[Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
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[Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
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«Cuando la luna y el sol se unen en el cielo, unifican el poder del día y la noche, dando a luz a una forma de éter única y mucho más potente de lo ordinario. ¿No me crees? Puedo demostrarlo. Es más, sé cómo atraer ese éter y embotellarlo para uso del profano.
Pero necesitaré ayuda para llevar el equipo hasta el lugar óptimo y disponerlo todo a tiempo para el eclipse. Estoy dispuesto a repartir el dinero de la venta del éter embotellado con cualquiera que me la preste. ¡No lo dudes, nos haremos ricos! ¡Ricos!».
Tal fue el anuncio que despertó tu interés en aquel tablón. El anunciante, que se presentó como Rades, te recibió con una amplia sonrisa a la que le faltaban algunos dientes. No se entretuvo con entrevistas, estaba seguro de que eras la persona adecuada, si habías respondido a su anuncio, y el eclipse estaba cerca, no había tiempo que perder.
Te informó de que ese “lugar óptimo” se encontraba en la Playa de los Ancestros, pero no del punto exacto entre sus numerosas leguas de extensión.
—No puedo revelar todos mis secretos de una, ¿cierto? —te dijo, con una mirada cómplice en sus ojos saltones—. Pero no te preocupes, está todo aquí, todo aquí —añadió, golpeándose la sien con un dedo tan pálido y enjuto como el resto de su cuerpo.
Y así fue que emprendiste el viaje con tu nuevo socio.
—No nos hace falta nadie más, ¿cierto? No queremos repartir con nadie más, nadie más.
Rades había calculado la distancia del viaje a la perfección, o bien solo estaba improvisando sobre la marcha, porque la noche anterior al día en que estaba programado el eclipse, anunció que habían llegado al lugar indicado. Se encontraban a los pies de una gigantesca estatua de Thor, cuyo martillo, alzado al cielo, resplandecía con los últimos rayos del atardecer.
—¡Arriba, arriba! —El rostro pálido y ojeroso de Rades resplandecía de emoción cuando lo encontraste flotando sobre ti al abrir los ojos a la mañana siguiente—. Hora de levantarse, ¿cierto? Tenemos mucho por hacer, mucho por hacer.
Te doy la bienvenida, mortal. Te encuentras en la Playa de los Ancestros, en las cercanías del Faro de Thor, a punto de realizar un ritual/experimento de lo más peculiar. Tu nuevo socio, Rades, asegura que puede embotellar el portentoso éter que, según él, brotará del sol y la luna durante el eclipse que se prevé para esta tarde.
Pero ya nos ocuparemos del eclipse en el segundo turno. Tu misión para esta primera ronda será disponerlo todo para el ritual/experimento a tiempo para el gran acontecimiento. ¿Por qué no dejo de escribir “ritual/experimento” como si no terminara de decidirme por uno u otro? Porque eso te lo dejo a ti: deberás describir cómo piensan embotellar ese éter tan especial.
Las profesiones de arcanos y/o ingeniería pueden ser útiles aquí, pero no necesarias. Después de todo, Rades lo tiene todo en su cabeza, ¿cierto?
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La luna y el sol junto al faro de Thor
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«Cuando la luna y el sol se unen en el cielo, unifican el poder del día y la noche, dando a luz a una forma de éter única y mucho más potente de lo ordinario. ¿No me crees? Puedo demostrarlo. Es más, sé cómo atraer ese éter y embotellarlo para uso del profano.
Pero necesitaré ayuda para llevar el equipo hasta el lugar óptimo y disponerlo todo a tiempo para el eclipse. Estoy dispuesto a repartir el dinero de la venta del éter embotellado con cualquiera que me la preste. ¡No lo dudes, nos haremos ricos! ¡Ricos!».
Tal fue el anuncio que despertó tu interés en aquel tablón. El anunciante, que se presentó como Rades, te recibió con una amplia sonrisa a la que le faltaban algunos dientes. No se entretuvo con entrevistas, estaba seguro de que eras la persona adecuada, si habías respondido a su anuncio, y el eclipse estaba cerca, no había tiempo que perder.
Te informó de que ese “lugar óptimo” se encontraba en la Playa de los Ancestros, pero no del punto exacto entre sus numerosas leguas de extensión.
—No puedo revelar todos mis secretos de una, ¿cierto? —te dijo, con una mirada cómplice en sus ojos saltones—. Pero no te preocupes, está todo aquí, todo aquí —añadió, golpeándose la sien con un dedo tan pálido y enjuto como el resto de su cuerpo.
Y así fue que emprendiste el viaje con tu nuevo socio.
—No nos hace falta nadie más, ¿cierto? No queremos repartir con nadie más, nadie más.
Rades había calculado la distancia del viaje a la perfección, o bien solo estaba improvisando sobre la marcha, porque la noche anterior al día en que estaba programado el eclipse, anunció que habían llegado al lugar indicado. Se encontraban a los pies de una gigantesca estatua de Thor, cuyo martillo, alzado al cielo, resplandecía con los últimos rayos del atardecer.
—¡Arriba, arriba! —El rostro pálido y ojeroso de Rades resplandecía de emoción cuando lo encontraste flotando sobre ti al abrir los ojos a la mañana siguiente—. Hora de levantarse, ¿cierto? Tenemos mucho por hacer, mucho por hacer.
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Te doy la bienvenida, mortal. Te encuentras en la Playa de los Ancestros, en las cercanías del Faro de Thor, a punto de realizar un ritual/experimento de lo más peculiar. Tu nuevo socio, Rades, asegura que puede embotellar el portentoso éter que, según él, brotará del sol y la luna durante el eclipse que se prevé para esta tarde.
Pero ya nos ocuparemos del eclipse en el segundo turno. Tu misión para esta primera ronda será disponerlo todo para el ritual/experimento a tiempo para el gran acontecimiento. ¿Por qué no dejo de escribir “ritual/experimento” como si no terminara de decidirme por uno u otro? Porque eso te lo dejo a ti: deberás describir cómo piensan embotellar ese éter tan especial.
Las profesiones de arcanos y/o ingeniería pueden ser útiles aquí, pero no necesarias. Después de todo, Rades lo tiene todo en su cabeza, ¿cierto?
Fehu
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Re: [Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
Uno anciano y el otro casi, ambos de constitución similar a la de un bicho palo, unidos por una buena causa. Buena para sus bolsillos, cómo no.
Ahí se encontraban por fin, bajo la dichosa estatua de Thor de la que tanto le habló el repetitivo Rades durante el largo camino hasta la Playa de los Ancestros. Si no fuera por los intereses comunes, Eberus no habría aguantado ni media legua caminando junto al bueno de Rades, pero le convenía llevarse bien con él si quería perseguir su objetivo. Pero, diablos. Las entrañas del brujo no hacían más que llenarse de rabia cuando el anciano volvía a repetir las últimas palabras que había dicho. - Por los Dioses. Este tiene que ser pariente de un loro. Sino, no lo entiendo - pensó más de una vez, mientras cargaba con una gran parte del equipo que usarían más adelante, haciendo flotar frente a ellos parte de los sacos con su telequinesis para no cargar más sus huesos.
Al final, tuvo que mentalizarse para lidiar con esa pequeña parte del anciano que tanto hartazgo le causaba.
- ¿Sabes, Eberus? Yo mismo vi cómo levantaron ese faro del que te hablo. Bueno... no sé si fui yo mismo, o si fueron mis antepasados. Mis recuerdos se mezclan con las historias que me contaban de pequeño mis abuelos, ¿sabes, Eberus? Ay... uno se hace viejo y su cabeza envejece igual que su piel, igual que su piel...
- ¿Igual que qué, viejo?
A veces, hasta prefería tomárselo con humor. Al fin y al cabo, obviando ese particular detalle de su habla, tenía en buena estima a Rades.
Pero, volviendo de nuevo al presente, ahí se hallaba el brujo, recién despertado por el entusiasmado anciano que flotaba encima de él, casi a un palmo de distancia de su rostro.
- ¡Joder! Qué susto, viejo. Qué feo ha amanecido el sol hoy... y qué cerca. ¿Mucho por hacer? Anda, anda, aparta, que vaya maneras de despertar a uno... - refunfuñaba con voz ronca tras ver interrumpido su sueño de aquella manera.
Le tomó unos segundos espabilarse y recordar para qué estaba allí. Cuando volvió a su mente el plan que tenían preparado Rades y él, se incorporó también entusiasmado y ansioso por preparar todo cuanto antes. Al fin y al cabo había decidido conocer a Rades porque el anuncio que leyó reunía dos de las cosas que más ansiaba: dinero y poder. Con suerte, podría beneficiarse de ese éter embotellado de otras maneras que no tuviesen que ver con lo económico. Se imaginaba la clase de hechizos que podría llevar a cabo con el poder que le conferiría.
- Mira, Eberus, mira cómo resplandece el Mjölnir a la luz del alba. Frey y Thor se unen en este momento tan especial para todo Aerandir - decía mirando hacia la parte más alta del faro, mientras levitaba hacia ella con brillo en su rostro e ilusión en su gesto. - El sol y la luna nos van a aportar mucho hoy, Eberus. Vamos a ganar con esto mucho dinero, mucho dinero.
- Bueno, Rades, si queremos ganar dinero tenemos que empezar ya con todo esto. Baja aquí y recuérdame cómo iba esto, anda - De uno de los sacos sacó una manzana y unas nueces y mientras Rades le refrescaba la memoria las disfrutaba como desayuno.
- Pues verás. ¿Recuerdas esas velas mágicas de las que te hablé?
- Como para no acordarme, amigo...
- Sí, ¿verdad? No es fácil olvidarse de ellas... Son una de mis mejores creaciones, pues con ellas replicaremos los rayos de Thor para atraer su atención y que nos preste su ayuda con la obtención del éter.
- Sí, sí. Si me acuerdo, Rades... - El bueno de Rades era brujo también, como Eberus, y había pasado mucho tiempo preparando el ritual que llevarían a cabo bajo el eclipse. Puede sonar increíble, pero durante el viaje tuvo tiempo para contarle a Eberus todo el proceso de preparación, desde cuando se le ocurrió que podría embotellar el éter emanado del eclipse hasta el día de colgar el anuncio.
- Pues verás, como te comenté allí caminando al lado de aquella granja, la granja de mi amigo Boreon, colocaremos estas velas... - explicó mientras las sacaba de una de las cuatro pesadas cajas de madera de aspecto envejecido. - ... de tal forma que dibujen la runa Fehu a los pies del faro, justo en este punto de aquí. Aquí, justo cuando el sol y la luna se fusionen, es donde desaparecerá la sombra del Mjölnir, la sombra del Mjölnir.
- Ah... y la rodearemos con el gel luminiscente del que te hablé, ¿verdad?
- ¡Sí! Sí, exacto, mi buen amigo Eberus. Tu gel no entraba en mis planes, pero estoy seguro de que reforzará el efecto del ritual. Muy bien, ¿recuerdas lo que tenías que dibujar alrededor de la runa?
- Que sí, hostias, que sí. Los dos círculos concéntricos. Uno formado por runas Gebo, y otro por soles y lunas.
- Exacto, Eberus. Oh, por los Dioses, mira eso - dijo asombrado señalando hacia el cielo. - El momento ha llegado. El momento más esperado en mi vida... Esperaba más este momento que el momento en el que logré hacer que mi esposa se fuera de casa - dijo antes de soltar una risa traviesa en un tono agudo.
El sol y la luna estaban a punto de encontrarse en los cielos, y todo Aerandir estaba siendo testigo de ello.
- Vale, tenemos que concentrarnos, Eberus, tenemos que concentrarnos... Veamos. Vale, después de lo que hablamos antes es cuando necesito tu verdadera ayuda. ¿Recuerdas que teníamos que llevar de uno en uno los frascos hasta la parte más alta del Mjölnir para embotellar allí el éter? De uno en uno.
- Claro - contestó con desesperación y cierto desdén, pues creía haber dejado claro que se acordaba de todo lo que Rades se había asegurado de grabar en su mente durante la caminata.
- Pues ahí es donde tú, desde ahí abajo... - explicaba mientras volvía a levitar hacia la cima del faro. - ... me tienes que subir los frascos, de uno en uno. Recuerda, de uno en uno, con tu telequinesis. Mientras, yo desde aquí los iré colocando aquí encima y, justo cuando el éter esté embotellado, no antes y tampoco después, los meteré de uno en uno en este saco que llevo atado a la cadera para que no se caigan.
- Sí, sí, cojones. Pero, ¿recuerdas tú que antes de colocar cada frasco tienes que hacer lucir las velas desde ahí arriba como si fuera un rayo de Thor?
- ¡Oh! Claro. Veo que te lo expliqué muy bien, mi querido Eberus. Ya sabes, si notas que me salto algún paso, me lo tienes que recordar. ¡No podemos permitirnos ni un error, ni un error! Si cometemos alguno, nos podemos ir despidiendo del dinero, Eberus. Y no queremos eso, ¿verdad? No queremos eso.
- Claro que no, compañero. Confía en mí, hombre - Rades ya había vuelto a bajar a los pies del faro, y Eberus le tendió amistosamente la mano. - Tú lo tienes todo aquí - dijo señalándose a la sien con su mano libre como lo solía hacer Rades. - Sí, todo aquí, todo aquí... - contestó con su característica sonrisa cómplice. - Y ahora yo también, así que vamos a tener confianza, cojones. Venga, que se te ve en la cara que estás muerto de ganas por que llegue el momento.
Realmente ambos lo estaban. Rades se mostraba más visiblemente inquieto e ilusionado por lo que llevaba tiempo ideando, y Eberus se mostraba menos expresivo, pero ansiaba igualmente verse en el momento posterior al eclipse junto al ambicioso Rades y, sobre todo, junto a los frascos de éter embotellado, elaborando la estrategia junto a él para venderlos y quizás quedándose algún frasco para él y sus ambiciones propias.
Pues en ese momento, una vez repasado el ritual, sólo tenían que terminar de colocar las velas formando la runa correspondiente y esperar para dibujar los dos círculos justo en el momento en el que la luna y el sol se dieran el primer beso, como le había explicado Rades. Una vez todo estuviera listo y justo antes de empezar a realizar el embotellamiento, tendrían que repetir durante unos minutos la siguiente oración, y todo tendría que salir bien.
Ahí se encontraban por fin, bajo la dichosa estatua de Thor de la que tanto le habló el repetitivo Rades durante el largo camino hasta la Playa de los Ancestros. Si no fuera por los intereses comunes, Eberus no habría aguantado ni media legua caminando junto al bueno de Rades, pero le convenía llevarse bien con él si quería perseguir su objetivo. Pero, diablos. Las entrañas del brujo no hacían más que llenarse de rabia cuando el anciano volvía a repetir las últimas palabras que había dicho. - Por los Dioses. Este tiene que ser pariente de un loro. Sino, no lo entiendo - pensó más de una vez, mientras cargaba con una gran parte del equipo que usarían más adelante, haciendo flotar frente a ellos parte de los sacos con su telequinesis para no cargar más sus huesos.
Al final, tuvo que mentalizarse para lidiar con esa pequeña parte del anciano que tanto hartazgo le causaba.
- ¿Sabes, Eberus? Yo mismo vi cómo levantaron ese faro del que te hablo. Bueno... no sé si fui yo mismo, o si fueron mis antepasados. Mis recuerdos se mezclan con las historias que me contaban de pequeño mis abuelos, ¿sabes, Eberus? Ay... uno se hace viejo y su cabeza envejece igual que su piel, igual que su piel...
- ¿Igual que qué, viejo?
A veces, hasta prefería tomárselo con humor. Al fin y al cabo, obviando ese particular detalle de su habla, tenía en buena estima a Rades.
Pero, volviendo de nuevo al presente, ahí se hallaba el brujo, recién despertado por el entusiasmado anciano que flotaba encima de él, casi a un palmo de distancia de su rostro.
- ¡Joder! Qué susto, viejo. Qué feo ha amanecido el sol hoy... y qué cerca. ¿Mucho por hacer? Anda, anda, aparta, que vaya maneras de despertar a uno... - refunfuñaba con voz ronca tras ver interrumpido su sueño de aquella manera.
Le tomó unos segundos espabilarse y recordar para qué estaba allí. Cuando volvió a su mente el plan que tenían preparado Rades y él, se incorporó también entusiasmado y ansioso por preparar todo cuanto antes. Al fin y al cabo había decidido conocer a Rades porque el anuncio que leyó reunía dos de las cosas que más ansiaba: dinero y poder. Con suerte, podría beneficiarse de ese éter embotellado de otras maneras que no tuviesen que ver con lo económico. Se imaginaba la clase de hechizos que podría llevar a cabo con el poder que le conferiría.
- Mira, Eberus, mira cómo resplandece el Mjölnir a la luz del alba. Frey y Thor se unen en este momento tan especial para todo Aerandir - decía mirando hacia la parte más alta del faro, mientras levitaba hacia ella con brillo en su rostro e ilusión en su gesto. - El sol y la luna nos van a aportar mucho hoy, Eberus. Vamos a ganar con esto mucho dinero, mucho dinero.
- Bueno, Rades, si queremos ganar dinero tenemos que empezar ya con todo esto. Baja aquí y recuérdame cómo iba esto, anda - De uno de los sacos sacó una manzana y unas nueces y mientras Rades le refrescaba la memoria las disfrutaba como desayuno.
- Pues verás. ¿Recuerdas esas velas mágicas de las que te hablé?
- Como para no acordarme, amigo...
- Sí, ¿verdad? No es fácil olvidarse de ellas... Son una de mis mejores creaciones, pues con ellas replicaremos los rayos de Thor para atraer su atención y que nos preste su ayuda con la obtención del éter.
- Sí, sí. Si me acuerdo, Rades... - El bueno de Rades era brujo también, como Eberus, y había pasado mucho tiempo preparando el ritual que llevarían a cabo bajo el eclipse. Puede sonar increíble, pero durante el viaje tuvo tiempo para contarle a Eberus todo el proceso de preparación, desde cuando se le ocurrió que podría embotellar el éter emanado del eclipse hasta el día de colgar el anuncio.
- Pues verás, como te comenté allí caminando al lado de aquella granja, la granja de mi amigo Boreon, colocaremos estas velas... - explicó mientras las sacaba de una de las cuatro pesadas cajas de madera de aspecto envejecido. - ... de tal forma que dibujen la runa Fehu a los pies del faro, justo en este punto de aquí. Aquí, justo cuando el sol y la luna se fusionen, es donde desaparecerá la sombra del Mjölnir, la sombra del Mjölnir.
- Ah... y la rodearemos con el gel luminiscente del que te hablé, ¿verdad?
- ¡Sí! Sí, exacto, mi buen amigo Eberus. Tu gel no entraba en mis planes, pero estoy seguro de que reforzará el efecto del ritual. Muy bien, ¿recuerdas lo que tenías que dibujar alrededor de la runa?
- Que sí, hostias, que sí. Los dos círculos concéntricos. Uno formado por runas Gebo, y otro por soles y lunas.
- Exacto, Eberus. Oh, por los Dioses, mira eso - dijo asombrado señalando hacia el cielo. - El momento ha llegado. El momento más esperado en mi vida... Esperaba más este momento que el momento en el que logré hacer que mi esposa se fuera de casa - dijo antes de soltar una risa traviesa en un tono agudo.
El sol y la luna estaban a punto de encontrarse en los cielos, y todo Aerandir estaba siendo testigo de ello.
- Vale, tenemos que concentrarnos, Eberus, tenemos que concentrarnos... Veamos. Vale, después de lo que hablamos antes es cuando necesito tu verdadera ayuda. ¿Recuerdas que teníamos que llevar de uno en uno los frascos hasta la parte más alta del Mjölnir para embotellar allí el éter? De uno en uno.
- Claro - contestó con desesperación y cierto desdén, pues creía haber dejado claro que se acordaba de todo lo que Rades se había asegurado de grabar en su mente durante la caminata.
- Pues ahí es donde tú, desde ahí abajo... - explicaba mientras volvía a levitar hacia la cima del faro. - ... me tienes que subir los frascos, de uno en uno. Recuerda, de uno en uno, con tu telequinesis. Mientras, yo desde aquí los iré colocando aquí encima y, justo cuando el éter esté embotellado, no antes y tampoco después, los meteré de uno en uno en este saco que llevo atado a la cadera para que no se caigan.
- Sí, sí, cojones. Pero, ¿recuerdas tú que antes de colocar cada frasco tienes que hacer lucir las velas desde ahí arriba como si fuera un rayo de Thor?
- ¡Oh! Claro. Veo que te lo expliqué muy bien, mi querido Eberus. Ya sabes, si notas que me salto algún paso, me lo tienes que recordar. ¡No podemos permitirnos ni un error, ni un error! Si cometemos alguno, nos podemos ir despidiendo del dinero, Eberus. Y no queremos eso, ¿verdad? No queremos eso.
- Claro que no, compañero. Confía en mí, hombre - Rades ya había vuelto a bajar a los pies del faro, y Eberus le tendió amistosamente la mano. - Tú lo tienes todo aquí - dijo señalándose a la sien con su mano libre como lo solía hacer Rades. - Sí, todo aquí, todo aquí... - contestó con su característica sonrisa cómplice. - Y ahora yo también, así que vamos a tener confianza, cojones. Venga, que se te ve en la cara que estás muerto de ganas por que llegue el momento.
Realmente ambos lo estaban. Rades se mostraba más visiblemente inquieto e ilusionado por lo que llevaba tiempo ideando, y Eberus se mostraba menos expresivo, pero ansiaba igualmente verse en el momento posterior al eclipse junto al ambicioso Rades y, sobre todo, junto a los frascos de éter embotellado, elaborando la estrategia junto a él para venderlos y quizás quedándose algún frasco para él y sus ambiciones propias.
Pues en ese momento, una vez repasado el ritual, sólo tenían que terminar de colocar las velas formando la runa correspondiente y esperar para dibujar los dos círculos justo en el momento en el que la luna y el sol se dieran el primer beso, como le había explicado Rades. Una vez todo estuviera listo y justo antes de empezar a realizar el embotellamiento, tendrían que repetir durante unos minutos la siguiente oración, y todo tendría que salir bien.
"Sol y luna, unidos como mi compañero y yo por un propósito, y unidos nosotros cuatro por la bendición que junto a Thor nos otorgaréis. Bendecidnos, si nos consideráis dignos, con vuestra gracia y vuestro poder, pues desde el primero de mis días y hasta el último, bajo las órdenes del sol avivo mi espíritu y bajo las órdenes de la luna lo amanso"
Eberus
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Re: [Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
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Trabajaron sin descanso, motivados por las prisas y por la emoción, pues se acercaba el momento tan esperado. Y, cuando todo estuvo listo, recitaron su letanía y Rades ascendió hasta le Mjölnir para recibir la primera de las botellas.
Sin embargo, antes de pasarle la segunda, te percataste de que algo no iba como debía. La luz de las velas dibujaba una forma incorrecta. Aquello no era la runa Fehu, más bien parecía algo a medio camino entre Tyr y Lögr. ¿Es que el viejo se había quedado tonto de la emoción tan cerca del momento clave?
Pero, cuando te agachaste a corregir el error, antes de que todo se fuera a la mierda por culpa de un viejo chocho, sentiste un seco golpe en la nuca que hizo que se te enturbiara la visión y perdieras por completo el sentido del equilibrio. Lo último que viste antes de que todo se volviera negro, fue la cara borrosa pero sonriente de Rades levitando de nuevo sobre ti.
O bien el golpe no fue lo bastante fuerte, o bien tu cabeza era particularmente dura, porque no tardarías mucho en volver a despertar. Solo lo suficiente para que el beso del Sol y la Luna se hiciera más íntimo, hasta el punto de que ésta cubre ya con su cuerpo la mayor parte del otro.
Aparte de la creciente oscuridad, el escenario a tu alrededor no es tan diferente a como Radus te lo había descrito, salvo por un par de detalles: Radus no flota junto al Mjölnir embotellando éter, sino que camina de un lado a otro, por fuera del círculo exterior con la vista fija en el centro; y, en el centro, alumbrada desde abajo con la azulada luz del gel luminiscente, y desde arriba, por las velas mágicas de Radus, la figura no del todo sólida de un hombre alto de porte orgulloso parece ir adquiriendo consistencia a medida que crece la oscuridad.
Ah, sí, hay un tercer detalle con el que no contabas: en el círculo interior, el de las runas Gebo, presentado como regalo, te encuentras tú, atado y amordazado en la arena. No muy lejos, puedes distinguir los destellos de lo que, probablemente, sean los restos de la botella que ese condenado de Radus te tiró con certera puntería desde lo alto de la imponente estatua. En tus oídos, entre el ir y venir de las olas, retumba la alocada risa de aquel que creía que no volvería a disfrutar de un cuerpo, así como la letanía entrecortada de Radus que, con ojos llorosos por la emoción, no deja de repetir:
—Ella tenía razón, tenía razón… Tal como ella predijo… Estará tan feliz cuando lo vea… Dragut, Dragut ha vuelto… Ella tenía razón.
Mi querido Eberus, si sigues mordiendo mis anzuelos, acabarás por convertirte en mi pescadito favorito. Nadie da nada gratis y Radus no iba a ser el primero. Por suerte para ti, has despertado antes de que sea demasiado tarde. Eso significa que tienes una oportunidad de sobrevivir.
Tu misión en esta última ronda es escapar de ahí como sea porque, aunque tú aún no lo sabes, el hombre que está a punto de unirse de nuevo al mundo de los vivos es un pirata vampiro que hace mucho, mucho tiempo que no se zampa un desayuno como es debido. En caso de que no haya quedado bastante claro, tú serás el desayuno si no sales por patas.
Puede que estés algo mareado y con dolor de cabeza en este turno, pero sobrevivirás (sin no te acaban zampando, claro). Por si te lo estás preguntando, tu magia no surtirá efecto sobre el recién llegado, pues aún no es del todo sólido y, si esperas a que lo sea, quizá no tengas tiempo de utilizarla. Solo digo.
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Trabajaron sin descanso, motivados por las prisas y por la emoción, pues se acercaba el momento tan esperado. Y, cuando todo estuvo listo, recitaron su letanía y Rades ascendió hasta le Mjölnir para recibir la primera de las botellas.
Sin embargo, antes de pasarle la segunda, te percataste de que algo no iba como debía. La luz de las velas dibujaba una forma incorrecta. Aquello no era la runa Fehu, más bien parecía algo a medio camino entre Tyr y Lögr. ¿Es que el viejo se había quedado tonto de la emoción tan cerca del momento clave?
Pero, cuando te agachaste a corregir el error, antes de que todo se fuera a la mierda por culpa de un viejo chocho, sentiste un seco golpe en la nuca que hizo que se te enturbiara la visión y perdieras por completo el sentido del equilibrio. Lo último que viste antes de que todo se volviera negro, fue la cara borrosa pero sonriente de Rades levitando de nuevo sobre ti.
O bien el golpe no fue lo bastante fuerte, o bien tu cabeza era particularmente dura, porque no tardarías mucho en volver a despertar. Solo lo suficiente para que el beso del Sol y la Luna se hiciera más íntimo, hasta el punto de que ésta cubre ya con su cuerpo la mayor parte del otro.
Aparte de la creciente oscuridad, el escenario a tu alrededor no es tan diferente a como Radus te lo había descrito, salvo por un par de detalles: Radus no flota junto al Mjölnir embotellando éter, sino que camina de un lado a otro, por fuera del círculo exterior con la vista fija en el centro; y, en el centro, alumbrada desde abajo con la azulada luz del gel luminiscente, y desde arriba, por las velas mágicas de Radus, la figura no del todo sólida de un hombre alto de porte orgulloso parece ir adquiriendo consistencia a medida que crece la oscuridad.
Ah, sí, hay un tercer detalle con el que no contabas: en el círculo interior, el de las runas Gebo, presentado como regalo, te encuentras tú, atado y amordazado en la arena. No muy lejos, puedes distinguir los destellos de lo que, probablemente, sean los restos de la botella que ese condenado de Radus te tiró con certera puntería desde lo alto de la imponente estatua. En tus oídos, entre el ir y venir de las olas, retumba la alocada risa de aquel que creía que no volvería a disfrutar de un cuerpo, así como la letanía entrecortada de Radus que, con ojos llorosos por la emoción, no deja de repetir:
—Ella tenía razón, tenía razón… Tal como ella predijo… Estará tan feliz cuando lo vea… Dragut, Dragut ha vuelto… Ella tenía razón.
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Mi querido Eberus, si sigues mordiendo mis anzuelos, acabarás por convertirte en mi pescadito favorito. Nadie da nada gratis y Radus no iba a ser el primero. Por suerte para ti, has despertado antes de que sea demasiado tarde. Eso significa que tienes una oportunidad de sobrevivir.
Tu misión en esta última ronda es escapar de ahí como sea porque, aunque tú aún no lo sabes, el hombre que está a punto de unirse de nuevo al mundo de los vivos es un pirata vampiro que hace mucho, mucho tiempo que no se zampa un desayuno como es debido. En caso de que no haya quedado bastante claro, tú serás el desayuno si no sales por patas.
Puede que estés algo mareado y con dolor de cabeza en este turno, pero sobrevivirás (sin no te acaban zampando, claro). Por si te lo estás preguntando, tu magia no surtirá efecto sobre el recién llegado, pues aún no es del todo sólido y, si esperas a que lo sea, quizá no tengas tiempo de utilizarla. Solo digo.
Fehu
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Re: [Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
Ahora, toda ilusión y ambición se había convertido en una pantalla negra que anulaba todos los sentidos de Eberus. Dentro del círculo, ahora no se hallaban las velas, sino su cuerpo inconsciente ofrecido como alimento a una criatura que estaba a punto de ser invocada por el anciano de Radus, que traicionó la confianza del Pícaro, haciendo que este le sirviera de ayuda pero de otra manera muy diferente a como lo creía.
Quizás quería ganarse el favor de aquella criatura oscura, o quizás... bueno, no es momento de cavilaciones. ¿Quién habría dicho que Eberus era ahora un inocente brujo caído en la peor trampa en la que había caído jamás? Pues, lamentablemente para él, lo era. Se había dejado llevar por las apariencias de Rades y por sus aspiraciones, sin siquiera llegarse a plantear que aquello pudiera tratarse de una trampa. Esta era una de las pocas veces que Eberus había dejado a un lado su naturaleza desconfiada, arrastrado por sus ambiciones y resultando vilmente engañado. El no tan bueno de Rades, lo había planificado todo a la perfección, sí, pero su fin parecía ser mucho más oscuro de lo que aparentaba.
Lentamente, comenzó a recuperar su consciencia. Volvía a recuperar sus sentidos, y abría los ojos aturdido aún. Era la segunda vez que despertaba en ese día, y esta vez no veía a Rades flotando encima de él, sino el vago recuerdo de que lo había visto de esa manera, sí, pero justo antes de caer inconsciente. Y ahí fue cuando se alarmó y comenzó a mirar a su alrededor, intentando comprender qué estaba ocurriendo.
Retorcía el rostro por el mareo y el dolor de cabeza, mientras veía a Rades enloquecido caminando en círculos a su alrededor y sin parar de repetir la misma frase una y otra vez. Siguiéndole con la mirada, una extraña y oscura figura interrumpió la trayectoria de sus ojos y Eberus comenzó a sentir pánico verdadero. No pudo mantener la calma, y comenzó a gritarle a Rades. - ¡Qué has hecho, viejo! ¡Quítame estas ataduras! ¡Te ahogaré yo mismo con ellas, hijo de una furcia! - solo que en lugar de escucharse eso se oían los ininteligibles balbuceos de un amordazado Eberus lleno de temor.
Rades no reaccionaba. Parecía estar dentro de un trance. Daba la sensación de que nada le importaba, pues dentro de poco y de manera asegurada sucedería lo que estaba esperando. El corazón de Eberus no podía latir más rápido, y se retorcía dentro de sus ataduras para intentar librarse. En una de las sacudidas, giró la cabeza hasta que sus ojos se toparon con el objeto que le había dejado inconsciente. Lo que él percibió, sin embargo, no fue lo que le había dirigido hacia la inconsciencia, sino su oportunidad de salvación.
La botella se había roto en pedazos... afilados pedazos de vidrio que cortarían una soga con la maña suficiente. Pedazos que podría intentar usar también para atacar a Rades, pero ahora su prioridad era desatarse. De manera disimulada, atrajo entonces hacia su mano uno de los fragmentos de vidrio usando sus poderes telequinéticos. Trató de moverlo un poco por debajo de la arena para que se percibiera menos, y finalmente lo tuvo en sus manos.
Todo estaba ocurriendo muy rápido. Por la cabeza de Eberus fluían los pensamientos como estrellas fugaces, y sobre todo estaba intentando tener una idea más clara de la situación. Tenía pinta de que Rades estaba llevando a cabo un ritual. Eso estaba claro. Vale. Y él estaba en el centro de los círculos maniatado y, si no hubiera logrado despertar, estaría inconsciente. Se preguntó entonces por qué le querría tener allí en medio. Sólo se le ocurrió que el anciano planeaba ofrecerle como sacrificio. Él mismo le contó durante el viaje que bajo ese faro se realizaban sacrificios para obtener la ayuda de Thor, solo que viendo aquella criatura semi-invocada interpretó que quizás lo que pretendía era hacer un intercambio. Una vida muerta por otra viva. Y por los Dioses que no iba a permitir que sus días acabaran de esa manera.
Mientras se retorcía como antes, trataba de disimular con sus bruscos movimientos cómo cortaba la soga con el pedazo de vidrio. La desesperación hizo que sus manos sufrieran también el filo del cristal, recibiendo dolorosos cortes, pero ese era el menor de sus problemas. Al final consiguió cortar una cuerda, pero no sabía si eso habría sido suficiente para liberarse y siguió retorciéndose bruscamente. Pero pensó que si lograra liberarse, Rades no se lo pondría fácil para salir de ahí y algo haría para tratar de mantenerle allí en el centro, por lo que tendría que dificultárselo de alguna manera.
La trayectoria circular del anciano era constante, lo que le facilitaba a Eberus aquello que tenía en mente. Era el momento de usar los demás fragmentos de vidrio contra su captor.
Una vez había notado que las cuerdas que le impedían el movimiento ahora comenzaban a soltarse, era el momento. Podía levantarse e intentar salir de allí. Sus ojos viajaban rápidos de la oscura figura a Rades, y de Rades a la oscura figura, pues esta le atemorizaba y creía que pronto se llegaría a materializar completamente, y solo los Dioses sabrían que pasaría entonces. Se dio cuenta de que aún era una figura intangible, y que no podría hacerle daño con el vidrio. Pero a Rades sí que lo veía tangible para ser desgarrado.
Se concentró en el vidrio y se concentró en la ruta circular de Rades para no permitir que hubiera margen de error en su jugada, pues su vida dependía de ello, y en el momento justo disparó telequinéticamente los fragmentos de cristal contra él.
Automáticamente, las velas, que flotaban por encima de Eberus, se precipitaron al suelo. Su flote dependía de Rades, y Rades ahora dependía de la piedad de los Dioses para salir de allí con vida, pues retorcido de dolor sobre la arena como se retorcía antes Eberus dentro de sus ataduras, miraba ahora desde abajo pidiéndole misericordia con la mirada al brujo, que tenía ahora en su poder el destino de la vida de aquel que pretendía ofrecerle como alimento a la oscura figura, figura que cada vez iba tomando más color, distinguiéndose mejor así bajo la oscuridad que les bañaba por culpa de la luna, que ahora tapaba el sol casi por completo.
Se soltó la mordaza, y ahora sí podía hablar con claridad al condenado anciano. - Ponte en el centro del círculo. ¡Vamos! Mis días no encontrarán su fin por culpa de un viejo perturbado que intenta ofrecer mi vida a cambio de... lo que sea eso - le gritaba a Rades con el pedazo de vidrio en la mano. Por su parte, el anciano permanecía en el suelo tremendamente dolorido. Pero no moriría por esas heridas. - Mira mi mano. ¡Mira mi mano! Pagarás esta sangre con tu vida. Pero no seré yo quien te la arrebate. ¡Camina hacia el jodido círculo, ya!
- Si... si no quieres que muramos los dos, tienes que dejar que te ayude. Eso de ahí es una criatura muy peligrosa, y hambrienta... peligrosa y hambrienta - imploraba a Eberus suplicándole piedad con el rostro.
- ¿En serio osas aconsejarme ahora? ¿Después de tratarme como carnaza? ¡CAMINA HACIA EL PUTO CÍRCULO, O TE ABRIRÉ YO MISMO LA GARGANTA ANTES DE QUE ÉL TENGA LA OPORTUNIDAD! - le amenazaba iracundo, agarrándole del cuello de sus ropas y presionando su cuello con el pedazo de vidrio que le había servido para liberarse.
Rades no vio escapatoria posible. En escasos instantes conocería el fin de su existencia, de una manera o de otra. Se levantó y caminó encorvado por el dolor hacia los círculos. Eberus, hacía levitar los fragmentos de vidrio alrededor de Rades, amenazándole con que si se movía de allí o hacía cualquier gesto, se los clavaría todos en círculo alrededor del cuello. Ahora, retrocedía apresurado en dirección contraria al mar, sin perder de vista a Rades, al casi neófito ente, y al siniestro escenario que habían formado allí bajo el faro de Thor.
Quizás quería ganarse el favor de aquella criatura oscura, o quizás... bueno, no es momento de cavilaciones. ¿Quién habría dicho que Eberus era ahora un inocente brujo caído en la peor trampa en la que había caído jamás? Pues, lamentablemente para él, lo era. Se había dejado llevar por las apariencias de Rades y por sus aspiraciones, sin siquiera llegarse a plantear que aquello pudiera tratarse de una trampa. Esta era una de las pocas veces que Eberus había dejado a un lado su naturaleza desconfiada, arrastrado por sus ambiciones y resultando vilmente engañado. El no tan bueno de Rades, lo había planificado todo a la perfección, sí, pero su fin parecía ser mucho más oscuro de lo que aparentaba.
Lentamente, comenzó a recuperar su consciencia. Volvía a recuperar sus sentidos, y abría los ojos aturdido aún. Era la segunda vez que despertaba en ese día, y esta vez no veía a Rades flotando encima de él, sino el vago recuerdo de que lo había visto de esa manera, sí, pero justo antes de caer inconsciente. Y ahí fue cuando se alarmó y comenzó a mirar a su alrededor, intentando comprender qué estaba ocurriendo.
Retorcía el rostro por el mareo y el dolor de cabeza, mientras veía a Rades enloquecido caminando en círculos a su alrededor y sin parar de repetir la misma frase una y otra vez. Siguiéndole con la mirada, una extraña y oscura figura interrumpió la trayectoria de sus ojos y Eberus comenzó a sentir pánico verdadero. No pudo mantener la calma, y comenzó a gritarle a Rades. - ¡Qué has hecho, viejo! ¡Quítame estas ataduras! ¡Te ahogaré yo mismo con ellas, hijo de una furcia! - solo que en lugar de escucharse eso se oían los ininteligibles balbuceos de un amordazado Eberus lleno de temor.
Rades no reaccionaba. Parecía estar dentro de un trance. Daba la sensación de que nada le importaba, pues dentro de poco y de manera asegurada sucedería lo que estaba esperando. El corazón de Eberus no podía latir más rápido, y se retorcía dentro de sus ataduras para intentar librarse. En una de las sacudidas, giró la cabeza hasta que sus ojos se toparon con el objeto que le había dejado inconsciente. Lo que él percibió, sin embargo, no fue lo que le había dirigido hacia la inconsciencia, sino su oportunidad de salvación.
La botella se había roto en pedazos... afilados pedazos de vidrio que cortarían una soga con la maña suficiente. Pedazos que podría intentar usar también para atacar a Rades, pero ahora su prioridad era desatarse. De manera disimulada, atrajo entonces hacia su mano uno de los fragmentos de vidrio usando sus poderes telequinéticos. Trató de moverlo un poco por debajo de la arena para que se percibiera menos, y finalmente lo tuvo en sus manos.
Todo estaba ocurriendo muy rápido. Por la cabeza de Eberus fluían los pensamientos como estrellas fugaces, y sobre todo estaba intentando tener una idea más clara de la situación. Tenía pinta de que Rades estaba llevando a cabo un ritual. Eso estaba claro. Vale. Y él estaba en el centro de los círculos maniatado y, si no hubiera logrado despertar, estaría inconsciente. Se preguntó entonces por qué le querría tener allí en medio. Sólo se le ocurrió que el anciano planeaba ofrecerle como sacrificio. Él mismo le contó durante el viaje que bajo ese faro se realizaban sacrificios para obtener la ayuda de Thor, solo que viendo aquella criatura semi-invocada interpretó que quizás lo que pretendía era hacer un intercambio. Una vida muerta por otra viva. Y por los Dioses que no iba a permitir que sus días acabaran de esa manera.
Mientras se retorcía como antes, trataba de disimular con sus bruscos movimientos cómo cortaba la soga con el pedazo de vidrio. La desesperación hizo que sus manos sufrieran también el filo del cristal, recibiendo dolorosos cortes, pero ese era el menor de sus problemas. Al final consiguió cortar una cuerda, pero no sabía si eso habría sido suficiente para liberarse y siguió retorciéndose bruscamente. Pero pensó que si lograra liberarse, Rades no se lo pondría fácil para salir de ahí y algo haría para tratar de mantenerle allí en el centro, por lo que tendría que dificultárselo de alguna manera.
La trayectoria circular del anciano era constante, lo que le facilitaba a Eberus aquello que tenía en mente. Era el momento de usar los demás fragmentos de vidrio contra su captor.
Una vez había notado que las cuerdas que le impedían el movimiento ahora comenzaban a soltarse, era el momento. Podía levantarse e intentar salir de allí. Sus ojos viajaban rápidos de la oscura figura a Rades, y de Rades a la oscura figura, pues esta le atemorizaba y creía que pronto se llegaría a materializar completamente, y solo los Dioses sabrían que pasaría entonces. Se dio cuenta de que aún era una figura intangible, y que no podría hacerle daño con el vidrio. Pero a Rades sí que lo veía tangible para ser desgarrado.
Se concentró en el vidrio y se concentró en la ruta circular de Rades para no permitir que hubiera margen de error en su jugada, pues su vida dependía de ello, y en el momento justo disparó telequinéticamente los fragmentos de cristal contra él.
Automáticamente, las velas, que flotaban por encima de Eberus, se precipitaron al suelo. Su flote dependía de Rades, y Rades ahora dependía de la piedad de los Dioses para salir de allí con vida, pues retorcido de dolor sobre la arena como se retorcía antes Eberus dentro de sus ataduras, miraba ahora desde abajo pidiéndole misericordia con la mirada al brujo, que tenía ahora en su poder el destino de la vida de aquel que pretendía ofrecerle como alimento a la oscura figura, figura que cada vez iba tomando más color, distinguiéndose mejor así bajo la oscuridad que les bañaba por culpa de la luna, que ahora tapaba el sol casi por completo.
Se soltó la mordaza, y ahora sí podía hablar con claridad al condenado anciano. - Ponte en el centro del círculo. ¡Vamos! Mis días no encontrarán su fin por culpa de un viejo perturbado que intenta ofrecer mi vida a cambio de... lo que sea eso - le gritaba a Rades con el pedazo de vidrio en la mano. Por su parte, el anciano permanecía en el suelo tremendamente dolorido. Pero no moriría por esas heridas. - Mira mi mano. ¡Mira mi mano! Pagarás esta sangre con tu vida. Pero no seré yo quien te la arrebate. ¡Camina hacia el jodido círculo, ya!
- Si... si no quieres que muramos los dos, tienes que dejar que te ayude. Eso de ahí es una criatura muy peligrosa, y hambrienta... peligrosa y hambrienta - imploraba a Eberus suplicándole piedad con el rostro.
- ¿En serio osas aconsejarme ahora? ¿Después de tratarme como carnaza? ¡CAMINA HACIA EL PUTO CÍRCULO, O TE ABRIRÉ YO MISMO LA GARGANTA ANTES DE QUE ÉL TENGA LA OPORTUNIDAD! - le amenazaba iracundo, agarrándole del cuello de sus ropas y presionando su cuello con el pedazo de vidrio que le había servido para liberarse.
Rades no vio escapatoria posible. En escasos instantes conocería el fin de su existencia, de una manera o de otra. Se levantó y caminó encorvado por el dolor hacia los círculos. Eberus, hacía levitar los fragmentos de vidrio alrededor de Rades, amenazándole con que si se movía de allí o hacía cualquier gesto, se los clavaría todos en círculo alrededor del cuello. Ahora, retrocedía apresurado en dirección contraria al mar, sin perder de vista a Rades, al casi neófito ente, y al siniestro escenario que habían formado allí bajo el faro de Thor.
Eberus
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Re: [Desafío, Día] La luna y el sol junto al faro de Thor
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Mientras retrocedes, la figura invocada se vuelve más opaca. La oscuridad es casi total ahora, por lo que no distingues bien sus rasgos, no cabe duda de que es una figura de aspecto humano, o humanoide al menos. Un hombre, a juzgar por su contorno y su voz. Ha dejado de reírse y, aunque no puedes ver sus rasgos a la distancia a la que te encuentras, sabes que te observa. ¿Curiosidad, quizá?
El sol desaparece por completo y pierdes de vista al hombre por un instante. No, no ha ido a por ti, está agachado sobre su nuevo regalo, Rades. Ahora que te fijas, puedes ver el bulto bajo moviéndose ligeramente. El viejo ha dejado de quejarse, pero, a través del sonido de las olas, te parece que oyes tragar.
Tal vez deberías salir corriendo, ¿quién te asegura que el jodido bicho palo será suficiente para saciar a ese ser? Sin embargo, la curiosidad te detiene y, a fin de cuentas, si le dieras la espalda, no lo verías venir si fuera a por ti.
Ahora que ha terminado de beber, ves cómo el hombre busca algo apresuradamente entre las ropas del viejo. Ha debido encontrarlo, porque se incorpora y manipula algo con las manos. Se frota el cuerpo vigorosamente con lo que sea que ha encontrado y luego echa a correr.
¡Hacia ti!
Es tan rápido que te ha alcanzado antes de que termines de caerte al suelo de la impresión. Pero no te ataca. Se detiene el tiempo justo para dedicarte una floreada reverencia y te lanza un objeto antes de seguir su carrera hacia el bosque, alejándose del sol que comienza a asomar de nuevo ante la lenta retirada de la luna.
Sabía que no me decepcionarías. Has salvado tu vida y vengado tu afrenta y, con ello, te has ganado un cierto respeto por parte de Dragut, el ser al que acabas de ver revivir. Si, por curiosidad, decides investigar el nombre que has oído pronunciar a Rades, no tardarás en descubrir que Dragut, alias del almirante Torghoud Reis, fue un vampiro que aterrorizó las costas aerandianas hace más de 500 años [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Si quieres saber quién es esa “ella” a la que Rades se refería, la mujer que le encargó este ritual, podrás encontrarla [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Se trata de Oneca, quien está reclutando activos para… bueno, ya te enterarás. En cualquier caso, muchas gracias por tu contribución.
Por tu excelente participación en este desafío, recibes 5 puntos de experiencia, que ya han sido entregados en tu perfil, además del frasco que te ha entregado Dragut:
Protector solar factor total: [Consumible, 2 cargas] Rociarlo por la piel de un vampiro, sin dejarse ni una poquita, le permitirá caminar bajo el sol conservando el pellejo durante media hora o dos rondas, lo que acabe primero. Útil para salir de un apuro o darse el gusto de un paseo recordando los viejos tiempos.
Puedes conservarlo o venderlo en el primer pueblo que te encuentres por 50 aeros. Si te decides por lo segundo, indícamelo por MP para que haga el ingreso correspondiente en tu perfil. Si eliges quedártelo, bastará con que lo añadas a tu inventario. Además, en este caso, podrás estudiar sus componentes cuando adquieras más experiencia en tu profesión (requiere un post on rol en tu taller cuando hayas alcanzado el nivel Avanzado en Alquimia). Esto gastará las dos cargas que tienes, pero te servirá para aprender la siguiente receta:
Protector solar factor total: [Elixir, Limitado, 1 uso] Rociarlo por la piel de un vampiro, sin dejarse ni una poquita, le permitirá caminar bajo el sol conservando el pellejo durante media hora o dos rondas, lo que acabe primero.
Coste de materiales: 90 aeros
Alquimia, nivel Avanzado
Como siempre, ha sido un verdadero placer leerte. Te estaremos vigilando.
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La luna y el sol junto al faro de Thor
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Mientras retrocedes, la figura invocada se vuelve más opaca. La oscuridad es casi total ahora, por lo que no distingues bien sus rasgos, no cabe duda de que es una figura de aspecto humano, o humanoide al menos. Un hombre, a juzgar por su contorno y su voz. Ha dejado de reírse y, aunque no puedes ver sus rasgos a la distancia a la que te encuentras, sabes que te observa. ¿Curiosidad, quizá?
El sol desaparece por completo y pierdes de vista al hombre por un instante. No, no ha ido a por ti, está agachado sobre su nuevo regalo, Rades. Ahora que te fijas, puedes ver el bulto bajo moviéndose ligeramente. El viejo ha dejado de quejarse, pero, a través del sonido de las olas, te parece que oyes tragar.
Tal vez deberías salir corriendo, ¿quién te asegura que el jodido bicho palo será suficiente para saciar a ese ser? Sin embargo, la curiosidad te detiene y, a fin de cuentas, si le dieras la espalda, no lo verías venir si fuera a por ti.
Ahora que ha terminado de beber, ves cómo el hombre busca algo apresuradamente entre las ropas del viejo. Ha debido encontrarlo, porque se incorpora y manipula algo con las manos. Se frota el cuerpo vigorosamente con lo que sea que ha encontrado y luego echa a correr.
¡Hacia ti!
Es tan rápido que te ha alcanzado antes de que termines de caerte al suelo de la impresión. Pero no te ataca. Se detiene el tiempo justo para dedicarte una floreada reverencia y te lanza un objeto antes de seguir su carrera hacia el bosque, alejándose del sol que comienza a asomar de nuevo ante la lenta retirada de la luna.
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Sabía que no me decepcionarías. Has salvado tu vida y vengado tu afrenta y, con ello, te has ganado un cierto respeto por parte de Dragut, el ser al que acabas de ver revivir. Si, por curiosidad, decides investigar el nombre que has oído pronunciar a Rades, no tardarás en descubrir que Dragut, alias del almirante Torghoud Reis, fue un vampiro que aterrorizó las costas aerandianas hace más de 500 años [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Si quieres saber quién es esa “ella” a la que Rades se refería, la mujer que le encargó este ritual, podrás encontrarla [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Se trata de Oneca, quien está reclutando activos para… bueno, ya te enterarás. En cualquier caso, muchas gracias por tu contribución.
Por tu excelente participación en este desafío, recibes 5 puntos de experiencia, que ya han sido entregados en tu perfil, además del frasco que te ha entregado Dragut:
Protector solar factor total: [Consumible, 2 cargas] Rociarlo por la piel de un vampiro, sin dejarse ni una poquita, le permitirá caminar bajo el sol conservando el pellejo durante media hora o dos rondas, lo que acabe primero. Útil para salir de un apuro o darse el gusto de un paseo recordando los viejos tiempos.
Puedes conservarlo o venderlo en el primer pueblo que te encuentres por 50 aeros. Si te decides por lo segundo, indícamelo por MP para que haga el ingreso correspondiente en tu perfil. Si eliges quedártelo, bastará con que lo añadas a tu inventario. Además, en este caso, podrás estudiar sus componentes cuando adquieras más experiencia en tu profesión (requiere un post on rol en tu taller cuando hayas alcanzado el nivel Avanzado en Alquimia). Esto gastará las dos cargas que tienes, pero te servirá para aprender la siguiente receta:
Protector solar factor total: [Elixir, Limitado, 1 uso] Rociarlo por la piel de un vampiro, sin dejarse ni una poquita, le permitirá caminar bajo el sol conservando el pellejo durante media hora o dos rondas, lo que acabe primero.
Coste de materiales: 90 aeros
Alquimia, nivel Avanzado
Como siempre, ha sido un verdadero placer leerte. Te estaremos vigilando.
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