Un encuentro esperado [Privado]
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Un encuentro esperado [Privado]
Ninguna mañana era de rutina para Sylmare, no desde que había abandonado su logia, pues muchos dependían de ella, y su futuro no era claro, el de nadie lo era.
La elfa pasaba sus días estrechando relaciones, organizando y haciendo labores para las que no había estado preparada, pero manejándose a su modo y manera.
Sus filas habían incrementado estas últimas semanas, pues campesinos de varias partes habían sido reclutados, en su mayoría humanos dejados de lado por sus lords. Aún así no era raro ver algunas otras razas entre ellos, pues no discriminaban, todos podían alabar a Shar, y Shar podía cuidar a todos ellos sin importar el qué son.
Y después de todo, la elfa aún quería permanecer bajo las sombras, lejos de todas las narices curiosas que pudiesen estropear su pequeña comunidad religiosa. Así había llegado a conocer a aquella vampiresa, su principal fuente de información y trabajos en las afueras de su aislada población.
Esta vez le había pedido personalmente, rara vez lo hacía si es que no necesitaba de su fuerza, y hacía mucho tiempo no se veían, por lo que llevaba días anhelando la llegada de la chupa-sangre.
En la playa esperaba por ella, en un punto de encuentro que habían decidido tiempo atrás y que solía ser donde más se encontraban debido a donde ambas habitaban, un punto medio entre las dos.
La elfa tomó en cuenta el punto del sol y de esa manera pudo indagar en el tiempo concurrido del día.
— Ya debería llegar, preparen todo. — Se cruzó de brazos mirando al mar.
— De inmediato... — Detrás de ella, dos seguidores con túnicas negras y unas máscaras color plata levantaban el campamento, pequeño campamento para que descansen de su viaje al menos mientras esperaban, compuesto de apenas una fogata y una tienda pequeña para huir del sol y los vientos arenosos.
La elfa pasaba sus días estrechando relaciones, organizando y haciendo labores para las que no había estado preparada, pero manejándose a su modo y manera.
Sus filas habían incrementado estas últimas semanas, pues campesinos de varias partes habían sido reclutados, en su mayoría humanos dejados de lado por sus lords. Aún así no era raro ver algunas otras razas entre ellos, pues no discriminaban, todos podían alabar a Shar, y Shar podía cuidar a todos ellos sin importar el qué son.
Y después de todo, la elfa aún quería permanecer bajo las sombras, lejos de todas las narices curiosas que pudiesen estropear su pequeña comunidad religiosa. Así había llegado a conocer a aquella vampiresa, su principal fuente de información y trabajos en las afueras de su aislada población.
Esta vez le había pedido personalmente, rara vez lo hacía si es que no necesitaba de su fuerza, y hacía mucho tiempo no se veían, por lo que llevaba días anhelando la llegada de la chupa-sangre.
En la playa esperaba por ella, en un punto de encuentro que habían decidido tiempo atrás y que solía ser donde más se encontraban debido a donde ambas habitaban, un punto medio entre las dos.
La elfa tomó en cuenta el punto del sol y de esa manera pudo indagar en el tiempo concurrido del día.
— Ya debería llegar, preparen todo. — Se cruzó de brazos mirando al mar.
— De inmediato... — Detrás de ella, dos seguidores con túnicas negras y unas máscaras color plata levantaban el campamento, pequeño campamento para que descansen de su viaje al menos mientras esperaban, compuesto de apenas una fogata y una tienda pequeña para huir del sol y los vientos arenosos.
Sylmare
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Re: Un encuentro esperado [Privado]
Contaba con llegar tarde.
La puntualidad de Sylmare era un rasgo que quizás fortalecía de manera reafirmadora el motivo por el que Caoimhe se mantenía en vinculación con la elfa.
Obviamente factores externos a la propia vampiresa impedían que su llegada hubiese sido más temprana. Por factores, entre otros, se podía contar la fatalidad de los rayos del sol sobre su piel y por supuesto, los horarios poco certeros de los ferrys entre Beltrexus y aquel lugar. Además de algún que otro encontronazo en su camino. Nada que ya tuviese importancia, por supuesto.
La arena blanca de la costa hacía fácil que las marcas de sus pasos no fuesen un rastro imposible de distinguir para cualquiera que mirase de manera detallada. Mientras caminaba, Caoimhe analizaba las tres figuras que esperaban por supuesto su llegada y un sentimiento de molestia la inundó por un segundo: Ella misma podría haber contado con sus secuaces si ambos no hubiesen estado ocupados en según qué rumor que había comenzado a esparcirse en Beltrexus y del que tenía que hacerse dueña antes de que llegase a oídos equivocados.
Cuando llegó hasta donde Sylmare la esperaba, guardó un minuto de silencio antes de dirigirse a ella. Algo molesta por la presencia de los otros dos hombres a los que no había visto antes.
-Creo que olvidaste mencionar en tus cartas que íbamos a tener compañía- dijo la vampiresa, notablemente molesta.
No esque había desvelado a Sylmare el motivo exacto por el que estaban en aquel lugar. Tampoco esperaba involucrar a la elfa en el plan consecuente a aquel trabajo, pero el hecho de que dos variables estuviesen fuera de su control no era algo que hiciese ilusión a la vampiresa. Sobre todo cuando apenas ella misma sabía como exactamente iban a escapar de alli con lo que Caoimhe estaba buscando.
Se sacó una pequeña bolsa de aeros de su bolsillo y un tarrito vacío. Entregó primero el tarro a Sylmare.
-Necesito exactamente unos... 100 ml- dijo sin dar muchas más explicaciones, refiriéndose a su sangre- Tranquila... es tan solo una fianza. La certitud de que cuando alcancemos mi objetivo no vas a largarte con el objeto y pedir un pago extra por el mismo- Le sonrió de manera sarcástica. No pretendía ser estúpida ni poco cercana. Había trabajado antes con Sylmare y quizás el trasfondo de aquella elfa no involucraba aquel plan, pero no se había labrado una carrera y reputación en los préstamos y tratos por confiar en la gente.
El requerimiento era mínimo.
-Cuando los hayas llenado te daré la mitad del pago acordado- la miró de nuevo, con sus ojos de dos colores esta vez algo más cálidos- El resto, al final.
Caoimhe esperó paciente.
La puntualidad de Sylmare era un rasgo que quizás fortalecía de manera reafirmadora el motivo por el que Caoimhe se mantenía en vinculación con la elfa.
Obviamente factores externos a la propia vampiresa impedían que su llegada hubiese sido más temprana. Por factores, entre otros, se podía contar la fatalidad de los rayos del sol sobre su piel y por supuesto, los horarios poco certeros de los ferrys entre Beltrexus y aquel lugar. Además de algún que otro encontronazo en su camino. Nada que ya tuviese importancia, por supuesto.
La arena blanca de la costa hacía fácil que las marcas de sus pasos no fuesen un rastro imposible de distinguir para cualquiera que mirase de manera detallada. Mientras caminaba, Caoimhe analizaba las tres figuras que esperaban por supuesto su llegada y un sentimiento de molestia la inundó por un segundo: Ella misma podría haber contado con sus secuaces si ambos no hubiesen estado ocupados en según qué rumor que había comenzado a esparcirse en Beltrexus y del que tenía que hacerse dueña antes de que llegase a oídos equivocados.
Cuando llegó hasta donde Sylmare la esperaba, guardó un minuto de silencio antes de dirigirse a ella. Algo molesta por la presencia de los otros dos hombres a los que no había visto antes.
-Creo que olvidaste mencionar en tus cartas que íbamos a tener compañía- dijo la vampiresa, notablemente molesta.
No esque había desvelado a Sylmare el motivo exacto por el que estaban en aquel lugar. Tampoco esperaba involucrar a la elfa en el plan consecuente a aquel trabajo, pero el hecho de que dos variables estuviesen fuera de su control no era algo que hiciese ilusión a la vampiresa. Sobre todo cuando apenas ella misma sabía como exactamente iban a escapar de alli con lo que Caoimhe estaba buscando.
Se sacó una pequeña bolsa de aeros de su bolsillo y un tarrito vacío. Entregó primero el tarro a Sylmare.
-Necesito exactamente unos... 100 ml- dijo sin dar muchas más explicaciones, refiriéndose a su sangre- Tranquila... es tan solo una fianza. La certitud de que cuando alcancemos mi objetivo no vas a largarte con el objeto y pedir un pago extra por el mismo- Le sonrió de manera sarcástica. No pretendía ser estúpida ni poco cercana. Había trabajado antes con Sylmare y quizás el trasfondo de aquella elfa no involucraba aquel plan, pero no se había labrado una carrera y reputación en los préstamos y tratos por confiar en la gente.
El requerimiento era mínimo.
-Cuando los hayas llenado te daré la mitad del pago acordado- la miró de nuevo, con sus ojos de dos colores esta vez algo más cálidos- El resto, al final.
Caoimhe esperó paciente.
Caoimhe
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Re: Un encuentro esperado [Privado]
La elfa sostuvo el tarro con gracia, observando cómo Caoimhe explicaba su particular método de garantizar el cumplimiento de los tratos. La advertencia de Sylmare fue recibida con una inclinación de cabeza, reconociendo la seriedad de la situación. Shar, la deidad en la que basaba su culto, no toleraba las deudas impagas.
Uno de los seguidores, un elfo con una máscara plateada que ocultaba su rostro, solo identificable su raza debido a la palidez de su piel y la altura de su figura, se acercó con una reverencia y delicadeza notables. Sostenía con respeto el tarro mientras Sylmare extendía su mano con gracia, el otro seguidor fue que con un pequeño puñal, acercándolo a la palma de Sylmare, un breve pinchado, un corte lateral pequeño realizó en su mano, permitiendo que unas gotas de su sangre cayeran en el recipiente. La presencia de sus seguidores era más que un simple apoyo físico; era un reflejo de la devoción y lealtad que compartían hacia la causa de Shar. Con movimientos coordinados, la tarea se llevó a cabo con eficiencia y cuidado, asegurando que el tarro se llenara con la esencia vital de la elfa para cumplir con el peculiar trato propuesto por la prestamista.
La vampiresa había llegado con una tarea específica, y Sylmare estaba dispuesta a colaborar, al menos por ahora. Las palabras resonaban en el aire mientras la elfa dejaba caer gotas de su propia sangre en el tarro, envolviendo la conversación en un silencio momentáneo.
La elfa respondió con un tono sereno, sus ojos rojos centelleando ligeramente mientras mantenía su compostura frente a la visible molestia de Caoimhe.
Extrañada la elfa miró a la vampiresa arqueando una de sus cejas, para luego desestimar las dudas ajenas con solo un movimiento ladeando su cabeza y alzando uno de sus hombros.
— Sin dudas no anticipé que sean de tú incomodidad. Pero confío en que mis seguidores serán de ayuda en lo que sea necesario. Son leales a la causa y están acostumbrados a la discreción. Su presencia asegura que podremos enfrentar cualquier desafío que se presente durante nuestra colaboración. La devoción a Shar guía cada uno de sus actos, al igual que lo hace con los míos. — concluyó Sylmare, esperando que sus palabras tranquilizaran las preocupaciones de la vampiresa.
— Entiendo las precauciones, Caoimhe. Shar, al igual que tú, no deja asuntos sin resolver, nos conocemos hace tiempo, no sé sí sentirme más cómoda o más incómoda por tus paranoias, espero que un día cesen respecto a mí persona. — comentó Sylmare mientras seguía llenando el tarro con una calma que contrastaba con la tensión del aire.
La elfa se detuvo por un momento, sus ojos rojos encontrando los de Caoimhe. Había algo más que las unía más allá de la transacción actual. Un entendimiento mutuo de que los lazos entre ellas, aunque impulsados por la conveniencia, tenían una profundidad insondable.
— Ya he preparado el tarro con mi sangre — anunció Sylmare, ofreciéndoselo a Caoimhe a través del elfo de máscara plateada. — Ahora, háblame de este capitán de barco y su deuda. ¿Cuál es la tarea que has traído a los dominios de Sandorai? ¿Y qué puedo esperar de tí? Sabes que no trabajo gratis.
Uno de los seguidores, un elfo con una máscara plateada que ocultaba su rostro, solo identificable su raza debido a la palidez de su piel y la altura de su figura, se acercó con una reverencia y delicadeza notables. Sostenía con respeto el tarro mientras Sylmare extendía su mano con gracia, el otro seguidor fue que con un pequeño puñal, acercándolo a la palma de Sylmare, un breve pinchado, un corte lateral pequeño realizó en su mano, permitiendo que unas gotas de su sangre cayeran en el recipiente. La presencia de sus seguidores era más que un simple apoyo físico; era un reflejo de la devoción y lealtad que compartían hacia la causa de Shar. Con movimientos coordinados, la tarea se llevó a cabo con eficiencia y cuidado, asegurando que el tarro se llenara con la esencia vital de la elfa para cumplir con el peculiar trato propuesto por la prestamista.
La vampiresa había llegado con una tarea específica, y Sylmare estaba dispuesta a colaborar, al menos por ahora. Las palabras resonaban en el aire mientras la elfa dejaba caer gotas de su propia sangre en el tarro, envolviendo la conversación en un silencio momentáneo.
La elfa respondió con un tono sereno, sus ojos rojos centelleando ligeramente mientras mantenía su compostura frente a la visible molestia de Caoimhe.
Extrañada la elfa miró a la vampiresa arqueando una de sus cejas, para luego desestimar las dudas ajenas con solo un movimiento ladeando su cabeza y alzando uno de sus hombros.
— Sin dudas no anticipé que sean de tú incomodidad. Pero confío en que mis seguidores serán de ayuda en lo que sea necesario. Son leales a la causa y están acostumbrados a la discreción. Su presencia asegura que podremos enfrentar cualquier desafío que se presente durante nuestra colaboración. La devoción a Shar guía cada uno de sus actos, al igual que lo hace con los míos. — concluyó Sylmare, esperando que sus palabras tranquilizaran las preocupaciones de la vampiresa.
— Entiendo las precauciones, Caoimhe. Shar, al igual que tú, no deja asuntos sin resolver, nos conocemos hace tiempo, no sé sí sentirme más cómoda o más incómoda por tus paranoias, espero que un día cesen respecto a mí persona. — comentó Sylmare mientras seguía llenando el tarro con una calma que contrastaba con la tensión del aire.
La elfa se detuvo por un momento, sus ojos rojos encontrando los de Caoimhe. Había algo más que las unía más allá de la transacción actual. Un entendimiento mutuo de que los lazos entre ellas, aunque impulsados por la conveniencia, tenían una profundidad insondable.
— Ya he preparado el tarro con mi sangre — anunció Sylmare, ofreciéndoselo a Caoimhe a través del elfo de máscara plateada. — Ahora, háblame de este capitán de barco y su deuda. ¿Cuál es la tarea que has traído a los dominios de Sandorai? ¿Y qué puedo esperar de tí? Sabes que no trabajo gratis.
Sylmare
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Re: Un encuentro esperado [Privado]
Caoimhe escuchó las palabras de Sylmare algo distraída. Si bien era cierto que aquello había dispersado la atención principal de su objetivo no tenían mucho tiempo para mantener una conversación prolongada acerca de las expectativas de aquella noche. Además, por otro lado, Syl había entregado a Caoimhe parte de su sangre sin rechistar. La agarró y guardó en su bolso con cautela.
La vampiresa la aceptó y decidió pasar página sumiéndose en aquello que los traía a las orillas de aquella playa. Por supuesto no explicó a Sylmare la totalidad de sus intenciones, tan solo los detalles generales acerca de la hazaña de aquella noche y el pago que podía esperar.
-Si mis cálculos son correctos vamos a tener compañía en unos minutos. Escuchame bien, - dijo mirando a Syl a modo de advertencia- No importa como de familiares te parezcan los rostros y las sonrisas de... bueno las personas con las que vamos a encontrarnos. No importa cuanto parezcan conocerme o como intenten trazar una línea de confianza entre ellos y nosotras... debes saber que no son mis amigos. No los conozco más allá de alguna que otra carta y... - paró un momento su discurso- Yo viajo y trabajo sola. Si decides unirte debes saber cuidar de ti misma- dijo algo seria pero sin ser abrupta.
-Por otro lado, el pago es lo que tú quieras que sea: Estoy segura de que, si todo sale bien. nuestros amigos no se negarán a que tomes cualquier objeto de valor de entre sus tesoros. O lo que sea que te apetezca y se te antoje- añadió- Las condiciones de nuestro contrato no han cambiado desde la última vez: Hoy por mi y puedes estar segura de que mañana, cuando sea por ti, sabré responder acorde.- Sonrió ahora de manera serena mientras se acomodaba el pelo ondulado en una larga trenza a un lado de su cuello y pecho.
Como si Caoimhe hubiese pronosticado el tiempo exacto para dejar de hablar, en el momento en el que el reflejo de la luna alcanzó la orilla donde se encontraban, las olas - hasta ahora pausadas en un vaivén continuo- comenzaron a descontrolarse. Primero de una manera liviana, apenas perceptible. Acto seguido, la espuma indicó el lugar exacto donde la disturbancias comenzaba a hacerse física para finalmente ser la visión del mástil de un barco la señal inequívoca de que no estaban solas.
El navío pareció resurgir de entre las profundidades de la bahía y cuando encayó en la arena Caoimhe saludó con sus manos a los hombres en cubierta mientras sin apenas mover los labios decía a Syl:
-No te olvides de aparentar ser docil. Y liviana. Y por supuesto de no tener ni idea de nada de lo que se habla. Necesitamos una ventaja momentánea- añadió.
Ambas caminaron de manera pausada hasta alcanzar el barco y cuando lo hicieron, los marineros dejaron caer una escalera rudimentaria de cuerda y madera por la que ambas escalaron. Caoimhe recogió su vestido con dificultad mientras temía que el contenido de su bolso se perdiese en el agua, bajo ella.
Por suerte pisó la madera del buque antes de que aquello pasase. Un grupo de hombres fornidos las esperaba en cubierta mientras las observaban repasando cada parte de la anatomía de ambas de manera concienzuda. Varios de aquellos hombres se dedicaron codazos aquí y allá y sonrieron ante la presencia de ambas mujeres.
Caoimhe estaba acostumbrada a los desplantes sexuales de los hombres. Se había criado entre el prostíbulo de su madre y fueron las propias mujeres que allí trabajaban las que la enseñaron que su sonrisa era un arma siempre que supiese a quién apuntarla. Por supuesto aquella noche iba a necesitarla.
-Caballeros...- dijo- Un placer pisar al fin el Astorias. Sin duda la descripción del mismo por parte de Boyd se queda corta cuando una puede al fin... inspirarse en su cubierta- se acercó a la proa del barco y acarició la madera del navío a medida que hablaba.
Caoimhe notaba como la tripulación, sin embargo y a pesar de su aspecto seductor se alborotaba ante la incertitud de la presencia de ambas mujeres.
-No queremos robarles tiempo en demasía, por lo que agradeceríamos si pudieseis avisar a vuestro capitán de nuestra presencia. Boyd me espera, si mal no recuerdo desde anoche, por lo que mis disculpas, podéis asegurarles serán abundantes y necesarias.
Caoimhe se giró sobre si misma, con la certitud de alguien que espera una acción. Su cadera apoyada en la baranda y su visio4n perdiendose en el agua, dando la espada a los marineros durante un segundo, admirando la luna frente a ella y recordando un tiempo cuando era más feliz y en el que aquel satélite marcaba tan solo el cierre del día.
-Permítame que desafíe vuestra petición- dijo una voz profunda y ronca- No estoy muy seguro de con que tipo de personas soleis lidiar en vuestro día a día, 'mis ladies'- la voz de aquel hombre remarcó esa palabra en un tono jocoso- Pero nosotros somos piratas. Tan solo aceptamos órdenes de nuestro capitán.
El hombre que hablaba se había separado del grupo y caminaba de manera segura sobre sus dos pies, pavoneándose mientras el resto de los piratas reforzaban sus palabras con algunos 'Ayé!'
-...y asumimos que una vez que alguien pone pie en nuestro barco es para acatar nuestra ley no escrita- Caoimhe se giró de manera molesta para al fin identificar quién era aquel hombre y por qué estaba cuestionando su petición- No solo hemos estado navegando 24 horas extra esperando vuestra llegada sino que además nos hemos consumido al menos 5 barriles de ron!- añadio4 al fin acercándose a Caoimhe- Por lo que, van a ser necesarias más que meras disculpas para amainar esta tormenta.
El hombre agarró la muñeca de Caoimhe de manera decidida forzandola a prestarle atención. La sed de la chica en aumento. La vampiresa buscó con la mirada a Syl: Otro de los piratas se había acercado a ella y entre el y otro más también le habían agarrado las muñecas, reteniéndola de manera feroz.
-No sabes qué estas diciendo- Dijo Caoimhe de pronto sopesando si aquello merecía la pena.
El hombre pausó su agarre durante unos segundos al encontrar su mirada con la de la chica. Caoimhe estaba tan acostumbrada a la docilidad de la expectación de alguien que nunca había visto ojos heterocromos que apenas percibió el hecho de que para aquel marinero quizás era la primera vez que pasaba.
-¿Qué clase de... Dios no puede decidirse entre dos colores?- dijo el hombre divertido apartando el cabello para mirarla con más claridad.
La risa del pirata fue acallada de manera inmediata por una voz algo menos ronca y más pausada.
-Lugh- dijo solamente, el resto de piratas de pronto enmudecidos- ¿Acaso es así como tratamos a los huéspedes en el Astorias?- dijo la voz de Boyd apareciendo entre la multitud, creando un pasillo a su alrededor.
Boyd tenía la piel pálida de alguien enfermo y el cansancio de quien lo ha estado demasiado tiempo. Sus cabellos caían a ambos lados de su cara de manera desordenada en rizos perfectos que ocultaban un sinfin de cicatrices y una piel irregular.y cuarteada por el efecto del viento y la sal.
Sus manos hicieron un gesto que resultó en Lugh liberando a Caoimhe. La chica se llevó la mano a la muñeca de manera dolorida.Quizás fingiendo un poco más de dolor del que había causado el pirata.
-Perdonad a mis hombres- dijo Boyd- No solemos tener visita a bordo, mucho menos femenina- Hizo una reverencia hasta Sylmare y Caoimhe y obligó a Lugh a hacer lo mismo.
Caoimhe comprobó que la expresión del hombre pasaba de molestia a sumisión acabando en... ¿arrepentimiento?
-Me alegra tanto que hayas por fin podido escaparte de Beltrexus para encontrarte conmigo. No sabía que ibas a traer compañía, pero sin duda cualqquier amiga de Caoimhe es también amiga mia. Vengan, vengan por favor...
-Lugh, apresurate a ofrecerles a nuestras visitantes algo de comer y beber. Además te necesito en mi camarote. Caoimhe y la dulce...- El capitán le dio la oportunidad a Syl para presentarse- No han venido a perder el tiempo y hay mucho que discutir.
20 minutos más tarde la claridad de una vela sobre una mesa iluminaba el camarote del capitán donde Boyd,Lugh, Caoimhe y Sylmare se habían agazapado.
-... y por eso mismo pensé que quizás te apetecería ayudarnos. Me dio la impresión en tus cartas que habías tomado por completo el negocio de tu padre- dijo Boyd- sin duda él querría recuperar parte de lo que se que custodia esa bestia bajo el agua. No estaba muy seguro de lo que estabas dispuesta a hacer pero estoy casi seguro al 100% que ese bicho oculta más de lo que nos imaginamos. De ahí que pensase en tu ayuda para derrotarlo.
Lugh carraspeó de manera notable.
-Agh... os preocupeis, lindas. Ahí donde lo veis Lugh es mi mano derecha y tiene un ojo especial para objetos de valor específico. Os puedo asegurar que está de vuestro lado... Sobre todo si necesitamos hacer explotar algo- dijo Boyd sonriendo.
-Lo dicho pues.... ¿nos vamos?
Caoimhe miró a Syl. Ella estaba dispuesta a sumergirse en las profundidades de aquel mar si aquello le daba más conocimiento sobre cierto objeto que podría ayudarla a enfrentar la luz del sol sin morir... pero... ¿Lo estaba Sylmare?
La vampiresa la aceptó y decidió pasar página sumiéndose en aquello que los traía a las orillas de aquella playa. Por supuesto no explicó a Sylmare la totalidad de sus intenciones, tan solo los detalles generales acerca de la hazaña de aquella noche y el pago que podía esperar.
-Si mis cálculos son correctos vamos a tener compañía en unos minutos. Escuchame bien, - dijo mirando a Syl a modo de advertencia- No importa como de familiares te parezcan los rostros y las sonrisas de... bueno las personas con las que vamos a encontrarnos. No importa cuanto parezcan conocerme o como intenten trazar una línea de confianza entre ellos y nosotras... debes saber que no son mis amigos. No los conozco más allá de alguna que otra carta y... - paró un momento su discurso- Yo viajo y trabajo sola. Si decides unirte debes saber cuidar de ti misma- dijo algo seria pero sin ser abrupta.
-Por otro lado, el pago es lo que tú quieras que sea: Estoy segura de que, si todo sale bien. nuestros amigos no se negarán a que tomes cualquier objeto de valor de entre sus tesoros. O lo que sea que te apetezca y se te antoje- añadió- Las condiciones de nuestro contrato no han cambiado desde la última vez: Hoy por mi y puedes estar segura de que mañana, cuando sea por ti, sabré responder acorde.- Sonrió ahora de manera serena mientras se acomodaba el pelo ondulado en una larga trenza a un lado de su cuello y pecho.
Como si Caoimhe hubiese pronosticado el tiempo exacto para dejar de hablar, en el momento en el que el reflejo de la luna alcanzó la orilla donde se encontraban, las olas - hasta ahora pausadas en un vaivén continuo- comenzaron a descontrolarse. Primero de una manera liviana, apenas perceptible. Acto seguido, la espuma indicó el lugar exacto donde la disturbancias comenzaba a hacerse física para finalmente ser la visión del mástil de un barco la señal inequívoca de que no estaban solas.
El navío pareció resurgir de entre las profundidades de la bahía y cuando encayó en la arena Caoimhe saludó con sus manos a los hombres en cubierta mientras sin apenas mover los labios decía a Syl:
-No te olvides de aparentar ser docil. Y liviana. Y por supuesto de no tener ni idea de nada de lo que se habla. Necesitamos una ventaja momentánea- añadió.
Ambas caminaron de manera pausada hasta alcanzar el barco y cuando lo hicieron, los marineros dejaron caer una escalera rudimentaria de cuerda y madera por la que ambas escalaron. Caoimhe recogió su vestido con dificultad mientras temía que el contenido de su bolso se perdiese en el agua, bajo ella.
Por suerte pisó la madera del buque antes de que aquello pasase. Un grupo de hombres fornidos las esperaba en cubierta mientras las observaban repasando cada parte de la anatomía de ambas de manera concienzuda. Varios de aquellos hombres se dedicaron codazos aquí y allá y sonrieron ante la presencia de ambas mujeres.
Caoimhe estaba acostumbrada a los desplantes sexuales de los hombres. Se había criado entre el prostíbulo de su madre y fueron las propias mujeres que allí trabajaban las que la enseñaron que su sonrisa era un arma siempre que supiese a quién apuntarla. Por supuesto aquella noche iba a necesitarla.
-Caballeros...- dijo- Un placer pisar al fin el Astorias. Sin duda la descripción del mismo por parte de Boyd se queda corta cuando una puede al fin... inspirarse en su cubierta- se acercó a la proa del barco y acarició la madera del navío a medida que hablaba.
Caoimhe notaba como la tripulación, sin embargo y a pesar de su aspecto seductor se alborotaba ante la incertitud de la presencia de ambas mujeres.
-No queremos robarles tiempo en demasía, por lo que agradeceríamos si pudieseis avisar a vuestro capitán de nuestra presencia. Boyd me espera, si mal no recuerdo desde anoche, por lo que mis disculpas, podéis asegurarles serán abundantes y necesarias.
Caoimhe se giró sobre si misma, con la certitud de alguien que espera una acción. Su cadera apoyada en la baranda y su visio4n perdiendose en el agua, dando la espada a los marineros durante un segundo, admirando la luna frente a ella y recordando un tiempo cuando era más feliz y en el que aquel satélite marcaba tan solo el cierre del día.
-Permítame que desafíe vuestra petición- dijo una voz profunda y ronca- No estoy muy seguro de con que tipo de personas soleis lidiar en vuestro día a día, 'mis ladies'- la voz de aquel hombre remarcó esa palabra en un tono jocoso- Pero nosotros somos piratas. Tan solo aceptamos órdenes de nuestro capitán.
El hombre que hablaba se había separado del grupo y caminaba de manera segura sobre sus dos pies, pavoneándose mientras el resto de los piratas reforzaban sus palabras con algunos 'Ayé!'
-...y asumimos que una vez que alguien pone pie en nuestro barco es para acatar nuestra ley no escrita- Caoimhe se giró de manera molesta para al fin identificar quién era aquel hombre y por qué estaba cuestionando su petición- No solo hemos estado navegando 24 horas extra esperando vuestra llegada sino que además nos hemos consumido al menos 5 barriles de ron!- añadio4 al fin acercándose a Caoimhe- Por lo que, van a ser necesarias más que meras disculpas para amainar esta tormenta.
El hombre agarró la muñeca de Caoimhe de manera decidida forzandola a prestarle atención. La sed de la chica en aumento. La vampiresa buscó con la mirada a Syl: Otro de los piratas se había acercado a ella y entre el y otro más también le habían agarrado las muñecas, reteniéndola de manera feroz.
-No sabes qué estas diciendo- Dijo Caoimhe de pronto sopesando si aquello merecía la pena.
El hombre pausó su agarre durante unos segundos al encontrar su mirada con la de la chica. Caoimhe estaba tan acostumbrada a la docilidad de la expectación de alguien que nunca había visto ojos heterocromos que apenas percibió el hecho de que para aquel marinero quizás era la primera vez que pasaba.
-¿Qué clase de... Dios no puede decidirse entre dos colores?- dijo el hombre divertido apartando el cabello para mirarla con más claridad.
La risa del pirata fue acallada de manera inmediata por una voz algo menos ronca y más pausada.
-Lugh- dijo solamente, el resto de piratas de pronto enmudecidos- ¿Acaso es así como tratamos a los huéspedes en el Astorias?- dijo la voz de Boyd apareciendo entre la multitud, creando un pasillo a su alrededor.
Boyd tenía la piel pálida de alguien enfermo y el cansancio de quien lo ha estado demasiado tiempo. Sus cabellos caían a ambos lados de su cara de manera desordenada en rizos perfectos que ocultaban un sinfin de cicatrices y una piel irregular.y cuarteada por el efecto del viento y la sal.
Sus manos hicieron un gesto que resultó en Lugh liberando a Caoimhe. La chica se llevó la mano a la muñeca de manera dolorida.Quizás fingiendo un poco más de dolor del que había causado el pirata.
-Perdonad a mis hombres- dijo Boyd- No solemos tener visita a bordo, mucho menos femenina- Hizo una reverencia hasta Sylmare y Caoimhe y obligó a Lugh a hacer lo mismo.
Caoimhe comprobó que la expresión del hombre pasaba de molestia a sumisión acabando en... ¿arrepentimiento?
-Me alegra tanto que hayas por fin podido escaparte de Beltrexus para encontrarte conmigo. No sabía que ibas a traer compañía, pero sin duda cualqquier amiga de Caoimhe es también amiga mia. Vengan, vengan por favor...
-Lugh, apresurate a ofrecerles a nuestras visitantes algo de comer y beber. Además te necesito en mi camarote. Caoimhe y la dulce...- El capitán le dio la oportunidad a Syl para presentarse- No han venido a perder el tiempo y hay mucho que discutir.
20 minutos más tarde la claridad de una vela sobre una mesa iluminaba el camarote del capitán donde Boyd,Lugh, Caoimhe y Sylmare se habían agazapado.
-... y por eso mismo pensé que quizás te apetecería ayudarnos. Me dio la impresión en tus cartas que habías tomado por completo el negocio de tu padre- dijo Boyd- sin duda él querría recuperar parte de lo que se que custodia esa bestia bajo el agua. No estaba muy seguro de lo que estabas dispuesta a hacer pero estoy casi seguro al 100% que ese bicho oculta más de lo que nos imaginamos. De ahí que pensase en tu ayuda para derrotarlo.
Lugh carraspeó de manera notable.
-Agh... os preocupeis, lindas. Ahí donde lo veis Lugh es mi mano derecha y tiene un ojo especial para objetos de valor específico. Os puedo asegurar que está de vuestro lado... Sobre todo si necesitamos hacer explotar algo- dijo Boyd sonriendo.
-Lo dicho pues.... ¿nos vamos?
Caoimhe miró a Syl. Ella estaba dispuesta a sumergirse en las profundidades de aquel mar si aquello le daba más conocimiento sobre cierto objeto que podría ayudarla a enfrentar la luz del sol sin morir... pero... ¿Lo estaba Sylmare?
Caoimhe
Honorable
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Re: Un encuentro esperado [Privado]
Sylmare escuchó las palabras de Caoimhe con atención, asintiendo ligeramente para mostrar que entendía la importancia de la situación. La vampiresa había dejado claro que la compañía que se avecinaba no sería amistosa, y Sylmare se preparó mentalmente para lo que estaba por venir.
Consciente de la peligrosidad de la expedición, se volvió hacia sus dos seguidores con el gesto adusto que solía caracterizarla. Les indicó con firmeza que la esperaran en un puerto cercano, asegurándoles que la situación no requería de sus servicios y prefería no exponerlos innecesariamente. Les recordó la importancia de su labor en la protección del culto y, tras un breve intercambio de miradas y asentimientos, ambos seguidores aceptaron la orden y se retiraron con la promesa de aguardar su regreso. Sylmare confiaba en que aquel puerto sería un refugio seguro para ellos.
Guardó silencio mientras subían al barco, apenas y rudimentarias cuerdas les habían arrojado, por suerte no traía su armadura completa de placas esta vez, solo ropajes ligeros con los que podía moverse a placer, una vez subió luego de un poco de esfuerzo, observó la interacción de Caoimhe con los piratas. La elfa estaba acostumbrada a pasar desapercibida, pero comprendía que la situación requería que actuaran con astucia.
Cuando se encontraron con la "felicidad" de parte de los piratas y la tensión aumentó, Sylmare intentó mantener la calma. Notó que algunos de los hombres se acercaban a ella, pero siguió las indicaciones de Caoimhe de aparentar ser dócil y despreocupada. Aunque no le agradaba la sensación de ser retenida, recordó la importancia de mantener una ventaja momentánea. Y es por esto que tuvo que aguantar bien de cerca aquellas miradas y comentarios despreciables.
La llegada de Boyd alivió la situación, aunque no estaba del todo convencida de la sinceridad de los piratas. Sin embargo, asintió con respeto cuando Boyd les pidió disculpas y les ofreció su hospitalidad.
Respondió la reverencia con una muy fingida de su parte, dudaba de que aquellos hombres tengan un ápice de honor por ellas.
— Sylmare, un gusto, capitán. — Respondió a secas la elfa pero con un tono amable, la única razón por la que no hablaba mucho era por el simple disgusto que le tenía al mar, al océano, a los barcos y sus típicos tripulantes.
Se mantuvo en silencio durante la conversación en el camarote del capitán, escuchando las palabras de Boyd con atención.
Las palabras de este resonaron en su mente: "¿Nos vamos...?". Sylmare miró a Caoimhe y luego a Boyd. Aunque la elfa no tenía un interés directo en los tesoros que se mencionaban, sí le intrigaba la idea de enfrentar a la bestia marina y sobre todo de terminar el trabajo para Caoimhe de una vez por todas. Tomó aire y finalmente habló con determinación:
— No perdamos más el tiempo entonces. — Ocultó una expresión para Caoimhe, era evidente lo mucho que despreciaba el estar allí, el disgusto que tenía por la situación entera, y así, en esa misma mirada le indicó lo caro que le tendría que devolver el favor en un futuro.
Consciente de la peligrosidad de la expedición, se volvió hacia sus dos seguidores con el gesto adusto que solía caracterizarla. Les indicó con firmeza que la esperaran en un puerto cercano, asegurándoles que la situación no requería de sus servicios y prefería no exponerlos innecesariamente. Les recordó la importancia de su labor en la protección del culto y, tras un breve intercambio de miradas y asentimientos, ambos seguidores aceptaron la orden y se retiraron con la promesa de aguardar su regreso. Sylmare confiaba en que aquel puerto sería un refugio seguro para ellos.
Guardó silencio mientras subían al barco, apenas y rudimentarias cuerdas les habían arrojado, por suerte no traía su armadura completa de placas esta vez, solo ropajes ligeros con los que podía moverse a placer, una vez subió luego de un poco de esfuerzo, observó la interacción de Caoimhe con los piratas. La elfa estaba acostumbrada a pasar desapercibida, pero comprendía que la situación requería que actuaran con astucia.
Cuando se encontraron con la "felicidad" de parte de los piratas y la tensión aumentó, Sylmare intentó mantener la calma. Notó que algunos de los hombres se acercaban a ella, pero siguió las indicaciones de Caoimhe de aparentar ser dócil y despreocupada. Aunque no le agradaba la sensación de ser retenida, recordó la importancia de mantener una ventaja momentánea. Y es por esto que tuvo que aguantar bien de cerca aquellas miradas y comentarios despreciables.
La llegada de Boyd alivió la situación, aunque no estaba del todo convencida de la sinceridad de los piratas. Sin embargo, asintió con respeto cuando Boyd les pidió disculpas y les ofreció su hospitalidad.
Respondió la reverencia con una muy fingida de su parte, dudaba de que aquellos hombres tengan un ápice de honor por ellas.
— Sylmare, un gusto, capitán. — Respondió a secas la elfa pero con un tono amable, la única razón por la que no hablaba mucho era por el simple disgusto que le tenía al mar, al océano, a los barcos y sus típicos tripulantes.
Se mantuvo en silencio durante la conversación en el camarote del capitán, escuchando las palabras de Boyd con atención.
Las palabras de este resonaron en su mente: "¿Nos vamos...?". Sylmare miró a Caoimhe y luego a Boyd. Aunque la elfa no tenía un interés directo en los tesoros que se mencionaban, sí le intrigaba la idea de enfrentar a la bestia marina y sobre todo de terminar el trabajo para Caoimhe de una vez por todas. Tomó aire y finalmente habló con determinación:
— No perdamos más el tiempo entonces. — Ocultó una expresión para Caoimhe, era evidente lo mucho que despreciaba el estar allí, el disgusto que tenía por la situación entera, y así, en esa misma mirada le indicó lo caro que le tendría que devolver el favor en un futuro.
Sylmare
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Re: Un encuentro esperado [Privado]
La noche se hizo cerrada. Y en un momento apresurado. el capitán del Astorias se dirigió de manera distraída de nuevo hasta su camarote, realizando tan solo un gesto con su cabeza en señal inequívoca de que quería que lo siguiesen.
Caoimhe observó a Syl que parecía segura de la decisión de haberse quedado en aquel lugar y comenzó a caminar siguiendo al hombre rechoncho.En algún momento la voz grave de Boyd decidió dirigirse a ambas mujeres de nuevo.
-Llevamos exactamente tres semanas tras su pista- el vaivén de la cubierta fue la señal inequívoca de que el navío había comenzado a moverse- Creo que la última vez que contactamos- dijo señalando un papel arrugado que sacó de su bolsillo- No estabamos seguros de cuanto íbamos a poder seguirles el paso antes de que se volviesen hostiles ante nuestra presencia- dijo el hombre buscando con la mirada la aprobación de Caoimhe.
La vampiresa le siguió el gesto, más preocupada por la ocupación repentina de todos los piratas a su alrededor: Los hombres se movían de aquí a allá en un baile planeado. Cuantificado y casi milimetrado en el que todos y cada uno de los cuerpos masculinos sobre cubierta entendían su papel y lo realizaban de la manera certera de aquel que lleva años ensayando.
-A pesar de eso las seguimos- dijo el hombre, Caoimhe aun enfocada en la tarea de los cuerpos a su alrededor. Sus ojos se cruzaron de manera fugaz con los de Lugh, lo suficientememte ocupado atando y desatando amarres de cuerdas gruesas como para devolver la mirada a la chica- LAS seguimos- repitió el hombre ahora mirando a Syl, esperando quizás una reacción más acorde en la elfa.
Caoimhe se enfocó entonces de nuevo en Boyd.
-¿Las?- dijo la chica alzando una ceja de manera incrédula- Estás insinuando que... pensé que dijiste que eran animales solitarios y que tan solo se habían avistado dos en los últimos 300 años. Me aseguraste que...
-Mejor que lo observéis por vuestros propios ojos- dijo el hombre con aire de satisfacción en sus ojos y amarrándose a uno de los palos de proa.
Caoimhe miró a su alrededor. El vaivén del barco se había intensificado de manera peligrosa en los últimos minutos y quizás la acción certera del amarre del capitán era lo más sensato que la chica había visto hasta aquel momento. De hecho, ahora que se fijaba, la mayor parte de la tripulación estaba agarrada a algo lo suficientemente contundente como para evitar que el movimiento los desprendiese.
Caoimhe mantuvo el equilibrio como pudo en un principio. A su lado se preocupó por como su compañera iba a hacer lo mismo. Tan solo Lugh quedaba en cubierta aún caminando de aquí para allá, terminando una red de acciones que parecían ser las causantes de aquel movimiento. Las voces parejas de sus compañeros arrullando sus acciones y aullando cuando el barco parecía casi desfallecer era una música acompasada.
-Syl... algo no está bien,.. quizás deberíamos... sería mejor que- dijo Caoimhe, agarrándose con todas sus fuerzas a la cubierta cercana a ella-
El barco comenzó entonces a mecerse de delante hacia detrás de manera más y más violenta. Lugh observaba a las chicas, con una sonrisa burlona y el resto de la tripulación parecía también divertirse ante el aparente miedo de ambas a ser despedidas hasta el mar abierto.
Dos vaivenes más y la popa del barco quedó casi por completo perpendicular al agua.
-Agarrate aqui- dijo Caoimhe a Syl, pasándole una cuerda atada al mástil central.
Tan solo tuvo tiempo para acercársela cuando, finalmente y como producto final, el barco se pendió en perpendicular al mar, alzándose sobre las olas. Los pies de Caoimhe despegándose de la cubierta. Sus brazos extendidos y agarrándose con fuerza a aquello que podía sostener.
Un grito ahogado escapó de sus labios cuando vio que Syl quizás estaba en la misma situación.
Frente a ella, un sonriente Lugh se había atado de manera estratégica al timón.y en una mano lo controlaba mientras que con la otra...
Dio un giro seco al timón que hizo que el barco finalmente cayese sobre si mismo. El cuerpo de Syl y ella misma desfalleciendose en la nada hasta que...
Lugh tiró de la cuerda que controlaba con su mano zurda y de pronto la presión de la misma en sus pies la mantuvo al borde del agua e hizo que ni ella ni Syl cayesen al agua spbre la que el barco ahora giraba.
Su cabeza le dio vueltas.
Cuando abrió los ojos estaba empapada y el bamboleo de las maderas le indicaba que quizás el barco volvía a estar sobre aguas calmadas.
Sus ojos, sin embargo le mostraron algo inhóspito e increible: No esque estuviesen sobre el mar. Eran el mar. Alrededor del navío los peces flotaban como si de pájaros se tratasen y la voz de Boyd la sacó de su ensimismamiento:
-Ballenas- dijo el capitán mientras señalaba a los animales que como si de pajaros enormes se tratasen nadaban alrededor del barco, sin siquiera inmutarse- Y... son totalmente ciegas. Creo que por eso no se han vuelto aún hostiles. Llevamos semanas siguiendolas. Ya fue una sorpresa encontrar más de una pero... ¡míralas!- dijo el hombre
Caoimhe se alzó sobre si misma acercándose lo más que pudo a los animales, admirado la majestuosidad de los mismos con los ojos abiertos como platos.
-Tan solo hay, pues un pequeño problema- dijo Lugh, peinándose el cabello que parecía haberse alborotado en el trayecto
-Cómo nos metemos dentro de ellas- dijo la vampiresa y miró a Syl,intentando imaginar quê pensaba de todo aquello.
Caoimhe observó a Syl que parecía segura de la decisión de haberse quedado en aquel lugar y comenzó a caminar siguiendo al hombre rechoncho.En algún momento la voz grave de Boyd decidió dirigirse a ambas mujeres de nuevo.
-Llevamos exactamente tres semanas tras su pista- el vaivén de la cubierta fue la señal inequívoca de que el navío había comenzado a moverse- Creo que la última vez que contactamos- dijo señalando un papel arrugado que sacó de su bolsillo- No estabamos seguros de cuanto íbamos a poder seguirles el paso antes de que se volviesen hostiles ante nuestra presencia- dijo el hombre buscando con la mirada la aprobación de Caoimhe.
La vampiresa le siguió el gesto, más preocupada por la ocupación repentina de todos los piratas a su alrededor: Los hombres se movían de aquí a allá en un baile planeado. Cuantificado y casi milimetrado en el que todos y cada uno de los cuerpos masculinos sobre cubierta entendían su papel y lo realizaban de la manera certera de aquel que lleva años ensayando.
-A pesar de eso las seguimos- dijo el hombre, Caoimhe aun enfocada en la tarea de los cuerpos a su alrededor. Sus ojos se cruzaron de manera fugaz con los de Lugh, lo suficientememte ocupado atando y desatando amarres de cuerdas gruesas como para devolver la mirada a la chica- LAS seguimos- repitió el hombre ahora mirando a Syl, esperando quizás una reacción más acorde en la elfa.
Caoimhe se enfocó entonces de nuevo en Boyd.
-¿Las?- dijo la chica alzando una ceja de manera incrédula- Estás insinuando que... pensé que dijiste que eran animales solitarios y que tan solo se habían avistado dos en los últimos 300 años. Me aseguraste que...
-Mejor que lo observéis por vuestros propios ojos- dijo el hombre con aire de satisfacción en sus ojos y amarrándose a uno de los palos de proa.
Caoimhe miró a su alrededor. El vaivén del barco se había intensificado de manera peligrosa en los últimos minutos y quizás la acción certera del amarre del capitán era lo más sensato que la chica había visto hasta aquel momento. De hecho, ahora que se fijaba, la mayor parte de la tripulación estaba agarrada a algo lo suficientemente contundente como para evitar que el movimiento los desprendiese.
Caoimhe mantuvo el equilibrio como pudo en un principio. A su lado se preocupó por como su compañera iba a hacer lo mismo. Tan solo Lugh quedaba en cubierta aún caminando de aquí para allá, terminando una red de acciones que parecían ser las causantes de aquel movimiento. Las voces parejas de sus compañeros arrullando sus acciones y aullando cuando el barco parecía casi desfallecer era una música acompasada.
-Syl... algo no está bien,.. quizás deberíamos... sería mejor que- dijo Caoimhe, agarrándose con todas sus fuerzas a la cubierta cercana a ella-
El barco comenzó entonces a mecerse de delante hacia detrás de manera más y más violenta. Lugh observaba a las chicas, con una sonrisa burlona y el resto de la tripulación parecía también divertirse ante el aparente miedo de ambas a ser despedidas hasta el mar abierto.
Dos vaivenes más y la popa del barco quedó casi por completo perpendicular al agua.
-Agarrate aqui- dijo Caoimhe a Syl, pasándole una cuerda atada al mástil central.
Tan solo tuvo tiempo para acercársela cuando, finalmente y como producto final, el barco se pendió en perpendicular al mar, alzándose sobre las olas. Los pies de Caoimhe despegándose de la cubierta. Sus brazos extendidos y agarrándose con fuerza a aquello que podía sostener.
Un grito ahogado escapó de sus labios cuando vio que Syl quizás estaba en la misma situación.
Frente a ella, un sonriente Lugh se había atado de manera estratégica al timón.y en una mano lo controlaba mientras que con la otra...
Dio un giro seco al timón que hizo que el barco finalmente cayese sobre si mismo. El cuerpo de Syl y ella misma desfalleciendose en la nada hasta que...
Lugh tiró de la cuerda que controlaba con su mano zurda y de pronto la presión de la misma en sus pies la mantuvo al borde del agua e hizo que ni ella ni Syl cayesen al agua spbre la que el barco ahora giraba.
Su cabeza le dio vueltas.
Cuando abrió los ojos estaba empapada y el bamboleo de las maderas le indicaba que quizás el barco volvía a estar sobre aguas calmadas.
Sus ojos, sin embargo le mostraron algo inhóspito e increible: No esque estuviesen sobre el mar. Eran el mar. Alrededor del navío los peces flotaban como si de pájaros se tratasen y la voz de Boyd la sacó de su ensimismamiento:
-Ballenas- dijo el capitán mientras señalaba a los animales que como si de pajaros enormes se tratasen nadaban alrededor del barco, sin siquiera inmutarse- Y... son totalmente ciegas. Creo que por eso no se han vuelto aún hostiles. Llevamos semanas siguiendolas. Ya fue una sorpresa encontrar más de una pero... ¡míralas!- dijo el hombre
Caoimhe se alzó sobre si misma acercándose lo más que pudo a los animales, admirado la majestuosidad de los mismos con los ojos abiertos como platos.
-Tan solo hay, pues un pequeño problema- dijo Lugh, peinándose el cabello que parecía haberse alborotado en el trayecto
-Cómo nos metemos dentro de ellas- dijo la vampiresa y miró a Syl,intentando imaginar quê pensaba de todo aquello.
Caoimhe
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