Homilía de los Antiguos [Libre]
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Homilía de los Antiguos [Libre]
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La bulliciosa y próspera ciudad de Dundarak amaneció de una forma un poco más acogedora con los primeros y tímidos rayos del astro rey que la primavera proveía, ciertamente los vientos que serpenteaban desde las altas montañas no eran tan agresivos como en otras estaciones más frías pero era de agradecer un poco de tregua pese a la acostumbrada urbe nevada. Pronto los ciudadanos comenzaron a dar vida a esta en sus propios quehaceres, dejando poco a poco atrás el apacible silencio de la noche y algunas luces danzantes que la oscuridad adornaba en las estructuras aún con actividad, como pequeñas motas simulando algunas estrellas casuales, perdidas en el cielo nocturno pero cálidas a su vez que desaparecían gradualmente.
Rel caminaba con la ayuda de su báculo tras la copiosa y breve nevada del día anterior, recreando con cada paso un crepitar suave ciertamente agradable a la percepción de la discípulo y unas interminables huellas sobre el dicho e inmaculado terreno. Ya estaba acostumbrada a este tipo de terrenos pero en una ciudad como aquella parecía poseer un tipo de belleza con el cual la mujer se maravilló, pues sus altas estructuras varias estaban cubiertas por una gruesa capa de este elemento, moldeándose con fragilidad e insistencia, desprendiendo cierta luminosidad, pues el reflejo del sol en la nieve era aún más brillante e intenso.
Poco tiempo pudo detenerse en su propio ensimismamiento pues un custodio de la guardia de Dundarak estaba guiando a Rel a la mencionada plaza de la ciudad o al menos una de ellas denominada "La Plaza de Jade" donde una gran estatua central, hecha con un destacado material de color verde, recreaba la eclosión de un Dragón en su interior con sus ala extendidas. Esta en concreto estaba enfocada para aquellos predicadores de fes varias que desearan exponer sus ideales a los fieles o gentes curiosas que se acercasen, siempre que no contravinieran al orden público o incitación de odio a las masas, de ahí que este caballero estuviera presente como propia guía y vigilante al evento junto a unos pocos más que ya se encontraban en sus puestos.
Algunas palabras amables intercambiaron estos dos interlocutores mientras se aproximaban a una plataforma de madera, un poco más alzada de medio metro del suelo, lo suficiente como para que pueda destacarse en su oratoria. La mujer agradeció con un leve sentir a su acompañante antes de despedirse, realmente fue bastante amable en su cometido tras conducir al Ensoñador al desnivel ya nombrado y una vez hubo finalizado su labor dirigió unas cuantas indicaciones a otro par de custodios cercanos a la plataforma. La mujer Dragón en su hermética vestidura, a parte de sostener su preciado bastón con su diestra, en su siniestra portaba un libro ya ajado por el tiempo junto a unas amarillentas páginas, unas que en sus escritos servían a Rel, no sólo para su cometido actual, sino como apoyo a su inquebrantable y ciega confianza. Transcurridos algunos minutos, un par de curiosos se acercaban con extrañeza ante la atávica indumentaria de la mujer erguida en toda su altura, permaneciendo aún silente mientras clausuraba sus ojos en una reflexión propia y cuidado de sus palabras próximas.
- Bienhallados hijos del pasado... Me hallo en gratitud por poder mostrarme aquí y ahora en esta icónica ciudad que tanta historia envuelve y continúa en pie gracias a los férreos cimientos que vosotros mismos forjasteis en el tiempo... - Rel abrió sus ojos nuevamente para observar con detenimiento a cada ser que entregaba sus oídos a sus palabras, su rostro estigmado aún permanecía oculto más un débil refulgir del interior de su capucha, proveniente de su orbe ambarino, podía advertirse como este se movía de una criatura a otra dirigiéndose a estas. Su voz cantarina acompañaba a su suave y enigmático verbo, atrayente a la par de gentil.
- Hoy... Hemos sido estrechados bajo el manto de Lungir, un día maravilloso en el cual, os invito a creer, ver y sentir. - Colocando su báculo en su antebrazo para sostenerlo, hizo el ademán de extender una de sus manos, su diestra ahora dracónica, al poco público que de momento mantenía en vilo.
- Pues somos la voz de aquellos que nos susurran en sueños y mensajeros de nuestros dioses Dragones, los Antiguos que antaño nos arroparon, dejaron marchar y aguardan nuestro porvenir... Su afecto y acto no han desaparecido mis estimados oh no... No lo han hecho. - La mujer negaba lentamente haciendo bambolear las telas gruesas de su capucha.
- Los Ensoñadores os ayudaremos a recordar, a guiaros por el sendero sagrado que vuestra bendición dispar ha dado paso, despejar vuestra mente de dudas para que nunca más sea corrompida y que los errores que una vez cometimos jamás vuelvan a presenciarse. - Tras pronunciarse dibujó una sonrisa amable mientras dedicaba una breve pausa a su homilía, una breve introducción dada mientras aguadaba a que otros más se uniesen a los reunidos actualmente.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
La puerta de la taberna se abrió de golpe, acto seguido un hombre en calidad de bulto, envuelto en un par de harapos y una capucha es arrojado con violencia, este en evidente estado de ebriedad lucha un poco para levantarse y gritar.
-Estaba bebiendo de esa botella, o me la devuelven o volveré a ese asqueroso lugar de mala muerte al cual llamas taberna y me encargare de mear todo y a todos los que entren adentro y todos vieron que ya junte bastante, así que devuélvanme mi maldita botella- exclamo furibundo y dispuesto a entrar cuando una botella salió volando de la cantina.
-Jaja! perdedores, nunca estuve bebiendo de una botella, son todos unos pelmazos menos yo- exclamo mientras orinaba una de las paredes de la taberna, eso de mear todo y a todos no era un engaño, luego de vaciar su vejiga comenzó a serpentear en esa dificultosa marcha del borracho. Observo la estatua del dragón y se molesto, bebió un sorbo de la botella para pasar el amargo recuerdo que se le vino a la cabeza.
Escucho como alguien comenzaba a hablar acerca de los dioses antiguos "Los dragones no somos dioses, solo somos monstruos" pensó para si mismo mientras escuchaba lo que aquel extraño tenia que decir, se sentó en el piso helado y clavo su mirada en aquel que profería las palabras acerca de los dragones.
-Estaba bebiendo de esa botella, o me la devuelven o volveré a ese asqueroso lugar de mala muerte al cual llamas taberna y me encargare de mear todo y a todos los que entren adentro y todos vieron que ya junte bastante, así que devuélvanme mi maldita botella- exclamo furibundo y dispuesto a entrar cuando una botella salió volando de la cantina.
-Jaja! perdedores, nunca estuve bebiendo de una botella, son todos unos pelmazos menos yo- exclamo mientras orinaba una de las paredes de la taberna, eso de mear todo y a todos no era un engaño, luego de vaciar su vejiga comenzó a serpentear en esa dificultosa marcha del borracho. Observo la estatua del dragón y se molesto, bebió un sorbo de la botella para pasar el amargo recuerdo que se le vino a la cabeza.
Escucho como alguien comenzaba a hablar acerca de los dioses antiguos "Los dragones no somos dioses, solo somos monstruos" pensó para si mismo mientras escuchaba lo que aquel extraño tenia que decir, se sentó en el piso helado y clavo su mirada en aquel que profería las palabras acerca de los dragones.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
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La víspera efímera deslumbraba por todo lo alto de Dundarak la alta temperatura de este territorio no pasaba por desapercibida entre los turistas que no estaban acostumbrando a esta ventisca helada a diferencia de los locales que podrían darse el lujo de pasear sin que le afectara lo más mínimo el tiempo. ¡Qué alegría volver a pisar estas tierras lejanas que se añoran dentro de mi corazón¡ – Exclame hacia los viento al encontrarme en el pico de una montaña, dejándome caer cuesta abajo hacia el poblado, desvaine mi gran arma para situarla debajo de mis pies como si se tratara de una tabla para poder descender lo que quedaba de distancia h.
Tras llegar a la puerta de la ciudadela envaine mi arma, camuflaje ando la misma bajos mis togas, pasaba entre los pueblerinos esquivándolos como si estuviéramos en un baile ceremonial. Evitaba cualquier tipo de contacto o de atraer la atención de los guardias que vigilaban las calles de Dundarak. Tome un desvió que poco conocían entre las tabernas y prostíbulos que podrías encontrar, pasándole por el lado a un borracho pertinente que le gritaba al cantinero que le devolvieran su botella, su olor me asqueo de forma que apresure mi paso para alejarme de su olor sin que me notara.
Termine por llegar a donde estaban las estatuas de los dragones y donde era de extrañarse siempre había algún tipo de monje o creyente llevando la palabras de los antiguos dragones como si se trataran de algún tipo de Dios supremo. Los ensoñadores, quienes serían esas personas, ¿Aquellas quienes morirían por un sueño? – Sonreí mostrando mis colmillos hacia la persona que estaba exclamando tales palabras. Es mejor ser el forjador de tu destino, batallar y conquistar, si en el camino necesitas destruir entonces lo harás, así fuimos criados los guerreros Dragones. – Dije con un ronquido grave de mi voz dejando que las palabras retumbaran en los oídos de todos lo que se encontraban alrededor.
Sajin W
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Era aquella hora del día en que Ingelita partía hacia donde Ñañi. La Taberna de la Ñañi era su lugar favorito y el local con la mejor hidromiel que jamás había existido o existirá en Dundarak. Había terminado sus tareas y saltaba contenta por las calles que de tanto recorrer, conocía tan bien. Estaba tan de buen humor que decidió pasar por la plaza de los locos, como ella la llamaba. No era de grosera, Ingelita era muy respetuosa de las religiones en general -siendo su madre una Sacerdotisa, tenía que serlo- pero a menudo se paraban allí personas que no profesaban ninguna religión y solo gritaban incoherencias; borrachos, esencialmente borrachos.
Aquel brillante día, como solían ser después de las tormentas de nieve nocturnas cuando la ciudad queda prácticamente sepultada bajo la nieve, en la plaza de los locos no estaba un borracho gritando sus desvaríos. Estaba una mujer que lucía seria y conspicua. Su discurso llamó la atención de la joven dragona quien decidió quedarse a escuchar. Incluso había uno sentado sobre la nieve escuchando y bebiendo. Como Ingela tenía la nariz de adorno, no sintió el mal olor que emanaba el hombre junto al que se paró.
Para la joven dragona todo aquello que la mujer decía sonaba muy familiar y era porque la misma idea pero con otras palabras era lo que su madre decía a menudo en ceremonias y conversaciones acerca de su creencia. Entonces sintió curiosidad por saber cuál era la diferencia entre los Ensoñadores y su madre.
Un hombre que se había acercado gritó en un momento de silencio de la mujer. Ingela lo miró con el ceño fruncido -¿Destruir? ¿Conquistar? ¿Qué clase de destino quiere forjarse alguien a quien no le importa el daño que hace a los demás?- dijo en un tono de voz que salió más alto del que ella esperaba. Varios voltearon a verla y ella se sonrojó un poco, no quería comenzar un debate. -Estee... yo solo decía... en esta vida no estamos solos y todo lo que hacemos, bien o mal, tiene consecuencias para nosotros mismos... al final todos vamos a recibir lo mismo que damos... eso creo yo- aclaró, un poco nerviosa y alternando la mirada en las caras de quienes la veían. Algunos asentían, otros fruncían el ceño.
Aquel brillante día, como solían ser después de las tormentas de nieve nocturnas cuando la ciudad queda prácticamente sepultada bajo la nieve, en la plaza de los locos no estaba un borracho gritando sus desvaríos. Estaba una mujer que lucía seria y conspicua. Su discurso llamó la atención de la joven dragona quien decidió quedarse a escuchar. Incluso había uno sentado sobre la nieve escuchando y bebiendo. Como Ingela tenía la nariz de adorno, no sintió el mal olor que emanaba el hombre junto al que se paró.
Para la joven dragona todo aquello que la mujer decía sonaba muy familiar y era porque la misma idea pero con otras palabras era lo que su madre decía a menudo en ceremonias y conversaciones acerca de su creencia. Entonces sintió curiosidad por saber cuál era la diferencia entre los Ensoñadores y su madre.
Un hombre que se había acercado gritó en un momento de silencio de la mujer. Ingela lo miró con el ceño fruncido -¿Destruir? ¿Conquistar? ¿Qué clase de destino quiere forjarse alguien a quien no le importa el daño que hace a los demás?- dijo en un tono de voz que salió más alto del que ella esperaba. Varios voltearon a verla y ella se sonrojó un poco, no quería comenzar un debate. -Estee... yo solo decía... en esta vida no estamos solos y todo lo que hacemos, bien o mal, tiene consecuencias para nosotros mismos... al final todos vamos a recibir lo mismo que damos... eso creo yo- aclaró, un poco nerviosa y alternando la mirada en las caras de quienes la veían. Algunos asentían, otros fruncían el ceño.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Pronto un par de voces se alzaron para ser escuchadas, interviniendo tal como esperaba y así deseaba la discípulo. ¿Desde cuándo era de provecho no escuchar a otras mentes dispares en sus ideales? El mundo era demasiado basto y heterogéneo en todo su conjunto como para detenerse a intentar abarcarlo en un único pensamiento y aquello resultaba magnífico, tanto como para que los Antiguos en antaño mostrasen su curiosidad e intervención divina ante quienes vieron diferentes, tendiéndoles su ayuda desinteresada.
Un silencio sepulcral fue ofrecido por Rel una vez que las opiniones comenzaron a exponerse, indicando interés en cada uno de ellos mientras sus ojos flotaban en quien tomaba palabra, observándoles de hito en hito. Un hombre robusto de cabellos níveos fue el primero en exclamar, voluptuoso para los cánones de aquellos guerreros del pasado, donde su cuerpo entrenado por el tiempo y largas batallas sometidas, muestran algunas cicatrices resultantes de logros y hazañas dignas de mención. El entonar de este guerrero era directo, duro y cruel, la mujer Dragón jamás había visto una mirada tan gélida como la que el mismo portaba, la de un depredador al que no le importaba someter y que jamás sería pisoteado. Mas alguien más replicó exponiendo su idea propia, muy contraria a la de este hombre y que ciertamente compartía personalmente.
Parecía que Bakshel había hilado los cabellos dorados de esta mujer, quien lucía delicada como la porcelana a la par que determinada, Rel pudo percibir esa energía que tan sólo los más jóvenes albergaban en sus corazones y explotaban en un sentir espontáneo. Una bella flor emergida sin previo aviso, con aquellos ojos vivaces y candentes, seguros de sí mismos, azules mas no como los del guerrero sino cálidos y esperanzadores que enseguida se apagaron al denotar varias miradas que se posaban sobre ella en actitud cuestionable por unos, aceptación por otros. Resultaba interesante ver como la situación se desenvolvía o incluso para las personas que meramente quedaban como espectadores.
La discípulo depositó su atención esta vez en otro individuo silente, abandonado en sí mismo en una desesperanza que exteriorizaba con su apariencia descuidada y gesto ciertamente ebrio. Oh, pero sus ojos denotaban fuerza eclipsando duda y tristeza, Rel mantuvo la mirada sobre este hombre de tez bronceada aún sentado sobre el gélido suelo, preguntándose, cuán diferentes eran estas personas y qué historias tendrían tras sus espaldas, un pensamiento que rondó algunos largos segundos mientras determinaba al encapuchado, aunque una vez finalizada su introspección, la mujer Dragón volvió a pronunciarse elevando su mano por segunda vez, como si reclamase un poco de calma mientras recitaba uno de los pasajes del libro que sostenía.
- "El mundo cambió con cada nueva sacudida sufrida, donde Oscuridad y Luz se enlazaron superponiéndose la una a la otra, siendo el tiempo testigo del resultado que daría, uno sentido y esperado donde se obtuvo un final recordado por muchos. Luz, llamado Gammir, cubrió con su poder a la impía Oscuridad denominada Durendir, pero no del todo, pues no quiso poner fin a la existencia de aquel que fue su contraparte y enemigo, mas el odio de Durendir fue creciente por tal derrota sometida junto a la misericordia de Gammir." - Una vez leído este pequeño fragmento, Rel alzó de nuevo sus ojos a quienes aún permanecían escuchándola.
- Es cierto que, nosotros como sus hijos, hemos heredado un poder con el cual actuar a nuestro libre albedrio, pero quisiera recordaros estimados, que siempre y por encima de una batalla, impera la verdadera intención de quienes nos han bendecido y el por qué... Pues antaño quisimos redimirnos en su búsqueda por nuestros actos fallidos tornados en codicia y los Antiguos, tal como Gammir hizo con Durendir, recibimos su perdón y abrazo. No olvidéis nuestro humilde pasado. - Explicó con sosegada calma, aún sus quebrados labios dibujaban una sonrisa afable, buscando con su mirada alguna que otra objeción o pregunta antes de continuar.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-Pffffftt jaja!-
Contuvo la risa hasta donde pudo al escuchar al tipo calvo, ¿Destino?,¿Conquistar?,¿Batallar?, por unos momentos Nero se sintió agradecido de haber sido criado apartado de todos, inmediatamente se arrepintió de ello al escuchar las palabras de la chica que estaba al lado suyo, estaba tan enfocado en las palabras que recitaba El Ensoñador que si no hubiera sido por las interrupciones, jamás se le habría ocurrido mirar al lado suyo, una belleza sin lugar a dudas, este tipo de interacciones sin lugar a dudas le hacían sentir alienado del resto, bebió otro sorbo de su botella para pasar el trago amargo que aquellas palabras tan inocentes le hacían sentir.
"No importa lo que hagas o como te comportes en esta vida, si algo tiene que pasar, ocurrirá sin importar lo que hagamos, sea bueno o malo"
Pensó para si mismo, al momento de beber otro trago. El Ensoñador entonces prosiguió su relato leyendo historias de un libro que a los oídos de Nero solo parecían patrañas ¿Libre albedrio?,¿Bendición?, ¿Recibir perdón?, considero nuevamente el hecho de que quizás su madre le hizo un favor, ese pensamiento le devolvió un poco la sobriedad, la sobriedad le devolvió la tristeza, la tristeza le hizo enojar, ahogo sus penas y su rabia en la botella, un largo y amargo sorbo de autocompasión y lastima.
-No estamos bendecidos, no merecemos el perdón- exclamo poniéndose de pie con algo de torpeza, -¡NO EXISTE REDENCION PARA ESA ESTIRPE MALDITA!!- grito enfurecido apuntando hacia la estatua del dragón eclosionando.
-Calla borracho- exclamo otra persona del lugar.
-Ven a callarme- respondió, para luego darle otro sorbo a su botella.
-El trago te ha vuelto valiente, pero eso no quita que solo seas alguien que solo se ha excedido con el trago y se ha puesto a decir desvaríos- respondió la persona, desistiendo de la idea de callar al borracho.
-¿Y que son los excesos?, sino los resquemores del alma, si he de vivir que sea sin timón y en el delirio- alzo su botella y brindo por el hecho de haber sido capaz de decir aquellas palabras en de corrido y sin equivocarse, bebió casi vacío la botella en el proceso.
Contuvo la risa hasta donde pudo al escuchar al tipo calvo, ¿Destino?,¿Conquistar?,¿Batallar?, por unos momentos Nero se sintió agradecido de haber sido criado apartado de todos, inmediatamente se arrepintió de ello al escuchar las palabras de la chica que estaba al lado suyo, estaba tan enfocado en las palabras que recitaba El Ensoñador que si no hubiera sido por las interrupciones, jamás se le habría ocurrido mirar al lado suyo, una belleza sin lugar a dudas, este tipo de interacciones sin lugar a dudas le hacían sentir alienado del resto, bebió otro sorbo de su botella para pasar el trago amargo que aquellas palabras tan inocentes le hacían sentir.
"No importa lo que hagas o como te comportes en esta vida, si algo tiene que pasar, ocurrirá sin importar lo que hagamos, sea bueno o malo"
Pensó para si mismo, al momento de beber otro trago. El Ensoñador entonces prosiguió su relato leyendo historias de un libro que a los oídos de Nero solo parecían patrañas ¿Libre albedrio?,¿Bendición?, ¿Recibir perdón?, considero nuevamente el hecho de que quizás su madre le hizo un favor, ese pensamiento le devolvió un poco la sobriedad, la sobriedad le devolvió la tristeza, la tristeza le hizo enojar, ahogo sus penas y su rabia en la botella, un largo y amargo sorbo de autocompasión y lastima.
-No estamos bendecidos, no merecemos el perdón- exclamo poniéndose de pie con algo de torpeza, -¡NO EXISTE REDENCION PARA ESA ESTIRPE MALDITA!!- grito enfurecido apuntando hacia la estatua del dragón eclosionando.
-Calla borracho- exclamo otra persona del lugar.
-Ven a callarme- respondió, para luego darle otro sorbo a su botella.
-El trago te ha vuelto valiente, pero eso no quita que solo seas alguien que solo se ha excedido con el trago y se ha puesto a decir desvaríos- respondió la persona, desistiendo de la idea de callar al borracho.
-¿Y que son los excesos?, sino los resquemores del alma, si he de vivir que sea sin timón y en el delirio- alzo su botella y brindo por el hecho de haber sido capaz de decir aquellas palabras en de corrido y sin equivocarse, bebió casi vacío la botella en el proceso.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
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Entre las voces que surgían en cada esquina de la plaza en la que estábamos situados, hubo una que resonó con una voz tímida pero firme a su misma vez, solo tuve que inclinar mi cuerpo para poder visualizar a una joven mujer que devaluaba con que el destino y la poca necesidad de forjar el destino propio ante un camino de millones de probabilidades.
Solo logre dejar escapar una carcajada ante ella para volver a prestar atención a la mujer que predicaba la palabra de los dioses dragones aquellos que habían otorgado el privilegios algunos para seguir su camino, predicar aquella palabra como la hacia esta mujer y a los demás de defender y construir nuevamente la sociedad que había sido destruida por nuestra propia raza para eso estaban los guerreros dragones al cual yo hacía parte. ‘
¿Acaso pequeña has visto la destrucción a través de esos ojos inocentes? – Deje una brecha de silencio ante mi pregunta para que el silencio mismo lo respondiera. La profeta seguía predicando su ideología, cuando un olor repugnante se sostenía como una nube encima de todos nosotros, de reojo logre notar al borracho que seguía consumido por aquel licor que sostenía en sus manos. De repente exclamo ofensivamente hacia las palabras de la mujer, que ninguno seres vivo deberíamos tener perdón ni siquiera para una raza maldita mientras los ojos se enfocaban hacia la estatua del dragón.
Era de esperar que alguien quiso silenciar el borracho pero el mismo utilizando su ferocidad reto al pueblerino a callarlo, ya la escena me había hartado de solo tener que aguantar su desperdicio de humanidad viviente.
¿Quién puede ser a la vez lúcido y necio, sereno y bravo, leal e indiferente? Nadie. ¿Y qué decir de ti, un pobre futuro, oculto en ínfimo agujero, que no puedes salir? – Retire mi ropajes de un solo movimiento dejando notar mi escultural cuerpo que resaltaban de cicatrices, cortadas y quemaduras de infinitas batallas brindadas entre los tiempos en que eh vivido.
Según tú no merecemos perdón, entonces me ofrezco acabar con tu miserable vida. – Exclame mientras desvaine mi arma y con unos pocos segundo ya me encontraba a centímetros de él donde la distancia que había era la hoja de mi arma situada en la yugular de aquel borracho impertinente.
¿Quieres morir? Entonces arde en mi fuego. – Rugí al decir aquellas palabras, donde todos los presentes algunos estaban atemorizado e otros indiferentes al conocer el carácter de la guardia de dragones, era muy conocía por el uso excesivo de la fuerza y no tener ningún tipo de piedad con nadie.
Sajin W
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingelita sentía que tenía los ojos del mundo sobre ella después de hablar, pero para su fortuna, pronto volvió a tomar la palabra aquella que estaba en el podio y los ojos olvidaron a la joven dragona. Suspiró aliviada y escuchó atenta a la mujer. Se sintió un poco identificada con ella, pues aquellos apegados a las tradiciones religiosas de los dragones mantienen viva la historia, el pasado no se siente lejano sino constantemente presente. Era común en las plegarias de su madre pedir perdón por los actos de sus antepasados quienes, saturados de poder y soberbia, subyugaron a los humanos que no recibieron dones y como consecuencia, los humanos sintieron tanto odio que el Dragón de la Oscuridad encontró en ellos tierra fértil donde sembrar su semilla de discordia y maldad.
Tal vez por eso el hombre sentado junto a ella decía que los dragones eran monstruos sin perdón alguno. Iba a decir algo al respecto, pero el otro hombre, a quien Ingela había respondido, hizo gala de todos los defectos que antaño reinaban entre los de su raza y, en un acto de tenaz impertinencia, desenvainó su espada contra el borracho a los pies de la joven dragona. Uno simplemente no hace eso en frente de Ingela Feuersteinherzdottir.
En una reacción automática, la rubia desenvainó su mandoble para interceptar la espada del desconocido. Él también era rápido y logró llegar muy cerca del cuello del borracho, pero ella consiguió interponerse. -Tú eres todo lo que me enseñaron a no ser- dijo con desprecio -¿Cómo influye en tu destino el atacar a un pobre borracho desarmado y con la guardia baja? ¿Eso es honorable? ¡Es de lo más indigno!- exclamó, empujando con su arma y repeliendo el ataque del desconocido.
-Con tu actuar, solo confirmas que nuestra especie es mala, que somos unos ruines villanos que no conocen piedad y van por el mundo atacando a los más indefensos, despojando al pobre de lo poco que tiene, destruyendo todo a su paso. ¡No somos así! ¿Acaso conoces nuestra historia? ¿No recuerdas que por nuestra culpa nació Habaknuk? Fue nuestra codicia, nuestra deleznable conducta la que empujó a los humanos al odio y rencor; los oprimimos, los matamos de hambre, nos creímos superiores por nuestro don y los antiguos nos dieron la espalda.- continuó la muchacha, con una firmeza en su voz y postura que pocas veces sacaba.
Ingela había sido criada por un padre miembro de los Caballeros Dragón, hombres y mujeres que rigen sus vidas por un estricto código de honor, y una madre sacerdotisa que inculcó en ella las creencias religiosas más duras. Ante aquel ruin despliegue infame, la joven ni siquiera pensó en si debía actuar o no, estaba en su ser el no permitir que alguien atacara al débil ni insultara sus creencias y no contento con eso, interrumpir a la sacerdotisa.
Tal vez por eso el hombre sentado junto a ella decía que los dragones eran monstruos sin perdón alguno. Iba a decir algo al respecto, pero el otro hombre, a quien Ingela había respondido, hizo gala de todos los defectos que antaño reinaban entre los de su raza y, en un acto de tenaz impertinencia, desenvainó su espada contra el borracho a los pies de la joven dragona. Uno simplemente no hace eso en frente de Ingela Feuersteinherzdottir.
En una reacción automática, la rubia desenvainó su mandoble para interceptar la espada del desconocido. Él también era rápido y logró llegar muy cerca del cuello del borracho, pero ella consiguió interponerse. -Tú eres todo lo que me enseñaron a no ser- dijo con desprecio -¿Cómo influye en tu destino el atacar a un pobre borracho desarmado y con la guardia baja? ¿Eso es honorable? ¡Es de lo más indigno!- exclamó, empujando con su arma y repeliendo el ataque del desconocido.
-Con tu actuar, solo confirmas que nuestra especie es mala, que somos unos ruines villanos que no conocen piedad y van por el mundo atacando a los más indefensos, despojando al pobre de lo poco que tiene, destruyendo todo a su paso. ¡No somos así! ¿Acaso conoces nuestra historia? ¿No recuerdas que por nuestra culpa nació Habaknuk? Fue nuestra codicia, nuestra deleznable conducta la que empujó a los humanos al odio y rencor; los oprimimos, los matamos de hambre, nos creímos superiores por nuestro don y los antiguos nos dieron la espalda.- continuó la muchacha, con una firmeza en su voz y postura que pocas veces sacaba.
Ingela había sido criada por un padre miembro de los Caballeros Dragón, hombres y mujeres que rigen sus vidas por un estricto código de honor, y una madre sacerdotisa que inculcó en ella las creencias religiosas más duras. Ante aquel ruin despliegue infame, la joven ni siquiera pensó en si debía actuar o no, estaba en su ser el no permitir que alguien atacara al débil ni insultara sus creencias y no contento con eso, interrumpir a la sacerdotisa.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Todo resultaba confuso ante los intempestivos actos de los presentes, donde los ojos de Rel, se abrieron de par en par en gesto atónito a medida que se iba desarrollando la escena, terminando a su pesar con la misma intervención inmediata de la Guardia de Dundarak al detectar el más mínimo acto de violencia o agresión por parte de uno de los integrantes a la congregación pública, aquel guerrero curtido quien desenvainó su espada presto para amenazar al ebrio muchacho que aclamó sentir ser maldecido y desdichado por aquellos a quien la mujer Dragón le habían enseñado venerar y estar en gratitud durante toda su existencia. La discípulo no daba crédito al odio que había provocado entre sus hermanos, pues era todo lo contrario a lo que en realidad había deseado, compartir su visión y fe a las gentes de Dundarak ya que durante tantos años había querido visitar y conocer de cerca, mas quedó paralizada sosteniendo su báculo y libro contra su pecho desde lo alto de la quejumbrosa plataforma de madera.
No obstante, la mujer de cabellos dorados intervino en un movimiento veloz y el entrechocar de aceros no se hizo esperar para interponerse entre el guerrero y el encapuchado, entonando palabras que le eran familiares en sus propias creencias, donde la redención, el perdón y el conocimiento antiguo, se unían en fragmentos ya quebrados tiempo atrás y que los Dragones supieron reconstruir una vez que fueron conscientes de sus errores.
- P-por favor estimados... Calmaros... - La voz de la discípulo parecía titubear a la hora de querer interceder y evitar que unos traicioneros impulsos dieran lugar a consecuencias más severas. Cuando Rel solicitó el permiso para poder recitar sus oraciones en la Plaza de Jade, ya le advirtieron que ese tipo de actividades pueden terminar en pequeñas reyertas por parte de los ciudadanos, de ahí que unos pocos Dragones de la Guardia se posicionasen en puntos estratégicos para impedir tal cosa, acercándose un pequeño grupo de pertrechados custodios que rodeó a quienes habían tomado sus armas en mano entre los civiles varios que poco a poco se alejaban de estos con cautela.
- ¡Bajad vuestras armas y enfundadlas! ¡No lo repetiré de nuevo o quiero escuchar queja alguna, obedeced o quedaréis arrestados! - Contundente y directo, aquel Guardia que guio al Ensoñador a la plaza en donde actualmente se encontraban, arremetió en una clara orden e impávida voz grave, adelantándose con paso resonante y metálico al resto de quienes estaban bajo su mando, uno claramente destacable con una armadura de placas que denotaban un cuerpo lo suficientemente poderoso como para portarla, su mirada bajo el yelmo barría a cada individuo en gesto aseverado. El resto de la Guardia aún no desenfundó sus espadas mantenidas en su correspondiente vaina, pero sus manos enfundadas en guanteletes estaban posadas en el pomo.
- ¡Parece que no sabéis donde os encontráis! - Vociferó una vez más chasqueando sus fauces al dar por finalizada su orden y quedar a la espera del dictamen y decisión de estos. Desde luego era un espectáculo digno de verse y muchos aún mantenían sus posiciones para procurar ver el desenlace que esto acontecería ¿Curiosidad? ¿Morbo quizás? En estos instantes hay un amplio abanico de posibilidades, todo dependía de los increpadores y su labia para con la Guardia de Dundarak.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-Jajajaja, yo puedo estar borracho, sin embargo, incluso mis palabras tienen mas sentido, que aquellas que mencionas como si supieras lo que significan, pero adelante, puedes intentarlo soldadito-
Exclamo el borracho con los brazos extendidos, con una botella en una mano y nada sosteniendo la otra, cuando vio la embestida que arremetió el soldadito hacia su persona, un solo pensamiento se le cruzo en la cabeza "finalmente" entonces espero a que ocurriera, sin embargo, inmediatamente lo que escucho fue el choque de los metales.
La mujer linda e inocente sacaba sus garras, bueno en este caso un mandoble que repelió sin problemas el ataque del soldadito dragón, conquistador de nada y con un destino sin forjar. -Jajajaja, supongo que no serás tú quien termine mi existencia soldadito-.
-Gracias, creo que eso seria lo primero que tendría que decirte- exclamo mientras la observaba de reojo, una belleza en efecto, se puso al lado de ella y puso delicadamente uno de sus dedos en el hombro de ella, puesto que lo quería ensuciarle las ropas a quien fuera su salvadora hace unos segundos. Le esbozo una sonrisa de ebrio y procedió a plantarle cara al soldadito.
Con una botella en la mano y llevándose la otra a una parte de los harapos de la pierna, sacando de esta una cimitarra bastante maltratada por el uso, volviéndola una pobre arma para combatir. El Ensoñador y los guardias intentaban calmar la situación. El ensoñador mediaba con sus palabras para que los implicados se relajaran un poco, el ebrio pensó por unos segundos que quizás aquella situación posiblemente haya sido su culpa. Descarto la idea rápidamente.
-La chica rubia te ha salvado la vida y también ha salvado la mía. Puedes agradecerle al Ensoñador y a la chica por el hecho que no planeo continuar una pelea contra un estúpido, puedo ser un borracho, pero tú, eres un completo estúpido, ahora ponte algo de ropa estúpido exhibicionista, las bajas temperaturas te dejaran los dedos buenos para nada.
Nero entonces dirigió su atención hacia los guardias -Por favor, olviden este exabrupto, la dama solo protegía a un borracho de un estúpido. Ensoñador!, quiero escuchar tu opinión sobre lo que dije antes de ser interrumpido por un estúpido, explícame cosas, como ¿por qué los dragones deberían tener redención?, ¿por qué deberían ser perdonados?, ¿por qué deberían vivir?- los guardias aun atentos por que el ebrio sostenía un arma, Nero miro su botella y miro su espada. Acto seguido, golpeo a cimitarra en el suelo de tal forma que se quebró, parte de la espada rota quedo en el mango de Nero, la otra parte salió despedida hacia el dragón estúpido, lo suficientemente cerca para darle un mínimo rasguño en caso de haberle tocado.
-Como pueden ver, ya no soy una amenaza y mi arma esta inservible, así que guardare esto como una baratija... Estoy seguro que la señorita de cabello dorado también querrá escuchar, y el estúpido soldadito, bueno no creo que sea tan estúpido como hacer algo mas estando superado por tantos de ustedes- exclamo el borracho a los guardias, intentando mediar un poco y tratando de conseguir la respuesta a sus preguntas. A su botella le quedaba un sorbo y planeaba guardarlo para el peor de los casos y porque toda la situación amenazaba con devolverle la sobriedad y eso no se lo podía permitir por ningun motivo.
Exclamo el borracho con los brazos extendidos, con una botella en una mano y nada sosteniendo la otra, cuando vio la embestida que arremetió el soldadito hacia su persona, un solo pensamiento se le cruzo en la cabeza "finalmente" entonces espero a que ocurriera, sin embargo, inmediatamente lo que escucho fue el choque de los metales.
La mujer linda e inocente sacaba sus garras, bueno en este caso un mandoble que repelió sin problemas el ataque del soldadito dragón, conquistador de nada y con un destino sin forjar. -Jajajaja, supongo que no serás tú quien termine mi existencia soldadito-.
-Gracias, creo que eso seria lo primero que tendría que decirte- exclamo mientras la observaba de reojo, una belleza en efecto, se puso al lado de ella y puso delicadamente uno de sus dedos en el hombro de ella, puesto que lo quería ensuciarle las ropas a quien fuera su salvadora hace unos segundos. Le esbozo una sonrisa de ebrio y procedió a plantarle cara al soldadito.
Con una botella en la mano y llevándose la otra a una parte de los harapos de la pierna, sacando de esta una cimitarra bastante maltratada por el uso, volviéndola una pobre arma para combatir. El Ensoñador y los guardias intentaban calmar la situación. El ensoñador mediaba con sus palabras para que los implicados se relajaran un poco, el ebrio pensó por unos segundos que quizás aquella situación posiblemente haya sido su culpa. Descarto la idea rápidamente.
-La chica rubia te ha salvado la vida y también ha salvado la mía. Puedes agradecerle al Ensoñador y a la chica por el hecho que no planeo continuar una pelea contra un estúpido, puedo ser un borracho, pero tú, eres un completo estúpido, ahora ponte algo de ropa estúpido exhibicionista, las bajas temperaturas te dejaran los dedos buenos para nada.
Nero entonces dirigió su atención hacia los guardias -Por favor, olviden este exabrupto, la dama solo protegía a un borracho de un estúpido. Ensoñador!, quiero escuchar tu opinión sobre lo que dije antes de ser interrumpido por un estúpido, explícame cosas, como ¿por qué los dragones deberían tener redención?, ¿por qué deberían ser perdonados?, ¿por qué deberían vivir?- los guardias aun atentos por que el ebrio sostenía un arma, Nero miro su botella y miro su espada. Acto seguido, golpeo a cimitarra en el suelo de tal forma que se quebró, parte de la espada rota quedo en el mango de Nero, la otra parte salió despedida hacia el dragón estúpido, lo suficientemente cerca para darle un mínimo rasguño en caso de haberle tocado.
-Como pueden ver, ya no soy una amenaza y mi arma esta inservible, así que guardare esto como una baratija... Estoy seguro que la señorita de cabello dorado también querrá escuchar, y el estúpido soldadito, bueno no creo que sea tan estúpido como hacer algo mas estando superado por tantos de ustedes- exclamo el borracho a los guardias, intentando mediar un poco y tratando de conseguir la respuesta a sus preguntas. A su botella le quedaba un sorbo y planeaba guardarlo para el peor de los casos y porque toda la situación amenazaba con devolverle la sobriedad y eso no se lo podía permitir por ningun motivo.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
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El viento sopló de forma agresiva a todos los alrededores de la gran ciudad de Dundarak, el tiempo marcaba que se avecinaba días malos, tormentas que no cesarán por algún sacrificio o ofenda que no se le realizó a nuestro ancestros.
Cada minuto que avanzaba hacía que cayera más nieve a nuestro pies que seria mucho mas dificil el de moverse dentro del suelo que pisamos firmemente sin contar aquellos que tiene armadura encima de sus cuerpos, mandoble y demás objetos pesados que denominan una desventaja de rapidez para dar un paso rápido y efímero como la realizó la joven doncella, con un movimiento perspicaz puede deslizar mi arma entre la hoja de su espada posicionando la hoja en la axila descubierta de la joven dejando la punta en su arteria circunflejas.
Deberías cubrir puntos tan débilmente atroces que al cortarte sufrirás un sangrado atroz y morirías en este gélido suelo, y al ser sagrado seguro serías bendecida por los dioses y desde allá arriba te servirá de lección de no entrometerse en conflictos ajenos. - Exclame con seriedad observándola con una mirada gélida y sin quitar mi postura en posición de mi arma en su axila.
¿Borracho indefenso? Acaso no puedes observar su aspecto que más que denominar a simple vista que también es un guerrero seguro de poca monta pero guerrero al fín. Seguro podía defenderse de mi arma. - Aclaré con un tono más serio ante la joven entrometida que seguramente si quisiera acabarla lo podría hacer sin ningún tipo de esfuerzo alguno.
Tras el intercambio de acciones y palabras entre las cuatro personas que nos encontrábamos en medio de la plaza, la nieve empezó a sucumbir de arriba abajo algo se aproximaba como si se tratara de un grupo de caballo desbocado dando pasos sincronizadamente sin que nadie se adelante ni se atrase en ningún momento, Al elevar mi vista pude ver como un pelotón de guardias se acercaba y con una postura erguida nos rodearon en un círculo con una distancia de como mucho de cinco centímetros entre nosotros, hubo uno que se destacaba por su armadura reluciente y un yelmo que recubre todo su rostro.
Fue el mismo que dio un paso hacia adelante portando su arma entre su mano y dando una orden muy clara de que guardaremos nuestras armas o simplemente iríamos detenido bajo la custodia de la Guardia de Dundarak.
Pelear con estos sujetos no sería lo ideal, además de que seguro no me iría ileso de esta situación a pesar de mi experiencia en combate. Retire lentamente el arma de la axila de la chica evitando cortar su preciada arteria, puse mi codo hacia atrás y logre guardar mi arma en su funda.
No busco problemas con ustedes guardia dragón. - Exclamé dirigiéndome directamente al capitán del batallón. Por supuesto que no, no tendrían algún tipo de oportunidad/b] - Vociferó el sujeto con su voz potente y clara, dando una simple seña con su dedos para retirar a la tropa al estar solvente el conflicto en la plaza, dejando sus huellas postrada en la sólida nieve del suelo.
Reí al escuchar lo que dijo el sujeto del batallón, tomé mi túnica para sacudirla de la nieve que se había amontonado encima de ella y cubrir con ella mi armadura nuevamente, tome una distancia más prudente para sentarme en un mediana roca que se encontraba en el suelo.
[b]Prosiga Ensoñador - Mostrando mi autentica atención hacía ellos.
Última edición por Sajin W el Jue Abr 15 2021, 14:17, editado 1 vez
Sajin W
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingela sostenía la mirada al desconocido, su expresión distaba mucho de la dulce chica que había intervenido momentos atrás pues su mirada se había tornado sombría. El rápido y extraño movimiento del hombre la puso en jaque un momento pero ella se quedó inmóvil, observándolo. Notó la mirada cínica del desconocido y le permitió creer que le llevaba ventaja. Era obvio que aquel hombre no tendría las agallas de terminar el ataque letal sobre todo porque al mismo tiempo que la sacerdotisa llamaba a la calma, aparecieron soldados de la Guardia de Dundarak. Aquel hombre no sabía lo que significaba atacar a la hija de Sommer Steinherz y si era inteligente, mantendría su espada en su funda y su altanería a raya.
Ingela sonrió de medio lado y envainó su mandoble, siendo hija de un hombre reconocido entre las tropas del ejército del norte no podía exponerse a situaciones comprometedoras. -Ya has escuchado a la sacerdotisa y a los guardias, será mejor calmarnos- comentó al terminar de enfundar su arma. El borracho había reaccionado, bueno, como borracho, y tras vociferar preguntas a la sacerdotisa, rompió su arma en frente de todos. La joven dragona prefirió prestarle atención a aquel hombre perturbado y tenderle una mano cuando tambaleó tras el impacto del arma en el suelo. -Todos merecemos vivir- le dijo. -Los errores del pasado podemos enmendarlos si aprendemos de ellos, una acción no nos debería condenar si estamos arrepentidos de ella- explicó y quedó pensativa un instante.
Los guardias se alejaron al ver que la situación se calmaba e Ingela aprovechó que la gente comenzó a marcharse y se acercó a la mujer -Lamento mucho lo ocurrido- se disculpó con ella -No era mi intención causar revuelo, de verdad quería escucharte pero...- comentó y miró de soslayo al borracho -Hay situaciones en las que no me puedo quedar quieta o callada- explicó, mirando al suelo con un poco de vergüenza. -Soy Ingela, por cierto- se presentó -Y me gustaría invitarte a una bebida caliente y así me puedes hablar más de Los Ensoñadores y su filosofía- pidió, alzando la mirada nuevamente y sonriendo contenta. -Y tal vez podríamos llevar al borracho para explicarle por qué no somos monstruos crueles- añadió, volteando a ver a aquel hombre que parecía tan enojado con la vida.
Ingela sonrió de medio lado y envainó su mandoble, siendo hija de un hombre reconocido entre las tropas del ejército del norte no podía exponerse a situaciones comprometedoras. -Ya has escuchado a la sacerdotisa y a los guardias, será mejor calmarnos- comentó al terminar de enfundar su arma. El borracho había reaccionado, bueno, como borracho, y tras vociferar preguntas a la sacerdotisa, rompió su arma en frente de todos. La joven dragona prefirió prestarle atención a aquel hombre perturbado y tenderle una mano cuando tambaleó tras el impacto del arma en el suelo. -Todos merecemos vivir- le dijo. -Los errores del pasado podemos enmendarlos si aprendemos de ellos, una acción no nos debería condenar si estamos arrepentidos de ella- explicó y quedó pensativa un instante.
Los guardias se alejaron al ver que la situación se calmaba e Ingela aprovechó que la gente comenzó a marcharse y se acercó a la mujer -Lamento mucho lo ocurrido- se disculpó con ella -No era mi intención causar revuelo, de verdad quería escucharte pero...- comentó y miró de soslayo al borracho -Hay situaciones en las que no me puedo quedar quieta o callada- explicó, mirando al suelo con un poco de vergüenza. -Soy Ingela, por cierto- se presentó -Y me gustaría invitarte a una bebida caliente y así me puedes hablar más de Los Ensoñadores y su filosofía- pidió, alzando la mirada nuevamente y sonriendo contenta. -Y tal vez podríamos llevar al borracho para explicarle por qué no somos monstruos crueles- añadió, volteando a ver a aquel hombre que parecía tan enojado con la vida.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Rel suspiró largamente en claro alivio al ver como la Guardia de la ciudad regresaba a sus correspondientes puestos sin altercado alguno, aunque ya poco tendrían que vigilar cuando las gentes comenzaron a dispersarse pensando que aquella charla del Ensoñador había tocado a su fin con el toque de advertencia de los custodios. No estaba acostumbrada a tales tensiones y gritos proferidos, era casi palpable para ella sentir aquel malestar que se reflejaba en cada individuo a quien prestaba su atención cuando este tomaba palabra de forma imperativa, hacía que su corazón latiera con más fuerza e incluso que tomase una posición de alerta e inseguridad ante los extraños, pues su verbo se tornó dubitativo y quebradizo cuando intentó responder al hombre que clamó su nombre en busca de su punto de vista.
- ¿Y... P-por qué no dar la oportunidad? ¿Por qué se ha de morir estimado? La historia así lo dicta y así fue su deseo cuando acudieron nuestros antepasados a los Antiguos y ellos les abrazaron sin dudar. Prestad vuestros oídos afligida alma... No os dejéis endulzar por la fácil derrota, aquel camino que cualquiera puede tomar... Sed fuerte y enfrentaros a quien sois realmente, pues un día llegué a pensar como vos... ¿He sido maldita realmente? Débil fui al pensar tal cosa y me arrepiento de ello, pues mi cuerpo se halla estigmado. - A medida que la mujer se dirigía a este último, de nuevo iba descendiendo por las escalinatas que la plataforma disponía para ello, claramente se podía ver a la alta figura algo encorvada en sí misma pese a su destacable altura que incluso podía hacerse denotar más incluso. Sus rasgos quedaban parcialmente ocultos gracias a la capucha que portaba, pero ante la claridad de los rayos mañaneros se puede percibir, si se enfoca en el rostro de la mujer, escamas varias que cubren su rostro o parte del mismo junto a un ojo ambarino y reptiliano con su pupila contraída.
- Desconozco vuestra historia tanto como vos desconocéis la nuestra. Alma quebrada por el dolor y el odio, tomad nuestra mano y dejadnos ayudaros pues... Todos tenemos derecho a dudar y a obtener respuestas. - La discípulo se mantuvo a cierta distancia de los tres individuos que habían decidido enfrentarse entre ellos, sea cual sea su motivo tomaron sus armas sin dudar un segundo, cosa que Rel se percató haciendo flotar sus ojos ante la hoja rota por el impacto que el encapuchado había obrado en su arma, dioses benditos... ¿Dónde había quedado el don de la palabra? ¿Realmente aquel mundo era tan agresivo y sufrido? Al menos pudo serenarse un poco en sus palabras cuando la mujer quiso explicarse con amabilidad y asertividad, ofreciendo su saber siempre que sea requerido.
- Oh no os preocupéis estimada Ingela. - Negó con su diestra dracónica a la mujer en un gentil gesto restándole importancia. - Habéis obrado con determinada valentía aunque es una lástima que hayáis tenido que recurrir a tal acción... - Ahora ambos ojos de la mujer se redirigieron al guerrero bravo, mas no con recelo, no con ira o rencor, sino analizando más de cerca su aspecto, más bien el aura que este hombre desprendía, aquel depredador como Rel había pensado que actuaba casi por instinto y brutalidad. - Aceptaré de buen grado vuestra invitación querida... Más tengo algo que preguntaros bravo guerrero tocado por los dioses ¿Por qué habéis tomado vuestra arma con premura? ¿Qué camino habéis recorrido durante vuestra existencia como para que ante unas palabras ofensivas sea el filo de vuestra espada la que actúe? - La mujer Dragón no parecía burlarse en ningún momento, de hecho mantenía siempre su verbo lento constante, tranquilo, casi parsimonioso y sobre todo respetuoso, pero algo había en aquel hombre que le incitaba a mantener una cautela añadida.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Al momento de romper y guardar la ahora baratija que solía ser su cimitarra, Nero perdió el equilibrio y cayo sobre una de sus piernas, apoyando su brazo libre en el piso y levantando el brazo que tenia la botella para que aquel recipiente que contenía su elixir de autocompasión no se rompiera, demostrando nuevamente como priorizaba al alcohol por sobre su integridad física.
-Todos merecemos vivir. Los errores del pasado podemos enmendarlos si aprendemos de ellos, una acción no nos debería condenar si estamos arrepentidos de ella-
Nero observo a la joven que pronunciaba esas palabras, la misma que le ayudaba a levantarse, ¿podía alguien ser tan bondadosa y fiera a la vez?, por el sonido del metal chocando cuando pensó que su vida acabaría al fin, pudo deducir que aquella joven no era alguien a quien debiera subestimar, agradeció el gesto con una sonrisa tímida mas no profirió palabra alguna ya que por un momento sintió vergüenza de que alguien como ella sintiera lastima por alguien como él.
Escucho entonces las palabras de el ensoñador, su tono de voz un poco quebrado iba recuperando poco a poco su firmeza conforme la mujer se acercaba Nero pudo apreciar que era incluso un poco mas grande que él, comentaba su situación y dejaba a entrever su condición física, si bien era la primera vez que veía a alguien de su raza en esa condición, por algún extraño motivo el pensamiento del borracho fue.
"Igual fornicaria con ella"
Si ese pensamiento fue genuinamente de Nero o fue provocado a causa del alcohol, será algo para otra ocasión. Vio como la Joven y la ensoñadora se reunían, las palabras de la ensoñadora al igual que las de la joven albergaban una esperanza de la cual Nero no podía permitirse tener, ante el ofrecimiento que le hacia, Nero negó automáticamente con la cabeza.
-Lo siento, pero yo no tengo dudas, he aquí la única respuesta que necesito- señalo levantando la botella -Puede que no todos los dragones merezcan la muerte, no tengo animosidad hacia tu persona-
Exclamo para luego fijar su mirada en el estúpido que había intentado matarle anteriormente, tampoco había dudado para levantar su espada en contra de la joven que le había ayudado, si no hubiera sido por los soldados puede que también hubiera acabado con la ensoñadora también y quien sabe con cuantos mas, Nero miraba al estúpido con evidente animosidad, cuando vio donde este se encontraba sentado sonrió y termino de beber el contenido de la botella.
Nero dio un fuerte pisotón en el suelo en lo que parecía un desvarió de borracho, el cual aun tenia la botella vacía en su mano, su acción se vio a primera vista inofensivo, sin embargo, la intencion que albergaba era muy diferente, aquel pisotón hizo que una piedra emergiera del mismo lugar donde el estúpido se encontraba sentado(1), la intencion clara era empalarlo en el lugar, incluso si el estúpido se movía rápido, su ataque haría el suficiente daño para que el idiota tuviera dificultades cuando quisiera ir a cagar.
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-Todos merecemos vivir. Los errores del pasado podemos enmendarlos si aprendemos de ellos, una acción no nos debería condenar si estamos arrepentidos de ella-
Nero observo a la joven que pronunciaba esas palabras, la misma que le ayudaba a levantarse, ¿podía alguien ser tan bondadosa y fiera a la vez?, por el sonido del metal chocando cuando pensó que su vida acabaría al fin, pudo deducir que aquella joven no era alguien a quien debiera subestimar, agradeció el gesto con una sonrisa tímida mas no profirió palabra alguna ya que por un momento sintió vergüenza de que alguien como ella sintiera lastima por alguien como él.
Escucho entonces las palabras de el ensoñador, su tono de voz un poco quebrado iba recuperando poco a poco su firmeza conforme la mujer se acercaba Nero pudo apreciar que era incluso un poco mas grande que él, comentaba su situación y dejaba a entrever su condición física, si bien era la primera vez que veía a alguien de su raza en esa condición, por algún extraño motivo el pensamiento del borracho fue.
"Igual fornicaria con ella"
Si ese pensamiento fue genuinamente de Nero o fue provocado a causa del alcohol, será algo para otra ocasión. Vio como la Joven y la ensoñadora se reunían, las palabras de la ensoñadora al igual que las de la joven albergaban una esperanza de la cual Nero no podía permitirse tener, ante el ofrecimiento que le hacia, Nero negó automáticamente con la cabeza.
-Lo siento, pero yo no tengo dudas, he aquí la única respuesta que necesito- señalo levantando la botella -Puede que no todos los dragones merezcan la muerte, no tengo animosidad hacia tu persona-
Exclamo para luego fijar su mirada en el estúpido que había intentado matarle anteriormente, tampoco había dudado para levantar su espada en contra de la joven que le había ayudado, si no hubiera sido por los soldados puede que también hubiera acabado con la ensoñadora también y quien sabe con cuantos mas, Nero miraba al estúpido con evidente animosidad, cuando vio donde este se encontraba sentado sonrió y termino de beber el contenido de la botella.
Nero dio un fuerte pisotón en el suelo en lo que parecía un desvarió de borracho, el cual aun tenia la botella vacía en su mano, su acción se vio a primera vista inofensivo, sin embargo, la intencion que albergaba era muy diferente, aquel pisotón hizo que una piedra emergiera del mismo lugar donde el estúpido se encontraba sentado(1), la intencion clara era empalarlo en el lugar, incluso si el estúpido se movía rápido, su ataque haría el suficiente daño para que el idiota tuviera dificultades cuando quisiera ir a cagar.
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
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La tensión se podía cortar con una tijera y desencadenaría millones de hechos y probabilidades que rodeaban a las tres personas que estaban alrededor, era de esperarse el Ensoñador no podía mantener su voz clara y firme como hace algunos minutos. Seguro sentía alguna impresión en el modo que todo se desencadenó en segundo delante de sus ojos y no era para menos esperándose de una persona que predica la paz y no la violencia o el derramamiento de sangre.
La guardia había tomado lejanía de la plaza dejando solamente a dos reclutas de la formación a unos metros de distancia de nosotros por precaución de que otra batalla imprevista sucediera. La doncella con su tono angelical se disculpaba ante el ensoñador por su conducta agresiva ante mí, por el motivo de proteger al borracho inecto.
Mi madre dijo que algún día compraría una galera con buenos remos. La canción retumbaba en mi subconsciente, logrando calmar mis ansias de batalla, mi respiración se volvió lenta y controlada bajando la celebración y bombeo de mi corazón. El ensoñador terminó de descender de las escaleras.
Observe a una mujer con escamas alrededor de su rostro, con una altura promedio ante de las demás mujeres, con su mano rechazó la explicación de la doncella y por un momento se detuvo para observar directamente a mis ojos tomo una pausa y entono; ¿Por qué habéis tomado vuestra arma con premura? ¿Qué camino habéis recorrido durante vuestra existencia como para que ante unas palabras ofensivas sea el filo de vuestra espada la que actúe?.
Sonreí ante su pregunta era claro que no estaba acostumbrada a estos actos de violencia pura era casi insostenible para sus ideología a la que fue criada en cambio compararla conmigo estaría por muy fuera de lo normal, al encontrarme algunos metros de distancia donde ya solo quedamos los tres presentes, no tuve que pararme de mi puesto para que me escuchara.
¿Por qué no hacerlo? Yo no predico con palabras, sino con mi arma, tú guías a un camino de paz, yo destruyo todo ese camino y llevó a la destrucción, perdición y muerte. - Sonreí, tomé una pausa y continué;
¿Qué esperar de mí? Un guerrero, un asesino, un amigo, un enemigo, soy lo que quieras que yo sea, las palabras tienen poder Ensoñador y lo confirmo con esta teoría. - Alzaba mi mano con entusiasmo y dirigí la mirada al suelo por lo que diría a continuación.
Las palabras fueron el detonante de mi niñez, ‘’ No asesinaremos al rey enemigo, porque si lo vencemos traerá más poder y más enemigos. ‘’ Dijo mi padre. ¿Entonces para qué existe la guerra? Me pregunté mientras despedazaba a toda mi familia con una espada, sino pelearas entonces mejor ve a dormir. - Una carcajada retumbó por todo el lugar sin dejar de ver al suelo.
Me percate de un pisotón que dio aquel borracho, por alguna extraña razón al darlo el suelo empezó a vibrar, la nieve se sucumbia en pequeño ritmos que usualmente se dirigía debajo de mi, esto no era coincidencia. Unos segundos antes, me despegué con un brinco hacia el aire para desenvainar el arma y ponerla enfrente de mi.
El arma fue arremetida contra un pico que sobresale de la roca donde me encontraba sentando, en el aire gracias a mi maestría con arma propulse con mis piernas el mango de mi espada para que despegara a toda velocidad contra el torso del borracho y al estar en tan poca distancia seria difícil de esquivar y quien se entrometieron seguro saldría herido.
Caí de espalda en la nieve sin perder algún segundo me levante flexionando mis piernas y reposicionando nuevamente de pie, ¿Ahora entiendes por qué debo utilizar mi espada para sentenciar las almas pobres que caminan en la tierra? - Con un entonamiento mayor y claro ante el ensoñador.
Elevé ambos brazos y apreté mis manos me puse en posición de combate, listo para lo que se desencadenaría después de mi ataque efímero ante el borracho.
Sajin W
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingela se quedó de pie junto a la mujer y su actitud volvía a ser la de la chica alegre y simpática de siempre. Esperaba por ella y también sentía curiosidad por escuchar las respuestas que los hombres le darían. Al verlos el uno tan agresivo y el otro tan enojado con la vida, se sintió agradecida de ser ella. Desconocía las historias de vida de ellos, pero para terminar así, seguramente vivieron experiencias terribles. Sintió un poco de compasión por ellos, especialmente por el borracho. Ella misma se había entregado al dulce, dulce alcohol por el desamor.
Ella no sentía necesidad de ser agresiva y mucho menos odiaba ser una dragona, al contrario sentía que era una bendición haber nacido de esa raza y tener los poderes que los antiguos dragones les entregaron. También sentía que era una gran responsabilidad y que era el deber de todos los dragones proteger... ¿pero proteger qué?
Bajó la mirada al suelo y comenzó a pensar en aquello. Ingela siempre había sentido el peso de una responsabilidad innata a su raza. Si ellos fueron bendecidos por los antiguos dragones, fue para cuidar la creación de ellos y sus enseñanzas. ¿Cierto? Pero, ¿sería eso realmente?
Un repentino pánico se apoderó de la joven dragona, ella jamás se había cuestionado aquello, creía fervorosamente que esa era la misión de los hombres y mujeres dragón. No podía ser de otra manera al tener un padre soldado y una madre sacerdotisa, toda su familia y amigos creían lo mismo y no de una forma vana y superficial, sin sentirse superiores a las demás razas, solo obligados a una misión encomendada por fuerzas más allá del entendimiento.
Pero estos dos dragones que estaban frente a ella contradecían completamente sus creencias. Cada vez que conocía a alguno así, creía que eran excepciones a la norma, manzanas podridas que nunca faltaban en las cosechas.
De aquel ensimismamiento la sacó el hombre calvo y agresivo de forma violenta al lanzar un ataque al borracho. Lo que hizo fue demasiado vistoso y complicado de entender, que desafiaba toda lógica y hasta de mal gusto. Ingela decidió no intervenir físicamente, pero ya era el colmo. -Hoy desperté con ganas de tomarme una rica jarra de hidromiel por la tarde, no de venir a la plaza a armar escándalo cual arrabalera- dijo enojada. -¿Acaso no tienen vergüenza? ¿Un poquito de decoro? ¿Respeto por los demás o por si mismos? Parecen un par de niñatos peleando por estupideces, midiendo a ver quién la tiene más grande. Ridículos.- los reprendió mirándolos con desprecio. -Hay cosas más útiles en las cuales invertir mi tiempo- añadió. Si antes había sentido compasión por ellos, definitivamente se le había pasado. Aquel par no era digno de la bendición con la que nacieron.
Respiró hondo, no iba a permitir que un aparecido le amargara el rato. Más calmada, miró a la sacerdotisa y le sonrió resignada -Preferiría continuar nuestra conversación en un lugar más tranquilo- le dijo, invitándola a irse luego de aquella plaza.
Ella no sentía necesidad de ser agresiva y mucho menos odiaba ser una dragona, al contrario sentía que era una bendición haber nacido de esa raza y tener los poderes que los antiguos dragones les entregaron. También sentía que era una gran responsabilidad y que era el deber de todos los dragones proteger... ¿pero proteger qué?
Bajó la mirada al suelo y comenzó a pensar en aquello. Ingela siempre había sentido el peso de una responsabilidad innata a su raza. Si ellos fueron bendecidos por los antiguos dragones, fue para cuidar la creación de ellos y sus enseñanzas. ¿Cierto? Pero, ¿sería eso realmente?
Un repentino pánico se apoderó de la joven dragona, ella jamás se había cuestionado aquello, creía fervorosamente que esa era la misión de los hombres y mujeres dragón. No podía ser de otra manera al tener un padre soldado y una madre sacerdotisa, toda su familia y amigos creían lo mismo y no de una forma vana y superficial, sin sentirse superiores a las demás razas, solo obligados a una misión encomendada por fuerzas más allá del entendimiento.
Pero estos dos dragones que estaban frente a ella contradecían completamente sus creencias. Cada vez que conocía a alguno así, creía que eran excepciones a la norma, manzanas podridas que nunca faltaban en las cosechas.
De aquel ensimismamiento la sacó el hombre calvo y agresivo de forma violenta al lanzar un ataque al borracho. Lo que hizo fue demasiado vistoso y complicado de entender, que desafiaba toda lógica y hasta de mal gusto. Ingela decidió no intervenir físicamente, pero ya era el colmo. -Hoy desperté con ganas de tomarme una rica jarra de hidromiel por la tarde, no de venir a la plaza a armar escándalo cual arrabalera- dijo enojada. -¿Acaso no tienen vergüenza? ¿Un poquito de decoro? ¿Respeto por los demás o por si mismos? Parecen un par de niñatos peleando por estupideces, midiendo a ver quién la tiene más grande. Ridículos.- los reprendió mirándolos con desprecio. -Hay cosas más útiles en las cuales invertir mi tiempo- añadió. Si antes había sentido compasión por ellos, definitivamente se le había pasado. Aquel par no era digno de la bendición con la que nacieron.
Respiró hondo, no iba a permitir que un aparecido le amargara el rato. Más calmada, miró a la sacerdotisa y le sonrió resignada -Preferiría continuar nuestra conversación en un lugar más tranquilo- le dijo, invitándola a irse luego de aquella plaza.
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Un profundo pesar inundó los ojos del Ensoñador, la decepción en ellos era creciente mientras escuchó las palabras del encapuchado, quien con ferviente convicción sostenía una simple y anodina botella de alcohol, señalando la misma como la ambrosía que mantenía el fino hilo de su existencia y fe. Ambos orbes de la mujer se mantuvieron fijos en dicho líquido ambarino a la vez que se preguntaba el por qué de la desdicha de aquel hermano, el cómo pudo haberse ligado de tal forma al abandono y odio hacia su persona como para entregarse al caos destructor de sí mismo. No siempre los senderos brillaban con luces claras para poder caminar de forma firme, Rel sabía esto y es por ello que los Ensoñadores se dedicaban a su predicación, pues así lo quiso Amerenir, el dios Dragón del Aire quien susurraba a sus mensajeros a través de sus sueños más profundos, procurando su protección mental frente a Durendir y ser el foco de luz, la guía para aquellos sucumbidos al vacío. No podía abandonar a este hombre, al menos no sin intentarlo una vez más como dicta su dogma y código moral de su pueblo y dioses.
Aunque no era el único frente y muro infranqueable por el cual Rel debía atravesar, pues la mente opaca del guerrero aún mantenía su total firmeza. El camino de este Dragón estaba marcado por la sangre derramada y tragedia que envolvían una historia desgarradora y difícilmente de asimilar para la mujer. No, ella no era una guerrera, jamás había empuñado un arma o había arrebatado el alma de un ser viviente dándole muerte, no podría ponerse en las botas de un aguerrido ni mucho menos, no era capaz de comprender todo ese despliegue de violencia que era verbalizado como si de una tarea simple se tratase, pero intentó hacerlo, de veras lo intentó. Procuró mantener su vista en aquellos gélidos ojos que no exteriorizaban sentimiento alguno, escuchando la respuesta que sus labios daban a su pregunta. Con horror, en tanto la conversación se desarrollaba, se percató que era la antítesis de todo cuanto creía, un destructor sin escrúpulos quien se abría paso por la fuerza de su propio interés y arremetería sin dudar a todos aquellos que se interpusieran... Enemigos sin importar en lo absoluto de quienes se tratasen. Una dura lección y visión que provocó en la mujer Dragón cierta conmoción, colocando como punto y final una sonora carcajada del guerrero narrador.
Carcajada interrumpida por un leve temblor de tierra, toda su atención estaba depositada en las palabras del marcial guerrero cuando, de forma tardía para percatarse a tiempo, un levantamiento del terreno del cual pisaba su interlocutor, se elevó de forma violenta para arremeter a este de un posible impacto que pudo haberle acarreado severas consecuencias a su estado si no llegase a ser por unos reflejos admirables y ayuda de su espada, que no dudó una vez más en intentar arremeter contra el ebrio y ahora contrincante.
Rel, no pensó, sencillamente se dejó llevar y actuó en consecuencia al ver el nuevo enfrentamiento. A pesar de su tamaño y de sus pesadas vestimentas de tela, la mujer se aferró a su bastón de ébano y de un impulso ayudándose de su elemento afín, se interpuso a una increíble velocidad entre ambos hombres con los brazos totalmente extendidos, sus manos y palmas se mostraban cada una frente a estos, irguiéndose en toda su altura con el ceño fruncido y un determinado carácter férreo, recreando en su voz un tono aún más audible y autoritario cuando este fue potenciado por sus dones sacrílegos... Mas algo andaba mal, pues para aquellos que poseyeran una visión destacada, se percatarían que, bajo la túnica ahora parcialmente desgarrada de la mujer, un casi imperceptible hilo de carmesí descendería lentamente de sus extremidades inferiores hasta tocar el inmaculado y blanco suelo con algunas gotas casuales.
- ¡BASTA! - Profirió la mujer, su mandíbula denotaba tensión cuando esta se clausuró antes de continuar, su posición se mantenía intacta, a excepción de su testa que tornaba a cada hombre Dragón para dirigirse a ambos.
- ¡¿Queréis ver actos?! ¡Aquí... Aquí tenéis mi devoción y entrega! ¡Así parecéis obrar! - Su plexo se elevaba y descendía de forma notable, Rel jadeaba, respiraba de forma acelerada, quizás por efecto del momento sometido, aquella inseguridad eclipsada por un velo de autodeterminación por detener aquella reyerta o pudiéndose añadir el potenciar de su propia voz a modo voluntario.
- ¡Estáis en Dundarak! ¡Por los Antiguos! ¡No podéis actuar como infantes y mataros los unos a los otros! Os... ¡¿Qué intentáis?! ¡Escuchad a la Dama Ingela! ¡Observad a todos los ciudadanos que ahora mismo os determinan!- Ciertamente al estar en medio de una plaza y más siendo una de las más conmemorativas, el gentío claramente les estaba mirando y cuchicheando, por no hablar de la Guardia próxima, que siendo alertada una segunda vez por los ciudadanos, regresaban tornando sus pasos a los increpadores, ahora sí con sus espadones en mano...
- Ojalá fuera así estimada Ingela... Portadora de la esperanza. - Comentó a la mujer de cabellos dorados, la voz del Ensoñador se iba extinguiendo como una pequeña llama a medida que veía a la propia Guardia estrechando distancias para con ellos. Sus manos descendían lentamente, a la vez que su cuerpo se encogía por momentos.
- Nada más me apetecería que optar por algo más tranquilo... Témome que no podrá ser aún. - Pisadas acorazadas resonaban en las inmediaciones, los bisbiseos a su vez hacían eco poco a poco de lo que sucedía en la Plaza de Jade gracias a los rumores que circulaban de boca en boca.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-No puedes matarme incluso si te dejara maldito estúpido- Respondió apuntándole con la botella, entonces la voz del Ensoñador resonó con fuerza en el lugar, el borracho tropezó y aquel extraño intento de espada y hacha paso por sobre él.
Llamadas de atención, retos, invitaciones a beber hidromiel?, eso si le llamo la atención, por desgracia la invitación no era para él, no sabia a quien responderle primero, tantas preguntas sin sentido y el estar sentado en la nieve no le ayudaba mucho, por suerte su embriaguez le ayudaba a soportarlo.
-Solo soy un borracho, ¿de verdad esperan algo de coherencia o razón en lo que hago?- respondió al momento que se ponía de pie, una pequeña mancha roja en la nieve a los pies del Ensoñador llamo su atención, dirigió la vista a la mujer en si notando como su respiración parecía agitada y comprendió que el estúpido realmente había logrado herir a alguien.
-Hey Ingela, ayuda al Ensoñador, parece que el estúpido le hizo algo- señalo al momento que veía como la guardia se acercaba de nueva cuenta ya sin la amabilidad de antes.
Los soldados llegaron de nueva cuenta alertados por el bullicio y los demás pobladores que observaban la situación, todo indicaba que las cosas no iban a terminar bien, y los guardias se veían bastante molestos, algunos incluso ya estaban con sus espadas en la mano preparados para lidiar con la situación cuando el borracho hizo su movida.
-Pensé que había pedido que se comportaran-
-Lo hicimos, pero el señor "uy mate a mi papi porque me dijo que no" quiso seguir peleando y hirió al Ensoñador- dijo al momento que extendía los brazos rindiéndose
-¿Qué rayos?- exclamo el capitán de la guardia
-Lo se, pensé lo mismo- prosiguió el borracho.
-De acuerdo el borracho y el buscapleitos vienen con nosotros, alguien que ayude al Ensoñador- dijo el capitán con autoridad.
En ese instante los soldados se acercaron al borracho y al buscapleitos con la clara intencion de arrestarles, 2 grupos de 5 soldados para cada uno de los individuos problemáticos a las vez que otros 2 soldados iban a ayudar al Ensoñador que estaba con Ingela y el capitán quedaba con 2 soldados escoltándole. Nero ya estaba con los brazos estirados para que le encadenaran cuando noto que aun seguía con la botella vacía en las manos, hizo un leve gesto con las manos a los soldados para que le esperaran, -Ingela ya me salvaste la vida una vez, ¿podrías salvármela de nuevo al cuidar de esto por mi?, si quieres llenarla me habrías salvado la vida nuevamente- exclamo al momento de lanzar la botella vacía hacia la mujer de cabellos dorados. Los guardias le miraron sorprendidos por unos momentos y luego procedieron a encadenar al borracho el cual no oponía resistencia.
Llamadas de atención, retos, invitaciones a beber hidromiel?, eso si le llamo la atención, por desgracia la invitación no era para él, no sabia a quien responderle primero, tantas preguntas sin sentido y el estar sentado en la nieve no le ayudaba mucho, por suerte su embriaguez le ayudaba a soportarlo.
-Solo soy un borracho, ¿de verdad esperan algo de coherencia o razón en lo que hago?- respondió al momento que se ponía de pie, una pequeña mancha roja en la nieve a los pies del Ensoñador llamo su atención, dirigió la vista a la mujer en si notando como su respiración parecía agitada y comprendió que el estúpido realmente había logrado herir a alguien.
-Hey Ingela, ayuda al Ensoñador, parece que el estúpido le hizo algo- señalo al momento que veía como la guardia se acercaba de nueva cuenta ya sin la amabilidad de antes.
Los soldados llegaron de nueva cuenta alertados por el bullicio y los demás pobladores que observaban la situación, todo indicaba que las cosas no iban a terminar bien, y los guardias se veían bastante molestos, algunos incluso ya estaban con sus espadas en la mano preparados para lidiar con la situación cuando el borracho hizo su movida.
-Pensé que había pedido que se comportaran-
-Lo hicimos, pero el señor "uy mate a mi papi porque me dijo que no" quiso seguir peleando y hirió al Ensoñador- dijo al momento que extendía los brazos rindiéndose
-¿Qué rayos?- exclamo el capitán de la guardia
-Lo se, pensé lo mismo- prosiguió el borracho.
-De acuerdo el borracho y el buscapleitos vienen con nosotros, alguien que ayude al Ensoñador- dijo el capitán con autoridad.
En ese instante los soldados se acercaron al borracho y al buscapleitos con la clara intencion de arrestarles, 2 grupos de 5 soldados para cada uno de los individuos problemáticos a las vez que otros 2 soldados iban a ayudar al Ensoñador que estaba con Ingela y el capitán quedaba con 2 soldados escoltándole. Nero ya estaba con los brazos estirados para que le encadenaran cuando noto que aun seguía con la botella vacía en las manos, hizo un leve gesto con las manos a los soldados para que le esperaran, -Ingela ya me salvaste la vida una vez, ¿podrías salvármela de nuevo al cuidar de esto por mi?, si quieres llenarla me habrías salvado la vida nuevamente- exclamo al momento de lanzar la botella vacía hacia la mujer de cabellos dorados. Los guardias le miraron sorprendidos por unos momentos y luego procedieron a encadenar al borracho el cual no oponía resistencia.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Todo pasó tan rápido que Ingela no logró asimilar lo ocurrido. Solo vio que la mujer, con una velocidad impresionante, se interpuso entre el bárbaro y el borracho, quien por fortuna logró esquivar el ataque que el calvo le había lanzado. Quien no logró hacerlo fue Rel. Cuando ella habló, su voz retumbó y para la joven dragona, se había vuelto inmensa; quizás fueron sus brazos extendidos y la túnica que usaba, su altura que era mayor a la propia, su determinación y fuerza. Lo que fuera, dejó perpleja a la muchacha que miraba con ojos enormes al Ensoñador reprender con firmeza a ambos hombres.
Aquella demostración de fuerza duró poco pero fue muy intensa. Despacio, la mujer volvió a empequeñecerse y encorvar. De la poderosa voz retornó a la suave del principio y agachó la cabeza. Fue con ella rápidamente, notando que algo no estaba bien. -¿Estás bien?- le preguntó con discreción, sosteniéndola por el antebrazo. Sin darse cuenta, porque Ingela estaba muy concentrada en Rel y lo recientemente acontecido, llegó nuevamente la guardia, tomando a los hombres para llevarlos presos.
Encadenaron al borracho y ella no prestó mucha atención a ello, pero tuvo que atenderlo cuando los guardias también fueron con ella -Ustedes dos también vendrán- espetó uno de ellos, agarrando fuerte a Ingela por la muñeca, sorprendiendo a la muchacha -¿Cómo que yo también voy?- preguntó perpleja la joven dragona, mirando con miedo al guardia. -¡No! ¡Me va a matar mi padre!- exclamó cuando la jaló para colocar grilletes en sus manos. Anonadada, se vio arrastrada tras el borracho. -¡Por favor! ¡El Ensoñador! No está bien, algo le ha pasado, ¡déjenme verla!- pidió en tono de súplica. -No te preocupes, Ingela, en el calabozo podrás ayudar a tu amiga- le respondió el guardia, quien había reconocido a la hija de Sommer Steinherz.
Que la llamara por su nombre sorprendió a la chica, quien se fijó mejor en quién la llevaba. -¿Waldo?- llamó, reconociendo al hombre -¡Qué diferente te ves con el uniforme!- indicó casual, como si no la estuvieran llevando presa. El guardia sonrió -Definitivamente te metiste en problemas esta vez- se burló. -¿No pueden dejarnos ir al Ensoñador y a mí? No éramos nosotras quienes estábamos armando trifulca, eran esos dos hombres- se quejó, haciendo un mohín. -Además, creo que de verdad ella está herida- añadió, volteando la cabeza para mirar a la mujer. El guardia negó con la cabeza -En la comisaría hablaremos y revisaremos si está herida o no. De estarlo, sabes que cuidaremos de ella- apuntó el guardia.
Aquella demostración de fuerza duró poco pero fue muy intensa. Despacio, la mujer volvió a empequeñecerse y encorvar. De la poderosa voz retornó a la suave del principio y agachó la cabeza. Fue con ella rápidamente, notando que algo no estaba bien. -¿Estás bien?- le preguntó con discreción, sosteniéndola por el antebrazo. Sin darse cuenta, porque Ingela estaba muy concentrada en Rel y lo recientemente acontecido, llegó nuevamente la guardia, tomando a los hombres para llevarlos presos.
Encadenaron al borracho y ella no prestó mucha atención a ello, pero tuvo que atenderlo cuando los guardias también fueron con ella -Ustedes dos también vendrán- espetó uno de ellos, agarrando fuerte a Ingela por la muñeca, sorprendiendo a la muchacha -¿Cómo que yo también voy?- preguntó perpleja la joven dragona, mirando con miedo al guardia. -¡No! ¡Me va a matar mi padre!- exclamó cuando la jaló para colocar grilletes en sus manos. Anonadada, se vio arrastrada tras el borracho. -¡Por favor! ¡El Ensoñador! No está bien, algo le ha pasado, ¡déjenme verla!- pidió en tono de súplica. -No te preocupes, Ingela, en el calabozo podrás ayudar a tu amiga- le respondió el guardia, quien había reconocido a la hija de Sommer Steinherz.
Que la llamara por su nombre sorprendió a la chica, quien se fijó mejor en quién la llevaba. -¿Waldo?- llamó, reconociendo al hombre -¡Qué diferente te ves con el uniforme!- indicó casual, como si no la estuvieran llevando presa. El guardia sonrió -Definitivamente te metiste en problemas esta vez- se burló. -¿No pueden dejarnos ir al Ensoñador y a mí? No éramos nosotras quienes estábamos armando trifulca, eran esos dos hombres- se quejó, haciendo un mohín. -Además, creo que de verdad ella está herida- añadió, volteando la cabeza para mirar a la mujer. El guardia negó con la cabeza -En la comisaría hablaremos y revisaremos si está herida o no. De estarlo, sabes que cuidaremos de ella- apuntó el guardia.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
No hubo resistencia en la mujer cuando los custodios se aproximaron al grupo, era lógico que tomasen cartas en el asunto cuando dichos sucesos parecían escaparse de la mano legal llegando a la violencia entre los integrantes, no había mucho que hacer al respecto, salvo dejar que la ley aplicase la justicia que vea necesaria y no necesariamente en medio de una plaza abarrotada de gente que los observaba, era mucho mejor esclarecer lo sucedido en el lugar correspondiente, aquel donde serían llevados para sus castigos signados. Rel ofreció ambas muñecas alzando estas, aguardando a que le colocaran sus grilletes como al resto, siendo guiada por los Guardianes del reino de Dundarak bajo la atenta mirada de los viandantes que aún cuchicheaban con recelo. Con alarma observó como uno de estos grandes protectores le requisaba sus pertenencias, escasas que guardaba en un bolsa de tela desgastada junto a su tomo que le servía en esta Homilía y su Báculo de ébano tan preciado, casi hizo un amago de interceder o alzar una de sus garras para recuperarlo, mas con resignación dejó su destino en mano de sus captores, resistirse sólo acarrearía más problemas.
Su lento paso se tornó torpe debido a su herida alojada probablemente en parte de su abdomen, ya que la misma se quejaba y doblaba su cuerpo debido al dolor y parte de su vestimenta se impregnaba con este color rojo oscuro e intenso su vez. La discípulo cojeaba procurando seguir al resto de la comitiva aunque la espesa nieve dificultaba dicho hacer, no teniendo otra alternativa al cerciorarse la Guardia que ayudar a la mujer. Nunca había sido detenida antes, y menos se esperaba algo así en su propia Homilía, su primera visita al reino de los Dragones, la mente de Rel se mantuvo confusa ante esta idea, mas no asustada, su sendero pese a mantenerse con obstáculos era un camino que los dioses le habían impuesto par su cometido, pruebas como los sabios le habían comentado en varias ocasiones probablemente. A su diestra pudo ver a Ingela, Portadora de la esperanza, aquella mujer que tendió su mano como ayuda y un escudo protector ante las injusticias, la sonrío, un leve gesto que fue capaz de transmitir antes de que su custodio, aquel quien la sostenía, la instaba a continuar sin poder comunicarse con el resto de detenidos. También sus ojos pudieron captar a la figura del hombre ebrio y encapuchado, lo cierto es que no esperaba que colaborase de forma pacífica, aunque eso le hizo sospechar que no era la primera vez que era detenido, abandonarse así mismo a un continuo caos voluntario. A quien no pudo ver fue aquel guerrero ávido de sangre, aquel de mirada pétrea, ante la pregunta de si él había sido responsable, Rel negaba de forma constante no queriendo dar detalles al respecto.
- Vuestra voluntad sea... Obraremos bajo vuestras normas. - Al menos Ingela parecía conocer a uno de los Guardias próximos a ella, eso había escuchado durante el camino a los Cuarteles de la Guardia, una fortificación aledaña los grandes muros de Dundarak y perteneciente a los mismos protectores de la Ciudad, en sus entrañas o más bien subterráneos eran destinados para aquellos quienes infringían sus leyes, derivando en calabozos dispares dependiendo de la gravedad del acto a cometer. En este caso, el grupo de infractores fue guiado al mismo lugar, unas celdas individuales situadas de forma vertical cubriendo un amplio pasillo empedrado, un húmedo lugar sin mucha iluminación a excepción de las pocas antorchas que titilaban débilmente al ser prendidas.
Cada uno de los increpadores fue asignado a un calabozo correspondiente sin muchos miramientos, quedando en el mismo pasillo el diligente ya mencionado anteriormente junto a un par de Guardias, entre ellos murmuraban, aunque la poca paciencia que el líder mostraba de vez en cundo se quebraba con algún respingo involuntario o palabra malsonante de más que brotaba de entre sus labios bajo su bien protegido yelmo, quien lo viera casi podría segurar que se trataba de una tetera a punto de estallar en su punto de ebullición, reacción interrumpida debido a la aparición de varios sanadores que se adentraron para pedir permiso y este con un gruñido y un asentir les indicó que se aproximasen a la celda del Ensoñdor.
- Bien, como por las buenas no tendéis a razones, iremos a por las malas, aunque no tanto como me gustaría... Estáis acusados de agresión y desorden público en una de nuestras plazas de fe, con testigos que alegan haberos visto y descrito. - La gran mole de placas movió un poco su hombro haciendo chirriar parte de su hombrera junto a su armadura pesada, resaltando su simbología de la misma Guardia impresa en el metal que da gala a su indumentaria imponente.
- Uno a uno vais a contarme qué demonios ha sucedido... ¡Una versión corta y coherente! ¡Os advierto que de no convencerme yo mismo os daré a cada uno mi maldito veredicto AHORA MISMO! - Sentenció alzando su voz de sobremanera casi sin poder aguantar la tensión de mantenerse sereno, cosa que no servía de mucho viendo el resultado. Este no se pronunció más, dejando que los cautivos tomasen la palabra en su propia defensa.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-¿Otra vez tú?- señalo uno de los soldados al momento que le ponía los grilletes al borracho.
-Hey! ya me conoces- respondió Nero al momento que dejaba que lo arrestaran.
-Claro que no, nadie te ha visto antes!- contesto el soldado con evidente confusión.
-Que puedo decir... Ya me conoces(?)- respondió de nueva cuenta el borracho, volviendo la situación mas confusa aun.
Los soldados se observaron unos momentos con evidente confusión, entonces todos los involucrados fueron llevados a las mazmorras de la ciudad, a Nero le toco la "habitación" mas apartada del idiota por el cual había ocurrido todo eso, El ensoñador ya estaba siendo tratado y el buen borracho ya se estaba acomodando para una siesta cuando el líder de los soldados comenzó a cuestionarlos sobre el asunto, quería respuestas cortas y coherentes, a Nero solo se le ocurría una sola respuesta que cumplía aquellas descripciones.
-Soy un borracho!- contesto, acomodándose a lo que seria su habitación por ese día.
-Vaya al parecer hay un comediante!- exclamo sobresaltado al momento que se acercaba a la celda.
-Una explicación mas corta que esa no vas a obtener- respondió el borracho encogiéndose de hombros.
-No tengo tiempo para estas cosas- contesto el capitán al momento que hacia una seña a los soldados para que abrieran la celda en la que estaba el borracho.
-¿Por qué el efecto "causa-efecto" causa efecto?- respondió Nero al momento que veía como los soldados abrían su celda y le ponían de pie, llevándolo frente al líder.
-¿Qué?- dijo el líder teniendo al ebrio de frente.
-¿Por qué el efecto "causa-efecto" causa efecto?, porque la causa del efecto "causa-efecto" es a su vez causa y efecto...- respondió Nero como si poseyera omnisapiencia, aunque en realidad solo poseía un alto estado etílico.
-Una ducha bien helada para el bufón ebrio- señalo, no sin antes darle un buen correctivo al borracho para que entendiera quien estaba a cargo.
Nero fue arrastrado por el lugar y cuando vio a Ingela en una celda, hizo un gesto de saludo con la mano, vio a el ensoñador en la celda contigua y también le hizo un gesto de saludo, cuando paso por la celda del estúpido le levanto el dedo medio con ambas manos mientras era arrastrado hacia afuera de las mazmorras, para lo que seria su tratamiento de cliente preferencial.
-Entonces, quiero escuchar una historia corta y coherente!- exclamo de nueva cuenta el líder, esperando que esta vez no hubiera nadie que se hiciera el gracioso.
-Hey! ya me conoces- respondió Nero al momento que dejaba que lo arrestaran.
-Claro que no, nadie te ha visto antes!- contesto el soldado con evidente confusión.
-Que puedo decir... Ya me conoces(?)- respondió de nueva cuenta el borracho, volviendo la situación mas confusa aun.
Los soldados se observaron unos momentos con evidente confusión, entonces todos los involucrados fueron llevados a las mazmorras de la ciudad, a Nero le toco la "habitación" mas apartada del idiota por el cual había ocurrido todo eso, El ensoñador ya estaba siendo tratado y el buen borracho ya se estaba acomodando para una siesta cuando el líder de los soldados comenzó a cuestionarlos sobre el asunto, quería respuestas cortas y coherentes, a Nero solo se le ocurría una sola respuesta que cumplía aquellas descripciones.
-Soy un borracho!- contesto, acomodándose a lo que seria su habitación por ese día.
-Vaya al parecer hay un comediante!- exclamo sobresaltado al momento que se acercaba a la celda.
-Una explicación mas corta que esa no vas a obtener- respondió el borracho encogiéndose de hombros.
-No tengo tiempo para estas cosas- contesto el capitán al momento que hacia una seña a los soldados para que abrieran la celda en la que estaba el borracho.
-¿Por qué el efecto "causa-efecto" causa efecto?- respondió Nero al momento que veía como los soldados abrían su celda y le ponían de pie, llevándolo frente al líder.
-¿Qué?- dijo el líder teniendo al ebrio de frente.
-¿Por qué el efecto "causa-efecto" causa efecto?, porque la causa del efecto "causa-efecto" es a su vez causa y efecto...- respondió Nero como si poseyera omnisapiencia, aunque en realidad solo poseía un alto estado etílico.
-Una ducha bien helada para el bufón ebrio- señalo, no sin antes darle un buen correctivo al borracho para que entendiera quien estaba a cargo.
Nero fue arrastrado por el lugar y cuando vio a Ingela en una celda, hizo un gesto de saludo con la mano, vio a el ensoñador en la celda contigua y también le hizo un gesto de saludo, cuando paso por la celda del estúpido le levanto el dedo medio con ambas manos mientras era arrastrado hacia afuera de las mazmorras, para lo que seria su tratamiento de cliente preferencial.
-Entonces, quiero escuchar una historia corta y coherente!- exclamo de nueva cuenta el líder, esperando que esta vez no hubiera nadie que se hiciera el gracioso.
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Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Lord Kort Östberg, Comandante de la Guardia de Dundarak, Protector de la Ciudad, Defensor de los Reinos del Norte y segundo al mando de los Caballeros Dragón mojó la pluma en el tintero por enésima vez y estampó su firma en el documento que había estado leyendo. Esparció un poco de polvo secante sobre sus fluidos trazos y, tras unos momentos, colocó el documento sobre una pila a la derecha de su escritorio.
Después, volvió la vista a la pila de su izquierda, considerablemente más alta que la otra. Cuando se hablaba de proteger la ciudad, nadie mencionaba el ingente papeleo que ello suponía. Suspiró y tomó el documento que descansaba en la parte superior.
Un rápido repaso visual de la primera cara le dio toda la información que necesitaba en aquel momento: contenía demasiados números. Lord Kort apoyó los codos en el escritorio y se frotó los ojos con las manos. Necesitaba un descanso, estirar las piernas, desentumecer la espalda.
Y eso hizo. Su intención original había sido acercarse al campo de entrenamiento, pero le llamó la atención el ajetreo que notó camino de las celdas. Un joven recluta le dio un rápido informe de situación: un altercado en la Plaza de Jade, cuatro detenidos, un guerrero desconocido, un borracho lamentable…
—¿Un Ensoñador? —preguntó sin ocultar su sorpresa—. ¿Aquí, en Dundarak? Creía que andarían todos perdidos por las montañas.
—Al menos hay uno aquí, señor Comandante —dijo el soldado—. Estaba predicando en la plaza. Hay alguien atendiéndola ahora.
—¿Atendiéndola?
—Al parecer, salió herida en el altercado, señor.
El soldado se mostraba convenientemente respetuoso con su superior, pero su mirada se desviaba a menudo hacia el pasillo al que se dirigía cuando fue interceptado por el Comandante.
—¿Tiene prisa, soldado? —preguntó Lord Kort.
—Sí, señor, digo, no, señor. Bueno, iba a avisar a Steinherz, señor.
—¿A Steinherz? —preguntó el Comandante alzando las cejas—. ¿Qué tiene él que ver con esto?
—Su hija está entre los detenidos, señor. La menor de sus hijas.
Las cejas de Lord Kort se alzaron un tanto más. Jóvenes, se dijo.
—¿Ha pedido ella que avisaran a su padre? —preguntó.
—No, señor, pero…
Con un gesto, Lord Kort dio por terminada la conversación y despidió al recluta para que continuara su camino. Después, se dirigió a la sala contigua a las celdas que le habían señalado. Tocó la runa en la pared y un hueco en la misma pareció desintegrarse para darle una vista nítida de las celdas al otro lado. Sabiendo que ninguno de los detenidos podría verlo a él, se dispuso a observar el interrogatorio.
—Entonces, ¡quiero escuchar una historia corta y coherente! —oyó decir al interrogador.
Por favor, continúen. Me interesa oír su versión de los hechos.
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Después, volvió la vista a la pila de su izquierda, considerablemente más alta que la otra. Cuando se hablaba de proteger la ciudad, nadie mencionaba el ingente papeleo que ello suponía. Suspiró y tomó el documento que descansaba en la parte superior.
Un rápido repaso visual de la primera cara le dio toda la información que necesitaba en aquel momento: contenía demasiados números. Lord Kort apoyó los codos en el escritorio y se frotó los ojos con las manos. Necesitaba un descanso, estirar las piernas, desentumecer la espalda.
Y eso hizo. Su intención original había sido acercarse al campo de entrenamiento, pero le llamó la atención el ajetreo que notó camino de las celdas. Un joven recluta le dio un rápido informe de situación: un altercado en la Plaza de Jade, cuatro detenidos, un guerrero desconocido, un borracho lamentable…
—¿Un Ensoñador? —preguntó sin ocultar su sorpresa—. ¿Aquí, en Dundarak? Creía que andarían todos perdidos por las montañas.
—Al menos hay uno aquí, señor Comandante —dijo el soldado—. Estaba predicando en la plaza. Hay alguien atendiéndola ahora.
—¿Atendiéndola?
—Al parecer, salió herida en el altercado, señor.
El soldado se mostraba convenientemente respetuoso con su superior, pero su mirada se desviaba a menudo hacia el pasillo al que se dirigía cuando fue interceptado por el Comandante.
—¿Tiene prisa, soldado? —preguntó Lord Kort.
—Sí, señor, digo, no, señor. Bueno, iba a avisar a Steinherz, señor.
—¿A Steinherz? —preguntó el Comandante alzando las cejas—. ¿Qué tiene él que ver con esto?
—Su hija está entre los detenidos, señor. La menor de sus hijas.
Las cejas de Lord Kort se alzaron un tanto más. Jóvenes, se dijo.
—¿Ha pedido ella que avisaran a su padre? —preguntó.
—No, señor, pero…
Con un gesto, Lord Kort dio por terminada la conversación y despidió al recluta para que continuara su camino. Después, se dirigió a la sala contigua a las celdas que le habían señalado. Tocó la runa en la pared y un hueco en la misma pareció desintegrarse para darle una vista nítida de las celdas al otro lado. Sabiendo que ninguno de los detenidos podría verlo a él, se dispuso a observar el interrogatorio.
—Entonces, ¡quiero escuchar una historia corta y coherente! —oyó decir al interrogador.
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Fehu
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingela daba vueltas en una celda pequeñita, fría, sucia y bastante hedionda. Ella solo las había visto por fuera y si había entrado, fue con su padre quien se las mostró en algún momento de su infancia, por escarmentar y meter miedo, seguramente. ¡Vaya que le había funcionado! Hasta ese momento de su vida, no había vuelto a poner un pie en ese lugar y se sentía orgullosa por eso. Muy a diferencia de sus hermanos quienes visitaron recurrentemente los calabozos durante sus adolescencias, Linus especialmente.
¡En aquel momento estaba tan aterrada! Seguro ya iban en camino a avisarle a su padre -Ay... mamá me va a matar...- lloriqueaba -¿Por qué tengo que meterme en asuntos que no son míos? Nadie me manda, ni me obliga... yo solita me meto- se autoregañaba en voz baja. En eso estaba cuando vio pasar un guardia con un bolso médico -¿Vas a revisar al Ensoñador?- preguntó, acercándose a las barras y asomándose como pudo entre ellas -¿Me podrías decir cómo está? ¡Por favor!- pidió, alzando la voz.
Se quedó así, agarrada a las barras y mirando hacia afuera y suspiró con resignación. Estaba preocupada y angustiada, pero no servía de nada continuar así. Lo hecho, hecho estaba; se encontraba tras las rejas, esperando los cargos que se le imputarían. Suspiró nuevamente, con desolación. -¿Qué le diré a papá?- exclamó de repente, soltando las barras.
Comenzó a pensar, divagar y ensayar, porque la improvisación no le fluía y mucho menos cuando estaba bajo presión y las miradas severas de sus progenitores -"Papi, verás, pasé por la plaza de Jade y estaba un Ensoñador. ¡Sí! Esos que viven en las montañas y nunca bajan. ¡Sí! Esos, los del culto. ¡Sí! Esos que dice mi mamá que están loquitos. Ajá, exacto... ¡Es muy raro que eso pase! ¿Verdad? Entonces, ya sabes, me quedé a escuchar lo que decía... Sí, son bien raros... pero interesantes. Entonces, ¡imagínate! Comenzó a hablar un tipo medio loco. ¡Sí! Más aún que los Ensoñadores. Hablaba de que había que vivir la vida sin importarte los demás, llegar y tomar lo que deseas, sembrando el caos, la destrucción, la desolación, el desastre... no papi, tú sabes que yo no me puedo quedar callada ante esas cosas, le dije sus verdades... sí, con una espada ridícula y fea... es como una espada-hacha que seguro forjó un herrero loco. No a mí no, ¡al borracho! Se puso a pelear con el borracho. Es que entre los que estábamos ahí estaba él, sentado en la nieve. Sí, también está loco. Comenzó a decir que ser dragones es una maldición y un castigo... Papi, me dio tristeza por él y lo defendí cuando el otro loco lo atacó. Por eso se armó alboroto. Llegó la Guardia y se calmó, pero luego el loco calvo volvió a atacar al borracho. ¡Pero esa vez yo no intervine! Fue el Ensoñador y está herida. Ahí es cuando llegó Waldo y bueno... por eso llegué aquí"- dijo, haciendo una voz aguda y de niñita. Estuvo de acuerdo con ese relato y se sentó en una banca de piedra que estaba a un costado a esperar.
¡En aquel momento estaba tan aterrada! Seguro ya iban en camino a avisarle a su padre -Ay... mamá me va a matar...- lloriqueaba -¿Por qué tengo que meterme en asuntos que no son míos? Nadie me manda, ni me obliga... yo solita me meto- se autoregañaba en voz baja. En eso estaba cuando vio pasar un guardia con un bolso médico -¿Vas a revisar al Ensoñador?- preguntó, acercándose a las barras y asomándose como pudo entre ellas -¿Me podrías decir cómo está? ¡Por favor!- pidió, alzando la voz.
Se quedó así, agarrada a las barras y mirando hacia afuera y suspiró con resignación. Estaba preocupada y angustiada, pero no servía de nada continuar así. Lo hecho, hecho estaba; se encontraba tras las rejas, esperando los cargos que se le imputarían. Suspiró nuevamente, con desolación. -¿Qué le diré a papá?- exclamó de repente, soltando las barras.
Comenzó a pensar, divagar y ensayar, porque la improvisación no le fluía y mucho menos cuando estaba bajo presión y las miradas severas de sus progenitores -"Papi, verás, pasé por la plaza de Jade y estaba un Ensoñador. ¡Sí! Esos que viven en las montañas y nunca bajan. ¡Sí! Esos, los del culto. ¡Sí! Esos que dice mi mamá que están loquitos. Ajá, exacto... ¡Es muy raro que eso pase! ¿Verdad? Entonces, ya sabes, me quedé a escuchar lo que decía... Sí, son bien raros... pero interesantes. Entonces, ¡imagínate! Comenzó a hablar un tipo medio loco. ¡Sí! Más aún que los Ensoñadores. Hablaba de que había que vivir la vida sin importarte los demás, llegar y tomar lo que deseas, sembrando el caos, la destrucción, la desolación, el desastre... no papi, tú sabes que yo no me puedo quedar callada ante esas cosas, le dije sus verdades... sí, con una espada ridícula y fea... es como una espada-hacha que seguro forjó un herrero loco. No a mí no, ¡al borracho! Se puso a pelear con el borracho. Es que entre los que estábamos ahí estaba él, sentado en la nieve. Sí, también está loco. Comenzó a decir que ser dragones es una maldición y un castigo... Papi, me dio tristeza por él y lo defendí cuando el otro loco lo atacó. Por eso se armó alboroto. Llegó la Guardia y se calmó, pero luego el loco calvo volvió a atacar al borracho. ¡Pero esa vez yo no intervine! Fue el Ensoñador y está herida. Ahí es cuando llegó Waldo y bueno... por eso llegué aquí"- dijo, haciendo una voz aguda y de niñita. Estuvo de acuerdo con ese relato y se sentó en una banca de piedra que estaba a un costado a esperar.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Rel se mantuvo sentada en uno de los salientes que la propia celda disponía para dicho propósito, uno para el descanso del recluso con algunas sábanas roídas y carcomidas por el tiempo, en sí el pequeño habitáculo era una armonía en cuanto a recrear un ambiente decadente, pues la humedad poco a poco había comenzado a oxidar los hierros que conformaban algunos grilletes que descansaban colgados en las paredes o las barras del mismo material que aislaban al preso del pasillo. No habían ventanas que dieran al exterior ni mucho menos, la poca iluminación que había era gracias a las antorchas que los centinelas habían prendido nada más descender y guiar a cada integrante del grupo a sus correspondientes celdas, bastante lúgubre el conjunto como para desmoronar en cierto modo a cualquiera y llevarle a la desesperanza.
Se cubrió con su túnica como abrigo impermeable, arropándose en un intento por mantenerse a salvo emocionalmente, podía escuchar los murmullos varios de los guardias, cuchicheando entre ellos mientras decidían qué hacer o incluso cuando uno de ellos abandonó la estancia, también los gritos proferidos por el diligente y ahora interrogador, los lamentos de Ingela o el banal intento del ebrio acompañante por hacerse entender, aunque su curioso sentido del humor no hizo más que provocar que le arrastrasen fuera de la celda para aplicarle un correctivo, sus ojos persiguieron su figura mientras advirtió su leve gesto con su mano hacia ella hasta que este desapareció a saber dónde.
- Caminante sin brújula... Volveremos a encontrarnos, que los dioses te aporten esperanza. - Murmuró para ella, se trataba de una despedida con los mejores de sus deseos al muchacho.
- A eso vamos querida, acabamos de llegar, calmaros. - Una de las mujeres que conformaban el grupo de sanadores se detuvo delante de la celda de Ingela para explicarse o para procurar que esta tomase calma pues la mujer denotaba estar bastante nerviosa nombrando a familiares y las consecuencias futuras que esta situación acaecería probablemente. A la orden y dictamen de la guardia se adentraron a la otra celda colindante donde se encontraba la discípulo encogida casi en una postura fetal mientras se sostenía de sus piernas, Rel supo que no querían hacerle daño, todo lo contrario, le explicaros mediante un tono de voz más confidente que estaban allí para tratar el mal por el cual estaba padeciendo, un pequeño tajo en uno de los laterales de su abdomen que aún sangraba, pero con la fortuna de no ser lo suficientemente profundo como para acarrear mayores problemas.
Reusaba a despojarse de sus indumentarias en un principio, sabiendo que debía ceder a ello para que los sanadores hicieran lo oportuno aunque estos a cambio hicieron lo posible para que la figura del Ensoñador no quedase expuesta a petición de la mujer. De todas formas estuvo rodeada mientras estos depositaban a un lado sus vestimentas al desvestirla parcialmente, por lo menos para que dichas telas no molestasen una vez determinasen la zona afectada, desinfectasen esta con algunos ungüentos que disponían, cerrasen esta y la cubrieran con vendas, obviamente esto llevaría su tiempo.
- Gratitud por vuestra labor. - Asintió a los sanadores, realmente lo sentía, lo único que podía hacer de momento era procurar quedarse lo más quieta posible durante la intervención, pero el pudor era creciente por sus estigmas ahora revelados, haciendo que sus ojos quedasen clavados en el suelo aguardando junto a varios temblores que le acompañaban, su inseguridad sin su túnica ceremonial era creciente.
- Descuidad, estas incisiones las vemos mucho más a menudo de lo que vos creéis e incluso peores, terminaremos enseguida, os aconsejo que deis vuestra versión a ese hombre tal como os ordena. - Comentó otro de los sanadores, parecían estar sumergidos entre sus labores, de vez en cuando sí era cierto que quedaban algo extrañados por la apariencia de su paciente, pero lo hacían o no, no lo demostraban abiertamente.
- ¡¿Qué demonios entendéis por corto y coherente?! - Suspiró profundamente el interrogador casi haciendo un amago como para pinzarse la nariz, extrañamente y por alguna razón no hacía acción de despojarse de su yelmo. Otro de los ya mencionados carceleros o soldados quienes acompañaban al coloso mantenía un pequeño rollo de pergamino mientras escribía esgrimiendo una pluma con soltura en su escritura, obviamente estaría tomando acta de cada versión. Ya que cada quien había tomado palabra, Rel alzó una voz apagada y titubeante.
- U-un malentendido y un accidente fueron los causantes de esta desdicha, nunca tuvo que haber sucedido y nadie deseaba mal alguno. Aquel hombre ebrio carente de brújula sólo es culpable de caminar en un abismo incierto y aquel otro hombre de ojos gélidos de... De no estar de acuerdo. Ingela, Portadora de la Esperanza intervino, pues hubo un choque entre ellos y mi persona lo hizo en una segunda ocasión. Lamento profundamente que vuestra plaza haya sido foco de tal escenario. - Finalizó su verbo ocultándose entre aquellos quienes la rodeaban, no es que tuviera mucho que decir al respecto ya que estaba ofreciendo medias verdades ocultando detalles.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-Hora de quitarte esa borrachera-
-Vamos que no es necesario, piénsalo me van a dar una ducha para luego arrojarme en una celda sucia... No tiene sentido-
-Lo siento son ordenes de mi superior, además lo necesitas-
Los guardias encadenaron al borracho a un poste y comenzaron a arrojarle baldazos de agua que parecían alfileres de lo fría que estaba el agua, con el primero gran parte de la ebriedad abandono su cuerpo, el segundo y el tercero eliminaron cualquier atisbo de alcohol de su cuerpo, el semblante serio y malhumorado de Nero le hacia parecer una persona completamente distinta. Solo para asegurarse le tiraron un par de baldes mas con agua.
-Saben, ya no me agradan-
-Bueno parece que lo logramos-
-No deberían haber hecho eso, soy mas agradable estando ebrio-
-Así parece, sin embargo, no te lo tomes personal ordenes son ordenes-
-Suena justo-
Todo parecía que terminaría bien para los involucrados, pero como reza el dicho, todo era risas hasta que descubrimos que el tartamudo quería jamón, cuando fueron a tomar a Nero para llevarlo de vuelta a su celda, este pateo la entrepierna del soldado con el que estaba hablando.
-No te lo tomes personal, ordenes son ordenes-
-Eso... no tiene... sentido-
-Te dije que ebrio era mas simpático-
-Eso si-
Exclamo el soldado lamentándose y agarrándose sus partes, al momento que el otro soldado pedía ayuda, ahora entre 5 comenzaban a golpear al ya no ebrio Nero, quien solo recibía golpes, aumentando su rabia para explotar en el momento oportuno.
-Vamos que no es necesario, piénsalo me van a dar una ducha para luego arrojarme en una celda sucia... No tiene sentido-
-Lo siento son ordenes de mi superior, además lo necesitas-
Los guardias encadenaron al borracho a un poste y comenzaron a arrojarle baldazos de agua que parecían alfileres de lo fría que estaba el agua, con el primero gran parte de la ebriedad abandono su cuerpo, el segundo y el tercero eliminaron cualquier atisbo de alcohol de su cuerpo, el semblante serio y malhumorado de Nero le hacia parecer una persona completamente distinta. Solo para asegurarse le tiraron un par de baldes mas con agua.
-Saben, ya no me agradan-
-Bueno parece que lo logramos-
-No deberían haber hecho eso, soy mas agradable estando ebrio-
-Así parece, sin embargo, no te lo tomes personal ordenes son ordenes-
-Suena justo-
Todo parecía que terminaría bien para los involucrados, pero como reza el dicho, todo era risas hasta que descubrimos que el tartamudo quería jamón, cuando fueron a tomar a Nero para llevarlo de vuelta a su celda, este pateo la entrepierna del soldado con el que estaba hablando.
-No te lo tomes personal, ordenes son ordenes-
-Eso... no tiene... sentido-
-Te dije que ebrio era mas simpático-
-Eso si-
Exclamo el soldado lamentándose y agarrándose sus partes, al momento que el otro soldado pedía ayuda, ahora entre 5 comenzaban a golpear al ya no ebrio Nero, quien solo recibía golpes, aumentando su rabia para explotar en el momento oportuno.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
Borracho de Aerandir
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