[Evento social] Cena con wisterias.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Las sorpresas nacidas de nuevos encuentros no tuvieron a bien cesar. Una fémina más, de aquellas con las que había compartido momentos de acero y dificultades, invadió los límites de su espacio personal, adueñándose de un asiento al lado del suyo. Un semblante inconfundible, basado en oro y azabache.
El elfo alzó levemente las cejas antes de dibujar una media sonrisa con un punto de sarcasmo. -Toda tuya- aceptó sin remedio, con la palma abierta de su mano diestra señalando el lugar que la mujer ya había tomado como suyo, antes de pasear la vista una vez más por doquier- Tratando de solucionar problemas, una vez más- adujo refiriéndose al tema de Jawz- antes de que se hagan aún mayores. Una fiesta está bien para romper la monotonía. Una aquí, con cuanto se escucha sobre éste lugar, es otra historia- calló un momento, antes de retornar la vista al rostro de su acompañante- Parece que regresasteis sin contratiempos, confío que Ayl también. Os hacía de vuelta en Ulmer- comentó con cierta despreocupación, evitando exhibir ante la licántropa el gran interés que tenía en el bienestar de su amiga.
-Un elfo altruísta, qué novedad. -soltó Nana con una ironía demoledora. -La elfa ha sido una grata compañía, la única allí con dos dedos de frente, si me preguntan. -Afirmó dejando la copa de nuevo en la mesa y cruzó las manos en su regazo. -Un viaje sin contratiempos, pero pasar una caravana de esa envergadura sin llamar la atención por los pasos y las minas hasta el oeste no ha sido fácil, claro. -Se encogió de hombros con resignación. -Partiremos hacia Ulmer cuando la dejemos en lugar seguro, tal y como prometimos. -Miró hacia la fiesta el elfo notó como de ella se apoderaba cierta tensión. Algo natural -Y no es precisamente Sacrestic un lugar así. Y menos ahora.
-¿Altruismo?- repitió, como saboreando la palabra- Eso lo dejo para los míos. Sin embargo, no hacer nada cuando tienes la opción puede acabar trayendo más complicaciones. Dudo que tu renombre no contenga alguna historia semejante... Nana- aventuró, casi seguro de no errar. Tal vez la criatura más conocida de la joven raza, ahora que Marlowe había pasado a mejor vida.
-Qué mala era nuestra tapadera. -adujo chasqueando la lengua, dibujando sus labios una media sonrisa no exenta de diversión. -Leo es un pésimo actor, eso ya lo sabíamos. -Deshizo el cruce de piernas para acercarse más a la mesa y apoyar los brazos sobre la madera, volviendo a dar un trago de su vino. -Una retirada a tiempo siempre es una victoria, y más cuando no sabes a qué males te atienes. -Los ojos dorados se deslizaron desde el infinito de la copa de vino a los grises del elfo.
Nou negó la mayor. De no haber sabido nada de antemano, no habría creído sus propias hipótesis nacidas en la estepa- Tus rasgos, cuanto has hecho, tus acciones en Mirza, sólo precisaba confirmarlo. Hace años, pocos en comparación a la medición del tiempo de mi especie, que vengo oyendo acerca del este y lo que ha ido ocurriendo con los tuyos. Estuve en Nytt Hus, luchando contra los esclavos de Marlowe- se permitió informar- Muchos licántropos murieron allí- se detuvo, antes de proseguir- ¿Qué busca Nana Black en este nido de vampiros cuando la Guardia se encuentra en un estado tan precario desde Edén?- inquirió, ladeando escasamente la cabeza.
Su mera presencia, sopesó, bien podía ser piedra de guía para los futuros movimientos de los lobos del este. ¿Buscaría, tal como a él le ocurría, a alguien en ese volcán a punto de entrar en erupción que era la urbe vampírica? No tenía dato alguno para cualquier respuesta. No obstante, no le pasó desapercibida la fuerte respiración al escuchar el nombre del servidor del Hombre Muerto. El mismo que le había dejado la cicatriz que siempre portaría a la altura del estómago.
-Hemos vivido esclavizados desde que aparecimos en Aerandir, por los humanos, por los vampiros y hasta por nuestra propia especie. -su tono rezumaba ira -Me aseguro de que no vuelva a pasar. Sé que hay algo más grande que eso que se está cociendo a fuego lento y la podredumbre en el continente se extiende sin que la podamos ver desde sus entrañas, la presencia de humanos aquí... -Bajó el tono de un modo que el espadachín debió aguzar el oído-Es solo una muestra de ello. No se puede alterar el orden natural de las cosas, no con violencia. -Bebió de nuevo, y su oyente no pudo sino discrepar internamente. ¿Acaso los brujos seguirían en paz mucho más tiempo, o lo vampiros dejarían de matar? -No sé qué posición juegas tú en esto, Nousis, pero no creo que con todos los años que debes tener, que estés precisamente aquí y ahora sea una cosa del azar.
El aludido sonrió con suavidad ante la interpelación, gesto presto borrado- Me limito a defender a mi raza, con los medios que disponga para ello, como has hecho tú. Conozco bien la historia del continente, incluida la que han sufrido los licántropos. Y no me fio en absoluto de los hijos de la noche- volvió a pasear la vista, como si buscase a alguien e imitó el descenso del volumen de la voz de la mujer- Si estoy aquí es para dar caza a una de ellos, una en extremo peligrosa.- la frustración por su falta de avances se reflejó en su semblante- Pero solo he hallado rastros fríos, y empiezo a considerar seriamente que la ciudad puede estallar antes de que logre mi objetivo. No es mi intención verme involucrado en una guerra más, una que no atañe a los bosques. Y aún así... -se encogió de hombros- No veré impasible una carnicería de humanos.
Pues a pesar de todos sus defectos, no existía para él otra raza cuya organización y poder pudiese servir de ayuda a los elfos contra las hordas del sur y el oeste. No, cuando los dracónidos se encontraban inmersos en sus propios problemas internos.
-Ya somos dos... -susurró ella. -Tampoco me quedaré impasible si eso sucede, pero no creo que Verisar lo esté haciendo bien aquí. -opinó. -Este no es un sitio para los humanos, no creo que presionar a los vampiros imponiéndose así sea demasiado... fructífero. No me malinterpretes, no simpatizo con ellos, solo con su situación. -Se acercó de nuevo el camarero a reponer las bebidas, y rellenó en silencio la copa de la loba.
Aún se encontraba el hijo de Sandorai estudiando las palabras de la mujer, cuando dos hechos acaecieron casi al mismo tiempo. Por un lado, la llegada del guerrero junto al cual había combatido pocos meses atrás en territorio de Vulwulfar dispuesto a saludar a su acompañante. Y Nou alzó la vista, cuando un soldado, uno de los miembros de la seguridad del festejo, ocultando escasamente el contorno de la nocturna que se dirigía a otro punto de la gran estancia, comenzó a acusarle de tan burda forma que encendió las brasas de sus recuerdos llegados del juicio sin sentido en tierras de Verisar. Los ojos bicromáticos de la fémina aún titilaban en su mente, como rescoldos de maldad que prometían pugnas aún por confrontar, cuando el humano ya había pronunciado sus primeras estupideces.
Nousis se irguió con lentitud, con los dedos casi blancos del fuerte agarre a los reposabrazos de su asiento. Apretó los dientes, mostrando una mirada fría como un cadáver, pues la escena de ese guardia estaba inquietando a parte de los presentes, aumentado poco a poco el nivel de los cuchicheos. Ser el centro de atención en una recepción vampírica echaba por tierra todo su plan.
Mas cuando aquel botarate tuvo la osadía de intentar colocarle grilletes, cruzó una línea invisible que el elfo no estaba dispuesto a consentir. Lo tomó instintivamente dispuesto a partirle el brazo, cuando volvió a entrar en razón. No deseaba una segunda captura, ser buscado en un segundo territorio. Clavó su mirada en el humano. ¿Ebrio? No se apreciaban señales. Su tono imperioso, su manera de romper la celebración, cortaban de raíz que se tratase de una broma carente de gracia. Ese sujeto iba en serio.
Su clara distinción con un engendro de dientes largos era tal, que únicamente la manipulación cobraba sentido en la condenada escena. Por ello, dirigiendo su pensamiento hacia él, chasqueó los dedos, del mismo modo que atacaba y desvanecía los hechizos de la ralea isleña1.
Sí, culpar a la magia siempre estaba entre sus primeras hipótesis. Restaba confiar en que allí al menos, tuviese razón. Si ese soldado únicamente era completamente lerdo, tendría que ocuparse con urgencia de buscar una salida.
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Pruebo a ver... Igual la antimagia sirve de algo xD
[1] Otra vez no. Nousis interrumpe un hechizo dispuesto a ser lanzado contra él u otra persona hasta de un nivel por encima. Asegurar la interrupción del hechizo en niveles superiores requiere ambos usos. No es preciso que el elfo esté quieto para ello.
Nousis Indirel
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
El frío tacto de un dedo recorrió el hombro de Caoimhe. Aquel gesto simple tomó por sorpresa a la chica, demasiado absorta en el comportamiento irracional de aquellos que parecían divertirse con el baile improvisado sobre Melenao. La voz profunda y forzada que escapaba de la garganta de la persona que emitía aquellos sonidos no era desconocida a los oídos de Caoimhe. La chica separándose un poco de la balaustra donde estaba apoyada para confirmar con una mirada rápida. que de hecho aquel era quien pensaba.
-Sumamente valiente por tu parte aparecer por aquí esta noche- dijo Caoimhe. Una sonrisa fugaz se posó en los finos labios del hombre que ahora la acompañaba a un lado de la balaustra.
-Y aún así, aquí estoy- dijo el vampiro reposando ahora su espalda en el mármol blanco para quedar cara a cara con Caoimhe.
-Sin escolta, de hecho.- añadió Caoimhe en un susurro pero aún mucho más interesada en la fiesta que en mirar a aquel vampiro- Hay una fina línea entre ser osado y ser temerario. ¿Un evento social, en serio? Te creía algo más inteligente.- añadió bebiendo de nuevo otro trago del vino que de manera apaciguadora calmó su sed.
-No seas ingenua.- Dijo Asier Kalitas. Llevó la mano al cabello de Caoimhe de manera distraída fingiendo que apartaba un mechón de su oído- Mira a tu alrededor. ¿Acaso no han sido ellos mismos quien nos han invitado a todos a esta fiesta?- dijo el hombre. Caoimhe se apartó de manera incómoda de él. Hugo, no muy lejos de ellos dio un paso hacia su señora. Su gesto fruncido en señal de desagrado- Ah... pero tu tampoco has venido sola- añadió el hombre. Entendiendo.- Bueno me alegra saber que no confirmas la teoría de Vrykolakas.
-¿Qué teoría?- Caoimhe se giró hacia Asier de manera reaccionaria aparentemente molesta. Tardó unos segundos en recomponerse y cuando el silencio fue la mejor respuesta de aquel vampiro, ella caminó de vuelta a la muchedumbre, algo incómoda.
La volatilidad que Asier Kalitas había mostrado en las dos ocasiones que había tomado contacto con ese vampiro fue muestra suficiente de que, aunque sus números podían ser aliados importantes en cualquier acción a favor de los vampiros, sin duda su fuerte era la reacción y no la razón. En su último encuentro con Cohen en los pasadizos de Sacrestic, Kalitas demostró que algo en su discurso parecía alzar el ego vampiro de aquellos que, casi tan temerarios como él, estaban dispuestos a llevar a cabo una insurreción violenta, rápida y no planificada.
Caoimhe no desconfiaba que eso pareciese atractivo a la mitad de la población vampira en Sacrestic, pero también entendía que el camino que proponía el lider de aquel grupo de vampiros rebeldes en Sacrestic acabaría con la misma decadencia que lo hizo la toma insensata de Lunargenta.
No, Asier Kalitas era munición a punto de ser prendida. Esperando la chispa exacta para explosionar y arruinar la oportunidad mínima que tuviesen aquellos que creían en un futuro distinto para su raza.
-Mis hermanos también están aquí ¿Sabes?- dijo él de manera enigmática mientras decidía al fin dejar de seguir a Caoimhe- Esperando la oportunidad exacta para.. bueno. ¿Quién sabe? La gente es más vulnerable cuando cree que se encuentra entre amigos- dijo el hombre.-
Caoimhe lo miró confusa. En su último encuentro, el hombre se había quejado de la sed de su padre por crear vampiros de manera indiscriminada. Su ofuscación por sus más de cien 'hermanos de sangre' parecía fortaleza hoy en sus palabras y la vampiresa se preguntó si de hecho el error garrafal que esperaba que sucediese aquella noche por parte de los humanos no iba a ser accionado por un grupo de vampiros sedientos de venganza y con poco juicio
-Disfruta el vino, doncella- dijo el hombre- Un regalo de mi parte y la de mis hermanos para ti y bueno... para todos- dijo el hombre- Desgraciadamente no creo que sea apta para tu dieta- añadió- pero creo que hace tiempo que vienes necesitando una buena dosis de sangre real- le dijo.- Espero que te quedes hasta el final... con suerte y ese no será el único espectáculo del que disfrutes esta noche- finalizó.
¿Podía ser cierto? Caoimhe miró de pronto su copa, obnubilada, como si aquello hubiese sido una broma pesada, pero de hecho entendiendo el porqué su atracción repentina hacia aquel licor de manera casi obsesiva. Asier Kalitas había conseguido de alguna manera camuflar sangre humana de manera parcial en aquel vino. Miró a su alrededor: Los comensales bebiendo aquí y allá disfrutando de un alcohol que poco o nada tenía que ver con una buena cosecha de Beltrexus.
La jugada sutil maestra y una ofensa inequívoca a aquellos humanos que posiblemente estaban consumiendo la sangre de sus padres, familiares y amigos de manera inapreciable. Mucho menos notable para un paladar ebrio.
Aquello podía embarrarla de manera indirecta, y ella había ido a aquel lugar como mera espectadora. Necesitaba quizás descartar los bidones que habían sido alterados. Avisar a alguien que entendiese la urgencia de la situación: La sala estaba rodeada de vampiros extremistas dispuestos a atacar ante una mínima orden. Alguien en quien confiase lo suficiente como para no cuestionar por qué o de qué conocía a Asier Kalitas. O al menos que no la juzgase por eso.
Buscó a Cohen con la mirada. Seguía sumido en interacciones con la cumpleañera. Quizás no era lo más inteligente teniendo en cuenta que...
Cerró los ojos por un segundo. Entendiendo la única opción que le quedaba. Tiró del hombro de Hugo mientras le susurraba al oido pequeñas indicaciones sobre qué esperar y descripciones básicas sobre los hombres de Kalitas. Aquí y allá fácilmente identificables si sabías dónde mirar. Estaban por todas partes. Un nido de serpientes dispuestos a sembrar el desorden en aquella fiesta y que miraban a aquellos que disfrutaban del vino con gesto malicioso.
Llegaron a la mesa en cuestión. Hacía semanas que no veía a Zagreus. Los acontecimientos de su último encuentro los habían escindido de manera permanente y en parte ella se sentía aliviada de no tener que reportar sus quehaceres a aquel hombre. Pero aún así, el silencio había sido más notable que de costumbre. No era como si le molestase, Tan solo le sorprendió las primeras semanas hasta que se acostumbró a la quietud de recuperar su independencia.
El hombre estaba acompañado de una dama. La chica con expresión cercana conversaba con el vampiro de manera embelesada. Había visto aquella misma expresión en tantas mujeres y hombres desde que lo conocía, incluyendo a su propia compañera Lady Pippa que sintió ternura por la chica.Aún así, compartían mesa, así que asumió que era lo suficientemente cercana como para ser partícipe de aquella conversación. No es como si tuviese mucho tiempo para captar su endiablada atención.
-Lamento interrumpir- dijo Caoimhe, sentándose de manera casual cerca de la chica pero clavando su mirada con cierta urgencia en los ojos de Zagreus- Veréis mi... compañero y yo- dijo señalando a Hugo de manera leve- bueno, estamos intentando separar un cargo de vino especial que ciertos... hermanos por alguna razón han mezclado con el que están sirviendo en las cocinas- Caoimhe sabía que no se le daba bien hacer el papel de persona altruísta pero esperaba que Zagreus reconociese aquello como algo poco característico de ella y por lo tanto no necesitase mucho para al menos despertar la curiosidad del hombre- No nos vendrían mal un par de manos extra para regresar el cargo al señor... bueno, al señor Vrykolakas- dijo de nuevo esperando que entendiese.
-Ni te imaginas los efectos de ese vino... los taninos son tan altos que no me extrañaría que toda esta fiesta acabase en algo así como un hospital de campaña si la consumición es lo suficientemente alta como para...- Dijo explicando a Felurian. Jugueteando de manera distraída con el guantelete en su mano izquierda - Tampoco es que se necesite mucha fuerza- añadió- Y la cocina no está muy lejos de aquí. Han puesto tanto esfuerzo en que esto salga bien que bueno... no nos vendría mal una ayudita.
Sonrió con una sonrisa dulce y elaborada que no ascendió a sus ojos. Acabó su frase de nuevo con una mirada de urgencia y significativa a Zagreus.
Hugo tras ella comenzaba a impacientarse. Vampiros camuflados entre la multitud parecían estar agolpándose en un lugar particular.
--------Sumamente valiente por tu parte aparecer por aquí esta noche- dijo Caoimhe. Una sonrisa fugaz se posó en los finos labios del hombre que ahora la acompañaba a un lado de la balaustra.
-Y aún así, aquí estoy- dijo el vampiro reposando ahora su espalda en el mármol blanco para quedar cara a cara con Caoimhe.
-Sin escolta, de hecho.- añadió Caoimhe en un susurro pero aún mucho más interesada en la fiesta que en mirar a aquel vampiro- Hay una fina línea entre ser osado y ser temerario. ¿Un evento social, en serio? Te creía algo más inteligente.- añadió bebiendo de nuevo otro trago del vino que de manera apaciguadora calmó su sed.
-No seas ingenua.- Dijo Asier Kalitas. Llevó la mano al cabello de Caoimhe de manera distraída fingiendo que apartaba un mechón de su oído- Mira a tu alrededor. ¿Acaso no han sido ellos mismos quien nos han invitado a todos a esta fiesta?- dijo el hombre. Caoimhe se apartó de manera incómoda de él. Hugo, no muy lejos de ellos dio un paso hacia su señora. Su gesto fruncido en señal de desagrado- Ah... pero tu tampoco has venido sola- añadió el hombre. Entendiendo.- Bueno me alegra saber que no confirmas la teoría de Vrykolakas.
-¿Qué teoría?- Caoimhe se giró hacia Asier de manera reaccionaria aparentemente molesta. Tardó unos segundos en recomponerse y cuando el silencio fue la mejor respuesta de aquel vampiro, ella caminó de vuelta a la muchedumbre, algo incómoda.
La volatilidad que Asier Kalitas había mostrado en las dos ocasiones que había tomado contacto con ese vampiro fue muestra suficiente de que, aunque sus números podían ser aliados importantes en cualquier acción a favor de los vampiros, sin duda su fuerte era la reacción y no la razón. En su último encuentro con Cohen en los pasadizos de Sacrestic, Kalitas demostró que algo en su discurso parecía alzar el ego vampiro de aquellos que, casi tan temerarios como él, estaban dispuestos a llevar a cabo una insurreción violenta, rápida y no planificada.
Caoimhe no desconfiaba que eso pareciese atractivo a la mitad de la población vampira en Sacrestic, pero también entendía que el camino que proponía el lider de aquel grupo de vampiros rebeldes en Sacrestic acabaría con la misma decadencia que lo hizo la toma insensata de Lunargenta.
No, Asier Kalitas era munición a punto de ser prendida. Esperando la chispa exacta para explosionar y arruinar la oportunidad mínima que tuviesen aquellos que creían en un futuro distinto para su raza.
-Mis hermanos también están aquí ¿Sabes?- dijo él de manera enigmática mientras decidía al fin dejar de seguir a Caoimhe- Esperando la oportunidad exacta para.. bueno. ¿Quién sabe? La gente es más vulnerable cuando cree que se encuentra entre amigos- dijo el hombre.-
Caoimhe lo miró confusa. En su último encuentro, el hombre se había quejado de la sed de su padre por crear vampiros de manera indiscriminada. Su ofuscación por sus más de cien 'hermanos de sangre' parecía fortaleza hoy en sus palabras y la vampiresa se preguntó si de hecho el error garrafal que esperaba que sucediese aquella noche por parte de los humanos no iba a ser accionado por un grupo de vampiros sedientos de venganza y con poco juicio
-Disfruta el vino, doncella- dijo el hombre- Un regalo de mi parte y la de mis hermanos para ti y bueno... para todos- dijo el hombre- Desgraciadamente no creo que sea apta para tu dieta- añadió- pero creo que hace tiempo que vienes necesitando una buena dosis de sangre real- le dijo.- Espero que te quedes hasta el final... con suerte y ese no será el único espectáculo del que disfrutes esta noche- finalizó.
¿Podía ser cierto? Caoimhe miró de pronto su copa, obnubilada, como si aquello hubiese sido una broma pesada, pero de hecho entendiendo el porqué su atracción repentina hacia aquel licor de manera casi obsesiva. Asier Kalitas había conseguido de alguna manera camuflar sangre humana de manera parcial en aquel vino. Miró a su alrededor: Los comensales bebiendo aquí y allá disfrutando de un alcohol que poco o nada tenía que ver con una buena cosecha de Beltrexus.
La jugada sutil maestra y una ofensa inequívoca a aquellos humanos que posiblemente estaban consumiendo la sangre de sus padres, familiares y amigos de manera inapreciable. Mucho menos notable para un paladar ebrio.
Aquello podía embarrarla de manera indirecta, y ella había ido a aquel lugar como mera espectadora. Necesitaba quizás descartar los bidones que habían sido alterados. Avisar a alguien que entendiese la urgencia de la situación: La sala estaba rodeada de vampiros extremistas dispuestos a atacar ante una mínima orden. Alguien en quien confiase lo suficiente como para no cuestionar por qué o de qué conocía a Asier Kalitas. O al menos que no la juzgase por eso.
Buscó a Cohen con la mirada. Seguía sumido en interacciones con la cumpleañera. Quizás no era lo más inteligente teniendo en cuenta que...
Cerró los ojos por un segundo. Entendiendo la única opción que le quedaba. Tiró del hombro de Hugo mientras le susurraba al oido pequeñas indicaciones sobre qué esperar y descripciones básicas sobre los hombres de Kalitas. Aquí y allá fácilmente identificables si sabías dónde mirar. Estaban por todas partes. Un nido de serpientes dispuestos a sembrar el desorden en aquella fiesta y que miraban a aquellos que disfrutaban del vino con gesto malicioso.
Llegaron a la mesa en cuestión. Hacía semanas que no veía a Zagreus. Los acontecimientos de su último encuentro los habían escindido de manera permanente y en parte ella se sentía aliviada de no tener que reportar sus quehaceres a aquel hombre. Pero aún así, el silencio había sido más notable que de costumbre. No era como si le molestase, Tan solo le sorprendió las primeras semanas hasta que se acostumbró a la quietud de recuperar su independencia.
El hombre estaba acompañado de una dama. La chica con expresión cercana conversaba con el vampiro de manera embelesada. Había visto aquella misma expresión en tantas mujeres y hombres desde que lo conocía, incluyendo a su propia compañera Lady Pippa que sintió ternura por la chica.Aún así, compartían mesa, así que asumió que era lo suficientemente cercana como para ser partícipe de aquella conversación. No es como si tuviese mucho tiempo para captar su endiablada atención.
-Lamento interrumpir- dijo Caoimhe, sentándose de manera casual cerca de la chica pero clavando su mirada con cierta urgencia en los ojos de Zagreus- Veréis mi... compañero y yo- dijo señalando a Hugo de manera leve- bueno, estamos intentando separar un cargo de vino especial que ciertos... hermanos por alguna razón han mezclado con el que están sirviendo en las cocinas- Caoimhe sabía que no se le daba bien hacer el papel de persona altruísta pero esperaba que Zagreus reconociese aquello como algo poco característico de ella y por lo tanto no necesitase mucho para al menos despertar la curiosidad del hombre- No nos vendrían mal un par de manos extra para regresar el cargo al señor... bueno, al señor Vrykolakas- dijo de nuevo esperando que entendiese.
-Ni te imaginas los efectos de ese vino... los taninos son tan altos que no me extrañaría que toda esta fiesta acabase en algo así como un hospital de campaña si la consumición es lo suficientemente alta como para...- Dijo explicando a Felurian. Jugueteando de manera distraída con el guantelete en su mano izquierda - Tampoco es que se necesite mucha fuerza- añadió- Y la cocina no está muy lejos de aquí. Han puesto tanto esfuerzo en que esto salga bien que bueno... no nos vendría mal una ayudita.
Sonrió con una sonrisa dulce y elaborada que no ascendió a sus ojos. Acabó su frase de nuevo con una mirada de urgencia y significativa a Zagreus.
Hugo tras ella comenzaba a impacientarse. Vampiros camuflados entre la multitud parecían estar agolpándose en un lugar particular.
Off:
Interactúo con Zagreus y Felurian (Lukas) Les pido ayudita para solventar una posible alteración del vino de Beltrexus antes de que nadie se de cuenta de que de hecho están bebiéndose sangre de humanos también.
Caoimhe
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Finalmente había conseguido salir de aquella situación pero definitivamente algo estaba mal, no podía saber con certeza a qué se debía aquel extraño deseo de asesinar a Zelas, pero parecía no ser el único con aquella curiosa idea en la cabeza, tenía que encontrarlo antes que cualquiera y buscar la manera de sacarlo a salvo de ese lugar antes que terminara muerto… otra vez.
Mientras me levantaba, el señor vampiro apareció de nuevo, con algunas marcas de besos que prefería no preguntar, definitivamente no era un perro solo de nombre -Ayúdame a encontrar a Zelas, creo que está en peligro- Le dije al animal mientras nos acercábamos un poco a Niniel para ponerla al tanto -Creo que alguien podría estar manipulando a las personas para que maten a Zelas- Añadí antes de dar un gran salto cuando una mano misteriosa se posó en mi hombro izquierdo.
No, yo no hice nada, fue ella- Señalé a la gata de Niniel -Ella me obligó a… espera, eres tú, justo la persona que estaba buscando- Dije al darme cuenta que se trataba de Xana -¿Ah sí, me buscabas por mis habilidades?- Preguntó la chica ligeramente emocionada -Sí, necesito que uses tus habilidades para traer a Rauko, y que Rauko nos ayude a buscar a Zelas- Quizás incluso Xana podría ser de ayuda encontrando a Zelas, pero no sé, no soy xanólogo.
Creo que hay una sola cosa que podemos hacer para evitar que maten a Zelas- Dije lleno de confianza y determinación -¿Estás pensando lo mismo que yo?- Le pregunté al perro -Sí, claro, ¿pero de dónde sacaremos gomejos inflamables?- Respondió el animal dejando a todos confundidos -No, eso luego, creo que la mejor forma de evitar que maten a Zelas es matar a Zelas, porque si ya está muerto no van a poder matarlo- Quizá debí decirlo de otra forma, aunque el razonamiento lógico era bastante correcto, tanto que Xana y el perro no pudieron debatir contra mi argumento.
Tú, haz lo tuyo, necesitamos una distracción- Le dije al perro que no tardó en correr a donde estaban los músicos para musicalizar la fiesta con una pegajosa y animada canción acerca de un elfo que se moría muchas veces pero siempre volvía -Nosotros nos dividiremos para dar con el elfo, quien lo encuentre primero lo mata, ya luego lo sacamos y lo revivimos en un lugar seguro- Xana asintió con la cabeza y comenzamos a rodear todo el lugar.
Sin perder de vista al perro para poder hacerlo cantar, comencé la búsqueda del escurridizo Zelas y al mismo tiempo también de Rauko, quien esperaba que no estuviera ya siendo controlado por aquella misteriosa presencia que no había terminado de descifrar, y que era otro problema latente en medio de la búsqueda, aunque esperaba que la melodía pegajosa de la canción consiguiera entretener a las personas del lugar y mantenerlos ocupados al menos un rato.
Mientras me levantaba, el señor vampiro apareció de nuevo, con algunas marcas de besos que prefería no preguntar, definitivamente no era un perro solo de nombre -Ayúdame a encontrar a Zelas, creo que está en peligro- Le dije al animal mientras nos acercábamos un poco a Niniel para ponerla al tanto -Creo que alguien podría estar manipulando a las personas para que maten a Zelas- Añadí antes de dar un gran salto cuando una mano misteriosa se posó en mi hombro izquierdo.
No, yo no hice nada, fue ella- Señalé a la gata de Niniel -Ella me obligó a… espera, eres tú, justo la persona que estaba buscando- Dije al darme cuenta que se trataba de Xana -¿Ah sí, me buscabas por mis habilidades?- Preguntó la chica ligeramente emocionada -Sí, necesito que uses tus habilidades para traer a Rauko, y que Rauko nos ayude a buscar a Zelas- Quizás incluso Xana podría ser de ayuda encontrando a Zelas, pero no sé, no soy xanólogo.
Creo que hay una sola cosa que podemos hacer para evitar que maten a Zelas- Dije lleno de confianza y determinación -¿Estás pensando lo mismo que yo?- Le pregunté al perro -Sí, claro, ¿pero de dónde sacaremos gomejos inflamables?- Respondió el animal dejando a todos confundidos -No, eso luego, creo que la mejor forma de evitar que maten a Zelas es matar a Zelas, porque si ya está muerto no van a poder matarlo- Quizá debí decirlo de otra forma, aunque el razonamiento lógico era bastante correcto, tanto que Xana y el perro no pudieron debatir contra mi argumento.
Tú, haz lo tuyo, necesitamos una distracción- Le dije al perro que no tardó en correr a donde estaban los músicos para musicalizar la fiesta con una pegajosa y animada canción acerca de un elfo que se moría muchas veces pero siempre volvía -Nosotros nos dividiremos para dar con el elfo, quien lo encuentre primero lo mata, ya luego lo sacamos y lo revivimos en un lugar seguro- Xana asintió con la cabeza y comenzamos a rodear todo el lugar.
Sin perder de vista al perro para poder hacerlo cantar, comencé la búsqueda del escurridizo Zelas y al mismo tiempo también de Rauko, quien esperaba que no estuviera ya siendo controlado por aquella misteriosa presencia que no había terminado de descifrar, y que era otro problema latente en medio de la búsqueda, aunque esperaba que la melodía pegajosa de la canción consiguiera entretener a las personas del lugar y mantenerlos ocupados al menos un rato.
(La distracción)
[0] Uso varias veces mi habilidad Nivel 1: El que acecha en el umbral para que parezca que mi perro el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] puede hablar, pero solo es un truco de ventriloquía.
[1] Comienza la trama de matar a Zelas para evitar que maten a Zelas. He usado a Xana un poco con la aprobación de Rauko.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
AVISO: CONTENIDO +18
- Fritado - repitió asintiendo lentamente con el ceño fruncido, como si fuera la primera vez que escuchaba esa palabra. Pero después le asaltó la palabra afín de sus costumbres lingüísticas. - Oh, sí, ¡frito! - La confusión quizá estuviera exagerada por las pocas veces que habían utilizado esa técnica en la tribu, ya que solían inclinarse hacia lo simple y práctico. Carne y fuego. Y cuando las reservas se lo permitían, un guiso especiado de carne y verduras. Miraba a su acompañante asintiendo pero, esta vez, con una suave sonrisa divertida. Le hacía gracia cuando descubría que ambos llamaban a una cosa de manera diferente. Esto y la explicación que continuó ofreciéndole alimentaba su curiosidad, y también su amor hacia los pequeños detalles con los que no paraba nunca de sorprenderlo.
Luego, su promesa de la gran cena le hizo sentir calor en su corazón. Sin borrar su sonrisa, bajó la mirada por un momento y negó con la cabeza. - ¿Sabes? Tengo sorpresa para ti, para cuando volvamos... vayamos a templo - Volvió a mirarla para observar su reacción. - Es solo un pensamiento, pero veo pensamiento hecho realidad. Lo veo, y veo que te va a gustar mucho - continuó. - Y luego, Isklør vendrá y tendremos gran cena - Cuando pronunció esas palabras, sintió una palpitación esperanzadora que apoyaba la certeza de su pálpito. Allí, en aquella mesa y frente a aquella mujer, no podía estar más seguro de que todo iba a ir bien para los Isklør y para ellos dos. Ni siquiera la promesa que le habían hecho a Cohen de defender el oeste junto a él iba a poder contra ellos.
Luego escuchó sus dudas sobre las hojas brillantes. - Bueno para cuerpo no sé, pero si comes hojas brillantes... tienes que ocultar bien tu... rastro. En tribu siempre hemos sabido que encontrar rastro brillante de animal es buena suerte y hay que cazar a ese animal cueste lo que cueste - informó con la seriedad de un cazador, pero sin poder controlar la sonrisa culpable de quien menciona los excrementos mientras se alimenta frente a otros. Luego, fue consciente de la comicidad de su comentario y de la situación, y no pudo contener una leve risotada. - Pero luego, nunca vemos una - continuó sin detener su risa, borrando toda la seriedad de su semblante.
A eso le siguieron varios actos de generosidad entre ambos con respecto a su comida, cosa que el chamán agradeció de muy buen grado.
...
Las palabras de Akanke consiguieron calmarle y enfocar su atención en los postres y en ella. Además, aquello que le puso en alerta no había sido más que el brusco traqueteo de los grilletes que había sacado el guardia para apresar a aquel hombre. Al final, no parecía dispuesto a manchar su acero de sangre. Suspiró aliviado y miró a los ojos a Akanke. Había estado algo despistado pensando en aquel conato de trifulca. - ¿Qué? - le extrañó la coquetería en su forma de ofrecerle probar aquel dulce. Esos gestos normalmente solo precedían a algo mucho mejor que un postre. ¿Tan delicioso estaría? - A ver... - lo probó de su mano, confiando plenamente en ella. Le sorprendió de nuevo su textura, y después su desbordante sabor azucarado. Sin embargo, tenía un toque herbal que le resultó disonante.
- ¿Te gusta mucho? - preguntó algo dudoso, reparando en que su rostro seguía arrojando esa sensualidad traviesa de antes. Algo raro estaba ocurriendo, y no sabía qué. Comió alguna bolita más con el ceño arrugado y mirando a su compañera con serenidad, intentando razonar para revelar esa incógnita. Sin embargo, tras tanto pensar, la respuesta le llegó a un lugar de su cuerpo ajeno al raciocinio.
Poco a poco había empezado a notar un calor inusual en el interior de su vientre. Aquello no lo atribuyó sino a la calma y la tripa llena de delicias. Pero cuando, sin un motivo aparente aparte de los gestos sugerentes de Akanke, comenzó a sentir un movimiento bajo su pantalón, lo comprendió todo. - Sacrestic Ville es ciudad de viciosos - afirmó en voz baja incrédulo y avergonzado tras levantar la mirada de sus pantalones y revolverse disimuladamente para ocultar lo evidente. ¿Qué clase de lugar podría tener como costumbre servir a toda su gente alimentos con ese efecto? - Creo que tú y yo encajamos bien aquí - terminó diciendo despacio, convirtiendo toda su sorpresa y su vergüenza en picardía, no como una mera observación sino como una provocación velada. Eran sorprendentes los efectos de aquel postre y lo rápido que aparecían, girando por completo y de un momento a otro su manera de percibir esas sensaciones. Quizá la cosa estaba en rendirse a ellas sin cuestionarlas.
Era algo extraño. Los efectos le invadían, pero eran suaves, sin lograr una gran excitación en él ni en su anatomía. Terminó atribuyéndolos a la planta de la que provendría aquel sabor raro. Pero la situación se tornó mucho más cruel cuando sus ojos comenzaron a estudiar el dulce rostro de Akanke, con sus ángulos majestuosamente redondeados, colocándose estos en forma de reclamo poderoso por culpa de su picardía. Sus ojos ámbar eran esa noche como dos llamas para una polilla.
Se introdujo un último pedazo de postre en la boca sin saber de qué plato era y luego condujo su mano hasta una de las que apoyaba ella sobre la mesa, comenzando a acariciarla con una suavidad cargada de malas intenciones. - Ya tengo postre suficiente. Creo que tenemos que irnos - comentó sutilmente imperativo. Le parecía leer en los ojos de ella que también desearía apartarse a otro lugar.
Ahora, tenía que pensar cómo levantarse de allí sin llamar la atención. Agarró unas monedas del bolsillo de su pantalón y aprovechó para disimular el bulto mientras se ponía en pie. Luego las dejó sobre la mesa mirando a la camarera, aliviado por su gesto de aprobación desinteresada. El pudor se apoderó un poco de él. Hacía calor y no llevaba las ropas suficientes como para poder disimular más aquello. Se apresuró para salir de allí y darle la espalda a todos los comensales, aunque varios de ellos parecían estar también ocupados con sus secretos a voces. Las mujeres, sin embargo, lucían bien tranquilas, o bien con una sonrisa tímida o coqueta.
Sin mirar atrás, esperaba y deseaba que fueran de Akanke los pasos que escuchaba tras él. Giró una esquina y la esperó allí, al acecho.
_______
OFF resumen: Akanke y Sein continúan con sus platos y sus conversaciones de cenita romántica. En lo referente al conflicto de Nousis y el guardia, Sein decide al final que no tiene nada que hacer allí y, calmado también por Akanke, se sienta y dan cuenta los dos de los postres. Al final el cabrón de Cohen provocó una leve erección en Sein con el viagris de los postres y llevado por la lujuria quiso salir de allí con Akanke, que también quiso provocarle dándole el postre, pero claro, al estar de pie es posible que la gente vea ahí abajo una sorpresa, y se fue rápido y algo avergonzado.
Sein Isånd
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Cath no mentía al decir que cuando Bio aparecía, las cosas tendían a ponerse extrañas. Y como si de un acto profético se tratara, pronto la velada paso de...animada, con los típicos escandalosos que no sabían controlar la ingesta de bebidas alcohólicas, a una locura que amenazaba con desmadrarse. No es que la peliblanca se quejara, puesto que precisamente era el ambiente propicio donde alguien podía enterarse de muchas cosas si prestaba atención, pero en exceso todo era malo.
-Me temo que te has excedido con la bebida querido Bio. Si te encuentras mal lo último que necesitas es que Cath...- La peliblanca no tuvo tiempo de terminar la frase antes de que la felina le soltara una torta al vampiro, conteniéndose lo justo como para se quedara a un paso de los límites del intento de asesinato. Aún así la cachetada resonó por el lugar y el moreno acabó en el suelo, tirado de manera estrambótica mientras la gata sonreía ampliamente, con aire de plena satisfacción. -...te golpee. Ya sabes que es mucho más fuerte de lo que parece.- Terminó de decir la joven, levantándose de la mesa para acudir a auxiliar a su amigo. Catherine sonrió aún más, flexionando el brazo perpetrador, orgullosa.
-Él lo pidió. Y para eso están los amigos, para echar una mano.- se rió.-
Níniel iba a sanar aquel ojo a la virulé, cuando Bio pareció, lejos de recomponerse por el golpe, como parecía haber sido su plan, más trastornado que antes. Hablaba de salvar a Zelas, aunque luego mencionaría que matándolo para evitar que lo mataran. También que el supuesto hijo de Pigmen Ton no era otro que uno de los platos principales de una mesa cercana...Níniel no entendía nada.
-No deberías haberlo golpeado Cath. ¿Ves? Debe de tener una conmoción-
-No noto la diferencia, la verdad. Pero si crees que con otro golpe puedo arreglarlo...- se ofreció la pelirroja. -¿Y hay recompensa por encontrar a ese Pigmen Tong junior? Podemos repartirla. Aunque la verdad es que...está para comérselo...-
-No más golpes a esta cabeza por hoy, gracias.- Fue la respuesta de la joven mientras veía como Bio se levantaba y continuaba con su diatriba sobre matar a Zelas, conjurándose con su...perro, al cual claramente estaba haciendo hablar el mismo con sus trucos de vampiro. Níniel se lo había visto hacer muchas veces como para siquiera sorprenderse, aunque comenzaba a estar realmente preocupada por el estado de su compañero de aventuras. La llegada posterior de Xana animó a Níniel, ya que debería haber supuesto una nota de cordura en aquel sinsentido...Pero resultó estar de acuerdo y se unió sin dudarlo al demente aquelarre de Bio, el vampiro y Vam Pyro, el perro, dejando a Níniél atrás.
-Pues va a ser verdad que la bebida llevaba algo raro...Algo que aumenta la locura de los locos de tus amigos...- Níniel miró su copa de vino de soslayo.
-Me temo que te has excedido con la bebida querido Bio. Si te encuentras mal lo último que necesitas es que Cath...- La peliblanca no tuvo tiempo de terminar la frase antes de que la felina le soltara una torta al vampiro, conteniéndose lo justo como para se quedara a un paso de los límites del intento de asesinato. Aún así la cachetada resonó por el lugar y el moreno acabó en el suelo, tirado de manera estrambótica mientras la gata sonreía ampliamente, con aire de plena satisfacción. -...te golpee. Ya sabes que es mucho más fuerte de lo que parece.- Terminó de decir la joven, levantándose de la mesa para acudir a auxiliar a su amigo. Catherine sonrió aún más, flexionando el brazo perpetrador, orgullosa.
-Él lo pidió. Y para eso están los amigos, para echar una mano.- se rió.-
Níniel iba a sanar aquel ojo a la virulé, cuando Bio pareció, lejos de recomponerse por el golpe, como parecía haber sido su plan, más trastornado que antes. Hablaba de salvar a Zelas, aunque luego mencionaría que matándolo para evitar que lo mataran. También que el supuesto hijo de Pigmen Ton no era otro que uno de los platos principales de una mesa cercana...Níniel no entendía nada.
-No deberías haberlo golpeado Cath. ¿Ves? Debe de tener una conmoción-
-No noto la diferencia, la verdad. Pero si crees que con otro golpe puedo arreglarlo...- se ofreció la pelirroja. -¿Y hay recompensa por encontrar a ese Pigmen Tong junior? Podemos repartirla. Aunque la verdad es que...está para comérselo...-
-No más golpes a esta cabeza por hoy, gracias.- Fue la respuesta de la joven mientras veía como Bio se levantaba y continuaba con su diatriba sobre matar a Zelas, conjurándose con su...perro, al cual claramente estaba haciendo hablar el mismo con sus trucos de vampiro. Níniel se lo había visto hacer muchas veces como para siquiera sorprenderse, aunque comenzaba a estar realmente preocupada por el estado de su compañero de aventuras. La llegada posterior de Xana animó a Níniel, ya que debería haber supuesto una nota de cordura en aquel sinsentido...Pero resultó estar de acuerdo y se unió sin dudarlo al demente aquelarre de Bio, el vampiro y Vam Pyro, el perro, dejando a Níniél atrás.
-Pues va a ser verdad que la bebida llevaba algo raro...Algo que aumenta la locura de los locos de tus amigos...- Níniel miró su copa de vino de soslayo.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Aviso +18꞉ hay una Tula en el post.
«Espera un momento», se dijo Xana, deteniéndose en seco, «¿no era más fácil hacer que Zelas conjurara un portal y huyera a través de él?», se cuestionó, replanteándose si debía continuar con el plan de Bio, que había aceptado por el impulso del momento… «Nah, eso sería muy complicado», concluyó.
Después de todo, conociendo el inmenso poder de aquel vampiro de voz, no creía buena idea esperar que el efecto de su magia se deshiciera pronto, excepto si los hechizados veían que la orden ya había sido cumplida… ¿tal vez?
«¡No es momento para divagar!», se espetó, centrándose de vuelta en la búsqueda, y perturbándose al notar a varias personas dejándose llevar por los bajos instintos sin pudor alguno, algunos en los arbustos, otros en sitios menos discretos. «Lo que faltaba. Ahora veo que este no es el tipo de fiesta que pensaba que era».
¡El aniquilador de upeleros había aparecido! Y, además, un poco más animado que la última vez que lo había visto. O quizás es involuntario, quise pensar, pues jamás lo había imaginado como un pervertido. ¿O quizás destruir esculturas vivientes era su fetiche?
No pude pensar más al respecto, por el momento, gracias a la interrupción de otra orejas conejiles. Lady Coneja 3, la tercera pero sin ganas de ser la vencida, pues quería ser la ganadora de alguna competencia, tanto que hasta empezó un escándalo por ello.
«¿Pero todo esto en qué afecta a la supremacía de la madre ganso de siete cabezas?», me dije, no tomándome en serio su lloriqueo, mientras mis ojos volvían a recorrer los alrededores, cazando cualquier pista sobre el no-elfo.
—¡Oye, Marin, quita tus sucias pezuñas de mi amor! —gritó Lady Coneja 2, apartando de Meleis a Lady Coneja 3—. ¡Es mío y no me lo arrebatarás!
—¡¿Entonces sí es el de la carreta, Tula?! —chilló, entusiasmada y desesperada.
Mi atención volvió por completo a su discusión, confundido por un detalle. ¿Por qué ambas tenían la misma voz?
—¿Carreta? No, yo hablo de este bello y adorable gomejo —aclaró Tula, colocándose entre Meleis o, mejor dicho, entre el gomejo Bomull y la loca Marin, encarándola mientras su rostro se convertía en un ominoso retrato de la bestialidad— ¡Y lo estás asustando! —rugió, sus colmillos asomándose y sus ojos declarando una muerte segura, una mezcla siniestra que sí asustó al desafortunado Bomull.
—Hey, hey, tranquilas —intervino Lady Conejo 1, sin dejar de acariciar a mi gomejo. Al ver a Tula respirar profundo y calmarse un poco, sonrió—. Eso. Así me gusta. Qué buena Tula.
—¡Esta Tula no es nada buena! —replicó Marin—. Sela, ella quiere robarme al hombre que busco. Se cree tan bella, inteligente y perfecta, que se merece todo lo bueno. ¡Pero yo no permitiré que ninguna Tula me arrebate nada! ¡No dejaré que la gran Tula me mate!
Aquello me pareció demasiada Tula por aquella noche, así que volví a mirar a otro lado.
Entonces lo vi.
Un oscuro y violento deseo estalló en mi mente, contaminando mis pensamientos y quemando mi raciocinio, tiñendo el mundo de escarlata y sepultando mis recuerdos bajo los escombros de mi voluntad.
—Ahí está —murmuré, apenas consciente del mundo que me rodeaba.
Las conejas siguieron la dirección de mi mirada y creyeron que aquel rubio al que yo miraba era el de la carreta. Y tenían razón.
—¡El de la carreta apareció! —aulló Sela, apretando una y otra vez a mi gomejo, el cual hizo un sonoro pitido con cada aplastamiento.
Las otras chicas con orejas de conejo escucharon bien. Su atención se reunió en el objetivo.
Pero ninguna tendría la velocidad suficiente.
Ninguna tendría mi velocidad.
Xana finalmente encontró a Zelas.
Ella aceleró los pasos, sorteando o apartando a empujones a cuantos obstáculos encontraba, la urgencia aumentando la rapidez de los latidos de su corazón.
Llevó una mano a la espalda. No terminó el movimiento. El horror y la vergüenza la golpearon. «¡No tengo mi arma!», se percató, recordando entonces que, víctima de su ingenuo optimismo, no la creyó necesaria para la ocasión.
Tal descubrimiento le hizo reconsiderar lo que debía hacer, pues, sin su lanza encantada, no podría hacer que Zelas tuviese una muerte temporal. Solo Bio podría hacerlo con una de sus dagas mágicas.
Así que debía llevar a Zelas con Bio. Decidido eso, continuó hasta que apenas un par de metros la separaba del no-elfo.
—¡Zelas —exclamó a media voz, esperando que fuese suficiente para que él escuchara y no algún enemigo—, ven conmigo si quieres morir para sobrevivir!
Xana sintió un poder conocido estallar desde la distancia. Sus instintos despertaron y dirigieron sus acciones. En un instante, las partículas de luz que adornaban su vestido saltaron hacia Zelas, se multiplicaron y orbitaron a su alrededor formando un torbellino de estrellas, una barrera astrífera que debía proteger su vida.[1]
Xana logró girar la cabeza para ver justo a tiempo el nacimiento de un resplandor mortal, de un relámpago divino. Lo que debía ser solo un elfo peliblanco con aspecto frágil, había dado un enorme salto potenciado con magia[2] y, en el aire, se había transformando en una saeta fulminante disparada para aniquilar.[3]
Era demasiado tarde para reaccionar, lo fue desde el momento en que había sentido el trueno.
«¡No!», se dijo Xana, lo que le gritó su interior, sus emociones, su poder, su ferviente deseo de salvar a un amigo.
Aunque ella jamás podría igualar aquella velocidad, ¡sí lo harían sus estrellas!
Una de las que formaban la barrera de Zelas se separó del resto, creció y se comprimió en un instante, más rápido de lo que alguna vez había sido posible, y liberó un haz de luz, más delgado de lo usual pero casi tan poderoso como el que causó la destrucción de una carreta tiempo atrás.[4]
Eso, sin duda alguna, sería suficiente para detener la amenaza.
Pero dicha amenaza liberó un estallido y desapareció en el aire antes de que pudiera alcanzarlo el haz de luz, el cual terminó impactando en el techo.[5]
Y al siguiente instante la sangre empapó a Xana.
Ella no quiso mirar.
Creyó escuchar caer en el suelo los restos de una gema, sin duda de un tragaéter tras devorar el torbellino de estrellas.[6]
Aún no quiso mirar.
Lo que pudo mirar fue otro destello, en el mismo sitio del anterior, que precedió a la reaparición de quien debió haber sido siempre un elfo frágil, pero que ahora empuñaba dos espadas y estaba cubierto con el líquido vital de alguien apreciado.
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«Espera un momento», se dijo Xana, deteniéndose en seco, «¿no era más fácil hacer que Zelas conjurara un portal y huyera a través de él?», se cuestionó, replanteándose si debía continuar con el plan de Bio, que había aceptado por el impulso del momento… «Nah, eso sería muy complicado», concluyó.
Después de todo, conociendo el inmenso poder de aquel vampiro de voz, no creía buena idea esperar que el efecto de su magia se deshiciera pronto, excepto si los hechizados veían que la orden ya había sido cumplida… ¿tal vez?
«¡No es momento para divagar!», se espetó, centrándose de vuelta en la búsqueda, y perturbándose al notar a varias personas dejándose llevar por los bajos instintos sin pudor alguno, algunos en los arbustos, otros en sitios menos discretos. «Lo que faltaba. Ahora veo que este no es el tipo de fiesta que pensaba que era».
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¡El aniquilador de upeleros había aparecido! Y, además, un poco más animado que la última vez que lo había visto. O quizás es involuntario, quise pensar, pues jamás lo había imaginado como un pervertido. ¿O quizás destruir esculturas vivientes era su fetiche?
No pude pensar más al respecto, por el momento, gracias a la interrupción de otra orejas conejiles. Lady Coneja 3, la tercera pero sin ganas de ser la vencida, pues quería ser la ganadora de alguna competencia, tanto que hasta empezó un escándalo por ello.
«¿Pero todo esto en qué afecta a la supremacía de la madre ganso de siete cabezas?», me dije, no tomándome en serio su lloriqueo, mientras mis ojos volvían a recorrer los alrededores, cazando cualquier pista sobre el no-elfo.
—¡Oye, Marin, quita tus sucias pezuñas de mi amor! —gritó Lady Coneja 2, apartando de Meleis a Lady Coneja 3—. ¡Es mío y no me lo arrebatarás!
—¡¿Entonces sí es el de la carreta, Tula?! —chilló, entusiasmada y desesperada.
Mi atención volvió por completo a su discusión, confundido por un detalle. ¿Por qué ambas tenían la misma voz?
—¿Carreta? No, yo hablo de este bello y adorable gomejo —aclaró Tula, colocándose entre Meleis o, mejor dicho, entre el gomejo Bomull y la loca Marin, encarándola mientras su rostro se convertía en un ominoso retrato de la bestialidad— ¡Y lo estás asustando! —rugió, sus colmillos asomándose y sus ojos declarando una muerte segura, una mezcla siniestra que sí asustó al desafortunado Bomull.
—Hey, hey, tranquilas —intervino Lady Conejo 1, sin dejar de acariciar a mi gomejo. Al ver a Tula respirar profundo y calmarse un poco, sonrió—. Eso. Así me gusta. Qué buena Tula.
—¡Esta Tula no es nada buena! —replicó Marin—. Sela, ella quiere robarme al hombre que busco. Se cree tan bella, inteligente y perfecta, que se merece todo lo bueno. ¡Pero yo no permitiré que ninguna Tula me arrebate nada! ¡No dejaré que la gran Tula me mate!
Aquello me pareció demasiada Tula por aquella noche, así que volví a mirar a otro lado.
Entonces lo vi.
Un oscuro y violento deseo estalló en mi mente, contaminando mis pensamientos y quemando mi raciocinio, tiñendo el mundo de escarlata y sepultando mis recuerdos bajo los escombros de mi voluntad.
—Ahí está —murmuré, apenas consciente del mundo que me rodeaba.
Las conejas siguieron la dirección de mi mirada y creyeron que aquel rubio al que yo miraba era el de la carreta. Y tenían razón.
—¡El de la carreta apareció! —aulló Sela, apretando una y otra vez a mi gomejo, el cual hizo un sonoro pitido con cada aplastamiento.
Las otras chicas con orejas de conejo escucharon bien. Su atención se reunió en el objetivo.
Pero ninguna tendría la velocidad suficiente.
Ninguna tendría mi velocidad.
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Xana finalmente encontró a Zelas.
Ella aceleró los pasos, sorteando o apartando a empujones a cuantos obstáculos encontraba, la urgencia aumentando la rapidez de los latidos de su corazón.
Llevó una mano a la espalda. No terminó el movimiento. El horror y la vergüenza la golpearon. «¡No tengo mi arma!», se percató, recordando entonces que, víctima de su ingenuo optimismo, no la creyó necesaria para la ocasión.
Tal descubrimiento le hizo reconsiderar lo que debía hacer, pues, sin su lanza encantada, no podría hacer que Zelas tuviese una muerte temporal. Solo Bio podría hacerlo con una de sus dagas mágicas.
Así que debía llevar a Zelas con Bio. Decidido eso, continuó hasta que apenas un par de metros la separaba del no-elfo.
—¡Zelas —exclamó a media voz, esperando que fuese suficiente para que él escuchara y no algún enemigo—, ven conmigo si quieres morir para sobrevivir!
Xana sintió un poder conocido estallar desde la distancia. Sus instintos despertaron y dirigieron sus acciones. En un instante, las partículas de luz que adornaban su vestido saltaron hacia Zelas, se multiplicaron y orbitaron a su alrededor formando un torbellino de estrellas, una barrera astrífera que debía proteger su vida.[1]
Xana logró girar la cabeza para ver justo a tiempo el nacimiento de un resplandor mortal, de un relámpago divino. Lo que debía ser solo un elfo peliblanco con aspecto frágil, había dado un enorme salto potenciado con magia[2] y, en el aire, se había transformando en una saeta fulminante disparada para aniquilar.[3]
Era demasiado tarde para reaccionar, lo fue desde el momento en que había sentido el trueno.
«¡No!», se dijo Xana, lo que le gritó su interior, sus emociones, su poder, su ferviente deseo de salvar a un amigo.
Aunque ella jamás podría igualar aquella velocidad, ¡sí lo harían sus estrellas!
Una de las que formaban la barrera de Zelas se separó del resto, creció y se comprimió en un instante, más rápido de lo que alguna vez había sido posible, y liberó un haz de luz, más delgado de lo usual pero casi tan poderoso como el que causó la destrucción de una carreta tiempo atrás.[4]
Eso, sin duda alguna, sería suficiente para detener la amenaza.
Pero dicha amenaza liberó un estallido y desapareció en el aire antes de que pudiera alcanzarlo el haz de luz, el cual terminó impactando en el techo.[5]
Y al siguiente instante la sangre empapó a Xana.
Ella no quiso mirar.
Creyó escuchar caer en el suelo los restos de una gema, sin duda de un tragaéter tras devorar el torbellino de estrellas.[6]
Aún no quiso mirar.
Lo que pudo mirar fue otro destello, en el mismo sitio del anterior, que precedió a la reaparición de quien debió haber sido siempre un elfo frágil, pero que ahora empuñaba dos espadas y estaba cubierto con el líquido vital de alguien apreciado.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
[1] Habi nvl 2 de Xana꞉ Tertulia de astros (1/2), para crear alrededor de Zelas una barrera de partículas de luz que se lanzan y explotan contra un atacante.
[2] Habi pasiva nvl 4 de Rauko꞉ Vuelo fúlgido, para dar saltitos impulsados con magia, aun en el aire.
[3] Habi nvl 5 de Rauko꞉ Impulso destellante (1/2), para tener un dash rapidísimo.
[4] Habi nvl 7 de Xana꞉ Torrente cósmico (1/1), para lanzar un kamehameha.
[5] Debut de la habi nvl 10 de Rauko꞉ Iluminación, para desaparecer con un estallido bonito y reaparecer cerca como tres figuras de luz que lanzan un espadazo rapidísimo antes de volver a la normalidad. Especialmente efectivo enfocándose en un solo objetivo.
[6] Consumible de Rauko꞉ Tragaéter, para absorber un ataque mágico. En este caso, a la Tertulia de astros.
Resumen꞉ ya me encargué de matar a Zelas frente a todos, con una bonita parafernalia de luces y magia.
No se asusten, no es la primera vez que mato un PJ =)
[2] Habi pasiva nvl 4 de Rauko꞉ Vuelo fúlgido, para dar saltitos impulsados con magia, aun en el aire.
[3] Habi nvl 5 de Rauko꞉ Impulso destellante (1/2), para tener un dash rapidísimo.
[4] Habi nvl 7 de Xana꞉ Torrente cósmico (1/1), para lanzar un kamehameha.
[5] Debut de la habi nvl 10 de Rauko꞉ Iluminación, para desaparecer con un estallido bonito y reaparecer cerca como tres figuras de luz que lanzan un espadazo rapidísimo antes de volver a la normalidad. Especialmente efectivo enfocándose en un solo objetivo.
[6] Consumible de Rauko꞉ Tragaéter, para absorber un ataque mágico. En este caso, a la Tertulia de astros.
Resumen꞉ ya me encargué de matar a Zelas frente a todos, con una bonita parafernalia de luces y magia.
No se asusten, no es la primera vez que mato un PJ =)
Rauko
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Zelas volvió a la fiesta algo agotado, había comido, había bebido, incluso había copulado, aquello por donde se le viera era una buena fiesta, o al menos eso pensaba el rubio hasta que le vio... Esa melena negra, esas orejas puntiagudas, ese presagio de la mala suerte hecho persona.
-¡Zelas, ven conmigo si quieres morir para sobrevivir!- Exclamo Xana interrumpiendo el tren de pensamiento que estaba teniendo el no-elfo.
-Oye tu también viste a... Espera ¿Qué?- preguntaría confundido ante tan contradictoria oración.
Los orbes de luz a su alrededor, provenientes del vestido de Xana denotaban lo serio del asunto, Zelas por su lado expandió su éter en lo que parecía un domo pequeño a su alrededor(1) logrando captar el momento preciso en el que una entidad luminiscente caía a toda velocidad "puedo esquivarlo" pensó al momento de ver y percibir el movimiento de una de las estrellas de Xana, mas cuando aquel luminiscente ser desapareció y reapareció como 3 entidades diferentes, su cuerpo se movió por instinto, sin embargo, debido a la habilidad de Xana, estaba prácticamente encerrado en aquel lugar.
Tratando de luchar contra lo inevitable, se movió levemente de la trayectoria del primer tajo, lo cual seria en vano ya que el segundo además de arrebatarle el aire, le volvería a poner en el lugar donde recibiría el ataque de lleno siendo azotado con fuerza contra el piso, sintió como la vida comenzaba a abandonar su cuerpo otra vez, cobijándose en el calor de su sangre, lo ultimo que vería Zelas seria a un ensangrentado Rauko con orejas de conejo.
OFF: habilidad usada
1_Judgement: (Master Swordsman/Impulso) [2 usos] Expande su éter, formando una esfera de dos metros de radio a su alrededor. Dentro de ese espacio, sus sentidos se agudizan, mejorando sensiblemente sus habilidades de evasión, bloqueo y contrataque hasta el final del turno.
No se asusten, no es la primera vez que muero =D
-¡Zelas, ven conmigo si quieres morir para sobrevivir!- Exclamo Xana interrumpiendo el tren de pensamiento que estaba teniendo el no-elfo.
-Oye tu también viste a... Espera ¿Qué?- preguntaría confundido ante tan contradictoria oración.
Los orbes de luz a su alrededor, provenientes del vestido de Xana denotaban lo serio del asunto, Zelas por su lado expandió su éter en lo que parecía un domo pequeño a su alrededor(1) logrando captar el momento preciso en el que una entidad luminiscente caía a toda velocidad "puedo esquivarlo" pensó al momento de ver y percibir el movimiento de una de las estrellas de Xana, mas cuando aquel luminiscente ser desapareció y reapareció como 3 entidades diferentes, su cuerpo se movió por instinto, sin embargo, debido a la habilidad de Xana, estaba prácticamente encerrado en aquel lugar.
Tratando de luchar contra lo inevitable, se movió levemente de la trayectoria del primer tajo, lo cual seria en vano ya que el segundo además de arrebatarle el aire, le volvería a poner en el lugar donde recibiría el ataque de lleno siendo azotado con fuerza contra el piso, sintió como la vida comenzaba a abandonar su cuerpo otra vez, cobijándose en el calor de su sangre, lo ultimo que vería Zelas seria a un ensangrentado Rauko con orejas de conejo.
OFF: habilidad usada
1_Judgement: (Master Swordsman/Impulso) [2 usos] Expande su éter, formando una esfera de dos metros de radio a su alrededor. Dentro de ese espacio, sus sentidos se agudizan, mejorando sensiblemente sus habilidades de evasión, bloqueo y contrataque hasta el final del turno.
No se asusten, no es la primera vez que muero =D
Zelas Hazelmere
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
La nueva canción del perro había logrado captar la atención de los presentes que comenzaron a bailar meneándolo de lao a lao sin cansancio, Niniel no parecía interesada en matar a Zelas, era una buena señal debido a que indicaba que no estaba siendo manipulada, o quizá no entendía que mi daga podía causar heridas falsas para matar a Zelas de mentiritas.
Y al no haberlo explicado antes, me preocupó que Xana tampoco hubiera entendido y quisiera matar al pobre Zelas de verdad -Rayos- Dije para mí mismo, pensando en darme prisa para encontrar al elfo antes que cualquiera. Avancé entre los presentes, tratando de no perder de vista al perro y a Xana, aunque al cabo de un instante la elfita se me había desaparecido.
Entre mis intentos por pasar desapercibido, con la mayor prudencia y sin querer llamar la atención, me subí a una mesa y discretamente corrí sobre ella lanzando a un lado platos y copas -Eres uno con el ambiente, eres invisible, eres un camaleón- Me decía a mí mismo mientras los presentes me miraban sin entender muy bien lo que sucedía, y en cierto modo era mejor así, si se enfocaban en mí, no encontrarían a Zelas.
Al cabo de un rato por fin encontré al rubio, bajé de la mesa de un salto al tiempo que sacaba mi daga de Castigo para causarle una herida tan profunda como falsa, lo abracé desde atrás y mi daga viajó por su cuello dibujando una herida que sería letal si fuera real. El hombre se desplomó al instante y de inmediato una mujer frente a él comenzó a gritar -Mi esposo, mi esposo, ese hombre abrazó a mi esposo y lo desmayó- Y es que ciertamente, ante los ojos de los presentes no había ninguna herida, pero el rubio sí que la estaba sintiendo y terminó por quedar inconsciente.
Ahora tan solo debía lidiar con la esposa -Un momento, Zelas no tiene esposa... hasta donde sabemos- Tras cuestionarme, giré el cuerpo para darme cuenta de algunas ligeras diferencias que antes no vi por la prisa, como la poca altura, la panza de 300 kilos y la cara distinta -Un momento, tú no eres mi Zelas- Lo dejé caer al piso y me levanté para buscar al verdadero Zelas.
Usé al falso Zelas como escalón para levantarme un poco más y al fin logré ver al verdadero Zelas, ahí estaba, ignorando el descalabro a su alrededor, inocente de los inminentes intentos de asesinato en su contra. Cerca de él, Xana se acercaba para matarlo y así salvarlo de una muerte inminente, y al parecer, se había encontrado con Rauko en el camino -Esoooo, Raukooo, hazlo- Dije animado al ver que el elfo volaba elegantemente para ir a matar al otro elfo mientras la elfa trataba de detener al elfo volador -Demasiados elfos últimamente- Murmuré para mí mismo.
De cualquier forma, Rauko había brindado una actuación impresionante -Bien hecho, Rauko, hasta le desprendiste la cab… espera, ¡no!- En aquel momento me di cuenta de algo horrible, espantoso, que esperaba no desencadenara en alguna desgracia que ocasionara mi ruina y la de todo Aerandir, recordé que no había cerrado la puerta del taller al salir. Pero además de eso, había algo peor, no traía conmigo las llaves del taller, por lo que, tanto si había cerrado, como si no, aquello era catastrófico.
Y bueno, también estaba el pequeño problema de que al parecer, Rauko había matado a Zelas de verdad, o Zelas era muy buen actor -Vaya, que buena dramatización, seguro se pusieron de acuerdo- Traté de convencerme -Tengo que aprender a hacerme el muerto así, la cabeza desprendida le da un gran toque de realismo- Corrí de prisa hasta el lugar de los acontecimientos.
Bueno, ya está hecho, Zelas está muerto, y estoy seguro que es culpa de un tal Nousis... Ahora nos llevaremos el cuerpo para destruirlo por completo y que no quede ningún rastro y así nadie podrá matarlo porque ya no está vivo, está muerto- Dije en voz alta para despistar, luego miré a Zelas y le guiñé un ojo, aunque su actuación era tan buena que ya ni respiraba -Gomejo Rangers, hora de reagruparnos- Tomé el cuerpo en mis brazos y comencé a escapar de ahí en busca de un lugar seguro para despertar a Zelas, o revivirlo, porque su actuación me estaba convenciendo.
Y al no haberlo explicado antes, me preocupó que Xana tampoco hubiera entendido y quisiera matar al pobre Zelas de verdad -Rayos- Dije para mí mismo, pensando en darme prisa para encontrar al elfo antes que cualquiera. Avancé entre los presentes, tratando de no perder de vista al perro y a Xana, aunque al cabo de un instante la elfita se me había desaparecido.
Entre mis intentos por pasar desapercibido, con la mayor prudencia y sin querer llamar la atención, me subí a una mesa y discretamente corrí sobre ella lanzando a un lado platos y copas -Eres uno con el ambiente, eres invisible, eres un camaleón- Me decía a mí mismo mientras los presentes me miraban sin entender muy bien lo que sucedía, y en cierto modo era mejor así, si se enfocaban en mí, no encontrarían a Zelas.
Al cabo de un rato por fin encontré al rubio, bajé de la mesa de un salto al tiempo que sacaba mi daga de Castigo para causarle una herida tan profunda como falsa, lo abracé desde atrás y mi daga viajó por su cuello dibujando una herida que sería letal si fuera real. El hombre se desplomó al instante y de inmediato una mujer frente a él comenzó a gritar -Mi esposo, mi esposo, ese hombre abrazó a mi esposo y lo desmayó- Y es que ciertamente, ante los ojos de los presentes no había ninguna herida, pero el rubio sí que la estaba sintiendo y terminó por quedar inconsciente.
Ahora tan solo debía lidiar con la esposa -Un momento, Zelas no tiene esposa... hasta donde sabemos- Tras cuestionarme, giré el cuerpo para darme cuenta de algunas ligeras diferencias que antes no vi por la prisa, como la poca altura, la panza de 300 kilos y la cara distinta -Un momento, tú no eres mi Zelas- Lo dejé caer al piso y me levanté para buscar al verdadero Zelas.
Usé al falso Zelas como escalón para levantarme un poco más y al fin logré ver al verdadero Zelas, ahí estaba, ignorando el descalabro a su alrededor, inocente de los inminentes intentos de asesinato en su contra. Cerca de él, Xana se acercaba para matarlo y así salvarlo de una muerte inminente, y al parecer, se había encontrado con Rauko en el camino -Esoooo, Raukooo, hazlo- Dije animado al ver que el elfo volaba elegantemente para ir a matar al otro elfo mientras la elfa trataba de detener al elfo volador -Demasiados elfos últimamente- Murmuré para mí mismo.
De cualquier forma, Rauko había brindado una actuación impresionante -Bien hecho, Rauko, hasta le desprendiste la cab… espera, ¡no!- En aquel momento me di cuenta de algo horrible, espantoso, que esperaba no desencadenara en alguna desgracia que ocasionara mi ruina y la de todo Aerandir, recordé que no había cerrado la puerta del taller al salir. Pero además de eso, había algo peor, no traía conmigo las llaves del taller, por lo que, tanto si había cerrado, como si no, aquello era catastrófico.
Y bueno, también estaba el pequeño problema de que al parecer, Rauko había matado a Zelas de verdad, o Zelas era muy buen actor -Vaya, que buena dramatización, seguro se pusieron de acuerdo- Traté de convencerme -Tengo que aprender a hacerme el muerto así, la cabeza desprendida le da un gran toque de realismo- Corrí de prisa hasta el lugar de los acontecimientos.
Bueno, ya está hecho, Zelas está muerto, y estoy seguro que es culpa de un tal Nousis... Ahora nos llevaremos el cuerpo para destruirlo por completo y que no quede ningún rastro y así nadie podrá matarlo porque ya no está vivo, está muerto- Dije en voz alta para despistar, luego miré a Zelas y le guiñé un ojo, aunque su actuación era tan buena que ya ni respiraba -Gomejo Rangers, hora de reagruparnos- Tomé el cuerpo en mis brazos y comencé a escapar de ahí en busca de un lugar seguro para despertar a Zelas, o revivirlo, porque su actuación me estaba convenciendo.
[0] No se asusten, no es la primera vez que no hago nada.
[1] Comienza la trama de revivir a Zelas para evitar que maten a Zelas. Que buen trabajo de equipo.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Primero llegaron los gritos. Cosa extraña, teniendo en cuenta que no parecía haber sucedido nada fuera de lo normal. Fueron bienvenidos, sin embargo, pues permitieron a Wolfgang ajustar su atención a la maravillosa escena que se estaba desarrollando a vista de cualquiera.
Después de todo lo que Zelas Hazlemere le había costado, solo había dos cosas que le complacieran más que haber podido presenciar en primera línea la muerte del falso elfo en medio de un espectáculo de luces: saber que habían sido sus propios amigos los artífices de su caída y que lo habían hecho por orden del propio Wolfgang.
No habría estado mal la oportunidad de regodearse durante unos minutos delante del propio Zelas, pero teniendo en cuenta cómo habían ido las cosas la última vez que… La cara de horror de la elfa tatuada tendría que valer por el momento. Ya le daría su merecido a su debido tiempo, a ella y a los demás, cuando hubieran tenido algo de tiempo para sufrir la pérdida.
Ahora le tocaba a él festejar, se dijo cuando los gritos comenzaron de nuevo. Dio unos pasos atrás, apartándose con calma de todo el ajetreo. Una mujer tropezó en su huida por no ser la siguiente. Wolfgang la agarró del brazo para ayudarla a levantarse.
—¿Dónde estaba la guardia? —le dijo, imprimiendo su magia de voz en cada palabra—. ¿Cómo han permitido esto? Van a dejar que nos maten a todos.
El rostro de la mujer se contrajo, sustituyendo rápidamente el miedo por la ira.
—La guardia tiene la culpa —dijo, primero en voz baja, como reafirmándose, pero después subió la voz para añadir—: ¡Habían venido a Sacrestic para protegernos! ¡Y ahora nos juntan aquí para quitarnos de enmedio a todos!
Wolfgang asintió aprobador y dejó que la mujer se marchara a extender su mensaje. Él mismo continuó su camino, alejándose poco a poco del lugar del crímen, repartiendo acusaciones semejantes, contra la guardia, contra los elfos, contra los propios vampiros, no importaba con tal de extender el miedo y el odio por el parque.
En verdad es una noche hermosa, pensó mientras se encaminaba silbando a la salida, desde donde la teniente Akimara se esforzaba por organizar a sus dispersos guardias.
—¡LA PRIORIDAD ES LA SEGURIDAD DE LOS CIVILES! —gritaba—. HAY QUE LLEVARLOS A LUGAR SEGURO. PERO SI TIENEN OCASIÓN DE DETENER A LOS ASESINOS, NO LO DUDEN. ¡Y QUE ALGUIEN ME CONFIRME CUÁNTAS BAJAS TENEMOS!
__________________
Bien, Wolfgang se retira y les agradece a Rauko y Bio el haberle hecho el favor de asesinar a Zelas. La teniente Akimara, no tanto, sobre todo por haberle aguado la fiesta.
La guardia ha iniciado la evacuación de los civiles a un lugar seguro, pero no todo el mundo parece muy contento con su desempeño y puede que aún causen más problemas. Son libres de seguir roleando hasta la fecha acordada (el 12 de octubre, incluido), pero me temo que la cocina queda cerrada a partir de ahora.
Nousis: La combinación de tu habilidad con la absoluta certeza de que no has podido ser tú quien ha organizado el espectáculo improvisado consigue convencer al guardia de que o bien no eres un vampiro, o bien no eres la mayor amenaza ahora mismo.
Zelas: … ¿Se le da el pésame a un muerto? En fin, suerte con lo tuyo.
Fehu
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
-Si quieres puedes desnudarme y podemos pasar un buen rato- dijo Lukas con picardía. A mina no le hizo ni pizca de gracia -¡Shhht! No lo digas en voz alta.- le ordenó tajante. -Ya bastante tengo con tener que ser vista en público con este mamotreto... pero bueno, es el precio que tengo que pagar- pensó, resoplando de frustración. Y bueno, tampoco era como que el tortugón solo tuviera una función en la vida de la bruja. También servía de guardaespaldas. Uno insolente y con mal gusto al vestir, eso sí. -Si quieres andar conmigo, tendremos que revisar tu guardarropas- fue lo siguiente que dijo, ya en un tono menos altanero. Podría estar bien feo de caracho y vestido como mamarracho, pero aún no pensaba deshacerse de él.
El mesero sonrió a la pequeña Tina -Es solo un postre por persona- dijo con amabilidad. -Pero si quiere una recomendación, mi favorito es la torta roja- añadió. Los ojos de la chicadreja se abrieron de par en par -¡Entonces de esa quiero!- dijo entusiasmada.
De ahí en más la cena transcurrió sin contratiempos... como por cinco minutos.
La intromisión de aquel extravagante ser irritó a Mina, quien solo deseaba tener una linda y tranquila cena con su amante y secuaz. Algo bonito y sin altercados, para variar un poco. Apretó la mano de Lukas cuando él tomó la de ella, mirando con el seño fruncido al que se presentaba como el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno. -¿No habían más nombres? Se me hace que pudieron ponerle más nombres- se burló Tina.
Pero después de escuchar la generosa propuesta del Barón, la actitud de la de Beltrexus cambió radicalmente.
-¡Clementina!- le riñó la bruja a la chiquilla. -Ilustrísimo Señor, sepa disculpar los modales de este par... aún no he podido educarlos bien- intervino Mina con voz melosa. -Por supuesto que podemos discutir un precio justo para que el aclamado Dorian Vhaxel Monserrat plasme para la eternidad las grandes bendiciones que posee Lukas y usted pueda disfrutarlas . ¿Le gustaría conversar de eso mañana en un ambiente más propicio? Tengo que discutir con Lukas sus requerimientos para la sesión, ambos sabemos muy bien lo agotadoras que estas pueden ser- pidió.
Sí, la mención de una suculenta suma de dinero era algo que ella no dejaría pasar, pero tampoco la oportunidad de una rica cena.
Todo parecía marchar de lo más de bien. El Barón pareció recibir con agrado la contrapropuesta y ambos se disponían a acordar un lugar y hora para la conversación, cuando al otro lado del lugar, una trifulca comenzaba. Lo que comenzó como un malentendido, al parecer había desencadenado algo más grande y, de un momento a otro, se formó un griterío.
Gente corriendo, gritando, huyendo del lugar. Es que no, ella no era merecedora de una cena tranquila. Tomó la mano de Tina para atraerla hacia ella y corrió a refugiarse entre los brazos de Lukas para usarlo como escudo. -Vámonos ya de aquí- le ordenó imperiosa.
Avanzaron cuanto pudieron, pero en un punto, la salida se convirtió en un cuello de botella por donde no podían pasar, el tumulto era demasiado grande y entre empujones y jalones, Mina soltó a Tina y la separaron del tortugón mandilón.
Empujada por la masa, salió de aquella plaza y se encontró sola, confundida, mirando para todos lados, buscando a su gente. -Que se me pierda Tina es comprensible, ¿pero Lukas? ¿Cómo se me va a perder Lukas? Es imposible no verlo.- se quejó en voz alta.
Resopló y buscó en su escote la pequeña brújula que colgaba en su collar. Esta siempre apuntaba hacia donde estuviera su chicadreja. -Voy a tener que hacerle una así a mi pen... Lukas- anotó mentalmente. Debía recordar que él era más que solo lo que le colgaba pendulante entre las patas.
Cuando encontró a Tina, estaba siendo arrastrada por un hombre que la acusaba de ser una ladrona y de lastimar unas plantas. -¡Hey! ¡Tú! ¡Suéltala! ¡Ahora!- gritó, recogiendo su falda para echarse a correr tras ellos.
No muy lejos de allí, el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno se regocijaba al ver cómo el enorme hombre tortuga era subido por sus sirvientes en la parte trasera de un carro. -Fue mucha pócima de dulces sueños, pero finalmente cayó- dijo el Barón una vez vio bien amarrado y amordazado a Lukas. Había aprovechado la confusión para alejar a Lukas de Mina. Él no iba a esperar hasta el otro día para tener lo que deseaba, además, tampoco necesitaba intermediarios. Aquel tropel fue muy oportuno.
El mesero sonrió a la pequeña Tina -Es solo un postre por persona- dijo con amabilidad. -Pero si quiere una recomendación, mi favorito es la torta roja- añadió. Los ojos de la chicadreja se abrieron de par en par -¡Entonces de esa quiero!- dijo entusiasmada.
De ahí en más la cena transcurrió sin contratiempos... como por cinco minutos.
La intromisión de aquel extravagante ser irritó a Mina, quien solo deseaba tener una linda y tranquila cena con su amante y secuaz. Algo bonito y sin altercados, para variar un poco. Apretó la mano de Lukas cuando él tomó la de ella, mirando con el seño fruncido al que se presentaba como el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno. -¿No habían más nombres? Se me hace que pudieron ponerle más nombres- se burló Tina.
Pero después de escuchar la generosa propuesta del Barón, la actitud de la de Beltrexus cambió radicalmente.
-¡Clementina!- le riñó la bruja a la chiquilla. -Ilustrísimo Señor, sepa disculpar los modales de este par... aún no he podido educarlos bien- intervino Mina con voz melosa. -Por supuesto que podemos discutir un precio justo para que el aclamado Dorian Vhaxel Monserrat plasme para la eternidad las grandes bendiciones que posee Lukas y usted pueda disfrutarlas . ¿Le gustaría conversar de eso mañana en un ambiente más propicio? Tengo que discutir con Lukas sus requerimientos para la sesión, ambos sabemos muy bien lo agotadoras que estas pueden ser- pidió.
Sí, la mención de una suculenta suma de dinero era algo que ella no dejaría pasar, pero tampoco la oportunidad de una rica cena.
Todo parecía marchar de lo más de bien. El Barón pareció recibir con agrado la contrapropuesta y ambos se disponían a acordar un lugar y hora para la conversación, cuando al otro lado del lugar, una trifulca comenzaba. Lo que comenzó como un malentendido, al parecer había desencadenado algo más grande y, de un momento a otro, se formó un griterío.
Gente corriendo, gritando, huyendo del lugar. Es que no, ella no era merecedora de una cena tranquila. Tomó la mano de Tina para atraerla hacia ella y corrió a refugiarse entre los brazos de Lukas para usarlo como escudo. -Vámonos ya de aquí- le ordenó imperiosa.
Avanzaron cuanto pudieron, pero en un punto, la salida se convirtió en un cuello de botella por donde no podían pasar, el tumulto era demasiado grande y entre empujones y jalones, Mina soltó a Tina y la separaron del tortugón mandilón.
Empujada por la masa, salió de aquella plaza y se encontró sola, confundida, mirando para todos lados, buscando a su gente. -Que se me pierda Tina es comprensible, ¿pero Lukas? ¿Cómo se me va a perder Lukas? Es imposible no verlo.- se quejó en voz alta.
Resopló y buscó en su escote la pequeña brújula que colgaba en su collar. Esta siempre apuntaba hacia donde estuviera su chicadreja. -Voy a tener que hacerle una así a mi pen... Lukas- anotó mentalmente. Debía recordar que él era más que solo lo que le colgaba pendulante entre las patas.
Cuando encontró a Tina, estaba siendo arrastrada por un hombre que la acusaba de ser una ladrona y de lastimar unas plantas. -¡Hey! ¡Tú! ¡Suéltala! ¡Ahora!- gritó, recogiendo su falda para echarse a correr tras ellos.
No muy lejos de allí, el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno se regocijaba al ver cómo el enorme hombre tortuga era subido por sus sirvientes en la parte trasera de un carro. -Fue mucha pócima de dulces sueños, pero finalmente cayó- dijo el Barón una vez vio bien amarrado y amordazado a Lukas. Había aprovechado la confusión para alejar a Lukas de Mina. Él no iba a esperar hasta el otro día para tener lo que deseaba, además, tampoco necesitaba intermediarios. Aquel tropel fue muy oportuno.
Mina Harker
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Sacrestic Ville
Justo cuando la cosa no podía ponerse mejor, lo hizo. Allí estaba, bailando como si no tuviera preocupaciones en la vida, cuando la voz familiar, angelical, sublime e inesperada de quien evidentemente era el jefazo, y no Bio con aspiraciones de Bardo, resonó en mis oídos con una curiosa canción.
Al principio me causó gracia pues no fue hasta que habló de espejos y tonos de cabellos que capté que le dedicaba una canción al escurridizo de Zelas. Tenía que admitirlo, tenía un ritmo pegajoso y era inevitable no corear al ritmo de la canción. - Se murió, se murió pero sobrevivió...Whohoo... - Desde la mesa buscaba al jefazo, no debía estar lejos, ahora que sabía que estaban cerca aquello haría de la fiesta más entretenida.
No fue difícil dar con lo que buscaba, me bajé de donde estaba y entre palmas, y un palomejo enérgico, la vida dio un giro de ciento ochenta grados. Luces, suspenso, confusión, pero entre la voces había una frase clara: "Gomejo Rangers, hora de reagruparnos"
Sangre, un cadáver... y el shock me tenían en letargo. -S...sí... sí... allá voy. - Seguí a Bio, siendo lo único capaz de ubicar, además había que cuidar el cuerpo. ¿La canción había sido una especie de advertencia que debíamos captar o solo había sido una mera casualidad?
- ¿A dónde vamos? - Corría tras Bio, no sabía desde qué momento ya sostenía el látigo en caso de necesitarlo. - ¿Q..qué pasó? - Estaba desorientada, aún no me creía lo que pasaba. ¿Era un show y no me lo dijeron?
Meleis, se sentía confundido, y por un momento halagado pensando que había sido la causa de la pelea de las chicas, y luego decepcionado al caer en cuenta que los gomejos eran los verdaderos protagonistas de historia.
- ¡Oye! - Se quejó una de ellas.
- Será mejor que me lo des, mi hermana me matará si le pasa algo. - Le arrebató al primer gomejo y lo sostuvo firme con su brazo. - Y este también. - Le arrebató el otro, y lo rodeo con el otro brazo. -
- P..pero... - dijo la otra haciendo pucheros.
- Sin peros, hay que encontrar al Señor Zelas y ...
"¡El de la carreta apareció! " Todo pasó muy rápido, y antes de si quiera procesar lo que pasaba, parecía que aquello a lo que sentía obligado a hacer se había esfumado, el señor Rauko se había adelantado. El trabajo estaba hecho.
La percepción de la realidad aún estaba algo alterada para él, por lo que no tardó en acercarse a Rauko. - Hay que irnos, ya tengo a los gomejos. - Expresó con naturalidad, quizás el efecto tardaría un poco en pasar.
Al principio me causó gracia pues no fue hasta que habló de espejos y tonos de cabellos que capté que le dedicaba una canción al escurridizo de Zelas. Tenía que admitirlo, tenía un ritmo pegajoso y era inevitable no corear al ritmo de la canción. - Se murió, se murió pero sobrevivió...Whohoo... - Desde la mesa buscaba al jefazo, no debía estar lejos, ahora que sabía que estaban cerca aquello haría de la fiesta más entretenida.
No fue difícil dar con lo que buscaba, me bajé de donde estaba y entre palmas, y un palomejo enérgico, la vida dio un giro de ciento ochenta grados. Luces, suspenso, confusión, pero entre la voces había una frase clara: "Gomejo Rangers, hora de reagruparnos"
Sangre, un cadáver... y el shock me tenían en letargo. -S...sí... sí... allá voy. - Seguí a Bio, siendo lo único capaz de ubicar, además había que cuidar el cuerpo. ¿La canción había sido una especie de advertencia que debíamos captar o solo había sido una mera casualidad?
- ¿A dónde vamos? - Corría tras Bio, no sabía desde qué momento ya sostenía el látigo en caso de necesitarlo. - ¿Q..qué pasó? - Estaba desorientada, aún no me creía lo que pasaba. ¿Era un show y no me lo dijeron?
Meleis
Meleis, se sentía confundido, y por un momento halagado pensando que había sido la causa de la pelea de las chicas, y luego decepcionado al caer en cuenta que los gomejos eran los verdaderos protagonistas de historia.
- ¡Oye! - Se quejó una de ellas.
- Será mejor que me lo des, mi hermana me matará si le pasa algo. - Le arrebató al primer gomejo y lo sostuvo firme con su brazo. - Y este también. - Le arrebató el otro, y lo rodeo con el otro brazo. -
- P..pero... - dijo la otra haciendo pucheros.
- Sin peros, hay que encontrar al Señor Zelas y ...
"¡El de la carreta apareció! " Todo pasó muy rápido, y antes de si quiera procesar lo que pasaba, parecía que aquello a lo que sentía obligado a hacer se había esfumado, el señor Rauko se había adelantado. El trabajo estaba hecho.
La percepción de la realidad aún estaba algo alterada para él, por lo que no tardó en acercarse a Rauko. - Hay que irnos, ya tengo a los gomejos. - Expresó con naturalidad, quizás el efecto tardaría un poco en pasar.
- Off:
- Merax corre con Bio hacia donde vayan con Zelas.
- Meleis les quita a ambos conejos a las chicas y va en busca de Rauko.
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
- Garras Superiores.
- Inventario Meleis:
-- Inyección [L]
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [En la Inyección]
- Cría de Palomejo.
Meraxes
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Algo muy adentro de mí me decía que quizás, y solo quizás, debía haber explicado mejor el plan en lugar de solo decir que había que matar a Zelas, y es que no era nada normal que una persona separada de su cabeza pudiera seguir viva. Levanté la mano y le dije a todos los presentes -Son unos bastardos, han matado a Zelas- Usé mi voz mágica para imitar el sonido de un violín pequeño y triste sonando de fondo.
Tomé la cabeza de Zelas que rodaba por el piso para evitar que fuera pisoteada, la levanté y usé mi voz mágica para imitar la voz del elfo -Oh no, me he muerto, ahora ya no seré un peligro para nadie… ay me muero- Al decir aquello noté algo muy extraño en esa cabeza, y es que no tenía ojos, ni nariz, ni cara, ni cabello, más bien tenía forma de piña.
Y es que claro, tenía forma de piña porque era una piña, lo que me hacía dudar si la piña se parecía a la cabeza de Zelas, o la cabeza de Zelas parecía una piña, aunque igual no soy piñólogo y no era momento para pensar en esas cosas, aventé a un lado la piña y noté con alegría que el cuerpo y la cabeza seguían pegados, de todos modos le di un mordisco en una nalga solo para verificar que todo el cuerpo no fuera una piña.
Melaxas me alcanzó durante la escapada y preguntó a donde íbamos -Vamos a donde el viento nos lleve, creo que Zelas se nos murió de verdad- Por ahora solo teníamos una posibilidad real y seria de revivirlo -Xana, ve por Niniel, y traigan tanto como puedan de esas Croquetas de jamón de Yak- Ordené a la elfita que con suerte recordaría donde se encontraba la elfota.
Por otro lado, decidí que sería más rápido y seguro cargar a Zelas en equipo, así que puse todo el cuerpo encima de Meraxes y yo le tomé mi mano y la levanté con cuidado mientras corría al lado de ella -Vamos a aquellos arbustos con humedad y olor cuestionables, creo que es el mejor lugar para lo que vamos a hacer- Tomé rápidamente algunos arbustos para hacer una cómoda cama en el piso y me acosté, luego le señalé a Meraxes un lugar seco en el piso para colocar a Zelas.
Muy bien, ahora solo falta esperar que venga Niniel y haga lo suyo, no es la primera vez que se nos muere, y angustiantemente puede que no sea la última, deberíamos pagarle algún seguro de vida, sería una mina de oro- Terminé dilucidando ideas extrañas porque de algo teníamos que hablar mientras llegaba la sacerdotisa a hacer lo suyo.
Tomé la cabeza de Zelas que rodaba por el piso para evitar que fuera pisoteada, la levanté y usé mi voz mágica para imitar la voz del elfo -Oh no, me he muerto, ahora ya no seré un peligro para nadie… ay me muero- Al decir aquello noté algo muy extraño en esa cabeza, y es que no tenía ojos, ni nariz, ni cara, ni cabello, más bien tenía forma de piña.
Y es que claro, tenía forma de piña porque era una piña, lo que me hacía dudar si la piña se parecía a la cabeza de Zelas, o la cabeza de Zelas parecía una piña, aunque igual no soy piñólogo y no era momento para pensar en esas cosas, aventé a un lado la piña y noté con alegría que el cuerpo y la cabeza seguían pegados, de todos modos le di un mordisco en una nalga solo para verificar que todo el cuerpo no fuera una piña.
Melaxas me alcanzó durante la escapada y preguntó a donde íbamos -Vamos a donde el viento nos lleve, creo que Zelas se nos murió de verdad- Por ahora solo teníamos una posibilidad real y seria de revivirlo -Xana, ve por Niniel, y traigan tanto como puedan de esas Croquetas de jamón de Yak- Ordené a la elfita que con suerte recordaría donde se encontraba la elfota.
Por otro lado, decidí que sería más rápido y seguro cargar a Zelas en equipo, así que puse todo el cuerpo encima de Meraxes y yo le tomé mi mano y la levanté con cuidado mientras corría al lado de ella -Vamos a aquellos arbustos con humedad y olor cuestionables, creo que es el mejor lugar para lo que vamos a hacer- Tomé rápidamente algunos arbustos para hacer una cómoda cama en el piso y me acosté, luego le señalé a Meraxes un lugar seco en el piso para colocar a Zelas.
Muy bien, ahora solo falta esperar que venga Niniel y haga lo suyo, no es la primera vez que se nos muere, y angustiantemente puede que no sea la última, deberíamos pagarle algún seguro de vida, sería una mina de oro- Terminé dilucidando ideas extrañas porque de algo teníamos que hablar mientras llegaba la sacerdotisa a hacer lo suyo.
[0] Uso la habilidad de la voz mágica para hacer que la piñacabeza hable.
[1] Niniel revive a Zelas, pofavó.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
-¿Y ahora que rayos pasa? Se supone que esto es una cena de categoría...y entre vampiros gorrones y gente escandalosa aún ni he probado el postre.- Se quejó amargamente Catherine mientras unos gritos en aumento interrumpieron, aún más, la velada. A su lado Níniel pensó en un principio que debían de tratarse de los danzantes que habían abandonado su posición para tratar de hacer que mas y mas gente se uniera a ellos, pero mas pronto que tarde se daría cuenta de que no era así.
-Han matado a alguien...Y la guardia no ha hecho nada para evitarlo...-Pudo captar la peliblanca de un hombre que gritaba e instaba a todo el mundo a buscar una salida, lo cual generó pánico y caos. Tras aquel sujeto, un par de guardias trataban de llamar a la calma y al orden, pero una vez que el miedo había comenzado a extenderse, iban a tenerlo muy complicado.
-¿Alguien ha palmado de verdad? ¿No decía ese vampirucho que iba a matar a Zelas?- Níniel se puso pálida. Bio podía llegar a ser un bicho muy raro, tendía a hacer muchas locuras y rara vez parecía pensar de manera meditada sus acciones, pero ¿matar a un compañero del gremio? Aquellas frases sin duda las había dicho afectado por la bebida, Bio nunca mataría a un amigo, de hecho nunca mataría a nadie que no se lo mereciera.
-Solo estaba borracho...Y además le diste un golpe muy fuerte...- Trató de convencerse la joven, aunque se levantó de su asiento, dispuesta a enterarse de lo sucedido, aunque para ello tuviera que avanzar en la dirección contraria hacia la que la mayoría de invitados al evento estaba huyendo, algo complicado llevando vestido. Por Suerte Cath tenía un talento natural para escabullirse, y para los empujones.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó a otro guardia cuando llegó hasta un lugar donde un gran charco de sangre manchaba el piso. Sangre élfica además. No es que hubiese visto a muchos de los suyos aquella noche, lo cual causó que se temiera lo peor, pero el guardia no sabía nada, ni de lo que había ocurrido, ni del ataque. Solo que había habido un tumulto, muchas luces y después...gritos y un grupo de sujetos corriendo al grito de "Gomejo rangers". Y no es que le estuviera ocultando información, ya que el humano la había reconocido.
-¿Que rayos has hecho Bio idiota?- Se lamentó por lo bajo Níniel, reconociendo aquella frase como otra de las muchas tonterías que se le ocurrían al pelinegro cada dos por tres.
-El rastro sigue hacia allí.- Señaló Cath usando sus agudos sentidos. Entonces agudizó aún más su fino oído. -Los oigo...aún están cerca..."¿A dónde vamos?", "Déjalo por aquí, pero cuidado con lo amarillo", "Espero que no se olvide de las croquetas"- Repitió la pelirroja según lo captaba. Níniel apretó los labios.
-Vamos, deprisa, encuéntralos.- Pidió la elfa, saliendo ambas a la carrera. No tardaron en encontrarse con Xana, a quién habían mandado a por ellas, pero no pudo, o no quiso, explicar los pormenores de la situación. Les acompañó unos metros, para luego separarse de ellas. Debía de haberse dejado algo importante en la fiesta. O quizá fuese a por las dichosas croquetas.
-¿Que demonios estáis haciendo?- Espetó Níniel tan pronto se encontró con el resto de los "Gomejo rangers" o debería decir, El séptimo círculo. Vio primero a Bio, Luego a Meraxes y a Rauko. -¿No me digas que te ha arrastrado a sus locuras? En la fiesta dicen que alguien ha muerto, había sangre élfica en el suelo, todo es un caos...- Continuó la joven.
-¿Y por qué coño estáis todos rebozándoos en...por los dioses...huele como si media Lunargenta hubiese meado aquí.- Interrumpió Cath maldiciendo a Bio.
Fue entonces cuando Níniel vio el cuerpo sin vida de Zelas, solo a unos pasos de los demás. Con la mirada fulminó al vampiro y le señaló acusadoramente. Sus ojos comenzaron a fulgurar mientras más y más éter se canalizaba a través de su cuerpo. El vampiro ya sabía que eso ocurría cuando se preparaba para usar sus poderes de luz en serio, ya fuera para curar, o para castigar a alguien. Tras ver aquello llegarían las excusas...aunque no es que estas dejaran en muy buen lugar a los allí presentes.
-Debería...encerraros a todos en la cámara del guardián de la torre y tirar la llave. ¿Es que no juntáis ni medio cerebro entre todos? No, no quiero oír mas escusas. Y encima lo traéis a este sitio inmundo...Lo primero que verá y olerá cuando regrese del más allá será un charco de orina...- Se quejó la sacerdotisa antes de colocarse ante el cuerpo del difunto y concentrarse en lo que debía hacer.
Canalizó aún más éter y luego lo hizo fluir hasta los brazaletes que comenzaron a brillar con el poder de la más pura luz. En voz baja la peliblanca comenzó a realizar una plegaria a los dioses élficos, un rezo melódico cargado de devoción y destinado a ser entonado solo en lugares sagrados, muy distintos a aquel donde estaban. En el punto álgido de su oración, la joven cruzó sus brazaletes y con un fuerte destello una columna de luz cubrió a Zelas. Sus heridas sanaron y una vez que el templo de su alma estuvo recuperado, volvió a la vida a la vez que la luz desaparecía.
Níniel sintió un pinchazo en su cabeza, y vio imágenes de unos desconocidos. No supo quiénes eran ni recordaba nada de ellos por lo que las hizo a un lado rápidamente. Si no las recordaba es que no eran importantes.
-Han matado a alguien...Y la guardia no ha hecho nada para evitarlo...-Pudo captar la peliblanca de un hombre que gritaba e instaba a todo el mundo a buscar una salida, lo cual generó pánico y caos. Tras aquel sujeto, un par de guardias trataban de llamar a la calma y al orden, pero una vez que el miedo había comenzado a extenderse, iban a tenerlo muy complicado.
-¿Alguien ha palmado de verdad? ¿No decía ese vampirucho que iba a matar a Zelas?- Níniel se puso pálida. Bio podía llegar a ser un bicho muy raro, tendía a hacer muchas locuras y rara vez parecía pensar de manera meditada sus acciones, pero ¿matar a un compañero del gremio? Aquellas frases sin duda las había dicho afectado por la bebida, Bio nunca mataría a un amigo, de hecho nunca mataría a nadie que no se lo mereciera.
-Solo estaba borracho...Y además le diste un golpe muy fuerte...- Trató de convencerse la joven, aunque se levantó de su asiento, dispuesta a enterarse de lo sucedido, aunque para ello tuviera que avanzar en la dirección contraria hacia la que la mayoría de invitados al evento estaba huyendo, algo complicado llevando vestido. Por Suerte Cath tenía un talento natural para escabullirse, y para los empujones.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó a otro guardia cuando llegó hasta un lugar donde un gran charco de sangre manchaba el piso. Sangre élfica además. No es que hubiese visto a muchos de los suyos aquella noche, lo cual causó que se temiera lo peor, pero el guardia no sabía nada, ni de lo que había ocurrido, ni del ataque. Solo que había habido un tumulto, muchas luces y después...gritos y un grupo de sujetos corriendo al grito de "Gomejo rangers". Y no es que le estuviera ocultando información, ya que el humano la había reconocido.
-¿Que rayos has hecho Bio idiota?- Se lamentó por lo bajo Níniel, reconociendo aquella frase como otra de las muchas tonterías que se le ocurrían al pelinegro cada dos por tres.
-El rastro sigue hacia allí.- Señaló Cath usando sus agudos sentidos. Entonces agudizó aún más su fino oído. -Los oigo...aún están cerca..."¿A dónde vamos?", "Déjalo por aquí, pero cuidado con lo amarillo", "Espero que no se olvide de las croquetas"- Repitió la pelirroja según lo captaba. Níniel apretó los labios.
-Vamos, deprisa, encuéntralos.- Pidió la elfa, saliendo ambas a la carrera. No tardaron en encontrarse con Xana, a quién habían mandado a por ellas, pero no pudo, o no quiso, explicar los pormenores de la situación. Les acompañó unos metros, para luego separarse de ellas. Debía de haberse dejado algo importante en la fiesta. O quizá fuese a por las dichosas croquetas.
-¿Que demonios estáis haciendo?- Espetó Níniel tan pronto se encontró con el resto de los "Gomejo rangers" o debería decir, El séptimo círculo. Vio primero a Bio, Luego a Meraxes y a Rauko. -¿No me digas que te ha arrastrado a sus locuras? En la fiesta dicen que alguien ha muerto, había sangre élfica en el suelo, todo es un caos...- Continuó la joven.
-¿Y por qué coño estáis todos rebozándoos en...por los dioses...huele como si media Lunargenta hubiese meado aquí.- Interrumpió Cath maldiciendo a Bio.
Fue entonces cuando Níniel vio el cuerpo sin vida de Zelas, solo a unos pasos de los demás. Con la mirada fulminó al vampiro y le señaló acusadoramente. Sus ojos comenzaron a fulgurar mientras más y más éter se canalizaba a través de su cuerpo. El vampiro ya sabía que eso ocurría cuando se preparaba para usar sus poderes de luz en serio, ya fuera para curar, o para castigar a alguien. Tras ver aquello llegarían las excusas...aunque no es que estas dejaran en muy buen lugar a los allí presentes.
-Debería...encerraros a todos en la cámara del guardián de la torre y tirar la llave. ¿Es que no juntáis ni medio cerebro entre todos? No, no quiero oír mas escusas. Y encima lo traéis a este sitio inmundo...Lo primero que verá y olerá cuando regrese del más allá será un charco de orina...- Se quejó la sacerdotisa antes de colocarse ante el cuerpo del difunto y concentrarse en lo que debía hacer.
Canalizó aún más éter y luego lo hizo fluir hasta los brazaletes que comenzaron a brillar con el poder de la más pura luz. En voz baja la peliblanca comenzó a realizar una plegaria a los dioses élficos, un rezo melódico cargado de devoción y destinado a ser entonado solo en lugares sagrados, muy distintos a aquel donde estaban. En el punto álgido de su oración, la joven cruzó sus brazaletes y con un fuerte destello una columna de luz cubrió a Zelas. Sus heridas sanaron y una vez que el templo de su alma estuvo recuperado, volvió a la vida a la vez que la luz desaparecía.
Níniel sintió un pinchazo en su cabeza, y vio imágenes de unos desconocidos. No supo quiénes eran ni recordaba nada de ellos por lo que las hizo a un lado rápidamente. Si no las recordaba es que no eran importantes.
Off: Níniel usa su Auryn de resurrección para traer de vuelta a Zelas.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Cohen continuaba hablando en la cocina con Dolofrea cuándo todo comenzó a desmoronarse. Los gritos se extendieron por el lugar, dando pie a precipitadas huidas y al auténtico terror.
El vampiro buscó a su amante con la mirada, pero ya no estaba en la mesa dónde lo había dejado junto a Caoimhe y se preguntó si había hecho bien dejándoles a solas.
Los rumores comenzaban a dispersarse por las mesas. Cohen, vampiro de la voz, no le costó reconocer que muchos de ellos estaban influenciados por ideas malintencionadas… pero, ¿quién estaba propagando aquellos rumores entre todos los presentes? Detectarle era ya otra historia.
Comenzó a intentar calmar a los asistentes a aquel evento. Si bien parecía ser cierto de que habían asesinado a alguien y muchos culpaban a la Guardia, podría aprovechar esa oportunidad.
¿Debería infundir rumores en contra de la Guardia o debería apaciguar a los presentes?
En su mente, había buenos motivos para apoyar cada una de las dos teorías, pero si la Guardia caía debilitada en estos momentos, el bando de Oneca se vería fortalecido y eso sí que no estaba dispuesto a permitirlo.
Así que, con claro pesar y desánimo, comenzó a apaciguar a las personas de su alrededor, usando igualmente la magia de su voz.
―¡Tranquilidad! No corren ningún peligro. Están siendo objetos de la magia de voz vampírica. No ha sucedido nada relativamente grave cómo para desatar el caos… Dejen que la tranquilidad y la paciencia les invada... [1]
Cuándo tres o cuatro personas comenzaron a correr en dirección a la mesa dónde se encontraban algunos miembros de la Guardia, Cohen los interceptó y comenzó a silbar una cancioncilla. Pronto, a su alrededor, el ambiente festivo parecía reanimarse. Y todo aquel que entraba en su zona de influencia comenzaban a experimentar una gran felicidad. El vampiro se movía poco a poco por la sala intentando que todas las personas que escucharan su silbido, quedaran incapacitadas en su voluntad y no sucumbieran al pánico. Pronto, las sonrisas y bailes volvieron, aunque eran claramente artificiales. [2]
―Ahora poco a poco, despacio, seguidme...
Y mientras continuaba silbando, intentaba apartarles serenamente hasta una de las salidas.
Peter reflexionó las palabras de Caoimhe y tuvo la impresión de que la vampiresa no era alguien de fiar. Su mirada se concentró durante parte del tiempo en la mesa de sus antiguos compañeros, pero pronto se originó el caos.
Escuchó a la teniente Akinara, que solicitaba que llevaran a los civiles a un lugar seguro. El hombre que había velado por la seguridad y convivencia de aquella ciudad, o que al menos creía haberlo intentado, se puso de pie rápidamente y ayudó a algunas personas a marcharse.
Algunos de los que huían habían terminado tropezando y habían sido aplastados por los siguientes, por lo que en uno de los accesos al lugar se había creado un pequeño tapón de cuerpos humanos.
Peter logró apartar a una niña, de apenas seis o siete años, que parecía estar a punto de ser engullida entre la multitud. Con ella en los brazos, se dirigió hacia otra de las salidas y poniéndola sobre el suelo, la dejó marchar.
―¡Salgan por aquí! Despacio, no pongan en peligro la vida de los demás… ¡y tengan cuidado con niños y ancianos, joder!
Continuó vigilando que la salida de aquellas personas fuera pacífica y cuándo fueron suficientes, las siguió para encargarse de que llegaban hasta un lugar seguro… Con el tiempo, se unieron a un grupo que la Guardia parecía estar protegiendo y con un fuerte golpe para su ego, terminó siendo uno de los protegidos de la institución que él mismo había liderado.
[1] Alusión a mi Talento Imperio, en Nivel 5, intentando transmitir tranquilidad.
[2] Uso de mi habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
EN ESTE POST:
Cohen usa su magia de la voz para apaciguar a las personas de su alrededor y evitar que el pánico les influya.
Peter ayuda a salir de allí a varias personas y se marcha en uno de los grupos custodiados por la Guardia.
El vampiro buscó a su amante con la mirada, pero ya no estaba en la mesa dónde lo había dejado junto a Caoimhe y se preguntó si había hecho bien dejándoles a solas.
Los rumores comenzaban a dispersarse por las mesas. Cohen, vampiro de la voz, no le costó reconocer que muchos de ellos estaban influenciados por ideas malintencionadas… pero, ¿quién estaba propagando aquellos rumores entre todos los presentes? Detectarle era ya otra historia.
Comenzó a intentar calmar a los asistentes a aquel evento. Si bien parecía ser cierto de que habían asesinado a alguien y muchos culpaban a la Guardia, podría aprovechar esa oportunidad.
¿Debería infundir rumores en contra de la Guardia o debería apaciguar a los presentes?
En su mente, había buenos motivos para apoyar cada una de las dos teorías, pero si la Guardia caía debilitada en estos momentos, el bando de Oneca se vería fortalecido y eso sí que no estaba dispuesto a permitirlo.
Así que, con claro pesar y desánimo, comenzó a apaciguar a las personas de su alrededor, usando igualmente la magia de su voz.
―¡Tranquilidad! No corren ningún peligro. Están siendo objetos de la magia de voz vampírica. No ha sucedido nada relativamente grave cómo para desatar el caos… Dejen que la tranquilidad y la paciencia les invada... [1]
Cuándo tres o cuatro personas comenzaron a correr en dirección a la mesa dónde se encontraban algunos miembros de la Guardia, Cohen los interceptó y comenzó a silbar una cancioncilla. Pronto, a su alrededor, el ambiente festivo parecía reanimarse. Y todo aquel que entraba en su zona de influencia comenzaban a experimentar una gran felicidad. El vampiro se movía poco a poco por la sala intentando que todas las personas que escucharan su silbido, quedaran incapacitadas en su voluntad y no sucumbieran al pánico. Pronto, las sonrisas y bailes volvieron, aunque eran claramente artificiales. [2]
―Ahora poco a poco, despacio, seguidme...
Y mientras continuaba silbando, intentaba apartarles serenamente hasta una de las salidas.
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Peter reflexionó las palabras de Caoimhe y tuvo la impresión de que la vampiresa no era alguien de fiar. Su mirada se concentró durante parte del tiempo en la mesa de sus antiguos compañeros, pero pronto se originó el caos.
Escuchó a la teniente Akinara, que solicitaba que llevaran a los civiles a un lugar seguro. El hombre que había velado por la seguridad y convivencia de aquella ciudad, o que al menos creía haberlo intentado, se puso de pie rápidamente y ayudó a algunas personas a marcharse.
Algunos de los que huían habían terminado tropezando y habían sido aplastados por los siguientes, por lo que en uno de los accesos al lugar se había creado un pequeño tapón de cuerpos humanos.
Peter logró apartar a una niña, de apenas seis o siete años, que parecía estar a punto de ser engullida entre la multitud. Con ella en los brazos, se dirigió hacia otra de las salidas y poniéndola sobre el suelo, la dejó marchar.
―¡Salgan por aquí! Despacio, no pongan en peligro la vida de los demás… ¡y tengan cuidado con niños y ancianos, joder!
Continuó vigilando que la salida de aquellas personas fuera pacífica y cuándo fueron suficientes, las siguió para encargarse de que llegaban hasta un lugar seguro… Con el tiempo, se unieron a un grupo que la Guardia parecía estar protegiendo y con un fuerte golpe para su ego, terminó siendo uno de los protegidos de la institución que él mismo había liderado.
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[1] Alusión a mi Talento Imperio, en Nivel 5, intentando transmitir tranquilidad.
[2] Uso de mi habilidad: El Bufón De La Corte [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen comienza a silbar una cancioncilla inocente que hace que todas las personas de su alrededor sientan una intensa felicidad, creando un ambiente festivo y de júbilo. Aunque frente a ellos se cometan atrocidades, todo les parecerá realmente divertido, entorpeciéndoles reaccionar de forma natural y coherente.
EN ESTE POST:
Cohen usa su magia de la voz para apaciguar a las personas de su alrededor y evitar que el pánico les influya.
Peter ayuda a salir de allí a varias personas y se marcha en uno de los grupos custodiados por la Guardia.
Cohen
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Oscuridad... Vacío infinito... La sensación de estar flotando en la nada que por desgracia ya conocía demasiado bien "Esta habrá de ser la definitiva... Estoy muy lejos de Roilkat como para que su extraña magia del desierto me vuelva a revivir" pensó Zelas dejándose llevar por la nada.
-Vaya, entonces cuando mueres no recuperas tu apariencia original- señalaría una voz que haría que Zelas se sobresaltara.
-Siempre pensaba que era mentira eso de que moría seguido-
-Yo también pensaba que era mentira cada vez que escuchaba noticias de su muerte, no le creí ni cuando me lo dijo el mismo-
-Bueno supongo que padre tuvo razón en esto de esperarle-
-¿Te mato la misma persona que a nosotros?-
Le preguntaría Rheksa con un tono de preocupación, Zelas por su parte se "sentaría" rápidamente al escuchar aquellas voces, a su alrededor se encontraban su padre y sus hermanos, quienes habían sido asesinados por V.
-No- dijo sonriendo -a ese lo mate ni bien supe lo que había hecho... Vaya familia disfuncional la que teníamos, nuestro tío los mata a ustedes, yo lo mato a el pffff- diría para ponerse de pie y abrazarles.
-Aja, lo sabia, no conoceré yo a mis hijos, le dije a Vitserk que serias tu quien le acabaría a el y a su organización- le diría Aramil orgulloso, cosa que tomo a Zelas por sorpresa.
-Al final en la oscuridad de la noche... Tú si sabes quien eres.- señalaría Cornaith sonriendo.
-No empieces Cornaith... ¿no han visto a Aelinna o a Aradia de este otro lado de casualidad?- preguntaría preocupado.
-Solo llegaste tu- le diría Rhosann.
-Y por lo que vemos, parece que ya te vas, otra cosa que a pesar de haberlo escuchado no crei- intervendría Ashar apuntándole.
-¿Qué?- preguntaría Zelas al notar que su "cuerpo" comenzaba a brillar.
-Hijo, trata de no volver a este lugar- diría Aramil poniendo su puño en el pecho de su hijo.
-No estaremos para recibirte la próxima vez- señalaría Rheksa haciendo un gesto de manos al mismo tiempo que sus otros hermanos se despedían.
-Esperen!- exclamaría Zelas sentándose de golpe, agitado, con frio y sintiendo un desagradable olor a su alrededor, estaba en algún lugar rodeado de gente... Conocida.
El rastro de éter a su alrededor le guio hasta una de las personas que estaba a su alrededor, Níniel había sido la responsable de traerle de vuelta, -Gracias... Yo... Tengo que irme, cuando toque luchar... Ahí estaré- le aseguraría asintiendo.
-Zelas...- Xana trataría de decir algo pero el rubio le interrumpiría.
-Esta bien... No pasa nada, necesito darme un baño y un tiempo solo- diría al momento que se llevaba una mano a la destruida placa del hombro, por suerte su orbe seguía oculto ahí, al acercar la mano una empuñadura de espada se asomo, el rubio saco rápidamente y de un bolsillo trasero saco su llave mágica para fusionar ambas y abrir un portal para salir de allí(1).
Y así tan pronto como revivió, se marcho.
OFF: habilidades y cosas
1_Vaina infinita + Llave tetradimensional con los cuales abro un portal y desaparezco de alli
-Vaya, entonces cuando mueres no recuperas tu apariencia original- señalaría una voz que haría que Zelas se sobresaltara.
-Siempre pensaba que era mentira eso de que moría seguido-
-Yo también pensaba que era mentira cada vez que escuchaba noticias de su muerte, no le creí ni cuando me lo dijo el mismo-
-Bueno supongo que padre tuvo razón en esto de esperarle-
-¿Te mato la misma persona que a nosotros?-
Le preguntaría Rheksa con un tono de preocupación, Zelas por su parte se "sentaría" rápidamente al escuchar aquellas voces, a su alrededor se encontraban su padre y sus hermanos, quienes habían sido asesinados por V.
-No- dijo sonriendo -a ese lo mate ni bien supe lo que había hecho... Vaya familia disfuncional la que teníamos, nuestro tío los mata a ustedes, yo lo mato a el pffff- diría para ponerse de pie y abrazarles.
-Aja, lo sabia, no conoceré yo a mis hijos, le dije a Vitserk que serias tu quien le acabaría a el y a su organización- le diría Aramil orgulloso, cosa que tomo a Zelas por sorpresa.
-Al final en la oscuridad de la noche... Tú si sabes quien eres.- señalaría Cornaith sonriendo.
-No empieces Cornaith... ¿no han visto a Aelinna o a Aradia de este otro lado de casualidad?- preguntaría preocupado.
-Solo llegaste tu- le diría Rhosann.
-Y por lo que vemos, parece que ya te vas, otra cosa que a pesar de haberlo escuchado no crei- intervendría Ashar apuntándole.
-¿Qué?- preguntaría Zelas al notar que su "cuerpo" comenzaba a brillar.
-Hijo, trata de no volver a este lugar- diría Aramil poniendo su puño en el pecho de su hijo.
-No estaremos para recibirte la próxima vez- señalaría Rheksa haciendo un gesto de manos al mismo tiempo que sus otros hermanos se despedían.
-Esperen!- exclamaría Zelas sentándose de golpe, agitado, con frio y sintiendo un desagradable olor a su alrededor, estaba en algún lugar rodeado de gente... Conocida.
El rastro de éter a su alrededor le guio hasta una de las personas que estaba a su alrededor, Níniel había sido la responsable de traerle de vuelta, -Gracias... Yo... Tengo que irme, cuando toque luchar... Ahí estaré- le aseguraría asintiendo.
-Zelas...- Xana trataría de decir algo pero el rubio le interrumpiría.
-Esta bien... No pasa nada, necesito darme un baño y un tiempo solo- diría al momento que se llevaba una mano a la destruida placa del hombro, por suerte su orbe seguía oculto ahí, al acercar la mano una empuñadura de espada se asomo, el rubio saco rápidamente y de un bolsillo trasero saco su llave mágica para fusionar ambas y abrir un portal para salir de allí(1).
Y así tan pronto como revivió, se marcho.
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Zelas Hazelmere
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
♆ ✧
«No mires», se dijo Xana mientras los sonidos se alejaban y eran eclipsados por los latidos de su corazón. «No mires», se repitió, mientras el frío la abrazaba y las lágrimas se reunían en sus ojos. «No mires», una vez más, mientras apretaba los puños trémulos.
Escondida en una burbuja, aferrándose a la negación, temiéndole al inminente golpe de la realidad.
La voz de Bio perforó aquella barrera. La burbuja estalló y la realidad inundó a Xana.
Ella se volvió hacia el vampiro y, en consecuencia, vio el resultado de su patético trabajo como heroína.
☬ ❈ ✾
Parpadeé varias veces seguidas y rápidamente mientras intentaba reordenar mis pensamientos, mis recuerdos, mi percepción de la realidad alterada.
Pero la propia realidad era confusa y absurda. Bio sosteniendo una piña que hablaba como Zelas no ayudaba mucho a entender la situación.
Luego reparé en algo más grave y siniestro: la presencia de mis espadas en mis manos, la sangre ajena sobre mí… y, por supuesto, el muerto.
«¿Zelas se murió otra vez?», me pregunté en un primer momento, antes de conectar los puntos evidentes. «¿Maté a Zelas otra vez, y esta vez de manera no imaginaria ni haciéndonos jugo?».
La situación se veía tan ridícula que fue imposible para mí asimilar la gravedad de lo ocurrido. No lo sentía real. Era difícil hacerlo cuando la mayoría del tiempo nuestras vidas parecían malas comedias, donde nuestras ocurrencias descabelladas no solían tener verdaderas consecuencias.
Expulsé éter desde todo mi cuerpo para deshacerme de todo rastro de suciedad y guardé mis espadas en mi vaina mágica, quizás con más calma de la que debía tener.
Con la misma calma, Meleis apareció a mi lado con un par de gomejos y me instó a irme con él. Asentí y lo acompañé, a tiempo para evitar que la guardia se fijara en nosotros.
No comprendía lo que sucedía. Entorné los ojos, analizando el caos y la confusión que se adueñaron de la fiesta. Diferentes personas o grupos eran culpados de lo sucedido. Otros empezaron a bailar una vez más, ajenos a todo lo demás, y la melodía que los movía me tentó a unirme a ellos.
Más allá, en el escenario, aún estaban dos actores, dos chicos vestidos de chicas: uno luchando por cubrir su desnudez y el otro luchando con ferocidad para arrebatarle el vestido a su compañero…
Preferí no mirar más.
♆ ✧
Luego de lograr articular las palabras necesarias para informarle, lacónica, a Níniel sobre lo ocurrido, Xana se encomendó buscar al responsable del asesinato.
¿A quién buscaba exactamente? Xana se esforzaba en rellenar los huecos de su memoria. Era un vampiro, eso era innegable, un vampiro de voz. ¿Quién? Era uno que conocía a Zelas, uno que ella conocía y que era demasiado peligroso. ¿Pero quién exactamente? Xana apretó los dientes en su frustración. ¿Ni siquiera eso podía hacer? ¿Ni siquiera podía recordar a quien ordenó, frente a ella, frente a su propia cara, el asesinato de su amigo?
Las emociones crecieron, sofocándola desde su interior, y empujaron un sollozo. Xana se detuvo para secarse las lágrimas con las manos, pero no finalizó el movimiento; notó las salpicaduras de sangre en una mano y también que su vestido, otrora reflejo de una noche estrellada, ahora era un cielo de una noche infernal.
«Wolfgang», recordó por fin, y el recuerdo retornó con viejos sentimientos oscuros que evocaban, clamaban y ansiaban una deseo mortífero, un canto cruel, una venganza despiadada.
«¿Realmente lo harás?», se cuestionó con una vez fría, «¿estás realmente dispuesta a cruzar otra vez esa línea?».
Ella continuó buscando, y buscando, y buscando, hasta que su búsqueda infructífera llevó sus pasos de vuelta con sus compañeros del clan.
La imagen funesta que reencontró hizo resurgir la vergüenza, y esta canalizó su rabia hacia la propia Xana, por su inutilidad y estupidez.
☬ ❈ ✾
Aún no podía creerlo por completo. Pero estaba empezando a hacerlo. El peso que crecía en mi corazón, el vacío que aumentaba en mi estómago, el sudor frío que cubría mi piel…
«Y fui yo», me recriminé, con una voz que no se sentía como mía, pero que blandía la culpa que mi razonamiento engendró. «¿Es que necesito una tragedia cada pocos años para no olvidar lo que debo hacer, lo que debo ser?», me cuestionaba sin apartar la mirada del cadáver de Zelas.
Entonces Xana regresó. Al verla, en su rostro ya no había vestigios de la alegría que pretendí darle, y su vestido, mi obsequio que pretendí hacer pasar como gesto de las sirvientas de Azaril, se había ensuciado con la muerte.
«En medio de una ciudad sumergida en un conflicto, ¿pensé que sería buena idea llevar a Xana a una fiesta y que disfrutara como una chica normal?», continué reprendiéndome internamente. «¿Cómo pude distraerme con un deseo tan banal cuando el mundo necesita salvarse de los enemigos que acechan en la paz?».
No pude ni pensar en cómo disculparme o excusarme cuando Níniel nos reprochó. Nunca la había visto tan enojada, tan… peligrosa, pero fueron sus palabras a las que verdaderamente temí.
Los segundos transcurrieron mientras presenciábamos el poder de Níniel, el alcance de su máxima hechicería… No, aquello se sentía como algo superior. Aquello realmente era un milagro. Verdadera resurrección.
El alivio vino a mi rescate, aligerando el peso de mis emociones. Pero la culpa seguía aferrada a mi espíritu, devorándome y expandiéndose como una enfermedad mortal.
Zelas se liberó del abrazo de la muerte, pero también se alejó de nosotros. Evadiendo la oportunidad de que habláramos, él conjuró un portal y se marchó a un destino desconocido.
—Wolfgang —murmuró Xana a los pocos segundos, sin mirar a nadie en particular—. El líder de la Dark Order fue el responsable. Él y su magia de voz.
Empecé a recordar con claridad el aspecto de Wolfgang, el alcance de su poder al que yo era tan vulnerable, las razones por la que él debía ser eliminado… y el motivo por el que yo, la próxima vez que lo viera, no debía contenerme, no debía tardar, no debía dudar… No debía ser más que un demonio, un verdadero rauko.
(☞°∀°)☞ OFFROL ☜(°∀°☜)
Post de relleno =p
Rauko
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
La copa se elevaba sobre su cabeza mientras el líquido amarillento afrutado era vertido, los ojos dorados de la loba no repararon en la figura que se acercaba directo hacia su mesa hasta que bajó la copa y la llevó a los labios, una voz desconocida le hizo dar un respingo en su silla, sorprendida. Volvió la cabeza hacia la voz que parecía dirigirse a ella, sostenía la copa de vino blanco en su mano y la alzó casi instintivamente cuando escuchó la palabra brindis, se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
-Por ella y por todos los habitantes de Aerandir. -Alcanzó a decir haciendo tintinear su copa contra la del hombre que se había presentado como Sango.
Se tomó unos segundos tras el brindis para evaluar al pelirrojo discretamente mientras bebía. No parecía ebrio como para ver fantasmas, pero las razones que le habían llevado a esa mesa no le importaban demasiado a la loba.
-Sin duda ellos también merecen un brindis. Pero ellos no estarían aquí de no ser por madre creadora.- Nana asintió a sus palabras, quién sabe qué o quién estaba detrás de la creación, dependiendo a quien le preguntases. -Pero, tienes razón. Hay gente maravillosa en este mundo y ya solo por eso, por haberlos conocido y haber compartido con ellos parte mi historia, merecen mucho más que un brindis.- Sango sacudió la cabeza para retirar un mechón de pelo que caía por su frente. -Pero de momento, de momento, nos tendrá que valer con otro brindis- Con una sonrisa volvió a alzar la copa para brindar de nuevo.
Ese hombre la quería emborrachar, entonces iban a ser buenos amigos. Si es que no caía antes él, claro. Llevó su vino a los labios y dio un sorbo largo, permitiéndose paladear el vino blanco afrutado.
-Ella no tendría con quién pelearse si no estuviéramos todos aquí. -Le guiñó un ojo esbozando una sonrisa divertida y volvió a chocar la copa con la de Sango, bebiendo otro trago. -Nana Black. -Alcanzó a penas a presentarse al quitarse la copa de los labios, miró por el rabillo del ojo la escena con el elfo.
Un hombre acusaba al elfo de ser vampiro y querer arruinar la fiesta. Nana alzó una ceja, analizando la situación, buscando algún miembro de la guardia que detuviera la escenita bochornosa.
-Por los encuentros fortuitos... Y por Nousis el elfo, que parece que todos le culpan por algo. -Bromeó y volvió a alzar la copa, hizo un ademán con la cabeza hacia el guardia y el elfo para alertar a Sango.
-Sin duda se lo debe pasar bien entonces.- Sango se llevó el hidromiel a los labios.-Un placer, Nana- Agachó la cabeza haciendo una ligera reverencia y volteó para ver al elfo. -Una acusación injusta, sin duda...
¿Seguro? Nana arqueó las cejas, lo poco que conocía al elfo le decía que el moreno de orejas picudas era un imán para los problemas. No tenían nada que ver el uno con el otro, pero le agradaba.
-¿Cómo van a tener los vampiros esas orejas? -Comentó en voz lo suficientemente alta para que lo escuchasen a su alrededor. -Igualmente, no tiene caso, pensaba que la paz entre humanos y vampiros era un bien necesario. No creo que esta escenita sea muy alentadora para esa alianza. -Volvió a casi gritar llevándose la copa a los labios.
-Menudo idiota- Murmuró Sango negando levemente con la cabeza. -Ocúpate de tu trabajo y dejar de decir estupideces. Este de aquí, - Señaló a Nousis, al parecer se conocían, advirtió la loba. -Es una persona de honor, así que será mejor que te largues.
El guardia pareció de repente consternado por lo sucedido, abochornado miró a su alrededor buscando una escapatoria a la escena innecesaria que él mismo había creado y agachó la cabeza, se esfumó entre la gente de la fiesta, seguido por los murmullos de los ojos indiscretos que habían contemplado con curiosidad la escena.
-Os lo agradezco- Nousis sonrió llevándose la mano a la muñeca, un reflejo de unos grilletes invisibles que hubieran descansado allí donde frotaba si la cosa se hubiera puesto peligrosa.- Ha sido... extraño.
No hacía falta jurarlo, Nana asintió con la cabeza, llevando de nuevo la copa a sus labios y dando un trago.
-Creo que, que te intenten poner unos grilletes va a ser lo más normal que te pueda pasar esta noche. -Volvió a esbozar una sonrisa de medio lado y a cruzar la pierna sobre su muslo.
Dada la naturaleza de la fiesta, no estaba segura del desenlace de la misma, pero acabar en el calabozo era sin duda lo más grato que podía pasarles.
-¿Estas cosas te suelen pasar a menudo?- Preguntó el pelirrojo con un deje de curiosidad en los ojos.
-Más de lo que me gustaría, sin duda. Tal vez por eso las disculpas posteriores no suelen agradarme.
La loba miró a ambos hombres, frunciendo el gesto, en aquella conversación parecían mucho más mayores que su edad real, menos el elfo, calculaba Nana que rondaría los cien años con aquella elegancia antigua. La humanidad de Sango parecía brillarle en los ojos, advertía la loba casi segura de su naturaleza.
Gritos. Como si unas enormes orejas negras se hubieran movido en lo alto de su cabeza, Nana giró la cabeza hacia los gritos, aunque lejanos, pertenecían a la fiesta. Su cuerpo se tensó y buscó con la mirada a sus dos compañeros de mesa.
-Por ella y por todos los habitantes de Aerandir. -Alcanzó a decir haciendo tintinear su copa contra la del hombre que se había presentado como Sango.
Se tomó unos segundos tras el brindis para evaluar al pelirrojo discretamente mientras bebía. No parecía ebrio como para ver fantasmas, pero las razones que le habían llevado a esa mesa no le importaban demasiado a la loba.
-Sin duda ellos también merecen un brindis. Pero ellos no estarían aquí de no ser por madre creadora.- Nana asintió a sus palabras, quién sabe qué o quién estaba detrás de la creación, dependiendo a quien le preguntases. -Pero, tienes razón. Hay gente maravillosa en este mundo y ya solo por eso, por haberlos conocido y haber compartido con ellos parte mi historia, merecen mucho más que un brindis.- Sango sacudió la cabeza para retirar un mechón de pelo que caía por su frente. -Pero de momento, de momento, nos tendrá que valer con otro brindis- Con una sonrisa volvió a alzar la copa para brindar de nuevo.
Ese hombre la quería emborrachar, entonces iban a ser buenos amigos. Si es que no caía antes él, claro. Llevó su vino a los labios y dio un sorbo largo, permitiéndose paladear el vino blanco afrutado.
-Ella no tendría con quién pelearse si no estuviéramos todos aquí. -Le guiñó un ojo esbozando una sonrisa divertida y volvió a chocar la copa con la de Sango, bebiendo otro trago. -Nana Black. -Alcanzó a penas a presentarse al quitarse la copa de los labios, miró por el rabillo del ojo la escena con el elfo.
Un hombre acusaba al elfo de ser vampiro y querer arruinar la fiesta. Nana alzó una ceja, analizando la situación, buscando algún miembro de la guardia que detuviera la escenita bochornosa.
-Por los encuentros fortuitos... Y por Nousis el elfo, que parece que todos le culpan por algo. -Bromeó y volvió a alzar la copa, hizo un ademán con la cabeza hacia el guardia y el elfo para alertar a Sango.
-Sin duda se lo debe pasar bien entonces.- Sango se llevó el hidromiel a los labios.-Un placer, Nana- Agachó la cabeza haciendo una ligera reverencia y volteó para ver al elfo. -Una acusación injusta, sin duda...
¿Seguro? Nana arqueó las cejas, lo poco que conocía al elfo le decía que el moreno de orejas picudas era un imán para los problemas. No tenían nada que ver el uno con el otro, pero le agradaba.
-¿Cómo van a tener los vampiros esas orejas? -Comentó en voz lo suficientemente alta para que lo escuchasen a su alrededor. -Igualmente, no tiene caso, pensaba que la paz entre humanos y vampiros era un bien necesario. No creo que esta escenita sea muy alentadora para esa alianza. -Volvió a casi gritar llevándose la copa a los labios.
-Menudo idiota- Murmuró Sango negando levemente con la cabeza. -Ocúpate de tu trabajo y dejar de decir estupideces. Este de aquí, - Señaló a Nousis, al parecer se conocían, advirtió la loba. -Es una persona de honor, así que será mejor que te largues.
El guardia pareció de repente consternado por lo sucedido, abochornado miró a su alrededor buscando una escapatoria a la escena innecesaria que él mismo había creado y agachó la cabeza, se esfumó entre la gente de la fiesta, seguido por los murmullos de los ojos indiscretos que habían contemplado con curiosidad la escena.
-Os lo agradezco- Nousis sonrió llevándose la mano a la muñeca, un reflejo de unos grilletes invisibles que hubieran descansado allí donde frotaba si la cosa se hubiera puesto peligrosa.- Ha sido... extraño.
No hacía falta jurarlo, Nana asintió con la cabeza, llevando de nuevo la copa a sus labios y dando un trago.
-Creo que, que te intenten poner unos grilletes va a ser lo más normal que te pueda pasar esta noche. -Volvió a esbozar una sonrisa de medio lado y a cruzar la pierna sobre su muslo.
Dada la naturaleza de la fiesta, no estaba segura del desenlace de la misma, pero acabar en el calabozo era sin duda lo más grato que podía pasarles.
-¿Estas cosas te suelen pasar a menudo?- Preguntó el pelirrojo con un deje de curiosidad en los ojos.
-Más de lo que me gustaría, sin duda. Tal vez por eso las disculpas posteriores no suelen agradarme.
La loba miró a ambos hombres, frunciendo el gesto, en aquella conversación parecían mucho más mayores que su edad real, menos el elfo, calculaba Nana que rondaría los cien años con aquella elegancia antigua. La humanidad de Sango parecía brillarle en los ojos, advertía la loba casi segura de su naturaleza.
Gritos. Como si unas enormes orejas negras se hubieran movido en lo alto de su cabeza, Nana giró la cabeza hacia los gritos, aunque lejanos, pertenecían a la fiesta. Su cuerpo se tensó y buscó con la mirada a sus dos compañeros de mesa.
Nana
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Sacrestic Ville
No sé si Bio hablaba muy rápido o simplemente el impacto de lo que pasaba a mi alrededor causaba que me costara seguirle el ritmo, antes de darme cuenta, en medio de la carrera, me subieron al muerto y terminé siendo yo quien cargara el cuerpo de Zelas hacia "donde el viento nos llevara.
Estaba tan tieso, pálido y al mismo tiempo rojo. ¿Cómo esto había acabado así? ¿Cómo pudimos bajar la guardia de ese modo? Bueno, tampoco creía que fuera de mucha ayuda, de todos el grupo estaba bastante seguro de ser la más débil, si alguien como Bio no había sido capaz de detener semejante tragedia. ¿Qué podría haber hecho yo?
Lo seguí hacia los arbustos, olía horrible, nada a que no estuviera acostumbrada tomando en cuenta los sitios que frecuentaba. Lo miré preparar la cama de hojas para después hacer un intento de lanzarle un puntapié por no hacerle un hueco al tieso. - ¡Muévete!
La esperanza de que Niniel, aquella dama de aura imponente, pudiera ayudarnos me reconfortaba un poco. No podía dejar de mirar el cuerpo ya acostado, me dolía el pecho.
A lo lejos comenzaban a escucharse pasos y rechinidos, aquello último fue suficiente para bajar los sentidos de alerta y ver que se nos unían más personas. Eran Meleis y Rauko con los respectivos gomejos. La cara de ambos denotaba culpa, tristeza.
- L...lo siento mucho. Algo...
No terminó de hablar, la culpa por si quiera pensar en que por un instante consideró matar a un amigo lo abrumaba, no podía imaginar cómo se sentía el maestro quien sí había ejecutado. Tras ello la llegada de Xana, Niniel y alguien más se hizo presente, seguido de un regaño del que solo me limité a agachar la cabeza.
Lo siguiente fue la manifestación de fuerzas que estaban más allá de mi entendimiento. Elfos, curiosas personas que no dejaban de sorprenderme con lo ilimitado de su poder. Zelas había vuelto gracias al poder de ella. Entre el asombro, la alegría expresada en lagrimas que no dejaban de correr por mis mejillas, ninguno dijo nada. Y esperando lo que tal vez serían palabras de jubilo, fue el mismo Zelas quien rompió toda aquella nula atmosfera, y se marchó...
Fue Xana quien rompió el silencio con un nombre y la razón de todo este caos. La expresión de Meleis fue una que no había visto, era ira con impotencia. Me sequé las lagrimas tras recuperar un poco la compostura.
- Lo de hoy... podemos considerarlo una advertencia. Si queremos cuidar a los nuestros debemos estar listos para lo que sea. Esta noche corrimos con suerte gracias a ti ...- Miré a Niniel -... y creo que hablo por todos al decir que estamos en deuda contigo. - Respiré profundo, graso error por el hedor, pero exhalé. - Si quiero ser remotamente de ayuda para ustedes no me queda de otra que entrenar.
- Ambos, ambos lo haremos. - Añadió Meleis. - Ese maldito las pagará caro. - La tensión en su cuerpo causó el rechinar de los gomejos en ambos brazos.
- Iremos al norte a entrenar, además hay asuntos qué resolver por allá, si es que podemos salir de aquí antes de que se arme un alboroto...Supongo nos veremos en algún momento, cuídense mucho. Será mejor que nos separemos aquí por si nos persiguen. Meleis, andando. -
- Señorita Xana...- Le tendió a la mascota. - Lo conseguiremos la próxima vez. Ese sujeto no se saldrá con la suya. - Le sonrió amablemente antes de comenzar a avanzar conmigo a paso rápido lejos de los terrenos de lo que en algún punto de la noche fue una fiesta. ¿Era un nuevo capítulo? Tal vez, por ahora la prioridad era tratar de salir y encaminarnos hacia el norte, qué mejor lugar para entrenar que las tierras heladas.
Estaba tan tieso, pálido y al mismo tiempo rojo. ¿Cómo esto había acabado así? ¿Cómo pudimos bajar la guardia de ese modo? Bueno, tampoco creía que fuera de mucha ayuda, de todos el grupo estaba bastante seguro de ser la más débil, si alguien como Bio no había sido capaz de detener semejante tragedia. ¿Qué podría haber hecho yo?
Lo seguí hacia los arbustos, olía horrible, nada a que no estuviera acostumbrada tomando en cuenta los sitios que frecuentaba. Lo miré preparar la cama de hojas para después hacer un intento de lanzarle un puntapié por no hacerle un hueco al tieso. - ¡Muévete!
La esperanza de que Niniel, aquella dama de aura imponente, pudiera ayudarnos me reconfortaba un poco. No podía dejar de mirar el cuerpo ya acostado, me dolía el pecho.
A lo lejos comenzaban a escucharse pasos y rechinidos, aquello último fue suficiente para bajar los sentidos de alerta y ver que se nos unían más personas. Eran Meleis y Rauko con los respectivos gomejos. La cara de ambos denotaba culpa, tristeza.
- L...lo siento mucho. Algo...
No terminó de hablar, la culpa por si quiera pensar en que por un instante consideró matar a un amigo lo abrumaba, no podía imaginar cómo se sentía el maestro quien sí había ejecutado. Tras ello la llegada de Xana, Niniel y alguien más se hizo presente, seguido de un regaño del que solo me limité a agachar la cabeza.
Lo siguiente fue la manifestación de fuerzas que estaban más allá de mi entendimiento. Elfos, curiosas personas que no dejaban de sorprenderme con lo ilimitado de su poder. Zelas había vuelto gracias al poder de ella. Entre el asombro, la alegría expresada en lagrimas que no dejaban de correr por mis mejillas, ninguno dijo nada. Y esperando lo que tal vez serían palabras de jubilo, fue el mismo Zelas quien rompió toda aquella nula atmosfera, y se marchó...
Fue Xana quien rompió el silencio con un nombre y la razón de todo este caos. La expresión de Meleis fue una que no había visto, era ira con impotencia. Me sequé las lagrimas tras recuperar un poco la compostura.
- Lo de hoy... podemos considerarlo una advertencia. Si queremos cuidar a los nuestros debemos estar listos para lo que sea. Esta noche corrimos con suerte gracias a ti ...- Miré a Niniel -... y creo que hablo por todos al decir que estamos en deuda contigo. - Respiré profundo, graso error por el hedor, pero exhalé. - Si quiero ser remotamente de ayuda para ustedes no me queda de otra que entrenar.
- Ambos, ambos lo haremos. - Añadió Meleis. - Ese maldito las pagará caro. - La tensión en su cuerpo causó el rechinar de los gomejos en ambos brazos.
- Iremos al norte a entrenar, además hay asuntos qué resolver por allá, si es que podemos salir de aquí antes de que se arme un alboroto...Supongo nos veremos en algún momento, cuídense mucho. Será mejor que nos separemos aquí por si nos persiguen. Meleis, andando. -
- Señorita Xana...- Le tendió a la mascota. - Lo conseguiremos la próxima vez. Ese sujeto no se saldrá con la suya. - Le sonrió amablemente antes de comenzar a avanzar conmigo a paso rápido lejos de los terrenos de lo que en algún punto de la noche fue una fiesta. ¿Era un nuevo capítulo? Tal vez, por ahora la prioridad era tratar de salir y encaminarnos hacia el norte, qué mejor lugar para entrenar que las tierras heladas.
- Off:
- Nos vamos... :V
- Inventario:
- Collar de Zafiro [Encantamiento Pudor] - Cuello
- Medalla del exterminador [1 CARGA] - Pecho lado derecho.
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal [Encantamiento Armadura Engañosa]
- Látigo [Arma Flexible Superior - Encantamiento Castigo de Piedra] - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Bomull
- Collar de Moneda Maliciosa de Elian [Cuello- Encantamiento Fuente de Luz]
- Garras Superiores.
- Inventario Meleis:
-- Inyección [L]
- Armadura de Fieras Normal. [A. Ligera / Encantamiento Pudor]
- Poción de Salud Concentrada. [En la Inyección]
- Cría de Palomejo.
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Lukas se sentía horrorizado, la idea de que un completo extraño con una enorme cantidad de nombres tuviera un cuadro de su desnudez en su salón le hacía poner la piel de gallina, además el hombre se veía como un degenerado del cual no quería tener nada que ver, sin embargo, la señorita Mina parecía encantada con la idea, tanto que empezó a discutir con el tal barón sobre los requerimientos para la sesión de pintura.
-Esto me da mala espina Tina – susurro Lukas a la pequeña chicadreja mientras trataba de cerrar su chaqueta en un intento de estar más cubierto, desde su incursión en el mundo de la depravación en el local degenerado de Billy conocido como el Eterno Deseo que la gran tortuga azul se sentía desnudo constantemente, no le gustaba para nada.
Mientras tanto a unas mesas de distancia Felurian tomo su cuchillo y lo clavo en la mesa amenazante mirando a Zagreus. –Mira precioso, puedes tener una cara bonita y un cuerpo perfecto, pero no confundas el que estemos hechos el uno para el otro con que puedas venir a tratarme condescendientemente, si te digo que la ensalada tiene algo mal es porque algo mal tiene – dijo sintiendo como sus tripas se retorcían, el dolor la hizo contraerse al momento en que apareció una mujer, era bella y era acompañada a una distancia prudente por un gran tigre. La pelirroja escucho lo que la chica decía antes de mirar a su amado vampiro con los ojos llenos de determinación. –Esto es un vil complot. – dijo poniéndose de pie. –Primero la ensalada camuflada y ahora el vino adulterado, no podemos quedarnos sentados de brazos cruzados, tenemos que hacer algo o todos aquí se envenenaran – dijo Felurian poniéndose de pie y corriendo a las cocinas, aunque no llego muy lejos por que una pelea en el camino la atrapo, antes de que pudiera darse cuenta recibió un golpe detrás de la nuca y cayo inconsciente.
Por su parte cuando ordenaron evacuar Lukas abrazo a Mina y Tina quien estaba en sus brazos mientras miraba alrededor del lugar en que estaban. –Debemos irnos pronto o quedaremos en medio de la batalla – dijo la tortuga apurando a las chicas hasta que llegaron a un pasillo angosto, dejo que las chicas pasaran primero pero cuando iba a avanzar por su cuenta sintió algo en su boca.
- ¿Qué demonios? – dijo sintiéndose adormilado, dos personas le tomaban ambos brazos mientras un tercero ponía un paño envuelto en pócima de los dulces sueños en su cara para tratar de hacerle caer. –Ya duérmete grandulón, el Barón te quiere y nosotros ganaremos una buena pasta por llevarte – dijo el hombre en su oreja, por más que trato de combatir Lukas no podía, sus ojos se cerraban lentamente hasta que finalmente cayó al piso.
-Cárguenlo y llévenlo al carromato del Barón – ordeno el hombre que le había dejado inconsciente. Su sonrisa era enorme pues sabía que el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno recompensaba muy bien a quienes hacían su trabajo sucio.
-Esto me da mala espina Tina – susurro Lukas a la pequeña chicadreja mientras trataba de cerrar su chaqueta en un intento de estar más cubierto, desde su incursión en el mundo de la depravación en el local degenerado de Billy conocido como el Eterno Deseo que la gran tortuga azul se sentía desnudo constantemente, no le gustaba para nada.
Mientras tanto a unas mesas de distancia Felurian tomo su cuchillo y lo clavo en la mesa amenazante mirando a Zagreus. –Mira precioso, puedes tener una cara bonita y un cuerpo perfecto, pero no confundas el que estemos hechos el uno para el otro con que puedas venir a tratarme condescendientemente, si te digo que la ensalada tiene algo mal es porque algo mal tiene – dijo sintiendo como sus tripas se retorcían, el dolor la hizo contraerse al momento en que apareció una mujer, era bella y era acompañada a una distancia prudente por un gran tigre. La pelirroja escucho lo que la chica decía antes de mirar a su amado vampiro con los ojos llenos de determinación. –Esto es un vil complot. – dijo poniéndose de pie. –Primero la ensalada camuflada y ahora el vino adulterado, no podemos quedarnos sentados de brazos cruzados, tenemos que hacer algo o todos aquí se envenenaran – dijo Felurian poniéndose de pie y corriendo a las cocinas, aunque no llego muy lejos por que una pelea en el camino la atrapo, antes de que pudiera darse cuenta recibió un golpe detrás de la nuca y cayo inconsciente.
Por su parte cuando ordenaron evacuar Lukas abrazo a Mina y Tina quien estaba en sus brazos mientras miraba alrededor del lugar en que estaban. –Debemos irnos pronto o quedaremos en medio de la batalla – dijo la tortuga apurando a las chicas hasta que llegaron a un pasillo angosto, dejo que las chicas pasaran primero pero cuando iba a avanzar por su cuenta sintió algo en su boca.
- ¿Qué demonios? – dijo sintiéndose adormilado, dos personas le tomaban ambos brazos mientras un tercero ponía un paño envuelto en pócima de los dulces sueños en su cara para tratar de hacerle caer. –Ya duérmete grandulón, el Barón te quiere y nosotros ganaremos una buena pasta por llevarte – dijo el hombre en su oreja, por más que trato de combatir Lukas no podía, sus ojos se cerraban lentamente hasta que finalmente cayó al piso.
-Cárguenlo y llévenlo al carromato del Barón – ordeno el hombre que le había dejado inconsciente. Su sonrisa era enorme pues sabía que el Barón Arkanthius Velmont de la Croix du Soleil Nocturno recompensaba muy bien a quienes hacían su trabajo sucio.
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Daphne consiguió rascar más información de la chica, aunque no estaba seguro de si estaba consiguiendo algo de utilidad, o simplemente confirmaba que la vampira estaba totalmente desquiciada. Aunque me debatía entre si esa familia suya estaba completamente perturbada o si habría alguna manipulación mágica envuelta en todo eso. Por eso también odiaba acercarme a sitios llenos de vampiros, que jugaran con tu mente me parecía tremendamente desagradable. Ser atravesado por una espada era doloroso, y lo podía decir como alguien que había recibido bastantes apuñalamientos potencialmente letales, pero al menos había cierta honestidad en convertir a alguien en un alfiletero, el jugar con las voluntades de la gente como si fueran personajes de un libro me resultaba tremendamente inquietante. Entre los pensamientos volvían a mi mente las palabras de mi maestra "tienes la suerte de que nosotros podemos evitar daños permanentes, así que ante la duda, palmada en las orejas y se acabó el escuchar voces sospechosas", pero lamentablemente, y como se había esforzado también en decirme, eso complicaba el trabajo en equipo, por lo que era mejor pensar bien si era un buen momento para ello antes de acabar sordo.
Y gustosamente hubiera seguido perdido en mis pensamientos, pero el caos que se montó a mi alrededor estaba siendo demasiado para ignorarlo. Al parecer habíamos encontrados a las otras vampiras locas de orejas de consejo, lo que no me ayudó especialmente a determinar si su problema era simple y llana locura o había algo más detrás. Estaban también Rauko y Meleis, pero el caos era demasiado para tratar de decirles nada, y por suerte para mi apareció de repente Teufel detrás de mi.
- ¿Y bien? ¿Ye le has encontrado y avisado?
- Si, aunque ya no le hacía falta.
- ¿Y eso?
- Parece ser que la vampira con la que se fue ya le había avisado, y no pidas más detalles, no los quieres. He olido suficiente para tener más datos de la intimidad de Zelas de las que nunca voy a necesitar.
- Vale, creo que me has convencido. No hace falta que me digas más.
Intenté no pensar en Zelas y las cosas que estaría haciendo con la vampira esa. Pero sería difícil olvidar a Zelas cuando alguien gritó que habían encontrado al de la carreta y se lanzaron a por él. Me giré hacia allí, pero no tuve tiempo de hacer nada más porque Rauko lo partió en dos como si fuera una piña.
Muchos pensamientos cruzaron mi cabeza en esos momentos, y mentiría si dijera que la mayoría de ellos no era insultos referentes a la inteligencia de esa gente a la que consideraba aliados, aderezados con un poco de frustración y un ansia de venganza confusa.
- Pues supongo que ya has encontrado al de la carreta, y que está un poco muerto.- Fueron las palabras que acabaron por salir de mi boca.- Supongo que esto demuestra que esforzarse no sirve de mucho.
- Al menos pasó sus casi últimos momentos pasándoselo bien.
- Si, algo es. Y justo después su mejor amigo lo partió en dos para compensar.
Todo era tan absurdo que tenía que hacer un esfuerzo en no empezar a reírme como un desquiciado, que ya había suficientes locos sueltos en la zona. Lo que si que tenía eran ganas de pegar a alguien, pero no le veía sentido a romperle un mueble en la cabeza a Rauko. Alguien convocó al escuadrón gomejo y vi a la mayoría de mis conocidos saliendo corriendo con el cuerpo de Zelas. Me planteé el seguirles, pero no sabía lo que era ese escuadrón gomejo del que hablaban y ya me parecía que había suficiente gente para lo que fuera que tramasen. Esperaba descubrir quien había sido el culpable para poder ejecutarle como se merecía, pues seguía confiando en que Rauko no le hubiese apuñalado por voluntad propia. Noté que la guardia empezaba a ocupar la zona, mientras que la gente se ponía tensa por su presencia, y echando un ojo a la locura que se estaba desatando entre los actores, y se me ocurrió una forma de poder matar dos pájaros de un disparo, igual podía completar el trabajo de proteger al chaval ese, y de paso repartir un poco de violencia para quedarme más tranquilo.
- Corlys, ¿crees que todo esto puede ser uno de los planes retorcidos de Zelas?
- Viendo lo bien que se le da informar de sus intenciones, me lo podría llegar a creer.
- Estaría bien, igual era una sucia rata incapaz de avisar a sus aliados de lo que quería hacer, pero era majete. Estaría bien si sobrevive.
- No te falta razón, no te falta razón...- La di una palmada en la espalda mientras me surgía una sonrisa resignada en el rostro.- ¿Crees que ayudaría a levantar los ánimos un poco de ejercicio?
- Si te refieres a pelea, eso siempre.- La mujer nutria levantó la mirada, aunque su voz sonaba tan poco convencida como la mía.
- Perfecto, porque tengo un plan.- Levanté la voz para asegurarme de que pudiese llegar hasta Daphne y Elian.- Daphne, creo que sería bueno si desaparecemos antes de que llegue la guardia y nos llevamos a tu protegido con nosotros. No sé que les pasa a esa gente pero vamos a solucionarlo. Pon en movimiento a los actores que no se hayan vuelto locos todavía, que yo me encargo del resto. Elian, tu prepara unos matojos, que los que no salgan voluntariamente van a necesitar algo acolchado para aterrizar.
Canalicé mi sangre para reforzarme y fui notando como el líquido empezaba a quemarse en mis venas mientras aumentaba mi fuerza[1], salté al escenario y agarré al chico desnudo que parecía el objetivo por la descripción que nos habían dado, para inmediatamente lanzarlos por los aires hacia Elian con la técnica de quien expulsaba a un borracho de un bar.
- Teufel, recupera el vestido y lánzalo con el hombre desnudo.
Y no hizo falta decirla mucho más, porque inmediatamente una mujer nutria con el pelaje erizado y las pupilas totalmente dilatadas[2] se lanzó furiosa sobre las dos personas que peleaban por el vestido, y tras un frenesí de zarpazos y mordiscos consiguió arrebatárselo. El vestido estaba un poco deteriorado por los bruscos modos de mi compañera, pero al menos seguía razonablemente entero, así que lo lanzó en la dirección que había volado el chaval.
Por mi parte, tampoco hice más preguntas, y sin preocuparme de sus razones para pelear por el vestido, empujé sin demasiados miramientos a un chaval vestido de mujer para dejarme el espacio necesario para agarrar a su compañera de sus ropas, y lanzarla fuera del escenario como a un saco de nabos. Y seguidamente recoger del suelo al que acaba de derribar y darle el mismo tratamiento, con plena confianza en que Elian pudiera evitar que se chafasen contra el suelo, y siendo sinceros, tampoco demasiada preocupación por sus destinos.
- Bueno, supongo que ya lo que queda es salir corriendo de aquí- Comenté a mis compañeros antes de saltar del escenario para darme a la fuga antes de que nos alcanzase la guardia.
Y gustosamente hubiera seguido perdido en mis pensamientos, pero el caos que se montó a mi alrededor estaba siendo demasiado para ignorarlo. Al parecer habíamos encontrados a las otras vampiras locas de orejas de consejo, lo que no me ayudó especialmente a determinar si su problema era simple y llana locura o había algo más detrás. Estaban también Rauko y Meleis, pero el caos era demasiado para tratar de decirles nada, y por suerte para mi apareció de repente Teufel detrás de mi.
- ¿Y bien? ¿Ye le has encontrado y avisado?
- Si, aunque ya no le hacía falta.
- ¿Y eso?
- Parece ser que la vampira con la que se fue ya le había avisado, y no pidas más detalles, no los quieres. He olido suficiente para tener más datos de la intimidad de Zelas de las que nunca voy a necesitar.
- Vale, creo que me has convencido. No hace falta que me digas más.
Intenté no pensar en Zelas y las cosas que estaría haciendo con la vampira esa. Pero sería difícil olvidar a Zelas cuando alguien gritó que habían encontrado al de la carreta y se lanzaron a por él. Me giré hacia allí, pero no tuve tiempo de hacer nada más porque Rauko lo partió en dos como si fuera una piña.
Muchos pensamientos cruzaron mi cabeza en esos momentos, y mentiría si dijera que la mayoría de ellos no era insultos referentes a la inteligencia de esa gente a la que consideraba aliados, aderezados con un poco de frustración y un ansia de venganza confusa.
- Pues supongo que ya has encontrado al de la carreta, y que está un poco muerto.- Fueron las palabras que acabaron por salir de mi boca.- Supongo que esto demuestra que esforzarse no sirve de mucho.
- Al menos pasó sus casi últimos momentos pasándoselo bien.
- Si, algo es. Y justo después su mejor amigo lo partió en dos para compensar.
Todo era tan absurdo que tenía que hacer un esfuerzo en no empezar a reírme como un desquiciado, que ya había suficientes locos sueltos en la zona. Lo que si que tenía eran ganas de pegar a alguien, pero no le veía sentido a romperle un mueble en la cabeza a Rauko. Alguien convocó al escuadrón gomejo y vi a la mayoría de mis conocidos saliendo corriendo con el cuerpo de Zelas. Me planteé el seguirles, pero no sabía lo que era ese escuadrón gomejo del que hablaban y ya me parecía que había suficiente gente para lo que fuera que tramasen. Esperaba descubrir quien había sido el culpable para poder ejecutarle como se merecía, pues seguía confiando en que Rauko no le hubiese apuñalado por voluntad propia. Noté que la guardia empezaba a ocupar la zona, mientras que la gente se ponía tensa por su presencia, y echando un ojo a la locura que se estaba desatando entre los actores, y se me ocurrió una forma de poder matar dos pájaros de un disparo, igual podía completar el trabajo de proteger al chaval ese, y de paso repartir un poco de violencia para quedarme más tranquilo.
- Corlys, ¿crees que todo esto puede ser uno de los planes retorcidos de Zelas?
- Viendo lo bien que se le da informar de sus intenciones, me lo podría llegar a creer.
- Estaría bien, igual era una sucia rata incapaz de avisar a sus aliados de lo que quería hacer, pero era majete. Estaría bien si sobrevive.
- No te falta razón, no te falta razón...- La di una palmada en la espalda mientras me surgía una sonrisa resignada en el rostro.- ¿Crees que ayudaría a levantar los ánimos un poco de ejercicio?
- Si te refieres a pelea, eso siempre.- La mujer nutria levantó la mirada, aunque su voz sonaba tan poco convencida como la mía.
- Perfecto, porque tengo un plan.- Levanté la voz para asegurarme de que pudiese llegar hasta Daphne y Elian.- Daphne, creo que sería bueno si desaparecemos antes de que llegue la guardia y nos llevamos a tu protegido con nosotros. No sé que les pasa a esa gente pero vamos a solucionarlo. Pon en movimiento a los actores que no se hayan vuelto locos todavía, que yo me encargo del resto. Elian, tu prepara unos matojos, que los que no salgan voluntariamente van a necesitar algo acolchado para aterrizar.
Canalicé mi sangre para reforzarme y fui notando como el líquido empezaba a quemarse en mis venas mientras aumentaba mi fuerza[1], salté al escenario y agarré al chico desnudo que parecía el objetivo por la descripción que nos habían dado, para inmediatamente lanzarlos por los aires hacia Elian con la técnica de quien expulsaba a un borracho de un bar.
- Teufel, recupera el vestido y lánzalo con el hombre desnudo.
Y no hizo falta decirla mucho más, porque inmediatamente una mujer nutria con el pelaje erizado y las pupilas totalmente dilatadas[2] se lanzó furiosa sobre las dos personas que peleaban por el vestido, y tras un frenesí de zarpazos y mordiscos consiguió arrebatárselo. El vestido estaba un poco deteriorado por los bruscos modos de mi compañera, pero al menos seguía razonablemente entero, así que lo lanzó en la dirección que había volado el chaval.
Por mi parte, tampoco hice más preguntas, y sin preocuparme de sus razones para pelear por el vestido, empujé sin demasiados miramientos a un chaval vestido de mujer para dejarme el espacio necesario para agarrar a su compañera de sus ropas, y lanzarla fuera del escenario como a un saco de nabos. Y seguidamente recoger del suelo al que acaba de derribar y darle el mismo tratamiento, con plena confianza en que Elian pudiera evitar que se chafasen contra el suelo, y siendo sinceros, tampoco demasiada preocupación por sus destinos.
- Bueno, supongo que ya lo que queda es salir corriendo de aquí- Comenté a mis compañeros antes de saltar del escenario para darme a la fuga antes de que nos alcanzase la guardia.
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[1] Nivel 0: Potencia de sangre: [Mágica, 2 Usos] Utiliza la sangre ingerida para aumentar su fuerza y agilidad, causando un mayor daño físico durante un turno. Primer uso gastado.
[2] Frenesí: [2 usos] Una vez por combate, puedo entrar en un estado de elevada adrenalina. Aumenta notoriamente mi velocidad y me permite ignorar el dolor y seguir peleando, a pesar del daño, por 2 turnos. Ahí va el primer uso.
Corlys observa la situación estupefacto, y luego decide evacuar el teatro por las malas confiando en que Elian eche una mano para que no haya consecuencias graves para los involucrados.
[2] Frenesí: [2 usos] Una vez por combate, puedo entrar en un estado de elevada adrenalina. Aumenta notoriamente mi velocidad y me permite ignorar el dolor y seguir peleando, a pesar del daño, por 2 turnos. Ahí va el primer uso.
Corlys observa la situación estupefacto, y luego decide evacuar el teatro por las malas confiando en que Elian eche una mano para que no haya consecuencias graves para los involucrados.
Corlys Glokta
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Aquellas imágenes habían perturbado su sueño de una forma que ni sus más profundas pesadillas había conseguido alcanzar. Unas noches antes había visualizado cómo se unía a una caravana. Había vuelto a preguntar por aquel maldito pueblo, como hacía día tras día y noche tras noche. Su voz cada vez más débil. Aquella mañana se había despertado en calma y observó el techo de la cabaña largo rato. Quizás había topado con alguien que la ayudase. Quizás podría dejar de revivir una y otra vez aquella búsqueda sin fin… Pero fue un pensamiento vano. La noche siguiente solo había vislumbrado el bosque y el eterno susurro de un mismo nombre. Pero pronto otras voces comenzaron a colarse en sus sueños.
La caravana se dirigía a Sacrestic Ville, quizás una parada circunstancial en el camino. Pronto quedó claro que se trataba de algo diferente. Las voces, totalmente ignoradas por la chica, comenzaron a hablar en susurros a su espalda. Comentaban la necesidad de adecuar su aspecto, hacerla más “apropiada” para su señor. Tras aquello comenzaron a hablar de sangre, de pociones y experimentos… Sacrestic Ville no era una parada en el camino, si no el destino de aquellos individuos. Su objetivo, la venta de personas a las que nadie iba a echar en falta a algún tipo de maníaco con aires de grandeza. El nombre, Kevan, le resultó familiar. Recordó entonces las caravanas de humanos rumbo al norte, la impasibilidad de su clan ante aquello en una de las misiones de los Ojosverdes, las burlas…
Su despertar aquel día fue mucho más agitado, pero al contrario que las mañanas precedentes, no permaneció impasible en su lecho. Tenía claro lo que debía hacer. Sabhanna prácticamente había conseguido encontrar la solución a su problema. Era hora de recuperar a la chica y poner fin a toda la culpa y remordimiento con las que cargaba. Si conseguía romper la maldición, podría deshacerse finalmente de toda carga. Podría dejar atrás el pasado y pagar el único favor que le debía al hombre que lo había criado.
Sacrestic Ville no había cambiado desde la última vez que había visitado sus calles. Las pocas noticias que alcanzaban el norte indicaban que había sucedido algunas revueltas en la ciudad, pero esta parecía tan inmutable como sus habitantes. El silencio reinaba en las calles, pues toda la gente parecía haberse concentrado en un mismo lugar.
Se celebraba algún tipo de evento en uno de los parques de la ciudad y era precisamente allí donde se dirigía. La noche anterior, los individuos que arrastraban a la mestiza habían mencionado aquello, mientras se mostraban con cierto entusiasmo un colorido panfleto. El lugar de la celebración sería su tapadera, la excusa perfecta para hacer desaparecer su mercancía, un espacio neutral donde negociar el precio. Sin dilación se dirigió hacia el abarrotado lugar, justo cuando la mayor parte de los asistentes lo abandonaban. Las expresiones de miedo se mezclaban con las de estupefacción y entre susurros, no demasiado silenciosos, se enteró de que alguien había perdido la vida en aquel lugar. ¿Sería a causa de las eternas discusiones entre humanos y vampiros? No tenía tiempo para averiguarlo.
Se internó entre la marea de personas, caminando a contracorriente, intentando vislumbrar entre el gentío el conocido rostro de la morena. Llegar allí había sido fácil pero, ¿cómo iba a encontrarla? Era como buscar una aguja en un pajar. Su única pista habían sido aquellos perturbadores sueños y, estaba claro, que aquel no era el lugar oportuno para dormir y sumergirse en uno de ellos.
Le pareció identificar algún rostro conocido entre los comensales, algunos de los cuales se quejaban de la nefasta calidad de la comida o los extraños efectos que el postre había tenido sobre ellos. Le pareció ver a Cohen en la distancia, pero apenas prestó atención al vampiro. Tenía un objetivo más urgente que atender. Buscó tenuemente la negra cabellera de Caoimhe entre los presentes, pero el gentío lo empujaba de vuelta a la salida. Sabía que podía contar siempre con la ayuda de la vampiresa, pero desconocía si se había unido a la fiesta y, al igual que su objetivo inicial, encontrarla requeriría un tiempo que no poseía.
Tras deslizarse entre la masa, entre leves empujones y codazos, consiguió llegar a una zona más despejada. Recorrió el lugar con la mirada, sin alcanzar a identificar a la chica entre las muchas personas que se movían a su alrededor. Un individuo llamó sin embargo su atención. Sin dilación se dirigió junto a él.
- ¡Eh, tú! ¿Dónde está la chica morena que recogisteis hace unos días en el camino? –el hombre lo miró con cara de extrañeza y se giró, con clara intención de obviarlo. Tomando una daga de su cinturón, Tarek lo agarró del brazo y se la colocó bajo las costillas- ¿Dónde está?
- Tú no eres el comprador –contestó el individuo con asco, antes de que su expresión mudase al notar el filo del arma contra su cuerpo.
- ¿Dónde? –repitió el elfo, con poca paciencia.
- No lo sé –contestó el tipo, algo nervioso- No la quiso. Estaba demasiado enferma y escuálida. Quizás a estas alturas ya sea un cadáver. Ya no es asunto nuestro -el elfo apretó más su agarre sobre el arma, atravesando la tela de la ropa del hombre. Este lo miró con ojos desorbitados- Te he dicho que no lo sé –respondió de nuevo, nervioso- La dejamos por ahí, en una esquina. Al norte del parque. Quizás siga ahí. No parecía tener fuerzas para moverse. Lo juro.
- Espero que esté ahí, porque si no, volveré a buscarte –le dijo el peliblanco, antes de soltarlo.
Guardando el arma, se dirigió hacia el lugar que el mercader le había indicado. La gente, algo más calmada, seguía evacuando el parque, dejando tras de sí solamente los restos del banquete. Tras esquivar a varios de los comensales, la vio. Se encontraba, como el hombre había dicho, en un estado lamentable. Consumida, como si no hubiese comido ni dormido en semanas, hacía esfuerzos por mantenerse en pie y avanzar, solo los dioses sabían hacia dónde.
- Tenga más cuidado, caballero –soltó una voz junto a él, antes de mascullar “malditos elfos” entre dientes.
Haciendo caso omiso, continuó avanzando hacia la chica. En aquel momento extendía un brazo, mientras daba forzados pasos hacia el frente, como intentando asirse a algo. Sus labios temblaban y el elfo pensó que se debía al esfuerzo. Sin embargo, pronto comprobó que se movían siempre bajo un mismo patrón, pronunciando una y otra vez la misma palabra: “Ben”. La había oído pronunciar aquel nombre tantas veces en sus sueños, que no tuvo duda alguna que aquella era la palabra que repetía sin descanso, mientras avanzaba entre el gentío. Débil como estaba, se tambaleaba y caía, cada vez que alguien chocaba contra ella, pero aun así no cejaba en su empeño.
Cuando al fin la alcanzó, desfallecía una vez más, a causa de un empujón. El peliblanco la tomó del brazo extendido, para parar la caída, mientras se situaba ante ella. La muchacha lo miró y el vacío en sus ojos hizo que un escalofrío recorriese la espalda del elfo. Algo había sucedido, algo diferente a la maldición desatada en el templo. Lo sabía desde aquel extraño sueño en el que había sentido que moría. Pero era mucho peor de lo que había podido imaginar.
Aprovechando que contaba con su atención, se agachó junto a ella, mientras la gente seguía moviéndose a su alrededor. La chica había cesado su constante retahíla y lo miraba en silencio. Con toda la delicadeza posible, la tomó del otro brazo.
- Tenemos que irnos –le dijo, con torno firme pero calmado- Vamos a arreglar esto.
Sin esperar respuesta del cadáver andante en el que se había convertido, la ayudó a alzarse. La chica se dejó hacer, como si de una muñeca de trapo se tratase. Ahora bien, cuando intentó avanzar con ella, se dio cuenta de que aquello iba a ser más difícil. Le faltaban fuerzas y cada paso parecía requerir un esfuerzo que le era imposible. Aquel extraño empeño que había mostrado solo hacía unos minutos parecía haberse esfumado.
Con un suspiro de derrota, se agachó de nuevo junto a ella y, tras unos breves momentos de planificación, consiguió finalmente situarla sobre su espalda. Estaba claro que a partir de ese momento tendría que cargar, además de con su culpabilidad, con la causa de la misma. Siguió entonces los pasos de la gente, que todavía abandonaba aquel lugar. A nadie pareció importarle que portase una desfallecida muchacha sobre sus hombros, una que claramente carecía de las fuerzas necesarias para andar por sí misma. Simplemente dejaron aquel lugar, como si nunca hubiesen estado allí.
Caminaban por las oscuras calles de Sacrestic, cuando una palabra abandonó los labios de la chica en un susurro “Cedralada”. Un susurro que pareió costarle sus últimas fuerzas, pues apenas unos segundos después dormía en un estado casi comatoso sobre su hombro.
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Off: llego super tarde a la fiesta, pero quería pasarme antes de que se acabase (y así me llevo a la moribunda Iori conmigo, con su permiso)
La caravana se dirigía a Sacrestic Ville, quizás una parada circunstancial en el camino. Pronto quedó claro que se trataba de algo diferente. Las voces, totalmente ignoradas por la chica, comenzaron a hablar en susurros a su espalda. Comentaban la necesidad de adecuar su aspecto, hacerla más “apropiada” para su señor. Tras aquello comenzaron a hablar de sangre, de pociones y experimentos… Sacrestic Ville no era una parada en el camino, si no el destino de aquellos individuos. Su objetivo, la venta de personas a las que nadie iba a echar en falta a algún tipo de maníaco con aires de grandeza. El nombre, Kevan, le resultó familiar. Recordó entonces las caravanas de humanos rumbo al norte, la impasibilidad de su clan ante aquello en una de las misiones de los Ojosverdes, las burlas…
Su despertar aquel día fue mucho más agitado, pero al contrario que las mañanas precedentes, no permaneció impasible en su lecho. Tenía claro lo que debía hacer. Sabhanna prácticamente había conseguido encontrar la solución a su problema. Era hora de recuperar a la chica y poner fin a toda la culpa y remordimiento con las que cargaba. Si conseguía romper la maldición, podría deshacerse finalmente de toda carga. Podría dejar atrás el pasado y pagar el único favor que le debía al hombre que lo había criado.
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Sacrestic Ville no había cambiado desde la última vez que había visitado sus calles. Las pocas noticias que alcanzaban el norte indicaban que había sucedido algunas revueltas en la ciudad, pero esta parecía tan inmutable como sus habitantes. El silencio reinaba en las calles, pues toda la gente parecía haberse concentrado en un mismo lugar.
Se celebraba algún tipo de evento en uno de los parques de la ciudad y era precisamente allí donde se dirigía. La noche anterior, los individuos que arrastraban a la mestiza habían mencionado aquello, mientras se mostraban con cierto entusiasmo un colorido panfleto. El lugar de la celebración sería su tapadera, la excusa perfecta para hacer desaparecer su mercancía, un espacio neutral donde negociar el precio. Sin dilación se dirigió hacia el abarrotado lugar, justo cuando la mayor parte de los asistentes lo abandonaban. Las expresiones de miedo se mezclaban con las de estupefacción y entre susurros, no demasiado silenciosos, se enteró de que alguien había perdido la vida en aquel lugar. ¿Sería a causa de las eternas discusiones entre humanos y vampiros? No tenía tiempo para averiguarlo.
Se internó entre la marea de personas, caminando a contracorriente, intentando vislumbrar entre el gentío el conocido rostro de la morena. Llegar allí había sido fácil pero, ¿cómo iba a encontrarla? Era como buscar una aguja en un pajar. Su única pista habían sido aquellos perturbadores sueños y, estaba claro, que aquel no era el lugar oportuno para dormir y sumergirse en uno de ellos.
Le pareció identificar algún rostro conocido entre los comensales, algunos de los cuales se quejaban de la nefasta calidad de la comida o los extraños efectos que el postre había tenido sobre ellos. Le pareció ver a Cohen en la distancia, pero apenas prestó atención al vampiro. Tenía un objetivo más urgente que atender. Buscó tenuemente la negra cabellera de Caoimhe entre los presentes, pero el gentío lo empujaba de vuelta a la salida. Sabía que podía contar siempre con la ayuda de la vampiresa, pero desconocía si se había unido a la fiesta y, al igual que su objetivo inicial, encontrarla requeriría un tiempo que no poseía.
Tras deslizarse entre la masa, entre leves empujones y codazos, consiguió llegar a una zona más despejada. Recorrió el lugar con la mirada, sin alcanzar a identificar a la chica entre las muchas personas que se movían a su alrededor. Un individuo llamó sin embargo su atención. Sin dilación se dirigió junto a él.
- ¡Eh, tú! ¿Dónde está la chica morena que recogisteis hace unos días en el camino? –el hombre lo miró con cara de extrañeza y se giró, con clara intención de obviarlo. Tomando una daga de su cinturón, Tarek lo agarró del brazo y se la colocó bajo las costillas- ¿Dónde está?
- Tú no eres el comprador –contestó el individuo con asco, antes de que su expresión mudase al notar el filo del arma contra su cuerpo.
- ¿Dónde? –repitió el elfo, con poca paciencia.
- No lo sé –contestó el tipo, algo nervioso- No la quiso. Estaba demasiado enferma y escuálida. Quizás a estas alturas ya sea un cadáver. Ya no es asunto nuestro -el elfo apretó más su agarre sobre el arma, atravesando la tela de la ropa del hombre. Este lo miró con ojos desorbitados- Te he dicho que no lo sé –respondió de nuevo, nervioso- La dejamos por ahí, en una esquina. Al norte del parque. Quizás siga ahí. No parecía tener fuerzas para moverse. Lo juro.
- Espero que esté ahí, porque si no, volveré a buscarte –le dijo el peliblanco, antes de soltarlo.
Guardando el arma, se dirigió hacia el lugar que el mercader le había indicado. La gente, algo más calmada, seguía evacuando el parque, dejando tras de sí solamente los restos del banquete. Tras esquivar a varios de los comensales, la vio. Se encontraba, como el hombre había dicho, en un estado lamentable. Consumida, como si no hubiese comido ni dormido en semanas, hacía esfuerzos por mantenerse en pie y avanzar, solo los dioses sabían hacia dónde.
- Tenga más cuidado, caballero –soltó una voz junto a él, antes de mascullar “malditos elfos” entre dientes.
Haciendo caso omiso, continuó avanzando hacia la chica. En aquel momento extendía un brazo, mientras daba forzados pasos hacia el frente, como intentando asirse a algo. Sus labios temblaban y el elfo pensó que se debía al esfuerzo. Sin embargo, pronto comprobó que se movían siempre bajo un mismo patrón, pronunciando una y otra vez la misma palabra: “Ben”. La había oído pronunciar aquel nombre tantas veces en sus sueños, que no tuvo duda alguna que aquella era la palabra que repetía sin descanso, mientras avanzaba entre el gentío. Débil como estaba, se tambaleaba y caía, cada vez que alguien chocaba contra ella, pero aun así no cejaba en su empeño.
Cuando al fin la alcanzó, desfallecía una vez más, a causa de un empujón. El peliblanco la tomó del brazo extendido, para parar la caída, mientras se situaba ante ella. La muchacha lo miró y el vacío en sus ojos hizo que un escalofrío recorriese la espalda del elfo. Algo había sucedido, algo diferente a la maldición desatada en el templo. Lo sabía desde aquel extraño sueño en el que había sentido que moría. Pero era mucho peor de lo que había podido imaginar.
Aprovechando que contaba con su atención, se agachó junto a ella, mientras la gente seguía moviéndose a su alrededor. La chica había cesado su constante retahíla y lo miraba en silencio. Con toda la delicadeza posible, la tomó del otro brazo.
- Tenemos que irnos –le dijo, con torno firme pero calmado- Vamos a arreglar esto.
Sin esperar respuesta del cadáver andante en el que se había convertido, la ayudó a alzarse. La chica se dejó hacer, como si de una muñeca de trapo se tratase. Ahora bien, cuando intentó avanzar con ella, se dio cuenta de que aquello iba a ser más difícil. Le faltaban fuerzas y cada paso parecía requerir un esfuerzo que le era imposible. Aquel extraño empeño que había mostrado solo hacía unos minutos parecía haberse esfumado.
Con un suspiro de derrota, se agachó de nuevo junto a ella y, tras unos breves momentos de planificación, consiguió finalmente situarla sobre su espalda. Estaba claro que a partir de ese momento tendría que cargar, además de con su culpabilidad, con la causa de la misma. Siguió entonces los pasos de la gente, que todavía abandonaba aquel lugar. A nadie pareció importarle que portase una desfallecida muchacha sobre sus hombros, una que claramente carecía de las fuerzas necesarias para andar por sí misma. Simplemente dejaron aquel lugar, como si nunca hubiesen estado allí.
Caminaban por las oscuras calles de Sacrestic, cuando una palabra abandonó los labios de la chica en un susurro “Cedralada”. Un susurro que pareió costarle sus últimas fuerzas, pues apenas unos segundos después dormía en un estado casi comatoso sobre su hombro.
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Off: llego super tarde a la fiesta, pero quería pasarme antes de que se acabase (y así me llevo a la moribunda Iori conmigo, con su permiso)
Tarek Inglorien
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Ahí estaba, cierto aire de reconocimiento en los ojos de la conejita recatada. Elian se agarró con fuerza a ese hilo: ¿dónde había visto antes esa cara? No lograba recordar una muchacha con ese rostro, pero eso solo servía para mantener su concentración por más tiempo en eso y no en… ¡No! Piensa en la conejita, ¿dónde la has visto antes?
Por desgracia, la conejita no estaba por la labor de quedarse a ser analizada y no tardó en salir prácticamente volando. Y entonces fue cuando Elian recordó de qué le sonaba aquella cara. Justo un instante antes de que todos los calores abandonaran de golpe su cuerpo al presenciar lo que no podía describirse de otra forma que un asesinato a sangre fría.
Elian había contemplado antes la muerte, pero nunca algo como aquello, tan desprovisto de emoción, de sentido. A su alrededor, todo movimiento pareció detenerse, todo sonido apagarse, durante un instante congelado en el tiempo.
Al menos, hasta que la voz de Corlys a su lado lo sacó de su ensimismamiento. Por un momento, no entendió a qué se refería con eso de los matojos y el acolchado. Después, su mente se acompasó repentinamente con el movimiento a su alrededor.
Las conejitas y el muchacho alto se habían marchado, probablemente corriendo presas del terror, como el resto de invitados a la fiesta. Daphne corría entre los chicos y chicas de la compañía teatral, movilizándonos a todos como si de una pastora con su rebaño se tratara.
Y Corlys y Teufel, bueno, digamos que pronto dejaron claro a qué se refería el primero con eso del acolchado. El primer muchacho, vestido únicamente con su traje de nacimiento, ya había despegado los pies del escenario cuando Elian se lanzó al suelo para convocar la energía de la naturaleza. El arbusto recibió al joven nudista justo a tiempo de evitar un buen porrazo contra el suelo, aunque no unos cuantos arañazos producidos por el ramaje.
—Vamos, hay que salir de aquí —dijo Elian tratando de ayudarle a salir del matorral.
—¡Eh, no me toques, pervertido! —se quejó el muchacho.
Forcejearon solo un instante, hasta que la aparición de sus compañeros voladores, seguidos de cerca por un vampiro y una nutria con cara de pocos amigos, lo convenció de que estaría mejor con el elfo pervertido y se dejó ayudar.
—¿Todos listos? —dijo entonces Daphne y, ante el asentimiento general, continuó—: Por aquí. Conozco bien el parque.
Y así, con la vampira como guía, dos guerreros cabreados vigilando la retaguardia y un muchacho a medio vestir, el grupo se fue alejando poco a poco del caos en que se había convertido la cena de gala.
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OFF: Y con esto me despido. ¡Muchas gracias por el evento y felices 15! (v)
Por desgracia, la conejita no estaba por la labor de quedarse a ser analizada y no tardó en salir prácticamente volando. Y entonces fue cuando Elian recordó de qué le sonaba aquella cara. Justo un instante antes de que todos los calores abandonaran de golpe su cuerpo al presenciar lo que no podía describirse de otra forma que un asesinato a sangre fría.
Elian había contemplado antes la muerte, pero nunca algo como aquello, tan desprovisto de emoción, de sentido. A su alrededor, todo movimiento pareció detenerse, todo sonido apagarse, durante un instante congelado en el tiempo.
Al menos, hasta que la voz de Corlys a su lado lo sacó de su ensimismamiento. Por un momento, no entendió a qué se refería con eso de los matojos y el acolchado. Después, su mente se acompasó repentinamente con el movimiento a su alrededor.
Las conejitas y el muchacho alto se habían marchado, probablemente corriendo presas del terror, como el resto de invitados a la fiesta. Daphne corría entre los chicos y chicas de la compañía teatral, movilizándonos a todos como si de una pastora con su rebaño se tratara.
Y Corlys y Teufel, bueno, digamos que pronto dejaron claro a qué se refería el primero con eso del acolchado. El primer muchacho, vestido únicamente con su traje de nacimiento, ya había despegado los pies del escenario cuando Elian se lanzó al suelo para convocar la energía de la naturaleza. El arbusto recibió al joven nudista justo a tiempo de evitar un buen porrazo contra el suelo, aunque no unos cuantos arañazos producidos por el ramaje.
—Vamos, hay que salir de aquí —dijo Elian tratando de ayudarle a salir del matorral.
—¡Eh, no me toques, pervertido! —se quejó el muchacho.
Forcejearon solo un instante, hasta que la aparición de sus compañeros voladores, seguidos de cerca por un vampiro y una nutria con cara de pocos amigos, lo convenció de que estaría mejor con el elfo pervertido y se dejó ayudar.
—¿Todos listos? —dijo entonces Daphne y, ante el asentimiento general, continuó—: Por aquí. Conozco bien el parque.
Y así, con la vampira como guía, dos guerreros cabreados vigilando la retaguardia y un muchacho a medio vestir, el grupo se fue alejando poco a poco del caos en que se había convertido la cena de gala.
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OFF: Y con esto me despido. ¡Muchas gracias por el evento y felices 15! (v)
Elian
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
El caos que inundó la estancia provocó que Sango cerrara los ojos mientras disfrutaba de la sinfonía compuesta por voces, gritos y ruidos de vajilla contra el suelo, sillas arrastradas y mesas volcando. Al abrir los ojos y dejar escapar el aire, Sango pudo ver como las sonrisas y las conversaciones distendidas se habían transformado en violentos enfrentamientos.
El grito de la capitana tratando de imponer algo de cordura en la escena le hizo saltar como un resorte de la silla. Miró a Nousis y a Nana y se llevó la mano al pecho antes de hacer una ligera reverencia. Un gesto de pura cortesía que contrastaba con el ambiente hostil y peligroso que se esparcía como un fuego desbocado en el lugar de la cena. Lamentaba de corazón no poder compartir más tiempo con ellos.
- Ha sido un verdadero placer- dijo a modo de despedida.
Se giró y se fue directo hacia la marea de gente. No tardó en encontrarse con dos personas que trataba de desarmar a un tipo enloquecido que parecía llevar las de ganar. Sango apartó de un empujón a uno de ellos y el otro se echó a un lado a ver que al pelirrojo.
Sango echó el peso en su pierna derecha. El agresor, entonces, se abalanzó contra él, esgrimiendo un cuchillo y tratando de apuñalarle. La finta del pelirrojo tuvo efecto ya que usó su propio peso para impulsarse hacia atrás. El atacante falló su intento y Sango pasó al contraataque empujándolo contra una mesa cercana. No le dio un respiro y le agarró del pelo y del cuello de la camisa para levantarle y estampar su cabeza contra la mesa. Repitió el movimiento un par de veces y luego le golpeó el costado con la rodilla.
Le dejó caer al suelo y lo observó desde arriba con desprecio. Aquel que osara a atacar a gente inocente en un acto pacífico no merecía la más mínima compasión. Sin embargo, ¿de qué serviría? ¿Acaso alguien, en aquel caótico escenario, sería capaz distinguir entre un acto de justicia y la venganza? La respuesta era obvia.
Sango se apartó y se giró a un grupo de gente se había arremolinado junto a él. Sango paseó la vista por ellos leyendo el miedo en sus rostros y comprendiendo cuál era su papel allí esa noche. El de siempre.
- Vamos, tenemos que salir de aquí- les dijo.
Se pusieron en marcha tras el Héroe. Se abrieron camino por entre las mesas y las peleas multitudinarias que estaban teniendo lugar. Empujó a un tipo que le miró desde el suelo con evidente gesto de sorpresa antes de ser devorado por una maraña de piernas y torsos que se interpusieron entre él y los ojos de Sango. Abofeteó a un hombre que intentaba apuñalar a un guardia por la espalda y le estampó un puño en el rostro.
Y al final, y solo al final, consiguieron llegar hasta una de las puertas. Sango les indicó que se marcharan y se pusieran a salvo. Que corrieran lo más rápido que pudieran y que rezaran a todos y cada uno de los Dioses. Les deseó suerte y se giró de nuevo hacia la grotesca y caótica escena.
Aún había gente que necesitaba ayuda. Era un ambiente demasiado peligroso. No contaba con armas, ni con armadura, pero eso no importaba. Dejó escapar el aire. Se había dicho, en muchas ocasiones durante los últimos meses, que esa vida terminaría acabando con él. Dejó escapar el aire. La sensación de culpa por no haberse puesto en marcha, por no haberse lanzado a imponer el orden le estaba quemando por dentro.
Cerró los puños. Tragó saliva. Sango se zambulló entre la multitud para buscar a más personas, inocentes, que necesitaran ayuda para salir de allí. Cumpliría con lo que era lo correcto y se marcharía sabiendo que había hecho cuanto estaba en su mano para ayudar. Porque eso era lo que hacía siempre.
Ayudaría. Siempre lo hacía. A todos. Salvo a sí mismo.
El grito de la capitana tratando de imponer algo de cordura en la escena le hizo saltar como un resorte de la silla. Miró a Nousis y a Nana y se llevó la mano al pecho antes de hacer una ligera reverencia. Un gesto de pura cortesía que contrastaba con el ambiente hostil y peligroso que se esparcía como un fuego desbocado en el lugar de la cena. Lamentaba de corazón no poder compartir más tiempo con ellos.
- Ha sido un verdadero placer- dijo a modo de despedida.
Se giró y se fue directo hacia la marea de gente. No tardó en encontrarse con dos personas que trataba de desarmar a un tipo enloquecido que parecía llevar las de ganar. Sango apartó de un empujón a uno de ellos y el otro se echó a un lado a ver que al pelirrojo.
Sango echó el peso en su pierna derecha. El agresor, entonces, se abalanzó contra él, esgrimiendo un cuchillo y tratando de apuñalarle. La finta del pelirrojo tuvo efecto ya que usó su propio peso para impulsarse hacia atrás. El atacante falló su intento y Sango pasó al contraataque empujándolo contra una mesa cercana. No le dio un respiro y le agarró del pelo y del cuello de la camisa para levantarle y estampar su cabeza contra la mesa. Repitió el movimiento un par de veces y luego le golpeó el costado con la rodilla.
Le dejó caer al suelo y lo observó desde arriba con desprecio. Aquel que osara a atacar a gente inocente en un acto pacífico no merecía la más mínima compasión. Sin embargo, ¿de qué serviría? ¿Acaso alguien, en aquel caótico escenario, sería capaz distinguir entre un acto de justicia y la venganza? La respuesta era obvia.
Sango se apartó y se giró a un grupo de gente se había arremolinado junto a él. Sango paseó la vista por ellos leyendo el miedo en sus rostros y comprendiendo cuál era su papel allí esa noche. El de siempre.
- Vamos, tenemos que salir de aquí- les dijo.
Se pusieron en marcha tras el Héroe. Se abrieron camino por entre las mesas y las peleas multitudinarias que estaban teniendo lugar. Empujó a un tipo que le miró desde el suelo con evidente gesto de sorpresa antes de ser devorado por una maraña de piernas y torsos que se interpusieron entre él y los ojos de Sango. Abofeteó a un hombre que intentaba apuñalar a un guardia por la espalda y le estampó un puño en el rostro.
Y al final, y solo al final, consiguieron llegar hasta una de las puertas. Sango les indicó que se marcharan y se pusieran a salvo. Que corrieran lo más rápido que pudieran y que rezaran a todos y cada uno de los Dioses. Les deseó suerte y se giró de nuevo hacia la grotesca y caótica escena.
Aún había gente que necesitaba ayuda. Era un ambiente demasiado peligroso. No contaba con armas, ni con armadura, pero eso no importaba. Dejó escapar el aire. Se había dicho, en muchas ocasiones durante los últimos meses, que esa vida terminaría acabando con él. Dejó escapar el aire. La sensación de culpa por no haberse puesto en marcha, por no haberse lanzado a imponer el orden le estaba quemando por dentro.
Cerró los puños. Tragó saliva. Sango se zambulló entre la multitud para buscar a más personas, inocentes, que necesitaran ayuda para salir de allí. Cumpliría con lo que era lo correcto y se marcharía sabiendo que había hecho cuanto estaba en su mano para ayudar. Porque eso era lo que hacía siempre.
Ayudaría. Siempre lo hacía. A todos. Salvo a sí mismo.
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Sango se despide Nana y Nousis y se pone a ayudar y evacuar a todos aquellos inocentes que lo necesiten.Sango
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
Lo que podía haber sido la suma de sencillas horas de averiguaciones, comida tal vez decente y sin duda, momentos más que tediosos en buena parte detestable compañía, había finalizado con la mezcla de extraños reencuentros y el estallido del banquete en pedazos de histeria.
La joven líder de parte de su especie pareció al hijo de Sandorai diferente en esa segunda ocasión. La civilización, si es que podía llamarse así a ese infierno de engendros, la ausencia de las heladas septentrionales o tal vez únicamente haber dejado atrás parte de cuanto la había llevado a cruzar Mirza, habían mutado la mirada de la fémina. Agradecido de no ser el único capaz de comprender y preveer la situación política de la región, deseó cargar a la propietaria de esos ojos dorados con un cúmulo de preguntas acerca de los suyos y del destino de los seguidores. La inseguridad, la falta de conocimiento, impedían una visión global que en esos instantes deseaba.
Un reflujo impresionante en el éter llamó su atención como si tirasen de él con una soga. Nadie habría podido, ninguna criatura afín a ello, pasarlo por alto. Solo la precipitada salida de la mayor parte de los invitados del salón de la fiesta le animó a dejar de buscar la fuente de ese poder, y focalizar su mirada gris en distinguir la mejor manera de llegar al exterior.
Sango no perdió tiempo alguno, tomando el liderazgo de parte de los presentes, y por la mente del elfo fueron sucediéndose imágenes de sucesos de Vulwulfar. Aquel humano era, probablemente, uno de los puntos más álgidos a los que podían aspirar los suyos.
-Vamos- indicó a Nana. La noticia de que alguien había perdido la vida resultaba el complemento ideal para unos rostros que habían perdido todo ánimo festivo. La sombría faz del desarmado espadachín se hallaba cerrada a toda sorpresa.
¿Acaso en verdad les podía asombrar que algo así acaeciera en la urbe mayor de esas bestias de la noche?
La necesidad de su arma se volvió más acuciante en un ambiente como el que estaba naciendo allí. Sonrió de medio lado al ver a Sango deshacerse de varios oponentes sin necesidad de ayuda. No lo insultó otorgándosela sin precisarlo, de modo que tomó el camino hacia otra de las puertas seguido de la licántropa, de quien tampoco tenía la menor duda que podía destrozar a quien desease detenerla, a tenor de cuánto había visto por si mismo, y los rumores que en los últimos años habían llegado a los bosques meridionales.
Varios pelotones de la Guardia se había acercado al punto del evento, y como Nou pudo comprobar, no tardaron apenas en comenzar con las detenciones e interrogatorios allí mismo. Sin embargo, la proporción de los soldados con respecto a quienes habían desechado continuar la reunión no resultaba alentadora. Los conatos de rebelión que se habían iniciado dentro no tardaron en tomar forma también extramuros. Pasándose una mano por el cabello, de la frente a la nuca, habitual en él a la hora de pensar, habló casi tanto para sí como para la segunda forastera en esa maldita comarca.
-El poder la guardia mengua. Cualquiera podrá prender una mecha en esta sequedad presta a incendio. ¿Podrán aguantar, mantener la oscuridad a raya...? El tiempo de los humanos en Sacrestic se está consumiendo.
No miraba a la mujer, sólo las consecuencias de cuanto veía llegaban a él .
"¿Abandonaremos esta tierra a su fatal destino? -pensó- ¿Los abandonaremos a su suerte...?
-Ten cuidado- se despidió de Nana- Iré a por mis cosas. Sea lo que sea lo que ocurra, no me verá lejos de mi espada- terminó, antes de poner rumbo a la habitación de la posada donde había dejado sus pertenencias.
Árbol Madre, Nytt Hus.
¿Sacrestic?
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Re: [Evento social] Cena con wisterias.
La teniente Akimara había dejado a Menelao controlando las puertas, la gente se amontonaba en la puerta principal pisándose unos a otros, la guardia estaba desbordada. Aquellos que habían desestimado la orden y recomendación de no excederse en la bebida ahora se arrepentían enormemente de las copas de más.
-¡Que no cunda el pánico! Saldremos todos ordenadamente. -Gritaba sin efecto alguno en la gente.
Junto a las Wisterias, Akimara cesaba algunas peleas incluso con la mirada, desenfundó su espada sin filo, que colgaba junto a la reglamentaria, que ojalá no tuviera que desenvainar, y dejó inconscientes a varios rebeldes. Volaban copas, dientes, incluso Dílcar Magnis hizo volar sus cucharas de cocina para dejar inconscientes a los subversivos vampiros que poco a poco se disipaban en la niebla de la noche al haber dado por concluida la misión: Arruinar la fiesta, y distraer a la guardia.
Pronto consiguieron, gracias a la ayuda de algunos de los asistentes a la fiesta, desalojar a los civiles y se llevaban poco a poco arrestados a los insurgentes inconscientes, les pedirían explicaciones después, cuando recogieran aquel desastre.
Dolofrea estaba sentada en uno de los bancos del parque, a unos metros de la escena, con su copa de sangre vacía en la mano, con una mueca desencajada. El elfo pelirrojo se interpuso en el camino de su mirada, en silencio se sentó junto a la vampira.
-Se acabó la fiesta. -Logró susurrar con pesadumbre sin posar los ojos en Dílcar.
-Eso parece. -Respondió con un suspiro y se recargó contra el banco, mirando aquellas majestuosas wisterias.
Dolofrea recargó la cabeza en el hombro musculado del hombre y ambos quedaron mirando todo el estropicio que les quedaba por recoger. Fue divertido mientras duró.
__________________
¡Gracias a todos por participar! Fehu ha hecho de las suyas, pero vosotros no os habéis quedado atrás.
La guardia de Sacrestic te hace llegar una cestita de regalo con sus mejores deseos y una nota lamentando el abrupto desenlace de la velada. La cesta contiene lo siguiente:
- Cecina de crasgwar: [Consumible] Un poco seca, quizá, pero te permitirá recuperar un uso de una habilidad hasta nivel 4.
- Sangre de cordero macho de primera: [Cosumible] De sabor un tanto fuerte, pero si es un vampiro quien la bebe, le permitirá recuperar un uso de una habilidad hasta nivel 4.
- Bolitas de amor de Karre’xha: [2 unidades, consumible] Están aderezadas con extracto de viagris ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Ideales para dar un toque de color a tus temas +18 o, quizá, solo quizá, para el caso de que necesites una distracción creativa para otro personaje. En este último caso, el efecto estimulante dura dos rondas.
- Ramillete de mil lágrimas: Ideal para aromatizar tus pertenencias. Aunque han perdido su brillo al secarse, si las expones un buen rato a una luz intensa, emitirán un sutil resplandor violáceo durante las siguientes dos horas.
- Fertilizante especial chez Cohen: [Consumible] Viértelo en la base de una planta y la hará crecer fuerte y frondosa casi al instante
Los vampiros obtendrán la Sangre de cordero macho de primera y el resto de recompensas, mientras que el resto de participantes obtendrán La cecina de craswar y por supuesto el resto de recompensas.
También se sumarán 5 px y 50 aeros a la recompensa.
Tyr
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