La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
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La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
La loba azuzaba a su presa en la distancia. Corre, le decía sin palabras. Corre, estoy tras tu pista. Corre, me acerco. Corre o te morderé los talones.
El elfo sabía que lo seguían. Eso era bueno. La loba podía jugar con su miedo, con su anticipación. Llego por la derecha, le avisaba. ¡Por ahí no, fuego! No des marcha atrás, ¡ya casi te alcanzo!
La idea no había sido suya, pero ejecutaba su papel con la precisión de una experta cazadora. La situación lo requería, pues no tenían tiempo que perder. La artimaña de Wanda con los licántropos les daba una pequeña ventaja y debían aprovecharla antes de que los hombres captaran el rastro de nuevo.
¡Corre, elfo, corre! Sí, por ahí, justo por ahí.
Otro muro de fuego bloqueó el camino de la presa. Los mikakos se lo estaban pasando en grande aquella tarde. Con un poco de ayuda alquímica, eso sí, ¿pero quién podría decirlo? El elfo se quedaba sin opciones: fuego por aquí, espinos calcinados por allá; los úllumes bloqueaban la poca luz del atardecer y la loba perseguía sin descanso.
Un giro más y unas patas de cérvido se abalanzaron contra su estómago, cortándole el aliento y empujándolo hacia atrás. El cervatillo se volvió y unas manos de mujer rociaron algo sobre él. Escocía.
La loba llegó, pero no era venado lo que buscaba aquella noche, sino elfo. Se irguió sobre dos patas y preparó garras y colmillos. La cierva, por su parte, no perdía de vista el equipaje de su presa.
Nousis, elfo travieso, ¿has estado usando la Varita? Me gusta, eso me da oportunidad de explicarte qué les sucede a los niños que juegan con objetos malditos. Y digo "niños" con toda la intención, porque, no sé si lo sabes, pero en los últimos tiempos, el pobre Edgecomb se ha estado comportando un poco como uno. Su mente no da para más, qué se le va a hacer.
Como quizá ya empieces a sospechar, la regresión mental de Edgecomb no es natural, así que podemos esperar un cierto embotamiento mental por tu parte, que irá a peor cada turno que la Varita esté en tu poder. Sí, él tuvo la Varita más tiempo que tú, pero no la usó activamente del mismo modo que tú has estado haciendo, ni estuvo tan cerca de tantos Objetos como tú estás. Ni tuvo tan pésima suerte con las runas.
Ah, ¿creías que la runa era para determinar quién te encontraba primero? También. Si te hubieran alcanzado antes los lobos, quizá podrías haber contado con la ayuda de Inga y Wanda (ya sabes: enemigo de mis enemigos…). Tal y como están las cosas, su objetivo prioritario es salir por patas con la Varita antes de que llegue la gente de Marlowe.
Lo que significa que tu objetivo prioritario es vencerlas en un uno contra dos o convencerlas de que tu cara de malo es solo una broma de la Naturaleza. Inga atacará con garras y dientes. Wanda hará todas las trampas que pueda y tiene cierta tendencia a tirar de cornamenta cuando la situación lo amerita (lo que te ha echado encima, por cierto, es rocío de ortiga, puedes ver su efecto en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Tienes más información sobre ambas [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Date prisa, sabes que no son ellas las que te siguen desde aquel pueblo.
El elfo sabía que lo seguían. Eso era bueno. La loba podía jugar con su miedo, con su anticipación. Llego por la derecha, le avisaba. ¡Por ahí no, fuego! No des marcha atrás, ¡ya casi te alcanzo!
La idea no había sido suya, pero ejecutaba su papel con la precisión de una experta cazadora. La situación lo requería, pues no tenían tiempo que perder. La artimaña de Wanda con los licántropos les daba una pequeña ventaja y debían aprovecharla antes de que los hombres captaran el rastro de nuevo.
¡Corre, elfo, corre! Sí, por ahí, justo por ahí.
Otro muro de fuego bloqueó el camino de la presa. Los mikakos se lo estaban pasando en grande aquella tarde. Con un poco de ayuda alquímica, eso sí, ¿pero quién podría decirlo? El elfo se quedaba sin opciones: fuego por aquí, espinos calcinados por allá; los úllumes bloqueaban la poca luz del atardecer y la loba perseguía sin descanso.
Un giro más y unas patas de cérvido se abalanzaron contra su estómago, cortándole el aliento y empujándolo hacia atrás. El cervatillo se volvió y unas manos de mujer rociaron algo sobre él. Escocía.
La loba llegó, pero no era venado lo que buscaba aquella noche, sino elfo. Se irguió sobre dos patas y preparó garras y colmillos. La cierva, por su parte, no perdía de vista el equipaje de su presa.
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Nousis, elfo travieso, ¿has estado usando la Varita? Me gusta, eso me da oportunidad de explicarte qué les sucede a los niños que juegan con objetos malditos. Y digo "niños" con toda la intención, porque, no sé si lo sabes, pero en los últimos tiempos, el pobre Edgecomb se ha estado comportando un poco como uno. Su mente no da para más, qué se le va a hacer.
Como quizá ya empieces a sospechar, la regresión mental de Edgecomb no es natural, así que podemos esperar un cierto embotamiento mental por tu parte, que irá a peor cada turno que la Varita esté en tu poder. Sí, él tuvo la Varita más tiempo que tú, pero no la usó activamente del mismo modo que tú has estado haciendo, ni estuvo tan cerca de tantos Objetos como tú estás. Ni tuvo tan pésima suerte con las runas.
Ah, ¿creías que la runa era para determinar quién te encontraba primero? También. Si te hubieran alcanzado antes los lobos, quizá podrías haber contado con la ayuda de Inga y Wanda (ya sabes: enemigo de mis enemigos…). Tal y como están las cosas, su objetivo prioritario es salir por patas con la Varita antes de que llegue la gente de Marlowe.
Lo que significa que tu objetivo prioritario es vencerlas en un uno contra dos o convencerlas de que tu cara de malo es solo una broma de la Naturaleza. Inga atacará con garras y dientes. Wanda hará todas las trampas que pueda y tiene cierta tendencia a tirar de cornamenta cuando la situación lo amerita (lo que te ha echado encima, por cierto, es rocío de ortiga, puedes ver su efecto en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Tienes más información sobre ambas [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
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Fehu
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Re: La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
Fue un rugido, más que un grito, lo que salió de la garganta del elfo tras el ataque sufrido. Un sonido de desesperación e ira más profundo que las raíces de los árboles de Midgar. No alcanzaba a comprender como le habían alcanzado con tanta premura, jamás le había ocurrido. Y pese a colocarse en guardia sin demasiados problemas, se llevó la mano libre al cuello, notando como lo que fuera que habían utilizado contra él ardía aún más con el contacto, sintiendo el alocado impulso de desear arrancarse ese trozo de piel. Apretó los dientes, antes de soltar un segundo bramido.
“Cálmate, o morirás” dijo su parte más fría, aquella que dominaba su ser en casi toda circunstancia.
“Matémoslas” llameaba esa voz que deseaba su control en las situaciones donde su corazón palpitaba desbocado “Retuerce tu espada en sus intestinos” “¿Acaso has hecho algo para merecer semejante trato”? “Te han atacado sin mediar palabra, sin mediar provocación. Llevan persiguiéndote días y días. Humedece ésta cálida tierra con su sangre. Son enemigas. Sus cráneos deben astillarse bajo el peso de tu bota”
Una torva sonrisa se adueñó de los labios del espadachín, quien miró un segundo a cada una de sus oponentes. Sí, deseaba con toda su alma tirar los dados, sumergirse en la vorágine de sangre contra quienes casi habían rebasado su aguante después de los duros últimos meses. Esquivó con fortuna algunos ataques, antes de sentir como su último hilo de cordura se filtraba entre sus pensamientos.
Hasta que lo agarró. Precariamente al principio, luego con una mayor firmeza.
Como si hubiese sacado la cabeza del agua tras bucear profundamente, volvió a ser consciente en mayor medida de la situación del campo de batalla y de sus posibilidades reales. La parte de sí que disfrutaba con la muerte, con aniquilar al enemigo, bufó disgustada, sin darle ninguna facilidad. Con la misma dificultad que le hubiera acarreado cortarse un dedo, abrió la boca para hablar. No les entregaría la vara, eso estaba fuera de toda discusión. Conseguirla, y mantenerla, le había costado demasiado. Y si no atendían a razones, los dioses eran testigos que al menos una de ellas caería con él en aquel bosque maldito.
-¡DETENEOS!- gritó con voz salida directamente de sus entrañas, de esa apenas aplacada ansia que lo consumía del mismo modo que el brebaje que había caído en su cuello y que hacía restallar cada poro de su piel- ¿Qué maldita razón tenéis para atacar a uno de los míos en ésta tierra?- inquirió para ganar algo de tiempo. Resultaba imposible pensar en otra cosa que no fuese su objeto maldito- ¿Queréis un baile de sangre?- preguntó de nuevo, blandiendo su afilada espada delante de su propia cara, antes de formular la cuestión que en verdad le interesaba- Si os envía Marlowe, no necesitáis decir nada. Lucharemos hasta que yo pierda la vida o seáis vosotras las que deis un último aliento. Si no es así, a pesar de lo que ya ha ocurrido, haríais mejor en explicar por qué intentáis terminar conmigo. Mi camino es urgente y, o no sois las únicas de vuestro grupo, o me persiguen también criaturas que no comparten vuestros pasos. En cualquier caso, necesito continuar. Mi misión no puede retrasarse- aseguró.
Dio un paso en dirección a sus atacantes. ¿Estaban los dioses furiosos con él por no haber llevado la noticia de la muerte de Nilian a Folnaien? Debían saber que estaba sacrificando tal obligación por el bien mayor. Tomó una de sus posiciones de guardia preferidas. Al primer signo de peligro, no tendría más opción que ir a por todas y jugarse la vida una vez más.
-Marlowe me abrió el estómago- relató, con un tono peligroso, cargado de intención, antes de girar su espada sobre su muñeca y volver a colocarla en posición- De modo que si en verdad no pensáis atender a razones, no contéis con conseguir nada de mí antes verme partido en trozos.
Les sostuvo la mirada, sin tener idea alguna sobre qué vendría a continuación. Sólo un leve temblor en la mano le conectaba con ese sadismo que olfateaba la posibilidad de una nueva batalla, incluso en desventaja, mientras sus ojos grises no perdían la esperanza de que sus palabras no cayeran en saco roto.
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OFF: Nou logra a duras penas contenerse, y a causa de sus últimos tiempos, trata de tirar de diplomacia para salvar el encuentro. Siendo listo y lógico, es mucho más rentable xD Veremos.
Nousis Indirel
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Re: La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
Wanda seguía con atención cada uno de los movimientos de Inga y el elfo. A distancia segura de garras y espada, se preparaba para aprovechar cualquier momento de debilidad cuchilla envenenada en mano.
Inga dio un salto hacia atrás, esquivando un barrido de espada y Wanda lanzó su cuchillo. El elfo lo esquivó a duras penas, pero Inga aprovechó la distracción para acortar distancias de nuevo. Wanda preparó otro cuchillo caminando en círculos, rodeando la mortal danza que tenía lugar en el pequeño claro.
El hombre gritó una orden. ¡Una orden! Había que ser atrevido, estando en desventaja. Wanda vio otra apertura y lanzó un segundo cuchillo que apenas pasó rozando su objetivo. El tipo se estaba calentando. Bien, eso le haría más proclive a cometer errores.
Más explicaciones. ¿Qué era aquello, una explicación, una súplica o una amenaza? Y entonces, la postura de Inga cambió. Un ligero retroceso, apenas perceptible, pero ambas mujeres habían trabajado juntas el tiempo suficiente para que Wanda lo notara. ¿Qué había dicho el hombre? Las había tomado por la gente de Marlowe, ¿y qué? No le debían explicaciones.
—Marlowe me abrió el estómago.
Inga dio un paso atrás, luego otro. Wanda evitó mirarla directamente, sabía lo que vería: unos ojillos de cachorro indefenso cuando tendría que mostrar a la loba asesina.
—¡Oh, por favor, Inga! —dijo sacando rápidamente un frasco anaranjado de un bolsillo interior para mantener al elfo a raya—, ¡ni que fuera el primero! —La loba no se movió, pero Wanda sintió el latigazo de sus palabras tan pronto las pronunció—. Lo siento —murmuró arrepentida luego señaló al elfo con la barbilla, manteniendo el frasco bien visible y listo para ser lanzado—. De todas formas, yo lo veo bastante entero para alguien al que le han abierto la barriga.
La oreja derecha de Inga tembló ligeramente y Wanda habría jurado que sus fauces se abrieron en una sonrisa. ¿Se estaba riendo de ella? Casi podía oírla: «Mira quién habla, la que murió y volvió a la vida». Habría querido gritar que a ella nadie le abrió la barriga, aquel desgraciado había intentado envenenarla y ella fue más lista, eso era todo. Pero la historia de la resurrección tenía mucho más empaque y no les sobraba el tiempo para detenerse en los detalles.
—Bien, al grano —dijo agitando ligeramente el frasco anaranjado a la altura de la vista del elfo—: No estamos con Marlowe, Marlowe está con Flagg, que es a quien queremos detener. Sin embargo, los suyos no andan lejos, así que será mejor que nos des la Varita antes de que lleguen. No sé cuál será tu misión, pero no pareces muy capacitado para mantenerla a salvo si has caído tan fácilmente en nuestra emboscada, así que…
Dejó la frase inacabada, esperando por la respuesta del elfo mientras su mirada se desviaba de nuevo hacia su equipaje. ¿Y si le arrojaba el frasco y ya? Un poco de fuego alquímico no acabaría tan fácilmente con un Objeto Maldito, ¿cierto? ¿Le estaría esperando la Varita entre las cenizas cuando todo acabara?
No tuvo tiempo de comprobarlo. Aún estaba hablando el elfo cuando el cuerpo de Inga se tensó, el hocico olisqueando el aire con fuerza. Un gruñido de advertencia surgió del fondo de su garganta y se convirtió en un quejido agudo cuando algo le hizo tambalearse hacia delante. ¿Era un dardo lo que tenía clavado en el hombro?
Wanda dio un paso hacia la loba, dispuesta a ayudar, pero tuvo que dar otros tres hacia atrás cuando una enorme masa de pelos y garras se abalanzó sobre su amiga. Entre gruñidos y ladridos, ambos cuerpos rodaron por el suelo. Wanda se volvió enfurecida hacia el elfo, todo esto era culpa suya. Pero el elfo no tendría tiempo de apreciar toda la fuerza de su ceño fruncido con otro espadachín echándosele encima.
«¡Maldita sea!, nos han alcanzado», se dijo Wanda. Dio un paso a un lado justo a tiempo de evitar un segundo dardo que se clavó en el suelo a sus pies. El frasco anaranjado se le resbaló de la mano y, alarmada, di un rápido giro y lo empujó de una coz. Un haz de fuego rodeó a los combatientes mientras la cierva, cuchillas en mano, buscaba desesperada el origen del ataque.
—¡Hay otro más! —gritó.
No sabía si sus compañeros la habrían oído.
Enhorabuena, Nousis, has dicho las palabras mágicas para golpearle a Inga en toda la empatía. Sin embargo, no esperarías que me iba a quedar tan a gusto sin mi pelea, ¿a que no?
Tienes dos objetivos en este turno. El más evidente, es luchar por tu vida, pero no descuides la conversación previa con Wanda. De lo que le digas, puede depender lo que ocurra al final del turno. Sé que te metes mucho en tu personaje, pero ten en cuenta que si no me narras lo que están haciendo Inga y Wanda durante la pelea, tendré que deducirlo yo y quizá no quieras dejar algo tan importante a de qué lado me pegue el viento cuando esté leyendo tu post (o sí, cosa tuya es).
Sobre vuestros enemigos:
Lican nº 1: nivel 2, Combate con armas (espada, avanzado) y Sentidos animales (avanzado)
Lican nº 2: nivel 2, Combate bestial (avanzado) y Fuerza mejorada (avanzado)
Lican nº 3: nivel 4, Ataque furtivo (experto), Sentidos animales (avanzado), Rastreo (principiante)
Inga dio un salto hacia atrás, esquivando un barrido de espada y Wanda lanzó su cuchillo. El elfo lo esquivó a duras penas, pero Inga aprovechó la distracción para acortar distancias de nuevo. Wanda preparó otro cuchillo caminando en círculos, rodeando la mortal danza que tenía lugar en el pequeño claro.
El hombre gritó una orden. ¡Una orden! Había que ser atrevido, estando en desventaja. Wanda vio otra apertura y lanzó un segundo cuchillo que apenas pasó rozando su objetivo. El tipo se estaba calentando. Bien, eso le haría más proclive a cometer errores.
Más explicaciones. ¿Qué era aquello, una explicación, una súplica o una amenaza? Y entonces, la postura de Inga cambió. Un ligero retroceso, apenas perceptible, pero ambas mujeres habían trabajado juntas el tiempo suficiente para que Wanda lo notara. ¿Qué había dicho el hombre? Las había tomado por la gente de Marlowe, ¿y qué? No le debían explicaciones.
—Marlowe me abrió el estómago.
Inga dio un paso atrás, luego otro. Wanda evitó mirarla directamente, sabía lo que vería: unos ojillos de cachorro indefenso cuando tendría que mostrar a la loba asesina.
—¡Oh, por favor, Inga! —dijo sacando rápidamente un frasco anaranjado de un bolsillo interior para mantener al elfo a raya—, ¡ni que fuera el primero! —La loba no se movió, pero Wanda sintió el latigazo de sus palabras tan pronto las pronunció—. Lo siento —murmuró arrepentida luego señaló al elfo con la barbilla, manteniendo el frasco bien visible y listo para ser lanzado—. De todas formas, yo lo veo bastante entero para alguien al que le han abierto la barriga.
La oreja derecha de Inga tembló ligeramente y Wanda habría jurado que sus fauces se abrieron en una sonrisa. ¿Se estaba riendo de ella? Casi podía oírla: «Mira quién habla, la que murió y volvió a la vida». Habría querido gritar que a ella nadie le abrió la barriga, aquel desgraciado había intentado envenenarla y ella fue más lista, eso era todo. Pero la historia de la resurrección tenía mucho más empaque y no les sobraba el tiempo para detenerse en los detalles.
—Bien, al grano —dijo agitando ligeramente el frasco anaranjado a la altura de la vista del elfo—: No estamos con Marlowe, Marlowe está con Flagg, que es a quien queremos detener. Sin embargo, los suyos no andan lejos, así que será mejor que nos des la Varita antes de que lleguen. No sé cuál será tu misión, pero no pareces muy capacitado para mantenerla a salvo si has caído tan fácilmente en nuestra emboscada, así que…
Dejó la frase inacabada, esperando por la respuesta del elfo mientras su mirada se desviaba de nuevo hacia su equipaje. ¿Y si le arrojaba el frasco y ya? Un poco de fuego alquímico no acabaría tan fácilmente con un Objeto Maldito, ¿cierto? ¿Le estaría esperando la Varita entre las cenizas cuando todo acabara?
No tuvo tiempo de comprobarlo. Aún estaba hablando el elfo cuando el cuerpo de Inga se tensó, el hocico olisqueando el aire con fuerza. Un gruñido de advertencia surgió del fondo de su garganta y se convirtió en un quejido agudo cuando algo le hizo tambalearse hacia delante. ¿Era un dardo lo que tenía clavado en el hombro?
Wanda dio un paso hacia la loba, dispuesta a ayudar, pero tuvo que dar otros tres hacia atrás cuando una enorme masa de pelos y garras se abalanzó sobre su amiga. Entre gruñidos y ladridos, ambos cuerpos rodaron por el suelo. Wanda se volvió enfurecida hacia el elfo, todo esto era culpa suya. Pero el elfo no tendría tiempo de apreciar toda la fuerza de su ceño fruncido con otro espadachín echándosele encima.
«¡Maldita sea!, nos han alcanzado», se dijo Wanda. Dio un paso a un lado justo a tiempo de evitar un segundo dardo que se clavó en el suelo a sus pies. El frasco anaranjado se le resbaló de la mano y, alarmada, di un rápido giro y lo empujó de una coz. Un haz de fuego rodeó a los combatientes mientras la cierva, cuchillas en mano, buscaba desesperada el origen del ataque.
—¡Hay otro más! —gritó.
No sabía si sus compañeros la habrían oído.
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Enhorabuena, Nousis, has dicho las palabras mágicas para golpearle a Inga en toda la empatía. Sin embargo, no esperarías que me iba a quedar tan a gusto sin mi pelea, ¿a que no?
Tienes dos objetivos en este turno. El más evidente, es luchar por tu vida, pero no descuides la conversación previa con Wanda. De lo que le digas, puede depender lo que ocurra al final del turno. Sé que te metes mucho en tu personaje, pero ten en cuenta que si no me narras lo que están haciendo Inga y Wanda durante la pelea, tendré que deducirlo yo y quizá no quieras dejar algo tan importante a de qué lado me pegue el viento cuando esté leyendo tu post (o sí, cosa tuya es).
Sobre vuestros enemigos:
Lican nº 1: nivel 2, Combate con armas (espada, avanzado) y Sentidos animales (avanzado)
Lican nº 2: nivel 2, Combate bestial (avanzado) y Fuerza mejorada (avanzado)
Lican nº 3: nivel 4, Ataque furtivo (experto), Sentidos animales (avanzado), Rastreo (principiante)
Fehu
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Re: La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
¡Dioses!. Cuanto lo irritaba la condescendencia. ¡A él! Malditas criaturas humanoides. Nada tenía en contra de esos seres ¿y ahora una de ellos tenía la osadía de llamarlo incapaz de una manera tan evidente? Precisó volver a luchar unos segundos contra sí mismo, analizando cuanto había ocurrido los últimos segundos. Habían dejado de atacarle, tenía una posibilidad de mutar aquello a su favor, mas no podría continuar dicha senda si erraba ante la mujer de las astas. Muchas, una absoluta avalancha de imprecaciones e insultos bajo capas de sorna e ironía fueron colocándose en fila dispuestos a salir nada más que el elfo consintiese en despegar los labios.
Piensa. Se dijo. Piensa. Y todas se esfumaron. Piensa.
-¿De modo que queréis los objetos para usarlos contra él? – buscó confirmar, y su espada, en un gesto totalmente calculado, bajó lo justo para dar prioridad a la palabra- Pero no puedo daros la varita. Ya sabéis lo que es capaz de hacer. Yo también necesito esos objetos, no para mí, si no para proteger a los míos. Ayudadme- dijo entonces de pronto, sin sonreír- ayudadme a encontrar uno de esos objetos, y os la entregaré para que halléis los demás. Yo uno, vosotras el resto para enfrentarle. Colaborad conmigo, y quizá logremos más que acabar muertos hoy bajo las hojas de Midgar.
No. No era cierto. No al menos en ese preciso instante. Deseaba salir de la situación de la mejor manera posible, y en el mejor de los casos, ganar temporalmente dos semi aliadas teóricamente competentes y enemigas de Gabriel Marlowe. Si aceptaban, el camino hacia un nuevo objeto podría serlo, plagado de peligros y ellas podrían tener algún tipo de… accidente. Aerandir era una caja de peligros. Sus opciones eran limitadas, pero su tono no flaqueó un momento, y su rostro sólo vendía seguridad. Apenas había comenzado a retomar su meditado discurso cuando una de sus dos atacantes fue herida, y todos se vieron sorprendidos por una segunda emboscada donde ya no sólo la vida del elfo estaba en juego.
El escenario había empeorado en cuestión de segundos. Los mismos que el espadachín llegó a preguntarse si no sería buena idea que todos ellos combatiesen entre sí, e irse de allí con la varita, tomándoles la mayor ventaja posible. Sin embargo, tratando de calcular mejor sus opciones, su cerebro pareció ralentizarse un instante del mismo modo que había ocurrido un poco antes, y aquello lo alarmó. Incapaz de comprender qué estaba ocurriendo con él, tuvo que decidirse por jugar la partida que le habían preparado. El sol se pondría rojo esa noche.
Tal fue su último pensamiento, hasta que una espada más ancha y corta que la suya buscó alcanzar su cráneo antes de intentar abrirle el cuello. Nou reaccionó lo bastante rápido para perder la vida, notándose no obstante algo menos ágil de lo habitual, como si sus pensamientos tratasen de sincronizarse. Y el verdugón del cuello aguijoneaba cada poro de esa parte de su piel, privándole de parte de su calma habitual.
Sólo cuando el fuego se alzó como por arte de magia, sin que acertase a comprender cómo se había originado, inmerso en una lucha a vida o muerte con unos de esos licántropos, entendió que debía ayudar, dar cuanto le fuese posible o ninguno de los tres vería el día siguiente.
Apenas alcanzó a observar entre ataque y ataque la marea de zarpazos que se regalaban las dos bestias, enfurecidas, sin dudar un solo momento. El proyectil que se había alojado en quien primero le había urgido a combatir continuaba allí, y por el bien de la refriega, el elfo esperó que no estuviese envenenado. Si ella podía entretener a su oponente, y la corza ponía algo de su parte…
Nousis contenía el aliento, liberándolo en cada estocada, en cada esquiva, milimetrado, cadencioso para sí mismo. Si bien al principio pensó que el dardo había venido de alguno de los dos hombres lobo que ya combatían cuerpo a cuerpo, pronto debió matar tal idea. De entre la arboleda, nuevos intentos fueron salpicando su lucha, por lo que continuamente colocaba la espalda de su enemigo entre los proyectiles y él.
Pudo ver que la astada dudaba entre colaborar en la pelea de su amiga, o internarse en la búsqueda de quien podría aprovechar cualquier momento para decantar todo a favor de los seguidores de Marlowe con un disparo certero. Con un semblante enfurecido, optó por la opción más lógica, y el elfo, asintiendo interiormente, se alegró de comprobar que tenía la razón intacta.
Quien se había decidido por el elfo era fuerte, no podía ser de otra manera, más que el hijo de Sandorai pese a su largo entrenamiento. La raza primaba y esa creación de los humanos de otro mundo poseía todas las cualidades físicas de los grandes cánidos. También rápido, pese a que la diferencia no era en absoluto tan acusada como en términos de fortaleza. Sólo restaba la opción de vencer mediante la estrategia, asunto fatalmente divertido cuando una cuchilla de metal se afanaba porque nunca llegase a cumplir noventa años.
El fuego no era en absoluto inhabitual en Midgar, pero la quema de rastrojos iba poco a poco cercando a los contendientes envueltos en la pelea animal. El dardo sufrido por la compañera de la cierva se había partido en el trascurso de la pelea, y sus rugidos y golpes resonaban como una violentísima locura.
-¡CUIDADO!- pudo gritarle Nou, al darse cuenta que el fuego ya se le estaba acercando en demasía, recibiendo un corte detenido por una de las hombreras de su armadura. Miró irritado consigo mismo al combatiente, y esquivando un nuevo ataque hacia un lado, tras acuclillarse, tomó uno de los dos dardos que habían quedado anclados en el suelo con la mano libre. Dejando resbalar la espada enemiga sobre la suya propia, giró sobre sí mismo acercándose más al licántropo, a fin de incrustarle el proyectil en la cara a media vuelta, uno de los ojos con suerte, antes de terminar de frente a él tajándole el cuello, evitando una respuesta instintiva agachándose con rapidez.
Si conseguía el trabajado movimiento, sería el momento de ayudar en la guerra de los lobos.
Piensa. Se dijo. Piensa. Y todas se esfumaron. Piensa.
-¿De modo que queréis los objetos para usarlos contra él? – buscó confirmar, y su espada, en un gesto totalmente calculado, bajó lo justo para dar prioridad a la palabra- Pero no puedo daros la varita. Ya sabéis lo que es capaz de hacer. Yo también necesito esos objetos, no para mí, si no para proteger a los míos. Ayudadme- dijo entonces de pronto, sin sonreír- ayudadme a encontrar uno de esos objetos, y os la entregaré para que halléis los demás. Yo uno, vosotras el resto para enfrentarle. Colaborad conmigo, y quizá logremos más que acabar muertos hoy bajo las hojas de Midgar.
No. No era cierto. No al menos en ese preciso instante. Deseaba salir de la situación de la mejor manera posible, y en el mejor de los casos, ganar temporalmente dos semi aliadas teóricamente competentes y enemigas de Gabriel Marlowe. Si aceptaban, el camino hacia un nuevo objeto podría serlo, plagado de peligros y ellas podrían tener algún tipo de… accidente. Aerandir era una caja de peligros. Sus opciones eran limitadas, pero su tono no flaqueó un momento, y su rostro sólo vendía seguridad. Apenas había comenzado a retomar su meditado discurso cuando una de sus dos atacantes fue herida, y todos se vieron sorprendidos por una segunda emboscada donde ya no sólo la vida del elfo estaba en juego.
El escenario había empeorado en cuestión de segundos. Los mismos que el espadachín llegó a preguntarse si no sería buena idea que todos ellos combatiesen entre sí, e irse de allí con la varita, tomándoles la mayor ventaja posible. Sin embargo, tratando de calcular mejor sus opciones, su cerebro pareció ralentizarse un instante del mismo modo que había ocurrido un poco antes, y aquello lo alarmó. Incapaz de comprender qué estaba ocurriendo con él, tuvo que decidirse por jugar la partida que le habían preparado. El sol se pondría rojo esa noche.
Tal fue su último pensamiento, hasta que una espada más ancha y corta que la suya buscó alcanzar su cráneo antes de intentar abrirle el cuello. Nou reaccionó lo bastante rápido para perder la vida, notándose no obstante algo menos ágil de lo habitual, como si sus pensamientos tratasen de sincronizarse. Y el verdugón del cuello aguijoneaba cada poro de esa parte de su piel, privándole de parte de su calma habitual.
Sólo cuando el fuego se alzó como por arte de magia, sin que acertase a comprender cómo se había originado, inmerso en una lucha a vida o muerte con unos de esos licántropos, entendió que debía ayudar, dar cuanto le fuese posible o ninguno de los tres vería el día siguiente.
Apenas alcanzó a observar entre ataque y ataque la marea de zarpazos que se regalaban las dos bestias, enfurecidas, sin dudar un solo momento. El proyectil que se había alojado en quien primero le había urgido a combatir continuaba allí, y por el bien de la refriega, el elfo esperó que no estuviese envenenado. Si ella podía entretener a su oponente, y la corza ponía algo de su parte…
Nousis contenía el aliento, liberándolo en cada estocada, en cada esquiva, milimetrado, cadencioso para sí mismo. Si bien al principio pensó que el dardo había venido de alguno de los dos hombres lobo que ya combatían cuerpo a cuerpo, pronto debió matar tal idea. De entre la arboleda, nuevos intentos fueron salpicando su lucha, por lo que continuamente colocaba la espalda de su enemigo entre los proyectiles y él.
Pudo ver que la astada dudaba entre colaborar en la pelea de su amiga, o internarse en la búsqueda de quien podría aprovechar cualquier momento para decantar todo a favor de los seguidores de Marlowe con un disparo certero. Con un semblante enfurecido, optó por la opción más lógica, y el elfo, asintiendo interiormente, se alegró de comprobar que tenía la razón intacta.
Quien se había decidido por el elfo era fuerte, no podía ser de otra manera, más que el hijo de Sandorai pese a su largo entrenamiento. La raza primaba y esa creación de los humanos de otro mundo poseía todas las cualidades físicas de los grandes cánidos. También rápido, pese a que la diferencia no era en absoluto tan acusada como en términos de fortaleza. Sólo restaba la opción de vencer mediante la estrategia, asunto fatalmente divertido cuando una cuchilla de metal se afanaba porque nunca llegase a cumplir noventa años.
El fuego no era en absoluto inhabitual en Midgar, pero la quema de rastrojos iba poco a poco cercando a los contendientes envueltos en la pelea animal. El dardo sufrido por la compañera de la cierva se había partido en el trascurso de la pelea, y sus rugidos y golpes resonaban como una violentísima locura.
-¡CUIDADO!- pudo gritarle Nou, al darse cuenta que el fuego ya se le estaba acercando en demasía, recibiendo un corte detenido por una de las hombreras de su armadura. Miró irritado consigo mismo al combatiente, y esquivando un nuevo ataque hacia un lado, tras acuclillarse, tomó uno de los dos dardos que habían quedado anclados en el suelo con la mano libre. Dejando resbalar la espada enemiga sobre la suya propia, giró sobre sí mismo acercándose más al licántropo, a fin de incrustarle el proyectil en la cara a media vuelta, uno de los ojos con suerte, antes de terminar de frente a él tajándole el cuello, evitando una respuesta instintiva agachándose con rapidez.
Si conseguía el trabajado movimiento, sería el momento de ayudar en la guerra de los lobos.
Nousis Indirel
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Re: La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
Seguían lanzando dardos. Hacia el elfo esta vez, lo que parecía apoyar su versión. Wanda calculó rápidamente el origen de los proyectiles. El tirador estaba al otro lado de la columna de fuego, lo que significaba que debía estar cerca, para ver algo más allá de las llamas. ¡Ahí!
La cierva revolvió en su bolsa, mezcló un par de líquidos en un frasco, empapó un jirón de tela a modo de mecha y, en un visto y no visto, estaba lista para el lanzamiento. Con el rugido del fuego a su alrededor, apenas oyeron el estallido del frasco, pero sí los gritos de dolor del hombre antorcha. Uno menos.
Inga respondió al aviso de su improvisado compañero con un brusco giro de su cuerpo que empujó a su contrincante hacia las llamas . Una coz de su amiga evitó que el hombre volviera a levantarse. Dos menos.
El tercero cayó cuando el movimiento de Nousis dio en el blanco. Para entonces, Wanda había arrancado los restos del dardo del hombro de su compañera y estaba rociando la herida con unos polvos que sacó de su abultada bolsa.
—Parece que no estás tan indefenso —reconoció—. Te ayudaremos. —De momento—. Bebe esto, por si acaso —le dijo a Inga, acercándole otro de sus frascos.
Después agarró otro más de sus preparados y se acercó al fuego. Vertió una sustancia sobre él y se abrió un pasillo de humo donde las llamas se extinguieron, permitiéndoles el paso.
—Veamos dónde nos lleva esa condenada Varita.
Has aceptado colaborar, a regañadientes, y Wanda acepta colaborar a su vez, también a regañadientes. ¿Qué Objeto os señalará la Varita? Dejemos que los dioses decidan.
¿Será el Cuco? (Runa buena)
¿Serán las Alas? (Runa mala)
¿O será la Lengua? (Runa regular)
Ocurra lo que ocurra, estate atento estos próximos días. Tu aventura continúa [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
La cierva revolvió en su bolsa, mezcló un par de líquidos en un frasco, empapó un jirón de tela a modo de mecha y, en un visto y no visto, estaba lista para el lanzamiento. Con el rugido del fuego a su alrededor, apenas oyeron el estallido del frasco, pero sí los gritos de dolor del hombre antorcha. Uno menos.
Inga respondió al aviso de su improvisado compañero con un brusco giro de su cuerpo que empujó a su contrincante hacia las llamas . Una coz de su amiga evitó que el hombre volviera a levantarse. Dos menos.
El tercero cayó cuando el movimiento de Nousis dio en el blanco. Para entonces, Wanda había arrancado los restos del dardo del hombro de su compañera y estaba rociando la herida con unos polvos que sacó de su abultada bolsa.
—Parece que no estás tan indefenso —reconoció—. Te ayudaremos. —De momento—. Bebe esto, por si acaso —le dijo a Inga, acercándole otro de sus frascos.
Después agarró otro más de sus preparados y se acercó al fuego. Vertió una sustancia sobre él y se abrió un pasillo de humo donde las llamas se extinguieron, permitiéndoles el paso.
—Veamos dónde nos lleva esa condenada Varita.
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Fehu
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Re: La caza del elfo (Nousis Indirel) [Trama Global Objetos Malditos]
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Tyr
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