Razas: Los vampiros

La historia de los vampiros está marcada por la envidia y la ambición desde sus orígenes. Ya cuando se descubrió por primera vez que algunos humanos eran capaces de utilizar la magia, hubo muchos de los que no podían que fueron consumidos por la envidia. Pero el verdadero problema se produjo cuando los hombres-dragón recibieron una gran bendición por su entrega a la adoración de los antiguos Dragones. Se preguntaban por qué a ellos no se les había concedido ningún don, por qué se veían obligados a sobrevivir únicamente gracias al sudor de su frente y los demás tenían tantas facilidades. 

Según ellos, los dragones gozaban en las montañas de grandes privilegios, impensables para aquellos que vivían en áridas tierras al sur del continente, azotados por la dura climatología de Aerandir, mientras que ellos debían pagar tributo a aquellos que, no solo gozaban del favor de los dragones, sino que también explotaban la siderurgía de las montañas del norte, con lo que tenían un armamento mucho mejor que aquellos. Alentados por el odio hacia esta nueva raza superior, los humanos se vieron evocados a cometer uno de los peores crímenes recordados en la era de los grandes Dragones. Su líder, en busca de venganza y de otorgar a su pueblo el mismo don que aquellos a los que odiaba, se adentró en la guarida del Dragón de cristal aprovechando su descanso, y clavó una lanza entre sus escamas. Bebió la sangre que brotaba cual pequeña fuente de la dura piel del ser de éter y hasta guardó parte de ella en un cántaro para ofrecérsela a su pueblo. 

El grande y sabio Dragón, lejos de matar a aquellos que bebieron de su sangre, los maldijo por haberla robado. En lugar de alcanzar su objetivo, aquel líder fue maldito y, con él, su pueblo. Fueron condenados a la eternidad sin poder degustar otro plato que no fuera la sangre y el dolor que les causaba la luz del sol. Relegados a vivir en las sombras, los vampiros, se renombraron a si mismo como "Los hijos olvidados" de aquellos Dragones que les negaron su favor. Así pues, quedaron encerrados en los reinos del Oeste, donde la espesa niebla de los bosques no filtra la luz del sol.

No fue hasta muchos años más tarde, cuando barcos que se perdieron mientras surcaban los océanos en busca de nuevas tierras en la recién descubierta América terrestre, los vampiros empezaron a emerger de las sombras. Con sus nuevos adeptos, comenzaron a marcar su historia los grandes castillos recargados y oscuros que emergían de la niebla. Se ganaron un hueco a base de la sangre de dragones y humanos. 

Con la aparición de los licántropos, su territorio se vio mermado, iniciando una guerra contra ellos que aún hoy día está latente. Durante el caos generalizado por causa de la pandemia que asoló Aerandir en 1271, un grupo de vampiros se las arregló para hacerse con el trono de Lunargenta. No tardaron en sumir su nuevo hogar en el caos y la destrucción, pero no duraron demasiado en el poder. Las nuevas alianzas entre razas facilitaron la reconquista de la capital humana y la posterior toma de Sacrestic Ville por parte de los humanos, para contener su sed de sangre.

Los Vampiros son una raza marcada por el odio, lo que los ha hecho muy crueles y temibles. En general, las demás razas son para ellos poco más que una fuente de alimento, pero estas ideas pueden variar en cada clan de vampiros, pues cada uno tiene sus propias reglas y líderes.

Pese a que pueden alimentarse de la sangre de cualquier raza, normalmente eligen la de los campesinos humanos porque suele ser la más fácil de conseguir, ya que las villas y pueblos no están muy protegidos. De ahí que entre estas dos razas exista un gran odio recíproco.

Por regla general consiguen su alimento mediante la seducción y el engaño, pero tampoco faltan los que lo hacen mediante la fuerza bruta. Uno de los valores más importantes para un vampiro es el autocontrol, que para ellos significa saber cuándo dar rienda suelta a sus instintos y cuándo sostenerlos.

Saber cuándo aprovechar una oportunidad y cuándo retirarse es la principal habilidad que un vampiro desarrolla para su supervivencia.

Si bien los vampiros no poseen el don de sentir la magia y controlarla, su existencia está marcada por la influencia de energías siniestras, al haber sido apoyados por el Dragon Oscuro para beber la sangre del Dragón de la Luz.

Lo anterior permite que los vampiros, a pesar de su maldición, saquen provecho de ello, obteniendo efectos mágicos corruptos a través de la sangre. Estos efectos suelen ir en ayuda de sus habilidades físicas, aunque hay quienes se especializan en el control de las voluntades mediante el uso de la voz. Todo esto tiene un alto precio, pues un vampiro perecerá de manera dolorosa al ser expuesto al sol y son especialmente vulnerables al fuego.

El vampiro es naturalmente virtuoso en los artes de la seducción y el engaño, lo que se refleja en su racial, una forma de ilusión que altera la percepción de los demás sobre su atractivo o peligrosidad, lo que usan para manipular y esconderse mejor, con el fin de atrapar a sus presas.

La vista de un vampiro está especialmente desarrollada para ver en la oscuridad. Adicionalmente, su mordida posee enzimas especiales que causan placer a su víctima, además de paralizarla mientras se alimentan.

Las especializaciones comunes de los vampiros varían desde las que aprovechan la influencia de su poder a través de la sangre o la voz, ya sea para fortalecerse o controlar las voluntades, hasta la formación de guerreros temibles y muy fuertes.

Rasgo: La oscuridad me protege y me hace más peligroso, pero no puedo salir al sol.
Habilidades:

• Presencia Vampírica: [Mágica] Puedo alterar la percepción de los demás sobre mí, haciéndoles verme más aterrador o atractivo, sin que sepan por qué.
  
• Ojos de la Noche: Puedo ver en la oscuridad como si fuera de día.
  
• Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad.