[ENIGMA] La puerta perdida

Un grupo de elfos exploradores han decidido investigar uno de los mayores misteriors de Aerandir, las minas abandonadas de los Reinos del Oeste. Para poder hacerlo, pues según las leyendas son bastante peligrosas, han contratado un grupo de mercenarios humanos que los acompañan en la travesía.
Han conseguido recorrer un buen trecho de las minas sin problemas pero a medida que se introducían más en ellas encontraban bifucaciones, pero ése era el menor de sus problemas. Insectos gigantes, murciélagos, serpientes, e incluso criaturas que se creían extinguidas y que aún vivían en la completa oscuridad de la que fue el tesoro de muchos en tiempos antiguos. Sin embargo llegaron al final del camino, al final de uno de los muchísimos caminos y se llevaron una gran sorpresa, encontraron algo que no esperaban, una puerta con una gran calavera, una mano roja sobre la frente y un dibujo de un esqueleto y más calaveras, pero encima de la puerta había una inscripción en élfico.

El rumor se a expandido por Aerandir y los más valientes se adentran con los elfos a tratar de descubrir cuál es la solución a este enigma.

Si alguien valiente se disponía y llegaba hasta el final junto al grupo de elfos y mercenarios restantes éstos llegarían a ellos y allí los elfos les traducirían el texto íntegro y le pedirían si podía resolver el enigma que tenían delante pues habían probado de todo, incluso la fuerza, y la puerta no cedía. Debía de tener alguna cerradura mágica o alguna cosa por el estilo.

"Sellada queda esta puerta por siempre, hasta que los hijos de los que las sellaron necesiten abrirlas. Para estos, hijos nuestros, la llave está en vuestras manos."

Para Epilor.

Los elfos expectantes vieron como colocó la mano sobre la calavera y se llevaron una gran decepción al ver que no pasaba nada, ellos no lo habían intentado por miedo a si les pasaba algo, parecía que la puerta era maléfica con esos dibujos... pero por suerte no parecía más que una puerta normal y corriente con algún mencanismo para abrirla. Pero no era poner la mano encima, supuestamente.

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Para Tarken

Los elfos lo miraron extrañados.
- Pero amigo elfo, eso no creo que sea posible. - Dijo el que parecía el cabecilla del grupo. - Porque dice muy clara la inscripción que lo deja en las manos de los hijos de los elfos, no creo que ningún antepasado nuestro quisiese que cazásemos un vampiro para ponerlo aquí, es ilógico y peligroso, no me arriesgaré con eso a no ser que no nos quede otra alternativa, pero deberíamos probar más cosas.

Para Tarken.

Cuando puso la mano y recitó sus palabras no pasó absolutamente nada, la puerta no se movió, ni se abrió, ni hizo un ademán de hacerlo, eso sí, ahora la puerta se encontraba mejor de salud. Quizá debía probar de alguna otra forma.

- Habrá que seguir intentándolo.

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Para Epilor.

Epilor llevó la mano de uno de los elfos hasta la marca, y no pasó nada.

- Algo así ya lo habíamos probado antes... No, tiene que ser otra cosa.

Para Epilor.

Forcejeó la puerta, no dio resultado. Los elfos manosearon la puerta, tampoco funcionó para nada. Intentó girar el molde de la mano pero no pudo, incluso con su fuerza de bio-cibernético era demasiado duro para él. Esa puerta era demasiado sólida. ¿Qué contendría?

- Esto parece imposible... ¿qué habrá detrás? - preguntó un elfo. - Quizá no deberíamos abrirla... pero la curiosidad...

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Para Ébano.

Ébano lo intentó colocando sangre propia sobre la puerta, si bien consiguió mancharla de más rojo, no hubo más respuesta. Por otro lado los respetos tampoco funcionaron.

- ¿Sangre? No se nos había ocurrido, pero es tan poco probable que funcione que no sé si debía lesionarse intentándolo. Gracias igualmente... - comentó un elfo. - Sobre palabras, quizá sí que sirva, pero a saber cuáles eran las exactas. Si el texto está escrito en élfico deberían ser en el mismo idioma, pero no sé.

Sobre llaves o interruptores le comentaron que habían revisado a fondo la puerta y el lugar y nada que se le pareciese habían encontrado.

No fue necesario pronunciar nada pues cuando la mano ensangrentada del elfo tomó contacto con la mano de la puerta el color rojo inundó la misma, los bordes se volvieron todos del color carmesí y los ojos de la calavera se iluminaron.

- Hijo que abres la puerta, es bajo tu propia responsabilidad. - Dijo la calavera. Muchos de los presentes al escucharlo se asustaron e incluso otros se fueron corriendo pero aún quedaron un par de elfos y Epilor mientras abrían la puerta tirando hacia ellos.

La puerta se abrió y dejó paso a una terrible oscuridad, no se veía nada dos palmos más allá, lo que había dentro era desconocido, ninguno sabía lo que podrían encontrar y les daba miedo adentrarse, incluso a Epilor, un biocibernético, le causaba cierto respeto. Sin embargo ese momento de silencio, de asombro por ver lo que realmente era la completa oscuridad se vio truncado por los gritos en élfico y posteriormente en lenguaje común de un elfo que corría hacia ellos.

- ¡No abráis la puerta! ¡Las piedras guía están rotas! ¡Rotas! - Decía mientras intentaba tomar aliento, pero cuando llegó y se encontró con ésta cayó de rodillas, maldiciéndose por no haber sido más rápido.
- ¿Piedras guía? - Respondió el otro elfo. - ¿De qué estás hablando? No hemos encontrado ninguna.
- Parece ser que ha habido derrumbamientos, yo y otros cuantos hemos encontrado algunas piedras guía rotas. ¡Todas rotas! Y hemos deshecho el sello de la puerta... ¿Qué habrá dentro? Ya está hecho... lo mejor es que nos vayamos de aquí.
- Maldición, piedras guía rotas... esto no podría ser peor. - El elfo miró a Epilor. - Nos vamos de aquí ahora mismo, ¡Ya! - El elfo cerró la puerta como pudo y salió corriendo hacia la salida de las minas acompañado de los otros dos elfos.
Epilor por su parte si quería podía investigar la no muy recomendable puerta, pero quizá debía hacer caso a los avisos de los elfos, pues estaban hablando de piedras guías, que eran utilizadas en la antiguedad para crear grandes sellos que no debían ser destruidos bajo conceptos de excepcional necesidad.