Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
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Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Esquivar los Reinos del Oeste por mar sonaba como un plan mejor que cruzarlos por tierra, que por si no tenía suficientes pocas ganas de meterme en ese reino después de que los vampiros empezasen y perdiesen la guerra, con nuestra poco sigilosa entrada en Tempestad me preocupaba poder encontrarme con cualquiera que pudiera recordarme y quisiera linchar otro vampiro. Ya lo que me faltaba era ser otro nombre para engrosar la lista de mártires ejecutados por humanos cuando ni siquiera me caía bien la mayor parte de mi raza. Aunque, irónicamente, había sido yo quien había acabado con un libro donde estaban anotados todos esos vampiros ejecutados. A mi sólo me había servido para comprobar que el único nombre que me importaba no estaba allí, lo que era una suerte al mantenerse aún la posibilidad de que siguiera viva, pero me figuraba que alguien con más ganas que yo de agitar la política de los Reinos del Oeste podría haber conseguido bastante más con ello.
De todas formas, el viaje en barco estaba yendo razonablemente bien. La tripulación no era la alegría de la huerta, pero me habían hecho descuento a cambio de hacerles algunas reparaciones durante el viaje, lo que siempre era bueno, porque llevaba una temporada en la que no había encontrado demasiado trabajo. Además, también habían cogido este barco Vincent y el sucio bardo, por lo que podía ignorar a los marineros bordes e ir a hablar con el brujo o el dragón cuando no tenía nada mejor que hacer. Aunque había un detalle sobre viajar en barco que no había tenido en cuenta cuando me monté, la escasez de seres que beberme. Y es que, a parte de mis esfuerzos por no beber humanos, se unía que si lo hacía probablemente me lanzaran por la borda, por lo que me había tenido que rebajar a beberme peces. Y si bien pensé que había tocado fondo cuando me encontré lamiendo la sangre de la hojarasca de un bosque, empezaba a dudarlo seriamente, porque verme hincando los dientes en una sardina era cualquier cosa menos amenazante. Además, aún mezclada con toda la suciedad del suelo, la sangre de loba estaba mucho mejor que la de estos peces. Por buscarle el lado bueno, era una nueva experiencia, y había podido comprobar como algo le quitaba el puesto a la sangre de paloma como la más desagradable.
Estaba en mi camarote lijando una mesa cuando empecé a notar movimiento en cubierta. Sorprendido por la repentina actividad, me encaminé hacia cubierta para ver que pasaba, pero mientras subía las escaleras noté un poderoso golpe en el barco que me mandó al suelo. Me levanté todo lo rápido que pude y corrí para poder comprobar con que habíamos chocado. En cubierta me encontré con marineros corriendo como pollos sin cabeza entre gritos de dragón. De primeras no entendí bien a que se referían, pero entonces vi una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] salir del agua y arremeter contra nuestra embarcación.
- ¡Mishu! ¿No me dijiste que ya te pasó esto en tu último viaje? ¿Qué probabilidades había de que esté pasando otra vez?- Le grité mientras intentaba esquivar los barriles y cuerdas que salían rebotados con cada envite, al tiempo que trataba de localizar a Vincent, confiando en que tuviera algún truco extraño de brujo que nos pudiera sacar de allí.
De todas formas, el viaje en barco estaba yendo razonablemente bien. La tripulación no era la alegría de la huerta, pero me habían hecho descuento a cambio de hacerles algunas reparaciones durante el viaje, lo que siempre era bueno, porque llevaba una temporada en la que no había encontrado demasiado trabajo. Además, también habían cogido este barco Vincent y el sucio bardo, por lo que podía ignorar a los marineros bordes e ir a hablar con el brujo o el dragón cuando no tenía nada mejor que hacer. Aunque había un detalle sobre viajar en barco que no había tenido en cuenta cuando me monté, la escasez de seres que beberme. Y es que, a parte de mis esfuerzos por no beber humanos, se unía que si lo hacía probablemente me lanzaran por la borda, por lo que me había tenido que rebajar a beberme peces. Y si bien pensé que había tocado fondo cuando me encontré lamiendo la sangre de la hojarasca de un bosque, empezaba a dudarlo seriamente, porque verme hincando los dientes en una sardina era cualquier cosa menos amenazante. Además, aún mezclada con toda la suciedad del suelo, la sangre de loba estaba mucho mejor que la de estos peces. Por buscarle el lado bueno, era una nueva experiencia, y había podido comprobar como algo le quitaba el puesto a la sangre de paloma como la más desagradable.
Estaba en mi camarote lijando una mesa cuando empecé a notar movimiento en cubierta. Sorprendido por la repentina actividad, me encaminé hacia cubierta para ver que pasaba, pero mientras subía las escaleras noté un poderoso golpe en el barco que me mandó al suelo. Me levanté todo lo rápido que pude y corrí para poder comprobar con que habíamos chocado. En cubierta me encontré con marineros corriendo como pollos sin cabeza entre gritos de dragón. De primeras no entendí bien a que se referían, pero entonces vi una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] salir del agua y arremeter contra nuestra embarcación.
- ¡Mishu! ¿No me dijiste que ya te pasó esto en tu último viaje? ¿Qué probabilidades había de que esté pasando otra vez?- Le grité mientras intentaba esquivar los barriles y cuerdas que salían rebotados con cada envite, al tiempo que trataba de localizar a Vincent, confiando en que tuviera algún truco extraño de brujo que nos pudiera sacar de allí.
Corlys Glokta
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Cualquiera evitaría el mar durante décadas después de haber pasado por la experiencia que el bardo había pasado en su último viaje por barco. Sin embargo, el bardo dragón parecía más de los de arriesgarse a tropezar dos veces con la misma piedra. Las probabilidades de que ocurriese un incidente similar eran muy bajas, ¿verdad? No le había preguntado a ningún erudito del Hekshold, pero estaba seguro: anteriormente había usado el transporte marítimo durante décadas sin arrepentirse. Y otra razón de peso es que tampoco le apetecía volver caminando hacia el sur. Aquellas tierras oscuras del oeste se habían quedado sin sus aclamadas actuaciones por un tiempo. Pensar en ello hacía que le dolieran los piés.
Cuál fue su sorpresa cuando se encontró en el puerto con su viejo compañero de caminos Corlys que había tenido la misma idea que dio pié a que ocurriese la casualidad de un reencuentro. Además, le presentó a un conocido suyo que también había decido montarse en aquella embarcación como si el destino lo hubiese hilado adrede. Lo cual fue toda una suerte para el bardo, pues resultó que le cayó bien y tenía una conversación más amena que Corlys y el resto de la tripulación del barco. Se notaba que bastantes provenían del lúgubre oeste de lo taciturnos que eran. Al menos les gustaba una buena canción de mar que les amenizase el largo viaje, y por unas actuaciones entretenidas le hicieron un suculento descuento en el pasaje.
Durante gran parte del viaje había estado hablando a Vincent, menos los ratos que Corlys decía aparecer y unirseles. El brujo era una fuente a rebosar de inspiración para sus versos. Mishu se encontraba en la cubierta del barco, cerca del mástil central, cuando lo interrumpió. — Por cierto, ser Vincent, ojalá pudieras concederme el regalo de terminar de relatar la historia sobre vuestro encuentro con los kobolds —le pidió. Punteó una de las cuerdas de su laúd. — Se me ocurrió unos versos de nuestra conversación de ayer, ¿gustaría de escucharlos?
Y no fue cuando terminó de hablar que en el barco se levantó un coro de gritos y voces que hubieran callado sus versos. Mishu se quedó quieto, solo levantó una ceja extrañado por todo el alboroto. — Qué voluntad endemoniada se habrá metido en sus cuerpos, ni que hubiesen avistado un monstruoso dragón marino —se permitió bromear. Luego se hubiese querido morder la lengua. No hubo tiempo para más bromas porque el barco recibió el primer golpe de “la piedra con la que un bardo se ha tropezado ahora dos veces”. Sin estar preparado, chocó contra la base del mástil por el movimiento repentino que siguió al envite.
— Oh —se agarró un poco dolorido a las cuerdas de la base del palo. —Vaya caca seca de alca —maldijo al cielo. Su mirada se giró a Corlys que había aparecido en escena corriendo entre los marineros locos y cuerdos, gritándole. — Antes la respuesta a esa pregunta no tenía ápice de incertidumbre, ahora la duda me asalta para darte una, y no es el momento de que la inspiración colabore para resolverla —le contestó a su vez entre gritos.
Con todo el esfuerzo, aprovechando el respiro después de otro envite se acercó a él. — Pero si alguna lección me dejó mi previo avistamiento de un dragón marino, es que a veces merece la pena quedarse tocando una canción hasta que se hunda el barco y otras no. Esta ocasión huelo que es una de esas últimas. Sujeta mi alma, querido Corlys, y mi ropa ya que te encuentras dispuesto —le pidió a la vez que le ponía su laúd en las manos del vampiro. Luego procedió a quitarse su ropa de viaje, la cinta del pelo, la aguja para hacerse un recogido, el abanico, la sobre-túnica, túnica, las sucesivas capas de ropa interior… Luchó para mantenerse en equilibrio mientras se desnuda dignamente delante de Corlys, sin ningún tipo de pudor, entregandole cada prenda mínimamente doblada con su delicadeza de dragón de alta cuna.
— No hace falta que te quedes tan boquiabierto, aprovecha que esta gracia no tiene la suerte de sucederte todos los días —añadió el bardo con un guiño, un comentario final cuando estuvo totalmente en cueros. — Que me perdonen las musas por abandonar a esta poco habladora tripulación. Corlys, espero que no hayas engordado bebiendo sangre de más estos días de esos sabrosos peces —le dijo antes de empezar a transformarse en su forma de dragón. Dónde antes estaba la figura fibrosa del bardo ahora había la silueta esbelta de un dragón de cuatro metros de largo, recortada por los reflejos de la luz de la luna sobre sus escamas azul claro [1].
El otro dragón, la monstruosidad marina, sacudió el barco con mucha más fuerza de antes, y los gritos de unos pobres Mishu hincó las uñas de una de sus garras en la madera para mantener el equilibrio y con la otra agarró a Corlys antes de que fuese directo al suelo o rodase hasta el mar. Sin esperar a nada más, el bardo dragón extendió sus alas para empezar a agitarlas y empezar a tomar altura y soltarse de la madera del barco [2]. Se separó unos metros de la cubierta a la vez que se escoraba hacia un lado para separarse del mástil y las cuerdas rotas. Alargó un poco el cuello para intentar localizar a Vincent Calghoun, no podía dejar de salvar a semejante hombre. Al localizarlo se lanzó hacia él como un ave a una presa. Debido a un nuevo ataque del monstruo, justo en ese momento rompió el casco, hizo que le capturase por las piernas en su otra pata delantera. Con un rugido cantarín tomó más altura alejándose del barco. Hecho un último vistazo hacia atrás viendo como el casco y los mástiles sucumbían hechos añicos ante la bestia marina.
Mishu dio un fuerte impulso al vuelo en la primera dirección que le había parecido buena en mar abierto. Ya fuera de inminente peligro empezó a tararear una de sus composiciones épicas con sus melodiosos gruñidos de dragón. Sólo esperaba aguantar el vuelo lo suficiente arrastrando a esos dos, colgados de sus garras, Corlys como un niño pequeño enfadado y a Vincent como un fardo bocabajo. Y tras un rato ya le estaban pesando.
[1] Don ancestral: puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
[2] Habitante de los cielos: puedo volar en forma de dragón.
Cuál fue su sorpresa cuando se encontró en el puerto con su viejo compañero de caminos Corlys que había tenido la misma idea que dio pié a que ocurriese la casualidad de un reencuentro. Además, le presentó a un conocido suyo que también había decido montarse en aquella embarcación como si el destino lo hubiese hilado adrede. Lo cual fue toda una suerte para el bardo, pues resultó que le cayó bien y tenía una conversación más amena que Corlys y el resto de la tripulación del barco. Se notaba que bastantes provenían del lúgubre oeste de lo taciturnos que eran. Al menos les gustaba una buena canción de mar que les amenizase el largo viaje, y por unas actuaciones entretenidas le hicieron un suculento descuento en el pasaje.
Durante gran parte del viaje había estado hablando a Vincent, menos los ratos que Corlys decía aparecer y unirseles. El brujo era una fuente a rebosar de inspiración para sus versos. Mishu se encontraba en la cubierta del barco, cerca del mástil central, cuando lo interrumpió. — Por cierto, ser Vincent, ojalá pudieras concederme el regalo de terminar de relatar la historia sobre vuestro encuentro con los kobolds —le pidió. Punteó una de las cuerdas de su laúd. — Se me ocurrió unos versos de nuestra conversación de ayer, ¿gustaría de escucharlos?
Y no fue cuando terminó de hablar que en el barco se levantó un coro de gritos y voces que hubieran callado sus versos. Mishu se quedó quieto, solo levantó una ceja extrañado por todo el alboroto. — Qué voluntad endemoniada se habrá metido en sus cuerpos, ni que hubiesen avistado un monstruoso dragón marino —se permitió bromear. Luego se hubiese querido morder la lengua. No hubo tiempo para más bromas porque el barco recibió el primer golpe de “la piedra con la que un bardo se ha tropezado ahora dos veces”. Sin estar preparado, chocó contra la base del mástil por el movimiento repentino que siguió al envite.
— Oh —se agarró un poco dolorido a las cuerdas de la base del palo. —Vaya caca seca de alca —maldijo al cielo. Su mirada se giró a Corlys que había aparecido en escena corriendo entre los marineros locos y cuerdos, gritándole. — Antes la respuesta a esa pregunta no tenía ápice de incertidumbre, ahora la duda me asalta para darte una, y no es el momento de que la inspiración colabore para resolverla —le contestó a su vez entre gritos.
Con todo el esfuerzo, aprovechando el respiro después de otro envite se acercó a él. — Pero si alguna lección me dejó mi previo avistamiento de un dragón marino, es que a veces merece la pena quedarse tocando una canción hasta que se hunda el barco y otras no. Esta ocasión huelo que es una de esas últimas. Sujeta mi alma, querido Corlys, y mi ropa ya que te encuentras dispuesto —le pidió a la vez que le ponía su laúd en las manos del vampiro. Luego procedió a quitarse su ropa de viaje, la cinta del pelo, la aguja para hacerse un recogido, el abanico, la sobre-túnica, túnica, las sucesivas capas de ropa interior… Luchó para mantenerse en equilibrio mientras se desnuda dignamente delante de Corlys, sin ningún tipo de pudor, entregandole cada prenda mínimamente doblada con su delicadeza de dragón de alta cuna.
— No hace falta que te quedes tan boquiabierto, aprovecha que esta gracia no tiene la suerte de sucederte todos los días —añadió el bardo con un guiño, un comentario final cuando estuvo totalmente en cueros. — Que me perdonen las musas por abandonar a esta poco habladora tripulación. Corlys, espero que no hayas engordado bebiendo sangre de más estos días de esos sabrosos peces —le dijo antes de empezar a transformarse en su forma de dragón. Dónde antes estaba la figura fibrosa del bardo ahora había la silueta esbelta de un dragón de cuatro metros de largo, recortada por los reflejos de la luz de la luna sobre sus escamas azul claro [1].
El otro dragón, la monstruosidad marina, sacudió el barco con mucha más fuerza de antes, y los gritos de unos pobres Mishu hincó las uñas de una de sus garras en la madera para mantener el equilibrio y con la otra agarró a Corlys antes de que fuese directo al suelo o rodase hasta el mar. Sin esperar a nada más, el bardo dragón extendió sus alas para empezar a agitarlas y empezar a tomar altura y soltarse de la madera del barco [2]. Se separó unos metros de la cubierta a la vez que se escoraba hacia un lado para separarse del mástil y las cuerdas rotas. Alargó un poco el cuello para intentar localizar a Vincent Calghoun, no podía dejar de salvar a semejante hombre. Al localizarlo se lanzó hacia él como un ave a una presa. Debido a un nuevo ataque del monstruo, justo en ese momento rompió el casco, hizo que le capturase por las piernas en su otra pata delantera. Con un rugido cantarín tomó más altura alejándose del barco. Hecho un último vistazo hacia atrás viendo como el casco y los mástiles sucumbían hechos añicos ante la bestia marina.
Mishu dio un fuerte impulso al vuelo en la primera dirección que le había parecido buena en mar abierto. Ya fuera de inminente peligro empezó a tararear una de sus composiciones épicas con sus melodiosos gruñidos de dragón. Sólo esperaba aguantar el vuelo lo suficiente arrastrando a esos dos, colgados de sus garras, Corlys como un niño pequeño enfadado y a Vincent como un fardo bocabajo. Y tras un rato ya le estaban pesando.
[1] Don ancestral: puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
[2] Habitante de los cielos: puedo volar en forma de dragón.
Mishu
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Había un dicho que el buen mercenario tenía muy presente y no era otro que aquel que rezaba “El mundo era un pañuelo”. Una frase hecha que no podía ser más cierta, sobre todo en situaciones en las que te encontrabas con un vampiro al subirte a un barco, que a su vez conocía a otro pasajero, que a su vez conocía un laúd…
Bueno, eso último era broma. Más no dejaba ser cierto también, pues uno puede imaginar, con facilidad, que un artista del canto y la música conocía bien su instrumento. Después de todo, Vinc era un mercenario y, como tal, conocía bien su espada.
Bueno segunda parte, esta vez el narrador dejará las bromas de lado y más aún si tratan de instrumentos bien tocados y hedonismo hecho juego de palabras. Exacto, porque la lejanía de tu esposa hace que las pajas sean necesarias.
El caso es que era increíble como tres personas que conocían a alguien de esas tres personas podían juntarse sin proponérselo ni acordar nada al respecto. Pero bueno, así era la vida, llena de casualidades y de gente que quería ir al sur por mar, ahorrando tiempo y tener que ver un mundo medio destruido por tantas guerras.
Ser mercenario te hacía ver cosas no aptas para corazones sensibles. Pero eso no significaba que un brujo no necesitara un descanso de tanta “belleza”.
- Es curioso que me digas ser, porque ser soy, pero la gente no te suele decir que eres ser-, contestó al majo de Mishu.
A nuestro Vincent no le importaba la fama. No luchaba porque cantaran sus historias, ni sus peleas, así que la respuesta fue obvia.
- Por supuesto que te concederé ese regalo. Nada como una buena historia-, contestó, procediendo a seguir con el relato.
Correcto, no le importaba la fama, pero contar batallas era parte de él. No había buen mercenario que se preciara, si no contaba sus malditas batallas cual anciano o cuentacuentos se tratara.
- Claro, quiero escuchar esos versos. Tu voz es maravillosa y tienes gran talento-, le halagó, como buen zalamero que era. Aunque era cierto que el tipo sabía cantar y crear divertidas canciones. - Luego procederé a contarte cómo el monstruo procedió a huir tras el insuficiente golpe de lanza de determinado vampiro-, dijo, chistoso.
Y, en fin, habría añadido más bromas, pero cierto ruido que no sonaba nada bien. Tipo ruido de maderas rompiéndose, que no presagiaba nada bueno cuando ibas en una nave hecha de madera, más tipo gritando peor que si les hubieran robado el jornal…
Efectivamente, cuando el dragón y el brujo subieron a la cubierta, el barco se estaba yendo a la real mierda, también llamada, en este caso, fondo marino.
Vinc fue por sus cosas, que no pensaba dejar que se hundiera junto al barco, antes muerto que sencillo, y se acercó a sus amigos a tiempo de escuchar una frase del vampiro no le ayudó a sentirse mejor.
- ¿Cómo que en su último viaje? - preguntó, preocupado de que estuviera con un gafe.
No como él, un brujo mercenario al que nunca le pasaba nada en sus viajes. No es que ya se hubiera hundido con un barco tiempo atrás, asaltado mientras iba en un bégimo, y también asaltado cuando iba por los caminos, por casi todos los caminos por los que fuera alguna vez….
Da igual, no importa. Para Vincent, claramente el dragón era gafe y ya era bastante gafe él de por sí, que diga, no era bueno juntarse con un gafe. Ya era suficiente ir con el otro gafe de Corlys. ¡Pero cojones, cuántos gafes aquí!
- Al menos ellos tienen una barca…-, comentó, mirando como parte de la tripulación bajaba una por la borda con ayuda de unas cuerdas, en la que, al menos, intentarían escapar.
El dragón se transformó en… sí, dragón, obvio, y tomó al brujo cual fardo. Ahí el rubiales pudo ver el mundo de otra manera. Han adivinado. Desde el cielo, cargado de aquella manera.
- Igual si el monstruo se centra en destruir su presa, el barco, esos tipos lo logran-, intentó pensar de forma positiva.
Más, tras un buen rato yendo de aquella manera el guerrero perdió todo positivismo que tuviera encima.
- Y no sé si es el momento adecuado para decir esto, pero, qué pésimo servicio. He volado en dragón en el pasado, diré que prefiero de la forma de antaño. Exacto, como el Inquisidor que me llevó como un fardo también pero era más grande y no temía por caerme a cada aleteo que daba-, bromeó, con cierto sarcasmo.
Es decir, no era malagradecido, sabía que Mishu hacía lo que podía, y le había salvado la vida, pero eso no volvía aquella situación cómoda ni mortal. Así que lo mínimo era echar un chiste con la situación.
- Ah, joder, lo que daría por ir encima y no aquí. Hey, creo que veo tierra ahí adelante-, dijo, de repente, señalando hacia dónde creía haber visto la bendita tierra. Claro, señalando, porque eso servía de algo cuando ibas colgado como rama en pata de cuervo. - ¡Sí, sí! ¡Estamos salvados! - exclamó de alegría.
Bueno, eso último era broma. Más no dejaba ser cierto también, pues uno puede imaginar, con facilidad, que un artista del canto y la música conocía bien su instrumento. Después de todo, Vinc era un mercenario y, como tal, conocía bien su espada.
Bueno segunda parte, esta vez el narrador dejará las bromas de lado y más aún si tratan de instrumentos bien tocados y hedonismo hecho juego de palabras. Exacto, porque la lejanía de tu esposa hace que las pajas sean necesarias.
El caso es que era increíble como tres personas que conocían a alguien de esas tres personas podían juntarse sin proponérselo ni acordar nada al respecto. Pero bueno, así era la vida, llena de casualidades y de gente que quería ir al sur por mar, ahorrando tiempo y tener que ver un mundo medio destruido por tantas guerras.
Ser mercenario te hacía ver cosas no aptas para corazones sensibles. Pero eso no significaba que un brujo no necesitara un descanso de tanta “belleza”.
- Es curioso que me digas ser, porque ser soy, pero la gente no te suele decir que eres ser-, contestó al majo de Mishu.
A nuestro Vincent no le importaba la fama. No luchaba porque cantaran sus historias, ni sus peleas, así que la respuesta fue obvia.
- Por supuesto que te concederé ese regalo. Nada como una buena historia-, contestó, procediendo a seguir con el relato.
Correcto, no le importaba la fama, pero contar batallas era parte de él. No había buen mercenario que se preciara, si no contaba sus malditas batallas cual anciano o cuentacuentos se tratara.
- Claro, quiero escuchar esos versos. Tu voz es maravillosa y tienes gran talento-, le halagó, como buen zalamero que era. Aunque era cierto que el tipo sabía cantar y crear divertidas canciones. - Luego procederé a contarte cómo el monstruo procedió a huir tras el insuficiente golpe de lanza de determinado vampiro-, dijo, chistoso.
Y, en fin, habría añadido más bromas, pero cierto ruido que no sonaba nada bien. Tipo ruido de maderas rompiéndose, que no presagiaba nada bueno cuando ibas en una nave hecha de madera, más tipo gritando peor que si les hubieran robado el jornal…
Efectivamente, cuando el dragón y el brujo subieron a la cubierta, el barco se estaba yendo a la real mierda, también llamada, en este caso, fondo marino.
Vinc fue por sus cosas, que no pensaba dejar que se hundiera junto al barco, antes muerto que sencillo, y se acercó a sus amigos a tiempo de escuchar una frase del vampiro no le ayudó a sentirse mejor.
- ¿Cómo que en su último viaje? - preguntó, preocupado de que estuviera con un gafe.
No como él, un brujo mercenario al que nunca le pasaba nada en sus viajes. No es que ya se hubiera hundido con un barco tiempo atrás, asaltado mientras iba en un bégimo, y también asaltado cuando iba por los caminos, por casi todos los caminos por los que fuera alguna vez….
Da igual, no importa. Para Vincent, claramente el dragón era gafe y ya era bastante gafe él de por sí, que diga, no era bueno juntarse con un gafe. Ya era suficiente ir con el otro gafe de Corlys. ¡Pero cojones, cuántos gafes aquí!
- Al menos ellos tienen una barca…-, comentó, mirando como parte de la tripulación bajaba una por la borda con ayuda de unas cuerdas, en la que, al menos, intentarían escapar.
El dragón se transformó en… sí, dragón, obvio, y tomó al brujo cual fardo. Ahí el rubiales pudo ver el mundo de otra manera. Han adivinado. Desde el cielo, cargado de aquella manera.
- Igual si el monstruo se centra en destruir su presa, el barco, esos tipos lo logran-, intentó pensar de forma positiva.
Más, tras un buen rato yendo de aquella manera el guerrero perdió todo positivismo que tuviera encima.
- Y no sé si es el momento adecuado para decir esto, pero, qué pésimo servicio. He volado en dragón en el pasado, diré que prefiero de la forma de antaño. Exacto, como el Inquisidor que me llevó como un fardo también pero era más grande y no temía por caerme a cada aleteo que daba-, bromeó, con cierto sarcasmo.
Es decir, no era malagradecido, sabía que Mishu hacía lo que podía, y le había salvado la vida, pero eso no volvía aquella situación cómoda ni mortal. Así que lo mínimo era echar un chiste con la situación.
- Ah, joder, lo que daría por ir encima y no aquí. Hey, creo que veo tierra ahí adelante-, dijo, de repente, señalando hacia dónde creía haber visto la bendita tierra. Claro, señalando, porque eso servía de algo cuando ibas colgado como rama en pata de cuervo. - ¡Sí, sí! ¡Estamos salvados! - exclamó de alegría.
Vincent Calhoun
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Me dio la impresión de que la única razón por la que el bardo no había soltado una retahíla de insultos musicalizados fue por las prisas que teníamos por escapar de ese barco. Prisas que por otro lado no mostró mientras se quitaba sus increíblemente abundantes capas de ropas y las doblaba con delicadeza para dármelas junto a su laúd.
- Creo que esa gracia no sucede más a menudo porque te faltan voluntarios y no por tus ganas.
Y no me faltaban ganas de seguir replicando, pero escapar volando parecía una prioridad mayor, y ya que tras transformarse me había agarrado para salir volando, al igual que al bueno de Vincent, al que alcanzó mientras despegaba. Lo que seguramente nos haya salvado, porque por mucho que el brujo trataba de ser optimista, los gritos ahogados entre los rugidos del reptil y los brillos azules que refulgían en el agua me hacían sospechar que cualquier cosa cerca del barco habría pasado a ser marinero tostado.
- Si, supongo que al menos los que entraran en la barca pueden haberse salvado. Iba a decir que el resto aprenderán que es bueno tener suficientes barcas, pero dudo que estén en condiciones de aprender nada después de esto.
Una vez que estuvimos a suficiente distancia como para asegurarnos de no convertirnos en comida de dragón marino, Vincent empezó las bromas sobre el pésimo sistema de transporte que estábamos utilizando, y aunque probablemente no fuera el mejor momento, no pude evitar unirme.
- Si, Aryz tenía más estilo que tu para llevarme. Lo de que yo fuera un kiwi en ese momento son solo detalles que no importan ahora mismo.
Fue una suerte que Vincent no tardara en ver tierra, porque dudaba que pudiésemos aguantar mucho más tiempo en el aire, y a mi no me quedaba demasiado margen para encoger las piernas y evitar acabar metiéndome en el agua.
- Lo de ver tierra es bueno, pero sería aún mejor si no vamos antes al agua. Los dos sabéis hacer cosas con aire, ¿no podéis echar viento a las alas para que haga como una cometa o algo para que deje de descender?- La mirada de asco que me echó el dragón me hizo suponer que no estaba en su mano, pero por si lo que le faltaba era motivación, seguí hablando.- Porque lo malo no sería que me moje yo, que bueno, también, sino que llevo tu ropa y tu laúd, y como que no parece que un chapuzón les fuera a hacer mucho bien.
No se bien cómo, pero conseguimos llegar hasta tierra. Aunque ya decir que aterrizamos igual fue ser muy optimista. Antes de llegar a la costa ya estaba arrastrando las piernas por el agua debido a la escasa altura que podía mantener el, y cuando el nivel del suelo llegó a esa altura pasó lo que tenía que pasar, me estampé contra la arena, frenando al dragón por el impacto y lanzando a todos rodando por la playa. Me quedé tirado sobre el suelo mientras me aseguraba de seguir entero. Una vez hechas las comprobaciones me levanté, escupí la arena que había tragado en el golpe y me quedé observando el deplorable aspecto que traían mis compañeros.
- ¿Seguís todos enteros? Porque solo puedo confiar en que la respuesta sea afirmativa, que no tenemos ningún elfo a mano.- Entonces me acerqué al dragón y le pasé el montón de ropa y el laúd, que habían llegado razonablemente sanos para el impacto que nos habíamos metido.- Que no se diga que no protejo tu alma, aunque técnicamente ha sido tu obscena cantidad de ropa la que lo ha protegido. Y vístete, que si alguien te viera ahora mismo no ibas a ligar en mucho tiempo.- Al mirar a mi alrededor vi que había un río que desembocaba en esa playa.- Bueno, voy a echarme un agua. Avisadme si descubrís donde estamos o veis algo.
Y sin mucho más miramiento, y aún dolorido por el aterrizaje me encaminé hacia ese río para echar un trago y poder quitarme la arena de encima.
- Creo que esa gracia no sucede más a menudo porque te faltan voluntarios y no por tus ganas.
Y no me faltaban ganas de seguir replicando, pero escapar volando parecía una prioridad mayor, y ya que tras transformarse me había agarrado para salir volando, al igual que al bueno de Vincent, al que alcanzó mientras despegaba. Lo que seguramente nos haya salvado, porque por mucho que el brujo trataba de ser optimista, los gritos ahogados entre los rugidos del reptil y los brillos azules que refulgían en el agua me hacían sospechar que cualquier cosa cerca del barco habría pasado a ser marinero tostado.
- Si, supongo que al menos los que entraran en la barca pueden haberse salvado. Iba a decir que el resto aprenderán que es bueno tener suficientes barcas, pero dudo que estén en condiciones de aprender nada después de esto.
Una vez que estuvimos a suficiente distancia como para asegurarnos de no convertirnos en comida de dragón marino, Vincent empezó las bromas sobre el pésimo sistema de transporte que estábamos utilizando, y aunque probablemente no fuera el mejor momento, no pude evitar unirme.
- Si, Aryz tenía más estilo que tu para llevarme. Lo de que yo fuera un kiwi en ese momento son solo detalles que no importan ahora mismo.
Fue una suerte que Vincent no tardara en ver tierra, porque dudaba que pudiésemos aguantar mucho más tiempo en el aire, y a mi no me quedaba demasiado margen para encoger las piernas y evitar acabar metiéndome en el agua.
- Lo de ver tierra es bueno, pero sería aún mejor si no vamos antes al agua. Los dos sabéis hacer cosas con aire, ¿no podéis echar viento a las alas para que haga como una cometa o algo para que deje de descender?- La mirada de asco que me echó el dragón me hizo suponer que no estaba en su mano, pero por si lo que le faltaba era motivación, seguí hablando.- Porque lo malo no sería que me moje yo, que bueno, también, sino que llevo tu ropa y tu laúd, y como que no parece que un chapuzón les fuera a hacer mucho bien.
No se bien cómo, pero conseguimos llegar hasta tierra. Aunque ya decir que aterrizamos igual fue ser muy optimista. Antes de llegar a la costa ya estaba arrastrando las piernas por el agua debido a la escasa altura que podía mantener el, y cuando el nivel del suelo llegó a esa altura pasó lo que tenía que pasar, me estampé contra la arena, frenando al dragón por el impacto y lanzando a todos rodando por la playa. Me quedé tirado sobre el suelo mientras me aseguraba de seguir entero. Una vez hechas las comprobaciones me levanté, escupí la arena que había tragado en el golpe y me quedé observando el deplorable aspecto que traían mis compañeros.
- ¿Seguís todos enteros? Porque solo puedo confiar en que la respuesta sea afirmativa, que no tenemos ningún elfo a mano.- Entonces me acerqué al dragón y le pasé el montón de ropa y el laúd, que habían llegado razonablemente sanos para el impacto que nos habíamos metido.- Que no se diga que no protejo tu alma, aunque técnicamente ha sido tu obscena cantidad de ropa la que lo ha protegido. Y vístete, que si alguien te viera ahora mismo no ibas a ligar en mucho tiempo.- Al mirar a mi alrededor vi que había un río que desembocaba en esa playa.- Bueno, voy a echarme un agua. Avisadme si descubrís donde estamos o veis algo.
Y sin mucho más miramiento, y aún dolorido por el aterrizaje me encaminé hacia ese río para echar un trago y poder quitarme la arena de encima.
Corlys Glokta
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Mishu no estaba para nada acostumbrado a cargar con nadie. Y mucho menos con dos personas. En las ocasiones cuando se transformaba en dragón, para huir de algún sitio antes de que le pillase el marido de alguna fugaz amante dispuesto a darle una paliza junto a sus paisanos, o que le lanzasen tomates o cosas peores, siempre era bien rápido en la huida.
No pudo hacer caso a los comentarios ni observaciones de lo que pasado abajo con el monstruo marino pues estaba más centrado en tomar la mayor distancia posible. Para colmo de males tenía que luchar contra las corrientes de aire que le frenaban las alas y les hacía peligrar volver hacia atrás o dar una voltereta. Y a aquellos dos desagradecidos no les faltaban las ganas de hacer algún chistecillo por el servicio de viajes. Bueno, luego les haría llegar sus disculpas por ser un dragón-bardo y no dragón-carro volador.
Tampoco era el sitio más cómodo para él, tener que sujetarles entre las garras. Llevandoles sobre el lomo tendría las extremidades más libres lo cual ayudaba a no sentirlos como dos sacos de patatas a cada rato que pasaba luchando contra el viento. Ahora también le pedían que hiciera algo con el viento. ¿Acaso no veía que era un precioso dragón de agua? Bien estaba viendo el agua del mar cada vez más cerca antes de que alcanzaran tierra pero hacía todo lo que podía.
Al final digamos que Corlys consiguió motivarlo suficiente para dar un último gran impulso con las alas y avanzar lo suficiente en línea recta para no aterrizar en el mar y sus rocas sino en la playa. Las alas resentidas por el dolor del esfuerzo dejaron de responderle a unos metros sobre la cala de arena y su cuerpo impactó contra el suelo, dejando un rastro de arena que fue frenando la inercia. Hasta que pararon y comió arena en el proceso.
Mishu volvió a transformarse en humano [1] y se quedó bocabajo contra la arena, jadeando y tosiendo arena por el esfuerzo. — Un elfo no tenemos, ¿y alguien que dé un buen masaje está entre los presentes? —preguntó al aire. Había sido demasiado ejercicio intensivo para el bardo. Le dolían todos los músculos, al día siguiente seguro que iba a tener importantes agujetas. Tumbado se dio la vuelta para mirar hacia arriba y lanzó una mirada llena de hastío a Corlys cuando fue a entregarle sus ropas. Se le iluminaron los iris cuando vio en perfectas condiciones a su laúd. — No veo a nadie digno de cantarle una canción de pasión a lo que la vista nos llega, creo que hemos aterrizado en un lugar seguro para practicar la desnudez —. Aunque sí que estaba hecho una porquería con la piel algo roja e irritada de haberse bañado forzadamente en arena.
Al final terminó levantándose y vio a Corlys dirigirse hacia ese río, así que le siguió sin todavía haberse vestido con sus pertenencias en los brazos. Antes también se quitaría la arena allí, sus túnicas no eran cómodas con arena debajo de la tela, ya lo sabía bien. — Espera un momento Corlys que te ayudo con el agua por ser tan buen pasajero a bordo —le gritó. Y reuniendo fuerzas gracias a la venganza se volvió a transformar en dragón [1]. Sin moverse del sitio, retrocedió un poco el cuello y de su boca abierta salió como una catarata un chorro de agua a buena potencia para lograr tirar al suelo a una persona [2]. En este caso a Corlys para empujarlo de cabeza al río.
Luego se giró hacia Vincent y también le duchó con su aliento de dragón de agua [2] con la misma potencia. Volvió a transformarse en humano y recogió sus cosas de nuevo. — Ahora no tendréis queja de servicios de transporte de emergencia Mishu, no cobramos tasa por el baño terapéutico de agua y la limpieza de las ropas —dijo cantarín en un intento de devolverles la pulla. Dejó sus ropas a una orilla del río y luego se metió despacio en el agua fría, pero cuánto la agradecía para quitarse la arena. Mishu se quedó sentado en unas rocas cubierto por el agua por los hombros, limpiándose la larga melena negra de arena. — Una isla tan apartada puede ser el lugar donde habita alguna bruja de los mares que tenga buenas manos para aliviar los músculos adoloridos de un impetuoso viaje, o el hogar de unas sirenas. No me importaría escuchar su cántico, seguro que podría tomar buenas notas. Hay alguna canción en el alegre repertorio de puerto que habla sobre ellas. O sobre el monstruo marino al que hemos sobrevivido —Mencionó mientras le venía a los labios el tarareo de una de esas canciones que daban más miedo que alegría.
[1] Don ancestral: puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
[2] Aliento elemental: puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
No pudo hacer caso a los comentarios ni observaciones de lo que pasado abajo con el monstruo marino pues estaba más centrado en tomar la mayor distancia posible. Para colmo de males tenía que luchar contra las corrientes de aire que le frenaban las alas y les hacía peligrar volver hacia atrás o dar una voltereta. Y a aquellos dos desagradecidos no les faltaban las ganas de hacer algún chistecillo por el servicio de viajes. Bueno, luego les haría llegar sus disculpas por ser un dragón-bardo y no dragón-carro volador.
Tampoco era el sitio más cómodo para él, tener que sujetarles entre las garras. Llevandoles sobre el lomo tendría las extremidades más libres lo cual ayudaba a no sentirlos como dos sacos de patatas a cada rato que pasaba luchando contra el viento. Ahora también le pedían que hiciera algo con el viento. ¿Acaso no veía que era un precioso dragón de agua? Bien estaba viendo el agua del mar cada vez más cerca antes de que alcanzaran tierra pero hacía todo lo que podía.
Al final digamos que Corlys consiguió motivarlo suficiente para dar un último gran impulso con las alas y avanzar lo suficiente en línea recta para no aterrizar en el mar y sus rocas sino en la playa. Las alas resentidas por el dolor del esfuerzo dejaron de responderle a unos metros sobre la cala de arena y su cuerpo impactó contra el suelo, dejando un rastro de arena que fue frenando la inercia. Hasta que pararon y comió arena en el proceso.
Mishu volvió a transformarse en humano [1] y se quedó bocabajo contra la arena, jadeando y tosiendo arena por el esfuerzo. — Un elfo no tenemos, ¿y alguien que dé un buen masaje está entre los presentes? —preguntó al aire. Había sido demasiado ejercicio intensivo para el bardo. Le dolían todos los músculos, al día siguiente seguro que iba a tener importantes agujetas. Tumbado se dio la vuelta para mirar hacia arriba y lanzó una mirada llena de hastío a Corlys cuando fue a entregarle sus ropas. Se le iluminaron los iris cuando vio en perfectas condiciones a su laúd. — No veo a nadie digno de cantarle una canción de pasión a lo que la vista nos llega, creo que hemos aterrizado en un lugar seguro para practicar la desnudez —. Aunque sí que estaba hecho una porquería con la piel algo roja e irritada de haberse bañado forzadamente en arena.
Al final terminó levantándose y vio a Corlys dirigirse hacia ese río, así que le siguió sin todavía haberse vestido con sus pertenencias en los brazos. Antes también se quitaría la arena allí, sus túnicas no eran cómodas con arena debajo de la tela, ya lo sabía bien. — Espera un momento Corlys que te ayudo con el agua por ser tan buen pasajero a bordo —le gritó. Y reuniendo fuerzas gracias a la venganza se volvió a transformar en dragón [1]. Sin moverse del sitio, retrocedió un poco el cuello y de su boca abierta salió como una catarata un chorro de agua a buena potencia para lograr tirar al suelo a una persona [2]. En este caso a Corlys para empujarlo de cabeza al río.
Luego se giró hacia Vincent y también le duchó con su aliento de dragón de agua [2] con la misma potencia. Volvió a transformarse en humano y recogió sus cosas de nuevo. — Ahora no tendréis queja de servicios de transporte de emergencia Mishu, no cobramos tasa por el baño terapéutico de agua y la limpieza de las ropas —dijo cantarín en un intento de devolverles la pulla. Dejó sus ropas a una orilla del río y luego se metió despacio en el agua fría, pero cuánto la agradecía para quitarse la arena. Mishu se quedó sentado en unas rocas cubierto por el agua por los hombros, limpiándose la larga melena negra de arena. — Una isla tan apartada puede ser el lugar donde habita alguna bruja de los mares que tenga buenas manos para aliviar los músculos adoloridos de un impetuoso viaje, o el hogar de unas sirenas. No me importaría escuchar su cántico, seguro que podría tomar buenas notas. Hay alguna canción en el alegre repertorio de puerto que habla sobre ellas. O sobre el monstruo marino al que hemos sobrevivido —Mencionó mientras le venía a los labios el tarareo de una de esas canciones que daban más miedo que alegría.
[1] Don ancestral: puedo convertirme en un dragón de hasta 4 metros (nariz a punta de la cola), lo que aumenta considerablemente mi resistencia. Puedo volver a forma humana a voluntad.
[2] Aliento elemental: puedo lanzar mi elemento afín desde mis entrañas en forma de dragón.
Mishu
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Vaya, cómo era ese Corlys. Vincent dándoles unas buenas dosis de optimismo y el pálido nocturno no tardó ni media en replicar lo inútil que eran las buenas palabras para el resto de marineros.
¡Qué cojones! Si los que estaban en la barca sólo lograrían escapar de esa si el monstruo se contentaba con destruir una única embarcación aquella noche.
Eso bien lo sabía el brujo, más… ¿No era mejor ver el lado positivo de las cosas y esperar que salieran de aquella?
- Bueno, supongo que ahorrar no siempre es positivo-, respondió tras el pragmatismo del vampiro. - Está claro que nunca hay barcas suficientes, lo cual me hace replantearme este medio de transporte para un futuro cercano.
«Si es que sobrevivo a esta, claro está»
En cualquier caso, eso era pasado, ahora el grupo de cobardes que huían por aire se encontraban a escasa distancia de la salvación. Sus mentes ahora se centraban en su propia salvación
- Igual no sé si sirve de algo, pero lo intentaré.
Vincent tras aquellas palabras buscó, por un lado, crear una corriente favorable de aire caliente bajo las alas del dragón y, por el otro, cortar las rachas de aire que viniesen en contra de su desplazamiento para que el viaje de Mishu fuera más sencillo.
Todo eso quedó en el olvido cuando tremendo “macizorro” de las islas Illidenses se estrelló contra la arena como un saco de papas caído del cielo. Que, bueno, era un gran símil porque había caído del cielo como un saco de papas.
Al poco rato de impactar se levantó del suelo, despacio, se encaminó hacia sus compañeros para ver que tal se encontraban. Caminaba un poco… Sí, como si llevara un palo metido en el culo, bien recto y con pasos lentos, pero en principio, no se veían lesiones o que el brujo tuviera alguna herida grave.
Simplemente, nuestro querido mercenario se acercó a sus compañeros y los ojeó a conciencia, manteniendo las distancias, luego procedió a hablar.
- Dueeeeeleeeeee-, comentó con un hilillo de voz, con el rictus propio de quien decidía no moverse mucho porque todo su cuerpo era puro dolor.
Entonces, en ese momento, tras ver la acción del dragón sobre el vampiro, Vincent abrió los ojos como platos y alzó su diestra con un dedo levantado. Lo que pensaba decir quedó pospuesto tras un chorrazo de agua que lo bañó, literal, de arriba abajo.
El mercenario escupió un chorro de agua que le entró en la boca cuando la abrió para decir lo que pensaba y, justo en ese momento, el gesto de su rostro se volvió algo malhumorado, pues, se podría decir que esa agua era como si te hubieran… ¿escupido?
Es decir.
«¿Acabo de saborear saliva de dragón?», pensó nuestro guapetón del sur.
Sí, claramente el gesto del brujo era enfado. Ahora no cabía duda.
- No es necesario-, terminó por decir, aquello que no pudo decir, pero al fin ya pudo. Todo ello sin cambiar de postura. Exacto, seguía con un dedo alzado, mostrándose reticente al baño. Después suspiró con resignación. - Al menos ahora que estamos limpios-, comentó, intentando evitar pensar que le habían escupido al estilo norteño, y colocando los brazos a sus costados, en forma de jarra. - Pero descuida, no pensaba pagarte. Si hay un río hay agua potable, y dónde hay agua potable siempre hay gente ¿no? - continuó diciendo. - Quizás haya una aldea cerca, signos de actividad, o al menos un camino. Lo que sea para encontrar a alguien y saber dónde coño estamos y cómo podemos regresar a casa.
«Espero que el continente no esté muy lejos…», caviló. «Y que de verdad haya alguien en esta isla»
- Desde esa loma podremos tener una mejor visión-, dijo, señalando hacia la altura más cercana. - Desde la playa no tenemos más información que arena y…- Miró a su alrededor. - Más arena. Bueno y la desembocadura de un río. Ánimo Corlys, el agua no hace daño una vez al año-, bromeó, y se encaminó hacia la loma.
¡Qué cojones! Si los que estaban en la barca sólo lograrían escapar de esa si el monstruo se contentaba con destruir una única embarcación aquella noche.
Eso bien lo sabía el brujo, más… ¿No era mejor ver el lado positivo de las cosas y esperar que salieran de aquella?
- Bueno, supongo que ahorrar no siempre es positivo-, respondió tras el pragmatismo del vampiro. - Está claro que nunca hay barcas suficientes, lo cual me hace replantearme este medio de transporte para un futuro cercano.
«Si es que sobrevivo a esta, claro está»
En cualquier caso, eso era pasado, ahora el grupo de cobardes que huían por aire se encontraban a escasa distancia de la salvación. Sus mentes ahora se centraban en su propia salvación
- Igual no sé si sirve de algo, pero lo intentaré.
Vincent tras aquellas palabras buscó, por un lado, crear una corriente favorable de aire caliente bajo las alas del dragón y, por el otro, cortar las rachas de aire que viniesen en contra de su desplazamiento para que el viaje de Mishu fuera más sencillo.
Todo eso quedó en el olvido cuando tremendo “macizorro” de las islas Illidenses se estrelló contra la arena como un saco de papas caído del cielo. Que, bueno, era un gran símil porque había caído del cielo como un saco de papas.
Al poco rato de impactar se levantó del suelo, despacio, se encaminó hacia sus compañeros para ver que tal se encontraban. Caminaba un poco… Sí, como si llevara un palo metido en el culo, bien recto y con pasos lentos, pero en principio, no se veían lesiones o que el brujo tuviera alguna herida grave.
Simplemente, nuestro querido mercenario se acercó a sus compañeros y los ojeó a conciencia, manteniendo las distancias, luego procedió a hablar.
- Dueeeeeleeeeee-, comentó con un hilillo de voz, con el rictus propio de quien decidía no moverse mucho porque todo su cuerpo era puro dolor.
Entonces, en ese momento, tras ver la acción del dragón sobre el vampiro, Vincent abrió los ojos como platos y alzó su diestra con un dedo levantado. Lo que pensaba decir quedó pospuesto tras un chorrazo de agua que lo bañó, literal, de arriba abajo.
El mercenario escupió un chorro de agua que le entró en la boca cuando la abrió para decir lo que pensaba y, justo en ese momento, el gesto de su rostro se volvió algo malhumorado, pues, se podría decir que esa agua era como si te hubieran… ¿escupido?
Es decir.
«¿Acabo de saborear saliva de dragón?», pensó nuestro guapetón del sur.
Sí, claramente el gesto del brujo era enfado. Ahora no cabía duda.
- No es necesario-, terminó por decir, aquello que no pudo decir, pero al fin ya pudo. Todo ello sin cambiar de postura. Exacto, seguía con un dedo alzado, mostrándose reticente al baño. Después suspiró con resignación. - Al menos ahora que estamos limpios-, comentó, intentando evitar pensar que le habían escupido al estilo norteño, y colocando los brazos a sus costados, en forma de jarra. - Pero descuida, no pensaba pagarte. Si hay un río hay agua potable, y dónde hay agua potable siempre hay gente ¿no? - continuó diciendo. - Quizás haya una aldea cerca, signos de actividad, o al menos un camino. Lo que sea para encontrar a alguien y saber dónde coño estamos y cómo podemos regresar a casa.
«Espero que el continente no esté muy lejos…», caviló. «Y que de verdad haya alguien en esta isla»
- Desde esa loma podremos tener una mejor visión-, dijo, señalando hacia la altura más cercana. - Desde la playa no tenemos más información que arena y…- Miró a su alrededor. - Más arena. Bueno y la desembocadura de un río. Ánimo Corlys, el agua no hace daño una vez al año-, bromeó, y se encaminó hacia la loma.
Vincent Calhoun
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Re: Lo que mal empieza va a peor [Vincent Calhoun & Mishu] [Noche]
Ese dragón resentido debió pensar que era gracioso mandarme de cabeza al río de un chorro de agua. Me hubiera encantado soltarle alguna obscenidad sobre el servicio de baño terapéutico, pero estaba muy ocupado tosiendo y escupiendo el agua que se me había metido en la boca y la nariz. Aunque por ser positivos, al menos me había golpeado de espaldas y lo que me había hecho atragantarme era río y no babas de bardo. Tras conseguir vaciar mis vías respiratorias de líquido, inspiré profundamente para disfrutar del aire limpio y razonablemente seco, y luego le di un trago como tenía pensado en un inicio.
El tarareo del bardo me estaba resultando familiar y me quedé dando vueltas sobre ello mientras que esperaba a que él terminara de acicalarse y yo seguía apretándome la ropa a ver si me libraba de un poco de agua para no ir chorreando, o al menos chorreando menos fuerte. Entonces me di cuenta de era porque o que me sonaba de esa música, era una de esas canciones macabras que se contaban en los puertos.
- ¿Esa canción no era una que decía que las sirenas te iban a encantar para llevarte al fondo del mar para empotrarte y comerte? No sé cuanto de verdad tendrá, pero creo que prefiero quedarme con la duda y no encontrarme con ninguna.- Escuché los comentarios del brujo y me alejé de la orilla en su dirección, alegrándome de cambiar de lugar y quitarme la molesta sensación de ser observado que tenía desde que me había acercado a ese lugar.- Bueno, me voy a ver que quiere Vincent. Además, este sitio no me transmite confianza, y menos después de tu cancioncilla.
Avancé hacia la loma donde se alzaba el brujo a buen ritmo, aunque con el inevitable sonido de calzado chapoteando por el agua de la que no había conseguido librarme. Intentando ignorar el sonido y limpiar mi buen nombre de las falsas acusaciones del mercenario le fui contestando mientras caminaba.
- Oye, que conste que veo el agua bastante más de una vez al año. Y seguramente más que la mayoría de gente de esta tierra. Aunque quizás no sea por las razones adecuadas, sino porque saltar a un río es la mejor forma de confundir a los perros de los campesinos furibundos que te persiguen por beberse sus ovejas.
Aprovechando mi visión en la oscuridad me quedé contemplando el paisaje, y lo que pude distinguir más allá de la línea de árboles que delimitaba la playa no fueron las mejores noticias que podíamos esperar.
- Bueno. Hay noticias buenas y malas. Las buenas son que no estamos en una isla perdida sino que esto forma parte del delta de un río. La mala es que lo único que veo son más islillas con estos árboles y el río bifurcándose entre ellas.- Me encogí de hombros sin saber bien que dirección tomar ahora y me giré hacia mis compañeros con una expresión que emanaba resignación.- En fin, ¿alguien tiene algún plan para volver a la civilización?
El tarareo del bardo me estaba resultando familiar y me quedé dando vueltas sobre ello mientras que esperaba a que él terminara de acicalarse y yo seguía apretándome la ropa a ver si me libraba de un poco de agua para no ir chorreando, o al menos chorreando menos fuerte. Entonces me di cuenta de era porque o que me sonaba de esa música, era una de esas canciones macabras que se contaban en los puertos.
- ¿Esa canción no era una que decía que las sirenas te iban a encantar para llevarte al fondo del mar para empotrarte y comerte? No sé cuanto de verdad tendrá, pero creo que prefiero quedarme con la duda y no encontrarme con ninguna.- Escuché los comentarios del brujo y me alejé de la orilla en su dirección, alegrándome de cambiar de lugar y quitarme la molesta sensación de ser observado que tenía desde que me había acercado a ese lugar.- Bueno, me voy a ver que quiere Vincent. Además, este sitio no me transmite confianza, y menos después de tu cancioncilla.
Avancé hacia la loma donde se alzaba el brujo a buen ritmo, aunque con el inevitable sonido de calzado chapoteando por el agua de la que no había conseguido librarme. Intentando ignorar el sonido y limpiar mi buen nombre de las falsas acusaciones del mercenario le fui contestando mientras caminaba.
- Oye, que conste que veo el agua bastante más de una vez al año. Y seguramente más que la mayoría de gente de esta tierra. Aunque quizás no sea por las razones adecuadas, sino porque saltar a un río es la mejor forma de confundir a los perros de los campesinos furibundos que te persiguen por beberse sus ovejas.
Aprovechando mi visión en la oscuridad me quedé contemplando el paisaje, y lo que pude distinguir más allá de la línea de árboles que delimitaba la playa no fueron las mejores noticias que podíamos esperar.
- Bueno. Hay noticias buenas y malas. Las buenas son que no estamos en una isla perdida sino que esto forma parte del delta de un río. La mala es que lo único que veo son más islillas con estos árboles y el río bifurcándose entre ellas.- Me encogí de hombros sin saber bien que dirección tomar ahora y me giré hacia mis compañeros con una expresión que emanaba resignación.- En fin, ¿alguien tiene algún plan para volver a la civilización?
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