[Evento social] Cena con wisterias.
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[Evento social] Cena con wisterias.
Cena con wisterias
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El resultado de unas órdenes un tanto peculiares
En la guardia humana de Sacrestic, una semana antes...
La teniente Akimara se encontraba todavía desencriptando las órdenes de Lunargenta, ¿Estaba entendiendo mal? Repasaba los códigos una y otra vez, Azabache. Mientras, la pequeña carta sellada seguía sobre la mesa. Levantaba de vez en cuando la vista del pergamino para mirarla con impaciencia.
Sabía que algo se cocía en el oeste, pero deseaba estar lejos cuando todo eso pasase, aún le quedaban un par de meses de servicio allí. Se frotó la sien, ¿Qué manera había de mantener a la gente de Sacrestic contenta? Esas personas amaban la ostentosidad, los eventos y pasearse pavoneándose con ropas caras. Una cena, una enorme cena para humanos, vampiros y otros seres que vivían y rondaban las calles de la ciudad. Los eventos en el desierto de Roilkat implicaban siempre un gran festín y flores del desierto. Eso harían.
Mandó llamar a Menelao, el pobre aún no se había recuperado de su última carrera hasta la guarnición y aún tenía las mejillas sonrosadas por la actividad.
-Avisa a Magnis y a Dolofrea, vamos a montar una cena. Quiero mucha comida, y muchas wisterias.
-¿Wisterias, señora? -Preguntó el joven alzando una ceja.
-Sí, mi hija hoy cumple 15 años, y las wisterias son sus flores favoritas. Me van a permitir este pequeño homenaje.
-Faltaría más, teniente. -Se disculpó por la pregunta indiscreta agachando la cabeza y corrió hacia las cocinas.
Allí, por fin sola, preocupada por el futuro de la población humana de Sacrestic si todo aquello salía mal, se recostó en su butacón y con sumo cuidado despegó el sello de la carta, tomando aire y respirando el olor a flores que desprendía la carta. Flores y desierto, así era su mujer.
Revueltas en las minas, tened cuidado. Mantener contenta a la gente de Sacrestic Ville, cueste lo que cueste.
Sabía que algo se cocía en el oeste, pero deseaba estar lejos cuando todo eso pasase, aún le quedaban un par de meses de servicio allí. Se frotó la sien, ¿Qué manera había de mantener a la gente de Sacrestic contenta? Esas personas amaban la ostentosidad, los eventos y pasearse pavoneándose con ropas caras. Una cena, una enorme cena para humanos, vampiros y otros seres que vivían y rondaban las calles de la ciudad. Los eventos en el desierto de Roilkat implicaban siempre un gran festín y flores del desierto. Eso harían.
Mandó llamar a Menelao, el pobre aún no se había recuperado de su última carrera hasta la guarnición y aún tenía las mejillas sonrosadas por la actividad.
-Avisa a Magnis y a Dolofrea, vamos a montar una cena. Quiero mucha comida, y muchas wisterias.
-¿Wisterias, señora? -Preguntó el joven alzando una ceja.
-Sí, mi hija hoy cumple 15 años, y las wisterias son sus flores favoritas. Me van a permitir este pequeño homenaje.
-Faltaría más, teniente. -Se disculpó por la pregunta indiscreta agachando la cabeza y corrió hacia las cocinas.
Allí, por fin sola, preocupada por el futuro de la población humana de Sacrestic si todo aquello salía mal, se recostó en su butacón y con sumo cuidado despegó el sello de la carta, tomando aire y respirando el olor a flores que desprendía la carta. Flores y desierto, así era su mujer.
En el parque de Sacrestic Ville, una semana después.
Los cocineros, liderados por Dílcar Magnis habían montado unos improvisados fogones junto a las pérgolas llenas de wisterias y kyyneleet híbridas, que brillaban al ocaso que se cernía sobre Sacrestic. Gracias a las hazañas de algunos aventureros, -Lukas, Felurian, Zagreus, Tina y Mina- habían conseguido todos los ingredientes para aquel magnífico festín. Si no fuera porque el elfo estaba preso en aquellas cocinas, esos platos valdrían su peso en oro. Dílcar y Elmund llevaban sus mejores galas, pero cubiertos con los mandiles más sucios.
Por otro lado, Dolofrea se resguardaba de los últimos rayos de sol bajo las pérgolas, subida a la escalera de madera para encender los enormes candelabros de asta de ciervo y farolillos de cristal que colgaban del techo de las estructuras. Gracias al fertilizante de Cohen, las wisterias habían enraizado perfectamente, se habían afianzado al suelo y ya estaban entrelazándose con la pérgola fundiéndose en una. Por su parte, Luke miraba embelesado sus kyyneleet mutadas, analizando cómo el brillo se intensificaba conforme se cerraba el cielo nocturno. Esperaba que aquella noche volver a encontrar a sus nuevos amigos, Zelas y Corlys, quienes le salvaron a él y a sus plantas para poder seguir hablando de plantas.
La teniente Akimara apareció junto a Menelao, ambos con sus armaduras de gala de la guardia, y se pararon frente a un gran tablón en la entrada del parque.
-Me gusta el menú. -Apuntó Menelao impaciente por hincarle el diente a los platos de Dílcar.
La teniente Akimara rio negando con la cabeza, el mensajero de la guardia no tenía remedio. Los ojos se le iluminaron a ver el espectáculo de color púrpura que había montado Dolofrea, y el olor a comida recién hecha que venía de los fogones. Se adelantó, los cerdos y las ovejas gruñían y balaban en el corral.
-¿Seguro que tenemos que desangrarlos? -Preguntó el joven poniéndole ojitos a una cabrita.
-¿Prefieres que te desangren a ti? -Respondió irónica la teniente con una sonrisa divertida.
Menelao tragó saliva, agobiado solo de pensarlo. Poco a poco llegaron los primeros invitados, se sirvieron las primeras copas de vino, de cerveza, hidromiel y sangre.
Por otro lado, Dolofrea se resguardaba de los últimos rayos de sol bajo las pérgolas, subida a la escalera de madera para encender los enormes candelabros de asta de ciervo y farolillos de cristal que colgaban del techo de las estructuras. Gracias al fertilizante de Cohen, las wisterias habían enraizado perfectamente, se habían afianzado al suelo y ya estaban entrelazándose con la pérgola fundiéndose en una. Por su parte, Luke miraba embelesado sus kyyneleet mutadas, analizando cómo el brillo se intensificaba conforme se cerraba el cielo nocturno. Esperaba que aquella noche volver a encontrar a sus nuevos amigos, Zelas y Corlys, quienes le salvaron a él y a sus plantas para poder seguir hablando de plantas.
La teniente Akimara apareció junto a Menelao, ambos con sus armaduras de gala de la guardia, y se pararon frente a un gran tablón en la entrada del parque.
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-Me gusta el menú. -Apuntó Menelao impaciente por hincarle el diente a los platos de Dílcar.
La teniente Akimara rio negando con la cabeza, el mensajero de la guardia no tenía remedio. Los ojos se le iluminaron a ver el espectáculo de color púrpura que había montado Dolofrea, y el olor a comida recién hecha que venía de los fogones. Se adelantó, los cerdos y las ovejas gruñían y balaban en el corral.
-¿Seguro que tenemos que desangrarlos? -Preguntó el joven poniéndole ojitos a una cabrita.
-¿Prefieres que te desangren a ti? -Respondió irónica la teniente con una sonrisa divertida.
Menelao tragó saliva, agobiado solo de pensarlo. Poco a poco llegaron los primeros invitados, se sirvieron las primeras copas de vino, de cerveza, hidromiel y sangre.
¡Evento social! Cena con wisterias.
Bienvenidos al evento social por el aniversario del foro. 15 años, como la hija de la teniente Akimara la cual ama las wisterias, ¿Le gustarían las kyyneleets de Luke, que brillan en la oscuridad? Espero que a vosotros y a vosotras sí. Todo aquel que esté, resida, o pase por Sacrestic Ville está invitado al evento gracias a los panfletos que Menelao ha repartido por toda la ciudad, así como los carteles colgados.
- No hay mínimo de posts para participar
- No habrá orden en los posts, pero no está permitido hacer doble post.
- Recompensa para los participantes: 5 px y 50 aeros.
- El evento cerrará el 5 de Octubre, aproximadamente, según os portéis.
- Yo que vosotros elegiría bien el menú.
¡Que comience la cena!
Tyr
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
-¿Enserio es necesaria tanta parafernalia?- preguntaría el no-elfo mientras le daban unos últimos ajustes a su vestimenta.
-Porque es un evento social importante, y se nos solicito que le diéramos un buen atuendo que fuera de la mano con el broche de wisteria que se le entrego- diría el sastre mientras terminaba de ajustar los pañuelos.
-Vale pero es tan necesario tanto recubrimiento del cuello?- preguntaría el rubio mientras se aflojaba un poco el paño que llevaba el cuello.
-Bueno estas en una ciudad con muchos vampiros.- le respondería el sastre sin necesidad de resaltar lo obvio, luego de retocar los detalles finales en la vestimenta, el sastre se hizo a un lado para observar su trabajo.
Ambos se observaron y asintieron ante el resultado, Zelas se observo a si mismo en el espejo y no pudo sino reconocer las habilidades del sastre, nadie diría que entre sus ropas tenia un par de ítems escondidos en caso que todo se complicara. Sin mas que hacer allí, el rubio le agradeció al sastre por su servicio y se marcho al lugar del evento.
Zelas entro en la estancia donde se llevaría a cabo la cena y pensó por un momento que quizás iba muy arreglado para lo que realmente era, algunas miradas se posaban sobre el, pero aquello ya se volvía una costumbre, tomo una jarra de hidromiel y comenzó a beber cuando escucho que alguien le dirigía la palabra.
-Tu eres uno de los que fue a auxiliar la carreta verdad- diría una mujer joven con un atuendo bastante sensual y una copa de sangre en una de sus manos.
-Si... Vaya que bonito par de... Colmillos- dijo el rubio zafando de la situación.
-Jajaja que gracioso eres- diría la joven con una amplia sonrisa dejando a relucir sus colmillos.
-No me tomes enserio, me llamo Zelas Hazelmere, ¿Con quien tengo el gusto?- preguntaría el rubio, preparado para morder aquel anzuelo que claramente tenia algún motivo oculto.
-Evangeline Berkley, soy una bióloga y entusiasta de la magia, encantada- diría la joven haciendo una leve reverencia.
Zelas le correspondió el gesto -¿Le gustaría acompañarme en la cena?- preguntaría ofreciéndole su mano para ir a buscar un lugar donde sentarse.
-Pensé que no preguntarías- le respondería sujetando su brazo y caminando junto a el.
-Porque es un evento social importante, y se nos solicito que le diéramos un buen atuendo que fuera de la mano con el broche de wisteria que se le entrego- diría el sastre mientras terminaba de ajustar los pañuelos.
-Vale pero es tan necesario tanto recubrimiento del cuello?- preguntaría el rubio mientras se aflojaba un poco el paño que llevaba el cuello.
-Bueno estas en una ciudad con muchos vampiros.- le respondería el sastre sin necesidad de resaltar lo obvio, luego de retocar los detalles finales en la vestimenta, el sastre se hizo a un lado para observar su trabajo.
- Zelas Aristocratico(?):
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Ambos se observaron y asintieron ante el resultado, Zelas se observo a si mismo en el espejo y no pudo sino reconocer las habilidades del sastre, nadie diría que entre sus ropas tenia un par de ítems escondidos en caso que todo se complicara. Sin mas que hacer allí, el rubio le agradeció al sastre por su servicio y se marcho al lugar del evento.
Un viaje de transición mas tarde
Zelas entro en la estancia donde se llevaría a cabo la cena y pensó por un momento que quizás iba muy arreglado para lo que realmente era, algunas miradas se posaban sobre el, pero aquello ya se volvía una costumbre, tomo una jarra de hidromiel y comenzó a beber cuando escucho que alguien le dirigía la palabra.
-Tu eres uno de los que fue a auxiliar la carreta verdad- diría una mujer joven con un atuendo bastante sensual y una copa de sangre en una de sus manos.
-Si... Vaya que bonito par de... Colmillos- dijo el rubio zafando de la situación.
-Jajaja que gracioso eres- diría la joven con una amplia sonrisa dejando a relucir sus colmillos.
-No me tomes enserio, me llamo Zelas Hazelmere, ¿Con quien tengo el gusto?- preguntaría el rubio, preparado para morder aquel anzuelo que claramente tenia algún motivo oculto.
-Evangeline Berkley, soy una bióloga y entusiasta de la magia, encantada- diría la joven haciendo una leve reverencia.
Zelas le correspondió el gesto -¿Le gustaría acompañarme en la cena?- preguntaría ofreciéndole su mano para ir a buscar un lugar donde sentarse.
-Pensé que no preguntarías- le respondería sujetando su brazo y caminando junto a el.
- Evangeline Berkley:
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Zelas Hazelmere
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Puedo entender que el hombre nos haya pagado con un objeto que según él, tiene valor sentimental, pero de tantas cosas que pudo haber dado ¿por qué elegiste un collar de huevos de cerdo?- Preguntó el perro con profunda indignación mientras caminábamos hacia la fiesta de Dolorfea -Y no quisiera ser aguafiestas pero, los cerdos ni siquiera ponen huevos- Dijo el Sr. Van Pyro bastante indignado mientras se detenía a orinar un árbol.
El collar es importante para mandar un mensaje a cualquier persona hostil- Dije mientras acomodaba mi collar en el cuello de la manera más visible -Sabrán que soy alguien a quien no le deben tocar los huevos...- Dije con la más fina elegancia mientras daba un sorbito a una copa de hidromiel que le acababa de quitar a alguien cuando entramos al lugar -O que traes los huevos hasta la garganta- Respondió el animal con sarcasmo.
Igual, terminemos esto lo más pronto posible para largarnos, solo tenemos que encontrar al hijo secuestrado del misterioso Señor Pigmen Tong- Le recordé al perro para evitar que se distrajera pero ya era demasiado tarde, la mirada de mi peludo compañero estaba fija en un espectáculo que no habría imaginado ni en mis peores sueños, un grupo de hombres bastante tomados cantaban y bailaban una curiosa canción, con un baile bastante singular.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando alguien me hizo volver abruptamente a la realidad, se trataba de una hermosa joven de labios tan rojos como sus cabellos ondulados y sensuales, y desde luego, sus colmillos que escapaban levemente de su sonrisa llena de picardía -Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta verdad- Preguntó con tal certeza y mirándome tan fijamente que no supe qué responder, podría ser una clave, un código secreto, un saludo doromaggio -Desde luego- Dijo finalmente el perro -Mi nombre es P. Rito y mi ayudante acá, se llama Don Destoy- Insistió el animal para confundir más a la pobre chica.
Ay pero que alivio, disculpen ustedes, es que soy nueva en esto, extravié los carteles con las caras de los que auxiliaron a la carreta y he estado diciendo lo mismo a todos- Aclaró mientras se escusaba con una elegante reverencia -Mi nombre es Lola Morrico, encantada- Ante aquella palabra, el perro se acercó con sincera preocupación, le tocó la pierna con una pata y dijo -Desencantada, puede moverse- La chica no pudo evitar sonreírse -Jajaja que gracioso eres- Respondió ligeramente sonrojada, momento que el perro aprovechó para hacer lo suyo -¿Te gustaría acompañarme a la cena? Y quizá luego, no sé, ser la cena- Abrí los ojos como platos al ver las habilidades de seducción del animal -Pensé que no lo preguntarías- Respondió la vampira mientras levantaba en sus brazos al animal y se lo llevaba.
Miserable traidor- Murmuré para mí mismo mientras los veía alejarse, el perro dejaba ver una sonrisa burlona de victoria, pero al menos aquello me daba un poco de espacio para comenzar mi investigación del chico secuestrado, se trataba de un misterio muy misterioso, y todos los misterios quieren ser resueltos.
[0] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía. El collar es importante para mandar un mensaje a cualquier persona hostil- Dije mientras acomodaba mi collar en el cuello de la manera más visible -Sabrán que soy alguien a quien no le deben tocar los huevos...- Dije con la más fina elegancia mientras daba un sorbito a una copa de hidromiel que le acababa de quitar a alguien cuando entramos al lugar -O que traes los huevos hasta la garganta- Respondió el animal con sarcasmo.
Igual, terminemos esto lo más pronto posible para largarnos, solo tenemos que encontrar al hijo secuestrado del misterioso Señor Pigmen Tong- Le recordé al perro para evitar que se distrajera pero ya era demasiado tarde, la mirada de mi peludo compañero estaba fija en un espectáculo que no habría imaginado ni en mis peores sueños, un grupo de hombres bastante tomados cantaban y bailaban una curiosa canción, con un baile bastante singular.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando alguien me hizo volver abruptamente a la realidad, se trataba de una hermosa joven de labios tan rojos como sus cabellos ondulados y sensuales, y desde luego, sus colmillos que escapaban levemente de su sonrisa llena de picardía -Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta verdad- Preguntó con tal certeza y mirándome tan fijamente que no supe qué responder, podría ser una clave, un código secreto, un saludo doromaggio -Desde luego- Dijo finalmente el perro -Mi nombre es P. Rito y mi ayudante acá, se llama Don Destoy- Insistió el animal para confundir más a la pobre chica.
Ay pero que alivio, disculpen ustedes, es que soy nueva en esto, extravié los carteles con las caras de los que auxiliaron a la carreta y he estado diciendo lo mismo a todos- Aclaró mientras se escusaba con una elegante reverencia -Mi nombre es Lola Morrico, encantada- Ante aquella palabra, el perro se acercó con sincera preocupación, le tocó la pierna con una pata y dijo -Desencantada, puede moverse- La chica no pudo evitar sonreírse -Jajaja que gracioso eres- Respondió ligeramente sonrojada, momento que el perro aprovechó para hacer lo suyo -¿Te gustaría acompañarme a la cena? Y quizá luego, no sé, ser la cena- Abrí los ojos como platos al ver las habilidades de seducción del animal -Pensé que no lo preguntarías- Respondió la vampira mientras levantaba en sus brazos al animal y se lo llevaba.
Miserable traidor- Murmuré para mí mismo mientras los veía alejarse, el perro dejaba ver una sonrisa burlona de victoria, pero al menos aquello me daba un poco de espacio para comenzar mi investigación del chico secuestrado, se trataba de un misterio muy misterioso, y todos los misterios quieren ser resueltos.
[1] He traído un poco de música a la fiesta, cortesía del perro y de Menelao.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Contemplaba el tablón con un menú escrito mientras seguía preguntándome porque seguía en esa ciudad. Seguramente pocas decisiones habían sido más acertadas que desaparecer de allí cuando los vampiros se creyeron que podrían conquistar un reino, y no podía dejar de cuestionarme cada segundo más que pasaba en ese lugar. Especialmente ahora, que podían encontrarse allí dos de las cosas que menos me gustaban, la Guardia de Lunargenta y vampiros con demasiada confianza en sí mismos. Tenía que haberme marchado en cuanto nos pagaron por el trabajo del carro de las flores, pero la perspectiva de una fiesta había nublado mi buen juicio y ahora estaba frente al lugar donde debía celebrarse sin que se me ocurriera ninguna forma de escapar de allí.
- ¿Estás eligiendo el menú o te das cuenta ahora de que deberíamos haber seguido avanzando?
- Vale, tenías razón. No deberíamos habernos parado.
- Siempre tengo razón, es que no me escuchas lo suficiente.
- Lo que ti digas Teufel... ¿Pero sabes qué me resulta ofensivo? Que me haya quedado a ver como mucha gente me da envidia si pueden comer este menú. Los demás detalles del vampirismo como que no te pueda dar el sol tampoco está tan mal, pero el no poder comer es horrible.
- Bueno, la crema mágica esa igual la puedes probar, si puedes beber cerveza igual puedes también.
- O igual acabo vomitando encima de alguien, pero bueno, tampoco sería una gran pérdida.
- Y así me das a mi todo lo demás. Si es que es un plan perfecto.
Le di una palmada en la espalda a la mujer nutria y me puse en movimiento, contemplando las portentosas y muy moradas flores que recubrían la zona, al menos podíamos decir que nuestro trabajo había servido para dejar elegante la ciudad. Aunque estaba seguro de que antes de que acabase la noche estaría todo destruido, esa ciudad lo mismo destruía sueños e ilusiones que a sus habitantes y edificaciones en el sentido más literal. Deambulando pude ver a Zelas alejándose con una vampira, y aunque no hubiera necesitado demasiado para ponerme a desconfiar, el encontrarme con un conocido me hizo darme cuenta de otro detalle.
- Teufel, vigila si aparece alguien de la guardia con aspecto añejo.- Le dije a mi compañera mientras me iba ocultando entre las sombras de las plantas.
- ¿Qué te pasa ahora?
- Esta ciudad está dominada por la Guardia de Lunargenta, y en los años que estuve ahí metido me dio tiempo a conocer a mucha gente y que una parte importante de esa gente me tuviera en poca estima... Y han pasado unos 30 años, pero eso no es suficiente para que la tierra se los haya llevado de vuelta. De hecho, cuando me colé en Tempestad, uno de los jefes resultó que era un imbécil que entró a la vez que yo, así que salvo que alguien haya hecho un favor al mundo y lo haya usado como abono, es posible que aparezca por aquí. Y además está el asunto de que algunos pueden haber rejuvenecido por la fuente mágica esa, pero mejor no pensar en eso también.
- ¿De verdad pretendes esconderte siendo un vampiro con el pelo blanco acompañado de una mujer nutria? Y además llevas el broche ese de las flores.
- Si, pero ellos no saben todo eso, espero. Y cuando me conocían era moreno, el cambio de color fue algún efecto raro de la transformación. No hace falta pasar desapercibidos en general, me sirve con que no me vea nadie que me conozca de esa época.
- Vale, ya vigilo por si veo a alguien que se parezca a tu descripción. Pero de momento vamos a comer algo, que hay que estar bien nutridos para poder vigilar.
- ¿Eso pretendía ser un chiste...? Bueno, da igual, vamos a buscar un sitio y que te den de comer.
Y me fui caminando con Teufel, mientras seguía mirando a mi alrededor por si la mala fortuna decidía cruzarse en mi camino y acababa cruzándome con un antiguo compañero con más autoridad de la que merecía. Y de paso ver si algún compañero no tan antiguo aparecía y al menos podía estar entretenido en la cena, que de momento solo me había cruzado con Zelas y parecía tener asuntos más interesantes que tratar.
- ¿Estás eligiendo el menú o te das cuenta ahora de que deberíamos haber seguido avanzando?
- Vale, tenías razón. No deberíamos habernos parado.
- Siempre tengo razón, es que no me escuchas lo suficiente.
- Lo que ti digas Teufel... ¿Pero sabes qué me resulta ofensivo? Que me haya quedado a ver como mucha gente me da envidia si pueden comer este menú. Los demás detalles del vampirismo como que no te pueda dar el sol tampoco está tan mal, pero el no poder comer es horrible.
- Bueno, la crema mágica esa igual la puedes probar, si puedes beber cerveza igual puedes también.
- O igual acabo vomitando encima de alguien, pero bueno, tampoco sería una gran pérdida.
- Y así me das a mi todo lo demás. Si es que es un plan perfecto.
Le di una palmada en la espalda a la mujer nutria y me puse en movimiento, contemplando las portentosas y muy moradas flores que recubrían la zona, al menos podíamos decir que nuestro trabajo había servido para dejar elegante la ciudad. Aunque estaba seguro de que antes de que acabase la noche estaría todo destruido, esa ciudad lo mismo destruía sueños e ilusiones que a sus habitantes y edificaciones en el sentido más literal. Deambulando pude ver a Zelas alejándose con una vampira, y aunque no hubiera necesitado demasiado para ponerme a desconfiar, el encontrarme con un conocido me hizo darme cuenta de otro detalle.
- Teufel, vigila si aparece alguien de la guardia con aspecto añejo.- Le dije a mi compañera mientras me iba ocultando entre las sombras de las plantas.
- ¿Qué te pasa ahora?
- Esta ciudad está dominada por la Guardia de Lunargenta, y en los años que estuve ahí metido me dio tiempo a conocer a mucha gente y que una parte importante de esa gente me tuviera en poca estima... Y han pasado unos 30 años, pero eso no es suficiente para que la tierra se los haya llevado de vuelta. De hecho, cuando me colé en Tempestad, uno de los jefes resultó que era un imbécil que entró a la vez que yo, así que salvo que alguien haya hecho un favor al mundo y lo haya usado como abono, es posible que aparezca por aquí. Y además está el asunto de que algunos pueden haber rejuvenecido por la fuente mágica esa, pero mejor no pensar en eso también.
- ¿De verdad pretendes esconderte siendo un vampiro con el pelo blanco acompañado de una mujer nutria? Y además llevas el broche ese de las flores.
- Si, pero ellos no saben todo eso, espero. Y cuando me conocían era moreno, el cambio de color fue algún efecto raro de la transformación. No hace falta pasar desapercibidos en general, me sirve con que no me vea nadie que me conozca de esa época.
- Vale, ya vigilo por si veo a alguien que se parezca a tu descripción. Pero de momento vamos a comer algo, que hay que estar bien nutridos para poder vigilar.
- ¿Eso pretendía ser un chiste...? Bueno, da igual, vamos a buscar un sitio y que te den de comer.
Y me fui caminando con Teufel, mientras seguía mirando a mi alrededor por si la mala fortuna decidía cruzarse en mi camino y acababa cruzándome con un antiguo compañero con más autoridad de la que merecía. Y de paso ver si algún compañero no tan antiguo aparecía y al menos podía estar entretenido en la cena, que de momento solo me había cruzado con Zelas y parecía tener asuntos más interesantes que tratar.
Corlys Glokta
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
—¿En serio es necesaria tanta parafernalia? —pregunté mientras observaba, desde la comodidad de una silla pequeña y dura con una pata que no tocaba el suelo, a la bio-cibernética Maia dándole los últimos retoques a la vestimenta de Xana.
—Porque es un evento social importante —explicó Maia, sin apartar la mirada de su trabajo, sus ojos rubíes reflejando concentración—. Y se nos solicitó que les diéramos buenos atuendos a los dos elfos que tantos buenos favores han hecho para la Ama Azaril.
—No hacía falta. Yo solo quiero comer.
—Lo que Rauko quiso decir —intervino Xana—, es que está muy agradecido por su generosidad, pero verme en un vestido tan hermoso lo embobó más de lo que ya está.
—Ah, sí, eso mismo… —Entorné los ojos—. Espera, ¿«les diéramos»? ¿También me darán ropita?
—¡Ay, chico, claro que sí! —exclamó Maia—. ¿Cómo crees que que iba a dejarte desatendido y que fueras a una fiesta con esos harapos que llevas.
«¿Harapos?», me pregunté. Le eché un vistazo a mi ropa. «Pero si es lo mejor que tengo…». Negué con la cabeza; eso no era lo importante, sino el hecho de que no era parte de nuestro plan inicial vestirme a mí también… Aunque, ciertamente, habría sido raro que solo Xana se beneficiara…
—Además, Ingrid me dio una fabulosa idea para tu atuendo. ¡Te encantará!
—¿Ingrid? —cuestioné, impulsado por un terrible mal presentimiento.
—Listo, mi vida, ya puedes respirar —le dijo a Xana, apartándose de ella para admirar el resultado—. ¿Qué te parece?
Xana contempló su vestido, se giró un par de veces y sonrió encantada.
Tragué saliva y contuve las emociones que pugnaban por florecer en mi rostro.
—Yo creo que aún le falta algo —señalé, atrayendo al instante la mirada de ambas—. Xana, ¿qué tal si usas tu magia para darle un toque especial a tu vestido? —sugerí con un asomo de sonrisa.
Sus ojos brillaron y esbozó una media sonrisa.
Alzó una mano y el éter acudió a su llamado. Conjuró decenas de partículas de luz y les ordenó anclarse a lo largo y ancho de su vestido de colores nebulosos, dotándose de un aspecto cósmico, como una diosa envuelta en el manto celeste de una noche astrífera.[1]
Entonces fueron mis ojos los que brillaron.
—Me encanta —musitó con un poco disimulado toque de emoción en su voz. De pronto se aclaró la garganta y me dirigió una mirada maliciosa que gatilló un escalofrío en mi cuerpo—. Ahora quiero ver lo que prepararon para ti.
Suspiré.
—Bueno, no puede ser peor que lo que he tenido que vestir en otras ocasiones.
Efectivamente, me sentía ridículo, pero eso no era algo malo. Si pude disfrutar de llevar un disfraz de gomejo, podía estar cómodo con mi elegante sombrero de conejo a pesar del resto del conjunto infantil. Además, hacía juego con mi mascota, Boliche, mi gomejo desdichado.
En cualquier caso, lo importante no era eso. No. Era la comida.
—Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta, ¿verdad? —fue la pregunta con la Xana y yo fuimos recibidos en la festividad.
En la superficie, una simple pregunta; en esencia, un obstáculo hacia la comida.
Ambos nos volvimos hacia la chica preguntona, una joven cuya naturaleza vampírica se delataba en sus colmillos, y que vestía un hermoso vestido vinotinto que combinaba con el líquido vital contenido en la copa que sostenía, con un porte elegante que contrastaba con su gorro con orejas de conejo.
—Depende del día —le respondí por fin, casual, como si comprendiera el contexto de su duda—. ¿Necesitas ayuda con otra carreta?
No hubo respuesta. Sus ojos azules estaban fijados en otro lugar.
—Mis ojos están aquí arriba —señalé.
—Ay, me disculpo —balbuceó con elegancia y torpeza—. Estaba admirando ese gomejo peludito que tienes —explicó, pero sus ojos siguieron sin reencontrarse con los míos, fijados en mi mascota que llevaba en mis manos—. ¿Entonces eres el de la carreta? Lo siento, una compañera perdió los carteles con la cara de los que ayudaron en ese asunto y he tenido que preguntarle lo mismo a todos.
—Entiendo. Me suele pasar.
—Bonito sombrero, por cierto.
—Ah, sí… ¿Gracias?
—¿Puedo acariciar tu gomejo?
—Sospecho que… —fue todo lo que pude decir antes de que ella se deshiciera de la copa, me arrebatara el gomejo y empezara a jugar con él y hablarle con una voz aguda y ridícula como si él fuera un bebé—. Ah, sí, supongo que puedo darte mi permiso.
—Debes cuidar muy bien de esta preciosura —dijo con seriedad, y finalmente sus ojos me miraron—. Estamos en tiempos difíciles. Dicen que un señor, un tal Pigmen Tong, perdió a su hijo. Desapareció. Se esfumó. Puff.
—¿Cómo dices? —intervino Xana, saliendo del aburrimiento de estar como mera espectadora.
—Así es… —La vampiresa Lady Coneja se detuvo para lanzarle una mirada ceñuda—. Disculpa, ¿tú eres una de los que…?
—No —se adelantó Xana con una sonrisa afable—, no estuve involucrada con ninguna carroza. Y si fue una que explotó, aún menos.
Malos recuerdos regresaron al instante, y los alejé a patadas imaginarias.
—¿Alguien sabe algo sobre el desaparecido? —inquirí.
—Todos saben algo —exhaló Lady Coneja—, pero nadie sabe nada.
—Profundo. —Asentí, solemne, aparentando comprender.
—Y por ese motivo nadie lo ha encontrado en todo este tiempo. A cualquiera que le preguntes, inventará alguna mentira para hacerse el interesante o es un ingenuo que se creyó la mentira de otro y la dirá sin dudar.
—¿Y sabes algo que podría no ser una mentira? —preguntó Xana.
Lady Coneja volvió a mirar con el ceño fruncido a Xana. Luego relajó la expresión al ver mi sombrero de conejo. Luego volvió la vista hacia Xana, nuevamente ceñuda, y repitió el ciclo unas cuatro veces, finalizándolo con un sonoro suspiro.
—Confiaré en ti, elfo conejo —susurró—. Tu gomejo me dice que eres una buena persona. —Le dio un rápido beso a la cabeza del animal—. Te llevaré con alguien que quizás sepa algo.
Miró alrededor y luego se giró para emprender la búsqueda.
Xana y yo cruzamos miradas por un momento de mutuo y pesimista entendimiento de que la fiesta tendría que esperar.
Seguimos a la Lady Coneja, rodeando el lugar donde un grupo de personas bailaban de una manera extravagante, con una canción igual de extravagante, donde los pasos de baile consistían en menearse de forma, pues, extravagante.
Pude ver en Xana que ella no se arrepentía de que tuviéramos algo más importante que hacer.
—Porque es un evento social importante —explicó Maia, sin apartar la mirada de su trabajo, sus ojos rubíes reflejando concentración—. Y se nos solicitó que les diéramos buenos atuendos a los dos elfos que tantos buenos favores han hecho para la Ama Azaril.
—No hacía falta. Yo solo quiero comer.
—Lo que Rauko quiso decir —intervino Xana—, es que está muy agradecido por su generosidad, pero verme en un vestido tan hermoso lo embobó más de lo que ya está.
—Ah, sí, eso mismo… —Entorné los ojos—. Espera, ¿«les diéramos»? ¿También me darán ropita?
—¡Ay, chico, claro que sí! —exclamó Maia—. ¿Cómo crees que que iba a dejarte desatendido y que fueras a una fiesta con esos harapos que llevas.
«¿Harapos?», me pregunté. Le eché un vistazo a mi ropa. «Pero si es lo mejor que tengo…». Negué con la cabeza; eso no era lo importante, sino el hecho de que no era parte de nuestro plan inicial vestirme a mí también… Aunque, ciertamente, habría sido raro que solo Xana se beneficiara…
—Además, Ingrid me dio una fabulosa idea para tu atuendo. ¡Te encantará!
—¿Ingrid? —cuestioné, impulsado por un terrible mal presentimiento.
—Listo, mi vida, ya puedes respirar —le dijo a Xana, apartándose de ella para admirar el resultado—. ¿Qué te parece?
Xana contempló su vestido, se giró un par de veces y sonrió encantada.
Tragué saliva y contuve las emociones que pugnaban por florecer en mi rostro.
—Yo creo que aún le falta algo —señalé, atrayendo al instante la mirada de ambas—. Xana, ¿qué tal si usas tu magia para darle un toque especial a tu vestido? —sugerí con un asomo de sonrisa.
Sus ojos brillaron y esbozó una media sonrisa.
Alzó una mano y el éter acudió a su llamado. Conjuró decenas de partículas de luz y les ordenó anclarse a lo largo y ancho de su vestido de colores nebulosos, dotándose de un aspecto cósmico, como una diosa envuelta en el manto celeste de una noche astrífera.[1]
Entonces fueron mis ojos los que brillaron.
- Xana cósmica (solo mirar el vestidito):
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—Me encanta —musitó con un poco disimulado toque de emoción en su voz. De pronto se aclaró la garganta y me dirigió una mirada maliciosa que gatilló un escalofrío en mi cuerpo—. Ahora quiero ver lo que prepararon para ti.
Suspiré.
—Bueno, no puede ser peor que lo que he tenido que vestir en otras ocasiones.
❖ ❖ ❖
Efectivamente, me sentía ridículo, pero eso no era algo malo. Si pude disfrutar de llevar un disfraz de gomejo, podía estar cómodo con mi elegante sombrero de conejo a pesar del resto del conjunto infantil. Además, hacía juego con mi mascota, Boliche, mi gomejo desdichado.
- Rauko ¿gothic lolita bunny?:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
En cualquier caso, lo importante no era eso. No. Era la comida.
—Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta, ¿verdad? —fue la pregunta con la Xana y yo fuimos recibidos en la festividad.
En la superficie, una simple pregunta; en esencia, un obstáculo hacia la comida.
Ambos nos volvimos hacia la chica preguntona, una joven cuya naturaleza vampírica se delataba en sus colmillos, y que vestía un hermoso vestido vinotinto que combinaba con el líquido vital contenido en la copa que sostenía, con un porte elegante que contrastaba con su gorro con orejas de conejo.
- Lady Bunny:
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—Depende del día —le respondí por fin, casual, como si comprendiera el contexto de su duda—. ¿Necesitas ayuda con otra carreta?
No hubo respuesta. Sus ojos azules estaban fijados en otro lugar.
—Mis ojos están aquí arriba —señalé.
—Ay, me disculpo —balbuceó con elegancia y torpeza—. Estaba admirando ese gomejo peludito que tienes —explicó, pero sus ojos siguieron sin reencontrarse con los míos, fijados en mi mascota que llevaba en mis manos—. ¿Entonces eres el de la carreta? Lo siento, una compañera perdió los carteles con la cara de los que ayudaron en ese asunto y he tenido que preguntarle lo mismo a todos.
—Entiendo. Me suele pasar.
—Bonito sombrero, por cierto.
—Ah, sí… ¿Gracias?
—¿Puedo acariciar tu gomejo?
—Sospecho que… —fue todo lo que pude decir antes de que ella se deshiciera de la copa, me arrebatara el gomejo y empezara a jugar con él y hablarle con una voz aguda y ridícula como si él fuera un bebé—. Ah, sí, supongo que puedo darte mi permiso.
—Debes cuidar muy bien de esta preciosura —dijo con seriedad, y finalmente sus ojos me miraron—. Estamos en tiempos difíciles. Dicen que un señor, un tal Pigmen Tong, perdió a su hijo. Desapareció. Se esfumó. Puff.
—¿Cómo dices? —intervino Xana, saliendo del aburrimiento de estar como mera espectadora.
—Así es… —La vampiresa Lady Coneja se detuvo para lanzarle una mirada ceñuda—. Disculpa, ¿tú eres una de los que…?
—No —se adelantó Xana con una sonrisa afable—, no estuve involucrada con ninguna carroza. Y si fue una que explotó, aún menos.
Malos recuerdos regresaron al instante, y los alejé a patadas imaginarias.
—¿Alguien sabe algo sobre el desaparecido? —inquirí.
—Todos saben algo —exhaló Lady Coneja—, pero nadie sabe nada.
—Profundo. —Asentí, solemne, aparentando comprender.
—Y por ese motivo nadie lo ha encontrado en todo este tiempo. A cualquiera que le preguntes, inventará alguna mentira para hacerse el interesante o es un ingenuo que se creyó la mentira de otro y la dirá sin dudar.
—¿Y sabes algo que podría no ser una mentira? —preguntó Xana.
Lady Coneja volvió a mirar con el ceño fruncido a Xana. Luego relajó la expresión al ver mi sombrero de conejo. Luego volvió la vista hacia Xana, nuevamente ceñuda, y repitió el ciclo unas cuatro veces, finalizándolo con un sonoro suspiro.
—Confiaré en ti, elfo conejo —susurró—. Tu gomejo me dice que eres una buena persona. —Le dio un rápido beso a la cabeza del animal—. Te llevaré con alguien que quizás sepa algo.
Miró alrededor y luego se giró para emprender la búsqueda.
Xana y yo cruzamos miradas por un momento de mutuo y pesimista entendimiento de que la fiesta tendría que esperar.
Seguimos a la Lady Coneja, rodeando el lugar donde un grupo de personas bailaban de una manera extravagante, con una canción igual de extravagante, donde los pasos de baile consistían en menearse de forma, pues, extravagante.
- Como imagino el meneo de lao' a lao':
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Pude ver en Xana que ella no se arrepentía de que tuviéramos algo más importante que hacer.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Me uno a la subtrama de Bio =)
[G] Boliche, mi mascota, es un gomejo. Info de su especie [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
[1] Uso del talento mágico nvl maestro de Xana: Esferas de energía.
[G] Boliche, mi mascota, es un gomejo. Info de su especie [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
[1] Uso del talento mágico nvl maestro de Xana: Esferas de energía.
Rauko
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Afortunadamente, el abono especial elaborado con las heces del Señor Van Pyro había dado sus frutos. Las wisterias habían arraigado en aquella zona del parque y Cohen estaría pendiente de su evolución en aquel clima. Terminaría llevándose algunas para el Jardín Botánico si veía que lograban prosperar.
Se dirigía en dirección a la cena junto a Peter. El humano le seguía a regañadientes. Desde que su paso por la Guardia había llegado a su fin, no gozaba de gran popularidad en la ciudad, ni por parte de sus anteriores compañeros de armas humanos, que se resistían a marcharse de Sacrestic Ville; ni por parte de los vampiros que le odiaban por su cargo durante los años anteriores.
Cohen había hecho todo lo posible en varias ocasiones para hacer que Peter se sintiera mejor y por mejorar la vida de su amante, pero la realidad era la que era: se había convertido en un paria social y todo acto benévolo que hubiera realizado se había borrado de la memoria de las mayorías de los vecinos.
La invitación personal de Dolofrea llegó con dos obsequios. Un broche de una wisteria de plata junto a un ramillete de agradecimiento. Un pequeño acto de amabilidad de la botánica a quiénes habían salvado sus flores. Razón por la que Cohen decidió que ambos debían asistir. Cohen se vistió con su mejor conjunto, optando por el rojo y negro, y se puso el broche de la wisteria en la solapa.
Cuándo llegaron al evento, varios de los invitados bailaban al ritmo de una canción absurda aunque increíblemente pegadiza. Cohen sonrió y Peter miraba a los danzantes invitados con cara de extrañeza.
Tras saludar a Dolofrea y agradecerle su invitación al evento, tomaron asiento en un lugar apartado, mientras miraban la carta de los platos que se ofrecían en el evento.
Cohen sabía que no iba a tomar nada de lo que ahí servían. No podía sentido del gusto: sólo la sangre le reconfortaba. Había conocido hace poco la piña colada en el prostíbulo del Pequeño Billy y había comprobado que los vampiros sí podían saborear esa bebida. Pero por alguna razón, no estaba en el menú que ofrecía a los invitados.
Además, se negaba a beber sangre de una copa. Toda sangre que no fuese consumida desde el cuerpo de otra persona no merecía la pena.
―No pienso comer nada de esto. He traído elixires contra todo tipo de venenos. Así que puedes comer lo que te apetezca.
Peter que parecía entusiasmado por comer, miró al vampiro durante unos segundos dubitativo, antes de proseguir observando el menú.
Cohen dirigía un vistazo, reconociendo a algunos de los invitados, con los que había coincidido en alguna que otra ocasión. Incluso el petulante Luke Winter estaba allí, al que le retiró la mirada de inmediato cuándo éstas se cruzaron.
―¿Tienes claro lo que vas a pedir?
―Sí…
Cohen dejó caer su cabeza sobre el hombro izquierdo de Peter, que enseguida llevó su mano derecha a la izquierda del vampiro, entrecruzando sus dedos.
―Parece que será una noche tranquila…
Cohen no tomará nada del menú, porque no saborea nada de la lista.
Peter tomará:
ENTRANTES: Croquetas de Jamón de Yak; y Guiso del Pantano Misterioso.
PLATO PRINCIPAL: Redondo de Gabhar en Salsa
Se dirigía en dirección a la cena junto a Peter. El humano le seguía a regañadientes. Desde que su paso por la Guardia había llegado a su fin, no gozaba de gran popularidad en la ciudad, ni por parte de sus anteriores compañeros de armas humanos, que se resistían a marcharse de Sacrestic Ville; ni por parte de los vampiros que le odiaban por su cargo durante los años anteriores.
Cohen había hecho todo lo posible en varias ocasiones para hacer que Peter se sintiera mejor y por mejorar la vida de su amante, pero la realidad era la que era: se había convertido en un paria social y todo acto benévolo que hubiera realizado se había borrado de la memoria de las mayorías de los vecinos.
La invitación personal de Dolofrea llegó con dos obsequios. Un broche de una wisteria de plata junto a un ramillete de agradecimiento. Un pequeño acto de amabilidad de la botánica a quiénes habían salvado sus flores. Razón por la que Cohen decidió que ambos debían asistir. Cohen se vistió con su mejor conjunto, optando por el rojo y negro, y se puso el broche de la wisteria en la solapa.
- ROJO Y NEGRO:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Cuándo llegaron al evento, varios de los invitados bailaban al ritmo de una canción absurda aunque increíblemente pegadiza. Cohen sonrió y Peter miraba a los danzantes invitados con cara de extrañeza.
Tras saludar a Dolofrea y agradecerle su invitación al evento, tomaron asiento en un lugar apartado, mientras miraban la carta de los platos que se ofrecían en el evento.
Cohen sabía que no iba a tomar nada de lo que ahí servían. No podía sentido del gusto: sólo la sangre le reconfortaba. Había conocido hace poco la piña colada en el prostíbulo del Pequeño Billy y había comprobado que los vampiros sí podían saborear esa bebida. Pero por alguna razón, no estaba en el menú que ofrecía a los invitados.
Además, se negaba a beber sangre de una copa. Toda sangre que no fuese consumida desde el cuerpo de otra persona no merecía la pena.
―No pienso comer nada de esto. He traído elixires contra todo tipo de venenos. Así que puedes comer lo que te apetezca.
Peter que parecía entusiasmado por comer, miró al vampiro durante unos segundos dubitativo, antes de proseguir observando el menú.
Cohen dirigía un vistazo, reconociendo a algunos de los invitados, con los que había coincidido en alguna que otra ocasión. Incluso el petulante Luke Winter estaba allí, al que le retiró la mirada de inmediato cuándo éstas se cruzaron.
―¿Tienes claro lo que vas a pedir?
―Sí…
Cohen dejó caer su cabeza sobre el hombro izquierdo de Peter, que enseguida llevó su mano derecha a la izquierda del vampiro, entrecruzando sus dedos.
―Parece que será una noche tranquila…
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Cohen no tomará nada del menú, porque no saborea nada de la lista.
Peter tomará:
ENTRANTES: Croquetas de Jamón de Yak; y Guiso del Pantano Misterioso.
PLATO PRINCIPAL: Redondo de Gabhar en Salsa
Cohen
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Sacrestic Ville
Semanas atrás...
- ¿Recuérdame una vez más por qué termínanos en este lugar? - preguntó mi hermano en la entrada de la villa que no era villa pero en su nombre lo decía.
- Necesitamos dinero y esta gente es lo bastante extravagante para comprar ropa de calidad. - enfaticé. - Además cuando vean estos trajes seguro que van a querer por lotes, y si tienen mascotas y les gusta vestirlas como yo... no moriremos de hambre. - No estaba segura segura de lo que estaba diciendo, bueno al menos no moriríamos de hambre, esperaba. Por suerte para nosotros con el paso de los días, y manteniendo un bajo perfil aún con la conciencia no tan limpia por saber que tiempo atrás un ataque de gomejos había sido nuestra causa, llegó el anuncio de una fiesta. Una fiesta implicaba trajes, los trajes implicaban curtidores y además eso era comida gratis sin importar la procedencia, peores cosas me había metido a la boca.
De un portazo abrí la puerta, con telas, cintos, cosas brillantes y demás. Meleis estaba estupefacto al verme llegar con tanta cosa que apenas y se me veía la cabeza. - Tendremos fiesta, fiesta y comida. - Entre las cosas estaban los volantes y para cuando lo encontré, él ya tenía otro en s ida y venida de comedor de la taberna. - Déjame adivinar. ¿debo modelar tus cosas?
- Evidentemente, si alguien pregunta quién te hizo ser un semejante bombón, diles que fui yo. Y al que no pregunte también. -
El gran día...
Y... allí estábamos dos fabulosos especímenes con lazos y sombrero, en perfectos tonos verdes y blancos, y luego Meleis y yo cargando a cada uno de ellos con la elegancia de un noble, obviamente la noche era para ellos, pero para o restar crédito a mi trabajo, debía decir que había hecho uno muy bueno con mi hermano; el verde y el plateado le sentaban de maravilla con ese cabello amarillo y piel blanca que tenía, además su estatura y su peinado lo hacían parecer otra persona. Por mi parte el azul fue mi color elegido para aquella ocasión en un largo vestido semi holgado y la suavidad de la seda y los encajes. Listos para una fiesta.
- ¿De verdad no se te ocurrió ponerle otro sombrero a Bomull?
- Ay de qué hablas, es adorable y se ve amigable, tiene que mostrar que no es un gomejo loco asesino. El sombrero ayudará. Y mira que preciosos lazos tiene el Infartito. Es la cosa más tierna y asustadiza del mundo. - señalé al pequeño palomejo que Meleis había encontrado en aquella expedición donde se había perdido con Bio.
El ambiente era bastante animado, y la música resonaba, cuando pensé que podría sentarme y revisar la comida el ritmo de la música al son de una letra pegajosa me hicieron acercarme.
- ¿A dónde vas?
- Dame a infartito,- ¡que no se llama así! - necesita su dosis de adrenalina, ten a Bomull. - Fueron mis palabras al intercambiar a nuestros animales.
Fue instantáneo, y cómo no iba serlo, aquella tonada era pegajosa, y antes de darme cuenta estaba dentro de aquel grupo bailando de lado a lado, lanzando al palomejo hacia arriba para su dosis de sustos diarios y siguiendo la tonada del tal Menelao para darle de lao a lao.
- ¡Menelao! ¡Menelao! ¡que lo mueve de lao a lao! wohoooo... ¡eso muévanse! Y todavía no tengo ni una gota de alcohol por dentro. - Gritaba moviendo el bote por todos lados.
Mientras esto sucedía; Meleis se había quedado allí y una joven vampira se acercaba. - Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta, ¿verdad? -
- ¿Qué? - La cara de confusión del rubio era más que evidente. - Lo siento, señorita, creo que me confunde con otra persona.
- Ay, me disculpo. Estaba admirando ese gomejo peludito que tienes. Y si miro para arriba me duele el cuello ¿ Por qué eres tan alto? ¿Seguro que no eres el de la carreta? - Seguía contemplando a gomejo con sombrero.
- Emmm no, puedo asegurarle que no estuve involucrado con alguna carreta, señorita. - Optó por responder solo lo último pues el tema de su estatura era algo que prefirió omitir.
- Lo siento, una compañera perdió los carteles con la cara de los que ayudaron en ese asunto y he tenido que preguntarle lo mismo a todos.
- lo lamento mu...
- ¿Puedo acariciarlo? - No esperó respuesta y solo tomó al gomejo y comenzó a caminar hacia quién sabe dónde.
- ¡Oiga espere! ¡es de mi hermana! - Siguió a la chica con orejas de conejo para traer de vuelta al suyo.
- ¿Recuérdame una vez más por qué termínanos en este lugar? - preguntó mi hermano en la entrada de la villa que no era villa pero en su nombre lo decía.
- Necesitamos dinero y esta gente es lo bastante extravagante para comprar ropa de calidad. - enfaticé. - Además cuando vean estos trajes seguro que van a querer por lotes, y si tienen mascotas y les gusta vestirlas como yo... no moriremos de hambre. - No estaba segura segura de lo que estaba diciendo, bueno al menos no moriríamos de hambre, esperaba. Por suerte para nosotros con el paso de los días, y manteniendo un bajo perfil aún con la conciencia no tan limpia por saber que tiempo atrás un ataque de gomejos había sido nuestra causa, llegó el anuncio de una fiesta. Una fiesta implicaba trajes, los trajes implicaban curtidores y además eso era comida gratis sin importar la procedencia, peores cosas me había metido a la boca.
De un portazo abrí la puerta, con telas, cintos, cosas brillantes y demás. Meleis estaba estupefacto al verme llegar con tanta cosa que apenas y se me veía la cabeza. - Tendremos fiesta, fiesta y comida. - Entre las cosas estaban los volantes y para cuando lo encontré, él ya tenía otro en s ida y venida de comedor de la taberna. - Déjame adivinar. ¿debo modelar tus cosas?
- Evidentemente, si alguien pregunta quién te hizo ser un semejante bombón, diles que fui yo. Y al que no pregunte también. -
El gran día...
Y... allí estábamos dos fabulosos especímenes con lazos y sombrero, en perfectos tonos verdes y blancos, y luego Meleis y yo cargando a cada uno de ellos con la elegancia de un noble, obviamente la noche era para ellos, pero para o restar crédito a mi trabajo, debía decir que había hecho uno muy bueno con mi hermano; el verde y el plateado le sentaban de maravilla con ese cabello amarillo y piel blanca que tenía, además su estatura y su peinado lo hacían parecer otra persona. Por mi parte el azul fue mi color elegido para aquella ocasión en un largo vestido semi holgado y la suavidad de la seda y los encajes. Listos para una fiesta.
- Los outfits:
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- ¿De verdad no se te ocurrió ponerle otro sombrero a Bomull?
- Ay de qué hablas, es adorable y se ve amigable, tiene que mostrar que no es un gomejo loco asesino. El sombrero ayudará. Y mira que preciosos lazos tiene el Infartito. Es la cosa más tierna y asustadiza del mundo. - señalé al pequeño palomejo que Meleis había encontrado en aquella expedición donde se había perdido con Bio.
El ambiente era bastante animado, y la música resonaba, cuando pensé que podría sentarme y revisar la comida el ritmo de la música al son de una letra pegajosa me hicieron acercarme.
- ¿A dónde vas?
- Dame a infartito,- ¡que no se llama así! - necesita su dosis de adrenalina, ten a Bomull. - Fueron mis palabras al intercambiar a nuestros animales.
Fue instantáneo, y cómo no iba serlo, aquella tonada era pegajosa, y antes de darme cuenta estaba dentro de aquel grupo bailando de lado a lado, lanzando al palomejo hacia arriba para su dosis de sustos diarios y siguiendo la tonada del tal Menelao para darle de lao a lao.
- ¡Menelao! ¡Menelao! ¡que lo mueve de lao a lao! wohoooo... ¡eso muévanse! Y todavía no tengo ni una gota de alcohol por dentro. - Gritaba moviendo el bote por todos lados.
Mientras esto sucedía; Meleis se había quedado allí y una joven vampira se acercaba. - Tú eres uno de los que fue a auxiliar la carreta, ¿verdad? -
- Lady Bunny 2:
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- ¿Qué? - La cara de confusión del rubio era más que evidente. - Lo siento, señorita, creo que me confunde con otra persona.
- Ay, me disculpo. Estaba admirando ese gomejo peludito que tienes. Y si miro para arriba me duele el cuello ¿ Por qué eres tan alto? ¿Seguro que no eres el de la carreta? - Seguía contemplando a gomejo con sombrero.
- Emmm no, puedo asegurarle que no estuve involucrado con alguna carreta, señorita. - Optó por responder solo lo último pues el tema de su estatura era algo que prefirió omitir.
- Lo siento, una compañera perdió los carteles con la cara de los que ayudaron en ese asunto y he tenido que preguntarle lo mismo a todos.
- lo lamento mu...
- ¿Puedo acariciarlo? - No esperó respuesta y solo tomó al gomejo y comenzó a caminar hacia quién sabe dónde.
- ¡Oiga espere! ¡es de mi hermana! - Siguió a la chica con orejas de conejo para traer de vuelta al suyo.
- Off:
- De momento dejo a Meraxes en la fiesta bailando el Menelao, para luego ver que como del banquete y uno a Meleis a la subtrama de Bio.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metalica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
- Garras Superiores.
- Inventario Meleis:
-- Inyección [L]
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [En la Inyección]
- Cría de Palomejo.
Meraxes
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Cena con WisteriasEvento Social
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- ¿Realmente es necesario? – exclamo la pelirroja irritada mientras el sastre le tomaba las medidas para su traje, Lukas asintió con fervor mientras dejaba que le hicieran lo propio. –Vamos a un evento elegante y no podemos vestirnos con harapos, tenemos que vernos bellos y con clase – dijo acercándose a un sombrero de copa y viendo al sastre para que lo agregara en el atuendo de gala que tenía pensado para aquella noche. –Además mi bella señorita Mina estará ahí, con nosotros asi que debo verme elegante y tú debes comportarte o si no te tirare de un barranco.
Felurian rodo los ojos y suspiro dejando que el sastre hiciera su magia, no le gustaba que le manipularan el cuerpo, pero debía admitir que la idea de vestirse bonita le llamaba mucho la atención. Luego de unas horas al verse al espejo su vestido verde con detalles dorados la enamoro. –Me veo como una reina – exclamo besando en ambas mejillas al buen sastre.
Lukas por su parte había decidido un traje con chaleco negro sobre una camisa y corbata de color amarillo, pues el sastre había dicho que resaltaba sus ojos, para ponerle más elegancia había cogido un sombrero de copa y le había puesto un lazo amarillo, todo completando un atuendo que irradiaba elegancia y alta alcurnia, sabía que se veía bien y quería que su bella señorita Mina se sintiera orgullosa de estar a su lado.
Cuando llegaron a la entrada Lukas le amarro el broche de wisteria a Felurian en su mano izquierda mientras él se acomodaba el propio en su sombrero de copa. –Te ves bien, seguro a la señorita Mina le encanta tu atuendo – dijo la pelirroja con una sonrisa mientras veía el interior del lugar, se veía totalmente elegante y precioso.
-Oye tengo hambre, asi que suerte con la señorita Mina, yo voy a comer – dijo la pelirroja dejando a la tortuga esperando por su bella acompañante mientras ella entraba en el salón y veia el menú, era extraño saber que lo que comerían esa noche había sido cazado por sus propias manos, se sintió orgullosa de su hazaña. El salón estaba adornado con wisterias por doquier, lo que le daba un aire muy jovial y encantador. En el centro de este una música pegajosa sonaba, Felurian se acercó y se topó con varia gente bailando, incluyendo a una mujer de blancos cabellos que se veía hermosa, Felurian se acomodó el cabello y se acercó a ella viéndola seductoramente. –Hola guapa, ¿tienes acompañante para la cena? Porque creo que tú y yo podemos ser el dúo perfecto. – dijo mientras bailaba a su lado.
Felurian rodo los ojos y suspiro dejando que el sastre hiciera su magia, no le gustaba que le manipularan el cuerpo, pero debía admitir que la idea de vestirse bonita le llamaba mucho la atención. Luego de unas horas al verse al espejo su vestido verde con detalles dorados la enamoro. –Me veo como una reina – exclamo besando en ambas mejillas al buen sastre.
- Outfit Felurian:
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Lukas por su parte había decidido un traje con chaleco negro sobre una camisa y corbata de color amarillo, pues el sastre había dicho que resaltaba sus ojos, para ponerle más elegancia había cogido un sombrero de copa y le había puesto un lazo amarillo, todo completando un atuendo que irradiaba elegancia y alta alcurnia, sabía que se veía bien y quería que su bella señorita Mina se sintiera orgullosa de estar a su lado.
- Outfit Lukas (ignorar cañones):
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Cuando llegaron a la entrada Lukas le amarro el broche de wisteria a Felurian en su mano izquierda mientras él se acomodaba el propio en su sombrero de copa. –Te ves bien, seguro a la señorita Mina le encanta tu atuendo – dijo la pelirroja con una sonrisa mientras veía el interior del lugar, se veía totalmente elegante y precioso.
-Oye tengo hambre, asi que suerte con la señorita Mina, yo voy a comer – dijo la pelirroja dejando a la tortuga esperando por su bella acompañante mientras ella entraba en el salón y veia el menú, era extraño saber que lo que comerían esa noche había sido cazado por sus propias manos, se sintió orgullosa de su hazaña. El salón estaba adornado con wisterias por doquier, lo que le daba un aire muy jovial y encantador. En el centro de este una música pegajosa sonaba, Felurian se acercó y se topó con varia gente bailando, incluyendo a una mujer de blancos cabellos que se veía hermosa, Felurian se acomodó el cabello y se acercó a ella viéndola seductoramente. –Hola guapa, ¿tienes acompañante para la cena? Porque creo que tú y yo podemos ser el dúo perfecto. – dijo mientras bailaba a su lado.
OFFROL: Felurian comera Ensalada Elfica con Crema Magica de entrada y de fondo Redondo de Gabhar en salsa.
Lukas comera Croquetas de Jamon de Yak y Ensalada Elfica como entrada y de plato principal Filete de Trompa de Crasgwar
Lukas comera Croquetas de Jamon de Yak y Ensalada Elfica como entrada y de plato principal Filete de Trompa de Crasgwar
Lukas
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Unos días antes, en algún lugar sobre Verisar...
Níniel tuvo ganas de arrugar el trozo de pergamino que acababa de leer y lanzarlo por la ventana, aunque en el último momento desistió de tal infantil acto, limitándose a sentarse, a soltar una buena cantidad de aire con evidente fastidio, y a pensar. A su lado, tumbada en una postura imposible sobre un cómodo sillón, Catherine la observaba con atención.
-Parece que tenemos trabajo, y que no va a ser de los divertidos. Era el sello de La Logia, ¿no? ¿Qué quiere ahora el señor "soy demasiado grande y poderoso como para hacer algo yo mismo"? ¿Una reliquia ancestral posiblemente maldita ha aparecido en un pueblo que nadie sabría ubicar en el mapa?- Inquirió la pelirroja, recuperando una postura mas digna, aunque con unos movimientos más propios de una artista de circo que de una señorita.
-Si fuera eso solo sería una misión rutinaria... Quiere que vayamos a una cena que va a celebrarse en Sacrestic.- Dejó en el aire la joven.
-Eso no suena tan mal...Comida gratis. Además se supone que los cabezacubo de Lunargenta tienen la zona bajo su control, así que los chupasangre se lo pensarán dos veces antes de creer que estamos en el menú. Me pregunto cuáles son los platos típicos por allí...-
-Precisamente ese es el problema. Al Gran Inquisidor le preocupa la inestabilidad creciente. Por lo visto está complicando las cosas para algunos de los equipos de la Logia con misiones por la zona. Quiere un informe de primera mano sobre la situación, y resulta que esa cena es el lugar ideal para tantear cómo están las cosas, ya que parece ser que precisamente el motivo de la misma es...aliviar tensiones. Quiere que vayamos y que...escuchemos.- Explicó la elfa a su hermana.
-Sigue sin sonar tan mal. Aunque parece que tendré que usar vestido...Más vale que la comida merezca la pena.- Se mantuvo en sus trece la felina.
-Ya viste un poco de lo "agitados" que están los vampiros durante la expedición a D’Orlind Ûr. Sinceramente esperaba mantenerme alejada de esos asuntos y confiar en que los orejas redondas lidiaran con la situación. Esperaba que mis viajes nunca me llevaran a esa lóbrega ciudad. Conozco a varios vampiros, incluso alguno lo consideraría digno de estar entre los "elegidos de la luz" por muy irónico que lo encontrara. Pero parece que no todos creen que esa deba ser su...política, como bien fuimos testigos.- Aclaró la sacerdotisa, que claramente tenía el territorio de los vampiros muy abajo en su lista de destinos vacacionales.
-No te preocupes Nín. Yo estaré contigo, y mis colmillos son mas grandes y afilados que los de esos chupasangre.- Sentenció orgullosa la pelirroja.-¿Entonces...mejor llevo mi armadura ¿no?.-
La gran noche...
La mano de los humanos había dejado su impronta en la ciudad. Níniel había escuchado auténticas pestes de aquel oscuro villorrio, pero al menos en aquellos momentos parecía haberse vuelto algo más...habitable de lo que le habían contado. Al menos al estilo Lunargenta. Los nuevos dueños habían construido algunos nuevos edificios, remodelado otros, y reparado algunos más. Y eso hacía que la joven tuviera que pensar que no estaba tan mal como se lo habían descrito. Además la cena tendría lugar al aire libre, lo cual también le hacía ganar puntos, por mucho que aquel lugar no fuera precisamente Sandorai.
Durante el día, las jóvenes se habían hospedado en un edificio cercano al cuartel de la guardia. Uno de los de nueva construcción, gracias a los dioses. Catherine había insistido en dar una vuelta por la ciudad y Níniel había finalmente accedido, aunque evitando las visitas a interiores sospechosamente mal iluminados y declinando también la, por alguna razón, aconsejada visita al cementerio.
Tras descansar el resto del día, y ya con la caída de la noche, la pareja volvió a salir de sus habitaciones para dirigirse directamente al parque. Durante su visita diurna pudieron ver como ultimaban allí los preparativos para la velada, pero había que admitir que, una vez terminados, el resultado era digno de elogio, y por lo que parecía, no habían escatimado en gastos para asegurarse de que a sus invitados quedaban bien servidos tanto de comida como de bebida.
-Ummm que bien huele...se me hace la boca agua.- comentó Catherine, centrando su atención en los fogones y en las viandas que allí se preparaban. Finalmente había optado por un vestido negro, sencillo pero elegante y que según la joven le permitiría repartir patadas si era necesario. A su lado Níniel también había optado por el color negro para el suyo, aunque no había tenido en cuenta el tema de las patadas a la hora de elegirlo.
La pareja dio una vuelta por el recinto, realizando los presentaciones y saludos de cortesía con conocidos y extraños que requiriera la etiqueta o que pudiesen ser de utilidad para su misión. Por allí estaba Zelas, a quien la joven no quiso distraer en demasía, ya que parecía bien acompañado. Bio también había acudido, aunque parecía tener la cabeza en otro lugar. Rauko seguía a una extraña mujer con un gorro que imitaba las orejas de un conejo. Parecía que la señorita estaba buscando a alguien, y tanto él como Xana iban a ver si podían ayudarla. Nuevamente Níniel no quiso entretenerlos, aunque antes de dejarles continuar alabó su vestido. La pareja también se cruzó con Meraxes... y con una segunda mujer con orejas de conejo, lo cual para nada comenzaba a resultar extraño.
Tras las cortesías, saludos y conversaciones típicas, Níniel y Cath tomaron asiento en una de las mesas que más posibilidades parecían tener de conversaciones relacionadas con su misión y allí les tomaron nota. Desde ese momento Níniel daba por hecho que su hermana se centraría en comer y tendría que ocuparse ella de todo, claro que eso no significaba que no pudiera probar algunos de los platos.
OFF:
Nín pide: Ensalada Élfica, Manzana Rosada, Torta Roja de Dundarak y para beber Vino de Beltrexus.
Cath pide: Croquetas de jamón de Yak, Guiso del pantano misterioso, Chuletón de ciervo del este, Bolitas de amor de Karre'xha e hidromiel.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Níniel tuvo ganas de arrugar el trozo de pergamino que acababa de leer y lanzarlo por la ventana, aunque en el último momento desistió de tal infantil acto, limitándose a sentarse, a soltar una buena cantidad de aire con evidente fastidio, y a pensar. A su lado, tumbada en una postura imposible sobre un cómodo sillón, Catherine la observaba con atención.
-Parece que tenemos trabajo, y que no va a ser de los divertidos. Era el sello de La Logia, ¿no? ¿Qué quiere ahora el señor "soy demasiado grande y poderoso como para hacer algo yo mismo"? ¿Una reliquia ancestral posiblemente maldita ha aparecido en un pueblo que nadie sabría ubicar en el mapa?- Inquirió la pelirroja, recuperando una postura mas digna, aunque con unos movimientos más propios de una artista de circo que de una señorita.
-Si fuera eso solo sería una misión rutinaria... Quiere que vayamos a una cena que va a celebrarse en Sacrestic.- Dejó en el aire la joven.
-Eso no suena tan mal...Comida gratis. Además se supone que los cabezacubo de Lunargenta tienen la zona bajo su control, así que los chupasangre se lo pensarán dos veces antes de creer que estamos en el menú. Me pregunto cuáles son los platos típicos por allí...-
-Precisamente ese es el problema. Al Gran Inquisidor le preocupa la inestabilidad creciente. Por lo visto está complicando las cosas para algunos de los equipos de la Logia con misiones por la zona. Quiere un informe de primera mano sobre la situación, y resulta que esa cena es el lugar ideal para tantear cómo están las cosas, ya que parece ser que precisamente el motivo de la misma es...aliviar tensiones. Quiere que vayamos y que...escuchemos.- Explicó la elfa a su hermana.
-Sigue sin sonar tan mal. Aunque parece que tendré que usar vestido...Más vale que la comida merezca la pena.- Se mantuvo en sus trece la felina.
-Ya viste un poco de lo "agitados" que están los vampiros durante la expedición a D’Orlind Ûr. Sinceramente esperaba mantenerme alejada de esos asuntos y confiar en que los orejas redondas lidiaran con la situación. Esperaba que mis viajes nunca me llevaran a esa lóbrega ciudad. Conozco a varios vampiros, incluso alguno lo consideraría digno de estar entre los "elegidos de la luz" por muy irónico que lo encontrara. Pero parece que no todos creen que esa deba ser su...política, como bien fuimos testigos.- Aclaró la sacerdotisa, que claramente tenía el territorio de los vampiros muy abajo en su lista de destinos vacacionales.
-No te preocupes Nín. Yo estaré contigo, y mis colmillos son mas grandes y afilados que los de esos chupasangre.- Sentenció orgullosa la pelirroja.-¿Entonces...mejor llevo mi armadura ¿no?.-
La gran noche...
La mano de los humanos había dejado su impronta en la ciudad. Níniel había escuchado auténticas pestes de aquel oscuro villorrio, pero al menos en aquellos momentos parecía haberse vuelto algo más...habitable de lo que le habían contado. Al menos al estilo Lunargenta. Los nuevos dueños habían construido algunos nuevos edificios, remodelado otros, y reparado algunos más. Y eso hacía que la joven tuviera que pensar que no estaba tan mal como se lo habían descrito. Además la cena tendría lugar al aire libre, lo cual también le hacía ganar puntos, por mucho que aquel lugar no fuera precisamente Sandorai.
Durante el día, las jóvenes se habían hospedado en un edificio cercano al cuartel de la guardia. Uno de los de nueva construcción, gracias a los dioses. Catherine había insistido en dar una vuelta por la ciudad y Níniel había finalmente accedido, aunque evitando las visitas a interiores sospechosamente mal iluminados y declinando también la, por alguna razón, aconsejada visita al cementerio.
Tras descansar el resto del día, y ya con la caída de la noche, la pareja volvió a salir de sus habitaciones para dirigirse directamente al parque. Durante su visita diurna pudieron ver como ultimaban allí los preparativos para la velada, pero había que admitir que, una vez terminados, el resultado era digno de elogio, y por lo que parecía, no habían escatimado en gastos para asegurarse de que a sus invitados quedaban bien servidos tanto de comida como de bebida.
-Ummm que bien huele...se me hace la boca agua.- comentó Catherine, centrando su atención en los fogones y en las viandas que allí se preparaban. Finalmente había optado por un vestido negro, sencillo pero elegante y que según la joven le permitiría repartir patadas si era necesario. A su lado Níniel también había optado por el color negro para el suyo, aunque no había tenido en cuenta el tema de las patadas a la hora de elegirlo.
La pareja dio una vuelta por el recinto, realizando los presentaciones y saludos de cortesía con conocidos y extraños que requiriera la etiqueta o que pudiesen ser de utilidad para su misión. Por allí estaba Zelas, a quien la joven no quiso distraer en demasía, ya que parecía bien acompañado. Bio también había acudido, aunque parecía tener la cabeza en otro lugar. Rauko seguía a una extraña mujer con un gorro que imitaba las orejas de un conejo. Parecía que la señorita estaba buscando a alguien, y tanto él como Xana iban a ver si podían ayudarla. Nuevamente Níniel no quiso entretenerlos, aunque antes de dejarles continuar alabó su vestido. La pareja también se cruzó con Meraxes... y con una segunda mujer con orejas de conejo, lo cual para nada comenzaba a resultar extraño.
Tras las cortesías, saludos y conversaciones típicas, Níniel y Cath tomaron asiento en una de las mesas que más posibilidades parecían tener de conversaciones relacionadas con su misión y allí les tomaron nota. Desde ese momento Níniel daba por hecho que su hermana se centraría en comer y tendría que ocuparse ella de todo, claro que eso no significaba que no pudiera probar algunos de los platos.
OFF:
Nín pide: Ensalada Élfica, Manzana Rosada, Torta Roja de Dundarak y para beber Vino de Beltrexus.
Cath pide: Croquetas de jamón de Yak, Guiso del pantano misterioso, Chuletón de ciervo del este, Bolitas de amor de Karre'xha e hidromiel.
Níniel Thenidiel
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
—¿Cochinillo a la Illidense? —comentó Elian al leer la carta—. ¡Ja! ¡Eso tengo que probarlo!
Al otro lado de la mesa, Daphne rió con su acostumbrado soniquete travieso. Los tiempos en que Elian se sentía cohibido, culpable incluso, comiendo delante de su vieja amiga habían quedado muy atrás y, ya que lo había hecho afeitarse y ponerse de punta en blanco, estaba resuelto a disfrutar de la cena.
—De entrante, tomaré la ensalada élfica y la crema mágica, para dejar hueco al cochinillo. Oh, y de postre, los ladoopitos, que hace mucho que no los como.
—¿Algo de beber? Aparte de lo de la dama. —preguntó el camarero.
—Mmmm, tengo curiosidad por el vino de Beltrexus, ya que está en la lista.
Mientras les traían el pedido, elfo y vampira dedicaron un momento a comentar la hermosa decoración, mientras el pie de Elian se movía marcando el ritmo de la extravagante música, mucho más pegadiza de lo que habría esperado en un principio. No fue hasta que le entró a los entrantes y probó el vino, que combinaba casi heréticamente con la ensalada, que Elian retomó el tema que los había traído realmente a la celebración.
—Entonces, este chico…
—Fotoma —aportó Daphne.
—El tal Fotoma, anda por aquí cerca con sus amigos, pero teme que su padre haya enviado a alguien para aguarle la fiesta.
—El señor Tong no aprueba las opciones de vida de su hijo.
Elian, que estaba a punto de beber otro traguito de vino, detuvo el gesto para dirigirle una mirada por encima del borde a su compañera.
—¡Oh, por favor! —dijo ella—. No es como si se hubiera dado a la evasión ni nada por el estilo. El hombre es increíblemente rígido con su hijo, que, por cierto, no es ningún muchachito imberbe.
—Así que quiere que encontremos a quien quiera que haya enviado su padre y lo mantengamos distraído para que él pueda divertirse un rato.
—Básicamente, sí.
—¿Y no sería mejor hablar con el padre para decirle que el chico está bien, que no ha sido secuestrado ni nada por el estilo?
—Quizá, pero ya conoces a los jóvenes.
Elian suspiró con cierta resignación y se recostó en la silla. Desde su nueva posición, un movimiento llamó su atención en las cercanías. Al mirar en esa dirección, reconoció inmediatamente a un individuo de blanca melena.
—¡Corlys! ¿Qué haces escondido entre los arbustos? —llamó con alegría—. ¡Ven a sentarte, hombre! ¿Conoces a Daphne?
La aludida, se volvió hacia Corlys y, tras observarlo intensamente durante unos segundos, le dijo:
—¿No serás uno de los que fue a auxiliar a la carreta? Disculpa, es que te pareces a la descripción que dio Dolofrea y viendo lo hermoso que ha quedado el parque, no quería dejar pasar la oportunidad de agradecer a los responsables.
----------
OFF: Interactúo con Corlys y me meto de forma super retorcida en la trama de Bio. Daphne es una vampira con aspecto de unos 10-11 años, aunque cronológicamente bastante más vieja que Elian.
Al otro lado de la mesa, Daphne rió con su acostumbrado soniquete travieso. Los tiempos en que Elian se sentía cohibido, culpable incluso, comiendo delante de su vieja amiga habían quedado muy atrás y, ya que lo había hecho afeitarse y ponerse de punta en blanco, estaba resuelto a disfrutar de la cena.
—De entrante, tomaré la ensalada élfica y la crema mágica, para dejar hueco al cochinillo. Oh, y de postre, los ladoopitos, que hace mucho que no los como.
—¿Algo de beber? Aparte de lo de la dama. —preguntó el camarero.
—Mmmm, tengo curiosidad por el vino de Beltrexus, ya que está en la lista.
Mientras les traían el pedido, elfo y vampira dedicaron un momento a comentar la hermosa decoración, mientras el pie de Elian se movía marcando el ritmo de la extravagante música, mucho más pegadiza de lo que habría esperado en un principio. No fue hasta que le entró a los entrantes y probó el vino, que combinaba casi heréticamente con la ensalada, que Elian retomó el tema que los había traído realmente a la celebración.
—Entonces, este chico…
—Fotoma —aportó Daphne.
—El tal Fotoma, anda por aquí cerca con sus amigos, pero teme que su padre haya enviado a alguien para aguarle la fiesta.
—El señor Tong no aprueba las opciones de vida de su hijo.
Elian, que estaba a punto de beber otro traguito de vino, detuvo el gesto para dirigirle una mirada por encima del borde a su compañera.
—¡Oh, por favor! —dijo ella—. No es como si se hubiera dado a la evasión ni nada por el estilo. El hombre es increíblemente rígido con su hijo, que, por cierto, no es ningún muchachito imberbe.
—Así que quiere que encontremos a quien quiera que haya enviado su padre y lo mantengamos distraído para que él pueda divertirse un rato.
—Básicamente, sí.
—¿Y no sería mejor hablar con el padre para decirle que el chico está bien, que no ha sido secuestrado ni nada por el estilo?
—Quizá, pero ya conoces a los jóvenes.
Elian suspiró con cierta resignación y se recostó en la silla. Desde su nueva posición, un movimiento llamó su atención en las cercanías. Al mirar en esa dirección, reconoció inmediatamente a un individuo de blanca melena.
—¡Corlys! ¿Qué haces escondido entre los arbustos? —llamó con alegría—. ¡Ven a sentarte, hombre! ¿Conoces a Daphne?
La aludida, se volvió hacia Corlys y, tras observarlo intensamente durante unos segundos, le dijo:
—¿No serás uno de los que fue a auxiliar a la carreta? Disculpa, es que te pareces a la descripción que dio Dolofrea y viendo lo hermoso que ha quedado el parque, no quería dejar pasar la oportunidad de agradecer a los responsables.
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OFF: Interactúo con Corlys y me meto de forma super retorcida en la trama de Bio. Daphne es una vampira con aspecto de unos 10-11 años, aunque cronológicamente bastante más vieja que Elian.
Elian
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Se había apartado para conseguir algo de cena. El ocaso amenazaba con tragarse el sol. El mejor momento para cazar, se dijo a sí mismo con el disfrute que le solía brindar aquello. Encontró un riachuelo y se untó el rostro, el pecho desnudo y los brazos con el lodo de la orilla. Estaba preparado.
Escuchó el susurro de las hojas rozándose y siguió ese rastro. Le parecía que olía a escamas. Esbozó una pequeña sonrisa, pues en lo que llevaba de viaje fuera de las montañas había descubierto que le encantaba cazar serpientes. Se detuvo cuando escuchó de nuevo las hojas, esta vez demasiado cerca. Y, de repente, escuchó por encima de él el crujir de una rama grande que acabó por caer a pocos palmos de su espalda. Aunque conocía el causante de aquella travesura, no pudo evitar sobresaltarse y pegar un salto hacia el lado contrario.
Hierba *. No podía estarse quieto. Miró asombrado hacia donde había caído la rama y vio a una serpiente atrapada debajo, casi inmóvil. Luego, miró hacia arriba y encontró a Hierba entornando los ojos como solía hacer cuando conseguía asustar a alguien. Sein lo fulminó con la mirada, pero no tardó en aflorar en su rostro una sonrisa que no pudo esconder y negó con la cabeza. Le había robado la posibilidad de cazar la cena por sí mismo, pero al menos ya podría cenar. Remató a la serpiente, una culebra gorda de colores claros, y se la colgó alrededor del cuello. Algo resignado se acercó otra vez al riachuelo, esta vez para lavarse el lodo.
- Vamos, Hierba - alentó Sein, que caminaba de regreso al campamento improvisado. El pequeño le pasó volando junto a la cabeza y se adelantó con socarronería. - Agradece que no quiera cenar palomejo - amenazó a su pequeño, riendo para sus adentros. En un gesto todavía más burlesco, planeó de nuevo para posarse en el hombro del chamán. - Toma, anda, toma - accedió, llevándole una de sus bayas más preferidas al hocico.
Luego llegó al campamento, pero antes de revelar su presencia echó una mirada a las ramas buscando a su mascota con otra baya en la mano. En cuanto cruzaron miradas, la arrojó desde su escondrijo para que pasara junto a la cabeza de Akanke, y ahí fue donde la atrapó Hierba al vuelo, con el mechón verde de su frente ondeando con presteza, disfrutando que su compañero bestial fuera, a veces, igual de travieso que él. Después Sein salió de entre los árboles y saludó entre risas. - ¡Traemos cena! - anunció agarrando la serpiente que llevaba como chal, antes de acercarse a ella y saludarla esta vez como más deseaban sus labios.
Soltó unos pedazos de leña que había recogido por el camino y los comenzó a añadir al fuego. - ¿Hueles eso? - preguntó a Akanke con el ceño arrugado. El viento parecía traer desde lejos olores extraños. Luego se dio cuenta de que olía a comida. A muchos tipos diferentes de comida. - Cuidado. Puede ser trampa, como en D'Orlind Ûr - Olía demasiado bien. Tenía sus reservas, pero aquello era mucho más sugerente que una culebra. No pudo evitar mirar a Akanke con ojos culposos, sabiendo que no iba a poder dormir sin satisfacer aquella curiosidad, y aquel apetito.
Por costumbre, terminó colgando la serpiente sobre el fuego, pues un chamán responsable nunca caza en vano. Pero luego, con el estómago a medio llenar, deseaba que se le hiciera hueco para más alimento si es que al final aquello que olían era cierto.
El rastro les condujo hasta la ciudad. Hierba emitió un pequeño gruñido viendo cómo se alejaba su chamán. - Ven aquí - contestó él. Sabía que no le agradaba demasiado meterse en la ciudad, así que cuando aterrizó en su mano le revolvió cariñosamente el pelaje entre las orejas y lo volvió a impulsar hacia arriba para que volviera a las ramas. - Volvemos pronto, pequeño - se despidió dejando salir un sutil dejo de ternura en su voz profunda, y le lanzó otra de sus bayas. Hierba se quedó vigilando, como si pensara que podrían atacar a su compañero desde el bosque.
Sein se vistió con su holgada camisa de fibras finas antes de entrar a la ciudad. La cena estaba a pocas calles de allí. Solo tuvieron que seguir a la gente y dejarse embelesar por esos olores para encontrar el escenario de una de las cenas más prometedoras que iban a tener desde hacía mucho tiempo. - Akanke... Es ciudad fea, pero si todas noches cenan así... - dejó que el silencio y su expresión de hambriento se confesaran por él. La serpiente ya parecía no ocupar hueco en su estómago.
Era su primer contacto con Sacrestic Ville y la estudiaba con sus ojos con detenimiento, pero todo aquello que le solía inquietar de una ciudad se camuflaba tras la promesa de una buena cena con Akanke. Además, aquellas preciosas pérgolas les iban a envolver como alegres árboles primaverales. Se acercó inspirado a uno de los cocineros para pedirle comida, casi sin quitarle el ojo de encima al perol en el que trabajaba.
- Buena noche, amigo. Soy Sein Isånd, chamán de Isklør en montañas de el norte. También queremos comida.
- Buenas noches, Sein Isånd. ¡Y la vais a disfrutar, por la gloria de la teniente y su hija! Pero tenéis que poneros a la cola, hombre, como todo el mundo.
- Oh. Gracias - sonrió desconcertado. Miró a Akanke para ver si ella le podía explicar aquello que había dicho el cocinero.
Un rato después, tuvo claro que lo que iba a elegir era aquel filete alargado de la trompa de aquel animal gigante que le habían explicado. También las bolitas rellenas de jamón. Nunca había comido la carne de yak de esa manera. Le llamó la atención también esa crema mágica. Se preguntaba qué tendría de mágica, y qué era una crema. Lo acompañaría todo con una buena jarra de hidromiel y, para rematar, dada la ocasión y la compañía, se decantó por esas bolitas de amor, no sin guiñarle el ojo con comicidad a su acompañante.
___________
OFF: * Primera aparición de la nueva mascota de Sein, Hierba. Más información en mi firma.
Entrantes: Croquetas de jamón de yak, crema mágica.
Principal: Filete de trompa de Crasgwar.
Postre: Bolitas de amor de Karre'xha.
Bebida: Hidromiel de Lunargenta.
Escuchó el susurro de las hojas rozándose y siguió ese rastro. Le parecía que olía a escamas. Esbozó una pequeña sonrisa, pues en lo que llevaba de viaje fuera de las montañas había descubierto que le encantaba cazar serpientes. Se detuvo cuando escuchó de nuevo las hojas, esta vez demasiado cerca. Y, de repente, escuchó por encima de él el crujir de una rama grande que acabó por caer a pocos palmos de su espalda. Aunque conocía el causante de aquella travesura, no pudo evitar sobresaltarse y pegar un salto hacia el lado contrario.
Hierba *. No podía estarse quieto. Miró asombrado hacia donde había caído la rama y vio a una serpiente atrapada debajo, casi inmóvil. Luego, miró hacia arriba y encontró a Hierba entornando los ojos como solía hacer cuando conseguía asustar a alguien. Sein lo fulminó con la mirada, pero no tardó en aflorar en su rostro una sonrisa que no pudo esconder y negó con la cabeza. Le había robado la posibilidad de cazar la cena por sí mismo, pero al menos ya podría cenar. Remató a la serpiente, una culebra gorda de colores claros, y se la colgó alrededor del cuello. Algo resignado se acercó otra vez al riachuelo, esta vez para lavarse el lodo.
- Vamos, Hierba - alentó Sein, que caminaba de regreso al campamento improvisado. El pequeño le pasó volando junto a la cabeza y se adelantó con socarronería. - Agradece que no quiera cenar palomejo - amenazó a su pequeño, riendo para sus adentros. En un gesto todavía más burlesco, planeó de nuevo para posarse en el hombro del chamán. - Toma, anda, toma - accedió, llevándole una de sus bayas más preferidas al hocico.
Luego llegó al campamento, pero antes de revelar su presencia echó una mirada a las ramas buscando a su mascota con otra baya en la mano. En cuanto cruzaron miradas, la arrojó desde su escondrijo para que pasara junto a la cabeza de Akanke, y ahí fue donde la atrapó Hierba al vuelo, con el mechón verde de su frente ondeando con presteza, disfrutando que su compañero bestial fuera, a veces, igual de travieso que él. Después Sein salió de entre los árboles y saludó entre risas. - ¡Traemos cena! - anunció agarrando la serpiente que llevaba como chal, antes de acercarse a ella y saludarla esta vez como más deseaban sus labios.
Soltó unos pedazos de leña que había recogido por el camino y los comenzó a añadir al fuego. - ¿Hueles eso? - preguntó a Akanke con el ceño arrugado. El viento parecía traer desde lejos olores extraños. Luego se dio cuenta de que olía a comida. A muchos tipos diferentes de comida. - Cuidado. Puede ser trampa, como en D'Orlind Ûr - Olía demasiado bien. Tenía sus reservas, pero aquello era mucho más sugerente que una culebra. No pudo evitar mirar a Akanke con ojos culposos, sabiendo que no iba a poder dormir sin satisfacer aquella curiosidad, y aquel apetito.
Por costumbre, terminó colgando la serpiente sobre el fuego, pues un chamán responsable nunca caza en vano. Pero luego, con el estómago a medio llenar, deseaba que se le hiciera hueco para más alimento si es que al final aquello que olían era cierto.
El rastro les condujo hasta la ciudad. Hierba emitió un pequeño gruñido viendo cómo se alejaba su chamán. - Ven aquí - contestó él. Sabía que no le agradaba demasiado meterse en la ciudad, así que cuando aterrizó en su mano le revolvió cariñosamente el pelaje entre las orejas y lo volvió a impulsar hacia arriba para que volviera a las ramas. - Volvemos pronto, pequeño - se despidió dejando salir un sutil dejo de ternura en su voz profunda, y le lanzó otra de sus bayas. Hierba se quedó vigilando, como si pensara que podrían atacar a su compañero desde el bosque.
Sein se vistió con su holgada camisa de fibras finas antes de entrar a la ciudad. La cena estaba a pocas calles de allí. Solo tuvieron que seguir a la gente y dejarse embelesar por esos olores para encontrar el escenario de una de las cenas más prometedoras que iban a tener desde hacía mucho tiempo. - Akanke... Es ciudad fea, pero si todas noches cenan así... - dejó que el silencio y su expresión de hambriento se confesaran por él. La serpiente ya parecía no ocupar hueco en su estómago.
Era su primer contacto con Sacrestic Ville y la estudiaba con sus ojos con detenimiento, pero todo aquello que le solía inquietar de una ciudad se camuflaba tras la promesa de una buena cena con Akanke. Además, aquellas preciosas pérgolas les iban a envolver como alegres árboles primaverales. Se acercó inspirado a uno de los cocineros para pedirle comida, casi sin quitarle el ojo de encima al perol en el que trabajaba.
- Buena noche, amigo. Soy Sein Isånd, chamán de Isklør en montañas de el norte. También queremos comida.
- Buenas noches, Sein Isånd. ¡Y la vais a disfrutar, por la gloria de la teniente y su hija! Pero tenéis que poneros a la cola, hombre, como todo el mundo.
- Oh. Gracias - sonrió desconcertado. Miró a Akanke para ver si ella le podía explicar aquello que había dicho el cocinero.
Un rato después, tuvo claro que lo que iba a elegir era aquel filete alargado de la trompa de aquel animal gigante que le habían explicado. También las bolitas rellenas de jamón. Nunca había comido la carne de yak de esa manera. Le llamó la atención también esa crema mágica. Se preguntaba qué tendría de mágica, y qué era una crema. Lo acompañaría todo con una buena jarra de hidromiel y, para rematar, dada la ocasión y la compañía, se decantó por esas bolitas de amor, no sin guiñarle el ojo con comicidad a su acompañante.
___________
OFF: * Primera aparición de la nueva mascota de Sein, Hierba. Más información en mi firma.
Entrantes: Croquetas de jamón de yak, crema mágica.
Principal: Filete de trompa de Crasgwar.
Postre: Bolitas de amor de Karre'xha.
Bebida: Hidromiel de Lunargenta.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Mientras que hacía algo que podría considerarse como contemplar las flores muy de cerca, o si eras menos benevolente y más realista, tratar de ocultarse entre las ramas, había tenido tiempo de ver el ambiente en la zona, y si bien había podido encontrar a más conocidos entre la multitud, la situación parecía tan rara que eso no me dejaba de parecer una trampa. Porque podía entender que una vampira hubiese ido a por Zelas, pero que se acercaran también a Rauko y Xana, y al hermano de Meraxes preguntando por si eran los del carro me sonaba sospechoso. Cada vez estaba más convencido de que el plan de esconderme en un matojo, por lamentable que fuera, no dejaba de ser la mejor opción. Lamentablemente, Teufel parecía tener opiniones discordantes al respecto.
- Corlys, no puedes pasarte la noche escondido entre los arbustos.
- Eso es debatible. Uno pensaría también que los vampiros no la pueden liar cada vez que haces algo y estoy seguro de que esta noche comprobaremos que si podían.
- Te veo muy convencido de que algo va a salir mal.
- Estamos hablando de gente que creyó que podría conquistar otro reino a pesar de morirse si les da el sol. Si hubieran atacado, saqueado y huido aprovechando la peste, podría tener opiniones al respecto, pero al menos me parecería una estrategia respetable. Pero no, se convencieron a si mismos de que podían ganar.
- Si, lo de que no eran las mentes más brillantes te lo acepto, pero tampoco hay que ser tan negativo.
- A tu gente se la llevaron por apoyar a esos patanes, ¿cómo puede ser que no les odies ni que sea un poco?
- Porque mi pueblo es leal, ellos nos apoyaron al principio, así que nosotros los apoyamos después, que su plan fuera deficiente no es razón para abandonarles.
- Si, y me alegro porque seas leal. Pero eso de seguir a alguien porque alguien le hizo un favor a tus antepasados no lo veo...
- Eres un renegado de la Guardia de Lunargenta y los vampiros que además se hizo mercenario, creo que se nota que de lealtad vas justo.
- No es eso. Entiendo y comparto la lealtad hacia la gente, a ti te estoy ayudando con los de tu gente, y ya viste que fui a ayudar a Zelas cuando lo pidió y me faltó tiempo para colarme en el Heckshold cuando me enteré de que Kira tenía problemas. Pero todos sois gente a quien conozco y aprecio. Lo de seguir promesas ancestrales o reinos... eso ya suena peor.
Y podría haberla seguido dando conversación a la nutria y yéndome por las ramas para evitar tener que volver a la fiesta cuando fui localizado por un efusivo elfo. Consciente de lo peculiar de mi localización, retrocedí pretendiendo una naturalidad que no pegaba en absoluto con la situación y me acerqué para sentarme junto a Elian y su vampírica acompañante.
- Vaya, Elian, no esperaba encontrarte por aquí.- Le palmeé la espalda mientras me sentaba.- Y nada, solo estaba contemplando las plantas, que pocas veces se ve esta ciudad con buen aspecto.
- Se estaba escondiendo por si alguien le reconocía de sus años mozos.
- Si, puede que eso también. Por cierto, creo que no habíais coincidido antes, así que te presento a Teufel, mi compañera de viajes.- La mujer nutria le saludó agachando la cabeza.- Pero respondiendo a tu pregunta, no conocía a tu acompañante, pero es un placer.
La pregunta de la vampira sobre la carroza me puso tenso, especialmente después de haber visto ya a gente haciendo esa misma pregunta, y es parte porque los vampiros infantiles me generaban inquietud de base, la perspectiva de que pudiera haber mentes centenarias en cuerpos de niño tenía algo que me perturbaba. En cualquier caso, parecía entender bastante del asunto, y si tenía mi descripción tampoco había mucho que pudiese negar.
- Si, estuve ayudando a Luke Winter a poder atravesar el pantano, aunque tampoco tiene mérito, simplemente hice lo que me pagaron por hacer.
Habría quien pudiera pensar que era falsa modestia, pero era aún más sencillo que eso, me gustaba pasar desapercibido, y si bien que reconociesen que sabía hacer bien su trabajo era bueno para el negocio, ganarse fama excesiva solo traía problemas. Así que mientras Teufel iba pidiendo comida, yo aproveché a desviar la atención sobre Elian.
- Pero bueno, no hablemos sólo de mi, ¿qué te ha traído hasta esta ciudad, Elian?- Aunque mi mente no pudo evitar divagar a que la respuesta tenía que estar relacionada con problemas con jovenzuelos, pues cada vez que me encontraba con él acabábamos metidos en algún berenjenal con algún adolescente o niño.
- Corlys, no puedes pasarte la noche escondido entre los arbustos.
- Eso es debatible. Uno pensaría también que los vampiros no la pueden liar cada vez que haces algo y estoy seguro de que esta noche comprobaremos que si podían.
- Te veo muy convencido de que algo va a salir mal.
- Estamos hablando de gente que creyó que podría conquistar otro reino a pesar de morirse si les da el sol. Si hubieran atacado, saqueado y huido aprovechando la peste, podría tener opiniones al respecto, pero al menos me parecería una estrategia respetable. Pero no, se convencieron a si mismos de que podían ganar.
- Si, lo de que no eran las mentes más brillantes te lo acepto, pero tampoco hay que ser tan negativo.
- A tu gente se la llevaron por apoyar a esos patanes, ¿cómo puede ser que no les odies ni que sea un poco?
- Porque mi pueblo es leal, ellos nos apoyaron al principio, así que nosotros los apoyamos después, que su plan fuera deficiente no es razón para abandonarles.
- Si, y me alegro porque seas leal. Pero eso de seguir a alguien porque alguien le hizo un favor a tus antepasados no lo veo...
- Eres un renegado de la Guardia de Lunargenta y los vampiros que además se hizo mercenario, creo que se nota que de lealtad vas justo.
- No es eso. Entiendo y comparto la lealtad hacia la gente, a ti te estoy ayudando con los de tu gente, y ya viste que fui a ayudar a Zelas cuando lo pidió y me faltó tiempo para colarme en el Heckshold cuando me enteré de que Kira tenía problemas. Pero todos sois gente a quien conozco y aprecio. Lo de seguir promesas ancestrales o reinos... eso ya suena peor.
Y podría haberla seguido dando conversación a la nutria y yéndome por las ramas para evitar tener que volver a la fiesta cuando fui localizado por un efusivo elfo. Consciente de lo peculiar de mi localización, retrocedí pretendiendo una naturalidad que no pegaba en absoluto con la situación y me acerqué para sentarme junto a Elian y su vampírica acompañante.
- Vaya, Elian, no esperaba encontrarte por aquí.- Le palmeé la espalda mientras me sentaba.- Y nada, solo estaba contemplando las plantas, que pocas veces se ve esta ciudad con buen aspecto.
- Se estaba escondiendo por si alguien le reconocía de sus años mozos.
- Si, puede que eso también. Por cierto, creo que no habíais coincidido antes, así que te presento a Teufel, mi compañera de viajes.- La mujer nutria le saludó agachando la cabeza.- Pero respondiendo a tu pregunta, no conocía a tu acompañante, pero es un placer.
La pregunta de la vampira sobre la carroza me puso tenso, especialmente después de haber visto ya a gente haciendo esa misma pregunta, y es parte porque los vampiros infantiles me generaban inquietud de base, la perspectiva de que pudiera haber mentes centenarias en cuerpos de niño tenía algo que me perturbaba. En cualquier caso, parecía entender bastante del asunto, y si tenía mi descripción tampoco había mucho que pudiese negar.
- Si, estuve ayudando a Luke Winter a poder atravesar el pantano, aunque tampoco tiene mérito, simplemente hice lo que me pagaron por hacer.
Habría quien pudiera pensar que era falsa modestia, pero era aún más sencillo que eso, me gustaba pasar desapercibido, y si bien que reconociesen que sabía hacer bien su trabajo era bueno para el negocio, ganarse fama excesiva solo traía problemas. Así que mientras Teufel iba pidiendo comida, yo aproveché a desviar la atención sobre Elian.
- Pero bueno, no hablemos sólo de mi, ¿qué te ha traído hasta esta ciudad, Elian?- Aunque mi mente no pudo evitar divagar a que la respuesta tenía que estar relacionada con problemas con jovenzuelos, pues cada vez que me encontraba con él acabábamos metidos en algún berenjenal con algún adolescente o niño.
*******************
Corlys se une a Elian en su mesa, y por tanto intuyo que acabo de alguna forma aún más tangencial en la trama de Bio.
Menú (para Teufel que Corlys no come):
- Crema mágica
- Guiso del pantano misterioso
- Chuletón de ciervo del este
- Torta roja de Dundarak
- Cerveza
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
-¿Oye no deberíamos volver a la cena?- preguntaría el rubio sin ofrecer mucha resistencia hacia donde le estaba guiando Evangeline.
-Oh cariño, no te preocupes por eso, por que no me cuentas mas sobre como fue que acortaron un viaje de 1 día y medio de distancia en solo unos segundos- le respondería la vampiresa mientras con sus dedos recorría el brazo del no-elfo.
-Jaja me haces cosquillas, hey, pareciera que estas buscando algo, ¿no te molesta si hago lo debido?- diría Zelas mientras el con sus dedos también recorría partes del cuerpo de ella.
-Un hombre diligente, juguemos a las suposiciones entonces, yo supongo que eres alguien con recursos como...- diría mientras recorría parte de la ropa encontrando algo y tirando de ello lo mostraría con algo de decepción. -Una piedra... Eso ha sido decepcionante-
-Oh vamos, es mi piedra de la suerte- diría el rubio quitándole la piedrita imbuyéndola con algo de éter y arrojándola hacia la entrada que daba paso a la cena. -Yo voy a suponer que no planeabas usar esto contra mi- diría el rubio mientras sacaba una daga oculta en los pliegues del vestido.
-Oh vamos esa es mi daga de la suerte- diría la vampiresa tomando su daga de vuelta. -Además sirve para que se distraigan y no encuentren la aguja que oculto en el borde del vestido- en ese momento Evangeline acercaría la aguja a la vendada garganta de Zelas y comenzaría a cortar las vendas lentamente.
-Oh eres buena, ya que soy un hombre muerto, ¿Qué mas sabes?- preguntaría el rubio mientras se dejaba arruinar las vendas.
-No estas nervioso, me contaron sobre eso, ahora no planeo revelar información porque supongo que tendrás algo para salir de aquí- diría la mujer mientras le enterraba parte de la aguja, haciendo que un par de gotas cayeran por la aguja hasta la mano de la vampiresa, quien lamio aquello de forma muy sugerente. -Uhh... Esto es diferente, ahora tengo mas preguntas-
-Qué pena, lo siento pero creo que eso era todo el tiempo que estaba dispuesto a brindarte Eva- le diría el no-elfo al momento que desaparecía en un pestañeo y aparecía cerca del lugar donde estaba la entrada a la cena(1).
-Hay una habitación acá cerca, podríamos conocernos un poco mas si estas interesado- diría la vampiresa mientras caminaba hacia dicha habitación y se quitaba el vestido en el camino.
La situación se había convertido en una de esas raras ocasiones donde el rubio no encontraba una respuesta adecuada o ingeniosa, por un lado podría ser otra trampa, por el otro la curiosidad le ganaba ¿estarían frías por dentro?, ¿la mordida seria afrodisiaca?, ¿podían los vampiros embarazarse siquiera?. Ahora que Zelas era el que tenia las preguntas no pudo mas que tratar de poner a prueba de nuevo su habilidad para no permanecer muerto en caso de que algo malo le fuera a suceder.
Entonces uno de los sirvientes paso con una bandeja llena de platillos y otra bandeja con jarras de vino y otras bebidas, el cual se quedaría mirando un momento el vestido en el piso, en ese momento Zelas recogió el vestido y se lo hecho al hombro-Creo que debería encargarme de encontrar a la dueña de ese vestido, si no te molesta me llevare algunas provisiones, hmmm veamos, croquetas jamón de jak con crema mágica, un chuletón, algo para el postre y una jarra de vino si creo que me servirá, muchas gracias- diria el rubio mientras se adentraba con los platillos y el vestido a la habitación donde estaba Evangeline.
Off: cosas usadas y menú elegido
1_Piedra de Teleportación
Y me llevo para reponer energías(?)
Croquetas de jamón de Jak
Crema Mágica
Chuletón de Ciervo del este
y me arriesgare con las Bolitas de amor de Karre' xha
-Oh cariño, no te preocupes por eso, por que no me cuentas mas sobre como fue que acortaron un viaje de 1 día y medio de distancia en solo unos segundos- le respondería la vampiresa mientras con sus dedos recorría el brazo del no-elfo.
-Jaja me haces cosquillas, hey, pareciera que estas buscando algo, ¿no te molesta si hago lo debido?- diría Zelas mientras el con sus dedos también recorría partes del cuerpo de ella.
-Un hombre diligente, juguemos a las suposiciones entonces, yo supongo que eres alguien con recursos como...- diría mientras recorría parte de la ropa encontrando algo y tirando de ello lo mostraría con algo de decepción. -Una piedra... Eso ha sido decepcionante-
-Oh vamos, es mi piedra de la suerte- diría el rubio quitándole la piedrita imbuyéndola con algo de éter y arrojándola hacia la entrada que daba paso a la cena. -Yo voy a suponer que no planeabas usar esto contra mi- diría el rubio mientras sacaba una daga oculta en los pliegues del vestido.
-Oh vamos esa es mi daga de la suerte- diría la vampiresa tomando su daga de vuelta. -Además sirve para que se distraigan y no encuentren la aguja que oculto en el borde del vestido- en ese momento Evangeline acercaría la aguja a la vendada garganta de Zelas y comenzaría a cortar las vendas lentamente.
-Oh eres buena, ya que soy un hombre muerto, ¿Qué mas sabes?- preguntaría el rubio mientras se dejaba arruinar las vendas.
-No estas nervioso, me contaron sobre eso, ahora no planeo revelar información porque supongo que tendrás algo para salir de aquí- diría la mujer mientras le enterraba parte de la aguja, haciendo que un par de gotas cayeran por la aguja hasta la mano de la vampiresa, quien lamio aquello de forma muy sugerente. -Uhh... Esto es diferente, ahora tengo mas preguntas-
-Qué pena, lo siento pero creo que eso era todo el tiempo que estaba dispuesto a brindarte Eva- le diría el no-elfo al momento que desaparecía en un pestañeo y aparecía cerca del lugar donde estaba la entrada a la cena(1).
-Hay una habitación acá cerca, podríamos conocernos un poco mas si estas interesado- diría la vampiresa mientras caminaba hacia dicha habitación y se quitaba el vestido en el camino.
La situación se había convertido en una de esas raras ocasiones donde el rubio no encontraba una respuesta adecuada o ingeniosa, por un lado podría ser otra trampa, por el otro la curiosidad le ganaba ¿estarían frías por dentro?, ¿la mordida seria afrodisiaca?, ¿podían los vampiros embarazarse siquiera?. Ahora que Zelas era el que tenia las preguntas no pudo mas que tratar de poner a prueba de nuevo su habilidad para no permanecer muerto en caso de que algo malo le fuera a suceder.
Entonces uno de los sirvientes paso con una bandeja llena de platillos y otra bandeja con jarras de vino y otras bebidas, el cual se quedaría mirando un momento el vestido en el piso, en ese momento Zelas recogió el vestido y se lo hecho al hombro-Creo que debería encargarme de encontrar a la dueña de ese vestido, si no te molesta me llevare algunas provisiones, hmmm veamos, croquetas jamón de jak con crema mágica, un chuletón, algo para el postre y una jarra de vino si creo que me servirá, muchas gracias- diria el rubio mientras se adentraba con los platillos y el vestido a la habitación donde estaba Evangeline.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Todo sucedió muy rápido, en un momento estaba tratando de salir de ese lugar para comenzar mi búsqueda y al siguiente estaba en medio de un mar de personas que me movían de lao a lao, apenas lograba reponer mi equilibrio luego de trastabillar algunos pasos cuando un nuevo golpe de caderas me mandaba a trastabillar en dirección contraria -Auxilio, paren esto, me quiero bajar- Dije en voz alta pero mi voz se perdió en medio de las voces que coreaban aquella pegajosa canción.
Al parecer, no podría salir de ahí sin menearlo de lao a lao, así que como cualquier vampiro respetable y serio habría hecho en una situación similar, procedí a menearlo con sabor y sabrosura, y casi sin darme cuenta, en unos instantes ya tenía unas manos en mi cintura, mientras mis manos estaban en la cintura de alguien más, y como si de una cadena humana se tratara, bailábamos todos al mismo ritmo que nos marcaba la canción.
Y luego de malgastar dos párrafos en el fulano baile, conseguí serpentear entre los cuerpos que danzaban como sombras entrelazadas que susurraban secretos antiguos y lo meneaban de lao a lao, al fin estuve libre, dejando atrás las manos que trataban se sujetarme y llevarme de vuelta a la meneada, corrí tan rápido como pude para alejarme y regresar a la parte normal de la fiesta.
Me escondí detrás de un florero decorativo y ahí encontré a otro chico que había hecho de ese lugar su escondite -¿Y tú quién eres?- Pregunté curioso -Por favor, baja la voz, me he escapado de la fiesta para venir a la fiesta, todo para verla a ella, la fruta más bella- Señaló a una de las mesas donde los invitados comían a placer -¿Viniste a ver a una chica?- Pregunté con ternura -No, cuál chica, vine a ver a mi querida Meduro, aunque descubrí con tristeza que otro hombre se la está comiendo esta noche, ahí, frente a todos, sin vergüenza- Suspiré con tristeza ante sus palabras, pero luego entendí la verdad.
Mi corazón se llenó de pena y compasión al notar que el chico se refería a una gallina, que se la estaban comiendo horneada en una de las mesas, de cualquier modo, no se podía hacer más -Bueno, te deseo suerte con ella, ojalá puedan arreglar las cosas- Dije para darle un poco de esperanza y seguí en mi búsqueda del joven desaparecido que me habían enviado a encontrar.
Quizá la mejor manera de encontrar al chico desaparecido sería conversar un poco con los comensales, seguro alguno de ellos tendría que saber algo. Me moví discretamente entre las mesas hasta encontrar un lugar vacío, me senté al lado de una mujer bestia peludita y esponjosa que se me hizo conocida, pero antes de poder detallarla fui abordado por un mesero -¿Algo de comer, señor?- Me preguntó con elegancia -No, por ahora no, solo algo de beber- Respondí alegremente -¿Vino? señor- Me preguntó el mesero -Claro que vine, acá estoy- El hombre respiró profundo, apretó los puños y dejó ver un tic en su ojo izquierdo -Sabes, deja así, acá tengo todo lo que necesito- Tomé una jarra de hidromiel que ya estaba servida en la mesa, y unas ricas croquetas de jamón de Yak.
Estaba a punto de probar el Chuletón de ciervo del este cuando la mirada incisiva de mi peluda vecina de mesa me hizo entender que no estaba a gusto con el hecho de que me comiera su comida -Disculpa mi descortesía ¿quieres un poco de tu comida?- Le dije con una sonrisa nerviosa mientras me sacaba un pelo de la boca -Estás largando pelo ¿será la edad?- Por alguna razón, parecía que no le estaba gustando verme, así que preferí saludar a mi élfica compañera de clan -Hola, Niniel, tiempo sin verte, andabas desaparecida ¿También hay pelo en tu comida?- Pregunté en un intento de alivianar el ambiente.
[0] No sé donde anda mi perro, pero si lo ven, recuerden que no puede hablar si no está con Bio. Al parecer, no podría salir de ahí sin menearlo de lao a lao, así que como cualquier vampiro respetable y serio habría hecho en una situación similar, procedí a menearlo con sabor y sabrosura, y casi sin darme cuenta, en unos instantes ya tenía unas manos en mi cintura, mientras mis manos estaban en la cintura de alguien más, y como si de una cadena humana se tratara, bailábamos todos al mismo ritmo que nos marcaba la canción.
Y luego de malgastar dos párrafos en el fulano baile, conseguí serpentear entre los cuerpos que danzaban como sombras entrelazadas que susurraban secretos antiguos y lo meneaban de lao a lao, al fin estuve libre, dejando atrás las manos que trataban se sujetarme y llevarme de vuelta a la meneada, corrí tan rápido como pude para alejarme y regresar a la parte normal de la fiesta.
Me escondí detrás de un florero decorativo y ahí encontré a otro chico que había hecho de ese lugar su escondite -¿Y tú quién eres?- Pregunté curioso -Por favor, baja la voz, me he escapado de la fiesta para venir a la fiesta, todo para verla a ella, la fruta más bella- Señaló a una de las mesas donde los invitados comían a placer -¿Viniste a ver a una chica?- Pregunté con ternura -No, cuál chica, vine a ver a mi querida Meduro, aunque descubrí con tristeza que otro hombre se la está comiendo esta noche, ahí, frente a todos, sin vergüenza- Suspiré con tristeza ante sus palabras, pero luego entendí la verdad.
Mi corazón se llenó de pena y compasión al notar que el chico se refería a una gallina, que se la estaban comiendo horneada en una de las mesas, de cualquier modo, no se podía hacer más -Bueno, te deseo suerte con ella, ojalá puedan arreglar las cosas- Dije para darle un poco de esperanza y seguí en mi búsqueda del joven desaparecido que me habían enviado a encontrar.
Quizá la mejor manera de encontrar al chico desaparecido sería conversar un poco con los comensales, seguro alguno de ellos tendría que saber algo. Me moví discretamente entre las mesas hasta encontrar un lugar vacío, me senté al lado de una mujer bestia peludita y esponjosa que se me hizo conocida, pero antes de poder detallarla fui abordado por un mesero -¿Algo de comer, señor?- Me preguntó con elegancia -No, por ahora no, solo algo de beber- Respondí alegremente -¿Vino? señor- Me preguntó el mesero -Claro que vine, acá estoy- El hombre respiró profundo, apretó los puños y dejó ver un tic en su ojo izquierdo -Sabes, deja así, acá tengo todo lo que necesito- Tomé una jarra de hidromiel que ya estaba servida en la mesa, y unas ricas croquetas de jamón de Yak.
Estaba a punto de probar el Chuletón de ciervo del este cuando la mirada incisiva de mi peluda vecina de mesa me hizo entender que no estaba a gusto con el hecho de que me comiera su comida -Disculpa mi descortesía ¿quieres un poco de tu comida?- Le dije con una sonrisa nerviosa mientras me sacaba un pelo de la boca -Estás largando pelo ¿será la edad?- Por alguna razón, parecía que no le estaba gustando verme, así que preferí saludar a mi élfica compañera de clan -Hola, Niniel, tiempo sin verte, andabas desaparecida ¿También hay pelo en tu comida?- Pregunté en un intento de alivianar el ambiente.
[1] Pues nada, sigo en la búsqueda del chico perdido, y no pido nada de comer porque resulta más fácil y económico aplicar la socialista y comerme la comida de Cath mientras interactúo con Niniel.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
—Es cierto que se han esmerado con la decora…
—Se estaba escondiendo por si alguien le reconocía de sus años mozos.
—No he dicho nada entonces —murmuró Elian y, acto seguido, tomó otro sorbo del excelente vino para ocultar su cara de circunstancias.
Cuando Corlys hizo las presentaciones, respondió a la inclinación de cabeza de Teufel con una de su propia cosecha.
—Es un placer conocerte, Teufel —dijo y, señalando otro hueco libre, añadió—: Cualquier amiga de Corlys es bienvenida a mi mesa. Sobre todo si eso ayuda a que no sea yo el único en saborear la deliciosa comida.
Y en ello estaba cuando Corlys desvió prontamente el foco de atención de vuelta a él.
—Tengo amistades por la zona —respondió entre bocados—. Hago alguna visitilla de vez en cuando.
—Con más frecuencia últimamente —añadió Daphne.
—Ya, bueno, mi última visita fue interrumpida de forma imprevista, así que se me ocurrió pasarme otra vez para compensar mi pronta partida.
—Una visita de cortesía, por supuesto. Tu preocupación por la seguridad de dichas amistades dado el clima que se respira últimamente por la zona seguro que no ha tenido nada que ver.
—¡¿Qué dices?! Mis amistades son perfectamente capaces de lidiar con un poco de humedad.
La risilla traviesa de Daphne volvió a dejarse oír antes de que Elian continuara:
—Además, ya me aprendí eso de no imponer ayuda no solicitada. Lo que me recuerda, Corlys, ya que mencionas lo de hacer lo que te pagan por hacer: ¿No te habrán contratado últimamente para encontrar a un muchacho por aquí?
—Sutil —dijo Daphne.
—Bueno, por algún sitio hay que empezar y, si es él, seguro que podemos aclarar las cosas con una conversación civilizada. Verás —añadió dirigiéndose nuevamente a Corlys—, en realidad, este chico no está desaparecido. Solo intenta tomar un poco de distancia con su padre, pero ya sabes cómo son los chavales con el drama y todo eso. Así que le ha pedido a Daphne, y ella a mí, que le eche una mano para evitar al papaíto durante la fiesta. Personalmente, creo que son padre e hijo los que tendrían que sentarse y aclarar las cosas con una conversación civilizada, pero…
—Eso ya se intentó, pero el señor Tong es… intenso —explicó Daphne—. Se puso a gritar que “esos desviados” le estaban lavando el cerebro a su hijo y que lo enviaría de vuelta a Lunargenta antes que verlo corrompido. Como allá fuera a tenerlo más controlado…
—¿”Esos desviados”? —preguntó Elian.
—Sus amigos. Les gusta disfrazarse y realizar representaciones teatrales.
—¿Y qué hay de malo en eso?
—Nada, es solo que les divierte repartir los personajes masculinos entre las chicas y los femeninos entre los chicos.
—Se estaba escondiendo por si alguien le reconocía de sus años mozos.
—No he dicho nada entonces —murmuró Elian y, acto seguido, tomó otro sorbo del excelente vino para ocultar su cara de circunstancias.
Cuando Corlys hizo las presentaciones, respondió a la inclinación de cabeza de Teufel con una de su propia cosecha.
—Es un placer conocerte, Teufel —dijo y, señalando otro hueco libre, añadió—: Cualquier amiga de Corlys es bienvenida a mi mesa. Sobre todo si eso ayuda a que no sea yo el único en saborear la deliciosa comida.
Y en ello estaba cuando Corlys desvió prontamente el foco de atención de vuelta a él.
—Tengo amistades por la zona —respondió entre bocados—. Hago alguna visitilla de vez en cuando.
—Con más frecuencia últimamente —añadió Daphne.
—Ya, bueno, mi última visita fue interrumpida de forma imprevista, así que se me ocurrió pasarme otra vez para compensar mi pronta partida.
—Una visita de cortesía, por supuesto. Tu preocupación por la seguridad de dichas amistades dado el clima que se respira últimamente por la zona seguro que no ha tenido nada que ver.
—¡¿Qué dices?! Mis amistades son perfectamente capaces de lidiar con un poco de humedad.
La risilla traviesa de Daphne volvió a dejarse oír antes de que Elian continuara:
—Además, ya me aprendí eso de no imponer ayuda no solicitada. Lo que me recuerda, Corlys, ya que mencionas lo de hacer lo que te pagan por hacer: ¿No te habrán contratado últimamente para encontrar a un muchacho por aquí?
—Sutil —dijo Daphne.
—Bueno, por algún sitio hay que empezar y, si es él, seguro que podemos aclarar las cosas con una conversación civilizada. Verás —añadió dirigiéndose nuevamente a Corlys—, en realidad, este chico no está desaparecido. Solo intenta tomar un poco de distancia con su padre, pero ya sabes cómo son los chavales con el drama y todo eso. Así que le ha pedido a Daphne, y ella a mí, que le eche una mano para evitar al papaíto durante la fiesta. Personalmente, creo que son padre e hijo los que tendrían que sentarse y aclarar las cosas con una conversación civilizada, pero…
—Eso ya se intentó, pero el señor Tong es… intenso —explicó Daphne—. Se puso a gritar que “esos desviados” le estaban lavando el cerebro a su hijo y que lo enviaría de vuelta a Lunargenta antes que verlo corrompido. Como allá fuera a tenerlo más controlado…
—¿”Esos desviados”? —preguntó Elian.
—Sus amigos. Les gusta disfrazarse y realizar representaciones teatrales.
—¿Y qué hay de malo en eso?
—Nada, es solo que les divierte repartir los personajes masculinos entre las chicas y los femeninos entre los chicos.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Había cena en Sacrestic Ville, una muy pomposa, y por supuesto que Mina iría. Y por añadidura, Tina. Aunque esta última estaba actuando de manera más extraña de lo habitual. Pero primero, lo primero. Tenían que vestirse como tienen que vestirse los Harker; hermosas y elegantes. "Prioridades", diría la Bichota.
Mina lucía un vestido largo y fluido en tonos rojos intensos, con detalles dorados que recorrían el borde de las mangas y el cuello. El tejido era de seda brillante y destellaba bajo la luz de los faroles. El traje estaba adornado con bordados de dragones y flores, símbolos de poder y elegancia. El cuello era alto y las mangas largas, dándole un aire imperial y refinado, mientras que su cintura estaba ceñida por una faja dorada decorada con intrincados motivos geométricos. Su cabello oscuro y lacio estaba recogido de manera elegante, complementado con finos adornos dorados que realzaban aún más su porte noble. La bruja jamás necesitó de su magia para destacar y llevar su belleza natural a límites extravagantes.
Tina, por su lado, llevaba un vestido más sencillo pero igualmente encantador. De un suave color lavanda, similar al de las wisterias, contrastaba con su pelaje y cola esponjosa. Su vestido era ligero, con una falda que caía hasta sus rodillas, decorada con bordados en forma de hojas y flores que se entrelazaban a lo largo del borde inferior. Llevaba una trenza larga y bien cuidada, adornada con pequeños lazos de tela color oro, lo que añadía un toque juvenil y juguetón a su apariencia. Su cola esponjosa se asomaba delicadamente por detrás, balanceándose alegremente mientras caminaba.
Mina lucía un vestido largo y fluido en tonos rojos intensos, con detalles dorados que recorrían el borde de las mangas y el cuello. El tejido era de seda brillante y destellaba bajo la luz de los faroles. El traje estaba adornado con bordados de dragones y flores, símbolos de poder y elegancia. El cuello era alto y las mangas largas, dándole un aire imperial y refinado, mientras que su cintura estaba ceñida por una faja dorada decorada con intrincados motivos geométricos. Su cabello oscuro y lacio estaba recogido de manera elegante, complementado con finos adornos dorados que realzaban aún más su porte noble. La bruja jamás necesitó de su magia para destacar y llevar su belleza natural a límites extravagantes.
Tina, por su lado, llevaba un vestido más sencillo pero igualmente encantador. De un suave color lavanda, similar al de las wisterias, contrastaba con su pelaje y cola esponjosa. Su vestido era ligero, con una falda que caía hasta sus rodillas, decorada con bordados en forma de hojas y flores que se entrelazaban a lo largo del borde inferior. Llevaba una trenza larga y bien cuidada, adornada con pequeños lazos de tela color oro, lo que añadía un toque juvenil y juguetón a su apariencia. Su cola esponjosa se asomaba delicadamente por detrás, balanceándose alegremente mientras caminaba.
- Mina y Tina ataviadas para la ocasión:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Sintiéndose las reinas de la noche, ambas avanzaban por las calles de la ciudad deslumbrando a hombres, mujeres y otros por igual. ¿Cuántas parejas pelearían esa noche por las miradas poco disimuladas de las que eran foco el par de dos? Nunca lo sabremos. Pero Mina se regocijaba con toda la atención que recibía, sabiéndose preciosa, altanera y orgullosa.
Tina... quería desaparecer. Caminaba escondida detrás de la bruja, prácticamente metida debajo de su falda. -Pero... ¡pero Tina! ¿Qué te pasa?- le reñía Mina, sacándola de detrás de ella. -Ay, que no me vean...- sollozó la chicadreja asustada, volviendo a esconderse tras la bruja. -¿Que no te vean? ¿Pero por qué? Estás hermosa, hacía tiempo no nos vestíamos así de bonitas. No te entiendo, a ti también te gustan las cenas- le respondía Mina, cada vez más confundida. -Los botánicos... esto está lleno de wisterias y yo... y los kyneleet... ay Mina no quiero perder mi peluche- insistía la chicadreja.
La bruja la miraba ladeando la cabeza, cada vez más confundida. -No sé qué habrás hecho... pero a mi lado nada te va a pasar. ¿Está bien? Solo quédate a mi lado- dijo para reconfortarla, acariciando su cabello y esbozando una cálida sonrisa. Rezar con Lukas estaba haciendo de Mina una mujer más tranquila. -¿Me lo prometes?- preguntó la chiquilla con grandes ojos llorosos. -Te lo juro- afirmó la bruja. Sintiéndose aliviada, la chicadreja respiró hondo y se relajó.
Continuaron avanzando hasta que una monumental masa azul se les atravesó en el horizonte. -¿Lukas? P-pero... ¿Quién te vistió? ¿Y ese sombrero?- preguntó Mina tratando de disimular su espanto. ¡El tortugón se veía absolutamente ridículo! Aquel sombrerito de copa que se tambaleaba cuando el hombre tortuga caminaba, parecía que se fuese a caer en cualquier momento. Además, aquella corbata exageradamente amarilla que rechinaba sobre la brillante piel azul de Lukas, lo hacían ver tan caricaturesco que todo aquel que lo veía no podía evitar reír. La imagen de él contrastaba horriblemente con el elegante vestido y distinguido estilo de Mina, quien lo único que deseaba era alejarse rápidamente de él y que nadie creyera que se conocían.
¿Cómo era posible que el mejor juguete sexual que había encontrado hasta el momento estuviera pegado a semejante criatura horrible? Mina no podía tener peor suerte.
A pocos metros de allí, un botánico admiraba las hermosas wisterias que brillaban reflejando suavemente las luces de las linternas que iluminaban y adornaban el lugar. Se sentía orgulloso de su trabajo y de su maestra Dolorfrea. Sobrecogido con el sopor de la autosuficiencia, le tomó mirar dos veces a aquella bonita chica bestia para darse cuenta que la conocía de algún lado.
Estando una absolutamente incómoda por el monumental acompañante del que no podía deshacerse y la otra completamente ignorante de que era seguida muy de cerca por un rencoroso pasiajista, el par de dos tomó asiento para disfrutar de una merecidísima cena elegante y sofisticada.
-Qué bonito el menú, la persona que los eligió tiene muy buen gusto- comentó la bruja, destacando no solo los deliciosos platillos que se ofrecían, también el elegante diseño de la presentación. Al leerlo, se alegró muchísimo de ver que uno de los platos fuertes y bebidas eran de su región. -Me gustaría comenzar con una ensalada élfica y crema mágica. Como plato fuerte: Cochinillo a la Illidense, por supuesto. De postre... takete rojo. Y sin duda alguna, lo quiero acompañar con vino de Beltrexus- indicó al mesero con amabilidad.
Por su parte, Tina leía alegre y despreocupadamente el menú, indecisa de qué postre elegir. Movía sus patitas que colgaban de la silla mientras indicaba qué quería comer. -¡Ya decidí! Quiero cocretas de jamón de yak y guiso del pantano misterioso, pato con mermelada de manzana rosada, hidromiel para beber y de postre... de postre... ¡todo! Uno de cada uno: lodoopitos, torta roja, bolitas de Karre'xha y takete rojo. ¡Sí! Eso quiero comer. ¿Sí? ¿Por favor?- pidió, haciéndole ojitos lindos al mesero.
Tina... quería desaparecer. Caminaba escondida detrás de la bruja, prácticamente metida debajo de su falda. -Pero... ¡pero Tina! ¿Qué te pasa?- le reñía Mina, sacándola de detrás de ella. -Ay, que no me vean...- sollozó la chicadreja asustada, volviendo a esconderse tras la bruja. -¿Que no te vean? ¿Pero por qué? Estás hermosa, hacía tiempo no nos vestíamos así de bonitas. No te entiendo, a ti también te gustan las cenas- le respondía Mina, cada vez más confundida. -Los botánicos... esto está lleno de wisterias y yo... y los kyneleet... ay Mina no quiero perder mi peluche- insistía la chicadreja.
La bruja la miraba ladeando la cabeza, cada vez más confundida. -No sé qué habrás hecho... pero a mi lado nada te va a pasar. ¿Está bien? Solo quédate a mi lado- dijo para reconfortarla, acariciando su cabello y esbozando una cálida sonrisa. Rezar con Lukas estaba haciendo de Mina una mujer más tranquila. -¿Me lo prometes?- preguntó la chiquilla con grandes ojos llorosos. -Te lo juro- afirmó la bruja. Sintiéndose aliviada, la chicadreja respiró hondo y se relajó.
Continuaron avanzando hasta que una monumental masa azul se les atravesó en el horizonte. -¿Lukas? P-pero... ¿Quién te vistió? ¿Y ese sombrero?- preguntó Mina tratando de disimular su espanto. ¡El tortugón se veía absolutamente ridículo! Aquel sombrerito de copa que se tambaleaba cuando el hombre tortuga caminaba, parecía que se fuese a caer en cualquier momento. Además, aquella corbata exageradamente amarilla que rechinaba sobre la brillante piel azul de Lukas, lo hacían ver tan caricaturesco que todo aquel que lo veía no podía evitar reír. La imagen de él contrastaba horriblemente con el elegante vestido y distinguido estilo de Mina, quien lo único que deseaba era alejarse rápidamente de él y que nadie creyera que se conocían.
¿Cómo era posible que el mejor juguete sexual que había encontrado hasta el momento estuviera pegado a semejante criatura horrible? Mina no podía tener peor suerte.
A pocos metros de allí, un botánico admiraba las hermosas wisterias que brillaban reflejando suavemente las luces de las linternas que iluminaban y adornaban el lugar. Se sentía orgulloso de su trabajo y de su maestra Dolorfrea. Sobrecogido con el sopor de la autosuficiencia, le tomó mirar dos veces a aquella bonita chica bestia para darse cuenta que la conocía de algún lado.
Estando una absolutamente incómoda por el monumental acompañante del que no podía deshacerse y la otra completamente ignorante de que era seguida muy de cerca por un rencoroso pasiajista, el par de dos tomó asiento para disfrutar de una merecidísima cena elegante y sofisticada.
-Qué bonito el menú, la persona que los eligió tiene muy buen gusto- comentó la bruja, destacando no solo los deliciosos platillos que se ofrecían, también el elegante diseño de la presentación. Al leerlo, se alegró muchísimo de ver que uno de los platos fuertes y bebidas eran de su región. -Me gustaría comenzar con una ensalada élfica y crema mágica. Como plato fuerte: Cochinillo a la Illidense, por supuesto. De postre... takete rojo. Y sin duda alguna, lo quiero acompañar con vino de Beltrexus- indicó al mesero con amabilidad.
Por su parte, Tina leía alegre y despreocupadamente el menú, indecisa de qué postre elegir. Movía sus patitas que colgaban de la silla mientras indicaba qué quería comer. -¡Ya decidí! Quiero cocretas de jamón de yak y guiso del pantano misterioso, pato con mermelada de manzana rosada, hidromiel para beber y de postre... de postre... ¡todo! Uno de cada uno: lodoopitos, torta roja, bolitas de Karre'xha y takete rojo. ¡Sí! Eso quiero comer. ¿Sí? ¿Por favor?- pidió, haciéndole ojitos lindos al mesero.
Mina Harker
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Seraphina Valaryon se encontraba en la entrada del gran salón, el corazón latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con las Wisterias prometía ser un evento memorable, lleno de la posibilidad de nuevas amistades y conexiones. Sin embargo, su curiosidad natural se enfrentaba a la timidez que siempre la había acompañado en situaciones sociales. Era un delicado equilibrio entre el deseo de ser parte de la velada y el impulso de permanecer al margen.
El cabello recogido en una trenza adornada con piedrecitas que reflejaban la luz de las velas realzaba su aspecto elegante. Su vestido rojo, largo y ajustado, le confería una apariencia digna y refinada, aunque también despertaba en ella un sentimiento de inseguridad. Recordó con nostalgia las cenas familiares, donde cada mirada y cada palabra parecían tener un peso. Esa misma sensación de expectativa ahora la envolvía, haciendo que se sintiera un poco fuera de lugar.
Al cruzar el umbral, su mirada recorrió las mesas bellamente decoradas, aún desprovistas de los manjares que se servirían más tarde. La sala vibraba con risas y murmullos, creando una atmósfera de calidez que la llamaba a participar. Sin embargo, al ver grupos de personas sumidas en animadas conversaciones, una sensación de aprensión le hizo dudar. La idea de acercarse a desconocidos le generaba un pequeño nudo en el estómago, y aunque su curiosidad la empujaba a unirse, la timidez la mantenía en un estado de observación.
Decidió acercarse a una mesa donde se discutía el menú. El acto de elegir los platos le pareció una forma accesible de participar, una oportunidad para contribuir sin la presión de tener que hablar demasiado. Se imaginó disfrutando de la ensalada élfica y la crema mágica como entrantes, deleitándose en la frescura y el sabor de los ingredientes. Para el plato principal, la jugosa manzana rosada resonaba en su mente como una promesa de satisfacción. Y, por supuesto, la torta roja de Dundarak, su postre favorito de la infancia, se convirtió en un cálido recuerdo de tiempos más felices. Esa torta siempre había simbolizado la alegría en su hogar, y el simple pensamiento de volver a probarla la llenaba de emoción. El hidromiel de Lunargenta sería el complemento ideal para celebrar esta velada especial.
Mientras su mente navegaba entre estos deliciosos pensamientos, la risa y el murmullo de los demás la envolvían. Aunque el deseo de unirse a ellos la empujaba hacia adelante, la timidez aún la mantenía a la retaguardia. “¿Cómo podría iniciar una conversación? ” se preguntaba. Las dudas se amontonaban, pero en el fondo, una pequeña chispa de valentía comenzaba a brillar. A pesar de su inseguridad, el deseo de disfrutar de la noche y sus delicias era lo que realmente la motivaba.
Con cada sorbo de su hidromiel, Seraphina se sentía un poco más ligera, como si los nervios que la acompañaban comenzaran a desvanecerse. Era un momento para ella, un recordatorio de que su presencia y curiosidad tenían un lugar en el vasto universo de Aerandir. Aunque prefería observar antes de actuar, la emoción de lo que podría venir le daba un toque de energía.
La música comenzó a sonar suavemente, y la velada se desarrollaba lentamente. Seraphina sintió que no podía dejar que la timidez la dominara esta noche. Aun con el leve titubeo en su corazón, estaba decidida a disfrutar de la experiencia. Con una respiración profunda, decidió que se acercaría a un grupo y, aunque aún no sabía qué diría, confiaba en que la magia de la noche facilitaría las cosas.
Finalmente, se acomodó en un rincón, con la mirada fija en las mesas y los invitados, lista para observar cómo el evento comenzaba a cobrar vida. Sabía que, aunque todavía no había intercambiado palabras con nadie, su presencia era parte de la energía que llenaba la sala. Esta noche no sería solo una cena; sería una oportunidad de crecimiento, un paso más en su viaje personal hacia el descubrimiento de su lugar en Aerandir.
El cabello recogido en una trenza adornada con piedrecitas que reflejaban la luz de las velas realzaba su aspecto elegante. Su vestido rojo, largo y ajustado, le confería una apariencia digna y refinada, aunque también despertaba en ella un sentimiento de inseguridad. Recordó con nostalgia las cenas familiares, donde cada mirada y cada palabra parecían tener un peso. Esa misma sensación de expectativa ahora la envolvía, haciendo que se sintiera un poco fuera de lugar.
Al cruzar el umbral, su mirada recorrió las mesas bellamente decoradas, aún desprovistas de los manjares que se servirían más tarde. La sala vibraba con risas y murmullos, creando una atmósfera de calidez que la llamaba a participar. Sin embargo, al ver grupos de personas sumidas en animadas conversaciones, una sensación de aprensión le hizo dudar. La idea de acercarse a desconocidos le generaba un pequeño nudo en el estómago, y aunque su curiosidad la empujaba a unirse, la timidez la mantenía en un estado de observación.
Decidió acercarse a una mesa donde se discutía el menú. El acto de elegir los platos le pareció una forma accesible de participar, una oportunidad para contribuir sin la presión de tener que hablar demasiado. Se imaginó disfrutando de la ensalada élfica y la crema mágica como entrantes, deleitándose en la frescura y el sabor de los ingredientes. Para el plato principal, la jugosa manzana rosada resonaba en su mente como una promesa de satisfacción. Y, por supuesto, la torta roja de Dundarak, su postre favorito de la infancia, se convirtió en un cálido recuerdo de tiempos más felices. Esa torta siempre había simbolizado la alegría en su hogar, y el simple pensamiento de volver a probarla la llenaba de emoción. El hidromiel de Lunargenta sería el complemento ideal para celebrar esta velada especial.
Mientras su mente navegaba entre estos deliciosos pensamientos, la risa y el murmullo de los demás la envolvían. Aunque el deseo de unirse a ellos la empujaba hacia adelante, la timidez aún la mantenía a la retaguardia. “¿Cómo podría iniciar una conversación? ” se preguntaba. Las dudas se amontonaban, pero en el fondo, una pequeña chispa de valentía comenzaba a brillar. A pesar de su inseguridad, el deseo de disfrutar de la noche y sus delicias era lo que realmente la motivaba.
Con cada sorbo de su hidromiel, Seraphina se sentía un poco más ligera, como si los nervios que la acompañaban comenzaran a desvanecerse. Era un momento para ella, un recordatorio de que su presencia y curiosidad tenían un lugar en el vasto universo de Aerandir. Aunque prefería observar antes de actuar, la emoción de lo que podría venir le daba un toque de energía.
La música comenzó a sonar suavemente, y la velada se desarrollaba lentamente. Seraphina sintió que no podía dejar que la timidez la dominara esta noche. Aun con el leve titubeo en su corazón, estaba decidida a disfrutar de la experiencia. Con una respiración profunda, decidió que se acercaría a un grupo y, aunque aún no sabía qué diría, confiaba en que la magia de la noche facilitaría las cosas.
Finalmente, se acomodó en un rincón, con la mirada fija en las mesas y los invitados, lista para observar cómo el evento comenzaba a cobrar vida. Sabía que, aunque todavía no había intercambiado palabras con nadie, su presencia era parte de la energía que llenaba la sala. Esta noche no sería solo una cena; sería una oportunidad de crecimiento, un paso más en su viaje personal hacia el descubrimiento de su lugar en Aerandir.
Seraphine Valaryon
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Sacrestic Ville no era una ciudad que Ingela visitara a menudo, pero en su camino de regreso al norte prefirió llegar allí y descansar un par de días antes de continuar. Para la dragona el que la ciudad tuviese mala reputación ya le daba bastante lo mismo pues había aprendido de mala manera que los prejuicios contra las razas eran en realidad fantasías y mentiras que beneficiaban a unos por sobre otros. Así que compartir con vampiros ya no le atemorizaba.
Por suerte para ella, llegó a la capital del oeste justo a tiempo para disfrutar de una deliciosa cena organizada por un alto cargo militar. No podía creer su suerte.
Fëanor, por su parte, sentía más curiosidad que otra cosa al estar rodeado de vampiros. Sacrestic era una ciudad relativamente tranquila durante el día; se veía poca gente, apenas la suficiente como para mantener una ciudad funcionando, con muy pocos locales abiertos, mientras que la mayoría permanecían cerrados. En cambio, de noche, la vida bullía, las calles y el comercio se llenaban y los ruidos de la gente ocupaban cada rincón. Era un fenómeno que le parecía gracioso, cómo todo funcionaba al revés en aquel lugar.
Cuando se enteraron de la cena, decidieron que se darían un pequeño gusto. Hacía mucho tiempo no se vestían elegantemente ni salían a tener una cena en la que el fin fuese simplemente divertirse. Es que cuando lo hacían, siempre terminaban en aprietos, con mariposas estallando o bajo algún hechizo o peleando contra algún adversario formidable. Pero aquella noche, nada parecía sospechoso. O por lo menos eso decidieron creer.
Pronto llegaron los meseros para cambiar sus jarras, así como para preguntar por los platillos que se servirían. Ingela pidió croquetas de yak y crema mágica. Fëanor, ensalada elfica y guiso del pantano. De plato fuerte, ella pidió redondo de gabhar en salsa, mientras que el elfo ciervo del este. Para el postre, la dragona de Dundarak no dudó en pedir torta roja, pero él se decantó por las bolitas de karre'xha.
Mientras esperaban los platos, hubo un momento de silencio en el que ambos observaron a su alrededor, disfrutando de ver a las personas contentas. Fue así como Fëanor divisó a una preciosa mujer de mirada brillante, sola en un rincón. Se veía ligeramente nerviosa o ansiosa, por la postura y actitud que tenía. El joven sonrió y se levantó, caminando directamente hacia ella. -Buenas noches- le saludó, inclinando levemente la cabeza y esbozando una amplia sonrisa. Por los dioses, era muchísimo más hermosa de cerca. -Disculpe mi atrevimiento... soy Fëanor, estoy sentado en una mesa cercana junto a una buena amiga, y... bueno, no pude evitar notar que tras un largo rato aún no llegan sus acompañantes. Con miedo de parecer inapropiado... ¿le gustaría sentarse con nosotros?- le dijo, esperando con ilusión que la muchacha aceptara, no lo tomara por loco y lo mandara a volar.
*****
Intento desesperado de Fëanor por conocer a Seraphine Valaryon.
Por suerte para ella, llegó a la capital del oeste justo a tiempo para disfrutar de una deliciosa cena organizada por un alto cargo militar. No podía creer su suerte.
Fëanor, por su parte, sentía más curiosidad que otra cosa al estar rodeado de vampiros. Sacrestic era una ciudad relativamente tranquila durante el día; se veía poca gente, apenas la suficiente como para mantener una ciudad funcionando, con muy pocos locales abiertos, mientras que la mayoría permanecían cerrados. En cambio, de noche, la vida bullía, las calles y el comercio se llenaban y los ruidos de la gente ocupaban cada rincón. Era un fenómeno que le parecía gracioso, cómo todo funcionaba al revés en aquel lugar.
Cuando se enteraron de la cena, decidieron que se darían un pequeño gusto. Hacía mucho tiempo no se vestían elegantemente ni salían a tener una cena en la que el fin fuese simplemente divertirse. Es que cuando lo hacían, siempre terminaban en aprietos, con mariposas estallando o bajo algún hechizo o peleando contra algún adversario formidable. Pero aquella noche, nada parecía sospechoso. O por lo menos eso decidieron creer.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | Compraron bonitos atuendos y se peinaron bien, lavaron sus cuerpos y se perfumaron, dejaron sus armas en la posada, por supuesto, a buen resguardo. Hasta Thunderbolt se acicaló para la ocasión. Llegaron al lugar señalado, había muchísima gente. Algunos conversaban, otros bailaban, había quienes se paseaban, disfrutando de la decoración, degustando las deliciosas bebidas que se ofrecían en abundancia. Ingela pidió cerveza y Fëanor, hidromiel. Para Bolti, nada de alcohol. Ellos fueron de los que prefirieron recorrer la plaza destinada a la cena antes de tomar asiento. Encontraron una mesa vacía donde se ubicaron, con la esperanza de que llegaran más personas y poder conocer gente nueva, que bastane falta les hacía. |
Mientras esperaban los platos, hubo un momento de silencio en el que ambos observaron a su alrededor, disfrutando de ver a las personas contentas. Fue así como Fëanor divisó a una preciosa mujer de mirada brillante, sola en un rincón. Se veía ligeramente nerviosa o ansiosa, por la postura y actitud que tenía. El joven sonrió y se levantó, caminando directamente hacia ella. -Buenas noches- le saludó, inclinando levemente la cabeza y esbozando una amplia sonrisa. Por los dioses, era muchísimo más hermosa de cerca. -Disculpe mi atrevimiento... soy Fëanor, estoy sentado en una mesa cercana junto a una buena amiga, y... bueno, no pude evitar notar que tras un largo rato aún no llegan sus acompañantes. Con miedo de parecer inapropiado... ¿le gustaría sentarse con nosotros?- le dijo, esperando con ilusión que la muchacha aceptara, no lo tomara por loco y lo mandara a volar.
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Intento desesperado de Fëanor por conocer a Seraphine Valaryon.
Ingela
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Ambos se miraron con el mismo gesto de desconcierto en sus caras dispares.Los ojos de Hugo y Axel parecieron componer una pregunta sorda que sin necesidad de palabras ambos entendieron en el momento exacto en el que su ama terminó de pronunciar las palabras.
-¿...Sí o no?- dijo la vampiresa, su paciencia pendiendo de un hilo, en parte porque ella también había adivinado el significado del gesto de ambos- No tengo todo el día... La noche- rectificó.
Axel alzó los hombros y alzó las manos en señal de que quería desquitarse del asunto. Su pareja, sin embargo parecía más sorprendido por aquella actitud que por la pregunta de la vampiresa.
-A mí no me mires.. tengo que comprar unas piezas para reparar a Pulga- dijo mientras se apresuraba a deshacerse del abrazo en el que hasta entonces se había visto envuelto. Una vez hizo esto, le dio un beso en la sien al hombre tigre y guiñó un ojo a Caoimhe, quien respondió con un bufido de molestia. El hombre abandonó la sala con gesto divertido y apresurado.
-Aclárame algo, ¿Quieres?- dijo Hugo alzandose sobre sus codos con gesto inquisitivo- ¿Por qué de pronto vas a aceptar la invitación a una fiesta de cumpleaños de una niñita de Sacrestic?- dijo- Ya sabes que siempre te apoyo cuando de socializar se trata... e incluso el acompañarte en este viaje a Sacrestic esta vez no ha supuesto una carga innecesaria a pesar de que creo que quizás deberías tomarte un tiempo para...- Hugo reculó en sus palabras entendiendo que el pronto caminar de Caoimhe por la habitación de aquel lugar era un indicativo de que su paciencia se estaba acabando- Quizás sería mejor que buscasemos interacción social en alguna que otra taberna con gente de tu..
Caoimhe, que había estado enrollando la carta que contenía la invitación a aquel evento usó el pergamino a modo de arma y azotó a Hugo en la cabeza con poca fuerza pero bastante intención. El hombre tigre se protegió de manera exagerada de aquel ataque pero sus aspavientos se vieron entrecortados por las palabras de la mujer.
-¿Acaso no me he explicado bien?- dijo la mujer- Llevamos meses escuchando sobre un alzamiento vampiro en según que ciudades del Norte. Mis encuentros anteriores en Sacrestic han demostrado que los vampiros en la ciudad lejos de estar tranquilos se están organizando. Ya viste nuestro último encuentro con Asier... Por si fuera poco la diferencia quedó aún más clara en la cruzada estúpida por D'orlind...-
La vampiresa se alejó de Hugo esperando que aquello hubiese sido suficiente. El gesto confundido del hombre la desalentó por lo que continuó hablando.
-¿... E ingenuamente ajena a todo esto... una de las tenientes más veterana de la guardia de Lunargenta en Sacrestic decide jugar a hacer la paz y el amor e invitar a todos los vampiros de la ciudad, sin ton ni son a la fiesta de cumpleaños de una mocosa de la que la mayoría no tenía constancia hasta que leyó su nombre en este pergamino?
-No todos son tan asociales como tu, mi señora- dijo Hugo alzando los hombros sin ver el problema- Algunas personas viven más allá de ruidos de guerra y habladurías de revueltas... No todos los años se cumplen 15 quizás la madre esté intentando hacer normalidad de una situación...
-Mis colmillos normalidad- dijo Caoimhe volviendo a pegar a Hugo con el pergamino, esta vez lanzándolo al sofá y encaminándose a la puerta de salida hasta su propia habitación de aquella casona que habían arrendado- El opio del pueblo es la fiesta. El mejor anestésico contra una mordida certera es sin duda el alcohol... Además... Nunca antes he visto que pusieses tanta oposición a un rato de jolgorio y desenfreno.
Hugo asintió, como dándose por vencido.
-Te espero en 30. Ponte algo más... acorde.- añadió- Creo que ya vamos tarde- dijo Caoimhe saliendo de la habitación para
prepararse en la suya.
En efecto aquel banquete había comenzado hacía el tiempo suficiente como para que la mayoría de los invitados se sintiesen lo suficientemente cómodos como para compartir brindis diparejos. Caoimhe agradeció que el licor de aquella bebida aún no hubiese tomado por completo las mentes de los presentes y por lo tanto no tuviese que esforzarse mucho en comprender quién podía ser útil y quienes simplemente estaban allí a modo de muebles.
Avanzó de manera pausada. La seda de su vestido rojo contrastaba con el conjunto de flores moradas que decoraban la sala alzando la palidez de su piel. Hugo tras ella aún se esforzaba por no estallar los botones de su camisa arremetida entre sus pantalones de traje y agarrado por unos tirantes que apenas servían para controlar los músculos de su torso.
Ambos se apoyaron en una baranda que separaba la sala de las mesas del banquete de aquel lugar donde la mayoría de invitados se habían acumulado a bailar una melodía pegadiza. Caoimhe distiguió a Zelas, que parecía escapar entre la multitud con un vestido de mujer entre sus manos y al que se le veía azorado. No reparó en ella al pasar así que ella tampoco hizo gesto de saludarlo. Pudo ver a Lukas no muy lejos de una bruja a la que había visto un par de veces. El hombre tortuga había hecho un intento por lucir bien y parecía timido dentro de su caparazón mientras hablaba con aquella chica. De lejos distinguió siluetas conocidas todas demasiado ocupadas como para pararse a interrumpir.
La vampiresa aupó su figura sobre sus brazos. Distinguiendo a Cohen no muy lejos. Aquello la hizo abrir mucho los ojos y auparse aún más, intentando obtener el mayor rango de visión. Su mirada recorriendo la multitud de manera certera buscando quizás una silueta en concreto que...
-Creo que para ser mi mejor amiga pocas veces te digo lo bonita que te ves cuando te apartas de las ropas oscuras- Hugo interrumpió su bùsqueda y como si la hubiesen descubierto en un acto vergonzoso, la chica se sonrojó de manera ténue.
-Gra... gracias- dijo apoyando la mano en la de su secuaz y apretándola en un gesto de cercanīa.
-¿Buscamos a alguien en especial?- preguntó Hugo de manera algo sospechosa
-¿Qué?- dijo ella rapidamente- No. Nadie. Tan solo... bueno me quiero asegurar que no nos perdemos nada- dijo y comenzó a caminar hasta donde se encontraban Cohen y Peter.
-Pues entonces deberías echarle un vistazo a este menú creo que no probarlo seria.... Aunque espera.. ¿Qué clase de anfitrión invita a vampiros y no incluye nada apto para ellos en su menú? dijo Hugo algo frustrado-
Caoimhe agarró el menu por ella misma y tras leerlo de pasada dijo.
-Mira a tu alrededor- dijo Caoimhe de manera sarcástica- La sala está llena de tentempiés y primeros platos... - dijo.
Hugo comprendió
-¿Ningún postre?- dijo casi cuando ambos alcanzaron a Cohen. Caoimhe le dedicó una mirada furiosa que bien podría decir: No tengo hambre.
-Me alegra ver que nuestro último encuentro no te alteró tu gusto en moda- dijo Caoimhe a modo de saludo y refiriéndose a la última vez que se habían visto en Sacrestic. Sonrió de manera afable y se sentó al lado de Cohen pero con la suficiente distancia entre ellos como para no incomodarlos. - Este es Hugo- le dijo al chico presentándole al hombre tigre.
-Y... entre otras cosas soy el mejor para obtener bebidas de manera rápida. ¿Puedo traeros algo?- miró a Caoimhe, después a Peter y a Cohen
-No gracias- dijo Caoimhe.- ¿Llevas mucho en Sacrestic? sinceramente lo que oí después de los eventos de D'orlind...- dijo la chica- Aún me fascina como un pequeño malentendido acabó en... bueno. Qué desastre- dijo sin darle mucha importancia. Caoimhe estaba arriesgándose, pero el vampiro no tenía por qué saber sobre sus quehaceres en D'orlind. Al fin y al cabo ella no envenenó el agua ni...
-Me alegra ver que Peter también se encuentra bien- dijo, comprobando las aguas. No quería pelear y quizás Cohen podía ser un aliado importante si las cosas se salían de control en aquel evento.
Off:
Interactúo con Cohen. Hugo aún esta decidiendo qué cenar asi que aún no elijo nada.
-¿...Sí o no?- dijo la vampiresa, su paciencia pendiendo de un hilo, en parte porque ella también había adivinado el significado del gesto de ambos- No tengo todo el día... La noche- rectificó.
Axel alzó los hombros y alzó las manos en señal de que quería desquitarse del asunto. Su pareja, sin embargo parecía más sorprendido por aquella actitud que por la pregunta de la vampiresa.
-A mí no me mires.. tengo que comprar unas piezas para reparar a Pulga- dijo mientras se apresuraba a deshacerse del abrazo en el que hasta entonces se había visto envuelto. Una vez hizo esto, le dio un beso en la sien al hombre tigre y guiñó un ojo a Caoimhe, quien respondió con un bufido de molestia. El hombre abandonó la sala con gesto divertido y apresurado.
-Aclárame algo, ¿Quieres?- dijo Hugo alzandose sobre sus codos con gesto inquisitivo- ¿Por qué de pronto vas a aceptar la invitación a una fiesta de cumpleaños de una niñita de Sacrestic?- dijo- Ya sabes que siempre te apoyo cuando de socializar se trata... e incluso el acompañarte en este viaje a Sacrestic esta vez no ha supuesto una carga innecesaria a pesar de que creo que quizás deberías tomarte un tiempo para...- Hugo reculó en sus palabras entendiendo que el pronto caminar de Caoimhe por la habitación de aquel lugar era un indicativo de que su paciencia se estaba acabando- Quizás sería mejor que buscasemos interacción social en alguna que otra taberna con gente de tu..
Caoimhe, que había estado enrollando la carta que contenía la invitación a aquel evento usó el pergamino a modo de arma y azotó a Hugo en la cabeza con poca fuerza pero bastante intención. El hombre tigre se protegió de manera exagerada de aquel ataque pero sus aspavientos se vieron entrecortados por las palabras de la mujer.
-¿Acaso no me he explicado bien?- dijo la mujer- Llevamos meses escuchando sobre un alzamiento vampiro en según que ciudades del Norte. Mis encuentros anteriores en Sacrestic han demostrado que los vampiros en la ciudad lejos de estar tranquilos se están organizando. Ya viste nuestro último encuentro con Asier... Por si fuera poco la diferencia quedó aún más clara en la cruzada estúpida por D'orlind...-
La vampiresa se alejó de Hugo esperando que aquello hubiese sido suficiente. El gesto confundido del hombre la desalentó por lo que continuó hablando.
-¿... E ingenuamente ajena a todo esto... una de las tenientes más veterana de la guardia de Lunargenta en Sacrestic decide jugar a hacer la paz y el amor e invitar a todos los vampiros de la ciudad, sin ton ni son a la fiesta de cumpleaños de una mocosa de la que la mayoría no tenía constancia hasta que leyó su nombre en este pergamino?
-No todos son tan asociales como tu, mi señora- dijo Hugo alzando los hombros sin ver el problema- Algunas personas viven más allá de ruidos de guerra y habladurías de revueltas... No todos los años se cumplen 15 quizás la madre esté intentando hacer normalidad de una situación...
-Mis colmillos normalidad- dijo Caoimhe volviendo a pegar a Hugo con el pergamino, esta vez lanzándolo al sofá y encaminándose a la puerta de salida hasta su propia habitación de aquella casona que habían arrendado- El opio del pueblo es la fiesta. El mejor anestésico contra una mordida certera es sin duda el alcohol... Además... Nunca antes he visto que pusieses tanta oposición a un rato de jolgorio y desenfreno.
Hugo asintió, como dándose por vencido.
-Te espero en 30. Ponte algo más... acorde.- añadió- Creo que ya vamos tarde- dijo Caoimhe saliendo de la habitación para
prepararse en la suya.
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En efecto aquel banquete había comenzado hacía el tiempo suficiente como para que la mayoría de los invitados se sintiesen lo suficientemente cómodos como para compartir brindis diparejos. Caoimhe agradeció que el licor de aquella bebida aún no hubiese tomado por completo las mentes de los presentes y por lo tanto no tuviese que esforzarse mucho en comprender quién podía ser útil y quienes simplemente estaban allí a modo de muebles.
Avanzó de manera pausada. La seda de su vestido rojo contrastaba con el conjunto de flores moradas que decoraban la sala alzando la palidez de su piel. Hugo tras ella aún se esforzaba por no estallar los botones de su camisa arremetida entre sus pantalones de traje y agarrado por unos tirantes que apenas servían para controlar los músculos de su torso.
Ambos se apoyaron en una baranda que separaba la sala de las mesas del banquete de aquel lugar donde la mayoría de invitados se habían acumulado a bailar una melodía pegadiza. Caoimhe distiguió a Zelas, que parecía escapar entre la multitud con un vestido de mujer entre sus manos y al que se le veía azorado. No reparó en ella al pasar así que ella tampoco hizo gesto de saludarlo. Pudo ver a Lukas no muy lejos de una bruja a la que había visto un par de veces. El hombre tortuga había hecho un intento por lucir bien y parecía timido dentro de su caparazón mientras hablaba con aquella chica. De lejos distinguió siluetas conocidas todas demasiado ocupadas como para pararse a interrumpir.
La vampiresa aupó su figura sobre sus brazos. Distinguiendo a Cohen no muy lejos. Aquello la hizo abrir mucho los ojos y auparse aún más, intentando obtener el mayor rango de visión. Su mirada recorriendo la multitud de manera certera buscando quizás una silueta en concreto que...
-Creo que para ser mi mejor amiga pocas veces te digo lo bonita que te ves cuando te apartas de las ropas oscuras- Hugo interrumpió su bùsqueda y como si la hubiesen descubierto en un acto vergonzoso, la chica se sonrojó de manera ténue.
-Gra... gracias- dijo apoyando la mano en la de su secuaz y apretándola en un gesto de cercanīa.
- Vestido de Cao:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-¿Buscamos a alguien en especial?- preguntó Hugo de manera algo sospechosa
-¿Qué?- dijo ella rapidamente- No. Nadie. Tan solo... bueno me quiero asegurar que no nos perdemos nada- dijo y comenzó a caminar hasta donde se encontraban Cohen y Peter.
-Pues entonces deberías echarle un vistazo a este menú creo que no probarlo seria.... Aunque espera.. ¿Qué clase de anfitrión invita a vampiros y no incluye nada apto para ellos en su menú? dijo Hugo algo frustrado-
Caoimhe agarró el menu por ella misma y tras leerlo de pasada dijo.
-Mira a tu alrededor- dijo Caoimhe de manera sarcástica- La sala está llena de tentempiés y primeros platos... - dijo.
Hugo comprendió
-¿Ningún postre?- dijo casi cuando ambos alcanzaron a Cohen. Caoimhe le dedicó una mirada furiosa que bien podría decir: No tengo hambre.
-Me alegra ver que nuestro último encuentro no te alteró tu gusto en moda- dijo Caoimhe a modo de saludo y refiriéndose a la última vez que se habían visto en Sacrestic. Sonrió de manera afable y se sentó al lado de Cohen pero con la suficiente distancia entre ellos como para no incomodarlos. - Este es Hugo- le dijo al chico presentándole al hombre tigre.
-Y... entre otras cosas soy el mejor para obtener bebidas de manera rápida. ¿Puedo traeros algo?- miró a Caoimhe, después a Peter y a Cohen
-No gracias- dijo Caoimhe.- ¿Llevas mucho en Sacrestic? sinceramente lo que oí después de los eventos de D'orlind...- dijo la chica- Aún me fascina como un pequeño malentendido acabó en... bueno. Qué desastre- dijo sin darle mucha importancia. Caoimhe estaba arriesgándose, pero el vampiro no tenía por qué saber sobre sus quehaceres en D'orlind. Al fin y al cabo ella no envenenó el agua ni...
-Me alegra ver que Peter también se encuentra bien- dijo, comprobando las aguas. No quería pelear y quizás Cohen podía ser un aliado importante si las cosas se salían de control en aquel evento.
Off:
Interactúo con Cohen. Hugo aún esta decidiendo qué cenar asi que aún no elijo nada.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Seraphine sentía que la velada la envolvía en un manto de nervios y curiosidad. Desde que había dejado su hogar, sus experiencias en eventos sociales habían sido casi inexistentes. Había pasado tanto tiempo sin vestirse de gala, sin ser el centro de atención, que la idea de estar en medio de una cena en un ambiente tan vibrante le provocaba un torbellino de emociones. Se preguntaba cómo sería ser parte de esa atmósfera de alegría y camaradería, de la que había estado tan alejada. La memoria de las festividades en su hogar, donde solía esconderse en la multitud, la asaltaba con nostalgia, pero esta vez estaba decidida a enfrentar el momento.
Cuando Fëanor se acercó, Seraphine sintió que una chispa de esperanza iluminaba su interior. “Soy Fëanor,” había dicho él, y al escuchar su nombre, algo se encendió en su pecho. Su voz tenía un tono cálido y amigable que la animaba a abrirse, aunque su timidez aún jugaba en su contra. -Soy Seraphine,- respondió ella, con una leve sonrisa, sintiendo que la simple presentación era un paso hacia la conexión.
La invitación de Fëanor para unirse a su mesa fue un gesto que la sorprendió y, al mismo tiempo, le ofreció un respiro en medio de su inquietud. -Me encantaría unirme a ustedes.- Dijo, permitiendo que su voz fluyera con sinceridad. La idea de compartir la cena con otros le resultaba atractiva, aunque la ansiedad aún burbujeaba en su estómago. -He estado disfrutando de la velada desde un rincón, pero no he tenido la oportunidad de interactuar con nadie todavía.- Agregó, intentando expresar su deseo de conexión.
Mientras caminaban hacia la mesa, Seraphine se sintió un poco más confiada. Su vestido rojo, largo y ajustado, se movía elegantemente con cada paso. Pese a que había pasado años sin vestirse así, esa noche se sentía hermosa, bella. El tejido del vestido, adornado con piedrecitas que reflejaban la luz de las velas, le recordaba a su madre, y por un momento, pudo imaginar su sonrisa al verla vestida de gala. Era como si, en ese instante, una parte de su madre estuviera con ella, animándola a no esconderse en la multitud.
Al llegar a la mesa, sintió una mezcla de expectativa y nervios. Había una atmósfera de camaradería que la rodeaba, y su corazón latía con fuerza mientras se preparaba para presentarse. Antes de dirigirse a los otros, miró a Fëanor, agradecida por su gentileza. -Gracias por la invitación.- Dijo, sintiendo que esas palabras eran importantes. -Es un honor unirme a ustedes en esta velada.
Seraphine luego se volvió hacia los otros presentes en la mesa, sintiendo un ligero cosquilleo de nerviosismo en su estómago. -Hola, soy Seraphine.- Se presentó, intentando que su voz sonara segura a pesar de su timidez. Luego miró a su alrededor, tratando de leer las expresiones de los demás, buscando en sus rostros una bienvenida.
¿Qué han ordenado para la cena?- Preguntó, con un tono que reflejaba su deseo genuino de participar en la conversación. La idea de hablar sobre el menú le pareció un excelente punto de partida, una forma de romper el hielo sin entrar en temas que pudieran resultar incómodos. En su mente, imaginó la ensalada élfica y la crema mágica, pero su emoción creció al pensar en la torta roja de Dundarak.-La torta de Dundarak es deliciosa,- Añadió con una sonrisa, su voz brillando con la calidez de un recuerdo. “Es uno de mis favoritos. Siempre me trae buenos recuerdos.”
Al mencionar la torta, Seraphine sintió que una parte de sí misma se iluminaba, como si pudiera compartir un fragmento de su historia con ellos. Este pequeño gesto de compartir algo que amaba la ayudaba a sentir que podía ser parte de esa nueva comunidad, una conexión más allá de la simple conversación. La idea de ser parte de algo, aunque aún no conocía a nadie, la llenó de esperanza.
Mientras la conversación se desarrollaba en el salón, Seraphine sintió cómo su cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco. El suave murmullo de las risas y los intercambios de palabras se entrelazaba con el tintineo de copas, creando un suave ritmo que llenaba el aire. Los aromas que emanaban de la cocina, con especias exóticas y platos recién preparados, hacían que su estómago se revuelva de anticipación. Las luces de las velas parpadeaban suavemente, proyectando sombras danzantes sobre las paredes adornadas con frescos y tapices que narraban historias de épocas pasadas. Cada rincón del salón parecía cobrar vida con la energía de los presentes, y los adornos florales, dispuestos con esmero en las mesas, añadían un toque de frescura que evocaba el esplendor de la naturaleza.
Aunque aún no había intercambiado muchas palabras con los que la rodeaban, la belleza del entorno la envolvía como un abrazo cálido, disipando gradualmente la ansiedad que había sentido al llegar. Seraphine se permitió un momento para observar a su alrededor, admirando la elegancia del evento y sintiéndose, por primera vez en mucho tiempo, parte de algo especial. En medio de esa velada mágica, comenzaba a vislumbrar la posibilidad de abrirse a nuevas experiencias y amistades en este nuevo capítulo de su vida, con la esperanza de que esta noche pudiera ser el inicio de conexiones significativas que la llevaran a un futuro más brillante.
Cuando Fëanor se acercó, Seraphine sintió que una chispa de esperanza iluminaba su interior. “Soy Fëanor,” había dicho él, y al escuchar su nombre, algo se encendió en su pecho. Su voz tenía un tono cálido y amigable que la animaba a abrirse, aunque su timidez aún jugaba en su contra. -Soy Seraphine,- respondió ella, con una leve sonrisa, sintiendo que la simple presentación era un paso hacia la conexión.
La invitación de Fëanor para unirse a su mesa fue un gesto que la sorprendió y, al mismo tiempo, le ofreció un respiro en medio de su inquietud. -Me encantaría unirme a ustedes.- Dijo, permitiendo que su voz fluyera con sinceridad. La idea de compartir la cena con otros le resultaba atractiva, aunque la ansiedad aún burbujeaba en su estómago. -He estado disfrutando de la velada desde un rincón, pero no he tenido la oportunidad de interactuar con nadie todavía.- Agregó, intentando expresar su deseo de conexión.
Mientras caminaban hacia la mesa, Seraphine se sintió un poco más confiada. Su vestido rojo, largo y ajustado, se movía elegantemente con cada paso. Pese a que había pasado años sin vestirse así, esa noche se sentía hermosa, bella. El tejido del vestido, adornado con piedrecitas que reflejaban la luz de las velas, le recordaba a su madre, y por un momento, pudo imaginar su sonrisa al verla vestida de gala. Era como si, en ese instante, una parte de su madre estuviera con ella, animándola a no esconderse en la multitud.
Al llegar a la mesa, sintió una mezcla de expectativa y nervios. Había una atmósfera de camaradería que la rodeaba, y su corazón latía con fuerza mientras se preparaba para presentarse. Antes de dirigirse a los otros, miró a Fëanor, agradecida por su gentileza. -Gracias por la invitación.- Dijo, sintiendo que esas palabras eran importantes. -Es un honor unirme a ustedes en esta velada.
Seraphine luego se volvió hacia los otros presentes en la mesa, sintiendo un ligero cosquilleo de nerviosismo en su estómago. -Hola, soy Seraphine.- Se presentó, intentando que su voz sonara segura a pesar de su timidez. Luego miró a su alrededor, tratando de leer las expresiones de los demás, buscando en sus rostros una bienvenida.
¿Qué han ordenado para la cena?- Preguntó, con un tono que reflejaba su deseo genuino de participar en la conversación. La idea de hablar sobre el menú le pareció un excelente punto de partida, una forma de romper el hielo sin entrar en temas que pudieran resultar incómodos. En su mente, imaginó la ensalada élfica y la crema mágica, pero su emoción creció al pensar en la torta roja de Dundarak.-La torta de Dundarak es deliciosa,- Añadió con una sonrisa, su voz brillando con la calidez de un recuerdo. “Es uno de mis favoritos. Siempre me trae buenos recuerdos.”
Al mencionar la torta, Seraphine sintió que una parte de sí misma se iluminaba, como si pudiera compartir un fragmento de su historia con ellos. Este pequeño gesto de compartir algo que amaba la ayudaba a sentir que podía ser parte de esa nueva comunidad, una conexión más allá de la simple conversación. La idea de ser parte de algo, aunque aún no conocía a nadie, la llenó de esperanza.
Mientras la conversación se desarrollaba en el salón, Seraphine sintió cómo su cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco. El suave murmullo de las risas y los intercambios de palabras se entrelazaba con el tintineo de copas, creando un suave ritmo que llenaba el aire. Los aromas que emanaban de la cocina, con especias exóticas y platos recién preparados, hacían que su estómago se revuelva de anticipación. Las luces de las velas parpadeaban suavemente, proyectando sombras danzantes sobre las paredes adornadas con frescos y tapices que narraban historias de épocas pasadas. Cada rincón del salón parecía cobrar vida con la energía de los presentes, y los adornos florales, dispuestos con esmero en las mesas, añadían un toque de frescura que evocaba el esplendor de la naturaleza.
Aunque aún no había intercambiado muchas palabras con los que la rodeaban, la belleza del entorno la envolvía como un abrazo cálido, disipando gradualmente la ansiedad que había sentido al llegar. Seraphine se permitió un momento para observar a su alrededor, admirando la elegancia del evento y sintiéndose, por primera vez en mucho tiempo, parte de algo especial. En medio de esa velada mágica, comenzaba a vislumbrar la posibilidad de abrirse a nuevas experiencias y amistades en este nuevo capítulo de su vida, con la esperanza de que esta noche pudiera ser el inicio de conexiones significativas que la llevaran a un futuro más brillante.
Seraphine Valaryon
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Con la bolsa llena de aeros abandonaba aquella cocina. Agradecía el hecho de que aquel elfo no hizo pregunta alguna de cómo había cumplido con mi buen servicio de proporcionar los ingredientes que solicitaba y pagar sin protesta alguna. Sonreía por la buena fortuna y además por haber saciado mi sed.
Un cartero con grandes ojeras consecuencia de lo que parecía haber sido una dura jornada se detuvo a mi lado. De su mochila sacó un sobre blanco con finos detalles morados, sin duda una carta de la alta sociedad. Miré extrañado al hombre que sin querer intercambiar palabra alguna me entregó el papel sin dar explicación. No entendía qué ocurría, pero al parecer no era el único en la misma situación, ya que a mi alrededor varios abrían un sobre idéntico y sonreían al ver su interior.
Retomé mi caminar mientras leía el contenido de aquel sobre, una invitación para lo que parecía ser una celebración. Mi menté empezó a maquinar a grandes revoluciones para intentar deducir el motivo de aquella fiesta y el porqué parecía que todos estaban invitados. La separación de clases solía ser tan marcada como la de razas y Sacrestic ya tenía mucho tiempo sin sus celebraciones aristocráticas. Todo era extraño y despertaba grandes dudas.
No obstante, la única manera de responder aquellas interrogantes era asistiendo a la cena. Además, seguramente aquel evento me permitiría coincidir con aquellos que solicitaban mi presencia en la capital del oeste.
La celebración ya había comenzado hace un par de horas, una gran multitud se dirigía al recinto que ya tenía a varios afuera contentos por los efectos de la hidromiel y el contraste de personas de aquella fiesta.
Acudí solo con un traje de gala hecho a la medida que adquirí ese mismo día, una exquisitez en finas tela del norte. En la entrada, una dama de piel tostada parte del protocolo con elegancia me acompañó adentro y anunció mi entrada. La decoración era exquisita y todo estaba perfectamente adornado con flores moradas que daban un contraste llamativo con el mármol blanco y las gruesas cortinas. Mi presencia captó la mirada de varios, pero mi intención era apartarme rápidamente para estudiar primero los alrededores. Nada quitaba que fuese una trampa o alguna clase de triquiñuela de la guardia.
Me retiré a la zona de mesas sentándome en una situada cerca de la pared. Era el único, pero las personas seguían llegando entusiasmadas por el evento importante: la cena.
Observé con detenimiento a cada uno de los presentes. Mi primera impresión fue de desagrado y aburrimiento. Algunos hacían el ridículo con danzas propias de un ritual oscuro en la pista de baile, solo peor que los pasos era la música que los acompañaba. Gente ordinaria que se camuflaba con la alcurnia en aquella particular celebración. Vestidos llamativos y otros con disfraces ridículos. El alcohol y sus efectos alegrando a los idiotas que flirteaba como si encamarse fuese su único propósito en la vida. Mi rostro no podía ocultar mi apatía.
Un toque en mi hombro me sacó de aquel hipnotismo de misantropía, un cordial mesonero me ofreció lo que parecía ser la carta de platos para hacer mi pedido. La analicé fingiendo interesarme en algo tan vulgar como la comida, aparentar ser humano era jugar seguro. Nadie tenía por qué conocer sobre mi maldición en aquella fiesta.
Hmm… quiero… no deseo entrante, así que podemos pasar directamente al plato principal. - comenté sin sacar los ojos del menú. - Tráeme un chuletón del ciervo del este con una copa de vino. El postre ya se verá al final. - indiqué con gran cortesía. Mantener los modales era importante en cualquier situación.
¿Término de la carne, mi lord? - preguntó el mesero tomando el menú.
Cruda en sangre. - Recalqué retomando mi posición para seguir observando el espectáculo por no decir circo, que se estaba montando en aquel evento. Ignorando la cara de aquel joven que miraba con repudio mi petición de nula cocción del plato.
______________________Un cartero con grandes ojeras consecuencia de lo que parecía haber sido una dura jornada se detuvo a mi lado. De su mochila sacó un sobre blanco con finos detalles morados, sin duda una carta de la alta sociedad. Miré extrañado al hombre que sin querer intercambiar palabra alguna me entregó el papel sin dar explicación. No entendía qué ocurría, pero al parecer no era el único en la misma situación, ya que a mi alrededor varios abrían un sobre idéntico y sonreían al ver su interior.
Retomé mi caminar mientras leía el contenido de aquel sobre, una invitación para lo que parecía ser una celebración. Mi menté empezó a maquinar a grandes revoluciones para intentar deducir el motivo de aquella fiesta y el porqué parecía que todos estaban invitados. La separación de clases solía ser tan marcada como la de razas y Sacrestic ya tenía mucho tiempo sin sus celebraciones aristocráticas. Todo era extraño y despertaba grandes dudas.
No obstante, la única manera de responder aquellas interrogantes era asistiendo a la cena. Además, seguramente aquel evento me permitiría coincidir con aquellos que solicitaban mi presencia en la capital del oeste.
[...]
La celebración ya había comenzado hace un par de horas, una gran multitud se dirigía al recinto que ya tenía a varios afuera contentos por los efectos de la hidromiel y el contraste de personas de aquella fiesta.
Acudí solo con un traje de gala hecho a la medida que adquirí ese mismo día, una exquisitez en finas tela del norte. En la entrada, una dama de piel tostada parte del protocolo con elegancia me acompañó adentro y anunció mi entrada. La decoración era exquisita y todo estaba perfectamente adornado con flores moradas que daban un contraste llamativo con el mármol blanco y las gruesas cortinas. Mi presencia captó la mirada de varios, pero mi intención era apartarme rápidamente para estudiar primero los alrededores. Nada quitaba que fuese una trampa o alguna clase de triquiñuela de la guardia.
- Traje de gala:
Me retiré a la zona de mesas sentándome en una situada cerca de la pared. Era el único, pero las personas seguían llegando entusiasmadas por el evento importante: la cena.
Observé con detenimiento a cada uno de los presentes. Mi primera impresión fue de desagrado y aburrimiento. Algunos hacían el ridículo con danzas propias de un ritual oscuro en la pista de baile, solo peor que los pasos era la música que los acompañaba. Gente ordinaria que se camuflaba con la alcurnia en aquella particular celebración. Vestidos llamativos y otros con disfraces ridículos. El alcohol y sus efectos alegrando a los idiotas que flirteaba como si encamarse fuese su único propósito en la vida. Mi rostro no podía ocultar mi apatía.
Un toque en mi hombro me sacó de aquel hipnotismo de misantropía, un cordial mesonero me ofreció lo que parecía ser la carta de platos para hacer mi pedido. La analicé fingiendo interesarme en algo tan vulgar como la comida, aparentar ser humano era jugar seguro. Nadie tenía por qué conocer sobre mi maldición en aquella fiesta.
Hmm… quiero… no deseo entrante, así que podemos pasar directamente al plato principal. - comenté sin sacar los ojos del menú. - Tráeme un chuletón del ciervo del este con una copa de vino. El postre ya se verá al final. - indiqué con gran cortesía. Mantener los modales era importante en cualquier situación.
¿Término de la carne, mi lord? - preguntó el mesero tomando el menú.
Cruda en sangre. - Recalqué retomando mi posición para seguir observando el espectáculo por no decir circo, que se estaba montando en aquel evento. Ignorando la cara de aquel joven que miraba con repudio mi petición de nula cocción del plato.
Off
Les recuerdo que por haber aceptado ser un señor de la oscuridad he olvidado a todos. De momento solo he vuelto a coincidir con Lukas, Rauko (rol en desarrollo) y Zelas (venta en taller y petición de trabajo, aunque no conozco ni su nombre). Pueden interactuar conmigo si asi lo desean, pero no esperen una respuesta muy afectiva de mi parte.
Zagreus
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
La tarde trascurría con normalidad, la noche se había cerrado completamente sobre el parque cuando se llenaron las pérgolas. Las luces amarillas de las velas contrastaban con las frías luces de las flores de mil lágrimas luminosas que colgaban con gracia de los postes de madera. La gente bailaba, pero no cualquier canción, aquella que el mensajero de la guardia conocía bien. ¿Cómo aquella canción había llegado hasta allí? Conocido por su carácter afable y desenfadado, Menelao había sido en sus años mozos, el alma de muchas fiestas, y fruto de ello un bardo con mucho ingenio, July Kirk, había compuesto esa canción. Menelao no tenía suficiente alcohol en el cuerpo cuando la enorme mesa de los superiores de la guardia empezó a corear.
-¡Que baile, que baile! -Gritaban todos al unísono golpeando la mesa de madera, incluida la teniente.
Menelao se levantó de la silla y de un trago se acabó la cerveza, cogió aire y apartó casi de un manotazo los platos de los entrantes de la mesa, que crujió con vehemencia ante el peso del emisario. Tal y como dictaba la canción, se movió de lao a lao, no podía ser de otra manera. La mesa de la guardia levantó las servilletas de tela que volaron como hélices mientras bailaba sobre la mesa.
____________________________
Mientras, en las cocinas, Elmund, encargado de los entrantes por su facilidad, paseaba nervioso por los fogones dando órdenes a los demás pinches.
-No nos queda kkyyneleet. -Apuntó una joven aprendiz levantando las manos.
-¡¿Qué?! -Gritó Elmund unos pasos más allá.
El espacio para los fogones improvisados en el parque era muy reducido, dos hileras de mesas donde preparar y emplatar, entrantes y platos principales y otras dos hileras de fogones avivados por bombonas de éter.
-... Que no quedan...
-¡Ya, ya! ¡Ya te escuché la primera vez! -Gritó nervioso, gesticulando con las manos en demasía. -Ve allí y coge algunas flores, el primo de Dolofrea ha traído mil lágrimas.
-Pero... brillan. -Apuntó la pinche frunciendo el ceño.
-¡Venga!
Se llevó las manos a los bolsillos del mandil, y ahí estaba, el saco de flores de wisteria que Tina le había dado a Elmund intentando hacerlas pasar por su gemela élfica. Desesperado, se encogió de hombros y, tras olfatearlo un par de veces vertió el contenido en el gran recipiente donde se mezclaba la ensalada.
Así pues, la ensalada élfica emitía unos brillos púrpuras en contraste con los verdes. No hubo demasiados incidentes. El guiso del pantano misterioso estaba misteriosamente rico, era el entrante que mejor le quedaba a Eldmund debido a su procedencia, mientras que seguramente la ensalada élfica con kkynneleet brillante y wisterias tendría algún efecto en el aparato digestivo de los comensales en los próximos días, -o posts-.
En cuanto a los platos principales, el filete de trompa de craswar estaba algo correoso, y sin duda el plato estrella fue el redondo de gabhar en salsa.
¡Y todavía nos quedan los postres!
Tyr
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
La fiesta continuaba mientras Cohen y Peter charlaban tranquilamente. Los invitados seguían llegando y el vampiro se sorprendió de cuántos conocidos se habían presentado allí.
La tranquilidad se vio interrumpida cuándo a ellos se acercó Caoimhe. Cohen había confiado en la vampiresa en un primer momento. Su ayuda había sido importante en el rescate de Peter y debía mostrarse agradecido por ello. Sin embargo, los rumores de su implicación en algunos hechos ocurridos al sur, durante la búsqueda de D’Orlind Ûr, habían hecho pensar que Caoimhe no era del todo lo que parecía.
Pero… ¿quién lo es?
Peter les observaba y Cohen recordó que no se conocían, aunque le había hablado de ella. Quizás en unos términos poco apropiados.
―Hola Caoimhe― se limitó a decir el vampiro, recalcando su nombre para que Peter pudiera recordar de quién se trataba.
Cohen sintió cómo el humano se tensaba ligeramente, pues su implicación en el bando de Amanda seguía siendo firme.
¿Qué hacía Caoimhe allí? ¿Acaso había cambiado de bando o quizás había acudido allí a sembrar el caos de nuevo?
Luego, el vampiro se limitó a observar a su acompañante. Cohen sentía gran predilección por las personas bestias, pero Hugo, el acompañante de la vampiresa, le provocó un severo rechazo, pues conocía también su implicación en los problemas de la expedición.
―No, gracias― contestó Peter, al ver que Cohen permanecía en silencio, dando la callada por respuesta.
Caoimhe no comenzó a justificarse. Quizás sabía que su nombre se había visto involucrado en esos hechos. Quizás sabía que él era un fiel seguidor de Amanda Bradbury y de la convivencia en esa ciudad. Por no decir que conocía toda la historia del Ojo y había pensado en alguna ocasión de que quizás era una de sus espías.
―Llevo en la ciudad desde que volvimos de la expedición― dijo Cohen, sin dirigirle la mirada a la vampiresa, fingiendo mirar el ambiente con interés.
Cuándo hizo alusión a Peter, el vampiro no pudo resistir mirarla con desconfianza, sin llegar a creer sus palabras ni si éstas eran realmente sinceras.
Fue entonces cuándo Dolofrea llegó hasta ellos. La botánica parecía algo nerviosa e hizo un gesto a Cohen para hablar en privado. El vampiro asintió dejando a Peter en compañía de la vampiresa.
―¿Qué sucede?
―Siento tener que acudir a ti, pero solucionaste el problema de las wisterias tan rápido que quizás puedas ayudarme en esto. Necesitamos un ingrediente de última hora para nuestros postres, algún tipo de colorante rojizo, rosáceo… ¿sabes con qué plantas podríamos prepararlo?
Cohen valoró diversas opciones, pero no sabía con qué hierbas naturales podría contar.
―Conozco alguna que otra hierba y tengo algunas en el Jardín… Ahora vuelvo…
Peter vio como Cohen le dejaba a solas. Desconfiaba de la mujer que le hacía compañía, pero no mucho más de cualquiera de los allí presentes. Había detectado algunas miradas de odio hacia él por parte de algunos humanos.
Desde que había sido expulsado de la Guardia, su reputación era pésima con la población humana que se había asentado en la ciudad tras la llegada de los soldados y no dudaban en mirarle con desprecio.
Peter miró cómo Cohen salía hacia el exterior y cómo Dolofrea volvía a las cocinas.
―¿De qué os conocéis Cohen y tú?― le preguntó el ex-soldado a la mujer.
Sabía que se habían conocido, pero ignoraba las circunstancias. Cohen no había sido muy detallado cuándo se lo preguntó, pero dado el carácter hermético de su amante, no era algo que le extrañara. Sin embargo, si se había sorprendido de que el vampiro no la animara a sentarse en otro lugar.
―Le pregunté por ti hace tiempo, pero no me dijo demasiado…
En ese momento, en la Mesa de la Guardia, Menelao comenzó a bailar. Peter sonrió al ver la escena, pues si no hubiera sido expulsado de la Guardia, él mismo estaría allí sentado con sus antiguos compañeros. Un sentimiento de melancolía le invadió. Sin embargo, cuándo el olor de los platos que pusieron ante él llegó hasta su olfato, lo único en lo que pensó fue en comer...
―Bien... ¿qué me cuentas? ―insistió preguntando de nuevo a Caoimhe
Tras ausentarse momentáneamente, Cohen volvió un rato más tarde a la fiesta con varios pétalos rojizos y rosáceos para la coloración de los pasteles. Él mismo había usado alguna vez flores para decorar los postres, pero no sabía cuáles les resultaría más útiles.
Al encontrar a Dolofrea, les pasó los ejemplares que había llevado hasta allí.
―Creo que la más apropiada es ésta… pero no sé si siendo tú yo me atrevería…
Cohen vio como Dolofrea comenzaba a reír dándose cuenta de que se refería a las hojas de Durem Erectus.
OFF: Cohen conversa brevemente con Caoimhe, aunque deja a Peter en su compañía cuándo se va...
Cohen le entrega a Dolofrea unas hojas de Durem Erectus para que las utilice de colorante en uno de sus postres. Tyr me dió luz verde para hacerlo, pero dejo que sea Tyr quién decida qué postres se ven afectados por su efecto. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] .
La tranquilidad se vio interrumpida cuándo a ellos se acercó Caoimhe. Cohen había confiado en la vampiresa en un primer momento. Su ayuda había sido importante en el rescate de Peter y debía mostrarse agradecido por ello. Sin embargo, los rumores de su implicación en algunos hechos ocurridos al sur, durante la búsqueda de D’Orlind Ûr, habían hecho pensar que Caoimhe no era del todo lo que parecía.
Pero… ¿quién lo es?
Peter les observaba y Cohen recordó que no se conocían, aunque le había hablado de ella. Quizás en unos términos poco apropiados.
―Hola Caoimhe― se limitó a decir el vampiro, recalcando su nombre para que Peter pudiera recordar de quién se trataba.
Cohen sintió cómo el humano se tensaba ligeramente, pues su implicación en el bando de Amanda seguía siendo firme.
¿Qué hacía Caoimhe allí? ¿Acaso había cambiado de bando o quizás había acudido allí a sembrar el caos de nuevo?
Luego, el vampiro se limitó a observar a su acompañante. Cohen sentía gran predilección por las personas bestias, pero Hugo, el acompañante de la vampiresa, le provocó un severo rechazo, pues conocía también su implicación en los problemas de la expedición.
―No, gracias― contestó Peter, al ver que Cohen permanecía en silencio, dando la callada por respuesta.
Caoimhe no comenzó a justificarse. Quizás sabía que su nombre se había visto involucrado en esos hechos. Quizás sabía que él era un fiel seguidor de Amanda Bradbury y de la convivencia en esa ciudad. Por no decir que conocía toda la historia del Ojo y había pensado en alguna ocasión de que quizás era una de sus espías.
―Llevo en la ciudad desde que volvimos de la expedición― dijo Cohen, sin dirigirle la mirada a la vampiresa, fingiendo mirar el ambiente con interés.
Cuándo hizo alusión a Peter, el vampiro no pudo resistir mirarla con desconfianza, sin llegar a creer sus palabras ni si éstas eran realmente sinceras.
Fue entonces cuándo Dolofrea llegó hasta ellos. La botánica parecía algo nerviosa e hizo un gesto a Cohen para hablar en privado. El vampiro asintió dejando a Peter en compañía de la vampiresa.
―¿Qué sucede?
―Siento tener que acudir a ti, pero solucionaste el problema de las wisterias tan rápido que quizás puedas ayudarme en esto. Necesitamos un ingrediente de última hora para nuestros postres, algún tipo de colorante rojizo, rosáceo… ¿sabes con qué plantas podríamos prepararlo?
Cohen valoró diversas opciones, pero no sabía con qué hierbas naturales podría contar.
―Conozco alguna que otra hierba y tengo algunas en el Jardín… Ahora vuelvo…
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Peter vio como Cohen le dejaba a solas. Desconfiaba de la mujer que le hacía compañía, pero no mucho más de cualquiera de los allí presentes. Había detectado algunas miradas de odio hacia él por parte de algunos humanos.
Desde que había sido expulsado de la Guardia, su reputación era pésima con la población humana que se había asentado en la ciudad tras la llegada de los soldados y no dudaban en mirarle con desprecio.
Peter miró cómo Cohen salía hacia el exterior y cómo Dolofrea volvía a las cocinas.
―¿De qué os conocéis Cohen y tú?― le preguntó el ex-soldado a la mujer.
Sabía que se habían conocido, pero ignoraba las circunstancias. Cohen no había sido muy detallado cuándo se lo preguntó, pero dado el carácter hermético de su amante, no era algo que le extrañara. Sin embargo, si se había sorprendido de que el vampiro no la animara a sentarse en otro lugar.
―Le pregunté por ti hace tiempo, pero no me dijo demasiado…
En ese momento, en la Mesa de la Guardia, Menelao comenzó a bailar. Peter sonrió al ver la escena, pues si no hubiera sido expulsado de la Guardia, él mismo estaría allí sentado con sus antiguos compañeros. Un sentimiento de melancolía le invadió. Sin embargo, cuándo el olor de los platos que pusieron ante él llegó hasta su olfato, lo único en lo que pensó fue en comer...
―Bien... ¿qué me cuentas? ―insistió preguntando de nuevo a Caoimhe
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Tras ausentarse momentáneamente, Cohen volvió un rato más tarde a la fiesta con varios pétalos rojizos y rosáceos para la coloración de los pasteles. Él mismo había usado alguna vez flores para decorar los postres, pero no sabía cuáles les resultaría más útiles.
Al encontrar a Dolofrea, les pasó los ejemplares que había llevado hasta allí.
―Creo que la más apropiada es ésta… pero no sé si siendo tú yo me atrevería…
Cohen vio como Dolofrea comenzaba a reír dándose cuenta de que se refería a las hojas de Durem Erectus.
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OFF: Cohen conversa brevemente con Caoimhe, aunque deja a Peter en su compañía cuándo se va...
Cohen le entrega a Dolofrea unas hojas de Durem Erectus para que las utilice de colorante en uno de sus postres. Tyr me dió luz verde para hacerlo, pero dejo que sea Tyr quién decida qué postres se ven afectados por su efecto. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] .
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Era difícil.
La multitud se meneaba de lado a lado como tentáculos de un gigantesco ser caótico envenenado por el frenesí y la histeria, cada apéndice rozando el límite de lo que sus cuerpos podían resistir antes de desarmarse en los inagotables movimientos bruscos. Los rostros se habían deformado por la euforia, sus corazones vueltos esclavos de la melodía sin final, sus cuerpos en instrumentos de una danza macabra de lado a lado.
¿Tenían aún algún atisbo de consciencia? ¿O habían renunciado a todo rastro de raciocinio en el fragor del meneo de lado a lado?
Me esforcé en nunca perder de vista a la Lady Conejo, nuestra única guía y garantía de salvación entre aquella orgía de espasmódicos meneos de lado a lado.
—Xana, no me sueltes —ordené con gravedad mientras aferraba mi mano a la suya, asegurándome de no perderla— o terminarás sumergida en este… ¡Ay!
Alguien se meneó con fuerza y me golpeó de un lado. No pude evitar soltar a Xana, solo por un instante, pero fue suficiente.
—Xana —llamé, dándome la vuelta—, ¡Xana! —exclamé al no encontrarla, la desesperación y el horror reptando en mi espíritu—. ¡¿Dónde estás?!
—¡Aquí!
Me volví en la dirección de su voz. La encontré intentando zafarse de la ola de personas, mientras los cuerpos chocaban con ella y la hacían menearse de lado a lado.
—¡Xana, te salvaré! —prometí, apresurándome a ir a por ella.
—¡No, ya es demasiado tarde para mí!
—¿Qué dices? No voy a… ¡No, Xana!
De pronto, Xana cayó bajo el hechizo de la pegadiza canción y empezó a menearse de lado a lado, embriagada de placer y diversión.
Caí de rodillas, destrozado ante aquella fatídica y desgarradora visión.
¿Qué sentido tenía ahora continuar, si había perdido lo más importante?
—Ya no hay nada que hacer —musité con apenas fuerzas.
Miré a mi alrededor, viendo alzarse una inmensa presencia, a la multitud enloquecida que era el avatar de una entidad amorfa e invencible, hambrienta e inmisericorde, intangible y omnipresente, contra la que toda lucha era inútil.
Me rendí y entregué mi voluntad a la entidad del meneo de lado a lado. Alcé mis manos, me levanté del suelo y dejé que me devorara su canción, transformándome en un tentáculo más en su dominio.
—¿Pero qué haces, chico elfo? —me espetó Lady Coneja, arrancándome del cuerpo abstracto del ente invisible y llevándome con ella—. Tenemos una subtrama que desarrollar. ¡Oye, tú también! —Agarró del brazo a Xana y la trajo con nosotros.
Luego de aquel relleno intrascendente para la historia que quizás ni volvamos a mencionar, seguimos nuestro camino hacia donde sea que Lady Coneja quería llevarnos.
En el trayecto, sin embargo, fuimos interrumpidos por la inesperada pero grata presencia de dos compañeras de clan. Intercambiamos unos breves pero amistosos saludos y alabanzas de vestidos, aunque en eso último fui excluido, pero, pese a eso, la inusual imagen de Níniel llevando un vestido del color negro, el opuesto al que siempre le había visto llevar, fue desconcertante para mí y sería inolvidable. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Sentir el sol congelar?
Nuestros caminos se separaron y nosotros reanudamos la búsqueda del buscado.
—Es ella —señaló Lady Coneja. De pronto, se detuvo—. Esta hembra carente de felicidad, es decir, esta infeliz —murmuró.
Xana y yo cruzamos nuestras miradas.
Lady Coneja forzó una sonrisa y, acariciando a Boliche, se acercó a la otra chica, que, por algún motivo, también llevaba orejas de conejo y acariciaba otro gomejo.
—¿Es que ahora los gomejos son populares? —le pregunté, en un susurro, a Xana.
—Es raro que los vean adorables luego del último ataque de gomejos asesinos también —comentó ella en voz baja.
—Saludos, estimada compañera —dijo Lady Coneja 1.
—Oh, saludos, querida colega —respondió Lady Coneja 2, también esbozando una sonrisa forzada.
Ambas miraron el gomejo que sostenía la otra, alimentando la tensión de la siguiente ausencia de palabras que hubo entre ellas.
Mientras tanto, vimos llegar a Meleis, y entonces supe a quién pertenecía el segundo gomejo.
—Hola, Meleis —saludé agitando una mano perezosamente—. Qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
Xana se limitó a recibirlo con una inclinación de cabeza, sonriendo con amabilidad.
—Ya veo, ya veo —habló por fin Lady Coneja 1—. Tuviste que seducir a ese noble joven para que te diera esa bendición. Vaya, no me sorprende de ti, que siempre fuiste una digna encarnación de la fémina pareja del zorro, es decir, una &%#@=.
—Ay, querida, siempre me ha parecido increíble tu prodigiosa habilidad para usar tu lengua —replicó Lady Coneja 2 con sorna—. ¿La usaste también para realizar una #$&@& a esa bella pareja para que te prestaran a esa criaturita que tiene el desatino de estar en las manos de una fiel representadora del más antiguo y obsceno trabajo del mundo, es decir, de una $#&@#?
«¿Y yo qué pinto aquí?», me preguntaba, incómodo, prefiriendo ser víctima del meneo de lado a lado. «¿Y por qué dicen símbolos raros en lugar de palabras?».
—Meleis, ¿sabes algo del hijo desaparecido del señor Pigmen Tong? —preguntó entonces Xana tras cansarse de esperar algo de las conejas.
—¿También buscan al señorito rechoncho? —preguntó con rapidez Lady Coneja 2.
—Sí, así es —confirmó Lady Coneja 1—. Buscamos al señorito rechoncho.
—Entonces buscan al señorito rechoncho.
—Sí, eso dije, que buscamos al señorito rechoncho.
—Pues no tengo ni la menor idea de quién están hablando.
—¡Emisaria de palabras ajenas a la realidad, es decir, menti$/&$#!
—Eso no hacía falta censurarlo.
—Por favor, ¿podrían no desviarse del tema? —pidió Xana.
—Ah, sí. —Lady Coneja 1 se aclaró la garganta—. Estimada compañera, sé honesta. ¿Qué sabes del chico rechoncho? Habla ahora o haremos que tu gomejo pague las consecuencias de tu poca cooperación.
La multitud se meneaba de lado a lado como tentáculos de un gigantesco ser caótico envenenado por el frenesí y la histeria, cada apéndice rozando el límite de lo que sus cuerpos podían resistir antes de desarmarse en los inagotables movimientos bruscos. Los rostros se habían deformado por la euforia, sus corazones vueltos esclavos de la melodía sin final, sus cuerpos en instrumentos de una danza macabra de lado a lado.
¿Tenían aún algún atisbo de consciencia? ¿O habían renunciado a todo rastro de raciocinio en el fragor del meneo de lado a lado?
Me esforcé en nunca perder de vista a la Lady Conejo, nuestra única guía y garantía de salvación entre aquella orgía de espasmódicos meneos de lado a lado.
—Xana, no me sueltes —ordené con gravedad mientras aferraba mi mano a la suya, asegurándome de no perderla— o terminarás sumergida en este… ¡Ay!
Alguien se meneó con fuerza y me golpeó de un lado. No pude evitar soltar a Xana, solo por un instante, pero fue suficiente.
—Xana —llamé, dándome la vuelta—, ¡Xana! —exclamé al no encontrarla, la desesperación y el horror reptando en mi espíritu—. ¡¿Dónde estás?!
—¡Aquí!
Me volví en la dirección de su voz. La encontré intentando zafarse de la ola de personas, mientras los cuerpos chocaban con ella y la hacían menearse de lado a lado.
—¡Xana, te salvaré! —prometí, apresurándome a ir a por ella.
—¡No, ya es demasiado tarde para mí!
—¿Qué dices? No voy a… ¡No, Xana!
De pronto, Xana cayó bajo el hechizo de la pegadiza canción y empezó a menearse de lado a lado, embriagada de placer y diversión.
Caí de rodillas, destrozado ante aquella fatídica y desgarradora visión.
¿Qué sentido tenía ahora continuar, si había perdido lo más importante?
—Ya no hay nada que hacer —musité con apenas fuerzas.
Miré a mi alrededor, viendo alzarse una inmensa presencia, a la multitud enloquecida que era el avatar de una entidad amorfa e invencible, hambrienta e inmisericorde, intangible y omnipresente, contra la que toda lucha era inútil.
Me rendí y entregué mi voluntad a la entidad del meneo de lado a lado. Alcé mis manos, me levanté del suelo y dejé que me devorara su canción, transformándome en un tentáculo más en su dominio.
—¿Pero qué haces, chico elfo? —me espetó Lady Coneja, arrancándome del cuerpo abstracto del ente invisible y llevándome con ella—. Tenemos una subtrama que desarrollar. ¡Oye, tú también! —Agarró del brazo a Xana y la trajo con nosotros.
❖ ❖ ❖
Luego de aquel relleno intrascendente para la historia que quizás ni volvamos a mencionar, seguimos nuestro camino hacia donde sea que Lady Coneja quería llevarnos.
En el trayecto, sin embargo, fuimos interrumpidos por la inesperada pero grata presencia de dos compañeras de clan. Intercambiamos unos breves pero amistosos saludos y alabanzas de vestidos, aunque en eso último fui excluido, pero, pese a eso, la inusual imagen de Níniel llevando un vestido del color negro, el opuesto al que siempre le había visto llevar, fue desconcertante para mí y sería inolvidable. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Sentir el sol congelar?
Nuestros caminos se separaron y nosotros reanudamos la búsqueda del buscado.
—Es ella —señaló Lady Coneja. De pronto, se detuvo—. Esta hembra carente de felicidad, es decir, esta infeliz —murmuró.
Xana y yo cruzamos nuestras miradas.
Lady Coneja forzó una sonrisa y, acariciando a Boliche, se acercó a la otra chica, que, por algún motivo, también llevaba orejas de conejo y acariciaba otro gomejo.
—¿Es que ahora los gomejos son populares? —le pregunté, en un susurro, a Xana.
—Es raro que los vean adorables luego del último ataque de gomejos asesinos también —comentó ella en voz baja.
—Saludos, estimada compañera —dijo Lady Coneja 1.
—Oh, saludos, querida colega —respondió Lady Coneja 2, también esbozando una sonrisa forzada.
Ambas miraron el gomejo que sostenía la otra, alimentando la tensión de la siguiente ausencia de palabras que hubo entre ellas.
Mientras tanto, vimos llegar a Meleis, y entonces supe a quién pertenecía el segundo gomejo.
—Hola, Meleis —saludé agitando una mano perezosamente—. Qué bueno que llegaste, te estábamos esperando.
Xana se limitó a recibirlo con una inclinación de cabeza, sonriendo con amabilidad.
—Ya veo, ya veo —habló por fin Lady Coneja 1—. Tuviste que seducir a ese noble joven para que te diera esa bendición. Vaya, no me sorprende de ti, que siempre fuiste una digna encarnación de la fémina pareja del zorro, es decir, una &%#@=.
—Ay, querida, siempre me ha parecido increíble tu prodigiosa habilidad para usar tu lengua —replicó Lady Coneja 2 con sorna—. ¿La usaste también para realizar una #$&@& a esa bella pareja para que te prestaran a esa criaturita que tiene el desatino de estar en las manos de una fiel representadora del más antiguo y obsceno trabajo del mundo, es decir, de una $#&@#?
«¿Y yo qué pinto aquí?», me preguntaba, incómodo, prefiriendo ser víctima del meneo de lado a lado. «¿Y por qué dicen símbolos raros en lugar de palabras?».
—Meleis, ¿sabes algo del hijo desaparecido del señor Pigmen Tong? —preguntó entonces Xana tras cansarse de esperar algo de las conejas.
—¿También buscan al señorito rechoncho? —preguntó con rapidez Lady Coneja 2.
—Sí, así es —confirmó Lady Coneja 1—. Buscamos al señorito rechoncho.
—Entonces buscan al señorito rechoncho.
—Sí, eso dije, que buscamos al señorito rechoncho.
—Pues no tengo ni la menor idea de quién están hablando.
—¡Emisaria de palabras ajenas a la realidad, es decir, menti$/&$#!
—Eso no hacía falta censurarlo.
—Por favor, ¿podrían no desviarse del tema? —pidió Xana.
—Ah, sí. —Lady Coneja 1 se aclaró la garganta—. Estimada compañera, sé honesta. ¿Qué sabes del chico rechoncho? Habla ahora o haremos que tu gomejo pague las consecuencias de tu poca cooperación.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Interactúo con Meleis y su coneja =)
Rauko
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Akanke sonreía mientras se ocupaba de organizar y limpiar el campamento para preparar la comida que traería Sein. Verse en aquella situación le enternecía y conmovía, pues le evocaba lejanos recuerdos de su infancia, cuando en el calor del hogar sus padres hacían lo mismo. Había encontrado unos tubérculos que ya había hervido hasta dejar blandos, así como unas bayas dulces, que acompañarían lo que el hombre leopardo trajera.
Sein había partido hacía poco rato, acompañado de su palomejo, una curiosa criatura que no se despegaba de su amo en ningún momento. Le parecía bueno que su compañero tuviera una mascota que cuidar; para ella, Amosa era una parte de su ser, un pedacito de su corazón que revoloteaba por los cielos y le alegraba la vida con sus trinos. Justamente, estaba posada en una rama cercana acicalándose mientras Akanke ponía todo bonito para la cena.
La noche estiraba sus brazos sobre el cielo arrebolado, de colores púrpuras, naranjos y rosados cuando Sein regresó, usando a Hierba para asustarla -Tú haciendo mucha travesura- dijo riendo, mientras lo recibía con un beso. Aquel hombre era otro ser que caminaba sobre la tierra llevando consigo un pedazo de su corazón. -¿Cómo cociendo eso?- preguntó la Sacerdotisa al ver la serpiente que él le enseñaba con gran orgullo. Le pareció apropiado que la colgara sobre el fuego para asarla, aunque ella la habría descuerado, destripado y abierto antes... pero qué sabía ella de cocinar serpientes.
Para ella tampoco había pasado desapercibido el sabroso olor que provenía de la ciudad, pero no había mencionado nada el respecto con la esperanza de que Sein no lo notara. Algo poco realista, ya que él tenía un sentido del olfato muy fino que competía con el de ella.
La verdad era que Sacrestic Ville era un lugar que ella evitaría visitar a toda costa, sin embargo, en Mur'ko le había prometido a Cohen su ayuda en el conflicto que se avecinaba, por lo que esperaba al contingente que venía desde el Templo. Pero nada la obligaba a hacerlo en la ciudad y como tanto para Sein como para ella el bosque era un entorno más cómodo y amigable, pues se quedarían allí y le avisarían al vampiro cuando estuvieran reunidos.
Tristemente para la bestial, el aroma era fuerte y a ella también la impulsaba fuertemente a ir y descubrir de qué se trataba. Tal vez fuese por eso que la serpiente que cazó su compañero, las yucas y bayas se sintieron poco para saciar su apetito. -Sí... podiendo ser trampa...- caviló un instante. Es que cualquier cosa podría pasar en Sacrestric Ville y de allí ella solo esperaba lo peor.
Suspiró. La mirada suplicante de Sein terminó de convencerla. Además, ella también sentía mucha curiosidad.
-No. Aquí no cenando así siempre. Aquí ciudad fea con gentes malas- respondió en un tono de voz que apenas ella podría oír, sin poder evitar un gesto de asco, el cuál solo desapareció cuando llegaron donde un hombre que revolvía un guiso en un enorme perol, que no lucía como un hombre malo, pero del cual ella no dejó de desconfiar.
-Nosotros teniendo que buscar donde sentar a comer y esperando momento de que traer comida- explicó a Sein luego de observar a su alrededor y notar cómo las personas se sentaban en mesas decoradas, y otros hombres y mujeres les llevaban platos con la comida.
Ambos imitaron a las demás personas y al cabo de un rato también fueron atendidos. Le costó un poco más de tiempo que al promedio de la gente, pero finalmente Akanke pudo leer el menú. Lo malo era que no conocía ninguno de los cocimientos que se ofrecían, así que tuvo que preguntar qué era cada cosa. La agotada mesera se vio en la obligación de explicar por milésima vez aquella noche de qué se trataba uno a uno los platos. Cuando terminó, Akanke la veía con la misma expresión de confusión que tenía al principio. Suspiró, rogando por paciencia a sus antepasados -El guiso del pantano misterioso está misteriosamente rico, es el entrante que mejor le queda a nuestro sus-chef. En cuanto a los platos principales, sin duda el plato estrella es el redondo de gabhar en salsa. De postre, cualquiera que elija será una elección perfecta. Si le gustan las bebidas dulces, le recomiendo la hidromiel. El vino y la cerveza son un poco más amargas.- dijo, repitiendo aquello de manera robótica.
Akanke asintió y aceptó el guiso y la ensalada como entradas, el redondo para el plato fuerte y de beber, hidromiel. Para el postre, ladoopitos porque era lo que primero salía en la lista.
Sein había partido hacía poco rato, acompañado de su palomejo, una curiosa criatura que no se despegaba de su amo en ningún momento. Le parecía bueno que su compañero tuviera una mascota que cuidar; para ella, Amosa era una parte de su ser, un pedacito de su corazón que revoloteaba por los cielos y le alegraba la vida con sus trinos. Justamente, estaba posada en una rama cercana acicalándose mientras Akanke ponía todo bonito para la cena.
La noche estiraba sus brazos sobre el cielo arrebolado, de colores púrpuras, naranjos y rosados cuando Sein regresó, usando a Hierba para asustarla -Tú haciendo mucha travesura- dijo riendo, mientras lo recibía con un beso. Aquel hombre era otro ser que caminaba sobre la tierra llevando consigo un pedazo de su corazón. -¿Cómo cociendo eso?- preguntó la Sacerdotisa al ver la serpiente que él le enseñaba con gran orgullo. Le pareció apropiado que la colgara sobre el fuego para asarla, aunque ella la habría descuerado, destripado y abierto antes... pero qué sabía ella de cocinar serpientes.
Para ella tampoco había pasado desapercibido el sabroso olor que provenía de la ciudad, pero no había mencionado nada el respecto con la esperanza de que Sein no lo notara. Algo poco realista, ya que él tenía un sentido del olfato muy fino que competía con el de ella.
La verdad era que Sacrestic Ville era un lugar que ella evitaría visitar a toda costa, sin embargo, en Mur'ko le había prometido a Cohen su ayuda en el conflicto que se avecinaba, por lo que esperaba al contingente que venía desde el Templo. Pero nada la obligaba a hacerlo en la ciudad y como tanto para Sein como para ella el bosque era un entorno más cómodo y amigable, pues se quedarían allí y le avisarían al vampiro cuando estuvieran reunidos.
Tristemente para la bestial, el aroma era fuerte y a ella también la impulsaba fuertemente a ir y descubrir de qué se trataba. Tal vez fuese por eso que la serpiente que cazó su compañero, las yucas y bayas se sintieron poco para saciar su apetito. -Sí... podiendo ser trampa...- caviló un instante. Es que cualquier cosa podría pasar en Sacrestric Ville y de allí ella solo esperaba lo peor.
Suspiró. La mirada suplicante de Sein terminó de convencerla. Además, ella también sentía mucha curiosidad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | Sintiendo mucho recelo, Akanke fue junto con Sein hacia la ciudad, siguiendo el seductor aroma a comida que los embriagaba. La compañía del hombre bestia del norte mitigaba un poco el temor y reticencia que sentía de cruzar los límites de Sacrestic; una oleada de malos recuerdos la comenzaron a golpear una vez sus pies sintieron los adoquines de sus calles. Apretó la mano de su amado Sein con fuerza y se pegó a él, mirando con desconfianza a su alrededor. Pronto tendría que contarle por qué sentía tanta aversión hacia ese lugar. Amosa se quedó atrás junto a Hierba, ambos se cuidaban y hacían compañía mientras sus amos se aventuraron dentro de la capital. |
-Nosotros teniendo que buscar donde sentar a comer y esperando momento de que traer comida- explicó a Sein luego de observar a su alrededor y notar cómo las personas se sentaban en mesas decoradas, y otros hombres y mujeres les llevaban platos con la comida.
Ambos imitaron a las demás personas y al cabo de un rato también fueron atendidos. Le costó un poco más de tiempo que al promedio de la gente, pero finalmente Akanke pudo leer el menú. Lo malo era que no conocía ninguno de los cocimientos que se ofrecían, así que tuvo que preguntar qué era cada cosa. La agotada mesera se vio en la obligación de explicar por milésima vez aquella noche de qué se trataba uno a uno los platos. Cuando terminó, Akanke la veía con la misma expresión de confusión que tenía al principio. Suspiró, rogando por paciencia a sus antepasados -El guiso del pantano misterioso está misteriosamente rico, es el entrante que mejor le queda a nuestro sus-chef. En cuanto a los platos principales, sin duda el plato estrella es el redondo de gabhar en salsa. De postre, cualquiera que elija será una elección perfecta. Si le gustan las bebidas dulces, le recomiendo la hidromiel. El vino y la cerveza son un poco más amargas.- dijo, repitiendo aquello de manera robótica.
Akanke asintió y aceptó el guiso y la ensalada como entradas, el redondo para el plato fuerte y de beber, hidromiel. Para el postre, ladoopitos porque era lo que primero salía en la lista.
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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