[Trama Global Objetos Malditos] El golpe definitivo: Victoria o fin
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] El golpe definitivo: Victoria o fin
Así que aquel era el poder de la lengua de plata...Una fuerza capaz de obligar a todo aquel que la oía a realizar una acción, o a seguir un ideal, eliminando el instinto de conservación y la voluntad de los subyugados en el proceso, convirtiéndolos en meras marionetas. Harto poderosa. Harto cruel...Pues puede que muchos elfos perdieran la vida allí hoy, pero lo harían defendiendo su hogar, a los suyos, y luchando por lo que amaban. Pero aquellos licántropos, morirían como simples esclavos serviles, igual que cuando lo hicieron bajo el yugo de los Terranos. Un yugo que juraron nunca más volverían a soportar...
-No cedáis ni un centímetro hijos de Sandorai. Si ellos tienen ferocidad, nosotros habilidad. Si ellos tienen garras, nosotros magia y acero. Si ellos no tienen miedo, mostrémosles su error.- arengaba la joven. Golpeando nuevamente el suelo con su bastón para, gracias a su maestría natural, hacer que las raíces de los árboles surgieran de la tierra, creando duras defensas de estacas adicionales en las que aquello lobos, que tan alegremente se lanzaban a la carga, fueran frenados e incluso empalados al tratar de cruzar el puente.
Junto a ella, protegidos por la esfera que también podía refugiar a los invocadores que llegaran, la unidad de soporte trabajaba a destajo, y algo más allá, en diferentes posiciones, los arqueros elfos disparaban una flecha tras otra a los atacantes, causando un gran número de bajas con su certera puntería. Ni siquiera los improvisados pluteos de los enemigos les salvaban, pues los elfos eran capaces de usar su magia de luz para que las flechas rebotasen en los árboles y les llegaran desde lugares desprotegidos.
-Ni un solo centímetro.- volvió a gritar Níniel, mirando hacia aquellos de los lanceros que había podido bendecir, los cuales asintieron con decisión, avanzando al frente para rehacer la línea, despedazando a varios licántropos con sus armas imbuidas de luz, sus habilidades potenciadas y sus escudos de luz con los que no temían al calor del fuego. Lanzaban una estocada letal tras otra, y se defendían escudo con escudo ante las arremetidas enemigas, mientras las esferas de luz a su alrededor se consumían conforme restablecían sus esfuerzos.
Junto a ellos luchaba Ser Ambe, que con su espada y armadura imbuidas de su elemento agua, cortaba con facilidad a sus enemigos, cuando no los congelaba, destrozando y mutilando los miembros congelados con su fuerza draconiana. Por su parte, el maestro Otrore usaba su maestría elemental de aire para desviar tantos proyectiles enemigos como le era posible, así como de apagar sus llamas y disminuir así el riesgo de incendios.
Catherine tampoco permaneció de brazos cruzados. Si bien los lanceros aliados lo estaban dando todo, la segunda línea con armas más cortas debía apuntalar cualquier debilidad en la formación, y encontraron en la felina una fuerte aliada. Bendecida por Níniel y totalmente acostumbrada a sentir aquella poderosa magia saturando cada fibra de su ser, no dudaba en usar sus garras de luz para acabar con cualquier enemigo que llegara hasta allí. El primero, un licántropo bípedo de mas de dos metros incluso sonrió al verse ante una felina de poco mas de metro y medio...Y murió con dicha sonrisa en la boca cuando su corazón, y su pecho, fueron atravesados por una de las garras de la "inofensiva" gatita en un movimiento relámpago.
El segundo fue algo más listo. Acababa de matar a un humano espadachín cuando encaró a la pelirroja, dispuesto a arrancarle su cuello como a su anterior víctima. El lobo saltó hacia ella, evitando el tajo de un segundo defensor, con las fauces abiertas mostrando sus letales colmillos...Pero la felina, simplemente, aunque haciendo gala de unos reflejos y velocidad pasmosos, se hizo a un lado con gracilidad a vez que se agachaba ligeramente y cargaba su peso en su pierna derecha. Cuando el lobo aterrizó y se giró para reanudar el ataque, se encontró las garras de la pelirroja dirigiéndose ya a su cabeza. No pudo hacer nada antes de que aquellas armas bendecidas por la luz le atravesaran el cráneo.
Seguramente la gata habría pasado el resto del combate en aquella posición, de no ser por que parecía que alguien un poco más atrás estaba organizando alguna clase de plan. Conocía a la elfa invocadora que solicitaba ayuda, lo cual llamó aún más su atención. Además parecía que Al´theas también estaba implicado.
En ese momento un tercer licántropo la escogió como enemiga al verla de espaldas y lanzó un fuerte zarpazo hacia su columna. Pero solo golpeó al aire cuando la felina le esquivó igualmente, dando un medido paso atrás en el momento justo y soltando un fuerte codazo justo a su "fábrica de peludines", lo que causó que el bípedo emitiera un agudo aullido de dolor, silenciado por la felina, que se giró y le destripó desde la zona golpeada hasta el pecho, vertiendo todas sus entrañas al suelo. -Buen intento Fido, buen intento.- comentó antes de acercarse al lugar donde la elfa invocadora manifestaba a una criatura voladora, enterándose del plan.
-Así que muerto el perro se acabó la rabia...Me gusta como suena.- expresó a punto de señalar que les acompañaría, aunque dirigiendo antes una mirada hacia la posición de su hermana, pensando en su seguridad. Níniel había visto los preparativos de aquel plan, y no dudó en asentir a la felina con confianza. Era un plan arriesgado, pero sabiendo cómo funcionaba aquella lengua de plata todo señalaba que el éxito de aquel plan podría no solo garantizarles la victoria, si no también salvar muchas vidas. Aunque la peliblanca añadiría a su asentimiento un gesto señalándose las orejas y luego a la pelirroja.
-¿Mis...? Ah, claro...-Dijo mirando al resto de los participantes de aquella operación aérea. Viendo como uno de los elfos improvisaba unos tapones para los oídos. -Bueno, igual con tanta sangre iba a necesitar un baño...- Se resignó imitándolo antes de ocupar su lugar, transportada por el aire en las garras de aquella criatura invocada. El lugar menos cómodo, pero sin duda el que mejores vistas del suelo ofrecía...
El plan era sencillo. Atacarían rápido, sin contemplaciones ni miramientos. No podían permitir que Marlowe tuviera tiempo de reaccionar, ni tan siquiera de hablar si era posible y a pesar de sus precauciones auditivas. Un ataque certero y letal para eliminar a sus guardias y a él, y retirarse tan rápido como habían llegado para evitar ser el objetivo de la manada del lobo de plata en su...Bueno aquello era uno de los huecos del plan, puesto que no sabían cuán rápido se disiparía el efecto de la lengua de plata en los licántropos, ni cómo se lo tomarían estos.
Desapercibidos por el rodeo y la altura que la quimera tomó, el grupo llegó a su objetivo e iniciaron el plan. Catherine se soltó de las garras de la quimera la primera y aterrizó rodando por el suelo para amortiguar los metros de caída, usando rápidamente la noche, su agilidad felina y luego el encantamiento de su armadura para fundirse con las sombras, así como su aguda visión nocturna para localizar a sus objetivos y tomar una buena posición desde donde lanzar su ataque. No poder contar con su fino oído era limitante, pero nadie apostaría su supervivencia a una sola carta. Al menos ella desde luego no. Oculta vio como el resto se lanzaban a la carga de manera rápida y decidida, y como eran interceptados por la guardia pretoriana de Marlowe, incluida una feroz y rugiente dragona que parecía haberlos visto volar y había decidido ayudarles gracias a su capacidad de vuelo.
Entre todos crearon para Catherine la oportunidad perfecta. Pues entre sus distraídos guardias de élite se encontraba Marlowe, reconocible por los destellos de su lengua de plata, con expresión de incertidumbre al haberse confiado y no haber sabido calcular que los defensores podrían idear un plan así para ir a por su cabeza directamente. El lobo trataba de recuperarse de aquel revés usando su objeto maldito, llamando a regresar a sus tropas...o al menos intentándolo entre los rugidos de la dragona y el resto de sonidos de la lucha.
-¿Qué pasa, te ha comido la lengua el gato?- se burló para sí misma Catherine desde las sombras, lanzándose en un furtivo y fulminante ataque relámpago, tras desplegar nuevamente sus garras imbuidas en luz y dirigirlas directamente a la garganta del lobo de plata.
-No cedáis ni un centímetro hijos de Sandorai. Si ellos tienen ferocidad, nosotros habilidad. Si ellos tienen garras, nosotros magia y acero. Si ellos no tienen miedo, mostrémosles su error.- arengaba la joven. Golpeando nuevamente el suelo con su bastón para, gracias a su maestría natural, hacer que las raíces de los árboles surgieran de la tierra, creando duras defensas de estacas adicionales en las que aquello lobos, que tan alegremente se lanzaban a la carga, fueran frenados e incluso empalados al tratar de cruzar el puente.
Junto a ella, protegidos por la esfera que también podía refugiar a los invocadores que llegaran, la unidad de soporte trabajaba a destajo, y algo más allá, en diferentes posiciones, los arqueros elfos disparaban una flecha tras otra a los atacantes, causando un gran número de bajas con su certera puntería. Ni siquiera los improvisados pluteos de los enemigos les salvaban, pues los elfos eran capaces de usar su magia de luz para que las flechas rebotasen en los árboles y les llegaran desde lugares desprotegidos.
-Ni un solo centímetro.- volvió a gritar Níniel, mirando hacia aquellos de los lanceros que había podido bendecir, los cuales asintieron con decisión, avanzando al frente para rehacer la línea, despedazando a varios licántropos con sus armas imbuidas de luz, sus habilidades potenciadas y sus escudos de luz con los que no temían al calor del fuego. Lanzaban una estocada letal tras otra, y se defendían escudo con escudo ante las arremetidas enemigas, mientras las esferas de luz a su alrededor se consumían conforme restablecían sus esfuerzos.
Junto a ellos luchaba Ser Ambe, que con su espada y armadura imbuidas de su elemento agua, cortaba con facilidad a sus enemigos, cuando no los congelaba, destrozando y mutilando los miembros congelados con su fuerza draconiana. Por su parte, el maestro Otrore usaba su maestría elemental de aire para desviar tantos proyectiles enemigos como le era posible, así como de apagar sus llamas y disminuir así el riesgo de incendios.
Catherine tampoco permaneció de brazos cruzados. Si bien los lanceros aliados lo estaban dando todo, la segunda línea con armas más cortas debía apuntalar cualquier debilidad en la formación, y encontraron en la felina una fuerte aliada. Bendecida por Níniel y totalmente acostumbrada a sentir aquella poderosa magia saturando cada fibra de su ser, no dudaba en usar sus garras de luz para acabar con cualquier enemigo que llegara hasta allí. El primero, un licántropo bípedo de mas de dos metros incluso sonrió al verse ante una felina de poco mas de metro y medio...Y murió con dicha sonrisa en la boca cuando su corazón, y su pecho, fueron atravesados por una de las garras de la "inofensiva" gatita en un movimiento relámpago.
El segundo fue algo más listo. Acababa de matar a un humano espadachín cuando encaró a la pelirroja, dispuesto a arrancarle su cuello como a su anterior víctima. El lobo saltó hacia ella, evitando el tajo de un segundo defensor, con las fauces abiertas mostrando sus letales colmillos...Pero la felina, simplemente, aunque haciendo gala de unos reflejos y velocidad pasmosos, se hizo a un lado con gracilidad a vez que se agachaba ligeramente y cargaba su peso en su pierna derecha. Cuando el lobo aterrizó y se giró para reanudar el ataque, se encontró las garras de la pelirroja dirigiéndose ya a su cabeza. No pudo hacer nada antes de que aquellas armas bendecidas por la luz le atravesaran el cráneo.
Seguramente la gata habría pasado el resto del combate en aquella posición, de no ser por que parecía que alguien un poco más atrás estaba organizando alguna clase de plan. Conocía a la elfa invocadora que solicitaba ayuda, lo cual llamó aún más su atención. Además parecía que Al´theas también estaba implicado.
En ese momento un tercer licántropo la escogió como enemiga al verla de espaldas y lanzó un fuerte zarpazo hacia su columna. Pero solo golpeó al aire cuando la felina le esquivó igualmente, dando un medido paso atrás en el momento justo y soltando un fuerte codazo justo a su "fábrica de peludines", lo que causó que el bípedo emitiera un agudo aullido de dolor, silenciado por la felina, que se giró y le destripó desde la zona golpeada hasta el pecho, vertiendo todas sus entrañas al suelo. -Buen intento Fido, buen intento.- comentó antes de acercarse al lugar donde la elfa invocadora manifestaba a una criatura voladora, enterándose del plan.
-Así que muerto el perro se acabó la rabia...Me gusta como suena.- expresó a punto de señalar que les acompañaría, aunque dirigiendo antes una mirada hacia la posición de su hermana, pensando en su seguridad. Níniel había visto los preparativos de aquel plan, y no dudó en asentir a la felina con confianza. Era un plan arriesgado, pero sabiendo cómo funcionaba aquella lengua de plata todo señalaba que el éxito de aquel plan podría no solo garantizarles la victoria, si no también salvar muchas vidas. Aunque la peliblanca añadiría a su asentimiento un gesto señalándose las orejas y luego a la pelirroja.
-¿Mis...? Ah, claro...-Dijo mirando al resto de los participantes de aquella operación aérea. Viendo como uno de los elfos improvisaba unos tapones para los oídos. -Bueno, igual con tanta sangre iba a necesitar un baño...- Se resignó imitándolo antes de ocupar su lugar, transportada por el aire en las garras de aquella criatura invocada. El lugar menos cómodo, pero sin duda el que mejores vistas del suelo ofrecía...
El plan era sencillo. Atacarían rápido, sin contemplaciones ni miramientos. No podían permitir que Marlowe tuviera tiempo de reaccionar, ni tan siquiera de hablar si era posible y a pesar de sus precauciones auditivas. Un ataque certero y letal para eliminar a sus guardias y a él, y retirarse tan rápido como habían llegado para evitar ser el objetivo de la manada del lobo de plata en su...Bueno aquello era uno de los huecos del plan, puesto que no sabían cuán rápido se disiparía el efecto de la lengua de plata en los licántropos, ni cómo se lo tomarían estos.
Desapercibidos por el rodeo y la altura que la quimera tomó, el grupo llegó a su objetivo e iniciaron el plan. Catherine se soltó de las garras de la quimera la primera y aterrizó rodando por el suelo para amortiguar los metros de caída, usando rápidamente la noche, su agilidad felina y luego el encantamiento de su armadura para fundirse con las sombras, así como su aguda visión nocturna para localizar a sus objetivos y tomar una buena posición desde donde lanzar su ataque. No poder contar con su fino oído era limitante, pero nadie apostaría su supervivencia a una sola carta. Al menos ella desde luego no. Oculta vio como el resto se lanzaban a la carga de manera rápida y decidida, y como eran interceptados por la guardia pretoriana de Marlowe, incluida una feroz y rugiente dragona que parecía haberlos visto volar y había decidido ayudarles gracias a su capacidad de vuelo.
Entre todos crearon para Catherine la oportunidad perfecta. Pues entre sus distraídos guardias de élite se encontraba Marlowe, reconocible por los destellos de su lengua de plata, con expresión de incertidumbre al haberse confiado y no haber sabido calcular que los defensores podrían idear un plan así para ir a por su cabeza directamente. El lobo trataba de recuperarse de aquel revés usando su objeto maldito, llamando a regresar a sus tropas...o al menos intentándolo entre los rugidos de la dragona y el resto de sonidos de la lucha.
-¿Qué pasa, te ha comido la lengua el gato?- se burló para sí misma Catherine desde las sombras, lanzándose en un furtivo y fulminante ataque relámpago, tras desplegar nuevamente sus garras imbuidas en luz y dirigirlas directamente a la garganta del lobo de plata.
OFF: Catherine usa su habilidad ataque relámpago, con los buffos activados en la ronda anterior, y se lanza a por el cuello de Marlowe por sorpresa. Bueno sorpresa para los enemigos, claro.
Níniel refuerza la acción de la elfipiresa con más estacas y maestría de la naturaleza de su Máscara de aeda
Última edición por Níniel Thenidiel el Vie Ago 12 2022, 19:13, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] El golpe definitivo: Victoria o fin
Como la primera vez, tres fueron los Dyvinantias que se alzaron ante la elfa tras el ritual, sin embargo, ella misma era capaz de notar las diferencias con lo ocurrido entonces. En primer lugar, no perdería tiempo en entender cómo las invocaciones dedicaban su vida, sabía que un fugaz pensamiento sería suficiente para darles causa de acción. Por otro lado, tampoco debía estudiar el terreno esperando a un enemigo invisible, la ciudad se encontraba rodeada por incontables filas de canes que seguían a su líder sin pena ni gloria, conciencia o razón. No se permitió vacilar, convencida de que en aquella ocasión tampoco su poder y capacidades eran las mismas.
Dirigió sus pasos hacia el muro, considerando que ganar altura y visibilidad sería su mayor ventaja, pues el desgaste de energía que suponía controlar las invocaciones, además de la concentración necesaria, le dejaban pocas opciones en campo abierto o en un enfrentamiento directo en el que ella se viese obligada a tomar parte. El avance hasta el mismo se hizo tormentoso desde abajo, donde sólo alcanzaba a escuchar los ecos de la batalla que daba comienzo. A pocos metros del talud, hizo que el más alto de sus tres seguidores la elevase sobre la palma de su mano hasta la cabeza, desde donde enganchó sus botas¹ a la pared para terminar el ascenso hasta el extremo más oriental. El corazón le bombeaba tan enfervorizado que, de haber sido necesario, se habría unido a las filas de la primera línea. Eso pensaba mientras avanzaba en vertical, con paso firme, tan vigoroso como las suelas le permitían sin llegar a soltarse, al menos hasta alcanzar la panorámica que entonces se alzó ante sus ojos.
Frente a la gran pared de piedra que una vez casi fue la perdición y ahora suponía su mayor defensa, al otro lado del río, una marabunda oscura y peluda se extendía hasta donde alcanzaba la visita. Tantos que habían caído bajo una lluvia de certeras flechas y sin embargo, no dejaban de llegar más. A su espalda, las llamas asolaban los alrededores, devolviendo el color y la apariencia humeante que no hacía tanto había perdido aquel extremo de Midgard, al tiempo que las fuerzas de la ciudad terminaban de desplegarse hasta el puente principal, no dejando a muchos cubriendo el corazón del Nuevo Hogar. No pudo evitar tambalearse un instante, afligida, en el que puso todo en duda. Qué. Qué podía hacer ella, si decenas de metros bajo sus pies presenciaba cómo cuerpos armados, reforzados, instruidos, caían entre las garras y fauces de los licans. Sintió entonces la mirada de los Ancianos, a la espera. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿A qué cuernos esperaba? Apretó los puños, volviendo a clavar la mirada en el frente y se negó a sí misma ningún otro pensamiento que no fuese dirigido a sus marionetas.
«Uno y Dos al puente, reforzad la defensa. Tres, cruza el río y avanza más allá de nuestras filas. Deprisa.»
Los Dyvinantias emprendieron la marcha ante sus silenciosas órdenes y mientras tomaban posiciones, la elfa se concentraba únicamente en mantener el flujo de éter que emanaba de su ser entre los tres grandes guardianes. Cuando el tercero cruzó el Tymer, volcó mayor energía en él.
«Diosa Madre, yo te imploro, ahora no los abandones.»
De sus plegarias, nació a los pies del Anciano una hiedra espinosa² que comenzó a envolverlo. A sabiendas de que no podría cubrirlo entero, a menos quisiera que aquel fuese su último acto antes de desfallecer, focalizó el escudo en tronco macizo que hacía de columna vertebral, desde la nuca y hasta la unión con las piernas. Para cuando terminaron de crecer las últimas espinas, el Dyv se encontraba ya en las laderas, sobrepasando a los elfos.
«Ahora Tres, rueda sobre ellos.»
Iniciando la carrera, tras varias zancadas la invocación tomó velocidad hasta lanzarse sobre el firme, al tiempo que abrazaba en sí mismo, volviéndose una bola de demolición. Con la fuerza de la inercia, atravesó el terreno paralelo al río, aplastando a todo can que se encontraba al paso, al tiempo que lanzaba por los aires a los que alcanzaba a golpear de lado. Así comprendió que la energía que dirigía a los Guardianes fluía en ambos sentidos, al sentir el espino atravesar cada pieza de carne, cada desgarro de músculo, cada rotura de hueso, como si ella misma portarse el armazón.
«Muy bien, Tres. Ahora vuelve, de igual modo. Y… Sigue así. Que no lleguen al río.»
Indicó, al contemplar cómo a pesar de pasarlos por encima, los lobos se obcecaban en avanzar. Tuvo la necesidad de apartar la mirada un momento de aquella escabechina, sintiendo que su estómago se encogía al pensar en la crueldad que se cometía bajo sus órdenes. Pero la guerra era muerte, incluso para aquellos no perecían en ella, pues algo moría también en los vivos tras cada batalla. Eso pensaba al menos, salir inmune de algo como aquello sólo podía significar no tener alma.
Llevó su atención de nuevo al puente cuando, de soslayo, captó varias figuras sobresaliendo del grueso central de la defensa. No alcanzaba a diferenciar de quienes se trataba, pero si el rumbo que parecían llevar. Siguió el rápido avance con la mirada hasta sobrepasar las manticoras y alcanzar a divisar la colina, percatándose ahora que las huestes de Marlowe parecían provenir de esa zona, agrupándose cada vez más al ver que sus enemigos ganaban el avance.
«Uno y Dos, alzaos. Tomad las rocas del fondo del río y apuntad a los que bajan la colina. Cubrid a la avanzadilla, no dejéis que les cierren los accesos.»
Los Ancianos así lo hicieron y tras cada lanzada podía notar cómo la respiración se le hacía cada vez más pesada. Sus esfuerzos eran los suyos, al fin y al cabo. Hizo volver entonces al Tercero, al que apenas le quedaban púas en las que ensartar más canes, pues dándole un descanso, se lo estaba dando a ella. Cuando el Dyv estuvo a sus pies, se volteó hacía el interior del muro. Las llamas habían mermado, el cordón defensivo se mantenía inmóvil rodeando el árbol central y las trincheras levantadas en el puente parecían aguantar, a pesar de las continuas emboscadas. Sin embargo, la agitación no cesaba, nadie permanecía en parada, quienes no empuñaban armas trataban de apagar el fuego o poner a los indefensos a cubierto.
Frunció el ceño y un escalofrío recorrió sus entrañas al fugacear en su memoria el recuerdo del asedio a Nytt Hus y lo fácil que le resultó al Hombre Muerto personarse ante su líder. Miró al cielo, por el momento los únicos moradores del cielo resultaban ser aliados, pero si no debía fiarse de los brujos, menos aun de quienes dominaban las artes oscuras.
«Tres, retrocede hasta la retaguardia. Mantente alerta, protege el Nytt Tre.»
___________________________
Uso las ¹botas de araña para subirme al muro y tener visión del campo.
Uso la habilidad ²A cubierto para crear una coraza de espino sobre uno de los Ancianos modo «bola de demolición».
Tras el aplastamiento de lobos, los Dyvinantias quedan distribuidos de la siguiente manera: 2 en el puente modo «catapulta» y 1 defendiendo el Nytt Tre, por si lo que surja.
Aylizz Wendell
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] El golpe definitivo: Victoria o fin
El Nytt Tre. Cuando había dejado a Nousis a los pies del árbol, jamás pensó que volvería a verlo tan pronto. Pero allí se alzaba, en el horizonte, en su destino. Los soldados que lo escoltaban cerraban filas a su alrededor, para evitar una posible fuga, pero probablemente también para evitar que lo atacasen. Tarek tenía claro que su captura era algo más que una justa venganza por sus actos. Probablemente era el único Ojosverdes que todavía permanecía con vida dentro de la ciudad, el único al que podrían interrogar y, por desgracia para ellos, el único al que sus congéneres no le habían informado de sus planes… o quizás no el único. Sabía que el clan se regía por una rígida jerarquía y a menudo solo se comunicaba a los guerreros lo necesario para que actuasen. Él mismo había cumplido misiones sin saber demasiado sobre sus víctimas. No era necesario… o eso había creído. Hasta hacía solo unas horas había confiado en que el clan se regía por unos preceptos morales claros: todo para y por los de su especie. En ese momento no lo tenía tan claro y se preguntó cuántas de las misiones que había cumplido a ciegas habían significado más de lo que él podía imaginar.
Pero lo que más le había dolido había sido la traición de Dhonara. Su maestra durante todos aquellos años, la persona a la que había confiado sus peores temores y anhelos. La misma que lo había enviado a aquel lugar a iniciar el ataque, uno que debía distraer a las tropas para llegar a la líder y acabar con aquella herejía; uno que había terminado destruyendo la poca esperanza que quedaba para la recolonización de Midgard.
- ¿Era esto lo que queríais? –la tensión y el disgusto eran patentes en la voz del capitán de la guardia. Tarek no pudo evitar volver a observar el escenario a su alrededor. Todo lo que alcanzaban a ver sus ojos eran ruinas consumidas por el fuego.
- No –fue su queda respuesta.
Dhonara le había mentido, pero la única persona a la que podía culpar de aquello era a si mismo. Quizás la líder Ojosverdes le había ocultado la verdad, pero él había tomado la decisión de seguir su mandato. Aquella destrucción era resultado del odio, de su propio odio e incapacidad para aceptar la verdad.
Un clamor en la distancia, un grito de guerra acompañado de cientos de aullidos, atrajo su atención. A su alrededor, los pocos civiles que se afanaban en apagar el fuego, detuvieron su labor, sumidos en un profundo pánico. “Es Marlowe”. “La lengua de plata”. “Los lobos”. Temerosos susurros se alzaron entorno a ellos, mientras los soldados que lo rodeaban asían sus armas con ansia, lanzándole miradas de resentimiento.
Los sonidos de la batalla reverberaron por toda la ciudad, al tiempo que los gritos inundaban sus oídos y el olor a sangre y fuego su olfato.
- Marchad al puente –el capitán de la guardia lo agarró con fuerza de un brazo, mientras daba indicaciones a sus subalternos para unirse a la batalla- Yo me ocupo de este.
Retomaron la marcha hacia el árbol, donde un pequeño grupo de soldados parecía agruparse para constituir la última defensa, si los lobos conseguían adentrarse en la ciudad. La tensión era patente en ellos y muchos lanzaban furtivas miradas al árbol, como esperando que algo o alguien hiciese su aparición. Entonces notó como el agarre en su brazo cesaba. Alguien, un desconocido al que nunca podría dar las gracias, había chocado de lleno contra su captor, que cayó estrepitosamente al suelo a su lado. Sus miradas se cruzaron un instante, pero antes de que el caudillo pudiese dar la voz de alarma, el peliblanco salió corriendo, hasta perderse en las laberínticas calles de Nytt Hus.
Sin embargo, sus pasos no lo llevaron demasiado lejos y, tras varios minutos de carrera, se encontró a espaldas del majestuoso árbol que presidía el centro de la ciudad. El único que no había sucumbido a las llamas, protegido quizás por la magia de sus antepasados, aquella que los renegados habían traído consigo hasta aquella sacrílega tierra, ahora humana. En algún lugar de aquel magnificente árbol, la líder de aquella colonia proscrita se batía entre la vida y la muerte… si todavía podía creer alguna de las palabras de Dhonara. El plan original había sido llegar hasta allí, escalar por sus interminables ramas y terminar con el sufrimiento de aquella que parecía mantener unido al pueblo de los renegados… Si se hubiesen ceñido al plan…
Quizás no fuese demasiado tarde.
Un pastoso gorgoteo abandonó los labios de la mujer, cuyos ojos moribundos observaron una vez más la razón de su desdicha. Tarek notó el calor de la sangre correr por su mano, mientras asía con fuerza su arma. Allí, en el centro de la sala, la Nowo Khan parecía exhalar su último suspiro. Recordaba los relatos sobre su rápido ascenso, su juventud y su rebeldía, pero en aquel momento su aspecto semejaba más el de un de una flor marchita que el de una joven guerrera elfa. El tiempo pareció detenerse en el momento en que la hoja rebanó la vida de aquella ofrecida como “sacrificio”. La última esperanza de aquel desesperado pueblo de proscritos. En milésimas de segundo, la escena ante él mudó en un violento frenesí y la líder Sondve avanzó con paso veloz hasta el lugar donde había caído el cadáver.
El peliblanco retrocedió, amedrentado por la expresión que la rauda elfa mostraba en su rostro. Conteniendo la respiración, se arrebujó entre las sombras de las ramas que formaban aquella sacra morada. Poco a poco, fue abriendo la mano derecha, soltando el filo del arma y rebelando el daño que él mismo se había infringido.
Había estado a punto de hacerlo de nuevo, de condenar a todo su pueblo a la devastación. Solamente aquel velado susurro de la líder Sondve le había hecho detenerse. Los Dvinyantas estaban unidos a la fuerza vital de la Nowo Khan, su muerte habría significado perder a los guardianes del bosque que, en aquel momento, representaban la mayor fuerza ofensiva del ejército de Nytt Hus contra los lobos. Quizás aquel había sido el verdadero objetivo del ataque de los Ojosverdes, diezmar las defensas de la ciudad, dejarla a la merced del ejército de la Lengua de Plata. Aquel pensamiento le hizo plantearse si existiría una alianza entre el líder licántropo y su clan… o quizás no su clan, pero si alguno de sus miembros.
Amparado por las sombras y sin hacer ruido, descendió del árbol, aún antes de conocer el destino final de la Nowo Khan. Solo los dioses podían decidir ahora lo que iba a sucederle.
Los escuchó antes siquiera de verlos. Al parecer, un grupo de lobos había encontrado una alternativa a los dos puntos de acceso al este de la ciudad y, por su aspecto, Tarek entendió que habían cruzado el río a nado. Por suerte, parecían poco numerosos, aunque el elfo peliblanco temió que otros siguiesen sus pasos. El Dvinyanta inició un rápido y destructivo ataque contra las enfurecidas bestias, al tiempo que un soldado, probablemente el líder de la última defensa, ordenaba a los guerreros mantener su posición entorno al árbol. Al igual que muchos de ellos, el joven elfo dirigió su vista al Nytt Tre, preguntándose si alguna clase de milagro podría abandonar sus ramas y alzarse en defensa de los cansados guerreros de la ciudad.
Pero era absurdo esperar un milagro, cuando el enemigo se acercaba veloz a su posición. Venían del norte, dispersos, y aquella era la dirección que debía seguir para abandonar aquel lugar y todo lo sucedido en él. Aquello no arreglaría lo que había hecho, pero quizás eliminar algunos de los enemigos en su camino ayudaría, en parte, a redimir sus actos. Se tomó unos segundos para improvisar un rápido vendaje sobre el corte de su mano, mientras el Dvinyanta lanzaba con especial violencia a uno de los lobos contra las ruinas de una casa. Aquella lucha habría estado perdida sin ellos.
Una voz a su espalda le indicó que un viejo conocido había seguido de nuevo sus pasos. Con cierta sorna, impropia del momento en el que se encontraban, se despidió con una reverencia, para lanzarse a la carrera, derribando en el proceso a un licántropo, cuyo cráneo crujió bajo el embate del peso de su arma. Aprovechando la inercia de la velocidad, tumbo al menos a otros dos más, antes de alcanzar el margen del río donde, un par de lobos cruzaban en ese momento sus tortuosas aguas.
- Me ocuparé luego de ti –Tarek observó al capitán un instante.
- Claro… -fue su llana respuesta, antes de alzar el arma y dirigirse al lobo más cercano, que acababa de alcanzar tierra firme. Apenas un par de soldados había seguido sus pasos, pero en aquel momento parecieron suficientes para contener el limitado, aunque incesante, caudal de lobos que decidían, por alguna incomprensible razón, exponerse a la tormentosa corriente del río para alcanzar Nytt Hus. La lucha se alargó por lo que parecieron horas.
Tras una finta especialmente arriesgada, que pareció confundir a su enemigo, se tomó un instante para limpiar la sangre que enturbiaba su vista, antes de arremeter de nuevo contra el licántropo. Un inesperado aviso, por parte del capitán de la guardia, lo salvó de acabar hecho trizas por su siguiente contendiente. Agradeció, con un quedo asentimiento de cabeza, la ayuda prestada. Pero apenas tuvo tiempo de volver a posicionarse, cuando el siguiente lobo embistió contra él. Notó como el cansancio comenzaba a hacer mella en él y, por su aspecto, sus improvisados aliados parecían adolecer de la misma fatiga. No sabía cuánto llevaban luchando y el torrente de enemigos parecía no tener fin, pero de algo estaba seguro: no aguantarían mucho más.
Pero lo que más le había dolido había sido la traición de Dhonara. Su maestra durante todos aquellos años, la persona a la que había confiado sus peores temores y anhelos. La misma que lo había enviado a aquel lugar a iniciar el ataque, uno que debía distraer a las tropas para llegar a la líder y acabar con aquella herejía; uno que había terminado destruyendo la poca esperanza que quedaba para la recolonización de Midgard.
- ¿Era esto lo que queríais? –la tensión y el disgusto eran patentes en la voz del capitán de la guardia. Tarek no pudo evitar volver a observar el escenario a su alrededor. Todo lo que alcanzaban a ver sus ojos eran ruinas consumidas por el fuego.
- No –fue su queda respuesta.
Dhonara le había mentido, pero la única persona a la que podía culpar de aquello era a si mismo. Quizás la líder Ojosverdes le había ocultado la verdad, pero él había tomado la decisión de seguir su mandato. Aquella destrucción era resultado del odio, de su propio odio e incapacidad para aceptar la verdad.
Un clamor en la distancia, un grito de guerra acompañado de cientos de aullidos, atrajo su atención. A su alrededor, los pocos civiles que se afanaban en apagar el fuego, detuvieron su labor, sumidos en un profundo pánico. “Es Marlowe”. “La lengua de plata”. “Los lobos”. Temerosos susurros se alzaron entorno a ellos, mientras los soldados que lo rodeaban asían sus armas con ansia, lanzándole miradas de resentimiento.
Los sonidos de la batalla reverberaron por toda la ciudad, al tiempo que los gritos inundaban sus oídos y el olor a sangre y fuego su olfato.
- Marchad al puente –el capitán de la guardia lo agarró con fuerza de un brazo, mientras daba indicaciones a sus subalternos para unirse a la batalla- Yo me ocupo de este.
Retomaron la marcha hacia el árbol, donde un pequeño grupo de soldados parecía agruparse para constituir la última defensa, si los lobos conseguían adentrarse en la ciudad. La tensión era patente en ellos y muchos lanzaban furtivas miradas al árbol, como esperando que algo o alguien hiciese su aparición. Entonces notó como el agarre en su brazo cesaba. Alguien, un desconocido al que nunca podría dar las gracias, había chocado de lleno contra su captor, que cayó estrepitosamente al suelo a su lado. Sus miradas se cruzaron un instante, pero antes de que el caudillo pudiese dar la voz de alarma, el peliblanco salió corriendo, hasta perderse en las laberínticas calles de Nytt Hus.
Sin embargo, sus pasos no lo llevaron demasiado lejos y, tras varios minutos de carrera, se encontró a espaldas del majestuoso árbol que presidía el centro de la ciudad. El único que no había sucumbido a las llamas, protegido quizás por la magia de sus antepasados, aquella que los renegados habían traído consigo hasta aquella sacrílega tierra, ahora humana. En algún lugar de aquel magnificente árbol, la líder de aquella colonia proscrita se batía entre la vida y la muerte… si todavía podía creer alguna de las palabras de Dhonara. El plan original había sido llegar hasta allí, escalar por sus interminables ramas y terminar con el sufrimiento de aquella que parecía mantener unido al pueblo de los renegados… Si se hubiesen ceñido al plan…
Quizás no fuese demasiado tarde.
[…]
Un pastoso gorgoteo abandonó los labios de la mujer, cuyos ojos moribundos observaron una vez más la razón de su desdicha. Tarek notó el calor de la sangre correr por su mano, mientras asía con fuerza su arma. Allí, en el centro de la sala, la Nowo Khan parecía exhalar su último suspiro. Recordaba los relatos sobre su rápido ascenso, su juventud y su rebeldía, pero en aquel momento su aspecto semejaba más el de un de una flor marchita que el de una joven guerrera elfa. El tiempo pareció detenerse en el momento en que la hoja rebanó la vida de aquella ofrecida como “sacrificio”. La última esperanza de aquel desesperado pueblo de proscritos. En milésimas de segundo, la escena ante él mudó en un violento frenesí y la líder Sondve avanzó con paso veloz hasta el lugar donde había caído el cadáver.
El peliblanco retrocedió, amedrentado por la expresión que la rauda elfa mostraba en su rostro. Conteniendo la respiración, se arrebujó entre las sombras de las ramas que formaban aquella sacra morada. Poco a poco, fue abriendo la mano derecha, soltando el filo del arma y rebelando el daño que él mismo se había infringido.
Había estado a punto de hacerlo de nuevo, de condenar a todo su pueblo a la devastación. Solamente aquel velado susurro de la líder Sondve le había hecho detenerse. Los Dvinyantas estaban unidos a la fuerza vital de la Nowo Khan, su muerte habría significado perder a los guardianes del bosque que, en aquel momento, representaban la mayor fuerza ofensiva del ejército de Nytt Hus contra los lobos. Quizás aquel había sido el verdadero objetivo del ataque de los Ojosverdes, diezmar las defensas de la ciudad, dejarla a la merced del ejército de la Lengua de Plata. Aquel pensamiento le hizo plantearse si existiría una alianza entre el líder licántropo y su clan… o quizás no su clan, pero si alguno de sus miembros.
Amparado por las sombras y sin hacer ruido, descendió del árbol, aún antes de conocer el destino final de la Nowo Khan. Solo los dioses podían decidir ahora lo que iba a sucederle.
[…]
Cuando sus pies tocaron el suelo, se sorprendió al comprobar que gran parte de las llamas que habían consumido la ciudad parecían extintas. El humo y el vapor de agua resultante de apagar el fuego, sumían la urbe en una extraña e inquietante niebla. Los lobos no habían alcanzado el árbol, todavía, y uno de los Ancianos tomaba posiciones cerca del grupo de combatientes que, con tesón, se mantenían firmes en su posición en las raíces del Nytt Tre. Los escuchó antes siquiera de verlos. Al parecer, un grupo de lobos había encontrado una alternativa a los dos puntos de acceso al este de la ciudad y, por su aspecto, Tarek entendió que habían cruzado el río a nado. Por suerte, parecían poco numerosos, aunque el elfo peliblanco temió que otros siguiesen sus pasos. El Dvinyanta inició un rápido y destructivo ataque contra las enfurecidas bestias, al tiempo que un soldado, probablemente el líder de la última defensa, ordenaba a los guerreros mantener su posición entorno al árbol. Al igual que muchos de ellos, el joven elfo dirigió su vista al Nytt Tre, preguntándose si alguna clase de milagro podría abandonar sus ramas y alzarse en defensa de los cansados guerreros de la ciudad.
Pero era absurdo esperar un milagro, cuando el enemigo se acercaba veloz a su posición. Venían del norte, dispersos, y aquella era la dirección que debía seguir para abandonar aquel lugar y todo lo sucedido en él. Aquello no arreglaría lo que había hecho, pero quizás eliminar algunos de los enemigos en su camino ayudaría, en parte, a redimir sus actos. Se tomó unos segundos para improvisar un rápido vendaje sobre el corte de su mano, mientras el Dvinyanta lanzaba con especial violencia a uno de los lobos contra las ruinas de una casa. Aquella lucha habría estado perdida sin ellos.
Una voz a su espalda le indicó que un viejo conocido había seguido de nuevo sus pasos. Con cierta sorna, impropia del momento en el que se encontraban, se despidió con una reverencia, para lanzarse a la carrera, derribando en el proceso a un licántropo, cuyo cráneo crujió bajo el embate del peso de su arma. Aprovechando la inercia de la velocidad, tumbo al menos a otros dos más, antes de alcanzar el margen del río donde, un par de lobos cruzaban en ese momento sus tortuosas aguas.
- Me ocuparé luego de ti –Tarek observó al capitán un instante.
- Claro… -fue su llana respuesta, antes de alzar el arma y dirigirse al lobo más cercano, que acababa de alcanzar tierra firme. Apenas un par de soldados había seguido sus pasos, pero en aquel momento parecieron suficientes para contener el limitado, aunque incesante, caudal de lobos que decidían, por alguna incomprensible razón, exponerse a la tormentosa corriente del río para alcanzar Nytt Hus. La lucha se alargó por lo que parecieron horas.
Tras una finta especialmente arriesgada, que pareció confundir a su enemigo, se tomó un instante para limpiar la sangre que enturbiaba su vista, antes de arremeter de nuevo contra el licántropo. Un inesperado aviso, por parte del capitán de la guardia, lo salvó de acabar hecho trizas por su siguiente contendiente. Agradeció, con un quedo asentimiento de cabeza, la ayuda prestada. Pero apenas tuvo tiempo de volver a posicionarse, cuando el siguiente lobo embistió contra él. Notó como el cansancio comenzaba a hacer mella en él y, por su aspecto, sus improvisados aliados parecían adolecer de la misma fatiga. No sabía cuánto llevaban luchando y el torrente de enemigos parecía no tener fin, pero de algo estaba seguro: no aguantarían mucho más.
Tarek Inglorien
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Re: [Trama Global Objetos Malditos] El golpe definitivo: Victoria o fin
Algo no salió como estaba previsto.
Con los ojos en blanco, Atreyu Santya emitió la respiración más profunda de su vida, arqueándose con los hombros hacia atrás, apenas dos segundos. Un extraño círculo apenas visible fue incrementando su tamaño con la Nowo Khan como epicentro, difuso, golpeando a Danethil Sein y continuando hasta abarcar toda la colonia élfica y alrededores. La líder de los Sondve que nunca abandonaron Sandorai sintió que algo atenazaba su interior, y algo que jamás había experimentado inundó sus pensamientos a una profundidad inenarrable. Algo que carecía de la más mínima luz.
Su amiga sintió la necesidad de sentarse, apreciando como la maldición a la que fue sometida tiempo atrás iba diluyéndose poco a poco, retomando el vigor que le había sido arrebatado. A nadie más había permitido la máxima autoridad de las tropas élficas de auxilio encontrarse cerca de ambas mujeres y la mirada de Atreyu se dirigió con preocupación a una Danethil sentada con una rodilla flexionada y una extraña sonrisa, desdibujada por una mirada franca y cariñosa hacia la primera.
-¿Cómo… te encuentras?- preguntó con cierta dificultad quien había puesto en marcha el antiguo hechizo. La exiliada cerró los puños y se puso en pie sin apuros por vez primera en largas semanas.
-¿Qué has hecho? – incluso su voz, comprobó con alivio su amiga, resonó fuerte y segura. Pero anonadada.
-Lo necesario- evadió Danethil- Los Ojos Verdes han atacado Nytt Hus, y han sido derrotados. Pero Marlowe se ha hecho con un ejército de licántropos y sus embates han comenzado ya. El Consejo subestimó el número de sus seguidores. Quizá no sea suficiente con la ayuda que me ha traído aquí.
La Nowo Khan acarició la mejilla de quien tanto había hecho por mantenerla con vida.
-Permanece aquí. Voy a ayudar a nuestra gente- su faz se endureció, asumiendo el deber que cargaba sobre sus hombros- Nuestra tierra, incluso éste pedazo alejado de la tierra ancestral, continuará ligada a nosotros. Te lo prometo.
Salió a paso veloz tomando su báculo, aún incrédula de la forma en que su cuerpo respondía a sus órdenes. Dispuso a sus guardaespaldas para atender a Danethil, antes de encontrarse con la pequeña guarnición que había permanecido como última defensa de la colonia en el centro de Nytt Hus. Alentados por la prodigiosa aparición, ni siquiera fue necesaria una sola palabra para que los elfos la siguiesen. Sólo existían dos lugares con sentido para atacar su tierra gracias al río y el muro de tierra protegía uno de ellos.
-¿Están atravesando la corriente?- inquirió la líder al único oficial presente, apretando el paso.
-Lökk nos ha informado hace muy poco que el puente ha perdido su magia y no puede ser levantado. El ataque principal…
-Entiendo- cortó ella. La situación era mucho peor de cuanto había supuesto. Sin embargo, toda su atención fue captada por las grandiosas figuras de los Dvinayantas. Y se permitió sonreír. Danethil y los suyos habían jugado todas sus cartas. La Sabia Guía dio gracias a los dioses cuando creyó que sus ojos le estaban jugando una mala pasada nada más llegar a las cercanías del puente.
Los licántropos interrumpieron de una manera extraordinaria un ataque que se había caracterizado por un completo desprecio hacia la muerte y una avidez asesina sin precedentes. Como sacudidos por un viento interno incomprensible, los que hubieron llegado a las líneas enemigas fueron masacrados, y el resto, primero de uno en uno, comenzaron a retroceder, hasta componer una desbandada general que se fue alejando de los bosques de Midgar y de Nytt Hus. Los elfos, atónitos, se sumieron en un silencio de varios minutos, sin atreverse a creer que aquello no era una nueva maniobra de sus enemigos.
Hasta que alguien se atrevió a gritar, desterrando el miedo y poniendo el punto final a una batalla donde los defensores habían contenido la oscura marea de los esclavos del Hombre Muerto. Docenas de gargantas celebraron una victoria costosa, sangrienta y desesperada.
[…]
En la colina, Gabriel Marlowe vio con tranquilidad la llegada de los desesperados que habían decidido atacar la cabeza del ejército, eliminar el cerebro del titán cuyo pie aplastaba poco a poco el Nuevo Hogar de los Sondve.
Aquella magia que los había llevado hasta él no era rival para el objeto que portaba, como mano diestra del futuro dios del continente. Sus guardianes, escogidos por su ferocidad y habilidad, y manipulados por entero, detuvieron un primer intento, y el Lobo de Plata reconoció tanto a la licántropa que con una ira desatada mordía y desgarraba a uno de sus soldados, que respondía de igual manera, como al elfo que había atentado contra su vida meses atrás. Había enviado rastreadores a por él, el poseedor de la Varita de Edgecomb.
-¡MORID!- gritó tan alto como pudo. Esa orden les haría buscar el modo más rápido para complacerla. Su semblante se contrajo de frustración, cuando Nousis y Catherine ignoraron por entero el poder que imbuía sus palabras. La espada del elfo había encontrado la manera de terminar con su oponente, cuando la dragona cayó del cielo habiendo destrozado a la mitad de su guardia personal. Inga, con los ojos desenfocados, se detuvo a mitad del ataque, descendiendo su cuello para recibir una dentellada letal del último licántropo que permanecía en pie.
-¡DETENTE! ¡…
Tal fue la última palabra que Gabriel Marlowe, el Lobo de Plata, pronunció en vida.
Su cuerpo cayó a tierra, primero de rodilla, antes de que su torso impactase con la blanda hierba, mientras Catherine sostenía una cabeza sin vida, de la cual pendía parte de la espina dorsal de quien tanto dolor había provocado.
Pero al aparecer Valyria Whisperbloom, ambos elfos y la felina sintieron un oneroso latigazo de poder que les hizo caer de rodillas, al tiempo que lengua de plata y la daga de Habakhuk se deshiciesen ante los atónitos ojos de los presentes.
Y la embajadora Sondve, la Alta Encantadora y la mujer bestia que murió y volvió a la vida, portadora de la Varita, experimentaron cómo algo que nunca debió existir luchó por hacerse con parte de sus pensamientos, justo antes de que sus objetos del 19 también se desintegrasen y ellas cayesen sin conocimiento en la tierra que habían salvado.
________________________________
Off: ¡FELICIDADES! Habéis ideado un plan lo suficientemente sólido para salir airosos/as de ésta trama y salvar Nytt Hus. La Manada ha huido en distintas direcciones ahora que carecen de un líder, y la fiesta con la que se celebrará la victoria y la supervivencia de la colonia se espera apoteósica.
Vuestras hazañas no han pasado desapercibidas y Atreyu Santya, bajo las recomendaciones de Lökk Arthús y Zansádel, ha decidido entregaros las siguientes recompensas:
A Kyravann: Por tu participación y hazañas, recibes 10 px y un material épico, además de 250 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te permite, asimismo, acceder a las tierras de Nytt Hus si lo consideras oportuno, otorgándote un sello de doce centímetros con el escudo del clan élfico con tu nombre grabado.
Material épico: Tierra compacta proveniente de aquella bajo Nytt Tree, impregnada de magia y el éter desatado por el hechizo de Danethil.
A Ingela. Por tu participación y hazañas, recibes 12 px y un material épico, además de 300 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Tus heridas al caer sobre rocas por culpa de Marlowe son severas pero curables. No podrás transformarte en dragón en un tema ni volar en dos. La muerte de los elfos en la emboscada te ha sentenciado a abandonar Nytt Hus por un tiempo no inferior a medio año on rol, sin más consecuencias por tu participación en el final de la guerra.
Material épico: Esquirla de plata, único resto del desaparecido objeto del 19.
A Tarek. Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 275 aeros que encuentras entre las pertenencias de quienes fueron tus hermanos, que ya no los van a necesitar. Atreyu pensaba condenarte a muerte, pero han hablado en tu favor y se te destierra de Nytt Hus hasta nueva orden, bajo pena de muerte.
Material épico: Acero sacrificial. Tu cercanía al epicentro del conjuro ha hecho que un pedazo de tu arma se separe, brillando intensamente antes de apagarse y obtener una curiosa tonalidad. Deberás arreglar tu arma para volver a combatir con ella, aunque es algo de no demasiada importancia, pudiendo ser realizado sobre la marcha en su siguiente aventura.
A Al´theas. Por tu participación y hazañas, recibes 11 px y un material épico, además de 250 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te nombra “Amigo de Nytt Hus” y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido.
Material épico: Colmillo de lobo: La mixtura del resultado del conjuro que salvó a Atreyu y un enemigo sometido por la Lengua de Plata ha resultado en otorgar a los colmillos del licántropo más cercano al hechizo un matiz poderoso. Y ha sido el que te ha atacado a ti en último lugar, por lo que al contemplar tu escudo, allí han quedado clavados, como testimonio de la dureza de la batalla.
A Nousis. Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 320 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te nombra “Amigo de Nytt Hus” y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido.
Material épico: Fragmento de la daga de Habakhuk. Último remanente del objeto del 19.
A Elian. Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 300 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te nombra “Amigo de Nytt Hus” y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido.
Material épico: pedazo de caparazón de madera de Dvinayanta imbuido de éter
A Aylizz. Por tu participación y hazañas, recibes 17 px y un material épico, además de 350 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te concede el honor de ser considerada miembro del clan Sondve si lo deseas, y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido.
Material épico: duramen de Dvinayanta imbuido de éter.
A Níniel. Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 350 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te nombra “Amiga de Nytt Hus” y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido. La posesión del Cuco te ha jugado una mala pasada, y recibes una maldición.
Material épico: Última pluma del Cuco, recuerdo final del objeto del 19.
Maldición: Durante tu próximo tema, los restos del poder del Cuco te impedirán dormir con normalidad a causa de terribles pesadillas, agravándose tu estado si éste dura más de tres días dificultando el uso de tu magia.
A Valyria. Por tu participación y hazañas, recibes 16 px y un material épico, además de 320 aeros que se te conceden por los servicios prestados. Se te nombra consejera primera de la Nowo Khan, además de mantener tu cargo de embajadora y tu nombre aparecerá en la estela conmemorativa que se alzará a la entrada de la colonia por el puente que ha sido defendido. Atreyu puede ordenarte participar en lo que considere conveniente si aceptas el puesto. La posesión de las Alas te ha jugado una mala pasada, y recibes una maldición.
Material épico: Viento imbuido. La última palabra de Marlowe sumada al impacto de la maldición congeló el aire a su alrededor en una especie de esfera mágica cargada de un extraño éter.
Maldición: Los retazos del poder de las Alas de Soganashira llevarán a que tu próximo tema se vea comprometido por unos espantosos complejos físicos que condicionarán tu relación con los demás en varios días on rol. Al tercero, terminarán por diluirse.
Ger
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