Encuentros fortuitos [privado]
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Frunció el ceño, toda esa información le estaba confundiendo; se rascó la cabeza tratando de comprender.
-¿Peinado?- jamás había oído esa palabra- No lo entiendo... Si la cazan, ¿por qué te la regalan? ¿por qué no se lo comen ellos, que para eso lo cazaron?
Soltó otro suspiro, trataba de comprender, pero la vida fuera del bosque le parecía muy extraña. Dejó que ella usase su cuerpo para entrar en calor; el se esforzaba por tratar de entender, pero nada de todo aquello tenía el más mínimo sentido. Giró la cabeza rápidamente hacia la entrada de la cueva al escuchar el sonido de la tormenta, eso no le ayudaría a pensar y comprender por qué los humanos hacían esas cosas. Tenía demasiadas preguntas.
-Por cierto, ¿qué es rey? ¿Qué es cerveza... bares...? Tienen un idioma demasiado complicado. ¿Son algún tipo de presas o lugares sagrados?- negó lentamente con la cabeza- No, no creo que estuviese cómodo en un lugar así... Lo único que sé es que viven muchos juntos, más que varias manadas unidas... Es una locura...
La noche se volvió todavía más oscura, las nubes habían cubierto la cúpula celeste y ya prácticamente nada iluminaba el interior de la cueva. Sus ojos humanos no le permitían ver nada, por lo que usó su vista lupina, generando ese característico reflejo en sus ojos. Puede que quisiese controlar su parte salvaje, pero no soportaba la idea de no ver u oír lo que sucedía a su alrededor, por lo que recurría a menudo a sus sentidos de lobo para el día a día.
-¿Peinado?- jamás había oído esa palabra- No lo entiendo... Si la cazan, ¿por qué te la regalan? ¿por qué no se lo comen ellos, que para eso lo cazaron?
Soltó otro suspiro, trataba de comprender, pero la vida fuera del bosque le parecía muy extraña. Dejó que ella usase su cuerpo para entrar en calor; el se esforzaba por tratar de entender, pero nada de todo aquello tenía el más mínimo sentido. Giró la cabeza rápidamente hacia la entrada de la cueva al escuchar el sonido de la tormenta, eso no le ayudaría a pensar y comprender por qué los humanos hacían esas cosas. Tenía demasiadas preguntas.
-Por cierto, ¿qué es rey? ¿Qué es cerveza... bares...? Tienen un idioma demasiado complicado. ¿Son algún tipo de presas o lugares sagrados?- negó lentamente con la cabeza- No, no creo que estuviese cómodo en un lugar así... Lo único que sé es que viven muchos juntos, más que varias manadas unidas... Es una locura...
La noche se volvió todavía más oscura, las nubes habían cubierto la cúpula celeste y ya prácticamente nada iluminaba el interior de la cueva. Sus ojos humanos no le permitían ver nada, por lo que usó su vista lupina, generando ese característico reflejo en sus ojos. Puede que quisiese controlar su parte salvaje, pero no soportaba la idea de no ver u oír lo que sucedía a su alrededor, por lo que recurría a menudo a sus sentidos de lobo para el día a día.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Demasiadas preguntas en una sola frase, Nana había semi desconectado de la conversación concentrándose en los truenos que se acercaban, amaba la lluvia pero odiaba profundamente las tormentas, tenía pavor a los truenos, pero por alguna razón tan solo era en la ciudad cuando este miedo se veía acentuado.
Negó con la cabeza arqueando una ceja para volver al mundo normal, allí Bren intentaba comprender el modo de actuar de los humanos, era como un niño pequeño. Suspiró sonriendo, tenía muchas cosas que enseñarle. Le vio utilizar su vista más allá de los sentidos humanos y negó con la cabeza, en la cueva aún se veía lo suficiente para verse las caras.
-No. -Dijo contundente y le empujó para que se tumbase en el suelo junto a ella. -No hacen falta tus ojos para poder ver. -Le dijo en un susurro al oído y se tumbó junto a él.
-Cierra los ojos y escucha, es lo único del lobo que te queda cuando eres humano. -Le dijo de nuevo en un susurro para no romper la armonía del momento. Fuera la tormenta se acercaba, ella lo podía escuchar, escuchaba el crujido de las ramas ante el frío, los truenos tan lejos, escuchaba el silencio que había causado, antecediendo la tormenta. Escuchaba los últimos gritos de un fuego que ya no ardía, la respiración de Brendarid, la suya propia. No podía verlos en la oscuridad pero sabía todas las cosas que estaban allí porque así las escuchaba.
Negó con la cabeza arqueando una ceja para volver al mundo normal, allí Bren intentaba comprender el modo de actuar de los humanos, era como un niño pequeño. Suspiró sonriendo, tenía muchas cosas que enseñarle. Le vio utilizar su vista más allá de los sentidos humanos y negó con la cabeza, en la cueva aún se veía lo suficiente para verse las caras.
-No. -Dijo contundente y le empujó para que se tumbase en el suelo junto a ella. -No hacen falta tus ojos para poder ver. -Le dijo en un susurro al oído y se tumbó junto a él.
-Cierra los ojos y escucha, es lo único del lobo que te queda cuando eres humano. -Le dijo de nuevo en un susurro para no romper la armonía del momento. Fuera la tormenta se acercaba, ella lo podía escuchar, escuchaba el crujido de las ramas ante el frío, los truenos tan lejos, escuchaba el silencio que había causado, antecediendo la tormenta. Escuchaba los últimos gritos de un fuego que ya no ardía, la respiración de Brendarid, la suya propia. No podía verlos en la oscuridad pero sabía todas las cosas que estaban allí porque así las escuchaba.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Sus dudas quedarían sin respuesta, al parecer. Tampoco es que le quitase el sueño, los humanos y su vida no eran de su interés. Obedeció y cerró los ojos, allí estaba, tan claro, podía oírlo todo: El susurro del viento, los aleteos de los pájaros que huían de la tormenta, la lluvia cayendo a lo lejos y que pronto llegaría... Parecía como si pudiese escuchar a las mismísimas nubes deslizarse por los cielos. Nunca se había parado a escuchar todo lo que le rodeaba, a disfrutarlo sin pensar en sonidos extraños o en perseguidores ocultos.
-Hoy, el bosque suena más hermoso que de costumbre, incluso con la tormenta acercándose.- no quería irse, era más que evidente. Tenía que haber una forma de compensar a la bestia y al hombre sin tener que dejar el bosque. Acarició sus cabellos con una mano, sin abrir los ojos.
-Lloverá con fuerza, va a ser difícil encontrar comida hasta que arrecie.- podía llegar a ser un problema; puede que a los humanos se les regalase la comida, pero el tenía que cazarla, no era tan sencillo.
Finalmente, abrió los ojos, pero no usó su vista de lobo. Solo por esa vez, pero estaba seguro de que Nana no podría conseguir que el dejase de usar su visión o su olfato mientras conservaba su forma humana. No entendía como los humanos podían haber sobrevivido con un cuerpo tan endeble y unos sentidos tan limitados.
-Hoy, el bosque suena más hermoso que de costumbre, incluso con la tormenta acercándose.- no quería irse, era más que evidente. Tenía que haber una forma de compensar a la bestia y al hombre sin tener que dejar el bosque. Acarició sus cabellos con una mano, sin abrir los ojos.
-Lloverá con fuerza, va a ser difícil encontrar comida hasta que arrecie.- podía llegar a ser un problema; puede que a los humanos se les regalase la comida, pero el tenía que cazarla, no era tan sencillo.
Finalmente, abrió los ojos, pero no usó su vista de lobo. Solo por esa vez, pero estaba seguro de que Nana no podría conseguir que el dejase de usar su visión o su olfato mientras conservaba su forma humana. No entendía como los humanos podían haber sobrevivido con un cuerpo tan endeble y unos sentidos tan limitados.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Abrió los ojos extasiada por la experiencia, hacer aquello en la ciudad era una locura y a menudo acababa con migrañas por hacer tal cosa, los humanos eran demasiado ruidosos y hablaban demasiado, sin embargo la compañía de Bren le agradaba, no hablaba demasiado, a veces hablaba demasiado poco, eso sí, pero sabía que podía hablarle a través de miradas que él entendería.
-Los momentos antes de la tormenta son los más pacíficos, los humanos aprecian el silencio, nosotros oímos más allá de su silencio. -Giró la cabeza para mirarle a los ojos y sonrió satisfecha. Mirándole así tan solo conseguía ver sus ojos y su silueta, lo suficiente para sentirse segura allí.
-Deja de pensar en comer y en cazar, al menos por hoy. -Rió negando con la cabeza, le dio un golpecito en la nariz con el dedo cariñosamente y se apoyó en su pecho.
-Si algo he aprendido de los humanos es que viven el día a día, algunos lo viven como si fuera el último. -Miró fuera de la cueva, tal y como habían predecido su instinto las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre las hojas de los árboles haciéndose camino hasta el suelo.
Pronto aquel sonido débil de las pequeñas gotas se convirtió en uno más fuerte y más continuo.
-¿En qué piensas? -Le preguntó de repente, con una sonrisa curiosa mientras se acomodaba el pelo despeinado. Su cuerpo se había relajado completamente, el sonido de la lluvia para ella era como una droga, pero a menudo le hacía sentir tan sola.
-Los momentos antes de la tormenta son los más pacíficos, los humanos aprecian el silencio, nosotros oímos más allá de su silencio. -Giró la cabeza para mirarle a los ojos y sonrió satisfecha. Mirándole así tan solo conseguía ver sus ojos y su silueta, lo suficiente para sentirse segura allí.
-Deja de pensar en comer y en cazar, al menos por hoy. -Rió negando con la cabeza, le dio un golpecito en la nariz con el dedo cariñosamente y se apoyó en su pecho.
-Si algo he aprendido de los humanos es que viven el día a día, algunos lo viven como si fuera el último. -Miró fuera de la cueva, tal y como habían predecido su instinto las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre las hojas de los árboles haciéndose camino hasta el suelo.
Pronto aquel sonido débil de las pequeñas gotas se convirtió en uno más fuerte y más continuo.
-¿En qué piensas? -Le preguntó de repente, con una sonrisa curiosa mientras se acomodaba el pelo despeinado. Su cuerpo se había relajado completamente, el sonido de la lluvia para ella era como una droga, pero a menudo le hacía sentir tan sola.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Arrugó la nariz al notar su dedo, casi podría decir que se asustó, ya que no podía verla.
-Estaba pensando en que acabo de escuchar a una cría de jabalí llamando a su madre a unos 150 metros... pero no me dejas hablar de comida.
Dado que el tema de conversación de la futura escasez de comida parecía vedado, decidió tomar otra otra vía.
-Me sorprende que con esa mentalidad y un cuerpo tan endeble, los humanos hayan durado tanto en este mundo. ¿Qué tienen que les hace sobrevivir?- la lluvia pronto ocultaría el ruido del jabalí y ya no podría localizarlo. No podía evitar tener estos pensamientos, llevaba diez años dependiendo de ello y se había convertido en un cazador temible. Ni siquiera un jabalí adulto podía hacerle frente, ya que nunca atacaba de frente.
Notó como el cuerpo de Nana se relajaba mucho más sobre el suyo. No era necesario ser muy listo para intuir que el sonido de la lluvia acostumbraba a relajarla. Podía ver los destellos de luz de los rayos, seguidos por el poderoso sonido del trueno. Admiraba el poder de las nubes, capaces de convocar armas tan mortíferas como los rayos. Nada podía huir de su furia, eran capaces de quemar cientos de árboles solo con tocar uno.
El también se relajó, poco más podía hacer, tenía prohibido salir a cazar, pensar en cazar, escuchar la caza o tener la capacidad de ver en la oscuridad. Notaba a la fiera de su interior agitarse, pero no sucumbió, no había puesto en cuestión su orgullo al arrodillarse frente a una mujer para fallar a su palabra al poco tiempo.
-Estaba pensando en que acabo de escuchar a una cría de jabalí llamando a su madre a unos 150 metros... pero no me dejas hablar de comida.
Dado que el tema de conversación de la futura escasez de comida parecía vedado, decidió tomar otra otra vía.
-Me sorprende que con esa mentalidad y un cuerpo tan endeble, los humanos hayan durado tanto en este mundo. ¿Qué tienen que les hace sobrevivir?- la lluvia pronto ocultaría el ruido del jabalí y ya no podría localizarlo. No podía evitar tener estos pensamientos, llevaba diez años dependiendo de ello y se había convertido en un cazador temible. Ni siquiera un jabalí adulto podía hacerle frente, ya que nunca atacaba de frente.
Notó como el cuerpo de Nana se relajaba mucho más sobre el suyo. No era necesario ser muy listo para intuir que el sonido de la lluvia acostumbraba a relajarla. Podía ver los destellos de luz de los rayos, seguidos por el poderoso sonido del trueno. Admiraba el poder de las nubes, capaces de convocar armas tan mortíferas como los rayos. Nada podía huir de su furia, eran capaces de quemar cientos de árboles solo con tocar uno.
El también se relajó, poco más podía hacer, tenía prohibido salir a cazar, pensar en cazar, escuchar la caza o tener la capacidad de ver en la oscuridad. Notaba a la fiera de su interior agitarse, pero no sucumbió, no había puesto en cuestión su orgullo al arrodillarse frente a una mujer para fallar a su palabra al poco tiempo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Rió ante su comentario acerca del jabalí, aunque ella sabía que él no se lo había tomado como ninguna broma, sí, también lo había escuchado pero tan solo se concentraba en el sonido de la lluvia.
-Supongo que es porque nunca están solos, viven en comunidades muy grandes y la guerra de uno se convierte en la guerra de todos. -Divagó un rato antes de decir aquello, tampoco se había planteado nunca el por qué los humanos habían durado tanto. En cierta medida les envidiaba, su máximo exponente en la vida era alcanzar el poder y la riqueza mientras ellos tenían que pensar en cómo sobrevivir, envidiaba ese sentimiento de libertad que les ofrecía una sola naturaleza.
Nana no había dependido mucho de la caza para vivir, siempre rodeada de humanos había comido lo que ellos le habían dado, además de su posición de líder le otorgaba ciertos privilegios a la hora de la comida. Aún así sus dotes de cazadora eran admirables.
No sabía cuánto quedaba de noche, estaba siendo una noche muy larga, digna de la estación de lluvias y ahora con la tormenta la noche se alargaría aún más.
Nana buscó refugio entre sus brazos buscando un lugar donde burlar el frío y se acurrucó junto a él, con la mano sobre su pecho y la cabeza sobre su hombro mientras que una pierna buscaba el calor de las suyas casi encima de él. No sabía muy bien si darle las buenas noches o preguntaría qué significaba aquello, tampoco sabía si besarle sería una buena idea, era un hombre un tanto peculiar, no sabía qué podría querer.
-Supongo que es porque nunca están solos, viven en comunidades muy grandes y la guerra de uno se convierte en la guerra de todos. -Divagó un rato antes de decir aquello, tampoco se había planteado nunca el por qué los humanos habían durado tanto. En cierta medida les envidiaba, su máximo exponente en la vida era alcanzar el poder y la riqueza mientras ellos tenían que pensar en cómo sobrevivir, envidiaba ese sentimiento de libertad que les ofrecía una sola naturaleza.
Nana no había dependido mucho de la caza para vivir, siempre rodeada de humanos había comido lo que ellos le habían dado, además de su posición de líder le otorgaba ciertos privilegios a la hora de la comida. Aún así sus dotes de cazadora eran admirables.
No sabía cuánto quedaba de noche, estaba siendo una noche muy larga, digna de la estación de lluvias y ahora con la tormenta la noche se alargaría aún más.
Nana buscó refugio entre sus brazos buscando un lugar donde burlar el frío y se acurrucó junto a él, con la mano sobre su pecho y la cabeza sobre su hombro mientras que una pierna buscaba el calor de las suyas casi encima de él. No sabía muy bien si darle las buenas noches o preguntaría qué significaba aquello, tampoco sabía si besarle sería una buena idea, era un hombre un tanto peculiar, no sabía qué podría querer.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Ella estaba tan pegada que prácticamente cumplía la función de manta viviente. El la rodeaba con uno de sus brazos, tumbado boca arriba, observando el techo de la cueva sin verlo.
-Duerme antes de que amanezca.- dijo casi en un susurro. El apenas dormiría, estaba acostumbrado a permanecer vigilante siempre, por lo que el dormir se había convertido en algo secundario.
No sabía muy bien qué debía hacer, así que recurrió a los pocos recuerdos que tenía de su madre, la cual besaba siempre su cabeza antes de dormir. Eso fue exactamente lo que hizo, no sabía si era lo correcto, pero era lo único que se le ocurría.
La lluvia había empezado a caer con fuerza, era una tormenta de lo más abundante. No pararía en varios días, lo que dificultaba mucho las cosas. Cerró los ojos para concentrarse más en todos los sonidos que lograban atravesar la muralla de la lluvia. No eran demasiados, pero podía percibir el sonido de los árboles al ser mecidos por un viente inmisericorde.
Lanzó una última mirada al rostro de Nana, la mujer que en un solo día cambió a la más fiera de las bestias.
-Duerme antes de que amanezca.- dijo casi en un susurro. El apenas dormiría, estaba acostumbrado a permanecer vigilante siempre, por lo que el dormir se había convertido en algo secundario.
No sabía muy bien qué debía hacer, así que recurrió a los pocos recuerdos que tenía de su madre, la cual besaba siempre su cabeza antes de dormir. Eso fue exactamente lo que hizo, no sabía si era lo correcto, pero era lo único que se le ocurría.
La lluvia había empezado a caer con fuerza, era una tormenta de lo más abundante. No pararía en varios días, lo que dificultaba mucho las cosas. Cerró los ojos para concentrarse más en todos los sonidos que lograban atravesar la muralla de la lluvia. No eran demasiados, pero podía percibir el sonido de los árboles al ser mecidos por un viente inmisericorde.
Lanzó una última mirada al rostro de Nana, la mujer que en un solo día cambió a la más fiera de las bestias.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
***
Se despertó a la mañana siguiente, o al menos eso le decía su instinto, pues el cielo seguía cubierto de nubes negras, pero la tormenta había dado una pequeña pausa al cielo. Abrió los ojos aún medio dormida esperando despertar en su cueva como todas las mañanas, pero cuando abrió los ojos y se vio tendida allí desnuda por un momento se desorientó, le duró unos segundos antes de recordar dónde había pasado la noche y qué había pasado.
Brendarid estaba dormido, o al menos eso aparentaba. Nana le miró mientras aún estaba entre sus brazos, después se levantó sigilosamente y salió de la cueva. El ambiente fuera era húmedo, hacía frío, y algunos rayos de sol asomaban entre las nubes de tormenta clareando el cielo.
Echó una mirada furtiva dentro de la cueva por si había algún movimiento, pero nada. Estiró los brazos mientras bostezaba y se transformó en lobo echando a correr entre la maleza. No iba a huir, pero quería darle un pequeño desayuno a su nuevo compañero. Había olisqueado unos ocas no muy lejos, atraídos por la humedad y desorientados se habían salido del lago y seguramente no sabrían qué les esperaba.
Se ocultó entre la maleza al ver dichas aves que revoloteaban entre ellas buscando un lugar donde zambullirse, chapoteaban en los charcos con cierta torpeza. Eran ocas adultas y bien criadas, redondas, suficiente para un desayuno. Esperó hasta que una rezagada perdió al grupo, entonces salió de entre la maleza y en un fiero movimiento de hocico agarró a la oca por el cuello y le rompió el cuello. No debía de tardar mucho en volver a la cueva, se había alejado bastante y Brendarid podría volver a enfadarse con ella.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Abrió los ojos al instante, el sonido de unas ocas gritando asustadas nunca pasaba desapercibido. Se percató de que Nana no estaba allí, dedujo que había salido, podía oler su rastro fuera de la cueva. Se levantó de un salto, no sabía si la que había atacado a las ocas era Nana, un zorro u otro licántropo que podría atacarla.
Salió fuera pero la pésima luminosidad no le permitió ver nada. Sin dudarlo un instante, adquirió su forma de lobo y echó a correr siguiendo el rastro de olor que había dejado Nana. Qué estúpido estaba siendo, el mismo le había dicho que no saldría tras ella si no la veía al despertarse. Y ahora la perseguía, como si realmente fuese a necesitar su ayuda. No se preocupó por pasar desapercibido, por lo que sus patas resonaban al chocar contra el barro mojado y los charcos.
Al poco rato pudo observar una figura a lo lejos, aumentó la velocidad para acercarse. No era consciente de que si esa no era ella, probablemente iba de lleno hacia una pelea territorial que acabaría en la muerte de uno de los dos. No tuvo tiempo en plantearse eso, pues reconoció el negro pelaje del lobo de Nana con una oca muerta entre sus fauces. Se detuvo frente a ella, la olisqueó para cerciorarse de que era ella, aunque no podría ser nadie más, y soltó un breve gruñido. No quería iniciar una discusión de a ver quién gruñe más fuerte, por lo que le dio la espalda y volvió caminando hacia la cueva, suponiendo que ella le seguiría.
En el fondo estaba deseando devorar esa oca como desayuno. En cuanto llegaron se volvió para mirarla y jadeó con la lengua fuera, dando a entender que soltase al pájaro para poder comérselo.
Salió fuera pero la pésima luminosidad no le permitió ver nada. Sin dudarlo un instante, adquirió su forma de lobo y echó a correr siguiendo el rastro de olor que había dejado Nana. Qué estúpido estaba siendo, el mismo le había dicho que no saldría tras ella si no la veía al despertarse. Y ahora la perseguía, como si realmente fuese a necesitar su ayuda. No se preocupó por pasar desapercibido, por lo que sus patas resonaban al chocar contra el barro mojado y los charcos.
Al poco rato pudo observar una figura a lo lejos, aumentó la velocidad para acercarse. No era consciente de que si esa no era ella, probablemente iba de lleno hacia una pelea territorial que acabaría en la muerte de uno de los dos. No tuvo tiempo en plantearse eso, pues reconoció el negro pelaje del lobo de Nana con una oca muerta entre sus fauces. Se detuvo frente a ella, la olisqueó para cerciorarse de que era ella, aunque no podría ser nadie más, y soltó un breve gruñido. No quería iniciar una discusión de a ver quién gruñe más fuerte, por lo que le dio la espalda y volvió caminando hacia la cueva, suponiendo que ella le seguiría.
En el fondo estaba deseando devorar esa oca como desayuno. En cuanto llegaron se volvió para mirarla y jadeó con la lengua fuera, dando a entender que soltase al pájaro para poder comérselo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Notó pronto la presencia de Bren entre la maleza, no es que pareciese muy sigiloso tampoco. Menos mal que estaban en su territorio, en el territorio del colmillo y nadie les podía atacar. Le resultó extraño que el lobo siguiese su pista pues se había mostrado bastante reacio a que Nana saliese de la cueva, más él no sabía si iba a cazar o si simplemente había decidido marcharse para no volver.
Cuando lo vio llegar agarró la oca con las fauces, le miró un segundo y se echó a andar detrás de él arrastrando la oca. Ni un beso de buenos días ni nada, un mero gruñido.
Cuando hubieron llegado a la cueva Brendarid parecía muy ansioso por hincarle literalmente el diente a la oca, pero no. Nana se puso encima de la oca marcando territorio y se transformó. Se había manchado casi todo el cuerpo de la sangre que había salido disparada al quitar los dientes del cuello de la oca. Miró a Brendarid y negó con la cabeza mientras agarraba a la oca por el cuello.
-Ahora vas a probar lo que es la comida de los humanos. -Le dijo poniéndose en pie y dejó la oca a un lado con la confianza de que aquel no comenzase a comer sin ella. El fuego estaba apagado pero aún algunas brasas ardían con poca fuerza. Cogió algunos hierbajos que Brendarid tenía por la cueva y los prendió para iniciar una nueva hoguera. No quedaba casi madera y hasta que se secasen los maderos de fuera, húmedos por la lluvia de la noche anterior, no podrían volver a encender un fuego.
Pero Nana sabía que no se quedarían mucho tiempo más allí, al menos no teniendo ella una cueva el doble de espaciosa que aquella y cerca de un pequeño afluente donde beber agua.
-Si quieres esta noche podemos dormir en mi cueva. -Le miró con una pequeña sonrisa, casi no podía creer todo lo que había pasado en una sola noche, y ahora, ahora desayunaban juntos.
Movía el fuego con un palo de madera, la verdad es que sería incómodo asar la oca allí en una cueva como aquella, en la suya ya tenían todo tipo de herramientas, de cuchillos, madera para meses y meses... En cierto modo echaba de menos su vida allí. Se acercó la oca sin levantarse, agarrándola por el pico y la puso sobre su regazo, ella ni se había dado cuenta de que estaba llena de sangre por todas partes, necesitaría un baño pronto si no quería llamar a todos los carroñeros de la zona.
Mientras el fuego ardía Nana comenzó a desplumar la oca con cierta experiencia dejando las plumas a un lado, podrían servir para muchas cosas.
Cuando lo vio llegar agarró la oca con las fauces, le miró un segundo y se echó a andar detrás de él arrastrando la oca. Ni un beso de buenos días ni nada, un mero gruñido.
Cuando hubieron llegado a la cueva Brendarid parecía muy ansioso por hincarle literalmente el diente a la oca, pero no. Nana se puso encima de la oca marcando territorio y se transformó. Se había manchado casi todo el cuerpo de la sangre que había salido disparada al quitar los dientes del cuello de la oca. Miró a Brendarid y negó con la cabeza mientras agarraba a la oca por el cuello.
-Ahora vas a probar lo que es la comida de los humanos. -Le dijo poniéndose en pie y dejó la oca a un lado con la confianza de que aquel no comenzase a comer sin ella. El fuego estaba apagado pero aún algunas brasas ardían con poca fuerza. Cogió algunos hierbajos que Brendarid tenía por la cueva y los prendió para iniciar una nueva hoguera. No quedaba casi madera y hasta que se secasen los maderos de fuera, húmedos por la lluvia de la noche anterior, no podrían volver a encender un fuego.
Pero Nana sabía que no se quedarían mucho tiempo más allí, al menos no teniendo ella una cueva el doble de espaciosa que aquella y cerca de un pequeño afluente donde beber agua.
-Si quieres esta noche podemos dormir en mi cueva. -Le miró con una pequeña sonrisa, casi no podía creer todo lo que había pasado en una sola noche, y ahora, ahora desayunaban juntos.
Movía el fuego con un palo de madera, la verdad es que sería incómodo asar la oca allí en una cueva como aquella, en la suya ya tenían todo tipo de herramientas, de cuchillos, madera para meses y meses... En cierto modo echaba de menos su vida allí. Se acercó la oca sin levantarse, agarrándola por el pico y la puso sobre su regazo, ella ni se había dado cuenta de que estaba llena de sangre por todas partes, necesitaría un baño pronto si no quería llamar a todos los carroñeros de la zona.
Mientras el fuego ardía Nana comenzó a desplumar la oca con cierta experiencia dejando las plumas a un lado, podrían servir para muchas cosas.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
¿Qué estaba haciendo? ¿Comida de humanos? El solo quería comer, nada más. No comprendía por qué le quitaba las plumas así, podía hacerlo con la boca mientras comía. Se acercó a ella mientras desplumaba al animal y le gruñó enseñándole los dientes. Tenía hambre, eso era evidente.
Empezó a dar vueltas en círculos completamente impaciente, e incluso a soltar algún pequeño ladrido. Tras comprobar que sus intentos de lograr la oca mediante la intimidación no iban a surtir efecto, decidió pasar a la parte de dar pena: echó las orejas hacia atrás, bajó la cabeza y emitió unos sonidos agudos, fingiendo que estaba llorando.
Visto que la comida de los humanos iba a tardar en estar lista, ya que se estaba tomando su tiempo, decidió salir y caminar hasta el lago para beber. Caminó sobre la tierra mojada un rato hasta encontrar la orilla. No se daba ni cuenta de que tenía su forma lupina hasta que se vio reflejado en el agua; seguía sintiéndose mucho más cómodo así.
Cuando ya había empezado a beber, escuchó un sonido a su derecha, giró la cabeza y allí estaba: un gran salmón que había quedado fuera del agua durante la tormenta y trataba de volver. Lo sujetó con las fauces y se lo llevó hasta la cueva. Podría haberlo comido ahí mismo, pero quería comer comida de verdad, ya que seguro que la comida de los humanos le disgustaba; por lo que se lo llevó a la cueva para recordarle a Nana lo que a el le gustaba.
Al entrar dejó el pez a pocos metros de ella, se tumbó y comenzó a comérselo cuando aún coleteaba, dejándose todo el morro llenó de sangre. No es que el pescado fuese su comida favorita, pero era eso o tener que sobrevivir únicamente con comida de humanos.
Empezó a dar vueltas en círculos completamente impaciente, e incluso a soltar algún pequeño ladrido. Tras comprobar que sus intentos de lograr la oca mediante la intimidación no iban a surtir efecto, decidió pasar a la parte de dar pena: echó las orejas hacia atrás, bajó la cabeza y emitió unos sonidos agudos, fingiendo que estaba llorando.
Visto que la comida de los humanos iba a tardar en estar lista, ya que se estaba tomando su tiempo, decidió salir y caminar hasta el lago para beber. Caminó sobre la tierra mojada un rato hasta encontrar la orilla. No se daba ni cuenta de que tenía su forma lupina hasta que se vio reflejado en el agua; seguía sintiéndose mucho más cómodo así.
Cuando ya había empezado a beber, escuchó un sonido a su derecha, giró la cabeza y allí estaba: un gran salmón que había quedado fuera del agua durante la tormenta y trataba de volver. Lo sujetó con las fauces y se lo llevó hasta la cueva. Podría haberlo comido ahí mismo, pero quería comer comida de verdad, ya que seguro que la comida de los humanos le disgustaba; por lo que se lo llevó a la cueva para recordarle a Nana lo que a el le gustaba.
Al entrar dejó el pez a pocos metros de ella, se tumbó y comenzó a comérselo cuando aún coleteaba, dejándose todo el morro llenó de sangre. No es que el pescado fuese su comida favorita, pero era eso o tener que sobrevivir únicamente con comida de humanos.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Ya había terminado de desplumar la oca cuando Brendarid salió de la cueva, Nana se encogió de hombros, se había puesto muy pesado con la oca. Desmembró el ave con las manos y clavó las partes más grandes en dos palos que puso sobre el fuego. Un fuego pequeño que no ardía demasiado, no era la mejor cocinera del mundo pero algo sabía hacer.
No llamó a Brendarid cuando la oca terminó de hacerse y tampoco le esperó para empezar a comer, se comió su parte de la oca. Él llegó mientras ella estaba comiendo, llevaba un salmón entre las fauces, y comenzó a comérselo a su lado. Nana le echó una mirada furtiva y negó con la cabeza sin decir nada.
Tal y como se había sentado se levantó una vez hubo acabado su trozo de carne, dejó allí en el suelo lo que le tocaba a él para comer, siquiera había probado la carne que ella había cazado y ya estaba comiendo aquel salmón, Nana se molestó.
Salió de la cueva dándole la espalda sin girarse ni decir nada. Las nubes empezaban a disiparse dejando el cielo despejado, pero aún así la humedad aún quedaba en el aire y la tierra seguía mojada. Se desperezó antes de nada y miró al cielo. Se miró las manos, llenas de tierra y sangre e hizo una mueca de desagrado, ¿Hacía cuánto que no se daba un baño? No se giró a decir nada, simplemente se transformó y a paso ligero se fue hasta el lago. Su lago, cuántas veces había estado allí.
Sonrió ampliamente al ver su piedra, grande y gris que asomaba mitad dentro mitad fuera del lago y corrió zambulléndose dentro. Tenía demasiadas cosas en la cabeza para pensar en todas a la vez, debía de ordenar sus prioridades y de suministrar su tiempo.
No llamó a Brendarid cuando la oca terminó de hacerse y tampoco le esperó para empezar a comer, se comió su parte de la oca. Él llegó mientras ella estaba comiendo, llevaba un salmón entre las fauces, y comenzó a comérselo a su lado. Nana le echó una mirada furtiva y negó con la cabeza sin decir nada.
Tal y como se había sentado se levantó una vez hubo acabado su trozo de carne, dejó allí en el suelo lo que le tocaba a él para comer, siquiera había probado la carne que ella había cazado y ya estaba comiendo aquel salmón, Nana se molestó.
Salió de la cueva dándole la espalda sin girarse ni decir nada. Las nubes empezaban a disiparse dejando el cielo despejado, pero aún así la humedad aún quedaba en el aire y la tierra seguía mojada. Se desperezó antes de nada y miró al cielo. Se miró las manos, llenas de tierra y sangre e hizo una mueca de desagrado, ¿Hacía cuánto que no se daba un baño? No se giró a decir nada, simplemente se transformó y a paso ligero se fue hasta el lago. Su lago, cuántas veces había estado allí.
Sonrió ampliamente al ver su piedra, grande y gris que asomaba mitad dentro mitad fuera del lago y corrió zambulléndose dentro. Tenía demasiadas cosas en la cabeza para pensar en todas a la vez, debía de ordenar sus prioridades y de suministrar su tiempo.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Apenas sí se dio cuenta de que ella había salido, estaba demasiado concentrado en terminarse su salmón. Cuando levantó la cabeza, Nana ya se había marchado. Pudo ver que le había dejado algo en el suelo, no se atrevía a calificarlo como comida, pues no tenían el color que deberían. Olisqueó la oca cocinada, no olía como debiera: el perfume de la sangre había desaparecido, y el color rojo también.
Arrancó receloso un pedazo y se dio cuenta de lo blanda que estaba, sus dientes apenas tenían que esforzarse en cortarla. Suponía que eso les facilitaría mucho las cosas a los humanos y a sus débiles dientes. No le disgustaba el sabor, pero seguía prefiriendo la carne cruda, no era lo mismo.
Se dio la vuelta y decidió seguir el rastro de olor de Nana hasta la orilla del lago. La encontró allí, bañándose, daba la impresión de que no era la primera vez que estaba ahí; debía de conocer la zona para encontrar un sitio tan bueno a la primera. Se sentó sobre sus patas traseras y le ladró para llamar su atención. Adquirió su forma humana y siguió sentado con las piernas cruzadas.
-¿Por qué has hecho eso con la oca? No estaba mal, pero no era lo mismo... ¿Qué le hiciste?
No hacía falta ser muy listo para percatarse de que estaba algo disgustada, por desgracia, Brendarid no era un experto en sentimientos humanos, por lo que no tenía la más mínima idea de que lo estaba.
Arrancó receloso un pedazo y se dio cuenta de lo blanda que estaba, sus dientes apenas tenían que esforzarse en cortarla. Suponía que eso les facilitaría mucho las cosas a los humanos y a sus débiles dientes. No le disgustaba el sabor, pero seguía prefiriendo la carne cruda, no era lo mismo.
Se dio la vuelta y decidió seguir el rastro de olor de Nana hasta la orilla del lago. La encontró allí, bañándose, daba la impresión de que no era la primera vez que estaba ahí; debía de conocer la zona para encontrar un sitio tan bueno a la primera. Se sentó sobre sus patas traseras y le ladró para llamar su atención. Adquirió su forma humana y siguió sentado con las piernas cruzadas.
-¿Por qué has hecho eso con la oca? No estaba mal, pero no era lo mismo... ¿Qué le hiciste?
No hacía falta ser muy listo para percatarse de que estaba algo disgustada, por desgracia, Brendarid no era un experto en sentimientos humanos, por lo que no tenía la más mínima idea de que lo estaba.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Irse o no irse, Lunargenta, bosque, cueva... Deberes, trabajo, libertad, responsabilidades. Tenía tantas cosas en la cabeza que se sentía agobiada, se había prometido la noche anterior a ella misma no pensar en eso durante esa noche, pero aquello pasó y ahora tenía muchas cosas que atender.
Buceaba con los ojos abiertos, se conocía de memoria cada rincón de aquel lago, era como su segunda casa. Allí conoció a tantas y tantas personas, y tantas despedidas. Kaala, Marth, Kurono, Aleki, Dorgar, Allen, Nordica... Con todos había tenido una mínima experiencia allí en aquel lugar, algunas de amor, otras de desamor. Recordaba el día en el que se encontró con Marth, lo llevó hasta allí donde empezó todo, pero aún así él seguía sin recordar nada, la trataba como una desconocida. La despedida de Kaala, que volverían a encontrarse cuando ella se encontrase a si misma. Las peleas en el agua con Kurono... Si ella pudiese darle un nombre sería el lago de las memorias.
Aún buceaba cuando Brendarid llegó, ahora se había convertido en algo así como su sombra. No le disgustaba, pero Nana era de esas personas que hacen lo que quieren cuando quieren. Sacó la cabeza del agua al sentirle y negó con la cabeza al escuchar su comentario, ni siquiera rió.
-Se llama cocinarlo, se hace para que esté más blanda y siente mejor al comerlo. -Dijo de espaldas y volvió a zambullirse. Debajo del agua todo se silenciaba, era en el único momento en el que sus sentidos estaban de verdad apagados, cerró los ojos y se dejó llevar por la corriente, había aprendido a aguantar bastante la respiración bajo el agua, a veces perdía la cuenta del tiempo allí abajo.
Buceaba con los ojos abiertos, se conocía de memoria cada rincón de aquel lago, era como su segunda casa. Allí conoció a tantas y tantas personas, y tantas despedidas. Kaala, Marth, Kurono, Aleki, Dorgar, Allen, Nordica... Con todos había tenido una mínima experiencia allí en aquel lugar, algunas de amor, otras de desamor. Recordaba el día en el que se encontró con Marth, lo llevó hasta allí donde empezó todo, pero aún así él seguía sin recordar nada, la trataba como una desconocida. La despedida de Kaala, que volverían a encontrarse cuando ella se encontrase a si misma. Las peleas en el agua con Kurono... Si ella pudiese darle un nombre sería el lago de las memorias.
Aún buceaba cuando Brendarid llegó, ahora se había convertido en algo así como su sombra. No le disgustaba, pero Nana era de esas personas que hacen lo que quieren cuando quieren. Sacó la cabeza del agua al sentirle y negó con la cabeza al escuchar su comentario, ni siquiera rió.
-Se llama cocinarlo, se hace para que esté más blanda y siente mejor al comerlo. -Dijo de espaldas y volvió a zambullirse. Debajo del agua todo se silenciaba, era en el único momento en el que sus sentidos estaban de verdad apagados, cerró los ojos y se dejó llevar por la corriente, había aprendido a aguantar bastante la respiración bajo el agua, a veces perdía la cuenta del tiempo allí abajo.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Arqueó una ceja sorprendido ante aquella información.
Cocinarlo... menuda tontería, la carne siempre sienta bien.- dijo casi para sí. Uno de sus mayores problemas ahora mismo era que toda la madera del bosque estaría mojada; encontrar leña para el fuego sería casi imposible.
El cielo seguía nublado y no tardaría en volver a llover, la tormenta no cesaría con tanta facilidad en su empeño. Podía oler la lluvia en el aire. Se levantó lentamente y suspiró, no sabía qué debía hacer ahora, desde luego no iba a meterse en el agua, por lo que decidió dejarla a ella con su carne cocinada para volver a la cueva a arreglar las mantas.
Recogió algunas de las que tenía colgadas en la pared y usó una aguja hecha de hueso e hilo de pelo que tenía guardado en la misma cesta donde dejaba la madera. Todo eso se lo había enseñado su madre antes de morir, ella sabía que en algún momento iba a necesitar esos conocimientos, y así era. Comenzó a tapar agujeros con unos movimientos bastante mecánicos, demostraba que llevaba media vida haciendo lo mismo.
La vida solitaria nunca había supuesto un problema, no es que le interesase por qué ella se metía en el agua o cocinaba la carne. Pero por alguna razón le importaba, y era algo que no soportaba. Llevaba mucho tiempo sin preocuparse por nadie que no fuera él mismo, y ahora salía para asegurarse de que ella estaba bien. Si fuese el Brendarid de siempre, nunca hubiese salido al escuchar el sonido de las ocas; habría esperado que otro lobo la hubiese atacado para así quedarse el a salvo. Su mente se confundía por momento a sí misma.
Cocinarlo... menuda tontería, la carne siempre sienta bien.- dijo casi para sí. Uno de sus mayores problemas ahora mismo era que toda la madera del bosque estaría mojada; encontrar leña para el fuego sería casi imposible.
El cielo seguía nublado y no tardaría en volver a llover, la tormenta no cesaría con tanta facilidad en su empeño. Podía oler la lluvia en el aire. Se levantó lentamente y suspiró, no sabía qué debía hacer ahora, desde luego no iba a meterse en el agua, por lo que decidió dejarla a ella con su carne cocinada para volver a la cueva a arreglar las mantas.
Recogió algunas de las que tenía colgadas en la pared y usó una aguja hecha de hueso e hilo de pelo que tenía guardado en la misma cesta donde dejaba la madera. Todo eso se lo había enseñado su madre antes de morir, ella sabía que en algún momento iba a necesitar esos conocimientos, y así era. Comenzó a tapar agujeros con unos movimientos bastante mecánicos, demostraba que llevaba media vida haciendo lo mismo.
La vida solitaria nunca había supuesto un problema, no es que le interesase por qué ella se metía en el agua o cocinaba la carne. Pero por alguna razón le importaba, y era algo que no soportaba. Llevaba mucho tiempo sin preocuparse por nadie que no fuera él mismo, y ahora salía para asegurarse de que ella estaba bien. Si fuese el Brendarid de siempre, nunca hubiese salido al escuchar el sonido de las ocas; habría esperado que otro lobo la hubiese atacado para así quedarse el a salvo. Su mente se confundía por momento a sí misma.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Cuando salió a la superficie ya no había nadie allí, se mordió el labio, Brendarid se había ido, se sintió extraña, como si le echase de menos de repente. Frunció el ceño, no, no podía dejar que su vida volviese a depender de alguien porque acabaría como todas las demás veces, rendida, angustiada y abandonada.
Salió lentamente del lago, no tenía prisa para nada, seguía pensando en todo lo que tenía que hacer. Debía volver pronto a Lunargenta para dejar todo hecho, se olía algo extraño por parte de La Manada y no les iba a dejar hacer lo que ellos quisieran. Buscó con la mirada a ver si Brendarid se había sentado cerca, pero no. Se encogió de hombros y se escurrió el pelo.
Hacía frío, y los árboles se habían calmado de la misma manera que lo habían hecho la noche anterior. Por un momento tuvo la necesidad de correr lejos de allí, y olvidarse para siempre de aquel encuentro, pero no podía. Había perdido la noción del tiempo y del espacio, se había quedado allí de pie mirando a la nada con los pies aún en la orilla del río cuando de repente una tropa de agua empezó a caer, rápido y fuerte.
Nana cerró los ojos dejándose empapar por la lluvia, tenía la piel erizada del frío y cada vez la tormenta era más fuerte. Estaba confusa y aquello le limpiaba la mente y el alma, su mente oscilaba entre salir corriendo o quedarse para siempre allí, esa oscilación de dos mentes en un solo cuerpo algún día la haría volverse loca.
No pasó mucho tiempo hasta que decidió volver a la cueva, empezaban a tiritarle los brazos del frío y Brendarid estaría preocupado por ella, o al menos eso pensó por un momento, luego se quitó esa idea de la cabeza y se encogió de hombros mientras caminaba hacia la cueva.
Allí Brendarid cosía las mantas rotas sentado en el suelo. Sonrió levemente al verle, por un momento pensó que había salido corriendo. Se acercó a él por detrás y le abrazó por el cuello apoyando el mentón sobre su hombro mirando curiosa cómo cosía las pieles.
-Oye Bren... -Le susurró desde su hombro. -Dentro de poco tendré que marchar de nuevo a la ciudad, dejé muchas cosas sin terminar allí. -Le dio un beso en la mejilla a modo de disculpa. -Puedes quedarte o venir conmigo, si quieres. -Sabía que no iba a ser fácil aquello, que él y el bosque tenían una conexión especial, pero ella tenía que ofrecérselo, al menos darle la oportunidad de cambiar su vida, de salir de allí y vivir aventuras, conocer a personas, todo aquello le ayudaría como en su momento le ayudó a ella. Tan iguales y a la vez tan diferentes, él tan encerrado en su mundo, ella tan de todas partes.
Salió lentamente del lago, no tenía prisa para nada, seguía pensando en todo lo que tenía que hacer. Debía volver pronto a Lunargenta para dejar todo hecho, se olía algo extraño por parte de La Manada y no les iba a dejar hacer lo que ellos quisieran. Buscó con la mirada a ver si Brendarid se había sentado cerca, pero no. Se encogió de hombros y se escurrió el pelo.
Hacía frío, y los árboles se habían calmado de la misma manera que lo habían hecho la noche anterior. Por un momento tuvo la necesidad de correr lejos de allí, y olvidarse para siempre de aquel encuentro, pero no podía. Había perdido la noción del tiempo y del espacio, se había quedado allí de pie mirando a la nada con los pies aún en la orilla del río cuando de repente una tropa de agua empezó a caer, rápido y fuerte.
Nana cerró los ojos dejándose empapar por la lluvia, tenía la piel erizada del frío y cada vez la tormenta era más fuerte. Estaba confusa y aquello le limpiaba la mente y el alma, su mente oscilaba entre salir corriendo o quedarse para siempre allí, esa oscilación de dos mentes en un solo cuerpo algún día la haría volverse loca.
No pasó mucho tiempo hasta que decidió volver a la cueva, empezaban a tiritarle los brazos del frío y Brendarid estaría preocupado por ella, o al menos eso pensó por un momento, luego se quitó esa idea de la cabeza y se encogió de hombros mientras caminaba hacia la cueva.
Allí Brendarid cosía las mantas rotas sentado en el suelo. Sonrió levemente al verle, por un momento pensó que había salido corriendo. Se acercó a él por detrás y le abrazó por el cuello apoyando el mentón sobre su hombro mirando curiosa cómo cosía las pieles.
-Oye Bren... -Le susurró desde su hombro. -Dentro de poco tendré que marchar de nuevo a la ciudad, dejé muchas cosas sin terminar allí. -Le dio un beso en la mejilla a modo de disculpa. -Puedes quedarte o venir conmigo, si quieres. -Sabía que no iba a ser fácil aquello, que él y el bosque tenían una conexión especial, pero ella tenía que ofrecérselo, al menos darle la oportunidad de cambiar su vida, de salir de allí y vivir aventuras, conocer a personas, todo aquello le ayudaría como en su momento le ayudó a ella. Tan iguales y a la vez tan diferentes, él tan encerrado en su mundo, ella tan de todas partes.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Casi había terminado de arreglar las mantas cuando escucho los pasos de Nana tras de el. Realmente no se esperaba esa reacción, algo le decía que ella acabaría yéndose, pero su instinto le falló esta vez. Al escuchar la proposición cesó lo que estaba haciendo, pero no separó la mirada de las pieles y repitió:
-Irme a la ciudad... con los humanos... ¿Puedo tomar la forma de lobo allí?- Olvidar su condición de licántropo era lo que más le preocupaba de mezclarse con humanos.
Se levantó y extendió la manta frente a el para comprobar que todo estaba bien remendado. Una vez estuvo seguro, se la colocó sobre los hombros a ella, ya que pudo percibir que temblaba por el frío. Se dirigió hacia donde estaban los restos fríos de la hoguera de la noche anterior, colocó la mano sobre las cenizas como esperando que volviesen a desprender calor.
-No puedo ofrecerte fuego para calentarte, toda la madera del bosque estará mojada. la
Guardó el hilo y la aguja dentro de la cesta de mimbre que debería estar llena de madera, pero que ahora solo conservaba pequeñas hojas sueltas y restos de corteza. No se creía lo que estaba haciendo, realmente se estaba planteando el partir hacia Lunargenta y abandonar el bosque. Se quedó allí, de cuclillas frente a una cesta vacía y pensando sobre lo que esa decisión podría significar; sabía que su vida era el bosque y que, de una forma u otra, acabaría volviendo a el, pues su alma era irreparablemente atraída por el aroma de los verdes árboles y el sonido del viento entra las hebras de hierba, algo que la ciudad no podía ofrecerle. Aunque quizás estuviera dispuesto a intentarlo.
-Irme a la ciudad... con los humanos... ¿Puedo tomar la forma de lobo allí?- Olvidar su condición de licántropo era lo que más le preocupaba de mezclarse con humanos.
Se levantó y extendió la manta frente a el para comprobar que todo estaba bien remendado. Una vez estuvo seguro, se la colocó sobre los hombros a ella, ya que pudo percibir que temblaba por el frío. Se dirigió hacia donde estaban los restos fríos de la hoguera de la noche anterior, colocó la mano sobre las cenizas como esperando que volviesen a desprender calor.
-No puedo ofrecerte fuego para calentarte, toda la madera del bosque estará mojada. la
Guardó el hilo y la aguja dentro de la cesta de mimbre que debería estar llena de madera, pero que ahora solo conservaba pequeñas hojas sueltas y restos de corteza. No se creía lo que estaba haciendo, realmente se estaba planteando el partir hacia Lunargenta y abandonar el bosque. Se quedó allí, de cuclillas frente a una cesta vacía y pensando sobre lo que esa decisión podría significar; sabía que su vida era el bosque y que, de una forma u otra, acabaría volviendo a el, pues su alma era irreparablemente atraída por el aroma de los verdes árboles y el sonido del viento entra las hebras de hierba, algo que la ciudad no podía ofrecerle. Aunque quizás estuviera dispuesto a intentarlo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Negó con la cabeza a su última afirmación, no necesitaba fuego para calentarse, estaba bien, pese al temblequeo el frío le era más o menos soportable. Se levantó del suelo y se acercó a una de las paredes de la cueva, cerca de la entrada, y con los ojos perdidos entre la inmensidad de la lluvia comenzó a divagar.
-No puedes transformarte a tu antojo allí, tienes que asegurarte de que nadie te ve, o se asustarán. -Respondió a su pregunta pero sin girarse a mirarle siquiera.
Apoyó la espalda en la pared y flexionó una de sus rodillas para apoyar allí su brazo. Se llevó la mano a la cabeza frotándose la frente mientras suspiraba, no se entendía a si misma, sentía que le faltaba el aire, agobiada, que le costaba respirar, tenía ganas de echar a correr mientras lloraba, jamás le había pasado aquello. La presión de sus responsabilidades cayó en sus hombros como rocas hundiéndola.
Ya no le importaba el frío que le helaba hasta los huesos, ni las preguntas estúpidas de Brendarid. Respiró hondo pero sentía que se le cerraban los pulmones al respirar, tenía ganas de gritarle al mundo.
Ladeaba la cabeza hacia la entrada de la cueva tapándose el rostro con el pelo para que su compañero no viese su angustia. Debía de encontrar una solución pronto o se volvería loca.
-No puedes transformarte a tu antojo allí, tienes que asegurarte de que nadie te ve, o se asustarán. -Respondió a su pregunta pero sin girarse a mirarle siquiera.
Apoyó la espalda en la pared y flexionó una de sus rodillas para apoyar allí su brazo. Se llevó la mano a la cabeza frotándose la frente mientras suspiraba, no se entendía a si misma, sentía que le faltaba el aire, agobiada, que le costaba respirar, tenía ganas de echar a correr mientras lloraba, jamás le había pasado aquello. La presión de sus responsabilidades cayó en sus hombros como rocas hundiéndola.
Ya no le importaba el frío que le helaba hasta los huesos, ni las preguntas estúpidas de Brendarid. Respiró hondo pero sentía que se le cerraban los pulmones al respirar, tenía ganas de gritarle al mundo.
Ladeaba la cabeza hacia la entrada de la cueva tapándose el rostro con el pelo para que su compañero no viese su angustia. Debía de encontrar una solución pronto o se volvería loca.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
No podía creerlo: los humanos se asustarían por algo tan absurdo; desde luego, nunca lograría entender a tan curiosos seres. Le dirigió una mirada de reojo, era evidente que estaba preocupada por algo, de alguna forma lo sabía. Nadie suspira así a menos que esté enfermo o tenga algo sobre lo que pensar.
-¡Eh! ¿por qué no lo sueltas y dejas de atormentarte por lo que sea que te pasa por la cabeza?- no entendía demasiado sobre cómo debía actuar una persona cuando se sentía así, el jamás tuvo más responsabilidades que la de cazar cada cierto tiempo y mantenerse con vida para cumplir una venganza que cada vez le resultaba más distante.
Se colocó de pie a su lado, mirando hacia el exterior de la cueva y en como volvía a caer la lluvia con fuerza. Cruzó los brazos sobre el pecho y no la miró, no veía la necesidad de insistir, si ella decidía que no iba a responderle, el consideraría que es porque malinterpretó sus acciones; no era el tipo de persona que insistía hasta que la otra cedía: si no se lo cuentas cuando pregunta, ya no se lo cuentes, porque probablemente no le importe dentro de dos minutos.
Los árboles se mecían con el viento y unas pocas gotas de lluvia entraban furtivamente en la protección de la cueva golpeando su rostro. La tormenta que estaba a punto de desatarse no tendría nada que envidiar a la de la noche anterior. Los truenos comenzaban a distinguirse a lo lejos, sin duda estarían allí en pocas horas, demostrando el poder que tiene la madre naturaleza para quitar todo aquello que nos da, si así lo desea.
-¡Eh! ¿por qué no lo sueltas y dejas de atormentarte por lo que sea que te pasa por la cabeza?- no entendía demasiado sobre cómo debía actuar una persona cuando se sentía así, el jamás tuvo más responsabilidades que la de cazar cada cierto tiempo y mantenerse con vida para cumplir una venganza que cada vez le resultaba más distante.
Se colocó de pie a su lado, mirando hacia el exterior de la cueva y en como volvía a caer la lluvia con fuerza. Cruzó los brazos sobre el pecho y no la miró, no veía la necesidad de insistir, si ella decidía que no iba a responderle, el consideraría que es porque malinterpretó sus acciones; no era el tipo de persona que insistía hasta que la otra cedía: si no se lo cuentas cuando pregunta, ya no se lo cuentes, porque probablemente no le importe dentro de dos minutos.
Los árboles se mecían con el viento y unas pocas gotas de lluvia entraban furtivamente en la protección de la cueva golpeando su rostro. La tormenta que estaba a punto de desatarse no tendría nada que envidiar a la de la noche anterior. Los truenos comenzaban a distinguirse a lo lejos, sin duda estarían allí en pocas horas, demostrando el poder que tiene la madre naturaleza para quitar todo aquello que nos da, si así lo desea.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
No se lo esperaba, Brendarid se había dado cuenta de su estado de ánimo, por un momento sintió que le iba a chillar como las demás veces y soltar alguna charla, pero no, se quedó ahí de pie frente a ella con los brazos cruzados. Sonrió por la preocupación que había mostrado.
-No sé si quiero volver. -Alzó la vista para mirarle a los ojos. -Debo volver, es mi vida, no la puedo dejar así como así pero por otra parte echo de menos esta vida. Levantarme, salir al lago, cazar, pasarme las horas muertas aquí y allá. -Los truenos se escuchaban, pero intentaba no pensar en ello, les tenía pánico.
-Tantas responsabilidades me vienen grandes. -Negó con la cabeza y encogió las rodillas pegándolas a su pecho y abrazándolas para entrar el calor, pero aún así, las rodillas estaban más frías que su pecho.
-No soy nadie para hacer tantas cosas, no sé ni qué hacer con mi vida, qué voy a saber yo hacer con este peso que me ha caído a los hombros. -Escondió la cabeza entre sus rodillas, al arquear la espalda notó como el aire frío entraba desde sus muslos y le erizaba la piel con un escalofrío.
Se sintió mejor, al menos había soltado todo lo que tenía dentro, pero aún así tenía la cabeza hecha un lío, mucho ruido, demasiado ruido, sentía que iba a explotar.
-No sé si quiero volver. -Alzó la vista para mirarle a los ojos. -Debo volver, es mi vida, no la puedo dejar así como así pero por otra parte echo de menos esta vida. Levantarme, salir al lago, cazar, pasarme las horas muertas aquí y allá. -Los truenos se escuchaban, pero intentaba no pensar en ello, les tenía pánico.
-Tantas responsabilidades me vienen grandes. -Negó con la cabeza y encogió las rodillas pegándolas a su pecho y abrazándolas para entrar el calor, pero aún así, las rodillas estaban más frías que su pecho.
-No soy nadie para hacer tantas cosas, no sé ni qué hacer con mi vida, qué voy a saber yo hacer con este peso que me ha caído a los hombros. -Escondió la cabeza entre sus rodillas, al arquear la espalda notó como el aire frío entraba desde sus muslos y le erizaba la piel con un escalofrío.
Se sintió mejor, al menos había soltado todo lo que tenía dentro, pero aún así tenía la cabeza hecha un lío, mucho ruido, demasiado ruido, sentía que iba a explotar.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Escuchó en silencio todo lo que ella tenía que decir sin dejar de contemplar la lluvia. Cuando ella hubo terminado, se giro para mirarla a los ojos, esta vez sí; colocó una mano sobre su hombro, señaló a su pecho y dijo:
-Haz lo que realmente quieras hacer, no lo que tengas que hacer. No sé qué peso es ese que recae sobre tus hombros, y aunque me lo explicases, probablemente no lo entendería.- sujetó su rostro con las manos y aumentó ligeramente el volumen de su voz- Si deseas salir y cazar, hazlo; si luego quieres dormir bajo un árbol; hazlo; y si deseas volver a la ciudad y solventar tus problemas,hazlo. Pero no malgastes tu vida cargando con algo por lo que no estás segura de querer luchar.
Hasta a el le parecían increíbles sus palabras, no habría escuchado a nadie que le dijese semejante sarta de tonterías, pero tampoco es que pensase diferente. La soltó y se sentó con las piernas cruzadas mirando de nuevo hacia fuera, las gotas de agua volvían a golpear suavemente su rostro. Soltó un enorme suspiro tras todo lo que acababa de decir, trataba de no pensar en sí mismo, pues las palabras que había usado para aleccionar a Nana, podrían ser válidas para el. Lo último que quería ahora era tener que preocuparse de nada.
Re rascó la mejilla y decidió que lo mejor que podía hacer era entretenerse haciendo absurdos dibujos con el dedo en la tierra. Solía hacer eso cuando los pensamientos estaban a punto de invadir su mente, era su mejor forma de dejarlo todo en blanco e impedir preocuparse por nada que en realizar lineas aleatorias.
-Haz lo que realmente quieras hacer, no lo que tengas que hacer. No sé qué peso es ese que recae sobre tus hombros, y aunque me lo explicases, probablemente no lo entendería.- sujetó su rostro con las manos y aumentó ligeramente el volumen de su voz- Si deseas salir y cazar, hazlo; si luego quieres dormir bajo un árbol; hazlo; y si deseas volver a la ciudad y solventar tus problemas,hazlo. Pero no malgastes tu vida cargando con algo por lo que no estás segura de querer luchar.
Hasta a el le parecían increíbles sus palabras, no habría escuchado a nadie que le dijese semejante sarta de tonterías, pero tampoco es que pensase diferente. La soltó y se sentó con las piernas cruzadas mirando de nuevo hacia fuera, las gotas de agua volvían a golpear suavemente su rostro. Soltó un enorme suspiro tras todo lo que acababa de decir, trataba de no pensar en sí mismo, pues las palabras que había usado para aleccionar a Nana, podrían ser válidas para el. Lo último que quería ahora era tener que preocuparse de nada.
Re rascó la mejilla y decidió que lo mejor que podía hacer era entretenerse haciendo absurdos dibujos con el dedo en la tierra. Solía hacer eso cuando los pensamientos estaban a punto de invadir su mente, era su mejor forma de dejarlo todo en blanco e impedir preocuparse por nada que en realizar lineas aleatorias.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Brendarid le habló y Nana clavaba sus ojos amarillos en los de él, aquel que necesitaba lecciones de vida ahora le daba una a ella, irónico pero cierto. No le faltaba razón pero las responsabilidades de Nana iban mucho más allá de simples problemas personales, había muchísimo más en juego.
-Hay un clan de lobos, se llaman la manada, tienen una prueba de acceso muy peculiar. -Se acomodó la manta que se le caía de los hombros y después le miró a los ojos de nuevo.
-Matan niños, ancianos, o cualquier persona que se les interponga en su camino. - No sabía muy bien como decirle aquello, ella estaba en su punto de mira y no sabía cuándo iban a ir a por ella. -Yo estoy en sus listas. -Le miró a los ojos de nuevo y suspiró.
Realmente no podían hacerle nada porque sabían quién era, pero podrían hacer que todo "pareciese un accidente" y acabar con ella.
-Quizá ahora no me busquen, de momento no pueden hacerme nada pero dentro de unos meses no sé qué será de mi. -Se encogió de hombros, no era precisamente lo que más le preocupaba, pero sentía que debía de decírselo, que necesitaba decírselo, quizá por eso no quería volver a la ciudad, si iba a morir pronto quería morir allí, en su casa.
No quería que Brendarid hiciese nada, tan solo con escucharla hacía suficiente, sabía que tampoco podría hacer mucho por ella. Apoyó el mentón en sus rodillas mientras miraba la lluvia.
-Hay un clan de lobos, se llaman la manada, tienen una prueba de acceso muy peculiar. -Se acomodó la manta que se le caía de los hombros y después le miró a los ojos de nuevo.
-Matan niños, ancianos, o cualquier persona que se les interponga en su camino. - No sabía muy bien como decirle aquello, ella estaba en su punto de mira y no sabía cuándo iban a ir a por ella. -Yo estoy en sus listas. -Le miró a los ojos de nuevo y suspiró.
Realmente no podían hacerle nada porque sabían quién era, pero podrían hacer que todo "pareciese un accidente" y acabar con ella.
-Quizá ahora no me busquen, de momento no pueden hacerme nada pero dentro de unos meses no sé qué será de mi. -Se encogió de hombros, no era precisamente lo que más le preocupaba, pero sentía que debía de decírselo, que necesitaba decírselo, quizá por eso no quería volver a la ciudad, si iba a morir pronto quería morir allí, en su casa.
No quería que Brendarid hiciese nada, tan solo con escucharla hacía suficiente, sabía que tampoco podría hacer mucho por ella. Apoyó el mentón en sus rodillas mientras miraba la lluvia.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Al escuchar semejante información no pudo menos que empezar a temblar y apretar sus puños y su mandíbula. Si eso era cierto, quizás ellos tengan algo que ver con la muerte de su familia en circunstancias tan extrañas. La miró a los ojos extremadamente serio y murmuró con los labios algo apretados por la ira contenida:
-¿Dónde están? Debo encontrarlos.
No podía creerlo, hace unas horas, ella misma le había dicho que la venganza no le llevaría a otro camino que no fuese el del dolor, pero ahora que tenía una pista medianamente sólida, no podía evitar el pensar que estaba cerca de cumplir su objetivo y vengar la muerte de sus padres haciendo correr sangre de licántropo hasta el río Tymer.
Su respiración se volvió pesada, la gran fiera de su interior gritaba y golpeaba las paredes de su mente para tratar de salir y hacer lo que se supone que debería hacer, pero no lo haría, no esta vez, podía controlarse. Decidió que quedarse sentado no le ayudaría a relajarse, por lo que se levantó bruscamente y se puso bajo la lluvia.
Allí todo parecía más claro, respiró profundamente y cerró los ojos tratando de sujetar a la fiera que luchaba por descontrolarse. Había aceptado la ayuda de Nana, se la había pedido, y no podía dejarse llevar por sus instintos animales tan fácilmente como lo llevaba haciendo tanto tiempo.
-¿Dónde están? Debo encontrarlos.
No podía creerlo, hace unas horas, ella misma le había dicho que la venganza no le llevaría a otro camino que no fuese el del dolor, pero ahora que tenía una pista medianamente sólida, no podía evitar el pensar que estaba cerca de cumplir su objetivo y vengar la muerte de sus padres haciendo correr sangre de licántropo hasta el río Tymer.
Su respiración se volvió pesada, la gran fiera de su interior gritaba y golpeaba las paredes de su mente para tratar de salir y hacer lo que se supone que debería hacer, pero no lo haría, no esta vez, podía controlarse. Decidió que quedarse sentado no le ayudaría a relajarse, por lo que se levantó bruscamente y se puso bajo la lluvia.
Allí todo parecía más claro, respiró profundamente y cerró los ojos tratando de sujetar a la fiera que luchaba por descontrolarse. Había aceptado la ayuda de Nana, se la había pedido, y no podía dejarse llevar por sus instintos animales tan fácilmente como lo llevaba haciendo tanto tiempo.
Brendarid
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Negó con la cabeza al escuchar a Brendarid, no podía dejar que se inmolara contra la manada, ni ella misma tenía la fuerza suficiente para luchar contra Thorbald y contra su esbirrlo, por no hablar del pequeño ejército de lobos que estaban montando.
Miró como Brendarid se levantaba y se iba hasta fuera con la lluvia ¿Qué le había picado? Estaba segura de que ella poco tenía que ver en su reacción, algo en el fondo le decía que volvía a desear venganza.
-No, no sé donde están, ni tengo la fuerza suficiente para enfrentarme a ellos. -Afirmó negando con la cabeza y se levantó desprendiéndose de las pieles que le había dejado. -Mucho menos vas a poder enfrentarte tú a ellos. -Le leyó la mente, sabía que pese a todo seguiría buscando venganza.
Frunció el ceño, verle preso de la ira la incomodaba, sentía miedo, miedo de perderle de repente. Sin pensarlo salió de la cueva y se plantó frente a él. Alzando la mirada hacia sus ojos negó con la cabeza.
-No vayas, por favor. -Allí, debajo de la lluvia su piel se volvía a erizar, el frío calaba sus entrañas pero poco importaba. -Bren por favor no lo hagas, quédate aquí, conmigo. -Le puso una mano sobre la mejilla negando suavemente con la cabeza.
Miró como Brendarid se levantaba y se iba hasta fuera con la lluvia ¿Qué le había picado? Estaba segura de que ella poco tenía que ver en su reacción, algo en el fondo le decía que volvía a desear venganza.
-No, no sé donde están, ni tengo la fuerza suficiente para enfrentarme a ellos. -Afirmó negando con la cabeza y se levantó desprendiéndose de las pieles que le había dejado. -Mucho menos vas a poder enfrentarte tú a ellos. -Le leyó la mente, sabía que pese a todo seguiría buscando venganza.
Frunció el ceño, verle preso de la ira la incomodaba, sentía miedo, miedo de perderle de repente. Sin pensarlo salió de la cueva y se plantó frente a él. Alzando la mirada hacia sus ojos negó con la cabeza.
-No vayas, por favor. -Allí, debajo de la lluvia su piel se volvía a erizar, el frío calaba sus entrañas pero poco importaba. -Bren por favor no lo hagas, quédate aquí, conmigo. -Le puso una mano sobre la mejilla negando suavemente con la cabeza.
Nana
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Re: Encuentros fortuitos [privado]
Bajó la cabeza al escuchar todo eso, suspiró y todo su cuerpo se relajó. No iría, aún no era el momento, tenía demasiado por hacer. Levantó la cabeza y le dedicó una de esas sonrisas casi imperceptibles al notar que ella le acariciaba la mejilla. Nunca había estado tan cerca y a la vez tan lejos.
-Está bien...- dijo con resignación- Me quedaré contigo, ¿ese Thorbald es tan poderoso como dices?
No podía creerlo, ahora dudaba más que nunca de irse del bosque, dudaba que vivir rodeado de humanos fuese a ayudarle de alguna manera a localizar a la manada. Dirigió su mirada hacia los hombros de Nana, donde pudo ver su piel erizada por el frío. Colocó el brazo rodeándola y volvió a dirigirla al interior de la cueva. No era necesario, nunca nadie se había preocupado por el, seguía pareciéndole algo extraño. Cogió la misma manta que ella había tirado y se lanzó.
-Si sigues saliendo a la lluvia así, acabarás enfermando.
Había logrado apaciguar a la bestia de su interior, la había sujetado el cuello y esta comprendió su derrota y agachó la cabeza, demostrando que, al menos esta vez, no interferiría. Sabía que no iba a durar mucho la calma, por mucho que tratase de controlarse, el lobo siempre estaría deseando degollar los cuellos de aquellos licántropos, aun a sabiendas de que sería una muerte más que segura.
-Está bien...- dijo con resignación- Me quedaré contigo, ¿ese Thorbald es tan poderoso como dices?
No podía creerlo, ahora dudaba más que nunca de irse del bosque, dudaba que vivir rodeado de humanos fuese a ayudarle de alguna manera a localizar a la manada. Dirigió su mirada hacia los hombros de Nana, donde pudo ver su piel erizada por el frío. Colocó el brazo rodeándola y volvió a dirigirla al interior de la cueva. No era necesario, nunca nadie se había preocupado por el, seguía pareciéndole algo extraño. Cogió la misma manta que ella había tirado y se lanzó.
-Si sigues saliendo a la lluvia así, acabarás enfermando.
Había logrado apaciguar a la bestia de su interior, la había sujetado el cuello y esta comprendió su derrota y agachó la cabeza, demostrando que, al menos esta vez, no interferiría. Sabía que no iba a durar mucho la calma, por mucho que tratase de controlarse, el lobo siempre estaría deseando degollar los cuellos de aquellos licántropos, aun a sabiendas de que sería una muerte más que segura.
Brendarid
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