¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
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¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?
El campamento de Zelirica se encontraba en lo alto de una meseta en forma de media luna en el interior de la península de Verisar. Por su dominio de la geografía circundante, había sido hogar de uno de los regimientos de la Guardia. No contaba con un castillo ni torres de vigilancia, pero era bien defendible, pues a lo alto de la meseta, situada sobre un acuífero, solo se podía ascender por un par de escarpados caminos, si uno no contaba el pequeño riachuelo que saltaba de terraza en terraza hacia el valle de más abajo.
Tras el reajuste de efectivos por las numerosas bajas sufridas en el asedio de Edén, el campamento fue desalojado y los miembros del regimiento fueron repartidos entre otros destacamentos. Desde hace algunas semanas, el campamento ha sido ocupado de nuevo.
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Los niños soldado, los llaman algunos. Otros se refieren a ellos como los niños malditos o “esos engendros”. Antiguos soldados de la Guardia de Verisar que muestran de nuevo aspecto infantil, niños de entre ocho y doce años que en realidad, llevan vagando esta tierra unas cuántas décadas más.
Algunos se aferran casi con desesperación a sus recuerdos, mientras que otros parecen haber olvidado por completo su vida pasada. Pero de lo que no cabe duda es que sus cuerpos y sus mentes se comportan como las de los niños que sugiere su aspecto, aunque muchos se muestren serios, taciturnos o, incluso, severos.
En un principio, los niños habían sido enviados con sus respectivas familias, con la esperanza de que su estado fuera pasajero y, al no tener acceso al agua de la desaparecida Fuente de la Juventud, recuperarían pronto su estado natural. Dale tiempo, le decían a la esposa, hermanos, hijas que se encontraban con un chiquillo extra al que alimentar. Pronto volverá a ser el mismo de siempre
Pero no fue así y, meses después, cuando se llegó a la conclusión de que los niños iban a seguir siendo niños y las arcas de la Corona no podrían asumir las pensiones de veteranía, los hospicios comenzaron a recibir un gotero constante de estos extraños niños. Devueltos por unas familias que no sabían cómo afrontar el cambio de circunstancias; asustados de unos muchachos adiestrados para el combate que reaccionaban de forma inesperada a ruidos y situaciones de la vida cotidiana.
Este no es mi esposo, mi esposo ha muerto.
¡Se peleó con su nieto y casi lo mata! No puedo quedármelo.
Sabe cosas que no debería. Yo… yo no puedo hacer esto.
Pero los hospicios tampoco eran la solución. Ya los que habían recibido a aquellos que no tenían familiares conocidos habían empezado a dejarlos a las puertas de los cuarteles cercanos. Los otros huérfanos tenían miedo de los niños malditos, los engendros.
Y así fue como se determinó concentrarlos a todos en el campamento de Zelirica. Al menos, hasta que surgiera alguna idea mejor. Después de todo, eran veteranos del ejército. No todos recordaban su vida anterior, su entrenamiento, pero si habían sido buenos soldados, ¿acaso no podían volver a serlo?
Sin embargo, no a todo el mundo le pareció oportuna esta solución. Los niños habían sido tocados por un Objeto Maldito, eran seres antinaturales. La propia capitana Áddila había ordenado el exterminio de los niños antinaturales de Lirio, afectados por el mismo Objeto. ¿Qué hacía diferentes a estos chicos de los otros? Después de todo, ya habían cumplido su mandato. Eran ancianos, aunque tuvieran aspecto de niños.
En cualquier caso, en las últimas semanas, el campamento de Zelirica ha estado atrayendo todo un flujo de trabajadores, comerciantes, voluntarios y quién sabe qué otra suerte de visitantes, además de a sus nuevos residentes. Y todos parecen tener una opinión sobre el mejor modo de tratar a los muchachos.
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Los saludo, mortales, un nuevo Día del Trabajador,
– 5 puntos de experiencia
– 1 punto de profesión
– Obsequio del evento, que dependerá de la puntuación global obtenida (sigan leyendo para saber más)
– Posibilidad de encontrar sorpresas y/o ganarse una maldición
Genial, Fehu, pero ¿qué tengo que hacer para ganarme estas recompensas?
En primer lugar, participar en el desafío, obviamente. Todo aquel que participe recibirá la experiencia y el obsequio.
Para ganar el punto de profesión (solo uno y solo en una profesión, aunque tengas dos), deberás cumplir, de entre los objetivos listados más abajo, uno relacionado con tu profesión, o bien utilizar tu profesión de manera imaginativa y relevante para cumplir uno de los objetivos listados como “generales”.
En esta primera ronda, solo podrás cumplir uno de los objetivos, aunque se permite realizar más de un post si disponen de tiempo y lo consideran necesario. Salvo que se indique lo contrario, es posible que varias personas elijan el mismo objetivo, ya que en situaciones como esta, hay mucho trabajo que hacer para que se ocupe una sola persona.
Pueden cumplir el objetivo de forma individual o trabajar en equipo. En el caso de que un grupo elija un objetivo profesional, bastará con que uno de los miembros tenga la profesión pertinente, pero los demás no recibirán el punto de profesión a menos que soliciten dicha profesión antes del cierre del evento.
¿Quién puede participar en el desafío?
Cualquiera que tenga la ficha de personaje aprobada. No es necesario tener ficha de habilidades ni tampoco haber elegido una profesión para participar (aunque, si no tienes profesión, no recibirás el punto de profesión, por obvias razones, además tendrás que limitarte a los objetivos “generales”, salvo que trabajes en equipo con alguien que sí tenga la profesión apropiada).
Puedes participar con varias cuentas, pero ya sabes, nada de que tus PJs roleen entre sí y pasar del resto. También puedes participar aunque ya estés en un tema master.
¿Qué plazo tengo para participar?
Una semana desde el momento de publicación de este hilo. No habrá prórrogas, el próximo lunes (8 de mayo) se publicarán las instrucciones para la segunda y última ronda. Si quieres participar, pero no llegas a tiempo para la primera ronda, podrás entrar en la segunda.
¿Y qué es eso de la puntuación global?
Aquí es donde entra lo de “desafío comunitario”. El final de la historia, así como el tipo de obsequio que reciban al concluir el desafío (objetos master, recetas, materiales especiales) lo determinará la puntuación acumulada de todos los personajes participantes.
Y entonces, ¿cómo gano puntos?
Puedes ganar hasta 2 puntos en cada ronda (para un máximo de 4 si respondes en las dos rondas). Ganas 1 punto por cumplir un objetivo. El otro punto es de originalidad (que es como decir que te lo doy yo si me gusta tu post, pero en fino). En el caso de PJs que trabajen en común por un mismo objetivo, cada uno de los miembros del equipo recibirá el punto de objetivo y, en su caso, el de originalidad.
¿Así de fácil?
Sí. Bueno, no. Verás, las sumas simples me aburren un montón y no voy a lanzarles un evento si no voy a divertirme yo también. Así que no es tan sencillo como “cumplo un objetivo, gano un punto para el grupo”.
Notarás que los objetivos vienen con una etiqueta: [Humanitario], [Recurso], [Oportunista], [Purga]. No seré yo quien juzgue la cualidad moral de tu personaje y, por eso, elegir un tipo u otro de objetivo sigue valiendo lo mismo, 1 punto (+1 de originalidad, si se da el caso). Lo que ocurre es que no todos los puntos se suman en el mismo sitio.
No voy a aburrirte con las complejas operaciones matemáticas que estaré efectuando a medida que se vayan sumando participaciones a este evento. Simplemente, ten en cuenta lo siguiente: Sea cual sea el objetivo que elijas, no me cabe la menor duda de que tu personaje sabrá llevarlo a término. Lo que realmente me interesa es qué tipo de objetivo elegirás y cómo te las compondrás para deslumbrarme con tu rol (tienes libertad creativa, siempre que respetes el lore de Aerandir y las intervenciones del resto de participantes).
Vale, pero aún tengo una duda: ¿Qué onda con los niños veteranos, Fehu? ¿Qué está pasando?
Si no sabes a qué viene esto de los niños soldado y tienes curiosidad, o necesitas un recordatorio, te dejo un resumen en spoiler (se aportan enlaces para mentes curiosas, pero no es necesario leer los hilos mencionados para participar en el desafío).
- Contexto histórico:
- Hace tiempo, un nigromante que se hacía llamar el Hombre Muerto, se propuso tomar el control de Aerandir. Tratando de contrarrestar su influencia, un poderoso pero increíblemente torpe conjurador creó accidentalmente 19 Objetos de poder que, repartidos por todo Aerandir, traían aparejada una maldición. Uno de dichos objetos fue la Fuente de la Juventud, que [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. La fuente había convertido en niños a todos los habitantes de la aldea, debido al consumo regular de sus aguas.
A medida que crecía la amenaza del Hombre Muerto y sus secuaces, también la ambición de los defensores de Aerandir por hacerse con la mayor cantidad posible de estos 19 Objetos mágicos. Así, una disputa entre miembros del Hekshold y un grupo de soldados de la Guardia de Verisar liderados por la capitana Áddila, llevó a que ésta [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y, con ayuda de magia arcana, logró llevarse la Fuente a Verisar.
Con la Fuente (y otros dos Objetos) en su poder, la Guardia de Verisar se enfrentó a uno de los secuaces del Hombre Muerto en una gran batalla en que, gracias a la Fuente de la Juventud, participaron un gran número de soldados jubilados y cercanos al retiro, que contaron con renovadas fuerzas gracias a las aguas rejuvenecedoras.
Lamentablemente, la cercanía y puesta en funcionamiento de 6 de los Objetos de forma simultánea en la zona, creó una fuerte fluctuación de éter que, además de destruir los Objetos y causar numerosas bajas, hizo que todos aquellos soldados que habían bebido de la Fuente y sobrevivido a la lucha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Esos son los niños de este desafío.
Okey, todo bien, Fehu, ¡pero ya dame la lista de objetivos de una vez!
Aquí la tienes:
- Objetivos generales:
—[Humanitario] La organización es clave para mantener un campamento ordenado, limpio y bien abastecido. Alguien debe encargarse de monitorear los barracones, organizar el reparto de suministros, acondicionar los almacenes, la recogida de basuras… (elige uno, nadie espera que lleves el campamento en solitarioEleandris).
—[Recurso] ¡Por el amor de los dioses, son veteranos! Ya han hecho esto antes. Organicemos un sistema de rotación para los trabajos del campamento y grupos para refrescarles la memoria a los que se las dan de olvidadizos.
—[Humanitario, Recurso] Resulta que organizar excursiones de caza y recolección al bosque con unos muchachos alocados no resulta particularmente productivo. Cazadores (se valorará un uso adecuado del bestiario), leñadores y recolectores (se valorará un uso adecuado del herbolario) serán más que bienvenidos, aunque si te ves capaz hacer que las fieras colaboren, adelante.
—[Humanitario] El sistema educativo en Verisar ha mejorado desde la última vez que estos muchachos asistieron a la escuela (si es que llegaron a hacerlo). La vida les ha dado una segunda oportunidad: buscamos voluntarios dispuestos a educar a estos niños.
—[Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea.
—[Humanitario] Por favor, son niños, no pueden pasar todo su tiempo rodeados de armas. Organicemos alguna actividad lúdica que les devuelva la sonrisa a esos rostros tan graves.
—[Humanitario] La gerencia del campamento acepta peticiones genuinas de adopción, pero las leyes de Verisar obligan a la investigación exhaustiva de cada una de ellas (puedes situar tu post en el campamento o en tu lugar de residencia habitual y, sí, si llegara a aceptarse tu solicitud, saldrías de este evento con un nuevo PNJ).
—[Oportunismo, Recurso] ¿Alguien quiere un pequeñoesclavoaprendiz? Con un poco de convencimiento, seguro que los organizadores del campamento están dispuestos a deshacerse de una o dos bocas que alimentar. O a lo mejor, hasta te puedes saltar a los intermediarios (igual que en el caso anterior, si tienes éxito, saldrás del evento con un nuevo PNJ).
—[Recurso, Oportunismo] Cierta compañía minera de Baslodia requiere de numerosa mano de obra barata, bajita y sin incómodos lazos que vayan a pedir explicaciones si una noche no vuelven a casa. Cómo se la proveas es lo de menos.
—[Recurso, Oportunismo, Purga] La sangre de niño es sabrosa de por sí, pero ¿unos que han bebido de la fuente de la juventud? Solo sabes que se hace llamar La Baronesa y que pagará bien por una muestra de tan exquisito manjar.
—[Humanitario] Se han registrado ataques de extremistas “anti-engendros” contra el campamento o las partidas que traen los suministros. Necesitamos guerreros para proteger a los niños (encuentra un grupo de atacantes y defiende a tus protegidos).
—[Recurso] Una vez más, se trata de veteranos. Organicémoslos en patrullas para que ellos mismos se encarguen de la protección. Esos extremistas se lo pensarán dos veces cuando vean que no se trata de niños indefensos.
—[Oportunista] ¡Suministros gratis! Solo tengo que interceptar uno de estos viajes de abastecimiento al campamento.
—[Oportunista] Se dice que una gran Dama Roilkat ha enviado un cargamento de víveres y tejidos de gran cantidad como donativo para el campamento de niños soldado. Si me infiltro entre los trabajadores y voluntarios, seguro que surge una oportunidad de apañar algo de valor.
—[Purga] Las protestas y los grupos de presión no han servido para nada, el rey protege a esos engendros de los Objetos Malditos. No nos queda otra que recurrir a las armas (organizas un ataque o infiltración para disminuir la amenaza infantil).
—[¿Humanitario?] El Hekshold ha enviado emisarios para tratar de estudiar a los niños y entender mejor los efectos de la maldición que sufren, pero dada la tensa situación entre la institución y la Guardia de Verisar, la petición ha sido denegada. Un cierto investigador, que podría o no estar relacionado con la Academia, está buscando ayuda para realizar su estudio de manera extraoficial, pero lo suyo es más bien el trabajo de laboratorio, necesitará un socio para lo demás (el modo en que abordes el objetivo podría añadir más etiquetas).
—[Purga] Hay dos pozos y una fuente natural con un pequeño riachuelo que desciende desde la meseta dentro del campamento. Si los envenenamos, nos desharemos de esos soldados malditos. El resto serán bajas de guerra (elige uno solo de los objetivos para este primer turno. Si trabajan en grupo, pueden elegir varios).
—[Humanitario, ¿Purga?] Un sacerdote cristiano se ha ofrecido a bautizar a los niños. Según él, si están malditos, esto debería bastar para purificarlos y, si no lo están, no les hará ningún daño. Necesita voluntarios que le asistan en el trabajo.
—[Purga] Los habitantes de las aldeas cercanas al campamento lo proveen de alimentos frescos, pero ¿saben ellos que los niños que allí se alojan son productos de una asquerosa maldición? Si los ponemos de nuestra parte, tal vez hagan el trabajo por nosotros (elige una única aldea para este primer turno. Si trabajan en grupo, pueden elegir varias).
—¿Se te ha ocurrido otra idea que no recoge esta lista? Estoy deseando leerla.
- Objetivos Profesionales:
—[Carpintería, Humanitario] Hay quien dice que los barracones del antiguo regimiento no son el ambiente más adecuado para unos niños. Tal vez una pequeña renovación y algunos muebles bonitos alegren el ambiente.
—[Carpintería, Curtiduría, Ingeniería, Arcanos, Herrería, Humanitario] El hecho de que algunos de los niños se aferrasen aún a sus antiguas armas ha levantado algunas cejas entre la opinión pública de Verisar. Sería conveniente sustituir las armas con juguetes más adecuados a su edad.
—[Carpintería, Herrería, Curtiduría, Recurso] Tonterías, un soldado no deja de ser soldado por rejuvenecer unos cuantos años. Adaptar las armas a su estado de crecimiento sería más adecuado. Así podrán seguir practicando.
—[Alquimia, Humanitario, Recurso] Una colonia de piojos se ha extendido rápidamente por varios de los barracones. Hay que hacer algo con ellos antes de que los niños se pelen el cuero cabelludo de tanto rascarse.
—[Alquimia, Humanitario, Recurso] Un brote de paperas ha surgido en el sector oeste del campamento. Se requiere atención médica urgente para evitar la propagación.
—[Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] ¿Es posible hacer algo con los chinches que asolan los colchones? Los niños no duermen con tanto picor y, si los niños no duermen, nadie duerme.
—[Curtiduría, Humanitario, Recurso] Es increíble lo rápido que desgastan la ropa y el calzado estos muchachos. Si no nos llegan suficientes donaciones, alguien tendrá que ponerse a coser.
—[Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
—[Ingeniería, Humanitario, Recurso] Cuando el campamento se utilizaba para el entrenamiento de tropas, eran los propios soldados los que subían los suministros desde la base de la meseta. Lamentablemente, los cuerpos de estos muchachos no están los bastante desarrollados para cargar los pesados fardos por el escarpado sendero, así que tendremos que ingeniar un mejor sistema para ello.
—[Herrería, Curtiduría, Humanitario] Varios de los niños muestran síntomas de Mal del Soldado, aunque no todos recuerdan la batalla. Una reputada doctora ha propuesto un tratamiento experimental con caballos. Nos han donado algunos en dudoso estado. Todos necesitan herraduras y aparejos nuevos.
—[Ingeniería, Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] Se han encontrado excrementos de roedores y algunos sacos rotos en los almacenes. Alguien debe ocuparse del problema.
—¿Se te ha ocurrido otra idea que no recoge esta lista? Estoy deseando leerla.
Última edición por Fehu el Dom 7 Mayo - 14:43, editado 1 vez (Razón : terrible falta de ortografía cega-ojos)
Fehu
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Cohen alzó la vista en las proximidades del campamento Zelirica, cerca de la elevada meseta. Apartado del mundo, viendo como algunas carretas y personas acudían al lugar, se apartó del camino principal, buscando la soledad absoluta.
“Sé un niño, Cohensito, sé un niño” se decía a sí mismo una y otra vez, mientras contemplaba las dos manzanas de Iddun que tenía en su bolsa de viaje. “Aparenta ser un niño y haz cosas de niños. No debe ser tan difícil”
Guardó la segunda de sus manzanas y se llevó a la boca la primera. Comenzó a comerlas, saboreando sólo levemente los primeros bocados. A cada nuevo mordisco, perdía el sabor y cuándo llevaba la mitad de la fruta, ya no podía captarlo. “Sólo la sangre es siempre sabrosa”.
Tras consumirla, comenzó a desvestirse quedándose completamente desnudo. Su cuerpo comenzó a menguar, rejuveneciendo, como el efecto de la mágica manzana prometía hacer. Al darse cuenta, Cohen era un niño de apenas 8 años. [1]
“Pasaré desapercibido de esta forma. Así conseguiré mi objetivo de una forma más fácil”
Comenzó a vestirse con la ropa infantil que había conseguido en Sacrestic Ville y una vez que su cuerpo estuvo de nuevo tapado por las telas, puso rumbo marcha al campamento, dispuesto a hacerse pasar por uno de aquellos hombres soldados reconvertidos en niños.
Su misión estaba clara: la Baronesa le había hecho un encargo y le dijo que le pagaría bien. A cambio, sólo tenía que conseguir una muestra de sangre de uno de aquellos niños, una muestra de sangre de un niño que hubiera bebido de la Fuente de la Juventud. No podía ser tan difícil conseguirla. [2]
A medida que se aproximaba al campamento, adoptó una actitud infantil. Por lo que sabía algunos de aquellos soldados habían olvidado por completo que eran personas adultas y actuaban cómo niños. Así que en cuánto más se acercaba al lugar, comenzó a moverse de forma enérgica y nerviosa, dando pequeños saltitos de alegría, aparentando jugar solo a saber con quién, mientras continuaba ascendiendo a la meseta.
Se sentía ridículo, pero creía que aquello le ayudaría a conseguir su objetivo. Con la firme voluntad de cumplir su objetivo, un pequeño niño de 8 años, de apenas 1,25 metros de altura, entraba en el Campamento Zelirica.
[1] Manzana de Iddun [Consumible]: Distorsiona la edad de quien la consume a voluntad por tres turnos. (Consumo la primera de las dos que tengo)
[2] Objetivo General Elegido: —[Recurso, Oportunismo, Purga] La sangre de niño es sabrosa de por sí, pero ¿unos que han bebido de la fuente de la juventud? Solo sabes que se hace llamar La Baronesa y que pagará bien por una muestra de tan exquisito manjar.
“Sé un niño, Cohensito, sé un niño” se decía a sí mismo una y otra vez, mientras contemplaba las dos manzanas de Iddun que tenía en su bolsa de viaje. “Aparenta ser un niño y haz cosas de niños. No debe ser tan difícil”
Guardó la segunda de sus manzanas y se llevó a la boca la primera. Comenzó a comerlas, saboreando sólo levemente los primeros bocados. A cada nuevo mordisco, perdía el sabor y cuándo llevaba la mitad de la fruta, ya no podía captarlo. “Sólo la sangre es siempre sabrosa”.
Tras consumirla, comenzó a desvestirse quedándose completamente desnudo. Su cuerpo comenzó a menguar, rejuveneciendo, como el efecto de la mágica manzana prometía hacer. Al darse cuenta, Cohen era un niño de apenas 8 años. [1]
“Pasaré desapercibido de esta forma. Así conseguiré mi objetivo de una forma más fácil”
Comenzó a vestirse con la ropa infantil que había conseguido en Sacrestic Ville y una vez que su cuerpo estuvo de nuevo tapado por las telas, puso rumbo marcha al campamento, dispuesto a hacerse pasar por uno de aquellos hombres soldados reconvertidos en niños.
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Su misión estaba clara: la Baronesa le había hecho un encargo y le dijo que le pagaría bien. A cambio, sólo tenía que conseguir una muestra de sangre de uno de aquellos niños, una muestra de sangre de un niño que hubiera bebido de la Fuente de la Juventud. No podía ser tan difícil conseguirla. [2]
A medida que se aproximaba al campamento, adoptó una actitud infantil. Por lo que sabía algunos de aquellos soldados habían olvidado por completo que eran personas adultas y actuaban cómo niños. Así que en cuánto más se acercaba al lugar, comenzó a moverse de forma enérgica y nerviosa, dando pequeños saltitos de alegría, aparentando jugar solo a saber con quién, mientras continuaba ascendiendo a la meseta.
Se sentía ridículo, pero creía que aquello le ayudaría a conseguir su objetivo. Con la firme voluntad de cumplir su objetivo, un pequeño niño de 8 años, de apenas 1,25 metros de altura, entraba en el Campamento Zelirica.
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[1] Manzana de Iddun [Consumible]: Distorsiona la edad de quien la consume a voluntad por tres turnos. (Consumo la primera de las dos que tengo)
[2] Objetivo General Elegido: —[Recurso, Oportunismo, Purga] La sangre de niño es sabrosa de por sí, pero ¿unos que han bebido de la fuente de la juventud? Solo sabes que se hace llamar La Baronesa y que pagará bien por una muestra de tan exquisito manjar.
Cohen
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Frosk corría apurado por el bosque siendo perseguido por un reducido grupo de cinco Bhaaloos, los cuales se habían sentido agraviados al haber visto a la rana deambular por su territorio.
La intención del hombre-bestia no era otra que simplemente correr hacia adelante. Ni se planteaba encarar combate con semejantes bestias, todas mucho más grandes que él en cuanto al tamaño total, aunque de altura estaban a la misma, ya que las bestias eran cuadrúpedas la mayor parte del tiempo.
Frosk echó la mirada hacia atrás, y vio cómo los Bhaaloos le pisaban los talones casi literalmente, por lo que con sus cortas piernas de rana, mitad ancas y mitad humanoides, su pecho alzado respirando lo más rápido que podía, y con su saco vocal hinchándose a y deshinchándose a gran velocidad debido al nerviosismo, la rana mantuvo su carrera hasta que, de forma inevitable se encontró de pronto con un muro de rocas que se le presentó en mitad de su camino dejándolo sin escapatoria.
La rana pegó su espalda a la pared rocosa y se apretujó contra ella lo más que pudo rezando a todos los dioses existentes para que aquellas bestias tuvieran algún tipo de misericordia.
Las bestias detuvieron también su carrera al ver que su perseguido no tenía escapatoria, y la más antigua de ellas dio un paso adelante, emitiendo el rugido característico de un oso pardo, aunque más agudo. Esto acongojó de sobremanera a Frosk, que cayó sentado en el suelo, aún apretujándose contra el muro.
Aquellas criaturas no eran agresivas a priori, pero una violación de su territorio como la que había cometido el Frosk no se lo perdonarían y lo pagaría con su vida.
Apretando los dientes, echó un vistazo hacia arriba, y muy molesto se quejó.
-¡CREO QUE ESTÁ CLARO QUE ESTAMOS AQUÍ!
De pronto, un rugido resonó a modo de eco gutural por el bosque, encima justo de sus cabezas. Las bestias, confundidas, alzaron la mirada para no ver absolutamente nada más que el cielo azul, y su luz, abriéndose paso entre la vegetación de las copas de los árboles. Frosk suspiró aliviado. Antes de que los Bhaaloos volvieran a centrar su atención en el hombre-rana, una figura se dejó caer de entre las copas de los árboles, cuyo origen estaba más allá de estos, en la cima del muro de piedra que se alzaba como suerte de una pequeña meseta.
Al impactar la figura contra el suelo, se pudo escuchar metal chocar entre sí y un chirrido extraño cuando el terreno a su alrededor se hundió de forma imperceptible, pero lo suficiente como para que se oyera a la tierra y la roca resquebrajarse a los pies de dicha figura, que no se trataba de otro que del bio-cibernético Bluto.
Acompañando a este, otra figura dracónica se dejó caer con rotundidad mientras bajaba el vuelo, llegando a derribar varias ramas de árboles. Esto si impresionó a los bhaaloos, ya que la dragona, que resultaba ser Erika transformada, era más grande que ellos.
Frosk se puso en pie y, ahora sí, desenvainó su espada, alzándola hacia adelante y arriba.
-¡A cazar!
La intención del hombre-bestia no era otra que simplemente correr hacia adelante. Ni se planteaba encarar combate con semejantes bestias, todas mucho más grandes que él en cuanto al tamaño total, aunque de altura estaban a la misma, ya que las bestias eran cuadrúpedas la mayor parte del tiempo.
Frosk echó la mirada hacia atrás, y vio cómo los Bhaaloos le pisaban los talones casi literalmente, por lo que con sus cortas piernas de rana, mitad ancas y mitad humanoides, su pecho alzado respirando lo más rápido que podía, y con su saco vocal hinchándose a y deshinchándose a gran velocidad debido al nerviosismo, la rana mantuvo su carrera hasta que, de forma inevitable se encontró de pronto con un muro de rocas que se le presentó en mitad de su camino dejándolo sin escapatoria.
La rana pegó su espalda a la pared rocosa y se apretujó contra ella lo más que pudo rezando a todos los dioses existentes para que aquellas bestias tuvieran algún tipo de misericordia.
Las bestias detuvieron también su carrera al ver que su perseguido no tenía escapatoria, y la más antigua de ellas dio un paso adelante, emitiendo el rugido característico de un oso pardo, aunque más agudo. Esto acongojó de sobremanera a Frosk, que cayó sentado en el suelo, aún apretujándose contra el muro.
Aquellas criaturas no eran agresivas a priori, pero una violación de su territorio como la que había cometido el Frosk no se lo perdonarían y lo pagaría con su vida.
Apretando los dientes, echó un vistazo hacia arriba, y muy molesto se quejó.
-¡CREO QUE ESTÁ CLARO QUE ESTAMOS AQUÍ!
De pronto, un rugido resonó a modo de eco gutural por el bosque, encima justo de sus cabezas. Las bestias, confundidas, alzaron la mirada para no ver absolutamente nada más que el cielo azul, y su luz, abriéndose paso entre la vegetación de las copas de los árboles. Frosk suspiró aliviado. Antes de que los Bhaaloos volvieran a centrar su atención en el hombre-rana, una figura se dejó caer de entre las copas de los árboles, cuyo origen estaba más allá de estos, en la cima del muro de piedra que se alzaba como suerte de una pequeña meseta.
Al impactar la figura contra el suelo, se pudo escuchar metal chocar entre sí y un chirrido extraño cuando el terreno a su alrededor se hundió de forma imperceptible, pero lo suficiente como para que se oyera a la tierra y la roca resquebrajarse a los pies de dicha figura, que no se trataba de otro que del bio-cibernético Bluto.
Acompañando a este, otra figura dracónica se dejó caer con rotundidad mientras bajaba el vuelo, llegando a derribar varias ramas de árboles. Esto si impresionó a los bhaaloos, ya que la dragona, que resultaba ser Erika transformada, era más grande que ellos.
Frosk se puso en pie y, ahora sí, desenvainó su espada, alzándola hacia adelante y arriba.
-¡A cazar!
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Una vez que la tarea de caza hubo terminado, el trío de cazadores se dispuso a cargar con el cuerpo de los bhaaloos. Bluto llevaría cuatro, uno a cada hombro, ya que disponía de la fuerza suficiente para ello. Entre Frosk y Erika llevarían al restante. El único inconveniente era que la dragona aún no había vuelto a su forma humanoide.
Era la primera vez que la dragona se transformaba, y a Frosk esa mirada reptiliana le ponía los vellos que no tenía de punta.
-¡Vamos, ayúdame!-Le pidió a la dragona, la cual negó con la cabeza y gruñó.-¿Que no? ¿Por qué?
Erika volvió a negar con la cabeza y gruñir.Era la primera vez que la dragona se transformaba, y a Frosk esa mirada reptiliana le ponía los vellos que no tenía de punta.
-¡Vamos, ayúdame!-Le pidió a la dragona, la cual negó con la cabeza y gruñó.-¿Que no? ¿Por qué?
-Señor Frosk, si recuerda, ella era muy pudorosa respecto a transformarse. Necesita intimidad para volver a ponerse sus ropajes al igual que la necesitó antes.
-¡No lo entiendo!-Dijo, exasperado.-¡Ni que tuviera algo que yo no!
-Es su decisión, señor Frosk. Tenemos que respetarla.
-Bah, que haga lo que quiera. Mi abuelo siempre me decía que no había por qué tener pudor al desnudarse. Hay criaturas que tienen colas atrás, y otras que no, pero todos tenemos en común una cosa...-Bluto y Erika lo miraron expectantes.-¡La cola de delante!-Hizo una claro gesto de señalarse sus partes.
Exaltada y ruborizada, si es que a una dragona podrían distinguírseles dichos cambios de tono en la piel bajo sus escamas, Erika lanzó un mordisco a la rana como si de un perro salvaje y rabioso se tratara. Frosk lo esquivó por un pelo, y debido al miedo que le provocó ver a su amiga así, decidió finalmente ceder a sus deseos y dejarla sola unos instantes para que pudiera volver a su forma humanoide y recuperar sus ropajes que se guardaban en la mochila que cargaba Bluto.
-¡Eres una rana imbécil y con serrín en la cabeza!-Le dijo a Frosk, acompañando a esto una mirada de desdén y molestia cuando ya todos de nuevo estuvieron listos para partir.
El hombre-bestia no entendía a qué se debía ese enfado, pero sin mucho más que añadir se encogió de hombros y decidió no añadir nada, ya que le estaban empezando a rugir las tripas.
-Vámonos de aquí-Se llevó una mano a la barriga.-Tengo hambre...
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Frosk
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Verisar.
Semanas antes del no tan frabulloso día (?)
Semanas antes del no tan frabulloso día (?)
Nuestras aventuras y el destino, acabaron por llevarnos a un particular sitio, que como si fuera poco el universo se burlaba de mí. Niños... Por qué siempre me veía involucrada con aquellos liliputienses que no eran más que un dolor de cabeza, por irónico que fuera sí, podía decirse que había cierta energía que me permitía imponer mi autoridad sobre ellos. Tal vez mi estatura pues no iba a admitir que el instinto materno tenía algo que ver en toda esta locura.
Al parecer aquello no era un campamento de niños precisamente normales, de hecho los rumores de pasillo - o mejor dicho de tiendas de campañas - indicaban que habían sufrido alguna especie de maldición. No lo iba a negar, eso me trajo recuerdos de cierto anciano magnate aficionado a los bégimos. - Tal vez comieron muchas manzanas... - Fue lo que pensé tomando en cuenta mi experiencia.
Como fuera, al llegar allí las cosas estaban patas arriba, pero al parecer estaban pidiendo ayuda con trabajo remunerado. O algo así entendí, francamente no iba a desperdiciar la oportunidad de generar algún ingreso extra y dar a conocer mi trabajo. Si bien había muchas cosas por hacer, algo llamó particularmente mi atención. Esos enanos sabían cómo escabullirse y no precisamente para hacer cosas buenas en las aldeas vecinas, ya habían llegado varias quejas y los encargados de la vigilancia no parecían darse basto ante el terreno, después de todo estaba claro que no sólo se trataba de cuidar que los niños no salieran, había peligros afuera y quizás aquella petición a la que accedí ayudaría de muchas formas.
- Me encargaré de echar una mano con la seguridad de este lugar. - Sonreí de medio lado. - Tú puedes buscar algo más que hacer, sólo asegúrate de que te paguen. - Indiqué a mi hermano.
- ¿Y qué se supone qué haga? - Me miró con cierto temor. - No lo sé, eres listo, alto y además un dragón. Acércate con el encargado y que te dé una tarea. Me llevaré a Bomull conmigo. - No dije algo más. El trabajo llamaba a mi puerta y con un poco de suerte mis esfuerzos serían recompensados.
Antes de siquiera acercarme a tomar la propuesta, me tomé la tarea de explorar minuciosamente todos los puntos clave de aquel lugar. La meseta ofrecía protección, pero los caminos verdes eran los que necesitaban particular atención. Mi idea se centraba en dejar solo dos posibles entradas en donde los centinelas podrían hacer énfasis, claro que colocando estratégicamente a otros en ciertos puntos también ayudaría.
En un pergamino, gracias a mis dotes de dibujo producto de la curtiduría, logré hacer una especie de mapa que marcaba los puntos clave en dónde podría colocar las trampas. Por precaución y porqué sabía que no estaba tratando con niños normales, encanté ese pergamino a fin de que solo fuera yo quien pudiera tomarlo. 1
Orgullosa de lo que había logrado, fui con el pecho inflado mostrándole al encargado de la seguridad de aquel sitio lo que había conseguido.
- ¿Usted lo hizo? - Dijo mirando el pergamino con cierto temor luego de haber sido recibido con una descarga. Su cabello seguía pelos arriba por la estática y olía un poco quemado.
- Así es. Pienso que si rodeamos el área con trampas no letales garantizaríamos que los chicos permanezcan en zona segura. Además su centinelas podrían ubicarse en los puntos, con algo de suerte tal vez pueda haber más voluntarios para la labor, pero eso ya no dependerá de mí. - Explicaba con bastante determinación.
- ¿Y cómo piensa atrapar lo que caiga? Espero no con una descarga. - Recalcó con notable mal humor. Tuve que hacer lo imposible para reírme a carcajadas.
- Con esto. - Saqué de mi bolsa un pergamino. - Descuide este no causa daño... - Lo extendí y como prueba de que sería seguro coloqué a mi querida bola de pelos como sujeto de pruebas, aunque me aseguré de vendarle sus ojitos sensibles. De inmediato la trampa hizo efecto. - Como podrá observar una vez que se despliega el pergamino este se vuelve invisible, si los chicos suelen fugarse durante la noche creo que será de bastante utilidad, si no ven la luz, al menos los gritos del susto harán a los vigilantes darse cuenta. Claro seguro no soy la única que ha planeado trampas, sabe conozco a un ingeniero que tal vez pueda ayudar, aunque ya es cosa de él si viene o no. En fin, con algunas cuantas docenas esto podría funcionar. también necesitaré comida, ya sabe... magia, energía. La barriga es el motor. - Expliqué.
- Te conseguiré los materiales que necesites. El trabajo es tuyo.
No sabía si el hombre estaba sorprendido por el susto o solo maravillado, el punto es que ahora tenía una tarea y era hacer varias cosas de esas para colocar alrededor del área. Esos pequeños bribones no sabían con quien lidiaban, además sería un plus a la seguridad para cualquiera quisiera infiltrarse y de mala suerte pisara donde no debía.
Guardé mi pergamino en lugar seguro - entre mis pechos - Y tras tomar a mi pequeña bola de pelos y darle amor, me dirigí a mi puesto de trabajo. Era hora de ponerse manos a la obra.
Al parecer aquello no era un campamento de niños precisamente normales, de hecho los rumores de pasillo - o mejor dicho de tiendas de campañas - indicaban que habían sufrido alguna especie de maldición. No lo iba a negar, eso me trajo recuerdos de cierto anciano magnate aficionado a los bégimos. - Tal vez comieron muchas manzanas... - Fue lo que pensé tomando en cuenta mi experiencia.
Como fuera, al llegar allí las cosas estaban patas arriba, pero al parecer estaban pidiendo ayuda con trabajo remunerado. O algo así entendí, francamente no iba a desperdiciar la oportunidad de generar algún ingreso extra y dar a conocer mi trabajo. Si bien había muchas cosas por hacer, algo llamó particularmente mi atención. Esos enanos sabían cómo escabullirse y no precisamente para hacer cosas buenas en las aldeas vecinas, ya habían llegado varias quejas y los encargados de la vigilancia no parecían darse basto ante el terreno, después de todo estaba claro que no sólo se trataba de cuidar que los niños no salieran, había peligros afuera y quizás aquella petición a la que accedí ayudaría de muchas formas.
- Me encargaré de echar una mano con la seguridad de este lugar. - Sonreí de medio lado. - Tú puedes buscar algo más que hacer, sólo asegúrate de que te paguen. - Indiqué a mi hermano.
- ¿Y qué se supone qué haga? - Me miró con cierto temor. - No lo sé, eres listo, alto y además un dragón. Acércate con el encargado y que te dé una tarea. Me llevaré a Bomull conmigo. - No dije algo más. El trabajo llamaba a mi puerta y con un poco de suerte mis esfuerzos serían recompensados.
Antes de siquiera acercarme a tomar la propuesta, me tomé la tarea de explorar minuciosamente todos los puntos clave de aquel lugar. La meseta ofrecía protección, pero los caminos verdes eran los que necesitaban particular atención. Mi idea se centraba en dejar solo dos posibles entradas en donde los centinelas podrían hacer énfasis, claro que colocando estratégicamente a otros en ciertos puntos también ayudaría.
En un pergamino, gracias a mis dotes de dibujo producto de la curtiduría, logré hacer una especie de mapa que marcaba los puntos clave en dónde podría colocar las trampas. Por precaución y porqué sabía que no estaba tratando con niños normales, encanté ese pergamino a fin de que solo fuera yo quien pudiera tomarlo. 1
Orgullosa de lo que había logrado, fui con el pecho inflado mostrándole al encargado de la seguridad de aquel sitio lo que había conseguido.
- El Mapita :
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- ¿Usted lo hizo? - Dijo mirando el pergamino con cierto temor luego de haber sido recibido con una descarga. Su cabello seguía pelos arriba por la estática y olía un poco quemado.
- Así es. Pienso que si rodeamos el área con trampas no letales garantizaríamos que los chicos permanezcan en zona segura. Además su centinelas podrían ubicarse en los puntos, con algo de suerte tal vez pueda haber más voluntarios para la labor, pero eso ya no dependerá de mí. - Explicaba con bastante determinación.
- ¿Y cómo piensa atrapar lo que caiga? Espero no con una descarga. - Recalcó con notable mal humor. Tuve que hacer lo imposible para reírme a carcajadas.
- Con esto. - Saqué de mi bolsa un pergamino. - Descuide este no causa daño... - Lo extendí y como prueba de que sería seguro coloqué a mi querida bola de pelos como sujeto de pruebas, aunque me aseguré de vendarle sus ojitos sensibles. De inmediato la trampa hizo efecto. - Como podrá observar una vez que se despliega el pergamino este se vuelve invisible, si los chicos suelen fugarse durante la noche creo que será de bastante utilidad, si no ven la luz, al menos los gritos del susto harán a los vigilantes darse cuenta. Claro seguro no soy la única que ha planeado trampas, sabe conozco a un ingeniero que tal vez pueda ayudar, aunque ya es cosa de él si viene o no. En fin, con algunas cuantas docenas esto podría funcionar. también necesitaré comida, ya sabe... magia, energía. La barriga es el motor. - Expliqué.
- Te conseguiré los materiales que necesites. El trabajo es tuyo.
No sabía si el hombre estaba sorprendido por el susto o solo maravillado, el punto es que ahora tenía una tarea y era hacer varias cosas de esas para colocar alrededor del área. Esos pequeños bribones no sabían con quien lidiaban, además sería un plus a la seguridad para cualquiera quisiera infiltrarse y de mala suerte pisara donde no debía.
Guardé mi pergamino en lugar seguro - entre mis pechos - Y tras tomar a mi pequeña bola de pelos y darle amor, me dirigí a mi puesto de trabajo. Era hora de ponerse manos a la obra.
- Off:
- Objetivo SeleccionadoObjetivos Profesionales escribió:[Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.Receta Utilizada:
Disponible [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Receta Arcana escribió:Red Sorpresa: [Pergamino, Limitado, 1 uso] Cuando es extendido sobre una superficie se vuelve invisible, sólo dejando una sutil runa negra dibujada de 5 centímetros. Si alguien pisa un área de 30 centímetros de radio desde el centro de la runa, tras una explosión de luz se creará una jaula arcana que retendrá al afectado por un turno.
- Dejo a Meleis a disposición de ayudar en lo que requieran para cualquier objetivo de índole Humanitario (que no invoulcre golpear niños. XD )
1: Uso el Encantamiento Rechazo en el pergamino donde hice mi pequeño y espero útil mapa.(Las recetas utilizadas están disponibles en mi taller :V - Momento de publicidad- )Rechazo:[Encantamiento]El objeto encantado dará una fuerte descarga eléctrica a quien intente usarlo, excepto a su dueño.
- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Peluche de bégimo. [Dentro de Bolso]
- Bomull.
- Inventario Meleis:
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Diluida.
- Medicina multipropósito.
Meraxes
Honorable
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Parecía que los dioses nos tenían destinado caminar senderos en donde los niños parecían estar presentes. No lo pude negar. El ver la reacción de Meraxes cuando llegamos a ese lugar, aunque mantuve la compostura para evitar una reprimenda de parte de ella, por lo que continuamos nuestro camino y buscamos algo de información, ya que los rumores decían que darían una gratificación a las personas que ayudasen en ese lugar.
La primera en moverse fue Mera, y Ryra decidió buscar qué hacer por su propia cuenta, eso me dejó a mí solo, por lo que me puse a charlar con algunas personas. Buscaba qué tarea podía realizar. Había un sin número de tareas en las que podía ayudar. Pero no encontraba realmente alguna que me llamara la atención. El hecho de que esos niños fueran originalmente veteranos me hacía pensar si era realmente bueno tratarlos como unos niños normales y darles juguetes. Lo más probable era que ese acto los ofendería aún más, por lo que fabricar juguetes estaba de más.
El hecho de adaptar armas para que los niños no olvidaran su entrenamiento militar era más factible, si no era por el hecho de que también estaban las quejas de las aldeas vecinas sobre lo problemáticos que estos niños eran. Darles armas adaptadas ¿No los hacía más peligrosos?
Me encontraba meditando qué hacer cuando uno de los hombres con los que hablaba Mera se acercó a mí. - Buen día... Disculpe. ¿Tiene un momento para hablar? - Al escucharlo arquee mi ceja. Después de eso. Ese hombre me habló del plan que tenía Mera con relación a los escapes de los niños. Escuché atentamente. - Disculpe lo inoportuno pero. ¿Tiene usted una manera de ayudarnos?
Me rasqué la barbilla un poco, meditando la situación, por lo que luego de un rato sonreí levemente y asentí con mi cabeza. - Sí. Tengo una idea para complementar el plan de acción de ella. Fortalezcamos a los vigilantes. - Al escuchar eso el hombre se extrañó un poco. - No planea que ellos utilicen la fuerza ¿O sí? - Al escucharlo reí levemente y negué. - No, descuide. Mi intención es darle más facilidad de acción a los vigilantes para cuando están en sus rondas nocturnas. Así mismo. También puedo proporcionarles instrumentos que ayudará a que los niños piensen dos veces en escaparse. Solo deme un momento y le mostraré de lo que hablo. - Dije ampliando la sonrisa.
Luego de eso fui a una habitación vacía y comencé a trabajar un poco. El plan que tenía era simple, pero creo que podría ser efectivo. Paso un rato hasta que salí y busqué a ese sujeto a la habitación. En la mesa había dos objetos. - ¿Qué es esto? - Preguntó extrañado ese hombre. - Es muy fácil. Esta es una trampa de red. Y esta otra es una trampa pestilente. Con esto es probable que los niños desistan en su intención de hacer actos de vandalismo. - El hombre abrió sus ojos. - ¿No es demasiado? ¿No los estamos tratando como animales?
Negué con la cabeza. - Esos niños aún conservan el entrenamiento militar de cuando eran hombres de guerra. La única manera de apaciguar las aguas. Es mostrándoles quien manda... Pero falta un objeto que será de más ayuda que estos dos. - Dicho esto me agaché y puse en la mesa algo parecido a un yelmo pequeño. - Durante el día estas cosas serán efectivas. Pero de noche, los niños serán más escurridizos. Por lo que los vigilantes obtendrán una ventaja con esto. Lentes de visión nocturna. Estoy seguro de que con este artilugio los vigilantes podrán realizar sus tareas con mayor efectividad. - Eso es cierto. Nos vendría bien algunos de esos. - Al escucharlo sonreí levemente. - Perfecto. Díganme cuantos necesitan y prepararé los suficientes para sus vigilantes, y para tener algunos de repuesto.
OFF:
1.- Objetivo seleccionado:
Objetivos Profesionales: [Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
En el tema se puede observar que usé gala de mis dos profesiones. Pero en esta ocasión optaré por mejorar mi profesión de Ingeniería.
Recetas utilizadas:
Ingeniería:
Lentes de Visión Nocturna: [Yelmo] anteojos que amplifican la luz, permitiendo ver en la oscuridad. Todo parece de color verde.
Carpintería:
Trampa de Red: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, libera una red que atrapa un animal pequeño o bien se enreda en la extremidad de una persona o animal grande, deteniendo su movimiento por un turno.
Trampa Pestilente: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, libera una sustancia extremadamente pestilente, de color vistoso y muy difícil de quitar. El manchado será fácil de rastrear.
2.- Así mismo hago la aclaración de que Ryra está disponible para ser utilizada como NPC en las tareas humanitarias o de recursos (Tal vez enfocadas en la cacería o en el adiestramiento a los niños del arco/ballesta)
La primera en moverse fue Mera, y Ryra decidió buscar qué hacer por su propia cuenta, eso me dejó a mí solo, por lo que me puse a charlar con algunas personas. Buscaba qué tarea podía realizar. Había un sin número de tareas en las que podía ayudar. Pero no encontraba realmente alguna que me llamara la atención. El hecho de que esos niños fueran originalmente veteranos me hacía pensar si era realmente bueno tratarlos como unos niños normales y darles juguetes. Lo más probable era que ese acto los ofendería aún más, por lo que fabricar juguetes estaba de más.
El hecho de adaptar armas para que los niños no olvidaran su entrenamiento militar era más factible, si no era por el hecho de que también estaban las quejas de las aldeas vecinas sobre lo problemáticos que estos niños eran. Darles armas adaptadas ¿No los hacía más peligrosos?
Me encontraba meditando qué hacer cuando uno de los hombres con los que hablaba Mera se acercó a mí. - Buen día... Disculpe. ¿Tiene un momento para hablar? - Al escucharlo arquee mi ceja. Después de eso. Ese hombre me habló del plan que tenía Mera con relación a los escapes de los niños. Escuché atentamente. - Disculpe lo inoportuno pero. ¿Tiene usted una manera de ayudarnos?
Me rasqué la barbilla un poco, meditando la situación, por lo que luego de un rato sonreí levemente y asentí con mi cabeza. - Sí. Tengo una idea para complementar el plan de acción de ella. Fortalezcamos a los vigilantes. - Al escuchar eso el hombre se extrañó un poco. - No planea que ellos utilicen la fuerza ¿O sí? - Al escucharlo reí levemente y negué. - No, descuide. Mi intención es darle más facilidad de acción a los vigilantes para cuando están en sus rondas nocturnas. Así mismo. También puedo proporcionarles instrumentos que ayudará a que los niños piensen dos veces en escaparse. Solo deme un momento y le mostraré de lo que hablo. - Dije ampliando la sonrisa.
Luego de eso fui a una habitación vacía y comencé a trabajar un poco. El plan que tenía era simple, pero creo que podría ser efectivo. Paso un rato hasta que salí y busqué a ese sujeto a la habitación. En la mesa había dos objetos. - ¿Qué es esto? - Preguntó extrañado ese hombre. - Es muy fácil. Esta es una trampa de red. Y esta otra es una trampa pestilente. Con esto es probable que los niños desistan en su intención de hacer actos de vandalismo. - El hombre abrió sus ojos. - ¿No es demasiado? ¿No los estamos tratando como animales?
Negué con la cabeza. - Esos niños aún conservan el entrenamiento militar de cuando eran hombres de guerra. La única manera de apaciguar las aguas. Es mostrándoles quien manda... Pero falta un objeto que será de más ayuda que estos dos. - Dicho esto me agaché y puse en la mesa algo parecido a un yelmo pequeño. - Durante el día estas cosas serán efectivas. Pero de noche, los niños serán más escurridizos. Por lo que los vigilantes obtendrán una ventaja con esto. Lentes de visión nocturna. Estoy seguro de que con este artilugio los vigilantes podrán realizar sus tareas con mayor efectividad. - Eso es cierto. Nos vendría bien algunos de esos. - Al escucharlo sonreí levemente. - Perfecto. Díganme cuantos necesitan y prepararé los suficientes para sus vigilantes, y para tener algunos de repuesto.
OFF:
1.- Objetivo seleccionado:
Objetivos Profesionales: [Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
En el tema se puede observar que usé gala de mis dos profesiones. Pero en esta ocasión optaré por mejorar mi profesión de Ingeniería.
Recetas utilizadas:
Ingeniería:
Lentes de Visión Nocturna: [Yelmo] anteojos que amplifican la luz, permitiendo ver en la oscuridad. Todo parece de color verde.
Carpintería:
Trampa de Red: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, libera una red que atrapa un animal pequeño o bien se enreda en la extremidad de una persona o animal grande, deteniendo su movimiento por un turno.
Trampa Pestilente: [Trampa, Limitado, 1 Uso] Mecanismo que, al gatillarse por una placa de presión, libera una sustancia extremadamente pestilente, de color vistoso y muy difícil de quitar. El manchado será fácil de rastrear.
2.- Así mismo hago la aclaración de que Ryra está disponible para ser utilizada como NPC en las tareas humanitarias o de recursos (Tal vez enfocadas en la cacería o en el adiestramiento a los niños del arco/ballesta)
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
-¿Estas seguro de poder hacer esto?-
-Pfft, Soy Zelas Hazelmere, miembro del Séptimo Circulo, Canijo de los colmillo invernal, Bandido trueno e hijo ilustre de Roilkat, pero no por haber nacido alli.... En fin creo que puedo entrenar a un par de niños-viejos-
-Muy bien el trabajo es tuyo, Adelante instructor lo que sea que quieras llamarte-
-Esto será facilito-
Zelas se encontraba entre un montón de niños corriendo de un lado a otro, salvajes, salvajes sin duda el rubio no había alcanzado a decir palabra alguna cuando ya era interrumpido por un montón de preguntas o era llevado de un lugar a otro mediante tirones y empujones.
-Bueno, lo intente, supongo que este será otro trabajo fallido-
-No me digas que ya te rendiste-
-Eve! mi gran amiga jaja-
-No creo que sea tan difícil entrenar a niños que ya fueron adultos... Son como tu-
Aquella frase, casi sin sentido le dio la clave para abordar a esos niños, así que sin perder el tiempo el rubio dio un fuerte silbido que silencio rápidamente las voces de los demás niños y niñas que estaban en el campamento, y al grito de -Formen filas!- los veteranos que llevaban adentro tomaron posiciones rápidamente.
-Son niños pero a la vez son soldados, es extraño, pero no pensemos en eso y veamos las posibilidades, hoy tienen la oportunidad de ser mejores que la ultima vez y yo estoy aquí para asegurarme de alimentar ese espíritu de pelea que se que aun tienen en ustedes- Los niños soldado observaron al rubio con algo de desconfianza.
-Nosotros queremos jugar!- grito uno
-Si, para que ser mejores si al final terminaremos muertos o volveremos a ser niños- comento otro, haciendo que los demás volvieran a intentar alborotarse.
-Entiendo sus preocupaciones, pero tienen una oportunidad que no todos tienen, pueden ser mejores y al final del día a todos les gusta alguien que esta preparado para todo-
Los niños le miraron extrañados cuando justo en ese momento paso caminando cerca una mujer rubia y bien dotada con lo que parecía ser un pergamino entre sus pechos -Sera mejor si se los muestro- acto seguido el rubio le silbo a Meraxes para que mirara en su dirección y cuando esta le vio, Zelas le lanzo un beso el cual ella atrapo y se lo guardo entre los senos para luego devolverle el gesto y lanzarle un beso de vuelta el cual el rubio atraparía.
Algunos niños sorprendidos no titubearon en vocalizar su asombro, sin embargo, otros mas reticentes hicieron un par de muecas de asco, para fortuna de Zelas, un melenudo musculoso, cuya mirada era capar de desnudar a quien quisiera, iba pasando también cerca, cargando materiales y herramientas para quien sabe que, Zelas repitió el proceso y le chiflo para llamar su atención, cuando Gaegel le observo, ladeo la cabeza un poco extrañado al ver como el rubio le tiraba un beso, como pudo Gaegel atrapo el beso sin tirar nada de lo que llevaba y procedió a corresponderle de la misma forma. Ahora si había logrado que todos los niños-veteranos se sorprendieran y se entusiasmaran con la idea, Eve esbozo una sonrisa cuando noto la forma infantil en la que atrajo la atención de los niños y también de unos cuantos instructores mas.
-Hola, ¿Le acabas de lanzar un beso a Gaegel?-
-Si, y por desgracia también a mi hermana, es algo raro que tiene el señor Zelas con el señor Gaegel y con mi hermana-
-Meleis! que bueno verte, lamento que tuvieras que ver eso-
-Ja, yo no, es mas, me llama la atención, Meleis cuéntame mas-
-Genial, ustedes me ayudaran, mientras yo recorro el campamento con estos niños para precalentar, ustedes consigan todas las armas que puedan-
Y así Zelas dio un chiflido antes de empezar a trotar acompañado de una tropa de niños-veteranos detrás de el.
-Acaba de dejarnos todo el trabajo verdad-
-Si, con el tiempo te acostumbras-
-Señorita Eve, Ella es la Señorita Ryra, espero que nos llevemos bien jajaja-
Señalo un apenado Meleis mientras iba con las chicas a buscar lo que el señor Zelas había solicitado.
-Muy bien ya nos dividimos las tareas porque supusimos que no se te habría ocurrido nada-
-¿Como estas tan segura?-
-A ver, dime que tienes en mente-
-....-
-Eso pensé, Niños Atención!, nosotros seremos sus instructores al final del entrenamiento tendremos un ejercicio especial, así que traten de dar lo mejor de si mismos, pero procuren guardar fuerzas para la ultima prueba, yo soy Eve, los usuarios de lanzas y mazas vendrán conmigo-
-Yo soy la instructora Ryra, los arqueros y ballesteros vienen conmigo-
-Jóvenes, mi nombre es Meleis Balerion, los escuderos vendrán conmigo, para que no se asusten soy un dragón de agua y el entrenamiento tendrá que ver conmigo en mi forma ancestral-
Muchos niños se asombraron al escuchar eso lo cual hizo que la mayoría de los escudos se acabaran rápido, finalmente quedaron solo los espadachines -Muy bien ustedes se quedaran conmigo supongo, ya deben haber escuchado mi nombre, pero si se lo perdieron soy Zelas- el rubio comenzó a caminar junto a los jóvenes espadachines cuando inevitablemente uno de ellos pregunto -Ehm... Señor Zelas ¿Dónde esta su espada?- el rubio esbozo una sonrisa y saco un pequeño orbe de entre sus ropas.
-Dentro de esto están casi todas, depende de como se comporten será la espada que sacare-
-Ya pero enserio, donde esta tu espada-
El rubio ladeo la cabeza y sus aprendices procedieron a hacer lo mismo, aquello sin duda seria una tarde entretenida.
OFF: Tanto Meraxes como Gaegel me han dado el permiso para utilizar a sus acompañantes y para manipularles en el pequeño cameo que hacen, además le cambie el color del texto a Ryra porque compartía code con Eve XD.
Objetivo [Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea.
-Pfft, Soy Zelas Hazelmere, miembro del Séptimo Circulo, Canijo de los colmillo invernal, Bandido trueno e hijo ilustre de Roilkat, pero no por haber nacido alli.... En fin creo que puedo entrenar a un par de niños-viejos-
-Muy bien el trabajo es tuyo, Adelante instructor lo que sea que quieras llamarte-
-Esto será facilito-
______________________________________________________ Tres biusas mas tarde
Zelas se encontraba entre un montón de niños corriendo de un lado a otro, salvajes, salvajes sin duda el rubio no había alcanzado a decir palabra alguna cuando ya era interrumpido por un montón de preguntas o era llevado de un lugar a otro mediante tirones y empujones.
-Bueno, lo intente, supongo que este será otro trabajo fallido-
-No me digas que ya te rendiste-
-Eve! mi gran amiga jaja-
-No creo que sea tan difícil entrenar a niños que ya fueron adultos... Son como tu-
Aquella frase, casi sin sentido le dio la clave para abordar a esos niños, así que sin perder el tiempo el rubio dio un fuerte silbido que silencio rápidamente las voces de los demás niños y niñas que estaban en el campamento, y al grito de -Formen filas!- los veteranos que llevaban adentro tomaron posiciones rápidamente.
-Son niños pero a la vez son soldados, es extraño, pero no pensemos en eso y veamos las posibilidades, hoy tienen la oportunidad de ser mejores que la ultima vez y yo estoy aquí para asegurarme de alimentar ese espíritu de pelea que se que aun tienen en ustedes- Los niños soldado observaron al rubio con algo de desconfianza.
-Nosotros queremos jugar!- grito uno
-Si, para que ser mejores si al final terminaremos muertos o volveremos a ser niños- comento otro, haciendo que los demás volvieran a intentar alborotarse.
-Entiendo sus preocupaciones, pero tienen una oportunidad que no todos tienen, pueden ser mejores y al final del día a todos les gusta alguien que esta preparado para todo-
Los niños le miraron extrañados cuando justo en ese momento paso caminando cerca una mujer rubia y bien dotada con lo que parecía ser un pergamino entre sus pechos -Sera mejor si se los muestro- acto seguido el rubio le silbo a Meraxes para que mirara en su dirección y cuando esta le vio, Zelas le lanzo un beso el cual ella atrapo y se lo guardo entre los senos para luego devolverle el gesto y lanzarle un beso de vuelta el cual el rubio atraparía.
Algunos niños sorprendidos no titubearon en vocalizar su asombro, sin embargo, otros mas reticentes hicieron un par de muecas de asco, para fortuna de Zelas, un melenudo musculoso, cuya mirada era capar de desnudar a quien quisiera, iba pasando también cerca, cargando materiales y herramientas para quien sabe que, Zelas repitió el proceso y le chiflo para llamar su atención, cuando Gaegel le observo, ladeo la cabeza un poco extrañado al ver como el rubio le tiraba un beso, como pudo Gaegel atrapo el beso sin tirar nada de lo que llevaba y procedió a corresponderle de la misma forma. Ahora si había logrado que todos los niños-veteranos se sorprendieran y se entusiasmaran con la idea, Eve esbozo una sonrisa cuando noto la forma infantil en la que atrajo la atención de los niños y también de unos cuantos instructores mas.
-Hola, ¿Le acabas de lanzar un beso a Gaegel?-
-Si, y por desgracia también a mi hermana, es algo raro que tiene el señor Zelas con el señor Gaegel y con mi hermana-
-Meleis! que bueno verte, lamento que tuvieras que ver eso-
-Ja, yo no, es mas, me llama la atención, Meleis cuéntame mas-
-Genial, ustedes me ayudaran, mientras yo recorro el campamento con estos niños para precalentar, ustedes consigan todas las armas que puedan-
Y así Zelas dio un chiflido antes de empezar a trotar acompañado de una tropa de niños-veteranos detrás de el.
-Acaba de dejarnos todo el trabajo verdad-
-Si, con el tiempo te acostumbras-
-Señorita Eve, Ella es la Señorita Ryra, espero que nos llevemos bien jajaja-
Señalo un apenado Meleis mientras iba con las chicas a buscar lo que el señor Zelas había solicitado.
_____________________________________________ una vuelta al campamento mas tarde.
-Muy bien ya nos dividimos las tareas porque supusimos que no se te habría ocurrido nada-
-¿Como estas tan segura?-
-A ver, dime que tienes en mente-
-....-
-Eso pensé, Niños Atención!, nosotros seremos sus instructores al final del entrenamiento tendremos un ejercicio especial, así que traten de dar lo mejor de si mismos, pero procuren guardar fuerzas para la ultima prueba, yo soy Eve, los usuarios de lanzas y mazas vendrán conmigo-
-Yo soy la instructora Ryra, los arqueros y ballesteros vienen conmigo-
-Jóvenes, mi nombre es Meleis Balerion, los escuderos vendrán conmigo, para que no se asusten soy un dragón de agua y el entrenamiento tendrá que ver conmigo en mi forma ancestral-
Muchos niños se asombraron al escuchar eso lo cual hizo que la mayoría de los escudos se acabaran rápido, finalmente quedaron solo los espadachines -Muy bien ustedes se quedaran conmigo supongo, ya deben haber escuchado mi nombre, pero si se lo perdieron soy Zelas- el rubio comenzó a caminar junto a los jóvenes espadachines cuando inevitablemente uno de ellos pregunto -Ehm... Señor Zelas ¿Dónde esta su espada?- el rubio esbozo una sonrisa y saco un pequeño orbe de entre sus ropas.
-Dentro de esto están casi todas, depende de como se comporten será la espada que sacare-
-Ya pero enserio, donde esta tu espada-
El rubio ladeo la cabeza y sus aprendices procedieron a hacer lo mismo, aquello sin duda seria una tarde entretenida.
OFF: Tanto Meraxes como Gaegel me han dado el permiso para utilizar a sus acompañantes y para manipularles en el pequeño cameo que hacen, además le cambie el color del texto a Ryra porque compartía code con Eve XD.
Objetivo [Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea.
Zelas Hazelmere
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Habíamos hecho una pequeña pausa de viaje para tomarnos un descanso, lo que no imaginábamos era que el descanso se vería interrumpido por gritos y una desastrosa persecución que se había producido en el depósito de la posada en donde nos habíamos quedado. El dueño de la posada, obviamente furioso había decidido contratar unos mercenarios para exterminar a los niños de Zelirica, que según él, eran los causantes de todo.
Ante aquella alarmante situación, al caer la noche nos dirigimos al campamento con el fin de encontrar y detener a los intrusos, que seguramente eran pocos, y no sería justo que todos pagaran por lo que unos pocos habían hecho -Algo me dice que es ahí- Señalé un lugar lleno de niños -Hablaremos con quién esté a cargo y veremos cómo detener a los que estén de traviesos en los pueblos cercanos- Dije confiado aunque al acercarme un poco más, pude notar que la tarea no sería nada fácil, pues el campamento era mucho más grande de lo que pensaba.
Creo que esto va a tomar más tiempo del que habíamos pensado- Le dije a mi dracónica compañera -Tiempo y paciencia- Añadí tras ver como un par de estos niños se peleaban entre ellos por un pedazo de pan -Esto va a ser un desastre- Murmuré de manera casi inentendible -Que debí trabajar de sastre, quise decir- Aclaré para no asustar a Arygos con el trabajo que se nos venía encima.
Mira, creo que allá hay alguien con quien podemos hablar, vamos- Caminé discretamente hacia donde una cara conocida estaba explicando un intrincado plan para atrapar a los niños con trampas arcanas -Ingenioso, sin duda- Me acerqué junto con otro caballero que propuso complementar el plan de la rubia dotando a los vigilantes con mejor equipo, con tanta preparación quizá no sería necesaria la ayuda, pero igual no era mala idea ofrecer un par de ojos más para la vigilancia.
Si las trampas conseguían detener a los niños dentro del campamento, solo nos quedaría el problema de los mercenarios que seguramente vendrían, y si encontraban a los pequeños atrapados y sin escape, podría ser un problema. En medio de mis cavilaciones alguien que parecía estar a cargo se me acercó pero lo ignoré al darme la vuelta y seguir hablando con Arygos -Creo que podremos hacer dos cosas a la vez, nos aseguraremos que los niños no escapen, y también vigilaremos que los desalmados que hayan contratado para deshacerse de los niños no puedan llegar a ellos- Le dije a Arygos mientras observaba un poco el entorno.
A pesar de todo, el lugar parecía bastante bien organizado, la joven rubia había propuesto una interesante distribución del personal para la vigilancia, así que solo tendríamos que sumarnos -Iremos a ese punto- Dije a la dragona, señalando el punto que quedaba en dirección a la posada donde habíamos estado antes -Si algo viene hacia acá, o sale de acá hacia la posada, tendrá que pasar por ahí- Caminé despacio para prestar atención a lo que tenía alrededor y en busca de otras posibles entradas o salidas hasta que finalmente llegamos a una especie de casita de árbol.
Se trataba de un puesto elevado que ofrecía una buena visibilidad en todas direcciones, un lugar pequeño pero cómodo y con todo lo necesario para pasar un buen rato y desde luego, no entraríamos ahí, sino que nos quedaríamos debajo, rodeados por la maleza que sin duda nos haría pasar desapercibidos y nos dejaría vigilar con más libertad.
[1] Me sumo al plan de Mera de evitar que los niños escapen, aunque a futuro quizá deba evitar que los malvados malvadosos les hagan daño a los pequeños engendros. Ante aquella alarmante situación, al caer la noche nos dirigimos al campamento con el fin de encontrar y detener a los intrusos, que seguramente eran pocos, y no sería justo que todos pagaran por lo que unos pocos habían hecho -Algo me dice que es ahí- Señalé un lugar lleno de niños -Hablaremos con quién esté a cargo y veremos cómo detener a los que estén de traviesos en los pueblos cercanos- Dije confiado aunque al acercarme un poco más, pude notar que la tarea no sería nada fácil, pues el campamento era mucho más grande de lo que pensaba.
Creo que esto va a tomar más tiempo del que habíamos pensado- Le dije a mi dracónica compañera -Tiempo y paciencia- Añadí tras ver como un par de estos niños se peleaban entre ellos por un pedazo de pan -Esto va a ser un desastre- Murmuré de manera casi inentendible -Que debí trabajar de sastre, quise decir- Aclaré para no asustar a Arygos con el trabajo que se nos venía encima.
Mira, creo que allá hay alguien con quien podemos hablar, vamos- Caminé discretamente hacia donde una cara conocida estaba explicando un intrincado plan para atrapar a los niños con trampas arcanas -Ingenioso, sin duda- Me acerqué junto con otro caballero que propuso complementar el plan de la rubia dotando a los vigilantes con mejor equipo, con tanta preparación quizá no sería necesaria la ayuda, pero igual no era mala idea ofrecer un par de ojos más para la vigilancia.
Si las trampas conseguían detener a los niños dentro del campamento, solo nos quedaría el problema de los mercenarios que seguramente vendrían, y si encontraban a los pequeños atrapados y sin escape, podría ser un problema. En medio de mis cavilaciones alguien que parecía estar a cargo se me acercó pero lo ignoré al darme la vuelta y seguir hablando con Arygos -Creo que podremos hacer dos cosas a la vez, nos aseguraremos que los niños no escapen, y también vigilaremos que los desalmados que hayan contratado para deshacerse de los niños no puedan llegar a ellos- Le dije a Arygos mientras observaba un poco el entorno.
A pesar de todo, el lugar parecía bastante bien organizado, la joven rubia había propuesto una interesante distribución del personal para la vigilancia, así que solo tendríamos que sumarnos -Iremos a ese punto- Dije a la dragona, señalando el punto que quedaba en dirección a la posada donde habíamos estado antes -Si algo viene hacia acá, o sale de acá hacia la posada, tendrá que pasar por ahí- Caminé despacio para prestar atención a lo que tenía alrededor y en busca de otras posibles entradas o salidas hasta que finalmente llegamos a una especie de casita de árbol.
Se trataba de un puesto elevado que ofrecía una buena visibilidad en todas direcciones, un lugar pequeño pero cómodo y con todo lo necesario para pasar un buen rato y desde luego, no entraríamos ahí, sino que nos quedaríamos debajo, rodeados por la maleza que sin duda nos haría pasar desapercibidos y nos dejaría vigilar con más libertad.
Bio
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
No sabía si era la vida, el destino o el mal criterio, pero había acabado una vez más en un campamento de refugiados, sólo que esta vez no eran refugiados normales, sino veteranos de guerra rejuvenecidos por cosas mágicas extrañas. Todo muy raro, pero siempre era una buena oportunidad para rascar algún beneficio. Después de todo, el último fue bien, salvo por eso de que casi todo el mundo acabó cagando líquido. Eso me recordaba que debía asegurarme de no beberme nada que no hubiera cazado yo mismo.
- Teufel, hay una cosa importante que debo decirte antes de que entremos. No comas nada que te ofrezcan, que luego pasan cosas y acabas dirigiendo un campamento desde el retrete.
- ¿Qué?
- No sé que pasó, solo que la comida estaba mala, y de repente todo estaba lleno de gente cagando detrás de arbustos y gomejos siendo usados de formas escatológicas.
- No sé si quiero más detalles o no volver a oír hablar sobre el tema.
- La segunda es la opción buena. Aunque no creo que vaya a pasar. De todas formas, de momento mejor centrarse a ver que podemos hacer.
El campamento parecía bien montado, aunque era raro un campamento militar de niños que no eran niños. Lo que llevaba a gente buscando hacer cosas de formas totalmente diferentes, desde los que querían hacerles juguetes y muebles bonitos a los que querían armarlos de nuevo y entrenarles para luchar. En ese caso destacaba Zelas, que intentaba conseguir algo de ese extraño grupo. Me planteé ayudarle, pero la verdad es que no me gustaban los niños, y para gente vieja que aparentaba no serlo ya tenía bastante conmigo.
- Corlys, deberíamos hacer algo por ayudar.
- Vaya, no esperaba esas ganas de colaborar. Sueles estar más cerca de matar gente que de ayudar.
- No seas capullo. Te recuerdo cómo nos conocimos. No quiero ver eso otra vez, por mucho que sean sucios humanos.- Me increpó tras golpearme con su cola.
- ¿Los niños te ablandan, Teufel?
- Como sigas por ahí te llevas un mordisco.
- Vale, vale. Mejor me callo.
Mientras seguíamos avanzando me encontré que Meraxes estaba con Gaegel y otra gente enseñándoles un mapa, y aunque no supiera de que iba, sonaba bien estar con gente conocida y mapas. Además, algo tan público debía ser positivo para este lugar, y viendo que mi compañera quería intentar ayudarlos estaría bien intentar aportar.
Al llegar vi como el lobo les explicaba el uso de unas trampas sencillas pero eficientes, mientras que el guardia le recriminaba sus métodos.
- ¿No es demasiado? ¿No los estamos tratando como animales?
Pero Gaegel no sólo no se echó para atrás, sino que lo aprovechó para explicarles la siguiente fase, algún artefacto extraño para poder ver de noche, pero eso me dio otra idea para continuar la protección del lugar y que esos niños turbios no se escaparan a liarla.
- A mi compañero no le falta razón, esa gente está bien entrenada, será necesaria una buena preparación para poder evitar que huyan. El plan de Meraxes es bueno, pero creo que podemos hacer aún más. Podríamos montar una empalizada alrededor del perímetro para que tuvieran más dificultades en escapar, y con suficientemente ayuda cavar un foso alrededor de esta y llenarlo de agua desviando el arroyo valiéndonos de las terrazas.- Señalé sobre el mapa de la dragona, indicando que pondría la empalizada justo por fuera de su perímetro de trampas, y tras esta un foso conectado con el río.- Además, podemos decir que no es sólo para evitar que escapen, sino que también sería una defensa en caso de que alguien intente atacarles. Ya se sabe que hay gente no muy de acuerdo con la existencia de estos niños. Tendríamos dos ventajas, dificultamos su fuga, de forma que evitamos problemas con los vecinos, y además les ofrecemos protección.
- No estaba muy seguro de encerrar a los niños como si fuera una prisión, pero igual plantearlo como un intento de fortaleza es un buen enfoque.
- ¿Veis? Todo ventajas. Solo hay que encontrar la mejor forma de venderlo.- Me giré hacia la nutria para ver si estaba de acuerdo con mi idea, y tras ver que asentía me quedé tranquilo con que en su idea de ayudar entrara convertir esto en una prisión.
Llegado este punto ya había dejado de importarme lo que dijeran los locales y estaba más centrado en Meraxes y Gaegel, que ya les conocía e iba a tener que pedirles ayuda con esto, por lo que bajé más la voz para dirigirme a ellos.
- Si tenemos el foso, podríamos obligarles mejor a usar solo algunas salidas como dijo Mera, aunque para eso necesitaríamos poder hacer algún puente levadizo pequeño o así, pero ahí no tengo conocimientos suficientes para decirlo, ¿crees que se puede hacer, Gaegel? Por lo demás, cualquier ayuda vendría bien, es mucha madera que trabajar y mucho agujero que cavar, así que si sabéis de cualquiera que pueda ayudarnos o conseguir mano de obra sería bien recibido.- Les puse las manos en los hombros a los dos y les di unas palmadas amistosas.De todas formas, para que no parezca que solo vengo a pediros cosas, también puedo echaros una mano con las trampas si os hace falta, yo también se hacer esas dos que has dicho.
- Teufel, hay una cosa importante que debo decirte antes de que entremos. No comas nada que te ofrezcan, que luego pasan cosas y acabas dirigiendo un campamento desde el retrete.
- ¿Qué?
- No sé que pasó, solo que la comida estaba mala, y de repente todo estaba lleno de gente cagando detrás de arbustos y gomejos siendo usados de formas escatológicas.
- No sé si quiero más detalles o no volver a oír hablar sobre el tema.
- La segunda es la opción buena. Aunque no creo que vaya a pasar. De todas formas, de momento mejor centrarse a ver que podemos hacer.
El campamento parecía bien montado, aunque era raro un campamento militar de niños que no eran niños. Lo que llevaba a gente buscando hacer cosas de formas totalmente diferentes, desde los que querían hacerles juguetes y muebles bonitos a los que querían armarlos de nuevo y entrenarles para luchar. En ese caso destacaba Zelas, que intentaba conseguir algo de ese extraño grupo. Me planteé ayudarle, pero la verdad es que no me gustaban los niños, y para gente vieja que aparentaba no serlo ya tenía bastante conmigo.
- Corlys, deberíamos hacer algo por ayudar.
- Vaya, no esperaba esas ganas de colaborar. Sueles estar más cerca de matar gente que de ayudar.
- No seas capullo. Te recuerdo cómo nos conocimos. No quiero ver eso otra vez, por mucho que sean sucios humanos.- Me increpó tras golpearme con su cola.
- ¿Los niños te ablandan, Teufel?
- Como sigas por ahí te llevas un mordisco.
- Vale, vale. Mejor me callo.
Mientras seguíamos avanzando me encontré que Meraxes estaba con Gaegel y otra gente enseñándoles un mapa, y aunque no supiera de que iba, sonaba bien estar con gente conocida y mapas. Además, algo tan público debía ser positivo para este lugar, y viendo que mi compañera quería intentar ayudarlos estaría bien intentar aportar.
Al llegar vi como el lobo les explicaba el uso de unas trampas sencillas pero eficientes, mientras que el guardia le recriminaba sus métodos.
- ¿No es demasiado? ¿No los estamos tratando como animales?
Pero Gaegel no sólo no se echó para atrás, sino que lo aprovechó para explicarles la siguiente fase, algún artefacto extraño para poder ver de noche, pero eso me dio otra idea para continuar la protección del lugar y que esos niños turbios no se escaparan a liarla.
- A mi compañero no le falta razón, esa gente está bien entrenada, será necesaria una buena preparación para poder evitar que huyan. El plan de Meraxes es bueno, pero creo que podemos hacer aún más. Podríamos montar una empalizada alrededor del perímetro para que tuvieran más dificultades en escapar, y con suficientemente ayuda cavar un foso alrededor de esta y llenarlo de agua desviando el arroyo valiéndonos de las terrazas.- Señalé sobre el mapa de la dragona, indicando que pondría la empalizada justo por fuera de su perímetro de trampas, y tras esta un foso conectado con el río.- Además, podemos decir que no es sólo para evitar que escapen, sino que también sería una defensa en caso de que alguien intente atacarles. Ya se sabe que hay gente no muy de acuerdo con la existencia de estos niños. Tendríamos dos ventajas, dificultamos su fuga, de forma que evitamos problemas con los vecinos, y además les ofrecemos protección.
- No estaba muy seguro de encerrar a los niños como si fuera una prisión, pero igual plantearlo como un intento de fortaleza es un buen enfoque.
- ¿Veis? Todo ventajas. Solo hay que encontrar la mejor forma de venderlo.- Me giré hacia la nutria para ver si estaba de acuerdo con mi idea, y tras ver que asentía me quedé tranquilo con que en su idea de ayudar entrara convertir esto en una prisión.
Llegado este punto ya había dejado de importarme lo que dijeran los locales y estaba más centrado en Meraxes y Gaegel, que ya les conocía e iba a tener que pedirles ayuda con esto, por lo que bajé más la voz para dirigirme a ellos.
- Si tenemos el foso, podríamos obligarles mejor a usar solo algunas salidas como dijo Mera, aunque para eso necesitaríamos poder hacer algún puente levadizo pequeño o así, pero ahí no tengo conocimientos suficientes para decirlo, ¿crees que se puede hacer, Gaegel? Por lo demás, cualquier ayuda vendría bien, es mucha madera que trabajar y mucho agujero que cavar, así que si sabéis de cualquiera que pueda ayudarnos o conseguir mano de obra sería bien recibido.- Les puse las manos en los hombros a los dos y les di unas palmadas amistosas.De todas formas, para que no parezca que solo vengo a pediros cosas, también puedo echaros una mano con las trampas si os hace falta, yo también se hacer esas dos que has dicho.
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Objetivos Profesionales: [Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
Me uno a Meraxes, Gaegel y Bio (aunque a Bio no lo haya mencionado) en intentar que no escapen niños, y ya que estamos intentar protegerlos. Uso la profesión de Carpintería.
Corlys Glokta
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
En el punto donde la luna creciente se vuelve menguante, el arco bajo la meseta te muestra la respuesta... – leí en voz baja mientras me acercaba al punto descrito. La necesidad de encriptar todo y hacer que hasta la más sencilla de las direcciones se volviera un acertijo rebuscado era parte de los caprichos de Gnosis para asegurarse de alejar a los fisgones ignorantes.
La academia de magos deseaba meter sus narices en aquellos niños que antes resultaron ser valientes soldados. Sin embargo, las consecuencias de las riñas con la guardia creo gran rivalidad con Hekshold. Haciendo así que cualquier intento de experimentar o indagar sobre los efectos de los objetos malditos en aquella particular muestra resultara en un rotundo rechazo.
No obstante, no tenía por qué tratarse de una investigación certificada u “oficial”. Por lo que en el archipiélago aquellos con intenciones más tenaces e incluso motivaciones moralmente cuestionables pretendían buscar formas de acercarse a aquellos niños.
Arturo, el bibliotecario de Gnosis, destacaba por sus conexiones en el archipiélago Illidense. Aquellos contactos que aún mantenía en las sombras de la academia de magos resultaban una alianza de interés para nuestro gremio. Informantes que le confiaban aquellos conocimientos, planes y rumores dignos de cautivar el interés de Corvo y el resto de las estrellas. Por tal motivo, contemplando la necesidad de una mano capaz, se optó por mi presencia para auxiliar a un dichoso científico interesado en investigar todo lo posible de aquellos soldados infantiles.
No me opuse ante las órdenes del gremio, me había mantenido alejado de todos los acontecimientos de aquel ser llamado el “Hombre Muerto”, pero sentía gran interés en conocer los sucesos y las consecuencias no solo en el continente, sino también en su gente. Actuaría solo, era necesario la discreción y un ojo capaz de obrar en la noche. Nadie debía saber de mi presencia o la de aquel investigador. Mientras menos llamásemos la atención en aquel campamento, más simple sería actuar y salir con la información necesaria.
Esperé varias horas ya caída la noche en aquel punto codificado en las instrucciones de Arturo. Un arco de setos llamativo a unos pocos kilómetros de Zelirica bajo la meseta indicaba el punto contrario de aquel diámetro imaginario.
Con lentitud y armado de pergaminos, tubos de ensayo y una mochila repleta de instrumentos científicos, un hombre con dos cristales gruesos en forma de circunferencia sobre su nariz se acercaba a mi persona de forma cautelosa. Llamaba la atención con creces, aquellos anteojos eran excesivamente vistosos y toda su parafernalia experimental le entorpecía el paso.
Tu-tu eres … - se detuvo entre nervios como si recordara algo importante mientras yo sentado sobre una gran piedra bajo los setos, lo miraba con ojos severos – pe- perdón. Mi nombre es Zilean, soy un reconocido científico. Vengo a ver la luna esperando que ella no sienta envidia de la luz de Sirio… - Sus palabras confirmaron lo que ya suponía, era aquel con quien debía toparme, no sabía sus intenciones y apenas Arturo hablo de él. Debía estar atento y mantenerme distante, aquellos con apariencia inocente suelen tener motivaciones oscuras.
De por sí yo tenía mis propios planes personales, al final de cuentas era un fiel devoto de las ciencias duras y el conocimiento me atrapaba. Entendía la necesidad de experimentar y lo referente a aquellos niños me generaba genuina curiosidad. En ocasiones era necesario “presionar” la fruta para obtener el jugo, metáfora que me parecía válida para entender todo lo referente a aquellos soldados.
Tras una corta presentación y hablar superficialmente sobre su inadecuada forma de definir “pasar desapercibido”, nos pusimos en marcha para subir la meseta y acceder al campamento. La noche nos cubría, haciendo que las luces de aquel camino en dirección a Zilirica orientara nuestros pasos.
Durante el trayecto mis comentarios fueron concisos, iba directo a las necesidades de la misión que consistía en poder hacernos con algunos niños (sin importar las formas) y realizar algunas pruebas con ellos. No era obligatorio que sufrieran, pero Zilean de forma cínica recalcaba los sacrificios que a veces eran necesarios hacer en pro de la ciencia.
Compartía su visión, pero una parte minúscula y extraña para mí resaltaba el padecimiento de aquellos jóvenes. Mi maldición no me permitía envejecer, aspecto que agradecía profundamente, pero la idea de ser un niño eternamente. De jugar y vivir en la inocencia, de la dependencia y la precocidad. Recalcaba los horrores del tiempo y la infancia. No era empatía ni clemencia, era una idea incómoda que reafirmaba que quizás lo más sensato era terminar con aquellos infantes.
Pero no estaba en mis manos juzgar tal condición. La idea de mis objetivos egocéntricos retomaban el control de mi psique. La voz de Corvo resonaba en mi conciencia y subrayaba la misión como una forma de resguardar la información, incluso amarga. Haciendo así que poco a poco recobrase la compostura e ignorara aquellas ideas de compasión. Era necesario retomar mi actitud serena para acceder al campamento.
Entrar al campamento fue sencillo, cegados por buscar gente que colaborase, eran pocas las trabas para "ayudar". Decenas de niños correteaban incluso de noche. Se veían incansables, la hora de acostarse parecía ser debatible con ese afán rebelde de no poder entender si a un infante que en realidad es un adulto sería válido aplicar disciplina para corregirlo, hacer que vaya a la cama o que coma sus vegetales…
Hay que buscar a alguien que parezca sano, es más… quizás deberíamos conseguir mejor un grupo. Vamos a explorar a ver si conseguimos a alguien.- Algunos adultos conversaban sobre los difícil que podía ser controlar aquellos niños durante la noche, parecía que no se les agotara las baterías. Aspecto que facilitaba conseguir algún sujeto experimental.
Lo interrumpí para que bajara la voz y empezara a pasear con sus cachivaches que resaltaban haciendo que varios críos se acercasen a nuestro espacio. – Shh. Hola niños, Me llamo Z y a él le pueden decir mmmm Morocotopo, sus lentes lo hacen parecer un topo y atrás parece que lleva su casa con él – Los infantes reían eufóricamente. Persuadir niños era simple, no era ni siquiera necesario usar los encantos del vampiro. Solo debíamos buscar y ganar la confianza. No hacía falta mentir, al final de cuentas a esa edad la fantasía se difumina con la realidad.
Susurrando al oído del viejo comenté – Hay que buscar a alguien que parezca no estar siendo vigilado, un grupo que no alarme a los guardias o al resto de adultos.- señalé tomando el liderato de la misión. - No los subestimes, son soldados de la Guardia que bien podrían rebanarte con un cuchillo. No seas idiota. - recalqué con severidad.
Acompañamos a varios niños que encantados con los artilugios de Zilean se arrimaban a nuestra sombra. – Los niños quizás querrán ver un experimento, incluso pueda ayudarte – señalé mostrando con cautela mi bolsa de ingeniería al viejo para que entendiera el plan mientras trataba de interesar a los jóvenes soldados.
Saqué unos resortes de mi kit y unos engranajes que fascinaron al público que se distrajo en tan insignificante objeto que me permitió conversar en voz baja, paranoico de ser oído o descubierto – Aquel al fondo, el de pelo castaño que no es muy alto parece diferente, quizás son cosas mías… Por otro lado, aquellos dos de pelo rizado se ven sanos e independientes y no se han separado del grupo que nos acompaña. ¿Crees que con tres son suficientes? Podemos seguir buscando, aún es temprano dentro de mi horario…
_____________________________La academia de magos deseaba meter sus narices en aquellos niños que antes resultaron ser valientes soldados. Sin embargo, las consecuencias de las riñas con la guardia creo gran rivalidad con Hekshold. Haciendo así que cualquier intento de experimentar o indagar sobre los efectos de los objetos malditos en aquella particular muestra resultara en un rotundo rechazo.
No obstante, no tenía por qué tratarse de una investigación certificada u “oficial”. Por lo que en el archipiélago aquellos con intenciones más tenaces e incluso motivaciones moralmente cuestionables pretendían buscar formas de acercarse a aquellos niños.
Arturo, el bibliotecario de Gnosis, destacaba por sus conexiones en el archipiélago Illidense. Aquellos contactos que aún mantenía en las sombras de la academia de magos resultaban una alianza de interés para nuestro gremio. Informantes que le confiaban aquellos conocimientos, planes y rumores dignos de cautivar el interés de Corvo y el resto de las estrellas. Por tal motivo, contemplando la necesidad de una mano capaz, se optó por mi presencia para auxiliar a un dichoso científico interesado en investigar todo lo posible de aquellos soldados infantiles.
No me opuse ante las órdenes del gremio, me había mantenido alejado de todos los acontecimientos de aquel ser llamado el “Hombre Muerto”, pero sentía gran interés en conocer los sucesos y las consecuencias no solo en el continente, sino también en su gente. Actuaría solo, era necesario la discreción y un ojo capaz de obrar en la noche. Nadie debía saber de mi presencia o la de aquel investigador. Mientras menos llamásemos la atención en aquel campamento, más simple sería actuar y salir con la información necesaria.
Esperé varias horas ya caída la noche en aquel punto codificado en las instrucciones de Arturo. Un arco de setos llamativo a unos pocos kilómetros de Zelirica bajo la meseta indicaba el punto contrario de aquel diámetro imaginario.
Con lentitud y armado de pergaminos, tubos de ensayo y una mochila repleta de instrumentos científicos, un hombre con dos cristales gruesos en forma de circunferencia sobre su nariz se acercaba a mi persona de forma cautelosa. Llamaba la atención con creces, aquellos anteojos eran excesivamente vistosos y toda su parafernalia experimental le entorpecía el paso.
Tu-tu eres … - se detuvo entre nervios como si recordara algo importante mientras yo sentado sobre una gran piedra bajo los setos, lo miraba con ojos severos – pe- perdón. Mi nombre es Zilean, soy un reconocido científico. Vengo a ver la luna esperando que ella no sienta envidia de la luz de Sirio… - Sus palabras confirmaron lo que ya suponía, era aquel con quien debía toparme, no sabía sus intenciones y apenas Arturo hablo de él. Debía estar atento y mantenerme distante, aquellos con apariencia inocente suelen tener motivaciones oscuras.
De por sí yo tenía mis propios planes personales, al final de cuentas era un fiel devoto de las ciencias duras y el conocimiento me atrapaba. Entendía la necesidad de experimentar y lo referente a aquellos niños me generaba genuina curiosidad. En ocasiones era necesario “presionar” la fruta para obtener el jugo, metáfora que me parecía válida para entender todo lo referente a aquellos soldados.
Tras una corta presentación y hablar superficialmente sobre su inadecuada forma de definir “pasar desapercibido”, nos pusimos en marcha para subir la meseta y acceder al campamento. La noche nos cubría, haciendo que las luces de aquel camino en dirección a Zilirica orientara nuestros pasos.
Durante el trayecto mis comentarios fueron concisos, iba directo a las necesidades de la misión que consistía en poder hacernos con algunos niños (sin importar las formas) y realizar algunas pruebas con ellos. No era obligatorio que sufrieran, pero Zilean de forma cínica recalcaba los sacrificios que a veces eran necesarios hacer en pro de la ciencia.
Compartía su visión, pero una parte minúscula y extraña para mí resaltaba el padecimiento de aquellos jóvenes. Mi maldición no me permitía envejecer, aspecto que agradecía profundamente, pero la idea de ser un niño eternamente. De jugar y vivir en la inocencia, de la dependencia y la precocidad. Recalcaba los horrores del tiempo y la infancia. No era empatía ni clemencia, era una idea incómoda que reafirmaba que quizás lo más sensato era terminar con aquellos infantes.
Pero no estaba en mis manos juzgar tal condición. La idea de mis objetivos egocéntricos retomaban el control de mi psique. La voz de Corvo resonaba en mi conciencia y subrayaba la misión como una forma de resguardar la información, incluso amarga. Haciendo así que poco a poco recobrase la compostura e ignorara aquellas ideas de compasión. Era necesario retomar mi actitud serena para acceder al campamento.
Entrar al campamento fue sencillo, cegados por buscar gente que colaborase, eran pocas las trabas para "ayudar". Decenas de niños correteaban incluso de noche. Se veían incansables, la hora de acostarse parecía ser debatible con ese afán rebelde de no poder entender si a un infante que en realidad es un adulto sería válido aplicar disciplina para corregirlo, hacer que vaya a la cama o que coma sus vegetales…
Hay que buscar a alguien que parezca sano, es más… quizás deberíamos conseguir mejor un grupo. Vamos a explorar a ver si conseguimos a alguien.- Algunos adultos conversaban sobre los difícil que podía ser controlar aquellos niños durante la noche, parecía que no se les agotara las baterías. Aspecto que facilitaba conseguir algún sujeto experimental.
Lo interrumpí para que bajara la voz y empezara a pasear con sus cachivaches que resaltaban haciendo que varios críos se acercasen a nuestro espacio. – Shh. Hola niños, Me llamo Z y a él le pueden decir mmmm Morocotopo, sus lentes lo hacen parecer un topo y atrás parece que lleva su casa con él – Los infantes reían eufóricamente. Persuadir niños era simple, no era ni siquiera necesario usar los encantos del vampiro. Solo debíamos buscar y ganar la confianza. No hacía falta mentir, al final de cuentas a esa edad la fantasía se difumina con la realidad.
Susurrando al oído del viejo comenté – Hay que buscar a alguien que parezca no estar siendo vigilado, un grupo que no alarme a los guardias o al resto de adultos.- señalé tomando el liderato de la misión. - No los subestimes, son soldados de la Guardia que bien podrían rebanarte con un cuchillo. No seas idiota. - recalqué con severidad.
Acompañamos a varios niños que encantados con los artilugios de Zilean se arrimaban a nuestra sombra. – Los niños quizás querrán ver un experimento, incluso pueda ayudarte – señalé mostrando con cautela mi bolsa de ingeniería al viejo para que entendiera el plan mientras trataba de interesar a los jóvenes soldados.
Saqué unos resortes de mi kit y unos engranajes que fascinaron al público que se distrajo en tan insignificante objeto que me permitió conversar en voz baja, paranoico de ser oído o descubierto – Aquel al fondo, el de pelo castaño que no es muy alto parece diferente, quizás son cosas mías… Por otro lado, aquellos dos de pelo rizado se ven sanos e independientes y no se han separado del grupo que nos acompaña. ¿Crees que con tres son suficientes? Podemos seguir buscando, aún es temprano dentro de mi horario…
Off
[¿Humanitario?] El Hekshold ha enviado emisarios para tratar de estudiar a los niños y entender mejor los efectos de la maldición que sufren, pero dada la tensa situación entre la institución y la Guardia de Verisar, la petición ha sido denegada. Un cierto investigador, que podría o no estar relacionado con la Academia, está buscando ayuda para realizar su estudio de manera extraoficial, pero lo suyo es más bien el trabajo de laboratorio, necesitará un socio para lo demás (el modo en que abordes el objetivo podría añadir más etiquetas).
Al final señalo al Cohen infante, no reconozco que sea el vampiro.
Zagreus
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Lo primero que Cohen hizo fue buscar a uno de aquellos niños. No se había planteado si además de niños soldados, había niños de su correspondiente edad y cómo diferenciarlos, así que tenía que buscar un espécimen que diera clara muestra de ser un adulto atrapado en el cuerpo de un niño.
Recorriendo el campamento por sus lugares más solitarios, por la zona trasera de los últimos barracones, encontró a un niño practicando con una lanza. Sin duda, la maestría de sus movimientos demostraba una instrucción superior a la normal en una persona de su edad aparente, por lo que Cohen no tuvo ninguna duda sobre que se trataba de la persona correcta.
De la bolsa de viaje que llevaba a la espalda, sacó un pequeño bote de elixir de hierbas que él mismo había preparado. La mayoría de ellas ocasionaban sueño y parálisis, anestesia suficiente para dejar inconsciente e indefenso a una persona por una persona por el tiempo idóneo para realizarle una pequeña transfusión. [1]
Vertió el elixir en un paño y acercándose sigilosamente al objetivo, por su espalda, colocó la venda sobre su nariz presionando fuertemente contra su cara. El crío intentaba liberarse, mostrando una fuerza inusual. Tanto fue así que por un momento, consiguió escapar del agarre del vampiro, pero para entonces, su cuerpo comenzaba a mostrar signos de gran debilidad y ensoñación.
El vampiro volvió a aprovechar esta oportunidad para volver a poner la venda sobre el rostro del niño soldado, que, tras unos segundos, caía rendido al sueño más absoluto.
Tras comprobar que nadie estaba a su alrededor y había sido testigo de aquellos acontecimientos, Cohen arrastró el cuerpo del niño hasta debajo de uno de los barracones. Su vista vampírica le permitía ver allí con total nitidez, aprovechando la oscuridad para llevar a cabo su acción delictiva.
Insertó la aguja en la fosa del codo, comenzando con la extracción de la sangre, llenando rápidamente un pequeño recipiente alquímico que sería muy apropiado para entregar a la Baronesa.
Una vez éste estuvo lleno, el vampiro reflexionó. “¿Cuándo voy a tener la oportunidad de estar ante una oportunidad cómo ésta?” Tomó un nuevo recipiente y continuó extrayendo sangre al niño guerrero inconsciente.
Podría vender aquella nueva dosis, también podría experimentar con ella en su taller… a saber qué propiedades más podría tener esa sangre excepcional. Incluso se vio tentado a probarla allí mismo… pero no lo haría sin haber experimentado con ella.
Minutos más tarde, cuatro recipientes estaban completos de sangre. No sabía si el niño conseguiría sobrevivir. Tampoco le importaba.
Guardó los recipientes con la sangre en su bolsa y cuándo se disponía a salir al exterior, un niño y una niña estaban asomados al bajo del barracón, contemplando el cuerpo debilitado del niño.
El vampiro reaccionó rápido, sonriendo, utilizando la magia de su voz. [2]
― ¡Confiad en mí! Han sido los adultos. Han venido para acabar con nosotros. Fingen preocuparse por nuestro bienestar, pero realmente… han venido para aniquilarnos. Sólo hay una forma de sobrevivir…
El vampiro llevó su mano hasta su bolsa y entregó a cada uno de los niños uno de los pequeños recipientes de sangre que había logrado recolectar.
―Debéis obligar a los adultos de este campamento a beber esta sangre… ¡Así se convertirán en niños y todos podremos jugar! ¿No sería divertido?
―¡Sí!
― Más niños con los que jugar...
Cogiendo un bisturí de su bolsa, se hizo un pequeño corte en su brazo infantil. Abrió los recipientes entregados a los niños y vertió su sangre vampírica en su interior, corrompiendo la sangre de la fuente de la juventud. [3]
―¡Haced que todos la beban! ¡Y jugaremos con todos ellos… hasta que llegue el amanecer!
Los niños, sonrientes, cerraron los recipientes de sangre y se dispusieron a llevar a cabo aquella peculiar misión. Sin duda, sería una maniobra de distracción excelente hasta que lograra salir del campamento.
Tras limpiarse la sangre y no dejar rastro de sus actividades, salió de la zona trasera de los barracones por el extremo opuesto a los niños a los que había inducido, con la misma actitud infantil. Movía rápidamente los brazos mientras caminaba, corriendo nervioso y fingiendo detenerse a contemplar algo cuándo un grupo de adultos le miraba. Cada vez más próximo a la salida...
Fue entonces cuándo vio a Zagreus. Su instinto fue alzar la mano para saludar, pero dudaba mucho que le identificara. Permaneció unos segundos hasta que notó la mirada del vampiro puesta en él.
El hombre que acompañaba a su amigo se acercó hasta él.
― Hola pequeño... Esto... ¿Te gustaría ver un experimento?
El niño Cohen sonrió. Había muchos experimentos en Zelirica aquella noche…
[1] Elixir alquímico de hierbas que utilizo para conseguir el propósito elegido. Su efecto es semejante a la anestesia quirúrgica.
[2] Uso de mi habilidad Luz de Gas: Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real.
[3] ¿Qué pasa cuándo se mezcla Sangre de la Fuente de la Juventud con Sangre Vampírica? A saber... Pero dejo ahí a dos niños soldados con la intención de averiguarlo... Propuesta alquímica que dejo en el aire (?)
Propósito General Conseguido: [Recurso, Oportunismo, Purga] La sangre de niño es sabrosa de por sí, pero ¿unos que han bebido de la fuente de la juventud? Solo sabes que se hace llamar La Baronesa y que pagará bien por una muestra de tan exquisito manjar.
Recorriendo el campamento por sus lugares más solitarios, por la zona trasera de los últimos barracones, encontró a un niño practicando con una lanza. Sin duda, la maestría de sus movimientos demostraba una instrucción superior a la normal en una persona de su edad aparente, por lo que Cohen no tuvo ninguna duda sobre que se trataba de la persona correcta.
De la bolsa de viaje que llevaba a la espalda, sacó un pequeño bote de elixir de hierbas que él mismo había preparado. La mayoría de ellas ocasionaban sueño y parálisis, anestesia suficiente para dejar inconsciente e indefenso a una persona por una persona por el tiempo idóneo para realizarle una pequeña transfusión. [1]
Vertió el elixir en un paño y acercándose sigilosamente al objetivo, por su espalda, colocó la venda sobre su nariz presionando fuertemente contra su cara. El crío intentaba liberarse, mostrando una fuerza inusual. Tanto fue así que por un momento, consiguió escapar del agarre del vampiro, pero para entonces, su cuerpo comenzaba a mostrar signos de gran debilidad y ensoñación.
El vampiro volvió a aprovechar esta oportunidad para volver a poner la venda sobre el rostro del niño soldado, que, tras unos segundos, caía rendido al sueño más absoluto.
Tras comprobar que nadie estaba a su alrededor y había sido testigo de aquellos acontecimientos, Cohen arrastró el cuerpo del niño hasta debajo de uno de los barracones. Su vista vampírica le permitía ver allí con total nitidez, aprovechando la oscuridad para llevar a cabo su acción delictiva.
Insertó la aguja en la fosa del codo, comenzando con la extracción de la sangre, llenando rápidamente un pequeño recipiente alquímico que sería muy apropiado para entregar a la Baronesa.
Una vez éste estuvo lleno, el vampiro reflexionó. “¿Cuándo voy a tener la oportunidad de estar ante una oportunidad cómo ésta?” Tomó un nuevo recipiente y continuó extrayendo sangre al niño guerrero inconsciente.
Podría vender aquella nueva dosis, también podría experimentar con ella en su taller… a saber qué propiedades más podría tener esa sangre excepcional. Incluso se vio tentado a probarla allí mismo… pero no lo haría sin haber experimentado con ella.
Minutos más tarde, cuatro recipientes estaban completos de sangre. No sabía si el niño conseguiría sobrevivir. Tampoco le importaba.
Guardó los recipientes con la sangre en su bolsa y cuándo se disponía a salir al exterior, un niño y una niña estaban asomados al bajo del barracón, contemplando el cuerpo debilitado del niño.
El vampiro reaccionó rápido, sonriendo, utilizando la magia de su voz. [2]
― ¡Confiad en mí! Han sido los adultos. Han venido para acabar con nosotros. Fingen preocuparse por nuestro bienestar, pero realmente… han venido para aniquilarnos. Sólo hay una forma de sobrevivir…
El vampiro llevó su mano hasta su bolsa y entregó a cada uno de los niños uno de los pequeños recipientes de sangre que había logrado recolectar.
―Debéis obligar a los adultos de este campamento a beber esta sangre… ¡Así se convertirán en niños y todos podremos jugar! ¿No sería divertido?
―¡Sí!
― Más niños con los que jugar...
Cogiendo un bisturí de su bolsa, se hizo un pequeño corte en su brazo infantil. Abrió los recipientes entregados a los niños y vertió su sangre vampírica en su interior, corrompiendo la sangre de la fuente de la juventud. [3]
―¡Haced que todos la beban! ¡Y jugaremos con todos ellos… hasta que llegue el amanecer!
Los niños, sonrientes, cerraron los recipientes de sangre y se dispusieron a llevar a cabo aquella peculiar misión. Sin duda, sería una maniobra de distracción excelente hasta que lograra salir del campamento.
Tras limpiarse la sangre y no dejar rastro de sus actividades, salió de la zona trasera de los barracones por el extremo opuesto a los niños a los que había inducido, con la misma actitud infantil. Movía rápidamente los brazos mientras caminaba, corriendo nervioso y fingiendo detenerse a contemplar algo cuándo un grupo de adultos le miraba. Cada vez más próximo a la salida...
Fue entonces cuándo vio a Zagreus. Su instinto fue alzar la mano para saludar, pero dudaba mucho que le identificara. Permaneció unos segundos hasta que notó la mirada del vampiro puesta en él.
El hombre que acompañaba a su amigo se acercó hasta él.
― Hola pequeño... Esto... ¿Te gustaría ver un experimento?
El niño Cohen sonrió. Había muchos experimentos en Zelirica aquella noche…
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[1] Elixir alquímico de hierbas que utilizo para conseguir el propósito elegido. Su efecto es semejante a la anestesia quirúrgica.
[2] Uso de mi habilidad Luz de Gas: Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real.
[3] ¿Qué pasa cuándo se mezcla Sangre de la Fuente de la Juventud con Sangre Vampírica? A saber... Pero dejo ahí a dos niños soldados con la intención de averiguarlo... Propuesta alquímica que dejo en el aire (?)
Propósito General Conseguido: [Recurso, Oportunismo, Purga] La sangre de niño es sabrosa de por sí, pero ¿unos que han bebido de la fuente de la juventud? Solo sabes que se hace llamar La Baronesa y que pagará bien por una muestra de tan exquisito manjar.
Cohen
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Día 23 después del Oblivion
[Error crítico: Borrando día 13]
Golosina sopló por la trompetilla de juguete llamando la atención de todos los críos de su alrededor. Subida sobre el improvisado escenario, con su peculiar extraña mueca en la boca y sus ojos grandes que se negaban a parpadear, ladeó la cabeza hacia la izquierda, mientras movía los brazos con energía.
―¿Están preparados para una gran historia? Golosina os contará cómo sobrevivir al impactante encuentro con un hombre grillo.
Se dobló sobre la cintura hacia adelante, abriendo sus brazos a los lados, aunque doblados por el codo, dando un paso adelante para captar la atención de todos los niños, que miraban a la extraña biocibernética cómo si nunca hubieran visto nada igual.
―Una noche, en los bosques del este, un tronco cayó sobre la carretera. Era grande y pesado y ni con mis manos, conseguía apartarlo del camino… oh si…y eso que estoy fuerte... soy capaz de estrangular a cualquier hombre con mis manos, aunque mis sistemas biocibernéticos no me permiten hacerlo normalmente... soy una mujer pacífica...
La biocibernética se puso recta y alzando las rodillas, corriendo en círculos por el escenario, cómo si fuese un nuevo personaje que llegaba montado a caballo, trotando salvajemente, hasta llegar al centro, ligeramente mareada, paró en seco.
―Entonces, llegó el enmascarado…
En ese momento, la biocibernética activó el tubo de humo arcoíris que llevaba en la espalda. Lo había fabricado ella misma gracias a sus conocimientos básicos de ingeniería. Un simple tubo de hierro relleno de sustancias químicas indefensas, que al ser abierto y hacer contactar con el aire, provocaba una nube de humo inmensa de llamativos colores y atractivo olor. [1]
El escenario quedó cubierto por esta humareda de colores, azules amarillentos y naranjas violáceos. Al otro lado del escenario, la biocibernética escuchaba la voz de asombro de los niños mientras se colocaba la máscara, dejando que sus ropas se tiñeran de muchos colores.
Cuándo la nube comenzó a dispersarse, la biocibernética se encontraba detrás del escenario, cubriendo sus ropas de colores con un abrigo oscuro, no dejando que se viera ningún resto de color.
Salió de nuevo al escenario con la máscara del desconocido sobre su rostro.
―Entonces llegó aquel desconocido enmascarado, tras una larga cabalgada, con una mujer extraña que no hablaba nada. Los allí presentes contuvimos el aliento ante su presencia. ¿Era un bandido, un delincuente? ¿O acaso era el mismísimo hombre grillo allí presente? Nadie lo supo…
La biocibernética se acercó al borde del escenario, tomando asiento sobre el suelo del mismo, próxima a los niños más cercanos. A pesar de llevar la máscara puesta, ladeó la cabeza a la izquierda cómo marcaba la costumbre.
―Luego, en el silencio de la noche, un bandido entró en el campamento, robando uno de los carros repletos de mercancías. Los hombres valientes marcharon junto al enmascarado para perseguirle, quedando yo allí con la chica muda a solas… ¡menuda conversación me dió!... con una niña encantadora y con unos viejos ricachones que no servían para nada...
La biocibernética se puso de nuevo de pie y colocándose en el centro del escenario, se quitó la máscara que tapaba su rostro y continuó.
―Una vez se alejaron, llegaron. No un hombre grillo, sino dos. Uno por cada extremo y dónde estaba el campamento, lucharon el uno contra el otro, de forma bestial. Cada cual defendía la frontera de su zona de apareamiento, defendían su territorio.
Golosina adoptó una postura a cuatro patas, abriendo la boca, haciendo gestos extraños y movimientos que ella consideraba de macho grillo en celo, ante la estupefacta mirada de aquellos niños hombres engendros.
―Destrozaron el campamento en la lucha, derribando los carros, las tiendas, todo a su paso… ¡menudo espectáculo! Fue sin duda un momento crucial en nuestras vidas de los que estábamos allí presentes. Sin embargo, allí estaba yo…
Volvió a una figura recta, con los brazos en jarra, cómo si fuera la mayor heroína de la historia, capaz de solucionar cualquier problema.
― Valiente cómo nadie, le tiré un objeto que tenía en mi bolsa… no recuerdo dónde lo encontré ni por qué lo conservaba, pero eso no viene al caso, mis amores… Le tiré ese objeto que al entrar en contacto con su piel, hizo que ésta se tiñera en mil colores…
En ese momento, la biocibernética se quitó el abrigo y mostró su ropa habitual, teñida de los numerosos colores que la nube de humo anterior había dejado colorida.
―Aquel hombre grillo agradeció tanto su nueva y atractiva apariencia que decidió cooperar conmigo y montada sobre él, logré apartar el enorme tronco que obstaculizaba el camino. Oh sí, me adoraba... El camino quedó despejado y le vi marchar tras alentarle que hiciera el bien de ahora en adelante...
Los niños comenzaron a aplaudir mientras la historia llegaba a su fin. Ante esa enorme actuación artística, ninguno de los allí presentes dudó en mover sus ágiles brazos infantiles para causar la mayor ovación jamás vista en aquel lugar.
―Moraleja de esta historia, mis pequeños engendros. Mejoren el aspecto de los demás si quieren gustarles. ¡Polvos de colores!
Cogió el tubo de humo arcoirís y apuntando en dirección hacia el público, realizó dos nuevas detonaciones que cubrieron a los niños por completo de una nube verde rojiza y blanca rosácea. Al dispersarse, los niños engendros allí presentes al menos tenían un mejor aspecto y parecían felices. La historia del hombre grillo siempre funcionaba...
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[1] Detallo un simple artefacto de ingeniería de explosión de polvos de colores que causa una nube de humo que dura breves instantes y que tiñe la ropa de numerosos colores brillantes y hermosos.
Propósito general elegido: [Humanitario] Por favor, son niños, no pueden pasar todo su tiempo rodeados de armas. Organicemos alguna actividad lúdica que les devuelva la sonrisa a esos rostros tan graves.
Golosina
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Suministros; armas, armaduras y demás equipamiento militar a la que a más de una banda de mercenarios le vendría bien contar. Los cargamentos que eran llevados a Zelirica eran un secreto a voces, y una oportunidad demasiado buena como para desaprovecharla, ¿Qué medidas de seguridad o con cuánto recelo guardarían aquellas armas para después entregárselas a unos niños que, según los rumores, no eran capaces ni de levantar una simple espada? Quizás aquel escenario que se había montado en el cuartel de Zelirica tan solo era una forma de tener contentada a la población: deshacerse de los niños pero sin matarlos. Por ende, todo el equipamiento militar que allí habría nunca sería utilizado.
Sea como fuere, a Helena poco le importaban las justificaciones. No le debía nada a la Guardia de Lunargenta, y mucho menos a la raza humana, por lo que aceptó un contrato que se pagaba a un buen precio, cuyo cometido no era otro que desviar cierta caravana de suministros por otra ruta diferente que la que llevaba a Zelirica.
Esperó en lo alto de un desfiladero, cuya anchura era de treinta metros de un lado a otro, y por cuyo fondo cruzaba un camino el cual sería la ruta prevista para que la caravana pasara. El sol pegaba fuerte, y aunque a veces corría un viento que refrescaba el ambiente, era insuficiente como para no pasar calor.
Esperar le resultó aburrido. Casi deseó que ocurriese algo fuera de lo común para animar la situación. Lo que no se esperaba es que ese pensamiento fútil y fugaz realmente se hiciera realidad.
Oyó unos pasos detrás suya, y por simple instinto se volteó para ver a alguien que había quedado profundamente sellado en sus recuerdos: Thomas Callahan, su primer y único amor, aquel que le enseñó todo lo que sabía acerca de la supervivencia callejera y, por supuesto, aquel que le enseñó a ser una asesina.
El hombre presentaba su característico porte musculado y con ropajes basados en telas y pequeños pertrechos de cuero para proteger sus órganos vitales. Su cabello marrón estaba corto, con todo el lado izquierdo rapado en el cual se mostraba una cicatriz que Helena no conocía. La parte baja de su rostro estaba decorada por un bigote largo y bien cuidado y una barba perfectamente recortada y con la suficiente longitud para no destacar más que el bigote.
-Helena.-El sonido de su voz ronca y grave resultó ser como si le hubiesen disparado una flecha directa en el pecho; cruel, inesperado y doloroso. No volvió a decir nada más, tampoco la Rhodes dijo nada, pues estaba paralizada y con los ojos abiertos como platos. El hombre, que resultaba ser un vampiro, caminó hasta el borde del desfiladero y oteó el camino de abajo.-Parece que tenemos un objetivo en común.-Volvió a mirar a la bruja.-Pensaba que te habías retirado. La última vez me dejaste claro que no querías volver a saber nada de mí.
-Sigo sin querer saber nada de ti.-Reaccionó como si le hubiera entrado un pequeño espasmo.-Es más, este es mi trabajo. Y si también te han contratado para esto, vete.
-No lo voy a hacer.-Negó con la cabeza, estoico.-Tengo que llevar este cargamento a la hacienda de un noble.
-¿Desde cuándo trabajas como mercenario?-Se cruzó de brazos, sin bajar la guardia.
-¿Y tú?-Le respondió después de echar otro vistazo abajo por si aparecía la caravana. Cuando volvió a cruzar miradas con Helena, suspiró ante aquellos ojos llenos de resentimiento.-Escucha, sé que esta es una situación incómoda, pero he conseguido trabajo como guardaespaldas de un noble bastante importante, y si interfieres en esto, no tendré más remedio que detenerte...-Quiso que con aquella explicación quedara zanjado, pero Helena no se conformaría con eso, y mucho menos se pensaría en hacerse a un lado cuando su propio beneficio estaba en juego.
La caravana, compuesta por dos carros y un séquito de al menos veinte protectores, hizo su aparición por el camino bajo del desfiladero de forma sutil. El silencio generado, que duró más de lo estrictamente necesario para ambos, terminó con una mueca de sonrisa por parte de la Rhodes.
-Oblígame.
Sin más, Helena dio un paso hacia atrás y se dejó caer por el desfiladero, descendiendo roca a roca para llegar al fondo sin hacer ruido ni llamar la atención. Si era rápida, podía deshacerse de los veinte vigilantes antes de que los carros saliesen del desfiladero, pero no había pensado en las consecuencias que conllevaría molestar a Thomas, y eso sí podría ser un problema.
Sea como fuere, a Helena poco le importaban las justificaciones. No le debía nada a la Guardia de Lunargenta, y mucho menos a la raza humana, por lo que aceptó un contrato que se pagaba a un buen precio, cuyo cometido no era otro que desviar cierta caravana de suministros por otra ruta diferente que la que llevaba a Zelirica.
Esperó en lo alto de un desfiladero, cuya anchura era de treinta metros de un lado a otro, y por cuyo fondo cruzaba un camino el cual sería la ruta prevista para que la caravana pasara. El sol pegaba fuerte, y aunque a veces corría un viento que refrescaba el ambiente, era insuficiente como para no pasar calor.
Esperar le resultó aburrido. Casi deseó que ocurriese algo fuera de lo común para animar la situación. Lo que no se esperaba es que ese pensamiento fútil y fugaz realmente se hiciera realidad.
Oyó unos pasos detrás suya, y por simple instinto se volteó para ver a alguien que había quedado profundamente sellado en sus recuerdos: Thomas Callahan, su primer y único amor, aquel que le enseñó todo lo que sabía acerca de la supervivencia callejera y, por supuesto, aquel que le enseñó a ser una asesina.
El hombre presentaba su característico porte musculado y con ropajes basados en telas y pequeños pertrechos de cuero para proteger sus órganos vitales. Su cabello marrón estaba corto, con todo el lado izquierdo rapado en el cual se mostraba una cicatriz que Helena no conocía. La parte baja de su rostro estaba decorada por un bigote largo y bien cuidado y una barba perfectamente recortada y con la suficiente longitud para no destacar más que el bigote.
-Helena.-El sonido de su voz ronca y grave resultó ser como si le hubiesen disparado una flecha directa en el pecho; cruel, inesperado y doloroso. No volvió a decir nada más, tampoco la Rhodes dijo nada, pues estaba paralizada y con los ojos abiertos como platos. El hombre, que resultaba ser un vampiro, caminó hasta el borde del desfiladero y oteó el camino de abajo.-Parece que tenemos un objetivo en común.-Volvió a mirar a la bruja.-Pensaba que te habías retirado. La última vez me dejaste claro que no querías volver a saber nada de mí.
-Sigo sin querer saber nada de ti.-Reaccionó como si le hubiera entrado un pequeño espasmo.-Es más, este es mi trabajo. Y si también te han contratado para esto, vete.
-No lo voy a hacer.-Negó con la cabeza, estoico.-Tengo que llevar este cargamento a la hacienda de un noble.
-¿Desde cuándo trabajas como mercenario?-Se cruzó de brazos, sin bajar la guardia.
-¿Y tú?-Le respondió después de echar otro vistazo abajo por si aparecía la caravana. Cuando volvió a cruzar miradas con Helena, suspiró ante aquellos ojos llenos de resentimiento.-Escucha, sé que esta es una situación incómoda, pero he conseguido trabajo como guardaespaldas de un noble bastante importante, y si interfieres en esto, no tendré más remedio que detenerte...-Quiso que con aquella explicación quedara zanjado, pero Helena no se conformaría con eso, y mucho menos se pensaría en hacerse a un lado cuando su propio beneficio estaba en juego.
La caravana, compuesta por dos carros y un séquito de al menos veinte protectores, hizo su aparición por el camino bajo del desfiladero de forma sutil. El silencio generado, que duró más de lo estrictamente necesario para ambos, terminó con una mueca de sonrisa por parte de la Rhodes.
-Oblígame.
Sin más, Helena dio un paso hacia atrás y se dejó caer por el desfiladero, descendiendo roca a roca para llegar al fondo sin hacer ruido ni llamar la atención. Si era rápida, podía deshacerse de los veinte vigilantes antes de que los carros saliesen del desfiladero, pero no había pensado en las consecuencias que conllevaría molestar a Thomas, y eso sí podría ser un problema.
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Off:
—[Oportunista] ¡Suministros gratis! Solo tengo que interceptar uno de estos viajes de abastecimiento al campamento.
Helena Rhodes
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Desde la batalla de Aguasclaras, la compañía que habían formado, puso rumbo sur, pasando por las aldeas atacadas por los licántropos y ayudando de la forma que pudieran. En su lento avance, recibieron reportes en forma de rumores que hablaban de oscuros aullidos en las profundidades de los bosques y campos de Verisar. Su tierra. Una tierra con la que se estaban cebando los Dioses, ataques de licántropos, asaltadores de caminos, hechicerías que Sango era incapaz de comprender.
Resopló y llamó la atención de Debacle que tenía la mano a modo de visera mientras observaba el ascenso de más voluntarios, o refugiados o quizás simples comerciantes que querían aprovechar la buena voluntad de los que de verdad querían ayudar.
- Cartógrafa Debacle.
- ¿Sí, Sango?
- ¿Por qué no te convertiste en niña, como ellos?- preguntó Sango advirtiendo que el rostro de su compañera Sanna Ulferm, se arrugó ante aquel título. Ben sonrió divertido.
- Nunca me gustaron los objetos mágicos, trato de huir de ellos. Yo soy más de cosas simples, carboncillo, un trozo de papel... Vicios caros, sin duda, pero muy útiles- dijo dando suaves golpes en el morral que colgaba a su diestra.
Ben asintió y volvió su vista hacia los imaginarios restos del antiguo campamento de Zelirica que se habían tornado en caos. Habían vencido en Aguasclaras, pero se sentía como un derrota. Si los rumores eran ciertos, toda la gente que quedó sin casa durante la guerra, todos aquellos niños y niñas. Sango sacudió la cabeza.
Se alejó de Debacle y dirigió sus pasos hasta uno de los caminos de acceso al alto. Varios niños pasaron muy cerca de él dando voces, Sango se detuvo y les observó un breve instante. Aún le parecía increíble que aquellos niños fueran, en su día, soldados, guerreros, padres de familia cuyas mentes habían quedado perturbadas por las artes más oscuras.
- Que los Dioses te bendigan, señora- saludó Sango mientras sus ojos paseaban por las alforjas que cargaba el animal-.
La mujer, que guiaba a un par de burros se detuvo, sorprendida, ante el saludo de Ben que le sonrió y con una leve inclinación de cabeza completó el saludo.
- ¡Mire, mire! Traigo algo que sobraba por casa, mantas, algo de ropa de mi difu- la mujer fingió toser- ¡Sí! Alguna cosa más habré echado en las alforjas- la mujer se lanzó a rebuscar algo y Ben se alejó.
Las vistas desde lo alto eran espectaculares. El dominio del territorio era sensacional, no entendía cómo, aún siendo escasos en número, se había decidido abandonar un enclave como aquel. Bien podía servir, se dijo Sango, como atalaya para dar avisos a asentamientos cercanos. Debacle le había hablado, entre muchos otros temas cartográficos, de que, en determinados puntos de la geografía de Verisar podían levantarse torres y comunicar Lunargenta con Baslodia en cuestión de horas. Cuando le puso un ejemplo, Sango lo vio mucho más claro. Sin embargo, las torres, comparadas con aquel lugar quedaban en nada.
La vista hacia la meseta, sin embargo, era muy distinta. La gente se apelotonaba sin control, animales y personas compartían los mismos espacios, las voces se escuchaban de todas partes y el caos aumentaba de manera significativa según uno se acercaba hacia lo que parecía un pozo de extracción de agua.
Sango completó una vuelta a la meseta y se reunió con Debacle, Livar y Levantacuernos. El resto del grupo estaba desperdigado. Habían llegado allí con ánimo de ayudar y rápidamente habían formado a lo largo de los caminos para controlar el paso hacia el alto y auxiliar en caso de ocurrir alguna incidencia. Y se habían limitado a observar como la gente iba y venía.
Algunos traían caza que dejaban donde podía, otros se dedicaban a instalar catres en medio de cualquier sitio libre, no había referencias, no había absolutamente nada. Sango gruñó.
- Livar, llama al resto, que suban- hizo una breve pausa para mirar al soldado que no entendió muy bien su intención-. ¿Quieres llamarlos? Tenemos que montar un campamento- dijo con un tono más autoritario.
Levantacuernos resopló y se palmeó los muslos antes de levantarse. Miró a Sango con expresión cansada.
- Maestra Debacle, ¿esperamos colaboración por parte de los presentes?
Debacle enarcó una ceja y le miró durante un buen rato. Ben, consciente de ello, fijó su mirada en la muchedumbre, esperando respuesta de la cartógrafa. Si algo había aprendido de todos los capitanes, sargentos y demás mandos con los que se había cruzado, debía ponerlo en práctica en aquel momento.
- Sí, creo que sí. A ver, no creo que las armas y armaduras sean la respuesta, pero te miran a ti, saben quién eres.
Si, Sango había visto sus ojos clavándose en él, como cientos de agujas. Las miradas eran acompañadas de murmullos, saludos o silencios. Muchos otros preguntaban y otros respondían y exageraban lo que de él se contaba y se sabía. Le consideraban un Héroe, una referencia en aquellos tiempos en los que su gente y su tierra estaban acosados por varios frentes.
Y mientras avanzaba en dirección al pozo, con Debacle y Levantacuernos, un par de pasos tras él, se acordó de todo lo que había perdido y sacrificado en nombre de aquella buena gente.
- Oscuros son los tintes con los que las nornas bañan los hilos con los que tejen el destino- no le hizo falta alzar mucho la voz para captar la atención de gran parte de los que le rodeaban. Poco a poco, el tono general fue disminuyendo-. Pero no temáis, días de gracia y fortuna están por venir, pero para ello se necesita gente dispuesta a construir el camino que nos lleve a un futuro mejor- hizo una breve pausa-. Vamos a hacer que el Campamento de Zelirica, pese a ser un refugio temporal, sea un lugar lo más habitable posible para esos niños. Así que por favor, escuchad bien lo que voy a deciros...
De manera intencionada Ben Nelad de Cedralada había asumido el mando del Campamento de Zelirica. No supo si por sus palabras o por el hecho de estar acompañado de un par de pelotones de hombres y mujeres armados.
En cualquier caso, los pasos a seguir pasaban por, primero, dejar una calle ancha que atravesara todo el campamento, de esta forma podrían dedicar las dos secciones del campamento a actividades distintas: una de ellas a todo lo que estaba relacionado con la manutención del campamento, esto eran las cocinas, el acceso a las fuentes de agua y las tiendas para los enfermos en caso de que los hubiera; y al otro lado, quedarían las zonas para el descanso con tiendas y catres así como otros servicios que pudieran ayudar para mejorar la habitabilidad del campamento.
En cuanto se hubieron dado las primeras instrucciones, la gente comenzó a moverse, algunos a regañadientes pero al final, al ver el entusiasmo del resto se ponían en marcha y desplazaban sus pertenencias a las zonas indicadas. Pertenencias que eran de todo el campamento pero que Sango aún no había comentado. Pero todo llegaría.
Aquella solución temporal era eso, una solución temporal. Aquellos niños no podían quedarse allí, al raso, o en tiendas de manera indefinida. Y si nadie los aceptaba, él estaría dispuesto a pelear por conseguirles un lugar. Y sabía exactamente dónde tenía que ir. Y aunque le asqueaba la idea del lugar, al menos habría techos sólidos en los que poder meter a aquellos niños. De los habitantes y de su líder, ya se encargaría. Él había ayudado a fundar aquel lugar y nunca había recibido crédito alguno por ello.
- Ben, parece que todos colaboran. Pero vamos a necesitar...
- Sí, leña y comida; voluntarios para ir y cortar madera y voluntarios para las cocinas. Necesitaremos guardias que velen por la seguridad de los grupos que salgan a explorar y que cuiden de los caminos. La escoria no descansa.
Despachó a Debacle con un saludo y miró hacia el Este.
Resopló y llamó la atención de Debacle que tenía la mano a modo de visera mientras observaba el ascenso de más voluntarios, o refugiados o quizás simples comerciantes que querían aprovechar la buena voluntad de los que de verdad querían ayudar.
- Cartógrafa Debacle.
- ¿Sí, Sango?
- ¿Por qué no te convertiste en niña, como ellos?- preguntó Sango advirtiendo que el rostro de su compañera Sanna Ulferm, se arrugó ante aquel título. Ben sonrió divertido.
- Nunca me gustaron los objetos mágicos, trato de huir de ellos. Yo soy más de cosas simples, carboncillo, un trozo de papel... Vicios caros, sin duda, pero muy útiles- dijo dando suaves golpes en el morral que colgaba a su diestra.
Ben asintió y volvió su vista hacia los imaginarios restos del antiguo campamento de Zelirica que se habían tornado en caos. Habían vencido en Aguasclaras, pero se sentía como un derrota. Si los rumores eran ciertos, toda la gente que quedó sin casa durante la guerra, todos aquellos niños y niñas. Sango sacudió la cabeza.
Se alejó de Debacle y dirigió sus pasos hasta uno de los caminos de acceso al alto. Varios niños pasaron muy cerca de él dando voces, Sango se detuvo y les observó un breve instante. Aún le parecía increíble que aquellos niños fueran, en su día, soldados, guerreros, padres de familia cuyas mentes habían quedado perturbadas por las artes más oscuras.
- Que los Dioses te bendigan, señora- saludó Sango mientras sus ojos paseaban por las alforjas que cargaba el animal-.
La mujer, que guiaba a un par de burros se detuvo, sorprendida, ante el saludo de Ben que le sonrió y con una leve inclinación de cabeza completó el saludo.
- ¡Mire, mire! Traigo algo que sobraba por casa, mantas, algo de ropa de mi difu- la mujer fingió toser- ¡Sí! Alguna cosa más habré echado en las alforjas- la mujer se lanzó a rebuscar algo y Ben se alejó.
Las vistas desde lo alto eran espectaculares. El dominio del territorio era sensacional, no entendía cómo, aún siendo escasos en número, se había decidido abandonar un enclave como aquel. Bien podía servir, se dijo Sango, como atalaya para dar avisos a asentamientos cercanos. Debacle le había hablado, entre muchos otros temas cartográficos, de que, en determinados puntos de la geografía de Verisar podían levantarse torres y comunicar Lunargenta con Baslodia en cuestión de horas. Cuando le puso un ejemplo, Sango lo vio mucho más claro. Sin embargo, las torres, comparadas con aquel lugar quedaban en nada.
La vista hacia la meseta, sin embargo, era muy distinta. La gente se apelotonaba sin control, animales y personas compartían los mismos espacios, las voces se escuchaban de todas partes y el caos aumentaba de manera significativa según uno se acercaba hacia lo que parecía un pozo de extracción de agua.
Sango completó una vuelta a la meseta y se reunió con Debacle, Livar y Levantacuernos. El resto del grupo estaba desperdigado. Habían llegado allí con ánimo de ayudar y rápidamente habían formado a lo largo de los caminos para controlar el paso hacia el alto y auxiliar en caso de ocurrir alguna incidencia. Y se habían limitado a observar como la gente iba y venía.
Algunos traían caza que dejaban donde podía, otros se dedicaban a instalar catres en medio de cualquier sitio libre, no había referencias, no había absolutamente nada. Sango gruñó.
- Livar, llama al resto, que suban- hizo una breve pausa para mirar al soldado que no entendió muy bien su intención-. ¿Quieres llamarlos? Tenemos que montar un campamento- dijo con un tono más autoritario.
Levantacuernos resopló y se palmeó los muslos antes de levantarse. Miró a Sango con expresión cansada.
- Maestra Debacle, ¿esperamos colaboración por parte de los presentes?
Debacle enarcó una ceja y le miró durante un buen rato. Ben, consciente de ello, fijó su mirada en la muchedumbre, esperando respuesta de la cartógrafa. Si algo había aprendido de todos los capitanes, sargentos y demás mandos con los que se había cruzado, debía ponerlo en práctica en aquel momento.
- Sí, creo que sí. A ver, no creo que las armas y armaduras sean la respuesta, pero te miran a ti, saben quién eres.
Si, Sango había visto sus ojos clavándose en él, como cientos de agujas. Las miradas eran acompañadas de murmullos, saludos o silencios. Muchos otros preguntaban y otros respondían y exageraban lo que de él se contaba y se sabía. Le consideraban un Héroe, una referencia en aquellos tiempos en los que su gente y su tierra estaban acosados por varios frentes.
Y mientras avanzaba en dirección al pozo, con Debacle y Levantacuernos, un par de pasos tras él, se acordó de todo lo que había perdido y sacrificado en nombre de aquella buena gente.
- Oscuros son los tintes con los que las nornas bañan los hilos con los que tejen el destino- no le hizo falta alzar mucho la voz para captar la atención de gran parte de los que le rodeaban. Poco a poco, el tono general fue disminuyendo-. Pero no temáis, días de gracia y fortuna están por venir, pero para ello se necesita gente dispuesta a construir el camino que nos lleve a un futuro mejor- hizo una breve pausa-. Vamos a hacer que el Campamento de Zelirica, pese a ser un refugio temporal, sea un lugar lo más habitable posible para esos niños. Así que por favor, escuchad bien lo que voy a deciros...
De manera intencionada Ben Nelad de Cedralada había asumido el mando del Campamento de Zelirica. No supo si por sus palabras o por el hecho de estar acompañado de un par de pelotones de hombres y mujeres armados.
En cualquier caso, los pasos a seguir pasaban por, primero, dejar una calle ancha que atravesara todo el campamento, de esta forma podrían dedicar las dos secciones del campamento a actividades distintas: una de ellas a todo lo que estaba relacionado con la manutención del campamento, esto eran las cocinas, el acceso a las fuentes de agua y las tiendas para los enfermos en caso de que los hubiera; y al otro lado, quedarían las zonas para el descanso con tiendas y catres así como otros servicios que pudieran ayudar para mejorar la habitabilidad del campamento.
En cuanto se hubieron dado las primeras instrucciones, la gente comenzó a moverse, algunos a regañadientes pero al final, al ver el entusiasmo del resto se ponían en marcha y desplazaban sus pertenencias a las zonas indicadas. Pertenencias que eran de todo el campamento pero que Sango aún no había comentado. Pero todo llegaría.
Aquella solución temporal era eso, una solución temporal. Aquellos niños no podían quedarse allí, al raso, o en tiendas de manera indefinida. Y si nadie los aceptaba, él estaría dispuesto a pelear por conseguirles un lugar. Y sabía exactamente dónde tenía que ir. Y aunque le asqueaba la idea del lugar, al menos habría techos sólidos en los que poder meter a aquellos niños. De los habitantes y de su líder, ya se encargaría. Él había ayudado a fundar aquel lugar y nunca había recibido crédito alguno por ello.
- Ben, parece que todos colaboran. Pero vamos a necesitar...
- Sí, leña y comida; voluntarios para ir y cortar madera y voluntarios para las cocinas. Necesitaremos guardias que velen por la seguridad de los grupos que salgan a explorar y que cuiden de los caminos. La escoria no descansa.
Despachó a Debacle con un saludo y miró hacia el Este.
Me pongo aquí a darle un poco de orden al asunto.
[Humanitario] La organización es clave para mantener un campamento ordenado, limpio y bien abastecido. Alguien debe encargarse de monitorear los barracones, organizar el reparto de suministros, acondicionar los almacenes, la recogida de basuras… (elige uno, nadie espera que lleves el campamento en solitario Eleandris).
Sango
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Los instructores estaban haciendo su trabajo bastante bien, Eve les enseñaba a sus aprendices como usar todo su cuerpo para golpear con las mazas y como debían hacer el torque desde sus piernas para atacar con una lanza, además de instruir sobre las partes de un cuerpo humanoide mas frágiles para atacar, Ryra por su parte les enseñaba como debían posicionar sus brazos para disparar sus arcos y la mejor forma de recargar y disparar ballestas, además de consejos sobre como retener la respiración para apuntar mejor. Meleis por su parte les había dejado instrucciones claras acerca de lo que debían hacer.
-Jóvenes escuderos, ustedes ya han hecho esto antes, sin embargo, se los recordare, ustedes son una de las piezas mas importantes de la milicia, gracias a ustedes los demás pueden desempeñar su trabajo con éxito, por separado no tendrán oportunidad, pero juntos, no habrá nada capaz de moverles, prepárense su objetivo será resistir por 2 minutos-
Los jóvenes veteranos inspirados ante las palabras de Meleis observaron como su maestro asumía su forma ancestral(1) y procedía a ubicarse a la distancia, siendo previsor el joven Meleis les había avisado a varias personas para que despejaran la zona, los jóvenes veteranos se prepararon uniendo sus escudos generando una coraza para detener lo que sea que Meleis les lanzara, un leve chorro de agua les impacto(2) haciendo que los escudos temblaran, cuando la intensidad subió algunos niños cayeron, sin embargo, fueron lo suficientemente inteligentes para sellar rápidamente los vacíos generados por los caídos, los caídos por su parte se encargaba de reposicionarse detrás de quienes parecían estar a punto de colapsar, cuando la prueba estaba por terminar Meleis aumento la potencia por ultima vez, haciendo que la coraza compuesta de escudos se remeciera y retrocediera levemente. Los niños gritaron para animarse a si mismos a darlo todo.
Hasta que finalmente el agua dejo de golpearles -Jóvenes, no, Soldados, bien hecho, han recuperado su espíritu de batalla, procuren no menguar- con esas palabras Meleis los jóvenes celebraron entre si al haber concluido con aquella extraña lección. En ese momento tanto Ryra como Eve llegaron donde Meleis para proponerle una idea.
____________________________________
El rubio tenia a los niños repitiendo el mismo corte una y otra vez, mientras pasaba cerca de ellos comenzaba a instruirles.
-Tu espada tiene que volverse una extremidad mas de tu cuerpo, por lo mismo debes ejercitar tu cuerpo para ser capaz de blandirla-
-Entonces ¿hay que ejercitar la espada?-
-Casi, a lo que me refiero es que deben ser capaces de blandir bien sus espadas, sin importar la calidad de las mismas-
-...-
-Sera mejor que lo vean-
Zelas tomo una de las espadas de practica y se acerco a un árbol que había cerca, apenas un poco mas grande que él, el cual ya tenia algunas marcas de intentos de cortes debido a los demás niños-viejos que ya habían intentado cortarlo, por lo mismo el rubio realizo su corte un poco mas arriba de eso, un tajo en diagonal preciso, Zelas soltó la espada y puso su mano para atrapar el trozo de árbol que había cortado.
-Entonces, ¿tenemos que cortar el árbol?-
-Probablemente mas tarde para generar recursos-
-¿Entonces?-
-Seamos sinceros, no sirvo mucho para enseñar, por suerte ustedes ya saben todo esto, solo les falta algo de motivación-
El rubio estaba pensando en algo cuando llegaron los demás instructores junto a sus respectivos alumnos.
-Tenemos una idea para que participen todos-
-Sera el ultimo ejercicio antes de que puedan volver a sus labores-
-Si logran este objetivo tendrán una recompensa-
-Pero si fallan deberán redoblar sus ejercicios de entrenamiento-
-La recompensa será una prenda de quien quieran, ya sea la Rubia que vieron antes, o el sujeto que llevaba herramientas-
-Yo no estoy de acuerdo con esta parte-
-Puede ser algo de nosotras o Meleis e incluso Zelas-
-Así es, a gran riesgo gran recompensa, sin embargo, su objetivo no será sencillo y solo quienes hagan el mayor aporte para lograr el objetivo podrán reclamar la recompensa-
-Con esta parte si estoy de acuerdo, deben trabajar juntos para reducir al instructor Zelas-
-¿Qué?-
-No se preocupen el instructor Zelas no puede matarles, pero no se confíen, es capaz de golpearles si fuera necesario y ya les digo que golpea fuerte-
-No se preocupen por los proyectiles que lancen, trataremos de detenerlos todos, pero recuerden que deben protegerse entre ustedes, cualquiera que lastime a alguien que no sea Zelas terminara castigado-
Zelas observo como sus compañeros instructores comenzaban a cobrárselas por haberles dejado casi todo el trabajo antes, entonces los niños-soldado se enfocaron en Zelas, sus pequeños ojos adquirieron un brillo que no tenían antes como si hubieran conseguido algo por lo que valía la pena pelear, aunque fácilmente podría deberse a las hormonas haciendo lo suyo en aquella edad, Zelas viendo que esto seria un buen ejercicio tanto para el como para los niños-veteranos, decidió seguirles el juego.
-Muy bien ya escucharon a los demás instructores, como les dijeron esto no será fácil, atáquenme como si sus vidas dependieran de ello- acto seguido Zelas saco su orbe y acerco su otra mano para que mágicamente apareciera la empuñadura de una espada(3), el rubio negó con la cabeza y empujo la empuñadura de vuelta al orbe para que otra apareciera, negó nuevamente y repitió la misma acción hasta que encontró la que quería, una espada compuesta de mas espadas(4), los jóvenes miraron asombrados como el rubio sacaba un par de espadas mas pequeñas de la espada grande y colgaba el resto en el arnés ya no tan vacío que traía para todos lados.
OFF: Habilidades y cosas usadas
1_ Meleis usa su don ancestral para transformarse
2_Meleis usa su aliento elemental en los niños escuderos, empezando levemente y aumentando levemente la intensidad
3_Zelas utiliza la Vaina infinita para seleccionar una de sus espadas.
4_Zelas saca de la Vaina infinita su espada Zumbanana final la cual en realidad son 6 hojas unidas superiores que conforman una gran espada
Objetivo [Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea (Actualmente cumplo esa labor con Eve, Meleis y Ryra).
-Jóvenes escuderos, ustedes ya han hecho esto antes, sin embargo, se los recordare, ustedes son una de las piezas mas importantes de la milicia, gracias a ustedes los demás pueden desempeñar su trabajo con éxito, por separado no tendrán oportunidad, pero juntos, no habrá nada capaz de moverles, prepárense su objetivo será resistir por 2 minutos-
Los jóvenes veteranos inspirados ante las palabras de Meleis observaron como su maestro asumía su forma ancestral(1) y procedía a ubicarse a la distancia, siendo previsor el joven Meleis les había avisado a varias personas para que despejaran la zona, los jóvenes veteranos se prepararon uniendo sus escudos generando una coraza para detener lo que sea que Meleis les lanzara, un leve chorro de agua les impacto(2) haciendo que los escudos temblaran, cuando la intensidad subió algunos niños cayeron, sin embargo, fueron lo suficientemente inteligentes para sellar rápidamente los vacíos generados por los caídos, los caídos por su parte se encargaba de reposicionarse detrás de quienes parecían estar a punto de colapsar, cuando la prueba estaba por terminar Meleis aumento la potencia por ultima vez, haciendo que la coraza compuesta de escudos se remeciera y retrocediera levemente. Los niños gritaron para animarse a si mismos a darlo todo.
Hasta que finalmente el agua dejo de golpearles -Jóvenes, no, Soldados, bien hecho, han recuperado su espíritu de batalla, procuren no menguar- con esas palabras Meleis los jóvenes celebraron entre si al haber concluido con aquella extraña lección. En ese momento tanto Ryra como Eve llegaron donde Meleis para proponerle una idea.
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El rubio tenia a los niños repitiendo el mismo corte una y otra vez, mientras pasaba cerca de ellos comenzaba a instruirles.
-Tu espada tiene que volverse una extremidad mas de tu cuerpo, por lo mismo debes ejercitar tu cuerpo para ser capaz de blandirla-
-Entonces ¿hay que ejercitar la espada?-
-Casi, a lo que me refiero es que deben ser capaces de blandir bien sus espadas, sin importar la calidad de las mismas-
-...-
-Sera mejor que lo vean-
Zelas tomo una de las espadas de practica y se acerco a un árbol que había cerca, apenas un poco mas grande que él, el cual ya tenia algunas marcas de intentos de cortes debido a los demás niños-viejos que ya habían intentado cortarlo, por lo mismo el rubio realizo su corte un poco mas arriba de eso, un tajo en diagonal preciso, Zelas soltó la espada y puso su mano para atrapar el trozo de árbol que había cortado.
-Entonces, ¿tenemos que cortar el árbol?-
-Probablemente mas tarde para generar recursos-
-¿Entonces?-
-Seamos sinceros, no sirvo mucho para enseñar, por suerte ustedes ya saben todo esto, solo les falta algo de motivación-
El rubio estaba pensando en algo cuando llegaron los demás instructores junto a sus respectivos alumnos.
-Tenemos una idea para que participen todos-
-Sera el ultimo ejercicio antes de que puedan volver a sus labores-
-Si logran este objetivo tendrán una recompensa-
-Pero si fallan deberán redoblar sus ejercicios de entrenamiento-
-La recompensa será una prenda de quien quieran, ya sea la Rubia que vieron antes, o el sujeto que llevaba herramientas-
-Yo no estoy de acuerdo con esta parte-
-Puede ser algo de nosotras o Meleis e incluso Zelas-
-Así es, a gran riesgo gran recompensa, sin embargo, su objetivo no será sencillo y solo quienes hagan el mayor aporte para lograr el objetivo podrán reclamar la recompensa-
-Con esta parte si estoy de acuerdo, deben trabajar juntos para reducir al instructor Zelas-
-¿Qué?-
-No se preocupen el instructor Zelas no puede matarles, pero no se confíen, es capaz de golpearles si fuera necesario y ya les digo que golpea fuerte-
-No se preocupen por los proyectiles que lancen, trataremos de detenerlos todos, pero recuerden que deben protegerse entre ustedes, cualquiera que lastime a alguien que no sea Zelas terminara castigado-
Zelas observo como sus compañeros instructores comenzaban a cobrárselas por haberles dejado casi todo el trabajo antes, entonces los niños-soldado se enfocaron en Zelas, sus pequeños ojos adquirieron un brillo que no tenían antes como si hubieran conseguido algo por lo que valía la pena pelear, aunque fácilmente podría deberse a las hormonas haciendo lo suyo en aquella edad, Zelas viendo que esto seria un buen ejercicio tanto para el como para los niños-veteranos, decidió seguirles el juego.
-Muy bien ya escucharon a los demás instructores, como les dijeron esto no será fácil, atáquenme como si sus vidas dependieran de ello- acto seguido Zelas saco su orbe y acerco su otra mano para que mágicamente apareciera la empuñadura de una espada(3), el rubio negó con la cabeza y empujo la empuñadura de vuelta al orbe para que otra apareciera, negó nuevamente y repitió la misma acción hasta que encontró la que quería, una espada compuesta de mas espadas(4), los jóvenes miraron asombrados como el rubio sacaba un par de espadas mas pequeñas de la espada grande y colgaba el resto en el arnés ya no tan vacío que traía para todos lados.
OFF: Habilidades y cosas usadas
1_ Meleis usa su don ancestral para transformarse
2_Meleis usa su aliento elemental en los niños escuderos, empezando levemente y aumentando levemente la intensidad
3_Zelas utiliza la Vaina infinita para seleccionar una de sus espadas.
4_Zelas saca de la Vaina infinita su espada Zumbanana final la cual en realidad son 6 hojas unidas superiores que conforman una gran espada
Objetivo [Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea (Actualmente cumplo esa labor con Eve, Meleis y Ryra).
Zelas Hazelmere
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Supuso que estaba un poco obligada a ir a Zelirica, o tal vez no tanto. Las noticias y rumores eran una de las tantas monedas de intercambio en Ciudad Lagarto, y todo el mundo tenía claramente algo que decir y/o hacer al respecto sobre los "niños malditos".
Mentiría si dijera que no le provocaba molestia todo lo que escuchaba, nada bueno salía de esas bocas, y aunque supiera que la mayoría allí desconocía la palabra limite, para Oromë la simple idea de lastimar a un niño era impensable.
Y si esa no fuera una razón suficiente para cualquiera que se atreviera a preguntarle, entonces solo bastaba con considerar todo su pasado hasta el día de hoy; perder a su bebe nonato era una, y ahora no solo tenía una hija adoptiva que había sido víctima de los Objetos Malditos, sino que ella también conocía muy bien de ese sentimiento.
No había tardado mucho tiempo en ir en búsqueda de la pequeña y luego llevársela con ella a ver con sus propios ojos lo que era de aquellos "niños".
Sobrevolaba en medio de la noche, la pequeña sobre su lomo. Sena no dejaba de hablar en todo el camino y hacerle preguntas a pesar de saber perfectamente que la dragona no podría contestarle en esta forma. Cosas triviales como lo bonita y gorda que se veía la luna, lo que Daphne le había regalado -un set de pinceles nuevos y pergaminos para que dejara de pintar los muebles- y que había practicado matemáticas y que las odiaba.
Aunque Oromë la escuchaba con la mitad de su atención en el cielo, una parte de su mente se preguntaba lo que hubiera sido de la pequeña vampira si no se hubiesen cruzado jamás. La realidad era que de no haber hecho lo que hizo con la Mujer Amante, probablemente serían dos desconocidas en el mundo. A pesar de todo el horror -y también porque no un poco de alegría- en las vidas de las personas que estos Objetos ocasionaron, muchas parecían olvidar que hasta cierto punto todos se beneficiaron de ello.
Tal vez ella no fuera quien para decir nada al respecto, pero considerando lo que tuvo que pasar para que se lo extrajeran y el trato de la gente antes y después de ello, tenía muchas ganas de golpear a cualquiera que hablara mal de aquellos hombres y mujeres que ahora no eran más que niños. ¡Dieron su vida para salvar la vida de otros, maldita sea!, se merecían algo mejor que ser repudiados y tildados de malditos o engendros. Si no era por eso, al menos el respeto que se les debía por ser ancianos y ponerse por delante de los jóvenes para salvar sus inútiles pellejos. "Malditos hipócritas" pensaba mientras gruñía por lo bajo. -¿Mama? - Preguntó Sena al sentir el reverberar de su cuerpo, casi acostándose sobre su lomo y acariciando sus escamas. Era una posición complicada, pero al final del día aquella decisión de usar la Fuente de la Juventud había sido un acto de amor ¿Sino que otra cosa podría ser? La dragona lo había hecho por esa misma razón, no por gloria. Y aunque probablemente mucho de los afectados ahora podrían haberlo pensado al aceptar este destino que acarreaban, se resumía a eso: amor por otros, por sus vidas, desconocidos o no.
Oromë soltó un quejido suave, como queriendo decirle que todo estaba bien, pero la pequeña no era tonta y entendía un poco el enojo de su madre. Ella había madurado bastante y se preguntaba que tanto más lo haría en ese pequeño cuerpo suyo.
El viaje no había sido exactamente largo, pero considerando el tiempo que la albina llevaba sin hacer grandes viajes, le había pasado factura y soñaba con descansar un poco.
Sena se bajó del cuerpo de su madre y este cambió de regreso a su forma humana. Ambas miraron a su alrededor para buscar un lugar donde dormir, el sol tenía un par de horas antes de que saliera, pero la productividad era más útil al alba. Podría aprovechar mejor esos momentos mientras Sena jugaba dentro con los pequeños y les mostraba todo lo que había traído con ella: algunos juguetes y su nuevo regalo para colorear también.
Habló con alguien que hacía guardia y este les indicó donde podrían descansar. Se instalaron y a las pocas horas de dar vueltas y vueltas en la cama que compartían, se dieron cuentas de dos cosas: primero, que las camas estaban infestadas de chinches y que naturalmente no dormiría ninguna ahora. Y, en segundo lugar, y remarcado por Sena, que ojalá ella fuera humana para poder dormir fuera, aunque saliera el sol.
Oromë salió como una furia a quejarse sobre el lugar, pero toda la ira se esfumo en un instante. -Lo lamento señorita, pero la realidad es que todos los cuartos están en la misma posición, a menos que pueda hacer algo al respecto para desinfectarlo todo, tendrá que conformarse con el piso. -
Regresó al cuarto, decaída por la falta de un buen sueño reparador mientras compartía la cara de puchero con Sena y acomodaban sus cosas para acostarse sobre ellas en el suelo. -¿No hay nada que se pueda hacer? Para nosotras es una noche nada más, pero los niños de aquí duermen así todos los días... Les debe de picar mucho- Comentó la pequeña vampira mientras se abrazaban para mantener el calor. -No traje nada que podría servir, pero debería de haber algo útil que podamos usar en este lugar- Consideró mientras repasaba mentalmente todo lo que Maya le había enseñado este último tiempo y como la naturaleza misma les había brindado todo lo necesario.
De pronto se le ocurrió algo y todo su pesar se convirtió en alegría. Apretujó en un abrazo a su hija y trataron de dormirse. A primera hora del día ella ya estaba arriba, ambas con algunas ronchitas que no dejaban de rascarse, pero extrañamente contentas.
Sena se quedó en el cuarto común, donde algunos de los niños menos somnolientos compartían el desayuno, sus cosas bajo el brazo y una efervescencia palpable de su ánimo. Debido a lo calmada que solía ser, a veces se olvidaba por completo que la niña no había compartido mucho con otros de su "misma edad" y que la idea de poder jugar con ellos lograba aflorar un poco de esa niñez que ocultaba con facilidad.
Las horas que continuaron, Oromë se dedicó a buscar a alguien que la ayudara, pues sola era más que imposible y una vez que encontró compañía más que dispuesta, se pusieron manos a la obra.
Lo bueno de la primavera era que había flores por doquier, y una de ellas eran los crisantemos. Si algo bueno le había enseñado Maya sobre la alquimia, era que no había nada que no se pudiera hacer y los pesticidas, para su suerte, era algo fácil en términos muy grandes.
Recogió tantos como podía cargar y comenzó a separar tallos de flores, un trabajo laborioso, hirvió todo por separado, las raíces las dejo a cargo de su ayudante para que las rostizara un poco y cuando estas quedaron secas, las machacó sin compasión.
Sabía que necesitaba algo bueno para destilar los componentes de los crisantemos, y para su suerte -y horror- alguien había traído bayas de corozo para hacer alcohol. Supuestamente trajeron todo el árbol para usar la madera, pero por los rostros esquivos supo que mentían.
"Oh bueno, imagino que necesitaran algo fuerte para dormir bien aquí". Al final decidió tomar un poco de la madera para extraer la savia y conseguir el tan necesitado alcohol.
No era tan fácil, principalmente por el tiempo que llevaba el deconstruir todo, la cantidad de madera para conseguir, aunque fuera un poco de alcohol y que tampoco podía dejar pelada toda la tierra de hierbas y plantas, especialmente de esas mismas flores que eran comestibles.
-Creo, que ya está...- Dijo, la cara pegada contra la mesa mientras elevaba un vial con un líquido amarillento, el pesticida extraído de los crisantemos como base y el alcohol de la savia de corozo como suplemento. -No es mucho, pero con más tiempo podrían reproducirlo sin problemas y desinfectar cada rincón. Ah... no puedo más- Dijo agotada mientras se apretaba el puente de la nariz. Era lo más arduo que había hecho alguna vez, nada comparado a batallas o incluso el asesinato. Esos eran demasiados descontrolado, salvajes y no requerían demasiada planeación sino más de acción instantánea. La alquimia era pacifica, controlada y minuciosa. Ciertamente el esfuerzo mental que conllevaba era mil veces más arduo.
-Y ahora... ¿Como lo uso? No lo puedo rociar, mojara las camas y tampoco alcanzaría. -
•Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón
•Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
•Oromë está usando su unica armadura de su inventario.
Compostura de dragon: [Calidad Común] Extra: Fortaleza Inamovible[Encantamiento de Armadura o Escudo]
Habilidad: durante las transformaciones de Oromë, la armadura se amolda a su cuerpo y se considera de una calidad superior a la de base.
•La practica hace al maestro, así que uso mi nueva profesion para este objetivo
—[Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] ¿Es posible hacer algo con los chinches que asolan los colchones? Los niños no duermen con tanto picor y, si los niños no duermen, nadie duerme.
Mentiría si dijera que no le provocaba molestia todo lo que escuchaba, nada bueno salía de esas bocas, y aunque supiera que la mayoría allí desconocía la palabra limite, para Oromë la simple idea de lastimar a un niño era impensable.
Y si esa no fuera una razón suficiente para cualquiera que se atreviera a preguntarle, entonces solo bastaba con considerar todo su pasado hasta el día de hoy; perder a su bebe nonato era una, y ahora no solo tenía una hija adoptiva que había sido víctima de los Objetos Malditos, sino que ella también conocía muy bien de ese sentimiento.
No había tardado mucho tiempo en ir en búsqueda de la pequeña y luego llevársela con ella a ver con sus propios ojos lo que era de aquellos "niños".
Sobrevolaba en medio de la noche, la pequeña sobre su lomo. Sena no dejaba de hablar en todo el camino y hacerle preguntas a pesar de saber perfectamente que la dragona no podría contestarle en esta forma. Cosas triviales como lo bonita y gorda que se veía la luna, lo que Daphne le había regalado -un set de pinceles nuevos y pergaminos para que dejara de pintar los muebles- y que había practicado matemáticas y que las odiaba.
Aunque Oromë la escuchaba con la mitad de su atención en el cielo, una parte de su mente se preguntaba lo que hubiera sido de la pequeña vampira si no se hubiesen cruzado jamás. La realidad era que de no haber hecho lo que hizo con la Mujer Amante, probablemente serían dos desconocidas en el mundo. A pesar de todo el horror -y también porque no un poco de alegría- en las vidas de las personas que estos Objetos ocasionaron, muchas parecían olvidar que hasta cierto punto todos se beneficiaron de ello.
Tal vez ella no fuera quien para decir nada al respecto, pero considerando lo que tuvo que pasar para que se lo extrajeran y el trato de la gente antes y después de ello, tenía muchas ganas de golpear a cualquiera que hablara mal de aquellos hombres y mujeres que ahora no eran más que niños. ¡Dieron su vida para salvar la vida de otros, maldita sea!, se merecían algo mejor que ser repudiados y tildados de malditos o engendros. Si no era por eso, al menos el respeto que se les debía por ser ancianos y ponerse por delante de los jóvenes para salvar sus inútiles pellejos. "Malditos hipócritas" pensaba mientras gruñía por lo bajo. -¿Mama? - Preguntó Sena al sentir el reverberar de su cuerpo, casi acostándose sobre su lomo y acariciando sus escamas. Era una posición complicada, pero al final del día aquella decisión de usar la Fuente de la Juventud había sido un acto de amor ¿Sino que otra cosa podría ser? La dragona lo había hecho por esa misma razón, no por gloria. Y aunque probablemente mucho de los afectados ahora podrían haberlo pensado al aceptar este destino que acarreaban, se resumía a eso: amor por otros, por sus vidas, desconocidos o no.
Oromë soltó un quejido suave, como queriendo decirle que todo estaba bien, pero la pequeña no era tonta y entendía un poco el enojo de su madre. Ella había madurado bastante y se preguntaba que tanto más lo haría en ese pequeño cuerpo suyo.
El viaje no había sido exactamente largo, pero considerando el tiempo que la albina llevaba sin hacer grandes viajes, le había pasado factura y soñaba con descansar un poco.
Sena se bajó del cuerpo de su madre y este cambió de regreso a su forma humana. Ambas miraron a su alrededor para buscar un lugar donde dormir, el sol tenía un par de horas antes de que saliera, pero la productividad era más útil al alba. Podría aprovechar mejor esos momentos mientras Sena jugaba dentro con los pequeños y les mostraba todo lo que había traído con ella: algunos juguetes y su nuevo regalo para colorear también.
Habló con alguien que hacía guardia y este les indicó donde podrían descansar. Se instalaron y a las pocas horas de dar vueltas y vueltas en la cama que compartían, se dieron cuentas de dos cosas: primero, que las camas estaban infestadas de chinches y que naturalmente no dormiría ninguna ahora. Y, en segundo lugar, y remarcado por Sena, que ojalá ella fuera humana para poder dormir fuera, aunque saliera el sol.
Oromë salió como una furia a quejarse sobre el lugar, pero toda la ira se esfumo en un instante. -Lo lamento señorita, pero la realidad es que todos los cuartos están en la misma posición, a menos que pueda hacer algo al respecto para desinfectarlo todo, tendrá que conformarse con el piso. -
Regresó al cuarto, decaída por la falta de un buen sueño reparador mientras compartía la cara de puchero con Sena y acomodaban sus cosas para acostarse sobre ellas en el suelo. -¿No hay nada que se pueda hacer? Para nosotras es una noche nada más, pero los niños de aquí duermen así todos los días... Les debe de picar mucho- Comentó la pequeña vampira mientras se abrazaban para mantener el calor. -No traje nada que podría servir, pero debería de haber algo útil que podamos usar en este lugar- Consideró mientras repasaba mentalmente todo lo que Maya le había enseñado este último tiempo y como la naturaleza misma les había brindado todo lo necesario.
De pronto se le ocurrió algo y todo su pesar se convirtió en alegría. Apretujó en un abrazo a su hija y trataron de dormirse. A primera hora del día ella ya estaba arriba, ambas con algunas ronchitas que no dejaban de rascarse, pero extrañamente contentas.
Sena se quedó en el cuarto común, donde algunos de los niños menos somnolientos compartían el desayuno, sus cosas bajo el brazo y una efervescencia palpable de su ánimo. Debido a lo calmada que solía ser, a veces se olvidaba por completo que la niña no había compartido mucho con otros de su "misma edad" y que la idea de poder jugar con ellos lograba aflorar un poco de esa niñez que ocultaba con facilidad.
Las horas que continuaron, Oromë se dedicó a buscar a alguien que la ayudara, pues sola era más que imposible y una vez que encontró compañía más que dispuesta, se pusieron manos a la obra.
Lo bueno de la primavera era que había flores por doquier, y una de ellas eran los crisantemos. Si algo bueno le había enseñado Maya sobre la alquimia, era que no había nada que no se pudiera hacer y los pesticidas, para su suerte, era algo fácil en términos muy grandes.
Recogió tantos como podía cargar y comenzó a separar tallos de flores, un trabajo laborioso, hirvió todo por separado, las raíces las dejo a cargo de su ayudante para que las rostizara un poco y cuando estas quedaron secas, las machacó sin compasión.
Sabía que necesitaba algo bueno para destilar los componentes de los crisantemos, y para su suerte -y horror- alguien había traído bayas de corozo para hacer alcohol. Supuestamente trajeron todo el árbol para usar la madera, pero por los rostros esquivos supo que mentían.
"Oh bueno, imagino que necesitaran algo fuerte para dormir bien aquí". Al final decidió tomar un poco de la madera para extraer la savia y conseguir el tan necesitado alcohol.
No era tan fácil, principalmente por el tiempo que llevaba el deconstruir todo, la cantidad de madera para conseguir, aunque fuera un poco de alcohol y que tampoco podía dejar pelada toda la tierra de hierbas y plantas, especialmente de esas mismas flores que eran comestibles.
-Creo, que ya está...- Dijo, la cara pegada contra la mesa mientras elevaba un vial con un líquido amarillento, el pesticida extraído de los crisantemos como base y el alcohol de la savia de corozo como suplemento. -No es mucho, pero con más tiempo podrían reproducirlo sin problemas y desinfectar cada rincón. Ah... no puedo más- Dijo agotada mientras se apretaba el puente de la nariz. Era lo más arduo que había hecho alguna vez, nada comparado a batallas o incluso el asesinato. Esos eran demasiados descontrolado, salvajes y no requerían demasiada planeación sino más de acción instantánea. La alquimia era pacifica, controlada y minuciosa. Ciertamente el esfuerzo mental que conllevaba era mil veces más arduo.
-Y ahora... ¿Como lo uso? No lo puedo rociar, mojara las camas y tampoco alcanzaría. -
•Habitante de los Cielos: Puedo volar en forma de dragón
•Don Ancestral: [Mágica, 2 usos] Puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
•Oromë está usando su unica armadura de su inventario.
Compostura de dragon: [Calidad Común] Extra: Fortaleza Inamovible[Encantamiento de Armadura o Escudo]
Habilidad: durante las transformaciones de Oromë, la armadura se amolda a su cuerpo y se considera de una calidad superior a la de base.
•La practica hace al maestro, así que uso mi nueva profesion para este objetivo
—[Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] ¿Es posible hacer algo con los chinches que asolan los colchones? Los niños no duermen con tanto picor y, si los niños no duermen, nadie duerme.
Oromë Vánadóttir
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Hacía tiempo que no se acercaba por ninguna taberna, pero algo le dijo esa noche que sería el momento perfecto para un trago después de todo lo que había ocurrido. Nada más cruzar las puertas de madera observó con detalle a los clientes bajo la visera de su capa [1]. Comenzó a avanzar entre las mesas con la vista en su objetivo, un hombre que rebuscaba en su saco para extraer unas monedas y dejarlas sobre la mesa. En el momento en que él se alejaba hasta la salida, Eywas pasaba junto a la mesa, deslizando las yemas de los dedos por la madera cual felino y agarrando varias monedas de forma tan natural que ni se notó.
Una vez en la barra, metió la mano en la piel que usaba como escarcela y sacó esas mismas monedas, dejándolas sonoramente sobre la barra y pidiendo algo fuerte. No había dado ni el primer sorbo cuando el caos se desató: habían pillado a una niña robando armas de pequeño tamaño y se disponían a atraparla. Eywas la había visto en su primer vistazo, era buena, pero robar armas no era tan fácil como robar dinero. Observó, vaso en mano, cómo dos hombres intentaban prenderla y la niña, con tremenda habilidad, se deshacía tanto del agarre de sus oponentes como de sus golpes. Aunque, claro, no pudo con la superioridad numérica de aquel grupo de despechados.
—Debe ser del campamento ese —escuchó comentar al camarero.
—¿El de los niños soldado? Dicen que les echaron una maldición y que todos los críos que hay ahí en realidad no lo son —comentó la mujer que tenía a su lado en voz baja.
—Pues yo diría que, por la gracia que se da pegando guantazos, los que dicen eso tienen razón —concluyó el camarero con una media sonrisa mientras observaba cómo la sacaban de allí a rastras.
Eywas entornó los ojos mientras bebía, observando la puerta. No tardaron en volver a entrar un par de los hombres que habían salido.
—¡Ya hay que tener ganas para ir a echar una mano con esos monstruos! Me arranco los ojos antes de tener que acercarme a ese campamento de mala muerte.
—Pero pagan bien.
—¡Me la suda lo que paguen! No merece la pena. ¿No has visto a la fiera esa? Por poco deja a Solan sin una oreja.
Para cuando había terminado de pronunciar esa frase, la bruja ya había salido de la taberna y buscaba la dirección en la que se habían llevado a la niña.
No tardó mucho en llegar al supuesto campamento. Observó el panorama con cautela desde las sombras. Parecía haber mucha gente involucrada con esos chavales; sí que debían pagar bien. Entre tanto tumulto le costó, pero finalmente localizó a la cría: la estaban dejando con unos guardas que pululaban por allí y andaban a voces explicando lo que había ocurrido. La niña miraba al suelo, pero no avergonzada, más bien frustrada porque la hubiesen cazado. Los guardas la cogieron del brazo, a pesar de su reticencia, y tiraron de ella hasta una especie de cabaña que tenían por allí.
Eywas avanzó, adentrándose en el campamento, hasta que uno de los voluntarios se interpuso en su camino, sonriéndole de oreja a oreja.
—Debes ser otra de las voluntarias. ¡Genial, porque ya nos faltan manos! Hay que recoger muchos materiales para la creación del nuevo sistema de seguridad. Te indicaré por dónde…
La bruja imitó la sonrisa de forma bastante convincente.
—¡Por supuesto! Pero no te preocupes, sigue con tus quehaceres, no es mi primera vez. Además, al llegar he visto a unos cuántos cargando justo con un montón de madera, creo que sabré orientarme.
—Oh… —el hombre se quedó un poco parado, pero le sonrió de vuelta al ver la seguridad y tranquilidad con la que lo había dicho [2]—. ¡Estupendo! Pues ánimo, es un trabajo duro.
Eywas asintió sonriendo y se encaminó hacia las personas que iban por ahí paseando troncos. En el momento en que estaba segura de que el voluntario no la veía, puso una mueca de asco e incredulidad. ¿Por qué ese entusiasmo por trabajar para otros? Desde luego, nunca comprendería a esta gente.
Consiguió alcanzar la parte trasera de la cabaña donde habían metido a la cría y esperó un tiempo prudencial. Observó el lugar, buscando una entrada que no fuese la principal. No hubo suerte, así que entró como si de su casa se tratase. La clave era la naturalidad. Tuvo la enorme suerte de que dentro no había nadie, solo una especie de jaula donde habían metido a la niña. ¿Un castigo? Lo veía bastante inútil, pero no estaba allí para cuestionar los métodos de esa gente.
La niña se levantó del suelo al verla entrar, pero no dijo nada. Eywas tampoco. Así que solo se quedaron mirándose la una a la otra durante unos minutos.
Minutos eternos.
Y algunos más.
—Esto es un nuevo método de tortura o…
—¿Eso es lo que hacen cuando os meten ahí?
—Oh… Eres nueva… Joder, otra puta loca con ínfulas de samaritana, lo que me faltaba.
Eso le hizo gracia a la bruja que soltó una pequeña risa rápida antes de cruzarse de brazos.
—Para nada. Me importa más bien poco todo este circo que se han montado. Pero me interesan tus habilidades con los juegos de manos. En la taberna parecías muy suelta. ¿Es cierto que eras una soldado?
La cría se apartó un mechón castaño de la cara con un movimiento rápido de cabeza. Para cualquier persona podría haber pasado perfectamente por un varón, pero para Eywas no. Había visto esas pequeñas cosas que la delataban.
—No es de tu incumbencia. Si no has venido a ayudar, ¿qué cojones quieres?
La bruja movió la cabeza y alzó las cejas en un gesto rápido de sorpresa irónica. Era directa, no cabía duda.
—Ofrecerte una salida.
Dicho esto, dejó caer sus manos para poner las palmas mirando al suelo y cerró los ojos, concentrándose. Sintió varios tirones, como hilos saliendo de su cuerpo. Había algo pequeño cerca, varios. Insectos. Insectos muy escondidos, no querían ser descubiertos. Eywas se concentró en dejar salir aquel poder que la invadía hasta que logró que uno de los insectos flor se acercase a ella. Se agachó y le habló en voz muy baja y relajada. Simplemente le pidió, amablemente, si podía ayudarla con aquella jaula ya que sus patas eran bastante pequeñas. [3]
Acto seguido, el insecto voló hasta la cerradura de la jaula y la abrió, dejando libre a la niña que miraba de manera atónita lo que acababa de pasar. Un bicho había abierto el candado. La cría miró a la bruja y frunció el entrecejo.
—¿Quién coño eres?
—Lo único que te interesa saber es que te he sacado de ahí y que puedo intentar sacarte de este tugurio de mala muerte. ¿Prefieres pudrirte aquí con esta gente o respirar aire puro alejada de toda esa mierda de luchas absurdas? Tú decides.
Sin más, Eywas giró sobre sus pies y salió de la cabaña. No sabía bien por qué se había empeñado de repente en que esa criaja la acompañase, pero lo cierto es que era buena y sabía combatir. Eso le iba a venir extremadamente bien a la larga. Y si conseguía sacarla de aquella especie de infierno de muerte disfrazado de sonrisas vacías y que daban repelús, hasta mejor.
Y, después de todo, a pesar de haber sido soldado, no dejaba de tratar con una niña. Por eso no se sorprendió en absoluto de que la siguiese de cerca, callada y encogida, mientras ella observaba el lugar buscando una posible vía de escape. No pensaba quedarse a ayudar ni de coña, bastante mal rollo le había dado ya el voluntario feliz como para tener que aguantar a más como él.
——————
Una vez en la barra, metió la mano en la piel que usaba como escarcela y sacó esas mismas monedas, dejándolas sonoramente sobre la barra y pidiendo algo fuerte. No había dado ni el primer sorbo cuando el caos se desató: habían pillado a una niña robando armas de pequeño tamaño y se disponían a atraparla. Eywas la había visto en su primer vistazo, era buena, pero robar armas no era tan fácil como robar dinero. Observó, vaso en mano, cómo dos hombres intentaban prenderla y la niña, con tremenda habilidad, se deshacía tanto del agarre de sus oponentes como de sus golpes. Aunque, claro, no pudo con la superioridad numérica de aquel grupo de despechados.
—Debe ser del campamento ese —escuchó comentar al camarero.
—¿El de los niños soldado? Dicen que les echaron una maldición y que todos los críos que hay ahí en realidad no lo son —comentó la mujer que tenía a su lado en voz baja.
—Pues yo diría que, por la gracia que se da pegando guantazos, los que dicen eso tienen razón —concluyó el camarero con una media sonrisa mientras observaba cómo la sacaban de allí a rastras.
Eywas entornó los ojos mientras bebía, observando la puerta. No tardaron en volver a entrar un par de los hombres que habían salido.
—¡Ya hay que tener ganas para ir a echar una mano con esos monstruos! Me arranco los ojos antes de tener que acercarme a ese campamento de mala muerte.
—Pero pagan bien.
—¡Me la suda lo que paguen! No merece la pena. ¿No has visto a la fiera esa? Por poco deja a Solan sin una oreja.
Para cuando había terminado de pronunciar esa frase, la bruja ya había salido de la taberna y buscaba la dirección en la que se habían llevado a la niña.
No tardó mucho en llegar al supuesto campamento. Observó el panorama con cautela desde las sombras. Parecía haber mucha gente involucrada con esos chavales; sí que debían pagar bien. Entre tanto tumulto le costó, pero finalmente localizó a la cría: la estaban dejando con unos guardas que pululaban por allí y andaban a voces explicando lo que había ocurrido. La niña miraba al suelo, pero no avergonzada, más bien frustrada porque la hubiesen cazado. Los guardas la cogieron del brazo, a pesar de su reticencia, y tiraron de ella hasta una especie de cabaña que tenían por allí.
Eywas avanzó, adentrándose en el campamento, hasta que uno de los voluntarios se interpuso en su camino, sonriéndole de oreja a oreja.
—Debes ser otra de las voluntarias. ¡Genial, porque ya nos faltan manos! Hay que recoger muchos materiales para la creación del nuevo sistema de seguridad. Te indicaré por dónde…
La bruja imitó la sonrisa de forma bastante convincente.
—¡Por supuesto! Pero no te preocupes, sigue con tus quehaceres, no es mi primera vez. Además, al llegar he visto a unos cuántos cargando justo con un montón de madera, creo que sabré orientarme.
—Oh… —el hombre se quedó un poco parado, pero le sonrió de vuelta al ver la seguridad y tranquilidad con la que lo había dicho [2]—. ¡Estupendo! Pues ánimo, es un trabajo duro.
Eywas asintió sonriendo y se encaminó hacia las personas que iban por ahí paseando troncos. En el momento en que estaba segura de que el voluntario no la veía, puso una mueca de asco e incredulidad. ¿Por qué ese entusiasmo por trabajar para otros? Desde luego, nunca comprendería a esta gente.
Consiguió alcanzar la parte trasera de la cabaña donde habían metido a la cría y esperó un tiempo prudencial. Observó el lugar, buscando una entrada que no fuese la principal. No hubo suerte, así que entró como si de su casa se tratase. La clave era la naturalidad. Tuvo la enorme suerte de que dentro no había nadie, solo una especie de jaula donde habían metido a la niña. ¿Un castigo? Lo veía bastante inútil, pero no estaba allí para cuestionar los métodos de esa gente.
La niña se levantó del suelo al verla entrar, pero no dijo nada. Eywas tampoco. Así que solo se quedaron mirándose la una a la otra durante unos minutos.
Minutos eternos.
Y algunos más.
—Esto es un nuevo método de tortura o…
—¿Eso es lo que hacen cuando os meten ahí?
—Oh… Eres nueva… Joder, otra puta loca con ínfulas de samaritana, lo que me faltaba.
Eso le hizo gracia a la bruja que soltó una pequeña risa rápida antes de cruzarse de brazos.
—Para nada. Me importa más bien poco todo este circo que se han montado. Pero me interesan tus habilidades con los juegos de manos. En la taberna parecías muy suelta. ¿Es cierto que eras una soldado?
La cría se apartó un mechón castaño de la cara con un movimiento rápido de cabeza. Para cualquier persona podría haber pasado perfectamente por un varón, pero para Eywas no. Había visto esas pequeñas cosas que la delataban.
—No es de tu incumbencia. Si no has venido a ayudar, ¿qué cojones quieres?
La bruja movió la cabeza y alzó las cejas en un gesto rápido de sorpresa irónica. Era directa, no cabía duda.
—Ofrecerte una salida.
Dicho esto, dejó caer sus manos para poner las palmas mirando al suelo y cerró los ojos, concentrándose. Sintió varios tirones, como hilos saliendo de su cuerpo. Había algo pequeño cerca, varios. Insectos. Insectos muy escondidos, no querían ser descubiertos. Eywas se concentró en dejar salir aquel poder que la invadía hasta que logró que uno de los insectos flor se acercase a ella. Se agachó y le habló en voz muy baja y relajada. Simplemente le pidió, amablemente, si podía ayudarla con aquella jaula ya que sus patas eran bastante pequeñas. [3]
Acto seguido, el insecto voló hasta la cerradura de la jaula y la abrió, dejando libre a la niña que miraba de manera atónita lo que acababa de pasar. Un bicho había abierto el candado. La cría miró a la bruja y frunció el entrecejo.
—¿Quién coño eres?
—Lo único que te interesa saber es que te he sacado de ahí y que puedo intentar sacarte de este tugurio de mala muerte. ¿Prefieres pudrirte aquí con esta gente o respirar aire puro alejada de toda esa mierda de luchas absurdas? Tú decides.
Sin más, Eywas giró sobre sus pies y salió de la cabaña. No sabía bien por qué se había empeñado de repente en que esa criaja la acompañase, pero lo cierto es que era buena y sabía combatir. Eso le iba a venir extremadamente bien a la larga. Y si conseguía sacarla de aquella especie de infierno de muerte disfrazado de sonrisas vacías y que daban repelús, hasta mejor.
Y, después de todo, a pesar de haber sido soldado, no dejaba de tratar con una niña. Por eso no se sorprendió en absoluto de que la siguiese de cerca, callada y encogida, mientras ella observaba el lugar buscando una posible vía de escape. No pensaba quedarse a ayudar ni de coña, bastante mal rollo le había dado ya el voluntario feliz como para tener que aguantar a más como él.
——————
- Objetivo:
—[Oportunismo, Recurso] ¿Alguien quiere un pequeño esclavo aprendiz? Con un poco de convencimiento, seguro que los organizadores del campamento están dispuestos a deshacerse de una o dos bocas que alimentar. O a lo mejor, hasta te puedes saltar a los intermediarios (igual que en el caso anterior, si tienes éxito, saldrás del evento con un nuevo PNJ).
- Habilidades utilizadas:
Uso de habilidad:
[1] Habilidad de nivel 0: Deducción.
Uso de talentos:
[2] Engaño.
[3] Antrozoología.
- La niña en cuestión:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Eywas
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Se escabulleron del pueblo sin avisar, ni cancelar la estadía en la posada del mismo hombre contra cuyas intenciones atentaban.
La dragona casi nunca le negaba nada a su compañero, y esta vez había necesitado menos convencimiento del habitual. Matar a las crías de alguien por un poco de comida se le antojaba sospechosamente excesivo. Ni siquiera la fealdad del rostro del tabernero, que dejaba traslucir su maldad, era suficiente para justificar tal acción desmedida.
El caos les dio la bienvenida sobre la meseta. La inmensa dragona blanca se detuvo a cierta distancia, contemplando las menudas siluetas corretear alocadamente de un lado a otro. Los adultos se movían erráticamente, como pollos sin cabeza, muchos, sin saber como hacerse cargo de la situación.
—Algo me dice que es ahí.
Arygos le siguió, plegando las alas y las púas, para hacerse lo más inofensiva posible. Gracias a la silla de montar sobre su espalda, la gente que se cruzaban cuando estaba en su forma draconiana solía asumir que estaba amaestrada y no era un peligro.
—Hablaremos con quién esté a cargo y veremos cómo detener a los que estén de traviesos en los pueblos cercanos.
Arygos asintió, Dejando que Bio se encargase de la diplomacia.
Para gran sorpresa de la dragona, parecían haberse encontrado con un grupo bien competente y de habilidades diversas, que se organizaron rápidamente. Ella no tenía mucha idea de como lidiar con esa clase de niños, ni ese tipo de terreno, pero si podía ofrecer mano de obra, y la gran fuerza de su figura.
Serpenteo hasta quedar al lado de Corlys cuando este menciono el foso, y le dio un suave golpe en el hombro, para seguidamente hacer la mímica de escarbar con la pata en el suelo.
Alargo el cuello, observando bien el mapa, para ver en que puntos había que cavar, y salió trotando en esa dirección, dispuesta a ser de utilidad.
Comenzó por las partes más alejadas de los senderos, pues estos eran fáciles de vigilar por sí mismos, y aprovechó sus garras para cavar. Como hacía poco había sido la temporada de lluvias, la tierra blanda se hendía con sencillez. La pila de material sobrante la arrojaba contra el margen exterior, de modo que si un niño caía al foso, le fuese más sencillo volver al campamento que trepar el muro más alto hacia la libertad.
Metódicamente, hacía el surco, apilaba la tierra, y luego usaba gran peso rodando sobre la tierra para apisonarla, cuál chinchilla aseándose en arena.
Lo que no había predicho la dragona era la desventajosa posición en la que la ponía su trabajo. Desde el borde del foso, uno podía saltar arriba de la silla de montar sin demasiados contratiempos. Los niños no tardaron en darse cuenta.
El primero de ellos en intentarlo se resbaló, y reboto sobre el costado escamoso de la criatura antes de quedar de culo en el suelo. Arygos lo agarro de la camisa con el hocico y lo volvió a subir al borde.
Al ver que el dragón no había tomado represarías, un segundo niño salto, con mucha más suerte, y se le enganchó a los estribos.
— ¡Ja, mirad! Soy un jinete de dragón!.— Gritó alardeando delante de sus compañeros.
Arygos se sacudió de un lado a otro, intentando sacarse al mocoso de encima sin lastimarlo. Pero la silla que había hecho Bio era muy buena, a fin de cuentas, estaba preparada para que no se cayese a la mierda mientras volaba.
—Woooaaaa.— Gritaba el pequeño, divertido por las cabriolas de su montura, que no se estaba quieta, en sus vanos intentos de deshacerse de él.
Con creciente frustración, Arygos dejó el foso a medias y saltó de este hacia la tierra, corriendo hacia donde estaba Bio y sus nuevos compañeros en busca de ayuda, seguida por un pequeño coro de niños chillando y riendo divertidos.
La dragona casi nunca le negaba nada a su compañero, y esta vez había necesitado menos convencimiento del habitual. Matar a las crías de alguien por un poco de comida se le antojaba sospechosamente excesivo. Ni siquiera la fealdad del rostro del tabernero, que dejaba traslucir su maldad, era suficiente para justificar tal acción desmedida.
El caos les dio la bienvenida sobre la meseta. La inmensa dragona blanca se detuvo a cierta distancia, contemplando las menudas siluetas corretear alocadamente de un lado a otro. Los adultos se movían erráticamente, como pollos sin cabeza, muchos, sin saber como hacerse cargo de la situación.
—Algo me dice que es ahí.
Arygos le siguió, plegando las alas y las púas, para hacerse lo más inofensiva posible. Gracias a la silla de montar sobre su espalda, la gente que se cruzaban cuando estaba en su forma draconiana solía asumir que estaba amaestrada y no era un peligro.
—Hablaremos con quién esté a cargo y veremos cómo detener a los que estén de traviesos en los pueblos cercanos.
Arygos asintió, Dejando que Bio se encargase de la diplomacia.
Para gran sorpresa de la dragona, parecían haberse encontrado con un grupo bien competente y de habilidades diversas, que se organizaron rápidamente. Ella no tenía mucha idea de como lidiar con esa clase de niños, ni ese tipo de terreno, pero si podía ofrecer mano de obra, y la gran fuerza de su figura.
Serpenteo hasta quedar al lado de Corlys cuando este menciono el foso, y le dio un suave golpe en el hombro, para seguidamente hacer la mímica de escarbar con la pata en el suelo.
Alargo el cuello, observando bien el mapa, para ver en que puntos había que cavar, y salió trotando en esa dirección, dispuesta a ser de utilidad.
Comenzó por las partes más alejadas de los senderos, pues estos eran fáciles de vigilar por sí mismos, y aprovechó sus garras para cavar. Como hacía poco había sido la temporada de lluvias, la tierra blanda se hendía con sencillez. La pila de material sobrante la arrojaba contra el margen exterior, de modo que si un niño caía al foso, le fuese más sencillo volver al campamento que trepar el muro más alto hacia la libertad.
Metódicamente, hacía el surco, apilaba la tierra, y luego usaba gran peso rodando sobre la tierra para apisonarla, cuál chinchilla aseándose en arena.
Lo que no había predicho la dragona era la desventajosa posición en la que la ponía su trabajo. Desde el borde del foso, uno podía saltar arriba de la silla de montar sin demasiados contratiempos. Los niños no tardaron en darse cuenta.
El primero de ellos en intentarlo se resbaló, y reboto sobre el costado escamoso de la criatura antes de quedar de culo en el suelo. Arygos lo agarro de la camisa con el hocico y lo volvió a subir al borde.
Al ver que el dragón no había tomado represarías, un segundo niño salto, con mucha más suerte, y se le enganchó a los estribos.
— ¡Ja, mirad! Soy un jinete de dragón!.— Gritó alardeando delante de sus compañeros.
Arygos se sacudió de un lado a otro, intentando sacarse al mocoso de encima sin lastimarlo. Pero la silla que había hecho Bio era muy buena, a fin de cuentas, estaba preparada para que no se cayese a la mierda mientras volaba.
—Woooaaaa.— Gritaba el pequeño, divertido por las cabriolas de su montura, que no se estaba quieta, en sus vanos intentos de deshacerse de él.
Con creciente frustración, Arygos dejó el foso a medias y saltó de este hacia la tierra, corriendo hacia donde estaba Bio y sus nuevos compañeros en busca de ayuda, seguida por un pequeño coro de niños chillando y riendo divertidos.
- Off-rol:
Objetivos Profesionales:
[Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
Me sumo a Bio, Corlys, Gaegel y Meraxes
Arygos Valnor
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
–¿Si son buena gente? –repetí la pregunta, necesitando de varios segundos, en serio, varios, para pensarlo, reconsiderarlo y reflexionar seriamente, pues aquella cuestión buscaba más de lo que parecía.
Miré al numeroso grupo de sirvientas de Azaril, cada una de ellas en alguna tarea que ayudaba, de un modo u otro, o quizás de ningún modo, a los niños viejos que, por extraño que parezca, estaban de moda. Volví la vista a la sirvienta a mi lado, la morena Ingrid, cuya mirada fijada en mí sostenía una sutil amenaza de nefastas consecuencias si me atrevía a ir en contra de nuestro acuerdo unilateral. Tragué saliva.
–Ah, sí, por supuesto –respondí al fin, la certeza y la naturalidad evadiendo mi voz.
–¿Seguro? –preguntó aquel hombre de reluciente calva, mirándome inquisitivo y sosteniendo una pluma y un cuaderno en el que anotaba todo detalle relevante sobre las mujeres que, aun padeciendo de incontables defectos, decidieron intentar adoptar a cuantos pudieran de esos pobres y extraños niños, quienes, quizás, estaban más seguros donde estaban, sin maldiciones de rabia ni problemas con soldados de Dundarak.
O eso pensé hasta ver que otros estaban convirtiendo al sitio en lo que parecía ser una prisión...
–Sí, son buena gente –afirmé con mayor convicción.
–¡Por supuesto que lo está! –sentenció Ingrid, esbozando una gran sonrisa y dándome una poderosa palmada en la espalda, casi haciéndome vomitar el alma–. Ha vivido un par de aventuras con nosotros, nos conoce bien y puede asegurar que somos de confianza.
–Sí –exhalé antes de recuperar el aliento–. Siempre salvan a la mayoría en sus misiones.
–Claro, pero no seas modesto; puedes decir «a todos».
–¿Salvarlos de qué? –inquirió Calvin.
–¡Beyza, ven acá! –llamó Ingrid, ignorando la pregunta.
–Por favor, respon...
–Beyza, amiga, ¿cómo te ha ido? –siguió ella fingiendo no escuchar.
–¿Amiga? –dijo Beyza. De no poseer la expresividad de una piedra y el carisma de una papa, su rostro y voz habrían reflejado la profunda confusión que suscitó en su interior el hecho de ser llamada «amiga».
–Pero qué bromista eres, como siempre. –Ingrid rio, nerviosa y lamentándose haber llamado, de entre todas las personas, a la vampiresa sin corazón, la máquina asesina, la mujer insensible, la parca peliblanca de ojos dorados.
–¿Eso que tiene en las manos... –empezó Calvito, vacilante, mirando los guantes teñidos de rojo de la vampiresa– es sangre?
–Así e...
Un estruendoso y falso ataque de tos emergió en Ingrid, interrumpiendo a Beyza. Esta miró a la morena, y tras sus ojos inexpresivos se desarrollaron numerosos análisis de la situación que culminaron en una aguda comprensión.
–No, no es sangre... –empezó Beyza, despertando un alivio incipiente y potencialmente hermoso en Ingrid– de niños, sino de adultos –finalizó, destruyendo, aniquilando, masacrando y pulverizando cualquier alivio. Luego la vampiresa intentó, no sin un colosal esfuerzo en cada músculo de su cara, sonreír. El resultado fue indescriptiblemente perturbador.
–¿Podría decirme, con honestidad, si se siente preparada para ser madre? –preguntó Frente Infinita a Maia, la bio-cibernética de cabello celeste y de extrañas ropas negras ceñidas a su esbelta figura.
Ella esbozó una melancólica sonrisa.
–¡Por supuesto que sí! –exclamó Ingrid, haciéndome dar un respingo, pues yo seguía de metiche siguiendo la situación–. De hecho, ella ya tuvo un... No, dos hijos adoptivos.
–Oh, ¿en serio? –preguntó con creciente curiosidad el Sin Pelos–. ¿Qué puede decirme de ellos? ¿Cómo los adoptó?
–Karl –rememoró Maia, su voz envuelta en dulce nostalgia–, mi primer hijo. Ayudé a mantenerlo encerrado en una...
–Era amiga de su verdadera madre –intervino Ingrid–, y se hizo cargo del niño cuando la madre murió en la guerra. Muy triste, la verdad. –Se secó una lágrima inexistente–. ¡Ah, cuenta de Azaril!
–Ay, Azaril, qué linda se veía cuando niña –exclamó Maia–. Aquel día, antes de llevármela, ella me confundió con otra persona y...
Un estridente estallido nació en la carpa más cercana, bañando todo de escarlata durante un fugaz instante e impregnando el aire con maldiciones y horrores.
Después de aquel pequeño instante que duró una eternidad angustiante para quienes estuvimos cerca, torturados por la certeza de que era inevitable conocer la peor y más terrible de las muertes, Cal Von se atrevió a abrir de nuevo los ojos y levantarse del suelo, donde él y yo habíamos caído del susto. Vio una carpa cercana, o, mejor dicho, los restos de esta, ennegrecidos y siendo cuna de distintos hilos de humo extraño. Maia, aún de pie, miró en la misma dirección, sorprendida al inicio, pero pronto regresó el alivio en ella y se volvió hacia el sujeto Pel Ado.
–Como decía –prosiguió con naturalidad–, terminé adoptando a Azaril porque se me había perdido el otro hijo.
–Eres malísima contando tu historia –dijo Ingrid, con un irritante pitido en sus oídos que le impedía notar que había alzado demás la voz–. Oh, dejemos que Yako lo cuente. Ella tiene un talento para eso porque sabe mucho. ¡Ella es una gran erudita, y los niños siempre aprenderían con ella!
–¡Ay, mi tienda! –se escuchó lloriquear a alguien. Era la susodicha, que había salido al fin de una carpa en los alrededores y ahora contemplaba horrorizada el desastre. Se apresuró en ir al sitio donde se produjo la catastrófica explosión–. ¡Por los dioses!, siempre olvido tapar mis pócimas explosivas. ¡Ah! –De pronto sus ojos se abrieron ampliamente y miró en derredor–: ¡Todos, huyan ahora! –gritó con urgencia–. ¡Se fugó la maldición que encerramos!
–¡¿La maldición berserker?! –inquirió Maia, al fin reconociendo la seriedad del asunto–. ¡¿La tenías en ese lugar?!
–Esa maldición no, ¡la otra!
Mientras varias sirvientas y yo realizábamos un hechizo arcano de contención y Yako terminaba una pócima para purificar el aire, tarea que no ameritó la alarma de nadie, una pesimista Ingrid guio al Cabeza de Aceituna a cualquier otro lugar del campamento. Llegaron a un sitio alejado donde la menuda licántropa Laila, de brazos cruzados y el mentón alzado, estaba delante de una formación de cuatro pequeñas filas de niños en posición firme.
–Hoy no les enseñaré a luchar; la violencia sin motivo solo genera más violencia –explicaba Laila, proyectando su voz clara y segura–. Lo que hoy les daré es algo mucho más importante: les daré un motivo para luchar, les daré un significado a sus vidas, les mostraré el camino en el que podrán escribir sus nombres con tinta de oro en la historia de Aerandir.
El hombre Sin Piojos, a pesar de lo que había visto antes, no pudo evitar que la curiosidad le hiciera mirar atentamente, con su corazón instándole a creer que aquella escena que se desarrollaba ante sus ojos sería el inicio de algo mucho más grande que él, que Ingrid, que los incidentes previos... Sí, no tenía ninguna duda. Florecería algo digno de perdurar eternamente en las memorias de todos.
Le borraron la memoria, específicamente de los últimos minutos. El hombre Mesa Limpia intentó oponerse, pero no se esforzó demasiado en eso. Incluso él mismo sabía que lo mejor era olvidar cómo se desarrolló la escena de Laila y se convirtió en algo que es mejor no detallar, pero que culminó con la sanguinaria derrota de la esperanza misma.
Una vez que Campo Abierto despertó tras el sometimiento a la amnesia, continuó con su labor sin saber de los traumas que nunca lo atormentarían, los traumas surgidos del Lailaso.
Miré al numeroso grupo de sirvientas de Azaril, cada una de ellas en alguna tarea que ayudaba, de un modo u otro, o quizás de ningún modo, a los niños viejos que, por extraño que parezca, estaban de moda. Volví la vista a la sirvienta a mi lado, la morena Ingrid, cuya mirada fijada en mí sostenía una sutil amenaza de nefastas consecuencias si me atrevía a ir en contra de nuestro acuerdo unilateral. Tragué saliva.
–Ah, sí, por supuesto –respondí al fin, la certeza y la naturalidad evadiendo mi voz.
–¿Seguro? –preguntó aquel hombre de reluciente calva, mirándome inquisitivo y sosteniendo una pluma y un cuaderno en el que anotaba todo detalle relevante sobre las mujeres que, aun padeciendo de incontables defectos, decidieron intentar adoptar a cuantos pudieran de esos pobres y extraños niños, quienes, quizás, estaban más seguros donde estaban, sin maldiciones de rabia ni problemas con soldados de Dundarak.
O eso pensé hasta ver que otros estaban convirtiendo al sitio en lo que parecía ser una prisión...
–Sí, son buena gente –afirmé con mayor convicción.
–¡Por supuesto que lo está! –sentenció Ingrid, esbozando una gran sonrisa y dándome una poderosa palmada en la espalda, casi haciéndome vomitar el alma–. Ha vivido un par de aventuras con nosotros, nos conoce bien y puede asegurar que somos de confianza.
–Sí –exhalé antes de recuperar el aliento–. Siempre salvan a la mayoría en sus misiones.
–Claro, pero no seas modesto; puedes decir «a todos».
–¿Salvarlos de qué? –inquirió Calvin.
–¡Beyza, ven acá! –llamó Ingrid, ignorando la pregunta.
–Por favor, respon...
–Beyza, amiga, ¿cómo te ha ido? –siguió ella fingiendo no escuchar.
–¿Amiga? –dijo Beyza. De no poseer la expresividad de una piedra y el carisma de una papa, su rostro y voz habrían reflejado la profunda confusión que suscitó en su interior el hecho de ser llamada «amiga».
–Pero qué bromista eres, como siempre. –Ingrid rio, nerviosa y lamentándose haber llamado, de entre todas las personas, a la vampiresa sin corazón, la máquina asesina, la mujer insensible, la parca peliblanca de ojos dorados.
–¿Eso que tiene en las manos... –empezó Calvito, vacilante, mirando los guantes teñidos de rojo de la vampiresa– es sangre?
–Así e...
Un estruendoso y falso ataque de tos emergió en Ingrid, interrumpiendo a Beyza. Esta miró a la morena, y tras sus ojos inexpresivos se desarrollaron numerosos análisis de la situación que culminaron en una aguda comprensión.
–No, no es sangre... –empezó Beyza, despertando un alivio incipiente y potencialmente hermoso en Ingrid– de niños, sino de adultos –finalizó, destruyendo, aniquilando, masacrando y pulverizando cualquier alivio. Luego la vampiresa intentó, no sin un colosal esfuerzo en cada músculo de su cara, sonreír. El resultado fue indescriptiblemente perturbador.
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–¿Podría decirme, con honestidad, si se siente preparada para ser madre? –preguntó Frente Infinita a Maia, la bio-cibernética de cabello celeste y de extrañas ropas negras ceñidas a su esbelta figura.
Ella esbozó una melancólica sonrisa.
–¡Por supuesto que sí! –exclamó Ingrid, haciéndome dar un respingo, pues yo seguía de metiche siguiendo la situación–. De hecho, ella ya tuvo un... No, dos hijos adoptivos.
–Oh, ¿en serio? –preguntó con creciente curiosidad el Sin Pelos–. ¿Qué puede decirme de ellos? ¿Cómo los adoptó?
–Karl –rememoró Maia, su voz envuelta en dulce nostalgia–, mi primer hijo. Ayudé a mantenerlo encerrado en una...
–Era amiga de su verdadera madre –intervino Ingrid–, y se hizo cargo del niño cuando la madre murió en la guerra. Muy triste, la verdad. –Se secó una lágrima inexistente–. ¡Ah, cuenta de Azaril!
–Ay, Azaril, qué linda se veía cuando niña –exclamó Maia–. Aquel día, antes de llevármela, ella me confundió con otra persona y...
Un estridente estallido nació en la carpa más cercana, bañando todo de escarlata durante un fugaz instante e impregnando el aire con maldiciones y horrores.
Después de aquel pequeño instante que duró una eternidad angustiante para quienes estuvimos cerca, torturados por la certeza de que era inevitable conocer la peor y más terrible de las muertes, Cal Von se atrevió a abrir de nuevo los ojos y levantarse del suelo, donde él y yo habíamos caído del susto. Vio una carpa cercana, o, mejor dicho, los restos de esta, ennegrecidos y siendo cuna de distintos hilos de humo extraño. Maia, aún de pie, miró en la misma dirección, sorprendida al inicio, pero pronto regresó el alivio en ella y se volvió hacia el sujeto Pel Ado.
–Como decía –prosiguió con naturalidad–, terminé adoptando a Azaril porque se me había perdido el otro hijo.
–Eres malísima contando tu historia –dijo Ingrid, con un irritante pitido en sus oídos que le impedía notar que había alzado demás la voz–. Oh, dejemos que Yako lo cuente. Ella tiene un talento para eso porque sabe mucho. ¡Ella es una gran erudita, y los niños siempre aprenderían con ella!
–¡Ay, mi tienda! –se escuchó lloriquear a alguien. Era la susodicha, que había salido al fin de una carpa en los alrededores y ahora contemplaba horrorizada el desastre. Se apresuró en ir al sitio donde se produjo la catastrófica explosión–. ¡Por los dioses!, siempre olvido tapar mis pócimas explosivas. ¡Ah! –De pronto sus ojos se abrieron ampliamente y miró en derredor–: ¡Todos, huyan ahora! –gritó con urgencia–. ¡Se fugó la maldición que encerramos!
–¡¿La maldición berserker?! –inquirió Maia, al fin reconociendo la seriedad del asunto–. ¡¿La tenías en ese lugar?!
–Esa maldición no, ¡la otra!
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Mientras varias sirvientas y yo realizábamos un hechizo arcano de contención y Yako terminaba una pócima para purificar el aire, tarea que no ameritó la alarma de nadie, una pesimista Ingrid guio al Cabeza de Aceituna a cualquier otro lugar del campamento. Llegaron a un sitio alejado donde la menuda licántropa Laila, de brazos cruzados y el mentón alzado, estaba delante de una formación de cuatro pequeñas filas de niños en posición firme.
–Hoy no les enseñaré a luchar; la violencia sin motivo solo genera más violencia –explicaba Laila, proyectando su voz clara y segura–. Lo que hoy les daré es algo mucho más importante: les daré un motivo para luchar, les daré un significado a sus vidas, les mostraré el camino en el que podrán escribir sus nombres con tinta de oro en la historia de Aerandir.
El hombre Sin Piojos, a pesar de lo que había visto antes, no pudo evitar que la curiosidad le hiciera mirar atentamente, con su corazón instándole a creer que aquella escena que se desarrollaba ante sus ojos sería el inicio de algo mucho más grande que él, que Ingrid, que los incidentes previos... Sí, no tenía ninguna duda. Florecería algo digno de perdurar eternamente en las memorias de todos.
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Le borraron la memoria, específicamente de los últimos minutos. El hombre Mesa Limpia intentó oponerse, pero no se esforzó demasiado en eso. Incluso él mismo sabía que lo mejor era olvidar cómo se desarrolló la escena de Laila y se convirtió en algo que es mejor no detallar, pero que culminó con la sanguinaria derrota de la esperanza misma.
Una vez que Campo Abierto despertó tras el sometimiento a la amnesia, continuó con su labor sin saber de los traumas que nunca lo atormentarían, los traumas surgidos del Lailaso.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] de las sirvientas mencionadas. Aunque llego un poco tarde, doy permiso para que usen a mis maids (excepto a Azaril y a Beyza) para cumplir objetivos humanitarios, o quizás para algún accidental diabolus ex machina, o para ser conejillos de indias para el experimento Sangre de la juventud Vampírica, o quizás solo para memes =)
Objetivo elegido (¿para cumplirlo? Quizás eso será un misterio):
Objetivo elegido (¿para cumplirlo? Quizás eso será un misterio):
- ::
- —[Humanitario] La gerencia del campamento acepta peticiones genuinas de adopción, pero las leyes de Verisar obligan a la investigación exhaustiva de cada una de ellas (puedes situar tu post en el campamento o en tu lugar de residencia habitual y, sí, si llegara a aceptarse tu solicitud, saldrías de este evento con un nuevo PNJ).
Rauko
Aerandiano de honor
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Verisar reclamaba ayuda de nuevo, y como la vez anterior, me encontraba en los caminos rumbo al campamento que requería ese apoyo. Los rumores habían volado y por cada carretera podían escucharse tantas versiones como granos de arena en la playa, sin embargo todos parecían coincidir en mayor o menos medida en determinados puntos de las deformadas historias.
Aquel campamento era habitado principalmente por niños. Se creía que estos infantes habían sido hasta hace no mucho hombres adultos, guerreros veteranos que habían bebido las aguas de la fuente de la juventud y habían retornado a aquellas tiernas edades. Todo ello coincidía con asaltos a las aldeas cercanas al campamento. Algunos pretendían dar fin a los niños bajo el pretexto de la maldición que decían sufrir y sin embargo otros ayudaba con lo que tenían a que pudieran sobrevivir. Incluso el rey los mantenía bajo su protección. Tal punto fue el más interesante para mi.
La llegada al campamento fue sencilla y sin contratiempos. el tiempo acompañaba para el viaje y los caminos seguros para un grupo de elfos armados. Desde lo alto del campamento se podían controlar las dos carreteras que lo rodeaban y que brindaban alguno de los accesos al emplazamiento en si. No éramos los primeros en llegar pues desde la lejanía podía avistarse el alzamiento de nuevas empalizadas y otras construcciones defensivas. Los forrajeadores habían advertido la presencia de trampas y otros rastros de caza y recolección por los alrededores de enclave, además del trajín de adultos y las columnas de humo que acusaban hogueras.
Ascendí junto a mis hombres con la disciplina que nos caracterizaba. por el camino saludé con un leve movimiento de cabeza a los pocos que reconocía de eventos anteriores. Meraxes trabajando en sus cueros, gaegel cacharreando con solo los dioses saben qué, Zelas tratando de inculcar cierta disciplina a un grupo de niños armados de una forma que consideré extraña, pero que de algún modo parecía captar la atención de los pequeños. Y a otros como Ryra o Meleis cuya primera y unica interacción fué durante la fiesta del orgullo bestial.
Aquel campamento era un desastre donde la falta de organización sería probablemente el menor de los problemas. no parecía que hubiese una cabeza pensante en aquel campamento y que todas sus secciones de trabajo funcionabande forma independiente y sin ninguna clase de simbiosis que mantuviera un minimo de orden o equilibrio, aunque tras unos momentos de observación si podían comenzar a apreciarse los primeros pasos de una organización general.
- LLevadme con quien esté al mando aquí. - Casi ordené al primer adulto que pasó lo suficientemente cerca como para agarrarle del hombro y obligarle a detenerse. Entonces señaló a un grupo de humanos de entre los cuales pude reconocer a Sango. Agradecí la ayuda que dió aquel pobre diablo y me acerqué a hablar con él.
Los niños ponían su atención ahora en mi compañía como si jamás hubieran visto antes a los elfos y los consideraran criaturas de leyenda aunque los mas mayores si parecían estar mas acostumbrados a ellos o incluso tenerles cierto recelo, sin embargo ninguno parecia ser lo suficientemente valiente o estúpido como para revolotear alrededor de ellos sin una cierta distancia de seguridad.
- Sango, viejo amigo. veo que nos encontramos de nuevo. - Salude a aquel buen hombre que sin duda gozaba de mi estima y cariño. - Dicen que estas a cargo del campamento y por lo que veo requiere mucho trabajo. Se por experiencia que unas manos extra no vienen mal para tanta responsabilidad, me puedo ocupar de la intendencia junto con mis hombres de forma que puedas encargarte tu de resolver otros conflictos que surjan, seguro que de esta forma los dos seremos mas eficientes. -
Tras intercambiar algunas palabras mas me dispuse a dividir a mis hombres en las diferentes tareas que un campamento como aquel requería comenzando por el recuento y reorganización de los materiales de construcción y alimentos como las cocinas y la suerte de hospital de campaña. Al cabo de unas horas se había liberado espacio en los almacenes gracias a una ordenación de los recursos almacenados en ellos. La cocina ahora contaba con dos colas que separaban a los adultos de los niños, dándoles a cada fila un menú mas acorde, sabroso y equilibrado que les proveyera de las energías suficientes para desempeñar sus tareas diarias y otros tantos parecían contentos de tener las habilidades curativas de los elfos a su disposición si algo ocurría, sin tanta necesidad de recurrir a ungüentos y bebidas amargas como la hiel para recuperarse.
Sin embargo algo en aquellos niños me generaba desconfianza. Parecían disponer de la inocencia y la mentalidad de la edad que aparentaban pero al mismo tiempo conservaban reflejos y comportamientos propios de tropas bien entrenadas y a todo ello se añadía que blandían las armas con la destreza de quien era ducho en la materia haciendo que me asaltaran dudas sobre por qué estaban esos niños allí en lugar de algún hospicio o con sus familias o por qué gozaban de la protección del rey entre otras.
Una noche me encontraba tras la cena conversando con mis subalternos. Había elegido conversar utilizando el élfico asegurándome así que solo otros elfos pudieran entenderme y aún así me cuidaba de aquellos ajenos a mi compañía pudieran escuchar mas de lo que me interesaba.
- Estos niños - Comencé. - Empiezo a creer que realmente eran aquellos soldados veteranos de los que hablan los rumores. Si son ellos esta zona tiene un serio problema con el pillaje que estan generando por las noches y solo los dioses saben cuánto tiempo estarán bajo control en este sitio. -
- Si, yo también lo he pensado. ¿Qué ocurrirá cuando alcancen la pubertad? tienen acceso a armas y si ya generan problemas a tan corta edad es cuestión de tiempo que ocurra una tragedia. - Comentaba Edrias
- Ademas son hombres con el doble de su vida normal y la experiencia que ello les brinda y la debilidad de una mente infantil facilmente manipulable, si están bajo la protección del rey no es por benevolencia sino por interés. Ya han matado antes. La única diferencia entre un guerrero y un asesino es el modus operandi. - Apuntaba Izbaldris.
- Tal vez haya una solución, id a descansar. Hablaremos por la mañana. - Los despaché y quedé solo a la mesa, sopesando como actuar.
Aquel campamento era habitado principalmente por niños. Se creía que estos infantes habían sido hasta hace no mucho hombres adultos, guerreros veteranos que habían bebido las aguas de la fuente de la juventud y habían retornado a aquellas tiernas edades. Todo ello coincidía con asaltos a las aldeas cercanas al campamento. Algunos pretendían dar fin a los niños bajo el pretexto de la maldición que decían sufrir y sin embargo otros ayudaba con lo que tenían a que pudieran sobrevivir. Incluso el rey los mantenía bajo su protección. Tal punto fue el más interesante para mi.
La llegada al campamento fue sencilla y sin contratiempos. el tiempo acompañaba para el viaje y los caminos seguros para un grupo de elfos armados. Desde lo alto del campamento se podían controlar las dos carreteras que lo rodeaban y que brindaban alguno de los accesos al emplazamiento en si. No éramos los primeros en llegar pues desde la lejanía podía avistarse el alzamiento de nuevas empalizadas y otras construcciones defensivas. Los forrajeadores habían advertido la presencia de trampas y otros rastros de caza y recolección por los alrededores de enclave, además del trajín de adultos y las columnas de humo que acusaban hogueras.
Ascendí junto a mis hombres con la disciplina que nos caracterizaba. por el camino saludé con un leve movimiento de cabeza a los pocos que reconocía de eventos anteriores. Meraxes trabajando en sus cueros, gaegel cacharreando con solo los dioses saben qué, Zelas tratando de inculcar cierta disciplina a un grupo de niños armados de una forma que consideré extraña, pero que de algún modo parecía captar la atención de los pequeños. Y a otros como Ryra o Meleis cuya primera y unica interacción fué durante la fiesta del orgullo bestial.
Aquel campamento era un desastre donde la falta de organización sería probablemente el menor de los problemas. no parecía que hubiese una cabeza pensante en aquel campamento y que todas sus secciones de trabajo funcionabande forma independiente y sin ninguna clase de simbiosis que mantuviera un minimo de orden o equilibrio, aunque tras unos momentos de observación si podían comenzar a apreciarse los primeros pasos de una organización general.
- LLevadme con quien esté al mando aquí. - Casi ordené al primer adulto que pasó lo suficientemente cerca como para agarrarle del hombro y obligarle a detenerse. Entonces señaló a un grupo de humanos de entre los cuales pude reconocer a Sango. Agradecí la ayuda que dió aquel pobre diablo y me acerqué a hablar con él.
Los niños ponían su atención ahora en mi compañía como si jamás hubieran visto antes a los elfos y los consideraran criaturas de leyenda aunque los mas mayores si parecían estar mas acostumbrados a ellos o incluso tenerles cierto recelo, sin embargo ninguno parecia ser lo suficientemente valiente o estúpido como para revolotear alrededor de ellos sin una cierta distancia de seguridad.
- Sango, viejo amigo. veo que nos encontramos de nuevo. - Salude a aquel buen hombre que sin duda gozaba de mi estima y cariño. - Dicen que estas a cargo del campamento y por lo que veo requiere mucho trabajo. Se por experiencia que unas manos extra no vienen mal para tanta responsabilidad, me puedo ocupar de la intendencia junto con mis hombres de forma que puedas encargarte tu de resolver otros conflictos que surjan, seguro que de esta forma los dos seremos mas eficientes. -
Tras intercambiar algunas palabras mas me dispuse a dividir a mis hombres en las diferentes tareas que un campamento como aquel requería comenzando por el recuento y reorganización de los materiales de construcción y alimentos como las cocinas y la suerte de hospital de campaña. Al cabo de unas horas se había liberado espacio en los almacenes gracias a una ordenación de los recursos almacenados en ellos. La cocina ahora contaba con dos colas que separaban a los adultos de los niños, dándoles a cada fila un menú mas acorde, sabroso y equilibrado que les proveyera de las energías suficientes para desempeñar sus tareas diarias y otros tantos parecían contentos de tener las habilidades curativas de los elfos a su disposición si algo ocurría, sin tanta necesidad de recurrir a ungüentos y bebidas amargas como la hiel para recuperarse.
Sin embargo algo en aquellos niños me generaba desconfianza. Parecían disponer de la inocencia y la mentalidad de la edad que aparentaban pero al mismo tiempo conservaban reflejos y comportamientos propios de tropas bien entrenadas y a todo ello se añadía que blandían las armas con la destreza de quien era ducho en la materia haciendo que me asaltaran dudas sobre por qué estaban esos niños allí en lugar de algún hospicio o con sus familias o por qué gozaban de la protección del rey entre otras.
Una noche me encontraba tras la cena conversando con mis subalternos. Había elegido conversar utilizando el élfico asegurándome así que solo otros elfos pudieran entenderme y aún así me cuidaba de aquellos ajenos a mi compañía pudieran escuchar mas de lo que me interesaba.
- Estos niños - Comencé. - Empiezo a creer que realmente eran aquellos soldados veteranos de los que hablan los rumores. Si son ellos esta zona tiene un serio problema con el pillaje que estan generando por las noches y solo los dioses saben cuánto tiempo estarán bajo control en este sitio. -
- Si, yo también lo he pensado. ¿Qué ocurrirá cuando alcancen la pubertad? tienen acceso a armas y si ya generan problemas a tan corta edad es cuestión de tiempo que ocurra una tragedia. - Comentaba Edrias
- Ademas son hombres con el doble de su vida normal y la experiencia que ello les brinda y la debilidad de una mente infantil facilmente manipulable, si están bajo la protección del rey no es por benevolencia sino por interés. Ya han matado antes. La única diferencia entre un guerrero y un asesino es el modus operandi. - Apuntaba Izbaldris.
- Tal vez haya una solución, id a descansar. Hablaremos por la mañana. - Los despaché y quedé solo a la mesa, sopesando como actuar.
- Offroll:
- Objetivo general escogido: —[Humanitario] La organización es clave para mantener un campamento ordenado, limpio y bien abastecido. Alguien debe encargarse de monitorear los barracones, organizar el reparto de suministros, acondicionar los almacenes, la recogida de basuras… (elige uno, nadie espera que lleves el campamento en solitario Eleandris).
la idea es ir ayudando a Sango con esto.
Eleandris
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
aplazamiento
He pillado tremendo resfriado y, viendo que hoy me siento como si me hubiera arrollado un camión blindado, veo poco probable que sea capaz de escribir algo coherente mañana, así que he decidido darme unos días de margen. Si todo va bien, responderé con la segunda ronda el jueves 11 de mayo. Pueden seguir posteando hasta entonces.
Disculpen las molestias.
Disculpen las molestias.
Fehu
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
¿Era un pájaro? ¿Era un…?
Un momento, sí que era un pájaro. En cierta manera, el brujo que nos atañe era un poco pájaro. No, no tiene forma de eso de ahí abajo que tienen los hombres, y, no, tampoco podríamos decir que es lo otro coloquial porque a este rubio le gusta mucho abrazarse a Níniel. Pero en el sentido de astuto, pícaro, sí que era un buen pájaro.
Después de todo, Vinc no solía dudar de sus acciones, mucho menos de sus motivaciones, o, mejor dicho, por sus motivaciones en sus acciones más discutibles no dudaba de ellas. Y su ingenio solía ser su principal arma. Como a los buenos mercenarios, le enseñaron que usar su cabeza era más importante incluso que su magia o su acero.
En cualquier caso, este pájaro de doradas plumas había arribado a un campamento de mala muerte. Había visto mejores asentamientos bajo las aguas de un pantano, pero, bueno, si ese campamento hubiera estado en óptimas condiciones, él no habría llegado allí. Al fin y al cabo, nuestro brujo había ido al lugar para echar una mano.
Oh, la bondad. Que hermosa cualidad cuando no eres tú el que tiene que pagar. Que diga, que hermosa cualidad sin más.
No hace falta decir mucho de la situación del lugar, pues ya estaba dicho. Y aunque esos niños y niñas no eran realmente chiquillos, eso no quitaba que se habían quedado un tanto desamparados tras su última misión.
Y, pese a que pareciera una tontería, el primer problema al llegar a un lugar tan jodido era…
«¿Por dónde empezar?»
Este mercenario había pensado aquello al poco de llegar, brazos en jarra, postura típica de pensante que no tenía ni puta idea de qué hacer. Lo sencillo sería repartir ostias, ya que, total, por algo ejercía un oficio de aplicar violencia. Más, nuestro rubito tenía varios ases bajo la manga. Sabía un par de cosas más que podrían servir en aquel destartalado asentamiento.
Si esos falsos niños no tenían ni dónde dormir. O, para ser exactos, tenían, pero no estaba en condiciones ni de albergar un caballo. ¿Alphonse descansando en ese antro? Por favor, antes le daría una coz en las pelotas a su amigo brujo, que entrar en una de esas cabañas con función de dormitorio, pero real función de criadero de ratas, piojos y demás bichos.
En este punto, nuestro amigable isleño ya tenía un objetivo y, tras preguntar un poco, al fin alcanzó con alguien que podría darle algunas pautas.
- Pues una maja llegó anoche y creo que anda creando algún producto. Tenía esclavizados a algunos yendo a buscar alguna flor. Crisantemos, creo que era.
- Esclavizar es un verbo un poco fuerte, ¿no crees? - respondió el brujo a su interlocutor. - Supongo que la chica necesita las flores para crear el producto que matará a los bichos-. Vincent no era alquimista, pero dado el problema, hay cosas que son bien obvias ¿no? - Una persona no puede recolectar plantas y además crear el mejunje que solucione el problema. Los chicos sólo están trabajando por el bien común.
- Trabajar sin cobrar es esclavitud.
- Pero ganaréis cuartos sin chinches. Podréis dormir bien, eso es un tipo de beneficio.
El niño no niño se quedó mirando al brujo, directamente a los ojos, como si el isleño hubiera dicho alguna estupidez.
- Prefiero dormir con alguna moza, que junto con todos esos nuevos niños.
- Pero…
«Si tú también eres un niño, maldito gañán»
- Ah, creo que sé por dónde vas. Yo recuerdo mi pasado. Soy de los afortunados-, dijo, antes de encogerse de hombros. - Sargento Ricardo, un gusto. Ven, te llevaré con la esclavista. Tiene tremendas curvas, ya te digo.
«Pero qué le pasa a este tío», pensó, para luego cavilar. «Siempre me encuentro a tipos así. Esto sí que es una maldición.»
- Vincent Calhoun, este servidor. Bueno, llévame junto a ella, creo que podría ayudar-, terminó por decir, pues no iba a sacar mucho más en claro con ese zopenco.
El sargento, quizás más apropiado decir antiguo sargento, no tardó en llevarlo al lugar dónde la alquimista. Y…
- Hey, creo que yo te conozco. ¿Has estado en Lunargenta alguna vez?
«¿No es la chica por la que Sandal suspiró vientos?»
- Oh, veo que ya tienes algunos viales llenos con el producto-, comentó, acercándose a dónde se encontraban los tubos. - Pero aún es poca cantidad-, dijo seguido, sin ánimo de ofender, simplemente no había cantidad suficiente.
- ¿Pensabas que ella querría compartir su tiempo? ¿Para qué crees que te he traído? - mentó el mocoso. - Hora de ser esclavizado-, mentó el niño antes de empezar a reírse, con ese tono de risa tan de…, pues eso, niño.
- Eso ya lo imaginaba-, contestó al niño, poniendo los ojos en blanco. - Pero, ¿qué quieres que haga? ¿Quieres que vaya a buscar más flores? - preguntó, mirando esta vez hacia la mujer. Entonces al brujo se le ocurrió un plan. - No, espera, tengo una idea, por el momento no necesitamos más. Ya verás. Usaré algunas runas para aprovechar al máximo estos viales.
Dicho aquello, el brujo tomó varios de los viales y se encaminó hacia dónde se encontraban las cabañas llenas de chinches. Pero algo… no iba del todo bien…
- Oye, ¿pero te has decidido a convertirte en mi sombra?
- No tengo nada mejor que hacer, por ahora. Hay un loco, puede que más, entrenando a los que no recuerdan ni dónde tienen la herramienta de afile, y yo paso, demasiados años entrenando para ser soldado para ahora llevarme otra vez golpes por canijo. No he olvidado mi pasado, ¿recuerdas?
- Sí, yo tampoco he perdido mi memoria-, respondió con cierta acritud, sin detener el paso.
- Luego hay otros que están creando un muro. Supongo que para encerrarnos, lo creo por la disposición que tiene el maldito muro. Pero al menos espero que sirva para defendernos de los intrusos. Están locos si creen que el gran Ricardo no podrá sortear sus defensas.
- Es por vuestro bien. Muchos de ustedes no son tan afortunados y no recuerdan cómo defenderse.
- Mi bien, mis cojones. Pero no me quejo, no me afecta.
- Pero si te estabas quejando.
- Ah, mira, ya hemos llegado. ¿Qué piensas hacer con esos viales?
- Oh, pues algo simple. Pero en cuánto lo termine lo podrás ver con tus propios ojos.
Vincent entró en una de las cabañas, se colocó en medio sosteniendo uno de los viales, tras sacar un pincel y un bote de tinta mágica que había descorchado previamente.
El arcanista se puso manos a la obra y al poco tiempo un glifo quedó dibujado sobre el vidrio del vial.
- ¿Para qué sirve? - preguntó el veterano mozalbete.
El Calhoun no contestó de primeras, se aseguró de que la runa estuviera bien inscrita y recogió sus herramientas de trabajo. Tras ello, contestó.
- Pues muy simple-, dijo, y descorchó el vial. Una humareda salió del vial, comenzando a llenar la estancia con su olor.
- Curioso, no huele tan mal-, comentó el chico, antes de empezar a toser, junto al brujo, que también se sumó a las toses del chiquillo. - Estás pirado, eres un psicópata, quieres matarnos-, mentó entre toses, corriendo hacia la salida.
El brujo, por su parte, dejó el vial en la habitación y siguió al niño.
- Vamos, no ha sido para tanto-, afirmó, nada más salir por la puerta. - Esperaba más aguante de un antiguo soldado del rey-, comentó burlón.
«Nota mental: Añadirle a la runa un activación por palabra»
- Pero parte se escapa por ventanas y puerta.
- Tienes razón…
Vincent se acarició la barba del mentón y, tras sopesar la situación, tuvo una nueva idea.
- Creo que tengo algo.
Nada más mentar sus palabras, el brujo creó algunas runas alrededor de la casa, en la fachada, parte de atrás, lados, etc, y cuándo terminó, dijo una palabra en idioma dragón que creó un escudo alrededor de la vivienda.
- Ingenioso, así el gas se quedará dónde debe.
- Tengo mis momentos.
- Pues necesitas más momentos-, comentó el niño, señalando con la cabeza el resto de cabañas.
- Ah, sí, toca seguir con el trabajo-, mentó, poniéndose en camino hacia la siguiente casa.
- Excelente, te seguiré porque me has caído bien. Además, así gano puntos con doña alquimista fingiendo que hago algo por ella-, le susurró, tras acercarse y ponerse a su lado.
- No creo que seas su tipo.
- Mmm, puede ser. Vincent, tú aún conservas tu cuerpo de adulto y por eso aún puedes salir de aquí sin mayores problemas.
- ¿A dónde quieres llegar? - dijo, al tiempo que entraba en la siguiente cabaña y se ponía a trabajar en la runa de otro vial.
- Que podrías sacarme de aquí.
- Eso lo intuía, pero, para qué quieres irte. ¿Aquí no estás bien?
- Llévame de putas
- No
El falso niño se acercó por detrás al brujo, que se encontraba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, para volver a mirar sus movimientos de aquella forma tan… exageradamente cercana para gusto de cierto arcanista.
- La respuesta sigue siendo no-, mentó sin mirarle, concentrado en el dibujo.
- Tenía que intentarlo-, respondió, cierto “niño”, en tono divertido.
—[Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] ¿Es posible hacer algo con los chinches que asolan los colchones? Los niños no duermen con tanto picor y, si los niños no duermen, nadie duerme.
Hago equipo con Oromë para acabar con las chinches. Ella crea el veneno y yo uso arcanos para expandir la muerte (?
Oromë, no te llevo directamente conmigo para no metarolearte; pero lo dejé ambiguo, mientras hablo con el "niño", por si quieres sumarte, bienvenida eres :3
*Siento la imagen anime, pero es la imagen exacta que me vino a la cabeza mientras diseñaba a Ricardo XD
Un momento, sí que era un pájaro. En cierta manera, el brujo que nos atañe era un poco pájaro. No, no tiene forma de eso de ahí abajo que tienen los hombres, y, no, tampoco podríamos decir que es lo otro coloquial porque a este rubio le gusta mucho abrazarse a Níniel. Pero en el sentido de astuto, pícaro, sí que era un buen pájaro.
Después de todo, Vinc no solía dudar de sus acciones, mucho menos de sus motivaciones, o, mejor dicho, por sus motivaciones en sus acciones más discutibles no dudaba de ellas. Y su ingenio solía ser su principal arma. Como a los buenos mercenarios, le enseñaron que usar su cabeza era más importante incluso que su magia o su acero.
En cualquier caso, este pájaro de doradas plumas había arribado a un campamento de mala muerte. Había visto mejores asentamientos bajo las aguas de un pantano, pero, bueno, si ese campamento hubiera estado en óptimas condiciones, él no habría llegado allí. Al fin y al cabo, nuestro brujo había ido al lugar para echar una mano.
Oh, la bondad. Que hermosa cualidad cuando no eres tú el que tiene que pagar. Que diga, que hermosa cualidad sin más.
No hace falta decir mucho de la situación del lugar, pues ya estaba dicho. Y aunque esos niños y niñas no eran realmente chiquillos, eso no quitaba que se habían quedado un tanto desamparados tras su última misión.
Y, pese a que pareciera una tontería, el primer problema al llegar a un lugar tan jodido era…
«¿Por dónde empezar?»
Este mercenario había pensado aquello al poco de llegar, brazos en jarra, postura típica de pensante que no tenía ni puta idea de qué hacer. Lo sencillo sería repartir ostias, ya que, total, por algo ejercía un oficio de aplicar violencia. Más, nuestro rubito tenía varios ases bajo la manga. Sabía un par de cosas más que podrían servir en aquel destartalado asentamiento.
Si esos falsos niños no tenían ni dónde dormir. O, para ser exactos, tenían, pero no estaba en condiciones ni de albergar un caballo. ¿Alphonse descansando en ese antro? Por favor, antes le daría una coz en las pelotas a su amigo brujo, que entrar en una de esas cabañas con función de dormitorio, pero real función de criadero de ratas, piojos y demás bichos.
En este punto, nuestro amigable isleño ya tenía un objetivo y, tras preguntar un poco, al fin alcanzó con alguien que podría darle algunas pautas.
- Pues una maja llegó anoche y creo que anda creando algún producto. Tenía esclavizados a algunos yendo a buscar alguna flor. Crisantemos, creo que era.
- Esclavizar es un verbo un poco fuerte, ¿no crees? - respondió el brujo a su interlocutor. - Supongo que la chica necesita las flores para crear el producto que matará a los bichos-. Vincent no era alquimista, pero dado el problema, hay cosas que son bien obvias ¿no? - Una persona no puede recolectar plantas y además crear el mejunje que solucione el problema. Los chicos sólo están trabajando por el bien común.
- Trabajar sin cobrar es esclavitud.
- Pero ganaréis cuartos sin chinches. Podréis dormir bien, eso es un tipo de beneficio.
El niño no niño se quedó mirando al brujo, directamente a los ojos, como si el isleño hubiera dicho alguna estupidez.
- Prefiero dormir con alguna moza, que junto con todos esos nuevos niños.
- Pero…
«Si tú también eres un niño, maldito gañán»
- Ah, creo que sé por dónde vas. Yo recuerdo mi pasado. Soy de los afortunados-, dijo, antes de encogerse de hombros. - Sargento Ricardo, un gusto. Ven, te llevaré con la esclavista. Tiene tremendas curvas, ya te digo.
«Pero qué le pasa a este tío», pensó, para luego cavilar. «Siempre me encuentro a tipos así. Esto sí que es una maldición.»
- Vincent Calhoun, este servidor. Bueno, llévame junto a ella, creo que podría ayudar-, terminó por decir, pues no iba a sacar mucho más en claro con ese zopenco.
El sargento, quizás más apropiado decir antiguo sargento, no tardó en llevarlo al lugar dónde la alquimista. Y…
- Hey, creo que yo te conozco. ¿Has estado en Lunargenta alguna vez?
«¿No es la chica por la que Sandal suspiró vientos?»
- Oh, veo que ya tienes algunos viales llenos con el producto-, comentó, acercándose a dónde se encontraban los tubos. - Pero aún es poca cantidad-, dijo seguido, sin ánimo de ofender, simplemente no había cantidad suficiente.
- ¿Pensabas que ella querría compartir su tiempo? ¿Para qué crees que te he traído? - mentó el mocoso. - Hora de ser esclavizado-, mentó el niño antes de empezar a reírse, con ese tono de risa tan de…, pues eso, niño.
- Eso ya lo imaginaba-, contestó al niño, poniendo los ojos en blanco. - Pero, ¿qué quieres que haga? ¿Quieres que vaya a buscar más flores? - preguntó, mirando esta vez hacia la mujer. Entonces al brujo se le ocurrió un plan. - No, espera, tengo una idea, por el momento no necesitamos más. Ya verás. Usaré algunas runas para aprovechar al máximo estos viales.
Dicho aquello, el brujo tomó varios de los viales y se encaminó hacia dónde se encontraban las cabañas llenas de chinches. Pero algo… no iba del todo bien…
- Oye, ¿pero te has decidido a convertirte en mi sombra?
- No tengo nada mejor que hacer, por ahora. Hay un loco, puede que más, entrenando a los que no recuerdan ni dónde tienen la herramienta de afile, y yo paso, demasiados años entrenando para ser soldado para ahora llevarme otra vez golpes por canijo. No he olvidado mi pasado, ¿recuerdas?
- Sí, yo tampoco he perdido mi memoria-, respondió con cierta acritud, sin detener el paso.
- Luego hay otros que están creando un muro. Supongo que para encerrarnos, lo creo por la disposición que tiene el maldito muro. Pero al menos espero que sirva para defendernos de los intrusos. Están locos si creen que el gran Ricardo no podrá sortear sus defensas.
- Es por vuestro bien. Muchos de ustedes no son tan afortunados y no recuerdan cómo defenderse.
- Mi bien, mis cojones. Pero no me quejo, no me afecta.
- Pero si te estabas quejando.
- Ah, mira, ya hemos llegado. ¿Qué piensas hacer con esos viales?
- Oh, pues algo simple. Pero en cuánto lo termine lo podrás ver con tus propios ojos.
Vincent entró en una de las cabañas, se colocó en medio sosteniendo uno de los viales, tras sacar un pincel y un bote de tinta mágica que había descorchado previamente.
El arcanista se puso manos a la obra y al poco tiempo un glifo quedó dibujado sobre el vidrio del vial.
- ¿Para qué sirve? - preguntó el veterano mozalbete.
El Calhoun no contestó de primeras, se aseguró de que la runa estuviera bien inscrita y recogió sus herramientas de trabajo. Tras ello, contestó.
- Pues muy simple-, dijo, y descorchó el vial. Una humareda salió del vial, comenzando a llenar la estancia con su olor.
- Curioso, no huele tan mal-, comentó el chico, antes de empezar a toser, junto al brujo, que también se sumó a las toses del chiquillo. - Estás pirado, eres un psicópata, quieres matarnos-, mentó entre toses, corriendo hacia la salida.
El brujo, por su parte, dejó el vial en la habitación y siguió al niño.
- Vamos, no ha sido para tanto-, afirmó, nada más salir por la puerta. - Esperaba más aguante de un antiguo soldado del rey-, comentó burlón.
«Nota mental: Añadirle a la runa un activación por palabra»
- Pero parte se escapa por ventanas y puerta.
- Tienes razón…
Vincent se acarició la barba del mentón y, tras sopesar la situación, tuvo una nueva idea.
- Creo que tengo algo.
Nada más mentar sus palabras, el brujo creó algunas runas alrededor de la casa, en la fachada, parte de atrás, lados, etc, y cuándo terminó, dijo una palabra en idioma dragón que creó un escudo alrededor de la vivienda.
- Ingenioso, así el gas se quedará dónde debe.
- Tengo mis momentos.
- Pues necesitas más momentos-, comentó el niño, señalando con la cabeza el resto de cabañas.
- Ah, sí, toca seguir con el trabajo-, mentó, poniéndose en camino hacia la siguiente casa.
- Excelente, te seguiré porque me has caído bien. Además, así gano puntos con doña alquimista fingiendo que hago algo por ella-, le susurró, tras acercarse y ponerse a su lado.
- No creo que seas su tipo.
- Mmm, puede ser. Vincent, tú aún conservas tu cuerpo de adulto y por eso aún puedes salir de aquí sin mayores problemas.
- ¿A dónde quieres llegar? - dijo, al tiempo que entraba en la siguiente cabaña y se ponía a trabajar en la runa de otro vial.
- Que podrías sacarme de aquí.
- Eso lo intuía, pero, para qué quieres irte. ¿Aquí no estás bien?
- Llévame de putas
- No
El falso niño se acercó por detrás al brujo, que se encontraba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, para volver a mirar sus movimientos de aquella forma tan… exageradamente cercana para gusto de cierto arcanista.
- La respuesta sigue siendo no-, mentó sin mirarle, concentrado en el dibujo.
- Tenía que intentarlo-, respondió, cierto “niño”, en tono divertido.
Offrol
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—[Alquimia, Arcanos, Humanitario, Recurso] ¿Es posible hacer algo con los chinches que asolan los colchones? Los niños no duermen con tanto picor y, si los niños no duermen, nadie duerme.
Hago equipo con Oromë para acabar con las chinches. Ella crea el veneno y yo uso arcanos para expandir la muerte (?
Oromë, no te llevo directamente conmigo para no metarolearte; pero lo dejé ambiguo, mientras hablo con el "niño", por si quieres sumarte, bienvenida eres :3
- Nuevo espécimen del Legendarium:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
*Siento la imagen anime, pero es la imagen exacta que me vino a la cabeza mientras diseñaba a Ricardo XD
Vincent Calhoun
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Estaba enfadado, furioso incluso. A un nivel que no recordaba haber experimentado en años. El individuo ante él lo observó de forma altiva, sabiéndose vencedor de aquella discusión. Tarek apretó la mandíbula con rabia, antes de repetir de nuevo la misma sentencia
- Este no era el trato.
- Ahora lo es –contestó el otro hombre con indulgencia, cruzándose de brazos- O lo tomas o lo dejas. Tú mismo.
El peliblanco lo observó con aún más furia, si aquello era posible. Apretando los puños para liberar tensión, intentó calmarse antes de volver a hablar.
- Si vulneras las condiciones del trato, yo tampoco tengo por qué cumplirlo. Así que me iré –su tono, más sosegado, sonaba ligeramente amenazante.
- ¿Irte? –preguntó el hombre con sorna- ¿Por los mismos caminos que acabamos de recorrer? Recuerda que hace dos jornadas atacaron nuestra caravana, a plena luz del día. Qué harás si te interceptan a ti solo, ¿morir por orgullo? Además, podrás conocer el sur de Sandorai como la palma de tu mano, pero te aseguro que, en cuanto dejes este campamento, te perderás de forma irremediable.
El joven elfo lo observaba aún furibundo, pero no dijo nada. En el fondo sabía que el hombre tenía razón. Volver por su cuenta era peligroso. El constante tránsito de gente hasta aquel lugar había atraído no solo a las ratas y las moscas, sino también a los bandidos. Apenas habían logrado salir ilesos de aquella escaramuza sorpresiva en la que se había visto envueltos. Sin embargo, el artesano había fallado a su palabra. Tarek había sido perfectamente claro respecto a las condiciones en las que desarrollaría su trabajo, solo para encontrarse, al llegar a aquel lugar, que el otro hombre quería que pusiese al servicio de un grupo de mezquinos humanos las runas de su pueblo.
Al parecer aquellos mocosos que se paseaban por el improvisado campamento habían sido víctimas de alguno de los artefactos del Hombre Muerto. Algún rey humano había decidido acogerlos bajo su tutela y reunirlos en aquel lugar. El pérfido elfo que lo había contratado en Sacrestic Ville había sabido todo aquello en el momento en que habían cerrado el contrato. Incluso cuando Tarek preguntó de forma expresa si aquel trato tenía algún tipo de relación con humanos. El viejo zorro le había mentido.
- Piensa que en el fondo no son… exactamente humanos –le dijo el hombre entonces, como si hubiese leído sus pensamientos. Pasó a su lado, dándole una palmada en hombro, como para dar por finalizada aquella discusión- Cumple con tu parte y nos iremos –añadió, mientras se dirigía junto a la persona encargada de dirigir los trabajos en aquel lugar.
El peliblanco permaneció un rato más allí, apoyado contra una pila de madera, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Mientras, el sol caía por el horizonte, dando paso a una fría, aunque calmada noche.
Se había dirigido a regañadientes hasta los barracones que servían de improvisado comedor. Varios grupos se aglomeraban en distintas mesas, algunos compuestos por miembros de una sola raza y otros por lo que parecían miembros de un mismo gremio. Tras tomar la comida que le era ofrecida, se sentó en una de las pocas mesas libres. La noche estaba ya avanzada y parecía que parte de los efectivos reunidos en aquel improvisado campamento habían optado por retirarse a descansar, habida cuenta de los trabajos que les esperaban al día siguiente.
Revolvió la comida sin demasiado apetito, todavía saboreando el resentimiento provocado por la artimaña de aquel viejo artesano. Con una amplia sonrisa, le había informado de que empezarían sus labores al día siguiente. “Sus labores”, masculló Tarek entre dientes, como si el desagraciado individuo fuese a hacer algo más que beneficiarse del trabajo del peliblanco.
Unas voces cerca de él llamaron su atención. No había sido el tono, ni siquiera el tema de conversación, sino el idioma. Un grupo de elfos conversaba, en voz baja y, aun sabiendo que era una falta de educación hacerlo, el peliblanco prestó atención al a conversación. No se equivocó al pensar que los susurrados comentarios y el intencional uso del élfico implicaban que el tema tratado era especialmente sensible.
La conversación duró poco y, pronto, todos los integrantes de la mesa, excepto uno, abandonaron el lugar. Tomando el vaso que le habían dado junto a lo comida, el peliblanco se acercó hasta la mesa que el grupo había ocupado, sentándose frente al único componente que restaba.
- Buenas noches –lo saludó en tono cordial, usando la lengua élfica- Soy Tarek –se presentó y, dedicándole una sonrisa, añadió- Soy parte del equipo que se encarga de las salvaguardas para evitar que los niños se escapen.
El viejo artesano lo había escoltado hasta un grupo bastante numeroso, que parecía encontrase a cargo de las defensas y trampas destinadas a evitar que los pequeños mutantes dejasen sus barracones por las noches. Se había iniciado la construcción de una empalizada con foso, que rodeaba el asentamiento y, varios de los presentes, discutían sobre la colocación de trampas o la confección de artilugios para ayudar a los guardas a asegurarse de que los críos no abandonasen aquel lugar.
- ¿Es este? –Tarek se giró para ver a un fornido humano, que lo observaba con recelo.
- El mismo –respondió el viejo elfo- ¿Ve lo que tiene en la cara? Son las runas de las que le hablaba. Son únicas. Solo los que son como él pueden leerlas y le aseguro que quedan pocos.
El hombre volvió a observarlo. Tarek, que estaba con los brazos cruzados, le sostuvo la mirada. Tras unos tensos segundos, el hombre volvió a hablarle.
- ¿Es cierto que no hay nadie que pueda leerlas? ¿Qué será más difícil romper el encantamiento que sostienen? –le preguntó a bocajarro.
- Ten por seguro que una criatura abyecta como tú no podrá entenderlas y menos aún contrarrestarlas–contestó, en el dialecto de los Inglorien, antes de sonreírle. El hombre lo observó con una ceja alzada. Por su parte, el viejo elfo entrecerró los ojos extrañado. Tarek sabía que no lo había entendido, al menos no todo, pues nadie fuera del clan usaba aquella lengua, pero probablemente algún término le había sonado familiar- Nadie que no sea yo, o uno de los mios –respondió entonces en la lengua común. El hombre miró al artesano.
- Además de escribirla, también son capaces de hablarla –dijo este presuroso y algo nervioso- Siempre han sido un clan élfico un poco raro –comentó entonces bajando la voz y en tono más casual.
- De acuerdo –respondió el humano, que el peliblanco asumió debía ser quien se ocupaba de la seguridad del lugar.
- Si estáis satisfecho, entonces podemos cerrar el trato –se apresuró a recordare el avaro anciano, frotándose las manos.
- Solo cuando las haya dibujado y se demuestre que son tan efectivas como afirmas –respondió el otro. Llamando entonces a uno de sus ayudantes, le dio un par de indicaciones, antes de dedicarles un gesto de despedida y volver junto al grupo que se ocupaba de las trampas.
- Si me seguís, os indicaré por dónde podéis empezar –comentó el ayudante.
- Ve tú, hijo –respondió el artesano- Yo iré a ver cómo van las cosas más tarde. No creo que sea muy difícil encontrarte –añadió con cierta ironía.
Poniendo los ojos en blanco, se giró para seguir al muchacho que, nervioso, lo acercó hasta el primero de los barracones. El elfo observó que se apartaba presuroso del camino cuando uno de aquellos falsos infantes pasaba cerca. Por ello, no le extraño que, una vez llegaron a su destino, el joven se asegurase de que no necesitaba nada más y desapareciese con rapidez de aquel lugar.
Tomando la herramienta que usaba para grabar las runas de su bolsa, se dispuso a realizar los primeros trazos.
Se encontraba ya ante el tercer edificio cuando un par de individuos se acercaron hasta él. Los escuchó cuchichear a su espalda, pero no hizo gesto alguno de reconocer su presencia. Finalmente, uno de ellos se acercó hasta él.
- Eso no es un runa de alarma –soltó sin más- Te digo que no lo es –añadió, girándose hacia su compañero.
- Pues no lo parece, no –contestó el otro.
Tarek siguió ignorándolos, mientras dibujaba el siguiente grupo de runas. Hacía rato que había visto a otros individuos dibujando símbolos arcanos en distintas partes de los edificios. Por desgracia, parecía haber acabado coincidiendo con un par de ellos.
- ¡Espera! –dijo uno de ellos entonces- Yo he oído hablar de esto. ¿Cómo era…? –lo escuchó murmurar a su espalda.
- ¡Oye! –el primero que había hablado se dirigió entonces de forma directa a él- Esto no son runas de alarma. Se supone que tienes que grabar los glifos adecuados para que, cuando esos pequeños mocosos dejen los barracones, se activen los artilugios que alertarán a los guardias.
Dibujando el último trazo, el elfo se separó de la puerta, observando su trabajo, antes de girarse hacia el hombre que le había hablado. Emanaba algún tipo de éter, pero el peliblanco no supo distinguir cual.
- No, no lo son.
- Ya lo decía… -comenzó a responder el hombre.
- ¡Ya me acuerdo! –lo interrumpió entonces el otro, haciendo que ambos se girasen hacia él- Eres uno de esos elfos… del clan ese… Tienes que haberlo escuchado –comentó mirando a su compañero- Los que hacían runas raras.
- Eso no es más que una leyenda –comentó el otro convencido. Entonces miró a Tarek, que lo observaba con gesto mordaz, antes de girarse hacia los símbolos grabados sobre la puerta del edificio, volviendo después la mirada al elfo y a las runas que decoraban su cara. Abrió la boca con sorpresa - ¡Oh!
- Oye, ¿podrías enseñarnos a hacerlas? Al menos una runa –preguntó el otro exaltado. El peliblanco le dedicó una cordial sonrisa.
- No –contestó secamente, antes de mirarlos con desdén y pasar entre ellos en dirección al siguiente edificio.
- Capullo –escuchó murmurar a su espalda, pero nuevamente los ignoró.
Entonces el joven y nervioso ayudante lo interceptó.
- El jefe ha comprobado que las runas funcionan como deben. Dice que quiere que apliques algunas más para proteger las puertas de la empalizada cuando esté terminada.
- Claro… como no –respondió el elfo exasperado.
El joven, dándose por satisfecho con su respuesta, se apresuró a volver junto a su capataz para informarle de que el mensaje había sido entregado.
- ¿Todo bien, muchacho? –el viejo elfo, que se había acercado mientras hablaba con el aprendiz, le dio un par de palmadas en la espalda- Parece que todo va de maravilla -el peliblanco le dedicó una forzada sonrisa, antes de desprenderse de su mano y acercarse al cuarto edificio- Ser más amable no va a matarte, ¿sabes? –escuchó al hombre decir a su espalda.
Alcanzó el cerco de las runas que se habían usado para mantener el gas contra las pulgas en el interior de los edificios y, agachándose, dibujó un par de runas más, junto a las que ya había. Solo esperaba que en esa ocasión las ventanas estuviesen cerradas. El veneno contra aquella plaga era tan efectivo que había provocado que más de un artesano arcano acabase por desmayarse al encontrase dentro de su rango de efectividad.
Con resignación, atravesó el cerco de aquella barrera y se dispuso a dibujar otro grupo de runas en la puerta.
___- Este no era el trato.
- Ahora lo es –contestó el otro hombre con indulgencia, cruzándose de brazos- O lo tomas o lo dejas. Tú mismo.
El peliblanco lo observó con aún más furia, si aquello era posible. Apretando los puños para liberar tensión, intentó calmarse antes de volver a hablar.
- Si vulneras las condiciones del trato, yo tampoco tengo por qué cumplirlo. Así que me iré –su tono, más sosegado, sonaba ligeramente amenazante.
- ¿Irte? –preguntó el hombre con sorna- ¿Por los mismos caminos que acabamos de recorrer? Recuerda que hace dos jornadas atacaron nuestra caravana, a plena luz del día. Qué harás si te interceptan a ti solo, ¿morir por orgullo? Además, podrás conocer el sur de Sandorai como la palma de tu mano, pero te aseguro que, en cuanto dejes este campamento, te perderás de forma irremediable.
El joven elfo lo observaba aún furibundo, pero no dijo nada. En el fondo sabía que el hombre tenía razón. Volver por su cuenta era peligroso. El constante tránsito de gente hasta aquel lugar había atraído no solo a las ratas y las moscas, sino también a los bandidos. Apenas habían logrado salir ilesos de aquella escaramuza sorpresiva en la que se había visto envueltos. Sin embargo, el artesano había fallado a su palabra. Tarek había sido perfectamente claro respecto a las condiciones en las que desarrollaría su trabajo, solo para encontrarse, al llegar a aquel lugar, que el otro hombre quería que pusiese al servicio de un grupo de mezquinos humanos las runas de su pueblo.
Al parecer aquellos mocosos que se paseaban por el improvisado campamento habían sido víctimas de alguno de los artefactos del Hombre Muerto. Algún rey humano había decidido acogerlos bajo su tutela y reunirlos en aquel lugar. El pérfido elfo que lo había contratado en Sacrestic Ville había sabido todo aquello en el momento en que habían cerrado el contrato. Incluso cuando Tarek preguntó de forma expresa si aquel trato tenía algún tipo de relación con humanos. El viejo zorro le había mentido.
- Piensa que en el fondo no son… exactamente humanos –le dijo el hombre entonces, como si hubiese leído sus pensamientos. Pasó a su lado, dándole una palmada en hombro, como para dar por finalizada aquella discusión- Cumple con tu parte y nos iremos –añadió, mientras se dirigía junto a la persona encargada de dirigir los trabajos en aquel lugar.
El peliblanco permaneció un rato más allí, apoyado contra una pila de madera, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Mientras, el sol caía por el horizonte, dando paso a una fría, aunque calmada noche.
[…]
Se había dirigido a regañadientes hasta los barracones que servían de improvisado comedor. Varios grupos se aglomeraban en distintas mesas, algunos compuestos por miembros de una sola raza y otros por lo que parecían miembros de un mismo gremio. Tras tomar la comida que le era ofrecida, se sentó en una de las pocas mesas libres. La noche estaba ya avanzada y parecía que parte de los efectivos reunidos en aquel improvisado campamento habían optado por retirarse a descansar, habida cuenta de los trabajos que les esperaban al día siguiente.
Revolvió la comida sin demasiado apetito, todavía saboreando el resentimiento provocado por la artimaña de aquel viejo artesano. Con una amplia sonrisa, le había informado de que empezarían sus labores al día siguiente. “Sus labores”, masculló Tarek entre dientes, como si el desagraciado individuo fuese a hacer algo más que beneficiarse del trabajo del peliblanco.
Unas voces cerca de él llamaron su atención. No había sido el tono, ni siquiera el tema de conversación, sino el idioma. Un grupo de elfos conversaba, en voz baja y, aun sabiendo que era una falta de educación hacerlo, el peliblanco prestó atención al a conversación. No se equivocó al pensar que los susurrados comentarios y el intencional uso del élfico implicaban que el tema tratado era especialmente sensible.
La conversación duró poco y, pronto, todos los integrantes de la mesa, excepto uno, abandonaron el lugar. Tomando el vaso que le habían dado junto a lo comida, el peliblanco se acercó hasta la mesa que el grupo había ocupado, sentándose frente al único componente que restaba.
- Buenas noches –lo saludó en tono cordial, usando la lengua élfica- Soy Tarek –se presentó y, dedicándole una sonrisa, añadió- Soy parte del equipo que se encarga de las salvaguardas para evitar que los niños se escapen.
[…]
El viejo artesano lo había escoltado hasta un grupo bastante numeroso, que parecía encontrase a cargo de las defensas y trampas destinadas a evitar que los pequeños mutantes dejasen sus barracones por las noches. Se había iniciado la construcción de una empalizada con foso, que rodeaba el asentamiento y, varios de los presentes, discutían sobre la colocación de trampas o la confección de artilugios para ayudar a los guardas a asegurarse de que los críos no abandonasen aquel lugar.
- ¿Es este? –Tarek se giró para ver a un fornido humano, que lo observaba con recelo.
- El mismo –respondió el viejo elfo- ¿Ve lo que tiene en la cara? Son las runas de las que le hablaba. Son únicas. Solo los que son como él pueden leerlas y le aseguro que quedan pocos.
El hombre volvió a observarlo. Tarek, que estaba con los brazos cruzados, le sostuvo la mirada. Tras unos tensos segundos, el hombre volvió a hablarle.
- ¿Es cierto que no hay nadie que pueda leerlas? ¿Qué será más difícil romper el encantamiento que sostienen? –le preguntó a bocajarro.
- Ten por seguro que una criatura abyecta como tú no podrá entenderlas y menos aún contrarrestarlas–contestó, en el dialecto de los Inglorien, antes de sonreírle. El hombre lo observó con una ceja alzada. Por su parte, el viejo elfo entrecerró los ojos extrañado. Tarek sabía que no lo había entendido, al menos no todo, pues nadie fuera del clan usaba aquella lengua, pero probablemente algún término le había sonado familiar- Nadie que no sea yo, o uno de los mios –respondió entonces en la lengua común. El hombre miró al artesano.
- Además de escribirla, también son capaces de hablarla –dijo este presuroso y algo nervioso- Siempre han sido un clan élfico un poco raro –comentó entonces bajando la voz y en tono más casual.
- De acuerdo –respondió el humano, que el peliblanco asumió debía ser quien se ocupaba de la seguridad del lugar.
- Si estáis satisfecho, entonces podemos cerrar el trato –se apresuró a recordare el avaro anciano, frotándose las manos.
- Solo cuando las haya dibujado y se demuestre que son tan efectivas como afirmas –respondió el otro. Llamando entonces a uno de sus ayudantes, le dio un par de indicaciones, antes de dedicarles un gesto de despedida y volver junto al grupo que se ocupaba de las trampas.
- Si me seguís, os indicaré por dónde podéis empezar –comentó el ayudante.
- Ve tú, hijo –respondió el artesano- Yo iré a ver cómo van las cosas más tarde. No creo que sea muy difícil encontrarte –añadió con cierta ironía.
Poniendo los ojos en blanco, se giró para seguir al muchacho que, nervioso, lo acercó hasta el primero de los barracones. El elfo observó que se apartaba presuroso del camino cuando uno de aquellos falsos infantes pasaba cerca. Por ello, no le extraño que, una vez llegaron a su destino, el joven se asegurase de que no necesitaba nada más y desapareciese con rapidez de aquel lugar.
Tomando la herramienta que usaba para grabar las runas de su bolsa, se dispuso a realizar los primeros trazos.
[…]
Se encontraba ya ante el tercer edificio cuando un par de individuos se acercaron hasta él. Los escuchó cuchichear a su espalda, pero no hizo gesto alguno de reconocer su presencia. Finalmente, uno de ellos se acercó hasta él.
- Eso no es un runa de alarma –soltó sin más- Te digo que no lo es –añadió, girándose hacia su compañero.
- Pues no lo parece, no –contestó el otro.
Tarek siguió ignorándolos, mientras dibujaba el siguiente grupo de runas. Hacía rato que había visto a otros individuos dibujando símbolos arcanos en distintas partes de los edificios. Por desgracia, parecía haber acabado coincidiendo con un par de ellos.
- ¡Espera! –dijo uno de ellos entonces- Yo he oído hablar de esto. ¿Cómo era…? –lo escuchó murmurar a su espalda.
- ¡Oye! –el primero que había hablado se dirigió entonces de forma directa a él- Esto no son runas de alarma. Se supone que tienes que grabar los glifos adecuados para que, cuando esos pequeños mocosos dejen los barracones, se activen los artilugios que alertarán a los guardias.
Dibujando el último trazo, el elfo se separó de la puerta, observando su trabajo, antes de girarse hacia el hombre que le había hablado. Emanaba algún tipo de éter, pero el peliblanco no supo distinguir cual.
- No, no lo son.
- Ya lo decía… -comenzó a responder el hombre.
- ¡Ya me acuerdo! –lo interrumpió entonces el otro, haciendo que ambos se girasen hacia él- Eres uno de esos elfos… del clan ese… Tienes que haberlo escuchado –comentó mirando a su compañero- Los que hacían runas raras.
- Eso no es más que una leyenda –comentó el otro convencido. Entonces miró a Tarek, que lo observaba con gesto mordaz, antes de girarse hacia los símbolos grabados sobre la puerta del edificio, volviendo después la mirada al elfo y a las runas que decoraban su cara. Abrió la boca con sorpresa - ¡Oh!
- Oye, ¿podrías enseñarnos a hacerlas? Al menos una runa –preguntó el otro exaltado. El peliblanco le dedicó una cordial sonrisa.
- No –contestó secamente, antes de mirarlos con desdén y pasar entre ellos en dirección al siguiente edificio.
- Capullo –escuchó murmurar a su espalda, pero nuevamente los ignoró.
Entonces el joven y nervioso ayudante lo interceptó.
- El jefe ha comprobado que las runas funcionan como deben. Dice que quiere que apliques algunas más para proteger las puertas de la empalizada cuando esté terminada.
- Claro… como no –respondió el elfo exasperado.
El joven, dándose por satisfecho con su respuesta, se apresuró a volver junto a su capataz para informarle de que el mensaje había sido entregado.
- ¿Todo bien, muchacho? –el viejo elfo, que se había acercado mientras hablaba con el aprendiz, le dio un par de palmadas en la espalda- Parece que todo va de maravilla -el peliblanco le dedicó una forzada sonrisa, antes de desprenderse de su mano y acercarse al cuarto edificio- Ser más amable no va a matarte, ¿sabes? –escuchó al hombre decir a su espalda.
Alcanzó el cerco de las runas que se habían usado para mantener el gas contra las pulgas en el interior de los edificios y, agachándose, dibujó un par de runas más, junto a las que ya había. Solo esperaba que en esa ocasión las ventanas estuviesen cerradas. El veneno contra aquella plaga era tan efectivo que había provocado que más de un artesano arcano acabase por desmayarse al encontrase dentro de su rango de efectividad.
Con resignación, atravesó el cerco de aquella barrera y se dispuso a dibujar otro grupo de runas en la puerta.
- OFF Rol:
Me uno al desafío [Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas como Arcano.
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
-Eve, Ryra, Meleis y cualquiera que no quiera participar pueden ayudarme armando un perímetro, quienes quieran participar pueden comenzar a posicionarse donde quieran comenzar a atacar yo tratare de moverme lo menos posible- Zelas entonces comenzó a concentrar su éter y lo expandió en una esfera imperceptible a la vista para la mayoría(1), a excepción de Ryra, que hizo una mueca de sorpresa al notar la estrategia del rubio .
-Comiencen- señalo el no-elfo viendo las posiciones que habían adoptado los niños soldados, pequeños grupos de no mas de 6, el patrón era el mismo, 3 escuderos en todos, 1 o 2 lanceros, 1 arquero, algunos cambiaban a sus lanceros por arqueros, otros solían tener un espadachín entre sus grupos, de un vistazo rápido, Zelas alcanzo a ver al menos 10 grupos preparados para hacerle frente cuando una lluvia de flechas entro en su pequeña burbuja, fáciles de esquivar y bloquear, sin embargo, un proyectil mas pequeño y mucho mas rápido que los otros paso cerca de su rostro, el cual alcanzo a esquivar por los pelos, las flechas eran una distracción para que las saetas pasaran desapercibidas, al reconocer el peligro en el que se encontraba, el rubio corrió rápidamente hacia donde estaba uno de los grupos, haciendo que la lluvia de flechas cesara, cuando los 3 escuderos se plantaron para hacerle frente, el rubio solo salto por sobre ellos, cuando las lanzas fueron empujadas en su dirección, el rubio se ayudo de una explosión de éter proveniente de sus pies para realizar una especie de doble salto que le permitió sortearlas, a la vez que las desviaba con una de las espadas que tenia empuñadas y al caer, con su otra espada corto rápidamente la cuerda de la ballesta, acto seguido toco con la parte plana de sus espadas a cada uno de los 6 niños que conformaban ese grupo -Están muertos, vayan a los extremos del perímetro-
Los niños protestando finalmente hicieron caso, el rubio entonces les daría la oportunidad de rearmar sus grupos, señalando que si seguían así -no seria divertido desarmarlos hasta que solo quede uno- ahora 6 grupos de 9 niños se habían formado siendo nuevamente los escuderos la prioridad, en esta ocasión avanzaban lentamente, haciendo que el rubio tuviera que enfocar su atención en diferentes grupos a la vez, las lanzas se asomaban y los espadachines se movían de un lugar a otro y cuando el rubio se quiso dar cuenta, ya le habían rodeado. El rubio esbozo una sonrisa mientras comenzaba una guerra sin cuartel, sino era una lanza, era una flecha o una saeta, sino era ninguna de esas cosas, era un espadachín que había usado a un escudero de trampolín.
Zelas esquivaría y bloquearía ataques cada vez mas rápido, sin embargo, los niños-veteranos estaban tomándose su tiempo aprovechando sus números hasta que el rubio demostrara una apertura.
-Vaya, eso se ve bastante elaborado para ser niños-
-Es que son niños-viejos-
-Son veteranos que han sido afectados por uno de los objetos malditos, de ahí que se hayan organizado tan bien-
-Pareciera que su mentalidad no se ha visto afectada, a pesar de lo que han aparentado-
-Debe ser la motivación, si se motivan lo suficiente son capaces de lograr este tipo de cosas-
-¿Cuanto creen que se demore en darse cuenta?-
Zelas viéndose superado desvió una de las lanzas y ocupo a un par de niños escuderos para usarlos de trampolín y saltar al momento que desviaba el ataque de un niño espadachín, y pateaba a otro para usarlo de peldaño y elevarse aun mas, para finalmente ayudarse con algunas explosiones provenientes de sus pies para salir de aquel circulo mortal(2) y los niños-viejos procedían a reagruparse, el rubio se mostraba evidentemente agotado mientras que los niños estaban frescos como biusas recién salidas de las manos de Rauko. -Vaya, esas estrategias y movimientos no son de niños sin entrenar, en señal de respeto a los soldados que alguna vez fueron, procederé a darles el correctivo que les faltaba- el rubio entonces enlazo sus espadas para luego tomar la espada que estaba en el arnés de su espalda y enlazarla también con las otras haciendo una gran espada compuesta de mas espadas, acto seguido inhalo profundamente y avanzo rápidamente hacia a la tropa de niños y en su primer ataque fue interceptado por los escuderos quienes a pesar de ser arrastrados, lograron aguantar el golpe del rubio, en ese momento un espadachín trato de aprovechar que el rubio parecía tener una apertura, sin embargo, no espero recibir un golpe de una de las espadas que salió disparada de la espada mas grande, Zelas hizo una seña con su mano y la espada que había salido volando volvió a su mano libre(3), exhalando, el rubio entonces comenzó a encadenar una serie de 7 golpes consecutivos(4) que remecerían a varios niños mandándolos a volar en diferentes direcciones al momento de realizar el ultimo golpe de manera ascendente con ambas espadas, terminando con varios niños que se terminaron sumando al perímetro, los pocos niños que quedaron temblaban puesto que si bien habían resistido los golpes, estos si habían dejado su mella, los demás instructores por su parte estaban preparados en caso de que el rubio se pasara de revoluciones, Zelas por su parte cayo y suspiro para luego retomar su ritmo de respiración normal al tiempo que la esfera de éter se desvanecía.
-Hmph... Muy bien, me rindo, no puedo seguir tratando de no matarlos, solo lograre cansarme y llevarme heridas innecesarias... Felicitaciones con esto concluye el entrenamiento, procuren repasar los ejercicios que aprendieron- mientras Zelas volvía a unir sus espadas para guardarlas en el orbe, los demás niños que estaban en el perímetro se acercaban para celebrar junto a los que les habían llevado a la victoria.
-Comiencen- señalo el no-elfo viendo las posiciones que habían adoptado los niños soldados, pequeños grupos de no mas de 6, el patrón era el mismo, 3 escuderos en todos, 1 o 2 lanceros, 1 arquero, algunos cambiaban a sus lanceros por arqueros, otros solían tener un espadachín entre sus grupos, de un vistazo rápido, Zelas alcanzo a ver al menos 10 grupos preparados para hacerle frente cuando una lluvia de flechas entro en su pequeña burbuja, fáciles de esquivar y bloquear, sin embargo, un proyectil mas pequeño y mucho mas rápido que los otros paso cerca de su rostro, el cual alcanzo a esquivar por los pelos, las flechas eran una distracción para que las saetas pasaran desapercibidas, al reconocer el peligro en el que se encontraba, el rubio corrió rápidamente hacia donde estaba uno de los grupos, haciendo que la lluvia de flechas cesara, cuando los 3 escuderos se plantaron para hacerle frente, el rubio solo salto por sobre ellos, cuando las lanzas fueron empujadas en su dirección, el rubio se ayudo de una explosión de éter proveniente de sus pies para realizar una especie de doble salto que le permitió sortearlas, a la vez que las desviaba con una de las espadas que tenia empuñadas y al caer, con su otra espada corto rápidamente la cuerda de la ballesta, acto seguido toco con la parte plana de sus espadas a cada uno de los 6 niños que conformaban ese grupo -Están muertos, vayan a los extremos del perímetro-
Los niños protestando finalmente hicieron caso, el rubio entonces les daría la oportunidad de rearmar sus grupos, señalando que si seguían así -no seria divertido desarmarlos hasta que solo quede uno- ahora 6 grupos de 9 niños se habían formado siendo nuevamente los escuderos la prioridad, en esta ocasión avanzaban lentamente, haciendo que el rubio tuviera que enfocar su atención en diferentes grupos a la vez, las lanzas se asomaban y los espadachines se movían de un lugar a otro y cuando el rubio se quiso dar cuenta, ya le habían rodeado. El rubio esbozo una sonrisa mientras comenzaba una guerra sin cuartel, sino era una lanza, era una flecha o una saeta, sino era ninguna de esas cosas, era un espadachín que había usado a un escudero de trampolín.
Zelas esquivaría y bloquearía ataques cada vez mas rápido, sin embargo, los niños-veteranos estaban tomándose su tiempo aprovechando sus números hasta que el rubio demostrara una apertura.
-Vaya, eso se ve bastante elaborado para ser niños-
-Es que son niños-viejos-
-Son veteranos que han sido afectados por uno de los objetos malditos, de ahí que se hayan organizado tan bien-
-Pareciera que su mentalidad no se ha visto afectada, a pesar de lo que han aparentado-
-Debe ser la motivación, si se motivan lo suficiente son capaces de lograr este tipo de cosas-
-¿Cuanto creen que se demore en darse cuenta?-
Zelas viéndose superado desvió una de las lanzas y ocupo a un par de niños escuderos para usarlos de trampolín y saltar al momento que desviaba el ataque de un niño espadachín, y pateaba a otro para usarlo de peldaño y elevarse aun mas, para finalmente ayudarse con algunas explosiones provenientes de sus pies para salir de aquel circulo mortal(2) y los niños-viejos procedían a reagruparse, el rubio se mostraba evidentemente agotado mientras que los niños estaban frescos como biusas recién salidas de las manos de Rauko. -Vaya, esas estrategias y movimientos no son de niños sin entrenar, en señal de respeto a los soldados que alguna vez fueron, procederé a darles el correctivo que les faltaba- el rubio entonces enlazo sus espadas para luego tomar la espada que estaba en el arnés de su espalda y enlazarla también con las otras haciendo una gran espada compuesta de mas espadas, acto seguido inhalo profundamente y avanzo rápidamente hacia a la tropa de niños y en su primer ataque fue interceptado por los escuderos quienes a pesar de ser arrastrados, lograron aguantar el golpe del rubio, en ese momento un espadachín trato de aprovechar que el rubio parecía tener una apertura, sin embargo, no espero recibir un golpe de una de las espadas que salió disparada de la espada mas grande, Zelas hizo una seña con su mano y la espada que había salido volando volvió a su mano libre(3), exhalando, el rubio entonces comenzó a encadenar una serie de 7 golpes consecutivos(4) que remecerían a varios niños mandándolos a volar en diferentes direcciones al momento de realizar el ultimo golpe de manera ascendente con ambas espadas, terminando con varios niños que se terminaron sumando al perímetro, los pocos niños que quedaron temblaban puesto que si bien habían resistido los golpes, estos si habían dejado su mella, los demás instructores por su parte estaban preparados en caso de que el rubio se pasara de revoluciones, Zelas por su parte cayo y suspiro para luego retomar su ritmo de respiración normal al tiempo que la esfera de éter se desvanecía.
-Hmph... Muy bien, me rindo, no puedo seguir tratando de no matarlos, solo lograre cansarme y llevarme heridas innecesarias... Felicitaciones con esto concluye el entrenamiento, procuren repasar los ejercicios que aprendieron- mientras Zelas volvía a unir sus espadas para guardarlas en el orbe, los demás niños que estaban en el perímetro se acercaban para celebrar junto a los que les habían llevado a la victoria.
- OFF: Habilidades y cosas:
1_Judgement: (Master Swordsman/Impulso) [2 usos] Expande su éter, formando una esfera de dos metros de radio a su alrededor. Dentro de ese espacio, sus sentidos se agudizan, mejorando sensiblemente sus habilidades de evasión, bloqueo y contrataque hasta el final del turno.
2_ Vuelo Fúlgido:(Impulso/Acrobacias) [Pasiva] Estando en el aire, puede dar un salto hacia cualquier dirección propulsándose solo con su éter. Pero necesita esperar 3 segundos entre cada salto aéreo.
3_Retorno:(Impulso) [Pasiva] Al principio de una pelea recubre el pomo de sus armas con éter, permitiéndole con un leve gesto de manos hacer que las armas vuelvan a el en cualquier momento de la pelea, (no puede alterar el curso de estas una vez las lanza, solo puede hacer que vuelvan hacia el.)
4_ Link: (Master Swordsman) [1 uso] realiza 7 potentes cortes consecutivos desde diferentes ángulos siendo el ultimo un corte ascendente. El ultimo golpe puede dar paso inmediato al uso de otra habilidad
Objetivo [Recurso] No debemos permitir que estos chicos olviden su entrenamiento marcial. La rutina y el ejercicio les vendrá estupendamente a ellos y su destreza futura le vendrá estupendamente a Verisar. Se buscan instructores para esta tarea.
Zelas Hazelmere
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
Dejé atrás por un instante a mi compañera esperando que estuviera bien… bueno, en realidad me preocupaba más que se comiera a alguno de aquellos niños. Sacudí la cabeza para alejar aquellos locos pensamientos y me concentré en encontrar alternativas para evitar el escape de los pequeños, y fue entonces cuando una idea vino a mi mente, o a mi bolsillo. Allí reposaba un pequeño pañuelo en el que se podía atrapar la voz de alguien, lo que me dio una excelente y rara idea para evitar el escape de los pequeños soldaditos.
Se trataba de hacer algo que parecía ser el fruto de una noche loca entre el pañuelo de voces y la trampa de red, nada menos que una trampa de voz, para ello me dirigí a uno de los bordes del campamento, acercándome a donde los demás habían estado colocando trampas de red, para que estas mismas sirvieran como activadores y comencé a dibujar alrededor de una de ellas, algunas runas que atraparían mi voz, una orden impregnada de magia que trataría de hacer que los niños quisieran regresar por su propia voluntad, una frase simple pero efectiva, terminada en una palabra muy antigua y que albergaba un poder de persuasión inconmensurable -No te vayas, pofavó- [1] Dije con voz amable y suplicante.
De este modo, la trampa de red activaría la orden en primer lugar, y si la orden no funcionaba se activaría la trampa capturando a los niños, luego de esto solo tuve que recorrer el campo redibujando las mismas runas alrededor de otras trampas de red para replicar el efecto, algo que resultaba un poco tedioso con lo escondidas que habían quedado estas trampas.
Durante el recorrido pude ver algunas cosas extrañas, como unos niños que parecían estar haciendo que otros bebieran de un envase lleno de ¿sangre? Aunque a fin de cuentas, no soy quién para juzgarlos, cada quién tiene sus gustos. Abrí los ojos como platos y cubrí ambos lados de mi cada con mis manos y cabello para evitar que mi rostro fuera identificado por aquella rara biocibernética de piel oscura y aceleré el paso para dejarla atrás mientras se encargaba de otras adorables criaturitas.
Y fue entonces cuando el caos apareció, Arygos se acercaba a toda prisa con un pequeño engendro sobre ella. Un tic nervioso se instaló en mi ojo derecho al tratar de comprender cómo es que aquello había sucedido. Apenas pude reaccionar corrí hacia la dragona -Espera, cálmate, detente- Le dije a la dragona para tranquilizarla un poco y poder llegar a su espalda en donde agarré al niño por una pata y lo levanté como si de un trapo se tratara.
Luego de un par de sacudidas lo acosté sobre la misma espalda de la dragona, y le susurré al oído -Si tú, o cualquiera de tus compañeros se sube a la dragona, tú lo vas a pagar, haré que se coma tus entrañas mientras aún estás vivo- [2] Aquello no era solo una amenaza, sino que había usado mi magia de voz para que el pequeño tomara un pánico aberrante, no solo a hacerlo él, sino a que otros se atrevieran a intentarlo.
Tras aquella charla puse al pequeño de pie en el suelo y le di una nalgada para que echara a correr -¿Estás bien?- Le pregunté a Arygos -A veces entiendo por qué alguien querría matarlos- Murmuré entre dientes -No, quise decir, que entiendo por qué alguien querría colmarlos, ya sabes, colmarlos de abrazos y eso- Reí nervioso antes que Arygos se lo tomara literal y comenzara una purga de niños.
[1] Uso la profesión Arcanos y la habilidad El demonio de la perversidad para evitar que los niños quieran abandonar el campamento. Se trataba de hacer algo que parecía ser el fruto de una noche loca entre el pañuelo de voces y la trampa de red, nada menos que una trampa de voz, para ello me dirigí a uno de los bordes del campamento, acercándome a donde los demás habían estado colocando trampas de red, para que estas mismas sirvieran como activadores y comencé a dibujar alrededor de una de ellas, algunas runas que atraparían mi voz, una orden impregnada de magia que trataría de hacer que los niños quisieran regresar por su propia voluntad, una frase simple pero efectiva, terminada en una palabra muy antigua y que albergaba un poder de persuasión inconmensurable -No te vayas, pofavó- [1] Dije con voz amable y suplicante.
De este modo, la trampa de red activaría la orden en primer lugar, y si la orden no funcionaba se activaría la trampa capturando a los niños, luego de esto solo tuve que recorrer el campo redibujando las mismas runas alrededor de otras trampas de red para replicar el efecto, algo que resultaba un poco tedioso con lo escondidas que habían quedado estas trampas.
Durante el recorrido pude ver algunas cosas extrañas, como unos niños que parecían estar haciendo que otros bebieran de un envase lleno de ¿sangre? Aunque a fin de cuentas, no soy quién para juzgarlos, cada quién tiene sus gustos. Abrí los ojos como platos y cubrí ambos lados de mi cada con mis manos y cabello para evitar que mi rostro fuera identificado por aquella rara biocibernética de piel oscura y aceleré el paso para dejarla atrás mientras se encargaba de otras adorables criaturitas.
Y fue entonces cuando el caos apareció, Arygos se acercaba a toda prisa con un pequeño engendro sobre ella. Un tic nervioso se instaló en mi ojo derecho al tratar de comprender cómo es que aquello había sucedido. Apenas pude reaccionar corrí hacia la dragona -Espera, cálmate, detente- Le dije a la dragona para tranquilizarla un poco y poder llegar a su espalda en donde agarré al niño por una pata y lo levanté como si de un trapo se tratara.
Luego de un par de sacudidas lo acosté sobre la misma espalda de la dragona, y le susurré al oído -Si tú, o cualquiera de tus compañeros se sube a la dragona, tú lo vas a pagar, haré que se coma tus entrañas mientras aún estás vivo- [2] Aquello no era solo una amenaza, sino que había usado mi magia de voz para que el pequeño tomara un pánico aberrante, no solo a hacerlo él, sino a que otros se atrevieran a intentarlo.
Tras aquella charla puse al pequeño de pie en el suelo y le di una nalgada para que echara a correr -¿Estás bien?- Le pregunté a Arygos -A veces entiendo por qué alguien querría matarlos- Murmuré entre dientes -No, quise decir, que entiendo por qué alguien querría colmarlos, ya sabes, colmarlos de abrazos y eso- Reí nervioso antes que Arygos se lo tomara literal y comenzara una purga de niños.
[2] Uso la habilidad El miedo que acecha para que el niño sienta un pánico irracional a subir o dejar que otros suban a la dragona.
[3] El uso de la profesión va ligado a este objetivo [Arcanos, Herrería, Ingeniería, Carpintería, Humanitario, Recurso] Algunos de los niños más traviesos se escapan por la noche y ya hemos recibido quejas de las aldeas vecinas por robo y vandalismo. Muchos recuerdan su entrenamiento militar, por lo que pueden evadir fácilmente a los vigilantes. Necesitamos algún otro sistema para mantenerlos en sus barracones, aparte de atarlos a sus camas.
Bio
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Re: ¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? [Desafío Comunitario Exprés]
El vigoroso vaivén de la dragona aminoró al acercarse al vampiro. Su improvisado jinete, ajeno a lo que estaba por acontecerle, alzó el puño victorioso, creyendo que estaba consiguiendo dominar a la criatura, y sus compañeros ovacionaron la gesta.
Arygos se detuvo, permitiendo que Bio se trepara a su espalda, interrumpiendo el triunfo del mocoso. Sobre las escamas de su cuerpo pudo percibir el ligero temblor del muchacho, preso del influjo de la mágica voz de su victimario.
—¿Estás bien?
La dragona asintió y emitió un gorgojeo a modo de agradecimiento, que se convirtió en un entrecortado resoplido, cuya cadencia recordaba vagamente a una risa, más pronunciada una vez su amigo se deshizo en excusas. Con un suave toque del hocico sobre el hombro intento transmitirle seguridad. El particular humor de Bio tenía la extraña capacidad de lograr barrer su malhumor la mayoría de las veces, era refrescante y la dotaba de renovadas energías para encarar la tarea que tenían entre manos.
Confiando en que, después de la reprimenda del vampiro, ningún otro niño tuviese la desfachatez de trepársele como si fuera un poni, volvió hacia el foso a medio hacer y siguió cavando.
En un comienzo los niños no parecían querer acercársele. Pero, a medida que pasaba el tiempo, el recelo iba quedando olvidado por el tiempo y el tedio del campamento. Pese a que muchos voluntarios intentaban poner a los jovencitos en buen uso, eran demasiados y muy escurridizos.
Una muchachilla rubia y menuda se le acercó, moviéndose solo cuando no era observada. Sus grandes ojos, llenos de curiosidad, examinaban a la dragona con una intencionalidad muy diferente a la del grupilo anterior. Aun así, desconocedora de sus pensamientos, Arygos erizo todas las puas de su cuerpo como un puercoespín, y le siseó.
El sonido alertó al muchacho bajo el embrujo de Bio, que corrió hacia ella y la jaló del brazo.
—Aléjate del dragón.— Espetó con un tono autoritario, que ocultaba una nota de pánico. La chiquilla se desestabilizó y cayó de culo al suelo. Llamado por su quejido, otro muchacho de similar apariencia, y mayor contextura, salió corriendo en dirección a los mocosos y empujo al fracaso de jinete.
—¡No toques a mi hermana!
—¡Pues que no se acerque a la zanja!
Comenzaron ambos muchachos a empujarse el uno al otro, con creciente fuerza.
—Yo no estaba haciendo nada.— replico ella, poniéndose en pie y sacudiéndose vigorosamente los faldones para quitar de ellos los restos de tierra y piedrecillas, algunas de las cuales habían mellado su desvencijada capa.-¡Deja en paz a mi hermano!— Se enganchó de la manga del mocoso, tironeando de la misma.
Arygos detuvo su trabajo, y miro a la pequeña tríada, cada vez más enredada en su trifulca, sin saber muy bien como separarlos. Estaba acostumbrada a lidiar con otra clase de niños. Antes de que pudiera decidirse en algún plan de acción, la muchacha se resbaló zanja abajo.
—¡Carline!.— Su hermano dejó la pelea al instante, preocupado. Su abandonado adversario abrió mucho los ojos, preso del miedo. Palideció ante la falsa expectativa de sufrir las amenazas del vampiro, y salió corriendo, intentando perderse entre los niños que, en la lejanía, eran ocupados por otros voluntarios.
Alargando el cuello hacia la cría, Arygos pudo comprobar como no había sufrido más que un buen susto y unos pocos raspones. Sin embargo, no fueron sus heridas, o la carencia de ellas, lo que llamó su atención, sino su olor. Olía igual al pan rancio y duro de ajo que les habían intentado endilgar en la posada.
Cual sabueso pego el hocico sobre la capa y olfateó.
Timidamente, Carline sacó una hogaza roída y se la acercó.
Había encontrado al ladronzuelo, o uno de ellos. Contenta de haberle echado el ojo a aquellos que buscaba proteger, tomó a la jovencita del cuello de las ropas con el hocico, y, como una gata a sus cachorros, decidió llevar a la niña hacia el grupo de adultos donde se encontraba su amigo.
Trotó alegremente hasta Bio, y, cuando llego a su lado, alzó delicada pero orgullosamente su hallazgo.
Pendiendo de su hocico, la niña sostenía el pan con las manos tan apretadas que sus nudillos habían emblanquecido, y sus ojos verdes, brillaban acuosos al borde del llanto.
Ajena a lo mal que le estaba haciendo pasar a la muchacha, rasgo con las garras el suelo, dejando ante los demás un breve mensaje.
—¡No es ella!.— jadeó su hermano, frenándose a la vera del grupo, con el rostro encendido por la persecución.-¡Suéltala! Yo fui el que agarro el pan.-Se encaró con los presentes, valiente y decidido.
Arygos se detuvo, permitiendo que Bio se trepara a su espalda, interrumpiendo el triunfo del mocoso. Sobre las escamas de su cuerpo pudo percibir el ligero temblor del muchacho, preso del influjo de la mágica voz de su victimario.
—¿Estás bien?
La dragona asintió y emitió un gorgojeo a modo de agradecimiento, que se convirtió en un entrecortado resoplido, cuya cadencia recordaba vagamente a una risa, más pronunciada una vez su amigo se deshizo en excusas. Con un suave toque del hocico sobre el hombro intento transmitirle seguridad. El particular humor de Bio tenía la extraña capacidad de lograr barrer su malhumor la mayoría de las veces, era refrescante y la dotaba de renovadas energías para encarar la tarea que tenían entre manos.
Confiando en que, después de la reprimenda del vampiro, ningún otro niño tuviese la desfachatez de trepársele como si fuera un poni, volvió hacia el foso a medio hacer y siguió cavando.
En un comienzo los niños no parecían querer acercársele. Pero, a medida que pasaba el tiempo, el recelo iba quedando olvidado por el tiempo y el tedio del campamento. Pese a que muchos voluntarios intentaban poner a los jovencitos en buen uso, eran demasiados y muy escurridizos.
Una muchachilla rubia y menuda se le acercó, moviéndose solo cuando no era observada. Sus grandes ojos, llenos de curiosidad, examinaban a la dragona con una intencionalidad muy diferente a la del grupilo anterior. Aun así, desconocedora de sus pensamientos, Arygos erizo todas las puas de su cuerpo como un puercoespín, y le siseó.
El sonido alertó al muchacho bajo el embrujo de Bio, que corrió hacia ella y la jaló del brazo.
—Aléjate del dragón.— Espetó con un tono autoritario, que ocultaba una nota de pánico. La chiquilla se desestabilizó y cayó de culo al suelo. Llamado por su quejido, otro muchacho de similar apariencia, y mayor contextura, salió corriendo en dirección a los mocosos y empujo al fracaso de jinete.
—¡No toques a mi hermana!
—¡Pues que no se acerque a la zanja!
Comenzaron ambos muchachos a empujarse el uno al otro, con creciente fuerza.
—Yo no estaba haciendo nada.— replico ella, poniéndose en pie y sacudiéndose vigorosamente los faldones para quitar de ellos los restos de tierra y piedrecillas, algunas de las cuales habían mellado su desvencijada capa.-¡Deja en paz a mi hermano!— Se enganchó de la manga del mocoso, tironeando de la misma.
Arygos detuvo su trabajo, y miro a la pequeña tríada, cada vez más enredada en su trifulca, sin saber muy bien como separarlos. Estaba acostumbrada a lidiar con otra clase de niños. Antes de que pudiera decidirse en algún plan de acción, la muchacha se resbaló zanja abajo.
—¡Carline!.— Su hermano dejó la pelea al instante, preocupado. Su abandonado adversario abrió mucho los ojos, preso del miedo. Palideció ante la falsa expectativa de sufrir las amenazas del vampiro, y salió corriendo, intentando perderse entre los niños que, en la lejanía, eran ocupados por otros voluntarios.
Alargando el cuello hacia la cría, Arygos pudo comprobar como no había sufrido más que un buen susto y unos pocos raspones. Sin embargo, no fueron sus heridas, o la carencia de ellas, lo que llamó su atención, sino su olor. Olía igual al pan rancio y duro de ajo que les habían intentado endilgar en la posada.
Cual sabueso pego el hocico sobre la capa y olfateó.
Timidamente, Carline sacó una hogaza roída y se la acercó.
Había encontrado al ladronzuelo, o uno de ellos. Contenta de haberle echado el ojo a aquellos que buscaba proteger, tomó a la jovencita del cuello de las ropas con el hocico, y, como una gata a sus cachorros, decidió llevar a la niña hacia el grupo de adultos donde se encontraba su amigo.
Trotó alegremente hasta Bio, y, cuando llego a su lado, alzó delicada pero orgullosamente su hallazgo.
Pendiendo de su hocico, la niña sostenía el pan con las manos tan apretadas que sus nudillos habían emblanquecido, y sus ojos verdes, brillaban acuosos al borde del llanto.
Ajena a lo mal que le estaba haciendo pasar a la muchacha, rasgo con las garras el suelo, dejando ante los demás un breve mensaje.
“Es la niña que buscan en la posada”
—¡No es ella!.— jadeó su hermano, frenándose a la vera del grupo, con el rostro encendido por la persecución.-¡Suéltala! Yo fui el que agarro el pan.-Se encaró con los presentes, valiente y decidido.
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