Seguridad adicional ( libre)

Off Rol: Música de ambiente:

Después del incidente en el bar, lo mejor que pude hacer es ya no acercarme a él, no porque me hayan dado una paliza si no por seguridad propia, todavía no he averiguado que fue lo que paso esa noche y de cómo las cosas se salieron de control.
Claro el jefe me había dicho que fuera a buscarlo, mi idea era que era para organizar un nuevo grupo de peleas clandestinas o algo así, una idea que tengo de lo dónde podrías ser el siguiente lugar, la primera opción del otro lado de la ciudad, había unos callejones que conducían a un espacio rodeado a edificios viejos sin ventanas, es un espacio amplio y no nos molestarían, además de que había muchas salidas por dónde podríamos escapar por si los guardias nos molestaban, otra opción eran unos almacenes abandonados, ideales para pelear una vez que quitemos las cosas que dejaron dentro.
El día en que me reúno con él, en otro bar diferente claro, él se aproxima a la mesa, cargando unas hojas de pergamino,  que contienen una lista de la cual no comprendo mucho, claro ni me la ha explicado.
-¿ya encontraste un lugar?- es lo primero que pregunto- tengo varias ideas de dónde puede ser  mira  no sé si tendrás un mapa-
- tranquilo grandote-  comienzo a a decirme- no todo son peleas, veras tengo otros negocios que atender antes de  eso-
Eso es algo que me decepciona aunque ahora que lo pienso es la primera vez que menciona sus otros negocios, siempre había creído que era el típico trabajador.
-entonces no me compete- digo pensando en levantarme e irme.
-espera-pone su mano en mi hombre- te llame ya que es un negocio muy importante y necesito ayuda-  se explica- específicamente la tuya, solo déjame explicarte.
Abre las hojas que puso sobre la mesa para comenzar a darme una explicación- mira mis colaboradores y yo dentro de poco recibiremos el pago por unas mercancías que debemos entregar, necesitaré unos brazos y una espalda fuerte como la tuya para llevar a cabo el trabajo, mira no es algo peligroso, solo es un trabajo de seguridad, solo es entregar mercancía y ya, la seguridad adicional solo es una precaución-
-pensé que el encargado era Jaeger-le respondo sin pensar mucho en lo que dijo.
-bueno ya sabes lo que paso esa noche, y necesito a alguien, mira una vez que me llegue esa mercancía, te prometo poner todo mi esfuerzo en un nuevo lugar y en recuperar lo que es mío por derecho, ah sí casi lo olvido nada de hablar con los guardias-
Pongo la boca en mi mano y hago como si estuviera cerrando un cierre moviendo la mano hacia un lado en señal de que estoy aceptando.
-además de que te pagare, ¿trato hecho?- extiende la mano.
Extiendo la mano en señal de  que acepto y se la estrecho cerrando el trato.
-bien está tarde en el muelle-

Más tarde acudo a la hora indicada en el muelle, es  de los muelles más alejados y solos, claro no necesitamos  llamar la atención de los guardias así que según indicaciones del jefe todos llegamos de forma individual a diferentes horas, cosa que no es algo tardado ya que solo somos tres sin contarlo a él, evidentemente los que llevaban armas las llevaron escondidas entre cajas que no pasaron del todo desapercibidas.
No se trata de un barco muy grande, como debemos pasar desapercibidos  usamos un barco pesquero.
-¿y el jefe?- pregunto al darme cuenta de que no está en el barco
-del otro lado del muelle, intentando convencer a los guardias de que vamos a pescar por la noche-me responde uno delos chicos.
Me quedo sentado esperando un rato, intentando mantener la calma esperando que no haya interrupciones en este negocio.
A los pocos minutos llega el jefe entrando en el barco,  este voltea hacia atrás antes de informarnos- bien esto queda así, les dije que iremos  a hacer pesca nocturna del otro lado del archipiélago, así que tendremos que pescar un poco antes de regresar si no tenemos problemas, ¿alguna duda?-
Nadie respondió así que no quedaba nada por discutir o preguntar.

La última vez que Ingela subió a un barco tuvo que bajarse llegada la noche y subirse al amanecer, todos y cada uno de los días que duró el viaje. Fëanor lo recordaba bastante bien; al zorro y a la elfa desterrada también los recordaba a la perfección. Así que mientras que él subía despacio y con muchos reparos por la rampa, Ingela prácticamente corría por ella para abordar, emocionada del viaje en barco que haría. Al parecer, la dragona no había entendido muy bien de qué iba aquel viaje, que era de trabajo y no de placer.

Escoltar un pequeño viaje de pesca, eso les habían dicho. La paga era ridículamente buena, tomando en cuenta la tarea que llevarían a cabo y eso a Fëanor, por supuesto, le dio muy mala espina. Pero Ingela, viendo la suma y tomando en cuenta que se estaban quedando sin dinero para sus vacaciones en las islas Illidenses, aceptó sin pensarlo mucho. De hecho, la joven dragona ni siquiera cuestionó el que le pidieran guardar sus armas y escudos mientras abordaban. -¿De verdad no te parece sospechoso?- preguntó el elfo algo consternado por la ingenuidad de la dragona. -Ay Nor... obvio que es todo bastante raro, ¿pero acaso no te da curiosidad de saber de qué se trata esta "pesca"?- le respondió ella alegremente, haciendo las comillas con los dedos al pronunciar la última palabra. Fëanor la miró con preocupación. -Inge, yo sé que eres muy poderosa, pero siento que la confianza que tienes en tu fuerza ya raya con la arrogancia- le dijo. Ella volteó el rostro y lo miró sonriente -Soy confiada porque te tengo a ti- dijo ella -Tú me salvas siempre- señaló sin dejar de sonreír.

Llegado el momento de zarpar, le permitieron a Ingela y Fëanor recuperar sus armas. Ambos se fueron a sentar en la cubierta junto al mástil principal y comenzaron a jugar cartas. -Apuesto 3 caramelos- comenzó ella, sacando los dulces de su bolso y poniéndolos a las patitas de Thunderbolt, quien siempre resguardaba las apuestas. -Yo, 5- respondió el elfo, con voz muy confiada.

Tan pronto el barco se puso en movimiento siento una sensación extraña, es la primera vez que me subo a un barco, tiempo atrás me había subido a un bote para pescar pero solo era pescar con caña no con redes, no recuerdo si logre atrapar algo pero la diferencia entre este barco y aquel bote es muy diferente, cuando comenzó a andar por las aguas del mar lo primero que hago es dirigirme hacia la orilla del barco a respirar profundamente.
Cierto mi maestro me había enseñado disciplina, a luchar y otras cosas pero nunca me había enseñado a soportar el mareo, quizás se le había olvidado enseñarme o simplemente no lo considero necesario, mientras que respiro profundamente para no vomitar me sostengo con ambas manos, no quiero hacer el ridículo en el barco.
-respira, respira-digo para mí mismo mientras que poco a poco se me van quitando las ganas de vomitar pero la sensación sigue ahí.
Me levanto y comienzo a caminar hacia el centro del bote, pensando en que podría ayudar en algo, de pronto veo como algunos de los hombres bajaron a la parte inferior del barco para agarrar los remos y comenzar a remar.
-mejor que soportar el mareo- digo de nuevo mientras que me encamino hacia uno de los asientos y comienzo a ayudar a temar para que el barco se mueva, bueno entre más rápido avancemos más rápido bajaremos.
No es tan fácil como se muestra, al inicio puede ser sencillo pero después de un rato se va volviendo cansado, pero no puedo detenerme si algo soy es ser orgulloso, algo que no supe de dónde saco aunque la mayoría del tiempo prefiero demostrarlo en peleas a golpes y llaves frente a muchos, siento como gotas de sudor caen desde mi frente y resbalan por mi rostro hasta mi barba hasta caer al piso, no me detengo sigo remando más gotas de sudor que llegan a mis ojos, sin soltar el remo, uso la manga de mi brazo izquierdo para secar las gotas de sudor de mi ojo pero sin soltar el remo antes de continuar.
No se cuento tiempo paso en los remos cuando el jefe baja a esa parte del barco para regañarme diciéndome.
-que carajos haces aquí, te pagare no para remar si no para que seas parte de la seguridad- dice observando mientras que sudor sale de mi frente empapando mi ropa- cansado por esto no me sirves, que no me explique levántate-
Sin pensarlo mucho me levanto del banco provocando que algunos de los que estaban en los remos comenzaran a quejarse porque perdieron un poco de ayuda.
-ustedes que les pagare por remar además él tiene su trabajo, ustedes el suyo- les regaña levantando ligeramente la voz mientras que me hace señas para que lo siga.
Lo sigo de regreso a la parte superior, en lo personal hubiera preferido quedarme en la parte de abajo.
-bien necesito a alguien que me ayude en la vigilancia en caso de que barco de la guardia vengan o peor que vengan piratas-me explica- llevo tiempo arreglando este negocio y no quiero que nadie se interponga-me dice me da un telescopio pequeño para que pueda ver los lejos
Se va molesto a hablar con otros de sus trabajadores a hablar trabajo, a veces me pregunto si este tipo piensa en otra cosa que no sea dinero y la forma ilegal o fácil de conseguirlo.
Me dirijo hacia el borde del barco, uso el telescopio para ver de lejos, en verdad me decepciona bastante ya que solo hay mar, sin ningún barco ni nada que se le parezca.
Paso unos minutos observando de lejos cuando me aburro y volteo a ver al resto de la tripulación ahí veo a un grupo alrededor de una mesa, por curiosidad me acerco a ellos a observar lo que hacen al parecer están jugando cartas, conozco como jugar, pero no soy bueno en eso así que solo me quedo observando.
-te molesta si te remplazo-interviene otro de los miembros de la tripulación-
-adelante-le digo pasándole el telescopio a uno de los hombres que va a la orilla a vigilar por mí, bueno al menos ya no será tan aburrido.
En eso se me ocurre una idea al ver que al lado hay un barril de cerveza.
-propongo algo diferente- digo usando ambos brazos para agarrar el barril pasando al frente, lo coloco en el piso abro el grifo y sirvo dos jarras enorme s que habían estado a un lado sentándome en una de las sillas colocando los dos jarros en la mesa de enfrente.
-que tal un concurso de quien bebe más-digo mientras que me tomo casi de un trago la primera jarra.

La velada de tornó muy interesante en materia de dulces, cuando más tripulantes se unieron a la partida de la dragona y el elfo. Uno en particular era muy malo... o no le estaba poniendo mucho empeño a ganar. -Yo soy Ingela, mucho gusto- respondió la rubia con el mismo tono alegre y afable que tenía aquel que se llamaba Alexander Kraz. -Yo soy Fëanor- dijo el elfo, presentándose también. Thunderbolt revoloteó sobre la cabeza de Alex -Y claro, no faltaba más; él es Bolti- añadió la chica, viendo que el pequeño dragoncito también quería presentarse al nuevo compañero de viaje.

El juego continuó hasta que llegó un hombrón cargando un barril de cerveza y cambió el juego. Rápidamente, el inocente juego de cartas pasó a segundo plano pues los hombres prefirieron lo que propuso aquel hombre. E Ingela no fue la excepción. -¡Cuéntenme!- exclamó la muchacha, sentándose junto a Alex y estirando su jarra para que la llenaran. De inmediato, las apuestas comenzaron.

-¡25 a la rubia!- gritó uno -¡30 al negro!- exclamó otro. Y así, comenzó la contienda.

Por supuesto, aquello no le agradó a Fëanor, le parecía innecesario que Ingela se expusiera de esa manera. Pero vamos, él más que nadie conocía el enorme aguante que tenía la muchacha, esos tipos no tenían oportunidad. Así que resolvió dejarla disfrutar del juego.

El elfo salió del comedor y decidió recorrer la embarcación, respirar el fresco aire marino de la noche. Para su sorpresa, en la proa, asomado por el barandal, encontró otro elfo joven que observaba la línea del horizonte. -Te saludo, hermano de Sandoraï- dijo el muchacho en idioma élfico, acercándose a su compatriota. El otro elfo, volteó sorprendido y miró de pies a cabeza al chico. Allí fue cuando Fëanor notó la oreja cercenada del otro elfo, una señal generalizada de que aquel era un desterrado. -No pensé que escucharía la lengua materna en estos parajes- respondió el elfo desconocido en el idioma común.

Fëanor estiró el brazo para saludarlo, pero el desconocido dudó antes de responder el gesto y tomarlo por el antebrazo. - Soy Fëanor Thalion'fin- se presentó el muchacho -Soy Cirdan- respondió el otro, sin nombrar su apellido, pues lo había perdido. -¿Qué haces por estos lados?- preguntó al rubio con gran extrañeza, pues aquella región era una donde los elfos no eran gratamente recibidos. -Vivo junto a mi hermana una aventura- respondió él. -¿Y tú?- quiso saber. -Ganándome la vida- indicó el otro, con un tono de resignación.

Después de que inicio mi reto hay aplausos por parte del público que observa todos de verdad atentos al concurso, mientras que un joven hombre se sienta aceptando el reto, pero para mejorarlo aún más se mete otra persona, se trata de una chica acompañada de un dragón la miro de reojo sin motivos de acosarla o chulearle, de hecho la hago para examinarla, bueno en las peleas es siempre bueno analizar el físico de un adversario, pero en estas circunstancias que es la bebida puede que la estrategia debería ser otra, pero ya que yo lo propuse quizás debería ser yo quien comience
-bien que inicie el concurso--les digo a ambos dándoles la mano, la izquierda a la joven y la derecha al hombre.-que gane el mejor-- le digo mientras que dibujo una sonrisa en mi rosto mientras que una cuarta persona llena las tres jarras con cerveza hasta el tope.
-¡25 a la rubia!- gritó uno -¡30 al negro!- exclamó otro, lo que hace que la sonrisa se me dibuje de forma más amplia ahora están apostando dinero y aunque a veces me desagrada que me llamen negro, aunque en otras ocasiones exijo que me llamen así pero solo en las peleas, pero en esta ocasión no es por peleas, me sigue desagradando pero lo dejare pasar, pero sin embargo algo me hace  decir.
-me llamo Burai Ishii, mis puños y patadas son mis armas entreno día a día mi cuerpo para tener una fuerza descomunal y No solo peleo con puños también peleo con palabras- digo no solo dirigiéndome al joven rubio también hacia algunos de la tripulación-de esa forma los derroto no solo física si no también emocionalmente, con suerte para ustedes no soy su  enemigo-
-¡ya cállense y comiencen a beber!-
-yo llevo la cuenta-
Algunos le dan la razón bueno no quiero que el público se aburra y se vaya así que agarro la jarra la levanto y la empino hacia mi dejando caer el líquido dentro de mi boca dejando que vaya a mi estómago, cuando la jarra queda vacía, la coloco de nuevo en el barril antes de exigir- ¡otra!-
El hombre vuelve a servir la cerveza en mi jarra, la agarro levantándola para mostrársela a todos los presentes antes de inclinarla de nuevo  en mi boca antes de beberla.
El frio liquido pasa desde la jarra hasta mi estómago de nuevo, al terminarse la jarra, vuelo a exigir que me vuelvan a servir para continuar, no soy de los que pierden tan fácilmente y está no es la excepción, voy a ganar.
-negro, negro, negro- comienzan a decir los hombres del barco, mientras que me sirven otra jarra la cuál vuelvo a empinarme para beber la cerveza a dentro, mientras que bebo empino más la jarra hacia mi provocando que los gritos comenzara a cambiar de negro a – fondo, fondo, fondo-termino de beber la cerveza antes de levantarme para escuchar los aplausos ignorando si son para mí o para mi adversario, no importa no voy a perder, le paso mi jarra de nuevo para que vuelvan a servirme, listo para continuar.

Las jarras se llenaban apenas se vaciaban y eso hacía muy feliz a Ingela. Aquella cerveza no le llegaba a los talones de los manjares elaborados en el norte, de mayor cuerpo y potentes sabores. Esa bebida le sabía aguada e incluso insípida, así que la chica se confió y bebió sin darle más vueltas al asunto.

-¿Ella es tu hermana?- preguntó Cirdan a Fëanor al volver a la cabina, con expresión de extrañeza. Evidentemente no era elfa y no porque careciera de las características orejas puntiagudas, la delataba su total desparpajo y poco cuidado con las formas. -Sí, ella es mi hermana- confirmó el muchacho, sonriendo con orgullo.

Mientras tanto, Ingela soltaba una carcajada sonora, efecto de las ya varias jarras -¡No seas presumido Burai Ishii! Si se te nota lo fuerte con solo echarte un vistazo. Pero dejémonos de palabrerío, que eso no llena las jarras- respondió la dragona en un volumen de voz un poco más alto de lo que ella había pretendido hablar.

Algunas jarras después, Alex se levantó de la mesa, abandonando el juego. -¿Qué pasó? ¿Ya tuviste suficiente?- le preguntó la rubia, entre sorprendida e indignada -¡Pero si recién comenzamos! Y no te ves ni un poquito mareado. ¿Te dio miedito?- dijo lo último un tanto juguetona, riendo con malicia.

La dragona estaba muy alegre, cada vez más a medida que vaciaba una nueva jarra. Ella no cedería, pero estaba claro que su contendiente tampoco. -¿Qué hacemos? ¿Declaramos empate?- propuso, pensando en que tal vez se acabarían las reservas de cerveza y el viaje recién comenzaba.

Por su parte, Fëanor observaba a Alex con detenimiento. Dejó a Cirdan atestiguar las hazañas de la dragona, y decidió acercarse al hombre que miraba por la baranda de la proa. -Has dejado la contienda temprano- dijo al llegar junto a él. -Pero no te ves ni siquiera un poco mareado- comentó. -¿Acaso te intimidó Burai Ishii?- preguntó en tono jocoso.

Para Burai Ishii:

Me vanagloreo con mi logro que estoy teniendo en ese momento recibiendo aplausos por parte de los demás navegantes mientras que agarro otra jarra para beberla casi de un solo trago consiguiendo más de un aplauso el cuál meda más alas.
Es ahí cuando escucho que Alexander, que estaba fuera de la contienda, cosa que  dibuja una enorme sonrisa en mi rosto,  levanto mis brazos hacia arriba para celebrar apenas la primera parte de mi victoria, aunque se que es todavía muy pronto como para proclamar que gane, es una sensación muy fuerte la que e impulsa gritar.
-¡este es mi rugir!-grito con todas mis fuerzas
Escucho como la joven se burla de Alexander, yo también estoy tentado a hacerlo también pero aunque soy un bravucón decido no hacerlo ya que he aprendido a tener respeto por mis adversarios incluso si están boca abajo en el piso, pero no puedo imaginarme pensando en hacerlo, lo miro por solo unos segundos pero no digo nada.
Es ahí cuando la joven me ofrece algo, cosa que me desagrada, no es una total deshonra pero si me desagrada, solo una vez lo he propuesto y se trata de un empate, que para mí es igual o peor que perder.
-empate es peor que perder- en eso volteo a ver las reservas de cerveza que si han disminuido de forma considerable antes de rascarme la barbilla y ponerme a pensar, si este negocio tiene éxito significa que si necesitaremos  un par de tragos extra para el regreso, pero no quiero empatar y prefiero perder con honor.
-un último trago antes de que uno de los dos pierda, pero te advierto que no planeo ser yo- le digo volviendo a sentarme en la mesa antes de pedir-¡ultima antes de mi victoria!-provocando más gritos de entusiasmo y por supuesto más apuestas, es ahí cuando me preguntan si me han intimidado a lo que respondo con desafío-me pueden noquear, derribarme a golpes, dejarme con la cara o la nariz rota, lesionarme un brazo o quitarme dinero, pero a mí no me intimida nadie-
En eso sirven las cerveza, agarro la jarra con una sola mano y la levanto hacia arriba para que todos vean y no haya dudas de lo que va a pasar.

Para Ingela:

El miembro 'Burai Ishii' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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'Rol' :
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Ingela soltó un grito de alegría cuando el hombrote frente a ella aceptó dejarlo todo a un último trago. Tomó su jarra y lo miró desafiante, esbozando una maliciosa sonrisa. Ambos empinaron la jarra y bebieron lo más rápido que pudieron, pero él tenía mejor técnica y prácticamente de un trago, bebió todo el contenido del envase.

Burai Ishii celebró su victoria sobre la muchacha, a quien aún le quedaba casi media jarra llena. -Bien hecho- le felicitó la dragona al hombre, poniéndose de pie y ofreciéndole la mano -Eres un bravo contendiente y te ganaste mi respeto- añadió sonriente. Perdió, pero sabía que no podía ser una mala perdedora, así que se mantuvo altiva y contenta. Dejó que el marinero celebrara con sus compañeros y salió a buscar a Fëanor.

Al llegar junto al elfo, lo encontró junto a Alexander, con la vista fija hacia enfrente -Llegaremos a tierra muy pronto- dijo el muchacho con seriedad. La dragona suspiró -Vale, entonces hay que prepararnos- respondió ella e hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera. Se apostaron en la proa con actitud solemne, a fin de cuentas, ellos eran guardaespaldas de lo que fuesen a "pescar".

Pronto, uno de los tripulantes se les acercó -Deberán bajar a los botes pues anclaremos aquí, ya que la marea está demasiado baja como para acercarnos más a la costa- indicó, señalando hacia donde un grupo de hombres se afanaba en soltar unos amarres. Asintieron y fueron a subirse al bote, Cirdan iba también. En el bote también había unas cajas que Fëanor notó y sintió un mal presentimiento.

-Hermano- dijo el rubio dirigiéndose a Cirdan en élfico, consciente que solo ellos dos hablaban ese idioma -¿Qué hay en esas cajas?- preguntó. Cirdan chasqueó la lengua -No soy tu hermano- respondió, volteando la cara -Y no sé qué hay ahí. Solo que es una mercancía importante que debemos resguardar mientras es entregada- añadió. El rostro de Fëanor adquirió una expresión amarga -No me da buena espina- comentó. -A mi también- respondió Ingela también en élfico, pero ella sonreía. -Hace rato que no tenemos una buena pelea- añadió contenta.

El miembro 'Ingela' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses

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'Rol' :
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Empino la jarra sobre mi garganta al mismo tiempo que la joven pero al finalizar soy el que logra terminarse todo el líquido de la jarra completo lo que me concede la victoria frente a esa chica, acto seguido levanto la jarra en lo alto antes de ponerme de pie con ambos brazos extendidos para celebrar mi victoria que es fuertemente aplaudida por el resto de los miembros dela tripulación.
Ella me felicita por haber ganado, un gesto muy noble al aceptar la derrota por parte de un oponente, a diferencia de otros.
-gracias también eres una buena contendiente y perdiste pero con honor-
En eso se escucha un potente grito por parte de uno de los hombres que grita -¡tierra a la vista!-
Esa fue la señal para que todos comenzaran a moverse, de regreso a sus posiciones, si era cierto que ya íbamos a llegar entonces debemos preparar las cosas bajo a la parte interior del barco justo a dónde están los almacenes para cargar las cajas con el contenido.
Me acerco a una me coloco frente a ella, hago una sentadilla para estar a la altura de ella extiendo los brazos para agarrarla y así levantarla sin lastimarme, cuando logro levantarme junto con la caja me doy la vuelta para pasársela a otro de los miembros del equipo un hombre poco mayor que a su vez se gira para pasarle la caja a otro de los hombres que la sube unos escalones para dársela a otro que la agarra para subirla a la parte exterior.
Me Doy la vuelta para repetir el movimiento levantar la caja y así una por una van saliendo de la bodega a la cubierta del barco.
-si aún no llegamos- me reclama el hombre al que le paso la siguiente caja-
-no se queje nos estamos ganando el pan de cada día-
-¡otra vez haciendo otra cosa que no te pedí!- interviene mi jefe molesto otra vez- te dije seguridad no carga, no podemos acercarnos mucho a la orilla y tendremos que remar, es ahí donde necesito seguridad-
-necesitamos sacar la mercancía y este tipo fuerte es de ayuda-
-yo lo remplazo… en eso se quedó pensando por un segundo antes de voltear a ver a su gordo asistente que dice- él va a remplazarlo, tu a los botes-
Su ayudante me remplaza comenzado a agarrar las cajas, mientras que yo voy con el jefe a la parte superior del barco, una vez ahí ayudo a los trabajadores a bajar uno de los botes que están bajando mediante poleas, ya que ya tiene varias cajas en él.
-seguridad no remar si hay problemas te quiero descansado-me dice
Una vez que el bote llega al agua, comienzo a bajar por una escalera marinera que están al costado del barco, seguido de mí bajan otros dos hombres que son los que van a remar.
El bote comienza avanzar por el agua siguiendo a los demás botes directo hacia la isla.
Cuando los botes llegan a la playa, soy de los primeros en bajar en verdad no sabía cuánto tiempo más resistiría estar en el barco.
Me estiro un poco mientras que el jefe baja de su bote, listo para iniciar la negociación, camino hacia él, es necesario para hacer denotar presencia e intimidación para que se sepa que el negocio va en serio.
-¿dónde están tus compradores?-pregunto
-no tardaran-

El bote llegó a la orilla de la playa y la norteña saltó fuera de este dando una larga zancada, tratando de llegar a la arena seca y no mojarse mucho las botas; no quería tener después los pies húmedos por horas, sintiendo esa sensación desagradable al pisar cuando los calcetines están mojados. Claro está, ella podría lograr que el agua se evaporara, pero le daba flojera, ya estaba en un clima cálido y no necesitaba más calor en su cuerpo.

Avanzaron un par de metros para ponerse cerca del hombre que los contrató y así demostrar lo más evidentemente posible, que iba bien custodiado. Fëanor observaba la situación con el ceño fruncido, muy concentrado y alerta, preparado para lo peor. Ingela, por su parte, estaba muy confiada en que todo saldría a pedir de boca. Miraba al rededor cándidamente, admirando lo bonito que se veía la playa a la luz de la luna y las antorchas que comenzaron a encenderse. La dragona sonreía y eso extrañaba a Cirdan. -¿Acaso está borracha tu hermana?- le preguntó a Fëanor. El joven elfo negó con la cabeza -No, solo está loca. De un tiempo para acá anda así, temeraria, y no entra en razón- respondió el muchacho. -¿Y por qué la sigues? Va a terminar matándolos a ambos- dijo el elfo.

Fëanor lo miró de reojo como si hubiese dicho la estupidez más grande del mundo y no dijo nada más. Él ni siquiera contemplaba la idea de alejarse de ella, mucho menos en aquel momento. Porque en el fondo -o quizás no tan en el fondo- el joven elfo también disfrutaba de sus aventuras.

El jefe que escoltaban hablaba con Ishii, quien parecía ser muy cercano a él. Fëanor no alcanzaba a escuchar lo que decían, por mucho que agudizó su oído. Entonces recordó que podía leerle los labios y enfocó la mirada; el jefe decía algo de que no le gustaba que se estuviera demorando el comprador y que ese retraso le parecía sospechoso. -Ingela...- alcanzó a pronunciar el muchacho antes de que una flecha cayera silbando y se clavara en el pecho del jefe.

Tras esa, cayeron decenas de flechas más, lloviendo sobre la comitiva. La dragona sonrió sádica e hizo lo que suele hacer en esas situaciones: jalar al elfo y cubrirlo con su cuerpo, usando su espalda como escudo. Al fin y al cabo, no importaba cuántas heridas recibiera, él la iba a sanar siempre. -¿Viste? Sabía que esto iba a ser divertido- dijo Ingela a Fëanor con una mueca desquiciada que ella esbozó como sonrisa.

La primera tanda de flechas menguó, seguramente los arqueros estaban recargando y ahí aprovechó Ingela para, tras recibir la curación¹ de parte de su elfo, transformarse², alzar el vuelo³ y seguir el rastro de flechas. El fuego comenzaba a acumularse entre sus fauces y ella estaba ávida de dejarlo caer.

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Habilidades usadas:
¹Imposición de Manos [Mágica, 1 uso]
²Don Ancestral [Mágica, 1 de 2 usos]
³Habitante de los Cielos

Nota a Burai Ishii:

Ingela voló hasta el origen de las flechas y se encontró con un contingente nada despreciable de gente. Entre los arqueros y los que esperaban para atacar, podrían ser fácilmente 50 personas. Fue en ese momento que la dragona entendió por qué el mercader había contratado seguridad adicional; aquel negocio podría ser una emboscada.

La dragona sobrevoló por encima de los arqueros y dejó caer el infierno que emanaba de sus entrañas, inmisericorde y sin piedad. No podría decir que ella disfrutaba el sufrimiento ajeno, no se detenía a pensar en ello; simplemente era lo que tenía que ser. Ninguno de ellos tuvo el menor reparo en dispararles, así que ella les respondería la ofensa con un daño aún mayor. Eso sí, le causaba gracia ver la sorpresa en la gente cuando aparecía un dragón, era como si jamás se lo esperaran.

Sobrevoló rugiendo por encima de los pobres bastardos que los habían emboscado, en una especie de sórdida burla. Al verlos correr de un lado para otro, algunos como verdaderas antorchas antes de caer, consumidos por el fuego. Lanzó una segunda llamarada, para asegurar hacer un daño mayor, además sentía como si estuviera repartiendo justicia a llamaradas.

Se sentía satisfecha, con el gusto del deber cumplido, y retornó hacia la orilla de la playa. Pero no contaba con lo que encontraría allí; los hombres del mercader luchaban entre si, notándose un grupo más grande que otro, Ingela buscó desesperadamente a Fëanor.

No veía a Fëanor ni a Bolti, por lo que evitaba atacar; su fuego podría alcanzarlos y lastimarlos, siendo aquello lo último que ella desearía. Así que se limitó a sobrevolar el combate, haciendo algunas bajadas súbitas para intentar espantar a los hombres y de alguna manera, disipar la pelea.

Si funcionó al principio, luego de un rato había perdido su efecto, pues comenzaron a tirarle lanzas y objetos para hacerla aterrizar, por lo que se vio obligada a volar más alto, lejos del alcance de sus enemigos.

Mientras Ingela lidiaba con aquello, Fëanor se veía en la obligación de pelear en una batalla que él había presentido -Se lo dije, le dije que esto era una pésima idea- refunfuñaba el elfo mientras esquivaba un golpe y contraatacaba con el hacha, lanzando un golpe con ella desde abajo.

El muchacho se movía por el campo de batalla, empujado por sus contrincantes hacia el agua, no podía estar en peor situación. El elfo no gustaba de combatir, evadía lo más que podía los enfrentamientos y se solía esconder tras Ingela cuando llegaban esos momentos, pero aquel no era el caso pues ella estaba ocupada con sus propios problemas bastante lejos de él.

Tampoco podía mandarle a Thunderbolt pues estaba escondido en el bolso del joven elfo, recibiendo su ración de golpes mientras este peleaba.

Sin percatarse, mientras lo empujaban hacia el agua -trayendo consigo pésimos recuerdos-, Fëanor se topó con el hombre que habían conocido en el barco, aquel que también había competido con Ingela. Lo miró rápidamente y pudo notar su rostro desfigurado en una expresión sádica y sucio de sangre. Sintió miedo pero más lo sentía de la batalla -¡Ayúdame! ¡Por favor!- gritó el joven elfo con desesperación y la esperanza de que él o alguien de buen corazón, le socorriera.

La luna llena colgaba alta en el cielo, lanzando su brillo plateado sobre la orilla cubierta de cuerpos jadeantes y armas olvidadas. El rugido del océano solo era opacado por el eco de gritos y el chocar de aceros. Mercenarios curtidos en sangre se enfrentaban a marineros de dudosa lealtad, sus siluetas dibujadas por la luz lunar mientras el combate cuerpo a cuerpo se desataba en una danza caótica de furia y desesperación.

La dragona, con colmillos relucientes, lanzó un rugido que se mezcló con el retumbar de las olas, mientras su garra desgarraba el pecho del mercenario que le había disparado una ballesta que zumbó muy cerca de su cabeza. No muy lejos de ella, el elfo que habían conocido en el barco esquivaba con agilidad felina el hacha de otro mercenario, con la mirada oscura del que sabe que cobrará una vida; su espada tan rápida como el viento nocturno, perforó certera el pecho de su contrincante. El brillo dorado de su acero era la única señal que quedaba tras cada movimiento letal.

Cerca del agua, un hombre de ojos ardientes y boca manchada de sangre fresca, se deleitaba con la carne del pobre desgraciado que osó enfrentarlo, comiéndolo mientras aún estaba vivo.

La luna llena bañaba a todos por igual, iluminando con su luz pálida, se alzaba sobre la pequeña isla, bañando la arena en un resplandor fantasmal. La tensión en el aire se espesaba, como si el mismo cielo supiera que el final se acercaba. Mientras las espadas y los cuchillos chocaban en la oscuridad, los gritos de los mercenarios y los marineros resonaban entre las palmeras, mezclándose con el susurro de las olas y el viento salado.

Con un grito de pura rabia, un mercenario alzó su espada, buscando terminar con la vida del marinero que se defendía en medio del caos. El choque de acero contra acero resonó una última vez antes de que el campo de batalla quedara en un inquietante silencio.

Fue justo en ese momento que un fuerte y grave estruendo recorrió la playa, haciendo eco en las colinas y quebrando silencio. Una ráfaga de viento inusualmente frío barrió el terreno, apagando los fuegos y haciendo titubear tanto a los mercenarios como a los marineros. Las armas empezaron a bajar lentamente.

Los hombres retrocedieron, mirando a todos lados, buscando el origen de aquel sonido que les estremeció a todos. El combate se detuvo ante la inminente aparición de un tercero que, al parecer, era completamente ajeno a las partes allí reunidas.

Un segundo estallido les hizo sobresaltar nuevamente. Todos voltearon hacia el origen de este y pudieron ver a lo lejos un fogonazo, seguido de un tercer retumbar de cañones.

A lo lejos, el brillo de la luna dejó ver la silueta de dos enormes barcos. La calma del océano se vio interrumpida por otra batalla, esta vez entre piratas. Aquellos que quedaban en pie, heridos y agotados, intercambiaban miradas llenas de desconfianza y recelo.

-Si seguimos con esta lucha de perros, no quedará ninguno de nosotros para ver el amanecer- gruñó uno de los marineros, aprovechando la interrupción de la caótica batalla. Rompiendo el incómodo silencio con su voz rasposa añadió -Ustedes no nos darán tregua a ninguno y nosotros tampoco cederemos- dijo. –Ninguno podrá disfrutar su recompensa estando muertos y créeme, nadie sobrevivirá a eso- dijo, señalando a la dragona que ahora sobrevolaba la playa.

Desde el lado de los mercenarios, el capitán se acercó con cautela, su rostro sombrío bajo la luz de la luna. -Tal vez tengas razón… o tal vez no- dijo, amenazante. -¿Y quieres probar suerte?- respondió el marinero con valentía. Ingela rugió en el cielo. Fue bastante oportuno para amedrentar a los mercenarios, aunque ella solamente estaba llamando a Fëanor.

Los mercenarios se miraron entre sí. Por un instante, la furia y la codicia fueron reemplazadas por el básico instinto de supervivencia.

-Larguémonos de aquí- rugió el que parecía ser el líder de los mercenarios. Las palabras resonaron como un martillo sobre el yunque. Y uno a uno, los mercenarios empezaron a bajar las armas y a retroceder. Una vez estuvieron lejos, dieron media vuelta y se perdieron en el bosque.

Ingela descendió y apenas tocó el suelo, comenzó a transformarse de vuelta a su forma humana. Su único objetivo en ese momento era encontrar a su amigo. Al cabo rato de llamar, lo vio bajándose del lomo de una enorme tortuga. Ambos corrieron uno hacia el otro para abrazarse -¡Ingela! Esto ha sido horrible... qué alegría que estés bien. Yo casi no la cuento, pero he recibido ayuda, ellos me salvaron la vida- dijo el elfo acelerado por toda la adrenalina que le recorría el cuerpo, señalando a Lukas junto a él y a Alex que se acercaba. -Muchas gracias- dijo la muy agotada dragona. -Menos mal que esto no ha acabado- comentó, apoyándose en Fëanor para descansar.

-No, no te relajes- escuchó tras de si. Era Cirdan, quien llegaba junto al grupo, envainando su espada. -Esos que están peleando allá no tardarán en llegar a la playa, no sin antes pasar por nuestro barco y posiblemente destruirlo. No veo al Capitán así que si queremos asegurar nuestro botín, tenemos que llegar a él antes que ellos y sacarlo de aquí- explicó, causando nuevamente tensión en el joven elfo y la ya exhausta dragona.

Ingela miró a su amigo y a los otros dos hombres -Puedo llegar volando y apañarme con Fëanor, pero no somos marineros, no sabemos cómo echar a andar un barco-. Dicho aquello, todos voltearon a mirar a Lukas -Tú pareces un nadador muy rápido que puede llevar a alguien a cuestas- dijo la muchacha sonriéndole con dulzura al hombre tortuga.