Un Duo Curioso - Privado Mi'Mit - dia
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Un Duo Curioso - Privado Mi'Mit - dia
Sol, arena blanca y mar azul. Había bastante calor aquel día, pero la brisa marina era refrescante y hacia que fuera la combinación perfecta. En la playa de los Ancestros había bastante gente disfrutando del clima y del maravilloso día, se podía ver a los humanos caminar y conversar entre ellos asi como unos cuantos elfos bellos con sus largos cabellos al viento, sin embargo, nadie estaba más cómodo que él. Antaño había sido conocido como El Terror Marino, pero de eso habían pasado unas cuantas décadas, ahora solo era Lukas y a Lukas le gustaba la playa y el mar.
Se rasco su cola azulada mientras miraba el mar, embelesado en la belleza del vaivén de olas pensando en aventuras pasadas y en como hacía varios años había sido un guerrero de gran renombre. –Ha pasado demasiado tiempo, dudo que nadie siquiera recuerde las hazañas que alguna vez hice – dijo parándose luego de varias horas sentado, estiro sus piernas y sintió la arena entre sus dedos antes de empezar a calentar. –El cuerpo no se trabajará solo – dijo antes de empezar a trotar y posteriormente correr por la arena, era su costumbre, nunca pasaba un día sin entrenar. En eso estaba cuando escucho unos gritos en la entrada de la playa, en la zona donde recién empezaba la arena, Lukas camino hasta ahí y vio a una muchedumbre acumulada, seguro era algún tipo de pelea. Suspiro pensando en que ya estaba demasiado viejo para esto.
La gran tortuga azul iba a darse media vuelta para seguir con su entrenamiento diario cuando sus oídos empezaron a captar lo que sucedía, su sangre empezó a hervir.
-Dejen al pequeñín.
-Jajaja deberían pisarlo.
-Abusivos dejenlo en paz.
-Masacren a esa sucia rata.
A Lukas no le gustaban los abusivos, se empezó a meter entre la muchedumbre y vio a tres hombres, vestidos de amarillo, molestando a un pequeño ratoncito, le parecía excesivo por lo que se acercó al más grande de estos hombres que se veía pequeño a su lado. - ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? – pregunto antes de tomar su cabeza con ambas manos y levantarlo, el hombre gritaba y pataleaba, pero no podía hacer nada, Lukas lo lanzo lejos y miro a los otros dos.
- ¿También debo golpearlos o aprendieron su lección? – dijo amenazante, los hombres corrieron mientras Lukas se acercaba al pequeño. - ¿Estas bien pequeño amigo?
Se rasco su cola azulada mientras miraba el mar, embelesado en la belleza del vaivén de olas pensando en aventuras pasadas y en como hacía varios años había sido un guerrero de gran renombre. –Ha pasado demasiado tiempo, dudo que nadie siquiera recuerde las hazañas que alguna vez hice – dijo parándose luego de varias horas sentado, estiro sus piernas y sintió la arena entre sus dedos antes de empezar a calentar. –El cuerpo no se trabajará solo – dijo antes de empezar a trotar y posteriormente correr por la arena, era su costumbre, nunca pasaba un día sin entrenar. En eso estaba cuando escucho unos gritos en la entrada de la playa, en la zona donde recién empezaba la arena, Lukas camino hasta ahí y vio a una muchedumbre acumulada, seguro era algún tipo de pelea. Suspiro pensando en que ya estaba demasiado viejo para esto.
La gran tortuga azul iba a darse media vuelta para seguir con su entrenamiento diario cuando sus oídos empezaron a captar lo que sucedía, su sangre empezó a hervir.
-Dejen al pequeñín.
-Jajaja deberían pisarlo.
-Abusivos dejenlo en paz.
-Masacren a esa sucia rata.
A Lukas no le gustaban los abusivos, se empezó a meter entre la muchedumbre y vio a tres hombres, vestidos de amarillo, molestando a un pequeño ratoncito, le parecía excesivo por lo que se acercó al más grande de estos hombres que se veía pequeño a su lado. - ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? – pregunto antes de tomar su cabeza con ambas manos y levantarlo, el hombre gritaba y pataleaba, pero no podía hacer nada, Lukas lo lanzo lejos y miro a los otros dos.
- ¿También debo golpearlos o aprendieron su lección? – dijo amenazante, los hombres corrieron mientras Lukas se acercaba al pequeño. - ¿Estas bien pequeño amigo?
Lukas
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Re: Un Duo Curioso - Privado Mi'Mit - dia
- Estoy muy confusa Arriba es abajo, abajo es arriba.¡¡La izquierda está a la derecha y la derecha está a la derecha también!!- Grito con voz chillona, aguda y propia de un mauso de medio metro, blanco, con botas y un conjunto de ropa que a ojo de buen cubero parecia de un infante humano o de un enano muy flaco. Ahora entre manotazos, patadas y enterrarse un poco en la arena tocaba remembrar como diablos había terminado así... Otra vez...
La pequeña y blanca mausu no entendía muy bien a los humanos. Había dado con una playa que hacía salida a una costa del mar, un mar tan azul como el cielo que le servía de contraparte. La arena estaba caliente, pero Mi´mit había sido cuidadosa en ponerse sus botas para no quemarse las patitas. Le habían dicho que frente al mar en la noche era el momento más adecuado para ver estrellas fugaces y cuando unas las veía, existía la posibilidad de pedirle un deseo. Había llegado muy temprano, pero su larga experiencia como cazadora y exploradora le decía que era mejor conocer previamente el lugar con horas de antelación antes de actuar. Se lanzó a explorar las arenas de la playa, como grandes dunas de desierto para un humano, tratando de localizar el sitio más seguro y con mejor visibilidad para ver las estrellas esa noche. Pero en el proceso vio dos cosas que le hicieron olvidar su objetivo
Mientras saltaba de una montaña de arena a otra con sus muy bien elaboradas botas, se encontró con una gran sorpresa: un castillo de arena. La ratoncita quedó anonadada. Un humano lo había construido con deseos de entretenerse, pero el tamaño de la pequeña Fufu la construcción era como la de un buen hogar y planteaba conquistarlo para ella y se quedó ensimismada admirándolo. Estaba la fortaleza de arena lo suficientemente lejos del mar para no ser arrastrada por las olas, sintiéndose la ratoncita completamente seducida de subir a sus arenosas atalayas y desde allí ver el mar. Y quién sabe, si el castillo estaba bien hecho, le serviría para esa noche ver las estrellas. Los humanos eran raros, no podían contemplar lo que era un juego para ellos, para otras criaturas era un monumento magnífico. Aunque la visión de la estructura porosa, le hacia dudar que hubieran puesto un refuerzo rocoso en su interior. Pero los humanos eran curiosos y nunca se sabía que estaban creando o con que fines, después de todo los mausus están ahí…
La segunda cosa que la distrajo, luego de maravillarse con el castillo de arena era un olor familiar al lado de la estructura arenosa. Dio la vuelta y su olfato no le engañaba. Eran trocitos de galletas de avena y azúcar que estaban a un lado del castillo. Embelesada, les hizo una reverencia y estaba dispuesta a devorarlas, pero no había notado la sombra de tres humanos cerca del lugar de las migajas. Escuchó el grito de asco de uno, la risa de un segundo burlándose del primero por su cobardía y un tercero llamando a matar un roedor, que fácilmente se podía deducir que era ella. Pisotones y puntapiés de las botas de los humanos empezaron a llover sobre la escamada y rejega Mi´mit, no parecían saber con qué mausu se estaban topando, la ratoncita era ágil mientras se valía de escabullirse y que había cierta reticencia a tocarla del todo. - ¿Oh vamos de verdad quieren pegar a esta cosita linda? –
Empezó a saltar, dar volteretas y giros para evitar los ataques de sus agresores, pero no encontraba un punto ciego para escapar de ellos. Sin contar que no le daban descanso para sacar sus armas para defenderse. Eran tres humanos mucho más grandes que ella, jóvenes y llenos de energía, que entre sus ataques no le daban descanso. Cuando empezaba a cansarse y se preparaba para ser herida, escuchó como la voz alarmada y de dolor de los humanos y como se alejaban. Viendo como huían los tres, vio la causa de su huida: un gigantesco ser reptiliano con concha, de mirada amable pero decidida. Mi´mit se dio cuenta que estaba ante su benefactor. Le hizo una reverencia a la desconocida criatura -Mi nombre es Fufu Papachon y me ha salvado, muchas gracias ¿Señor o señora? - La criatura no le era conocida y le era imposible deducir con simplemente mirarla, mejor era preguntar, recordaba a la gran bruja de la cabaña que era la usurpadora del escudo pétreo, y las capas de la oscuridad y como tras recoger el botin gritaba a su mancebo que como era posible que se perdieran sus tesoros!! ( si estamos hablando de una doña, la tapa de su cacerola y las fundas de sus almohadas).
La pequeña y blanca mausu no entendía muy bien a los humanos. Había dado con una playa que hacía salida a una costa del mar, un mar tan azul como el cielo que le servía de contraparte. La arena estaba caliente, pero Mi´mit había sido cuidadosa en ponerse sus botas para no quemarse las patitas. Le habían dicho que frente al mar en la noche era el momento más adecuado para ver estrellas fugaces y cuando unas las veía, existía la posibilidad de pedirle un deseo. Había llegado muy temprano, pero su larga experiencia como cazadora y exploradora le decía que era mejor conocer previamente el lugar con horas de antelación antes de actuar. Se lanzó a explorar las arenas de la playa, como grandes dunas de desierto para un humano, tratando de localizar el sitio más seguro y con mejor visibilidad para ver las estrellas esa noche. Pero en el proceso vio dos cosas que le hicieron olvidar su objetivo
Mientras saltaba de una montaña de arena a otra con sus muy bien elaboradas botas, se encontró con una gran sorpresa: un castillo de arena. La ratoncita quedó anonadada. Un humano lo había construido con deseos de entretenerse, pero el tamaño de la pequeña Fufu la construcción era como la de un buen hogar y planteaba conquistarlo para ella y se quedó ensimismada admirándolo. Estaba la fortaleza de arena lo suficientemente lejos del mar para no ser arrastrada por las olas, sintiéndose la ratoncita completamente seducida de subir a sus arenosas atalayas y desde allí ver el mar. Y quién sabe, si el castillo estaba bien hecho, le serviría para esa noche ver las estrellas. Los humanos eran raros, no podían contemplar lo que era un juego para ellos, para otras criaturas era un monumento magnífico. Aunque la visión de la estructura porosa, le hacia dudar que hubieran puesto un refuerzo rocoso en su interior. Pero los humanos eran curiosos y nunca se sabía que estaban creando o con que fines, después de todo los mausus están ahí…
La segunda cosa que la distrajo, luego de maravillarse con el castillo de arena era un olor familiar al lado de la estructura arenosa. Dio la vuelta y su olfato no le engañaba. Eran trocitos de galletas de avena y azúcar que estaban a un lado del castillo. Embelesada, les hizo una reverencia y estaba dispuesta a devorarlas, pero no había notado la sombra de tres humanos cerca del lugar de las migajas. Escuchó el grito de asco de uno, la risa de un segundo burlándose del primero por su cobardía y un tercero llamando a matar un roedor, que fácilmente se podía deducir que era ella. Pisotones y puntapiés de las botas de los humanos empezaron a llover sobre la escamada y rejega Mi´mit, no parecían saber con qué mausu se estaban topando, la ratoncita era ágil mientras se valía de escabullirse y que había cierta reticencia a tocarla del todo. - ¿Oh vamos de verdad quieren pegar a esta cosita linda? –
Empezó a saltar, dar volteretas y giros para evitar los ataques de sus agresores, pero no encontraba un punto ciego para escapar de ellos. Sin contar que no le daban descanso para sacar sus armas para defenderse. Eran tres humanos mucho más grandes que ella, jóvenes y llenos de energía, que entre sus ataques no le daban descanso. Cuando empezaba a cansarse y se preparaba para ser herida, escuchó como la voz alarmada y de dolor de los humanos y como se alejaban. Viendo como huían los tres, vio la causa de su huida: un gigantesco ser reptiliano con concha, de mirada amable pero decidida. Mi´mit se dio cuenta que estaba ante su benefactor. Le hizo una reverencia a la desconocida criatura -Mi nombre es Fufu Papachon y me ha salvado, muchas gracias ¿Señor o señora? - La criatura no le era conocida y le era imposible deducir con simplemente mirarla, mejor era preguntar, recordaba a la gran bruja de la cabaña que era la usurpadora del escudo pétreo, y las capas de la oscuridad y como tras recoger el botin gritaba a su mancebo que como era posible que se perdieran sus tesoros!! ( si estamos hablando de una doña, la tapa de su cacerola y las fundas de sus almohadas).
Mi´Mit
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Re: Un Duo Curioso - Privado Mi'Mit - dia
Dia
Playa de los Ancestros
Sandorai
con Fufu
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El pequeño ratoncito hizo que Lukas riera ante tal galantería y elegancia, la gran tortuga azul no podía ser menos por lo que también hizo una reverencia, aunque piso mal y termino aplastando el castillo cuando la arena bajo sus pies se hundió un poco. –Ups, espero que nadie haya vivido ahí – dijo la tortuga moviéndose unos cuantos metros a arena un poco más firme –Ahora sí, tiene ante usted mi buen Fufu Papachon a Lukas, el Terror Marino, a sus servicios siempre que lo requiera – dijo inclinando su cabeza y su cuerpo en una reverencia elegante para lo que él estaba acostumbrado.
-Cuénteme mi señor, ¿Qué lo trae este día a esta playa? Además de pelear contra gigantes bravucones obviamente – dijo dejando caer su trasero y sentándose en la arena la cual retumbo un poco en el lugar donde estaban sepultando al pobre ratón. Lukas se apuró a rebuscar en la arena sacándolo y poniéndolo en arena más firme. –Mis disculpas, este sector de la playa está un poco húmedo y por ende la arena es más movediza. ¿Gusta usted de que lo lleve en mi hombro y caminemos libremente mientras me cuenta un poco más de usted? – dijo ofreciéndole su mano para que, de aceptar, pudiera subir hasta su hombro.
A varios metros, en la entrada de la playa de los espectros un grupo de tres elfos y una elfa estaban sentados cómodamente conversando sus cosas de elfos cuando una gran loba salto sobre ellos mordiendo a uno en el cuello. La sangre del de orejas puntiagudas brotaba como un rio mientras sus ojos se apagaban, una bruja apareció tras el lobo junto a dos hombres grandes y gordos que tomaron a la elfa, la bruja movió su báculo haciendo un pequeño muro de fuego que se materializo justo cuando la loba salto siguiéndolos.
-Ayuda – gritaron los dos pequeños elfos, sujetando el cuerpo sin vida del tercero.
-Cuénteme mi señor, ¿Qué lo trae este día a esta playa? Además de pelear contra gigantes bravucones obviamente – dijo dejando caer su trasero y sentándose en la arena la cual retumbo un poco en el lugar donde estaban sepultando al pobre ratón. Lukas se apuró a rebuscar en la arena sacándolo y poniéndolo en arena más firme. –Mis disculpas, este sector de la playa está un poco húmedo y por ende la arena es más movediza. ¿Gusta usted de que lo lleve en mi hombro y caminemos libremente mientras me cuenta un poco más de usted? – dijo ofreciéndole su mano para que, de aceptar, pudiera subir hasta su hombro.
A varios metros, en la entrada de la playa de los espectros un grupo de tres elfos y una elfa estaban sentados cómodamente conversando sus cosas de elfos cuando una gran loba salto sobre ellos mordiendo a uno en el cuello. La sangre del de orejas puntiagudas brotaba como un rio mientras sus ojos se apagaban, una bruja apareció tras el lobo junto a dos hombres grandes y gordos que tomaron a la elfa, la bruja movió su báculo haciendo un pequeño muro de fuego que se materializo justo cuando la loba salto siguiéndolos.
-Ayuda – gritaron los dos pequeños elfos, sujetando el cuerpo sin vida del tercero.
Lukas
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