Encuentros fortuitos [privado]
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Se quedó allí un rato sentada mirando el cielo, no había nubes y la noche era fría, fría y cerrada. Una luna menguante asomaba tímida entre la oscuridad de la noche, no se escuchaba nada más que el fuego de la cueva. Era un sentimiento reconfortante, el sentir el frío. Agarró un puñado de tierra con sus manos, cuántas cosas habría visto aquella tierra, la envidiaba, tan quieta, tan cómoda.
Se sorprendió cuando notó algo suave que le pasaba por los hombros, Brendarid había salido de la cueva y la estaba arropando con la manta que ella había dejado antes. Se sintió extraña, pero sonrió sin que él lo viese.
No se esperaba aquella pregunta, ciertamente las cosas en su mayoría las decía sin pensar, pese a su naturaleza algo aprovechada, Nana tenía un serio problema a la hora de hablar, pues hablaba antes de pensar, a veces ni pensaba cuando hablaba. Se sentó a su espalda y Nana giró levemente la cabeza por encima de su hombro, realmente parecía abatido.
-En el momento sientes la adrenalina, la ira te consume desde los pies hasta los dientes, te sientes poderoso, pero cuando despiertas de aquello tan solo queda sangre y vísceras, y un sentimiento que no se va. Ves sus caras horrorizadas todas las noches antes de dormir. -Hizo una breve pausa encogiéndose de hombros y suspirando. -Luego sueñas con sus familiares, imaginas si tenían hijos, si sus padres estarán llorándoles en alguna parte. -Alzó la vista al cielo, hacía tantos años de aquello y aún podía ver sus caras suplicando por su vida. -Te dices que es lo que debes hacer, pero cuando lo haces sientes que te has vuelto como ellos. -Bajó la vista al suelo, realmente sí, ella era un monstruo.
Se giró y apoyó la cabeza en su espalda en busca de consuelo, no quería un abrazo, sabía que aquello no iba a salir de alguien como Brendarid, era con la primera persona con la que hablaba de aquello, pues ya nadie quedaba con vida en quien confiaba.
Se sorprendió cuando notó algo suave que le pasaba por los hombros, Brendarid había salido de la cueva y la estaba arropando con la manta que ella había dejado antes. Se sintió extraña, pero sonrió sin que él lo viese.
No se esperaba aquella pregunta, ciertamente las cosas en su mayoría las decía sin pensar, pese a su naturaleza algo aprovechada, Nana tenía un serio problema a la hora de hablar, pues hablaba antes de pensar, a veces ni pensaba cuando hablaba. Se sentó a su espalda y Nana giró levemente la cabeza por encima de su hombro, realmente parecía abatido.
-En el momento sientes la adrenalina, la ira te consume desde los pies hasta los dientes, te sientes poderoso, pero cuando despiertas de aquello tan solo queda sangre y vísceras, y un sentimiento que no se va. Ves sus caras horrorizadas todas las noches antes de dormir. -Hizo una breve pausa encogiéndose de hombros y suspirando. -Luego sueñas con sus familiares, imaginas si tenían hijos, si sus padres estarán llorándoles en alguna parte. -Alzó la vista al cielo, hacía tantos años de aquello y aún podía ver sus caras suplicando por su vida. -Te dices que es lo que debes hacer, pero cuando lo haces sientes que te has vuelto como ellos. -Bajó la vista al suelo, realmente sí, ella era un monstruo.
Se giró y apoyó la cabeza en su espalda en busca de consuelo, no quería un abrazo, sabía que aquello no iba a salir de alguien como Brendarid, era con la primera persona con la que hablaba de aquello, pues ya nadie quedaba con vida en quien confiaba.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Eso era justo lo que no quería oír: que el sería igual que ellos.Notó como Nana apoyaba la cabeza en su espalda y, por un momento, el sentimiento que debería ser tristeza o duda, se relajó para convertirse en algo distinto. Supuso que hablar de eso sería difícil para alguien como ella, no parecía orgullosa de nada.
Poco a poco fue asimilando las palabras y lo que ellas conllevaban. La presión en el pecho y la angustia aumentaron exponencialmente al comprender que ya nada tenía un sentido lógico para el. Sabiendo que ella estaba apoyada en el, no pudo evitar la necesidad de tumbarse allí mismo, en la oscuridad de la intemperie. Cubrió su rostro con las manos y trató de comprender, de buscar rápidamente un nuevo sentido a su vida, pero era totalmente imposible. Si la venganza no le serviría más que para crear más sufrimiento, su mundo entero se derrumbaría inexorablemente.
Se mantuvo así, tumbado boca arriba respirando entre los huecos de los dedos que cubrían su cara. No podía evitarlo, tenía que preguntarlo:
-Si la venganza no será más que la semilla de nuevo dolor, ¿qué he de hacer? ¿olvidarlo todo e irme?- No separaba las manos del rostro, se negaba a volver al mundo real, ese mundo que ahora ya no tenía nada que ofrecerle. Un lugar donde solo podría esperar a la muerte como en una cola interminable de clientes. Seguía sin poder evitar pensar en la memoria de sus padres y en que estaba seguro de que sus asesinos no estaban muy preocupados en el dolor que podían causar.
Esa parte de su ser que exigía venganza nunca se apagaría, lo sabía, era inevitable. Buscaría la muerte de esos licántropos aunque fuese lo último que hiciera. Lo único que había conseguido mitigar esa llama de ira había sido esa extraña mujer que se presentó en su cueva. En diez años, ni el más dulce sonido de los pájaros, el rocío más brillante o el atardecer más hermoso habían logrado siquiera arrancarle una débil sonrisa, o una muestra de sentimientos. Cuando su parte animal estaba cada vez más próxima a dominar todo su cuerpo, unas palabras que podrían haber sido tan efímeras como el sonido del aleteo de una mariposa, lograban desmoronar la enorme estructura de furia que había construido a modo de fortaleza.
Poco a poco fue asimilando las palabras y lo que ellas conllevaban. La presión en el pecho y la angustia aumentaron exponencialmente al comprender que ya nada tenía un sentido lógico para el. Sabiendo que ella estaba apoyada en el, no pudo evitar la necesidad de tumbarse allí mismo, en la oscuridad de la intemperie. Cubrió su rostro con las manos y trató de comprender, de buscar rápidamente un nuevo sentido a su vida, pero era totalmente imposible. Si la venganza no le serviría más que para crear más sufrimiento, su mundo entero se derrumbaría inexorablemente.
Se mantuvo así, tumbado boca arriba respirando entre los huecos de los dedos que cubrían su cara. No podía evitarlo, tenía que preguntarlo:
-Si la venganza no será más que la semilla de nuevo dolor, ¿qué he de hacer? ¿olvidarlo todo e irme?- No separaba las manos del rostro, se negaba a volver al mundo real, ese mundo que ahora ya no tenía nada que ofrecerle. Un lugar donde solo podría esperar a la muerte como en una cola interminable de clientes. Seguía sin poder evitar pensar en la memoria de sus padres y en que estaba seguro de que sus asesinos no estaban muy preocupados en el dolor que podían causar.
Esa parte de su ser que exigía venganza nunca se apagaría, lo sabía, era inevitable. Buscaría la muerte de esos licántropos aunque fuese lo último que hiciera. Lo único que había conseguido mitigar esa llama de ira había sido esa extraña mujer que se presentó en su cueva. En diez años, ni el más dulce sonido de los pájaros, el rocío más brillante o el atardecer más hermoso habían logrado siquiera arrancarle una débil sonrisa, o una muestra de sentimientos. Cuando su parte animal estaba cada vez más próxima a dominar todo su cuerpo, unas palabras que podrían haber sido tan efímeras como el sonido del aleteo de una mariposa, lograban desmoronar la enorme estructura de furia que había construido a modo de fortaleza.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Sentía que había lo había tumbado literalmente, lo vio allí tumbado boca arriba con las manos en la cara y sintió un nudo en el estómago, quizá lo hubiese dejado así, le hubiese dicho las palabras que él quería oír, que ansiaba con todas sus fuerzas escuchar, ese empujón para que saliese corriendo e hiciese lo que quería hacer, pero no.
No sabía muy bien qué decir, pero ella no tenía las respuestas, siquiera sabía su historia entera.
-No tengo respuestas a tus preguntas. -Le dijo y suspiró hondo frunciendo el ceño con lástima, no sentía pena por él, se sentía mal con ella misma por todo aquello. -La vida sigue, si vives anclado en el pasado no podrás vivir el presente. -Le acarició el pelo a modo de consuelo, estaba como un cachorro desprotegido allí en mitad de la nada.
-No será fácil, pero puedes retomar tu vida. -No sabía muy bien qué decir, pues ella había sucumbido a la sed de venganza y había acabado casi con un clan entero de vampiros hacía ya varios años. Un escalofrío le recorrió la espalda, no podía dejar que se derrumbase así.
Le quitó las manos de la cara y le miró con el ceño fruncido a pocos centímetros de su rostro.
-Has llegado hasta aquí y ahora que no sabes qué debes de hacer te tiras en el suelo cual cachorro desamparado, tú, que hace unos minutos me gritabas presa de la ira. -Aquella pena y frustración que había sentido al haberle hecho abrir los ojos se convirtió en rabia, rabia porque se había rendido, rendido ante el río de la vida que corría al mismo curso para todos, solo que para él iba demasiado rápido. Se pegó más a él clavando sus ojos amarillos en los de él.
No sabía muy bien qué decir, pero ella no tenía las respuestas, siquiera sabía su historia entera.
-No tengo respuestas a tus preguntas. -Le dijo y suspiró hondo frunciendo el ceño con lástima, no sentía pena por él, se sentía mal con ella misma por todo aquello. -La vida sigue, si vives anclado en el pasado no podrás vivir el presente. -Le acarició el pelo a modo de consuelo, estaba como un cachorro desprotegido allí en mitad de la nada.
-No será fácil, pero puedes retomar tu vida. -No sabía muy bien qué decir, pues ella había sucumbido a la sed de venganza y había acabado casi con un clan entero de vampiros hacía ya varios años. Un escalofrío le recorrió la espalda, no podía dejar que se derrumbase así.
Le quitó las manos de la cara y le miró con el ceño fruncido a pocos centímetros de su rostro.
-Has llegado hasta aquí y ahora que no sabes qué debes de hacer te tiras en el suelo cual cachorro desamparado, tú, que hace unos minutos me gritabas presa de la ira. -Aquella pena y frustración que había sentido al haberle hecho abrir los ojos se convirtió en rabia, rabia porque se había rendido, rendido ante el río de la vida que corría al mismo curso para todos, solo que para él iba demasiado rápido. Se pegó más a él clavando sus ojos amarillos en los de él.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Lo sintió, sintió sus ojos atravesándolo de lado a lado, como una espada al rojo. Decidió responderle de la misma manera: clavando sus ojos azules en los de ella. Continuar con su vida... Ojalá fuese tan fácil de hacer, teniendo en cuenta que su vida entera era la sed de venganza.
No le apartó la mirada ni retrocedió esta vez, ahora estaba sin escapatoria. Su corazón se aceleró de nuevo, justo cuando comenzaba a calmarse.
-Si tu supuesta maldición quiere que te mate, tiene un método muy extraño de pedírmelo- Tal vez esbozó una sonrisa, apenas recordaba lo que era reír. Su mente humana comenzaba a abrirse paso entre las fauces de la bestia que lo había dominado media vida.
El frío había desaparecido, pero dudaba que fuese fruto del capricho del tiempo. La cercanía de otro cuerpo podía generar más calor que todas las hogueras que el pudiera encender en su pequeña cueva. Solo podía ver una mitad del rostro de Nana debido a la luz del fuego que salía del interior; incluso tan cerca, la noche lograba ocultarla. Puede que su cuerpo temblase un poco, pero no era debido al frío, de eso estaba seguro.
La banda sonora de la oscuridad y de sus múltiples y extraños sonidos acompañaba a cada palabra y a cada respiración. Cierto que ella le había alzado la voz como el había hecho, pero no sintió la necesidad de gritar más alto; ni siquiera de contradecirle, pues no le faltaba razón. Puede que su vida ya no tuviese demasiado sentido, pero en ese preciso instante, no le importaba demasiado. Encontraría el modo.
No le apartó la mirada ni retrocedió esta vez, ahora estaba sin escapatoria. Su corazón se aceleró de nuevo, justo cuando comenzaba a calmarse.
-Si tu supuesta maldición quiere que te mate, tiene un método muy extraño de pedírmelo- Tal vez esbozó una sonrisa, apenas recordaba lo que era reír. Su mente humana comenzaba a abrirse paso entre las fauces de la bestia que lo había dominado media vida.
El frío había desaparecido, pero dudaba que fuese fruto del capricho del tiempo. La cercanía de otro cuerpo podía generar más calor que todas las hogueras que el pudiera encender en su pequeña cueva. Solo podía ver una mitad del rostro de Nana debido a la luz del fuego que salía del interior; incluso tan cerca, la noche lograba ocultarla. Puede que su cuerpo temblase un poco, pero no era debido al frío, de eso estaba seguro.
La banda sonora de la oscuridad y de sus múltiples y extraños sonidos acompañaba a cada palabra y a cada respiración. Cierto que ella le había alzado la voz como el había hecho, pero no sintió la necesidad de gritar más alto; ni siquiera de contradecirle, pues no le faltaba razón. Puede que su vida ya no tuviese demasiado sentido, pero en ese preciso instante, no le importaba demasiado. Encontraría el modo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Brendarid bromeó e incluso esbozó lo más parecido a una sonrisa que la loba había visto en sus labios, quizá fuese la noche, la luna y el frío que los envolvía a ambos. Nana rió ante su broma y le dio un golpecito en el pecho a modo de replique ante la broma sobre su maldición.
Por una vez no había salido corriendo. Nana se avergonzó un poco ante la situación, le había levantado la voz enfadada y ahora ya no podía seguir enfadada con él. Se rascó la nuca confusa. Aquella noche que había empezado como cualquier otra estaba siendo cuanto menos normal.
Se acurrucó casi inconscientemente entre los brazos de Brendarid buscando refugio del frío de la noche y la humedad de la tierra. Apoyó la cabeza en su pecho y miró al cielo, cuántas veces había dormido bajo el mismo cielo, y no se cansaba jamás de verlo.
En la cueva, el fuego empezaba a calmarse y a apagarse lentamente, al igual que la tensión que antes se había respirado allí. Sintió como él empezaba a temblar levemente y se levantó rápidamente apoyando todo su peso en uno de sus brazos.
-¿Estás bien? -Le preguntó algo preocupada por el tembleque. -¿Quieres que vayamos dentro? -Miró a la cueva y después a él ladeando la cabeza con la pregunta.
Por una vez no había salido corriendo. Nana se avergonzó un poco ante la situación, le había levantado la voz enfadada y ahora ya no podía seguir enfadada con él. Se rascó la nuca confusa. Aquella noche que había empezado como cualquier otra estaba siendo cuanto menos normal.
Se acurrucó casi inconscientemente entre los brazos de Brendarid buscando refugio del frío de la noche y la humedad de la tierra. Apoyó la cabeza en su pecho y miró al cielo, cuántas veces había dormido bajo el mismo cielo, y no se cansaba jamás de verlo.
En la cueva, el fuego empezaba a calmarse y a apagarse lentamente, al igual que la tensión que antes se había respirado allí. Sintió como él empezaba a temblar levemente y se levantó rápidamente apoyando todo su peso en uno de sus brazos.
-¿Estás bien? -Le preguntó algo preocupada por el tembleque. -¿Quieres que vayamos dentro? -Miró a la cueva y después a él ladeando la cabeza con la pregunta.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
No pensaba decirle que el temblor no era por el frío, se limitó a asentir y a incorporarse para volver al interior y alimentar la fogata con unos maderos. Agarró el cadáver del ciervo por una pata y lo arrojó fuera, a varios metros: así las alimañas no se molestarían en acercarse y molestar.
Volvió junto al fuego y se tumbó exactamente igual que antes, sin articular palabra. No sabía si debía decir algo o no; y aunque quisiese hablar, no estaba seguro de qué decir en esas circunstancias. Sujetó un palo y jugó con las llamas mientras estas crecían de nuevo. Finalmente habló:
-Estaba pensando que si lograste vengarte, quiere decir que eres una chica con recursos. No me gustaría estar en el lugar de tus presas
No es que el fuese una persona que tuviese miedo a la muerte, pero era evidente que Nana había pasado por más problemas que algún jabalí que decide pelear en lugar de huir y ser cazado. Nunca se había enfrentado a otro licántropo, probablemente acabaría mordiendo el polvo de una forma ridícula; y aun así pretendía cobrarse una venganza que de seguro le costaría la vida. Cuán ingenuo podía ser alguien nublado y consumido por la ira.
Plantearse el abandonar su cueva era una opción; pero no sabría a dónde ir.
. Podría irme, abandonar el bosque y... no sé... Podría ser una locura el marcharme sin más, pero permanecer aquí tal vez no ayude demasiado.
Volvió junto al fuego y se tumbó exactamente igual que antes, sin articular palabra. No sabía si debía decir algo o no; y aunque quisiese hablar, no estaba seguro de qué decir en esas circunstancias. Sujetó un palo y jugó con las llamas mientras estas crecían de nuevo. Finalmente habló:
-Estaba pensando que si lograste vengarte, quiere decir que eres una chica con recursos. No me gustaría estar en el lugar de tus presas
No es que el fuese una persona que tuviese miedo a la muerte, pero era evidente que Nana había pasado por más problemas que algún jabalí que decide pelear en lugar de huir y ser cazado. Nunca se había enfrentado a otro licántropo, probablemente acabaría mordiendo el polvo de una forma ridícula; y aun así pretendía cobrarse una venganza que de seguro le costaría la vida. Cuán ingenuo podía ser alguien nublado y consumido por la ira.
Plantearse el abandonar su cueva era una opción; pero no sabría a dónde ir.
. Podría irme, abandonar el bosque y... no sé... Podría ser una locura el marcharme sin más, pero permanecer aquí tal vez no ayude demasiado.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Habían entrado en la cueva y Nana se había sentado junto al fuego con la espalda en la pared, se había quedado embelesada viendo como reavivaba el fuego, después de unos segundos reaccionó a sus palabras. Esbozó una sonrisa ante su comentario, no sabía si decirle quién era realmente o no.
Apretaba los dedos de los pies contra la suela para calentarlos, después le miró a los ojos.
-Si quieres puedes venir conmigo, en unos días iré al sur, suelo vivir allí junto a los humanos, en Lunargenta. -Le dijo casi sin pensar, pero si él aceptaba ella debería de contarle toda la verdad acerca de su vida y sobre sus "recursos", pero la idea de tener alguien a su lado allá donde los humanos la trataban como una más le resultaba confortante.
Le lanzó una mirada retadora y se recostó en el suelo apoyándose sobre su mano izquierda, se acomodó la manta que le cubría la espalda y los hombros y apoyó la cabeza sobre su mano.
-Podrías hacer tantas cosas... -Le dijo en tono de broma con un toque de insinuación y esbozó una pequeña sonrisa. La noche era larga, pero no sabía qué le aguardaría a la salida del sol.
Apretaba los dedos de los pies contra la suela para calentarlos, después le miró a los ojos.
-Si quieres puedes venir conmigo, en unos días iré al sur, suelo vivir allí junto a los humanos, en Lunargenta. -Le dijo casi sin pensar, pero si él aceptaba ella debería de contarle toda la verdad acerca de su vida y sobre sus "recursos", pero la idea de tener alguien a su lado allá donde los humanos la trataban como una más le resultaba confortante.
Le lanzó una mirada retadora y se recostó en el suelo apoyándose sobre su mano izquierda, se acomodó la manta que le cubría la espalda y los hombros y apoyó la cabeza sobre su mano.
-Podrías hacer tantas cosas... -Le dijo en tono de broma con un toque de insinuación y esbozó una pequeña sonrisa. La noche era larga, pero no sabía qué le aguardaría a la salida del sol.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Viajar al sur, entre humanos. Ese pensamiento nunca se le habría pasado por la cabeza. Bastante duro le resultaría alejarse del bosque, como para tener que hacerlo yendo con los humanos.
-Lunargenta... ¿qué hace una mujer como tú viviendo rodeada de simples humanos? Tendría que pensármelo, alejarse del bosque es bastante duro.
Esbozó una leve sonrisa al escuchar el tono de esa frase. Su parte humana se había abierto paso a través de la bestia, permitiéndole comprender ciertos comportamientos menos instintivos. Colocó su cuerpo de lado y apoyó la cabeza sobre una mano. Miró fijamente a sus ojos amarillos.
-Cierto, podría hacer muchas cosas...- dijo tratando de imitar su tono- Supongo que esto no es una solución a largo plazo, pero servirá.
Sin añadir nada más, acercó su rostro al de ella, pero esta vez no se detuvo a pocos centímetros para gritarle, como otras veces, esta vez junto los labios con los suyos en un apasionado beso. La torpeza sería obvia, ya que nunca había estado cerca de otra mujer. Hundió la mano entre su cabello para atraerla más hacia el. Puede que en ese instante la bestia y el hombre se hiciesen uno, poniendo en común sus necesidades.
-Lunargenta... ¿qué hace una mujer como tú viviendo rodeada de simples humanos? Tendría que pensármelo, alejarse del bosque es bastante duro.
Esbozó una leve sonrisa al escuchar el tono de esa frase. Su parte humana se había abierto paso a través de la bestia, permitiéndole comprender ciertos comportamientos menos instintivos. Colocó su cuerpo de lado y apoyó la cabeza sobre una mano. Miró fijamente a sus ojos amarillos.
-Cierto, podría hacer muchas cosas...- dijo tratando de imitar su tono- Supongo que esto no es una solución a largo plazo, pero servirá.
Sin añadir nada más, acercó su rostro al de ella, pero esta vez no se detuvo a pocos centímetros para gritarle, como otras veces, esta vez junto los labios con los suyos en un apasionado beso. La torpeza sería obvia, ya que nunca había estado cerca de otra mujer. Hundió la mano entre su cabello para atraerla más hacia el. Puede que en ese instante la bestia y el hombre se hiciesen uno, poniendo en común sus necesidades.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Fue curioso como unas simples palabras habían cambiado tanto a Brendarid, ahora sonreía de vez en cuando, Nana le miraba ensimismada cuando sonreía pues pensó que jamás vería una sonrisa en los labios de aquel hombre.
Cuando se acercó a ella tuvo la sensación de que iba a volver a gritarle, pero no, por alguna extraña razón el lobo sucumbió a sus insinuaciones, Nana falta de cariño y estima de los suyos era en su mayoría la emprendedora de aquellos juegos, realmente tenía un problema, el problema de no saber parar.
Se dejó llevar por el beso, hacía tiempo que no se acostaba con ningún desconocido, "lo estaba dejando" por así decirlo, pero después de tanto tiempo la loba se sintió en una encrucijada, volver a caer en el pecado carnal noche tras noche despertando en camas de desconocidos sin recordar a penas nada de la noche anterior, o seguir vagando por el bosque sola y desamparada como lo había estado toda su vida.
Entre divagaciones ella ya había tomado la iniciativa de otro beso y le había abrazado por el cuello y pasado una de sus piernas anclándola a su cadera. Se separó de él un segundo y le miró a los ojos, sentía que el corazón le iba más rápido que antes.
-¿Estás seguro de que es esto lo que quieres? -Le preguntó acariciándole la espalda con las uñas, aquella pregunta iba formulada a él, pero en cierta medida se lo preguntaba también a ella misma.
Cuando se acercó a ella tuvo la sensación de que iba a volver a gritarle, pero no, por alguna extraña razón el lobo sucumbió a sus insinuaciones, Nana falta de cariño y estima de los suyos era en su mayoría la emprendedora de aquellos juegos, realmente tenía un problema, el problema de no saber parar.
Se dejó llevar por el beso, hacía tiempo que no se acostaba con ningún desconocido, "lo estaba dejando" por así decirlo, pero después de tanto tiempo la loba se sintió en una encrucijada, volver a caer en el pecado carnal noche tras noche despertando en camas de desconocidos sin recordar a penas nada de la noche anterior, o seguir vagando por el bosque sola y desamparada como lo había estado toda su vida.
Entre divagaciones ella ya había tomado la iniciativa de otro beso y le había abrazado por el cuello y pasado una de sus piernas anclándola a su cadera. Se separó de él un segundo y le miró a los ojos, sentía que el corazón le iba más rápido que antes.
-¿Estás seguro de que es esto lo que quieres? -Le preguntó acariciándole la espalda con las uñas, aquella pregunta iba formulada a él, pero en cierta medida se lo preguntaba también a ella misma.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Le sorprendió el hecho de que lo detuviese, pero eso ayudó a que su parte racional alzase algo la voz: acaba de conocer a esta extraña mujer, y en solo unas horas acaba de conseguir derrumbar todas sus murallas que había tardado una década en construir. Su rostro se volvió serio al mirarla, tal vez demasiado.
-No lo sé... Apenas sí te conozco... Y vives con los humanos, lejos de los tuyos, lo cual es realmente extraño.
Aunque una parte de su ser le instaba a alejarse de ella, había empezado a comprender el momento en que le dijo que se veía reflejada en el. Es evidente que tenían en común algo más que el simple color de pelo; no creía en las maldiciones ni en cuentos de hadas, pero no tenía explicación para ello. Clavó su mirada en ella, como tratando de ver más allá que esos ojos amarillos.
-¿Y qué pasará cuando el sol se alce? ¿Volverás a vagar sola por el bosque, o volverás con los humanos? Según esa maldición tuya, solo por estar así de cerca, uno de los dos debe morir.
No estaba seguro de si quería dejarla ir; su sola presencia había logrado cambiar el concepto que tenía de vida, pero sabía que su partida haría que todo volviese a ser como antes, no podría evitar que las ansias de venganza dominasen su ser. Su vida pasada, aunque solo le separasen unas horas de ella, ya le parecía mucho más vacía de lo que habían sido esos momentos desde que ella se asomó a su cueva.
Aun con lo serio de su rostro, acariciaba su mejilla con el dedo pulgar, lentamente, como si en cualquier momento fuese a desaparecer y darse cuenta de que tan solo era una ilusión. Como si su fragilidad fuese la de un cristal agrietado o una hoja seca reposando sobre el suelo otoñal. Una parte de el quería huir, correr hacia el horizonte y no detenerse hasta que el animal le dominase; pero la otra deseaba quedarse y probar esa nueva vida que tanto podría satisfacerlo.
-No lo sé... Apenas sí te conozco... Y vives con los humanos, lejos de los tuyos, lo cual es realmente extraño.
Aunque una parte de su ser le instaba a alejarse de ella, había empezado a comprender el momento en que le dijo que se veía reflejada en el. Es evidente que tenían en común algo más que el simple color de pelo; no creía en las maldiciones ni en cuentos de hadas, pero no tenía explicación para ello. Clavó su mirada en ella, como tratando de ver más allá que esos ojos amarillos.
-¿Y qué pasará cuando el sol se alce? ¿Volverás a vagar sola por el bosque, o volverás con los humanos? Según esa maldición tuya, solo por estar así de cerca, uno de los dos debe morir.
No estaba seguro de si quería dejarla ir; su sola presencia había logrado cambiar el concepto que tenía de vida, pero sabía que su partida haría que todo volviese a ser como antes, no podría evitar que las ansias de venganza dominasen su ser. Su vida pasada, aunque solo le separasen unas horas de ella, ya le parecía mucho más vacía de lo que habían sido esos momentos desde que ella se asomó a su cueva.
Aun con lo serio de su rostro, acariciaba su mejilla con el dedo pulgar, lentamente, como si en cualquier momento fuese a desaparecer y darse cuenta de que tan solo era una ilusión. Como si su fragilidad fuese la de un cristal agrietado o una hoja seca reposando sobre el suelo otoñal. Una parte de el quería huir, correr hacia el horizonte y no detenerse hasta que el animal le dominase; pero la otra deseaba quedarse y probar esa nueva vida que tanto podría satisfacerlo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Sintió que un puñal le atravesaba el pecho al pensar en qué sería de ella después de aquella noche, quizá moriría al día siguiente por la maldición, quizá volvería a vagar sola por el bosque hasta que los soldados del rey fuesen a buscarla, no sabía muy bien qué iba a ser de ella, pero no quería siquiera pensarlo. La habían abandonado tantas veces que había perdido la capacidad de querer y de ser querida.
-No lo sé. -Se encogió de hombros mirándole sin apartar su mirada de sus ojos azules. -Hace mucho tiempo que siento que ya no soy dueña de mi vida. -Le respondió sincera y suspiró apartando levemente la mirada. Se había entregado tanto a su causa que su libertad se había visto capada por sus deberes y responsabilidades.
La lucha contra la manada y sus ortodoxas maneras de crear miembros y controlar a los demás clanes era su prioridad, pero todos sus planes se veían frustrados tarde o temprano por Thorbald.
Pero ahora solo quería disfrutar, la suavidad con la que le acariciaba la mejilla la conmovió sobremanera, tan solo bastó una mirada más para decidirse, al diablo con todo y con todos. Rozó de nuevo sus labios tímidamente, titubeando por un segundo y después le besó mientras lo atraía hacia ella abrazándolo por la espalda.
-¿Por qué preocuparnos por el mañana cuando aún no ha salido el sol? -Le preguntó susurrándole al oído con una sonrisa y le mordió suavemente el cuello en actitud juguetona.
-No lo sé. -Se encogió de hombros mirándole sin apartar su mirada de sus ojos azules. -Hace mucho tiempo que siento que ya no soy dueña de mi vida. -Le respondió sincera y suspiró apartando levemente la mirada. Se había entregado tanto a su causa que su libertad se había visto capada por sus deberes y responsabilidades.
La lucha contra la manada y sus ortodoxas maneras de crear miembros y controlar a los demás clanes era su prioridad, pero todos sus planes se veían frustrados tarde o temprano por Thorbald.
Pero ahora solo quería disfrutar, la suavidad con la que le acariciaba la mejilla la conmovió sobremanera, tan solo bastó una mirada más para decidirse, al diablo con todo y con todos. Rozó de nuevo sus labios tímidamente, titubeando por un segundo y después le besó mientras lo atraía hacia ella abrazándolo por la espalda.
-¿Por qué preocuparnos por el mañana cuando aún no ha salido el sol? -Le preguntó susurrándole al oído con una sonrisa y le mordió suavemente el cuello en actitud juguetona.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Aun cuando ella decía que no debía preocuparse, su mirada decía todo lo contrario. Contestó al beso, pero no dejó de pensar en ello, no podía evitarlo: estaba acostumbrado a pensar más en el futuro que en su propio presente; pensar cuánto tiempo tardaría en tener que volver a salir a cazar o en si podrían seguir sus pasos. Cuántas veces se había planteado el unirse a los vampiros para que ellos le ayudasen a completar su venganza, pero no era el momento de que ella supiese algo así.
La besó esta vez con más fiereza. Acercó los labios a su oído y dijo casi en un susurro:
-Puede que me hayas enseñado una vida distinta, pero no voy a devolverte el favor. Si al salir el sol, no estás, ten por seguro que no saldré a buscarte ni seguiré tu olor. No voy a decirte lo que debes o no debes hacer.
No esperó a que le respondiera para descender hasta su mentón y morder suavemente su cuello. Sus manos recorrían toda su espalda como si tratasen de aprenderse cada una de sus delicadas curvas. Podía escuchar e incluso sentir su respiración; los cuerpos estaban tan pegados que hasta podía intuir los latidos de su corazón, que aumentaban paulatinamente, al igual que el suyo, siguiendo una especie de ritmo único. Llegó a descender una mano acariciar la pierna que se posaba sobre su cadera.
La besó esta vez con más fiereza. Acercó los labios a su oído y dijo casi en un susurro:
-Puede que me hayas enseñado una vida distinta, pero no voy a devolverte el favor. Si al salir el sol, no estás, ten por seguro que no saldré a buscarte ni seguiré tu olor. No voy a decirte lo que debes o no debes hacer.
No esperó a que le respondiera para descender hasta su mentón y morder suavemente su cuello. Sus manos recorrían toda su espalda como si tratasen de aprenderse cada una de sus delicadas curvas. Podía escuchar e incluso sentir su respiración; los cuerpos estaban tan pegados que hasta podía intuir los latidos de su corazón, que aumentaban paulatinamente, al igual que el suyo, siguiendo una especie de ritmo único. Llegó a descender una mano acariciar la pierna que se posaba sobre su cadera.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Asintió levemente a sus palabras, no sabría qué sería de ella al salir el sol, pero y si probaba a quedarse allí, tan solo un día más, tan solo a ver qué pasaba. Ya tendría tiempo para plantearse todo aquello en otro momento.
Subió un poco más la pierna que tenía sobre su cadera casi rozándole las costillas con la rodilla. Le respiraba casi al oído y su corazón, su pobre corazón tantas veces roto ahora palpitaba como si fuese su último día.
-Para ser tan inexperto no lo haces nada mal. -Bromeó susurrándole al oído para luego besarle el cuello con una sonrisa juguetona. Le miró un segundo a los ojos antes de cerrarlos para volver a besarle.
Tan solo el fuego y el silencio de la noche eran testigos de aquel curioso encuentro. Entre caricias y besos la loba le dio un pequeño empujón quedando casi encima de él. Casi sin despegar sus labios esbozó una pequeña sonrisa y siguió besándole el cuello.
Le agarró las manos y las puso sobre sus caderas, ella le abrazó por la espalda. Cuán rápido había sucedido todo aquello, tan rápido como las llamas empezaban a consumirse ahora que ya no echaban maderos al fuego, la cueva se tiñó de un color rojizo y una tenue luz.
Subió un poco más la pierna que tenía sobre su cadera casi rozándole las costillas con la rodilla. Le respiraba casi al oído y su corazón, su pobre corazón tantas veces roto ahora palpitaba como si fuese su último día.
-Para ser tan inexperto no lo haces nada mal. -Bromeó susurrándole al oído para luego besarle el cuello con una sonrisa juguetona. Le miró un segundo a los ojos antes de cerrarlos para volver a besarle.
Tan solo el fuego y el silencio de la noche eran testigos de aquel curioso encuentro. Entre caricias y besos la loba le dio un pequeño empujón quedando casi encima de él. Casi sin despegar sus labios esbozó una pequeña sonrisa y siguió besándole el cuello.
Le agarró las manos y las puso sobre sus caderas, ella le abrazó por la espalda. Cuán rápido había sucedido todo aquello, tan rápido como las llamas empezaban a consumirse ahora que ya no echaban maderos al fuego, la cueva se tiñó de un color rojizo y una tenue luz.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Dejó que ella le empujase para ponerse sobre el. La situación era entre excitante e irónica, no hacía más que unas horas cuando estaba gritándole a unos centímetros de su rostro y deseando arrancarle la garganta.
-La naturaleza enseña más que una ciudad repleta de gente.- dijo lanzando una de sus casi imperceptibles sonrisas.
Sujetó sus caderas y la atrajo hacia sí con fuerza. Las ansias alimentaban ese fuego interno que se encendía a la misma velocidad que se apagaba el de la cueva. Normalmente ni se habría sentido atraído por ella, pero poseía algo: tal vez era su olor o, quién sabe, esa maldición que le obligaba a acercarse a esa mujer aunque no quisiera. Como si los caprichosos hilos del destino ya hubiesen decidido con mucha antelación que eso debía ocurrir por mucho que se resistiese.
Mientras una de sus manos seguía atrayendo sus caderas, la otra ascendió hasta entremezclarse con su cabello y acabar en su nuca. Nunca se había sentido tan indefenso: aunque todos los músculos de su cuerpo estaban en tensión, todos sus instintos y sentidos se habían apagado; cualquiera podría terminar con su vida y no tendría ni la más mínima posibilidad de defenderse. Cuán extraños eran los artificios de esa mujer, que había enjaulado a la bestia y liberado a otra que solo podía fijarse en ella y en nada más.
-La naturaleza enseña más que una ciudad repleta de gente.- dijo lanzando una de sus casi imperceptibles sonrisas.
Sujetó sus caderas y la atrajo hacia sí con fuerza. Las ansias alimentaban ese fuego interno que se encendía a la misma velocidad que se apagaba el de la cueva. Normalmente ni se habría sentido atraído por ella, pero poseía algo: tal vez era su olor o, quién sabe, esa maldición que le obligaba a acercarse a esa mujer aunque no quisiera. Como si los caprichosos hilos del destino ya hubiesen decidido con mucha antelación que eso debía ocurrir por mucho que se resistiese.
Mientras una de sus manos seguía atrayendo sus caderas, la otra ascendió hasta entremezclarse con su cabello y acabar en su nuca. Nunca se había sentido tan indefenso: aunque todos los músculos de su cuerpo estaban en tensión, todos sus instintos y sentidos se habían apagado; cualquiera podría terminar con su vida y no tendría ni la más mínima posibilidad de defenderse. Cuán extraños eran los artificios de esa mujer, que había enjaulado a la bestia y liberado a otra que solo podía fijarse en ella y en nada más.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Sonrió por su broma y le acarició dulcemente el cuello para volver a besarle, recostándose sobre él. Con una mano le acariciaba el cuello y el pecho y con la otra acariciaba su brazo en busca de su mano para después estrecharla con sus dedos.
Le mordió la oreja juguetona, intentaba no pensar en muchas cosas pero la posibilidad de quedarse allí y ayudarle a cambiar de vida le gustaba, aunque debería de dejar sus responsabilidades a un lado para atender a sus asuntos personales. Aún así Nana se sentía mal, porque sentía que en el fondo le estaba mintiendo de alguna manera omitiendo quién era ella realmente. Entre caricias y besos el sentimiento de culpabilidad.
Estrechó con fuerza la mano que sostenía la suya y la puso junto a su pecho y se incorporó.
-Antes de seguir necesito que sepas algo. -Desvió la mirada un segundo y luego clavó sus ojos en los suyos azules. -No soy una simple loba, quiero decir, lo fui durante muchos años, pero después encontré gente como tú y como yo, los míos, lobos que fueron marginados de sus propias manadas y clanes, repudiados por los suyos. -Frunció el ceño con miedo a que aquello le hiciese cambiar su opinión sobre ella.
-No es todo... -Le acarició con dulzura los hombros y el pecho y volvió a mirarle. -Mi vida no fue un camino de rosas, fui a Lunargenta a ganar dinero, acabé involucrándome en peleas clandestinas y bueno. -Realmente no sabía cómo decir aquello. -Conocí al actual rey de Lunargenta antes de que fuese rey... Y ahora soy su mano derecha. -Desvió la mirada algo avergonzada por la situación. -Si esto te hace cambiar tu visión sobre mi, lo entenderé, pero pensé que deberías saberlo antes de hacer nada. -No volvió a mirarle, se mordió los labios esperando una respuesta. Había roto el momento, sí, pero quizá podría haber muchos otros momentos,
Le mordió la oreja juguetona, intentaba no pensar en muchas cosas pero la posibilidad de quedarse allí y ayudarle a cambiar de vida le gustaba, aunque debería de dejar sus responsabilidades a un lado para atender a sus asuntos personales. Aún así Nana se sentía mal, porque sentía que en el fondo le estaba mintiendo de alguna manera omitiendo quién era ella realmente. Entre caricias y besos el sentimiento de culpabilidad.
Estrechó con fuerza la mano que sostenía la suya y la puso junto a su pecho y se incorporó.
-Antes de seguir necesito que sepas algo. -Desvió la mirada un segundo y luego clavó sus ojos en los suyos azules. -No soy una simple loba, quiero decir, lo fui durante muchos años, pero después encontré gente como tú y como yo, los míos, lobos que fueron marginados de sus propias manadas y clanes, repudiados por los suyos. -Frunció el ceño con miedo a que aquello le hiciese cambiar su opinión sobre ella.
-No es todo... -Le acarició con dulzura los hombros y el pecho y volvió a mirarle. -Mi vida no fue un camino de rosas, fui a Lunargenta a ganar dinero, acabé involucrándome en peleas clandestinas y bueno. -Realmente no sabía cómo decir aquello. -Conocí al actual rey de Lunargenta antes de que fuese rey... Y ahora soy su mano derecha. -Desvió la mirada algo avergonzada por la situación. -Si esto te hace cambiar tu visión sobre mi, lo entenderé, pero pensé que deberías saberlo antes de hacer nada. -No volvió a mirarle, se mordió los labios esperando una respuesta. Había roto el momento, sí, pero quizá podría haber muchos otros momentos,
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Su rostro continuó impasible mientras ella hablaba, de algún modo lo sabía: pudo distinguir el olor de otros licántropos, e incluso de humanos sobre su piel. No podía asimilarlo: humanos, otros licántropos...
-Otros lobos repudiados... Te pregunté varias veces quién eras y no me contaste esto.- frunció el ceño mientras lo decía y no pudo evitar alzar la voz poco a poco.
Levantó la espalda del suelo sin apartar la mirada seria.
-Y dime, ¿cómo te ganaste el favor del rey? ¿o me dejas adivinar?- dijo en tono sarcástico mientras recorrió su cuerpo con la mirada rápidamente, dándole a entender que entre los humanos era poco más que una prostituta.
Bruscamente se apartó hacia atrás para sacársela de encima y apoyar la espalda contra la pared mientras permanecía sentado. Creía haber encontrado a otra solitaria como el, pero era evidente que era mucho más que eso. Probablemente lo único que quería era que se uniese a su clan, y si para ello debía ofrecer favores sexuales, no iba a dudar en hacerlo.
Se sentía estúpido y engañado, casi había logrado que esa mujer cambiase su vida únicamente para descubrir que no era quien creía ser. Su animal interior se acercaba sutilmente, como diciendo que ya se lo había advertido, que su parte humana le hacía débil y que debía encerrarla a ella, no a la bestia. No miraba a Nana ya, no podía.
-Otros lobos repudiados... Te pregunté varias veces quién eras y no me contaste esto.- frunció el ceño mientras lo decía y no pudo evitar alzar la voz poco a poco.
Levantó la espalda del suelo sin apartar la mirada seria.
-Y dime, ¿cómo te ganaste el favor del rey? ¿o me dejas adivinar?- dijo en tono sarcástico mientras recorrió su cuerpo con la mirada rápidamente, dándole a entender que entre los humanos era poco más que una prostituta.
Bruscamente se apartó hacia atrás para sacársela de encima y apoyar la espalda contra la pared mientras permanecía sentado. Creía haber encontrado a otra solitaria como el, pero era evidente que era mucho más que eso. Probablemente lo único que quería era que se uniese a su clan, y si para ello debía ofrecer favores sexuales, no iba a dudar en hacerlo.
Se sentía estúpido y engañado, casi había logrado que esa mujer cambiase su vida únicamente para descubrir que no era quien creía ser. Su animal interior se acercaba sutilmente, como diciendo que ya se lo había advertido, que su parte humana le hacía débil y que debía encerrarla a ella, no a la bestia. No miraba a Nana ya, no podía.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Sabía que aquello iba a pasar antes o después, pero se sentía tan tonta y tan ingenua al pensar que iba a aceptarla tal y como era, tan ingenua... Suspiró hondo ante sus reproches, no le quitaba razón. Pero cuando empezó a hablar del rey, de Siegfried Nana cambió la cara, negó con la cabeza varias veces y se mordió la lengua rogando que no siguiese por ese camino. Se levantó del suelo, ahora sentía el frío que antes se había calmado con el calor de otro cuerpo, y el fuego seguía apagándose lentamente.
-No es así, jamás me acosté con un humano y menos con Siegfried. -Dijo rotunda dándole la espalda y apretando los puños, aún a la luz de la hoguera sus cicatrices eran visibles. Tenía la espalda llena de ellas, al igual que el abdomen. Se giró hacia él negando con la cabeza con rabia. -Si algo he logrado pese a mi condición de mujer, de loba y de maldita ha sido por mi esfuerzo. -Le miró, pero él le giraba la cara. Podría haber cogido su orgullo y haber salido de la cueva, por un momento pensó que sería lo más indicado pero no.
-Mírame. ¡Mírame! -Le gritó con rabia, allí ella de pie junto al fuego, desnuda, en su piel se dibujaban relieves pequeños, otros más grandes, cicatrices, tres de ellas recientes, de no hacía ni dos meses. -¿Te crees que yo no fui como tú? Me faltan dedos en las manos y en los pies para contar cuántas veces han intentado matarme o violarme. -Negó con la cabeza y le miró a los ojos.
-Mi familia me repudió desde el momento en el que nací, me maltrataban, un día unos cazadores llegaron a mi aldea y los masacraron a todos. ¿Crees que me siento triste por ellos? Un hombre me adoptó como perro de caza, podría haber desvelado mi naturaleza y aún así me hubiesen aceptado como una más. Los quemaron, los mataron a todos, los torturaron hasta la muerte ¡Solo porque yo vivía con ellos! -Ojos cristalinos, la rabia contenida hacía brotar sus lágrimas que permanecían ahogando sus pupilas amarillas. -No soy ni seré la puta de nadie. -Apretó fuerte los dientes conteniendo su ira.
-No es así, jamás me acosté con un humano y menos con Siegfried. -Dijo rotunda dándole la espalda y apretando los puños, aún a la luz de la hoguera sus cicatrices eran visibles. Tenía la espalda llena de ellas, al igual que el abdomen. Se giró hacia él negando con la cabeza con rabia. -Si algo he logrado pese a mi condición de mujer, de loba y de maldita ha sido por mi esfuerzo. -Le miró, pero él le giraba la cara. Podría haber cogido su orgullo y haber salido de la cueva, por un momento pensó que sería lo más indicado pero no.
-Mírame. ¡Mírame! -Le gritó con rabia, allí ella de pie junto al fuego, desnuda, en su piel se dibujaban relieves pequeños, otros más grandes, cicatrices, tres de ellas recientes, de no hacía ni dos meses. -¿Te crees que yo no fui como tú? Me faltan dedos en las manos y en los pies para contar cuántas veces han intentado matarme o violarme. -Negó con la cabeza y le miró a los ojos.
-Mi familia me repudió desde el momento en el que nací, me maltrataban, un día unos cazadores llegaron a mi aldea y los masacraron a todos. ¿Crees que me siento triste por ellos? Un hombre me adoptó como perro de caza, podría haber desvelado mi naturaleza y aún así me hubiesen aceptado como una más. Los quemaron, los mataron a todos, los torturaron hasta la muerte ¡Solo porque yo vivía con ellos! -Ojos cristalinos, la rabia contenida hacía brotar sus lágrimas que permanecían ahogando sus pupilas amarillas. -No soy ni seré la puta de nadie. -Apretó fuerte los dientes conteniendo su ira.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Su rostro no cambio. Sí, podía ver sus cicatrices, el también tenía alguna, pero no por otra cosa que no fuese la caza. Obedeció, se levantó, se acercó hasta ella y no apartó la mirada. Sus labios estaban ligeramente arrugados, no lo suficiente para ser perceptible a simple vista, pero sí para que el lo notase.
-¿Pretendes que me conmueva? ¿Crees que mi historia es un camino de rosas? No me hagas reír... Escúchame, y escúchame bien- dijo señalándola con el dedo- . Entras en mi cueva, comparto mi comida, te resguardo del frío y decido contarte quién soy para que tú me engañes. Ahora vas a decirme toda la verdad sobre qué quieres de mí o te aseguro que no tendrás espacio entre esas cicatrices para la marca que pretendo dejarte.- siguiendo el patrón de la otra vez, su voz se entremezcló con gruñidos y sus ojos brillaron como luceros en la oscuridad. Avanzó mientras decía esto para acorrarla contra la pared de nuevo.
Ahí estaba, el animal había vuelto; ya no trataba de lanzar pequeñas sonrisas o de comprender. Solo quería respuestas, y las quería pronto. Apretaba los puños, no quería hacerle daño, eso lo tenía claro. Probablemente ni siquiera pudiese, pero no era quien de controlar su furia, su respiración volvía a ser tan pesada y fuerte como las otras veces que ella había conseguido alterarlo. Qué extraños poderes podía tener una sola mujer que es capaz de alterar su estado de animo en una sola noche únicamente usando las palabras.
-¿Pretendes que me conmueva? ¿Crees que mi historia es un camino de rosas? No me hagas reír... Escúchame, y escúchame bien- dijo señalándola con el dedo- . Entras en mi cueva, comparto mi comida, te resguardo del frío y decido contarte quién soy para que tú me engañes. Ahora vas a decirme toda la verdad sobre qué quieres de mí o te aseguro que no tendrás espacio entre esas cicatrices para la marca que pretendo dejarte.- siguiendo el patrón de la otra vez, su voz se entremezcló con gruñidos y sus ojos brillaron como luceros en la oscuridad. Avanzó mientras decía esto para acorrarla contra la pared de nuevo.
Ahí estaba, el animal había vuelto; ya no trataba de lanzar pequeñas sonrisas o de comprender. Solo quería respuestas, y las quería pronto. Apretaba los puños, no quería hacerle daño, eso lo tenía claro. Probablemente ni siquiera pudiese, pero no era quien de controlar su furia, su respiración volvía a ser tan pesada y fuerte como las otras veces que ella había conseguido alterarlo. Qué extraños poderes podía tener una sola mujer que es capaz de alterar su estado de animo en una sola noche únicamente usando las palabras.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Nana tenía miedo, de repente el miedo se apoderó de ella, pero era lo suficientemente fuerte para enfrentarle, sentía rabia por aquello, por todo lo que estaba pasando. Escuchó su comentario acerca de la marca que quería dejarle y se mordió los labios de la rabia. No, ella ya no era la cachorrilla indefensa que todo el mundo maltrataba solo por ser diferente, no iba a dejarse pisar por un ermitaño.
Le miró a los ojos apretando los dientes y con la mano abierta le dio un bofetón en la mejilla.
-¿Quieres la verdad? La verdad es que te seguí con la esperanza de encontrar a alguien que me comprendiese, que me ayudase. -Fruncía el ceño con fuerza cuando una pequeña lágrima de impotencia recorrió su mejilla. -En vez de eso te encontré a ti, tosco y cabezón, y eras tú y no yo el que necesitabas mi ayuda. -Sintió por un momento unas ganas tremendas de besarle.
-Pero no te dejas ayudar, no quieres salir de esta cueva, es más fácil vivir movido por la ira porque es ella la que responde por ti siempre, mírate, no das miedo, das pena, tan confuso que no sabes quién eres, si bestia o humano. -Se armó de valor y le plantó cara, escuchaba su respiración sobre su nariz, pero ella no perdía la compostura.
-Y si me voy y cruzo esa puerta, te juro que jamás volverás a verme, y tu vida será tan mísera y vacía como lo ha sido hasta ahora. -Le dio un pequeño empujón para quitárselo de encima. "...Y yo volveré a divagar sola por los bosques. Viviré y moriré sola, como dicta al parecer el destino." Omitió, pero aquello ya daba igual, la habían abandonado tantas y tantas veces que se había creado un caparazón impenetrable en el que, por alguna extraña razón aquel que había tratado como un igual había logrado quebrar al menos lo suficiente para dejar huella en la loba.
Le miró a los ojos apretando los dientes y con la mano abierta le dio un bofetón en la mejilla.
-¿Quieres la verdad? La verdad es que te seguí con la esperanza de encontrar a alguien que me comprendiese, que me ayudase. -Fruncía el ceño con fuerza cuando una pequeña lágrima de impotencia recorrió su mejilla. -En vez de eso te encontré a ti, tosco y cabezón, y eras tú y no yo el que necesitabas mi ayuda. -Sintió por un momento unas ganas tremendas de besarle.
-Pero no te dejas ayudar, no quieres salir de esta cueva, es más fácil vivir movido por la ira porque es ella la que responde por ti siempre, mírate, no das miedo, das pena, tan confuso que no sabes quién eres, si bestia o humano. -Se armó de valor y le plantó cara, escuchaba su respiración sobre su nariz, pero ella no perdía la compostura.
-Y si me voy y cruzo esa puerta, te juro que jamás volverás a verme, y tu vida será tan mísera y vacía como lo ha sido hasta ahora. -Le dio un pequeño empujón para quitárselo de encima. "...Y yo volveré a divagar sola por los bosques. Viviré y moriré sola, como dicta al parecer el destino." Omitió, pero aquello ya daba igual, la habían abandonado tantas y tantas veces que se había creado un caparazón impenetrable en el que, por alguna extraña razón aquel que había tratado como un igual había logrado quebrar al menos lo suficiente para dejar huella en la loba.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Su rostro cambió completamente, como otras veces esa misma noche; estaba llorando y el no podía sentirse más culpable. La furia volvió a desaparecer tan rápido como vino. Deslizó un dedo para limpiar sus lágrimas.
-Por alguna razón que no logro explicar, no quiero que te vayas.- si tono de voz era mucho más calmado y pausado- Puede que sea yo el que necesite ayuda, así que haré algo que jamás creí que fuera a hacer.
Se dejó caer sobre sus rodillas, débil, cansado y confuso. Miraba hacia el suelo, no tenía fuerzas ni para levantar el rosto. Con voz entrecortada dijo:
-Ayúdame a vivir sin ira y yo te daré esa comprensión que viniste a buscar.
Empezaba a comprender qué estaba pasándole: diez años comportándose como un animal, transformándose en humano solo para no olvidar que no era un lobo, sino algo más. Poco a poco fue dejando que el instinto tomase más decisiones por el, a veces podía pasar varios días con su forma lupina; tantos que casi olvidaba caminar sobre dos patas. No quería eso, acababa de conocer a alguien que le había mostrado el otro lado de su vida, y lo prefería a cazar y esconderse en una cueva todo lo que le quedase de vida.
-Por alguna razón que no logro explicar, no quiero que te vayas.- si tono de voz era mucho más calmado y pausado- Puede que sea yo el que necesite ayuda, así que haré algo que jamás creí que fuera a hacer.
Se dejó caer sobre sus rodillas, débil, cansado y confuso. Miraba hacia el suelo, no tenía fuerzas ni para levantar el rosto. Con voz entrecortada dijo:
-Ayúdame a vivir sin ira y yo te daré esa comprensión que viniste a buscar.
Empezaba a comprender qué estaba pasándole: diez años comportándose como un animal, transformándose en humano solo para no olvidar que no era un lobo, sino algo más. Poco a poco fue dejando que el instinto tomase más decisiones por el, a veces podía pasar varios días con su forma lupina; tantos que casi olvidaba caminar sobre dos patas. No quería eso, acababa de conocer a alguien que le había mostrado el otro lado de su vida, y lo prefería a cazar y esconderse en una cueva todo lo que le quedase de vida.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
No podía creerlo, había ablandado el corazón de aquel hombre que oscilaba entre hombre y bestia en cuestión de segundos, y ahora después de gritarle y amenazarle con violencia ahora yacía ahora de rodillas frente a ella casi rogándole que no se fuese, no sabía que sus palabras tuvieran tanto peso en él.
Se tiró al suelo frunciendo el ceño y negando con la cabeza, le puso las manos a ambos lados de la cara y le hizo mirarle a los ojos.
-Brendarid...-Dijo negando con la cabeza con una pequeña sonrisa y le besó los labios suavemente para después mirarle de nuevo a los ojos. -No me iré. -Apoyó la frente contra la suya y lo abrazó por el cuello.
Volvió a besarle mientras le acariciaba la espalda abrazándole con fuerza.
-Déjame ayudarte, déjame conocerte. -Le susurró muy cerca de su cuello y luego le dio un pequeño beso en el cuello.
Le miró de nuevo a los ojos, no sabía cuánto quedaba de noche pero una cosa sabía seguro, por la mañana cuando el sol saliese ella seguiría allí, no iba a ir a ningún otro sitio, no sin él.
Se tiró al suelo frunciendo el ceño y negando con la cabeza, le puso las manos a ambos lados de la cara y le hizo mirarle a los ojos.
-Brendarid...-Dijo negando con la cabeza con una pequeña sonrisa y le besó los labios suavemente para después mirarle de nuevo a los ojos. -No me iré. -Apoyó la frente contra la suya y lo abrazó por el cuello.
Volvió a besarle mientras le acariciaba la espalda abrazándole con fuerza.
-Déjame ayudarte, déjame conocerte. -Le susurró muy cerca de su cuello y luego le dio un pequeño beso en el cuello.
Le miró de nuevo a los ojos, no sabía cuánto quedaba de noche pero una cosa sabía seguro, por la mañana cuando el sol saliese ella seguiría allí, no iba a ir a ningún otro sitio, no sin él.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Notó sus manos y sus besos y se dejó llevar por esa sensación reconfortante y cálida. Si ella decía que no se iba a ir, el no tendrías más remedio que creerla, cosa que no había hecho jamás con nada ni nadie. No sabía ni cómo iba a dejar que ella le conociese si ni siquiera el se conocía. Notaba que debía contarle algo, lo que fuera, para demostrarle que quería su ayuda.
-Desde hace unos tres años...- su tono de voz era débil y parecía frágil, incluso parecía un niño pequeño- Únicamente tomaba mi forma humana para no olvidarme de que no era un lobo, un animal. A veces pasaba tanto tiempo en mi forma bestial que apenas era capaz de caminar sobre dos patas después.
No era algo de lo que se enorgulleciera, tal vez otros quisieran perder ese contacto con su parte humana, pero sus padres siempre le enseñaron que si no controlas a la bestia, acabas poseído y olvidando que tienes una parte racional. El ligero equilibrio debe mantenerse para no perder ninguna de las dos partes.
No quería abandonar esa cueva, ni el bosque, pero sabía que tal vez era lo necesario para poder restablecer el vínculo entre sus dos partes. Alzó la mirada y trató de poner el rostro más serio que pudo.
-Si es necesario que abandone esta cueva para dejar atrás la ira y controlar al lobo... lo haré. Creo que no hay muchos más que puedan ayudarme.
-Desde hace unos tres años...- su tono de voz era débil y parecía frágil, incluso parecía un niño pequeño- Únicamente tomaba mi forma humana para no olvidarme de que no era un lobo, un animal. A veces pasaba tanto tiempo en mi forma bestial que apenas era capaz de caminar sobre dos patas después.
No era algo de lo que se enorgulleciera, tal vez otros quisieran perder ese contacto con su parte humana, pero sus padres siempre le enseñaron que si no controlas a la bestia, acabas poseído y olvidando que tienes una parte racional. El ligero equilibrio debe mantenerse para no perder ninguna de las dos partes.
No quería abandonar esa cueva, ni el bosque, pero sabía que tal vez era lo necesario para poder restablecer el vínculo entre sus dos partes. Alzó la mirada y trató de poner el rostro más serio que pudo.
-Si es necesario que abandone esta cueva para dejar atrás la ira y controlar al lobo... lo haré. Creo que no hay muchos más que puedan ayudarme.
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Mientras él le contaba ella le acariciaba la espalda con la yema de los dedos. Se sintió bien al escucharle, contarle su vida. Nana sonrió al escucharle y se tumbó en el suelo con los pies cerca del fuego. Se abrazó las rodillas y miró un rato al fuego, pensando. En poco tiempo debía de ir a Lunargenta pero y si no fuese, y si decidiese no volver.
-¿Y si me quedo aquí? -Giró la cabeza para mirarle. -Contigo. -Le dedicó una pequeña sonrisa desde la comodidad del abrazo de sus rodillas. El fuego casi estaba en brasas, la piel se le erizaba cada vez que entraba algo de aire por la cueva.
-Intenté vivir como una humana normal durante mucho tiempo, tenía un trabajo, vivía y dormía en una cama mullida con mantas y almohadas. -Miró de nuevo al fuego, a lo que quedaba de él. -Mi día a día era así, me despertaba, me emborrachaba y me iba. Despertar cada día en una cama ajena era mi rutina. Era mi única forma de sentirme querida.. -Rió con ironía. -No sé cuántas veces me han abandonado, he perdido la cuenta la verdad es que cuando te acostumbras a vivir sola no es tan difícil. -Se acarició las piernas frotándolas para entrar en calor.
Realmente había olvidado cómo se sentía cuando quieres a alguien, se había hecho su muro y su espacio para que ningún hombre pudiese entrar en su vida jamás.
-Olvidé hace mucho como es eso de querer y de sentirse querida. -Dijo sin pensar, más para ella que en voz alta, cuando se dio cuenta de lo que había dicho negó con la cabeza. -Ya no sé ni lo que digo, vayamos a dormir, mañana será otro día. -Pese a la tristeza que le había inundado los recuerdos, Nana le dedicó una sonrisa a Brendarid. Mientras, fuera las nubes en el cielo empezaban a acercarse cubriendo el cielo.
-¿Y si me quedo aquí? -Giró la cabeza para mirarle. -Contigo. -Le dedicó una pequeña sonrisa desde la comodidad del abrazo de sus rodillas. El fuego casi estaba en brasas, la piel se le erizaba cada vez que entraba algo de aire por la cueva.
-Intenté vivir como una humana normal durante mucho tiempo, tenía un trabajo, vivía y dormía en una cama mullida con mantas y almohadas. -Miró de nuevo al fuego, a lo que quedaba de él. -Mi día a día era así, me despertaba, me emborrachaba y me iba. Despertar cada día en una cama ajena era mi rutina. Era mi única forma de sentirme querida.. -Rió con ironía. -No sé cuántas veces me han abandonado, he perdido la cuenta la verdad es que cuando te acostumbras a vivir sola no es tan difícil. -Se acarició las piernas frotándolas para entrar en calor.
Realmente había olvidado cómo se sentía cuando quieres a alguien, se había hecho su muro y su espacio para que ningún hombre pudiese entrar en su vida jamás.
-Olvidé hace mucho como es eso de querer y de sentirse querida. -Dijo sin pensar, más para ella que en voz alta, cuando se dio cuenta de lo que había dicho negó con la cabeza. -Ya no sé ni lo que digo, vayamos a dormir, mañana será otro día. -Pese a la tristeza que le había inundado los recuerdos, Nana le dedicó una sonrisa a Brendarid. Mientras, fuera las nubes en el cielo empezaban a acercarse cubriendo el cielo.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
La vida de Nana no había sido mucho mejor que lo que el tuvo que pasar. Tras escuchar lo que ella había dicho, se levantó y recogió dos mantas del suelo: una se la colocó a ella sobre los hombros y la otra la usó para cubrirse el una vez se hubo sentado a su lado.
-Si nos quedamos aquí, tal vez ambos acabemos siendo animales- dijo con cierto tono bromista- Aunque es donde uno está más cómodo. Además, he visto a algunos humanos por el bosque. Levan cosas sobre la piel, van tapados hasta los pies... Son gente extraña...
Su inocencia iba de mano de la ignorancia, ya que Brendarid jamás había salido del bosque ni conocía a la inmensa cantidad de criaturas que moraban en el mundo. Sabía de la existencia de los humanos porque alguna vez cazaron cerca de donde solía hacerlo el, pero jamás se acercó a ellos.
Sen sentó con las piernas cruzadas y removió lo poco que quedaba del fuego inútilmente, ya poco más podía dar de sí. Soltó un suspiro.
-Tú... ¿Te tuviste que poner esas cosas por todo el cuerpo? ¿No es difícil transformarse con eso encima?
-Si nos quedamos aquí, tal vez ambos acabemos siendo animales- dijo con cierto tono bromista- Aunque es donde uno está más cómodo. Además, he visto a algunos humanos por el bosque. Levan cosas sobre la piel, van tapados hasta los pies... Son gente extraña...
Su inocencia iba de mano de la ignorancia, ya que Brendarid jamás había salido del bosque ni conocía a la inmensa cantidad de criaturas que moraban en el mundo. Sabía de la existencia de los humanos porque alguna vez cazaron cerca de donde solía hacerlo el, pero jamás se acercó a ellos.
Sen sentó con las piernas cruzadas y removió lo poco que quedaba del fuego inútilmente, ya poco más podía dar de sí. Soltó un suspiro.
-Tú... ¿Te tuviste que poner esas cosas por todo el cuerpo? ¿No es difícil transformarse con eso encima?
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Nana rió ante el comentario de Brendarid, se notaba que había salido poco o nada de aquella cueva, y fue un comentario gracioso por su parte. Le imaginó vestido y angustiado por tener que andar con aquellos trapos, ella lo entendía, odiaba la ropa de mujer más que la de hombre, ella solía vestir con pantalones y no con vestidos pomposos como la mayoría de mujeres.
Asintió con la cabeza frunciendo el ceño aún con una sonrisa en la cara, con cara de resignación.
-Sí, en el trabajo me obligaban a ponerlo, el rey me compró lujosos vestidos. Allí el pelo lo tienes que llevar siempre peinado y la gente te mira con lujuria si vas desnuda. -Bromeó y se recostó hacia atrás moviendo de nuevo los dedos de los pies.
-Lo que me gusta de la ciudad son las camas, la cerveza y las peleas en los bares. -Asintió con la cabeza con una media sonrisa al recordar todas las buenas noches que había pasado en aquellos tugurios.
Se pegó un poco más a Brendarid buscando un poco de calor, apoyó la cabeza en su hombro y le estrechó la mano cariñosamente.
-Creo que en el fondo la ciudad te gustará. -Le miró a los ojos y sonrió y luego le dio un beso en el hombro.
-No tienes que cazar para comer, simplemente si tienes hambre lo coges y listo, allí la gente caza por ti. -Fuera empezaban a callar los grillos y demás insectos, los truenos llegaban más allá de las montañas y se estremecían los árboles al escucharlos, se acercaba tormenta.
Asintió con la cabeza frunciendo el ceño aún con una sonrisa en la cara, con cara de resignación.
-Sí, en el trabajo me obligaban a ponerlo, el rey me compró lujosos vestidos. Allí el pelo lo tienes que llevar siempre peinado y la gente te mira con lujuria si vas desnuda. -Bromeó y se recostó hacia atrás moviendo de nuevo los dedos de los pies.
-Lo que me gusta de la ciudad son las camas, la cerveza y las peleas en los bares. -Asintió con la cabeza con una media sonrisa al recordar todas las buenas noches que había pasado en aquellos tugurios.
Se pegó un poco más a Brendarid buscando un poco de calor, apoyó la cabeza en su hombro y le estrechó la mano cariñosamente.
-Creo que en el fondo la ciudad te gustará. -Le miró a los ojos y sonrió y luego le dio un beso en el hombro.
-No tienes que cazar para comer, simplemente si tienes hambre lo coges y listo, allí la gente caza por ti. -Fuera empezaban a callar los grillos y demás insectos, los truenos llegaban más allá de las montañas y se estremecían los árboles al escucharlos, se acercaba tormenta.
Nana
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