Homilía de los Antiguos [Libre]
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingelita esperaba resignada la llegada de su padre. Ya lo veía, su rostro severo y mirada de desaprobación. El camino a casa en silencio. Las burlas de su hermano al llegar a casa, las de su hermana también, que durarían días recordándole esta vergüenza. Pero eso no sería lo peor porque nada se compara a tener que enfrentar a su madre. Se llevaba las manos a la cabeza de solo pensar en las explicaciones que tendría que darle a su mamá por aquel embrollo. Solo esperaba que el hecho de haber actuado para defender a otros, fuera atenuante para el eventual castigo que recibiría. -No puedo creerlo, me meto en más problemas sobria que borracha- comentó y se echó a reír de aquella ironía.
Escuchó unos pasos por el pasillo, eran varios y sonaban metálicos. Cerró los ojos y suspiró. -Ingela- sonó una voz que no esperaba escuchar. -¿Oma? ¿Pero qué haces aquí?- exclamó la muchacha, asombrada, y corrió a las barras, sujetándolas, mirando a su abuela. La dulce anciana sonreía burlona. Junto a ella estaba Waldo, el joven soldado que había servido bajo las órdenes del padre de Ingela. La rubia los miraba confundida -Fui a buscar al capitán Steinherz- aseguró él -Y aquí está, la legendaria capitana retirada Elle Steinherz- añadió, intentando no reír viendo el rostro prácticamente desconfigurado de la joven dragona.
-Apuesto a que casi te hiciste encima- se burló Oma Elle y tanto ella como Waldo se largaron a reír. -¡Ustedes son muy crueles!- se quejó Ingela al borde del llanto. -¡Ahora me debes una, y una grande, Ingelita!- aseguró el joven soldado, secándose una lagrimita y controlando la risa. Llamó entonces al guardia para que abriera la celda de la muchacha, quien salió cabizbaja, arropándose con su capa y ocultando el rostro con su capucha -Venga, hija, no sientas vergüenza...- la consoló su abuela, buscando la mano de su nieta para sacarla de allí -Este será nuestro secreto- le aseguró, tomándola por el mentón y alzando el rostro de la chica -Te lo prometo- dijo y selló aquello con un abrazo fuerte.
Para salir de aquel sector, tenían que subir varias escaleras y luego cruzar por un pasillo que estaba al costado de un patio. Al centro de ese patio, había un poste y junto al poste, varios guardias daban una tremenda golpiza al borracho que habían llevado preso junto a Ingela, quien, horrorizada por aquello, corrió a ayudarlo, sin pensar en que por sus actos podrían volverla a encerrar. -¡Alto! ¡Paren!- pidió, llegando junto a un guardia y jalándolo por un brazo, pero él se zafó y no prestó atención a las súplicas de la muchacha -¡Vas a aprender tu lugar! ¡Cretino!- le gritaba a Nero que estaba hecho una bolita en el piso, completamente mojado. Antes de que Ingela pudiera decir una palabra más, sonó un latigazo y el suelo del patio tembló con fuerza, haciendo que todos los que estaban de pie perdieran el equilibrio, trastabillaran y cayeran.
Todos quedaron el silencio una vez el suelo dejó de temblar y miraron a todos lados buscando el origen del movimiento. Ingela volteó a ver a su abuela, quien estaba de pie al borde del pasillo, mirándolos con severidad y sosteniendo un látigo con la mano derecha. -Capitán Steinherz- murmuró uno de los soldados quien se apresuró a ponerse de pie y hacer un saludo marcial. Los demás soldados lo miraron confundidos, pero lo imitaron. -Hace mucho que me retiré de la vida castrense, pero incluso en esos tiempos se trataba a los presos con dignidad. ¿Qué les están enseñando hoy en día a nuestros soldados? ¿Que los demás no tienen valor? Hasta un miserable borracho sigue siendo un hombre que merece respeto- habló la mujer con firmeza y ese aire de mando que solo poseen los líderes.
-Ya le han quitado la borrachera, ¿qué harán ahora para que no se congele y enferme?- cuestionó a los guardias -S-solo seguíamos órdenes- respondió uno. -No creo que sus órdenes incluyeran matarlo a golpes- dijo ella, mirándolos con severidad. Ingela se levantó, sacudió el polvo de su ropa y se acercó a Nero, tendiéndole la mano. -Tendremos que buscarte ropa seca- le dijo, sonriendo. -Soy Ingela, ¿cómo te llamas?-.
Escuchó unos pasos por el pasillo, eran varios y sonaban metálicos. Cerró los ojos y suspiró. -Ingela- sonó una voz que no esperaba escuchar. -¿Oma? ¿Pero qué haces aquí?- exclamó la muchacha, asombrada, y corrió a las barras, sujetándolas, mirando a su abuela. La dulce anciana sonreía burlona. Junto a ella estaba Waldo, el joven soldado que había servido bajo las órdenes del padre de Ingela. La rubia los miraba confundida -Fui a buscar al capitán Steinherz- aseguró él -Y aquí está, la legendaria capitana retirada Elle Steinherz- añadió, intentando no reír viendo el rostro prácticamente desconfigurado de la joven dragona.
-Apuesto a que casi te hiciste encima- se burló Oma Elle y tanto ella como Waldo se largaron a reír. -¡Ustedes son muy crueles!- se quejó Ingela al borde del llanto. -¡Ahora me debes una, y una grande, Ingelita!- aseguró el joven soldado, secándose una lagrimita y controlando la risa. Llamó entonces al guardia para que abriera la celda de la muchacha, quien salió cabizbaja, arropándose con su capa y ocultando el rostro con su capucha -Venga, hija, no sientas vergüenza...- la consoló su abuela, buscando la mano de su nieta para sacarla de allí -Este será nuestro secreto- le aseguró, tomándola por el mentón y alzando el rostro de la chica -Te lo prometo- dijo y selló aquello con un abrazo fuerte.
Para salir de aquel sector, tenían que subir varias escaleras y luego cruzar por un pasillo que estaba al costado de un patio. Al centro de ese patio, había un poste y junto al poste, varios guardias daban una tremenda golpiza al borracho que habían llevado preso junto a Ingela, quien, horrorizada por aquello, corrió a ayudarlo, sin pensar en que por sus actos podrían volverla a encerrar. -¡Alto! ¡Paren!- pidió, llegando junto a un guardia y jalándolo por un brazo, pero él se zafó y no prestó atención a las súplicas de la muchacha -¡Vas a aprender tu lugar! ¡Cretino!- le gritaba a Nero que estaba hecho una bolita en el piso, completamente mojado. Antes de que Ingela pudiera decir una palabra más, sonó un latigazo y el suelo del patio tembló con fuerza, haciendo que todos los que estaban de pie perdieran el equilibrio, trastabillaran y cayeran.
Todos quedaron el silencio una vez el suelo dejó de temblar y miraron a todos lados buscando el origen del movimiento. Ingela volteó a ver a su abuela, quien estaba de pie al borde del pasillo, mirándolos con severidad y sosteniendo un látigo con la mano derecha. -Capitán Steinherz- murmuró uno de los soldados quien se apresuró a ponerse de pie y hacer un saludo marcial. Los demás soldados lo miraron confundidos, pero lo imitaron. -Hace mucho que me retiré de la vida castrense, pero incluso en esos tiempos se trataba a los presos con dignidad. ¿Qué les están enseñando hoy en día a nuestros soldados? ¿Que los demás no tienen valor? Hasta un miserable borracho sigue siendo un hombre que merece respeto- habló la mujer con firmeza y ese aire de mando que solo poseen los líderes.
-Ya le han quitado la borrachera, ¿qué harán ahora para que no se congele y enferme?- cuestionó a los guardias -S-solo seguíamos órdenes- respondió uno. -No creo que sus órdenes incluyeran matarlo a golpes- dijo ella, mirándolos con severidad. Ingela se levantó, sacudió el polvo de su ropa y se acercó a Nero, tendiéndole la mano. -Tendremos que buscarte ropa seca- le dijo, sonriendo. -Soy Ingela, ¿cómo te llamas?-.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Un malentendido y un accidente, se dijo Östberg observando distraídamente al guerrero. Y yo nací ayer mismo. Poco le importaban, en realidad, los motivos que podía tener la mujer para proteger a quien la había herido, cosas de monjes, suponía. Su misión, sin embargo, era mantener el orden en Dundarak y, a su modo de verlo, quien encubría a aquel que perturbaba el orden era parte del problema.
—¿Señor? —preguntó dubitativo un soldado que acababa de asomarse a la puerta de la sala.
—¿De qué se trata, soldado? —respondió Östberg aún estudiando a los recién detenidos.
—Pidió que le avisáramos directamente si llegaba otro reporte de la mansión.
Tragándose una maldición, el Comandante se volvió para escuchar el informe del soldado. Cuando volvió la vista a la celda, arrugó la frente. Algo había cambiado. Salió de la sala y se acercó al interrogador.
—¿Y la muchacha? —preguntó.
—La capitana Steinherz vino y se la llevó, señor.
—¿Así, sin más?
—Bueno… sí.
Östberg arrugó de nuevo la frente. ¿Nepotismo en su Guardia? ¡Jamás!
—Asegúrese de leerles sus opciones —dijo señalando con un gesto de cabeza al hombre y la mujer que continuaban encarcelados—. Y de que las heridas del Ensoñador estén adecuadamente atendidas.
Después salió como una exhalación. Encontró a Steinherz en el patio, donde parecía haberse producido otro revuelo. No le gustó lo que vio.
—Ustedes —dijo señalando a los soldados—, suspensión de empleo y sueldo un mes. Pero primero, me regresan al preso a su celda.
—Pero, señor —empezó uno—, él nos provocó.
—Son guardias de Dundarak, si pierden los estribos cada vez que alguien los provoca mal van a poder hacer su trabajo. Y si no son capaces de obedecer órdenes sin rechistar, a lo mejor tengo que alargar esa suspensión.
El resto se apresuró a agachar la cabeza y cumplir con sus órdenes. Östberg se volvió hacia las dos mujeres.
—A la señorita también la regresan —dijo a los soldados—. A menos que la antigua capitana haya venido a pagar la multa por alteración del orden público, por supuesto. Imagino que recuerda el protocolo en estos casos.
Como señala el Comandante Östberg, la perturbación del orden público no puede quedar impune. Sus opciones son las siguientes:
a) Multa de 50 aeros. Si eligen esta opción, retiraré 50 aeros de sus perfiles y podrán seguir con su tema o terminarlo a libertad. Nero no cuenta con el dinero suficiente, así que, a menos que alguien pague por él, deberá limitarse a las dos opciones siguientes.
b) 48 horas en prisión. Reciben la “maldición” Preso apestado: En el próximo tema que abran, tras haber disfrutado de las comodidades de prisión durante dos días a pensión completa, la efectividad de todas sus habilidades se reducirá a la mitad. Además, estarán tan cansados que sus habilidades de 2 usos solo contarán con uno y todas sus interacciones sociales (incluidas las relativas a habilidades de elocuencia o similar) se verán notablemente perjudicadas hasta que tengan ocasión de darse un buen baño (con jabón, nada de tirarse al río y listo).
Podrán continuar este tema o terminarlo a libertad.
c) Un servicio a la comunidad. Si eligen esta opción, se les comunicará la naturaleza de dicho servicio en el próximo turno.
La elección será libre e individual. En el caso de que no todos elijan lo mismo, abriré un tema nuevo para quien se haya decidido por la opción c) (si es que hay alguien). De este modo, podrán continuar (o terminar) este tema sin más intromisiones.
Pueden manejar al Comandante Östberg en este turno, si quieren oír las posibilidades de su boca.
—¿Señor? —preguntó dubitativo un soldado que acababa de asomarse a la puerta de la sala.
—¿De qué se trata, soldado? —respondió Östberg aún estudiando a los recién detenidos.
—Pidió que le avisáramos directamente si llegaba otro reporte de la mansión.
Tragándose una maldición, el Comandante se volvió para escuchar el informe del soldado. Cuando volvió la vista a la celda, arrugó la frente. Algo había cambiado. Salió de la sala y se acercó al interrogador.
—¿Y la muchacha? —preguntó.
—La capitana Steinherz vino y se la llevó, señor.
—¿Así, sin más?
—Bueno… sí.
Östberg arrugó de nuevo la frente. ¿Nepotismo en su Guardia? ¡Jamás!
—Asegúrese de leerles sus opciones —dijo señalando con un gesto de cabeza al hombre y la mujer que continuaban encarcelados—. Y de que las heridas del Ensoñador estén adecuadamente atendidas.
Después salió como una exhalación. Encontró a Steinherz en el patio, donde parecía haberse producido otro revuelo. No le gustó lo que vio.
—Ustedes —dijo señalando a los soldados—, suspensión de empleo y sueldo un mes. Pero primero, me regresan al preso a su celda.
—Pero, señor —empezó uno—, él nos provocó.
—Son guardias de Dundarak, si pierden los estribos cada vez que alguien los provoca mal van a poder hacer su trabajo. Y si no son capaces de obedecer órdenes sin rechistar, a lo mejor tengo que alargar esa suspensión.
El resto se apresuró a agachar la cabeza y cumplir con sus órdenes. Östberg se volvió hacia las dos mujeres.
—A la señorita también la regresan —dijo a los soldados—. A menos que la antigua capitana haya venido a pagar la multa por alteración del orden público, por supuesto. Imagino que recuerda el protocolo en estos casos.
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Como señala el Comandante Östberg, la perturbación del orden público no puede quedar impune. Sus opciones son las siguientes:
a) Multa de 50 aeros. Si eligen esta opción, retiraré 50 aeros de sus perfiles y podrán seguir con su tema o terminarlo a libertad. Nero no cuenta con el dinero suficiente, así que, a menos que alguien pague por él, deberá limitarse a las dos opciones siguientes.
b) 48 horas en prisión. Reciben la “maldición” Preso apestado: En el próximo tema que abran, tras haber disfrutado de las comodidades de prisión durante dos días a pensión completa, la efectividad de todas sus habilidades se reducirá a la mitad. Además, estarán tan cansados que sus habilidades de 2 usos solo contarán con uno y todas sus interacciones sociales (incluidas las relativas a habilidades de elocuencia o similar) se verán notablemente perjudicadas hasta que tengan ocasión de darse un buen baño (con jabón, nada de tirarse al río y listo).
Podrán continuar este tema o terminarlo a libertad.
c) Un servicio a la comunidad. Si eligen esta opción, se les comunicará la naturaleza de dicho servicio en el próximo turno.
La elección será libre e individual. En el caso de que no todos elijan lo mismo, abriré un tema nuevo para quien se haya decidido por la opción c) (si es que hay alguien). De este modo, podrán continuar (o terminar) este tema sin más intromisiones.
Pueden manejar al Comandante Östberg en este turno, si quieren oír las posibilidades de su boca.
Fehu
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
La zona de prisión se encontraba en un estado de revuelo constante, véase por los soldados que iban y venían, aquellos quienes se llevaron a rastras al rebelde y ebrio muchacho encadenado, a Ingela escoltada por dos figuras parentales y el gruñido constante del interrogador al no sacar nada en claro de todo aquello salvo una trifulca caótica en toda regla. El titán se mesó parte de su barba espesa por debajo de su yelmo mientras se exasperaba por momentos, asintiendo con la cabeza a modo marcial a las órdenes de aquel denominado Östberg, su comandante y superior por encima de él, lo que provocaba que el mal humor de este estuviera más o menos controlado
- Sí señor. - Respondió con gravedad, recreando gracias a su tonal, un estancado sonido metálico que retumbaba dentro de su indumentaria. Se mantuvo estático con sus ojos centrados en los dos prisioneros restantes, desviando estos cuando la figura de Östberg desaparecía por los estrechos pasillos que daban lugar al exterior. El interrogador infló su pecho y dejó escapar un largo suspiro ronco, traqueteando sus dedos en su armadura y adoptando una posición de brazos cruzados. El chirriar de sus placas continuaba siempre que este decidía moverse al girarse hacia los cautivos.
- Veamos... ¿Hmm? ¿Aún no habéis terminado? - Preguntó a los sanadores que aún se hallaban en el interior de la celda del Ensoñador, ya algunos recogiendo algunos paños usados y herramientas varias utilizadas durante la intervención, tan sólo parecían estar ultimando los vendajes de la mujer para sostenerlos con firmeza, pero no como para ejercer una presión incómoda.
- Hemos terminado, sí, lo habitual Vigil, ha sido un corte limpio y no ha perdido mucha sangre. Simplemente que no haga un esfuerzo excesivo, cambio de vendajes y... Bueno, esperar, eso es todo. - Explicó con amabilidad la mujer portavoz del pequeño grupo de sanadores, jóvenes su mayoría, pero obraban como debían y cabía esperar a las órdenes de la Guardia, no era la primera vez que acudían para tratar a individuos varios, según cómo terminaron y el motivo de su captura. Rel susurró nuevas palabras de agradecimiento, aceptando un manojo de plantas entre sus garras mientras escuchaba algunos consejos sobre estas a las cuales nombraron como "Eternos Relinchos" una planta con una curvatura ascendente y parcialmente dorada similar a la cola de un caballo.
- Esta planta herbácea tiene propiedades anestésicas, si sentís dolor tomad un tallo y masticad su punta con suavidad, aliviará parcialmente vuestra molestia. - La mujer Dragón cabeceó solemne una vez adquirió tales hierbas, desconocidas para ella pero aceptadas para su uso guiada por el saber de los sanadores, unos que poco a poco abandonaban la misma celda a la cual accedieron despidiéndose de Vigil, el interrogador, con un respetuoso inclinar. Ahora tan sólo quedaban los cautivos y el coloso, acompañado de algún que otro soldado raso que transitaba o acompañaba su superior junto a varios informes ya redactados.
- Cincuenta Aeros, ese es el precio de vuestra insensatez, bastante indulgentes a mi parecer pero tomároslo como una advertencia maldita sea. Si no disponéis de ellos os quedaréis dos días más en vuestras celdas asignadas pero si no os gusta... Siempre podéis prestar vuestros servicios a Dundarak con trabajos en beneficio a esta ciudad. - Vigil se encogió de hombros sin importarle demasiado las respuestas, debían de elegir les gustase o no el destino que les habían mostrado para ellos, un pago justo por tales delitos a su parecer.
- He pecado en la misma ciudad de mis ancestros... Oh dioses perdonadme por tal necedad. - Una vez más la discípulo retomó sus vestimentas para cubrirse mientras procuraba mantenerse de pie y aproximarse a los barrotes oxidados de su celda, manteniendo una distancia prudencial con su captor y oyente.
- Lo que denomináis como Aeros para mi persona no significa nada y hallarme clausurada sin tejer mi redención no conllevaría a un beneficio por mis actos. Estimado, obraré para vuestra ciudad y enmendaré mi error, decidme custodios qué queréis que haga pues mis manos se guiarán a vuestra orden, no sólo con palabras se realiza un cambio, dejadme compensaros por favor. - El ruego de Rel conllevó a que Vigil enarcase una ceja ¿No era mejor pagar la dichosa multa? Estos Ensoñadores eran más raros de lo que pensaba, aunque mismo le daba, era la decisión que la mujer había tomado e informaría a Östberg de ello. En cuanto al guerrero que aún no se había pronunciado dudaba que tomase la misma decisión.
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Off: Me gustan los retos, elijo la opción 3.
El Ensoñador
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Una lluvia de patadas y golpes estaban por desatar a la bestia que llevaba el borracho dentro de si mismo, o al menos ese era el plan original.
-Ya tuve sufici...-
-¡Alto! ¡Paren!-
Aquellas palabras detuvieron lo que estaba por ocurrir, y una patada en la cara, seguida por otra en el estomago mermaron cualquier intento de escape que planeaba realizar en aquel lugar, el sonido de un latigazo y el posterior temblor en el piso le tomaron por sorpresa, ¿Por qué alguien se molestaría en ayudar a alguien como él?, era lo que se preguntaba Nero y, sin embargo, ya le habían ayudado en múltiples ocasiones ese día, aquello le hacia sentirse bastante raro. El posterior dialogo que se genero no le importo en lo mas mínimo, mientras su cuerpo comenzaba a temblar por el frio, una voz cálida que había escuchado en mas de una ocasión ese día volvía a dirigirle la palabra.
-Tendremos que buscarte ropa seca-
-Es-estare bi-bien-
--Soy Ingela, ¿Cómo te llamas?--
-Nero-
Y hasta ahí llego el dialogo entre ambos antes que fuera capaz de tomar la mano que le tendían, un soldado se encargo de levantarle de golpe y justo cuando estaba por ser llevado de vuelta a su celda, el hombre que parecía ser quien daba las ordenes en el lugar hizo un gesto y el soldado que llevaba a Nero se detuvo súbitamente, el hombre entonces le dijo cuales eran sus opciones.
-Puedes pagar una multa, quedarte otros 2 días en prisión, o puedes hacer algo por la comunidad a la que mancillaste- exclamo brevemente esperando una respuesta.
-No tengo dinero y este calabozo ofrece un pésimo servicio de habitación... Supongo que podría hacer algo con tal de irme de acá luego, será la ultima opción entonces- respondió.
-Excelente-
Acto seguido hizo un gesto que resumió la marcha del soldado y el ya no borracho Nero, no tenia idea de que había aceptado, pero cualquier cosa era mejor que seguir allí.
OFF: no tengo aeros y ya me han dado muchos baños, será la opción 3 entonces :B
-Ya tuve sufici...-
-¡Alto! ¡Paren!-
Aquellas palabras detuvieron lo que estaba por ocurrir, y una patada en la cara, seguida por otra en el estomago mermaron cualquier intento de escape que planeaba realizar en aquel lugar, el sonido de un latigazo y el posterior temblor en el piso le tomaron por sorpresa, ¿Por qué alguien se molestaría en ayudar a alguien como él?, era lo que se preguntaba Nero y, sin embargo, ya le habían ayudado en múltiples ocasiones ese día, aquello le hacia sentirse bastante raro. El posterior dialogo que se genero no le importo en lo mas mínimo, mientras su cuerpo comenzaba a temblar por el frio, una voz cálida que había escuchado en mas de una ocasión ese día volvía a dirigirle la palabra.
-Tendremos que buscarte ropa seca-
-Es-estare bi-bien-
--Soy Ingela, ¿Cómo te llamas?--
-Nero-
Y hasta ahí llego el dialogo entre ambos antes que fuera capaz de tomar la mano que le tendían, un soldado se encargo de levantarle de golpe y justo cuando estaba por ser llevado de vuelta a su celda, el hombre que parecía ser quien daba las ordenes en el lugar hizo un gesto y el soldado que llevaba a Nero se detuvo súbitamente, el hombre entonces le dijo cuales eran sus opciones.
-Puedes pagar una multa, quedarte otros 2 días en prisión, o puedes hacer algo por la comunidad a la que mancillaste- exclamo brevemente esperando una respuesta.
-No tengo dinero y este calabozo ofrece un pésimo servicio de habitación... Supongo que podría hacer algo con tal de irme de acá luego, será la ultima opción entonces- respondió.
-Excelente-
Acto seguido hizo un gesto que resumió la marcha del soldado y el ya no borracho Nero, no tenia idea de que había aceptado, pero cualquier cosa era mejor que seguir allí.
OFF: no tengo aeros y ya me han dado muchos baños, será la opción 3 entonces :B
Nero Crimson
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-Nero- se presentó el hombre, aún tirado en el suelo. Hizo el gesto de tomar la mano de Ingela, pero un soldado se adelantó y lo alzó de un jalón. Los soldados hicieron un saludo marcial y la joven dragona supo de inmediato que alguien importante había aparecido. Se volteó, ligeramente asustada. Reconoció al Comandante de la Guardia, allí, en el patio, mirando con cara de enojo la escena.
La rubia quedó tiesa, de piedra, escuchando al hombre que daba órdenes. Su mente quedó en blanco, no así la de su Oma, quien lo saludó con una ligera inclinación de cabeza y una gran sonrisa. -Por supuesto que lo recuerdo bien- confirmó sin perder la expresión alegre -Pero no vamos a pagar la multa, mi nieta hará servicio social*- aseguró y miró a la muchacha. El comandante también volteó a mirar a Ingela, quien al ver todos los ojos puestos en ella, asintió vigorosamente.
La joven dragona tragó en seco y sentía que el corazón le palpitaba a toda velocidad. No entendía cómo su Oma mantenía la tranquilidad y prestancia frente a aquel intimidante hombre. Miró de reojo a Nero e hizo un gesto de despedida, su abuela retomaba la marcha junto al Comandante y la rubia se apresuró en seguirla.
Salieron del patio, la chica miraba al piso con vergüenza. -Grünnenwald hizo bien en avisarme de la detención de Ingela, por favor no vayas a llamarle la atención- pidió al Comandante, conversando casual. -Además, creo que fuiste muy severo con los guardias, pero tengo entendido que tu política es ejercer el mando con mano dura- continuó -Me parece buena idea, sobre todo con los tiempos que corren- añadió y la conversación entre ambos se tornó política, hablando de la situación del consejo de sabios y la ausencia de monarquía en el Norte.
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*Elijo la tercera opción, el servicio a la comunidad
La rubia quedó tiesa, de piedra, escuchando al hombre que daba órdenes. Su mente quedó en blanco, no así la de su Oma, quien lo saludó con una ligera inclinación de cabeza y una gran sonrisa. -Por supuesto que lo recuerdo bien- confirmó sin perder la expresión alegre -Pero no vamos a pagar la multa, mi nieta hará servicio social*- aseguró y miró a la muchacha. El comandante también volteó a mirar a Ingela, quien al ver todos los ojos puestos en ella, asintió vigorosamente.
La joven dragona tragó en seco y sentía que el corazón le palpitaba a toda velocidad. No entendía cómo su Oma mantenía la tranquilidad y prestancia frente a aquel intimidante hombre. Miró de reojo a Nero e hizo un gesto de despedida, su abuela retomaba la marcha junto al Comandante y la rubia se apresuró en seguirla.
Salieron del patio, la chica miraba al piso con vergüenza. -Grünnenwald hizo bien en avisarme de la detención de Ingela, por favor no vayas a llamarle la atención- pidió al Comandante, conversando casual. -Además, creo que fuiste muy severo con los guardias, pero tengo entendido que tu política es ejercer el mando con mano dura- continuó -Me parece buena idea, sobre todo con los tiempos que corren- añadió y la conversación entre ambos se tornó política, hablando de la situación del consejo de sabios y la ausencia de monarquía en el Norte.
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*Elijo la tercera opción, el servicio a la comunidad
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Tras asentir a la decisión del hombre y mantener una breve conversación con Steinherz, Östberg se despidió educadamente y se encaminó de nuevo hacia el edificio. Fue interceptado por Vigil.
—¿Qué han decidido los otros dos? —preguntó el comandante.
—El Ensoñador prestará servicio, señor —respondió el interrogador—. El otro me escupió a la cara cuando le presenté sus opciones.
—Bien. Dos días por el altercado y otros dos por escupirle a un oficial. Reúne a los otros tres y que los lleven a la Mansión.
—¿A la Mansión, señor?
—Sí, yo no tengo tiempo para disputas maritales.
—Aún así, llevar a unos perturbadores del orden a detener una alteración del orden… ¿Está seguro de esto, señor?
—¿Qué mejor forma de aprender que con un ejercicio práctico? —respondió el comandante—. En cualquier caso, probablemente un Ensoñador esté mejor equipado para lidiar con asuntos de fé, ¿no te parece?
Vigil consideró las palabras de su superior por unos instantes y asintió reflexivamente. El comandante regresó a su despacho, donde le esperaba otra pila de documentos.
La Mansión Karrax se alzaba en lo alto de una pequeña colina cercana a la Puerta del Este. La construcción, de tres pisos de altura, estaba rodeada de un lujurioso jardín y, éste, de un muro de blanca piedra caliza que parecía fundirse con la muralla de la ciudad en su lado este.
—… y mucho cuidado con tratar mal a esta gente —explicaba el soldado que hacía de guía y supervisor de los tres detenidos—. Victoria Karrax es una mujer muy influyente, con varios amigos personales en el Consejo y los inventos de su esposo, Lucio Vitrubio, seguro que han oído hablar de él, son una gran fuente de prosperidad para la ciudad en su conjunto. No queremos chapuzas como la de la Plaza de Jade, ¿entendido?
Cuando el hombre estuvo satisfecho con la respuesta de sus tres cargos, atravesó la cancela abierta y los guió a través de un paseo flanqueado por árboles de karre’xha adornados con una inusual abundancia de telarañas escarchadas.
Oyeron los gritos mucho antes de alcanzar a ver al hombre orondo y bajito y la mujer alta y espigada que los proferían al final del camino, frente al porche de entrada a la mansión. Tanto el mismo porche como las ventanas frontales estaban adornadas con telarañas escarchadas.
—¡TE DIGO QUE NO PIENSO DEJAR QUE MIS INSTRUMENTOS SE PUDRAN EN UN SÓTANO POR CULPA DE UNA MALDITA INFESTACIÓN DE ARAÑAS!
—¡NO TE ATREVAS A COMPARAR LA BENDICIÓN DEL DRAGÓN DE CRISTAL CON UNA PLAGA DE INSECTOS!
—¡CONDENADA MUJER! LAS ARAÑAS NI SIQUIERA SON INSECTOS.
—LO QUE SEA, NO VAS A PONER UN PIE EN ESA CASA.
—¡PERO ATIENDE A RAZONES POR UNA VEZ! NO QUIERO EXTERMINAR A TUS MALDITAS ARAÑAS, SOLO QUIERO RECUPERAR MIS HERRAMIENTAS.
—¿AH, SÍ? ¿Y CÓMO PIENSAS PASAR ENTRE LAS TELARAÑAS SIN DESTROZARLAS CON SEMEJANTE BARRIGA?
La mujer se cruzó de brazos, señalando con un gesto de su barbilla las redondeces de su esposo. Él se puso colorado, apretó los puños y se puso de puntillas para lanzar su réplica.
—¡DEBÍ QUEDARME EN LUNARGENTA, DONDE LAS MUJERES TIENEN CARNE A LA QUE AGARRARSE Y NO LO SACAN A UNO DE SU CASA POR RIDÍCULAS SUPERSTICIONES!
La mujer abrió mucho los ojos y pareció echar vapor por las fosas nasales al oír el comentario de su marido. A decir verdad, la temperatura frente a la pareja pareció subir un par de grados.
—Ya estamos otra vez —dijo el soldado a los detenidos—. Vamos, antes de que esto se descontrole.
Disculpen la demora. Aquí tienen su tarea en servicio de la comunidad de Dundarak: deberán poner solución a la disputa de esta pareja sin acarrearle un perjuicio a la ciudad.
Como les ha informado su supervisor, Victoria Karrax es una mujer muy influyente y muy devota del Dragón de Cristal. No quieren enfadarla.
Por otro lado, Lucio Vitrubio, su esposo, se encuentra en el límite de su paciencia. La ciudad se beneficia altamente de sus inventos, así como del prestigio de haberse convertido en su hogar. La ciudad, y por lo tanto ustedes también, no quiere que se marche de vuelta a Lunargenta.
El conflicto entre los esposos lo ha desencadenado una pequeña infestación de ahielogs o arañas de cristal [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No solo se han instalado en el jardín, sino que también han desplegado telarañas en el interior de la mansión. Recuperar los instrumentos del esposo podría ayudar a aplacarlo, pero perturbar el trabajo de las arañas enfurecerá a la esposa.
Deberán resolver la disputa en un mínimo de dos rondas (no hay límite máximo). No es necesario que esperen por mí, responderé cuando considere cumplido el objetivo o si veo necesario intervenir en el proceso. Tienen libertad para describir sus alrededores, así como para describir y manejar a los PNJs.
Tengan en cuenta que el asunto de las arañas es solo el desencadenante de la pelea, puede haber problemas más profundos. Lo dejo a su imaginación.
—¿Qué han decidido los otros dos? —preguntó el comandante.
—El Ensoñador prestará servicio, señor —respondió el interrogador—. El otro me escupió a la cara cuando le presenté sus opciones.
—Bien. Dos días por el altercado y otros dos por escupirle a un oficial. Reúne a los otros tres y que los lleven a la Mansión.
—¿A la Mansión, señor?
—Sí, yo no tengo tiempo para disputas maritales.
—Aún así, llevar a unos perturbadores del orden a detener una alteración del orden… ¿Está seguro de esto, señor?
—¿Qué mejor forma de aprender que con un ejercicio práctico? —respondió el comandante—. En cualquier caso, probablemente un Ensoñador esté mejor equipado para lidiar con asuntos de fé, ¿no te parece?
Vigil consideró las palabras de su superior por unos instantes y asintió reflexivamente. El comandante regresó a su despacho, donde le esperaba otra pila de documentos.
***
La Mansión Karrax se alzaba en lo alto de una pequeña colina cercana a la Puerta del Este. La construcción, de tres pisos de altura, estaba rodeada de un lujurioso jardín y, éste, de un muro de blanca piedra caliza que parecía fundirse con la muralla de la ciudad en su lado este.
—… y mucho cuidado con tratar mal a esta gente —explicaba el soldado que hacía de guía y supervisor de los tres detenidos—. Victoria Karrax es una mujer muy influyente, con varios amigos personales en el Consejo y los inventos de su esposo, Lucio Vitrubio, seguro que han oído hablar de él, son una gran fuente de prosperidad para la ciudad en su conjunto. No queremos chapuzas como la de la Plaza de Jade, ¿entendido?
Cuando el hombre estuvo satisfecho con la respuesta de sus tres cargos, atravesó la cancela abierta y los guió a través de un paseo flanqueado por árboles de karre’xha adornados con una inusual abundancia de telarañas escarchadas.
Oyeron los gritos mucho antes de alcanzar a ver al hombre orondo y bajito y la mujer alta y espigada que los proferían al final del camino, frente al porche de entrada a la mansión. Tanto el mismo porche como las ventanas frontales estaban adornadas con telarañas escarchadas.
—¡TE DIGO QUE NO PIENSO DEJAR QUE MIS INSTRUMENTOS SE PUDRAN EN UN SÓTANO POR CULPA DE UNA MALDITA INFESTACIÓN DE ARAÑAS!
—¡NO TE ATREVAS A COMPARAR LA BENDICIÓN DEL DRAGÓN DE CRISTAL CON UNA PLAGA DE INSECTOS!
—¡CONDENADA MUJER! LAS ARAÑAS NI SIQUIERA SON INSECTOS.
—LO QUE SEA, NO VAS A PONER UN PIE EN ESA CASA.
—¡PERO ATIENDE A RAZONES POR UNA VEZ! NO QUIERO EXTERMINAR A TUS MALDITAS ARAÑAS, SOLO QUIERO RECUPERAR MIS HERRAMIENTAS.
—¿AH, SÍ? ¿Y CÓMO PIENSAS PASAR ENTRE LAS TELARAÑAS SIN DESTROZARLAS CON SEMEJANTE BARRIGA?
La mujer se cruzó de brazos, señalando con un gesto de su barbilla las redondeces de su esposo. Él se puso colorado, apretó los puños y se puso de puntillas para lanzar su réplica.
—¡DEBÍ QUEDARME EN LUNARGENTA, DONDE LAS MUJERES TIENEN CARNE A LA QUE AGARRARSE Y NO LO SACAN A UNO DE SU CASA POR RIDÍCULAS SUPERSTICIONES!
La mujer abrió mucho los ojos y pareció echar vapor por las fosas nasales al oír el comentario de su marido. A decir verdad, la temperatura frente a la pareja pareció subir un par de grados.
—Ya estamos otra vez —dijo el soldado a los detenidos—. Vamos, antes de que esto se descontrole.
__________________
Disculpen la demora. Aquí tienen su tarea en servicio de la comunidad de Dundarak: deberán poner solución a la disputa de esta pareja sin acarrearle un perjuicio a la ciudad.
Como les ha informado su supervisor, Victoria Karrax es una mujer muy influyente y muy devota del Dragón de Cristal. No quieren enfadarla.
Por otro lado, Lucio Vitrubio, su esposo, se encuentra en el límite de su paciencia. La ciudad se beneficia altamente de sus inventos, así como del prestigio de haberse convertido en su hogar. La ciudad, y por lo tanto ustedes también, no quiere que se marche de vuelta a Lunargenta.
El conflicto entre los esposos lo ha desencadenado una pequeña infestación de ahielogs o arañas de cristal [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No solo se han instalado en el jardín, sino que también han desplegado telarañas en el interior de la mansión. Recuperar los instrumentos del esposo podría ayudar a aplacarlo, pero perturbar el trabajo de las arañas enfurecerá a la esposa.
Deberán resolver la disputa en un mínimo de dos rondas (no hay límite máximo). No es necesario que esperen por mí, responderé cuando considere cumplido el objetivo o si veo necesario intervenir en el proceso. Tienen libertad para describir sus alrededores, así como para describir y manejar a los PNJs.
Tengan en cuenta que el asunto de las arañas es solo el desencadenante de la pelea, puede haber problemas más profundos. Lo dejo a su imaginación.
Fehu
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Nero con ropas nuevas y ya sin grilletes era guiado junto al resto por los soldados de la guardia de Dundarak, debían poner fin a una disputa que llevaba un buen tiempo desarrollándose, Nero pensaba que lo llevaban a pelear y aquello le tenia sin cuidado alguno, cuando noto que era una disputa marital en vez de una pelea propiamente tal, se sintió un poco decepcionado, pues ahora que estaba sobrio necesitaba un poco de violencia para aplacar su ira.
Fue entonces cuando se escuchó la voz de un hombre que transitaba por la calle. La voz de un cantante, si es que se le podía llamar así, que se escuchaba cada vez mejor mientras más se acercaba. -Mi niña bonita, mi dulce princesa, me siento en las nubes, cuando tú me besas- tarareaba en alto. Nero y un par de soldados extrañados ante aquella situación observaron como el hombre seguía su camino hasta que el grito de la mujer interrumpió aquella rara escena.
-YA TE DIJE QUE NO PONDRAS UN PIE DENTRO DE ESA CASA- grito la mujer a su esposo.
-Yo realmente no tengo ideas de como lidiar con esta situación sin golpear a alguien- exclamo el joven sobrio al soldado que les cuidaba.
-Nosotros tampoco, pero ahora esa es la opción que tienen o volver a las mazmorras- replico el soldado, instando al joven para que intentara hacer entrar a la mujer en razón.
Nero observo las telarañas a su alrededor, noto también como estas se adentraban al interior de la mansión y un súbito escalofrió le recorrió la espalda, -Saben que?, no soy muy fan de las arañas y las palabras el dia de hoy no me han llevado muy lejos, creo que les dejare esto a mis compañeras que parecen mas aptas en el uso de las palabras que yo- dijo haciéndose a un lado y evitando una posible humillación por parte de la furibunda mujer.
Fue entonces cuando se escuchó la voz de un hombre que transitaba por la calle. La voz de un cantante, si es que se le podía llamar así, que se escuchaba cada vez mejor mientras más se acercaba. -Mi niña bonita, mi dulce princesa, me siento en las nubes, cuando tú me besas- tarareaba en alto. Nero y un par de soldados extrañados ante aquella situación observaron como el hombre seguía su camino hasta que el grito de la mujer interrumpió aquella rara escena.
-YA TE DIJE QUE NO PONDRAS UN PIE DENTRO DE ESA CASA- grito la mujer a su esposo.
-Yo realmente no tengo ideas de como lidiar con esta situación sin golpear a alguien- exclamo el joven sobrio al soldado que les cuidaba.
-Nosotros tampoco, pero ahora esa es la opción que tienen o volver a las mazmorras- replico el soldado, instando al joven para que intentara hacer entrar a la mujer en razón.
Nero observo las telarañas a su alrededor, noto también como estas se adentraban al interior de la mansión y un súbito escalofrió le recorrió la espalda, -Saben que?, no soy muy fan de las arañas y las palabras el dia de hoy no me han llevado muy lejos, creo que les dejare esto a mis compañeras que parecen mas aptas en el uso de las palabras que yo- dijo haciéndose a un lado y evitando una posible humillación por parte de la furibunda mujer.
Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ciertamente los arácnidos habían tejido un maravilloso paisaje escarchado con sus hilos, bendición que Rel pudo apreciar quedando perpleja a medida que avanzaban por los ostentosos jardines que daban entrada a la Mansión Karrax escoltados por varios custodios. La mujer a penas pudo escuchar a los guardias e indicaciones o al mismo Nero quien renegaba de su intervención o eficaz hacer para apaciguar a la pareja que ahora se encontraba frente a estos discutiendo a cerca de esta gran controversia, para ella ahora mismo eran ecos en su mente, por los Antiguos aquello era obra de un dios...
- ¡DEBÍ QUEDARME EN LUNARGENTA, DONDE LAS MUJERES TIENEN CARNE A LA QUE AGARRARSE Y NO LO SACAN A UNO DE SU CASA POR RIDÍCULAS SUPERSTICIONES! - Ante este último vociferio, Victoria Karrax inspiró profundamente para replicar esta absoluta ofensa contra su marido, pero de pronto la mujer Dragón intervino con voz suave y ausente gesto.
- ¿Por qué son tan pequeñas? - El rostro de Rel parecía confuso por algún motivo, casi afligido mientras sus ojos se posaban sobre alguna diminuta Ahielog que podía detectar.
- ¿Cómo?¿De qué estás hablando? ¡¿Y quién sois vosotros?! Imperó Lucio señalando a cada uno con uno de sus dedos rechonchos, provocando que la guardia se cuadrase de inmediato, su rostro casi parecía una berenjena en su forma y tonalidad debido a su mal carácter, aunque extrañamente la mujer, Victoria, miraba silente a Rel elevando una de sus tupidas cejas y en silencio.
- Disculpe señor Vitrubio, os traemos a unos mediadores erhm... Expertos para poner solución a vuestro problema tal como os anunciamos. Uno de los guardias incluso parecía dudar de que así se tratase, pero al intentar dar de nuevo una explicación Victoria alzó una de sus manos haciendo silenciar a este.
- Quiero escucharla ¿Pequeñas? ¿A qué te refieres? - Sus ojos se estrechaban en dos finas líneas que se clavaban en la mujer con suspicacia, revisando a la discípulo de arriba abajo al igual que a sus acompañantes antes de retomar su atención a esta cuando comenzó a hablar.
- Los Ahielog son más grandes... ¿Qué les ha sucedido? Son demasiado pequeños estimada. - Casi parecía alertada buscando una respuesta en Victoria, Rel había sido erudita en los antiguos escritos y los Ahielog eran conocidos por ser incluso monturas, arácnidos de gran tamaño que el mismo dios del hielo recreó vanidoso utilizando como molde a los animales ya existentes de Aerandir. Los rasgos fruncidos de Victoria tras oír a Rel se taimaron formando una gran sonrisa de satisfacción en sus labios color carmín.
- ¡Ah! ¡Ya decía yo que vuestro aspecto no sería únicamente el de una mendiga! - Rio para sí, mirando de soslayo a su marido con desdén por unos instantes.
- Al menos no necesito irme a Lunargenta para encontrar a alguien que me entienda. Oh querida, eso fue en antaño, el tamaño de los Ahielog disminuyó debido a la marcha del Dragón del Hielo, su presencia era lo que les otorgaba poder y majestuosidad. Ahora como veis aún se mantienen en este diminuto tamaño y nos han bendecido con su presencia. Presencia que mi marido quiere destruir... - Farfulló casi haciendo rechinar sus dientes una vez que hizo mención a Lucio y obviamente este no tardó en dar su réplica.
- No tenía suficiente con una chiflada y se le une otra...
- ¡¿QUÉ HAS DICHO?!
__________________
Off: Perdonad por haber tardado tanto.
El Ensoñador
Experto
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingelita estuvo temprano en el punto de encuentro, donde le habían citado para su servicio a la comunidad. No podía ser de otra manera, pues su Oma la despertó horas antes de lo necesario. Es que además, tendría su correspondiente castigo familiar.
Figuraba Ingela Marié Greta Adamina sudando la gota gorda haciendo calistenia al ritmo del silbado de su abuela, la implacable e inmisericorde Sargento Elle Steinherz. Su carita redonda roja como un tomate, el pelo mojado, pegado a sus sienes, sentía que el corazón le iba a explotar. ¡Ni siquiera el frío del norte ayudaba a aplacar el calor! Cada paso que daba la chica derretía la nieve bajo sus pies.
Cuando por fin fue hora de comenzar con el servicio, la dragona estaba exhausta y rezaba por que la tarea fuese una fácil; recoger basura, podar arbustos, pintar murallas, algo así. Pero no, el Comandante los mandó a hacer una tarea imposible: mediar entre marido y mujer.
La rubia no escuchaba el griterío de la discusión, solo miraba aterrada la plaga de ahielogs y suspiraba derrotada. -Comprendo muy bien a la señora... ¿quién en su sano juicio querría destruir semejante belleza?- comentó al aire. Ingela no compartía la superstición de la señora Karrax, pero como el Ensoñador, apreciaba la maravilla natural que las pequeñas arañitas habían tejido. -De verdad que está difícil el asunto, porque por un lado no me gustaría interferir con las arañitas, y por otro, el señor Vitrubio necesita sus instrumentos. ¡Deben ser muy importantes!- comentó la joven dragona, empatizando con ambas partes.
Se quedó meditando un rato, intentando encontrar una solución para aquel entuerto -¿Y si entro yo?- preguntó -No tengo la panzota del señor Vitrubio. Con mucho cuidado, podría entrar a la casa, buscar los instrumentos y sacarlos, sin causar mucho daño- explicó su simple pero eficiente plan. -¿Cómo que panzota? Niña insolente... pero bueno, por lo menos ofreces una solución. Por mi parte, adelante, tienes permiso de entrar en la casa- añadió el hombre, bajando un poco la agresividad.
-¡Yo me niego!- espetó la señora Karrax, cruzándose de brazos. -¡Esos instrumentos no se moverán de allí hasta que las arañas decidan irse por su cuenta!- puntualizó, dándole la espalda a Ingela y cruzando los brazos. El señor Vitrubio volvió a vociferar pero Ingela no le prestó atención, se acercó a la señora extrañada -Yo le prometo que no voy a interferir con las arañitas, tiene mi palabra- le dijo ya con algo de angustia en la expresión. -Mira niña- -Ingela- -Mira Ingela... he dicho que no, que nadie entra y nadie sale, ¿por qué es tan difícil de entender? No quiero, no permito, que saquen los instrumentos. ¿Acaso no te das cuenta? Si se los lleva, no va a volver...- confesó por fin la mujer.
Ingela la miraba extrañada, sin entender ni un poco de lo que la señora Karrax quería decir. Ingela había vivido muchas cosas pero en las lides del amor era una inexperta y no comprendía el sentir de la mujer. La chica miró al Ensoñador y a Nero buscando ayuda, una traducción tal vez.
Figuraba Ingela Marié Greta Adamina sudando la gota gorda haciendo calistenia al ritmo del silbado de su abuela, la implacable e inmisericorde Sargento Elle Steinherz. Su carita redonda roja como un tomate, el pelo mojado, pegado a sus sienes, sentía que el corazón le iba a explotar. ¡Ni siquiera el frío del norte ayudaba a aplacar el calor! Cada paso que daba la chica derretía la nieve bajo sus pies.
Cuando por fin fue hora de comenzar con el servicio, la dragona estaba exhausta y rezaba por que la tarea fuese una fácil; recoger basura, podar arbustos, pintar murallas, algo así. Pero no, el Comandante los mandó a hacer una tarea imposible: mediar entre marido y mujer.
La rubia no escuchaba el griterío de la discusión, solo miraba aterrada la plaga de ahielogs y suspiraba derrotada. -Comprendo muy bien a la señora... ¿quién en su sano juicio querría destruir semejante belleza?- comentó al aire. Ingela no compartía la superstición de la señora Karrax, pero como el Ensoñador, apreciaba la maravilla natural que las pequeñas arañitas habían tejido. -De verdad que está difícil el asunto, porque por un lado no me gustaría interferir con las arañitas, y por otro, el señor Vitrubio necesita sus instrumentos. ¡Deben ser muy importantes!- comentó la joven dragona, empatizando con ambas partes.
Se quedó meditando un rato, intentando encontrar una solución para aquel entuerto -¿Y si entro yo?- preguntó -No tengo la panzota del señor Vitrubio. Con mucho cuidado, podría entrar a la casa, buscar los instrumentos y sacarlos, sin causar mucho daño- explicó su simple pero eficiente plan. -¿Cómo que panzota? Niña insolente... pero bueno, por lo menos ofreces una solución. Por mi parte, adelante, tienes permiso de entrar en la casa- añadió el hombre, bajando un poco la agresividad.
-¡Yo me niego!- espetó la señora Karrax, cruzándose de brazos. -¡Esos instrumentos no se moverán de allí hasta que las arañas decidan irse por su cuenta!- puntualizó, dándole la espalda a Ingela y cruzando los brazos. El señor Vitrubio volvió a vociferar pero Ingela no le prestó atención, se acercó a la señora extrañada -Yo le prometo que no voy a interferir con las arañitas, tiene mi palabra- le dijo ya con algo de angustia en la expresión. -Mira niña- -Ingela- -Mira Ingela... he dicho que no, que nadie entra y nadie sale, ¿por qué es tan difícil de entender? No quiero, no permito, que saquen los instrumentos. ¿Acaso no te das cuenta? Si se los lleva, no va a volver...- confesó por fin la mujer.
Ingela la miraba extrañada, sin entender ni un poco de lo que la señora Karrax quería decir. Ingela había vivido muchas cosas pero en las lides del amor era una inexperta y no comprendía el sentir de la mujer. La chica miró al Ensoñador y a Nero buscando ayuda, una traducción tal vez.
Última edición por Ingela el Lun Nov 22 2021, 20:39, editado 1 vez
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-Deberías haber elegido pasar una noche en el calabozo-
-Pienso lo mismo, pero bueno ya estamos acá, a ver que podemos hacer-
Nero se acerco al hombre mientras intentaba pensar en alguna cosa en la pudiera ser útil, palpo un poco el piso con sus pies descalzos y se asqueo por unos segundos, no le gustaban las arañas y el hielo le daba escalofríos(?)
-Señor don caballero(?), ¿Por qué área se encuentra el sótano donde están sus cosas?-
-Por donde estamos de pie técnicamente-
-¿Y que grosor tendría el espacio que evita que caigamos al sótano?-
-Probablemente la mitad de tu cuerpo de largo-
-¿Autorizaría que yo con mis artimañas hiciera un agujero?, así bastaría con mandar a un grupo a recuperar sus cosas-
-Proceda señor don joven-
-No lo permitiré!-
-El señor don caballero ha hablado-
Acto seguido Nero dio un fuerte pisotón que hizo que una enorme roca emergiera del piso frente a el, luego le dio un leve golpe con su puño para que esta se deslizara un metro hacia adelante(1), dejando un espacio mas que idóneo para que alguien bajara a recuperar las cosas del señor don caballero(?)
-Listo, no bajare con las arañas allá adentro, si el señor don caballero quiere irse, pues que nadie lo detenga- exclamo mientras iba hacia donde los soldados y les daba unas palmaditas en el hombro como si de un relevo se tratara
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-Pienso lo mismo, pero bueno ya estamos acá, a ver que podemos hacer-
Nero se acerco al hombre mientras intentaba pensar en alguna cosa en la pudiera ser útil, palpo un poco el piso con sus pies descalzos y se asqueo por unos segundos, no le gustaban las arañas y el hielo le daba escalofríos(?)
-Señor don caballero(?), ¿Por qué área se encuentra el sótano donde están sus cosas?-
-Por donde estamos de pie técnicamente-
-¿Y que grosor tendría el espacio que evita que caigamos al sótano?-
-Probablemente la mitad de tu cuerpo de largo-
-¿Autorizaría que yo con mis artimañas hiciera un agujero?, así bastaría con mandar a un grupo a recuperar sus cosas-
-Proceda señor don joven-
-No lo permitiré!-
-El señor don caballero ha hablado-
Acto seguido Nero dio un fuerte pisotón que hizo que una enorme roca emergiera del piso frente a el, luego le dio un leve golpe con su puño para que esta se deslizara un metro hacia adelante(1), dejando un espacio mas que idóneo para que alguien bajara a recuperar las cosas del señor don caballero(?)
-Listo, no bajare con las arañas allá adentro, si el señor don caballero quiere irse, pues que nadie lo detenga- exclamo mientras iba hacia donde los soldados y les daba unas palmaditas en el hombro como si de un relevo se tratara
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Nero Crimson
Borracho de Aerandir
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
-¡JHÁ! ¡TOMA!- exclamó el señor Vitrubio y largó una carcajada al ver la expresión horrorizada de su esposa cuando el hombre abrió un agujero en la tierra. A través del espacio que Nero abrió, se veían claramente los instrumentos de los cuales una buena parte aún no estaban cubiertos por las telarañas de las ahielogs. -Bueno niña- -Ingela- -Ingela. Cumple tu palabra, saca mis cosas. Este cuento se está haciendo viejo y se me acaba la paciencia.- avisó Lucio cuando terminó de reír.
La muchacha miró los objetos que pedía el señor, luego al señor Vitrubio y finalmente a la señora Karrax. -¿Se va de Dundarak, Señor Vitrubio?- le preguntó. -¿Y eso a ti qué te importa?- espetó él, impactado por el atrevimiento de la muchachita. -Pues me importa mucho. Su mudanza a nuestra ciudad ha sido uno de los acontecimientos más importantes que han ocurrido. Bueno, de los positivos porque de los negativos tenemos bastantes...- comentó ella, divagando un poco. -En fin, que nuestra gente ha sufrido mucho y que se marchara de la ciudad causaría una gran tristeza. Si yo saco sus instrumentos, bueno, los que no estén cubiertos por las ahielogs... ¿Se marchará de Dundarak?- repitió ella, ahora cruzando sus brazos sobre su pecho y mirando con algo de severidad a Lucio.
-Porque si se va a ir, entonces no lo ayudo.- informó, con firmeza en la voz. -¡¿Que qué?!- replicó Lucio, poniéndose morado de la rabia. La señora Karrax intentó ahogar una risa burlona. -¡Pero lo has prometido!- exclamó contrariado. -¡No señor! Yo le prometí a su esposa que no iba a perturbar a las ahielogs. De hecho, mis palabras fueron, y cito, "Yo le prometo que no voy a interferir con las arañitas, tiene mi palabra". ¿Ve? No he mencionado sus instrumentos en ningún momento. Si acaso, tengo el compromiso con la Señora Victoria.- le aclaró al hombre panzón que parecía que iba a explotar en cualquier momento.
Ingela resopló -Mire señor Vitrubio, de esta no hay forma que alga ganando. Usted deberá ceder un poco. Puedo sacar los instrumentos que no tienen arañas, los demás se quedarán aquí hasta que esta plaga se marche o logre convencer a su esposa. Vamos, no debe ser tan difícil... ¿Como logró que se enamorara de usted y su panzota?- dijo la chica.
Por la cara de Lucio Vitrubio, Ingela definitivamente estaba haciendo un pésimo trabajo de mediación. -¿A quién se le ocurrió mandar a estos a un trabajo tan delicado?- preguntó uno de los guardias a otro, que se encogía de hombros.
Posiblemente, más arriba de las montañas, un grupo de soldados y mediadores entrenados, enfrentaba a una manada de cragswar salvajes.
La muchacha miró los objetos que pedía el señor, luego al señor Vitrubio y finalmente a la señora Karrax. -¿Se va de Dundarak, Señor Vitrubio?- le preguntó. -¿Y eso a ti qué te importa?- espetó él, impactado por el atrevimiento de la muchachita. -Pues me importa mucho. Su mudanza a nuestra ciudad ha sido uno de los acontecimientos más importantes que han ocurrido. Bueno, de los positivos porque de los negativos tenemos bastantes...- comentó ella, divagando un poco. -En fin, que nuestra gente ha sufrido mucho y que se marchara de la ciudad causaría una gran tristeza. Si yo saco sus instrumentos, bueno, los que no estén cubiertos por las ahielogs... ¿Se marchará de Dundarak?- repitió ella, ahora cruzando sus brazos sobre su pecho y mirando con algo de severidad a Lucio.
-Porque si se va a ir, entonces no lo ayudo.- informó, con firmeza en la voz. -¡¿Que qué?!- replicó Lucio, poniéndose morado de la rabia. La señora Karrax intentó ahogar una risa burlona. -¡Pero lo has prometido!- exclamó contrariado. -¡No señor! Yo le prometí a su esposa que no iba a perturbar a las ahielogs. De hecho, mis palabras fueron, y cito, "Yo le prometo que no voy a interferir con las arañitas, tiene mi palabra". ¿Ve? No he mencionado sus instrumentos en ningún momento. Si acaso, tengo el compromiso con la Señora Victoria.- le aclaró al hombre panzón que parecía que iba a explotar en cualquier momento.
Ingela resopló -Mire señor Vitrubio, de esta no hay forma que alga ganando. Usted deberá ceder un poco. Puedo sacar los instrumentos que no tienen arañas, los demás se quedarán aquí hasta que esta plaga se marche o logre convencer a su esposa. Vamos, no debe ser tan difícil... ¿Como logró que se enamorara de usted y su panzota?- dijo la chica.
Por la cara de Lucio Vitrubio, Ingela definitivamente estaba haciendo un pésimo trabajo de mediación. -¿A quién se le ocurrió mandar a estos a un trabajo tan delicado?- preguntó uno de los guardias a otro, que se encogía de hombros.
Posiblemente, más arriba de las montañas, un grupo de soldados y mediadores entrenados, enfrentaba a una manada de cragswar salvajes.
Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Antes las palabras de la niña Ingela, Don Vitrubio no tardo en acudir al ya no tan borracho Nero, quien se había alejado del grupo puesto que no quería tener nada que ver con las arañas, El ensoñador por su parte intentaba mediar con la señora Karrax quien solo quería golpear al borracho por el enorme orificio que había ahora en su patio.
-Te pagare lo que sea con tal que recuperes mis instrumentos-
-Oh lo siento, pero ni todo el dinero del mundo me hará bajar a ese lugar, las arañas me dan escalofríos-
-¿Estas seguro que no es por tu falta de ropas adecuadas?-
-sin lugar a dudas son las arañas-
Comentaría el borracho mientras se llevaba una mano al bolsillo y para su sorpresa encontraba un caramelo el cual no dudaría en llevarse a la boca(1) Nero entendía que si no quería volver al calabozo debía encontrar una forma de mediar en el asunto, ¿Cómo llegar a un acuerdo que dejara a todos conformes?, Nero no tenia la mas mínima idea pero los remanentes del alcohol que quedaban en su cuerpo le daban la valentía suficiente para hablar con la confianza suficiente para que le creyeran... O que al menos el se lo creyera.
-Mire la situación es la que es, como dijo mi compañera va a tener que ceder algo, yo le propongo lo siguiente, a cambio de que no se vaya de Dundarak, prometo intentar recuperar las herramientas que no hayan tocado las arañas, lo que pase después entre usted y su señora no me importa, pero tengo que ir a convencerla a ella también de que esta es una buena idea y la única forma de hacerlo es con la condición que ha puesto Ingela-
Don Vitrubio se lo pensó por un momento entonces de mala gana acepto, por lo que la parte sencilla estaba hecha, ahora tocaba terminar de convencer a Doña Karrax quien solo quería arrancarle la cabeza para alimentar con su cuerpo a las arañas, Nero respiro hondo, suspiro y partió a intentar convencer a la Doña.
-Que ni se te ocurra intentar otra atrocidad como la que hiciste!-
-Dama, antes que intente darme de comer a los ahielogs, por favor, permítame dialogar con usted-
-Ahora si quieres dialogar, bien que me has ignorado antes-
-Tiene razón, pero permítame elaborar-
-Dime 1, solo un motivo por el cual no debería mandarte al calabozo ahora mismo-
-Muy bien....-
Nero entro en pánico internamente puesto que en efecto antes simplemente había ignorado a la doña, sin mediar en que ella bien podría hacer que volviera al calabozo, fue entonces que noto un detalle que bien podría salvarle, como si todo hubiera estado planeado de antemano apunto hacia la roca que el mismo había movido antes.
-Si presta atención mi maniobra de antes no tiene ninguna tela de ahielog a la rastra, cosa que esta comprobada porque de momento ninguna a venido a atacarnos-
La doña Karrax alzo una ceja y observo la roca, por lo que sin darle la razón le observo, diciéndole con la mirada que siguiera hablando.
-Debido a que mi compañera le dio su palabra de que no molestaríamos a las... arañitas- De alguna forma Nero evito estremecerse al decir aquella palabra -y eso se mantendrá así, pero vera mi maniobra de antes también tenia otro propósito-
Aquellas palabras tomaron por sorpresa a la señora Karrax, y Nero aprovechando el momento se acerco cubriéndose la boca como para revelarle un secreto -He logrado que el señor Vitrubio acceda a quedarse en Dundarak a cambio de recuperar solo las herramientas que no estén comprometidas por las telas de las arañas-
Doña Karrax se llevo las manos al rostro mientras respiraba con dificultad, -¿Estas seguro de aquello?, de que no lo ha dicho solo para recuperar sus cosas- pregunto algo acongojada por lo que le decía el borracho contra quien ya no se mostraba con la misma hostilidad de antes.
-Podemos hacerle firmar algún contrato ya que hay representantes de la guardia de Dundarak presentes o amenazarle con devolver los instrumentos a donde estaban, ya ve lo que hemos logrado con un poco de teatralidad, ambas partes tienen motivos para acceder- diría el ya nada borracho Nero encogiéndose de hombros -Es su marido, porque no va a plantearle la idea, diga que solo permitirá que hagamos lo planeado si el se queda en la ciudad o algo así, piénselo como una cuerda, tire y afloje hasta que lleguen a un acuerdo entre ustedes donde nosotros no tuvimos nada que ver- dijo lo ultimo guiñándole un ojo a la doña que hasta una sonrisa logro robarle, mas fue bastante efímera porque retomo su semblante serio en cuestión de segundos.
-Haz evitado el calabozo, prepárense para sacar las cosas a mi señal- musito mientras se dirigía a hablar con Don Vitrubio.
Algunos soldados se acercaron para felicitar la astucia que había tenido el tipo de quien menos se lo esperaban y cuando Nero estaba por solicitar algo para beber, Doña Karrax hizo unas señas con la mano mientras asentía gustosa y Don Vitrubio ya no se veía tan molesto. -Muy bien, Ingela, soldados, Ensoñador, lo que sigue les corresponde a ustedes, porque no hay ni la mas mínima forma de que yo baje hacia esas arañas, consideren mi trabajo realizado, recuerden solo las cosas que no estén cubiertas por la tela de araña- Diría para luego partir de vuelta a la carreta, en el camino noto como Doña Karrax y Don Vitrubio planeaban celebrar el trato que acaban de hacer, aquellos dos sin lugar a dudas eran lo segundo mas raro que había visto ese día después del tipo de la plaza.
OFF: objeto utilizado
1_Caramelo de Jade(objeto master)
-Te pagare lo que sea con tal que recuperes mis instrumentos-
-Oh lo siento, pero ni todo el dinero del mundo me hará bajar a ese lugar, las arañas me dan escalofríos-
-¿Estas seguro que no es por tu falta de ropas adecuadas?-
-sin lugar a dudas son las arañas-
Comentaría el borracho mientras se llevaba una mano al bolsillo y para su sorpresa encontraba un caramelo el cual no dudaría en llevarse a la boca(1) Nero entendía que si no quería volver al calabozo debía encontrar una forma de mediar en el asunto, ¿Cómo llegar a un acuerdo que dejara a todos conformes?, Nero no tenia la mas mínima idea pero los remanentes del alcohol que quedaban en su cuerpo le daban la valentía suficiente para hablar con la confianza suficiente para que le creyeran... O que al menos el se lo creyera.
-Mire la situación es la que es, como dijo mi compañera va a tener que ceder algo, yo le propongo lo siguiente, a cambio de que no se vaya de Dundarak, prometo intentar recuperar las herramientas que no hayan tocado las arañas, lo que pase después entre usted y su señora no me importa, pero tengo que ir a convencerla a ella también de que esta es una buena idea y la única forma de hacerlo es con la condición que ha puesto Ingela-
Don Vitrubio se lo pensó por un momento entonces de mala gana acepto, por lo que la parte sencilla estaba hecha, ahora tocaba terminar de convencer a Doña Karrax quien solo quería arrancarle la cabeza para alimentar con su cuerpo a las arañas, Nero respiro hondo, suspiro y partió a intentar convencer a la Doña.
-Que ni se te ocurra intentar otra atrocidad como la que hiciste!-
-Dama, antes que intente darme de comer a los ahielogs, por favor, permítame dialogar con usted-
-Ahora si quieres dialogar, bien que me has ignorado antes-
-Tiene razón, pero permítame elaborar-
-Dime 1, solo un motivo por el cual no debería mandarte al calabozo ahora mismo-
-Muy bien....-
Nero entro en pánico internamente puesto que en efecto antes simplemente había ignorado a la doña, sin mediar en que ella bien podría hacer que volviera al calabozo, fue entonces que noto un detalle que bien podría salvarle, como si todo hubiera estado planeado de antemano apunto hacia la roca que el mismo había movido antes.
-Si presta atención mi maniobra de antes no tiene ninguna tela de ahielog a la rastra, cosa que esta comprobada porque de momento ninguna a venido a atacarnos-
La doña Karrax alzo una ceja y observo la roca, por lo que sin darle la razón le observo, diciéndole con la mirada que siguiera hablando.
-Debido a que mi compañera le dio su palabra de que no molestaríamos a las... arañitas- De alguna forma Nero evito estremecerse al decir aquella palabra -y eso se mantendrá así, pero vera mi maniobra de antes también tenia otro propósito-
Aquellas palabras tomaron por sorpresa a la señora Karrax, y Nero aprovechando el momento se acerco cubriéndose la boca como para revelarle un secreto -He logrado que el señor Vitrubio acceda a quedarse en Dundarak a cambio de recuperar solo las herramientas que no estén comprometidas por las telas de las arañas-
Doña Karrax se llevo las manos al rostro mientras respiraba con dificultad, -¿Estas seguro de aquello?, de que no lo ha dicho solo para recuperar sus cosas- pregunto algo acongojada por lo que le decía el borracho contra quien ya no se mostraba con la misma hostilidad de antes.
-Podemos hacerle firmar algún contrato ya que hay representantes de la guardia de Dundarak presentes o amenazarle con devolver los instrumentos a donde estaban, ya ve lo que hemos logrado con un poco de teatralidad, ambas partes tienen motivos para acceder- diría el ya nada borracho Nero encogiéndose de hombros -Es su marido, porque no va a plantearle la idea, diga que solo permitirá que hagamos lo planeado si el se queda en la ciudad o algo así, piénselo como una cuerda, tire y afloje hasta que lleguen a un acuerdo entre ustedes donde nosotros no tuvimos nada que ver- dijo lo ultimo guiñándole un ojo a la doña que hasta una sonrisa logro robarle, mas fue bastante efímera porque retomo su semblante serio en cuestión de segundos.
-Haz evitado el calabozo, prepárense para sacar las cosas a mi señal- musito mientras se dirigía a hablar con Don Vitrubio.
Algunos soldados se acercaron para felicitar la astucia que había tenido el tipo de quien menos se lo esperaban y cuando Nero estaba por solicitar algo para beber, Doña Karrax hizo unas señas con la mano mientras asentía gustosa y Don Vitrubio ya no se veía tan molesto. -Muy bien, Ingela, soldados, Ensoñador, lo que sigue les corresponde a ustedes, porque no hay ni la mas mínima forma de que yo baje hacia esas arañas, consideren mi trabajo realizado, recuerden solo las cosas que no estén cubiertas por la tela de araña- Diría para luego partir de vuelta a la carreta, en el camino noto como Doña Karrax y Don Vitrubio planeaban celebrar el trato que acaban de hacer, aquellos dos sin lugar a dudas eran lo segundo mas raro que había visto ese día después del tipo de la plaza.
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Ingela miró boquiabierta al borracho -Pero si eso dije- respondió, con una mezcla de asombro e indignación -Que sacaría los instrumentos que no estaban cubiertos por las telarañas. Simplemente te has apropiado de mi idea- añadió, molesta. Volteó los ojos y chasqueó la lengua en su paladar. Qué tipo tan desagradable. Pero bueno, ya casi terminaban esa insufrible tarea, podría irse a su casa para continuar con su linda vida y cenar con su amada familia sin tener que volver a toparse con aquel individuo. Prefirió dejarle esa pequeña victoria, a saber cuántas satisfacciones tendría esa pobre alma desgraciada en su vida.
-Bueno muchachos, manos a la obra- dijo a los soldados que la miraron risueños -¡Que le vaya muy bien, señorita Ingela!- respondió uno de ellos y todos dieron un paso atrás. -¿Qué yo lo voy a hacer sola?- preguntó lo obvio, porque todos se hicieron los locos y la dejaron con el marrón.
Maldiciendo su suerte, la muchacha bajó por el agujero que hizo el borracho para encontrarse con un salón gigante lleno de artefactos de diferentes tamaños y volúmenes. Algunos tan pequeños como canicas, otros del porte de ella en su forma de dragón. Afortunadamente, la mayoría de esos estaban cubiertos por telarañas. Bueno, los medianos también. Y los pequeños, de paso. Es más, si no se movía rápido, hasta ella quedaría decorada con los níveos hilos blancos. ¿Qué pasaría si eso ocurriera? ¿La señora Karrax la obligaría a quedarse allí quieta hasta que las ahielogs encontraran otro nido? Ay no.
La temperatura de su cuerpo subió1, lo que espantaba a las arañitas. Así pudo buscar los artilugios del señor Vitrubio sin temor de convertirse en un objeto más de la colección guardada en esa bodega. -¡Bueno!- gritó cuando encontró una suerte de flauta metálica con muchos botones -¡Yo los busco y que alguien los agarre!- exclamó desde abajo. Afortunadamente una mano amiga se extendió desde arriba. Ingela buscaba y rescataba las cosas, la otra persona las sacaba. Demoró, sí, pero cumplió su palabra: ni una arañita fue molestada en el proceso.
O eso creía la dragona.
_________________
1Sich Erwärmen habilidad de nivel 2 [Mágica, 2 usos]
Ingela tiene la capacidad de manipular la temperatura de su cuerpo a su antojo. En su forma de dragón, puede aumentarla hasta el punto de quemar y derretir materiales corrientes que lleve encima, como cuerdas y cadenas. Esta habilidad se extiende a su forma humana en menor grado.
-Bueno muchachos, manos a la obra- dijo a los soldados que la miraron risueños -¡Que le vaya muy bien, señorita Ingela!- respondió uno de ellos y todos dieron un paso atrás. -¿Qué yo lo voy a hacer sola?- preguntó lo obvio, porque todos se hicieron los locos y la dejaron con el marrón.
Maldiciendo su suerte, la muchacha bajó por el agujero que hizo el borracho para encontrarse con un salón gigante lleno de artefactos de diferentes tamaños y volúmenes. Algunos tan pequeños como canicas, otros del porte de ella en su forma de dragón. Afortunadamente, la mayoría de esos estaban cubiertos por telarañas. Bueno, los medianos también. Y los pequeños, de paso. Es más, si no se movía rápido, hasta ella quedaría decorada con los níveos hilos blancos. ¿Qué pasaría si eso ocurriera? ¿La señora Karrax la obligaría a quedarse allí quieta hasta que las ahielogs encontraran otro nido? Ay no.
La temperatura de su cuerpo subió1, lo que espantaba a las arañitas. Así pudo buscar los artilugios del señor Vitrubio sin temor de convertirse en un objeto más de la colección guardada en esa bodega. -¡Bueno!- gritó cuando encontró una suerte de flauta metálica con muchos botones -¡Yo los busco y que alguien los agarre!- exclamó desde abajo. Afortunadamente una mano amiga se extendió desde arriba. Ingela buscaba y rescataba las cosas, la otra persona las sacaba. Demoró, sí, pero cumplió su palabra: ni una arañita fue molestada en el proceso.
O eso creía la dragona.
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Ingela
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Re: Homilía de los Antiguos [Libre]
Con el contrato firmado frente a los representantes de la Guardia y los instrumentos transportados al exterior, sin menoscabo de las arañas, Vitrubio emprendió la marcha, en busca de una posada o taller adecuado a sus necesidades. La señora Karrax, por su parte, se guardó su copia sonriente. Sabiendo que su marido no iría lejos, aún tenía un tiempito para pensar su próximo movimiento.
—Parece que esta vez han librado —dijo el soldado mientras se guardaba la copia oficial del acuerdo con Vitrubio—. En fin, buen trabajo, supongo.
Los llevó de vuelta al cuartel, donde fueron expedidas las correspondientes cartas de liberación que les entregaron, no sin antes repetir una advertencia: una nueva alteración del orden público, conllevaría consecuencias más severas.
Disputa resuelta. Son libres para continuar con sus vidas, pero recuerden que les tienen el ojo echado en Dundarak. Obtienen:
+5 px, por tema libre
+1 px, por uso de habilidades en tema libre
+4 px que les doy yo por los servicios comunitarios
Los puntos de experiencia ya han sido entregados en sus perfiles.
—Parece que esta vez han librado —dijo el soldado mientras se guardaba la copia oficial del acuerdo con Vitrubio—. En fin, buen trabajo, supongo.
Los llevó de vuelta al cuartel, donde fueron expedidas las correspondientes cartas de liberación que les entregaron, no sin antes repetir una advertencia: una nueva alteración del orden público, conllevaría consecuencias más severas.
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Fehu
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