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Mensaje  Thorn Mar Abr 09, 2024 2:47 pm

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En tela de juicio

Acusación contra defensa

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El juicio se lleva a cabo en el gran salón del majestuoso castillo de los Vulwulf, una imponente fortaleza que se alza sobre un promontorio rocoso, dominando la ciudad y el paisaje circundante con su presencia imponente. Las paredes de piedra maciza y los altos techos abovedados dan testimonio de la antigüedad y la solidez de esta estructura, mientras que las antorchas que cuelgan de las paredes iluminan la estancia con una luz parpadeante.

En el centro del salón se encuentra una gran mesa de madera maciza, sobre la cual reposa un pesado libro de leyes y un par de candelabros que arrojan una luz dorada sobre los presentes. Alrededor de la mesa, se disponen sillas de madera tallada, donde se acomodan los asistentes al juicio, así como el pequeño jurado popular, compuesto por los testigos directos de los eventos que se están juzgando.

En el extremo opuesto de la sala, en un trono elevado y ornamentado, se encuentra lord Vulwulf, el gobernante del reino. Es un hombre de edad avanzada, con una barba grisácea y una mirada penetrante que denota autoridad y determinación. Su vestimenta consiste en una túnica de terciopelo oscuro adornada con bordados dorados, que reflejan su posición como cabeza de la familia Vulwulf y señor de estas tierras.

Junto a lord Vulwulf se encuentran sus asistentes en temas jurídicos, un grupo de hombres y mujeres de aspecto serio y circunspecto que asesoran al señor en cuestiones legales y judiciales.

Entre los miembros del jurado popular se destacan Zelas, un elfo rubio de aspecto extravagante, con ropajes oscuros y un aire de misterio que lo rodea. Sus ojos brillan con inteligencia y astucia, y su presencia en la sala no pasa desapercibida.

Junto a Zelas se encuentra Monza, una dragona joven cuyo cabello rojizo resplandece con fulgor a la luz de las antorchas. Como testigo directo de los acontecimientos que se están juzgando, su testimonio será crucial para determinar la verdad detrás de las acusaciones contra Nousis.

Así, con lord Vulwulf presidiendo el juicio y los testigos y jurados reunidos en el salón del castillo, la escena está lista para que el proceso legal comience y se haga justicia.

Nousis llegó al salón minutos después. Fue un momento solemne y tenso. El sonido de las cadenas en sus pies y manos resonó en el suelo de piedra anunciando su entrada antes de que apareciera en la estancia, flanqueado por dos imponentes miembros de la Guardia de Vulwulfar. Las cadenas, pesadas y oxidadas, contrastaron con el ambiente opulento del castillo, recordando la condición de prisionero de Nousis.

Los ropajes desgastados y raídos revelaron la dureza de su encarcelamiento, y su aspecto desaliñado denotó el descuido y la falta de cuidados durante su reclusión. Aunque no presentaba heridas visibles ni signos de violencia, su semblante cansado y demacrado sugirió que había sufrido el riguroso régimen de la cárcel, con noches de descanso escaso y comidas insuficientes.

A medida que se acercaba al estrado donde se encontraba lord Vulwulf y los demás asistentes al juicio, la mirada de Nousis oscilaba entre la resignación y la determinación. A pesar de su difícil situación, sus ojos mostraban una chispa de firmeza y dignidad, como si estuviera dispuesto a enfrentar lo que fuera necesario en busca de la verdad y la justicia.

Lord Vulwulf se puso en pie, su imponente figura proyectando autoridad sobre la sala, mientras que sus ojos penetrantes escudriñaban a Nousis con una mezcla de desprecio y desconfianza.

-¡Presten atención, todos ustedes!-Exclamó con voz potente, haciendo que la sala se sumiera en un silencio expectante.-Este elfo ante nosotros es Nousis, acusado de conspirar contra la familia Wulwulf y contra el noble pueblo de Vulwulfar

Todas las miradas de la sala se dirigieron al encausado. Lord Vulwulf continuó con voz firme.

-Se le imputan cargos de agravio y traición, actos que han perturbado la paz y la seguridad de nuestro reino. Se le acusa directamente de confabular con aquellos que perpetraron la explosión en el Monte de la Adoración, lo que causó decenas de muertos, si no cientos a espera de cifras oficiales. También se le acusa de haber participado en el asesinato de sir Artúr de la Profundidad y de haber atentado directamente contra la vida de mi hija, lady Margrét Vulwulf.

El lord se detuvo un momento, permitiendo que sus palabras resonaran en la sala antes de continuar con un tono más severo.

-Este juicio determinará la verdad de estas acusaciones y la consecuencia que recaerá sobre el acusado. Que no se nos olvide la gravedad de los cargos que pesan sobre él.

Un nuevo silencio respetuoso y ominoso se apoderó de la sala. Tras tener claros los cargos que recaían sobre Nousis, el gobernante de Vulwulfar volvió a hablar.

-Primero escucharemos la defensa del propio acusado. Después, escucharemos a quien tenga algo que decir en este juicio.


___________________________________________



* Os doy la bienvenida al esperado juicio; Nousis, Zelas y Monza.

* En esta ronda, deberéis de exponer vuestros argumentos para defender o atacar al encausado. Para tener más información sobre los hechos de los que se le imputan, si es que queréis empaparos del todo del contexto detrás de todo esto, os dejo links a los temas a los que se hacen referencia;[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

* Podéis manejar a todos los npcs que veáis convenientes y desarrollar el juicio como queráis, siempre guardando respeto por las decisiones importantes, las cuales me corresponderá tomar a mí a través del lord Vulwulf (lo podréis manejar para enriquece vuestro post, tranquilos).

* La ronda la empezará Nousis para defenderse, y acto seguido el orden me es indiferente entre Zelas o Monza. Divertíos.


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Última edición por Thorn el Mar Mayo 14, 2024 1:31 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Nousis Indirel Jue Abr 25, 2024 5:59 pm




Habían sido días difíciles. Una duermevela silenciosa y lúgubre bajo torvas y oscuras miradas, en las cuales solo se dibujaban el rencor y la ira. Nunca, a pesar de todas sus aventuras, de los desafíos a los que había hecho frente, había sentido tanto odio en su contra. La cercanía de lo ocurrido en Folnaien excavaba en su alma una sombría gruta a golpe de furia amarga. Como si hubiese asesinado al extraño dios que habían traído consigo los humanos del otro mundo algo más de un siglo atrás, los vidacorta lo custodiaron hasta las mismas mazmorras del regente de la ciudad. Exhaló, al observar cerrarse los barrotes de su celda, intentando con un fracaso estrepitoso exudar parte de cuanto sentía por esa aborregada y estúpida masa.

Sus ojos grises buscaron taladrar el metal que le privaba de libertad. Su espada, sus cosas… nada le habían permitido retener hasta el juicio. Sólo restaba conversar consigo mismo, sólo recordar, y ambas opciones lo llevaban hasta ideas casi demoníacas contra sus errados captores. Esbozó una sonrisa cargada de sarcasmo. Precisamente él, que había rechazado a la Oscuridad. La misma que ahora le acusaban de seguir.

Días asimismo lentos, de mala comida y la constante preocupación por un futuro en manos de criaturas que se habían dejado convencer sin prueba alguna, más allá de las palabras de un mentiroso y las acciones de aquel humano de la ballesta. Levantándose, caminó unos pasos dentro de su cubículo. El deseo de matar le provocó un escalofrío del estómago al pecho, cerrando sus manos hasta clavar las uñas en ambas palmas. Algún día, estaba seguro, ajustarían cada minuto que había pasado allí dentro.

Con la espalda pegada a la fría piedra, alzó la vista sin mostrar más que un adusto semblante, cuando sus carceleros tuvieron a bien anunciarle que, efectivamente, había llegado el momento.

El elfo sacudió camisa y pantalón y se pasó ambas manos por el cabello, del nacimiento de la frente hasta la nuca, antes de tomar el resto entre los dedos hasta las puntas. Como en todo lugar, el aspecto de los reos resultaba fundamental a la hora de tergiversar la opinión de los espectadores, colocándolos desde el inicio en contra de quien, en teoría, había agredido de alguna manera al orden establecido. O en este caso, recordó lúgubre, a un acusado de llevar a cabo nada menos que una explosión y varios asesinatos.

Su mirada se achicó al extremo, al enseñarle los guardias los grilletes que pretendían colocarle en manos y pies. No tenía forma alguna de vencer, de salir de allí con vida incluso con la fortuna de los dioses de su lado y derrotando a esos cuatro soldados armados. Siempre tendría el estigma, corroborado por su huida, de haber realizado los hechos que ahora le imputaban. Y su orgullo estaba demasiado entero para no tratar de rebatir tamaña estupidez.

Criaturas inferiores habían cometido la desfachatez de juzgarle, y ahora él debía interpretar el papel que le habían asignado. Ninguna confianza guardaba en la justicia que no emanase de la propia Sandorai. Las cabras no eran quien para juzgar ciervos. Y sin embargo, le tocaba a él arrostrar la bajeza de tratar de convencer de la auténtica verdad a esas lerdas criaturas.

De modo que, alzó el mentón al escuchar las primeras palabras del señor de la urbe, cuyo miedo, sumado a la histeria colectiva, le habían colocado en ese trance. Y se planteó si había hecho lo correcto, si debía de haber aceptado el ofrecimiento del ser que había conversado con él la infausta noche.
Por supuesto, no.

Había cadenas peores que las que portaba en ese crucial momento. Nadie regalaba poder sin algo a cambio. Y Nousis Indirel no estaba dispuesto a hincar la rodilla ante ninguna de las criaturas que poblaban el mundo conocido. Sólo el cielo se encontraba por encima.

Las disparatadas acusaciones le hicieron hervir la sangre y apretar los dientes para contenerse lo necesario, a fin de no perjudicarse aún en mayor medida. Clasificó rápidamente sus pensamientos, ordenándolos en las categorías que pretendía reseñar, y con la misma voz que acostumbrada a explicar una y mil historias a los suyos, encontradas y aprendidas en cada volumen leído en cada reino y ruina del mundo, tomó la palabra acompañado del sepulcral silencio de la gran sala.

-Soy Nousis – repitió con deliberada lentitud, paseando la vista por los presentes- del poblado de Folnaien del clan Indirel, parte de la tierra sagrada de Sandorai. No estoy aquí por propia voluntad, pues ninguna criatura privada de libertad por acusaciones sin mayor fundamento que la histeria y la irreflexión lo estaría. Sólo tengo la verdad y mis palabras, para hacerme comprender en tierra extranjera- tomó aire- para buscar que lo que realmente ocurrió esa noche se grabe en el juicio no sólo de quien deba dictar sentencia, sino de cada persona que hoy se encuentre aquí, presente. No pretendo salir airoso, como quien logra escapar de un ataque por un afortunado reflejo, sino habiendo borrado la infame acusación de la que soy objeto- respiró profundamente, sintiendo el paso del aire con un agradable sosiego- De modo que aquí y ahora os relataré no mi versión, sino la única- remarcó- realidad formada la noche de la celebración que a todos nos ha traído a este momento.

Se detuvo, acostumbrado a medir los tiempos, buscando generar un interés genuino. El atractivo de su narración resultaba clave, pues sabor y presentación eran ambas parte de un almuerzo recordado.

-¿Qué me trajo a vuestras costas?- inquirió retóricamente, observando al gentío en silencio, sin que, como esperaba, una sola palabra se alzase en respuesta- La pérdida- se contestó, suspirando- La muerte lleva a la reflexión, al recuerdo de quien se ha ido de nuestro lado- continuó, sin perder detalle de la expresión de los rostros que tenía a la vista- A los elfos se nos ha dado la gracia de una vida más larga que la de otras especies, no así, por fortuna, la falta de empatía o la necesidad de tiempo para aceptar los golpes que podemos llegar a sufrir. Participar de la alegría de la celebración, intentar desvanecer algunos retazos de tristeza, fue todo cuando buscaba una noche que comenzó con arena y terminó en piedra y metal, del cielo más libre a la más injusta prisión- clavó sus ojos grises un instante en el señor de la ciudad- Y porque os digo la verdad, continuaré de un modo que no dudo que buena parte de los presentes no se hubieran atrevido a preveer, y sólo por la mano de la inocencia me atrevo a referir el episodio, pues debo confiar en que aquí se comprenda que éste nunca debió ser mi lugar, ni esto- levantó las cadenas de sus manos- parte de mi atavío.

Volvió a tomar el silencio por preludio de su última intervención.

-Sí- pronunció alto y claro- Una presencia desconocida se acercó a mí esa noche, la misma que me prometió ciertos deseos que mi interior decía guardar- en el público, ciertas personalidades se llevaron las manos a los labios, y ojos aquí y allá no evitaron expresar horror y una miríada de sentimientos a flor de piel- ¡PERO DIJE NO!- rugió el hijo de Sandorai, recalcando cada una de las tres palabras- ¿Quién aceptaría el amparo de la Oscuridad?- Volvió a cuestionar, como desafiando a todo el auditorio- No seré yo esa criatura. Quien acepta un poder corrompido sabe que nunca lo ha merecido. Yo soy luz- aseguró, orgulloso como si por él destilase cada gota de la sangre esparcida por las hazañas de los suyos- Y acusarme de la explosión y de atacar a lady Vulwulf encuentra el mismo sentido que el desvarío de un loco.

Sus cadenas tintinearon cuando dio medio paso hacia adelante.

-Cuando tronó la desgracia, ya había comenzado a alejarme de las celebraciones, cansado. ¡Pero me volví! La misma sorpresa de quienes fueron testigos de ese acto criminal fue la que me detuvo. Nunca he estado más cerca de ese lugar que esa noche. ¡Obremos con mesura!- pidió, volviendo a mostrar sus grilletes- ¿Si tuviera el poder, la capacidad, de destruir un templo con mis propias habilidades a tal distancia, atacando además o matando a quienes se me juzga por ello, me encontraría aquí, sin haber opuesto la menor resistencia? Nada tengo contra la ciudad de Vulwulfar o sus habitantes, ni siquiera contra sus dirigentes. He pasado largas jornadas en los calabozos y sólo busco que llegue a imperar cuanto antes el sentido común. Ni soy, ni he sido una amenaza. Estoy aquí, bajo falsos pretextos, y sólo me queda esperar las pruebas inexistentes de una felonía de la que no soy partícipe.

Una vez más, su mirada gris recorrió a la congregación.

-Habéis escuchado la verdad de lo ocurrido- sentenció- Me resta conocer de primera mano el nivel de la justicia que ampara ésta tierra.
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Mensaje  Monza Sylroc Sáb Abr 27, 2024 5:50 pm

Después de los sucesos en la playa había decidido quedarme por Vulwulfar a la espera de como se desarrollaría el juicio al elfo acusado de aliarse con la oscuridad. De alguna forma se había conseguido evitar que le lincharan en el momento y que fuese detenido por el hijo de lord Vulwulf para ser sometido a un juicio para esclarecer si era culpable de esos crímenes de los que le acusó el supuesto profeta. Pero que se fuera a celebrar ese juicio no me parecía suficiente garantía de que fuera a recibir un trato justo, después de todo, había vivido de cerca lo que sucedía cuando se invocaba la palabra de los dioses y lo rápido que desaparecía la racionalidad en ese momento. Y quizás yo no fuera la primera persona que elegiría nadie para defenderla, ni era capaz de manejar las palabras con la misma destreza que otros, pero después de lo que había vivido, no iba a dejar a un elfo a su suerte ante unas acusaciones sin más base que las palabras de un hombre misterioso que desapareció sin dejar más que unas apocalípticas profecías.

Por ello, cuando me enteré de cuando se celebraría el juicio había ido a buscar a uno de los guardias que habían aparecido para llevarse a las mazmorras al elfo durante el caos que siguió a la explosión para recordarle que había estado allí durante los sucesos y que preguntar si podía servir como testigo. Me dijo que si, y que tenían intención de buscar a los testigos que pudieran encontrar.

Así que allí estaba, observando la magnífica sala donde se produciría el juicio junto al jurado popular, entre los que destacaba el hombre que se encontraba a mi lado, un rubio de mirada astuta que transmitía un aura de calma extraña, como si tuviera totalmente controlada la situación. Cuando el juicio dio comienzo, trajeron al prisionero, que presentaba un aspecto bastante menos imponente que en nuestro último encuentro, y lord Vulwulf comenzó a enumerar los cargos que se esgrimían contra él, relacionarse con los culpables de la explosión, así como de un ataque contra dos personas de las que debía admitir que no sabía nada. A pesar de todo, Nousis consiguió defenderse de una forma bastante solvente. Parecía mostrar la misma destreza con las palabras que un caballero dragón con las armas. Eso era bueno, sus acusaciones se habían basado también en manejar las palabras para controlar al pueblo, si podía luchar con esas mismas armas podía conseguir librarse, aunque también era cierto que el elfo no tenía de su parte la histeria colectiva ni invocar la palabra de los dioses. Quizás su mayor ventaja era haber admitido ser contactado por enviados de la oscuridad, aunque era una jugada arriesgada.

-Muy bien, ya hemos escuchado al acusado. Aunque antes de tomar una decisión oigamos también a quienes pudieron ver lo sucedido en la Playa de los Ancestros.- Dijo el señor con voz firme pero serena, entonces me señaló.- La guardia dijo que tu te encontrabas cerca de Nousis cuando llegaron los guardias, ¿no?

- Así es, señor.

-Levántate y habla entonces. ¿Qué viste esa noche?

Tragué saliva y me puse en pie sin moverme de mi sitio. Había estado pensando mucho como contar lo que había visto. Sabía que debía contar la verdad, pero no bastaba con exteriorizar todas las ideas que me rondaban la cabeza sin ningún orden, debía hacerlo de forma que al menos pareciera contar una historia coherente o perdería su atención.

- Soy Monza Sylroc de Lanvor. Estaba de viaje por estas tierras y cuando escuché sobre el festival decidí unirme a los festejos. Pasé el día disfrutando de la celebración como el resto de los asistentes hasta que se produjo la explosión.- Y hasta aquí llegaba la parte fácil, poner a la gente en contexto, a partir de ahora ya cada palabra que dijera contaba.- Durante la conmoción, apareció un anciano a decir que había tres personas que había sido elegidas por la oscuridad para acabar con todo, señalando al acusado, a una mujer y diciendo que el tercero ya no se encontraba allí. Ahí fue cuando la gente se dejó llevar por las palabras de ese anciano sin necesidad de más pruebas y fueron a buscarlos de forma violenta. Nousis ya se encontraba en la playa cuando todo esto sucedió y por ello fue rodeado por esos individuos, pero a pesar de que esa gente estaba claramente dispuesta a juzgar culpable a Nousis y lincharlo en ese mismo momento, no se enfrentó a ellos, sino que trató de convencerles con palabras. Aunque algunos se relajaron al oírle, otros seguían queriendo aplicar justicia por su cuenta y ahí fue cuando intervine para tratar de evitar que le atacasen, y con ayuda de una anciana pudimos evitarlo, dejando que llegase la guardia y se llevara al acusado de forma pacífica.

-¿Entonces ayudaste al acusado?

- Supongo que podría decirse que le ayudé a que no lo linchara una turba furiosa. En ese momento consideré que las acusaciones que se habían hecho debían aclararse por los métodos adecuados. Además, el acusado se entregó sin dar problemas, confiando en que se realizaría un juicio justo para afrontar esas acusaciones y que se tendrían en cuenta todas las pruebas, y no aprovechándose de un momento de caos para lanzar al pueblo contra unas personas valiéndose simplemente de su palabra y menciones a los dioses. Especialmente cuando tan recientemente, en mis tierras al norte ya se cometieron grandes errores al aceptar lo que dijeran unos supuestos dioses que se acabaron mostrando falsos.- No quise entrar más en ese asunto para evitar ofender la religión de los sureños pues sabía que iba a calentarme si continuaba por ahí.- Y lo último que quería decir es que de esos presuntos elegidos de la oscuridad, el acusado decidió entregarse pacíficamente para aclarar todo este asunto y admite haber sido contactado pero la rechazó, mientras que de las otras dos personas que mencionó el anciano, de una no se sabe nada mientras que la otra se dio a la fuga cuando intentaban traerla.

-¿Nada más que decir?

- No, esto era todo. Respecto al otro crimen que mencionas no puedo decir nada, pues no tengo más información que el resto del público. Confío en que lo que he dicho pueda ayudar a esclarecer lo ocurrido. Y gracias por su atención.

Tras esas palabras me senté de nuevo y mientras continuaba hablando el siguiente me permití soltar un suspiro para liberar la tensión de mi exposición ante el señor del Vulwulfar. A partir de aquí ya sólo me quedaba confiar en los posibles testimonios que dieran otros testigos y en que el jurado supiera hacer bien su trabajo.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Lun Abr 29, 2024 9:08 pm

Un par de días antes

-Es que te digo, ese Nousis tiene muy mala suerte- diría el rubio encogiéndose de hombros.

-Dijiste que harías cualquier cosa por Aeros, yo y los niños le debemos a ese elfo- diría un elfo anciano que estaba sentado frente a el.

Ambos hombres se habían conocido hace mucho tiempo, Cuando Zelas seguía siendo un elfo completo, tenia el pelo negro y usaba muchas cimitarras, ante el bullado juicio de Nousis, el anciano Virion Daleth había tratado de comunicarse con los valientes guerreros que habían rescatados a un grupo de niños y de paso habían ahuyentado a un peligroso grupo de vampiros hace 2 años o mas en Vulwulfar, por azares del destino, solo el no-elfo había respondido al llamado del viejo elfo.

-Ya me conoces, tu cumples tu parte del trato, yo cumplo el mío- señalaría el rubio levantando su copa.

-La ultima vez nos dejaste abandonados, sin embargo, también contribuiste al rescate de los niños, y he escuchado de algunas cosas que has echo en el continente- respondería el elfo viejo quien aprendiendo de su error anterior, saco una bolsa con aeros y la acerco al rubio.

-Ya estas aprendiendo viejo Virion, pues bien, ahora que has contratado mis servicios como corresponde, planeare un par de cosas para defender a Nousis en el juicio, pero necesitare tu ayuda y en caso que las cosas salgan mal, solo podre liberarlo a el, ¿entiendes lo que digo?- preguntaría Zelas al momento que tomaba los aeros del viejo.

-Estamos en deuda con Nousis, haremos lo que digas si eso significa pagar esa deuda- respondería el viejo Virion.

Así, el viejo elfo y el no-elfo brindaron al momento de barajar las opciones para el juicio.
__

La noche del juicio

Al entrar al salón donde se llevaría a cabo el juicio el no-elfo tuvo que informar sobre el propósito de su participación en ese juicio -El elfo tiene benefactores que me han contratado a mi para encargarme de su defensa- acto seguido le informo a los guardias sobre quienes iban a hacer acto de presencia en el juicio como parte de la evidencia relevante, al notar que solo se trataba de un anciano acompañado de un grupo de niños, se les asigno un lugar en el salón en el cual podrían presenciar todo lo ocurrido.

El juicio comenzó con las acusaciones y los cargos que se le imputaban a Nousis, cosas que, al conocer un poco el carácter del acusado, descarto inmediatamente que algo de aquello tuviera veracidad, aquello solo confirmaba una cosa sobre Nousis, ese elfo tenia muy mala suerte.

Nousis se defendió, escucho sus palabras y como habría de esperarse, negó cualquier vinculo con la oscuridad, luego una joven de nombre Monza Sylroc quien también había estado, al igual que el, en la playa el día que se le acuso a Nousis y relato las cosas que ocurrieron en el festival, la dejaron exponer y luego de un rato, le tocaría el turno a el.

-¿Es cierto que hay alguien mas que tiene algo que decir?- preguntaría el gobernante.

-Si el gobernante me lo permite, quisiera plantear mi argumento para defender al acusado- preguntaría Zelas al momento que levantaba la mano.

-¿Eres consciente de lo que eso implica?, si la respuesta es afirmativa, puedes tomar la palabra- señalaría el gobernador, permitiéndole la palabra al no-elfo.

Zelas se pondría de pie y tomaría su lugar en el centro, para exponer su argumento -Mi nombre es Zelas Hazelmere, hijo del clan Hazelmere, y miembro del grupo Séptimo Circulo me presento como defensor del acusado porque se me ha contratado para ello y porque tengo argumentos que deben ser tomados en cuenta- Zelas comenzó a moverse en círculos con tal de que todos le vieran y le pudieran escuchar con claridad. -Al igual que Monza yo también estuve en aquel festival y pude presenciar todo lo relatado por ella, lo cual confirmo como lo que paso. Ahora me gustaría abordar la otra acusación, pero para eso, permítanme contarles una historia de aventureros, hace 2 años encontré a un elfo viejo amarrado a un tronco, no era Nousis si eso estaban pensando- Aquel comentario causo gracia en algunos presentes.

-El elfo nos informo a mi y a otros aventureros que también se encontraban allí, que un  grupo de huérfanos a su cargo habían sido secuestrados por un grupo de bandidos, al rastrear a los bandidos encontramos algo mucho peor, los bandidos eran controlados por un grupo de vampiros que estaban controlando el crimen en ese lugar, creando a muchos mas adeptos y sacrificando a muchos inocentes en el proceso, yo y los aventureros que el viejo elfo reunió nos enfrentamos en una dura batalla de la que finalmente salimos victoriosos, pero de no haber hecho nada, probablemente esa influencia vampírica se habría propagado en todo ese reino.

¿Y que tiene que ver todo eso con este juicio? se preguntaran, pues bien, déjenme revelarles que esto ocurrió en Vulwulfar, y que la misma persona a la que ustedes acusan de agravio y de traición, aquel a quien acusan de perturbar la paz y la seguridad del reino, es el mismo quien se encargo de protegerlos de un peligro que ustedes desconocían y sin pedir ningún tipo de reconocimiento ni nada a cambio. Ustedes están en deuda con ese elfo, y si piensan que no hay forma de probarlo, por favor, observen a este lado de la sala y escuchen el testimonio de aquellos que fueron salvados por Nousis-
Zelas se giro de forma dramática y apunto a la parte de la sala donde estaban el viejo Virion y los huérfanos de aquella ocasión.

Tanto el viejo elfo como los niños se pusieron de pie generando un suspiro de sorpresa por parte de los presentes.

-Mi nombre es Virion Galanodel he vivido muchos siglos en Vulwulfar, tengo un orfanato en cual acojo a todos los pobres infantes que han sido victimas de las guerras y las catástrofes, lo que dice el joven rubio es verdad, Nousis lucho codo a codo para ayudar a los niños, cuando llegamos al lugar, descubrimos una verdad mucho mas aterradora de la que podíamos imaginar, si no hubiéramos tenido su ayuda, probablemente todos nosotros habríamos muerto y quien sabe cuanto daño le habrían hecho los vampiros al reino de no haberlos descubierto en esa ocasión- señalaría el elfo.

-Mi nombre es Ofelia y a mi me salvo Nousis- diría una de las niñas.
-Yo soy José y también fui salvado por Nousis- diría otro niño.
-Yo soy Anacleto y cuando un vampiro trato de arrancarme un brazo fue la espada de Nousis la que me salvo- señalaría otro.

Y así las voces de los distintos niños que fueron salvados en aquella ocasión comenzaron a sobreponerse una sobre otra obligando al gobernado a exigir un poco de orden y de silencio, -¿Tienes algo mas que añadir?- preguntaría el gobernante al rubio.

-Solo una ultima cosa mi buen señor, espero que con esta exposición de hechos que se desconocían, se considere por sobre todas cosas el honor de mi representado, y que ojala estas acusaciones falsas sean retiradas, para que nadie jamás ponga en duda el trato que el reino Vulwulfar le da a quienes ofrecen su ayuda en tiempos de crisis y quienes les podrían ayudar ante las futuras amenazas que se podrían presentar- terminaría de exponer el no-elfo al momento que salía del centro y se ponía cerca del acusado.

OFF: Lo que expongo en el juicio no me lo saco del traste bueno solo algunas partes sino que viene de este tema que ocurrió hace mucho tiempo en Vulwulfar -> [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Zelas Hazelmere
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Mensaje  Thorn Mar Abr 30, 2024 2:04 pm

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En tela de juicio

Acusación contra defensa

En el salón del tribunal, la atmósfera estaba cargada de tensión y expectación. Las antorchas parpadeaban en las paredes de piedra, proyectando sombras danzantes que parecían bailar al ritmo del corazón acelerado de los presentes. El señor de Vulwulfar presidía la sala desde su trono elevado, flanqueado por sus consejeros más cercanos. Nousis Indirel, el acusado, permanecía en el centro de la sala, con las manos atadas y una mirada firme que no dejaba entrever ninguna muestra de temor.

Las defensas hacia el elfo ya habían sido formuladas, y con ello, el señor Vulwulf dio paso a las acusaciones.

Un hombre de aspecto grave y serio se puso de pie en la parte trasera de la sala. Era un dignatario respetado, conocido por su integridad y su habilidad para la oratoria. Todos los presentes se volvieron para mirarlo, anticipando sus palabras con un silencio expectante.

-Lord Vulwulf, nobles, y ciudadanos de Vulwulfar.-Comenzó el hombre con una voz profunda que resonaba en la sala.-Hoy nos encontramos ante un momento crucial en la historia de nuestra ciudad. Un momento en el que debemos enfrentar la verdad, por dolorosa que sea.-Dijo recorriendo con su mirada a todos los presentes.-Ya sea por conspiradores contra el trono de Vulwulfar, contra la ciudad o vampiros que buscan venganza después de la Guerra de Lunargenta, estamos en peligro.-Sentenció.

El señor de Vulwulfar asintió solemnemente, indicando al hombre que continuara.

-Nousis Indirel.-Prosiguió el dignatario, dirigiendo su mirada hacia el acusado.-Ha sido acusado de crímenes de la más alta traición contra nuestro amado Vulwulfar y contra la familia Vulwulf. Se le acusa de aliarse con fuerzas oscuras, de conspirar para desestabilizar nuestro reino y de intentar poner en peligro la vida de lady Vulwulf, una de las figuras más veneradas de nuestra ciudad.

Un murmullo de indignación recorrió la sala mientras los presentes absorbían las impactantes acusaciones.

-Además.-Continuó el dignatario, levantando la voz para que su mensaje resonara en todos los rincones del salón-Se le acusa de tener conocimiento o estar involucrado en el vil acto que resultó en la explosión del templo sagrado en el Monte de la Adoración, un acto que ha sembrado el caos y la desolación en nuestro pueblo. Ahí, perdimos a nuestro mejor caballero; sir Artúr de la Profundidad, lo que nos ha perjudicado militarmente.-Acusó de forma directa.-Los elfos son bien conocidos por no ser del todo aliados de ninguna raza, y algunos incluso nos odian a nosotros, los humanos, más que a ningún otro ser mortal o inmortal.-Se detuvo, mirando de nuevo a todos los presentes. Después de que el mensaje calara, continuó con su declaración-¿Quién no nos dice que, con la tensión que hay diplomáticamente en el mundo, no hay clanes élficos que se quieren aprovechar de ello para quitarnos territorio? ¿Para sembrar el caos entre los humanos y así culminar su particular venganza racista?

El silencio que siguió fue casi palpable, roto solo por el suave crepitar de las antorchas. Los ojos de los presentes se volvieron hacia Nousis, esperando su respuesta, mientras el peso de las acusaciones se hundía sobre él como un yugo implacable.

Unos segundos después, el dignatario se dirigió hacia un anciano, al que invitó a presentar su testimonio ante el tribunal. El anciano, tembloroso pero firme, avanzó hacia el estrado y comenzó a relatar lo que había presenciado esa fatídica noche.

-Señor de Vulwulfar, nobles y ciudadanos.-Comenzó el anciano con voz temblorosa pero clara.-Esa noche festiuva, mientras caminaba por la playa, mis ojos se posaron en una escena que nunca podré olvidar, pues fueron momentos antes de la explosión, cuya consecuencia tuvo la desaparición total de las estrellas en la playa y la venida de una noche muy oscura y cerrada. Vi a Nousis Indirel, parado en la arena, conversando en voz baja con una figura encapuchada cuyos rasgos no pude distinguir.

El murmullo de consternación se extendió entre los presentes mientras el anciano continuaba su relato.

-No pude escuchar las palabras que intercambiaban, pero la atmósfera que los rodeaba estaba cargada de una energía oscura y siniestra. Fue entonces cuando comprendí que algo terrible estaba ocurriendo, y las palabras de aquel misterioso profeta confirmaron mis sospechas.-Confesó, aún tembloroso.

El dignatario asintió con solemnidad, reconociendo la importancia del testimonio del anciano.

-Este testimonio.-Proclamó el dignatario.-Corrobora las sospechas que han pesado sobre Nousis Indirel. Su encuentro clandestino con una figura encapuchada, en medio de la noche y en las sombras de la playa, sugiere una complicidad con fuerzas oscuras que buscan sembrar el caos y la destrucción en nuestro reino. Quién sabe si conspiraron para envenenar la sopa comunitaria que vuestro hijo bendijo, Lord Vulwulf. Quién sabe si es un aliado de vampiros, pues estas criaturas no son bien recibidas en nuestro territorio debido a las tensiones políticas de los últimos meses. Quién sabe si, realmente, aquel anciano vio o escuchó algo más que nosotros no... porque, ¿Por qué él? Habían cientos y cientos de personas celebrando el día más largo y la noche más corta, ¿Por qué usted fue uno de los acusados y al único que pudimos capturar, señor Indirel?-Preguntó directamente hacia Nousis, dedicándole una mirada inquisitiva.

-¿No conocemos el paradero del profeta?-Preguntó el señor Vulwulf, interviniendo en el relato.

-Me temo que no, mi señor.-Negó el dignatario con la cabeza.

El señor Vulwulf torció el gesto y gruñó en desaprobación, pues hubiese sido un punto de vista a tener muy en cuenta, y saber también el motivo de por qué se acuso directamente a tres personas en concreto aclararía muchas cosas.

-Bien.-Asintió finalmente el gobernante de la ciudad.-¿Cómo se defiende al acusado ante estas declaraciones?-Preguntó al jurado, y también llevó su mirada al propio Nousis por si tenía algo más que decir.


___________________________________________



* El juicio continúa. Es vuestro momento de intervenir (¿O quizás guardáis algún as en la manga?). Las acciones o palabras que decidáis usar pueden cambiar el curso de muchas cosas, tened cuidado.


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Mensaje  Nousis Indirel Vie Mayo 03, 2024 8:19 pm




Nou nunca esperó recibir ayuda, no tan lejos del bosque, o de quien consideraba de entre sus pocos amigos fuera de Folnaien. A su memoria acudieron varias imágenes pretéritas, y unas preguntas respondidas casi al instante brillaron en la mente del espadachín. Resultó mucho, mucho más sencillo reconocer a la joven que a ese.. ¿elfo?

Fue la ubicación, repasando las aventuras en las que había participado en los últimos años, del anciano y los chiquillos la que logró encajar a quien había tomado la palabra con el mercenario que había participado escasamente en la batalla contra los engendros pre-vampiros que casi los aniquilan a todos. No pudo evitar sentir como, al igual que una rueda dentada movía a otra, algo concordaba entre aquella lejana escena y la que ahora presenciaba. Un extraño e inesperado balance.

No sonrió en ese momento, ni siquiera ante la mención de los hechos que había realizado salvando a los infantes. Una leve llama de orgullo calentó su interior, y con un gesto de la cabeza, asintió, al mismo tiempo saludando y otorgando reconocimiento tanto al extraño elfo como a la muchacha-dragón. En pocas ocasiones había contemplado que alguien se arriesgase a intervenir por un desconocido, más aún en tierra extraña. Hubiese o no dinero de por medio.

Sólo esperaba que, de no haber justicia real en esa audiencia, ninguno sufriese por haber hecho lo correcto.

Utilizó el breve silencio que precedió a la intervención del fiscal humano para plantearse los puntos que a consideración de su oponente pudiesen resultar más débiles o inestables. Sí, había dicho la verdad, y quizá, no sería con ello suficiente. Acostumbrado a explicar sus viajes y sus hallazgos en las reuniones de su clan, la importancia de sus descubrimientos acerca de la antigüedad de tantos lugares, y a su participación en la enseñanza de los jóvenes más prometedores de entre los suyos a lo largo de décadas, sabía cuando alguien dominaba tanto la elocuencia como el aspecto más teatral de una puesta en escena como la que tenía ante sí.

Ese magistrado tenía una meta cristalina, y no era otra que llevarle a la horca. Si bien la última palabra no dudaba que estaba el poder del señor de la ciudad, atemorizar a la audiencia a fin de posicionarla de su lado resultaba astuto y lógico. Si lograba que las emociones de los allí reunidos primasen sobre la razón, sabía que estaba perdido. El propio Nou debía personificar la frialdad, la lógica, la senda que, lejos de retórica visceral ahora, solo atendiese a los hechos. Apagar los fuegos que el fiscal buscaba encender, uno tras otro.

Una cuestión no dejaba de revolotear en su cerebro. ¿Qué demonios había ocurrido con lady Margaret y con el tal Sir Artús? La explosión que todos habían contemplado, provocada dado el mismísimo juicio del que era parte, era obra de un arma desconocida o un poder, sin duda, peligroso por su capacidad. El miedo era un sentimiento del que toda criatura inteligente buscaba desprenderse cuanto antes. Y una víctima, inocente o no, un rostro para esa emoción, un castigo, liberaba al pueblo de él. Algo que todos deseaban.

Estaba siendo acusado sin pruebas, las mismas que él necesitaba para probar su inocencia. Sin embargo, parecía pesar sobre él la presunción de culpabilidad, por endeble que fuera la base.

Apenas pudo mantener el control que él mismo se había autoimpuesto cuando reverberaron en sus oídos las falacias contra su especie. El sonido de una segunda voz acalló las protestas que buscaban escapar de sus labios.

Y ya no pudo callar un segundo más entre tanto despropósito.

Como si portase las mismísimas enseñas de la realeza, en lugar de una vestimenta andrajosa y unas cadenas humillantes, Nousis Indirel irguió un rostro coronado por unos relampagueantes ojos grises. Desechó tanto su aspecto como la noble estancia donde se hallaba. Un orgullo rayano en la arrogancia. Inevitable.

-Me defiendo, señor de humanos, con la rectitud propia y la carente en cada palabra que el magistrado ha tenido a bien retorcer como una sierpe escondida- atacó directamente- Ha presentado un testigo que no sólo confirma algo que yo mismo he declarado ante cada oído que hoy sigue éste juicio, sino que pretende valerse de percepciones de un hombre anciano que sin duda arrastra un comprensible temor por los infaustos acontecimientos de la noche sobre la que todo esto versa. La única realidad que corrobora es que yo- dijo llevándose un momento una mano al pecho- no he mentido en momento alguno. Que la conversación con ese ente, fuese lo que fuese, ocurrió, exactamente del mismo modo que mi rotunda negativa. Preguntáis por qué acudió a mí, y es la misma verdad que carezco de una respuesta clara. ¿Pena, tristeza…? Mis emociones esa noche arrastraban el pesar por la muerte de una querida amiga. Si la Oscuridad no buscaba, como es natural, felicidad, sólo así se explica que sus pasos llegasen a mí, antes de ser rechazada. Mi especie siempre ha caminado del lado de la luz, del bien- replicó antes de tomar el siguiente argumento- Y no puedo sino sentir una agresión directa ante alusiones tan descabelladas sobre los míos. ¿No ser del todo aliados de ninguna raza? ¿Hemos de recordar los incidentes de Árbol Madre? ¿Lo ocurrido en Nytt Hus hace aún menos tiempo? ¿Dónde estaban las huestes de los hombres? La guardia de Lunargenta venció en Edén, los dragones tuvieron sus propios problemas, ¿dónde estaban las espadas de Vulwulfar?- inquirió retóricamente- Y a pesar de todo, ningún rencor guardan los elfos contra ciudad humana alguna. Se ha dicho que existen clanes que odian a los extranjeros. ¿De veras vais a tener la desfachatez que asegurar que todos y cada uno de los humanos de ésta y otras ciudades aman a los míos y a otras razas como a sus vecinos…? – se detuvo un momento, cortando la ironía de sus palabras- Hoy estoy aquí respondiendo de mí, pero agradecería al señor de éste lugar- miró al aludido un instante antes de volver a pasear la vista por el público- que no permitiese tal escándalo. Es preferible para mí evitar la propagación de falsas creencias y rumores sobre mi especie incluso- alzó algo más la voz- que vencer las falsas acusaciones vertidas acerca de mi persona- clavó su mirada, de un frío odio en el fiscal- He mencionado en mi última intervención un punto que toda criatura con sentido común debería detenerse a reflexionar. A nadie he herido, ni he forcejeado antes de dejarme atrapar. He decidido defenderme aquí y ahora. Y ninguno de tales actos concuerda, diría, con lo que todos podemos imaginar acerca del comportamiento de un aliado de la Oscuridad. Alguien así, si son tan diametralmente opuestos a quienes seguimos el bien como creo, no dejaría su destino en manos de otros, ni confiaría en la verdad.

Su lengua se detuvo unos segundos antes de proseguir, volviendo a repasar con los ojos, lentamente, a los reunidos.

-Yo estaba en la playa, como se ha dicho por defensa y acusación, en el momento de la explosión, de la que nada tuve que ver. Monza Sylroc ha dicho que otros fueron tentados, que a otros acudió la Oscuridad, ¿Dónde están?- preguntó sin esperar respuesta con las palmas de las manos hacia arriba- Ya es suficientemente malo basar una acusación tan grave en las palabras de alguien que ni siquiera hoy está presente para sostenerlas, pero además volvéis vuestras dudas y temor contra el único que al parecer es inocente. Pues repito ¿dónde están? - volvió a elevar la voz, resonando en toda la sala- ¿Dónde se encuentra los otros dos? ¿No es más sensato pensar que ellos SÍ han aceptado ese poder malvado? ¿Qué tal vez tengan que ver con lo ocurrido en el templo? Todo cuanto yo tenía era una espada, una- volvió su atención al magistrado- que ha acabado con la vida de un número de vampiros suficiente para haberme ganado su odio eterno. Vuelva a retomar esa sandez cuando pueda decir lo mismo.

Cortó su defensa antes de terminar.

-Pues sin el menor atisbo de duda, soy inocente.
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Mensaje  Monza Sylroc Dom Mayo 05, 2024 11:02 pm

El rubio no tardó en demostrar que no sólo parecía astuto, sino que corroboraba su apariencia con sus actos. El elfo corroboró lo que había dicho yo, y luego les contó una historia de heroísmo del acusado, aprovechando que tenía a los beneficiarios de semejante acto preparados para testificar. Había sido una buena jugada, y me parecía que la fortuna se había vuelto hacia la justicia, por lo que el elfo debería quedar libre. Aunque igual estaba alegrándome demasiado pronto, porque un hombre, de relativa importancia por su aspecto, empezó a acusarle de aliarse con la oscuridad. Ni siquiera daba ningún argumento de peso ni aportaba pruebas, solo remarcaba las acusaciones y encima ponía en duda el aprecio de los elfos por otras razas, valiéndose de un testigo que no aportaba más de lo que ya hubiésemos dicho Nousis o yo, pero utilizaba otra óptica que favoreciera la desconfianza.

No iba yo a negar que en ocasiones no hubiese elfos que fuesen unos racistas, ya había escuchado de grupos que odiaban a los humanos intensamente, al igual que otros que aún recordaban la guerra contra los brujos y buscaban venganza. Pero eso no cambiaba que no todos fueran así, en mi propia experiencia ya los había notado bastante menos cerrados que a los dragones, aunque eso podía tener más que ver con mi pueblo, pues fuera también había visto a dragones bastante más abiertos. En cualquier caso, tenía que encontrar la forma de discutir ese argumento, y se me ocurrían ideas. El problema era que entre mis ideas se colaban demasiados exabruptos, y sospechaba que llamar sucios racistas a los humanos de la sala iba a hacer flaco favor a apoyar mi postura. Tenía que serenarme y ordenar mis ideas, pero al menos mientras hablaba el acusado tendría algo de tiempo.

El acusado recordó que ya había dicho que la Oscuridad le fue a hablar y que se entregó pacíficamente, además de recordar que ni el resto de acusados ni el acusador de la playa estaban presentes en el juicio. Además de realizar un discurso que incluía quejas sobre el racismo, aunque no me llegó a convencer como lo planteó. Y ya que con el tiempo que había tardado me había dado tiempo a calmarme un poco y que ya me veía capaz de responder sin acordarme intensamente de la familia de ese sujeto, levanté la voz.

- Disculpe, lord Vulwulf, ¿puedo decir algo más?

-Adelante.

- Estas nuevas acusaciones contra este elfo no están trayendo ninguna prueba nueva, solamente recuerdan el testimonio que ya hemos dado previamente, y aprovecha para alimentar la desconfianza hacia los elfos.- Ya me estaba calentando y no podía dejar que pasara eso. Pero no podía negar que me ponía un poco tensa en exceso cuando malmetían contra las razas de mis padres.- Es cierto que hay clanes con poca estima hacia los humanos, pero también hay otros que siempre se han mostrado dispuestos a cooperar. Cuando los vampiros ocuparon Lunargenta, los mayores aliados de los humanos eran los dragones, pero eso no quitó que hubiese elfos, al igual que otras razas, que fueran a ayudar a pesar de los problemas que había también en Sandorai. Cuando los norgedos atacaron Roilkat pasó lo mismo, no hubo clanes élficos que se organizaran para ir en su ayuda, pero varios individuos decidieron arriesgarse y venir para defenderlo. Y con el Hombre Muerto lo mismo, y así se pueden sacar ejemplos de la mayoría de los problemas que ha habido en Aerandir, al menos recientemente. Como ha dicho el acusado, en todas las razas hay grupos cuestionables, pero por cada uno de esos se puede encontrar a alguien que lucha por el bien de todos.

Eso último quizás era pasarse de optimista, pero durante mis viajes podía haber visto a bastante gente que luchaba por ayudar a los demás, podían ser más o menos altruistas, pero incluso en aquellos que lo hacían por dinero se podía ver cierta bondad. Después de todo, con esas habilidades había formas bastante más cuestionables de ganar ese dinero que seguramente les costaría menos esfuerzo.
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Mensaje  Zelas Hazelmere Dom Mayo 05, 2024 11:54 pm

Todo parecía ir bien, tal vez demasiado bien, en el momento que termino de dar su argumento, se dio paso a las acusaciones, muchas de ellas descabelladas, sin embargo, teniendo en mente todo lo que había visto en sus aventurar por Aerandir, quizás aquello no era tan descabellado, por desgracia parecía que ese juicio era un mera formalidad y que probablemente el destino de Nousis ya había sido decidido mucho antes.

Eso no evito que Nousis tratara de decir algo al respecto, aunque como suponía, era probable que aquello ya estuviera decidido, Monza también quiso aportar un poco mas, y cuando parecía que le iba a tocar el turno al no-elfo, algo extraño ocurrió, Zelas se llevo una mano al rostro, un fuerte dolor de cabeza le invadió en el momento que dirigió su vista de nuevo a los niños que Nousis había salvado, visiones de estos apuñalando a los magistrados, seguido de otra visión de los niños convulsionando en el piso por causa de algún veneno, finalmente una visión de los niños muertos, toda aquella sala llena de muertos, sus hermanos, su padre, las sirvientas de azaril, Pacha, Percy, Miu, y un sin fin de cadáveres que el mismo había llevado a la muerte, todo aquello hizo que el rubio perdiera el aire, como si de pronto hubiera olvidado como respirar, llevo una de sus rodillas al piso mientras luchaba por mantener la compostura, todo comenzaba a oscurecerse, los sonidos se perdían en la distancia, las voces se apagaban.(1)

-Oye ¿te encuentras bien?- un sonido, seguido de una sacudida trataban hacer reaccionar al rubio -Zelas... Zelas.. ZELAS! - de pronto, Zelas se puso de pie de golpe al momento que respiraba de forma muy sonora, como si hubiera estado aguantando la respiración por mucho tiempo, observo de reojo toda la sala, todo estaba normal, el señor de Vulwulfar y los magistrados seguían deliberando, los niños estaban bien pero le observaban preocupados, al igual que algunos presentes que no entendían que había sucedido con el rubio. -Es-estoy bien- dijo el rubio mientras intentaba recuperar el aire.

OFF: se activa mi maldición Recuerdos de Zelirica: La próxima vez que veas un grupo de niños en un tema, te asaltarán los recuerdos de Zelirica. No podrás emplear ninguna acción en ese turno.

PD: todo ese post ha sido una alucinación de Zelas culpa de su PTSD en Zelirica y otros acontecimientos previos.

PD2: recordé que tenia esta maldición hace un par de días, de haberlo recordado antes no metía a los niños XD
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Mensaje  Thorn Mar Mayo 14, 2024 1:30 pm

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Acusación contra defensa

El momento crucial llegaba, y todos los presentes en la sala aguardaban con expectación el veredicto del señor de Vulwulfar. Nousis mantenía su gesto serio y frío, mientras que Monza mostraba evidentes signos de preocupación. Zelas, por su parte, parecía aún aturdido por los acontecimientos. En contraste, los demás magistrados, incluido aquel que había presentado la acusación en nombre del pueblo, mantenían rostros neutros y respetuosos hacia su señor, en medio de un ominoso silencio que envolvía la sala como un manto de suspense.

-Quiero recalcar la gravedad de los acontecimientos que nos han llevado a este juicio.-Tomó la palabra el señor de Vulwulfar con solemnidad. Su presencia imponente llenaba el espacio, y su mirada recorría a los presentes con seriedad y determinación.-Es crucial que investiguemos a fondo lo sucedido en el Monte de la Adoración y en la playa. Ya sea obra de los dioses, de bandidos o de espías. Las afrentas sufridas por el pueblo de Vulwulfar deben ser reparadas, y todos los culpables deben ser llevados ante la justicia.

Una vez dado ese mensaje de forma general, centró su atención en el acusado.

-Nousis Indirel. Todo lo acontecido en este juicio será sabido por tus congéneres, a los cuales mandaré una delegación en mi nombre.-Le dijo al elfo.-Tienen derecho a saber de tus acciones y de nuestro proceder conforme a ellas.-Dicho esto, se puso en pie, para que su voz pudiera oírse hasta en el último rincón de la sala.-Yo; soberano de Vulwulfar y señor de cuantas tierras la componen, emito el siguiente veredicto: si bien es cierto que las actuaciones de Nousis fueron extrañas la noche en la playa, su defensa ha dado argumentos suficientes para creer que podría haber hecho mucho más daño del que se produjo, haberse aprovechado más de la situación de lo que lo ha hecho, y oponer más resistencia de lo que ha demostrado. Solo alguien seguro de su inocencia resistiría con tal entereza hasta el final.-Siguió relatando.-Por tanto, declaro a Nousis como inocente.-Proclamó el señor de Vulwulfar, dejando que el veredicto resonara en la sala. Los presentes asimilaron la decisión: algunos con satisfacción, otros con muestras de disgusto, pero la justicia de esas tierras había hablado y se había aplicado.-Sin embargo, para garantizar la seguridad de todos, enviaré a tres caballeros para escoltar a Nousis en todo momento. Serán su sombra durante un tiempo, observando cualquier acción que pueda levantar sospechas. En cuanto al asunto del Monte de la Adoración, pronto tendremos noticias sobre cómo proceder. Les pido paciencia.

Y así, el juicio llegaba a su fin.

Nousis, quizás escéptico sobre la justicia en los reinos de Verisar, había salido beneficiado. Su defensa había superado a la acusación, sin refutaciones claras que lo implicaran directamente en los acontecimientos del Monte de la Adoración. Respecto a lo sucedido en la playa, tampoco había pruebas de su involucración, y su falta de resistencia y su firme defensa de su inocencia sugerían que, tal como afirmaba, era inocente.


___________________________________________



* Bueno, pues el juicio ha salido bien. Os habéis sabido defender y yo no he sabido cómo refutar vuestras defensas. Os felicito, ya que en mis planes iniciales estaba el encarcelar a Nousis y maldecir tanto a Monza como a Zelas. Para la próxima quizás no tengáis tanta suerte.

* Como recompensas por participar en este desafío, os entregaré 5 puntos de experiencia a cada uno, además de 200 aeros (me han gustado mucho vuestras defensas).

* Nousis no se llevará una maldición, pero sí que en los próximos tres temas que abra (libres o privados), habrá un séquito de tres caballeros siguiéndolo allá donde vaya a modo de escolta. Es decir, participarán activamente en el tema y, lo más importante, no podrás negarlos. Puedes personalizarlos a tu gusto. Mándame MP para seguir esos tres temas a los que deberás poner la etiqueta [Vigilado].

* Zelas y Monza no serán seguidos directamente por ninguna escolta, pero el reino de Vulwulfar mandará espías para controlar sus movimientos en el próximo tema que abran (sea libre o privado). Cuidado con lo que hagáis, pues cualquier acto sospechoso podría jugar en vuestra contra. Estos espías no participarán directamente en el tema, y no podréis controlarlos. Cuando abráis dicho tema (que lo podréis hacer juntos o por separado), me tendréis que mandar MP para que lo siga, y además también poner la etiqueta de [Vigilado] o [Vigilada] en el caso de nuestra querida dragona.

* Aviso. En cualquiera de los temas que lleve la etiqueta [Vigilado] podré intervenir.


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