[Desafío] Prisioneros de guerra
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Amanda Bradbury se encontraba sola en su jardín trasero cuando llegó la inesperada visita. Inesperada, no tanto por su naturaleza, como por el hecho de que, por primera vez desde su bienvenida viudez y segundas nupcias, las puertas de su hermosa mansión de Sacrestic Ville permanecían cerradas.
Así lo habían estado por varias semanas. Amanda no quería ver a nadie, no deseaba entretener invitados y, menos aún, atender las desesperadas dudas de los Hijos de Habak. «No cerréis las puertas que no he abierto yo». Qué ridícula le parecía ahora aquella máxima que tanto sosiego le había traído en el pasado.
Pero a su visitante no le importó que las puertas estuvieran cerradas. No llamó, no se anunció ni esperó a que le dieran paso. Simplemente, se presentó en el jardín trasero al amparo de la luna. ¿Un asesino quizá? No sería la primera vez y a una parte de Amanda no le habría importado que lograra su propósito. Sin embargo, fue otra parte, la que estaba harta de que otros decidiesen por ella, la que habló:
—Cariño, si has venido a matarme, date un poco de vida. No tengo toda la noche para dedicarte —dijo sin siquiera dirigir la mirada al intruso.
—Mírate, medio siglo como vampiro y sigues lamentándote como una niña estúpida.
Aquella voz hizo que Amanda se incorporase en el acto, súbitamente consciente de su cabello despeinado y su vestido descompuesto. Su mano se alzó instintivamente hacia un punto concreto de su cuello y tuvo que obligarla a descender de nuevo.
—Oneca, ¿qué haces en Sacrestic?
—Buscaba a esa sacerdotisa vuestra, ¿Laluth? —Oneca se acercó a la mesa de jardín y se acomodó sin ser invitada en una silla frente a Amanda—. Pero no encontré a nadie en el templo salvo un puñado de llorones balbuceantes.
—La pequeña orejas picudas se largó —dijo Amanda sin poder ocultar un deje de amargura en su voz, mientras se dejaba caer de nuevo en su asiento—. Andará retozando en algún bosque.
Hacía ya varias semanas que la sacerdotisa había desaparecido, de la noche a la mañana, junto con el cuerpo de Habak. El resto de Hijos se lamentaban por la pérdida. A Amanda, la noticia le había dejado tan fría como las artes amatorias de su difunto marido.
—La brujita aún recuerda las ataduras raciales, después de todo —dijo Oneca con un ronroneo—. ¿Qué hay de esa lobita tuya? No la he visto al entrar.
Amanda sentó la mandíbula y alzó el rostro orgullosa.
—Oh, no te pongas así, no quiero nada con tu mujercita, no es por ella que he venido. Buscaba una figura de autoridad en Sacrestic, pero veo que tendré que conformarme contigo.
—¿Qué es lo que quieres con Sacrestic?
—Liberarla, por supuesto. Es la capital del oeste, desp…
—¡No es capital de nada! Sacrestic Ville no tiene nada que ver contigo, con vosotros. Fue fundada por…
—Por pobrecitos vampiros transformados contra su voluntad que deseaban conservar una sombra de sus anteriores vidas, bua bua. Valientes estúpidos: deseando alejarse de la supuesta opresión de sus hermanos y acaban aceptando el yugo de Verisar. Seguro que así vivís mucho mejor.
—¿Y de quién es la culpa? —increpó Amanda dando un manotazo sobre la mesa—. ¡No fueron los nuestros los que montaron ese numerito en Lunargenta!
—Querida, no es conmigo con quien deberías enfadarte, yo ni siquiera estuve allí. Enfádate con los que no son capaces de distinguir a un vampiro de otro.
Amanda la miró con los puños apretados, sin saber cómo responder.
—La verdad es que la ciudad y sus habitantes me traen sin cuidado —continuó hablando Oneca—. Me importa mucho más poner a esa escoria humana en su sitio. No se juega con la comida, y menos aún se permite que la comida juegue con uno. Puede que la villa no sea nada mío, pero es un símbolo del oeste, se asocia con nuestra raza y ya va siendo hora de que nuestra raza ocupe el lugar que se merece en Aerandir.
—¿Por qué ahora?
—¿No te has enterado? Por supuesto que no, aún es muy reciente. Los humanos de Verisar acaban de sufrir numerosas pérdidas en una batalla estúpida. Probablemente tengan que llamar de regreso a más de un destacamento. Los próximos meses serán cruciales y debemos estar preparados.
—¿Qué estás planeando? —se obligó a preguntar Amanda.
—Oh, muchas cosas —respondió Oneca con sonrisa felina—. De momento, reunir nuestros activos, que es para lo que te necesito a ti, como figura de autoridad. Parece que mucha gente por aquí te tiene como tal.
Amanda ignoró el velado insulto, esperando que Oneca le revelara un poco más de lo que tenía en mente.
—¿Qué sabes de los prisioneros de guerra de la reconquista de Lunargenta?
—El niño rey de Dundarak se los llevó al norte.
—A trabajar en las minas, como esclavos. Pero al niñato se lo cargaron y, desde que el Consejo Dragón retomó las riendas del norte nada se ha sabido de ellos. Los dragones acaban de sufrir otro revés, ya te enterarás. Ahora están desmoralizados y tienen ese vergonzante secreto horadando su imagen de honor y honradez. Es el mejor momento para presionarlos para que devuelvan a los prisioneros.
—¿Qué te importan a ti esos prisioneros?
—Son símbolos, querida. Les vino bien el castigo por lanzarse a lo loco a tomar una posición que no podían mantener. Pero ya estuvo bueno, es hora de que regresen con los suyos. Necesito que alguien con semblante de legitimidad inicie las negociaciones con el Consejo Dragón para repatriarlos.
—Mientras tú averiguas por tu cuenta qué ha sido de ellos.
Oneca sonrió y se recostó cómodamente contra el respaldo de la silla. Amanda se acomodó también antes de continuar:
—¿Por qué debería ayudarte?
—Porque, mientras tengas una idea de lo que ando haciendo, podrás planear cómo contrarrestarlo.
Con estas palabras, Oneca se levantó de su asiento y comenzó el lento camino hacia la salida. Antes de desaparecer por donde había venido, se detuvo un momento a contemplar la luna creciente.
—Todo cambiará con el eclipse, recuerda mis palabras —dijo.
A aquellas alturas, nada le decían a Amanda los portentos, a fin de cuentas, la fé no le había llevado a ningún sitio. Había llegado la hora de la acción y, sin lugar a dudas, tenía mucho trabajo por delante. Igual que a Oneca, poco le importaban a ella esos prisioneros de guerra y, si era sincera consigo misma, tampoco le había molestado demasiado la ocupación de los humanos, mientras a ella la dejaran tranquila.
Pero que el sol la fulminara si permitía que esa arpía metiera las garras en su villa.
Te doy la bienvenida, mortal. Como ves, algo se está cociendo en el oeste y, en este desafío, tendrás la oportunidad de poner tu granito de arena.
Por razones obvias, los personajes de raza vampira tendrán prioridad para participar en este tema, pero también los hombres-bestia (como aliados tradicionales de los vampiros) o incluso los licántropos, si van de parte de Amanda (la esposa de Amanda Bradbury es una licántropa y su pequeña manada vive en Sacrestic Ville). En este desafío, podrán participar hasta dos personajes.
Tu misión en el desafío, que podrá extenderse a tres rondas en función de tus decisiones, será averiguar qué ha sido de los vampiros capturados en Lunargenta, durante la guerra de reconquista de la ciudad, y que el difunto rey Rigobert se llevó al norte para trabajar en las Minas del Cadalso. Tú decides si te envía Oneca, Amanda o sigues otros intereses.
En esta primera ronda, deberás contarme por qué has aceptado esta misión (tienes permiso para manejar a cualquiera de las dos vampiras si quieres rolear el encargo), así como sentar las bases para llevarla a cabo. Es decir, debes elegir si seguirás la vía de la negociación con el Consejo de los dragones o la del espía, investigando por tu cuenta qué fue de los prisioneros cuando el rey murió y el Consejo retomó el poder. Cuéntame cómo iniciarás la misión.
Ni Oneca ni Amanda tienen ficha aún, pero, si tienes curiosidad, Amanda ha participado en los temas [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Para cualquier duda, estoy a un MP de distancia.
Nota: Aunque haya abierto este hilo en Sacrestic Ville, la acción tendrá lugar en el norte. En función de cómo aborden el encargo los personajes, trasladaré el tema a Dundarak o las Minas del Cadalso.
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Prisioneros de guerra
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Amanda Bradbury se encontraba sola en su jardín trasero cuando llegó la inesperada visita. Inesperada, no tanto por su naturaleza, como por el hecho de que, por primera vez desde su bienvenida viudez y segundas nupcias, las puertas de su hermosa mansión de Sacrestic Ville permanecían cerradas.
Así lo habían estado por varias semanas. Amanda no quería ver a nadie, no deseaba entretener invitados y, menos aún, atender las desesperadas dudas de los Hijos de Habak. «No cerréis las puertas que no he abierto yo». Qué ridícula le parecía ahora aquella máxima que tanto sosiego le había traído en el pasado.
Pero a su visitante no le importó que las puertas estuvieran cerradas. No llamó, no se anunció ni esperó a que le dieran paso. Simplemente, se presentó en el jardín trasero al amparo de la luna. ¿Un asesino quizá? No sería la primera vez y a una parte de Amanda no le habría importado que lograra su propósito. Sin embargo, fue otra parte, la que estaba harta de que otros decidiesen por ella, la que habló:
—Cariño, si has venido a matarme, date un poco de vida. No tengo toda la noche para dedicarte —dijo sin siquiera dirigir la mirada al intruso.
—Mírate, medio siglo como vampiro y sigues lamentándote como una niña estúpida.
Aquella voz hizo que Amanda se incorporase en el acto, súbitamente consciente de su cabello despeinado y su vestido descompuesto. Su mano se alzó instintivamente hacia un punto concreto de su cuello y tuvo que obligarla a descender de nuevo.
—Oneca, ¿qué haces en Sacrestic?
—Buscaba a esa sacerdotisa vuestra, ¿Laluth? —Oneca se acercó a la mesa de jardín y se acomodó sin ser invitada en una silla frente a Amanda—. Pero no encontré a nadie en el templo salvo un puñado de llorones balbuceantes.
—La pequeña orejas picudas se largó —dijo Amanda sin poder ocultar un deje de amargura en su voz, mientras se dejaba caer de nuevo en su asiento—. Andará retozando en algún bosque.
Hacía ya varias semanas que la sacerdotisa había desaparecido, de la noche a la mañana, junto con el cuerpo de Habak. El resto de Hijos se lamentaban por la pérdida. A Amanda, la noticia le había dejado tan fría como las artes amatorias de su difunto marido.
—La brujita aún recuerda las ataduras raciales, después de todo —dijo Oneca con un ronroneo—. ¿Qué hay de esa lobita tuya? No la he visto al entrar.
Amanda sentó la mandíbula y alzó el rostro orgullosa.
—Oh, no te pongas así, no quiero nada con tu mujercita, no es por ella que he venido. Buscaba una figura de autoridad en Sacrestic, pero veo que tendré que conformarme contigo.
—¿Qué es lo que quieres con Sacrestic?
—Liberarla, por supuesto. Es la capital del oeste, desp…
—¡No es capital de nada! Sacrestic Ville no tiene nada que ver contigo, con vosotros. Fue fundada por…
—Por pobrecitos vampiros transformados contra su voluntad que deseaban conservar una sombra de sus anteriores vidas, bua bua. Valientes estúpidos: deseando alejarse de la supuesta opresión de sus hermanos y acaban aceptando el yugo de Verisar. Seguro que así vivís mucho mejor.
—¿Y de quién es la culpa? —increpó Amanda dando un manotazo sobre la mesa—. ¡No fueron los nuestros los que montaron ese numerito en Lunargenta!
—Querida, no es conmigo con quien deberías enfadarte, yo ni siquiera estuve allí. Enfádate con los que no son capaces de distinguir a un vampiro de otro.
Amanda la miró con los puños apretados, sin saber cómo responder.
—La verdad es que la ciudad y sus habitantes me traen sin cuidado —continuó hablando Oneca—. Me importa mucho más poner a esa escoria humana en su sitio. No se juega con la comida, y menos aún se permite que la comida juegue con uno. Puede que la villa no sea nada mío, pero es un símbolo del oeste, se asocia con nuestra raza y ya va siendo hora de que nuestra raza ocupe el lugar que se merece en Aerandir.
—¿Por qué ahora?
—¿No te has enterado? Por supuesto que no, aún es muy reciente. Los humanos de Verisar acaban de sufrir numerosas pérdidas en una batalla estúpida. Probablemente tengan que llamar de regreso a más de un destacamento. Los próximos meses serán cruciales y debemos estar preparados.
—¿Qué estás planeando? —se obligó a preguntar Amanda.
—Oh, muchas cosas —respondió Oneca con sonrisa felina—. De momento, reunir nuestros activos, que es para lo que te necesito a ti, como figura de autoridad. Parece que mucha gente por aquí te tiene como tal.
Amanda ignoró el velado insulto, esperando que Oneca le revelara un poco más de lo que tenía en mente.
—¿Qué sabes de los prisioneros de guerra de la reconquista de Lunargenta?
—El niño rey de Dundarak se los llevó al norte.
—A trabajar en las minas, como esclavos. Pero al niñato se lo cargaron y, desde que el Consejo Dragón retomó las riendas del norte nada se ha sabido de ellos. Los dragones acaban de sufrir otro revés, ya te enterarás. Ahora están desmoralizados y tienen ese vergonzante secreto horadando su imagen de honor y honradez. Es el mejor momento para presionarlos para que devuelvan a los prisioneros.
—¿Qué te importan a ti esos prisioneros?
—Son símbolos, querida. Les vino bien el castigo por lanzarse a lo loco a tomar una posición que no podían mantener. Pero ya estuvo bueno, es hora de que regresen con los suyos. Necesito que alguien con semblante de legitimidad inicie las negociaciones con el Consejo Dragón para repatriarlos.
—Mientras tú averiguas por tu cuenta qué ha sido de ellos.
Oneca sonrió y se recostó cómodamente contra el respaldo de la silla. Amanda se acomodó también antes de continuar:
—¿Por qué debería ayudarte?
—Porque, mientras tengas una idea de lo que ando haciendo, podrás planear cómo contrarrestarlo.
Con estas palabras, Oneca se levantó de su asiento y comenzó el lento camino hacia la salida. Antes de desaparecer por donde había venido, se detuvo un momento a contemplar la luna creciente.
—Todo cambiará con el eclipse, recuerda mis palabras —dijo.
A aquellas alturas, nada le decían a Amanda los portentos, a fin de cuentas, la fé no le había llevado a ningún sitio. Había llegado la hora de la acción y, sin lugar a dudas, tenía mucho trabajo por delante. Igual que a Oneca, poco le importaban a ella esos prisioneros de guerra y, si era sincera consigo misma, tampoco le había molestado demasiado la ocupación de los humanos, mientras a ella la dejaran tranquila.
Pero que el sol la fulminara si permitía que esa arpía metiera las garras en su villa.
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Te doy la bienvenida, mortal. Como ves, algo se está cociendo en el oeste y, en este desafío, tendrás la oportunidad de poner tu granito de arena.
Por razones obvias, los personajes de raza vampira tendrán prioridad para participar en este tema, pero también los hombres-bestia (como aliados tradicionales de los vampiros) o incluso los licántropos, si van de parte de Amanda (la esposa de Amanda Bradbury es una licántropa y su pequeña manada vive en Sacrestic Ville). En este desafío, podrán participar hasta dos personajes.
Tu misión en el desafío, que podrá extenderse a tres rondas en función de tus decisiones, será averiguar qué ha sido de los vampiros capturados en Lunargenta, durante la guerra de reconquista de la ciudad, y que el difunto rey Rigobert se llevó al norte para trabajar en las Minas del Cadalso. Tú decides si te envía Oneca, Amanda o sigues otros intereses.
En esta primera ronda, deberás contarme por qué has aceptado esta misión (tienes permiso para manejar a cualquiera de las dos vampiras si quieres rolear el encargo), así como sentar las bases para llevarla a cabo. Es decir, debes elegir si seguirás la vía de la negociación con el Consejo de los dragones o la del espía, investigando por tu cuenta qué fue de los prisioneros cuando el rey murió y el Consejo retomó el poder. Cuéntame cómo iniciarás la misión.
Ni Oneca ni Amanda tienen ficha aún, pero, si tienes curiosidad, Amanda ha participado en los temas [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Para cualquier duda, estoy a un MP de distancia.
Nota: Aunque haya abierto este hilo en Sacrestic Ville, la acción tendrá lugar en el norte. En función de cómo aborden el encargo los personajes, trasladaré el tema a Dundarak o las Minas del Cadalso.
Fehu
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
Cohen estaba sentado en el centro de aquella sala cuándo Amanda Bradbury entró en la habitación. Había escuchado hablar de ella, pero no había tenido ocasión de conocerla aún. La verdad es que la mujer resultó ser de una apariencia mucho más joven de lo que esperaba… pero con los miembros de su raza, casi nunca se solía acertar…
La mujer se sentó frente al vampiro, sonriéndole brevemente. Durante unos segundos, la estancia permanecía en completo silencio, mientras la mujer le observaba con atención. Parecía incómoda y tensa, aunque parecía mirarle con interés. Cómo una serpiente antes de engullir a su presa...
―Busco a alguien de confianza para una tarea discreta. Me han hablado de ti…
Hacía días que caminaba hacia las minas del cadalso. Viajaba junto a un par de vampiros que parecían conocer bien las tierras norteñas, territorio que Cohen normalmente evitaba a causa de sus bajas temperaturas.
La misión que Amanda Bradbury le había encargado parecía sencilla. Quería saber que había sido de los prisioneros de guerra tomados por Lunargenta tras la ocupación de la ciudad humana que habían sido cedidos a los dragones como esclavos. Pero el interés de la vampiresa parecía residir en la que parecía ser la líder del grupo, Oneca, a la que debía seguir muy de cerca.
Había conocido a Oneca en Sacrestic Ville un día antes de iniciar el viaje. La impresión de Cohen sobre ella no había sido demasiado positiva, esperando poder conocerla más durante las jornadas de viaje y hablar con ella sobre sus intenciones.
Pero llegado el momento de partir, uno de sus acompañantes, el que parecía ser su subordinado y persona de confianza, le informó de que ella viajaría con otro pequeño grupo, destino al Norte. Era una medida para no llamar demasiado la atención. Los seis miembros de la expedición se encontrarían una vez llegaran a su destino en el Norte.
Confiado de que fuese así, Cohen compartió el camino con los hombres fieles de Oneca intentando no desvelar su doble rol de espía. El hombre de confianza de Oneca no soltaba palabra alguna, limitándose a hablar para aclarar aspectos de la ruta que realizaban. La mujer que iba con ellos parecía saber tan poco sobre la vampiresa cómo él, algo que terminó inquietándole...
Pero sus dudas se difuminaron el día en que llegaron a su destino. En las proximidades de las Minas del Cadalso, otro pequeño grupo les esperaba: Oneca era una de sus integrantes. Lo que no esperaba era encontrarse a su amigo Zagreus allí.
Durante unos segundos, el desconcierto fue total, algo que intentó disimular por el asombro de un encuentro fortuito. Aunque confiaba en él, Cohen intuía que Zagreus era leal a Oneca, puede que tuvieran intereses en común o puede que sólo estuviera allí cómo un simple mercenario al igual que él. Oneca había sido generosa en el pago realizado y eso podría haber llamado la atención de cualquiera… Aunque Amanda le había pagado mucho más.
―Me alegro de verte, Zagreus ―le comentó a su antiguo compañero, en cuanto tuvieron ocasión de saludarse, algo apartado de los demás―. No esperaba encontrar aquí a nadie conocido, pero nadie mejor que tú…
Cohen sonreía mientras hablaba. Aunque sus palabras eran ciertas, debía guardar la cautela con aquel hombre que consideraba un amigo. Si él había viajado con Oneca los últimos días, quizás pudiera informarle de cuáles eran los objetivos de la mujer y si ocultaba algo. Cuánta más información llevara a Amanda, mayor sería el segundo pago que ésta le había prometido.
Tras los saludos y presentaciones de rigor, Oneca tomó la palabra y los otros cinco allí reunidos, seis en total, escucharon detenidamente el plan de la vampiresa.
La mujer se sentó frente al vampiro, sonriéndole brevemente. Durante unos segundos, la estancia permanecía en completo silencio, mientras la mujer le observaba con atención. Parecía incómoda y tensa, aunque parecía mirarle con interés. Cómo una serpiente antes de engullir a su presa...
―Busco a alguien de confianza para una tarea discreta. Me han hablado de ti…
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Hacía días que caminaba hacia las minas del cadalso. Viajaba junto a un par de vampiros que parecían conocer bien las tierras norteñas, territorio que Cohen normalmente evitaba a causa de sus bajas temperaturas.
La misión que Amanda Bradbury le había encargado parecía sencilla. Quería saber que había sido de los prisioneros de guerra tomados por Lunargenta tras la ocupación de la ciudad humana que habían sido cedidos a los dragones como esclavos. Pero el interés de la vampiresa parecía residir en la que parecía ser la líder del grupo, Oneca, a la que debía seguir muy de cerca.
Había conocido a Oneca en Sacrestic Ville un día antes de iniciar el viaje. La impresión de Cohen sobre ella no había sido demasiado positiva, esperando poder conocerla más durante las jornadas de viaje y hablar con ella sobre sus intenciones.
Pero llegado el momento de partir, uno de sus acompañantes, el que parecía ser su subordinado y persona de confianza, le informó de que ella viajaría con otro pequeño grupo, destino al Norte. Era una medida para no llamar demasiado la atención. Los seis miembros de la expedición se encontrarían una vez llegaran a su destino en el Norte.
Confiado de que fuese así, Cohen compartió el camino con los hombres fieles de Oneca intentando no desvelar su doble rol de espía. El hombre de confianza de Oneca no soltaba palabra alguna, limitándose a hablar para aclarar aspectos de la ruta que realizaban. La mujer que iba con ellos parecía saber tan poco sobre la vampiresa cómo él, algo que terminó inquietándole...
Pero sus dudas se difuminaron el día en que llegaron a su destino. En las proximidades de las Minas del Cadalso, otro pequeño grupo les esperaba: Oneca era una de sus integrantes. Lo que no esperaba era encontrarse a su amigo Zagreus allí.
Durante unos segundos, el desconcierto fue total, algo que intentó disimular por el asombro de un encuentro fortuito. Aunque confiaba en él, Cohen intuía que Zagreus era leal a Oneca, puede que tuvieran intereses en común o puede que sólo estuviera allí cómo un simple mercenario al igual que él. Oneca había sido generosa en el pago realizado y eso podría haber llamado la atención de cualquiera… Aunque Amanda le había pagado mucho más.
―Me alegro de verte, Zagreus ―le comentó a su antiguo compañero, en cuanto tuvieron ocasión de saludarse, algo apartado de los demás―. No esperaba encontrar aquí a nadie conocido, pero nadie mejor que tú…
Cohen sonreía mientras hablaba. Aunque sus palabras eran ciertas, debía guardar la cautela con aquel hombre que consideraba un amigo. Si él había viajado con Oneca los últimos días, quizás pudiera informarle de cuáles eran los objetivos de la mujer y si ocultaba algo. Cuánta más información llevara a Amanda, mayor sería el segundo pago que ésta le había prometido.
Tras los saludos y presentaciones de rigor, Oneca tomó la palabra y los otros cinco allí reunidos, seis en total, escucharon detenidamente el plan de la vampiresa.
Última edición por Cohen el Mar Ene 24 2023, 11:39, editado 1 vez
Cohen
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
Una tormenta sacudía con violencia la Posada de la Luna, mientras tanto uno de los trabajadores de la taberna obedecía las órdenes de su encargada para cerrar las ventanas a fin de que el agua no entrara. Las nubes oscuras tapaban la poca luz de la noche, haciendo que las tinieblas de las calles de Sacrestic Ville recobraran su tono característico de antaño, cuando la sangre fresca se podía oler en el aire.
La posada por las condiciones de aquella peculiar noche se encontraba repleta de gente. Vampiros de rostros decaídos trataban de amenizar su noche mientras procuraban no llamar la atención de los humanos que empoderados miraban con desprecio desde una mesa en un rincón de la taberna.
Nuevamente, mi viaje me dirigía a la lúgubre ciudad del oeste, y si bien en la villa tenía conocidos que podrían ayudarme en mi nueva misión, preferí mantenerlos apartados de mi objetivo, en parte estaba en deuda con uno de ellos, por lo que no quería incordiarlo con mis intenciones. Igualmente, el trabajar solo era mi manera predilecta de actuar, confiaba plenamente en mis capacidades, por lo que incorporar a otro generalmente terminaba siendo una forma de propiciar la aparición de variables que no podría controlar, pudiendo así perjudicar mi labor.
En mi travesía por el continente, una nueva pista sobre el paradero de los pergaminos del Dios Vampiro apareció. Si bien no tenía certeza de esta nueva información, me dirigí a Sacrestic Ville. En la ciudad existía una especie de secta llamada Los hijos de Habakhuk, y si bien la información que tenía sobre esa religión dedicada al primer vampiro era prácticamente insignificante, era muy probable que un grupo dirigido a rendir culto a Habakhuk supiera algo sobre sus escritos míticos. La obviedad de esa afirmación me generaba incomodidad. El hecho de no haber pensado en tal suposición anteriormente, de ni siquiera conocer sobre aquel culto a Habak, me irritaba.
Mientras sentado en una mesa en solitario reflexionaba sobre el hecho de que varios a los que había preguntado sobre la religión se habían negado a hablar del tema, me percaté que sería más difícil ubicarlos de lo que había anticipado. Con mi dedo índice jugueteaba con mi bebida doble D negativo (1), empapando el dedo en el líquido rojo mientras sutilmente rodeaba el borde de la copa en círculos. Los estruendos de la tormenta y el bullicio de la taberna componían una sinfonía disonante con la tranquilidad de mi conducta mientras pensaba.
Los hijos de Habakhuk… - comenté en voz alta sin percatarme. – “No cerréis las puertas que no he abierto yo” – continué en mi soliloquio mientras seguía hipnotizado con mi copa sangrienta. Había escuchado esa frase durante mi búsqueda de la secta, pero no encontraba su significado.
Una mujer de atuendos oscuros se sentó al frente mío, sacándome de mi trance y haciendo que reaccionara con extrañeza a su conducta.
¿Buscas a Amanda?
¿Quién eres tú? – pregunté desconcertado a su anterior pregunta.
No me hagas perder mi tiempo, veo que eres un vampiro distinto a los demás de esta ciudad en desgracia. – dijo con un tono decidido y al mismo tiempo amenazante. La mujer estaba acompañada de un hombre que se mantenía de pie al borde de la mesa custodiando. – ¿Buscas a los hijos de Habak? Otro iluso que piensa que el dios vampiro volverá y que hay que encontrar los objetos malditos, ja, llegas tarde… - dijo con sarcasmo ante el destino de los objetos en los acontecimientos recientes.
Fruncí el ceño a sus comentarios retadores que escondían la ofensa en sus palabras.
No te enojes querido, en tus ojos veo convicción – dijo sonriente - ¿acaso no quiere que los vampiros recuperemos el respeto en el continente?
Sus palabras llamaron mi atención, lentamente coloqué mi dedo mojado en mi boca lamiendo la sangre de mi bebida. Volteé la cabeza y ubiqué el cantinero para pedir con un gesto un trago igual al mío para mi acompañante que evidenciaba que se trataba de una vampiresa. Quizás la conversación podría extenderse.
Pasaron varias horas mientras conversaba con aquella mujer con aires de caudillo. Su propuesta futura me interesaba, si bien los conflictos raciales no me importaban, el estado actual de los vampiros era un insulto al poder de la maldición. El continente sometía a los hijos de la noche, despreciándonos como bestias chupasangre, subestimando y mirándonos con prepotencia. Los elfos y humanos promovían encarecidamente el limitarnos, e incluso los más rencoroso, erradicarnos en algún momento.
Mientras conversaba recordaba mi encuentro con Caoimhe en Beltrexus (2) donde enaltecía mi cualidad como vampiro, orgulloso de mi maldición y mi poder con la sangre. Muchos vampiros eran presa del miedo de ser un ser maldito por la oscuridad, mientras otros prostituían nuestro don como bestias desesperadas por alimentarse. Ensuciaban el titulo de vampiro. Pocos sabían el potencial de nuestra raza, y con dicho potencial éramos capaces de gobernar Aerandir.
Sabía que ganarnos el aprecio y estima de todos era difícil, pero quizás el miedo y el terror era más sencillo de conseguir, y los planes de la mujer llamada Oneca prometían encaminar esa posibilidad. Sacrestic podría recuperar su esencia nuevamente con nuevos líderes. Los errores de Lunargenta no se repetirían.
Oneca comentó el plan y mi misión, accedí a colaborar en su cruzada, ya que la vampiresa me ofreció una buena paga y un rol importante llegado el momento. Me habló sobre Amanda y los hijos de Habak por los que preguntaba, no me atreví a comentarle sobre los pergaminos, pero intuía que esta tan Amanda y su secta seguramente podrían dirigirme a un nuevo escrito ancestral.
El viaje comenzó, mi labor era de actuar como espía con un equipo de vampiros en las minas del Cadalso. Durante el trayecto procuré mantenerme en silencio analizando toda la propuesta y el grupo de vampiros que acompañaba a Oneca al norte. La vampiresa explicó algunas peculiaridades de la misión e incluso hablo de una posible propuesta diplomática. Al llegar nos encontramos con otro grupo de vampiros que se unirían con nosotros.
Con sorpresa vi un rostro familiar, se trataba de Cohen quien se acercó amablemente y me saludó, el vampiro mantenía su esencia pícara y aunque la casualidad de toparnos en ese lugar resultaba poco probable, en el fondo sabía que ese tipo de actividades eran propias de él. Conocía su relación con los humanos que ocupaban Sacrestic, por lo que asumía que ya cansado de esa situación había preferido actuar.
Saludos, mi estimado compañero, curioso verte en estas tierras frías. – dije ofreciendo mi brazo para saludarlo cordialmente. – Supongo que si estás aquí es que ya te cansaste de los humanos en tu ciudad. – recalqué con una sonrisa maliciosa.
Oneca interrumpió nuestra conversación pidiéndonos acercarnos para explicar la misión. Ya tendría tiempo de ponerme al día con Cohen, al final de cuentas estaba interesado en preguntarle sobre Zana, y con los objetivos de liberar Sacrestic Peter también podría ser un obstáculo, pero actualmente debíamos enfocarnos en las minas.
_______________________________La posada por las condiciones de aquella peculiar noche se encontraba repleta de gente. Vampiros de rostros decaídos trataban de amenizar su noche mientras procuraban no llamar la atención de los humanos que empoderados miraban con desprecio desde una mesa en un rincón de la taberna.
Nuevamente, mi viaje me dirigía a la lúgubre ciudad del oeste, y si bien en la villa tenía conocidos que podrían ayudarme en mi nueva misión, preferí mantenerlos apartados de mi objetivo, en parte estaba en deuda con uno de ellos, por lo que no quería incordiarlo con mis intenciones. Igualmente, el trabajar solo era mi manera predilecta de actuar, confiaba plenamente en mis capacidades, por lo que incorporar a otro generalmente terminaba siendo una forma de propiciar la aparición de variables que no podría controlar, pudiendo así perjudicar mi labor.
En mi travesía por el continente, una nueva pista sobre el paradero de los pergaminos del Dios Vampiro apareció. Si bien no tenía certeza de esta nueva información, me dirigí a Sacrestic Ville. En la ciudad existía una especie de secta llamada Los hijos de Habakhuk, y si bien la información que tenía sobre esa religión dedicada al primer vampiro era prácticamente insignificante, era muy probable que un grupo dirigido a rendir culto a Habakhuk supiera algo sobre sus escritos míticos. La obviedad de esa afirmación me generaba incomodidad. El hecho de no haber pensado en tal suposición anteriormente, de ni siquiera conocer sobre aquel culto a Habak, me irritaba.
Mientras sentado en una mesa en solitario reflexionaba sobre el hecho de que varios a los que había preguntado sobre la religión se habían negado a hablar del tema, me percaté que sería más difícil ubicarlos de lo que había anticipado. Con mi dedo índice jugueteaba con mi bebida doble D negativo (1), empapando el dedo en el líquido rojo mientras sutilmente rodeaba el borde de la copa en círculos. Los estruendos de la tormenta y el bullicio de la taberna componían una sinfonía disonante con la tranquilidad de mi conducta mientras pensaba.
Los hijos de Habakhuk… - comenté en voz alta sin percatarme. – “No cerréis las puertas que no he abierto yo” – continué en mi soliloquio mientras seguía hipnotizado con mi copa sangrienta. Había escuchado esa frase durante mi búsqueda de la secta, pero no encontraba su significado.
Una mujer de atuendos oscuros se sentó al frente mío, sacándome de mi trance y haciendo que reaccionara con extrañeza a su conducta.
¿Buscas a Amanda?
¿Quién eres tú? – pregunté desconcertado a su anterior pregunta.
No me hagas perder mi tiempo, veo que eres un vampiro distinto a los demás de esta ciudad en desgracia. – dijo con un tono decidido y al mismo tiempo amenazante. La mujer estaba acompañada de un hombre que se mantenía de pie al borde de la mesa custodiando. – ¿Buscas a los hijos de Habak? Otro iluso que piensa que el dios vampiro volverá y que hay que encontrar los objetos malditos, ja, llegas tarde… - dijo con sarcasmo ante el destino de los objetos en los acontecimientos recientes.
Fruncí el ceño a sus comentarios retadores que escondían la ofensa en sus palabras.
No te enojes querido, en tus ojos veo convicción – dijo sonriente - ¿acaso no quiere que los vampiros recuperemos el respeto en el continente?
Sus palabras llamaron mi atención, lentamente coloqué mi dedo mojado en mi boca lamiendo la sangre de mi bebida. Volteé la cabeza y ubiqué el cantinero para pedir con un gesto un trago igual al mío para mi acompañante que evidenciaba que se trataba de una vampiresa. Quizás la conversación podría extenderse.
Pasaron varias horas mientras conversaba con aquella mujer con aires de caudillo. Su propuesta futura me interesaba, si bien los conflictos raciales no me importaban, el estado actual de los vampiros era un insulto al poder de la maldición. El continente sometía a los hijos de la noche, despreciándonos como bestias chupasangre, subestimando y mirándonos con prepotencia. Los elfos y humanos promovían encarecidamente el limitarnos, e incluso los más rencoroso, erradicarnos en algún momento.
Mientras conversaba recordaba mi encuentro con Caoimhe en Beltrexus (2) donde enaltecía mi cualidad como vampiro, orgulloso de mi maldición y mi poder con la sangre. Muchos vampiros eran presa del miedo de ser un ser maldito por la oscuridad, mientras otros prostituían nuestro don como bestias desesperadas por alimentarse. Ensuciaban el titulo de vampiro. Pocos sabían el potencial de nuestra raza, y con dicho potencial éramos capaces de gobernar Aerandir.
Sabía que ganarnos el aprecio y estima de todos era difícil, pero quizás el miedo y el terror era más sencillo de conseguir, y los planes de la mujer llamada Oneca prometían encaminar esa posibilidad. Sacrestic podría recuperar su esencia nuevamente con nuevos líderes. Los errores de Lunargenta no se repetirían.
Oneca comentó el plan y mi misión, accedí a colaborar en su cruzada, ya que la vampiresa me ofreció una buena paga y un rol importante llegado el momento. Me habló sobre Amanda y los hijos de Habak por los que preguntaba, no me atreví a comentarle sobre los pergaminos, pero intuía que esta tan Amanda y su secta seguramente podrían dirigirme a un nuevo escrito ancestral.
El viaje comenzó, mi labor era de actuar como espía con un equipo de vampiros en las minas del Cadalso. Durante el trayecto procuré mantenerme en silencio analizando toda la propuesta y el grupo de vampiros que acompañaba a Oneca al norte. La vampiresa explicó algunas peculiaridades de la misión e incluso hablo de una posible propuesta diplomática. Al llegar nos encontramos con otro grupo de vampiros que se unirían con nosotros.
Con sorpresa vi un rostro familiar, se trataba de Cohen quien se acercó amablemente y me saludó, el vampiro mantenía su esencia pícara y aunque la casualidad de toparnos en ese lugar resultaba poco probable, en el fondo sabía que ese tipo de actividades eran propias de él. Conocía su relación con los humanos que ocupaban Sacrestic, por lo que asumía que ya cansado de esa situación había preferido actuar.
Saludos, mi estimado compañero, curioso verte en estas tierras frías. – dije ofreciendo mi brazo para saludarlo cordialmente. – Supongo que si estás aquí es que ya te cansaste de los humanos en tu ciudad. – recalqué con una sonrisa maliciosa.
Oneca interrumpió nuestra conversación pidiéndonos acercarnos para explicar la misión. Ya tendría tiempo de ponerme al día con Cohen, al final de cuentas estaba interesado en preguntarle sobre Zana, y con los objetivos de liberar Sacrestic Peter también podría ser un obstáculo, pero actualmente debíamos enfocarnos en las minas.
Off
(1): Bebida que describo en mi primer post con Cohen en Sacrestic: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
(2): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. No es necesario leerlo, pero lo menciono, ya que se plantea el debate sobre la naturaleza de ser vampiro y como yo lo entiendo y afronto a diferencia de la postura de otros vampiros.
Zagreus
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
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Aún faltaban unas pocas horas para el amanecer cuando llegaron al punto de encuentro. Oneca envió a Amir a reconocer el terreno y se quedó con Zagreus, preparando el refugio que no era mucho más que una hendidura entre las rocas que cubrirían con el ramaje y las piedras de los alrededores para mantener alejada la luz solar. Afortunadamente, los días eran cortos en el norte.
Por fin, llegó Mali con los nuevos reclutas. Les había tocado la ruta más larga. Oneca interrogó con la mirada a su lugarteniente, que le respondió con un asentimiento casi imperceptible. Casi pudo oír las palabras no pronunciadas: Se las arreglan, de momento. Toda una alabanza, viniendo de Mali.
El grandullón había manifestado cierto escepticismo respecto a reclutar gente de la villa. Se habían sometido a la presencia de los humanos de Verisar, después de todo. Pero no podía negar que le había asombrado la capacidad de Rila para pasearse a sus anchas por la ciudad, en las narices de los guardias, a menudo, sin que estos se percataran siquiera de su presencia.
En cuanto a Cohen, se estaba haciendo un nombre en Sacrestic. La clase de nombre con la que no venía mal contar, si una quería atraer a los lugareños a su causa. Activos, le había dicho a Mali, cuantos más reunamos, mayores serán nuestras opciones.
—Los caballeros se conocen —dijo ante el sorprendido saludo de Cohen y Zagreus—. Estupendo, podrán terminar ellos mismos las presentaciones.
El informe extendido de Mali fue breve (no habían encontrado dificultades en el camino), pero sirvió para llenar el tiempo hasta el regreso de Amir. En ese momento, Oneca reunió de nuevo a todos. Estarían apretados en el refugio, así que era mejor exponer el plan antes de que el sol asomara por el horizonte.
—La aldea es pequeña, un par de calles de tierra y un puñado de casas pobres de madera —describió Amir—. Pero hay luces en el exterior y guardias bien armados, dos en cada calle, separados, pero lo bastante cerca unos de otros para socorrerse rápido en caso de apuro. En el extremo del pueblo hay un par de edificios más grandes, sin ventanas.
—¿Almacenes? —preguntó Rila.
—O el lugar donde guardan a los prisioneros durante el día —propuso Mali.
—O ambos —dijo Oneca con una sonrisa un tanto sarcástica—. ¿Qué hay de las famosas máquinas de guerra?
—Los edificios no son tan grandes y afuera no están. Vi los restos de los talleres y las huellas del paso de la artillería hacia el sur son antiguas.
—¿Se las llevarían todas a Sandorai? —dijo Mali con las cejas alzadas, dirigiéndose a Oneca más que a Amir.
Rila soltó un silbido suave.
—Buena suerte intentando que se las devuelvan.
Amir rió la gracia y Oneca, pensativa, preguntó:
—¿Pudiste acercarte a la mina? ¿Seguían trabajando?
—Eso es lo más raro —respondió él—. No se oía ruido dentro y no había más luces que las de los dos puestos de guardia en extremos opuestos y la que portaba un vigilante que salía a pasearse de vez en cuando.
—¿Por qué iban a necesitar luz si tienen de esclavos a vampiros? —dijo Rila. El tono bromista de un momento antes se había esfumado ante la mención a los esclavos.
—Para vigilarlos —dijo Oneca.
Aquello no le gustaba. Se había imaginando a sí misma instigando a los prisioneros a levantarse contra sus carceleros, reconquistando su libertad y agradecidos a quien la hizo posible. Pero, ¿acaso estaban seguros de que el nuevo Consejo Dragón había seguido utilizando a los prisioneros como fuerza de trabajo? Y, de no ser así, ¿qué habían hecho con ellos?
—¿Es posible que estuvieran trabajando en algún túnel interior y por eso no los oyeras? —preguntó Mali.
Amir se encogió de hombros.
—Es una mina abierta, pero el espacio es amplio, es posible que haya algún túnel subterráneo.
—De ser así, quizá tengan allí a los prisioneros y no en el pueblo.
—Bien —dijo Oneca finalmente, aunque nada de todo aquello le parecía bien—, habrá que dividirse: un grupo registrará el pueblo y los supuestos almacenes y otro, la mina. Nuestra prioridad es encontrar a los prisioneros, no entrar en combate.
—De momento —puntualizó Amir con una media sonrisa.
—De momento —confirmó Oneca sin variar el tono informativo—. Mali, tú dirigirás uno de los grupos, ve pensando en la distribución. Yo me voy a dormir. Los quiero listos en cuanto anochezca.
Antes de nada, pido disculpas por mi demora en responder. Este será el penúltimo turno del tema, pero espero no dejarlos colgando tanto tiempo antes del cierre.
Su primer objetivo para este turno será dividir a sus activos. Dejo en sus manos la distribución de los grupos y a dónde va cada uno. La única condición que les pongo es que Mali y Oneca irán en grupos separados, como líderes de su equipo respectivo.
Su segundo objetivo ya lo ha expresado Oneca: deberán investigar el área seleccionada en busca de algún rastro de los prisioneros, preferiblemente, sin ser vistos por los guardias. La zona del poblado y los almacenes es más acotada y con convenientes paredes y otras construcciones tras las que mantenerse ocultos de los guardias, pero está más vigilada (tengan en cuenta a los mineros legítimos, que estarán descansando en sus casas tras su remunerada jornada de trabajo). En la mina, hay menos vigilancia, pero más terreno a cubrir con menos lugares donde ocultarse.
Tanto si deciden separarse e ir cada uno con un grupo, como si deciden explorar juntos y dejar al otro grupo a la voluntad de los dioses, tienen libertad para manejar e interactuar con los PNJs que los acompañen, así como para describir las localizaciones que investiguen, posibles encuentros con los guardias y otros aspectos que consideren oportunos.
Eso sí, al final de la ronda, seré yo quien les diga si encuentran a los prisioneros u otra cosa. Lo que me recuerda… Láncenme una runa cada uno cuando cuelguen su post.
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Prisioneros de guerra
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Aún faltaban unas pocas horas para el amanecer cuando llegaron al punto de encuentro. Oneca envió a Amir a reconocer el terreno y se quedó con Zagreus, preparando el refugio que no era mucho más que una hendidura entre las rocas que cubrirían con el ramaje y las piedras de los alrededores para mantener alejada la luz solar. Afortunadamente, los días eran cortos en el norte.
Por fin, llegó Mali con los nuevos reclutas. Les había tocado la ruta más larga. Oneca interrogó con la mirada a su lugarteniente, que le respondió con un asentimiento casi imperceptible. Casi pudo oír las palabras no pronunciadas: Se las arreglan, de momento. Toda una alabanza, viniendo de Mali.
El grandullón había manifestado cierto escepticismo respecto a reclutar gente de la villa. Se habían sometido a la presencia de los humanos de Verisar, después de todo. Pero no podía negar que le había asombrado la capacidad de Rila para pasearse a sus anchas por la ciudad, en las narices de los guardias, a menudo, sin que estos se percataran siquiera de su presencia.
En cuanto a Cohen, se estaba haciendo un nombre en Sacrestic. La clase de nombre con la que no venía mal contar, si una quería atraer a los lugareños a su causa. Activos, le había dicho a Mali, cuantos más reunamos, mayores serán nuestras opciones.
—Los caballeros se conocen —dijo ante el sorprendido saludo de Cohen y Zagreus—. Estupendo, podrán terminar ellos mismos las presentaciones.
El informe extendido de Mali fue breve (no habían encontrado dificultades en el camino), pero sirvió para llenar el tiempo hasta el regreso de Amir. En ese momento, Oneca reunió de nuevo a todos. Estarían apretados en el refugio, así que era mejor exponer el plan antes de que el sol asomara por el horizonte.
—La aldea es pequeña, un par de calles de tierra y un puñado de casas pobres de madera —describió Amir—. Pero hay luces en el exterior y guardias bien armados, dos en cada calle, separados, pero lo bastante cerca unos de otros para socorrerse rápido en caso de apuro. En el extremo del pueblo hay un par de edificios más grandes, sin ventanas.
—¿Almacenes? —preguntó Rila.
—O el lugar donde guardan a los prisioneros durante el día —propuso Mali.
—O ambos —dijo Oneca con una sonrisa un tanto sarcástica—. ¿Qué hay de las famosas máquinas de guerra?
—Los edificios no son tan grandes y afuera no están. Vi los restos de los talleres y las huellas del paso de la artillería hacia el sur son antiguas.
—¿Se las llevarían todas a Sandorai? —dijo Mali con las cejas alzadas, dirigiéndose a Oneca más que a Amir.
Rila soltó un silbido suave.
—Buena suerte intentando que se las devuelvan.
Amir rió la gracia y Oneca, pensativa, preguntó:
—¿Pudiste acercarte a la mina? ¿Seguían trabajando?
—Eso es lo más raro —respondió él—. No se oía ruido dentro y no había más luces que las de los dos puestos de guardia en extremos opuestos y la que portaba un vigilante que salía a pasearse de vez en cuando.
—¿Por qué iban a necesitar luz si tienen de esclavos a vampiros? —dijo Rila. El tono bromista de un momento antes se había esfumado ante la mención a los esclavos.
—Para vigilarlos —dijo Oneca.
Aquello no le gustaba. Se había imaginando a sí misma instigando a los prisioneros a levantarse contra sus carceleros, reconquistando su libertad y agradecidos a quien la hizo posible. Pero, ¿acaso estaban seguros de que el nuevo Consejo Dragón había seguido utilizando a los prisioneros como fuerza de trabajo? Y, de no ser así, ¿qué habían hecho con ellos?
—¿Es posible que estuvieran trabajando en algún túnel interior y por eso no los oyeras? —preguntó Mali.
Amir se encogió de hombros.
—Es una mina abierta, pero el espacio es amplio, es posible que haya algún túnel subterráneo.
—De ser así, quizá tengan allí a los prisioneros y no en el pueblo.
—Bien —dijo Oneca finalmente, aunque nada de todo aquello le parecía bien—, habrá que dividirse: un grupo registrará el pueblo y los supuestos almacenes y otro, la mina. Nuestra prioridad es encontrar a los prisioneros, no entrar en combate.
—De momento —puntualizó Amir con una media sonrisa.
—De momento —confirmó Oneca sin variar el tono informativo—. Mali, tú dirigirás uno de los grupos, ve pensando en la distribución. Yo me voy a dormir. Los quiero listos en cuanto anochezca.
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Antes de nada, pido disculpas por mi demora en responder. Este será el penúltimo turno del tema, pero espero no dejarlos colgando tanto tiempo antes del cierre.
Su primer objetivo para este turno será dividir a sus activos. Dejo en sus manos la distribución de los grupos y a dónde va cada uno. La única condición que les pongo es que Mali y Oneca irán en grupos separados, como líderes de su equipo respectivo.
- datos de los personajes:
Oneca: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Talentos: Combate con armas (espada corta), Absorción, Intimidación. Color: #00ccff
Mali: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Talentos: Combate con armas (espada), Corrupción, Tácticas. Color: #F08080
Amir: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Talentos: Rastreo, Ofuscación, Disparo (ballesta montada). Color: #3CB371
Rila: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Talentos: Oscuridad, Acrobacias, Trucos sucios. Color: #D2B48C
Su segundo objetivo ya lo ha expresado Oneca: deberán investigar el área seleccionada en busca de algún rastro de los prisioneros, preferiblemente, sin ser vistos por los guardias. La zona del poblado y los almacenes es más acotada y con convenientes paredes y otras construcciones tras las que mantenerse ocultos de los guardias, pero está más vigilada (tengan en cuenta a los mineros legítimos, que estarán descansando en sus casas tras su remunerada jornada de trabajo). En la mina, hay menos vigilancia, pero más terreno a cubrir con menos lugares donde ocultarse.
Tanto si deciden separarse e ir cada uno con un grupo, como si deciden explorar juntos y dejar al otro grupo a la voluntad de los dioses, tienen libertad para manejar e interactuar con los PNJs que los acompañen, así como para describir las localizaciones que investiguen, posibles encuentros con los guardias y otros aspectos que consideren oportunos.
Eso sí, al final de la ronda, seré yo quien les diga si encuentran a los prisioneros u otra cosa. Lo que me recuerda… Láncenme una runa cada uno cuando cuelguen su post.
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
Mientras llegaba el nuevo atardecer, Cohen memorizaba y analizaba cada dato de interés que a Amanda Bradbury le pudiera ser de utilidad. La verdad era que su labor de espía estaba siendo fácil, pues hasta el momento, nadie había logrado saber cuáles eran sus verdaderas intenciones allí.
Sin embargo, el destino de los prisioneros, hechos esclavos forzados, le resultaba inquietante y aunque no compartía las ideas que supuestamente Oneca tenía, siempre según lo transmitido por Amanda, si podía ayudar a liberar a aquellos vampiros, lo haría. Al fin y al cabo, Zana, su conversora, podría haber sido una de ellos.
La realización de los grupos fue rápida. Habían viajado hasta allí en dos grupos distintos y todos estuvieron acuerdo en mantenerlos así. Por lo que Cohen formaba grupo con Mali y Rila. La verdad es que el vampiro hubiera preferido ir en el grupo de Oneca, para obtener más información directa de ella, pero creía que si insistía demasiado en cambiar de grupo, podría llamar la atención, así que aceptó la voluntad de la mayoría.
Por otro lado, se sintió aliviado al estar en un grupo distinto a Zagreus, ya que si había alguna complicación en aquella expedición o alguien descubría su rol de espía en el grupo, estaba agradecido de estar lejos de él y que éste no resultara implicado por sus acciones. Tampoco quería poner a su amigo en ninguna tesitura.
Llegado el atardecer, los dos grupos se dividieron y Cohen y los suyos dirigieron sus pasos hacia la aldea. Mali los lideraba. Sus conocimientos tácticos eran avanzados. A lo largo de los últimos días había descubierto que tenía una gran instrucción en la materia y Cohen se preguntaba si había tenido algún tipo de formación militar en su vida anterior.
Ocultos tras una roca, los tres observaban el pueblo en silencio. Mali, tras unos minutos de observación, expresó su plan.
―Escuchad. Dado que ambos sois personas ágiles, confiaré en vosotros. He estado observando las rutinas de los guardas y mientras que la mayoría de ellos, permanecen fijos en sus posiciones, algunos pasean por la aldea de forma regular. Cuándo os indique, correréis hacia el poblado y subiréis al tejado de alguna de las primeras casas. Una vez desde vuestra posición, seréis capaces de analizar mejor el escenario. Yo me acercaré una vez hayáis avanzado en vuestras posiciones. ¿De acuerdo?
―Claro, Jefe.
―Entendido.
A la señal indicada por Mali, Cohen y Rila corrieron rápidos en dirección a la aldea. A medida que avanzaban, fueron capaces de observar con mayor facilidad la estructura de las casas del pueblo y su estado. Eran viviendas antiguas y pequeñas, de paredes de piedra, para aislarlas de los fríos estragos del invierno norteño.
Cuando llegaron hasta el poblado, cada uno de ellos optó por subir a uno de los tejados. Cohen logró trepar gracias al alféizar de una ventana, colocando su pie derecho en él y alzándose al tejado sin grandes complicaciones.
Tuvo el tiempo justo para agacharse, ya que el guarda que hacía su ronda alrededor de la aldea había vuelto a llegar a su posición inicial.
Mientras se mantenía oculto, dirigió su mirada hacia el tejado contiguo dónde Rila, con sonrisa divertida, le hacía un divertido gesto de saludo.
Cuándo el guardia había pasado por su posición, Cohen volvió la vista al suelo y vio las huellas de sus pasos y los de Rila en la tierra en dirección al poblado. Afortunadamente, el guardia había pasado por allí sin percatarse de las huellas de los dos intrusos.
Avanzaron lentamente por los distintos tejados de las viviendas. Algunos eran de piedra: rectos, aunque en pendiente, para hacer caer la nieve invernal. En cambio, otros eran de tejas y podían ser más ruidosos, por lo que la precaución debía aumentarse en ellos.
El silencio en el interior de las viviendas parecía absoluto. Desde su posición, Cohen podía escuchar los ronquidos en el interior de algunas de las viviendas, por lo que la intuición le decía que aquellas casas eran el refugio nocturno de los mineros asalariados, aunque no tenía cómo asegurarse de que no hubiera ningún vampiro en su interior.
La fila de las viviendas de Rila continuaba en un par de edificaciones más. En cambio, Cohen había elegido la fila de casas más corta y enseguida, había llegado hasta la última vivienda.
Al asomar la cabeza a la calle lateral de la última casa, distinguió a dos guardias, parados, cada uno a un extremo de la calle. Uno de ellos estaba a unos escasos metros de su posición. Si saltaba del tejado hasta el suelo, llamaría su atención de inmediato.
Viendo cómo Rila avanzaba por los tejados del otro lado de la calle, Cohen comenzó a hablar suavemente, dejando que la magia de su voz se abriera paso en la mente del enemigo.
―Estás paralizado y mudo. [1]
Tras esta primera frase, notó cómo el cuerpo del guardia quedaba totalmente paralizado.
―No puedes moverte, no puedes hablar. Tu cuerpo es incapaz de reaccionar a nada. Estás rígido cómo una estatua. El simple hecho de intentar moverte es doloroso para ti. Sólo respira y mantente vivo. En un rato, volverás a la normalidad.
Cuándo terminó de hablar, descendió de un salto hacia la parte trasera de la vivienda. Se asomó hacia la calle, viendo que el hombre que tenía apenas a unos metros de sí, continuaba rígido y era incapaz de torcer la cabeza para mirarle. Sólo veía su pecho, moviéndose débil, respirando. Lograría sobrevivir.
Cruzó la calle con la mayor rapidez posible. Al llegar hasta las nuevas viviendas, vio que éstas se encontraban mucho más altas y dudaba de poder elevarse hacia el tejado, por lo que continuó caminando por detrás de las mismas, sigilosamente, evitando las dos calles principales.
En la aldea, la tranquilidad era máxima y dudaba que los prisioneros se encontraran allí. Salvo que estuvieran tan acostumbrados a estar en aquella prisión, a aquellos trabajos forzados, dudaba mucho de que los vampiros fueran fácilmente controlables. ¿Es que ninguno de ellos tenía magia de la voz?
Mientras pensaba en estas dudas, llegó hasta el otro extremo de la aldea. Fue allí dónde distinguió los dos edificios grandes de la localidad, los dos almacenes sin ventanas. Parecía que era más probable que estuviesen allí. Al menos, durante las horas diurnas.
Avanzó en dirección de los almacenes tras sortear al soldado que continuaba haciendo su ronda, que giraba alrededor de la aldea una y otra vez. Al ocultarse tras uno de esos edificios, se encontró a Rila allí, sonriente, que le saludó nuevamente moviendo los dedos de su mano derecha con gran agilidad y gracia.
―¿Y Mali? ―llegó a preguntar a la vampiresa, sin apenas pronunciar las palabras, solo gesticulando con sus labios.
La respuesta vino tan sólo unos segundos después.
A lo largo del post, hago alusión continua a mi talento Agilidad.
[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
Sin embargo, el destino de los prisioneros, hechos esclavos forzados, le resultaba inquietante y aunque no compartía las ideas que supuestamente Oneca tenía, siempre según lo transmitido por Amanda, si podía ayudar a liberar a aquellos vampiros, lo haría. Al fin y al cabo, Zana, su conversora, podría haber sido una de ellos.
La realización de los grupos fue rápida. Habían viajado hasta allí en dos grupos distintos y todos estuvieron acuerdo en mantenerlos así. Por lo que Cohen formaba grupo con Mali y Rila. La verdad es que el vampiro hubiera preferido ir en el grupo de Oneca, para obtener más información directa de ella, pero creía que si insistía demasiado en cambiar de grupo, podría llamar la atención, así que aceptó la voluntad de la mayoría.
Por otro lado, se sintió aliviado al estar en un grupo distinto a Zagreus, ya que si había alguna complicación en aquella expedición o alguien descubría su rol de espía en el grupo, estaba agradecido de estar lejos de él y que éste no resultara implicado por sus acciones. Tampoco quería poner a su amigo en ninguna tesitura.
Llegado el atardecer, los dos grupos se dividieron y Cohen y los suyos dirigieron sus pasos hacia la aldea. Mali los lideraba. Sus conocimientos tácticos eran avanzados. A lo largo de los últimos días había descubierto que tenía una gran instrucción en la materia y Cohen se preguntaba si había tenido algún tipo de formación militar en su vida anterior.
Ocultos tras una roca, los tres observaban el pueblo en silencio. Mali, tras unos minutos de observación, expresó su plan.
―Escuchad. Dado que ambos sois personas ágiles, confiaré en vosotros. He estado observando las rutinas de los guardas y mientras que la mayoría de ellos, permanecen fijos en sus posiciones, algunos pasean por la aldea de forma regular. Cuándo os indique, correréis hacia el poblado y subiréis al tejado de alguna de las primeras casas. Una vez desde vuestra posición, seréis capaces de analizar mejor el escenario. Yo me acercaré una vez hayáis avanzado en vuestras posiciones. ¿De acuerdo?
―Claro, Jefe.
―Entendido.
A la señal indicada por Mali, Cohen y Rila corrieron rápidos en dirección a la aldea. A medida que avanzaban, fueron capaces de observar con mayor facilidad la estructura de las casas del pueblo y su estado. Eran viviendas antiguas y pequeñas, de paredes de piedra, para aislarlas de los fríos estragos del invierno norteño.
Cuando llegaron hasta el poblado, cada uno de ellos optó por subir a uno de los tejados. Cohen logró trepar gracias al alféizar de una ventana, colocando su pie derecho en él y alzándose al tejado sin grandes complicaciones.
Tuvo el tiempo justo para agacharse, ya que el guarda que hacía su ronda alrededor de la aldea había vuelto a llegar a su posición inicial.
Mientras se mantenía oculto, dirigió su mirada hacia el tejado contiguo dónde Rila, con sonrisa divertida, le hacía un divertido gesto de saludo.
Cuándo el guardia había pasado por su posición, Cohen volvió la vista al suelo y vio las huellas de sus pasos y los de Rila en la tierra en dirección al poblado. Afortunadamente, el guardia había pasado por allí sin percatarse de las huellas de los dos intrusos.
Avanzaron lentamente por los distintos tejados de las viviendas. Algunos eran de piedra: rectos, aunque en pendiente, para hacer caer la nieve invernal. En cambio, otros eran de tejas y podían ser más ruidosos, por lo que la precaución debía aumentarse en ellos.
El silencio en el interior de las viviendas parecía absoluto. Desde su posición, Cohen podía escuchar los ronquidos en el interior de algunas de las viviendas, por lo que la intuición le decía que aquellas casas eran el refugio nocturno de los mineros asalariados, aunque no tenía cómo asegurarse de que no hubiera ningún vampiro en su interior.
La fila de las viviendas de Rila continuaba en un par de edificaciones más. En cambio, Cohen había elegido la fila de casas más corta y enseguida, había llegado hasta la última vivienda.
Al asomar la cabeza a la calle lateral de la última casa, distinguió a dos guardias, parados, cada uno a un extremo de la calle. Uno de ellos estaba a unos escasos metros de su posición. Si saltaba del tejado hasta el suelo, llamaría su atención de inmediato.
Viendo cómo Rila avanzaba por los tejados del otro lado de la calle, Cohen comenzó a hablar suavemente, dejando que la magia de su voz se abriera paso en la mente del enemigo.
―Estás paralizado y mudo. [1]
Tras esta primera frase, notó cómo el cuerpo del guardia quedaba totalmente paralizado.
―No puedes moverte, no puedes hablar. Tu cuerpo es incapaz de reaccionar a nada. Estás rígido cómo una estatua. El simple hecho de intentar moverte es doloroso para ti. Sólo respira y mantente vivo. En un rato, volverás a la normalidad.
Cuándo terminó de hablar, descendió de un salto hacia la parte trasera de la vivienda. Se asomó hacia la calle, viendo que el hombre que tenía apenas a unos metros de sí, continuaba rígido y era incapaz de torcer la cabeza para mirarle. Sólo veía su pecho, moviéndose débil, respirando. Lograría sobrevivir.
Cruzó la calle con la mayor rapidez posible. Al llegar hasta las nuevas viviendas, vio que éstas se encontraban mucho más altas y dudaba de poder elevarse hacia el tejado, por lo que continuó caminando por detrás de las mismas, sigilosamente, evitando las dos calles principales.
En la aldea, la tranquilidad era máxima y dudaba que los prisioneros se encontraran allí. Salvo que estuvieran tan acostumbrados a estar en aquella prisión, a aquellos trabajos forzados, dudaba mucho de que los vampiros fueran fácilmente controlables. ¿Es que ninguno de ellos tenía magia de la voz?
Mientras pensaba en estas dudas, llegó hasta el otro extremo de la aldea. Fue allí dónde distinguió los dos edificios grandes de la localidad, los dos almacenes sin ventanas. Parecía que era más probable que estuviesen allí. Al menos, durante las horas diurnas.
Avanzó en dirección de los almacenes tras sortear al soldado que continuaba haciendo su ronda, que giraba alrededor de la aldea una y otra vez. Al ocultarse tras uno de esos edificios, se encontró a Rila allí, sonriente, que le saludó nuevamente moviendo los dedos de su mano derecha con gran agilidad y gracia.
―¿Y Mali? ―llegó a preguntar a la vampiresa, sin apenas pronunciar las palabras, solo gesticulando con sus labios.
La respuesta vino tan sólo unos segundos después.
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A lo largo del post, hago alusión continua a mi talento Agilidad.
[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
Última edición por Cohen el Jue Mar 23 2023, 18:09, editado 1 vez (Razón : meramente ortográficas)
Cohen
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
El miembro 'Cohen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
Con la llegada del anochecer, la voz de mando de Oneca señaló el inicio de la misión, dos grupos con la intención de ubicar a los prisioneros. Por un lado, Cohen, acompañado por Rila tenían la intención de infiltrarse en el pueblo aprovechando su agilidad mientras el gran Mali aportaba el liderazgo y los músculos de ser necesario. El otro grupo, Oneca, Amir y yo, teníamos el objetivo de explorar las minas. Parecía una tarea fácil, siendo de noche, pero el campo abierto suponía algo a contemplar dentro de nuestro plan.
No hubo tiempo para las charlas triviales con Cohen o el resto de vampiros, la atención de todos estaba en la misión. Apenas se logró descansar durante el día y con la llegada de la negrura de la noche nos separamos.
Listo Oneca, podemos marchar a las minas.
Entendido, espero que Mali pueda encargarse del pueblo sin que termine en una masacre…
Ya te lo dije, confía en él, podrá parecer puro músculo, pero es más inteligente de lo que aparenta. Además, el nuevo se ve comprometido con el rescate de los prisioneros. Sabes que no me equivoco con mi olfato – señaló apuntándose la nariz para argumentar su corazonada sobre Cohen.
Amir y Oneca compartían una aptitud de liderazgo innegable, me hacía sentir cómodo el hecho de compartir una postura estratégica antes que impulsiva para movernos. La líder siempre mantenía una mano sobre el pomo de su arma, pero se notaba serena y consiente de la necesidad de ser cautelosos e infiltrarnos sin llamar la atención. Por su lado, Amir, mostraba gran conocimiento sobre el terreno y sus habilidades como cazador. Aunque no me quedaba claro si su experiencia se debía a presas animales…
Caminamos varios minutos entre las sombras manteniendo un perfil bajo, si bien la oscuridad nos arropaba durante el trayecto, algunas fuentes de luz iluminaban las instalaciones abiertas.
Considero que lo mejor es que me quede atrás y cubra la zona a la distancia, puedo buscar un punto alto y brindarles… - El vampiro de tez oscura se detuvo al verme negar con la cabeza sutilmente. - ¿Disculpa?
¿Tienes algo que opinar Zagreus?
Efectivamente – señalé tomando el foco de atención en la conversación – Si bien la cobertura a distancia podría ser pertinente, tus habilidades son más adecuadas para que seas la vanguardia del equipo. Tu capacidad para rastrear sumado al hecho de que tienes habilidades para ocultarte hace que seas tú quien vaya adelante y puedas abrirnos paso a nosotros. La misión va de ingresar a las minas, por lo que no creo que sea necesario desenvainar las armas. - Habíamos discutidos nuestras habilidades con detalle mientras formábamos los grupos, conocía como usar las cartas que tenía.
De momento - Recalcó Amir reflexionando sobre mis comentarios.
Hmm, seguiremos tu intuición Zagreus. Nosotros iremos en la retaguardia y avanzaremos solo cuando Amir nos indique.
Asentí al igual que el Amir que sacó de su mochila un catalejo. – Debemos buscar la entrada a los túneles, la superficie de la cantera no muestra movimiento, por lo que debe haber minas subterráneas donde puedan estar los vampiros.
Mientras seguíamos a Amir que con cautela avanzaba buscando amenazas en el campo abierto. El vampiro señaló el valle artificial de gran tamaño – Logro ver varias entradas a lo que se supone son los túneles de las minas – indicó haciendo mención a varios puntos iluminados con antorchas donde se situaba algunos materiales propios de la extracción de minerales, así como carretas dejadas a medio llenar de piedras. – Hmm, no veo a ningún guardia, pero todo me resulta en exceso sospechoso. Quizás podría intentar rastrear en los alrededores para buscar a los prisioneros – No tenemos tiempo que perder- interrumpió Oneca - es un espacio demasiado amplio, incluso con tus destrezas Amir, llevaría demasiado tiempo.
Amir guardó sus instrumentos en la bolsa y preparó su ballesta montada. Oneca desenfundó su espada corta y nos reunió para finalizar la estrategia a emplear. No sin antes inquirir sobre mi opinión, que al parecer estimaba la vampiresa. – Y bien Zagreus, ¿que opinas?
Hmm, no puedo tener certeza de que encontraremos a los prisioneros en los túneles, tendría sentido usarlos para trabajar en las minas durante la la jornada nocturna, sin duda sería una forma eficiente de castigarlos y generar recursos…- ¿pero? – sentenció Oneca leyendo mis pensamientos.
Si yo fuera el líder no tuviera una mano de obra tan complicada, incluso famélicos de sangre supondrían una carga para el norte. – los rostros de aquellos vampiros alentaban a que continuara – No tiene sentido mantener a aquellos prisioneros, con la política actual del continente no tienen valor. Si yo fuera el rey ya hace tiempo me hubiese deshecho de todo rastro de aquellos prisioneros…
Qué esperanzador… - suspiró Amir en sarcasmo.
Quizás tienes razón, pero es una conjetura atrevida. Dundarak…
Bueno, tal como señalé, no estoy seguro de mi idea, quizás si tengamos suerte y me equivoque – señalé con tono “humilde” ajeno a mí, pero que era pertinente para mantener los ánimos de aquella misión.
Sí, no podemos regresar. Amir, te adelantarás entre las sombras y te dirigirás al túnel más cercano. Una vez estés en la entrada encárgate de apagar las luces y nosotros te acompañaremos. Ten cuidado.
Entendido. – señaló Amir mientras empezaba a caminar la pendiente de rocas que descendía al valle artificial de la cantera.
Prepárate Zagreus, una vez dentro de los túneles debes tener todos tus sentidos preparados. (1)
El moreno avanzó entre la oscuridad con soltura, haciéndose uno con la negrura sin hacer ruido. Nadie parecía observar o vigilar aquella zona, pero debíamos actuar precavidos. Tras varios segundos, a la distancia, dos antorchas que indicaban el camino de uno de los túneles a las minas se apagaron, fue la señal para avanzar.
Nos desplazamos a gran velocidad, procurando en todo momento mantenernos en los puntos donde la iluminación no nos delatara. Una vez ya con Amir en la entrada del túnel, Oneca susurrando le comentó que repetiríamos la estrategia, él sería quien avanzaría como punta de lanza y una vez él indicara seguiríamos sus pasos.
Amir avanzó, todo parecía libre, inhabitado, tranquilo. En exceso sospechoso, pero podría ser sencillamente parte de nuestra paranoia, los túneles se extendían por una maraña laberíntica que seguramente abarcaría kilómetros, encontrarlos no sería sencillo en caso de que los prisioneros estuvieran allí, pero no había oportunidad de regresar. Estaba preparado para cualquier desenlace…
___________________________No hubo tiempo para las charlas triviales con Cohen o el resto de vampiros, la atención de todos estaba en la misión. Apenas se logró descansar durante el día y con la llegada de la negrura de la noche nos separamos.
Listo Oneca, podemos marchar a las minas.
Entendido, espero que Mali pueda encargarse del pueblo sin que termine en una masacre…
Ya te lo dije, confía en él, podrá parecer puro músculo, pero es más inteligente de lo que aparenta. Además, el nuevo se ve comprometido con el rescate de los prisioneros. Sabes que no me equivoco con mi olfato – señaló apuntándose la nariz para argumentar su corazonada sobre Cohen.
Amir y Oneca compartían una aptitud de liderazgo innegable, me hacía sentir cómodo el hecho de compartir una postura estratégica antes que impulsiva para movernos. La líder siempre mantenía una mano sobre el pomo de su arma, pero se notaba serena y consiente de la necesidad de ser cautelosos e infiltrarnos sin llamar la atención. Por su lado, Amir, mostraba gran conocimiento sobre el terreno y sus habilidades como cazador. Aunque no me quedaba claro si su experiencia se debía a presas animales…
Caminamos varios minutos entre las sombras manteniendo un perfil bajo, si bien la oscuridad nos arropaba durante el trayecto, algunas fuentes de luz iluminaban las instalaciones abiertas.
Considero que lo mejor es que me quede atrás y cubra la zona a la distancia, puedo buscar un punto alto y brindarles… - El vampiro de tez oscura se detuvo al verme negar con la cabeza sutilmente. - ¿Disculpa?
¿Tienes algo que opinar Zagreus?
Efectivamente – señalé tomando el foco de atención en la conversación – Si bien la cobertura a distancia podría ser pertinente, tus habilidades son más adecuadas para que seas la vanguardia del equipo. Tu capacidad para rastrear sumado al hecho de que tienes habilidades para ocultarte hace que seas tú quien vaya adelante y puedas abrirnos paso a nosotros. La misión va de ingresar a las minas, por lo que no creo que sea necesario desenvainar las armas. - Habíamos discutidos nuestras habilidades con detalle mientras formábamos los grupos, conocía como usar las cartas que tenía.
De momento - Recalcó Amir reflexionando sobre mis comentarios.
Hmm, seguiremos tu intuición Zagreus. Nosotros iremos en la retaguardia y avanzaremos solo cuando Amir nos indique.
Asentí al igual que el Amir que sacó de su mochila un catalejo. – Debemos buscar la entrada a los túneles, la superficie de la cantera no muestra movimiento, por lo que debe haber minas subterráneas donde puedan estar los vampiros.
Mientras seguíamos a Amir que con cautela avanzaba buscando amenazas en el campo abierto. El vampiro señaló el valle artificial de gran tamaño – Logro ver varias entradas a lo que se supone son los túneles de las minas – indicó haciendo mención a varios puntos iluminados con antorchas donde se situaba algunos materiales propios de la extracción de minerales, así como carretas dejadas a medio llenar de piedras. – Hmm, no veo a ningún guardia, pero todo me resulta en exceso sospechoso. Quizás podría intentar rastrear en los alrededores para buscar a los prisioneros – No tenemos tiempo que perder- interrumpió Oneca - es un espacio demasiado amplio, incluso con tus destrezas Amir, llevaría demasiado tiempo.
Amir guardó sus instrumentos en la bolsa y preparó su ballesta montada. Oneca desenfundó su espada corta y nos reunió para finalizar la estrategia a emplear. No sin antes inquirir sobre mi opinión, que al parecer estimaba la vampiresa. – Y bien Zagreus, ¿que opinas?
Hmm, no puedo tener certeza de que encontraremos a los prisioneros en los túneles, tendría sentido usarlos para trabajar en las minas durante la la jornada nocturna, sin duda sería una forma eficiente de castigarlos y generar recursos…- ¿pero? – sentenció Oneca leyendo mis pensamientos.
Si yo fuera el líder no tuviera una mano de obra tan complicada, incluso famélicos de sangre supondrían una carga para el norte. – los rostros de aquellos vampiros alentaban a que continuara – No tiene sentido mantener a aquellos prisioneros, con la política actual del continente no tienen valor. Si yo fuera el rey ya hace tiempo me hubiese deshecho de todo rastro de aquellos prisioneros…
Qué esperanzador… - suspiró Amir en sarcasmo.
Quizás tienes razón, pero es una conjetura atrevida. Dundarak…
Bueno, tal como señalé, no estoy seguro de mi idea, quizás si tengamos suerte y me equivoque – señalé con tono “humilde” ajeno a mí, pero que era pertinente para mantener los ánimos de aquella misión.
Sí, no podemos regresar. Amir, te adelantarás entre las sombras y te dirigirás al túnel más cercano. Una vez estés en la entrada encárgate de apagar las luces y nosotros te acompañaremos. Ten cuidado.
Entendido. – señaló Amir mientras empezaba a caminar la pendiente de rocas que descendía al valle artificial de la cantera.
Prepárate Zagreus, una vez dentro de los túneles debes tener todos tus sentidos preparados. (1)
El moreno avanzó entre la oscuridad con soltura, haciéndose uno con la negrura sin hacer ruido. Nadie parecía observar o vigilar aquella zona, pero debíamos actuar precavidos. Tras varios segundos, a la distancia, dos antorchas que indicaban el camino de uno de los túneles a las minas se apagaron, fue la señal para avanzar.
Nos desplazamos a gran velocidad, procurando en todo momento mantenernos en los puntos donde la iluminación no nos delatara. Una vez ya con Amir en la entrada del túnel, Oneca susurrando le comentó que repetiríamos la estrategia, él sería quien avanzaría como punta de lanza y una vez él indicara seguiríamos sus pasos.
Amir avanzó, todo parecía libre, inhabitado, tranquilo. En exceso sospechoso, pero podría ser sencillamente parte de nuestra paranoia, los túneles se extendían por una maraña laberíntica que seguramente abarcaría kilómetros, encontrarlos no sería sencillo en caso de que los prisioneros estuvieran allí, pero no había oportunidad de regresar. Estaba preparado para cualquier desenlace…
Off
(1): Nivel 1: Un paso por delante [Mágica] – Activa (1 uso) Duración= 2 turnos
Zagreus aumenta la producción y trasporte en su torrente sanguíneo de catecolaminas (adrenalina, noradrenalina y dopamina), aumentando considerablemente sus reflejos, concentración y velocidad (mental y física) en combate.
Zagreus
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
El miembro 'Zagreus' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
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Rila señaló con la cabeza la enorme figura de Mali, que se acercaba al almacén por detrás de Cohen.
—¿Algún problema en el camino? —murmuró él tan pronto les dio alcance.
No era momento de informes detallados, sin embargo, y a una señal de Mali, Rila invocó las sombras a su alrededor. Nada demasiado exagerado, solo lo justo para disimular su presencia entre los almacenes. El jefe posó la mano en la puerta del más grande, junto a la cerradura y, unos instantes después, dio un tirón seco y la madera cedió como si años de humedad hubieran terminado con ella. Les llevó poco tiempo registrarlo: un almacén normal y corriente con aparejos y suministros varios para cubrir las necesidades de la aldea.
Repitieron entonces la operación con el otro edificio. Consistía en una única sala, con algunas mesas de trabajo polvorientas y tablones con complejos diagramas dibujados en ellos, único rastro de las famosas máquinas de guerra del rey Rigobert. Al fondo de la sala, sobre un pedestal que lo aislaba del suelo, descansaba lo que, a simple vista, parecía un capullo metálico poco más grande que un puño.
Atraída por lo que parecía un resplandor apagado en su centro, Rila se acercó al extraño bulto mientras Mali revisaba rápidamente los documentos abandonados en algunas de las mesas. Estaba compuesto de distintas láminas metálicas plegadas unas sobre otras, como los pétalos de una flor, pero algo pulsaba en su interior, estaba segura de ello. Acercó la mano para intentar abrirlo, pero la apartó enseguida al cortarse con uno de los filos. Se oyó entonces un ligero tic-tac en el interior del capullo y este comenzó a abrirse por sí solo, como una flor de loto. Una enorme gema brillaba en su centro.
—¿Qué creen que es?
—¿Qué tal tu dracónico antiguo? —dijo Mali tendiéndole un pliego de papel.
—Un poco oxidado —respondió Rila mientras examinaba el documento, que incluía varios dibujos del extraño aparato junto a apretadas anotaciones explicativas—. De todas formas, parece estar en clave, podría llevar un tiempo descifrar… ¡Minnie! —murmuró entonces reconociendo un conjunto de runas.
—¿La Estrella de la Alianza?
Rila se encogió de hombros, ella tampoco había esperado encontrarse una mención a la estrella desaparecida, el meteorito que había iluminado el cielo un par de años atrás. Ambos dirigieron la mirada a la flor metálica, a la piedra que brillaba en su interior.
—¿Creen que sea un fragmento del meteorito? —preguntó Rila.
—Nos lo llevamos —declaró Mali—. Aquí no hay nada que nos lleve a los prisioneros, pero esto podría resultar útil. Intenta volverlo a cerrar. Si no se puede, nos llevamos la piedra y los planos.
—Sería una pena cargárselo…
Antes de que Rila terminara la frase, un nuevo foco de luz iluminó la sala desde la entrada. Mali desenfundó su espada.
Después de había perdido ya la cuenta del tiempo que llevaban explorando la mina, Amir comenzaba a preguntarse si Zagreus tendría razón y los prisioneros estaban muertos desde el principio. ¿Quizá habían extendido el rumor del trabajo en las minas para disuadir de otros ataques? Como si una ejecución pública no fuera suficientemente disuasoria. Después de todo, uno podía escaparse de una mina.
En cualquier caso, su misión aquella noche no era analizar el comportamiento de de los líderes dracónicos, sino rastrear. Solo que no había rastro alguno. Es decir, había señales del paso regular de los trabajadores por la mina. Claras como la luna llena en una noche despejada. Pero aparte de eso, el lugar estaba vacío. La mina solo se explotaba durante el día.
Oneca, sin embargo, no había expresado aún su deseo de abandonar la búsqueda, así que Amir continúo guiando a sus compañeros por las galerías vacías, con todos sus sentidos atentos a cualquier cosa que se saliera de lo común…
… Como una brizna de aire ligeramente más enrarecido. ¿Se había imaginado el olor a podrido? Esta parte era más sencilla antes, pero había venido preparado. Sacó el vial que guardaba en un pequeño bolsillo al cinto y dio un buen trago. Sabía a rayos, pero el mundo olorífico que se abrió ante él le trajo recuerdos de su juventud.
—¿Hay algo? —preguntó Oneca al darle alcance.
—No estoy seguro —dijo él sin dejar de analizar cada fragmento de información que le llegaba a través de su nariz—. Me ha parecido… ¡Por aquí!
El olor era orgánico, sin duda. En otras circunstancias, no le habría llamado especialmente la atención, muchas alimañas viven y mueren en cuevas. Pero era algo en medio de una noche de nada y, a medida que se acercaba a la fuente del olor más se convencía de que aquello no podía venir de un animal pequeño.
Se internaron en una galería con signos de haber sido abandonada hacía tiempo. Las huellas más recientes tenían meses por lo menos. Algo pesado había sido arrastrado hacia el interior. Muchos algos y algunos de ellos se habían resistido, a juzgar por ciertas muescas en la pared, así como, sí, esa mancha diminuta era sangre seca.
—¿Qué es ese olor? —murmuró Oneca cuando volvieron a darle alcance.
—Un cadáver grande o varios más pequeños —confirmó él.
Oneca abrió de nuevo la boca para hablar, pero Amir la cortó con un gesto.
—¿Oyen eso? —dijo.
No, ¿cómo iban a oírlo? Era él el que estaba bajo los efectos de la poción. Con un nuevo gesto a sus compañeros para que se mantuvieran en silencio, reanudó la marcha por la galería. Sí, algo se movía contra la roca. ¿Arañazos? Y aquello parecía una risa o quizá un sollozo.
Se volvió hacia sus compañeros para transmitirles la señal: alguien vivo más adelante. La galería doblaba hacia la izquierda en ese punto. Se asomó con cuidado y vio… una pared. Una pared construida con piedras irregulares y argamasa. Una pared en la que alguien había horadado una pequeña abertura desde el otro lado. Sin herramientas, a juzgar por el olor a sangre fresca en el aire. Sangre de vampiro.
Última ronda, tiempo para las decisiones.
Cohen: Responde tú primero. Tal vez haya sido la luz del extraño aparato, tal vez alguien se haya topado con tu guardia paralizado, o quizá seavoluntad mía casualidad que la ronda haya traído a los guardias hasta el almacén en este preciso momento. Puedes tratar de salir del paso junto a tus compañeros o, si lo prefieres, puedes decidir que hasta aquí llegaste y limitarte a salvar tu pellejo. Si lo haces, quizá quieras llevarle un premio de consolación a Amanda, o a alguien más. La “flor” está abierta y Rila tiene los planos.
Zagreus: Enhorabuena, has encontrado a los prisioneros. Al menos, a los que aún no han muerto. Tenías razón en una cosa: cuando el Consejo retomó el gobierno del norte tras la repentina muerte sin herederos del rey Rigobert, decidieron barrer bajo la alfombra algunos de los problemas que el chaval había dejado atrás. ¿Quién iba a reclamar a esos reos, después de todo?
No será necesario que describas cómo terminan de abrir el hueco en la pared para permitir salir a los supervivientes (tres), me interesa más lo que harán (harás) con ellos. Están famélicos y traumatizados, tras haber permanecido enterrados vivos durante meses. Eso sin contar que no puedes saber quiénes son exactamente ni cómo de cuerdos estaban ya antes de ser encarcelados. Si quieres salvarlos, necesitarán una buena dosis de sangre fresca y pronto. Hay humanoides de sobra en el pueblo, pero ¿cómo de fuertes los quieres? Puedes asumir que les guardarán cierto rencor a guardias y capataces.
Debes esperar a que responda Cohen. Puesto que tu grupo ha pasado más tiempo en las minas, lo que te encuentres arriba (si decides ir al pueblo), dependerá de lo que haya hecho él con su grupo.
Como siempre, son libres de manejar al resto de personajes. Lo están haciendo estupendamente.
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Prisioneros de guerra
Rila señaló con la cabeza la enorme figura de Mali, que se acercaba al almacén por detrás de Cohen.
—¿Algún problema en el camino? —murmuró él tan pronto les dio alcance.
No era momento de informes detallados, sin embargo, y a una señal de Mali, Rila invocó las sombras a su alrededor. Nada demasiado exagerado, solo lo justo para disimular su presencia entre los almacenes. El jefe posó la mano en la puerta del más grande, junto a la cerradura y, unos instantes después, dio un tirón seco y la madera cedió como si años de humedad hubieran terminado con ella. Les llevó poco tiempo registrarlo: un almacén normal y corriente con aparejos y suministros varios para cubrir las necesidades de la aldea.
Repitieron entonces la operación con el otro edificio. Consistía en una única sala, con algunas mesas de trabajo polvorientas y tablones con complejos diagramas dibujados en ellos, único rastro de las famosas máquinas de guerra del rey Rigobert. Al fondo de la sala, sobre un pedestal que lo aislaba del suelo, descansaba lo que, a simple vista, parecía un capullo metálico poco más grande que un puño.
Atraída por lo que parecía un resplandor apagado en su centro, Rila se acercó al extraño bulto mientras Mali revisaba rápidamente los documentos abandonados en algunas de las mesas. Estaba compuesto de distintas láminas metálicas plegadas unas sobre otras, como los pétalos de una flor, pero algo pulsaba en su interior, estaba segura de ello. Acercó la mano para intentar abrirlo, pero la apartó enseguida al cortarse con uno de los filos. Se oyó entonces un ligero tic-tac en el interior del capullo y este comenzó a abrirse por sí solo, como una flor de loto. Una enorme gema brillaba en su centro.
—¿Qué creen que es?
—¿Qué tal tu dracónico antiguo? —dijo Mali tendiéndole un pliego de papel.
—Un poco oxidado —respondió Rila mientras examinaba el documento, que incluía varios dibujos del extraño aparato junto a apretadas anotaciones explicativas—. De todas formas, parece estar en clave, podría llevar un tiempo descifrar… ¡Minnie! —murmuró entonces reconociendo un conjunto de runas.
—¿La Estrella de la Alianza?
Rila se encogió de hombros, ella tampoco había esperado encontrarse una mención a la estrella desaparecida, el meteorito que había iluminado el cielo un par de años atrás. Ambos dirigieron la mirada a la flor metálica, a la piedra que brillaba en su interior.
—¿Creen que sea un fragmento del meteorito? —preguntó Rila.
—Nos lo llevamos —declaró Mali—. Aquí no hay nada que nos lleve a los prisioneros, pero esto podría resultar útil. Intenta volverlo a cerrar. Si no se puede, nos llevamos la piedra y los planos.
—Sería una pena cargárselo…
Antes de que Rila terminara la frase, un nuevo foco de luz iluminó la sala desde la entrada. Mali desenfundó su espada.
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Después de había perdido ya la cuenta del tiempo que llevaban explorando la mina, Amir comenzaba a preguntarse si Zagreus tendría razón y los prisioneros estaban muertos desde el principio. ¿Quizá habían extendido el rumor del trabajo en las minas para disuadir de otros ataques? Como si una ejecución pública no fuera suficientemente disuasoria. Después de todo, uno podía escaparse de una mina.
En cualquier caso, su misión aquella noche no era analizar el comportamiento de de los líderes dracónicos, sino rastrear. Solo que no había rastro alguno. Es decir, había señales del paso regular de los trabajadores por la mina. Claras como la luna llena en una noche despejada. Pero aparte de eso, el lugar estaba vacío. La mina solo se explotaba durante el día.
Oneca, sin embargo, no había expresado aún su deseo de abandonar la búsqueda, así que Amir continúo guiando a sus compañeros por las galerías vacías, con todos sus sentidos atentos a cualquier cosa que se saliera de lo común…
… Como una brizna de aire ligeramente más enrarecido. ¿Se había imaginado el olor a podrido? Esta parte era más sencilla antes, pero había venido preparado. Sacó el vial que guardaba en un pequeño bolsillo al cinto y dio un buen trago. Sabía a rayos, pero el mundo olorífico que se abrió ante él le trajo recuerdos de su juventud.
—¿Hay algo? —preguntó Oneca al darle alcance.
—No estoy seguro —dijo él sin dejar de analizar cada fragmento de información que le llegaba a través de su nariz—. Me ha parecido… ¡Por aquí!
El olor era orgánico, sin duda. En otras circunstancias, no le habría llamado especialmente la atención, muchas alimañas viven y mueren en cuevas. Pero era algo en medio de una noche de nada y, a medida que se acercaba a la fuente del olor más se convencía de que aquello no podía venir de un animal pequeño.
Se internaron en una galería con signos de haber sido abandonada hacía tiempo. Las huellas más recientes tenían meses por lo menos. Algo pesado había sido arrastrado hacia el interior. Muchos algos y algunos de ellos se habían resistido, a juzgar por ciertas muescas en la pared, así como, sí, esa mancha diminuta era sangre seca.
—¿Qué es ese olor? —murmuró Oneca cuando volvieron a darle alcance.
—Un cadáver grande o varios más pequeños —confirmó él.
Oneca abrió de nuevo la boca para hablar, pero Amir la cortó con un gesto.
—¿Oyen eso? —dijo.
No, ¿cómo iban a oírlo? Era él el que estaba bajo los efectos de la poción. Con un nuevo gesto a sus compañeros para que se mantuvieran en silencio, reanudó la marcha por la galería. Sí, algo se movía contra la roca. ¿Arañazos? Y aquello parecía una risa o quizá un sollozo.
Se volvió hacia sus compañeros para transmitirles la señal: alguien vivo más adelante. La galería doblaba hacia la izquierda en ese punto. Se asomó con cuidado y vio… una pared. Una pared construida con piedras irregulares y argamasa. Una pared en la que alguien había horadado una pequeña abertura desde el otro lado. Sin herramientas, a juzgar por el olor a sangre fresca en el aire. Sangre de vampiro.
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Última ronda, tiempo para las decisiones.
Cohen: Responde tú primero. Tal vez haya sido la luz del extraño aparato, tal vez alguien se haya topado con tu guardia paralizado, o quizá sea
- sobre la estrella de la alianza:
- Te dejo aquí unos enlaces por si tienes curiosidad, pero no es necesario que leas todo esto, ni mucho menos:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], y aquí, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (en medio de la confusión por cierto robo de armas). Lo que ocurrió al final, puedes verlo en la última página
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Zagreus: Enhorabuena, has encontrado a los prisioneros. Al menos, a los que aún no han muerto. Tenías razón en una cosa: cuando el Consejo retomó el gobierno del norte tras la repentina muerte sin herederos del rey Rigobert, decidieron barrer bajo la alfombra algunos de los problemas que el chaval había dejado atrás. ¿Quién iba a reclamar a esos reos, después de todo?
No será necesario que describas cómo terminan de abrir el hueco en la pared para permitir salir a los supervivientes (tres), me interesa más lo que harán (harás) con ellos. Están famélicos y traumatizados, tras haber permanecido enterrados vivos durante meses. Eso sin contar que no puedes saber quiénes son exactamente ni cómo de cuerdos estaban ya antes de ser encarcelados. Si quieres salvarlos, necesitarán una buena dosis de sangre fresca y pronto. Hay humanoides de sobra en el pueblo, pero ¿cómo de fuertes los quieres? Puedes asumir que les guardarán cierto rencor a guardias y capataces.
Debes esperar a que responda Cohen. Puesto que tu grupo ha pasado más tiempo en las minas, lo que te encuentres arriba (si decides ir al pueblo), dependerá de lo que haya hecho él con su grupo.
Como siempre, son libres de manejar al resto de personajes. Lo están haciendo estupendamente.
Fehu
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
En el segundo de los edificios, tuvieron más suerte. Encontraron un extraño artilugio, que enseguida llamó la atención de sus acompañantes, aunque sin rastro alguno de los vampiros esclavizados. Quizás se encontraban trabajando. Quizás no salían de las minas en ningún momento.
Percibió por el rabillo del ojo un rápido movimiento de Rila, que se había cortado ligeramente con el objeto resplandeciente, que al contacto con su sangre, o quizás era casualidad, se abrió para revelar una brillante gema que había permanecido oculta en su interior, que a Cohen le recordó inmediatamente al Loto Cárdeno de los bosques de Midgard.
Al acercarse, Cohen vio unos dibujos que parecían explicar un poco el diseño del objeto, aunque en un idioma que no logró descifrar. Ellos hablaron de la estrella de la Alianza, pero nada de aquello le era conocido, por lo que se limitó a pensar cómo hacerse con el objeto.
La luz de las antorchas en la entrada desvió la atención de los tres hacia la puerta. Un par de hombres estaban allí observándolos.
―¡Aquí!―gritó uno de ellos dando la voz de alarma.
El otro, mientras Mali se acercaba rápidamente, espada en mano, con amenazante intención, movió rápidamente los brazos y de su cuerpo brotó una poderosa ráfaga de viento que impulsó al guerrero vampiro hacia atrás, haciéndole caer de espaldas contra el duro suelo.
Aprovechando la distracción, Cohen alargó su mano izquierda hacia la poderosa gema brillante, tomándola con sus manos, mientras escuchaba cómo nuevos pasos se acercaban hacia el almacén. Tras guardarla en su bolsa, vio cómo los hechos se precipitaban.
Tras volverse a poner en pie, Mali entró en combate con uno de los hombres, mientras que Rila, que había cogido los planos del objeto, lanzaba varios hechizos de sombra dirigidos hacia los hombres. Éstas taparon sus ojos, impidiéndoles ver con normalidad, ventaja que obtuvieron rápidamente.
Cohen dio un par de pasos hacia adelante, mientras comenzaba a silbar. El amplio almacén, casi vacío, era perfecto para el eco de su silbido y a medida de que se acercaba al conjunto de los guardias, contempló cómo sus cuerpos se relajaban. Los movimientos cómicos del vampiro atraían la atención del grupo de guardas, ya formado por ocho personas, que comenzaban a reír, divertidos, contemplando la danza macabra con ojos de auténtico pánico. [1]
La magia no sólo le influía a los guardias, sino igualmente a Rila y a Mali, que observaban asombrados los acontecimientos.
Mientras silbaba, introdujo su mano en la bolsa de viaje y de su interior, sacó su elixir de Fuego embotellado, mostrándolo al grupo de dragones, con una amplia sonrisa. [2]
Una vez llegó al exterior, tras esquivar los débiles ataques de algunos de aquellos hombres que aún oponían una leve resistencia a su magia, se volteó y lanzó el vial de cristal hacia el interior del almacén, impactando sobre el cuerpo de Mali.
Las llamas brotaron rápidamente en sus telas y el hombre comenzó a moverse nervioso, aunque sin parar de reír mientras se quemaba. Rila, a su lado, abrió los ojos asustada a pesar de que su boca no podía parar de reír, viendo cómo el cuerpo de su compañero era completamente quemado.
El fuego se extendía rápidamente por la madera del viejo almacén, llegando entonces hacia la vampiresa, que comprendía que su fin estaba cerca, cuándo las llamas llegaron hasta sus ropas, haciéndolas arder... Lamentablemente, los papeles de aquel artefacto ardieron con ella.
Y cuándo el fuego se había apoderado de todo…
De sus labios brotó un fuerte grito. Los hombres pasaron de las risas incontrolables a un confuso dolor de cabeza y a un mareo extremo. Estaban claramente desorientados por lo sucedido allí y no llegaban a comprender la razón por la que sus cuerpos actuaban de aquella forma. Visiblemente mareados, los hombres se tambaleaban, intentando mantener el equilibrio y la perspectiva. [3]
Aprovechando la oportunidad, corrió hacia el sur, alejándose del campamento por el lado opuesto por el que había accedido. Corrió rápido alejándose, hasta que recordó que aquellos hombres eran dragones y que podrían perseguirles desde el aire.
Por esa razón, tenía que optar por desaparecer y no dejar rastro. Volvió a recurrir a su bolsa de viaje y apartando la brillante gema que había logrado capturar, encontró la dosis de cerveza de mantequilla que llevaba. [4]
La tragó rápidamente y esperó sus efectos. Notó cómo su cuerpo se contraía mágicamente, haciendo que los rasgos de humanidad desaparecieran poco a poco para convertirse en un águila rapaz.
Impresionado por su nueva forma, movió sus alas y torpemente, emprendió el vuelo tras unos intentos, aumentando la velocidad ampliando sus alas, sintiendo el contacto del aire en su cuerpo.
Viró en el aire para sobrevolar el campamento. Quería comprobar si Zagreus salía de él sin ningún tipo de problema… Además, debía de informar sobre el estado de los vampiros retenidos allí, si eran encontrados o no... qué les había sucedido...
Si no lograba gran cosa, al menos, se llevaría la gema brillante. Nadie sabrá que la tiene, por la que la guardaría para sí. Al fin y al cabo, ¿podría suponerle un problema?
[1] Uso de mi Habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
[2] Uso de Fuego Embotellado (Elixir) (1 uso): Líquido anaranjado que, al hacer contacto con el aire, se incendia inmediatamente. Puede cubrir un área de hasta 1 metro cuadrado. Las llamas duran aproximadamente 1 minuto (a menos que se expandan en un material inflamable).
[3] Uso de mi Habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]:
Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor.
[4] Uso de Cerveza de mantequilla [Elixir, Consumible]: Cuando la bebas, te convertirás en un animal (a elección) durante dos rondas. No podrás usar tus objetos y habilidades mientras dure el efecto.
Percibió por el rabillo del ojo un rápido movimiento de Rila, que se había cortado ligeramente con el objeto resplandeciente, que al contacto con su sangre, o quizás era casualidad, se abrió para revelar una brillante gema que había permanecido oculta en su interior, que a Cohen le recordó inmediatamente al Loto Cárdeno de los bosques de Midgard.
Al acercarse, Cohen vio unos dibujos que parecían explicar un poco el diseño del objeto, aunque en un idioma que no logró descifrar. Ellos hablaron de la estrella de la Alianza, pero nada de aquello le era conocido, por lo que se limitó a pensar cómo hacerse con el objeto.
La luz de las antorchas en la entrada desvió la atención de los tres hacia la puerta. Un par de hombres estaban allí observándolos.
―¡Aquí!―gritó uno de ellos dando la voz de alarma.
El otro, mientras Mali se acercaba rápidamente, espada en mano, con amenazante intención, movió rápidamente los brazos y de su cuerpo brotó una poderosa ráfaga de viento que impulsó al guerrero vampiro hacia atrás, haciéndole caer de espaldas contra el duro suelo.
Aprovechando la distracción, Cohen alargó su mano izquierda hacia la poderosa gema brillante, tomándola con sus manos, mientras escuchaba cómo nuevos pasos se acercaban hacia el almacén. Tras guardarla en su bolsa, vio cómo los hechos se precipitaban.
Tras volverse a poner en pie, Mali entró en combate con uno de los hombres, mientras que Rila, que había cogido los planos del objeto, lanzaba varios hechizos de sombra dirigidos hacia los hombres. Éstas taparon sus ojos, impidiéndoles ver con normalidad, ventaja que obtuvieron rápidamente.
Cohen dio un par de pasos hacia adelante, mientras comenzaba a silbar. El amplio almacén, casi vacío, era perfecto para el eco de su silbido y a medida de que se acercaba al conjunto de los guardias, contempló cómo sus cuerpos se relajaban. Los movimientos cómicos del vampiro atraían la atención del grupo de guardas, ya formado por ocho personas, que comenzaban a reír, divertidos, contemplando la danza macabra con ojos de auténtico pánico. [1]
La magia no sólo le influía a los guardias, sino igualmente a Rila y a Mali, que observaban asombrados los acontecimientos.
Mientras silbaba, introdujo su mano en la bolsa de viaje y de su interior, sacó su elixir de Fuego embotellado, mostrándolo al grupo de dragones, con una amplia sonrisa. [2]
Una vez llegó al exterior, tras esquivar los débiles ataques de algunos de aquellos hombres que aún oponían una leve resistencia a su magia, se volteó y lanzó el vial de cristal hacia el interior del almacén, impactando sobre el cuerpo de Mali.
Las llamas brotaron rápidamente en sus telas y el hombre comenzó a moverse nervioso, aunque sin parar de reír mientras se quemaba. Rila, a su lado, abrió los ojos asustada a pesar de que su boca no podía parar de reír, viendo cómo el cuerpo de su compañero era completamente quemado.
El fuego se extendía rápidamente por la madera del viejo almacén, llegando entonces hacia la vampiresa, que comprendía que su fin estaba cerca, cuándo las llamas llegaron hasta sus ropas, haciéndolas arder... Lamentablemente, los papeles de aquel artefacto ardieron con ella.
Y cuándo el fuego se había apoderado de todo…
De sus labios brotó un fuerte grito. Los hombres pasaron de las risas incontrolables a un confuso dolor de cabeza y a un mareo extremo. Estaban claramente desorientados por lo sucedido allí y no llegaban a comprender la razón por la que sus cuerpos actuaban de aquella forma. Visiblemente mareados, los hombres se tambaleaban, intentando mantener el equilibrio y la perspectiva. [3]
Aprovechando la oportunidad, corrió hacia el sur, alejándose del campamento por el lado opuesto por el que había accedido. Corrió rápido alejándose, hasta que recordó que aquellos hombres eran dragones y que podrían perseguirles desde el aire.
Por esa razón, tenía que optar por desaparecer y no dejar rastro. Volvió a recurrir a su bolsa de viaje y apartando la brillante gema que había logrado capturar, encontró la dosis de cerveza de mantequilla que llevaba. [4]
La tragó rápidamente y esperó sus efectos. Notó cómo su cuerpo se contraía mágicamente, haciendo que los rasgos de humanidad desaparecieran poco a poco para convertirse en un águila rapaz.
Impresionado por su nueva forma, movió sus alas y torpemente, emprendió el vuelo tras unos intentos, aumentando la velocidad ampliando sus alas, sintiendo el contacto del aire en su cuerpo.
Viró en el aire para sobrevolar el campamento. Quería comprobar si Zagreus salía de él sin ningún tipo de problema… Además, debía de informar sobre el estado de los vampiros retenidos allí, si eran encontrados o no... qué les había sucedido...
Si no lograba gran cosa, al menos, se llevaría la gema brillante. Nadie sabrá que la tiene, por la que la guardaría para sí. Al fin y al cabo, ¿podría suponerle un problema?
____________________________________________________________________
[1] Uso de mi Habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
[2] Uso de Fuego Embotellado (Elixir) (1 uso): Líquido anaranjado que, al hacer contacto con el aire, se incendia inmediatamente. Puede cubrir un área de hasta 1 metro cuadrado. Las llamas duran aproximadamente 1 minuto (a menos que se expandan en un material inflamable).
[3] Uso de mi Habilidad Grito de Tormento [Mágica, 2 usos de 1 turno]:
Cohen emite un grito que causa un fuerte dolor de cabeza, acompañado de mareos, visión borrosa y una cierta desorientación en las personas a su alrededor.
[4] Uso de Cerveza de mantequilla [Elixir, Consumible]: Cuando la bebas, te convertirás en un animal (a elección) durante dos rondas. No podrás usar tus objetos y habilidades mientras dure el efecto.
Cohen
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
- Aviso de contenido sensible:
- El siguiente turno contiene escenas fuertes con material delicado que no se recomienda para personas sensibles.
Malditos… - sentenció Amir colérico mientras con sus manos terminaba de sacar al último de los supervivientes de aquel ataúd de tierra.
Mi rostro y el de Oneca se mantenían serios, como si no nos sorprendiera aquel acto de guerra inhumano. Las atrocidades solo eran juzgadas moralmente cuando la víctima no se trataba de los de sangre maldita. El esperar clemencia o piedad era una idea fantasiosa, casi delirante. Ser vampiro era ser el enemigo, ser odiado.
Los intentos anteriores, ingenuos e infantiles, para tratar de conquistar la capital solo eran una consecuencia del desespero de los vampiros para tomar un lugar en el continental. Sin embargo, la inutilidad e ineficiencia de mis “consanguíneos” solo enterró el orgullo de la raza en el lodo y penumbra del oeste. Creando nuevos argumentos para el desprecio a los vampiros.
Oneca, ¿Qué piensas hacer? No podemos dejar que eso quede impune. - Dijo con ceño fruncido, sacudiendo el polvo de sus prendas - Debemos demostrar que este tipo de trato tiene consecuencias. Tenemos que - Amir se detuvo al ver los ojos de su líder que desafiaba al vampiro.
Aún no, Amir… aún no. Estos prisioneros serán un símbolo y si jugamos nuestras cartas bien, quizás podamos cambiar los ojos con los que miran a los de nuestra raza. No todas las guerras se ganan en el campo de batalla… - Oneca se giró para ver al trío de huesos y piel colgante que se retorcían entre la tierra y polvo en el suelo. Sabía que si actuaba de forma inteligente podría desequilibrar la política del continente.
Aunque - dejó una pausa mientras agarraba con fuerza el pomo de su espada envainada. - el grito de victoria siempre se hace sobre una pila de cadáveres. El fin de una guerra siempre implica sangre. - Sentenció con decisión Oneca, que adquirió un tono sombrío en sus palabras de caudillo que tranquilizaban a Amir.
Comprendía el discurso y las posibilidades de los sucesos venideros que asomaba Oneca, pero no compartía del todo sus motivaciones. Ambos queríamos poder, solo que ella lo ocultaba en un supuesto “orgullo” racial que persuadía al resto de seguidores en Sacrestic Ville. No me engañaba, la seguiría solo si eso me garantizaba ganar, hasta el momento su sensatez me confirmaba eso, pero no era esclavo de sus palabras emocionales y rencorosas. Era poco lo que le debía al oeste o su gente.
Zagreus - me miró - ¿tienes alguna idea de qué hacer con los prisioneros? Debemos regresar al punto de encuentro, hemos tardado demasiado y si los prisioneros están aquí… - dijo Oneca dejando escapar en su discurso lo que parecía ser un tono de leve preocupación.
Seguro Mali y Rila, e incluso el nuevo, tienen todo bajo control. Ya deben estar descansando esperando que volvamos con buenas noticias. No puedo esperar para ver su cara al ver que nosotros si lo logramos encontrar, seguro Mali estará decepcionado - Señaló Amir en lo que parecía ser una divagación emocional por ver a sus compañeros. Un mecanismo de defensa para no enfrentar la situación crítica con la que lidiábamos.
Amir, prepara todo para volver a la superficie.
Eh, por supuesto…
Miré junto a Oneca a los vampiros que no eran capaces de ponerse en pie por sus propios medios. Sus fuerzas ni siquiera les permitían hablar o siquiera enfocar su rostro hacia nosotros, cada uno de sus músculos y huesos estaban estropeados por la inanición por falta de sangre y las secuelas por la presión de la tierra que los debió asfixiar por meses. Víctimas de su propia “inmortalidad”.
Déjame pensar… - susurré.
Revisé con detenimiento los bolsillos internos de mis prendas, buscando algún objeto o poción que permitiera trasladar aquellos inválidos. Ninguna poción o magia de salud haría que aquellos sujetos sanarán como para poder valerse por sí mismo. Solo cantidades absurdas de sangre podrían tener un efecto rápido para que vivieran nuevamente, pero no era una posibilidad. Generar sangre con mi sangromancia no me perjudicaba, pero resultaría poco vigorizante la sangre maldita a otro vampiro.
Mientras rebuscaba entre mis cosas, mis dedos tocaron el corcho de un pequeño frasco que conocía bien, alcé unos pocos centímetros el recipiente de líquido verde: Volarcina. Con un poco de ese peculiar elixir sobre aquel costal de huesos haría que su peso se redujera significativamente. Aquellos muertos vivientes pensarían no más de 30 kilogramos, pero siendo tres y un camino tan largo sería agotador y nos volvería vulnerables. Con el elixir seria todo mucho más fácil...
No… no tengo nada que nos sirva - dije cínicamente colocando nuevamente el elixir en mi bolsillo. El rostro de preocupación de Oneca se hacía más evidente, se impacientaba la vampiresa. Me anticipaba a las posibles consecuencias de que todo saliera según lo planeado por Oneca, cuestión que no estaba mal. No obstante, prefería mis métodos que eran más certeros y quizás cuestionables, pero eran míos... la idea de ser solo un peón me amargaba.
Los sollozos y quejidos de los vampiros comenzaban a fastidiar, parecía que entendían, dentro de su precaria alegría de ser “salvados”, que su estado actual era un obstáculo para su rescate y el cumplimiento de la misión.
Me acerqué a Oneca y aprovechando su frustración, le dije al oído una solución a nuestro inconveniente - Entiendo que puedan significar un símbolo para la cruzada vampírica, el recuperar a estos prisioneros y demostrar incluso las torturas que vivieron - dejando espacios calculados entre las palabras para invitar a la vampiresa a leer entre líneas - Pero asumo que entiendes que en su estado no pueden seguirnos el paso, ni siquiera pueden pararse por sí mismos. Llegar al pueblo es una proeza imposible que solo nos expondría a los dragones y … - miré el techo de aquel túnel como si estuviera calculando lo que pasaba fuera de la mina - no creo que tengamos muchas horas de oscuridad para poder salir.
Lo sé Zagreus y encuentro irritante la forma en que resaltas lo obvio. - dijo disgustada Oneca.
Se me ocurren tres alternativas, pero debes ser tú quien tome la decisión. Si se te ocurre otra opción que sea mejor la asumiré sin rechistar. Pero no suelo equivocarme en este tipo de dilemas… - destaqué haciendo gala de mi vanidad y seguridad intelectual. - Uno, en ocasiones, vale más una idea que un hecho. Podríamos hacerles un favor y acabar con su miseria, convertirlos en un mártir, en el acicate que impulse el rencor de la raza hacia los dragones y sus atrocidades. Siendo realista, no volverán a ser los mismos sujetos luego de lo que vivieron y fácil sería llevar evidencia de su honorable sacrificio a favor de los vampiros…
Los ojos de Oneca me miraban con desprecio, una llama disgustaba salía expulsada de su retina apuntando mi rostro. Sin embargo, no existía un rechazo a mis palabras, en el fondo concebía que posiblemente tenía razón.
Obviamente, esta opción no nos permitirá obtener la información de estos tres testigos durante su estadía aquí en el norte. Una pena, pero quizás un daño colateral a asumir. - Viendo como la incertidumbre en la cara de Oneca se mezclaba con el repudio a mi propuesta, continué - Dos, es un tema de probabilidades, cargar con tres escombros solamente triplica nuestras posibilidades de fracasar, e incluso quizás morir en estas frías tierras. Que lo determine el azar si la decisión te flagela la conciencia, pero sería más fácil organizarse para cargar solo a uno de los vampiros.
La vista de Oneca ahora se dirigía a los prisioneros que no entendían las propuestas que le ofrecía a la líder de la misión.
Y tres… quizás si podamos hacer que todos vivan - la atención de la vampiresa se centró nuevamente en mis ojos ambarinos. - Incluso en la máxima desnutrición, sus cuerpos atrofiados pesan. Sonará quizás aterrador, pero podríamos reducir su peso si mutilamos algunas partes, bien podría yo contener la sangre para que no murieran y que luego sean atendidos en Sacrestic, si es que lo logran.
Oneca desenvainó su espada y apuntó en mi dirección, intimidante como siempre, pero no me inmuté, sabía que no me atacaría. Amir, que preparaba todo para regresar por donde vinimos, se alarmó y saltó para apoyar a la líder. - ¿Qué ocurre Lady Oneca?
Incluso podríamos culpar a los dragones y su consejo, ellos ya no sienten dolor, no me juzgues a mi. Estoy contigo… - dije con palabras sutiles para persuadir su oído.
Amir, ayuda a Zagreus para detener la hemorragia. - Indicó Oneca caminando hacia los vampiros que se retorcían ignorantes a su destino, arrastrando la punta de su espada contra el suelo de tierra, dejando una fina línea dibujada en el piso. - ¿Hemorragia? No entiendo a que - un silbido seguido del sonido de una salpicadura impactando contra el suelo silenció a Amir, que quedó estupefacto. No hubo gritos, con un movimiento certero y fuerte con la espada corta, Oneca había cortado ambas piernas a la altura del muslo de uno de los vampiros prisioneros. Un corte difícil, incluso mutilar con un mandoble o hacha de guerra hubiese requerido de mucha destreza y fuerza, pero Oneca lo hizo parecer un cuchillo sobre una lonja de pan.
Me aproximé a las heridas para atenderlas con mi sangromancia (1). El sistema circulatorio de aquellos prisioneros estaba estropeado, pero exponerlos a posibles infecciones o un desangramiento sería una manera lamentable de morir tras las atroces torturas que resistieron. Solidifique con suma delicadeza los cortes, no era una medida definitiva, pero les daba un margen de varias horas para luego ser atendidos por un especialista en medicina y ver si se podrían salvar.
Amir vomitó ante la escena bestial que Oneca propició desmembrando con precisión quirúrgica a aquellos vampiros. Dos de ellos sucumbieron y se desmayaron, todos vivían con mi rápida atención. Piernas y brazos cubiertos de sangre rodaban por el suelo de aquel túnel. El tercero perdió la conciencia al ver aquel cuadro grotesco.
Utilizando algunas telas de sus ropajes cortados y algunos objetos de la bolsa de explorador de Amir, logramos hacer algunos amarres para poder trasladar los cuerpos de los vampiros. Parecían una especie de cascarón, siendo solo el torso lo que quedaba de ellos.
El camino de vuelta fue en total silencio, con un andar veloz, nadie quería hablar. Al salir de la mina, con Amir dictando los pasos para evadir cualquier vigía o posible amenaza, llegamos al punto de encuentro.
Eh… ellos deberían haber llegado hace mucho…- dijo con preocupación Amir.
Amir, tú y Zagreus vayan al pueblo. Mali es inteligente, estoy segura de que pudo escapar. En teoría la misión era de simple infiltración, dudo que él haya querido iniciar una confrontación contra los dragones…
Dejamos a los prisionero con Oneca, quien se encargaría de preparar el transporte para regresar a la capital del oeste, no sin antes pasar en algún centro que lograsen atender de emergencia a los vampiros, y con atender también implicaba obtener una dosis importante de sangre que pudiera ser “donada”.
Salí corriendo junto con Amir, estábamos cansados, pero la adrenalina por parte del vampiro de tez morena ignoraba cualquier fatiga. Y yo no podía quedarme atrás. Llegamos a una pequeña colina y aprovechando el camuflaje del terreno y una que otra vegetación nos ocultamos. Durante el camino no encontramos rastro de Mali, Rali… o de Cohen.
Amir sacó nuevamente su catalejo y observó el pueblo a la distancia durante varios segundos. Sin embargo, la angustia del vampiro explorador se hizo evidente en un grito, que rápidamente ahogué colocando mi mano sobre su boca. Amir me dio el visor, y con un par de indicaciones logré ver el humo que salía de uno de los almacenes. Por la cantidad y el color del mismo se notaba que ya había sido controlado hace tiempo.
El fuego solo afirmaba que había ocurrido una batalla, y aquel elemento sinónimo de vida y destrucción era una de las mayores debilidades de nosotros, los sangre maldita. Si los vampiros lucharon en esas condiciones, estaban en clara desventaja.
Amir se dispuso a salir a socorrer aquella escena, pero velozmente tiré de su ropa para sentarlo nuevamente a mi lado, oculto entre las sombras. El vampiro se disgustó, pero vio como justo sobre nosotros pasaba volando un dragón merodeando los alrededores, vigilando como si buscara a más infiltrados.
Amir retomó su artefacto que le permitía ver a la distancia focalizando el lente para mirar con más detalle. Esperé impaciente su comentario, pero un sonido incómodo, acompañado de una lágrima que descendía por su mejilla, perdiéndose en la barba del explorador, me concluyeron lo ocurrido con aquel grupo.
Las palabras se les dificultaban a Amir, que entre sollozos y un tartamudeo logró decir - Vi como sacaban un cuerpo calcinado arrastrado, lo suficientemente grande como para saber qué se trataba de Mali, no vi más, varios guardias, pero, pero... no vi a Rali ni al otro. - Cohen - Completé.
Una sensación extraña sacudió mi cuerpo, me costaba asimilar si se trataba de tristeza o si sencillamente me negaba a creer que el alquimista habría muerto de esa forma. Conocía que era una de las “etapas” esperadas del duelo. Por lo que me costaba definir si era una simple racionalización o un sentimiento esperanzador que en realidad el vampiro seguía vivo.
La voz de la razón me hizo convencer de que no teníamos mucho que hacer allí, Amir se resistía a hacerme caso, pero ante la insistencia entendió que tenía razón, habíamos cumplido la misión, las bajas eran parte de los riesgos de este tipo de desafíos. Muertes que no serían olvidadas para la causa, incluido el juramento de venganza de Amir sobre todo aquel causante del fallecimiento de sus compañeros.
Volvimos cabizbajos al punto de encuentro para informar a Oneca y volver a Sacrestic. Dentro del fracaso, la misión resultaba un avance importante para los objetivos de Oneca y el resurgimiento de los vampiros en Aerandir.
Off
Se hace mención, aunque no se utiliza: Volarcina [Elixir, Limitado, 2 usos] Esencia a base de raíz de volarce. Al rociar abundantemente con ella un objeto, disminuirá su peso a la mitad, facilitando su transporte. El efecto dura hasta dos rondas.
(1), Alusión al talento: Coagulación: Mi sangromancia me permite solidificar la sangre de maneras sobrenaturales, moldeándola para crear armas u objetos. El daño causado con estos objetos genera comúnmente necrosis o amplifica infecciones.
Zagreus
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Re: [Desafío] Prisioneros de guerra
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Fue Oneca quien dirigió la marcha hasta el siguiente refugio, cargando con su parte del botín. Amir era bueno en lo suyo, y leal, pero se dejaba llevar por sus emociones con frecuencia y la noche había sido… difícil.
Echaría de menos a Mali, su actitud calmada y práctica, y los otros dos prometían mucho. Era una lástima, una verdadera lástima, pero se negaba a dar la noche por perdida. Llevaban a sus espaldas combustible para inflamar una revolución. Tendría que dosificarlo con cuidado, para evitar otra majadería como la de Lunargenta, pero su mente ya estaba trabajando en ello. Y al parecer, también la de Zagreus. Una mente ágil y calculadora, un gran activo a tener en cuenta.
No, no todo había sido fracaso aquella noche. Y, con suerte, Rades tendría buenas noticias para ella a su regreso. Echó un rápido vistazo al cielo sin luna antes de continuar camino. Todo cambiaría con el eclipse.
Para el amanecer, los dragones de agua ya habían apagado el fuego del almacén, los heridos estaban siendo atendidos y, al no encontrarse más intrusos en los alrededores, se había organizado una búsqueda exhaustiva entre los rescoldos. Era poco el terreno a cubrir, pues los guardias sabían la localización exacta del único objeto que habría podido sobrevivir al incendio. Lamentablemente, todos los planos y diagramas se habían perdido.
La sargento Ayúa concentró todo su esfuerzo en que su estupor no se reflejara en su rostro cuando le trajeron el artefacto un tanto retorcido y ennegrecido por el hollín.
—Está abierto —observó.
—No hemos sido nosotros, sargento. Lo encontramos así.
—Eso es evidente por las manchas del interior. ¿Algo más?
—No, señora.
—Amplíen la búsqueda al resto del almacén, por si se cayó algo del interior.
Nadie le había informado de los detalles cuando la destinaron a la mina, pero Ayúa sabía que algo había en el interior del artefacto, como también sabía que no lo encontrarían en el almacén. Si alguien se había tomado la molestia de desplazarse hasta aquel agujero en el culo del norte para colarse en ese maldito almacén, tenía que saber lo que estaba buscando y eran varios los soldados de guardia que habían declarado la presencia de tres intrusos.
Solo habían encontrado dos cuerpos calcinados.
Sí, era cierto que el resto de las declaraciones resultaban un tanto… confusas, pero la idea general coincidía en todas: tres intrusos, uno de ellos provocó el incendio y desapareció de la escena sin dejar un mísero rastro.
¿Qué había ahí dentro y quién se lo había llevado? Ni lo sabía ni le importaba, pero tenía un informe que enviar a sus superiores y más le valía que fuera lo más detallado posible.
A su regreso a Sacrestic Ville, Cohen se encontraría con una Amanda un tanto distraída, enfrascada en planes de su propia cosecha para contrarrestar las posibles maquinaciones de Oneca.
No le sorprendió la falta de noticias sobre los prisioneros. Después de vueltas y más vueltas tratando de hacerse oír por el Consejo en Dundarak, había recibido un breve informe (¡escrito, cualquiera diría que tenían miedo de entrevistarse en persona!) que, en pocas líneas, le informaba de que, lamentablemente, los prisioneros habían perecido a las pocas semanas debido al extenuante régimen de trabajo a que los sometió la administración a cargo del difunto usurpador, Rigobert, seguido de otras pocas líneas en las que expresaban sus condolencias y aseguraban que los culpables habían sido convenientemente castigados, por supuesto.
—Ten, léelo tú mismo si quieres —le diría entregándole el informe—. Lo he comprobado. Cambiaron a todo el equipo de trabajo, tanto a los mineros como a los guardias, al poco de de establecerse el nuevo Consejo. Desperdigados por el viento, no hay quien los encuentre.
Tampoco le sorprendió a Amanda que Cohen no hubiera podido acercarse a Oneca tanto como quisiera. Bien sabía ella que la condenada mujer no se confiaría tan fácilmente, pero había que intentarlo. En cualquier caso, había mucho que hacer y, probablemente, menos tiempo del necesario.
Bueno, bueno, bueno, debo decir que se han lucido en esta ronda. La frialdad y el cinismo de ambos vampiros… me ha impresionado gratamente. Lo lamenté por Mali y Rila (solo brevemente, ya que ahora son menos las fichas que tendré que subir en las próximas semanas), pero el resto de la lectura ha sido deliciosa (buen detalle el aviso de contenido).
Las referencias al eclipse en este post y el de apertura guardan relación con [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que terminó en éxito para los planes de Oneca, aunque no será el tal Rades quien le dé la buena nueva (a ese no lo echará de menos).
Cohen: Como superviviente que eres, supongo que ya estarás pensando tu propia versión de los hechos, por si vuelves a encontrarte con Oneca o Amir. Las explicaciones que te pida o no Zagreus son asunto suyo. Amanda no te echará en cara el fracaso de la misión. Se ha informado sobre ti y tu trabajo en la ciudad y espera poder tenerte como aliado cuando Oneca mueva pieza.
En cuanto al objeto robado, enhorabuena, obtienes una piedra misteriosa para tu inventario. Solo tienes un nombre que podría guardar relación con ella, Minne, y ya te di más arriba la información por si tu personaje quisiera investigar sobre el asunto. De momento, no te dará más problema que eso, pero mantenme al corriente si planeas venderla, regalarla o tirarla, así como modificarla o experimentar con ella.
Zagreus: Oneca no entrega su confianza a las primeras de cambio, pero tu mente fría y analítica se ha ganado su respeto. Ha empezado a considerarte para sus planes futuros. Por mi parte, te dejo encargado un post para el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: un pequeño rumor para los Reinos del Oeste relativo a los prisioneros de la guerra de Lunargenta. Los detalles del mismo quedan a tu buen criterio.
Por su participación en el desafío, ambos obtienen 5 puntos de experiencia (ya asignados a sus perfiles) y el siguiente obsequio:
Gema de sangre [Consumible, 2 unidades] Pequeño cristal con una gota carmesí en su centro. Rómpelo en tu mano y la sangre purificada de su interior te proporcionará un impulso de energía: Recuperas todos los usos de una habilidad de nivel 5 o inferior.
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Fue Oneca quien dirigió la marcha hasta el siguiente refugio, cargando con su parte del botín. Amir era bueno en lo suyo, y leal, pero se dejaba llevar por sus emociones con frecuencia y la noche había sido… difícil.
Echaría de menos a Mali, su actitud calmada y práctica, y los otros dos prometían mucho. Era una lástima, una verdadera lástima, pero se negaba a dar la noche por perdida. Llevaban a sus espaldas combustible para inflamar una revolución. Tendría que dosificarlo con cuidado, para evitar otra majadería como la de Lunargenta, pero su mente ya estaba trabajando en ello. Y al parecer, también la de Zagreus. Una mente ágil y calculadora, un gran activo a tener en cuenta.
No, no todo había sido fracaso aquella noche. Y, con suerte, Rades tendría buenas noticias para ella a su regreso. Echó un rápido vistazo al cielo sin luna antes de continuar camino. Todo cambiaría con el eclipse.
Para el amanecer, los dragones de agua ya habían apagado el fuego del almacén, los heridos estaban siendo atendidos y, al no encontrarse más intrusos en los alrededores, se había organizado una búsqueda exhaustiva entre los rescoldos. Era poco el terreno a cubrir, pues los guardias sabían la localización exacta del único objeto que habría podido sobrevivir al incendio. Lamentablemente, todos los planos y diagramas se habían perdido.
La sargento Ayúa concentró todo su esfuerzo en que su estupor no se reflejara en su rostro cuando le trajeron el artefacto un tanto retorcido y ennegrecido por el hollín.
—Está abierto —observó.
—No hemos sido nosotros, sargento. Lo encontramos así.
—Eso es evidente por las manchas del interior. ¿Algo más?
—No, señora.
—Amplíen la búsqueda al resto del almacén, por si se cayó algo del interior.
Nadie le había informado de los detalles cuando la destinaron a la mina, pero Ayúa sabía que algo había en el interior del artefacto, como también sabía que no lo encontrarían en el almacén. Si alguien se había tomado la molestia de desplazarse hasta aquel agujero en el culo del norte para colarse en ese maldito almacén, tenía que saber lo que estaba buscando y eran varios los soldados de guardia que habían declarado la presencia de tres intrusos.
Solo habían encontrado dos cuerpos calcinados.
Sí, era cierto que el resto de las declaraciones resultaban un tanto… confusas, pero la idea general coincidía en todas: tres intrusos, uno de ellos provocó el incendio y desapareció de la escena sin dejar un mísero rastro.
¿Qué había ahí dentro y quién se lo había llevado? Ni lo sabía ni le importaba, pero tenía un informe que enviar a sus superiores y más le valía que fuera lo más detallado posible.
A su regreso a Sacrestic Ville, Cohen se encontraría con una Amanda un tanto distraída, enfrascada en planes de su propia cosecha para contrarrestar las posibles maquinaciones de Oneca.
No le sorprendió la falta de noticias sobre los prisioneros. Después de vueltas y más vueltas tratando de hacerse oír por el Consejo en Dundarak, había recibido un breve informe (¡escrito, cualquiera diría que tenían miedo de entrevistarse en persona!) que, en pocas líneas, le informaba de que, lamentablemente, los prisioneros habían perecido a las pocas semanas debido al extenuante régimen de trabajo a que los sometió la administración a cargo del difunto usurpador, Rigobert, seguido de otras pocas líneas en las que expresaban sus condolencias y aseguraban que los culpables habían sido convenientemente castigados, por supuesto.
—Ten, léelo tú mismo si quieres —le diría entregándole el informe—. Lo he comprobado. Cambiaron a todo el equipo de trabajo, tanto a los mineros como a los guardias, al poco de de establecerse el nuevo Consejo. Desperdigados por el viento, no hay quien los encuentre.
Tampoco le sorprendió a Amanda que Cohen no hubiera podido acercarse a Oneca tanto como quisiera. Bien sabía ella que la condenada mujer no se confiaría tan fácilmente, pero había que intentarlo. En cualquier caso, había mucho que hacer y, probablemente, menos tiempo del necesario.
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Bueno, bueno, bueno, debo decir que se han lucido en esta ronda. La frialdad y el cinismo de ambos vampiros… me ha impresionado gratamente. Lo lamenté por Mali y Rila (solo brevemente, ya que ahora son menos las fichas que tendré que subir en las próximas semanas), pero el resto de la lectura ha sido deliciosa (buen detalle el aviso de contenido).
Las referencias al eclipse en este post y el de apertura guardan relación con [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que terminó en éxito para los planes de Oneca, aunque no será el tal Rades quien le dé la buena nueva (a ese no lo echará de menos).
Cohen: Como superviviente que eres, supongo que ya estarás pensando tu propia versión de los hechos, por si vuelves a encontrarte con Oneca o Amir. Las explicaciones que te pida o no Zagreus son asunto suyo. Amanda no te echará en cara el fracaso de la misión. Se ha informado sobre ti y tu trabajo en la ciudad y espera poder tenerte como aliado cuando Oneca mueva pieza.
En cuanto al objeto robado, enhorabuena, obtienes una piedra misteriosa para tu inventario. Solo tienes un nombre que podría guardar relación con ella, Minne, y ya te di más arriba la información por si tu personaje quisiera investigar sobre el asunto. De momento, no te dará más problema que eso, pero mantenme al corriente si planeas venderla, regalarla o tirarla, así como modificarla o experimentar con ella.
Zagreus: Oneca no entrega su confianza a las primeras de cambio, pero tu mente fría y analítica se ha ganado su respeto. Ha empezado a considerarte para sus planes futuros. Por mi parte, te dejo encargado un post para el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]: un pequeño rumor para los Reinos del Oeste relativo a los prisioneros de la guerra de Lunargenta. Los detalles del mismo quedan a tu buen criterio.
Por su participación en el desafío, ambos obtienen 5 puntos de experiencia (ya asignados a sus perfiles) y el siguiente obsequio:
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