar, Dextro la máscara te regalará. —saltó el sujeto lleno de alegría—. ¿Qué dices, chico? ¿Ayudarás al buen Dextro?
Una vez más, parpadeé sin entender muy bien lo que estaba sucediendo. Aquel bufón hablaba a una velocidad impresionante, por no mencionar sus pobres y exagerados intentos de crear una rima en cada una de sus frases. Solo llegué a entender que quería deshacerse de aquellos gatos. Fue por eso que me incliné hacia uno de ellos. Sus brillantes ojos amarillentos me observaron con gracia y misticismo. Aquellos ojos me recordaban a...
Un relámpago llenó de energía mis sentidos, apenas mis músculos se tensaron con el simple asomar de aquella idea. Inmediatamente, aquel pobre animal se volvió el canal del demonio que habitaba en mis pensamientos. Su mirada desató las voces que me atormentaban, que me azotaban y atosigaban con infinitas preguntas sin respuesta. «¡No! ¡Basta! ¡No quiero oírles!», les ordené, aún sabiendo que era un intento en vano... Solo había una forma de hacerle callar.
Levanté mi brazo izquierdo, apuntando hacia la criatura de pelaje negro como la noche. Abrí la palma de mi mano... y observé como, lentamente, rayos de electricidad amarilla empezaban a emerger de mis guanteletes mientras estos reunían energía.
Podía sentirlo otra vez, como aquella vez en el bosque cuando tomé la vida de aquellos titanes bajo las aguas del río... era el poder. Podía sentirlo, corriendo por mis venas, erizando mi piel, un poder misterioso pero increíblemente destructivo... totalmente a mi disposición. Se sentía bien... muy bien. Estaba listo, preparado para destruir a aquel que me atormentaba. Me dispuse a desatar toda mi furia contra aquel felino... [ERROR] pero... [ERROR] no podía... [ERROR] hacerlo... Lo intentaba, intentaba extender mi mano más allá para alcanzar el cuerpo de la criatura y... [ERROR] ¿Por qué no podía hacerlo? ¿Por qué mi cuerpo no respondía a mi comando...?
Al final, solo logré ahuyentar al felino que tenía delante, junto a otro pequeño grupo que observó la escena desde la lejanía.
—¡Buen trabajo! Te la has ganado. —me felicitó el sujeto, entregándome en mis manos un objeto—. ¡Espero te guste! Los de tu clase parecen tener cierta preferencia por las de este estilo. —explicó sonriendo alegre.
Observé frustrado el objeto que había recibido. Un trozo de metal... sujetado por correas. La máscara parecía el rostro de un... [ERROR]
—¿Qué...? —dudé, sin entender qué quería decir con "los de tu clase"—. ¿Qué signifi...?
Sin embargo, no pude culminar la pregunta. Cuando alcé la mirada... Dextro ya no estaba.
En dicho escenario, yo sería la presa... y las preguntas de mi cabeza serían el cazador.
¿Qué hacía en ese lugar? No lo sabía. Se había vuelto muy común para mí, durante esa temporada, el no saber la respuesta a preguntas tan básicas. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? ¿Cómo me llamaba...? Mi nombre era... [ERROR] «¿¡Quién dijo eso!?», gritaron mis pensamientos, demandando una contestación de parte de aquella voz que se hacía oír de vez en cuando en lo profundo de mi cabeza. ¿Desde cuando había aparecido? Adivinaste, no tenía idea. Una parte de mi creía fervientemente en que era alguna maldición conjurada por aquella maldita bruja pelirroja que había encontrado en medio del bosque tras mi despertar. Sin embargo, había algo que me hacía descartar aquella hipótesis. Era algo más, debía ser algo más. Probablemente, aquella voz siempre había estado ahí, al menos desde que me había convertido en un... [ERROR] ¿En un qué...? ¿Qué era yo...?
Me había acostumbrado a aquellas miradas, esas que me dedicaban aquellos que se acercaban demasiado a mi. Algunas confusas, otras incómodas... otras aterradas. No los culpaba, ¿cómo podría hacerlo? Yo también estaría aterrado de mirar a un hombre de ojos brillantes, gritándose a sí mismo, clavándose un puñal en la espalda para intentar arrancar el trozo de metal que tenía adherido a ella...
Vaya fenómeno estaba hecho, ¿no...?
No obstante, en aquel entorno, me sentía extrañamente... cómodo. Probablemente, se debía al hecho de que, todas las personas que se hallaban a mi alrededor, cubrían sus rostros, junto a la expresión de ellos, bajo máscaras que ocultaban sus verdaderos sentimientos. Aquellas máscaras me hacían sentir... protegido, a salvo de las opiniones y las señales. No podía saber lo que la gente sentía al verme... y eso me aliviaba. Tanto así que, inclusive, sentí la necesidad de adquirir una para mí... sin importar cual fuera su costo.
Fue así como terminé frente a aquel vendedor de máscaras, rodeado de gatos negros.
—¿Qué tenemos aquí? Tú si que pareces tener mucho de que arrepentirte, ¿no? —pronunció aquella voz tan chillona e irritante. Parpadeé, confuso. No había escuchado bien sus palabras; estaba demasiado perdido en lo que planeaba decirle—. ¡No tienes que decir nada, compañero! —intervino él, cuando hice ademán de contestarle—. ¡Tu amigo Dextro sabe exactamente lo que necesitas! —declaró, colocando un brazo sobre mi hombros y acercándome a su colección de máscaras.
En circunstancias normales, mi supuesto nuevo amigo "Dextro", probablemente hubiera recibido la golpiza de su vida por ser un auténtico dolor en el trasero. Aquel sujeto debía tener al día sus plegarias con todos los dioses en que creía, pues ellos le habían dado la suerte de que estuviera demasiado perdido en mi mismo para percibir la molestia de su comportamiento o sentirme irritado.
—Para una cara tan larga, ¡Dextro tiene la perfecta máscara! —canturreó el sujeto, escondiendo algo detrás de él—. Pero, por supuesto, el buen Dextro tiene que comer. Si dinero tú no tener, hay algo por Dextro que podrías hacer... —explicó, extendiendo sus brazos, señalando a los felinos que se hallaban por todo el lugar—. Si a los gatos me ayudas a espantar, Dextro la máscara te regalará. —saltó el sujeto lleno de alegría—. ¿Qué dices, chico? ¿Ayudarás al buen Dextro?
Una vez más, parpadeé sin entender muy bien lo que estaba sucediendo. Aquel bufón hablaba a una velocidad impresionante, por no mencionar sus pobres y exagerados intentos de crear una rima en cada una de sus frases. Solo llegué a entender que quería deshacerse de aquellos gatos. Fue por eso que me incliné hacia uno de ellos. Sus brillantes ojos amarillentos me observaron con gracia y misticismo. Aquellos ojos me recordaban a...
Un relámpago llenó de energía mis sentidos, apenas mis músculos se tensaron con el simple asomar de aquella idea. Inmediatamente, aquel pobre animal se volvió el canal del demonio que habitaba en mis pensamientos. Su mirada desató las voces que me atormentaban, que me azotaban y atosigaban con infinitas preguntas sin respuesta. «¡No! ¡Basta! ¡No quiero oírles!», les ordené, aún sabiendo que era un intento en vano... Solo había una forma de hacerle callar.
Levanté mi brazo izquierdo, apuntando hacia la criatura de pelaje negro como la noche. Abrí la palma de mi mano... y observé como, lentamente, rayos de electricidad amarilla empezaban a emerger de mis guanteletes mientras estos reunían energía.
Podía sentirlo otra vez, como aquella vez en el bosque cuando tomé la vida de aquellos titanes bajo las aguas del río... era el poder. Podía sentirlo, corriendo por mis venas, erizando mi piel, un poder misterioso pero increíblemente destructivo... totalmente a mi disposición. Se sentía bien... muy bien. Estaba listo, preparado para destruir a aquel que me atormentaba. Me dispuse a desatar toda mi furia contra aquel felino... [ERROR] pero... [ERROR] no podía... [ERROR] hacerlo... Lo intentaba, intentaba extender mi mano más allá para alcanzar el cuerpo de la criatura y... [ERROR] ¿Por qué no podía hacerlo? ¿Por qué mi cuerpo no respondía a mi comando...?
Al final, solo logré ahuyentar al felino que tenía delante, junto a otro pequeño grupo que observó la escena desde la lejanía.
—¡Buen trabajo! Te la has ganado. —me felicitó el sujeto, entregándome en mis manos un objeto—. ¡Espero te guste! Los de tu clase parecen tener cierta preferencia por las de este estilo. —explicó sonriendo alegre.
Observé frustrado el objeto que había recibido. Un trozo de metal... sujetado por correas. La máscara parecía el rostro de un... [ERROR]
—¿Qué...? —dudé, sin entender qué quería decir con "los de tu clase"—. ¿Qué signifi...?
Sin embargo, no pude culminar la pregunta. Cuando alcé la mirada... Dextro ya no estaba.
[...]
Era difícil ver hacia donde iba a través de los cristales de aquella placa de metal. Su lente oscuro, la penumbra oscura y la escasa iluminación de las velas del camino no eran una buena combinación. Sin embargo, no me fue difícil detectar el alboroto que se había armado ante aquella carpa en especifico.
—¿Qué está sucediendo...? —pregunté, a nadie en particular, a mi mismo tal vez. No pretendía que nadie me escuchara, pero, así fue.
—¿Puedes creerlo, amigo? ¡Una adivina que no puede predecir el futuro! —vociferó un hombre del grupo, acercándose a mi—. No pensamos tolerar más sus engaños. La expulsaremos, le guste o no. —explicó con determinación—. Vamos, ¿de verdad quién querría conocer su pasado? Todo el mundo puede recor... —intentó decir, pero no pudo.
Había dicho suficiente, más que suficiente. Solo había bastado mencionar el pasado para captar mi atención y darme un objetivo. No me interesaba nada más de lo que tuviera que decir. Se interponía en mi camino hacia la carpa, por eso le empujé para apartarle sin importarme con cuanta fuerza lo hacía. Fue así como el hombre terminó en el suelo, adolorido, contemplándome como a un monstruo. Tal vez lo era; no lo sabía, no me importaba. Solo me interesaba hablar con aquella que era capaz de ver en mi pasado, aquella que podía darme las respuestas que con tanto anhelo deseaba encontrar.
La electricidad envolvió mis guanteletes con salvajismo, apenas crucé la cortina que dividía la carpa. Nada iba a detenerme está vez...
—No irás a ninguna parte, preciosa. —me dirigí a la adivina, aquella mujer que se sentaba frente a aquella mesa—. Nadie va a evitar que obtenga las respuestas que quiero. —declaré autoritario, observando y amenazando con mi guantelete a los otros dos enmascarados que se hallaban en el interior de la tienda.
—¿Qué está sucediendo...? —pregunté, a nadie en particular, a mi mismo tal vez. No pretendía que nadie me escuchara, pero, así fue.
—¿Puedes creerlo, amigo? ¡Una adivina que no puede predecir el futuro! —vociferó un hombre del grupo, acercándose a mi—. No pensamos tolerar más sus engaños. La expulsaremos, le guste o no. —explicó con determinación—. Vamos, ¿de verdad quién querría conocer su pasado? Todo el mundo puede recor... —intentó decir, pero no pudo.
Había dicho suficiente, más que suficiente. Solo había bastado mencionar el pasado para captar mi atención y darme un objetivo. No me interesaba nada más de lo que tuviera que decir. Se interponía en mi camino hacia la carpa, por eso le empujé para apartarle sin importarme con cuanta fuerza lo hacía. Fue así como el hombre terminó en el suelo, adolorido, contemplándome como a un monstruo. Tal vez lo era; no lo sabía, no me importaba. Solo me interesaba hablar con aquella que era capaz de ver en mi pasado, aquella que podía darme las respuestas que con tanto anhelo deseaba encontrar.
La electricidad envolvió mis guanteletes con salvajismo, apenas crucé la cortina que dividía la carpa. Nada iba a detenerme está vez...
—No irás a ninguna parte, preciosa. —me dirigí a la adivina, aquella mujer que se sentaba frente a aquella mesa—. Nadie va a evitar que obtenga las respuestas que quiero. —declaré autoritario, observando y amenazando con mi guantelete a los otros dos enmascarados que se hallaban en el interior de la tienda.
- Acciones importantes:
- Raymond ayuda a Dextro a espantar a los gatos negros, obteniendo y portando la siguiente máscara:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Sumándose a la Trama 4, Raymond protege a la adivina de la expulsión e interactúa con Asher.
- Raymond ayuda a Dextro a espantar a los gatos negros, obteniendo y portando la siguiente máscara:
Raymond Lorde
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Se quedó en silencio.
Algo incómodo sintió los ojos de las personas que tenía a su alrededor, nadie decía nada, todos se limitaban a mirarle esperando que, quizás, tuviese algo más que decir o decidiese marcharse de lugar de una vez por todas; todos salvo una joven que tomó su medalla de la mesa y se la entregó.
Eltrant sonrió tras la máscara al escuchar las únicas dos palabras que contenían la pregunta que formuló la chica. No estaba seguro de su edad, pero por su estatura parecía ser… joven, ¿Una adolescente? ¿Quizás incluso más joven?
- La suficiente para varias vidas. – Contestó, tomando de nuevo su medalla y repasando el relieve de la misma con el pulgar.
En ese mismo instante más improperios e insultos llegaron a su dirección; era consciente de que la historia que acababa de contar era bastante inverosímil, por lo que, en un principio decidió hacer caso omiso a las palabras del grupo de escépticos.
La chica que le había entregado la medalla, en cambio, no lo hizo.
- No merece la… - Antes de que Eltrant terminase la frase llegó aquella repugnante mezcla entre alcohol y saliva.
Eltrant pasó su mano derecha por encima de su máscara, limpiándola pobremente, notando el vibrante olor que en aquel momento le cubría de pies a cabeza. Notó como la muchacha inspiraba con fuerza, como tratando de tranquilizarse.
Eltrant comenzó a reírse, a carcajadas.
Negando con la cabeza, el herrero continuó riéndose y sujetó al tipo que había escupido por el hombro, zarandeándolo ligeramente al compás de sus carcajadas, también le dio varias palmaditas en la espalda. Este, mirando a ambos lados confuso, empezó también a reírse, primero en voz baja y después más alto, lo justo como para atraer las risas del grupo que le había apoyado.
Y entonces Eltrant le propinó un puñetazo en la cara.
- ¡POR TÉRPOLI! – Bramó el vozarrón de Branwen tras él, subido sobre la mesa ante la que había estado sentado y zarandeando la jarra de metal que aún tenía en la mano.
Eltrant no sabía cómo se estaba desarrollando el resto de la celebración. Pero aquel pequeño recoveco, aquella sucesión de mesas al aire libre, no tardó de ser consumida por una caótica pelea que, de algún modo, se había encargado de comenzar.
Mesas volaban, jarras y platos eran usadas como armas y los clientes de aquella especie de taberna se habían dividido en dos grupos enfrentados. Hasta el tabernero y los camareros estaban participando.
Alguien rompió una silla en su espalda, astillándola por completo y haciéndole darse de bruces contra una de las mesas. Gruñendo en voz baja, Eltrant tomó una de las botellas que tenía delante y girándose sobre sí mismo la hizo estallar en el rostro del incauto que aún tenía las patas de la silla entre las manos.
Después se volvió hacia otro tipo, uno que zarandeaba con violencia a Branwen, y lo aferró del cuello de la camisa, este intentó zafarse de dicho agarre propinando varios puñetazos en la cara a Eltrant que no hicieron gran cosa, solo quitarle la máscara que le habían regalado como todo resultado.
- ¡No, no, no! – Fue lo único que dijo el hombre mientras Eltrant lo arrastraba hasta el mostrador del bar y lo deslizaba por encima del mismo, rompiendo todo vaso o utensilio que se cruzase en su camino con su cuerpo para lanzarlo al final contra otro de los que se habían reído del veterano de Térpoli antes de la intervención del herrero.
- ¡Gracias Octavo! – exclamó Branwen a Eltrant tras darle un cabezazo a otro cliente del local, abriéndose una brecha en la frente en el proceso. - ¡Espérate muchacha! ¡Voy contigo! ¡SIN RETROCEDER! – Branwen soltó una risotada y, por alguna razón que a Eltrant se le escapaba, rompió su camisa de un fuerte tirón y corrió a ayudar a la joven de la medalla desnudo de cintura para arriba.
El castaño contempló como Branwen saltaba sobre otra mesa haciendo una especie de voltereta a medias y, haciendo uso de su inseparable jarra, golpeaba repetidamente en el tabique nasal de uno de los tipos a los que la muchacha tenía más cerca.
Sin muchos preámbulos, Eltrant se giró sobre sí mismo para sentir como alguien le golpeaba en el vientre, varias veces. Frunciendo el ceño se quedó quieto, sin hacer nada, viendo como el tipo con cara de pocos amigos enlazaba un puñetazo y otro, y otro más.
- ¿Has acabado? – Preguntó cuando sintió el séptimo directo en su abdomen.
- ¿…Sí? – Respondió este levantando la mirada hasta la cara de Eltrant.
- Perfecto. – Aseveró este cincelando el entrecejo de su oponente de un firme puñetazo y derribándolo.
El altercado, por supuesto, no había hecho más que empezar, dos lugareños más salieron a su encuentro. Uno de ellos tenía una botella en su mano derecha, el otro como la gran mayoría de los participantes de la trifulca solo tenía sus puños.
- ¡A por el viejo! – dijo este último haciendo amago de una agilidad digna de un trapecista y efectuando un tipo de ataque que solo podía ser descrito como “patada voladora”.
Siendo impulsado varios pasos hacia atrás chocó contra el mostrador, Eltrant encajó la patada en la parte izquierda de su cara, justo sobre la cicatriz de su ojo, lo mejor que pudo y avanzó de nuevo en dirección a un acróbata que estaba dando varios saltitos en el lugar en el que había aterrizado casi vanagloriándose por lo que acababa de hacer.
Protegiéndose la cara con los brazos, Eltrant consiguió evitar la botella que le lanzó su segundo oponente, el que se escondía tras el tipo de las patadas. El vidrio estalló en un centenar de trocitos que acabaron en el suelo, junto a todos los demás.
- Tú te vienes conmigo. –
Aseguró Eltrant, obviando los puntapiés que le propinaba su contrincante a una velocidad sorprendente, y asiendo al tipo con todas sus fuerzas, lo levantó después con ambas manos por encima de su cabeza como si no fuese más que un muñeco de felpa.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó este forcejeando, tratando de escapar.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó Eltrant, preparándose para lanzar al tipo.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó el otro, viendo lo que se le venía encima.
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Interactuo con Magazubi. Continuo la Trama 2 de la única forma que se puede teniendo en cuenta los acontecimientos (???)
Algo incómodo sintió los ojos de las personas que tenía a su alrededor, nadie decía nada, todos se limitaban a mirarle esperando que, quizás, tuviese algo más que decir o decidiese marcharse de lugar de una vez por todas; todos salvo una joven que tomó su medalla de la mesa y se la entregó.
Eltrant sonrió tras la máscara al escuchar las únicas dos palabras que contenían la pregunta que formuló la chica. No estaba seguro de su edad, pero por su estatura parecía ser… joven, ¿Una adolescente? ¿Quizás incluso más joven?
- La suficiente para varias vidas. – Contestó, tomando de nuevo su medalla y repasando el relieve de la misma con el pulgar.
En ese mismo instante más improperios e insultos llegaron a su dirección; era consciente de que la historia que acababa de contar era bastante inverosímil, por lo que, en un principio decidió hacer caso omiso a las palabras del grupo de escépticos.
La chica que le había entregado la medalla, en cambio, no lo hizo.
- No merece la… - Antes de que Eltrant terminase la frase llegó aquella repugnante mezcla entre alcohol y saliva.
Eltrant pasó su mano derecha por encima de su máscara, limpiándola pobremente, notando el vibrante olor que en aquel momento le cubría de pies a cabeza. Notó como la muchacha inspiraba con fuerza, como tratando de tranquilizarse.
Eltrant comenzó a reírse, a carcajadas.
Negando con la cabeza, el herrero continuó riéndose y sujetó al tipo que había escupido por el hombro, zarandeándolo ligeramente al compás de sus carcajadas, también le dio varias palmaditas en la espalda. Este, mirando a ambos lados confuso, empezó también a reírse, primero en voz baja y después más alto, lo justo como para atraer las risas del grupo que le había apoyado.
Y entonces Eltrant le propinó un puñetazo en la cara.
- Música:
- ¡POR TÉRPOLI! – Bramó el vozarrón de Branwen tras él, subido sobre la mesa ante la que había estado sentado y zarandeando la jarra de metal que aún tenía en la mano.
Eltrant no sabía cómo se estaba desarrollando el resto de la celebración. Pero aquel pequeño recoveco, aquella sucesión de mesas al aire libre, no tardó de ser consumida por una caótica pelea que, de algún modo, se había encargado de comenzar.
Mesas volaban, jarras y platos eran usadas como armas y los clientes de aquella especie de taberna se habían dividido en dos grupos enfrentados. Hasta el tabernero y los camareros estaban participando.
Alguien rompió una silla en su espalda, astillándola por completo y haciéndole darse de bruces contra una de las mesas. Gruñendo en voz baja, Eltrant tomó una de las botellas que tenía delante y girándose sobre sí mismo la hizo estallar en el rostro del incauto que aún tenía las patas de la silla entre las manos.
Después se volvió hacia otro tipo, uno que zarandeaba con violencia a Branwen, y lo aferró del cuello de la camisa, este intentó zafarse de dicho agarre propinando varios puñetazos en la cara a Eltrant que no hicieron gran cosa, solo quitarle la máscara que le habían regalado como todo resultado.
- ¡No, no, no! – Fue lo único que dijo el hombre mientras Eltrant lo arrastraba hasta el mostrador del bar y lo deslizaba por encima del mismo, rompiendo todo vaso o utensilio que se cruzase en su camino con su cuerpo para lanzarlo al final contra otro de los que se habían reído del veterano de Térpoli antes de la intervención del herrero.
- ¡Gracias Octavo! – exclamó Branwen a Eltrant tras darle un cabezazo a otro cliente del local, abriéndose una brecha en la frente en el proceso. - ¡Espérate muchacha! ¡Voy contigo! ¡SIN RETROCEDER! – Branwen soltó una risotada y, por alguna razón que a Eltrant se le escapaba, rompió su camisa de un fuerte tirón y corrió a ayudar a la joven de la medalla desnudo de cintura para arriba.
El castaño contempló como Branwen saltaba sobre otra mesa haciendo una especie de voltereta a medias y, haciendo uso de su inseparable jarra, golpeaba repetidamente en el tabique nasal de uno de los tipos a los que la muchacha tenía más cerca.
Sin muchos preámbulos, Eltrant se giró sobre sí mismo para sentir como alguien le golpeaba en el vientre, varias veces. Frunciendo el ceño se quedó quieto, sin hacer nada, viendo como el tipo con cara de pocos amigos enlazaba un puñetazo y otro, y otro más.
- ¿Has acabado? – Preguntó cuando sintió el séptimo directo en su abdomen.
- ¿…Sí? – Respondió este levantando la mirada hasta la cara de Eltrant.
- Perfecto. – Aseveró este cincelando el entrecejo de su oponente de un firme puñetazo y derribándolo.
El altercado, por supuesto, no había hecho más que empezar, dos lugareños más salieron a su encuentro. Uno de ellos tenía una botella en su mano derecha, el otro como la gran mayoría de los participantes de la trifulca solo tenía sus puños.
- ¡A por el viejo! – dijo este último haciendo amago de una agilidad digna de un trapecista y efectuando un tipo de ataque que solo podía ser descrito como “patada voladora”.
Siendo impulsado varios pasos hacia atrás chocó contra el mostrador, Eltrant encajó la patada en la parte izquierda de su cara, justo sobre la cicatriz de su ojo, lo mejor que pudo y avanzó de nuevo en dirección a un acróbata que estaba dando varios saltitos en el lugar en el que había aterrizado casi vanagloriándose por lo que acababa de hacer.
Protegiéndose la cara con los brazos, Eltrant consiguió evitar la botella que le lanzó su segundo oponente, el que se escondía tras el tipo de las patadas. El vidrio estalló en un centenar de trocitos que acabaron en el suelo, junto a todos los demás.
- Tú te vienes conmigo. –
Aseguró Eltrant, obviando los puntapiés que le propinaba su contrincante a una velocidad sorprendente, y asiendo al tipo con todas sus fuerzas, lo levantó después con ambas manos por encima de su cabeza como si no fuese más que un muñeco de felpa.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó este forcejeando, tratando de escapar.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó Eltrant, preparándose para lanzar al tipo.
- ¡AAAAAAAAAAAAH! – Gritó el otro, viendo lo que se le venía encima.
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Eltrant Tale
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
El aire comenzaba a elevarse por las tierras del oeste. Eilydh conocía lo suficiente el clamor de las hojas secas apunto de desfallecer como para no confundir el inminente cambio de estación con sus propios pensamientos apresurados. Pero en aquella ocasión y durante aproximadamente varios atardeceres había estado observando minuto a minuto los cambios sutiles en las hojas de los nogales cercanos a su particular camino como si necesitase una señal para aventurarse a decir que estaban por cambiar de estación.
Sus botas dejaban huellas frescas sobre el terreno mojado y se sonrió a medida que alcanzaba Roilkat pensando en las veces que muchos le habían llamado abrazarboles, la ironía de su consciencia enfocada en justo aquello de lo que la acusaban y... bueno. Sus propias habilidades elfas casi perdidas en un mar de nuevas acciones que quizás creía imposible hacía ya casi un año.
Curioso.
Pero no imposible. Ash'alá cabeceó su mano derecha como para reafirmar que seguía junto a ella. El tigre de las nieves parecía animado con la caía de la temperatura y tras pasarse tres días en la incertidumbre que normalmente daban sus escarceos para buscar presas, había vuelto con el pelaje lleno de barro y sangre a partes iguales. Desde entonces había tomado por costumbre recordarle que no viajaba sola; Eilydh no estaba muy segura de si aquello le gustaba o no. Por ahora lo toleraba. No podía negarse que comía mejor desde que contaba con las fauces del tigre para cazar por ambos. Sus pómulos habían ganado un poco de color y aunque sus huesos aún se atisbaban entre sus clavículas cualquiera que la hubiese visto no la hubiese confundido con uno de los enfermos del convento de ciudad lagarto. Aquello ya era un logro.
Eilydh tenía recuerdos contrarios de Roilkat. A menudo se recordaba caminando las calles enebradas de roca caliza y pulida asimilando aquellas gloriosas de Lunargenta como si la sutileza de el "quiero y no puedo" que demarcaba aquella ciudad no fuese bastante con la promesa de su riqueza en forma de cristales. Sus recuerdos a menudo solían ser tan entremezclados como aquellos adoquines que pisaba y no le sorprendió ver el raído de los ropajes en aparente elegantes de los vendedores ambulantes, la manera en la que las madres reñían a sus hijos cuando creían que nadie los veía justo después de relamerse en halagos sobre ellos frente a desconocidos y... como no... la simple superioridad de querer parecerse a la capital sin serlo. Aquello siempre la ponía de mal humor.
...Ya se lo que pensáis: No es que se necesitase mucho para poner a aquella elfa en particular de mal humor. Pero aquella ciudad, sin duda, lo hacía.
El centro de aquella ciudad estaba alborotado y aunque parecía aun vacío de personas la mayoría de tenderos habían comenzado a montar sus estandartes y sus tenderetes en lo que parecía ser un festival.
No fue hasta que se encontró el medio del bullicio de aquel trajín de ir y venir del montaje cuando se dio cuenta que Ash'alâ había abandonado su caminar paralelo. El tigre estaba atemorizando a unos mininos que molestaban a un tendero. Al parecer Ash'alá encontraba aquello hilarante, difícilmente algo compartido por los pocos mininos que aún quedaban en su ardua tarea de molestar al tendero y aquellos curiosos que estaban lo suficientemente atareados como para tener que preocuparse por un tigre suelto.
Eilydh se acercó para tirar del tigre antes de que este causase más estropicio.
-Pensé que habías cazado antes de venir.. No podemos permitirnos el veto en otra ciudad. ¿O es que acaso te has olvidado de Antiesque?- tiró del pelaje de la nuca del animal que se volvió con un rugido molesto, como si le replicara de manera impaciente.
-Gra... Gra...Gracias por su ayuda señor.... Señorita- dijo el tendero algo asustado sin dejar de mirar a Ash'alá- Por favor tome esto como pago por ayudarme con los gatos y... bueno... no se lo tome mal pero... prefiero mil gatos a un tigre como el suyo. Debe llevarla- añadió refiriéndose al paquete que le acababa de entregar- hoy todos la llevan- dijo y se fue a continuar con sus quehaceres.
Eilydh lo agarró viendo cómo el tigre se alejaba de aquel estandarte. Observó el contenido del paquete: Una máscara de cuero negro adornada con una simple gema color blanco casi transparente que le cubría la cara entera y dejaba su boca al aire. Eilydh la miró dubitativa y observó como de pronto todos a su alrededor llevaban algo similar.
Ya había llamado la atención por ahora, no quería hacerlo más de lo necesario. Se la puso sin pensárselo demasiado.
Suspiró molesta observando como Ash'alá se había acercado ahora hasta una niña no muy alejada de dónde se encontraba, al sur de aquella extraña celebración. La chica acababa de llegar a aquel lugar y había colocado un cartelito frente a ella esperando la llegada de los primeros invitados a aquel sitio. El primer impulso de Eilydh fue correr hacia su tigre evitando así que espantase a aquella pequeña. Sin embargo, sus pasos se aminoraron cuando vieron como, lejos de correr despavorida alejándose del animal, la pequeña buscaba con sus manos la cabeza del tigre que parecía manso frente a ella y dejaba que le acariciase.
Eilydh lo miró sorprendida. Que el tigre confiase en alguien siempre era buena señal.
A medida que se acercó a la pequeña reparó en las cicatrices de sus ojos, cerrados con marcas de quemaduras y que hacían que su cara ya de por si menuda, pareciese marcada por un gesto triste perenne que se anteponía al sonido dulce de su voz contenta y hablando con Ash'alá.
-Lo siento... es demasiado impulsivo perdón si...- dijo Eilydh reparando entonces en el pequeño cartel con una caligrafía infantil en el que pedía comida a cambio de un dibujo.
La niña entró en tensión. Dejó de acariciar al animal de inmediato y se agazapó esperando por alguna razón algún castigo.
-¿Quién eres!?- dijo asustada- Te advierto que no tengo dinero ni nada de valor y que.. no estoy sola este... este perro es mio y bueno puede morderte si se lo pido- dijo señalando a Ash'alá.
Eilydh rió, sentándose no muy lejos de la chica y observando la situación.
-Qué curioso... Dices que este perro es tuyo? Hasta ahora pensé que era mi tigre y... bueno, podemos compartirlo por un rato si dejas de temerme. Me llamo Eille- dijo Eilydh y atusó a Ash'alá para que se le acercase- Este es Ash'alá. Es un tigre de las nieves y... creo que le has gustado.Y eso no es algo que pase a menudo- la niña pareció destensarse y acercó la mano hasta el tigre volviendo a acariciarlo.- He visto que....¿Sabes dibujar?- Añadió Eilydh.- Espero que seas buena.
-La mejor, señorita- dijo la chica de pronto llena de un orgullo que a Eilydh le resultó tremendamente familiar- Antes de... bueno... antes de lo de mis ojos aprendí a pintar con uno de los mejores artistas de Roilkat... Me llamaban la pintora más famosa de mi generación... bueno... ¡lo era!- añadió de nuevo haciendo gala de su orgullo- Aunque eso... eso era antes. Ahora apenas si me gano el pan haciendo garabatos para aquellos que sienten lástima por mi.- Añadió.
-Vaya...- dijo Eilydh- La mejor artista de tu generación es algo muy muy serio- dijo Eilydh poniendo voz igualmente seria- Eso no se gana así como así. Claramente no voy a dejar que me mientas sin que me lo demuestres así que... bueno. Tengo un bocadillo que iba a ser el aperitivo de Ash'alá... pero creo que estará dispuesto a sacrificarlo por su nueva amiga- Dijo Eilydh mirando primero a Ash'alá y luego a la niña.
El tigre dio un rugido algo molesto abriendo los ojos hasta ahora cerrados apreciando las caricias de la chica. La expresión de Eilydh lo calmó y la continua caricia de la niña pareció hacerle olvidar que iba a perder su merienda al principio a regañadientes hasta que volvió a ronronear.
-Si no me cree lo haré gratis... ¡Gratis!- dijo la chica buscando en su pequeño zurrón unos pergaminos pequeños y unos lápices a medio gastar.- Prefiero tener el estomago vacío pero lleno el orgullo
-No hará falta. Te pagaré. Tan solo si me demuestras que como dices eres la mejor pintora de tu generación.-
-Cobro por adelantado- dijo la chica tendiendo la mano.
Eilydh abrió muchos los ojos incrédula de aquella pequeña y lo mucho que le recordaba a ella misma. Se preguntó si como ella había sido herida demasiadas veces. Le entregó el pequeño mendrugo de pan con algunos trozos de carne dentro y la niña lo metió en su zurrón antes de dirigirse de nuevo a ella.
La chica se levantó con pasos pequeños se acercó a Eilydh y comenzó a acariciar su rostro. Le levantó la máscara y recorrió sus cabellos primero, su frente, luego sus ojos. Se paró un poco en el espacio entre su nariz y sus ojos donde comenzaban sus pecas como si contase algo y después bajó hasta sus labios y luego su barbilla y sus hombros.
Eilydh pareció sorprendida pero entendió segundos después que así era como aquella chica "veía" la dejó hacer, sintiendo un ramalazo de nostalgia ante aquel gesto tan sumamente inocente y dulce. Sonrió de manera espontánea mientras la niña le desordenaba el pelo. Hacía mucho que la curva de sus labios no sonreía de manera gentil y sincera.
-No te rias- le instó la chica- Si no no puedo verte bien- dijo
Aquello causó justo lo contrario a lo que le pedía la chica y Eilydh ocultó sus labios bajo su mano en un intento de obedecer. Aquella mocosa le estaba dando órdenes, y por primera vez en mucho tiempo, lejos de molestarla, aquello le divertía. Cerró los ojos intentando ver como la chica veía.
---
Ayudo al vendedor de gatos a espantar a sus mininos ( Daño colateral ciertamente) y me uno a la pequeña Daireann-Subtrama numero 1 - a ver como dibuja a Eilydh.
Edito: Acomodo la línea temporal de mi post para emplazarlo cuando aún no había mucho gentío en el festival, antes de que la chica se encontrase con Wood y Val así no entorpezco la historia de ambas ya que es dificil interactuar en esta trama a modo grupal por la naturaleza de la acción de la chica.
Sus botas dejaban huellas frescas sobre el terreno mojado y se sonrió a medida que alcanzaba Roilkat pensando en las veces que muchos le habían llamado abrazarboles, la ironía de su consciencia enfocada en justo aquello de lo que la acusaban y... bueno. Sus propias habilidades elfas casi perdidas en un mar de nuevas acciones que quizás creía imposible hacía ya casi un año.
Curioso.
Pero no imposible. Ash'alá cabeceó su mano derecha como para reafirmar que seguía junto a ella. El tigre de las nieves parecía animado con la caía de la temperatura y tras pasarse tres días en la incertidumbre que normalmente daban sus escarceos para buscar presas, había vuelto con el pelaje lleno de barro y sangre a partes iguales. Desde entonces había tomado por costumbre recordarle que no viajaba sola; Eilydh no estaba muy segura de si aquello le gustaba o no. Por ahora lo toleraba. No podía negarse que comía mejor desde que contaba con las fauces del tigre para cazar por ambos. Sus pómulos habían ganado un poco de color y aunque sus huesos aún se atisbaban entre sus clavículas cualquiera que la hubiese visto no la hubiese confundido con uno de los enfermos del convento de ciudad lagarto. Aquello ya era un logro.
Eilydh tenía recuerdos contrarios de Roilkat. A menudo se recordaba caminando las calles enebradas de roca caliza y pulida asimilando aquellas gloriosas de Lunargenta como si la sutileza de el "quiero y no puedo" que demarcaba aquella ciudad no fuese bastante con la promesa de su riqueza en forma de cristales. Sus recuerdos a menudo solían ser tan entremezclados como aquellos adoquines que pisaba y no le sorprendió ver el raído de los ropajes en aparente elegantes de los vendedores ambulantes, la manera en la que las madres reñían a sus hijos cuando creían que nadie los veía justo después de relamerse en halagos sobre ellos frente a desconocidos y... como no... la simple superioridad de querer parecerse a la capital sin serlo. Aquello siempre la ponía de mal humor.
...Ya se lo que pensáis: No es que se necesitase mucho para poner a aquella elfa en particular de mal humor. Pero aquella ciudad, sin duda, lo hacía.
El centro de aquella ciudad estaba alborotado y aunque parecía aun vacío de personas la mayoría de tenderos habían comenzado a montar sus estandartes y sus tenderetes en lo que parecía ser un festival.
No fue hasta que se encontró el medio del bullicio de aquel trajín de ir y venir del montaje cuando se dio cuenta que Ash'alâ había abandonado su caminar paralelo. El tigre estaba atemorizando a unos mininos que molestaban a un tendero. Al parecer Ash'alá encontraba aquello hilarante, difícilmente algo compartido por los pocos mininos que aún quedaban en su ardua tarea de molestar al tendero y aquellos curiosos que estaban lo suficientemente atareados como para tener que preocuparse por un tigre suelto.
Eilydh se acercó para tirar del tigre antes de que este causase más estropicio.
-Pensé que habías cazado antes de venir.. No podemos permitirnos el veto en otra ciudad. ¿O es que acaso te has olvidado de Antiesque?- tiró del pelaje de la nuca del animal que se volvió con un rugido molesto, como si le replicara de manera impaciente.
-Gra... Gra...Gracias por su ayuda señor.... Señorita- dijo el tendero algo asustado sin dejar de mirar a Ash'alá- Por favor tome esto como pago por ayudarme con los gatos y... bueno... no se lo tome mal pero... prefiero mil gatos a un tigre como el suyo. Debe llevarla- añadió refiriéndose al paquete que le acababa de entregar- hoy todos la llevan- dijo y se fue a continuar con sus quehaceres.
Eilydh lo agarró viendo cómo el tigre se alejaba de aquel estandarte. Observó el contenido del paquete: Una máscara de cuero negro adornada con una simple gema color blanco casi transparente que le cubría la cara entera y dejaba su boca al aire. Eilydh la miró dubitativa y observó como de pronto todos a su alrededor llevaban algo similar.
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Ya había llamado la atención por ahora, no quería hacerlo más de lo necesario. Se la puso sin pensárselo demasiado.
Suspiró molesta observando como Ash'alá se había acercado ahora hasta una niña no muy alejada de dónde se encontraba, al sur de aquella extraña celebración. La chica acababa de llegar a aquel lugar y había colocado un cartelito frente a ella esperando la llegada de los primeros invitados a aquel sitio. El primer impulso de Eilydh fue correr hacia su tigre evitando así que espantase a aquella pequeña. Sin embargo, sus pasos se aminoraron cuando vieron como, lejos de correr despavorida alejándose del animal, la pequeña buscaba con sus manos la cabeza del tigre que parecía manso frente a ella y dejaba que le acariciase.
Eilydh lo miró sorprendida. Que el tigre confiase en alguien siempre era buena señal.
A medida que se acercó a la pequeña reparó en las cicatrices de sus ojos, cerrados con marcas de quemaduras y que hacían que su cara ya de por si menuda, pareciese marcada por un gesto triste perenne que se anteponía al sonido dulce de su voz contenta y hablando con Ash'alá.
-Lo siento... es demasiado impulsivo perdón si...- dijo Eilydh reparando entonces en el pequeño cartel con una caligrafía infantil en el que pedía comida a cambio de un dibujo.
La niña entró en tensión. Dejó de acariciar al animal de inmediato y se agazapó esperando por alguna razón algún castigo.
-¿Quién eres!?- dijo asustada- Te advierto que no tengo dinero ni nada de valor y que.. no estoy sola este... este perro es mio y bueno puede morderte si se lo pido- dijo señalando a Ash'alá.
Eilydh rió, sentándose no muy lejos de la chica y observando la situación.
-Qué curioso... Dices que este perro es tuyo? Hasta ahora pensé que era mi tigre y... bueno, podemos compartirlo por un rato si dejas de temerme. Me llamo Eille- dijo Eilydh y atusó a Ash'alá para que se le acercase- Este es Ash'alá. Es un tigre de las nieves y... creo que le has gustado.Y eso no es algo que pase a menudo- la niña pareció destensarse y acercó la mano hasta el tigre volviendo a acariciarlo.- He visto que....¿Sabes dibujar?- Añadió Eilydh.- Espero que seas buena.
-La mejor, señorita- dijo la chica de pronto llena de un orgullo que a Eilydh le resultó tremendamente familiar- Antes de... bueno... antes de lo de mis ojos aprendí a pintar con uno de los mejores artistas de Roilkat... Me llamaban la pintora más famosa de mi generación... bueno... ¡lo era!- añadió de nuevo haciendo gala de su orgullo- Aunque eso... eso era antes. Ahora apenas si me gano el pan haciendo garabatos para aquellos que sienten lástima por mi.- Añadió.
-Vaya...- dijo Eilydh- La mejor artista de tu generación es algo muy muy serio- dijo Eilydh poniendo voz igualmente seria- Eso no se gana así como así. Claramente no voy a dejar que me mientas sin que me lo demuestres así que... bueno. Tengo un bocadillo que iba a ser el aperitivo de Ash'alá... pero creo que estará dispuesto a sacrificarlo por su nueva amiga- Dijo Eilydh mirando primero a Ash'alá y luego a la niña.
El tigre dio un rugido algo molesto abriendo los ojos hasta ahora cerrados apreciando las caricias de la chica. La expresión de Eilydh lo calmó y la continua caricia de la niña pareció hacerle olvidar que iba a perder su merienda al principio a regañadientes hasta que volvió a ronronear.
-Si no me cree lo haré gratis... ¡Gratis!- dijo la chica buscando en su pequeño zurrón unos pergaminos pequeños y unos lápices a medio gastar.- Prefiero tener el estomago vacío pero lleno el orgullo
-No hará falta. Te pagaré. Tan solo si me demuestras que como dices eres la mejor pintora de tu generación.-
-Cobro por adelantado- dijo la chica tendiendo la mano.
Eilydh abrió muchos los ojos incrédula de aquella pequeña y lo mucho que le recordaba a ella misma. Se preguntó si como ella había sido herida demasiadas veces. Le entregó el pequeño mendrugo de pan con algunos trozos de carne dentro y la niña lo metió en su zurrón antes de dirigirse de nuevo a ella.
La chica se levantó con pasos pequeños se acercó a Eilydh y comenzó a acariciar su rostro. Le levantó la máscara y recorrió sus cabellos primero, su frente, luego sus ojos. Se paró un poco en el espacio entre su nariz y sus ojos donde comenzaban sus pecas como si contase algo y después bajó hasta sus labios y luego su barbilla y sus hombros.
Eilydh pareció sorprendida pero entendió segundos después que así era como aquella chica "veía" la dejó hacer, sintiendo un ramalazo de nostalgia ante aquel gesto tan sumamente inocente y dulce. Sonrió de manera espontánea mientras la niña le desordenaba el pelo. Hacía mucho que la curva de sus labios no sonreía de manera gentil y sincera.
-No te rias- le instó la chica- Si no no puedo verte bien- dijo
Aquello causó justo lo contrario a lo que le pedía la chica y Eilydh ocultó sus labios bajo su mano en un intento de obedecer. Aquella mocosa le estaba dando órdenes, y por primera vez en mucho tiempo, lejos de molestarla, aquello le divertía. Cerró los ojos intentando ver como la chica veía.
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Ayudo al vendedor de gatos a espantar a sus mininos ( Daño colateral ciertamente) y me uno a la pequeña Daireann-Subtrama numero 1 - a ver como dibuja a Eilydh.
Edito: Acomodo la línea temporal de mi post para emplazarlo cuando aún no había mucho gentío en el festival, antes de que la chica se encontrase con Wood y Val así no entorpezco la historia de ambas ya que es dificil interactuar en esta trama a modo grupal por la naturaleza de la acción de la chica.
Última edición por Eilydh el Miér Sep 30 2020, 02:00, editado 1 vez
Eilydh
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Aclaración importante
Saludos, mortales, les recuerdo que para tomar parte en alguna de las 5 tramas por las máscaras secretas es importante que lean lo que otros han añadido antes a las mismas, a fin de crear una misma trama coherente y conjunta entre todos.
Resultará más fácil exterminarlos si están todos juntos.
Ansur
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Había llegado a oídos de Eiz que en el territorio humano habría una festividad en poco tiempo, en la cual se celebra el día en el que la mañana y la noche, la luz y las sombras, conseguían un perfecto equilibrio. Como ya era costumbre en él, decidió asistir debido a la calidez que caracteriza a ese tipo de reuniones, tan diferentes a las de la nobleza. Cuando estaba a punto de partir, su hermana menor lo detuvo.
-¿Otra vez escapando? Creí que habías dicho que entrenarías más luego de ver a tu querida Sasha luchando...- Era obvio que disfrutaba molestando a su hermano.
-En primer lugar, me merezco un descanso. No dejé de entrenar en toda la semana. En segundo, no es "mi" Sasha. Y en tercer lugar, escuché que habrá una especie de exquisito platillo dulce pero amargo. Sabes que si hay dulces de por medio, no puedo controlarme Dusk.-
La extraña descripción de esa "delicia" llamó la atención de la chica, quien insistió en acompañarlo. Unos momentos después, un par de dragones (uno que parecía hecho de hielo y otro de un color azul pálido) surcaron el cielo rumbo al festival.
Al llegar, los hermanos se pusieron sus respectivas máscaras, como dictaba la costumbre del Høstblót. Y como se trataba de la búsqueda del equilibrio, ambos extremos se reflejaban en la elección de cada uno de los dragones. Mientras Eiz portaba el rostro de un demonio azul, Dusk llevaba el de un mensajero divino.
Se acercaron al centro del lugar, donde encontraron a un extraño vendedor de máscaras quejándose de unos "molestos gatos que traman algo". Decidieron que sería mejor mantenerse a una distancia prudente de aquel sujeto, así que continuaron la marcha hacia el norte. En el camino escucharon algo de música (bastante llamativa y pegadiza), aunque desconocían de dónde provenía.
Luego de pasear por el lugar un buen rato, tomaron asiento en una zona algo apartada. Algunas mesas de madera estaban esparcidas por el lugar, sólo una de ellas ocupada por un par de mujeres. Los hermanos se ubicaron en otra mesa, contemplando los primeros globos elevándose en el cielo, dándole un toque de color carmesí. Mientras el lancero miraba hacia arriba, Dusk observaba a la felina y sus piruetas, asombrada por su habilidad. Poco después advirtió a una anciana que se acercaba al lugar, lentamente, con dificultad. Le avisó a Eiz, ya que era evidente que algo le ocurría.
Antes de que los dragones pudieran hacer algo, la elfa se dirigió ala anciana, aparentemente indicándole que se acercara. Intercambiaron algunas palabras que no llegaron a oír, y procedió a tratarla con la magia característica de su raza. Pareció funcionar en un primer momento, pero el rostro de la sanadora no se veía satisfecho. La chica gato se marchó y al poco tiempo regresó con algo que parecía una bolsa en sus manos. La elfa la tomó y comenzó a trabajar.
Eiz decidió acercarse, interesado por lo que ocurriría a continuación. Había empezado a estudiar alquimia recientemente, movido por la frustración que sintió al no ser capaz de ayudar a Reendala, aquella elfa que encontró su fin a manos del orgulloso elfo enmascarado. Recordó su último aliento, la sensación de impotencia que lo inundó entonces, y el llanto y la mirada de reproche de su sobrina Leshara. Eiz se percató entonces de que su asistencia a este festival no fue un simple capricho. Tenía que venir, para disculparse con ambas en la ceremonia del globo del perdón.
Contempló maravillado la habilidad de la sanadora. Preparó una poción en pocos minutos como si se tratara de algo extremadamente simple.
-Es totalmente diferente al asesino de Reendala...- Sus pensamientos fueron interrumpidos por las enérgicas y autoritarias indicaciones hacia su paciente, con modos casi militares. -Bueno, tal vez no son tan diferentes...-
Finalmente, decidió hablar con la elfa.
-Disculpa, ¿cuánto tiempo te llevó conseguir tal dominio de la alquimia? He empezado hace poco a estudiarla, y ni siquiera he logrado entender qué es lo preparaste. Quería ayudarla, pero no habría conseguido esos resultados con mi nivel actual.- La última frase iba dirigida a la anciana, quien le hizo una seña con la mano como si le quitara importancia al asunto.
Off:
Me sumo a la mini trama 5 por la máscara de la agonía, interactuando así con Niniel luego de alejarme del extraño vendedor de máscaras.
-¿Otra vez escapando? Creí que habías dicho que entrenarías más luego de ver a tu querida Sasha luchando...- Era obvio que disfrutaba molestando a su hermano.
-En primer lugar, me merezco un descanso. No dejé de entrenar en toda la semana. En segundo, no es "mi" Sasha. Y en tercer lugar, escuché que habrá una especie de exquisito platillo dulce pero amargo. Sabes que si hay dulces de por medio, no puedo controlarme Dusk.-
La extraña descripción de esa "delicia" llamó la atención de la chica, quien insistió en acompañarlo. Unos momentos después, un par de dragones (uno que parecía hecho de hielo y otro de un color azul pálido) surcaron el cielo rumbo al festival.
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Al llegar, los hermanos se pusieron sus respectivas máscaras, como dictaba la costumbre del Høstblót. Y como se trataba de la búsqueda del equilibrio, ambos extremos se reflejaban en la elección de cada uno de los dragones. Mientras Eiz portaba el rostro de un demonio azul, Dusk llevaba el de un mensajero divino.
- Máscara Eiz:
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Se acercaron al centro del lugar, donde encontraron a un extraño vendedor de máscaras quejándose de unos "molestos gatos que traman algo". Decidieron que sería mejor mantenerse a una distancia prudente de aquel sujeto, así que continuaron la marcha hacia el norte. En el camino escucharon algo de música (bastante llamativa y pegadiza), aunque desconocían de dónde provenía.
- Spoiler:
Luego de pasear por el lugar un buen rato, tomaron asiento en una zona algo apartada. Algunas mesas de madera estaban esparcidas por el lugar, sólo una de ellas ocupada por un par de mujeres. Los hermanos se ubicaron en otra mesa, contemplando los primeros globos elevándose en el cielo, dándole un toque de color carmesí. Mientras el lancero miraba hacia arriba, Dusk observaba a la felina y sus piruetas, asombrada por su habilidad. Poco después advirtió a una anciana que se acercaba al lugar, lentamente, con dificultad. Le avisó a Eiz, ya que era evidente que algo le ocurría.
Antes de que los dragones pudieran hacer algo, la elfa se dirigió ala anciana, aparentemente indicándole que se acercara. Intercambiaron algunas palabras que no llegaron a oír, y procedió a tratarla con la magia característica de su raza. Pareció funcionar en un primer momento, pero el rostro de la sanadora no se veía satisfecho. La chica gato se marchó y al poco tiempo regresó con algo que parecía una bolsa en sus manos. La elfa la tomó y comenzó a trabajar.
Eiz decidió acercarse, interesado por lo que ocurriría a continuación. Había empezado a estudiar alquimia recientemente, movido por la frustración que sintió al no ser capaz de ayudar a Reendala, aquella elfa que encontró su fin a manos del orgulloso elfo enmascarado. Recordó su último aliento, la sensación de impotencia que lo inundó entonces, y el llanto y la mirada de reproche de su sobrina Leshara. Eiz se percató entonces de que su asistencia a este festival no fue un simple capricho. Tenía que venir, para disculparse con ambas en la ceremonia del globo del perdón.
Contempló maravillado la habilidad de la sanadora. Preparó una poción en pocos minutos como si se tratara de algo extremadamente simple.
-Es totalmente diferente al asesino de Reendala...- Sus pensamientos fueron interrumpidos por las enérgicas y autoritarias indicaciones hacia su paciente, con modos casi militares. -Bueno, tal vez no son tan diferentes...-
Finalmente, decidió hablar con la elfa.
-Disculpa, ¿cuánto tiempo te llevó conseguir tal dominio de la alquimia? He empezado hace poco a estudiarla, y ni siquiera he logrado entender qué es lo preparaste. Quería ayudarla, pero no habría conseguido esos resultados con mi nivel actual.- La última frase iba dirigida a la anciana, quien le hizo una seña con la mano como si le quitara importancia al asunto.
Off:
Me sumo a la mini trama 5 por la máscara de la agonía, interactuando así con Niniel luego de alejarme del extraño vendedor de máscaras.
Eiz Adelskald
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Aunque el lugar estaba algo apartado, y no parecía la zona más popular del recinto preparado para aquellas festividades, las jóvenes, y la anciana que luego se les acercó en su busca de caridad, no eran las únicas personas allí. A parte de ellas tres había una pareja que, como Níniel, parecía preferir la tranquilidad y las buenas vistas por encima del bullicio y el gentío. Aunque sin renunciar a la celebración en sí, como denotaban sus máscaras a juego.
La sacerdotisa no había podido evitar lanzarles un par de miradas de soslayo desde que habían llegado, especialmente cuando en aras de ayudar a aquella pobre mujer comenzó a usar su magia y posteriormente sus conocimientos alquímicos allí mismo, temiendo haberlos importunado ya que sin duda realizar acciones más propias de un hospital que de un festival podía incomodar a una pareja que solo quería pasárselo bien...No obstante una urgencia era una urgencia, y al final pareció que tales acciones atípicas para el lugar, más que causarles molestias, despertaron su curiosidad, llevándoles incluso a acercarse interesados.
-Ooooh, el viejo truco de acercarse fingiendo interés profesional...no deberías dejar que tu novio hagas esas cosas.- Comentó Catherine dirigiéndose hacia la acompañante de aquel hombre con evidente tono jocoso. Podía verse el brillo divertido en sus ojos carmesí a través de la máscara que portaba, aunque esta ocultaba su amplia sonrisa.
-Cath, no seas maleducada. - La amonestó la peliblanca aunque no demasiado severamente. -Disculpenla, le gusta bromear. Además cree que cualquier hombre que se me acerca lo hace por motivos...- Dejó la frase a medias al no saber cómo terminarla.
-Impuros...O muy impuros. No puedes culparme por eso. Acierto la mayoría de las veces.- Sentenció la pelirroja escrutando intensamente con la mirada a ambos recién llegados, especialmente al hombre. Escena que podía resultar un tanto curiosa, ya que estando tan cerca y siendo él tan alto y ella tan bajita parecía el mundo al revés. Finalmente la gata se alejó colocándose tras su hermana.
-Siempre es un placer conocer a otra persona interesada en el arte de la alquimia, incluso si recién da sus primeros pasos.- Recondujo la conversación Níniel. -Yo la he practicado desde que tengo memoria. Viene de familia. Mi madre es alquimista, y la madre de su madre también lo era. Pero no deje que algo así le desanime. Incluso los mayores maestros empiezan desde cero.- Añadió. -Lo que acabo de preparar es una poción de recuperación. Muy útil y realmente sencilla de elaborar. Basta un poco de flor azul y polvo de caparazón de cangrejo de barro.- Instruyó mostrándole los ingredientes y los viales conforme los devolvía a su kit de alquimia colocándolo todo ordenada y cuidadosamente.
-Que los dioses os paguen vuestro corazón de oro. Y también el vuestro jóvenes. Casi había perdido la esperanza de conseguir ayuda, mucho más algo así.- Volvió a agradecer la anciana a Níniel, y también a los recién llegados por sus buenas intenciones. -Frea no olvidará vuestra gentileza. Esa soy yo.-
-Cierto, con todo lo ocurrido no me he presentado. Mis disculpas. Soy Níniel.- Se presentó la joven sin añadir su clan con la esperanza de no ser reconocida como heroína. Aunque lo mismo pretender algo así era demasiado. Puede que hubiese mucha gente con una imitación de su máscara por allí, pero que fuesen elfas, sanadoras y alquimistas... por no mencionar sus ojos refulgentes... Qué se le iba a hacer. -Me acompaña mi hermana, Catherine.- La felina les guió un ojo.
-Bueno, pues si ya está todo...¿Vamos a preparar nuestros farolillos? Ya sé lo que voy a desear. Seguir de una pieza un año más y...-
-¿Un buen montón de carne?- Adivinó la sacerdotisa.
-Qué bien me conoces.- Se rió la felina-
La sacerdotisa no había podido evitar lanzarles un par de miradas de soslayo desde que habían llegado, especialmente cuando en aras de ayudar a aquella pobre mujer comenzó a usar su magia y posteriormente sus conocimientos alquímicos allí mismo, temiendo haberlos importunado ya que sin duda realizar acciones más propias de un hospital que de un festival podía incomodar a una pareja que solo quería pasárselo bien...No obstante una urgencia era una urgencia, y al final pareció que tales acciones atípicas para el lugar, más que causarles molestias, despertaron su curiosidad, llevándoles incluso a acercarse interesados.
-Ooooh, el viejo truco de acercarse fingiendo interés profesional...no deberías dejar que tu novio hagas esas cosas.- Comentó Catherine dirigiéndose hacia la acompañante de aquel hombre con evidente tono jocoso. Podía verse el brillo divertido en sus ojos carmesí a través de la máscara que portaba, aunque esta ocultaba su amplia sonrisa.
-Cath, no seas maleducada. - La amonestó la peliblanca aunque no demasiado severamente. -Disculpenla, le gusta bromear. Además cree que cualquier hombre que se me acerca lo hace por motivos...- Dejó la frase a medias al no saber cómo terminarla.
-Impuros...O muy impuros. No puedes culparme por eso. Acierto la mayoría de las veces.- Sentenció la pelirroja escrutando intensamente con la mirada a ambos recién llegados, especialmente al hombre. Escena que podía resultar un tanto curiosa, ya que estando tan cerca y siendo él tan alto y ella tan bajita parecía el mundo al revés. Finalmente la gata se alejó colocándose tras su hermana.
-Siempre es un placer conocer a otra persona interesada en el arte de la alquimia, incluso si recién da sus primeros pasos.- Recondujo la conversación Níniel. -Yo la he practicado desde que tengo memoria. Viene de familia. Mi madre es alquimista, y la madre de su madre también lo era. Pero no deje que algo así le desanime. Incluso los mayores maestros empiezan desde cero.- Añadió. -Lo que acabo de preparar es una poción de recuperación. Muy útil y realmente sencilla de elaborar. Basta un poco de flor azul y polvo de caparazón de cangrejo de barro.- Instruyó mostrándole los ingredientes y los viales conforme los devolvía a su kit de alquimia colocándolo todo ordenada y cuidadosamente.
-Que los dioses os paguen vuestro corazón de oro. Y también el vuestro jóvenes. Casi había perdido la esperanza de conseguir ayuda, mucho más algo así.- Volvió a agradecer la anciana a Níniel, y también a los recién llegados por sus buenas intenciones. -Frea no olvidará vuestra gentileza. Esa soy yo.-
-Cierto, con todo lo ocurrido no me he presentado. Mis disculpas. Soy Níniel.- Se presentó la joven sin añadir su clan con la esperanza de no ser reconocida como heroína. Aunque lo mismo pretender algo así era demasiado. Puede que hubiese mucha gente con una imitación de su máscara por allí, pero que fuesen elfas, sanadoras y alquimistas... por no mencionar sus ojos refulgentes... Qué se le iba a hacer. -Me acompaña mi hermana, Catherine.- La felina les guió un ojo.
-Bueno, pues si ya está todo...¿Vamos a preparar nuestros farolillos? Ya sé lo que voy a desear. Seguir de una pieza un año más y...-
-¿Un buen montón de carne?- Adivinó la sacerdotisa.
-Qué bien me conoces.- Se rió la felina-
OFF: El asunto de los ojos refulgentes es debido a una maldición. Básicamente parece que Níniel es muy conocida, reconocible y famosa, y la gente tiende a ser muy fanboy si la reconoce por sus ojos brillantes.
Níniel Thenidiel
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Contemplé la idea de hacerle daño de verdad. Romper un hueso, quizás. Pero aquello solo traería más problemas. Quizás...
Antes de que pudiese tomar una decisión, otra persona decidió interrumpirnos. Esta vez, con amenazas. Adorable, en cierta forma. Sus guanteletes emanaban electricidad, pero ni él ni sus manos olían a magia. Viendo que no llovía, solo había una opción.
-Pierdete, hombre chatarra. Yo estaba aquí primero. Si quieres que te lean tu vida, esperate fuera. No he terminado aún.- dije, señalando a la entrada con la cabeza. -¿O vienes a por una pelea?- pregunté, esbozando media sonrisa.
-Por favor, reconsiderad. Este hombre es mucho más peligroso de lo que puede parecer.- intervino la adivina. -Y... si peleais... hacedlo fuera. ¿Por favor?- pidió. Las dos últimas palabras iban dirigidas a mi, directamente. Era una sensación extraña. Aquella era la deferencia que me merecía. La que el resto del mundo debía tener. Aquella era la única persona que iba a mostrarla, aparte de a los que ya había hecho recordar.
-¡Bah! Solo dices eso porque te está defendiendo.- gruñó el tipo. No me sorprendía del todo. Yo también habría respondido de manera similar, si fuese idiota. Lo ignoré, mirando a la bruja.
-Di mi nombre.- dije.
-No... lo sé. Pero puedo averiguarlo. Solo necesito que vuelvas a tirar.- aseguró. Tres dados flotaron por el aire hasta quedar a mi alcance. Estos tenían muchos más símbolos. Símbolos familiares... Runas.
Resoplé y dejé caer los dados sobre el tablero. Después, centré mi atención en el humano y el bio. El primero aún trataba de zafarse de mi agarre, sin mucho éxito. Lo solté con brusquedad.
-Salvo que estés dispuesto a morir por tu opinión, desaparece.- resoplé. -Porque yo estoy más que dispuesto a matar por esto.- Nova se materializó en mi mano, resaltando mis palabras. El brillo etéreo del arma debía ser suficiente para dejar claro que no era ninguna broma. El hombre retrocedió, aún sin decir nada. Solo una vez salió de la tienda empezó a mascullar un insulto.
Me volví hacia el biocibernético. Aún tenía que lidiar con eso. Pero antes de que dijese nada, la voz de la adivina me interrumpió.
-Asher. Asher Daregan.-
Me detuve y miré a la mujer. No me molesté en preguntar como. La respuesta era "magia", evidentemente. Pero lo que importaba era que lo recordase.
O eso me habría gustado pensar. Sabía que no era tan simple. No me recordaba, simplemente había averiguado lo que todos los demás ignoraban. Era algo. No lo que quería, pero era algo. Suspiré, y finalmente, me saqué la máscara, revelando mi rostro, y con él, las cicatrices y heridas de alguien que debería estar muerto. No estaba seguro de como responder, a decir verdad.
-Ve. Toma tu turno, si tanto lo quieres.- le dije al cibernético. -Pero si estabas tan desesperado, dudo que vaya a ser bonito.- Aun así, no iba a salir de allí. Tenía cosas que decidir. Tampoco es que el cibernético se mereciese privacidad cuando no me había dado ninguna, igualmente.
Interactuo con Raymond
Antes de que pudiese tomar una decisión, otra persona decidió interrumpirnos. Esta vez, con amenazas. Adorable, en cierta forma. Sus guanteletes emanaban electricidad, pero ni él ni sus manos olían a magia. Viendo que no llovía, solo había una opción.
-Pierdete, hombre chatarra. Yo estaba aquí primero. Si quieres que te lean tu vida, esperate fuera. No he terminado aún.- dije, señalando a la entrada con la cabeza. -¿O vienes a por una pelea?- pregunté, esbozando media sonrisa.
-Por favor, reconsiderad. Este hombre es mucho más peligroso de lo que puede parecer.- intervino la adivina. -Y... si peleais... hacedlo fuera. ¿Por favor?- pidió. Las dos últimas palabras iban dirigidas a mi, directamente. Era una sensación extraña. Aquella era la deferencia que me merecía. La que el resto del mundo debía tener. Aquella era la única persona que iba a mostrarla, aparte de a los que ya había hecho recordar.
-¡Bah! Solo dices eso porque te está defendiendo.- gruñó el tipo. No me sorprendía del todo. Yo también habría respondido de manera similar, si fuese idiota. Lo ignoré, mirando a la bruja.
-Di mi nombre.- dije.
-No... lo sé. Pero puedo averiguarlo. Solo necesito que vuelvas a tirar.- aseguró. Tres dados flotaron por el aire hasta quedar a mi alcance. Estos tenían muchos más símbolos. Símbolos familiares... Runas.
Resoplé y dejé caer los dados sobre el tablero. Después, centré mi atención en el humano y el bio. El primero aún trataba de zafarse de mi agarre, sin mucho éxito. Lo solté con brusquedad.
-Salvo que estés dispuesto a morir por tu opinión, desaparece.- resoplé. -Porque yo estoy más que dispuesto a matar por esto.- Nova se materializó en mi mano, resaltando mis palabras. El brillo etéreo del arma debía ser suficiente para dejar claro que no era ninguna broma. El hombre retrocedió, aún sin decir nada. Solo una vez salió de la tienda empezó a mascullar un insulto.
Me volví hacia el biocibernético. Aún tenía que lidiar con eso. Pero antes de que dijese nada, la voz de la adivina me interrumpió.
-Asher. Asher Daregan.-
Me detuve y miré a la mujer. No me molesté en preguntar como. La respuesta era "magia", evidentemente. Pero lo que importaba era que lo recordase.
O eso me habría gustado pensar. Sabía que no era tan simple. No me recordaba, simplemente había averiguado lo que todos los demás ignoraban. Era algo. No lo que quería, pero era algo. Suspiré, y finalmente, me saqué la máscara, revelando mi rostro, y con él, las cicatrices y heridas de alguien que debería estar muerto. No estaba seguro de como responder, a decir verdad.
-Ve. Toma tu turno, si tanto lo quieres.- le dije al cibernético. -Pero si estabas tan desesperado, dudo que vaya a ser bonito.- Aun así, no iba a salir de allí. Tenía cosas que decidir. Tampoco es que el cibernético se mereciese privacidad cuando no me había dado ninguna, igualmente.
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Asher Daregan
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
-Se encontraba por acá..... De-debo advertirte que mi mascota no es lo que piensas- comento el joven mientras guiaba al enmascarado Zelas hacia la ultima ubicación de su mascota, -¿es solo una mascota no?, cuando mucho será perro feo- comento el elfo restándole importancia al asunto.
-Me llamo Eriu, gracias por ayudarme-
-Tranquilo, no pasa nada-
-No, enserio no sabes lo que significa, no podría atraparlo solo-
-¿Cual es el punto de tener una mascota que no te hace caso?
-Oh ya lo veras, soy un poco... Ahí esta-
El joven Eriu señalo a una creatura que poco y nada se asemejaba a lo que podría ser una mascota convencional, por sus rasgos parecía ser un Kag, a pesar de haber escuchado sobre como eran, esa era la primera vez que Zelas veía uno en persona, -ja! te dije que era un perro feo- comento el elfo mientras veía como la creatura iba embistiendo a todo lo que se le pusiera enfrente.
-Es un Kag, no un perro-
-Sigue estando feo-
-Esta asustado, alguien hizo estallar algo y salió corriendo-
-Entonces dices que si se detiene... ¿Puedes volver a calmarlo?-
-Puedo intentarlo-
-He domado Feìdh mas grandes, lo montare e intentare detenerlo, trata de seguirnos el paso-
-¿Y como se supone que lo harás?- grito el joven Eriu, sin embargo Zelas ya se había hecho a un lado en busca de algo que arrojarle al animal para llamar su atención, por suerte encontró a un carpintero despistado que estaba demasiado ocupado intentando mover unos muebles y había descuidado sus herramientas, el elfo sin perder el tiempo tomo el primer mango que sobresalía y lo arrojo, para su mala suerte era solo un cincel el cual ni siquiera inmuto al kag, probo con el segundo y esta vez tuvo mas suerte, ya que era un martillo el cual tampoco hizo mucho en la creatura, sin embargo, hizo lo suficiente para que el animal ahora corriera en su dirección.
-Esa es la pregunta que siempre me hago- comento para si mismo, respondiendo así la pregunta que antes le había hecho el joven Eriu, el kag se acercaba peligrosamente cuando Zelas en un ágil y elegante movimiento salto para sujetarse de una parte de la dura caparazón de este, montándolo en el acto y pasando cerca de Eriu, -síguenos!!!- alcanzo a gritar antes de perderse en el pueblo junto con el kag.
OFF: Encuentro al Kag junto con Eriu, lo monto y me pierdo en el pueblo con el kag, separándome así de Eriu y dando coherencia al post de Sango que viene por la misma mascara.
-Me llamo Eriu, gracias por ayudarme-
-Tranquilo, no pasa nada-
-No, enserio no sabes lo que significa, no podría atraparlo solo-
-¿Cual es el punto de tener una mascota que no te hace caso?
-Oh ya lo veras, soy un poco... Ahí esta-
El joven Eriu señalo a una creatura que poco y nada se asemejaba a lo que podría ser una mascota convencional, por sus rasgos parecía ser un Kag, a pesar de haber escuchado sobre como eran, esa era la primera vez que Zelas veía uno en persona, -ja! te dije que era un perro feo- comento el elfo mientras veía como la creatura iba embistiendo a todo lo que se le pusiera enfrente.
-Es un Kag, no un perro-
-Sigue estando feo-
-Esta asustado, alguien hizo estallar algo y salió corriendo-
-Entonces dices que si se detiene... ¿Puedes volver a calmarlo?-
-Puedo intentarlo-
-He domado Feìdh mas grandes, lo montare e intentare detenerlo, trata de seguirnos el paso-
-¿Y como se supone que lo harás?- grito el joven Eriu, sin embargo Zelas ya se había hecho a un lado en busca de algo que arrojarle al animal para llamar su atención, por suerte encontró a un carpintero despistado que estaba demasiado ocupado intentando mover unos muebles y había descuidado sus herramientas, el elfo sin perder el tiempo tomo el primer mango que sobresalía y lo arrojo, para su mala suerte era solo un cincel el cual ni siquiera inmuto al kag, probo con el segundo y esta vez tuvo mas suerte, ya que era un martillo el cual tampoco hizo mucho en la creatura, sin embargo, hizo lo suficiente para que el animal ahora corriera en su dirección.
-Esa es la pregunta que siempre me hago- comento para si mismo, respondiendo así la pregunta que antes le había hecho el joven Eriu, el kag se acercaba peligrosamente cuando Zelas en un ágil y elegante movimiento salto para sujetarse de una parte de la dura caparazón de este, montándolo en el acto y pasando cerca de Eriu, -síguenos!!!- alcanzo a gritar antes de perderse en el pueblo junto con el kag.
OFF: Encuentro al Kag junto con Eriu, lo monto y me pierdo en el pueblo con el kag, separándome así de Eriu y dando coherencia al post de Sango que viene por la misma mascara.
Zelas Hazelmere
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Tras mi inhalación decidí dejar al tonto vivir, al final nos encontrábamos en un evento que se suponía que promovía el perdón, pero ¿Por qué aquel hombre al que inicialmente lo veía como un héroe empezó a reírse como un loco? Todo se estaba tornando muy raro.
Instintivamente dí un paso hacía atrás, no estaba entendiendo lo que ocurría pero sentí la necesidad de tomar distancia de aquella escena tan extraña.
-Uhhh!!!- solté del susto y llevé rápidamente ambas manos a mi boca de la impresión. No me esperaba en lo absoluto que el señor le estampara al borracho ese puñetazo tan seco y directo.
¿Qué diabl..? Pensé al escuchar a Branwen celebrar y después de unos segundo fue que entendí lo que se venía.
Mi corazón empezó a acelerarse, no sabía cómo manejar esa situación, no tenía una estrategia para defenderme cuerpo a cuerpo con nadie a quién no quisiera directamente matar, y por más que esos mastodontes no tenían cerebro podían tener una familia, no se merecían la muerte solo por una pelea de ego que surgió de la nada.
Enseguida pensé usar de escudo algunos platos, o esconderme bajo las mesas así que eso intenté pero en poco tiempo todo objeto que se me ocurría salía volando por los aires o era usado por otra persona para generar más caos.
-¡¡AAH!!- exclamé del susto al ver como un hombre caía sobre una silla que se encontraba muy cerca de mí.
Con cuidado tomé una de las patas de la silla ya rota y pensaba atacar a golpes a unos tantos que iban en contra de ¿mi equipo? pero recapacité a tiempo y en vez de usar la pata como bate la arrojé con fuerza, bueno con más telekinesis que con fuerza, para darle en la cabeza a uno de los borrachos.
Al inicio ninguno se atrevió a dirigirme un golpe directamente, supongo que por tema de que podrían catalogarlo como cobarte, pero el involucrarme al parecer hacía que las cosas cambiaran.
Seguí lanzando uno que otro objeto no mortal a la cabeza de varios, sin embargo fue mal cálculo partir un plato en la cabeza de un mastodonte. Este se volteó furioso y agarró un objeto del piso y lo partió contra su cabeza con mucha fuerza como demostración de poder. No tenía intenciones de matar a nadie, pero no podía dejar que ese tipo se acercara mucho a mí porque sino iba a quedar aplastada.
En eso escuché a Branwen que se acercaba casi desnudo a ayudarme con su prominente pelo en el pecho. Aquella escena me distrajo y recibí un empujón que no sé de donde provino y que me hizo caer en el piso, por suerte Branwen llegó a tiempo a estamparle un golpe en la nariz al tipo que me tumbó para alejarlo, y a mí me dió chance de sacar varias de mis agujas para lanzarlas al pie del mastodonte que se acercaba peligrosamente a nosotros. Por adrenalina le lancé al mastodonte algunas jarras en la cabeza para terminar de desestabilizarlo y que nos dejara en paz.
Tomé el brazo de Branwen para levantarme y busqué con la mirada al buscapleito que inició todo esto. El señor estaba recibiendo en ese momento un montón de golpes en su ¿estomago? - Ezzz- solté un sonido de dolor en reacción a lo que estaba viendo y enseguida me impresioné al ver como el señor le estampaba un puñetazo en la cara ¿No está muy mayor para eso? ¿No le duele la mano?
- ¡Vamos! - le dije a Branwen para ayudar al señor.
Usé mi telekinesis para evitar que la botella lastimara al señor y luego ... me llevé las manos a la cabeza al ver como cargaba a su contrincante y lo usaba de arma.
Resoplé un poco frustrada porque quería evitar a toda costa matar a alguien, definitivamente esta pelea hubiese sido muy distinta si les clavaba a todos unas agujas en el cuello. Bueno... ni tanto pensé mirando a mi alrededor otras peleas un poco distintas a las que yo estaba librando. Resultaba que sólo me había encontrado con contrincantes sencillos, sin embargo habían posibles contrincantes que empezaban a mostrar otros rasgos especiales y que seguramente no podría matar así como así.
Corrí hasta acercarme al señor, coloqué mi mano en su pecho para llamar su atención para decirle con mucha convicción y mirándolo fijamente a los ojos -Debemos alejarnos, todos empezaron a pelear de la nada por estar borrachos y tú sólo te defendiste-
De verdad no me apetecía en lo absoluto llamar la atención, y menos con bestias que no estaban en sí mismas.
-TERP...- intentó gritar Branwen con un tumbado en su caminar pero enseguida coloqué mi mano sobre su boca y la presioné.
Recibí un fuerte mordisco en mi mano y miré a Branwen con ganas de darle un puñetazo que seguramente me lastimaría más a mí, pero al menos la mirada hizo que no siguiera llamando la atención.
En eso una mujer muy sigilosa y que había aparecido de la nada se nos acercó.
-Les creo- dijo de forma muy amable y enseguida empezó a tocar mi espalda, pasando luego a rozar sus dedos en el cuerpo de Branwen que estaba desnudo del torso hasta que llegó hasta donde estaba el señor y con este se tomó su tiempo de mirarlo de una forma muy seductora de arriba a abajo y aprovechó de tocar con delicadeza pero con mucha pretensión los brazos del señor. -¿Los ayudo a salir de aquí?- dijo con un poco de travesura en su voz.
Quería alejarme de ese lugar, pero esa mujer no me daba muy buena espina.
En eso sonó una flauta y luego una voz fuerte resonó -¡Compórtense!-
Aquellas palabras del hombre misterioso hicieron que la batalla fuese cesando poco a poco, algunos dieron sus últimos puñetazos para terminar lo que habían comenzado y otros tantos simplemente siguieron la petición de este ser un poco desconcertados pero seguramente era efecto del alcohol. Pocos rechistaron pero no les importaba demasiado seguir atentos de lo que decía el hombre, sólo no querían problemas con él así que siguieron bebiendo como si nada.
-¿Se van tan rápido?- nos preguntó - ¿No les parece magnífico como el liberar las energías hace que la sangre hierva?- esta vez su pregunta fue más para Eltrant -Siempre es bueno liberar tensiones, los enfrentamientos son ... excitantes- dijo para tomar un sorbo de su copa, que era muy distinta a las jarras de alcohol comunes.
-Vamonos- le susurró la chica al oído a Eltrant.
-¿Cuánto pides por tu medalla de heroísmo?- preguntó el hombre - ¿Y tú? ¿Cómo es que sólo tienes una mordida?- me preguntó -Y tú... no tienes ni un rasguño- dijo refiriendose a la mujer que se nos unió.
Me miré la mano y me dí cuenta de que era un poco extraño que Branwen estuviera sudado y el señor tuviera rastros en las manos que evidenciaban que había participado en aquel revuelo y yo no tenía más que un pequeño dolor en el coxis. Aunque al pensarlo bien me alegraba porque si alguno de esos locos me llegaba a tocar seguramente me descuartizarían.
-Señor...- pronuncié.
-...Duke- dijo el complacido tomando otro sorbo de su copa.
Hice una reverencia -No hubiese sido así si no fuera por usted y le estoy muy agradecida-
Duke elevó una ceja aceptando su ¿superioridad? y se volvió a mirar a Eltrant y a la chica.
Instintivamente dí un paso hacía atrás, no estaba entendiendo lo que ocurría pero sentí la necesidad de tomar distancia de aquella escena tan extraña.
-Uhhh!!!- solté del susto y llevé rápidamente ambas manos a mi boca de la impresión. No me esperaba en lo absoluto que el señor le estampara al borracho ese puñetazo tan seco y directo.
¿Qué diabl..? Pensé al escuchar a Branwen celebrar y después de unos segundo fue que entendí lo que se venía.
- Música:
Mi corazón empezó a acelerarse, no sabía cómo manejar esa situación, no tenía una estrategia para defenderme cuerpo a cuerpo con nadie a quién no quisiera directamente matar, y por más que esos mastodontes no tenían cerebro podían tener una familia, no se merecían la muerte solo por una pelea de ego que surgió de la nada.
Enseguida pensé usar de escudo algunos platos, o esconderme bajo las mesas así que eso intenté pero en poco tiempo todo objeto que se me ocurría salía volando por los aires o era usado por otra persona para generar más caos.
-¡¡AAH!!- exclamé del susto al ver como un hombre caía sobre una silla que se encontraba muy cerca de mí.
Con cuidado tomé una de las patas de la silla ya rota y pensaba atacar a golpes a unos tantos que iban en contra de ¿mi equipo? pero recapacité a tiempo y en vez de usar la pata como bate la arrojé con fuerza, bueno con más telekinesis que con fuerza, para darle en la cabeza a uno de los borrachos.
Al inicio ninguno se atrevió a dirigirme un golpe directamente, supongo que por tema de que podrían catalogarlo como cobarte, pero el involucrarme al parecer hacía que las cosas cambiaran.
Seguí lanzando uno que otro objeto no mortal a la cabeza de varios, sin embargo fue mal cálculo partir un plato en la cabeza de un mastodonte. Este se volteó furioso y agarró un objeto del piso y lo partió contra su cabeza con mucha fuerza como demostración de poder. No tenía intenciones de matar a nadie, pero no podía dejar que ese tipo se acercara mucho a mí porque sino iba a quedar aplastada.
En eso escuché a Branwen que se acercaba casi desnudo a ayudarme con su prominente pelo en el pecho. Aquella escena me distrajo y recibí un empujón que no sé de donde provino y que me hizo caer en el piso, por suerte Branwen llegó a tiempo a estamparle un golpe en la nariz al tipo que me tumbó para alejarlo, y a mí me dió chance de sacar varias de mis agujas para lanzarlas al pie del mastodonte que se acercaba peligrosamente a nosotros. Por adrenalina le lancé al mastodonte algunas jarras en la cabeza para terminar de desestabilizarlo y que nos dejara en paz.
Tomé el brazo de Branwen para levantarme y busqué con la mirada al buscapleito que inició todo esto. El señor estaba recibiendo en ese momento un montón de golpes en su ¿estomago? - Ezzz- solté un sonido de dolor en reacción a lo que estaba viendo y enseguida me impresioné al ver como el señor le estampaba un puñetazo en la cara ¿No está muy mayor para eso? ¿No le duele la mano?
- ¡Vamos! - le dije a Branwen para ayudar al señor.
Usé mi telekinesis para evitar que la botella lastimara al señor y luego ... me llevé las manos a la cabeza al ver como cargaba a su contrincante y lo usaba de arma.
Resoplé un poco frustrada porque quería evitar a toda costa matar a alguien, definitivamente esta pelea hubiese sido muy distinta si les clavaba a todos unas agujas en el cuello. Bueno... ni tanto pensé mirando a mi alrededor otras peleas un poco distintas a las que yo estaba librando. Resultaba que sólo me había encontrado con contrincantes sencillos, sin embargo habían posibles contrincantes que empezaban a mostrar otros rasgos especiales y que seguramente no podría matar así como así.
Corrí hasta acercarme al señor, coloqué mi mano en su pecho para llamar su atención para decirle con mucha convicción y mirándolo fijamente a los ojos -Debemos alejarnos, todos empezaron a pelear de la nada por estar borrachos y tú sólo te defendiste-
De verdad no me apetecía en lo absoluto llamar la atención, y menos con bestias que no estaban en sí mismas.
-TERP...- intentó gritar Branwen con un tumbado en su caminar pero enseguida coloqué mi mano sobre su boca y la presioné.
Recibí un fuerte mordisco en mi mano y miré a Branwen con ganas de darle un puñetazo que seguramente me lastimaría más a mí, pero al menos la mirada hizo que no siguiera llamando la atención.
En eso una mujer muy sigilosa y que había aparecido de la nada se nos acercó.
- música:
- mujer sigilosa:
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-Les creo- dijo de forma muy amable y enseguida empezó a tocar mi espalda, pasando luego a rozar sus dedos en el cuerpo de Branwen que estaba desnudo del torso hasta que llegó hasta donde estaba el señor y con este se tomó su tiempo de mirarlo de una forma muy seductora de arriba a abajo y aprovechó de tocar con delicadeza pero con mucha pretensión los brazos del señor. -¿Los ayudo a salir de aquí?- dijo con un poco de travesura en su voz.
Quería alejarme de ese lugar, pero esa mujer no me daba muy buena espina.
En eso sonó una flauta y luego una voz fuerte resonó -¡Compórtense!-
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Aquellas palabras del hombre misterioso hicieron que la batalla fuese cesando poco a poco, algunos dieron sus últimos puñetazos para terminar lo que habían comenzado y otros tantos simplemente siguieron la petición de este ser un poco desconcertados pero seguramente era efecto del alcohol. Pocos rechistaron pero no les importaba demasiado seguir atentos de lo que decía el hombre, sólo no querían problemas con él así que siguieron bebiendo como si nada.
-¿Se van tan rápido?- nos preguntó - ¿No les parece magnífico como el liberar las energías hace que la sangre hierva?- esta vez su pregunta fue más para Eltrant -Siempre es bueno liberar tensiones, los enfrentamientos son ... excitantes- dijo para tomar un sorbo de su copa, que era muy distinta a las jarras de alcohol comunes.
-Vamonos- le susurró la chica al oído a Eltrant.
-¿Cuánto pides por tu medalla de heroísmo?- preguntó el hombre - ¿Y tú? ¿Cómo es que sólo tienes una mordida?- me preguntó -Y tú... no tienes ni un rasguño- dijo refiriendose a la mujer que se nos unió.
Me miré la mano y me dí cuenta de que era un poco extraño que Branwen estuviera sudado y el señor tuviera rastros en las manos que evidenciaban que había participado en aquel revuelo y yo no tenía más que un pequeño dolor en el coxis. Aunque al pensarlo bien me alegraba porque si alguno de esos locos me llegaba a tocar seguramente me descuartizarían.
-Señor...- pronuncié.
-...Duke- dijo el complacido tomando otro sorbo de su copa.
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Valyria esperó pacientemente como una buena niña a que la chiquilla acabara, hasta que finalmente acabó y le entregó el dibujo orgullosa, así que por supuesto, lo miró, intentando saciar su curiosidad. Nada de lo que llevaba necesitaba tanto rojo.
-Ah…- fue todo lo que pudo decir.
-¿Algún problema? ¿No te gusta?- menos mal que era ciega, estaba segura de que estaba pálida.
-No, no pasa nada.- Mintió. -Es… muy bonito, tanto yo como mi… amigo. Voy a dejarte un rato para que disfrutes de la comida, ¿vale? En… enseguida vuelvo.- y prácticamente salió corriendo. Una reacción muy muy adulta, pero daba igual, porque los adultos siempre tenían prisa o algo, así que en realidad era normal.
En cualquier caso, la elfa se alejó un par de calles, haciendo quiebros aquí y allá, buscando algún lugar tranquilo. Finalmente se decidió por una calle en la que no había nadie, con un barril convenientemente colocado. Respirando hondo, se sentó con un saltito y desdobló el dibujo.
Allí estaba ella, ciertamente. Pelo plateado, con una cara que se parecía a la suya. A la real, no la actual, su armadura, hasta los detalles que tenía aquí y allá. Era un dibujo sencillo pero elegante, y desde luego mejor de lo que ella podría hacer. Y que Banbaro estuviera a su izquierda, con una forma de jabalí difuminada, junto a su cara, daba algo más de veracidad a la otra parte del dibujo que estaba evitando.
Una nube de puro rojo, con dos ojos y una cruel sonrisa, a su derecha. Una forma tan sencilla, poco más que el resultado de frotar el lápiz sin parar como un poseído. Y sin embargo, mirar esa estúpida nube le ponía los pelos de punta. Miró por encima de su espalda, para no ver nada, obviamente, y luego volvió su vista al dibujo, concentrándose. -¿Quién eres tú?- preguntó a la nada.
Y de repente, se moría de calor, el olor a humo inundando su nariz, el sabor de ceniza en la boca y sus oídos se llenaban de suplicas, rogando que los…
Unas suaves manos la abrazaron por detrás, una mejilla frotando contra su cabeza, lentamente. El calor bajó a niveles tolerables, reconfortantes, como si estuviera tapada con una manta en una noche de invierno. No necesitaba mirarla ni olerla para saber que era su hermanita. -Dond…- no, solía ir y venir, donde había estado no era una buena pregunta. -¿Cómo me has reconocido?- no había venido con ella a Sandorai, por lo que la maldición debería haberla afectado también. Su hermana interrumpió el abrazo, moviéndose delante de ella y poniendo ambas manos sobre su pecho, haciendo un corazón y moviéndolo hacia el suyo. -¿El poder del amor? Desde cuándo eres tan cursAUU.- se frotó el brazo golpeado gruñendo groserías, pero se alegraba de que su hermana estuviera bien y que estuviera de vuelta con ella.
Galatea recogió el papel de su mano y lo dobló, guardándolo en su armadura con un gesto de “preocúpate luego”, para luego señalar su boca, haciendo gestos para comer. “¿Qué hay de comer aquí?”
-¡Oh! Un tipo me vendió algo muy bueno, son unas barritas…espera.- se giró, para rebuscar en su bolsa, el dibujo olvidado, mientras su hermana esbozaba una sonrisa, por un instante, cruelmente similar a la del dibujo. Finalmente, el dulce salió de la bolsa y le ofreció uno a su hermana, que tomó un solo mordisco y se quedó quieta, contemplativa. Finalmente, tras unos segundos, señaló con la barrita en un círculo. -Hacia el sur, nada más entrar, muy cerca del tipo con las máscaras. Oh, cierto, necesitas una máscara.- pero su hermana ya estaba haciendo un gesto con la mano descartando la idea. -Imaginate lo dramática que lucirás...- Ladeo la cabeza un poco, con la barrita en la barbilla, contemplando la idea unos segundos. Finalmente, con un saludo y unas palmaditas hacia su bolsa de aeros, se despidió de ella para ir a dejar sin existencias a ese pobre vendedor. -¡No te lo gastes todo en dulces!- eso provocó que se girara, con una ceja alzada y la mirada incrédula. Podía oír la acusación clara como el día, a pesar de que estaba segura de que no la había visto.-Es decir, tu eres la mayor, ¡la responsable!- con un bufido, su hermana desapareció en la esquina.
-A ver, ¿dónde estaban esos gatitos tan adorables? Lucian bien cuidados, puede que se hayan perdido...- ¿Y qué clase de persona sería si no los ayudará a volver a casa sanos y salvos, preferiblemente tras achucharlos muy muy mucho en el proceso.
-Ah…- fue todo lo que pudo decir.
-¿Algún problema? ¿No te gusta?- menos mal que era ciega, estaba segura de que estaba pálida.
-No, no pasa nada.- Mintió. -Es… muy bonito, tanto yo como mi… amigo. Voy a dejarte un rato para que disfrutes de la comida, ¿vale? En… enseguida vuelvo.- y prácticamente salió corriendo. Una reacción muy muy adulta, pero daba igual, porque los adultos siempre tenían prisa o algo, así que en realidad era normal.
En cualquier caso, la elfa se alejó un par de calles, haciendo quiebros aquí y allá, buscando algún lugar tranquilo. Finalmente se decidió por una calle en la que no había nadie, con un barril convenientemente colocado. Respirando hondo, se sentó con un saltito y desdobló el dibujo.
Allí estaba ella, ciertamente. Pelo plateado, con una cara que se parecía a la suya. A la real, no la actual, su armadura, hasta los detalles que tenía aquí y allá. Era un dibujo sencillo pero elegante, y desde luego mejor de lo que ella podría hacer. Y que Banbaro estuviera a su izquierda, con una forma de jabalí difuminada, junto a su cara, daba algo más de veracidad a la otra parte del dibujo que estaba evitando.
Una nube de puro rojo, con dos ojos y una cruel sonrisa, a su derecha. Una forma tan sencilla, poco más que el resultado de frotar el lápiz sin parar como un poseído. Y sin embargo, mirar esa estúpida nube le ponía los pelos de punta. Miró por encima de su espalda, para no ver nada, obviamente, y luego volvió su vista al dibujo, concentrándose. -¿Quién eres tú?- preguntó a la nada.
Y de repente, se moría de calor, el olor a humo inundando su nariz, el sabor de ceniza en la boca y sus oídos se llenaban de suplicas, rogando que los…
Unas suaves manos la abrazaron por detrás, una mejilla frotando contra su cabeza, lentamente. El calor bajó a niveles tolerables, reconfortantes, como si estuviera tapada con una manta en una noche de invierno. No necesitaba mirarla ni olerla para saber que era su hermanita. -Dond…- no, solía ir y venir, donde había estado no era una buena pregunta. -¿Cómo me has reconocido?- no había venido con ella a Sandorai, por lo que la maldición debería haberla afectado también. Su hermana interrumpió el abrazo, moviéndose delante de ella y poniendo ambas manos sobre su pecho, haciendo un corazón y moviéndolo hacia el suyo. -¿El poder del amor? Desde cuándo eres tan cursAUU.- se frotó el brazo golpeado gruñendo groserías, pero se alegraba de que su hermana estuviera bien y que estuviera de vuelta con ella.
Galatea recogió el papel de su mano y lo dobló, guardándolo en su armadura con un gesto de “preocúpate luego”, para luego señalar su boca, haciendo gestos para comer. “¿Qué hay de comer aquí?”
-¡Oh! Un tipo me vendió algo muy bueno, son unas barritas…espera.- se giró, para rebuscar en su bolsa, el dibujo olvidado, mientras su hermana esbozaba una sonrisa, por un instante, cruelmente similar a la del dibujo. Finalmente, el dulce salió de la bolsa y le ofreció uno a su hermana, que tomó un solo mordisco y se quedó quieta, contemplativa. Finalmente, tras unos segundos, señaló con la barrita en un círculo. -Hacia el sur, nada más entrar, muy cerca del tipo con las máscaras. Oh, cierto, necesitas una máscara.- pero su hermana ya estaba haciendo un gesto con la mano descartando la idea. -Imaginate lo dramática que lucirás...- Ladeo la cabeza un poco, con la barrita en la barbilla, contemplando la idea unos segundos. Finalmente, con un saludo y unas palmaditas hacia su bolsa de aeros, se despidió de ella para ir a dejar sin existencias a ese pobre vendedor. -¡No te lo gastes todo en dulces!- eso provocó que se girara, con una ceja alzada y la mirada incrédula. Podía oír la acusación clara como el día, a pesar de que estaba segura de que no la había visto.-Es decir, tu eres la mayor, ¡la responsable!- con un bufido, su hermana desapareció en la esquina.
-A ver, ¿dónde estaban esos gatitos tan adorables? Lucian bien cuidados, puede que se hayan perdido...- ¿Y qué clase de persona sería si no los ayudará a volver a casa sanos y salvos, preferiblemente tras achucharlos muy muy mucho en el proceso.
- Spoiler:
All acording to plan (?), Val continua la trama mientras se va a tomar un respiro para dejar que la niña dibuje otra gente, a wood puede, o a alguien más que se apunte. También me preparo un poco para ayudar a la pobre señora de los gatos y espero que Eil me deje achuchar al gato más grande de todos, su tigrazo (¿)
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Eriu les contó el resto de la historia. Por lo visto un hombre con máscara de pájaro se había ofrecido a ayudarle. Lo que pasa es que ya encontraron el kag y el hombre le lanzó un martillo y se subió a él. Aquella parte le hizo gracia a Sango que demostró con una sonora carcajada pese a la tensión del momento.
- Ojalá tenga éxito, por lo que me contaron no es fácil montar a estas bestias... Bueno, dime, ¿por qué se ha escapado? ¿No le has enseñado órdenes?- Eriu miró hacia él.- ¿Algún gesto?
- Que me siga, y le digo que no a muchas cosas, y...-
- ¿Qué le das de comer?- Sango echó a andar calle abajo en dirección a la que le había dicho Eriu que el otro hombre montó al kag.
- Hombre, lo que puedo, vísceras sobre todo, es lo que más barato sale.- Dijo Eriu mirando de un lado a otro.
- Joder, de vez en cuando hay que darle algo fresco, llevarlo de caza o dejar que cace, no sé, el mío no dio ni un problema...- Sango suspiró y vio el martillo en el suelo que movió con la bota.- Y entonces este señor lo ha montado y por lo que me has contado los dos salieron corriendo, ¿hacia...?- Se giró para mirar a Eriu que se encogió de hombros.
- Los perdí.- Dijo finalmente. Sango asintió y se volvió hacia Taia que estudiaba el suelo.
La mujer se levantó y le miró e indicó una dirección, "posible dirección" dijo ella. Sango asintió y los tres echaron a andar. Pasaron un rato en silencio, escuchando con atención cualquier ruido fuera de lugar. Cuando llevaban un rato Ben decidió romper el silencio y le preguntó cómo se había hecho con el kag.
- Unos amigos me lo dieron. Me dijeron que había sido criado para la guerra y...-
- Eh, espera, ¿criado para la guerra y te lo dan a ti? ¿Por qué? ¿Desde cuándo el orgulloso pueblo nórgedo regala kags?- Sango se detuvo y clavó la mirada en Eriu.- Preguntarías por qué, ¿verdad?- El silencio que se formó era extraño porque había algo más.
Al tiempo que Sango giraba la cabeza un kag montado le embistió y lo mandó volando a una distancia considerable. Sango sacudió la cabeza y a punto estuvo de perder la máscara. Se levantó lo más rápido que pudo para ver que el kag estaba saltando y pegando patadas para deshacerse del que lo montaba. Ben observó al kag durante un tiempo, era más grande que el que había sido su fiel compañero. En su lomo y cabeza, según pudo ver, se le había formado una protección más densa que en la del suyo. Hizo una mueca al acordarse de él "lo que podías haber sido, compañero". Ben sacudió la cabeza y avanzó un par de pasos. Había sido pura fortuna que alguna de las púas se le hubiera clavado.
- ¡Tiralo al suelo! ¡Trata de tirarlo al suelo!- Gritó Sango al hombre de la máscara de pájaro.
- ¡Para, es una orden!- Chilló Eriu. Desde luego no funcionó.
- Chaval,- Sango se quitó la capa- en cuanto lo tire al suelo, si es que lo tira, te vas corriendo a ponerle una rodilla en el cuello, ¿me has oído?- Le zarandeó para que espabilara, Taia le puso una mano en el hombro, ella lo ayudaría.- ¿Me has oído? Apriétale fuerte contra el suelo y hazle saber quien manda.- Se giró y caminó hacia la bestia mientras enrollaba la capa sobre sí misma para formar una suerte de cuerda.
Vamos, hombre pájaro, tú puedes.
- Ojalá tenga éxito, por lo que me contaron no es fácil montar a estas bestias... Bueno, dime, ¿por qué se ha escapado? ¿No le has enseñado órdenes?- Eriu miró hacia él.- ¿Algún gesto?
- Que me siga, y le digo que no a muchas cosas, y...-
- ¿Qué le das de comer?- Sango echó a andar calle abajo en dirección a la que le había dicho Eriu que el otro hombre montó al kag.
- Hombre, lo que puedo, vísceras sobre todo, es lo que más barato sale.- Dijo Eriu mirando de un lado a otro.
- Joder, de vez en cuando hay que darle algo fresco, llevarlo de caza o dejar que cace, no sé, el mío no dio ni un problema...- Sango suspiró y vio el martillo en el suelo que movió con la bota.- Y entonces este señor lo ha montado y por lo que me has contado los dos salieron corriendo, ¿hacia...?- Se giró para mirar a Eriu que se encogió de hombros.
- Los perdí.- Dijo finalmente. Sango asintió y se volvió hacia Taia que estudiaba el suelo.
La mujer se levantó y le miró e indicó una dirección, "posible dirección" dijo ella. Sango asintió y los tres echaron a andar. Pasaron un rato en silencio, escuchando con atención cualquier ruido fuera de lugar. Cuando llevaban un rato Ben decidió romper el silencio y le preguntó cómo se había hecho con el kag.
- Unos amigos me lo dieron. Me dijeron que había sido criado para la guerra y...-
- Eh, espera, ¿criado para la guerra y te lo dan a ti? ¿Por qué? ¿Desde cuándo el orgulloso pueblo nórgedo regala kags?- Sango se detuvo y clavó la mirada en Eriu.- Preguntarías por qué, ¿verdad?- El silencio que se formó era extraño porque había algo más.
Al tiempo que Sango giraba la cabeza un kag montado le embistió y lo mandó volando a una distancia considerable. Sango sacudió la cabeza y a punto estuvo de perder la máscara. Se levantó lo más rápido que pudo para ver que el kag estaba saltando y pegando patadas para deshacerse del que lo montaba. Ben observó al kag durante un tiempo, era más grande que el que había sido su fiel compañero. En su lomo y cabeza, según pudo ver, se le había formado una protección más densa que en la del suyo. Hizo una mueca al acordarse de él "lo que podías haber sido, compañero". Ben sacudió la cabeza y avanzó un par de pasos. Había sido pura fortuna que alguna de las púas se le hubiera clavado.
- ¡Tiralo al suelo! ¡Trata de tirarlo al suelo!- Gritó Sango al hombre de la máscara de pájaro.
- ¡Para, es una orden!- Chilló Eriu. Desde luego no funcionó.
- Chaval,- Sango se quitó la capa- en cuanto lo tire al suelo, si es que lo tira, te vas corriendo a ponerle una rodilla en el cuello, ¿me has oído?- Le zarandeó para que espabilara, Taia le puso una mano en el hombro, ella lo ayudaría.- ¿Me has oído? Apriétale fuerte contra el suelo y hazle saber quien manda.- Se giró y caminó hacia la bestia mientras enrollaba la capa sobre sí misma para formar una suerte de cuerda.
Vamos, hombre pájaro, tú puedes.
- Aclaraciones:
- Interactúo de forma indirecta con Zelas.
Sango
Héroe de Aerandir
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
- ¿¡Quién es el siguiente?! – Bramó Eltrant, con los puños aun en alto y los nudillos enrojecidos. El corazón palpitaba con fuerza en su pecho, al compás de sus movimientos, casi se sentía como si estuviese disfrutando todo aquello. - ¡Vamos! ¡Hacedme el día! – Algunos retrocedieron, otros se acercaron aún más.
Eltrant sonrió.
Afortunadamente, la joven que acompañaba ahora a Branwen se acercó y captó su atención, haciéndole ver la realidad de la situación. Aclarándose la garganta, algo avergonzado por el espectáculo que había dado, asintió a la muchacha y se dispuso a abandonar el lugar junto al otro veterano de Térpoli.
Pero entonces apareció una mujer, una ataviada con un vestido cuya parte superior dejaba muy poco a la imaginación. La desconocida afirmó creer que ellos realmente no tenían culpa de lo que había sucedido, y les ofreció ayudarles a salir de allí.
Eltrant enarcó una ceja y miró a la muchacha de la medalla, tratando de leer su expresión, preguntándose cuál era la opinión de la joven al respecto. Se dio cuenta en ese momento de que aun cuando habían participado juntos en toda aquella trifulca no sabía siquiera su nombre.
Pero eso no fue lo único, un fuerte pitido, proveniente de una flauta hizo que la trifulca parase.
- ¿De qué casa noble se supone que te has escapado? – Preguntó Eltrant mirando al tipo, limpiándose la sangre que manaba de su nariz con la manga de la camisa.
La otra mujer, por el contrario, parecía querer marcharse del lugar.
- No está en venta. – dijo prácticamente en un gruñido ante la proposición de vender su medalla.
Levantó uno de los taburetes que había volcado y se sentó en la barra, dónde procedió a dejar varios Aeros y alargó la mano hasta una botella de, creía, vino. Tal y como había comenzado la pelea se había terminado, algunos de los presentes se habían marchado aturdidos, algunos camareros recogían cristales rotos.
Pero todo se había tranquilizado bastante rápido, solo había bastado la flauta del hombre que se acababa de presentar como Duke.
Branwen, aun descamisado, se sentó en un taburete a su lado.
- ¿Y el mordisco a la chica? – Preguntó Eltrant sin girarse a mirarlo siquiera.
- La emoción de… - El veterano no llegó a terminar lo que había dicho, se hizo con otra de las copas que habían sobrevivido a la contienda y se la llenó de alcohol.
- Ajá… - dijo monótonamente a lo que Branwen había dicho, girándose después hacía Duke y la desconocida. - ¿Por qué no os ponéis al día el uno al otro de vuestras conspiraciones particulares? Yo mientras... voy a beber un poco. – Les dijo, sintiéndose de pronto muy, muy cansado.
Lo único que quería era encontrar a Lyn.
- ¿Y esa pelea? – La imagen de la vampiresa se apareció a su lado, apoyada en el mostrador. – No me digas que te enfadas tan rápido, Mortal. – Ahora tenía una copa de vino en la mano, de la que bebió un poco. – Deberías respirar hondo y contar hasta diez en esos casos. O hasta cinco mejor, que no me gusta que te esfuerces mucho pensando. – Lyn sonrió, la copa había desaparecido y ahora estaba al lado de la chica cuyo nombre aun no sabía, hizo como que le limpiaba el polvo que cubría sus ropajes y que se había ganado en la pelea.
- Por cierto, ¿Te has presentado? –
Lyn desapareció, se volvió a encontrar con la mirada inquisitiva de Duke y la mujer desconocida de brazos cruzados; quien parecía realmente impaciente por marcharse de allí. Suspiró, sabiendo que eso nunca era buena señal, apoyó ambos codos en el mostrador.
- Tale. – Le dijo a la joven. – Ese es mi nombre. – Añadió a continuación, bebiendo esta vez directamente desde la botella, volviéndose entonces hacía los dos desconocidos que parecían tan interesados en ellos. – Ahora decidme qué queréis. Me gustaría conversar aquí con mi amigo veterano de… - Branwen había comenzado a coquetear con una de las camareras, relatando de nuevo lo que había vivido en Térpoli.
Eltrant exhaló un suspiró.
Off: Interactuo con Magazubi. Continuó la trama 2.
Eltrant sonrió.
Afortunadamente, la joven que acompañaba ahora a Branwen se acercó y captó su atención, haciéndole ver la realidad de la situación. Aclarándose la garganta, algo avergonzado por el espectáculo que había dado, asintió a la muchacha y se dispuso a abandonar el lugar junto al otro veterano de Térpoli.
Pero entonces apareció una mujer, una ataviada con un vestido cuya parte superior dejaba muy poco a la imaginación. La desconocida afirmó creer que ellos realmente no tenían culpa de lo que había sucedido, y les ofreció ayudarles a salir de allí.
Eltrant enarcó una ceja y miró a la muchacha de la medalla, tratando de leer su expresión, preguntándose cuál era la opinión de la joven al respecto. Se dio cuenta en ese momento de que aun cuando habían participado juntos en toda aquella trifulca no sabía siquiera su nombre.
Pero eso no fue lo único, un fuerte pitido, proveniente de una flauta hizo que la trifulca parase.
- ¿De qué casa noble se supone que te has escapado? – Preguntó Eltrant mirando al tipo, limpiándose la sangre que manaba de su nariz con la manga de la camisa.
La otra mujer, por el contrario, parecía querer marcharse del lugar.
- No está en venta. – dijo prácticamente en un gruñido ante la proposición de vender su medalla.
Levantó uno de los taburetes que había volcado y se sentó en la barra, dónde procedió a dejar varios Aeros y alargó la mano hasta una botella de, creía, vino. Tal y como había comenzado la pelea se había terminado, algunos de los presentes se habían marchado aturdidos, algunos camareros recogían cristales rotos.
Pero todo se había tranquilizado bastante rápido, solo había bastado la flauta del hombre que se acababa de presentar como Duke.
Branwen, aun descamisado, se sentó en un taburete a su lado.
- ¿Y el mordisco a la chica? – Preguntó Eltrant sin girarse a mirarlo siquiera.
- La emoción de… - El veterano no llegó a terminar lo que había dicho, se hizo con otra de las copas que habían sobrevivido a la contienda y se la llenó de alcohol.
- Ajá… - dijo monótonamente a lo que Branwen había dicho, girándose después hacía Duke y la desconocida. - ¿Por qué no os ponéis al día el uno al otro de vuestras conspiraciones particulares? Yo mientras... voy a beber un poco. – Les dijo, sintiéndose de pronto muy, muy cansado.
Lo único que quería era encontrar a Lyn.
- ¿Y esa pelea? – La imagen de la vampiresa se apareció a su lado, apoyada en el mostrador. – No me digas que te enfadas tan rápido, Mortal. – Ahora tenía una copa de vino en la mano, de la que bebió un poco. – Deberías respirar hondo y contar hasta diez en esos casos. O hasta cinco mejor, que no me gusta que te esfuerces mucho pensando. – Lyn sonrió, la copa había desaparecido y ahora estaba al lado de la chica cuyo nombre aun no sabía, hizo como que le limpiaba el polvo que cubría sus ropajes y que se había ganado en la pelea.
- Por cierto, ¿Te has presentado? –
Lyn desapareció, se volvió a encontrar con la mirada inquisitiva de Duke y la mujer desconocida de brazos cruzados; quien parecía realmente impaciente por marcharse de allí. Suspiró, sabiendo que eso nunca era buena señal, apoyó ambos codos en el mostrador.
- Tale. – Le dijo a la joven. – Ese es mi nombre. – Añadió a continuación, bebiendo esta vez directamente desde la botella, volviéndose entonces hacía los dos desconocidos que parecían tan interesados en ellos. – Ahora decidme qué queréis. Me gustaría conversar aquí con mi amigo veterano de… - Branwen había comenzado a coquetear con una de las camareras, relatando de nuevo lo que había vivido en Térpoli.
Eltrant exhaló un suspiró.
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Off: Interactuo con Magazubi. Continuó la trama 2.
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Eiz no pudo evitar reírse al escuchar las palabras de la chica gato.
-Esa es una buena táctica para iniciar una conversación, y no la conocía. Tengo que recordarla...- Cuando la elfa se disculpó, el lancero se percató del extraño brillo en sus ojos a través de la máscara. No lo había notado antes porque estaba muy ocupado observando sus habilidades de alquimia.
La anciana, quien se identificó como Frea, agradeció la ayuda de la sanadora y, para sorpresa de los dragones, también a ellos. Con esas palabras que buscaban demostrar aprecio por sus intenciones, Eiz sufrió otro pinchazo de frustración.
A continuación, la elfa se presentó a sí misma y a la mujer bestia, su "hermana". Tal afirmación llamó la atención de los Adelskald, pero no comentaron nada al respecto. Después de todo, hay vínculos más fuertes que la sangre, y muchas veces los peores enemigos llevan tu misma sangre.
-Supongo que lo de bromear es algo que muchas hermanas tienen en común, eh...- Un codazo de Dusk interrumpió sus palabras, y ella continuó con la presentación mientras Eiz trataba de recuperar el aliento.
-Soy Duskregn, y él es Eizark. La hija menor y el hijo mayor de la familia Adelskald. El famoso "linaje de hielo"- La exageración y burla en su tono de voz demostraban que no se tomaba muy en serio el status de su familia. -¿Eres tú, verdad? Digo, usted... LA Niniel Thenidiel, la heroína de los elfos, la salvadora de Árbol Madre... ¡No puedo creerlo! ¡Ahhhhhhhh!-
-Claro... Espero que se calme pronto o el viaje a Dundarak será insoportable. En fin, no sabía que estaba ante alguien tan famoso. Me disculpo si no la he tratado con el debido respeto. Últimamente he viajado mucho y no estoy al corriente de las últimas noticias, no muy detalladamente al menos. Aún hoy me arrepiento de no haber llegado un día antes a Sandorai... Si lo hubiera hecho, podría haber ayudado en la batalla. Supongo que puedo intentar disculparme con la ceremonia de esta noche.-
Se encaminaron hacia donde se llevaría a cabo el ritual de los globos del perdón, mientras el lancero repasaba en su cabeza los ingredientes para la pocio de recuperación, y su hermana observaba a la sacerdotisa embelesada.
-Hace años que no la veo así... Me recuerda cuando eramos pequeños y mis padres le traían un regalo, tiene esa misma expresión en su rostro.- Una pequeña risa mal disimulada de Eiz pareció despertar a Dusk, quien miró hacia el frente como si nada hubiera pasado. Para su mala suerte, su media máscara no llegaba a cubrir el rubor de su cara.
Por fin llegaron, y comenzaron la ceremonia. El lancero escribió sus pesares, rogando el perdón, en un pequeño pergamino.
Pido perdón a Reendala y Leshara, por mi ineptitud al momento de ayudarlas.
Pido perdón a los caídos en la batalla de Sandorai, por no haber estado allí para luchar.
Y me comprometo a hacer todo lo que esté a mi alcance para que ésta sea la última vez que deba pedir perdón.
Silenciosamente, soltó el globo con el pergamino. Siguió con la mirada el brillante objeto, hasta que se perdió en la oscuridad de la noche.
----------------
Off: Sigo interactuando con Niniel (con ocasionales arranques de entusiasmo desmedido por parte de mi hermana) y participo en la ceremonia de los globos
-Esa es una buena táctica para iniciar una conversación, y no la conocía. Tengo que recordarla...- Cuando la elfa se disculpó, el lancero se percató del extraño brillo en sus ojos a través de la máscara. No lo había notado antes porque estaba muy ocupado observando sus habilidades de alquimia.
La anciana, quien se identificó como Frea, agradeció la ayuda de la sanadora y, para sorpresa de los dragones, también a ellos. Con esas palabras que buscaban demostrar aprecio por sus intenciones, Eiz sufrió otro pinchazo de frustración.
A continuación, la elfa se presentó a sí misma y a la mujer bestia, su "hermana". Tal afirmación llamó la atención de los Adelskald, pero no comentaron nada al respecto. Después de todo, hay vínculos más fuertes que la sangre, y muchas veces los peores enemigos llevan tu misma sangre.
-Supongo que lo de bromear es algo que muchas hermanas tienen en común, eh...- Un codazo de Dusk interrumpió sus palabras, y ella continuó con la presentación mientras Eiz trataba de recuperar el aliento.
-Soy Duskregn, y él es Eizark. La hija menor y el hijo mayor de la familia Adelskald. El famoso "linaje de hielo"- La exageración y burla en su tono de voz demostraban que no se tomaba muy en serio el status de su familia. -¿Eres tú, verdad? Digo, usted... LA Niniel Thenidiel, la heroína de los elfos, la salvadora de Árbol Madre... ¡No puedo creerlo! ¡Ahhhhhhhh!-
-Claro... Espero que se calme pronto o el viaje a Dundarak será insoportable. En fin, no sabía que estaba ante alguien tan famoso. Me disculpo si no la he tratado con el debido respeto. Últimamente he viajado mucho y no estoy al corriente de las últimas noticias, no muy detalladamente al menos. Aún hoy me arrepiento de no haber llegado un día antes a Sandorai... Si lo hubiera hecho, podría haber ayudado en la batalla. Supongo que puedo intentar disculparme con la ceremonia de esta noche.-
Se encaminaron hacia donde se llevaría a cabo el ritual de los globos del perdón, mientras el lancero repasaba en su cabeza los ingredientes para la pocio de recuperación, y su hermana observaba a la sacerdotisa embelesada.
-Hace años que no la veo así... Me recuerda cuando eramos pequeños y mis padres le traían un regalo, tiene esa misma expresión en su rostro.- Una pequeña risa mal disimulada de Eiz pareció despertar a Dusk, quien miró hacia el frente como si nada hubiera pasado. Para su mala suerte, su media máscara no llegaba a cubrir el rubor de su cara.
Por fin llegaron, y comenzaron la ceremonia. El lancero escribió sus pesares, rogando el perdón, en un pequeño pergamino.
Pido perdón a Reendala y Leshara, por mi ineptitud al momento de ayudarlas.
Pido perdón a los caídos en la batalla de Sandorai, por no haber estado allí para luchar.
Y me comprometo a hacer todo lo que esté a mi alcance para que ésta sea la última vez que deba pedir perdón.
Silenciosamente, soltó el globo con el pergamino. Siguió con la mirada el brillante objeto, hasta que se perdió en la oscuridad de la noche.
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Off: Sigo interactuando con Niniel (con ocasionales arranques de entusiasmo desmedido por parte de mi hermana) y participo en la ceremonia de los globos
Eiz Adelskald
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Re: Høstblót: La búsqueda del equilibrio [Evento Social]
Las manos de la chica parecían dibujar figuras sobre su rostro. Aquellas manos menudas parecían pararse en cada cicatriz casi imperceptible en el rostro perfecto pero curtido de la elfa. Eilydh aprovechó para observar de cerca las heridas de los propios ojos de aquella muchacha.
La elfa se detuvo en las comisuras de los ojos de la pequeña, ahí donde deberían haber comenzado en sus pestañas pero en su lugar tan solo había capas entrelazadas de antiguas cicatrices. Eilydh pensó en la cera de una vela y su caída al fondo del candil una vez consumida, y las formas que acumulaban las gotas al fundirse. Tan solo pudo describir aquellos ojos con esa misma visión. Estuvo tentada de tocarlos. Palparlos con la misma habilidad que la chica parecía reconocer sus facciones, pero se contuvo notando el más leve amago de movimiento en su menuda cara cuando la elfa intentó acomodarse en el suelo.
Sin duda aquella niña estaba herida. En más de una manera.
Esbozó una sonrisa que intentó ser cómplice de aquella desconocida y se sintió estúpida al recordar que la niña no podría ver aquel gesto.
--Oh... eres una elfa- dijo mientras sus manos adivinaban la forma de sus orejas.- No tienes un acento muy.... bueno, ya sabes. Antes de.. bueno de perder mis ojos mi madre quiso enseñarme elfico. Pero claro todo cambió..¿Para qué quiere una niña ciega saber leer otros idiomas?- dijo esta vez esbozando ella misma la sonrisa complice que no le devolvió a Eilydh hacía unos segundos.
La elfa se llevó una mano a su oreja libre, como si a veces se olvidase de que estaban allí . Era curioso. Podía ser cualquiera, aquella niña quizás sería la única persona de los que estaban allí que no iba a juzgarla. De pronto se relajó y destensó sus hombros como hacía tiempo.
-Y... ¿Dónde está tu madre ahora? - Dijo Eilydh tanteando un terreno que sin duda parecía algo embarrado.- Digo.. es dificil distinguir a nadie en este lugar con todas las máscaras.. - Se sintió de nuevo estúpida. Para aquella niña daba igual si tenían o no máscaras.
-No no... Un simple bocadillo no va a hacer que te cuente sobre mi. Tú sin embargo... Eres una persona muy transparente.
-¿Um..?- dijo Eilydh confusa.
-Sí... cualquiera puede atisbar que eres una noble. Bueno, o lo que sea que es equivalente en los pueblos elficos.- dijo la chica- Tu piel es tan tensa incluso para una elfa que estoy segura que el sol apenas te ha rozado por completo más de 3 años seguidos.- volvió a llevar su mano a una de sus pequeñas cicatrices- Pero la mayoría de tus cicatrices son.. nuevas. Bueno, todo lo nuevas que pueden ser siendo una elfa. No llevas años con ellas como signo de identidad, ¿Verdad? mmm- dijo la chica- Me atrevo a decir que bueno... que parece que todas tienen la misma edad. O muy cercanas. Son lo suficientemente profundas como para no ser provocadas por ti misma pero... no lo suficiente como para haber sufrido mucho por ellas. Al menos no las de tu cara.-
La niña se volvió a Eilydh y clavó el espacio donde estaban sus ojos en los de Eilydh. La elfa se sintió incómoda por un segundo.
-No podía saber nada... seguro era una coincidencia... una simple coincidencia, sí... -pensó
La niña pasó ahora a sus cabello.
-Vaya... son muy largos- se llevó la mano a sus greñas enmarañadas, como comparándolas y se enronjeció- Y.. tus trenzas son... sumamente comedidas. El pelo es mas fino allá donde las atas, así que supongo que no es la primera vez que las llevas. Una pena... estarías tan bonita con tu pelo suelto- sonrió llevando las manos a su barbilla como comparando el producto completo.
Se separó entonces de Eilydh y se sentó a preparar sus útiles para dibujar.
-¿Ya?- dijo la elfa, sorprendida.- ¿No vas a preguntarme el color de mi pelo?¿ o el de mis ojos? O...no se ¿el de mis ropajes?- dijo la elfa.
-¿Es que acaso importan?- añadió aquella chica- ¿Es que acaso algo de eso te importa a ti? - continuó y agarró un trozo de carboncillo dando sus primeros trazos en el papel.- No sabía que eras ese tipo de mujeres.- dijo con una media sonrisa en los labios enfocada en el papel.
¿Quién era aquella niña? Eilydh estaba casi segura que aquella menuda figura era algo más de lo que aparentaba. Necesitaba conocer su historia. Sus ojos se movían de aquí para allá recorriendo las lineas que la chica trazaba en el papel, como embrujada.
Ash'alá se había cansado de la conversación pausada de las dos mujeres. Al principio Eilydh pensó que el ronroneo se tornaría en leves ronquidos de sueño en cuanto la chica empezase su dibujo, pero Eilydh lo vio levantarse al poco tiempo, aburrido de no hacer nada. El tigre dió un leve rugido y cabeceó a Eilydh para urgirle a que se moviese. La elfa no quiso hacerlo.La chica no había terminado con el dibujo, y ella quería quedarse y con suerte descubrir un poco más de aquella mujer.
-Ve a buscarle una máscara a la chica- dijo Eilydh claramente- Todos la llevan y bueno.. quizás ella también quiera hacerlo, al fin y al cabo esto es un festival.
Así que el tigre partió hacia una de las bocacalles sin saber muy bien hacia donde. Tras perseguir a varios gatos en su camino, robar un trozo de panceta de cerdo de una de las ventanas, echarse una pequeña siesta bajo un olmo cercano y rugir a varios niños que intentaron jugar con su cola... Ash'alá se acordó que tenía una misión.
... y aquella víctima en particular llevaba su máscara demasiado holgada. Los pequeños lazos que ataban la máscara a aquella elfa colgaban a medida que la chica caminaba al rumbo de su objetivo. El tigre se llenó de la adrenalina propia de la caza. Se escondió bajo uno de los tenderetes, agazapado, esperando el momento justo y pronosticándo la trayectoria exacta de aquella mujer.
Dos metros de distancia.
Tensó sus patas delanteras y las traseras, enfocando su mirada en la elfa.
Un metro de distancia.
Movió sus patas traseras en un movimiento ondeante de su trasero, con su cara totalmente fija en el lazo suelto de aquella máscara y su bamboleo en la espalda de aquella elfa. Sus pupilas dilatadas hasta que...
Saltó en el momento justo. Agarró el lazo de la máscara con la fuerza exacta para tirar del objeto y deshacer el nudo, quedándose con el en sus fauces.
Aterrizó en el piso con un rugido de felicidad tras hacerse con la máscara de Val.
Corrió calle abajo en busca de su dueña. Orgulloso de su éxito en aquella peculiar caza y lleno de un orgullo que casi hacía sombra al de Eilydh.
off:
Eilydh sigue con la niña de los dibujos y descubre más cosas sobre ella.
Ash'alá por su parte... bueno. Parece que te ha robado la máscara, Val. :p
La elfa se detuvo en las comisuras de los ojos de la pequeña, ahí donde deberían haber comenzado en sus pestañas pero en su lugar tan solo había capas entrelazadas de antiguas cicatrices. Eilydh pensó en la cera de una vela y su caída al fondo del candil una vez consumida, y las formas que acumulaban las gotas al fundirse. Tan solo pudo describir aquellos ojos con esa misma visión. Estuvo tentada de tocarlos. Palparlos con la misma habilidad que la chica parecía reconocer sus facciones, pero se contuvo notando el más leve amago de movimiento en su menuda cara cuando la elfa intentó acomodarse en el suelo.
Sin duda aquella niña estaba herida. En más de una manera.
Esbozó una sonrisa que intentó ser cómplice de aquella desconocida y se sintió estúpida al recordar que la niña no podría ver aquel gesto.
--Oh... eres una elfa- dijo mientras sus manos adivinaban la forma de sus orejas.- No tienes un acento muy.... bueno, ya sabes. Antes de.. bueno de perder mis ojos mi madre quiso enseñarme elfico. Pero claro todo cambió..¿Para qué quiere una niña ciega saber leer otros idiomas?- dijo esta vez esbozando ella misma la sonrisa complice que no le devolvió a Eilydh hacía unos segundos.
La elfa se llevó una mano a su oreja libre, como si a veces se olvidase de que estaban allí . Era curioso. Podía ser cualquiera, aquella niña quizás sería la única persona de los que estaban allí que no iba a juzgarla. De pronto se relajó y destensó sus hombros como hacía tiempo.
-Y... ¿Dónde está tu madre ahora? - Dijo Eilydh tanteando un terreno que sin duda parecía algo embarrado.- Digo.. es dificil distinguir a nadie en este lugar con todas las máscaras.. - Se sintió de nuevo estúpida. Para aquella niña daba igual si tenían o no máscaras.
-No no... Un simple bocadillo no va a hacer que te cuente sobre mi. Tú sin embargo... Eres una persona muy transparente.
-¿Um..?- dijo Eilydh confusa.
-Sí... cualquiera puede atisbar que eres una noble. Bueno, o lo que sea que es equivalente en los pueblos elficos.- dijo la chica- Tu piel es tan tensa incluso para una elfa que estoy segura que el sol apenas te ha rozado por completo más de 3 años seguidos.- volvió a llevar su mano a una de sus pequeñas cicatrices- Pero la mayoría de tus cicatrices son.. nuevas. Bueno, todo lo nuevas que pueden ser siendo una elfa. No llevas años con ellas como signo de identidad, ¿Verdad? mmm- dijo la chica- Me atrevo a decir que bueno... que parece que todas tienen la misma edad. O muy cercanas. Son lo suficientemente profundas como para no ser provocadas por ti misma pero... no lo suficiente como para haber sufrido mucho por ellas. Al menos no las de tu cara.-
La niña se volvió a Eilydh y clavó el espacio donde estaban sus ojos en los de Eilydh. La elfa se sintió incómoda por un segundo.
-No podía saber nada... seguro era una coincidencia... una simple coincidencia, sí... -pensó
La niña pasó ahora a sus cabello.
-Vaya... son muy largos- se llevó la mano a sus greñas enmarañadas, como comparándolas y se enronjeció- Y.. tus trenzas son... sumamente comedidas. El pelo es mas fino allá donde las atas, así que supongo que no es la primera vez que las llevas. Una pena... estarías tan bonita con tu pelo suelto- sonrió llevando las manos a su barbilla como comparando el producto completo.
Se separó entonces de Eilydh y se sentó a preparar sus útiles para dibujar.
-¿Ya?- dijo la elfa, sorprendida.- ¿No vas a preguntarme el color de mi pelo?¿ o el de mis ojos? O...no se ¿el de mis ropajes?- dijo la elfa.
-¿Es que acaso importan?- añadió aquella chica- ¿Es que acaso algo de eso te importa a ti? - continuó y agarró un trozo de carboncillo dando sus primeros trazos en el papel.- No sabía que eras ese tipo de mujeres.- dijo con una media sonrisa en los labios enfocada en el papel.
¿Quién era aquella niña? Eilydh estaba casi segura que aquella menuda figura era algo más de lo que aparentaba. Necesitaba conocer su historia. Sus ojos se movían de aquí para allá recorriendo las lineas que la chica trazaba en el papel, como embrujada.
....
Ash'alá se había cansado de la conversación pausada de las dos mujeres. Al principio Eilydh pensó que el ronroneo se tornaría en leves ronquidos de sueño en cuanto la chica empezase su dibujo, pero Eilydh lo vio levantarse al poco tiempo, aburrido de no hacer nada. El tigre dió un leve rugido y cabeceó a Eilydh para urgirle a que se moviese. La elfa no quiso hacerlo.La chica no había terminado con el dibujo, y ella quería quedarse y con suerte descubrir un poco más de aquella mujer.
-Ve a buscarle una máscara a la chica- dijo Eilydh claramente- Todos la llevan y bueno.. quizás ella también quiera hacerlo, al fin y al cabo esto es un festival.
Así que el tigre partió hacia una de las bocacalles sin saber muy bien hacia donde. Tras perseguir a varios gatos en su camino, robar un trozo de panceta de cerdo de una de las ventanas, echarse una pequeña siesta bajo un olmo cercano y rugir a varios niños que intentaron jugar con su cola... Ash'alá se acordó que tenía una misión.
... y aquella víctima en particular llevaba su máscara demasiado holgada. Los pequeños lazos que ataban la máscara a aquella elfa colgaban a medida que la chica caminaba al rumbo de su objetivo. El tigre se llenó de la adrenalina propia de la caza. Se escondió bajo uno de los tenderetes, agazapado, esperando el momento justo y pronosticándo la trayectoria exacta de aquella mujer.
Dos metros de distancia.
Tensó sus patas delanteras y las traseras, enfocando su mirada en la elfa.
Un metro de distancia.
Movió sus patas traseras en un movimiento ondeante de su trasero, con su cara totalmente fija en el lazo suelto de aquella máscara y su bamboleo en la espalda de aquella elfa. Sus pupilas dilatadas hasta que...
Saltó en el momento justo. Agarró el lazo de la máscara con la fuerza exacta para tirar del objeto y deshacer el nudo, quedándose con el en sus fauces.
Aterrizó en el piso con un rugido de felicidad tras hacerse con la máscara de Val.
Corrió calle abajo en busca de su dueña. Orgulloso de su éxito en aquella peculiar caza y lleno de un orgullo que casi hacía sombra al de Eilydh.
off:
Eilydh sigue con la niña de los dibujos y descubre más cosas sobre ella.
Ash'alá por su parte... bueno. Parece que te ha robado la máscara, Val. :p
Eilydh
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