Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Había perdido a su objetivo, su voluntad inquebrantable se veía doblegada por dos simples seres de carne, que sufrirían toda su ira sin medida. Se alzaría unos centímetros del suelo con el batir de sus alas, obteniendo gran velocidad por encima del hielo creando corrientes de nieve a su alrededor, la cual se removería bajo los pies del ser de sombra. Su cólera era absoluta, su decisión imparable. El demonio pronto daría alcance a la pareja de seres mundanos que se habían cruzado fatalmente en su camino por última vez.
Deteniéndose a unos metros de sus expectantes contrincantes se deleitaría por unos momentos de su mirada de terror, mas parecía que como el dragón, tenían la convicción suficiente como para enfrentarse a él, algo que lamentarían. Se acercaría poco a poco tendiendo su oscura mano hacia la bruja, quería ver el espectáculo de gritos, ver al elfo pedir clemencia arrodillado. Las sombras se tejerían a placer para el demonio para sorprender una vez más las leyes de la muerte y la natureleza por el resurgir de las sombras que pronto formarían una larga extension de sus dedos, largos látigos que lanzaría como un arañazo en el aire en dirección a Elen, uno de los cuales capturaría su tobillo y la acercaría al demonio que intentaría retener también sus otras extremidades cuando la arrastraba por la nieve, su final podía estar cercano si el ser de sombra así lo deseaba.
En un terrorífico silencio observaría la reacción del elfo a la espera de ver como todas sus esperanzas se desvanecían. Con un gesto de su mano alzaría a la bruja por encima de él antes de empezar a gesticular con lentitud, pronto notaría la fuerte presión sobre sus muñecas y sus tobillos.
___
Off: Tenéis pocos segundos para moveros antes de que el demonio os de alcance, aunque no para interrumpir su ataque. Por un lado, si Fedallah decide curar su herida no tendrá tiempo de atacar y advierto que los ataques físicos no le harán ningún daño (¿pista?). Elen, tu por tu lado estás imposibilitada para moverte, aunque aun puedes usar tu magia el éxito de la cual determinaría yo en mi siguiente post. El enemigo es difícil y cruel, suerte a ambos.
Deteniéndose a unos metros de sus expectantes contrincantes se deleitaría por unos momentos de su mirada de terror, mas parecía que como el dragón, tenían la convicción suficiente como para enfrentarse a él, algo que lamentarían. Se acercaría poco a poco tendiendo su oscura mano hacia la bruja, quería ver el espectáculo de gritos, ver al elfo pedir clemencia arrodillado. Las sombras se tejerían a placer para el demonio para sorprender una vez más las leyes de la muerte y la natureleza por el resurgir de las sombras que pronto formarían una larga extension de sus dedos, largos látigos que lanzaría como un arañazo en el aire en dirección a Elen, uno de los cuales capturaría su tobillo y la acercaría al demonio que intentaría retener también sus otras extremidades cuando la arrastraba por la nieve, su final podía estar cercano si el ser de sombra así lo deseaba.
En un terrorífico silencio observaría la reacción del elfo a la espera de ver como todas sus esperanzas se desvanecían. Con un gesto de su mano alzaría a la bruja por encima de él antes de empezar a gesticular con lentitud, pronto notaría la fuerte presión sobre sus muñecas y sus tobillos.
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Off: Tenéis pocos segundos para moveros antes de que el demonio os de alcance, aunque no para interrumpir su ataque. Por un lado, si Fedallah decide curar su herida no tendrá tiempo de atacar y advierto que los ataques físicos no le harán ningún daño (¿pista?). Elen, tu por tu lado estás imposibilitada para moverte, aunque aun puedes usar tu magia el éxito de la cual determinaría yo en mi siguiente post. El enemigo es difícil y cruel, suerte a ambos.
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Curarse no estaba dentro de sus posibilidades, aunque lo hubiera considerado desde que la hemorragia apareciera. La energía se le había drenado en un porcentaje importante, tras los esfuerzos y la pérdida de sangre, remediar sus heridas era renunciar al último vigor que le quedaba para emprender una carrera o enfrentar por última vez al enemigo.
Negó con la cabeza, con esos labios largos y estilizados que continuaban abrazando la serenidad. –Puedo hacer algo con mis heridas y las vuestras, pero será cuando el enemigo haya marchado- su tono de voz, claro y en sutil volumen no dejaba ver si aquello que pronunciaba era una real certeza, o una esperanza perdida. Cualquiera que fuera la inspiración que tuviera en ese instante para sus actos, parecia poco densa y traslucida, como una niebla incierta.
Levantó su mandoble, ligeramente… mientras las gotas de sangre que escurrían lentas y delgadísimas adornaban la hoja de metal. La miró entonces, como si de repente se diera cuenta de lo bella que era, y de todo lo que en ella habitaba y que constaba de toda la magia de sandorai, y el anhelo del corazón de su propio padre. El reflejo de la luna sobre la espada también la embellecía… y de pronto con la misma alma, se encontró mirando el rostro de Elen, cuya piel blanca, también era iluminada por la luna, y que tal como su espada, encerraba tanta magia y el hilo de una historia que no debía terminar.
Qué atención merecía entonces aquella sombra sin sustancia, sin identidad ni historia propia? ninguna. Todo lo que llena de oscuridad la tierra lo hace por que quienes vivimos en ella atendemos tales miserias, las hacemos nuestras y nos convertimos en ellas. Los ojos de Fedallah parecieron despertar de una oscura ilusión, y miraron tardíamente como aquella sombra se extendía para tomar entre sus tentáculos de tinieblas el frágil cuerpo de la bruja.
Sabia para entonces de sobra que, una mente blanca y un alma sin cadenas de odios y rencor pasaba desapercibida para la sombra, entonces, ¿cuál era el método más rápido para reducir a un ser a esa pureza, por lo menos en un instante? Empuñar un arma era en principio negativo, temer, aún más.
-Si no temo a la muerte ni a ti… ¿Qué placer ha de quedarte?- su espada se deslizó suavemente entre su mano hasta hundirse sobre la nieve, y comenzó a caminar observando únicamente a Elen. Aceleró finalmente su paso, extendió sus manos hacia la mujer cautiva, y tomándola bruscamente la atrajo lo suficiente para besarla, luchando para arrebatársela al que no tenia, quizás como él mismo, ningún derecho sobre ella.
Y así, envueltos por la sombra encolerizada consumó el acto, en una caricia que sus labios manifestaron sobre los ajenos con una dulzura contrastante a la rudeza de su agarre, en el último intento para vaciar la mente de su compañera, una mujer que bien podía representar todas las virtudes del ser humano, y por ende, podía ser amada por quien supiera ver, aunque fuera un solo y real instante.
Negó con la cabeza, con esos labios largos y estilizados que continuaban abrazando la serenidad. –Puedo hacer algo con mis heridas y las vuestras, pero será cuando el enemigo haya marchado- su tono de voz, claro y en sutil volumen no dejaba ver si aquello que pronunciaba era una real certeza, o una esperanza perdida. Cualquiera que fuera la inspiración que tuviera en ese instante para sus actos, parecia poco densa y traslucida, como una niebla incierta.
Levantó su mandoble, ligeramente… mientras las gotas de sangre que escurrían lentas y delgadísimas adornaban la hoja de metal. La miró entonces, como si de repente se diera cuenta de lo bella que era, y de todo lo que en ella habitaba y que constaba de toda la magia de sandorai, y el anhelo del corazón de su propio padre. El reflejo de la luna sobre la espada también la embellecía… y de pronto con la misma alma, se encontró mirando el rostro de Elen, cuya piel blanca, también era iluminada por la luna, y que tal como su espada, encerraba tanta magia y el hilo de una historia que no debía terminar.
Qué atención merecía entonces aquella sombra sin sustancia, sin identidad ni historia propia? ninguna. Todo lo que llena de oscuridad la tierra lo hace por que quienes vivimos en ella atendemos tales miserias, las hacemos nuestras y nos convertimos en ellas. Los ojos de Fedallah parecieron despertar de una oscura ilusión, y miraron tardíamente como aquella sombra se extendía para tomar entre sus tentáculos de tinieblas el frágil cuerpo de la bruja.
Sabia para entonces de sobra que, una mente blanca y un alma sin cadenas de odios y rencor pasaba desapercibida para la sombra, entonces, ¿cuál era el método más rápido para reducir a un ser a esa pureza, por lo menos en un instante? Empuñar un arma era en principio negativo, temer, aún más.
-Si no temo a la muerte ni a ti… ¿Qué placer ha de quedarte?- su espada se deslizó suavemente entre su mano hasta hundirse sobre la nieve, y comenzó a caminar observando únicamente a Elen. Aceleró finalmente su paso, extendió sus manos hacia la mujer cautiva, y tomándola bruscamente la atrajo lo suficiente para besarla, luchando para arrebatársela al que no tenia, quizás como él mismo, ningún derecho sobre ella.
Y así, envueltos por la sombra encolerizada consumó el acto, en una caricia que sus labios manifestaron sobre los ajenos con una dulzura contrastante a la rudeza de su agarre, en el último intento para vaciar la mente de su compañera, una mujer que bien podía representar todas las virtudes del ser humano, y por ende, podía ser amada por quien supiera ver, aunque fuera un solo y real instante.
Última edición por Fedallah el Jue Feb 19 2015, 00:30, editado 4 veces
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Fedallah negó con la cabeza, haciendo que las pocas esperanzas que tenía la bruja disminuyesen. Ella no tenía nada con que poder ayudarlo, aunque conocía perfectamente cómo elaborar el ungüento que lo sanaría, se reprochó interiormente su falta de previsión, tendría que haber fabricado uno antes de emprender su viaje. - Puedo hacer algo con mis heridas y las vuestras, pero será cuando el enemigo haya marchado.- dijo con calma, manteniendo un tono sutil.
En aquel momento la maga se enfrentó a la cruda realidad, después de ver de lo que era capaz aquel demonio, que había acabado con el enorme dragón rojo ante sus ojos, lo más probable era que ninguno de los dos saliese con vida de allí. Miró al elfo mientras él observaba el filo de su mandoble, ligeramente manchado con algunas gotas de su sangre. Quizá aquella fuese la última vez que lo viese, pero no podía pedir mejor compañero para aquella situación.
La enfurecida sombra se alzó ligeramente sobre la nieve, batió las alas y se lanzó hacia ellos, la hora de la verdad había llegado. Elen no se arrepentía de las acciones que la habían llevado hasta allí, se adelantó un poco y se mantuvo firme, alejando de sí el miedo y reemplazándolo por una fuerte decisión. Haría cuanto estuviese en su mano por detener a la criatura, dando todo el tiempo posible a Fedallah para que pudiese recuperarse un poco antes de actuar.
El demonio se detuvo a escasos metros de ellos, con intención de deleitarse a costa del terror que infundía, pero al no encontrar eso en ninguno empezó a acercarse, lentamente. Tendió una de sus manos hacia ella, de la que surgieron más sombras hasta formar unos largos látigos que lanzó rápidamente en su dirección, consiguiendo que uno de ellos le aprisionase el tobillo. La de cabellos cenicientos bajó la vista a la oscuridad que se cernía alrededor de su articulación, sosteniendo con fuerza la empuñadura de su espada.
La sombra comenzó a tirar de ella, haciéndola caer de espaldas sobre la nieve y empezando a arrastrarla por ella, acercándola cada vez más hacia sí. La repentina caída hizo que perdiese la espada de inmediato, mientras agitaba la pierna en un vano intento por liberarse de su atadura y se cubría el rostro con una mano para protegerse de las corrientes de nieve que se creaban alrededor del ser.
Pero pronto su libertad de movimiento se vio aún más reducida, el resto de látigos la alcanzaron, inmovilizándole el tobillo que aún tenía libre y las muñecas. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca, el demonio la alzó en el aire, quitándole todo posible apoyo que pudiese encontrar en el suelo. La de ojos verdes se resistió, tiró e intentó liberarse con todas sus fuerzas, hasta que la sombra empezó a ejercer una intensa presión sobre sus atrapadas extremidades.
Elen apretó los labios, ahogando un quejido de dolor que se escapaba de su garganta. No, no le daría el gusto de oírla gritar, aguantaría con estoicismo hasta el final, que ya parecía cercano. Por un momento deseó que la maldición le sirviese de algo, que la hiciera caer inconsciente en aquel momento para facilitarle el paso a la otra vida, a fin de cuentas los jinetes oscuros ganaban con ello lo que habían perseguido durante tanto tiempo.
La presión aumentó de nuevo, seguramente porque el demonio estaba deseoso de ver como la bruja se retorcía y aullaba de dolor, antes de terminar con ella. Pero aquello no ocurrió, la de cabellos cenicientos cerró con fuerza los ojos, de los que se escaparon unas pequeñas lágrimas que recorrieron sus mejillas.
Volvió a abrirlos de forma repentina un instante después, al tiempo que dirigía las manos hacia los látigos que le sujetaban las muñecas y se preparaba para un último intento de escapar. Liberó la electricidad a través de sus palmas, sin saber si aquello serviría de algo contra la sombra. Sintió como las firmes manos del elfo tiraban bruscamente de ella para alejarla del ser, acercándola hacia sí lo suficiente para que sus labios se quedasen a escasos centímetros de los de él.
La sorpresa se reflejó en su rostro al ver que Fedallah se acercaba aún más y unía sus labios a los de ella, besándola con una dulzura que contrastaba totalmente con la fuerza con que la mantenía agarrada, aunque era normal dado que el joven peleaba con la sombra para arrebatársela. Aquello era algo que no hubiese esperado en un momento tan crítico, pero no abandonaría la vida sin tener aquella experiencia. Y en cierto modo se alegraba de que fuese con él, un hombre que había demostrado su valor y entereza al enfrentarse con aquel monstruo por defender a una inocente.
Cerró los ojos y correspondió su beso con suavidad, descubriéndose a sí misma con los brazos rodeándole el cuello, no sabía qué hacer ya que aquella era la primera vez que besaba a alguien, y puede que fuese la única si la sombra salía victoriosa, así que simplemente se dejó llevar mientras su mente se vaciaba del resto de pensamientos, centrándose únicamente en la agradable sensación que le producía la caricia de los labios del de cabellos oscuros.
En aquel momento la maga se enfrentó a la cruda realidad, después de ver de lo que era capaz aquel demonio, que había acabado con el enorme dragón rojo ante sus ojos, lo más probable era que ninguno de los dos saliese con vida de allí. Miró al elfo mientras él observaba el filo de su mandoble, ligeramente manchado con algunas gotas de su sangre. Quizá aquella fuese la última vez que lo viese, pero no podía pedir mejor compañero para aquella situación.
La enfurecida sombra se alzó ligeramente sobre la nieve, batió las alas y se lanzó hacia ellos, la hora de la verdad había llegado. Elen no se arrepentía de las acciones que la habían llevado hasta allí, se adelantó un poco y se mantuvo firme, alejando de sí el miedo y reemplazándolo por una fuerte decisión. Haría cuanto estuviese en su mano por detener a la criatura, dando todo el tiempo posible a Fedallah para que pudiese recuperarse un poco antes de actuar.
El demonio se detuvo a escasos metros de ellos, con intención de deleitarse a costa del terror que infundía, pero al no encontrar eso en ninguno empezó a acercarse, lentamente. Tendió una de sus manos hacia ella, de la que surgieron más sombras hasta formar unos largos látigos que lanzó rápidamente en su dirección, consiguiendo que uno de ellos le aprisionase el tobillo. La de cabellos cenicientos bajó la vista a la oscuridad que se cernía alrededor de su articulación, sosteniendo con fuerza la empuñadura de su espada.
La sombra comenzó a tirar de ella, haciéndola caer de espaldas sobre la nieve y empezando a arrastrarla por ella, acercándola cada vez más hacia sí. La repentina caída hizo que perdiese la espada de inmediato, mientras agitaba la pierna en un vano intento por liberarse de su atadura y se cubría el rostro con una mano para protegerse de las corrientes de nieve que se creaban alrededor del ser.
Pero pronto su libertad de movimiento se vio aún más reducida, el resto de látigos la alcanzaron, inmovilizándole el tobillo que aún tenía libre y las muñecas. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca, el demonio la alzó en el aire, quitándole todo posible apoyo que pudiese encontrar en el suelo. La de ojos verdes se resistió, tiró e intentó liberarse con todas sus fuerzas, hasta que la sombra empezó a ejercer una intensa presión sobre sus atrapadas extremidades.
Elen apretó los labios, ahogando un quejido de dolor que se escapaba de su garganta. No, no le daría el gusto de oírla gritar, aguantaría con estoicismo hasta el final, que ya parecía cercano. Por un momento deseó que la maldición le sirviese de algo, que la hiciera caer inconsciente en aquel momento para facilitarle el paso a la otra vida, a fin de cuentas los jinetes oscuros ganaban con ello lo que habían perseguido durante tanto tiempo.
La presión aumentó de nuevo, seguramente porque el demonio estaba deseoso de ver como la bruja se retorcía y aullaba de dolor, antes de terminar con ella. Pero aquello no ocurrió, la de cabellos cenicientos cerró con fuerza los ojos, de los que se escaparon unas pequeñas lágrimas que recorrieron sus mejillas.
Volvió a abrirlos de forma repentina un instante después, al tiempo que dirigía las manos hacia los látigos que le sujetaban las muñecas y se preparaba para un último intento de escapar. Liberó la electricidad a través de sus palmas, sin saber si aquello serviría de algo contra la sombra. Sintió como las firmes manos del elfo tiraban bruscamente de ella para alejarla del ser, acercándola hacia sí lo suficiente para que sus labios se quedasen a escasos centímetros de los de él.
La sorpresa se reflejó en su rostro al ver que Fedallah se acercaba aún más y unía sus labios a los de ella, besándola con una dulzura que contrastaba totalmente con la fuerza con que la mantenía agarrada, aunque era normal dado que el joven peleaba con la sombra para arrebatársela. Aquello era algo que no hubiese esperado en un momento tan crítico, pero no abandonaría la vida sin tener aquella experiencia. Y en cierto modo se alegraba de que fuese con él, un hombre que había demostrado su valor y entereza al enfrentarse con aquel monstruo por defender a una inocente.
Cerró los ojos y correspondió su beso con suavidad, descubriéndose a sí misma con los brazos rodeándole el cuello, no sabía qué hacer ya que aquella era la primera vez que besaba a alguien, y puede que fuese la única si la sombra salía victoriosa, así que simplemente se dejó llevar mientras su mente se vaciaba del resto de pensamientos, centrándose únicamente en la agradable sensación que le producía la caricia de los labios del de cabellos oscuros.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La venganza ya era suya, arrancaría las extremidades de aquél ser de sangre con tal de escuchar unos gritos de agonía. Pronto ese deseo se vería reflejado en la intensidad con la que los látigos aprisionaban y tiraban desde cada extremo haciendo que la mujer ya no pudiese defenderse de aquél agarre, no obstante la bruja le provocaría con una intensa descarga que no haría sino colerizar al ser de sombra, que aunque aflojaría su agarre dejaría ir un chillido que revelaría su malvada voluntad para con quién le había producido ese daño.
El elfo agarraría a su compañera sin mostrar miedo alguno y aunque en un principio aun seguía bajo el agarre, al fundirse ambas auras en una blanca y luminosa, supondría un destello de luz demasiado desagradable para el demonio, algo que le cegaría y le encolerizara por igual. Agitando su mano con violencia separaría a Elen para agitarla en los aires antes de lanzarla varios metros alejada en la nieve, percibiendo que cuanto más alejada se encontraba de su compañero más visible se volvía ella, mientras que el elfo se volvía vulnerable. Se giraría en busca del portador de aquella aura que con el dolor de la mujer se volvería ahora más visible para el Demonio sombrío, que levantaba su mano provocando un remolino similar al que el dragón rojo se había enfrentado, siendo el fuerte viento y los susurros en demoníaco que provocaban que las sombras cediesen a su placer fuera lo único que el elfo escucharía. Ahora ese hombre suponía una amenaza, por ínfimo que hubiese sido el momento en que había sentido verdadero dolor y repelo, debía terminarlo a prisa.
Con su víctima observando con impotencia el poder sin límite que poseía el demonio, este no ignoraría la presencia de los dos dragones que se aproximaban en el cielo, los cuales se acercarían veloces cortando el aire y con rugidos llenos de cólera por su compañero caído, rugidos que clamaban venganza por la oscuridad que se había extendido en aquella noche, la sangre que se estaba vertiendo. Mas aquella cólera era en vano, cuando el elfo hubiese sentido la muerte más próxima que nunca, observaría como el torrente de oscuridad acumulada se dirigiría hacia uno de los dragones, con dificultad por la nocturnidad que les rodeaba, podrían apenas percibir como las sombras escalaban los cielos en busca de su presa, chocando contra el pecho del primero de los dragones, desgarrando parte de su ala y haciéndole caer en picado sobre la nieve, mientras el segundo encolerizaba para más placer del demonio, que consciente de que el brillante astro que tanto temía estaba apunto de surgir, giraría su cabeza por un instante en dirección al elfo.
Con un simple golpe de su garra le bastó para empujarle varios metros y hacerle chocar contra uno de los árboles, un recipiente demasiado puro e indigno en comparación al encolerizado dragón de color esmeralda que restaba en los aires y ahora dirigía su ígneo aliento en dirección al demonio, que emprendería un ágil vuelo alrededor del dragón, haciendo que aunque las llamas le siguieran aleatoramiente quemando árboles e impregnando el suelo en varias ocasiones, pronto su aliento se apagaría para que el demonio se postrara ante la faz del dragón, introduciendo sin mesura su garra en la mandíbula del hombre dragón, que caería en picado quedando boca arriba sobre la llanura, con el demonio encima de su pecho, el dragón pondría los ojos en blanco y se retorcería por el dolor que el demonio le hacía sentir cuando quería poseerlo.
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Off: Carta blanca, deberéis esquivar o protegeros en algún momento de vuestros posts las llamas del dragón y abandonar los árboles cercanos, de lo contrario sufriréis quemaduras por fuego dragón. Al final de vuestro turno empezará a amanecer.
El elfo agarraría a su compañera sin mostrar miedo alguno y aunque en un principio aun seguía bajo el agarre, al fundirse ambas auras en una blanca y luminosa, supondría un destello de luz demasiado desagradable para el demonio, algo que le cegaría y le encolerizara por igual. Agitando su mano con violencia separaría a Elen para agitarla en los aires antes de lanzarla varios metros alejada en la nieve, percibiendo que cuanto más alejada se encontraba de su compañero más visible se volvía ella, mientras que el elfo se volvía vulnerable. Se giraría en busca del portador de aquella aura que con el dolor de la mujer se volvería ahora más visible para el Demonio sombrío, que levantaba su mano provocando un remolino similar al que el dragón rojo se había enfrentado, siendo el fuerte viento y los susurros en demoníaco que provocaban que las sombras cediesen a su placer fuera lo único que el elfo escucharía. Ahora ese hombre suponía una amenaza, por ínfimo que hubiese sido el momento en que había sentido verdadero dolor y repelo, debía terminarlo a prisa.
Con su víctima observando con impotencia el poder sin límite que poseía el demonio, este no ignoraría la presencia de los dos dragones que se aproximaban en el cielo, los cuales se acercarían veloces cortando el aire y con rugidos llenos de cólera por su compañero caído, rugidos que clamaban venganza por la oscuridad que se había extendido en aquella noche, la sangre que se estaba vertiendo. Mas aquella cólera era en vano, cuando el elfo hubiese sentido la muerte más próxima que nunca, observaría como el torrente de oscuridad acumulada se dirigiría hacia uno de los dragones, con dificultad por la nocturnidad que les rodeaba, podrían apenas percibir como las sombras escalaban los cielos en busca de su presa, chocando contra el pecho del primero de los dragones, desgarrando parte de su ala y haciéndole caer en picado sobre la nieve, mientras el segundo encolerizaba para más placer del demonio, que consciente de que el brillante astro que tanto temía estaba apunto de surgir, giraría su cabeza por un instante en dirección al elfo.
Con un simple golpe de su garra le bastó para empujarle varios metros y hacerle chocar contra uno de los árboles, un recipiente demasiado puro e indigno en comparación al encolerizado dragón de color esmeralda que restaba en los aires y ahora dirigía su ígneo aliento en dirección al demonio, que emprendería un ágil vuelo alrededor del dragón, haciendo que aunque las llamas le siguieran aleatoramiente quemando árboles e impregnando el suelo en varias ocasiones, pronto su aliento se apagaría para que el demonio se postrara ante la faz del dragón, introduciendo sin mesura su garra en la mandíbula del hombre dragón, que caería en picado quedando boca arriba sobre la llanura, con el demonio encima de su pecho, el dragón pondría los ojos en blanco y se retorcería por el dolor que el demonio le hacía sentir cuando quería poseerlo.
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Las manos de Elen alrededor de su cuello terminaron por arrastrarlo a una realidad muy lejana a la de la sombra, dónde sólo el tacto y la calidez de aquellos labios gobernaban sus intereses. La ternura, en su naturaleza de varón pronto derivó a una naciente pasión. La fragilidad del cuerpo de Elen envuelto por su amplios brazos le abrumaba positivamente, mientras la intensidad aumentaba de apoco en el movimiento de sus labios… todo eso encontró su fin pronto.
Como despertado bruscamente de un sueño insuficiente, Fedallah abrió sus ojos grises al instante que el cuerpo de Elen se alejaba violentamente sobre él, el plan había fallado… por lo menos en el sentido de volverse invisibles a su verdugo, aunque hubo un par de nuevas sensaciones que permanecieron en la conciencia del elfo. El demonio lo había inmovilizado, pues un inmenso número de sus tentáculos se le extendían sobre el cuerpo como las raíces de un árbol viejo. Controlando su respiración no pensó, ni reparó siquiera en la probabilidad que tenía Elen de huir al ser lanzada con tal intensidad, aquello ya estaba fuera de sus manos y de sus agotadas habilidades. Al parecer el fin que tendría su cuerpo sería el de aquel Elfo rubio sacrificado frente a su hija, y no era que se diera cobardemente por vencido… simplemente, encaraba el probable destino con aplomo, quizás una vez teniendo al demonio dentro, se abrirían otra serie de posibilidades.
-Al fin descubriste en donde tu poder resulta inútil… tan inútil como tu pasatiempo necio de muerte- Fedallah sonrió, sin alterarse.
Que cambio tan grotesco de circunstancias, pero al menos estaba agradecido de haber probado a travez de Elen, el “amor” planteado de un modo fugaz e intenso, muy diferente al que conocía.
Pero tal destino no encontró cabida, los Dragones aparecieron cortado el cielo con sus enormes alas, y la sombra, tal como un infante caprichoso, consideró los nuevos juguetes mucho más divertidos. El golpe que Fedallah se dio contra un árbol lo dejó un instante sin aire, y le volvió a encajar el dolor de la herida, que estando ya demasiado empapada era imposible considerar si se agravaba.
Levantó la cara para observar la nueva lucha, un espectáculo viejo que francamente no le interesó, si acaso le nació una ligera desesperación, fue por encontrar a la de cabellos blancos. Se levantó prontamente, y corrió como pudo hacia ella… encontrando su espada de camino aprovechó para enfundarla.
Una vezfrente a ella, la tomo de su delgado brazo para ayudarla a incorporarse –Estoy cansado de iniciar una huida tras otra, pero no quiero morir.- pronunció con un timbre humilde, pero de algún modo demasiado imponente. Miró el horizonte, que comenzaba a aclararse en una delgada línea reveladora, que de pronto se vio aumentada por el fuego dragón.
- Corre!… iré tras de ti…- ordenó apremiante, como si no la hubiera besado antes con tanta dulzura. Un velo de fuego comenzó a extenderse en la maleza más próxima a las bestias que luchaban, aquella que salía entre la nieve, haciendo que esta se derritiera velozmente. Fedallah emprendió su escape, el motivo por el que enviara primero a la bruja era porque claramente no podría seguirle el paso por demasiado tiempo, y esperaba que ella no se detuviera.
El instinto de supervivencia siempre sorprende a la voluntad de los seres, el fuego se extendía veloz… y aun así el elfo permaneció con vida, cuidando siempre la mancha que formaba frente a él la lejana silueta de Elen. El fuego quedó atrás… al igual que su sangre, su voluntad, y su consciencia.
El cuerpo del elfo se desplomó de cara a la nieve, al final de una fina estela carmesí.
Como despertado bruscamente de un sueño insuficiente, Fedallah abrió sus ojos grises al instante que el cuerpo de Elen se alejaba violentamente sobre él, el plan había fallado… por lo menos en el sentido de volverse invisibles a su verdugo, aunque hubo un par de nuevas sensaciones que permanecieron en la conciencia del elfo. El demonio lo había inmovilizado, pues un inmenso número de sus tentáculos se le extendían sobre el cuerpo como las raíces de un árbol viejo. Controlando su respiración no pensó, ni reparó siquiera en la probabilidad que tenía Elen de huir al ser lanzada con tal intensidad, aquello ya estaba fuera de sus manos y de sus agotadas habilidades. Al parecer el fin que tendría su cuerpo sería el de aquel Elfo rubio sacrificado frente a su hija, y no era que se diera cobardemente por vencido… simplemente, encaraba el probable destino con aplomo, quizás una vez teniendo al demonio dentro, se abrirían otra serie de posibilidades.
-Al fin descubriste en donde tu poder resulta inútil… tan inútil como tu pasatiempo necio de muerte- Fedallah sonrió, sin alterarse.
Que cambio tan grotesco de circunstancias, pero al menos estaba agradecido de haber probado a travez de Elen, el “amor” planteado de un modo fugaz e intenso, muy diferente al que conocía.
Pero tal destino no encontró cabida, los Dragones aparecieron cortado el cielo con sus enormes alas, y la sombra, tal como un infante caprichoso, consideró los nuevos juguetes mucho más divertidos. El golpe que Fedallah se dio contra un árbol lo dejó un instante sin aire, y le volvió a encajar el dolor de la herida, que estando ya demasiado empapada era imposible considerar si se agravaba.
Levantó la cara para observar la nueva lucha, un espectáculo viejo que francamente no le interesó, si acaso le nació una ligera desesperación, fue por encontrar a la de cabellos blancos. Se levantó prontamente, y corrió como pudo hacia ella… encontrando su espada de camino aprovechó para enfundarla.
Una vezfrente a ella, la tomo de su delgado brazo para ayudarla a incorporarse –Estoy cansado de iniciar una huida tras otra, pero no quiero morir.- pronunció con un timbre humilde, pero de algún modo demasiado imponente. Miró el horizonte, que comenzaba a aclararse en una delgada línea reveladora, que de pronto se vio aumentada por el fuego dragón.
- Corre!… iré tras de ti…- ordenó apremiante, como si no la hubiera besado antes con tanta dulzura. Un velo de fuego comenzó a extenderse en la maleza más próxima a las bestias que luchaban, aquella que salía entre la nieve, haciendo que esta se derritiera velozmente. Fedallah emprendió su escape, el motivo por el que enviara primero a la bruja era porque claramente no podría seguirle el paso por demasiado tiempo, y esperaba que ella no se detuviera.
El instinto de supervivencia siempre sorprende a la voluntad de los seres, el fuego se extendía veloz… y aun así el elfo permaneció con vida, cuidando siempre la mancha que formaba frente a él la lejana silueta de Elen. El fuego quedó atrás… al igual que su sangre, su voluntad, y su consciencia.
El cuerpo del elfo se desplomó de cara a la nieve, al final de una fina estela carmesí.
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Aquel beso consiguió que ambos dejasen de lado por un momento todo lo que ocurría a su alrededor, centrándose únicamente en las sensaciones que la caricia entre sus labios les provocaba. La delicadeza inicial fue desapareciendo, para dar paso a la pasión, sensación que para la de cabellos cenicientos resultaba totalmente nueva. Era algo extraño y difícil de describir con palabras, la bruja solo quería que aquel instante se alargase, mientras los firmes brazos del elfo la rodeaban, envolviéndola en un reconfortante abrazo.
La sombra no pareció nada contenta con aquel gesto, quizá porque un acto como aquel, tan contrario al odio del que se alimentaba, le hacía daño. Agitó violentamente la mano con que la mantenía sujeta, apartándola con brusquedad de Fedallah y zarandeándola en el aire furiosamente, como si de una muñeca de trapo se tratase. Terminó lanzándola hacia la nieve para alejarla de su compañero, de modo que su cuerpo volase varios metros antes de aterrizar dolorosamente contra el blanco manto.
Cayó de espaldas sobre la fría nieve, emitiendo un quejido de dolor por el impacto. Los zarandeos de aquella criatura la dejaron mareada, haciendo que todo lo diese vueltas. Hizo un esfuerzo por girarse, de modo que su cuerpo quedase apoyado sobre uno de sus costados y le permitiese ver lo que ocurría, aunque hubiese sido mejor no mirar. Un oscuro remolino de sombras se cernía sobre el elfo, mientras unas fuertes corrientes de viento se creaban a su alrededor, haciendo casi imposible acercarse a él.
El sonido de dos pares de alas al batirse llamó su atención, haciendo que desviase la vista hacia el par de dragones que acudían en su ayuda, Astaldo lo había logrado, había llegado a Dundarak con la niña, poniéndola relativamente a salvo. Las enormes criaturas aladas rugieron con furia, por el compañero que había caído a causa de aquel ser de sombra, que hasta el momento parecía invencible.
- Quizá entre los dos puedan terminar con todo esto. - pensó, aunque sin mucha convicción. Aquella sombra había demostrado sobradamente lo poderosa que era, y a la maga le resultaba difícil imaginar que algo pudiese vencerla. Sus temores se vieron confirmados al atisbar como el demonio se valía de la oscuridad para alzarse y alcanzar al primer dragón, hiriéndolo en un ala y haciendo que cayese en picado, acto que enfureció aún más al otro que volaba con él. El caballero restante comenzó a atacar al demonio con su fuego dragón, que comenzó a extenderse por los árboles y estuvo a punto de alcanzarla, Elen rodó por la nieve justo a tiempo para esquivarlo.
El sol saldría en breve, iluminando la terrible escena de muerte que aquel ser dejaba a su paso, aunque aquello facilitaría un poco la situación a los que intentaban combatirlo, que ahora solo podían verlo de forma difusa. El demonio lanzó a Fedallah contra unos árboles, más interesado en poseer al dragón que aún quedaba en el aire que en terminar con el elfo, de lo que seguramente se encargaría cuando hubiese ocupado un nuevo recipiente.
El de cabellos negros se levantó y corrió hacia ella como pudo, para ayudarla a levantarse e instarla a huir de nuevo, al menos mientras pudiesen. La ordenó que corriese, añadiendo que él iría tras ella, a lo que la hechicera obedeció y comenzó a correr, primero hacia el lugar donde yacía su espada para recuperarla, y luego en dirección a Dundarak, que era el único sitio cercano.
La maga notó enseguida como el cansancio le pasaba factura, pero avanzó tan rápido como le permitieron las piernas, confiando en que su compañero se mantuviese cerca de ella. Escuchó un extraño ruido a su espalda, que la hizo girarse de inmediato, para ver qué pasaba. La visión del cuerpo del elfo tendido sobre la nieve la hizo palidecer, echó a correr en su dirección y observó con preocupación la estela de sangre que había dejado.
Se arrodilló a su lado y lo giró para dejarlo boca arriba, retirándole la nieve del rostro y dándole unas leves palmadas en la mejilla, en un vano intento por hacerlo reaccionar. - No, vamos no te rindas ahora Fedallah. - dijo con un hilo de voz, antes de apartar la tela que le cubría la herida para ver la gravedad de la misma. Llevaba rato perdiendo sangre y aquello había terminado debilitándolo, tendrían que haber actuado antes para evitar que aquello pasara.
Desabotonó su abrigo y sacó uno de los brazos, para arrancar bruscamente una de las mangas de su camisa y usarla para taponar la herida. Colocó la tela de forma que comprimiese la zona y lo aseguró usando su cinturón, para que no se moviese de aquel lugar. Una vez hecho esto volvió a cerrar su abrigo de piel y tiró de él hasta dejarlo sentado, de modo que pudiese deslizar las manos por debajo de los brazos del elfo para arrastrarlo lejos de allí.
En cuanto comenzó a tirar de su cuerpo, pudo ver a la sombra intentando poseer al dragón, que había caído a la nieve y se retorcía de dolor. - Otra vez no… ¡Fedallah, vamos reacciona! - exclamó, haciendo acopio de las escasas energías que le quedaban para apartarlo de aquel ser, aunque el cansancio y la poca fuerza que caracterizaba a su raza no se lo pondrían fácil.
La sombra no pareció nada contenta con aquel gesto, quizá porque un acto como aquel, tan contrario al odio del que se alimentaba, le hacía daño. Agitó violentamente la mano con que la mantenía sujeta, apartándola con brusquedad de Fedallah y zarandeándola en el aire furiosamente, como si de una muñeca de trapo se tratase. Terminó lanzándola hacia la nieve para alejarla de su compañero, de modo que su cuerpo volase varios metros antes de aterrizar dolorosamente contra el blanco manto.
Cayó de espaldas sobre la fría nieve, emitiendo un quejido de dolor por el impacto. Los zarandeos de aquella criatura la dejaron mareada, haciendo que todo lo diese vueltas. Hizo un esfuerzo por girarse, de modo que su cuerpo quedase apoyado sobre uno de sus costados y le permitiese ver lo que ocurría, aunque hubiese sido mejor no mirar. Un oscuro remolino de sombras se cernía sobre el elfo, mientras unas fuertes corrientes de viento se creaban a su alrededor, haciendo casi imposible acercarse a él.
El sonido de dos pares de alas al batirse llamó su atención, haciendo que desviase la vista hacia el par de dragones que acudían en su ayuda, Astaldo lo había logrado, había llegado a Dundarak con la niña, poniéndola relativamente a salvo. Las enormes criaturas aladas rugieron con furia, por el compañero que había caído a causa de aquel ser de sombra, que hasta el momento parecía invencible.
- Quizá entre los dos puedan terminar con todo esto. - pensó, aunque sin mucha convicción. Aquella sombra había demostrado sobradamente lo poderosa que era, y a la maga le resultaba difícil imaginar que algo pudiese vencerla. Sus temores se vieron confirmados al atisbar como el demonio se valía de la oscuridad para alzarse y alcanzar al primer dragón, hiriéndolo en un ala y haciendo que cayese en picado, acto que enfureció aún más al otro que volaba con él. El caballero restante comenzó a atacar al demonio con su fuego dragón, que comenzó a extenderse por los árboles y estuvo a punto de alcanzarla, Elen rodó por la nieve justo a tiempo para esquivarlo.
El sol saldría en breve, iluminando la terrible escena de muerte que aquel ser dejaba a su paso, aunque aquello facilitaría un poco la situación a los que intentaban combatirlo, que ahora solo podían verlo de forma difusa. El demonio lanzó a Fedallah contra unos árboles, más interesado en poseer al dragón que aún quedaba en el aire que en terminar con el elfo, de lo que seguramente se encargaría cuando hubiese ocupado un nuevo recipiente.
El de cabellos negros se levantó y corrió hacia ella como pudo, para ayudarla a levantarse e instarla a huir de nuevo, al menos mientras pudiesen. La ordenó que corriese, añadiendo que él iría tras ella, a lo que la hechicera obedeció y comenzó a correr, primero hacia el lugar donde yacía su espada para recuperarla, y luego en dirección a Dundarak, que era el único sitio cercano.
La maga notó enseguida como el cansancio le pasaba factura, pero avanzó tan rápido como le permitieron las piernas, confiando en que su compañero se mantuviese cerca de ella. Escuchó un extraño ruido a su espalda, que la hizo girarse de inmediato, para ver qué pasaba. La visión del cuerpo del elfo tendido sobre la nieve la hizo palidecer, echó a correr en su dirección y observó con preocupación la estela de sangre que había dejado.
Se arrodilló a su lado y lo giró para dejarlo boca arriba, retirándole la nieve del rostro y dándole unas leves palmadas en la mejilla, en un vano intento por hacerlo reaccionar. - No, vamos no te rindas ahora Fedallah. - dijo con un hilo de voz, antes de apartar la tela que le cubría la herida para ver la gravedad de la misma. Llevaba rato perdiendo sangre y aquello había terminado debilitándolo, tendrían que haber actuado antes para evitar que aquello pasara.
Desabotonó su abrigo y sacó uno de los brazos, para arrancar bruscamente una de las mangas de su camisa y usarla para taponar la herida. Colocó la tela de forma que comprimiese la zona y lo aseguró usando su cinturón, para que no se moviese de aquel lugar. Una vez hecho esto volvió a cerrar su abrigo de piel y tiró de él hasta dejarlo sentado, de modo que pudiese deslizar las manos por debajo de los brazos del elfo para arrastrarlo lejos de allí.
En cuanto comenzó a tirar de su cuerpo, pudo ver a la sombra intentando poseer al dragón, que había caído a la nieve y se retorcía de dolor. - Otra vez no… ¡Fedallah, vamos reacciona! - exclamó, haciendo acopio de las escasas energías que le quedaban para apartarlo de aquel ser, aunque el cansancio y la poca fuerza que caracterizaba a su raza no se lo pondrían fácil.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
El brillante astro pronto tomaría la llanura, aquello hacía que las prisas del ser de sombra se vieran aumentadas, el recipiente dragón debía ser suyo, pronto encontraría a la niña en la ciudad de los caballeros. La voluntad del hombre dragón era grande pero no lo suficiente. Su garra entraría sin problema en las fauces del dragón que rugiría con dolor al recuperar la consciencia para ver la fatal imagen, el recipiente ya era suyo. Silencio.
El fuego dragón había cubierto los árboles y los soprendidos ojos de los espectadores podrían ver como incluso la nieve prendía ante la magnitud de ese fuego, habiendo varias filas de llamas incandescentes ahí donde llegara la vista del caballero, que ahora dotaba al ser demoníaco de visión física del mundo mortal, sintiendo sin ningún temor la caricia del sol sobre la piel, el dragón agitaría sus alas como si de un títere se tratase en busca de sus cada vez más debilitadas presas. El trote de los cercanos caballos sería el preludio al silbido de flechas de los caballeros montados que dispararían sin dudar al que había sido su compañero, formando un gran ruedo bajo el vuelo del dragón, intentarían sincronizarse para que cayese ante la llegada de un nuevo dragón totalmente blanco.
El recipiente apenas percibiría el dolor, tan solo miraría colérico a su alrededor, consciente de que se encontraba arrinconado, pretendería ahora huir, volando con gran velocidad hacia el oeste. Batiendo sus alas, bajaría en picado en pos de coger velocidad y escapar de sus perseguidores, encontrando tan solo una nueva hondonada de flechas que le haría que finalmente se precipitase contra el suelo, destruyendo algunos de los árboles quemados. Aun no le habían vencido, el dragón se mantendría sobre sus dos patas antes de dirigir el fuego hacia sus hermanos de orden, que ahora debían huir o perecer bajo el fuego dragón.
Buscaba con la vista a los culpables de todo aquello cuando los caballeros se dispersaban en varias direcciones antes de reorganizar el ataque, pronto el dragón blanco llegaría en la pasividad de su vuelo. Una fuerte ventisca pareció salir del interior del dragón, dejando apreciar el helado elemento caer en picado sobre su hermano fuera de control, haciendo que la escarcha le cubriera a medida que el dragón descendía para tomar su forma humana no muy lejos de donde ahora se encontraba el dragón congelado, ignorando como el resto de la caballería a las dos figuras semi congeladas y heridas que había no muy lejos de ellos.
- ¡General, hemos visto como nuestro hermano derribaba a sus compañeros de la avanzadilla y no hemos dudado! - Diría el líder de los caballeros a la figura del anciano que había revelado la transformación del dragón de hielo, que seguiría en silencio observando al dragón que había petrificado con su aliento. - Vosotros no habéis visto nada, no sabéis nada. - Diría sin más, requiriendo uno de los mandobles de sus compañeros al extender la mano. - Debe morir para acabar con el mal... - Dijo con total pasividad, ejecutando al dragón de un golpe seco, el hielo se partiría dejando caer la cabeza sobre la nieve, y con su muerte, la sombra resurgía.
El demonio vería el astro luminoso y emitiría un último aullido de desesperación, haciendo que los caballos se agitaran y corrieran en varias direcciones quedando tan solo el anciano cuya túnica y melenas blancas se verían agitadas por el fuerte viento que emanaba del ser que parecía padecer en gran medida, tendiendo su mano hacia Fedallah y Elen, dos últimos tentáculos recorrerían el suelo hacia ellos, les arrastraría con él a los abismos. En un aullido que no había cesado, el demonio arrastraría a quienes culpaba hacia su cuerpo cada vez más maltrecho, empezaría a quebrarse, haciendo que las sombras cayesen al suelo y lo atravesaran haciendo profundos agujeros. El anciano dragón impulsaría el mandoble para cortar lo que llevaría a los extraños a una muerte totalmente desconocida para los seres mundanos. El demonio se retorcería y finalmente se vería arrastrado a las profundidades.
- Esto no ha hecho más que empezar. - Diría el anciano mirando el agujero, más tarde requeriría que fuese tapiado con hielo, por ahora el sol era suficiente amparo contra aquél ser.- Hacía décadas que no debíamos enfrentarnos a tal maldad... ¿Qué corrupción ha podido despertar a la criatura, hemos decepcionado quizás a los dragones? - Se preguntaría dando la espalda a la pareja que había quedado no muy lejos del agujero mientras reflexionaba en voz alta. Pronto los caballeros que habían retomado el control de sus monturas regresaban para ver la escena y los rostros de los dos aventureros, suficientemente reveladores como para no hacer preguntas y seguir las instrucciones del general.- Volvemos a Dundarak, vosotros dos vendréis conmigo. - Ordenaría, sin saber la suerte que podía acontecerles cuando al tomar de nuevo su forma de dragón, arrastraba a ambos entre sus garras.
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El fuego dragón había cubierto los árboles y los soprendidos ojos de los espectadores podrían ver como incluso la nieve prendía ante la magnitud de ese fuego, habiendo varias filas de llamas incandescentes ahí donde llegara la vista del caballero, que ahora dotaba al ser demoníaco de visión física del mundo mortal, sintiendo sin ningún temor la caricia del sol sobre la piel, el dragón agitaría sus alas como si de un títere se tratase en busca de sus cada vez más debilitadas presas. El trote de los cercanos caballos sería el preludio al silbido de flechas de los caballeros montados que dispararían sin dudar al que había sido su compañero, formando un gran ruedo bajo el vuelo del dragón, intentarían sincronizarse para que cayese ante la llegada de un nuevo dragón totalmente blanco.
El recipiente apenas percibiría el dolor, tan solo miraría colérico a su alrededor, consciente de que se encontraba arrinconado, pretendería ahora huir, volando con gran velocidad hacia el oeste. Batiendo sus alas, bajaría en picado en pos de coger velocidad y escapar de sus perseguidores, encontrando tan solo una nueva hondonada de flechas que le haría que finalmente se precipitase contra el suelo, destruyendo algunos de los árboles quemados. Aun no le habían vencido, el dragón se mantendría sobre sus dos patas antes de dirigir el fuego hacia sus hermanos de orden, que ahora debían huir o perecer bajo el fuego dragón.
Buscaba con la vista a los culpables de todo aquello cuando los caballeros se dispersaban en varias direcciones antes de reorganizar el ataque, pronto el dragón blanco llegaría en la pasividad de su vuelo. Una fuerte ventisca pareció salir del interior del dragón, dejando apreciar el helado elemento caer en picado sobre su hermano fuera de control, haciendo que la escarcha le cubriera a medida que el dragón descendía para tomar su forma humana no muy lejos de donde ahora se encontraba el dragón congelado, ignorando como el resto de la caballería a las dos figuras semi congeladas y heridas que había no muy lejos de ellos.
- ¡General, hemos visto como nuestro hermano derribaba a sus compañeros de la avanzadilla y no hemos dudado! - Diría el líder de los caballeros a la figura del anciano que había revelado la transformación del dragón de hielo, que seguiría en silencio observando al dragón que había petrificado con su aliento. - Vosotros no habéis visto nada, no sabéis nada. - Diría sin más, requiriendo uno de los mandobles de sus compañeros al extender la mano. - Debe morir para acabar con el mal... - Dijo con total pasividad, ejecutando al dragón de un golpe seco, el hielo se partiría dejando caer la cabeza sobre la nieve, y con su muerte, la sombra resurgía.
El demonio vería el astro luminoso y emitiría un último aullido de desesperación, haciendo que los caballos se agitaran y corrieran en varias direcciones quedando tan solo el anciano cuya túnica y melenas blancas se verían agitadas por el fuerte viento que emanaba del ser que parecía padecer en gran medida, tendiendo su mano hacia Fedallah y Elen, dos últimos tentáculos recorrerían el suelo hacia ellos, les arrastraría con él a los abismos. En un aullido que no había cesado, el demonio arrastraría a quienes culpaba hacia su cuerpo cada vez más maltrecho, empezaría a quebrarse, haciendo que las sombras cayesen al suelo y lo atravesaran haciendo profundos agujeros. El anciano dragón impulsaría el mandoble para cortar lo que llevaría a los extraños a una muerte totalmente desconocida para los seres mundanos. El demonio se retorcería y finalmente se vería arrastrado a las profundidades.
- Esto no ha hecho más que empezar. - Diría el anciano mirando el agujero, más tarde requeriría que fuese tapiado con hielo, por ahora el sol era suficiente amparo contra aquél ser.- Hacía décadas que no debíamos enfrentarnos a tal maldad... ¿Qué corrupción ha podido despertar a la criatura, hemos decepcionado quizás a los dragones? - Se preguntaría dando la espalda a la pareja que había quedado no muy lejos del agujero mientras reflexionaba en voz alta. Pronto los caballeros que habían retomado el control de sus monturas regresaban para ver la escena y los rostros de los dos aventureros, suficientemente reveladores como para no hacer preguntas y seguir las instrucciones del general.- Volvemos a Dundarak, vosotros dos vendréis conmigo. - Ordenaría, sin saber la suerte que podía acontecerles cuando al tomar de nuevo su forma de dragón, arrastraba a ambos entre sus garras.
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Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Su conciencia viajaba de manera intermitente entre la realidad y el blanco total en lo que se convierte la perdida lenta de la vida. Atraído al punto en el que nada importa, ni para lamentarse ni para ser feliz. Si ese era el modo en el que habría de dejar aquel mágico y desequilibrado mundo, estaba satisfecho.
De pronto, las suaves y heladas manos de Elen se colocaron sobre él limpiándole el rostro, con un tacto tan agradable como el timbre de voz con el que le rogaba que resistiera. Pero el Elfo tampoco atendía ese llamado, a pesar de reconfortarse con la cercanía de alguna extraña manera. Ya no era dueño de su cuerpo débil, y apenas podía permanecer presente en su mente.
La de cabellos blancos se hizo cargo de sus heridas, y a duras penas lo obligo a ponerse de pie lentamente. El elfo se dominó por un instante, repartiendo por medio de la lenta y escasa sangre que le corría en las venas un poco de voluntad física. Pero eso apenas duro, sin ser suficiente se convirtieron en presas de la sombra que colérica chillaba su derrota.
Mientras la bruja curaba al elfo, se había desarrollado una batalla devastadora para el demonio… a la cual estos dos mortales débiles y amedrentados no prestaron atención. Pero esa batalla, fue la esperanza que estuvieran esperando a lo largo de esa terrible historia que se tejiera en la nieve, y por ahora, la esperanza tenia forma de anciano dragón.
Fedallah no fue un testigo sobrio, apenas abría ligeramente los ojos, dejando salir entre sus parpados débiles la luz de su mirada gris. De pronto el viento frio de una altitud agresiva le acariciaba la piel, se encontraba volando en las garras de un blanco Dragón, en su estado que no podía diferenciar de la muerte. Buscó a Elen en un cruce con la realidad, y encontrando su rostro no supo más ni siquiera de las fantasías de la consciencia.
De pronto despertó en una blanca habitación, ornamentada con sutil y orgánico gusto, claramente delatada por cierta ostentación como parte del palacio de Dundarak. Las heridas en el cuerpo le escocían, quizás comenzaban a cicatrizar tras el tiempo que había permanecido en cama, que bien podían ser un par de horas… o de días. Respiró profundamente, y pus una mano sobre el costado de su cuerpo en donde estuviera antes la más grave de sus heridas. Ahora yacía seca bajo suaves venajes de lino.
Poco a poco reconoció a las personas que se encontraban ahí, en recuperación o simple descanso. Gracias a los Dioses la pequeña estaba entre ellas, y Elen… la bruja a la que irónicamente le debía algo más que la preservación de su vida en tan oscuras circunstancias. Inmediatamente pensó en su noble caballo, Astaldo no le habia fallado.
Un anciano, con un halo de imponente sabiduría, y un poder distinto al que la sombra impusiera a su alrededor, se elevó por sobre todas las visiones. Lo miraba calmo, como si tuviera todo el tiempo de los universos para respirar y estudiarlo. Fedallah pronto adivinó que él era el dragón que lo había traído hasta ahí.
- Hantalë*… - pronunció con una relajada y tenue voz, hacienda una reverencia con su cabeza, ligera, como aquella posición reclinada de su cuerpo se lo permitía. Apenas dejo pasar unos segundos para dar paso a la confusión de los hechos, que ahora parecían un lejano sueño. –I gildor… mallo tulalyë?**... no ha desaparecido.- finalmente abandonó su lengua madre al darse cuenta que la había adoptado por impulso. Anqué la visión de aquel demonio no era algo que deseara recordar, sentía una mayor necesidad de saber lo que aquel anciano parecía conocer ya.
*-Gracias
**-La sombra… ¿de dónde ha venido?
De pronto, las suaves y heladas manos de Elen se colocaron sobre él limpiándole el rostro, con un tacto tan agradable como el timbre de voz con el que le rogaba que resistiera. Pero el Elfo tampoco atendía ese llamado, a pesar de reconfortarse con la cercanía de alguna extraña manera. Ya no era dueño de su cuerpo débil, y apenas podía permanecer presente en su mente.
La de cabellos blancos se hizo cargo de sus heridas, y a duras penas lo obligo a ponerse de pie lentamente. El elfo se dominó por un instante, repartiendo por medio de la lenta y escasa sangre que le corría en las venas un poco de voluntad física. Pero eso apenas duro, sin ser suficiente se convirtieron en presas de la sombra que colérica chillaba su derrota.
Mientras la bruja curaba al elfo, se había desarrollado una batalla devastadora para el demonio… a la cual estos dos mortales débiles y amedrentados no prestaron atención. Pero esa batalla, fue la esperanza que estuvieran esperando a lo largo de esa terrible historia que se tejiera en la nieve, y por ahora, la esperanza tenia forma de anciano dragón.
Fedallah no fue un testigo sobrio, apenas abría ligeramente los ojos, dejando salir entre sus parpados débiles la luz de su mirada gris. De pronto el viento frio de una altitud agresiva le acariciaba la piel, se encontraba volando en las garras de un blanco Dragón, en su estado que no podía diferenciar de la muerte. Buscó a Elen en un cruce con la realidad, y encontrando su rostro no supo más ni siquiera de las fantasías de la consciencia.
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De pronto despertó en una blanca habitación, ornamentada con sutil y orgánico gusto, claramente delatada por cierta ostentación como parte del palacio de Dundarak. Las heridas en el cuerpo le escocían, quizás comenzaban a cicatrizar tras el tiempo que había permanecido en cama, que bien podían ser un par de horas… o de días. Respiró profundamente, y pus una mano sobre el costado de su cuerpo en donde estuviera antes la más grave de sus heridas. Ahora yacía seca bajo suaves venajes de lino.
Poco a poco reconoció a las personas que se encontraban ahí, en recuperación o simple descanso. Gracias a los Dioses la pequeña estaba entre ellas, y Elen… la bruja a la que irónicamente le debía algo más que la preservación de su vida en tan oscuras circunstancias. Inmediatamente pensó en su noble caballo, Astaldo no le habia fallado.
Un anciano, con un halo de imponente sabiduría, y un poder distinto al que la sombra impusiera a su alrededor, se elevó por sobre todas las visiones. Lo miraba calmo, como si tuviera todo el tiempo de los universos para respirar y estudiarlo. Fedallah pronto adivinó que él era el dragón que lo había traído hasta ahí.
- Hantalë*… - pronunció con una relajada y tenue voz, hacienda una reverencia con su cabeza, ligera, como aquella posición reclinada de su cuerpo se lo permitía. Apenas dejo pasar unos segundos para dar paso a la confusión de los hechos, que ahora parecían un lejano sueño. –I gildor… mallo tulalyë?**... no ha desaparecido.- finalmente abandonó su lengua madre al darse cuenta que la había adoptado por impulso. Anqué la visión de aquel demonio no era algo que deseara recordar, sentía una mayor necesidad de saber lo que aquel anciano parecía conocer ya.
*-Gracias
**-La sombra… ¿de dónde ha venido?
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La bruja apenas consiguió mover el cuerpo de su compañero unos metros, mientras su vista se mantenía clavada en el dragón y la sombra, deseaba interiormente que la criatura no consiguiera poseerlo. Por desgracia pudo ver como lo lograba, el ser se introdujo en el cuerpo del caballero justo antes de que el sol saliese por el horizonte, iluminando la llanura. Agitó las alas y se giró hacia ellos, dispuesto a terminar de una vez con aquel par de molestos entrometidos que se habían interpuesto entre él y su objetivo.
Sin embargo, no tuvo ocasión de atacarlos, el sonido de unos cascos cercanos y la posterior lluvia de flechas se lo impidieron. Los recién llegados caballeros arrinconaron al dragón poseído, que viéndose rodeado intentó huir, pero una nueva descarga de flechas lo alcanzó, haciéndolo caer en picado contra unos árboles. La hechicera se detuvo, miró la escena con los ojos muy abiertos, sin poder creerse lo que estaba viendo.
Por primera vez desde que aquella pesadilla había comenzado, la sombra se había visto obligada a huir, y al no conseguirlo estaba a punto de ser vencida, aunque no se rendiría con facilidad. El dragón se puso sobre dos patas y lanzó una llamarada a los caballeros, en un intento por hacer retroceder a sus oponentes, que se dispersaron y reorganizaron de nuevo el ataque con rapidez.
Otro dragón totalmente blanco se acercaba a la escena, utilizó su helado elemento desde las alturas contra el poseído, al que dejó congelado, antes de descender y adoptar su forma humana. Uno de los caballeros se acercó para hablar con él, mientras el anciano de largos cabellos canos al igual que su barba, observaba en silencio al petrificado dragón que había sido poseído por la sombra.
Elen no consiguió escuchar lo que decían, pero se sorprendió al ver como el anciano ejecutaba al dragón que hasta hacía solo un rato había pertenecido a los suyos. - No hay forma de sacar a la sombra sin muerte. - musitó al comprender el por qué lo hacía. La criatura salió del recipiente y emitió un agudo aullido al encontrarse con el brillante astro que comenzaba a alzarse sobre la llanura. Los caballos huyeron espantados por aquel sonido, dejando al anciano solo frente al demonio, que volvió a lanzar sus tentáculos contra el elfo y la bruja, para arrastrarlos consigo.
Como había hecho antes con ella, las sombras se cernieron alrededor de los tobillos de ambos y comenzó a tirar, haciendo que cayesen de espaldas sobre la nieve. Los arrastró hacia sí, mientras su cuerpo comenzaba a quebrarse y su oscuro elemento atravesaba el suelo, creando profundos agujeros. La de cabellos cenicientos trató de liberarse, pero sus intentos no tuvieron éxito, ya veía la muerte cercana.
El anciano alzó su mandoble y cortó los tentáculos con que el ser intentaba llevarse a aquellos desconocidos, liberándolos de una muerte horrible. Elen intentó incorporarse, mientras escuchaba lo que el dragón decía acerca de aquella criatura, asegurando que aquello no sería el final. El resto de caballeros volvieron, tras recuperar sus monturas que habían huido por los aullidos de la sombra.
Nadie cuestionó las órdenes del anciano, volverían a Dundarak y tanto Fedallah como ella tendrían que acompañarlos. El general cambió de forma nuevamente y atrapó a los dos extraños entre sus garras, para llevarlos consigo hasta la ciudad de los dragones. La maga se sujetó como pudo, algo temerosa de caerse desde aquellas alturas, desvió la vista hacia el elfo y observó que seguía inconsciente, necesitaba ser atendido cuanto antes.
En cuestión de minutos llegaron a Dundarak, el anciano los liberó y volvió a adoptar su forma humana, antes de ordenar a sus hombres que trasladaran al herido a una de las habitaciones del palacio para que pudiese ser tratado adecuadamente de sus heridas. Elen lo siguió en silencio, entró en la estancia y tomó asiento en una silla cercana, mientras observaba como los caballeros depositaban a Fedallah sobre la cama.
Pronto apareció una enfermera, que retiró el cinturón y la manga de camisa que taponaban la herida para aplicarle un ungüento cicatrizante de rosa sangrante. Aquello escocería pero le ayudaría a cerrar el corte mucho más rápido, evitando de ese modo que siguiera perdiendo sangre. La mujer vendó el torso del elfo y luego se retiró de la habitación, tras hacer una reverencia al anciano, que los observaba en silencio.
- Gracias por habernos salvado la vida, pero todo lo ocurrido esta noche es difícil de asimilar, necesito algunas respuestas. - dijo con voz suave, antes de hacer una leve pausa. - Esa criatura de la llanura, ¿qué es? - se atrevió a preguntar tras unos instantes. - La niña era su objetivo desde el principio, quería usarla como recipiente ¿no es así? - prosiguió, mientras las imágenes de todo lo que había visto aquella noche pasaban por su mente. - Y si estoy en lo cierto, ¿para qué la quería? ¿Cuál puede ser el propósito de ese ser? - añadió, antes de que la puerta se abriese y la pequeña entrase por ella.
La bruja se alegró de ver que había logrado ponerse a salvo, pero si tal como el dragón blanco había dicho aquello no había hecho más que empezar, quizá la sombra volviese a por ella más adelante. - ¿Hay algún modo de vencerla? - preguntó de nuevo, antes de notar que su compañero comenzaba a despertarse. Fedallah los observó uno por uno, antes de centrar su atención en el anciano, al que comenzó a hablar en una lengua que la hechicera no conocía.
La de ojos verdes supuso que se trataba de su lengua materna, observó como el elfo se tanteaba los vendajes con una mano. - Cuidado, la herida aún se está cerrando, será mejor evitar movimientos bruscos. - musitó, para que no intentase incorporarse con rapidez, cosa que podría volver a abrir el corte. Tras estas palabras volvió a centrar su atención en la pequeña y el dragón, esperando las respuestas que podrían ayudarla a comprender mejor todo lo que habían vivido.
Sin embargo, no tuvo ocasión de atacarlos, el sonido de unos cascos cercanos y la posterior lluvia de flechas se lo impidieron. Los recién llegados caballeros arrinconaron al dragón poseído, que viéndose rodeado intentó huir, pero una nueva descarga de flechas lo alcanzó, haciéndolo caer en picado contra unos árboles. La hechicera se detuvo, miró la escena con los ojos muy abiertos, sin poder creerse lo que estaba viendo.
Por primera vez desde que aquella pesadilla había comenzado, la sombra se había visto obligada a huir, y al no conseguirlo estaba a punto de ser vencida, aunque no se rendiría con facilidad. El dragón se puso sobre dos patas y lanzó una llamarada a los caballeros, en un intento por hacer retroceder a sus oponentes, que se dispersaron y reorganizaron de nuevo el ataque con rapidez.
Otro dragón totalmente blanco se acercaba a la escena, utilizó su helado elemento desde las alturas contra el poseído, al que dejó congelado, antes de descender y adoptar su forma humana. Uno de los caballeros se acercó para hablar con él, mientras el anciano de largos cabellos canos al igual que su barba, observaba en silencio al petrificado dragón que había sido poseído por la sombra.
Elen no consiguió escuchar lo que decían, pero se sorprendió al ver como el anciano ejecutaba al dragón que hasta hacía solo un rato había pertenecido a los suyos. - No hay forma de sacar a la sombra sin muerte. - musitó al comprender el por qué lo hacía. La criatura salió del recipiente y emitió un agudo aullido al encontrarse con el brillante astro que comenzaba a alzarse sobre la llanura. Los caballos huyeron espantados por aquel sonido, dejando al anciano solo frente al demonio, que volvió a lanzar sus tentáculos contra el elfo y la bruja, para arrastrarlos consigo.
Como había hecho antes con ella, las sombras se cernieron alrededor de los tobillos de ambos y comenzó a tirar, haciendo que cayesen de espaldas sobre la nieve. Los arrastró hacia sí, mientras su cuerpo comenzaba a quebrarse y su oscuro elemento atravesaba el suelo, creando profundos agujeros. La de cabellos cenicientos trató de liberarse, pero sus intentos no tuvieron éxito, ya veía la muerte cercana.
El anciano alzó su mandoble y cortó los tentáculos con que el ser intentaba llevarse a aquellos desconocidos, liberándolos de una muerte horrible. Elen intentó incorporarse, mientras escuchaba lo que el dragón decía acerca de aquella criatura, asegurando que aquello no sería el final. El resto de caballeros volvieron, tras recuperar sus monturas que habían huido por los aullidos de la sombra.
Nadie cuestionó las órdenes del anciano, volverían a Dundarak y tanto Fedallah como ella tendrían que acompañarlos. El general cambió de forma nuevamente y atrapó a los dos extraños entre sus garras, para llevarlos consigo hasta la ciudad de los dragones. La maga se sujetó como pudo, algo temerosa de caerse desde aquellas alturas, desvió la vista hacia el elfo y observó que seguía inconsciente, necesitaba ser atendido cuanto antes.
En cuestión de minutos llegaron a Dundarak, el anciano los liberó y volvió a adoptar su forma humana, antes de ordenar a sus hombres que trasladaran al herido a una de las habitaciones del palacio para que pudiese ser tratado adecuadamente de sus heridas. Elen lo siguió en silencio, entró en la estancia y tomó asiento en una silla cercana, mientras observaba como los caballeros depositaban a Fedallah sobre la cama.
Pronto apareció una enfermera, que retiró el cinturón y la manga de camisa que taponaban la herida para aplicarle un ungüento cicatrizante de rosa sangrante. Aquello escocería pero le ayudaría a cerrar el corte mucho más rápido, evitando de ese modo que siguiera perdiendo sangre. La mujer vendó el torso del elfo y luego se retiró de la habitación, tras hacer una reverencia al anciano, que los observaba en silencio.
- Gracias por habernos salvado la vida, pero todo lo ocurrido esta noche es difícil de asimilar, necesito algunas respuestas. - dijo con voz suave, antes de hacer una leve pausa. - Esa criatura de la llanura, ¿qué es? - se atrevió a preguntar tras unos instantes. - La niña era su objetivo desde el principio, quería usarla como recipiente ¿no es así? - prosiguió, mientras las imágenes de todo lo que había visto aquella noche pasaban por su mente. - Y si estoy en lo cierto, ¿para qué la quería? ¿Cuál puede ser el propósito de ese ser? - añadió, antes de que la puerta se abriese y la pequeña entrase por ella.
La bruja se alegró de ver que había logrado ponerse a salvo, pero si tal como el dragón blanco había dicho aquello no había hecho más que empezar, quizá la sombra volviese a por ella más adelante. - ¿Hay algún modo de vencerla? - preguntó de nuevo, antes de notar que su compañero comenzaba a despertarse. Fedallah los observó uno por uno, antes de centrar su atención en el anciano, al que comenzó a hablar en una lengua que la hechicera no conocía.
La de ojos verdes supuso que se trataba de su lengua materna, observó como el elfo se tanteaba los vendajes con una mano. - Cuidado, la herida aún se está cerrando, será mejor evitar movimientos bruscos. - musitó, para que no intentase incorporarse con rapidez, cosa que podría volver a abrir el corte. Tras estas palabras volvió a centrar su atención en la pequeña y el dragón, esperando las respuestas que podrían ayudarla a comprender mejor todo lo que habían vivido.
Elen Calhoun
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La magnificencia del palacio de los hombres Dragón era dificil de detallar con palabras. Grandes dimensiones de piedra tallada con precisión admirable, gigantescas maravillas arquitectónicas con techos que parecían no tener fin. La luz blanca del sol norteño iluminaba todas las salas y salones en los que se reunían los hombres de la orden. El lugar donde se encontrarían los aventureros sería una de las habitaciones de la fortaleza, postrado el elfo en una confortable cama y un cálido fuego con el que recuperarse de su experiencia.
El anciano aguardaría en silencio en una paciencia que parecía infinita, debía demostrar total hospitalidad ya que estaba tratando con héroes sin importar las razas y orígenes de ambos extranjeros, algo que no hubiera acontecido en cualquier ocasión que hubiese podido imaginar aquél hombre de avanzada edad, de convicciones que creía demasiado bien forjadas. - Descansad, os quedaréis aquí hasta que podáis proseguir vuestro viaje. - Diría el imperativo el anciano, haciendo un gesto de la mano con tal de que el elfo no se levantara de la cama y la bruja tomase asiento.- Muchos han muerto en este día que recordaremos como fatídico. - Diría reposando sus manos sobre los hombros de la pequeña que estaba frente sí, escuchando entonces a la bruja peliblanca y las evidentes cuestiones que se había quedado a responder.
El anciano cerraría los ojos y se mesaría con suavidad la barba, dudaba si hacía lo correcto en contar aquellos secretos que tanto habían guardado, que creían males del pasado, se habían equivocado una vez más. - Es todo por nuestra culpa... - Se lamentaría aun con los ojos cerrados, cortando un silencio que había durado bastante rato.- Hemos fallado a la tierra que juramos proteger y las nuevas generaciones padecerán nuestro exceso de confianza. - Repetiría en voz alta la idea que perturbaba en todo momento su mente.- Son despojos de algo mucho mayor... Seres vestigiales de un mal antiguo que creíamos muerto. - Diría abriendo los ojos, para clavar su mirada en la bruja al hablar.- Demonios alimentados por la crueldad de los hombres, por las mismas sombras... Y con el único afán de sembrar un caos mayor a su paso en la tierra. - Continuó el venerable anciano.- Un instrumento que pudiese utilizar durante décadas, que no opusiese resistencia... Podría llegar a convertirse en un rey entre los hombres mediante engaños y traiciones... - Dijo, dirigiendo la mirada hacia la temblorosa niña, que incapaz de mediar palabra, marchaba a las faldas del anciano hacia la puerta.- Nosotros cuidaremos ahora de ella, pero antes de irnos...
- La espada de un hermano manchada por sangre de su gente, no es un instrumento que yo desee blandir nunca más, no merezco ya portar arma alguna. - Diría de espaldas a la pareja, alejando de él sus armas como si fuera una decisión que hubiese tomado en aquél instante. - Que os traigan mayor dicha en la larga vida que os queda, no como a este anciano. No las defraudéis y honradlas como yo no supe. - Sería lo último que diría antes de desarmarse sobre la mesa y abandonar aquella sala con presteza.
Nadie volvería a saber nunca más de aquél anciano, el general que renegaría de la orden para pasar la última década de su vida como ermitaño en las montañas. Si se escucharían no obstante rumores por todo Dundarak y el norte, un terrible mal que había asolado la vida de varios dragones pudo ser sofocado por la orden gracias a una bruja y un elfo que lucharon hasta el final por una tierra y una gente que no era la suya, una valiosa lección el orgullo de los hombres dragón tardaría en cicatrizar.
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Bueno, esto es el fin (a no ser...), no, es el fin al fin XD. Espero que hayáis disfrutado de este rol tanto como lo hice yo desde las sombras, pero no os voy a hacer esperar más:
-Fedallah recibes:
+ 10p. de exp +15p. por desarrollo en combate.
+200 aeros.
+
-Elen recibes:
+ 10p. de exp +15p. por desarrollo en combate.
+200 aeros.
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El anciano aguardaría en silencio en una paciencia que parecía infinita, debía demostrar total hospitalidad ya que estaba tratando con héroes sin importar las razas y orígenes de ambos extranjeros, algo que no hubiera acontecido en cualquier ocasión que hubiese podido imaginar aquél hombre de avanzada edad, de convicciones que creía demasiado bien forjadas. - Descansad, os quedaréis aquí hasta que podáis proseguir vuestro viaje. - Diría el imperativo el anciano, haciendo un gesto de la mano con tal de que el elfo no se levantara de la cama y la bruja tomase asiento.- Muchos han muerto en este día que recordaremos como fatídico. - Diría reposando sus manos sobre los hombros de la pequeña que estaba frente sí, escuchando entonces a la bruja peliblanca y las evidentes cuestiones que se había quedado a responder.
El anciano cerraría los ojos y se mesaría con suavidad la barba, dudaba si hacía lo correcto en contar aquellos secretos que tanto habían guardado, que creían males del pasado, se habían equivocado una vez más. - Es todo por nuestra culpa... - Se lamentaría aun con los ojos cerrados, cortando un silencio que había durado bastante rato.- Hemos fallado a la tierra que juramos proteger y las nuevas generaciones padecerán nuestro exceso de confianza. - Repetiría en voz alta la idea que perturbaba en todo momento su mente.- Son despojos de algo mucho mayor... Seres vestigiales de un mal antiguo que creíamos muerto. - Diría abriendo los ojos, para clavar su mirada en la bruja al hablar.- Demonios alimentados por la crueldad de los hombres, por las mismas sombras... Y con el único afán de sembrar un caos mayor a su paso en la tierra. - Continuó el venerable anciano.- Un instrumento que pudiese utilizar durante décadas, que no opusiese resistencia... Podría llegar a convertirse en un rey entre los hombres mediante engaños y traiciones... - Dijo, dirigiendo la mirada hacia la temblorosa niña, que incapaz de mediar palabra, marchaba a las faldas del anciano hacia la puerta.- Nosotros cuidaremos ahora de ella, pero antes de irnos...
- La espada de un hermano manchada por sangre de su gente, no es un instrumento que yo desee blandir nunca más, no merezco ya portar arma alguna. - Diría de espaldas a la pareja, alejando de él sus armas como si fuera una decisión que hubiese tomado en aquél instante. - Que os traigan mayor dicha en la larga vida que os queda, no como a este anciano. No las defraudéis y honradlas como yo no supe. - Sería lo último que diría antes de desarmarse sobre la mesa y abandonar aquella sala con presteza.
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Nadie volvería a saber nunca más de aquél anciano, el general que renegaría de la orden para pasar la última década de su vida como ermitaño en las montañas. Si se escucharían no obstante rumores por todo Dundarak y el norte, un terrible mal que había asolado la vida de varios dragones pudo ser sofocado por la orden gracias a una bruja y un elfo que lucharon hasta el final por una tierra y una gente que no era la suya, una valiosa lección el orgullo de los hombres dragón tardaría en cicatrizar.
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Bueno, esto es el fin (a no ser...), no, es el fin al fin XD. Espero que hayáis disfrutado de este rol tanto como lo hice yo desde las sombras, pero no os voy a hacer esperar más:
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- Mandoble helado:
- Mandoble helado
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Se trata de una arma (mandoble) de nivel 3 con propiedades de hielo dragón, con lo que inflinge daño mágico en vez de físico. Al ser un arma de nivel 3 no podrás blandirla con destreza hasta dicho nivel, te resultará pesada, difícil de manejar y una gran carga que llevar a la espalda hasta que aumentes tus atributos. Si decides venderla los mercaderes te darán 800 aeros por ella. Al ser nivel 0, deberás realizar 3 entrenamientos hasta poderla usar a la perfección sin tener que llegar al nivel 3.
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- Espada helada:
- Espada helada
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Se trata de una arma (espada) de nivel 3 con propiedades de hielo dragón, con lo que inflige daño mágico en vez de físico. Al ser un arma de nivel 3 no podrás blandirla con destreza hasta dicho nivel, te resultará pesada y difícil de manejar. Si decides venderla los mercaderes te darán 600 aeros por ella.Al ser nivel 1, deberás realizar 2 entrenamientos hasta poderla usar a la perfección sin tener que llegar al nivel 3.* Como ya serás nivel 2, con realizar un entrenamiento bastará para poder usar la espada correctamente
Ger
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