Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
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Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Tras realizar los trámites pertinentes, Cohen abandonó Lunargenta y puso rumbo norte, dirección Roilkat. Pasó la primera jornada diurna oculto en el sótano de una de las viviendas, de un pequeño pueblo llamado Farskock, después de pagar un simbólico precio a la dueña de la misma.
A la caída del ocaso, el vampiro subió las escaleras y se encontró con la dueña de la casa, realmente nerviosa, lamentándose sin parar.
―¿Qué diablos sucede? ―preguntó, viendo el tembloroso estado de su cuerpo.
Por un segundo, el vampiro pensó en alimentarse de la mujer. Al fin y al cabo, las enzimas mágicas de su mordedura le harían calmarse. Y él estaba hambriento.
―¡Ay! ¡El joven Pedrillo ha desaparecido! ¡Cuántas desgracias pueden suceder en la misma familia! Si yo le contara…
―En realidad, no me intere…
―Verá ―dijo la mujer interrumpiéndole―. El padre de Pedrillo se fue de la noche a la mañana. Muchos vecinos cuentan que se fue con una mujer y que dejó a la pobre Inés sola con su hijo… y ese gran rebaño de ovejas. El chico tuvo que dejar la escuela para cuidar de las ovejas… ya sabe, sacarlas a pastar… ¡Ese pobre crío!
―Bueno, yo ya me…
―Resulta que Pedrillo sacó las ovejas esta tarde cómo cada día. Al parecer, gritó “Que viene el lobo”. Es una broma que suele gastar a menudo. Es un pillín… El asunto es que el crío no ha vuelto a casa. No hay rastro ni de él ni de las ovejas. Su madre está realmente asustada por lo que le haya podido pasar. Es un buen chico…
―Estaré atento si le veo por los campos. De todas formas, yo ya…
―Su madre ofrece una recompensa si vuelve vivo. Pero claro… tendría que vender parte del rebaño para eso, porque la pobre no tiene grandes ahorros… ¡Las desgracias nunca vienen solas! Pobre mujer…
―Hasta…
La anciana volvió a interrumpirle una vez más. Desesperado y sin paciencia, Cohen se acercó a ella en un rápido movimiento. Tras doblar su cuello, dejándolo expuesto, mientras la señora dio un pequeño grito de sorpresa, hincó sus dientes en su cuello, haciendo que en pocos segundos, su cuerpo se paralizase a causa de la mordida.
Se alimentó de su sangre, sin prisa, sabiendo que la anciana vivía sola y que a nadie esperaba a aquellas horas de la noche. Por la mañana, encontrarían su cadáver. Puede que un par de días después... Él ya estaría lejos de allí y con una bolsa de aeros en su bolsillo.
A la caída del ocaso, el vampiro subió las escaleras y se encontró con la dueña de la casa, realmente nerviosa, lamentándose sin parar.
―¿Qué diablos sucede? ―preguntó, viendo el tembloroso estado de su cuerpo.
Por un segundo, el vampiro pensó en alimentarse de la mujer. Al fin y al cabo, las enzimas mágicas de su mordedura le harían calmarse. Y él estaba hambriento.
―¡Ay! ¡El joven Pedrillo ha desaparecido! ¡Cuántas desgracias pueden suceder en la misma familia! Si yo le contara…
―En realidad, no me intere…
―Verá ―dijo la mujer interrumpiéndole―. El padre de Pedrillo se fue de la noche a la mañana. Muchos vecinos cuentan que se fue con una mujer y que dejó a la pobre Inés sola con su hijo… y ese gran rebaño de ovejas. El chico tuvo que dejar la escuela para cuidar de las ovejas… ya sabe, sacarlas a pastar… ¡Ese pobre crío!
―Bueno, yo ya me…
―Resulta que Pedrillo sacó las ovejas esta tarde cómo cada día. Al parecer, gritó “Que viene el lobo”. Es una broma que suele gastar a menudo. Es un pillín… El asunto es que el crío no ha vuelto a casa. No hay rastro ni de él ni de las ovejas. Su madre está realmente asustada por lo que le haya podido pasar. Es un buen chico…
―Estaré atento si le veo por los campos. De todas formas, yo ya…
―Su madre ofrece una recompensa si vuelve vivo. Pero claro… tendría que vender parte del rebaño para eso, porque la pobre no tiene grandes ahorros… ¡Las desgracias nunca vienen solas! Pobre mujer…
―Hasta…
La anciana volvió a interrumpirle una vez más. Desesperado y sin paciencia, Cohen se acercó a ella en un rápido movimiento. Tras doblar su cuello, dejándolo expuesto, mientras la señora dio un pequeño grito de sorpresa, hincó sus dientes en su cuello, haciendo que en pocos segundos, su cuerpo se paralizase a causa de la mordida.
Se alimentó de su sangre, sin prisa, sabiendo que la anciana vivía sola y que a nadie esperaba a aquellas horas de la noche. Por la mañana, encontrarían su cadáver. Puede que un par de días después... Él ya estaría lejos de allí y con una bolsa de aeros en su bolsillo.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Mi nueva misión me llevaria ni más ni menos que a los bosques de Verisar. El anuncio de la madre que buscaba ayuda para encontrar a su hijo enseguida llego a mis oidos y, como no podía ser de otra forma, no dude en fundirme en el cuero y salir en dirección a la zona. Era un viaje medianamente largo pero con el caballo que me facilitaron no me costo demasiadas horas atravesar todo el camino que me separaba del lugar del suceso.
Cuando llegue al lugar, en plena madrugada, quise entrevistarme personalmente con la madre del muchacho y no dude en aporrear un par de veces la puerta de la casa. Al abrirse la puerta, vi a una mujer de edad mediana, vestida con ropas humildes y con expresión triste en su rostro.
- ¿Eres el justiciero del que tanto se habla, no? ¿Vienes a ayudar? -me preguntó la mujer, quién parecía mirarme entusiasmada al ver que quién había acudido a ayudar.
- Así es, quiero ayudar a encontrar a su hijo. ¿Puede contarme lo que sabe? -Necesitaba saber cuanta más información mejor. Sabía lo del rapto pero si ella me facilitaba algún dato más, tal vez eso me pueda ayudar a saber por donde comenzar.
- Fue ayer por la tarde, mi hijo sacó las ovejas y desde entonces no volvió. Desde que mi marido se fue, mi hijo se ha tenido que hacer cargo de ellas y siempre esta bromeando con que viene el lobo pero esta vez, esta vez no ha vuelto. No se que le ha pasado. He puesto el anuncio pero aún no se nada. Espero que no le haya pasado nada.
- No se preocupe señora. Hare lo que este en mi mano por encontrarlo -dije mientras me daba media vuelta en dirección al bosque, pues era donde más fácil un niño podría perderse.
- ¡Gracias!
Escuche como se cerraba la puerta a mi espalda y mis pasos me adentraron en el interior del bosque mientras concentraba mis sentidos por si cactaban cualquier cosa. Esperaba encontrar al niño vivo. Siempre resulta desagradable la muerte de un niño, más aún tener que ser quién le de la noticia a su madre. Mi instinto me decía que el niño no se había perdido y que algo era el responsable de su desaparición. Confiaba en poder dar respuesta a la incognita.
Cuando llegue al lugar, en plena madrugada, quise entrevistarme personalmente con la madre del muchacho y no dude en aporrear un par de veces la puerta de la casa. Al abrirse la puerta, vi a una mujer de edad mediana, vestida con ropas humildes y con expresión triste en su rostro.
- ¿Eres el justiciero del que tanto se habla, no? ¿Vienes a ayudar? -me preguntó la mujer, quién parecía mirarme entusiasmada al ver que quién había acudido a ayudar.
- Así es, quiero ayudar a encontrar a su hijo. ¿Puede contarme lo que sabe? -Necesitaba saber cuanta más información mejor. Sabía lo del rapto pero si ella me facilitaba algún dato más, tal vez eso me pueda ayudar a saber por donde comenzar.
- Fue ayer por la tarde, mi hijo sacó las ovejas y desde entonces no volvió. Desde que mi marido se fue, mi hijo se ha tenido que hacer cargo de ellas y siempre esta bromeando con que viene el lobo pero esta vez, esta vez no ha vuelto. No se que le ha pasado. He puesto el anuncio pero aún no se nada. Espero que no le haya pasado nada.
- No se preocupe señora. Hare lo que este en mi mano por encontrarlo -dije mientras me daba media vuelta en dirección al bosque, pues era donde más fácil un niño podría perderse.
- ¡Gracias!
Escuche como se cerraba la puerta a mi espalda y mis pasos me adentraron en el interior del bosque mientras concentraba mis sentidos por si cactaban cualquier cosa. Esperaba encontrar al niño vivo. Siempre resulta desagradable la muerte de un niño, más aún tener que ser quién le de la noticia a su madre. Mi instinto me decía que el niño no se había perdido y que algo era el responsable de su desaparición. Confiaba en poder dar respuesta a la incognita.
Alex Raider
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Saciada su hambre, Cohen tiró el cadáver de la anciana por las escaleras que conducían al sótano. Tras el estruendo que causó el golpe, cerró la puerta de éste y se dispuso a asearse. Eliminó de su cuerpo cualquier rastro de sangre. Finalizado el trabajo, salió del entrañable hogar por la puerta trasera, rumbo al bosque.
En algún lugar, debía encontrar a Pedrillo y sus ovejas. Si el rebaño era tan grande, no sería tan difícil encontrarlo. Además, tantos animales no podían pasar desapercibidos tan fácilmente.
Se adentró en un gran prado, mirando al suelo. Su vista vampírica le permitía ver pequeños detalles en la hierba que, en la oscuridad de la noche, pasarían totalmente desapercibidos para la mayoría de los humanos que vivían por la zona.
Tras un rato caminando, algo en la lejanía llamó su atención. Caminó hacia el objeto en cuestión y al llegar hasta él, tomándolo con las manos, se dio cuenta de que se trataba de una bufanda. Al tacto, notó una sustancia líquida, algo viscosa, en el tejido. Al mojar un dedo en ella y llevándosela a los labios, lo lamió. Sin duda, era sangre. Sangre reciente.
Pedrillo, el niño ganadero de Farskock, tenía grandes probabilidades de haber resultado herido con el encuentro de alguna amenaza que había hecho peligrar su vida.
¿Un lobo? Si alguno de los vecinos escuchó su grito durante la tarde, acostumbrado a que el crío gastase una broma cómo aquella constantemente, probablemente pensara que se tratase de una burla.
Perdido en sus pensamientos, tardó en notar cómo los sigilosos pasos de alguien, se acercaban por su espalda. Al girar, se encontró con un hombre alto y encapuchado. El hecho de no poder reconocerle le resultó inquietante. ¿Acaso estaba él tras la desaparición de Pedrillo y sus ovejas?
―¿Quién anda ahí? ―preguntó, simulando ver menos de lo que realmente veía, cómo solía hacer normalmente ante los extraños: haciéndose pasar por un humano que hacía tiempo que había dejado de ser ―.Estoy en la búsqueda del joven Pedrillo de Farskock, un crío que ha desaparecido.
A pesar de las palabras tranquilizadoras que decidió emitir, su mano derecha se adentró en su bolsa de viaje, dispuesto a sacar algún objeto con el que defenderse, si era necesario.
En algún lugar, debía encontrar a Pedrillo y sus ovejas. Si el rebaño era tan grande, no sería tan difícil encontrarlo. Además, tantos animales no podían pasar desapercibidos tan fácilmente.
Se adentró en un gran prado, mirando al suelo. Su vista vampírica le permitía ver pequeños detalles en la hierba que, en la oscuridad de la noche, pasarían totalmente desapercibidos para la mayoría de los humanos que vivían por la zona.
Tras un rato caminando, algo en la lejanía llamó su atención. Caminó hacia el objeto en cuestión y al llegar hasta él, tomándolo con las manos, se dio cuenta de que se trataba de una bufanda. Al tacto, notó una sustancia líquida, algo viscosa, en el tejido. Al mojar un dedo en ella y llevándosela a los labios, lo lamió. Sin duda, era sangre. Sangre reciente.
Pedrillo, el niño ganadero de Farskock, tenía grandes probabilidades de haber resultado herido con el encuentro de alguna amenaza que había hecho peligrar su vida.
¿Un lobo? Si alguno de los vecinos escuchó su grito durante la tarde, acostumbrado a que el crío gastase una broma cómo aquella constantemente, probablemente pensara que se tratase de una burla.
Perdido en sus pensamientos, tardó en notar cómo los sigilosos pasos de alguien, se acercaban por su espalda. Al girar, se encontró con un hombre alto y encapuchado. El hecho de no poder reconocerle le resultó inquietante. ¿Acaso estaba él tras la desaparición de Pedrillo y sus ovejas?
―¿Quién anda ahí? ―preguntó, simulando ver menos de lo que realmente veía, cómo solía hacer normalmente ante los extraños: haciéndose pasar por un humano que hacía tiempo que había dejado de ser ―.Estoy en la búsqueda del joven Pedrillo de Farskock, un crío que ha desaparecido.
A pesar de las palabras tranquilizadoras que decidió emitir, su mano derecha se adentró en su bolsa de viaje, dispuesto a sacar algún objeto con el que defenderse, si era necesario.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Estaba muy oscuro por lo que decidi equiparme las gafas especiales que me acababa de comprar, que me permitiría tener una buena visión a estas horas del día. Segui mi camino buscando y esperando encontrar al joven cuanto antes. Confiaba en que siguiera vivo, aunque no podía evitar que parte de mi estuviera preocupado.
Al cabo de caminar un rato y gracias a sus gafas, pude ver una figura delante mia, sujetando una bufanda. ¿Acaso sería él el responsable de todo esto? Me ha detectado, ¿Como es posible? Probablemente no sea un humano, tal vez sea un vampiro. Poco me apetecía encontrarme con vampiros después de lo que paso con aquella vampiresa.
Segui acercándome y no tarde en descubrir su identidad. Era el mismo vampiro que me patrocino en aquel despreciable evento que organizo aquella vampira. ¿Acaso él había raptado al niño? No me parecía probable. Es más, acaba de decir que está buscando al niño. Eso cambiaba las cosas y me cuadraba más. Mi impresión con él no había sido mala y no es algo que piense por haber disfrutado con él en aquel lugar, sino porque realmente no veía en él una naturaleza maligna, tan solo la de alguien que busca sobrevivir y adaptarse a este mundo.
- ¿Tu también? -le pregunte mientras me acercaba, dejando que la cercanía le permitiera al vampiro verme mejor, vestido con ese cuero esmeralda que marcaba bien lo que llevaba entre las piernas. Él no podría reconocerme a causa del antifaz y de las gafas. Como la otra vez, el vampiro lucía atractivo y tenía que hacer esfuerzos por no excitarme -. Yo también ando buscando al niño. Parece que has encontrado algo.
Solo conocía al vampiro de aquello y no se porque estaba allí, por lo que no se siquiera si puedo confiarle mi identidad. Por eso, mi intención era tratar de mantener mi anonimato, al menos por ahora. Si podía confirmar de alguna manera, que él era alguien de fiar y que no iba a ser un problema que me conociera, no tendría motivos para seguir ocultándole mi identidad. Además, el ratito entretenido que podriamos pasar juntos era tentador, había que reconocerlo.
Al cabo de caminar un rato y gracias a sus gafas, pude ver una figura delante mia, sujetando una bufanda. ¿Acaso sería él el responsable de todo esto? Me ha detectado, ¿Como es posible? Probablemente no sea un humano, tal vez sea un vampiro. Poco me apetecía encontrarme con vampiros después de lo que paso con aquella vampiresa.
Segui acercándome y no tarde en descubrir su identidad. Era el mismo vampiro que me patrocino en aquel despreciable evento que organizo aquella vampira. ¿Acaso él había raptado al niño? No me parecía probable. Es más, acaba de decir que está buscando al niño. Eso cambiaba las cosas y me cuadraba más. Mi impresión con él no había sido mala y no es algo que piense por haber disfrutado con él en aquel lugar, sino porque realmente no veía en él una naturaleza maligna, tan solo la de alguien que busca sobrevivir y adaptarse a este mundo.
- ¿Tu también? -le pregunte mientras me acercaba, dejando que la cercanía le permitiera al vampiro verme mejor, vestido con ese cuero esmeralda que marcaba bien lo que llevaba entre las piernas. Él no podría reconocerme a causa del antifaz y de las gafas. Como la otra vez, el vampiro lucía atractivo y tenía que hacer esfuerzos por no excitarme -. Yo también ando buscando al niño. Parece que has encontrado algo.
Solo conocía al vampiro de aquello y no se porque estaba allí, por lo que no se siquiera si puedo confiarle mi identidad. Por eso, mi intención era tratar de mantener mi anonimato, al menos por ahora. Si podía confirmar de alguna manera, que él era alguien de fiar y que no iba a ser un problema que me conociera, no tendría motivos para seguir ocultándole mi identidad. Además, el ratito entretenido que podriamos pasar juntos era tentador, había que reconocerlo.
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
A medida que se acercaba, Cohen pudo ver mejor la figura del hombre. Vestido de cuero, con unas lentes de visión nocturna y un arco profesional. Si algo odiaban los vampiros eran esos artilugios que permitían a miembros de otras razas defenderse de noche. Por lo que, lo más inteligente en un caso cómo éste, era cooperar. Al menos, hasta que se hubiese ganado su confianza… Siempre podría usar sus poderes y desprenderle de aquel objeto de ingeniería que le permitía seguir su rastro.
―Sí, parece una bufanda. Está manchada de sangre. Temo que al pobre chaval le hubiese pasado algo ―dijo, simulando tener sentimientos por un chico al que no había visto jamás―. Lo más normal es que algunas de sus ovejas estuviesen por aquí. Pero… ¿ni una?
El vampiro miró a su alrededor, intentando buscar algún indicio que le permitiese adivinar el paradero del crío.
―Voy a continuar prado abajo.
En sus adentros, sólo deseaba que el hombre se quedara allí. Caminó los primeros pasos y por un breve instante se sintió aliviado. Pero enseguida escuchó los pasos de aquel arquero siguiéndole. Al parecer, estaba obligado a soportar su compañía.
Dirigió su rumbo hacia una zona arbolada, al sur. Quizás los animales, asustados, habían decidido refugiarse allí, entre los árboles.
―¿Quién eres, por cierto? ¿Eres consciente de que tu aspecto… puede resultar algo… inquietante? No te lo tomes a mal… pero pareces un tipo intimidante. Encontrarte de noche, en un lugar oscuro cómo éste...
A Cohen le gustaba jugar esa carta . Solía dar la impresión en los demás de ser una persona bastante impresionable. La reacción normal en estos casos era que el otro bajase la guardia, se relajase...
―Por cierto, me gustan tus gafas. Aunque yo para ver de noche, prefiero uno elixir. Es mucho más cómodo. ¿Los has probado?
Igualmente, su intención era darle a entender que no veía de noche, en la oscuridad, de forma natural. Sino que tenía que ayudarse con un elixir alquímico para hacerlo. Él mismo los fabricaba en La Flor Inerte: conocía de sobra cómo elaborarlo, que color y sabor tenía... si alguien le pedía detalles, siempre podía salir airoso con aquella mentira.
Escuchó las respuestas del hombre, mientras continuaban caminando hacia la zona arbolada.
―Sí, parece una bufanda. Está manchada de sangre. Temo que al pobre chaval le hubiese pasado algo ―dijo, simulando tener sentimientos por un chico al que no había visto jamás―. Lo más normal es que algunas de sus ovejas estuviesen por aquí. Pero… ¿ni una?
El vampiro miró a su alrededor, intentando buscar algún indicio que le permitiese adivinar el paradero del crío.
―Voy a continuar prado abajo.
En sus adentros, sólo deseaba que el hombre se quedara allí. Caminó los primeros pasos y por un breve instante se sintió aliviado. Pero enseguida escuchó los pasos de aquel arquero siguiéndole. Al parecer, estaba obligado a soportar su compañía.
Dirigió su rumbo hacia una zona arbolada, al sur. Quizás los animales, asustados, habían decidido refugiarse allí, entre los árboles.
―¿Quién eres, por cierto? ¿Eres consciente de que tu aspecto… puede resultar algo… inquietante? No te lo tomes a mal… pero pareces un tipo intimidante. Encontrarte de noche, en un lugar oscuro cómo éste...
A Cohen le gustaba jugar esa carta . Solía dar la impresión en los demás de ser una persona bastante impresionable. La reacción normal en estos casos era que el otro bajase la guardia, se relajase...
―Por cierto, me gustan tus gafas. Aunque yo para ver de noche, prefiero uno elixir. Es mucho más cómodo. ¿Los has probado?
Igualmente, su intención era darle a entender que no veía de noche, en la oscuridad, de forma natural. Sino que tenía que ayudarse con un elixir alquímico para hacerlo. Él mismo los fabricaba en La Flor Inerte: conocía de sobra cómo elaborarlo, que color y sabor tenía... si alguien le pedía detalles, siempre podía salir airoso con aquella mentira.
Escuchó las respuestas del hombre, mientras continuaban caminando hacia la zona arbolada.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Él tenía razon.Era raro que no hubiera ni rastro de las ovejas y resultaba bastante inquietante. Sin duda, algo ha pasado. No se trata de un caso de niño perdido. La bufanda manchada de sangre era prueba de que algo había pasado. ¿Pero que? Confiaba en que pudieramos encontrar al niño vivo pero empezaba a verlo poco probable.
El tipo dijo de ir prado abajo y, como no podía ser de otra forma, fui con él. Aunque me había caído bien el otro día, no podía bajar la guardia y eliminarlo de la ecuación. Tal vez sea él el responsable. Tal vez se haya alimentado del niño y este fingiendo ayudar. Puede que notara mi presencia y que sepa sobre mi, sobre el justiciero de Lunargenta. Él comenzó a preguntar por mi, fingiendo no conocerme, pero eso no queria decir que no estuviera fingiendo. Por supuesto, no tenía intención de revelar aún mi nombre.
- ¿No has oido hablar nunca de mi? Soy un antiguo militar de Lunargenta, convertido en justiciero para servir a la corona desde las sombras. Desafortunadamente, muchos crimenes se escapan a la ley y viene bien que alguien se encargue de erradicar el mal que la ley no puede alcanzar -respondí, buscando dar una respuesta lo más sincera posible acerca de mi, y sin dar mi nombre -. Se que mi aspecto puede resultar inquietante. Pero quien me conoce, sabe que si no ha hecho nada malo, no debe de que preocuparse. Este traje me permite guardar mi identidad, además de comodidad para afrontar mis misiones.
A continuación, el vampiro se intereso por mis gafas. ¿Sería a caso un intento por ver mis ojos? Era peligroso quitarme las gafas. Es cierto que tenía el antifaz pero tal vez me pueda reconocer. A fin de cuentas, le tuve muy de cerca. Pero bueno, me habla de un elixir. No sabía de su existencia. ¿En serio había un elixir que permitía eso?
- ¿En serio existe? Sin duda, sería una forma cómoda de ver por la noche sin necesidad de llevar esto.
Justo cuando terminaba de hablar, mire al suelo y vi que acababa de poner pie encima de lo que parecía una enorme huella y no era una huella humana.
- Un momento, mira esto -Me agache y comencé a observar bien esa huella -. No es una huella humana. Algo ha pasado por aquí.
Mire hacia los lados y vi que esa huella venía de un largo prado que separaba el camino del pueblo del que venían. Además, parecía que esas huellas continuaban hacia el bosque.
- Lo que sea se metió en el bosque. Vayamos a ver.
Al poco de entrar en el bosque, alcanzariamos una pequeña zona abierta con los cadaveres de dos de las ovejas, que se encontraban destrozadas y sobre un buen baño de sangre.
- Algo se ha alimentado de ellas. ¿Que puede ser?.
OFF: Primera Complicación: Sobrevivir al chupacabras
El tipo dijo de ir prado abajo y, como no podía ser de otra forma, fui con él. Aunque me había caído bien el otro día, no podía bajar la guardia y eliminarlo de la ecuación. Tal vez sea él el responsable. Tal vez se haya alimentado del niño y este fingiendo ayudar. Puede que notara mi presencia y que sepa sobre mi, sobre el justiciero de Lunargenta. Él comenzó a preguntar por mi, fingiendo no conocerme, pero eso no queria decir que no estuviera fingiendo. Por supuesto, no tenía intención de revelar aún mi nombre.
- ¿No has oido hablar nunca de mi? Soy un antiguo militar de Lunargenta, convertido en justiciero para servir a la corona desde las sombras. Desafortunadamente, muchos crimenes se escapan a la ley y viene bien que alguien se encargue de erradicar el mal que la ley no puede alcanzar -respondí, buscando dar una respuesta lo más sincera posible acerca de mi, y sin dar mi nombre -. Se que mi aspecto puede resultar inquietante. Pero quien me conoce, sabe que si no ha hecho nada malo, no debe de que preocuparse. Este traje me permite guardar mi identidad, además de comodidad para afrontar mis misiones.
A continuación, el vampiro se intereso por mis gafas. ¿Sería a caso un intento por ver mis ojos? Era peligroso quitarme las gafas. Es cierto que tenía el antifaz pero tal vez me pueda reconocer. A fin de cuentas, le tuve muy de cerca. Pero bueno, me habla de un elixir. No sabía de su existencia. ¿En serio había un elixir que permitía eso?
- ¿En serio existe? Sin duda, sería una forma cómoda de ver por la noche sin necesidad de llevar esto.
Justo cuando terminaba de hablar, mire al suelo y vi que acababa de poner pie encima de lo que parecía una enorme huella y no era una huella humana.
- Un momento, mira esto -Me agache y comencé a observar bien esa huella -. No es una huella humana. Algo ha pasado por aquí.
Mire hacia los lados y vi que esa huella venía de un largo prado que separaba el camino del pueblo del que venían. Además, parecía que esas huellas continuaban hacia el bosque.
- Lo que sea se metió en el bosque. Vayamos a ver.
Al poco de entrar en el bosque, alcanzariamos una pequeña zona abierta con los cadaveres de dos de las ovejas, que se encontraban destrozadas y sobre un buen baño de sangre.
- Algo se ha alimentado de ellas. ¿Que puede ser?.
OFF: Primera Complicación: Sobrevivir al chupacabras
Última edición por Alex Raider el Lun 2 Mayo 2022 - 17:07, editado 1 vez
Alex Raider
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
El hombre encapuchado decía ser un famoso justiciero del que no había hablar en las escasas noches que había pasado en la ciudad de los humanos. Cohen vio que aquella compañía no era la más acertada para él. Aunque estaba seguro de que sus habilidades y elixires serían más que válidos para enfrentarse a él, aquel hombre inquietante parecía ser un enemigo complicado que quizás no deseaba.
Caminaban mientras continuaba escuchando sus palabras. Cohen observaba los árboles a los que se aproximaban, por lo que cuando el hombre paró su aburrido discurso, enseguida miró hacia dónde él le señalaba.
En el suelo, las huellas de un gran cánido se veían con facilidad. Por la distancia, el tamaño de aquella bestia debía ser considerable, pues la distancia de una a la siguiente era de una zancada más larga de lo normal.
―No sé de qué huellas puede ser este animal, pero la bestia es más grande que un simple lobo…
Al llegar al bosque, vislumbraron los cadáveres de dos ovejas. Sus cuerpos estaban mutilados, cómo si fuertes garras se hubieran incrustado en su interior, dañándolo severamente.
En el cuello de una de las ovejas se podía ver el mordisco profundo de varios afilados dientes.
―No sabría decirte, pero esto no pinta nada bien…
Entonces, escucharon en la lejanía el sonido característico de un rebaño de ovejas. Entre los árboles, se comenzaban a distinguir algunas de las reses, que se acercaban a gran velocidad, claramente asustadas.
―Apuesto a que pronto lo sabremos ―dijo Cohen mirando hacia aquella dirección, por primera vez agradecido de no encontrarse a solas en esa situación.
Recordó que la madre de Pedrillo quería vender las ovejas cómo pago, pero el vampiro comenzaba a dudar de que, a ese paso, aquella venta fuese posible. Pues cada oveja parecía haber tomado un ritmo distinto huyendo de la extraña criatura que parecía acecharlas.
―Creo que deberíamos tener a manos nuestras... armas. ―dijo en un tono de voz bajo, casi susurrante, sin demasiadas ganas de llamar la atención de cualquier criatura que estuviese a su alrededor― Permanecer alerta por si acaso.
Sin duda, el encapuchado no era vampiro, pues necesitaba de aquella máscara para ver en la oscuridad. El problema: que cualquier tipo de magia que usara para defenderse, afectaría igualmente las capacidades ofensivas de su acompañante. Algo que no le beneficiaba en absoluto en esa situación. Por lo que, decidido, Cohen llevó sus manos hacia su bolsa de viaje, buscando algunos de sus elixires para defenderse.
Caminaban mientras continuaba escuchando sus palabras. Cohen observaba los árboles a los que se aproximaban, por lo que cuando el hombre paró su aburrido discurso, enseguida miró hacia dónde él le señalaba.
En el suelo, las huellas de un gran cánido se veían con facilidad. Por la distancia, el tamaño de aquella bestia debía ser considerable, pues la distancia de una a la siguiente era de una zancada más larga de lo normal.
―No sé de qué huellas puede ser este animal, pero la bestia es más grande que un simple lobo…
Al llegar al bosque, vislumbraron los cadáveres de dos ovejas. Sus cuerpos estaban mutilados, cómo si fuertes garras se hubieran incrustado en su interior, dañándolo severamente.
En el cuello de una de las ovejas se podía ver el mordisco profundo de varios afilados dientes.
―No sabría decirte, pero esto no pinta nada bien…
Entonces, escucharon en la lejanía el sonido característico de un rebaño de ovejas. Entre los árboles, se comenzaban a distinguir algunas de las reses, que se acercaban a gran velocidad, claramente asustadas.
―Apuesto a que pronto lo sabremos ―dijo Cohen mirando hacia aquella dirección, por primera vez agradecido de no encontrarse a solas en esa situación.
Recordó que la madre de Pedrillo quería vender las ovejas cómo pago, pero el vampiro comenzaba a dudar de que, a ese paso, aquella venta fuese posible. Pues cada oveja parecía haber tomado un ritmo distinto huyendo de la extraña criatura que parecía acecharlas.
―Creo que deberíamos tener a manos nuestras... armas. ―dijo en un tono de voz bajo, casi susurrante, sin demasiadas ganas de llamar la atención de cualquier criatura que estuviese a su alrededor― Permanecer alerta por si acaso.
Sin duda, el encapuchado no era vampiro, pues necesitaba de aquella máscara para ver en la oscuridad. El problema: que cualquier tipo de magia que usara para defenderse, afectaría igualmente las capacidades ofensivas de su acompañante. Algo que no le beneficiaba en absoluto en esa situación. Por lo que, decidido, Cohen llevó sus manos hacia su bolsa de viaje, buscando algunos de sus elixires para defenderse.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
[b][i]Aquel sonido nos alerto e hizo que alzaramos la vista. Parecía que habíamos encontrado al rebaño pero claramente estaban asustadas. La pregunta seguía siendo donde se encontraría el niño. Tal vez viera a la misteriosa criatura y se escondiera asustado. Esa idea me reconfortaba la verdad.
Cuando el vampiro sugirió coger nuestras armas, agarré mi arco y cogi una flecha, colocándola debidamente pero sin tensar aún la cuerda. Comencé a tomar algo de distancia, aunque sin alejarme demasiado, buscando aumentar el radio de búsqueda entre ambos. En cierto modo, me sentía agradecido por él, pues me trato bien cuando, sin duda, podía haberme matado y sentía agradecimiento por ello. No podia dejar que la bestia que deambulaba por aquí le pudiera matar.
Empecé a escuchar el discurrir del agua no muy lejos de mi posición. ¿Acaso había algún rio por aqui? No tardaría en descubrir de donde venía ese agua y es que no tarde en resbalar por un pequeño agujero en el suelo que me hizó caer entre dos paredes rocosas, y junto a una pequeña cascada filtrada entre la roca que me llevó a zambullirme en una pequeña charca, lo suficientemente profunda como para no matarme.
Rápidamente, nade hasta lograr sacar mi cabeza del agua y comprobe que las gafas no se habían estropeado. Rápidamente y mientras sentía el frio del agua, traspasando el cuero, nade hasta la orilla y subi sobre el suelo de roca, dejando que el agua cayera por mi cuerpo y me viera totalmente empapado. Me quite la capucha, el antifaz y las gafas buscando liberar mi aprisionada cabeza y respirar un poco. No se me ocurrió pensar que el vampiro podría verme, ya que en teoría me encontraba allí solo.
- Genial. ¿Y ahora como salgo de aquí? -pregunté mientras colgaba las gafas de mi cuello y guardaba el antifaz, aprovechando ese rato de minima luz que me otorgaba la luna, colandose por aquel agujero en el techo.
La altura era grande y no estaba seguro de como poder subir. Tenía algo de cuerda equipada en mi arco pero no se si llegaría. Debía de intentarlo asi que prepare la flecha y mi arco, con la flecha atada ya a la cuerda y dispare logrando clavarla en la zona más baja de aquel agujero por el que caí. Comencé a ascender, tras volver a equiparme el antifaz y las gafas, para finalmente sujetarme a la roca. Recuperé la flecha y comencé a ascender por la piedra, trepando por ella mientras que sentía el agua cayendo por mi cuerpo. Esto estaba muy resbaladizo pero, al final, logre salir de allí trepando por aquella pared rocosa.
Mientras recuperaba la cuerda, sentí algo a mi espalda, parecía la respiración de un animal y, al girarme, allí estaba. Un hambriento chupacabras. No me dio tiempo a hacer nada antes de que su boca cubriera mi cuello y sintiera un terrible y profundo dolor. Pocos segundos después de comenzar a agonizar, sentí como perdía el conocimiento y mi cuello se separaba del resto de mi cuerpo, haciendo que esté cayera por el barranco, hundiéndose en el agua.
Cuando el vampiro sugirió coger nuestras armas, agarré mi arco y cogi una flecha, colocándola debidamente pero sin tensar aún la cuerda. Comencé a tomar algo de distancia, aunque sin alejarme demasiado, buscando aumentar el radio de búsqueda entre ambos. En cierto modo, me sentía agradecido por él, pues me trato bien cuando, sin duda, podía haberme matado y sentía agradecimiento por ello. No podia dejar que la bestia que deambulaba por aquí le pudiera matar.
Empecé a escuchar el discurrir del agua no muy lejos de mi posición. ¿Acaso había algún rio por aqui? No tardaría en descubrir de donde venía ese agua y es que no tarde en resbalar por un pequeño agujero en el suelo que me hizó caer entre dos paredes rocosas, y junto a una pequeña cascada filtrada entre la roca que me llevó a zambullirme en una pequeña charca, lo suficientemente profunda como para no matarme.
Rápidamente, nade hasta lograr sacar mi cabeza del agua y comprobe que las gafas no se habían estropeado. Rápidamente y mientras sentía el frio del agua, traspasando el cuero, nade hasta la orilla y subi sobre el suelo de roca, dejando que el agua cayera por mi cuerpo y me viera totalmente empapado. Me quite la capucha, el antifaz y las gafas buscando liberar mi aprisionada cabeza y respirar un poco. No se me ocurrió pensar que el vampiro podría verme, ya que en teoría me encontraba allí solo.
- Genial. ¿Y ahora como salgo de aquí? -pregunté mientras colgaba las gafas de mi cuello y guardaba el antifaz, aprovechando ese rato de minima luz que me otorgaba la luna, colandose por aquel agujero en el techo.
La altura era grande y no estaba seguro de como poder subir. Tenía algo de cuerda equipada en mi arco pero no se si llegaría. Debía de intentarlo asi que prepare la flecha y mi arco, con la flecha atada ya a la cuerda y dispare logrando clavarla en la zona más baja de aquel agujero por el que caí. Comencé a ascender, tras volver a equiparme el antifaz y las gafas, para finalmente sujetarme a la roca. Recuperé la flecha y comencé a ascender por la piedra, trepando por ella mientras que sentía el agua cayendo por mi cuerpo. Esto estaba muy resbaladizo pero, al final, logre salir de allí trepando por aquella pared rocosa.
Mientras recuperaba la cuerda, sentí algo a mi espalda, parecía la respiración de un animal y, al girarme, allí estaba. Un hambriento chupacabras. No me dio tiempo a hacer nada antes de que su boca cubriera mi cuello y sintiera un terrible y profundo dolor. Pocos segundos después de comenzar a agonizar, sentí como perdía el conocimiento y mi cuello se separaba del resto de mi cuerpo, haciendo que esté cayera por el barranco, hundiéndose en el agua.
Última edición por Alex Raider el Sáb 14 Mayo 2022 - 11:03, editado 2 veces
Alex Raider
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Cohen continuó caminando entre las hileras de árboles, a paso cuidadoso. Lo hacía con el mayor de los sigilos, mientras se acercaba al grupo de ovejas que, nerviosas, corrían de un sitio para otro, totalmente aterradas.
Dobló su cabeza hacia la izquierda y la figura del misterioso arquero había desaparecido. Aunque en un principio le molestó su presencia, ahora su repentina ausencia le inquietaba.
Continuó caminando lentamente hacia algunas de las cabezas del ganado. Las reses más cercanas daban un paso atrás al percatarse de su presencia.
De pronto, a su izquierda, observó cómo varias ovejas corrían despavoridas en la misma dirección y que los pasos de una bestia sonaban en la distancia.
Cohen reaccionó rápido, colocándose detrás de un árbol, asomado tras el tronco, dispuesto a verla pasar en la distancia. Lo que vio lo dejó sin habla.
[1] Aquel cánido de larga longitud era una monstruosidad. A lo largo de su cuerpo, sobresalían decenas de largos pinchos. Aferrándose con sus largos dientes a una de las presas, le desgarró el cuello, cayendo la res muerta en el suelo, rendida por su fuerza brutal. Cohen recordó la leyenda sobre la existencia de aquella bestia. Algunos lo llamaban chupacabras, chupaovejas o simplemente, chupa chupa.
Llevó su mano hasta su bolsa de viaje. Tenía allí algunos elixires que estaba dispuesto a usar para debilitar a aquella maldita bestia. Aún así, escuchó cómo el chupacabras se movía de nuevo rápido, hacia la zona por la que había perdido la vista del encapuchado.
Normalmente, hubiera dejado a solas al desconocido y hubiera huido en la dirección contraria, pero estaba seguro de que si aquel vil animal le encontraba a solas, tenía todas las de perder.
Siguió su rastro desde la distancia, con el elixir en la mano, dispuesto a lanzarlo. Cuándo un tremendo golpe llamó enseguida la atención del vampiro. Escuchó gritar al desconocido, a quién más o menos pudo localizar por su voz.
Corrió en aquella dirección, recorriendo velozmente unos metros. Al llegar hasta allí, encontró a la bestia situada frente al hombre.
Al sentir la mirada del bicharraco sobre él, Cohen sintió una oleada de terror que en pocas ocasiones había experimentado. Pero, sin duda, aquel chupa chupa no iba a conseguir que se diera por vencido tan rápidamente…
Con el brebaje listo en la mano, Cohen dio un paso hacia la bestia, adoptando una pose que él consideraba que el chupacabras consideraría ofensiva. La bestia dio un par de pasos en su dirección, gruñéndole.
En ese momento, Cohen lanzó el recipiente de cristal contra ella, haciendo que se rompiese sobre su rostro. El líquido verde se extendió por su feo careto, empeorando el estado de la visión y el olfato del animal. [2]
Tras una rápida mirada al cadáver del encapuchado, comprobó cómo su cabeza se había despegado por completo del resto de su cuerpo. Comenzó a huir, sabiendo ahora a lo que se enfrentaba. Lo que el vampiro no esperaba era la facilidad que parecía tener el bicharraco para seguirle, a pesar de que sus sentidos estaban severamente afectados por el pegajoso veneno que le había lanzado. Pronto, tardó en comprender que el sonido de su carrera guiaba a la bestia tras de sí.
[1] - PRIMERA COMPLICACIÓN: Sobrevivir y Aniquilar al Chupacabras (pronto se añadirá la ficha de esta bestia al bestiario)
[2] - Rocío de Ortiga (Veneno) (1 Uso): Líquido verde que, al ser rociado sobre alguien, le causará inmediatamente una fuerte y casi irresistible comezón. Si cae en los ojos o la nariz perjudicará el sentido asociado.
Dobló su cabeza hacia la izquierda y la figura del misterioso arquero había desaparecido. Aunque en un principio le molestó su presencia, ahora su repentina ausencia le inquietaba.
Continuó caminando lentamente hacia algunas de las cabezas del ganado. Las reses más cercanas daban un paso atrás al percatarse de su presencia.
De pronto, a su izquierda, observó cómo varias ovejas corrían despavoridas en la misma dirección y que los pasos de una bestia sonaban en la distancia.
Cohen reaccionó rápido, colocándose detrás de un árbol, asomado tras el tronco, dispuesto a verla pasar en la distancia. Lo que vio lo dejó sin habla.
[1] Aquel cánido de larga longitud era una monstruosidad. A lo largo de su cuerpo, sobresalían decenas de largos pinchos. Aferrándose con sus largos dientes a una de las presas, le desgarró el cuello, cayendo la res muerta en el suelo, rendida por su fuerza brutal. Cohen recordó la leyenda sobre la existencia de aquella bestia. Algunos lo llamaban chupacabras, chupaovejas o simplemente, chupa chupa.
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Llevó su mano hasta su bolsa de viaje. Tenía allí algunos elixires que estaba dispuesto a usar para debilitar a aquella maldita bestia. Aún así, escuchó cómo el chupacabras se movía de nuevo rápido, hacia la zona por la que había perdido la vista del encapuchado.
Normalmente, hubiera dejado a solas al desconocido y hubiera huido en la dirección contraria, pero estaba seguro de que si aquel vil animal le encontraba a solas, tenía todas las de perder.
Siguió su rastro desde la distancia, con el elixir en la mano, dispuesto a lanzarlo. Cuándo un tremendo golpe llamó enseguida la atención del vampiro. Escuchó gritar al desconocido, a quién más o menos pudo localizar por su voz.
Corrió en aquella dirección, recorriendo velozmente unos metros. Al llegar hasta allí, encontró a la bestia situada frente al hombre.
Al sentir la mirada del bicharraco sobre él, Cohen sintió una oleada de terror que en pocas ocasiones había experimentado. Pero, sin duda, aquel chupa chupa no iba a conseguir que se diera por vencido tan rápidamente…
Con el brebaje listo en la mano, Cohen dio un paso hacia la bestia, adoptando una pose que él consideraba que el chupacabras consideraría ofensiva. La bestia dio un par de pasos en su dirección, gruñéndole.
En ese momento, Cohen lanzó el recipiente de cristal contra ella, haciendo que se rompiese sobre su rostro. El líquido verde se extendió por su feo careto, empeorando el estado de la visión y el olfato del animal. [2]
Tras una rápida mirada al cadáver del encapuchado, comprobó cómo su cabeza se había despegado por completo del resto de su cuerpo. Comenzó a huir, sabiendo ahora a lo que se enfrentaba. Lo que el vampiro no esperaba era la facilidad que parecía tener el bicharraco para seguirle, a pesar de que sus sentidos estaban severamente afectados por el pegajoso veneno que le había lanzado. Pronto, tardó en comprender que el sonido de su carrera guiaba a la bestia tras de sí.
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[1] - PRIMERA COMPLICACIÓN: Sobrevivir y Aniquilar al Chupacabras (pronto se añadirá la ficha de esta bestia al bestiario)
[2] - Rocío de Ortiga (Veneno) (1 Uso): Líquido verde que, al ser rociado sobre alguien, le causará inmediatamente una fuerte y casi irresistible comezón. Si cae en los ojos o la nariz perjudicará el sentido asociado.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Cohen corría abriéndose paso entre los árboles. Su entrenamiento diario le ayudaba a alcanzar una velocidad superior a la de cualquier persona normal que no contaba con su agilidad. Sin embargo, era consciente de que aquella bestia conseguiría alcanzándole sin no ideaba un astuto plan.
A medida de que transcurría los segundos notaba cómo la bestia se acercaba. Sus pasos sonaban más cerca y el maloliente olor que el chupacabras desprendía se intensificaba.
Aprovechando su problema de visión, Cohen dejó de correr en línea recta y fue zigzagueando entre los árboles. Miró hacia atrás levemente para ver cómo el chupacabras terminaba estampándose contra uno de ellos.
En ese momento, paró su carrera en seco y caminó sigilosamente un par de metros, intentando que su movimiento pasara totalmente desapercibido. Se situó tras un árbol de gran tamaño, ocultándose al otro lado, aunque sin dejar de perder de vista a la bestia.
Mientras ésta se quejaba, reponiéndose del golpe, avanzó rápidamente un par de metros y paró en seco, intentando captar algún sonido que le permitiese localizar a su presa.
El vampiro se mantuvo totalmente quieto, controlando a consciencia incluso el ritmo de su respiración. Los segundos transcurrían eternos. Cohen no se atrevía ni siquiera a mover uno de sus dedos: había quedado totalmente paralizado, aunque con la mente fría, buscando alguna solución.
A un par de pasos, distinguió una piedra. Pensó en avanzar un poco, cogerla y lograr lanzarla hacia la lejanía e intentar distanciarse en la dirección opuesta, pero temía que las capacidades de la bestia le hicieran interceptar que el movimiento de la piedra en el aire partía de su posición.
La bestia avanzó un par de pasos hacia adelante. El chupacabras parecía intuir su presencia allí, en alguna parte, aunque estaba claro de que no podía olerle ni verle. Decidido, se preparó para recoger la piedra y lanzarla por el aire hacia el otro lado del bosque, esperanzo que el chupacabras no detectase su ubicación real.
A medida de que transcurría los segundos notaba cómo la bestia se acercaba. Sus pasos sonaban más cerca y el maloliente olor que el chupacabras desprendía se intensificaba.
Aprovechando su problema de visión, Cohen dejó de correr en línea recta y fue zigzagueando entre los árboles. Miró hacia atrás levemente para ver cómo el chupacabras terminaba estampándose contra uno de ellos.
En ese momento, paró su carrera en seco y caminó sigilosamente un par de metros, intentando que su movimiento pasara totalmente desapercibido. Se situó tras un árbol de gran tamaño, ocultándose al otro lado, aunque sin dejar de perder de vista a la bestia.
Mientras ésta se quejaba, reponiéndose del golpe, avanzó rápidamente un par de metros y paró en seco, intentando captar algún sonido que le permitiese localizar a su presa.
El vampiro se mantuvo totalmente quieto, controlando a consciencia incluso el ritmo de su respiración. Los segundos transcurrían eternos. Cohen no se atrevía ni siquiera a mover uno de sus dedos: había quedado totalmente paralizado, aunque con la mente fría, buscando alguna solución.
A un par de pasos, distinguió una piedra. Pensó en avanzar un poco, cogerla y lograr lanzarla hacia la lejanía e intentar distanciarse en la dirección opuesta, pero temía que las capacidades de la bestia le hicieran interceptar que el movimiento de la piedra en el aire partía de su posición.
La bestia avanzó un par de pasos hacia adelante. El chupacabras parecía intuir su presencia allí, en alguna parte, aunque estaba claro de que no podía olerle ni verle. Decidido, se preparó para recoger la piedra y lanzarla por el aire hacia el otro lado del bosque, esperanzo que el chupacabras no detectase su ubicación real.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Cohen dio un paso a su derecha, lentamente, tras asegurarse de que no había nada en la superficie del bosque que hiciera ruido al colocar de nuevo su pie en la superficie de la hierba.
Se agachó a un pausado ritmo, llegando a coger la piedra en su mano derecha. La bestia rugió en ese momento, haciendo que el vampiro mirase de nuevo al chupacabras. Si había captado algún ruido en sus movimientos, no lo sabía, pero el bicharraco miraba en su dirección.
El vampiro no esperó más y se dispuso a tirar la piedra con toda su fuerza, hacia un grupo de árboles y arbustos que había a unos diez metros de él. Con un ágil movimiento, lanzó el duro proyectil que se balanceó en el aire, hasta golpear uno de aquellos gruesos troncos.
El Chupa Chupa avanzó rápidamente hacia allí, algo que aprovechó el vampiro para dar una serie de pasos en dirección contraria, aumentando la distancia entre él y la bestia.
El chupacabras atacó los árboles, golpeándose a ciegas con algunos de ellos. Un par de pasos más para que el vampiro se alejase, mientras observaba aquel descomunal monstruo buscando una imaginaria presa a la que dar muerte.
Luego, se quedó de nuevo quieto, buscando una nueva pista. Sin duda, aquel depredador era incansable. A una distancia de unos veinte metros, Cohen caminaba de espaldas, lentamente, sin apartar su mirada del chupacabras.
Tenía la esperanza de salir airoso de aquel enfrentamiento, ya que lo último que quería era terminar muerto cómo el encapuchado al que había conocido aquella noche. Con su hermoso rostro separado de su escultural cuerpo. Dio un paso más y otro, aumentando cada vez más la distancia que le separaba de esa horrenda abominación.
Lo que no esperaba era pisar esa pequeña rama ruidosa que descansaba en el suelo, desprendida desde alguno de aquellos árboles. La bestia gruñó mirando en su dirección y corriendo a gran velocidad en línea recta, haciendo que el vampiro emprendiera de nuevo una carrera a la desesperada.
Se agachó a un pausado ritmo, llegando a coger la piedra en su mano derecha. La bestia rugió en ese momento, haciendo que el vampiro mirase de nuevo al chupacabras. Si había captado algún ruido en sus movimientos, no lo sabía, pero el bicharraco miraba en su dirección.
El vampiro no esperó más y se dispuso a tirar la piedra con toda su fuerza, hacia un grupo de árboles y arbustos que había a unos diez metros de él. Con un ágil movimiento, lanzó el duro proyectil que se balanceó en el aire, hasta golpear uno de aquellos gruesos troncos.
El Chupa Chupa avanzó rápidamente hacia allí, algo que aprovechó el vampiro para dar una serie de pasos en dirección contraria, aumentando la distancia entre él y la bestia.
El chupacabras atacó los árboles, golpeándose a ciegas con algunos de ellos. Un par de pasos más para que el vampiro se alejase, mientras observaba aquel descomunal monstruo buscando una imaginaria presa a la que dar muerte.
Luego, se quedó de nuevo quieto, buscando una nueva pista. Sin duda, aquel depredador era incansable. A una distancia de unos veinte metros, Cohen caminaba de espaldas, lentamente, sin apartar su mirada del chupacabras.
Tenía la esperanza de salir airoso de aquel enfrentamiento, ya que lo último que quería era terminar muerto cómo el encapuchado al que había conocido aquella noche. Con su hermoso rostro separado de su escultural cuerpo. Dio un paso más y otro, aumentando cada vez más la distancia que le separaba de esa horrenda abominación.
Lo que no esperaba era pisar esa pequeña rama ruidosa que descansaba en el suelo, desprendida desde alguno de aquellos árboles. La bestia gruñó mirando en su dirección y corriendo a gran velocidad en línea recta, haciendo que el vampiro emprendiera de nuevo una carrera a la desesperada.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
El vampiro corría desesperado, a sabiendas que aquella bestia podría darle caza en cualquier momento. Su situación se complicó al darse cuenta de que corría en dirección a la extensa pradera dónde había conocido al extraño y que allí, la bestia no encontraría obstáculo alguno ni él ningún tipo de salvaguardia.
Por ello, al contemplar la baja rama de uno de los árboles a los que se aproximaba, cambió su rumbo en su dirección y saltó, agarrándose a la rama con gran consistencia. Alzó las piernas en el justo momento en el que la bestia pasaba bajo él, atacando ferozmente a un enemigo que intuía que estaba allí.
Cohen miró hacia arriba, contemplando que la siguiente rama gruesa de aquel árbol ascendía un par de metros más. Se encaramó a ella con sus brazos y ayudándose de sus piernas, se impulsó hacia arriba. Estuvo a punto de caer cuándo uno de sus pies perdió su apoyo y sintió cómo parte de su cuerpo se desprendía al vacío.
Captando la atención de la bestia, vio cómo el chupacabras miraba hacia arriba su posición, mientras comenzaba a rugir, sabiendo que había apresado a su presa.
Cohen logró ascender mientras veía cómo el chupacabras intentaba seguirle hacia las alturas. En ese momento, al verse acorralado, sintió que necesitaba tiempo para pensar qué hacer a continuación.
Por ello, emitió uno de sus característicos gritos en dirección a la bestia. Nunca lo había intentado antes con un animal de aquel calibre, por lo que no sabía los efectos que tendría en él. [1]
El chupacabras paró en seco su intento de ascenso. La criatura parecía algo desconcertada. A Cohen le costó llegar a imaginar el grado de influencia de su hechizo, aunque dejó a un lado su curiosidad por analizar y decidió pasar al ataque. Debía de haber algo en su bolsa de viaje, en su kit alquímico, en cualquiera de las numerosas pociones que llevaba consigo.
Encontró el gel de toque de sopor y llevó rápidamente su mano libre hasta la corta daga que portaba siempre con él. A pesar de la pobre calidad de su arma, que rara vez solía utilizar, esperaba infligir una herida en el chupacabras lo suficientemente profunda para provocar que el gel entrase en su torrente sanguíneo.
Mientras veía cómo el Chupacabras comenzaba a reponerse, aumentando de nuevo el ritmo de sus movimientos y alzándose hacia arriba, Cohen extendió el gel amarillento sobre su daga, listo para efectuar un corte a la bestia en cuanto una de sus garras lograse alcanzar la gruesa rama en la que se encontraba. [2]
[1] Uso de mi habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. Primer Uso. (Al ser una bestia de tal envergadura, doy por hecho que el efecto del hechizo sobre la bestia es menor que la de una persona y que sus efectos son algo diferentes)
[2] Preparo mi arma con el Veneno Toque de Sopor, presente en mi inventario.
Por ello, al contemplar la baja rama de uno de los árboles a los que se aproximaba, cambió su rumbo en su dirección y saltó, agarrándose a la rama con gran consistencia. Alzó las piernas en el justo momento en el que la bestia pasaba bajo él, atacando ferozmente a un enemigo que intuía que estaba allí.
Cohen miró hacia arriba, contemplando que la siguiente rama gruesa de aquel árbol ascendía un par de metros más. Se encaramó a ella con sus brazos y ayudándose de sus piernas, se impulsó hacia arriba. Estuvo a punto de caer cuándo uno de sus pies perdió su apoyo y sintió cómo parte de su cuerpo se desprendía al vacío.
Captando la atención de la bestia, vio cómo el chupacabras miraba hacia arriba su posición, mientras comenzaba a rugir, sabiendo que había apresado a su presa.
Cohen logró ascender mientras veía cómo el chupacabras intentaba seguirle hacia las alturas. En ese momento, al verse acorralado, sintió que necesitaba tiempo para pensar qué hacer a continuación.
Por ello, emitió uno de sus característicos gritos en dirección a la bestia. Nunca lo había intentado antes con un animal de aquel calibre, por lo que no sabía los efectos que tendría en él. [1]
El chupacabras paró en seco su intento de ascenso. La criatura parecía algo desconcertada. A Cohen le costó llegar a imaginar el grado de influencia de su hechizo, aunque dejó a un lado su curiosidad por analizar y decidió pasar al ataque. Debía de haber algo en su bolsa de viaje, en su kit alquímico, en cualquiera de las numerosas pociones que llevaba consigo.
Encontró el gel de toque de sopor y llevó rápidamente su mano libre hasta la corta daga que portaba siempre con él. A pesar de la pobre calidad de su arma, que rara vez solía utilizar, esperaba infligir una herida en el chupacabras lo suficientemente profunda para provocar que el gel entrase en su torrente sanguíneo.
Mientras veía cómo el Chupacabras comenzaba a reponerse, aumentando de nuevo el ritmo de sus movimientos y alzándose hacia arriba, Cohen extendió el gel amarillento sobre su daga, listo para efectuar un corte a la bestia en cuanto una de sus garras lograse alcanzar la gruesa rama en la que se encontraba. [2]
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[1] Uso de mi habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. Primer Uso. (Al ser una bestia de tal envergadura, doy por hecho que el efecto del hechizo sobre la bestia es menor que la de una persona y que sus efectos son algo diferentes)
[2] Preparo mi arma con el Veneno Toque de Sopor, presente en mi inventario.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
El vampiro se preparó, sabiendo que el momento llegaría. Los problemas de visión del chupacabras le habían ayudado: no había visto la rama inferior que daba fácil acceso a la que se encontraba. Si no, hubiera sido su fin.
La bestia volvió a saltar en dirección a la rama dónde se encontraba. Esta vez apoyó sus patas delanteras en el tronco del árbol y le ayudó a impulsarse. Entonces, una de sus patas, con una única y gruesa garra, se hincó en la rama dónde el vampiro se encontraba, quedando el chupacabras suspendido, colgando de la misma.
Cohen aprovechó ese momento para hundir su daga pobre en la gruesa piel del animal. La hoja de la daga se hundió hasta la mitad, suficiente profundidad para que el veneno se introdujese en su torrente sanguíneo. [1]
Al intentar retirarla, la hoja de la daga fue devuelta rota, quedando incrustada en el animal. Su única arma de defensa física había quedado invalidada. Al menos, la parte de la hoja que se había incrustado en su carne haría que la bestia tuviese un contacto mayor con el veneno.
Dio una segunda cuchillada en la pata de la bestia, que volvió a gemir por la nueva herida infligida. Viendo que el arma quedó inviable, Cohen decidió dejarla incrustada en su cuerpo. En unos minutos, el veneno comenzaría a hacer efecto.
El Chupa Chupa intentaba reponerse y ascender a la rama. Encontró la forma de apoyar las patas traseras en el tronco, comenzando a ascender. En ese momento, Cohen saltó de nuevo al suelo y comenzar a correr de nuevo en dirección al interior del bosque, alejándose del peligroso prado de hierba.
Unos segundos más tarde, notó las zancadas de la bestia, de nuevo, tras él. Serpenteaba entre los árboles, a la mayor velocidad que podía, intentando poner obstáculos naturales en el camino de la ciega bestia, buscando que chocase contra algún árbol que no pudiera prever.
Pero la distancia entre ellos cada vez era menor. Cuando sintió que la bestia estaba de nuevo demasiado cerca, volvió a emitir su grito de Tormento, haciendo que el bicho se sintiese desorientado. Si el efecto de su magia más el del elixir no le hacía efecto a ese puto animal, Cohen sabía que su vida terminaría allí mismo, a unos metros del cadáver del encapuchado. [2]
[1] Aplico en el Chupacabras: Veneno Toque de Sopor (1 uso): Gel amarillento que, al aplicarse en un arma, permite que envenene al herir. El afectado sentirá un intenso calor que le hará comenzar a marearse. Mientras más persista combatiendo, más mareado se sentirá, hasta caer inconsciente. Dura 10 minutos en el arma.
[2] Uso de mi habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. Segundo Uso. (Al ser una bestia de tal envergadura, doy por hecho que el efecto del hechizo sobre la bestia es menor que la de una persona y que sus efectos son algo diferentes)
La bestia volvió a saltar en dirección a la rama dónde se encontraba. Esta vez apoyó sus patas delanteras en el tronco del árbol y le ayudó a impulsarse. Entonces, una de sus patas, con una única y gruesa garra, se hincó en la rama dónde el vampiro se encontraba, quedando el chupacabras suspendido, colgando de la misma.
Cohen aprovechó ese momento para hundir su daga pobre en la gruesa piel del animal. La hoja de la daga se hundió hasta la mitad, suficiente profundidad para que el veneno se introdujese en su torrente sanguíneo. [1]
Al intentar retirarla, la hoja de la daga fue devuelta rota, quedando incrustada en el animal. Su única arma de defensa física había quedado invalidada. Al menos, la parte de la hoja que se había incrustado en su carne haría que la bestia tuviese un contacto mayor con el veneno.
Dio una segunda cuchillada en la pata de la bestia, que volvió a gemir por la nueva herida infligida. Viendo que el arma quedó inviable, Cohen decidió dejarla incrustada en su cuerpo. En unos minutos, el veneno comenzaría a hacer efecto.
El Chupa Chupa intentaba reponerse y ascender a la rama. Encontró la forma de apoyar las patas traseras en el tronco, comenzando a ascender. En ese momento, Cohen saltó de nuevo al suelo y comenzar a correr de nuevo en dirección al interior del bosque, alejándose del peligroso prado de hierba.
Unos segundos más tarde, notó las zancadas de la bestia, de nuevo, tras él. Serpenteaba entre los árboles, a la mayor velocidad que podía, intentando poner obstáculos naturales en el camino de la ciega bestia, buscando que chocase contra algún árbol que no pudiera prever.
Pero la distancia entre ellos cada vez era menor. Cuando sintió que la bestia estaba de nuevo demasiado cerca, volvió a emitir su grito de Tormento, haciendo que el bicho se sintiese desorientado. Si el efecto de su magia más el del elixir no le hacía efecto a ese puto animal, Cohen sabía que su vida terminaría allí mismo, a unos metros del cadáver del encapuchado. [2]
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[1] Aplico en el Chupacabras: Veneno Toque de Sopor (1 uso): Gel amarillento que, al aplicarse en un arma, permite que envenene al herir. El afectado sentirá un intenso calor que le hará comenzar a marearse. Mientras más persista combatiendo, más mareado se sentirá, hasta caer inconsciente. Dura 10 minutos en el arma.
[2] Uso de mi habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]: Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor. Segundo Uso. (Al ser una bestia de tal envergadura, doy por hecho que el efecto del hechizo sobre la bestia es menor que la de una persona y que sus efectos son algo diferentes)
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Tras el grito, divisó que a su derecha, unos metros más adelante, había una ligera pendiente hacia abajo. Si conseguía llegar hasta allí, quizás podría precipitarse y ocasionar que la bestia, desorientada, lograra perder su rastro.
El chupacabras había disminuido ligeramente su ritmo, aunque incansable, continuaba corriendo tras él. A pesar de su grito y de la acción del veneno, la bestia parecía encontrar aún fuerzas en su interior para continuar con la persecución.
Cansado, al llegar hasta la pendiente, se dejó caer cuesta abajo. Notaba cómo la raíz del tronco de un árbol le golpeaba en uno de sus hombros mientras descendía. Su cuerpo rodó, colina abajo, llenando sus negras ropas de barro. Su cuerpo terminó junto a la enfangada orilla de un pequeño riachuelo, totalmente cubierto de fango.
Se incorporó ligeramente para ver cómo el chupacabras descendía igualmente la pendiente, aunque su estado era ya mucho más lento. El elixir le había terminado haciendo efecto, por lo que cuánto más continuase andando, antes terminaría desfalleciendo. Además, el malestar interno y el sofoco estarían atormentándole, aunque desconocía cómo afectaba a bestias de ese tamaño.
Se obligó a continuar, poniéndose en pie y cojeando ligeramente, caminó en dirección al ríachuelo. La bestia se acercaba, andando a un ritmo lento. El vampiro intuía que ya podría seguirle mucho más, que no lograría alcanzarle ya, pero desconfiado, continuó caminando adentrándose en las cristalinas aguas del riachuelo, que apenas cubría más allá de sus tobillos.
El chupacabras emitió un último gemido y cuándo Cohen miró hacia atrás, la bestia ya estaba totalmente inconsciente.
Aliviado, se dejó caer sobre una de las enormes piedras junto al riachuelo y descansó, sin creer que hubiera podido llegar a salvar su vida. Recuperando el aliento, se preguntó cómo debía matar a la bestia a continuación. Su única arma estaba incrustada en su cuerpo. O al menos, allí estaría, rota en dos partes, si con la carrera, éstas no habían logrado desprenderse.
Tardó unos minutos en recuperarse y al ponerse de pie y ver la proporción de la piedra sobre la que había estado sentado, vio que la solución a su pregunta estaba allí mismo.
El chupacabras había disminuido ligeramente su ritmo, aunque incansable, continuaba corriendo tras él. A pesar de su grito y de la acción del veneno, la bestia parecía encontrar aún fuerzas en su interior para continuar con la persecución.
Cansado, al llegar hasta la pendiente, se dejó caer cuesta abajo. Notaba cómo la raíz del tronco de un árbol le golpeaba en uno de sus hombros mientras descendía. Su cuerpo rodó, colina abajo, llenando sus negras ropas de barro. Su cuerpo terminó junto a la enfangada orilla de un pequeño riachuelo, totalmente cubierto de fango.
Se incorporó ligeramente para ver cómo el chupacabras descendía igualmente la pendiente, aunque su estado era ya mucho más lento. El elixir le había terminado haciendo efecto, por lo que cuánto más continuase andando, antes terminaría desfalleciendo. Además, el malestar interno y el sofoco estarían atormentándole, aunque desconocía cómo afectaba a bestias de ese tamaño.
Se obligó a continuar, poniéndose en pie y cojeando ligeramente, caminó en dirección al ríachuelo. La bestia se acercaba, andando a un ritmo lento. El vampiro intuía que ya podría seguirle mucho más, que no lograría alcanzarle ya, pero desconfiado, continuó caminando adentrándose en las cristalinas aguas del riachuelo, que apenas cubría más allá de sus tobillos.
El chupacabras emitió un último gemido y cuándo Cohen miró hacia atrás, la bestia ya estaba totalmente inconsciente.
Aliviado, se dejó caer sobre una de las enormes piedras junto al riachuelo y descansó, sin creer que hubiera podido llegar a salvar su vida. Recuperando el aliento, se preguntó cómo debía matar a la bestia a continuación. Su única arma estaba incrustada en su cuerpo. O al menos, allí estaría, rota en dos partes, si con la carrera, éstas no habían logrado desprenderse.
Tardó unos minutos en recuperarse y al ponerse de pie y ver la proporción de la piedra sobre la que había estado sentado, vio que la solución a su pregunta estaba allí mismo.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Cogió la piedra de gran dimensión y con sigilo, se acercó al inconsciente Chupacabras. El olor se intensificaba a cada paso y cuando se colocó junto al cuerpo de aquella enorme bestia, el hedor era realmente insoportable.
Golpeó con fuerza en el cuello del animal, impactando la piedra en él. Un sordo ruido ocurrió. Aún así, el vampiro insistió en un par de ocasiones más, haciendo que una sangre de un color negro oscuro y una extraña textura brotara del interior de aquella bestia inmunda. Continuó con los golpes y no paró hasta que con los afilados bordes de la roca no consiguió desprender la cabeza del animal de su apestoso cuerpo.
Cogió la cabeza del Chupacabras y la introdujo dentro de su bolsa de viaje. Si la madre del chico quería una prueba de que él había salvado a su chico de una mala bestia, Cohen podría ofrecérsela en bandeja. Aunque antes debía encontrar a Pedrillo y al resto de sus ovejas.
Tras beber un elixir que le hizo recuperarse levemente [1], continuó caminando por la enfangada orilla de aquel arroyo hasta que volvió a introducirse en el bosque, en dirección a la zona dónde había visto cómo las ovejas huían despavoridas de terror.
No tardó en encontrar algunos ejemplares extraviados entre los árboles. Cohen se preguntó si el joven Pedro estaría escondido en los alrededores, esperando que la bestia se marchase o quizás, esperando la llegada del día.
―¡Pedro! El Chupacabras ha muerto. ¡Puedes salir!
Pero su voz se perdió entre aquellos árboles, sin que el chico diese señal alguna de vida.
El vampiro continuó caminando en dirección oeste, adentrándose cada vez más en el bosque. A medida que avanzaba, el número de las ovejas parecía aumentar, por lo que tenía la esperanza de que Pedro se encontrase mucho más cerca. Y vivo, a ser posible.
Al volver a llamar al chico, escuchó una voz en la lejanía que correspondió a su llamada. Al acercarse a aquella voz, vio por primera vez al que parecía ser el joven Pedrillo. Un chico de piel oscura, pelo moreno y ojos marrones con un farol encendido en una de sus manos. El joven estaba parado a los pies de un desfiladero, mirando hacia abajo. Al colocarse junto a él, vio un pequeño pueblo minero bajo sus pies.
―Tu madre me manda a buscarte. ¿Estás bien? ―preguntó al joven, que tendría apenas catorce años.
―Estoy bien, señor. Pero me han robado las ovejas...
[1] Poción de Salud Diluida (Elixir) (1 uso): Sana las heridas leves en pocos segundos
Golpeó con fuerza en el cuello del animal, impactando la piedra en él. Un sordo ruido ocurrió. Aún así, el vampiro insistió en un par de ocasiones más, haciendo que una sangre de un color negro oscuro y una extraña textura brotara del interior de aquella bestia inmunda. Continuó con los golpes y no paró hasta que con los afilados bordes de la roca no consiguió desprender la cabeza del animal de su apestoso cuerpo.
Cogió la cabeza del Chupacabras y la introdujo dentro de su bolsa de viaje. Si la madre del chico quería una prueba de que él había salvado a su chico de una mala bestia, Cohen podría ofrecérsela en bandeja. Aunque antes debía encontrar a Pedrillo y al resto de sus ovejas.
Tras beber un elixir que le hizo recuperarse levemente [1], continuó caminando por la enfangada orilla de aquel arroyo hasta que volvió a introducirse en el bosque, en dirección a la zona dónde había visto cómo las ovejas huían despavoridas de terror.
No tardó en encontrar algunos ejemplares extraviados entre los árboles. Cohen se preguntó si el joven Pedro estaría escondido en los alrededores, esperando que la bestia se marchase o quizás, esperando la llegada del día.
―¡Pedro! El Chupacabras ha muerto. ¡Puedes salir!
Pero su voz se perdió entre aquellos árboles, sin que el chico diese señal alguna de vida.
El vampiro continuó caminando en dirección oeste, adentrándose cada vez más en el bosque. A medida que avanzaba, el número de las ovejas parecía aumentar, por lo que tenía la esperanza de que Pedro se encontrase mucho más cerca. Y vivo, a ser posible.
Al volver a llamar al chico, escuchó una voz en la lejanía que correspondió a su llamada. Al acercarse a aquella voz, vio por primera vez al que parecía ser el joven Pedrillo. Un chico de piel oscura, pelo moreno y ojos marrones con un farol encendido en una de sus manos. El joven estaba parado a los pies de un desfiladero, mirando hacia abajo. Al colocarse junto a él, vio un pequeño pueblo minero bajo sus pies.
―Tu madre me manda a buscarte. ¿Estás bien? ―preguntó al joven, que tendría apenas catorce años.
―Estoy bien, señor. Pero me han robado las ovejas...
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[1] Poción de Salud Diluida (Elixir) (1 uso): Sana las heridas leves en pocos segundos
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Cohen alzó las cejas, asombrado por la declaración que el joven Pedrillo acababa de hacerle. La recompensa por la vida del chico estaba vinculada a la venta de las ovejas, que era prácticamente el único ingreso con el que la familia podía contar. Por lo que si devolvía al chico a casa sin ellas, difícilmente podría cobrar la recompensa.
―Pero… ¿qué ha pasado exactamente?
―Pues verá… Apareció ese bicharraco feísimo. Las ovejas huyeron en esta dirección y yo corría tras ellas. Algunas se desviaron quedando desprotegidas y fueron… ―hizo una leve pausa, poniendo un claro gesto de desagrado para luego continuar― Pues, presas del pánico, las ovejas entraron en las tierras de Fartjuvar. Desde tiempos lejanos, nuestros pueblos rivalizan en todo. Las ovejas entraron en las tierras de Heidi Slaktare, la chica más engreída de la aldea. ¡Deberías verla! Es realmente odiosa. Insistió en llevar mis ovejas hasta su casa, diciendo que si las reses están en Fartjuvar, las ovejas son de su pueblo ahora. ¡Allí está más de la mitad de mi rebaño!
Cohen escuchó la problemática con atención, preocupado por la situación en la que se encontraban las ovejas. Al saber que más de la mitad del rebaño había logrado refugiarse en Fartjuvar, vio la esperanza de cobrar su recompensa si lograba llevar el rebaño de vuelta a Farskock.
―¿No hay nadie en Fartjuvar que pueda ayudarte?
―Lo dudo mucho, señor. Pasaron dos hombres e intenté que me ayudasen a recuperar mi rebaño. Pero los muy canallas me dijeron que nanai. ¿Puedes creerlo? Están resentidos porque mi pueblo es próspero y su mina ya apenas produce riqueza. ¿Qué culpa tengo yo de eso? Se aprovecharán de mis ovejas. Si no las saco hoy, estoy seguro de que al amanecer, la esquilarán o algo peor... puede que las maten.
―Bien, veamos… ¿Cuál es la casa de Heidi Slaktare?
―Está justo en el centro del pueblo. Estaba esperando a que la noche fuese pasando para intentar recuperarlas, pero no sé cómo puedo hacer pasar un rebaño de ovejas por medio pueblo sin que se den cuenta. ¡En Fartjuvar, todos me conocen! No me dejarán llevarme mis ovejas, Señor.
―Tranquilo, Pedrillo, algo se me ocurrirá…
SEGUNDA COMPLICACIÓN: Recuperar el rebaño de ovejas de Pedrillo sacándolo de Fartjuvar.
―Pero… ¿qué ha pasado exactamente?
―Pues verá… Apareció ese bicharraco feísimo. Las ovejas huyeron en esta dirección y yo corría tras ellas. Algunas se desviaron quedando desprotegidas y fueron… ―hizo una leve pausa, poniendo un claro gesto de desagrado para luego continuar― Pues, presas del pánico, las ovejas entraron en las tierras de Fartjuvar. Desde tiempos lejanos, nuestros pueblos rivalizan en todo. Las ovejas entraron en las tierras de Heidi Slaktare, la chica más engreída de la aldea. ¡Deberías verla! Es realmente odiosa. Insistió en llevar mis ovejas hasta su casa, diciendo que si las reses están en Fartjuvar, las ovejas son de su pueblo ahora. ¡Allí está más de la mitad de mi rebaño!
Cohen escuchó la problemática con atención, preocupado por la situación en la que se encontraban las ovejas. Al saber que más de la mitad del rebaño había logrado refugiarse en Fartjuvar, vio la esperanza de cobrar su recompensa si lograba llevar el rebaño de vuelta a Farskock.
―¿No hay nadie en Fartjuvar que pueda ayudarte?
―Lo dudo mucho, señor. Pasaron dos hombres e intenté que me ayudasen a recuperar mi rebaño. Pero los muy canallas me dijeron que nanai. ¿Puedes creerlo? Están resentidos porque mi pueblo es próspero y su mina ya apenas produce riqueza. ¿Qué culpa tengo yo de eso? Se aprovecharán de mis ovejas. Si no las saco hoy, estoy seguro de que al amanecer, la esquilarán o algo peor... puede que las maten.
―Bien, veamos… ¿Cuál es la casa de Heidi Slaktare?
―Está justo en el centro del pueblo. Estaba esperando a que la noche fuese pasando para intentar recuperarlas, pero no sé cómo puedo hacer pasar un rebaño de ovejas por medio pueblo sin que se den cuenta. ¡En Fartjuvar, todos me conocen! No me dejarán llevarme mis ovejas, Señor.
―Tranquilo, Pedrillo, algo se me ocurrirá…
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SEGUNDA COMPLICACIÓN: Recuperar el rebaño de ovejas de Pedrillo sacándolo de Fartjuvar.
Última edición por Cohen el Jue 30 Jun 2022 - 7:45, editado 1 vez
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Caminaron sigilosamente en dirección al pueblo. La única vía de entrada del lugar era una empinada cuesta que bajaba hasta los pies del desfiladero. Cohen pudo apreciar en la distancia la entrada de una cueva, gracias a su vista vampírica. Pedrillo llevaba el pequeño farol en su mano, iluminando tenuemente su entorno a medida que avanzaba.
―Pronto deberías apagar el farol, chico. No querrás llamar la atención.
―¿Cómo vamos a ver entonces?
Cohen, que iba unos pasos adelantado, se volvió hacia atrás, sonriéndole.
―Eso no es problema. Veo en la oscuridad.
―¿Cómo es eso posible?
―Soy vampiro.
―¡Un ser de la noche! ¡Nunca había conocido a ninguno! ¿Mi madre ha confiado mi destino en tus manos? Es algo que me extraña. No os tiene demasiada simpatía.
En ese momento, Cohen recordó la muerte del hombre encapuchado, quien había hablado con la madre del chico. También recordó que no había robado las posesiones del cadáver. Quizás luego lograra pasarse por el lugar, para comprobar si el misterioso hombre llevaba encima alguna pertenencia de valor.
―Bueno, no he hablado directamente con ella. Pero cuándo sepa que he matado al chupacabras y que he logrado recuperar tu rebaño… puede que me mire con otros ojos, ¿no?
―Eso habrá que verlo...
Cohen respiró, mientras volvía a pararse en seco para mirar al crío. Le lanzó una severa mirada de advertencia y vio en el rostro de Pedrillo que se sentía algo intimidado. Quizás amenazado.
―Apaga el farol. ¡Ahora!
Tras hacerlo, Cohen alargó su mano hasta la muñeca del chico y ambos caminaron en la oscuridad, guiando el vampiro al joven humano.
A medida que avanzaban, lentamente, sin hacer ruido, Cohen percibió su extremo cansancio. Haber luchado por salvar su vida contra aquella bestia y las numerosas pequeñas heridas que arrastraba, comenzaban a pasarle factura. Esperaba lograr sacar el rebaño sin grandes complicaciones, pues no se sentía especialmente fuerte para hacer frente a grandes problemas en ese momento.
Ante ellos, apareció la primera de las calles de Fartjuvar, completamente desierta y en silencio, en mitad de la madrugada. La calle ascendía ligeramente hacia el centro del pueblo, donde presuntamente se encontraba el rebaño en casa de Heidi Slaktare. Debían subir por ella hasta llegar al lugar.
―Pronto deberías apagar el farol, chico. No querrás llamar la atención.
―¿Cómo vamos a ver entonces?
Cohen, que iba unos pasos adelantado, se volvió hacia atrás, sonriéndole.
―Eso no es problema. Veo en la oscuridad.
―¿Cómo es eso posible?
―Soy vampiro.
―¡Un ser de la noche! ¡Nunca había conocido a ninguno! ¿Mi madre ha confiado mi destino en tus manos? Es algo que me extraña. No os tiene demasiada simpatía.
En ese momento, Cohen recordó la muerte del hombre encapuchado, quien había hablado con la madre del chico. También recordó que no había robado las posesiones del cadáver. Quizás luego lograra pasarse por el lugar, para comprobar si el misterioso hombre llevaba encima alguna pertenencia de valor.
―Bueno, no he hablado directamente con ella. Pero cuándo sepa que he matado al chupacabras y que he logrado recuperar tu rebaño… puede que me mire con otros ojos, ¿no?
―Eso habrá que verlo...
Cohen respiró, mientras volvía a pararse en seco para mirar al crío. Le lanzó una severa mirada de advertencia y vio en el rostro de Pedrillo que se sentía algo intimidado. Quizás amenazado.
―Apaga el farol. ¡Ahora!
Tras hacerlo, Cohen alargó su mano hasta la muñeca del chico y ambos caminaron en la oscuridad, guiando el vampiro al joven humano.
A medida que avanzaban, lentamente, sin hacer ruido, Cohen percibió su extremo cansancio. Haber luchado por salvar su vida contra aquella bestia y las numerosas pequeñas heridas que arrastraba, comenzaban a pasarle factura. Esperaba lograr sacar el rebaño sin grandes complicaciones, pues no se sentía especialmente fuerte para hacer frente a grandes problemas en ese momento.
Ante ellos, apareció la primera de las calles de Fartjuvar, completamente desierta y en silencio, en mitad de la madrugada. La calle ascendía ligeramente hacia el centro del pueblo, donde presuntamente se encontraba el rebaño en casa de Heidi Slaktare. Debían subir por ella hasta llegar al lugar.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Avanzaron con paso lento ascendiendo por la calle, hasta lo que parecía la plaza central del municipio. A medida que avanzaban, el sonido del rebaño se hizo más evidente. Cohen pareció realmente sorprendido por el sonido. ¿Cómo diablos iban a lograr sacar a todas esas ovejas asustadas sin llamar la atención de los habitantes de la villa?
El vampiro pensó en muchas alternativas, pero todas parecían no llegar a buen término. Luego, recordó que había gastado muchas sustancias alquímicas en la lucha contra la bestia, su arma había quedado totalmente inutilizable…
La luz procedente de las antorchas llamó enseguida su atención. El rebaño se encontraba en un rincón de la plaza, tras una valla de madera. Un hombre montaba guardia allí, custodiando el rebaño.
Cohen pensó que sería fácil librarse de un solo hombre, siempre y cuando no le diera tiempo a reaccionar. Ni un solo segundo. Pero no había forma de acercarse a él sin ser percibido, por lo que debía exponerse rápidamente. ¿Lograría convencerle mediante algún tipo de engaño?
―¡Quédate aquí! Cuándo veas que paso por delante de la antorcha, puedes acercarte… ―ordenó al joven, que asintió en silencio.
El vampiro avanzó por uno de los laterales de la plaza, aprovechando la oscuridad de esta. A medida que se acercaba a su objetivo y su figura podría comenzar a ser visible, fijó su atención en el hombre, que, por ahora, parecía no haber advertido la presencia de un extraño en la aldea.
Llegado a un punto en el que ya era casi imposible ocultarse a la vista del hombre, comenzó a caminar en su dirección, en línea recta. Simuló encontrarse más herido de lo que estaba, caminando algo torpemente hacia el hombre. Mantuvo su rostro agachado en todo momento, para impedirle al aldeano identificar si se trataba o no de uno de sus vecinos.
―¿Puede ayudarme, amable señor? ―preguntó Cohen, al ver que el hombre se había puesto en guardia al notar su presencia allí― He sido atacado por una bestia horrible.
Tras unos segundos de duda y parálisis, el hombre pareció ceder. Cohen notó cómo le observaba de arriba abajo. Sus ropas sucias y rasgadas, los evidentes signos de cansancio… la historia cuadraba con demasiada facilidad.
―¡El maldito chupacabras! Siéntese, por favor ―expuso, señalando hacia un pequeño banco de madera cercano― Le traeré algo de agua…
―Traiga algo más fuerte, por favor. Lo necesito…
El hombre desapareció en el interior de una de las casas. Cohen aprovechó ese momento para llevar una mano a su bolsa de viaje y de ella, sacó su elixir de dulces sueños, guardándolo en uno de sus bolsillos.
El vampiro pensó en muchas alternativas, pero todas parecían no llegar a buen término. Luego, recordó que había gastado muchas sustancias alquímicas en la lucha contra la bestia, su arma había quedado totalmente inutilizable…
La luz procedente de las antorchas llamó enseguida su atención. El rebaño se encontraba en un rincón de la plaza, tras una valla de madera. Un hombre montaba guardia allí, custodiando el rebaño.
Cohen pensó que sería fácil librarse de un solo hombre, siempre y cuando no le diera tiempo a reaccionar. Ni un solo segundo. Pero no había forma de acercarse a él sin ser percibido, por lo que debía exponerse rápidamente. ¿Lograría convencerle mediante algún tipo de engaño?
―¡Quédate aquí! Cuándo veas que paso por delante de la antorcha, puedes acercarte… ―ordenó al joven, que asintió en silencio.
El vampiro avanzó por uno de los laterales de la plaza, aprovechando la oscuridad de esta. A medida que se acercaba a su objetivo y su figura podría comenzar a ser visible, fijó su atención en el hombre, que, por ahora, parecía no haber advertido la presencia de un extraño en la aldea.
Llegado a un punto en el que ya era casi imposible ocultarse a la vista del hombre, comenzó a caminar en su dirección, en línea recta. Simuló encontrarse más herido de lo que estaba, caminando algo torpemente hacia el hombre. Mantuvo su rostro agachado en todo momento, para impedirle al aldeano identificar si se trataba o no de uno de sus vecinos.
―¿Puede ayudarme, amable señor? ―preguntó Cohen, al ver que el hombre se había puesto en guardia al notar su presencia allí― He sido atacado por una bestia horrible.
Tras unos segundos de duda y parálisis, el hombre pareció ceder. Cohen notó cómo le observaba de arriba abajo. Sus ropas sucias y rasgadas, los evidentes signos de cansancio… la historia cuadraba con demasiada facilidad.
―¡El maldito chupacabras! Siéntese, por favor ―expuso, señalando hacia un pequeño banco de madera cercano― Le traeré algo de agua…
―Traiga algo más fuerte, por favor. Lo necesito…
El hombre desapareció en el interior de una de las casas. Cohen aprovechó ese momento para llevar una mano a su bolsa de viaje y de ella, sacó su elixir de dulces sueños, guardándolo en uno de sus bolsillos.
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
El plan era sencillo: si lograba que aquel hombre bebiese con él, si lograba introducir el elixir en su bebida, en apenas un rato estaría completamente dormido. Echaba de menos su daga: poder rajarle el cuello debería haber sido tan fácil…
El hombre volvió con una botella de licor, un vaso y una manta. Se la cedió a Cohen, que aceptó la amabilidad del hombre con una amplia sonrisa, rodeándose con el grueso ropaje.
―¿A quién se le ocurre caminar por estos lares de noche con un chupacabras suelto? ¿Acaso no eres de aquí?
―Soy de Lunargenta. No había escuchado hablar jamás de ese ser. ¿Un chupacabras? ¿Qué es exactamente?
―Nadie sabe nada, hijo. Sólo que debe de vivir cerca, ya que nadie se atreve a salir de noche a los campos.
Cohen se sirvió un vaso de la botella y saboreó el fuerte licor en el primero de sus tragos. Luego, la maldición vampírica hizo el resto y en el segundo de los sorbos, su sentido del gusto ya había quedado atrofiado.
―Esta bebida está realmente fuerte. Pero logrará que entre en calor y a sentirme mejor. Muchas gracias.
Colocó el vaso a su derecha, quedando oculto de la vista del hombre. Mientras llevaba su mano sutilmente a su bolsillo para coger el elixir de dulce sueños, continuó con la grata conversación.
―¿Qué hace aquí en mitad de la noche?
―Verá, estoy cuidando de las ovejas de mi vecina. Los malditos del pueblo de al lado pretenden robarlas. Sólo cuido por los intereses de mi pueblo.
―Por supuesto. Es un buen hombre, amigo.
Mientras aguantaba las ganas de hacer un desagradable comentario sobre su mentira, Cohen vertió ágilmente el elixir en el vaso, una vez quedó vacío.
―Debería probar esta bebida. ¿Puedo servirle un poco?
―A mi edad, no debería beber. Mi esposa dice que no es bueno para mi salud.
―Nadie va a saberlo… ¡Vamos! Me gustaría poder compartir bebida con un amable hombre…
―Está bien… Sólo un vaso.
Cohen agarró la botella y echó parte del licor sobre el elixir que ya contenía el vaso. La mezcla fácilmente se disolvería y dudaba que notase la diferencia al probarlo. Quizás se diera cuenta de que estaba algo dulce. [1]
El hombre, tras sentarse a su lado en el banco, cogió el vaso y dio el trago con decisión. Hizo un gesto de extrañeza tras el primer sorbo, pero terminó bebiendo el resto del licor en un largo trago.
―Bueno, esperemos unos minutos que pueda recuperarme. Luego me dirá si hay algún sitio dónde pueda hospedarme…
La conversación continuó amena durante unos minutos, en el que el hombre comenzó a enumerar los pequeños establecimientos que acogería a un forastero, pero dudaba mucho de que estuvieran abiertos a esa hora de la madrugada. Finalmente, le ofreció dormir en uno de los graneros.
A medida que la charla avanzaba, los signos de cansancio del hombre se hacían cada vez más evidentes. Hasta que el sueño terminó cediendo y quedó dormido, sentado en el banco, con la cabeza acomodada en el respaldo. Permanecería allí un largo rato, salvo que fuese despertado por un golpe.
Entonces, Cohen se dirigió hacia la antorcha y pasó un par de veces por delante de ella, para que en la distancia, Pedrillo viese que era el momento de acercarse.
[1] Esencia de Dulces Sueños (Veneno) (1 uso): Líquido transparente con un suave aroma a Anís. 5 minutos luego de beber al menos 100ml, la persona caerá en un profundo sueño. Golpear al afectado lo despertará.
El hombre volvió con una botella de licor, un vaso y una manta. Se la cedió a Cohen, que aceptó la amabilidad del hombre con una amplia sonrisa, rodeándose con el grueso ropaje.
―¿A quién se le ocurre caminar por estos lares de noche con un chupacabras suelto? ¿Acaso no eres de aquí?
―Soy de Lunargenta. No había escuchado hablar jamás de ese ser. ¿Un chupacabras? ¿Qué es exactamente?
―Nadie sabe nada, hijo. Sólo que debe de vivir cerca, ya que nadie se atreve a salir de noche a los campos.
Cohen se sirvió un vaso de la botella y saboreó el fuerte licor en el primero de sus tragos. Luego, la maldición vampírica hizo el resto y en el segundo de los sorbos, su sentido del gusto ya había quedado atrofiado.
―Esta bebida está realmente fuerte. Pero logrará que entre en calor y a sentirme mejor. Muchas gracias.
Colocó el vaso a su derecha, quedando oculto de la vista del hombre. Mientras llevaba su mano sutilmente a su bolsillo para coger el elixir de dulce sueños, continuó con la grata conversación.
―¿Qué hace aquí en mitad de la noche?
―Verá, estoy cuidando de las ovejas de mi vecina. Los malditos del pueblo de al lado pretenden robarlas. Sólo cuido por los intereses de mi pueblo.
―Por supuesto. Es un buen hombre, amigo.
Mientras aguantaba las ganas de hacer un desagradable comentario sobre su mentira, Cohen vertió ágilmente el elixir en el vaso, una vez quedó vacío.
―Debería probar esta bebida. ¿Puedo servirle un poco?
―A mi edad, no debería beber. Mi esposa dice que no es bueno para mi salud.
―Nadie va a saberlo… ¡Vamos! Me gustaría poder compartir bebida con un amable hombre…
―Está bien… Sólo un vaso.
Cohen agarró la botella y echó parte del licor sobre el elixir que ya contenía el vaso. La mezcla fácilmente se disolvería y dudaba que notase la diferencia al probarlo. Quizás se diera cuenta de que estaba algo dulce. [1]
El hombre, tras sentarse a su lado en el banco, cogió el vaso y dio el trago con decisión. Hizo un gesto de extrañeza tras el primer sorbo, pero terminó bebiendo el resto del licor en un largo trago.
―Bueno, esperemos unos minutos que pueda recuperarme. Luego me dirá si hay algún sitio dónde pueda hospedarme…
La conversación continuó amena durante unos minutos, en el que el hombre comenzó a enumerar los pequeños establecimientos que acogería a un forastero, pero dudaba mucho de que estuvieran abiertos a esa hora de la madrugada. Finalmente, le ofreció dormir en uno de los graneros.
A medida que la charla avanzaba, los signos de cansancio del hombre se hacían cada vez más evidentes. Hasta que el sueño terminó cediendo y quedó dormido, sentado en el banco, con la cabeza acomodada en el respaldo. Permanecería allí un largo rato, salvo que fuese despertado por un golpe.
Entonces, Cohen se dirigió hacia la antorcha y pasó un par de veces por delante de ella, para que en la distancia, Pedrillo viese que era el momento de acercarse.
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[1] Esencia de Dulces Sueños (Veneno) (1 uso): Líquido transparente con un suave aroma a Anís. 5 minutos luego de beber al menos 100ml, la persona caerá en un profundo sueño. Golpear al afectado lo despertará.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Pedro no tardó en llegar. Caminó directamente hacia la valla de madera que separaba su rebaño del resto de la plaza. Las ovejas, al percatarse de la presencia del joven, comenzaron a balar. Quizás éstas le habían reconocido.
En silencio, mediante señas y susurrantes palabras, lograron abrir la verja de la valla. El pastor se introdujo en aquel pórtico y comenzó a organizarlas y prepararlas para ponerlas en marcha. Algunas estaban dormidas, reposando y tuvo que hacer esfuerzo por despertarlas.
Unos minutos más tardes, las primeras ovejas seguían a Pedro hacia la plaza. A medida que salían, el sonido creado por las mismas aumentaba, preocupando al vampiro que lograra despertar al resto del pueblo. Entonces, sólo le quedaría recurrir a la magia. Quizás intentar arrasar con la aldea.
Mientras que en su mente se formaban numerosas opciones a seguir, avanzaron por el centro de la plaza, intentando que el rebaño no se desperdigara demasiado. En esto, el joven Pedro era un auténtico experto y todos los animales parecían seguirle.
Cuando abandonaron la plaza, surgió el primer momento delicado. La gran amplitud de la plaza central daba paso a la estrecha calle por la que habían accedido al pueblo, por lo que la probabilidad de llamar la atención de los vecinos aumentaba considerablemente.
Así que cuándo de una de las ventanas surgió una voz de alarma, el vampiro sólo podía agradecer que no hubiera sucedido antes.
―¡Las ovejas! ¡Se llevan las ovejas de Heidi!
Alarmado, Pedro, que guiaba el rebaño, le miró con la cara desencajada. El ruido en el interior de las casas aumentaba y los vecinos se preparaban para salir al exterior.
―¡Corre! Corre al bosque ―le gritó el vampiro.
El muchacho corrió acelerando el paso, siendo seguido por las ovejas. Cohen incluso avivó el ritmo de las más rezagadas, llamando más aún la atención de los vecinos.
Mientras que Pedro y las ovejas se perdían en el horizonte, Cohen se preparaba para algún encuentro desagradable. A medida que las primeras personas comenzaban a aparecer en la calle, el vampiro comenzó a silbar. La cancioncilla, en el silencio de la noche, se extendía a su alrededor. [1]
Las primeras personas, un hombre y una mujer, llegaron a acercarse demasiado. La influencia de su silbido aún era leve, por lo que tuvo que apartarse ligeramente, dando unos pasos hacia atrás. Pronto, comenzaron a reír y al saberlos debilitados, Cohen golpeó con su puño cerrado sobre el rostro del hombre, que sólo pudo emitir una fuerte carcajada mientras caía al suelo.
Los ojos de la mujer, repletos de terror, parecían querer salir de sus cuencas. Pero su boca sonriente no podía evitar reír y su cuerpo comenzaba a danzar levemente de alegría. Cohen no dudó en llevar su boca hasta su cuello, hundiendo sus colmillos en él, saboreando su sangre en la boca, segundos antes de retorcer el pescuezo de la mujer, causando rápidamente su muerte.
Nivel 0: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Uso único, Turno Primero.
En silencio, mediante señas y susurrantes palabras, lograron abrir la verja de la valla. El pastor se introdujo en aquel pórtico y comenzó a organizarlas y prepararlas para ponerlas en marcha. Algunas estaban dormidas, reposando y tuvo que hacer esfuerzo por despertarlas.
Unos minutos más tardes, las primeras ovejas seguían a Pedro hacia la plaza. A medida que salían, el sonido creado por las mismas aumentaba, preocupando al vampiro que lograra despertar al resto del pueblo. Entonces, sólo le quedaría recurrir a la magia. Quizás intentar arrasar con la aldea.
Mientras que en su mente se formaban numerosas opciones a seguir, avanzaron por el centro de la plaza, intentando que el rebaño no se desperdigara demasiado. En esto, el joven Pedro era un auténtico experto y todos los animales parecían seguirle.
Cuando abandonaron la plaza, surgió el primer momento delicado. La gran amplitud de la plaza central daba paso a la estrecha calle por la que habían accedido al pueblo, por lo que la probabilidad de llamar la atención de los vecinos aumentaba considerablemente.
Así que cuándo de una de las ventanas surgió una voz de alarma, el vampiro sólo podía agradecer que no hubiera sucedido antes.
―¡Las ovejas! ¡Se llevan las ovejas de Heidi!
Alarmado, Pedro, que guiaba el rebaño, le miró con la cara desencajada. El ruido en el interior de las casas aumentaba y los vecinos se preparaban para salir al exterior.
―¡Corre! Corre al bosque ―le gritó el vampiro.
El muchacho corrió acelerando el paso, siendo seguido por las ovejas. Cohen incluso avivó el ritmo de las más rezagadas, llamando más aún la atención de los vecinos.
Mientras que Pedro y las ovejas se perdían en el horizonte, Cohen se preparaba para algún encuentro desagradable. A medida que las primeras personas comenzaban a aparecer en la calle, el vampiro comenzó a silbar. La cancioncilla, en el silencio de la noche, se extendía a su alrededor. [1]
Las primeras personas, un hombre y una mujer, llegaron a acercarse demasiado. La influencia de su silbido aún era leve, por lo que tuvo que apartarse ligeramente, dando unos pasos hacia atrás. Pronto, comenzaron a reír y al saberlos debilitados, Cohen golpeó con su puño cerrado sobre el rostro del hombre, que sólo pudo emitir una fuerte carcajada mientras caía al suelo.
Los ojos de la mujer, repletos de terror, parecían querer salir de sus cuencas. Pero su boca sonriente no podía evitar reír y su cuerpo comenzaba a danzar levemente de alegría. Cohen no dudó en llevar su boca hasta su cuello, hundiendo sus colmillos en él, saboreando su sangre en la boca, segundos antes de retorcer el pescuezo de la mujer, causando rápidamente su muerte.
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Nivel 0: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente. Uso único, Turno Primero.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
Nuevas personas salían al exterior de la calle, mientras Cohen avanzaba por ella, silbando. El sonido del rebaño había alertado a prácticamente todos los vecinos de aquella calle, pero al observar la escena en la distancia, la mayoría decidió no intervenir.
Cohen silbaba, por la mitad de su melodía, llevando la felicidad a los aterrados habitantes del pueblo. A los que decidían atacar, se veían mermados rápidamente al llegar a su lado, por lo que Cohen los apartaba fácilmente, empujándoles, haciéndoles caer al suelo. [1]
El vampiro estaba realmente agotado y temía que sus fuerzas no fueran suficientes para escapar con vida de Fartjuvar. Había agotado sus elixires, consumado su magia hasta la extenuación, su arma estaba rota…
Lo único que le quedaba para defenderse en su bolsa de viaje era la maldita cabeza del chupacabras. Mientras silbaba, la idea pasó por su cabeza rápidamente. Quizás aquella puta cabeza fuese la solución final.
Al llegar a la salida del pueblo, perdiéndose ya entre las sombras, cuando la influencia de su silbido comenzaba ya a menguar, colocó la cabeza del chupacabras sobre la suya. El hedor y la fatiga que sintió era desagradable, pero aquello era necesario si pretendía salir con vida de allí.
La manta que el hombre le había cedido, que aún llevaba encima, cubrió la cabeza de la bestia, logrando que mantenerla firme sobre la suya. Ocultó parte de su rostro con la manta, mientras continuaba caminando hacia la pendiente cuesta arriba que salía de la población.
Ligeros pasos a su espalda le alertaron. Entonces, dejó escapar su maldición vampírica, siendo rodeado con una oscura aura que la luz de las antorchas rápidamente captaron. Al girarse, rodeado de esta tenebrosa energía, los aldeanos quedaron enmudecidos de terror ante el rostro de la bestia que tanto les aterraban. [2]
―¡Corred! ¡Se está convirtiendo en el chupacabras! ―expresó uno de ellos.
Exhausto, sin apenas fuerzas, el vampiro vio como los aldeanos corrían de nuevo hacia la aldea, buscando quizás el refugio de sus casas. Dejó caer la manta al suelo, guardó la putrefacta cabeza animal de nuevo en su bolsa y comenzó a caminar, siguiendo el rastro del rebaño.
[1] - Hago uso de mi segundo turno de mi habilidad: El Bufón De La Corte.
[2] - Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso.
Cohen silbaba, por la mitad de su melodía, llevando la felicidad a los aterrados habitantes del pueblo. A los que decidían atacar, se veían mermados rápidamente al llegar a su lado, por lo que Cohen los apartaba fácilmente, empujándoles, haciéndoles caer al suelo. [1]
El vampiro estaba realmente agotado y temía que sus fuerzas no fueran suficientes para escapar con vida de Fartjuvar. Había agotado sus elixires, consumado su magia hasta la extenuación, su arma estaba rota…
Lo único que le quedaba para defenderse en su bolsa de viaje era la maldita cabeza del chupacabras. Mientras silbaba, la idea pasó por su cabeza rápidamente. Quizás aquella puta cabeza fuese la solución final.
Al llegar a la salida del pueblo, perdiéndose ya entre las sombras, cuando la influencia de su silbido comenzaba ya a menguar, colocó la cabeza del chupacabras sobre la suya. El hedor y la fatiga que sintió era desagradable, pero aquello era necesario si pretendía salir con vida de allí.
La manta que el hombre le había cedido, que aún llevaba encima, cubrió la cabeza de la bestia, logrando que mantenerla firme sobre la suya. Ocultó parte de su rostro con la manta, mientras continuaba caminando hacia la pendiente cuesta arriba que salía de la población.
Ligeros pasos a su espalda le alertaron. Entonces, dejó escapar su maldición vampírica, siendo rodeado con una oscura aura que la luz de las antorchas rápidamente captaron. Al girarse, rodeado de esta tenebrosa energía, los aldeanos quedaron enmudecidos de terror ante el rostro de la bestia que tanto les aterraban. [2]
―¡Corred! ¡Se está convirtiendo en el chupacabras! ―expresó uno de ellos.
Exhausto, sin apenas fuerzas, el vampiro vio como los aldeanos corrían de nuevo hacia la aldea, buscando quizás el refugio de sus casas. Dejó caer la manta al suelo, guardó la putrefacta cabeza animal de nuevo en su bolsa y comenzó a caminar, siguiendo el rastro del rebaño.
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[1] - Hago uso de mi segundo turno de mi habilidad: El Bufón De La Corte.
[2] - Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad. Primer Uso.
Cohen
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Re: Las Ovejas de Pedrillo [Noche, Trabajo, +18]
A medida que caminaba, se iba recomponiendo. Sentía que el rebaño iba algo más adelante, pero no se veía capacitado para alcanzarlo rápidamente.
Alcanzó a Pedrillo casi llegando ya a Farskock, su aldea natal. El muchacho pareció realmente sorprendido de verle. Quizás porque no esperaba que sobreviviese. Quizás con pena por deshacerse de sus ovejas para pagar la recompensa.
Llegaron a la casa de Pedro poco antes del amanecer. Su madre corrió a recibirle al escuchar el balido de las ovejas acercándose, fundiéndose en un fuerte abrazo y dándole numerosos besos.
―Pensé que habías muerto, mi tierno niño.
Tras la emotiva escena que a Cohen pareció larguísima, la mirada de ambos se centraron en el vampiro.
―Señora, he conseguido matar a la bestia que asaltó a su hijo y a su rebaño en el bosque. El pueblo de Farskock estará más tranquilo gracias a mi proeza. Además, he logrado traer a su hijo con vida y recuperar su rebaño de las manos de los habitantes de Fartjuvar…
―Pero, éstas no son las ovejas de mi hijo…
Cohen abrió los ojos, asombrado. Miró a Pedrillo, que le miraba, con sonrisa pícara.
―Las ovejas volvieron solas poco después del atardecer. Parecían muy asustadas. Aunque faltan algunas… pero éstas… ¿de quién son estas ovejas?
―Son las ovejas de Heidi Slaktare…
―Bueno, supongo que podré venderlas igual… De algún sitio, habrá que recuperar el dinero que debo pagar a este hombre… Espera…
La mujer se perdió en el interior de la casa, mientras que Pedrillo se acercó a Cohen, que no sabía si reír o matar a ese joven después de recibir el pago.
―No le he dicho que eres vampiro. En algún sitio tendrás que descansar. ¿Quedamos en paz? ¿Una cosa por la otra?
Cohen recordó la vivienda de la anciana a la que había asesinado al comienzo de la noche. Puede que sus vecinos se dieran cuenta de su ausencia, por lo que el vampiro decidió volver a dormir en la casa de la vieja, en el sótano junto a su cadáver.
―No será necesario. Entre truhanes nos reconocemos.
Pedrillo sonrió mientras que entró en su hogar. Su madre salió con una bolsa de monedas que le ofreció con amabilidad.
―Muchas gracias por salvar la vida de mi hijo. Espero que sea suficiente por tu valor.
Alcanzó a Pedrillo casi llegando ya a Farskock, su aldea natal. El muchacho pareció realmente sorprendido de verle. Quizás porque no esperaba que sobreviviese. Quizás con pena por deshacerse de sus ovejas para pagar la recompensa.
Llegaron a la casa de Pedro poco antes del amanecer. Su madre corrió a recibirle al escuchar el balido de las ovejas acercándose, fundiéndose en un fuerte abrazo y dándole numerosos besos.
―Pensé que habías muerto, mi tierno niño.
Tras la emotiva escena que a Cohen pareció larguísima, la mirada de ambos se centraron en el vampiro.
―Señora, he conseguido matar a la bestia que asaltó a su hijo y a su rebaño en el bosque. El pueblo de Farskock estará más tranquilo gracias a mi proeza. Además, he logrado traer a su hijo con vida y recuperar su rebaño de las manos de los habitantes de Fartjuvar…
―Pero, éstas no son las ovejas de mi hijo…
Cohen abrió los ojos, asombrado. Miró a Pedrillo, que le miraba, con sonrisa pícara.
―Las ovejas volvieron solas poco después del atardecer. Parecían muy asustadas. Aunque faltan algunas… pero éstas… ¿de quién son estas ovejas?
―Son las ovejas de Heidi Slaktare…
―Bueno, supongo que podré venderlas igual… De algún sitio, habrá que recuperar el dinero que debo pagar a este hombre… Espera…
La mujer se perdió en el interior de la casa, mientras que Pedrillo se acercó a Cohen, que no sabía si reír o matar a ese joven después de recibir el pago.
―No le he dicho que eres vampiro. En algún sitio tendrás que descansar. ¿Quedamos en paz? ¿Una cosa por la otra?
Cohen recordó la vivienda de la anciana a la que había asesinado al comienzo de la noche. Puede que sus vecinos se dieran cuenta de su ausencia, por lo que el vampiro decidió volver a dormir en la casa de la vieja, en el sótano junto a su cadáver.
―No será necesario. Entre truhanes nos reconocemos.
Pedrillo sonrió mientras que entró en su hogar. Su madre salió con una bolsa de monedas que le ofreció con amabilidad.
―Muchas gracias por salvar la vida de mi hijo. Espero que sea suficiente por tu valor.
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