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Mensaje  Thorn Jue Abr 11 2024, 15:23

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El Observador

Los dioses nos tienen en cuenta


En los profundos bosques del oeste, donde la frontera entre los territorios vampíricos y la difusa soberanía de los hombres-bestia no está clara, se encuentra el escenario de nuestra historia. Más allá de ríos murmurantes y rocas escarpadas, en un lugar donde la civilización parece haberse desvanecido entre la densa vegetación y el manto de sombras que se cierne sobre el suelo boscoso, es donde comienza nuestra narrativa.

Los árboles se alzan majestuosos hacia el cielo, sus ramas entrelazadas formando un dosel que apenas permite el paso de la luz del sol. En los claros entre los árboles, la hierba crece alta y tupida, susurra bajo la brisa que se filtra entre las hojas. El aire está cargado con el aroma de la tierra húmeda y el musgo, y el sonido de los pájaros y otros animales del bosque crea una sinfonía natural que envuelve a aquellos que se aventuran entre los árboles.

En este escenario, dos almas destinadas a un encuentro con lo divino se preparan para responder al llamado del Observador. Niniel, la sacerdotisa elfa, camina con paso ligero entre los árboles, su figura prístina parece fundirse con la luz filtrada a través del dosel del bosque. Su cabello dorado fluye libremente al viento, y en sus ojos se refleja la sabiduría de quien ha presenciado el paso del tiempo y la cicatriz de la historia en este mundo.

En otra ubicación de este basto bosque, Sango avanza con determinación, su porte erguido y su mirada fija en el horizonte. Su armadura brilla bajo los rayos del sol, y en su rostro se refleja el anhelo de la gloria y el honor que anida en su corazón. Con cada paso, parece estar más cerca de alcanzar su destino y demostrar su valía ante los ojos de los dioses.

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Con cada paso, los ojos de ambos peregrinos escudriñan el bosque en busca de señales, de indicios que revelen la presencia del Observador, aquel hombre misterioso que meses atrás los convocó.

En su búsqueda del camino de setas que el Observador mencionó, Niniel y Sango se adentran más y más en el espeso bosque. A medida que avanzan entre los troncos centenarios y la maleza frondosa, se dan cuenta de que la tarea no será fácil. Cada rincón del bosque parece igual al anterior, y las setas brillantes de las que habló el Observador suponen que estarán bien escondidas entre la vegetación.



___________________________________________



* Bienvenidos, Niniel, la sacerdotisa pura, capaz de curar cualquier mal e iluminar la más espesa sombra y Sango, el héroe de Aerandir, un alma incansable en la búsqueda del propósito más glorioso de todos, ser reconocido por los dioses como un adalid del bien y la justicia. Aquí os embarcaréis en una peregrinación que puede depararos grandes cosas en el futuro. Nadie más aparte de vosotros os habéis atrevido a iniciar el camino que el misterioso hombre, conocido como El Observador, marcó para aquellos que quieran que la verdad les sea revelada.

* En esta ronda no habrá un objetivo al uso, sino que nos servirá como introducción y para dar contexto a vuestra situación. Contadme por qué decidisteis buscar al Observador, qué os motivó y cómo llegasteis al bosque. Si lo veis oportuno, podéis encontraros al final del post que realicéis de la manera que más oportuna os resulte.

* Tenéis total libertad, dentro de una lógica y respetando la ambientación del desafío, para desarrollar el tema. Todo lo que queráis añadir, ya sea de vuestra historia o algún proyecto que tengáis en mente para vuestros personajes, será bienvenido. Aquí, entre todos, construiremos la historia que marcará un antes y un después en Aerandir.


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Última edición por Thorn el Miér Mayo 15 2024, 13:44, editado 1 vez
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Mensaje  Níniel Thenidiel Dom Abr 14 2024, 23:41

El agua del rio discurría clara por entre su ondulante y accidentado curso y su sonido resultaba relajante al mezclarse con el resto de ruidos del bosque alrededor. El canto de los pájaros, el susurro del viento entre los árboles... Era una sinfonía perfecta que alegraba el corazón de la joven elfa de blancos cabellos que había parado allí para descansar, y que en esos momentos cantaba una canción sobre su hogar en otro bosque muy lejos de allí. Un lugar tan parecido como diferente a aquel donde se encontraba.

La joven terminó de llenar su odre de agua y lo guardó en las alforjas de su montura, que comía tranquilamente a unos metros de allí de un arbusto de bayas. Más cerca estaba la montura de su acompañante, bebiendo. Todo estaba tranquilo y en paz y nada parecía capaz de romper aquella sensación, aunque Níniel sabía perfectamente lo fácil que podía ser que algo así ocurriera.

No había terminado aún de asegurarse que sus alforjas estuvieran bien cerradas, cuando de entre unos matorrales apareció Catherine, la felina hermana de la peliblanca. Era tan sigilosa como un forestal elfo, y aunque criada en Lunargenta había aprendido a moverse por el bosque como si uno de ellos se tratara gracias a los consejos de su hermana y a las últimas aventuras en las que ambas habían estado metidas últimamente, y que las había llevado de las calles de Lunargenta o Dundarak, hasta los bosques de Sandorai y del Oeste.

-Aún ni rastro de esas dichosas setas.- Dijo nada mas ver a la elfa. -Pero más adelantesiguiendo he visto un lago y el bosque es menos denso. Diría que nos acercamos. Parece un buen sitio para construirte una cabaña, o a las malas un buen sitio para pasar la noche.- Dijo la pelirroja quitándose unas ramitas de su negra armadura de cuero de mantícora. -Ese abuelete podría haberse dejado de acertijos y haber dibujado un mapa. - Se lamentó caminando hasta sus propias alforjas para sacar de ellas algo de comida.

-Encontrarlo forma parte de la prueba. De lo contrario viviría en Lunargenta, o en la posada más cercana a nuestro primer encuentro. Pero vamos bien sin duda. Ya hace dos días que pasamos la roca del centinela, así que tal y como dijo: "La garra del dragón señala al centinela, el centinela advirte de la serpiente y la cabeza de la serpiente azul marca el inicio". Sin duda que se refiere a ese lago. ¿Llegaremos antes de que anochezca?.- Quiso saber la elfa. Que Cath hubiese subido al árbol más alto y hubiese divisado aquel lago no significaba forzosamente que estuviese al lado. El sentido de la vista de la pelirroja solo era superado por el de la propia Níniel, y solo durante el día.

-Si, si nos apresuramos. Espero que el viajecito merezca la pena. Si al final ese tipo es solo un charlatán, le voy a meter una a una todas esas setas por el...- Se detuvo ante al carraspeo de su hermana.

-Estoy segura de que no será necesario.- respondió la joven llamando a su montura con un melódico silbido, y el blanco upelero se acercó pidiendo ser rascado en el pico antes de ser ensillado. -Pongámonos en marcha y encontremos esa senda fúngica-

-¿La qué? Ah, hongos...- Dijo la pelirroja recordando una de las lecciones de Níniel. -Fúngica, que palabra mas graciosa.- Níniel sonrió orgullosa de la felina.

Las aproximaciones de Catherine fueron de lo más precisas y, en poco del tiempo marcado dejaron atrás la espesura para llegar a un claro dominado por un lago que, si bien no era de los más grandes, desde luego no era pequeño. No había ninguna construcción en él no obstante, aunque a Níniel no le importaría vivir en un lugar tan hermoso como aquel. La luz del sol al ponerse se reflejaba dorada en sus calmas aguas, y en la distancia podía verse a grupos de animales bebiendo de ellas con el bosque de fondo. Una estampa digna de un cuadro. Incluso Catherine, menos dada a quedarse con la boca abierta que la elfa ante la belleza de los paisajes naturales exclamo un largo "oooh".

-Si, desde luego.- añadió la elfa sin necesidad de nada más. Quedándose ambas contemplando el espectáculo mientras el sol continuaba descendiendo para cederle su lugar a Ísil.

Las jóvenes pasaron un rato más disfrutando de las vistas antes de ponerse en marcha y buscar por el lugar aquellas prometidas setas brillantes. No obstante, no fue hasta que la cada vez más tenue luz del atardecer se apagó y la noche comenzó a reinar que pudieron por fin verlas. Luces dispersas mostrando un camino que solo podía ser visto en la oscuridad. La senda hacia el anhelado conocimiento.
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Mensaje  Sango Lun Abr 15 2024, 23:24

Incluso en los tiempos más oscuros, incluso entonces, buscad las sombras, buscadlas, pues ellas nos recuerdan que aún, en alguna parte, hay luz; que, quizá, aun hay cosas por las que merece la pena luchar, vivir, seguir adelante.

Einar.


La pequeña fogata tenía por objeto, más que brindarle calor o tostar una rebanada de pan que tenía sobre una piedra junto al fuego, transportarle lejos de aquel bosque. Quizá al corro de su antigua cuadrilla, con Puñal, Torulf, Anders, Asland y él, quizá fuera así si dos no hubieran muerto y otros dos estuvieran desaparecidos. Meneó levemente la cabeza que le llevó de viaje a la idea de su hogar. ¿Dónde está mi hogar? La pregunta congeló sus manos que jugueteaban con una pequeña rama.

Las llamas hacían que la creciente oscuridad del bosque ganara intensidad. Sin embargo, no era algo que preocupara a Sango, pese a sus experiencias pasadas en aquel bosque. Dejó los recuerdos de glorias y miedos pasados y centró sus esfuerzos en volver al hilo de sus pensamientos.

El hogar, descansaba a ambos lados de su cintura, colgando del cinto. El familiar tacto de la empuñadura de su espada, el reconocible y seguro asir del mango del hacha familiar. No había más hogar que aquel. O al menos eso diría un antiguo Sango, uno más joven, uno que aún no había conocido el verdadero significado del hogar. Un hogar que para él estaba en sus brazos. Y en ningún otro sitio se encontraría igual. Y aún sabiéndolo, las armas le llevaba lejos de ella.

Removió las piernas y quebró la rama entre sus dedos y apartó la vista del fuego para observar los dos fragmentos. Lo que antes era uno, ahora eran dos y no se llevaban bien. Cada uno tiraba en una dirección y en mitad de esa disputa, en momentos de tregua, Ben valoraba sus opciones y decidía qué caminos tomar.

Su presencia en aquel bosque no era casual. Se había unido a una partida de búsqueda de aquella enigmática figura. "El Observador", le llamaban. Decían de él que era un brujo de enorme poder y Sango se lo había creído. También habían afirmado que era un vidente que sabía lo que estaba por llegar. Por supuesto, Ben les creyó. También habían dicho que era un vulgar charlatán y que había que ajusticiarle y saquear sus pertenencias. Ben asintió ante aquella idea y también se la creyó. Otros dijeron que era un sabio que había leído mucho y que se había vuelto loco. Sango apoyó esa idea con el mismo entusiasmo que con las anteriores.

Sin embargo, cuando Ben planteó la posibilidad de que aquella extraña figura fuera el Padre de Todo, nadie le creyó. No intentó convencerles de creer otra cosa cuando planteó la idea. Sin embargo, cuando la desesperación hizo mella en el grupo, consideraron su idea, maldijeron el nombre del más sabio entre los sabios y se rieron del Héroe de Aerandir, al que habían humanizado con el paso de los días.

Ben les pedía paciencia, que perseveraran en su búsqueda, pero estos, cansados de las noches al raso, la escasez de víveres y la lejanía con el hogar, pusieron su deseo de volver a casa por delante del motivo que hubieran dado para estar allí. No les culpaba, era un entorno hostil, un sitio al que nadie iría sin un buen motivo.

Suspiró. Llevaba tres noches solo. Desconocía qué había sido de sus compañeros y desconocía si él saldría de allí con vida. Le sonrió a las llamas que hacían bailar todo a su alrededor y se incorporó hacia delante para coger el pan tostado y acabar con él con grandes bocados.

Suspiró de nuevo. Su fe, su perseverancia, su creencia en que allí, en aquel bosque, lejos de todo, estaba Odín, le mantenía en la senda de la búsqueda de respuestas a su dilema interior. Había buscado las palabras adecuadas si, llegado el momento, se encontraba ante el Padre de Todo. Sin éxito. Era un buen ejercicio para quedarse traspuesto, tal y como había comprobado noches atrás. Él lo único que quería era saber, y no era poco, es cómo hacer que su verdadero ser, el que quería llegar a ser, pudiera imponerse al ser que habían construido todos a su alrededor, todos salvo él mismo. Todos le habían puesto coraza y armadura y no dejaban quitársela. Salvo ella. Ella le había mostrado cómo era sin ella.

Se obligó a tranquilizarse, a relajar su respiración a dejar de apretar las dos ramitas que había en su mano y que contempló con sorpresa al ver que una de ellas se había vuelto a romper. Apretó el puño con fuerza y alzó la cabeza cuando escuchó movimiento más allá de su campo de visión.

- ¿Pero qué...?- se sobresaltó al escuchar el murmullo de su propia voz.

Tiró las ramitas al fuego y se puso en pie todo lo rápido que pudo para salir al encuentro del ruido, con cautela, con precaución, pero con el corazón desbocado. Quizá fuera el momento. Quizá.

Sus pasos, entonces, dieron con un sendero iluminado. Ben se quedó maravillado con la visión y terriblemente conmocionado de lo cerca que había acampado de la senda de setas brillantes, una parte de él siempre había creído pese a que un camino de setas que emitían luz pareciera algo sacado de un cuento. Siempre había que mantener la fe. Siempre.

Giró la vista hacia el improvisado campamento y pudo distinguir el brillo de las llamas. Sonrió y negó con la cabeza. Luego, se dio cuenta de que todo había empezado con unos ruidos que había escuchado. A lo lejos, se acercaban varias figuras y Ben se quedó allí en mitad del sendero aun procesando lo que estaba viviendo.

Al reconocer a una de ellas Ben no pudo evitar acordarse del ungüento que le había vendido hacía años en un Yule, lo había acompañado de unas hojas de menta que le gustaba mascar; ese ungüento le había salvado en una ocasión tras recibir una brutal paliza. Y años después, en Zelirica, cuando un dragón enloquecido había querido atacar el campamento, cuando él lo enfrentó y quedó moribundo, ella había estado allí. Preguntó su nombre y lo guardó como un tesoro.

- Que los Dioses os guarden por muchos años, dama Níniel- Ben se llevó el puño al pecho e hizo una reverencia-. Creo que formalmente nunca nos hemos presentado, soy Ben Nelad, también me conocen como Sango- clavó sus mirada en la de la elfa-. Los Dioses vuelven a cruzar nuestros caminos- dijo sonriente. Echó un rápido vistazo al sendero y luego a la mujer bestia que la acompañaba-. Será un honor compartir sendero con vosotras- dijo finalmente apartando la mano del pecho.

Y en verdad lo era. Así lo sentía. Y así se lo hizo saber.

La última vez que Sango había estado en aquel bosque había sido en compañía de Elian, otro elfo. También se acercaba la noche. También había una misteriosa figura que habitaba la arboleda. La serpiente que se muerde la cola, pensó. Quizá sea una señal, quizá tuviera razón.

Ben sacudió la cabeza y se giró para observar el luminoso camino se abría ante él.
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Mensaje  Thorn Mar Abr 16 2024, 17:52

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Los dioses nos tienen en cuenta

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En el umbral de la noche, cuando la oscuridad se cernía sobre el bosque, la escena se desplegaba ante ellos como un cuadro mágico. El sendero de setas luminosas, como estrellas caídas, serpenteadó entre los árboles centenarios, iluminando el camino con destellos iridiscentes. El aire estaba impregnado de un suave resplandor, mientras las débiles sombras danzaban alrededor, creando un ambiente de misterio y asombro.

El lago cercano reflejaba la luz de la luna, pintando el agua con tonos plateados y azules, mientras los árboles se inclinaban hacia él en reverencia silenciosa. En la distancia, las siluetas de animales nocturnos se movían con gracia entre la maleza, añadiendo una sensación de vida y vitalidad al paisaje.

La compañía de Níniel, Catherine y Sango se destacaba como figuras diminutas en medio de la grandeza natural que los rodeaba, su presencia añadía un toque de calidez y camaradería a la atmósfera serena y mística del bosque. Era un momento de encuentro entre lo cotidiano y lo mágico, creando un instante de belleza mística.

A medida que avanzaban por el sendero marcado por las setas luminosas, se encontraron con el curso de un riachuelo que seguía la misma dirección en la que caminaban. En aquella parte del mundo, no había rastro alguno de maldad o corrupción; todo era puro y casto, como debía ser, sin intervención de ninguna raza mortal. Ni siquiera el suelo que pisaban estaba cubierto de yerbajos, ramas o maleza, pero curiosamente, la disposición de las setas hacía que fuera un sendero transitable.

El riachuelo fluía con gracia y claridad cristalina, reflejando la tenue luz las setas que bordeaban sus orillas. El sonido del agua murmurante acompañaba sus pasos, creando una melodía suave y envolvente que parecía llevarlos hacia un destino desconocido pero prometedor.

A medida que avanzaban, el paisaje se volvía aún más encantador, con árboles majestuosos que se alzaban hacia el cielo estrellado y una brisa fresca que acariciaba sus rostros con cariño. Era como si estuvieran caminando en el corazón mismo de la naturaleza, en un lugar donde el tiempo se detenía y solo reinaba la paz y la armonía.

Tras un recorrido que le llevó más de media hora, llegaron a la cabaña prometida.

El Observador, una figura venerable envuelta en la majestuosidad de la edad y la sabiduría, aguardaba sereno en el umbral de su modesta morada. Su presencia imponente estaba marcada por una larga barba blanca que descendía con gracia hasta el pecho, al igual que sus cabellos plateados que fluían en ondas suaves. Vestido con una túnica negra adornada con detalles blancos, el contraste de los colores resaltaba su figura con una elegancia sobria y atemporal.

Los cimientos de la cabaña, fundidos con la naturaleza circundante, hablaban de una historia antigua y casi olvidada. La madera de su estructura parecía impregnada de los susurros del tiempo, testigo silencioso de incontables estaciones. Las piedras que sostenían su base, cubiertas de musgo, añadían un aire de misterio y ancestralidad al lugar.

Al adentrarse en el pequeño porche de la cabaña, el grupo se encontró con la serena figura del Observador, sentado con dignidad en una silla de madera simple pero robusta. Una mesa pequeña, adornada con delicadeza, sostenía una tetera humeante y varias tazas de porcelana, invitando a la camaradería y la conversación.

La capucha de su túnica, que normalmente velaba su rostro en sombras misteriosas, yacía baja en ese momento, revelando una mirada serena y penetrante que parecía abarcar los confines del universo. Sus ojos, llenos de conocimiento y comprensión, observaban con benevolencia a los recién llegados, como si ya conocieran cada uno de sus secretos y anhelos más profundos.

-Tres han venido.-Pronunció con una voz que estaba cargada con el peso de la edad.-Insuficiente.-Declaró. Acto seguido llevó brevemente su mirada hacia el camino de setas para devolverla rápidamente a cada uno de los miembros del grupo.-Te recuerdo, joven elfa.-Le dijo a Niniel.-Pero no a quienes te acompañan.-Llevó su mirada hacia Sango y Catherine.

Sus arrugadas manos cogieron la tetera y lo sirvió en tres tazas más. No dijo nada, pero con un gesto cómplice invitó a los recién llegados a tomar el té.

-Tomad asiento donde gustéis.-Indicó con su mano hacia algunas sillas apostadas en el otro rincón del porche, pero también se refería al propio porche o a las escaleras que tuvieron que subir para acceder a él.-Bien...-Suspiró. Acto seguido, tomó un sorbo de su taza. Parecía ser una especie de ritual para el anciano.-Llamadme "Observador", así es como me he presentado últimamente. Aunque he sido conocido por muchos otros nombres a lo largo de mi vida, nombres que hoy ya no significan nada.-Se pausó brevemente, perdiendo la mirada en el riachuelo que corría cerca de la entrada de su cabaña.-Algunos dicen que soy un "adivino", no es el caso. Simplemente soy un intérprete de las estrellas, de las profecías y sé las historias de este mundo mejor que nadie, tanto las antiguas como las nuevas. Guerras, una pandemia, un hombre muerto, jinetes de otros planos...-Se detuvo, observando la reacción de los tres recién llegados.-Las historias tienen más veracidad de lo que muchos creen. ¿Sabéis esa que habla de que el universo está dividido en nueve reinos? En parte, es verdad, aunque yo añadiría otros tantos más. Los reinos que los aesir controlan son nueve, pero existen otros donde su dominio es débil o simplemente inexistente. El universo es la conjunción de un número inmenso, o infinito, de mundos que viven más o menos conectados. Unos más, otros menos. Existe un mundo donde el éter es ajeno a sus habitantes y estos se las tienen que arreglar a través de las leyes que el universo les ofrece, con ellos han construido numerosos avances, e incluso seres de metal. Sí, esos seres son los bio-cibernéticos.-Se permitió un débil amago de risa. Esa información era desconocida para la gran mayoría de habitantes de Aerandir.-Pero ese asunto a nosotros no nos ataña ahora.-Cambió drásticamente de tema.-Habladme de vosotros, viajeros. ¿Qué os ha hecho acudir a mi llamado? ¿Creíais que era un mito? ¿Una mentira? ¿Un estafador? ¿Aún lo creéis?-La sucesión de preguntas no dejaba centrarse en ninguna en concreto, hasta que finalmente llegó a la verdadera pregunta que él quería hacer.-¿Cuál es vuestra historia? Contádmela. Y, después de eso, quiero que me transmitáis todo lo que sepáis sobre la Luz y la Oscuridad, si es que sabéis algo...

___________________________________________



* Aquí empieza la revelación de secretos. ¿Queríais respuestas? Antes de eso, contadle vuestra historia (si es que queréis) al Observador, y luego transmitidle todo vuestro conocimiento sobre la cuestión que os ha planteado. Depende de cómo lo hagáis, y de qué historia le contéis, podría consideraros de una forma u otra.

* Si tenéis alguna pregunta que hacerle, adelante, no os cortéis.

* Como apunte extra, tanto en la historia y lore oficial del foro como en la sección [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] podría haber cosas interesantes que preguntar al Observador. Quién sabe, quizás podríais ver que lo que dice el Observador es cierto, "Las historias tienen más veracidad de lo que muchos creen." (Sí, sé que tú has desarrollado muchas leyendas, Sango). De todas formas, esto es opcional, por si queréis mencionar algo más de lore para enriquecer el rol.


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Mensaje  Níniel Thenidiel Sáb Abr 20 2024, 10:53

Níniel no esperaba encontrar a nadie allí. A nadie excepto al observador claro, y evidentemente aquella figura no era él. Incluso si pudiera cambiar su aspecto y ocultar su aura, el Observador no habría faltado a su palabra de encontrarse al final de un camino de setas brillantes colocándose al principio del mismo. O al menos eso sentía la joven conforme se acercaba al improvisado campamento. ¿Sería un ayudante? ¿Un viajero? No, aquello solo eran ideas absurdas. Su cercanía al comienzo del camino brillante daban una respuesta bastante clara, aunque no por ello menos extraña. Mientras cavilaba, la joven había dejado atrás la recién alimentada hoguera y se había colocado delante del desconocido, que lejos de ponerse en guardia o retroceder realizó un cortés saludo llamándola por su nombre. Eso hizo que Catherine, al lado de su hermana, relajara un poco su posición.

-Sango...Ahora recuerdo. Me alegra que las presentaciones formales sean en unas circunstancias mejores a las de nuestro último encuentro.- Admitió la elfa finalmente recordando al humano, respondiendo a su saludo con una igualmente educada inclinación al modo humano. Catherine terminó por abandonar el modo de "acércate y te arranco el cuello", aunque su saludo al ser presentada fue solo un asentimiento con la cabeza y un leve gruñido.

Tras las presentaciones no tardaron en ponerse al día, al menos en lo que a su propósito allí implicaba.

-Sin duda los dioses deben de estar mirándonos. Las casualidades tienen un límite, y si esto no lo ha superado, no sé qué puede hacerlo.- Convino la peliblanca, aceptando la compañía del humano por aquel bucólico camino. Una senda que no hacía si no recordarle más y más a Sandorai conforme la transitaban. Al riachuelo que bordeaba la casa de sus padres. Los altos árboles, aunque no eran tan altos como los de su hogar. Casi podía ver ante ella el recodo donde junto con su prima se refrescaban tras acabar sus lecciones de niñas. La senda de la sacerdotisa para la peliblanca, el camino de los centinelas para Xandra.

-Ojalá supiera pintar o fuese de verbo ágil. Me gustaría poder enseñarles esto en mi hogar. Y desde luego en Lunargenta pensarían que es todo fruto de mi imaginación y la morriña por Sandorai.- Expresó evidentemente encantada y con una sonrisa radiante en los labios.

-Desde luego volver a los paseos por el barrio de los jardines va a sentirse bastante...regular.- Estuvo de acuerdo la pelirroja, no tan extasiada pero incapaz de negar lo evidente.

Tras un rato por el sendero llegaron a su destino. Y no defraudaba en absoluto. Aquella cabaña podría parecer simple y a punto de ser engullida por la naturaleza, pero a excepción de la arquitectura, para Níniel fue definitivamente como rememorar Veyond. Porque si algo sabía apreciar una elfa, además de la naturaleza, eran los lugares con historias que no se podían contar ni en años ni en décadas, ni tan siquiera en siglos. La naturaleza era una gran maestra en ese sentido, y era una lección que los elfos habían aprendido, construyendo a su imagen lugares que aún se mantenían tal y como lo estuvieron en tiempos ancestrales. Los tiempos de los grandes dragones.

-Con permiso.- Se acercó la joven hasta el porche de aquella cabaña. -Me acompañan Ben Nelad, Sango. Quién por otro camino ha llegado al mismo destino. Y Catherine Brie, mi hermana. También estuvo presente durante la noche de nuestro primer encuentro.- Presentó la peliblanca a los demás. -Podemos ser solo tres, pero no es número carente de significado. Tres son los dioses principales para nosotros los elfos.- Convino antes de tomar asiento en una de las sillas que le ofrecían, acercándola a la mesa. Aunque no se sentó hasta que Sango le ofreció acomodarla, como se esperaba de un caballero que ya había mostrado recientemente sus modales. Níniel siempre había encontrado interesante la etiqueta humana, y le encantaban sus vestidos y sus formas desde que de niña su madre le había hablado de ellos. Cath por su parte se limitó a apoyarse contra una columna cercana. Relajada pero atenta.

Niniel escuchó las palabras de su interlocutor con atención. Cuando el anciano enumeró varios sucesos, el semblante de Níniel mostró levemente que los recordaba, pues los había vivido todos o casi todos. Muchos honores, títulos y recompensas se ganaron allí, y mucho se perdió. Valientes guerreros, familias afectadas por la plaga, Árbol Madre en llamas...

A continuación habló de las creencias de los humanos y sus nueve mundos conectados. Níniel había estudiado esas creencias, y también las de los llamados cristianos y las de otras razas, incluyendo las de las razas más jóvenes. Todas diferentes y todas con propósitos similares y a menudo dando nombres y formas diferentes a conceptos parecidos. Vida y muerte, luz y oscuridad, bien y mal...Poniendo rostro y nombre a lo desconocido y a los miedos.

-Mi madre luchó en la gran guerra, y aún hoy los restos de ese conflicto pueden encontrarse por Aerandir. No sería la primera vez que me encontrase ante esa..."tecnología" de los terranos y lo que puede hacer. Es capaz de cosas extraordinarias sin usar el éter. Usan algo que llaman..."combustible" en su lugar. En su mundo escaseaba, por eso quisieron quedarse el nuestro.- Narró la joven antes de que el anciano cambiara de tema. Había sido por culpa de sus muchos encuentros con restos de esos terranos, así como su amistad con Chimar, que la joven había acabado siendo considerada como ingeniera. Un tema de estudio que incluso su propia madre encontraba extraño en una sacerdotisa élfica.

-¿Podrías culparnos por pensar que eres un viejo loco?- Respondió Catherine a una a las preguntas que al anciano había lanzado al aire. -Nadie te conoce. Vives en una cabaña en mitad de...ninguna parte. Un lugar muy bonito por cierto, pero apartado es quedarse corta. Y cuando decides advertir a la gente sobre un peligro peor que todos esos que mencionas, es con acertijos y palabras que te hacen parecer senil...- La felina se encogió de hombros como si quisiera dejar claro que lo que decía es evidente. - Si quieres que te hagan caso, tienes que cuidar el aspecto. Hablar claro y mostrar evidencias. Si no pasa lo que pasa.- Ahora miró a su hermana y al humano, dejando claro que quería decir que solo eran tres allí.

-Por mi parte, desde el primer momento sentí que hay mucho más en usted de lo que aparenta. Desde luego no muchos conocen sobre esos otros mundos, ni sobre los terranos. Cualquiera que pueda mencionar algo así de manera tan casual... - Dijo una mucho más educada Níniel, aunque no reprendió a su hermana. Siempre trataba de corregir sus formas, pero nunca sus ideas. Al contrario, siempre le prestaba toda su atención. -No obstante y aunque no me atrevería a categorizarle, creo sinceramente que tiene conocimientos que puede y espero que quiera compartir. Conocimientos que pueden hacerme crecer y que pueden ser vitales contra la amenaza de la oscuridad, o cualquier otra que se presente. Conoce a tu enemigo y conócete a ti misma y no correrás peligro ni en cien batallas.- convino. Aunque aquello no era todo lo que el anciano quería saber.

-Solo soy una hija de Sandorai que busca ser más que ayer pero menos que mañana, para ser algún día digna de suceder a mi madre. Y si quiero ser como ella, y así poder ayudar a las personas que quiero y a los que necesitan mi ayuda, tengo que seguir esforzándome y aprendiendo. Ya sea ayudando en el hospital, ya sea curando heridos en los campos de batalla o enfrentándome a jinetes de otro mundo, dragones o colosos alados de metal.- Sentencio la sacerdotisa. -Esa es mi historia, lo demás son solo capítulos.-

-Yo soy Catherine. Antes era esclava. Me entrenaron desde niña para matar y cuando demostré no ser muy obediente me vendieron como puta. Lo cual fue un grave error.- Sonrió maliciosamente -Me escapé y la vida era una mierda, así que todo el mundo me trataba como a una...Pero un día en vez de una patada o un "largo de aquí mugrosa" me tendieron una mano. Blanca, suave y delicada.- Sonrió a Níniel. Había dicho aquellas frases con tono indiferente, como si fuese algo que ya dejó atrás o una mentira, aunque no era así. -El mundo sigue siendo una mierda pero ahora tengo familia y un hogar. Tócalos y verás lo que te pasa.- A Níniel le sorprendió que contara aquella historia a un par de extraños, aunque fuese una versión resumida y sin entrar en detalles.

Era el turno de responder la última pregunta del anciano. -La luz es el nombre que le damos a la magia de los elfos y nos fue enseñada por los grandes dragones. Es un regalo de nuestros dioses. Es una magia cálida nacida de la sintonía con el mundo y el fluir natural de las cosas. Se centra en la curación, la protección y la vida, así como en la manipulación de las energías vitales. Originariamente no tenía usos ofensivos, pero la necesidad obligó a mis antepasados a imitar los usos de los brujos para defendernos. Así surgieron disciplinas como la de los caballeros esmeralda y sus filos de luz pura, o las flechas rastreadoras de las forestales. La oscuridad por otro lado...Se sentía fría, y era como si su fuente proviniera de...un lugar diferente y mi cuerpo la llamara, llenándome. Sin embargo era un frío agradable y quería más...y más. Podía hacer lo mismo que usando la luz, pero era mucho más fuerte y eso me hacía sentir invencible...No fue fácil, pero entendí que ese poder se estaba apoderando de mi, que no fluía de manera natural, si no que empezaba a controlarme él a mi en vez de yo a él. Con ayuda pude superar la maldición que me había conectado a ella...Desde entonces no he vuelto a sentirlo....Tampoco lo he intentado. No sé si eso era la oscuridad a la que se refiere, o una manifestación. Fue fruto de una maldición. Aunque ahora que he crecido me pregunto, si podría controlar un poder así. ¿Es eso posible? En cierto modo se sentía como un poder desbocado, pero a la vez familiar. ¿Acaso no pude usarla, por poco que fuera, porque no es tan distinta a la luz? ¿Acaso no tenía el dragón de luz un hermano?-
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Mensaje  Sango Dom Abr 21 2024, 14:03

El corazón de Ben estaba tremendamente tranquilo, era liviano, y cada latido bombeaba una sensación de paz y relajación que le invitaban a flotar en mitad de aquel bosque. No cabía duda que era un lugar hermoso. Un lugar que invitaba al recogimiento, a la reflexión, al estudio, quizá, de los más pequeños detalles ayudarían a una mejor comprensión del mundo que les rodeaba. Ben se sorprendió con aquel hilo de pensamientos mientras el arrullo del agua de fondo y los majestuosos y vetustos árboles a su alrededor como paisaje que alimentaba su alma. Momentáneamente sintió el peso de la armadura y las armas, un peso que se sentía como una gran losa de piedra y que estaba cansado de soportar. Una losa que se sentía cada vez más pesada, más difícil de llevar. Una losa que ella le había hecho ver. Suspiró con anhelo y su recuerdo evaporó la losa, y su sensación de tranquilidad, desahogo,

Ante sus ojos apareció la cabaña, una visión que a Ben le costó entender pero que asimiló a medida que se iban acercando. Quedó maravillado con la antigüedad que debían tener aquellos árboles y sobre todo la cabaña, fusionada con el propio bosque, formando parte del entorno y asimilada como algo propio del bosque. Los bosques eran lugares origen de grandes historias y que estaban impregnados de un aura de misterio que concedía, a aquellos que se atrevieran a conocer sus misterios, un gran poder. No eran pocos los pueblos que estaban estrechamente ligados a los bosques y del poder que hacían gala fruto de su convivencia diaria y su natural conexión con los pueblos.

El Observador, como se había presentado, tenía ese mismo aura, incluso iba más allá. La experiencia, el conocimiento de una vida entera dedicada al estudio del orden del universo, de las pequeñas y grandes cosas que lo componían, le daba, a ojos del pelirrojo, un porte reverencial. Su corazón había esperado que, en su presencia, se removiera algo más profundo en su ser. Había esperado que el propio Odín se mostrara ante ellos y le reconociera y le dijera que observaban lo que hacía, quizá que se sentían agradecidos. Sentir, en definitiva, que lo que hacía tenía algún sentido. Sin embargo, era un sentimiento que no revelaría, al menos no con sus palabras.

Después de cederle el asiento a Níniel, Ben hizo lo propio junto a la elfa y pasando los ojos de manera alternativa del Observador a la elfa y vuelta. También los posó en Catherine que para nada parecía hermana de la elfa, tanto por apariencia como por carácter pero bien sabía que la familia, en cierto sentido, se podía elegir y las dos mujeres hacían una pareja que se complementaban a la perfección.

- Soy Ben Nelad de Cedralada, conocido como Sango y al que han dado el título de Héroe de Aerandir y Guardián del Sol y sólo los Dioses saben si soy merecedor de tales honores- se irguió en la silla, y llevó un puño al pecho que acompañó con una reverencia-. He dedicado los últimos años de mi vida al servicio y la seguridad de los inocentes que nada tienen que ver con asuntos que ni llego a comprender- hizo una pausa para mirar directamente a los ojos del Observador-. Estuve en el asedio a Lunargenta; luego en Villasauco, y en el interior de la Cascada del Dragón en Sandorai; en Roilkat y la hechicería que nos hizo vivir acontecimientos del pasado y luego nos aclamaban como si hubiéramos estado allí de verdad...- negó con la cabeza mientras su cabeza iba a lo siguiente, a la maestra cazadora-. Los objetos malditos, el deambular por el desierto y llegar hasta Dalmasca; el asedio al castillo de los Karstengaum donde estaba el frasco maldito y donde dimos muerte a una poderosa criatura- no mencionó la traición que sufrió después, el virotazo que dañó algo mas que su hombro-. Luego vino Eden, y la maldita hechicería que allí se desató, y las muertes de tantos compañeros, de tanta gente que solo quería la seguridad para los suyos- se miró las manos cansado de recordar tanto sufrimiento, tantas caras conocidas cerrar los ojos por última vez, tanta sangre en sus propias manos, sin embargo, era importante tenerlos presentes, recordarlos, que su sacrificio no quedara olvidado-. Cantún, Zelirica, los ataques de los licántropos en las fronteras de Verisar... Yo estuve allí y todo, ¿para qué? Para ver morir a más y más de mis amigos, para ver como después de derrotar un mal, otro se alzará en su lugar y después otro y luego otro- sus manos se habían cerrado en dos temblorosos puños que se obligó a abrir para ver la palidez de sus palmas después del esfuerzo.

Ben mantuvo un silencio prolongado mientras el color volvía a sus palmas y las centenas de muertos que había dejado tras de sí acudían para presionar la losa de piedra que había sentido momentos antes. Suspiró con cierta urgencia y luego aspiró una bocanada de aire fresco. No había hecho caso de la bebida que le había ofrecido El Observador al que miró con los ojos entrecerrados al tiempo que la calma y la serenidad volvían a inundar su ser.

Miró a Catherine en primera instancia y luego a Níniel, que había compartido con ellos su experiencia con luz y oscuridad.

- Mi corazón tenía la esperanza de encontrarse aquí, en mitad de ninguna parte, al Padre de Todo. Al mismísimo Odín, al más sabio de entre los sabios, al portador de Gungnir, el jinete de Sleipnir, maestro de Hugin y Mugin, domador de Geri y Freiki, el portador del casco de oro...- sonrió levemente antes de mirar a Catherine y luego a Níniel que había compartido con ellos su experiencia y saber sobre luz y oscuridad-. Sin embargo, otra parte de mi te ve como un servidor del bosque, uno de esos guardianes que cuentan algunas historias (1)- posó su mirada en el dorso de sus manos-. Me he asomado al oscuro abismo del Ginnungagap y he sentido miedo; he visto el radiante sol calentar las mañanas de duros inviernos, recordando que nunca una noche venció a un amanecer- se echó hacia atrás en la silla-. Después del Midssumarblót, después de la extraña explosión del Monte, al día siguiente salió el sol. Y aquí seguimos. Somos hijos del conflicto, no somos nada sin uno o sin otro. Puede que seamos luz, pero al ver nuestra sombra en el suelo recordamos que la oscuridad nos acecha; de igual manera, si somos oscuridad, nuestra sombra nos indica que hay luz en alguna parte. Y esto es algo que he aprendido con los años y escuchando a gente mucho más sabia que yo. Y desde luego, si en algo tengo razón es que estoy siendo honesto con lo que creo.

Ben extendió las piernas hacia delante y las cruzó a la altura de los tobillos. Se miró la puntera de las botas y ladeó la cabeza.

- El conflicto entre luz y oscuridad es algo que vivimos todos los días y mucho puede decirse de su origen. Quizá esa historia de los nacidos de las estrellas (2) sea cierta, que los héroes de esa leyenda hayan ascendido, que guarden los pasos de aquellos que defienden la luz. Sin embargo, ¿de qué les sirvió? El conflicto sigue, la oscuridad y la luz siguen extendiendo sus brazos, eligiendo sus adalides, enfrentándolos. Unos ganan, otros pierden. Y se vuelve a cerrar el círculo. La serpiente que se muerde la cola- Ben esbozó una sonrisa cansada y con el dedo índice de una mano dibujó círculos en el aire para mostrar a lo que se refería-. Nuestra vida es demasiado corta como para vivirla en eterno conflicto, lo he podido ver gracias a ella. Caminamos al borde del abismo y nos alejamos con pasos cortos, encontrando un nuevo camino que recorrer, sin embargo, ¿es posible ignorar este conflicto? ¿Es posible salir del círculo y dejar de ser instrumento de uno u otro? ¿Es posible poder vivir tranquilo y en paz con la persona que uno ama?

Con la última pregunta Ben había sentido un fuerte golpe en su interior. Era su otra parte, la que ansiaba la gloria, la muerte en combate, la gracia de los Dioses y el banquete en el gran salón. Se pasó la mano por la cara y peinó unos mechones que caían sobre su frente recuperando la compostura pero siendo incapaz de decir nada más.


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Mensaje  Thorn Dom Mayo 05 2024, 13:19

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Los dioses nos tienen en cuenta

El Observador escuchó con atención las palabras de Níniel, Sango y Catherine, sintiendo el peso de sus experiencias y sus reflexiones. Sus palabras resonaron en el aire tranquilo de aquel lugar apartado del mundo, donde el murmullo del arroyo y el susurro de las hojas eran los únicos sonidos que rompían el silencio.

Después de un breve momento de reflexión, el Observador habló con una voz profunda y serena que parecía resonar con la misma fuerza que el susurro del viento entre los árboles.

-Vuestras palabras revelan una profunda comprensión de los conflictos que asolan este mundo, así como de la naturaleza misma de la luz y la oscuridad.-Comenzó el Observador, con su mirada penetrante recorriendo a cada uno de los presentes a pesar de tener los ojos achinados por la edad y unas cejas muy pobladas que ayudaban a casi camuflarlos.

-La lucha entre la luz y la oscuridad es tan antigua como el tiempo mismo, y cada generación debe enfrentarse a sus desafíos únicos. Pero, como bien habéis señalado, no podemos ignorar este conflicto, ni tampoco podemos permitir que nos consuma por completo.-Continuó el anciano-El poder de la luz y la oscuridad reside en cada uno de nosotros, y es nuestra elección cómo lo utilizamos. Podemos ser instrumentos de una u otra fuerza, o podemos buscar un equilibrio entre ambas, encontrando la armonía dentro de nosotros mismos y en el mundo que nos rodea.-Explicó el Observador con una profunda sabiduría.-Vuestras experiencias y vuestras elecciones son vuestro legado, y es a través de ellas que forjáis vuestro destino.

El Observador hizo una breve pausa, sus ojos recorriendo con atención a cada uno de los presentes mientras tomaba el último sorbo de su té. Su mirada finalmente se posó en Catherine, como si hubiera tomado una decisión sobre a quién dirigirse primero.

-Tienes una deuda entonces con esa persona que te salvó. Para honrar tanto su sacrificio como tu propia vida, debes comprometerte con la causa por la que luchaba. Te convertirás en un instrumento más en la guerra que se avecina, por lo que necesitas prepararte adecuadamente.-Dijo con un tono profético-Lamento si mis palabras parecen crípticas y carentes de sentido, pero las visiones que los dioses me otorgan son vagas e interpretativas. Así es como deben ser. Nuestro mundo y el suyo, aunque entrelazados, no se conectan fácilmente, y solo a través de rituales muy específicos o artefactos de gran poder se puede establecer contacto.-El Observador dirigió ahora su mirada tanto a Sango como a Níniel.-Si se me pregunta qué dios se comunica conmigo, podría decir que es Baldr-Le dijo a Sango.-O el Dragón de la Luz, o Anar.-Agregó, ahora mirando a Níniel..-Quizás todos ellos, o quizás los tres son una misma entidad a la que se le ha dado diferentes nombres. Lo importante es que no parece importarle qué nombre le pongamos, ya que su verdadero interés radica en proteger la Luz de este mundo.

Su garganta se secó nuevamente, por lo que necesitaba otro sorbo de té. Con un cuidado exquisito, se sirvió a sí mismo y rellenó las tazas vacías de sus acompañantes.

-No soy un dios.-Dijo mirando a Sango.-Ni siquiera soy un vidente. Solo interpreto los mensajes que la Luz y la Oscuridad dejan en el mundo, tal y como me fue indicado hace muchos años.-Aclaró.-Aunque la Luz nunca ha causado destrozos ni ha querido consumir el mundo, sigue siendo un poder que escapa a nuestro control y puede volverse en nuestra contra en cualquier momento.-Continuó-Lo verdaderamente importante en este plano existencial es el equilibrio, y las señales indican que la Oscuridad está tratando de regresar para extinguir toda la Luz de este mundo. Baldr, el dragón o Anar, como quieran llamarlo, nos necesita, o tal vez los tres nos necesitan. El punto es que el mundo está en peligro y debemos prepararnos antes de que sea demasiado tarde.

Quizás fuese difícil de entender para ellos en aquel momento, pero era necesario advertirles del peligro que acechaba a todos los habitantes de Aerandir. Si las interpretaciones que el Observador había estado tomando los últimos años era correcta, el ciclo podría volver a repetirse.

-Conoces esa historia.-Se dirigió a Sango, con un tono místico cargado de sorpresa.-Así que sabrás lo que esta guerra es capaz de hacer en el mundo. Esa historia, convertida en leyenda y, con el paso de los años; en mito, es cierta. Ellos fueron en su tiempo los encargados de salvar el mundo, al igual que ahora es vuestro turno.-Dijo con un leve temblor en sus manos.-Ascendieron a las estrellas, y desde ese entonces desde sus constelaciones nos vigilan. Sirvieron a la Luz con diligencia y honor, y lucharon en su nombre en el eterno conflicto de su era.-Contó, para acto seguido sumirse en un largo silencio, como si su mente divagase en otros asuntos. Tras esos segundos, volvió a mirar a sus tres invitados.-El ciclo se repite y debéis de luchar por mantener a este mundo en equilibrio.

Tras eso, el misterioso anciano se puso en pie, obteniendo un aire más solemne.

-Seréis elegidos como adalides de la Luz.-Declaró con su genuina voz profunda.-Pero no seréis los únicos. Cinco personas más serán llamadas para acompañaros en esta tarea que Baldr, el dragón y Anar os encarga. La primera de ellas es un elegido para continuar el legado de los nacidos de las estrellas, un humano con una voluntad inquebrantable que oculta su rostro, caminando en las sombras para servir a la Luz. La segunda persona oculta su verdadera naturaleza. Parece humano, pero es un hijo de la Luz al igual que tú.-Le dijo a Niniel con un destello de sabiduría en sus ancianos ojos.-Dice venderse a cualquier precio, pero en su corazón la luz ruge con fuerza. El tercero y el cuarto de estos adalides se conocen bien; viajan juntos. Son elfos, uno corre como el viento y es el más poderoso de los cinco, mientras ella dice albergar un corazón muerto, compadeciéndose de su pasado sin habérselo llegado a perdonar. Es una rosa con espinas venenosas que esconde el corazón más puro de todos.-Continuó con una cadencia que parecía tejer hilos de destino. Se detuvo un instante, como si las palabras fueran una carga demasiado pesada para sostener sin descanso.-La última persona es la más joven de todas. Es un alma libre que ha sido repudiada por su comunidad desde bien joven. Lleva toda su vida buscando redención a unas acciones que ella no cometió. Es una dragona que luchará por la Luz como el más veterano de los guerreros.

Así, las palabras del anciano resonaron como premoniciones entrelazadas de los hilos del destino.

-Vuestra misión es encontrarlos a todos y convencerlos de que acudan, junto a vosotros, a una ubicación que os dejaré por escrito.

___________________________________________



* Vuestra tarea se os ha sido revelada. Este es el fin propio del desafío, pero dejaré que escribáis un post más como cierre para hacer las cosas bien. Después de vuestros posts, os serán entregadas las recompensas del desafío.

* Básicamente, vuestra tarea consistirá en mandar MP a los usuarios que creáis que encajan con las descripciones que el Observador os ha dado. Esto quizás puede llevaros tiempo averiguarlo (o no), tranquilos, no hay prisa. Cuando descubráis a los cinco (o durante el proceso de descubrimiento cuando ya tengáis alguno confirmado), deberéis de abrir un tema, ya sea privado o libre, en el que os encontréis con dicho personaje y le contéis lo acontecido en este desafío. Tenéis que convencerlos de reunirse con vosotros en la dirección que dará la carta de la que el anciano os hará entrega (la cual os la daré como recompensa en el último post del desafío). Poneos de acuerdo entre vosotros para ver quién escribe a quién y quién abre tema con quién. Si queréis podéis hacerlo los dos juntos con los cinco elegidos, por grupos de dos elegidos, tres... o de forma individual a cada uno, o los dos por separados para repartiros el trabajo. Ya como os organicéis es cosa vuestra.

* Sin embargo, si optáis por no creeros al anciano y no aceptar su tarea, simplemente podéis iros. Sois libres de ejercer cualquier elección.


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Mensaje  Níniel Thenidiel Vie Mayo 10 2024, 23:45

-Eso pensaba al principio, anciano.- Expresó Catherine al escuchar que tenía una deuda con Níniel. -Pero ahora sé que mi hermana nunca me pidió nada a cambio. Esa deuda nunca existió. Libremente me aceptó y me ayudó, y libremente yo convierto a sus enemigos en los míos.- Sonrió mostrando los colmillos y con su mano buscó el contacto con la peliblanca, que respondió al mismo demostrando el máximo nivel de comprensión y confianza que había entre ellas. Tan diferentes, y sin embargo funcionando como un todo.

Tras las palabras del Observador, la joven elfa se mantuvo pensativa. Sobre el equilibrio del que hablaba, sobre las leyendas que resultaban ser ciertas, y sobre la críptica tarea encomendada.

Tendría que conseguir más información sobre aquellas historias para conocer mejor el alcance del conflicto que se avecinaba, sobre su enemigo, y sobre las fuerzas que la luz había reunido para combatirlo y vencerlo. Por otro lado tendría que hacer un esfuerzo para poner nombre a los elegidos por la luz. Aerandir no era pequeño, y a los largo de los años Níniel se había encontrado con decenas o cientos de personas que podrían ser llamados campeones de la luz, el bien, el orden...Aunque mientras bebía su té, con los modales y formas de una dama, no tardaría en darse cuenta de que ni siquiera el Observador les pediría una tarea de investigación a nivel continental cuando su misión era también una carrera contra el tiempo. En cuanto le puso rostro a una de las descripciones, la joven dio por hecho que el resto tampoco debían de ser desconocidos. Que sus caminos ya debían de haberse cruzado antes, como si los dioses tuviesen ya su futura reunión planificada.

-Zelas, Rauko y Xana...- dijo al final asintiendo para sí misma y dejando la taza de té sobre la mesa lentamente. -También juraría que puedo ponerle nombre al humano. No obstante, aunque dudo que sea una desconocida, ya que el resto no los son, no logro nombrar a la sangre de dragón.- Expresó buscando la ayuda de Sango. Bastante segura de que entre ambos debían de ser capaces de completar la lista.

-Puedo ponerme en contacto con el no-elfo, con Rauko y, a través de el, con Xana. ¿Puedo dejarte al humano y la dragona a ti, Sango? Podemos concretar un lugar de encuentro, o una dirección que nos permita mantener el contacto para reunirnos todos una vez que hayamos dado con ellos. Aunque se me ocurre convertir mi castillo en el punto de encuentro, y hasta en nuestra base. Si te entrego unos anillos especiales, quién los use puede trasladarse a él de manera instantánea y también de vuelta a donde estaba antes. También permite trasladarse a otros lugares de Aerandir. De manera normal no confiaría tales objetos a la ligera, pero dadas las circunstancias...- No iba a dudar de los elegidos de la luz, y no es que el castillo estuviera precisamente desprotegido. -También me gustaría saber más de esas leyendas de las que hablabas, me gustaría estudiarlas.- Pidió entonces para ver si su ahora compañero disponía de las fuentes y demás información al respecto.

Una vez acordados aquellos puntos, la joven le ofrecería una pequeña cajita de madera adornada al estilo élfico que contenía unos anillos vinculados a Edelgost, el castillo volador, así como unos comunicadores de bolsillo que les permitirían hablar entre ellos estuvieran donde estuvieran, enseñándoles su uso y advirtiéndoles de que hicieran buen uso de ellos. También informaría a sus habitantes de aquel grupo de elegidos de la luz podría hacer uso de sus instalaciones durante su importante misión, así se aseguraría de que fuesen bien recibidos.

-Nos veremos pronto entonces. Que los dioses te guarden en tus viajes.- Le deseó la joven al Humano tras despedirse del Observador asegurándole que haría todo lo posible por completar su tarea.
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Mensaje  Sango Mar Mayo 14 2024, 23:42

- No sé leer- comentó Sango tras la intervención de Níniel, Catherin y el Observador-. Tendrás que decírmelo a viva voz- pidió Sango que miraba a los ojos del Observador.

No había forma humanamente posible de saber si la creencia de aquel hombre en la vieja historia, el viejo cuento de los nacidos de las estrellas, era verdadera o era, simplemente, fruto de una obsesión causada por el aislamiento extremo.

Sango dejó escapar el aire lentamente. El combustible que le había mantenido en la senda, en el camino para buscar al Observador había resultado ser una quimera. Su cabeza tendía a hacer aquello últimamente, imaginaba, soñaba despierto, se distraía, no prestaba atención salvo a lo que hacía que sus días tuvieran sentido. Cogió aire con suavidad y clavó sus ojos en una de las tazas que descansaba sobre la mesa, de la que seguía saliendo un pequeño penacho de vapor, apenas perceptible. Para Sango, aquel anciano había sido incapaz de dar respuesta a alguna de las preguntas que había formulado, simplemente se había limitado a asegurar que el cuento era real sin mostrar prueba alguna de ello. Sango contrajo las piernas y descruzó los brazos para incorporarse ligeramente en la silla.

Y sin embargo, pese a ser reacio a confiar, algo le decía a Ben que siguiera adelante. Que aquel anciano no poseía maldad alguna, tampoco sus palabras y que, lejos de ser alarmista, había una creencia verdadera en la inminencia de un conflicto. El pelirrojo, a fuerza de años y años, aprendió a no descartar de primeras las cosas que le contaban, cualquier matiz de la historia más absurda podía utilizarse en situaciones que uno no podía llegar a imaginar.

- Haremos como dices, Níniel, buscaré al humano que oculta su rostro y a la dragona con voluntad inquebrantable- devolvió la mirada al anciano-. Es un conflicto que no podemos ganar, pero podemos aplazar. Y nuestros hijos, a su vez, harán lo propio. Este conflicto eterno es una desgracia para sus propios hijos: nosotros- se levantó con calma-. Pero, que no se diga que el Héroe de Aerandir, Guardián del Sol y, ahora, Adalid de Luz, no estuvo a la altura de la historia.

Su decisión estaba tomada. Formaría parte de aquel grupo de ocho elegidos. La historia hablaba de siete, pero bueno, qué más daba, uno más siempre estaba bien, por si alguien decidía no unirse, ¿verdad? Volvió la cabeza hacia la elfa y su hermana. Se llevó la mano al pecho e hizo una ligera reverencia.

- Que los Dioses os guarden por mucho tiempo, Níniel, Catherine. Yo, por mi parte, marcharé a Verisar y buscaré a los otros dos Adalides- dijo en voz alta mirando hacia el bosque-. Y cuando los encuentre y hable con ellos, si es voluntad de los Dioses, me acompañarán a...- miró al anciano, esperando la respuesta.
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Mensaje  Thorn Miér Mayo 15 2024, 13:43

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Desafío terminado

Hora de repartir las recompensas

Las Runas de los Baldíos es donde deberéis de reuniros los elegidos. Siento no haberlo mencionado en mi post y el habérseme pasado por alto el detalle de que Sango no sabía leer.

Pues bien, ya está todo dicho. Solo queda que os pongáis en contacto con el resto de ungidos, y que los que acepten, se dirijan hacia el lugar indicado. Cuando creéis los temas respectivos donde convenceréis al resto de elegidos para unirse a la causa, debéis de nombrarlo con la etiqueta [Ungidos de la Luz], además de pasarme MP para seguir activamente el tema. Si lo veo necesario, y lo estimo oportuno, intervendré.

Como recompensa, recibiréis 100 aeros y 7 puntos de experiencia. Además de obtener un regalo del anciano;


Té del Observador:

Aún no sois ungidos, pero estáis cerca. Ánimo.


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